las memorias de pablo neruda - core.ac.uk · protesta por el trozo de vida que le arrebataron las...

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LAS MEMORIAS DE PABLO NERUDA * El mismo día en que se cumplieron seis meses de la muerte de Pablo Neruda, salieron a luz sus Memorias, bajo el signo editorial de la empresa barcelonesa Seix Barral. Han sido siempre las Memo- rias un género rebosante de interés, que se acrecienta cuando quien las escribe —o escribió— es un poeta de fama universal, como Pablo Ne- ruda. Es, además, muy agradable el explorar la vida y obra de un autor acompañados del propio autor. br otra parte, en las Memorias suele permitiEse lo que no siempre se permite en obras de índole pu- ramente literaria. Libremente pasan la aduana de este género merca- derías que, en otros, el autor ni siquiera intentaría pasar, por sentido del ridículo, por razones de pudor o, simplemente. por no transgredir los buenos modales literarios. Título muy sugeridor llevan egtas Memorias de Pablo Neruda: Confieso que he vivido. Ignoramos si fue el autor quien les dio el ti- tulo o si éste ha sido obra de los recopiladores. De todos modos, constituye un excelente acierto, pues la suprema categoría nerudiana fue un verbo de sencilla apariencia y enorme complejidad: vivir. En él se condensa la verdad menos impugnable y más inexpugnable de toda la obra de Neruda. Fundamentalmente, el poeta de Isla Negra vivio, y fue la vida su valor máximo, a inmensa distancia dc su beli- gerancia política, en la cual —¿por qué no decirlo?— no ejerció nunca de héroe, aunque así intente presentarse en alguna página de este libro. Sin ánimo de mancillar su memoria, lo que sería una impiedad, po- dernos escribir que no pertenecía a la raza de los héroes. Quizá les suceda lo mismo a la mayoría de los poetas. iConlieso que he vivido! Por simple asuciación de ideas, vienen a la memoria dos personajes de universal nombradía, pero de muy di- * Leído en la Academia Chilena de la Lengua el 16-VL-75.

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LAS MEMORIAS DE PABLO NERUDA *

El mismo día en que se cumplieron seis meses de la muerte dePabloNeruda,salierona luz sus Memorias,bajo el signo editorial dela empresabarcelonesaSeix Barral. Han sido siempre las Memo-rias un génerorebosantede interés,que se acrecientacuandoquien lasescribe—o escribió—es un poetade famauniversal, como Pablo Ne-ruda. Es, además,muy agradableel explorar la vida y obra de unautor acompañadosdel propio autor. br otra parte,en las Memoriassuele permitiEselo que no siempre se permite en obrasde índole pu-ramente literaria. Librementepasanla aduanade este género merca-deríasque, en otros, el autorni siquiera intentaríapasar,por sentidodel ridículo, por razonesde pudor o, simplemente.por no transgredirlos buenosmodalesliterarios.

Título muy sugeridor llevan egtas Memorias de Pablo Neruda:Confiesoque he vivido. Ignoramossi fue el autor quien les dio el ti-tulo o si éste ha sido obra de los recopiladores.De todos modos,constituye un excelenteacierto, pues la supremacategoríanerudianafue un verbo de sencilla aparienciay enormecomplejidad: vivir. Enél se condensala verdad menos impugnabley más inexpugnabledetoda la obra de Neruda.Fundamentalmente,el poeta de Isla Negravivio, y fue la vida su valor máximo, a inmensadistancia dc su beli-geranciapolítica, en la cual —¿porquéno decirlo?—no ejerció nuncade héroe,aunqueasí intentepresentarseen algunapáginade este libro.Sin ánimo de mancillar su memoria, lo que seríauna impiedad,po-dernos escribir que no pertenecíaa la raza de los héroes.Quizá lessucedalo mismo a la mayoríade los poetas.

iConlieso que he vivido! Por simple asuciaciónde ideas,vienen ala memoria dos personajesde universalnombradía,pero de muy di-

* Leído en la Academia Chilena de la Lengua el 16-VL-75.

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ferente sustanciaética y religiosa: San Agustín y Rousseau.AmbosllamaronConfesionesa los cientosde páginasen que contaronsu vida,o partede ella. San Agustín, una de las más altas cimas intelectualesy religiosasde la especiehumana,se confesócon Dios, entredeliquiosde arrepentimientoy espasmosde amor y de humildad. Sin embargo,a vecesse le nota cierta propensióna confesal-setambiéncon cl génerohumano. Y al género humano va dirigido el obeso volumen de lasConfesionesde Rousseau,obra en la que,entre explosionesde since-ridad y alardesde cinismo, quedaa la intemperieel alma tórrida deesefilósofo, cuya vida constituyeel primer gran naufragio del raciona-lismo dieciochesco.

Temaapasionanteel de las Memorias, y más cuandosu autor sellama Pablo Neruda.Sin embargo,no es fácil eludir un arduo pro-blema: ¿en qué medida son veracesquienes, en el doble papel deautoresy actores,se encaramanal escenariode la comediahumanay,en largo monólogo, recitan para la posteridadla historia de su vida?¿No existe el riesgo de que el histrión que dentro llevamos todossu-cumbaa la vanidady fabule proezasy heroicidadesen que lo soñadoprevalezcasobre la vivido? ¿No suplantará,en más de una ocasión,el hóroeque se quiso ser al personajevil que quizásse fue? Por otraparte, la vida humanaabundaen crueles ambivalencias,en zonasdeturbia ambigí.iedaddonde se vuelven confusaslas fronteras entre loruín y lo noble, lo espurio y lo verdadero...Perdoneel lector estaslucrubacionesy acompáñenosen unalugazincursión por las Memoriasnerudianas.

¿NOVEDAD EDITORIAL?

El lector anhelosode novedadesy conocedorde la obra de Nerudasufre una leve desilusiónen la primera partede estasMemorias: másde un centenarde páginasno sonmaterialinédito. Se han incorporado,con mínimasvariantes,las crónicasautobiográficaspublicadasen la re-vista brasileñaO Cruzeiro, en 1962. Algo similar ha sucedidocon laconferencia«Infanciay juventud». pronunciadapor Neruda,en 1954,en la Universidadde Chile e inserta,añosha, en susObras completas.Fragmentosdispersosde las Obras completas—«Viaje al corazóndeQuevedo».«PaulEluard», «Valparaíso»—resucitanen estaobra pós-tuma. Naturalmente,nadade estorestaun ápice al valor intrínsecodelas Memoriasmismas,de veras extraordinario.Sin embargo,por hon-radezcon el lector, deberíanhaberseindicado estascircunstanciascdi-

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tonales.Presentarcomo novedadlo queya no lo es constituyeunatoscamanerade vendergato por liebre.

