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la evaluación en el centro

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evaluar para aprender más y mejor el secreto mejor guardado por Alfredo Hernando, del libro La revolcuión de las escuelas21

Introducción (grupo 1) La evaluación es la herramienta más útil para responsabilizar al alumno de su propio aprendizaje. Sin embargo, la realidad es que se trata del fenómeno más controvertido. En el día a día se habla con normalidad de enseñar y de aprender. Pero al final de cada trimestre todo lo que tenemos que decir se relaciona con las notas y con los exámenes. Entonces hay que enseñar a toda prisa y aprender como se pueda. ¿Cómo es posible que en algunas escuelas, tras meses de actividades y proyectos, se evalúe el aprendizaje en una única ocasión y con una sola prueba? ¿Es que nada ha valido para aprender hasta la última semana donde se pueden acumular unos siete y ocho exámenes? ¿No existe ningún otro método para obtener una calificación final? ¿Qué definición de aprendizaje se esconde tras esta evaluación? Un aprendizaje bulímico que se vomita en el cubo del examen y desprecia las facultades de los alumnos.

Una evaluación puntual, única y que cabe en un solo examen es incompatible con las competencias necesarias para ser feliz, integrarse y transformar el mundo en el siglo XXI. Evaluar de esta forma estimula el aprendizaje sin sentido y contribuye a aumentar los índices de fracaso escolar. Esta evaluación es el principal síntoma del síndrome de escolarización. Las herramientas y los momentos de evaluación definen el concepto de evaluación que se practica y se comparte en una escuela. Este concepto ejerce una enorme influencia en el aprendizaje de los alumnos y en lo que ellos mismos y sus familias entienden que significa aprender. Si la fuente psicológica nos ha demostrado que aprender es un proceso activo, constructivo, compartido con otros, que crea significado y con variedad de representaciones, la evaluación solo puede entenderse del mismo modo. Evaluación y aprendizaje son las dos caras de una misma moneda. La evaluación puede convertirse en el mejor aliado del

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Las herramientas y los momentos de evaluación definen el concepto de evaluación que se practica y se comparte en una escuela.

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aprendizaje o rendirse al secuestro de algunos profesores, que pervierten su potencial cuando la utilizan como arma de control para mantener la hegemonía en la transmisión de la información. La evaluación es cisne o patito feo. La evaluación es el secreto mejor guardado de toda escuela21. Cuando la miramos a través del prisma único de exámenes y notas, con la exclusiva del profesor como único evaluador y que se agolpa al final de cada curso, entonces nos parece un patito feo, un intruso de la práctica educativa al que es necesario acoplar por ley. Cuando entendemos que la evaluación es una herramienta para el aprendizaje, que admite distintas formas de representación, que se comparte con los alumnos y que está presente durante todo el proceso, ayudándonos a tomar mejores decisiones en la programación, descubrimos el cisne que revela su auténtica identidad. Evaluar en un sentido amplio, significa emitir un juicio de valor sobre las consecuencias de una acción. En la escuela esta definición cobra sentido y se completa de acuerdo a dos elementos que la orientan: los criterios de evaluación o expectativas sobre el aprendizaje que se espera conseguir y los indicadores, evidencias observables de que el

aprendizaje se ha logrado. La emisión de juicios educativos se integra en el proceso de aprendizaje gracias a criterios e indicadores. De este modo, la evaluación atiende tres significados y por encima de todo, regula el diseño de las experiencias de aprendizaje. En el escenario de escuela21 evaluar significa: - calificar: etiquetar con nombres,

números, imágenes o categorías descriptivas basadas en indicadores, el logro de los criterios de evaluación.

- medir: valorar el proceso y los productos del aprendizaje por medio de diferentes herramientas que permitan escalar el desarrollo y la consecución de los criterios.

- asesorar: por un lado al alumno, compartiendo las evidencias de su progreso y acompañando con pautas concretas y graduales su mejora; por otro lado al profesor, guiando el diseño de las experiencias de aprendizaje y su práctica.

