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LEWKOWICZ: Subjetividad y Globalización. . La “Historia de la subjetividad”, es un modo de pensar las distintas situaciones sociales, a partir del tipo de hombres que se instituyen en cada situación. Es decir, que partimos de la base de que nada es fijo en la naturaleza humana y que las distintas formas de las prácticas y los discursos en una situación determinada organizan un tipo especifico de humanidad. La condición para nuestro pensamiento actual sobre la subjetividad es la globalización. La globalización aporta una serie de condiciones que quedan alteradas por la irrupción de este termino, esta práctica y este discurso. Es decir que la globalización destituye. Lo propio de la globalización es haber hecho que el mundo no pueda definirse como un concierto de naciones. La globalización produce la desrealización de los estados nacionales, estos pierden su realidad política y económica; caen como espacios soberanos de autonomía, como espacios capaces de orientar el curso de devenir y como espacios que detentan en sí la soberanía política de tal o cual sector, pero ligado en la forma de estado. Los estados nacionales son una realidad que surgieron como consecuencia de la Revolución Francesa; y que hoy se extenúan (debilitan, declinan, etc.) en su potencia instituyente. Entonces, la globalización destituye la capacidad soberana de estos espacios, alterándose las condiciones. Si algo caracteriza a nuestros estados es que han perdido el arraigo efectivo que les daba potencia soberana, progresista o reaccionaria. Ese arraigo es el que le daba potencia progresista o reaccionaria. Esta perdida de arraigo es la que transforma a los estados soberanos en estados administrativos. Si algo ha quedado ha instituido, últimamente, es que los estados administran las consecuencias del proceso de globalización. Incluso el estado renuncia explícitamente a cualquier capacidad soberana y se enuncia técnicamente como un administrador. El problema que se plantea es si se trata de nuevas formas

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LEWKOWICZ: Subjetividad y Globalización.

. La “Historia de la subjetividad”, es un modo de pensar las distintas situaciones sociales, a partir del tipo de hombres que se instituyen en cada situación. Es decir, que partimos de la base de que nada es fijo en la naturaleza humana y que las distintas formas de las prácticas y los discursos en una situación determinada organizan un tipo especifico de humanidad. La condición para nuestro pensamiento actual sobre la subjetividad es la globalización. La globalización aporta una serie de condiciones que quedan alteradas por la irrupción de este termino, esta práctica y este discurso. Es decir que la globalización destituye. Lo propio de la globalización es haber hecho que el mundo no pueda definirse como un concierto de naciones. La globalización produce la desrealización de los estados nacionales, estos pierden su realidad política y económica; caen como espacios soberanos de autonomía, como espacios capaces de orientar el curso de devenir y como espacios que detentan en sí la soberanía política de tal o cual sector, pero ligado en la forma de estado. Los estados nacionales son una realidad que surgieron como consecuencia de la Revolución Francesa; y que hoy se extenúan (debilitan, declinan, etc.) en su potencia instituyente. Entonces, la globalización destituye la capacidad soberana de estos espacios, alterándose las condiciones. Si algo caracteriza a nuestros estados es que han perdido el arraigo efectivo que les daba potencia soberana, progresista o reaccionaria. Ese arraigo es el que le daba potencia progresista o reaccionaria. Esta perdida de arraigo es la que transforma a los estados soberanos en estados administrativos. Si algo ha quedado ha instituido, últimamente, es que los estados administran las consecuencias del proceso de globalización. Incluso el estado renuncia explícitamente a cualquier capacidad soberana y se enuncia técnicamente como un administrador. El problema que se plantea es si se trata de nuevas formas de hacer política (comprendida como la capacidad de trasformar y por otro lado, cuáles son las condiciones para que aparezca un tipo de subjetividad) p de encontrar las formas de hacer nueva política. Es decir, si se trata de un cambio de técnicas para afirmar un conjunto de significaciones políticas heredadas o se trata de encontrar un concepto de la política acorde con esta alteración del tablero inducida por la globalización. En condiciones de estado-nación el conjunto de las instituciones queda articulado por esta meta-institución que es el Estado. El Estado no es solo el reservorio de la de la soberanía, sino que es también el articulador simbólico que conecta entre sí las diversas instituciones. La caída del estado impone otro principio de articulación que no el simbólico sino real. No tememos una articulación en una totalidad, sino una conexión entre instancia diseminadas. El estado como meta-institución coordinaba las instituciones en un todo. El mercado no es una meta-institución, es como un océano que vincula los islotes a los que separa; no es una organización simbólica que articula, dando a cada termino su lugar y su función, sino que es una separación que libra a cada uno de los términos a su propia iniciativa y a su propia capacidad de conexión con los otros. Lo propio de esta destitución del estado es la transformación del átomo institución en átomo empresa;

