mapuche urbano migrante que vive en la región metropolitana

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situación del mapuche que migra del campo a la ciudad de santiago

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Movimientos migratorios Mapuches hacia la Regin Metropolitana (Mapuche urbano migrante que vive en la Regin Metropolitana)Choque de diferentes culturas

En la actualidad, el fenmeno de la migracin campo-ciudad de la poblacin mapuche ha aumentado enormemente. De acuerdo a las cifras arrojadas por la encuesta de Caracterizacin Socioeconmica Nacional (CASEN) del ao 2006, la poblacin mapuche alcanza el 87,2% de una poblacin indgena total de 1.070.786 personas (Ministerio de Planificacin [MIDEPLAN], 2006). En cuanto a la concentracin de la poblacin mapuche, segn el Instituto Nacional de Estadstica, sobre la base del Censo del 2002, las regiones con el ndice migratorio ms bajo son la IX de la Araucana y la X de Los Lagos, en donde hasta el da de hoy viven en gran nmero: 203.221 y 100.327 personas respectivamente. La regin con el ndice migratorio ms alto es la metropolitana: 182.963, vale decir, un 30,37% de la poblacin nacional mapuche catastrada ese ao: un total de 604.349 (MIDEPLAN-INE, 2002).Comienzos del movimiento migratorio El fenmeno de la migracin del mapuche a la ciudad, comienza a ser significativo en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el gobierno chileno empieza a interesarse seriamente en los territorios al sur del ro Bio-Bio, pertenecientes entonces, a la llamada nacin mapuche (Bengoa, 1999). En 1852, el estado chileno declara jurdicamente la provincia de Arauco, que corresponda, en gran parte, al territorio independiente mapuche. Con este hecho, el gobierno impone la nacionalidad chilena a los mapuches, distribuyendo gran parte de sus tierras entre colonos chilenos y extranjeros. Con la campaa militar de la llamada Pacificacin de la Araucana, en 1883, se releg al pueblo mapuche a vivir en reservas que han ido mermando su extensin con la interferencia de diversas polticas territoriales a lo largo del tiempo hasta hoy (Bengoa, 1999).Es debido a la constitucin de poblacin mapuche sin tierras, que se inicia una migracin hacia las urbes cercanas a sus territorios. Este proceso se intensifica a partir del ao 1930, provocando una saturacin de trabajadores en dichas ciudades. Lo cual obliga a los mapuches a migrar ms lejos. Es as como comienzan los asentamientos ms numerosos en la capital. Actualmente, la tendencia general es hacia la disminucin de la poblacin indgena rural, como lo demuestran las estadsticas de la Encuesta de Caracterizacin Socioeconmica Nacional (CASEN, 2006).

