lazos de sangre (1er arco argumental)
DESCRIPTION
¡Viva la república vampírica!TRANSCRIPT
De vuelta a la realidad
El demonio avanza rápido hacia mí y no soy capaz de alejarme, como
en esos sueños en los que uno intenta abrir la puerta de casa sin ser lo
suficientemente rápido como para evitar a sus perseguidores. Siempre me
alcanza. Y siempre ocurre igual.
Me despierto empapado en un sudor frío en mi apartamento
improvisado de Toledo. Afuera está oscureciendo y se ve la luna menguante
como el amuleto que siempre llevo colgado al cuello desde hace mucho
tiempo, desde antes de todo.
Ya no recuerdo cómo era mi vida en Rumanía. Realmente no estoy
seguro de que pueda llamarla mi vida, es más bien algo ajeno, como si le
perteneciese a otra persona con la que comparto los mismos recuerdos.
Meterse en medio de una batalla entre dos familias cuyo odio ancestral se
remonta más allá de la memoria narrada de nuestra raza nunca es una buena
idea. La bendición y la maldición me acompañan desde entonces.
La bendición de la buena fortuna con la que me otorgó mi madre.
Aunque no estoy seguro de poder decir que fuese una bendición. No negaré
que la suerte me ha acompañado desde entonces, pero a cambio de un gran
precio, el de tentar cada vez más al peligro. Me pregunto cuándo habré
superado el límite. Y la maldición de los secretos con la que me obsequió su
más acérrima rival y ahora mi mayor enemiga. Y al igual, es posible que
también tuviese su parte positiva. Es cierto que las pesadillas me acompañan
cada noche, pero gracias a ella soy incapaz de desvelar un secreto, y eso
para un Ravnos, que como yo, se dedica a informar en ambos lados del
conflicto, siempre ofrece un poco de confianza a mis mediadores.
Voy al lavabo y me miro a los ojos. Mi aspecto no ha cambiado desde
después del Abrazo. Sigo siendo el mismo. En apariencia. No muy agraciado
físicamente: bajito, regordete, con el pelo moreno y lacio y una cuidada
perilla, los ojos verdes profundos de mi madre, la piel curtida de mi padre y ese
aire de “estar de vuelta” de todo. Me pongo la chaqueta de cuero. Sé que si
no me doy prisa llegaré tarde, y parecía importante cuando me llamó la
Senescal. Enfundo mis dos amigas dentro de las cartucheras que hay en el
interior de mi ropa y me dispongo a salir sin más dilación.
El ambiente en el Elíseo es tranquilo. La verdad es que no me puedo
quejar. Desde que abandoné Madrid por cierto odio injustificado por parte de
los Gángrel, admito que mi vida ha mejorado. Adrian sabe llevar mucho mejor
las cosas que el Príncipe de la capital.
Nada me puede hacer sospechar, ni a mí ni al resto de los
representantes de los distintos clanes, que las nubes traían tormenta. Una
imparable tormenta que nos desbordaría a todos.
Política en el Elíseo
- El Conde de Saint Germaine, Príncipe de Salamanca, ha muerto. El
Sabbath lo ha diabolizado por el Sabbath mediante un ritual
conocido como “el ritual de la rosa”. Adrián me ha hecho convocar
este concilio para pedir dos voluntarios para una importante misión
diplomática con la capital.
Y aquí es el momento en el que mi bendición o mi maldición empiezan
a hablar por mí y me ofrezco voluntario para algo que sé que me supera.
El ambiente se carga por momentos. Hay más voluntarios, Ramiro de la
casa Tremere, que conoce muy bien esa clase de rituales y que comparte
clan con el difunto Conde. No me sorprende. Pero también se presentan los
representantes de los Brujah y los Ventrúe. La chiquilla de los Brujah es muy
impulsiva y ofrece fuerza y armas para la misión. El Ventrúe me da cierto
repelús y ofrece su poder económico. La representante de los Malkavian que
está a mi lado, y que no sé por qué puede hacer uso de las disciplinas dentro
del Elíseo, me dice que su aura se comporta de una forma inquietante.
Tras largas divagaciones todos los representantes hablan. Ramiro y yo
somos elegidos. Supongo que me han elegido precisamente porque se fían
menos de ellos mismos que de un independiente. Tampoco sé si me están
haciendo un favor.
