juan lovera

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La pintura histórica de Juan Lovera El 5 de julio de 1811, quedó retratado en uno de los lienzos del artista caraqueño. La óleo, hoy resguardado en el palacio Municipal de Caracas, se ha convertido en ícono de la memoria del venezolano María Cristina Martínez 5 de Julio de 1811 de Juan Lovera (1838). 139 x 98 cm. CORTESÍA GALERÍA DE ARTE NACIONAL / CENTRO DE DOCUMENTACIÓN NACIONAL DE LAS ARTES PLÁSTICAS

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La obra de un destacado pintor de Venezuela en el siglo XIX

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Page 1: Juan Lovera

La pintura históricade Juan Lovera El 5 de julio de 1811, quedó retratado en uno de los lienzosdel artista caraqueño. La óleo, hoy resguardadoen el palacio Municipal de Caracas, se ha convertido en íconode la memoria del venezolano María Cristina Martínez

5 de Julio de 1811 de Juan Lovera (1838). 139 x 98 cm. Cortesía Galería de arte NaCioNal / CeNtro de doCumeNtaCióN NaCioNal de las artes PlástiCas

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CIUDAD CCS / MIÉRCOLES 29 DE JUNIO DE 2011

La pintura históricade Juan Lovera El 5 de julio de 1811, quedó retratado en uno de los lienzosdel artista caraqueño. La óleo, hoy resguardadoen el palacio Municipal de Caracas, se ha convertido en íconode la memoria del venezolano María Cristina Martínez

18115 de julio2011 E n el año 1838 aparece en la pintura venezo-lana el cuadro El 5 de julio de 1811, obra magistral del caraqueño Juan Lovera, alusiva a la fecha de la declaración absoluta de la independencia de nuestro país y

dedicada al Congreso Nacional. El artista autodidacta logra retratar a los próceres que estuvieron presentes en uno de los hechos más importantes que dieron al traste el colonialismo español a principios del siglo XIX.

En esta obra, el pintor con un estilo plano y simbóli-co sugiere aspectos de la vida social, política, cultural y religiosa de la época. Usa tonos cálidos que contrastan con ocres, blancos, negros y azules casi puros. Retrata con exactitud el lugar del hecho: Capilla Santa Rosa de Lima, perteneciente entonces a la Pontífice Universi-dad de Caracas, donde el Supremo Congreso tuvo sesión el 5 de julio de 1881, alrededor de las 11:00am.

En el libro La Capilla Santa Rosa de Lima (Ediciones Alcaldía del Municipio Libertador, 1999), su autor Juan Ernesto Montenegro detalla la obra de Lovera como confiable en todos sus detalles por la fidelidad del dibujo. Asegurando que ésta es una opinión casi unánime entre reconocidos críticos de arte nacionales e internacionales.

Al respecto Montenegro realiza la siguiente descrip-ción: la perspectiva del lienzo está desarrollada en el sentido sureste-noroeste, mostrando casi toda la totalidad del muro occidental de la capilla con sus tres ventanas mayores, el artesonado del techo y una esquina del coro.

En el punto central del lienzo fue dejado un espacio vacío alrededor del cual se despliegan los próceres, que en su mayoría miran hacia el pintor. El piso es de baldosas de un dibujo más menudo que el que muestra el cuadro Firma del Acta de Independencia de Martín Tovar y Tovar. La elevación del atrio está cubierta por una alfombra que se extiende a los lados del mismo, el dibujo de ésta son grandes cuadros que encierran en el centro una figura circular.

El muro occidental que cubre el óleo en su totalidad está completamente libre de detalles, accidentes o adornos; tres ventanas de más que medias dimensiones se hallan simétricamente distribuidas en el arco principal, que no se ve, y la pared norte, en la que se abría una puerta que daba a la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar). Unas cenefas doradas sostienen la colgadura de cortinas de color púrpura, abiertas y aunadas a cada lado, en su cuarto inferior. Las ventanas tienen derrames en los cuatro sentidos, una fuerte reja de hierro cierra la luz y las puertas de las ventanas que están pintadas de color verde en dos tonalidades: pálida y oscura.

