jeff collins heidegger y los nazis

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ENCUENTROS CONTEMPORÁNEOS Heidegger y los nazis

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  • ENCUENTROS CONTEMPORNEOS

    Heideggery los nazis

  • HEIDEGGERY LOS NAZIS

    Jeff Collins

    La f o t o co p ia m a t aal l i b ro Pe ro el l i b ro caroy costoso m a t a albolsillo h o n est o yt r a b a j a d o r ; )

    gedisaeditorial

  • - -)t ut o del original en ingls:

    -leidegger and the Nazist , otublished in the UK i n 2000 by Icon Books Ltd., Grange Road,landord, Cambr idge CB2 4QF

    Text copyr ight 2000 by Jeff CollinsCover Il lustration 0 2000 by Steve Rawlings

    Adaptacin del diseo: Sylvia Sans

    Traduccin: Carme Font

    Primera edicin: abr i l de 2004, Barcelona

    Derechos reservados para todas las ediciones en castel lano

    0 Edi tor ial Gedisa, S.A.Paseo Bonanova, 908022 Barcelona, EspaaTel. 93 253 09 04Fax 93 253 09 05Correo electrnico: [email protected]://www.gedisa.com

    ISBN: 84-9784-038-0Deposito legal: B. 19702- 2004

    Impreso por: Romanyi i /Val lsVerdaguer, 1 - 08786 Capellades (Barcelona)

    Impreso en EspaaPr inted in Spain

  • ndice

    Un encuentro poltico 9Preguntas y temas 1 1Politica posmoderna 1 4Silencios y separaciones 1 8Friburgo, 1933 2 1Carrera y conformismo 2 3Tradiciones influyentes 2 5Ser y tiempo: sustituir a la subjetividad 2 6Conocimiento ontolgico 2 8Un vocabulario existencial 3 0Adorno y las criticas marxistas 3 2Nuevas excavaciones 3 5Compromiso con la revolucin 3 6Al paso con el partido 3 9Educacin del nacionalsocialismo 4 1Antisemitismo 4 6Heidegger, autor; los textos, nazis 4 9El discurso nazi: el Volk y los trabajadores 5 1Alemania 5 3El Dasein de la nacin 5 5Una filosotla para el nacionalsocialismo . . 5 7

  • Nazismo radical 5 9El fin de la relacin? 6 1Leer a Heidegger en la actualidad 6 4Heidegger y los postestructuralismos 6 6La violencia de una condena 6 8Estrategias deconstructivas 7 0IfEsta cosa vil, pero sobredeterminada... 7 2Ms all de las fronteras 7 4Nazismo y metafisica 7 6Una tica heideggeriana? 7 9La historia del ser 8 2Heidegger y Levinas 8 4R es pons ab il idad 86

    tica y poltica en la deconstruccin 8 8Algunas conclusiones abiertas 9 0Notas 9 4Bibliografia 1 0 0

  • Un encuentro poltico

    Nazismo y Heidegger han sido emblemas proble-mticos de la historia y la cultura del siglo xx. Elnazismo supuso el nacimiento de una nueva ma-quinaria de gobierno totalitario, apuntalado por elcapitalismo industrial y la tecnologa moderna, queen el transcurso de doce aos asesin a unos seismillones de personas mediante sus programas deexterminio, y someti a otros muchos millonesde personas ms a crueles trabajos forzados o lasobligo a emigrar a otras partes de Europa y fueradel continente. Adems, en una p e r r a que esamisma ideologa foment, envi a la muerte a casicuatro millones de soldados solamente del bandoalemn, al tiempo que destruy la economa alema-na y redujo a escombros sus principales ciudades einfraestructuras. La lis ta de acusaciones, muchoms larga, puede al menos empezar por aqu.

    El filsofo alemn Martn Heidegger es un per-sonaje conflictivo por dis tintas razones. En susprimeras obras, escritas en la dcada de 1920,propuso un replanteamiento radical de la subjeti-

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  • l o

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    v idad humana, y cuestion el significado de viv iruna existencia como ser humano. En esto com-pite con otros discursos modernos e innovadoressobre la subjetividad como, por ejemplo, el psicoa-nlis is de Freud y la psicologa c ien t fic a .

    Heidegger tambin propuso un pensar, distin-to del filosofar, que cuestionaba los fundamentosde la filosofia occidental. Aqu habla mucho enjuego, y a que la tradic in filosfica en cuestinabarca dos mil quinientos aos. Las nociones acep-tadas durante tanto tiempo sobre la razn, la lgi-ca y la verdad, por ejemplo, dejaron de ser des-pus de Heidegger conceptos unvocos.

    Pero Heidegger tenla un proyecto an ms am-bicioso: abordar la cuestin del ser. Heidegger cues-tion no slo al ser humano, sino al ser en general,el hecho de que las entidades tengan existencia.Ofreci a la ontologa (la gran tradicin de especu-lacin filosfica sobre el ser) un comienzo radical-mente nuevo.

    El encuentro entre el pensamiento de Heideggery el nazismo se ha descrito como nefasto, mons-truoso. Al tratar este asunto se suele recurrir a lasmetforas de la colisin: como si en un choque detrenes, tal vez productivo o no, el filsofo ms in-novador del siglo xx prestara su pensamiento auno de los regmenes polticos ms conocidos de lapoca. Desde entonces, el encuentro entre ambos,por su torpe acercamiento o su enorme impacto,ha tenido importantes repercusiones.

  • Preguntas y temas

    Pocos debates de la filosofia contempornea hantenido una resonancia tan fuerte. En cierto senti-do, la poltica de Heidegger se ha convertido enun banco de pruebas para distintos estilos de pen-samiento, un campo con una larga historia de leal-tades, replanteamientos ideolgicos y fracturas.

    Aqu se plantean al menos dos tipos de interro-gantes. Por un lado, haba cuestiones empricasrelacionadas con hechos e interpretaciones con-tradictorios. A menudo stas se han formulado demodo biogrfico: los hechos de la vida. Qu hizoHeidegger? Cun profundo era su compromiso?Por cunto tiempo apoy al nazismo? Fue unerror de un par de arios, quiz desde 1933 hasta1934, o hasta el da de su muerte en 1976, tal vezsin arrepentirse de nada?

    Los simples hechos, como es habitual, puedenllegarnos arropados por complejidades. Si pregun-tamos gFue Heidegger un nazi?, tambin debe-ramos preguntarnos cmo saberlo a ciencia cierta.Inmediatamente nos vemos obligados a replantear-

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    nos estas preguntas desde una perspectiva msamplia, por ejemplo plantendonos qu significa,hoy en da, ser nazi en contextos diferentes.

    Por otro lado, se han planteado cuestiones difi-elles para la filosofa, y para cualquiera que estu-die el pensamiento de Heidegger. Pueden leersesus obras filosficas sin tener en cuenta sus cono-cidas afiliaciones polticas? Son estas esferas com-pletamente distintas y absolatamente autnomas?O e/dsten entre ellas conductos y movimientos,puntos de contacto, o incluso vnculos estructura-les, que las unen de algn modo? Y si es as, de-beran merecer los textos de Heidegger la admira-cin que todava despiertan como s i se tratara derecursos vitales del pensamiento?

    Estas preguntas tambin son relevantes en unsentido ms amplio. El encuentro de los aos trein-ta acerc no slo a un pensador concreto y al par-tido nazi, s ino tambin de modo ms general a lafilosofa y la politica. Cmo podramos concebiractualmente la poltica de la filosofa?

    Estas preguntas, que proliferan y se van acu-mulando, al menos indican algunos de los aspec-tos que estn en juego en el caso Heidegger, ypor qu ha seguido generando publicaciones du-rante ms de sesenta aos. Colette Audry, en 1934,tal vez la pr imera en hablar de estas cuestionespblicamente en Francia, escribi posteriormentede modo sucinto:

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    Tengo en mi poder un archivo entero sobre el tema;me ha impresionado, creo, porque toda nuestra epo-ca, as como el contenido que le otorgamos a la pa-labra geulturw, estn implicados en ello.'

    Tal como sugiere Auclry, existen implicaciones his-tricas, pero stas no se limitan estrictamente asu tiempo.

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  • Poltica posmoderna

    Algunas de las guerras heideggerianaso ms in-tensas se han librado desde finales de la dcadade 1980, y forman parte del debate sobre lo que seda en llamar la politica postnoderna. Tomando eltrmino en sentido amplio, describe cmo las cr-ticas recientes de la modernidad cultural y socio-econmica se ban utilizado en el terreno poltico.

    Muy concretamente, los crticos posmodemoshan fijado su atencin en los discursos totalizado-res que pretenden erradicar las diferencias socialesy culturales. Los esencialismos de clase, etnicidado gnero, as como muchas otras clases de pensa-miento excluyente, tambin han sido objeto de in-ters por parte de los crticos posmodernos. Desdedistintas perspectivas, como los neo- y post- femi-nismos y marxismos, la poltica poscolonial y losmovimientos contraculturales, se ha propuesto unareestructuracin radical de la poltica tradicional.

    En estos campos ha circulado una lista de nom-bres que ahora nos resultan conocidos: Jean-Fran-cois Lyotard, Jacques Derrida, Gines Deleuze, Mi-

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    chel Foucault, Jacques Lacan y otros, pensado-res a menudo clasificados como postestructura-listas. Han propuesto cambios radicales en elmodo en que concebimos el conocimiento, el po-der, la subjetiv idad y el lenguaje, y de muchas ydis tintas maneras han defendido las contrafilo-sofias, los antiesencialismos, los antifundac io-nalismos y las estrategias de deconstruccin. Esaqu donde aparece la figura de Heidegger. Sucrtica a la subjetiv idad, su pensar de otra ma-nera la tradic in occidental, inc luso su anlisisde la cuestin del ser, han demostrado ser im-portantes y tiles para muchos postestructUra-listas.

    Sin embargo, desde algunos mbitos se hanformulado acusaciones de irracionalismo e irres-ponsabilidad politica. Se ha acusado a los postes-tructurEdistas de rechazar el discurso razonado yfundado, as como todas las categoras establesde juicios normativos y acciones guiadas por pro-

    psitos.2 E s ta s o b je c io n es t ienen un cariz politico.

    Cmo pueden los postestructuralistas oponerseeficazmente a las fuerzas de dominacin y opresin,sea cual sea la forma bajo la que se esconden: uncapitalismo global creciente e imparable, el auto-ritarismo, los militarismos y los nacionalismos, elfundamentalismo patriarcal o religioso, etcetera?Adems, para hacer valer sus criticas, estos pen-sadores admiten la influencia de un filsofo, Hei-degger, entusiasta del nazismo.

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    La perspectiva por la que se gua este libro esbastante dis t inta. Sugiere que tanto los datosbiogrficos como las criticas filosficas de la po-ltica de Heidegger deben tomarse en serio. Haypolticas de tipo prctico que lo exigen: algunasformas de revolucin conservadora y un ciertopopulismo de la Nueva Derecha han ejercido re-cientemente una notable influencia en las socie-dades occidentales, sociedades que no cuentancon infranqueables barreras contra los neona-zismos resurgentes o los totalitar ismos emer-gentes.

    Pero tambin podra ocurrir que cualquier posi-bilidad de acercarse a la democracia y a la justiciasocial dependa de una disposicin a pensar sobreel pensamiento, y alterar as las categoras de laprctica poltica que normalmente se dan por sen-tadas. Los textos de Heidegger podran tener algoque ver con ello, o as lo creen algunos de susdefensores. Nos enfrentamos, pues, a un enigmabastante complicado: cmo los textos de un filso-fo que defendi el nazismo podran prestarse, in-cluso con un giro aparentemente paradjico, a lu-chas polticas que se oponen a los nazismos detodo tipo. ste es el tema principal del libro. Pres-ta especial atencin a la contr ibuc in realizadapor Jacques D e n-i d a , c u y o t r a t a mi e n t o d el d i sc u r-

    so condenatorio, de los limites del nazismo y de latica poltica son quiz el uso ms sorprendentede Heidegger contra su propia posicin poltica.

