las estaciones de octavio paz

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Las estaciones de Octavio Paz by Carlos Ramírez

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  • Carlos Ramrez

    Las estaciones polticas de Octavio Paz

    10

    ArchivoCarlos Ramrez /

    P r o y e c t o M x i c o C o n t e m p o r n e o 1 9 7 0 - 2 0 2 0

  • 2Archivo Carlos Ramrez / Indicador Poltico Grupo de Editores del Estado de Mxico Centro de Estudios Polticos y de Seguridad Nacional, S.C. Indicador Poltico.Una edicin del Centro de Estudios Polticos y de Seguridad

    Nacional, S.C., presidente y director general: Mtro. Carlos Ramrez, derechos reservados. Web:http://noticiastransicion.mx

    Coleccin completa deArchivo Carlos Ramrez / Indicador Poltico

    en http://noticiastransicion.mxEscanea el cdigo QR para acceder

    al sitio de Noticias Transicin

  • 3A la memoria de mi profesor Dr. Raymundo Garca Garca

    Su obra (de los intelectuales), por lo dems, no est tanto en sus libros y escritos como en su

    influencia pblica y en su accin poltica. Octavio Paz1.

    I

    A pesar de que el trmino se hizo popular quiz por las nociones de superioridad del conoci-

    miento o como para eludir algunas responsabilidades y asumir otras, Octavio Paz se consideraba a s mismo

    un escritor, no un intelectual, y la relacin de los es-critores ante la realidad especfica era con la poltica y no con el poder; se trataba, pues, de un escenario

    menor al que otros intelectuales ellos s se prefiguraban para s mismos. Como estructura poltica, la de los intelectuales no incida en las definiciones del Estado, sino que apenas poda causar ciertos sobresaltos en la esfera de la poltica. La fijacin de la premisa escritor/poltica y no intelectuales/poder es bsica para entender el dilogo crtico que estableci Paz con otros escritores2: el escenario era menor al deseado: slo la poltica, no el poder concebido esencialmente como coercitivo y por tanto ajeno al pensamiento ni el Estado.

    El debate no era nuevo, ni la referencia tampoco: viene desde Platn y el rey filsofo, las tres visitas de Platn a Siracusa para ensear a Dionisio que el mejor rey era el que pensaba, filosofaba, razonaba, aunque los dos viajes fueron un fra-caso no slo para Platn sino para sus objetivos3 y la definicin clave del papel del intelectual ante el prncipe, la parresia o el hablar con la verdad y franqueza al poder4. Pero, en realidad, el ejercicio del poder no puede ajustarse a la filosofa; el poder Hobbes, Constant, Weber, Gramsci5, entre otros es dominacin, la filo-

    1 Paz, Octavio (1993), El laberinto de la soledad. Posdata. Vuelta a El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, pg. 164.

    2 Paz, Octavio (1972), La letra y el cetro, revista Plural No. 13, octubre de 1972, pg. 7.3 Platn (1993), Cartas, Akal Ediciones, Mxico. 4 Foucault, Michel (2004), Discurso y verdad en la antigua Grecia, Ediciones Paids,

    Espaa, pgs. 36-41.5 Hobbes, Thomas (2003), Leviatn o la materia, forma y poder de una repblica

    eclesistica y civil, editorial Fondo de Cultura Econmica, Mxico. Constant, Benjamin (2010), Principios de poltica aplicables a todos los gobiernos, Katz Editores, Espaa.

    Por Carlos Ramrez (**)

    Las estaciones polticas de Octavio Paz (*)

  • 4sofa es duda, el primero es fuerza, el segundo acaba en tica. Paz no lleg a mu-chas conclusiones en este punto y sus polemistas tampoco, a pesar de los esfuerzos de la izquierda marxista para racionalizar el modelo de la filosofa de la praxis.

    El punto central del debate intelectual de Paz se localiz en el escenario del poder, de la poltica, de la ideologa, de lo que podramos llamar los usos de las ideas. El debate sobre el papel intelectual en Mxico tuvo aparicin hacia los aos sesenta en torno a las revistas El Espectador, Poltica y el suplemento cultural La Cultura en Mxico en la revista Siempre!: los espacios fueron estrechos; criticar desde fuera del sistema poltico o desde dentro; no hubo trminos medios. Paz se coloc desde la periferia del poder para mirar, criticar y reflexionar; los dems intelectuales usaban el anlisis, la palabra, para recomendar, aconsejar, influir, conducir, acotar, para meterse en el centro de la poltica. Ah estuvo la diferencia entre el crtico y el militante. Slo que el calor de la pasin por las ideas y la tendencia a fundamentalismos ideolgicos impidi en realidad el debate, el inter-cambio, la reflexin; y Paz cay paulatinamente en la trampa de sus interlocutores: la inflexibilidad en el anlisis. As, el dilogo de monlogos qued establecido.

    El poder ha ejercido siempre una fascinacin al intelectual, desde la antige-dad griega: como espacio, como ejercicio y como influencia. Y no es para menos, dira Aristteles, quien a la par de la filosofa lleg a la conclusin temprana de que el hombre es un animal poltico, un animal de la polis, un animal social, es decir, de poder en el Estado. El conocimiento de las ideas, la reflexin sobre el dnde est, el para qu y el hacia dnde, le dieron al filsofo la piedra de toque para colocarse en el centro de la poltica, entendida sta, adems de lo que ya sa-bemos, como un ejercicio del liderazgo, con derivaciones a la dominacin, como lo estableci Weber6.

    Octavio Paz se vio a s mismo como un poeta y un hombre de compromisos en sus circunstancias, pero con ciertos mrgenes de maniobra. Fue cumplidor en sus tiempos de diplomtico, aunque se permiti mrgenes de libertad creativa no tanto para su poesa sino para su obra ensaystica, Por ejemplo, El laberinto de la soledad que irrumpi con enfoques histricos, sociolgicos, de personalidad cultural del mexicano lo escribi en 1950 desde una oficina diplomtica en la cancillera mexicana y en esa indagacin dej entrever los primeros indicios del Paz como observador poltico crtico. De ah el esfuerzo metodolgico para identificar grosso modo las estaciones de Paz como pensador poltico en cuando menos tres escenarios polticos que lo vieron en activo, sin perder de vista que su tarea fundamental era la poesa:

    De 1936 a 1950: desde su participacin en el movimiento antifascista alre-dedor de la guerra civil espaola, hasta su actividad como periodista y analista en El Popular, el diario de Vicente Lombardo Toledano y el Partido Popular, y como analista Paz estuvo subordinado al entonces gerente del diario, nada menos que Fi-del Velzquez Snchez, quien despus sera el legendario lder de la CTM por ms de cincuenta aos. Fue la fase del Paz militante, de izquierda, con convicciones socialistas definidas como objetivo, escribiendo para influir, no para reflexionar: fueron artculos de fondo, no ensayos.

    De 1950 a 1970: en esos aos apareci y se desarroll el Paz de la reflexin poltica activa, ya decantando algunas preferencias: de su texto en la revista Sur

    Weber, Max (1983), Economa y sociedad, editorial Fondo de Cultura Econmica, Mxico. Gramsci, Antonio, El intelectual y la cultura, de Antonio Gramsci.

    6 Weber, pgs. 172.

  • 5criticando los campos de concentracin soviticos7 en marzo de 1951 para encerrar a disidentes ideolgicos a Posdata8, su principal reflexin poltica de corte de caja y propuesta democrtica para el Mxico prista, a partir de la explicacin de los acontecimientos del 68, sobre todo de la represin en Tlatelolco el 2 de octubre.

    De 1971 a 1998: en este periodo se percibe al Paz ms integral, no slo con una mayor claridad sobre la realidad que lo rodeaba y con propuestas para salir de los atolladeros, sino embarcado en los debates polticos e ideolgicos en el espacio del papel de escritor/intelectual; de la fundacin en 1971 de la revista Plural a su muerte fue el Paz ya del debate, de la confrontacin, del dardo envenenado, de los verbos expansivos al cerebro. En 1972 se dio el arranque formal que nunca cerrara del debate sobre los escritores/intelectuales y el poder/la poltica con la mesa redonda en la revista Plural con el tema 1972: los escritores y la poltica9 pero como respuesta rpida a las crticas del ya llamado Grupo Monsivis que luego comandara Hctor Aguilar Camn en el suplemento La Cultura en M-xico dedicado sin duda al Grupo Paz10. El detonador del debate sobre el papel del intelectual fue el acercamiento del presidente Luis Echeverra a los hombres de letras y el apoyo de algunos de stos al jefe del Estado, en torno a lo que Echeve-rra llam la reactivacin de la Revolucin Mexicana.

