¿mexicanos-americanos o americanos ... -...

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I I I ¿MEXICANOS-AMERICANOS O AMERICANOS- MEXICANOS? Luis Barrón Benjamín Heber Johnson, Revolution in Texas. How a Forgotten Rebellion and Its Bloody Suppression Turnad Mexiams into Americans, New Haven, Yaie University Press, 2003, 260 pp. Uno de los aspectos fascinantes de las revo- luciones es su pretensión universalista. Cuan- do uno piensa en la revolución francesa, por ejemplo, no puede dejar de admirarse por lo que los ejércitos de Napoleón consiguieron en Europa y, dada la universalidad de su retórica, de la diseminación de la ideología revolucionaria. Otro buen ejemplo es lo que la revolución rusa consiguió fuera de Rusia: los regímenes comunistas de Europa del Este y el auge de la ideología comunista en Asia y en América. La revolución de independen- cia en los Estados Unidos fue uno de los ejem- plos que siguieron ios países iberoamerica- nos al independizarse de España y Portugal, y fue la base de la ideología republicana en el conrinente. Incluso la revolución cubana tuvo esa pretensión universalista, que llevó al "Che" a pelear a África primero y a perder la vida en Bolivia después. De la Revolución mexicana, sin embar- go, no se puede decir lo mismo, y quizá en ese sentido sea la excepción que confirma la regla. A pesar de que algunos de sus líderes trataron de "larinoamericanizar" la revolu- ción en el discurso, o de que el gobierno de Venusriano Carranza estuvo involucrado en actividades de espionaje en Guatemala, por ejemplo, nunca salieron ejércitos mexicanos a pelear fuera del país; ni México invadió otros territorios; ni los gobiernos revolucio- narios trataron de derrocar o declararon la guerra a otros gobiernos que consideraban "conser\'adores" o "contrarrevolucionarios". Cierto, Pancho Villa atacó Columbus, y el pre- sidente Wilson decidió ocupar Veracruz. Pero ni Pancho Villa pretendió "exportar" la re- volución ni VVilson entró en conflicto con México por e\'itar que la revolución conta- giara a los grupos de izquierda en los Esta- dos Unidos, por ejemplo. No obstante, a pesar de carecer de una ideología y un discurso universalistas, la Re- volución mexicana tuvo repercusiones más allá de nuestras fronteras. La ideología anar- quista de los hermanos Flores Magón, por ejemplo, fue retomada en parte por los San- dinistas en Nicaragua y por el APRA, en Perú. Y como Pablo Yankelevich ya lo ha mostra- do, la revolución también sirvió de ejemplo para algunos intelectuales en Argentina.' Re- volution in Texas, de Benjamín Johnson, es un estudio muy bien documentado de una de las pocas, pero importantes consecuencias que tuvo la revolución mexicana en el sur de los Estados Unidos -particularmente en el estado de Texas- en donde la ideología de los Flores Magón también sirvió de inspira- ' Véanse, por ejemplo, Donald C. Hodges, Inte/- kflualFoundalions o¡the Skarafiuan Revolution, Austin. rniversiry of Texas Press, 1986; y Pablo Vankelev ich. Miradas australes. Propagan/la. cabildeo y proyemón de la Reíolufión Mexicana en el Río de la Plata, .Mé.xico, INEHRM, Wl. ^7A

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  • I I I

    MEXICANOS-AMERICANOS O AMERICANOS- MEXICANOS?

    Luis Barrn

    Benjamn Heber Johnson, Revolution in Texas. How

    a Forgotten Rebellion and Its Bloody Suppression

    Turnad Mexiams into Americans, New Haven, Yaie

    University Press, 2003, 260 pp.

    Uno de los aspectos fascinantes de las revo-

    luciones es su pretensin universalista. Cuan-

    do uno piensa en la revolucin francesa, por

    ejemplo, no puede dejar de admirarse por lo

    que los ejrcitos de Napolen consiguieron

    en Europa y, dada la universalidad de su

    retrica, de la diseminacin de la ideologa

    revolucionaria. Otro buen ejemplo es lo que

    la revolucin rusa consigui fuera de Rusia:

    los regmenes comunistas de Europa del Este

    y el auge de la ideologa comunista en Asia y

    en Amrica. La revolucin de independen-

    cia en los Estados Unidos fue uno de los ejem-

    plos que siguieron ios pases iberoamerica-

    nos al independizarse de Espaa y Portugal,

    y fue la base de la ideologa republicana en

    el conrinente. Incluso la revolucin cubana

    tuvo esa pretensin universalista, que llev

    al "Che" a pelear a frica primero y a perder

    la vida en Bolivia despus.