El maderamen del techo muestra claramente los travesaños gemelos afincados en ménsulas empotra-das en los huecos de los muros. Estas vigas, además de afirmar la estructura de la techedumbre, servían para colgar lámparas de las cuales no se ve ninguna en el cuadro.

Al extremo norte, se aprecia parte del coro atestado de muchedumbre. La baranda está pintada con el mismo color de las ventanas, el entablado del coro se ve rematado en la pared, trazando una curva de concavidad inferior. Esta concavidad se aprecia cruzada por un cuadriculado que sugiere un techo raso.

Más de 100 personajesMilagros González, licenciada en Museología e Historia del Arte, define la composición de esta obra como com-pleja, pues parte de la necesidad de ordenar, en una su-perficie de 0,975 x 1,38, a más de 100 personajes, cui-dando la jerarquía y la importancia de los mismos.

En su página digital Papeles de Arte y Museología, explica que el cuadro consta de tres franjas con un eje horizontal predominante (de formato apaisado): la superior es de mayores dimensiones a las otras dos y en ella se encuentra el área más importante de la obra con la escena pintada al óleo. La franja del medio presenta los dibujos de cada uno de los personajes principales, y la inferior presenta la transcripción de los nombres.

El eje horizontal divide la obra en una parte superior, cuyo protagonista es la arquitectura del edificio y la entrada de la luz; en la parte inferior se encuentran todos los personajes (38 principales y alrededor de 70 secundarios). (Continúa la página siguiente)

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w w w . c i u d a d c c s . i n f o14 CIUDAD CCS / MIÉRCOLES 29 DE JUNIO DE 2011 18115 de julio2011

En la obra El 19 de abril de 1810, Lovera realiza una representación de las clases sociales de la época colonial: niños marginados, pardos, esclavos, guardia de los pardos, vendedores de frutas, el gobernador (Emparan), entre otros. La escena se desenvuelve en un primer plano, con poco sentido de la perspectiva, pero la obra revela clararamente que Lovera fue un artista de gran sensibilidad y buenos recursos técnicos.

Algunas teorías aseguran que que el pintor fue testigo presencial de los sucesos del 19 de abril de 1810 y el 5 de julio

de 1811. Sin embargo, para Juan Calzadilla, es probable que todo se trate de un trabajo imaginati-vo en base a las descripciones que el artista escuchó sobre estos acontecimientos.

“Antes de él (Lovera) no hubo testimonio visual sobre el 19 de abril de 1810 ni del 5 de julio de 1811 en que hubiese podido basarse para retratar los hechos, pero para reproducir una imagen 20 años después se necesita una memoria prodigio-sa. Yo me inclino a pensar que Lovera hizo una reconstrucción histórica”, comenta.

Calzadilla explica en la Revista Día- Critica Nº 8 que “El 19 de abril de 1810 responde un concepto naturalista del espacio, que por su especialidad perspectívica se aproxima al naturalismo de la tradición renacentista, a un tiempo mesurable como acontecer al que enmarca escenográficamen-te conforme a la intención de reconstruir vívidamente la escena, o sea, el espacio vital de dimensiones fácticos donde ocurrieron los hechos. Para ello Lovera adopta un punto de vista alejado para facilitar una mirada de conjunto en torno al suceso central, como si asistiéramos a una representación teatral en donde la escena se hallara uniformemente iluminada”.

Aunque hay quienes piensan que nuestra verdadera pintura comienza cuando Venezuela se inserta en las corrientes universales, sobre todo en el naturalismo y el realismo del siglo XIX, para Calzadilla, la obra de Lovera es de un valor incalculable puesto que el artista no calcó los moldes ni los lenguajes europeos, sino que al contrario tuvo un estilo propio. Es el más notable de los artistas venezolanos del período republicano.

Sus primeras obras, como las de todos los artistas de entonces, estuvieron marcadas por la poderosa influencia de la religión católica. Sin embargo, sus ideales republicanos o patriotas se ven reflejados en su oficio cuando decide cambiar la temática religiosa por el retrato civil y más adelante por la pintura histórica. Las obras El 5 de julio de 1811 y El 19 de abril de 1810 son parte de la Colección Concejo Municipal de Caracas y pueden apreciarse en la Capilla Santa Rosa de Lima, adyacente a la Plaza Bolívar.