    En sus aproximadamente ms sesenta aos de vida creativa y en el aspecto de los temas polticos de la realidad, Paz fij tambin cuando menos tres estaciones del debate-dilogo crtico con otros escritores:

    El socialismo y el poder. De cara a la poltica vista como prctica de go-bierno, enfoque ideolgico y posicionamientos de partidos ante el poder. Durante toda su vida, paz se declar convencido del socialismo, slo que no del autoritario y realmente existente. Su crtica a la Unin Sovitica y Cuba, sobre todo, se bas en el autoritarismo, la falta de libertad y la opresin: era socialismo autoritario, burocrtico y de Estado. Paz tuvo fases de socialista militante y luego de socialista romntico; sin embargo, los interlocutores no aceptaron el desafo de debatir con Paz en los terrenos del socialismo a travs de las ideas; por eso Carlos Monsivis redujo al absurdo a paz como un hombre de recetas11.

    La cuestin de los intelectuales. Frente a otros escritores en debate sobre el tema concreto del espacio de accin no estrictamente creativo de los escritores. Esta etapa surgi cuando Paz vio que otros escritores utilizaban su posicionamien-to social en la sociedad de la cultura para meterse en la definicin de enfoques

    7 Paz, Octavio (2001), Octavio Paz. Sueos de Libertad. Escritos polticos, Editorial Seix Barral Biblioteca Breve, Mxico, pgs. 349-352.

    8 Paz, Octavio (1970), Posdata, Siglo XXI Editores, Mxico.9 Textos de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Jaime Garca Terrs, Carlos Monsivis, Jos

    Emilio Pacheco, Toms Segovia, Luis Villoro y Gabriel Zaid, Plural No. 13, octubre de 1972, Mxico, pgs. 21-28.

    10 En torno al liberalismo mexicano, textos de Carlos Monsivis, Carlos Pereyra, Hctor Manjarrez, Enrique Krauze y Hctor Aguilar Camn, La Cultura en Mxico, suple-mento de la revista Siempre!, No. 5489, 9 de agosto de 1972, pgs. 2-7, Mxico.

    11 Polmica Paz-Monsivis, Respuesta a Octavio Paz, Carlos Monsivis, revista Proceso No. 59, pgina 32, 19 de diciembre de 1977; Aclaraciones y Reiteraciones, Octavio Paz, revista Proceso No. 61, pgina 20, 2 de enero de 1978; Rectificaciones y relecturas: y sin embargo lo dijo, Carlos Monsivis revista Proceso No. 62, pgina 27, 9 de enero de 1978; Repaso y despedida, Octavio Paz, revista Proceso No. 63, pg. 28, 16 de enero de 1978; Recapitulaciones y conclusiones a cargo del lector, Carlos Monsivis, revista Proceso No. 64, pgina 25, 23 de enero de 1978.

  • 6polticos e ideolgicos. El detonador de la polmica de Paz en este tema, a mi parecer, fue el debate que se abri en los escritores por la apertura democrtica de Luis Echeverra en 1971, el apoyo de Carlos Fuentes a Echeverra y su pronuncia-miento demoledor de que dejar aislado a Echeverra sera un crimen histrico de los intelectuales12. Paz le entr al tema en Plural de octubre de 1971. El debate no pudo cerrarse y se profundiz por los posicionamientos intelectuales polarizantes frente a agendas ideolgicas nacionales e internacionales decisivas. A partir de 1971 Paz se vio en el centro de incontables polmicas intelectuales.

    El sistema poltico. Revolucin Mexicana, PRI, Estado, democracia, los te-mas de las definiciones del rumbo poltico de Mxico. Frente a las diversas formas de la crisis en busca de algunas propuestas que el pensamiento no comprometido podra aportar salidas y por qu no hasta soluciones que el formalismo del poder marginaba del anlisis, Paz entr a las discusiones primero para fijar par-metros de anlisis y luego para acotar otros radicalismos. Ciertamente que Paz no era un gobernante ni un poltico, tampoco politlogo o historiador, pero su cono-cimiento de la realidad, su lectura de la historia y su inters por las ideas polticas todas las filosofas desembocan en una poltica, escribira en Itinerario13 le permitieron encontrar formas de anlisis y planteamiento de algunas salidas de los conflictos de las sociedades. De ah que Paz tocar todos los problemas a partir de fundamentos tericos: Estado, sociedad, partidos, libertad, democracia y muchos otros. La ciencia poltica mexicana nos debe un anlisis terico de los textos pol-ticos de Paz y sus fuentes en las ideas.

    II

    La relacin del escritor/intelectual con la poltica/poder viene desde la fun-dacin de la filosofa occidental: Platn (427-347 a.C.) cre la propuesta del rey filsofo14: gobernar slo para el bien y el bien slo se comprende a travs de la filosofa. Pero una cosa es el rey con formacin de filsofo que el mito del filso-fo-rey. Platn se asume como el ejemplo: fue a Siracusa fue a ejercitar a Dionisio en la filosofa, no a gobernar. Y desde entonces se ha pergeado, a travs de los aos, del tiempo y de la historia, el mito del filsofo-rey, el otro lado del espejo del rey-filsofo. Al final, los reyes con formacin filosfica se encuentran que el poder es antittico de la filosofa, excluyente.

    En Mxico el espacio del poder en relacin con los intelectuales ha sido PRI-racusa, esa repblica ideal donde el rey gobierna con sus consejeros, la llamada Repblica de las Letras15 que naci en el funeral de Ignacio Ramrez El Nigro-mante y que fue inventada por Manuel Gutirrez Njera en 1879; ms adelante adquiri nociones polticas al vincular al filsofo con la polis: la ciudad letrada16, la Polis del excepcionalismo intelectual excluyente. Pero a lo largo de la historia

    12 Fuentes, Carlos (1972), Dejar aislado a Echeverra, crimen histrico de los intelec-tuales, peridico Excelsior, 22 de junio, Mxico, pg. 1.

    13 Paz, Octavio (2001), editorial Fondo de Cultura Econmica, pg. 54.14 Platn (1993), La Repblica, en Dilogos, Editorial Porra Coleccin Sepan Cuan-

    tos No. 13, Mxico, pg. 528.15 Gutirrez Njera, Manuel (2003), Obras, editorial Fondo de Cultura Econmica,

    pg. 451.16 Rama, Angel (2009), La ciudad letrada, UANL y FINEC Editorial, Mxico.

  • 7nacional, los reyes en sus diversas referencias altezas serensimas, presidentes de la repblica, dictadores, hombres fuertes, jefes de las instituciones nacionales, caudillos, secretarios generales o agitadores de masas han tenido sus relaciones perversas y conflictivas con sus consejeros: el poder es unipersonal, no se com-parte, como lo supo en carne propia el propio Platn en dos ocasiones. A pesar de ello, s han existido diferentes formas de consejeras: desde los legitimadores cul-turales, hasta los intelectuales orgnicos del poder. Al final de los das, los intelec-tuales que llegaron al poder lo hicieron a condicin de ser polticos y gobernantes y no intelectuales, lo mismo Sierra que Vasconcelos, y Yez que Reyes Heroles.

    El sistema poltico mexicano ha definido sus espacios intelectuales en sus ca-ractersticas especiales: Estado hegemnico, presidencialismo autoritario y eco-noma pblica. Pero a ello se agregan otros tres subsistemas de dominacin pol-tica: la cultura, la ideologa y la historia. En 1963 el politlogo Gabriel Almond realiz una encuesta internacional sobre la cultura cvica e incluy a Mxico17. Entre muchos otros resultados, Almond registr el valor dominante de la estruc-tura de poder y la historia en dos puntos concretos: la Revolucin Mexicana y el presidente de la repblica, dos factores de dominacin ideolgica, sicolgica y cultural; no por menos la cultura poltica es uno de los pilares esenciales del siste-ma poltico prista. En estas coordenadas se han movido los intelectuales mexica-nos en los diferentes tiempos polticos: la mitificacin de la Revolucin Mexicana y la expectativa del presidente de la repblica como los elementos de conjuncin de los reyes filsofos. Como lo seal Althusser, la educacin y la cultura eran dos aparatos de dominacin ideolgica del Estado18.

    PRIracusa fue el territorio simblico del campo de batalla de las ideas entre Paz y los intelectuales que se movan en los territorios pantanosos del sistema poltico prista. Los adversarios de Paz se atrincheraban en el Estado social revoluciona-rio, el papel de dador de vida del presidente de la repblica y el objetivo final de bienestar absoluto. Paz, en cambio, no crea ya en los mitos histricos y sus textos criticaban a las instituciones polticas de la Revolucin Mexicana por convertirse en botn de la burocracia en el poder, es decir, el mecanismo de costo-beneficio de todo sistema poltico como espacio institucional para la relacin Estado-sociedad. Ah estaba el cruce dialctico que ha definido las polmicas intelectuales de Paz: el pensamiento crtico por s mismo y el pensamiento crtico del poder.

