libro análisis de la cultura política en monteria

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Esta investigación analiza la cultura política de Montería en el periodo 2006-2008 que coincide con el proceso de pos-desmovilización de los grupos paramilitares en Córdoba (departamento cuya capital es Montería).

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  • Miguel E. Garcs Pretelt | Vctor Negrete Barrera

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    Cultura poltica y participacin en Montera2006-2008

    Miguel E. Garcs PrettelVictor Negrete Barrera

    Centro de Estudios Sociales y Polticos

    Fundacin del Sin

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    Cultura poltica y participacin en Montera 2006-2008Vctor Negrete Barrera - Miguel Efrn Garcs Pretelt

    Ediciones Universidad del Sin - Elas Bechara ZainumCentro de Estudios Sociales y Polticos - Universidad del Sin E.B.Z.Fundacin del Sin

    UNIVERSIDAD DEL SIN - ELAS BECHARA ZAINUMCra. 1W Calle 38 Barrio Juan XXIIIP.B.X. (4) 7840340 Montera - Colombiae-mail: [email protected]

    PUBLICACIONES UNISINRamiro A. Navarro [email protected]

    Direccin Editorial: Analuz Navarro GardeazbalPortada: El loco del pueblo

    Olga Gmez Angulo

    Diseo, diagramacin ycorreccin de estilo: Analuz Navarro Gardeazbal

    ISBN:

    2011, Vctor Negrete Barrera - Miguel Efrn Garcs Pretelt.

    Hecho en Colombia - Printed in Colombia

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    Contenido

    Prlogo 7Introduccin 151. Planteamiento del problema 19

    1.1. Pregunta problema 252. Justificacin 263. Impacto 294. Contexto local 31

    4.1. Las resignificaciones del ro y sus pininos en laeconoma 344.2. Los inicios de los grandes dilemas 364.3. Lo polmico de la ciudad 40

    5. Objetivos 435.1. Objetivo general 435.2. Objetivos especficos 43

    6. Referente terico 446.1. Antecedentes sobre cultura poltica y participacinciudadana 46

    6.1.1. Estudios destacados sobre cultura poltica yparticipacin ciudadana 57

    6.1.1.1. En lo local 576.1.1.2. En lo regional 636.1.1.3. En lo nacional 656.1.1.4. En lo internacional 74

    6.2. Nociones sobre democracia y sistema poltico 766.3. Aproximacin terica al concepto de culturapoltica 91

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    6.3.1. Concepto de cultura poltica y orientacionesde los ciudadanos 96

    6.4. Aproximacin terica al concepto departicipacin 101

    6.4.1. Tipos y niveles de participacin 1106.4.2. Mecanismos e instancias departicipacin 116

    7. Variable objeto de estudio 1188. Metodologa 119

    8.1. Tipo y diseo de investigacin 1198. 2. Caractersticas de los sujetos participantesdel estudio 1208.3. Instrumentos utilizados dentro del estudio 1228.4. Procedimiento 123

    9. Resultados 1259.1. Caractersticas demogrficas de los sujetosparticipantes del estudio 1259.2. Orientaciones cognoscitivas (conocimientos) de lossujetos participantes del estudio hacia el sistema polticode Montera 128

    9.2.1. Conocimientos sobre democracia 1289.2.2. Conocimientos sobre lo que es laparticipacin 1309.2.3. Conocimientos sobre la legislacin que amparay promueve la participacin de los ciudadanos 1339.2.4. Conocimientos sobre la utilidad de lasinstancias y mecanismos de participacin de losciudadanos 135

    9.3. Orientaciones valorativas (opinin pblica) de lossujetos participantes del estudio 142

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    9.3.1. Percepcin de la democracia en laciudad 1429.3.2. Opiniones sobre la incidencia de laparticipacin y sus actores 1469.3.3. Evaluacin de la eficiencia y confianza en lasinstancias de gobierno y de participacinciudadana 1529.3.4. Percepcin de corrupcin en la administracinpblica y de gobierno 1619.3.5. Evaluacin sobre inters y motivacin paraparticipar 170

    9.4. Orientaciones afectivas (participacin) de los sujetosparticipantes del estudio hacia el sistema poltico deMontera 173

    9.4.1. Dinmicas de participacin ciudadana y sociocomunitaria de los monterianos y lasmonterianas 1739.4.2. Dinmicas de participacin de los monterianosen partidos polticos 1859.4.3. Dinmicas de participacin de los monterianosy monterianas en procesos electorales 194

    Conclusiones 205Bibliografa 214Anexos 228

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    Prlogo

    La ciudad de Montera ha sido epicentro de injusticias eimportantes procesos sociales que han marcado lahistoria de nuestro pas. Aqu la esclavitud laprolongaron hasta 1892, 41 aos despus que fue abolida. Fuereemplazada parcialmente por un contrato o matrcula,aprobado por Ordenanza de la Asamblea de Bolvar, queobligaba a los jornaleros, concertados, trabajadores a destajo,criados domsticos o de cualquier otro modo a permanecer ensu condicin por deudas que nunca terminaban de pagar porengaos o cobros exagerados de los patronos. Esta explotacin,conocida en el medio con el nombre dematrcula, sigui hasta1921. El perodo 1915-1930 fue fundamental porque sectorespopulares (campesinos, artesanos, trabajadores domsticos yvendedores, entre otros) constituyeron la Sociedad de Obrerosy Artesanos de Montera y la Sociedad de Obreras Redencin

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    de la Mujer, con sede amplia donde funcionaban la escuelaobrera, la biblioteca popular y el hospital socialista.Organizaron el comit socialista y llevaron a cabo la Asambleamixta obrera del litoral Atlntico con delegados oficiales deCartagena, Barranquilla y Santa Marta. Despus de arduasluchas conquistaron tierras donde levantaron pueblos grandescomo el Baluarte Rojo en Lomagrande, cerca a Montera; TierraLibre, llamado despus Callejas, en Tierralta y Nueva Galia,en Canalete. La lucha de las organizaciones populares y elcomit socialista estuvo centrada en la tierra, salud,alimentacin, los altos intereses que cobraban por prstamos,maltratos y abusos, contra el uso de muequeros y cepos comoinstrumentos de castigo y la matrcula que lograron derogaren 1921 con apoyo de algunos diputados. (Fals Borda, 1975,Negrete, 1981).

    Mirando el panorama actual es innegable que la ciudad en losltimos quince aos ha tenido un crecimiento urbansticosignificativo, incremento de la inversin extranjera y la llegadade diferentes empresas y organizaciones de prestigio que hanreactivado su economa generando un ambiente propicio parael surgimiento de nuevos empleos y oportunidades para muchaspersonas que en otro tiempo estuvieron desempleadas odedicadas a la economa informal, que sigue siendo unaproblemtica latente. Tambin hay que mencionar elfortalecimiento de una clase media profesional y empresarialque ha hecho crecer el comercio y los servicios aunque hanfaltado los planes de desarrollo orientados a los pequeos ymedianos productores y propietarios de tierras.

    Como ya es conocido la ciudad ha venido desde antaopadeciendo los estragos del conflicto armado que no cesa desde1949, tres aos antes de ser departamento, con el surgimiento

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    de las primeras guerrillas liberales por la pugna de poderes eintereses entre los partidos polticos tradicionales y ms tardedel conflicto sociopoltico que se recrudeci por los efectos delFrente Nacional (1958 a 1974), el modelo de expansinterrateniente (1960 a 1966 en el alto San Jorge) y otra serie desucesos planteados por el investigador Negrete entre los cualessobresalen el surgimiento y desmovilizacin del EjrcitoPopular de Liberacin (1967 a 1991), la presencia de otrosgrupos guerrilleros, del narcotrfico, grupos armados privadosy de las Autodefensas (de 1980 a 1994) ligada con el narcotrficoy la dirigencia poltica (1994 a 2003) que tom el control en lamayora de los municipios y el proceso de negociacin delGobierno con las Autodefensas Unidas de Colombia (2003 a2006) que termin formalmente con ellas y continu con otrasestructuras en distintas partes del pas, especialmente enCrdoba (2006 en adelante).

    Sin duda alguna, estudiar la realidad poltica de Crdoba y enespecial de Montera, su capital, es una necesidad histrica ytodo un desafo acadmico que muy pocos deciden asumirprecisamente por la complejidad del tema, la multicausalidaddel conflicto cordobs y por la variedad de actores y de factoressocioculturales amarrados a las condiciones de pobreza ymarginalidad que cada vez es ms creciente y que envuelve ano menos del 70% de habitantes segn los Sisben municipales,especialmente en los niveles 1 y 2, donde la mayora es de lazona rural y de asentamientos subnormales urbanos, situacinque sin duda alguna es paradjica, teniendo en cuenta lasventajas comparativas de un departamento como Crdoba quecontiene una envidiable biodiversidad, una excelente ubicacinestratgica, una gran variedad de recursos hdricos y elprivilegio de poseer tierras frtiles.

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    En este sentido, el Centro de Estudios Sociales y Polticos, laUniversidad del Sin y la Fundacin del Sin han hecho unosaportes invaluables en aras de documentar y analizar todosestos procesos sociopolticos significativos que han atravesadola historia del departamento desde sus inicios, quedandoconsignados, muchos de ellos, en el anterior libro publicadobajo la autora de los investigadores Vctor Negrete y MiguelGarcs con el ttulo Anlisis sociopoltico de Montera ypropuestas sobre liderazgo, participacin y compromisociudadano.

    Para esta ocasin, estas tres importantes institucionesnuevamente unieron sus esfuerzos con el firme deseo deproducir y dar a conocer este valioso libro de investigacintitulado Cultura Poltica y Participacin en Montera 2006-2008que llega en buena hora para analizar con rigor cientfico elperodo sealado a partir de las orientaciones ciudadanas queemergieron a nivel local, que no eran nada ajenas a lo que sepadeci a nivel departamental y regional en esos tres aos,caracterizados por la incertidumbre dada la interinidad y losconflictos de poder partidistas a la que estuvo sometida laadministracin departamental que en el lapso 2003-2007 llega tener siete gobernadores. Fue un perodo lleno de emocionespor la culminacin del proceso de negociacin entre gobiernoy paramilitares, de expectativas por lo que vendra luego de ladesmovilizacin y de contradicciones, pues a pesar de lossupuestos avances logrados en materia poltica y militar en elao 2008 el departamento cerr con 512 muertes violentas, lacifra ms alta de la dcada en ese momento pero el problemade inseguridad empeor y posteriormente esa cifra fuesuperada en el 2009 con 532 homicidios y el 2010 bati elrecords con 575 asesinatos segn el Observatorio del Delito de

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    la Gobernacin de Crdoba o los 679 de acuerdo con las cuentasque lleva el Cuerpo Tcnico de Investigacin (CTI) de la FiscalaGeneral de la Nacin.