Otra observaciónde índole editorial: dos empresasde habla espa-ñola —Seix Barral, de Barcelona, y Losada,de BuenosAires— hanpublicado estasMemorias, si bien la editorial barcelonesase adelantómes y medio a la bonaerense.Hemoscotejadola edición españolaconla argentina,en maliciosabúsquedade diferenciasimportantes.Tiempoperdido: no siempre los malpensadosaciertan, o acertamos.Para lapublicación de estasMemorias en España.la viuda del poeta exigió—según una agenciainformativa— la total fidelidad al texto. Y asíse ha cumplido: íntegrasestán las Memorias de Neruda en la ediciónespañola, con susincondicionalesloasal comunismoy algunamalévolaalusiónal generalFranco. ¡Las vueltas que da el mundo! Sc nota queel «aperturismo»de don Carlos Arias Navarro no consisteen meraspalabras.

¿Cuándoescribió NerudaestasMemorias?Gran parte de ellas enmomentosde plenitud vital, cuandola muerte, es decir, el naufragiodelinitivo para un ateo como él, se le presentabaaún en muy remotalejanía. Creemosque Nerudano vivió la hora dramática del postreradiós a la existencia,ni siquiera cii las páginasescritasen los últimosmesesde su vida, cuando,sin saberlo, estabaya herido de muerte~El corazónhumano se nutre de ilusionesy es frecuente,incluso en lavejez, autoengañarsecon el pensamientode que estátodavía lejana lahora del ocasofinal. En marzo de 1973, en su casade Isla Negra,leoímos a Neruda hablar, con emocionadailusión, sobre el modo deconmemorar,en 1974, sus setentaaños: un Congresode Escritores,alque «convendríainvitar —decía él— al poeta españolGabriel Celaya,que nuncaha venido a Chile». Es evidenteque ignorabala gravedadde lo que llamabasu «reumatismo»,lo cual no era otra cosa —ise-creto a voces!— que esa trágica pesadilla del género humano deno-minadacáncer.En suma,el poetano tuvo tranquilidadni tiempo paraescribir Memorias definitivas, ni para dibujar, a la luz terrible de la

Una ICMO excepción: al referirse al Monumento de los caídos dice, en laedición argentina,que su cruz se levanta «sobre un n,illón de muertosy sobreobscurase incontablesprisiones» (pág. 169). Pues bien, en la edición española—que es a la que remiten todas las citas de este artículo-— las «prisiones»sehan metamorfoseadoen «recuerdos»(pág. 173).

2 Buscandosu actitud frente a la proximidad de la muelle, hemosleído susocho libros póstumosde poesía,publicados en Buenos Aires por la EditorialLosada: La rosa separada,Jardín dc invierno, 2000, El corazón amarillo, Librode las preguntas, Elegía, El mar y las campanasy Defcelos escogidos.No esgran cosa lo que hemospodido vislumbrar, salvo alguna histriónica pirueta.

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muertepróxima, el paisajealegre de la vida pasada.No deja de seruna pena. La muerte cabalga, a la vez con tristeza y gallardía, porimportantespoemasnerudianos.Pero una cosaes mirarla a distanciay otra muy distinta el enfrentarsecon ella cuandoya es perturbadoracercaníao amenazantepresencia.

TRAYECtORIA VITAL

Doce capítulos —«cuadernos»en la edición argentina—integranestas Memorias. Terminadala lectura, una mirada al índice es sufi-ciente pararevivir la Ínultitud alucinante de sucesos,personas,cosas,ideas, juicios, odios y amoresque pululan en estaspáginas.En unaatmósferade espléndidapoesía, resuenala voz del poeta,apacibleal-gunasveces,apasionaday hasta iracundalas más. Nerudano aspirónuncaa la sopbrosynehelénica, sino que dejó funcionar librementeen su vida y en su obra Ja pasión y la desmesura.Por eso seria inútilpedirlemoderacióny equilibrio. De pasiónestáhechasu poesía,y es lapasión la que nutre el corpus de estasMemorias, salvo algunos mo-inentosde serenidaden que el poetahablade manerarazonaday ra-zonabíe.

En las breves lineas prologales,deslizaNerudaunaspalabrasquequizá encierren sólo una parte de verdad: «Tal vez no viví en mimísmo; tal vez viví la vida de los otros». Es claro que esto no puedeaceptarsesiíio con muchasy cautelosasreservas.Aunque no se encerroen la torre de marfil, sino que salió al mundo y participó ardorosa-menteen las contiendasde los hombres,Nerudavivió de manerain-tensay apasionada«suvida», con radical preferenciaa la vida de losotros. Y es natural que así fuera. Todo lo demáses demagogiadesti-nadaa la galería.A no serque esaspalabrasdelatenuna subconscienteprotestapor el trozo de vida que le arrebataronlas luchas políticasy sociales.

Los títulos de estoscapítulosson todosmuy acertadosy sugerido-res, tanto como el de las Memorias.A través de ellos, el lector puedeseguirla trayectoriavital y poéticade PabloNeruda.En el capítulo 1,revive el Neruda niño y adolescente,con los primerosasombrosantela vida y cl universo.También con las primerasaventuraseróticas ylos melancólicosembelesosante la lluvia, su «único personajeinolvi-dable».Escrito en 1954,cuandoel poetase hallabaen la plenitudcrea-dora —ila plenitud de los cincuentaaños!—, quizá seaeste capítuloel más poético y artístico de las Memorias.

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«Perdidoen la ciudad»se titula el capítulo II. En él asisteel lectora la aventuradel Neruda joven, llegado a Santiago con «la cabezallena de libros, de sueñosy de poemas...» (pág. 47). Un cortejo depersonajesextravagantesy soñadoresacompañaa este Neruda quepugnapor abrirsepasoentre la poesíay la bohemia,con muchaham-bre y poco dinero. Revoloteapor estaspáginasun enjambrede di-vertidasanécdotas.Peromás que la anécdotanos interesala categoría,aquí representadapor la gestaciónde los primeros libros. Para ellector entusiastade Neruda—y lo es quien tengasiquieraunamínimaamistadcon la poesía—,resulta emocionadooírle contarla historia dela génesisy nacimiento de sus dos primerascriaturaspoéticas: Cre-pusculario y Veintepoemasy una canción desesperada.

