la vida, el tiempo y la muerte (3a. ed.)

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8/18/2019 La Vida, El Tiempo y La Muerte (3a. Ed.) http://slidepdf.com/reader/full/la-vida-el-tiempo-y-la-muerte-3a-ed 1/206 La vida, el tiempo y la muerte 52 F A N N Y B L A N C K - C E R E I J I D O M A R C E L I N O C E R E I J I D O VARIA L A C I E N C I A P A R A T O D O S

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    La vida, el tiempoy la muerte

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    F A N N Y B L A N C K - C E R E I J I D OM A R C E L I N O C E R E I J I D O

    V A R I A

    L A

    C I E N C I A

    P A R A

    T O D O S

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    La Ciencia

     para Todos Desde el nacimiento de la colección de divulgación científicadel Fondo de Cultura Económica en 1986, ésta ha mantenidoun ritmo siempre ascendente que ha superado las aspiracionesde las personas e instituciones que la hicieron posible. Loscientíficos siempre han aportado material, con lo que hansumado a su trabajo la incursión en un campo nuevo: escribir

    de modo que los temas más complejos y casi inaccesibles pue-dan ser entendidos por los estudiantes y los lectores sin forma-ción científica.  

    A los diez años de este fructífero trabajo se dio un paso ade-lante, que consistió en abrir la colección a los creadores de laciencia que se piensa y crea en todos los ámbitos de la lenguaespañola —y ahora también del portugués—, razón por la cual

    tomó el nombre de La Ciencia para Todos. Del Río Bravo al Cabo de Hornos y, a través de la mar

    Océano, a la Península Ibérica, está en marcha un ejércitointegrado por un vasto número de investigadores, científicos ytécnicos, que extienden sus actividades por todos los camposde la ciencia moderna, la cual se encuentra en plena revolu-ción y continuamente va cambiando nuestra forma de pensar

    y observar cuanto nos rodea. La internacionalización de La Ciencia para Todos no es sóloen extensión sino en profundidad. Es necesario pensar unaciencia en nuestros idiomas que, de acuerdo con nuestra tra-dición humanista, crezca sin olvidar al hombre, que es, en últi-ma instancia, su fin. Y, en consecuencia, su propósito principales poner el pensamiento científico en manos de nuestros

     jóvenes, quienes, al llegar su turno, crearán una ciencia que,sin desdeñar a ninguna otra, lleve la impronta de nuestros

     pueblos. 

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    LA VIDA EL TIEMPO Y LA MUERTE 

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    Comité de Selección 

    Dr. Antonio Alonso  Dr. Francisco Bolívar Zapata  Dr. Javier Bracho Dr. Juan Luis Cifucntes Dra. Rosalinda Contreras Dr. Jorge Flores Valdés Dr. Juan Ra món de la Fuente  

    Dr. Leopoldo García-Colín Scherer  Dr. Adolfo Guzmán Arenas  Dr. Gonzalo Halfíter  Dr. Jaime Martuscelli Dra. Isaura Meza Dr. José Luis Moran  Dr. Héctor Nava Jaimes 

    Dr. Manuel Peimbert  Dr. Jos é Antonio de la Peña  Dr. Ruy Pérez Tamayo  Dr. Julio Rubio Oca  Dr. José Sarukhán Dr. Guillermo Soberón  Dr. Elias Trabulsc 

    Coordinadora 

    María del Carmen Farías 

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    Fanny Blanck-Cereijido • Marcelino Cereijido 

    LA VIDA, EL TIEMPO

    Y LA MUERTE 

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    Primera edición (La Ciencia desde México), 1988

    Segunda edición (La Ciencia para Todos), 1999

    Tercera edición, 2002

    Primera edición electrónica, 2010

    Blanck-Cereijido, Fanny y Marcelino Cereijido

    La vida, el tiempo y la muerte / Fanny Blanck-Cereijido, Marcelino Cereiji-

    do. — 3a ed. — México : FCE, SEP, CONACyT, 2002

    202 p.: ilus. ; 21 × 14 cm — (Colec. La Ciencia para Todos ; 52)

    Texto para nivel medio superior

    ISBN 978-968-16-6602-6

    1. Vida 2. Muerte 3. Tiempo 4. Divulgación científica I. Cereijido, Marcelino,

    coaut. II. Ser. III. t.

    LC BD431 .B53 Dewey 508.2 C569 V.52

    Distribución mundial 

    D. R. © 1988, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    www.fondodeculturaeconomica.com

    Empresa certicada ISO 9001:2008

    Comentarios: [email protected]

    Tel. (55) 5227-4672 Fax (55) 5227-4694

    La Ciencia para Todos es proyecto y propiedad del Fondo de Cultura Económica, al que

    pertenecen también sus derechos. Se publica con los auspicios de la Secretaría de Educación

    Pública y del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los conte-

    nidos que se incluyen tales como características tipográcas y de diagramación, textos, grácos,

    logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y

    están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

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    A MARGARITA

    FABIÁNGABRIELA 

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    PRESENTACIÓN 

    Son contados los libros de divulgación de la ciencia escri-tos en nuestro país, y con frecuencia más bien parecen li- bros de texto. Por eso resulta estimulante leer la presenteobra, en la cual los autores han sabido romper el cercode sus especializaciones en forma amena, logrando conun mínimo de tecnicismos realizar una magnífica exposi-

    ción sobre la vida, el tiempo y la muerte. La presente obrano es una divulgación de teorías físicas, biológicas o psi-coanalíticas: es una invitación a meditar sobre algunas preguntas que desde tiempo inmemorial han inquietadoal hombre, pero se trata de una meditación amena, quesin duda el lector disfrutará. 

    J. J. R IVAUD

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    INTRODUCCIÓN 

    ESTE LIBRO trata de la vida (sin ser por eso un libro de biología), de la mente (sin ser un tratado de psicología),del tiempo (sin ser de relojería), de la estructura de larealidad (sin ser de filosofía) y de la muerte (sin ser unaoración fúnebre). Pero como nos proponemos presentaruna imagen de la vida, del tiempo y de la muerte, hasta

    desembocar en nuestra propia visión de esos conceptos,nos veremos obligados a considerar dichos temas en losdistintos capítulos. El hecho de que en una extensión tanreducida tengamos que abordar temas tan dispares comola entropía y el inconsciente, la relatividad y las causasde la vejez, la evolución y la reversibilidad en el tiempo,nos fuerza a ser arbitrarios en la selección y esquemáticosen los desarrollos. Sin embargo, esperamos que el textosea accesible al lector y que a la realidad no le dé pordiscrepar demasiado con lo que exponemos. 

    A todos nos han enseñado que un huevo fecundado setransforma en embrión, luego en feto, más tarde en niñoy después en adulto. También nos han explicado que gra-cias a la evolución los organismos se fueron haciendo progresivamente más complejos hasta que en uno de sus

    últimos pasos se originaron los seres humanos. Pero nun-ca nos mostraron cuan abrupta y catastrófica es la transi-ción de una a otra etapa de la vida, sean éstas las de un in- 

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    dividuo o las de toda una especie. Jamás se hace hincapiéen que, a pesar de que la evolución se extiende a travésde millones de años, se trata en verdad de una vertiginosa progresión en la que cada organismo apenas dura lo ne-cesario para probar cómo funciona, para compaginar susgenes con los de alguna pareja a fin de procrear nuevosmodelos, y dar lugar así a un también efímero ensayo desus hijos. En nuestra opinión, la muerte es uno de los fac-tores fundamentales de ese vértigo complejizador en el

    que la evolución ha llegado a producir el cerebro huma-no y el pensamiento, razón por la cual dedicaremos uncapítulo a analizar algunos de sus aspectos.  

    Los organismos están organizados en niveles jerárqui-cos, desde el más bajo, constituido por las reacciones quí-micas, seguido por el enzimático, el genético, el celular,el endocrino, el cerebral y el mental. Cada uno se rige por

    un conjunto de leyes y exige un lenguaje descriptivo pro- pio, que pierde sentido si se lo utiliza para describir losfenómenos de los otros niveles. No podríamos, por ejem- plo, explicar la oxidación de las grasas con las leyes de lahemodinámica, ni el funcionamiento de la mente con base en meros procesos neuroendocrinos. Cada nivel je-rárquico fue nuevo alguna vez y surgió como el productode la interacción entre los niveles que ya estaban yel medio ambiente, que incluye también a otros indivi-duos y a otras especies. Los nuevos niveles tienen menorgrado de restricción que los inferiores y tienen por lotanto mayor ámbito para el error y la creatividad. En laetapa actual, el superior y más reciente parece ser el men-tal. El pensamiento está enhebrado por la noción deltiempo; por ello deberemos incluir una descripción de

    los modelos más en boga, aquellos con los que el psi-coanálisis trata de entender la estructura y el modo deoperar del aparato psíquico. Su modo de funcionar en el  

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    adulto parece ser producto de un largo proceso de ma-duración y aprendizaje, en el que desempeñan un papelfundamental tanto la forma en que lo criaron sus padrescomo los valores, creencias y actitudes de la sociedad enla que vive. No sólo las diversas sociedades y civilizacionesdifieren en sus nociones sobre vida, tiempo y muerte, sinoque incluso la nuestra tiene hoy una visión que es pro-ducto de cómo fue evolucionando el conocimiento a lolargo de la historia. Creemos necesario entonces dedicar

    un capítulo a describir cómo madura el aparato psíquico,y otros a bosquejar cómo llegó a tener las nociones devida, tiempo y muerte que posee el adulto de finales delsiglo XX. 

    El nivel mental ha llevado al hombre a ordenar los da-tos que le proporcionan los sentidos en un modelo quellama realidad; manejándose con él, ha logrado la mayor

    eficiencia que jamás se ha dado en el reino animal. Elhombre es un bicho inseguro y ansioso, que busca su se-guridad en el conocimiento, apoyándose en ese modelode la realidad, y que da a esa búsqueda la forma de bús-queda de significado. A pesar de que sus modelos cientí-ficos jamás han justificado para él la idea de que el tiem- po transcurra, cree  sentir un tiempo que fluye desde un pasado en el que ubica las causas hacia un futuro en elque ubica los efectos. Por eso, dedicaremos algunos capí-tulos a los diferentes apoyos (sagrado, filosófico, psico-lógico, práctico, cosmológico) en que se basa esa curiosasensación de un tiempo que transcurre.  

