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N(LM. 2. SEMANARIO DE LITERATURA, CIENCIAS, ARTES, SPOR'I', -Ta m pa, Ybor City 10 Enero de 1904.- LA FORTU NA . . ..... ····· ....... , .... . La mitología representa á. la Fortuna por medio üe una diosa con los ojos vendados que, de pié sobre una rueda, va vertiendo á manos llenas sus codici'ados dones á los mortales . o me parece malla alegoría; pero si yo fuese pintor la simbolizaría de otro modo más expresivo: le pondría á la diosa dos caras: una risueña y otra triste. Porque mejor qu e áJano se puede representar á la Fortuna con dos rostros, si se tiene en cuenta que ésta es compañera inseparable de la Desgracia . Como que es su antítesis. Quien dice fortuna dice desgracia y vice versa; y esto que á Vds les parecerá una pa- radoja, es s in embargo una gran verdad. ¿Hay quién lo dude? Yo lo demostraré prácti camente. Supongan Vds. que son pobres como unas ratas ( admitiendo que las ratas sean pobres, que todaví a está por dilucidar ), y que de la noche á la mañana recib <.J n la grata noti- cia de que han her edado una cuantiosa fortuna por haber muerto "ab in tes tato" en lejanos países nn millonario: supongan también que este parient e, á qui er Vds. no el gusto de conocer, había formado propósito de legar sus numerosos bienes .• otras personas á las que es taba obligado por cualquier clase de afecciones, y que por falta ele un reqc:isito legal se veu éstas privadas de una he rencia que moralment e les pertenece, por más que no puedan sostener su derecho ella en los tribunales. estas premisas, deduzcan las consecuencias. ¿Qué resultará? Que la fortuna de unos es la desgracia de los otros, y que mientras los favor ecidos, bailan de júbilo bendiciendo su suerte, los otros, los despojados, aumentan su desgracia, que les priva de unos bienes que esperaban fundadamente poseer. Este ejemplo se repite con frecuencia en el trascurso ele la vida. ' En el mundo el bien ele unos implica el mal de otros,_ pues rara vez la suerte favorece á un mortal siú perjuicio de tercero. Es ley ineludible que obliga al hombre la lucha por la exi Jtencia. Matemáticamente consideradas, la fortuna es una multiplicación : desgracia una resta. Axioma: toda ganancia implica una pérdida. ¿Y cómo no? En el juego para que el afortunado gane ha de haber por precisión un desgraciado que pierda. En la milicia, para que el escalafón corra y un oficial ascienda es necesario que ocurra en las filas una baja. En la escala de la vida, para que el niño suba un peldaño más y llegue á ser hombre, e;,; indispensable que el viejo lo baje y avance un poco en el camino de la tumba. De estos antagonismos está el mundo lleno. ,Con cuánta razón dijo un filósofo que media humanidad llora, mientras la otra rie! De aquí la chistosa ocunencia del sepulturero que, en una época de muchísima salud, decía: · :_"Yo no deseo que la gente se muera: lo que quiero es que haya entierros''

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Page 1: LA FORTUNA...que de los audaces as la fortuna, y es verdad, porque esta señora rara vez deja de prote-gerlos. · En 1~ guerra como en el juego, el m:ís audaz suele ser el fav,recido

• N(LM. 2.

SEMANARIO DE LITERATURA, CIENCIAS, ARTES, SPOR'I',

-Tam pa, Ybor City 10 Ene ro de 1904.-

LA FORTUNA . . ..... ····· ....... , .... .

~~«"t'!\

La mitología representa á. la Fortuna por medio üe una diosa con los ojos vendados que, de pié sobre una rueda, va vertiendo á manos llenas sus codici'ados dones á los mortales.

o me parece malla alegoría; pero si yo fuese pintor la simbolizaría de otro modo más expresivo: le pondría á la diosa dos caras: una risueña y otra triste.

Porque mejor que áJano se puede representar á la Fortuna con dos rostros, si se tiene en cuenta que ésta es compañera inseparable de la Desgracia.

