la belleza será convulsiva o no será

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La belleza ser convulsiva o no ser. Andr Breton

Sin embargo el problema central radica en la explicacin del por qu del consumo de este tipo de obras. Ni siquiera de su produccin o creacin, sino en el morbo que puede llevarnos a mirar estas pelculas o imgenes.

Resultara extrao afirmar que estas escenas pueden parecernos bellas y sin embargo creo que es necesario recordar que la belleza sigue siendo signo de otra cosa; lo bello, en el edificio crtico kantiano, es smbolo de la moralidad1. Por otro lado, no se puede dejar de pensar que todo es una apariencia, si en el fondo de la apariencia no hay sino apariencia, entonces, por oposicin al resentimiento de la metafsica que transgrede, sacrifica o lleva a la muerte a toda apariencia, por oposicin a la fra pasin del conocimiento, al tirnico gusto de la certeza, el arte se manifiesta esencialmente como aquello que brinda su asentimiento a la apariencia, como aquello que la consagra, la santifica como santifica la mentira afirmando la vida como poder de ilusin, glorificando el mundo como error2 La ilusin de la muerte, de la muerte violenta adems, lleva a que muchas de estas pelculas, dentro de un gran espectro contemporneo sean el parmetro de la realidad en Occidente. Sin embargo La experiencia griega ensea a Nietzsche que el arte slo encuentra su sentido en el juego de la representacin de la muerte, all donde es posible experimentar toda la fragilidad y la vulnerabilidad de la vida. Hay arte slo cuando se muestra el inminente momento de la quiebra, cuando comprendemos que todo est a punto de disolverse, cuando la muerte parece que nos alcanza con su mirada sin ojos y su llamada silenciosa. La obra de arte acaricia ese instante, demorndose en su borde, trazando su distancia. Es una mirada herida por la violencia de la noche, hecha para

Sergio Espinosa Proa, Arte y Filosofa. De Nietzsche a Heidegger. Universidad Autnoma de Zacatecas, 2002 2 Idem.

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soportar lo insoportable pero sin enmascararlo, sino exhibindolo, dejando aflorar la inminencia del horror, dice Warin, ms bajo la apariencia de la seduccin3. De hecho es necesario confrontarse ante estas imgenes a partir de la reflexin de nuestra propia vida. La imposible experiencia de la muerte no se abre para soar el fin de la muerte, sino para mostrar que, sin ella, la vida pierde todo su significado. En reconocernos como seres para la muerte, en palabras de Heiddeger, nos lleva al conflicto de la actitud que debemos mantener ante la vida y su efimeridad, es en virtud de ello que tanto la religin como la filosofa es decir: la poltica han procurado someter al arte a su designio comn: a saber, domesticar a la bestia. Es tal vez por esto que la violencia contra la corporeidad, la trasgresin al cuerpo y a la naturaleza humana que se encuentra presente en el arte es, al mismo tiempo, la desintegracin de la forma luminosa y el retorno nocturno a lo bajo y a lo podrido, pero tambin el surgimiento del alter, de lo otro, de lo sagrado que jams se deja reducir a lo mismo, que jams se deja pensar ni racionalizar4. El hombre reduce todo a su propia imagen y semejanza. Lo reduce a la imagen que se ha forjado con toda su fuerza ficcional de s mismo. Y no, por lo que sabemos, el arte no conecta con el cielo de la representacin, sino con el infierno, con la caverna, con el laberinto con la animalidad. Las religiones salvacionistas son sntomas de la debilidad, el resentimiento, la venganza, la corrupcin. Son religiones que aborrecen lo mortal. Las domina un sentimiento de vergenza ante todo aquello que nace y muere, ante la fugacidad y el paso. En consecuencia, no hacen otra cosa que ensaarse con la vida: se muestran fascinadas mortificando a lo mortal5. Aunque a travs de muchos aos se ha pretendido que el arte embellece al mundo, esto no es as porque su destino es desublimara la cultura, es devolver el espritu al cuerpo disolverlo en l. No se trata ya de la frivolidad burguesa de el arte por el

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Idem. Idem. 5 Idem.

arte, estoy hablando de la insubordinacin radical que se aloja en el corazn de la obra de arte y que la torna inmanejable, arriesgada, peligrosa, culpable. La cohesin social ser garantizada, entonces, a travs de la ley, a travs del interdicto, cuya primera formulacin ser el "no matars". En efecto, para garantizar la pervivencia social es necesario salvaguardar la integridad de los propios individuos. Sin embargoLa verdad tambin es, ella misma, un fantasma. La valoracin que se puede hacer de la obra, basada en un juicio moral, es un error, en s misma la verdad es un error. Los seres humanos temerosos de sus propios instintos e impulsos se han refugiado en una supuesta racionalidad que rechaza cualquier tipo de comportamiento que les recuerde que son, animales pertenecientes a un sistema natural de supervivencia que son capaces de disfrutar con conciencia no slo del placer sino tambin de la muerte y el dolor propio y de los otros, que vacilan del azar, que son fciles presas de lo absoluto. En la modernidad extremada, el arte es experimentado en su ndole disruptiva y provocadora. La experiencia esttica se encamina resueltamente al lmite de lo comprensible, al silencio y a la locura: se configura en cuanto enfrentamiento a la cultura (burguesa), de cuya crisis proviene. Pero esta oposicin desemboca menos en una presunta degeneracin del arte que en un modo privilegiado de revelar su esencia. Una esencia que, como todo lo humano, no podra ser otra que laambigedad: En lo particular de un encuentro con el arte, no es lo particular lo que se experimenta, sino la totalidad del mundo experimentable y de la posicin ontolgica del hombre en el mundo, y tambin, precisamente, su finitud ante la trascendencia6. La esttica contempornea no pretende, como supuestamente se crea de la esttica anterior, construir una relacin de agrado ante la obra de arte, por el contrario, nos confronta con la muerte, con el dolor, con nuestros propios miedos, nos expone ante la experiencia de la Nada, del vaco, es una esttica del disgusto, del desagrado, esta solo puede existir a partir del cambio estructural en la idea del arte, de aqul que pretende dejar de ser representacin, del que se construye como verdad imposible, del que desconoce la existencia de Dios y de la prometida vida eterna, que se confronta a la animalidad del ser humano pero sin temores, sin negaciones, capaces de recuperar6

Idem

lafuerza de los antiguos rituales, los que generalmente agraden a la estructura social impuesta, pero incoherente por la sensualidad/carnalidad y que ahora tiene que confrontarse a un nuevo proyecto de realidad. Uno llega a pensar que esta insistencia en lo real deja traslucir una seria patologa de sus autores --esquizofrenia, afn de integrarse en el cosmos...?--. Ms ste estado exttico provocado por la intensificacin de los sentidos slo puede ofrecerlo la experiencia artstica. En eso estara de acuerdo cuando Vattimo expone la voluntad de poder como arte y se refiere al exceso/animalidad como caractersticas principales, tendramos que poner a todo el arteen letras doradas.

Juan Francisco Benavides Maestro en Estudios de Arte