EconomaCuando Chile adopta, bajo el rgimen militar, el actual modelo econmico liberal, en el que se estimula un desarrollo basado en la produccin intensiva y a gran escala, los pequeos agricultores y los indgenas sufren consecuencias negativas para su autosustentacin. Se acrecienta, entonces, el abandono de los habitat rurales. Los efectos ms directos derivan del impacto de la instalacin masiva de multinacionales forestales. En consecuencia, se observa un aumento progresivo del nivel de pobreza en la poblacin indgena en el pas (CASEN, 2006).En concordancia con las cifras globales, en la Regin Metropolitana, la indigencia es ostensiblemente ms alta que la de la poblacin no indgena (CASEN, 2006).Segn Ariane Chenard (2006), el fenmeno general de la migracin del campo a la ciudad, es una circunstancia obligada que esconde la necesidad de desplazamiento de una poblacin empobrecida, en bsqueda de medios para su subsistencia. Oportunidades que no seran posibles de constatar en la realidad, ya que numerosos mapuches viven en las urbes en condiciones tan o ms deficitarias como las seran en su ambiente rural. La precariedad mencionada no solo es de ndole econmica, pues la mayor merma dice relacin con el fenmeno llamado de aculturacin o prdida de los referentes tradicionales.MotivacionesLas narrativas expresadas, sobre la experiencia de la migracin campo-ciudad, acentan, en primer lugar, la descripcin de las causas de esta. Migrar, para la totalidad de ellos, es la respuesta a una necesidad de sobrevivencia y se le asigna un carcter impositivo: no se narra desde la opcin, ni desde el deseo. En relacin con este aspecto, se detecta en la construccin narrativa de la migracin, una cierta traumatizacin del relato, expresada en dos aspectos: una recurrente significacin de abandono, asociado a la figura de la madre: tierra y mujer; y la interpretacin del viaje como proceso de desconexin de las fuentes de energa fsica, emocional y espiritual de sus vidas; vale decir, principalmente: la familia, la tierra y la vida espiritual ligada a la naturaleza.TrabajoEl abanico de posibilidades laborales para esta poblacin es bastante restringido. Los empleos que ocupan los mapuches son, a menudo, mal remunerados y las condiciones de trabajo, difciles y precarias. Los indgenas no tienen acceso a los mismos puestos de trabajo que los no-indgenas y, en el caso de tenerlo, obtienen salarios inferiores. La taza de desempleo es, tambin, ms elevada en la poblacin indgena. As, podramos decir que tanto en ciudades como en el campo, esta poblacin se mantiene con una economa de subsistencia (CASEN, 2006).Discriminacin Chenard (2006), seala que la diferencia de condiciones laborales que vive el mapuche urbano se circunscribe en una problemtica mayor: la discriminacin social. Esta es entendida por la autora como el comportamiento de desvaloracin dirigida a una poblacin especfica, por motivos de raza, credo u otra caracterstica. La discriminacin supone entonces un trato particular, como tambin, la ausencia de justificacin para el mismo. Sobre este fenmeno, desde el punto de vista del construccionismo social, las narraciones con que los no mapuches caracterizan esta etnia participan, con diverso grado de incidencia, en la construccin que los propios indgenas hacen de su identidad. Choque culturalEn las ltimas dcadas, las sociedades modernas han debido enfrentar el fenmeno de la globalizacin, acompaado de la emergencia de mltiples desafos tales como la cuestin de la diversidad cultural. Con el aumento de la intercomunicacin mundial, la preocupacin por la comprensin, el respeto y el dilogo con las identidades locales ha tomado un lugar preeminente, especialmente en las demandas de los llamados grupos minoritarios que luchan por sostener sus diferencias ante la embestida de un movimiento hegemoneizante internacional (Bengoa, 2002).

Polticas pblicasEn nuestro pas, a partir aproximadamente de la dcada de los ochenta, se inicia un aumento de la presencia en los discursos pblicos de la problemtica sobre la diversidad tnica. Diferentes organizaciones de pueblos originarios, buscan con ello una condicin de diferencia cultural hasta ahora no reconocida oficialmente (Bengoa, 1990). La propuesta de estas colectividades apuntaba en la direccin de un cambio de percepcin nacional. Vale decir, crear condiciones sociales y educativas que favorezcan la comprensin de nuestro pas como una sociedad multicultural.

