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    Violencia Juvenil, Maras y Pandillasen Honduras

    Informe para la discusin

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    EquipoPOLJUVEHondurasTomsAndino,directordeproyectoGuillermoJimnez,coordinadordeinvestigacin(hastaabril2009)MatildeOchoayEdwarSnchez,equipoadministrativo

    ElProyectoPOLJUVEHondurasserealizaenalianzaentre:

    Conelapoyofinancierode:

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    Informe para la discusinViolencia juvenil, maras y pandillas enHonduras

    ContenidoIntroduccin 1Marco conceptual 3

    Contexto sociopoltico del pas 12 Violencia juvenil, maras y pandillas 17Respuestas a la violencia juvenil 26Conclusiones 34Referencias bibliogrficas 35

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    Introduccin

    En los ltimos quince aos, la regin norte de Centroamrica -Guatemala, El Salvador y Honduras-presentan un acelerado crecimiento de violencia y criminalidad. Segn cifras oficiales, Honduras

    presenta una tasa de homicidios de 57.9 por cada cien mil habitantes. La cifra es alarmante yrebasa el promedio de homicidios que ocurren en otros pases de Latinoamrica. Esta situacin deviolencia, asociada a mltiples factores histricos, polticos y sociales, contribuye a hacer de laviolencia un medio utilizado por muchos sectores y actores para mantener o ganar poder, resolverconflictos y beneficiarse econmicamente.

    Los gobiernos de estos pases, generalmente, atribuyen el crecimiento de la violencia y lacriminalidad a la expansin del crimen organizado, el trfico de droga, armas y personas hacia losEstados Unidos, as como a la proliferacin de las maras y pandillas juveniles. Sin embargo, endiversas ocasiones, es difcil establecer con certeza el origen de los actos violentos y criminalesdebido a que las autoridades no investigan ni esclarecen los hechos, quedando la mayora de stosimpunes.

    Esta situacin de violencia y criminalidad, acrecentada por noticias sensacionalistas publicadas envarios medios de comunicacin, causa temor y preocupacin en la ciudadana. Uno de los grupossociales ms afectados por la violencia y la criminalidad es el de las nias, nios y jvenes,particularmente, que viven en zonas marginales urbanas y algunas zonas rurales pobres.Tradicionalmente, este segmento es uno de los ms excluidos en estos pases, a pesar querepresenta un alto porcentaje de su poblacin. Recientemente, la situacin est empeorandodebido al aumento de la violencia juvenil y a la proliferacin de las maras y pandillas. Aunque no setienen cifras exactas de cuntos nios y jvenes integran las maras y pandillas, algunos estudiosestiman el nmero miembros entre 50 mil y 100 mil integrantes (USAID 2006).

    Los gobiernos de los tres pases tienden a la implementacin de estrategias reactivas pararesponder a la violencia juvenil y detener la expansin de las maras y pandillas. Estas medidas

    incluyen, entre otras, las detenciones masivas de jvenes, porque se presume pertenecen a marasy pandillas, y la imposicin de sentencias drsticas de prisin (WOLA 2006). Tambin, en algunospases, se cometen ejecuciones extrajudiciales de nios y jvenes y se observan prcticas delimpieza social por parte de grupos vinculados a las fuerzas de seguridad del Estado. En trminosgenerales, las polticas oficiales para combatir la delincuencia juvenil son reactivas, prestando pocaatencin a la compresin y solucin de las causas estructurales del problema y a promover medidaspreventivas. Estas prcticas demuestran ser ineficientes para detener la delincuencia juvenil yviolentan los derechos humanos, poniendo en riesgo la construccin del estado democrtico dederecho en la regin.

    INTERPEACE y el Programa POLJUVE

    A partir de julio de 2007, la Alianza Internacional para la Consolidacin de la Paz (INTEPEACE porsus siglas en ingls) inicia la implementacin del programa Polticas pblicas para prevenir laviolencia juvenil (POLJUVE). Este Programa busca fortalecer la capacidad de los Estados y de lasociedad civil en Centroamrica para enfrentar mediante un enfoque integral y polticas deprevencin el creciente problema de la delincuencia juvenil y la proliferacin de las maras ypandillas en la regin. La estrategia de INTERPEACE es investigativa-participativa y promueve eldilogo entre diferentes actores sociales involucrados en la formulacin de polticas pblicas, planesde accin y estrategias a nivel nacional y centroamericano para enfrentar este problema.

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    INTERPEACE trabaja con socios locales en todos los pases donde interviene. En el caso delPrograma POLJUVE colaboran organizaciones con amplia experiencia en el tema. En Honduras, elPrograma se realiza en colaboracin con Unidos por la Vida, Organizacin JHA-JA y el Centro deInvestigacin y Promocin de los Derechos Humanos (CIPRODEH); en El Salvador se lleva a cabocon el apoyo de la Fundacin para el Estudio de la Aplicacin del Derecho (FESPAD) y el Centro deFormacin y Orientacin Padre Rafael Palacios (CFO); y, en Guatemala, con el Instituto de Estudios

    Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (ICCPG). Estas organizaciones realizan actividadesde investigacin y facilitan espacios de dilogo con representantes del Estado, de la sociedad civil yde la cooperacin internacional, para discutir sobre las causas y manifestaciones del problema de laviolencia juvenil, buscar soluciones y alcanzar consensos para promover polticas pblicas paraprevenir la delincuencia juvenil.

    Desde hace varios aos, distintas instituciones estatales y organizaciones no gubernamentalesrealizan trabajos de investigacin y propuestas de polticas pblicas para enfrentar el problema dela violencia juvenil y la proliferacin de las maras y pandillas en Centroamrica. Sin embargo, lamayora de estos esfuerzos se realiza de manera independiente, existiendo muy pocos espacios decoordinacin intersectorial que permitan compartir las experiencias y conocimientos sobre el tema,formular estrategias y coordinar lneas de accin. En este sentido, el propsito de INTERPEACE esllenar este vaco y facilitar un espacio de dilogo entre diferentes actores clave para debatir y

    alcanzar consensos sobre la manera de enfrentar apropiadamente dicho problema.

    A partir de 2009, el Programa POLJUVE, en colaboracin con los socios locales, realiza un anlisispreliminar del problema de la violencia juvenil y la proliferacin de las maras y pandillas en cadapas. En Honduras, Guatemala y El Salvador se lleva a cabo una revisin documental sobre el tema.En los dos primeros pases, adems, se realizan mesas de trabajo con diferentes grupos socialespara recoger sus percepciones sobre las causas del problema, sus manifestaciones y posiblessoluciones. En estas mesas de trabajo participan representantes de instituciones de gobierno y delsistema de administracin de justicia, representantes de organizaciones de nios y jvenes, deorganizaciones de mujeres, de derechos humanos y de organismos internacionales, as como dealgunos ex miembros de maras y pandillas.

    El Programa POLJUVE tiene un componente regional, que promueve el desarrollo de estrategias anivel centroamericano a travs de su incidencia y negociacin en el Sistema de IntegracinCentroamericano (SICA). De esta cuenta, presenta varias iniciativas y ofrece asistencia tcnica a laComisin Regional de Prevencin de la Violencia Juvenil y la Unidad de Seguridad Democrtica delSICA. Estos espacios son estratgicos, debido a la participacin de los representantes de losgobiernos centroamericanos miembros del SICA- y, particularmente, de sus ministros deGobernacin y de Seguridad.

    INTERPEACE es una organizacin internacional con sede en Suiza, que trabaja en estrechacolaboracin con las Naciones Unidas para apoyar a sociedades con serias divisiones yconflictos sociales para contribuir con procesos de dilogo y buscar soluciones pacficas y

    sustentables a sus conflictos. INTERPEACE promueve la participacin activa de actores locales,nacionales e internacionales en procesos de dilogo e investigacin para enfrentar, de manerams efectiva, los desafos sociales, econmicos y polticos.

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    El contenido de este informe

    El presente informe para la discusin contiene un anlisis preliminar del problema de la violenciajuvenil y la proliferacin de las maras y pandillas en el norte de Centroamrica y, especficamente

    en Honduras, analizando las respuestas del Estado y de la sociedad civil.Este anlisis se basa en estudios previos sobre el tema y en las percepciones de actores clave queparticipan en las mesas de trabajo organizadas por el Programa POLJUVE. En algunos casostambin se realizan entrevistas individuales a informantes clave, stas incluyen a funcionariospblicos, representantes de la sociedad civil y de la cooperacin internacional.

    Este informe busca proporcionar informacin inicial para un proceso de investigacin y de dilogo,amplio y permanente, entre representantes de diferentes sectores sociales (Plenario) en relacin ala violencia juvenil y la proliferacin de maras y pandillas. Adems, se propone la conformacin demesas especficas de trabajo para realizar investigaciones puntuales y formular propuestas depolticas pblicas para prevenir la violencia juvenil y la proliferacin de las maras y pandillas. Eltrabajo de las mesas se dirige a la bsqueda de acciones en los tres niveles de prevencin:

    primario, secundario y terciario. Este proceso inicia en julio 2009, siendo facilitado por los socioslocales del Programa POLJUVE en cada pas.

    Este espacio de dilogo (Plenario) es apropiado para promover el debate pblico sobre el tema,alcanzar consensos y formular propuestas de estrategias y polticas pblicas con un enfoqueintegral para enfrentar el problema. El informe para la discusin es un instrumento que aportainformacin para promover el dilogo, pero es un estudio en construccin. En este sentido, supropsito es motivar a diferentes actores sociales a conversar sobre el tema, compartir susconocimientos y experiencias y trabajar juntos en la bsqueda e implementacin de soluciones a unproblema que genera enorme preocupacin en las sociedades de la regin.

    El informe est organizado en cuatro captulos: el primero presenta un marco conceptual queplantea conceptos clave relacionados al problema de la violencia juvenil, la proliferacin de lasmaras y pandillas en Centroamrica, as como las respuestas estatales y de la sociedad civil. Elsegundo captulo describe el contexto social y poltico de Honduras y la situacin de la niez y juventud en el mismo. El tercer captulo examina el problema de la violencia juvenil y sumanifestacin a travs de las maras y pandillas juveniles. Y, el cuarto captulo analiza lasrespuestas del Estado y de la sociedad civil al problema de la delincuencia juvenil y de las maras ypandillas. Finalmente se presentan las conclusiones.

