fronteras que caminan. relaciones de movilidad en un límite trasnacional

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    123DOSSIER Fronteras que caminan: relaciones de movilidad en un lmite trinacional [123-140] ISSN 1852-7175

    " Brgida RenoldiCONICET / Universidad Nacional de Misiones, Argentina

    Resumen

    La frontera de Argentina, Paraguay y Brasil resulta de la confluencia geopoltica detres estados que definen prioridades diferentes, generando en la poblacin diversosmodos de organizacin. En este contexto se crean condiciones de interaccin que per-miten contornar aquello que los diferentes estados consideran inadmisible y punible.A su vez, cada estado re-jerarquiza los criterios por los que hace una ley funcional endeterminado momento, posibilitando que los agentes, aduaneros o policiales, inter-preten los fenmenos en una trama de significados dada por el contexto que puedea veces distanciarse de lo que prev la ley. Tal es el caso del comercio que esquivael pago de impuestos, legalmente calificado como contrabando, y de la circulacinde personas que no registran sus desplazamientos en las oficinas migratorias, vistasdesde la perspectiva del Estado como inmigrantes clandestinos o ilegales. Estamosfrente a formas reales que adoptan tanto el movimiento de seres humanos como el demercaderas. A travs de narrativas etnogrficas veremos cmo ellas son posibles ydan sentido a la vida de muchas personas, pero en un contexto mayor a aquel al queson circunscriptas cuando se las evala desde el punto de vista del Estado cuandose aplican los cdigos legales.

    AbstractWalking borders: mobility relations in a trinational boundary. Te border betweenArgentina, Paraguay and Brazil results from the geopolitical confluence of three statesthat define distinct priorities, an end up producing diverse modes of organizationin the population. In this context, interaction conditions are created allow circum-venting what each of the different states consider inadmissible and punishable. Atthe same time, every State re-hierarchizes the criteria under which a law becomesfunctional at a given moment, allowing customs and police agents to interpret thephenomena in the web of significance given by the context, which might differ fromwhat is established by law. Such is the case of the trade that evades from payingtaxes, legally qualified as smuggling; and also the flow of people that do not report

    their displacements to the immigration controls, seen from the States perspectiveas clandestine and illegal immigrants. We are faced with real forms that assume the

    Palabras Claves

    MovilidadTriple fronteraEtnografa

    Keywords

    MobilityTri-borderEthnography

    Fronteras que caminan:

    relaciones de movilidad enun lmite trinacional

    Palavras-chave

    Mobilidade

    Trplice fronteiraEtnograa

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    movement of either human beings or commodities. Trough ethnographical narra-tives, we shall see how they are possible and give sense to the lives of many people,although in a broader context than the one circumscribed by the States point ofview and its respective legal codes.

    Recibido: 26 de junio de 2013. Aceptado: 11 de septiembre de 2013.

    Introduccin

    La frontera compuesta por Argentina, Paraguay y Brasil resulta de la confluenciageopoltica de tres pases cuyos estados definen prioridades diferentes, generando enla poblacin diversos modos de organizarse en la vida social, econmica y poltica. Elmapa que sigue nos ubica en la regin (Figura 1).

    En este contexto se crean condiciones de interaccin especficas que van permitiendocontornar aquello que los diferentes Estados, a travs de las leyes, consideran inadmisibley punible. A su vez, cada Estado, con su propia historia, re-jerarquiza los criterios porlos que hace una ley funcional en determinado momento, posibilitando que los agentes,sean aduaneros o policiales, interpreten los fenmenos en una trama de significadosdada por el contexto que puede a veces distanciarse de lo que estrictamente prev laley. al es el caso del comercio que esquiva el pago de impuestos, legalmente calificado

    como contrabando, y de la circulacin de personas que no registran sus desplazamien-tos en las oficinas migratorias, vistas desde la perspectiva del Estado como inmigrantesclandestinos o ilegales. Estamos frente a formas reales que adoptan tanto el movimientode seres humanos como el de mercaderas. Ellas son posibles y dan sentido a la vida de

    Figura 1. Triple Frontera.Fuente: realizado por Pablo

    Maestrojuan

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    muchas personas, pero en un contexto mayor a aquel al que son circunscriptas cuandose las evala desde el punto de vista del Estado cuando se aplican los cdigos legales.

