melendez valdes juan - la caida de luzbel

Upload: fabian-becerra

Post on 03-Nov-2015

27 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

luzbel

TRANSCRIPT

LA CADA DE LUZBEL

Juan Melndez Valds

LA CADA DE LUZBELCANTO PICO

(1784)

DI, musa celestial, de dnde pudo

subir de Dios al trono luminoso

la atroz discordia, de Luzbel el crudo

infiel tumulto, el brazo poderoso

que su frente postr cuando saudo

fijar quiso triunfante y orgulloso

junto a la silla de Jehov su silla,

negndose a doblarle la rodilla;

por qu el ngel de luz fue trasformado

en sombra horrible en el fatal momento

lo que cay al hondo abismo derrocado,

mansin de luto y fnebre lamento,

con la hueste precita, do aferrado

con frente audaz en su nefario intento,

sufre sin fin bajo la diestra airada

del Seor, para herirle siempre alzada.

T, que all en Patmos revelar quisiste

tan gran misterio a tu profeta santo,

y el Cordero sin mancha ver le hiciste

por quien ganado fuera triunfo tanto;

t, que el trono a sus ojos descubriste

ante quien siempre el inefable cantose tributa de altsima alabanza,que humano odo a percibir no alcanza;t, Espritu de Dios, que el Dragn fierole mostraste y la lid ardua, dudosa,en que triunf Miguel, cay el Lucero,y a Dios subi la humanidad dichosa:

ven fcil, ven, que con tu auxilio espero,si es mortal voz a tanto poderosa,las venganzas decir del Invencible,y del soberbio el precipicio horrible.

En el principio, el brazo Omnipotentelos cielos extendido acaso haba,y en su ancho espacio, el escuadrn lucientede soles ya ordenado discurra;

en la nada tal vez confusamentela inmensa creacin se contena,silenciosa aguardando el dulce acentode su eficaz divino mandamiento.

Quiso, en sus ricos dones deslumbrado,Luzbel al monte del Seor subirse,y all, en silla de luz ante l sentado,con su inmenso Hacedor loco medirse.Son su aleve orgullo, y fue aclamadode mil ciegos espritus, que a unirsecorrieron al infiel; y en guerra impael reino de la paz turbado arda.

Entendi que en el tiempo (as en su senolo acord el Padre), cabe Dios subido,sera el Hijo del hombre de honor lleno,y el polvo vil en l ennoblecido.

Lo entendi; viose; y de consejo ajeno,igual se quiso hacer con el Ungido,gritando arrebatado y orgullosoas en medio el ejrcito glorioso:

Otro ser sobre m!... Leyes tan durassufrir mi nobleza!, colocarse

la baja humanidad sobre las purasanglicas substancias!, humillarse

debe Luzbel! Luzbel! Oh desventuras!,oh eterna infamia! No, no ha de jactarsede que se doble en servidumbre odiosaante el polvo mi esencia luminosa.

ngeles, querubines, entendidolo habis?, o yo me engao? Nuestra gloriay nuestro ser eterno esclarecido,de qu nos sirven ya? La ejecutoriade dioses donde est? Dnde se han idolos timbres de que hacemos vanagloria,si el lodo, el lodo vil se nos prefiere,y el tirano en su antojo as lo quiere?

Oh confusin!, oh mengua! La debidamerced es esta del servir continosu deidad impotente? Merecida,merecida es la ley, pues el caminole abri a mandar la voluntad rendida.Mas crdulo se engaa; de su indignoimperio huyamos ya, y aquel le adoreque su afrentosa tirana ignore.

Iguales somos en la esencia, igualesen luz y potestad: qu le debemos?,acaso el don odioso de inmortalespara acatarle esclavos? Llevaremosen vil silencio abatimientos talespor siempre, invictos prncipes?... Hollemosel pacto de alianza y vituperio,y lejos de l alcemos otro imperio.

