lewkowicz ignacio - pensar sin estado

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Espacios del Saber(ltimos ttulos publicados)20. S. Zizek, El espinoso sujeto21. A. Mine, urunn.capittdismo.net22. A. Giunta, Vanguardia, internacionalismo y poltica23. J. Derrida, Estados de nimo del psicoanlisis24. ). Tono Martnez (cornp.), Obseruatorio siglo XXI Reflexionessobre arte, culturay tccnolocia25. E.Grner, El finde laspequeas historias26. P. Virilio, El procedimiento silencio27. M. Onfray, Cinismos28. A. Finkielkraut, Una voz viene de la otra orilla29. S. Zizek, Las metstasis del goce30. J. Lewkowicz,Sucesos argentinos31. R. Forster, Crticay sospecha32. D. Oubia,]. L. Godard: El pensamiento del cine33. F. Monjeau, La invencin musical34. P. Vimo, El recuerdo del presente35. A. Negri y otros, Dilogo sobre la globalizacin, la multitudy laexperiencia argentina36. M.Jay, Campos defuerza37. S. Amn, Ms all del capitalismo senil38. P. Virno, Palabras con palabras39. A. Negri, Job: lafuerzadel esclavo40. 1. Lewkowcz, Pensarsin Estado41. M.j{ardt, GillesDeleuze. Un aprendizajefilosfico42. S. Zizek, Violencia enacto. Conferencias en Buenos Aires43. M. Plotkin y F. Neiburg, Intelectuales y expertos. La constitucindel conocimiento social en la Argentina44. P. Ricoeur, Sobrela traduccin45. E. 9rncr, La Cosa poltica o el acecho de loReal46. S. Zizek, El ttere y el enano47. E. Carri y D. Maffia (cornps.), Bsquedas desentido para unanueva poltica48. P. Furbank, Placeres mundanos49. D. Wescbler e Y. Aznar(comps.), La memoria compartida.Espaa y Argentina en la construccin de un imaginarioculturalL. Arfuch (comp.), Poticas del espacioE. Giannetti, Vicios priuados, virtudespblicas?Ignacio LewkowiczPensar sin EstadoLa subjetividaden la era de lafluidezBuenos Aires -CubiertadeGustavoMacri306.2 Lewkowicz, IgnacioCDD PensarsinEstado. La subjetividadenlaeradelafluidez.- 1" eo. 21reimp.- Buel'"lOsAires: Paids,2006.256p. ; 21x13cm.- (Espacios del saber)ISBN 95012-6540-41. Cienciassociales. SOCiologapoltica1" edicin, 20041"reimpresin, 20042"reimpresin, 2006cultura Libre 2004detodaslas edicionesencastellanoEditorialPaidsSAICFDefensa599, 1065BuenosAires-Argentinae-mail: literaraesedtonalpaidos.com.arwww.paidosargentina.com.arQuedahechoel depsitoqueprevienelaLey11.723ImpresoenlaArgentna. PrintedinArgentinaImpresoenGrficaMPS,Santiagodel Estero338, Lans, enenerode2006Tirada: 1000ejemplaresISBN950-12-6540-4.-IndicePrlogo: Pensar en tiempos de contingencia.La subjetividaden la fluidez........................................ 9PRIMERAPARTEDESTITUCIN y AGOTAMIENTO: PENSAR SIN ESTADO1. Delciudadano al consumidor. La migracindel soberano 192. Institucin sin nacin 413. Una imagen de nuestra violencia: el discursodel ajustesil. -iiscurso.................................................................... 534. Exclusin,explotacin, expulsin 69SEGUNDA PARTEDESPUSDELENCIERRO: LA EXPULSIN5. La locuraenloquecida 91Anexo. La institucin psicoanaltica anteel desquiciode la locura 1136. Losprisioneros de la expulsin: de la normalizacinal depsito 1258Ignacio LewkowiczAnexo. Humanidad en e! depsito 139TERCERA PARTEDESPUSDELDESFONDAMIENTO:DECLAR.'-CINDE NAUFRAGIOPrlogoPensar en tiempos de contingencia.La subjetividad en lafluidez7. Catstrofe: experiencia de unanominacin 1498. Instituciones perplejas 1679. De la soberana de la ley a la actividad configurante.. 187Obras mencionadas 25110.A la sombra de yo 20711. Laexistencia de nosotros 21912. Desembocadura: el pensamiento sin conciencia 233NotasCUARTA PARTEDISPERSIN y CONTINGENCIA:ELPENSJI.,VlIENTOENLA FLUIDEZ249................................................................................Diciembre de2001liquidanuestraposmodernidad. Pue-depareceruna afirmacindesmesurada, pues elcambioenlas realidades socialesdesde2001, a decirverdad, es nfimo.nfimo, es cierto;peronoirrelevante:el cambio induce unaalteracin en los modos de pensar. Una vez alterados los mo-dos de pensar, el cambio de realidad devienedrstico.Enalgnmomento supimos que la mentada modernidadslo terminara cuando concluyera su posmodernidad.Comprendo tardamente quela polmica modernidad-pos-modernidadestabaestructurada por e! Estado como figurainstitucional, social, poltica queconfiguraba el pensamien-to. LaquerelIamodernidad-posmodernidad se agotacuan-doel Estado yanoprovee supuestosparala subjetividad ye! pensamiento. Pues en retrospectiva, modernidad-posmo-dernidadera pensamientoinstituidoestatal versus pensa-miento crtico antiestatal. En algnmomento intuimos queDiciembrede2001eranuestro Mayo de!'68. Comprendoahoraque precisamentenuestroDiciembrecierrae!cicloantiestatal de nuestro Mayo: en Mayo de! '68 surgen la sub-jetividad y el pensamiento antiestatales, luego lIamadosposmodernidad; enDiciembresurgeel pensamientopost-estatal. Eldesfondamiento nossitaen los umbrales de unafluidez que liquidanuestraposmodernidadysumoderni-dad.10 Ignacio Lewkowicz Prlogo11Unaimagen puedesintetizar Diciembre de 2001: unagi-gantesca multitud coreando portodoslados quese vayantodos.Lafrase es sencilla, pero ningunaconsignatanmultiplicadase deja leer en unsolo sentido. Forzando mucho la cosa -pe-ro cmo no hacerlo- se puede decir que la alteracin esenciales la dislocacin que le impone al pensamiento haber gritadocolectivamente -y seguirhacindolo- que se vayantodos.Noessloque sevayanellos; todos esms amplio que ellos.Ningntrminodelapantallaanterior pasaa lasiguiente-que se vayan todos, que no quede ni unosolo-oPor eso Diciem-brede 2001 es unumbral. Laconsigna se lleva cada vez mscosas. El vrtice lo arrastra tambin a uno -queno quedeniuno solo-; por qunoibaacontarseunoentretodos?Escierto queel agotamiento delEstado-nacin vienede antes.Perola declaracinsubjetivadelaconsignaconfiguraesedesfondamientodeotromodo. Que se vayan todosabrea laposibilidad, y luegoa la necesidad, de pensar sin Estado.Pensar sin Estadoes unacontingencia delpensamiento -ynodel Estado-;nombra unacondicin de pocacomo con-figuracin posible de los mecanismos de pensamiento. Pensarsin Estadonorefieretantoa la cesacinobjetivadel Estadocomo al agotamiento de la subjetividad y e! pensamiento es-tatales. Por esopodemosponer endudaquehaya desapare-cido el Estado; podemosverificar enormes organizacionestcnicas, militares, administrativas con un vastopoder de in-fluencia. Pero influencia no es soberana; y la subjetividad es-tatal no arraigaba en la meraexistenciadel Estado sino en susoberana. El Estado ya no es unsupuesto -y estotanto parael pensamiento estatal oficial comoparael pensamiento cr-tico antiestatal-. Incluso para el pensamiento que ahorapien-saque el Estadoes necesario, suponerlo resulta letal. ElEstado noes una condicin dada; si se necesitara contar conEstado no bastara con suponerlo, ms bien habra que inven-tarlo.Trasel desfondamiento varala condicin delEstado. Yano constituye el fondofundantede las experiencias sino unasucesincontingente de procesos de configuracin y disper-sin. El Estado configura en la superficie de las situaciones yno predetermina desde el fondo.El Estado es un trmino im-portante entre otros trminos de las situaciones, pero no es lacondicin