    Lo cierto es que en todas estas estadsticas de asesinatos ymasacres la ciudad de Montera siempre ha colocado la mayorade las vctimas, pues los homicidios siguen en aumento,mostrando que el departamento y su capital Montera nolograron mejoras en el tejido social luego del proceso dedesmovilizacin, todo lo contrario, las bandas criminales siguencreciendo en todo el territorio cobrando nuevas vctimas yapoderndose de las viejas rutas de narcotrfico yaprovechando la ausencia del Estado en muchos territoriospara fortalecer su aparato militar de terror y muerte. Tampocoen los ltimos aos se han tenido avances sustanciales en losesfuerzos por reducir la brecha de desigualdad, pobreza y elacceso a tierras, que sigue estando concentrada en pocas manossegn lo demuestran los ltimos informes oficiales del InstitutoGeogrfico Agustn Codazzi.

    Este texto es producto de la sensibilidad y el compromiso de laacademia monteriana por entender lo que sucedi en la ciudaden dicho periodo desde el mbito poltico y comunitario y msque entender las causas del conflicto y lo que pas en esteperiodo, aspectos que ya se analizaron a profundidad en ellibro anterior, esta vez la preocupacin principal de los autoresestriba en estudiar lo que aconteci con la ciudadanamonteriana frente a sus percepciones en torno al sistemapoltico local, los niveles de participacin de la sociedad civilen la vida poltica y sociocomunitaria de la ciudad, lacomunicacin poltica y las valoraciones que hizo la ciudadanade las instituciones gubernamentales y prcticas democrticas

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    de la ciudad entre otros aspectos, en un periodo marcado porel miedo social y la penetracin de los actores armados en lasesferas y ramas del poder pblico local y departamental.

    El documento que a continuacin podrn leer, consta de cuatrosecciones:

    En la primera parte aparece la estructura bsica de lainvestigacin (planteamiento del problema, justificacin,impacto, contexto local, objetivos, variable de estudio,metodologa y procedimiento).

    En la segunda hay una revisin de investigaciones ypublicaciones relacionadas con el tema de estudio, entre ellassobresalen los trabajos de Mnera (1999), Mina (2005), Parra(2003), Restrepo (1993) y Rocha (2005) entre otros, queanalizan el fenmeno de la democracia participativa enColombia desde una mirada histrico hermenutica; a stoshay que aadir las investigaciones de Negrete, Alcalde (1999),Negrete (2007), Velsquez, Gonzlez (2003), Cogollo, Ramrez(2007), Rodrguez, Seligson (2007), Montaa (2007), Seligson,Zechmeister (2008) y Blanca, Moreno (2008) que abordanprofundamente las caractersticas y dinmicas de participacinciudadana local y nacional teniendo en cuenta los factores quela impulsan o la detienen a partir de determinadas situacionesy coyunturas.

    En la tercera, una revisin terica de diversos acadmicosreconocidos que abordan el tema de la Cultura Poltica y laParticipacin teniendo en cuenta varios de los enfoques yperspectivas de ciudadana y de democracia que existen, entreestos autores sobresalen Almond, Verba (1963), Benoist (1985),

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    Ehrenberg (1976), Sartori (1997), Habermas (1998), Dahl(1989), Huntington (1968), Dowse (1977), Garreton (1991), Pye,Verba (1972), Sani (1998), Cortina (2006), Cunill (1991) yGonzlez (1995), entre otros.

    En la cuarta, que la considero de vital importancia, se exponenlos resultados de esta investigacin dividida en captulosrelacionados con las orientaciones cognoscitivas(conocimientos sobre el sistema poltico), las orientacionesvalorativas (evaluacin del sistema democrtico local y de lainstitucionalidad pblica) y las orientaciones afectivasasociadas a los niveles de participacin y adherencia de losciudadanos de Montera en el sistema poltico local ydepartamental teniendo en cuenta las realidades de pobreza yconflicto armado que ha enfrentado el departamento durantevarias dcadas pero en especial sintetizando el anlisis a partirde lo que ocurri en el periodo 2006-2008.

    Espero que esta investigacin aporte a los cordobeses y a losorganismos gubernamentales y no gubernamentalesinformacin bsica para continuar sistematizando unamemoria histrica de lo padecido en estas cinco dcadas deconflicto armado y posibilite la generacin de estrategiasconjuntas entre gobierno, sociedad civil y organizacionessociocomunitarias para evitar seguir repitiendo la mismahistoria de siempre y poder continuar trabajandoesperanzadamente por sacar adelante al departamento de lapobreza y del atraso evidente de muchos sectores, producto dela violencia sociopoltica, la indolencia de muchos gobernantesy gobernados envueltos en casos de corrupcin y politiqueraque tanto han obstaculizado el desarrollo social, econmico yhumano a que tiene derecho la poblacin.

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    Que valioso es ver cmo la academia monteriana sigue viva yvigente formando intelectuales autctonos y propiciando temasde discusin pertinente para la agenda publica y ms an,generando y socializando estudios cientficos e informacinvaliosa de primera mano que contribuye a la toma de decisionesy a la creacin y fortalecimiento de polticas pblicas en favordel bienestar humano y social.

    JAVIER SANN FONNEGRALicenciado en Filosofa y Letras y en Teologa

    D.E.A. en Estudios Polticos del Institute DEtudesPolitiques de Pars

    Magster en Estudios Polticos, Universidad Javeriana

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    Introduccin

    El Centro de Competencia en Comunicacin paraAmrica Latina (Hidalgo, A., 2005), considera que larelacin entre comunicacin y poltica debe serdiseada y evaluada desde la posibilidad de crear una culturade la participacin y de la movilizacin social; ya que existe enesta regin la necesidad de desarrollar sistemas abiertos yplurales de dilogo pblico, para construir nuevos pactos deconfianza colectivos y modos de reconocimiento recprococomo ciudadanos. Para esto, se busca identificar posiblesmecanismos de conexin y encuentro entre los actoresgubernamentales, la sociedad civil y el sector comercial,discurriendo que la poltica es cuestin de comunicacin en laque los mensajes, las posiciones, actitudes y orientaciones delos ciudadanos hacia su entorno, generan la bien llamadaCultura Poltica, en donde la comunicacin, que es principio yfin, pasa a ser eje transversal, medio y fin, enfoque, perspectiva

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    y estrategia, un todo que debe hacer equitativo el acceso y laparticipacin de la gente asegurando adems de los beneficiosmateriales, la justicia, la reconciliacin, la paz y la libertadpara todos y todas (Gamba, 2008, p.1).

    En este sentido, la presente investigacin descriptiva generaun aporte al campo de la comunicacin poltica, buscandoentender las relaciones, concepciones, niveles de adherencia yopiniones que se construyen alrededor de la dinmicasociopoltica, presente en los procesos de participacin que sedesarrollan en la ciudad de Montera. Adems, aportaelementos de anlisis y fundamentacin terica desde lo localque contribuyen al enriquecimiento bibliogrfico del tema, degran ayuda para las entidades y pblico interesado, toda vezque en la ciudad son escasos los estudios que analizan losfenmenos de participacin e interrelacin que intervienen enla construccin de la Cultura Poltica monteriana.

    El abordaje terico en este estudio, se hizo teniendo en cuentalos debates iniciales y las discusiones actuales frente al temaen cuestin. Sin embargo, la aproximacin a la variable CulturaPoltica en la estructura de este trabajo se construy con baseen los postulados de Almond y Verba (1963), quienes abordandicha categora desde una perspectiva psicosocial que incluyelas orientaciones cognoscitivas, valorativas y afectivas que laspersonas tienen hacia el sistema poltico. Esto, sin desconocerotros aportes tericos y las fuertes crticas que algunosacadmicos le han hecho a estos autores; entre ellos Chih(1994), quien les cuestiona el hecho de no analizar lasestructuras formales e informales de la interaccin poltica yel impacto de los grupos elites que centralizan el poder poltico.A pesar de esto, se les sigue reconociendo como los acadmicos

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    que ms se han citado en estudios de opinin pblica y poltica,y sus aportes al campo han permitido conocer las relacionesentre los patrones de orientacin que impulsan o estancan laparticipacin, y las actitudes de aceptacin o rechazo de losciudadanas y ciudadanos hacia su entorno poltico, a partir delos conocimientos y experiencias de participacin que hantenido dentro del mbito social, poltico y comunitario.

    El diseo metodolgico se construy teniendo en cuenta loscriterios de seleccin muestral definidos previamente y lapirmide poblacional de la ciudad, construida por elDepartamento Nacional de Estadstica (Dane), a partir delltimo censo del ao 2005. Se aplic un Muestreo Intencionaly se hizo el clculo de muestreo para poblacin finita,obteniendo una muestra sugerida de 384 personas de ununiverso poblacional de 229.134 personas mayores de 18 aos.El proceso de recoleccin de informacin se hizo mediante laaplicacin de la encuesta elaborada a partir de la Encuesta deCultura Poltica (ECP) del Dane (2007) y de la diseada por laFundacin del Sin, que miden factores asociados a laparticipacin y la percepcin ciudadana frente al desempeode algunas instituciones pblicas y los procesos de participacinsocial y comunitaria que desarrollan las personas en su contextolocal. Algunas preguntas de estos cuestionarios se adaptaron oreelaboraron de acuerdo a los requerimientos de lainvestigacin.

    El documento que a continuacin podrn leer, consta de cuatrosecciones: en la primera, se expone la estructura bsica de lainvestigacin (planteamiento del problema, justificacin,impacto, contexto local, objetivos, variable de estudio,metodologa y procedimiento). En la segunda, se presenta una

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    revisin de investigaciones y publicaciones relacionadas conel tema de estudio, entre ellas sobresalen los trabajos de Mnera(1999), Mina (2005), Parra (2003), Restrepo (1993), Rocha(2005), que analizan el fenmeno de la democracia participativaen Colombia desde una mirada histrico hermenutica; a stoshay que aadir las investigaciones de Negrete & Alcalde (1999),Negrete (2007), Velsquez & Gonzlez (2003), Cogollo &Ramrez (2007), Rodrguez & Seligson (2007), Montaa (2007),Seligson & Zechmeister (2008) y Blanca & Moreno (2008), queabordan a profundidad las caractersticas y dinmicas departicipacin ciudadana a nivel local y nacional, teniendo encuenta los factores que la impulsan o la detienen a partir dedeterminadas situaciones y coyunturas. En la tercera seccin,se presenta una revisin terica de diversos acadmicosreconocidos que abordan el tema de la Cultura Poltica y laParticipacin, teniendo en cuenta varios de los enfoques yperspectivas de ciudadana y de democracia que existen, entreestos autores sobresalen: Almond y Verba (1963), Benoist(1985), Ehrenberg (1976), Sartori (1997), Habermas (1998),Dahl (1989), Huntington (1968), Dowse (1977), Garreton(1991), Pye & Verba (1972), Sani (1998), Cortina (2006), Cunill(1991) y Gonzlez (1995), entre otros. En la cuarta seccin seexponen los resultados de la presente investigacin divididosen captulos relacionados con las orientaciones cognoscitivas,las orientaciones valorativas y las orientaciones afectivas delas ciudadanas y los ciudadanos de Montera.