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por ende, las instituciones se conectan según un parámetro estatal y las empresas se conectan según un parámetro mercantil. La temporalidad es otra y el criterio de conexión es otro. El proceso de la globalización es un mecanismo técnico porque instaura nada mas que la conexión virtual de la superficie integral del globo. Armándose una red de conexiones que atraviesa las fronteras o mejor dicho las desrealiza porque destruye el carácter de frontera (se puede estar de un lado o del otro) de la frontera. El mundo se unifica a partir de estos flujos de capitales, imágenes, información; esa unificación no significa homogenización. La globalización unifica al mundo desde el punto de vista del estimulo, pero las respuestas son diversificadas localmente. La globalización significa, unificación general de los estímulos económicos y diversidad local de las respuestas políticas-sociales. Este es el punto clave en que se articula la idea de globalización y de fragmentación. Que caigan los estados nacionales, significa que ha caído la institución principal en la instauración de nuestra subjetividad. Que los estados nacionales hayan caído no significa que haya desaparecido sino que hayan perdido la potencia hegemónica de institución de subjetividad propia de los siglos XIX y XX. No es que está desapareciendo sino que está desapareciendo esa potencia que los hacia capaces de orientar el curso del devenir y el modo de ser de los hombres. La caída del estado significa una alteración básica en la subjetividad, esto es lo que llamamos subjetividad instituida; ya que es el resultado de las prácticas y discursos propios de una situación. Cada universo de discurso produce incluidos y excluidos, que son instituidos desde el punto de vista de la subjetividad, desde los discursos y las prácticas. En cambio el proceso de subjetivación va mas lejos de lo instituido, no respeta esa frontera entre incluidos y excluidos. Porque en nuestras condiciones la subjetividad instituida establece que hay un conjunto de incluidos, pero no está integralmente incluido. El tipo subjetivo se destituye, cuando cae el Estado-Nación nos convertimos en ciudadanos. El ciudadano es el tipo de sujeto forjado por un estado que enuncia que la soberana emana del pueblo. El ciudadano es el tipo subjetivo que se forja en torno de la ley, a partir de dos instancias primordiales: la familia nuclear burguesa y la escuela. Un ciudadano es un tipo subjetivo organizado por la suposición básica de que la ley es la misma para todos (prohíbe y permite lo mismo a todos por igual). El ciudadano es un individuo que se define por esta relación la ley. El ciudadano es un individuad, en principio, depositario de la soberanía pero ante todo es depositario de una soberanía que no ejerce. La soberanía emana del pueblo, para ser ciudadano de un estado-nación hay que saber delegar la soberanía en el estado constituido. Para poder delegar el ciudadano debe estar educado. La institución propia de los estados nacionales para ese ser en conjunto: el pueblo, es la historia. La historia e suna institución del siglo XIX que establece que un pueblo es un pueblo porque tiene un pasado en común. Si un pueblo se define por su pasado en común, si ahí está su identidad y sus posibilidades, la política no puede ser otra cosa que transformar en acto eso que era en potencia en el pasado nacional. Pero las políticas, ya no se indican pasaje al acto de lo que está en potencia en los estados