fundanre del pensamiento. El Estado no desapare-ce cosa; agotala capacidadqueesa cosatenaparamstituir subjetividad y organizar pensamiento.El pensamiento italiano, el pensamiento francsno gozandelosprivilegios delos quegozanslopor disponerdeunbuenaparato publicitario o unafinadosistemaacadmico ounmercado consolidado o unamasa crtica detalento. Die-goSztulwark observ quelos intelectuales francesese italia-nosejercen el hbito soberano de considerar sus coyunturascomo grandes temasde pensamiento. Cada coyuntura as to-madaresultaobjetodemltiplesanlisis,quele proporcio-nany realidad de pensamiento. Constituyen para forjarde nuevolos modosde pensar.Nadalimitalos temasa tratar o formular -por insignificanteque puedaser la coyuntura-. Las coyunturas as tomadas ad-qu!eren universalen unsentidomuypreciso: forjaneluniverso segun esa coyuntura, Entre nosotros, 2001 abre unaposibilidad semejante.Entre nosotros,la cultura de los aos del agotamiento es-tuvo pobladade mesas redondas: fin desiglo, crisis poltica, ma-lestar institucional,cambio del paradigma. La correlacin noesestricta, perosugierequeparalelamenteal desfondamientode la clase poltica y de las disciplinassociales, las mesas re-dondas intentaban sin claridad armar espacios de pensamien-to. Como cualquier intento de pensar, la probabilidad de queuna mesa redonda resulte superfluaes muy elevada. Perocuando acontece, organiza unamodalidad de pensamiento yagrupamientoafn conla contingencia. Laparticipacinenunamesa redonda equidista de la lectura de unaconferenciay la intervencin en unaasamblea. Dista de la asamblea por-quela mesa redondadisponeoradores yreceptores; la pala-bracircula, pero afectadade restricciones. Dista tambindela conferencia que pone a consideracin de! pblico unaideaya elaborada. Lamesa redondadependeesencialmente de la12Ignacio LewkowiczPrlogo 13contingenciadel encuentro; no trabajaconpalabras previa-mente preparadas:trabajacon las ideas que pasan por ah. Laintervencin, desgrabaday corregida, es untextode la situa-cin. No es una cosa previa, corregida por la consideracin deotros; es una cosa ulterior, originadaa partir del encuentro.Los artculos o capitulos de este libro proceden de distintasmesas redondas, quetuvieronlugaren los ltimosdiez aos,desde el sintomtico establecimiento de la nueva ConstitucinArgentina en1994. Esta compilacin de intervenciones expo-neel recorridode pensamiento que va delagotamiento de lacondicin estatal para el pensamiento estructural al umbraldelpensamientoenlafluidez. Losncleos queaparecenenlosdistintostextos estn tomadoscomocambios, mutaciones, al-teraciones y emergencias que afectan la constitucin posible delos procesos de pensamiento. *Elrecorrido intenta pensar unacrisis desdeel interior desu proceso. Los artculos o captulos no son los distintos mo-mentos de un mismopensamiento sino puntos de un recorri-doquehaceentrar encrisis el pensamiento quelo impulsa.Modernidad tarda, agotamiento, destitucin, catstrofe, desfonda-miento, erisis,fluidez no son solamente categoras que calificanunaalteracin quese agudiza, sino nombresde la alteracin'" Personalmente, este recorridotuvo una serie de mojones. La historiadesquiciada, elaborado con el grupoOxmoron, BuenosAires, 1993, toma-ba el agotamiento del Estado-nacin como condicin del fin de la proble-mtica racionalista de la historia; Seacab lainfancia?, conCristina Corea,tomabael agotamiento del Estado-nacin como condicinde la destitu-cinde las instituciones productoras de infancia; Lahistoria sin objeto, conMarcelo Campagno, tomaba el agotamiento del Estado-nacin como con-dicinde disolucin del objeto unificado de la historiografa y laemergen-ciadelaproblemtica de lassituaciones;Del frap;mento alasituacin,Altamira, 2003, conMariana Cantarelli y grupoDoce, tomabael agota-miento del Estado-nacin como condicin de posibilidad de una subjetivi-dad situacional. Sucesos Argentinos, Paids, 2002, vea en la experiencia deldesfondamiento el ltimopaso delagotamiento del Estado-nacin segnla experiencia de Diciembre de 2001. A su vez, el presentevolumentam-bin puedevaler como recorrido preparatorio de un textoms formaliza-do -ectualmente en proceso- sobre la era de la fluidez.de una mquina de pensar que entra progresivamente en ocaso,extenuacin, disolucin, alteracin. La secuencia de artculostestimonia cmoel intentodecaptar el progresivoagota-mientodeestalgicasocialextenu el mododepensar queintentaba captarlo.La secuenciacomienzacon lapregunta-habitual en lahistoria dela subjetividad- por la historicidaddelosmodosdepensar. El historiador sepreguntacmosepuedetratarhistricamente la correlacin entre el cambio social y las for-mas de pensarlo. A poco de andar, el cambio somete al histo-riador asupropia historicidad; sufigura sedesdibuja-seampla el campo de que se vayan todos-o Lafigura queresul-ta noes muyclara, tal vez porquenoresulta ninguna; segnlas circunstancias se componen distintasconfiguraciones.Elrecorrido intenta comprender dequmodosnuestroshbitos de pensamiento --esquemas lgicos, intuiciones topo-lgicas, certezassubjetivas, atribuciones de pensamientoysentido, tipos desujeto supuestos- resultabandelos modosestatales de produccin de realidad. Intenta comprender a lavez cmo nuestra intimidad pensante actualmente se descon-figura de modos inesperados y se configura de modo eminen-temente contingente.La secuencia va del agotamiento del Estado a la alteracindelas formasdesubjetividad; deah a las formas depensa-miento y de aha la contingencia del sujeto de pensamiento-y a la condicin superflua sinpensamiento-o Tal vez el co-mienzo resulteexcesivamente simpleo banal; tal vez el finalresulte excesivamente complicado o sofisticado. No pude evi-tarlo. Las formasde decir forman parte de unrecorrido realy no resultan de unaeleccin de estilo.Al transcribirlaexperienciadelamesaredondaintentoconservar unmododetrabajo sinescrpulosbibliogrficos.En los encuentros, la remisin de las ideas circulantes a su su-puesta procedencia textual opaca las potencias de la situacin.Jorge Rulli observ que en las conversaciones con intelectua-les, las discusiones reales actuales se convierten en ecos asor-dinados de discusiones queacontecieron con valorde verdaden otras circunstancias. Paraconservar enlo posibleel tonode losencuentros yparanofatigar al lector conllamadasyreferencias, hemospreferido desplazar al finaldel libro unalista de las obras mencionadas, como as tambin las notas ex-plicativas que contextualizan someramente algunosepisodiosaludidos en el texto. Por su parte, el estilo de las intervencio-nes intenta imitar los girosde las voces que incitan el pensa-miento del queescucha: Borges,Castillo, Dolina.Haceyavarios aos DiegoZerbavaticinque nuestrapoca nopadecera carencia sino exceso de saber. Mstarde,CristinaCoreacomprendique el saber era consustancialconla carencia; el exceso lo convierte en informacin. Laca-renciaordenaba; el exceso desordena. La informacin fluye avelocidadreal. Enla informacin esttododicho; todo y locontrario de todo. No hay nadaqueagregar: es preciso Con-figurar. La figura de pensamiento intrnseca a la informacinya noes de autor; pensar es