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FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -1 - http://www.elalmendro.org [email protected] Sábado 1 de marzo Rosendo EVANGELIO Marcos 10, 13-16 13 Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a regañarles. 14 Al verlo Jesús, les dijo indignado: -Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo impidáis, porque los que son como éstos tienen a Dios por rey. 15 Os lo aseguro: quien no acoja el reino de Dios como un chiquillo, no entrará en él. 16 Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos. COMENTARIOS I v. 13 Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a conminarles. Chiquillos, como en 9,36: nuevos seguidores de Jesús, no procedentes del judaísmo, que aceptan plenamente su programa. Los discípulos quieren impedir que se acerquen a Jesús y les conminan como si tuviesen un mal espíritu (como Pedro a Jesús en 8,32). Aparece de nuevo la tensión entre los dos grupos (cf. 9,37). v. 14 Al verlo Jesús, les dijo indignado: «Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo impidáis, porque sobre los que son como éstos reina Dios». Jesús se indigna. Su prohibición: no se lo impidáis, relaciona esta perícopa con la del exorcista (9,39), figura de un seguidor no israelita. Tienen derecho al contacto con Jesús porque, gracias a su opción, Dios reina sobre ellos; de los que son como éstos (lit. «de estos tales»), es decir, de los que se hacen «últimos de todos y servidores de todos» (9,35). v. 15 Os lo aseguro: «quien no acoja el Reino de Dios como un chiquillo, no entrara en él». Jesús termina con un dicho solemne (Os lo aseguro): La actitud de estos seguidores es la necesaria para entrar en el Reino, cuya primicia es la comunidad cristiana. Para ellos, el Reino ya no está cerca (1,15): su opción por Jesús ha colmado la distancia que lo separaba y entran en él. Son modelo de aceptación/acogida del reinado de Dios. v. 16 Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos. Como hizo Jesús antes con un «chiquillo» (9,36), también aquí abraza a éstos, mostrándoles su identificación y afecto. Ya se ha notado la correspondencia entre «abrazar» y «ser hermano, hermana y madre» de Jesús (3,35). Al gesto del abrazo se une la bendición de Jesús, la abundante comunicación de vida a los que han producido (4,24s). II Hoy volvemos al tema del llamado “evangelio de los niños” en el que se resalta el respeto y la ternura de Jesús hacia ellos y hacia los que se le parecen en sus actitudes, cualidades y valores, sencillez, docilidad, receptividad y simplicidad, y que son los primeros depositarios del

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FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -1 - http://www.elalmendro.org [email protected] Sábado 1 de marzo Rosendo EVANGELIO Marcos 10, 13-16

13Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a regañarles. 14Al verlo Jesús, les dijo indignado:

-Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo impidáis, porque los que son como éstos tienen a Dios por rey. 15Os lo aseguro: quien no acoja el reino de Dios como un chiquillo, no entrará en él.

16Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos.

COMENTARIOS I

v. 13 Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a

conminarles. Chiquillos, como en 9,36: nuevos seguidores de Jesús, no procedentes del judaísmo, que

aceptan plenamente su programa. Los discípulos quieren impedir que se acerquen a Jesús y les conminan como si tuviesen un mal espíritu (como Pedro a Jesús en 8,32). Aparece de nuevo la tensión entre los dos grupos (cf. 9,37).

v. 14 Al verlo Jesús, les dijo indignado: «Dejad que los chiquillos se me acerquen, no se lo

impidáis, porque sobre los que son como éstos reina Dios». Jesús se indigna. Su prohibición: no se lo impidáis, relaciona esta perícopa con la del

exorcista (9,39), figura de un seguidor no israelita. Tienen derecho al contacto con Jesús porque, gracias a su opción, Dios reina sobre ellos; de los que son como éstos (lit. «de estos tales»), es decir, de los que se hacen «últimos de todos y servidores de todos» (9,35).

v. 15 Os lo aseguro: «quien no acoja el Reino de Dios como un chiquillo, no entrara en él». Jesús termina con un dicho solemne (Os lo aseguro): La actitud de estos seguidores es la

necesaria para entrar en el Reino, cuya primicia es la comunidad cristiana. Para ellos, el Reino ya no está cerca (1,15): su opción por Jesús ha colmado la distancia que lo separaba y entran en él. Son modelo de aceptación/acogida del reinado de Dios.

v. 16 Y, abrazándolos, los bendecía imponiéndoles las manos. Como hizo Jesús antes con un «chiquillo» (9,36), también aquí abraza a éstos, mostrándoles

su identificación y afecto. Ya se ha notado la correspondencia entre «abrazar» y «ser hermano, hermana y madre» de Jesús (3,35). Al gesto del abrazo se une la bendición de Jesús, la abundante comunicación de vida a los que han producido (4,24s).

II

Hoy volvemos al tema del llamado “evangelio de los niños” en el que se resalta el respeto y la ternura de Jesús hacia ellos y hacia los que se le parecen en sus actitudes, cualidades y valores, sencillez, docilidad, receptividad y simplicidad, y que son los primeros depositarios del

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -2 - http://www.elalmendro.org [email protected] Reino de Dios. La semana pasada (9, 36ss) veíamos la responsabilidad que tienen los grandes frente a los niños, hoy vemos que es indispensable adquirir estos valores para poder entrar en el Reino. Marcos incluso llega a decir que Jesús se enojó por la actitud adversa de los discípulos frente a los pequeños.

En el v. 15, cuando habla de recibir el reino de los cielos, hay que entender que no es una actitud pasiva la que se nos pide; al contrario: ese don de Dios, que es el Reino, exige el cooperar con Dios. Para ello vale la pena retomar la bellísima composición que tenemos en la lectura del Eclesiástico de hoy que es un paralelismo con el texto de Génesis sobre la creación del ser humano y sobre la responsabilidad y el trabajo que se nos encomienda.

Releer el Evangelio de Marcos desde esta clave de pequeñez y debilidad es importante. Es el Señor quien nos ha llamado a estar con Él para enviarnos como discípulos suyos. Lo importante es mantenerse fiel a la llamada del Señor y poner los intereses del Reino en el centro de nuestras vidas. Aunque nuestra fuerza sea pequeñas, como las fuerzas de los niños, cuando la Palabra se apodera de nosotros y somos dóciles a ella, actúa eficazmente en quienes la escuchan y la cumplen y logramos llevar a cabo empresas tan grandes como el Reino.

También el salmo que rezamos hoy está en una estrecha relación con el evangelio, tanto la respuesta como el contenido nos hablan de la actitud del Padre hacia nosotros, y Jesús encarna y manifiesta muy bien esa actitud cuando acoge, bendice y carga a los niños.

Vale la pena notar el paralelismo que puede encontrarse en este “Ir hacia Jerusalen” y el “entrar en el Reino” que implicará, tanto para Jesús como para sus seguidores, todo un camino de conversión y sacrificio. Todos nosotros debemos “ir hacia el Reino”. No tener miedo a esta realidad y enfrentarla es el ejemplo que Jesús nos ha dado y que exige a sus seguidores.

Domingo 2 de marzo Simplicio

OCTAVO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

Primera lectura: Os 2, 14-15. 19-20 Salmo responsorial: 102, 1-4. 8.10.12-13

Segunda lectura: 2 Cor 3, 1-6 EVANGELIO Marcos 2, 18-22

18Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Fueron a preguntarle: -Los discípulos de Juan y los fariseos discípulos ayunan; entonces, ¿por qué razón tus

discípulos no ayunan? 19Les replicó Jesús: -¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos? En

tanto tienen al novio con ellos no pueden ayunar. 20Pero llegará un día en que les arrebaten al novio; entonces, aquel día, ayunarán.

21Nadie le cose una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado; si no, el remiendo tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. 22Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino reventará los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos.

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COMENTARIOS I

TIREMOS LOS ODRES VIEJOS

La misión de Jesús consistió en ofrecer a la humanidad una nueva alianza. La antigua perdía desde ese momento su vigencia. Había cumplido y no con demasiado éxito su misión. Ahora la vieja ha quedado anticuada (Heb 8 13) y si alguien se empeña en mantenerla en todo o en parte estará haciendo peligrar el éxito de la nueva.

EL AYUNO

Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Fueron a preguntar a Jesús: Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan; entonces ¿por qué razón tus

discípulos no ayunan? El ayuno es una práctica frecuente en los ambientes religiosos; concretamente en Israel se

ayunaba para dar mayor eficacia a la oración -algo así como un argumento más para conseguir el favor de Dios (Sal 35,13) y para mostrar la sinceridad del arrepentimiento cuando se pedía perdón a Dios (véase, por ejemplo, 1 Sm 7,6; JI 1,13-14; 2,15).

La práctica del ayuno, sin embargo, había recibido fuertes críticas de los profetas porque había muchos que, privándose de comer algunos días y asistiendo a algunas ceremonias en el templo, creían que todas sus obligaciones religiosas estaban más que satisfechas. Por eso Isaías había dejado ya claro, casi ocho siglos antes del nacimiento de Jesús, que lo que agrada al Señor no es precisamente el ayuno: «¿Es ése el ayuno que el Señor desea el día en que el hombre se mortifica? Mover la cabeza como un junco, acostarse sobre estera y ceniza, ¿a eso lo llaman ayuno, día agradable al Señor? El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte a tu propia carne» (Is 58,5-7; véase también Is 1,10-20; Zac 7).

No obstante, y a pesar de que en Israel sólo había un día en el que el ayuno era obligatorio, el día de la expiación (Nm 29,7), algunos lo practicaban muchas más veces, como, por ejemplo, los fariseos del tiempo de Jesús, que ayunaban por devoción dos veces por semana (Lc 18,12), razón por la que eran muy admirados por la gente sencilla (ellos aparecían despeinados y con la cara demacrada para que todos se enteraran de que estaban ayunando).

¿AYUNAR EN UNA FIESTA?

Les replicó Jesús: ¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio está con ellos? La vida en el grupo de Jesús se compara con una fiesta de bodas en la que el amor que se

celebra es el amor de Dios, encarnado en el amor de Jesús, a la humanidad. El amor del matrimonio había servido en el Antiguo Testamento como símbolo de la

alianza que Dios hizo con los israelitas en el Sinaí, fundamento de la religión judía. Al presentar a Jesús como novio el evangelista está indicando que se va a producir un acontecimiento importante: Dios va a renovar su amor a la humanidad, va a ofrecerle una nueva alianza por medio de Jesús, el novio, que ahora ocupa el lugar de Dios. Ese amor renovado hará que la vida de los hombres, si éstos lo aceptan, se convierta en una fiesta, en una celebración gozosa del amor compartido. Y nadie ayuna en una fiesta. Nadie se pone triste ni se presenta con el rostro dema-crado. Y nadie en esa fiesta deberá exigir que alguien renuncie a la alegría para poder participar de ese amor que Dios regala, ofreciéndolo gratis por medio de Jesús.

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La alegría, sin embargo, por el momento, no será comple ta. Esa fiesta, abierta para todos, contará con la oposición de algunos, que arrebatarán al novio para que no se interrumpa la fiesta privada que ellos tienen organizada a costa de la alegría de la mayoría. Entonces tendrá sentido el ayuno, entonces tendrá sentido el sufrimiento, no por sí mismo, sino como expresión de solidaridad con Jesús. En otras palabras: Dios no exige el sufrimiento a cambio de nada. Un cristiano no busca nunca el sufrimiento, pero no huye de él cuando es consecuencia de la fidelidad al compromiso establecido con Jesús.

UN CAMBIO RADICAL

Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si lo hace, el vino reventará los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos

Con dos comparaciones explica Jesús que el cambio que se va a producir, que se está ya

produciendo, es un cambio radical. Jesús había anunciado que Dios ofrece su amistad a todos los hombres, sean de la nación que sean (véase el comentario anterior). Decíamos que, cuando Jesús cura al paralítico, no lo obliga a quedarse en la casa de Israel, sino que lo despide a su propia casa; Jesús no lo obliga a asumir las tradiciones religiosas judías. Esa misma idea es la que se expresa ahora con estas dos comparaciones: «Nadie cose una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado... Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos...» El mensaje de Jesús no es una actualización de la antigua doctrina ni el modo de relación con Dios que él promueve se puede reducir a una simple reforma de las antiguas instituciones: mensaje y modo de vida son radicalmente nuevos, por lo que la Buena Noticia se puede expresar con las antiguas prácticas religiosas.

Los fariseos, defensores a ultranza de aquella religiosidad de compraventa, de la resignación, del miedo a la alegría y de la valoración positiva de la tristeza y el dolor, no se resig-naron a abandonar sus costumbres y sus tradiciones: ellos estuvieron entre los que arrebataron al novio con la intención de deshacer la fiesta de sus amigos. Y como parece que no se han enterado de que el novio ha vuelto y, vivo, está presente ent re los suyos, siguen empeñados en hacernos ayunar y en deshacernos la fiesta. Quizá no se den cuenta de que el vino reventará los odres y se perderán el vino y los odres. ¡Acabemos, pues, de una vez por todas, con los odres viejos!

II

v. 18 Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Fueron a preguntarle: «¿Por qué razón los discípulos de Juan y los fariseos discípulos ayunan, y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»

Los discípulos del Bautista son aquellos que lo han tomado por maestro, sin aceptar su papel de precursor de Jesús ni, por tanto, el cambio de alianza anunciado por él (cf. 1,7s). Al ser éstos mencionados en primer lugar, se ve que también los fariseos practican el ayuno como expresión de arrepentimiento para obtener el perdón; lo que Juan había propuesto para una sola vez mediante el bautismo (1,4), los que se llaman discípulos suyos lo perpetúan a lo largo de su vida. Este ayuno penitencial suponía un Dios irritado con los hombres, al que había que aplacar privándose de alimento / vida.

Hay quienes reprochan a Jesús que no imponga esa disciplina ascética a sus discípulos, que no siga las pautas de los círculos religiosos judíos ni se asimile a la tradición.

vv. 19-20 Les replicó Jesús: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio mientras el novio

está con ellos? En tanto tienen al novio con ellos no pueden ayunar. Pero llegará un día en que les arrebaten al novio; entonces, aquel día, ayunarán».

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Los discípulos de Jesús, por la adhesión a él, han borrado su pasado pecador y obtenido el Espíritu, el favor de Dios (2,5.10). Por eso afirma Jesús que no tienen motivo para el ayuno y la tristeza, sino que viven en ambiente de alegría (comparación con la boda). Niega así valor religioso a la ascética tradicional y, en particular, al ayuno, que se entiende solamente como expresión ocasional de tristeza y luto.

La formación del discípulo de Jesús no se hace en el marco de la antigua alianza, regulada por leyes y ritos, sino en el de la nueva, que es la alianza de Jesús (el novio / esposo, papel divino en el AT) (cf. 1,8; 14,24: «la alianza mía»; Jr 31,31). En consecuencia, la nueva comunidad no se construye sobre una disciplina de normas, sino sobre la libertad en la amistad / adhesión a Jesús (los amigos del novio). Cuando llegue el momento de la tristeza, ayunarán; aquel día (en el AT, «el día de Yahvé», el de su intervención decisiva en la historia), que será el de la muerte de Jesús, sí será un día de luto.

vv. 21-22 «Nadie le cose una pieza de paño sin estrenar a un manto pasado; si no, el

remiendo tira del manto -lo nuevo de lo viejo - y deja un roto peor. Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino 'reventara' los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos».

En los versículos finales se propone un principio más general: el hombre nuevo y la nueva comunidad universal no pueden encuadrarse en las estructuras religiosas y en las categorías culturales del judaísmo (manto pasado, odres viejos), por lo que éstas han caducado. El vino nuevo es símbolo del amor (Cant 1,2; 7,10; 8,2). Los dos ejemplos muestran que todo intento de armonizar lo nuevo con lo viejo, el mensaje de Jesús con las instituciones o categorías del pasado, está condenado al fracaso: no conseguiría más que estropear aún más lo antiguo y causar la ruina de lo nuevo.

III

Este domingo asistimos en la lectura del evangelio a la segunda discusión de Jesús con los enemigos que lo acusan y acosan. Hace 8 días fue por perdonar pecados, hoy será por la cuestión del ayuno. Todo se desarrolla en un ambiente de desconfianza y hostilidad de parte de las autoridades judías por las afirmaciones polémicas que dice Jesús de sí mismo y de su misión, También acá se va señalando la opción de fondo que ha hecho Jesús y las causas que provocan el enfrentamiento de sus adversarios hasta llegar a la decisión de eliminarlo; algo que el propio Jesús capta y anuncia a sus seguidores. Concretamente hoy nos dice que vino para una misión entre los pecadores y que es señor del sábado, y novio del Reino (un término que era exclusivo para Dios en el judaísmo), mientras socorre a enfermos.

Estamos en el centro de las controversias de Mc 2 - 3 donde Jesús se revela como el

Novio y nos enseña algo fundamental sobre la novedad del Reino en el evangelio de hoy. En un primer nivel es una mera comparación con la fiesta de bodas, que no es tiempo de ayunos sino de alegría solidaria. Pero, a un nivel más actual es la visión de lo que le pasó a Jesús y sus discípulos; el tiempo de las bodas es la presencia de Dios en nuestra historia con el enviado de Dios entre nosotros, esto es como una boda de Dios con los seres humanos. Es la presencia del Esposo en medio de la historia humana. Por eso está presentado como centro principal a la liberación de las cosas legales o rituales que a veces nos llena de angustia y no nos permiten ir más allá del mensaje real que se nos quiere dar, porque a veces, en vez de sentirnos libres nos sentimos esclavizados por esas prácticas.

La misericordia de Jesús para con los pobres y los marginados es una defensa frente a los explotadores y marginadores, y frente a las cosas que a veces ellos hacen para poder ejercer esa

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -6 - http://www.elalmendro.org [email protected] marginación y esclavitud. Jesús muy claramente dice que ha traído una novedad respecto al Antiguo Testamento, una novedad que no admite compromisos con lo viejo. La novedad hoy es anunciada con la comparación de las bodas; alude muy brevemente a que su muerte será violenta, pero que es irreconciliable con la Ley. Y pone de relieve el no compromiso con lo viejo, mediante la imagen del paño nuevo que se le pone a un vestido viejo. Pasa por alto las distinciones, lo que hacen unos y otros, lo que es puro o impuro, y pone en cuestión la Ley.

Para Jesús ésta es la manera de presentar el Reino, y todo lo que hace es captado por el evangelista como un signo de ese Reino. En el texto de hoy no vemos un signo milagroso sino una toma de posición frente a la práctica judía del ayuno, que a fin de cuentas es presentación de la salvación total que el Reino significa con la presencia del esposo.

Oseas, en la primera lectura de hoy, nos sirve como un pequeño resumen para la vida cotidiana. En los versículos 14 y 15 nos hace un recuerdo del pasado que el pueblo de Israel ha vivido, lejos de Dios, tras otros dioses; tal vez nuestra situación; pero en los versículos 19 y 20 nos trae una novedad inmensa y extraordianria, la propuesta de Dios, expresada en la imagen que usa Jesús en el evangelio de Marcos: las Bodas, una figura de la presencia de Dios en el Antiguo Testamento, y una propuesta hecha desde una ley un derecho no de los seres humanos, sino de Dios. La alegría que se siente en las bodas, todos esos proyectos que se pueden iniciar en esa etapa de la vida, serán los sentimientos que se le proponen al pueblo, a los que escuchan la palabra de Jesús y a nosotros hoy.

Esposarse es la posibilidad de empezar una vida nueva, de hacer un proyecto que se inicia, ya no solo o sola, sino en compañía de alguien que con toda seguridad hará cambiar muchos esquemas y costumbres; se dejarán cosas que se acostumbraban y con toda seguridad se empezarán a hacer cosas que jamás habíamos imaginado. El matrimonio es una experiencia que implica novedad.

Pablo usará en la carta a los corintios esa misma imagen de la novedad que se contrapone entre el Antiguo y Nuevo Testamento, la ley no en tablas sino en el corazón, escrita no con tinta sino con Espíritu.

Esta imagen y este mensaje debemos tomarlos hoy para nuestra vida. Cada uno de nosotros está llamado a volver a Dios (Oseas), a experimentar alguna novedad en nuestra vida (Pablo) y a ver en Jesús la novedad y la persona que realiza ese proyecto nuevo, no para cada uno individualmente, sino para la comunidad. La vida en pareja no puede ser una experienc ia exclusivamente para dos personas: es una experiencia de ellas que debe redundar en bien también de la comunidad. Una pareja no debe amarse encerradamente, debe vivir de tal manera su amor que los otros miembros de la comunidad captemos, que así como ellos se aman, así, pero más intensamente aún, nos ama Dios.

Este próximo miércoles es «miércoles de ceniza», inicio de la Cuaresma. Tal vez sea bueno hacer una introducción ya en este domingo, en preparación, ya que el domingo que viene hablaremos de la Cuaresma como de algo que ya se inició. Para los cristianos, en realidad, «todos los días son santos y buenos», y no tenemos «días fastos y nefastos». Ya la visión del Nuevo Testamento, pero también la visión moderna sanamente secularizante, nos han arrebatado la magia de los «tiempos sagrados» que antaño tan fuertemente calaban en la experiencia religiosa de la comunidad cristiana. La vida urbana actual no da mucho margen a celebraciones religiosas de 40 días. En todo caso, la comunidad cristiana necesitaría una orientación sobre el sentido, el valor y la relatividad de la Cuaresma.

Para la revisión de vida Contemplando la escena que nos muestra hoy el evangelio que nos relativiza tantas

prácticas religiosas, nos sentimos interrogados sobre nuestra fe cristiana. Nuestra fe, ¿no es quizá, a veces, más dudosa que cierta?, ¿más tradicional que personal?, ¿más verbal que vital? Como comunidad de fe, ¿somos capaces de compartir nuestra vida y los dones que el Señor nos da?

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¿Cuáles y cómo son las relaciones dentro de la comunidad? ¿Cuál es el proceso de integración con ella? ¿Cómo articulamos la participación en nuestra comunidad, con la participación en otros grupos con los que estamos ligados apostólicamente? ¿Qué peso damos en nuestra vida cotidiana a los elementos que nos constituyen como comunidad: la Eucaristía, la Palabra, la presencia de María, la relación abierta y activa con el pueblo? ¿O nos limitamos al cumplimiento de las cosas externas que nos identifican?

Para la reunión de grupo -Que Jesús es el Novio de las Bodas del Reino, o que Dios es el esposo del alma… no

dejan de ser metáforas del lenguaje religioso, que no tiene otra posibilidad mejor de expresarse que a través de imágenes sugerentes. Pero en el siglo XXI el ser humano necesita completar el lenguaje de las metáforas con otras aproximaciones a la realidad. ¿Qué opinión nos merece el estilo de la vida religiosa o espiritual que muchas personas realizan, en la que todo consiste en un diálogo, una intimidad cuasi-esponsal entre la conciencia y Dios, o entre yo y Jesús? ¿Es legítima esa forma de vivir la religiosidad? ¿Por qué? ¿Es «una forma»? ¿Tiene algunos peligros, cuáles? ¿Puede un cristiano o cristiana de hoy sentirse incómodo con esa forma de «imaginar» su vida de relación espiritual con Dios? ¿Puede legítimamente enfocar su vida espiritual de otra manera? ¿Por ejemplo?

-Es claro que Jesús no pronunció aquella negativa al remiendo nuevo en el tejido viejo de una forma tan «de pasada» como aparecen en el evangelio de Marcos; es claro que esas palabras reflejan esa situación de la comunidad de los seguidores de Jesús, cuando descubre la incompatibilidad con la sinagoga y la necesidad de seguir por caminos nuevos e independientes… Tal vez entonces es cuando cayeron en la cuenta de la gran novedad que representaba la vida y el mensaje de Jesús. Más tarde, sin embargo, en la historia entrarían en la Iglesia muchas cosas viejas que no parecen ser compatibles con la «novedad» radical del evangelio. ¿Por ejemplo? ¿Qué cosas, costumbres, reglas, rasgos, usos, normas, supuestos… que tienen vigencia en la Iglesia son «paño viejo» en el que no habría que gastar energía por «remendar»?

-La Cuaresma comienza este próximo miércoles. No cabe duda que, por más buena voluntad que muchos cristianos bien intencionados ponen en juego, la Cuaresma como tal es una celebración que está en baja en la Iglesia, hace tiempo. 1) ¿Por qué? ¿Hay rasgos de la mentalidad moderna que inviabilizan la posibilidad misma de considerar «sagrado» un período de tiempo? ¿Qué rasgos? 2) Más temprano que tarde se ha de renovar la liturgia de la Cuaresma y su misma concepción; si a ustedes se les encargara hacer una propuesta de cómo enfocar la renovación del planteamiento pastoral de la Cuaresma para toda la Iglesia, ¿qué propondrían? Indiquen tres o cuatro principios generales y algunas sugerencias concretas. 3) Volviendo a la realidad, para esta Cuaresma que comienza este miércoles, ¿qué ideas o sugerencias concretas daríamos a nuestra comunidad cristiana concreta para dar un sentido a esta Cuaresma

-Ceniza, oración, ayuno, mortificación… son elementos «penitenciales» típicos de la Cuaresma. Hagamos un comentario de cada uno de ellos…

Para la oración de los fieles La palabra de Dios que hemos escuchado, es fundamento de nuestra fe, nutre nuestra

esperanza y nos ayuda a construir la comunidad por enc ima de muchos mandamientos y normas que nos atan. Oremos juntos y digamos: Tu palabra, Señor, sea luz en nuestro camino.

-Para que la fuerza del Espíritu nos ayude a renunciar a los ídolos que el nuevo paganismo ha construido bajo la norma, la ley y ciertos comportamientos que nos alejan de los hermanos. Roguemos al Señor.

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-Para que todas los sectores sociales, colaborando con la mirada puesta en el bien común, contruyamos una sociedad nueva, abierta a la fraternidad universal. Roguemos al Señor.

-Para que en este mundo inmerso en la cultura de lo relativo y pasajero, la comunidad de cristianos y cristianas afirme de modo coherente los valores absolutos del Amor y de la Vida. Roguemos al Señor.

-Para que los cristianos fortalezcamos los vínculos de comunión con los miembros de otras fes y religiones, y seamos así un signo de reconciliación para la Humanidad entera. Roguemos al Señor.

-Para que nuestras ciudades y nuestros hogares se conviertan en un lugar de convivencia pacífica y cordial. Roguemos al Señor.

Extiende tu mano, Padre, sobre la Humanidad cansada y orpimida; concédenos una fe rica de memoria y segura en Jesús, que camina a nuestro lado para que seamos audaces en el testimonio profético de tu Reino. Tú que vives y haces vivir, por los siglos de los siglos. Amén.

Oración comunitaria Dios bueno, que nos permites presentarnos en esta Eucaristía y que nos has dicho

que donde dos o tres se reunan en tu nombre ahí estás; responde a los deseos y promesas que te presentamos hoy, para que contruyamos juntos un mundo un mundo más cercano a los valores del Reino, de la Verdad y de la Vida en ti. Haz que sintamos la presencia de tu Hijo que vive y hace vivir contigo, por los siglos de los siglos. Amén.

O bien: Dios, tu rostro está a veces oculto para nosotros. Quisiéramos finalmente verte.

Balbucimos tu nombre, nos arrodillamos ante ti y oramos para tener una respuesta. Queremos esperarte siempre, seguros de que tu rostro lo vemos en Cristo y en nuestros hermanos más pequeños. Que tu Espíritu nos acompañe siempre en esta confianza que sentimos, por los siglos de los siglos. Amén Lunes 3 de marzo Emeterio – Celedonio – Marino EVANGELIO Marcos 10, 17-27

17Mientras salía de camino se le acercó uno corriendo y, arrodillándose ante él, le preguntó:

-Maestro insigne, ¿qué tengo que hacer para heredar vida definitiva? 18Jesús le contestó: -¿Por qué me llamas insigne? Insigne como Dios, ninguno. 19Ya sabes los

mandamientos: no mates, no Cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre.

20Él le declaró: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven: 21Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor diciéndole: -Una cosa te falta: ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres, que tendrás en

Dios tu riqueza; y anda, ven y sígueme. 22A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas

posesiones.

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23Jesús, paseando la mirada alrededor, dijo a sus discípulos: -¡ Con qué dificultad van a entrar en el reino de Dios los que tienen el dinero! 24Los discípulos quedaron desconcertados ante estas palabras suyas. Jesús insistió: -Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios para los que confían en la riqueza!

25Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el reino de Dios.

26Ellos comentaban, enormemente impresionados: -Entonces, ¿quién puede subsistir? 27Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Humanamente, imposible, pero no con Dios; porque con Dios todo es posible.

COMENTARIOS I

vv. 17-18 Mientras salía de camino se le acercó uno corriendo y, arrodillándose ante él, le

preguntó: «Maestro insigne, ¿qué tengo que hacer para heredar vida definitiva?» Jesús le contestó: «¿Por qué me llamas insigne? Insigne como Dios, ninguno».

Un hombre angustiado (arrodillándose ante él) busca solución para un problema crucial: cómo evitar que la muerte sea el fin de todo, qué hacer para tener vida después de la muerte. Reconoce en Jesús un saber superior (Maestro insigne) y cree que puede resolver su problema y calmar su angustia. Jesús le responde que no es necesario consultarle a él, pues, en esta cuestión, los judíos han tenido el mejor de los maestros, Dios.

v. 19 «Ya sabes los mandamientos: no mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso

testimonio, no defraudes, sustenta a tu padre y a tu madre». De los diez mandamientos, Jesús omite los tres primeros, que se refieren a Dios; le recuerda

solamente los éticos, los que se refieren al prójimo, que son independientes de todo contexto religioso. Mc añade no defraudes, no privar a otro de lo que se le debe. Son mandamientos negativos, que prohiben cometer ciertas injusticias con el prójimo. En último lugar, invirtiendo el orden, menciona el cuarto mandamiento (sustenta a tu padre y a tu madre), insinuando con ello que la obligación para con la familia no puede servir de pretexto para eximirse de la obligación para con la humanidad en general. La condición mínima para superar la muerte es, pues, no ser personalmente injusto con los demás.

v. 20 El le declaró: «Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven». El hombre declara que siempre ha sido fiel a esos mandamientos. Esto hace ver que Mc

describe aquí una figura ideal, el perfecto judío, para crear el contraste con las exigencias del mensaje de Jesús.

v. 21 Jesús se le quedó mirando y le mostró su amor diciéndole: «Una cosa te falta: ve a

vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres, que tendrás en Dios tu riqueza; y anda, ven y sígueme».

Jesús le demostró su amor invitándolo a seguirlo incorporándose al grupo de discípulos, y le expone la condición que tiene que cumplir. Una cosa te falta: el hombre está preocupado por el más allá, pero eso no basta para su desarrollo como persona; éste se obtiene siguiendo la línea de Jesús, haciéndose último y servidor de todos (9,35), y para ello tiene que abandonar sus muchas posesiones. Así contribuirá a crear en este mundo una sociedad nueva (el reino de Dios) donde reine la justicia y el ser humano encuentre su plenitud.

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De hecho, aunque personalmente no es injusto, este hombre está implicado, por su riqueza, en la injusticia de la sociedad. La ética propuesta en los mandamientos de Moisés no elimina la desigualdad ni lleva a una sociedad verdaderamente justa.

Es condición, por tanto, para todo seguidor tomar la decisión de eliminar, en cuanto esté de su parte, la injusticia. Para ello ha de renunciar a la acumulación de bienes (todo lo que tienes), que crea la pobreza de otros, la desigualdad y la dependencia humillante; darlo a los pobres repara a nivel personal esa injusticia.

Por otra parte, la acumulación de bienes proporciona una seguridad en el plano material, pero, al ser injusta, impide el desarrollo humano; la verdadera riqueza y la seguridad definitiva se encuentran sólo en Dios (Dios será tu tesoro, alusión a 10,14: «Dios reina sobre ellos»), que actúa a través de la solidaridad y el amor mutuo de la comunidad de Jesús, y garantiza el desarrollo personal.

v. 22 A estas palabras, el otro frunció el ceño y se marchó entristecido, pues tenía muchas

posesiones. El hombre, por su apego a la riqueza, no asiente a la invitación de Jesús. Su amor a los

demás es relativo, no llega al nivel necesario para un cristiano. No está dispuesto a trabajar por un cambio social, por una sociedad justa; la antigua le basta. Prefiere el dinero al bien del hombre.

El grupo de discípulos no ha entendido el mensaje: la ambición de preeminencia (9,34) hace que no aspiren a una sociedad nueva que favorezca el desarrollo humano; su espíritu reformista piensa en las categorías de la antigua: no importa la desigualdad.

v. 23 Jesús, paseando la mirada alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Con qué dificultad van a

entrar en el Reino de Dios los que tienen el dinero!» Jesús resume lo sucedido con el rico y resalta el obstáculo que constituye la riqueza para

formar parte del Reino, es decir, de la sociedad nueva. Aquí aparece la diferencia entre la «vida definitiva» a que aspiraba el rico y que puede alcanzar si evita la injusticia, y «el reino de Dios», en el cual no entra y que no puede referirse en concreto más que a la comunidad de Jesús.

vv. 24-25 Los discípulos quedaron desconcertados ante estas palabras suyas. Jesús insistió:

«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios para los que confían en la riqueza! Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que no que entre un rico en el Reino de Dios».

Las palabras de Jesús siembran el desconcierto entre los discípulos: ellos piensan que en el reino de Dios (la nueva sociedad) continúan existiendo la riqueza individual y la dependencia que ésta crea (cf. 6,36s).

Jesús no se retracta, sino que insiste en la misma idea (para los que confían en la riqueza, frase muy bien atestiguada y requerida por el v. 25); añade un matiz: el rico no sólo tiene riquezas, sino que confía en ellas, cree que son el único medio de asegurar la propia existencia. Con una frase hiperbólica (mas difícil es que un camello pase...) acentúa la práctica imposibilidad de que un rico renuncie a la seguridad que le da su riqueza para contribuir a la creación de una sociedad nueva (el reino de Dios).

v. 26 Ellos comentaban, enormemente impresionados: «Entonces, ¿quién puede subsistir?» Los discípulos no se explican la exigencia de Jesús; se preguntan si es posible la subsistencia

del grupo sin el apoyo de la riqueza material de algunos de sus miembros (subsistir, gr. sôthênai, escapar de un peligro, aquí el de la indigencia; vse. en 8,35 los dos sentidos de «salvar su vida»).

v. 27 Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Humanamente, imposible, pero no con Dios;

porque con Dios todo es posible».

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Jesús les da la solución: ellos miran la cuestión desde el punto de vista puramente humano y la juzgan según la experiencia de su sociedad: en ese planteamiento no hay más solución que la riqueza para el problema de la subsistencia. Pero ésta es también posible de otro modo alternativo: con la solidaridad que produce el reinado de Dios.

II

En este texto son especialmente vivas las descripciones que hace Marcos de los protagonistas; nos da datos que sólo él conoció, tal vez de boca de Pedro: el joven que corrió y se postró de rodillas, llama a Jesús “bueno”, el sentimiento de Jesús que “ama” al joven, el estupor de los discípulos…

Debemos llamar la atención para que este evangelio no sea leído solamente como un texto vocacional propio de los religiosos, religiosas y seminaristas diocesanos... El texto está dedicado, como todo el evangelio, a todos los cristianos y cristianas, y no se refiere solamente al voto de pobreza; se refiere a todo lo que implica ser seguidor o seguidora de Jesús. Es como uno de los ejemplos sobre el radicalismo que se exige a quienes siguen al Maestro. Se pide renunciar a todo lo que obstaculiza la entrega a la Utopía del Reino, que es el valor absoluto de la vida.

Estamos en el tema del sacrificio para entrar en el Reino. Esta vez al joven rico se le pide renunciar a sus riquezas, que eran el obstáculo entre él y el Maestro. Muchas veces se ha discutido si el renunciar a todo es una norma para todos. Hay que clarificar. A cada uno se le pide que renuncie de acuerdo a los obstáculos que particularmente tenga. Hoy nos muestran sólo un ejemplo. El valor absoluto es el seguimiento de Jesús hacia el Reino, ya lo hemos dicho; la pobreza voluntaria, el repartir los bienes y la observancia de la ley… tienen un valor relativo, y serán valores si se relacionan con la construcción del Reino; de lo contrario se quedarán como un elemento más de la ley, que se cumple, pero que no lleva a la salvación. El joven, por querer tener la bendición de los bienes que trae el cumplimiento de la Ley judía, según la tradición, se queda sin la salvación que le ofrece el sacrificio propuesto por Jesús. Dos valores irreconciliables.

Hoy debemos preguntarnos cuáles son los obstáculos personales que se interponen entre nosotros y el Maestro, cómo ha sido nuestro seguimiento y los sacrificios que ha implicado. Pero también podemos preguntárselo a nuestra experiencia de familia o de comunidad cristiana… En uno u otro grupo estamos llamados a ser constructores del Reino, y por eso al grupo también le corresponde hacer su «revisión de vida»...

