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La espiritualidad mariana en algunas publicaciones ENRIQUE LLAMAS Universidad Pontificia de Salamanca En este año 1997 se cumplen los diez de la publicación de la encíclica del Papa Juan Pablo II sobre La Madre del Redentor 1, que juntamente con el capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, y con la Exhortación Apostólica de Pablo VI Marialis Cultus 2 , es uno de los documentos marianos más im- portantes del Magisterio Eclesiástico en estas últimas décadas. Dicha encíclica ha tenido grande repercusión e incidencia en la doctrina sobre la Virgen María y en la vida de la Iglesia. Ha puesto de relieve y ha enfatizado ciertos temas, que han ayudado a conocer más en profundidad el misterio de la Madre de Dios: el valor de su actitud de fe, la dimensión de su presencia materna en la Iglesia, los rasgos de identidad de su figura evangélica... Es también uno de los elementos que más de propósito trata de la espiritualidad mariana. Por lo mismo, bien merece que le dediquemos un recuerdo. El estudio de la espiritualidad mariana se ha intensificado desde hace unos lustros, lo mismo que el de la liturgia y la pastoral, hasta 1 JUAN PABLO JI, Carta encíclica Redemptoris Mata del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre la bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina, Roma, 25 de marzo 1987; ed. española, Madrid, PPC, 1987, 102 pp. 2 PABLO VI, Exhortación Apostólica Marialis Cultus (MC) de Su Santidad el Papa Pablo VI para la recta ordenación y desarrollo del culto a la santísima Virgen María, 2 de febrero de 1974; ed. española, Madrid, PPC, 1974, 77 pp. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (56) (1997), 423-440

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La espiritualidad mariana en algunas publicaciones

ENRIQUE LLAMAS

Universidad Pontificia de Salamanca

En este año 1997 se cumplen los diez de la publicación de la encíclica del Papa Juan Pablo II sobre La Madre del Redentor 1, que juntamente con el capítulo VIII de la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II, y con la Exhortación Apostólica de Pablo VI Marialis Cultus 2

, es uno de los documentos marianos más im­portantes del Magisterio Eclesiástico en estas últimas décadas.

Dicha encíclica ha tenido grande repercusión e incidencia en la doctrina sobre la Virgen María y en la vida de la Iglesia. Ha puesto de relieve y ha enfatizado ciertos temas, que han ayudado a conocer más en profundidad el misterio de la Madre de Dios: el valor de su actitud de fe, la dimensión de su presencia materna en la Iglesia, los rasgos de identidad de su figura evangélica ... Es también uno de los elementos que más de propósito trata de la espiritualidad mariana. Por lo mismo, bien merece que le dediquemos un recuerdo.

El estudio de la espiritualidad mariana se ha intensificado desde hace unos lustros, lo mismo que el de la liturgia y la pastoral, hasta

1 JUAN PABLO JI, Carta encíclica Redemptoris Mata del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre la bienaventurada Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina, Roma, 25 de marzo 1987; ed. española, Madrid, PPC, 1987, 102 pp.

2 PABLO VI, Exhortación Apostólica Marialis Cultus (MC) de Su Santidad el Papa Pablo VI para la recta ordenación y desarrollo del culto a la santísima Virgen María, 2 de febrero de 1974; ed. española, Madrid, PPC, 1974, 77 pp.

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llegar a fonnar parte de los esquemas doctrinales de los manuales de mariología. Han contribuido a esto varios factores, entre los cuales ocupa probablemente el primer lugar la actitud del Magisterio vivo de la Iglesia, desde el Concilio Vaticano TI, o -subiendo un poco más arriba- desde los años de Pío XII hasta nuestros días.

Los últimos Papas han resaltado en múltiples documentos la ejemplaridad universal de la Virgen María: universal en relación a las personas y también con relación a sus actitudes espirituales. El Vaticano TI la propone como modelo de los fieles de la Iglesia en general, y en particular de los aspirantes al sacerdocio, de los sacer­dotes, de las personas consagradas y de cuantos trabajan en tareas de apostolado 3.

Pablo VI en Marialis Cultus y Signum Magnum principalmente, y el Papa Juan Pablo TI en particular en Redemptoris Mater han reafirmado y ampliado las enseñanzas conciliares, desentrañando sus fundamentos teóricos y exponiendo sus contenidos.

Pablo VI y Juan Pablo II han desarrollado las enseñanzas conci­liares, clarificando sus fundamentos y abriendo nuevas perspectivas para la mariología. El Papa Montini, por ejemplo, en Marialis Cul­tus, además de establecer las bases o los principios y normas para una renovación del culto y de la liturgia mariana -que es una fuen­te de la espiritualidad-, dedica unos párrafos a delinear la figura evangélica de María y a exponer sus actitudes espirituales, sobre las que se puede redactar un importante capítulo de espiIitualidad 4.