    En este artculo me interesa describir, a travs de relatos sobre la vida cotidiana, de

    qu manera se establecen las relaciones entre personas, cosas y lugares, creando redesfamiliares, de amistad y de vecindad, o simplemente eventuales, que con base en lareciprocidad y en la confianza garantizan infinidad de recursos fundamentales, comoel acceso a los servicios de salud, al trabajo (aunque ms no sea informal), a la docu-mentacin, al dinero. Se trata de recursos creados en las relaciones propias de estafrontera, que permanecen y se multiplican en algunos casos a pesar de los controlesestatales y en otros gracias a ellos o a cierta perspectiva que adoptan los agentes quelos deben aplicar. Se trata de territorios nacionales sobre los cuales polticas de Estadohan formulado e imaginado mapas: polticos, geogrficos, de movilidad, de delitos, dejurisdicciones, de accin gubernamental. Pero tambin sobre ellos, por ellos o contraellos, las personas que circulan y habitan la frontera van creando sentidos especficos,creando y usufructuando la trama que se teje en el da a da en dilogo explcito o travs

    del silencio, con cada instancia de control propiamente estatal.

    Para comenzar, presentar las caractersticas principales de esta frontera, lo que nospermitir inscribir las prcticas a las que me he referido en el universo de relacionessociales que caracterizan, entre otras cosas, las dinmicas de intercambio fronterizo y demovilidad. En este esfuerzo de descripcin emprica que propongo como un recorridoser posible reconocer a nivel local formas de gestin de la vida cotidiana que escapan a

    veces a ciertos principios centrales y federales definidos por la administracin del Estado.

    Misiones es una provincia de economa agraria localizada en el noreste argentinocuya poblacin era hasta 2010 de 1.101.593 habitantes. El lmite provincial tiene 1.200kilmetros de longitud, de los cuales 1.080 lindan con territorio de frontera interna-cional, con Paraguay, al oeste, y con Brasil al norte y este. En su constitucin demo-grfica encontramos 13.000 personas nacidas en Brasil y 27.799 en Paraguay (INDEC,Censo Nacional 2010). La porosidad de los pasos de frontera que caracteriza a todala provincia se hace ms evidente todava en las ciudades de Posadas (lindera conEncarnacin-Paraguay) y Puerto Iguaz (en frontera con Presidente Franco y Ciudaddel Este-Paraguay y Foz do Iguau-Brasil).

    En las cifras oficiales no alcanza a percibirse la movilidad, un fenmeno que caracterizala dinmica en estos lugares, y que crea especificidades sociales y econmicas. En estesentido, de acuerdo con Josiah McC. Heymann (1994, 1999), insistiremos en la valiosaimportancia de los estudios cualitativos en regiones de frontera internacional que sean

    capaces de captar tales especificidades, considerando que muchos de los esfuerzos porteorizar la frontera, en tanto fenmeno universal, reducen la capacidad comprensivay descuidan la dimensin histrica que configura formas particulares de Estado, rela-ciones sociales y culturales, as como singularidades de mercado.

    Actualmente, la frontera tripartita de Argentina, Paraguay y Brasil nos remite a algunoscambios en la regin que en los ltimos aos han estado asociados a procesos detransformacin urbana derivados de la implantacin de dos importantes represashidroelctricas, especficamente Yacyret en el caso de Posadas-Encarnacin, e Itaip1en el caso de Ciudad del Este y Foz do Iguau. Estos proyectos generaron impactosambientales y reconfiguraciones en las relaciones sociales, puesto que inicialmenteatrajeron importantes contingentes de personas a ciudades pequeas que crecieron sin

    alcanzar niveles de desarrollo socio-econmico que permitiesen absorber en mbitoslaborales a todos aquellos que haban migrado en funcin de las obras, y como conse-cuencia tambin desplazaron importantes nmeros de familias que vivan prximas aun ro que inminentemente iba a crecer2.