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nacionales sino que la política es el ajuste de las variables internas a los impactos globales. Nuestra conciencia política instituida y nuestras conciencia política ciudadana se encuentran con dos modos de estar que son incómodos: - Perplejidad: Uno está perplejo cuando queda sin parámetros para valorar lo que sucede, cuando queda sin organizadores simbólicos capaces de definir una situación. - Desolación: Es lo que aparece cuando se destituye el Otro capaz de proporcionar solución o castigo. Es lo que aparece cuando no hay Otro al que interpelar. Nuestra subjetividad política cuando empieza a buscar nuevos modos de hacer política lo hace sobre este umbral de perplejidad y desolación. En un primer momento, fue posible establecer que se destituye (el estado-nacional) y la subjetividad instituida hoy: CONSUMIDOR. Según la reforma de la constitución de 1994, el consumidor tiene derechos. No es como el ciudadano que tiene obligaciones, y después, tiene derechos. Desde el punto de vista subjetivo la relación con la ley es distinta: una cosa es partir de que hay obligaciones y como consecuencia tengo derechos; es decir, hay ley. Es diferente que partir de tengo derechos. La instancia fundante en “hay ley” es la tercera cosa que no es ni vos ni yo. Si partimos de tengo derechos, la instancia fundante soy yo, este es un dato de la nuestras subjetividad consumidora. El consumidor es esta figura correspondiente con el proceso de globalización; siendo el soporte subjetivo del ese proceso. El consumidor es un tipo subjetivo que espera todo del objeto, la globalización es un festival de ofertar teniendo el consumidor acceso a cualquier producto que garantiza satisfacción. Si la meta no es conseguida por el consumidor es por defecto del objeto, no hay que hacer ninguna experiencia subjetiva , hay que sustituir el objeto por otro. Si el consumidor lo espera todo del objeto, no espera nada del sujeto y del sujeto colectivo. Además de una subjetividad distinta, hay un tiempo distinto. Es el tiempo del zapping o del videoclip, es el tiempo del instante. Un instante no sucede al otro sino que lo sustituye, no constituyendo una serie significativa. El instante actual hace caer al anterior en el no ser, no hay experiencia temporal, hay presente eterno. El consumidor se define por esta temporalidad del instante sin historia, por esperarlo todo del objeto y por estar centrado en sus derechos enunciados desde el y no desde su relación con la ley y con los otros. Antes (en el periodo de los estados nacionales) a los excluidos se los recluye en lugares propios para ellos según sus deficiencias (manicomios, prisiones, etc.). Pero en nuestras condiciones actuales, nos encontramos con la expulsión, hacia una tierra no simbólica; la expulsión es por fuera de la humanidad instituida. La expulsión de un tipo de procedimiento por el cual el expulsado no queda incluido ni siquiera en los márgenes de una sociedad. Nuestra tarea de pensamiento político es la de inventar los modos de subjetivar a partir de la expulsión. Mejor dicho, el modelo heredado para pensar la subjetivación es la liberación de lo reprimido. El autor destaca tres procedimientos de subjetivación que hablan de algo distinto a la subjetivación como toma de conciencia de un lugar, pero que no sabe de qué cosa distinta habla. Estas son: - Cortes de rutas: El corte de ruta no opera en la red caminara sino en la red MERCOSUR. El espacio sobre el que opera no es el estado nación sino la circulación de

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mas mercancías; interrumpiendo así el circuito de la subjetividad consumidora. - Marchas de silencio: Estas no enuncia un reclamos pero los medios de comunicación con su opinadotes traducen lo que sucede en un reclamo. Esas marchas eligieron el silencio como consigna por lo tanto se presenta solo un cuerpo. - Asambleas: Propone la asamblea que se armó en Cutralcó. Es una asamblea que piensa que hacer. A la vez destituye las figuras de cada uno que habla para que hable cada uno. No habla ni el intendente, ni el ministro, etc. Sino que habla cada uno ante un problema. Esto es lo que el autor llama subjetivación absolutamente colectiva que hacemos para no ser expulsados.