honestidad significa nunca hacer mal uso de lo que se nos ... · al compartir ese valor estamos...

12
Honestidad significa que no hay contradicciones ni discrepancias entre los pensamientos, palabras o acciones. Ser honesto con el verdadero ser y con el propósito de una tarea gana la confianza de los demás e inspira fe en ellos. Honestidad significa nunca hacer mal uso de lo que se nos confió. Espero tener siempre suficiente firmeza y virtud para conservar el mejor de todos los títulos: el carácter del hombre honrado. George Washington. Cualidad de honesto. Honesto (Dellat. honestus) adj. Decente o decoroso. Recatado, pudoroso. Razonable, justo. Fuente: Diccionario de la Real Academia Española. La tranquilidad es una las mayores conquistas en la vida. La mejor forma de conseguirla es aceptar siempre la verdad y actuar conforme a ella. Es un camino recto que, con gran rapidez, nos conduce a los mayores logros. La mentira es un camino lleno de curvas, piedras y baches. Además, lo que se consigue a través de ella, no dura. Es como un juguete defectuoso que a los

Upload: donhi

Post on 20-Jan-2019

214 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Honestidad significa que no hay contradicciones ni discrepancias entre los

pensamientos, palabras o acciones. Ser honesto con el verdadero ser y con el

propósito de una tarea gana la confianza de los demás e inspira fe en ellos.

Honestidad significa nunca hacer mal uso de lo que se nos confió.

Espero tener siempre suficiente firmeza y virtud para conservar el mejor de

todos los títulos: el carácter del hombre honrado.

George Washington.

Cualidad de honesto. Honesto (Dellat. honestus) adj. Decente o decoroso.

Recatado, pudoroso. Razonable, justo.

Fuente: Diccionario de la Real Academia Española.

La tranquilidad es una las mayores conquistas en la vida. La mejor forma de

conseguirla es aceptar siempre la verdad y actuar conforme a ella. Es un

camino recto que, con gran rapidez, nos conduce a los mayores logros. La

mentira es un camino lleno de curvas, piedras y baches. Además, lo que se

consigue a través de ella, no dura. Es como un juguete defectuoso que a los

pocos días deja de funcionar. El mayor peligro de los deshonestos es que, a

fuerza de mentir, llegan a confundirse tanto que ya ni ellos mismos saben cuál

es la verdad. Si dijimos algo que no era cierto o nos apropiamos de lo que no

nos pertenecía, las otras personas lo sabrán y tendrán mucha precaución al

acercarse a nosotros. Ello nos cierra las oportunidades. Pero en cualquier

momento podemos hacer que la verdad brille como un reluciente objeto de

plata. Honestidad es la conciencia clara “ante mí y ante los demás”. Honestidad

es el reconocimiento de lo que está bien y es apropiado para nuestro propio

papel, conducta y relaciones. Con honestidad, no hay hipocresía ni artificialidad

que creen confusión y desconfianza en las mentes y en las vidas de los demás.

La honestidad conduce a una vida de integridad, porque nuestro interior y

exterior son reflejo el uno del otro. Viviendo el valor Todos estamos

capacitados para reconocer qué acciones son buenas y distinguirlas de las

malas: nos lo dice nuestro pensamiento y nuestro corazón. Esa capacidad se

conoce como “conciencia moral”. La honestidad consiste en vivir y expresar esa

conciencia en cada momento, no mantener nada oculto, dar importancia a la

verdad, ser transparentes para nuestros semejantes, no escondernos nada a

nosotros, ni a las demás personas. En otro sentido, la honestidad significa no

querer apropiarnos de algo que no hemos conseguido o que le pertenece a otro.

Al compartir ese valor estamos creando un ambiente de confianza y progreso.

Es una forma de vivir congruente entre lo que se piensa y la conducta que se

observa hacia el prójimo, que junto a la justicia, exige en dar a cada quién lo

que le es debido. La persona que es honesta puede

reconocerse por:

- Ser siempre sincero, en su comportamiento,

palabras y afectos.

- Cumplir con sus compromisos y obligaciones al

pie de la letra, sin trampas, engaños o retrasos

voluntarios.

- Evitar la murmuración y la crítica que afectan

negativamente a las personalidad de los demás.

- Guardar discreción y seriedad ante las confidencias personales y secretos

profesionales.

- Tener especial cuidado en el manejo de los bienes económicos y materiales.

Para la vida diaria La verdad abre todas las puertas: exprésala con tu familia,

con tus compañeros y amigos. Invita a quienes te rodean a que siempre lo

hagan.

Todos estamos capacitados para reconocer qué acciones son buenas y

distinguirlas de las malas: nos lo dice nuestro pensamiento y nuestro corazón.

