kallistos ware- 3 cuadernillo.pmd

28
El poder del Nombr El poder del Nombr El poder del Nombr El poder del Nombr El poder del Nombr e e e La Or La Or La Or La Or La Or ación de Jesús en la ación de Jesús en la ación de Jesús en la ación de Jesús en la ación de Jesús en la Espiritualidad Ortodoxa Espiritualidad Ortodoxa Espiritualidad Ortodoxa Espiritualidad Ortodoxa Espiritualidad Ortodoxa cuaderno 3 cuaderno 3 cuaderno 3 cuaderno 3 cuaderno 3 Kallistos Ware, Obispo de Diokleia 56

Upload: phungliem

Post on 01-Feb-2017

245 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

1

El poder del NombrEl poder del NombrEl poder del NombrEl poder del NombrEl poder del NombreeeeeLa OrLa OrLa OrLa OrLa Oración de Jesús en laación de Jesús en laación de Jesús en laación de Jesús en laación de Jesús en laEspiritualidad OrtodoxaEspiritualidad OrtodoxaEspiritualidad OrtodoxaEspiritualidad OrtodoxaEspiritualidad Ortodoxa

cua

der

no

3cu

ad

ern

o 3

cua

der

no

3cu

ad

ern

o 3

cua

der

no

3Kallistos Ware,

Obispo de Diokleia

56

Page 2: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

2

© FRAMONPAZ, 2007

55

Page 3: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

3

Mi médico es Jesucristo,mi alimento es Jesucristo,y mi combustible es Jesucristo.

Monje copto contemporáneo

Oración y silencio

«Cuando oras -dijo con sabiduría un es-critor ortodoxo de Finlandia-, todo tú debespermanecer en silencio... Todo tú debes estaren silencio; deja que la oración hable.» Alcan-zar el silencio: de todas las cosas ésta es lamás dura y la más decisiva en el arte de orar.El silencio no es sólo negativo -una pausa en-tre palabras, un cese temporal del discurso-sino que, bien entendido, es altamente positi-vo: una actitud de atento estado de alerta, devigilancia, y sobre todo de escucha. El hesi-

54

para los demás», un instrumento vivo de la pazde Dios, un centro dinámico de reconciliación.

Page 4: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

4

casta, la persona que ha conseguido lahesiquía, la quietud interior o silencio, es, porexcelencia, el que escucha. Escucha la voz dela oración en su propio corazón, y comprendeque esta voz no es la suya propia sino la deOtro que habla dentro de él.

La relación entre el orar y el guardar silen-cio se hará más clara si consideramos cuatrocortas definiciones. La primera es del Diccio-nario Conciso Oxford, que describe la oracióncomo «...solemne petición a Dios... fórmula uti-lizada al orar.» La oración se vislumbra aquícomo algo expresado en palabras, y másespecíficamente como un acto de petición aDios para que otorgue algún beneficio. Esta-mos aún en el nivel de oración más externa queinterna. Pocos podemos quedar satisfechoscon tal definición.

Nuestra segunda definición, de un staretsruso del siglo pasado, es mucho menos exte-rior. En la oración, dice el Obispo Teófano elRecluso (1815-1894), «lo principal es estarante Dios con la mente en el corazón, y conti-nuar estando ante Él incesantemente día y no-che, hasta el final de la vida.» El orar, definidode esta forma, ya no es simplemente pedir co-sas, y de hecho puede existir sin el empleo depalabras. No es tanto una actividad momentá-nea como un estado continuo. Orar es estar anteDios, entrar en una relación inmediata y perso-nal con él; es saber en todos los niveles de nues-tro ser, desde el instintivo hasta el intelectual,desde el subconsciente al supraconsciente,

53

Todo esto, sin embargo, no excluye la po-sibilidad de dar también a la Oración de Jesúsuna dimensión intercesora. De vez en cuando,igual que en el uso «libre» y «formal», pode-mos sentirnos movidos a «aplicar» el Nombrea una o a más personas particulares, invocan-do a Jesús sobre ellos cuando decimos «...tenmisericordia de nosotros», o incluso incluyen-do el nombre o nombres verdaderos: «...tenmisericordia de John.» Aun si esto no es exac-tamente lo que los textos hesicastas contem-plan, es seguramente una extensión legítima yútil de la práctica de la Oración de Jesús. ElCamino del Nombre tiene una amplitud, unagenerosidad, que no está limitada dentro dereglas rígidas e invariables.

«La Oración es acción; orar es ser muyeficaz.» De ninguna oración es esto más cier-to que de la Oración de Jesús. A pesar de quese la señala con una mención especial en eloficio de la profesión monástica como una ora-ción para los monjes y las monjas, es igualmen-te una oración para los laicos, para matrimo-nios, para médicos y psiquiatras, para traba-jadores sociales y conductores de autobús. LaInvocación del Nombre, practicada correcta-mente, implica más profundamente a cada unoen su tarea designada, haciendo a cada unomás eficiente en las acciones, no aislándolode los otros sino uniéndolo a ellos, volviéndolosensible a los temores e inquietudes de unmodo que uno nunca fue antes. La Oración deJesús convierte a cada uno en una «persona

Page 5: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

5

que estamos en Dios y que Él está en noso-tros. Para afirmar y profundizar nuestras rela-ciones personales con otros seres humanos,no es necesario hacer continuamente peticio-nes o usar palabras; cuanto mejor nos cono-cemos y nos amamos unos a otros, menosnecesitamos expresar verbalmente nuestracomún actitud. Ocurre lo mismo en nuestra re-lación personal con Dios.

En estas dos primeras definiciones se in-siste sobre todo en lo que hace la persona másque en lo hecho por Dios. Pero en la relaciónde oración, es la parte divina y no la humana laque lleva la iniciativa y cuya acción es funda-mental. Esto se desprende de nuestra terceradefinición, tomada de San Gregorio el Sinaíta(+1346). En un pasaje muy elaborado, dondeacumula un epíteto sobre otro en su esfuerzopor describir la verdadera realidad de la ora-ción interior, finaliza de repente con inespera-da sencillez: «¿Por qué hablar tanto? La ora-ción es Dios, que obra todas las cosas en to-dos los hombres.» La oración es Dios -no esalgo que yo inicio sino algo que comparto; noes ante todo algo que yo hago sino algo queDios está haciendo en mí: en la frase de SanPablo, «no yo, sino Cristo en mí» (Ga 2, 20). Elcamino de la oración interior está indicadoexactamente en las palabras de San Juan elBautista sobre el Mesías: «Es preciso que Élcrezca y que yo disminuya» (Jn 3, 30). Es eneste sentido que la oración debe ser silencio-sa. «Tú debes guardar silencio; deja que la

52

de llegar a ser una llave mística hacia el mun-do, un instrumento de la ofrenda oculta de todoy de todos, poniendo el sello divino en el mun-do. Quizás se podría hablar aquí del sacerdociode todos los creyentes. En unión con nuestroSumo Sacerdote, imploramos el Espíritu: Trans-forma mi oración en un sacramento.»

«Podemos aplicar este Nombre a la gen-te...» Aquí el Dr. Gorodetzky sugiere una posi-ble respuesta a la pregunta que se plantea amenudo: ¿Se puede usar la Oración de Jesúscomo una forma de intercesión? La contesta-ción debe ser que, en sentido estricto, es dis-tinta de la oración de intercesión. Como unaexpresión de la «espera en Dios» no discursivay no icónica, no implica el recuerdo y la men-ción explícitos de nombres particulares. Sim-plemente acudimos a Jesús. Es cierto, está cla-ro que al acudir a Jesús no por ello nos aparta-mos de nuestros compañeros humanos. Todosaquellos a quienes amamos están ya abraza-dos en Su corazón, amados por Él infinitamen-te más que por nosotros, y así, al final, a travésde la Oración de Jesús, los encontramos a to-dos de nuevo en Él; invocando el Nombre, en-tramos cada vez más plenamente en el amorrebosante de Cristo hacia el mundo entero.Pero si estamos siguiendo el modelo tradicio-nal hesicasta de la Oración de Jesús, no pode-mos llevar a los otros ante Él específicamentepor el nombre, o mantenerlos deliberadamen-te en nuestra mente, cuando recitamos la Invo-cación.

Page 6: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

6

oración hable» -más precisamente, deja queDios hable. La verdadera oración interior esdejar de hablar y escuchar la voz sin palabrasde Dios dentro de nuestro corazón; es dejar dehacer cosas por nosotros mismos, y entrar enla acción de Dios. Al principio de la LiturgiaBizantina, cuando se completan los preparati-vos preliminares y todo está listo para el co-mienzo de la Eucaristía misma, el diácono seaproxima al sacerdote y dice: «Es el momentode que el Señor actúe.» Ésta es exactamentela actitud del adorador no sólo en la LiturgiaEucarística sino también en toda la oración,pública o privada.