    1. La obra de Yaciret comenzen el ao 1983 y hasta hoy en dacontinan las intervencionesurbanas de nalizacin. Paramayor conocimiento sobre suobra y consecuencias polticasvase Gustavo Lins Ribeiro (1999)y Omar Arach (2005). Las obrasde Itaip se iniciaron en 1971.

    2. Un anlisis histrico de la situa-cin en la ciudad de Foz do Iguauque contempla los cambios ocurri-dos en esa fase puede encontrarseen Luiz Eduardo Catta (2010, 2003).

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    En el caso de Puerto Iguaz, si bien estas represas no afectaron directamente a la pobla-cin, s lo hicieron de forma indirecta. En la ciudad se observa un movimiento peculiarde personas pauperizadas que se han ido instalando en viviendas precarias en tierrasfiscales o privadas, generando conflictos y tensiones. Parte de esta poblacin es indgena,

    proveniente de otros lugares de la provincia, como tambin de Paraguay. Esta particu-laridad contribuy, en trminos de densidad y dinmica demogrfica, a caracterizar lasfronteras de la regin sobre las que describir rutinas cotidianas de trnsito fronterizo.

    Las fronteras como itinerarios

    El concepto de frontera ha despertado curiosidad en las ciencias sociales, aunque en unsentido ms amplio al territorial y de soberana ms tarde enfatizados con el advenimien-to de los Estados nacionales (Donnan y Wilson, 1999). La antropologa le dio relevanciadesde que en 1909 Van Gennep formul su teora de los ritos de paso, en la que reconocala importancia de los eventos que permitan el paso de una condicin social a otra, de unstatus a otro. Este autor comienza sus reflexiones hablando de lmites y fronteras, llamando laatencin especialmente sobre lo que se constituye como lnea de separacin entre los pueblos:

    Entre nosotros, actualmente, un pas toca con otro; no ocurra lo mismo en otros tiempos,cuando el suelo cristiano no constitua an ms que una parte de Europa; en torno a esesuelo exista toda una banda neutra, dividida en la prctica en secciones, las marcas.stas fueron poco a poco reculando, hasta desaparecer, pero el trmino literal de marcaconserv el sentido literal de paso de un territorio a otro a travs de la zona neutra. Laszonas de este gnero desempearon un importante papel en la antigedad clsica, sobretodo en Grecia; eran el lugar de mercado, o el lugar de combate (Van Gennep, 2008:34).

    Al parecer estas zonas neutrasno han cambiado tanto, ya que hoy en da la mayora de lasfronteras internacionales est marcada por intercambios mercantiles (legales, informalese ilegales) y al mismo tiempo por diferentes grados de conflicto o tensin, generalmenteevidenciados en el plano de las relaciones formales de la poblacin con las normas decada uno de los estados que se erigen a travs de los lmites geopolticos.

    As lo muestran algunos estudios realizados en las fronteras de Argentina, de Brasil y deParaguay, como el llevado a cabo por Fernando Rabossi (2011, 2008) sobre el comercioinformal en Ciudad del Este y la experiencia de los mesiteros, vendedores en los puestosde la calle, cuestin que lo lleva a historizar y deconstruir la categora riple Fronteramostrando no slo su origen poltico, sino los modos en que operan las imgenes creadas

    sobre ese espacio de confluencia internacional. Rosana Pinheiro Machado (2010) abor-da las relaciones conflictivas entre comerciantes que omiten los controles fiscales y losinterventores policiales y aduaneros en la frontera de Brasil y Paraguay, enfatizando losaspectos organizativos que posibilitan el comercio al mismo tiempo que evidenciandolas consecuencias derivadas de la aplicacin de medidas pblicas de control.

    ambin Eric Cardin (2010) describe la realidad de los trabajadores del comercio conoci-dos como sacoleirosy las intervenciones criminalizantes brasileas a travs de polticas degobierno en la frontera con Paraguay y Argentina, y afirma que tales polticas se desplieganpara favorecer la expansin del capital. Silvia Montenegro y Vernica Gimnez Beliveau(2006, 2010) retratan la riple Frontera desde el discurso meditico para dialogar con la partir del anlisis del espacio, la cultura y la circulacin de bienes y personas, poniendo

    de relieve aspectos polticos, sociales, mercantiles, tnicos y religiosos.