Al aquiln corramos, y dividala inmensidad del suyo nuestro estado.Firmes, firmes duremos, y en rendidasplica le veris. El principadodebido es a Luzbel; mi planta midalas cumbres de su gloria; en el sagradomonte hollar la luz a l semejante,mayor que ese su Hijo, y de l triunfante,

Yo reinar.... Clamaba el altaneroapstata, y la turba de precitossu impa furia con aplauso lisonjeroloca celebra y sediciosos gritos.No as el vasto ocano, cuando fierolos lindes rompe por su Autor prescritos,derramndose horrsono, espumoso,retumba entre las rocas espantoso.

Suena el reino de Dios confusamentecon la execrable sedicin turbado;y el ngel fiero se sublima, y sientecrecer su orgullo vindose aclamado.En un punto, y ms suelto que la mente, del bando del Altsimo apartado,corre mil veces ms, con fugaz vuelo,que dista del abismo el alto cielo.Tan rpido se huy porque a la activapresteza de un espritu la inmensaextensin es un punto; en pos, la altivaproterva hueste, como nube densa,su lado infiel circunda fugitiva;y aprestndose firme a la defensa,Reine gritaba con bramido insano,reine el que nos redime del tirano.Del hrrido tumulto el alaridovaga en el ancho espacio y se renuevapor encontrados ecos repetido,que al solio excelso la justicia lleva;de las sonantes armas el ridodobla el triste fragor; y en furia ciega

clamando Libertad!, la turba, loca,a cruda lid a su Hacedor provoca.Reverente entre tanto y silencioso,lleno de un pavor santo se estrechabaante el trono el ejrcito dichosode los justos, y a Dios firme adoraba,temblando que su brazo poderosocontra la turba vil que le insultabade su inmenso furor el dique abriesey en un punto a la nada los volviese.Mas el Excelso, su jactancia impaburlando, en el sagrario rutilante,do entre nubes altsimas yaca,de su trono de gloria, con semblantede inalterable majestad oalos fieros del arcngel arrogante,revolviendo su inmensa justa penaen la honda mente de consejos llena;y al Hijo vuelto, con la faz baadaen amor e inefable complacencia,Hijo le empez a hablar, en quien se agradatu almo Padre, figura de mi esencia,

por los siglos y ms a ti fue dadala plenitud del cetro y la potencia.Todo se postre a ti, delicia may consorte en mi excelsa monarqua.As en mi eternidad lo he pronunciadocon firme, irrefragable juramento.Luzbel va con los suyos despeadopor la senda del mal; yo les consientoguardar su obstinacin: helo entregado,cual leve arista, al mpetu del viento,a su vano sentido; en l se afirme,y ose, pues que lo quiere, resistirme.Mas tema, tema de mi diestra el bro.Yo, Dios de las venganzas, del torrentede mi furor d huir? Su cuello impo conculcar tu planta, y reverentevendr; te adorar como a igual mo,y confundido en su furor demente,Dios aunque tarde, clamar, Dios era,y por ti jurar su lengua fiera.Que yo te suscit y arm del truenode mi clera, all cuando en la cumbrede mi asiento real te ung en mi seno.Y vosotros, en justa servidumbre,al Verbo confesad de gloria lleno,a la Lumbre nacida de la Lumbre,ngeles, y aclamad mi augusto Hijoen himnos de alabanza y regocijo.Habl el Seor; y el Verbo reclinadoen su seno divino con amableaspecto, lleno de bondad y agrado,se complaci en su pltica inefable.Atnito y rendido el pueblo alado, empez al punto el cntico aceptablede eterna adoracin, las arpas de oroarmnicas siguiendo el almo coro:Seor Dios Sabaot! Reine cumplidatu inmensa voluntad, t Poderoso,t Dador inefable de la vida;

tu Verbo, de su asiento alto, lumbroso,mire su feliz tropa ante l rendida,que ensalza fiel su nombre gloroso,y tu deidad y su deidad confiesa.Y el santo coro en su cantar no cesa.