Nuestra cuarta definición, tomada una vezmás de San Gregorio el Sinaíta, indica con másdefinición el carácter de esta acción del Señordentro de nosotros. «La oración -dice- es lamanifestación del Bautismo.» La acción delSeñor no se limita, por supuesto, solamente albautizado; Dios está presente y en acción den-tro de toda la humanidad, en virtud del hechode que cada uno es creado a Su divina ima-gen. Pero esta imagen ha sido oscurecida ynublada, aunque no totalmente borrada, pornuestra caída en el pecado. Es restaurada asu belleza y esplendor originales por medio delsacramento del Bautismo, por el cual Cristo yel Espíritu Santo vienen a morar en lo que losPadres llaman «la mayoría más íntima»; sinembargo, el Bautismo es algo recibido en lainfancia, del cual no tenemos memoria cons-ciente. Aunque el Cristo bautismal y el Paráclito

51

severancia en la Oración de Jesús el intelectoalcanza un estado de dulzura y de paz... Cuan-to más cae la lluvia sobre la tierra, más la ablan-da; de modo similar, cuanto más apelamos alSanto Nombre de Cristo, más grandes son elregocijo y el alborozo que trae a la tierra denuestro corazón... El sol saliendo sobre la tie-rra crea el amanecer; y el venerable y SantoNombre del Señor Jesús, brillando continua-mente en la mente, da paso a innumerablespensamientos resplandecientes como el sol.»

Además, lejos de cerrar los ojos a los otrosy de negar la creación de Dios cuando deci-mos la Oración de Jesús, estamos afirmandode hecho nuestro compromiso con nuestro pró-jimo y nuestro sentido del valor de cada uno yde todas las cosas en Dios. «Logra la paz in-terior -decía San Serafín de Sarov (1759-1833)-y miles a tu alrededor encontrarán su salva-ción.» Permaneciendo en la presencia de Cris-to aunque sólo sea durante unos instantes cadadía, invocando su Nombre, profundizamos ytransformamos todos los momentos que que-dan del día, volviéndonos disponibles para losotros, eficaces y creativos, de un modo que deotra forma no podríamos ser. Y si también usa-mos la Oración de manera «libre» durante todoel día, esto nos permite «poner el sello divinoen el mundo», por tomar una frase del Dr.Nadega Gorodetzky (1901-1985): «Podemosaplicar este Nombre a la gente, los libros, lasflores, a todas las cosas que encontramos,vemos o pensamos. El Nombre de Jesús pue-

Page 7: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

7

que mora nunca dejan ni por un momento deobrar dentro de nosotros, la mayoría de noso-tros -salvo en raras ocasiones- permanecemosprácticamente inconscientes de esta presen-cia y actividad interiores. La verdadera oración,por tanto, significa el redescubrimiento y «ma-nifestación» de la gracia bautismal. Orar espasar del estado donde la gracia está presen-te en nuestros corazones secreta e inconscien-temente, hasta el punto de la total percepcióninterior y conciencia cuando experimentamosy sentimos la actividad del Espíritu directa einmediatamente. En palabras de San Kallistosy San Ignacio Xanthopoulos (Siglo XIV), «La metade la vida cristiana es volver a la gracia perfectadel Santo Espíritu Dador de vida, el cual se nosotorgó al principio en el divino Bautismo.»

«En mi principio está mi fin.» El propósitode la oración se puede resumir en la frase:«Conviértete en lo que eres.» Conviértete,consciente y activamente, en lo que ya eres po-tencialmente y en secreto, en virtud de tu crea-ción según la imagen divina y tu recreación enel Bautismo. Conviértete en lo que eres: Másexactamente, vuelve dentro de ti mismo; des-cúbrele a Él que ya es tuyo, escúchale a Él quenunca cesa de hablar en tu interior; poséele aÉl que incluso ahora te posee. Tal es el men-saje de Dios para cualquiera que desea orar:«Tú no me buscarías si no fuera porque ya mehas encontrado.»

Pero, ¿cómo debemos empezar?¿Cómo, después de haber entrado en nuestra

50

ción material sino con los otros seres huma-nos: «De nuevo retomé mis viajes. Pero ahorano caminaba como antes, lleno de preocupa-ción. La Invocación del Nombre de Jesús ale-graba mi camino. Todo el mundo era amableconmigo, era como si todos me amaran... Sialguien me hace daño sólo tengo que pensar:‘¡Qué dulce es la Oración de Jesús!’ y la heriday el enfado desaparecen y lo olvido todo.»

«En verdad os digo que cuanto hicisteis auno de estos hermanos míos más pequeños, amí me lo hicisteis.» (Mt 25, 40). La Oración deJesús nos ayuda a ver a Cristo en cada uno, ya cada uno en Cristo.

La Invocación del Nombre es, de estemodo, más dichosa que penitencial, de afirma-ción del mundo más que de negación. Para al-gunos, al oír hablar de la Oración de Jesús porprimera vez, puede parecer que sentarse soloen la oscuridad con los ojos cerrados, repitien-do constantemente «...ten misericordia de mí»,es un deprimente y abatido modo de orar. Ypuede que también estén tentados de consi-derarlo como egocéntrico y escapista, introver-tido, una evasión de responsabilidad de la co-munidad humana en general. Pero esto seríaun grave malentendido. Para aquellos que hanhecho realmente suyo el Camino del Nombre,resulta no ser sombrío ni opresivo sino una fuen-te de liberación y sanación. La calidez y ale-gría de la Oración de Jesús es particularmenteevidente en los escritos de San Hesiquio elSinaíta (Siglos VIII-IX): «Por medio de la per-

Page 8: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

8

habitación y cerrado la puerta, debemos em-pezar a orar, no sólo repitiendo palabras saca-das de libros, sino ofreciendo la oración inte-rior, la oración viva de silencio creativo? ¿Cómopodemos aprender a dejar de hablar y comen-zar a escuchar? En lugar de hablar a Dios sim-plemente, ¿cómo podemos hacer nuestra laoración en la que Dios nos habla? ¿Cómo po-dremos pasar de la oración expresada en pa-labras a la oración de silencio, de la oración«intensa» a la oración «que obra por sí mis-ma» (para usar la terminología del ObispoTeófano), de «mi» oración a la oración de Cris-to en mí?

Un camino para embarcarse en este viajehacia el interior es a través de la Invocación delNombre, «Señor Jesús...»

No es, por supuesto, el único camino. Nopuede existir una auténtica relación entre laspersonas sin la libertad mutua y la espontanei-dad, y esto es cierto, en particular, en la ora-ción interior. No hay reglas fijas e invariables,impuestas necesariamente sobre todos aque-llos que buscan orar; y de la misma forma nohay técnica mecánica, sea física o mental, quepueda obligar a Dios a manifestar Su presen-cia. Su gracia se otorga siempre como un dongratuito y no se puede conseguirautomáticamente por ningún método o técni-ca. El encuentro entre Dios y la persona en elreino del corazón se marca, por lo tanto, poruna variedad inagotable de pautas. Hay maes-tros espirituales en la Iglesia Ortodoxa que di-

49

medio de este sol estaba él mismo, converti-do en nada más que en ojo.»

Tal es la visión de gloria a la que pode-mos aproximarnos a través de la Invocación delNombre.

La Oración de Jesús hace que el resplan-dor de la Transfiguración penetre en cada rin-cón de nuestra vida. La repetición constantetiene dos efectos sobre el anónimo autor de ElPeregrino Ruso. Primero transforma su rela-ción con la creación material que hay a su alre-dedor, haciendo transparentes todas las cosas,convirtiéndolas en un sacramento de la presen-cia de Dios. Él escribe: «Cuando oraba con elcorazón, todo a mi alrededor parecía encanta-dor y maravilloso. Los árboles, la hierba, lospájaros, la tierra, el aire, la luz parecían estardiciéndome que existían por el bien del hom-bre, que eran testigos del amor de Dios por elhombre, que todo probaba el amor de Dios porel hombre, que todas las cosas oraban a Diosy cantaban su alabanza. De esta manera fuecomo llegué a entender lo que la Philokalia lla-ma ‘el conocimiento del lenguaje de todas lascriaturas’... Sentía un amor ardiente por Jesúsy por todas las criaturas de Dios.»

En palabras del Padre Bulgakov, «Brillan-do a través del corazón, la luz del Nombre deJesús ilumina todo el universo.»

En segundo lugar, la Oración transformala relación del Peregrino no sólo con la crea-

Page 9: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

9

cen poco o nada acerca de la Oración de Je-sús. Pero, incluso si no goza del monopolioexclusivo en el campo de la oración interior, laOración de Jesús ha llegado a ser, para innu-merables cristianos orientales durante siglos,el camino habitual, la autopista real. Y no sólopara los cristianos orientales: en el encuentroentre la Ortodoxia y Occidente que ha tenidolugar durante los últimos setenta años, proba-blemente ningún elemento en el patrimonio or-todoxo ha despertado un interés tan intensocomo la Oración de Jesús, y ningún libro haejercido una atracción mayor que El Peregri-no Ruso. Esta enigmática obra, prácticamen-te desconocida en la Rusia pre-revolucionaria,ha tenido un éxito asombroso en el mundo noortodoxo y desde los años 20 ha sido publica-da en un gran número de lenguas. Los lectoresde J.D. Salinger recordarán el impacto del «pe-queño libro verde-guisante encuadernado entela» sobre Franny.

¿Dónde -nos preguntamos- reside elatractivo peculiar y la eficacia de la Oración deJesús? Quizás en cuatro cosas sobre todo:primero, en su simplicidad y flexibilidad; segun-do, en su perfección; tercero, en el poder delNombre; y cuarto, en la disciplina espiritual dela repetición persistente. Vamos a tratar estospuntos por orden.

48

entramos en el movimiento de amor que circu-la incesantemente entre el Padre, el Hijo y elEspíritu Santo. De este amor San Isaac el Sirioha escrito con gran belleza: «El amor es el rei-no del que el Señor nos hablaba simbólicamen-te cuando prometió a sus discípulos que co-merían en su reino: ‘Comeréis y beberéis en lamesa de mi reino.’ ¿Qué deberían comer sinoamor?... Cuando hemos alcanzado el amor,hemos alcanzado a Dios y nuestro camino seacaba: hemos pasado a la isla que se encuen-tra más allá del mundo, donde está el Padrecon el Hijo y el Espíritu Santo: a quien seandados la gloria y el dominio.»

