la torre del virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ......

6
Serie 5. a 2010/1 La Torre del Virrey Revista de Estudios Culturales Libros 188 J UAN Bautista Fuentes lanza a la arena una atrevida tesis crítica contra el psicoanálisis. Su trabajo pare- ce el primer paso para un más complejo proyecto de recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre moderno. Expresado brevemente, el funda- mento de este libro reside en destacar los inconvenien- tes que habría generado la institución del psicoanálisis, que tienen que ver, sobre todo, con el deterioro de la vida comunitaria y de los vínculos sociales a los que cada vez están menos expuestos los individuos de los dos últimos siglos. El profesor Fuentes lleva años exponiendo en sus clases de doctorado su pormenorizada crítica contra Freud. Dis- cípulo de José Luis Pinillos y de Gustavo Bueno, Fuentes ha ido paulatinamente abandonado su formación mar- xista a la vez que ha profundizando en la fundamenta- ción antropológica de las sociedades. Por empezar por este punto, la emancipación del mercado ha permitido poner en evidencia el carácter abstracto y desvinculado de las formas de economía planificada respecto de las co- munidades políticas que les dan cobijo. Algo así como si los grupos sociales ya no tuvieran que trabajar para ga- rantizar la subsistencia y los engranajes de toda vida en grupo sino para dar satisfacción a meras teorías que han quedado en evidencia por medio de una praxis que las ha desbordado. Por ello el vínculo moral del individuo con la comunidad de la que forma parte debe ser reestablecido. Pero antes de solucionar los desajustes a los que las distintas formas de producción han dado lugar se hace preciso ahondar en la cuestión puramente psicológica que ha permitido esta forma de vida des- asida en el hombre actual, y que podemos considerar el resultado de la modernidad. Esta reseña no pretende profundizar en la materia propia del psicoanálisis sino, simplemente, servir de guía de lectura que per- mita la aproximación al texto que aquí se presenta. Su fuerza po- lémica es de tal naturaleza que puede hablar por sí solo. Por eso, simplemente, veremos algunas de las propuestas más notables que realiza. Esquemáticamente serían: a) el carácter institucional del psicoanálisis, b) el autoengaño de Freud al extraer sus con- clusiones, c) el doble carácter narcisista en la relación terapeuta- paciente, y d) el efecto de cierre que supone el psicoanálisis para la recuperación moral del paciente, que ve justificada su conducta profundamente irresponsable y nada comprometida, lo que le in- habilita —pero ahora con certificado que opera a modo de carta de naturaleza— para toda actividad social seria. Finalmente, y para terminar estas notas, se aventurará una posible vía de salida de este enmarañado panorama. JUAN BAUTISTA FUENTES, La impostura freudiana: una mirada antropológica. Critica sobre el psicoanálisis freudiano como institución, Editorial Encuentro, Madrid, 2009, 69 pp. ISBN 978- 84-9920000-2.

Upload: vukhuong

Post on 04-Nov-2018

218 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

Serie

5.a

2010

/1

La Torre del Virrey Revista de Estudios Culturales

Libros188

Juan Bautista Fuentes lanza a la arena una atrevida tesis crítica contra el psicoanálisis. Su trabajo pare-ce el primer paso para un más complejo proyecto de

recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre moderno. Expresado brevemente, el funda-mento de este libro reside en destacar los inconvenien-tes que habría generado la institución del psicoanálisis, que tienen que ver, sobre todo, con el deterioro de la vida comunitaria y de los vínculos sociales a los que cada vez están menos expuestos los individuos de los dos últimos siglos.

El profesor Fuentes lleva años exponiendo en sus clases de doctorado su pormenorizada crítica contra Freud. Dis-cípulo de José Luis Pinillos y de Gustavo Bueno, Fuentes ha ido paulatinamente abandonado su formación mar-xista a la vez que ha profundizando en la fundamenta-ción antropológica de las sociedades. Por empezar por este punto, la emancipación del mercado ha permitido poner en evidencia el carácter abstracto y desvinculado de las formas de economía planificada respecto de las co-munidades políticas que les dan cobijo. Algo así como si los grupos sociales ya no tuvieran que trabajar para ga-rantizar la subsistencia y los engranajes de toda vida en grupo sino para dar satisfacción a meras teorías que han quedado en evidencia por medio de una praxis que las ha desbordado. Por ello el vínculo moral del individuo con

la comunidad de la que forma parte debe ser reestablecido. Pero antes de solucionar los desajustes a los que las distintas formas de producción han dado lugar se hace preciso ahondar en la cuestión puramente psicológica que ha permitido esta forma de vida des-asida en el hombre actual, y que podemos considerar el resultado de la modernidad.