Todo era gozo y salvas (el gran daen que en orden se puso el caos oscuro,cuando a la voz de Dios el sol nacacomo en carro triunfal, ni fue tan puro,ni semej su altsima alegra;aquel solo que vio, vencido el duroInfierno, entrar a Cristo en la alta esferade justos rodeado, igual le fuera),cuando en medio del jbilo imperiosatron la VOZ del Padre, y de repenteces el aplauso en la mansin gloriosa;y l, mirando a Miguel: Resplandecienteparaninfo, mi escuadra numerosa guale manda y rinde al impotenteenemigo de Dios; rndelo, y muestrala fuerza en l de mi sagrada diestra.Tu celo fiel he visto con agrado,y por l de mi ejrcito invencibleprncipe te escog; yo he confortadotu brazo, nada temas; mi terriblerayo fulmina, y caiga derrocadorugiendo el bando prfido al horribleabismo, donde el fuego eterno arde,y que temple mi clera no aguarde.Los montes turba, los collados huella,y esprcelos cual polvo. As decala Justicia inefable; humilde ante ella,con sus doradas alas se cubrasilencioso el arcngel, la faz bellaponer no osando al fuego que sala,a manera de un rpido torrente,del rostro del airado Omnipotente.Arda en llamas vivas la montaa,y en nubes de humo el trono luminosose oscureci; tron su inmensa saatres veces con son hrrido, espantoso;y el escuadrn que cerca le acompaade puros serafines, pavorosose postr ante su faz, clamando: Gloria,gloria a ti, Seor, Dios de la victoria.Parte Miguel al punto, rodeadode miles de millares de escogidos,que en el reino de paz tienen guardadosu eterno galardn, esclarecidoshijos de luz, con el blasn sagradodel Cordero en la frente distinguidos,en fuerza confirmados invencible,y en las manos el rayo irresistible.Las olas que sin fin rompe en la tierrala mar cuando sus playas bate airada,la inmensa arena que su abismo encierra,suma hicieran bien leve, comparadacon la fiel turba que a la sacra guerrase apresta, corre, llega acelerada;ni por esto el Seor solo se va,que otra hueste aun mayor corte le haca.Oh musa celestial, t, que asististeal alarde glorioso y las hilerasde los fulgentes querubines viste,tendidas ya las nclitas banderas,los nombres dime que en el cielo ostede tanto campen que en duraderaslminas guarda el libro de la vida,honra a sus altos triunfos bien debida!Callarlos el Altsimo ha querido;ni un humilde mortal, aunque tocadofuese su labio audaz del encendidocarbn con que el profeta fue abrasado,a contarlos bastara. El merecidotributo de loor a ellos negado,sagrada musa, a los caudillos demos,y sus nclitos nombres celebremos.En alas cuatro, el batalln divinode fondo impenetrable parecala ciudad que de jaspes y oro finoel guila de Dios labrada un davio del cielo bajar. Cual matutinosol, al frente Miguel resplandeca,y de oriente a occidente cobijabacuando sus anchas alas desplegaba.Menos temible entre la zarza ardiente

le vio en Horeb el mayoral sagrado

o el grande Josu, con el luciente

acero en Jeric desenvainado:

su aspecto, un fuego vivo; en la alba frente,

Quin como Dios? impreso; el brazo alzado,

con firme accin a combatir dispuesto,

y un rayo en l, a fulminarlo presto.

Gabriel, fuerza de Dios, la diestra gua,no cual despus, pacfico y rendido,trajo el Ave suavsimo a Mara,nuncio feliz; mas del furor tendidoahora el arco potente, parecasu VOZ la voz del trueno; el encendidorostro, un horno ferviente; el recio aliento,cual huracn del aquiln violento.Rige Urel el contrapuesto lado,

espritu a Dios fiel, de una nevada

estola y faja de oro circundado,

y en la alta diestra la fulmnea espada.

