hernandez f., jose rafael - el duende de las mariposas

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C. Infantil

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EL DUENDEY LAS MARIPOSAS

JJJJJosé Rafael Hernández F.

Primera EdiciónMaracaibo, mayo 2005.

© José Rafael Hernández, 2000

Para Claudia Botero

Eva va durmiéndose lentamente arrullada porlos ruidos nocturnos y la brisa fría de lamadrugada que se cuela por la ventana,filtrando los rayos de la luna que en sumáximo esplendor y extremo tamaño, iluminala noche dándole aspecto de amanecer ymagia de romanticismo.Sus ojos van remontando con parsimonia elcamino invisible del letargo y la pesadez de laroca que segundo a segundo vancerrándolos.Cuando todo parece indicar que ha recorridoel transito del sueño, unos leves ruidos lehacen sobresaltar y entre brumas puededivisar una pequeña forma que flota a sualrededor con aspecto de humano pero con

un color de piel algo extraño, por lo que entreel subconsciente piensa que es parte de unsueño, aunque las dudas le asaltan, ya quetodo le parece muy real.-¿Quién eres?Le pregunta.-Soy un duende.-Los duendes no existen, eso esta bien paralos pequeños, pero desde hace muchotiempo ya dejé de ser una niña.-¿Estas segura?.-Si.¿Entonces que crees que soy?-No sé.-¿Un extraterrestre?-No creo en los extraterrestres.-¿En que creees?Sus ideas vagan algo difusas y una respuestaes casi imposible por lo que prefiere seguirconversando de otro modo con él.Por lo que se sienta en la cama y lepregunta.-¿Y que deseas?.-Llevarte a un lugar que desde siempre has deseado conocer.-Son tantos que creo que no alcanzaría el

tiempo para lograrlo.No obtiene respuesta del duende, por lo quecontinúa hablando.-De todas maneras d ime: ¿Cómo mellevaras?.--Muy fácil, solamente hará falta que loquieras.-¿Para donde de tantos lugares que deseo debo querer ir?-Para donde yo quiera llevarte.-¿Como sé que es para el sitio correcto sinunca antes te he visto?-Soy un duende y nunca mentimos.Piensa unos segundos.El visitante le dice.-No creo que hayas perd ido aùn tuingenuidad.Piensa que el dia que la pierda entoncesmorirá.Por lo que responde.-Esta bien, lo quiero.Su convicción le sorprende a sí misma ya quetodo le perece algo absurdo, pero los sueñosson en ocasiones asi y no está segura deno estar viviendo uno.El duende le dice.

-Cierra los ojos por unos minutos y no losvayas a abrir hasta el momento que yo te lodiga.Obedece la sencilla orden y su mente vaquedándose en blanco, como viajando haciaun lugar sin ubicación precisa, como si susneuronas se desconectaran del trabajorutinario de pensar.Tras algunos segundos casi en silenciopuede escuchar la voz chillona del duende que le dice:-Ya puedes abrirlos.Con la mayor parsimonia del mundo vaabriendo sus ojos y permitiendo que una luztenue de color rojizo penetre sus pupilas yprovoque que su retina enfoque el alrededorde donde se encuentra.Lo primero que puede vislumbrar es un árbolfrondoso de hojas muy verdes que se levantaenfrente suyo, mas allá otros más pequeños ymuchas plantas de colores diversos que danun aroma especial al lugar, girando ve unamontaña que recorta un poco los rayos delsol que parecen auroras boreales quechispean al ambiente, a su derecha unapequeña laguna rodeada de hierbas que

invitan a acostarse sobre ellas y sentir el friode la naturaleza y el aroma que desde ellasse desprenden..Pasa sus dedos por sobre sus pestañas y conun fuerte movimiento se limpia el alrededorde las órbitas, para de esa manera descartarque lo que ve sea alguna visión o unaalucinación de su cerebro aún en estado dealetargamiento.Todo permanece inalterable, incluso elpequeño duende sigue danzando, o ma sbienvolando, de un lado a otro observándola conaires de autosuficiencia y con una sonrisaalgo burlona, que pareciera expresarle que sies quien dice ser.-¿Dónde estoy?.--Ya te iras dando cuenta, caminemos unpoco.-Lo sigue con pasos lentos, deleitándose delos paisajes que van apareciéndose y de lanaturaleza virgen que le saluda sin ningúntemor, como viejos conocidos que ahora sereencuentran.Pareciera flotar mas que caminar, dado elefecto que produce en sus pies la suavehierba que cubre el suelo.