En la tradición hesicasta, el misterio detheosis ha tomado muy a menudo la forma ex-terna de una visión de luz. Esta luz, que los san-tos contemplan en la oración, no es una luz sim-bólica del intelecto ni una luz física y creada delos sentidos. Es nada menos que la divina eincreada Luz del Todopoderoso, que se pro-yectó desde Cristo en su Transfiguración en elMonte Tabor y que iluminará el mundo enteroen su segunda venida en el Último Día. Aquítenemos un pasaje característico sobre la Di-vina Luz tomado de San Gregorio Palamas.Describe la visión del Apóstol cuando fue arre-batado hasta el tercer cielo (2 Co, 12, 2-4):«Pablo vio una luz sin límites abajo o por enci-ma o a los lados; no vio límite alguno a la luzque se le apareció y que brillaba a su alrede-dor, sino que era como un sol infinitamente másbrillante y más grande que el universo; y en

Page 10: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

10

Simplicidad y flexibilidadLa Invocación del Nombre es una oración

de suma sencillez, accesible a todo cristiano,pero conduce al mismo tiempo a los misteriosmás profundos de la contemplación. Cualquie-ra que se proponga decir la Oración de Jesúsdurante largos períodos de tiempo cada día -y,más aún, cualquiera que tenga la intención deusar el control de la respiración y otros ejerci-cios físicos junto con la Oración- indudablemen-te necesita a un starets, a un guía espiritual ex-perimentado. Estos guías son muy escasos ennuestros días. Pero aquellos que no tienen con-tacto personal con un starets pueden aún prac-ticar la Oración sin ningún temor, con tal de quelo hagan sólo durante períodos limitados -alprincipio, no más de diez a quince minutos deuna vez- y siempre que no intenten interferir conlos ritmos naturales del cuerpo.

No se requiere ningún conocimiento espe-cializado o entrenamiento antes de comenzarla Oración de Jesús. Basta decir al principian-te: «Simplemente empieza. Para andar, es pre-ciso dar un primer paso; para nadar se debeuno echar al agua. Es lo mismo con la Invoca-ción del Nombre. Empieza a pronunciarlo conadoración y amor. Aférrate a él. Repítelo. Nopienses que estás invocando el Nombre; pien-sa sólo en Jesús. Di su Nombre lentamente,suavemente y tranquilamente.» («Un monje dela Iglesia Oriental» [Lev Gillet])

47

El fin del viajeLa meta de la Oración de Jesús, como la

de toda oración cristiana, es que nuestra ora-ción se identifique cada vez más con la ora-ción ofrecida por Jesús el Sumo Sacerdotedentro de nosotros, que nuestra vida llegue aser una con su vida, nuestra respiración con elDivino Aliento que sostiene el universo. El ob-jetivo final puede ser descrito acertadamentepor el término patrístico theosis, «deificación»o «divinización.» En palabras del ArcipresteSergei Bulgakov, «El Nombre de Jesús, pre-sente en el corazón humano, le confiere el po-der de deificación.» «El Logos se hizo hom-bre -dice san Athanasius- para que nosotrospudiéramos hacernos Dios.» Él, que es Diospor naturaleza, tomó nuestra humanidad, paraque nosotros humanos pudiéramos compartirpor la gracia su divinidad, llegando a ser «par-tícipes de la naturaleza divina» (2 P 1, 4). LaOración de Jesús, dirigida al Logos Encarna-do, es un medio de realizar en nosotros mis-mos este misterio de theosis, por el cual laspersonas humanas consiguen la verdaderasemejanza con Dios.

La Oración de Jesús, uniéndonos a Cris-to, nos ayuda a participar de la recíprocainhabitación o perichoresis de las tres Perso-nas de la Santísima Trinidad. Cuanto más for-ma parte de nosotros mismos la Oración, más

Page 11: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

11

La forma externa de la oración se apren-de fácilmente. Básicamente consiste en laspalabras «Señor Jesucristo, Hijo de Dios, tenmisericordia de mí.» No hay, sin embargo, unaestricta uniformidad. Podemos decir «...tenmisericordia de nosotros» en vez de «de mí.»La fórmula verbal puede abreviarse: «SeñorJesucristo, ten misericordia de mí», o incluso«Jesús» solamente, aunque ésta última esmenos común. Alternativamente, la forma delas palabras puede aumentarse añadiendo«pecador» al final, subrayando de esta mane-ra el aspecto penitencial. Podemos decir, re-cordando la confesión de Pedro en el caminoa Cesarea de Filipo, «...Hijo del Dios vivo...» Aveces se inserta una invocación de la Madrede Dios o los santos. El único elemento esen-cial e invariable es la inclusión del divino Nom-bre «Jesús». Cada uno es libre de descubrir através de la experiencia personal la forma par-ticular de palabras que responde más íntima-mente a sus necesidades. La fórmula precisaempleada puede por supuesto variar de vezen cuando, siempre que no se haga demasia-do a menudo: ya que, como advierte SanGregorio del Sinaí, «Los árboles que son re-petidamente trasplantados no echan raíces.»

Existe una flexibilidad similar por lo querespecta a las circunstancias externas en lascuales se recita la Oración. Pueden distinguir-se dos maneras de uso de la Oración, la «li-bre» y la «formal». Se entiende por uso «libre»la recitación de la Oración cuando estamos

46

propios recursos interiores, sino como miem-bros de la comunidad de la Iglesia. Escritorescomo San Barsanuphius, San Gregorio elSinaíta o el Obispo Teófano daban por senta-do que aquellos a quienes ellos recomenda-ban la Oración de Jesús eran cristianos bauti-zados, que participaban con regularidad en lavida sacramental de la Iglesia por medio de laConfesión y la Santa Comunión. Ni por un mo-mento se imaginaron la Invocación del Nom-bre como un sustituto de los sacramentos, sinoque suponían que cualquiera que la usara se-ría un miembro practicante y comulgante de laIglesia.

Todavía hoy, en esta época actual de cu-riosidad inquieta y desintegración eclesiástica,de hecho hay muchos que usan la Oración deJesús sin pertenecer a ninguna Iglesia, posi-blemente sin tener una fe clara ni en el SeñorJesús ni en nada más. ¿Debemos condenar-los? ¿Debemos prohibirles el uso de la Ora-ción? Seguramente no, siempre que estén bus-cando sinceramente la Fuente de la Vida. Je-sús no condenó a nadie excepto a los hipócri-tas. Pero, con toda humildad y muy conscien-tes de nuestra propia infidelidad, estamos obli-gados a considerar la situación de tales per-sonas como anómala, y de advertirles de estehecho.

Page 12: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

12

ocupados en nuestras actividades habitualesa lo largo del día. Puede decirse, una o másveces, en los momentos aislados que, de otramanera, estarían espiritualmente desaprove-chados: cuando se está ocupado con algunatarea familiar y semiautomática como el vestir-se, lavar los platos, zurcir calcetines, o remo-ver la tierra en el jardín; cuando paseamos oconducimos, cuando esperamos en la cola delautobús o en un atasco de tráfico; en un mo-mento de tranquilidad antes de alguna entre-vista desagradable o difícil; cuando no pode-mos dormir, o antes de haber recobrado la cons-ciencia plena al despertar. Parte del valor dis-tintivo de la Oración de Jesús reside precisa-mente en el hecho de que, debido a su radicalsencillez, puede rezarse en condiciones de dis-tracción cuando son imposibles otras formasde oración más complejas. Es especialmenteútil en momentos de tensión y de gran ansie-dad.

Este uso «libre» de la Oración de Jesúsnos capacita para llenar el hueco entre nues-tros «momentos de oración» explícitos -ya seaen los oficios de la iglesia o en nuestra propiahabitación- y las actividades normales diarias.«Orad sin cesar», insiste San Pablo (1 Ts 5,17): pero, ¿cómo es esto posible ya que tene-mos muchas otras cosas que hacer también?El Obispo Teófano indica el método en su máxi-ma: «Las manos en el trabajo, la mente y elcorazón con Dios.» La Oración de Jesús, quellega a ser casi habitual e inconsciente por la

45

«yoga cristiano», un tipo de «meditación tras-cendental», o un «mantra cristiano», aunquealguien haya tratado incluso de interpretarlo deesta manera. Es, por el contrario, una invoca-ción dirigida específicamente a otra persona–a Dios hecho hombre, Jesucristo, nuestroSalvador y Redentor personal. La Oración deJesús, por lo tanto, es mucho más que una téc-nica o método aislado. Existe dentro de un cier-to contexto, y si separa de ese contexto pierdesu verdadero significado.

El contexto de la Oración de Jesús es, pri-mero de todo, un contexto de fe. La Invocacióndel Nombre presupone que el que dice la Ora-ción cree en Jesucristo como Hijo de Dios ySalvador. Detrás de la repetición de un grupode palabras debe existir una fe viva en el Se-ñor Jesús –en quién es Él y en lo que ha hechopor mí personalmente. Quizás la fe en muchosde nosotros es muy indecisa y vacilante; qui-zás coexiste con la duda; quizás nos encontra-mos a menudo obligados a gritar acompaña-dos del padre del niño endemoniado: «¡Creo,ayuda a mi poca fe!» (Mc 9, 24). Pero al me-nos debería haber algún deseo de creer; almenos debería haber, en medio de toda la in-certidumbre, una pizca de amor por el Jesús aquien hasta ahora conocemos tan imperfecta-mente.