Con loriga de fuego el pecho armado,

y en rubia luz la frente coronada,

tremendo Rafael la marcha cierra,

y l solo basta a fenecer la guerra.Tales fueran los grandes generalesque al ejrcito el Todopoderosode sus furores dio, todos igualesen celo y en lealtad, del ambiciosoLuzbel y sus sacrlegos parcialesenemigos sin fin, y el pecho honrosoardiendo en comunal alto deseode hacer sus frentes de su pie trofeo.nense en lneas, mil y mil se ordenany millares sin cuento; blandamentesus grandes alas al plegarse suenan;y en rededor el delicado ambientede olor de gloria y mil esencias llenan. Sigue a una voz el himno reverentede loor al Excelso; y acabado,de un vuelo el gran caudillo en medio alzado,cual un cometa hermoso: Campeones,

les habla, en quien su honor el Seor fay alist la lealtad en sus pendones, de Luzbel la sacrlega osada

visteis, y por sus locas sugestiones, la tercer parte de astros que servaobsequiosa ante el trono deslumbrada, de su inefable Autor mofar osada.Insensatos! Ignoran que su manolos sac de la nada, y que si alejade sobre ellos su aliento soberano,a nada tornarn? Burlar se deja?,

o el rayo asolador enciende en vano?Este rayo nos da: su justa quejavenguemos, y en nosotros el impo,de Dios sienta el inmenso podero.Hijos suyos, esclavos venturosossomos de su bondad; serlo queremos,y estos son nuestros timbres ms gloriosos.El con nosotros va: de qu tememos? Quin como Dios?. Los vtores gozososno le dejan seguir, y a los extremosdel infinito el eco los llevaba:

Dios, Dios, quin contra Dios?, solo sonaba.Las prestas alas sbito desplegan

entre salvas de blica armona,y ms veloces que los rayos llegandel solar globo hasta la tierra umbra;con sesgo vuelo rpidos navegandel vasto espacio la regin vaca,con quien el ancha tierra fuera nada,toda en sola una lnea prolongada.No llega en resplandor a los radiantesparaninfos la nube ms hermosa,que, al mar cayendo, el sol de mil cambiantesriqusimos matiza, o tan vistosaboreal aurora en ondas centellantesse descubre al lapn; solo, medrosa,en el medio una nube amenazaba,que las plagas eternas encerraba,plagas que all, en el hondo tenebrosopozo del ciego abismo, a su mandadoprestas, el brazo apremia poderoso.Mas, ay!, que el da del furor llegado, las soltar otra vez; el sol lumbrosoir tinto de sangre y eclipsado,arder el vasto mar, arder el suelo,y a pedazos caer deshecho el cielo.Llega del aquiln a los distritosla milicia invisible, donde habael apstata terco en sus delitosfijado la nefanda tirana.All, una banda inmensa de precitosufana a todas partes le segua,creyndose por l libre y segura,ciega, inflexible en su infernal locura,La execracin blasfema, el insolente escarnecer de Dios son sus canciones,sus ms gratos saludos Quin, demente,se jacta de excederle en los blasones, quin a arrastrar el solio refulgentellevar quiere los fieros escuadrones,quin se finge un Jehov, quin al impomedita ya usurpar el podero.El, entretanto, un trono levantadodel monte del Oprobio en la alta cumbre,con mentido fulgor, y en l sentado,concita la confusa muchedumbre. Satn se jacta indmito a su lado,casi con l igual, aunque la lumbrede su faz apagado antes se hubiera,cuando con Dios airado contendiera.Sguele Belzebut en ira ardiendo,

a una gran torre igual en la estatura,

a quien la guerra y sanguinoso estruendo

siempre agrad. Con majestad oscura

del gran Nesroc, que prncipe tremendo

es de los principados, la segura

frente entre las le se sublima,

a todos su soberbia dando grima.De otra parte Moloc est, horroroso,

biforme, en sangre tinto, en la montaacreyndose de Dios frente al gloriosoSolio; Dagn, de su tremenda saatriste ejemplo. Fegor, torpe, asqueroso;Remmon, y Belal que le acompaa,espritu sin ley, protervo osadoa Luzbel cercan de uno y otro lado,y otros prncipes mil que all nacieron