Especialmente en la dcada de los noventa las organizaciones mapuches acrecentaron su labor, fruto de acuerdos polticos que aseguraban la inauguracin de un nuevo trato de sus demandas a partir de la llegada de la democracia al pas (Marimn, 1994).En 1993 se aprob la Ley Indgena. A pesar de ello, esta validacin no implica un reconocimiento de la plurietnicidad en nuestro pas ni el derecho a gestionar sus recursos autnomamente, sin embargo, otorga personera a las comunidades indgenas, reconoce un precario sistema de proteccin de tierras y establece un sistema institucional para el desarrollo de las polticas pblicas hacia el sector. No obstante, encontrarse estos logros enmarcados en un proceso de mejoramiento de condiciones de vida de un nmero determinado de descendientes de pueblos originarios, traen aparejados a su vez, un conjunto de problemas derivados de la incidencia del modelo econmico y social en el diseo de estos beneficios. Modelo neoliberalEl modelo neoliberal de sociedad en el que el pas se inserta, propone un paradigma cultural, una visin del mundo, opuesto en muchos sentidos al ejercido ancestralmente por dichos habitantes. Esta situacin trae aparejada consecuencias tanto individuales, para la subjetividad de los individuos; como para el funcionamiento de los mismos como colectividad. Esta realidad se expresa en trminos de un conflicto cultural y poltico que pone de relieve la importancia de la pregunta sobre la identidad.LAS ETNIAS MINORITARIAS EN EL MUNDO GLOBALIZADOEl problema de las minoras indgenas no se puede disociar de problemas interculturales y de bsquedas de identidad en Amrica Latina y el Mundo () la ltima dcada del siglo XX nos pone a indgenas y no indgenas frente a una paradoja creciente acerca de la relacin entre una civilizacin planetaria y las culturas tradicionales, entre una lgica de mercado universal y las estrategias particulares y comunitarias de los pueblos indgenas, ya que a medida que las culturas actuales asumen conjuntos de pautas cada vez ms homogneas,transmitidas por las exigencias de una racionalidad instrumental comercio, medios de comunicacin, educacin ellas buscan con mayor fuerza elementos substantivos propios en los cuales articular su identidad. (Salas, 1995)A partir de las ltimas dcadas, los cambios econmicos y sociales vividos han puesto en el centro de las temticas emergentes los desafos que plantea la diversidad cultural. El avance de las tecnologas de la comunicacin han permitido lograr un nivel de interconectividad mundial tan alto que se hace innegable el reconocimiento de las diferencias de los habitantes. Este hecho repercute en la adquisicin simultnea y diferenciada de los ciudadanos de derechos globalizados y locales, derechos en tanto humanos y en tanto calidades diferenciadas de tnias y minoras.El documento de Bengoa (2000) observa que los representantes de grupos minoritarios han presentado permanentemente en los medios sociales muchos casos que demuestran que la existencia e identidad de las minoras tnicas no estaran adecuadamente protegidas. Por este motivo es necesario ocuparse de esta problemtica. Las investigaciones realizadas sobre el ejercicio de derechos internacionales, arrojan la existencia de una gran brecha entre la realizacin del derecho colectivo de las personas pertenecientes a una minora: a practicar su propia religin, hablar su propio idioma, y tener su propia vida cultural, y el ejercicio de aquel de carcter ms individual de los derechos establecidos en la constitucin y atingentes a todo ciudadano. Esta realidad hace concluir a Bengoa (2000) que no es suficiente que a las minoras se les "permita" ejercer sus derechos; tambin se debe "respetar" y velar por el libre ejercicio concreto de este.Sobre la forma en que la sociedad reconoce a las minoras, este autor (Bengoa, 2000) seala que dentro de las polticas pblicas de un estado, la discusin acerca de la existencia y reconocimiento de las minoras es estratgica ya que para algunos el problema se centra en definir la poblacin determinada a la que le corresponde esta denominacin, cuestin de clasificacin sociolgica. Mientras, otros consideran que se trata de una cuestin extremadamente dinmica y cambiante que no puede ser "aprisionada" en una sola definicin. Algunos sostienen que la existencia de las minoras depende de factores fundamentalmente "objetivos", tambin conocidos como "sustantivos" y otros, que forman una compleja combinacin de factores "objetivos y subjetivos", entre los que la autoconciencia de la propia identidad es el elemento central. Por otra parte, no es sencillo el debate en torno al reconocimiento. Hay quienes sealan que no es posible la existencia plena de una minora sin su reconocimiento, tanto por parte de la sociedad en que viven, como por el Estado y sus leyes. Hay quienes ven la necesidad de que se establezcan mecanismos ms expeditos para que las minoras obtengan el reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. En el mismo sentido, Bengoa (2000) plantea un complejo asunto al discutir si el reconocimiento de las Minoras, en cuanto a sus derechos, se debe hacer efectivo a un colectivo social dotado de personalidad propia o exclusivamente a los miembros individuales, personas, que pertenecen a esas minoras.Actitudes a tomar frente a las minoriasLlegamos a la conclusin que un proceso de reforzamiento de las identidades locales es concomitante con los procesos de globalizacin que ocurren en el mundo. Por ello lejos de atemorizarnos por la existencia de minoras tenemos la obligacin de comprender el fenmeno, entender los procesos y buscar caminos pacficos de resolucin de los posibles conflictos. Las sociedades del futuro pareciera que debern convivir con una compleja diversidad interna y externa. Las tareas del Grupo de Trabajo de Minoras deberan contribuir a ir visualizando ese mundo cada vez ms multicultural que surge a nuestros ojos, y comprender que el fenmeno de la emergencia de las minoras no es una amenaza a la paz mundial sino una oportunidad para que los procesos de globalizacin sean cada vez ms ricos cultural y socialmente. Adoptamos por tanto el punto de vista de la diversidad vista desde una perspectiva constructiva y no como amenaza al orden, la unidad y la autoridad. (p. 50)La problemtica del reforzamiento de la identidad local en un contexto de globalizacin, tiene para la etnia mapuche particulares desafos. Existe una historia problemtica de relaciones entre esta sociedad y los sectores de poder poltico chilenos que determinan las condiciones objetivas materiales en las que se ha venido desarrollando su subjetividad. Las consecuencias polticas, econmicas y culturales de esta interaccin han tenido una gran influencia en los procesos migratorios de la poblacin mapuche y en su construccin de identidad.LOS MAPUCHES Y LA GLOBALIZACIN El socilogo mapuche Rodrigo Levil (Millaln, Marimn, Caniuqueo & Levil, 2006) elabora un retrato de la sociedad mapuche contempornea en la que se evidencia el transcurso de la historias de conflictos que esta etnia ha tenido que sobrellevar con el fin de alcanzar una validacin integral como cultura indgena en la sociedad chilena. Esta problemtica, sin embargo, no sera exclusiva de nuestra sociedad, sino que encuentra su equivalente en el pas argentino, ya que, para l el pueblo mapuche no est circunscrito a una nacionalidad, sino a su propio espacio originario: el Fux Winkul Mapu, el cual comprende a ambos lados de la cordillera. La globalizacin econmica/cultural de las ltimas dcadas ha trado aparejada distintas amenazas a la supervivencia territorial y social de esta etnia, tales como: las polticas asistencialistas del gobierno que operan desde un paradigma vertical no consultivo en sus intervenciones a comunidades; la proliferacin de latifundios particulares; el aumento de empresas forestales que restringen el espacio comunitario y extinguen la flora nativa; las hidroelctricas; los proyectos industriales y las construcciones viales de todo tipo, entre otros (Levil et al., 2006).Segn Levil (2006), las problemticas sealadas tienen su sustento principal en la actitud del estado, quien no tendra la voluntad de negociar sus proyectos con los representantes indgenas, pues les niega legitimidad y derechos. Esta forma de accionar, en todo caso, no sera exclusiva para con los pueblos originarios, sino que se replicara hacia toda organizacin social que disienta fundamentalmente con las polticas emanadas del orden institucional. All donde existe diferencia de cosmovisin, dice Levil (2006), el estado solo ve incoherencia, atraso, amenaza o fragmentacin (p. 225). Este desor habra derivado en polticas estatales de asimilacin cultural y criminalizacin de las demandas mapuches, con la consiguiente escalada de represin, amparada por la legislacin.