    El trabajo de Lindomar Albuquerque (2010) va al encuentro del de Marcia Sprandel(2000) en lo que respecta al estudio de los brasiguayos. El primero problematiza e historiza

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    la categora de brasiguayoen el contexto migratorio, tambin conflictivo, de brasileosal Paraguay, y propone entender las fronteras nacionales como espacios de integracin,tensin y poder, mientras el segundo historiza la identidad de brasiguayocaracterizandogrupos de brasileos en el Paraguay, insertos en los mercados legales e ilegales.

    Realidades semejantes se observan tambin en la frontera sur de Brasil con Uruguay,donde Adriana Dorfman (2009) observa, describe y analiza la vida cotidiana de la fronteracon el propsito de hacer una geografa del contrabandoa travs de relatos y de literatura,poniendo de relieve las formas en que la figura del contrabandista emerge en la historiade aquella frontera y discutiendo la relacin entre lo legal y lo ilegal de esas prcticas.

    Alejandro Grimson (2000) analiza relatos mediticos sobre el bloqueo del puente queune Posadas (Argentina) y Encarnacin (Paraguay) como medida poltica de recla-mo que apela a retricas nacionalistas, derivando de all crticas a los abordajes queenfatizan la integracin en el estudio de fronteras, por sobre el conflicto. Ya GabrielaKarasik (2000), refirindose a la regin del noroeste argentino, describe una situacin

    de conflicto originada en torno a una danza caracterstica de Bolivia que habra sidoapropiada del lado argentino, mostrando las dimensiones en juego en las relacionescotidianas de esta frontera andina en cuanto a las disputas por el sentido de la propiedadidentitaria. En la misma regin Alejandro Benedetti y Esteban Salizzi (2011) evocandinmicas similares al describir tres realidades urbanas transfronterizas entre Argentinay Bolivia donde se pone de relieve el concepto de movilidad que, en la experiencia delos habitantes, define el territorio, as como se explicita el sentido de los trminos lmitesy regionalizacinconsiderando las nociones de centro, periferia y poder.

    En todos estos trabajos observamos las dimensiones que quedan al desnudo cuandose trata de comprender las dinmicas fronterizas, sean relativas a intercambios comer-ciales, controles estatales, usos del espacio y movilidad, configuraciones culturales eidentitarias, emergencia de actores polticos, como a las disputas sobre el sentido delos rituales y el patrimonio, hacindonos notar que cada lugar tiene su especificidaden un contexto histrico y cultural que vara de lugar a lugar (a pesar de inscribirse enlos procesos de constitucin nacional propios de cada pas), y que una mirada com-parativa enriquece la comprensin de las dimensiones presentes en las relaciones dey en fronteras, al mismo tiempo que compromete la aspiracin a una teora generalde las fronteras.

    Es claro tambin que no podramos pensar las fronteras sin aludir a los conceptos deambiente, lugar, espacio, territorio y movilidad, que se han ido afinando a travs de laantropologa, la historia y la geografa, convirtindose progresivamente en herramientas

    analticas para la comprensin de la vida social y material en diversos mbitos (San-tos, 2001; Bourdieu, 1999; Aug, 2010). En esta direccin, comprender la vida comoconstitutiva del medio y la percepcin como resultado de la sntesis de organismos ypersonas en mbitos integrados de experiencia y significacin, nos permitir relatar lavida cotidiana desde una perspectiva que no presuponga la existencia de un ambientecon el que los sujetos se relacionan y sobre el cual crean representaciones, sino comouna experiencia creativa tramada en la vida animada e inanimada (Ingold, 2000, 2000b).La propuesta de Doreen Massey (2009) en un estudio del rea de geografa informadopor la filosofa es tambin iluminadora. rata conceptualmente las nociones de espacio,lugar, tiempo y eventualidad, elaborando la idea de espacio abierto, vivo, ordinario, porel que se construye lo social en la negociacin de relaciones dentro de la multiplicidaddinmica simultnea que va ms all de lo humano.