    Finalmente, deberemos ocuparnos de la descripciónde la realidad que nos brinda la ciencia actual y, al hacer-lo, nos encontraremos con algo que, visto a posteriori, re-

    sulta demasiado obvio como para no haberlo advertidomucho antes en la historia de la humanidad: la nociónde que tenemos el esquema de la realidad que tenemos 

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     porque nuestros sentidos y nuestra cabeza funcionancomo funcionan. Algo así como un señor que, al regresarde un paseo por lugares desconocidos, al cual llevó unacámara fotográfica, se admira de que sólo recogió imá-genes estáticas, pero no el sonido de las voces ni el aromade las flores, ni el gusto de las comidas. Hoy sabemos quelas propiedades que atribuimos a la realidad no son otrasque aquellas que puede captar el observado)' con sus sen-tidos y con sus ecuaciones fisicomatemáticas. Somos la es-

     pecie observadora, la que va engendrando un modelo derealidad que después nos maravilla descubrir. 

    La especie observadora no podría haber surgido de nocontar la evolución con enzimas y con una muerte asegu-rada. Si la bioquímica se cumpliera con cinéticas a las es-calas de tiempo de la geoquímica, la evolución aún an-daría ensayando sus primeros organismos. Por fortuna

    existen enzimas que aceleran miles y miles de veces lasreacciones químicas. También por fortuna los organis-mos se fueron dotando de una muerte inevitable, que ha permitido abreviar los ensayos con una y o t r a especie,con este o aquel tipo de organismo, hasta dar con el hom- bre antes de que la fierra se enfríe, o que esta estrella tannuestra que llamamos Sol se transforme en una giganteroja v nos incinere. Al construirse un esquema de la reali-dad con los datos que le proporcionan los sentidos, v alasignar significados y nombrar objetos, el hombre esta- blece Lina cadena de palabras que lo construye como su- jeto pensante, y le hace creer que hay un tiempo que f l u -ye de modo continuo hacia la muerte. 

    ¿Cree? ¿Solamente cree que el tiempo fluye? ¿Estamosacaso sugiriendo que la realidad de ahí afuera está inmu-

    tablemente quieta pero que, por algún misterioso efecto psicológico, "nos parece" que cambia? No, simplementeestamos reconociendo, con la debida humildad, que las 

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    dificultades en demostrar que ahí afuera hay un tiempoque transcurre son tan formidables, que hasta ahora na-die ha logrado llevar a cabo tal demostración. En el casodel río con el que se suele comparar el paso del tiempo,sabemos que fluye con respecto a la costa, que lo quefluye es agua, y cine lo hace a razón de tantos metros cúbi-cos por segundo. Pero en el caso del tiempo, ¿qué es loque fluye? ¿Con respecto a qué fluye? ¿Cuánto fluye? ¿Unminuto por minuto? En cambio, estamos seguros de  sentir

    que fluye, y necesitar de ese fluir para pensar y para en-contrarle sentido a la realidad. Sospechamos que la resi-dencia de tales sentimientos y pensamientos es el cerebrohumano. Ese cerebro ha sido construido, conectado yechado a andar en cumplimiento de la información ge-nética copiada una y otra vez en lo más íntimo de nues-tras células. También sabemos que la crianza y la edu-

    cación deberán instalar los programas con que funcionael aparato psíquico en nuestra cultura y que, como conse-cuencia, ese aparato psíquico se polarizará en una desco-munal memoria inconsciente, en la que no parece regir latemporalidad cotidiana, y en un consciente que enhebra suvisión del mundo a lo largo de un hilo temporal cuya na-turaleza, empero, aún no puede comprender. Y sabemostambién que los genes que atesoran la información gené-tica aún están ahí, aguardando el inescapable instante enel que desencadenarán nuestra muerte. Para cuando estoocurra, esos mismos genes ya habrán legado su informa-ción a nuestros hijos, v nos sacarán de en medio, con loque se asegurará espacio y recursos para que sean nues-tros descendientes quienes intenten contestar a la pre-gunta: ¿qué es el tiempo? 

    Los conceptos vertidos emanan de nuestra experiencia profesional. Muchos de nuestros estudios están apoyadoseconómicamente por el Conacyt y el Cinvestav. 

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    I. La emergenciade la vida 

    Todo es flujo, nada es estacionario. HERÁCLITO 

    Cuando dejamos de cambiar dejamos de ser.  R. BURTON 

    Las propiedades que comúnmente atribui-mos a los objetos son, en último término,nombres de sus conductas. 

    R. HERRICK  

    E N EL SIGLO PASADO los científicos comenzaron a explicarque la enorme complejidad del mundo biológico, talcomo lo vemos hoy, es el producto de una evolución, esdecir, de un proceso por el cual las moléculas del planetase fueron asociando e interactuando en reacciones que

    dieron origen a organismos muy simples, que luego fue-ron cambiando y diversificándose hasta generar culebras,higueras, eucaliptos y hombres. Los evolucionistas renun- 

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    ciaron a aceptar la participación divina v a invocar fac-tores extrafísicos, del tipo que habían estado invocandolas corrientes denominadas animismo y vitalismo; pero seencontraron con escollos casi insalvables. Los biólogos, por así decir, se marcharon del templo nimbo a la casadel físico, pero al llegar descubrieron que éste se encon-traba comprometido en el desarrollo de una nueva disci- plina: la termodinámica, una ciencia que en el fondo eshija del maquinismo. 

    A mediados del siglo pasado las máquinas, que habíanllegado a una difusión y a un orden de complejidad muygrandes, comenzaron a competir entre sí en rendimiento: por ello se necesitó medir su eficiencia en la transforma-ción de un tipo de energía en otro: una caída de agua im- pulsa una rueda hidráulica, que a su vez mueve una polea,que luego hace girar un torno; o bien una caldera com-

     prime un pistón, que hace dar vueltas a una rueda, quehace funcionar un telar. Así como las leyes de la economíanos permiten contabilizar los balances de dinero inde- pendientemente de qué cosa se esté vendiendo, de quiénla compre v de cuántas ventas, reventas, intereses y tiposde cambio implique, la termodinámica nos permite' tenerlas cuentas claras en los balances energéticos de los dis-tintos procesos que ocurren sobre la Tierra. Pero los físi-cos descubrieron muy pronto que las enseñanzas de latermodinámica trascienden en mucho su humilde papelde "economista" de los procesos industriales, y que sucampo no se limita a las máquinas construidas por loshombres, sino que además les permite comprender lamaquinaria fundamental de la naturaleza. En otros tér-minos, les fue brindando una descripción no sólo de

    calderas y barrenos, sino también de los procesos natu-rales. Muy pronto resulté) claro que si los biólogos aspira- ban a dar explicaciones físicas de la vida, deberían atener- 

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    se a los principios termodinámicos. Conviene, entonces,hacer una digresión con el f in de conocerlos. 

    Los dictados de la termodinámica fueron condensán-dose paulatinamente en un par de principios que ningunaexplicación de los procesos físicos naturales o artificialesque ocurren a escala terrestre debe ignorar. El primer principio afirma que la energía del Universo es constante. Estosignifica que no se puede consumir ni producir energía.Acostumbrados a recargar depósitos de gas, quemar car-

     bón y pagar cuentas de electricidad, esta afirmación puede sonarnos un tanto sorprendente. Sin embargo, el primer principio se refiere a una forma total de energía, yaclara que, cuando se realiza un proceso, la energía setransforma de útil en inútil. De alguna manera era deenorme conveniencia contabilizar las cosas así y afirmarque F, la energía libre (o útil, o disponible para hacer un

     proceso), es igual a la energía total (E), menos cierta can-tidad de energía ya gastada: 

    Libre = Total -Ya Gastada 

    Esa cantidad de energía inútil y ya gastada resulta del pro-ducto de la temperatura absoluta (T) y de un nuevo fac-tor, la entropía (S), concepto que se forjó para tener claraslas cuentas energéticas. De este modo, esta relación de la"economía" termodinámica puede formularse así: 

    F = E - TS 

    Ahora bien: como en el Universo siempre están ocu-rriendo procesos (fluyen los ríos, ilumina el Sol, digieren

    los gatos, hilan los telares, explotan las bombas, cami-nan las personas) y todos ellos disipan energía útil, siem- pre está aumentando TS (el producto de la temperatura 

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    absoluta por la entropía). En razón de ello, el segundo principio de la termodinámica afirma: la entropía del Uni-verso siempre crece. (Véase el recuadro 1.1.) 

    R ECUADRO I.1. Confusiones y conflictos que surgen en el desarrollo de la ciencia 

    SOMOS COMO SOMOS,  poique nuestros genes se fueron desarro-llando en tales y cuales escenarios, pero también porque lasrutas que siguieron nuestros desarrollos biológicos v culturalesfueron tropezando con circunstancias que a veces son acciden-tes, confusiones y hasta errores, pero que así y todo llegan adesempeñar papeles decisivos. De manera que hay quien opi-na que acaso los seres humanos no existiríamos si la evoluciónde los mamíferos no hubiera sido crucialmente favorecida por

    un impredecible y descomunal asteroidazo que hace 64 millo-

    nes de años cambió el clima del planeta y extinguió a losglandes dinosaurios. Asimismo, no se llamaría "indios" a los pobladores autóctonos de nuestra América si Colón hubieracomprendido que no había llegado al continente asiático. 

    En este sentido, los biólogos del siglo pasado no debierondesmayar ante los desarrollos de la termodinámica. Kl hechode que Clausius afirmara que la entropía del Universo siempre

    crece, de ninguna manera indicaba que la evolución de la vidaen el planeta, los procesos embriológicos que generan un ratónni utero en pocas semanas y el transporte de sustancias entrelos compartimientos de los organismos en (aparente) ausenciade una fuente de energía, no se pudieran explicar con base en procesos puramente físicos. No debían pero así fue v, dehecho, casi la totalidad de aquellos biólogos creyó sinceramenteque la termodinámica separaba la realidad en un reino"inerte" de la física y otro "animado" (con alma) de la biología.Pero cabe destacar que tampoco esta perspectiva los afectó, pues los biólogos continuaron con sus enfoques puramente fí-  

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    sicos y químicos, sin preocuparse por la perspectiva de que laexplicación de la vida fuera a requerir fuerzas especiales. Di-

    cho sea de paso, esto señala que habitualmente las disciplinascientíficas prefieren atenerse en forma pertinaz a lo que ellasmismas van encontrando y desarrollando, sin temor de entraren conflicto con los paradigmas preponderantes (Cereijido,1989). Cuando por fin en 1943, casi un siglo más tarde, ErwinSchrödinger resolvió el dilema, muy pocos recordaban ya elconflicto entre biología y termodinámica. 