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    Coincidiendo con otros tericos, Derr ida ha pro-puesto un replanteamiento radical de los posiblessignificados del totalitarismo y la democracia. Pe-ro, primero, qu sabemos del pensamiento politi-co de Heidegger?

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  • Segn el camino que Se tome, 'una primera rondade ifiveStigaCinpodria dar POCOS reSltados o titn-

    .:15; Tomemos como ejemplo la recopila-

    clon endaSs de He idegge( 0 .0046 al inglsWi(s tr t'atid Being, 1 : 1 1 . 4 1 1 1 1 : e0 W . t i i :-: J 9 4 9 ) , ' d o nd e

    prcticamente la unic i fi le t t ip li t ic a que apa-rete es el anuncio de' Werner'Brck de 'que Hei-degier era rector de la Universidad ' de Friburgoentre 1933 y .1 9 3 4 , .0 b a j c e l r g im e n n a c io n a ls o -

    c ialis ta;,..s L a p a rq u ed a d de dicho comen ta ri o, y su

    breve Ins inuacin de coaccin, desatiende cual-quier cuestin politica. Esto no constituir un ca-mino de investigacin adecuado para cualquieraque reflexione sobre el pensamiento de Heidegger.

    A causa de las crticas que empezaron a expre-sarse en la Alemania de posguerra, Walter Biemelse vio obligado a analizar el asunto en un estudiosemiblogrfico de 1973. Presenta la v ida de Hei-degger como carente de sucesos caprichosos, com-parable incluso con la vida de monotona y uni-formidad externas de Kant. Pero aqu se aprecia18

    Silencios y separaciones

  • HEIDEGGER Y LOS NAZIS

    una referencia velada a un error poltico no es-pecificado:

    El e rro r politico de 1933 dur pocol...} resulta:: s u-perficiat c o n t r a el para desacreditarHeidegger SI el error h.ibiera sido resultado depensamientoftlosfico;:este pensamiento,. se ,h a l c i r i aacabado'i pon: la correccin del error.,: L o q u e )o c u r r i

    -h realidad flue precisamente lo toritratitid. Puesto

    : que fu e d es pu cs cte 9 34 i: :: 9-4 ap dp !s ti pe ns am ie nt o

    entpeO, realmente a deSarr011arSe:';Sns'ilargoS 4ioSde docencia en la uniVeraidadeatal?an dediegdos , :

    : AlttliVarnerite a *labor de,eginiltk it t.40. e x p e r i e n c i a

    , ; ,do,;ier4sainiento-,4Asique cualquiera que identificara el i(error,po-

    dia , estar tranquilo por tres razones: dur poco, secorrigi y no estaba vinculado al pensamiento deHeidegger. Estos tres puntos han conformado elargumento ms habitual de los defensores de Hei-degger. Si el silencio parece poco satisfactorio, co-mo sucede en un relato biogrfico, en ese caso lascuestiones se presentan como insignificantes omarginales. En el fondo, la filosofia est bien pro-tegida: los bigrafos o los historiadores puedenabordar la poltica de Heidegger, pero eso es algoque no incumbe a ningn filsofo de verdad. JrgenHabermas, un marxista de la Escuela de Frank-furt, ha descrito el efecto que esto puede tener. Ensu poca de estudiante entre 1949 y 1954 estuvo

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    muy influido por la filosofia de Heidegger, y susdos tutores de tesis haban sido acrrimos defen-sores de la revolucin de Hitler:

    Nadie nos cont nada acerca de su pasado. Tuvimosque descubrirlo paso a paso nosotros mismos. Mecost cuatro aos de estudio, principalmente leyen-do libros al azar en las bibliotecas, descubrir lo queesas personas haban pensado hacia slo una dca-da o una dcada y media atrs. IImagfrien lo que es-to significaba! 5

    Y, s in embargo, deberamos esperar una reflexinpoltica cada vez que se publica o se debate untexto de Heidegger? Deberamos incluso exigir al-gn tipo de estrella negra, o protocolos o prlogosde rechazo, como lo que ocurri con algunas edi-ciones de Mein Kampf despus de la guerra: Porfavor, no lean esto? La dificultad estriba en que lafilosofa de Heidegger ha tenido una enorme in-fluencia en el pensamiento del s iglo xx, y que elimpacto tal vez incalculable del nazismo eugensi-co y racista todava perdura. As las cosas, resul-ta imprescindible encontrar una explicacin, tan-to tica como poltica, de la cuestin, explicacinque no obtendremos de los silencios diplomticos.

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  • Friburgo, 1933

    Cul fue el error? Un caso basado en una pri-mera impresin: Heidegger prest su apoyo pbli-co al partido de Hitler en la dcada de 1930. Loshechos del caso giran en torno a su mandato co-mo rector de la Universidad de Friburgo, el mximopuesto administrativo en dicha instituc in. Hei-degger, que naci en 1889 y estudi en la univer-sidad desde 1909 a 1915, era por entonces un fi-lsofo c on una creciente reputac in por haberrealizado una sntesis innovadora de la filosofiaantigua, medieval y moderna.

    Despus de su eleccin como rector en abr il de1933, Heidegger se afili al Partido Nacionalsocialls-ta. Su discurso inaugural en la universidad en mayode 1933 ensalz inequvocamente al partido y a su l-der, como ocurri en otras de sus intervenciones p-blicas y en diversas publicaciones en peridicos, re-vistas de partido y opasculos de estudiantes entre1933 y 1934. En octubre de 1933, fue confirmadode nuevo en el cargo como uno de los nuevos (Tec-tores-lideres designados directamente por Hit ler.

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    Los sucesos pertenecen a los primeros dos aosde rgimen nacionalsocialista en Alemania, a par-t ir de enero de 1933. Heidegger no fue el nico enmostrar ese entusiasmo, como indica el incremen-to del apoyo popular al partido: 2,6 por ciento en1928, y un 43,9 por ciento en marzo de 1933.

    Heidegger por fuerza tuvo que darse cuenta delos rpidos movimientos estratgicos para esta-blecer un partido nico que instaurase un Estadoanticomunista con polticas racistas. En febrerode 1933, el incendio del Reichstag sancion la ile-galizacin del partido comunista alemn; en mar-zo, la Ley de Habilitac in instaur unos poderesde emergencia permanentes; en abr il, se prohi-bi a los judos acceder a las administracionespblicas, a los clubes deportivos y a otras insti-tuciones, y adems se lanz una campaa contralos negocios judos; en mayo, igual suerte corrie-ron los sindicatos alemanes; en julio, se ilegali-zaron otros partidos polticos, y se estableci laesterilizacin forzosa basndose en principios eu-gennicos.

    SM embargo, Heidegger dimiti de su cargo derector en abril de 1934, momento a partir del cualces el flujo de discursos pro nazis.

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  • Carrera y conformismo

    En lneas generales, los hechos no parecen muyalejados de lo que Walter Biemel calific como unerror breve y filosficamente insignificante. Er auna poca llena de connotaciones polticas. Mu-chas personas interpretaron mal las intencionesdel partido, algunas de sus trayectorias no eranclaras, e inc luso los lderes del partido no sabancun lejos llegaran. Fue un compromiso temporalcon s u carrera en 1944, Jean-Paul Sartre loatribuy al miedo, a su afn por seguir una c a n-e r ay al conformismo, y aunque no muy loable, qui-z fuera comprensible en el contexto de la poca.En cualquier caso, hay que formularse la pregun-ta: Regmo habramos respondido nosotros?.

    Heidegger ofreci su propia versin de los he-chos a las autoridades universitarias en 1945, ynuevamente al semanario Der Spiegel en 1 9 6 6 .6L opresionaron para que aceptara ese cargo; y s i lcreia en un nuevo amanecer alemn, ste no erael mismo que el defendido por el partido. Heideg-ger reconoci rpidamente su e n-o r . A m e n u d o , s e

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    mostr en desacuerdo con el partido y actu opo-nindose a sus exigencias.

    sa, ms o menos, es la historia oficial. Pero si-gue siendo asombroso cmo Heidegger, con unaextraordinaria capacidad asimiladora y sus nutr i-das lecturs del pensamiento occidental inclui-das sus lecturas de Marx, Freud, Dikhey, Nietzs-che y de cientficos como Einstein, pudo ser taningenuo en el campo de las ideas politicas. Y, encualquier caso, cul era ese nuevo amanecer ale-mn en el que crea? Estaba esa creencia de al-gn modo arraigada en su obra filosfica? Conte-nta elementos que llevar ian a alguien a apoyaractivamente a un partido fascista?

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  • Tradiciones influyentes

    Las primeras fuentes de Heidegger no apuntan con-tundentemente hacia el nazismo. Sus primeras in-quietudes tuvieron relacin con la teologa prime-ro catliCa, despus protestante y con la filospfiagriega antigua. Lo mismo puede decirse de otragran influencia: la filosofia moderna de EdmundHusserl, quien, desde finales del siglo xpr., promovila fenomenologa como alternativa radical a los neo-kantismos y positivismos imperantes. Las fuentesde Heidegger estaban de moda en ambientes mino-ritarios la reactivacin a finales del siglo xix deAristteles y la escolstica medieval; y la fenomeno-loga de Husserl triunfaban en aquellos aos, pe-ro se trata de textos que no fueron fundamentalesni necesarios para el nazismo.

    Sin embargo, algunos aspectos de los primerostrabajos de Heidegger Se han incorporado a los de-bates sobre su poltica. Los argumentos se cen-tran en su obra principal, Ser y tiempo (1927), cu-ya aparicin supuso un gran acontecimiento en el-mbito de la filosofia.7

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  • Ser y tiempo:sustituir a la subjetividad

    El concepto de Heidegger de Dasein, que literal-mente significa ser ah6, ofreci una forma total-mente nueva de reflexionar sobr el ser humano.Normalmente, esta cuestin se habla formulado entrminos de subjetividado, recurriendo por ejem-plo a palabras como ser humano, si-mismo, agen-te social, voluntad intencional o conciencia.

    Husserl, por ejemplo, haba considerado a laconciencia como la categora fundamental de la sub-jetiv idad: ya que todo lo que los seres humanospueden conocer o experimentar surge de la con-ciencia, esta deba ser el objeto ltimo y perfectode la filosofia, as como la clave de lo que signifi-ca ser humano.

    Sin embargo, el problema es que los seres hu-manos no son conciencias desencarnadas. Cierta-mente pueden pensar, calcular y razonar, perotambin viven y experimentan el mundo de formaprctica y mundana, respecto a los dems y con26

  • HEIDEGGER Y LOS NAZI S

    una dimensin histrica. De ah la radical adop-cin de Heidegger en 1925 de un proyecto que:

    aprehendera la totalidad del sujeto que experimen-t a el mundo y no algn lv ido pensamiento que slopretenda y conciba tericamente al mundo.6

    De modo que el Dasein se convirti en la palabrade Heidegger para designar esa totalidad del su-jeto. En 1927 analiz las formas de ser del Da-sein, en su mundo de entidades prcticas (redesde herramientas, etctera), sus correspondientesestados de nimo o naturaleza, su ocasional adop-cin de posturas observadoras, calculadoras o re-flexivas. Tambin analiz el Dasein como ser conlos dems y en e l t i em po .