En segundo lugar, el contexto de la Ora-ción de Jesús es un contexto de comunidad.No invocamos al Nombre como individuos se-parados, confiando exclusivamente en nuestros

Page 13: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

13

repetición frecuente, nos ayuda a estar en lapresencia de Dios dondequiera que estemos-no sólo en el santuario o en soledad, sino enla cocina, en la fábrica, en la oficina. Así noshacemos como el Hermano Lorenzo, que «es-taba más unido a Dios durante sus activida-des ordinarias que durante los ejercicios reli-giosos.» «Es un gran engaño -señala- imagi-nar que el tiempo de oración debería ser dife-rente de cualquier otro, porque estamos igual-mente destinados a estar unidos a Dios por eltrabajo en el tiempo del trabajo que por la ora-ción en el tiempo de oración.»

La «libre» recitación de la Oración de Je-sús se complementa y fortalece por el uso «for-mal». En este segundo caso concentramostoda nuestra atención en decir la Oración, ex-cluyendo toda actividad externa. La Invocaciónforma parte del «tiempo de oración» específi-co que reservamos para Dios cada día. Nor-malmente, junto con la Oración de Jesús, tam-bién usaremos en nuestro tiempo «fijo» otrasformas de oración tomadas de los libroslitúrgicos, junto con lecturas de los Salmos yde la Escritura, intercesión, etc. Algunos pue-den sentirse llamados a una concentración casiexclusiva en la Oración de Jesús, pero esto nole sucede a la mayoría. De hecho, muchos pre-fieren simplemente emplear la Oración en elmodo «libre» sin usarla «formalmente» en sutiempo «fijo» de oración; y no hay nada pre-ocupante o incorrecto en ello. Ciertamente eluso «libre» puede existir sin el «formal».

44

cluirse-, ¿qué parte se ha apropiado de la otra?Hay aquí un campo fascinante para la investi-gación, aunque la evidencia es quizás dema-siado fragmentaria para permitir una conclusióndefinitiva. Sin embargo, no debería olvidarseun punto. Además de las semejanzas, hay tam-bién diferencias. Todos los cuadros tienen mar-cos, y todos los marcos tienen ciertas caracte-rísticas comunes; sin embargo los cuadros den-tro de los marcos pueden ser completamentediferentes. Lo que importa es el cuadro, no elmarco. En el caso de la Oración de Jesús, lastécnicas físicas son como el marco, mientrasque la invocación mental de Cristo es el cua-dro dentro del marco. El «marco» de la Ora-ción de Jesús se parece ciertamente a varios«marcos» no cristianos, pero no debería ha-cernos insensibles a la singularidad del cua-dro que hay dentro, al contenidoinconfundiblemente cristiano de la Oración. Elpunto esencial de la Oración de Jesús no es elhecho de la repetición en sí mismo, no es cómonos sentamos o como respiramos, sino a quiénhablamos; y en este caso las palabras estándirigidas de modo inequívoco al Salvador En-carnado Jesucristo, Hijo e Dios e Hijo de Ma-ría.

La existencia de una técnica física en co-nexión con la Oración de Jesús no debería ce-garnos respecto al verdadero carácter de laOración. La Oración de Jesús no es sólo unmecanismo para ayudarnos a concentrarnos oa relajarnos. No es simplemente una parte de

Page 14: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

14

En el uso «formal», como en el «libre», nohay reglas rígidas, sino variedad y flexibilidad.No es esencial ninguna postura particular. Enla práctica ortodoxa la Oración se recita nor-malmente estando sentado, pero se puededecir también de pie o de rodillas -e incluso,en casos de debilidad corporal y agotamientofísico, estando acostado. Se recita normalmen-te en una oscuridad más o menos completa ocon los ojos cerrados, no con los ojos abiertosante un icono iluminado con velas o una lám-para votiva. El starets Silvano del Monte Atos(1866-1938), cuando decía la Oración, solíaguardar su reloj en un armario para no oír sutictac, y después bajaba su gruesa capuchamonástica de lana sobre sus ojos y oídos.

La oscuridad, sin embargo, ¡puede tenerun efecto soporífero! Si nos sentimossomnolientos cuando nos sentamos o arrodi-llamos al recitar la Oración, deberíamos per-manecer de pie por un tiempo, hacer la Señalde la Cruz al final de cada Oración, y despuésinclinarnos desde la cintura en una profundareverencia, tocando el suelo con los dedos dela mano derecha. Incluso podemos prostrarnoscada vez, tocando el suelo con la frente. Al re-citar la Oración sentados, deberíamos asegu-rarnos de que la silla no es demasiado cómo-da o lujosa; de ser posible no debería tener bra-zos. En los monasterios ortodoxos se usa nor-malmente un taburete bajo, sin respaldo. LaOración también puede recitarse de pie con losbrazos extendidos en forma de una cruz.

43

dio de estas ayudas podemos llegar fácilmen-te a un cierto grado de atención.»

Por lo que respecta a la velocidad de larecitación, el Obispo Ignatii sugiere: «Paradecir la Oración de Jesús unas cien veces conatención y sin prisa, se necesita una mediahora, pero algunos ascetas requieren inclusomás tiempo. No digáis las oraciones rápida-mente, una inmediatamente después de otra.Haced una corta pausa después de cada ora-ción, y así ayudaréis a la mente a concentrar-se. Decir la Oración sin pausas distrae la men-te. Respirad con cuidado, suave y lentamen-te.»

Los principiantes en el uso de la Oraciónpreferirán, probablemente, un ritmo algo másrápido que el que se propone aquí –quizás vein-te minutos para cien oraciones. En la tradicióngriega hay maestros que recomendaban un rit-mo mucho más enérgico; así ellos sostienenque la misma rapidez de la Invocación ayuda amantener la mente atenta.

Existen paralelos llamativos entre las téc-nicas físicas recomendadas por los hesicastasbizantinos y las empleadas en el yoga hindú yen el sufismo. ¿Hasta qué punto las semejan-zas son el resultado de una mera coinciden-cia, de un desarrollo independiente aunqueanálogo en dos tradiciones distintas? Si hayuna relación directa entre el Hesicasmo y elSufismo –y algunos de los paralelismos son tancercanos que la mera coincidencia parece ex-

Page 15: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

15

Una cuerda para rezar o rosario(komvoschoinion, tchotki), con cien nudos ge-neralmente, se usa a menudo conjuntamentecon la Oración, no para contar el número deveces que se repite principalmente, sino másbien como una ayuda para la concentración yel establecimiento de un ritmo regular. Es unhecho muy experimentado que, si hacemosalgún uso de las manos cuando oramos, estoayudará a calmar nuestro cuerpo y a recoger-nos en el acto de la oración. Pero una medi-ción cuantitativa, ya sea con una cuerda de ora-ción o de otras maneras, no se aconseja engeneral. Es cierto que, en la primera parte deEl Peregrino Ruso, se hace mucho hincapiépor parte del starets en el número preciso deveces que se debe decir la Oración diariamen-te: 3.000 veces, aumentando hasta 6.000, ydespués hasta 12.000. Al peregrino se le or-dena decirla un número exacto de veces, nimás ni menos. Tal atención a la cantidad esdel todo inusual. Posiblemente la cuestión aquíno es la cantidad total sino la actitud interiordel Peregrino: el starets desea probar su obe-diencia y disponibilidad para llevar a cabo unatarea encomendada sin desviación. Más típi-co, sin embargo, es el consejo del Obispo Teó-fano: «No os preocupéis sobre el número deveces que decís la Oración. Sea ésta vuestraúnica preocupación, que brote en vuestro co-razón con poder creciente como una fuente deagua viva. Expulsad por completo de vuestramente toda idea de cantidad.»

42

Las técnicas físicas no son, en ningún caso,nada más que un complemento, una ayuda quese demuestra útil para algunos pero que no esobligatorio para todos en modo alguno. La Ora-ción de Jesús puede practicarse en su totali-dad sin ningún método físico. San GregorioPalamas (1296-1359), al considerar el uso delas técnicas físicas como teológicamentedefendibles, trataba tales métodos como algosecundario y apropiado principalmente paraprincipiantes. Para él, como para todos losmaestros Hesicastas, lo esencial no es el con-trol externo de la respiración sino la Invocacióninterior y secreta del Señor Jesús.

Los escritores ortodoxos de los últimos150 años han puesto poco énfasis en las técni-cas físicas. Es característico el consejo dadopor el Obispo Ignatii Brianchaninov (1807-1867): Recomendamos a nuestros amadoshermanos que no intenten establecer esta téc-nica en ellos, si ella no se muestra por propiainiciativa. Muchos, deseando aprenderla porexperiencia, han dañado sus pulmones y no hanobtenido nada. La esencia de la cuestión radi-ca en la unión de la mente con el corazón du-rante la oración, y esto se consigue por la gra-cia de Dios a su debido tiempo, determinadopor Dios. La técnica de la respiración es susti-tuida completamente por la enunciación pau-sada de la Oración, por un corto descanso opausa al final, cada vez que se dice, por la res-piración suave y tranquila, y por el encierro dela mente en las palabras de la Oración. Por me-

Page 16: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

16

La Oración se recita a veces en grupos,pero más comúnmente en soledad; las pala-bras pueden decirse en voz alta o silenciosa-mente. En la costumbre ortodoxa, cuando serecita en voz alta es hablada más que cantada.No debería haber nada forzado o estudiado enla recitación. Las palabras no deberían pronun-ciarse con énfasis excesivo o violencia interior,sino que se debería permitir a la Oración esta-blecer su propio ritmo y acentuación, para que,a su tiempo, llegue a «cantar» dentro de noso-tros en virtud de su intrínseca melodía. El staretsParfenii de Kiev comparaba el movimiento flui-do de la Oración con el suave murmullo de unriachuelo.