Esa capacidad se conoce como “conciencia moral”. La honestidad consiste en

vivir y expresar esa conciencia en cada momento, no mantener nada oculto, dar

importancia a la verdad, ser transparentes para nuestros semejantes, no

escondernos nada a nosotros, ni a las demás personas. En otro sentido, la

honestidad significa no querer apropiarnos de algo que no hemos conseguido o

que le pertenece a otro. Al compartir ese valor estamos creando un ambiente

de confianza y progreso. Para la vida diaria, la verdad abre todas las puertas:

exprésala con tu familia, con tus compañeros y amigos. Invita a quienes te

rodean a que siempre lo hagan.

Si hay alguna pendiente, cúmplela.

No olvides que una promesa es un compromiso.

Si cometiste un error acéptalo ante los demás: “Di una

respuesta equivocada”.

No te apropies de nada por medios indebidos.

Si te prestaron algo hace mucho, devuélvelo ahora mismo.

Para ofrecer una educación en la honestidad a los niños, tanto los padres como

los educadores tienen en manos una gran misión. Sigue algunos consejos para

que el despertar de la honestidad en los niños sea una realidad:

1- La honestidad atrae honestidad. Así que lo primero que deben hacer los

padres y educadores es predicar este valor con el ejemplo. Es hacer lo que se

puede y no lo que no se puede, por ejemplo. Es hacer lo que se dice y no decir y

prometer para luego no cumplir.

2- Para desarrollar la honestidad en un niño es necesario formar nociones,

conocimientos, habilidades, sentimientos y emociones, vivencias y experiencias

que lo lleven a ser honesto.

3- Lo primero, enseñar a los niños a que sean honestos consigo mismos.

Llevarles a conocer sus limitaciones, sus virtudes y defectos, y su conducta.

4- Es importante hacer conocer a los niños que un comportamiento honesto

genera buenos amigos y un reconocimiento moral positivo en los demás.

5- Ser honesto es esforzarse por hacer algo útil en beneficio de los demás, sin

esperar nada a cambio.

6- Ser honesto es respetar a los demás, es no apropiarse de lo ajeno, es ser

sincero en la relación con el otro, es no mentir y siempre decir la verdad, por

más dura que sea.

7- En la escuela, los profesores pueden invitar a los niños a hacer dibujos o a

pintarlos y colorearlos en que se destaque la ayuda a otras personas.

8- Los niños pueden interiorizar ejemplos de honestidad a través de la

conversación, la observación y del juego con sus padres, hermanos y

educadores.

9- Por cada conducta honesta que desarrollen los niños, habría que saber

premiarlas a su tiempo. El premio puede reforzar esta conducta en los niños.

10- Hablar a los niños sobre las consecuencias de la deshonestidad. Una

persona deshonesta puede sufrir de soledad, de ansiedad, de ser tachado de

mentiroso, de no tener amigos ni la confianza de los demás.

Cuando alguien miente, roba, engaña ó hace trampa, su espíritu entra en

conflicto, la paz interior desaparece y esto es algo que los demás perciben

porque no es fácil de ocultar. Las personas deshonestas se pueden reconocer

fácilmente porque engañan a los otros para conseguir de manera abusiva un

beneficio. Es muy probable que alguien logre engañar la primera vez, pero al

ser descubierto será evitado por sus semejantes ó tratado con precaución y

desconfianza. Personaje relacionado con el valor Galileo Galilei Un científico

recto El gran astrónomo y físico italiano Galileo Galilei (1564 – 1642) es

célebre por haber defendido valientemente su teoría de que la Tierra no

estaba en el centro del universo y además se movía. Los sabios de su época,

convencidos de que nuestro planeta era estático y todos los demás astros

(incluido el Sol) giraban a su alrededor, no dieron crédito a las pruebas

aportadas por Galileo, y se opusieron tercamente a aceptar sus ideas. Fue tan

grande el desafío planteado por este genial astrónomo a las creencias de su

tiempo, que las autoridades políticas y eclesiásticas lo llevaron ante un tribunal

de la Inquisición que lo condenó a cadena perpetua y a retractarse

públicamente y por escrito de sus afirmaciones. Cuentan los cronistas que

luego de firmar contra su voluntad, el documento que certificaba que la Tierra

no se movía, Galileo dijo en voz alta: “Pero se mueve”. Su honestidad como

científico no se doblegó ante las circunstancias que debió sortear como

hombre. Fuente: Casa Editorial El Tiempo, S.A.

¿Consideras que ser honesto es fácil?

¿Crees que la sociedad sería mejor si todos los ciudadanos practicaran la

honestidad?

¿Te has enfrentado a situaciones en las que te viste obligado a mentir?

¿Cómo te sentiste?

¿Crees que ser honestas haga mejores a las personas? ¿Por qué?