    Esto era filosficamente combativo. Se resistafirmemente a los empir ismos y racionalismos.Dasein no era un cuerpo biolgico observable ymesurable o una especie zoolgica, n i podia ra-cionalizarse como una mente desencarnada o unaconciencia. En la terminologa de Heidegger, car-gada de significado, Dasein venia antes de todoeso; era ms fundamental, ms primordial u ori-ginal. Era lo que tenia que ser ahi, antes de apli-car cualquier observacin o racionalizacin.

    27

  • Conocimiento ontolgico

    El inters de Heidegger fue ms all del ser huma-no. Pidi a sus lectores que cuestionaran el ser aengeneral, ya que en 1927 todo el mundo se habaOlvidado de hacerlo.

    Heidegger se vio obligado a establecer una dis-tincin. En primer lugar, sabernos que hay entida-des o seres de muy distintas clases con quienesnos encontramos en mbitos y conjunciones muydistintos una piedra, tal vez, dos casas, tres rui-nas, cuatro zanjas, un Jardn, algunas flores, unmapache y, desde luego, ensueos y revolucionesy mucho ms. Cualquier lista de ejemplos pare-cer absurda. Las entidades existentes y sus ca-ractersticas se estudian y conocen en los conoci-mientos nticos.

    El ser tenia que abordarse de otra forma. Parahablar del ser de esas entidades, el hecho casi in-descriptible de que tengan su propia existencia, re-quiere conocimiento aontolgico. Aunque la cienciaoccidental y la mayor parte de la filosofa se ocupa-ban de lo ntico, Heidegger favoreca lo ontolgico.28

  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    Esto conlleva algunas consecuencias para lapolitica, o al menos para el discurso filosfico so-bre lo poltico. Para Heidegger, los simples conoci-mientos onticos merecan menos atencin. No leimportaban la biologa, la psicologa, la economa,la antropologa y todas sus disciplinas relaciona-das. El mundo de la poltica tal como se conocenormalmente, que implica informacin emprica,clculos, hechos, y mucho ms, parecera perte-necer al reino estudiado riticamente. Por tanto,parece normal tener ciertas reservas hacia la pol-tica, al menos desde las perspectivas de Heideggeren 1927.

    29

  • Un vocabulario existencial

    Para describir las formas de ser del Dasein. H e i -degger adopt la terminologa existencialista delfilsofo dans Soren Kierkegaard. Asi pues, pudoesta influencia haber encaminado mi pensamien-to hacia el nazismo?

    Las palabras ms reveladoras describen comocada Dasein es nico, y cmo ste puede adoptarsu ser de dos maneras: autnticamente o no au-tnticamente. Por su calidad nica, el Dasein essiempre mio y solamente mo. Es la entidadque cada uno de nosotros somos, que cada uno denosotros encuentra en la afirmacin: Yo sop.9 Sin embargo, el Dasein puede olvidar esta cali-dad nica, perderla o disolverla en su contactocon el mundo cotidiano y dedicarse a preocupa-ciones actuales (ser un corredor de bolsa) y a lasmaneras en que las dems personas viven (comohacen los dems). Se vuelve algo que carece deautenticidad, diseminado y disperso. El autnticopoder-ser llega con una angustia o Angst, en laque el Dasein se ve obligado a responder a una Ila-

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  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    mada interna para reconocer a la totalidad nicade su ser. Eso incluye especialmente a su ser den-tro del horizonte temporal de su propia muerte.Probablemente esto no suena del todo nazi, pero enalgunos sectores han surgido recelos al respecto.

    31

  • Adorno y las crticas marxistas

    Entre las dcadas de 1950 y 1970, los marxistaseuropeos realizaron una critica filosfica y polticamuy dura de la obra de Heidegger, aunque no fue-ron los nicos. Entre ellos figuraban (entre otros)Jrgen Habennas en 1953, George Lukcs en 1953,Theodor W. Adorno en 1964 y Pierre Bourdieu en1975.m

    Fue la obra The Jargon ofAuthentict4j de Ador-no la que atac ms duramente. Ofreci una cr-tica del discurso existencialista alemn en gene-ral, anterior y posterior a la guerra, en la filosofia,la literatura y la c ultura popular. De hecho, lajergab del ser humano nico, indiv idualizado yesencializado, con sus llamadas a la experienciaautntica, corresponda en realidad a una menta-lidad cercana al nazismo que no haba desapare-cido en la Alemania reaccionaria y anticomunistade la Guerra Fra. La jerga una a ambas eras ycontribuy al dominio social autoritar io. Un fas-cismo oculto en la democracia de la dcada de1960.

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  • H EID EGGER V LO S N AZ I S

    Sin embargo, en realidad fue bastante difc ilculpar a Heidegger de todo esto. l fue principal-mente un ontlogo, no un existencialista. El ar-gumento ms elocuente de Adorno es que la pro-piedad de m i mismo nic a del Dasein impidecualquier v is in de lo soc ial salvo en trminosnegativos: al ser-con-los-dems, el Dasein se con-vierte en algo no autntico. Pero hay otras crticas:Heidegger se aleja de los conocimientos tinticos.como los de la economa y la poltica, aunque stosson necesarios para resistirse al fascismo. Y el dis-curso ontolgico de Heidegger funciona por afir-macin hipntica, inalcanzable por pruebas emp-ricas o por una argumentacin razonada."

    stas son crticas contundentes que, con dis-tintas variantes, se repiten con frecuencia en losdebates. Pero sugieren acaso que Ser y tiempocontena algn tipo de compromiso implc ito conel nazismo? Al menos algunos no lo han interpre-tado as. Ejerc i una enorme influenc ia en losexistencialismos del s iglo >ex, que inc luyeron apensadores no nazis y antinazis como Jean-PaulSartre y Maurice Merleau-Ponty, ambos pertene-cientes a la izquierda y ambos marxistas compro-metidos. Ms recientemente, por ejemplo, JulianYoung lo ha exculpado completamente de cual-quier complicidad: el Dasein, en su autentic idadnica, es totalmente contrario al rgimen naz i."

    Si eso es de algn modo plausible, algo debide ocurrir, en el pensamiento de Heidegger o en la

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  • JEFF CO LLI NS

    esfera de relaciones de la filosofia y la poltica, en-tre 1927 y 1933. Por ahora, una especulacin: si,en 1927, la poltica pareci meramente ritica oabocada al mundo cotidiano no autntico, podrahallarse alguna dimensin propiamente ontolgi-ca, algo ms fundamental que la mayora de per-sonas no podia ver o de lo que ya se haba olvidado?Podra alguien hacer con la poltica lo que Hei-degger haba hecho con el Dasein, es decir, sonsa-car sus verdades subyacentes olvidadas que sloestuvieran al alcance del pensamiento ontolgico?

    No queda claro que eso fuera exactamente loque ocurri. Pero para s ituar el encuentro, debe-mos remontarnos a la etapa de Heidegger comorector. La obstinada indelebilidad de sus eviden-cias no ha permitido a los defensores de Heideggerdescansar tranquilos.

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  • Nuevas excavaciones

    La his tor ia oficial ha sido severamente puesta aprueba, cuando no demolida, por el trabajo de in-vestigacin que apareci a finales de la dcada de1980. Se hablan ido acumulando pruebas docu-mentales en algunos crculos durante varias d-cadas, especialmente en Francia y Alemania; unejemplo de ello es la publicacin en 1962, por par-te de Guido Schneeberger, de los discursos recto-rales de Heidegger. Sin embargo, los debates msrecientes se desarrollaron a partir de 1987 con laaparicin de los trabajos de Vic tor Farlas, O ttoP6ggeler y de la investigacin sustancial del his-toriador de Friburgo Hugo Ott en 1988.'3 D e s d eentonces, otros escritores han incrementado labibliografa documental y han contr ibuido a di-vulgarla; es el caso de Rdiger Safranski, que en1994 public la nica biografia completa apareci-da hasta la fecha.14 P a r a m u c h os d e e s to s a u to -

    res, la historia oficial era una fascinante y enormetapadera.

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  • 36

    Compromiso con la revolucin

    Segn los datos de que disponemos actualmente,el compromiso politico de Heidegger no fue undesafortunado accidente. Bien al contrario, utilizsu puesto de rector como plataforma para una in-cursin ,e x p l ci t a y e n r g ic a en el e sc en ar io politi-

    co. Acerca de ello no hay lugar a dudas. El ordendel da que aprob para su solemne recibimientocomo rector el 27 de mayo de 1933 acto al queasistieron el recin nombrado minis tro naz i deEducacin y Cultura, representantes del partido ymilitares incluy una obertura de Brahms, ban-deras nazis y la entonacin del himno del partido,Horst Wessel, con sus preceptivos saludos nazis yexclamaciones de fSieg Heil!.15 L a s e l e c c i n d e l o s

    smbolos culturales identificaban al rectorado deHeidegger con la revolucin nacionalsocialista des-de el principio.

    Sus discursos entre 1933 y 1934 fueron radi-calmente exhortativos. Dirigindose a seiscientostrabajadores desempleados de Friburgo que fue-ron reclutados para el servicio nacionalsocialista

  • H EID EGGER Y LO S N AZ IS

    en enero de 1934. Heidegger pidi voluntad paratender un puente entre el trabajo menta l y el ma-nual, u n a voluntad exaltada al mximo nivel:

    Esta voluntad [...] debe ser nuestra certeza ms in-terna y nuestra fe inquebrantable. Puesto que en loque esta voluntad desea, slo estamos siguiendo ladestacada voluntad de nuestro Fhrer. Ser sus fielesseguidores significa: querer que el pueblo alemnencuentre de nuevo, como pueblo trabajador que es,su unidad orgnica, su simple dignidad y su ver-dadera fuerza; y eso, como estado de trabajadores,asegurar para si su permanencia y grandeza. Parael hombre de esta voluntad sin precedentes, para nues-tro Fhrer Adolf Hitler un triple Sieg Heill' .1En la in te rvencin ante los estudiantes a lema-

    nes, en noviembre de 1933, Heidegger d ijo lo s i-guiente:

    La revolucin riacionalsocialista est produciendo latransformacin total de nuestra existencia alemana[Dasein] E n estos sucesos, depende de vosotros serquienes siempre inspiran a los dems y quienessiempre estn preparados, quienes nunca se rindeny quienes siempre crecen E...] Estis obligados a sa-ber y a actuar juntos en la creacin de la futura uni-versidad del espritu alemn E...] Que vuestra lealtady voluntad para seguir adelante se fortalezcan a dia-rio y hora tras hora. Que vuestro valor crezca sin ce-sar para que seis capaces de hacer los sacrificios

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  • Hay muchas expresiones ms que siguen en estatnica: lealtad, sacrificio, obligacin, determina-cin y decisin a favor del nacionalsocialismo, afavor del Fahrer.

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    JEFF CO LLI NS

    necesarios con el fin de salvar la esencia de nuestroVolk y para elevar su fuerza interna en el Estado.Heil Hit le rF

  • Al paso con el partido

    La mayor parte de los discursos de Heidegger te-nan en cuenta los contextos y las ocasiones. Asconmemor la muerte en 1923 del mrtir naziAlbert Schlageter, un miembro del grupo derechis-ta Cuerpo Libre Heinz de saboteadores paramilita-res en la regin de Ruhr, ocupada por los france-ses. Heidegger alab su capacidad para concebirlo ms grande y ms remoto, as como las cuali-dades de dureza de voluntad y claridad de cora-zn, atribuyendo esta ltima al campo germni-co y al sol otoal de la Selva Negra.