Nosotros personalmente, o nosotros comunitariamente, podemos estar en la misma situación del joven: podemos estar haciendo cosas muy buenas (cumpliendo los mandamientos desde que éramos niños, como él), pero nos puede estar faltando sólo una cosa... ¿Qué será? Martes 4 de marzo Casimiro EVANGELIO Marcos 10, 28-31

28Pedro empezó a decirle: -Pues mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos venido siguiendo. 29Jesús declaró: -Os lo aseguro: No hay ninguno que deje casa, hermanos o hermanas, madre o padre,

hijos o tierras, por causa mía y por causa de la buena noticia, 30que no reciba cien veces más:

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -12 - http://www.elalmendro.org [email protected] ahora, en este tiempo, casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras -entre persecuciones- y, en la edad futura, vida definitiva.

31Pero todos, aunque sean primeros, han de ser últimos, y esos últimos serán primeros.

COMENTARIOS I

v. 28 Pedro empezó a decirle: «Pues mira, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos venido

siguiendo». Pedro se hace portavoz del grupo; no se conforma con el principio enunciado por Jesús;

quiere saber qué les va a tocar a ellos. Atribuye al grupo dos méritos: haberlo dejado todo, que responde a la verdad (1,18.20) y haber seguido siempre a Jesús, que, como se ha ido viendo a lo largo de los episodios precedentes, no responde a la verdad: acompañan a Jesús materialmente, pero las actitudes del grupo están muy lejos de las de él (8,32; 9,10.32.34; 10,13).

vv. 29-30 Jesús declaró: «Os lo aseguro: No hay ninguno que deje casa, hermanos o

hermanas, madre o padre, hijos o tierras, por causa mía y por causa de la buena noticia, que no reciba cien veces mas: ahora, en este tiempo, casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y tierras -entre persecuciones - y, en la edad futura, vida definitiva».

Por eso, la respuesta de Jesús no se refiere en particular al grupo de discípulos (seguidores procedentes del judaísmo), sino a cualquier seguidor que lo abandone todo para manifestar su adhesión a él y dedicarse a la propagación del mensaje. En el Reino o sociedad nueva no habrá miseria, sino afecto y abundancia para todos, pero sin desigualdad ni dominio; en efecto, comparando las dos enumeraciones que hace Jesús, la de lo que el seguidor deja y la de lo que encuentra, se advierte que en la segunda se omite la mención del padre, figura de la autoridad. Como se trata de la etapa terrena del Reino, todo eso se verificará en medio de la hostilidad de la sociedad (entre persecuciones); y esos seguidores, por supuesto, heredarán la vida definitiva.

v. 31 «Pero todos, aunque sean primeros, han de ser últimos, y esos últimos serán

primeros». Termina la sección con un colofón que sintetiza los episodios anterio res: no se puede

pertenecer al Reino o comunidad de Jesús conservando un protagonismo y superioridad social basados en el poder y prestigio de la riqueza, como en el caso del rico que se acercó a Jesús. En la comunidad todos han de adoptar la actitud de Jesús, la de hacerse «último de todos (no buscar preeminencia ni protagonismo) y servidor de todos (traducir el seguimiento en servicio)». De ahí el dicho de Jesús: Todos, aunque sean primeros (caso del rico), han de hacerse últimos, desprendién-dose de lo que lo hace «primero» (10,21; cf. 9,35). No se puede entrar en el Reino manteniendo una posición (cf. 10,21.23-35) que crea dependencia dentro del grupo. Ahora bien, todos esos que se hacen últimos serán primeros, pues su opción (renuncia a la ambición y práctica del servicio mutuo) creará para todos igualmente una comunidad de amor y abundancia (cf. 10,29s).

Es decir, el progreso de la comunidad no está en la existencia de mecenas o protectores que, desde una posición de privilegio, compartan su riqueza con ella, creando una humillante dependencia e inevitable jerarquía, sino en la labor común de todos como iguales, sin estridentes diferencias de nivel, creando así entre todos una comunidad fraterna plenamente solidaria y próspera.

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II

Así como Israel conoció el nombre de Yahvé (Ex 3,14) y experimentó su presencia al caminar con él rumbo a la tierra prometida, el discípulo de Jesús sólo podrá conocer de verdad quién es Jesús, siguiendo sus huellas, haciendo camino con él hacia el Reino.

Marcos subraya la importancia del discípulo usando 45 veces aparece la palabra "discípulo". Esta insistencia es para enseñarnos cómo debe ser el discípulo en todos los tiempos, para darnos un modelo de cristiano y cristiana. Cuando leemos este evangelio y vemos a estos hombres y mujeres, que lo dejaron todo por seguir a Jesús, estamos descubriendo un ejemplo para hacer lo mismo, y también para no caer en los mismos errores que ellos cayeron.

Para Marcos Jesús está siempre acompañado por los discípulos. Su primera actuación, tras la proclamación del Reino -antes de realizar cua lquier milagro(!)-, es llamar a unos discípulos para que le sigan (Mc 1,16-20); y los discípulos, a lo largo de todo el evangelio, estarán siempre con Jesús, menos en el momento de su misión (6,12-30) y en el momento de la pasión, ese será un momento de gran tristeza para Jesús: "Y abandonándolo, huyeron todos" (14,50).

Podría pensarse que lo importante para un discípulo fuera "aprender doctrinas", pero ése no es el caso para los discípulos de Jesús. Lo importante para ellos es conocerlo, seguirlo y convivir con Él en una comunidad. Y ahí en esa comunidad se tendrá el germen del Reino de Dios (Mc 4,11). Y también en esa comunidad se descubrirá la verdadera identidad de Jesús. Claro que el discípulo es llamado al seguimiento de Jesús pero también es llamado para comunicar el Reino a otros.

Los discípulos de Jesús se convertirán en una fraternidad, una familia creada por los que lo han dejado todo por él y por el evangelio (10,28-30); tratando de vivir en actitud permanente de servicio y de compartir, se convierten en signos visibles del Reino de Dios.

Con esta reflexión sobre el discípulo y el discipulado pongámonos en camino para vivir esta Cuaresma que iniciaremos mañana, para que lleguemos a la Pascua decididamente comprometidos con la Causa del Evangelio como verdaderos seguidores y seguidoras de Jesús. La recompensa es el Reino. No esperemos más. Miércoles 5 de marzo Adrián EVANGELIO Mateo 6, 1-6. 16-18

6 1Cuidado con hacer vuestras obras de piedad delante de la gente para llamar la atención: si no, os quedáis sin recompensa de vuestro Padre del cielo.

2Por tanto, cuando des limosna no lo anuncies a toque de trompeta como hacen los hipócritas en las sinagogas y en la calle para que la gente los alabe. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro. 3Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, 4para que tu limosna quede escondida; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.

5Cuando recéis, no hagáis como las hipócritas, que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse ante a ente. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro. 6Tú, en cambio, cuando quieras rezar, métete en tu cuarto, echa la llave a tu puerta y rézale a tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -14 - http://www.elalmendro.org [email protected]

16Cuando ayunéis, no os pongáis cariacontecidos, como los hipócritas, que se afean la cara para ostentar ante la gente que ayunan. Ya han recibido su recompensa, os lo aseguro. 17Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, 18para no ostentar tu ayuno ante la gente, sino ante tu Padre que está en lo escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te recompensará.

COMENTARIOS I

v. 1. Enuncia Jesús el principio general: las obras de piedad no deben practicarse para

ganar prestigio ante los hombres y, con ello, adquirir una posición de poder o privilegio. Quienes así obran se privan de la comunicación divina, cesa la relación de hijo-Padre con Dios. Como en 5,12, «la recompensa» consiste en el ejercicio del reinado de Dios sobre los hombres. «Obras de piedad»: dikaiosynê denota en el contexto la fidelidad del hombre a Dios (cf. 3,15; 5,20), expresada según la norma farisea, en las prácticas de piedad: limosna, oración, ayuno.

vv. 2-4. Primera obra de piedad, la limosna. «Hipócrita» es el que finge ejecutando una

acción que no corresponde a su actitud interior. La limosna practicada para obtener buena fama entre los hombres obtiene un premio humano, la fama misma. La limosna no debe tener publicidad alguna, sino quedar «en lo escondido», en la esfera del Padre. Su recompensa es la comunicación personal del Padre. Excluye Jesús todo interés torcido en la ayuda al prójimo (5,7.8), según corresponde a «los limpios de corazón». Su premio será la experiencia de Dios en la propia vida (5,8).

vv. 5-6. Segunda obra de piedad, la oración. La oración de los «hipócritas» pretendía

también exhibir ante los hombres su piedad personal, con la misma finalidad que la limosna pública. Tal oración es inútil, pues no obtiene la comunicación divina («ya han recibido su recompensa»). Esa oración se realiza en lo más profundo del hombre, donde no llega la mirada de los demás. «Tu cuarto», el más retirado de la casa, y «tu puerta» («echa la llave a tu puerta») son metáforas para designar lo profundo de la interioridad. «El Padre que está en lo escondido» está en paralelo con «vuestro Padre que está en los cielos» (6,1). «El cielo» designa, pues, la esfera divina indicando su trascendencia e invisibilidad; «lo escondido» subraya solamente su invisibilidad. La oración que se hace en lo profundo obtiene el contacto con el Padre. La pala-brería en la oración indica falta de fe. El hecho de que el Padre sepa lo que necesita el que ora, muestra que la oración dispone al hombre para recibir los dones que Dios quiere concederle.

vv. 16-18. Tercera obra de piedad farisea: el ayuno. Como en los dos apartados anteriores (6

24 5-6) opone aquí Jesús el ayuno sincero a la conducta de dan a entender que por los hombres. El ayuno ha de hacerse en secreto, sirve para expresar ante el Padre un a actitud íntima Por ser privación de alimento, fuente de vida es símbolo de solidaridad con el dolor de la muerte y expresa su tristeza. Esta tiene que ser interior, no afectada como la de «los hipócritas».

II

Basta pensar por un momento nuestra vida y la realidad que nos rodea para constatar la celeridad de los cambios. Parecería que nos hubieran negado el permiso de hacer alguna parada... El mundo parece en carreras de fórmula uno... Y al terminar el día, la noche nos envuelve en las

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -15 - http://www.elalmendro.org [email protected] angustias de lo que hicimos y no hicimos. Nos abraza el afán de poner en orden nuestra vida, de tener un tiempo para nosotros y nuestra familia, de hacer algo por este barrio, por esta ciudad, por este país que cada vez se parece menos al cielo que todos queremos construir, pero, de nuevo... no hay tiempo, o no hay plata, o simplemente no hay ganas.

Bien, para nosotros llega la buena noticia de la Cuaresma. La Palabra de Dios que leeremos durante este tiempo nos mostrará un Dios que nos busca para compartirnos su presencia, sus abrazos de ánimo y esperanza, y su proyecto de liberación. Será también un tiempo de gritos y regaños por parte de los profetas. ¿Cómo vivir entonces esta Cuaresma? Cierra los ojos y vámonos al desie rto. Tenemos 40 días para recorrer los pasos del pueblo de Israel y de Jesús. Recordemos que el desierto es el lugar de los contrastes, donde están todas las tentaciones pero al mismo tiempo la fuerza del Espíritu que apoya a quien se deja acompañar. Aprovechemos este tiempo para evaluar las tentaciones y pecados que envuelven la vida personal y comunitaria, la vida de nuestra comunidad y de nuestro pueblo en general. Es necesario reflexionar y hablar de nuestros problemas, será la única manera de resolverlos. Después de un buen tiempo de desierto se sale más fuerte y maduro, con mayor conciencia de tomar en nuestras manos el rumbo de nuestra vida y de nuestro pueblo.

Comencemos esta caminata organizando las ideas. Cuando nos dicen «Cuaresma» se

dibujan en nuestra mente las palabras “conversión, penitencia, cambio de vida...”. Pero antes que esto, lo primero que debemos pensar es en la palabra Pascua. La Cuaresma no tiene sentido por si misma, sino como preparación a la Pascua. Los primeros cristianos celebraban la Pascua no la Cuaresma. Y como toda fiesta, se vio la necesidad de prepararla. Siendo la máxima fiesta cristiana no se podían ahorrar esfuerzos en su organización. A finales del S. II por ejemplo, esta preparación para la pascua era de sólo dos día s. Para el siglo III, en Roma, eran tres semanas de preparación, ayunando diariamente, excepto sábados y domingos. Sólo a partir del siglo IV se hablará de Cuaresma como tal, según el testimonio de Eusebio, quedando el ayuno establecido los días miércoles y viernes.

La Cuaresma según San León es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”. Simbólicamente recuerda los cuarenta días de Moisés en el Sinaí, los cuarenta años del pueblo israelita en el desierto y los cuarenta días de Jesús en el desierto.

La imposición de la ceniza va a introducirse en la liturgia sólo en el siglo X,

convirtiéndose con el ayuno en las prácticas fundamentales de la penitencia. La ceniza tiene desde sus inicios el objetivo de recordar nuestra terrenalidad (Gn 2,7). No

somos Dios, como pretendieron serlo Adán y Eva al aceptar el consejo de la serpiente. Y la serpiente sigue tan suelta como el egoísmo personal y social de pensar sólo en intereses particulares por encima de Dios y de los hermanos. Son cuarenta días para morir a todo aquello que nos impide resucitar con Cristo a la vida compartida con los demás.

En la primera lectura las palabras del profeta Joel son una invitación a todo pueblo. Nadie

está excluido. La invitación tiene un objetivo claro: volver a Dios. ¿Por qué? Porque Dios es perdón y misericordia. Dios ratifica la Alianza. ¿Cómo? A través de una penitencia real y no superficial, de un ayuno de corazón y no por la ocasión.

Pablo tiene como punto central la reconciliación: “dejar que Cristo nos reconcilie con Dios”. De acuerdo al cambio de vida se da nuestra reconciliación con Dios. Por esto, los ayunos, abstinencias, promesas, etc., tienen sentido si ayudan a cambiar de vida, a renovar la alianza de amor con Dios, a impulsar la reconciliación con Dios como fruto de una vida nueva reconc iliada con los hermanos. De lo contrario es puro teatro. El otro aspecto importante de la reconciliación

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -16 - http://www.elalmendro.org [email protected] es asumirlo como un regalo gratuito que se adquiere a través de Cristo. Y la reconciliación como regalo de Dios que nos convierte en sujetos del cambio, no es para enterrarla esperando mejores tiempos, sino para multiplicarla ¡ya!, en el ahora que es siempre un tiempo favorable (kairós).

El texto del evangelio forma parte del conocido “discurso de la montaña”. Hace alusión a tres prácticas fundamentales de la religiosidad judía: la limosna, la oración y el ayuno. Para Jesús son prácticas importantes, siempre y cuando se hagan desde el corazón (primera lectura) y cambien nuestra vida (segunda lectura); de lo contrario son inútiles. La palabra griega hypokritês, designaba al actor de teatro que tenía tantas caras como personajes. Aprovechemos la Cuaresma para quitarnos las máscaras. La espiritualidad cristiana exige coherencia; tiene su fundamento en la interioridad o en la conciencia que permite hacer las cosas con mística y por convicción. Esta es la novedad de Jesús con respecto a la práctica tradicional judía.

¿Con qué sentimientos podríamos comenzar la Cuaresma? Lo primero, interiorizar que nos preparamos para la Pascua, es decir para la vida. En cada día de la Cuaresma tenemos que morir a algo, para que alcancemos una vida en plenitud.

En segundo lugar, la vida se hace auténticamente cristiana cuando el cambio de vida es fruto de la toma de conciencia de lo que somos y debemos hacer, y no el catálogo de buenas intenciones que repetimos sin cumplir cada año. Aprovechemos para quitarnos las máscaras que nos hacen hipócritas; así dejaremos de actuar y comenzaremos a vivir como verdaderos cristianos

En tercer lugar, la reconciliación, que es el sacramento de la hermandad, no puede dejarse para más tarde, porque éste el es el tiempo y la hora de comenzar.

En cuarto lugar la Cuaresma es un tiempo para recordar que por nuestra naturaleza humana estamos expuestos al egoísmo que se hace injusticia, corrupción y muerte, pero al mismo tiempo, que contamos con la misericordia de Dios, nuestro mejor aliado si queremos salir vencedores en la lucha por la vida, la justicia y la paz. Jueves 6 de marzo Olegario – Rosa de Viterbo EVANGELIO Lucas 9, 22-25

22y añadió: -El Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos

sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y, al tercer día, resucitar. 23y, dirigiéndose a todos, dijo:

-El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y entonces me siga; 24porque si uno quiere poner a salvo su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por causa mía, ése la pondrá a salvo. 25y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si acaba perdiéndose o malográndose él mismo?

COMENTARIOS I

EL MODELO DE HOMBRE SERA UN FRACASO

Primero los ha exorcizado -como quien dice-; después los ha hecho enmudecer; ahora les revela el destino fatal del Hombre que pretende cambiar el curso de la historia. «Y añadió: El Hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser rechazado por los senadores, sumos sacerdotes y

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -17 - http://www.elalmendro.org [email protected] letrados, ser ejecutado y, al tercer día, resucitar" » (9,22). Detrás de este impersonal («tiene que») se adivina el plan de Dios sobre el hombre: puede tratarse tanto del plan que Dios se ha propuesto realizar como de lo que va a suceder de forma inevitable, atendiendo a que el hombre es libre. Jesús acepta fracasar como Mesías, como lo aceptó Dios cuando se propuso crear al hombre dotado de libre albedrío. El fracaso libremente aceptado es el único camino que puede ayudar al cristiano a cambiar de actitudes frente a los sacrosantos valores del éxito y de la eficacia. Jesús encarna el modelo de hombre querido por Dios. Cuando lo muestre, sabe que todos los poderosos de la tierra sin excepción se pondrán de acuerdo: será ejecutado como un malhechor. No bastará con eliminarlo. Hay que borrar su imagen. En la enumeración no falta ningún dirigente: «los senadores», representantes del poder civil, los políticos; «los sumos sacerdotes», los que ostentan el poder religioso supremo, los máximos responsables de la institución del templo; «los letrados», los escrituristas, teólogos y canonistas, los únicos intérpretes del Antiguo Testamento reconocidos por la sociedad judía. Lo predice a los discípulos para que cambien de manera de pensar y se habitúen a ser también ellos unos fracasados ante la sociedad judía, aceptando incluso una muerte, infamante con tal de cumplir su misión.

Pero el fracaso no será definitivo. La resurrección del Hombre marcará el principio de la verdadera liberación. El éxodo del Mesías a través de una muerte ignominiosa posibilitará la entrada a una tierra prometida donde no se pueda instalar ninguna clase de poder que domine al hombre.

SER CONSIDERADO UN FRACASADO

ES ACEPTAR LA PROPIA CRUZ Inmediatamente después Jesús se dirige a todos los discípulos, tanto a los Doce, que ya se

habían hecho ilusiones de compartir el poder del Mesías, como a los otros discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue cada día con su cruz y entonces me siga» (9,23). Jesús pone condiciones. A partir de ahora es más exigente. Como los discípulos, todos tenemos falsas ideologías que se nos han infiltrado a partir de los pseudo-valores de la sociedad en que vivimos. En el seguimiento de Jesús es preciso asumir y asimilar que las cosas no nos irán bien; es preciso aceptar que nuestra tarea no tenga eficacia. Ser discípulo de Jesús quiere decir aceptar que la gente no hable bien de ti; incluso que te consideren un desgraciado o un marginado de los resortes del poder, sea en el ámbito político, religioso o científico.

DOMINAR EL MUNDO O VIVIR CON PLENITUD

«Y ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si acaba perdiéndose o malográndose él mismo?» (9,25). Todo el mundo quiere triunfar. Ya de pequeños, inculcamos a nuestros hijos que han de ser los más listos, los más fuertes, los más guapos. No les ayudamos a descubrir las cualidades que les diferencian y que pueden constituir a la larga su aportación a la comunidad. Es la vida lo que interesa, el que está vivo por dentro, y no la fachada que mostramos y en la cual nos apoyamos por falta de soporte interior. Cuanto más ambiciosos, más vacíos por dentro.

El camino de Jesús es profundamente liberador, como se está demostrando hoy día en las comunidades cristianas de Centro y Sudamérica. ¡ Cómo se tambalean los intereses creados de los poderosos (tanto en el ámbito político como en el religioso) cuando los pobres toman conciencia de su dignidad como personas y aprenden a vivir los valores auténticos del hombre compartiendo, ayudando, sirviendo!

Jesús asegura a los discípulos y, por tanto, también a nosotros que el «reino de Dios», la sociedad alternativa donde reinen los valores del evange lio que él propugna, será pronto una realidad: «Y os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto el reino de Dios» (9,27). Es la comunidad que forman los hombres y mujeres que ya han asimilado estos

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -18 - http://www.elalmendro.org [email protected] valores. Jesús habla de un futuro inminente, no del futuro lejano que nosotros hemos ido aplazando para la otra vida.

II

El Deuteronomio invita a comenzar esta Cuaresma optando y decidiéndonos entre la vida y la muerte, la bendición o la maldición. Optar por la vida es optar por Dios y optar por Dios es levantarnos cada día con la alegría y el compromiso de volver a nuestra tierra prometida (familia, país), para reconstruir la fraternidad, la esperanza, la justicia, la paz... En la primera parte del evangelio Jesús se dirige a los discípulos para anunciar su pasión. Con el título Hijo de Hombre y el recuento de cómo será su final, Jesús va dejando claro que su mesianismo no coincide con la idea judía de un mesías nacionalista, apegado a la ley, con título de rey y sumo sacerdote... Jesús va más en la línea del siervo sufriente del profeta Isaías. El mesianismo de Jesús es de pesebre, pastores, pueblos perdidos como Nazaret, que propugna la defensa de la vida como único camino de santidad, que renuncia al reinado de este mundo para hacerse solidario con los más pobres, que asume las persecuciones y sufrimientos como consecuencia de asumir en serio la causa del pueblo.

En la segunda parte del evangelio Jesús se dirige no sólo a los discípulos sino a todo el pueblo, para describir las condiciones del seguimiento. Así como el condenado camina hacia el patíbulo con su cruz, de igual manera, el que quiera seguir a Jesús debe estar dispuesto a caminar cada día afrontando calumnias, amenazas, desprecios, etc. Un elemento a resaltar es el añadido de “cada día”, que hace Lucas y no aparece en Marcos. Es claro que cargar la cruz no es sólo por Cuaresma, sino una actitud de cada día, porque la cruz no es símbolo de muerte sino de vida. La cruz simboliza el camino duro pero seguro a la resurrección. Aprovechemos esta Cuaresma para reparar las fuerzas que nos permitan cargar la cruz de las dificultades, los sufrimientos y las angustias, con la convicción que asumidas concientemente podremos ser semilla de esperanza y resurrección en nuestras comunidades. Viernes 7 de marzo Perpetua – Felicidad EVANGELIO Mateo 9, 14-15

14Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle: -Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?

15Jesús les contestó: -¿Pueden estar de luto los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que les arrebaten al novio y entonces ayunarán.

COMENTARIOS I

vv. 14-15. Juan Bautista está ya en la cárcel (4,12). Según la presentación que ha hecho

Mt, Juan no ha pretendido hacer discípulos ni fundar escuela; su papel era de mero precursor

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -19 - http://www.elalmendro.org [email protected] (3,11). Aparecen ahora, sin embargo, «los discípulos de Juan», que mantienen su adhesión a él. »Discípulos» son los que siguen la doctrina de un maestro; éstos han conferido a Juan ese papel. Quieren perpetuar su figura y doctrina, absolutizándolas, contradiciendo a su carácter de precursor. De hecho, no llaman a Jesús «Maestro».

La práctica religiosa de los discípulos de Juan se ha asimilado a la de los fariseos. El papel renovador de Juan y su oposición a los fariseos, a quienes calificó de «camada de víboras» (3,7), han sido olvidados por sus discípulos. Estos han integrado a Juan en el antiguo sistema. Reprochan a Jesús no atenerse a la tradición ascética de los grupos observantes de Israel. Consideran indiscutible que para formar a los discípulos hay que imponerles una severa disciplina.

La respuesta de Jesús enfoca la cuestión desde un punto de vista completamente distinto. Compara su convivencia con los discípulos a un banquete de bodas, donde él representa al novio/ esposo. Los discípulos son «los amigos del Esposo» (lit.: «los hijos del tálamo o de la sala del banquete», modismo semítico para designar a los amigos íntimos del novio, que se ocupaban de todo lo necesario para la celebración de la boda y de animar la fiesta).

La denominación «el Esposo» enlaza con las palabras de Juan Bautista «yo no merezco ni quitarle las sandalias» (3,11). «El Esposo» o marido era designación de Dios en el AT dentro del simbolismo de la alianza como unión nupcial entre Dios y el pueblo (Os 2). Como lo indicaba ya Juan, Jesús asume esa función; nueva transferencia de una función divina a Jesús, «el Dios entre nosotros» (1,23). La imagen del Esposo supone el cambio de alianza (cf. Jr 31,31-34). Características de ésta son la amistad, la intimidad, la alegría y la libertad. «Los amigos del Esposo» no están sujetos a una disciplina; su actividad se ejerce en la libertad, guiada por el amor al amigo. Esta es la relación del hombre con Dios en la nueva alianza: el alegre servicio guiado por la adhesión a Jesús, que es amistad con él. Siendo el ayuno expresión de tristeza, es incompatible con la presencia de Jesús. Llegarán días, sin embargo, en que el ayuno esté justificado, cuando los discípulos se vean privados de la presencia del amigo («el día en que les arrebaten al novio»).

La pregunta de los discípulos de Juan mostraba su extrañeza y escándalo porque Jesús no imponía a sus discípulos la disciplina ascética tradicional. Jesús les explica ahora la razón usando dos comparaciones, la de la pieza de paño nuevo en un vestido viejo y la de los odres y el vino. Lo viejo y lo nuevo son incompatibles; todo compromiso lleva al fracaso y a la ruina de ambos. Con su presencia comienza una época de novedad radical.

Esta perícopa está íntimamente ligada a las anteriores y constituye el centro de esta sección. Jesús llama al reino de Dios a «los pecadores», término que incluye a los paganos en su significado y en la futura realización del reino. Jesús afirma que en la comunidad mesiánica (Mesías-Esposo) no se va a imponer a sus discípulos la praxis religiosa judía. Las antiguas instituciones y prácticas, que pertenecen a la tradición cultural de un pueblo, no pueden adaptarse en absoluto a la universalidad de la comunidad mesiánica. Lo mismo que para entrar en el reino la única condición es la adhesión a Jesús, así lo es también para pertenecer a él. Jesús libera a los futuros discípulos procedentes del paganismo de toda dependencia de la cultura judía. El antiguo Israel ha pasado, y sus instituciones con él.

Es de notar que Jesús considera el ayuno no como una práctica religiosa, sino como expresión personal de tristeza. Es un hecho lo que puede llevar a los discípulos a ayunar: la ausencia del Esposo, que tendrá lugar en su Pasión y muerte. Una vez resucitado, su presencia será continua (28,20). El ayuno no tiene relación con Dios: como las lágrimas, es una expresión de la tristeza, que el hombre practicará cuando tenga motivo para ello.

Los fariseos y discípulos del Bautista continúan sus ayunos porque no han reconocido en Jesús al Esposo-Mesías. Su ayuno es señal de su rechazo de Jesús.

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II

El profeta Isaías denuncia las prácticas piadosas (ayuno) que no implican un cambio de vida. El verdadero ayuno según es liberación donde hay opresión, pan donde hay hambrientos, casa donde hay destechados... solo así, el pueblo podrá contar con la luz y la presencia de un “Dios con nosotros”. El evangelio describe la controversia suscitada por la práctica del ayuno. Los discípulos de Jesús no ayunan porque con la presencia del “novio” se está inaugurando el tiempo escatológico anunciado por los profetas. Para comprender mejor el texto es necesario tener en cuenta los versículos que siguen sobre las comparaciones del remiendo y el vino nuevo (Mt 9,16-17). La experiencia de Jesús no rompe con la tradición judía pero sí la renueva. El problema es que la novedad de Jesús, que es el Reino, se hace incomprensible para quienes siguen apegados a los viejos esquemas que privilegian la ley sobre la vida humana. Participar de esta novedad requiere conversión, es decir, volver a Dios y a la solidaridad con los necesitados. Hoy se sigue sintiendo el grito del profeta y de Jesús para trabajar en torno al cáncer de la “doble moral” que lleva a creer de una manera pero vivir de otra. Se supone que el Reino de Dios ya está entre nosotros… sin embargo, los pobres, los hambrientos y los sin techo crecen en países considerados «cristianos». Muchos de los dueños del capital y las decisiones del mundo son cristianos que con discursos y limosnas “tranquilizaconciencias”, pasan su vida sin ayudar a resolver la epidemia de muerte que sigue creciendo en los países más pobres. También crecen en la familias cristianas -algunas de ayuno y misa dominical- la intolerancia, la impaciencia, el chisme, la insolidaridad, la envidia y el egoísmo. Equilibremos nuestra práctica ritual con una práctica de vida al estilo de Jesús. Sábado 8 de marzo Juan de Dios EVANGELIO Lucas 5, 27-32

27Después de esto, salió, se quedó mirando a un recaudador llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

-Sígueme. 28E1, abandonándolo todo, se levantó y empezó a seguirlo. 29Leví le ofreció un gran banquete en su casa, y había gran número de recaudadores y otra

gente, que estaban recostados a la mesa con ellos. 30Los fariseos y sus letrados protestaban diciendo a los discípulos: -¿Por qué razón coméis y bebéis con los recaudadores y descreídos? 31Jesús les replicó: -No sienten necesidad de médico los sanos, sino los que se encuentran mal. 32No he venido a

llamar a justos, sino a pecadores, para que se arrepientan.

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COMENTARIOS I

LLAMADA A LOS MARGINADOS DE ISRAEL

La segunda parte de la sección, siguiendo la simetría, comienza con una nueva llamada; en esta ocasión se trata de un «recaudador de impuestos», el marginado por excelencia, excluido definitivamente de Israel. Este está «sentado al mostrador de los impuestos», la cátedra del poder y de los valores profanos. Jesús lo invita sin más a seguirlo (5,27). El, «abandonándolo todo, se levantó y empezó a seguirlo» (5,28), exactamente como habían hecho los discípulos israelitas.

A partir de ahora, el grupo de Jesús se presentará como un grupo compuesto: tres partes serán israelitas y una cuarta parte, no israelitas. Ahora se ve claro por qué ha evitado mencionar a Andrés: ha reservado su plaza para Leví. Su nombre es enteramente hebreo, y lo vincula literalmente a la tribu de Leví. Con todo, es un excomulgado por su conducta. Jesús lo integra en el grupo y con él marca los cuatro puntos cardinales del nuevo grupo.

LOS MARGINADOS COMPRENDEN EN SEGUIDA

QUE EL SEGUIMIENTO ES UNA FIESTA Pero Leví no se contenta con el seguimiento: «Leví le ofreció un gran banquete en su casa, y

había gran número de recaudadores y otra gente, que estaban recostados a la mesa con ellos» (5,29). Jesús y sus discípulos recién estrenados comparten la misma mesa con los hombres libres («recostados») y celebran conjuntamente el banquete del reino mesiánico.

De pronto aparecen en escena los fariseos y sus letrados. Estos ni siquiera han entrado en la casa ni comparten la mesa, ya que no comulgan con sus ideas ni quieren contaminarse. Constituyen el contrapunto de la escena. Empiezan a protestar, dirigiéndose a los discípulos israelitas, echándoles en cara: «¿Por qué razón coméis y bebéis con los recaudadores y descreídos?» (5,30). Con esta protesta intentan separar de Jesús a los discípulos. Aún los consideran miembros del Israel que ellos representan.

Jesús toma la palabra y expone su conducta, de la cual deriva la de los discípulos: «No sienten necesidad de médico los sanos, sino los que se encuentran mal. No he venido a llamar justos, sino pecadores, para que se arrepientan» (5,31-32). Lucas presenta por vez primera este dicho, que paulatinamente irá explicando, hasta darle la vuelta: los «sanos» y «justos» lo son en apariencia. Ellos mismos se tienen por tales; en el fondo son unos hipócritas. No hay nada que hacer con ellos, pues están convencidos de que no tienen necesidad de cambiar de conducta.

II

Según Isaías, las exigencias de Dios tienen que ver con la acción de abandonar (opresión, prepotencia y calumnia) y de compartir (repartir el pan con el hambriento y saciar al alma afligida). En la conversión el punto de partida es la conversión personal pero el punto de llegada es el servicio al hermano necesitado. Sólo la solidaridad logrará algún día el sueño evangélico de la justicia social. El evangelio de hoy narra la vocación de Leví. Como es normal en Jesús, cambiará el nombre por el de Mateo, que significa “alguien que es donado por Dios”. Es de notar la radicalidad y prontitud con que responde Leví al llamado: “se levantó, lo dejó todo y empezó a seguirlo”. Curiosamente la crítica de los fariseos y maestros de la ley no se da en el momento del llamado-respuesta sino en el compartir de la mesa. Para los fariseos las puertas del banquete estaban cerradas para los “pecadores”. Jesús abre las puertas, aumenta los puestos y las invitaciones, y de la noche a la mañana la mesa es alimento y fiesta. Ser cristianos significa ser hombres y mujeres de puertas abiertas, que no discriminan ni excluyen, sino que acogen,

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -22 - http://www.elalmendro.org [email protected] comparten y reparten con los más necesitados, pues es ahí donde reconocemos al Señor. No es tan difícil decir sí al llamado de Jesús, cuando este seguimiento nos exige sólo oraciones personales, cumplimiento personal de los sacramentos, grandes limosnas a título personal, etc. Lo difícil viene al darnos cuenta de que el seguimiento de Jesús exige y se concreta en el compartir con los hermanos. Ahí comienzan las disculpas, las evasivas, los abandonos.

Un pregunta importante para reflexionar y mejorar nuestro cristianismo en Cuaresma: ¿como está la solidaridad con los más necesitados en mi familia, en mi trabajo o estudio, en mi comunidad....? Domingo 9 de marzo Francisca Romana PRIMER DOMINGO DE CUARESMA Primera lectura: Gen 9, 8-15 Salmo responsorial: 24, 4-9 Segunda lectura: 1 Pe 3, 18-22 EVANGELIO Marcos 1, 12-15

12Inmediatamente el Espíritu lo empujó al desierto. 13Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.

14Cuando entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la buena noticia de parte de Dios. 15Decía:

-Se ha cumplido el plazo, está cerca el reinado de Dios. Enmendaos y tened fe en esta buena noticia.

COMENTARIOS

I

SATANAS EN PERSONA

Es curioso observar cómo el evangelista Marcos no cuenta en qué consistió la tentación que Satanás tendió a Jesús en el desierto; se limita a decir que, tras el Bautismo, "el Espíritu de Dios lo empujó al desierto. Se quedó allí cuarenta días y Satanás lo ponía a prueba; estaba con las fieras y los ángeles le servían". A partir de este momento, Satanás desaparece de la escena evangélica, y quienes tientan a Jesús son siempre hombres de carne y hueso, en concreto los fariseos y , en una ocasión, Pedro.

Por parte de los fariseos, representantes cualificados de la ideología de la sinagoga, Jesús

sufrió una triple prueba o tentación. Veámoslo. Primera prueba: ¿Es Dios de todos o sólo de los judíos? Jesús representaba la imagen de un Dios que amaba a todos los hombres, pertenecieran o

no al pueblo judío. Por eso dio a comer pan y pescado dos veces, una entre judíos y otra entre paganos (Mc 6 y 8). La segunda vez "salieron los fariseos -que no aceptaban la imagen de un

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -23 - http://www.elalmendro.org [email protected] Dios así-y se pusieron a discutir con él; para ponerlo a prueba le pidieron una señal que viniera del cielo", o lo que es igual, un milagro aparatoso que probara que Dios confirmaba el modo de actuar de Jesús, universalista y abierto. Pero Jesús se negó a hacer más señales de las ya hechas.

Con el doble reparto de panes y peces quedaba suficientemente probado que Dios amaba

por igual a judíos y paganos. A buen entendedor, pocas palabras. Jesús no cayó en la tentación. Segunda prueba: ¿Hombre y mujer son iguales? El Maestro Nazareno consideraba que hombre y mujer son seres situados al mismo nivel

de igualdad; nada legitimaba las relaciones de dominación de éste sobre aquella. Bien lo sabían los fariseos que, a pesar de ello, "se le acercaron y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿le está permitido a un hombre repudiar a su mujer?" (Mc 10,2ss). Se planteaba con esta pregunta la legitimidad del ejercicio del derecho del hombre a divorciarse, no de la mujer -pues ésta no podía solicitar el divorcio en Israel.