    Los intelectuales mexicanos se movieron en esas aguas pantanosas, arenas movedizas ocultas y tramposas. A lo largo del periodo 1950-1992, de las primeras rebeliones sociales hasta el discurso de Salinas de Gortari excluyendo a la Revolu-cin Mexicana de los documentos bsicos del PRI19, toda la vida poltica nacional fij el marco de referencia de la crtica poltica-apoyo leal a la Revolucin Mexi-cana, pero con el enfoque de criticar su terminacin20 pero manteniendo la espe-ranzas de su recuperacin como compromiso poltico-ideolgico; inclusive, la

    17 Almond, Gabriel, y Verba, Sidney, Encuesta Almond (1970), La cultura cvica. Es-tudio sobre la participacin poltico democrtica en cinco naciones, Fundacin Fomento de Estudios Sociales y de Sociologa Aplicada y editorial Euroamerica, Espaa.

    18 Althusser, Louis (1988), Ideologa y aparatos ideolgicos del Estado, Editorial Nueva Visin, Argentina, pgs. 11-12.

    19 Salinas de Gortari, Carlos (1992), Discurso del liberalismo social, 4 de marzo, PRI, http://inep.org/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=4132.

    20 Ross, Stanley R. (1981), Ha muerto la Revolucin Mexicana? Premi Editora, Mxico.

  • 8expropiacin de la banca en septiembre de 1982 fue asumida como el ltimo jaln de la Revolucin y Jos Lpez Portillo, quien, derrotado, se declar el ltimo pre-sidente de la Revolucin mexicana21; en 1992 el presidente Carlos Salinas fue al PRI a enterrar la Revolucin Mexicana y exhumar al liberalismo social juarista22.

    Los intelectuales apelaron en los aos 1955-1970 a la reactivacin ideolgica de la Revolucin Mexicana y para ello usaron el contrapunto de la Revolucin Cubana, como lo exhibieron las revistas El Espectador (1959) y Poltica (1960-1967). De hecho, la defensa de la Revolucin Cubana era vista como un elemento dinamizador de la Revolucin Mexicana cardenista, ambas idealizadas por ellos. Ah est, como ejemplo, el artculo que escribi Carlos Fuentes en 1964 en la revista Siempre!23 junto con Fernando Bentez, Vctor Flores Olea, Enrique Gon-zlez Pedrero y Francisco Lpez Cmara para explicar su salida de la revista Poltica y exponer el modelo analtico institucional crtico pero institucional de apoyo a la presidencia de Gustavo Daz Ordaz: al final de cuentas, dira ese razonamiento, Daz Ordaz ya no iba a ser l sino el presidente de la Revolucin Mexicana, un presidente ms del rgimen de la Revolucin Mexicana; y Fuentes establecera el contrapunto ms audaz que pensamiento poltico alguno pudiera razonar, muy al estilo de la dialctica retorcida de Sartre24: el apoyo a Daz Ordaz como el candidato del partido de las Revolucin Mexicana y el socialismo como meta. Este ideal intelectual se hizo trizas muy pronto por el comportamiento au-toritario de Daz Ordaz ante el movimiento mdico apenas al tomar el poder en diciembre de 196425 y ms tarde se desmoronara como ilusiones perdidas en el 68 estudiantil. Pero lo interesante de este punto fue que los intelectuales Carlos Fuentes como la cabeza de playa de toda una corriente masiva de intelectuales progresistas y dirase como el elemento catalizador de la relacin intelectual/po-der de la primera mitad de los setenta razonaban en funcin del sistema poltico en su vertiente progresista, revolucionaria y de izquierda institucional, y en el espacio de la crtica desde dentro para mejorar, no desde fuera para destruir. Paz pondra su juego abierto con Posdata, una crtica racional a la Revolucin Mexi-cana hecha gobierno controlado por un partido, una burocracia y una ideologa: una crtica desde el seno de la historia poltica del sistema prista.

    A partir de entonces el simbolismo de PRIracusa se asent como el territorio comanche del conflicto dialctico entre los intelectuales y el sistema poltico pris-ta a lo largo del periodo 1957-1977, pasando por el colaboracionismo poltico de Fuentes con Luis Echeverra, su embajada en Francia y de manera significativa, la participacin de Fuentes en el consejo consultivo del PRI durante la campaa del candidato Jos Lpez Portillo26. Fuentes encarnara el ideal no platnico del rey filsofo sino el simbolismo maquiavlico del consejero del prncipe. En este

    21 Lpez Portillo habla de todo: fui el ltimo presidente de la revolucin, entrevista de Elas Chvez, revista Proceso No. 836, pgina 1, 9 de noviembre de 1992, Mxico.

    22 Salinas, 1992.23 Fuentes, Carlos et. al. (1964), Daz Ordaz ante el dilema de Mxico!, revista

    Siempre! No. 585, 9 de septiembre, pgs. 8-11 y 62-63.24 El Sartre de El fantasma de Stalin y Los comunistas y la paz, en Problemas del

    marxismo tomos I y II, Editorial Losada, Argentina.25 Pozas Horcasitas, Ricardo (1993), La democracia en blanco: El Movimiento Mdi-

    co en Mxico, 1964-1965, Siglo XXI Editores, Mxico.26 Fuentes, Carlos (1976), Soy miembro del consejo consultivo de Luis Echeverra,

    no soy del PRI, peridico Excelsior, 23 de octubre, primera plana, Mxico.

  • 9contexto Fuentes se convirti en el referente del intelectual sistmico, papel que luego tomaran Carlos Monsivis como miembro del consejo consultivo del Pro-grama Nacional de Solidaridad de Carlos Salinas, y Hctor Aguilar Camn como el consejero (in)orgnico de Salinas, idelogo de la modernizacin salinista y beneficiario de contratos del Estado.

    Paz se encarg varias veces de develar el escenario de la fascinacin de in-telectuales mexicanos por PRIracusa. Lo hizo a veces hasta con grosera insis-tencia, pero siempre con referentes de los propios intelectuales metidos en los espacios sistmicos. Por cierto, en esos debates ninguno de los intelectuales re-feridos Fuentes, Monsivis, Aguilar Camn razon su participacin en los espacios institucionales; al final de cuentas, Paz no condenaba la participacin de los intelectuales en la poltica, s debata su cercana y dependencia del prncipe porque entonces pasaban a ser polticos y abandonaban el espacio de la creacin intelectual en la libertad por beneficios personales de corto plazo.

    III

    El papel, la funcin, la tarea, los objetivos de los intelectuales con la realidad fue uno de los temas torales del accionar de Paz. Y ah la agenda no fue tan amplia como pudiera esperarse porque se redujo a tres puntos:

    El intelectual frente a la realidad conflictiva.El intelectual ante s mismo.El intelectual en el sistema poltico.El tema no fue nuevo sino histrico. En los debates intelectuales se ha fijado el final del siglo XIX como el origen

    formal del intelectual moderno metido al debate poltico y la figura dominante se-ra Emile Zola ante el caso Dreyfus. Pero el tema viene de muy atrs: por ejemplo, el intelectual como el hombre de razn naci con la ilustracin en el siglo XVIII al combatir el oscurantismo de la iglesia. Y un poco despus, en el segundo cuarto del siglo XIX francs, el crtico mordaz Sainte-Beuve (1804-1869) habra sido el primero en marcar los territorios intelectuales. Sainte-Beuve era un gran crtico pero ms versificador que poeta. Se da por hecho que Sainte-Beuve fue el primero que utiliz la cua torre de marfil al referirse a Alfred de Vigny (1797-1863), al que gustaba vivir alejado del mundanal ruido. Lo dijo Sainte-Beuve en una suerte de versos que dirigi a un tal Villemain en 1837, en los cuales habla de tres de los grandes poetas romnticos franceses (Lamartine, Hugo, Vigny):

    Lamartine rein; cantor alado que suspira,Se cerna sin esfuerzo; Hugo, duro miliciano(se ve como a Dante, un barn feudal,florentino o de Pisa), combate bajo la armadura,y tiene alta su bandera en medio del murmullo:La mantiene an; y Vigny, ms secreto,Como en su torre de marfil, antes de medioda,Volva a entrar.27

    27 Debo la precisin de datos y fechas y el poema traducido a mi amigo Marco Antonio Campos, poeta y traductor.

  • 10

    Puede decirse que hay tantas representaciones de los intelectuales como in-telectuales en lo individual existen. En un esfuerzo entre serio y divertido, quiz iconoclasta, aqu establecer algunos tipos de intelectuales por funcin, papel y actividad, a partir de las tres caracterizaciones de Max Weber: individuos histri-cos, fenmenos histricos recurrentes y conceptualizaciones:

    1. Platn: el intelectual ideal: rey-filsofo como la sntesis entre ideas y poder.2. Girolamo Savonarola (1452-1498): el clrigo.3. Niccol Machiavelli (1469-1527): el consejero del prncipe.4. Michel de Montaigne (1533-1592): el intelectual de las ideas.5. Voltaire (1694-1778): intelectual de la razn.6. Alfred de Vigny (1707-1863): la torre de marfil.7. Vctor Hugo (1802-1885): el intelectual con armadura.8. Sainte-Beuve (1804-1869): el crtico de los intelectuales.9. Emile Zola (1840-1902): intelectual de causas disidentes.10. Julien Benda (1867-1956): la militancia.11. Henry Barbusse (1873-1935): el intelectual agitador.12. Antonio Gramsci (1881-1937): el intelectual orgnico.13. John Reed (1887-1820): el intelectual dirigente revolucionario.14. Vicente Lombardo Toledano (1894-1968): el intelectual colaboracionista.15. Jean-Paul Sartre (1905-1980): el compromiso.16. Albert Camus (1913-1960): pensamiento del medioda.17. Carlos Fuentes (1928-2012): el intelectual Manchuria.18. Julio Cortzar (1914-1984): el ambivalente: intelectual-escritor / soldado de

    la revolucin.19. Octavio Paz (1914-1998): el crtico del prncipe.20. Jos Revueltas (1914-1976): intelectual revolucionario.21. Enrique Gonzlez Pedrero (1930): el intelectual sistmico.22. Roberto Fernndez Retamar (1930): el comisario burcrata.23. Vctor Flores Olea (1935): el intelectual molusco.24. Gabriel Zaid (1938): el intelectual absoluto.25. Carlos Monsivis (1938-2010): el intelectual acomodaticio.26. Hctor Aguilar Camn (1946): el intelectual del poder.