De todo esto se puede ver que la Invoca-ción del Nombre es una oración para cualquiermomento. Puede ser usada por todo el mun-do, en cualquier lugar y tiempo. Es adecuadapara el «principiante» tanto como para el másexperimentado; se puede ofrecer en compa-ñía con otros o en soledad; es igualmente apro-piada en el desierto y en la ciudad, en entornosde recogida tranquilidad o en medio del mayorruido y agitación. Nunca está fuera de lugar.

PerfecciónTeológicamente, como lo afirma con razón

el Peregrino Ruso, la Oración de Jesús «con-tiene en sí toda la verdad del Evangelio»; es un«resumen de los Evangelios.» En una breve fra-se expresa los dos principales misterios de la

41

crito por miedo a que pudieran sermalentendidas; los detalles del proceso son tandelicados que es indispensable la orientaciónpersonal de un maestro experimentado. El prin-cipiante que, en ausencia de tal orientación,intenta buscar el centro cardiaco, está en peli-gro de dirigir su pensamiento sin darse cuentahacia el área que está inmediatamente deba-jo del corazón –hacia el abdomen, es decir, lasentrañas. El efecto sobre la oración es desas-troso, porque esta región más baja es la fuen-te de los pensamientos y las sensaciones car-nales que contaminan la mente y el corazón.

Por razones obvias se hace necesaria lamáxima discreción cuando interferimos en lasactividades corporales instintivas tales comola respiración o el latido del corazón. El malmanejo de la técnica física puede dañar la sa-lud de uno y alterar su equilibrio mental; de aquíla importancia de un maestro de fiar. Si no estádisponible tal starets, es mejor para el princi-piante ceñirse simplemente a la recitación es-pecífica de la Oración de Jesús, sin preocu-parse en absoluto por el ritmo de su respira-ción o por los latidos del corazón. Más a me-nudo que no, encontrará que, sin ningún esfuer-zo consciente por su parte, las palabras de laInvocación se adaptan ellas mismas espontá-neamente al movimiento de su respiración. Side hecho esto no ocurre, no hay razón paraalarmarse; que continúe tranquilamente con eltrabajo de la invocación mental.

Page 17: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

17

fe cristiana, la Encarnación y la Trinidad. Ha-bla, primero, de las dos naturalezas de Cristoel Dios-hombre (Theanthropos): de su huma-nidad, ya que es invocado por el nombre hu-mano, «Jesús», que le dio su Madre Maríadespués de su nacimiento en Belén; de su di-vinidad eterna, ya que se le llama también «Se-ñor» e «Hijo de Dios.» En segundo lugar, laOración habla indirectamente, aunque no ex-plícitamente, de las Tres Personas de la Trini-dad. A la vez que se dirige a la segunda Per-sona, Jesús, señala también al Padre, ya queJesús es llamado «Hijo de Dios»; y el EspírituSanto está igualmente presente en la Oración,ya que «nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!»sino por influjo del Espíritu Santo» (1 Co 12,3). Así la Oración de Jesús es a la vezcristocéntrica y trinitaria.

Desde el punto de vista de la devoción,no es menos amplia. Abarca los dos «momen-tos» principales del culto cristiano: el «momen-to» de la adoración, de admirar la gloria de Diosy de llegar a él en el amor; y el «momento» dela penitencia, el sentido de la indignidad y delpecado. Hay un movimiento circular dentro dela Oración, una secuencia de elevación y re-torno. En la primera mitad de la Oración noselevamos hacia Dios: «Señor Jesucristo, Hijode Dios...»; y después, en la segunda parte,volvemos a nosotros mismos arrepentidos:«...de mí, pecador.» «Aquellos que han sabo-reado el don del Espíritu -se afirma en lasHomilías de Macario- son conscientes de dos

40

talle, la técnica física tiene tres aspectos prin-cipales:

i) Postura externa. San Gregorio elSinaíta aconseja sentarse sobre un taburetebajo, de unas nueve pulgadas de alto; la cabe-za y los hombros deberían estar inclinados, ylos ojos fijos en el lugar del corazón. Reconoceque esto resultará extremadamente incómododespués de un rato. Algunos escritores reco-miendan una postura todavía más rigurosa, conla cabeza entre las rodillas, siguiendo el ejem-plo de Elías en el Monte Carmelo.

ii) Control de la respiración. La respi-ración debe hacerse más lenta y al mismo tiem-po coordinada con el ritmo de la Oración. A me-nudo se dice la primera parte, «Señor Jesu-cristo, Hijo de Dios», mientras se inspira, y lasegunda parte, «ten misericordia de mí, peca-dor, mientras se espira. Son posibles tambiénotros métodos. La recitación de la Oración sepuede también sincronizar con la respiracióndel corazón.

iii) Exploración interior. Igual que seenseña al aspirante en el yoga a concentrar supensamiento en partes específicas de su cuer-po, así el Hesicasta concentra su pensamientoen el centro cardiaco. Mientras respira a tra-vés de la nariz y lleva su respiración hacia lospulmones, hace que su intelecto «descienda»con la respiración y «busca» interiormente ellugar del corazón. Las instrucciones exactasacerca de este ejercicio no se ponen por es-

Page 18: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

18

cosas simultáneamente: por un lado, de la ale-gría y del consuelo; por el otro, del temblor y deltemor y el lamento.» Tal es la dialéctica internade la Oración de Jesús.

Estos dos «momentos» -la visión de la glo-ria divina y la consciencia del pecado humano-se unen y reconcilian en un tercer «momento»cuando pronunciamos la palabra «misericor-dia». «Misericordia» indica la superación delabismo entre la rectitud de Dios y la creacióncaída. El que dice a Dios, «ten misericordia»,lamenta su propio desamparo pero expresa almismo tiempo un grito de esperanza. Habla nosólo del pecado sino también de su superación.Afirma que Dios en su gloria nos acepta aun-que seamos pecadores, pidiéndonos a cam-bio que aceptemos el hecho de que somosaceptados. Así la Oración de Jesús contieneno sólo una llamada al arrepentimiento sinotambién una garantía de perdón y restauración.El corazón de la Oración -el nombre mismo«Jesús»- conlleva precisamente el sentido desalvación: «A quien pondrás por nombre Jesús,porque él salvará a su pueblo de sus pecados»(Mt 1, 21). Aunque haya pesar por el pecadoen la Oración de Jesús, no es un pesar sin es-peranza sino una «pena creadora de alegría»,en la frase de San Juan Clímaco (+ c. 649).

Así están entre las riquezas, tantoteológicas como devocionales, presentes en laOración de Jesús; presentes, además, no sóloen lo abstracto sino de una forma vivificante ydinámica. El especial valor de la Oración de

39

jugar en la vida espiritual y está dotado de ener-gías que pueden ser utilizadas para el trabajode la oración

Si esto es cierto para la oración en gene-ral, es cierto en un sentido más específico parala Oración de Jesús, ya que ésta es una invo-cación dirigida precisamente a Dios Encarna-do, a la Palabra hecha carne. Cristo, en suEncarnación, tomó no sólo una mente humanasino un cuerpo humano, y así ha hecho de lacarne una inagotable fuente de santificación.¿Cómo puede esta carne, que el Dios-hom-bre ha hecho portadora del Espíritu, participaren la Invocación del Nombre y en la oración delintelecto en el corazón?

Para ayudar a tal participación, y como unapoyo a la concentración, los Hesicastas de-sarrollaron una «técnica física». Se dieron cuen-ta de que cada actividad física tiene repercu-siones sobre el nivel físico y corporal; depen-diendo de nuestro estado interior tenemos ca-lor o frío, respiramos más deprisa o más des-pacio, el ritmo de los latidos de nuestro cora-zón se acelera o decelera, y así sucesivamen-te. A la inversa, cada alteración en nuestra con-dición física reacciona negativa o positivamen-te sobre nuestra actividad física. Entonces, sipodemos controlar y regular algunos de nues-tros procesos físicos, esto puede ser usadopara fortalecer nuestra concentración interioren la oración. Tal es el principio básico quesubyace tras el «método» Hesicasta. En de-

Page 19: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

19

Jesús reside en el hecho de que hace que es-tas verdades cobren vida, de modo que seanaprehendidas no sólo externa y teóricamentesino con toda la plenitud de nuestro ser. Paracomprender por qué la Oración de Jesús po-see tal eficacia, debemos centrarnos en dosaspectos más: el poder del Nombre y la disci-plina de la repetición.

El poder del Nombre«El Nombre del Hijo de Dios es grande e

ilimitado, y sostiene el universo entero.» Tam-bién se afirma en El Pastor de Hermas, no po-dremos apreciar el papel de la Oración de Je-sús en la espiritualidad ortodoxa a menos queexperimentemos el sentido del poder y virtuddel divino Nombre. Si la Oración de Jesús esmás creativa que otras invocaciones, esto esporque contiene el Nombre de Dios.

