los diagramas de bolivar echeverria - carlos oliva

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  • 7/23/2019 Los Diagramas de Bolivar Echeverria - Carlos Oliva

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    Valenciana

    ISSN: 2007-2538

    [email protected]

    Universidad de Guanajuato

    Mxico

    Oliva Mendoza, Carlos

    Los diagramas de Bolvar Echeverra: produccin, consumo y circulacin semitica

    Valenciana, nm. 11, enero-junio, 2013, pp. 181-206

    Universidad de Guanajuato

    Guanajuato, Mxico

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=360335553007

    Cmo citar el artculo

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    http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3603http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=3603&numero=35553http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3603http://www.redalyc.org/http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3603http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/fasciculo.oa?id=3603&numero=35553http://www.redalyc.org/comocitar.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=360335553007http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3603http://www.redalyc.org/revista.oa?id=3603
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    Los diagramas de Bolvar Echeverra: produccin, consumo y circulacin semitica

    Los diagramas de Bolvar Echeverra:produccin, consumo y circulacinsemitica1

    Carlos Oliva Mendoza

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico

    ResumenEn el ensayo estudio cinco diagramas de Bolvar Echeverra. A tra-vs de estos se plantea la ontologa bsica de Echeverra, su sntesisde los esquemas de la circulacin mercantil capitalista y, finalmen-

    te, la formacin de su diagramacin del fenmeno semitico.Palabras clave: Marxismo y semitica, mercantilismo simple ymercantilismo capitalista, ontologa echeverriana, forma naturaly valor de uso

    AbstractIn this paper I study five diagrams of Bolvar Echeverra. Trough

    these, I focus on Echeverras basic ontology; on his synthesis on schemesof capitalist commodity circulation and, finally, on his diagram of thesemiotic phenomenon.

    Keywords: Marxism and semiotics, simple mercantilism and capita-list mercantilism, ontology of Bolvar Echeverra, natural form anduse value.

    1Este trabajo es derivado de la estancia sabtica realizada con apoyo del PASPA-DGAPA-UNAM.

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    Carlos Oliva Mendoza

    Could it be that while emotion and feeling were tw-ins, emotion was born first and feeling second, with

    feeling forever following emotion like a shadow?

    A D

    I

    La confrontacin entre valor de uso y valor, o forma naturaly forma de valor, recorre toda la obra de Bolvar Echeverra;

    en ltima instancia, parece estar siempre en el fondo de sus inda-gaciones y en sus asertos. Esta tensin productiva para su trabajoterico es manifiesta en muchas ocasiones y, en otras, slo se en-cuentra como un presupuesto de las tesis que alcanza sobre unagran diversidad de campos. En este sentido, para la comprensin

    de la obra de Echeverra es necesario realizar una genealoga y pro-yectiva del trabajo que Echeverra realiza sobre la forma natural,especficamente, en el despliegue reprimido de sta ante la formade valor. Este estudio, me parece, debe basarse en sus interpreta-ciones crticas de El capitaly en el estudio que hace de un sujetohistrico determinante, el trabajador y la trabajadora, el llamadosujeto del proletariado, como el principal portador y recreador

    de la forma natural a partir de la puesta en escena de los va-lores de uso. Esto lo lleva a cabo Echeverra en la dcada de lossetenta, en una serie de cursos y seminarios donde pone en juegosu formacin terica como fenomenlogo, marxista y semilogo.Podemos decir que en esa dcada afina una serie de conceptos queen los aos ochenta, claramente, perfila hacia una diversidad depropuestas, entre stas: una teora semitica y cultural de la mo-

    dernidad en el capitalismo; la concrecin de una teora crtica, queno siempre alcanza a dar cuenta de los fenmenos complejos de la

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    ambivalente modernidad y, ya en los noventa, una restructuracinde su estudio del valor de uso y la forma natural con relacin alas representaciones barrocas dentro de la modernidad, como for-mas privilegiadas de interferencia frente al capitalismo. Finalmen-te, en la primera dcada del siglo XXI, Echeverra no slo sigueprofundizando en sus indagaciones sobre el barroco, sino que co-mienza a poner mucha atencin en la conexin, impulsada desdelas paradojas barrocas, entre teologa y teora crtica. No es casualque desde esta perspectiva pueda encontrar nuevos desarrollos dela tensin entre forma natural y forma de valor, por ejemplo,el problema de la relacin entre utopa y mesianismo; el estatutode la tcnica y la obra de arte en la representacin de la moderni-dad tarda; la formulacin de una teora crtica en el capitalismodel siglo XXI; la relacin entre barroco y neo-barroco; la teologanegativa y la explotacin terminal de la naturaleza; el problema dela renta tecnolgica, como forma privilegiada del capitalismo con-

    temporneo, y la desaparicin de las naciones, el neoimperalismoy la constitucin de clases y movimientos opuestos al capitalismo;las dimensiones culturales de la neobarbarie, la blanquitud y elgenocidio dentro del sistema capitalista; o el americanismo comoforma exacerbada de la modernidad capitalista.

