las redes sociales y el amor a la atención

4
Las Redes Sociales, y el amor a la atención. Amor en Tránsito Autora: Valeria Márquez Profesor: Erly Ruiz. C.I: 19371789 Vivimos en un mundo complejo y versátil, una maraña de relaciones sociales que construyen a su paso todo lo que conocemos como la vida. En este gran mundo de relaciones, un mundo de tantas personas que se ven forzadas a convivir entre sí, por el simple hecho que de alguna manera no podemos estar solos, nos vemos en la necesidad de definirnos en torno a las cosas que hacemos y esa es nuestra manera de mostrarnos al mundo que nos rodea, fuera de nuestra segura autonomía individual que todos poseemos. En este mundo de relaciones, tenemos la tendencia a experimentar diversas reacciones que no giran en torno a nuestras propias acciones, si no a las acciones de los demás y eso a través de los años ha generado un lenguaje que hemos legitimado y reproducido. Este lenguaje representa un código que todos entendemos, y que por alguna razón raras veces pretendemos transgredirlo, simplemente no lo cuestionamos, es ya natural para nosotros su existencia en sí. Estos códigos que damos por sentados nos simplifican la realidad, porque le da sentido a las cosas que experimentamos. Una de las cosas que con más frecuencia encontramos en las sociedades es la idea en torno al amor, y como el amor se ha transformado en una figura que como mencionaba antes, muy pocos se atreven a cuestionar y transgredir. La idea entorno al amor es siempre ejemplificada con clichés básicos de una sociedad occidental que le rinde culto a la industria del entretenimiento, el amor en general, es todo lo bello y lo mágico del mundo, lo que se opone a la tragedia que se supone es la vida. Y es que a fin de cuentas, somos solo simples humanos, tan rellenos de tanta historia y tantos códigos sociales, que nos armamos toda esta fantasía con tal de darle sentido alguno a nuestra existencia y así evadir la angustia que superpone a la idea de no saber para qué vivimos.

Upload: valeria-mmt

Post on 12-Jan-2016

3 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Amor En Transito. UCV . Sociología

TRANSCRIPT

Page 1: Las Redes Sociales y El Amor a La Atención

Las Redes Sociales, y el amor a la atención. Amor en Tránsito

Autora: Valeria Márquez Profesor: Erly Ruiz.

C.I: 19371789

Vivimos en un mundo complejo y versátil, una maraña de relaciones sociales que construyen a su paso todo lo que conocemos como la vida. En este gran mundo de relaciones, un mundo de tantas personas que se ven forzadas a convivir entre sí, por el simple hecho que de alguna manera no podemos estar solos, nos vemos en la necesidad de definirnos en torno a las cosas que hacemos y esa es nuestra manera de mostrarnos al mundo que nos rodea, fuera de nuestra segura autonomía individual que todos poseemos.

En este mundo de relaciones, tenemos la tendencia a experimentar diversas reacciones que no giran en torno a nuestras propias acciones, si no a las acciones de los demás y eso a través de los años ha generado un lenguaje que hemos legitimado y reproducido. Este lenguaje representa un código que todos entendemos, y que por alguna razón raras veces pretendemos transgredirlo, simplemente no lo cuestionamos, es ya natural para nosotros su existencia en sí.

Estos códigos que damos por sentados nos simplifican la realidad, porque le da sentido a las cosas que experimentamos. Una de las cosas que con más frecuencia encontramos en las sociedades es la idea en torno al amor, y como el amor se ha transformado en una figura que como mencionaba antes, muy pocos se atreven a cuestionar y transgredir. La idea entorno al amor es siempre ejemplificada con clichés básicos de una sociedad occidental que le rinde culto a la industria del entretenimiento, el amor en general, es todo lo bello y lo mágico del mundo, lo que se opone a la tragedia que se supone es la vida. Y es que a fin de cuentas, somos solo simples humanos, tan rellenos de tanta historia y tantos códigos sociales, que nos armamos toda esta fantasía con tal de darle sentido alguno a nuestra existencia y así evadir la angustia que superpone a la idea de no saber para qué vivimos. Nosotros no queremos simplemente estar vivos, o solo amar, más que eso queremos ser la mejor versión de nosotros mismos, la mejor versión humana que se pueda, porque después de esta corta vida, solo queda la muerte, y esa sensación de no saber que viene después, genera una angustia sin precedentes. Necesitamos aferrarnos a algo que nos haga sentir que seremos eternos, que no quedaremos en un baúl de recuerdos olvidados, necesitamos hacer de nuestra vida algo que aunque sea una persona recuerde, para sentir que valió la pena vivir. Vivimos por el protagonismo de nuestra propia película social, si alguien me ama, alguien me reconoce, ergo existo, y mientras más reconocimiento tenga, más difícil será olvidarme y es muy fácil acostumbrarse a esta clase de atención. ¿Estamos hablando entonces de un nuevo tipo de amor?