Unos bellísimos párrafossobrela palabracierranestecapítulo. Enuna prosa dondecada palabra irradia fulgor artístico, Nerudacantaentusiásticamentesus relacionescon las palabrasy las acrobaciasquerealiza para sacarles la máxima reverberaciónexpresiva. Un páginadc antología,como muchasde estasMemorias...

LA PALABRA

«... Todo lo queusted quiera. si señor,pero son las palabraslas quecantan,las quesubeny bajan...Me prosternoanteellas...Las amo,las adhiero,las persigo,las muerdo, las derrito..- Amotanto las palabras...Las inesperadas...Las que glotonamenteseesperan,se acechan,hastaque pronto caen..- Vocablosamados..-Brillan como piedras de colores, saltan como platinadospeces.son espuma,hilo, metal, rocío... Persigoalgunaspalabras...Sontan hermosasque las quiero poner todas en mi poema... Lasagarroal vuelo, cuandovan zumbando,y las atrapo,las limpio,las pelo,me preparofrente al plato,las sientocristalinas,vibran-tes ebúrneas,vegetales,aceitosas,como frutas, como algas,comoágatas,como aceitunas...Y entonceslas revuelvo, las agito, melas bebo,me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto...Las dejo como estalactitasen mi poema,como pedacitosde ma-dera bruñida, como carbón,como restosde naufragio,regalosdela ola... Todo estáen la palabra...Una idea entera se cambiaporqueuna palabra se cambió de sitio, o porque otra se sentócomo unareinita adentrode una frasequeno la esperabay quele obedeció...Tienensombra,transparencia,peso,plumas,pelos,tienentodo lo quese les fue agregandode tanto rodar por el río,

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de tanto transmigrarde patria, de tanto ser raíces...Son antiquí-simasy recientísimas...Viven en el féretro escondidoy en la florapenascomenzada...Qué buenidioma el mío, qué buenalenguaheredamosde los conquistadorestorvos.- . » (pág.77).

Perdonémoslesu intempestivodisparo contra los conquistadores...Material para una apasionantenovelaha reunido Nerudaen los capí-tulos «Los caminosdel mundo»y «La soledadluminosa». Llegado elmomentode sintetizarestasandanzasnerudianaspor el Extremo Orien-te, se experimentauna sensaciónde vértigo y mareo. ¿Cómoresumiren unas líneas la veloz caravanade lancesfelices y desdichados,eldesfile alucinantede personajesheteróclitos,el incesantefluir de jui-cios sobrediosesy hombres,religionesy sociedades?Faenapocomenosque imposible. Bajo los cielos de Shangay,Tokio, Singapur —en elcurso del viaje— y luego, ya en funcionesde cónsul, en Birmania,Ceilán, Java...,se alternanlas másinsólitas aventurasburocráticas,ri-tuales, venatorias,eróticas...Digamos,de paso,que los amoresneru-dianos —salvo el emocionanteepisodio de la birmana Josie l3liss, encl que quizá hayamucho de fantasía— tienen casi siempreuna repul-siva fachadaprostibularia.

La soledadluminosasimbolizalos raudalesde luz poéticaque inun-daron el alma hiperestesiadade Nerudaduranteesa etapade soledaden un mundo desconcertantey extraño:

«... yo no podíaelegir sino la soledad,y de esemodo aquellaépocahasido la más solitaria de mi vida. Perola recuerdoigual-mentecomo la másluminosa,como si un relámparode fulgor ex-traordinario se hubieradetenidoen mi ventanapara iluminar midestinopor dentro y por fuera» (pág. 128).

En un barrio de Colombo —en Ceilán— vivió Neruda largos díasde soledadlacerantey creadora.Perdido en una sociedaden que todole era extraño—lengua,costumbres,religión, filosofía de la existencia—,a solas consigo mismo, pudo auscultarel rumor de la vida y percibirmás limpiamentelos latidos de su corazón.Allí nacieron los poemasde Residenciaen la tierra. Sobrela escasahuelladel mundooriental ensu poesía,hablancon suficienteclaridad las siguientespalabras:

«... el Orienteme impresionócomo unagrandey desventura-da familia humana,sin destinarsitio en mi concienciapara susritos ni para sus dioses.No creo, pues,quemi poesíahayare-

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flejado otra cosaque la soledadde un forasterotrasplantadoaun mundoviolento y extraño»(pág. 120).

España en el corazóny Salí a buscar caldos condensanla aven-tura españolade Pablo Neruda,a la vez gozosay dolorida. Poesíaypolítica van aquí de la mano, y los nombresde los poetas—GarcíaLorca, Miguel Hernández.Rafael Alberti, León Felipe— se iluminancon la luz siniestrade la guerra, al compásde los recuerdosnerudianos.Sobretodo, M. Hernándezy GarcíaLorca revivennimbadoscon dobleaureolade poesíay muerte,en páginasdondeel entusiasmoy el amorse funden con el dolor y la ira. En cuanto a la guerra, excepto laparte anecdótica,poco añadenestaspáginasen prosa a lo que Ne-rudahabiacantadoen verso~. Prevaleceel mismo tono iracudode lospoemasy la mismavirulenta sañacontralos enemigosde la República.Salí a buscar caídos es la historia, conmovedoray humanitaria,de suacción para traer a Chile republicanosespañolesque, tras la derrota,sufrían la ignoíninia de los camposde conecíltraciónfranceses.La sin-tesis final tieneun nombre: Winnipeg.En cuantoal cambio de rumbosque la poesíaespañolaprodujo en la poesíade Neruda,es harto elo-cuenteel siguientepasaje:

«A las primeras balas que atravesaronlas guitarrasde Es-paña, cuandoen vez de sonidos salieronde ellas borbotonesdesangre,mi poesíase detienecomo un fantasmaen medio de lascalles de la angustiahumanay comienzaa subir por ella unacorrientede raícesde sangre.Desdeentoncesmi camino se juntacoíi el camino de todos» (pág. 209).