    Captulo 1. MARCO CONCEPTUAL

    La violencia juvenil y las formas en que los Estados y las sociedades interpretan y responden a esteproblema son ampliamente estudiadas por distintas disciplinas. Existen varias teoras que explicanlas causas y manifestaciones de la violencia juvenil, as como distintos enfoques en relacin a cmoel Estado y la sociedad deben interpretar y tratar apropiadamente el tema.

    En este captulo se examinan conceptos clave para entender el problema de la violencia juvenil,particularmente la proliferacin de las maras y pandillas en Centroamrica, y las respuestas queofrecen los Estados y las sociedades al mismo.

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    En este marco conceptual se presenta una sntesis sobre los principales argumentos tericos ypolticos para comprender el problema de la violencia juvenil como expresin de un conflicto socialprofundo, los mltiples factores y actores que intervienen en el conflicto, la forma en queinteractan, as como los distintos enfoques que existen para interpretar y abordar el problema. Eneste sentido, se aborda: a) conflicto social, b) violencia y delincuencia juvenil, c) maras y pandillasen Centroamrica, d) enfoques para responder a la violencia juvenil, y, e) transformacin deconflictos y construccin de paz.

    Finalmente, se presentan los principios y la metodologa propuesta por INTERPEACE para buscarsoluciones sustentables al problema de la violencia juvenil en Centroamrica, el marco de laconstruccin de una sociedad incluyente y respetuosa de los derechos humanos.

    1.1 Conflicto socialConflicto es un trmino amplio que hace referencia a una relacin entre dos o ms partes quetienen algn grado de desacuerdo o incompatibilidad. Existen distintos tipos de conflictos:

    interpersonales, laborales, religiosos, polticos, sociales y de otra naturaleza. El conflicto social serefiere a una disputa o problema que afecta a diferentes actores sociales o colectivos e impone lanecesidad de respuestas por parte del Estado y los grupos involucrados.

    El conflicto es una parte natural de las relaciones sociales, y aunque las relaciones son algunasveces pacficas y predecibles, en ciertas ocasiones algunos eventos y circunstancias generantensin e inestabilidad entre individuos o grupos sociales (Lederach y Maiese 2003). En todoconflicto intervienen al menos dos o ms partes y existe una situacin o motivo de disputa. Losconflictos se pueden clasificar por su naturaleza, por los actores que participan, por el objeto de ladisputa o por las formas en que se confrontan. Los conflictos pueden operar en distintos niveles ypueden ir desde una ria entre dos personas hasta un conflicto internacional.

    Existen varias teoras que explican los conflictos sociales. Una de las teoras sociolgicas msaceptadas actualmente es la teora de Ralf Dahrendorf, quien sugiere que el conflicto es inherentea la dinmica social y es motor de cambio social. El origen de un conflicto social puede ser variado:lucha de clases, desigualdades en las relaciones de poder, lucha por los recursos, disputa porideologas o creencias y defensa del honor y el prestigio, entre otros motivos.

    En muchas ocasiones los conflictos tienen manifestaciones violentas. Para defender o imponer susintereses, las partes en conflicto actan violentamente. Por ejemplo, en el conflicto entre palestinose israeles las partes en pugna utilizan actos violentos para expresar sus diferencias. Lo mismoocurre en conflictos de tipo poltico, religioso, tnico, racial, ideolgico, etctera.

    El caso de la violencia juvenil o la violencia provocada por las maras y pandillas juveniles no puedeconsiderarse un conflicto social en s mismo, pero si la manifestacin de un conflicto social

    profundo que cuestiona, o al menos debe preocupar, a una sociedad. Los nios, adolescentes yjvenes no son violentos por naturaleza, sus actos violentos generalmente responden a un entornoque le empuja a actuar de esta manera. En muchas ocasiones, la violencia juvenil es la expresinde malestar o inconformidad de los nios, adolescentes y jvenes.

    Es importante examinar las circunstancias que llevan a la niez, la adolescencia y la juventud aactuar de manera violenta. En este sentido, se deben tomar en cuenta los antecedentes de laviolencia. Los pases de Centroamrica tienen una historia de violencia: los tiempos de lacolonizacin, la fundacin del Estado-nacin y, ms recientemente, los enfrentamientos armados en

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    los aos setenta y ochenta. Estos perodos histricos se caracterizan por sus intensos conflictos depoder, lucha de recursos, control, desigualdad, discriminacin, diferencias ideolgicas y otrosconflictos, donde los Estados y los grupos en pugna utilizan la violencia. Este contexto tiene unimpacto acumulado y negativo sobre la niez, la adolescencia y la juventud, grupostradicionalmente marginados y excluidos socialmente.

    Los conflictos sociales se pueden abordar por medios pacficos o por medios coercitivos y violentos.Actualmente existen distintos enfoques para enfrentar la conflictividad social. Por un lado, a travsde medidas punitivas por parte del Estado que, generalmente, se orientan a combatir lasmanifestaciones del conflicto y no sus causas; y, por otro, a travs de estrategias alternativas deresolucin pacfica de conflictos, como la gestin o la transformacin de los mismos. (Estosmtodos se examinan al final de este captulo).

    1.2 Violencia y delincuencia juvenilEn trminos generales, la violencia juvenil se refiere a actos violentos propiciados por nios,adolescentes y jvenes. Generalmente, en la legislacin interna de cada pas se establece el rangode edad para cada uno de estos grupos sociales. En Honduras, por ejemplo, segn el Cdigo de laNiez y la Adolescencia, la niez abarca el perodo entre 0 y 18 aos de edad; pero sta sesubdivide en dos categoras: la infancia, que va de 0 a 12 aos en los hombres y de 0 a 14 aos enlas mujeres; y la adolescencia, que va de 12 a 18 en los hombres y de 14 a 18 en las mujeres.Mientras que la juventud est comprendida entre los 18 y 30 aos de edad en hombres y mujeres,segn lo establece la Ley Marco para el Desarrollo Integral de la Juventud. Sin embargo, en otrospases esta distincin o clasificacin por grupos etreos no es tan precisa.

    Entre los profesionales de las ciencias sociales no existe consenso en la separacin estricta poredades entre adolescencia y juventud, ya que consideran que en el proceso de desarrollo humanointervienen factores demogrficos, sociales, psicolgicos y culturales que afectan de distinta

    manera a cada individuo. Algunos autores se niegan a hablar de "juventud", refutando la posiblehomogeneidad del concepto y hablan de "juventudes", las que coexisten incluso dentro de unmismo pas o ciudad. En este sentido, la adolescencia y juventud no son slo procesos biolgicos,sino psicolgicos, sociales y culturales, por lo tanto asumen caractersticas diferentes de acuerdo alas distintas estructuras sociales y culturales.

    Las causas de la violencia juvenil son mltiples y operan en distintos niveles. En el nivel macro, losestudios especializados en el tema sealan que la violencia juvenil es el resultado de problemasestructurales profundos como la exclusin social y la desigualdad que sufren ciertos grupos; y laincapacidad del Estado para ofrecer a todas y todos los ciudadanos en especial a la niez y la juventud- un acceso igualitario a los servicios bsicos como la educacin, la salud, el empleo, laseguridad y la justicia, entre otros. En este mismo nivel, la exclusin de la niez y la juventudtambin se relaciona con la globalizacin y el consumismo. Mientras que la globalizacin es

    eficiente en la promocin del consumismo y la creacin de expectativas econmicas, es ineficienteen la provisin de los medios para que todos por igual puedan satisfacer esas expectativas. Lascrecientes expectativas econmicas creadas por la globalizacin y el consumismo contrastan con lasdecrecientes oportunidades econmicas para la niez y la juventud (Moser, 2003; Briceo-Len yZubillaga, 2002; Rodgers, 2003).

    En el nivel intermedio, la violencia juvenil puede ser resultado de la falta de apoyo social ycomunitario. En el cuarto volumen del estudio sobre maras y pandillas en Centroamrica publicadopor la Universidad Centroamericana Jos Simen Caas (UCA) de El Salvador, se seala que existen

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    muy pocos programas en el nivel comunitario para la niez y la juventud (2006). En las zonasmarginales urbanas el espacio pblico es inapropiado y no existen centros de recreo para eldeporte y la socializacin. En algunos casos las iglesias se convierten en un espacio de socializacinpara la niez y la juventud, pero muchas veces no cuentan con programas especficos niespecializados para prevenir la violencia juvenil (Winton 2005).

    En el nivel micro, los estudios sealan a la violencia intrafamiliar y a la falta de cohesin familiarcomo los factores que estimulan la violencia juvenil. El abandono de los padres, las madres o losadultos responsables del cuidado de nios y jvenes (madres apesadumbradas y padres desertoreso ausentes), los empuja muchas veces a las calles y estimula su agresividad (Cruz y Portillo, 1998;UCA, 2004). Adems, estn los factores psicolgicos y culturales que motivan a muchos nios yjvenes a involucrarse en actividades violentas y/o delictivas como el uso y trfico de droga y lacultura de la calle, entre otros.

    En el mbito penal, diversas acciones violentas se consideran delitos y son objeto de castigo. Elasesinato, el secuestro, el robo, la violacin sexual, la tortura y otro tipo de conductas violentas quecausan dao a una o varias personas estn tipificadas como delitos en el Cdigo Penal de cada

    pas. Sin embargo, las leyes no penalizan todas las manifestaciones violentas y ofrecen una visinreduccionista del problema de la violencia juvenil. Esta visin reduccionista de la violencia generarespuestas tambin reduccionistas, limitndose a atacar exclusivamente el delito y no a combatirlas causas que provocan los actos violentos y delictivos.

    La delincuencia juvenil es un concepto ms especfico que el de violencia juvenil. El concepto dedelincuencia juvenil corresponde al mbito penal y se refiere a las infracciones que son cometidaspor menores de edad. Sin embargo, la mayora de edad penal puede variar de un pas a otro y,adems, no existe claridad plena para marcar el trnsito desde el mundo de los menores al mundode los adultos, en las esferas social y legal. En este sentido, el trmino de delincuencia juvenil es unconcepto construido social e histricamente (Herrero, 2008).