Como que es su antítesis. Quien dice fortuna dice desgracia y vice versa; y esto que á Vds les parecerá una pa­

radoja, es sin embargo una gran verdad. ¿Hay quién lo dude? Yo lo demostraré prácticamente. Supongan Vds. que son pobres como unas ratas (admitiendo que las ratas sean pobres,

~osa que todavía está por dilucidar), y que de la noche á la mañana recib <.J n la grata noti­cia de que han heredado una cuantiosa fortuna por haber muerto "ab in tes tato" en lejanos países nn pari~nte millonario: supongan también que este pariente, á quier Vds. no tenía~ el gusto de conocer , había formado propósito de legar sus numerosos bienes .• otras personas á las que estaba obligado por cualquier clase de afecciones, y que por falta ele un reqc:isito legal se veu éstas privadas de una h erencia que moralmente les pertenece, por más que no puedan sostener su derecho :í ella en los tribunales. Sent~das estas premisas, deduzcan las consecuencias. ¿Qué resultará? Que la fortuna de unos es la desgracia de los otros, y que mientras los favorecidos, bailan de júbilo bendiciendo su suerte, los otros, los despojados, aumentan su desgracia, que les priva de unos bienes que esperaban fundadamente poseer.

Este ejemplo se repite con frecuencia en el trascurso ele la vida. ' En el mundo el bien ele unos implica el mal de otros,_ pues rara vez la suerte favorece

á un mortal siú perjuicio de tercero. Es ley ineludible que obliga al hombre la lucha por la exi Jtencia. Matemáticamente consideradas, la fortuna es una multiplicación : desgracia una resta. Axioma: toda ganancia implica una pérdida. ¿Y cómo no? En el juego para que el afortunado gane ha de haber por precisión un desgraciado que

pierda. En la milicia, para que el escalafón corra y un oficial ascienda es necesario que ocurra

en las filas una baja. En la escala de la vida, para que el niño suba un peldaño más y llegue á ser hombre,

e;,; indispensable que el viejo lo baje y avance un poco en el camino de la tumba. De estos antagonismos está el mundo lleno. ,Con cuánta razón dijo un filósofo que media humanidad llora, mientras la otra rie! De aquí la chistosa ocunencia del sepulturero que, en una época de muchísima salud,

decía: ·:_"Yo no deseo que la gente se muera: lo que quiero es que haya entierros''

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ro •

LA REVISTA •

Y tenía razón. El pobre hombre no era tan perverso que odiara á nadie hasta el extremo de desearle

la muerte; pero comía de su trabajo y quería vivir. .,, Estaba en su derecho. Lo mismo exactamente que él piensan todas las clases. ¿Qué desea un usurero?-Intereses. ¿Qué un letrado?-Pleitos. ¿Qué un agiotista?-Negocios. Pues bien: todo esto son la fortuna, de esos esñores y la desgracia de otros. Se dice

que de los audaces as la fortuna, y es verdad, porque esta señora rara vez deja de prote-gerlos. ·

En 1~ guerra como en el juego, el m:ís audaz suele ser el fav,recido. Todos los grandes héroes de la historia han sido los niños mimados de la suerte. La consecuencia de todo esto, -se encierra en la siguiente frase: "El que no se consuela es porque no quiere". Si la fortuna favoreciera á unos sin pe1juicio de otros seda una verdadera fortuna. En este caso, si yo fnera pintor y tuviera que rept·esentMla. por medio de uua diosa,

no le pondría dos caras, porque le ba<sta.da con una: la ri ,;ueña. J:..a que se parece á la felicidad.

J. F S. y A .

Frutos de la constancia . .. .... ü¡jjj .... ji ..

CONTINU ACION.

~IN embargo no vacila en su ¡:.ro¡:.ósito: á la preocu-pación é ignorancia opoue ,s u constan ­cia. Ya tiene en esa. tierra puertos y factorías: no transcurrirá mucho tiempo Ein que le

sean abiertos todos los caminos, y corran por la Europa las maravillas del imperio celeste. La India, tesoro de tantos primores, cambia hoy sus frutos por los del resto del Orbe:

tuvo también y aún le restan algunas preocupaciones, pero éstas concluirán por desapare­cer ante la constancia europ(la.

Sueña Colón con un Mundo: recorre diferentes reinos ofreciendo el Edén que entre­veía, no lo comprenden ó no lo creen, y parE-ce que por falta de recursos no le dará cabo á su intento. Pero no es un hombre vulgar, es un genio, las dificultades no abaten su cons­tancia, antes al contrario la robustecen, y corre á la España á ofrer-erle la grandiosa joya conocida hoy con el dulcísimo nombre de América.

En ella se le presentan nuevos escollos, pero encuentra pndProsa protección en la cató­lica Isabel, y buena amistad y ayuda eu Fr. Juan Pérez de Marchena y en el escribano Luis de Sant-Angel. La firmeza y constancia de Colón no tienen límites, son como la in­mensidad, y a~ fin se aprestan en el puerto de Palos las tres ureas Santa María, la Niña, y la Pinta, y el 3 de Agosto de 1492 sale al mar la expedición que d1ó po1 resultado el au­mento de una parte á las descubiertas del Orbe y una aureola de gloria inmarcesible al ilustre genovés, premio digno á su constancia.