Vivió en China, hace unos dos mil años, un niño

llamado Ping. Su pasatiempo favorito era el

cultivo de las plantas. Gracias a sus cuidados en

el jardín de su casa habían crecido cientos de

flores hermosas. La gente que pasaba por la

calle se detenía a admirarlas y él, a veces, les

regalaba un ramillete. El emperador de China

también amaba las flores, pues pensaba que

expresan las cualidades de quien las cultiva.

Como ya era muy viejo, estaba buscando a una

persona honesta que pudiera sucederlo en el

trono. Se le ocurrió hacer un concurso. Convocó

a todos los niños del reino y les informó que recibirían una semilla. El que

volviera al cabo de un año con la flor más hermosa heredaría el trono. Al llegar

a su casa Ping la plantó en una maceta y la colocó en el mejor lugar del jardín,

donde recibía la luz del sol y el rocío de una fuente cercana. Pero la semilla

nunca germinó. Transcurrió el año del concurso y cientos de niños se

presentaron en el palacio con sus plantas. En la fila destacaba un brillante

colorido: rojo, morado, rosa... Ping lloró al ver que su maceta sólo tenía tierra.

En el gran patio los niños se formaron para exhibir sus logros. El viejo

emperador, que caminaba con dificultad, veía una flor y otra. Apreciaba su

textura y matices o inhalaba su perfume sin hacer comentarios. Cuando llegó

frente a Ping, éste se asustó mucho, temiendo un regaño.

—¿Acaso no plantaste la semilla que te di? —le preguntó el emperador.

—La planté y por más cuidado que puse nunca brotó nada de ella —explicó el

pequeño.

El emperador siguió examinando las flores de los demás niños. Al cabo de un

rato informó que había tomado una decisión.

—Queridos niños. No comprendo de dónde salieron todas las flores que he

visto esta mañana. Las semillas que les entregué estaban hervidas y no podían

germinar. Ping es la única persona honesta entre todos ustedes, pues tuvo el

valor de traer la maceta sin planta alguna. He decidido heredarle mi reino. Sólo

un hombre honrado puede gobernar esta gran nación.

Cuento popular chino. II.

En un ranchito vivía un señor, su esposa y sus tres hijos. Un día el

papá bajó una caja de ciruelas, mandó a su hijo mayor a venderlas

al pueblo cercano a su ranchito. El muchacho iba por la vereda

cuando se encontró con un viejito de canas y barbas blancas (era

un mago disfrazado de anciano) quien le preguntó al muchacho:

—¿qué llevas en esa caja hijo?

— y el muchacho, pensando que le iba a pedir una ciruela, le respondió:

—llevo piedras

— el anciano le contestó: —pues piedras venderás hijo—.

El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo. Fue grande su sorpresa

cuando destapó la caja, eran puras piedras, las tiró y regresó a su casa. Cuando

llegó su papá le preguntó:

— ¿y el dinero de la venta?

— el muchacho respondió: me tropecé y cayeron todas las ciruelas al barranco.

El padre muy enojado pidió otra caja, y esta vez mandó a su hijo mediano a

venderlas. Yendo el joven por la vereda se encontró con el mismo viejito, que le

preguntó:

—¿qué llevas en la caja hijo?

— y el muchacho, pensando que le iba a pedir un poco le contestó: —llevo

carbón

— y el viejito le contestó —pues carbón venderás hijo —.

El muchacho siguió su camino hasta llegar al pueblo, cuando destapó su caja, las

ciruelas se habían convertido en carbón. Al llegar a su casa le mintió a su

padre, diciendo que por un descuido le habían robado toda la fruta. El padre se

puso triste porque no podía creer lo que le habían dicho sus hijos. El hijo menor

al darse cuenta de lo que había sucedido, fue por una caja de ciruelas, unas

maduras y otras verdes, y posteriormente le pidió permiso a su padre para ir a

venderlas. En el camino, se encontró con el viejito, y éste le preguntó:

—¿qué llevas en esa caja hijo?

— el muchacho respondió: —llevo ciruelas—, el viejecillo sonriendo, el dijo: —

pues ciruelas venderás hijo—.

El joven siguió su camino hasta llegar al pueblo, y al destapar la caja se

sorprendió al ver las ciruelas maduras y de mayor tamaño, mismas que pudo

vender a buen precio. Al llegar a su casa, su padre se asombró del dinero

obtenido por la venta, sus hermanos también sorprendidos, le preguntaron

—¿viste a un viejito por la vereda?

—, él contestó: —sí, y me preguntó qué llevaba en la caja, sólo contesté que

ciruelas. Sus hermanos simplemente se miraron y comprendieron que debían

haber sido honestos desde el principio. A partir de ese día siempre hablaron

con la verdad.