Modelo neoliberal La implementacin del modelo neoliberal activa un patrn de crecimiento basado en la exportacin de las materias primas. Esto afecta directamente a las comunidades mapuches, las que se asientan en terrenos de recursos forestales, mineros y martimos. Con el control del estado en las acciones econmicas, reducido al mnimo bajo el sistema de libre mercado, los grandes sectores empresariales no han tenido obstculos para impactar negativamente en el medio ambiente que habitan los mapuches rurales, cambiando sus condiciones productivas y culturales radicalmente (Levil et al., 2006).Imposicin del sistema socioeconomico contrario a su cosmovisinOtro impacto radical, proveniente del paradigma de la globalizacin, en la sociedad mapuche, lo tuvo la poltica de divisin de las comunidades indgenas, la cual oper mediante la entrega de ttulos de propiedad individual a los campesinos. La obligatoriedad de asumir este nuevo sistema de propiedad implic la anulacin de la posibilidad de ejercer prcticas socio-econmicas coherentes con las creencias propias de su cosmovisin, como es su concepcin trascendente de la tierra (Levil et al., 2006). La accin de convertirla en un bien de propiedad y uso, constituye en s mismo un proceso de aculturacin.

Etnodesarrollo en el marco de una economa globalLa gravedad de los efectos del modelo neoliberal en las comunidades mapuches, ha estimulado la emergencia de corrientes de resistencia intelectual, la que ha problematizado radicalmente la idea de progreso impuesta por los sectores de poder nacional a los pueblos originarios, planteando como alternativa terica y prctica el concepto de etnodesarrollo. Para el historiador Alejandro Saavedra (1996), el etnodesarrollo se concibe desde la pregunta: existen alternativas para los sectores indgenas en el marco de una economa global? Este autor, alude a la urgencia de debatir el concepto de desarrollo actual al interior de las comunidades mapuches, desde prcticas democrticas que anulen el etnocentrismo aprendido y recojan la diversidad de reflexiones que puedan ofrecer al respecto los lderes y dirigentes indgenas. Seala, as mismo, que debe iniciarse este proceso con un diagnstico de lo que ocurre en las comunidades mapuches, elaborado desde los propios comuneros.