    De la Revolucin mexicana, sin embar-

    go, no se puede decir lo mismo, y quiz en

    ese sentido sea la excepcin que confirma la

    regla. A pesar de que algunos de sus lderes

    trataron de "larinoamericanizar" la revolu-

    cin en el discurso, o de que el gobierno de

    Venusriano Carranza estuvo involucrado en

    actividades de espionaje en Guatemala, por

    ejemplo, nunca salieron ejrcitos mexicanos

    a pelear fuera del pas; ni Mxico invadi

    otros territorios; ni los gobiernos revolucio-

    narios trataron de derrocar o declararon la

    guerra a otros gobiernos que consideraban

    "conser\'adores" o "contrarrevolucionarios".

    Cierto, Pancho Villa atac Columbus, y el pre-

    sidente Wilson decidi ocupar Veracruz. Pero

    ni Pancho Villa pretendi "exportar" la re-

    volucin ni VVilson entr en conflicto con

    Mxico por e\'itar que la revolucin conta-

    giara a los grupos de izquierda en los Esta-

    dos Unidos, por ejemplo.

    No obstante, a pesar de carecer de una

    ideologa y un discurso universalistas, la Re-

    volucin mexicana s tuvo repercusiones ms

    all de nuestras fronteras. La ideologa anar-

    quista de los hermanos Flores Magn, por

    ejemplo, fue retomada en parte por los San-

    dinistas en Nicaragua y por el APRA, en Per.

    Y como Pablo Yankelevich ya lo ha mostra-

    do, la revolucin tambin sirvi de ejemplo

    para algunos intelectuales en Argentina.' Re-

    volution in Texas, de Benjamn Johnson, es un

    estudio muy bien documentado de una de

    las pocas, pero importantes consecuencias

    que tuvo la revolucin mexicana en el sur de

    los Estados Unidos -particularmente en el

    estado de Texas- en donde la ideologa de

    los Flores Magn tambin sirvi de inspira-

    ' Vanse, por ejemplo, Donald C. Hodges, Inte/-

    kflualFoundalions othe Skarafiuan Revolution, Austin.

    rniversiry of Texas Press, 1986; y Pablo Vankelev ich.

    Miradas australes. Propagan/la. cabildeo y proyemn de

    la Reolufin Mexicana en el Ro de la Plata, .M.xico,

    INEHRM, Wl.

    ^7A

  • I I

    cin para grupos radicales que, en el verano

    de 1915, trataron de aprovechar la revolu-

    cin para poner fin a la discriminacin y a la

    dominacin blanca en el estado de Texas. El

    Plan de San Diego, como lo denominaron

    estos grupos radicales, fue un llamado para

    que las minoras raciales y tnicas (bsica-

    mente negros y texanos-mexicanos) se unie-

    ran en el intento de recuperar para Mxico

    los territorios que se haban perdido en la

    guerra de 1847. El Plan de San Diego -un

    episodio fascinante dentro de las relaciones

    entre Mxico y los Estados Unidos- y la re-

    belin que suscit, nos dice Johnson, "es va-

    gamente recordado fuera del pequeo grupo

    de historiadores y dems acadmicos que

    estudian la historia de la frontera y de los

    Mexicanos-Americanos" (p. 206); y, sin em-

    bargo, es un episodio que nos deja un buen

    nmero de reflexiones.

    Ms all de la descripcin del plan y de la

    narracin de los eventos y de la rebelin que

    suscit -que valen mucho la pena, por cier-

    to-, Revolution in Texas invita a la reflexin

    por dos distintas razones. En primer lugar, el

    libro de Johnson se une al cuerjx) de literatu-

    ra que examina cmo los cambios estructura-

    les -seguidos por la dominacin de una mi-

    nora y la discriminacin en base a criterios

    tnicos o raciales- provocan la resistencia de

    los grupos sociales que pasan a ser subordina-

    dos. Buenos ejemplos de esto, para el caso de

    Mxico, son el estudio de Paul Vanderwood

    sobre la rebelin de Tomochic en la sierra de

    Chihuahua en la ltima dcada del siglo xix,

    y la triloga de Jan de Vos sobre el estado de

    Chiapas -particularmente de la Selva Lacan-

    dona, en donde se dio el levantamiento del

    Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional en

    1994-.^ Tanto en esos dos casos -separados

    por un siglo- como en el caso del sur de Texas

    que estudia Johnson, los cambios econmicos

    -al integrarse estas regiones a mercados ms

    amplios a travs de las comunicaciones, el cam-

    bio tecnolgico y nuevos sistemas de produc-

    cin- y los cambios en las estructuras raciales

    y las identificaciones tnicas -provocados por

    la inmigracin, pero sobre todo por la llegada

    de los inversionistas al inicio del desarrollo

    capitalista- provocaron que quienes fueron

    despojados, sometidos o discriminados co-

    menzaran un largo camino de resistencia que

    termin en la violencia.