El modelo más sencillo y útil para organizar el sistema educativo es la evaluación con representación numérica. Un modelo de estas características permite coordinar la obtención de titulaciones y crea una escala de notas con reconocimiento nacional. Pero que sea el método más útil para organizar el

la evaluación se entiende como medición, calificación y asesoría

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Todo aquello que se evalúa se aprende mejor

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sistema en su conjunto, no significa que en la escuela haya que reducir el aprendizaje a una marca. Evaluar en la escuela del siglo XXI significa calificar, medir y asesorar. La nota es el producto de la integración de estos tres procesos, por lo tanto, nunca puede obtenerse de una única herramienta usada en una sola ocasión. Cuando la evaluación se entiende como un acompañamiento continuado, suspender tras un único episodio de medición y con una única herramienta es una práctica educativa demente y carente tanto de rigor académico como de valor educativo.

Todo aquello que se evalúa se aprende mejor. La evaluación es un proceso intrínseco y vinculado al propio proceso de aprendizaje. Aumentar las oportunidades de evaluación con distintas herramientas y momentos mejora la eficacia del aprendizaje de los alumnos. Como descubrimos en las investigaciones de la fuente psicológica, el aprendizaje no solo consiste en la construcción del conocimiento, sino también en el proceso por el cuál recuperamos y activamos lo que ya sabíamos con objeto de aprender algo nuevo. Todas las experiencias que fomenten la implicación activa del alumno en la recuperación del conocimiento no son solo momentos de evaluación, además mejoran la comprensión y las posibilidades de recuperarlo y usarlo en el futuro. Al mismo tiempo, evaluar a lo largo de todo el proceso contribuye a la generación de rutinas de aprendizaje constantes y variadas en los alumnos, eliminando la acumulación estúpida de pruebas en las últimas semanas del trimestre que fomentan el aprendizaje bulímico.

La evaluación se integra en el escenario de aprendizaje como una metodología más, aumentando las oportunidades para medir, calificar y asesorar a los alumnos. Esta forma de entender la evaluación ayuda a los alumnos a ser más conscientes de lo que saben y de qué manera demostrarlo. Sin embargo, una evaluación continua no significa hacer un examen escrito detrás de otro. Es necesario aumentar tanto los momentos de evaluación, entendidos como experiencias de aprendizaje, como la variedad de sus herramientas.

Más allá del examen (grupo 2)

Entender que el aprendizaje cabe en un examen supone despreciar las funciones de la escuela y las facultades de nuestros alumnos. El examen es una herramienta de evaluación muy válida, pero ni es la única ni sirve para todo. Si la fuente psicológica y pedagógica del currículo nos han demostrado que aprender es

un proceso activo y dinámico, compartido con otros, caracterizado por la riqueza de nuestras inteligencias y que supone construir nuevos esquemas de conocimiento con significado, carece de sentido que podamos reducir un proceso así a una simple prueba. La educación personalizada del siglo XXI se caracteriza por el enriquecimiento metodológico y consecuentemente, por el enriquecimiento de las oportunidades y de las herramientas de evaluación. Se evalúa con rúbricas que califican trabajos, presentaciones, roles de aprendizaje cooperativo, proyectos; se evalúa con pruebas escritas y orales y se evalúa con portfolios y diarios de aprendizaje.

La riqueza de las herramientas de evaluación no es una barra libre donde los alumnos eligen cómo evaluarse, es la forma de calificar, medir y asesorar de un modo auténtico la riqueza y totalidad del aprendizaje. De una forma un tanto esquemática, podemos decir que existen herramientas de evaluación que destacan por su valor cuantitativo y por centrarse en el producto del aprendizaje, mientras que otro conjunto de herramientas destacan por su valor cualitativo y por centrarse en el proceso. Sin embargo, todas ellas se localizan mejor en un espectro que gradúa sus cualidades (gráfico 1). Al mismo tiempo, la naturaleza del contenido objeto de aprendizaje también se presta a influenciar el modo en que elegimos las herramientas de evaluación más adecuadas (gráfico 2) De este modo, el resultado final o la nota que el sistema de certificaciones requiere, es una composición de diferentes momentos y herramientas de evaluación que se hacen explícitas y se comparten. Toda herramienta y toda oportunidad de evaluación forma parte de la calificación oficial. La integración y el enriquecimiento de las herramientas de evaluación en el escenario de aprendizaje es la mejor garantía para lograr una evaluación auténtica.