En el Antiguo Testamento, como en otrasantiguas culturas, existe una estrecha relaciónentre el alma de alguien y su nombre. La per-sonalidad de uno, con sus peculiaridades y suenergía, está presente de alguna manera ensu nombre. Conocer el nombre de una perso-na es adquirir una percepción de su naturale-za, y por tanto una relación con ella -incluso,quizás, un cierto control sobre ella. Esto es porlo que el misterioso mensajero que lucha conJacob en el vado de Yabboq rehusa revelar sunombre (Gn 32, 29). La misma actitud se refle-ja en la respuesta del ángel a Manóaj: «¿Por

38

una generación: aunque frenados por esta ad-vertencia, no deberíamos desanimarnos exce-sivamente. Ante todo el camino hacia el reinointerior permanece abierto, y todos sin excep-ción podemos recorrerlo de alguna manera. Enel tiempo actual, pocos experimentan con al-guna amplitud los misterios más profundos delcorazón, pero muchos reciben de una formamás humilde e intermitente verdaderos deste-llos de lo que significa la oración espiritual.

Ejercicios de respiraciónEs el momento de considerar un tema po-

lémico, en el que la enseñanza de losHesicastas Bizantinos a menudo se interpretamal -el papel del cuerpo en la oración.

Se ha dicho que el corazón es el órganoprincipal de nuestro ser, el punto de convergen-cia entre mente y materia, el centro de nuestraconstitución física y de nuestra estructura físicay espiritual. Ya que el corazón tiene este dobleaspecto, a la vez visible e invisible, la oracióndel corazón es oración del cuerpo además deoración del alma: sólo si incluye el cuerpo pue-de ser realmente oración de la persona entera.Un ser humano, según la visión bíblica, es unatotalidad psicosomática –no un alma prisione-ra en un cuerpo y buscando escapar, sino unaunidad integral de los dos. El cuerpo no es sóloun obstáculo a superar, un trozo de materia aignorar, sino que tiene una parte positiva que

Page 20: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

20

qué me preguntas el nombre? Es misterioso.»(Jc 13, 18). Un cambio de nombre indica uncambio decisivo en la vida de una persona,como cuando Abram se convierte en Abraham(Gn 17, 5), o Jacob se convierte en Israel (Gn32, 28). De la misma forma, Saulo después desu conversión se convierte en Pablo (Hch 13,9); y a un monje, cuando profesa, se le da unnuevo nombre, normalmente no de su propiaelección, para indicar el cambio radical que ex-perimenta.

En la tradición hebrea, hacer algo en elnombre de otro, o invocar y apelar al nombrede otro, son actos de peso y potencia. Invocarel nombre de una persona es hacer efectiva-mente a esa persona presente. «Se da vida aun nombre al mencionarlo. El nombre llama in-mediatamente al alma que designa; por lo tan-to se da tal profundo significado con la solamención de un nombre.»

Todo lo que es cierto de los nombres hu-manos es verdad en un grado incomparable-mente mayor para el divino Nombre. El poder yla gloria de Dios están presentes y activos enSu Nombre. El Nombre de Dios es numenpraesens, Dios con nosotros, Emmanuel. Invo-car el Nombre de Dios deliberadamente y conatención es ponerse uno mismo en Su presen-cia, abrirse uno mismo a Su energía, ofrecerseuno mismo como instrumento y sacrificio vivoen Sus manos. Tan profundo era el sentido dela majestad del divino Nombre en los últimostiempos del judaísmo que el tetragrammaton

37

del corazón. Aquí, por ejemplo, está el consejodado por un notable padre espiritual del MonteAtos, Geron Joseph de Nueva Escitia (+ 1959):«El trabajo de la oración interior consiste enobligarte a ti mismo a decir la oración con tuboca continuamente, sin cesar... Presta aten-ción únicamente a las palabras ‘Señor Jesu-cristo, ten misericordia de mí’... Di sólo la Ora-ción en voz alta, sin interrupción... Todo tu es-fuerzo debe centrarse en la lengua, hasta quecomiences a acostumbrarte a la Oración.»

La trascendencia dada aquí al poder dela palabra hablada es realmente llamativa.Como nos dice San Juan Clímaco: «Lucha porelevarte, o mejor, por encerrar tu pensamientodentro de las palabras de tu oración.» Pero,por supuesto, nunca pensamos exclusivamen-te en las palabras por sí solas: siempre somosconscientes también de la persona de Jesús aquien nuestras palabras invocan.

La oración del corazón, cuando y si seconcede, llega como el regalo gratuito de Dios,que él otorga cuando desea. No es el efectoinevitable de alguna técnica. San Isaac el Sirio(Siglo VII) subraya la rareza extrema del rega-lo cuando dice que «apenas uno entre diez mil»se considera merecedor del regalo de la ora-ción pura, y añade: «En cuanto al misterio quehabita más allá de la oración, apenas se en-cuentra una sola persona en cada generaciónque se haya acercado a este conocimiento dela gracia de Dios.» Uno entre diez mil, uno en

Page 21: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

21

no se decía en voz alta en el culto de la sinago-ga: el Nombre del Altísimo se consideraba de-masiado abrumador para ser pronunciado.

La comprensión hebraica del Nombrepasa del Antiguo Testamento al Nuevo. Losdemonios eran arrojados y los hombres cura-dos en el Nombre de Jesús, ya que el Nombrees poder. Una vez que esta potencia del Nom-bre es debidamente apreciada, muchos pasa-jes familiares adquieren un significado y unafuerza más plenos: las palabras del Padrenues-tro: «Santificado sea tu Nombre»; la promesade Cristo en la Última Cena: «Lo que pidáis alPadre en mi Nombre, os lo dará» (Jn 16, 23);su mandato final a los apóstoles: «Id, pues, yhaced discípulos a todas las gentes bautizán-dolas en el Nombre del Padre y del Hijo y delEspíritu Santo» (Mt 28, 19); la proclamación deSan Pedro de que sólo hay salvación en «elNombre de Jesucristo Nazareno» (Hch 4, 10-12); las palabras de San Pablo: «Para que alNombre de Jesús toda rodilla se doble» (Flp2, 10); el nuevo y secreto nombre escrito so-bre la piedra blanca que se nos da en el Tiem-po que está por Venir (Ap 2, 17).

Es esta reverencia bíblica por el Nombrela que forma la base y el fundamento de la Ora-ción de Jesús. El Nombre de Dios está íntima-mente unido a Su Persona, y así la Invocacióndel divino Nombre posee un caráctersacramental, sirviendo como un signo eficazde Su invisible presencia y acción. Para el cris-

36

ción ha llegado a unirse a la oración de Diosdentro de él. Pero aun así, él no considera quehaya alcanzado todavía la oración del corazónen toda su amplitud.

Puede que los lectores de El PeregrinoRuso tengan la impresión de que este paso dela oración vocal a la oración del corazón se lo-gra fácilmente, casi de manera mecánica y au-tomática. Parece que el Peregrino consigue laoración que actúa por sí misma en cuestión deunas pocas semanas. Es necesario hacer hin-capié en que su experiencia, a pesar de queno es única, es completamente excepcional. Lomás normal es que la oración del corazón lle-gue, si es que lo hace, sólo después de unavida de esfuerzo ascético. Hay un peligro realde que, en las primeras etapas de la Oraciónde Jesús, podamos suponer demasiado fácil-mente que estamos pasando de la oración vo-cal a la oración del corazón. Quizás podamosestar tentados de imaginar que ya hemos al-canzado la oración de silencio sin palabras,cuando de hecho no estamos realmente oran-do en absoluto sino que simplemente hemoscaído en una somnolencia o en un sueño des-piertos. Para guardarnos de esto, nuestrosmaestros en la tradición hesicasta insisten so-bre la necesidad del esfuerzo intenso cuandonos embarcamos por primera vez en la Ora-ción de Jesús. Hacen hincapié en lo importan-te que es concentrar toda la atención en la re-citación de las palabras específicas, más queen tener grandes ambiciones sobre la oración

Page 22: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

22

tiano creyente de hoy, como en los tiemposapostólicos, el Nombre de Jesús es poder. Enpalabras de los dos Ancianos de Gaza, SanBarsanuphius y San Juan (Siglo VI), «El recuer-do del Nombre de Dios destruye completamen-te todo mal.» «Azotad a vuestros enemigos conel Nombre de Jesús», exhorta San JuanClímaco, «ya que no existe arma más podero-sa en el cielo o en la tierra... Que el recuerdode Jesús se una a cada una de vuestras respi-raciones, y conoceréis entonces el valor de laquietud.»

El Nombre es poder, pero una repeticiónpuramente mecánica no conseguirá nada porsí misma. La Oración de Jesús no es un talis-mán mágico. Como en todas las accionessacramentales, se requiere la cooperación dela persona con Dios a través de la fe activa ydel esfuerzo ascético. Somos llamados a invo-car el Nombre con recogimiento y vigilancia in-terior, encerrando nuestras mentes dentro delas palabras de la Oración, conscientes dequién es a quien nos dirigimos y que nos res-ponde en nuestro corazón. Esta intensa oraciónnunca es fácil en las etapas iniciales, y estádefinida exactamente por los padres como unmartirio escondido. San Gregorio el Sinaítahabla repetidamente del «control y trabajo» em-prendidos por aquellos que siguen el Caminodel Nombre; se necesita un «esfuerzo conti-nuo»; serán tentados a abandonar «a causa deldolor insistente que proviene de la invocacióninterior del intelecto.» «Te dolerán los hombros

35

bien, que Cristo dice en mí. Ya que el corazóntiene una doble trascendencia en la vida espi-ritual: es a la vez el centro del ser humano y elpunto de encuentro entre el ser humano y Dios.Es a la vez el lugar del autoconocimiento, don-de nos vemos a nosotros mismos como so-mos realmente, y el lugar de laautotrascendencia, donde comprendemosnuestra naturaleza como templo del EspírituSanto, donde la imagen se encuentra cara acara con el Arquetipo. En el «santuario interior»de nuestro propio corazón encontramos elsustrato de nuestro ser y así cruzamos la mis-teriosa frontera entre lo creado y el Increado.«Hay insondables profundidades dentro delcorazón», afirman las Homilías de Macario.«...Dios está allí con los ángeles, luz y vida es-tán allí, el reino y los apóstoles, las ciudadescelestiales y los tesoros de la gracia: todas lascosas están allí.»