La breve Exhortación Apostólica Signum Magnum, del mismo Pontífice (13 mayo 1967), es una exposición viva de los sentimien-

3 Cfr. CONCILIO VATICAN! TI, Consto Lumen Gentium (LG), núms. 65-67; Pe/fectae Charitatis (PC), núm. 25; Optatam Totius (OT) , núm. 8; Presbytero­rum Ordinis (PO), núm. 18; Apostolicam Actuositatem (AA), núm. 4. El capí­tulo V de la LG sobre la Universal vocación a la santidad en la Iglesia esta­blece los fundamentos de la espiritualidad cristiana y sus formas de expresión: seguimiento de Jesús, oración, vida teologal ... , de lo que en otros documentos propone a la Virgen María como modelo.

4 PABLO VI, MC, núms. 34-37. El rezo del rosario, con sus valores teoló­gicos y pastorales, lo considera el Papa como un acto de oración meditativa y contemplación piadosa (núm. 47); y reconoce que la piedad hacia la santísima Virgen, subordinada a la piedad hacia el Salvador yen conexión con ella, tiene una gran eficacia y constituye l/na fuerza renovadora de la vida cristiana (núm. 57). Renovación que no puede ser ajena a la vida espiritual.

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tos del Papa ante la figura espiritual y materna de la Virgen María, Madre de la Iglesia y Reina de la paz. Se cumplían entonces los cincuenta años de las apariciones de Fátima, que habían dado un notable impulso a la devoción mariana en sus formas espirituales más profundas: consagración, devoción al Inmaculado Corazón de María, plegaria ...

Pablo VI abre sus reflexiones proponiendo a la Virgen María como «Madre espiritual perfecta de la Iglesia» y de los cristianos, Madre de los Pastores y de los fieles, como la había proclamado con emoción en el aula conciliar el 21 de noviembre de 1964. Este recuerdo le sirve para invitar a los fieles a vivir la espiritualidad de imitación y a revestirse de los mismos sentimientos de la JI/ladre de Dios y humilde esclava del Señor.

La idea que late en su exposición es la de la ejemplaridad de la Madre espiritual que ejerce un poderoso influjo sobre sus hijos. En gran parte el desarrollo de su vida espiritual es fruto de ese influjo, dependiente del influjo universal de Jesucristo, el único Mediador.

La contemplación piadosa o meditación devota de su figura es­piritual da a los fieles impulso para la oración confiada, aliento para la práctica de la penitencia, estímulo para el santo temor de Dios (núm. 4, 2: parte); fuerza y dinamismo que les ayuda a desa­rrollar su vida espiritual 5.

La encíclica Redemptoris Mater del Papa Juan Pablo TI (25 marzo 1987) tiene un contenido teológico y espiritual más dilatado en tor­no a algunas ideas base que están presentes en toda la exposición: presencia materna de María en la Iglesia, y María fuente y modelo de la fe de la Iglesia.

El Papa se refiere a una fe que se convierte en obediencia a la escucha de la Palabra de Dios; una fe que alimenta la esperanza teologal y escatológica y que se ilumina con el amor de entrega y la consagración a la persona y a la obra salvífica de Jesús.

Otro tema fundamental de la encíclica es la presencia materna de María en la Iglesia, que debe suscitar en todos sus devotos sen-

5 PABLO VI, Signum Magnum (SM), Texto latino AAS, LIX, 1967, pp. 465-474; texto espafíol en Ecclesia, 1967, pp. 709-916.

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timientos de una entrega filial a la Madre espiritual y deseos de imitar sus virtudes. El Papa apunta aquí a algunos problemas pro­pios que constituyen la médula de la espiritualidad cristiana: matiz mariano de la vida cristiana o dimensión mariana de la vida de los discípulos de Jesús; entrega filial y consagración a Mmia (núms. 46-48); «espiritualidad» mariana a la par de la «devoción» corres­pondiente; testigos y maestros de la espiritualidad mariana (núm. 48)6.

La doctrina del Magisterio de la Iglesia sobre espiritualidad mariana ha sido en nuestros días objeto de numerosos comentarios en Congresos, Simposios y Semanas de estudios de carácter nacio­nal e internacional; objeto también de numerosas publicaciones de todo género.

Es uno de los temas que, bajo sus diversas vertientes y formu­laciones, está en el corazón de la bibliografía mariana actual. Sobre él se han publicado obras muy valiosas y meritorios estudios de carácter histórico y doctrinal 7.

Entre las múltiples publicaciones de última hora he seleccionado una gavilla de títulos que pienso merecen una atención particular tanto por su valor y sus méritos internos como por las circunstancias que las rodean.

Son obras que no afrontan directa y específicamente el tema de la espiritualidad mariana. Sin embargo, contienen páginas y elemen­tos muy valiosos, dignos de ponderación. Por otra parte, de no pres­tarles esta atención, tal vez estos méritos pasarían desapercibidos para la mayor parte de los lectores y estudiosos.

6 JUAN PABLO n, Redemptoris Mater (RM) , ed. española, pp. 90-95 (ver nota 1).

7 Puede verse: G. M. BESUTTI, Bibliografía mariana, Roma, ed. Marianum, 1959-1966 (Roma, 1968), pp. 256-277 (526 núms.); 1967-1972 (Roma, 1973), pp. 209-213 (205 núms.); 1973-1978 (Roma, 1980), p. 197-208 (251 núms.); 1978-1984 (Roma, 1988), pp. 324-340 (343 núms.); 1985-1991 (Roma, 1992).