en las plagas de luz pura, inefable,y eternos bienes disfrutar pudieronmas su dureza los perdi execrable.Del libro santo de la vida fueroncon sentencia justsima inmutable,arrancados sus nombres, y una impablasfemia el pronunciarlos hoy sera.Pero l, soberbio en todo, remedandodel sumo Altitonante el seoro,su forma vasta, desmedida alzando,en medio est cual un planeta umbro

que a todos amenaza; y sealandocon el cetro silencio, a su albedrola confusin blasfema sosegada,as empieza con furia despeada:Del antiguo tirano la indolenciano veis? Venir a combatirnos osa?Dnde est su aclamada omnipotencia?Yo le veo temblar, y a su medrosaturba de serafines la clemenciaimplorar de Luzbel... Memoria odiosa!Viles, viles esclavos le servimos;mas la torpe cadena al fin rompimos.Invictas potestades, conozcamosnuestra nobleza clara; ignominiosotodo imperio nos es: libres seamos.Cmo servir el ngel?... Tan gloriosotesn a todo trance mantengamos.Es ms ese Jehov, que al yugo odiosorendirnos quiere? Puros, inmortales, somos dioses cual l, y en todo iguales.Su luz mentida deslumbrarnos pudo;porque entre rayos escondi la frente; temblamos ciegos, y a su mando crudo se abati humilde la cerviz paciente.Yo, yo os le descubr; vedle desnudode su falso poder; en el fulgentereino que indigno obtuvo le asaltemos,y sus tmidas haces debelemos.Su silla ocupar.... Jactancia impa!

el gran Miguel de sbito asomandoclama con voz de trueno; tu osadabast a decirla! Prfido, hasta cundocon tu Dios pugnars? En qu confatu maldad loca a tu Hacedor juzgando? Querrn tus pensamientos execrablespenetrar sus consejos insondables?Tan lejos de ti van cual de la sendat del bien, y en tu rprobo sentidoabandonado corres; mas tremenda,su indignacin santsima ha venidode lleno sobre ti, cual plaga horrendade eternal perdicin. Apercibidoel arco est en su mano; t el primerocaers, estrago de su golpe fiero.Ay protervo!, ay de ti!; ciegos parciales, que su demencia deslumbr orgullosay falaz precipita a inmensos males,ay de vosotros!, ay!; por la dichosaobediencia al Seor sus infernalesimperios conmutis? Oh lastimosaceguedad! Vuestro dueo soberanodejis por la obra infame de su mano?Al Ungido del Padre, a su Hijo augusto,igual con l, que en su divina mentesin principio engendr, negis el justofeudo de adoracin? El vuestra frentehollar triunfador, y tan injustotesn disipar. Luzbel, demente,Hollarme! hollarme a m!, blasfemia!, clama,y presto rayo en clera se inflama.Sus prfidos parciales, a l unidos,claman tambin Blasfemia!, y con tremendotumulto y discordantes alaridos

a batallar se aprestan, repitiendo Blasfemia, audaz blasfemia!, escandecidos.Este fue el grito del combate horrendoen que, el dragn postrado y sus secuaces,triunf el Seor y sus potentes haces.Quin contarlo sabr?, cmo en humanosentido caber puede?, dnde ciegovoy?, qu estrpito se oye? Del tiranolos golpes son, el centellante fuegodel rayo de Miguel. Ven, soberanoespritu, ven po al tierno ruego

de un mortal que de Dios las iras canta.