Responder esta pregunta en uno u otro sentido suponía aceptar una injusticia de base: la

situación de una sociedad donde la mujer no tenía los mismos derechos que el marido. Jesús no acepta este planteamiento y por eso responde: Si Moisés permitió que el hombre despidiera a la mujer fue "por lo incorregibles que sois... Pero al principio del mundo Dios los hizo varón y hembra... Luego lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre". Afirmando la indisolubilidad del matrimonio, Jesús trata de defender a la mujer indefensa ante la frecuente arbitrariedad del marido que la podía despedir por cualquier motivo, condenándola a la mendicidad, al no poder trabajar fuera de casa y serle difícil contraer nuevas nupcias. Jesús no cayó en la tentación.

Tercera prueba: ¿Quién manda: Dios o el César? "Le enviaron unos fariseos partidarios de Herodes para cazarlo con una pregunta. Se

acercaron y le preguntaron: ¿Está permitido pagar tributo al César o no?" (Mc 12,l3ss).Y Jesús respondió:

"Devolved al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios". Tanto el César como los fariseos habían ocupado el puesto de Dios y oprimían al pueblo. Una autoridad así no es competente y hay que romper con ella. Todo poder que oprime no tiene el respaldo divino, sea civil o religioso. Jesús no cayó en la tentación.

Tres pruebas, pero una única tentación: la de dividir el mundo en bloques antagónicos:

judíos-paganos, hombre-mujer, Dios-César. Los fariseos -y cuantos por cualquier motivo hacen nacer la división entre los hombres- son Satanás en persona.

II

TAMPOCO A EL LE RESULTO FACIL No es raro escuchar cuando se habla de Jesús, de su entrega y de su fidelidad a la misión que cl

Padre le encomendó que «es que él era el Hijo de Dios». Es comprensible que busquemos alguna justificación al experimentar nuestras limitaciones. Pero lo cierto es que Jesús no jugó con ventaja: tampoco a él le resultó fácil

EL COMPROMISO DEL BAUTISMO

En el comentario correspondiente a la fiesta del Bautismo del Señor (núm. 26), que se celebra unas cuantas semanas antes de este primer domingo de Cuaresma, decimos que, al recibir

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -24 - http://www.elalmendro.org [email protected] el bautismo, Jesús se comprometió a dar su vida por la felicidad de los hombres. Ese comentario termina con esta pregunta: «Recibir el bautismo cristiano es asumir el compromiso de seguir los pasos de Jesús. ¿Se parece mucho nuestro compromiso bautismal, nuestro compromiso cristiano, al compromiso de Jesús?» Quizá alguno se sienta inclinado a responder como decíamos anteriormente: «Pero es que Jesús era el Hijo de Dios.»

Marcos, el evangelista, parece que tiene en su mente esta objeción y nos la responde antes de empezar a contarnos de qué modo Jesús llevó a cabo su misión con toda fidelidad:

Jesús venció las mismas dificultades que debe superar cual quiera de sus seguidores. Es cierto que, para ello, contó con la fuerza del Espíritu de Dios y gozó de la ayuda de los ángeles; pero esto no es un privilegio, pues, como se verá a lo largo de todo el evangelio, todos los que se decidan a vivir como él vivió y asuman el compromiso de gastar la vida por la felicidad de los hombres podrán contar con tal fuerza y con la misma ayuda.

LAS TENTACIONES

Marcos no nos cuenta una por una las tentaciones que sufre Jesús, como hacen Mateo y Lucas, indicándonos así que no se trata de hechos aislados que sucedieron una vez y que no se volvieron a repetir más. Este relato, colocado al comienzo del evangelio, nos presenta el marco general en el que se habría de desarrollar toda la actividad pública de Jesús, las circunstancias que van a acompañar permanentemente la realización su misión mesiánica: «Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás...»

Su actividad será un proceso de liberación (cuarenta días en el desierto, como los cuarenta años del pueblo de Israel) que llevará a un nuevo modo de vivir' en libertad (a una nueva tierra prometida). Pero durante ese tiempo tendrá que luchar contra la tentación de/poder simbolizado en Satanás. La tentación no se le presentará en forma de duda personal, como atracción que pudiera ejercer el poder en el mismo Jesús; serán otras personas las que intentarán desviarlo de la práctica del servicio y de la entrega de la propia vida y lo invitarán a elegir el camino del triunfo y de la conquista del poder para, una vez instalado, instaurar desde él el reino de Dios. Como ejemplo de esta tentación podríamos citar el episodio que cuenta el mismo evangelio de Marcos (8,31-33), cuando Jesús llamó «Satanás» a Pedro por protestar porque el camino de' Jesús conducía a lo que él consideraba un fracaso, la muerte, e intentar desviarlo en dirección a la conquista del poder para, desde él, hacer triunfar el reino de Dios (véase el comentario número 49, correspondiente al domingo vigésimo cuarto del tiempo ordinario).

FIERAS Y ANGELES Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le

prestaban servicio. Pedro reaccionó así cuando Jesús anunció que el Mesías tenía que ser «rechazado por los

senadores, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar a los tres días». Este conflicto es lo que Marcos anuncia cuando dice que Jesús pasó cuarenta días rodeado de fieras: que Jesús sufrirá durante toda su actividad la amenaza de personas que intentarán acabar con su vida. Así sucedió desde el principio (véase Mc 3,6) hasta que, al final, lo mataron.

Cierto que en esa lucha por mantener con firmeza el compromiso de amor hasta la muerte que asumió en su bautismo, Jesús no se va a encontrar solo: habrá hombres y mujeres que, actuando de acuerdo con lo que Dios quiere (ésos son los ángeles, mensajeros de Dios; Juan Bautista acaba de ser llamado ángel/mensajero de Dios; véase Mc 1,2) le ayudarán («le prestaban servicio») a llevar a buen término su camino.

Nuestra vida, como cristianos, debe ser también proceso de liberación personal y un compromiso con la liberación de todos los hombres y los pueblos oprimidos y explotados. Cierto, esa tarea no es fácil. Y encontraremos muchos obstáculos: nos intentarán sobornar ofreciéndonos el éxito, el poder o la riqueza para nosotros solos (incluso nos pueden llegar a decir que si logramos

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -25 - http://www.elalmendro.org [email protected] ocupar un puesto importante podremos influir más eficazmente en la sociedad), o nos amenazarán diciéndonos que nuestra actitud es ilegal o subversiva y que nos estamos arriesgando a ser juzgados y condenados por ello... No será fácil, por supuesto, pero podremos llegar al final como Jesús si, como él, nos abrimos a la acción del Espíritu y si actuamos unidos -ángeles unos para con los otros- con todos los que intentan organizar este mundo de acuerdo con lo que Dios quiere. Será duro, pero tampoco a él le resultó fácil. Y, al final, valdrá la pena.

III

vv. 12-13 Inmediatamente el Espíritu lo empujó al desierto. Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.

El Espíritu, tuerza de vida y amor, empuja a Jesús al desierto, figura de la sociedad judía, en la que Jesús, por no compartir sus valores, se va a encont rar aislado. Toda la vida pública de Jesús (40 días, cf los 40 años del éxodo de Israel) va a ser camino (1,2) hacia la tierra prometida, la plenitud gloriosa (cf. 9,2-3). Durante su actividad se le presentará repetidamente la tentación del poder dominador (Satanas; cf. 1,24.34.37; 3,lls; 8,11.32s; 10,2; 11,9s; 12,15); él mismo vivirá entre poderes hostiles, enemigos de su mensaje, que acabarán por darle muerte (las fieras, cf. Dn 7) y tendrá colaboradores en su labor (los ángeles; cf. 1,2.4, donde Juan Bautista se identifica con el mensajero / ángel anunciado).

v. 14 Después que entregaron a Juan llegó Jesús a Galilea y se puso a proclamar la

buena noticia de parte de Dios. Jesús llega detrás de Juan (1,7), una vez terminada por la violencia de ciertos agentes la

misión de éste. Se sitúa en la provincia del norte, Galilea, alejada del centro religioso y político del país y abierta al mundo pagano. Se presenta como profeta, transmitiendo de parte de Dios «la buena noticia».

v. 15 Decía: «Se ha cumplido el plazo, esta' cerca el reinado de Dios. Enmendaos y

tened fe en esta buena noticia. Al existir el Hombre en su plenitud, Jesús, comprometido por amor a los hombres a llevar

su misión salvadora hasta la muerte, se ha producido el cambio de época y comienza la etapa definitiva de la historia (se ha cumplido el plazo); lo anterior queda superado de modo irreversible.

La buena noticia (cf. 1,1) anuncia que se abre la posibilidad de una sociedad nueva y justa, digna del hombre, la alternativa que Dios propone a la humanidad (aspecto social del reinado de Dios, la nueva tierra prometida); exige como condición de parte del hombre la renuncia a la injusticia (punto de partida) (enmendaos) y la confianza en que esa meta (punto de llegada) puede alcanzarse (tened fe).

IV

En la primera lectura, la alianza con quien se “había ganado el cariño de Yavé” por ser “un hombre justo, bueno y fiel a Dios” va a sellar la nueva creación. Esta alianza se presenta con varias características: es iniciativa de Dios y es eterna, se hace no sólo con Noé sino con todo el cosmos, el arco iris será para Dios el recuerdo de este compromiso. Dios ratifica su misericordia en las relaciones con la humanidad y espera a cambio las actitudes buenas de Noé. Las aguas del diluvio son las mismas que en el bautismo, permiten que Dios a través de su espíritu ratifique su alianza y renueve nuestra vida del caos social en que nacemos. Dios nos pide simplemente que el

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -26 - http://www.elalmendro.org [email protected] agua no nos ahogue, sino que, como Noé, podamos sobrevivir con actitudes de justicia, bondad y fidelidad a Dios y a nuestros hermanos.

En la segunda lectura, el apóstol invita a una comunidad agobiada por el sufrimiento y la persecución a perseverar en la fe. Cristo es la motivación para resistir porque por su muerte y resurrección hemos sido salvados. La mención de Noé se hace en clave bautismal, es decir, nos permite entrar en el camino de la salvación. Estamos ante una verdadera catequesis bautismal de las primeras comunidades cristianas.

Lo primero que llama la atención en la lectura del evangelio es la actitud del espíritu que

“empuja” a Jesús al desierto. Este Jesús que en el relato precedente era incluido “oficialmente” en la Santísima Trinidad al recibir el Espíritu bajado del cielo y ser proclamado por Dios como el hijo predilecto (Mc 1,11), es ahora presentado en su naturaleza humana, para probar en el desierto su fidelidad al proyecto del Padre frente a las tentaciones de Satanás. Los cuarenta días son un número simbólico que significa tiempo de prueba, de tentación, de toma conciencia y preparación para anunciar el Reinado de Dios. Así aparece en los cuarenta días del diluvio, en los cuarenta años de caminada por el desierto antes de entrar en la tierra prometida, los cuarenta días y noches de Moisés en el Sinaí mientras escribía los diez mandamientos, los cuarenta días que Elías caminó por el desierto (1Re 19,8), los cuarenta años que duró la dominación de los Filisteos sobre Israel (Jue 13,1). Marcos a diferencia de Mt y Lc no precisa el contenido de las tentaciones ni menciona el ayuno. La presencia de los ángeles anuncia la victoria de aquel que en medio del desierto se lo juega todo por el proyecto de Dios. El final de los cuarenta días no significará el final de las tentaciones para Jesús. Toda su vida fue una lucha continua contra un Satanás que pone trabas a su misión. Toda nuestra vida es también un desierto en medio del cual el proyecto del mal encarnado en el egoísmo, la indiferencia, la injusticia, la prepotencia o la intolerancia… nos alejan del proyecto de Dios, y de esas expresiones de ternura, de comprensión, de tolerancia, de compromiso… que tanta falta hacen en nuestras familias y entre los hermanos. Recordemos que en la medida que vamos saliendo victoriosos sentiremos a los ángeles que alientan la misión de cada día. Esta lucha en el desierto requiere una toma de conciencia firme y decidida, pues de las conciencias tibias y débiles, se vale el maligno para hacernos cómplices corruptos de proyectos que generan injusticia, violencia y muerte.

Después del desierto Jesús va a Galilea para inaugurar su ministerio público, proclamando lo que será su razón de ser en la historia: el anuncio de la Buena Nueva del Reino. Este proyecto lo resume el evangelista en cuatro fórmulas:

1) el tiempo se ha cumplido, es el anuncio del kairós, del tiempo favorable, del ahora, hoy y aquí, de una misión con sabor a presente.

2) El Reino de Dios está cerca. La presencia caminante de Jesús así lo certifica. Es una nueva oferta gratuita de Dios a toda la humanidad.

3) Cambien sus caminos. Convertirse no es otra cosa que cambiar de dirección o rumbo para volver a Dios. Por esto la conversión más que un quedarse en la mirada del pasado es sobre todo una mirada hacia delante, hacia lo nuevo que cada día nos trae el Señor.

4) Crean en la Buena Nueva, que es la actitud positiva, alegre, esperanzadora y firme ante la persona y misión de Jesús. La conversión y la fe son las contrapartidas que pide Dios al ofrecimiento del Reino. Con el anuncio del reinado de Dios Jesús reafirma y actualiza la alianza de Dios con su pueblo. Esta Cuaresma es un buen tiempo para revisar los términos de nuestra alianza con Dios, y para llenarnos tanto del amor a Dios y a los hermanos, que podamos salir victoriosos de nuestro desierto cotidiano.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -27 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Para la revisión de vida Acaba de comenzar la Cuaresma. ¿Qué va a significar para mí? Tal vez puedo

darle un significado personal, diferente, el que yo quisiera que tuviera… Tengo espacio para la originalidad y creatividad. ¿Qué voy a hacer?

Para la reunión de grupo - Si el evangelio no hubiera afirmado taxativamente que Jesús sufrió tentaciones, muchos

cristianos hubieran dicho que él no podría haberlas experimentado, por ser simultáneamente Dios. Pero una persona humana que no pueda sentir tentaciones, ¿sería realmente humana? ¿Qué implicaciones tiene esto para nuestra comprensión de la humanidad de Jesús?

- Marcos no explicita cuáles fueron las tentaciones que experimentó Jesús. Otros evangelistas nos las señalan de un modo arquetípico. Recordemos cuáles fueron y qué significación tienen fundamentalmente.

- En la situación actual de nuestro Continente, y del mundo, ¿cuáles podríamos decir que son las tres más grandes tentaciones con las que se encuentra todo ser humano y todo cristiano?

- El evangelio de Marcos que hoy proclamamos incluye el "primer sermón de Jesús", su primera predicación, o, si queremos, lo que fue de algún modo su "manifiesto", su "proclama", que resume de algún modo todo lo que será su mensaje. Es un texto muy sintético y muy preciso el que nos presenta Marcos. Comentemos el significado de los cuatro elementos que contiene esa "proclama de Jesús".

- Si la alianza con Abraham abarca por derecho a las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e Islam), la alianza hecha por Dios con Noé abarca tal vez a la humanidad de todas las religiones y a la naturaleza misma... Si Dios es Dios, y si Dios es uno, ¿qué significan para nosotros, cristianos, las diversas religiones? Si el tema del pluralismo y del diálogo religioso está siendo actualmente uno de los temas más cultivados por los teólogos, ¿qué información estamos teniendo sobre ello? ¿Quién, cómo, cuando... nos puede informar?

- Tomar alguna de las lecciones del curso de teología del pluralismo religioso, estudiarla y comentarla en el grupo. (El curso está en http://servicioskoinonia.org/teologiapopular).

Para la oración de los fieles - Por la comunidad de creyentes en Jesús, para que, en medio del desierto de la vida, sea

capaz de animar la esperanza de las personas en conseguir la plena liberación. Oremos. - Por toda la comunidad humana, para que en medio de sus egoísmos, injusticias e

insolidaridades sepa escuchar y poner en marcha los mensajes de liberación que se siguen pronunciando en nuestro mundo. Oremos.

- Por los que sufren en su carne el azote del hambre, el paro, la violencia, la injusticia, la explotación, para que renazca su esperanza al encontrar personas que les apoyen y luchen por sus derechos. Oremos.

- Por los creyentes, para que nuestra condición de bautizados nos haga vivir una nueva forma de vida, como hijos de un Dios de Vida y de vivos. Oremos.

- Por nuestra comunidad, para que se esfuerce en construir una sociedad cada día más fraterna y esperanzada. Oremos.

Oración comunitaria Dios, Padre nuestro: al comenzar esta Cuaresma te pedimos nos ayudes a

empeñarnos en una auténtica conversión de nuestros corazones y nuestra vida personal y comunitaria, a la vez que nos esforzamos por transformar nuestra familia, nuestra sociedad, el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -28 - http://www.elalmendro.org [email protected] Lunes 10 de marzo Macario EVANGELIO Mateo 25, 31-46

31Cuando el Hombre llegue en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono real 32y reunirán ante él a todas las naciones. El separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras, 33y pondrá a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda. 34Entonces dirá el rey a los de su derecha:

-Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35Porque, tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recogisteis, 36estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel fuisteis a verme.

37Entonces los justos replicarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber?

38¿Cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos? 39¿Cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?

40y el rey les contestará: -Os lo aseguro: Cada vez que lo hicisteis con uno de esos hermanos míos tan insignificantes

lo hicisteis conmigo. 41Después dirá a los de su izquierda: -Apartaos de mí, malditos, id al fuego perenne preparado para el diablo y sus ángeles.

42Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43fui forastero y no me recogisteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis.

44Entonces también éstos replicarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la

cárcel y no te asistimos? 45y él les contestara: -Os lo aseguro: Cada vez que dejasteis de hacerlo con uno de ésos tan insignificantes

dejasteis de hacerlo conmigo. 46Éstos irán al castigo definitivo y los justos a la vida definitiva.

COMENTARIOS

I

Esta grandiosa escena es complementaria de la «venida» descrita en 24,30s. Allí se había

presentado la venida del Hombre en el aspecto de salvación para los suyos; aquí, Mt afronta el problema de la suerte de los paganos. «Todas las tribus de la tierra» (24,30) corresponden a «todas las naciones» (25,32). En ambos casos es «el Hombre» el que llega, con gloria, y acompañado de sus ángeles o mensajeros. Se trata de la época histórica después de la destrucción de Jerusalén, como se ha visto en 24,29. Por eso no es el juicio de los judíos, ya encomendado al Israel mesiánico en 19,28, sino únicamente de los paganos. La denominación «el rey» (34) corresponde a la época del reinado del Hombre (cf. 13,41), el rey de la historia, que se inaugura con la destrucción de Jerusalén (cf. 16,28) y dura hasta el fin de esta edad.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -29 - http://www.elalmendro.org [email protected]

La suerte de los paganos depende de cuál haya sido su actitud ante «el Hombre»; si han estado de su parte, tendrán vida eterna (34-36), que equivale a la posesión del reino. La mención del Padre (34: «Benditos de mi Padre») indica que heredan el reino del Padre, la etapa post-histórica del reinado de Dios.

Ante la pregunta asombrada de los beneficiados (37-39), el Hombre-rey se identifica con «uno (cualquiera) de estos hermanos míos tan pequeños/mínimos» (40). Los hermanos de Jesús son los que cumplen el designio del Padre (12,50), es decir, sus seguidores; éstos, que perpetúan la figura de Jesús en la historia, son los que deben representar los valores del Hombre, cuyo destino y vocación comparten.

Se trata aquí, en primer lugar, de la gran reivindicación de los discípulos perseguidos por la sociedad (cf. 16,27); en segundo lugar, dado que los discípulos perpetúan en el mundo los valores del Hombre, y toda su labor es el servicio al hombre (cf. 5,7.9), el principio enunciado por Jesús significa más en general que el criterio para obtener el reino definitivo, que equivale a la vida eter-na, es la actitud de ayuda al hombre y de solidaridad con los que necesitan ayuda. Es el mismo que había expresado al joven rico con ocasión de su pregunta (19,16-19).

Como aparece por el v. 42, en aquel tiempo no se pensaba que «el diablo» estuviese en el fuego eterno, sino que éste estaba preparado para él. «El diablo», la figura que bajo diversos nombres ha ido apareciendo en el evangelio («Diablo, Satanás, el Malo»), es siempre el símbolo del poder opresor.

«Sus ángeles/mensajeros» son sus agentes. La supresión de todo poder opresor será la obra del Hombre en la historia (cf. 24,29-31). La frase final (46) puede estar inspirada en Dn 12,2, donde se describe la suerte final con una oposición semejante. Sin embargo, en todo este episodio Mt omite la mención de la resurrección, como corresponde a un juicio sucesivo en la historia y no a la descripción de una escena final. La vida eterna es vida definitiva; su contrario es castigo definitivo. El adjetivo gr. aionios no denota en primer plano la duración, sino la calidad. El castigo definitivo es la muerte para siempre.

II

El evangelio de Mateo, en la descripción del juicio universal, nos confirma que la santidad que salva es aquella que se manifiesta en la misericordia y la solidaridad con los más pobres, porque lo que se hace con ellos se hace con el mismo Jesús. La santidad y la salvación están entonces amarradas a la historia y a los pobres. No nos salvamos por mucho pensar en el más allá sino por nuestras acciones en el más acá. Y las acciones que salvan en este mundo son aquellas que incluyen a los más necesitados. No hay otra manera, según Jesús.

Con este texto quedan consagrados los pobres como verdadero «sacramento universal de salvación», o sea, como un sacramento que lo pueden recibir todos y lo han de recibir todos (con los otros 7 sacramentos no pasa eso). No en vano la Iglesia latinoamericana ha reafirmado permanentemente su indeclinable «opción por los pobres», en un continente donde los hambrientos, los sin techo... crecen inmisericordemente. La misericordia aparece como el criterio por excelencia para “separar” a “las ovejas de las cabras”. Todos los rezos, las penitencias, las promesas... tienen sentido si van acompañadas de obras concretas de misericordia. Es precisamente la falta de misericordia de unos pocos lo que ha desatado la globalización de la miseria. Los cristianos por el contrario, necesitamos seguir luchando por globalizar la misericordia, con iniciativas de solidaridad y justicia que nos permitan seguir instaurando el verdadero Reinado de Dios.

Un aspecto final para destacar es el sentido universal del juicio final. Jesús aparece como Juez ante el que “todas las naciones serán llevadas a su presencia”. La misericordia de Dios cobija a toda la humanidad, no sólo a los hermanos de mi comunidad, ni siquiera a los de mi

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -30 - http://www.elalmendro.org [email protected] religión, sino a todos los hombres y mujeres del mundo. Alcanza incluso a quienes sin conocer a Jesús mantienen su vida en la esfera de la misericordia con los hermanos. Del mismo modo, nuestra misericordia no puede ser exclusiva ni excluyente, sino para todo el que nos necesite. Martes 11 de marzo Eulogio EVANGELIO Mateo 6, 7-15

7Pero, cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán más caso. 8No seáis como ellos, que vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que se lo pidáis. 9Vosotros rezad así:

Padre nuestro del cielo,

proclámese ese nombre tuyo, 10llegue tu reinado, realícese en la tierra tu designio del cielo; 11nuestro pan del mañana dánoslo hoy 12y perdónanos nuestras deudas,

que también nosotros perdonamos a nuestros deudores;

13y no nos dejes ceder a la tentación, sino líbranos del Malo.

14Pues si perdonáis sus culpas a los demás, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. 15Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas.

COMENTARIOS I

v. 9. Propone Jesús el modelo de petición: «Padre nuestro»: nueva relación de los discípulos con Dios, que no es solamente individual,

sino comunitaria. Son los hijos, o los ciudadanos del reino, los que se dirigen al Padre, que es su rey. La mención de este Padre eclipsa la de todo padre humano, él es el único que merece ese nombre. La conducta de este Padre es la que guía la de los discípulos (5,48).

«Padre» es el nombre de Dios en la comunidad cristiana, el único que aparece en esta oración. Pronunciarlo supone el compromiso de portarse como hijos, reconocerlo por modelo, como fuente de vida y de amor. El término «Padre» se aplicaba a Dios en el AT (Jr 3,19; cf. Ex 4,22; Dt 14,1; Os 11,1), pero su sentido era muy diferente, pues el «padre» en la cultura judía era ante todo una figura autoritaria.

La expresión «que estás en los cielos» («del cielo») no separa al Padre de los discípulos; indica solamente la trascendencia y la invisibilidad de Dios.

El Padre nuestro se divide en dos partes (6,9-10.11-13). La primera tiene como centro al Padre (tu nombre, tu reinado, tu designio); la segunda, a la comunidad (nuestro, dánoslo, etc.). En la

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -31 - http://www.elalmendro.org [email protected] primera parte la comunidad pide por la extensión del reino a la humanidad entera. En la segunda lo hace por sí misma.

v. 9b. «Proclámese ese nombre tuyo». «El nombre» es un semitismo que designa a la

persona en cuanto es designable, es decir, según un aspecto que la caracteriza; supone, por tanto, la manifestación, que, en el caso de Dios, se realiza por su actividad en la historia. Así, en este contexto designa a Dios que obra como Padre, según su calidad expresada en la invocación. «Santificar» es un semitismo; en 1 Pe 3,15 se usa este verbo en el sentido de «reconocer» («en vuestro corazón, reconoced al Mesías como Señor ) y el mismo tiene en este pasaje «Reconocer» corresponde a la manifestación indicada por «el nombre» El uso de agiazô añade, sin embargo al reconocimiento el sentido de la trascendencia implicado en la raíz "santo" Es el reconocimiento de una realidad excelente y distinta Para expresar de algún modo este matiz puede utilizarse el verbo «proclamar» que incluye la idea de exaltación De hecho, esta frase es paralela de 5,16 «glorifiquen» [los hombres] a vuestro Padre del cielo)" a través de las obras de los discípulos que realizan la acción del Padre en la historia

La comunidad pide, por tanto, que la humanidad reconozca a Dios como Padre; por el

paralelo con 5,16, sin embargo, es ella la que tiene que obtener, con su actividad, ese reconocimiento. La petición supone, por tanto, el compromiso de la comunidad a realizar las «buenas obras» (5,16; cf. 5,7-9) y pide la eficacia de su actividad en el mundo. No se encierra en sí misma. La experiencia de Dios como Padre de que ella goza, quiere que se extienda a todos los hombres. Antes que pensar en sí misma, la comunidad se preocupa por la humanidad que la rodea.

v. 10a. «Llegue tu reinado». El contenido de esta petición formula lo mismo de manera

diversa. El reinado de Dios, del que ya tiene experiencia (5,3.10), debe extenderse a todo hombre. Dado que la puerta del reino es la primera bienaventuranza, la comunidad pide la aceptación del mensaje de Jesús, que funda el reinado de Dios. Al mismo tiempo, ella es la que, con su modo de vida, hace presente en el mundo ese mensaje (5,12: profetas). Implícitamente pide su fidelidad al mensaje de las bienaventuranzas y a la práctica de la actividad que requiere, por la que se va creando la nueva sociedad y va dando ocasión a la liberación de los hombres.

v. 10b. «Realícese en la tierra tu designio del cielo». El gr. thelêma manifiesta una voluntad

concreta que puede referirse al individuo o a la historia. La frase formula nuevamente la anterior («llegue tu reinado»; por eso se omite en Lc 11,2); significa, por tanto, el cumplimiento del designio histórico de Dios sobre la humanidad, anunciado en 5,18.

El término «designio» incluye dos momentos, la decisión y la ejecución, a los que corresponden las especificaciones «en el cielo, en la tierra». La decisión está tomada en el cielo (Dios), pero tiene que ejecutarse en la tierra. La frase significa, pues, «realícese en la tierra el designio que tú has decidido en el cielo». La preposición «como» del original indica el deseo de que ese designio se realice exactamente como está decidido.

La comunidad vuelve a pedir por el mundo; su primera preocupación es la misión que Jesús le confía.

Las tres primeras peticiones tienen igual contenido. La experiencia de vida impulsa a desear que esa vida se extienda. Sólo después pasa el grupo cristiano a preocuparse de sí mismo.

v. 11. «Pan del mañana» o «venidero»: griego epiousion, que, según Orígenes, no se

encontraba en la literatura ni en la lengua hablada; lo consideraba un término acuñado por los evangelistas para traducir un texto arameo. San Jerónimo, por su parte, dudaba de su significado y lo tradujo en latín de manera diferente en Mt 6,11 (supersubstantialem) y en Lc 11,3 (quotidianum), sin apoyo alguno en la realidad lingüística del tiempo. El mismo afirma, sin embargo, haber

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -32 - http://www.elalmendro.org [email protected] encontrado en el evangelio de los Hebreos (en arameo), como traducción de epiousion, manar = «del mañana», «futuro». De hecho, la forma femenina (té epiousé) se usaba en griego para indicar el día siguiente, «mañana». Por otra parte, Jesús recomienda a sus discípulos abandonar toda preocupación por el alimento necesario (6,25.31-32) y les pide que no se preocupen tampoco por el mañana (6,34). Epiousion ha de denotar, por tanto, un futuro diferente del simple «mañana». En la traducción egipcia bohairica y en el uso litúrgico de la Iglesia copta, lo mismo en copto que en árabe, se conserva hasta hoy la traducción «nuestro pan del mañana». La interpretación puede considerarse, por tanto, como segura.

«Pan», semitismo por «alimento» (cf. Gn 18,5-8). «El pan del mañana» o «venidero» alude

al banquete mesiánico en la etapa final del reino (8,11), cuya etapa histórica se realiza en el grupo de discípulos («nuestro pan»). Se pide, por tanto, que la unión y alegría propias de la comunidad final sean un hecho en la comunidad presente. Jesús mismo describió su presencia con los dis-cípulos como un banquete de bodas, oponiéndose a la tristeza del ayuno practicado por los discípulos de Juan y los fariseos (9,14-15).

La unión simbolizada por el banquete es la amistad (cf. 9,15: «los amigos del novio»). Este es el vínculo que une a los miembros de la comunidad, y que se expresará en la eucaristía.

v. 12. Unica petición que incluye una exigencia para la comunidad. La partícula griega hôs

indica motivo («que/ya que») más que comparación («como») El perdón del Padre está condicionado al perdón mutuo, expresión del amor. Quien se cierra al amor de los otros se cierra al amor de Dios que se manifiesta en el perdón. En este pasaje y en 5,14s Mt no emplea el término «pecados», sino «deudas» o «fallos», porque en el evangelio, «los pecados» representan el pasado que queda borrado con la adhesión a Jesús (cf. 9,6). La división en la comunidad impide la presencia en ella del amor del Padre. Se pide, pues, la manifestación continua de ese amor, aduciendo por motivo la práctica del amor que se traduce en el perdón mutuo «Los deudores» incluyen a los enemigos y perseguidores (5,43ss). La comunidad pretende vivir la perfección a que Jesús la exhortaba (5,48).

v. 13. «No nos dejes ceder a la tentación», lit. «no nos hagas entrar/no nos introduzcas»... El

arameo no distingue entre las formas «hacer» y «dejar hacer». El sentido permisivo está exigido por el paralelo con la frase siguiente (omitida por Lc 11,4). El sentido es: «haz que no entremos (cedamos/caigamos) en tentación» o, de modo más castellano, «no nos dejes ceder a la tentación» (cf. 26,41).

«Tentación» no lleva artículo en el original. No se trata, por tanto, de una tentación única y determinada. El término remite a las tentaciones de Jesús en el desierto, único lugar donde en Mt ha aparecido antes este tema. Allí, «el diablo» o «Satanás» era llamado «el tentador»; aquí, «el Malo» (cf. 5,37); la tentación es su obra. La relación con la escena del desierto aclara el sentido de «tenta-ción» en este pasaje' se refiere a las mismas que experimentó Jesús. Aquéllas pretendían desviar su mesianismo e impedir la liberación del hombre; Jesús, sin embargo, respondió a cada una de ellas con un texto sin carácter mesiánico, aplicable a todo hombre. El Mesías es «el Hombre», como quedó expresado en la escena del bautismo (3,16). La comunidad puede experimentar en su misión, que continúa la de Jesús, las mismas tentaciones que éste: la del ateísmo práctico, usando de sus dones para propio beneficio, sin atender al plan de Dios (4,3); la del providencialismo que hace caer en la irresponsabilidad (4,6) y, sobre todo, la de la gloria y el poder (4,8s). Ceder a esta última equivaldría a prestar homenaje a Satanás (4,9) renunciando a la misión liberadora.

La tentación del 'brillo y del poder se opone frontalmente a la primera y última bienaventuranzas. Es la opción por la pobreza y, con ella, la renuncia al brillo y al poder, la que hace inmunes a la tentación. El Malo es la personificación del poder mundano, que excita la

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -33 - http://www.elalmendro.org [email protected] ambición. Que el Padre no permita que la comunidad ceda a sus halagos es la petición final del Padrenuestro. Lo contrario seria la ruina de la comunidad de Jesús.

vv. 14-15. Insiste Jesús en la necesidad del perdón. La unión en la comunidad es condición

esencial de su existencia, pues sólo ella asegura la experiencia del amor del Padre. No es que Dios se niegue a perdonar; es el hombre que no perdona quien se hace incapaz de recibir el amor.

II

El evangelio de hoy forma parte del sermón de la montaña. Esta catequesis sobre la oración está dividida en tres partes: la primera es una introducción que establece la diferencia entre la oración del cristiano y la de los fariseos y gentiles caracterizada por la búsqueda de imagen externa y abundancia de palabras. Para Jesús no hacen falta muchas palabras ni grandes discursos, lo importante es redescubrirse como hijos y establecer una comunicación íntima con Dios (abba). En la segunda parte encontramos el Padrenuestro, que al mejor estilo judío tiene siete peticiones divididas en dos grupos. Las tres primeras se refieren a Dios y las cuatro restantes a las necesidades humanas. Para Jesús, la verdadera oración parte del reconocimiento de Dios como Padre, que es nuestro, por que acompaña nuestra caminada desde la tierra hasta el mismo cielo. Las tres peticiones se resumen en la segunda: “venga tu Reino”, en cuanto es el objetivo fundamental de la predicación de Jesús. Orar por la venida del Reino, no nos hace espectadores de su construcción, por el contrario, nos hace protagonistas en cuanto Jesús lo inaugura pero nos deja la tarea de continuarlo hasta su establecimiento definitivo. La tarea por la construcción del Reino requiere de otras peticiones: la del pan que simboliza las necesidades básicas del ser humano para garantizar su vida; la falta de pan, salud, educación, vivienda, etc. retardan la plenitud del Reino. La petición del perdón plantea que sólo la amistad con Dios y con los hermanos, nos permiten acercarnos a El y su Reino. La petición final, que no caigamos en la tentación, es la súplica por mantenernos firmes en el amor a Dios y a los hermanos. La tercera parte tiene que ver con la necesidad del Perdón. ¿Cómo llamar a Dios Padre sino logramos vivir como hermanos? Miércoles 12 de marzo Norma EVANGELIO Lucas 11, 29-32

29Las multitudes se apiñaban a su alrededor, y él se puso a decir: -Esta generación es una generación perversa. Pide una señal, y señal no se le dará excepto

la señal de Jonás. 30Porque, igual que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, así va a serlo

también el Hombre para esta generación. 31En el juicio, la reina del Sur se pondrá en pie para carearse con esta generación y hará que la condenen. porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón aquí. 32En el juicio, los habitantes de Nínive se alzarán a carearse con esta generación y h1aran que la condenen, por que ellos se arrepintieron con la Predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí.

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COMENTARIOS I

LA UNICA SEÑAL: JESUS Y SU MENSAJE,

COMO LA DE JONAS En la tablilla de la derecha (c: vv. 29-32) Jesús pasa a responder a la segunda cuestión

(«Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo», 11,16). Al ver que la gente iba tomando partido a su favor (1 1,29a), se pone a denunciar la perversidad de los que se aprovechan de la gente que se acaba de liberar y que lo quieren comprometer también a él a lanzarse ciegamente a una empresa que llevaría el pueblo a un fracaso estrepitoso. De falsos mesías ha habido ya una colección. Son los que incitan el pueblo a tomar las armas en nombre de Dios («le exigen una señal que viniera del cielo»). Reclaman una señal espectacular, una intervención contundente de Dios en la historia. Jesús les sale con algo imprevisto. En lugar de una señal irrebatible y prodigiosa, provocada por un deus ex machina que interviene en los asuntos humanos imponiendo su poder a diestra y siniestra con una «santa cruzada», les anticipa que su señal será el fracaso del Hombre, su muerte, en manos de los poderosos y explotadores del hombre.