    En Honduras, por ejemplo, la mayora de edad se alcanza a los 18 aos y a partir de esta edad la

    persona goza de sus plenos derechos econmicos, sociales, polticos y culturales como ciudadano.La normativa interna establece que los nios menores de 12 aos son inimputables, es decir, queno se les puede atribuir responsabilidad penal por sus actos, debido a que no han completado suproceso de socializacin. En el caso de los adolescentes entre los 13 y 17 aos, la normativacontempla un procedimiento especial para atenderlos en caso que infrinjan la ley. Adems, la leyestablece una serie de sanciones especficas con fines socioeducativos, para contribuir a que losadolescentes completen su proceso socializacin, conforme lo establece la Convencin sobre losDerechos del Nio.

    1.3 Maras y pandillas juvenilesLas pandillas juveniles no son un problema nuevo ni exclusivo de Centroamrica. Por muchosaos, las pandillas han existido en pases como Irlanda, los Estados Unidos, Brasil y Colombia. Sinembargo, en la regin centroamericana llama la atencin la proliferacin de maras y pandillas enlos ltimos quince aos, especialmente en Guatemala, El Salvador y Honduras, as como el nivel deviolencia que se les atribuye. De tal manera que es importante entender los factores que explicansu expansin y sus acciones violentas.

    Los expertos no tienen una definicin unificada sobre el trmino pandilla juvenil. Algunos estudiossociolgicos presentan a las pandillas juveniles como agrupaciones de jvenes desviados o

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    antisociales que cometen actos delictivos; y otros las definen como agrupaciones de individuosque viven en la pobreza y la marginacin, encontrando en las pandillas, un grupo social que ofreceuna alternativa de identidad y autoestima (Sanchez-Jankowski 2003). Una caracterizacin universalsobre las pandillas juveniles es difcil de lograr, ya que stas varan en composicin, estructura,tamao, organizacin y actividades, de acuerdo al contexto en que se encuentran.

    En Centroamrica se hace distincin entre el concepto de maras y pandillas juveniles. Estadiferenciacin se asocia al origen e identidad de las dos agrupaciones juveniles ms conocidas ynumerosas de la regin: la Mara Salvatrucha (MS13) y la Pandilla 18, para quienes la distincin esclara. Adems existen otras agrupaciones que se identifican como pandillas juveniles, pero que sonmenos conocidas por la poblacin centroamericana.

    El surgimiento de las pandillas juveniles lo estudian diversas disciplinas. Algunas argumentan quelas pandillas juveniles son el resultado de la exclusin social y de la violencia estructural(Anderson 1998, Spergel 1995, Virgil 2002). Esta violencia estructural crea una violencia reactiva criminal o poltica- por parte de quienes son excluidos. Las condiciones de miseria, frustracin ydesesperacin son un potencial para el surgimiento de conflictos, actos violentos y hechos delictivos

    (Briceo-Len y Zubillaga 2002).

    Tambin se tiene el enfoque socio-ecolgico, que considera que las pandillas juveniles son unproducto de la desorganizacin de las zonas urbanas y, en determinados casos, son una estructuraque reemplaza parcialmente a instituciones sociales como la familia. Las teoras culturales quecalifican a las pandillas juveniles como una subcultura que surge de las clases pobres urbanas. Lasconcepciones econmicas que las identifican como negocios informales vinculados al narcotrfico yel crimen organizado. Y, las concepciones psicolgicas que sealan que nios y jvenes se integrana las pandillas como parte de un proceso de maduracin y formacin de su identidad (Rodgers,2003). Aunque cada enfoque define una dimensin diferente de las pandillas juveniles, en laprctica no puede separarse fcilmente.

    El surgimiento de las maras y pandillas juveniles centroamericanas se vincula con la violencia

    poltica y la crisis econmica de los aos setenta y ochenta, que gener una considerable migracinhacia los Estados Unidos. Muchas familias se establecieron en barrios pobres en donde enfrentaronuna situacin difcil: en Los ngeles, algunas reas en donde se establecieron los migrantesestaban dominadas por pandillas juveniles, siendo la ms conocida la Pandilla 18, integrada pormexicano-americanos y que haba surgido en la dcada de los 60. En este contexto surge la MaraSalvatrucha (MS13), formada por inmigrantes salvadoreos y de otros pases centroamericanos,como una respuesta a la necesidad de proteccin de los hostigamientos y discriminacin de lasotras pandillas juveniles (Del Banco 2005).

    A partir de 1996, el gobierno federal de los Estados Unidos inicia una estrategia de deportacionesmasivas de jvenes, por su presunta participacin en pandillas juveniles o maras. Muchos de losdeportados vivieron en Estados Unidos casi toda su vida y al regresar a su pas de origen se

    encontraron en un ambiente prcticamente ajeno: Centroamrica iniciaba un proceso dereconstruccin despus de la violencia poltica, la pobreza y el desempleo estaban extendidos y lainstitucionalidad era dbil. El gobierno estadounidense prest poca atencin a las consecuencias delas deportaciones masivas de jvenes y, prcticamente, no ofreci apoyo a los Estadoscentroamericanos para la atencin de los mismos (Zilberg 2004).

    El problema de las maras y pandillas va en aumento: cada vez ms nios y jvenes, la mayorahombres de las zonas marginales urbanas, se integran a estas agrupaciones. Se estima que elnmero de miembros oscila entre los 50 y los 100 mil en la regin norte de Centroamrica. Estasagrupaciones actan en forma de pequeas clulas, denominadas clicas, que operan en

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    determinados territorios o comunidades y cuya organizacin, actividad y nmero de miembros varaen cada lugar.

    En cuanto a las actividades de las maras y pandillas, los gobiernos de la regin las sealan decometer actos delictivos y violentos como extorsiones, robos, asesinatos, trfico y consumo dedrogas, entre otros. Incluso, algunos informes vinculan a la Mara Salvatrucha y a la Pandilla 18 concrmenes internacionales en las fronteras de los Estados Unidos y Centroamrica (USAID 2006). Sinembargo, no siempre se tiene la certeza sobre estos sealamientos debido a las deficiencias de lainvestigacin criminal y la persecucin penal del sistema de justicia polica, fiscala y organismo judicial-. Adems, el problema empeora debido a la proliferacin de armas de fuego y a laexpansin del crimen organizado. En diversidad de ocasiones, las autoridades asocian las maras ypandillas juveniles con las bandas del crimen organizado, sin comprobar dicho vnculo. Lasactividades violentas provocadas por las maras y pandillas juveniles son acrecentadas por notasperiodsticas sensacionalistas de los medios de comunicacin que estimulan la percepcin deinseguridad entre la poblacin.

    1.4 Enfoques para tratar la violencia juvenilLos Estados y la sociedad civil implementan diferentes estrategias para combatir y prevenir laviolencia juvenil, pudindose clasificar en dos tipos de polticas: reactivas y preventivas.

    Las polticas reactivas son las ms comunes en Estados Unidos y Latinoamrica. stas se centranen la persuasin y el control de la violencia juvenil a travs de extensas aprehensiones de nios yjvenes que cometen actos delictivos, imposicin de penas drsticas y programas de rehabilitacinpara nios, adolescentes y jvenes en conflicto con la ley penal. Desde este punto de vista, laviolencia juvenil, y la violencia de las maras y pandillas en particular, es interpretada como unadesviacin vinculada al trfico de drogas y al crimen organizado que representa una amenaza parala seguridad pblica (Curran and Renzetti, 2000; USAID, 2006). En muchos casos, este enfoquederiva en violaciones a los derechos humanos de nios, adolescentes y jvenes, incluyendoprcticas de tortura, violacin sexual y ejecuciones extrajudiciales por parte de agentes de lasfuerzas de seguridad del Estado o de grupos afines a stos (Moser, 2005; Spergel 1995; WOLA2006; UN 2006; UN, 2007).

    Por su parte, las polticas preventivas se orientan a evitar o reducir los riesgos de actos violentos odelictivos. Dentro de esta visin preventiva existen distintos enfoques, destacndose los de: saludpblica, desarrollo, derechos humanos, sociolgico y criminolgico, y transformacin de conflictos.

    El enfoque de salud pblica se centra en la prevencin y la reduccin de riesgos. Su mayoraporte es que llama la atencin pblica sobre los factores de riesgo y los costos sociales dela violencia. Este enfoque inspira programas para el control del consumo de alcohol,programas antidrogas y de desintoxicacin y de control de armas. Tambin incluye

    programas de capacitacin -especialmente vocacionales para jvenes-, deportivos,artsticos y recreativos, entre otros. Este enfoque resulta significativo para nios y jvenescon larga historia de violencia, por ejemplo con nios de la calle o ex miembros depandillas.

    El enfoque de desarrollo ve la violencia como una amenaza para la democracia y eldesarrollo econmico. Propone reformas institucionales y reajustes econmicos parareducir y prevenir la violencia. Sin embargo, irnicamente, la imposicin del modeloeconmico neoliberal ha resultado en ms desigualdad y mltiples formas de violencia en la

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    regin (Winton 2004). En Centroamrica, el proceso democrtico y el libre mercado nobenefician a los ms pobres ni reducen la desigualdad ni la violencia.

    El enfoque de derechos humanos en Centroamrica se centra en la violencia poltica einstitucional y permite monitorear las acciones del Estado y denunciar los abusos deagentes estatales. Este hace nfasis en el rol del Estado para promover y proteger losderechos de los ciudadanos a vivir en libertad y con seguridad. Este enfoque no se aplicaexclusivamente a la violencia juvenil, pero en los ltimos aos su incidencia es mayor sobreel tema, debido a los abusos policiales y a las ejecuciones extrajudiciales de nios yjvenes, la denominada limpieza social-.

    El enfoque sociolgico y criminolgico se orienta a las causas estructurales que producen laviolencia y a sus manifestaciones, siendo responsabilidad tanto del Estado como de lasociedad. Los expertos hablan de tres niveles de prevencin: primaria, secundaria yterciaria.