Cfr. «Bibliographia Intemationalis Spiritualitatis», Roma, ed. Teresianum, 26 (1991): Doctrina et Spiritualitas, núms. 1341-1423, pp. 78-82; 27 (1992), núms. 1670-1758, pp. 95-100.

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I. «EL LIBRO DE LA VIRGEN» 8

1. Este libro ha sido calificado como una verdadera joya de la literatura mariana actual por su contenido y por su presentación. El 17 de abril de 1996 le fue presentado un ejemplar al Papa Juan Pablo TI por el editor Manuel Celada, Director del Centro Bíblico Católico de Madrid, y por su autor principal y coordinador, P. Enrique Llamas. El Pontífice lo recibió complacido y manifestó: ¡Oh! ¡El libro de la Virgen! Lo leeré, lo leeré ...

Ciertamente, no se trata de un libro más en la amplia bibliografía mariana postconciliar. Tiene unas características y presenta ciertas singularidades que lo definen y distinguen de cualquier otro libro sobre la Virgen María.

Su contenido es amplio y pluriforme. Se abre con unas cartas de presentación de la jerarquía española que resaltan sus méritos y avalan su mensaje y sus enseñanzas: del eminentísimo señor Carde­nal don Marcelo González Martín, Arzobispo de Toledo y Primado de España; del excelentísimo y reverendísimo señor don Elías Yanes Alvarez, Arzobispo de Zaragoza y Presidente de la Conferencia Episcopal Española; del excelentísimo y reverendísimo señor don Carlos Amigo, Arzobispo de Sevilla. La presentación o prólogo es del excelentísimo y reverendísimo señor don Maliano Tagliaferri, Nuncio entonces de Su Santidad en España. Precede a la exposición doctrinal un pórtico que explica el significado, la estructura y los objetivos de esta obra.

Podemos distinguir en ella cinco partes plincipales atendiendo a su contenido. La plimera, de carácter histólico-doctrinal, es una exposición de los misterios de la Virgen María en clave bíblica, teológica, litúrgica, espiritual y literaria. Constituye realmente una sencilla maliología accesible a todos, redactada siguiendo las pautas marcadas por el Concilio Vaticano TI en el capítulo VIII de la Lumen Gentium, «La Virgen María en el Misterio de Cristo y de la Iglesia». Es una maliología en visión histólica, conforme a las etapas o ca-

8 ENRIQUE LLAMAS, OCD (Dir.), El libro de la Virgen, Madrid, Ed. Centro Bíblico Católico, 1995; 2." edición 1996, 1008 pp., 19 x 27 cm. (numerosas ilustraciones).

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dencias de la vida de María y de la historia de la salvación; como un arco de luz que se proyecta desde la predestinación eterna de María juntamente con el misterio de la Encamación, como Madre del Hijo de Dios y colaboradora suya en la salvación, hasta su glo­rificación como Madre y Reina de la Iglesia. La explicación de cada misterio de su vida va precedida del texto bíblico conespondiente, que sitúa al lector en el ambiente y en el marco de la revelación divina.

Su objetivo es ofrecer a los más amplios sectores de la Iglesia, a las personas particulares, a las familias y a las instituciones reli­giosas, y a cuantos carecen de una fOlmación teológica específica elementos suficientes de juicio para ilustrar su fe y renovar la devo­ción hacia la Madre de Dios.

La redacción de este texto se ha hecho intencionadamente con este propósito y con esta orientación porque la doctrina y el cono­cimiento de los misterios de la vida de la Virgen María se orientan a la «vida» de los creyentes. Fue ésta, entre otras, la reflexión que hizo el Papa Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Mater, inter­pretando la intención y el espíritu de las enseñanzas del Concilio Vaticano n. Se trata aquí -dice- no sólo de la «doctrina de lafe», sino también de la «vida de la fe» y, por tanto, de la auténtica espiritualidad mariana 9.

Teniendo en cuenta esta orientación, la explicación de los mis­terios y de los dogmas malianos no mira sólo a su sentido teológico. Se ha tenido siempre presente esclarecer también y alumbrar sus aspectos espirituales, su valor de ejemplaridad para la vida de los cristianos, exaltado ya en su tiempo por San Ambrosio, como re­cuerda el Papa Pablo VI en Marialis Cultus.

La segunda parte, mucho más breve, es una exposición de carác­ter histórico y espiritual de las Advocaciones marianas más univer­sales en la Iglesia católica, algunas de las cuales han dado origen a grandes santuarios o centros especiales de devoción mariana: Virgen del Carmen, María Auxiliadora, Virgen de la Merced, Virgen del Rosario ... Cierra este apartado un sucinto apunte sobre las Aparicio­nes marianas.

9 JUAN PABLO TI, Redemptoris Mate/; núm. 48.

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Sigue la parte tercera, la más amplia de la obra, que recoge la historia y la vida de los más importantes santuarios marianos de España y de algunas ermitas dedicadas a la Santísima Virgen. Se ha hecho una clasificación alfabética siguiendo el criterio de la división de España en las diecisiete regiones autonómicas: Andalucía, Ara­gón, Asturias ...