    El enunciado del segundo principio hizo que se miraraal Universo con profunda extrañeza; si la entropía siem- pre crece, un momento en el que haya menos entropíaserá anterior a un momento en el que habrá más. Se cre-yó entonces que el crecimiento de la entropía señalaba ladirección positiva del tiempo. El Universo dejó de ser

    considerado como un enorme cúmulo de materia suspen-dida en el vacío, funcionando eternamente en la mismaforma, y pasó a ser entendido como algo que iba cam- biando, se iba gastando, iba envejeciendo. Venía de unmomento en el que había tenido menos entropía y mar-chaba hacia un destino provocado por su constante fun-cionamiento y su propia inutilización de energía, en elque se detendría y moriría. Estas ideas estaban de acuer-do con las de aquellos que se habían puesto a calcular, por ejemplo, cuánto tiempo iban a tardar los ríos de Eu-ropa en erosionar, borrar y llevarse los Alpes. La termodi-námica le indicó al hombre del siglo pasado que hay unaflecha del tiempo —como después se le dio en llamar—que apuntaba desde un pasado hacia un futuro.  

    Pero esta perspectiva no hubiera implicado en sí mis-

    ma ninguna dificultad para que la biología cumpliera su propósito de explicar los procesos de la vida con base encriterios físicos; por el contrario: también la biología de 

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    aquellos tiempos estaba empeñada en demostrar que las jirafas, los hombres, las sardinas y los bosques no habíanexistido siempre, ni habían sido creados de entrada comotales, sino que había habido una lenta evolución a lo largode la cual fueron apareciendo jirafas, hombres, sardinas y bosques. La biología también estaba, pues, creando unaespecie de Hecha de la vida, paralela a la flecha del tiem- po. ¿A qué nos referimos entonces, cuando afirmamosque la termodinámica presentó escollos casi insalvables? 

    La discusión de estos escollos con que tropezó la biolo-gía nos permitirá acercarnos al concepto del tiempo y dela muerte biológica. Pero para poder hacerlo debemosintroducir algunos conceptos, tales como  sistema, equilibriov otros que iremos necesitando. 

    Un sistema es cualquier cosa que elijamos como objetode estudio. Consideramos que un sistema está aislado cuan-

    do no se le quita ni agrega nada y, además, cuando elmedio en el que está no lo perturba. Aunque el únicosistema que cumple estrictamente estos requisitos es elUniverso de los laicos (por definición no hay nada extra-universal), muchas veces se pueden desechar pequeñasinteracciones y considerar que un sistema está práctica-mente aislado. Cualquier cosa que ocurra dentro de unsistema aislado será entonces espontánea, en el sentidode que no es causada por ningún agente externo a él.Pero, como veremos, esto no implica, por ejemplo, que la biosfera, no pueda organizarse a expensas de los olios.Estos procesos internos ocurren porque en el sistema havheterogeneidades: si algo está más caliente que el resto,se enfriará; si hay agua en una loma, Huirá hacia abajo; siuna cosa está más seca, se humedecerá; si algo se arroja

    hacia arriba, caerá; si una barra de metal tiene más elec-trones en una punta que en la otra, desarrollará una co-rriente eléctrica hasta que esta inhomogeneidad se desva- 

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    nezea, las calderas se apaguen y los péndulos dejen de os-cilar. Cuando ya no haya desniveles (gradientes) ni ocu-rra ningún proceso neto, el sistema habrá alcanzado unequilibrio.' Se alcanza cuando toda la energía útil ha sidoconsumida y transformada en inútil, y cuando la entropíadel sistema ha llegado a un máximo. Desde este punto devista, si el tiempo transcurría cuando aumentaba la en-tropía, ahora se ha detenido: en el equilibrio el tiempodel sistema no "fluye". 

    Consideremos estos equilibrios desde otro ángulo. Siabandonamos una pelota en una colina es muy  probableque se ponga a rodar hasta llegar al valle, pero si la deja-mos en el valle es muy improbable que ruede hacia arriba.Del mismo modo, es extremadamente improbable queuna barra de cobre se enfríe espontáneamente en una punta y se caliente en la otra, o que el agua trepe las cas-

    cadas y suba por los ríos a las montañas, o que un pénduloquieto se ponga a oscilar, o que un montón de átomos ais-lados se combinen y formen una enzima, o que un cúmu-lo de moléculas orgánicas en un tubo armen una bacteria.Hay una relación entre los estados de un sistema y la pro- babilidad. El equilibrio es el estado más probable de un siste-ma. Imaginemos ahora la ruleta que llevan algunos ven-dedores ambulantes, y que los niños hacen girar para ver siles toca uno o dos barquillos. Lo más probable es que losniños saquen uno y no dos, simplemente porque hay mu-chas más posiciones (subestados) en los que la ruleta mar-ca "1", que subestados en los que marca "2". Análogamente,un sistema tiene muchas formas de estar, y, según los ter-modinamistas, tienden a equilibrarse, porque el equilibriotiene más formas (subestados) que los desequilibrios. 

    Además de estas relaciones (Mitre los estados y la pro-  1 Equilibrio  deriva del latín acqua libra, la balanza quita, serena, que no se mueve

     porque sus dos platillos pesan igual. 

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    habilidad, hay otras entre los estados y la información, quetambién necesitamos introducir aquí. Supongamos que larueda de barquillos tenga una sola posición en la que la agu- ja marca "2", y veinte en las que el niño tiene que confor-marse con "1" o sea un solo barquillo. Si tuvo la suerte deque marcara "2", no tenemos ninguna duda de cuál lucia posición en que se detuvo la aguja, pues hay una sola posición en que ésta marca "2". Pero si nos dicen quesacó un solo barquillo, no sabremos en cuál de las veinte

    fue a parar, y nuestra ignorancia por lo tanto será mayor.Como el equilibrio es el estado más probable, poiquetiene más subestados, es también el que nos deja más ig-norantes acerca del ordenamiento que alcanzó el siste-ma. Recapitulando: en el equilibrio la entropía del sis-tema llega al máximo, la ignorancia también, y su tiempodeja de "fluir". 

    Acerquémonos ahora a lo biológico. Antiguamente seconsideraba que los sistemas biológicos (una sola oveja,una manada, todas las ovejas del mundo, todos los anima-les del mundo, todos los animales más todos los vegetales,toda la biosfera) estaban en equilibrio. Pero las moléculasde los organismos vivos contienen en sus enlaces muchí-sima energía potencial, el ordenamiento de sus molécu-las es enorme, y se necesita muchísima información paraespecificar su articulación y su estructura. La informaciónque se requiere para la construcción del intestino, de loscircuitos neuronales, de las glándulas, es tan grande, queel gusano más elemental representa un increíble aleja-miento del estado de equilibrio. Además, los organismosvivos funcionan, y una función es un pasaje (ordenado,con sentido)2 de un subestado a otro. Los criterios del 

    2  A lo largo de este libro utilizaremos muchas veces la palabra  sentido. En generalconsideramos que. de todos los procesos que pueden ocurrir en un sistema, el quetiene sentido es la funci ón, Un radio, por ejemplo, está construido para que cuando lo 

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    equilibrio servirían a lo sumo para estudiar un cadáver enun congelador, pero no un ser vivo. Incluso sería peor sidejáramos un cadáver fuera del congelador: se iría des-componiendo, lo que también constituiría un proceso.De manera que el equilibrio no nos sirve ni siquiera paraestudiar procesos  post mortem, mucho menos para estu-diar la vida. 

    Tenemos ahora algunos elementos para evaluar los es-collos que la termodinámica le planteó a la biología. En

    momentos en que los físicos afirmaban que el Universotiende a entrar en caos, disipar sus gradientes, consumirsu energía útil, aumentar su entropía y "morirse", resulta- ba impensable que los evolucionistas, al plantear un en-foque físico de la vida, propusieran que la materia se ha- bía ido ordenando espontáneamente para formar primerocélulas, luego organismos multicelulares, que las células

    de éstos se especializaran y aparecieran neuronas, queéstas se conectaran en complejísimos sistemas nerviosos yque, para coronar el proceso, apareciéramos los seres hu-manos. Que la flecha del tiempo y la flecha de la vida fue-ran paralelas parecía no tener refutación sensata, pero quelos procesos vitales fueran a regirse por leyes físicas pare-cía tan ridículo que el famoso lord Kelvin, uno de los pa-dres de la termodinámica, restringió los enunciados de los 

     per turbe el medi o (haciéndole pasar una corriente eléctrica a través de sus circuitos)emita sonidos. Por el contrario, otros procesos que también pueden ocurrirle al radio(que se herrumbre, que la perturbación del   medio consista en un codazo que lo tireal suelo y haga que se rompa) no son considerados como su función específica, perono por eso dejan de ser procesos ni dejan de cumplir estrictamente con los principiosde la t ermodinámica. Más aún, podría muy bien darse el ca so de un investigador quese proponga estudiar romo se oxida un coche en un clima determinado; para él este

     proceso, a medi da que lo comprende y lo describe, llega a tener sentido. Para este in-vestigador, en cambio, no tendría sentido que de pronto alguien se apenara del esta-

    do lamentable del coche, lo aceitara, lo compusiera y lo hiciera funcionar, interrum- piendo así sus estudios. Est as observaciones nos hacen dudar si, en realidad, el  sent idoes una propiedad del sistema, o del observador, o de la relación entre ambos. (VéaseCereijido [ 1978], cap. IV.) 

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     principios a entidades materiales inanimadas. En otras palabras: los biólogos ya se habían ido del templo y ahoragolpeaban a la puerta de los físicos, pero estos desalma-dos no sólo no les abrían, sino que consideraban que la biología se debía ocupar de entidades... con alma. 