    En sus polmicas, quiz el perfil que ms tuvo que enfrentar Paz fue el del intelectual Manchuria. Se trata de una reproduccin del modelo estadunidense derivado de la pelcula El candidato de Manchuria (1962, con Frank Sinatra) tomada entonces como ficcin pero luego revelada como parte de estudios de con-trol mental de la CIA28. Se trata de personas a quienes les instalan un pensamiento especfico y lo guardan en el inconciente hasta que alguna orden especfica los despierta y los hace operar en funcin de algo deseado; en el pasado se hablaba de un pensamiento introducido por hipnosis y drogas y hoy va un chip. Los inte-lectuales Manchuria funcionan con el pensamiento inconciente de la Revolucin Mexicana. Carlos Fuentes sera el ejemplo ms cercano: socialista confeso varias veces, simpatizante del marxismo en el 68 francs, radical en sus planteamientos polticos e ideolgicos, al final destac por su accin poltica real en torno a la Revolucin Mexicana: su novela La muerte de Artemio Cruz en un reclamo lite-rario a la traicin a la Revolucin y la escribi pensando en Lzaro Crdenas; en

    28 Thomas, Gordon (2001), Las torturas mentales de la CIA, Ediciones B, Espaa-.

  • 11

    Tiempo Mexicano hay varios homenajes a Crdenas; la participacin de Fuentes en el Grupo El Espectador y la revista El Espectador fue clave y en torno a la apertura de un espacio para el debate poltico dentro del sistema poltico prista de 1957 y en torno a objetivos poltico-periodsticos concretos, como lo revelan los compromisos polticos e ideolgicos de la revista en su nmero 1:

    1.- El cumplimiento estricto de la Constitucin, hoy por hoy sustituida por oraciones retricas que pretenden suplantar la ley.

    2.- Respeto incondicional del voto en las escalas municipal, estatal y federal.3.- Independencia del sindicalismo, respeto a la voluntad de los trabajadores

    en cuanto a la seleccin de dirigentes se refiere.4.- Definicin independiente de actividades polticas en Mxico, Primer paso

    hacia la creacin de autnticos partidos polticos que encarnen la divisin real de las fuerzas sociales y de sus respectivos intereses.

    5.- Eventual integracin de un congreso independiente del ejecutivo y repre-sentativo de las diversas tendencias polticas del pas.

    6.- Manifestacin efectiva del pensamiento pblico y liquidacin de la tcita censura que actualmente hace de la prensa mexicana un coro uniforme del pen-samiento oficial29.

    Por tanto, el inicio de la participacin poltica de Fuentes ocurri dentro de los parmetros del sistema poltico prista, no de fuera, en la vertiente de los crticos al conservadurismo pero dentro del sistema poltico que le da cabida a sus crticos, como sealara no sin irona Mario Vargas Llosa al referirse a Mxico como la dictadura perfecta30. En 1964, al renunciar a Poltica, Fuentes de nueva cuenta redefini sus posibilidades de lucha dentro del sistema; inclusive proponiendo para Mxico, desde su socialismo, el neocapitalismo31. El 68 estudiantil lo pas en Pars y desde ah escri-bi un texto de simpata que terminaba con la esperanza de que la revolucin ahora s socialista, se supone iba a llegar inevitablemente. En 1971 apoy a Echeverra por el halconazo, en 1972 hizo la declaracin histrica del crimen histrico de los intelectuales y en ese 1972 precis su lucha dentro del sistema en el ensayo Opciones crticas en el verano de nuestro descontento32 y en octubre de ese ao, por si quedara duda, reafirm las tesis en la mesa de debate sobre Los escritores y la poltica en Plural. En 1975 fue designado embajador de Echeverra en pars y en 1976 particip como miembro del consejo consultivo del PRI en la campaa de Lpez Portillo. En 1977 renunci a la embajada por la designacin de Daz Ordaz, al que defendi en 1964 ante los ataques de Poltica, y de hecho abandon ya los debates polticos e intelectuales, salvo algunos artculos ya opacos en 1994 ante el alzamiento zapatista, aunque se neg a ir a Chiapas a invitacin del subcomandante Marcos.

    29 Citados por Careaga, Gabriel (1971), Los intelectuales y la poltica en Mxico, Editorial Extemporneos, Mxico, pgs. 76-77.

    30 Vargas Llosa, Mario (1992), Desafos a la libertad, Editorial Aguilar, Mxico, pgs. 124-129.

    31 Fuentes, Carlos (1964), Cinco intelectuales explican por qu han resuelto dejar de escribir en Poltica, revista Siempre! No. 560, 5 de agosto de 1864, pgs. 6-7; Nos nega-mos a ser cmplices de una farsa y a vivir bajo el signo del comercio y el alarido, revista Siempre! No. 560, 5 de agosto de 1964, 14-17; y Qu har la izquierda en el futuro? Daz Ordaz ante el dilema de Mxico, texto conjunto de Fernando Bentez, Vctor Flores Olea, Carlos Fuentes, Enrique Gonzlez Pedrero y Francisco Lpez Cmara, revista Siempre! No. 585, 9 de septiembre de 1964, pgs. 8-11 y 62-63, Mxico.

    32 Fuentes, Carlos (1972), Opciones crticas en el verano de nuestro descontento, revista Plural No. 11, agosto, Mxico, pgs. 3-9.

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    El repaso de Fuentes tiene, para m, los referentes de los debates de Paz; es decir, Fuentes le dio, en un horizonte poltico de largo plazo, el contexto a Paz; y en palabras de Paz, Fuentes llev una pasin desdichada con la poltica. Paz, en realidad, planteaba la independencia del escritor ante la poltica, no la ruptura: a Scherer le dijo, un una entrevista, que el escritor s poda participar en poltica pero a condicin de que sepan guardar las distancias con el prncipe33.

    La otra polmica que debe registrarse fue la establecida con Carlos Monsivis a propsito justamente de la entrevista con Scherer por el Premio Nacional en Letras: Monsivis public un artculo de respuesta a Paz y se entabl un debate no de altura sino de posicionamiento de los interlocutores34, aunque ya vena de 1972 cuando La Cultura en Mxico de Monsivis caracteriz como de derecha a los intelectuales liberales de Paz35. Los temas centrales de la polmica Paz-Mon-sivis, entre otros, fueron el socialismo, Cuba, la Unin Sovitica y los Estados Unidos y el destino de Mxico. El intercambio de artculos no ha resistido el paso del tiempo pero debe registrarse el hecho de que Monsivis defenda al socialismo realmente existente y Paz criticaba el socialismo autoritario de Mosc y La Haba-na. Debajo de los florilegios de palabras esa polmica marc un parteaguas en los temas intelectuales: Paz fue encajonado en la derecha y Monsivis en la izquierda; pero la discusin era ms amplia que la geometra poltica: la urgencia de localizar el espacio de los intelectuales frente a las doctrinas polticas.