Esta reseña no pretende profundizar en la materia propia del psicoanálisis sino, simplemente, servir de guía de lectura que per-mita la aproximación al texto que aquí se presenta. Su fuerza po-lémica es de tal naturaleza que puede hablar por sí solo. Por eso, simplemente, veremos algunas de las propuestas más notables que realiza. Esquemáticamente serían: a) el carácter institucional del psicoanálisis, b) el autoengaño de Freud al extraer sus con-clusiones, c) el doble carácter narcisista en la relación terapeuta-paciente, y d) el efecto de cierre que supone el psicoanálisis para la recuperación moral del paciente, que ve justificada su conducta profundamente irresponsable y nada comprometida, lo que le in-habilita —pero ahora con certificado que opera a modo de carta de naturaleza— para toda actividad social seria. Finalmente, y para terminar estas notas, se aventurará una posible vía de salida de este enmarañado panorama.

Juan Bautista Fuentes, La impostura freudiana: una mirada antropológica. Critica sobre el psicoanálisis freudiano como institución, Editorial Encuentro, Madrid, 2009, �69 pp. ISBN 978-84-9920000-2.

Page 2: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

2

La To

rre

del V

irrey

Revis

ta de

Estu

dios C

ultur

ales

La institución psicológica se presenta como una pretendida ciencia especializada con virtualidad de eficacia desde el siglo XIX. Pero ello no debe presuponer que antes no existiera vida psicológica. La vida en grupos más o menos reducidos, desde las ciudades a los monasterios medievales, por ejemplo, resolvía con carácter práctico múltiples desajustes que algunos individuos su-frían en relación con la comunidad. Este hecho no se debe des-preciar y aparece ya, por ejemplo, en el famoso problema XXX de Aristóteles y en su estudio de la influencia social del vino, según las dosis que se suministrara a cada individuo. Que la moderna psicología, ya en el siglo XIX, se haya especializado y convertido en ciencia, otorga a este tipo de análisis el carácter de institución, que es lo que le da fuerza y la sobredimensiona artificialmente. Pero esto genera, según Fuentes, una curiosa paradoja que es pro-pia, en exclusiva, de la psicología moderna. La nueva psicología, como disciplina especial científica, termina convirtiéndose en algo así como un “lunático que busca su propia sombra” (Palabras del propio Juan Bautista Fuentes expresadas a lo largo de una entre-vista [diciembre, 2009] que realizó el autor de esta reseña —junto con el profesor Josemaría Carabante— al autor, en su despacho de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense) y, además, se vuelve menos eficaz. La psicología inter-pares, gracias a su plano de igualdad, era más eficaz y menos teórica. La actual institucionalización de esta forma de análisis psicológico corre en paralelo al hombre moderno solitario y carente de arraigo fami-liar y comunitario, lo que, curiosamente, genera más desarreglos porque se convierte en una técnica que trabaja y se desarrolla so-bre el individuo aislado. Cuando no había sido desentretejida del arropo comunitario era más eficaz. Por ejemplo, muy probable-mente, nos dice Fuentes, un monje del siglo XII tenía su propia comunidad que le solucionaba los problemas en la praxis, fuera de una mera teorética institucionalizada. Fuentes, según ha ido avanzando en sus estudios sobre psicología, ha visto en los su-puestos de esta naturaleza el punto de inflexión que le conduciría al estudio de la antropología. Freud, sin duda, se convierte para él en un paradigma de “la modernidad del hombre solo”.

El siguiente punto polémico que puede arrojarse aquí es el que atañe a las conclusiones a las que se vio abocado el propio Freud a partir del año �897. Antes, y desde �882, había trabajado con-juntamente con Breuer en lo que Fuentes llama “el primer desa-rrollo freudiano” de la teoría de la represión. El fundamento de su teoría en la hipnosis de los pacientes, para así buscar rastros de abusos sexuales sufridos en la infancia, había dejado de tener eficacia: bien porque los pacientes no encontraban esos aconte-cimientos en su subsconsciente; bien porque, abiertamente, los negaban. Freud, según Fuentes, desarrolló una técnica eficaz al máximo para sortear esta dificultad: pasó de la hipnosis al estu-dio de las asociaciones libres. Ello le reportó dos ventajas sustan-ciales: permitía objetivar, de alguna manera, los resultados; y, lo más importante, dejaba en manos del analista la decisión final para realizar la correcta interpretación de las asociaciones lleva-das a cabo por el paciente. Este cambio producido en el año �897 elevaba a definitiva la famosa “escena de la seducción”, porque ya no se requería que fuera asumida por el propio paciente. Freud había dado el primer golpe maestro de su impostura.