México florido y espinudoes la historia de la vida nerudianaenla tierra de Moctezuma,dondeaspiró el perfumede muchasflores ysintió también la punzadade algunasespinas.Fino catadorde esencias,Nerudase remeció eléctricamenteal contactocon la historia, la tierray el hombre mexicanos.Algunas de las páginasmás bellas de estas

Mejor dicho, añadenalgo muy importante. En su visión unilateral de laguerra civil. Neruda había endosadotodos los crímenesal bando nacional yguardadototal silencio sobre lo sucedidoen la zona republicana.Aquí reconocelas atrocidadesde milicianos y anarquistasy afirma que, por haberrozado conla capa a un miliciano, estuvo a punto de ser fusilado León Felipe. «Esta at-mósferade turbación ideológica y de destruccióngratuita me dio mucho quepensar,> (pág. 192). Líneas antes, recuerda Neruda que los estampidosde losfusilamientos nocturnos«muchasvecesno me deiaban dormir». El dato no esdespreciable.

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Memoriasllevan la savia de la vida mexicanadel poeta, incluso de sufinal apoteosis:un banquetecon más de dos mil comensales.Algúnresiduo de gratitud debede habermovido su pluma al opinar sobreMéxico en las Memorias:

«Y no hay en América, ni tal vez en el planeta, país demayorprofundidadhumanaque México y sushombres.A travésde sus aciertosluminosos, como a través de sus erroresgigan-tescos,se ve la mismacadenagrandiosade generosidad,de vita-lidad profunda.de inagotablehistoria, de cerminación inacaba-ble» (pág.214).

fa patria en tinieblas rememorala actividadpolítica de Nerudaco-mo senadory su azarosafuga cuandofue desaforadopor causa delas injurias al presidenteGonzálezVidela, a quien vuelve a obsequiaren estaspáginascon los más infamantesadjetivos.Tiene este capítulomásinterésbiográfico queliterario, en el casode queseahistoria todolo que Nerudacuentaaquí, cosade la que dudamosbastante.Fueradealgunaspáginasdeescalofriantebelleza,como las referentesa las pam-pas salitrerasdel Norte y a las tierrasboscosasdel Sur, estecapítuloes uno de losmásflojos de las Memorias.La prosarechinaen él comolas cuerdasde una guitarra destempladapor el odio.

Principio y fin de un destierro cuentalas correríasdel autor porRusia, China, India e Italia, donde publicó Los versos del capitán.Salvo algunos temasrigurosamentepersonales—publicación del librorecién nombrado,amorescon Matilde en Capri, un bello párrafo deconsueloparaDelia del Carril, su anterior esposa—la política invade,y a veces mancha,la mayoríade las páginasde estecapítulo. Entris-tece de veras el deprimenteespectáculode un poetade altísima jerar-quía incondicionalmentedócil a las consignasdel partido. Habla de«la sombríanoche de Stalin». porque la orden del día era entoncesesa. Y atacaa los funcionarioschinos, los de la «sonrisade quita ypon, postiza, que se pegay despegabajo la nariz» (pág. 291), por lasencillarazón de que, en la pugnachino-soviética,el comunismochile-no se alineó al lado de la U. R. 5. 5. Idénticadocilidad al amo revelansus juicios sobrePasternak,«poetacrepuscular,de la intimidad meta-física, y políticamenteun honestoreaccionarioque en la transforma-cién de su patria no vio más lejos que un sacristánluminoso» (pá-gina 275).

«Navegacióncon regreso» es un capítulo en el que la constantesucesiónde episodios,andanzasy viajes del poeta —¿habráhabido

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otro poetaquehayavisto tanto mundocomo Neruda?—llega a marearal lector. Tambiénes aquí la política el personajede másrelieve. Ellaes la que muevelos viajes de Nerudaa Rusia, a China, a Ceilán... Deella le naceel PremioStalin de la Paz y ella presidesushalagosy re-verenciasal socialismoruso.El mismo origen tienenlos ataquesa Mao‘rse-tung, entreveradosde adulacionesal pueblo chino. Persiste,ade-mas, la actitud crítica frente a Stalin: «La degeneraciónde su perso-nalidadfue un procesomisterioso,hastaahoraenigmáticoparamuchosde nosotros»(pág. 331).

En las primeraspáginasde estecapítulo se narra la historia de uncordero cuyo inminente sacrificio no pudo soportarla sensibilidadne-rudiana;en las últimas, el poetaretrocedea los días de la guerraespa-ñola, se sitúa en el madrileñopalaciode Liria y eructael más plebeyoresentimientocontra el duque de Alba y su parentela.

«La poesíaes un oficio» se extiendea lo largo de 95 páginas, talvez las más interesantesde estasMemorias,por lo menospara quienesbuscamosen Nerudafundamentalmenteal poeta, única categoríaquele sobrevivirápor siglos. Exceptoen algún que otro pasaje,mantieneestecapítulo la unidad temática,pues las numerosassendaspor dondefluye aquí la prosanerudianadesembocancasi siempreen el ser y ha-cer de la poesía,con los másvariadosconcomitantes:docilidad al pro-pio Corazón, pugna entrelo real y lo subjetivo, trato con el idioma,materialpoético,la poesíacomo insurrección, incomprensionesde loscríticos, ataquesde los envidiosos. Exhibe Neruda en estaspáginastina colosal sabiduríapoética,no de tipo libresco, sino de índole vital.Sus largos años de intimidad con la poesíase traducenreflexivamenteen un haz de luminososconceptos,que quizá recojan algún día lostratadosde poética. Habla de ella con la misma orgullosasuficienciacon íue don Quijote habla de la caballeríaandante.La prosa se lebincha de vanidady satisfacciónal referir que, con sus poemas,emo-cionó a los obreros,amansóa un iracundoboxeador,acalló una cam-pañacontra Tina Modotti y, sobre todo, hizo respetar«el oficio delpoeta, la profesiónde la poesía». Volveremosmás adelante a algúnpunto de estasinStantespáginas.Entre tanto, aquí van algunaslíneasresplandecientesde sinnificado:

«Rubén Darío fue un gran elefantesonoro que rompió todoslos cristalesde una épocadel idioma españolpara que entraraen su ámbito el aire del mundo. Y entró» (pág. 363).

«El poetaque no searealistava muerto. Pero el poeta quesólo sea realistava muerto también.El poetaque sea sólo irra-

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cional será entendidosólo por su personay por su amada,y estoes bastantetriste. El poetaque sea sólo racionalistaserá enten-dido hastapor los asnos,y esto es también sumamentetriste»(página368).

