la civilización romana

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La civilización romana Roma, un Imperio que conquistó y a la vez civilizó el mundo Roma fue fundada por Rómulo en el año 753 a. C. Con el paso del tiempo, esa pequeña aldea de pastores se fue transformando, gracias a sus conquistas en un imperio primero itálico y luego mediterráneo. Incluso llegó a dominar extensos terriotrios en Asia Menory los países del Norte de Europa. Pero tras la conquista llegaba la romanización, mediante la cual los pueblos sometidos adquirían las costumbres romanas y se integraban de este modo en la cultura occidental, por una parte, y oriental, por otra. Para unificar un territorio que englobaba más de cuarenta países actuales, recurrieron al arma más eficaz: el Derecho romano, aún vigente en muchos países del mundo. Descubre las costumbres, historia, mitología y cultura de la antigua Roma y de otras civilizaciones mediterráneas como Grecia y Egipto. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE ROMA 1. Geografía histórica del Imperio Romano.

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Page 1: La Civilización Romana

La civilización romana

Roma, un Imperio que conquistó y a la vez civilizó el mundo

Roma fue fundada por Rómulo en el año 753 a. C. Con el paso del tiempo, esa pequeña aldea de pastores se fue transformando, gracias a sus conquistas en un imperio primero itálico y luego mediterráneo. Incluso llegó a dominar extensos terriotrios en Asia Menory los países del Norte de Europa. Pero tras la conquista llegaba la romanización, mediante la cual los pueblos sometidos adquirían las costumbres romanas y se integraban de este modo en la cultura occidental, por una parte, y oriental, por otra. Para unificar un territorio que englobaba más de cuarenta países actuales, recurrieron al arma más eficaz: el Derecho romano, aún vigente en muchos países del mundo.

Descubre las costumbres, historia, mitología y cultura de la antigua Roma y de otras civilizaciones mediterráneas como Grecia y Egipto.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE ROMA

1.      Geografía histórica del Imperio Romano.

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2.      Breve Historia de Roma.

Según la leyenda, el príncipe troyano Eneas, tras escapar de la destrucción de su ciudad y después de andar errando largo tiempo por el Mediterráneo, acaba por desembarcar en la costa del Lacio, donde reina el rey Latino, con el que forma alianza.

Ascanio, hijo de Eneas, venido de Troya en su compañía, funda la ciudad de Alba, donde reina después de él una serie de reyes, descendientes suyos.

El último, Procas, deja dos hijos, Numítor y Amulio. Numítor, el mayor y heredero legítimo, es derribado por Amulio, que relega a la hija de aquél, Rea Silvia,

entre las Vestales. A pesar de esta precaución, Rea Silvia, fecundada por Marte, tiene dos gemelos, Rómulo y Remo. Amulio manda abandonarlos en las aguas del Tíber. Amamantados por una loba, los gemelos sobreviven y, cuando son mayores, matan a

 

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Amulio y devuelven el poder a Numítor, que les concede, para establecer allí una ciudad, el lugar mismo en que habían sido recogidos del río, la colina del Palatino.

Así, según esta leyenda, los romanos conectaban su origen con el más prestigioso mito griego, la guerra de Troya, por lo que, en ocasiones, los poetas llaman a Roma la Nueva Troya.

Tras matar a su hermano, Rómulo se ocupa en edificar la ciudad. La leyenda dice que la fundación tuvo lugar el 21 de abril del 753 a. C.

La fundación de Roma, en la forma que le concede la tradición, representa una verdad simplificada y esquematizada; a la luz de la historia, tal fundación se revela más compleja. Se efectúa en tres etapas: las primeras aldeas romanas, la liga septimontial y la Roma etrusca unificada.

Desde el siglo X a.C., el suelo romano vio constituirse una serie de aldeas, colonias latinas que pretenden hacer frente a la expansión etrusca.