    La literatura referida hasta aqu nos permite apenas identificar algunas de las dimen-siones que se ponen en evidencia en territorios de fronteras, y es sobre ellas que desa-rrollar las descripciones a seguir.

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    La frontera como experiencia

    Las contribuciones citadas demuestran que la frontera es mucho ms que un concepto.Es una experiencia. Una oportunidad de expansin y al mismo tiempo un lmite, es

    idea y es materia. La frontera escenifica contrastes. Crea variedad en las posibilidadesde vida, de asociacin, de proteccin. La frontera deja a la vista semejanzas y diferen-cias, y hace lugar tambin a que estas se muestren sin que molesten, a pesar de quecon recurrencia se manifiestan conflictos. Es un ambiente donde la versatilidad esuna moneda ms de cambio. Hay quienes sostienen que algunos de los mapas que setrazan para aprehender las fronteras no significan gran cosa; hay quienes establecen apartir de ellos recorridos, y hay quienes experimentan la frontera en los itinerarios o,inclusive, derivan de ellos mapas que pueden diferir con aquellos que han estandarizadolos lugares (Clifford, 1997). Estos recorridos tambin implican cosas y las producen,constituyen los ambientes en flujos de vida. Como afirma im Ingold:

    Mientras que el mundo fsico existe en y para s mismo, el ambiente es un mundo que

    se despliega continuamente en relacin con los seres que subsisten en l. Su realidadno es de objetos materiales sino para sus habitantes (Gibson, 1979:8; ver Ingold, 1992).Es, en denitiva, un mundo de materiales. Y mientras el ambiente se despliega, los

    materiales de los que est compuesto no existen -como los objetos del mundo material sino que acontecen (Ingold, 2013:36).

    Pensar el ambiente de fronteras en esta direccin permite ir ms all de las separa-ciones poltico-administrativas que suelen sobreponerse al anlisis de las dinmicassocio-espaciales al pensar en trminos de migraciones legales o ilegales, trabajo formalo informal, centro y periferia, por ejemplo, reforzando miradas dadas desde el puntode vista del Estado.

    Estos ambientes estn hechos de vida y de vidas, y sus tramas cuentan historias par-ticulares susceptibles de ser escritas. Por ejemplo, quien est llegando a la fronteraargentina con Paraguay y Brasil puede confundir a una persona paraguaya con unaargentina, por su forma de hablar o por sus rasgos faciales. Sin embargo, ese parecidojams confundira a un habitante del lugar. Los habitantes que transitan entre PuertoIguaz, Ciudad del Este y Foz do Iguau usan vocabularios especficos, combinanel castellano con el guaran y el portugus, acentan diferencias en la gesticulacin,variaciones en las tonalidades de voz, mezclan de una forma particular las palabraso estructuran algunas frases bajo la influencia de la gramtica guaran, lo que puedesonar hasta ofensivo para un amante de la lengua hispana. La provincia de Misiones enArgentina condensa estos aspectos a lo largo de toda su frontera, tanto con Paraguay

    como con Brasil. Con todo, una persona misionera puede definirse por particulari-dades argentinas, pero que se diferencian de aquellas imgenes que de la Argentinapodran tener, por ejemplo, quienes la miran desde la ciudad de Buenos Aires, comocapital federal.

    Con esta lente pos el ojo por primera vez en Misiones. Una provincia de tierra colo-rada, distante a ms de mil kilmetros del centro geopoltico del pas, una provinciaverde, selvtica. Iba informada por aquello que haba odo decir: que era un parasoecolgico, una de las mejores experiencias tursticas que se poda tener, que se producala mejor yerba mate del pas. Pero tambin que era una zona caliente de narcotrfico yde contrabando y esto se extenda de Posadas a Iguaz. Saba personalmente de hijosde paraguayos o de misioneros que vivan en el Gran Buenos Aires que se dedicaban a

    la venta de telfonos, por ejemplo, quienes afirmaban en la frontera todo es ms barato,es fcil pasar el ro y comprar del otro lado lo que quieras, electrnicos, ropa, memo-rias, cigarrillos, y lo que no pass vos te lo pasan y te lo dejan en el hotel o en tu casa.