Se percata entonces que está descalza y que viste su ropa de dormir.Llegan a un valle rodeado por la montaña ycon gesto de alegría y sorpresa mira que esteestá repleto de mariposas de diferentescolores y tamaños, que mientras absorben elnectar de su polen, juegan entre las florescomo si ensayaran un ballet muy bienorquestado .-¡Que hermoso!Una mariposa azul con tonos brillantes vuelahacia donde están, con toda la gracia que susalas le brindan.Se sitúa al lado del duende y le saluda.-Hola, ¿Cómo estas?Su voz parece un silbido o un acorde fino de flauta.Lo sobrenatural del hecho no la sobresalta niasusta ya que instantaneamente ha idoperdiendo el temor y el asombro ante lo quele ocurre, sin embargo siente un sentimientoextraño ante el hecho sobrenatural queprotagoniza.-¿Y tu Eva?La mira con cara de extrañeza.-Algo confundida.

-Mucho tiempo sin verte.-¿Me conoces?La mariposa le sonrie.-Claro que si, pero no te acuerdas de mí.-¿De donde me conoces?-Llegaba con frecuencia al jardín de tu casa. me encantaban las flores que alli habían, y tú te quedabas contemplándome hasta que me marchaba, me gustaba ver tu cara deinocencia preguntandote tal vez que cosaera yo .-No recuerdo.-Estabas muy pequeña, eras una niña muy traviesa, corrias por toda la casa y tu mamápacientemente cuidaba siempre que no telastimaras.Ella sonríe, como el niño revoltoso que ha sidodescubierto en sus fechorías.-Un día intentaste atraparme y te lastimastescon unas espinas de rosas.Intenta recordar el momento del cual habla lamariposa pero es en vano.-Luego de un tiempo me marché y otras tehan ido visitando por años.-Hay muchas mariposas en mi jardín, mefascinan sus colores, que tienen una mezcla

de vivacidad y brillo extraño.-Acá hay muchas como puedes ver,de todos los tamaños, t ipos, tonos yespecies, en este lugar vivimos.-¿Y en donde estamos?-En el mundo de las mariposas.-Si, ¿Pero en que lugar de la tierra seencuentra?-En ninguno.-¿Y donde estamos?-No estamos en ningún lugar de la tierra ni entu mundo.Si algunas preguntas iban sumándose a esaexperiencia, ahora con esa respuesta, todasse aglomeraron en torno a sus labiosintentando salir primero.-Explícate mejor.-Cuando dejamos de estar en la t ierravenimos acá.-¿No se mueren?-No, simplemente desaparecemos y nostransportamos, a excepción de las que poralgún motivo, el hombre o los animalesmatan.-¿Y como lo hacen?-Igual que tú lo hiciste, eres la primera

persona que llega hasta este mundo, se te haconcedido ese deseo por tu gran amor y admiración hacia nosotras, el duende lo ha hecho posible.Por instantes la logica y su capacidad dediscernimiento se hace presente.-Pero eso no concuerda con lo queaprendí en la escuela, según tengo entendidotodos morimos, incluso ustedes.-Eso no es así, pero no podemos probártelo,solo mostrarte que estás en un universoparalelo y distinto donde seguimos siendo lasmismas pero en otras condiciones, sin por eso perder nuestra apariencia ni cuerpo con elque transitamos por tu mundo.Esa explicación la deja sin respuestas niargumentos.Una mariposa negra, mucho más grande quela anterior se le acerca y con voz más gruesale saluda.-Hola Eva, bienvenida a nuestra casa,estamos felices de tenerte en ella.-¿También te conozco?.-Claro, te pegué un buen susto hace unos añoscuando me encontraste en tu closet, pegadaa un vestido negro que te ibas a poner esa