configurar los pensamientos quepasanporunpunto. Sabemoscmocitarunaautora, perono unaconfiguracin.Nada de lo queyo tengo; nada de lo quesoy; ni nadade loquepiensoes mo. Seguramentenada deloque aqu sediceesrealmentenuevo. Peroenfluidez, sobreel valormercantilde lo nuevo prima el hacerse valer delo actual. Por eso loscaptulos de este libro, al modo de la mesa redonda, intentanpensarporcomposicincon los lenguajes delasituacin,conlos nombres de los encuentros, conlos enunciados y laspalabras queyase habanpuestoa circular. Esas palabras yenunciados son nombres y categoras de la situacin. No sondirectamente sentido comn pero pueden entrar en la produc-cindesentido encomn, si lospensamosconjuntamente.Enestalnea, los conceptos y categoras dedistintas filoso-fas o teoras no estn tomados como elementos claros y dis-tintos de sistemas de pensamiento sino, segn unaindicacin de Jos L. Romero,como formasbastardas, fon-do oscuro de flujos quepasanpor el lugar, magmadelpen-samientodelasituacin. El restosonreferenciasprivadas,sustradas a lo comn, identidades.1514Ignacio Lewkowicz PrlogoDiciembrede2001es unnuevocomienzo. Argentinaesunhervidero, unpensamiento en ciernes, focosdispersos deactividadconfigurante. Somosmuchoslos queestamostra-bajando. El movimiento colectivo se realizaenmalentendi-dos, cruces, choques, encuentros. Ningncentroconfiguratodo; todosloscentrosconfiguran algo. El pensamientodecada centroestinfluido (la palabraes justa)por los oleajesde los otros. No se sabedednde vienen,nohaycorpusniplanode la situacin. Circulan, fluyen, vienen: nos encontra-mos conellos. Cada uno diseasu universo; noes afn des-pectivo: esla forma queadoptaelmovimientocolectivo depensamiento sin centro. Estamos siempre recomenzando.Nonos uneuna corrientedeopininode teorasinounapremioenel movimientodepensamientoactual, una co-rrientedeproblemasquepodemosllamar, parasimplificar,siglo XXI.Las ideas estn en movimiento; se dispersan, se pliegan, secohesionan, seconfiguran, se vuelvena dispersar. Lasideasencuentrandiversos modosdetrabajar. Entrenosotros, en-cuentran unmododecohesin quees unmododeproduc-cin. Hacetiempointegroy coordinogrup:)senlosqueelmismo campo de ideas est en proceso de trabajo. Esetraba-jo en proceso constituye el fondode ideas sobre el que operaeste libro.Reconocer las circunstancias precisas de proceden-cia de cada una no slo es imposible; ante todo es ridculo: nooperan porprocedencia.Losque habitan ese fondo, se reconocern y lo reconoce-rn fcilmente. Para tener una imagen genrica y precisa de lacomposicin y la dinmicade ese fondode ideas del que pasaa formar parte este volumen -as como de las personasquelonutrimos y nosnutrimos en l- no imagino otra va que visi-tar la pgina en que existe ese fondo: www.estudiolwz.com.ar.Sepodr verquedesdehace ms de cincoaosel grupo Viernestrabaja sobre las orientaciones del pensamiento contempor-neo; hace poco menos, el !PIpo Doce trabajasobrelas altera-ciones de la subjetividad contempornea; desde hace dos aosel grupo Cuatro trabaja sobre las formas de pensamiento en la16 Ignacio Lewkowiczfluidez. Recuerdoahoraalgunasprocedenciasmsprecisas.Laideadeactividadconfigurante, queoriginariamentehabadesarrollado Ricardo Gaspari, se someti durante dos aos ala actividad configurante del grupo Cuatro. La intuicin de lafluidezcomorelacincontingente entre dos puntos, postuladapor Ernesto Kreplak en sucesivas reuniones delgrupoSba-do, fue tambin procesada en el tallersobre Lacan y la contin-gencia. Lanocindeumbralprocededesucesivosdilogoscon DiegoSzrulwark. El dilogo enel EstudioLWZconMariana Cantarelli y Cristina Corea se encarga de configurarpermanentemente el fondode ideas segn las contingenciasEnestetextoparecequetransita sin control unaambiguapersona llamadanosotros. Nunca es claroa quinrefiere. Pe-ronoslonoes claroparausted;tampocoparam -o paranosotros-o ComocomprendiDiego Tatinparala ideadecomunidad, nosotros no es unlugar al que se pertenece; es unes-pacio al que se ingresa paraconstruirlo. Enese espacio no se sa-besi nosotrossomos losoccidentales, loscontemporneos,los quehemossidogriegos demasiados siglos, los que veni-mosdelmarxismo, los quetransitamosla largaagonade laargentina peronista, los rioplatenses, los historiadores, los ju-dos, los queacabamosde romperel jarrn. Quiznosotrosnosea unconjunto de personas sinounaconfiguracin sub-jetiva de los pensamientos en unacircunstancia. Imagino quenosotros es la formade conjugar las acciones de ese fondodeideas. Pero noes todo, puesnosotros tambin designael con-junto de los reunidos en el entorno de unamesa redonda y atravs de este volumen.LL.Ushuaia, 21 de enero de 2004Primera parteDestitucin y agotamiento:pensar sin Estado1. Del ciudadanoal consumidorLa migracin del soberano*Algo esencial est cambiando esencialmente. Eso es claro.Sin embargo,noes tanclaroquest cambiando. Y enquplanostranscurre el cambio. Y conqu estrategias de pensa-miento podemos situar los cambios,aunque ms no fuera pa-ra formular los problemas.Seguramente no estamoslejos de los ncleos problemti-cos si nos abocamos a dos transformaciones paralelas, y has-ta consustanciales: laconversindelos Estados-nacinentcnico-administrativos; la conversin simultnea de los ciu-dadanosenconsumidores. Otal veznola conversin sinolaemergencia de la figuradel consumidor como nuevotrminofundante de nuestro oscurocontrato social, si queremos con-servar la agradable frmula.Ennuestras circunstancias vara esencialmente el estatutode la ley. Unode los movimientos de esa variacin en cursose llama La ley, entrela verdad y laficcin. Intentamos sondearel fondo histrico social de esta figurainestable.Paraanclar la conjeturaenunasituacinconcreta, volva-mos la mirada a la reciente Asamblea Constituyente,'que nosha entregado unflamante textoconstitucional. Pero antes de... Intervencin en laFundacin Catalina, San Martn de los Andes, el 9de septiembre de1994, duranteel Encuentro Interdisciplinario "El padre,el silencio, la ley", en el panel "La ley entre la verdad y la ficcin".20 Ignacio LetukoiuiczDelciudadano al consumidor 21adentrarnos ene!texto, detengmonos unos minutos ene!contexto que rodeel magnoevento.1Algn observador podrrecordar quehace relativamentepoco tiempo hubo una Convencin Constituyente. Se la pue-de definir comoeso quetranscurrientre e! Mundial de losEstados Unidos y e! atentadoa la AMIA.' Esoquepas pordetrses el establecimiento de unanueva Constitucin. Y sirealmentees esoqueocurriah atrsnoes porqueocultospoderes intentaron ocultar el hecho; ms bien se vea que lospoderes en danza se esforzaban en darleentidad pblicaa suencuentro. Peronolo lograron:su Constituyentetuvomuypoca repercusin, un eco muy tibio; slo fue un lejano rumor.Al pueblo, cuyosdestinosaparentementeestabanenjuego,nopareca jugrsele realmente nada.La Constituyente noarme! revueloque se podra espe-rar. Esopuedeindicar tanto undefectode la Constituyentecomo undefecto de la esperanza que esperaba revuelo. Ques lo que se esperaba? Ypor qu se esperaba eso? Ypor quno ocurri lo esperado?Se esperabae! acontecimientoms decisivo, encendido ypolmicode la vida de unpueblo. Eso es la Constitucin. Oeso es