Berger y Luckmann mencionan, que todo está construido socialmente. A través de las experiencias compartidas, construimos un mundo que define en sí lo que somos, porque nuestras conductas se moldean a nuestro entorno. En tiempos pasados, el mundo solía ser esta gran condensación de diversidad, de distintas lenguas y códigos sociales, de distintos pensamientos culturales, cosa que ha desaparecido en las últimas décadas con la aparición de un pequeño

Page 2: Las Redes Sociales y El Amor a La Atención

monstruo que se apoderó del mundo, conocido como las Redes Sociales. En un inicio, el auge de estás dependía de cada persona, no muchos de nosotros estábamos familiarizados con la Internet ni con todo este boom de compartirnos a nosotros mismos en el precursor MySpace, o la red social HI5. Considero que el punto cumbre de esta generación digital, surgió con la aparición del grupo de empresas más exitosos de la década desde mi punto de vista, el tan amado y odiado FACEBOOK, seguido por el adictivo primo lejano y principal rival, TWITTER, el tan aclamado YOUTUBE y quizás el más atractivo de todos, INSTAGRAM entre otras redes sociales emergentes. Con el nacimiento de estos , nació una nueva generación de tecnopatas y un nuevo fenómeno de exposición, alimentada por la aparición de los teléfonos inteligentes. La diversidad cultural opacada por la globalización encontró su principal punto de encuentro en estas compañías, que le dieron a las interacciones sociales un nuevo carácter, ahora tú, individuo pequeño del gran mundo imponente, tenías el poder suficiente para hacerte grande e imponerte sobre otros y convertir al mundo en un lugar pequeño. Las redes sociales eliminaron las distancias, nos dieron en que pensar, nos convirtieron en esclavos, haciéndonos “rendirnos ante nuestras criaturas”, como dijo Marx, pero también, nos hicieron darnos cuenta, de que no solamente teníamos el poder de cruzar fronteras a un click, sino que también teníamos el poder del reconocimiento, de la tan anhelada fama, de ser universales y hacer de nuestra vida algo significativo para variar.

Con esto, nació una nueva obsesión por la atención, por ganar seguidores, por tener más “likes”, por tener más visitas, por tener más y más y más reconocimiento, porque todo se hizo aún más fácil, porque ya no teníamos que sufrir las angustias y las presiones sociales que involucra la interacción cara a cara, porque en el mundo virtual, nosotros mismos controlamos como queremos que los otros nos vean, la interacción social es más fácil, expresar nuestras emociones no implica ninguna consecuencia social, pues es una relación indirecta y nadie espera un resultado típico, como en la vida real. Nos volvimos adictos al reconocimiento y solo nos volvimos unos lobos hambrientos de atención.

Amamos de pronto la idea de dejar de ser ordinarios, de ser uno más del montón, las redes sociales nos dieron la oportunidad de explotar nuestra creatividad al máximo, de compartirlo con el mundo. Amamos la atención, tanto que rellenamos las redes sociales con nuestras fotografías, enseñándole al mundo nuestra maravillosa perspectiva de vida, esperando que les produzca algo, hacemos castings entre nuestras fotografías para elegir las mejores, porque existimos a través de los demás, somos lo que los otros esperan que seamos.

Este también es un tipo de amor, uno insaciable tal vez, el amor a ser adulado, a ser reconocido. En el mundo virtual, soy lo que los demás quieren ver o lo que yo creo que los demás quieren ver, me muestro al mundo mostrando la mejor versión de mí, esperando obtener algo a cambio, existo en tanto otros me legitimen. Tengo éxito en tanto más reconocimiento tengo, y de este modo, se configura en mi persona una cantidad suficiente de poder, que también resulta tornarse adictivo a veces. El mundo está hecho de relaciones de poder, amante-amado, dominador-dominado, porque el poder es omnipresente y omnipotente, tal como lo dijo Foucault, y en esta cultura de competencia, sobresalir es ganar, es perpetuarse en el mundo y ser inmortales, y todos queremos ganar.