    La prevencin primaria se dirige a los grupos vulnerables de involucrarse en actos violentos o

    delictivos, as como a quienes se encuentran en riesgo de ser vctimas de stos. Este tipo deprevencin opera a nivel comunitario, por lo que es necesario identificar y ubicar a la poblacinvulnerable a travs de mapas de la violencia o encuestas de victimizacin. Ejemplos de prevencinprimaria son programas comunitarios de apoyo al desarrollo de la niez y la juventud, programasde capacitacin laboral para adolescentes y jvenes de baja escolaridad o desempleados,programas recreativos, deportivos y de uso del tiempo libre para la niez y la juventud en riesgo,programas de ordenamiento urbano en comunidades con altos ndices de violencia comoiluminacin de calles y limpieza de parques, vigilancia policial y campaas de desarme.

    La prevencin secundaria se orienta a los grupos que manifiestan actitudes violentas odelictivas, como el caso de las maras y pandillas juveniles. Ejemplos de prevencin secundaria sonprogramas especficos para adolescentes y jvenes que desean dejar la mara o pandilla, programasde desintoxicacin para quienes tienen problemas adictivos arraigados, servicios de alojamiento

    para adolescentes y jvenes que no pueden seguir viviendo en su hogar o comunidad por razonesde seguridad o socializacin, programas educativos y de entrenamiento laboral para ex pandilleros,campaas de orientacin afectiva y apoyo psicolgico, entre otros.

    La prevencin terciaria se dirige a personas que cometieron actos delictivos y a quines elEstado impuso una sancin o castigo. Por ejemplo, quienes se encuentran en los centros deprivacin de libertad o participan en programas de libertad asistida o de servicios a la comunidad.El propsito de este tipo de prevencin es que quienes cometan actos delictivos no reincidan. Setrata de programas de educacin, capacitacin para el trabajo, incorporacin al trabajo y otro tipode apoyo que facilite la integracin eficiente de quienes cometieron actos delictivos en contra de sucomunidad y la sociedad.

    En el mbito internacional existen instrumentos legales que ofrecen lineamientos para prevenir laviolencia juvenil y garantizar los derechos de los menores de edad en conflicto con la ley penal.Entre stos destacan: las Reglas Mnimas de las Naciones Unidas para la Administracin de laJusticia de Menores (Reglas de Beijing), aprobadas en 1985; las Reglas de las Naciones Unidas parala Proteccin de los Menores Privados de la Libertad, aprobadas en 1990; y las Directrices para laPrevencin de la Delincuencia Juvenil (Directrices de Riad), aprobadas en 1990.

    En materia de prevencin, las Directrices de Riad constituyen el instrumento internacional msvalioso para que Estados y sociedades definan polticas pblicas para prevenir la violencia ydelincuencia juvenil. stas contienen un conjunto de principios para promover el bienestar de los

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    jvenes y evitar que stos se involucren en actividades delictivas. Las Directrices presentanlineamientos en relacin a la prevencin en general y a la prevencin en espacios especficos desocializacin para los jvenes como la familia, la escuela, la comunidad y los medios decomunicacin. Adems, incluyen lineamientos para que los gobiernos definan e implementenpolticas sociales para los jvenes y para que se promuevan y promulguen leyes para la proteccinde sus derechos y su bienestar.

    Las Directrices de Riad establecen que en todos los niveles del gobierno deben formularse planesgenerales de prevencin que entre otras cosas, comprendan: a) anlisis a fondo del problema yreseas de programas y servicios, facilidades y recursos disponibles; b) funciones bien definidas delos organismos, instituciones y personal competentes que se ocupan de actividades preventivas; c)mecanismos para la coordinacin adecuada de las actividades de prevencin entre los organismosgubernamentales y no gubernamentales; d) polticas, estrategias y programas basados en estudiosde pronsticos que sean objeto de vigilancia permanente y evaluacin cuidadosa en el curso de suaplicacin; e) mtodos para disminuir eficazmente las oportunidades de cometer actos dedelincuencia juvenil; f) participacin de la comunidad mediante una amplia gama de servicios yprogramas; g) estrecha cooperacin interdisciplinaria entre los gobiernos nacionales y municipales,

    con la participacin del sector privado, de ciudadanos representativos de la comunidad interesada yde organismos laborales, de cuidado del nio, de educacin sanitaria, sociales, judiciales y de losservicios de aplicacin de la ley en la adopcin de medidas coordinadas para prevenir ladelincuencia juvenil y los delitos de los jvenes. h) participacin de los jvenes en las polticas y enlos procesos de prevencin de la delincuencia juvenil, incluida la utilizacin de los recursoscomunitarios, y la aplicacin de programas de autoayuda juvenil y de indemnizacin y asistencia alas vctimas; i) personal especializado en todos los niveles.

    1.5 El enfoque de transformacin de conflictos y construccin de pazEl enfoque de transformacin de conflictos no slo se centra en el anlisis y bsqueda desoluciones a las causas y manifestaciones violentas del conflicto, sino contempla las estrategiaspara restablecer las relaciones entre los actores involucrados en el conflicto. Una parte importantede este enfoque es el anlisis de las causas estructurales del conflicto, el establecimiento orestablecimiento de las relaciones entre los involucrados en el conflicto y la promocin desoluciones sustentables de corto, mediano y largo plazo en los niveles personal, relacional,estructural y cultural.

    Segn los expertos en transformacin de conflictos, a travs de un conflicto se pueden promovercambios sociales, econmicos y polticos positivos y fortalecer la cohesin social (Lederach y Maiese2003). Un conflicto puede evidenciar la necesidad de nuevos modelos de convivencia social ynuevos balances en las relaciones de poder.

    Las principales estrategias de la transformacin de conflictos son:

    Cambiar estructuras y sistemas que provocan desigualdad e injusticia. Se deben mejorar, e inclusoigualar, las condiciones de acceso a los recursos y reducir las desigualdades estructurales con el finde alcanzar la reconciliacin social.

    Mejorar las relaciones y las actitudes entre las partes en conflicto.Desarrollar procesos y sistemas que promuevan el empoderamiento, la inclusin, la justiciay la paz sustentable.

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    La transformacin de conflictos no se limita a una negociacin entre las partes en pugna sino queinvolucra a todos los actores sociales que pueden aportar a una solucin sustentable para alcanzarcambios sociales, econmicos y polticos sustantivos. En este proceso el dilogo y la capacidad deescuchar son fundamentales, no se puede avanzar en el anlisis y la solucin del conflicto sin lavoluntad de los actores y el respeto mutuo. La transformacin del conflicto es una construccincolectiva que toma tiempo y requiere esfuerzo y creatividad de todos.

    El proceso de transformacin de conflictos contempla dos elementos bsicos: la revalorizacin y elreconocimiento. El primero refiere la revalorizacin de las partes con la finalidad de quecomprendan las causas del conflicto, busquen soluciones al mismo y aprendan a escuchar,comunicar y relacionarse de mejor manera. El segundo refiere poner entre parntesis el punto devista propio para entender el punto de vista del otro, es decir, ver el conflicto desde la perspectivaajena. El propsito es alcanzar un cambio de percepcin e interpretacin en el otro, susexperiencias y necesidades.

    1.6 El enfoque de INTERPEACE y el Programa POLJUVESegn INTERPEACE y el Programa POLJUVE, el problema de la violencia juvenil y la proliferacin delas maras y pandillas en Centroamrica debe ser abordado con un enfoque integral y holstico, quetrate tanto los problemas estructurales que provocan la violencia y sus manifestacionesparticulares, como el restablecimiento de las relaciones sociales entre los sectores involucrados yafectados por la misma. Esta dinmica incluye a los jvenes, a los funcionarios del Estado, a losrepresentantes de las organizaciones de la sociedad civil y a la sociedad en general.

    INTERPEACE considera que el enfoque de transformacin de conflictos y el enfoque preventivoofrecen una visin positiva para analizar y abordar el problema de la violencia juvenil de maneraintegral. Ambos enfoques son complementarios y requieren de la participacin de todos los actores.En este sentido, el dilogo es un paso fundamental. Por ello INTERPEACE propone, a travs delPrograma POLJUVE, iniciar un proceso de dilogo constructivo entre diferentes sectores socialespara analizar a profundidad el problema de la violencia juvenil y buscar soluciones sustentables enel marco del respeto a los derechos humanos y la construccin de una sociedad equitativa einclusiva.

    El enfoque de INTERPEACE y el Programa POLJUVE se gua por los siguientes principiosfundamentales:

    El dilogo pertenece a los propios actores. Por esta razn, INTEPEACE trabaja enasociacin con actores locales en cada pas para disear, desarrollar e implementarprogramas en correspondencia cultural, poltica y social para su sociedad. Adems, losequipos de trabajo utilizan los recursos, habilidades y conocimientos de las organizacioneslocales.

    Todos los actores y sectores involucrados en el conflicto se incorporan de forma incluyente.Los equipos de trabajo de INTERPEACE poseen la capacidad y la legitimidad para convocara los actores clave en un mismo espacio, lo que permite obtener soluciones representativasy legtimas.

    El dilogo y la investigacin son herramientas para la resolucin de problemas y laconstruccin de la paz. A travs del trabajo conjunto, los actores exploran sus problemaspor medio de un dilogo constructivo con el objetivo de encontrar soluciones

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    consensuadas, apoyndose en la investigacin. Los temas a tratar se deciden de maneracolectiva, lo que permite el empoderamiento y la corresponsabilidad en el proceso.

    Compromiso de largo plazo. INTERPEACE sabe que no existen soluciones rpidas a esteproblema. Atacar las causas estructurales del problema, superar las desconfianzas ydivisiones profundas, as como restablecer las relaciones sociales, provocadas por elconflicto, requieren de tiempo y trabajo constante.

    La violencia juvenil es un problema que involucra y compete a toda la sociedad. No se trata de unproblema exclusivo entre los jvenes que actan violentamente y las fuerzas de seguridad delEstado. Para entender y enfrentar las causas y manifestaciones del problema y para restablecer lasrelaciones sociales es necesaria la participacin propositiva y decidida de las autoridades del Estado(representantes de los organismos ejecutivo, legislativo y judicial), de las organizaciones de lasociedad civil, de los medios de comunicacin y, principalmente, de los nios y los jvenesafectados por el conflicto social. En este sentido, INTERPEACE propone establecer un espacioneutral de dilogo para que las partes del conflicto se involucren con confianza.