    Como asunto circular, los temas se han retroalimentado y el destino ha alcan-zado a los protagonistas. En el tema del socialismo autoritario/democrtico, la historia puso a cada quien en su lugar en 1989, con la cada del muro de Berln y el desmoronamiento en 1991 de la Unin Sovitica. Pero cada quin lo asimil como quiso. En 1999 la historia alcanz a Monsivis. En un texto sobre Octavio Paz y la izquierda36, un artculo que no lleg a ensayo, catico en su revisin, elusivo ante sus debates con Paz y mezquino en la recuperacin histrica, Mon-sivis resolvi un diferendo ideolgico, intelectual y poltico con doce palabras:

    La cada del Muro de Berln le dio la razn a Paz.Nada ms. No explic por qu. Y lo que todos esperaban no era la disculpa

    con Paz sino una explicacin de los intelectuales socialistas en reconocimiento de sus equivocaciones y las razones asumidas en esos yerros. El asunto de fondo no era slo reconocer el posicionamiento de Paz, sino que se esperaba de Monsivis una autocrtica de su atrincheramiento ideolgico desde sus crnicas del 68 en que irrumpi en el panorama cultural, de sus razones y sinrazones al defender el socialismo sovitico y cubano, de los debates con Paz. El asunto no requera slo de darle la razn a Paz as como as y luego vuelta de hoja, sino de revisar los tiempos histricos de los debates; Sartre lleg a ser ms cnico: apoyaba el socialismo autoritario de Mosc en tanto existiera como socialismo y listo, ni se despeinaba. Monsivis fue muy mezquino al rehuir un debate post mortem con Paz, algo, por cierto, que Monsivis y Hctor Aguilar Camn, del mismo grupo

    33 Entrevista de Octavio Paz con Julio Scherer Garca, director de la revista Proceso. Octavio Paz habla a Proceso: que el intelectual guarde las distancias con el prncipe, revistas Proceso No. 57 y 58, pgs. 1-7 y 1-6, 5 y 12 de diciembre de 1977, Mxico.

    34 Ibid., polmica Paz-Monsivis, ver nota 11.35 Monsivis, Carlos, et. al. (1972), En torno al liberalismo mexicano de los setentas,

    suplemento La Cultura en Mxico No. 548 de la revista Siempre!, 9 de agosto de 1972, Mxico, pgs. II-VII.

    36 Monsivis, Carlos (1999), revista Letras Libres No. 4, abril, pgs. 30-35.

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    poltico, se negaron a hacer en 1990 durante el Encuentro patrocinado por Paz y en 1992 en el Coloquio polmico de nexos. El desdn intelectual a Paz se reconfirm por Monsivis sin un reconocimiento honorable a las razones de Paz.

    El otro tema de debate de Paz fue la vida poltica mexicana. No es el tema de esta mesa pero no quiero soslayarlo. Resumo el pensamiento poltico de Paz en el contexto de los debates intelectuales en textos seminales:

    El laberinto de la soledad, 1950.Posdata, 1969.Carta a Adolfo Gilly, 197137 por el libro La revolucin interrumpida.El ogro filantrpico, 197838.Tiempo nublado, 198339.Pequea crnica de grandes das, 199040.PRI: hora cumplida 1929-1985, 198541.Se trata de ensayos que profundizaron el debate poltico con intelectuales y

    no, lamentablemente, con los polticos; en el fondo y por razones de temor inte-lectual, los polticos ninguneaban a Paz o eludan el debate. En estos textos haba dos vertientes no comprendidas: obviamente el del contenido poltico e histrico pero tambin el del intelectual; la mayor parte de las veces leyeron estos ensayos como programas polticos de un intelectual sin partido y sin objetivos de alcanzar el poder, y siempre con el prejuicio de la caracterizacin de Paz como conservador de derecha. De ah que haga falta una relectura histrica de los ensayos de Paz so-bre la realidad poltica nacional porque ah hay un itinerario de la lucha mexicana por la democracia, no slo un anlisis estructural del sistema poltico. Ms an, la ciencia poltica debe tambin una lectura de teora poltica en los ensayos de Paz: el Estado, el partido, el sistema poltico, el desarrollo, las ideas, la democracia, la cultura, las transiciones, las burocracias y el socialismo, entre otras lneas de investigacin a partir de la ciencia poltica; si bien a Paz le falt sistematizar sus reflexiones tericas, un esfuerzo podra llegar a definir las aportaciones tericas de Paz a la poltica.

    IV

    Si ya conocemos ampliamente la crtica de Paz a los intelectuales del poder que suean con ser consejeros del prncipe, existe un hecho histrico real en el que el poeta Paz acto como una especie de consejero (no formal) del prncipe.

    En 1968, a raz de las movilizaciones estudiantiles en el mundo, Paz tuvo contacto escrito con el entonces secretario mexicano de Relaciones Exteriores, Antonio Carrillo Flores. Paz era en ese ao embajador de Mxico en la India, con una carrera diplomtica de casi un cuarto de siglo en casi todo el escalafn de la burocracia de la cancillera. En ese contexto tena la tarea de informar a la SRE

    37 Paz, Octavio (1972), Carta a Adolfo Gilly, revista Plural No. 5, febrero, Mxico, pgs. 16-20.

    38 Paz, Octavio (1978), El ogro filantrpico, revista Vuelta No. 21, agosto, Mxico, pgs. 38-44.

    39 Paz, Octavio (1983), Tiempo Nublado, editorial Seix Barral, Mxico,40 Paz, Octavio (1990), Pequea crnica de grandes das, peridico Excelsior, 8, 11,

    15, 18, 22 y 25 de enero, primera plana.41 Paz, Octavio (1985), revista Vuelta No. 103, junio de 1985, Mxico, pgs. 7-12.

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    de los problemas en el pas husped y rea circunvecina, incluyendo algunas eva-luaciones polticas. Las cartas de Paz y Carrillo Flores fueron publicados por la revista Vuelta en 1998, un mes y medio antes de la muerte del poeta42.

    La carta de Paz a Carrillo Flores del 6 de septiembre de 1968 registr la inquie-tud estudiantil en la India y en Europa pero, de paso, aport opiniones que no le so-licitaron sobre Mxico sobre el escenario mexicano no diferente al internacional; fue una decisin audaz de Paz, no diplomtica, pero de utilidad si en la Cancillera se procesaba adecuadamente. Adems de exhibir la coherencia del pensamiento de Paz respecto a la realidad mexicana del 68, esos materiales permiten percibir el tono de un Paz como consejero no formal del prncipe, sobre todo a partir de sus opiniones cuidadosas sobre la crisis poltica y la demanda democrtica que puede contratarse con las opiniones contundentes ya en su ensayo Posdata de un ao despus y fuera de la burocracia diplomtica.

    Las opiniones no solicitadas de Paz sobre la crisis estudiantil buscaron slo los ojos del canciller Carrillo Flores, pero ste, en una carta enviada a Paz a Nueva Delhi, le inform que se las entreg y las coment al presidente Daz Ordaz; luego de leerlas, el jefe del ejecutivo le dijo a su canciller: la intuicin de los poetas es a veces la ms certera.

    Paz escribi dos cartas informativas, una larga el 6 de septiembre y una corta el 9 de septiembre, las dos de 1968. Pero luego de conocer las informaciones de las agen-cias de prensa sobre la noche de Tlatelolco del 2 de octubre, Paz escribi una tercera fechada el 4 de octubre en la que criticaba la represin con mayor dureza y solicita pasar a disponibilidad embajador con cargo aunque sin funciones, una situacin co-mn considerada por la Ley del Servicio Exterior Mexicano asentando que se trata-ba de una solicitud formal acreditada a la represin en la plaza de Tlatelolco, sede, por cierto, de las oficinas centrales de la Secretara de Relaciones Exteriores de Mxico.

    Las dos cartas informativas revisaron crticamente los movimientos estudian-tiles en varias partes del mundo, aunque en ellas se not el lenguaje del inte-lectual-funcionario: eludi Paz el tema de la democracia, le dio la vuelta a sus percepciones sobre el colapso del PRI y dijo casi nada sobre el programa social de la Revolucin Mexicana, pero dej entrever que las razones de la crisis poltica estaban en el subdesarrollo y la falta de democracia. Estos textos podran leerse hoy como una versin del Paz en funciones de consejero del prncipe: aceptar la crisis y presentar opciones polticas de salida. No hubo en esos textos ninguna mentira ni elusin de problemas, sino ms bien se not en el estilo elptico el pro-psito la intencin de jalar la atencin presidencial a temas centrales de la crisis poltica pero sin confrontaciones con el poder. Fueron cartas redactadas con pa-sin intelectual pero acotamientos diplomticos, toda vez que el embajador era un empleado de alta jerarqua del presidente de la repblica. Pero repito: ah se pudo ver fugazmente al Paz consejero del prncipe en una situacin de crisis.

    Luego de hacer una revisin de la crisis estudiantil en Europa Occidental, Europa del Este y los Balcanes y definir el marco terico de anlisis a partir del agotamiento de las bondades de la democracia representativa y la democracia socialista, Paz le entr a Mxico. En la carta del 6 de septiembre asent como la parte central de su anlisis la concepcin de crisis del desarrollo que luego explotara ms crticamente en Posdata: el Mxico desarrollado y el Mxico sub-desarrollado; seal tambin los efectos de esta crisis en la estructura misma de

    42 Paz, Octavio (1998), Un sueo de libertad. Cartas a la Cancillera, revista Vuelta No. 256, marzo, Mxico, pgs. 6-14.

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    la sociedad mexicana; y aterriz la sugerencia de que se requieren de reformas democratizadoras para distensionar los conflictos sociales. Sus referencias al PRI fueron cuidadosas no tan contundentes como en sus ensayos posteriores, di-rase que hasta generosas. Eran obvias entonces las limitaciones burocrticas, pero Paz fue ms all de los acotamientos institucionales aunque sin destruir el sistema poltico prista. Escribi:

    El Partido (sic por la mayscula en el original) ha representado un com-promiso, originalmente saludable (cursivas de CR), entre las necesidades del desarrollo econmico y el programa social y poltico de la Revolucin43.