«Yo he dado cuantotenía.He lanzadomi poesíaa la arena,y a menudome he desangradocon ella, sufriendolas agoníasyexaltandolas glorias que me ha tocado presenciary vivir» (pá-gina 404).

Un breve capitulo titulado «Patriadulce y dura»cierra estasMe-morias. Se inicia con un par de anécdotassobre «extremismo y es-pías», que se dirían arrancadasde una novelapolicíaca; continúaconun intermezzoen cursiva, en el que se defiendea los comunistasdis-parandolos más biliosos sarcasmoscontra sus enemigos,y prosiguey termina con variaspáginasdondesalenal baile su candidaturapre-sidencial, la Embajadaen París, el retorno a Chile y la mucrte delrégimen allendista. Estos párrafosfinales están cargadosde pasióny encono.Son una duray biliosa diatriba contralos militares chilenos.Naturalmente,estándentro del talantepolítico nerudianoy son conse-cuentescon la beligeranteactitud mantenidapor el autor, no sólo enlas Memorias, sino también en una parte importantedel resto de suobra. Sin embargo,por honradezintelectual,no podemosmenosde for-mular una pregunta: ¿EscribióNeruda de veras estasúltimas páginas,en que se anatematizael levantamientomilitar del Li de septiembrede 1973?Paracualquieraque amela verdadpor encimade la fábulalarespuestaes negativa,rotundamentenegativa.Es imposible que Nerudapudieraescribir esaspáginas—y ni siquieradictarías—cuandoya es-taba o en el paroxismo del dolor inherentea un cáncergeneralizadoo en la semi-inconscienciaen que inevitablementelo sumiríanlas fuertesdosis de calmantesque le administraban.Y ésaera su triste situaciónel 14 de septiembrede 1973, fecha de la redacciónde esaspáginas.

APORíAS NERUDÍANAS

Capítulo por capítulo hemos seguido la ruta vital de Neruda, talcomo se refleja en las Memorias. Lo que aquí hemos dicho es sólounapartedel vastoy contradictorioorbenerudiano.Hombremás dio-nisíaco que apolíneo,más proclive a la vehemenciapasional que a lamoderaciónreflexiva, Neruda asumeen estas Memorias una actitud

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belicosa,maniqueay exeluyente,lo mismo cuandolucubrasobretemasde poesíaque cuandodiscurre sobre asuntosde política. Pesea susinsistentesdeclaracionesde fraternidaduniversal, escindea la especiehumanaen dos hemisferios: el de los buenosy el de los malos. Tam-bién en el de los nerudianosy los antinerudianos.Y aunqueél es unode los más grandespoetasdel mundo, las categoríasquele sirven paraesamaniqueaescisiónno sonde naturalezaestética,sino de índole po-lítica, excepto algún episodio anecdótico de reyertas de campanarioen el que la última palabrala dicen la vanidady el resentimiento.

Los buenos—resulta superfluodecirlo— son los marxistasy susafines; los malos, todos los que no se dobleguensumisamentea lospostuladosdel marxismo,y no de cualquiermarxismo,sino del marxis-mo soviético. Así lo acreditanlas venenosasironías destiladascontraMao y sussecuaces.Poreso,el lector no gregario,decidido a mantenerlibre el núcleo último de su yo, necesitade grandes esfuerzosparareprimir irreprimibles impulsos de ira en numerosospasajesde estelibro. A pesarde todo, la obranerudianaes tan grandiosa,irradia tancósmico y radianteesplendor,que el conjunto deja una sensacióndeasombro,de pasmo,dc alucinadaextrañeza,incluso rechazandopro-vincias enterasde su inmensomundo, es imposible no rendirse antela evidenciade que a lo largo de estaspáginasse oye la voz de unpoetaextraordinario,dotado de la omnímodacapacidadde embellecerel planeta.Sin embargo,estoymuy lejos de dejarmecolonizarpor todolo que Nerudaha escritoen estasMemorias.Por eso,voy a referirmeahora a lo que, con un término un poco pedante,llamaré «aporíasnerudianas»,contradiccionesentresentimientosquese le escapan,comopájarosfugitivos, del fondo insobomablede su ser de hombrey afir-macionesdogmáticas,nacidasde la pertenenciaa un partido que exigetotal sumisión a sus postuladosideológicos.

ENTRE EL AMOR Y EL ODIO

De las remotaslecturasde nustraadolescencia,recordamosun librode J, M. Vargas Vila, delirantey frenético, como todos los suyos:De sus lises y sus rosas. Un pensamientodel tórrido escritor colom-biano ha pervivido en nuestramemoria: el odio es una herenciaga-llarda. porquelos hijos de aquellos a quieneshayamosodiado se cree-rán en el deber de venir a escupiren nuestratumbay de sus salivazosnaceránflores. Traemosa cuento estaspalabrasporqueen las Memo-rias de Nerudaes el odio uno de los personajesque levantanel puño

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con más insolentedesparpajo.Y esto constituyeuna triste aporíaen unpoetacomo él, que recogiómuchosde suspoemasen un volumen titu-lado Todoel amory que, en estasMemorias, tan artilladasde malque-rendas y rencores, invoca frecuentementeel amor y la fraternidad:

«Y sigo creyendoen la posibilidad del amor.Tengo la certi-dumbredel entendimientoentrelos sereshumanos,logrado sobrelos dolores,sobrela sangrey sobrelos vidrios rotos» (pág. 380).

¡Nobles aspiracionesy bellísimaspalabraslSin embargo...,sin em-bargo, la prisa de Neruda se cucrespade odio apenasasomaun ene-migo en el horizonte. El poeta de Veinte poemasde amor tiene tinafabulosacapacidadparatransformarseen un lírico del odio. Seanquie-nes scan sus enemigos,tanto si procedende la política como de laliteratura, Neruda eriza frente a ellos --—o contra ellos— un léxicoinjurioso, sarcástico,despectivo.Conocelos más perdidosrinconesdelidioma y encuentrasiempreel término adecuadopara deshonraralenemigo con el odio, la injuria o el desprecio.«Frente a ellas —lasmáscarasde diosesasiáticosde su casade Madrid— ululaba la hordaanalfabetade los mercenarios»,escribe aludiendoa las avanzadasdelejército de Franco (pág. 186). A GonzálezVidela lo llama «el judaschileno», «venenosolagarto»,«bailarin de conga» (pág. 243). Frei es<cuna arañapolítica» (pág. 471).