Con una analogía, «la señal de Jonás», y dos ejemplos, «la reina del Sur» y «los ninivitas», Jesús responde de manera categórica a los que, en lugar de escuchar el mensaje, se dedican a comprometer la empresa de Dios entre los hombres: «Porque de la misma manera que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive», invitándolos a la conversión, «así va a serlo también el Hombre para esta generación. La reina del Sur se pondrá en pie en el juicio para carearse con esta generación y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón aquí. Los habitantes de Nínive se alzarán en el juicio para carearse con esta generación y harán que la condenen, porque ellos se arrepintieron con la predicación de Jonás, y hay más que Jonás aquí» (11,30-32). 'Escuchar' la sabiduría de su mensaje, superior a la de Jonás, es la invitación que dirige Jesús, el Hombre por antonomasia, a todo hombre de buena voluntad: notad que los dos ejemplos han sido tomados intencionadamente a partir de personajes ajenos a la promesa hecha a Israel. Se han invertido los términos: los dirigentes religiosos y los responsables políticos de Israel serán condenados por el testimonio de extranjeros, considerados por ellos como depravados e incrédulos.

II

Es evidente que muchos no están conformes con lo que han visto y oído. La respuesta de Jesús es categórica: “la gente de este tiempo es gente mala, piden una señal, pero no tendrán más señal que la señal de Jonás”. La señal que Jesús les propone es hacer presente el Reino de Dios a través de la Palabra y la misericordia. Por tanto, la maldad de toda generación consiste en no creer en la Palabra ni expresar la misericordia en las cosas que suceden a nuestro alrededor. Hay muchos que dependen de milagros o ayudas extraordinarias, alimentando el conformismo y la pasividad, a la espera que Dios u otros hagan las cosas. Con la afirmación “aquí ustedes tienen mucho más que Jonás” Jesús reafirma que él mismo es el “signo del cielo”, aunque irreconocible por no ser como lo esperaban los judíos. Qué difícil es reconocer al verdadero Jesús desdibujado por nuestras imágenes utilitaristas y egoístas; qué difícil es descubrir los milagros en la creación, en la cotidianidad de la vida, en nuestro aporte para ayudar a construir en el mundo el milagro del amor, la justicia y la fraternidad. La Cuaresma es un tiempo propicio para evaluar los niveles de aceptación del proyecto de Jesús en nuestra realidad concreta. Según los informes de las Naciones Unidas sobre pobreza y desarrollo en el mundo, los signos de muerte siguen creciendo a causa de aquellos que sólo creen en

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -35 - http://www.elalmendro.org [email protected] el dios neoliberal. Pero también hay muchos hombres y mujeres, organizaciones comunitarias y sociales, que hacen de su compromiso, un signo visible y creíble de un Jesús vivo y presente en medio de su pueblo. También es necesario aprovechar la Cuaresma para revisar si nuestra vida es un signo concreto de Dios en medio de los hermanos. “Brille así tu luz delante de la gente...” Jueves 13 de febrero Rodrigo EVANGELIO Mateo 7, 7-12

7Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán; 8porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren.

9O es que si a uno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a ofrecer una piedra? 10O si le pide un pescado, ¿le va a ofrecer una serpiente? 11Pues si vosotros, aun si sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo se las dará a los que se las piden!

12En resumen: Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas.

COMENTARIOS I

vv. 7-11. Confianza en el efecto de la petición a Dios (cf. Jr 29 [36 LXX],13s). La serie de

verbos acentúa la necesidad de confianza. Jesús ilustra lo dicho con el ejemplo de los hombres, que no niegan el alimento a sus hijos ni los engañan. «Malos como sois», por contraste con la incomparable bondad del Padre del cielo. Los dos ejemplos hablan del alimento cotidiano (pan, pescado) que sostiene la vida: todo lo que sostenga y aumente la vida de la comunidad será concedido por el Padre. Jesús recomienda insis tentemente la petición, que hace tomar conciencia de la propia necesidad y dispone al hombre a recibir los dones de Dios. Ha de hacerse con la confianza que reclama la relación hijo-padre.

v. 12. La Ley y los Profetas (= el AT), considerados antes como profecía del reinado de Dios

(5,17), son presentados ahora como código de moralidad. Jesús resume toda la enseñanza moral de esos escritos en el amor que busca el interés del prójimo como el propio. El amor al prójimo requiere iniciativa más allá de la casuística. El principio no puede considerarse exclusivo de la cul-tura judía; representa una norma de moralidad universal. Jesús no viene a fundar una nueva doctrina moral, sino a infundir el Espíritu (3,11); éste hará que el hombre llegue a una entrega tan total como la suya.

La Ley y los Profetas eran profecía del reinado de Dios que va a ser realidad por la obra de Jesús y los suyos (5,17s; cf. 11,13). De ellos se deduce también la norma de moralidad que ha de regir en la nueva sociedad humana (el reinado de Dios) y cuya práctica hará posible Jesús comunicando su Espíritu.

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II

El evangelio de hoy tiene como tema la oración. Una oración que no se reduce a pedir, sino que se complementa con las acciones de buscar y llamar. Una oración que debe hacerse con la certeza de que Dios escucha el clamor de su pueblo. Para Mateo, toda comunicación con Dios debe partir de la confianza absoluta en su bondad paternal, que ha sido demostrada a través de sus intervenciones en la historia salvífica del pueblo de Israel. El Dios del éxodo y de la alianza, es el mismo que desde la creación se preocupó de hacer todas las cosas buenas para el servicio de la humanidad. Jesús nos confirma que no hay que dudar de Dios, como el Padre que está siempre de nuestra parte, atento a escuchar la oración de un pueblo que pide, busca y llama. Dios siempre nos da cosas buenas. ¿Damos nosotros “cosas buenas” a los hermanos? ¿Cuáles son las “cosas buenas” que con silencios o gritos nos piden nuestras familias, nuestras comunidades, nuestros pueblos, sin que hasta el momento hayamos hecho algo? ¿Qué hacer para construir “cosas buenas” para los miles de hombres y mujeres sin empleo, sin techo, sin educación... fruto de las “cosas malas” (egoísmo, corrupción, violencia...) que caracterizan a los grupos de poder en nuestras sociedades? El v.12 responde con la famosa «regla de oro»: “hay que tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros”. En Jesús, estas palabras adquiere una nueva dimensión que resume la ley y los profetas: el amor. El amor hay que probarlo con la confianza en un Dios que ha demostrado su paternidad a lo largo de la historia salvífica, igualmente hay que demostrado en las relaciones justas y armoniosas con el prójimo. El amor a Dios y al prójimo exigen por tanto, relaciones de confianza y de justicia. Viernes 14 de marzo Matilde EVANGELIO Mateo 5, 20-26

20porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.

21Os han enseñado que se mandó a los antiguos: «No matarás (Ex 20,13), y si uno mata será condenado por el tribunal». 22Pues yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo llame rene-gado será condenado al fuego del quemadero.

23En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.

25Busca un arreglo con el que te pone pleito, cuanto antes, mientras vais todavía de camino; no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no pagues el último cuarto.

COMENTARIOS I

v. 20: porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los

letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -37 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Da Jesús la razón de lo que acaba de decir: la fidelidad de los suyos ha de situarse muy por encima de la de los letrados y fariseos. La fidelidad se entiende de modo intensivo y extensivo, en calidad y totalidad. Es insuficiente el legalismo, que se contenta con guardar preceptos; pero el discípulo no puede ser negligente en la práctica de su compromiso. La puerta para «entrar en el reino de Dios» es precisamente la primera bienaventuranza. A ella se refiere, por tanto, esta fidelidad.

v.v. 21-22: Os han enseña do que se mandó a los antiguos: «No matarás (Ex 20,13), y si uno mata será condenado por el tribunal». 22Pues yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo llame renegado será condenado al fuego del quemadero.

. Comienza una sección (5,21-48) en que Jesús ataca la concepción de la Ley mantenida por los letrados, primera de las dos categorías mencionadas en el versículo anterior. Esta sección se compone de seis antítesis entre la doctrina que éstos enseñan y las correcciones o aboliciones que hace Jesús. Éste no pretende radicalizar la ley de Moisés, sino, frente a ella, sacar las consecuencias que derivan para la conducta de un principio mucho más exigente: el bien del hombre y la creación de una sociedad nueva donde rigen las relaciones humanas propias del amor mutuo. En lugar de casuística, Jesús requiere la limpieza de corazón, la actitud interior de amor a los demás y el trabajo por la paz, manifestación de esa actitud.

La primera antítesis trata del mandamiento «No matarás» (Ex 20,13), «no cometer homicidio», y de la pena que se le asignaba, la condena pronunciada por un tribunal de 23 miembros.

Jesús plantea la exigencia desde otro punto de vista. No basta abstenerse de la acción externa; la actitud interna, estar airado con el hermano, merece ya el juicio. Para el reino se requiere la disposición benévola y favorable a los demás (5,8: «limpios de corazón»). La mala actitud interior se manifiesta en el insulto; en el reino de Dios, el desprecio manifestado es reato que requiere un tribunal más elevado que el mismo homicidio, el Consejo supremo. Cuando el insulto llega a excluir al otro del propio trato («renegado», cf. Dt 32,6, donde se aplica al pueblo de hijos degenerados), merece la pena definitiva.

«El quemadero», la gehenna, tomó su nombre del valle Gehinnon, y era el gran quemadero de basuras de Jerusalén; había pasado a ser símbolo del castigo definitivo, concebido como la destrucción por el fuego.

v.v. 23-24: En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda.

Jesús pasa ahora a exponer el lado positivo de la actitud de los que trabajan por la paz. Hay que recomponer la unidad rota por alguna ofensa, y eso tiene prioridad sobre todo acto de culto (cf. 12,7). Inútil acercarse a Dios si existe división.

v. 25: Busca un arreglo con el que te pone pleito, cuanto antes, mientras vais todavía de camino; no sea que te entregue al juez, y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. 26Te aseguro que no saldrás de allí hasta que no pagues el último cuarto.

Advierte Jesús sobre las consecuencias para el que está en falta de no reconocer ni procurar la reconciliación. Cuando no se ataja la discordia, su efecto recaerá sobre el que no ha querido dar el paso para lograr la paz.

II

Mateo coincide con Ezequiel (primera lectura) en que la justicia permite alejar el fantasma de la muerte, que desde el Antiguo Testamento amenaza con la destrucción definitiva de Israel. En el Nuevo Testamento, la búsqueda de la justicia debe ser incansable y en crecimiento, de

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -38 - http://www.elalmendro.org [email protected] manera que sea mayor a la de los escribas y fariseos. La justicia será para Jesús una clave de interpretación y actualización de las enseñanzas del Antiguo Testamento.

Este principio podemos constatarlo en la antítesis “se dijo... pero yo os digo”. Con respecto al mandamiento de “no matar”, no hay que entenderlo sólo como referencia a una muerte física, también están las muertes lentas y prolongadas fruto de la injusticia y el odio, esa muerte a cuentagotas que sufren los pobres a causa de modelos económicos que sólo enriquecen a unos pocos. También hay quienes matan sus familias, sus comunidades, sus grupos de trabajo o estudio, con la calumnia, el desprecio, la intolerancia, el egoísmo, la incapacidad de perdonar y reconciliarse con el hermano. Mateo presenta la reconciliación en perspectiva escatológica, es decir, que el otro ya no es sólo el hermano sino el que puede ser nuestro acusador en el juicio final. Por eso hay que reconciliarse ahora que todavía estamos a tiempo. Es triste constatar los rencores en familias y grupos humanos; o las divisiones “irrevocables” entre grupos u organizaciones sociales que terminan divididos por intereses egoístas. La responsabilidad como cristianos exige una actitud permanente de conversión y reconciliación que permita darle sentido a las celebraciones y mantener relaciones justas en el seno de la comunidad o de la familia. La reconciliación aparece incluso como la mejor preparación para realizar una buena celebración. Pedir perdón entonces, no es un signo de debilidad, sino de justicia y de reconciliación que nos ayuda a mantener un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Sábado 15 de marzo Luisa de Marillac EVANGELIO Mateo 5, 43-48

43Os han enseñado que se mandó: «Amarás a tu prójimo...» (Lv 19,18) y odiarás a tu enemigo. 44Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, 45para ser hijos de vuestro Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia sobre justos e injustos.

46Si queréis sólo a los que os quieren, ¿qué recompensa merecéis? ¿No hacen eso mismo también los recaudadores? 47y si mostráis afecto sólo a vuestra gente, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen eso mismo también los paganos? 48Por consiguiente, sed buenos del todo, como es bueno vuestro Padre del cielo.

COMENTARIOS I

vv. 43-48. Ultimo y supremo ejemplo de la limpieza de corazón: el amor a los enemigos. En

la frase citada por Jesús al principio, el primer miembro: «amarás a tu prójimo» es cita de Lv 19,18; el segundo: «odiarás a tu enemigo» pertenece a los principios esenios (cf. Sal 139,19-22). Para los discípulos no hay lugar a distinciones. Ellos, que sufren la persecución (5,10-12), no pueden dejarse llevar del odio. Sigue la propuesta de las nuevas relaciones humanas, que excluyen en absoluto la violencia. En lugar del odio, el deseo del bien (amor, oración). «Ser hijo de Dios» significa parecerse a él en el modo de obrar (cf. 5,9). Los discípulos tienen por distintivo el amor universal, no pueden conformarse al uso de la sociedad (recaudadores, paganos), que discrimina entre amigos y enemigos.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -39 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Con la frase final (48) Jesús descalifica la «perfección» propuesta por los letrados, que consistía en la observancia de la Ley Lo que hace al hombre perfecto (bueno del todo) y semejante al Padre es el amor que no conoce excepciones.

II

Jesús sigue mostrando la novedad de su propuesta con la invitación a amar a los enemigos. La expresión “Amarás a tu prójimo y no harás amistad con tu enemigo” es de difícil interpretación, pues en ninguna parte del Antiguo Testamento aparece el precepto de “odiar a los enemigos”. Sin embargo, para los judíos el verbo “odiar” significaba en muchos casos “no amar”, una forma muy practicada por los esenios, zelotes o fariseos frente a los coterráneos que no seguían sus doctrinas. Así, tanto el “no amar” como el “amar” estaba reservado a grupos específicos. Jesús propone una nueva interpretación a esta práctica tradicional: el que quiera ser su seguidor debe tener un amor sin fronteras y una actitud orante por todos, incluso por los que nos hacen sufrir. Estas serán condiciones para convertirse en hijo de un Dios, que como muestra de su amor misericordioso, hace salir el sol sobre buenos y malos, y llover sobre justos e injustos. Podemos contar siempre con el amor de Dios, pero será el amor entre las personas lo que hace posible que el sol y la lluvia hagan germinar las semillas del evangelio en la comunidad. Existen sin embargo en nuestra sociedad, personas que renuncian a ser amadas y se hacen impenetrables a la oración, resistiéndose a cambiar sus actitudes egoístas, rencorosas e injustas. Son estos los responsables de los conflictos sociales y armados que azotan el mundo de hoy. La tarea para todo cristiano es que al amar como Jesús amó y ser perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto, logremos contagiar a todo el mundo del amor de Dios, que es un amor fraterno, solidario con el pobre y constructor de justicia. Hagamos del amor un antídoto que podamos aplicar a una sociedad enferma con el virus del egoísmo y la injusticia.

Domingo 16 de marzo Heliberto

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA Primera lectura: Gen 22, 1-2. 9-13. 15-18

Salmo responsorial: 115, 10. 15-19 Segunda lectura: Rom 8, 31-34

EVANGELIO Marcos 9, 1-9

9 1Y añadió: -Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado

de Dios con fuerza. 2A los seis días Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un

monte alto; aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos: 3sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.

4Se les apareció Elías con Moisés; estaban conversando con Jesús. 5Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús:

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -40 - http://www.elalmendro.org [email protected]

-Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

6Es que no sabía cómo reaccionar, porque estaban aterrados. 7Se formó una nube que los cubría, y hubo una voz desde la nube: -Este es mi Hijo, el amado: escuchadlo. 8Y, de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos. 9Mientras bajaban del monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta

que el Hombre resucitase de la muerte.

COMENTARIOS I

NO A LO DE SIEMPRE

Pertenecían al grupo de los doce y formaban un trío inseparable del Maestro. Se llamaban Simón (= Dios escucha), Santiago (= Jacob) y Juan (=Dios agracia). Pero estos nombres no les iban demasiado bien; le venían grandes. Jesús les confeccionó otros a su medida: a Simón lo apodó "Pedro"(= piedra), tal vez aludiendo a su obstinado modo de pensar, y a los otros dos hermanos los llamó "Boanerges" (= hijos del trueno, fulminantes como rayos).

Eran pescadores de profesión, de las clases populares, de los de abajo, del pueblo que lucha por sobrevivir. Sin embargo no habían elegido esta situación, ni la querían. Aspiraban a más.

Un buen día se encontraron con el Maestro y pensaron que se les presentaba la oportunidad de su vida; al fin podrían salir del anonimato y abandonar la monotonía de la vida obrera, llegarían a grandes; con una poca suerte podrían contarse entre los de arriba, mandar, dominar y ocupar los primeros puestos del reino que instauraría su Maestro.

Jesús pensó que eran buenos hombres, pero que andaban un poco equivocados de ideas: tendría que dedicar a ellos más horas, necesitarían clases particulares intensivas para llegar a comprender qué clase de Maestro era y qué reino venía a instaurar.

El sitio elegido para una de estas lecciones fue el monte de la transfiguración. "Jesús cogió a Pedro, a Santiago y a Juan y subió con ellos solos a una montaña alta y apartada (lo de subir les iba bien; menos les gustaría bajar). Allí se transfiguró delante de ellos: sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no es capaz de blanquearlos ningún batanero del mundo (bonita imagen para expresar la presencia de Dios en Jesús). Se les aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús"; hablaban, según Lucas, de su muerte inminente.

"Intervino entonces Pedro y le dijo a Jesús: Maestro, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas; una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Estaba tan espantado que no sabía lo que decía".

Pedro había intervenido para impedir lo que se avecinaba: mejor era quedarse en lo alto del monte que bajar de nuevo para seguir hasta Jerusalén donde era previsible que las autoridades acabaran con la vida del Maestro.

Lo de siempre. Los de abajo -Pedro y los suyos- desean subir para quedarse arriba, y cuando están arriba, no quieren bajar, sino permanecer allí para siempre. Pero Jesús, tras la transfiguración, especie de avance de la resurrección, los invita a bajar con él, a volver a la gente, al mundo, a la tarea cotidiana y al servicio hasta la muerte, si fuese preciso. Es a este Jesús, que no se queda en las alturas, a quien hay que escuchar, según ordena la voz: "Este es mi Hijo, el predilecto, escuchadle".

El había venido para que dejara de haber unos arriba y otros abajo, proyecto que no se hará realidad mientras los de abajo no renuncien a subir y quedarse arriba, y los de arriba no se abajen por amor. Utópico proyecto que si se realizara daría luz verde a un mundo feliz y sin opresión.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -41 - http://www.elalmendro.org [email protected]

II

OTRA TENTACION: LA FUGA

La huida para aislarse en un pequeño paraíso individual en una choza en cualquier sitio, al aire libre en el campo... o en la celda de un convento. Con sólo lo necesario para vivir. Sin lujos, sin ambiciones..., pero sin problemas. Casi no parece una tentación, pero lo es. Y muy peligrosa.

EL CANSANCIO DEL CAMINO

Como le sucedió a Jesús, no nos va a resultar fácil mantener hasta el final nuestro compromiso de lucha por convertir este mundo en un mundo de hermanos. Y, además del resto de las tentaciones, en algún momento de la marcha aparecerán el cansancio, la desilusión y el deseo de construirnos un paraíso pequeño, a nuestra medida, para pararse a descansar... definitivamente. No se trata de renunciar a la meta; es una tentación mucho más fina: es pretender adelantar la meta para uno solo, o sólo para unos pocos, y abandonar la tarea de ofrecer a otros la posibilidad de fijarse esa misma meta. «Si nadie nos hace caso, ¿por qué no nos retiramos a algún sitio tranquilo en el campo y allí, sin ambiciones, pero sin hacernos más ilusiones, descansamos y ponemos en práctica nuestro ideal cristiano de vivir como hermanos?» Así se podría presentar esta tentación.

FRACASAR NO ES UN FRACASO Jesús se llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan y los hizo subir a un monte alto, aparte, a

ellos solos. Allí se transfiguró delante de ellos: sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear.

Los discípulos de Jesús acababan de sufrir el impacto de un anuncio para ellos preocupante: Jesús les acababa de decir que iba a morir asesinado por los poderosos de su tierra y que todos sus seguidores debían estar dispuestos a correr la misma suerte; pero que ni su muerte ni la de los suyos serían definitivas, sino que al final vencería la vida (Mc 8,34-38). Probablemente se dio cuenta de que sus discípulos no quedaban demasiado convencidos y quiso ofrecer a tres de ellos un anticipo de esa victoria. Es lo que nos cuenta el evangelio de este domingo: Jesús ofrece a Pedro, Santiago y Juan, los tres discípulos más preocupados por el triunfo de Jesús o por su propio éxito, la oportunidad de gozar de una experiencia que les hará comprender que lo que a los ojos de este mundo es una derrota, la muerte, no lo es en realidad. La transfiguración, como tradicionalmente se ha llamado a este pasaje, es la experiencia anticipada de la victoria de Jesús sobre la muerte. Jesús va a morir, sí; pero su muerte no será para siempre. El vive con la vida de Dios y esa vida es definitiva. Su fracaso no será un fracaso.

LA TENTACION DE LA HUIDA

En apoyo de lo que allí está sucediendo aparecen Moisés y Elías, que simbolizan el conjunto de la antigua religión de Israel. Para Pedro, Santiago y Juan no hay que buscar más; su esperanza está realizada: el Mesías ha triunfado. Este era el objetivo y ya se ha cumplido. Y propone que todo se detenga allí: «Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»

Dos peligros acechan escondidos en la propuesta de Pedro. Por un lado, la pretensión de parar la historia de la liberación de la humanidad poniendo al mismo nivel la Ley y los Profetas y el mensaje de Jesús de Nazaret. Para él, en este momento, Jesús no aporta nada nuevo a la Ley y a la liberación de la esclavitud de Egipto (Moisés) ni a los mensajes de los profetas (Elías) que urgían a su pueblo a realizar en profundidad aquella liberación; por eso quiere colocar a la par a Jesús y a Moisés y Ellas: «podríamos hacer tres chozas...».

Por otro lado, Pedro olvida que el mundo no se acaba en aquel monte y que allá abajo queda todavía mucho trabajo que realizar, muchos hombres y mujeres que aún no han llegado ni siquiera

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -42 - http://www.elalmendro.org [email protected] al nivel de libertad que Dios hizo posible para su pueblo por medio de Moisés. De esta manera, Pedro está proponiendo a Jesús que deje sin efecto el compromiso que asumió en su bautismo. Y eludiendo la exigencia que Jesús había planteado a todos sus discípulos: seguir, también ellos, hasta el final su camino.

UNA OFERTA NUEVA

La voz de Dios devuelve a Pedro a la situación presente: «Este es mi Hijo, el que yo quiero: escuchadlo a él.» Moisés y Elías ya no tienen nada que decir a los discípulos (de hecho no hablan con ellos); sólo a él, a Jesús, a quien Dios llama Hijo suyo, hay que escuchar; la Ley y los Profetas ya están cumplidos. Para el momento presente Dios tiene una oferta nueva que presenta por medio de Jesús: convertir este mundo en un mundo de hermanos en el que todos los hombres puedan vivir felices. Esa posibilidad sólo se ofrece por medio de Jesús, «y de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie más que a Jesús sólo con ellos», y el camino para lograr que se realice pasa por la entrega sin condiciones, hasta la muerte, si es preciso. No porque Dios exija sangre, sino porque los responsables de la injusticia y del sufrimiento que padece la mayoría de la humanidad van a utilizar toda la violencia de que dispongan para que ese mundo de hermanos nunca se haga realidad; y porque esa violencia sólo podrá ser vencida con el amor llevado hasta la entrega de la propia vida superando la tentación de huir ante las dificultades o ante el fracaso, manteniendo firme la confianza en Dios, que hará que la vida venza a la muerte.

III

v. 1 Y añadió: «Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado de Dios con fuerza».

Añade Jesús un dicho solemne que estimula la esperanza: El reinado de Dios conocerá un impulso extraordinario dentro de aquella misma generación, debido a la entrada de los paganos en el Reino después de la destrucción de Jerusalén (13,28-32; 14,62); llegará con fuerza de vida para la humanidad (cf. 5,30; 12,24; 13,26; 14,62). Se inaugurará una nueva etapa histórica.

Ante la violenta reacción de Pedro, portavoz del grupo de discípulos, a la predicción sobre el destino del Hijo del hombre (8,32), Jesús quiere convencerlos, mediante una experiencia extraordinaria, de que aceptar incluso la muerte por procurar a otros vida y plenitud humana no significa el fracaso del hombre y de su proyecto vital, sino que, por el contrario, asegura el éxito definitivo de la existencia.

v. 2: A los seis días Jesús se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, los hizo subir a un monte alto, aparte, a ellos solos, y se transfiguró delante de ellos...

Jesús toma consigo a los tres discípulos más representativos y que mayor resistencia ofrecen al mensaje (3,16s, sobrenombres; cf. 5,37); quiere mostrarles el estado final del Hombre, que, con su entrega, ha superado la muerte (cf. 8,31.35). El monte alto es símbolo de una importante (altura) manifestación divina; la precisión aparte alude, como en los contextos anteriores (4,34; 7,33), a la incomprensión de estos discípulos. La escena anticipa lo que será la condición de resucitado.

vv. 3-4: ... sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como ningún batanero en la tierra es capaz de blanquear. Se les apareció Elías con Moisés; estaban conversando con Jesús.

El blanco deslumbrador imposible de obtener en este mundo simboliza la gloria de la condición divina (cf. 16,5): Jesús se manifiesta en la plenitud de su condición de Hombre-Dios. Dos personajes, Elías (los profetas) y Moisés (la Ley), que representan el AT en su totalidad, se aparecen para ser vistos por los discípulos, pero no hablan con ellos, sino con Jesús; el verbo conversar aparece en Ex 34,35 para indicar que Moisés recibía ins trucciones de Dios: ahora es todo el AT el que las recibe de Jesús; él es el punto de llegada, la meta a la que tendía toda la revelación

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -43 - http://www.elalmendro.org [email protected] anterior: el AT no tiene ya un mensaje directo para los cristianos, su validez o caducidad se juzga a partir de Jesús. Los discípulos deberían comprenderlo.

v. 5: Reaccionó Pedro diciéndole a Jesús: «Rabbí, viene muy bien que estemos aquí nosotros; podríamos hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

La reacción de Pedro es característica: Rabbí (en Mc, sólo en boca de Pedro, 9,5; 11,21, y de Judas, 14,45) era el título honorífico de los maestros de la Ley, fieles a la tradición judía: muestra Pedro que la visión no ha cambiado su mentalidad, sigue apegado a esa tradición. Ofrece Pedro la colaboración de los tres (podríamos hacer) y pretende poner en pie de igualdad a Jesús, Moisés y Elías (tres chozas), es decir, integrar el mesianismo de Jesús en las categorías del AT: Moisés (liberación de Israel con muerte de los enemigos), Elías (celo reformador y violento, 1 Re 18,40; 19,14ss; 2 Re 1,9-12; Eclo 48,1ss; cf. Mc 1,29-31). No ve en la gloria que se ha manifestado un estado final, cree que pertenece a la vida histórica de Jesús y desea que se ponga al servicio de la restauración de Israel.

v. 6: Es que no sabía cómo reaccionar, porque estaban aterrados. El ofrecimiento de Pedro a colaborar ha sido un intento de congraciarse a Jesús; de hecho,

los tres discípulos sienten terror ante la gloria que se manifiesta en él, que, dada su anterior resistencia, sienten como una amenaza. No comprenden que la visión es un acto de amor de Jesús, que pretende liberarlos de los ideales mezquinos y exclusivistas que limitan su horizonte y les impiden su desarrollo humano.

vv. 7-8: Se formó una nube que los cubría, y hubo una voz desde la nube: «Este es mi Hijo, el amado: escuchadlo». Y de pronto, al mirar alrededor, ya no vieron a nadie mas que a Jesús solo con ellos.

La nube es símbolo de la presencia divina (cf. Ex 40,34-38). La voz revela a los discípulos la identidad de Jesús (cf. 1,11) y refrenda su enseñanza: es el único a quien deben escuchar (cf. Dt 18,15.18). El AT queda ya sin voz propia; escuchando a Jesús, la comunidad cristiana integra o descarta la doctrina del AT. Termina la manifestación.

v. 9: Mientras bajaban del monte les advirtió que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitase de la muerte.

Como los discípulos la han interpretado mal, no deben divulgar su error. Lo que se ha manifestado es la gloria definitiva del Hombre dotado de la condición divina, «el Hijo del hombre». Esta denominación, de sentido extensivo, indica que la misma condición gloriosa deberá extenderse a sus seguidores. Para los tres discípulos, sólo después de la muerte de Jesús, que mostrará la calidad de su mesianismo, podrá encontrar su contexto interpretativo. Pero debería prepararlos para la escena de Getsemaní (14,33).

IV

El relato del sacrificio de Isaac, en la primera lectura, da cierta ventaja a los lectores frente al mismo Abrahán, pues desde el primer versículo sabemos que se trata de una prueba: “Dios quiso probar a Abraham...”. Los dioses de la región exigían sacrificios humanos, especialmente del primogénito. Para Abrahán, siendo un hombre de fe, la petición de Dios no debió resultarle extraña, sino contradictoria, dado que pedía la vida del hijo de la promesa. ¿Qué es lo que realmente quiere Dios? Se trata de una prueba formativa. Dios quiere que Abrahán abandone definitivamente los dioses que exigen la muerte de sus hijos y crea en el Dios que no acepta sacrificios humanos porque es el Dios de la Vida. La fe y la obediencia en este Dios le permiten a Abrahán ganar su vida y la de los demás, una vida bendecida y multiplicada como las estrellas del cielo.

En la segunda lectura Pablo nos regala un bello himno que expresa el infinito amor de Dios por nosotros, probado a través de la muerte de lo más preciado, su único Hijo. Un amor que

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -44 - http://www.elalmendro.org [email protected] nos libera de los que juzgan y acusan y una muerte que nos libera de la muerte eterna. Cuando hay tanto amor de por medio, no hay que tener miedo ni perder las esperanzas. Recordemos que «si Dios esta con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?».

En textos precedentes al evangelio de hoy Jesús anuncia a sus discípulos el camino de la

pasión que culminará con su muerte en Jerusalén. Con la transfiguración, expresada simbólicamente a través de los vestidos resplandecientes, Jesús anuncia su resurrección. Hay que notar que la transformación no se da en Jesús sino en sus vestidos, queriendo significar que Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre, que lo que cambia son los momentos de la revelación.

Jesús invita a tres de sus discípulos como compañeros y testigos, como un signo de la importancia de la comunidad en la experiencia cristiana. El lugar es “un monte alto”, lugar privilegiado de la revelación de Dios. La aparición de Moisés y Elías confirma la llegada del Reino anunciado por Jesús, pues según la tradición judía la presencia de estos dos personajes sucedería al final de los tiempos; pero además, Moisés representa la ley, y Elías representa a los profetas. Al marcharse, sólo queda Jesús, superando así el Antiguo Testamento e inaugurando el Nuevo, para llevar a plenitud la voluntad de su Padre.

Ante tanta belleza, Pedro habla en nombre de los discípulos para proponer quedarse en la cima de la montaña. No sabe lo que dice al querer permanecer en el Antiguo Testamento, pero -peor aún- insiste en separar la resurrección del camino de la cruz. Pedro huye del conflicto; por eso prefiere la montaña a Jerusalén, el Tabor al Calvario. A todas luces parecía ilógico -y con perspectiva de fracaso- el anuncio de un Reino atravesado por la cruz y la muerte. Pero ésos son los caminos de Dios.

La vida cristiana, que es la realidad del Reino, pasa por las mismas contradicciones. Cuánto no daríamos, como Pedro, para quedarnos en la montaña y perpetuar los momentos felices… Cuánto nos cuesta acompañar a Jesús a Jerusalén y ayudarle a cargar la cruz? Esto no significa que los cristianos nacimos para sufrir, no; al contrario: debemos ser signos de vida y esperanza en abundancia. Pero precisamente en los momentos críticos, en los momentos en que parece que todas las puertas están cerradas y las llaves se quedaron dentro, entonces es cuando los cristianos sacamos la llave maestra de la esperanza para hacer posible la continuidad del Reino de Dios. Y esa llave maestra es la voz de Dios que día a día nos recuerda la necesidad de estar atentos para escuchar la voz de su Hijo amado, en el hermano pobre y necesitado, en el que está solo o cansado de la vida, en los que se ahogan en el vaso del consumismo, el pasivismo y la indiferencia.

Después de escuchar la voz de Dios, los discípulos miran a su alrededor y ven solo a Jesús, la única luz que permanecerá encendida al bajar del monte y acercarse a la oscuridad de Jerusalén. ¿Cómo sobrevivir a los momentos de oscuridad que tenemos en nuestras familias, cómo salir de la oscuridad de un mundo lleno de injusticia, exclusión y violencia, si no es teniendo a la mano la luz de Cristo, una luz segura y firme para llegar al amanecer de la Pascua? El silencio que ordena Jesús a los tres discípulos es una manera de decirles que todos los acontecimientos terrenos que viven ahora sólo serán perfectamente comprensibles después de la resurrección. Sólo después contarán todo lo que han visto y oído. Una Buena Noticia que seguimos anunciando con fe y con alegría, con nuestras palabras y sobre todo con nuestras vidas...

(La conocida obra "Un tal Jesús" incluye un episodio sobre la Transfiguración, elaborado con bastante libertad literaria, el 68; el comentario bíblico teológico que acompaña al episodio –en el libro- es excelente; puede sugerir mucho a la hora de preparar la homilía sobre la transfiguración; la hemos puesto en

http://servicioskoiononia.org/biblico/textos/UTJ68.htm ).

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -45 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Para la revisión de vida ¿Hasta qué punto me fío yo de la Palabra de Dios, como Abraham?, ¿cómo

reacciono cuando esa Palabra me trae complicaciones y comporta dificultades a mi vida? Abraham no se reservó para sí ni a su propio hijo, y eso que era el medio necesario para el

cumplimiento de la promesa que Dios le había hecho de tener una numerosa descendencia... ¿También yo soy capaz de ofrecerle y entregarle todo? ¿O hay zonas o realidades de mi vida que yo no estaría dispuesto a entregar a Dios si me lo pidiera?

¿Necesito yo un alto en el camino -como el que proporcionó Jesús a sus tres discípulos en el monte Tabor- para verle transfigurado y transfigurar así también mi vida?

Vamos por la vida caminando con gozo hacia el encuentro glorioso con Cristo resucitado; ¿estoy dispuesto a asumir que a ese triunfo final sólo se llega pasando por la cruz, por el servicio, por la vida entregada por y a los hermanos?, ¿o prefiero quedarme en el Tabor (hacer tres tiendas) sin continuar hasta el Calvario?

Para la reunión de grupo - La fe de Abraham fue "una fe contra toda evidencia"… ¿una especie de "obediencia

ciega"? Se trata fundamentalmente de un símbolo que no hay que extrapolar tomándolo a la letra. Teniendo eso en cuenta: ¿la fe, puede estar contra la evidencia de la razón? ¿Fe y razón pueden oponerse contradictoriamente? ¿Puede estar la fe en contra del «sentido común»?

- El pasaje de la transfiguración puede causar un malentendido, si nos lleva a imaginar que Jesús "por dentro", o sea, en su conciencia psicológica, sabía y veía y sentía todo como Dios, sólo que lo estaría disimulando o reprimiendo continuamente... Tema difícil, pero importante, éste de la "conciencia psicológica" de Jesús. Tal vez puede ser oportuno tener una charla, un intercambio con una persona entendida en cristología...

- Abraham no es «nuestro» padre en la fe, sino el padre de tres religiones monoteístas, las tres religiones abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islamismo. ¿No parece que tenemos bastante infravalorada esta «consanguinidad» o especial relación que deberíamos tener, que debería unirnos a las tres religiones? Sin ir más lejos: ¿qué relación tenemos desde mi comunidad cristiana con comunidades de religión judía o islámica de nuestra propia ciudad o región?

-(La citada obra "Un tal Jesús" incluye un episodio sobre la Transfiguración, elaborado con basante libertad literaria, el 68, que se presta a ser escuchada (o leída, o representada) y estudiada en grupo. El comentario bíblico teológico que acompaña al episodio –en el libro- es excelente; puede leerse en http://servicioskoiononia.org/biblico/textos/UTJ68.htm ).

-También se puede tomar algún folleto bíblico sobre Abraham (en los Servicios Koinonía hay varios) y preparar una reunión de grupo con un estudio sobre su figura y significado).