Desde fines del siglo VIII se opera una transformación capital en la vida de las aldeas romanas: el paso del aislamiento a la vida federativa. Siete de las aldeas situadas en el suelo romano se agrupan en la federación del Septimontium, que se mantendrá hasta la conquista etrusca, a mediados del siglo VII a.C. Esta federación crea una organización centralizada: un rey elegido vitaliciamente, una Asamblea, un Senado y un ejército.

         A mediados del siglo VII a.C. los etruscos llegan al Lacio. La conquista etrusca representa para el Lacio una inmensa y súbita aportación de civilización: el paso de la vida de tribu a la vida urbana, la sustitución gradual de la vida pastoral por la agricultura, la construcción en piedra, etc. De las humildes aldeas diseminadas sobre las colinas romanas, los reyes etruscos hicieron una ciudad en el sentido material de la palabra y crearon un Estado centralizado. Los latinos daban tradicionalmente a su río el nombre de Rumón; la ciudad creada por los etruscos será la ciudad del río, Roma.

La dominación etrusca en Roma duró un siglo y medio, hundiéndose en lo que tradicionalmente se ha denominado revolución del 509, que supuso la expulsión de los reyes etruscos y el comienzo de la época republicana. La constitución de la República Romana se basaba en el equilibrio de tres órganos que se controlaban mutuamente: Magistrados, Comicios y Senado. La unión entre ellos se plasma en la expresión SENATUS POPULUSQUE ROMANUS (SPQR).

   

Tras continuas luchas con los pueblos vecinos, en el año 264 toda la Italia peninsular reconoce la hegemonía romana. Una vez

conseguida la unificación de la península italiana, Roma se lanza a la conquista del Mediterráneo, guerreando contra los cartagineses en el Mediterráneo occidental (Guerras Púnicas)

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y contra los macedonios en el Mediterráneo oriental. Con la victoria sobre estos dos enemigos Roma se convirtió en dueña del Mediterráneo.

 

A la muerte de Julio César (100-44 a. C.), se abrió una nueva etapa de lucha por el poder, que acabó en el 31 a. C. con la victoria de Octavio Augusto en la batalla de Accio. Con Octavio Augusto se inicia en Roma la época imperial. La palabra imperium designaba el mando supremo, el poder de los más altos cargos públicos, que Octavio fue acumulando poco a poco: el emperador será el jefe supremo civil, militar y religioso.

En el año 476 d. C. desapareció el Imperio Romano de Occidente, cuando Odoacro, un jefe militar de origen germano, depuso al último emperador, un muchacho de trece años llamado Rómulo Augústulo. Por su lado, el Imperio Romano de Oriente perduró hasta 1453, fecha en que su capital, Constantinopla, fue tomada por los turcos.

LA SOCIEDAD ROMANA

   La población romana está constituida por dos grandes bloques humanos: hombres libres y esclavos. Los hombres libres pueden ser ciudadanos (cives) o extranjeros (peregrini). A estos últimos se les permite residir en Roma, pero carecen de derechos políticos. Los ciudadanos poseen la civitas o ciudadanía, cuyos elementos son:

Derechos políticos

Ius suffragii: derecho de sufragio activo, es decir, derecho a emitir su voto en cuestiones relativas al Estado.

Ius honorum: derecho a ser elegido para ocupar cargos públicos.

Ius provocationis ad populum: derecho de apelar, ante la asamblea del pueblo, contra la sentencia de azotes o muerte dictada por un magistrado.

 

Derechos civiles

Ius connubii: derecho a contraer matrimonio válido según las leyes romanas.

Ius commercii: derecho a la propiedad y al comercio.

Ius (legis) actionis: posibilidad de hacer valer sus derechos frente a la ley.

Estos derechos pueden adquirirse por nacimiento, por manumisión, por ley o por concesión especial del Estado; asimismo, pueden perderse total o parcialmente. 