    El problema de la continuidad de su obra, por ejemplo de estahipottica propuesta que hago sobre la misma, tiene dos aristas

    muy claras. Por un lado, Echeverra no realiza, muy probablemen-te ni siquiera crea en esto, una obra magna. l se entrega a unadimensin mucho ms pragmtica de la teora y ms acorde conlas formas en que el espaol se desenvuelve; bsicamente su tra-bajo terico est estructurado dentro de una compleja y poderosaestructura ensaystica. iende al fragmento, a la reelaboracin desus escritos, al remontaje de sus ideas. Prctica el robo de ideas en

    el mismo sentido que lo hicieran los antiguos, en el mismo sentidoque lo hace Borges o Beckett, esto es, trabaja una idea hasta que la

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    vuelve parte de su obra y le da una dimensin nueva y una potenciadesconocida, slo revelada en el interior de su corpus. Esto puedeverse con las ideas seminales de Marx, Sartre, Heidegger, Jakobson,Benjamin, Sarduy, Borges o Monsivis, para mencionar las queson ms obvias, pero una investigacin detallada puede mostrar lareelaboracin de muchas ideas de la inteligencia moderna.

    El problema, pues, es que al no tener una obra de referencia entorno a la cual hacer girar todo su trabajo ensaystico, nos vemosobligados o a realizar una reduccin del mismo o, lo que posible-mente a l le hubiera agradado, a hacer un uso hereje de su obra,a utilizarla en tanto sirva para un proceso de transformacin socialque implique el derrocamiento del capitalismo. En este sentido, esuna obra que se resiste a ser tratada como tal, a ser colocada dentrode las coordenadas del museo acadmico y que demanda, por sumisma estructura, el uso revolucionario y crtico de la misma.

    El segundo problema es ms sencillo y con un estudio siste-

    mtico de su trabajo se deber, progresivamente, resolver. Eche-verra no pareca tener ninguna prisa por publicar y, menos an,tener reconocimientos acadmicos. Los que alcanza llegan tardey el reconocimiento y dilogo con su obra es, en muchos senti-dos, pstumo. l mismo no potencia, sino slo bajo ciertas, lla-mmosle estrategias barrocas, la discusin con su obra y con suteora. Uno de los principales problemas de esta actitud es que

    su teora est yuxtapuesta en el momento en que se publica y nopodemos deducir, al referirnos a su trabajo publicado, cul es lalnea de formacin de su pensamiento. Pese a los esfuerzos, cadavez mayores, por armar y aportar datos a su biografa intelectual,hay huecos fundamentales. l insista en sealar que su formacinse da en los aos que pasa en Alemania y, al no tener datos certerossobre esa formacin, esta afirmacin ms bien ayuda a oscurecer

    los elementos de su formacin previa, en Ecuador, y posterior, enMxico. Mientras ms datos hay, ms clara parece ser la conexin

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    de algunas propuestas de su teora con otras races, allende las desu tiempo en Alemania; por ejemplo, hay variaciones importantesal contextualizar su obra en el clima posterior a la violenta y crimi-nal represin del gobierno priista de Daz Ordaz en el Mxico de1968, o en torno a sus primeros aos en las facultades de Econo-ma y Filosofa de la UNAM.

    Su obra, pues, aparece publicada, prcticamente en su totalidaden la difcil dcada de 1990, pero los libros remiten a trabajos rea-lizados, en buena medida, en los aos setenta y a sus elaboracionesde los aos ochenta y principios de los noventa. De esta forma,visto a la distancia, tenemos una serie de trabajos sobre temas muydiversos y no conmensurables en una primera observacin, si no sehace un estudio complejo del desarrollo de su pensamiento. Pode-mos en cierto sentido decir que su obra aparece de forma espon-tnea en los noventa, sin que exista un lector paradigmtico quehaya acompaado todo ese trabajo a travs de un conocimiento

    detallado de sus obras. Por qu? Porque gran parte de esas obrashaban sido publicadas como ensayos en las dos dcadas anterio-res; otras no se haban publicado; otras aparecan por primera vez,ya sea creadas en los noventa o no publicadas previamente, final-mente, y quiz lo ms importante, porque su obra republicada endiversos libros tiene otra dimensin, que la de la publicacin enrevistas, al entrar en sintona con los otros ensayos recopilados.

    Cmo enfrentar estos problemas? En primer lugar, me pareceque la obra de Echeverra debe de seguir siendo un corpus, comol lo pens, con una finalidad diferente de la que traza el crculoreproductivo y cada vez ms endgeno de la academia. Su obratiene una funcin vital y poltica y es una herramienta para poten-ciar, an desde estos lugares claramente marginados en la sociedadcapitalista el pensamiento, la reflexin y la imaginacin la po-

    sibilidad de una sociedad post-capitalista. Y, sin embargo, esto noslo no se contrapone, sino que demanda un trabajo sistemtico

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    sobre sus escritos. El mismo Bolvar Echeverra es un buen ejemplode este comportamiento que encierra una compleja dialctica. Fueortodoxo, como pocos y pocas, en la lectura rigurosa y sistemticade la obra de Marx, a la vez, fue hereje en su tratamiento. Reali-z crticas radicales, reescrituras de la teora marxiana, montajesy traducciones que tenan como finalidad el reactualizar la teoramarxista para su uso pragmtico en las luchas contemporneas.Habra, pues, que intentar este mismo tipo de acercamiento a suobra, riguroso, crtico, sistemtico pero, a la vez, hereje y utilitario.Esta actitud implica ms riesgos que certezas pero, frente a la crisiscivilizatoria de la modernidad capitalista, se y muchos otros ries-gos, de mayor envergadura, se deben correr.

    Sealo todo lo anterior por dos motivos: el primero, para ha-cer una hiptesis de lectura y fijar mi posicin sobre la obra deEcheverra; el segundo, para introducir uno de los elementos mscrpticos de su obra, los esquemas, elementos que deben de ser

    tratados de forma sistemtica y rigurosa a la vez, como deca, quepragmtica, pues es necesario la combinacin, el montaje y el de-sarrollo crtico de muchos de los esquemas y diagramas que ensayel marxista latinoamericano.