    De acuerdo con la literatura sobre el te-

    ma, la resistencia que sigue usualmente a es-

    tos cambios se puede dar de tres maneras: a

    travs de actos cotidianos que no son necesa-

    riamente violentos, pero que intentan boico-

    tear o poner lmites a la dominacin capita-

    lista (como el ausentismo en el trabajo, el

    hurto en pequea escala, la invasin de espa-

    cios privados que solan ser pblicos, etc.);^ a

    ' En traduccin al espaol, Paul J. Vanderwood,

    Del pulpito a la trinchera. El levantamienlo religioso de

    Tomorhir, Mxico, Taurus, 2(X)3; Jan de \bs. La paz de

    Dios y del Rey: la conquista de la Seha Lacandona. 1525-

    1821, Mxico, Fondo de Cultura Econmica-Secreta-

    ra de Educacin y Cultura de Chiapas, 1988: Jan de

    \ os. Oro verde: a conquista de la Selva Ljirandona por los

    madereros tabasqueos, 1822-1949, V'illahermosa, Go-

    bierno del Estado de Tabascx)-lnstituto de Cultura de

    Tabasco-Fondo de Cultura Econmica, 1988: y Jan

    de Vos, Vna tierra para sembrar sueos. Historia rraente

    de a .Seka Lmandona. l950-2Lh\\ Mxico, Fondo de

    Cultura Econmica-CIES^s, 2002.

    175

  • I I

    travs de la violencia abierta, como en el caso

    de las guerrillas,'' o a travs de las vas institu-

    cionales -obviamente, cuando stas estn

    abiertas, que usualmente es en el contexto

    democrtico.

    Benjamn Johnson analiza y documenta

    magnficamente el caso del sur de Texas al fi-

    nal del siglo XIX y a principios del XX -justo

    antes de la Revolucin mexicana-, y esa es la

    segunda razn para leer cuidadosamente Re-

    volution in Texas: las consecuencias de la revo-

    lucin en trminos de cmo cambi la resis-

    tencia de las minoras tnicas y raciales en

    Texas, hace que este caso sea verdaderamen-

    te nico. Cuando los capitalistas blancos -en

    su mayora anglosajones- llegaron a los valles

    frtiles del sur de Texas hacia finales del siglo

    XIX, y por las buenas o por las malas despoja-

    ron a los rancheros texanos-mexicanos de sus

    propiedades, estos ltimos mvieron que esco-

    ger entre la va institucional -la poltica- y la

    violencia para enfrentar el desafo. Si bien en

    un primer momento la mayora opt por la

    poltica -claro, en el muy particular contexto

    de la democracia del sur de los Estados Uni-

    dos antes de la primera guerra mundial- la

    revolucin lo cambi todo.

    Johnson documenta con cuidado cmo

    durante los primeros aos de conflicto los ran-

    cheros texanos-mexicanos intentaron, por vas

    institucionales, que se les reconociera como

    blancos, de modo que sus derechos polticos

    fueran respetados. El objetivo, por supuesto,

    era evitar que los cambios estructu-rales los

    dejaran al margen del desarrollo y que, con

    ello, cambiara la forma en que ellos entendan

    la vida. "En Texas -dice Johnson- aquellos

    que eran reconocidos como blancos tenan

    beneficios considerables. Si ios texanos po-

    dan forzar a los anglos a reconocerlos como

    blancos, podran entonces evitar ser juzgados

    bajo los estatutos de la segregacin, podran

    conservar su derecho al voto y podran man-

    dar a sus hijos a las mejores escuelas pbli-

    cas" (p. 51). Pero mucho ms importante es

    cmo Johnson documenta que, antes de la

    revolucin, los texanos-mexicanos eran, cul-

    turalmente hablando, todava parte de M-

    xico; es decir, eran mexicanos viviendo del

    otro lado de la frontera. Su lucha era por ser

    reconocidos como blancos, no como ciudada-

    nos estadounidenses; era por cambiar su iden-

    tificacin racial, no su identificacin tnica.