La sntesis inicial de la problemtica y su enfrentamiento posible, la expresa Saavedra (1996) en palabras de Armando Marileo (s/f citado en Saavedra, 1996):() el empobrecimiento de las tierras y del cultivo tradicional los hacen dependientes de productos no competitivos, por lo que sufren declinacin. Nuevas polticas de reconvensin productiva son 41 necesarias para generar: empleos locales, evitacin del desarraigo y la prdida de identidad cultural, es decir, que impidan la desintegracin y el aumento de las corrientes emigratorias que afectan profundamente a la poblacin indgena joven. (p. 7)

En la actualidad, existe una diversidad de agentes que interactan en la sociedad mapuche. Considerando: autoridades pblicas, agentes financieros privados, representantes de ONG y lderes de organizaciones mapuches, se puede afirmar que todos poseen una idea de lo que es el etnodesarrollo; sin embargo, son estas concepciones distintas entre s e incluso contradictorias: los representantes pblicos lo entiende como cualquier programa de desarrollo, dirigido a grupos tnicos; los empresarios y delegados de organizaciones no mapuches, como un tipo de propuesta metodolgica de trabajo, orientada al desarrollo de los grupos tnicos; y slo algunos dirigentes mapuches, como una concepcin crtica del desarrollo, tal cual es entendido por la sociedad y la cultura occidental: como una forma diferente de comprender el avance humano (Saavedra, 1996). Por lo tanto, se entrecruzan objetivos diferentes: unos buscan superar desafos impuestos por el gobierno y con ello la asimilacin de la cultura mapuche al modelo dominante; otros, elevar el nivel de crecimiento econmico regional; y, nicamente, al interior de los propios indgenas se apunta a un desarrollo integral a partir de las propias variables culturales (Saavedra, 1996).En relacin a la implementacin de programas de desarrollo regional, Saavedra(1996) alerta sobre el peligro de generar procesos de alienacin: Toda tentativa deaculturacin dirigida a los indgenas es moralmente condenable, porque constituye unatentado al derecho de las culturas a desarrollarse en funcin de las potencialidades deque son portadoras (Saavedra, 1996).Una propuesta de etnodesarrollo, aclara Saavedra (1996) tiene que integrar juntoa los aspectos socio-culturales, planes de estimulacin de la economa que afecta a lastierras indgenas, ya que La base cultural y econmica del pueblo mapuche reside en elhecho de poseer tierras, no como un objeto de cambio, sino como un espacio vital(Saavedra, 1996). Es por esto, que si el etnodesarrollo busca la coherencia entre lasprcticas productivas y la cosmovisin indgena, este debiera basarse en la comprensinhistrica de la importancia del territorio en la construccin de su identidad.