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Los objetivos de la evaluación Las herramientas de la evaluación auténtica tienen como objetivo el aprendizaje en vez de o además de la “contabilidad de las notas”.

autoevaluación

evaluación entre iguales

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rúbricas

exposiciones

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Evaluación para “llevar cuentas”

Evaluación del aprendizaje

gráfico 1

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Entender la evaluación como un secreto es una de las peores tradiciones docentes. Ni las herramientas ni los criterios de evaluación son exclusividad del profesor. Si queremos transformar la evaluación en una herramienta que contribuya con el aprendizaje y que abarque del mejor modo posible la diversidad de sus representaciones, como proceso y como producto, es necesario compartir y exponer con claridad los criterios de evaluación y sus indicadores. En la medida en que se comparten, criterios e indicadores permiten a los alumnos moldear su comportamiento y saber qué se espera de ellos en cada experiencia de aprendizaje.

La evaluación auténtica del aprendizaje es una evaluación que comunica, que no esconde y que no espera medir ni calificar experiencias fuera del alcance de los alumnos o que no se han practicado con anterioridad. La evaluación auténtica está al servicio del aprendizaje. Comunicar y compartir los criterios de evaluación es una de las prácticas más útiles para implicar a los alumnos en su propio proceso de aprendizaje, estimulando su autonomía y responsabilidad y convirtiéndoles en los principales protagonistas.

Cuando el profesor secuestra la evaluación asume también el control sobre el aprendizaje. Si queremos que los alumnos sean conscientes y responsables de su aprendizaje es necesario compartir con ellos los logros que se esperan en cada actividad. El profesor que asesora es el

profesor que comparte los criterios de la evaluación. De este modo, no es quien suspende, aprueba o califica; el profesor expone las evidencias compartidas, la responsabilidad es del alumno que conoce los objetivos a cumplir. El alumno es el protagonista principal de la evaluación en el escenario de aprendizaje. Una educación personalizada se esfuerza por comunicar los criterios de evaluación en comunidad con objeto de que ningún alumno se quede atrás y todos puedan saber cómo mejorar sus resultados, desde la diversidad de ritmos y perfiles.

Cuando compartimos criterios, indicadores y herramientas, los errores son una fuente de información valiosa para ajustar la experiencia de aprendizaje de cada alumno. En los próximos capítulos veremos cómo el uso de herramientas tecnológicas es un gran aliado en este proceso. Los errores no siempre implican falta de aprendizaje, pueden ser excelentes rastreadores del proceso de construcción de significado de los alumnos. El error del alumno es fuente de aprendizaje del profesor, ayudándole con el diseño experiencias de aprendizaje más eficaces y ajustadas. La posibilidad de utilizar representaciones gráficos como escaleras, pirámides, termómetros, dianas, ascensores y brújulas para mostrar el progreso de un modo visible y permanente en el aula es una práctica eficaz. No solo se trata de compartir las evidencias del aprendizaje, sino de compartirlas del modo más claro posible.

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La evaluación es de todos (grupo 3) La autoevaluación es uno de las experiencias de aprendizaje más importantes de escuela21. Los alumnos son capaces de dirigir su propio aprendizaje si se les anima con cuestionarios o con diarios reflexivos y otras herramientas como el portfolio. Adquirir cada vez una mayor conciencia sobre el propio aprendizaje es posible gracias a la práctica sistemática y a la libertad para expresar el proceso. La reflexión sobre el propio aprendizaje y su representación es un ejercicio de responsabilidad y creatividad que puede estimularse con pregunta cortas, cuestionarios o textos, pero también por medio de representaciones artísticas, dibujos, redacciones, vídeos, grabaciones, collages... El regalo de la autoevaluación obliga a los alumnos a hacerse más conscientes de sí mismos, de sus inteligencias y de su responsabilidad para continuar aprendiendo a lo largo de toda la vida. Solo es posible educar en las competencias para el siglo XXI cuando usamos la evaluación como una herramienta de aprendizaje a través de que la medimos, calificamos y asesoramos compartiendo el proceso con el propio alumno. La evaluación entre compañeros es el camino para generar una comunidad de aprendizaje. Si la educación personalizada se caracteriza por la variedad de