La oración del corazón señala, por tanto,el punto en el que «mi» acción, «mi» oración,llega a identificarse explícitamente con la ac-ción continua de Otro en mí. Ya no es la ora-ción a Jesús sino la oración de Jesús mismo.Esta transición de oración «intensa» a oración«que actúa por sí misma» se manifiesta asom-brosamente en El Peregrino Ruso: «Una ma-ñana temprano la Oración me despertó comoella era.» Hasta ahora el Peregrino ha estadoha estado «diciendo la Oración»; ahora des-cubre que la Oración «se dice ella misma»,incluso cuando está dormido, ya que la Ora-

Page 23: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

23

y a menudo sentirás dolor de cabeza -advier-te-, pero persevera sin desaliento y con fervien-te anhelo, buscando al Señor en tu corazón.»Sólo a través de esta paciente fidelidad des-cubriremos el verdadero poder del Nombre.

Esta fiel perseverancia toma la forma, so-bre todo, de una repetición atenta y frecuente.Cristo dijo a sus discípulos que no utilizaran«vanas repeticiones» (Mt 6, 7); pero la repeti-ción de la Oración de Jesús, cuando se lleva acabo con sinceridad interior y concentración,no es en absoluto «vana». El acto de invocarrepetidamente el Nombre tiene un doble efec-to: unifica más nuestra oración y al mismo tiem-po la interioriza.

UnificaciónEn cuanto hacemos un intento serio de

orar en espíritu y en verdad, en seguida noshacemos muy conscientes de nuestra desinte-gración interior, de nuestra falta de unidad eintegridad. A pesar de todos nuestros esfuer-zos para estar ante Dios, los pensamientoscontinúan moviéndose incansablemente y sinrumbo fijo por nuestra cabeza, como el zumbi-do de las moscas (Obispo Teófano) o el capri-choso salto de los monos de rama en rama(Ramakrishna). Contemplar significa, primerode todo, estar presente donde uno es - estaraquí y ahora. Pero normalmente nos encontra-mos incapaces de controlar nuestra mente para

34

terno de las ilimitadas potencialidades espiri-tuales de la criatura humana, hecha a la ima-gen de Dios, llamada a ser semejante a ella.

Para llevar a cabo el viaje hacia el interiory alcanzar la oración verdadera, se requiere denosotros que entremos en este «centro abso-luto», es decir, que descendamos desde el in-telecto al corazón. Más exactamente, somos lla-mados a descender no desde el intelecto sinocon el intelecto. La meta no es sólo la «oracióndel corazón» sino la «oración del intelecto enel corazón», ya que nuestras distintas formasde entendimiento, incluida nuestra razón, sonun regalo de Dios y deben ser usadas en Suservicio, no rechazadas. Esta «unión del inte-lecto con el corazón» significa la reinserción denuestra naturaleza caída y fragmentada, nues-tra devolución a la integridad total. La oracióndel corazón es un regreso al Paraíso, una in-versión de la Caída, una recuperación del sta-tus ante peccatum. Esto quiere decir que esuna realidad escatológica, una garantía y anti-cipación del Tiempo que ha de Venir -algo que,en esta era actual, nunca se realiza completa yenteramente.

Aquellos que, aunque imperfectamente,han alcanzado en cierta medida la «oración delcorazón», han comenzado a hacer la transiciónsobre la que hablábamos antes -la transicióndesde la oración «intensa» a la oración que«obra por sí misma», desde la oración que yodigo a la oración que «dice ella misma» o, más

Page 24: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

24

que no deambule al azar sobre el tiempo y elespacio. Recordamos el pasado, anticipamosel futuro, planeamos qué hacer después; laspersonas y los lugares vienen ante nosotros ensucesión interminable. Carecemos del poderde reunirnos a nosotros mismos en el único lu-gar en el que deberíamos estar -aquí, en la pre-sencia de Dios; somos incapaces de vivir ple-namente en el único momento del tiempo queverdaderamente existe -ahora, el presente in-mediato. Esta desintegración interior es una delas trágicas consecuencias de la Caída. Lagente que consigue hacer cosas, ha sido jus-tamente observado, es la gente que hace unasola cosa cada vez. Pero hacer una cosa cadavez no quiere decir que se consiga. Si es bas-tante difícil en el trabajo exterior, todavía es másduro en el trabajo de la oración interior.

¿Qué debe hacerse? ¿Cómo aprendere-mos a vivir en el presente, en el eterno Ahora?¿Cómo podemos asir el kairos, el momento de-cisivo, el momento de la oportunidad? Es pre-cisamente en este punto en el que la Oraciónde Jesús puede ayudar. La Invocación repeti-da del Nombre nos lleva, por la gracia de Dios,de la división a la unidad, de la dispersión y lamultiplicidad a la concentración. «Para pararel continuo empuje de tus pensamientos -diceel Obispo Teófano- debes atar la mente con unúnico pensamiento, o el pensamiento del Úni-co solamente.»

Los Padres ascetas, en particularBarsanuphius y Juan, distinguen dos formas de

33

las facultades racionales están las emocionesy los afectos, la sensibilidad estética, junto conlas profundas capas instintivas de la persona-lidad. Todos ellos tienen un papel que jugar enla oración, ya que la persona entera es llama-da a participar en el acto total de la adoración.Como una gota de tinta que cae sobre papelsecante, el acto de la oración debería exten-derse a ritmo constante hacia afuera desde elconsciente y el centro racional del cerebro,hasta que abarque todas las partes de nuestroser.

En términos más técnicos, esto significaque somos llamados a progresar desde el se-gundo nivel al tercero: desde la «oración delintelecto» a la «oración del intelecto en el co-razón.» «Corazón», en este contexto, debe serentendido en el sentido semita y bíblico másque en el moderno sentido occidental, ya querepresenta no sólo las emociones y afectossino la totalidad de la persona. El corazón esel órgano principal de nuestra identidad, esnuestro ser más íntimo, «el más profundo y másverdadero yo, que no se alcanza salvo a travésdel sacrificio, a través de la muerte.» SegúnBoris Vysheslavtsev, es «el centro no sólo delconsciente sino del inconsciente, no sólo delalma sino del espíritu, no sólo del espíritu sinodel cuerpo, no sólo de lo comprensible sino delo incomprensible; en una palabra, es el centroabsoluto.» Interpretado de esta manera, el co-razón es mucho más que un órgano materialdel cuerpo; el corazón físico es un símbolo ex-

Page 25: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

25

combatir los pensamientos. El primer métodoes para el «fuerte» o el «perfecto». Éstos pue-den «contradecir» sus pensamientos, es de-cir, hacerles frente cara a cara y repelerlos enlucha directa. Pero para la mayoría de noso-tros este método es demasiado difícil y puedeconducir, de hecho, a un verdadero daño. Laconfrontación directa, el intento de arrancar yexpulsar los pensamientos por un esfuerzo dela voluntad, sólo sirve a menudo para dar ma-yor fuerza a nuestra imaginación. Suprimidasviolentamente, nuestras fantasías tienden avolver con fuerza renovada. En vez de comba-tir nuestros pensamientos directamente y tra-tar de eliminarlos por un esfuerzo de la volun-tad, es más juicioso desviar y fijar nuestra aten-ción en otra parte. Más que fijar nuestra mira-da hacia abajo dentro de nuestra turbulentaimaginación y concentrarnos en cómo oponer-nos a nuestros pensamientos, deberíamos mi-rar hacia arriba al Señor Jesús y confiarnos aSus manos invocando Su Nombre; y la graciaque actúa por medio de Su Nombre vencerá alos pensamientos que no podemos destruir pornuestras propias fuerzas. Nuestra estrategiaespiritual debería ser positiva y no negativa: envez de tratar de vaciar nuestra mente de lo quees malo, deberíamos llenarla con el pensamien-to de lo que es bueno. «No contradigáis lospensamientos sugeridos por vuestros enemi-gos -advierten Barsanuphius y Juan-, porqueeso es exactamente lo que ellos quieren y nodejarán de molestaros. Por contra, volved alSeñor para que os ayude contra ellos, ponien-

32

tingue generalmente bajo tres títulos, que de-ben ser considerados como nivelesintercomunicados más que como etapas suce-sivas: la oración de los labios (oración vocal);oración del nous, la mente o intelecto (oraciónmental); oración del corazón (o del intelecto enel corazón). La Invocación del Nombre comien-za, como cualquier otra oración, como una ora-ción vocal, en la que las palabras son pronun-ciadas por la lengua por medio de un esfuerzodeliberado de la voluntad. Al mismo tiempo, denuevo por un esfuerzo deliberado, concentra-mos nuestra mente en el significado de lo quela lengua dice. En el curso del tiempo y con laayuda de Dios nuestra oración crecerá máshacia dentro. La participación de la mente sehace más intensa y espontánea, mientras quelos sonidos pronunciados por la lengua se ha-cen menos importantes; quizás durante un tiem-po cesan por completo y el Nombre es invoca-do en silencio, sin ningún movimiento de loslabios, sólo por la mente. Cuando esto ocurre,hemos pasado, por la gracia de Dios, del pri-mer nivel al segundo. Esa invocación vocal nocesa por completo, ya que habrá veces en queincluso los más «avanzados» en oración inte-rior desearán apelar al Señor Jesús en voz alta.(¿Y quién, de hecho, puede afirmar que está«avanzado»? Todos nosotros somos «princi-piantes» en las cosas del Espíritu.)