lo que la Constitucin supone de s misma. Porque esoes lo esperableslo en unacoyuntura, en unasituacin his-trica. y en unasituacin histricaestructurada por la seriede supuestos que transforman en natural una institucin, unasignificacin o unaficcin -como ustedes prefieran- que lla-mamos Estado-nacin. Enesta lnea de los supuestos de! Esta-do-nacin, la Asamblea Constituyente slo puede ser elacontecimiento fundamental de constitucin, consumacin ycoronacin de unpueblo-nacin en unEstado quelo repre-sente. Tiene que ser el episodio ms glorioso, o ms nefasto,o ms algo -pero nunca e! ms intrascendente-, el momentoabsolutode consumacin de la realidadhistrica de unpue-blo, que pasa de su ser en potencia a su ser en acto.Enrigor, pareca quems que la consumacin de unpue-blo en unEstado quelo representa,era e! acto de autoinves-tidura de un Estado por fuera de un pueblo al que representar.El silencio colectivo que rodeaba la ruidosa Convencin as losugiere. No asistimos entonces a la consumacin sino a la des-realizacin, la volatilizacin de la sustancia pueblo en e! funda-mento supuesto del Estadorepresentativo.Inmediatamente apareciuna serie de interpretacionesqueintentaronpostular lanaturalezaocasional, patolgica,coyunturalmente desviada respecto de la buena norma, de es-te desfasaje atestiguable por cualquier parde ojos.Paraestascoartadas, e! desacople eraunerror, quenohallabafunda-mento alguno en la historicidad actual de los lazos sociales.Aparecieronporejemplointerpretacionesquesostenanque la gente no saba qu se votaba en las elecciones de cons-tituyentes.Quisiera hacerdos observaciones al respecto.Laprimeraesqueenestacoartadaaparecesintomtica-mente algo de lo que se quiere no ver conella. Enla frmu-la segnla cual la gente no supo lo que se votaba, desapareci elpuebloy fue sustituidopor la gente. Se podralegar quesonformasde decir. Peroental caso, todosonformasdedecir.La sustancia de la decisin no es el pueblo sino la gente. Habrqueirseanoticiandodeesta evidenciaque haceyatiempoque no vemos.El segundo detallees ms serio. Cmo quela gentenosaba qu se votaba?Eldesconocimiento no hace razn sufi-ciente. Metodolgicamente, habrque suponer quese trata-ba de otro saberqueel esperado,pero eso noes ignorancia.Asumamos quelagente-digamos, nosotros-sabaperfecta-mente. Pero lo que saba perfectamente no era lo que supues-tamentese votaba, sinoquesaba-conunsaber dondelosargumentoshuelgan- lo queefectivamente se estaba votando.Loqueno saba eraprecisamente lo que ya noes saberper-tinente sino retrica de coleccionista. No saba que ese hechoeraelacontecimientofundamental ensu historia. Y sides-preciaba de hecho ese acontecimiento, su supuesto aconteci-mientofundamental, entoncesya noerasuacontecimientofundamental sino el ocurrir de otracosa. Endefinitiva, sabiaperfectamente qu se votaba, y lo saba al desconocer radical-mente el sistema de coartadas en funcinde las cuales habaque votar. Saba el sentido del voto efectivo al ignorar activa-mente el significadojurdico: el significado jurdico noes elsentido siruacionalde aquel acto, sino lo contrario.Tambin hubo unainterpretacin ms progresista. El pue-blo no prestaba su atencin a la Constituyente porque de he-chola clase poltica ya norepresentaa nadie. No se tratabade una Constituyente en regla sino de unacuerdo espurio decpulas. As, la Constituyenteperdatodasurealidad. Peroesta interpretacin pasa por altoel hecho de que unacuerdodecpulases cualquier cosamenos unaentidadcarentederealidad. Hoy, unacuerdode cpulastienevalorde Consti-tuyente. Esoes lo que vale la penapensar, prescindiendo delos valoresconqueel progresismo se apresuraa juzgar. Noestamos ante una inadecuacin respecto de la norma, sino an-te la institucin de su propia norma. La propia norma de esacpula, la propia normade ese Estado sin pueblo al que re-presentar. Para estainterpretacin, ladefinicinideal eslaverdad, y el acuerdo de cpulas es unaficcin.Cuando empezamos a percibir estedesacople, la Consti-tuyente todava era una propuesta y una eleccin.Lo que en-toncesnos sorprenda era unadeclaracin unnime:la partedogmtica de la Constitucin no iba a ser tocada; slo se ibaa modificar la parte instrumental. Esto habaqueentenderlodealgnmodo sensato. Una interpretacintradicional sos-tienequela partedogmticaes la esencial, y quela instru-mental es puramente instrumental: notiene otra positividadque realizar lo que la esencia dogmtica establece. As, la mo-dificacin era superficial en la medida en que lo nico que va-riaba era la regla operatoria. A no ser que -y sta era nuestrainterpretacin- no se tocaranada de la parte dogmtica por-que no se puede borrar el vaco. Si se insistetanto en la par-te instrumental esporqueyadej deserlo para investirsecomo efectivamente dogmtica. Y sta es la mutacin fuertee imperceptible a la vez de nuestro estadode cosas.2322 Ignacio Lewkowicz Del ciudadano al consumidorLa sustanciadel Estado ya noes el dogma enfuncindelcual se establecen las declaraciones, los derechos y las garan-tas de los habitantes y ciudadanos de la nacin. La regla fun-damental del Estado es, ahora, su autorreproduccin, suregla operatoria, su prcticade renovacin codificada, su pu-ro funcionar. La legitimacin ya no procede de los arcanos dela representacin, sino del propio ejerciciode la periodicidadprcticade su renovacin. Si sta es la actual parte dogmti-ca, ya tendramos bastante.Sin embargo, result que tambin en lo quese llamabalaparte dogmtica hubo modificaciones. Quisiera llamar laatencinsobreunartculodela Constitucinactual quenocaus el menor revuelo.El artculo 42, que aparece en la sec-cin de nuevosderechos y garantas.Los consumidores y usuariosdebienes y servicios tienen derecho,en la relacin de consumo, a la proteccin de su salud, seguridade in-tereses econmicos; a una informacin adecuada y veraz; a la libertadde eleccin y a condiciones de tratoequitativo y digno.Las autoridades proveernalaproteccindeesos derechos, a laeducacin para el consumo, a la defensa de la competencia contra todaforma de distorsin de losmercados, al controlde losmonopolios na-turales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios pblicos,ya la constitucin de asociaciones de consumidores y de usuarios.La legislacinestablecerprocedimientos eficacespara la preven-cin y solucin de conflictos, y losmarcosregulatorios de los serviciospblicos de competencia nacional, previendo la necesariaparticipacinde las asociaciones de consumidores y usuarios y de las provincias inte-resadas enlosorganismos de control.Primera gran sorpresa. Ya hay unafigura de rango consti-tucional-antes inexistente- quees la delconsumidor. Enelfundamento de nuestrocontrato no hay slo ciudadanos;tambinhayconsumidores. El consumidorestambinunasustanciaprimera, derangoconstitucional. Nosedicequetodos los habitantes gozan de estos derechos y garantas.Tampoco se dice que los habitantes o ciudadanos son consu-midores. Escuetamente se enuncia que estos derechos son delos consumidores. Se trata de unestatuto de privilegio?Se24TIQuinlegislaenlossistemas sociales?El soberano. Elsoberano es el legtimo legislador, es la fuentedetodaley yde la legitimidad