    Sin embargo, al iniciar la revolucin me-

    xicana, los gmpos ms radicales dentro de quie-

    nes se definan tnicamente a s mismos co-

    mo mexicanos, utilizaron la ideologa de los

    hermanos Flores Magn para llamar, a travs

    del Plan de San Diego, a la violencia; a la re-

    vuelta conjunta de los grupos raciales segre-

    gados y a los grupos tnicos discriminados

    para recuperar los territorios que haban per-

    tenecido a Mxico hasta 1847. La respuesta,

    tanto de los capiralistas anglosajones como de

    la lite blanca en Texas y del gobierno del

    presidente Wilson -en el contexto del inicio

    de la primera guerra mundial- fue reprimir

    ^ Vase James C. Scott, Weapons ofthe Weat. Eve- ryday Forms of Peasant Resistance, New Haven, Yaie

    Universicv' Press, 1985. 'Timothy P. Wickham-Crowley, Guerrillas and

    Revolution in Lan America. A Comparatrve Study ofh-

    surgents andRegtmes since 956, Prnceton, Princeton

    University Press. 1992.

    176

  • I I

    con una violencia que pocas veces se haba

    visto en los Estados Unidos a esos gmpos ra-

    dicales. Dicho de otro modo: si la Revolucin

    mexicana hizo que ciertos grupos abandona-

    ran la resistencia institucional y se declararan

    abiertamente por la violencia, tambin hizo,

    en el contexto de la gran guerra en Europa,

    que los grupos dominantes respondieran con

    una violencia inusual en un contexto demo-

    crtico. Lo peor, por supuesto, fue que, como

    casi siempre ocurre en situaciones como esa,

    se sospechara de todos los mexicanos tnicos,

    incluso de quienes se mantenan firmes en la

    resistencia institucional, lo que llev a un re-

    sultado sumamente peculiar: si bien siempre

    hemos tenido la idea de que quien va a Esta-

    dos Unidos es atrado por el famoso American

    dream, en este caso los texanos-mexicanos

    optaron por la ciudadana estadounidense

    slo como un medio de defender lo poco que

    la represin no les haba arrebatado. Es decir,

    sin abandonar su identificacin con los valo-

    res y la cultura mexicanos, los texanos-mexi-

    canos optaron por cambiar su identificacin

    tnica por la de mexicanos-americanos. As,

    ante la violencia de la revolucin en Mxico

    y de la represin en los Estados Unidos, su

    lucha era ahora por cambiar su identificacin

    tnica, no la racial, haciendo que se les reco-

    nociera como ciudadanos con derechos polti-

    cos, independientemente de su raza o del co-

    lor de su piel.

    "Las naciones, como los individuos, slo

    recuerdan los eventos y las historias que les

    ayudan a definir quines son", dice atinada-

    mente Johnson (pp. 206-207); y, por eso, tan-

    to en Mxico como en los Estados Unidos

    hemos olvidado por completo este episodio

    de nuestras relaciones. Lo que aprendieron

    los texanos-mexicanos con el Plan de San Die-

    go -concluye el autor de Revolution in Texas-

    es que es muy peligroso no ser parte de un

    Estado: al mismo tiemf)o que deban su cul-

    tura y su ideologa a Mxico, vivan en los Es-

    tados Unidos y estaban subordinados por los

    angloamericanos y por la poderosa economa

    de mercado que controlaban. En un momen-

    to de crisis tuvieron que elegir entre ser parte

    de Mxico o de los Estados Unidos, de modo

    que uno de los dos Estados pudiera proteger-

    los. Como lo propuso un editorial del peridi-

    co LM Crnica al inicio de la revolucin: al pa-

    recer, "los mexicanos estn condenados a ser

    los judos del continente americano, a un

    eterno vagar, primero de Norte a Sur, y luego

    de Sur a Norte" (p. 46). Al da de hoy, todava

    no sabemos qu son, si mexicanos-ameri-

    canos o americanos-mexicanos. (^

    UN OLVIDO INJUSTO

    Fierre Chaunu

    IFrarnois Hartog, le x/x side et 'historie. Le as de

    Fustel de Coulanges, Pars, PUF, 1988,400 pp.

    ust! es "un caso". El autor de La ciudad antigua sigue siendo el ms enigmtico de los

    grandes historiadores del siglo XIX: hay que

    leerlo. No es La ciudad antigua lo que Fustel

    hubiera deseado sobre su tumba, sino su obra

    olvidada Histoin des institutions de i'ancienne

    France, as como su corpus metodolgico.

    Lean Le Cas Fuste/de Coulanges. Fran9ois Har-

    177