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    Planteamientodel problema

    El concepto de Cultura Poltica fue asumido con fuerzahacia los aos cincuenta por la ciencia polticanorteamericana, en cierta medida como alternativaal concepto de ideologa dominante de la escuela marxista, ypor lo tanto a su enfoque particular sobre la incidencia de lascreencias, referentes simblicos y actitudes sobre la Poltica(Peschard, 1996, p.1), adems fue mirada como una dimensinimportante para analizar y entender el comportamiento de lasdemocracias occidentales.

    La nocin de Cultura Poltica vara de acuerdo a la tradicinepistemolgica de donde se mire (conductista, psicosocial,modernista, culturalista y otras) como tambin del rol que elciudadano asume dentro de su entorno poltico, sea pasivo oactivo, o desde una visin liberal o comunitaria, entre otras.En este sentido, autores como Almond y Verba (1963)

    1.

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    distinguen la Cultura Poltica Cvica y la Participativa, comouna expresin de una cultura activa y democrtica, frente aotras culturas polticas (Parroquial, Sbdita), que se construyena partir de orientaciones pasivas que los ciudadanos adoptanhacia el sistema poltico, en donde prevalece lo individual porencima de lo colectivo. De tal manera que algunos conciben lacalidad de la democracia de una nacin en estrecha relacincon la Cultura Poltica que la inspira, y con el tipo departicipacin ciudadana que la mueve, por ello, un rgimenes tanto ms democrtico cuanto mayor cantidad de personasparticipa directa o indirectamente en la toma de decisiones,subrayando que las elecciones a hacer deben ser reales(Touraine, 1995).

    Pero no siempre el ideal de Cultura Poltica como un espacioconstruido desde la participacin activa y colectiva de losciudadanos para la transformacin de su entorno es un hechoreal, en la prctica convergen diferentes tipos de CulturaPoltica a la par de diferentes tipos de ciudadanas, sean pasivaso activas, dinmicas o lentas, que hacen de la sociedad unazona de encuentro multicultural rodeado de personalidades,intereses, ideologas, orientaciones y actitudes polticasdiversas.

    En muchos casos de pases de Amrica Latina, el pasivismociudadano ha sido una expresin del reinado de una culturapoltica tradicional producto del sometimiento a grandesprocesos de dictadura, que han opacado el dinamismodemocrtico restringiendo las libertades polticas y haciendode la ciudadana algo asociado meramente a lo territorial o alejercicio electoral. En otros casos, en medio de estos procesos

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    de dictadura, se han levantado dinmicas polticas emergentespor medio de movimientos sociales con fines emancipadores,que han inyectado una dosis de activismo y compromisosociopoltico reformulando el rol de ciudadano y ciudadana,impulsndolo a ejercer un protagonismo activo frente a latransformacin de su entorno, lo que ha repercutidopositivamente en el desarrollo social, econmico, cultural ypoltico de algunas naciones.

    En el caso colombiano, el pas ha ido teniendo en las ltimasdcadas mejoras en el sistema poltico, lo que ha aportado laidea de abrirse a una cultura poltica que reconoce elpluralismo. Uno de los mayores logros obtenidos fue el habercambiando la constitucin del 1886, que segn algunos habagenerado [...] un modelo de pas homogneo apegado a unavisin estadocentrista que parcializ la soberana y el ejerciciodel poder a los caprichos de sus gobernantes, negando lasoberana mayor que debe venir del pueblo, y desestimando ladiversidad cultural, religiosa e ideolgica que siempre harodeado la nacin colombiana. (Garcs y Negrete, 2008, p.60).

    Es as como se reelabor una nueva constitucin definida desdelas bases de la democracia participativa que fue entendida comoun sistema en el que se podran involucrar al conjunto decomunidades y organizaciones de la sociedad civil en la tomade decisiones y en la definicin y el control de las polticaspblicas, con esto se buscaba romper con el esquematradicional de democracia representativa, que haba confinadola vida poltica del pas al ejercicio de delegar cada cuatro aosla toma de decisiones en los representantes elegidos por el votopopular (Forero & Cardona, 1999, p.1).

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    Sin embargo, a pesar de que con la constitucin de 1991 seabri un gran espacio para construir un puente social ydemocrtico, en contrava al modelo de segregacin ycolonizacin que imper en el Pas durante siglos, algunosconsideran que los males estructurales de base no seresolvieron, por lo cual el cambio de modelo jurdico se quedmaniatado ante los problemas de clientelismo y corrupcin,que en muchos casos han generado una crisis degobernabilidad, a los cuales se le suman [] los perodos deviolencia y sus diferentes modalidades, as tambin los factoressocio-econmicos que hicieron posible y facilitaron un sistemaeconmico que ha implantado un modelo de desarrolloeconmico excluyente y desigual; igualmente, la incidencia delnarcotrfico, el fortalecimiento de sectores de capital, laradicalizacin de la clase dirigente, los intentos participativosde los sectores sociales como principales actores del procesohistrico colombiano y la responsabilidad continuada de lospartidos polticos y las fuerzas de seguridad estatal que hanllevado al pas a una descomposicin social y cultural (Parra,2003, p.1).

    Muchos de estos problemas se evidencian en la ciudad deMontera, capital del departamento de Crdoba, objeto deestudio de la presente investigacin, en donde la violencia socialy poltica, y la tenencia y concentracin de la tierra siemprehan sido factores de conflicto que han originado luchas, quevienen de mucho tiempo atrs, adems de muertes e incontablesdesapariciones forzadas, que siguen en los anaqueles de laimpunidad, convirtiendo a la ciudad en una zona tantoexpulsora como receptora de poblaciones desplazadasprocedentes de corregimientos y veredas de su propiamunicipalidad y de otros municipios y lugares de Crdoba,

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    Antioquia, Urab y Choc principalmente, acrecentando losniveles de pobreza y marginacin.La situacin se complica an ms, por la crisis degobernabilidad que la ciudad ha enfrentado en los ltimos aosy que ha generado un ambiente social marcado por laincertidumbre y el miedo, no slo porque en los cuatro aosanteriores tuvo que enfrentar, al igual que los dems municipiosde Crdoba, los cambios continuos de gobernador (siete entotal), por motivos de inhabilidad, algunos tambin investigadospor corrupcin, sino que tambin varios de los representantesal Congreso de la Repblica han sido encarcelados ycondenados por nexos con la parapoltica. Para nadie eradesconocido que los grupos armados ilegales penetraron en laciudad de Montera contaminando todo orden, desdeuniversidades, empresas, administraciones de gobierno,comunidades, reclutando jvenes y menores, hasta incluso ladinmica privada de las familias, puesto que muchas acudanal paramilitar para que les solucionaran las diferencias quetenan con sus cnyuges, hijos o vecinos. Tambin es pertinenteresaltar, que [] los grupos armados en diversas ocasionesllegaban a veredas y corregimientos y obligaban a las personasa votar por los candidatos y candidatas de sus preferencias, enla zona urbana utilizaban otros mtodos sugestivos, comocompra de voto o promesas a los lderes de entregarles puestosde trabajo. La dinmica del conflicto ha sido tal queindividualidades o sectores de la llamada sociedad civil cadada se involucraban ms en las acciones de los actores armados,ya sea en el combate, la delacin, la justificacin, la defensa yla colaboracin en cualquier sentido (Negrete, 1997, p.13).Negrete (2008), considera que la importancia de Montera paralos grupos armados ilegales (guerrilla, paramilitares y

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    narcotraficantes) estriba en que es un centro polticoestratgico, desde todo punto de vista, para lavar activos,invertir dineros y para disponer de mano de obra barata, araz de que muchos jvenes y adultos carecen de oportunidadesy condiciones mnimas de vida, fruto de la pobreza y la miseriaen que se encuentran en los asentamientos subnormales. A estohay que aadir la cercana con los principales jefesparamilitares: uno naci en la ciudad, Salvatore Mancuso; otrose cas con una monteriana, Carlos Castao, y otro tena granascendencia sobre grupos clave de la dirigencia cordobesa,Fidel Castao.

    La participacin y el control ciudadano se han venidotruncando por el conflicto armado, la pobreza, el desempleo,el desplazamiento forzoso, la apata de muchos sectores,desconfianza en las instituciones y autoridades, falta de accesoa la informacin, poco o ningn efecto de los organismos decontrol y las personeras, represalias directas o indirectas detipo social, econmico o laboral, corrupcin, amenazas,gamonalismo, falta de alternativas confiables que sirvan deapoyo o garanta, poco o ningn inters de los grupos polticos,carencia en administraciones locales de estructuras ydisposicin para hacer uso o alentar estos derechos. (Negrete,2008, p.70).

    A esto, se le suma la crisis por la que atraviesan muchas de lasorganizaciones sociales y comunitarias de la ciudad pues, concontadas excepciones, carecen de soporte terico e investigativopara entender a fondo los factores incidentes en la ausencia departicipacin y empoderamiento ciudadano. Al respecto elCentro de Estudios Sociales y Polticos de la Universidad delSin (CESPO), afirma que es notoria la desorganizacin de

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    la mayor parte de los sectores y grupos de la comunidad, comotambin es posible percibir que existe apata de la gente,resistencia a los cambios, ausencia de alternativas en cuntoal liderazgo y la falta de sistematizaciones y estudios (Garcs& Negrete, 2008, p.3), por lo cual propone la necesidad dehacer un replanteamiento administrativo a esas organizacionesdebilitadas o crear nuevas que tengan, como elementofundamental de muchas de sus propuestas, el tema de laparticipacin ciudadana; por ello, consideran necesario hacerinvestigaciones a fondo en este mismo asunto y propone parael desarrollo de Montera, trabajar con siete estrategias, entreellas: que cada barrio trabaje en la creacin de su plan dedesarrollo comunitario, establecer juntas de gobierno, crearpuestos de atencin comunitaria, establecer redes ciudadanas,propiciar de forma continua jornadas de reflexin e instituirun movimiento de opinin en el que las comunidades tenganvoz activa y presenten propuestas de solucin frente a lasnecesidades y lo que acontece en la ciudad.