    Captulo 2. CONTEXTO DE PAS

    2.1. Un pas marcado por la pobreza y la desigualdad

    Honduras tiene una poblacin aproximada de 7.7 millones de habitantes. De stos, el 51.7 porciento son mujeres y el 48.3 por ciento son hombres; el 54.5 por ciento vive en el rea rural y casiel 49 por ciento es menor de edad (INE, 2008).

    Honduras es uno de los pases ms pobres y desiguales de Latinoamrica. El 59.2 por ciento de lapoblacin vive bajo la lnea de pobreza y 36.2 por ciento bajo la lnea de extrema pobreza. Se

    estima que 29.3 por ciento de sus habitantes tiene un ingreso diario de un dlar o menos,especialmente en el rea rural donde la indigencia se eleva al 45.9 por ciento (INE, 2008). As,mientras el10 por ciento ms rico del pas percibe el 42.2 por ciento del ingreso total, el 10 porciento ms pobre slo tiene el 0.9 por ciento del ingreso (PNUD, 2004 citado por ACJ, 2005: 3).

    Los estudios indican que la participacin de los ricos y los pobres sigue exhibiendo casi el mismocuadro de inequidad desde que inici la aplicacin de las reformas econmicas neoliberales hace 17aos. Esta situacin la constata el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), queestablece que Honduras continuaba teniendo para el 2002, el ms alto nivel de concentracin en elquintil de mayores ingresos (2006: 63).

    2.1 Un pas socialmente vulnerableEn ese contexto, la situacin de varios grupos sociales es vulnerable y precaria, destacndose enprimer lugar: las y los pobres, los grupos tnicos, las mujeres, las personas de la tercera edad, laspersonas con retos especiales y las nias, nios y jvenes.

    En 1998, la situacin econmica del pas y las condiciones de vulnerabilidad de estos grupossociales se agravan con el pas del huracn Mitch. Los sectores afectados, directa oindirectamente, buscan sobrevivir y sobrellevar la crisis mediante estrategias de sobrevivencia. Porejemplo, las cifras de trabajo infantil y de hondureos emigrantes aumentan considerablemente: el

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    incremento de niez trabajadora fue del 42 por ciento, es decir, que de 100 mil 213 nias y niosen el mercado laboral se pas a 142 mil 170 (IPEC-UNICEF, 2001: 17). Mientras que el 61.4 porciento del total de emigrantes que se encuentran fuera del pas, salen entre 1998 y 2005. PNUD,2006: 150).

    La situacin generada por el huracn Mitch aumenta los grupos de alto riesgo y contribuye a quemiles de jvenes ingresen a las pandillas. En esa lucha por la sobrevivencia, la violencia contra laspersonas fue un recurso utilizado por estos grupos, aunque no fue exclusivo de ellos.

    2.2 Situacin polticaLa institucionalidad del Estado hondureo est alejada de un verdadero estado de derecho porquesu actuar poltico-institucional es incongruente con sus preceptos jurdico-formales. Asimismo, lademocracia hondurea est lejos de ser una democracia participativa, como lo establece laConstitucin Poltica, pues slo roza la categora de una democracia electoral, en la cual lasdictaduras y los pueblos oprimidos son sucedidos por el caudillismo y el clientelismo poltico. En

    este sentido, la prctica de una ciudadana crtica, proactiva y participativa, a travs de los canalesformales y oficiales, es una tarea difcil en el pas. En la ltima dcada, la situacin de pobreza,inseguridad y las cuestionables actuaciones de la clase poltica, obliga a la poblacin a refugiarse enel mbito privado y a abandonar y/o rechazar el espacio pblico lo poltico- para la solucin de susproblemas, situacin que no beneficia a un rgimen realmente democrtico (PNUD, 2006: 111).

    De manera alternativa, los sectores sociales vulnerables encuentran, en su auto-organizacin, en laprotesta pblica y en las medidas de presin, un mtodo para obligar a la clase poltica a tomar encuenta sus necesidades y satisfacerlas parcialmente. As, en los ltimos diez aos, se gesta unimportante movimiento social popular reivindicativo, liderado por la Coordinadora Nacional deResistencia Popular (CNRP), que lleva a la fecha tres paros cvicos en pro de una sustantiva agendade demandas sociales.

    En el rea de los derechos humanos, Honduras tiene importantes avances formales, siendosignataria de casi todas las convenciones internacionales sobre la materia. Pero en la prctica, elEstado, por accin y omisin de las instituciones ejecutoras y auditoras, no cumple con loestablecido en esos instrumentos. El modelo econmico y social excluyente, la ineficienciaburocrtica estatal y la corrupcin predominante son generadoras de violaciones a los derechoshumanos, pues limitan el acceso de la poblacin a los servicios bsicos.

    No obstante, la forma ms grave de violacin a los derechos humanos es la eliminacin fsica de laspersonas, prctica que se consider en desuso en los aos 80. Actualmente, miles de jvenesmarginales son asesinados sistemtica e impunemente por grupos de desconocidos, porpresumirse que son miembros de pandillas juveniles (Casa Alianza, 2008). De igual forma soninterpuestas denuncias de asesinatos de lderes ambientalistas, tnicos, campesinos, sindicales y

    populares, sin que el sistema de justicia logre la persecucin penal de los mismos. En estecontexto, Honduras presenta un cuadro de grave violacin a los derechos humanos, que contrastacon el discurso y la legislacin vigentes sobre la materia.

    2.3 Situacin de la violencia socialLa violencia es motivo de gran preocupacin para la poblacin. Honduras se ubica entre los pasescon las mayores tasas de homicidios en Latinoamrica. En 2005, el promedio mundial fue de 8.8

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    homicidios por cada cien mil habitantes, mientras que la tasa en Honduras fue de 45.9 homicidiospor cada cien mil habitantes, la ms alta de la regin latinoamericana, incluso superior a la deColombia (44.9), El Salvador (41), Guatemala (34.7) y Brasil (25) (Gaborit, 2005).

    En 2007, la tasa alcanza los 49.9 homicidios por cada cien mil habitantes, pero en 2008 llega a 57.9homicidios por cada cien mil habitantes. En trminos relativos, se eleva un 25.2 por ciento lacantidad de homicidios en 2008 respecto a 2007; es decir, que de un promedio de 10 homicidiosdiarios se pasa a 12 en trmino de un ao. Es importante mencionar que algunas tasas dehomicidios en el nivel departamental son superiores, como la Atlntida que tiene una tasa de 108.4homicidios por cada cien mil habitantes y su cabecera departamental, La Ceiba, que registra 149.5.Con estas tasas, la Atlntida desplaza al tradicionalmente violento departamento de Corts con 92.1homicidios por cien mil habitantes (Observatorio de la Violencia, 2009).

    Tambin, en 2008 en relacin a 2007, aumentan las lesiones fsicas en un 27.2 por ciento y lossuicidios en un 25.4 por ciento. Mientras que la modalidad de homicidios ms comn es el sicariatoasesinatos a sueldo generalmente asociados al crimen organizado-, que representan el 36.2 porciento de la totalidad de homicidios (Observatorio de la Violencia, 2009).

    La delincuencia es uno de los problemas sociales ms apremiantes. Desde 1996, la encuesta deopinin, realizada en Tegucigalpa, muestra que el 41 por ciento de las y los ciudadanos considerana la delincuencia como el principal problema de Honduras, en relacin al 17.4 por ciento que sealael costo de vida y el 12.7 por ciento que se inclina por el desempleo (Leyva, 2001: 17). Esto indicaque hay una opinin generalizada sobre el problema y que ste es serio y se agrava (ACJ, 2005).

    La sensacin de inseguridad no slo la resiente la poblacin respecto a la delincuencia comn yorganizada, sino tambin respecto a los organismos encargados de guardar su seguridad. Existeuna creciente desconfianza hacia la polica y otras instituciones de gobierno (PNUD, 2006).

    Fuera del mbito pblico, la violencia en los espacios privados es igualmente grave, aunque menosvisible. Por ejemplo, la violencia intrafamiliar y domstica tiene dimensiones difciles de medir,

    debido al sub-registro de los casos. Un bajo porcentaje se anota en las estadsticas de lasConsejeras Familiares y en la Unidad Tecnica de Reforma penal (UTR) de la Corte Suprema deJusticia. Por ejemplo, en el perodo de enero a junio de 2007, se presentan 3 mil 795 denuncias deviolencia domstica a nivel nacional (UTR, 2008).

    2.4

    Situacin de la niez, la adolescencia y la juventudEn Honduras habitan aproximadamente 3.7 millones de personas menores de 18 aos de edad, queequivale al 48 por ciento de la poblacin total, siendo la mitad hombres y la mitad mujeres. Ahorabien, las personas entre 12 y 30 aos definicin legal de juventud- ascienden a 2 millones 845 mil63 jvenes, que representan el 38% de la poblacin en general (INE, 2009).

    En los ltimos veinte aos, se producen avances notables en algunos indicadores de la niez. Seredujo la tasa de mortalidad infantil as; de 39 por cada mil nacidos vivos en 1991 se pasa a 32 en

    La niez y juventud hondurea viven en un contexto de marginalidad, exclusin social yviolencia ue los afecta directamente.

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    2003; en nios menores de cinco aos, el promedio de mortalidad pasa de 55 muertes en 1991 a42 en 2003 (COIPRODEN, 2005). Este avance sanitario se debe a una mayor cobertura de laatencin primaria en salud, incluida la vacunacin. La cobertura escolar aumenta, alcanzndose el96 por ciento en el nivel primario. Y la situacin de las nias y nios en conflicto con la ley mejoraal no ser recluidos, desde 1990, en las crceles para adultos.

    A pesar de estas mejoras, subsiste la precaria calidad de vida de la niez hondurea: aunque elporcentaje de desnutricin crnica en menores de cinco aos se reduce en un 13.6 por ciento, de1987 a 2004 (0.76 por ciento anual), an persiste en el 26.2 por ciento de menores de cinco aos,cifra que se eleva a 34.8 por ciento en el rea rural (COIPRODEN, 2005). Cerca de 400 mil nios ynias menores de diez aos trabajan en labores de riesgo y alto riesgo para su salud fsica ypsicolgica-. Mientras que los avances en materia educativa no son suficientes para evitar que el 40por ciento de nias y nios, entre 7 y 14 aos, experimenten una de las tres barreras para eldesarrollo normal de su educacin: ingreso tardo, desercin escolar y repitencia -no progreso degrado a grado esperado- (COIPRODEN, 2005).