El 19 de Abril de 1810 de Juan Lovera (1835). 139 x 98 cm. Cortesía GaN / CeNtro de doCumeNtaCióN NaCioNal de las artes PlástiCas

Los dos óleos están en el Palacio Muncipal de Caracas. Cortesía CooPeratiVa KamaróN

«El pintor de los pró-ceres” era un pardo, hijo de Atanasio Love-ra y de Juana Rosalía Arriechedera.»

Artista autodidacta

Juan lovera también conocido como “el pintor de los próceres”, era un pardo, hijo de atanasio lovera y de Juana rosalía

arriechedera. Nació en Caracas el 11 de julio de 1776 y falleció el 20 de enero de 1841 en la misma ciudad. No tuvo una formación académica puesto que para la época no existían escuelas de arte para una enseñanza técnica profunda. Había asistido sólo a los talleres de los imagineros coloniales del siglo XViii. según algunos relatos, fue estudiante en el Convento de dominicos que llamaban san Jacinto. involucra-do en el movimiento emancipador, tuvo que escapar a oriente en 1814. Fue maestro de dibujo en 1820 en la escuela de Felipe limardo y en 1822 en la escuela para niños pobres y pardos, de don Vicente méndez. durante los años 1823 y 1827, el artista elaboró varios cuadros, entre ellos los de José antonio Páez, Cristóbal de mendoza, mariano Herrera toro, Casimiro Vegas y el del libertador simón Bolívar.

19 de aBrIL de 1810El 19 de abril de 1810 ocurrió en Caracas una insurrección popular motivada por la división de la Junta Suprema de España y la separación del poder del Rey Fernando VII. Representantes del clero, fuerzas armadas, intelectuales y el pueblo confluyeron en la Plaza Mayor para deponer al gobernador y capitán general Vicente Emparan. Este suceso quedó plasmado 20 años después en otro de los celebres lienzos de Juan Lovera, El 19 de abril de 1810, primer cuadro histórico que aparece en nuestra pintura.

(viene de la página antrerior)“Debe recordarse que entonces

no se habían iniciado en Venezue-la los estudios académicos, y que la perspectiva no era algo que se dominara fácilmente. Lovera utiliza entonces un punto de vista dentro de la capilla del Seminario que propicia una visión panorá-mica de la escena. Consigue una sensación de ‘hombres reunidos en semicírculo’. Logra una perspectiva intuitiva, con varios puntos de fuga, los cuales se salen de la obra, hacia el lugar en que debiera encontrarse la puerta de la capilla que da a la plaza”, narra González.

Para Juan Calzadilla, historiador, ensayista, poeta y actual director de la Galería de Arte Nacional (GAN), Lovera fue un pintor arriesgado que se atrevió a recrear los hechos de la Independencia sin tener conocimientos de la reglas de oro de la pintura renacentista. “Para pintar escenas de ambiente donde hay que ocuparse de la perspectiva, del volumen, de la distancia entre los cuerpos, hay que hacerlo con una buena técnica, pero Lovera que era autodictacta logra resolver el asunto con gran maestría”, expresa Calzadilla.

Según cuenta, el cuadro posee tres puntos de subordinación: la mesa de la secretaría (al centro) donde se encuentran sentados los diputados Juan Germán Roscio y el secretario del Congreso Francisco Isnardi; el diputado Francisco de Miranda (derecha) y el diputado Isidoro Antonio López Méndez, quien se encuentra firmando el ac-ta (izquierda).

Al hacer entrega de esta obra al Congreso, el artista le dirige la siguiente comunicación: “Hono-rable Congreso: sin una grande elevación de alma, por una dulce e irresistible fuerza, todo hombre ama el suelo en que vio la luz primera. Tengo la dicha de haber nacido en Caracas, que fue cuna de la libertad del nuevo mundo, y la madre también de los Ustaris, de los Rocios, de los Mirandas y otros insignes y venerables varones, cuya memoria nunca acabará”.

La pintura histórica de Juan Lovera