    1.1. Pregunta problema

    Qu tipo de Cultura Poltica se hizo presente en los procesosde participacin de los ciudadanos y ciudadanas de Monteradurante el periodo 2006-2008?

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    Justificacin

    Dentro de la historia de Colombia, la ciudad de Monteraha sido uno de los lugares clave donde se han forjadosucesos importantes que han afectado, en trminosculturales, sociales y polticos, los destinos de la nacin.Ya son reconocidas por muchos las organizaciones,reivindicaciones, logros, aportes y movilizaciones quepropiciaron entre 1915 y 1926 grupos de obreros, sirvientas,campesinos y artesanos liderados por Vicente Adamo, unitaliano apasionado por las luchas y las reivindicaciones socialesde los trabajadores, quienes crearon la Sociedad de Obreros yArtesanos de Montera (1918), con el nimo de impulsar lasorganizaciones sociales y comunitarias en la tarea de trabajarpor una reforma agraria justa y erradicar los sistemas decontratacin, establecidos desde la poca colonial, quepermitan a los amos la explotacin laboral y el maltrato desus peones. Tambin es digno de mencionar en la historia de

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    Montera el gran aporte que hizo Juana Julia Guzmn, al liderar,con el aval del italiano, la creacin de la Sociedad de ObrerasRedencin de la Mujer (1919), que trabaj en medio de uncontexto marcado por el machismo y la exclusin femenina,en la necesidad de recuperar la dignidad de la mujer comosujeto de derechos y como persona capaz de influenciar en latransformacin social y poltica de la ciudad. Su trabajo la hizoser reconocida como una de las pioneras del movimientofeminista en Colombia. Estos esfuerzos incidieron en laproliferacin de organizaciones similares en la Costa (y entoda Colombia) y la presencia en el campo mediante laconformacin de asentamientos campesinos en terrenos baldosde Callejas, Canalete y Lomagrande. (Fals Borda, 1976;Negrete, 1981; Castro, 2003).

    Pero tambin, la ciudad ha sido dolorosamente afectada por elconflicto armado que la transform en cuna receptora depoblacin desplazada por pobreza, violencia y calamidadesnaturales, desmovilizados y vctimas, con todas lasconsecuencias que ello implica.

    Todos estos fenmenos y experiencias de participacin social,poltica y ciudadana, y muchos otros procesos claves en laconstruccin del tejido social presente, requieren ser analizadosen trminos de la incidencia que han tenido en el desarrollo dela cultura poltica monteriana existente, buscando no slocompilar los aprendizajes y desafos que dejaron, sino tambinpara realizar estudios a profundidad que permitan comprendero describir el panorama poltico actual. En este sentido, lapresente investigacin busca realizar aportes significativosfrente a la debilidad de conocimiento y documentacinbibliogrfica existente en la ciudad en lo que a cultura polticay participacin ciudadana se refiere.

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    Por otra parte, se hace pertinente mencionar que la presenteinvestigacin contendr una lnea de base que permitir, a lasentidades y administraciones de gobierno, medir objetivamenteel impacto de las acciones y proyectos que pretendan ejecutaren materia de participacin ciudadana; dado que resultacomplejo saber los efectos alcanzados, si se desconoce elpanorama previo de la participacin y la cultura poltica en lacomunidad que se aspira intervenir, en este caso la monteriana.Adems, las organizaciones sociales y comunitarias podrndisponer de conocimientos e insumos tericos, que puedencontribuir en sus dinmicas sociales y operativas, buscandoresponder a los retos y responsabilidad que implica laparticipacin en los procesos de gestin pblica soportada enla democracia participativa y en el Estado social de derecho.

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    Impacto

    Con la presente investigacin se determin el tipo deCultura Poltica presente en las dinmicas y procesosde participacin ciudadana que se desarrollan enMontera, aspecto que representa un importante insumo parala caracterizacin de los conocimientos y realidades en materiade ciudadana y democracia participativa en la ciudad. Tambines claro que este enfoque dio luces para entender lo que pasadentro de los escenarios sociales de interlocucin comunitariay de participacin poltico-ciudadana de Montera,contribuyendo para que las instituciones del Estado y las ONGque trabajan estos temas y que requieren de investigacionesaplicadas, puedan intervenir la realidad con programas yacciones coherentes con las necesidades del contexto.

    Por otra parte, la informacin es de gran ayuda a laAdministracin Municipal que, desde su plan de desarrollo, ha

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    manifestado inters por propiciar nuevos espacios departicipacin ciudadana, tanto en los diseos de los programascomo en la implementacin de los mismos, y podr usar losresultados de la investigacin para conocer de cerca lasdinmicas y procesos de participacin ciudadana que se estndesarrollando en algunos barrios de la ciudad, como tambinlas actitudes e intereses que los monterianos tienen dentro desus iniciativas e instancias de participacin. Esto podrfavorecer al perfeccionamiento de estrategias de trabajo y atener indicadores de base, que contribuyan a medir el impactode los programas y proyectos a ejecutar, teniendo comoprincipio la democracia participativa. Adems, es importantemencionar que este nuevo enfoque de investigacin ha sidocomplemento del trabajo que vienen realizando en Monteralos grupos de investigacin sobre Calidad de vida y Familiade la Universidad Luis Amig y el Centro de Estudios Socialesy Polticos de la Universidad del Sin, los cuales han venidoestudiando temas polticos, sociales y familiares en la ciudad.

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    Contexto local

    El municipio de Montera, tena segn el censo de 2005,381.525 habitantes, distribuidos as: 288.192 en el reaurbana y 93.333 en el rea rural y una superficieaproximada de 3.141 km2. La ciudad se encuentra localizadaal noroeste de Colombia a 845' de latitud norte y 75 53' delongitud oeste. Tiene una altitud de 18 msnm, una temperaturapromedio de 28C y una precipitacin media anual de 1.156mm.

    La Perla del Sin, como es conocida a nivel nacional, fuefundada por Antonio de la Torre y Miranda a peticin de ungrupo de indgenas liderados por los caciques Ventura Molledoen 1759 y Sebastin Alequenete en 1772, quienes solicitaron,insistentemente y en diversas ocasiones al gobernador deCartagena, Juan Torrezar Daz Pimienta, la fundacin delpueblo que slo fue posible el primero de mayo de 1777 con el

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    nombre de San Jernimo de Buenavista, pero luego cazadores,pescadores y madereros procedentes de Chuchurub, La Ceiba,Mocar y Ceret, comunidades vecinas, impusieron su nombreoriginal: Montera (Valencia, 1987, p.25), nombre derivadode la primordial actividad de subsistencia: montear, quecomunica la idea de abrir trocha en el monte para cazaranimales.

    Sus inicios en la etapa colonial, muestran un pueblo habitadopor blancos, negros, indgenas y mestizos, esclavos y libres,que en 1780, contaba con 200 familias que sucumbieron porms de un siglo ante el letargo y el olvido, lo que gener unestilo de vida conformista y una pasividad que se vieronreflejadas en una psima calidad vida que a la postre estancaronal poblado (Castro, 2003). El estancamiento referido tiene susexplicaciones histricas. Una de ellas puede entenderse en elhecho de que Montera en su gnesis nunca fue un finsignificativo dentro del expansionismo colonial, sino ms bienun medio para encontrar un camino de fcil acceso haciaUrab, Choc y Antioquia y extender el podero imperial; estopermite entender el por qu esta zona no fue de inters para laCorona espaola en trminos de inversin social y urbanstica.Adems, las condiciones geogrficas de la zona no eran lasmejores, la mayora eran terrenos montaosos y cenagosos, ylos habitantes vivieron en condiciones precarias durante muchotiempo, panorama que empez a tener un poco de mejora amedida que el pueblo iba subiendo de categora: primero aParroquia, en 1783; despus a Villa, en 1807; luego a Cabecerade Distrito, en 1840; ms adelante ascendi a Municipio en1923, y finalmente en 1952 se convirti en la capital deldepartamento de Crdoba, lo que abri puertas para que se

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    gestara un nuevo ambiente a nivel social, poltico, econmicoy educativo, que inclua construcciones de nuevas vas deacceso, edificaciones y planes de mejoramiento de calles yviviendas.

    Algunos en un intento por analizar los procesos de cambio ycrecimiento de la ciudad, se han atrevido a sealar dosmomentos claves en su historia: un primer auge se da con suascenso a la categora de Capital de uno de los departamentosms frtiles de Colombia, propiciando una gran explosinsocial, econmica y cultural que readecu la ciudad buscandoponerse al nivel de lo que implicaba esta designacin; elsegundo auge, abarca los cincos decenios siguientes en loscuales la ciudad empieza un proceso acelerado de urbanizacin.Entre la dcada de los aos cincuenta y setenta, historiadoreslogran apreciar estos avances, describiendo a Montera comouna ciudad que [...] tiene una excelente urbanizacin y estdividida en avenidas que corren de sur a norte, calles que vande oeste a este, llevando en cada cruce sus respectivas placasindicadoras y ostentando cada casa una numeracin quepermite una orientacin rpida. (Exbrayat, 1996, p.20).

    A todo esto, se suman construcciones importantes, entre ellasla de diversas escuelas de formacin bsica primaria; la vahacia el alto Sin; el puente sobre el ro Sin (1956), que unia las dos Monteras (la de la margen izquierda con la de laderecha); la creacin de los primeros centros de educacinsuperior, entre los que se destacan la Universidad de Crdoba(1962) y la Universidad del Sin (1974) y la creacin delaeropuerto (principio de los aos setenta).

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    4.1 Las resignificaciones del ro y sus pininos en laeconoma

    Por otra parte, en lo concerniente a la economa de Montera,es importante afirmar que ha ido teniendo cambios a lo largo yancho de la historia, siendo la produccin agrcola el eje en suetapa colonial. Los registros histricos muestran que [] lalocalizacin de Montera como vecina de la provincia deCartagena de Indias, permiti a ambos emplazamientosaprovechar los beneficios de la cuenca, ventajas que seincrementaron cuando se descubri el verdadero potencialnavegable del ro, el cual ofreca innumerables posibilidadesde comunicacin fluvial con sus pueblos vecinos. Se estableciun gran intercambio comercial con el puerto de Cartagenadistante 330 kms que enlazaban todos los asentamientosribereos, desde lo alto del ro en Tierralta, con su abundanteproduccin de aceite, madera, frutas y races medicinales,pasando por Ceret y Lorica hasta llegar a Cartagena. (Abello,2000, p.279).