    En relacin a los adolescentes y jvenes, la situacin es ms difcil porque el Estado no muestra el

    mismo inters que con la niez.

    El 52 por ciento de la juventud habita en las reas rurales y el restante 48 por ciento en lasciudades. En las reas urbanas existe un 9.5 por ciento de analfabetismo con 6.8 aos de estudiopromedio, mientras que en las reas rurales llega a 26.5 por ciento con 4 aos de escolaridadpromedio (PNUD, 2006). En el caso de la poblacin joven (15 a 24 aos), el 7.8 por ciento esanalfabeta y en el rea rural el 12 por ciento. En cuanto a la asistencia a centros educativos setiene que: de la poblacin joven entre los 12 y 14 aos slo asiste el 79.9 por ciento, cifra que sereduce en la poblacin entre 15 y 19 aos a 46.2 por ciento y en la poblacin entre 20 y 24 aos a19.4 por ciento. El 11.1 por ciento repite el ao escolar; slo el 36.4 por ciento de jvenesconcluyen la educacin secundaria; y, aunque el 15.3 por ciento ingresa a la educacin superior,nicamente finalizan la carrera universitaria el 4 por ciento (Casa Alianza, 2008).

    En 2006, las cifras oficiales indican que, en el rango de edad de 15 a 18 aos, 278 mil 461adolescentes estaban empleados con un ingreso mensual promedio de 1 mil 739 lempiras (92dlares) y 157 mil 329 se encontraban desempleados o subempleados. Mientras que en el rango de19 a 24 aos, 457 mil 111 jvenes tenan empleo con ingresos mensuales de 3 mil 208 lempiras(170 dlares) y 225 mil 888 estaban desempleados. En ese mismo ao, considerando nicamente alos menores de 18 aos: 400 mil 69 comparten el estudio con el trabajo o slo trabajan, mientrasque 466 mil 911 no estudian ni trabajan (INE, 2006). La situacin descrita indica que una buenaparte de la juventud no encuentra posibilidades de ingresos equivalentes al salario mnimo de 290dlares (Andino, 2008).

    Ante la ausencia de oportunidades de sobrevivencia y desarrollo humano, cerca de 80 mil jvenesemigran al exterior anualmente, especialmente hacia los Estados Unidos. La juventud est envuelta

    en migraciones internas e internacionales, siendo los destinos externos preferidos: Estados Unidospara el 42.8 por ciento de los hombres y el 31.6 por ciento de las mujeres, Guatemala, El Salvadory Nicaragua. El 60 por ciento de las personas que emigran estn comprendidas entre los 20 y 34aos (Casa Alianza, 2008).

    Como consecuencia de la migracin se tienen generaciones sucesivas de nias y nios criados encomunidades en el semi-abandono afectivo y material o criados por madres o padres solteros y porabuelas ancianas con recursos limitados, quedando en situacin de alta vulnerabilidad. En otroorden, una cantidad considerable de migrantes son deportados al pas, siendo tratados

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    inadecuadamente o como delincuentes por un Estado que no les retribuye el aporte de 2 mil 300millones de dlares en remesas con que sostienen la economa nacional.

    Tambin la juventud evita la realidad a travs del consumo de droga. Las investigaciones realizadaspor el Instituto Hondureo de Alcoholismo, Drogadiccin y Frmaco-dependencias (IHDFA)demuestran que la droga de mayor consumo entre adultos y jvenes es el alcohol, seguida deltabaco y pastillas para no dormir, y la marihuana y cocana. Adems, establecen que en el 24.5 porciento de los hogares se consumen bebidas alcohlicas (ACJ, 2005).

    Las principales vctimas de la violencia son personas jvenes y nios y nias, aunque en diferentesproporciones segn las categoras de violencia y edad. Por ejemplo, la niez menor y mayor de 12aos es vctima de maltrato y abuso. En Honduras se reportan anualmente ms de 4 mil denunciasde casos de maltrato y abuso infantil. El 50 por ciento de esas denuncias se refieren a accionescometidas por familiares, y las vctimas tienen edades comprendidas entre 3 y 12 aos. (CasaAlianza, 2008). En cambio, los homicidios registran un menor nmero de vctimas nios y niasmenores de 14 aos (1.56 por ciento), pero un mayor nmero de vctimas jvenes, entre 15 y 24aos. Las estadsticas reportan un aumento de vctimas entre los 15 y 29 aos edad mnima y

    mxima del trmino juventud-, con 45.1 por ciento de los casos del total de homicidios, lo queconvierte a las y los jvenes en las vctimas principales de la violencia homicida (Observatorio de laViolencia, 2009).

    Segn Casa Alianza, desde 1998 fueron asesinados 4 mil 700 jvenes menores de 21 aos de edaden campaas de exterminio, impulsadas por escuadrones de la muerte, bandas del crimenorganizado, pandillas y agentes policiales (Casa Alianza 2009). En cuanto al sexo y edad de lasvctimas, se establece que los hombres son asesinados, en promedio, once veces ms que lasmujeres, y que la edad de mayor riesgo es la comprendida entre los 20 y 29 aos (ACJ, 2007).

    El suicidio es otra forma de violencia (auto violencia) que pocas veces es considerada y que afectaa un considerable nmero de personas. Al igual que el homicidio se presenta principalmente enjvenes y en hombres -en una proporcin de 5 a 1 o ms, segn la edad- (ACJ, 2008).

    En cuanto a la violencia en las escuelas, el PNUD (2008a) determina que el 44.5 por ciento delalumnado del nivel primario est expuesto a algn tipo de maltrato fsico o emocional, una o msveces a la semana, y que el 18.48 por ciento sufre un sistemtico maltrato diario.

    Despus de la violencia, la segunda causa de mortalidad juvenil es el VIH/SIDA y la tercera, lamortalidad asociada al embarazo.

    Captulo 3. VIOLENCIA JUVENIL, MARAS Y PANDILLAS

    La situacin descrita permite establecer que el Estado tiene en abandono a la niez y,especialmente, a la juventud hondurea. Estas poblaciones no son una prioridad para eldesarrollo humano, segn lo demuestran las carencias materiales, afectivas y sociales, as comola violencia de la cual son las principales vctimas.

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    Captulo 3. VIOLENCIA JUVENIL, MARAS Y PANDILLAS

    3.1 La violencia de los nios y nias en conflicto con la leyLa participacin de los menores de edad en la comisin de ilcitos existe pero no en la proporcinque le atribuye el imaginario popular. Las diferencias entre las faltas y delitos cometidos pormenores de edad son abismalmente menores respecto a las cometidas por personas adultas. En unestudio realizado por el Poder Judicial y el Ministerio Pblico, en 2005, se establece que "entre 1996y 2004 los menores de 18 aos de edad encausados por la justicia fueron 13 mil 70, de los cuales 1mil 223 fueron acusados de cometer homicidios (9.35 por ciento). Por su parte, de los 125 mil 498delitos de que son acusados adultos, 22 mil 590 fueron por homicidios (18 por ciento) (UNICEFcitado en Andino, 2005c: 2)

    En Honduras, la tendencia histrica indica que los nios en conflicto con la ley penal son unaminora respecto de la totalidad de personas que violan dicha ley, como lo muestra la grfica

    siguiente:

    Grfico 1. Contribucin de adultos y menores de edad a la criminalidadDado en porcentajes

    Fuente: Construccin propia con base en Salomn, L., (1993) La Violencia en Honduras. 1990-1993, CEDOH; Castellanos, J.,(1995) Violencia y delincuencia en Honduras, Revisa Hondurea de Sociologa; y UNICEF, 2005.

    El Estudio Anlisis Cuantitativo Justicia Penal Juvenil, de la Corte Suprema de Justicia (2002),

    permite establecer las proporciones de los delitos cometidos por menores de edad: a) el robo y elhurto en un 22.9 por ciento de los casos; b) los asesinatos y homicidios en un 10 por ciento; c)daos a la propiedad en un 6.5 por ciento; d) lesiones en un 11.4 por ciento; e) amenazas en un4.8 por ciento; f) rapto y estupro en 1.7 por ciento; y, g) trfico de estupefacientes en 1.7 porciento. Los restantes casos, de menor gravedad, totalizan el 41% de los casos. Estos datos indicanque no existe evidencia que respalde la creencia comn de que los nios infractores de la ley sonlos responsables de la mayora de las violaciones a la ley y tampoco es cierto que cometan losdelitos ms graves, ya que son las personas adultas las sindicadas.

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    2004

    Contribucion porcentual de adultos y menores de edad a la

    criminalidad

    NIOS

    ADULTOS

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    De igual manera, este estudio establece que el promedio de encausados por proceso es de 1.42, loque significa que una cantidad considerable de nios comete las infracciones con sus pares y no deforma individual (UNICEF, 2005).

    Adems, un estudio realizado por el gobierno del Presidente de la Repblica, Ricardo Maduro,revela que la adopcin de medidas de mano dura como la reforma al Cdigo Penal en agosto de2003 (reforma al artculo 332), no se justifica con el argumento de la creciente participacin denios y nias pandilleros en la comisin de delitos. El siguiente grfico ilustra la tendencia.

    Grfico 2. Evolucin de faltas cometidas por jvenes pandilleros

    Fuente: elaboracin propia con base en estadsticas del PNPRRS.

    Las cifras anteriores demuestran que nias y nios en conflicto con la ley no son los causantesprincipales de la grave violencia que se registra en el pas. Ahora, la pregunta es: sucede lo mismocon los jvenes mayores? Las tendencias hasta el momento planteadas parecen invertirsepronunciadamente cuando se habla de la poblacin juvenil adulta.