    II

    Bolvar Echeverra trabaj siempre con esquemas y diagramas. Sureflexin, en gran parte de su obra, est plagada de figuras. No sonun ejercicio de juventud o de formacin. Hasta el final de su vidacomo maestro utiliz esquemas para explicar su interpretacin so-bre Marx y el proceso semitico en la Modernidad. Existen mu-chos diagramas de este tipo en sus libros y ensayos, en diferentesgrados de desarrollo y en diversas versiones. Son deudores, como l

    lo seala, fundamentalmente de dos autores, de Marx y de Jakob-

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    son2pero, a partir de una serie de elementos novedosos que aporta,Echeverra logra un total remontaje de los mismos. Adems, comolas partituras de msica, transmiten una especie de magia, por suproceso de simplificacin y su ejercicio de encriptacin del mun-do; y por la sorpresa que nos depara su comprensin, muestra delmovimiento secreto de cada diagrama, similar a la escritura de lapartitura al interpretarse.

    De las decenas de diagramas slo quiero mostrar cinco piezasque, a su vez, enmarco en tres secciones. En primer lugar, dos es-quemas metafsicos que intentan mostrar la relacin primordialdel ser humano con la naturaleza y la materia. A partir de estosesquemas, podemos entender toda la idea de la cultura que desa-rrollar Echeverra. Una teora de la cultura que se plantea comouna ertica y poltica de trans-naturalizacin formal que precisa deuna dialctica en la que la naturaleza, y el hecho material, siempre

    juegan un papel determinante frente al artificio de lo humano.

    En segundo lugar, sus esquemas sobre el proceso de produccinde la riqueza, en los que Echeverra desarrolla la forma de sociali-zacin mercantil del capitalismo y se muestra con mucha claridadcmo, en ese universo, opera la idea especular de la libertad sub-

    jetiva que constituye a los actantes, tanto en su carcter de pro-ductores como de consumidores. Se trata, en el montaje de Eche-verra, de un sujeto siempre enfrentado al proceso de valorizacin

    abstracto del capital. Estos esquemas son extremadamente sutilesal plantear las fugas y representaciones que encuentran las formas

    2Las fuentes primarias de los diagramas que realiza sobre el proceso de repro-duccin de la riqueza y la socializacin son El capital y losGrundisse. El artculodonde Jakobson realiza los esquemas que Echeverra retomar y utilizar comobase de su esquema sobre la circulacin semitica, Closing Statement: Linguis-

    tics and Poetics, se encuentra en Style in Language(Tomas Sebeok (ed), NuevaYork, MI, 1960, pp. 350-377.) Gran parte de los primeros esbozos de estosdiagramas se encuentran en el libro de Echeverra, El discurso crtico de Marx.

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    de valor y las formas naturales a travs del proceso de valorizaciny del uso que se da a las mercancas.

    Por ltimo, quiero mostrar, con el esquema final, cmo Eche-verra traduce su diagrama bsico de la forma de produccin de lariqueza en un diagrama sobre el proceso de comunicacin, esto es,sobre la riqueza de produccin y consumo del acto semitico.

    III

    El comportamiento vital

    En este diagrama (Echeverra, 1998: 161) se encuentran esquema-tizados los siguientes elementos:

    N = naturalezaM = medio natural

    K = materia

    SVSvn= multiplicidad de organismos singulares o sujetos vivos

    Como puede observarse, se trata de un esquema que parte de unacomprensin ontolgica negativa del mundo, muy similar al for-

    malismo kantiano, pues parece dividir de forma primaria el mun-do natural, como un todo, frente al mundo subjetivo, donde cada

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    ser encontrara especificidades propias de su accin o sujetidad.Sin embargo, en otro sentido, pueden sostenerse algunos presu-puestos de la filosofa clsica en el diagrama, en especial, la ideade que cualquier subjetividad se encuentra en una relacin de de-terminacin con la esfera natural. De una u otra forma, tendra-mos un principio central que es inconmensurable en s mismo, lanaturaleza. ematizado por la tradicin occidental dentro de losgrandes cuestionamientos por el tiempo y el espacio, el conceptode naturaleza es, en ltima instancia, innabarcable. As, desde estepresupuesto que funciona como soporte hermenutico de nuestraexistencia, se trata de una forma, la natural, que siempre debe deser interpretada, Echeverra marca un segmento de interaccin quedenomina medio natural (M). Este medio no provoca o crea, talespreguntas no pueden plantearse desde el formalismo conceptual,ni tampoco desde un clasicismo radical, sino que interacta conun segundo ncleo de dimensiones menores, donde se encuen-

    tra otro elemento inconmensurble, la materia, junto con los seresvivos. Coexisten pues en un mismo espacio, la materia y los seressubjetivos, pero mantienen una relacin de no identidad. En estecontexto, Echeverra define la forma natural:

    La forma natural del proceso de reproduccin social consiste enuna actualizacin peculiar de su estructura general. A su vez, estaestructura es, en sus rasgos ms elementales, similar a la estructuradel proceso de reproduccin de la materia viviente del organismovivo. Considerado en un cierto nivel primario, el comportamien-to del ser humano es igual al comportamiento del animal, en tan-to que como ser vivo ha actualizado de manera ms completa lasposibilidades del comportamiento material que llamamos vida.(Echeverra, 1998: 160).