    Lo estratgico de la zona y la diversidad de recursos hizo posibleel primer intento por instalar empresas desde 1844, entre ellasla Compaa del Sin, como tambin todo el proceso deintercambio comercial, cimentado en mayor medida a travsdel ro y el arribo desde mediados del siglo XIX de inmigrantesprovenientes de diferentes partes del mundo, siendo losfranceses los primeros que hicieron presencia, despus llegaronnorteamericanos, sirio-libaneses e italianos, que generaronnuevas dinmicas comerciales basadas en la venta eintercambios de diversos tipos de recursos: textiles, productose insumos agrcolas y accesorios, entre otros. Es en esa primeramitad del siglo XIX, cuando llegan al territorio cordobs

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    compaas francesas como Dujardin, Lacharme y Striffler, quetienen como propsito la explotacin del cerro Higuern en elAlto Sin que, aunque fracas dej abiertas las posibilidadespara nuevas penetraciones.

    Tiempo despus se da un gran salto de una economa netamenteagrcola a una economa marcada por la ganadera, [...]logrando hacer parte de la gran expansin ganadera costeaque se dio entre las dcadas de 1870 y 1920 que impuls laexportacin de bovinos a las islas del Caribe y pases vecinosentre los cuales se destacaban Cuba, Panam y en menormedida Mxico y Venezuela. (Viloria, 2002, p.297).

    Montera para el primer semestre de 1916 report niveles deexportacin de cerca de 2.100 reses de ganado vacuno (Guacomercial del Sin, citada por Castro, 2003), aspecto que hizoposible la creacin del primer Banco del Sin en 1916, seguidode la aparicin de la Caja de Crdito Agrario (1938), el Bancode Bogot (1938), el Banco Central Hipotecario (1943); conello se potenci la economa y la inversin nacional y extranjeratrayendo consigo almacenes y la primera fbrica de gaseosas,El Diamante, que abri paso a nuevos procesos detransformacin de la poblacin desde mediados de la dcadade los treinta.

    Con todo este adelanto social, en la primera mitad del siglo XXse fortaleci la comunicacin terrestre con la construccin devas que replantearon las lgicas comerciales y los centros dedistribucin, haciendo que el ro dejara de ser el centro de lamovilidad y del intercambio comercial, y con el paso del tiempo[...] dej de ser borde para convertirse en muro de divisinestratigrfica entre el casco original y los asentamientos

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    ubicados en la margen izquierda, cuya utilidad agrcola pesabams que cualquier excusa constructiva; igualmente, la arteriafluvial dej de ser el eje orientador del crecimiento lineal de laciudad y se volvi su traspatio, al cual se le arrojan todos losdesechos humanos, urbanos e industriales. (Abello, 2000,p.280).

    Ms aun, dcadas despus la situacin empeor con laconstruccin de proyectos hidroelctricos que impactaronnegativamente los recursos arenferos y la vida ictiolgica delro, adems de la ausencia de proyectos educativos ysocioculturales para que las personas lo valoraran y cuidaran,y de esta manera impulsar una nueva economa, aprovechandoel potencial turstico que ofreca.

    4.2 Los inicios de los grandes dilemas sociales

    Entre la dcada del ochenta y principios de los noventa, laagricultura volvi a ganar espacios junto a la cra tecnificadade pollos y a la reactivacin de la ganadera, de tal manera quese inici un proceso de agro-industrializacin: fbricas de aceitecomestible, cultivos y jugos de frutas, alimentos para ganado ydesmotadoras; ya para esta poca Montera empez aconvertirse en un centro subregional que ofreca serviciosfinancieros, comerciales, de salud y de educacin superior. Estarealidad expuesta podra haber sido mejor de no ser porque eneste perodo se intensific con muchsima ms fuerza elconflicto armado: al tradicional enfrentamiento entre guerrillas(EPL - Farc) y Fuerzas Armadas se sumaron los paramilitares,las autodefensas, el narcotrfico y un aumento de ladelincuencia organizada (Berrocal & Negrete, 1997).

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    Esta situacin blica impact la economa agrcola y toda laproduccin interna del municipio, generando consigo eldesplazamiento masivo de campesinos de Crdoba y de diversasregiones de Colombia hacia la capital del departamento queengrosaron los cinturones de miseria y detonaron otros tiposde violencia urbana debidos a la pobreza, el desempleo, loshomicidios y la ausencia de oportunidades para reacomodarseen la nueva vida urbana. Las estadsticas mostraban que paraese entonces, 1994, la ciudad de Montera contaba con ms decuarenta asentamientos subnormales, receptores de unapoblacin desplazada de aproximadamente 24.484 inmigrantespor violencia poltica y econmica (Negrete, 1994). Para el 2007el problema creci y [...] la ciudad con un rea aproximadade 5.000 hectreas, tena 400 de ellas ocupadas por un pocoms de medio centenar de asentamientos subnormales con unapoblacin de 100.000 personas (Negrete, 2007, p.1).

    El municipio de Montera se ha caracterizado por ser unmunicipio receptor, es decir, una ciudad atractiva para lapoblacin desplazada que decide instalarse por factores quevan desde la cercana a otros departamentos expulsores, hastala familiaridad con el territorio debido a que algunos tienenparientes o amigos que les pueden brindar ayuda. Segn cifrasde Accin Social, entre los aos 1997 y 2007 la ciudad deMontera recibi 26.782 desplazados por la violencia querepresentan 5.544 familias. Los desplazados que llegan a laciudad provienen algunos del mismo departamento; otrosvienen de los urab antioqueo y chocoano y de otraslocalidades de Antioquia y de Sucre, en su gran mayora.

    En este sentido, es posible mirar en Montera dos zonas: unaurbana, adornada por construcciones y edificaciones llamativas

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    que rodean las reas del centro y del norte, producto de avancesen su apertura econmica y otra rural, rodeada de pobreza ymiseria, es la de la periferia y de los sectores populares dondees posible circunscribir a las familias asentadassubnormalmente en la ciudad por diversos motivos, y quepresentan rasgos de una poblacin netamente inmigrante quepuede entenderse mejor bajo la caracterizacin hecha por laFundacin del Sin Montera sigui atrayendo dos clases deinmigrantes pobres, la de los forzados que son obligados a salirpor el conflicto armado o la situacin completa de abandonodel campo en todos los sentidos, debido a la ausencia depolticas y programas para la poblacin rural y a la orfandaden que han quedado despus de las calamidades naturales comolas inundaciones y las avalanchas de los ros; la otra inmigracines la de los voluntarios, son los que deciden por su cuenta yriesgo salir de sus pueblos con la intencin de mejorar suscondiciones de vida, algunos cuenta con apoyo familiar, otrosno tienen nada y salen a sobrevivir de cualquier manera, aunquesea del rebusque, en cualquier barrio popular o asentamientosubnormal de la ciudad. (Negrete, 2003, p.35).

    Los datos muestran significativamente que la realidad con queMontera entr al nuevo siglo no ha sido la mejor, losindicadores que miden los niveles de pobreza y condiciones devida de la poblacin sealan que [...] como consecuencia deestos procesos y otros factores, entre el 60% y el 70% de lapoblacin del municipio se encuentra en condiciones depobreza y de stos, el 24.72% de la poblacin urbana y el 51.37%de la poblacin rural se encuentra en condiciones de miseria.(Dane, citado en El Universal, 2008).

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    Lo cual quiere decir que un amplio grupo de monterianos ymonterianas vive en condiciones de profunda vulnerabilidad,bien porque estn ubicados en zonas de alto riesgo o porqueno disponen de medios y condiciones que les permitan satisfacersus necesidades esenciales y el acceso a los servicios pblicosbsicos. Son mltiples los factores que han disparado la pobrezay la miseria existente en la ciudad: el conflicto armado, eldesplazamiento masivo, la tradicin poltica dominante y laausencia de programas estructurales en contra del desempleo,el hambre y la desigualdad social, entre otros; aspectos que sinduda alguna han golpeado la economa monteriana que sedebate entre la formalidad y la informalidad y que cada dacrecen como expresin de este cuadro de exclusin y ausenciade oportunidades.

    En lo formal, Andrade & Negrete (2005) consideran que elproceso que vive la ciudad en los ltimos aos se debe alincremento de captaciones en el sistema financiero; lasinversiones, va crdito bancario, efectuadas en el comercio yla vivienda de estratos medio y alto; la presencia de nuevosinversionistas de distintos lugares del pas; las obras deinfraestructura de las administraciones gubernamentales y elmantenimiento de su economa tradicional basada en laagricultura, ganadera, minera y una incipiente manufactura.De stas, [...] las que ms proporcionan empleo son elcomercio, la vivienda y los cultivos en determinadas pocas.En cambio, en la industria, donde s necesitamos cambiosimportantes, no hay inversiones. Mal que bien se siguensosteniendo sus unidades ms dinmicas: panadera yrepostera, refrescos y helados, alimentos, procesamiento demaderas, artesanas, confecciones, aseo y desinfeccin yembotelladoras de gaseosas. (Andrade & Negrete, 2005, p.4).

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    En lo informal, la tasa de ocupados dedicados a esta economagris en Montera alcanza segn el Dane al 69.2% de lapoblacin, siendo la venta ambulante el medio de supervivenciaal que la poblacin monteriana desempleada recurre con mayorfrecuencia.

    4.3 Lo polmico de la ciudad

    La Gobernacin de Crdoba 2007-2011, plante su Estrategiade Generacin de Empleo teniendo en cuenta slo el porcentajede desempleo oficial y no las altas cifras de subempleo lo quehace que las estadsticas de desocupados se vean minsculas(Boletn oficial, 2008), esto quiere decir que las cifras deeconoma informal se mantendrn o muy seguramente seduplicarn con el transcurrir de los aos, pues poco o nada seest haciendo para brindarle a la gente alternativas econmicasmejores, y que existe limitada conciencia poltica de que, enparte, la economa gris o informal es un problema grave parala poblacin, pues un gran porcentaje de ella queda por fuerade los planes de pensiones y salud por causa de la informalidad(Andrade, 2007).