El poeta cubanoNicolás Guillén, a pesarde su militancia comu-nista, es objeto también de un disparo de Neruda.No lo nombra demodo explicito, pero lo insulta de maneraoblicua, mediantetina sutilexplicación en un paréntesisrítaliano: «La revista—alude a CaballoVerde para la Poesía—publicó el primer poemanuevo de MiguelHernándezy, naturalmente,los de Federico, Cernuda, Aleixandre,Guillén (el bueno: el español)»(pág. 169).

A Pablode Rokha no le confieresiquierael honor de llamarlo porsu nombre. Lo hundeen el anonimatoy lo despersonalizacon un des-pectivo«Pericode Palothes»,incrustandounah enla sílabafinal, comosarcásticaburla a la grafía del pseudónimousadopor su difunto ene-migo. Aunque el rencoroso desahogonerudianotenga cierta motiva-ción —dadala demencial sañacon que, duranteaños de años,arre-metió contra él Pablode Rokha—,el modo trágico como éstese fuede la vida deberíahaber inspiradoa Nerudasiquieraun piadososilen-cio. Sin embargo,se encarnízacon él a lo largo de tres inmisericordespáginas.Tras situarlo en la primera línea de sus «sombríoscontrin-cantes»,aseguraque era «más gesticulatorioque intrínseco»y lo de-

TAS MEMORÍAS DE PABLO NFRUJ)A 233

fine como «un hombrefuertey peludoque tratabade impresionartantocon su retórica como con su catadura»(pág. 399). Lo convierte luegoen protagonistade cotidianosy mendicanteschantajesy rematasu im-placablediatriba con estaspalabras:

«La característicasupremade Perico de Palothes, filósofonietzscheanoy grafómanoirredimible, era su matonismointelec-tual y físico. Ejerció de perdonavidasen la vida literaria de Chi-le. Tuvo durante muchos años una pequeñacorte de pobresdiablosque lo celebraban.Pero la vida sueledesinflaren formaimplacablea estosserescircunstanciales»(pág. 399).

Si pensamosque la desesperación,el fracasoy el hambremovieronel gatillo del revólver suicida que arrojó de estemundo a Pablo deRokha,estaandanadade Neruda,disparadadesdela cumbredel triun-fo y la opulencia, es un paradigmade inútil crueldad.

Más ironía que indignación hay en las alusionesa otro enemigosuyo, el crítico uruguayoRicardo Paseyro,que le ha movido guerraa escala internacionaly escritocontraél biliosos libelos, como Nerudao el deshonorde la palab-a. Como a Pablode Rokha,Neruda le niegatambiéna Paseyrohastael minúsculohonor de la identificaciónnomi-nal, que diluye en estasnebulosasy malignaspalabras: «Cierto ambi-guo uruguayode apellido gallego, algo así como Ribero» (pág. 40!).

Recordandolas discusionescon Rafael Alberti sobrecl título de larevistaCaballo Verde (el poetaespañolqueríaque fueracaballo «ro-jo»). escribe Neruda: «No le cambiéel color. Pero Rafael y yo no nospeleamospor eso. Nunca nos peleamospor nada. Hay bastantesitioen el mundoparacaballosy poetasde todos los coloresdel arco iris»(página169). Espléndidocódigo de fraternidady comprensiónhumanasque, sin embargo,tienemuyprecariavigenciaen la obra de Neruda,yaque, salvo algunaqueotra reticenteexcepción,están excluidosdel arcoiris lÍerudiano todoslos coloresque no seanel verdedc su tinta y de suescudoo el rojo de susamoresy de su credopolítico. Estoquedapatenteincluso cuandoNerudaoficia de generosoy tolerantefrente a un ad-versario.conio en el casode Vicente Huidobro,a quien resucitaen estaspáginasde muy extrañamanera.El Huidobro de las Memoriasnerudia-nas es un ególatra delirante, protagonistade las excentricidadesmásabsurdas,que Nerudarelata con indisimuladacomplacencia.Sin em-bargo, luego de ponerlo en la cumbredel ridículo como hombre, lo en-salzacomo poeta,afirmando «la deslumbrantecalidadde su poesía»yexornándolade entusiastasditirambos,sin perjuicio de restringir su va-

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br mediantecautelososdistingos políticos y estéticos.Terminadel si-guientemodo:

«Huidobromurió en el año 1948, en Cartagena,cerca de IslaNegra,no sin anteshaberescritoalgunosde los más desgarrado-res y seriospoemasqueme ha tocadoleeren mi vida. Pocoantesde morir visitó mi casade isla Negra,acompañandoa GonzaloLosada,mi buen amigo y editor. Huidobro y yo hablamoscomopoetas,como chilenos y como amigos»(pág. 397).

En el capítulo tercerode estasMemorias, ha escritoNeruda: «Meparecequeyo no nací para condenar,sino para amar.Aun hastalosdivísionistasque me atacan,los que se agrupanen montonespara sa-carmelos ojos y que antesse nutrieronde mi poesía,merecenpor lomenos mi silencio» (pág. 67). Quizá constituyanestas palabras,quecreemossinceras,la mástriste ironía de la vida de PabloNeruda.Nacióparaamar. Sin embargo,quizá contrala voluntad del propio poeta,elhorizontede sus Memorias sueleoscurecersecon nubarronesde odiotan densos,tan negrosy persistentesque,en ocasiones,apaganhastalas másdeslumbrantesllamaradasde amor.

Doloridas reflexiones le inspiran dos sucesosde que fue sujetopasivo: el cura de El Tablo lo rechazócomo padrino de bautismo—«¿Unpadrino comunista?Jamás»—y otro sacerdotese negó a pu-blicar en el diario La Unión de Valparaísola oda a «Don Asterio»,porque«Neruda,su autor, es un comunistaexcomulgado»:

«Yo quiero vivir en un mundo sin excomulgados.No exco-mulgaréa nadie..- Quierovivir en un mundoen que los seresseansolamentehumanos,sin darseen la cabezacon unaregla,con unapalabra,con unaetiqueta.Quieroque sepuedaentrar a todaslasiglesias,a todaslas imprentas»(pág.318).