Advierten los americanos entre otros pueblos que es mucha la dista~cia que los sepa­ra de esa India tan rica en producciones, pero el estudio les hace conocer que pueden abrir­se un camino por medio del Istmo de Panamá que haga vecino un territorio del ot,ro. Tra-­bajan constantemente por facilitar esa venturosa ruta, y no dista el día en que sus espe­ranzas sean realizadas con provecho de todas las naciones.

E\ trabajo constante produce como hemos probado, los frutos más valiosos tanto en las artes como en las cienGias. A él únicamente se debe la mejora de la sociedad, y la mayor parte Je los descubrimientos que tanto han influido en la condición del hombre. Pot mu­chos años se trabajó sin fruto en Europa en solicitud del paso á la India, objeto del deseo general; y al fín lo consiguieron los portugueses al mando de V asco de Gama que ardiendo

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1 J

en el mismo celo pero más constante y con mayor fortuna que sus antecesores consiguió tan apetecido objeto.

Siente la España la influencia de las preocupaciones que trajo e 11sigo la caballnía au­dante: todo es una confusión y un ?eligro: la socieJad está amenazada de nn tl esniYela­miento y un hom~re solo detiene el impulso, consigue á fuerza de su constancia veucer costumbres tan perniciusas, regenera al pueblo obligándolo á entrar e 11 el recto tributo cul­to, que el nombre preclaro de Miguel d e Cerváutes Saavedra se inscriba e n l:t historia con letras de oro, y que el D . Quijote se:t un monumento más eterno que E>l templo de Diana. que las mul'tLllas de Babilonia, ó cualesquiera de las otras maravillas.

La Legislación, la Medicina, las constituciones de los pueblos, todo ba recibido mejoras debidas á la constancia en el trabajo. Hombres ilustres, genios salidos al Mundo de vez en cuando para iluminarlo, semejantes á bellos meteoros, no se han arredrado a l imponente aspecto de obstáculos casi in ;uperables que las preocupaciones, el enor, el miedo, la en\' iélia ó la malicia les han regado en su sendero para impedirles ll egar al puerto de sns deseos. Miéntras más inconvenientes han hallado mayor ha sido la fuerza de yolun tad, dote propio del espíritu del fuerte que mira con desdén las empresas fáciles, y acomete ¡::ou dtmuedo la,c:; más riesgosas, aquellas en que hasta sn vida peligra, porque entónces es más brilhnte l;;1 gloria que conquistan.

Encerrados en sus re tretes, privados de las comodidades de una vida trauquila, sepa­rados de las delicias de la amena sociedad, semejantes á la aguja de marear que siempre mira al Norte, han prócuraclo el engrandecimiento de sus semejantes, uo titubeando hace.r por conseguido el sacrificio de su existencia. El ghw Arquímt•des fué muerto e n el sitio de Siracusa á cuya tl ~f~ nsa coa ~lyu V•) potl -:3 ro3ament~, ·en los momen tus que estaba en su pose. sión abstraído en un trabajo importante; y Cundoi·cet cuando la revolución fra ncesa subió al caclal~o sin olvidªrse ni en el trance fuerte en que se veía, de sus predilectos trabajos sobre la perfectibilidad humana.

No cesaré de repetirlo: el trabajo es el principio de la prosperidad, pero su complemen­te es la constancia. Los a nimales nos clan un ejemplo de ello: mirad á los castores y las abejas, de seguro que ninguna de sus obras si no es q tAe el hombre se las impida, quedan por concluir, siempre les clán fín , y se pmporcionan los medios de comodidad que necesiten.

Continuará .

L os democratas de Ybor.

"La Revi >ta" de todo puede hablar ménos de política, pero sí puede darle á sus lectores no­ticias locales, que son de interés como es la siguiente:

Con motivo de aproximarse las elecciones, la pasada semana quedó, constituído el Comité De­mocrático de Ybor, en la sig1~ien-te forma: -

Presidente:-J. J. Etephens. Vice Presidente.-B. M. Bal­

bontín. Secretario.-Estéban Chavez. Vice Secretario :-R. V aleles­

pino. Tesorero: - Salvador Marti­

nez.

Gabriel Jlf· ornles.

_ Circulo Nacional Cubano.

Hoy á las 6 y media delatar­de, se celebrara Junta extraordi­naria en el Círculo Nacional Cu­bano.