    Por todo lo anterior, el presente panorama social, poltico yeconmico de Montera despus de ms de 50 aos de suascenso a ciudad capital, es complejo y polmico. Para algunos,la ciudad est en su mejor momento de desarrollo debido alcrecimiento urbanstico que ha tenido en los ltimos diez aos,en especial a comienzos de este nuevo siglo, lo que ha permitidoque sigan llegando multinacionales y capital extranjero, quehan generado nuevas oportunidades y empleos favoreciendo amuchos de sus habitantes. Otros, consideran que aunque la

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    ciudad ha progresado urbansticamente, no lo ha hecho demanera integral, pues no ha favorecido a todos los estratos, ypor el contrario se ha ampliado la brecha entre ricos y pobres.Por lo cual hoy, la ciudad de Montera muestra varias caras deuna misma realidad: la del norte con familias de estratos 5 y 6de gran solvencia econmica; la del centro con familias deestratos 3 y 4; la del sur, formada por familias de barriospopulares de estratos 1 y 2 y la subnormal, compuesta por unamplio grupo de familias localizadas en asentamientosdiseminados en la periferia de la ciudad, y que puedenclasificarse en un nuevo estrato tipo 0, pues viven con menosde $2000 al da y en condiciones de pobreza y miseria absoluta.(Garcs, 2004).

    En todo este contexto esbozado, la sociedad monteriana,expresada en grupos, movimientos y organizaciones de lasociedad civil, ha tenido diferentes posiciones y actuaciones alo largo y ancho de la historia, que en algunos casos han logradopotenciar cambios a favor del bienestar colectivo, en especialpara las comunidades vulnerables, y en otros casos, han sidocaldo de cultivo para que algunos partidos polticos busquensu propio beneficio, aprovechndose de la misma dinmica depobreza y exclusin; adems el conflicto armado, que se haextendido con fuerza hacia la capital, ha empezando a controlary permear diferentes escenarios poltico, social, econmico yeducativo, generando una cultura de clientelismo, corrupciny miedo que ha restringido, en la actualidad, el desarrollo dela democracia participativa, generando as un impactodeformador en la construccin de tejido social. Son muchoslos desafos que tienen los habitantes de Montera en trminosde lograr la consolidacin de una ciudad ms incluyente y librede miseria y pobreza, sin embargo la desaceleracin de estos

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    males no ser posible sin la presencia de un Estado eficientecomprometido con la justicia social y con el logro de los finespara la cual se justific su creacin, y por supuesto con lapresencia de ciudadanos activos que busquen incidir ms allde su entorno microsocial, apropindose de su rol y susderechos en aras de proponer e incidir para el desarrollo depolticas pblicas y polticas de Estado a favor de todos y todasy en especial de los ms necesitados, para los cuales losderechos consagrados en la Constitucin siguen siendo todavauna fbula lamentable. De estos aspectos se hablar en elcaptulo sobre Antecedentes de la Participacin Ciudadana enMontera.

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    Objetivos

    5.1 Objetivo generalAnalizar el tipo de Cultura Poltica presente en los procesos departicipacin de los habitantes de la ciudad de Montera en elperiodo 2006-2008.

    5.2 Objetivos especficosIdentificar las orientaciones cognitivas (conocimientos) delos habitantes de la ciudad de Montera dentro del sistemapoltico.Identificar las orientaciones afectivas (participacin) quetienen los habitantes de la ciudad de Montera dentro delsistema poltico.Identificar las orientaciones valorativas (opinin pblica)que los habitantes de la ciudad Montera hacen del sistemapoltico.

    5.

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    Referente terico

    Son muchas las teoras y definiciones que se han gestadoen torno a los conceptos de cultura poltica yparticipacin ciudadana y no es el inters de este estudiohacer un anlisis terico o comparativo de la evolucin ydesarrollo que ha ido teniendo la teorizacin existente sobreestos temas, sino ms bien describir los procesos departicipacin ciudadana que se desarrollan en un contexto localespecfico, en este caso la ciudad de Montera, para que deesta manera se pueda hacer una aproximacin a la CulturaPoltica que subyace desde la prctica participativa. Sinembargo, es pertinente mencionar desde qu ptica seanalizarn estos procesos y desde qu posicin se asume lamirada descriptiva de esta investigacin.

    La nocin de cultura poltica con que se entendern lasdinmicas de participacin ciudadana, partir de una

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    perspectiva psicosocial (enfoque conductista), en la cual seubican los estudios de Almond & Verba (1963), soportes claveen esta investigacin. Por otro lado, la visin de ciudadana,punto de partida de este estudio, se tomar desde un planointegrador que tiene en cuenta tanto el modelo liberal, quemira al individuo en su rol de sujeto de derechos y libertades,aspecto clave para entender lo colectivo, como tambin desdeel modelo comunitario, partiendo de la idea que la realizacinindividual no puede darse si no es en condicionessociocomunitarias, marco efectivo de participacin que tieneen cuenta los procesos de organizacin y actuacin social ycomunitaria. Esto incluye las dinmicas de ciudadana activa-colectiva, que tienen en cuenta la actitud o posicin, es decirla conciencia de pertenencia a una colectividad fundada sobreel derecho y la situacin de ser miembro activo de una sociedadpoltica independiente. (Touraine, A., 1992, p.381)

    En lo concerniente al primer modelo, el presente estudioobservar los conocimientos y percepciones que poseen loshabitantes del sistema democrtico de Montera, losmecanismos e instancias de participacin ciudadana existentes,la manera cmo los ciudadanos evalan el sistema de gobiernoy los escenarios creados para su participacin. Para el segundomodelo, la investigacin tendr en cuenta tanto la adhesin oparticipacin de las personas a grupos sociales, comunitarioso polticos, como tambin la apropiacin que hacen de losmecanismos y escenarios de participacin creados por ley paradefender sus derechos, dndole primaca al bienestar colectivopor encima del individual.

    La nocin de ciudadana comunitaria-activa encuentra soporteen los procesos de participacin e integracin social de las

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    personas, donde ser ciudadano implica comprometerseresponsablemente en la tarea de que las instituciones funcionenadecuadamente propendiendo por el bienestar social y colectivode los ciudadanos y ciudadanas. Por ello, ser ciudadano implicaestar abiertos a participar activamente en la vida pblica yestar dispuestos a someter su inters particular al intersgeneral de la sociedad (Steenbergen, 1994).

    6.1. Antecedentes sobre cultura poltica yparticipacin ciudadana

    Los temas de cultura poltica y participacin ciudadana hansido objeto de estudio de diversos actores en todo el mundo.Gobiernos, fundaciones, sectores de la educacin y acadmicos,investigadores, entidades gubernamentales y no gubernamen-tales, organizaciones sociales y comunitarias, entre otros,reconocen y ven en la participacin ciudadana un indicadoresencial de una sociedad democrtica funcional, que requierela consolidacin de una nueva visin de Estado cada vez msincluyente, donde se valore la libre expresin y se reafirmen laconvivencia, la equidad, el reconocimiento de la diversidad yel respeto a los derechos humanos.

    En este sentido, podra pensarse que participacinciudadana,democracia y Estado, conforman una triadainseparable para propiciar una dinmica social que requiereno slo que el ciudadano se apropie de su condicin de sujetopoltico (con derechos y deberes), llamado a participar de laconstruccin de su ethos y su entorno sociocultural, sino quetambin requiere un espacio territorial (pas, ciudad, municipio,corregimiento, vereda) donde ejercerla, y un estado

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    democrtico que garantice el libre acceso de los ciudadanos acada una de las instancias de participacin y de gobiernoexistente, tanto a nivel gubernamental como dentro de losescenarios sociales y comunitarios creados y amparados porla ley.

    Lo contrario de las sociedades con democracias participativasson las dictaduras, donde se cercena la libre expresin, y losque piensan diferente y se mantienen fieles a sus ideales yprincipios [...] slo tienen una de las tres opciones que elperiodista colombiano Daniel Samper Pizano argumenta: elexilio, el destierro o el entierro, muchos de los sistemasdemocrticos en Amrica Latina siguen intentandodesprenderse de esos lazos invisibles de dictaduras que losacompaaron durante largos aos. (Garcs & Negrete, 2008,p.13).

    Dentro de esta perspectiva sociopoltica de la participacinciudadana, acadmicos como Alfredo Sarmiento (comunica-cin personal), la observan como un mecanismo determinantepara contrarrestar la pobreza, ya que segn l solamente haydesarrollo si la sociedad logra que la gente no est limitada nosolo por la miseria econmica, sino tambin por la exclusinpoltica o por la exclusin social. Para Sarmiento cualquierade esas tres demarcaciones produce pobreza e impide eldesarrollo.

    Esta lnea de pensamiento se identifica fuertemente con lastesis de Amartya Sen, premio Nobel en Ciencias Econmicasde 1998, una de las cuales considera el desarrollo como lacapacidad de la gente de ampliar sus posibilidades de progreso,el cual no es posible si el ciudadano no se mueve dentro de un

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    marco de libertad y de ayuda social por parte de los sistemascreados para protegerlo y brindarle oportunidades. Aqu, tantoel individuo como el Estado, deben asumir su responsabilidady compromiso de forma preactiva, a fin de generar un entornosocial apropiado para ejercer la ciudadana y la libertad, sinque sean restringidas por factores que atenten con lasposibilidades de desarrollo y la obtencin de ms dignascondiciones de vida. Es por eso que Gerardo Reyes (2004)afirma que El argumento a favor de la ayuda social comoherramienta para crear libertades est estrechamente vinculadocon el ejercicio de las responsabilidades individuales y por tantoes reciproco. No se trata de que el Estado dicte lo que se debahacer, sino que ample la posibilidad de alternativas para queel individuo pueda elegir responsablemente. El compromisosocial en apoyo a la expansin de libertades no slo es tareadel Estado, sino de diversas organizaciones polticas y sociales,de comunidades, de organizaciones no gubernamentales y demedios de comunicacin social [] el crecimiento de laslibertades polticas y civiles es un proceso central en el rumboal desarrollo. La parte relevante de la libertad es poder actuarcomo ciudadanos (Reyes, 2001, pp.4-5)

    Y ser ciudadano requiere traducirse en una actividad, en dondela participacin real y efectiva de las comunidades quedeformalmente explicitada dentro de espacios para la toma dedecisiones y avalada dentro de la institucionalidad que lademocratizacin poltica intenta implementar (Aedo, 2004).

    En Colombia los procesos de participacin ciudadana que sehan dado en los ltimas dcadas han sido interesantes a pesarde las problemticas sociales de injusticia, corrupcin,desigualdad e inequidad que han golpeado al pas, empeoradas

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    muchas veces por la implementacin de modelos de desarrolloineficaces y por el fragor del conflicto armado, que sushabitantes han tenido que vivir por ms de cincuenta aos, yque ha limitado en algunas regiones la libre participacin enescenarios polticos y comunitarios.