    La forma en que se da la relacin primaria, similar no slo entreel animal y el ser humano, sino podemos presuponer en todo ser

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    que existe y se reproduce, tiene la forma, seala Echeverra al se-guir a Hegel y a Marx, de la metabolizacin. La palabra griega quedesigna la operacin de lanzar o arrojar algo (bole), se traduce porlos modernos en el acto de transformacin, ya sea para realizarsntesis ms complejas o reducciones de las molculas (anabolismoy catabolismo) con el fin de que el ser vivo permanezca. Marxrecuerda esto cuando ve en este proceso, de forma metafrica, yaun intercambio mercantil primario: Si atendemos a su contenidomaterial, la rotacin M-M no es ms que cambio de mercanca pormercanca, el metabolismo del trabajo social en cuyo resultado seextingue el propio proceso (Marx, 2006: 66).

    Echeverra es puntual al mostrar cmo esta idea es presupuestay desarrollada por Marx:

    La estructura de este comportamiento de la materia viva tiene unameta que es evidente: el mantenimiento de la integridad del orga-nismo singularen calidad de representante o ejemplar de la iden-tidad de su especie; el mantenimiento, en definitiva, de un peculiarprincipio autnomo de totalizacin de la materia que, al mismotiempo que re-legaliza, acata y perfecciona la legalidad general dela naturaleza. Es a la estructura y el telosde este comportamientonatural a lo que Marx hace referencia en su afirmacin materialis-ta de la naturalidad profunda del ser humano. (Echeverra, 1998:162).

    En este sentido, debe sealarse con toda precisin el hecho de que,si bien la naturaleza (N) es incomprensible en su totalidad, a travsdel acto vital de cada ser, el principio de integridad de una especiesingular portadora de una identidad slo se comprende dentro deuna determinante natural. Esta determinante no es una estructu-ra metafsica discursiva o representativa, (por ejemplo la idea del

    bien, de lo bello, del ser, de lo divino, etc.), sino una estructurametafsica interna de la propia materia naturaly su nico presu-

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    puesto es la permanencia material, precisamente por lo cual tieneun despliegue diverso que garantiza, de mejor forma, su perma-nencia.

    El comportamiento vital (segundo diagrama)

    Un desarrollo del primer esquema se muestra aqu. (Echeverra,1998: 162). Vuelvo a sealar los elementos presentes:

    N = naturaleza = territorio

    B/P = bien producido

    I = objeto de efectividad inmediata

    K = materia

    SAG = sujeto animal gregario

    a-n = sujeto vital y singular desarrollado en formas individuales abstractas

    Lo primero que hay que notar en este segundo diagrama es que elmedio natural (N) es mostrado a travs de una representacin msprecisa, ese medio se exprea ahora como un territorio y un bienproducido. Es importante que Echeverra mantenga separada estaforma, esto es, el objeto que posteriormente puede ser pensadocomo un objeto de consumo, mantiene una divisin interna entre

    su carcter de objeto producido y su carcter de bien. En segundolugar, la interrelacin entre ambas esferas ya no es abstracta, sino

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    que se encuentra mediada por un objeto que contiene un efectoinmediato (I). No es el bien producido el punto de referencia, bienque implica ya mediaciones tanto de la naturaleza, en primer lugar,como de la esfera subjetiva, sino un objeto (I) que aparece inde-pendizado y articulando la esfera subjetiva y la esfera natural. En elmismo sentido, son las variaciones del segundo espacio. La materiapermanece inalterable, slo que cada vez ms reducida y el ser vivoahora se muestra como un sujeto gregario, esto es, como un sujetosocial que desarrolla, siempre desde ese campo comunitario, unaserie de acciones que lo vuelven singular y, eventualmente, parti-cular e individual, ya confrontado al campo social general. Es im-portante notar que estas funciones son abstractas, de tal forma quepueden ser ocupadas por cualquier individuo dentro del cuerposocial y no dependen del presupuesto de una subjetividad avocada,en el sentido heideggeriano, a cumplir funciones concretas de in-dividuacin (por ejemplo, toda la metafsica protoromntica de la

    finitud y el ser como moridero).Echeverra vuelve a describir el complejo proceso de produc-cin y socializacin de las abejas, famoso ejemplo utilizado porMarx, con el fin de ejemplificar el diagrama:

    Este sujeto animal es gregario (SAG): su singularidad, su indi-vidualidad abstracta, est repartida en un conjunto de versionesespecializadas (Sa...Sn) que se acoplan unas con otras en las di-ferentes funciones reproductivas. (La abeja como reina, obrera yzngano). La coexistencia de los distintos miembros del sujetogregario se encuentra posibilitada por un determinado sistemaelemental de comunicacin por seales. (Las figuras que la abejacompone con la trayectoria de su vuelo). El resultado de la accinde ese sujeto, la reaccin de la naturaleza, se concentra en unatransformacin de sta que se presenta como objeto independien-

    te, como un bien de la naturaleza producidopor el sujeto (B/P).(La miel). La relacin entre el sujeto animal y el territorio ()natural: accin de S, reaccin de N, se encuentra posibilitada por

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    un bien producido especialmente, por un objeto de efectividadintermedia (I). (La colmena) (Echeverra, 1998: 163).