noche.Rememora la situación.-Eso fue el día de mi fiesta de graduación,no era un vestido era mi toga.-Creo que si, tuve que volar rápido para queno me golpearas con la escoba, meperseguistes por todo el cuarto, menos mal que la ventana estaba abierta porque si noes así en este momento no te estaríacontando esta tragicomica historia de esanoche.-¿Y que esperabas después de darme esesusto?-No fue mi intención.-Casi me matas de un infarto, menos mal queno sufro del corazón.-Jajajaa, de lo que nunca te enterastes fueque cuando te fuistes regresé y me escondídetrás de la cortina y por días me reí mucho de tu temor a volverme a encontrar, siempreabrías con mucho cuidado el closet yrevisabas minuciosamente todo para ver sime encontraba escondida por allí, recuerdoque una vez una cucaracha pagó tuparanoia por mi presencia, cuando laencontrastes en la parte interior de la

puerta.-No era para menos.-¿Aún no has perdido e l miedo a las mariposasnegras?-No.-En muchos lugares nos l lamanbrujas, pero somos inofensivas, no tenemosla culpa que la naturaleza nos haya dado estecolor, ni que los humanos lo asocien siemprecon cosas malas o misteriosas.-Ya lo he superado bastante, creo que escuestión de crianza y las supersticiones quese inventan, nos enseñan a tenerles miedoporqu son supuestamente de malaugurio.-Pero en otros lugares es al contrario, creenque damos suerte y nos dejan tranquilas yhasta nos buscan.-Espero que a partir de ahora, conociendolacomo antes no la conocías, ya no lestengas mas miedo.- interviene el duende.Mueve su cabeza de izquierda a derecha,en señal de negación.-Y no nos persiga con la escoba.Dice en tono de broma la mariposa.Una nueva se le acerca, esta tiene colores

amarillos y rojos brillantes, con reflejosmetalizados.Esta le saluda.-Hola.-Hola, de ti si me acuerdo, tus colores soninconfundibles, te conseguí tirada en eljardín sin poder volar y te coloqué en una rosay a los días desapareciste.-Así es, el polen de esa rosa me dio fuerzaspara venir hasta acá.-Pensé que habías muerto.-No fue así gracias a tí.-Me puse triste al no verte mas.Hace una retrospectiva del momento.Tenía quince años y su afición a plasmar enel lienzo con pintura de òleo a la naturalezaestaba a flor de piel, esa mariposa cuyoscolores le maravil laron fue una de susprimeras inspiraciones.-Recuerdo que hasta te dibujé en un papel yposteriormente en un cuadro, que aúnconservo en la pared de mi cuarto.-Asi me dijeron.-Estuve meses buscando en los libros tufotografía para saber como te llamaban.Una nueva mariposa llega y se le para en la

mano.Tiene alas blancas con bordes negros y porla parte interior es verde claro.-Al fin puedes tocarme.-¿Por que lo dices?.-Estuviste todo un día persiguiéndome para atraparme pero fui más astuta que tú y pude burlarte.La mira detenidamente y como si su vidaestuviera proyectada en las alas de esosinsectos, a su mente l lega d iá fanoel momento que esta le cuenta.-Pero eso fue hace muchos años, tenía solo diez años .-Te escondías detrás de los arboles yllegabas en puntilla de pies, sin hacer ruido para tocarme, pero siempre fui mas astuta que tú y te descubrí.Rie recordando ese instante.-Habían muchas como tú en el huerto del abuelo.-Si.-V iv iamos a l l i ent re los co les que é lcontinuamente cultivaba-Al parecer siempre he sido algo torpe para atraparlas, por eso ahora me conformo con

mirarlas, pintarlas y tomarles fotos.Un nuevo grupo de amigas aladas vanrodeándolas y e l la de ja cabalgar supensamiento buscando que su memoria vayarecordándolas a cada una y logra identificar a algunas.-A ti te tomé muchas fotos desde mi cuarto, ya tí te contemplaba todas las mañanas en misrosas blancas y a ti te espiaba con misbinoculares mientras revoloteabas por elmonte.Observa detenidamente una que norecuerda haberla visto nunca, pero que leparece familiar.Es grande, de color amarillo palido conrayas negras en sus a las, pequeñasmanchas azules al final de estas y dos decolor rojo.La prolongación de sus alas le dan laparticularidad de semejar una cola de colibrí y eso le permite acordarse la razón de sufamiliaridad.Hace años hicieron una excursión parafotografiarla pero nunca la encontraron.-Te buscamos todo un fin de semana sin tenersuerte.