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Los ciudadanos se dividían, en un principio, en patricios y plebeyos. Los patricios eran los descendientes de los primitivos romanos, y constituyen la aristocracia de la sangre. Los plebeyos forman la mayoría de la población en Roma, y proceden sobre todo de los pueblos sometidos y de la inmigración; esta masa está separada de los patricios por carecer del ius connubii, pero va conquistando poco a poco, tras largas y tenaces luchas, la igualdad de derechos cívicos, sobre todo debido a la necesidad de su cooperación en el terreno militar. 

Tras la expulsión de los reyes (509 a. C.), comienzan las luchas sociales entre patricios y plebeyos, con la exigencia de éstos del reconocimiento de sus derechos políticos y civiles. A partir del 302 a. C. la plebe consigue el acceso a todas las magistraturas. 

Al equipararse políticamente patricios y plebeyos, la antigua nobleza de sangre pierde gradualmente su importancia y deja paso a la nobleza de los cargos públicos (ordo senatorius –orden senatorial-) y a la nobleza del dinero (ordo equester –clase de los caballeros-). El ordo senatorius o nobilitas (acceso al Senado), creado por Augusto como categoría jurídica cerrada y carácter hereditario, está constituido tanto por patricios como por plebeyos, cuyos antepasados habían desempeñado una magistratura del cursus honorum (cuestor, edil, pretor o cónsul). El plebeyo que conseguía llegar a edil curul1[1] se convertía en homo novus, y fundaba la nobilitas de su familia. Esta clase senatorial denominaba a sus miembros optimates y boni cives, y representa la primera clase de la sociedad. 

El ordo equester integró una rica burguesía dedicada a las actividades económicas y judiciales. Como los senadores no podían dedicarse al comercio ni a los negocios, los caballeros se dedicaron al comercio a gran escala, al cobro de impuestos públicos, a contratistas de obras públicas, etc. 

Otra categoría dentro de los hombres libres la constituían los llamados clientes. Se trataba de ciudadanos libres que voluntariamente se ponían bajo la protección de una persona rica (patronus –patrón-). En los primeros tiempos, la clientela había supuesto una relación íntima y casi sagrada entre patrón y cliente, pero se convirtió durante el imperio en una relación de alquiler: el cliente pasó a ser una figura decorativa, mal pagada y peor tratada, en el séquito de su señor. En el siglo II d. C. hay unos 150.000 clientes en Roma, procedentes de los proletarios2[2]. 

La inmensa mayoría de la población de Roma puede ser englobada bajo el nombre de tercer estado (plebeyos pobres), y en ella predominaba con mucho, sin duda alguna, el proletariado, cuya existencia giraba en torno al lema panem et circenses. Pero al lado de esta pobreza, había entre las gentes de humilde condición quienes disfrutaban de bienestar y de riqueza.

Los esclavos eran sólo cosas, no seres humanos. El poder de sus amos sobre ellos era ilimitado,

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pudiendo incluso darles muerte, si bien en la época de la república su situación se hace más humana. El esclavo carece de bienes personales y no puede contraer matrimonio legal; podían elegir una compañera de esclavitud para celebrar con ella un matrimonio entre esclavos (contubernium). Los esclavos trabajaron en obras públicas, minas, canteras, explotaciones rurales, etc. Al lado de los servi privati estaban también los servi publici, propiedad del estado, que estaban empleados en los servicios públicos, como personal de bomberos, aguas, remeros, ayudantes de sacerdotes y magistrados, etc.

  Los esclavos podían recuperar su libertad (manumisión), bien como recompensa a una buena conducta bien porque el propio esclavo se la compraba a su amo. El esclavo manumitido se denominaba liberto, que goza de derechos limitados y continúa debiendo a su antiguo dueño respeto y fidelidad.

             Las actividades comerciales, como también las artesanales, estaban en su mayor parte en manos de esclavos y libertos, porque los hombres libres, aunque fuesen pobres, consideraban estas profesiones como indignas de ellos.

La situación de la mujer.