    En lugar de decir como lo dira en Posdata que la del 68 era una crisis del sistema autoritario y su partido ante una sociedad demandante de democracia y un Estado anquilosado, Paz seal como embajador que la gente desea mayor par-ticipacin en la vida poltica, sobre todo porque es natural que, al cabo de cua-renta aos, el sistema presente ya ciertos sntomas de rigidez. Mucha suavidad en el anlisis cuando poco despus hablara de arterioesclerosis, de autoritarismo sistmico y de un sistema sin salidas democrticas. Por eso como embajador, en la orilla de la renuncia, Paz habl de encontrar formas de participacin (cursivas de OP) poltica y econmica que den a los ciudadanos la posibilidad de discutir los asuntos pblicos. Eso s, en esa carta fue duro contra la televisin privada por la manipulacin, rechaz la expropiacin y aconsej la creacin de consejos u otros organismos que se encargasen de la direccin de los programas de radio y televisin; podra ser un experimento en la democracia social de la participacin.

    Luego de disculpas reiteradas por presentar reflexiones que nadie me ha so-licitado y apreciaciones personales sobre la situacin mexicana porque no pude ni quise contenerme, en su breve carta del 9 de septiembre despus del duro discurso del IV informe presidencial, de la mano extendida y de la justificacin de la fuerza y de las marchas de agosto Paz dio un paso adicional en sus con-sejos al prncipe, va el canciller Carrillo Flores: reiter que la crisis social y las movilizaciones eran efecto del desarrollo distorsionado y dual, afirm que las expresiones en las calles de una nueva clase media y un nuevo proletariado eran producto de la falta de desarrollo poltico y social que no corresponde al desarrollo econmico.

    No se trata de una revolucin social aunque muchos de sus dirigen-tes sean revolucionarios radicales-. Sino de realizar una reforma (cursivas de OP) en nuestro sistema poltico- Si no se comienza ahora, la prxima dcada de Mxico ser violenta44.

    Las opiniones de Paz como embajador, an con todas las restricciones, eran mucho ms avanzadas que las que reciba Daz Ordaz de Gobernacin y de la Secretara de la Presidencia. Obviamente Paz careca de cercana al prncipe y no participaba de la estructuras de toma de decisiones polticas del poder ejecutivo, pero de todos modos sus opiniones llegaron al presidente Daz Ordaz a travs del canciller Carrillo Flores. Por la forma de estructurar el anlisis, de dictaminar la dimensin de la crisis y de presentar la nica opcin de la reforma poltica, Paz

    43 Ibid, pg. 9.44 Ibid, pg. 10.

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    estaba en ese momento funcionando repito como una especie de consejero (informal) del prncipe. Sin embargo, la sordera del prncipe fue, como lo vimos despus, de antologa: la represin llev a aumentar las tensiones polticas y Mxi-co entr en los setenta como lo predijo Paz al decenio de la violencia poltica: secuestros, guerrilla, asesinatos polticos y acciones revolucionarias de grupos derivados del movimiento estudiantil del 68.

    En su carta del 4 de octubre al canciller Carrillo Flores para solicitar su condi-cin de disponibilidad, Paz dio otro paso adelante y endureci sus puntos de vista, pero sin llegar al tono de Posdata, no en ese momento: volvi a criticar la relacin Partido-Revolucin, ese compromiso fue saludable en su origen, ya no lo es. Tambin arremeti contra el papel de sordina poltica de la televisin y reiter su consejo de que era necesaria una reforma de nuestro sistema poltico.

    La respuesta de Carrillo Flores a Paz fue comedida en lo personal pidindole a Paz que reconsiderara su solicitud de pasar a disponibilidad e inclusive insinu que el prncipe en Palacio Nacional necesitaba de consejeros inteligentes y comprometi-dos y le dijo que las opiniones de su larga carta del 6 de septiembre no slo fueron consideradas oficiosas (cursivas de CR) sino muy pertinentes y dignas de estudio. Ms an, Carrillo Flores le dio a Paz argumentos para quedarse: creo que es preci-samente en esta hora cuando se necesita la cooperacin y colaboracin de las mejo-res inteligencias de nuestra patria, reconociendo que necesitaba a Paz dentro de la estructura porque fuera de ella la mecnica poltica en ese momento hara difcil la cercana al poder y llevara a Paz como fue, en realidad a radicalizaciones intelectuales. No se sabe si realmente hubo alguna oferta especial a Paz para que-darse como embajador-asesor del prncipe, aunque la insinuacin de Carrillo Flores puede entenderse hoy como una invitacin a aconsejar al presidente de la repblica.

    Al parecer la carta comedida de Carrillo Flores careca de apoyo institucional: ese mismo 16 de octubre, en un telegrama cifrado, Carrillo Flores el funcionario acept la solicitud de Paz de pasar a disponibilidad y framente le dijo a Paz que los hechos a los que usted se refiere no ocurrieron como informaron sobre ellos algunas agencias periodsticas internacionales y que esta Secretara le habra proporcionado, como lo ha hecho a otras embajadas, versin exacta sobre ellos de haberla usted pedido. La carta y el telegrama llevan la misma fecha, lo que indicara que Carrillo Flores en realidad no haba invitado a Paz a ser consejero del prncipe, sino que a lo mejor Carrillo Flores quera dejar sentado en una carta personal generosa que iba a tomar decisiones burocrticas duras contra el embaja-dor. De todos modos, repito, las cartas de Paz del 6 y 9 de septiembre tuvieron el tono de un consejero del prncipe.

    As pues, no se tuvieron datos si Carrillo Flores en realidad necesitaba consejos de Paz sobre la crisis estudiantil, si Daz Ordaz los aceptara o si haba condiciones para que Paz se incorporara slo como consejero del prncipe; ni tampoco si la frase de Daz Ordaz sobre la intuicin de los poetas haba sido real o sarcstica. El caso fue que Paz efectivamente pas a disponibilidad pero con la seguridad de no regresar nunca ms al servicio pblico ni siquiera cuando Carlos Salinas le ofreci crearle la Secretara de Cultura y el poeta titube por la sombra no ideal de Malraux45, tom la oferta de dar cursos en los Estados Unidos, redact en 1969 su ensayo Posdata, dio el apoyo activo por breve tiempo a la iniciativa de Heberto Castillo de crear un partido poltico de izquierda y en 1971 acept la proposicin

    45 Paz, Octavio (1996), Carta. La comedieta de Ponce, revista Proceso No. 1003, pgina 12, 22 de enero, Mxico.

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    de Julio Scherer, entonces director de Excelsior, para hacerse cargo de la edicin de una revista cultural y poltica Plural, donde permaneci hasta julio de 1976 en que el gobierno de Echeverra, el aperturista tan elogiado por Carlos Fuentes, movi los hilos del poder para provocar una crisis interna en el diario y empujar la salida de Scherer, colaboradores y reporteros.

    V

    En los primeros escarceos de Carlos Monsivis con Octavio Paz un hecho que se conoce pomposamente como la polmica Paz-Monsivis a raz de las declaraciones del poeta a Julio Scherer en Proceso a finales de 1977 aparecieron los indicios de la rencilla cultural ms destacada de los aos setenta, ochenta y noventa y tambin, sin duda, de la ms viva sobre la funcin de los intelectuales en la realidad-real del pas y del mundo. Pero el asunto vena de atrs: hacia fina-les de 1971 Carlos Fuentes haba circulado su libro Tiempo Mexicano con varios ensayos del ambiente cultural y de cultura poltica, pero le haba agregado varios prrafos para dictaminar, a vuelapluma, una primera explicacin propia del hal-conazo contra estudiantes el 10 de junio en San Cosme, con saldo de estudiantes heridos y sobre todo por la aparicin del cuerpo paramilitar conocido como Los Halcones, controlados desde finales de los sesenta por el Departamento del Dis-trito Federal. Fuentes dijo que ese ataque, que todos vieron como organizado por el poder poltico, haba sido preparado por los enemigos de Luis Echeverra. El tema provoc luego algunos pronunciamientos de Fuentes y Fernando Bentez en apoyo a Echeverra, pero con frases desafortunadas que alimentaron las crticas, sobre todo una: dejar solo a Echeverra, un crimen histrico de los intelectuales.

    En ese 1972 tambin se dio la participacin de Fernando Bentez con su decla-racin contundente de Echeverra o el fascismo46.