Le dice a manera de reclamo.-Los vi pero fueron en mala epoca, elinvierno no es nuestra estación preferidapara volar.-¿Por qué?-Porque nuestros musculos de vuelo debenestar calientes y los calentamos con el sol yen esa epoca pocas veces sale.Una muy chiquita se posa en su dedo.-Eres muy pequeña.-Soy la mas pequeña del mundo.-No te recuerdo.-Nunca antes me habías visto.Su color es azul.-Como vi tantas reunidas aquí quise saber de que hablaban.-Bienvenida, recordamos momentos de mi vida.Va dejándose llevar por la fantasía que ledespiertan los insectos multicolores que hanido poblando desde la in fanc ia susmomentos, l lenando sus inquietudes,mul t ip l icando su admirac ión por lanaturaleza, recreando sus pupilas con esostonos extraños con que han sido pintadas porla mano d iv ina, t razos de luz que se

desprenden a través de sus alas y la magiade los colores provoca que se infiltre ennuestra alma.Se encuentra en la catarsis conceptual que leexperimenta su cuerpo en conjunción con sumente, en un lugar ext raño, ta l vezinexistente pero palpable que le producealegr ías in ter iores y le colocan en laencrucijada de la razón y la pasión, de laverdad y la mentira.Una a una van narrándole etapas de su vida,momentos muchos que yacían olvidados o muyprofundamente escondidos en su memoria,haciendo un recuento minucioso de tresdécadas de vida que le han servido paramultiplicar las experiencias.-Yo te veia todos los domingos en la plaza.Quien le habla es una marron, cuyo color le evoca la nostalgia.-Por un tiempo estuve yendo a caminar allí,estaba recien llegada a la ciudad y era el unicolugar que me recordaba la casamaterna.-Te sentabas en el ultimo banco, que seencontraba bajo un gran arbol, dondealgunos pajaros azules trinaban.

Nunca descubrió el lugar desde donde loscausantes de los trinos emitian sus cantos,menos aún el color de estos, pero fue unperiodo de su vida dificil, la primera vez quese desprendió del lazo materno y su primertrabajo tras culminar sus estudios.La plaza significaba un remanso de pazentre los multiples ruidos de la ciudad y lalocura que esta impregna en sobredosis a sushabitantes.Una terapia de choque ante lo impersonal delos sentimientos que se diluian como losavisos de neón que la poblaban.Las mariposas marrones junto a otrasmulticolores que en lugar de volar parecianbrincar de una flor a otra, le brindaban consus movimientos una paz interior difiicil deexplicar.Siempre comentó que si pudiera ser uninsecto le gustaría ser mariposa.Con los minutos las multiples amigas aladasque han formado parte de su vida vanposándose poco a poco en su anatomía, ysiente los cosquilleos que producen las patasde ellas en sus brazos, en su cuello y en suspiernas.

Siempre le produjo escalofrio el contacto desus extremidades con la piel y sus vellos comomagnetizados por algun campo electrico seerguian desafiantes ante la sensación.Se encuentra sentada en la hierba, arrecostadaal tronco del árbol, escuchando inspirada lascosas que le van diciendo y mientras estoocurre su cabello va siendo cubierto por lostonos brillantes y multicolores propios de lasalas de ellas.En ese momento se imagina como se veríauna foto suya con todas ellas encima, tal vezla idea le inspire para pintar algún lienzo cuyotitulo tentativo se le ocurre podría ser:«La mujer Mariposa»Un sonido como el tic tac de un reloj le hacelevantar la vista.El duende le intenta hablar algo pero laalgarabía de sus acompañantes, a pesar desus voces agudas, no le deja oír.-Si lencio.- Gr i ta en tono imperat ivo elpequeño acompañante.Como si fuera una orden divina todas callan yponen atención.Le habla a ella.-Es hora de irnos.

-¿Tan pronto?No se imagina ni siquiera cuanto tiempo hatranscurrido entre el momento de su arribo yel actual, pero le parece estrecho en relacióna las multiples historias que aún le faltaescuchar, contadas por ellas.-Se ha terminado el t iempo que te heconcedido.-Faltan muchas historias aún.Responde en tono de reprobación y ciertamalcriadez-Lo siento, pero tenemos que volver.-¿Cuándo podré regresar?.--En otro momento, cuando te sea concedido nuevamente.--¿Será pronto?.--No lo sé, cuando eso ocurra volveré abuscarte.-Esta bien, dame solo un minuto paradespedirme.Con tristeza va despidiéndose de cada unade e l las, qu ienes poco a poco vanabandonando el sitio de su cuerpo dondeestaban posadas y volando nuevamentehacia el claro del bosque.-Espero que podamos ver nos de nuevo.