    Los biólogos, sin embargo, no volvieron al templo. Enlos años cuarenta de este siglo, va tenían suficientes no-ciones acerca de la energía libre que consumen los pro-cesos biológicos, de los gastos energéticos necesarios

     para ordenar los sistemas v de las relaciones entre infor-mación, orden v energía. El que puso las cuentas en clarofue Erwin Schrödinger, el mismo sabio que veinte añosantes formulara la ecuación de onda. Un sistema bioló-gico —planteó— no es un sistema aislado pues intercambiaenergía. Ni siquiera es cerrado, puesto que también in-tercambia materia. Por lo tanto, para hacer balances ener-

    géticos hay que considerar un sistema mas amplio: el for-mado por el sistema biológico más su  medio. Schrödingermostró que en el sistema así encarado la parte biológica puede alcanzar un altísimo grado de organización y dealejamiento del equilibrio, siempre y cuando su medios u f r a un gasto energético y una desorganizacion propor-cionalmente mayor. La suma algebraica de lo que gana elsistema biológico, más lo que pierde el medio, debe dartai saldo negativo. El segundo principio es entonces obe-decido: la entropía del lodo (organismo + medio) crece.El dinero que un señor les gana a sus compañeros de juego se explica por lo que éstos pierden. Pero esta ana-logía es imperfecta, porque si en lugar de dinero jugaran por energía, de acuerdo con el segundo principio, el se-ñor debería ganar mucha menos energía de la C H I C  pier-

    den sus compañeros. Así v todo, este balance- no nos diríanada acerca fie como hace el señor para ganar. Análoga-mente, la explicación de la estrategia ganadora de los sis-  

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    temas biológicos tampoco correría a cargo de los termodi-namistas sino de los biólogos, pero, por lo menos, ahoralas cuentas energéticas estaban aclaradas: para armar susmoléculas de proteínas, de ácidos nucleicos y todas lasque los componen, los animales deben comer'. Toda la ca-dena trófica depende en último término de los animalesque ingieren vegetales, y estos vegetales crecen y se desa-rrollan gracias a la absorción de energía solar; Es el Sol elque, al fin y al cabo, paga todas las cuentas. 

    Los biólogos adoptaron entonces modelos de  sistemasen estado estacionario. Para ilustrar qué es un sistema en es-tado estacionario imaginemos un recipiente que tieneagua y que la pierde gota a gota por un orificio, pero alque nosotros le mantenemos el volumen constantementecon paciencia y continuidad. Señalemos que, mientras unsistema en equilibrio mantiene su constancia  porque no hay

     procesos, el sistema en estado estacionario la mantiene  por-que hay procesos  balanceados (los de perder y recibir agua).El primer sistema es estático, el segundo dinámico. Enéstos, como en la famosa novela de Giuseppe di Lampe-clusa,  Il Gattopardo, hay que gastar mucha energía paraconseguir que nada cambie. Los modelos de equilibrio biológico habían fracasado, pero en cambio la adecuaciónde los modelos de estado estacionario no parecía tan re-mota puesto que los organismos deben reponer' energías para seguir viviendo. Sin embargo estos modelos también presentaron dificultades. 

    Antiguamente las radios emitían ruidos en cuanto en-traba un contrabajo o una soprano, o cuando llegaba untutti orquestal. Hoy, en cambio, los equipos de alta fideli-dad pueden responder linealmente a exigencias sonoras

    extremas, v sólo comienzan a distorsionar el sonido a fre-cuencias ubicadas mucho mas allá de lo que puede cap-tar el oído humano. También las leyes que describen las  

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    conductas de los sistemas en estado estacionario se apli-can en tanto éstos no se alejen demasiado del equilibrio,[jorque cuando lo hacen aparecen no-linealidades, es de-cir, son incapaces de aumentar su respuesta en propor-ción lineal al grado de alejamiento del equilibrio. Cuandolos sistemas se alejan de su equilibrio no solo distorsio-nan sus conductas, sino que peligra su misma integridad.Así, la Ley de Ohm se cumple perfectamente en el (asode un hilo de cobre entre cuyas punías establezcamos

    una diferencia de potencial de un voltio, de dos, dediez... Pero no podemos predecir qué corriente Huiría sile aplicáramos cien mil voltios. Seguramente se fundirá,de modo que, no va su conducta, sino su mismísima es-tructura habrá de cambiar. 

    El grado de alejamiento que toleran los distintos sis-temas en estados estacionarios antes de caer en una crisis

    es variable. En los sistemas químicos, el margen en quemantienen la estabilidad es relativamente pequeño. Así,si aumentamos la concentración de reactivos y disminui-mos la de productos haremos marchar la reacción másrápidamente, pero no la podríamos acelerar indefinida-mente, pues el sistema pronto entraría en crisis. 3  Ahora bien: los sistemas biológicos son fundamentalmente má-quinas químicas, de modo que los modelos de estado es-tacionario, si bien son útiles para tratar ciertos fenóme-nos biológicos, en general resultan inadecuados. 

    Hasta no hace mucho se creía también que, cuando elsistema entra en crisis, podía suceder "cualquier cosa". Siun gigante juega a patear una pelota en el centro de unvalle, al alejarse, la pelota cobra energía potencial que lahará rodar de regreso a sus pies. Puede hacerlo en la di-

    rección y con la fuerza que desee, pero después de algu- 3  En chino crisis  se escribe  (nos informan) combinando dos ideogramas: oportuni-

    dad y peligro. 

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    nas oscilaciones, la bola ha de retornar a su posición deequilibrio. Pero si el impulso llega a ser tal que la hace re- basar los límites del valle, la pelota ya no regresará, sinoque ahora tratará de alcanzar el equilibrio en el próximovalle. Podría ser que, desde el punto de vista del gigante,esta conducta de la pelota no tenga sentido: tanto aleje')del equilibrio a su sistema, que ahora sus leyes y ecuacio-nes no le sirven para entender las funciones. Justamente,éste era el punto en que se encontraba la física de los pro-

    cesos biológicos hasta la segunda Guerra Mundial: sólo podía dar cuenta de las conductas cercanas al equilibrio(antes de las crisis). Pero sucede que, como lo menciona-mos anteriormente, los sistemas biológicos están alejadí-simos de los equilibrios de modo que la termodinámicatomó al toro por las astas, se abocó al estudio de los dese-quilibrios y las crisis, y trató de entender qué demonios

    ocurría más allá. Uno fie los sistemas utilizados como caballito de bata-lla para las descripciones iniciales fue el constituido porel agua contenida en un recipiente plano (del tipo de lascajas de Petri). El agua es aquí un  sistema intermedio, ubi-cado entre una  fuente (el calentador) y un  sumidero de ca-lor (el espacio en derredor). Notemos que un  sistema in-termedio está en contacto con dos medios (en este caso unohace de fuente y el otro de sumidero), que a su vez difie-ren entre sí (en este caso uno está más caliente que elotro). Análogamente, una radio es un sistema intermedio, pues una patita del enchufe tiene más voltaje que la otra. 

    Ya desde la época de Bénard se sabía que, al ser calen-tada, el agua del recipiente se organiza en cierto momentoen celdas hexagonales por las que gira circularmente.

    Desde el punto de vista de la probabilidad, este orde-namiento es casi inaudito. Sin embargo, se observa con probabilidad "1" cada vez que se repite la experiencia. 

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    Decir que se da con probabilidad "1" es sinónimo de re-conocer su aparición como una ley causal. Resultaba cu-rioso entonces el hecho de que, cuando los sistemas fun-cionan cerca de los equilibrios, lo que predomina es ladisipación de las heterogeneidades, el crecimiento dela entropía, la tendencia al caos y el colapso de las estruc-turas; pero, por el contrario, se observó que cuando es-tán muy alejados, los desequilibrios provocan crisis traslas cuales no sucede "cualquier cosa", sino que aparecen

    nuevas estructuras (véase Cereijido, 1978, 1981).  Los sistemas hidrológicos como el que acabamos de

    describir carecen de interés biológico. Por esta razón, secomenzó entonces a estudiar sistemas químicos alejadosdel equilibrio, para lo cual se consideraron las reaccionescomo sistemas intermedios (como en el caso del agua enel fenómeno de Bénard), sólo que en lugar de una fuente

    de calor se utilizó una fuente de reactivos, y en lugar deun sumidero hacia el cual se dirige y donde se disipa elcalor, se empleó un medio hacia el cual pudieran difun-dirse los productos. La magnitud del desequilibrio estárepresentada en este sistema por el gradiente (diferenciade concentración) de los reactivos que entran y de los pro-ductos que salen. A medida que el gradiente se acentúa,la reacción se lleva a cabo más velozmente, pero al llegara cierto punto, el sistema entra en crisis y se ordena espa-cialmente, o tiene conductas periódicas, o combina ambascaracterísticas; esto muestra que las concentraciones de lassustancias producidas en reacciones intermedias de pron-to alcanzan máximos en ciertos puntos del recipiente ymínimos en otros. En un momento dado estos puntos pueden estar distribuidos, por ejemplo, en una espiral, y

    cambian al rato, dando así la impresión de que la espiralse mueve. Luego pueden repetir esta secuencia una y otravez con intervalos de tiempo que dependen de los reac- 

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    livos en cuestión, constituyendo así verdaderos relojes quí-micos, (lomo las reacciones alcanzan un ordenamiento es- pacial o temporal —o ambos— se las llama estructuras, ycomo su existencia depende de un proceso de suministrode reactivos, de una eliminación de productos y de unadisipación de energía, se las llama estructuras disipativas. 

    De modo que más allá de los desequilibrios y de las cri-sis no sucede "cualquier cosa", no está el caos,4 sino el or-denamiento en una estructura nueva que funciona en

    forma distinta. Claro que, desde el punto de vista del sistema,más allá de la crisis está en realidad el caos, y es evidenteque no se puede entender lo que sucede utilizando lasleyes que se obedecen cerca del equilibrio: reina la igno-rancia (¡del observador!). Al estudiar las estructuras disipa-tivas, se llegó a la conclusión de que todo orden nuevo,toda estructura (química o no), tiene su origen en una

    crisis de un estado anterior. Las crisis no son, pues, losumbrales del caos, sino puntos en los que los sistemassuben cambios estructurales drásticos, porque la estruc-tura que tenían hasta entonces les resultaba muy costosay no podían ya mantener su funcionamiento. 