    La polmica real Paz-Monsivis comenz en 1972, luego de que el suplemento La Cultura en Mxico, a finales de los sesenta, se abri a Paz y a sus principales aliados. En agosto de 1972, el suplemento La Cultura en Mxico, dirigido por Car-los Monsivis despus del retiro de Bentez, incluy cuatro textos que abordaron el papel de los intelectuales en la poltica y que fueron secuela del caso Fuentes y el halconazo y sobre todo la dursima crtica del poeta Gabriel Zaid a Fuentes por su participacin en el poder poltico. La clave del asunto fue la caracterizacin del grupo Monsivis del tipo de intelectuales de Paz: los liberales; sin referirse especficamente a Paz, ese suplemento iba dirigido justamente al poeta y a los intelectuales en la revista Plural, desde entonces los liberales, suponiendo que los de La Cultura en Mxico eran los progresistas, los revolucionarios o con ganas de simplificar los sartreanos del intelectual comprometido. Dos detalles: Monsi-vis defendi a Fuentes sin decirlo y hubo un texto curioso sobre los intelectuales en la historia de la primera mitad del siglo XX mexicano escrito conjuntamente por dos historiadores, entonces compaeros de banca en el doctorado de historia de El Colegio de Mxico: Enrique Krauze y Hctor Aguilar Camn, los dos des-

    46 Echeverra es la nica opcin para los intelectuales: Fernando Bentez, entrevista del reportero Ral Torres Barrn a Fernando Bentez realizada en Kioto, Japn, Excelsior primera plana, 12 de marzo de 1972; Artculo firmado por Fernando Bentez El intelectual ante el poder pblico, peridico Excelsior 4 de abril de 1972, primera plana para explicar su frase de Echeverra o el fascismo.

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    pus confrontados duramente entre ellos, Krauze se sumara ms tarde al grupo de Paz y, por su parte, Aguilar Camn desbanc a Monsivis de la jefatura del grupo y luego consolid su liderazgo con la fundacin en 1978 de la revista nexos.

    El texto de Monsivis fij los trminos del debate: la crtica a los intelectuales en el contexto de la crtica poltica. Para el cronista, la crtica a los intelectuales por parte de los liberales rayaba en lo que llam antiintelectualismo; es decir, el grupo de Paz en Plural y en algunas otras trincheras en realidad no criticaba posicio-nes polticas sino a los intelectuales; de ah la precisin de Paz en el nmero 13 de Plural respecto a que se asuma como escritor y no como intelectual. De alguna manera Monsivis buscaba encapsular la crtica a escritores que opinaban de poltica y como Fuentes y Bentez, de manera tan contundente y apocalptica como una crtica a su condicin de intelectuales, no al contenido de sus declaraciones, aunque en la realidad las declaraciones adquirieron valor meditico en funcin de sus autores como intelectuales reconocidos. Con irona obvia, Monsivis adems lanzaba la pro-vocacin de que la crtica a los intelectuales aliados de La Cultura en Mxico en rea-lidad estaba promoviendo la jefatura de un grupo poltico y que la disputa era por el cetro de la Autoridad Moral de Mxico. En el texto de apertura del debate de Plural Paz titulaba su ensayo justamente con una referencia tangencial: La letra y el cetro.

    La polmica no prendi porque se guardaron las formas, los participantes no le entraron con inteligencia y en La Cultura en Mxico slo Pereyra fue directo al calificar como reaccionario el pensamiento poltico de los liberales, aunque sin mencionar a Paz y los colaboradores de Plural. Pereyra, un socilogo que tuvo despus una muerte prematura, porque rompa lanzas contra los liberales y los encajonaba en el sector de los reaccionarios, ya sin florilegios. De ah la reaccin de Paz: en el nmero de octubre de Plural abri un debate sobre los escritores y la poltica y Paz tuvo el tino malicia de intelectual? de invitar a esa discusin a Carlos Monsivis, quien escribi un ensayo que se not nervioso, elusivo al esti-lo Monsivis, sin aterrizar conclusiones. Y tambin particip un Carlos Fuentes ya tocado por las secuelas de su apoyo a Echeverra, dando ms y ms explicaciones de ese hecho y ah mismo profundizando su polmica con Gabriel Zaid en torno a fijarle lmites y resultados al apoyo o condenar al poder por la demagogia de anunciar investigaciones sobre represiones pero slo para eludir resultados reales.

    En esas dos ediciones se fijaron los trminos de la polmica que nunca termi-n, ni siquiera cuando Monsivis, en Letras Libres, la revista de Enrique Krauze, acept con desdn superficial que Paz haba tenido la razn en su crtica al so-cialismo autoritario. Si en el debate La Cultura en Mxico-Plural se profundiz acerca de los intelectuales, en la polmica personal Paz-Monsivis se dieron ele-mentos de fondo entre dimes y diretes sobre el socialismo realmente existen-te que en 1977-1978 estaba ya en la mesa de discusiones. Al final, ciertamente, la historia real le dio la razn a Paz: el socialismo se derrumb por los excesos autoritarios y su competencia contra el imperialismo estadunidense, pero sin que los intelectuales sartreanos-monsivaiseanos ofrecieran un razonamiento de sus equivocaciones. El Coloquio de nexos de 1992 no ofreci ninguna explicacin poltica, intelectual e ideolgica sobre el desmoronamiento de la Unin Sovitica ni hubo tampoco ninguna reflexin respecto a si el socialismo, el marxismo y el materialismo histrico dependan exclusivamente de Mosc, lo que a la larga deriv en una derrota no slo de la URSS sino de la propuesta socialista y dio la razn a los liberales crticos en el sentido de que el socialismo realmente existente estara hundiendo a la ideologa marxista.

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    La falta de una profundizacin del debate por parte de los intelectuales revo-lucionarios extremismo en aras del resumen de posiciones sirvi slo para desdramatizar las justificaciones y sencillamente dar la vuelta a la hoja.

    VI

    Como intelectual Paz eludi una clasificacin: se deca escritor, no intelec-tual, asumiendo al segundo como un participante directo en la vida pblica. Pero desde el principio de su irrupcin en el ensayo cultural y sociolgico no rehuy caracterizaciones. El captulo siete de El laberinto de la soledad est dedicado a La inteligencia mexicana47, con las comillas un poco criticando y otro posi-cionando. Ah estableci con claridad el hecho central: la obra de los intelectuales no est en su creacin sino en sus comportamientos pblicos y polticos, al final los dos como uno solo. Se trat de una fijacin de lmites an antes de entrarle de lleno al debate sobre el papel de los intelectuales que formalmente inici cuando su libro ya estaba en circulacin a propsito de las denuncias de Rousset sobre los campos de concentracin soviticos para internar a disidentes; si acaso, esa frase de El laberinto de la soledad sera un eco de la crisis en las militancias intelectua-les que estall en el congreso antifascista de Valladolid en 1936 a propsito, sobre todo, de los ataques contra Andr Gide por su libro Regreso a la URSS en donde criticaba el autoritarismo y la represin del gobierno socialista.

    Inclusive, Paz fue muy claro en establecer los linderos de sus opiniones polti-cas e histricas: las haca como escritor pero, sobre todo, como poeta:

    No soy historiador ni socilogo ni politlogo: soy un poeta. Mis escri-tos en prosa estn estrechamente asociados a mi vocacin literaria y a mis aficiones artsticas. Prefiero hablar de Marcel Duchamp o de Juan Ramn Jimnez que de Locke o Montesquieu. La filosofa poltica me ha interesa-do siempre pero nunca he intentado ni intentar escribir un libro sobre la justicia, la libertad o el arte de gobernar. Sin embargo, he publicado muchos ensayos y artculos sobre la situacin de la democracia en nuestra poca: los peligros externos e internos que la han amenazado y la amenazan, las inte-rrogaciones y pruebas que enfrenta. Ninguna de esas pginas posee preten-siones tericas; escritas frente al acontecimiento, son los momentos de un combate, los testimonios de una pasin. Su mismo carcter circunstancial y episdico me da, ya que no autoridad, s legitimidad para hablar ante uste-des de la democracia. No van a or a un pensador poltico sino a un testigo48.

    Como escritor Paz logr fijar parmetros claros que fueron sostenidos por la con-gruencia, aun en situaciones que pudieron leerse posteriormente como equivocadas, quiz un poco contradictorias y complacientes. Pero a Paz hay que leerlo primero para interpretarlo despus. Por ejemplo, su opinin favorable hacia Carlos Salinas de Gortari no se dio como concesin de coyuntura sino porque Paz vio en el momen-to histrico-econmico del funcionario y presidente a un modelo de acotamiento del

    47 Paz (1993), pgs. 163-187.48 Paz, Octavio (1998), Democracia: lo absoluto y lo relativo, texto ledo el 27 de

    noviembre de 1991 en el ciclo de conferencias organizado por las revistas Claves y Revista de Occidente, publicado en la revista Vuelta No. 261, agosto de 1998, Mxico, pg. 18.

  • 20

    Estado, y criticando como contraparte los abusos del neoliberalismo. Lo malo para Paz fue que el pas fue sumido no slo metido en una polarizacin ideolgica y geomtrica que a veces llegaba al absurdo y hasta la violencia.