La Senescal nos acompaña por oscuros pasajes hasta llegar a la
habitación que comparten el Príncipe y algunos de sus más allegados. Al
vernos se gira con la pena marcada en el rostro. Apenas es necesario usar las
palabras para comprender la crítica situación.
Una misión deseperada
- Os he hecho llamar. Necesitamos enviar a dos de los nuestros en una
misión diplomática con Madrid. Necesitamos que el Príncipe nos
otorgue algo de su poder militar. Concretamente el de lo Assamitas
que forman su guarda.
No hace falta decir que a mi compañero Tremere oír el nombre de
aquel clan no le hace especial ilusión.
- A cambio le ofreceré este pergamino con un hechizo de protección
de nuestra casa. Su valor es incalculable, pero la situación también
lo requiere.
La sangre brota de su brazo y el pergamino se llena con runas y extraños
símbolos. Mi compañero lo reconoce y por su expresión diría que el regalo que
vamos a ofrecer bien merece nuestro tiempo y esfuerzo.
Salimos, pero antes de que podamos ponernos en camino, Adrián hace
unirse a nuestra compañía a un miembro más: Ricardo. Un Ventrúeal que
apenas conozco. Por la forma en que le da 50€ a los chavales de la Sinagoga
del Tránsito ya sé cuál es la razón por la que se nos ha unido. No estoy seguro
de que en estos casos ser más miembros sea un buen augurio. Soy un
independiente precisamente porque conozco demasiado bien la política y las
intrigas que se trae tanto la Camarilla como el Sabbath.
En cualquier caso, la carretera nos espera. Un poco de rock&roll nos
hará el viaje más llevadero.
El Príncipe
La llegada a Madrid es un estado de sitio. Los Assamitas apenas si tienen
reparos en el trato que nos dan. Y cuando por fin llegamos a ver al Príncipe
descubrimos que no es más que un macarra del tres al cuarto rodeado de un
variopinto zoo de Gángrels.
Coge el pergamino con desinterés y se lo entrega a una Tremere para
que lo examine. Nos dice que nos atenderá al día siguiente y nos otorga un
salvoconducto para evitar problemas dentro de su ciudad.
Aquella noche las pesadillas siguen ahí y decido dar una vuelta y ver
qué tal le van las cosas a los Malkavian que frecuentaba cuando vivía aquí.
Ellos siempre aprecian mis Quimeras. El problema es que resulta bastante difícil
sacar algo de información a un grupo de “yonkis esquizofrénicos” que apenas
dicen nada que pueda ser considerado coherente.
Regreso al hotel y consigo descasar un poco. Al día siguiente el Príncipe
nos hace pasar al Elíseo, pero nos mantiene encerrados junto a una Gángrel:
Iliana; que como descubrimos más tarde, también ha sido enviado en misión
diplomática. Me temo que será la parte no-diplomática de la misión.
Las horas pasan. Nadie nos atiende. Somos inmortales, pero nuestra
paciencia no es infinita. La Gángrel derrumba la puerta y juntos vamos hasta la
sala donde se encuentra el Príncipe.
Este nos hace saber las malas noticias: Toledo también ha caído. Y lo
que no dicen sus palabras: somos los siguientes.
No diré que no me apena, pero nuestro trabajo allí ya ha concluido y no
tengo intención de quedarme más tiempo con este Brujah sin modales. Pero,
sin embargo, él ya ha hecho planes para nosotros cuatro.
Trabajo sucio
- Bueno, ya he decidido lo que voy a hacer con vosotros. Como no
estoy seguro de si sois o no miembros de Sabbath infiltrados, os haré
probar vuestra valía. Deberéis entregarme vivo o muerto a un
extranjero que se atreve a venir a la ciudad sin presentarse ante mí.
Si no lo conseguís antes de las seis seréis considerados Caitif, y por
tanto, empezará vuestra caza de sangre.
¿Qué puedo decir? ¿Acaso mentiría si dijese que me encantaría
meterle un poco de plomo a este Brujah? Pero no tenemos opción. Uno de mis
contactos entre los Malkavian se encarga de escoltarnos hasta el cementerio,
mientras susurra para sí y parecer hablar con los espíritus del lugar.
Entonces como cuando un gato escucha una rama seca romperse,
todo el grupo se pone en alerta. Estamos siendo emboscados, y aunque
parecen advenedizos, lo cierto es que nos superan en número.
Hasta aquí me ha llevado mi fortuna. Veremos qué cartas esconde bajo
la manga.