Las páginas que llenan esta parte no son solamente relatos o retazos de una historia, por entrañable que ésta sea, como lo es para cada ciudad, pueblo o región la de su Virgen Patrona. Son algo más. Manifiestan y reflejan una vida, traducida en piedad y devoción, que el pueblo ha sabido mantener e incrementar a lo largo de los siglos.

Son el exponente también de una presencia misteriosa y multi·· forme de María en la iglesia local, venerada en esos innumerables santuarios y ermitas, que convierten la geografía en hitos de luz y en una geografía de la fe y de la piedad mariana, como la calificó el Papa Juan Pablo II en su encíclica sobre la Madre del Redentor 10.

La última parte es una breve historia de la devoción mariana de España, transmitida como una herencia de fe por nuestros antepasa­dos. Así la calificó el Papa Juan Pablo II en el mensaje que dirigió al Congreso Internacional Mariológico celebrado en Zaragoza en el mes de octubre de 1979. Una herencia que todos debemos conocer para saber conservarla e incrementarla.

2. El libro de la Virgen no es una enciclopedia mariana, ni es tampoco una plasmación o repetición de esquemas marianos prece­dentes. Se inscribe en el clima mariano que se ha respirado en la Iglesia como irradiación de la doctrina del Concilio Vaticano II, traducida en términos y en figuras adaptadas a los signos del tiempo actual por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II en numerosos docu­mentos actuales.

Todas las páginas de este libro, con sus numerosas ilustraciones y su misma composición tipográfica, contribuyen a que el misterio de María sea más y mejor conocido e invitan a amarla con un amor filial más entrañable. En ellas se enseña una vía de acceso a ese conocimiento, que el Papa Pablo VI llamó via pulchritudinis, la vía de la belleza. Es el camino que pueden recorrer los que carecen de

10 JUAN PABLO TI, ibid., núm. 28.

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una preparación teológica específica, abierto a las almas sencillas que caminan por la vía del amor y de la devoción ...

Pues bien, este libro ha querido iluminar esa vía de la belleza al ritmo de las palabras del Papa Pablo VI, ofreciendo a sus lectores una doctrina mariana asequible a todos para conducirlos por María a Jesús. La misma presentación y las numerosas ilustraciones que resaltan el valor de su texto contribuyen a ello. La belleza de la iconografía mariana y de la arquitectura de los santuarios y ermitas donde se venera su imagen quiere acercar y reflejar la belleza espi­ritual de María, invitando a los lectores a conocerla y amarla.

El clima mariano -a que me he referido más arriba- y el ambiente que impregna las páginas de este libro es el de la espiri c

tualidad y la vida mariana. La exposición de la primera parte se orienta a una ilustración de la fe de los lectores y a la promoción de su devoción como vivencia interior, o como vida, más que como ejercicio de prácticas exteriores. Precisamente, respondiendo a la cuestión qué es este libro, esta parte se abre con un párrafo que lleva por título Doctrina y vida.

Las páginas dedicadas a las advocaciones marianas, y más en particular las que recogen la vida de los santuarios y las ermitas, reflejan la piedad popular más pura: la piedad mariana, y un matiz singular de la espiritualidad del pueblo cristiano. Un lector atento, dotado de la sabiduría del Pueblo de Dios, descubre con facilidad esa comente de vida que es la devoción mariana que fluye bajo la letra y el colorido de las imágenes. Incluso los poemas y las piezas literarias incorporadas a los textos doctrinales (romance de San Juan de la Cruz, soneto de Lope de Vega, poema de Gerardo Diego ... ) rezuman un sentimiento que brota de una actitud espiritual

El conteriido espiritual es un valor de esta obra que es preciso destacar. En el terreno de la piedad mariana, ésta se traduce en una actitud de espiritualidad de imitación de la Virgen María y de amor filial hacia ella. Sería lamentable que los lectores de estas páginas no llegasen a percibir este aroma y no experimentasen al contacto con estos textos el cálido influjo que transmite su espíritu.

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n. ESPIRITUALIDAD MARIANA E INCULTURAcrÓN 11

Teología y espiritualidad son dos conceptos conexos e interrela­cionados. Porque la espiritualidad encierra un contenido teológico y la teología, si no quiere ser estéril y esterilizante, tiene que informar la vida espiritual, promover su desarrollo y llevarla a plenitud por las vías del espíritu.

Esto tiene aplicación ajustada a la teología mariana y al misterio de María -lo mismo que a la cristología- porque el corazón de su contenido es una realidad personal que comunica vida y que está dotada de una profunda ejemplaridad espiritual.

El volumen que comentamos es continuación del anterior de la misma serie en el que se contienen las actas del noveno Simposio Internacional Mariológico organizado por la Facultad de Teología Mariana en 1992. Este volumen está dedicado al estudio de la espi­ritualidad mariana, conceptuada en una triple instancia: legitimidad, naturaleza y articulación 12.

En el volumen que presentamos aquí se recogen y prolongan los ecos de algunas reflexiones y aspectos más salientes apuntados en aquellas páginas a partir de la definición de la imagen de María como inspiradora de una espiritualidad concreta.

La imagen de María, que está en la base, en la raíz y en la cúpula y la cruz de esta obra, irradia unos rayos de luz que pueden iluminar también y vitalizar la cultura de los pueblos que no han recibido aún la fe del evangelio y que viven en condiciones de subdesarrollo.