    Investigadores como Mnera Ruz (1999) consideran que enColombia durante los ltimos 20 aos, las transformacionesen el espacio de lo pblico y la emergencia de nuevos escenariospolticos estuvieron relacionadas por la explosin de prcticasy estrategias participativas y por la proliferacin de estudiossobre el tema. Diversos actores convirtieron la participacinen uno de los ejes de su praxis. El anlisis sobre ella implictramar un discurso social que produjo mutaciones en losprocesos de configuracin de la legitimidad poltica y social yen las mediaciones entre la Sociedad Civil y el Estado.

    Muchos de los debates y estudios que se han dado en torno a laparticipacin ciudadana en Colombia, han tomado comoexclusivo punto de referencia el tema poltico, analizandoespecialmente los procesos sociales que se gestaron por lapugna de poderes entre los partidos y la violencia desatadaque logr aplacarse temporalmente con la creacin del FrenteNacional, que signific acuerdos entre unos y exclusin polticade otros. Mnera (1999), considera que es en los ochentacuando el concepto de participacin pasa a un primer planodentro de la reflexin poltica y social del pas; teniendo encuenta que durante las dos dcadas anteriores, el debate sobrelas relaciones entre la sociedad civil y el Estado gir en tornoal carcter restringido y excluyente del rgimen polticocolombiano, y como rezago del Frente Nacional, laparticipacin era vista como un vaco institucional, como una

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    carencia de la vida poltica nacional o como un anhelogeneralizado pero no como una prctica social con condicionesinmediatas de viabilidad.

    De esta manera, los estudios sobre participacin en Colombiaestuvieron concentrados en analizar los conflictos sociales, elsistema electoral y las discusiones y dinmicas que se gestaroncon la aparicin de movimientos populares y de izquierda, loque mostraba un pas que exiga el rompimiento de lapolarizacin poltica e ideolgica para darle cabida a unadinmica social y poltica diversa en donde tuvieran asiento yrepresentatividad todas las comunidades y grupos sociales sindiscriminacin.

    Posteriormente, cada gobierno, en su intento por lograr la pazprocurando un ambiente de fraternidad entre los partidos y dedilogo con los grupos guerrilleros alzados en armas, generuna estrategia de participacin y de acercamiento nacional quedej sus aportes y sus vacos. Aun as, el mayor logro frente altema de la participacin ciudadana tuvo su clmax con laConstitucin de 1991, que dio legitimidad a nuevos mecanismosde participacin ciudadana, a variados actores sociales y a otrasalternativas polticas, como tambin a la necesidad de ampliarlos escenarios de participacin configurando un nuevo modelode ciudadano que, ms que un sujeto sufragante estuvieracomprometido con la construccin del nuevo Estado deDerecho.

    Frente a esto, lvaro Mina (2005) considera que el nuevoescenario de la democracia participativa, enmarcada en laConstitucin del 91, le da un nuevo sentido tico al ejerciciode la poltica, a la aplicacin de la justicia, al bienestar social y

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    busca el econmico para las mayoras nacionales. Por eso,garantizar la paz, a travs de comprometer a cada uno de losciudadanos con un destino pblico cobra un nuevo significado.De ah que se proclama un nuevo Estado: el Estado social dederecho, cuya misin es dar plenas garantas jurdicas a todoslos colombianos, ampliando el espacio pblico para el debaterazonado, en la bsqueda de la concertacin o acuerdo en lasolucin de los grandes conflictos que afligen a la sociedadcolombiana.

    A pesar de esta nueva intencin poltica, Mina considera que sibien la Constitucin del 91 avanz en el tema de la inclusin yla participacin como objetivos clave para reducir los nivelesde exclusin social, an falta mucho por renovar, pues de los380 artculos consagrados en ella, tan slo 33 estn destinadosa tratar el tema de la participacin poltica, es decir el nuevepor ciento. Es claro que la ley en s misma es importante parala construccin de un clima poltico libre de omisiones, perose vuelve insuficiente si no garantiza el cuidado de la poblacincivil y el cumplimiento de sus derechos fundamentales, es poresto que algunos consideran que Vale la pena que se pudieraconvocar a toda la sociedad civil y a todos los gremios,universidades, intelectuales, iglesias y todas las organizacionessociales y comunitarias para hacer un balance nacional de loque el pas ha logrado en estos 17 aos de cambio de suconstitucin nacional, an as, las estadsticas e informesdevelan un pas en el que a pesar de que ha fortalecido suaparato legislativo (aspecto importante y necesario), emitiendodecretos y leyes por doquier, stos no han sido suficientes parasuprimir del mapa social los problemas de desigualdad einjusticia, de inequidad social y econmica y de exclusin socialy poltica que trastoca todos los rdenes de la vida y que ponen

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    en duda la legitimidad de la democracia (Garcs &Negrete,2008, p.60).

    Aristizabal (2007) cree que el desarrollo jurisprudencial ydoctrinal del derecho a la participacin se ha dado de formatangencial, aunque resalta que con la nueva constitucin elciudadano cuenta con una amplia gama de diversidad decompetencias que le permiten una actuacin ms activa frentea los asuntos del Estado, por ejemplo, en el caso de la tutelaencontr que el 86% de los accionantes la interpuso a nombrepropio, sin apoderado judicial, solo un 14% lo hizo por mediode un abogado; sin embargo, tambin encontr que el mayorvulnerador del derecho a la participacin poltica es el Estadoa travs de sus instituciones pblicas, vulnerndose ademsalgunos derechos fundamentales como la igualdad y el debidoproceso. Si bien, la nueva constitucin abri un gran espaciopara construir un puente social y democrtico, en contrava almodelo de segregacin y colonizacin que imper en el pasdurante siglos, algunos consideran que los males estructuralesno se resolvieron, por lo cual el cambio de modelo jurdicoqued maniatado ante los problemas de conflicto polticointerno y la eternizacin en el poder de una poltica rodeadade clientelismo y corrupcin, que en mucho casos ha generadouna crisis de gobernabilidad, a lo cual se le suman [...] losperodos de violencia y sus diferentes modalidades, as tambinlos factores socio-econmicos que hicieron posible y facilitaronun sistema econmico que ha implantado un modelo dedesarrollo econmico excluyente y desigual; igualmente, laincidencia del narcotrfico, el fortalecimiento de sectores decapital, la radicalizacin de la clase dirigente, los intentosparticipativos de los sectores sociales como principales actoresdel proceso histrico colombiano y la responsabilidad

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    continuada de los partidos polticos y las fuerzas de seguridadestatal que han llevado al pas a una descomposicin social ycultural. (Parra, 2003, p.1).

    El salto de normatividad constitucional fue clave pero nosuficiente, Restrepo (1993) cree que el problema esencial antiene que ver con las dudas que produce la asimilacin y elcompromiso racional con la construccin de la modernidad yla democracia, que es un proceso que exige lastransformaciones logradas en la Constitucin, adems delrequerimiento de profundos cambios en los referentes de lamentalidad colectiva, hbitos, costumbres y formas decomportamiento histrico, que deben ser pensados en el mismomarco de la mediana y larga duracin histricas. Dichoscambios no van a ser posibles [] si el pas sigue controladodentro del esquema poltico de la tradicin y la exclusin, loque acentuar los obstculos para la construccin yconsolidacin de un real sistema de partidos en el sentidomoderno y as, lentamente, el mismo sistema electoralprofundizar el vaco en su relacin con la participacin social,como potencial instrumento de legitimacin del sistema. Ellodar como resultado catastrfico, la ampliacin del espacioentre el sistema poltico y Estado de un lado y la sociedad civildel otro, deteniendo las posibilidades para un rgimenrealmente democrtico. (Restrepo, 1993, p.32).

    En la misma lnea discursiva considera que el poder de lacultura poltica tradicional ha conducido la tendencia histricade una oposicin escasa en fuerzas y representacin poltica,que slo ha atinado a plantearse como tal, mediantemecanismos y actitudes fundamentalmente contestarias,marginndose de la construccin de estrategias propuestas o

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    modelos alternativos para la funcin de lo poltico que puedenreivindicar los rasgos necesarios para una nueva culturapoltica en el pas.

    Rocha (2005), se mete en la paradoja que envuelve a la nacinfrente al tema de la participacin ciudadana, al considerar quegracias a la Constitucin del 91 aparecieron espacios departicipacin como las juntas administradoras locales, loscomits de participacin comunitaria especializados en el reade salud, los consejos de cultura y educacin y los mecanismosde participacin como los plebiscito, la consulta popular, elcabildo y la accin de tutela, pero lo cierto segn l, es quedespus del auge de la Constitucin, la participacin tanto enlos mbitos de decisin como en la utilizacin de losmecanismos institucionales, ha decrecido de manera ostensible.Frente a esto, Gutirrez (1998 citado en Rocha, 2005, p.37)sostiene que ese desencanto por la participacin se debe, enun principio a que es un producto de dinmicas vinculadas ala desegregacin de lo pblico, a los bloqueos en lasposibilidades de representacin y a la degradacin de la vidaasociativa.

    Otros acadmicos en la misma va, intentan comprender lacrisis de los Movimientos Sociales Urbanos (MSU) en Colombia.A pesar de que en otros tiempos el pas tuvo grandesrestricciones sociales, polticas y legislativas, se vean continuasmovilizaciones y expresiones de grupos y movimientos en prode los derechos humanos, civiles, laborales y sindicales; hoy,aunque se goza de una mejor apertura poltico-administrativa,desde la renovacin de la carta magna, [...] la crisis de losmovimientos sociales es significativa. Esta es la crisis de larepresentacin en general. Touraine sostiene que no existen

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    movimientos sociales en Amrica Latina porque no cumplencon los principios de identidad colectiva, totalidad y oposicin,y Mauricio Archiva sostiene (para el caso colombiano) que estacrisis es tambin de las expresiones polticas tradicionales, dela izquierda y de las formas organizativas, an cuando esnecesario rescatar que en la dcada de los setenta lasexpresiones de protestas tuvieron que ver con el movimientoestudiantil y campesino, y en los ochenta con la movilizacincvica urbana y regional [] En la ltima dcada se suponaque los movimientos con mayor fuerza seran los feministas ymedioambientalistas, que hacen parte de los nuevosmovimientos sociales, suposicin que no result ser tan cierta,por lo menos no hasta ahora, ya que no se han constituidocomo movimiento, aunque existen experiencias incipientes.(Rocha, 2005, p.41).