oportunidades y de herramientas de evaluación, las comunidades de aprendizaje se construyen sobre la dimensión social del aprendizaje, esto es, en el discurso educacional compartido con los alumnos, en el aprendizaje cooperativo y en la evaluación entre compañeros. Trabajar en equipo interpretando roles, compartir calificaciones por medio de estrategias de interdependencia positiva y evaluar la actuación de otros compañeros es más fácil, siempre que las evidencias de logro se comunican a todos los alumnos. Cuando todos conocen en qué consiste alcanzar los criterios de evaluación no es posible hacer acusaciones ni esconder el propio trabajo. Si los criterios de evaluación son claros y se comparten, la apreciación del compañero es tan educativa como la del propio profesor. Pero además, como vimos con mayor profundidad en el capítulo anterior, acompañar y asesorar al compañero reporta enormes beneficios para el propio aprendizaje. Aprender ayudando a otros es aprender mejor. Recupera los ejemplos de roles, de preguntas para la evaluación y las estrategias grupales o de tutorización personalizada que aprendimos.

La evaluación es la herramientas más útil para responsabilizar al alumno de su propio aprendizaje. Evaluar es una experiencia de aprendizaje más que contribuye a hacer más conscientes a los alumnos de lo que saben y cómo demostrarlo.

La evaluación auténtica del aprendizaje es una evaluación que comunica, que no esconde y que no espera medir ni calificar experiencias fuera del alcance de los alumnos o que no se han practicado con anterioridad.

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La evaluación del aprendizaje está al servicio de un proceso de toma de decisiones de naturaleza pedagógica. Evaluar es calificar, medir y asesorar durante todo el aprendizaje, ayudado por distintas herramientas que atienden tanto al proceso como al producto y compartiendo la responsabilidad con los alumnos. Con la práctica sistemática de la evaluación auténtica se afina la mirada del profesor. Cuando superamos los principales mitos que empañan el significado de la evaluación en la escuela, descubrimos que se trata de una fuente de información útil para mejorar la eficacia de la acción educativa. Los resultados de la evaluación con los alumnos son fuente de información para las futuras decisiones del profesor. Pero sobre todo, evaluar te ayuda a definir y disfrutar del rol de profesor. Un rol que se deshace de las funciones relacionadas con la transmisión de la información y se acerca a cada alumno con una atención más personalizada. Un profesor que diseña mejores experiencias y proyectos, aprendiendo gracias a la evaluación de sus alumnos y a la suya propia, y que en este crecimiento constante, recupera la vocación docente de acompañar el desarrollo y los proyectos de sus alumnos. La evaluación que se integra en el proceso de aprendizaje no solo revela su auténtica identidad, sino también hace explícito el acompañamiento característico de la vocación docente. La cultura de una evaluación centrada en el aprendizaje nace desde la cultura de un equipo de

profesores que evalúa su propio práctica educativa en “colaboratorio”. La evaluación auténtica es la mejor celebración del aprendizaje. En el escenario de aprendizaje de escuela21 la evaluación es tanto una fiesta, como una calificación, un regulador de la práctica educativa, una guía, un compromiso, una prueba, una presentación, un cuaderno, un diario de aprendizaje y el acuerdo que concede autonomía para que alumnos y profesores guíen su interacción. Toda experiencia de evaluación es una oportunidad de aprendizaje.