He aquí un párrafo de la cita­cion que se nos re'mite:

"La nece~idad de imprimir á esta Sociedad una reorganiza­ción que imperiosamente recla­man sus intereses, obliga a todos sus miembros, en particular, á concurrir al acto; y se encarece por este medio, en general, á to­dos los invitados á que cooperen también con su asistencia al en­grandecimiento de una Institu­ción que pretende responder ·dig­namente á los intereses colectivos en la localidad de nuestros emi­grados coterráneos."

La siguiente orden del día es la que se ha de discutir:

l. Informe de la Comisión ges­tora.

2. Elecciones de la Directiva. 3. Asuntos generales.

El Sr. Vildosola

El Sr. Ignacio Vildósola, que con tanto acierto ha desempeña­do la Cancillería del Consulado Cubano en Tampa, parte hoy para New Orleans, a ocupar ese mi~mo puesto en aquella hermo­sa ciudad.

Le acompaña su distinguida esposa, la Sra. Eladia Portuon­do y sus apreciables hijos.

Felíz viaje deseamos á tan res­petable familia .

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LA REVISTA

Si alguna vez, espiritual doncel!a, en horas de feliz melahcolía tu imágen qúieres ver, la imágen bella que en sueños me fingió la fantasía;

En las aguas verás lucir serena tu frente celésti.al, tus oj.os bellos. tu cintura gentíl de gracias llena • . y la trenza espiral de tus ¿abell?s·

Perlas serán aquellas que atesora& en tu boca brillantes con exceso, ' lluvia felíz tus lágrimas si lloras y música de amor tu casto beso.

Y radiante1 del agua en los espejos de otro mundo serás y de otra vida. fantá!Otica vagando allá a lo léjoS' como una flor del alma desprendida.

De otro mundo serás mas halagiieño á donde e1 áura en caprichosos giros fJ

en éxtasis de amor ó en blanco sueño. al valle te guiará de los suspi.ros.-:-

Mas no quieras entónce;; cuando veas en las ondas tu imágen retratada fijar en estos versos tus ideas, ni en mi nombre tu angélica mirada,

Pties puede la ilusion plegar sus alas al ver la triste realidad sombría del pobre adorno y de las falsas galas con que en sueños te vió mi fantasía.

R . M. De MENDIVE.

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Jesus Fernandez.

El j5ven Jesús Fernández, prota­gonista de un reciente drama en esta ciudad, sigue bastante restablecido de la herida que recibió por la es­palda y que le atravesó el pulmón.

Mucho nos alegramos de esa me-joría.

El Centro Asturiano, ·

En el local que ocupa la Socie­dad ele! Centro Asturiano en T a m pa, se reunieron hoy todos sus asociados, parB tratar del siguiente punto, según la convo­catoria que á la vista tenemos:

''Dar lectur[l á un a extensa co­municación remilida por la Di­rectiva clcl Centro Español ele e~­ta localidad; cuya aluditla Socie­dad al intentar erigir un edificio para Sanatorio, nos manifiesta la convenienc;a que ft todos re­portarla la incorpor ción á ella de nuestro benefico organismo su­balterno del Centro Asturiano de la H H llana; formando de ese m o-.. ' do una sola Rgrupación Colo-nial."

Partidarios decididos somos de las ideas que manifiesta el pres­tigioso Centro Españ.o), porque en trc o tras razones de mucho pe­so, abona esa pretensión la ele que "en la unión está la fuerza."

Pero segun parece, por las opi­niones que hemos recojido entre mucl;os miembros del Centro Es­pañol, no encontraron ap'Jyo por la Sociedad Astur, porque entre otras razones que citan, está la siguiente, que de la misma Con­vocatoria reproducimos:

"Dar minucioso conocimiento · del resultado ele las gestiones efec­tuadas en la Habana por la Co­misión oficial enviada por la Di­rectiva de esta Delegacion, así como ele los acuerdos tomados en Junta General celebrada ~1 efecto por el Astur Centro y los recursos que ap~pnta nuestra pri~cipal

,Institución pa_ra edificar _el Sana- . torio que ansiosos anhelamos. desde la tundación de esta impar­

- ta~ te Sec"cióíi foránea." ·-

LA R EV ISTA

Sinceramente . lamentamos que el Centro Español, con inás a nte­rioridad no haya propuesto esa fusión que segun parece, ya es tarde para realizarle.

El Guante.

En los estrados del circo,

do luchan mónstruos deformes,

sentadoel monarca augusto

está con toda su cortf.

Los magn:~tes le rodean,

y en los más altos balcones

forman doncellas y damas

frescas guirn <tldas de flores .