    Rocha (2005) cree que parte de esta crisis poltica, que tambintrastoca a los MSU, se debe principalmente a tres razones: lacarencia de una identidad colectiva que responda areivindicaciones o propuestas de gremio y no a maquinariaselectorales o partidistas como en el pasado; el no producircambios en el escenario pblico sino en el privado y a razn decoyunturas particulares evadiendo la poltica pblica y porltimo la prdida de la legitimidad o credibilidad debido a quemuchos de ellos se dedicaron a responder slo a sus intereses.Asegura adems, que la oferta de participacin, desde lasinstituciones que surgieron a partir de la nueva constitucinpoltica, aunque es local y cercana, es pobre porque se limita ala negociacin de un presupuesto restringido, como en el casode las juntas administradoras locales (JAL); tambin consideraque muchos de estos organismos son consultivos y no decisorioscomo los consejos o los comits de participacin comunitaria

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    (CPC), y porque la figura de representacin est viciada dadoque comnmente es asociada con prcticas clientelistas.

    Sin embargo, no se puede desconocer que las experiencias ylecciones extradas de los movimientos populares que surgieronen la historia colombiana, los aportes de activistas y cientficossociales, como tambin el cambio de la constitucin y las nuevasdinmicas sociales y culturales, trajeron un nuevo aireconceptual, jurdico y vivencial al tema de la participacin;tambin han permitido su resignificacin del concepto negativoque lleg a tener entre las dcadas del sesenta y ochenta, alasociarlo al discurso de las luchas sociales, en especial de losmovimientos y partidos de izquierda, al que tiene hoy, queimplica una posicin cada vez ms activa del ciudadano, quedebe asumir su talante civil y su condicin de sujeto de derechoy de deberes para ejercer su ciudadana en cada uno de losescenarios de convivencia social.

    La cultura poltica y la participacin ciudadana, comoconceptos resultan amplios y complejos, para entenderlos deforma aproximada se requiere mirarlos tanto desde suetimologa y reflexin terico evolutiva, como desde la praxissocial que los ha envuelto en diferentes momentos de la historia.Por esta razn cobra validez hacer una revisin terica ampliapara conocer con detalle lo que involucran en s estas categorassociopolticas y sus incidencias en la construccin de capitalsocial; a su vez resulta importante disponer de informacin yconocimientos fruto de estudios empricos que puedan dar unavisin completa de cmo est el pas en esta materia. De estasrevisiones terico-bibliogrficas se hablar a continuacin.

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    6.1.1 Estudios destacados sobre culturapoltica y participacin ciudadana

    Sin desconocer la abundancia de estudios a nivel nacional einternacional sobre cultura poltica y participacin ciudadana,las investigaciones y publicaciones que se mencionarn acontinuacin son referenciadas porque aportan en algunamedida al desarrollo del presente trabajo.

    6.1.1.1. En lo local

    En la ciudad de Montera existen estudios que tocan el temade la Participacin de manera transversal, sobresalen aquellosque buscan entender el comportamiento relacional, socio-organizativo y participativo de sectores populares y marginalesen sus dinmicas cotidianas y coyunturales como los siguientes:Negrete & Alcalde (1999), en uno de sus trabajos analizan lasituacin actual de los habitantes de barrios subnormales deMontera, en los temas de organizacin, liderazgo yparticipacin de la mujer; muestran que en la mayora de ellos,la organizacin social y comunitaria es inexistente o escasa,las causas van desde no contar con lderes que jalonen procesoshasta la desmotivacin que produce haber padecidoexperiencias negativas. En algunos sectores los viejos y viejaslderes de Acciones Comunales estn tratando de mantener suvigencia e influencia a toda costa, dependiendo de lo queconsigan con los dirigentes polticos, casi siempre en pocaselectorales o de su condicin de fundadores o cofundadores.En estos anlisis los investigadores revelan cmo estos lderesde antao con frecuencia recuerdan lo que han conseguidopara la comunidad, los desvelos que han pasado, los sacrificios

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    que han hecho y la incomprensin y el desagradecimiento queles ha tocado soportar; algunos dirigieron invasiones y fundaronasentamientos, son hombres y mujeres con pocos estudios perodecididos a la hora de hablar y exigir a funcionarios y polticos;estn convencidos de ser los legtimos representantes de lacomunidad, con capacidad incluso de cuestionar los trabajosde organizaciones y pedirles rendicin de cuentas. A pesar deesto, [] un buen nmero de estas Acciones Comunalesperpetan sus presidentes y directivas, rotndolos entre s;discriminan el beneficio de las obras y servicios que consiguenpor motivos partidistas; controlan la informacin y las gestionesy no cuentan con planes de capacitacin y renovacin decuadros. Adems este tipo de organizaciones aglutina personasadultas, sobre todo hombres, para la consecucin de obras comobalastada de calles, alumbrado pblico, recogida de basura,obtencin de ttulos de propiedad, hechura de cunetas ymejoramiento de puestos de salud entre otros (Negrete &Alcalde, 1999, p.17)

    La presencia y participacin de la mujer es cada vez ms notoriaen el trabajo comunitario, buena parte de los trabajos que seejecutan en los asentamientos se deben a la gestin y el trabajofemenino,[...] sin su participacin no es posible concebirproyectos y programas, son las mujeres las que estn presentesen las reuniones de padres en las escuelas, en los hogares deICBF, en los comedores y ollas comunitarias, en todos losprogramas de nutricin, salud, saneamiento, empleo,generacin de ingresos [] en cambio los hombres cada dareducen sus responsabilidades, hay quienes creen que la solaentrega de todo o parte de los gastos familiares es suficiente.(Negrete & Alcalde, 1999, p. 21).

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    Negrete & Lavalle (2001), realizan un trabajo documental amanera de sistematizacin de experiencias de desarrollo socialy comunitario, con base en la labor que sobre estos temas hanadelantado de manera conjunta organizaciones nogubernamentales y grupos de desplazados por la violencia paracontribuir en la tarea de hacer ms eficaces los programas decooperacin. La convocatoria y organizacin estuvo a cargode la ONG Accin Contra el Hambre (ACH), participaron doceexperiencias de Crdoba y dos de resguardos indgenas de losdepartamentos de Caldas y Antioquia, respectivamente, ademsse cont con la presencia de delegados de ACH Espaa, MdicosSin Fronteras de Holanda, Comit Internacional para elDesarrollo de los Pueblos y la Oficina del Alto Comisionado delas Naciones Unidas para los Refugiados, entre otros. De lasdoce experiencias presentadas diez fueron de Montera, tresde Montelbano, una de Tierralta y una de Puerto Libertador.Entre los programas de Cooperacin que ejecutan las ONG ylos grupos de desplazados se encuentran: capacitacin ennutricin y salud, agua y saneamiento bsico, organizacin,participacin, autogestin, autoestima, valores, liderazgo;medio ambiente, gnero, recuperacin emocional, derechoshumanos y derecho internacional humanitario; produccin encultivos de pancoger, huertas caseras, aj picante, pollos, cerdos,cachamas, modistera, panadera, artesanas y bloqueras;saneamiento bsico, anlisis de potabilidad y conservacin delagua, pozos artesianos y spticos, letrinas, limpieza de canales,control de basuras y excrementos; salud por medio de brigadasmdicas de emergencia y atenciones peridicas.

    En cuanto a las formas organizativas reconocimos que losdesplazados han adoptado distintas maneras, pero la estructurade las mismas sigue siendo la tradicional, es decir,

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    corporativista, interesados nicamente en satisfacer mnimasy puntuales necesidades bsicas apremiantes, dejando a un ladolo poltico, cultural, ambiental, ldico, tico y democrtico. Elpapel, cada vez ms notable, de la mujer en la organizacin yen los programas productivos, llam poderosamente la atenciny estuvimos de acuerdo en brindarle todo el apoyo posible.Como tambin fuimos unnimes en proponer y solicitar quelos comit de atencin a la poblacin desplazada, lo mismoque las personeras, cumplan con las funciones que lecorresponden. (Negrete & Lavalle, 2001, p.7).

    Agmez & Puello (2004) publican por medio de la Universidaddel Sin en Montera, una investigacin descriptiva que llevapor ttulo Impacto social y jurdico del paramilitarismo enCrdoba y el beneficio de paz para la regin, que se hizo conpersonal afectado por el conflicto, se aplicaron 600 encuestasen su gran mayora a poblacin desplazada; dentro de losresultados ms significativos se cuentan que un 73% de lapoblacin en estudio no cree que se est desarrollando unproceso de paz serio con los paramilitares y que stos cumplan;un 89% no est de acuerdo con que se les perdonen los delitoscometidos y un 87.6% de las personas desplazadas manifiestanque s volveran a las tierras que abandonaron por la violencia.A pesar de estos procesos de paz, la unidad investigativa afirmaque la poblacin que all habita est sometida por el miedo yla incertidumbre sin tener un horizonte claro que le brindegarantas y oportunidades (Agmez & Puello, 2004, p.96).

    Negrete (2006), en uno de sus trabajos sobre organizacionessociales, hace un recorrido por la historia de Montera, paradescubrir los tipos de lderes que ha tenido la ciudad endiferentes pocas, caracterizando cinco tipos de liderazgo: 1)

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    los lderes institucionales, que aparecen en los inicios de laciudad y eran los seores alcalde, sacerdote, maestros y policas,todos mayores de 40 aos, respetados por la mayora de lapoblacin, velaban por las buenas costumbres, el orden y lamoral, cuando se presentaban conflictos mediaban paraconciliar y solucionar las dificultades; 2) los lderes comunales,que hacen su aparicin desde 1958 cuando el gobiernoreconoci las Juntas de Accin Comunal y en el sesenta cuandose hacen efectivas en Montera. Estos lderes han sidoimportantes en el trabajo comunitario porque generaron granparte de los asentamientos subnormales y populares a travsde las invasiones, a veces la nica va para acceder a lotes dondelevantar ranchos; 3) los lderes de izquierda, que hicieron suaparicin a finales de las dcada de los aos sesenta, todostratando de cambiar el pas, unos a travs de reformas yelecciones y otros por la va armada, eran estudiosos de temassociales y polticos, teora y praxis revolucionaria, consagradosa su labor, disciplinados, agitadores, sectarios, sus bases lacomponan estudiantes de secundaria y universidad, profesores,campesinos sin tierra y minifundistas; 4) los lderes polticosde las comunidades pobres que se van formando con el ejemplode los lderes comunales, llevan una vida poltica activa, estnenterados de lo que sucede en las administraciones, en lascorporaciones pblicas y en los grupos polticos, no cuentancon salarios u honorarios por desempear estas actividades, acambio reciben de sus jefes la posibilidad de incluirlos en losprogramas de ayuda asistencial del gobierno, recibir pequeoscontratos, empleos temporales y beneficios mdicos yeducativos; 5) los lderes de ONG, que cuentan con el apoyo deorganismos nacionales o internacionales, el trabajo que llevana cabo en las comunidades es con base en proyectos oprogramas espec