El objetivo de esta obra es precisamente aportar los frutos de una reflexión interdisciplinar sobre las relaciones entre fe y culturas en tomo o a partir de la figura de la Virgen María. Se trata de dilucidar y esclarecer un aspecto del difícil y complejo problema de la incul­turación de la fe: su aspecto mariano o, con mayor precisión, de la función que ha cumplido o puede cumplir la imagen de María en la inculturación de la fe en los diversos países del mundo: Estados

11 ELlO PERETIO (Dir.), L' Imagine teologica di Maria oggi. Fede e Cultura. Atti del 10 Simposio Internazionale Mariologico (Roma, 4-7 ottobre 1994), Roma, Ed. Marianum, 1996, 428 pp.

12 ELlO PERETIO (Dir.), La Spiritualitii mariana: legittimitii, natura, artico­lazione. Atti del 9.° Simposio Internazionale Mariologico (Roma, 3-6 novembre 1992), Roma, Ed. Marianum, 1994, 392 pp.

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Unidos de América, India, países de lengua alemana, Africa, Bra­sil... O bajo otros aspectos más generales. ¿Tiene cabida o presencia la espiritualidad en este planteamiento?

En este volumen se sitúa la reflexión sobre la imagen de María, dentro del amplísimo y complejo campo de la evangelización, bajo la forma de «incuIturación»; evangelización como difusión de la «buena noticia» y comunicación de cultura sobrenatural; acción de la fe, fermentada en las culturas del mundo actual, introduciendo en ellas una nueva forma de vida y de dinamismo.

En esta acción tan indeterminada -pero tan concreta- la figura de María tiene una misión peculiar y específica: aporta los valores de su condición y dignidad de ser mujer, Virgen y Madre, colabo­radora a la obra más excelsa de los siglos: la salvación de los hom­bres. Como mujer de fe y Madre del Hijo de Dios, el testimonio de su colaboración singular con su divino Hijo a la redención de los hombres sembró en el mundo la semilla de la gracia, que fue una acción evangelizadora que se continúa ahora en la Iglesia.

La imagen de María presenta muchos rasgos espirituales y pro­yecta su irradiación sobre un terreno de amplísimas dimensiones: sobre todos los países del orbe abiertos al mensaje del evangelio. Las preguntas que formulan las páginas de este volumen vienen a ser: ¿Cómo influye la figura de María en la «inculturación de la fe»? ¿Cómo transmite el mensaje del evangelio y cómo hace presente su fermento en las culturas no cristianas?

A estas preguntas responde el amplio contenido del volumen que comentamos. Se abre recisamente con un estudio temático de A. Amato, maestro en estas materias 13, que se orienta a exponer la figura de María y la inculturación.

El autor hace un análisis en forma escalonada de diversas cues­tiones generales sobre evangelización e inculturación poniendo de relieve la originalidad de la cultura cristiana, para pasar a delinear a continuación los diversos «modelos de inculturación» según los

13 Amato ha publicado varios estudios sobre estos temas. Cito estos dos más importantes: «Mariologia in contesto. Un esempio di teologia inculturata», y «11 volto meticcio di Maria de Guadalupe», en Marianllm, 42 (1980), pp. 421-469; ID., «Il problema della spiritualita mariana. Introduzione ad un debat­tito attuale», en La spiritllalita mariana (ver nota 12), pp. 7-40.

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diseños de dos teólogos tan dispares como Richard H. Nieburch y el nigeriano Justin S. Ukpong: modelo cristológico, ec1esiológico, an­tropológico y dialógico.

Como prolongación de esta reflexión analiza el factor mariano de la inculturación. El anillo que enlaza la figura de María con la inculturación es fundamentalmente el hecho de su maternidad divi­na, en virtud de la cual el Hijo eterno del Padre se hizo hombre (Gál 1,4), Y por lo mismo historia y cultura humana, como nacido de mujer (GáI4,4). Un acontecimiento que tiene su origen en la Virgen de Nazaret y que es a su vez origen de una nueva cultura y de una nueva historia en la humanidad:

En la inculturación de la fe María sigue cumpliendo su misión como Madre: la de ofrecer a los pueblos y las culturas del mundo su Hijo divino, la luz de su doctrina y el don de la salvación (p. 30).

María sigue atrayendo a los pueblos hacia su Hijo realizando su función de Odigitria, de guía carismática, para conducirlos a todos a Jesús, su Hijo. ¿Por qué caminos, con qué medios, con qué res­plandores de luz encamina María los pueblos a Cristo?

Ella es modelo para que el evangelio se haga carne y corazón de la cultura de los pueblos. Ella, en sus actitudes sobrenaturales, se ha convertido en el paradigma de la renovación de los hombres y mujeres no sólo de un continente -como América Latina-, sino de todos los pueblos. Por eso, también la espiritualidad mariana es vía de inculturación de la fe (pp. 33-34).