    Tambin prest apoyo a polticas concretas, co-mo el intento de Hitler de sacar a Alemania de laLiga de las Naciones, as como el programa de tra-bajo social. En realidad, para Heidegger, empapa-do de presunciones medievales por sus primerosaos de estudio, el trabajo era una categora queadquira sentido si se una al servicio militar y a laeducacin, formando un triple vnculo. Esto ar-ticul un discurso belicoso y militar is ta sobre elterna de la educacin:

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  • JEFF C O L U N S

    El estudio universitario debe una vez ms convertir-se en un riesgo, no en un refugio para los cobardes.Quien no sobrevive a la batalla, muere donde cae. Elnuevo valor debe acostumbrarse a la constancia,puesto que la batalla 1-1 continuar durante muchotiempo. Se librar en virtud de la fortaleza del nuevoReich que el canciller Hitler traer a la realidad. Unaraza curtida sin ningn pensamiento sobre su indi-vidualidad debe librar esta batalla, una raza que vi-ve de la prueba constante.'

    Como caba esperar, algunos expertos en Heideg-ger se han quedado asombrados ante este discur-so, especialmente cuando se compara pon otrosdatos. John Caputo observ en 1993 que Dos tex-tos] que he estado leyendo durante un cuarto desiglo de repente, y de forma dolorosa, adoptaronun significado nuevo :y s i n l e s t r o .2 0 T a m b i n s o r-

    prendi a muchos colaboradores cercanos. de lapoca, tanto por la energa de su compromiso co-mo por su eleccin de trayectoria poltica. En ju-nio de 1933, el aliado intelectual ms cercano aHeidegger, el filsofo Karl Jaspers, lo describi co-mo gin hombre ebrio, con cierto aire amenazadorque emanaba de l.21

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  • Educacin del nacionalsocialismo

    Al parecer, Heidegger dio pocas muestras, o ningu-na, de compromiso con el nacionalsocialismo, o concualquier partido poltico, antes de finales de 1931.Se sabe que en esa fecha *sigui a su esposa Elfridey que se convirti en un proslito del partido S i nembargo, haba albergado nociones de una 'libera-cin nacional polticamente partidista no especifica,que compartan otros radicales filosficos del Mo-mento. En 1918, Heidgger conjetur en una cartaprivada a su amiga intima Elisabeth Elochtnann:

    Qu forma adoptar la vida en general I...1 es incier-to. Seguro e inquebrantable es el desafio a todas laspersonas verdaderamente espirituales de no desfa-llecer en este momento especial, sino de entender elliderazgo absoluto y educar a la nacin para la vera-cidad y una valoracin genuina de los activos genui-nos de la o1stenc1a2aEn 1933, el momento para educar a la nacin

    pareca haber llegado. Las ambiciones de Heideg-

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  • JEFF CO LLI NS

    ger rebasaban el mbito local. Adopt una imagende si mismo de o mejor dicho d e l- ( ( l d e r e s p i r i -tual de la educacin nacionalsocialista.

    Al intentar que Friburgo fuera una avanzadillade esa educacin, colabor en la redaccin de lalegislacin local de Baden que puso fin a las elec-ciones democrticas de los rectores.24 E n 1 9 3 3 , s eposicion en contra de lo que l consider una vie-ja guardia conservadora de profesores universita-rios, y se uni a la coalicin nazi forzando la dimi-sin de la junta de la Asociacin de Acadmicosalemana, que era el organismo oficial de represen-tacin de los docentes universitarios, y pidiendoposteriormente su abolicin.

    A mayor escala, Heidegger form alianzas conlos reformadores educativos radicales del partido,tales como Alfred Baeumler (relacionado con laoficina nacional de Alfred Rosenberg de educacinintelectual e ideolgica) y Ernst Krieck (un popu-lista de origenes rurales), con quienes debati lareforma de las universidades alemanas basadasen principios nazis.

    Para Heidegger, esto tuvo profundas implicacio-nes en los planes de estudio: desintegracin de lasviejas disciplinas humansticas y reestructuracinde todas las ciencias humanas y naturales dondela filosofia era un campo preeminente. Tambinsupuso llevar a cabo experimentos en una educa-cin vlkisch (vase el capitulo gEl discurso nazi:el Volk y los trabajadores) que aunaba los mode-

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  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    los de los campamentos de verano y las excursio-nes vacacionales con sus correspondientes vir-tudes de militarismo, herosmo, masculinidad y li-derazgo en contra de la contemplacin filosfica.En realidad. Heidegger dirigi uno de esos campa-mentos: un Wissenschaftslager cerca de Todtnau-berg en octubre de 1933, en el que sus miembrosdeban luc ir los uniformes de la SA (Sturmabtet-tung) o de las SS (Schutzstaffel). El objetivo de larevolucin universitaria, escribi a uno de losparticipantes, es el estudiante SA.25Aunque algunas de estas primeras alianzas conel partido se quebrantaron en 1934. Heidegger man-tuvo su relacin con algunos miembros de la je-rarqua nazi hasta el final de la guerra, y hasta 1935al menos participo en otras iniciativas a escala na-cional.

    En 1934, Heidegger se incorpor al comit dela Academia de Derecho Alemn, cuyo presidenteprometi hacerlo func ionar como un comit delucha del nacionalsocialismo, encargado de repa-sar el derecho alemn teniendo en cuenta la revo-lucin de la raza, el Estado, el Fhrer, la autori-dad, la fe, la patria y el idealismo.26 N i e s t e p e r fi l ,ni la partic ipacin en esta academia del famosoantisemita Julius Streicher, pareci detener a Hei-degger.

    Ms adelante, al acabar su mandato como rec-tor, en otoo de 1934, Heidegger present volun-tariamente un plan de trabajo para la Dozenten-

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  • JEFF CO LLI NS

    alcademie propuesto por el partido, un centro na-cional de elite para la educacin de posgrado dir i-gida a profesores universitarios, un mbito que yano-- quedaba en-- manos:de 'las universidades Sino

    que se -centraliz para gar' antizar V e el partido lacontrolara. Esto formaba parte de las estrategiashabituales del partido: Hitler ya haba previsto es-tas estrategias en su Mein Kampf

    El movimiento dispone de I..,1 los medios financierospara la formacin 1...1 de mentes capaces de un fu-turo liderazgo. Despus distribuye el material adqui-rido de este modo 1...1 atendiendo a criterios tcticosy de converdencia.v

    Como candidato a dir igir esta academia, Heideg-ger, con su impasible seriedad, inc luyo en el plande estudios el trabajo cientfico, la relajacin, lacontemplacin, los juegos de guerra, el trabajo fisi-co, los desfiles, los deportes y las fiestas. Pudohaber surgido este ideario, en el mejor de los ca-sos, como una forma de fascismo disfrazado de da-dasmo organizado, condenado a no reconocersenunca? El paraso de un tonto con im infierno re-al bajo sus pies?

    Hay distintos tipos de carcajadas, incluidas lassuscitadas por las exposiciones nazis de msica yarte degenerados patolgicos, putrefactos, no-alemanes que empezaron a sucederse a partirde 1933. Desconocemos las reacciones de Heideg-

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  • H EID EGGER Y LOS N A Z I S

    ger, s i es que hubo alguna. Pero s conocemos sufamosa valoracin, en 1935, de un cuadro de VanGogh en el que aparecan unos zapatos; inc lusoen este caso haba c la u d ic a d o-a n t e e l g u s t o n a z t

    el cuadro resultaba conformarse al gusto margi-nal de modernistas elegidos nrdicos honorficoso primitivos apoyados, al menos hasta 1936, porGoebbels.2B

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  • Antisemitismo

    Heidegger crea abiertamente en el rgimen y suFhrer c a m i n o correcto para Alemania, in-sisti ante Kar l Lwith en Roma en 1936.29 S i nembargo, sus escritos y discursos no contienenvestigios manifiestos de racismo biolgico. En lasconferencias que imparti a mediados de la dca-da de 1930. Heidegger se opuso al pensamientoeugensico de base biolgica. Estaba totalmenteen contra de su trabajo en la dcada de 1920: elDasein era ms fundamental, ms original, quecualquiera de esas categoras.

    Los datos biogrficos arrojan una imagen con-fusa. Heidegger se relacion con antisemitas comoKrieck y Baeurnler, y su esposa Elfride era conoci-da por su antisemitismo declarado. Ocasionalmen-te. Heidegger estaba conforme con establecer unahostil distincin entre los alemanes y los judo-ale-manes. Un intento de ayudar al personal judo pusode manifiesto adems su creencia en la necesi-dad de imponer a estos ltimos la Ley de Reesta-blecimiento de un Servicio Civil Permanente, la ley

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  • H EID EGGER Y LO S N AZ I S

    que prohiba a los judos ocupar un cargo pblico.En su borrador de un cdigo de honor al estilomilitar aplicable a su personal acadmico. Heideg-ger escribi, aunque sin especificar, sobre la nece-sidad de eliminar de nuestras filas a los elementosinferiores y frustrar las fuerzas de la degeneracinen el futuro?)

    Sin embargo, hay judios entre sus estudiantes,compaeros y amigos. Husserl (vase el capitulosTradielones influyentes) era de descendencia ju-da, como lo era la esposa de Karl Jaspers, y a al-gunos de ellos les ayud activamente (incluido suayudante de investigacin y posterior editor, Wer-ner Brock). Por lo visto, el racismo biolgico no en-sombreci del todo su relac in amorosa de tresaos con la estudiante juda Hannah Arendt, en1924, n i a la amistad que retomaron despus dela guerra, en 1950. Por su propia cuenta y riesgo,Heidegger se resisti a colgar un panfleto antise-mita en la universidad, prohibi una quema de li-bros a la salida de su edificio y protegi obras dela biblioteca escritas por autores judos.

    Se pueden aducir mas datos al respecto. Sobretodo, no parece que Heidegger defendiera ningnantisemitismo Tor principios. Y, por los datos deque disponemos, opor principios tampoco se en-fureci, encoleriz, inquiet ni se formul pregun-tas cuando, en 1933, amistades intimas y compa-eros de trabajo como Elisabeth Blochmann, KarlLA5with, Husserl y Arendt fueron despedidos y obli-

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  • JEFF CO LLI NS

    gados a exiliarse. Parece como s i estos sucesosfueran poco ms que desafortunados, como cogerun resfriado. Mientras estos hechos provocabanms o menos incredulidad, indignacin u horror,Heidegger seguia haciendo proselitismo de la re-volucin.

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  • Heidegger, autor; los textos nazis

    Segn todos los datos, apenas cabe espacio para laduda del compromiso nazi de Heidegger. Sin embar-go, siendo estas acusaciones bsicamente biogrfi-cas, ello no .demuestra que sus obras filosficassean nazis, que conduzcan directa o indirectamentehada el nazismo, ni que provoquen efectenunazis.

    Esa ha sido una dificultad constante: que nodebe descartarse con ligereza, pues -e s t e n j u e g ola manera en que interpretamos los textos. Debe-mos defender que estos factores 4e x t e r n o s . C O M Ola vida o los contextos de un autor, ejercen una in-fluencia en las caractersticas de un texto? LO de-bemos realizar tan slo lecturas ((internas, e in-sistir en que los textos son independientes de suscondiciones de produccin? En ambos extremos,las dos opiniones son reduccionistas. Los debatessobre Heidegger se ban desarrollado en los extre-mos, al igual que entre ellos se ha establecido undilogo continuo.

    En el extremo de la (autonoma, varias versio-nes asumen que el 4-leidegger que surge en la lec-

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  • JEFF CO LLI NS

    turn de un texto firmado por el es una complejaproduccin que no puede equipararse simplemen-te con la persona real. Si esta lt ima hubiera de-mostrado afiliaciones nazis, la primera, y esto qui-z sorprenda, no tendra por qu hacerlo. 'Este esun argumento opuesto a l de los comentaristas,como el filsofo existencial Karl Jaspers, que su-ponen que vida y obra estn entrelazados en unanecesaria continuidad. En esta misma lnea, no esnecesario suponer que los textos poseen algncarcter o tendencia poltica inalienable. WalterBenjamin, por ejemplo, explic en 1935 que lostextos pueden adquir ir una cierta tendencia pol-tica, pero que esto depende de las circunstanciasde su divulgacin y lec tura.3' S e g n e s t e p u n t o d e

    vista, un texto puede adquir ir contenido polticoen un contexto que igual no se da en otro dis tin-to. Inc luso se pueden dar cambios completos deopinin.