La diestra extiende e l manare>.,

ábrese puerta de bronce,

y rojo león avanza,

con paso tr,nquilo y noble.

En los henchidos estrados

el a "a los ojos feroce s ,

abre la sangrie nta fause,

sacude la crin indócil.

y es la polvorosa arena

tiende su pesada mole.

La diestra extienqe el monarca,

rechinan los férreos goz nes

de ott:a puerta, r ágil tigre

salta el palen~ue veloce .

Ruge al ver la noble fiera

que en el circo precedióle,

muestra la roja garganta,

agita la cola móvil,

gira del rival en torno,

todo el redondel recorre,

y aproximándose lento

con rugido desacorde,

hace lecho de la nrena

do· p tce e l rey de los bosques.

La diestra _extiende el monarca,

:'se abre Al pt..nto Juerta doble,

y aparece.n dos panteras

tintas en rubios cslores.

Ven tendido al regio tigre,

y en su cont.ra raudas corren;

,rp¡ls el león dá \1n rugido, .

y me_?ro~os ó traidores

_los pintados brutos páranse

y á ~us ~iés . tiénde.n se inmóviles:

Desde el alta galería

blanco· gua~te al sitio donde

las terriblss fieras yacen,

revolando_ cayo ento~ces; ·

y la bella Gunigunda,

la más be lla de la corte,

á Ún gallardo cabal léro

le decía estas razones?

' Si vtte~trc amor es tan grande

c~tal me judi s ella r noche,

recoged el blanco guante

como á un · g~lán corresponde."

Silencioso el cab dlero

con a lti vo y audaz porte,

desciende á la ardiente a rena,

teatro de mil horro res';

a\•anza con firme paso . ·

hacia los múnstruos fercces ,

y eon ' temeraria nía no

e l blanco guante re~oge .

Voz de júbilo y usombro

los e IL:d.os aires rompe,

y damas y caballeros

aplsuden al audaz joven.

Ya sube al lucido estrado,

ya está en los altos halcone.s,

.Ya se dirige á la bella

ya con ojos seductore s , . '

Conigunda le promete

d e amor .los supremos goces';

más el altivo mancebo

grita: "Guat·da tus favores;" .

el guante al rqstro le arroja,

y huye de ella y de la co rte.

::'iCHILL!i:R.

rs

1 --Pensamientos.-- ~

. Nada puede esperarse de los que en n<ida tieneh fé.

Las mejores frutas son las que han sido picadas p¿r los pájaros. Los hombres más de bien son aquellos en quienes se ha cebado ia 'calum­nia.

La felici_dad no se conjuga nunca en presente, sino en futuro imper­jecto ,

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El Dr. Sueiras. Con mucho gusto insertamos,

la siguiente carta que se nos re­mite, por creer al doctor Sueiras Miralles, merecedor de·eseelogio, y de cuantos de él se hagan:

Se;or Director de ''La Revista» Ciudad.

Muy señor mío: Le agradeceré haga publico, por medio de su ameno é ilustrado periódico, mi eterno agradecimiento al doctor Sueiras Miralles,· por una cura, practicada en mi hijo José Ma­nuel.

Se trata de un caso verdadera­mente extraordinario.-Mi cita­do hijo José Manuel, que solo cuenta diez meses de edad, fué víctin~ de la terrible meningitis, complicada con la enfermedad conocida por cólico infantil.

El médico de cabecera, después de haber hecho cuantos esfuerzos le fueron posibles, por devolverle la salud, me aseguró qüe no tenía cura y que la enfermedad ~ra de muerte.

Lleno de angustia y en la se­gnridad de perder á mi idolatra· do hijo, recurrí al doctor Sueiras Mirrilles, en mi amor de padre, para agotar cuantos recursos fueren necesarios en pró de una vida, para mí tan quenda.

A la tercer cucharada que le di á José Manuel, de la medicina recetada por el doctor Sueiras, yá mi hijo em pezó á mejorar, y cuando estas líneas le escribo ya está completamente restablecido.

Como V. y el público, podrán comprender, son tan justificadas las causas de mi agradecimiento al doctor Sueiras, que no sé en­contrar palabras conque expre· sarle mi eterna gratitud .

Suplicándole dispense la moles­tia que le ocasiono, con las pre­!'entes lineas soy de V. SS. y ami­go .-Jose .Miranda/.

Paren tesis.

A RAFAEL M. Y BOR.

La jente se pasea sugestio­nada por el placer y la alegría, propias de los días de Navidad.

Millares y millares de seres humanos transitan por las ave­nidas de la ciudad y se divierten con la algazara popular á q 11e ellos mismos contribuyen.