detodaley. Ahora, quines el soberano?Depende del tipo de lazo social con el que tengamos que tra-tar. Los vnculosentre los miembros de una sociedad histri-camente varan disolviendo cualquier continuidad que sequiera postular como sustancial. Hace untiempo ya se suelehablar en nuestro campo de jicciones. No es un progreso epis-El nico soporte subjetivo del Estado ya no es el ciudada-no. Aparece el consumidor, y lleg para quedarse -quiz por-que ya estaba, aunque sin rango constitucional-o Lo msnotable es quenoes notable. Es unbuenartculo.Meponecontento como consumidor.Alasinterpretaciones ahistricas que sostienen que lagente no sabe lo que se vota,o que la clase poltica no repre-senta-perdiendo as la Constituyente surealidadenamboscasos-, quisiramos oponerle una interpretacin histrica se-gnla cual la Constituyente tienerealidad. Y tienemsquerealidad: es realrespecto de unaficcin quese nosest ago-tando. EstaConstituyente indica el trastocamiento general delaji-guradel soberano, del legislador. Estamos anteel agotamientoprctico de un modelo de lazo social.El consumidoraparece enunmomentoenlaConstitu-cin, pero notienelugar en el sistemalgicode la Constitu-cin. Es un cuerpo extrao? Un suplemento? Unsustituto?Serprecisoinsistir enla indeterminacin abiertaporestaambigedad. El consumidor estambinuninte-grante del pueblo?Es el tomo de la gente?La gente figuraenlaConstitucin?Coexistenenarmonaoentensinlagente y el pueblo?Hay dos pases heterlogos en el mismoterritorio textual? Pareceque no importa la Constitucin l-gica. Importa quefuncione. El devenir producir las formasefectivas.25 Del ciudadano al consumidor Ignacio Lewkowicztratade unsubconjunto del conjunto de los ciudadanos de lanacin? Un subconjuntodel conjuntode los habitantes?Nada se aclara al respecto.Quiz se trate de la nueva defini-cindelciudadano, odel habitante, odelsoportesubjetivopertinente para el funcionamiento del Estado que ya prescin-de dela nacinparalegitimarse ensu propiareglaoperato-ria. Locierto es queel consumidor est ah, sinlugar claro,demasiado presente.Si bienenla Constitucinestaaparicinesunanimie-dad -slo unartculo,aparentemente nadamalvolo-, cua-litativamente revela una mutacin decisiva. Es unaaparicin: pasajerepentinodel noser constitucional al serconstitucional. Y la aparicindeunsoportesubjetivoparael Estado, queapareceencompetenciaconel viejopueblocompuesto de ciudadanos. La mirada historiadora est con-dicionada para percibir en estos pequeos detalles olvidadosla condicin paragrandes mutaciones, largotiempoimper-ceptibles. El ciudadano ya no dispone del monopolio de losderechos, yanoesel fundamentohomogneode nuestroser encomn.Enunpequeo ensayo, "Elpudor de la historia",Borgescompara los acontecimientosperiodsticos conlos aconteci-mientos histricos.Han abundado lasjornadas histricas y una delas tareas delosgobiernos [. ..} ha sido fabricarlas osimularlas, conacopiode pre-via propaganda y de persistente publicidad. Tales jornadas[. ..}tie-nen menosrelacinconlahistoriaque con el periodismo; yo hesospechado quela historia, la verdadera historia,es mspudorosa yquesusfechas esenciales pueden ser, asimismo, durante largo tiem-po, secretas.Meatrevera a postular quela reeleccindelpresidenteesperiodsticamentedecisiva, peroquelasigilosabienve-nidadel consumidor tiene los rasgos de pudor y de eviden-cia imperceptible propios de estas fechas esenciales ysecretas de la historia. El unicornio, en razn misma deloan-malo que es, ha de pasar inadvertido. Los ojos ven lo que estnhabituados a ver.2{Ignacio Letokouiicz Del ciudadano al consumidor27temolgico; es unsntoma social. Enlas ciencias socialesac-tuales se suelellamar ficcionesaestasgrandesentidadesdis-cursivas que organizan y dan consistencia al lazo social.Entonces, el medio enquetranscurre la experiencia est he-chode ficciones. Pero no todo es lo mismo. Como confundi-mos profesionalmente lo real con lo simblico y loimaginario, preferimos llamar verdaderasensituacinalasficcionesactivas y ficticias ensituacina las ficciones agota-das. Todo se juega en la temporalizacin interna deestas fic-ciones -y noen su supuesta adecuacin o desacople conunarealidad verdadera y considerada en s-o Es lo que podramosllamarcarcter trgicodelasficciones ysuslazos sociales.No son ni verdaderasnifalsas, sinoque funcionan como ver-daderas o falsas. Y lo nico que se sabe de lo activoes queenalgnpunto se agota. Lo nicoquese sabedelasficcionesverdaderas es quealguna vez se llamarn falsas de toda false-dad -sin saber cmo ni cundo-.FernandoUlloadeca queuna ficcinesbuenacuandoopera en el rgimen de la conjetura. La conjetura es la noble-za de la ficcincuando noes ficticia, cuando sindesconocerlos hechos va ms all deellos parallegar al punto en queesposible resignificarlos--{) resingularizarlos-. En cambio, unaficcinagotadayaes la vilezadelamentira, del desconoci-miento deliberado: construccin fetichistasobre hechos cer-cenados queoculta a sabiendas su carcter ficticio.Entonces, todo se juega enla victoria precaria de unafic-cin. Esto puedeser pura distincin conceptual, y hastadoc-trinaria. Ylosera si no se inscribiera en ningncampoprctico. Prefiero creer que arraiga en un campo operativo, yqueel arraigo es fuerte. Ms que fuerte, quiere ser el corazndel argumento. Porque en ausenciade sustancia capaz de ha-cer un pueblo de un pueblo, la nica consistencia es discursi-va. y precisamente las ficciones son esta consistenciadiscursivade un lazo precario, instituido, que sin embargo sehabitacomo verdadero yhastaespontneamentecomo sus-tancial cuando todavanohamostrado su hilacha--{),si pre-fieren,su real o su imposible-oEnestemarco, la Constituyente es elactodeinstitucinde unaley enel cualse desinviste unaficcin. LaficcindelEstado-nacin queda desinvestida entanto que verdadera--{)activa-, y se presenta como ficcin agotada o falsa. Ese carc-teragotadodelaficcin nacional aflora enlosenunciadosque ya consideramos: la gente no sabe lo quese vota;la clasepoltica nadarepresenta.Pero ah est presentado como pura negatividad. Yla po-sitividadcules? Qu es loquesustituye al Estado-nacin?Aqu es dondemsquisieracuidarme dela tentacindeha-blar de ms. Si ya es una extralimitacin de la posicin tradi-cional del historiador andar haciendo diagnsticos delpresente,lo seraan ms andar haciendo conjeturas alrede-dor del futuro. Se lo puede anticipar, pero ya nocomo histo-riador; uno tendra que situarse en el lmitede la tendencia yleer desdeall, como si desde el futuro narrara histricamen-tealgoquehoyestporocurriryanesincertidumbre.Lo dejo ah porque me resulta ms productivo sealar el pun-toquehoy causamalestar. Y estacausameparece quees ladesinvestidura prctica del carcter verdadero de unaficciny la investidura deotra cosaqueannoes discernible y queentonces noshacepercibir el vaciamiento del carcter nacio-nal delEstadocomo puraprdida -y nocomomutacinenacto-.IIIEl Estadorepresentael lazosocial. Desdednde se ins-tituye el lazo? Desde algn discurso. Esediscurso monta a lavez la ficcindel lazo y la de la representacin dellazoenelEstado. Un mismo gesto instaura el lazo y la instancia que lorepresenta. Aqu conviene partir de un hecho: en el fondo delo social slohay inconsistencia.Hobbes loplanteaba comoguerra de todos contra todos: la inconsistencia de la guerra esel puntodepartida. Rousseauloplanteaba comoel aisla-mientofelizdel buen salvaje,quela pasamuy bienperono28 Ignacio Lewkowicz Del ciudadano al consumidor29armalazo social. Por guerraoautosatisfaccin, el lazo ven-dra en unsegundo momento. Si en principio no suponemosningn lazo sustancial que genere consistencia, entoncesqu es lo que hace que un conjunto de hombres sea un pue-blo, sobretodo si no hay hombres fuera de sociedad? No po-demos poner ni los miembros antes que lasociedad, ni lasociedadantesquesus miembros. El discursoinstituyea lavez el conjunto y sus elementos. El conjunto es el lazo social.Loselementos sonlos individuos, peronotalcomo sonengeneral sinotal como soninstituidosporese lazo y para eselazo. Sonlos soportes subjetivosde y paraese lazoquea lavez se representa en el Estado.Retomemos sin mayor precisin historiogrfica la secuen-cia escolar francesa:Ilustracin, Revolucin, Imperio, SantaAlianza. Noimportaquesea imprecisa, importaqueas hafuncionado en nuestra comprensin. En el Antiguo Rgimen-la tradicin llama as al modoestatal previoa la RevolucinFrancesa-, qu es lo que haca que unpueblo fueraun pue-blo y ese pueblo?La figura del monarca. El reino era su pro-piedady los individuosestabanrelacionadosentres por lamediacindel rey. El soberano -el monarca-esel lazo. Elconjunto de los vinculados por el lazo notienen ningn vin-culo autnomoentre s, sinomediado por la figuradel mo-narca. El pueblo est definidocomo conjunto de los sbditosde ese monarca. El monarca funda su pueblo; el pueblo no lepreexiste: es pueblo de tal rey.* La Revolucin Francesa inte-* Esta caracterstica del lazo se revel clara y dramticamente en el Rode la Plata a los revolucionarios de 1810. En su comprensinde la situa-cin, suponanquehabavnculosentrelas distintas regionessometidasaFernando. Cado el rey, el gobierno revolucionario podraheredarla con-sistencia de los territorios del Virreinato delRo de la Plata. Como BuenosAires era lacapital del virreinato, cado el virrey, Buenos Airestenia que serla capital del territorio liberado. Pero inmediatamente se revel el carcterirreal deesta suposicin. Cado el rey, las distintas intendencias notenanningn vnculo entre s, precisamente por haber cado la figura que las vin-culaba. Tuvieron que hacer la experiencia dolorosa de la ausencia de un la-zo sustancial en estos territorios, pasiblede ser heredado y gobernado conotrosfines y segn una nuevalegitimidad.rrumpeestergimen. Instauraunprincipiototalmentedis-tinto. Ya la soberana noresideenel monarca sinoquepro-cede delaRevolucin, que selegitima prcticamenteasmisma en funcin del postulado de los filsofos segnel cualla soberana emana del pueblo.El efecto de esta lectura prctica revolucionaria es la hip-tesisms bella:el axioma de la soberana popular. Unaxioma,unaconsignaque origin en estoS dos siglos unamultitud deefectos dislocadores delaconsistenciaesttica del mundo,unamultitudde creaciones polticas populares -yque megustara quesiguieravigente, vale decir, dando vida, engen-drandonuevos actos-oSinembargo, estahiptesis, porher-mosa que sea, no deja de ser unaficcin. .El problemaestallacasi inmediatamente. Una vez supn-midoel monarca (el ciudadano Luis Capeta, de profesinltimorey de Francia, comoexplicEnriqueMar), quesloquehaceque unpueblo sea un pueblo?Puesla Revolucin se ha-ba desarrollado en nombre de unpueblo universal, unpue-blo que borrosamente coincida con lahumanidad en suconjunto.Esediscursoestablece unlazo basadoenla soberana delpueblo, y un soporte subjetivo para ese lazo que es el hombreconcebido como ciudadano. Sin embargo, define -oasume-estelazo y susoportesubjetivocomouniversal. Nohayunpueblo, sino unahumanidad. Se puede comprender la tenta-tiva napolenicadeconquista general deEuropa -por fuerade sus aspectos caricaturizados por psiquiatras y cineastas- co-mointentode universalizacindel lazorevolucionario, uni-versalizacinefectiva del pueblouniversal queenParshabaderogado la divisin instituida por la usurpacin monrquica.Es la universalizacin europea de la hiptesiso consigna de lasoberana popular. El intento napolenico se interrumpe porla reaccin, la SantaAlianza: el proyecto de universalizacinquedaahcoartado ensus fines. Afirmadaya la h i p t ~ s i s deque la soberana emana del pueblo, el pueblo no es universal,Entoncesestallael problema. Quesloquehacequeunpuebloseaunpueblo -unpueblofrancs, unoitaliano,30 IgnacioLewkowiczDel ciudadano al consumidor31etctera-? Qu es lo que hace que distintos elementos cons-tituyan una nacin?Ya no puede ser el universal ser hombre niel particular efectivo estar sometido a tal monarca. Irrumpen losproblemas bsicos que aquejaron sistemticamente a la socio-loga, y no a la historia: cul es la naturaleza del lazo social?Qu es lo que hace vnculo para que se constituya una socie-dad? No puedeser la comunidad de lengua, ni de religin, nide raza, porque siempre nos encontramos conel mismo pro-blema: dospueblosnacionales distintosque compartenunrasgo; unpueblo nacinque albergados de estos rasgos.Larespuestaesobvia ysorprendente. Loque desdelasprcticas de los Estados nacionales se instituye como soportedel lazo social que habra de dar fundamento a esos Estados,lo quehaceque unpueblo sea unpueblo nacin constituidoes un intangible: su historia. A partir de ah, la hegemona se-cular dela historia comoaparatoideolgicodeEstado. Deah que la sociologanohallarael soporte sustancial del lazosocial: erainstituido. Deah tambinquelahistorianolobuscara: loproduca. Perosedespreocupdelanaturalezadellazoslo enla medidaenqueloproduca. Lashistoriasdel siglo XIX fueronmasivamente historias nacionales, histo-rias que producan la sustancia nacional.Lo ms activo de es-tadefinicin histrica del lazoradica enqueningnrasgoconstitua identidad. Msbien, todos los rasgosentran -a suturno- en la composicin de esa identidad mayor, ms abier-ta, ms simblica, menosdesptica. La historia se constituyeentonces en el discursohegemnico de los Estados naciona-les porque hace el ser nacional.Elsoporte subjetivode estetipode lazo es el ciudadano.Se lopuede definir como sujetode la conciencia: de la conciencia poltica, de la conciencia moral, de la conciencia jurdi-ca, en definitiva, sujeto de la conciencia nacional. El ciudadanoes el sujeto instituido porlas prcticas propiasde los Estadosnacionales: escolares, electorales, de comunicacin. Desde es-tas prcticas se constituyeel elemento que constituye el lazo.El ciudadano, entonces, se establece como el soporte subjetivodelosEstadosnacionales. El Estado se apoyasobre la na-cin que se apoya sobre los ciudadanos. Pero todoesto se ins-tituye -muy evidentemente en nuestra Argentina de la genera-cin del '80 al Centenario- desde el Estado. Se trata deoperacionesideolgicas, que instituyenficcionesverdaderas-verdaderas hasta que se agotan, hasta que el proceso prcticolas desintegra-oIVEl proceso prctico hoy est liquidando el arraigo del Es-tadoen la nacin.ElEstado actual ya nose defineprctica-mentecomonacional