LA IDENTIDAD TERRITORIAL EN LA CULTURA ANCESTRAL MAPUCHE

Hacia principios del siglo XIV las diversas agrupaciones mapuches seestablecan en el territorio entre el ro Limar hasta la isla de Chilo. Los primeroscronistas registran una gran homogeneidad tnica cultural, basada principalmente en eluso de una misma lengua, el mapudungun y en la observacin del mismo universo decreencia. Si bien se constatan diferencias culturales territoriales, la unidad de la sociedadmapuche era vehiculizada por una cosmovisin comn, afirma el historiador JosMillaln (Millaln, Marimn, Caniuqueo & Levil, 2006).La cosmovisin de una cultura relata, a travs de los mitos fundacionales, suhistoria colectiva trascendente. El relato mtico entrega los antecedentes fundamentalesde la filosofa, la religiosidad, la poltica, el arte, etc. de esa sociedad (Millaln et al.,2006). Por esta razn, es una informacin valiosa para un estudio que se pregunte porla identidad de un pueblo. En la cultura mapuche, es el llamado mito o Piam de Xeg-Xegy Kay-Kay, el encargado de explicar los orgenes de s misma ocurrido en un pasadointemporal.El mito cosmognico mapuche de La Lucha entre Xeg-Xeg y Kay-Kay Filu, fuerecopilado del relato oral por Don. Francisco Meln en el ao 2000 (citado en Millaln,2006), obtenindose la siguiente narracin:Desde hace mucho tiempo ha habido awkan (batalla, lucha). Hubo hacemucho, mucho tiempo una gran batalla. Salieron las aguas. Entoncesestaban Xeg-Xeg y Kay-Kay Filu. Entonces los ms ancianos mapuchedijeron: Si primero se escucha gritar a Kay-Kay Filu, desapareceremos,ya nadie de nosotros vivir; pero si Xeg-Xeg Filu nos escucha, entoncesviviremos. Salieron las aguas: todos vean la fuerza con que sala.Entonces una anciana machi hizo Gillatun. Pero el agua segua saliendo.Entonces grit la culebra, las aguas salieron con ms fuerza que desrazabaa los grandes rboles. Entonces el agua lleg adonde estaba Xeg-Xeg Filu.Toda la gente estaba arriba de dos grandes cerros, todos llegaron e hicieronGuillatun: las aguas no llegaban a estos cerros. Se escuch el grito de KayKayFilu: Ay! Qu haremos?. Se escuch otra vez el grito de Kay-KayFilu, entonces se escuch gritar a Xeg-Xeg Filu, al escucharlo toda lagente dijo Ay! Pu Gen (fuerzas, espritus protectores) nos hanescuchado, viviremos!.Las funciones socio-culturales de este mito son diversas. En primer lugar, contiene unanocin de tiempo: indica, en trminos abstractos, el inicio de la cultura mapuche. Porotra parte, contiene una nocin de espacio fundacional, ya que marca un territorioespecfico, un lugar fsico determinado en el cual se libra la batalla, el mismo donde lesser permitido poblar a los mapuches. En tercer trmino, cumple un rol doble en elordenamiento tico de la comunidad: constituye una macroexplicacin delfuncionamiento csmico y conforma las normativas que, derivadas de este orden, sedeben aplicar al comportamiento individual (Millaln et al., 2006).Las funciones normativas del mito, se deben a que el Piam de la luchaentre Xeg-Xeg y Kay-Kay Filu representa la complementariedad universal de losopuestos. Aunque son fuerzas en pugna, no se presentan ni en calidad de triunfadores nide vencidos, sino en la condicin de coexistencia en que estas energas estaranpresentes en todas las formas de vida: personas, animales, comunidades, etc. De lacomprensin de esta dinmica se deriva el principio de armona o equilibrio, al quedeben propender los mapuches con el fin de preservar la vida. La alteracin de esteequilibro en cualquier nivel de la existencia, acarrea la desgracia (enfermedad, sequa,desastre natural, etc.): el mito representa un cataclismo natural que se produce cuandolos mapuches fallan en la funcin de mantener un equilibrio a partir de la religiosidad, 44falta por la cual Kay-Kay sube las aguas y Xeg-Xeg sube los cerros para salvarlos(Millaln et al., 2006). El mito de la lucha primordial se expresa en el nivel material, mediante laveneracin de los cerros Xeg-Xeg en el territorio. Estas elevaciones fueron registradasal inicio de la colonizacin y son una realidad geogrfica y cultural hasta el da de hoy(Millaln et al., 2006). Corresponden a aquellos cerros ms altos de cada territorio,siendo sus caractersticas complementarias: abundancia de vegetacin, presencia deplantas medicinales, diversidad de vida animal y de aves y presencia de fuentes de agua.Ellos encarnan la vigencia permanente de estas fuerzas en la existencia humana y, aligual que el mito, representan la continuacin de la vida, por asegurar el equilibrioambiental. En sntesis, estos cerros son espacios sagrados para los mapuches por serfuente espiritual: al representar la memoria histrica del inicio de los tiempos yconstituir una fuente de vida.De esta forma aparece relatada la funcin de los cerros Xeg-Xeg en los registrosdel jesuita Diego de Rosales que escribe su obra hacia la primera mitad del siglo XIX(1882, citado en Millaln, 2006):Tienen mui credo que cuando sali el mar i aneg la tierraantiguamente, sin saber cuando se escaparon algunos indios en lacima de unos montes altos que llaman TenTen, que los tienen porcosa sagrada, i en todas las provincias hay algn TenTen i cerro egrande veneracin, por haber credo que en l se salvaron susantepasados del diluvio general () En la cumbre de cada uno deestos montes llamados TenTen, dicen que habita una culebra de elmismo nombre () Finjen tambin que habita otra culebra en latierra y en los lugares bajos, llamada Caicai-Vilu () i esta eraenemiga de esta otra culebra Tenten, i as mismo enemiga de loshombres, i para acabarlos hizo salir el mar. (p. 21)Los lugares sagrados mapuches, tienen esta categora por residir en ellos fuerzasespirituales poderosas, denominadas Gen (en mapudungun). No obstante, no son estoslugares sus hbitats exclusivos, ya que en la cosmovisin mapuche, todos loselementos de la naturaleza, en tanto seres vivos, poseen fuerzas y espritus que lespermiten su existencia, su permanencia y su proyeccin (Millaln et al., 2006, p. 24).Estas energas trascendentes no son dioses ni demonios en trminos occidentales, notienen una connotacin positiva o negativa; sino que ms bien, interactan en relacin dereciprocidad con las personas, en un sentido benfico si el equilibrio que esta relacinimpone se respeta o en un sentido negativo si este se altera. Esta caractersticacorresponde a una importante particularidad de la cosmovisin mapuche ancestral: el noencasillar en concepciones respecto del bien o el mal (Millaln et al., 2006).La identidad territorial mapuche, tiene uno de sus ejes en el aspectotrascendente, ya que las creencias espirituales y actividades religiosas tienen unaparticular dependencia con las caractersticas naturales de cada espacio. Los Lof ocomunidades que constituyen cada Ftalmapu (espacio correspondiente a la direccin:norte, sur, este y oeste del territorio) construyen su mundo cultural en relacin a lasfuerzas espirituales ligadas a los espacios que les brindan condiciones de sobrevivencia.Un ejemplo de ello, es el Pillan, el cual se trata de un concepto religioso propio delterritorio cordillerano o Ftalmapu Pewenche y hace referencia al Gen (fuerza, poder,espritu) del volcn (Millaln et al., 2006). Otros modelos de dicha identidad geogrficason los siguientes: En el Ftalmapu Lafkenche: es el mar (Lafken) el elemento que homogenizaterritorialmente a los Lof, ya que con este elemento tienen una relacin vital:econmica y espiritual.En el Ftalmapu Pewenche: los mapuches se identificaron con las propiedadesfsicas y espirituales del espacio ecolgico de la cordillera de Los Andes.El Az, carcter o modo de ser del individuo mapuche, se desprende de suprocedencia familiar y territorial. El relato histrico es el medio fundamental de latransmisin cultural de esta herencia. Al ser transmitido por una persona deconocimiento (el hueipife u orador en las ceremonias) a las nuevas generaciones, se vacreando la identidad colectiva. El relato histrico, entonces, se desarrolla en base a losotros dos elementos claves que constituyen la identidad del mapuche, junto a laespiritualidad ligada al territorio: el Tuwn: procedencia geogrfica territorial del che(persona); y el Kpan: procedencia sangunea familiar del che, tanto por el ladopatrilineal como matrilineal. Estos son los aspectos esenciales, aunque no los nicos, quedetermina el Az.