    3.2 Expresiones sociales organizadas y no organizadas de violenciajuvenil

    No se tuvo acceso a las estadsticas desagregadas para determinar la cantidad de jvenes, entre 19

    y 30 aos, que participan en la comisin de faltas y delitos. No obstante, la tendencia se pudoestablecer por la composicin de la poblacin penitenciaria. Segn el informe del Centro dePrevencin, Tratamiento y Rehabilitacin de Vctimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT) a laComisin Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aproximadamente el 68 por ciento deltotal de la poblacin penitenciaria en Honduras est comprendida entre los 18 y 29 aos de edad(CPTRT y COFADEH, 2006). Esto significa que cumplidos los 18 aos, los jvenes se involucrancomo protagonistas de la violencia social. Lo anterior es comprensible si se considera que estapoblacin es la ms descuidada por el Estado, presentando los mayores ndices de desempleo,desercin educativa, bajos ingresos, etctera.

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    Cabe mencionar que este informe refiere las formas de violencia social organizada de jvenes, puesson stas las que mayor dao producen. Algunas de las expresiones ms graves de violencia socialen las que la juventud y un segmento minoritario de menores de edad se involucra, son todas lasformas de rebelda condenadas por la sociedad: los delitos juveniles.

    3.3 Las maras y pandillasLas maras y pandillas son las expresiones ms visibles de la violencia social organizada de jvenesen Honduras, aunque no las nicas. En los ltimos quince aos acaparan la atencin pblica,debido a sus expresiones extremas de violencia social como los homicidios, las mutilaciones, lastorturas y las extorsiones, entre otros delitos. El problema de las pandillas no es nuevo en el pas,puesto que han sido formas tradicionales de expresin de la juventud marginal.

    Su surgimiento y evolucin vara conforme los perodos histricos. Se registran pandillas juveniles

    desde los aos 70, con influencia cultural de las pandillas norteamericanas. stas se diferencian delas posteriores por tener un sentido territorial localizado, un nivel de violencia que compromete lavida de las personas, un armamento hechizo o casero, aunque ocasionalmente usan armas defuego, y un vnculo con la droga caracterizado por el consumo y no por la distribucin (Andino,2006).

    3.3.1 El modelo californiano de pandilla: la MS-13 y la 18En los primeros aos de la dcada de los 90, surgen pandillas juveniles diferentes a las pandillastradicionales que operaban en Honduras. Estas nuevas pandillas se denominan maras y adoptanmodalidades contraculturales inexistentes en el pas, respondiendo a las caractersticas de pandillascalifornianas: sentido territorial expansivo, uso de armamento, participacin en el trfico de droga yotras modalidades del crimen organizado, uso de la muerte como instrumento de sancin, etctera.En ese sentido, las maras conforman un complejo fenmeno social asociado a expresiones deextrema violencia organizada, que lleva a sus integrantes a ser objeto de persecucin por parte delos sistemas de seguridad.

    Aunque el modelo fue importado de Estados Unidos, especialmente por los inmigrantes deportadosmasivamente, el terreno para su rpida propagacin estaba listo: centenares de adolescentes y jvenes en situacin de riesgo, propensos a la aventura y al dinero fcil, en conflicto con susfamilias, con la escuela y sin empleo encontraron en las maras una alternativa de vida. En esascondiciones el fenmeno pandillero se multiplic exponencialmente entre 1996 y 2003.

    La influencia cultural pandillera provoca la fascinacin de decenas de miles de jvenes, que

    adoptan el caliche, los tatuajes, la moda del vestir, el peinado y los cdigos de los pandillerosdeportados de Estados Unidos, a quienes ven como hroes. En un inicio, las maras son unverdadero movimiento de masa juvenil, de carcter contracultural, capaz de proveer a susmiembros de un ambiente familiar sustituto, amistad, proteccin, seguridad fsica y econmica,pero sobre todo, de una identidad autnoma necesidad propia de la adolescencia y la juventud-.En ese crculo, la violencia, el conflicto con la ley, la crcel, el hospital y la muerte se convierten enla compaa permanente de los jvenes involucrados en pandillas. De hecho, la violencia pandilleray anti-pandillera es el conflicto que produce los ms terribles episodios de violencia enCentroamrica despus de las guerras civiles de la dcada de los 80 (Andino, 2006).

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    Las principales pandillas son la MS-13 y 18, que muestran su predominio sobre el resto de pandillas juveniles durante los ltimos quince aos. Las razones del predominio sobre las pandillastradicionales pueden ser: la temprana desarticulacin de stas por la represin policial, laintegracin de las mismas a cualquiera de las pandillas predominantes a travs de una poltica dealianzas y su eliminacin mediante una poltica de destruccin o limpieza de sus competidores. Enel mundo de las pandillas se observa un entramado de relaciones a travs de alianzas de pandillasmenores alrededor de las predominantes, siendo una minora la que se mantiene al margen destas (Andino, 2006).

    La estadstica sobre el nmero de jvenes involucrados en pandillas es controversial. En 2006, Savethe Children Reino Unido y la agencia GOAL estiman su nmero en 4 mil 700 jvenes activos, cifraque resulta de un censo realizado con metodologa cientfica. Al respecto reconocen que existe unnmero mayor considerable, al tomar en cuenta a los jvenes que llevan a cabo tareas decolaboracin, estn en presin, estn calmados, escondidos o salen de la ciudad o el pas(Andino, 2006). Mientras que la prensa y los voceros policiales afirman que existen alrededor de 35mil pandilleros activos. Ante esta situacin se duplican los efectivos policacos y del ejrcito,

    creando una sensacin de que Honduras est a merced de las maras. La divergencia estadsticapresenta un problema metodolgico y tico sobre la recoleccin, organizacin y divulgacin deinformacin sobre las pandillas juveniles, por lo que se hace necesaria una poltica pblica quepueda resolver la situacin.

    Como consecuencia de la represin estatal y de la campaa de exterminio fsico, las pandillas omaras sufren en 2003 una prdida estratgica al ser desarraigados de su territorio y pasar alestatus de sobrevivencia. Adems de su envejecimiento obligado, las pandillas MS-13 y 18 pierdenlas caractersticas que las definen como organizaciones pandilleras clsicamente juveniles. Loscambios ms significativos refieren que: no ostentan su orgullo pandillero, sino lo ocultan porrazones de seguridad; no defienden su territorio geogrfico, sino a su organizacin y a susnegocios; no estn fijas en una localidad, sino son mviles; no son abiertas en el reclutamiento,sino extremadamente selectivas; tienen vnculos con el crimen organizado; abandonan el uso

    pblico de los tatuajes, el cal, los graffiti y la mmica, pues ahora usan cdigos para trabajar en laclandestinidad, mimetizndose con el resto de la sociedad; endurecen sus reglas para evitardeserciones, llegando al extremo de un exterminio irracional contra sus propios ex camaradascuando ello implica una mayor seguridad al estilo de la mafia-. (Andino, 2006)

    La actividad de las grandes pandillas californianas se ve mermada a partir de esa fecha, cuandopierden su encanto ante la poblacin adolescente, cada vez menos dispuesta a involucrarse; y lasdeserciones se multiplican continuamente durante el perodo de 2003 a 2005. Por ejemplo, JHA-JAreporta que en el Valle de Sula se levantan lista de miles de jvenes que solicitan quitarse lostatuajes por temor a la represin del gobierno.

    Segn la institucin policaca, las pandillas cambian su estrategia de reclutamiento, trabajando en

    los centros educativos y clubes deportivos, en donde esperan conseguir nuevos adeptos; lo quesignifica que estos grupos presentan un mayor riesgo. Aunque esta posicin no est respaldada atravs de ningn estudio, es indicador de que las pandillas o maras no desaparecen con larepresin, que no son tan efectivas como aos atrs y que an representan un riesgo para la niez,adolescencia y juventud.

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    3.3.2 De pandillas juveniles a bandas delictivasEl fenmeno pandillero evoluciona rpidamente en sus relaciones externas bajo el influjo de larepresin, de las pandillas transnacionales y del crimen organizado. Una hiptesis, sostenidainsistentemente por la polica y por algunas organizaciones de sociedad civil que laboran con estos jvenes, afirma que las maras se orientan a fortalecer alianzas con las mafias que permite suaprovisionamiento de armas y logstica a cambio de colaboracin con sectores del crimenorganizado. Esto parece respaldado por evidencia segn la cual el modus operandide las marastiende a coincidir con los patrones de distribucin de la droga y de armas. Por ejemplo, las rutas dela movilidad pandillera de ciudad a ciudad, coinciden con las rutas del trfico de droga y el mercadoclandestino de armas.

    Entre los diferentes corredores de movilidad se encuentran: Corredor A: San Pedro Sula, Choloma,Puerto Corts y Omoa. Corredor B: San Pedro Sula, La Lima, El Progreso, Santa Rita y El Negrito.Corredor C: San Pedro Sula, Villanueva, San Manuel, Pimienta, Potrerillos, San Antonio de Corts,San Francisco de Yojoa, Santa Cruz de Yojoa. Corredor D: San Pedro Sula, Petoa, Quimistan. Todoslos corredores tienen como punto de confluencia y divergencia el municipio de San Pedro Sula, de

    manera que ste se convierte en uno de los puntos obligados tanto de partida como de llegada. Dela misma manera que atrae jvenes pandilleros de toda la Zona Metropolitana del Valle de Sula(ZMVS) y de otros departamentos como Francisco Morazn, Atlntida y Yoro, tambin expulsa haciael resto de municipios que forman los diferentes corredores (Bardales, 2003).

    Sobre esta cercana con el crimen organizado, JHA-JA plantea que una de las caractersticas de esteproceso es el surgimiento de los llamados grupos banda: Los grupos banda se caracterizan porser un grupo reducido, con miembros de mucha experiencia y respeto al interior de sus pandillas,no integran nuevos miembros a menos de que el solicitante tenga experiencia (). Al respecto,varios miembros de una de las pandillas ms conocidas comentan: existe una conexin entre elcrimen organizado y las pandillas. Las bandas buscan a quienes llevan la palabra y los buscan parabisnes como robos a carros repartidores, secuestro, robo de vehculos, trfico de drogas [lderpandillero recluido en un centro penal del pas]; existe relacin entre las pandillas y el crimen

    organizado, hay hommies que son familia de miembros de bandas. Los buscan por ser menores deedad y por el valor (que stos tienen), a veces les dan dinero, armas y drogas. Por muertes paganms o menos 2 mil lempiras; si es un robo a un banco, de cinco personas dos son pandilleros,entonces les dan 10 mil lempiras. No s si participan en secuestros, las armas son de las bandas(Bardales, 2002: 8).