sinocomotcnico-administrativo, otcnico-burocrtico. Lalegitimacinhoynoproviene desuanclajeenla historianacional sinodesueficaciaenelmo-mentoenqueefectivamenteopera. LosEstadosnacionalesya no pueden funcionar como marco natural o apropiado pa-rae! desenvolvimientodel capitalismo. Porqueuna nacinera en principio la coincidencia de una identidad social ms omenos laxa con una realidad de mercado interno, nacional. Elmercado ya desbord totalmente las fronteras nacionales. Seconstituyen macroestados (Mercosur, NAFrA, CEE) enlosque las decisiones econmicas van mucho ms all de las na-ciones. Lainterioridad nacional ya noes el marco propio dela operacin de! capital.Su Estado-nacin ya tiende a ser, ba-jo la supuesta sustancialidadde las fronterasnacionales,unobstculo para la reproduccin ampliada del capital.Una prueba indirecta deeste proceso es la actualidad deldiscurso histrico. La historia estuvo secularmente orientadaaproducir lasustancia nacional. Sinembargo, desde haceunos quince o veinte aos, enuncia sistemticamente quelosEstados nacionales son invenciones y no sustancias. Y no s-lo enestascomarcas. Notoriamente, el abandonodelcarc-ter sustancial de las naciones ocurre ms o menossimultneamenteentodaslas naciones. Lashistoriasnacio-nales, quehabanproducido la sustancianacional, hoyope-ran activamente en la liquidacin del supuesto carcter32chos. Pasa a ser eficaz cuando satisface los requerimientos co-vunturalesdeotra figurasubjetiva, quees la que hace. pocotiempotienecarta de ciudadanaennuestra Constitucin. ElEstado tcnico-administrativo se apoya sobreel consumidor,Nuevamente, las tendencias complementarias a la universali-zacinyal individualismo. El ciudadanocosmopolitayaesciudadano sloen unahumorada,el consumidor realizame-jor el ajuste entre universal e individual. ..La figuradel consumidor como soporte subjetivo del Es-tado irnicamente refuta la hiptesis marxistade la determi-nacin en ltima instancia por lo econmico. Estamos ante ladeterminacin en primera instancia por lo econmico. La re-gulacin operativa eficaz es la gestin econmica que satisfa-ce los requerimientos instantneos del consumidor -y nodetodos los hombres-o De otro modo,siel consumidor noes-tuvieraya dehecho instalado ennosotros,difcilhubiera si-doque la estabilidad fuerael mito fundantede nuestro ser encomn durante seis largos aos -y el proceso siguevigente-oPorque es preciso recordar queel cambio apresurado dego-bierno se dio en unacoyuntura de estallido social.' El estallidose origin en unproceso econmico que violentamente dejfueradel circuito a millones de ciudadanos. La estabilidad esconsigna absoluta del Estado tcnico, que nogestiona las de-mandasde todos los hombres sinolos encargos de su sopor-te subjetivo:los consumidores.Asistimosauna mutacindel estatutoprcticodel con-ceptode hombre-ahoradeterminadocomoconsumidor-,unamutacin del estatuto prctico del lazo social y del Esta-do. Habitamostambinunrrastocamientogeneral del con-cepto prctico de representacin. Aqu llamamos conceptoprctico? En nuestra perspectiva, una idea noes lo que signi-fica enlos librossinoenla reddeprcticas enquese inscri-be. Quesel hombre?Unonopodradar una definicincomo historiador. Ms pertinente es ver qu instituye una so-ciedadcomo su concepto dehombre. Culessonlas prcti-cas a partirdelas cualesseconstituyen ysignificanlosqueparatales prcticas valen como hombres. Todose juega enelIgnacio Leuikotoiczsustancial. Cuando se puede percibir el carcter inventado oinstituido de lo quese viva como natural,es queeso se estagotando, es que el proceso prctico mismohace aparecer lascondicionesquelovuelvenretroactivamenteinteligibleco-mo instituido, Desde la interioridad activa de la ficcin es im-posiblepercibirlo como artefacto inventado.Un paralelo puede aclarar un poco las cosas. En el siglo Na.C. se agotala vitalidadde esa invencin griega que es la po-lis, algoquenotenemosmejormododetraducirquecomociudad-estado. Entonces, aparecen dos tendencias simultneas.Serciudadano dela polisera ser polits. Digenes el Cnico,filsofo del siglo Na.c., contestaba conun chiste cuando lepreguntabandequpolisera. Soy cosmopolits, cosmopolita,ciudadano del cosmos, unoxmoron que indicaque el proce-so prctico ya haba liquidado a la polis como ficcinnaturalde la vida comn y habahecho nacer otras prcticas. Es in-teresante verqueenla filosofa moral,quetambin naceenese siglo enGrecia, se presentan dos tendencias contrapues-tas pero complementarias. Arruinada la consistencia del mar-co particular de cada polis, por un lado se presenta unatendencia a la universalizacin del fenmeno hombre, tal co-mo se lee en la broma de Digenes. Por otro, unatendenciaal individualismo exacerbado, ligadotanto al ideal hedonistacomo al idealestoico. Desaparecidala instanciaintermedia,quees la polis, sedandosreaccionesquese complementan,incluso en cada individuo. Un tendencia a la universalizacin,unatendencia a la individuacin. El tomo y el todo; el indi-viduo y el universo caraa cara, sin mediaciones.Hoy, el ciudadanocomienzaadebilitarsecomosoportesubjetivo de los Estados actuales. Porque el ciudadano es ciu-dadano de unanacin. Podemos percibir unproceso formal-mentesemejanteal del sigloN a.C, Ascomoentonceslapolis, as hoy se desdibujan las naciones. El proceso prctico,por unlado, produce estosgrandesEstados cuya nicaIegi-timidar' consiste en funcionar correctamente, en garantizar laeficacia segn las operaciones quemomentneamente asumecomotareas. Yanorepresentaa losciudadanosysusdere-Del ciudadano al consumidor33categorahistoriacomofundacinde laracionalidaddelosprocesos.)Lasconsecuencias nosonloquese dice unparaso. Peroeso nolas invalidacomo consecuencias vislumbrabIes, o po-sibles. Los pobres sonextranjeros enestemundo decosmo-politas. Yser extranjero del mundo es caer fuera de lahumanidad. Losno-consumidorespierden la condicinhu-mana. Estamos aprendiendo a sufrirlo y percibirlo. Quiz seaprudente leer en esta lnea las dificultades con que tropieza e!psicoanlisis enestaspatologasdel consumidor: anorexias,bulimias, adicciones. Otra consecuencia. Lacadade los Es-tados-nacin, la universalizacinabstractadelosmercados,induce unrepliegue de las identidades sociales enguetos de-finidos por unrasgo:lgicadeguerraentre guetos. Lospo-seedores del rasgoestnenguerra virtualoefectivaconlosquenoloposeen, sin unterceroquearbitre ocomponga e!trabajo de las fuerzasantagnicas.La descripcin de las consecuencias puede aterramos con suinfierno conjetural. La presencia del mal, desde el punto de vis-ta historiogrfico, explica bastantepoco, y acarreaconsecuen-cias negativas. La versin conspirativa, por unlado, olvida quetodaslas pocassonduras -y questees undatodenuestracondicin-o Pero tambin bloquea la percepcin y la lectura ac-tiva de lo emergente. En ciertas cosas, el diablo siempre esneutral.Sin embargo, la forma espontnea de percibir esta transforma-cin tiene la manerade la prdida. La distancia historiogrficapermite pensar que estamos viviendo e! agotamiento de una fic-cin y la presentacin sin claridaddiscursiva de otro orden deficciones: el Estado tcnico-administrativo y su soporte subjeti-vo consumidor. Eneste sentido se entiende la prdida