Armando Mukulk Canales

Reflexiona:

1. ¿Por qué crees que el anciano preguntaba con tanta insistencia a los

hermanos qué llevaban en la caja?

2. ¿Cómo crees que se sentía el papá cuando llegaron los hermanos mayores con

las manos vacías?

3. ¿Crees que el viejecito mago les dio una buena lección? ¿Crees que sea

necesario ser deshonesto para tener éxito?

Autor:Eva María Rodríguez

Hace muchos años vivió en Siracusa, una ciudad de la

Antigua Grecia, un inventor y matemático al que

acudían todas las personas que necesitaban

solucionar algún problema o misterio. Se llamaba

Arquímedes.

Un día, Arquímedes recibió a un famoso arquitecto

llamado Vitruvio. No sabía que esta visita cambiaría la historia para siempre.

Vitruvio llevaba consigo una corona que había sido mandada fabricar por el

gobernador de la ciudad. El gobernador había encargado una corona de oro

puro, pero sospechaba que el orfebre le había engañado mezclando plata con el

oro.

Vitruvio entregó su corona a Arquímedes y le encargó que solucionara el dilema

y descubriera si la corona era de oro puro o si el gobernador había sido

engañado. Pero eso sí, no podía estropearla para conseguirlo.

- ¡Pues en menudo lío me ha metido ahora el tipo este! -exclamó Arquímedes

cuando se quedó solo-. ¡A ver ahora cómo soluciono yo este dilema! Me voy a

dar un baño, a ver si me relajo un poco, que me ha dicho por ahí un amigo

filósofo que relajarse despierta la creatividad.

Y eso hizo Arquímedes. Mientras calentaba cubos de agua y los iba echando en

la bañera, Arquímedes iba pensando en algo.

- Si me dejaran fundir la corona sería muy fácil averiguar si hay plata o no

mezclada con el oro. Porque el oro es más denso que la plata aunque ocupen el

mismo espacio. Es como el hierro y la madera. Si cojo un cubo de madera y otro

del mismo tamaño pero hecho de hierro, los dos ocuparán el mismo espacio,

pero el de hierro pesará mucho más el de madera.

Y dándole vueltas al asunto se quitó la ropa y se metió en la bañera mientras

decía:

- Si yo fuera hierro me hundiría hasta el fondo.

Entonces se dio cuenta de que, según se metía en la bañera, el agua subía.

- ¡Por todos los dioses del Olimpo! Pero, ¿qué es esto? Ahora me voy a imaginar

que soy de madera. Entonces, flotaría un poco y no llegaría hasta abajo.

Arquímedes se levantó un poco, imaginando ser de madera. Entonces observó

que el agua bajaba un poco. Entró y salió de la bañera un montón de veces, unas

veces imaginando ser de hierro y otras de madera. El agua siempre subía, pero

en el caso del hierro, que es más denso, el agua subía más que cuando se hacía

pasar por un trozo de madera.

- Esto tiene que ser por la densidad -pensó Arquímedes.

Entonces Arquímedes se dio cuenta de que había resuelto el misterio. Y

olvidando por completo que

estaba desnudo, salió a la

calle gritando "¡eureka,

eureka!", que en griego

antiguo significa "lo he

encontrado".

Pero, ¿qué había

encontrado Arquímedes?

El oro y la plata son como el

hierro y la madera: uno

pesa más que el otro

comparando dos trozos del mismo tamaño. Por lo tanto, para comprobar si la

corona era de oro o no, lo que tenía que hacer Arquímedes era introducir en la

bañera un trozo de oro equivalente al oro que el orfebre decía haber usado

para hacer la corona. Si subía el mismo volumen de agua cuando sumergiera la

corona que cuando sumergiera el bloque de oro, significaría que el orfebre

había sido honesto. Pero si al introducir la corona subía menos agua, sería señal

de que el oro estaba mezclado con plata, que es menos densa y, por lo tanto,

levanta menos agua.

Desafortunadamente, cuando Arquímedes metió la corona en la bañera

descubrió que subía menos agua que cuando metía el bloque de oro.

Cuando Arquímedes comunicó a Vitruvio su descubrimiento él le felicitó. Acto

seguido ordenó arrestar al orfebre, al que castigaron por estafador.

Y así fue como Arquímedes pasó a la historia. A su famoso descubrimiento le

bautizaron como el Principio de Arquímedes, una de las teorías más

importantes que se aplican a la ingeniería y a la ciencia moderna.

Se sugiere visitar:

- http://www.cuentoscortos.com/cuentos-de-honestidad

- video: https://www.youtube.com/watch?v=N9rI8EhLomU

Bibliografía:

- https://www.guiainfantil.com/articulos/educacion/valores/la-honestidad-los-valores-en-

la-educacion-de-los-ninos/

- https://fundaciontelevisa.org/valores/valores/honestidad