Od todos, y temblad su diestra santa.Ordnase de presto el feroz bando,y al ejrcito fiel su inmensa frentetoda de fuego opone, como cuandoarde un antiguo bosque, y refulgente,la llama al cielo sube rechinando;que el trueno y rayo y torbellino ardiente,si de temple inferior, tambin llevaba,y su soberbia misma los forjaba.Cada cual se imagina un dios terriblelleno de majestad y podero,y con furor avanza irresistible.Los gritos y humo y resplandor sombro

los trances doblan del encuentro horrible;

y la infernal Discordia con impo

soplo las lneas corre, enciende, incita,

y a todos ms y ms los precipita.Luzbel, cual el relmpago ligero,

vaga por todas partes; lo ms rudodel combate buscando, insta severo,alienta fervoroso, y firme escudode las legiones es, gritando fiero:

Cargad, dioses, cargad, que de este crudopunto el quedar en libertad gloriosapende, o volver a la cadena odiosa.Del sumo Rey el tercio numerosono as se agita audaz, ni en furor tanto,sino firme, pacientes silencioso,el orden sigue del caudillo santo,semejante a un nublado tempestosoque inmvil a la vista pone espanto;pero en todos bien claro Dios se vay el inmenso poder que los rega.El choque llega al fin, el choque horrendo:

estrchanse las lneas, los velocesrayos chispeando cruzan, el estruendodel trueno brama entre discordes voces.Gabriel, el gran Gabriel, vibra un tremendohuracn, que derriba los atrocesparciales de Asmodeo, y pasa osado,hollando invicto el escuadrn postrado.La confusin los turba; la rabiosaDiscordia a unirlos corre, y con dementefuria los lanza entre la lid dudosa;va delante, y les presta el rayo ardiente;mas del ngel la banda victoriosa,cual duro escollo opuesto al impotente proceloso batir del oceano,firme, inmvil resiste el choque insano.Todo con l se estremeci medroso;solo el monte en que fija la moradatiene el Excelso, en eterna reposodur quieto, de donde en su encumbradasilla, velado en esplendor gloriososu ejrcito en la accin ruda, obstinada, con faz de gloria inalterable va, y la victoria ante sus pies yaca.As el ciego conflicto y tesn crece, el relmpago presto centellea, y el reino de las luces se oscurece en nubes de humo negro; aqu guerrea lnea con lnea firme; all se ofreceun nuevo choque y orden de pelea; dos legiones se ven en alto alzarse;y una con otra crudas aferrarse,y cual dos vastas nubes que en su senola desolacin llevan, impelidasde huracanes contrarios, el serenocielo con llamas turban repetidas,y en sus cncavos gime ronco el trueno,as en sus raudas alas sostenidas,violentas chocan y discordes claman,y en rfagas de luz todo lo inflaman.Las plagas del Seor, sus eternales plagas entonces hrridas resuenan;azranse las huestes infernales, y de atroz rabia y confusin se llenan.Mas tornan fieras de sus crudos males,y otra vez y otras mil se desordenan; hiere el fiel bando, hiere, y el impo ms ciego carga en su impotente bro.Ni hay ceder por ningunos: los daados ngeles, cada vez ms inflexiblesy en su letal orgullo ms cerrados;los altos paraninfos, de invisiblesesfuerzos sostenidos, y abrasadospor la causa de Dios. Cuntos terriblestrances y encuentros y batallas fieras,sacra musa, en un punto entonces vieras!Que cada cual a derrocar bastabaeste nuestro universo al caos oscuro,solo al Seor menor, y batallabacontra otra igual virtud. Si en su ser purola sustancia del ngel fuese esclavade la muerte fatal, con cada durogolpe de un querubn mil fenecieran, y al primer choque todos ya no fueran;porque as se cargaban, como cuando,consumados los siglos, en el cielola pavorosa trompa resonando,se hundan los montes al abismo, el suelo

se suba a las estrellas, fluctuandolos astros choquen entre s, de duelose vista el da, y caiga despeadanaturaleza al seno de la nada.Por todas partes, nclitas accionesse obran a par: con mpetu invenciblepostra de Belzebut los batallonesde Rafael la diestra irresistible; al trueno asolador los campeones ms obstinados ceden; el horrible caudillo ante sus pies ciego, perdidocae, empero sin darse por rendido.Satans vuela a darle presta ayuda,seguido de millares, mas la manode Uriel le detiene; de su aguda centella herido, y en rencor insano,ardiendo Moloc yace; la ceudafrente de Behal, que el soberanoesfuerzo de Gabriel probar quera,tambin hollada ante su pie yaca.Y t, almo general en cunto horrendotrance te viste?, a cuntos debelaste? Quin decirlo podr? Con tu tremendo rayo devastador a mil cargaste,rendiste a miles; de Jehov luciendo la inefable virtud, atrs dejasteal rpido huracn, del impo bandolas largas filas sbito arrasando.