En el plano de la socializacin entonces, lo central est dado por lacoherencia que haya en el comportamiento de la persona con loselementos de valor y conocimientos transmitidos a travs de mecanismosy agentes ligados fundamentalmente con el espacio de la familia, cuyoreferente tico se encuentra relacionado con los roles y funciones que ellinaje ha asumido en el pasado y que es necesario preservar y proyectar,es lo que se denomina Kpan. () el Tuwn es el lugar de dondeproviene la persona. Ambos elementos constituyen coordenadas delespacio social mapuche que arrancan de los conceptos Che y Mapu y sonlos que van a dar la particularidad, la identidad al individuo y alcolectivo. (Millaln et al., 2006, p.33).El concepto Mapu denomina a la tierra y todo lo que en ella existe. Mapuimplica, para la sabidura mapuche (mapuche kimn), una variedad de niveles deexistencia o dimensiones espaciales que trascienden lo tangible y lo terrenal. Estasdenominaciones permiten, como seala Millaln (2006) situar todas las dimensionesde la vida en el universo (p. 31). Podemos entender el cosmos como Mapu:Nag Mapu o Plli Mapu: espacio material tangible.Wenu Mapu: tierra de arriba, literalmente. Es el universo, el cielo, el territoriodonde habitan los antepasados y adonde llegarn los mapuches que no transgredanlas leyes y el orden natural de las cosas, convertidos en halcones o cndores del sol.Wente Wenu Mapu: espacio infinito.Anka Wenu Mapu: espacio intermedio en el cual se producen los fenmenosclimticos.Minche Mapu: espacio debajo de la tierra.Millaln (2006) afirma que el territorio o Mapu posibilita: el reconocimiento deun pasado comn, no como referente lejano y esttico, sino recreado y construidopermanentemente, mediante prcticas sociales, religiosas, econmicas, polticas, etc. Laidentidad territorial expresa una relacin indivisible entre Mapu (territorio) y che(gente), la cual es parte de la subjetividad, de la experiencia ntima del mapuche, difcilde verbalizar.Quin podra poner en tela de juicio que el horizonte cultural mapuchetiene su raz en su territorio histrico (Wallmapu o pas mapuche) ()?La cultura mapuche en su conjunto: lengua, costumbres, creencias,nociones de tiempo y espacio, organizacin poltica y territorial, solotienen coherencia y sentido, desde su origen, en la ocupacin y relacincon el espacio territorial histrico (Wallmapu). (Millaln et al., 2006,p.28).