    Fue obvio que Paz no era el ttere de Reagan, como lo tild la ultraizquierda furiosa en 1984 y por ello quem su efigie afuera de la embajada de los Estados Unidos en Mxico49, luego de las crticas del poeta al sandinismo. Tampoco fue el antiestatista que sirvi de argumento para consolidar su teora del Estado en El ogro filantrpico, sin reconocer la lectura que hizo Paz de Hobbes sobre el Esta-do. Ni el hijo de Azcrraga por usar la televisin para la difusin de la cultura, y menos en uno de sus textos ms profundos sobre el papel de la televisin50. No hay asideros para asumirlo como el reaccionario, si al final tuvo el sueo de un socialismo democrtico. Si acaso, muchas de sus ideas brillantes se hicieron ob-soletas con la cada del Muro de Berln o se vieron como coyunturales en la lucha cotidiana o se leyeron como crtica al populismo y al socialismo.

    Veo hoy, a la distancia, a Paz en el espacio doloroso de Camus ante la guerra de Argelia y la polarizacin que ilustr la teora de los dos demonios: el demonio del Estado represin y violento y el demonio de la guerrilla igualmente criminal y violenta. Al introducir sus Crnicas sobre la guerra de Argelia a finales de los cin-cuenta, Camus apel al pensamiento del medioda, el que se colocaba en el justo medio aristotlico entre el amanecer violento y el anochecer atormentado. Escribi Camus asumiendo todos los riesgos, ante la polarizacin de la violencia argelina:

    Por desgracia, la verdad es que una parte de nuestra opinin piensa oscuramente que los rabes han adquirido, en cierto modo, el derecho a degollar y mutilar, mientras que otra parte acepta legitimar todos los exce-sos de alguna manera. Cada uno se apoya, para justificarse, en el crimen del otro. Hay ah una casustica de la sangre en la que un intelectual, me parece, no puede participar, como no tome l mismo las armas. Cuando la violencia responde a la violencia en un delirio que se exaspera y convierte en imposible el simple lenguaje de la razn, el papel de los intelectuales no puede ser, tal como lo leemos todos los das, el de excusar desde la lejana una de las violencia y condenar la otra, con lo que se consigue el doble efecto de enfurecer al violento al que se condena y animar a una violencia mayor al que se aplaude. Si no se van a unir ellos mismos a los combatien-tes, su papel ms oscuro, sin duda! debe ser nicamente el de trabajar en pro de la pacificacin para que la razn vuelva a encontrar su camino.

    Larga cita que Camus complementa prrafos adelante:

    El papel del intelectual consiste en discernir, en cada campo segn sus medios, los lmites respectivos de la fuerza y de la justicia. Es necesario, pues, iluminar las definiciones para desintoxicar los espritus y apaciguar los fanatismos, incluso aunque sea a contracorriente51.

    49 http://www.letraslibres.com/revista/dossier/octavio-paz-en-1984-la-quere-lla-del-dialogo-y-el-ruido.

    50 Paz, Octavio (2010), Televisin: cultura y diversidad, http://silencio-roto.inmy-clan.com/t361-television-cultura-y-diversidad-por-octavio-paz.

    51 Camus (2006), Crnicas Argelinas (1939-1958), Alianza Editorial Biblioteca Ca-mus, Espaa. Pgs. 14-21.

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    De ah la soledad de Octavio Paz en su propio laberinto como intelectual. Al recibir el premio nobel, se autodefini a s mismo como nadie pudo hacerlo. Una frase lo retrat, no sin amargura: me siento desalojado del presente, aunque, paradjicamente, siempre presente con textos en Plural y Vuelta que levantaban ms polmicas que las referidas a la circulacin de ejemplares impresos. A Paz no lo desalojaron del presente sino que lo marginaron estando siempre presente. Si Gutirrez Njera oficializ la Repblica de las Letras en el sepelio de El Nigro-mante, en sus polmicas, por la furia de las respuestas, Paz mostr que vivamos en un Municipio de las Letras lilliputiense por la mezquindades y localismos hasta de los universalistas, y esta fue, sin duda, una aportacin en los hechos al ambiente cultural dominado por las capillas culturales o por las burocracias intelectuales, algo divertidamente ilustrado por Enrique Serna en una divertida novela52.

    Dnde colocar a Paz? Yo me atrevera a tratar de ensayar una ubicacin sin-gular: en el justo medio aristotlico o, para ser ms potico, en el espacio del pensamiento del medioda de Albert Camus para combatir las desmesuras de su tiempo53, entre los dos demonios radicalizados, la nica forma de combatir el absolutismo histrico. Paz muri en 1998, hace tres lustros, y con su muerte se fue el espritu del debate, aunque qued el de la confrontacin. La crisis poltica llev al pas y a los intelectuales a una crisis moral y ahora vemos una severa crisis del pensamiento crtico, del pensamiento libre. En materia intelectual seguimos rumiando el debate de los setenta. La verdadera crisis provocada por el desmo-ronamiento de la Unin Sovitica no fue la victoria del capitalismo sumido en una crisis sin sentido y sin salida sino la crisis intelectual, como si la cada del socialismo autoritario y burocrtico hubiera sido la nica opcin ideolgica.

    En sus debates Paz demostr que el mundo intelectual se haba quedado hundi-do en el pantano del maquiavelismo, la poltica mirada por los intelectuales como fines/medios, el intelectual como el consejero del prncipe, la perversidad slo como una forma de conservar los principados, y ah Paz como el antimaquiavelo interesado en consolidar el espacio de la razn de las ideas, no de la justificacin de los sistemas, la relacin directa razn/oscurantismo que hizo brillar el siglo de las luces. Cosa curiosa: el Paz caracterizado como el intelectual de la derecha fue certero, insistente y claridoso en la caracterizacin de sus adversarios intelectuales progresistas, radicales, socialistas y marxistas como los medievales tardos Robert Filmer54 (1680) o Jacques-Bnigne Bossuet55 (1709), los idelogos conservadores que en el siglo XVI justificaron el poder divino de los reyes y que en el siglo XX revivieron como intelectuales para avalar esa divinidad de los reyes modernos: los presidentes o los secretarios generales de los politburs o los comandantes en jefe.

    27 de octubre, 2013.

    52 Serna, Enrique (1995), El miedo a los animales, editorial Joaqun Mortiz, Mxico.53 Camus, Albert (1982), El hombre rebelde, Alianza Editorial Biblioteca Camus, Es-

    paa, pgs. 347-348.54 Filmer, Robert (2010), El patriarca o el poder natural de los reyes, Alianza Edito-

    rial, Madrid.55 Bossuet (1940), Discurso sobre la historia universal, Editorial Cervantes, Espaa,

    (1974), Poltica sacada de las sagradas escrituras, Editorial Tecnos, Madrid.

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    (*) Texto base de la conferencia sobre el primer centena-rio del natalicio de Octavio Paz, organizado por el Instituto de Ciencias Jurdicas de Puebla los das 7 y 8 de noviembre de 2013.

    (**) Lic. en Periodismo, Mtro. en Ciencias Polticas, pe-riodista, columnista poltico, autor desde 1990 de la columna Indicador Poltico en El Financiero, director de las revistas Transicin y El Mollete Literario, director general del Centro de Estudios Polticos y de Seguridad Nacional, sus ltimos libros Obama, La Comuna de Oaxaca y El regreso del PRI (y de Carlos Salinas de Gortari), www.noticiastransicion.mx, [email protected].

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    ArchivoCarlos Ramrez /

    P r o y e c t o M x i c o C o n t e m p o r n e o 1 9 7 0 - 2 0 2 0

    C o l E C C I N

    1. Salinas de Gortari, candidato de la crisis.2. El proyecto salinista.3. El nuevo sistema poltico mexicano.4. la vida en Mxico en el periodo presidencial del Sup Marcos.5. las muchas crisis del sistema poltico mexicano.6. El nuevo sistema poltico mexicano.7. la polmica Sartre-Camus.8. Carlos Fuentes: el pensamiento Manchuria.9. Narcotrfico y violencia: vidas paralelas.10. las estaciones polticas de octavio Paz.11. El crimen del padre leero.12. Manuel Buenda 1948-1984. Periodismo como compromiso social. 13. la posdemocracia en Mxico.14. Mxico: hacia un nuevo consenso posrevolucionario. lzaro Crdenas, la izquierda y la ltima muerte de la Revolucin Mexicana.15. los intelectuales en el reino de PRIracusa. la parresia de Gabriel Zaid.16. los intelectuales inventaron a Fidel Castro.17. Benedetti, el ltimo comisario del Camelot tropical.18. Emilio Rabasa: prensa y poder en el siglo XIX.19. Carlos Mara de Bustamante (1874-1848). los intelectuales y la poltica en el Mxico independiente.20. Garca Mrquez no le torci el cuello al cisne.

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