    Ninguna de estas consideraciones nos obliga aexcluir los factores externos. Los aspectos de lasvidas reales y las prcticas polticas pueden dejarhuella, incluso en un texto filosfico. El problemaradica en tratar de identificar uno de estos pasa-jes, junto con las circunstancias que favorecen suexistencia. De modo que algunos crticos, que amenudo evitan los argumentos biogrficos, hanbuscado conexiones estructurales entre el discur-so de Heidegger y el del nazismo.

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  • El discurso nazi:el Volk y los trabajadores

    De acuerdo con muchos argumentos, algunos deellos prolijos, la concepcin de Heidegger de la his-toria influy considerablemente en su eleccin po-ltica, asi como su concepcin del tiempo compar-ta con el nazismo la estructura paradjica de larevolucin conservadora (el futuro radicalmentenuevo se forjar volviendo a un pasado perdido).32En general, se ha podido establecer que el dis-curso de Heidegger comparte motivos con la ret-rica nazi. Estos temas abundan en los discursosde su etapa como rector, pero algunos tambin apa-recen en su filosofia inc luso mucho despus de1945.

    En cuanto a los discursos, por ejemplo, Hei-degger adopto el principio-de-lider antidemocr-tico como modelo y prctica de poder. Tambinadopt la figura del Volk, que para el nazismo erauna nocin del pueblo como unidad orgnica indi-visible, a menudo unida a una imagen de ruralismo

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  • JEFF CO LLI NS

    Inalterable. Su valoracin del arraigo, del apren-dizaje vlkisch y su fuerza de la tierra y la sangrehaca pensar en los discursos populistas conser-vadores que el nazismo adopto tanto de la culturapopular como de la elitista.s4 Las opiniones de, Heidegger sobre e l trabajocoincidan con el discurso nazi.. Oponindose ex-plicitamente al MaDdS11.10. H e i d e g g e r e n t e n d a q u e

    las clases econmicas trascendan en la singulari-dad del Volk. Habra un nico Estado alemn, oLebensstand, unificado en la medida en que todossus habitantes trabajaran y se sometieran libre-mente a ej. Si a los desempleados les faltaba tra-bajo, no eran ;capaces de eitsiiiiciaseirisfahigh enel Estado 'y en beneficio del .1 7 6 / k3 5 E l V o l k a d o p t a

    una dimensin ontolgica, y las autenticas div i-siones y diferencias sociales se perciben como me-nos relevantes.36

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  • Alemania

    tri conformidad con otros muchos filsofos ale-manes, Heidegger calific a Alemania de ursprng-lich, primordial, situada en el corazn de las na-ciones, geopolticamente eeiltral para Europa y elmundo. Para Heidegger, Alemania tarnbMn erael origen de un renacimiento europeo, una nacincofl un destino nico o papel mundial. Comparti

    la retrica, por no decir el razonamiento, de la fa-mosa llamada a Alemania, en 1919, por parte delhistoriador organicista-nacionalista Oswald Spen-gler, como ltima esperanza. Si Alemania fracasa,toda la humanidad fracasara con ella y ya noquedara esperanza para una futura restauracin.

    Los gestos nacionalistas estaban vinculados allenguaje,' Heidegger acept la concepcin de la len-gua alemana como un legado nico y directo de laantigua Grecia, incorruptible por el paso del tiem-po y la influencia deformadora del latn. El griegoera la lengua primordial, la ms original de Euro-pa, y el alemn descenda directamente de ella. Es-ta concepcin tena sus ventajas, porque para Hei-

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  • JEFF COLLINS

    degger los griegos de la antigedad no haban olvi-dado al ser. La relacin lingstica directa otorgabaa Alemania un activo nacional nico: el acceso pri-vilegiado a la experiencia griega de ser.37 Los vnculos estructurales entre la filosofia deHeidegger y el nazismo no terminan en estos te-mas. Se han dado otras explicaciones sobre lo quedebi ocurrir.

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  • El Dasein de la nacin

    El primer texto ms importante de Heidegger, Sery tiempo. vuelve a ser aqu un punto de referencia.Entre muchos otros, Jrgen Habermas ha comen-tado que el compromiso poltico de ,171pidegger sitenia una base filosfica.3 8D e s c p M p u S o e q i n

    en el Dasein alemn. Ya no era nico ni !slo lulo,sino que se convirti, en el Dasein nacional, el ,serdel pueblo alemn.

    Parece como s i Heidegger hubiera' tratado delocalizar a un ser autntico para la nacin ale-mana. Si el Dasein se presenta slo como autn-tico o no-autntico, en ese caso, por qu no' lasnaciones? El Dasein, luchando por su autentic i-dad, buscando la verdad de si mismo, se convierteen la nacin alemana en su lucha por su propiaexistencia verdadera, su misin y destino. Encon-trar su autenticidad en el Volk, una entidad ni-ca e indivisible. El escenario tambin evoca a lasnaciones no autnticas, las que se pierden en los ne-gocios cotidianos, Rparloteando lenguas no autn-ticas.

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  • IEFF CO LLI NS

    Hay muchos argumentos que apoyan esta in-terpretacin, aunque en parte es una fic c i n : b -sicamente, Heidegger dejo de utilizar el vocabula-rio existencialista en su obra despus de 1927, yen los discursos de 1933-1934 utiliza otras pala-bras (por ejemplo, el espiritu: la existencia de lanacin mas que autntica es espiritual). Sin em-bargo, parece seguro que la filosofia de Heideggery el destino de las naciones iban a seguir la mis-ma trayectoria.

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  • Una filosofa parael nacionalsocialismo

    Heidegger vincul la cuestin del ser con el peligrodel momento histrico y la nacin. Las naciones,segn afirm en 1935, 41en sus mejores movimien-tos y tradiciones, estn vinculadas al ser.89Segn los diagnsticos conservadores, las na-ciones se enfrentaban a un momento tenebroso,un punto crtico de la historia. Para Heidegger, re-descubrir la cuestin del ser ofrecera a la nacinsu poder salvador. La cuestin del ser es dndis-pensable si se desea prevenir el peligro del oscu-recimiento mundial y si nuestra nacin en el cen-tro del mundo occidental va a asumir su mis inhistorica.40As, Alemania coronar su grandeza como lanacin que redescubre el ser. Unida a las antiguasfuentes griegas gracias al idioma, ninguna nacin,salvo la nacin alemana, estaba mejor situada pa-ra la labor. De este modo, la filosofa encuentra supapel a desempear en la revolucin nacional:

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  • JEFF COLLINS

    Podemos hablar de destino histrico slo donde unautntico conocimiento de las cosas domina la exis-tencia del hombre. Y es la filosofia la que abre loscaminos y las perspectivas de este conocimiento.4'La revolucin nazi trabajara estrechamente con

    la filosofia para erradicar las viejas formas de pen-samiento:

    Toda la realidad alemana ha cambiado gracias a lEstado nacionalsocialista, con el resultado de quetoda nuestra forma pasada de comprensin y pen-samiento tambin debe ser d ist in ta .42

    Por lo visto, en la imaginac in de Heidegger, elcamino estara libre para su propia filosofa alta-mente idiosincrsica e ins tituc ionalmente mar-ginal.

    Se adherira el pueblo alemn? Heidegger se lopidi. Se adherira el gobierno nacionalsocialista?Trat con ellos, negocio. Se adheriran sus colegasacadmicos, sus asociados institudonales? Kar lJaspers recuerda que le oy decir en 1933 que nopoda entender por qu tenia que haber tantos pro-fesores de filosofia en Alemania: bastara con doso tres .43

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  • Nazismo radical

    En muchos aspectos era una concepcin extraa:un sueo de cohesin anunciado en un lenguajeontolgico, una nacin unida en la nica cuestinpr imordial de su propio ser: unida, regida por elfascismo, en su ser, un ser hay que hacer hin-capi en ello que tambin es una pregunta. Es-to no era nazismo estndar, si es que alguna vezexisti algo parecido. Es probablemente por estemotivo que Heidegger se refiri en 1933 a la revo-luc in nazi como no meramente la toma de podertal y como existe actualmente en el Estado porotro partido, un partido lo suficientemente nume-roso como para asumir ese poder. Lo que impor-ta no son las encuestas electorales. En sentido es-tricto, la revolucin fue la transformacin total denuestra existencia Waseird a1emana.44 Esa apuesta fracas. Heidegger dimit i de sucargo de rector y se retir del activismo politicoabierto. D e b e i n t e rp r e ta r s e es to como un recha-

    zo del nazismo? Tal vez no del todo. Varios lecto-res, incluidos Hugo Ott, Rdiger Safranski y Jac-

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  • JEFF CO LLI NS

    ques Derrida, han i d e n t ific a d o e n l a p o l t i c a d e

    Heidegger u n intento de cons truir u n nazismoideal, tal vez ms puro, ms riguroso y ms radi-cal que la versin que se desarroll. As pues, ladimis in puede interpretarse como la respuestade Heidegger a la incapacidad del partido de reco-nocer ese nazismo: ellos eran, en cierto sentido,nazis no suficientemente radicales. La interpreta-cin es discutible, pero no cabe duda de que Hei-degger tuvo una opinin propia y dis tinta de loque deba ser el nazismo. Fue l quien defendi suverdad fundamental, y sta resida en la determi-nacin de dirigirse a la esencia del ser.

    Cmo habra sido, o pudo haber sido, un na-zismo heideggeriano? Es un trmino espantoso,que surge tal vez de una prdida completa de rea-lidad histrica o poltica, tal vez de una imposi-bilidad.

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  • LE! fin de la relacin?

    Hacia 1935, Heidegger haba abandonado cual-quier esperanza de una revolucin inmediata decarcter filosfico y poltico. Adopto una posturade espera. En su entrevista de 1968 con DerSpiegel, declar que si su pensamiento tiene unefecto en el mundo, no sabe cul. Y, aade, cual-quier efecto puede tardar trescientos aos. Ade-ms, tampoco es su problema:

    No conozco ningn camino hacia la inmediata trans-formacin de la situacin actual del mundo 1...)Seria contrario al significado de la labor del pensa-miento salir a la palestra, por as decirlo, para pre-dicar e imponer un juicio mora145

    La imagen filosfica de si mismo del Heidegger tar-do qued unida a la imagen del poeta Hlderlin, ala zaga de la figura romntica y mstica del viden-te so lita rio , (qu ien viene p rime ro y solo. E ra u nregreso atenuado a la figura del lider, que Heideg-ger estudi a fondo antes de acabar la guerra por

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  • JEFF CO LLI NS

    sus asociaciones con el clculo tcnico y planifica-dor.

    Heidegger asumi una tarea doble: perseveraren la cuestin del ser, donde la tecnologia plane-taria moderna figuraba como un gran obstculo,y deshacerse de los cimientos metafsicos hereda-dos de la filosofa. Su manera de pensar el serrecurri a trminos como acontecer, presencia,unin, o co-presencia mutua, y con respecto al serdotado de lenguaje lo defini como capaz de con-servar o ocontrolar.46 L a m e t a fi s i c a o c c i d en t a l s e

    encontr con la poesia, el misticismo medieval, lasfilosofias no occidentales, los griegos presocrticosy otras fuentes no convencionales.47 Qu ocurr i con el nazismo? Los textos deHeidegger eludieron cualquier relacin explic itacon la poltica. Critic al rgimen nazi por sus pre-ferencias tecnolgicas, y en otros textos explicextensamente en qu medida la tecnologa ha oM-dado las races de la techne y de la experienciagriega del ser.48 E s t o h a s i do p a ra la p o l t ic a e co l gi -

    ca profunda, y para algn otro pensamiento, unImportante recurso. Pero desde algunas perspecti-vas, Heidegger haba adoptado una postura tipi-camente conservadora. Si es fiel a si misma, la fi-losofa slo se ocupar de las grandes preguntasesenciales, ms all de las inquietudes histricasinmediatas, ms all de la simple poltica. De locontrario se rebaja, se malinterpreta, O se abusade ella.