Otra de las cuestiones que pueden generar gran polémica, pero que no por ello deben dejar de ser referidas, tiene que ver con la doble relación narcisista que se establece entre el terapeuta y el paciente. La sobredimensionada autoestima del terapeuta queda claramente expuesta en las líneas anteriores. Pero no debe pasarse por alto el papel que desempeña el paciente, mirándose en el re-flejo que le devuelve el agua en forma de persona aparentemente compleja, interesante y digna de ser analizada como un caso clíni-

188

Page 3: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

La To

rre

del V

irrey

Revis

ta de

Estu

dios C

ultur

ales

co y, nada menos, que institucionalizado. En primer lugar, entre ambos se establece un juego en el que se parte de un supuesto con carácter previo: existe un enigma que hay que desentrañar. Y ese enigma puede haber condicionado la vida del paciente de por vida. No es difícil imaginar la mezcla de tensión emocional y de narci-sismo que en ese momento se despierta en el paciente. Fuentes no ha dejado de lado la relación entre el psicoanálisis y la novela y el cine policíaco. Algo sobre lo que tendremos que volver. Pero an-tes se hace necesario mencionar algo mucho más elemental. Uno de los editores de Nietzsche, Giorgio Colli, nos habla del paso del enigma a la filosofía. Y lo pone en relación directa con la sofistería. Sócrates mismo podría haber sido condenado por un engaño en la argumentación, propia de un maestro en retórica, pero carente de contenido material alguno en sus argumentaciones. Este proceso de seducciones y autoengaños inducidos, en primer lugar, tiene una característica de tipo jurídico: sin duda, se ha realizado un contrato de nulidad radical por vicio del consentimiento no libre-mente emitido por una de las partes. Ahora bien, conduce a algo todavía más relevante desde el plano psicológico. El paciente, en un primer momento entra en el juego competitivo de adelantarse a las interpretaciones del terapeuta; no en vano, tiene más infor-mación del guión de su propia vida que éste. Hay casi un juego de inteligencias puestas a desentrañar algo que, muy probable-mente, en la mayoría de los casos, ni siquiera existe. Recuérdese el legado de Colli. Pero más todavía, coloca al paciente en el papel de verdadera estrella de la representación. Narciso mira al espejo que, ahora, no es más que el agua de los ojos del terapeuta y su silencio, que bien puede considerarse una mezcla de admiración o, cuanto menos, de interés (Hay que decir que, expuestas estas ideas al Pr. Fuentes, en la entrevista antes mencionada, no tuvo inconveniente en aceptar la idea de contrato nulo en la relación paciente-terapeuta, pero en cuanto al carácter narcisista del pa-ciente se decantó por la segunda teoría —el regodeo obsceno en la exposición de la propia vida ante el terapeuta— antes que en la búsqueda intelectual del enigma por parte del analizado) en lo que escucha. Hasta aquí parte del carácter narcisista de la rela-ción. Pero Fuentes va más lejos. Constata que, en muchas de las ocasiones, la relación que se establece es parecida a la que de-sarrollan la protagonista y el detective de El Halcón Maltés. Se trata de contratar a un detective para que investigue una pista falsa y, de paso, aprovechar el resultado de sus pesquisas para ir descubriendo gracias a él, pero sin su conocimiento, asuntos paralelos a la investigación que reportarán beneficios para el psi-coanalizado en forma de autorización para tomar decisiones que antes no tomaba por algún reducto último de conciencia. Como se ve, el carácter de institución juega parte sustancial de nuevo en el entramado. El curso vital del paciente se ve alterado, pero no por una decisión propia, ni siquiera del terapeuta, sino de la ins-titución misma —con su apariencia de neutralidad axiológica—, que permite al psicoanalizado —que le obliga, incluso podríamos decir— a tomar irresponsablemente una decisión que en el pleno ejercicio de sus facultades morales no se atrevería a tomar. Esto nos predispone para abordar el cuarto supuesto que aquí quería tratarse y que, sin duda, es el más relevante.