Pero el viaje hacia el interior todavía noestá completo. Una persona es mucho más quela mente consciente; además del cerebro y de

Page 26: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

26

do ante Él vuestra propia debilidad; porque Éles capaz de expulsarlos y reducirlos a la nada.»

La Oración de Jesús, por tanto, es unmodo de desviar y de mirar a otro sitio. Lospensamientos y las imágenes se nos ocurriráninevitablemente durante la oración. No pode-mos pararlos por un simple esfuerzo de nues-tra voluntad. No podemos apagar sencillamen-te el aparato interno de televisión. Es de pocoo ningún valor decirnos a nosotros mismos«Deja de pensar»; podríamos decir también«Deja de respirar». «La mente racional no pue-de estar ociosa -dice San Marcos el Monje- por-que los pensamientos continúan llenándola conun parloteo incesante. Pero mientras que estémás allá de nuestro poder el hacer que esteparloteo desaparezca de repente, lo que po-demos hacer es apartarnos de él «uniendo»nuestra mente siempre-activa «con un únicopensamiento, o con el pensamiento sólo en elÚnico» -el Nombre de Jesús. No podemos de-tener del todo el flujo de los pensamientos, peropor medio de la Oración de Jesús podemossoltarnos progresivamente de él, permitiéndo-le retirarse al fondo para que seamos cada vezmenos conscientes de él.

Según Evagrio Póntico (+399), «la Oraciónes un dejar a un lado los pensamientos.» Undejar a un lado: no un conflicto salvaje, no unarepresión violenta, sino un suave aunque per-sistente acto de indiferencia. Por medio de larepetición del Nombre, se nos ayuda a «dejara un lado», a «dejar ir», nuestras imaginacio-

31

InteriorizaciónLa repetida Invocación del Nombre, al ha-

cer nuestra oración más unificada, la hace almismo tiempo más interior, más una parte denosotros mismos -no algo que hacemos en mo-mentos particulares, sino algo que somos todoel tiempo; no un acto ocasional sino un estadocontinuo. Esta oración llega a ser verdadera-mente la oración de la persona entera, en laque las palabras y significado de la oración seidentifican por completo con el que ora. Todoesto está bien expresado por Paul Evdokimov(1901 - 1970): «En las catacumbas la imagenque se repite más frecuentemente es la figurade una mujer en oración, la Orante. Represen-ta la única actitud verdadera del alma humana.No es suficiente poseer la oración: debemosconvertirnos en oración - oración encarnada.No es suficiente tener momentos de alabanza; nuestra vida entera, cada acto y cada gesto,incluso una sonrisa, deben llegar a ser un him-no de adoración, una ofrenda, una oración.Debemos ofrecer no lo que tenemos sino loque somos.» Eso es lo que el mundo necesitapor encima de todo; no gente que diga oracio-nes con mayor o menor regularidad, sino gen-te que sea oración.

La clase de oración que describe aquíEvdokimov puede definirse más exactamentecomo «oración del corazón». En la ortodoxia,como en otras tradiciones, la oración se dis-

Page 27: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

27

nes insignificantes o perniciosas, y a reempla-zarlas con el pensamiento de Jesús. Pero, aun-que la imaginación y el razonamiento discursivono deben ser suprimidos violentamente al de-cir la Oración de Jesús, no cabe duda de queno deben ser fomentados activamente. La Ora-ción de Jesús no es una forma de meditaciónsobre incidentes específicos de la vida de Cris-to, o sobre algún dicho o parábola de los Evan-gelios; menos todavía es un modo de razona-miento y de debate interior sobre alguna ver-dad teológica como el significado dehomoousios o la Definición de Calcedonia. Eneste aspecto, la Oración de Jesús debe distin-guirse de los métodos de meditación discursivapopular en Occidente desde la Contrarreforma(elogiada por Ignacio de Loyola, Francisco deSales, Alfonso Ligorio, y otros).

Cuando invocamos el Nombre, no debe-ríamos deliberadamente dar forma en nuestramente a ninguna imagen visual del Salvador.Ésta es una de las razones por las que normal-mente decimos la Oración en la oscuridad, másque con los ojos abiertos delante de un icono.«Mantén tu intelecto libre de colores, imáge-nes y formas», exhorta San Gregorio el Sinaíta;ten cuidado con la imaginación (phantasia) enla oración -¡de lo contrario puedes encontrarque te has convertido en un phantastes en lu-gar de en un hesychastes! «Para no caer en lailusión (prelest) mientras practicas la oracióninterior -afirma San Nil Sorskii (+1508)-, no tepermitas ningún concepto, imagen o visión.»

30

como hará indudablemente, no te desanimes;despacio, sin exasperación o ira interior, tráe-la de vuelta. Si deambula una y otra vez, enton-ces una y otra vez tráela de vuelta. Vuelve alcentro -al centro vivo y personal, Jesucristo.

Mira la Invocación, no tanto como una ora-ción vacía de pensamientos, sino como unaoración llena del Amado. Que sea, en el senti-do más rico de la palabra, una oración de cari-ño -aunque no de entusiasmo emocionalautoinducido. Porque mientras que la Oraciónde Jesús es, ciertamente, más que una oración«afectiva» en el sentido técnico occidental, lohacemos bien con nuestro afecto amoroso alcomenzar. Nuestra actitud interior, cuando co-menzamos la Invocación, es la de San Ricardode Chichester:

Oh mi misericordioso Redentor,Amigo y Hermano,

Puedo verte más claramente,

amarte más cariñosamente,

y seguirte más cercanamente.

Sin negar o mermar la clásica enseñanzade los maestros hesicastas sobre la Oraciónde Jesús como un «deshacerse de los pensa-mientos», se tiene que reconocer que durantesiglos la mayoría de los cristianos orientaleshan usado la Oración simplemente como unaexpresión de su confianza, tierna y cariñosa,en Jesús el Divino Compañero. Y, sin duda, nohay ningún daño en ello.

Page 28: Kallistos Ware- 3 CUADERNILLO.pmd

28

«No mantengas ninguna imagen intermedia en-tre el intelecto y el Señor al practicar la Oraciónde Jesús -escribe el Obispo Teófano- ...Loesencial es morar en Dios, y este caminar anteDios significa que vives con la convicción antetu conciencia de que Dios está en ti, como estáen todo: vives en la firme seguridad de que Élve todo lo que está dentro de ti, conociéndotemejor de lo que tú te conoces a ti mismo. Estaconciencia del ojo de Dios mirando en tu serinterior no se acompaña de ningún conceptovisual, sino que debe limitarse a una simpleconvicción o pensamiento.» Sólo cuando invo-quemos el Nombre de esta forma -no forman-do dibujos del Salvador sino simplemente sin-tiendo Su presencia- experimentaremos el po-der completo de la Oración de Jesús para inte-grar y unificar.

La Oración de Jesús es, de esta manera,una oración en palabras, pero ya que las pala-bras son tan simples, tan pocas e invariables,la Oración se extiende más allá de las pala-bras dentro del silencio vivo del Eterno. Es uncamino para alcanzar, con la ayuda de Dios, laclase de oración no discursiva, no icónica, enla que no hacemos simplemente afirmacionespara Dios o sobre Dios, en la que precisamen-te no formamos dibujos de Cristo en nuestraimaginación, sino que somos «uno» con Él enun encuentro que lo abraza todo y sin interme-diarios. Por la Invocación del Nombre sentimossu cercanía con nuestros sentidos espirituales,tanto como sentimos el calor con nuestros sen-

29

tidos corporales al entrar en una habitación cal-deada. Le conocemos, no a través de una se-rie de imágenes y conceptos sucesivos, sinocon la sensibilidad unificada del corazón. Así,la Oración de Jesús nos concentra en el aquí yahora, centrándonos en una sola cosa, seña-lando a un único punto, separándonos de unamultiplicidad de pensamientos hacia la unióncon el único Cristo. «A través del recuerdo deJesucristo -dice San Philotheus del Sinaí (si-glos IX-X), agrupa tu intelecto disperso» -agrú-palo desde la pluralidad del pensamientodiscursivo hacia la simplicidad del amor.

Muchos, al oír que la Invocación del Nom-bre debe ser no discursiva y no icónica, unmedio de trascender imágenes y pensamien-tos, pueden ser tentados a concluir que talmanera de orar se encuentra completamentemás allá de sus capacidades. A éstos se lesdebería decir: el Camino del Nombre no estáreservado para unos pocos elegidos. Está alalcance de todos. Cuando te embarques porprimera vez en la Oración de Jesús, no te pre-ocupes demasiado sobre la expulsión de lospensamientos y las figuras mentales. Como yahemos dicho, que tu estrategia sea positiva,no negativa. Llama a tu mente, no lo que debeser excluido, sino lo que debe ser incluido. Nopienses sobre tus pensamientos y cómo des-hacerte de ellos; piensa en Jesús. Concentratu ser entero, todo tu ardor y devoción, en lapersona del Salvador. Siente Su presencia.Háblale con amor. Si tu atención deambula,