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  • H EID EGGER Y LO S N AZ I S

    As pues, puede decirse que Heidegger mantu-vo una estricta reserva sobre el periodo nazi. En1945, con Friburgo ocupada por las tropas fran-cesas. Heidegger fue suspendido de su cargo, so-metido a un proceso de desnazificacin, y final-mente, en 1949, juzgado como qsimpatizante, porlo que se le prohibi ejercer la docencia hasta 1951.

    En muchos aspectos, el estado de cuentas seha vuelto irremediablemente en su contra por esareserva, o silencio, de la posguerra. En cuanto alrgimen nazi, sus programas viriles y militares,sus operaciones de sometimiento al poder, sus po-lticas racistas de trabajos forzados y exterminios,ningn reflejo de ira, ningn remordimiento, ni unapalabra de preocupacin.

    63

  • Leer a Heidegger en la actualidad

    Deberan prohibirse los textos de Heidegger? Pro-bablemente los crticos tendrn que esperar paracelebrar que eso suceda. No es slo porque la viday la obra presentan puntos de separacin. Lo quees todava ms importante es que el pensamientode Heidegger podra oponer resistencia al nazismo,y en realidad a todos los discursos y prcticas to-talitarias.

    Este dilema no es nuevo. Sartre, por ejemplo,haba abordado el asunto. Pens que una polti-ca existencial podra ser, segn l, diametralmen-te opuesta a l nazismo. Escr ibi defendiendo elpensamiento de Heidegger, aunque no a Heideggeren s, en un peridico procomunista en 1944:

    64

    Si descubrimos nuestro propio pensamiento en rela-cin al de otro filsofo, si le pedimos tcnicas y m-todos con los que acceder a nuevos problemas, sig-nifica esto que apoyamos todas sus teoras? Marxpidi prestada su dialctica de Hegel. Diramos queEt capital es una obra prusiana?49

  • HEIDEGGER Y LOS NAZIS

    La defensa de Sartre de la lectura de Heideggerpuede apreciarse inmediatamente. No tenemos porqu estar de acuerdo con todos los aspectos delpensamiento de alguien; adems, la politica decla-rada de un autor (lo cual incluye un afn excesivopor la monarquia prusiana) no tiene por qu do-minar necesariamente todas sus obras.

    No obstante, ahora parece ms discutible si escierto que logra oponerse al nazismo tan fcilmen-te, o s i cabe incluso hablar en trminos de oposi-cin. Estas preguntas se han discutido a fondoen recientes debates.

    65

  • Heidegger y lospostestructuralismos

    La influencia de Heidegger en el pensamiento post-estructuralista es desigual y dificil de trazar, perono haysealesde contagio nazi.

    P o r:e j em p lo , la temprana 'contra-filoso& de Gil-

    les Deleuze, aunque fue claramente nietzsc,hearia,debe mucho a Heidegger en su tratamiento de-constructivo de la formacin de conceptos, la dife-rencia y el cuestionamiento. Adems, la poltica de

    , Deleuze debe mucho a las corrientes .del socialis-mo , de izquierdas. Michel Foucault escribi mor-dazmente contra el fascismo en su prlogo al Anti-,Edipo de Dekuze y Guattari, y en .la dcada de1960 su rechazo crtico de las categoras huma-nistas del conocimiento sigui senderos inaugura-dos previamente por Heidegger. En la dcada de4940 y 1950, Jacques Lacan bebi del pensamien-to de Heidegger y se opuso a un concepto ontol-gico del lenguaje apoyndose en el estructuralis-mo de Saussure. La terminologa de Heidegger,

    '66

  • HEIDEGGER Y LOS NAZI S

    por ejemplo del tiempo, entra en sus descripcio-nes del sujeto psicoanaltico: es temporal, en pro-ceso y nunca est ya enteramente all. Y la nocinclave de Lacan de lo real (recalcitrante al lenguaje,que no puede conocerse directamente, y que es an-terior a cualquier subjetividad) debe mucho alpensamiento heideggeriano sobre el ser.

    Esta obra presenta implicaciones polticas com-plejas, pero no han impedido su uso en contextospolticos declaradamente de izquierdas, como enlos movimientos antipsiquiatra, los discursos fe-ministas, la teora 'queer, etctera.

    Probablemente; quien haabordado 'mas atevtati;demente el enigma de un, pensamiento 1101e4glili4t,no opuesto a los, n a z i s m os f u e J a c qu e s t h il y dkSe

    le puede considerar corno ei -defensor nitlit'en'rgidode una relectura de Heidegger, e Incluso loPartic ipe de, una poltica ,c le d e m o c i a c i a TA U s t i C i a

    por entonces impensable: Nospide; a i r l- ,e t n b a r g o ,que repensemos la *poltica, la :demoeraciaw y-lajusticigui: ests palabras bien podran perder susolidez. De rndo que rrierece' la pena' explorar esadefenla.,' , ,f10

    67

  • La violencia de una condena

    Derrida ha realizado una reflexin sobre la conde-na y sobre lo que fue el nazismo. En primer lugar,es condenable el nazismo de Heidegger? Derridainsiste en que la condena del nazismo no equivalea la reflexin sobre el nazismo. Heidegger, pues,parecera encaminarse a una absolucin, aunqueno exenta de algn coste. En Del espritu: Heideg-ger y la pregunta (1989). Derrida resalta en vezde rebajar la nnonstruosidad, el desastre, delnazismo de Heidegger.50 E n o t r a s p a r t e s d e fi e nd e

    gla necesidad de exponer, a ser posible sin restric-ciones, la profunda adhesin del texto heidegge-riano (escritos y actos) a la posibilidad y la reali-dad de todos los nazismos.5' Y , s e g n D e r r i d a , l

    siempre ha condenado los nazismos, e n el horrorde lo que, precisamente en Heidegger y en tantosotros, en Alemania u otros pases, siempre ha si-do capaz de ceder ante l52 E n e s t e s e n t i d o , D e -

    rrida es inequvoco y pone un nfasis claro.Sin embargo, el pensamiento de Heidegger no

    puede rechazarse. Al contrario, puede aplicarse, por

    68

  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    ejemplo, al nazismo de Heidegger. Aqu tratamosde otra cuestin, otra inquietud.

    La odeconstruccin de Derrida adopta la ideade Heidegger de gsuperaro la metafsica occidental,buscando alterar, inter rumpir o desestabilizar losconceptos fundacionales, mtodos, procedimien-tos y proyectos de la filosofa. Inevitablemente, pa-ra Derrida, es ese pensamiento desestabilizador loque tiene que ejercer presin sobre la poltica deHeidegger. Cmo se consigue eso?

    69

  • Estrategias deconstructivas

    El pensamiento metafsico trata de establecer unadistincin segura de territorios, de campos, esfe-ras, reas y terrenos rigurosamente demarcados.La poltica no interferir con la filosofia; lo que escon toda seguridad la Izquierda estar separadade la Derecha, es decir, sabremos con toda seguri-dad qu es cada cosa y dnde est ubicada. La de-construccin insiste en las contaminaciones, quecolisionan y alteran los limites.

    El pensamiento metafisico tambin es pensa-miento opositor establecer algo contra algo dis-tinto, x contra y, la verdad contra el error, el to-talitarismo contra la democracia, etctera. Estotambin permite una certeza conceptual; pode-mos tomar una decisin, de una u otra forma. Lacleconstruccin encuentra y pone de relieve tr-minos o frmulas que no encajan exactamente enesos opuestos y que son subversivamente impre-decibles.

    As pues, estos recursos inspirados por Heideg-ger contaminaciones, recelo contra las oposicio-

    70

  • H EID EGGER Y LOS N A Z I S

    nes y suspensiones de la decisin suelen in flu iren e l pensamiento que indaga en e l nazismo deHeidegger.

    71

  • Esta cosa vil,pero sobredeterminadaw

    Estamos jugando un juego peligroso. E l pensa-miento de D e n-i d a a d o p t a c o n ce p t o s e s t ab l e ci d o s

    en el movimiento deconstructivo, y los convierte enalgo desconocido privndoles de su autoridad con-ceptual.

    El problema podra formularse de la siguientemanera, Si nuestra nocin de nazismo fuera unode esos conceptos establecidos, cmo podramospercatamos de algo conocido y condenable? Si sepriva a una nocin de su autoridad conceptual, susentido normal establecido, Len ese caso cmo po-dramos saber a ciencia c ierta con qu estamostratando?

    D e n-i d a f av or ec e act ivamente esa desestabiliza-

    cin. La nocin establecida del nazismo debe seralterada. No debera clasificarse segn esquemasbien conocidos y en ltima instancia reconfortan-tes,5' No es algo que est ah fuera, cuidadosamen-

    te separado de cualquier cosa que supuestamente

    72

  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    le rodea. Derrida lo considera ms bien como unanudo complejo e inestable, con discursos nazis yantinazis que llegan entrelazados, compartiendotal vez sus rasgos, o tal vez operando en una redde complicidad, aunque en ocasiones lo haga demanera involuntaria. Asi pues, el nazismo se con-cibe en trminos de contaminacin: contamina,est contaminado, y ninguna estrategia de demar-cacin metafisicamente establecida la sustenta,evidentemente. De este modo surge una afirma-cin bastante drstica: no sabemos lo que fue eln a zis mo . "

    73

  • Ms all de las fronteras

    La nfirmacin de Derrida podra parecer extraa,dado el peso de los anlisis histricos, sociales, psi-coanaliticos, polticos, econmicos y de otro tipo queactualmente se ofrecen. Sin embargo, incluso los es-tudios orientados empricamente se han topado condificultades a la hora de definir el nazismo comouna categora. Por ejemplo, algunos trabajos de his-toria cultural y social recientes han sealado lasnormalidades y lo ordinario de la vida (para algu-nos) en el periodo nacionalsocialista, buscando lascontinuidades, as como las rupturas, en las rela-ciones sociales, culturales y familiares antes, du-rante y despus del nazismo. Otros estudios han ex-plorado cmo el gnero y la clase social modulabansignificados y experiencias.55 L a v i d a e n l a A l e m a n ia

    nazi no fue igual durante todo el periodo, y los sig-nificados y las experiencias no pertenecen slo a untiempo y espacio cuidadosamente delimitados. Lasinvestigaciones siguen produciendo excesos, no deltodo restringidos a las fronteras categricas habi-tuales.5E'74

  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    Una vez ms, el juego puede ser peligroso. Pro-voca, de alguna forma determinada, que nos d'a-miliaricemos con el nazismo, haciendo que se pa-rezca a otros regmenes, con el resultado inclusode condonar sus crmenes? Podra ser una lneaargumental apologista: el nazismo no fue el nicocaso, y de cualquier modo la economa mejor, lostrenes circulaban puntuales. Por otro lado, el pe-ligro es despachar el nazismo de forma segura, co-mo s i pudiera ser inmovilizado bajo un nombredemonizado, detrs del letrero mal que todos no-sotros sabemos leer.