Este tipo de práctica evaluativa es la que caracteriza un modelo de educación personalizada donde tanto alumnos como profesores, comparten la responsabilidad del aprendizaje en comunidad. Esta evaluación dibuja una escuela para todos los alumnos y donde se intenta por todos los medios, que cada uno obtenga el mejor resultado posible. Entender que somos distintos, que aprendemos de formas distintas y en la mediación con otros, implica una evaluación con distintas herramientas y formas de representación, continua y protagonizada por todos. La evaluación es el proceso compartido en la reflexión y recolección de variadas evidencias de aprendizaje, tanto del proceso como de los productos, y que guía al alumno con objeto de hacerse más responsable y autónomo en cualquier decisión de su vida.

Todo aquello que se evalúa se aprende mejor. La evaluación es un proceso intrínseco y vinculado al propio proceso de aprendizaje.

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En escuela21 evaluación y aprendizaje forman una entidad indisociable. Caminan juntos coordinando los cambios en la metodología, en el diseño de las experiencias y en el rol de alumnos y profesores. Evaluar no es la acción que protagoniza los finales, evaluar es el puente que regula el proceso de andamiaje y la construcción del conocimiento. La identidad compartida de aprendizaje y evaluación en el escenario de escuela21 se manifiesta en: - la comunicación de criterios y evidencias de

evaluación con los alumnos, - el aumento de los momentos de evaluación,

distribuidos a lo largo de todo el proceso y ayudados por distintas herramientas que conviertan cada medición y oportunidad de valoración en una experiencia de aprendizaje en sí misma,

- el asesoramiento constante a los alumnos, prestando atención al significado de sus errores y con objeto de que cada uno, a su ritmo, logren mejorar el aprendizaje, ayudados por acuerdos o compromisos y con la creación de actividades opcionales y premios o insignias,

- aceptación de los alumnos como evaluadores de su propio aprendizaje y del aprendizaje de sus compañeros;

¿Qué son los estándares de aprendizaje evaluables? de Jesús Jarque, www.mundoprimaria.com El Real Decreto de enseñanzas básicas de Educación Primaria  define los estándares de aprendizaje evaluables como especificaciones de los criterios de evaluación que permiten definir los resultados de aprendizaje, y que concretan lo que el alumno debe saber, comprender y saber hacer en cada asignatura. Además, el mismo Real Decreto establece las características que deben tener: deben ser observables, medibles y evaluables y permitir graduar el rendimiento o logro alcanzado. ¿Dónde encontrar los estándares de aprendizaje evaluables?Los estándares de aprendizaje evaluables se encuentran en el currículum oficial. Por un lado, están definidos en el Real Decreto de enseñanzas básicas de Educación Primaria, pero además, cada comunidad autónoma los define de manera concreta en el decreto del currículum de su comunidad autónoma. Los decretos del currículum contienen un anexo donde se encuentran las asignaturas de Educación Primaria. Por ejemplo, en el caso del Decreto del Currículum de Educación Primaria de la Comunidad de Castilla-La Mancha, en la que trabajo, la distribución es la siguiente: 1º. Cada asignatura está secuenciada por cursos. 2º. En cada curso, la asignatura se divide en bloques de contenido. 3º. En cada bloque de contenido se establecen los contenidos, los criterios de evaluación y los

estándares de aprendizaje evaluables de cada uno de los criterios de evaluación. ¿Para qué sirven? El propio currículum define su utilidad: - Definir los resultados del aprendizaje. - Concretar lo que el alumno debe saber, comprender y saber hacer. Es decir, los estándares de aprendizaje evaluables son la referencia más concreta y objetiva del qué enseñar y del qué evaluar. Por otro lado, los estándares de aprendizaje evaluables están referidos a los criterios de evaluación; de cada criterio de evaluación se deducen una serie de estándares de aprendizaje evaluables. Por ejemplo, en el caso de Castilla-La Mancha, en el 2º Curso de Primaria, en Lengua Castellana, en el Bloque de contenido “Comunicación escrita: escribir”, uno de los criterios de evaluación dice: Producir textos descriptivos, narrativos, argumentativos, expositivos e instructivos. Los estándares de aprendizaje evaluables que se señalan para ese criterio son: - Reconoce la función comunicativa de la lengua

escrita en diferentes contextos. - Produce textos escritos con distintas intenciones

y a tend iendo a d i f e ren tes s i tuac iones comunicativas: felicitaciones, descripciones, diálogos, cartas, notas y cuentos, partiendo de modelos previos.