Para la oración de los fieles - Por la Iglesia, para que en medio de las oscuridades y angustias de nuestro mundo sea

siempre signo de la esperanza capaz de transfigurar la existencia humana. Oremos. - Por todas las personas, para que encontremos el sentido de la vida en el trabajo por

conseguir un mundo nuevo y mejor, transfigurado. Oremos. - Por todos los que padecen injusticia, opresión, soledad, rechazo; para que encuentren

hermanos que transfiguren su mirada con la ayuda solidaria. Oremos - Por todos los indecisos, para que descubran lo urgente que es amar. Oremos. - Por todos los pueblos a los que no llegó la luz del Evangelio: para que sean fieles a la luz

que el Dios único ha puesto a su disposición en la religión del pueblo en el que han venido al mundo. Oremos.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -46 - http://www.elalmendro.org [email protected]

- Por esta comunidad nuestra, para que permanezcamos fieles a Jesús, a quien el Padre resucitó de entre los muertos, y nos mantengamos firmes en la esperanza de encontrarnos un día cara a cara con el Cristo glorioso. Oremos.

Oración comunitaria Dios, Padre nuestro, que nos invitas a "escuchar a tu Hijo muy amado", Jesucristo;

abre nuestros corazones para que sepamos acoger su Palabra con cariño y confianza, la pongamos por obra, y así lleguemos a participar un día de la plenitud de su felicidad gloriosa. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro hermano e hijo tuyo muy amado...

o bien: Dios, Padre y Madre de todos tus hijos e hijas, «que quieres que todos se salven y lleguen

al conocimiento de la Verdad», y que invitas a «escuchar a tu Hijo muy amado"», Jesús, nuestro hermano adelantado; haz que cada pueblo comparta con los demás tu Palabra, la que has dado a cada uno de ellos en su propia religión, para que reflejando cada uno un destello de tu luz pluriforme, mutuamente nos iluminemos, y reconozcamos comunitariamente la Verdad plena de tu rostro siempre inabarcable. Nosotros te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro hermano, hijo tuyo muy amado. Lunes 17 de marzo Patricio EVANGELIO Lucas 6, 36-38

36Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. 37No juzguéis y no os juzgarán, no condenéis y no os condenarán, perdonad y os perdonarán, 38dad y os darán: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante; pues la medida que uséis la usarán con vosotros.

COMENTARIOS I

UNA REGLA DE ORO, VALIDA PARA TODOS

La segunda parte del discurso del llano va orientada a los oyentes, a todo el pueblo. En primera instancia, Jesús invita a todos a un amor generoso y universal (6,27-38), a fin de llegar a asemejarse del todo al Padre del cielo. De no ser así, si actuamos como lo hacen los paganos y descreídos, ¡vaya gracia! Si pagamos con la misma moneda, quiere decir que no hemos renunciado a sus falsos valores. El hombre que se abre al amor se vuelve generoso como el Dios de la creación; él mismo se fabrica la medida con la que será recompensado.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -47 - http://www.elalmendro.org [email protected]

II

El evangelio comienza con una invitación concreta: imitar la práctica misericordiosa de Dios. La vida de Jesús es también un despliegue permanente de misericordia con todos los que acuden a él, tanto para solucionar problemas concretos de enfermedad, hambre... como para enfrentar a quienes por la estrechez de su mentalidad se oponían a Jesús como prolongación misericordiosa del Padre. Para Jesús lo rescatable de esa ley que tanto obsesionaba a los escribas y fariseos, era precisamente la justicia, la misericordia y la fe (Mt 23,23).

¿Cómo debemos practicar la misericordia? El texto de hoy tiene dos sentencias negativas: no juzgar y no condenar, y luego dos positivas: perdonar y dar. El cristiano no debe juzgar o condenar porque Dios es el único juez; no podemos por tanto estar señalando o etiquetando a la gente con nuestros juicios o prejuicios, que tanto daño hacen a las personas. Esto no impide la corrección fraterna de la que nos habla el mismo Lucas (6,41-42). Tenemos el deber cristiano de ayudar al hermano haciéndole caer en cuenta de las fallas en su vivencia cristiana, pero aun esto requiere de dos premisas: mirar primero nuestra “viga”, y tener mucha caridad para que la corrección sea creíble y cristiana. Perdonar será para Jesús una de las claves fundamentales para entender la novedad de su proyecto. El cristiano que no perdona, no sólo no entendió el mensaje de Jesús sino que tampoco se hace merecedor del perdón del Padre. Cuando no perdonamos, no dejamos que el perdón de Dios actúe en nosotros, es decir: cerramos las puertas a la acción misericordiosa de Dios. Recordemos que Dios invita pero no obliga, y aunque está siempre atento, espera que toquemos, busquemos y llamemos.

Perdonar no es una actitud pasiva, requiere de una acción reparadora que complete la reconciliación: hay que dar, hay que compartir, hay que restablecer las relaciones de fraternidad, sin orgullos ni tacañerías, con generosidad y abundancia. Martes 18 de marzo Cirilo de Jerusalén EVANGELIO Mateo 23, 1-12

23 1Entonces Jesús, dirigiéndose a las multitudes y a sus discípulos, 2declaró: -En la cátedra de Moisés han tomado asiento los letrados y los fariseos. 3Por tanto, todo

lo que os digan, hacedlo y cumplidlo..., pero no imitéis sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen.

4Lían fardos pesados y los cargan en las espaldas de los hombres, mientras ellos no quieren empujarlos ni con un dedo.

5Todo lo hacen para llamar la atención de la gente: se ponen distintivos ostentosos y borlas grandes en el manto: 6les encantan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas, 7que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame «Rabbí».

8Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar «Rabbí», pues vuestro maestro es uno solo y vosotros todos sois hermanos; 9y no os llamaréis «padre» unos a otros en la tierra, pues vuestro Padre es uno solo, el del cielo; 10tampoco dejaréis que os llamen «directores», porque vuestro director es uno solo, el Mesías. 11El más grande de vosotros será servidor vuestro. 12A quien se encumbra, lo abajarán, y a quien se abaja, lo encumbrarán.

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COMENTARIOS I

v. 1. Para empezar, Jesús no se dirige a letrados y fariseos, sino a la gente y a sus

discípulos. Su denuncia pretende abrirles los ojos para que conozcan la calidad de los que se proclaman maestros y se liberen de su yugo.

v. 2. En Dt 18,15.18 se anunciaban profetas como los sucesores de Moisés. El puesto de

los profetas lo han tomado los doctores de la Ley y sus observantes. Se ha sustituido la referencia a Dios, propia de los profetas, por la referencia a Un código minuciosamente comentado e interpretado, que ahoga al hombre en la casuística. Recuérdense los 613 mandamientos que se distinguían en la Ley, todos obligatorios por igual.

v. 3. Los puntos suspensivos indican la ironía de la frase. El segundo miembro neutraliza

al primero, pues nadie hace caso de maestros sabiendo que son hipócritas. Esta interpretación se confirma por el hecho de que Jesús ataca no sólo la conducta, sino también la doctrina de los fariseos (15,6-9.14; 16,12; 23,13.15.16-22). No puede, por tanto, estar recomendando que hagan lo que dicen.

v. 4. «Los fardos pesados» se oponen a «la carga ligera» de Jesús (11,30). La doctrina

propuesta por los letrados es una carga insoportable. Es más, ellos, que la proponen como obligatoria, no ayudan en nada a su observancia, se desentienden de los que tendrían que observarlas. No pretenden, por tanto, ayudar a los hombres, sino dominar por medio de su doctrina.

v. 5. «Se ponen distintivos ostentosos», lit. «ensanchan sus filacterias». Este término

significa «medio de protección» contra el mal, y en el contexto judío, probablemente «medio de custodian conservar en la memoria» la ley de Moisés; consistían en unos colgantes que llevaban escritos ciertos pasajes de la Ley (Dt 11,13-22; 6,4-9; Ex 13,11-16.2-10) y eran el cumplimiento material de Ex

13,9.16; Dt 6,8; 11,18 («meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente»). Se colgaban en la frente y en la muñeca los días de trabajo para la oración de la mañana y se pronunciaba una bendición a Dios. Los fariseos devotos las llevaban puestas todo el día, y más grandes de lo ordinario, para ostentar su fidelidad a la Ley.

No existe equivalente exacto en nuestra cultura, lo más aproximado serían los distintivos ostentosos de la propia piedad o consagración a Dios. La traducción más cercana al original será: «se cuelgan amuletos anchos/insignias/distintivos ostentosos»; el objetivo de aquella exhibición ha de ser explicado.

vv. 7-8. «Señor mío», «monseñor», significado de «rabbí» en la época de Jesús; era título

dado a los maestros eminentes de la Ley. De ordinario se traduce «maestro», pero en este texto, donde Mt opone el término hebreo al griego, es mejor conservarle su sentido de título.

Aunque el texto no lo indica, estas palabras de Jesús están dirigidas a sus discípulos. Jesús insiste en la igualdad entre los suyos. Nadie de su comunidad tiene derecho a rango O privilegio; nadie depende de otro para la doctrina: el único maestro es Jesús mismo: todos los cristianos son «hermanos», iguales. De hecho es Jesús solo quien puede revelar al hombre el ser del Padre (11,27). Esta es la verdadera enseñanza, que consiste en la experiencia que procura el Espíritu. Esto indica que en su comunidad lo único que tiene vigencia es lo que procede de él, que nadie

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -49 - http://www.elalmendro.org [email protected] puede arrogarse el derecho a constituir doctrina que no tenga su fundamento en la que él expone y su base en la experiencia que él comunica, y que en esta tarea todos son iguales.

v. 9. «Y no os llaméis padre»: título de los maestros y de los miembros del Gran Consejo

(Hch 7,2; 22,1). El título «padre» se usaba para los rabinos y los miembros del Gran Consejo. «Padre»

significaba transmisor de la tradición y modelo de vida. Jesús prohibe a los suyos reconocer ninguna paternidad terrena, es decir, someterse a lo que transmiten otros ni tomarlos por modelo. Lo mismo que él no tiene padre humano, tampoco los suyos han de reconocerlo en el sentido dicho. El discípulo no tiene más modelo que el Padre del cielo (cf. 5,48) y a él sólo debe invocar como «Padre» (6,9). Se adivina en las palabras de Jesús la relación que crea el Espíritu: él es la vida que procede del verdadero Padre, y el agente de la semejanza del hombre con el Padre.

v. 10. El término usado por Mt significa el consejero y guía espiritual. Lo mismo que el

título de Maestro, Jesús se reserva también éste y previene contra toda usurpación. Es él, en cuanto Mesías, el que señala el camino y es objeto de seguimiento.

v. 11. Establecida la diferencia entre el comportamiento de los rabinos y el de los

discípulos (8-10), define Jesús cuál es la verdadera grandeza, en oposición a las pretensiones de los letrados y fariseos; prescribe el espíritu de servicio, en contraste con la falta de ayuda de los maestros de la Ley a los que tienen que cumplirla (v. 4).

v. 12. Contra el deseo de preeminencia, enuncia Jesús el principio que ha de orientar a su

comunidad. El sujeto no indicado de los verbos «lo abajarán, lo encumbrarán» es Dios mismo. El principio enuncia, por tanto, un juicio de Dios sobre las actitudes humanas. La estima que pretenden los rabinos ante los hombres, es desestima a los ojos de Dios.

II

Las palabras de Jesús tienen dos objetivos fundamentales: desenmascarar la incoherencia de los escribas y fariseos, y alertar a los discípulos contra la tentación de la ambición, verdadero cáncer en cualquier comunidad. Jesús exige coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Los escribas y fariseos representan el modelo negativo perfecto, pues aunque conocen a la perfección la ley y los profetas, su vida cotidiana es una búsqueda insaciable por las apariencias y los privilegios. Por esto Jesús dice que se les puede escucharlos, pero advierte del peligro de imitar su comportamiento, porque en el terreno de lo práctico, su estilo de vida es contrario a su doctrina; no hacen lo que exigen a los demás, y, lo que hacen, está lleno de vanidad y ambición, contradiciendo así las enseñanzas de Jesús y perdiendo todo su valor ante Dios.

Jesús pone al descubierto, la hipocresía, la mentira, la corrupción, y el clientelismo, de grupos sociales dominantes que con el poder de la palabra o del dinero, predican una vida al servicio de la justicia, cuando en la práctica están al servicio de sus propios intereses. Ya Mateo había advertido que la justicia era la clave para evaluar este tipo de actitudes: “si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20). Frente a esta situación, Mateo dirige una serie de advertencias a los discípulos o los responsables de las comunidades cristianas. En primer lugar, los cargos de responsabilidad no pueden ser un medio para buscar intereses personales, sino una manera de servir a los demás. Las comunidades no pueden dedicar su vida a la búsqueda de honores y títulos, sino a consolidar la fraternidad. Al tener un Padre común, todos somos hermanos, y al tener a Jesús como guía, todos somos sus seguidores.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -50 - http://www.elalmendro.org [email protected] Miércoles 19 de marzo José EVANGELIO Mateo 1, 16. 18-21. 24 a

1 1Génesis de Jesús, Mesías, hijo de David, hijo de Abrahán: Abrahán engendró a Isaac, 2lsaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, 3Judá engendró, a Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, 4Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, 5Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, 6Jesé engendró al rey David, David engendró, de la que fue mujer de Unas, a Salomón, 7Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, 8Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías, 9Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, 10Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, 11josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia. 12Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, 13Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliacin, Eliacín engendró a Azor, 14Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquin, Aquin engendró a Eliud, 15Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob 16y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -51 - http://www.elalmendro.org [email protected]

18Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. 19Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamaría, decidió repudiarla en secreto. 20Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo:

-José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque a criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo. 21Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.

22Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: 23Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14). (que significa «Dios con nosotros»).

COMENTARIOS I

Con esta genealogía se inserta el Mesías en la historia. Hombre entre los hombres.

Solidaridad: su ascendencia empieza con la de un idólatra convertido (Abrahán) y pasa por todas las clases sociales: patriarcas opulentos, esclavos en Egipto, pastor llegado a rey (David), carpintero (José).

Aparte María su madre, de las cuatro mujeres citadas, Tamar se prostituyó (Gn 38,2-26), Rut era extranjera, Rahab extranjera y prostituta (Jos 2,1), Betsabé, «la de Urías», adúltera (2 Sm 11,4). Ni racismo ni pureza de sangre, la humanidad como es.

En Jesús Mesías va a culminar la historia de Israel. La genealogía se divide en tres períodos de catorce generaciones, marcados por David y por la deportación a Babilonia. La división en gene-raciones no es estrictamente histórica, sino arreglada por el evangelista para obtener el número «catorce» (valor numérico de las letras con que se escribe el nombre de David), estableciendo al mismo tiempo seis septenarios o «semanas» de generaciones. Jesús, el Mesías, comienza la séptima semana, que representa la época final de Israel y de la humanidad. La octava será el mundo futuro. Con la aparición de Jesús Mesías da comienzo, por tanto, la última edad del mundo.

«Engendrar», en el lenguaje bíblico, significa transmitir no sólo el propio ser, sino la propia manera de ser y de comportarse. El hijo es imagen de su padre. Por eso, la genealogía se interrumpe bruscamente al final. José no es padre natural de Jesús, sino solamente legal. Es decir, a Jesús pertenece toda la tradición anterior, pero él no es imagen de José; no está condicionado por una herencia histórica; su único Padre será Dios, su ser y su actividad reflejarán los de Dios mismo. El Mesías no es un producto de la historia, sino una novedad en ella. Su mesianismo no será davídico (cf. 22,4146).

Mateo hace comenzar la genealogía de Jesús con los comienzos de Israel (Abrahán) (Lc 3 23-38 se remonta hasta Adán). Esto corresponde a su visión teológica que integra en el Israel mesiánico a todo hombre que dé su adhesión a Jesús. La historia de Israel es, para Mateo, la de la humanidad.

El hecho de que Abrahán no lleve patronímico y, por otra parte, se niegue la paternidad de José respecto de Jesús, puede indicar un nuevo comienzo. Así como con Abrahán empieza el Israel étnico, con Jesús va a empezar el Israel universal, que abarcará a la humanidad entera.

El Mesías salvador nace por una intervención de Dios en la historia humana. Jesús no es un

hombre cualquiera. El significado primario del nacimiento virginal, por obra del Espíritu Santo, hace aparecer esta acción divina como una segunda creación, que supera la descrita en Gn 1,lss. En la primera (Gn 1,2), el Espíritu de Dios actuaba sobre el mundo material (“El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas”); ahora hace culminar en Jesús la creación del hombre. Esta culminación no

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -52 - http://www.elalmendro.org [email protected] es mera evolución o desarrollo de lo pasado; por ser nueva creación se realiza mediante una intervención de Dios mismo.

Puede aún compararse Mt 1,2-17 y 1,18-25 con los dos relatos de la creación del hombre. En el primero (Gn 1,1-2,3) aparece el hombre como la obra final de la creación del mundo; en el segun-do (Gn 2,4bss) se describe con detalle la creación del hombre, separado del resto de las obras de Dios. Así Mateo coloca a Jesús, por una parte, como la culminación de una historia pasada (genealogía) y, a continuación, describe en detalle el modo de su concepción y nacimiento, con los que comienza la nueva humanidad. Jesús es al mismo tiempo novedad absoluta y plenitud de un proceso his tórico.

La escena presenta tres personajes: José, María y el ángel del Señor, denominación del AT para designar al mensajero de Dios, que a veces se confunde con Dios mismo (Gn 16,7; 22,11; Ex 3,2, etc.).

v. 18: Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de

vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. El matrimonio judío se celebraba en dos etapas: el contrato y la cohabitación. Entre uno y

otra transcurría un intervalo, que podía durar un año. El contrato podía hacerse desde que la joven tenía doce años; el intervalo daba tiempo a la maduración física de la esposa. María está ya unida a José por contrato, pero aún no cohabitan. La fidelidad que debe la desposada a su marido es la propia de personas casadas, de modo que la infidelidad se consideraba adulterio. El «Espíritu Santo» (en gr. sin artículo en todo el pasaje) es la fuerza vital de Dios (espíritu = viento, aliento), que hace concebir a María. El Padre de Jesús es, por tanto, Dios mismo. Su concepción y nacimiento no son casuales, tienen lugar por voluntad y obra de Dios. Así expresa el evangelista la elección de Jesús para su misión mesiánica y la novedad absoluta que supone en la historia (nueva creación).

v. 19: Su esposo, José, que era hombre justo y no quería infamaría, decidió repudiarla en

secreto. José es el hombre justo o recto. Por el uso positivo que hace Mateo del término (cf. 13,17;

23,29; en ambos casos «justos» asociados a «profetas») se ve que es prototipo del israelita fiel a los mandamientos de Dios, que da fe a los anuncios proféticos y espera su cumplimiento; puede considerarse figura del resto de Israel. Su amor o fidelidad a Dios (cf. 22,37) lo manifiesta que-riendo cumplir la Ley, que lo obligaba a repudiar a María, a la que consideraba culpable de adulterio; el amor al prójimo como a sí mismo (cf. 22,39) le impedía, sin embargo, infamaría. De ahí su decisión de repudiarla en secreto y no exponerla a la vergüenza pública. Interviene «el ángel del Señor» (cf. 28,2), y José, que encarna al resto de Israel, es dócil a su aviso; comprende que la expectación ha llegado a su término: se va a cumplir lo anunciado por los profetas.

Se percibe al mismo tiempo el significado que el evangelista atribuye a la figura de María quien más tarde aparecerá asociada a Jesús, en ausencia de José (2, 11). Ella representa a la comunidad cristiana, en cuyo seno nace la nueva creación por la obra continua del Espíritu. La duda de José refleja, por tanto, el conflicto interno de los israelitas fieles ante la nueva realidad la comunidad cristiana. Por la ruptura con la tradición que percibe en esta comunidad (= nacimiento virginal, sin padre o modelo humano/judío), José/Israel debe repudiarla para ser fiel a esa tradición; por otra parte, no tiene motivo alguno real para difamarla pues su conducta intachable es patente. El ángel del Señor, que representa a Dios mismo, resuelve el conflicto invitando al Israel fiel a aceptar la nueva comunidad, porque lo 'que nace en ella es obra de Dios. Ese Israel comprende entonces la novedad del mesianismo de Jesús y acepta la ruptura con el pasado.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -53 - http://www.elalmendro.org [email protected]

v. 20: Pero, apenas tomó esta resolución, se le apareció en sueños el ángel del Señor, que le dijo: -José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque a criatura que lleva en su seno viene del Espíritu Santo.

La apelación «hijo de David» aplicada a José, indica, en relación con 1,1, que el derecho a la realeza le viene a Jesús por la línea de José (cf 12,23; 20,30). El hecho de que el ángel se aparezca a José siempre en sueños (2,13.19) muestra que el evangelista no quiere subrayar la realidad del ángel del Señor.

v. 21: Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de

los pecados. El ángel disipa las dudas de José, le anuncia el nacimiento y le encarga, como a padre legal

de imponer el nombre al niño. El nombre Jesús, «Dios salva» es el mismo de Josué, el que introdujo al pueblo en la tierra prometida. Se imponía en la ceremonia de la circuncisión, que incorporaba al niño al pueblo de alianza. El significado del nombre se explica por la misión del niño: éste va a salvar a «su pueblo», el que pertenecía a Dios (Dt 27,9; 32,9; Ex 15,16; 19,5; Sal 135,4): se anticipa el contenido de la profecía citada a continuación. El va a ocupar el puesto de Dios en el pueblo. No va a salvar del yugo de los enemigos o del poder extranjero, sino de «los pecados», es decir, de un pasado de injus ticia. «Salvar» significa hacer pasar de un estado de mal y de peligro a otro de bien y de seguridad: el mal y el peligro del pueblo están sobre todo en «sus pecados», en la injusticia de la sociedad, a la que todos contribuyen.

vv. 22-23: Esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:

23Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán de nombre Emanuel (Is 7,14). (que significa «Dios con nosotros»)...

El evangelista comenta el hecho y lo considera cumplimiento de una profecía (1,22: "Todo esto sucedió etc."). Mientras, por un lado, el nacimiento de Jesús es un nuevo punto de partida en la historia por otro es el punto de llegada de un largo y atormentado proceso. Con el término Emmanuel, «Dios con nosotros» o, mejor, «entre nosotros» da la clave de interpretación de la persona y obra de Jesús. No es éste un mero enviado divino en paralelo con los del AT. Representa una novedad radical. El que nace sin padre humano, sin modelo humano al que ajustarse, es el que puede ser y de hecho va a ser la presencia de Dios en la tierra, y por eso será el salvador. Respecto de José por el designio de Dios cumplido en María.

II

Jesús pertenece a la familia de David por la línea de José. Mateo nos aclara que el embarazo de María es obra del Espíritu Santo. José, que no lo sabe, supone un acto de infidelidad y adulterio, que según la ley judía preveía dos soluciones: la denuncia pública y la consiguiente lapidación (Dt 22,13-21) o el repudio, con la presencia de dos testigos (Dt 24,1).

José, al que Mateo le da el título de «justo», no quiere exponer su mujer al escarnio público, y decide separarse de ella discretamente. Para los judíos, «justo» era el que obedecía estrictamente la ley. En aquella mentalidad, una persona observante de la ley hubiera denunciado a María, por lo que podría pensarse que José no estaba «cumpliendo estrictamente la ley»…

Sin embargo, en José la justicia cambia de perspectiva. Ésta no se entiende desde la ley o la norma, sino desde su bondad y comprensión para con María. José recupera el sentido original de la justicia que consistía en «ser fiel y generar armonía en la comunidad haciendo la voluntad de Dios». José opta por la fidelidad al proyecto de Dios que incluye el nacimiento de Jesús y con él, de la nueva comunidad cristiana. En el diálogo con el ángel, la misión de Jesús queda definida

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -54 - http://www.elalmendro.org [email protected] a partir del mismo nombre: Jesús significa en hebreo «Dios es la salvación, Dios ayuda y libera, Dios es salvador». Mateo interpreta el nombre indicando que «él salvará a su pueblo de los pecados». José al despertar del sueño, hizo todo lo que el ángel le había mandado. Así se ratifica como el hombre «justo» que cumple la voluntad de Dios.

La celebración de la fiesta de san José en tiempo de Cuaresma es una invitación a revisar nuestra justicia entendida como fidelidad al proyecto de Jesús y de la comunidad. Que nuestro despertar cada día sea para ser justos haciendo la voluntad de Dios.

La serie radiofónica «Un tal Jesús» tiene un capítulo sobre san José. Dado que apenas

tenemos algún dato histórico sobre él, los autores –José Ignacio y María López Vigil- se toman la libertad literaria de «imaginar»a José de manera muy diferente a la que, con la misma legitimidad, lo imaginó también la religiosidad popular clásica (el anciano con la vara florida…).

En este sentido, y como un cierto ejercicio incluso de humor, puede ser bueno dar hoy una revisión al tomo de la BAC («Biblioteca de Autores Cristianos», famosa editorial «clásica» ya veterana en España) sobre «Teología de san José», del P. B. Llamera. Todo un grueso volumen, el 108 de la «colección BAC normal». Simplemente hojearlo provoca hoy espontáneamente en el lector una profunda meditación sobre la necesaria sobriedad de la teología… Jueves 20 de marzo Alejandra EVANGELIO Lucas 16, 19-31

19Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino, y banqueteaba todos los días espléndidamente. 20Un pobre llamado Lázaro estaba echado en el portal, cubierto de llagas; 21habría querido llenarse el estómago con lo que caía de la mesa del rico; por el contrario, incluso se le acercaban los perros para lamerle las llagas. 22Se murió el pobre y los ángeles lo reclinaron a la mesa al lado de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. 23Estando en el lugar de los muertos, en medio de tormentos, levantó los ojos, vio de lejos a Abrahán con Lázaro echado a su lado 24y lo llamó:

-Padre Abrahán, ten piedad de mi; manda a Lázaro que moje en agua la punta de un dedo y me refresque la lengua, que padezco mucho en estas llamas.

25Pero Abrahán le contestó: -Hijo, recuerda que en vida te tocó a ti lo bueno y a Lázaro lo malo; por eso ahora éste

encuentra consuelo y tú padeces. 26Además, entre nosotros y vosotros se abre una sima inmensa, así que, aunque quiera, nadie puede cruzar de aquí hasta vosotros ni pasar de ahí hasta nos-otros.

27El rico insistió: -Entonces, padre, por favor, manda a Lázaro a casa de mi padre, 28porque tengo cinco

hermanos: que los prevenga, no sea que acaben también ellos en este lugar de tormento. 29Abrahán le contestó: -Tienen a Moisés y a los Profetas, que los escuchen. 30El rico volvió a insistir: -No, no, padre Abrahán, pero si uno que ha muerto fuera a verlos, se enmendarían. 31Abrahán le replicó: -Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no se dejarán convencer ni aunque uno

resucite de la muerte.

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COMENTARIOS I

LA IMAGINERIA PIADOSA JUDÍA ETERNIZADA

EN EL LENGUAJE RELIGIOSO La parábola del rico y de Lázaro, desconectada de su contexto vital, ha dado pie a considerar

como pensamiento auténtico de Jesús lo que no era más que una simple concesión al lenguaje de sus adversarios (cielo = seno de Abrahán; purgatorio o infierno = el abismo, lugar de tormento, llamas). Jesús habla a los fariseos: la parábola se adapta forzosamente a sus categorías religiosas. Con todo, una cosa es clara: los dos «se mueren», pero mientras el pobre Lázaro es conducido por los ángeles al seno de Abrahán, símbolo de una vida que continúa, del rico se afirma que «lo enterraron» (16,22). La parentela del rico (los «cinco hermanos») irá a parar inexorablemente al lugar de la muerte. No han hecho caso a Moisés (= la Ley, el pedagogo de los inmaduros), ellos los observantes por antonomasia, ni de los Profetas (= el Espíritu, la prenda de los hijos de Dios). Por eso «no harán caso ni a un muerto que resucite» (16,29-31). Cuando Lucas redacta su Evangelio, el peligro fariseo sigue latente en su comunidad. Es el problema de siempre: dinero, poder... El abismo que se abre entre los miembros de una comunidad que comparte y otra que lo cifra todo en la observancia ritual y minuciosa de lo que está mandado «es inmenso: por más que quiera, nadie podrá cruzar de aquí basta vosotros ni pasar de ahí hasta nosotros» (16,26). Es el abismo que existe entre la vida y la no-vida, entre el que está seguro de si mismo y el que asume el riesgo de poner su propia existencia al servicio de los hermanos.

II

La riqueza es el nuevo tema de controversia entre Jesús y los fariseos. Jesús sienta su

posición a través de la famosa parábola de “Lázaro y el rico epulón”. El desenlace es claro. El rico «epulón» -que significa «banqueteador»- se preocupa sólo por darse la gran vida sin importarle la situación de los demás; es incoherente con la Palabra de Dios que desde Moisés y los profetas invita a la solidaridad con los más necesitados, y hace de la riqueza su propio dios. El pobre aparece enfermo, discriminado y marginado.

Pero en la otra vida las cosas cambian. El rico sufre y el pobre goza. El rico entonces se arrepiente y quiere salvar a sus hermanos que siguen en la tierra. No es posible, porque allí ya hay quienes anuncian la Palabra; además, para quien no quiere escuchar ni vivir la Palabra de Dios, ni el milagro más espectacular, como la resurrección de un muerto, cambiará su vida.

Por muchos siglos con esta parábola se ha predicado la resignación de los pobres, que sería compensada con la riqueza en el más allá, cuando por el contrario, su énfasis está puesto en el más acá...

La parábola termina en la tierra, que es donde se gana o se pierde el cielo. Mientras se le niega al rico la oportunidad de avisarles a sus hermanos, los oyentes se sienten con el privilegio de estar siendo avisados y tener una nueva oportunidad para revisar su relación con la riqueza y con los más necesitados. Preguntémonos con sinceridad, si la riqueza nos obsesiona hasta el punto de convertir el dinero en nuestro dios; si seguimos discriminando, marginando, humillando en la relación con los demás; si hemos abandonado -o nunca hemos comenzado- la lucha que como cristianos debemos sostener por una sociedad más justa e igualitaria, donde no haya ni epulones ni Lázaros, sino hombres y mujeres hermanos en la gran familia de Dios…

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -56 - http://www.elalmendro.org [email protected] Viernes 21 de marzo Clemencia EVANGELIO Mateo 21, 33-43. 45-46

33Escuchad otra parábola: Había una vez un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó un lagar,

construyó la torre del guarda (Is 5,1-7), la arrendó a unos labradores y se marchó al extranjero. 34Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus siervos para percibir de los

labradores los frutos que le correspondían. 35Los labradores agarraron a los siervos, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.

36Envió entonces otros siervos, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. 37Por último les envió a su hijo, diciéndose:

-A mi hijo lo respetarán. 38Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: -Éste es el heredero: venga, lo matamos y nos quedamos con su herencia. 39Lo agarraron, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. 40Vamos a ver, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? 41Le contestaron: -Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará su viña a otros que le

entreguen los frutos a su tiempo. 42Jesús les dijo: -¿Nunca habéis leído en la Escritura?

La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho: ¡Qué maravilla para los que lo vemos! (Sal 118,22-23).

43Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se le dará a un pueblo

que produzca sus frutos. 45A1 oír sus parábolas, los sumos sacerdotes y los fariseos se dieron cuenta de que iban por

ellos. 46Aunque estaban deseando echarle mano, tuvieron miedo de las multitudes, que lo tenían por profeta.

COMENTARIOS I

v. 33. Jesús reclama la atención de los dirigentes para la parábola que sigue («escuchad»).

La imagen de la viña está tomada de Is 5,ls, citado libremente. «La torre del guarda», lit. «una torre»; se trata de una torrecilla o atalaya para vigilar la viña, sobre todo en la época de la vendimia. Con la especificación «del guarda» se indica la finalidad para la que se construye. La viña como imagen del pueblo elegido era familiar a los judíos (cf. Os 10,1; Jr 2,21; Ez 15,l ss.; 19,l0ss; Sal 80,9ss.).

Para mayor claridad, puede anticiparse el significado de las figuras simbólicas que aparecen en esta alegoría: el propietario de la viña representa a Dios; la viña, como se ha dicho, a

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -57 - http://www.elalmendro.org [email protected] Israel; la plantación y trabajos del dueño en favor de ella muestran la solicitud y el amor de Dios por el pueblo elegido; los labradores encargados de que la viña produzca, son figura de los dirigentes; el fruto, como lo indica el paralelo de Is 5,7, es el amor al prójimo, es decir, el derecho y la justicia; los criados enviados por Dios representan a los profetas; su repetido envío señala la constante llamada de Dios a la conversión; el Hijo y heredero es Jesús el Mesías.

vv. 34-35. «El tiempo de la vendimia», lit. «el tiempo/momento de los frutos». Dios pide

cuentas a los dirigentes; envía dos grupos de criados, que pueden corresponder a los profetas de antes y después de la deportación a Babilonia. Los malos tratamientos que sufren por parte de los labradores marcan una progresión ascendente: apalear, matar, apedrear, mostrando el empeoramiento progresivo de las relaciones del pueblo con Dios. Tanto en el judaísmo como en el cristianismo primitivo se habla de la lapidación de los profetas (cf. 2 Cr 24,21; Mt 23,37).

vv. 36-37. El segundo grupo de criados, más numeroso que el primero, sufre los mismos

malos tratos. Los dirigentes tampoco responden a su mensaje. La historia de Israel está dominada por la infidelidad a Dios. Pasa un período de tiempo («por último»). El dueño está seguro de que a su hijo lo respetarán; Dios espera siempre una respuesta del hombre. «El Hijo» es clara alusión a Jesús mismo (cf. 2,15; 3,17; 4,3; 8,29; 14,33; 16,16; 26,63; 27,43-54).

v. 38. La expectación del dueño se ve defraudada. Los labradores reconocen

inmediatamente al hijo; no hay vacilación, pero deciden matarlo. Su crimen no es consecuencia de un error trágico; tienen plena conciencia de la gravedad de su acción.

Quieren ser ellos los únicos dueños y señores de la viña, del pueblo de Dios. La parábola se refiere directamente a los dirigentes de Israel, pero indirectamente toca también al pueblo, en cuanto éste se deja arrastrar y participa de la infidelidad de sus dirigentes. Así sucederá en el juicio ante Pilato (27,20).

v. 39. «Echar fuera de la viña» indica la exclusión de la sociedad judía que los dirigentes

decretan contra Jesús. Se juzga al hijo indigno de vivir y aun de morir dentro de su heredad; la viña ya no le pertenece. «Lo mataron» pone el punto final a la acción de los labradores.

vv. 40-41. La pregunta de Jesús recuerda la de Is 5,3: «Pues ahora, habitantes de

Jerusalén, hombres de Judá, sed jueces entre mí y mi viña.» La respuesta de los dirigentes tiene ecos de la ruina y destrucción de Jerusalén, que será predicha por Jesús más tarde (24,2.l2ss).

v. 42. Jesús pone al descubierto la responsabilidad de los dirigentes. La cita de Sal 118,22s

supone la costumbre de que un oficial o maestro diera su aprobación a cada uno de los sillares destinados a un edificio; los defectuosos se desechaban. La piedra que los dirigentes desechan, que se identifica con el Hijo al que expulsan fuera y matan, será la que corone el nuevo edificio, figura del nuevo pueblo de Dios. No se hace esto por iniciativa de Jesús, sino de Dios mismo, y para los que lo presencian es algo absolutamente insólito, pues invierte los valores establecidos en la sociedad israelita.

v. 43. Recoge Jesús el juicio dado por sus adversarios (v. 41) y lo aplica a ellos mismos.

La viña representaba el reinado de Dios. Este va a ejercerse sobre otro pueblo (en singular), es decir, sobre el Israel mesiánico, en el que se integrarán todas las naciones. Es la adhesión a Jesús como Mesías Hijo de Dios vivo (16,16) la que funda el nuevo edificio y constituye el nuevo pueblo.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -58 - http://www.elalmendro.org [email protected]

vv. 45-46. En lugar de los senadores aparecen ahora los fariseos. Su deseo de prender a Jesús se ve detenido por la opinión de las multitudes. Estas piensan de Jesús lo mismo que habían pensado de Juan (cf. 21,26; 21,11). La expectación mesiánica expresada en la entrada en Jerusalén no acaba de cuajar.

II

El profeta Isaías (5,1ss, la «canción de la viña») había comparado a Israel con una viña que Dios había plantado con la esperanza de obtener buenos frutos. La parábola de Jesús recoge aquella imagen de Isaías pero le da una nueva orientación: la viña que NO da fruto. En Jesús la viña no representa a Israel, sino al Reino de Dios. Los arrendatarios representan a los grupos de poder, que, pensando en sus intereses personales, pretenden apoderarse de la viña. Los criados, que representan los profetas y demás enviados de Dios (cf. Jr 7,23-28) son rechazados y asesinados. Finalmente, el dueño de la viña envía a su propio hijo, como última oportunidad de reconocerlo y volver a los caminos de Dios. Sin embargo, el hijo también es víctima de la maldad de los arrendatarios.