Los doshechossonde muydistinto volumen y jerarquía.QuizáNe-rudaignoraraque el bautismoes un sacramentoen el que los padrinosasumendeberesreligiosos, difícilmente pensablesen quien, como él,alardeabade agnosticismoe irreligiosidad. Lamentableel que a unpoetade la talla suya le rechazaranun poematan inofensivo como laoda a «Don Asterio Alarcón, cronometristade Valparaíso».Sin em-bargo.en las conclusionesnerudianasse deslizaaviesamenteotra aporíade las numerosasque pueblansu vida y su obra: «Yo quiero vivir enun mundosin excomulgados.No excomulgaréa nadie.» Ahora bien,

LAS MEMORIAS DF PAULO NERUDA 235

¿quéha hechoél en las Memoriassino fulminar excomunionesa granelcontrasusadversarios?Porotraparte,el sistemapolítico agresivamentesustentadopor el propio Nerudatiene lleno de excomulgadosel mun-do. No se tratade asumirfáciles posicionesantirnarxistas.sino de decirla verdaddesnuda:míreseel mapade nuestro planetay dígasesi hayun solo lugar dominadopor el marxismo dondelos no marxistasnoesténexcomulgados.

POESíA Y POlíTICA

Aparte del amor,por dossendasprincipalesdiscurrenlas Memoriasy, en general,la obra de Neruda: poesíay política. Ya vimos que elcapítulo más largo de las Memoriases el referentea la poesía—«Lapoesíaes un oficio»—; pero el temareapareceen casi todos los capítu-los, en tonosy formasdiversos.Al comienzode esteartículo, decíamosque fue la vida el valor máximo de Neruda.Ahora debemosagregarquela poesíaestabaunida a la vida nerudianacomo lo estála piel alcuerpo.Nerudase entregóa la poesíacon delectaciónsensual,con lamisma glotona avidez con que se entregabaa todos los placeresdela existencia.En ella recogió, transmutándoloartísticamente,cuantoen-contró a su paso,con hambrede amplitud cósmica.Bellamentelo ex-presaen variospasajesde este libro:

«Mi poesíano rechazónadade lo quepudo traer en su cau-dal; aceptóla pasión,desarrollóel misterio,y se abriópasoentrelos corazonesdel pueblo» (pág. 241).

«Yo sigo trabajandocon los materialesque tengo y que soy.Soy omnívoro de sentimientos,de seres, de libros, de aconteci-mientosy batallas. Me comería toda la tierra. Me beberíatodocl mar» (pág. 367).

Anhelospacifistase impulsosbelicosospugnanen el almade New-da cuandointenta definir la función de la poesía: «La poesíaes siem-preun acto de paz» (pág.193); «la poesíaes una insurrección»(página404). El lector no especialistaen armonizarcontrariosse sienteperple-jo, sin sabera quécarta quedarseen esta intrincadaaporíade la pazy la guerra.De todosmodos,ateniéndonosal conjuntode las Memoriasy de la obratodade Nemda,la balanzase inclina visiblementedel ladode la lucha y la beligerancia.Y, en estesentido, ercemosque Neruda

236 MARTÍN PANERO MANCEBO AhÍ, 5

supervalorael podercombativo de su poesía,llegando a declaracionesde infantil vanidad, como cuandoasegura—debemosercérselo—queera asiduo lector suyo el artillero soviético que derribó al avión espíanorteamericanodel piloto Powers.Estole permitesentenciarjactancio-samente:

«Aquel proyectil quesubiótan alto e hizo caer el orgullo tanabajo, llevaba en algunaforma un átomo de mi ardientepoesía»(página36Q).

La política nutre y animamuchaspáginasde las Memoriasde Ne-ruda. No podemosdiscutirle el derechoa una actitud comprometida,pero produce lástima la falta de independenciamental con que la asu-me. Repite servilmente consignaspartidistas, juzga sin ningún rigorcrítico trascendentaleshechoshistóricos,convierteen categoríasalgu-nas anécdotasquese desintegrande puro endeblesy, olvidando la sen-tencia de don Quijote —«los historiadoresque de mentiras se valenhabíande ser quemados,como los que hacen monedafalsa»—,con-fiere rango de verdadesa los embustesmás burdos.

Muy doloroso tiene que haberleresultadoel bajar del pedestallaestatuade Stalin, cuya sombrale persigueobsesivamente.Se le notanperplejidadese indecisiones,pero termina renegandodel ídolo: «Mu-chos me han creídoun convencidostaliniano.Fascistasy reaccionariosmehan pintadocomo un exegetalírico deStalin. Nadade estomeirritaen especial.Todaslas conclusionessehacenposiblesen unaépocadia-bólicamenteconfusa»(pág. 435). Ignoramossi estaslíneasson anterio-res o posterioresa uno de sus ocho libros póstumos—Elegía—,en elque, tras algunavacilación —Stalin es todavía«aquelcapitán claro desu pueblo»—,abandonaeufemismosy circunloquios y declaracontri-tamentelos crímenesstalinianos:

La tierra se llenó con sus castigos,cada jardín tenía un ahorcado~.

REFLEXIONES FÍNALES

El Nerudaqueemergede estasMemoriases un serdescomunalentodo: en el amor y en cl odio, en la noblezay en la abyección,en la

EfegUi. Ed. Losada. Buenos Aires, 1974, pág. 102.

LAS MEMORTAS DE PABLO NERUDA 237

grandezay en la ruindad. Sería inútil pedirle lo que no fue ni quizápudo ser: hombre de una sola pieza.Probablementeseaésala tragediaíntima de muchosgrandeshombres.Vida y obrade Nerudaestáncruci-ficadas de paradojas,de dolorosas inconsecuencias,de incoherenciasinternasy externas,como puedeadvertirseen numerosospasajesde estelibro, tan denso,tan complejo, tan poblado de pasionesy episodios,que sobreél podrían escribirsevarios volúmenes.Tienensus páginasun fabulosopoderde incitación, tanto en el plano de la simpatíay laconcordia,como en el de la discordiay la antipatía.Por otra parte,estemundo nerudianoirradia una sustanciahumanatan esplendentey ar-tística, que arrebataal lector, a vecesen arranquesde ardorosoentu-siasmoy, a veces,en accesosde irresistible cólera.Lo que no es posiblees asumir frente a él una actitud neutral.