    El estudio de las estructuras disipativas permitió enten-der también otro aspecto notable: no son "cosas" sinoconfiguraciones espaciales o temporales que adoptan los procesos. Es la reacción química la que se organiza conuna forma, un tamaño, un color 5  y una duración deter-minados. En realidad nadie encontró jamás una "cosa"estable en el Universo. En general llamamos "cosa" a unaconfiguración de procesos cuyas escalas temporales nos 

    4 En la Teogonía de Hesiodo, escrita en el siglo VIII a.C . el nombre caos se relacio-na con la raíz χ α  – (estar abierto) y alude al espacio vacío. Más tarde caos  se derivará

    de χ αω (verter) y será presentado como la masa inorgánica y confusa. 5  Zhahotiuski (1964) y Bielusov fueron los primeros en estudiar reacciones conreactivos de distintos colotes, observando así fácilmente los diseños y los cambios deconfiguraciones que adoptaban. 

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    resultan demasiado lentas. Pero basta acelerarlas para ver

    cuan efímeras son. Así, para que podamos imaginar lasdiferentes etapas del Universo, que duraron millones ymillones de años, se suelen representar esas etapas a lolargo de un año, es decir como si la (irán Explosión hu- biera ocurrido a las cero horas del primero de enero. Enesa escala de tiempo, el Sistema Solar aparece allá porseptiembre, la vida en octubre y nosotros en los últimossegundos de diciembre. A escalas geológicas que duranmiles de millones de años, la vida de un hombre, desdehuevo fecundado hasta cadáver, parece poco menos queuna explosión. Nos queda claro, entonces, que modas,muebles, aparatos, personajes, instituciones, imperios,ciudades, especies biológicas, montañas, continentes, sis-temas planetarios, galaxias y el Universo entero no sonmás que configuraciones más o menos pasajeras que va

    adoptando la materia. Las rosas no son más que momen-tos de los  procesos, en particular los momentos en que loscambios son despreciables y la identidad del objeto se preserva. 

    Desde esta perspectiva, la historia de un organismoaparece como una serie de crisis y transiciones: en unhuevo fecundado las células se dividen y forman una

    masa (mórula) que no queda como tal, sino que luego seahueca (blástula), y más tarde se invagina (gástrula), pa-sando después por otros estadios que incluyen los de em- brión, feto, niño, adolescente, adulto, anciano y cadáver.Cada una de las etapas estuvo caracterizada por un modode funcionar que fue alejando del equilibrio a la estruc-tura en cuestión (v. gr. la mórula), hasta que la empujé) auna crisis en la que ésta se alteré) y, de ahí en adelante, yano pudo continuar siendo mórula, ni volver a recuperarsus propiedades. Los organismos siguen secuencias decrisis y colapsos de estructuras que transcurren en forma 

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     previsible, antes de dar con alguna transición hacia lo pa-tológico y hacia la muerte. 

    Señalemos de paso que, si en alguna de las etapas se lo-grara un verdadero estado estacionario, el resultado seríamonstruoso: si un bebé tuviera una homeostasis6  tan per-fecta que compensara cualquier desviación de sus pará-metros, quedaría como un bebé perpetuo. 

    Antes de continuar resumamos algunos puntos queemergieron de nuestro análisis: 1) Al alejarse de los equi-

    librios, los sistemas tropiezan con crisis, después de lascuales pueden ocurrir fenómenos morfogenéticos, conlos consiguientes cambios funcionales. 2) Los sistemas in-termedios (entre una fuente y un sumidero) son despla-zados de su equilibrio y obligados a "funcionar" continua-mente, gastando energía libre (si queremos permaneceren medio de una escalera automática, deberemos saltar

    continuamente de un escalón a otro, pues un extremo dela escalera se comporta como una fuente y el otro comoun sumidero de escalones). 3) Los procesos químicos, alos que la fuente les entrega reactivos y el sumidero lesquita los productos, se comportan como sistemas inter-medios. 4) Los sistemas químicos son muy poco lineales yllegan a las crisis a poco de que se los aleje del equilibrio.5) Cuando atraviesan una crisis pueden formar estruc-turas disipativas, cuya configuración y funcionalidad no podían preverse con base en las leyes dinámicas que re-gían sus procesos antes de las crisis. 6) Un sistema no ne-cesariamente está expuesto a una crisis, sino a toda unavariedad, cuya naturaleza (y consecuencias) dependen del 

    6  Regulación de los parámetros fisiológicos de modo que su valor se mantengaconstante. Por ejemplo, cuando baja el nivel de azúcar en la sangre, el organismo

    segrega hormonas que hacen verter azúcar de las células a la sangre. Por el contrario,cuando la glucemia sube, el organismo pone en función mecanismos que retiran glu-cosa de la sangre. Y así sucede con la regulación del Na+, el K + y el Ca'+ el agua, la tem-

     peratura, etcétera.  

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    tipo de perturbación que le causa el medio. 7) Tampocose limita a una crisis, sino que puede sufrir toda una seriede crisis. 8) Los sistemas biológicos son fundamentalmentesistemas químicos. 9) La vida, tanto en su ontogenia (dehuevo a niño), como en su filogenia (de las primitivascélulas procariontes hasta el ser humano), consiste en unaserie de saltos a nuevas estructuras, con nuevas formas defuncionar. 

    La Tierra constituye un sistema intermedio entre el Sol yel espacio exterior. De día recibe radiación solar y de no-che la disipa hacia el espacio en forma de calor. HaroldMorowitz (1968) señaló que a tales sistemas intermediosel flujo estacionario les produce por lo menos un procesocíclico material. Para comprenderlo imaginemos aquí elagua del planeta: el Sol causa evaporación de los mares,

    se forman nubes, llueve, nieva, parte del agua y de la nie-ve cae sobre los continentes, se forman ríos y el aguavuelve al mar. Ahora bien: si sólo hubiera suministro deenergía, se evaporaría toda el agua, y si sólo hubiera disi- pación de calor, se congelaría. Para alcanzar en cambio laorganización tan compleja que le conocemos, el agua del planeta debe estar sujeta a un  flujo de energía, que impli-ca caer desde un potencial más alto hacia otro más bajo. 

    Otra de las características de estos ciclos es que se pue-den acoplar. Si a lo largo del río que mencionamos, loshombres instalan turbinas y plantas de energía eléctrica,y acoplan al ciclo eléctrico todas sus industrias, la regiónse hará más compleja (es decir, se necesitará más infor-mación para describirla). 

    Pasemos ahora a otro tipo de ganancia organizativa de

    las que produce el flujo de energía solar. Al absorber laradiación solar, los electrones de los átomos de la Fierrase excitan y saltan a las órbitas más externas, pero en se- 

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    guida (unos cienmillonésimos de segundo más tarde) vuel-ven a sus órbitas primitivas, eliminando el exceso de ener-gía que les había causado la transición. Mientras están ex-citados, los átomos son sumamente reactivos y puedencombinarse con otros átomos formando moléculas. Mástarde, los electrones de los átomos que ya están forman-do una molécula pueden volver a absorber energía y ex-citarse, pudiendo hacer entonces básicamente dos cosas:1) romper su ligazón y desarmar la molécula, volviendo a

    su estado libre, o bien 2) combinarse con más átomos for-mando entonces una molécula de mayor complejidad.En realidad, en la población de átomos y moléculas de laTierra prebiológica sucedieron ambas cosas, lo que dioorigen así a un enorme metabolismo prebiótico. Muchasde estas reacciones ya se han reproducido experimental-mente en el laboratorio; en ellas se vio que de esta manera

    se producen azúcares, aminoácidos, nucleótidos y muchasotras moléculas que hoy constituyen las piezas fundamen-tales de los organismos vivos. 

    Las investigaciones de Manfred Eigen y sus colabora-dores (1971, 1981) han mostrado cómo pudo haber sidoque las moléculas prebióticas dieran origen a las prime-ras cadenas de AUN, de ARN y a las primeras proteínas. Sinembargo, su descripción, así como la de los primeros pa-sos hacia la aparición de una membrana celular y de uncúmulo molecular que pudiera aspirar al título de célula,escapan al plan de este libro. Aquí nos basta con puntua-lizar que el flujo de energía solar, en su continuo pertur- bar y "empujar" al sistema químico prebiótico, lo fuetransformando en un gigantesco aparato metabólico que,en sucesivas crisis, se fue condensando en estructuras di-

    sipativas, algunas de las cuales dieron origen a primitivosorganismos unicelulares, en los que la marcha de las reac-ciones químicas estuvo regido por enzimas codificadas en 

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    un genoma. Pero ni siquiera estas estructuras fueron de-

     jadas en paz por el fluir de la energía solar. Ellas tambiénfueron desequilibradas y empujadas hacia crisis y más cri-sis. Es fundamental tener presente que todo este funcio-namiento, toda esta vida, está condicionada tanto por elaporte energético como por su disipación final. 

    Entre esos organismos simples se generó una compe-tencia por los nutrientes que los fue forzando a desarro-llar al máximo la captación de energía solar, en una evolu-

    ción hacia una fotosíntesis que constituye la etapa inicialde la enorme cadena trófica de la biosfera. Luego, esa mis-ma interacción dio origen a organismos unicelulares ca- paces de asociarse y de formar sistemas multicelulares. Un buen texto de biología podría reemplazar nuestro relatodel resto de la historia de la evolución sobre la Tierra.Aquí sólo señalaremos un aspecto de la forma organizati-

    va que se produjo: su estratificación en jerarquías. La vida está organizada en niveles jerárquicos (Pattee,1971). El más bajo está constituido por las reacciones quí-micas. Por encima de este nivel está el de las enzimas quecatalizan (aceleran miles de veces) y gobiernan las reac-ciones de la química orgánica; luego viene el nivel celulary así, sucesivamente, se va llegando a los niveles endocri-

    nos, al hipotalámico, al de los centros nerviosos superio-res y, por ahí arriba, aparece lo mental. Cada nivel se rige por sus propias leyes y obedece a su propio conjunto de res-tricciones. Una molécula de glucosa en la célula no puedehacer cualquier cosa, pues, además de cumplir las leyes dela química, deberá obedecer las que le imponen las enzi-mas (por ejemplo, la hexoquinasa). Pero estas enzimastampoco hacen cualquiera de las cosas que pudieran ha-

    cerse en un tubo de ensayo, porque están acotadas por laarquitectura celular que, en su funcionamiento, hace en-t r a r o salir del citoplasma a iones y moléculas que facili- 

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    tan o inhiben sus funciones. La entrada de estos iones ymoléculas está a su vez controlada por las restriccionesque les imponen los niveles superiores (por ejemplo, el páncreas y las suprarrenales, que tienen hormonas paracontrolar la glucemia). Cada nivel está entonces acotadono sólo por sus propias restricciones, sino también portodas las de los niveles que tiene por encima. Como coro-lario, un nivel biológico está tanto o más acotado cuantomayor sea el número de niveles jerárquicos que tiene por

    encima. Finalmente, a la glucosa le quedan en el organis-mo unos pocos caminos metabólicos de los que no se puede apartar, porque hay toda una maraña de controles(restricciones) superiores que obligan que los cumpla es-trictamente (Cereijido, 1978).7 

    Los niveles más bajos son también los más arcaicos y, por el hecho de tener más restricciones, son los menos

    ambiguos. Por el contrario, los superiores tienen mayorlibertad: son más flexibles y tienen un ámbito mayor parala creatividad. 