La parábola es una radiografía de la actitud de los judíos frente a los enviados de Dios a lo largo de la historia, consumada finalmente en el asesinato de Jesús. Frente a la muerte de Jesús, «hijo predilecto», Dios decide dos cosas: convertir en piedra angular a quien ha sido rechazado por los poderosos. En segundo lugar, quitar el Reino a Israel y entregarlo a un pueblo nuevo, constituido por todas las comunidades cristianas que quieran edificar sobre Jesús como piedra angular, que sepan cuidar la viña con abonos de ternura y sencillez, que no se olviden cada día de regar el agua de la tolerancia, el perdón y la esperanza. Sólo así, la voluntad de Dios no será traicionada, sino que la viña estará dispuesta a producir frutos abundantes de amor y de justicia, de coherencia de vida y capacidad de servicio a los demás.

¿Cómo estamos cuidando nuestras viñas personales, familiares y comunitarias? ¿Damos frutos y permitimos que otros den frutos? Sábado 22 de marzo Lea EVANGELIO Lucas 15, 1-3. 11-32

15 1Todos los recaudadores y descreídos se le iban acercando para escucharlo; 2por eso tanto los fariseos como los letrados lo criticaban diciendo:

-Éste acoge a los descreídos y come con ellos. 3Entonces les propuso Jesús esta parábola:

-11Un hombre tenía dos hijos; 12El menor le dijo a su padre: -Padre, dame la parte de la fortuna que me toca. El padre les repartió los bienes. 13A los pocos días, el hijo menor, juntando todo lo suyo,

emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo como un perdido. 14Cuando se lo había gastado todo, vino un hambre terrible en aquella tierra, y empezó él a pasar necesidad. 15Fue entonces y buscó amparo en uno de los ciudadanos de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. 16Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pues nadie le daba de comer. 17Recapacitando entonces se dijo:

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-Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre. 18Voy a volver a casa de mi padre y le voy a decir: "Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; 19ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros".

20Entonces se puso en camino para casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se conmovió; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

21El hijo empezó: -Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. 22Pero el padre dijo a sus criados: -Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en

los pies; 23traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, 24porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y se le ha encontrado.

Y empezaron el banquete.

25El hijo mayor estaba en el campo. A la vuelta, cerca ya de la casa, oyó la música y la danza; 26llamó a uno de los mozos y le preguntó qué pasaba. 27Este le contestó:

- Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar el ternero cebado por haber recobrado a su hijo sano y salvo.

28Él se indignó y se negaba a entrar; su padre salió e intentó persuadirlo, 29pero él replicó a su padre:

-A mí, en tantos años como te sirvo sin saltarme nunca un mandato tuyo, jamás me has dado un cabrito para hacer fiesta con mis amigos; 30en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, matas para él el ternero cebado.

31El padre le respondió: -Hijo, ¡si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo! 32Además, había que hacer

fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir, andaba perdido y se le ha encontrado.

COMENTARIOS I

RESPUESTA EN MASA DE LOS MARGINADOS

«¡Quien tenga oídos para oír, que escuche!» (14,35a): así concluía el primer cuadro, una invitación a aceptar sin condiciones el magisterio de Jesús. En el segundo cuadro (15,1-32) se constata la reacción del auditorio: «Se le iban acercando todos los recaudadores y descreídos para escucharlo; por eso tanto los fariseos como los letrados se pusieron a murmurar diciendo: "Este acoge a los descreídos y come con ellos"» (15,1-2). Los proscritos por la sociedad teocrática, atraídos por los planteamientos radicales de Jesús, reaccionan en masa y aceptan sus condiciones. Son los que han hecho ya la experiencia de la marginación..., insatisfechos por la vida que llevaban dentro de aque lla sociedad religiosa. Jesús habla un lenguaje distinto y, sobre todo, muestra hacia ellos una actitud abierta, compartiendo su situación. La flor y nata de la religiosidad judía reacciona haciendo aspavientos, porque «acoge a los descreídos», rompiendo con el apartheid religioso, y «come» con ellos, sin importarle su mentalidad arreligiosa. «Comer» comporta participar de una misma manera de pensar, crea comunidad.

TRIPTICO PARABOLICO: LA GRAN FIESTA DE LOS CRISTIANOS

Como toda respuesta, Jesús les propone una parábola, precedida de dos analogías. Lucas no dejará constancia de reacción alguna de la clase dirigente. La reserva para el libro de los Hechos, donde el retorno de los marginados coincidirá con la conversión de Felipe, Saulo y Pedro, y la

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -60 - http://www.elalmendro.org [email protected] «murmuración» irá a cargo de los creyentes de origen judío por la apertura de Pedro a la causa de los paganos (Hch 8,4-11,18).

Entre el enunciado de la parábola (v. 3a) y su exposición (vv. 11-32), Lucas intercala dos analogías en forma de dos preguntas retóricas, una basada en el mundo cultural del hombre (vv. 3-7) y la otra en el de la mujer (vv. 8-10).

COMO SE APRENDE A HACER FIESTA

La parábola propiamente dicha es la del hijo pródigo. Ahora bien: sin las analogías anteriores se podría entender que el núcleo de la parábola lo constituye la conversión del hijo pródigo. Si eso fuese así, bastaría el encabezamiento: «Un hombre tenía un hijo; éste le dijo a su padre: "Padre, dame la herencia que me corresponde", etc.» La parábola, en cambio, empieza así: «Un hombre tenía dos hijos...» (15,1la). El hijo menor representa a los «recaudadores y descreídos», mientras que el hijo mayor personifica a «los fariseos y letrados». El primero es el prototipo de los marginados, de los descreídos, de aquellos que, si se enmiendan, tienen gran capacidad de hacer fiesta y de mostrarse agradecidos por el don que han recibido, conscientes de que todos los placeres juntos, que desgraciadamente ya han experimentado y que tanta vaciedad han dejado en ellos, no tienen sentido en comparación con la alegría que sienten en la casa del Padre. El hijo mayor, en cambio, es el prototipo del hombre religioso y observante, quien a pesar de ser hijo se comporta como un sirviente/esclavo en la casa de su padre («Mira: a mí, en tantos años como te sirvo sin saltarme nunca un mandato tuyo...», 15,29), sin que nunca se haya atrevido a pedirle... lo que era suyo. No ha experimentado jamás confianza alguna, preocupado únicamente por cumplir, obedecer, observar órdenes y mandatos. No sabe qué significa ser «hijo», y cuando lo descubre en su hermano, «se indigna y se niega a entrar» en la nueva relación afectiva con su padre, en vez de alegrarse y de hacer fiesta por la vida recuperada y redescubierta en la persona de su hermano.

II

La parábola (que antes solía ser llamada «del hijo pródigo») tiene como oyentes a dos grupos opuestos: de un lado, los pub licanos y pecadores que se acercan a escuchar, y del otro, los fariseos y los maestros de la ley que se dedican a murmurar. Jesús responde con una parábola para enseñar la novedad misericordiosa del Padre, que alcanza al hijo pródigo como al hijo mayor, invitándolos a ambos a participar de la fiesta de la unidad y la reconciliación.

El hijo menor representa a todos los hombres y mujeres que a pesar de los errores conservan la bondad y la ternura en su corazón; por esto, con la duda si el padre lo perdonaría, termina descubriendo que Dios lo acoge y lo ama por encima de todas las cosas. El hijo mayor representa a los escribas y fariseos, o a quienes se creen “buenos y justos”, que no necesitan convertirse por que no cometen errores, que creen estar tan cerca del Padre que pueden manipular la voluntad de Dios anteponiendo la ley y los preceptos al mandamiento del amor.

Todos alguna vez somos “hijos pródigos”. Lo importante es aprender la lección: volvamos a Dios convencidos que, aun antes de nuestra conversión, Dios ya está dispuesto a perdonarnos. Tenemos algo del “hijo mayor” cuando al creernos tan “buenos” nos sentimos autorizados por Dios para decidir quiénes son los “buenos” y los “malos”. Cabe aquí la pregunta de qué hacer como cristianos frente a los “hijos mayores” que impiden que la misericordia, la justicia y la fraternidad reine en nuestro mundo…

Podríamos tener también algo del criado, que ante la pregunta del hijo mayor responde que la fiesta se debe a que el Padre a recobrado el hijo menor “sano y salvo”. El criado sólo ve lo externo; si lograra ver las cosas en profundidad, diría: “lo ha recobrado convertido y nuevo”.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -61 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Domingo 23 de marzo José Oriol

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Primera lectura: Ex 20, 1-17 Salmo responsorial: 18, 8-11

Segunda lectura: 1 Cor 1, 22-25 EVANGELIO Juan 2, 13-25

13Estaba cerca la Pascua de los Judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas

instalados. 15Haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas 16y a los que vendían palomas les dijo:

-Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios. 17Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito: "La pasión por tu casa me consumirá". 18Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole: -¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas? 19Les replicó Jesús: -Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré. 20Repusieron los dirigentes: -Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres

días? 21Pero él se refería al santuario de su cuerpo. 22Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho esto y

dieron fe a aquel pasaje y al dicho que había pronunciado Jesús. 23Mientras estaba en Jerusalén, durante las fiestas de Pascua, muchos prestaron adhesión a

su figura al presenciar las señales que realizaba. 24Pero Jesús no se confiaba a ellos, por conocerlos a todos; 25no necesitaba que nadie lo informase sobre el hombre, pues él conocía lo que el hombre llevaba dentro.

COMENTARIOS I

DE SUMA ACTUALIDAD

A mí no me extraña que Jesús de Nazaret entrara en el templo de Jerusalén y haciendo un azote de cordeles echara fuera a muchos. No era para menos; más que un templo, parecía un banco, siendo de hecho el centro financiero más importante del país.

Las máximas autoridades de aquella entidad eran cuatro sacerdotes de la alta aristocracia

sacerdotal: el Sumo Sacerdote, su vicario, el guardián o encargado de llaves y el tesorero. Los cuatro gozaban de privilegios de todo tipo y se lucraban a costa del templo, cuyas finanzas comprendían gran cantidad de inmuebles, tesoros y joyas, la administración de los tributos, ofrendas y capitales privados depositados en él.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -62 - http://www.elalmendro.org [email protected]

La adquisición de los productos necesarios para el culto, el control de la venta de aves y otros artículos para los sacrificios, y el cuidado de conservar en buen estado y reparar los utensilios de plata, ofrecían al sacerdote tesorero -presidente del consejo de administración de la "entidad bancaria" del templo- un amplio campo de actividad con una gran número de empleados bajo su control.

Un espectáculo deplorable. El templo, además, acuñaba su propia moneda, pues no se

podían aceptar en el lugar santo monedas que llevasen la imagen de reyes, emperadores u otros personajes, lo que hacía que hubiera numerosas oficinas de cambio en sus dependencias Debido a las estrictas prescripciones de pureza ritual que se exigían para poder sacrificar un animal al Dios de Israel, también se instaló junto al templo una feria de ganado, bajo el control de la administración del clero.

Vergonzoso montaje económico en el que hasta el perdón de Dios se lograba con dinero:

bastaba para ello comprar un animal y ofrecerlo a Dios. En los alrededores del templo, para mayor inri había numerosas tiendas de maderas preciosas, de pieles -de los animales degollados en los sacrificios- y de objetos turísticos que abastecían de recuerdos a los piadosos peregrinos, al tiempo que engrosaban las arcas ya, de suyo boyantes, del templo.

Jesús no pudo contenerse aquel día. Al encontrar semejante panorama -verdadero

maridaje entre Dios y dinero, templo y mercado, banca y clero- "haciendo un azote de cordeles, echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas, y a los que vendían palomas les dijo: Quitad esto de aquí, no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre".

Las palabras de Jesús tienen suma actualidad.

II

EL TEMPLO NO ES LA CASA DE DIOS Dios no cabe entre cuatro paredes por mucho que en el transcurso de los siglos lo hayan

intentado encerrar los manipuladores de la fe de los pueblos Dios sólo cabe en el Hombre; en el hombre que, por amor, entrega y gasta la vida por la libertad de sus semejantes. Y en los grupos de hombres en los que ese amor es la característica que los idéntica.

EL TEMPLO DE JERUSALEN

Desde muchos siglos antes de Jesús, en Palestina sólo había un templo. En una sociedad tan religiosa, si sólo se podía encontrar a Dios en un lugar, los intermediarios de ese encuentro, los que controlaban el acceso a ese lugar adquirían, por ese hecho, el mayor poder que un hombre puede pretender: la capacidad para facilitar o impedir la relación de los hombres con Dios. Los sumos sacerdotes, que se atribuyeron en exclusiva ese poder, muy pronto lo aprovecharon en beneficio propio. En tiempos de Jesús, controlaban directa o indirectamente la venta de animales -corderos, bueyes y palomas- para los sacrificios (las ceremonias de aquella religión incluían casi siempre el sacrificio de un animal, el impuesto religioso y el cambio de moneda (sólo se podía pagar ese impuesto en moneda oficial del templo; Mt 21,12; Jn 2,15). El tesoro del templo funcionaba también como banco en el que se depositaban las grandes fortunas y, además, el templo poseía grandes extensiones de tierra; era la primera empresa de Palestina. Y todo porque aquélla, decían, era la casa de Dios; y ellos tenían la llave. Jesús va a acabar con esta situación.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -63 - http://www.elalmendro.org [email protected]

SE ACABO EL TEMPLO Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas insra1ados,

y haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas, y a los que vendían palomas les dijo:

-Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios. Los antiguos profetas habían denunciado repetidamente que los dirigentes de la nación

explotaban al pueblo en bene ficio propio y habían anunciado que Dios estaba dispuesto a intervenir para poner las cosas en su sitio. La purificación del templo era una función que se atribuía al Mesías, a quien se imaginaba, según las tradiciones judías, con un azote en la mano para castigar a los responsables del desorden establecido. Según esas mismas tradiciones, el tem-plo y las demás instituciones resultarían fortalecidos tras esta purificación. Pero el plan de Jesús -el plan de Dios- no coincide con estas esperanzas; según él, el templo no es una casa, el Hombre es el templo.

Jesús se presenta con un azote en la mano (el evangelio no dice que lo utilice contra nadie): él es el Mesías, y como tal se muestra. Pero lo que hace y lo que dice va mucho más allá de lo que todos esperaban.

En primer lugar, Jesús desbarata todo aquel montaje. No puede consentir que lo que debería haber sido un lugar de encuentro con el Dios liberador se haya convertido en un negocio para explotar a los pobres. Su gesto es una acusación contra los dirigentes religiosos de Israel que manejan la fe del pueblo para enriquecerse; pero, al mismo tiempo, echando fuera a los animales, está indicando que ya no van a hacer falta para dar culto a Dios. Dios, ya se había dicho muchos siglos antes, no necesitaba para nada la sangre de los animales; lo que él quería era que los hombres practicaran la justicia y el derecho; ésas eran las ceremonias religiosas que Dios agradecía.

La expulsión de las ovejas tiene un simbolismo aún más profundo (el evangelio de Juan, al que pertenece este pasaje, utiliza en varios lugares la imagen de las ovejas para referirse al pueblo; véase, por ejemplo, el capítulo 10, el pasaje más conocido): Jesús está anunc iando con este gesto que su tarea es liberar al pueblo de toda opresión, sobre todo cuando ésta se justifica en nombre de Dios. El va a empezar un nuevo éxodo (con este nombre se conoce la salida de los israelitas de la esclavitud de Egipto y el libro en que se cuenta), un nuevo proceso de liberación que comienza precisamente por sacar al pueblo de la institución religiosa.

A los dirigentes, representados por los vendedores de palomas (la ofrenda de los pobres; Lv 5,7), los denuncia por su actuación: «quitad eso de ahí»; pero no les cierra la puerta: «no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios». En las palabras de Jesús se contiene una invitación para que se liberen de su injusticia también ellos.

EL NUEVO TEMPLO

-Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré Repusieron los dirigentes: -Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario ¿y tú vas a levantarlo en tres días? Peto él se refería al santuario de su cuerpo. La reacción de los dirigentes es lamentable: ni se enmiendan ni se explican; exigen a Jesús

que demuestre su autoridad para hacer aquello: «¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?» Ese es todo su problema: no la vida, no el bien, no la verdad; sólo la Ley.

La respuesta de Jesús, explicada por el evangelista, revoluciona toda su mentalidad: «Suprimid este santuario... Pero él se refería al santuario de su cuerpo. » Dios ya no habita en el templo. Dios está presente en un cuerpo, el del Hombre que da su vida (suprimid este santuario) por amor a sus semejantes. Dios revela su gloria en el amor leal que se manifiesta en la entrega de ese Hombre en la cruz y en la vida que, por la fuerza del amor de Dios, acabará venciendo a la

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -64 - http://www.elalmendro.org [email protected] muerte, y seguirá manifestando su gloria y haciéndose presente en cada hombre y en cada grupo que intenten amar con la misma lealtad.

La religión, ¿un negocio? Esta ha sido una acusación que se ha hecho repetidamente contra las instituciones religiosas. Lo terrible del caso sería que esa acusación hubiera podido hacerse alguna vez, con razón, contra la comunidad cristiana. Que cada cual saque sus consecuencias.

III

vv. 13-17 Estaba cerca la Pascua de los Judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas instalados y, haciendo como un azote de cuerdas, a todos los echó del templo, lo mismo a las ovejas que a los bueyes; a los cambistas les desparramó las monedas y les volcó las mesas y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad eso de ahí: no convirtáis la casa de mi Padre en una casa de negocios». Se acordaron sus discípulos de que estaba escrito:”La pasión por tu casa me consumirá”.

La Pascua de los Judíos (no “la Pascua del Señor”, como en Éx 12,11.48; Lv 23,5; Nm 9,10 14, Dt 16,1, etc.) es la fiesta oficial que no conserva el carácter liberador de la antigua Pascua. En este evangelio, la expresión “los judíos” no designa ordinariamente a la totalidad del pueblo, sino a los dirigentes y a sus partidarios.

El templo, centro religioso y símbolo nacional de Israel, está convertido en lugar de comercio y explotación. El azote de cuerdas era un conocido símbolo mesiánico. Jesús se presenta como Mesías cuando está próxima la fiesta de Pascua y acuden peregrinos a Jerusalén. Con la expulsión del ganado, anuncia su propósito de sacar (éxodo) al pueblo (representado por las ovejas, cf. Jn 10,lss; Ez 34) fuera de la institución religiosa, de la que es víctima.

La acción de Jesús alude al texto del profeta Zacarías (14,21): "Y no habrá mercaderes en el templo del Señor... aquel día". Con eso, "el día del Mesías", el de la actividad de Jesús, se identifica con "el día del Señor" (Zac 14,1), el final y definitivo, cuando "el Señor va a ser rey de todo el mundo" (Zac 14,9).

Los cambistas, por su parte, representan en este episodio el sistema bancario y administrativo del templo, y el tributo (medio siclo = dos dracmas) que todos los varones, residentes lo mismo en Palestina que en el extranjero, habían de pagar anualmente a partir de los veinte años de edad. De hecho, el culto y el funcionamiento del templo se mantenían en gran parte con el dinero que los dirigentes recaudaban del pueblo, invocando para ello la voluntad divina. La acción de Jesús muestra que tampoco acepta esta forma de despojo, que hace aparecer a Dios como explotador del pueblo.

Pero los principales acusados son los vendedores de palomas. La paloma se usaba para los sacrificios expiatorios, en particular de los pobres. Como se ha visto a propósito de las tinajas de Caná (2,6), la religión oficial prometía falsamente la reconciliación con Dios; ahora se descubre que con ello explotaba económicamente a los más débiles. Los vendedores de palomas son así figura de la jerarquía del templo, que, aprovechándose del sentimiento religioso de los pobres, los despojaba con el fraude de lo sagrado. El Dios del templo ya no es el Padre, sino el dinero: es un templo idolá-trico.

Al llamar a Dios “mi Padre”, hace Jesús una nueva afirmación mesiánica (cf. Sal 2,7: "Hijo mío eres tú"). Pero este apelativo muestra al mismo tiempo que la relación con Dios ya no se formula en términos religiosos, sino familiares (Padre); no hay en ella temor, sino amor y confianza.

Los discípulos interpretan la acción de Jesús en clave del celo de Elías (1 Re 19,10.14.15-18; 2 Re 10.1-28; Mal 3,lss.23; Eclo 48,1-11): ven en Jesús un Mesías que va a reformar las instituciones por la violencia ("La pasión por tu casa me consumirá").

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vv. 18-21 Respondieron entonces los dirigentes judíos, diciéndole: «¿Qué señal nos presentas para hacer estas cosas?» Les replicó Jesús: «Suprimid este santuario y en tres días lo levantaré». Repusieron los dirigentes: «Cuarenta y seis años ha costado construir este santuario, y ¿tú vas a levantarlo en tres días?» Pero él se refería al santuario de su cuerpo.

Los dirigentes del templo, representados antes por los vendedores de palomas, no hacen caso de la exhortación de Jesús a que dejen de explotar al pueblo (v. 16: Quitad eso de ahí); al contrario, le piden sus credenciales como Mesías. Consideran que su propia autoridad es legítima por institución divina y se arrogan la facultad de juzgar sobre la validez de la pretensión de Jesús.

La función del templo era expresar la gloria de Dios y significar su presencia activa en medio del pueblo (cf. Éx 40,34-38). Ellos han ocultado esa gloria y anulado esa presencia, haciendo del templo un mercado.

Este templo va a ser sustituido. Jesús, en quien habita la gloria-Espíritu (1,14), es el nuevo santuario que invalida todos los anteriores. Matando a Jesús (Suprimid este santuario), los dirigentes intentarán eliminar definitivamente la presencia de Dios, al que ya han desalojado del templo, pero su intento será vano (en tres días lo levantaré).

Ellos no entienden el dicho de Jesús y piensan en una reconstrucción milagrosa del templo material. Pero Jesús sabe bien lo que dice, pues ya prevé el desenlace del conflicto que ahora empieza. La expresión el santuario de su cuerpo / persona, que el evangelista refiere a Jesús (cf. 19,31.38.40; 20,12), será extensible a todos los que posean el Espíritu (7,38; 19,34); también ellos serán santuario de Dios en el mundo.

v. 22 Así, cuando se levantó de la muerte se acordaron sus discípulos de que había dicho

esto y dieron fe a aquel pasaje y a las palabras que había pronunciado Jesús. Sólo cuando Jesús resucite comprenderán los discípulos que su celo lo había llevado a dar la

vida por los hombres, no a quitar la vida a otros. Mientras tanto, a todo lo largo del relato evangélico, la adhesión a Jesús (2,11) coexistirá en el grupo con la interpretación errónea de su misión.

vv. 23-25 Mientras estaba en Jerusalén, durante las fiestas de Pascua, muchos prestaron adhesión a su figura al presenciar las señales que realizaba. Pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos; no necesitaba que nadie lo informase sobre el hombre, pues él conocía lo que el hombre llevaba dentro.

La primera reacción es la de un grupo numeroso, aunque indeterminado, que, al igual que los discípulos (2,17), viendo que la actuación de Jesús ha sido una denunc ia de las institución central del sistema judío y de sus dirigentes (las señales que realizaba), le da su adhesión esperando que sea un reformador (a su figura); tal es su idea del Mesías. Se trata, por tanto, de gente descontenta con el sistema judío, que ve en Jesús un líder político. Sin embargo, Jesús no establece contacto con ese grupo, pues, conociendo bien las aspiraciones populares (lo que el hombre llevaba dentro), sabe que sus expectativas sobre él son contrarias a su propósito.

IV

Enseñados y memorizados en las catequesis, aprendimos los diez mandamientos

descontextualizados, de una manera individualista y como un catálogo de los pecados graves que debemos evitar... Pero los diez mandamientos hay que entenderlos desde su contexto: el recuerdo doloroso de la esclavitud en Egipto, y el propósito de tener unas normas de convivencia que permitan construir una sociedad distinta a la de aquel Egipto, es decir, con Dios y sin faraón, con libertad y sin esclavitud, con igualdad y sin desigualdades, con vida y sin muertes... Es la sociedad que aun quiere Dios para todos. Los mandamientos se dividen en dos partes, los tres

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -66 - http://www.elalmendro.org [email protected] primeros hablan de la relación con Dios, los siete restantes sobre las relaciones entre las personas y la comunidad.

1) “No tendrás otros dioses fuera de mí...”. El dios del Faraón justificaba la esclavitud y la opresión del pueblo. El Dios de Israel en cambio se la juega toda por su pueblo, por eso es el único. Las imágenes deben ser solo instrumentos de recuerdo que permitan mejorar la comunicación con Dios, nunca para manipularlo o reemplazarlo. El único que salva es Dios.

2) No pronunciarás el nombre de Dios en vano. No se trata solo de jurar, sino de aprovecharse del nombre de Dios para justificar estructuras económicas, proyectos políticos, privilegios, injusticias y corrupción, tal como lo hacía el faraón. Pronunciamos el nombre de Dios en vano cuando con nuestra vida no permitimos que otros conozcan el verdadero Dios, el del amor, la justicia y la fraternidad.

3) Acuérdate del día sábado, para santificarlo... El pueblo en Egipto trabajaba como esclavo. No había permiso para el descanso ni la celebración. Por esto, el problema no es si es sábado para los judíos, domingo para los cristianos, o viernes para los musulmanes, lo importante es ser un día de descanso para celebrar la vida, compartir con la familia, la comunidad y con Dios. El resto de los mandamientos apuntan a la comunidad:

4) respetar a los padres y a los dirigentes de la comunidad; 5) respetar y defender la vida como el don más preciado de Dios; 6) que las relaciones igualitarias partan del respeto y la fidelidad en el matrimonio, en el

que hombres y mujeres son iguales; 7) que se respeten los medios de vida y los bienes del otro, y ante los imprevistos que

crezca la solidaridad; 8) que no se mienta para que las relaciones en la comunidad se funden siempre en la

verdad, fortaleciendo así la confianza mutua; 9-10) que no se codicie nada de lo que pertenece al prójimo porque aumenta

proporcionalmente el egoísmo y la acumulación en unos pocos, rompiendo la justicia y la igualdad en la comunidad.

En la segunda lectura, Pablo responde a las divisiones de la comunidad de Corinto al

interpretar el sentido de la cruz, dejando claro que para los cristianos la cruz es fuerza y sabiduría de Dios. Es la fuerza de Dios que nos libera de los poderes del mal que esclavizan la humanidad y es la “locura” sabia de Dios que nos rescata de la muerte para darnos vida eterna.

El evangelio es una reflexión sobre el templo. Veamos lo que piensan los personajes que

aparecen en el texto: los discípulos manifiestan el celo de Jesús por el templo. Los judíos no ven problemas en la relación templo-mercado ni la autoridad de Jesús para cambiar esta relación. Jesús aprovecha para enseñar en la necesidad de destruir el viejo templo y construir uno nuevo. Para el narrador (Juan), el nuevo templo es el propio Jesús, que después de muerto resucitará a los tres días, a quien debemos adorar en “espíritu y verdad”, y que permanece siempre presente donde “hay dos o más reunidos en su nombre”.

Es claro que ni los discípulos, ni los judíos habían entendido el hecho. Según Juan, muchas de las cosas que dijo e hizo Jesús sólo se comprendieron a la luz de la resurrección. Ningún templo, catedral o capilla, suplanta la relación personal y comunitaria que debemos tener con la persona de Jesús. Todos los espacios son templos de Dios por que allí está Jesús. ¿Cuál es entonces el papel de nuestros templos? Son necesarios como el espacio privilegiado elegido por la comunidad, para encontrarse personal y comunitariamente con Jesús, a través de la oración y la celebración de los sacramentos.

Para terminar, Jesús hace una evaluación sobre lo que motiva realmente nuestra fe. ¿Creemos en Jesús por los signos o milagros que hace? ¿O porque le tenemos miedo? ¿O porque nos relaja? ¿O porque es ya una costumbre? Mucho cuidado, que todos estos motivos quedan

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -67 - http://www.elalmendro.org [email protected] descalificados. La fe adulta no necesita de los signos, la amenaza o la terapia de Jesús, le basta su palabra y el compromiso por anunciarla y vivirla en medio de los hermanos.

-(La citada obra "Un tal Jesús" incluye un episodio sobre la Transfiguración, elaborado

con bastante libertad literaria, el 68, que se presta a ser escuchada (o leída, o representada) y estudiada en grupo. El comentario bíblico teológico que acompaña al episodio –en el libro- es excelente; puede leerse en

http://servicioskoiononia.org/biblico/textos/UTJ68.htm ). Para la revisión de vida ¿Qué significan para mí «los diez mandamientos»? ¿Están en el centro de mi

visión moral, o los he superado y transcendido en el mandamiento de Jesús, el «mandamiento nuevo»?

¿Los tomo demasiado como «mandamientos», como una orden, como si fue ran algo así como una orden irracional, o los he interiorizado y hecho míos?

¿Vivo pendiente de la ley, o de alguna manera vivo ya en el espíritu de la ley, sin vivir atenazado por la «obligación»?

Para la reunión de grupo - Se nos enseñó que para hacer nuestro «examen de conciencia» siguiéramos «los diez

mandamientos de Dios y los 5 de la Iglesia»… Todavía hay personas cuyo «guión de examen» contiene en primer lugar o exclusivamente esos 15 mandamientos. ¿Es correcto ese planteamiento? ¿Por qué? ¿Pueden ocupar el gran espacio los mandamientos del Primer Testamento? ¿Y los mandamientos de Jesús? ¿Cuáles?

- Tener como referencia moral unos «mandamientos» puede tener un peligro: el de creer que las cosas malas son malas por estar prohibidas, que su pecaminosidad procede simple o principalmente del hecho de que han sido prohibidas. Santo Tomás de Aquino tiene un adagio famoso: «las cosas malas no son malas porque estén prohibidas, sino que están prohibidas porque son malas» (non mala quia prohibita, sed prohibita quia mala). Entender esto o no, posibilita dos tipos de espiritualidad o de moral: uno legalista, otro adulto.

- En la Edad Media europea hubo una corriente filosófica de lo que podríamos llamar un «voluntarismo ético»: Dios ha mandado unos preceptos y con ello queda para nosotros claro la ética y la moral, pero en realidad podría haber mandado las cosas al revés, porque el bien y el mal lo dicta la «voluntad de Dios». Comentar esta posición teológica.

- Los diez mandamientos es uno de tantos elementos que en la biblia están repetidos, contados dos veces, y para más extrañeza, elencados de forma diversa. Están en Ex 20,1 y en Dt 5, 1. El estudio moderno de la Biblia comenzó precisamente observando repeticiones como ésta, y tratando de deducir su significado. El grupo puede hacer el intento de interpretar la diferencia de las dos redacciones.

- Si se quiere completar toda una sesión de trabajo y formación sobre la base de los mandamientos, se puede tocar el tema del retiro del segundo mandamiento (prohibición de hacer imágenes) y el desdoblamiento del décimo para recuperar el número de diez (“deca”- logo). Ambas cosas (retiro y desdoblamiento) tienen un significado teológico digno de profundizar.

- Que el "Templo" pueda convertirse en una "cueva de ladrones" no se refiere sólo a la mercantilización de la religión (hoy más improbable que en el tiempo de Jesús), sino también a su connivencia con el capital. En un sistema capitalista neoliberal como el actual, que reconocidamente produce una concentración de la riqueza y una exclusión creciente de los pobres, ¿qué tendría que hacer la religión para «no ser ni parecer» legitimadora del desorden económico mundial actual? Si en el mundo 20/80 (el mundo en el que el 20% de la población

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -68 - http://www.elalmendro.org [email protected] acapara el 80% de los recursos) ese 20% más rico "es" cristiano, ¿qué pensar del "Templo" cristiano? Si los máximos multimillonarios actuales "son" cristianos, ¿qué decir de sus capellanes?

Para la oración de los fieles - Para que la Iglesia, con sus actuaciones liberadoras y de servicio a los pobres, demuestre

que adora a Dios en espíritu y en verdad, y no al Dios dinero. Oremos. - Para que los derechos humanos no se queden en una hermosa declaración de buenas

intenciones, sino que se respeten y sean tenidos en todos los pueblos como una norma fundamental de la convivencia humana. Oremos.

- Para que el sostenimiento económico de la comunidad cristiana sea llevada por los mismos creyentes, con su propia contribución, y en todos los países la Iglesia sea independiente de rentas y de privilegios del Estado. Oremos.

- Para que sean muchos los evangelizadores que, como san Pablo, se autofinancien con su propio trabajo, para que resplandezca siempre la evangelización como una tarea gratuita ajena a todo interés lucrativo. Oremos.

- Para que cada día prestemos más atención a los templos vivos que son las personas, que a los edificios de piedra. Oremos.

- Por los que se declaran cristianos públicamente y están en los puestos donde se toman las decisiones graves sobre la economía del mundo, para que siempre actúen como Dios nos pide: mirando justicia, la fraternidad y la preferencia por los más pobres. Oremos

Oración comunitaria Dios de la Vida, Padre todo misericordioso, que nos has señalado como Ley

suprema el Amor: ayúdanos construir una comunidad mundial de hermanos y hermanas que, más allá de toda diferencia religiosa o cultural, te den siempre culto en espíritu y en verdad. Por Jesucristo nuestro Señor.

o bien: Dios de la Vida y del Amor -de quien procede todo don-, que has puesto todos los

bienes de la Tierra bajo la responsabilidad del ser humano, no para que los domine y explote despóticamente, sino para que cuide de todos ellos y de sí mismo como hermano mayor, con fraternidad y sororidad; haz que todos los que en ti creemos seamos denodados luchadores contra la destrucción de la naturaleza, el acaparamiento de riquezas y el olvido de los pobres. Como nos enseñó Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina por los siglos de los siglos. Lunes 24 de marzo Catalina de Suecia EVANGELIO Lucas 4, 24-30

24Y añadió: -Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra. 25Pero no os quepa duda de que

en tiempo de Elías, cuando no llovió en tres años y medio y hubo una gran hambre en toda la región, había muchas viudas en Israel; 26y, sin embargo, a ninguna de ellas enviaron a Elías, pero sí a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón. 27Y en tiempo del profeta Eliseo había

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -69 - http://www.elalmendro.org [email protected] muchos leprosos en Israel y, sin embargo, ninguno de ellos quedó limpio, pero sí Naamán el sirio.

28Al oír aquello, todos en la sinagoga se pusieron furiosos 29y, levantándose, lo empujaron fuera de la ciudad y lo condujeron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificada su ciudad, para despeñarlo. 30Pero él se abrió paso entre ellos y emprendió el camino.

COMENTARIOS I

El rechazo de que es objeto en su «patria» presagia el rechazo de que será objeto en Israel.

Lucas lo anticipa, como anticipa también la futura extensión del programa mesiánico de Jesús a todas las naciones paganas: «Os aseguro que a ningún profeta lo aceptan en su tierra» (4,24). Las dos analogías, la de la «viuda de Sarepta» y la de «Naamán el sirio», ambos extranjeros, que les echa en cara (4,25-27; cf. 1Re 1-16 y 2Re 5,1-14), dejan entrever que el alcance de la misión no se circunscribirá sólo a Israel.

El fanatismo religioso de sus compatriotas no se contenta con recriminarle su falta de compromiso político: «Mientras oían aquello, todos en la sinagoga se fueron llenando de cólera y, levantándose, lo expulsaron fuera de la ciudad y lo empujaron hasta un barranco del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con la intención de despeñarlo» (4,28-29). De hecho, al final de su vida, lo sacarán «fuera» de la ciudad de Jerusalén y lo ejecutarán como si fuese un zelota más, crucificándolo en medio de dos malhechores, y, para más inri, en la inscripción de la cruz se lo reprocharon de nuevo, echándole en cara, esta vez, que se haya autoconstituido «rey de los judíos», Mesías de Israel. Sea como sea, conseguirán hacerlo callar de momento, porque su mensaje estorba a unos y a otros. Al fin, todos se pondrán de acuerdo contra él. Ya se veía venir... desde el principio.

Pero Jesús, abriéndose paso entre ellos, emprendió el camino» (4,30). Con todo, nunca podrán ahogar su clamor universalista: su persona y su mensaje continuarán influyendo en la his-toria, encarnándose en hombres y mujeres que, fieles a su compromiso, se alejarán de todo sistema de poder e irán creando pequeños oasis de solidaridad y de fraternidad.