- Escribe textos personales con coherencia y vocabulario adecuado en los que se expresen pensamientos, deseos, sentimientos.

De cara a la utilidad práctica, los estándares de aprendizaje evaluables pueden ser útiles para varios aspectos de la práctica: - En primer lugar, como referencia concreta de qué enseñar y qué evaluar. - En segundo lugar, sirven para distinguir entre lo

que es prioritario y lo que es secundario en el aprendizaje de una determinada asignatura.

- Deberían ayudar a diseñar y proponer actividades de aprendizaje.

- Son la referencia principal para la evaluación y para el logro de los objetivos didácticos planteados.

- Y por último, son una referencia clave a la hora de diseñar adaptaciones curriculares y planes de refuerzo con alumnos con necesidad específica de apoyo educativo o que no consiguen los objetivos.

La diferencia entre los estándares de aprendizaje evaluables y los criterios de evaluación, está en que aquellos son una referencia más concreta, deben de ser observables, medibles y sobre todo, son una graduación para la consecución del criterio de evaluación.

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La innovación y la mejora ocurren y se aceleran cuando el conocimiento circula, se intercambia y se combina

Hay tanto por aprender... la autoevaluación docente para crecer adaptación del trabajo de Loli García, Departamento de Innovación EC

Grupo 5 En este camino de la docencia en el que sentimos que siempre estamos aprendiendo propongo un modelo de autoevaluación como vía de desarrollo profesional. Un modelo que nos dé un sentido claro hacía dónde como maestro o profesor quiero avanzar y que permita que como adulto gestione los procesos educativos en los que me veo inmerso. Knowles en 1978 destaca un principio básico acerca de este proceso, “el aprendizaje de los adultos está orientado a la vida, por tanto la unidad apropiada para organizar el aprendizaje adulto es el análisis de la experiencia”. Así pues ¿Cuáles son los objetivos de dicho análisis? ¿Qué ocurre en estos momentos? ¿Por qué ahora o nosotros? ¿Cómo y cuándo? Son muchas de las preguntas que se abren a la hora de autoevaluarnos. Los objetivos de este modelo de autoevaluación docente son: 1.- Identificar mis puntos fuertes y débiles de mi práctica docente. 2.- Decidir dónde yo como maestro quiero ir avanzando. 3.- Construir un esquema y una ruta en mi práctica profesional. 4.- Generar una cultura evaluativa de cambio y de criterio pedagógico.

¿Por qué el desarrollo profesional docente es clave para el bienestar del profesor y el sistema educativo? McKinsey, el informe que buscaba las claves de éxito de los mejores sistemas educativos, y que en 2007 arrojó unos resultados sorprendentes, ha revelado conclusiones interesantes que invitan a reflexionar sobre la escuela y lo que pensamos de ella. “El docente es el que define el éxito o fracaso de los alumnos en su mayor medida”. Después de estudios concluyentes, se sabe que es el profesor el que tiene la llave para producir cambios en el sistema educativo véase el éxito de sus alumnos. Y que al igual que en el experimento realizado en Estados Unidos sobre el efecto Pigmalión, un profesor es determinante a la hora de observar dónde pueden llegar sus alumnos en lo que a resultados académicos se refiere. La evaluación, en concreto la autoevaluación parece ser una de las respuestas. Evaluar es escuchar, valorar y conformar las metas y mis objetivos de enseñanza a la realidad. Es revertir la teoría a la práctica y viceversa, gracias a la valoración la teoría se vuelve más rica y la práctica más sólida.