La «espiritualidad mariana», como se entiende en estas páginas, no es una especulación ni una ciencia de principios. Es algo muy concreto. Se nutre y se manifiesta en la práctica de las virtudes humanas, domésticas y teologales. A. Amato se remite a los estudios publicados en el volumen de actas del noveno simposio, citado an­teriormente, sintetizando aquí algunas ideas básicas aplicadas a la inculturación de la fe que podemos resumir así:

María es la Madre de Jesús, la Madre y la pedagoga del evan­gelio; es el principio y la fuente de la fe cristiana y evangélica 14. La

14 Cfr. JUAN PABLO II, Redemptoris Mater, núms. 27-28.

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«espiritualidad mariana» como vida en el espíritu de Cristo resuci­tado, bajo el influjo y la intercesión eficaz de María es una obra de inculturación de la fe, porque esa experiencia de fe crea e incentiva

... una cultura de la vida amasada con virtudes marianas y maternas, como la acogida y la protección de los débiles, de los pequeños, de los emigrantes, de los ancianos, de los mar­ginados, de los disminuidos físicos y mentales, de los discri­minados por su origen racial, color, religión, sexo, condición social o enfermedad ... (p. 33).

Espiritualidad o vida en el Espíritu es una dimensión concreta socio-religiosa de inculturación de la fe que ha recibido cuidadoso cultivo en la Iglesia, principalmente a partir del siglo XIX, y que se intensificará con la llegada del tercer milenio de la redención. Esta espiritualidad tiene una fuente luminosa de inspiración en la Virgen María como Madre de Dios y en los múltiples aspectos de su acti­vidad salvífica. También en su experiencia dolorosa, en particular como Madre de un Hijo que muere condenado por la justicia del pueblo.

Las actitudes espirituales de María -que ya destacó Pablo VI­son paradigmáticas para la inculturación de la fe. Ella acogió a Jesús, el Hijo de Dios, que es la vida, como signo de contradicción para los hombres frente a las fuerzas del mal. Esto nos da a entender que la vida está en el centro de esa lucha entre el bien y el mal. En esta lucha la Iglesia -a ejemplo de María- ofrece también la vida a todos los hombres y en todas las épocas.

Educados por María, configurados por su espíritu y llenos de su amor, los cristianos infunden en la Iglesia y en el mundo una savia de vida evangélica armoniosa y con una altísima cualidad humana que imprime una nota mariana a la inculturación de la fe como complemento de su carácter cristiano. La espiritualidad mariana cumple así una función prioritaria y singular para la vida de la Iglesia: eleva la cultura de los pueblos iluminándola con la gracia de la Encamación.

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nI. PABLO VI y LA ESPIRITUALIDAD MARIANA 15

Pablo VI es un maestro indiscutible en la teología mariana no so­lamente como Papa, sino también como teólogo. El inspiró en gran parte el contenido del capítulo VIII de la Constitución Lumen Gen­tium del Concilio Vaticano II: La Virgen María en el misterio de Cris­to y de la Iglesia, y él orientó y condujo con sabiduría hacia la unidad y la convergencia aquellos acalorados debates mantenidos en el aula conciliar en torno al esquema sobre la Virgen María en la segunda y tercera sesión del Concilio (1962-1964). A él le correspondió promul­gar el capítulo mariano del Vaticano II, que glosó en un magnífico discurso de clausura en el que proclamó para gloria de la Virgen María y consuelo nuestro el título de MARÍA, MADRE DE LA IGLESIA (24 noviembre 1964). El interpretó y comentó la doctrina mariana conci­liar en múltiples documentos: mensajes, radiomensajes, cartas, homi­lías, discursos, exhortaciones apostólicas, encíclicas ...

Pablo VI ha dejado a la Iglesia como legado doctrinal de un valor imponderable más de 320 documentos sobre la Virgen María en sus quince años de pontificado. Entre ellos sobresalen la breve encíclica Mense maio (29 abril 1965) y las dos exhortaciones apos­tólicas, Signum Magnum (13 mayo 1967) y Marialis Cultus (2 fe­brero 1974), a las que nos hemos referido más arriba. Destacan también las cartas dirigidas a sus legados pontificios de los Congre­sos Internacionales Mariológicos y Marianos: Cardenal Manuel Gon~alves Cerejeira (16 julio 1967), Cardenal Francisco Seper (16 julio 1971), Cardenal Leo Suenens (13 mayo 1975), así como la exhortación apostólica Recurrens mensis octobris (7 octubre 1969) sobre el rezo del rosario como arma de paz; el discurso pronunciado en el aula magna de la Facultad de Teologia Antonianum (Roma); en el encuentro con los participantes en los Congresos Internacionales Mariológicos y Marianos, y sesión de clausura (16 mayo 1975).

En tres de sus encíclicas el Papa incluye bellos apuntes sobre la Virgen María. En Ecclesiam suam (6 agosto 1964), sobre el culto que le tributa la Iglesia como fuente de enseñanzas evangélicas; en

15 ISTITUTO PAOLO VI, Magisterio e Pieta mariana in Giovanni Battista Montini-Paolo VI, Giornata di Studio, Loreto, 6, V (1995), Brescia-Roma, Ed. Studium, 1996, 124 pp., 18,5x27 cm.

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Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975), en la que consagró el título María, estrella de la evangelización, y en la Christi Matri (15 sep­tiembre 1966), recomendando la oración y el recurso a la Madre de Dios para conseguir una verdadera y sólida paz.