    El problema es cmo alterar las determinacio-nes cmodas, pero dejando un espacio para unpensamiento que pueda resistir mejor a los nazis-mos. Si adoptamos los caminos de Derrida, esepensamiento podra sernos desconocido. Si recor-damos sus dos temas de investigacin condenary pensar, nos parecen paradjicos. Cmo con-denamos el nazismo, ahora y de forma inequvoca,a la vez que insistimos en detenernos mientraspensamos en lo que fue el nazismo? Segan lo en-tiende Derrida, para los partidarios de Heideggerno hay norma para decidir. Sufren. Su dolencia esdoble, al tener que condenar y pensar, juzgar aho-ra y esperar mientras se formulan preguntas, enuna oscilacin radicalmente inquietante.

    75

  • Nazismo y metafsica

    Esto es una muestra, ms o menos, de cmo De-rrida, utilizando a Heidegger, lee a Heidegger y elnazismo: hay una condena y un pensamiento. Es-te lt imo trata de encontrar los residuos metafi-sicos que perduran en los textos de Heidegger ydesestabilizarlos. sa es la trayectoria, o la din-mica, de las lecturas en Del espritu.

    Derridaobserva que el discurso inaugural de laetapa de Heidegger como rector en 1933 tiene unprograma, y s i ste parece Rdiablico es. porqueexisten dos demonios a la vez: una sancin del na-zismo.y un gesta que todava es. A m b o sse a co pl an ,de : algn modo.57

    En 1933; Heidegger adopt el trmino espritu

    con:, f ue rza .retrica (Alemania iba a vivir. su .gre-

    novacin espiritual, etctera)... E n .. s u t r a t a m i e n t o

    pragmtico y. voluntarista, el trmino adopt ungiro metafisicoi d e l q u e d e s pu s d e s co n fi ar i a He i -

    degger. Esto limit sus propias tendencias. decons-tructivas iniciales y la .p a l a b r a f u e a s i m i l a da p o r l a

    retrica nazi.

    76

  • H EID EGGER Y LO S N AZ I S

    La manera en que Heidegger empleaba la pala-bra en la dcada de 1950, sin embargo, le otorgabaun potencial ms deconstructivo; y es este poten-cial el que Derrida explota, en un juego vertigino-so y desbordante por e l que es muy conocido.Adoptando el vocabulario del espritu, entrelazaGeist, un vocablo conocido para los hablantes delengua alemana, spirttus, propio de las lenguaslatinas, y la palabra hebrea mah y tambinruah raa, espritu malvado, s in permitir quela contraposicin del alemn con el latn (privile-giando la primera lengua como pasaba con Hei-degger), permanezca invariable.

    Las objeciones a estas lecturas no se han he-cho esperar: esto es jugar con las palabras, desviarla atencin de las cuestiones polticas importan-tes. Derrida parece quererlo de las dos maneras,condenando a Heidegger mientras trata de exone-rado; y la condena lucha Incmodamente con elpensamiento. Probablemente, todas estas objecio-nes son correctas. Slo ocurre que en el caso de ladeconstruccin, la ruptura con el pensamiento me-tafisico es necesaria para una ruptura con el dis-curso nazi: no slo oponindose a l de pies a ca-beza, sino tratando de desbaratar sus cimientosconceptuales.

    Podra ser una opcin interesante, pero sigueplanteando algunos problemas. La deconstruc-clon altera tambin todos los fundamentos ticospara condenar el nazismo? Si es as, cmo puede

    77

  • JEFF COLLINS

    Derrida o cualquier otro seguir condenndolo? s-te ha sido un aspecto crucial para los intentos deevaluar la contribucin de la deconstruccin en lapolitica contempornea.

    78

  • Una tica heideggeriana?

    La tica no era desconocida en Friburgo. En 1946,Heidegger marc sus diferencias con el existencia-lismo de Sar tre.58 L a c u e s t i n e r a e l h u ma n i sm o :

    considerar al hombre como elemento central. Pa-ra Heidegger, lo que venia primero, era primordialy por eso digno de ser pensado era el ser. Los se-res humanos tienen que concebirse en su relacincon el ser. De hecho, el ser viene primero, los se-res humanos despus.

    A muchos lectores esto les ha parecido unadesercin de cualquier pos ibilidad de juic io ti-co. Desplazaba la ubicacin de la tica: el hom-bre, el sujeto y el objeto de lo humano. Heideggerse expone a las cr iticas de que, segn escribeJrgen Habermas, hace ms merecedor de pen-samiento al hombre vecino del ser que al hom-bre vecino del hombre. En una historia marcadapor el genocidio, eso tiene una enorme repercu-s in.59Sin embargo, en el mismo texto, Heidegger su-giere quei no defendia lo inhumano: -n i g l o r i fi c a b a

    '79

  • JEFF CO LLI NS

    la brutalidad brbara, ni deca que todo era in-til. Surgir necesariamente un deseo de normasque establezcan cmo deben vivir los hombres demanera adecuada:

    Acaso no deberamos salvaguardar y asegurar loslazos existentes aunque mantengan unidos a los se-res humanos tan delicadamente y nicamente parael presente? Claro que si.61)Un problema: el pensamiento de Heidegger ape-

    nas trata el asunto de las normas, y menos anse atreve a proponerlas. El objeto de pensamien-to es el ser. De modo que s i hay normas, de dn-de proceden? De autoridades establecidas in -cuestionables, de la Iglesia y el Estado, quiz delEstado naz i? Cmo podemos tratar con estasnormas?

    Con respecto a temas como estos, tanto losamigos de Heidegger como sus enemigos han teni-do la tentacin de pensar sobre su vida. Su ejem-plo poltico es deplorable. Y en las escasas ocasio-nes en las que rompi su silencio en la posguerra,pronunci sus comentarios ms clebres sobre labarbarie y la brutalidad: la agricultura mecaniza-da es en esencia lo mismo que la produccin decadveres en cmaras de gas; el Holocausto pue-de equipararse a la expulsin de los alemanes delos Estados blticos; las muertes en masa por ina-nicin (en China) es una muerte no autntica; y

    80

  • HEIDEGGER Y LOS NAZIS

    si la escasez de viviendas despus de la guerra es-taba causando la miseria humana generalizada,primero la gente tenia que entender que su mise-ria real es olvidarse de pensar en el ser.

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  • La historia del ser

    La qhistoria del ser de Heidegger podra estar re-lacionada con esas afirmaciones. Se defenda quelos aconteceres, las aperturas, los encuentros mu-tuos, los otorgamientos y cesiones del ser (segndescribi Heidegger) tenan una historia, una rea-lizacin de s mismos a lo largo del tiempo, en elque el ser se iba retrayendo poco a poco. Como in-dica Richard Rorty, parece que el ser tuvo un mo-mento dorado entre los presocrticos griegos msantiguos, o tal vez un poco anteriores, que luegoexperimenta un pronunciado descenso durantetodo el camino."

    Esto fue especialmente determinante en la eramoderna y tecnolgica, en la que el ser no puedeacontecer en las formas ms primordiales cono-cidas por los antiguos griegos.

    Ante semejante situacin, Heidegger podia co-locar sus propias acciones en la puerta del ser: noera tanto lo que l hacia, sino cmo el ser aconte-ca en l. Tambin podia permitir su aparente in-diferencia a los constantes horrores en masa y mi-82

  • H EID EGGER Y LO S N A Z I S

    serias del siglo xx. En una escala csmica como lade Heidegger, estas miserias no eran ms que di-minutos acontecimientos dentro del proceso ma-gistral de la historia del ser. t i podia ser bastanteexplicito al respecto. En 1955 afirm:

    Es necesario preservar la verdad del ser, sea lo quesea lo que les ocurra a los seres humanos y a todoslos seres.62

    Y refirindose a la lucha esencial de Herdclito so-bre el ser, la que permite a los dioses y humanos,a los libres y a los esclavos, aparecerse en sus res-pectivas esencias, comenta:

    Comparado con este encuentro, las guerras mun-diales siguen siendo superficiales. Son cada vez me-nos capaces de decidir cualquier cosa cuanto mastecnolgicos son sus armarnentos.63

    83

  • Heidegger y Levinas

    Cabe alguna esperanza de encontrar una ticaheideggeriana? Derrida descubre en su antihuma-nismo un gesto til. Desplaza la subjetividad, se-gn se concibe normalmente, del punto central. Enese gesto, algunos absolutos metafisicos tambinse desplazan (el hombre, el yo, la conciencia, el su-jeto, el objeto, lo correcto, la verdad, una cierta de-terminacin de libertad o del espritu, o de la con-ciencia: sta es la lista de Derr ida).64Esto estara bien para lesestabilizar la metaf-sica, pero tambin podra sonar incmodamentecomo el redux de Heidegger, y adems resulta po-co prometedor para la tica.

    Sin embargo, el pensamiento de Derr ida so-bre la tica debe menos a Heidegger que a Em-manuel Levinas, de or igen judo lituano, esta-blecido en Paris desde la dcada de 1920 y unlector temprano pero curioso de Heidegger. Paraentender el sentido que D e n-i d a l e o t o r g a a l a

    responsabilidad tica y poltica, y cmo podracontr ibuir a una resistencia contra los nazismos,

    ,84

  • H EID EGGER Y LOS N A Z I S

    debemos seguir por un momento esta linea depensamiento.

    En 1929, Levinas qued profundamente impre-sionado por Ser y tiempo, y en muchos sentidos leilumin aspectos cruciales de su propio pensa-miento. Sin embargo, para Levinas lo que vieneprimero, antes que el hombre, la subjetividad y to-do lo dems, es una relacin tica de un ser hu-mano hacia otro. Ser uno mismo es ser para losdems. Comparase el Dasein de Heidegger, que tie-ne su ser en un dslo rulo nico, aunque angus-tiado.

    85'

  • Responsabilidad

    La relacin de Levinas es 'tica porque implicaobligaciones: responsabilidad hacia el otro. Estono es simplemente simtrico. El otro llega con unapeticin, con una solicitud o una llamada para no-sotros, y por tanto es subordinado, como un ex-trao o un indigente:

    Ser uno mismo E..1 es cargar con la desdicha y labancarrota del otro E...1 Ser uno mismo les] el estadode ser un rehn.65

    La petic in es exorbitante; llega s in limites esta-blecidos por las normas o decisiones sociales.

    Asi que la relacin tica no es algo elegido. No-sotros estarnos en ella y con ella. Y no es algo equi-parable a la moralidad o incluso a la tica-en-su-sentido-habitual: aplicar preceptos morales, elegircompromisos, establecer normas, calcular dere-chos. Viene antes de todo esto:

    86

    Es la construccin de un ser que no es para si mis-mo, sino para todos.66

  • H EID EGGER V LO S N A Z I S

    Levinas dice para todos, e incorpora el 'mbitosocial. Es all donde se deciden los preceptos mo-rales, la igualdad de derechos y todo lo dems. Y,curiosamente, esto limita lo exorbitante de la rela-cin tica. Introduce justicia, en el sentido de Le-vinas: la demarcacin de limites en la responsabi-lidad hacia los dems,

    Se trata de un enredo contradictorio e inquie-tante. La justic ia debe tener su relacin con laexorbitante responsabilidad hac ia el otro. De locontrario, es simplemente una tcnica para suavi-zar nuestros problemas sociales, una tcnica di-rectiva para clasificar y regular el mundo. Ni si-quiera se acercar a la justicia, en sentido estricto;ms bien se dir ige en la direccin contraria, sealeja de la responsabilidad. Y lo mismo ocurre conlos nazismos: tratarn de igualar las irregularida-des y lo exorbitante de la relacin tica en unauniformidad social prescrita e idealizada, o de locontrario la eliminan, y con ella la llamada delotro y la diferencia del otro.