           En Roma, en los primeros tiempos, el pater familias tenía un completo control sobre su esposa y su familia, pero en general la ley romana concedía a la mujer más derechos que la griega. No vivían recluidas en casa y comían con sus esposos; eran libres para abandonar la casa y visitar no sólo tiendas, sino también lugares públicos como teatros y juzgados. Muchas mujeres romanas de clase elevada eran influyentes y tomaban parte activa en los asuntos sobre los que se discutía en sus casas. 

La mujer romana se casaba generalmente entre los trece y los diecisiete años. Una vez dentro de su casa, la mujer ocupaba una posición bastante independiente, sobre todo en época imperial, cuando se consideró a la mujer como propietaria de los bienes que ella había aportado al matrimonio. Así era lógico que las mujeres empuñasen con frecuencia las riendas de la casa, mandando en ellas más que el marido e incluso sobre él. 

La posición independiente que la mujer ocupaba en Roma bajo el Imperio llevaba aparejada una fuerte tentación que la empujaba a veces a romper las trabas impuestas a su sexo. Aunque no llegarían a hacerse frecuentes los casos de mujeres que participaban en torneos gimnásticos o que peleasen como gladiadores, sí fueron más frecuentes los casos de mujeres interesadas por la marcha de los asuntos del mundo y que tomaban parte activa de ellos.

La religión griega, de carácter politeísta, se distingue por su antropomorfismo o representación de los dioses bajo aspecto humano. 

Los mitos acerca de los orígenes del Universo cuentan que en un principio sólo existía el Caos, abismo sin fondo, espacio abierto sumido en la oscuridad. De algún modo que no se nos explica, surgieron de él Gea (la Tierra), el Tártaro (sombrío lugar de las profundidades) y Eros (el Amor). 

Gea engendró a Urano (el Cielo) y a Ponto (el Mar). Unida con Urano, concibió a los Cíclopes, a los Hecatonquires y a los doce Titanes, de quienes descienden todos los demás dioses y los hombres. 

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Urano, soberano del Universo, temiendo que alguno de sus hijos le quitara el trono, los encerraba nada más nacer en el seno de la madre. Gea, desesperada, tramó una sublevación, para la que pidió la ayuda de sus hijos, ocultos en su interior. Sólo Crono, el menor de los Titanes, escuchó su llamada. Con una hoz recibida de su madre esperó la visita de Urano a Gea y, a su llegada, le segó los genitales

El Derecho Romano y sus fuentes.

Para los juristas romanos, el derecho era el resultado de las leyes, plebiscitos, senadoconsultos, constituciones imperiales, edictos de los magistrados y respuestas de los Prudentes. A esto hay que añadir la fuente del derecho más abundante en su origen: la costumbre.

LOS ESPECTÁCULOS EN ROMA

 

  En Roma, los espectáculos públicos que la clase dirigente procuraba al pueblo se llamaban genéricamente juegos públicos (ludi). Eran gratuitos, pues eran un derecho del ciudadano, no un lujo. 

La decadencia y caída del Imperio Romano es un concepto historiográfico que hace referencia a las transformaciones operadas durante la Anarquía Militar y el Bajo Imperio Romano, que a partir de 395 condujeron a un rápido deterioro del poder romano, y al hundimiento del Imperio de Occidente, cuyo último emperador efectivo, Rómulo Augusto, fue depuesto por el caudillo hérulo Odoacro, empleado al servicio de Roma.

La decadencia y caída del Imperio Romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Es considerada por algunos como "el mayor enigma de todos", y ha sido uno de los ejes del discurso histórico clásico desde San Agustín de Hipona. La ruina de la “Roma eterna” ha perdurado como el paradigma por excelencia del agotamiento y muerte de las civilizaciones, una caducidad mundana interpretada como el precedente y anuncio del fin del mundo o, al menos, de la civilización occidental. Los ss. XX y XXI han visto multiplicarse el interés por este problema histórico, debido probablemente al hecho de que la civilización contemporánea tiene muchos rasgos comunes con la de la Antigüedad Tardía, y a que la cultura occidental está en un período de transición, como la Roma de los ss. III y IV.