Otro blasn ms nclito te espera.

Ser el impuro prncipe deba

vctima de su diestra; en rabia fiera,

viendo desorden tal, sin seso arda,

y entre mil rayos de una en otra hilera

dando a todos aliento discurra;

a quin cubre, a quin hiere, incita, clama,

y a singular combate a Miguel llama,gritando: ngel cobarde, vergonzoso

ministro del tirano, a quien ms gustaque ser libre y ser dios su imperio odioso,mercenario cantor, siempre en injustaadoracin rendido: temeroso

no huyas de mi furor, si no te asustala excelsa diestra que invencible osaal ngel dar su libertad gloriosa.Ven; no te aplaudas ya porque han cejadotal vez mis campeones inflexibles:

en rebelin tan justa despeados,

nuestros odios sern inextinguibles.Opondr al de tu Dios un nuevo estado,y Luzbel reinar. Guerras, horriblesguerras levantar; tema en su trono,tema mi eterno, mi implacable encono.Cesa, nefario, apstata atrevido,autor del mal, que la discordia impaen el reino de Dios has encendido;su maldicin te oprima, y tu osadade su siervo reciba el merecidogalardn esta vez. As deca,respondiendo, Miguel; y el brazo alzaba,que el Altsimo mismo confortaba.Uno para otro parten ms velocesque va la vista rpida; el estruendodel trueno los segua; a los atrocesgolpes tiembla el espacio en son horrendo,y arde el tirano en mpetus feroces. Pero el ngel de luz, fiel repitiendo,Quin como Dios?, un rayo agudovibra, al que el estrago del protervo libra.bale a despedir sobre l cargado,cuando el Cordero sbito se ofreceen su trono de gloria, y circundadodel iris entre nubes resplandece,que as el Padre en su seno lo ha ordenado,y a l solo el alto triunfo pertenece.Diez mil miles delante armados vuelan,y otros y ms en su servicio velan.Los pasos le allanaba un mar de fuego,y el terror y el espanto le seguan.Ces al verle la accin; perdido y ciegotembl Luzbel; sus fuertes se cubrandeslumbrados la faz, mientras en juegoplcido recibindole corran

las serficas huestes: Santo, Santo

repitiendo delante en dulce canto,a ti solo victoria, oh Poderoso!,

pues se alza sobre todo tu grandeza.Quin se opondr a tu brazo glorioso,de los siglos Seor? La fortaleza

a tu derecha est; t, belicoso,t eres grande y excelso. Empieza,empieza tus venganzas, oh Rey!; y la traidoraturba ahuyente tu diestra triunfadora.l se alz sobre el trono, y de su asientocorri otro mar de fuego; el detenidorayo el ngel fulmina, y sin alientocae bramando el Dragn ante l vencido.Disipose cual humo al raudo viento,seguida del ejrcito escogido,su infiel tropa, y la altsima moradala ech de s al abismo despeada.

En 1785 hubo un concurso de poemas de pica culta en la Real Academia Espaola sobre el tema La cada de Luzbel. A fines de enero de ese mismo ao presentaron poemas Melndez y Iglesias de la Casa, pero el certamen qued desierto. Al parecer la fuente del poema es El Paraso perdido de John Milton, cuyo primer canto haba traducido Jovellanos, aunque Cadalso ya haba traducido algunas partes. Sin embargo, el propio Melndez procur hacerse con el poema en ingls oiriginal, a pesar de que no dominaba perfectamente esta lengua.

Se refiere a San Juan, presunto autor del Apocalipsis, compuesto en la isla egea de Patmos.

Rima imperfecta, en asonante en vez de en consonante.

Rima imperfecta.