    A primera vista se diría que si se agrega un nuevo con- junto de restricciones, lejos de facilitar o de enriquecerlos procesos, éstos serán interferidos o se llegaría a blo-quearlos del todo. Pero no es así. Volvamos a recurrir a unejemplo: si plantamos una parra y no le ponemos ningu- 

    7 Si bien parece irrefutable que con la aparición evolutiva (le nuevos niveles superiores("superiores" en tanto confieren facultades más avanzadas) los niveles que va existíanfueron siendo cada vez más y más restringidos, esto no debe tomarse de ningunamanera como si el funcionamiento actual de un sistema biológico fuera fatalmente li-neal v jerárquico. Que en un ejército haya una estratificación jerárquica, no quita queun general pueda impartir una orden directa a un soldado, ni que su chofer puedatransmitirle a él un mensaje importante. Análogamente, un descenso de la glucemia

     puede provocarle un terrible choque al celebro, y un aumento en la tasa de hor mona ssexuales puede cambiarle no ya su función, sino el tamaño v preponderancia de cier-

    tos núcleos fundamentales. La fisiología moderna tiende a demostrar que el proce-samiento de la información neural se lleva a cabo en una complicadísima red de com-

     ponentes en paralelo, v que no parece exi stir un "mando superior autorit ario" cuyo papel consi sta en tomar deci sione s j erárquicamente.  

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    na restricción, su grado de libertad será tan grande quele sería imposible llegar a cubrir una pérgola a dos me-tros del suelo; pero si en cambio la sujetamos a una vara yle restringimos ciertos grados de libertad, seguramente lallegará a cubrir. 

    Para que se posibiliten y enriquezcan los procesos, lasrestricciones impuestas por cada nivel jerárquico debentener  sentido. Este sentido es, justamente, el que tratan dedescubrir los especialistas de la dinámica de cada nivel: las

    leyes de los procesos. "Sentido", en el caso del río, y las in-dustrias que dimos como ejemplo, son las restricciones es- pecificadas por las leyes ele la hidrodinámica que rigen elfuncionamiento de las turbinas; de la electricidad, que ri-gen el de la planta generadora; de la electrónica, que rigenla marcha de todos los equipos eléctricos enchufados a laslíneas de electricidad; de la mecánica, etc. Esas leyes for-

    man conjuntos de restricciones coherentes. En lo biológico lasrestricciones están explicadas por las disciplinas que rigencada nivel: la química, la enzimología, la biología celular,la endocrinología, la neurobiología, la ecología, etcétera. 

    La enorme complejidad de la vida en la Tierra hoy seentiende como una consecuencia del fluir de energía so-lar, que obligó a los sistemas químicos a adoptar un orde-namiento jerárquico. Cada nuevo nivel jerárquico apa-reció en un momento dado de la evolución. Hubo unmomento en la historia del planeta en que no había glán-dulas de secreción interna, y otro a partir del cual ciertosanimales ya venían equipados con ellas. Hoy no se sabecómo hacen los niveles inferiores para generar un nivel jerárquico más alto, entre cuyas funciones está aplicar másrestricciones a los de abajo. 

    Pero quizás la característica más notable de la organi-zación jerárquica biológica es que no sólo los niveles yaexistentes han de generar al próximo superior, sino que 

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    este nuevo nivel tiene siempre  propiedades emergentes queno son simplemente una suma de las propiedades anterio-res. El sistema que se autojerarquiza en su interacción conel medio se equipa con nuevos niveles, cuya descripciónrequiere nuevas leyes dinámicas, nuevos lenguajes. 

     En resumen: la vida, al decir de Szent-Gyorgi, aprendió acaptar la energía del electrón excitado por la radiaciónsolar, a hacerla decaer por sus intrincadas redes metabóli-cas, y eso le ha provocado un incesante alejamiento del

    equilibrio, una secuencia de catástrofes, un aumento decomplejidad consistente en la aparición de nuevas estruc-turas y nuevos procesos. Ese ordenamiento tomó la formade niveles jerárquicos sucesivos. Uno de los niveles más al-tos (o por lo menos más recientes) parece ser el mental.Por ser reciente, y no tener por encima (dentro del orga-nismo) ningún otro nivel de restricción, es también el más

    ambiguo y el que tiene mayor ámbito creativo. El funcio-namiento de toda esa pasta físico-química fue generandocucarachas, culebras, ornitorrincos, peces que nadan y avesque vuelan. En una de sus últimas etapas generó un cere- bro que lleva a cabo un curioso proceso: el pensamiento. 

    Hasta no hace mucho se consideraba a los organismoscomo máquinas, cosas a las que un  suministro de energíahacía funcionar en equilibrio (quintaesencia de la salud).Hoy, en cambio, se considera que los organismos son laorganización espacial del proceso provocado por el  flujode la energía a través de la biosfera. Tan importante es elsuministro de energía como el decaimiento a un nivel más bajo. Esta continua disipación, decaimiento, muerte ener-gética o como queríamos llamarla es fundamental paraque la vida transcurra a lo largo de la flecha del tiem-

     po que habían encontrado los físicos. Hoy no hay discrepancias formales ni ideológicas entre

    las expectativas físicas y las explicaciones de la vida. Tanto 

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    el camino de crisis y cambios complejizantes que implicala evolución, como la muerte que espera a los organismos,surgen como eventos comprensibles y necesarios. 

    Para dar por terminada esta reseña de propiedades dela vida que atañen a la discusión del tiempo y de la muer-te, conviene subrayar un aspecto: las reacciones químicasque se cumplen en nuestros organismos se pueden re- producir en un tubo de ensayo sin necesidad de enzimas.Sin embargo, la velocidad de las reacciones en este caso

    es increíblemente lenta. Las enzimas no sólo constituyenentonces una manera de hacer que tales o cuales reaccio-nes orgánicas se cumplan más favorablemente que lasotras y se oriente el flujo metabólico, sino que son un me-dio de acelerar los procesos biológicos. En este capítulonos hemos referido repetidamente a las escalas tempora-les en que se cumplen los distintos procesos del mundo

    real. En este sentido debemos recalcar que las enzimas sonresponsables de que las reacciones metabólicas se cumplan a es-calas temporales biológicas y no a escalas temporales geológicas, yasí sea la vida de un organismo una especie de fogonazoentre el nacimiento y la muerte.  

    Pero al acelerar el metabolismo enzimáticamente no sehabría ganado demasiado, de no contar los sistemas bio-lógicos con formas de acelerar también los procesos entodos los niveles jerárquicos. Una hormona tardaría me-ses en difundirse desde la hipófisis hasta las rodillas si sólocontara con el proceso difusivo. Pero, por suerte, los or-ganismos han desarrollado aparatos circulatorios que latransportan en segundos. El cerebro tardaría eternidadesen enterarse de que hemos pisado una brasa y de que nosconviene quitar el pie, si no se hubiera encontrado for-

    mas de enviar señales eléctricas en unos pocos milisegun-dos a lo largo de las neuronas. La evolución está apurada.Ha encontrado la forma de darnos un empellón y hacer-  

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    nos atravesar en un santiamén las estructuras, los proce-sos y las crisis que van desde el huevo fecundado hasta elirremisible cadáver. Los organismos tenemos una vida efí-mera porque las enzimas, los aparatos circulatorios y lasneuronas nos aceleran, y la muerte nos quita de en me-dio. Para culminar el cuadro, la evolución nos dotó de uncerebro que piensa, y que cree en un tiempo que, supues-tamente, fluye. 

    II. La emergencia de la idea 

    del tiempo 

    El cerebro no es un órgano del pensamiento,sino un órgano de la sobrevivencia, como laszarpas y los colmillos. Está hecho de tal for-ma, que nos hace aceptar como verdad cosasque sólo son ventajas. 

    ALBERT SZENT-GYOKGI 

     Non in tempore, sed cum tempore Deus creavit

    caela et terram. SAN AGUSTÍN 

     Efecto: el segundo de dos fenómenos que siem- pre ocurren juntos en el mismo orden. El pri-mero es llamado causa y se dice que generaal otro (cosa que no es más sensata de lo quesería —para alguien que nunca ha visto a un

     perro, salvo en la persecución de un cone- jo— decla rar que el conejo causa al perro). 

    AMBROSE BIERCE 

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    Cuando sigue a los sentidos, la razón vuelacon las alas cortadas. 

    DANTE ALIGIHERI 

    A aquel que mire al mundo racionalmente,el mundo le devolverá a su vez un aspectoracional. 

    G. W. F. HEGEL 

    Por lo lauto decimos que hombre es proceso, y, precisamente, el proceso de sus acciones.  A. GRAMSCI 

    El tiempo sustituyó al espacio en el interésde los filósofos y se transformó en el motoroculto que mueve las concepciones contem-

     poráneas del mundo.  

    R IZIERI FRONDIZI 

    EL  HOMBRE tiene una paupérrima idea acerca de cómofunciona el cerebro, de qué es el pensamiento, de cuál esla relación entre mente y realidad; no tiene más que con- jeturas sobre la índole del tiempo, y hace muy poco que

    ha comenzado un balbuceo sobre la naturaleza de los len-guajes. A pesar de esas ignorancias, ya hace muchísimossiglos que se lanzó a afirmar, osadamente, que los anima-les viven en un continuo presente. Uno de los que le dioestatuto académico a semejante idea fue Descartes, quienafirmaba que los animales no eran más que autómatas sinalma. Esas actitudes se prolongan hasta nuestros días: bas-ta escuchar a un amante del toreo, o de la riña de gallos.