II

En los versículos precedentes al evangelio de hoy, la gente parece aprobar con admiración las palabras de Jesús. Pero de inmediato viene la duda: ¿no es éste el hijo de José, uno como nosotros? Tal vez un milagro hubiera hecho que le creyeran a Jesús. Pero sus contemporáneos no podían aceptar que la salvación viniera de un pobre, hijo de carpintero. Tampoco creían que el mayor milagro de Dios era Jesús, Palabra hecha carne. Juan resume bien el hecho cuando afirma “vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11)…

El mensaje es claro: el evangelio no está amarrado a un lugar, a una cultura o a un milagro, el evangelio camina universalmente, en medio de las adversidades, rechazos y hasta intentos de muerte, y reposará en cualquier lugar donde haya hombres y mujeres, especialmente en comunidad, dispuestos a aceptarlo y comprometerse con él.

La historia se repite con frecuencia en nuestras comunidades: ¡Cuánto nos cuesta creer en nuestra propia gente!… Sólo nos sale de dentro creer en quienes con el poder, el dinero o la corrupción pueden hacer gestos espectaculares; ignoramos que la vida misma en su cotidianidad, acompañada por Jesús, es el milagro permanente de Dios... Cuántas veces nos desanimamos y hasta abandonamos con facilidad nuestros proyectos y nuestras comunidades ante las dificultades, cerrándonos a la posibilidad de buscar nuevas alternativas... Qué difícil es encontrar personas que

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -70 - http://www.elalmendro.org [email protected] se comprometan a ser misioneros en lugares lejanos y marginados para compartir con ellos la lucha por la vida, la fraternidad, la justicia y la paz, frutos milagrosos de la Buena Nueva del Reino...

La Cuaresma debe ser un tiempo para renovar la fe en lo que creemos y hacemos, de manera que nos permita como Jesús, dar la espalda al “barranco” y “abrirnos paso” para seguir el camino firme y seguro hacia la Pascua…

Hoy celebramos el vigesimotercer aniversario del asesinato de Mons. Romero. Un buen

día para visitar alguna de las páginas de internet dedicadas a él. Le sugerimos una: http://servicioskoinonia.org/romero, pero haga la experiencia de buscar en internet, en algún «buscador» (por ejemplo, www.google.com) todas las páginas que encuentre sobre el salvadoreño más geográfica y ecuménicamente universal.

Recogemos un pensamiento de Pedro Casaldáliga sobre Romero (de «El vuelo del Quetzal», Managua 1988, pág.10):

«Que no canonicen nunca a san Romero de América, porque le harían una ofensa. El es santo de un modo muy particular. Ya está canonizado. Por el Pueblo. No hace falta nada más...».

Se lo decía yo a Jon Sobrino cuando visité el sepulcro del arzobispo mártir. Le decía: «Mira, Jon, que a nadie se le ocurra canonizar a Romero, porque sería como pensar que la primera canonización no sirvió»... Martes 25 de marzo Anuniciación EVANGELIO Lucas 1, 26-38

26A los seis meses envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret, 27a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. 28Entrando adonde estaba ella, el ángel le dijo:

-Alégrate, favorecida, el Señor está contigo. 29Ella se turbo al oír estas palabras, preguntándose que saludo era aquél 30El ángel le

dijo: -No temas, María, que Dios te ha concedido su favor. 31Mira, vas a concebir en tu seno y

a dar a luz un hijo y le pondrás de nombre Jesús. 32Este será grande, lo llamarán Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; 33reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin.

34María dijo al ángel: -¿Cómo sucederá eso, si no vivo con un hombre? 35El ángel le contestó: -El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por

eso al que va a nacer lo llamarán "Consagrado", "Hijo de Dios". 36Y mira también tu pariente Isabel, en su vejez, ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses porque para Dios no hay nada imposible

38Respondió María: -Aquí está la sierva del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho. Y el ángel la dejó.

COMENTARIOS

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -71 - http://www.elalmendro.org [email protected]

I

JESUS, EL MESIAS ESPERADO

RUPTURA CON EL PASADO:

DIOS CONTACTA CON UNA MUCHACHA DEL PUEBLO «En el sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a un pueblo de Galilea que se llamaba Nazaret,

a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María» (1,26-27). Trazado ya el eje horizontal de las nuevas coordenadas del momento histórico en que Dios se ha decidido a intervenir personalmente en la historia del hombre, «Herodes» (tiempo) y «Judea» (espacio), diseña ahora Lucas el eje vertical, comenzando por el dato espacial, «Galilea», al que seguirá más tarde el dato temporal («César Augusto, cf. 2,1).

El zoom de aproximación funciona esta vez con más precisión: «a un pueblo que se llamaba Nazaret». Aunque en el episodio anterior se sobrentendía que se trataba de Jerusalén, donde radicaba el templo, por razones teológicas Lucas omitió mencionar una y otro, limitándose a encuadrar el relato en «el santuario» como lugar apropiado para las manifestaciones divinas.

El contraste entre «el santuario» y «el pueblo de Nazaret» es intencionado. Nazaret no es nombrado jamás en el AT: no está ligado a promesa o expectación mesiánica alguna; esta segunda intervención divina no va a representar una continuidad con el pasado.

Aun cuando el mensajero es el mismo, el primer mensaje iba dirigido a la institución religiosa; el segundo, a una muchacha del pueblo. Igualmente, en contraste con la primera escena, el mensajero Gabriel no se dirige a un hombre (Zacarías), casado con una mujer (Isabel) y entrado ya en años, sino a una mujer «virgen» (María), desposada pero sin convivir todavía con un hombre (José). La primera pareja estaba íntimamente entroncada con la tradición sacerdotal de Aarón, explicitándose la ascendencia a propósito de Isabel (lit. «una de las hijas de Aarón»); la nueva pareja se remonta, en cambio, a David, pero por línea masculina, José («de la estirpe de David»). Isabel era «estéril» y «de edad avanzada», María es «virgen» y recién «desposada», resaltándose su absoluta fidelidad a Dios (por oposición a la esposa «adúltera» o «prostituida», figuras del pueblo extraviado; cf. Os 2,4ss; Jr 3,6-13; Ez 16). A propósito de María, no se menciona ascendencia alguna ni se habla de observancia. María representa a «los pobres» de Israel, el Israel fiel a Dios («virgen», subrayado con la doble mención), sin relevancia social (Nazaret).

Jugando con los «cinco meses» en que Isabel permaneció escondida y «el sexto mes» en que Dios envió de nuevo a su mensajero, encuadra Lucas el anuncio de la concepción de Jesús en el marco de su predecesor. «En el sexto mes», como otrora «el día sexto», Dios va a completar la creación del Hombre.

El ángel «entra» en la casa donde se encuentra María (en el santuario del templo no entró, sino que «se apareció de pie a la derecha del altar del incienso») y la saluda: «Alégrate, favorecida, el Señor está contigo» (1,28). La salvación se divisa ya en el horizonte; de ahí ese saludo de alegría. El término «favorecida/agraciada» de la salutación y la expresión «que Dios te ha concedido su favor/gracia» (lit. «porque has encontrado favor/gracia ante Dios») son equivalentes. María goza del pleno favor divino, por su constante fidelidad a la promesa hecha por Dios a Israel. Más tarde se dirá de Jesús que «el favor / la gracia de Dios descansaba sobre él» (2,40); en el libro de los Hechos se predicará de José y de David (Hch 7,10.46), pero sobre todo de Esteban: «lleno de gracia/favor y de fuerza» (Hch 7,8). «El Señor está contigo» es una fórmula usual en el AT y en Lucas para indicar la solicitud de Dios por un determinado personaje (Lc 1,66 [Juan B.]; Hch 7,9 [José, hijo de Jacob]; 10,38 [Jesús]; 11,21 [los helenistas naturales de Chipre y de Cirene]; 18,10 [Pablo]; cf. Dt 2,7; 20,1, etc.); asegura al destinatario la ayuda permanente de Dios para que lleve a cabo una tarea humanamente impensable. El saludo no provoca temor alguno en María, sino sólo turbación por la magnitud de su contenido (1,29a), a diferencia de Zacaría s («se turbó Zacarías y el temor irrumpió

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -72 - http://www.elalmendro.org [email protected] sobre él», 1,12). Inmediatamente se pone a ponderar cuál sería el sentido del saludo que se le había dirigido en términos tan elogiosos (1,29b).

HIJO DEL ALTÍSIMO

Y HEREDERO DEL TRONO DE DAVID = REY UNIVERSAL «No temas, María, que Dios te ha concedido su favor. Mira, vas a concebir en tu seno y a

dar a luz un hijo, y le pondrás de nombre Jesús» (1,30). En contraste con el anuncio dirigido a Zacarías, es ahora María la destinataria del mensaje. Dios ha escogido libremente a María y le ha asegurado su favor.

A diferencia de Isabel, que había esperado, en vano, tener un hijo, María va a dar a luz un hijo cuando todavía no lo esperaba, siendo así que, si bien sus padres ya la han desposado con José, ella sigue siendo «virgen». La construcción lucana es fiel reflejo de la profecía de Isaías: «Mira, una virgen concebirá en su seno y dará a luz un hijo, y le pondrá de nombre Emmanuel» (Is 7,14). La anunciación es vista por Lucas como el cumplimiento de dicha profecía (cf. Mt 1,22-23).

Igualmente, a diferencia de Zacarías, quien debía imponer a su hijo el hombre de «Juan», aquí es María, contra toda costumbre, la que impondrá a su hijo el nombre de «Jesús» («Dios salva»). Mientras que allí se apreciaba una cierta ruptura con la tradición paterna, aquí la ruptura es total. Se excluye la paternidad de José: «Este será grande, lo llamarán Hijo de Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David su antepasado; reinará para siempre en la casa de Jacob y su reinado no tendrá fin» (1,32-33).

Continúa el paralelismo, acrecentándose el contraste: tanto Juan como Jesús serán «grandes», pero el primero lo será «a los ojos del Señor» (1,15a), ya que será «el más grande de los nacidos de mujer», por su talante ascético y su condición de profeta eximio, superior a los antiguos, por haberse «llenado de Espíritu Santo ya en el vientre de su madre»; Jesús, en cambio, será «grande» por su filiación divina, por eso lo reconocerán como el Hijo del Dios supremo («el Altísimo» designa al Dios del universo) y recibirá de manos de Dios el trono de su padre/antepasado David, sin descender directamente de él.

«Ser hijo» no significa solamente haber sido engendrado por un padre, sino sobre todo heredar la tradición que éste transmite y tener al padre por modelo de comportamiento; no será David el modelo de Jesús; su mensaje vendrá directamente de Dios, su Padre, y sólo éste será modelo de su comportamiento. La herencia de David le correspondería si fuera hijo de José («de la estirpe de David»), pero el trono no lo obtendrá por pertenecer a su estirpe, sino por decisión de Dios («le dará», no dice «heredará»). «La casa de Jacob» designa a las doce tribus, el Israel escatológico. En Jesús se cumplirá la promesa dinástica (2Sm 7,12), pero no será el hijo/sucesor de David, sino algo completamente nuevo, aunque igualmente perpetuo (Dn 2,22; 7,14).

LA NUEVA TRADICION INICIADA POR EL ESPÍRITU SANTO

María, al contrario de Zacarías, no pide garantías, pregunta sencillamente el modo como esto puede realizarse: «¿Cómo sucederá esto, si no vivo con un hombre?» (lit. «no estoy conociendo varón», 1,34): el Israel fiel a las promesas no espera vida/fecundidad de hombre alguno, ni siquiera de la línea davídica (José), sino sólo de Dios, aunque no sabe cómo se podrá llevar a cabo dicho plan. María «no conoce hombre» alguno que pueda realizar tamaña empresa.

Son muy variadas las hipótesis que se han formulado sobre el sentido de esta pregunta. Deducir de ella que María ha hecho un voto de castidad contradice de plano la psicología judía en el caso de una muchacha palestina «desposada» ya, pero que no ha tenido relaciones sexuales con su marido, pues éste no se la ha llevado todavía a su casa. Lucas no pretende ofrecernos una transcripción literal de un diálogo; se trata más bien de un procedimiento literario destinado a preparar el camino para el anuncio de la actividad del Espíritu en el versículo siguiente.

La respuesta del ángel pone todas las cartas de Dios boca arriba: «El Espíritu Santo bajará sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, al que va a nacer, lo llamarán "Consagrado", "Hijo de Dios"» (1,35). María va a tener un hijo sin concurso humano.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -73 - http://www.elalmendro.org [email protected]

A diferencia de Juan Bautista, quien va a recibir el Espíritu antes de nacer, pero después de su concepción al modo humano, Jesús será concebido por obra del Espíritu, la fuerza creadora de Dios. La venida del Espíritu Santo sobre María anticipa la promesa formulada por Jesús en los mismos términos a los apóstoles (cf. Hch 1,8), que se cumplirá por la fiesta de Pentecostés. La idea de «la gloria de Dios / la nube» que «cubría con su sombra» el tabernáculo de la asamblea israelita (Ex 40,38), designando la presencia activa de Dios sobre su pueblo (Sal 91 [90 LXX],4; 140,7 [139,8 LXX]), se insinúa aquí describiendo la presencia activa de Dios sobre María, de tal modo que María dará a luz un hijo que será el Hijo de Dios, el Consagrado por el Espíritu Santo, en una palabra: el Mesías (= el Ungido).

Se afirma claramente el resultado de la concepción virginal, pero no se dice nada sobre el modo como esto se realizará. La idea de una fecundación divina es demasiado antropomórfica. Mediante un nuevo acto creador (Espíritu Santo), se anuncia el nacimiento del nuevo Adán, el comienzo de una humanidad nueva.

La nueva fuerza que Jesús desplegará es la del Dios Creador/ Salvador, la que no le fue posible imprimir en la misma creación, por las limitaciones inherentes a todo lo creado. Dios sólo puede desplegar la fuerza del Espíritu a través de personas que se presten libremente a llevar a término su proyecto sobre el hombre, un proyecto que no termina con la aparición del homo sapiens, sino que más bien empieza con él, puesto que debe partir precisamente del hombre que es consciente de sus actos, del hombre que ha experimentado personalmente la necesidad de una fuerza superior e ilimitada que pueda llevar a término un proyecto de sociedad que no se apoye en los valores ancestrales del poder y de la fuerza bruta ni en los más sofisticados del dinero y del saber, fruto todos ellos de la limitación de la criatura y de la inseguridad del hombre.

Esta fuerza, que Dios concede a los que se la piden, es la fuerza del Espíritu Santo. María ha resultado ser la primera gran «favorecida/agraciada»; Jesús será «el Mesías/Ungido» o «Cristo»; nosotros seremos los «cristianos», no de nombre, sino de hecho, siempre que, como María, nos prestemos a colaborar con el Espíritu. Esta es la gran tradición que éste inicia, después de liberarnos de las inhibiciones, frustraciones y fanatismos del pasado (familiar, religioso, nacional), la que uno mismo va amasando a lo largo de repetidas experiencias y que delata siempre su presencia manifestándose espontáneamente bajo forma de frutos abundantes para los demás.

LA UTOPIA ES EL COPYRIGHT DE DIOS

La incredulidad de Zacarías, quien pedía pruebas, por considerar que tanto su senectud como la de su mujer no ofrecían garantía alguna de éxito para la empresa que se le anunciaba (cf 1,18), se tradujo en «sordomudez». A María, en cambio, que no ha pedido prueba alguna que confirmara la profecía, el ángel añade una señal: «Y mira, también tu pariente Isabel, en su vejez, ha concebido un hijo, y la que decían que era estéril está ya de seis meses, porque para Dios no hay nada imposible» (1,36).

La repetición, por tercera vez, del tema de la «vejez/esterilidad» sirve para recalcar al máximo la situación límite en que se encontraba la pareja; la repetición del tema de los «seis meses» constituye el procedimiento literario más idóneo para enmarcar (abre y cierra el relato) el nacimiento del Hombre nuevo en el «día sexto» de la nueva y definitiva creación. La fuerza creadora de Dios no tiene límites: no sólo ha devuelto la fecundidad al Israel religiosamente estéril, sino que ha recreado el Hombre en el seno de una muchacha del pueblo cuando todavía era «virgen», sin concurso humano, excluyendo cualquier atisbo de tradición paterna que pudiese poner en peligro la realización del proyecto más querido de Dios.

EL «NO» DEL HOMBRE RELIGIOSO Y EL «SI» DE LA MUCHACHA DEL PUEBLO

Zacarías no dio su consentimiento, pero Dios realizó su proyecto (lo estaba «esperando» el pueblo). María, en cambio, da su plena aprobación al anuncio del ángel: «Aquí está la sierva del Señor; cúmplase en mí lo que has dicho» (1,38a). María no es «una sierva», sino «la sierva del

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -74 - http://www.elalmendro.org [email protected] Señor», en representación del Israel fiel a Dios (Is 48,8.9.20; 49,3; Jr 46,27-28), que espera impaciente y se pone al servicio de los demás aguardando el cumplimiento de la promesa.

El díptico del doble anuncio del ángel termina lacónicamente: «Y el ángel la dejó» (1,38b). La presencia del mismo mensajero, Gabriel, que, estando «a las órdenes inmediatas de Dios» (1,19a), «ha sido enviado» a Zacarías 81,19b), primero, apareciéndosele «de pie a la derecha del altar del incienso» (1,11), y luego «ha sido enviado por Dios» nuevamente a María (1,26), presentándose en su casa con un saludo muy singular, pero sin darle más explicaciones (1,28), une estrechamente uno y otro relato. Por eso, sólo una vez ha concluido su misión, se comprueba su partida.

La descripción de la primera pareja, formada por Zacarías e Isabel, reunía los rasgos característicos de lo que se consideraba como la crema del árbol genealógico del pueblo escogido: Judea/ Jerusalén, región profundamente religiosa; sacerdote, de origen levítico; estricto observante de la Ley; servicio sacerdotal en el templo, entrada en el santuario del Señor para ofrecer el incienso el día más grande y extraordinario de su vida, constituyen la imagen fiel del hombre religioso y observante. Pese a ello, la pareja era estéril y ya anciana, sin posibilidad humana de tener descendencia; ante el anuncio, Zacarías se alarmó, quedó sobrecogido de espanto, replicó, se mostró incrédulo, pues no tenía fe en el mensajero ni en su mensaje. El Israel más religioso había perdido toda esperanza de liberación, no creía ya en lo que profesaba, sus ritos estaban vacíos de sentido.

La descripción de la segunda pareja, todavía no plenamente constituida, formada por María desposada con José, pero sin cohabitar con él (los esponsales eran un compromiso firme de boda: podían tener lugar a partir de los doce años y generalmente duraban un año), invierte los términos: Galilea, región paganizada; Nazaret, pueblo de guerrilleros; muchacha virgen, no fecundada por varón; de la estirpe davídica por parte de su futuro consorte: es la imagen viviente de la gente del pueblo fiel, pero sin mucha tradición religiosa.

No obstante, María ha sido declarada favorecida, goza del favor y de la bendición de Dios, se turba al sentirse halagada, tiene fe en las palabras del mensajero, a pesar de no verlo huma-namente viable, cree de veras que para Dios no hay nada imposible. Lo puede comprobar en su prima Isabel, la estéril está embarazada, y ofrece su colaboración sin reticencias. El sí de María, dinamizado por el Espíritu Santo, concebirá al Hombre-Dios, el Hombre que no se entronca -por línea carnal- con la tradición paterna, antes bien, se acopla a la perfección -por línea espiritual- con el proyecto de Dios.

II

La pregunta de Pedro se refiere a la medida del perdón. Jesús no da una medida, simplemente lo que ya era bastante (7 veces) lo hace ilimitado (70 veces 7). Cuántas veces? siempre.

Jesús complementa su enseñanza con una parábola, que muestra el contraste entre la actitud misericordiosa del rey y la dureza de corazón del siervo perdonado. El contraste queda manifiesto en el monto de las deudas. 10.000 talentos era una deuda exorbitante (diez mil era el número más alto que existía y un talento la medida monetaria más grande). El rey ante la simple súplica del siervo, perdona la deuda, sin pedir nada a cambio, ni siquiera un gesto de buena voluntad. La deuda del segundo siervo es mínima con relación a la anterior: 100 denarios. Sin embargo, el siervo que había sido perdonado no sólo no perdona la deuda de su hermano, sino que lo hace meter en la cárcel.

La indignación es general por la dureza de corazón de quien siendo perdonado no es capaz de perdonar. El rey representa al Padre que en su infinito amor conoce nuestras limitaciones y perdona todas nuestras deudas. Por esto, la medida del perdón no se define por el número de veces sino por la actitud misericordiosa. Perdón significa entonces una actitud misericordiosa sin

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -75 - http://www.elalmendro.org [email protected] límites ni fronteras, un perdón que acoge al hermano sin empeñarle nada a cambio. Quien haya experimentado la acción misericordiosa de Dios no puede pasar su vida calculando el número de veces que ha de perdonar. Sin embargo, aunque no existen medidas para Dios si hay una condición: perdonar al hermano con la misma misericordia que Dios nos perdona. Meditemos en este día, si en nuestra vida familiar y comunitaria practicamos lo que con tanta frecuencia recitamos: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Miércoles 26 de marzo Braulio – Eugenia EVANGELIO Mateo 5, 17-19

17¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento: 18porque os aseguro que antes que desaparezcan el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.

19Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y lo enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será llamado grande en el reino de Dios: 20porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.

COMENTARIOS I

v. 17. Jesús quiere deshacer un malentendido y una decepción. Quienes conocen la grandeza

de las promesas del AT, que se han traducido en la expectativa mesiánica, pueden sentirse defraudados ante el horizonte que presenta Jesús. Una comunidad de pobres y perseguidos no parece responder a la expectativa de felicidad y prosperidad anunciadas. Jesús afirma que su misión («he venido») no consiste en echar abajo el AT (la Ley ni los Profetas) como promesa del reinado de Dios, sino todo lo contrario: dar cumplimiento a esas promesas.

«Echar abajo»: el verbo gr. kataluó significa «echar abajo, demoler, derribar» un edificio, no abolir una ley; en Mt se usa siempre del templo (24,2; 26,61; 27,40). «La Ley y los Profetas» es un modo de designar el conjunto del AT. El doble complemento excluye también el sentido de «derogar», como si se tratara sólo de preceptos legales. «Dar cumplimiento»: el verbo gr. plerôsai es utilizado continuamente por Mt para indicar el cumplimiento de profecías (1,22; 2,15.17.23; 4,14; 8,17; 12,17, etc.). Su relación con «los Profetas» es clara; pero también tiene relación con «la Ley», es decir, con los escritos de Moisés, pues se pensaba que el Mesías había de realizar el éxodo definitivo, del que el realizado por Moisés era sólo tipo. De hecho, Mt considera la Ley y los Profetas como profecía del reinado de Dios (cf. 11,13). La misión de Jesús es positiva, no negativa; viene precisamente a dar cumplimiento a las promesas del reinado de Dios contenidas en el AT.

v. 18. Jesús confirma solemnemente lo dicho («os aseguro»). Todo lo contenido en la

Escritura (lit. «la Ley», otro modo de designar el AT, que pone el énfasis en la obra de Moisés) se realizará (gr. genêtai), hasta en sus mínimos detalles, antes que desaparezca el mundo visible. No se trata, pues, en el texto de observar una ley, sino de realizar una promesa (cf. 6,10: «realícese en

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -76 - http://www.elalmendro.org [email protected] la tierra tu designio del cielo», que equivale a la llegada del reino mencionada inmediatamente antes). El término «la Ley» se refiere en particular al nuevo éxodo y a la entrada en la nueva tierra prometida. El éxodo liberador comienza con la muerte de Jesús y queda abierto para toda la humanidad. No hay lugar, por tanto, a decepción alguna por lo que Jesús ha dicho. El programa propuesto por él es el único eficaz para llevar a cabo el designio de Dios anunciado en el AT. El malentendido que disipa Jesús revelaba una mentalidad particular: la de aquellos que esperaban un reinado de Dios implantado desde arriba, sin colaboración humana. Jesús ha expuesto en su programa (las bienaventuranzas) que esta colaboración es indispensable para crear la sociedad humana justa que es el reinado de Dios y la tierra prometida a la que conduce su éxodo.

v. 19. De ahí la necesidad para los discípulos de practicar cada una de las bienaventuranzas

antes propuestas. «Esos mandamientos mínimos»: «esos» (toutôn) no puede referirse a los de la Ley, no mencionados antes, sino a los expuestos por Jesús, es decir, a las bienaventuranzas, código de la comunidad del reino. Para referirse a los de la Ley -ni la letra ni el acento son mandamientos-, el texto debería decir «sus mandamientos». El nombre «mandamientos» indica precisamente que las bienaventuranzas toman el lugar de los de la antigua Ley. El calificativo «mínimos» corresponde a lo expresado por Jesús en 11,30: «Mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»

Las frases «será llamado mínimo/grande en el reino de Dios» no indican jerarquía en el reino; son expresiones judías que designan la exclusión del reino o la pertenencia a él. La exigencia de Jesús es, por tanto, total; no se puede pertenecer al reino si no se practican todas y cada una de las bienaventuranzas que tocan al discípulo. Se refiere principalmente a la primera y a la última, que invitan a la opción y a la fidelidad a ella; de éstas nacen la disposición y la actividad en favor de los otros (5,6-9).

Estos «mínimos» o excluidos del reino de Dios reaparecen bajo diversas imágenes en otros pasajes del evangelio: son los falsos profetas (7,15), los árboles dañados que dan fruto dañado (7,17s), los que invocan a Jesús y actúan en su nombre, pero cometen la iniquidad (7,21-23; cf. 13,41), la cizaña en el campo (13,38), los peces que se excluyen (13,48s), el invitado sin traje de fiesta (22,12s). La imagen del árbol (7,17s) los pone en relación con el dicho de Juan Bautista (3,10): son los que no han hecho una verdadera enmienda, los que no han roto con la injusticia del pasado (3,8).

II

En la lectura del Deuteronomio, Moisés resume los mandamientos en dos sentidos: en primer lugar, el Dios de Israel es un Dios cercano, que camina con su pueblo, no como los dioses de Egipto que caminaban sobre la esclavitud del pueblo. En segundo lugar, los mandamientos buscan garantizar en la tierra prometida una sociedad basada en la justicia. Mateo presenta a Jesús como el nuevo Moisés que recuerda y vive profundamente la ley y los profetas, por esto, su novedad no está en rechazar sino en darle cumplimento. El problema de la ley y los profetas no es que hayan perdido vigencia, sino que al final de cuentas el único que ha cumplido es Dios. En efecto, la nueva sociedad querida por Dios en la tierra prometida, se fue diluyendo en medio del egoísmo y la casuística hasta convertirla en una cueva de hipócritas y ladrones. Una tierra que era para todos, terminó en manos de unos pocos, excluyendo y empobreciendo a la gran mayoría. Todo esto gracias a que los grupos que controlaban el poder económico, político y religioso, habían interpretado y enseñado la ley de acuerdo a sus propios intereses egoístas.

El cumplimiento planteado por Jesús se entiende como reinauguración del proyecto original de Dios, con un nuevo nombre: Reino de los cielos. Un Reino, que como en el Deuteronomio, tiene como fundamento la presencia de Dios Padre que sigue soñando para sus

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -77 - http://www.elalmendro.org [email protected] hijos una tierra de justicia e igualdad, y que derrama su Espíritu sobre los que se unen a la misión de Jesús para vivir y anunciar la Buena Noticia de la liberación a los pobres y oprimidos.

Por esto, quienes conocen la palabra de Dios y la enseñan haciéndose misioneros del Reino, serán grandes en el Reino de los cielos. O lo que es lo mismo: serán cristianos de verdad. Jueves 27 de marzo Ruperto EVANGELIO Lucas 11, 14-23

14Estaba Jesús echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, el mudo habló. Las multitudes quedaron admiradas, 15pero algunos de ellos dijeron:

-Echa los demonios con poder de Belcebú, el jefe de los demonios. 16Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo. 17Él, calando sus intenciones, les dijo: -Todo reino dividido queda asolado y se derrumba casa tras casa. 18Pues si también

Satanás se ha dividido, ¿cómo va a mantenerse en pie su reino? ..., ya que decís que yo echo los demonios con poder de Belcebú. 19Ahora, si yo echo los demonios con poder de Belcebú, vuestros adeptos, ¿con poder de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestro jueces. 20En cambio, si yo echo los demonios con la fuerza de Dios, señal de que el reinado de Dios ha llegado hasta vosotros.

21Mientras el fuerte bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. 22Pero cuando otro más fuerte que él lo asalta y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín. 23El que no está conmigo, está contra mí; y el que no reúne conmigo, dispersa.

COMENTARIOS I

REACCIONES ENCONTRADAS ANTE EL MENSAJE DE JESUS

Aunque no se indique, hay cambio de escenario: Jesús ya no se encuentra «orando en cierto lugar», sino que «estaba expulsando un demonio, y éste era sordomudo» (11,14a). El sitio aquél, por lo que se ve, es un lugar abierto (cf. v. 29a). El auditorio se compone: a) de un endemoniado sordomudo que empezó a hablar cuando salió el demonio expulsado por Jesús (11,l4ab); b) de una multitud en la que hay de todo: «las multitudes se extrañaron» de la liberación del hombre (11, 14c), pero que más tarde - liberada de sus dirigentes religiosos y de los instigadores políticos que la incitaban a la violencia- tomará partido a favor de Jesús: «Como las multitudes se apiñaban a su alrededor» (11 ,29a); c) de unos objetores anónimos que también forman parte de las multitudes, pero que manifiestan su profundo desacuerdo con la actuación de Jesús y tratan de descalificarlo: «pero algunos de ellos dijeron: "Expulsa los demonios con poder de Belcebú, el jefe de los demonios"» (11,15); d) de unos provocadores que se encuentran también entre la multitud y que tratan de comprometerlo: «Otros, para tentarlo, le exigían una señal que viniera del cielo» (11,16); finalmente e) de una nacionalista israelita que reacciona ante los adversarios y trata de ganarse a Jesús para la causa de Israel: «una mujer de entre la multitud le dijo gritando: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron » (11,27), es decir, que invoca los privilegios naciona les basados en el pasado glorioso del pueblo.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -78 - http://www.elalmendro.org [email protected]

El endemoniado representa la parte del pueblo sometida a la institución oficial/poseída por su ideología: son los que han acogido sin espíritu crítico la doctrina oficial proclamada por los letrados y juristas pertenecientes al partido fariseo. Los fariseos, sin embargo, no aparecen aquí para nada; se explicitarán en la secuencia correlativa. Es «sordo y mudo» por haber 'escuchado' (acogido) una ideología que es contraria al plan de Dios («demonio» adversario de Dios) que le ha dejado 'sin voz' ni voto. Son los fanáticos del sistema que han vendido por cuatro ochavos la libertad de expresión («mudos») y han quedado incapacitados para siempre para poder escuchar a nadie que pudiera poner en cuarentena su seguridad («sordos»). La sordera-mudez es signo, en el lenguaje bíblico, de cerrazón a la palabra de Dios (recuérdese el caso de Zacarías, 1,22). En contrapartida, entre las credenciales del Mesías con las que Jesús acreditó su obra ante los enviados de Juan Bautista, que dudaba de su misión, encontramos la expresión «los sordos oyen» (7,22). Dentro de la comunidad eclesial hay quienes se han hecho 'sordos' al mensaje del Evangelio por miedo a que éste les haga tambalear las seguridades adquiridas, por temor al riesgo que comporta el hecho de estar abiertos al clamor de los más pobres y marginados, a través de los cuales -proféticamente continúa hablando Jesús, el proscrito por excelencia y excomulgado por la religión oficial de su tiempo. La historia se repite.

La liberación del 'sordomudo' desencadena un enfrentamiento abierto. Hay dos clases de adversarios: 1) los que representan la institución oficial y que lo acusan a su vez de endemoniado por excelencia (11,15); 2) los que se aprovechan de la nueva situación creada con la liberación del pueblo para llevar el agua a su molino y que tratan de comprometerlo públicamente (11,16).

II

Quienes presencian la curación del mudo no dudan del poder de Jesús sino del origen de su poder. Según ellos le viene de Belzebú (Satanás). Jesús es categórico al afirmar que su poder y su misión le viene de Dios. Y reconocer el poder de Dios es reconocer que con Jesús ha llegado su Reino. La gente le pide un signo del cielo porque no alcanzan a comprender que cuando el mudo habla -un hermano que había sido desechado por la sociedad-, Jesús lo ha recobrado y reintegrado para la comunidad.

El problema de fondo entre Jesús y sus adversarios sigue siendo el mismo. Jesús sabe que el poder del mal, margina y excluye a los enfermos, los pobres, los pecadores, las prostitutas... un poder que enmudece a la comunidad para impedirle que hable, que reclame, que denuncie, que construya la fraternidad. Ante la evidencia de lo que hace Jesús, no faltan quienes buscan desacreditar la solidaridad con calumnias y persecuciones.

Igual acontece con todos los que luchan para que otros recobren la voz y sus derechos. Cuando en nuestras familias y comunidades existe la solidaridad, la fraternidad y el compromiso por rescatar a los más pobres, no dudemos que el poder de Dios está presente y activo. Cuando, en cambio, comienzan a crecer los comentarios dañinos, la intolerancia, las envidias, los egoísmos, el miedo a denunciar las injusticias, la pasividad frente a las cosas que suceden argumentando: “no hay nada que hacer”, mucho cuidado, que el maligno se ha infiltrado y está “secando” las semillas que ha regado Dios entre nosotros. Aprovechemos esta Cuaresma para “recoger” nuestra vida, lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer, y ponerlo todo en manos del Señor para comenzar cada día con el firme propósito de demostrar con nuestras acciones que estamos de parte de Jesús. Viernes 28 de marzo Octavio

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -79 - http://www.elalmendro.org [email protected] EVANGELIO Marcos 12, 28-34

28Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía, y le preguntó:

-¿Qué mandamiento es el primero de todos? 29Respondió Jesús: -El primero es: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor; 30amarás al

Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». 31El segundo, éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay ningún mandamiento mayor que éstos.

32El letrado le dijo: -Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno solo y que no hay otro fuera

de él; 33y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios.

34Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo: -No estás lejos del reino de Dios. Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas.

COMENTARIOS I

v. 28 Se le acercó un letrado que había oído la discusión y notado lo bien que respondía,

y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Hasta ahora se han presentado grupos, ahora lo hace un individuo, un letrado, que, según

el esquema de Mc, es fariseo. En dos ocasiones (3,22; 7,1) han sido letrados de Jerusalén los que han vigilado la actividad de Jesús y se han opuesto a ella. Este hombre es una excepción. Aunque pertenece al círculo de los adversarios de Jesús (11,2~), su conciencia personal domina sobre su pertenencia al grupo dirigente. No pretende comprometer a Jesús, sino que, al ver la maestría con que interpreta la Escritura, busca solución a una cuestión muy debatida. El fondo de su pregunta es éste: qué es lo más importante para Dios según la tradición de Israel, cuál es la expresión suprema de su voluntad y lo primario en el comportamiento del hombre.

vv. 29-31 Respondió Jesús: «El primero es: "Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es el

único Señor; amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas". El segundo, éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay ningún mandamiento mayor que éstos».

Jesús comienza su respuesta haciendo suyo el llamamiento a Israel de Dt 6,4-5 (Escucha, Israel). No solamente va a enunciar el mandamiento, sino que va a proclamarlo, tomando la exhortación de Moisés al pueblo; pero no nombra a Moisés ni cita explícitamente la Escritura, hace un llamamiento personal suyo, que es una invitación implícita a la enmienda (cf. 1,15).

Recuerda a todo Israel que su único Señor es Dios, no los dirigentes que explotan al pueblo (11,17), ni el César que lo somete (12,16) ni el dios de muertos (12,27). Rectifica la pregunta del letrado: en la antigua alianza no había un solo mandamiento principal, sino dos, pues el amor-fidelidad a Dios era inseparable del amor-lealtad al prójimo. Para ser verdadero, el amor a Dios tenía que traducirse en amor al hombre.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -80 - http://www.elalmendro.org [email protected]

Dios era el valor absoluto (con todo tu corazón, etc.), el hombre, relativo (como a ti mismo), pero el mandamiento tendía a crear una sociedad de iguales. Su práctica habría sido la preparación para la plena realidad del Mesías.

Con la afirmación que sigue (no hay ningún mandamiento mayor que éstos) relativiza Jesús todos los demás, que aparecen como secundarios, accesorios, dispensables. Son estos dos los que deben regular la vida del israelita; ninguna otra práctica es esencial. Del amor a Dios no se deriva el culto religioso, sino el amor al hombre, su imagen.

Jesús echa así abajo la pretensión de muchas piedades religiosas, entre ellas la farisea, que pretenden honrar a Dios olvidándose del hombre.