Es mucho lo que la mariología y la piedad mariana deben a Pablo VI. Desarrolló un magisterio mariano intenso y eficaz. Habla de la Virgen María no sólo con profundidad teológica, sino también con belleza de imágenes y metáforas, y con pulcritud de estilo y de expresiones. El definió a María como la belleza no sólo estética, sino esencial. Y él propuso la vía de la belleza = vía pulchritudinis como forma de acceso al conocimiento de su misterio para todos aquellos que ignoran el camino de la especulación teológica.

Pablo VI alimentó una profunda piedad mariana durante su larga vida, que se convirtió en él en una forma y estilo de espiritualidad. Vivió en su interior lo que recomendaba a sus fieles en Marialis Cu/tus con palabras de San Ambrosio: que el alma de María esté en cada uno de vosotros para alabar al Señor 16.

El volumen que comentamos desvela muchos aspectos de la es­piritualidad mariana de Pablo VI como vivencia interior y como doctrina o enseñanza magisterial. Los cuatro capítulos (estudios) principales, de carácter histórico-doctrinal, hablan de devoción y piedad, de pastoral mariana ... Pero la devoción no se cifra en actos meramente exteriores. Es una vivencia interior que ilumina la pas­toral y configura el estilo de una espiritualidad centrada en María como modelo y forma de vida.

Los cuatro estudios dan a conocer el conocimiento que Pablo VI, antes y durante su Pontificado, tuvo del misterio de María. Un cono­cimiento que supo traducir en una actitud espiritual y en una devoción grande, profunda, misteriosa e ingenua (sencilla y sincera), en una vivencia interior. Desde joven la devoción de Juan Bautista Montini a la Virgen María estuvo impregnada de sabor bíblico y de esencias cristo lógicas y litúrgicas, que son notas destacadas de su espirituali­dad. Así se configuró en su espíritu la imagen evangélica de María, que propone como modelo en Marialis Cultus, en una proyección

16 SAN AMBROSIO, Expositio Evangelii seclIndllm LlIcam, n, 26; CSEL, IV, p. 55; PABLO VI, Marialis ClIltlls, 2.

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cristiana y espiritual, antropológica y sociorreligiosa y, también, como valor positivo para la inculturación de la fe (núms. 34-37).

La reflexión de Massimo Marcocchi sobre el joven Montini se completa con la aportación que nos ofrece !nos Biffi sobre la doc­trina y la acción pastoral mariana del Arzobispo de Milán y del Papa Pablo VI. Sus características revelan las de su espiritualidad, porque tanto la devoción como la acción pastoral son la expresión de la vivencia interior de la persona.

El Arzobispo Montini gustaba meditar en ambiente de silencio sobre los misterios de la vida de María y desentrañar su profundo contenido teológico, considerados en el corazón de la «historia de la salvación» y en Íntima unión con su Hijo Jesucristo. Estas perspec­tivas le ayudaron a Juan Bautista Montini a descubrir las razones y los argumentos para ilustrar y conocer mejor la gracia y la vida espiritual de María como paradigma para la Iglesia.

Una vez más, podemos constatar que la pastoral tiene también un valor y una dimensión espiritual orientados a promover la devo­ción y la vida espiritual de los fieles en las panoquias, en los san­tuarios o a través de grupos y de instituciones. El Arzobispo Montini desanolló en Milán una pastoral viva, eficaz y luminosa en esta línea, enraizada en una mariología de sabor cristológico, que infor­mó toda su vida y dio solidez a su magisterio doctrinal.

De las páginas de este volumen emerge una imagen de Juan Bau­tista Montini, más tarde Papa Pablo VI, que hizo de la devoción mariana una forma programada de su vida cristiana y sacerdotal. Esa devoción impregnó su vida, su apostolado, su magisterio y sus sen­timientos, hasta constituir un modo o una forma de vivir -más que de practicar- una espiritualidad teológica y enteramente evangélica.

IV LA ESPIRITUALIDAD MARIANA EN TRES TRATADOS ACTUALES

DE MARIOLOGÍA

En 1995 vieron la luz en España tres manuales de mariología escritos por mariólogos españoles 17. Cada uno presenta unas carac-

17 PONCE CUÉLLAR, M., María, Madre del Redentor y Madre de la Iglesia (Manual de Mariología), Badajoz, 1995, 411 pp. (2." ed., Barcelona, Ed. Her-

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terísticas y signos propios de su identidad. El título mismo, distinto en cada manual, apunta a una línea teológica diferente y a un estilo de hacer teología.

Bastero Eleizalde y Ponce Cuéllar desalTollan un esquema bas­tante similar y -salvando las diferencias-, en sus líneas generales, común a los modernos manuales de mariología. García Paredes adopta un procedimiento más independiente y menos unitario. Los tres bloques que componen su obra gozan de tal autonomía estruc­tural que podrían considerarse como tres piezas complementarias.

No es necesario ni tiene interés en este caso exponer ni glosar el esquema mariológico de cada manual. Es indiferente para nuestro propósito y para el tema que vamos a comentar. ¿Qué aporta cada manual a la espiritualidad mariana? ¿Han prestado atención los autores a este problema?