Los niños, esos ángeles ino­centes de la tierra lleva consigo cada cual, el juguete que sus padres, sus amigos 6 parientes les regalan ese día prefijado por las añejas costumbres para el regocijo general.

Todos se divierten, todos de­ponen en esa fecha, las tristezas y amarguras tle la vida para buscar un poco de espansión al ánimo.

Sin embargo, en ese día tam­bién existen seres que vierten lágrimas 6 4ue si no las den·a man visiblemente, no es que de ­jen de manar de la fuente de sus sentimientos, sino que, en vez de afluir á las órbitas, se destilan interiormente cayendo gota á gota cual plomo derretido · sobre el sensible corazón. · En este caso estaba mi amigo N.

Él, que no tiene (al parecer) motivo alguno cie queja contra las adversiclarles de la suerte, porque es un hombre que goza de perfecta salud; ·que jamás le faltó lo necesario para llevar su vida, sinó regaladamente al ni ­vel de un potentado, al ménos todo lo decente que permitido sea 1Í un desheredarlo de fortu ­na; que se vé rodeado tlel afee . tuoso cariño ele innumerables amigos .... . . con todo eso, ese hombre no tiene, no puede tener su ánimo dispuesto á la alegría el día tie Navidad. Su espíritu está batido por los efectos de una pasión vehemente, por un

amor sin límites; por un sufri­miento horrible.

En ese día de felicidad,¡. y re­gocijo para. los demás, es cuando sus penas se duplican porque en el recojirniento de su retiro aflu­yen á su mente y en tropel todos los recuerdos de la mujer amada. que á centenares de leguas ..... ¡lejos! .... muy lejos de él iguo­ra tal vez hasta que gmdo alcan­zan sus sueños y sus ilusiones.

Mi amigo, reclinado en su es­critorio, con la sien apoyada en­tre sus manos en actitud medi­tabunda al verme llegar, levan­ta la vista y una sonrisa mezcla de amargura y afabilidad se di­buja en sus labios por donde se escapa un prolongado suspiro que más bien era una queja, un ge­micio.

-Felices Pascuas; le dije po1· saludo.

-¡Dichoso el que esa fnL~:>e

puede verter! me contestó, á mí se me está vedarlo pruferirla por que j:1más espP- ro dé eJ]¡e sus fa vores.

-Y ¿qué te induce á tal iclea? ¿por qué te obstiuas en d mlar de un porvenir risueño?

-¡La sociedadd, amigo mío! ¡la sociedad! ose tribunal que JUzga sin conciencia, ese jurado que sentencia sin escudriñar las causas! . .. .

Y o adoro á una mujer, ésta. me quiere y el código social me la arrebata, nos separa y nos pri­va del premio á que aspiran los corazones que se aman. Si nos desligamos de sus leyes y pasa­mos por encima de ellas para dar rienda á nuestras pasiones ¿quién sería la vít;,tima de sus saetas? ¡Ella¡ la parte más débil , la más sensible, la rn:\s irrespon­sable! Sobre ella caerían los ana­temas de la sociedad que despia­dada se ccmplace en triturar los cor1:1 zones por el solo placer de murmu1·ar.

Sobre su nombre llevaría el

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estigma de la deshonra por el de­lito de amar y ser amada.

¿Podrá el hombre que idolatra á una mujer, si tiene conciencia y dignidad, consentir la deshon­ra de su amada? N ó y mil veces nó. ¿PodráesperarfeliciJadquien se hallase en este caso? tampoco.

Por eso yó, amigo mío, en es­te día de regocijo general, lloro en silencio mis desdichas, mi­rando evaporarse por el espacio cual espiraleslde blanquesino hu­mo, todas las ilusiones placente ­ras forjadas en mi fantasía al calor de mi pasión.

Así se expresó mi amigo, y Y9 respetando su dolor me despedí de él y abandoné aquella estan-cia. ..

Domingo .Milord Jr. Key-West, Diciembre 29 de 1903.

Luis Andre.

Nuestro simpatico amigo, el distinguido joven Luis André, hace algunos días se encuentra

l:

-85-

LA REVISTA

entre nosotros procedente de la Habana.

Su permanencia en esta Ciu­dad será breve, pues pronto nos abandonará siguienélo viaje pa­ra New York.

Grata estancia en Tam[.>a, le deseamos al apreciable amigo.

Pablo Mazorra. Para oc u par la Cancillería del

Consulado Cubano de Tampa ha sido nombrado por la Secretaría de Es­tado de nuestro Gobierno, el señor Pablo Mazorra.