Le dicen las mariposas amarillas, habitantescomunes en la casa de campo que heredó desu abuelo paterno, situada en la falda de lamontaña.En la epoca de verano la brisa caliente traehacia el lugar nubes de ellas quienes locubren todo, pintando de ese color el suelo ylas plantas, entonces el polvillo de sus alaspareciera colarse en las casas y confundirsecon los granos de arena que en capasimperceptibles acompañan a los acaros en loslugares cotidianos sin ser palpablementedescubiertos.Esto le hace recordar que tiene tiempo sinv is tar la , dado que sus ocupacionesordinarias la han ido transformado en unaautomata citadina, que solo logra escapar aesa droga narcot ica de l modern ismo representado en tecnologia y articulos deconsumo, cuando sus musas rebeldes laatrapan y consiguen transportarla al mundosubjetivo del arte, a través de sus pinturas yuna que otra incursión literaria.-Yo te vi hace unos dias en la ciudad.Quien se lo dice es una que tiene un coloramarronado y en sus alas traseras un par de

manchas marrones en forma de ojo, que lehacen recordar las plumas del pavo real quepor largos años habi tó en su colegio.-¿En el parque?-No, ibas en tu vehiculo por la calle, me paréen tu vidrio delantero.Si n dudas fue el dia que muchas de ellas sepasearon por las calles ante el asombro delos transeuntes.Eso le hace llegar a su memoria improntasde su niñez, en la cual sus compañerostenían como juego en cierta epoca del año,aprovechando la proliferación de ellas,atrapar y juntar mariposas de diferentescolores, a las cuales luego colocaban en losjardines de sus casas, pero raramentesobrevivían.A ños despues leyó que el contacto con la pieleliminaba las escamas de las alas y esoimpedía que volaran.La ultima mariposa en despedirse es lamariposa de colores amarillos y rojos a quienuna vez salvó.-Hasta luego Eva, gracias por rescatarme dela muerte, recuerda cuidar a mis amigas queviven en el jardín de la casa de tu mamá,

todas te quieren mucho, aunque no puedandecirtelo porque allá no es posible que lasescuches.-Así lo haré con gusto, ahora mucho mejordespues de haber visitado su mundo .La ve alejarse.El carraspeo del duende la saca de lainsp i rac ión que le produce e l vueloacompasado de su amiga que se aleja.-Ya estoy lista.Respira profundo, buscando liberar la cargaemocional que en ese momento le embarga,buscando resignarse a la perdida de lafantasía que representa ese mundo tanextraordinario al que tal vez nunca regresaráo que posiblemente solo existe en suimaginación.Tal como le dijo la primera vez, el pequeñoser le ordena.-Cierra los ojos.Nuevamente obedece y su mente va siendotransportada a unas olas blancas que le vandando un soplo de relax y de confort a suespíritu, puede escuchar el sonido del marcuando choca contra las rocas y el delviento que ulula por las plameras.

El ruido del repiqueteo del reloj despertador lesobresal ta y le hace abr i r los o josnuevamente.Se sienta en su cama buscando encontrar alduende pero solo puede ver como los rayosdel sol han ido penetrando en su cuarto,anunciándole un nuevo día de labores ycarreras.Su cabeza le da vueltas con una mezcla deenigma y aceptación.¿Habrá sido solo un sueño?¿Será rea l idad lo de l mundo de lasmariposas?No encuentra lógica alguna para darse lasrespuestas y tras ducharse por unos minutosbuscando de esa forma a le jar esosfragmentos de ideas que le agobian, seasoma a la ventana y desde la altura de suapartamento ve como las calles comienzan apoblarse de los habitantes automotores que aciertas horas la colapsan, sin embargoigualmente puede imaginar que en su jardínmaterno han amanecido muchas mariposas de tonos diferentes.Antes de partir, toma el pincel y plasma en ellienzo para perpetuarlos, los retazos de

recuerdos que le asaltan sobre la imagen deuna mujer repleta de mariposas que lecubren casi todo el c uerpo.Está convencida que si alguna vez existió enotro mundo u otro momento de seguro fuemariposa, porque le subyugan y atraen esosalados seres como nada en el mundo.