No ha sido frecuente incluir en los manuales clásicos de mario­logía el tema de la «espiritualidad mariana», considerada por lo general como una forma de culto y reducible al «culto de imita­ción». Por otra parte, a partir del Concilio Vaticano TI los manualis­tas se han ceñido exclusivamente a la letra y al esquema conciliar del capítulo VIII de la Constitución sobre la Iglesia y no han mani­festado gran sensibilidad ante este problema.

En coherencia con algunas orientaciones y con el espíritu del Concilio se han introducido, con razón, algunos temas especiales relativos al culto mariano: la devoción o la piedad mariana; la pie­dad popular mariana; María en la vida litúrgica 18; problemas sobre María y el ecumenismo 19; etc. La espiritualidad mariana no ha con­seguido aún carta de actualidad en los manuales de mariología 20.

der, 1996, 510 pp.); GARCÍA PAREDES, J. C. R., Mariología. Col. «Sapientia fidei». Serie de Manuales de Teología, núm. 10, Madrid, Ed. BAC, 1995, 419 pp; BAS1ERO ELEIZALDE, J. L., María, Madre del Redentor, Pamplona, Ed. EUN­SA, 1995, 333 pp.

18 Cfr. INsTITUTo INTERNACIONAL DE TEOLOGíA A DISTANCIA!MARTÍNEZ SIERRA, A., Y PICOLA, A., María, la Madre del Señor (Ensayo de Mariología), Madrid, s.a., pp. 241-244.

19 CALERO, A. MARíA, María en el misterio de Cristo y de la Iglesia, Ma­drid, Editorial CCS, 1990, pp. 365 Y ss.

20 Los manuales de Mariología presentan una estructura poco homogénea. Por eso, afirmaciones generales como las que hemos hechos no tienen idéntica

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Entre los manuales que presentamos aquí, solamente el de Ponce Cuéllar presenta un tratamiento directo, aunque breve, de la espi­ritualidad mariana. Como tema teológico no encaja fácilmente en el esquema general de García Paredes, que tampoco incluye el tema del culto. Ni siquiera en el apartado «María, Madre espiritual» -que queda reducido en sus páginas a la mínima expresión-, hay cabida para la espiritualidad mariana.

Bastero Eleizalde dedica el capítulo XIII de su manual a exponer el culto a la Santísima Virgen (pp. 308-318), dentro del cual incluye el tema de la «devoción mariana». La exposición es muy breve y elemental. Es una glosa un tanto tautológica del texto del Vaticano II que define en qué consiste la verdadera devoción a nuestra Señora 71.

Trata de la «imitación de la Virgen María», pero no desarrolla el tema de la espiritualidad en general ni el de la consagración a Cristo por María, aspectos a los que se refirió el Papa Juan Pablo II en su encíclica sobre la Madre del Redentor. Yo pienso que es hora ya de incorporar a los manuales de mariología estos y otros temas simila­res dada la importancia que les ha concedido el Papa y, sobre todo, teniendo en cuenta su valor objetivo en una mariología actualizada. Los signos de los tiempos y las corrientes actuales de la mariología aconsejan también introducir estos complementos.

Por esto, me parece más objetiva y más en consonancia con el espúitu y la enseñanza del magisterio de la Iglesia la postura de Ponce Cuéllar, que plantea el tema de la «espiritualidad mariana» en una forma subsidiaria dentro del apartado general dedicado a la explicación de la doctrina sobre el culto y la piedad marianas (pp. 463-493).

La exposición se inicia con los datos bíblicos e históricos que fundamentan el culto a la Madre de Dios. Después de una reflexión teológico-pastoral, el autor concluye con una glosa sobre la espiri­tualidad mariana, su naturaleza y sus características. El punto de partida de su explicación son los documentos del magisterio actual

verificación en todos. Algunos autores, sin plantear el tema de la «espirituali­dad mariana» en sus propios términos, aportan muchos elementos relativos a la devoción, a la imitación de María, etc. Cfr. D. BERTETTO, Maria la Serva del Signare: Trattata di marialagia, Napoli, Ed. Dehoniane, 1988, pp. 395-621.

21 CONCILIO VATICANO II, Lumen Gentium 67.

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de la Iglesia: Concilio Vaticano II, Exhortación Apostólica de Pablo VI, Marialis Cultus, y enCÍclica Redemptoris Mater del Papa Juan Pablo n. Centra su atención en dos aspectos o dimensiones más importantes y siempre actuales en la vida de la Iglesia: imitación de María y consagración mariana.

La actitud de Ponce Cuéllar en este punto es importante, más que por el contenido de estas páginas -que resumen una enseñanza común hoy en la Iglesia- por haber incorporado a su manual de mariología en una forma específica el tema de la «espiritualidad mariana».

Esto significa, por una parte, mayor fidelidad a las orientaciones del magisterio actual de la Iglesia, y, por otra, objetividad en el tratamiento de un problema mariológico importante que reclama nuestra atención. Manifiesta también una sensibilidad para escuchar la voz y las sugerencias de los signos de los tiempos. En última instancia, todo esto es una contribución a la renovación de la mario­logía aprovechando las novedades y conquistas que va logrando el desarrollo homogéneo de la doctrina y de la vida de la Iglesia.