    enemos entonces dos primeros diagramas que, claramente, mues-tran una propuesta de carcter metafsico sobre el despliegue desentido de la naturaleza y la accin (sujetidad) de los seres vivos.Es fundamental tener presente estos primeros esquemas, porque elsujeto humano llegar a sofisticar y sublimar a tal grado su procesogregario que podr hacer un ejercicio, como lo llamaba Echeverra,de trans-naturalizacin, a concentrar en su proceso de producciny consumo la determinante metafsica de su existencia. En otraspalabras, podr enmarcar plenamente en el conjunto de la vidagregaria el ncleo de su accin o sujetividad y responder, cadavez con mayor poder, e indiferencia, al ncleo natural del mun-do. Desplazar, en las sociedades occidentales de forma prioritariay en los sistemas capitalistas casi como una condena de sentido,todos los elementos externos al despliegue tcnico que modificaconstantemente dentro de sus formas gregarias e individuales. Elbien producido, por ejemplo, parecer fundirse con el objeto deefectividad inmediata y ambos sern subsumidos en el invento dela mercanca y sus formas de circulacin. A la par, el mismo sujetogregario, al emanciparse cada vez ms de la determinante natural,convertir las funciones individuales abstractas en funciones con-

    cretas y, prcticamente sin percibirlo, se ofrendar l mismo a ladeterminante mercantil en su desarrollo capitalista.

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    La reproduccin social como produccin/consumo de objetos

    Los elementos de este tercer esquema (Echeverra, 1998: 169) son:

    1= Momento reproductivo 1. Fase productiva (momento de objeti-

    vacin)

    2= Momento reproductivo 2. Fase consuntiva (momento de subjeti-

    vacin)

    Be= Bienes espontneos

    Pd= Productos desfavorables (destrucciones de la naturaleza)

    Op= Objeto prcticoBP= Bien/producido

    S (a-n)= Sujeto. Factor subjetivo (variables singulares a-n)

    it= instrumento de trabajo

    ot= objeto de trabajo

    O= Objeto. Factor objetivo

    oc= objeto de consumo

    ic= instumento de consumo

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    Los diagramas de Bolvar Echeverra: produccin, consumo y circulacin semitica

    Este diagrama se encuentra ya lejos del fundamento metafsico ymaterialista que se realiza en los anteriores diagramas. En este tra-bajo, Echeverra ya muestra el proceso de produccin y consumodentro de una esfera plenamente humana y mercantil. Aparecepues constituido tanto un espectro subjetivo, como un espectroobjetivo, lo que es difcil de delimitar en los esquemas primarios.Sumado a lo anterior, desaparece de manera muy clara el espacionatural y queda exteriorizado, ya sea como un bien espontneo(aire, agua, tierra, emociones, etc.) o como un producto desecha-ble. Echeverra enmarca este esquema en un modo ya trans-natural.Dice al respecto: El sentido peculiar del comportamiento repro-ductivo del ser social (zon politikn) se manifiesta en la estructuraque interconecta a los distintos elementos de este proceso y en laconstitucin misma de ellos (Echeverra, 1998: 168).

    Hay que tener en cuenta para comprender estos esquemas quese trata de una especie de corte transversal de un crculo que, en

    toda su complejidad, acta como una mnada compacta y tridi-mensional. La esfera, entonces, en la economa poltica del capi-tal realiza, con muchas variaciones, el movimiento circulatorio ensu interior y de manera simultnea, lo cual es fundamental paraentender el trabajo de Marx. Echeverra pues corta la esfera y ladi-mensiona. Como l mismo indica: La lnea que atraviesa loscrculos mayores y que los conecta entre s mediante el elemento

    Op representa el flujo de los bienes producidos, como realidad queasegura la continuacin del proceso o la repeticin de los momen-tos reproductivos (Echeverra, 1998: 169).

    Imaginemos entonces una esfera que representa la socialidaddeterminada por la circulacin mercantil simple. En esta esfera,hay un elemento ndice, un elemento que da coherencia, movi-miento e identidad a cada uno de los sujetos que participan de la

    socialidad mercantil. Este elemento es el objeto prctico que tienedos caras, la del bien, donde reside su valor de uso, y la de objeto

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    producido, donde est su equivalencia con el trabajo realizado, estoes, no como bien sino como representacin de la mercanca fuerzade trabajo. Este objeto, simultneamente, regula dos procesos, elde produccin y el de consumo. En el primero, tenemos un sujetoya singular e individualizado dentro de un modo de produccinespecfico, sus variantes se representan en el esquema como a-n.El sujeto se enfrenta a la materia en dos estratos, como objeto detrabajo y, en un proceso de mediacin, como un instrumento detrabajo que el sujeto utiliza. As sea el instrumento ms simple, lamano o el cerebro, este instrumento ya se encuentra determinadoen diversos grados por el objeto prctico que producir.