    Es común encontrarse con gente que afirma que el senti-do del dolor, del tiempo y todas las facultades mentalesque poseen los seres humanos irrumpieron de pronto un 

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     buen día, cuando el hombre hizo su aparición en el pla-neta; ignoran que el cerebro humano es el producto delargas edades evolutivas. Es como si se afirmara que elhombre aprendió a construir refrigeradores, les puso ga- binetes para congelar agua y fabricar cubos de hielo, man-tequeras, anaqueles para botellas para, de pronto, ¡albri-cias!, encontrarle una función: conservar alimentos ysustancias perecederas en su interior. Si bien en este libroafirmamos una y otra vez que los sistemas biológicos evo-

    lucionan a saltos, y que las propiedades emergen comofunciones de una nueva configuración adoptada por elsistema, el concepto que tenemos del tiempo no es inde- pendiente del aparato con el que captamos la realidadexterna (suponiendo que haya una); este aparato fue per-feccionado a lo largo de millones y millones de años, demodo que, para el momento en que efectuó la transición

    hacia un cerebro humano, ya tenía la mayor parte de susformaciones diseñadas. Los animales son capaces de establecer relaciones muy

    sutiles con el tiempo. Así, Pavlov demostró que cuandoa un perro se le da comida periódicamente, se le provocaun reflejo incondicionado de segregar saliva. Pero llega unmomento en que el animal se acostumbra y, si ahora seomite la comida, el animal segrega la saliva de todos mo-dos, puesto que se ha condicionado a hacerlo después deesperar cierto tiempo. De modo que ha medido con bas-tante exactitud el periodo que estableció el experimenta-dor y ha cronometrado a su organismo para responder programadamente en el momento que debía coincidircon la recepción de la comida. 

    Para rastrear los orígenes del sentido del tiempo debe-

    mos remontarnos hasta la etapa prebiológica en la que,como vimos en el capítulo I, ya existían procesos cíclicos(los ciclos de Morowitz), y se presentaba un ambiente lle- 

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    no de periodicidades (noche/día, verano/invierno, baja-mar/pleamar, etc.). Esos ciclos imprimieron, de entrada,conductas rítmicas a los organismos, y los seres que lo-graron adecuarse al ciclaje temporal tuvieron indudablesventajas evolutivas (Aréchiga, 1983). 

    La superficie terrestre, ya con su biosfera a toda or-questa, cambia su aspecto dependiendo de la hora deldía: se puebla con diferentes especies de animales queemergen de sus madrigueras con regularidad cronomé-

    trica para retornar a ellas al cabo de varias horas y, segúnla época del año, todo el paisaje cambia, pues tanto ani-males como vegetales aparecen o se transforman al pasode las estaciones (Aréchiga, 1983). Las especies desarro-llaron la habilidad de cambiar su pelo, de tener crías, dehibernar y de migrar coincidiendo con los cambios esta-cionales, tal vez porque eso les dio más oportunidades de

    sobrevivir que aquellas que no tendían a hacerlo. Tam- bién sus organismos son sistemas cíclicos (disparo de po-tenciales de acción en neuronas, latidos, digestiones, sue-ños/vigilias, menstruaciones). En una escala mucho másinferior, el plasmodio, organismo unicelular que se alojaen nuestras células y nos produce la malaria, invade nues-tro torrente sanguíneo periódicamente, coincidiendo conlas horas del día en que su vector, el mosquito anofeles, pica a la víctima. Así se maximizan sus posibilidades deser inyectado luego a una segunda persona y reproducir-se. Cualquiera que, a causa de un viaje transatlántico ha-ya alterado dicho ciclaje, comprende en carne propia lasconsecuencias del desfase. 

    Un organismo necesita coordinar los ritmos de sus dis-tintas funciones y, también, estar él mismo coordinado

    con los ritmos del medio ambiente. No sorprende enton-ces que existan sincronizadores y piezas maestras de relo- jería que se fabrican en cumplimiento de un programa 

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    genético. Konopka y Benzcr (1971) aislaron matantes dela mosca de la fruta (Drosophila) que tiene ritmos circadia-nos más largos que los de las moscas salvajes, otras con ci-clos más cortos, y aun otras que tienen abolidos los ritmoscircadianos. Bargiello y Young (1974), Reddy y colabo-radores (1984) y Rosbash y Hall (1985), localizaron la al-teración genética de estas imitantes en las bandas 3B1-2del cromosoma X. Al aislar el AUN que porta tales bandasy traducirlo in vitro, Jackson y colaboradores (1986) obtu-

    vieron una proteína que parece constituir una parte fun-damental del reloj biológico de la  Drosophila. Es decir, queya se conocen moléculas cuya función biológica es inte-grar relojes biológicos. 

    En general se sospecha que algo es o puede actuar comoreloj biológico cuando se le descubre una función autó-nomamente cíclica. Así, el ojo del molusco  Aplysia califor-

    nica, o la glándula pineal del gorrión, cuando son aisladosdel organismo y cultivados in vitro sintetizan hormonas alas que no secretan en forma continua, sino que descar-gan en oleadas periódicas. Cuando estas estructuras noestán in vitro, sino en el cuerpo de esos animales, dichasdescargas periódicas se vierten a la sangre: y constituyenseñales químicas que pueden funcionar como marcapa-sos para lograr la coordinación del resto de los órganos.  

    El hecho de que estos relojes sean endógenos no quitaque deban ser "puestos en hora" gracias a la interaccióncon el medio. Cuando Bunning (1967) crió varias genera-ciones de  Drosoplula en la oscuridad, sus ciclos se fuerondesfasando. Pero bastó con que, varias generaciones des- pués, iluminara a las larvas con un pulso de luz de algu-nos minutos, para que las mosquitas retomaran el ritmo

    que sus antecesores les habían legado a través de los genesen el cromosoma X. 

    Podríamos concluir, entonces, que los organismos, des-  

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    de las conductas periódicas de sus reacciones molecu-lares, hasta el comportamiento de los unicelulares, y lasintegraciones multicelulares, están equipados con oscila-dores periódicos de frecuencias variadas, que se articulany sincronizan con el medio para funcionar satisfactoria-mente. Es como si nuestros relojes no sólo marcharan conenergía solar sino que, además, la utilizaran para ponerseen hora. En conclusión: en el momento en que la natu-raleza desarrolló al hombre, ya sabía cómo equiparlo con

    un mecanismo de relojería autosincronizable.  La periodicidad que emana del funcionamiento del

    organismo parece originar un  sentido temporal: creemosdarnos cuenta de un tiempo que transcurre. Para Fernán-dez-Guardiola (1983) se trata de un sentido semejante ala capacidad de ver u oír, excepto que, para el hombre, su pérdida es más disruptiva que la ceguera o la sordera.

    Así, por ejemplo, Beethoven ya era sordo cuando compu-so su  Novena sinfonía, y Borges era ciego cuando escribiósus últimos poemas, pero cuando una persona pierde susentido temporal, pierde también la cordura. Pero, a di-ferencia de la vista o la audición, cuyos receptores son losojos y los oídos respectivamente, el receptor del sentidodel tiempo no se conoce. Sabemos del color' porque lo ve-mos y del sonido porque lo escuchamos, pero ¿cómo sa- bemos del tiempo? La luz es el estímulo para la vista, y elsonido para la audición, pero ¿cuál es el estímulo parael sentido del tiempo? En principio, la naturaleza podríahaber escogido dos fuentes: 

     I) La experiencia interna.  Nuestro organismo suele trabajarcalladamente. No nos informa acerca de cómo coordina

    la digestión, aunque por ahí sintamos un cólico; no nosmantiene al tanto de cómo hace entrar y salir el aire de los pulmones para que respiremos, aunque por ahí suframos 

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    disnea y entonces sí nos enteremos; nos mantiene ajenosa la circulación de nuestra sangre, aunque por ahí nosalármenlos por alguna palpitación, o se nos ruboricen lasmejillas. A pesar de esa ignorancia, nuestro sistema ner-vioso se mantiene perfectamente al tanto de tales fun-ciones y las regula a lo largo de ochenta años, día y nochecon su centro cardiomoderador, su centro respiratorio,su aparato neuroendocrino, etc. Sabemos que, además,los ciclajes de intestinos, pulmones, corazón, glándulas

    de secreción interna y otras funciones también están sin-cronizados. Cabe la posibilidad de que al igual que cóli-cos, extrasístoles, disneas, sed, hambre, etc., nuestro or-ganismo permita a veces dejar llegar a nuestra concienciaalguna manifestación del tic-tac orgánico. La experienciainterna es entonces una fuente potencial de informacióntemporal. Gracias a ella podemos impacientarnos en la

    sala de espera de un dentista, aunque no ocurra movi-miento alguno en el ambiente.  2) La experiencia externa. Podemos informarnos del paso

    del tiempo con base en los cambios y movimientos delmundo que nos rodea. Así, podríamos habernos quedadodormidos en la sala del dentista y, al despertarnos, com- probar con el reloj que ha pasado inedia hora s in que lohubiéramos detectado por referencias internas de nues-tro organismo. Ambas fuentes, interna y externa, definenel mismo orden temporal. Los  présenles experimentadosinternamente se Corresponden a la par de los sucesos ex-ternos. 