    87

  • tica y polticaen la deconstruccin

    Aqu podra sealarse un cierto tipo de opolitica,pero de una clase poco conocida. Destaca la res-ponsabilidad hacia la peticin singular del otro, yaun as siempre se encuentra en una relacin ti-rante con las fuerzas necesarias pero 'imitadorasdel clculo y la distribucin racional, como las deTos derechos establecidos, por ejemplo, en el dere-cho internacional. Derrida ha trazado las lineasgenerales de las dificultades de esta obligacindoble, contradictoria o conflietiva:

    88

    Cmo se puede, por un lado, reafirmar la singula-ridad del lenguaje (tanto si es nacional como si no),los, derechos de las minoras, la diferencia lingtiisti-ca y cultural, etctera? Cmo podemos resistirnosa la uniformidad, a la homogeneidad, a la nivelacinculturalo lingilistico-meditica, su orden de repre-sentacin y beneficios espectaculares?

  • HEIDEGGER Y LOS NAZIS

    Esto se ve constantemente interrumpido por lasexigencias de la organizacin, del clculo, de laadministracin y de la decisin:

    Por otro lado, cmo podemos luchar por todo esosin sacrificar la comunicacin ms univoca posible,la traduccin, la informacin, el debate democrticoy la ley de la mayoria?67

    Cmo decidimos qu baza jugar? No hay ningu-na norma. Sufrimos. Slo hay apuestas moment-neas, como si Jugramos al pquer. Pero para De-rrida, ambas partes deben seguir jugando: esnecesario para Rtraicionarse lo menos pos ibleunos y otros. De modo que las luchas organiza-das, la oposicin formulada, se harn necesarias,y a veces incluso urgentes. Y deben permanecerabiertas a los movimientos de responsabilidad ex-cesivos,y faltos de normas.

    En el mbito de la teora poltica esto puede so-nar sorprendentemente inespecifico. Derrida nopresenta ningCm programa, mtodos, objetivos,tcnicas, n i nada parecido. En cambio, lo queofrece la decoristruccin es una conciencia de lospoderes limitados y lastrayectorias de los discur-sos :politicos habituales, su alejamiento de la res-ponsabilidad. Y ofrece estrategias que podrian in-terrumpir esa trayectoria.

    89

  • Algunas conclusiones abiertas

    La defensa de Derrida es tal vez la ms contun-dente y extraa resistencia al nazismo inspiradapor Heidegger. Evidentemente, ha habido muchascriticas, y entre las ms contundentes est la acu-sacin de que la deconstruccin es 4rracional, yaque se propone desbaratar los recursos de la ra-zn occidental. Como estos recursos parecen in-c luir los discursos emancipatorios de la Ilustra-cin, es una critica de cariz politico.

    Sin embargo, sta no es una acusacin nuevaY, de hecho, Heidegger la comparti. En 1954, enEl asalto a la, razn, Georg Luktics entendi quelas filosoflas qirracionalistas, especialmente la deHeidegger; estaban allanando el camino al nazis-mo, y Adorno y otros autores han repetido la acu-sacin. En 1988, Jrgen Habermas expres la in-quietud de que. tal como lo formulo Manfred Frank,los estudiantes alemanes.que lean postestructura-liamos franceses estaban ;reabsorbiendo su propiatradicin irracionalista de la poca anter ior a laguerra.6890

  • H EID EGGER Y LO S N AZ I S

    Sin embargo, mucho depende del prestigio quese otorgue a las credenciales polticas de la razn.En 1962, Adorno estuvo entre los primeros en ca-lificar de racionalistas a los programas de extermi-nio nazis por su planificacin y funcionamiento, ydesde entonces el argumento ha sido desarrolladoen profundidad por autores como Zygmunt Bau-man.69 A de m s y aunque resulte incmodo, debe-

    mos advertir de que el mismo Heidegger ya habiasealado los problemas del pensamiento tecnocra.-tico dentro de la jerarqua de partido.

    Se han planteado otros problemas en relacincon la nocin de una poltica deconstructiva, in-c luida su poca especificidad sobre los programaspolticos prcticos, las estrategias y los contextos.Por lo que parece, si queremos o necesitamos estascosas debemos fijarnos en otros discursos, otrasprcticas, que tendrn base metafisica y, por tan-to, estarn abiertas a la deconstruccin, Donde sise necesiten decisiones calculadas, la deconstruc-cin ha demostrado hacer poco ms que ins is tiren el imperativo de retrasar o desbaratar una de-cisin.

    Estos debates se han m a n t e n i d o d u r a n t e l a ' A l -,

    tima cl6cada, pero ya haban recibido la influenciade la teora ,p o l t i c a p r c ti c a de l os m a rx i st a s re-

    formadores radicales Ernesto Laclau y, ChantalMouffe.7 E n l a d c ad a de 1980, estos autores ar-

    guyeron que era posible repensar la democraciay la hegemona de forma ms o menos decons-

    91

  • JEFF CO LLI NS

    tructiva. La democracia, segn su opinin, es unamultiplic idad radical, una pluralidad inconmen-surable de voces y prcticas que compiten, conuna lgica subversiva e igualitaria: acabar con lasrelaciones de dominio y subordinacin. Sin embar-go, esto debe mantener una tensin con la hegemo-na: los proyectos y las prcticas de toma de poder.La hegemona no se considera slo en su sentidopeyorativo, puesto que la ausencia de cualquierpunto comn de referencia, o de significados quecomparten distintos sujetos sociales, conducirla aun desplome,un desenredo o una Implosin del te-jido sociaLn Y. eso seria igualmente peligroso tantopara la democracia, como paralta,apuesta totalita-r ia por la unidad, 7 : f:,; -

    D e,m od o ' que Laclau y Mouffe evocan una osci-

    lacin deconstructival un juego de multiplicidadesdemocrticas, pero al mismo tiempo reconociendoque 'l a s '

    as 'multiplic idades, d e b e n s e r . g a r t i cu l a d a s

    'midas en acciones hegemnicas. No es necesaria-Menteunavis in reconfortante de la democraciay,adems; es una'visin de un nunca todava. Con-denada a actuar a modo de interrupcin constantee inestable hacia una direccin y construccin he-gemnica, a su Vez la democracia es hegemnica-mente interrumpida, junto con todas sus exigenciasdiversas y sus correspondientes fuerzas marginales,antisisterna, negativas y alborotadoras. As pues, lademocracia en si nunca se logra. No es un estadofijo ni una condicin establecida. Nunca ocurre co-

    92

  • H EID EGGER Y LO S N AZ I S

    mo tal. O, mejor dicho, su modo de actuacin siem-pre est, segn Derrida, en el modo temporal de lofuturo, es siempre adventicio.

    La deuda de Laclau y Moutre hacia Heideggeres indirecta, pero los debates en los que se hanvisto implicados, sin jactarse de un apolitidsmo nide una pasividad filosfica hacia la poltica, han si-do sealados por muchas corrientes heideggeria-nas de pensamiento.72As pues, la expresin la politica de Heideggerprobablemente va a seguir debatindose duranteun tiempo. En cuanto a los hechos de su compro.MIS() politico, to0avia son ittcrnpletosr. Queda Mar'cho Mater ial por r;gblicar,.eSpeCialmentecr itoaerSonals. 17~6 los hechos c omo e l c a zde Su compromiso seguirn r e q u i r ie nd opretactopes; ,C o n p r ob l em a

    cornpliCado es etirlo Valorar su trabajo coindInilcontr ibucin por muy Ortrakiti q u e s t i e n 6.' s j

    pensamiento politico acttial.El problema esta. dejando 'una pelbefi' a estela . . ,

    de destruccin en el pensamiento contemporneo,y se ve amplificada por haberse plegado a la pol-tica del nazismo. Este consentimiento es al menosuno de los motivos por el cual el Caso todaVia nose ha cerrado.

    93

  • Notas

    1. I an H. Birchall, "Prequel t o t he Heidegger debate:Audry and Sartre, Radical Philosophy, 88 (marzo-abril 1998),p. 22.

    2, Ejemplos paradigmticos son: Terry Eagleton, 'Mar-xism without mandsm, en Michael Sprinker (ed.). Ghostly De-marcations, Nueva York y Londres: Verso, 1999; Gregor McLen-nan, "The Enlightenment Project Revisited' en Stuart Hall eta l (eds). Modernity and Its Futures, Cambridge: Polity Press,1992; y Jrgen Habermas El discurso filosfico de la moderni-dad (1985); trad. inglesa: Cambridge: Polity Press, 1987, es-peciahnente los capitulas 1, 5 y: 1 2 .3. Mart in Heidegger, Existence and Being, , ed. WernerBrock, Chicago: Henry Regriery, 1949.

    4. Walter Bitnel, Mart in Heidegger. nat ibl irg, Rowohlt1986; t rad. inglesa:: Martin Heidegger an Illustrated Study( n r a )et o n dr e i :R a u tl e d ge y Ke ga ti Paul, 1977, p. xii.'

    5. 4iirgenHabermasi " A P h i l o s o p h ic a l -P o l i t i c a l P r o fil e , en

    Peter Dewk, (ed.), Habermas: Autonomy and Solidarity, NuevaYork y Londres: Verso, 1988, p. 150., !

    8. Heidegger, 'Letter to the Rector of Freiburg University,Novembre 1 9 4 5 , y 'Only a God Can Save Us', en RichardWolin (ed.), The Heidegger Controversy: A Crit ical Reader,Cambridge, Massachusetts: MIT Press, 1993.

    7: Heidegger, Sei-y tiempo, Madrid: Tema: Editorial, 2003.

    '94.

  • HEIDEGGER Y LOS NAZIS

    8. Del comentario de Heidegger sobre Dilthey en 1925, ci-tado en John van Buren, The Young Heidegger, Bloomington:Indiana University Press, 1994, p. 213.

    9. Heidegger, The Concept of Time, Oxford, Blackwell,1992, p. 6; trad. castellana: El concepto del tiempo, Madrid:Trotta Editorial, 2003.

    10. Habermas, Mart in Heidegger: On the Publication ofthe Lectures of 1935y (1953), en Wohn, The Heidegger Contro-versy; Georg Lulacs, El asalto a la rozn, Barcelona, Grip.lbo,1972; Theodor Adorno, The Jargon of Authenticity (1964). Lon-dres: Routledge K e g a n Paul, 1973: Pierre Bourdieu, La ort-tologia politica de Martin Heidegger, Ediciones Paids Ibrica,Barcelona, 1991.

    11. Adorno, The Jargon of Authenticity, p. 93 y SS.12. J ul ian Young, Heidegger, Philosophy, Naz ism Cam-

    bridge: Cambridge University Press, 1997.13. Vic tor Farlas, Heidegger y el nazismo, Barcelona: El

    Aleph Editores, 1989; Otto Pggeler, El camino del pensar deMart in Heidegger, Alianza Editorial, Madrid, 1993; Hugo Ott,Martin Heidegger, Madrid: Alianza Editorial, 1993.

    14, Rdiger Safranski, Un maestro de Alemania: Mart inHeidegger y su tiempo, Barcelona, Tusquets, 1997.

    15. Aparece en Hans Sluga, Heidegger's Crisis: Philosophyand Politics in Nazi Germany, Cambridge, Massachusetts yLondres: Harvard University Press, 1993, p. 2.

    18, Heidegger,: ANatinal Scitialist, Education, en Der Ale-manta: ICzuripjbiag-c ier N a t i n a t so i t a l t s t e n P b e r bd d e n s, l 'd e fe-

    brero de 1934;. :enWalhi (ed.), The Heidegger Cordrabersij; p. 60.17, Heidegger, 4Gerinan St udents ', 3 d e n o v i e m b r e d e

    1933, ibid., 00, 46;47:IS, ,H e id eg ge * IS Ch l ag e te r i' , :26 de :Mayo 'de 1933; ibid.;

    19, . ' : HO i d e g g e i , :o s t i t i m i V e r i s k l a d e h e l N u e