    En el mismo momento, el sujeto consume un producto, de he-cho al producir est haciendo el ejercicio de consumir tanto alinstrumento como al objeto de trabajo. ambin esto lo hace deforma individualizada, no es un sujeto abstracto, sino un sujetoparticular en su fase consuntiva. La diferencia es que ahora tiene

    instrumentos de consumo y objetos de consumo que se despliegandentro de un espectro subjetivo y no primordialmente objetivo,porque el objeto prctico muestra sus aplicaciones o valores deuso, y esto constituye la subjetividad e individualidad. Es inte-resante recalcar que, siendo esto slo una indicacin que puedevariar segn el momento histrico y las nuevas formas de produc-cin y consumo, Echeverra destaca que el producto de desecho,

    aquello que no es favorable de la naturaleza y que es tratado comomateria desechable, se da en la fase productiva. Mientras que, enla fase consuntiva, cobra importancia el bien espontneo; podra-mos decir, en el momento de consumo, el bien natural espontneopermite redimensionar el bien o valor de uso del objeto prctico.Es de primera importancia esta observacin porque lo que en lafase actual del capitalismo queda mucho ms claro es que el bien

    espontneo es cada vez ms susceptible de ser incorporado al ob-jeto prctico, esto es, a la mercanca producida (por ejemplo, el

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    trabajo de limpieza del aire despus de haber sido contaminadoen las grandes ciudades). Del otro lado, el producto desechableahora aparece por todas partes, tanto en la fase consuntiva comoen la fase productiva. Al alterarla substancialmente, el capitalismocontemporneo tiende a radicalizar la concrecin de la naturalezacomo materia de desecho. Impide, entonces, que se d el procesonatural metablico y altera el mundo natural al grado que ste cadavez ms aparece como desechable, intil, improductivo o amena-zante para el desarrollo del capitalismo (por ejemplo, la increbledeforestacin mundial que ya es irreversible en muchos puntos dela tierra o la alteracin de las mareas que se produce por el deshielode los polos del planeta).

    Echeverra, por su parte, pone especial nfasis en la dimensinsujetiva dentro del proceso. Dice al respecto:

    El sujeto social, al transformar el material natural, no puede ser elsimple ejecutor de un plan que regira sobre l desde sus propiasmanos, por estar confundido con su composicin orgnica. Debeelegir la forma a la que conduce su transformacin del material, ydebe hacerlo porque la forma que tiene un bien/producido no esnunca neutral o inocente; tiene siempre un valor de uso concretoque determina, a su vez, la forma que habr de tener el sujetoque lo consuma. El trabajar tiene una dimensin poitica; su darforma es un realizar, dice Marx. Es un inventar y un llevar a cabo

    un proyecto; proyecto que slo inmediatamente es el de la cons-truccin de una cosa, que indirectamente pero en definitiva es elde la construccin del sujeto mismo. Al usar esa cosa y no otraque pudo estar en su lugar, el sujeto no slo satisface su necesidadgeneral animal de ese tipo de cosas, sino su necesidad de laforma de esa cosa concreta. En el proceso de reproduccin social,el carcter de auto-realizacin (del sujeto) inspira la realizacinmisma del producto; invade todas y cada una de las realizacionesdel proceso de trabajo: Producir es objetivar, inscribir en la for-ma del producto una intencin transformativa dirigida al sujeto

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    mismo, en tanto que consumidor; intencin que se sujetiva o sehace efectiva en el momento en que ste usa (disfruta o utiliza)de manera adecuada ese producto en calidad de bien, es decir, el

    momento en que, al aprovechar la cosa, absorbe la forma de lacosa y se deja transformar por ella (Echeverra, 1998: 170-171).

    La reproduccin de la riqueza objetiva

    El cuarto esquema3nos muestra una sntesis del diagrama anteriorpero con el aadido de la operacin del valor abstracto o forma devalor que se enfrenta a la forma natural. Se trata, por lo tanto, delesquema de la circulacin mercantil capitalista y no de la circula-cin mercantil simple. El diagrama podra re-trabajarse con unaserie de aportaciones del propio Echeverra. Por ejemplo, l sostu-vo que el mbito de los medios de subsistencia o consumo, juntocon los medios de produccin, ya forman un mbito enfrentado altrabajador. Podra, por lo tanto, ser ms claro el proceso en el quela formacin de valor implica ya la alteracin mercantil de los me-

    3Este esquema fue utilizado en su curso de grado en la Facultad de Filosofa y

    Letras en el ao 2009. No tengo noticia de que haya sido publicado antes. Deboy agradezco contar con este material a su asistente de ctedra Gustavo GarcaConde.

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    dios de subsistencia. Otro elemento que no est presente, y al queEcheverra dedic especial atencin, es el de la renta de la tierra y larenta tecnolgica, ambas variantes de un componente fundamen-tal de la ganancia en el capitalismo contemporneo. stas puedenser tareas posteriores.

    Sobre el presente esquema, es importante sealar lo siguiente,el bien producido aparece claramente como mercanca y contieneun valor de cambio paralelo al valor de uso. A partir de este valorse interfiere y de hecho suplanta la funcin rectora del valor deuso en el proceso de socializacin. Adems, el esquema muestra,claramente, que esta estructura parasitaria crea el valor en el m-bito productivo. Esto sucede mediante la explotacin de la fuerzade trabajo y el control de los medios de produccin. Sumado alo anterior, este mismo valor tiene que pasar por un proceso dedestruccin y no solamente de reinversin, que se acenta en lacorrespondiente funcin consuntiva, lo que explica, por ejemplo,

    la recurrencia de las crisis econmicas y polticas dentro del sistemacapitalista.

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    El proceso prctico de comunicacin/interpretacin

    Los elementos del quinto esquema (Echeverra, 2010: 77) son lossiguientes:

    A (C+I)= agente emisor con un carcter de comunicante

    B (C+I)= agente receptor con un carcter de interpretante

    r= ruido

    d= desecho

    M= mensajeCt= contacto

    = Signo

    se= substancia de la expresin

    sc= substancia del contenido

    e= expresin (significante)

    c= contenido (significado)

    C= comunicante (emisor)Kc= cdigo en funcin cifradora

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    I= interpretante (receptor)

    Kd= cdigo en funcin descifradora

    Rx= contexto o referente nuevo exterior a la situacin comunicativa

    Rn= referente interiorizado en la situacin comunicativa

    Echeverra seala que no nos debe de extraar:

    el paralelismo que intento subrayar entre esta descripcin y la delproceso de reproduccin social que subyace en El capitalde Marx[]. Incluso en el menos discursivo de los procesos de produc-

    cin/consumo de cosas se encuentra una produccin/consumo designificaciones; incluso la ms sutil de las palabras poticas dejatraslucir el hecho de que es materia trabajada, objeto preparadopor un humano para el disfrute de su comunidad (Echeverra,2010: 76).