Aunque no tenemos el gusto de tener antecedentes privados ni pol-í ticos del nuevo Canciller, Sr. Ma­zorra, creemos sea una persona com­petente para ese cargo, cuando un nombramiento tan importante el

Gobierno de nuestra nación lo ha hecho recaer en él.

En el vapor del Mártes llegará á T.ampa el Sr. Mazon·a.

Hombres grandes y hombres chicos·

¿Q_yiEN PUEDE M \S?

A nadie sorprende que los hom­bres altos estén orgullosos de serb;

considerando su fuerza muscular, tiene razón. Lo que no se compren­de hoy día es que las naciones todas prefieran los soldados de elevada es­tatura; es una preferencia merame n­te tradicional, pues como en las gue­rras modernas son raros los éombatc~

cuerpo á cuerp :>, la e.; tatura e levada sólo !-ignifica un blan co mej or para las balas enemigns. Los soldados pe­queños, en cambio , son más li geros y sopotanr mejor las fatigas de la guerra.

Lo mismo que sucede con los hombres sucede con Jos caballos. L a alzada y la fuerza están en razón in­versa de la agilidad y la resistenci a . Lus pesados caballos percherones y de Suffolk no tienen esa lige reza de movimiento que encontramos en e l á rabe, en el moruno, en las jacas de pelo ó en los caballejos de l0s pieles roj as y criollos.

En la actualidad se nota que toda la naturaleza animada tiende á di s­minuir de tamaño. Todos los pueblos tienen tradiciones de gigantes, y Homero cuenta que los héroes grie­gos arrojaban piedras tan grandes como no podrían levantarlas diez

- H2-

Luis lleno de impaciencia no se fijo en el tono irónico que Fermin dió á sus palabras: "la señora condesa" y subió á las habitacio­nes de María.

caer al suelo y sufriendo un estremecimiento nervioso que alarmó a Fermín.

Este solícito, acudió en su auxilio y le dió un vaso de agua fría.

CAPITULO VI.

Se enreda la madeja.

Mientras Luis subía la escalerita que al piso alto conducía, iba temblando y su cora­zón palpitaba con extraordinaria agitación. Tras breves instantes se iba á ver al lado de María á quien dejó agonizando y á quien creía muerta; María, su único amor, el ser escepcional que logró inspirarle afecto verda­dero; María, la virgen pura que tal vez com. prendiendo su pasión, prometió consagrarle su último suspiro.

Pero Luis que conocía el mundo y tíne a

Cuando Luis se hubo serenado exclamó: -¡Vi,'e. : ... . vive ... ... vive mi amada María! El mayordomo tomo nota de aquellas ex·

trañas palabras y una sonrisa diabólica se dibujó en sus labios.

Luis con extraordinaria viveza comenzó á pedirle explicaciones, á hacer preguntas y á exigir minuciosos detalles.

Fermín á todo halló respuesta, y fielmen­te narró todo lo ocurrido desde la llegada de María enferma hasta el día.

El medico no podía volver de su asombro · ' pero tuvo que rendirse ante la evidencia.

Positivamer.te la ciencia medica estaba en mantillas y la naturaleza venía diariamente á demostrar su impotencia.

¿Influyó en la curación de María el sacu­dimiento radical que en su naturaleza se pro · dujo ante cambio tan inesperado como repen· tino?

Page 8: LA FORTUNA...que de los audaces as la fortuna, y es verdad, porque esta señora rara vez deja de prote-gerlos. · En 1~ guerra como en el juego, el m:ís audaz suele ser el fav,recido

hombres f uertes de nuestros días.

Con los animales sucede lo mismo. Las grandes especies desaparecen y dejan su puesto á las más pequeñas. :Mamíferos como el magaterio y el mastodonte, aves como el epiornis y el dinornis, han dejado de existir hace muchos siglos.

A esto se le llama degeneración, pero en realidad es perfeccionamien­t·o.

La talla en los animales significa tlciJilidad, incapacidad. Un aves­' rúz. por ejemplo, no puede ni si­quiera Yolar, mientras el pájaro mosca se burla del cazadpr con su riipido vuelo. Los animales peque­íios son m<Ís astutos que los grandes, 'ntyen mejor y e ocultan más fa­r'i !mente.

En la sociedad humana, como en Lt naturaleza, ha termi nado el do­minio de la fuerza bruta; la inte­figC'ncia, la astucia y la agilidad ,;,¡n la~ condiciones hoy necesarias, .'' para reunirlas es inútil la estatu­r·,¡ . Los hombres del día somos me­ltos corpulentos que los de las eda­' ~es pasadas; pero esto no quiere ,Jccir que la humanidad haya dege-

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LA REVISTA

nerado; es simplemente que se adop­ta á las nuevas costumbre.