La terapia legitima, teóricamente, la desmoralización social por medio de la eliminación de todo carácter moral correctamente constituido en el paciente. Todo tiene lugar por medio de una pa-raterapia o falsa cura. Mediante ella se finge la escisión radical de lo inconsciente inaccesible frente a la parte consciente, que queda convertida en una mera falsedad por medio de sustitutos engaño-sos y que sólo puede interpretar correctamente Freud. El origen del problema, en un primer momento, se atribuye a un deseo sexual incestuoso, que por la raíz viola la matriz moral constitutiva de la

188

Page 4: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

4

La To

rre

del V

irrey

Revis

ta de

Estu

dios C

ultur

ales

persona. No es necesario explicar la atrocidad que supone para el psicoanalizado tener que aceptar esa tesis y sus consecuencias. Tal idea necesita ser reprimida por la ansiedad que genera y por eso el resto de la vida moral del individuo queda constituida como algo engañoso y que no se puede satisfacer jamás. El esfuerzo de la responsabilidad moral se presentará, entonces, como un mero engaño sustitutivo carente de fundamento. Cada nuevo esfuerzo moral es, desde este punto de vista, un autoengaño. Si mi deseo es incestuoso lo tengo que reprimir; así, mi vida oscila entre el sentimiento de culpa y de desgracia, de ambas parece imposible librarse: culpa es la moral sustitutiva de ese deseo; la desgracia se da porque late una insatisfacción sin solución posible, ya que nunca voy a poder satisfacer mi único verdadero deseo: el incesto. Al final del camino, la consulta terapéutica se convierte en una liberación aparente.

Fuentes quiere dar la vuelta a esta impostura enmarañada de enredos. Para ello pretende recuperar el sentido común moral a la manera chestertoniana. En realidad, somos desgraciados por fal-ta de vínculos familiares, y, a la vez, culpables porque no tenemos fuerza moral para restituir comunidad donde ya no queda o don-de la hemos ido destruyendo. Pero la culpa se da por no satisfacer la comunidad, no por no satisfacer el deseo, es decir, lo contrario de lo que intenta teorizar Freud. Por eso el sujeto encuentra jus-tificación a su moral decadente en la terapia, porque, en realidad no busca su propia curación, sino la reafirmación —o, al menos, la justificación— de su naturaleza debilitada.

Llegado a este punto, el capítulo octavo de La Impostura Freu-diana nos conduce por una senda más esperanzadora. Se ha dicho que este capítulo aventura una crítica mayor, que tendrá asiento en su momento oportuno. Pero, para empezar, se hace necesa-rio presentar el psicoanálisis mediante una crítica radical y como una oscurantista contramitología. Lo único que, en sí, elimina el psicoanálisis es la responsabilidad moral. Para ello obliga al individuo a mantenerse en suspenso por medio de una técnica aplicada que se prolongará durante toda la vida del paciente y que le deja en una situación de indefensión atemporal. La institución se mantiene con éxito en tanto en cuanto el sujeto se sienta más culpable y desgraciado, cerrado y sellado para la vida moral. En palabras de Fuentes, el psicoanálisis es una contrateología o teo-logía satánica que vuelve del revés todos los principios. Por eso se hace necesario recuperar una Filosofía de la Historia en positivo, para poder ver correctamente la distorsión freudiana y sus conse-cuencias, que desmoronan la posibilidad misma de la felicidad o al menos la búsqueda de la felicidad. El proceso que Fuentes con-sidera ineludible es el regreso a una correcta crítica de la moder-nidad que permita recuperar los lazos comunitarios, rearmando moralmente a la persona que ha ido quedando abstractamente considerada como mero individuo, cuando no mero sujeto.

Una teoría antropológica de la historia, para Fuentes, requiere conjugar universalidad y comunidad. La propagación universal de la vida comunitaria se aprecia por excelencia en lo primitivo donde ya muestra su carácter cerrado pero potencialmente ex-tensible y propagable ante terceros. Ello mediante una norma de propagación que, a su vez, mantenga esa misma norma que regu-la los grupos inicialmente constituidos, que no son otros que la fa-milia. A diferencia de Levi-Strauss, para Fuentes no se renuncia, sino que se accede a lo que no se tenía por medio de la búsqueda exterior: es aquí donde se ponen de manifiesto la promesa de pro-pagación y universalidad. Surge así la idea de tercera persona, que es esencial y que enlaza con el carácter trinitario de la vida misma. Si la vida familiar rompe la forma normativa, se rompe lo huma-no mismo: la propagación frente a terceros, es decir, el carácter teológico y universal de propagación —que en los años sesenta