    De tal suerte que, tampoco, no es de extraar el montaje que rea-

    liza Echeverra sobre la disposicin de los diagramas que ha reali-zado a partir de los esquemas de Marx. Sin embargo, ms all dela semejanza, este diagrama es fundamental para comprender unaserie de categoras de la obra de Echeverra, entre ellas su nocinde ethos histrico, (detallado en otros trabajos como la conjuncinde un ethos econmico y cultural) y, esencialmente, su definicinformal de cultura. El diagrama reconstruye una serie de esquemas

    y conceptos de Jakobson y Hjelmslev que Echeverra trabaja conel fin de alcanzar una sntesis entre la teora de la comunicacin de

    Jakobson y la teora del signo de Hjelmslev. En ltima instancia,esta figura le permite a Echeverra acentuar la idea de que el acto detransnaturalizacin que realiza el ser humano, y que coloca comoespectro metafsico el hecho de la libertad o politicidad, es fun-damentalmente un acto semitico que impone una estructura de

    dominio e interferencia (una forma logocntrica) a partir del desa-rrollo de la semiosis lingstica, esto es, del lenguaje sobre todas las

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    otras formas prcticas de comunicacin y produccin se sentido.Sintetiza as sus alcances:

    La semiosis alcanza el mximo de su efectividad en la semiosisde la produccin/consumo del objeto palabra. En comparacincon sta y la libertad de movimiento que posee, la semiosis de laproduccin/consumo de todo el resto de los objetos se demuestratorpe, lenta y limitada. Es perfectamente comprensible, por ello,que la ventaja abismal de la semiosis lingstica sobre el conjuntode la semiosis prctica lleve a la primera a desarrollar sus capacida-

    des especficas de manera tal que le aseguran no slo un alto gradode independencia respecto de ese conjunto, sino una influenciadominante, logocentrista, sobre l. ampoco resulta extrao,igualmente, que la propia semiosis parezca ser un proceso exteriora la produccin/consumo de las significaciones lingsticas (Eche-verra, 2010: 106-107).

    odo esto puede verse con detalle en la leccin titulada Producir ysignificar, compilada en su libro Definicin de la cultura. Sin em-bargo, lo que me interesa aqu destacar es otro elemento del diagra-ma para ponerlo en relacin con los cuatro diagramas anteriores.Para tal fin, veamos, con mayor detalle, cul es su funcionamiento.Como en las imgenes anteriores, encontramos dos metafuncionesque, correspondientes a la esfera de la produccin y el consumo,

    en este caso son las esferas del comunicante como productor yel intrprete como consumidor. [A (C+I)= agente emisor con uncarcter de comunicante y B (C+I)= agente receptor con un ca-rcter de interpretante]. Posteriormente, hay una serie de mbitosexternos que no entran en el proceso de produccin y consumo,en este caso de comunicacin e interpretacin. Son mbitos en losque la forma natural se extrema y aparece como indeterminada,

    accidental o contraproductiva. El que antes era el bien espontneoahora aparece, desde la semiosis lingstica, como ruido (r) y loque era naturaleza desechable, sigue permaneciendo as (d) dese-

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    cho. Si nos detenemos un poco, veremos el potencial de esas for-mas naturales que no son incorporadas en un primer momento alesquema productivo de la comunicacin. Por un lado, el ruido esun elemento que siempre podr interferir de forma substancial elacto comunicativo, que podr reinsertarse y dar una nueva formaa ese acto. Pensemos, simplemente, en la importancia del ruido,como metfora de lo sin sentido, para todo arte de vanguardia.No menos importante es el elemento de desecho que se realiza enel acto de produccin de la comunicacin. En ese acto tenemos alcomunicante o emisor (C) trabajando un cdigo que cifra el men-saje (Kc). Qu se desecha aqu? No poca cosa, en la bsqueda delsignificante el universo que queda afuera del que se elige es esen-cialmente infinito. Las posibilidades de cifrar un objeto son innu-merables, todo eso, en el momento en que se da un significado sedesecha pero es tal su poder cualitativo y su masa cuantitativa quees reactualizado por el intrprete; de ah que la ms insignificante

    palabra pueda tener una valencia de interpretacin incuantificabley que sea necesario perfeccionar constantemente el mensaje paraevitar que se desborde la interpretacin. Uno podra suponer queentre el ruido y los significantes desechados juega un papel centralel contexto, lo que Echeverra llama referente exterior a la situa-cin comunicativa (Kd).