El ideal de amor propio del Reino será propuesto en la institución de la eucaristía (14,22-25; cf. 10,45; 13,37).

vv. 32-33 El letrado le dijo: «Muy bien, Maestro, es verdad lo que has dicho, que es uno

solo y que no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a uno mismo supera todos los holocaustos y sacrificios».

El letrado manifiesta su pleno acuerdo con Jesús (Muy bien) y ahora, ante la respuesta de éste, lo llama Maestro. Funde en un solo bloque la relación con Dios y con el prójimo y explicita la relativización hecha antes genéricamente por Jesús: el culto religioso según la Ley pierde su importancia. Invierte la escala de valores existente, según la cual el objetivo primordial de la vida del hombre era dar culto a Dios; se alinea con los profetas contra los sacerdotes (cf. Os 6,6: «misericordia quiero, no sacrificios; conocimiento de Dios [= justicia], no holocaustos»). En el templo, donde están Jesús y el letrado, se pretende dar culto a Dios oprimiendo y explotando al pueblo: han eliminado el amor al prójimo.

v. 34 Viendo Jesús que había respondido inteligentemente, le dijo: «No estás lejos del

reino de Dios». Y ya nadie se atrevía a hacerle más preguntas. Jesús aprecia la respuesta del letrado (inteligentemente), viendo que es un hombre a quien

interesa la verdad. Quien está por el bien del hombre no está lejos del Reino. Jesús abre al letrado el horizonte del reinado de Dios, que deja atrás toda la antigua época (1,15). Hay en sus palabras una invitación implícita: ya que ha aprobado su primera respuesta, después de la frase elogiosa (no estás lejos) debería buscar mayor cercanía. La dificultad está en que el letrado quiere ser fiel a Dios, pero dentro de su tradición, sin deseo de novedad. Ha reconocido en Jesús un maestro, pero, como aparece en la perícopa siguiente, no puede darle su adhesión como Mesías.

Al ver el acierto y el rigor de las respuestas de Jesús, que ha puesto en su sitio a los saduceos y corregido al letrado, nadie se atreve a hacerle más preguntas.

II

Para el profeta Oseas, no todo está perdido: es posible convertirse para recuperar a Dios y tener prosperidad. La esperanza está fundada en uno de sus temas favoritos: la gratuidad del amor de Dios. El amor aparece como el mejor abogado para las causas perdidas.

El evangelio de hoy retoma el tema del amor. Ante la pregunta de un letrado sobre el mandamiento principal Jesús responde con Dt 6,4-5 para ratificar el amor a Dios como el más importante de todos los mandamientos. Pero añade -retomando a Lv 19,18- que el segundo mandamiento, sobre el amor al prójimo, es tan importante como el primero. Lo que en el Antiguo Testamento estaba separado, en el Nuevo Testamento queda unido por Jesús. El amor a Dios y al hermano son inseparables. Bien dice 1Jn 4,20 “ si uno dice yo amo a Dios y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -81 - http://www.elalmendro.org [email protected]

El amor, como dice el letrado y confirma Jesús, es más importante que la práctica cultual. Un sacrificio, una misa, una procesión, adquiera auténtico valor si hay amor, de lo contrario es puro teatro. Esto significa que tenemos que revisar, no sólo nuestra vida frente a Dios y el prójimo, sino nuestras estructuras religiosas, políticas, económicas, militares, educativas, familiares etc. y confrontarlas con su potencial de amor. A partir de Jesús, el amor se convierte en la medida de todo el actuar cristiano. Pero, ¿qué tipo de amor? Por supuesto que se trata de un amor que es tan profundamente humano y tan realmente divino, que está siempre en función de contribuir a mejorar la calidad de vida del prójimo, tanto en lo espiritual como en lo material, en lo individual como en lo comunitario. Un amor eficaz y coherente. Sábado 29 de marzo Gladys EVANGELIO Lucas 18, 9-14

9Refiriéndose a algunos que estaban plenamente convencidos de estar a bien con Dios y despreciaban a los demás, añadió esta parábola:

10-Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo, el otro recaudador. 11E1 fariseo se plantó y se puso a orar para sus adentros: «Dios mío, te doy gracias de no ser como los demás: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco como ese recaudador. 12Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que gano». 13E1 recaudador, en cambio, se quedó a distancia y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; se daba golpes de pecho diciendo:

«¡Dios mío, ten piedad de este pecador!» 14Os digo que éste bajó a su casa a bien con Dios y aquél no. Porque a todo el que se

encumbra, lo abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán.

COMENTARIOS I

LA ORACION DEL RECAUDADOR

SE CORRESPONDE CON LA DE JESUS Esta escena de Lucas contrapone la oración arrogante del fariseo a la sencilla y confiada del

recaudador de impuestos. Jesús se dirige a los discípulos, algunos de los cuales comparten la mentalidad farisaica (cf. 16,15). El fariseo, satisfecho de su condición de hombre pretendidamente «justo», no pide nada a Dios. Su acción de gracias está vacía de contenido, es un monólogo de autocomplacencia. Es Dios quien le tendría que estar agradecido por su fidelidad de hombre observante. Forma una casta aparte (18,11: «no soy como los demás hombres») y juzga severamente el comportamiento del recaudador. Cumple con sus obligaciones religiosas (18,12), sin ninguna clase de compromiso con el prójimo. Su figura contrasta con la figura del recaudador: su oración es una petición, reconociendo su condición de pecador (18,13). Su petición confiada obtendrá la misericordia de Dios, mientras que la acción de gracias arrogante del fariseo, que cree que se lo merece todo por sus obras, será rechazada (18,14). Lucas contrasta la figura del creyente seguro de sí mismo con la del marginado religiosamente hablando que confía en el amor/misericordia de Dios. En medio hay un amplio abanico de opciones. ¿Hacia qué polo nos orientamos?

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II

Con la parábola del fariseo y el publicano Jesús reafirma la imagen que debemos tener de Dios: un Padre misericordioso con los humildes y arrepentidos. El problema del fariseo es que en el fondo no necesita de Dios sino de un reglamento para cumplir. Se quiere tanto por su perfección que todos los demás son imperfectos y despreciables. En realidad, el fariseo representa un tipo de religiosidad preocupada más en ganar méritos que aumentar su confianza en Dios. Una religiosidad que fomenta la relación personal con Dios descuidando la relación comunitaria. Una religión que predica la búsqueda individual de la salvación, cumpliendo y repitiendo rituales, sin exigir la coherencia en el vivir y en el actuar. Una religión que condena a los demás por no ser “de los nuestros” o por no cumplir al pie de la letra falsas interpretaciones de la Biblia. La actitud del publicano es alabada no por ser pecador, sino por su actitud humilde y la conciencia que tiene de sus limitaciones. Gracias a esto Dios lo reconcilió.

El tiempo de Cuaresma es una invitación para tomar conciencia de nuestras debilidades, fracasos y sueños que aún están sin realizar. Sólo después de reconocer lo que somos y pedir humildemente perdón a Dios y a los hermanos, es posible comenzar una nueva vida. El no ser humildes para reconocer nuestros pecados sigue poniendo en crisis infinidad de amistades y familias. El mundo está cansado de personas, dirigentes, programas sociales y económicos… con pretensiones perfeccionistas, inmunes a la crítica y al mejoramiento. El mundo está cansado de tantos “fariseos” que por sus creencias, su estilo de vida, su posición social... desprecian a sus hermanos.

Contemos siempre con Dios y no temamos reconocer nuestras limitaciones, así crecerán nuestras vidas, nuestras familias y nuestras comunidades. Domingo 30 de marzo Amadeo CUARTO DOMINGO DE CUARESMA Primera lectura: 2 Cr 36, 14-16. 19-23 Salmo responsorial: 136, 1-6 Segunda lectura: Ef 2, 4-10 EVANGELIO Juan 3, 14-21

14Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado el Hombre, 15para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva. 16Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca. 17Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. 18E1 que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.

19Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso. 20Todo el que obra con bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar. 21En

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -83 - http://www.elalmendro.org [email protected] cambio, el que la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios.

COMENTARIOS I

SER MAESTRO En el griego común hay dos palabras para designar al maestro: "didáskalos" significa hacer

saber, enseñar, saber teórico, y "epistátês" (de "epístêmi": estar sobre) con que se denomina a quien tiene experiencia y sabe hacer lo que conviene en cada momento: saber práctico.

El verdadero maestro reunía el saber teórico-práctico: sabía y sabía hacer; por eso jugaba en la vida con ventaja sobre los otros. A sus pies se sentaban los discípulos (en griego "mathêtai": aprendices), quienes se convertían en acólitos (seguidores) del maestro, compartiendo la vida con él. El maestro les enseñaba a vivir: ésta era su razón de ser.

En el país de Jesús, al maestro le llamaban Rabí, que quiere decir "mi señor". Con esta palabra de la lengua aramea, que Jesús hablaba, se designaba tanto al que es mucho como al que tiene mucho de grandeza, dignidad, poder o cualidades, aquél que sobresale en la vida.

A maestro se llegaba con los años; de ahí que maestro (del latín: "magister" = el que es más) y señor (también del latín "senior": más viejo) fueran sinónimos. Para ser maestro se necesitaba acumular durante años experiencia de vida y conocimientos.

El maestro, en el mundo griego, reunía a sus alumnos (= alimentados) en la escuela, palabra ésta de origen griego que significaba "ocio" y pasó , más tarde, a indicar el lugar donde, en los ratos de ocio, se reunía la gente en torno al maestro para estudiar letras, filosofía y otras ciencias...

El saber no se había profesionalizado todavía e interesaba a alumnos y maestros porque enseñaba a vivir e incidía en la vida.

Hoy, en nuestro mundo, han cambiado las cosas. Apenas quedan maestros. Eso sí, proliferan los especialistas del saber, ese ejército numeroso de profesionales que han dividido al hombre y al mundo en parcelas de estudio y que, conociendo ampliamente una parcela, no tienen una perspectiva global de humanidad. Por eso, para aprender a vivir -esa rara asignatura ausente de nuestros planes de estudio- necesitamos muchos especialistas; antes bastaba con un maestro.

Sin embargo, yo sigo pensando que nuestro mundo necesita maestros a la antigua usanza. Hombres modélicos a quienes miren las nuevas generaciones para aprender a sobrevivir en medio de esta marejadilla de sociedad que consume los modelos antes de desgastarlos.

Jesús de Nazaret fue un maestro en el sentido pleno de la palabra, aunque ni siquiera sabemos si empleó sus ratos de ocio en ir a la escuela. Como buen maestro enseñó a un puñado de discípulos a vivir. Quienes vivieron con él aprendieron un estilo de vida y de humanidad, difícilmente superable.

Él, que era el maestro (= el que más) se hizo ministro (= el que menos, servidor) y sentó su cátedra en la cruz, a la que subió por haber ejercido un magisterio auténtico, cuya única razón de ser era enseñar a vivir de otro modo y devolver la vida al pueblo, vida que los maestros-señores-dominadores-sabedores de la época le habían quitado. "Todo el que crea en él -dice el evangelista Juan- tendrá vida eterna". Pues solo es maestro quien enseña a vivir y está dispuesto a dar la vida por esta causa. Jesús la dio.

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II No nos debe dar miedo de Dios; si hay que temer a alguien es a nosotros mismos. No es

Dios el que puede amargarnos la vida -ni ésta ni la futura-. Lo que nos puede perder es nuestra insensatez, nuestra resistenc ia a aceptarlo tal y como él se quiere manifestar: como amor sin límite.

NACER DE NUEVO

Nicodemo, a quien Jesús dirige las palabras del evangelio de hoy, era un fariseo. El partido

fariseo era adversario del saduceo, al que pertenecía la mayoría de los sumos sacerdotes, los jerarcas religiosos que gobernaban el templo de Jerusalén y a los que los fariseos acusaban de ilegítimos. Por eso Nicodemo, después de la expulsión de los mercaderes del templo, vino a negociar con Jesús para establecer un acuerdo. El estaba dispuesto a aceptar que Jesús era un «maestro venido de parte de Dios», pero quería que todo se desarrollara «dentro de un orden», dentro del orden que establecía la Ley. Nicodemo propone a Jesús que realice su misión de acuerdo con ellos, actuando como maestro de la Ley de Moisés, que era, según las doctrinas fariseas, fuente de vida y norma de comportamiento para el hombre.

La respuesta de Jesús fue tajante: no es sólo una reforma de las instituciones religiosas lo que él propone; según el proyecto de Dios, hay que «nacer de nuevo», hay que crear una nueva sociedad formada por hombres nuevos Jn 3,1-12).

LEVANTADO EN ALTO

Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser levantado este

Hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva. La Ley, explica Jesús a Nicodemo, ya no puede desempeñar las funciones que se le atribuían

en la doctrina de los fariseos. De hecho, no había cumplido esas funciones en el pueblo de Israel, pues no había sido capaz de impedir que la más importante de sus instituciones, el templo, se hubiera convertido en instrumento de muerte y de opresión de los pobres ¡ en nombre de Dios mismo!

La vida de Dios llegará a los hombres por un cauce totalmente distinto: por un hombre, el Hombre «levantado en alto», colgado en una cruz a la que lo llevará la fidelidad y la lealtad en el cumplimiento de su compromiso de amor con toda la humanidad. De este modo, «todo el que lo haga objeto de su adhesión», todo el que decida asumir esa forma de vivir y de morir (morir por amor, gastar la vida amando), nacerá de nuevo y obtendrá la «vida definitiva». Y, de ese modo, el Hombre «levantado en alto», el Mesías crucificado, será la norma de comportamiento para todos los que quieran caminar iluminados por Dios, para todos los que elijan la luz y abandonen la oscuridad de un mundo organizado en contra de la voluntad de Dios y de la felicidad del hombre.

ASI MANIFESTO SU AMOR

Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta su

adhesión tenga vida definitiva. El hombre «levantado en alto» será, además, la revelación de una imagen de Dios

inconcebible para los que habían vivido bajo la Ley. Esta, además de indicar qué era lo que el hombre debía hacer y qué lo que le estaba prohibido, establecía también el castigo que correspondía a los que violaban sus mandatos. La Ley era para el hombre (Pablo desarrollará espléndidamente estas ideas. Véase, por ejemplo, Rom 7,7-24; Gál 3,23-4,7) una constante amenaza de castigo. Pero Dios no es, no quiere ser, una amenaza para los seres que más ama, para los hombres. Y por eso ha

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -85 - http://www.elalmendro.org [email protected] decidido revelarse y manifestar su gloria en el amor de aquel hombre que llevó su compromiso hasta la entrega de su propia vida. Y en lugar de prometer un cielo para los que se porten bien y de amenazar con un infierno para los que se porten mal, envía a su hijo para que nos descubra el infierno en que hemos convertido la tierra, y nos enseñe a construir el cielo aquí y ahora. Y dimite de su función de juez supremo y nos traspasa a nosotros la responsabilidad de decidir y de escoger entre salvar y condenar nuestra vida y nuestro mundo: «Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. El que le presta adhesión no está sujeto a sentencia; el que se niega á prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en calidad de Hijo único de Dios».

Para mantener el desorden que nos empeñamos en llamar orden (la ley y el orden, que dicen algunos) es necesario un Dios que mande mucho y que amenace más; para que sus amenazas produzcan efecto y los hombres obedezcan sus leyes algunos necesitan un Dios que meta miedo; pero por lo que Jesús le dice a Nicodemo, Dios no va a estar por la labor. Cierto que él no va a imponer su punto de vista; sólo lo va a exponer... «levantado en alto». Allí lo podrán ver todos y podrán comprobar que Dios es amor. Y podrán escoger y ponerse del lado del crucificado o de sus asesinos; y elegir, para sí mismos y para el mundo, la salvación del amor de Dios o la ruina del orden este. Sin miedo: ¿qué miedo va a dar un Dios que se manifiesta en un hombre clavado en una cruz? Pero asumiendo cada cual su responsabilidad, no sólo por el lado en el que se coloque, sino por la imagen de Dios que anuncie a los demás, pues sólo una es válida: la que revela el Hombre aquel, el Hijo único de Dios.

III vv.14-15 Lo mismo que en el desierto Moisés levantó en alto la serpiente, así tiene que ser

levantado el Hijo del hombre, para que todo el que lo haga objeto de su adhesión tenga vida definitiva.

Frente a las dos reacciones, la de los violentos y la de los legalistas, se expone la verdadera realidad del Mesías. Éste es designado como el Hijo del hombre y se afirma que ha bajado del cielo.

Señala así el evangelista que la condición divina del Hijo del hombre no procede de su condición humana ni es resultado del mero desarrollo personal, sino que se debe a la plenitud del Espíritu que ha recibido de lo alto (cf. 1,32: el Espíritu que bajaba como paloma desde el cielo). El hombre no puede alcanzar la plenitud si no es en comunión con Dios, fuente de la vida.

Subir al cielo para quedarse será la victoria, el éxito de su misión. Aparecen de este modo el punto inicial (bajar del cielo) y el final (subir al cielo) de la trayectoria del Hijo del hombre, del Hombre-Dios. Como se ha expresado antes (v. 6), del Espíritu nace espíritu; de lo divino y permanente surge lo fuerte y definitivo.

Se anuncia la exaltación del Hijo del hombre (levantado en alto). El evangelista establece un

paralelo con Nm 21,8, donde se cuenta que Moisés, ante una plaga de serpientes venenosas, fabricó por indicación de Dios una serpiente de bronce y la levantó en un poste. Quien era mordido, al mirar a la serpiente alzada quedaba curado o, según la expresión hebrea, "vivía", "seguía vivo".

Por este paralelo, "ser levantado en alto" indica una señal destinada a ser vista y mirada (contemplada) y, al mismo tiempo, la localización de una fuerza salvadora, de una fuente de vida. En el caso de la serpiente, se obtenía la vida física; en el del Hijo del hombre, vida definitiva.

Esta expresión: vida definitiva, no significa solamente la salvación final, la vida después de la muerte, sino al mismo tiempo una vida de calidad divina de que goza el hombre ya durante su existencia mortal. Es la vida del Espíritu, nuevo principio vital que se integra en el ser del hombre;

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -86 - http://www.elalmendro.org [email protected] por ser definitiva, ni su existencia ni sus frutos perecerán con la muerte. El momento inicial de esta vida ha sido formulado por Jesús como "nacer de nuevo" (v. 3), "nacer de agua y Espíritu" (v. 5).

Al omitir la mención del nombre de Jesús y usar en cambio la denominación "el Hijo del hombre", el evangelista presenta al Mesías como el prototipo de la nueva humanidad. Indica así que lo que salva a los hombres de la muerte es fijar la mirada en el modelo de Hombre, es decir, aspirar a la plenitud humana que resplandece en esa figura, que, levantada en alto, destacará sobre todos y será el polo de atracción para la humanidad.

La figura aparece como estática, porque, aunque aún no se especifique, se refiere a Jesús en la cruz, donde acabará de realizarse el Proyecto divino, el Hombre-Dios. Por el momento, el evangelista no menciona la muerte, sólo alude a ella en términos de exaltación; prepara así al lector para que no vea en la cruz un suplicio infamante, sino un hecho glorioso.

Para los fariseos, la Ley era fuente de vida y norma de conducta. Pero la única verdadera fuente de vida es el Hijo del hombre levantado en alto; es él la señal visible que libra de la muerte, de la muerte en vida y de la muerte final, a todo el que lo hace objeto de su adhesión.

vv. 16-18 Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único,

para que todo el que le presta su adhesión tenga vida definitiva y ninguno perezca. Porque no envió Dios el Hijo al mundo para que dé sentencia contra el mundo, sino para que el mundo por él se salve. E1 que le presta adhesión no está sujeto a sentencia: el que se niega a prestársela ya tiene la sentencia, por su negativa a prestarle adhesión en su calidad de Hijo único de Dios.

La razón de todo esto es el amor de Dios por la humanidad. Subraya el texto hasta dónde ha llegado ese amor: Dios no se ha reservado para sí a su Hijo único, sino que lo ha dado para que todo ser humano tenga plenitud de vida.

De hecho, la denominación "el Hijo único" alude a la historia de Abrahán, que llegó a exponer a la muerte a su hijo único o amado, Isaac (Gn 22,2). También Dios, por amor a la humanidad, expone al peligro de muerte a su Hijo único, para que todo ser humano tenga plenitud de vida.

La única condición para ello es la adhesión al Hijo, que significa la adhesión a todo lo más noble de la condición hunana. Dios no quiere que los hombres perezcan, es decir, que acaben en la muerte, porque en él no hay nada negativo. De hecho, Dios no se acerca al mundo en su Hijo para condenar al mundo; no es un Dios airado contra el género humano: es puro amor, pretende sólo salvar mediante el Hijo, es decir, comunicar a los hombres plenitud de vida hasta superar la muerte.

En consecuencia, no hay juicio por parte de Dios; él no juzga. Es el hombre mismo el que, por su opción, determina su suerte. Quien opta por la vida, que Dios ofrece en Jesús, tendrá vida; quien rechaza la vida, firma su propia sentencia.

Dar la adhesión a Jesús como a Hijo único o amado de Dios (cf. Gn 22.2) equivale a creer en las posibilidades del hombre, viendo el horizonte que el amor de Dios abre al género humano. Significa aspirar a la plenitud que aparece en Jesús y ha sido hecha posible por él, modelo de los hijos de Dios que nacen por su medio.

vv. 19-21 Ahora bien, ésta es la sentencia: que la luz ha venido al mundo y los hombres han

preferido las tinieblas a la luz, porque su modo de obrar era perverso. Todo el que obra con bajeza, odia la luz y no se acerca a la luz, para que no se le eche en cara su modo de obrar. En cambio, el que practica la lealtad se acerca a la luz, y así se manifiesta su modo de obrar, realizado en unión con Dios.

La Ley era norma de conducta. Ahora lo es el Hijo del hombre levantado en alto, el que expresa el amor hasta el fin. Él es la luz que penetra en la tiniebla y distingue actitudes. Su figura descubre la opción profunda del hombre; éste puede aceptar la luz-vida o rechazarla.

El evangelista ha afirmado antes que el que rechaza dar la adhesión al Hijo pronuncia su propia sentencia. Ahora lo explica: el que opta contra la vida-amor elige la muerte. La razón de la

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -87 - http://www.elalmendro.org [email protected] opción mala es que su modo de obrar era perverso; es el modo de obrar de los opresores y explotadores, de los causantes de muerte, de los que prefieren la tiniebla, que les proporciona justificaciones ideológicas a su manera de proceder; odian la luz, porque no pueden soportar su de-nuncia (1,5; 11,53; 12,10; 19,15). No son doctrinas las que separan de Dios, sino conductas (su modo de obrar).

En el polo opuesto se encuentra el que practica la lealtad, es decir, aquel cuya conducta está inspirada por el amor; éste se acerca a Jesús, en quien ve el modelo de su modo de obrar; no teme a la luz, porque no tiene nada de qué avergonzarse; aunque no lo supiera, su modo de obrar estaba apoyado por Dios.

IV

La lectura del libro de las crónicas muestra la oposición manifiesta entre la palabra de Dios y las acciones del pueblo y sus autoridades. Así como el clamor por la opresión en Egipto había subido hasta el cielo provocando una respuesta de liberación, también el ruido causado por la infidelidad, el desprecio a la palabra del Señor y las burlas a los profetas enviados a cada generación, llegó hasta Dios provocando ira y destrucción. Las consecuencias son nefastas para el Reino de Judá que sufrirá la invasión babilónica, cruel tanto para los que se quedaron en Israel como para los que fueron deportados a Babilonia. Sin embargo, la misericordia de Dios aflora como siempre, y desde la destrucción vuelve a poner las bases para que se levante el nuevo pueblo de Dios. Las palabras finales ratifican la libertad de participar o no en la reconstrucción. Todos los que nos sintamos parte del pueblo de Dios estamos invitados a volver a su palabra. El que elige a Dios puede estar seguro que nunca más volverá a estar solo, por que Dios estará siempre con nosotros.

La segunda lectura, de la carta a los efesios, es un himno a la misericordia y el amor gratuito de Dios. La misericordia nos rescata del pecado de la muerte y nos devuelve a la vida con Jesús, nos salva por la gracia y nos resucita para sentarnos junto a Él. La prueba de la misericordia divina nos fue dada a través del mismo Jesús. La eficacia de la misericordia se mide en dos dimensiones: la gracia y la fe. Ambas son pura gratuidad de Dios. Nadie puede gloriarse si no es en el amor que Dios nos tiene. El hecho que no nos salvemos por nuestras obras no significa que nuestras obras no signifiquen nada para Dios. Nuestras buenas obras no condicionan la gracia de Dios, pero una vez que nos convertimos en obreros del Reino, «por nuestras obras nos conocerán».

Jesús es fruto del amor que Dios tiene por su pueblo, pero cuando Jesús asume su misión del Reino y es preguntado por los discípulos de Juan si es el mesías o no, su respuesta remite a las obras realizadas con los ciegos, los cojos, los pobres. La fe nos justifica ante Dios y las obras nos permiten ser misioneros del Reino.

El evangelio de hoy forma parte del diálogo entre Jesús y Nicodemo, teniendo como

temas centrales la fe y la obras para alcanzar la vida eterna. Si cuando Moisés levantaba la serpiente era necesario mirarla para quedar curados, a Cristo exaltado por el Padre es necesario creerle para alcanzar la vida eterna. Creer en la perspectiva de Dios es sinónimo de vida, por que Dios mismo demostró su amor entregándonos a su Hijo para que tuviéramos «vida en abundancia» (Jn 10, 10). Muchos grupos cristianos han comprendido la centralidad de la vida en el proyecto cristiano, hasta el punto de que en toda planificación pastoral aparece como fundamental la «opción por el Dios de la Vida y por la vida del pueblo». Donde haya cristianos, tiene que florecer la Vida. Desgraciadamente, la historia nos demuestra que no siempre ha sido así. La culpa de muchas muertes es parte de nuestra herencia cristiana; por algunas de ellas el Papa Juan Pablo II pidió perdón con motivo del último jubileo. Seguimos sin entender entonces,

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -88 - http://www.elalmendro.org [email protected] que alguien que se llame cristiano sea capaz de participar y contribuir en proyectos políticos, económicos, o de cualquier otra índole, que no favorezcan la vida humana y ecológica.

En la última parte del evangelio se justifica la presencia de Jesús en el mundo como fuente de salvación y no de condenación. Jesús nos extiende su mano para ofrecernos la luz que rescata de las tinieblas. Es libre aceptar o no aceptar la luz. Aceptarla significa pasar al campo de las obras o del actuar concreto. Esto significa que hay que obrar de acuerdo a la verdad y a la inspiración de Dios. ¿Cómo hacerlo? No hay duda de que el panorama que nos presenta el mundo de hoy es un claro-oscuro cada vez más indefinido.

Aprovechemos esta Cuaresma para revisar cuánto hay de luz y sombras en nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades en general. Cuánto hay de luz y sombras en las organizaciones sociales en que participamos o que están presentes en nuestras comunidades. Cuánto hay de luz y sombras en los dirigentes y en sus políticas de gobierno.

Si queremos estar de parte de Jesús, estamos obligados a convertirnos en una luz caminante que rescate a quienes a nuestro alrededor viven en las tinieblas, y, al mismo tiempo, desenmascare los proyectos que nos mantienen en las sombras de la injusticia y la pobreza. En muchas ocasiones y lugares, ser luz implica grandes riesgos, pero es peor el riesgo de no aceptarlo , condenándonos nosotros mismos a la peor de todas las tinieblas: estar lejos de la luz de Cristo.

Para la revisión de vida Nicodemo se acercó a Jesús. Le movía la curiosidad, el deseo de escuchar una

palabra especial, la revelación de algún oscuro secreto. ¿Por qué quiero yo acercarme a Jesús? Pero antes, ¿quiero yo acercarme a Jesús? ¿Deseo encontrarme con él?

Nicodemo espera la llegada de la noche para buscar a Jesús. Era evidente su miedo a ser visto y delatado a esos judíos que por conveniencia no aceptaban al galileo. ¿Tenemos también el mismo miedo a que se nos descubra como seguidores de Jesús? ¿Seguidores de Jesús en sentido real y concreto, luchando por la justicia y la verdad?

Para la reunión de grupo - La primera lectura es la conclusión del segundo libro de las Crónicas, del AT. Es un

buen resumen del esquema interpretativo de la historia por parte de los redactores bíblicos, y del mismo pueblo. ¿Pero lo podemos aceptar nosotros, hoy día, fácilmente? ¿Qué dificultades nos presenta? ¿A qué se pueden deber esas dificultades? ¿Cómo combinar estas dificultades y estas respuestas con el hecho de que consideramos estos textos bíblicos «revelación»? ¿En qué sentido?

- Marcelo Barros (en el libro-base para el Encuentro Intereclesial de CEBs de Brasil de 2000) hace caer en la cuenta del sincretismo de la Biblia, en la que aparecen muchas tradiciones, elementos, categorías, leyendas, símbolos… procedentes de la religiosidad del Oriente Próximo, en el que ella se haya claramente ambientada. Y hace señalar que el becerro de oro fue rechazado, pero la serpiente de bronce entró en la Biblia… ¿Cabe hacer alguna reflexión al respecto?

- Prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas… Este texto del evangelio de Juan está en plena sintonía con la epistemología moderna: la estructura del conocimiento humano es tal, que el sujeto entra en la composición misma de la experiencia cognoscitiva, con sus intereses, prejuicios, limitaciones… No hay un conocimiento neutro y desinteresado, una «razón pura», una «verdad objetiva»… En la respuesta ética que damos a la vida, en la respuesta de fe (o de no fe) que damos a los desafíos de la realidad, estamos movidos también –tal vez inconscientemente- por nuestro deseo de luz o nuestro de oscuridad, para que su maldad no sea descubierta. Comentar.

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- Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por Él; no lo envió para condenar, sino para que el mundo se salve por él. Pero de hecho muchas veces el cristiano se siente más juzgado que salvado, y siente la moral como un deber exterior e impuesto, como una carga más que como una ayuda... ¿A qué se debe? Si el Evangelio es Buena Noticia y Dios es pura voluntad de salvación, ¿qué es lo que puede estar fallando?

Para la oración de los fieles -Para que sean iluminados nuestros corazones con la luz que brota de la esperanza de los

débiles y marginados del sistema, roguemos al Señor... -Para que nos decidamos sin demora a incluir en nuestra vida diaria acciones que, como

las de Jesús, irradien luz y solidaridad, roguemos al Señor... -Por los que no saben de dolores verdaderos, de injusticias planificadas, de pobreza

globalizada, para que se abran sus ojos a la verdad, roguemos al Señor... -Por los niños y adultos que hoy siguen muriendo "antes de tiempo", por los "pueblos

crucificados", para que seamos para ellos señal y compromiso de liberación, roguemos al Señor... -Para que nuestra conducta sea correcta e incorruptible, de forma que nunca temamos a la

verdad ni prefiramos a las tinieblas, roguemos al Señor... Oración comunitaria Dios todo bondadoso, Padre y Madre de la Humanidad, que en Jesús has levantado

ante el mundo una y muchas señales, para que todos los hombres y mujeres se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad: te expresamos nuestro agradecimiento al descubrir que tú actúas a favor de toda la Humanidad y a toda ella la conduces, «por caminos sólo por ti conocidos». Ello nos hace sentirnos llenos de una alegría y una confianza, que para nosotros concretamente se apoyan en Jesucristo, nuestro hermano, predilecto tuyo. Lunes 31 de marzo Benjamín EVANGELIO Juan 4, 43-54

43Al cabo de los dos días salió de allí para Galilea, 44pues Jesús mismo había declarado que a ningún profeta se le honra en su propia tierra.

45Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, por haber visto personalmente todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. 46aLlegó así de nuevo a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.

46bHabía un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaún. 47A1 oir éste que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo y le pidió que bajase y

curase a su hijo, que estaba para morirse. 48Le contestó Jesús: -Como no veáis señales portentosas, no creéis. 49El funcionario le insistió: -Señor, baja antes que se muera mi chiquillo. 50Jesús le dijo: -Ponte en camino, que tu hijo vive. Se fió el hombre de las palabras que le dijo Jesús y se puso en camino. 51Cuando iba ya bajando lo encontraron sus siervos, y le dijeron que su chico vivía. 52Les

preguntó a qué hora se había puesto mejor, y ellos le contestaron:

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-Ayer a la hora séptima se le quitó la fiebre. 53Cayó en la cuenta el padre de que había sido aquélla la hora en que le había dicho Jesús:

«Tu hijo vive», y creyó él con toda su familia. 54Esto hizo Jesús, esta vez como segunda señal, al llegar de Judea a Galilea.

COMENTARIOS I

El tema del profeta rechazado por los suyos se había hecho proverbio. Los galileos habían

tenido noticia de la actividad de Jesús en Jerusalén y reciben bien a Jesús, porque habían visto personalmente lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta. Ahora comienza un nuevo ciclo, una nueva etapa de su actividad, con un cambio de táctica. El episodio del funcionario real con su hijo enfermo está en paralelo con el de la boda de Caná y es la segunda señal y constituye un nuevo comienzo.

El poder político (46b, el funcionario real) ve en Jesús un Mesías reformista y poderoso, según la interpretación de su persona y actividad dada en Jerusalén (2,17.23). Preocupado por la situación del pueblo (representado en el hijo) que depende de él, busca en Jesús un aliado del poder (le pidió que bajase a Cafarnaún) que procure una solución dentro del sistema de relaciones existente (autoridad-subordinación).

El poder, representado por el funcionario, se muestra impotente para salvar (su hijo estaba para morirse). Jesús denuncia la mentalidad de los poderosos (que no tienen fe) y esperan la salvación de una demostración de poder, como en el antiguo éxodo (Éx 7,3.9; 11,9,10; 15,11). Pero Jesús va a efectuar la liberación (éxodo) sin alarde de fuerza ni ostentación de poder.

Se dirige al hijo del funcionario con la palabra "chiquillo" (v. 49), expresión de cariño, y al mismo tiempo de dependencia, pues es menor de edad. Después llama al enfermo "tu hijo" (v. 50), subrayando la igualdad; la salvación implica la libertad, no puede efectuarse en la relación de dependencia. Su mensaje (sus palabras) son vida, que él comunica independientemente de la voluntad del poderoso (vv. 50-51).

El cambio de actitud del funcionario se muestra en el texto por los diferentes modos como se le designa (vv. 46b.49: el funcionario; v. 50: el hombre; v. 53: el padre).

El hijo queda curado a la hora séptima (v. 52), que sigue a la sexta, hora de la muerte de Jesús (19,45), la hora en que, terminada su obra, produce la vida con la entrega del Espíritu (19,30).

La salvación de Jesús será universal: no se limitará a los judíos; también este funcionario real participa de ella, y consistirá en comunicar vida al pueblo, independientemente del deseo de los dirigentes.

De este modo Jesús manifiesta su gloria / amor (2,11), pero, ante una institución que rechaza el plan de Dios, Jesús da vida al hombre directamente, fuera del marco institucional (54): no en Jerusalén, sino en Galilea.

II

El evangelio de este día está dedicado a los que confían en la Palabra de Dios antes que en los milagros o signos espectaculares.

Caná de Galilea había sido testigo del primer milagro de Jesús ante la palabra expresa de María “hagan lo que él les diga”. En el evangelio de hoy, se establece una diferencia entre los judíos que sólo creen por los milagros, y el funcionario real, al que, representando a los paganos y enemigos de Israel, le basta la Palabra de Jesús.

FUNDACIÓN ÉPSILON Marzo -91 - http://www.elalmendro.org [email protected] Este segundo milagro en Caná nos permite ver el modelo de cristiano que quiere presentar Juan a la Humanidad. En primer lugar, creer en las palabras de Jesús que son palabras de vida eterna y terrena cuando dice: “puedes volver, tu hijo está vivo”. En segundo lugar, la fe del cristiano no puede ser pasiva o estática, por el contrario, debe ser activa, dinámica, alegre y atenta a la Palabra de Dios, para nos ponga de inmediato en camino y nos haga buscar al hermano enfermo o a todo aquel que necesita del milagro de la Vida a través de nuestro compromiso. Finalmente, la fe nos permiten reconocer los milagros que Dios hace cada día, pero sobre todo, nos permite ser misioneros, para contagiar a otros de la de fe en el Dios de la Vida: “creyó él y toda su familia”. Revisemos entonces nuestra espiritualidad cristiana. Como los contemporáneos de Jesús, ¿nuestra fe depende de los milagros? O por el contrario, ¿hemos logrado aumentar nuestra fe de tal forma que nuestra vida se haya convertid en un verdadero milagro para muchos, al invitarlos a volver a Dios y a renovar el compromiso con los más pobres y necesitados, con una sociedad que día a día agoniza por falta de justicia y amor, por falta de pan y de empleo, por falta de honestidad y solidaridad... por falta de Vida y de Dios?