188

Page 5: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

La To

rre

del V

irrey

Revis

ta de

Estu

dios C

ultur

ales

del siglo pasado se quebró, desdichadamente, por influencia per-versa de un freudianismo ineficaz— merece ser retomado. Para Fuentes, el cuerpo humano es potencia para la comunidad y la universalidad. Pero la supuesta emancipación liberadora terminó convirtiéndolo en instrumento de negación de la comunidad por medio de la eliminación de los auténticos lazos sociales, que, le-jos de ser prohibitivos o limitadores, han sido siempre el camino en busca de esa anhelada universalidad. La negación de la vida social, partiendo del supuesto de que toda norma moral era una prohibición, fue, tal cual, lo que impidió el desarrollo natural del hombre.

Volviendo a la importancia del tercero en la dimensión social, las razones de la ruptura de ese vínculo de transformación provie-nen de una estructura económica técnica. Las relaciones económi-cas abstractas se independizan de la vida comunitaria y parecen menospreciar su necesidad real. El hombre, por eso, desvanece lo serio en una mirada fría de la realidad. En cambio, el sentido au-téntico es que las sociedades generan relaciones mercantiles unas con otras, pero para lograr vidas comunitarias. En cuanto se es-fuerzan para lograrlo, el comportamiento es virtuoso. Ahora bien, cuando se desvanece la conciencia de que la tarea económica no es un fin en sí mismo y se olvida su vínculo con la comunidad, se produce el desgarro y la caída en picado de la sociedad moderna industrial.

Fuentes no ha abandonado su formación marxista para enfocar adecuadamente este problema. El mercado genera el problema de la historia. Esto obliga a un análisis muy cuidadoso de las socie-dades históricas como ya hicieran Gordon Childe y Marx. Ahora bien, nunca debió realizarse tal tarea en su dimensión meramente abstracta. Aquí es donde la sociedad moderna perdió la baza fren-te a comunidades anteriores en el tiempo.

La sociedad cristiana medieval, sin embargo, conjugó el pro-yecto universal y comunitario. Lo católico es universal pero sin desprenderse de su condición de comunitario y esto es lo que di-suelve el carácter abstracto de la modernidad. La teología cris-tiana dotaba de ese proyecto doble: universal y comunitario a las sociedades medievales. La clave, para Fuentes, son las ideas de trinidad y encarnación. Pero de las teologías del libro sólo una las tiene y las convierte en piedra de escándalo para las demás. La fi-losofía no puede dejar de lado, sin más, la sabiduría antropológica que incluyen los dogmas de trinidad y encarnación, tanto en el �2�, en el Concilio de Nicea —encarnación— como en el posterior de Capadocia —trinidad—. Los cuatro primeros siglos de nuestra era fueron los siglos del logos y el derecho. Incluso, las sucesivas crisis de vida comunitaria llevaron a Constantino a acudir a estas doctrinas para sostener la comunidad. Hubo conciencia de que donde había monjes había comunidad y había derecho. Frente a esta vieja Europa surge la nueva de Lutero, generando la teología protestante que Fuentes identifica con el hombre abstracto.

La importancia que habría tenido la teología católica cristiana radica también en el carácter absolutorio del perdón. Si se en-tiende la vida comunitaria como orientada hacia el tercero —en cuanto a su desarrollo tanto físico natural como económico— y además la institución de la penitencia se convierte en un volver a iniciar la vida desde cero sin el resquemor de lo pasado, que obliga a hacer pivotar toda la vida en torno a un hecho atroz para la persona, la raíz de la responsabilidad vuelve a ser nutrida en aras al restablecimiento de los lazos comunitarios. Es decir, se ha producido la inversión del efecto de clausura moral al que condu-cía el autocomplaciente sujeto freudiano sometido a la institución psicoanalítica.

Desde luego, las tesis de Juan Bautista Fuentes van a ser sufi-cientemente polémicas por sí solas como para no necesitar más

188

Page 6: La Torre del Virrey · recuperación de las bases antropológicas y cosmológicas del hombre ... por vida. No es difícil imaginar la ... que genera y por eso el resto de la vida

6

La To

rre

del V

irrey

Revis

ta de

Estu

dios C

ultur

ales

ayuda. Al menos, sería deseable que generaran un fértil debate sobre la cuestión, que es el camino más adecuado para que, hones-tamente, se arroje algo de virtud en unos tiempos “deslumbran-temente oscuros” —si se permite el adverbio y el oxímoron— por causa de la cada vez más pujante técnica institucionalizada.

Antonio Ferrer

188