El azucar GOmo alimento.

Contestando el doctor Ox á una pre­g unta de Le Matin, de París, dice que á pesHr de lo que se acostumbra repetir á los n iños el azúcar es un alimento suma­mente sano y nutritivo, del cual deben abstenerse únicamente los diabético s y los obesos; si algunas veces ha ocasiona­do desórdenes en e l organismo, es por haberse abusado de él, pues su uso mode­rado constituye un alimento dinámico de gran valor, porque pertenece a l grupo de los hidratos de carbono, que desempe­ñan en e l vrganismo Ia"s funci ones de com­bnstible, proporci<•nandole calor y ft..erza según se ha comprobado en los rec iente experimentos llevados á efecto con solda­dos que tenian que hacer una :narcha for­zada.

El frio en las afecGionea cardiacas.

Ei1tre Los mucho' médi cos <¡ue de tiem­po en tiempo han ven ido recomeudando el uso de un frío inte nso en determinadas afecciones del corazón, se haya Mr. R a­barder, quien nos da en el British Medi­ca! Journal la siguiente instrucción :

El hielo machacado deberá apli ·a • se

(

sobre el corazón en una vegig~ ó un saco de goma elástica, no pasando la cantidad de aquél de cierto limite, á fin de que su peso no incomode a l enferm<ltl colocán­dose en re la piel de éste y el receptor del hielo un ped zo de franela.

El médico debe vigilar el tratamiento, puesto que la reacc ión dividua! es varia­ble.

Con una sola vez se han obtenido. en la aplicac ión de es te tratamient 1<> ·"<í ­sa tisfactorios resultados.

Los mosquitos y la malaria.

Dice el doctor J)Innson que los enfet·­mos de esta fiebre deben tenerse a l abrigo de los mosquito s; pues éstos, tomando con la sangre del paci ente los gérmenes del mal, Jos trasmiten al sano y propagan la enfermedad, por cuya razón los ataca­dos han de est r todo lo más aislado po­sible, hast, que la química haya destrui­do á esos enemigo~ in vis bies que son la causa del p&decimiento.

Pero si los microbios, como Jos elefan­tes, son la obr·a de la Divinidad¿ no será un heregía procurar su exterminio.

Mascuñana, Impresor.

9U• Ave. núm 1520, esq á r6. Ybo>r City .

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¿Triunfó la fortaleza ele! espíritu de la de­bi lidad del cuerpo?

nas Marieta la éscéntric3. y b:rn:: :!"'l ' ·-: ;lari­na del Teatro ReaL

Luis acabó por renegar de la ciencia y de h flaqueza de los conocimientos humanos.

Y queclóse abismado en extraños pensa­. t:tientos .

Había ido á ta casita de Chamberí en bus­l'a ele la tumba de María y se énc~ntraba con . \Im·ía viva y hermosa, seg6n las noticias dd mayordomo; pero con María esposa " acci­dental" de su buen amigo Fecle1·ico.

¿Qué debla hacer? Su corazón le impelía á correr presuroso

en busca de su amada. Su conciencia le recor­daba que aquella mujer quet;cla era la legíti­tna esposa de su más íntimo a migo.

En las luchas que se entablan entre el cora­zó n y la conciencia vence siempre el primero, porque es la viva representación del instinto.

Así es que tímidamente Luis preguntó á Fcrmin:

-¿Y dónde se ha ll a? - Pues agui, en esta p ropia casa; en las

habitaciones que ocupó unas cuantas serna-

-¿Podrla verla? -Cuando V. quiera. Tiene V. acl ~más dt>_

recho para ello habiendo sido el médico que la atendió en los últimos momentos de su vida .. ... vulgar.

-Pues francamente dese~ ría saludarla ..... -Cuando V. quiera ...... V o y á anunciarle ..

Estoy seguro de que será V. recibido con ca­riñoso entusiasmo ... .. porque V. ha hecho por ella cuanto estaba de su parte pam que fuese m{ts lle,·adera la vida del hospital.

La alegría que demostró el astuto ma­yordomo llamó la atenci <'>n de Luis; pero no pudiendo dar explicación plausible á sus ob­servaciones dejó que Fennin se alejase y espe­ro im paciente el momento ele volver a l lado ele Maria.

Este no se hizo esperar. El mayordomo se presentó a l poco 1=-ato

diciendo: -Señor D. Luis tenga la bondad de subir;

}a señora condesa le espera ..