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Cuando valoras tus metas antes, tus acciones se vuelven más precisas. A menudo se puede escuchar a maestros que dicen “ya sé que aquí voy a tener problemas”, “a esta hora es previsible que ocurra lo que todos sabemos”. Si la teoría o la experiencia nos han enseñado a predecir situaciones posibles en el aula, qué vamos a hacer con esa información es el siguiente paso. Evaluar la meta, de acuerdo a la práctica permite tomar acciones distintas; Si por el contrario opto por confirmar lo que ya sé.. ¿Adónde me lleva mi valoración? A su vez permite ajustar frente a las variables responsables, despejando la ecuación y liberando de responsabilidades a los que parecen siempre los culpables de que no se alcance lo esperado: sociedad, familia, alumno, profesor. Y sitúa a las variables: metodología, horario, contenidos como interesantes agentes sobre los que impulsar la acción. En el cómo hacerlo surgen diversas preguntas en las que todas tienen algo en común y nítido. Cómo me autoevalúo para que mi esfuerzo y mi trabajo sea eficaz, para que no sea como muchos profesores sienten un papel más que relleno pero que no llega al aula o bien algo que experimento y se queda en el baúl de los recuerdos de tantas y tantas cosas que lleve a cabo. La autoevaluación formal no se puede realizar en todo momento y en todos los aspectos de la tarea docente ya que no existe ni tiempo ni capacidad, son numerosos los aspectos en los que uno está pendiente en el día a día. A su vez son muchas las herramientas que uno puede utilizar desde parrillas de ítems hasta rúbricas pasando por diarios de reflexión. Sin embargo somos conscientes de que es el sujeto que evalúa la pieza clave que me va a ayudar a evolucionar como profesional. Entonces, ¿Cómo lo aplico? El primer paso es “CONSTRUIR UNA HOJA DE RUTA”. Crea tu propio itinerario. La hoja de ruta contendrá aquellos aspectos en los que como profesor o maestro quiero crecer, bien porque tengo dificultad o bien porque quiero avanzar. Porque a la vez que podemos saber quiénes somos como profesores, la formación que hemos recibido, las situaciones a las que nos hemos enfrentado y aquellas que nos causan mayor inquietud, también hay otras que son puntos ciegos en la práctica y que sólo el tiempo y herramientas como el coaching o el mentoring nos irán desvelando.

Una vez seleccionado en tu hoja de ruta cuál es el aspecto y qué criterio quieres mejorar, un diario de viaje es el mejor compañero.

DIARIO DE AUTOEVALUACIÓN INICIAL. Este diario tiene como metas que puedas visualizar, planificar y llevar a la acción el criterio elegido que vas a trabajar este trimestre, semestre o año. Responde estas tres preguntas: 1.- Si mañana te despertases y ya lo hubieses alcanzado ¿en qué lo notarías? 2.- ¿Cuál es el primer paso que puedes dar para alcanzarlo? 3.- ¿Quiénes pueden ayudarme en ello? ¿Dónde puedo acudir?. Escribe tantas personas y lugares como se te ocurran. Caja creativa: Escribe todos los recursos o experiencias con las que ya cuentes y que te pueden ayudar a ello.

DIARIO DE AUTOEVALUACIÓN DURANTE EL PROCESO. En este diario se pretende observar, flexibilizar y reestructurar en lo que sea necesario. 1.- ¿En qué quiero fijarme dentro del aula cuando lo esté realizando? (el interés de los alumnos, si los materiales están siendo entendidos,…). Elige únicamente dos cosas en las que vas a poner tu atención. 2.- ¿Qué voy a valorar como conseguido-no conseguido? (alumnos distraídos, demasiado tiempo empleado, se lo explican los unos a los otros…) 3.- ¿Qué otras formas además de la elegida puedo utilizar? Ó ¿qué puedo hacer ahora para mejorar lo que no está funcionando y mantener lo que si?

DIARIO DE AUTOEVALUACIÓN AL FINAL DEL PROCESO Este diario busca trabajar la reflexión y consolidar el criterio pedagógico del profesor en su mejora profesional. 1.- ¿De que te sientes más orgulloso en la puesta en práctica? 2.- ¿Cuál crees que ha sido el punto débil? 3.- ¿Cómo lo cambiarías para la próxima vez?

Documenta tu experiencia con fotografías, videos, materiales de los alumnos. Esto puede hacer que lo compartas con otros compañeros.

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#muchasgracias

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