    Rubio (2002), en un estudio para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), relaciona losindicadores de percepcin de la poblacin sobre la influencia de las maras y el crimen organizadoen el Valle de Sula, descubriendo que: tanto las maras como el crimen organizado no sonfenmenos difusos y homogneamente distribuidos en la zona metropolitana del Valle de Sula, sinoque presentan una mayor concentracin en ciertas zonas (). An al interior de San Pedro Sula, la

    calificacin de la presencia vara considerablemente dependiendo del sector geogrfico y () lascalificaciones promedio de influencia de uno y otro fenmeno maras y crimen organizado- estnpositiva y estrechamente relacionadas. Los municipios o sectores geogrficos en donde los hogaresle asignan una alta calificacin a la presencia de uno de estos fenmenos se observa tambin unaalta calificacin para el otro. Adems, esta relacin positiva entre la presencia de maras y de crimenorganizado no depende mucho del indicador que se utilice para medir la influencia de uno u otrotipo de actor.

    Este mismo autor concluye que la explicacin ms probable es que: el crimen organizado es unade las causas de las maras: contrata ciertos servicios, los recluta y por esa va estimula la

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    asociacin de los jvenes a tales grupos (). La evidencia internacional tiende a corroborar estaobservacin: es ms comn encontrar existencia de bandas juveniles sin crimen organizado que alrevs, lo cual constituye un argumento a favor del primer sentido de la causalidad (Rubio, 2002).

    Con base en testimonios recurrentes de los jvenes se puede decir que se producen alianzas entrealgunas pandillas y sectores del crimen organizado, incluso alianzas con sectores corruptos de lapolica. Esas alianzas, sin embargo, son complejas porque un mayor involucramiento de laspandillas en el negocio de la droga y el trfico de armas tiene como consecuencia inevitable entraren competencia con otras bandas del crimen organizado que operan en el pas, e incluso generarsus propios intereses como banda.

    Aunque en las altas esferas el negocio de la droga deriva en acciones como el lavado de activos enla banca, el comercio, la industria, el sector servicios, la poltica y hasta en el deporte y el arte, elmismo genera necesidades de tipo logstico, de mercadeo, de limpieza de la competencia o delcobro de cuentas, que se satisfacen contratando a individuos y organizaciones nacionales,regionales o locales.

    De esa forma surge, en el nivel intermedio, la proliferacin y diversificacin de actividadescriminales como: el robo de autos para ser usados en operaciones de trasiego de droga, el trficode armas para ser usadas o comercializadas, el sicariato para el ajuste de cuentas, el secuestro, lafalsificacin de documentos, el trfico de inmigrantes, etctera; que a su vez fortalecen a dichasbandas para multiplicar todo tipo de actividades criminales organizadas, no directamente vinculadasal trfico de droga, como el robo de bancos y de celulares. A su vez, este complejo deorganizaciones intermedias subcontrata a elementos que provean ciertos servicios, como el trficode influencias, transporte, vigilancia, almacenaje, eliminacin de la competencia, robos y espionaje,entre otros. La subcontratacin incluye a diversos actores, como policas, operadores de justicia,conductores de transporte urbano, talleres de mecnica y otros (Andino, 2008).

    La estructuracin de la cadena de servicios, relacionada con las distintas esferas del crimenorganizado, no se da sin conflictos entre sus diferentes grupos y estamentos, y entre stos y las

    comunidades donde operan. Ah donde funcionan frecuentemente entran en competencia orencillas por jugarse sucio (robando el botn o las armas) o por no cumplir las misiones. As porejemplo, pandillas y bandas criminales, incluso policas corruptos, se disputan el mercado de ladroga en distintos escenarios (calle, crceles, colegios secundarios, centros de internamiento,etctera) con los mismos mtodos gansteriles con que las mafias resuelven sus conflictos:masacres, asesinatos por encargo, secuestros, desaparecimientos. Los conflictos generadostienen como costo la prdida de vida de jvenes hondureos en vendettas, caracterizadas porenemistades a causa de una muerte u ofensa que se trasmite a toda la familia de la vctima o bien,venganzas de un asesinato por medio de otro entre clanes; as como ajusticiamientos dirigidos,principalmente, por el crimen organizado contra jvenes pandilleros.

    Esta dinmica expansiva y conflictiva, de la estructura derivada de los negocios del crimen

    organizado, es la que agrava la violencia homicida a niveles alarmantes en la sociedad hondurea,en donde el ltimo eslabn lo constituye la niez en riesgo social.

    Se tiene la hiptesis que las muertes masivas ocurridas en los presidios de El Porvenir (2003) y SanPedro Sula (2004), en las que murieron horriblemente 172 jvenes de la MS-13 y 18, son parte delas confrontaciones entre sectores de las mafias que, en colusin con agentes de seguridad,quieren sacar a las pandillas de la competencia por el mercado de la droga y del dominio de lospresidios, que es una plaza de poder importante en ese negocio. De esta cuenta, cada parte en lacolusin toma el control de una parte del negocio en el cual operan las pandillas y actuando deforma independiente impiden a otras entrar en los negocios. Similares conflictos se presentan en

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    los centros de internamiento de menores de edad, a cargo del Instituto Hondureo de la Niez y laFamilia (IHNFA), como lo revela la investigacin sobre el Centro Renaciendo (Andino, 2006b)

    En los ltimos aos, las maras encuentran nuevas formas ms independientes de sobrevivir, sinatenerse a la alianza con los narcotraficantes: la extorsin a empresarios y a particulares, el cobrode peaje, el trfico de armas, la explotacin sexual comercial y el robo a pequea escala.

    Mientras se genera este cambio, el exterminio de jvenes en las calles no vara, siendo ejecutadosalrededor de cuarenta jvenes al mes. Para este ao suman 4 mil los menores de 23 aosasesinados en operativos de limpieza social (Casa Alianza, 2009). Esta compleja situacinconvierte a Honduras en uno de los pases con mayores ndices de violencia social en el mundo.

    3.4 Las barras deportivas violentasEn los ltimos cuatro aos, tras el retroceso de las pandillas californianas, el eje de la violencia juvenil se desplaza a las barras de los clubes deportivos ms populares, como la Ultra Fiel del

    Club Olimpia, los Revolucionarios del Motagua, los Mega Locos del Club Real Espaa y la Furia Verde del Marathon. Aunque los enfrentamientos entre miembros de barras no son nuevos,normalmente se daban al calor de la efervescencia deportiva y desaparecan, generalmente, sinmayores consecuencias al terminar los partidos de ftbol y la celebracin inmediata posterior.Adems, los incidentes graves eran espordicos.

    Actualmente, el problema es ms grave: la violencia es extrema porque causa la muerte o lesionesgraves a los hinchas; los episodios son repetitivos en cada partido; los jugadores son agredidos; laviolencia de los estadios se traslada a los barrios, donde se desata la persecucin de los fanticosde un club contra otro, con saldo de heridos graves y muertos, como ocurre en Tegucigalpa y SanPedro Sula; y el crimen organizado participa de acciones violentas.

    La poblacin se preocupa porque es imposible asistir al estadio a apoyar a su equipo sin ser testigoo, en el peor de los casos, vctima de la furia de los jvenes fanticos. La violencia traspasa lasfronteras nacionales, como sucedi en el partido entre el Olimpia de Honduras y Los Caciques delDiriangen de Nicaragua, el 24 de agosto de 2006, durante el Torneo Interclubes de la UNCAF, consaldo de dos heridos de bala, decenas de golpeados y 132 detenidos, entre ellos pistoleros queasistieron a apoyar a los hondureos (www.radiolaprimerisima.com).

    Asimismo, varios jugadores sufren el secuestro de familiares o el propio, en el que se demandanelevadas sumas de dinero por su retorno. Aunque en estos operativos violentos, parecen no estarinvolucrados jvenes fanticos. Los secuestros manchan el ftbol de Honduras. Por ejemplo, EdwinRen Palacios, de 16 aos, hermano de Milton Palacios (Marathon) y Wilson Palacios (Birminghamde Inglaterra) fue secuestrado el pasado 30 de octubre, la familia paga por su rescate y esliberado; y Henry Suazo (Marathon), hermano de David Suazo (Cagliari italiano y ahora en el Inter),

    fue secuestrado el 17 de diciembre de 2002, permaneciendo dos semanas en cautiverio(www.radiolaprimerisima.com)

    Estas actividades violentas y delictivas convierten a las barras deportivas en grupos de alto riesgo.Ese riesgo proviene de sectores vinculados al crimen organizado, al crimen comn y a las pandillas,que pueden haberse introducido en las barras para hacerlas nichos de reclutamiento o mercado dedroga extremo que debe ser comprobado-. En este sentido se debe determinar, con precisin, eltipo de organizacin detrs de la violencia en los eventos deportivos para no confundirla con labarra deportiva.

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    Recientemente, las barras se estigmatizan socialmente y son objeto de una reaccin policial ylegislativa desmedida, pues al igual que a las pandillas se las criminaliza como expresionesdelincuenciales. Si no se comprende el fenmeno, resulta improcedente aplicar las mismas polticaspunitivas y represivas dirigidas a las maras, las cuales fracasaron si se considera que los niveles deviolencia no variaron en relacin a la poca de apogeo de dichas organizaciones. Sin unainvestigacin objetiva ni la comprensin de la situacin se establecen medidas superficiales,cortoplacistas e ineficientes, como la penalizacin de la violencia en los estadios y la prohibicin delas barras y de las expresiones de simpata hacia los equipos favoritos. La consecuencia puede serel agravamiento del problema, llevando a los jvenes a radicalizar sus expresiones ms violentas.Caso contrario sucede con las acciones de negociacin y solucin no violenta del conflicto, queinvolucra a jvenes integrantes de las barras, que muestran mejores resultados.

    3.5 La violencia en las escuelas y colegiosEn el campo educativo se suscita el fenmeno de grupos estudiantiles violentos al interior de los

    colegios de secundaria y conflictos entre institutos. Este hecho se produce, especialmente, en losinstitutos pblicos ms grandes y antiguos, donde existen dos o ms grupos rivales. Estos no sonpropiamente una pandilla, sino un grupo juvenil caracterizado por vnculos de amistad, y no porsubculturas, que desaparece cuando se rompen l