Mapuche en la ciudadLa principal interpretacin dada a la experiencia de la migracin, la connota como una vivencia llena de dificultades. Llama la atencin, la debilidad en la valoracin de aspectos gratificantes, ya que si bien afirman que la migracin les dio posibilidades de acceder a bienes materiales, formar una familia y evitar los padecimientos de la pobreza; estos aspectos no parecen ser suficientes para significar, el traslado a la ciudad, el logro de un bienestar integral.Los aspectos designados como fuentes de bienestar, en un sentido ms constitutivo, segn las narrativas, no se encontraran en la ciudad, estos son: la vida comunitaria, la relacin con la tierra, la alimentacin, la interaccin con la naturaleza, el ejercicio de su espiritualidad, entre otros.Las narrativas analizadas sugieren que para el mapuche urbano migrante el concepto de yo singular o individual tiene una importancia mnima, mientras que su valor personal es considerado en tanto parte de un grupo social: pueblo mapuche, lof o comunidad y grupo familiar. Se aprecia que su sentido del s mismo (Goolishian & Anderson, 1994) est definido, especialmente, desde la red familiar primaria. Es por ello, que al migrar, e integrarse a una sociedad, cuya cosmovisin pone al individuo autnomo (sujeto de derecho e identidad), y a su subjetividad personal, al centro de las relaciones, su propio concepto del Yo sufre un impacto. Se experimentara un debilitamiento de las narrativas que sostienen la construccin permanente del s mismo, por ser estas evaluadas, con recurrencia, como incongruentes en la dinmica del intercambio social de relatos. Vale sealar, que esta incongruencia de narrativas, estara en la base de las prcticas de discriminacin tnica.Una pequea ancdota relatada en las entrevistas, seala la expresin, en un aspecto de habla, de esta construccin del Yo social mapuche: la influencia de los lazos sociales en la denominacin de los nombres propios. La entrevistada reporta, que cuando exista un vnculo de amistad muy fuerte entre dos personas, pasaban a ser llamados por el mismo nombre.

Otra dificultad para el mapuche migrante, posible de suponer a partir de las narrativas identificadas, es la prdida del contexto relacional (Gergen, 2006), propio de una cosmovisin mgica-indgena. Para los habitantes de Santiago, el contexto relacional se circunscribe a lo social. En cambio, el mapuche sostiene su Yo narrado, no solo mediante las operaciones comunicacionales con los individuos, sino, tambin, con un complejo de sistemas que conforman, desde su visin de mundo, su entorno vivo: el mundo animal, los elementos de la naturaleza, los gen o espritus que habitan hitos naturales y las entidades espirituales superiores. Se aprecia que todas estas entidades vivas, y autnomas, dialogan con el mapuche, estableciendo a partir de estas interacciones, diversas narrativas que sostienen su identidad. La naturaleza de estos dilogos es variada: acciones de animales que transmiten determinada informacin; seales de la naturaleza que se interpretan en el habla ; manifestaciones intuitivas que se traducen al lenguaje; visiones (perimontu) que se narran; sueos (peumas) que expresan mensajes relevantes, en fin. Si bien, no constituyen encuentros de conversacin verbal, en sentido convencional, s conforman, desde el paradigma de su cosmovisin, instancias de conocimiento y comunicacin, que decantan en producciones narrativas precisas.La relacin del mapuche rural y su ambiente, se entiende como comunicacin, en el sentido dado por Maturana (1993) cuando dice que hay comunicacin cada vez que hay coordinacin conductual en un dominio de acoplamiento estructural (Maturana, 1993, p. 130). Por ello, una vez que el mapuche se traslada a la ciudad, no solo se aleja del contexto relacional social que sostiene su autoconcepto, sino que pierde irremediablemente sus sistemas ecolgicos de referencia para la construccin de su identidad.