    Es comprensible que el orden temporal interno y el delos sucesos externos se correspondan y estén coordina-dos. Después de todo, el tacto, la vista, el olfato y la audi-

    ción no tienen características comunes, y podrían ser per-cibidos como espacios diferentes; sin embargo, tambiénestán coordinados y se combinan para darnos una ima-  

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    gen integrada de la realidad (Broad, 1937). Curiosamente,también está coordinado el sentido espacial. Y decimos"curiosamente", porque cuando suena un disparo a diezmetros nuestro tímpano se pone a vibrar, las neuronas denuestros nervios auditivos hacen salir potasio, entrar so-dio, desplazar calcio, variar su potencial eléctrico, y quelas señales eléctricas así generales viajen varios centíme-tros por nuestro cráneo, liberando moléculas transmiso-ras. Estas moléculas se pegan a receptores, causan la des-

     polarización de otras neuronas, generan nuevas señalesque se cruzan y combinan con las percibidas por el otrooído y, finalmente, en la oscuridad de nuestro cerebro, percibimos el estampido. Si todo eso hubiera generadoun número menor de señales  por unidad de tiempo, habría-mos dicho que el tiro fue disparado a mayor distancia. Demanera que transformando pulsos eléctricos y combina-

    ciones de moléculas  por unidad de tiempo, nuestro cerebroestá "seguro" de que ahí afuera hay un espacio. Después,combinaremos el resultado de esta experiencia del espa-cio con el resultado del ver, del oler, del tocar, del caminar, y"sabremos" cómo es "la realidad" exterior. Iodos los sen-tidos están, en suma, coordinados para proporcionarnosuna correspondencia entre el sentir y el pensar. Es la me-moria la que hace de puente temporal entre dos percep-ciones. Lástima que no tengamos idea de qué demoniosserá la memoria, pues la naturaleza, como dijo san Agus-tín, se maneja nada más que con  presente.  No nos proveede un "antes de" ni de un "después de". De todos modos,el hecho de que se forman paquetes informativos del mun-do exterior, a los que llamamos objetos (véase el capítuloI I I ) , permite retenerlos a pesar de que la percepción cam-

     bie después. Esas imágenes memorizadas se podrán rom- per en partes y recombinar para formar otras nuevas.

    De ello podemos inferir que hay, en el establecimiento 

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    de la función sensorio-temporal, estas etapas (Fernán-dez-Guardiola, 1983): 

    1)  Procesos químicos en los que ciertas enzimas, por serlas más lentas, limitan la velocidad de reacción; tam- bién hay reacciones cuya producción es periódica, esdecir, no entregan una cantidad estable de producto,sino por altibajos cíclicos. Estas reacciones activan ca-nales de membranas en las neuronas generando pulsos

    eléctricos cuyo número, en algunos circuitos, sufre osci-laciones periódicas; tenemos así que algunos produc-tos químicos y algunas señales neuronales hacen deosciladores que sirven de base a conductas temporales. 

    2)  Partiendo de este material, se organizan ritmos endó-genos, tales como el sueño, la vigilia, la actividad, el re- poso, la marcha, el rascado, la respiración, el estro, la

    hibernación. 3) Los ritmos endógenos, que son regulatorios (tiendena mantener la homeostasis), interactúan con el medio,y las señales externas provocan respuestas de controlque tienden a mantener la adaptación (así, desperta-mos espontáneamente a las siete pero nos cercioramosmirando el reloj). 

    4)  La integración de esas funciones nos da la capacidadde medir duraciones: se trata de un tiempo subjetivo,al que podemos poner en evidencia tratando de esti-mar, sin mirar el reloj, en qué medida ha transcurrido. 

    Pues bien: ya tenemos la gama de recursos que ofrecela biología para que la naturaleza dé un paso más y pro-mueva la aparición del hombre. Y ahora ¿qué? 

    Las pruebas paleontológicas y antropológicas indicanque el hombre primitivo era una especie de mono, al quela naturaleza le raleó los bosques, con lo cual le impidió  

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    saltar de un árbol a otro y lo obligó a caminar por las pra-deras en busca de sustento. Este mono o prehombre sehizo primero recolector de las carroñas que dejaban aban-donadas los animales cazadores, y luego él mismo se aven-turó a cazar (Sinclair y Leakey, 1986). Tuvo entonces quecompetir con otros cazadores, que ejercían este oficio des-de millones de años antes, y que en ese ínterin habían ido perfeccionando las mejores garras, los más sutiles olfatos,la capacidad de correr muy velozmente, las quijadas con los

    más afilados colmillos, tales como leones, hienas y perrosde pradera. 

    Pero ese bicho, menos dotado, aprende a erguirse sobresus patas traseras, puede ver más lejos y esto le permitedetectar depredadores y presas con mayor anticipación.Se selecciona la postura erecta. La postura modifica la pelvis y los bebés nacen inmaduros. No importa: las ma-

    dres que caminan erectas tienen brazos libres para aca-rrearlos. Las manos libres pueden empuñar palos y aga-rrar piedras. Más adelante se llevará un palo o una piedracon premeditación (la premeditación implica una antici- pación y un sentido del tiempo). Después se escogerá un buen palo, al que ya podemos ir llamando garrote. Mástarde el palo se convertirá en un buen garrote, o se parti-rá una piedra de modo que le quede un canto afilado ouna punta aguzada; comenzará así una transformaciónde los objetos que requiere cierta habilidad. 

    Estos homínidos aprendieron a explorar cada posibili-dad  y a tener modelos dinámicos de la realidad. La habilidad para aprender era ventajosa: fue seleccionada. El indivi-duo que exploraba más, y que podía imitar más rápida-mente las técnicas y tretas de sus compañeros tuvo más

    oportunidades. Decíamos más arriba que las señales re-colectadas por los sentidos permitían construir paquetesinformativos que llamamos objetos, y que tienen cierta  

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    autonomía ante los cambios de las circunstancias exter-nas. Podríamos agregar aquí que el aparato de fonación,acoplado también a esa pasta físico-química combinadorade señales, el cerebro, permitió simbolizar y codificar elresultado de esas manipulaciones informativas. Los len-guajes que así se establecían permitieron manejar máságil y eficientemente el esquema de la realidad que se ibaelaborando.1  Si, como decía Bacon, el conocimiento es poder, lo desconocido es fuente de inseguridad. El reco-

    nocimiento de esa inseguridad debió de haber sido an-gustiante. Pero si la angustia provocaba un mayor esfuer-zo por explorar, buscar alternativas, resolver las cosas connuevos recursos, tiene que haberse seleccionado el homí-nido capaz de angustiarse ante lo desconocido, de hacer-se un modelo de circunstancias futuras y prever riesgos(Cereijido, 1978). 

    De modo que el mamífero que tenía la habilidad de ge-nerar el concepto de tiempo y de ordenar la realidad a lolargo de cadenas causales (un antes, donde ubica las cau-sas, seguidas de un después, donde ubica los efectos) obte-nía una realidad biológica mejor y tenía más posibilida-des de sobrevivir (Jerison, 1973). 

    Algunos autores postulan que la intuición humana deltiempo fue ayudada por el sentido del ritmo. Pero uno podría muy bien dar vuelta a esta afirmación y creer jus-tamente lo contrario. Lo cierto es que el hombre apren-dió a usar señales de la naturaleza para organizarse tem- poralmente. Evans-Pritchard (1968) y otros investigadores 

    1 H a y que hacer notar que la cinética de un modelo se adapta a la dinámica de la mente del hombre. Es decir, cambia su escala de tiempo natural por una mental , en laque el hombre puede entender los procesos fácilmente. Así l levamos a escala de tiem-

     po explicativo fenómenos tan rápidos como l a fosforilación de la glucosa, o tan lentos

    como la evolución de una estrella, o podemos leer en una hora en qué consistió laRevolución francesa. En todas estas explicaciones adaptamos lo sucedido a nuestra es-cala de tiempo mental. 

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    refieren que ciertos pueblos de África utilizan el ganadocomo reloj (por ejemplo: "los bueyes van a pastar" corres- ponde a las cinco o seis de la mañana). Otros lo miden por la demora de procesos naturales (por ejemplo, unacocción de arroz). Pero no necesitamos irnos a lugares tanremotos para encontrar ejemplos. Todos estamos acos-tumbrados a escuchar expresiones tales como "en menosde lo que canta un gallo", "salió como salivazo de músico","hasta que las velas no ardan", "cada muerte de obispo",

    "para cuando los sapos críen cola" y otras tantas que danidea de duraciones, velocidades, tardanzas o imposibles. 

    El hombre primitivo se encontró metido en el proble-ma de la existencia. Nacía en medio de una cultura que, por más rudimentaria que hubiera sido, ya tenía una for-ma de llevarlo en brazos y amamantarlo, de cuidarlo, deobligarlo a respetar sus tabúes, a sus mayores, sus manda-

    tarios o sus dioses, de iniciarlo en los quehaceres comunita-rios, en una palabra, de restringirlo con un sistema devalores y tina visión del mundo. Esa comunidad lo asis-tiría y lo haría partícipe de rituales apropiados para cadauna de sus transiciones (como la pubertad, por ejemplo)o del medio (un cambio estacional).  

    El hombre tuvo la obsesión por la causalidad y su mentegeneró modelos explicativos. Ante un terremoto, el hom- bre primitivo diría quizá que un gigante subterráneo es-taba enojado. Un geofísico moderno lo explicará en tér-minos de movimientos de placas de la corteza terrestreque provocan acomodamientos y temblores. Los modelosmás ancestrales parecen ser entonces los sagrados. lauto para los primitivos como para Bacon el conocimiento era poder, pero ese poder emanaba de una fuerza divina.  

    Los primitivos eran también buenos relativistas: no te-nían el tiempo y el espacio separados. En la Antigüedad,los templos y el calendario se construyeron juntos, en un 

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    lugar y en una posición cuidadosamente estipulada. Attali(1982) hace notar que las palabras tiempo y templo tienenel misino origen y que, hasta la reforma de Clístenes ocu-rrida en el 510 a. C. en Atenías, los calendarios griegos sonlunisolares, y la arquitectura guarda una relación con lodivino y lo cósmico. La forma, dimensiones y orientaciónde la pirámide maya de Kukulkán están calculadas de talmodo que una vez al año, por espacio de unos veinte mi-nutos en el equinoccio, el juego de luz y sombras en los

    escalones asemeja una gigantesca serpiente que descien-de por ellos. 

    Mircea Eliade (1964) afirma que, después de reconocerla importancia del Sol, los primitivos advirtieron que laLuna era un ser mucho menos regular": crece, decrece yllega a desaparecer como si estuviera sometida a la ley uni-versal del nacimiento, del devenir y de la muerte. Las fases

    de la Luna revelaron —señala Eliade— un devenir cíclico(siembras, lluvias, cosechas, menstruaciones, fertilidad)ligadas a un tiempo concreto, distinto del tiempo astronó-mico. El de la Luna era un tiempo "vivo". La "irregulari-dad" de la periodicidad lunar obligó al hombre a estudiary a perfeccionar su modo de establecer correlaciones.  

    Eliade también opina que, tanto en la religión como enla magia, la periodicidad significa ante todo la utilizaciónindefinida de un tiempo mítico hecho presente. Como elrey-sacerdote encarnaba al dios invisible del cielo, los ri-tuales que realizaba eran repetición de acciones divinas, y por lo tanto debían corresponder ex