    Ms complejo an, es el momento de interpretacin. Incluso

    Echeverra acierta plenamente al marcar la diferencia de flujo conel esquema de la produccin mercantil simple (diagrama 3). Mien-tras en ese esquema se presupone que es el sujeto el que controla lasituacin productiva y consuntiva, en la esfera de la interpretacinno es as. Para que el intrprete o receptor (I) se apropie del objetodebe presuponerse un referente interiorizado (Rn), por ejemplo, laposesin de una lengua y, adems, que ese referente est en posi-

    bilidades de descifrar el cdigo que ha sido cifrado (Kd); slo aspuede darse el acto de interpretacin. Y aqu Echeverra va ms all

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    de la semitica para hacer un montaje de carcter hermenutico,esto es, diagrama una teora de la interpretacin que llega a fun-cionar con independencia de la esfera productiva, aunque esto noes lo que quiere acentuar ni destacar Echeverra.

    Pese a todo lo que he sealado, me parece que el punto ms im-portante de su diagrama es otro. Es el elemento que en esta ocasinsustituye a la mercanca simple y a la mercanca capitalista (aquellaque desarrolla una estructura abstracta de valor). Es la composi-cin de esa mercanca que llama mensaje o palabra y que es la es-tructura nuclear del proceso comunicativo cuando ha constituidoplenamente al comunicante y al receptor. Esta estructura, que esal igual que en los otros diagramas la que ocupa el lugar central enel proceso de socializacin, tiene dos elementos constitutivos, elcontacto (Ct) y el signo (). Esta doble constitucin nos permitever que no slo se trata o puede tratarse del acto de habla entre dossujetos, sino del acto de lectura, por ejemplo, donde el contacto

    es diferente al de la oralidad pero tambin est constituido porun signo o una marca. En el interior del mensaje, tenemos cuatrofunciones, dos que se encuentran del lado del valor de uso, la subs-tancia de la expresin (se) y la substancia del contenido (sc), y dosque se encuentran en el lado del valor de cambio, la expresin osignificante (e) y el contenido o significado (c). Las implicacionesde esta sugerencia, si atendemos a su reflejo en el esquema de la

    circulacin mercantil capitalista (diagrama 3) son fundamentalespara entender la obra de Echeverra.En suma, se podra decir que esa forma de valor abstracta, que

    se materializa como un valor de cambio que es independiente delvalor equivalencial del trabajo o del valor de uso, entendido comoun bien o til, en el caso de la comunicacin se expresa como ex-presin y contenido. Esto es, parece sugerirse que nuestra forma

    de acercarnos a la substancia de la expresin y del contenido, a lasformas que se encontraran cerca de la forma natural y de los va-

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    lores de uso, siempre es mediada, en el caso paradigmtico y rectorde la semiosis lingstica, por una forma abstracta de valor, estoes, por una aprensin particular que necesariamente pone entreparntesis las formas societales naturales y sus funciones utilitarias,sus valores de uso.

    Quiz esto nos muestre con claridad a qu se refiere Echeverracuando seala que la relacin entre una forma de valor abstractay una forma de valor concreta (natural, de uso) es benigna para eldesarrollo de la historia humana. Se tratara de mantener un equili-brio muy complejo para permanecer en la esfera de valor mercantilsimple y no de trascender ese espacio, sino retrotraerlo del espacioenajenado del capital, donde la forma del valor por el valor mismosubsume toda otra forma de valorizacin. Claro, al no ser posibleesa utopa regresiva, ese salto mesinico hacia el pasado mercantil,en lugar de la condena a lo social o de la ceguera romntica que in-siste en su proyecto ilustrado revolucionario, Echeverra propone

    aprehender y entender toda una serie de formas dainas de afirmarla vida dentro de la paradjica situacin del capital. En especiallas formas barrocas que muestran la sabidura de sobrevivir en unmundo donde el acto de cultura se vuelve irrenunciable, como ma-nifestacin de sentido, pero a la vez acenta la barbarie capitalista.

    Una alegora sobre el don Juan, ese mercader de lo ertico ylo sexual, nos muestra con toda claridad esa funcin enloquecida

    y gozosa del acto comunicativo que est condenado a no poderjams alcanzar una forma natural esencial. Bolvar Echeverra lallama Fuego de paja:

    Si el mundo real del que hablamos abriera las posibilidades de lavida y no fuera lo que es, un mundo reprimido, acosado por laculpa, dominado por la disciplina productivista que le imponesu doble autonomizado, el Mundo de las Mercancas, entoncesDon Juan es sin duda un liberador. Rescata para el momento fu-gaz de una aventura la promesa de amor loco que llama a la mujer

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    desde su cuerpo encorsetado, reducido a ser el recinto del ama decasa, el soporte de la cmara de procreacin de la especie. Aunquetal rescate slo cumpla en destellos y en rincones esa promesa de

    locura y aunque est llamado siempre a un desenlace doloroso, nodeja de salvar en ella ese encanto que la embellece en el amor yque el realismo de la vida burguesa espanta sin remedio. Por elloes que Don Juan no siente culpa ni se arrepiente de las grandespenas que va dejando a su paso. Ms que de las mujeres que en-cendi y abandon, se compadece de las que, tentadas a hacerlo,no se atreven a dejarse caer en su seduccin (Echeverra, 2012).

    Bibliografa

    Echeverra, Bolvar, 1998, Valor de uso: ontologa y semitica,en Valor de uso y utopa,Mxico, SigloXXI.

    ______, 2010, Definicin de la cultura, Mxico, taca / Fondo deCultura Econmica.

    ______, 2012, Ziranda. Fragmentos, disponible en: http://www.bolivare.unam.mx/miscelanea.html

    Marx, Karl, 2006, El capital I. Crtica de la economa poltica, Wen-ceslao Roces (trad.), Mxico, Fondo de Cultura Econmica.

    (artculo aceptado el 14 de mayo de 2013)