Comotestimonio de unavida y unaépoca,el valor de las Memoriasnerudianases bastantelimitado. Ningún lector, despuésde doblar laúltima página,podría aplicar a Neruda las palabrasdel poetalatino:«Te intus et in cutenoii.» «in cute»,en la superficiede la historia queNerudanarra, existenvastaszonasde obscuroy sospechososilencio.lAn ejemplo: por obra y gracia del marxismo, algunosnombresde ciu-dadesde Europa—Berlín, Budapest,Praga—remecieronla concienciade la humanidadcon el resplandorsiniestro de la tragedia.Relevantesfiguras dcl marxismomundial, como JeanPaul Sartre, lanzarongritosde indignación.La mudez de Nerudafue total entonces,y total lo esahora en las Memorias. Sobreotras muchasy atroces iniquidades hatendido un mantode cobardesilencio. En el silencio ha envueltotam-bién a brillantesescritoresde su épocay a algunoscríticos e investiga-dores que, como Hernán Loyola, han dedicado muchashoras de suvida a desentrañarel misterio de la poesíanerudiana. ¡Ingratitud sellama estafigura! En cuantoa los sucesosde que fue sujetoactivo o pa-sivo, la deformaciónes harto frecuente,unasvecespor causadel fana-tismo partidista y otras por causade la actitud ególatraque asumealhablarde sí mismo.

Muy escasaes también la porción del «intus» nerudianoque estasMemoriasrevelanal lector. Aunqueparezcaescandalosala afirmación,la intimidad nerudianaaquíexhibida es mínima, cosade verasextrañaen un poetalírico de tan excelsajerarquíacomo la suya. Lo cierto esque el «intus» de Nerudaen las Memorias es de muy corto radio o,mejor dicho, de muy escasaprofundidad.Incluso en los momentosenque aparecemás pasionalmenteproclive a revelarzonasextensasde suintimidad, se limita a encenderuna deslumbrantehogueraen la perife-ria de la concienciay dejaen la obscuridadel fondo último de su yo.

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Poreso,resultadifícil evitarla impresiónde que, entreel Nerudaautén-tico y el Nerudaque escribepensandoen la posteridad,se interponeuna dosis considerablede histrionismo.Por otra parte,observaun pé-treo y glacial silencio frente a las eternasinquietudesdel hombre, esastrascuya soluciónse han afanadoteólogosy filósofos por siglos de si-glos. Los atolondradosy displicentesjuicios que formula sobrediosesy religionesorientalesno merecensiquiera que los tomemosen serio.

El valor literario de estaobra es de altísima calidad. Exceptuadasalgunasdocenasde páginasdispersasen diversos capítulosen que laprosa cojeapenosamente.Nerudaexhibeun lenguajeradiantede poe-sía. Profundoconocedordel idioma, encuentrasiempreel término másexpresivo,la frasemásfulgurantede significado.Sabellegar a la entra-ña mismade las palabrasy hacerque éstasdejen la sensaciónde algoreciéncreado. Dos temasdan peculiartensióna la prosade Neruda: lanaturalezay la poesía.Frentea las pampassalitreras,los bosquesdelsur, lasestepasrusas,las llanuraschinaso los maresde Oriente,Nerudaelaboraunaprosarutilante, recamadade bellísimasiridiscencias,en laque la transformaciónlírica del paisaje adquierecalidades rara vezlogradasen idioma español.Es improbable que alguienle supereen eldifícil arte de oír los silenciosy rumoresde la naturalezay de transmu-tar en sustanciapoéticalos sonidosy coloresdel universo.

La prosase tensay resplandececon inextinguible fulgor cadavezque el tema de la poesíasurge en el horizonte nerudiano.Ya hemosvisto algo de su actitud frentea la poesíaen generaly frente a la suyaen particular.No era Nerudahombrede teoríasni de profundascon-víecionesestéticas.Conocía,claro está, las grandescorrientespoéticasde todoslostiempos.Pero,másintuitivo quereflexivo, llegabaa la poe-sía de maneravivencial, instintivamente,al margende cualquier credoestético.Sin embargo,en estasMemorias luce una pasmosasabiduríapoética, ajenaa cualquieralardeerudito, pero relampagueantede cer-terasintuiciones.Las páginasdedicadasa la poesíade Quevedo,Gón-gora, Rubén Dado, GarcíaLorca, Rafael Alberti, Miguel Hernández.CésarVallejo, Vicente Huidobro y Paul Eluard merecenfigurar en lamás exigenteantología.

En algún pasajede esteartículo, hemosreprochadoa Nerudava-nidad y egolatríapor el modode supervalorarminúsculasanécdotasdesu existencia.Sin embargo,por el conjunto de su obra, tenía sobradasrazonesparasentirseorgulloso. La creaciónsuyaconstituyeuno de losorbespoéticosmás grandiososde todos los siglos. Lamentamos,sí, elque estuvierasiemprecerradaa la transcendenciaultraterrenay queconsumierapartede su sagradofuego en empresasde rencor y odio.

lAS MEMORIAS DL PABLO NERUDA 239

Agnósticoy materialista,Nerudaexcluyódel horizontede susesperan-zas la inmortalidadpersonalallende la tumba. Sin embargo,pensamosque sí vislumbróla inmortalidadde granpartede suobray que podríahaber repetidocon Horacio: «Non omnÍs moríar multaque pars mclvitabit Libitinam» <‘Carmina, 111, 30).

* * *

Aparte de mi entusiastae inextinguible admiraciónpor su obra,guardoemocionadagratitud a Neruda,que, luego de la publicacióndemi ensayoNeruda y España,me invitó a su casade isla Negra,dondefui recibido por él y su esposa,en marzodc 1973, con afectuosacor-dialidad. Esas inolvidables horas, aunqueno me dieron ninguna luznueva sobreel poeta, me iluminaron mucho sobreel hombre. Pero lahistoria no puedeni debeescribirsecon categoríasemocionales,sinocon el implacablerigor exigido por la búsquedade la verdad.La ver-dad, y sólo la verdad,es la que me ha estimuladoen la redaccióndeestaspáginasy la queme hamovido la plumaen la distribuciónde cen-surasy logios, reprochesy halagos.

MARTÍN PANERO MANCEBOCorrespondienteextranjerodela AcademiaChilena

de la Lengua.Catedráticodel Instituto deLetrasdela Universidad Católica dc Chile