de reso-nancia popular -o mejor, la ausencia de la supuesta resonancia-de la reformade la Constitucin, Esa Constituyente es el actade defuncindel Estado-nacin y la partida de nacimiento delEstadotcnico-administrativopropiodenuestra modernidadtarda -o denuestra post-hiperinflacin, post-estallido social,ltimoavatar de la capacidad de! Estado argentino de incluir atodos los habitantes como ciudadanos de nuestranacin-oIgnacio Lewkowiczregistrodelas prcticas. Notodoslosbiolgicamente homosapiens sonsocialmente hombres. El mayor gradode coinci-denciaconjuntistaentrelaespeciebiolgicay la definicincultural de!conceptodehombre esladefinicinmoderna-que sinembargoexclua, por ejemplo, anios ylocos-.Hoy, todo parececonducir a unadecisin prctica de! hom-bre como consumidor. El restode laespecie biolgica noquedaalbergadoenla definicin dehombre,quedafueradelas murallas, fuerade la humanidad.Varael conceptoprctico del lazo. Larelacinsocial yano se establece entre ciudadanos que comparten una historia,sino entre consumidores que intercambian productos. Loque Marxdenunciaba queoperaba enla profundidad secretadela sociedadburguesa, se confiesahoyvisiblementeenlasuperficie. Y parece nohaber otra dimensinque la superfi-cie. Larepresentacin estatalya noes la representacin sus-tancialsinola de unaconfiguracin instantnea de! mapadelos encargos de los consumidores. La encuesta es e! discurso,e! discurso es e! lazo social; y la encuesta es e! reino de lo ins-tantneo. Incluso, segn Ade!ina Dalessio, imagen estatalneoliberal de nuestros das neoliberales, la eleccin esla encues-ta de la encuesta.VLamutacingeneral -socialy subjetiva- nopodra dejarde ocasionar un trastorno muy grande en la configuracin delmapadiscursivode la situacin. El mentado ajustenoes sloeconmico, sino tambin discursivo. El desplazamiento de ladeterminacineconmica, desdelasecretaltimainstanciahacia la confesay hastaobscena primera instancia, es corre-lativo de la cada de! discursohistrico como hegemnico ene! tratamiento de las realidades y de la emergencia victoriosade una sociologa degradada -hoy y:a sociometra o encuesto-loga- como discursodomnante. (Ese es unbuen sentido pa-rael machacnfindela historia: findela hegemonadelaDel ciudadano al consumidor3536Ignacio LewkowiczDel ciudadano al consumidor 37El agotamiento de unaficcin viene con su cortejo de de-sencantados y cnicos, en el sentido menos griego de la palabra.Habitamos esas consecuencias subjetivas. El agotamiento de-saloja las certezascolectivas enlas quehastaahora, malquemal, habamos podido descansar. Losconsultorios de analis-tas y demsasesores del almaestnllenosde las consecuen-cias deestos procesos. Lafiguradelconsumidor sustituyeala del ciudadano. Laley fundamentada en unpueblo de ciu-dadanos soberanos ya es ficticia. Emerge unaley fundadaenotraficcin naciente pero oscura,que retroactivamente vue!-ve ficticia la legitimidad nacionalde la legalidadconstitucio-nal. Enel agotamiento ficticio de la verdaddel ciudadano, e!consumidor aparececomonueva fuentede razn y justicia.Adnde conduce esto? Cul es la tendencia? La pregun-ta es pertinente; lo que no es pertinente es e! discursoque sedispone a responder. Porque ya no se podra conservar la po-sicin de historiador y vaticinar un destino para los procesos.Desdednde se puederesponderla pregunta?Pues desdeun discurso que est autorizado por sus propios procedimien-tos a prolongar las tendencias e investigar las configuracionesquepueden producirseenel lmitedetal tendencia. Comofuturlogo, entonces, se puede conjeturar unaconfiguracinposible. Pero no como historiador: all, la nica respuesta de-centees depende; y ni siquieraa sabiendas del tipode factoresde! quedepende. Se responde con una indeterminacin bienverdadera -quepesea suaspectonoes unaevasiva sinounllamado, una provocacin-o Depende de lo que hagamosprcticamente los contemporneos, en la medidaenquenohay ningn futuroescritoenningncielo secreto. Dependede nuestrohacer, sin unsentidodeterminadodeantemano,pero que no es un libre hacer incondicionado. Depende de loque se haga con las condiciones. Porque son condiciones y nodeterminaciones. Resultaimposiblenotomarlasencuenta.Pero resulta ca barde asumirlas comodeterminaciones. Endefinitiva: depende.Pero comoes corts responder las preguntas que se plan-tean, nos es lcito el juego ligero de la conjetura -siempre queseloleacomoun juegoligero-. Ligeroperoserio, comocuando se jugaba en serio, es decir, de nio. Veamos. Las ten-dencias se dibujan en e! papel. Un atalaya imaginario, un ote-ro. Desde ah espiamos un futuro potencial. Nos agradaimaginarnos quelas tendenciasdesmedidastienenfrenoenalgunasustanciahumanaqueimpidelas consecuenciasmsdesagradables. Nuestrosustancialismose calmasuponiendoquelos expulsadosenalgn momento van a poner unlmiteeficaz. Nos resulta imposible imaginar la posiblerealidad deestas tendencias consumadas. Pero sigamosjugando.Supon-gamos queningunasustancia ponefreno: slolasaccionescolectivas desvan, trazan nuevos recorridos. Para este huma-nismo unantdoto profesional, en la remota historia romana.Acotando e! perodo al mximo, entre los siglos III a.c. y IId.C., tenemosquevrnoslasconcincosiglosde esclavismo.Pues bien,no podemos contar ms que tres revueltas esclavasde algunaenvergadura -y ninguna orientada a una anacrni-ca supresindelaesclavitud-o Tambaleanuestrasuposicindequehaylmitesnaturales. Depersistir, unopuede entrarya derrotado en la lgica de la derrota, de la piedad, de la vc-timizacin.La soberana noemana ya del pueblo sino de la gente. Lagente ya nosonlos ciudadanos sinolos consumidores. Si elconsumidorseinviste comosoberano, laley serlaleydeconsumo. Tantocomodecir quela ley delaofertay lade-mandapasar de fantasmagora categorial de unadisciplinaalegislacinexplcita de la nueva ficcin. Suenaa parodia, pe-rono es lo esencial.Suenaa parodia para nuestros supuestosdeun humanismosustancial. Los consumidoressedefinencomoimgenes: ontologapopular demercado. Ser esseruna imagen, un sentido ya saturado. Ser, entonces, es ser sig-no. Elque noes signo no es. Qu es el que noes signo. Fei-mannadvirtiquela divisoria pasa entre famosose ignotos.Elsigno, segnplante Ulloa, es arrogante: se dispone a servistopor todos y nomiraa nadie. Delotro lado -de la pan-talla, se entiende, que ya funcionacomo muralla-, los que noson signo, los humillados, los avergonzados, quese esconden38 Ignacio Lewkowicz Del ciudadano al consumidor39para ver, pero que nopueden ser vistos -una miradalos atra-viesa sin verlos, losanula-oLosque nosonsignos, entonces,son insignificantes. Y lo sonen undoblesentido. Por unla-do porque su ser est vaciado de significacin.Por otro, ;:>or-que si el otro es ya de por s signo, el insignificante notieneel lugar quela tradicindialcticale atribuaal siervoenelcomercio del reconocimiento mutuo:no tieneque significaral arrogante,al famoso, quese significa solo. Noes signifi-cantepara otro significante: uno es signo;el otro, resto.*Ante tal visin, conviene dejar al futurlogo entretenidocon sus tendencias, y regresar a la posicin propia del historia-dor.Repasemoslo queya tenemos. Enestas condiciones, esdecir, hoy --