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    Inclusive haba escuchado con frecuencia hablar de la oportunidad que ofreca la fron-tera de la provincia para comprar marihuana con facilidad, para quien tuviera, claro,la intencin y la osada, como de hecho algn aventurero de Buenos Aires ya lo habahecho, con la mala suerte de ser interceptado por la Gendarmera Nacional, y con la

    buena suerte de conocer personas del mbito judicial que pudieran auxiliarlo cajo-neandoel expediente.3O como tambin algn chileno o uruguayo, bajo promesas deque sera socorrido por abogados especiales en caso de caer preso, ya haba embarca-do en la ilusin de ganar unos pesos llevando drogas adosadas al chasis de un vehcu-lo desde la frontera de Puerto Iguaz hacia su pas, vehculo que sera delatado con sunmero de patente y con el nombre del conductor probablemente por informantesde la polica que, quizs, hasta estuvieran familiarizados con todo este circuito en otrasocasiones (Renoldi, 2007a y b).

    Y no sorprende que incluso algn trabajador rural o colono desavisado y necesitadopor alguna circunstancia familiar o como consecuencia de una mala cosecha ya cayerapreso por transporte o almacenamiento circunstancial de marihuana en el interior deMisiones. Tambin paraguayos, ms duchos en el paso de cigarrillos, han aceptadohacer caso omiso al tipo de carga en una situacin particular en que el plus por el traba-jitosaldara una deuda perentoria. Este es el perfil de prisioneros que caracteriza hastahoy en da la poblacin carcelaria por delitos federales en la provincia de Misiones. Sinembargo, an frente a estas evidencias que denotan prcticas de subsistencia que aunqueson ilegales no son percibidas como nocivas, la riple Frontera sigue siendo referida,desde otros lugares, como zona caliente de terrorismo y narcotrfico (Renoldi, 2005).

    De a poco, en la proximidad, percibimos la distancia creada entre estas imgenes con-denatorias y lo que ocurre en el espacio vivo donde las personas y las cosas existen, semueven, estn, se esconden, se crean y tambin desaparecen.

    Mirando lo invisible

    La provincia de Misiones se caracteriza por una composicin multitnica que resulten gran medida de la ley Avellaneda de migracin, por la que llegaron europeos al pasa partir de 1876. Este estmulo, en principio oficial, fue continuado por emprendi-mientos particulares que terminaron por poblar la provincia. En todo este proceso deocupaciones para el desarrollo agrcola la poblacin indgena que habitaba fue siendorelegada espacialmente y, a medida que se la despoj e integr de manera precaria alos mercados de trabajo, fue cada vez ms pauperizada.

    Particularmente en la ciudad de Puerto Iguaz puede notarse que algunas familiasmby guaranviven de la venta de las artesanas y plantas florales. Mujeres muy jve-nes, entre 14 y 20 aos de edad, ya han sido madres ms de una vez. De cuerpecitospequeos, cabello largo, lacio, reseco, castao oscuro a veces, casi anaranjado otras,ellas esperan que alguien compre alguna de las estatuitas que tallan en madera blanda,con las formas de los animales de una selva que hoy solo permanece en sus memoriaspor las historias que les fueron contadas por los ms viejos. Algunas caben en la palmade la mano, otras la superan. Suelen estar en las veredas ms frecuentadas por losturistas, en la estacin terminal de mnibus, en un estar que se parece a lo que paranosotros sera la espera. Caminan despacio por la ciudad con una pesadez de aares.Parece a veces que se arrastran, cansados, en otra temporalidad. Sin embargo, caminar

    para ellos es una forma de vivir el mundo. De hecho, segn afirman algunos etnlogos,los trminos en guaran caminar y vivir mantienen cierta equivalencia idiomticay esto sugiere conexiones directas con lo que significa para ellos el movimiento4.

    3. La expresin cajonearse utiliza para indicar que unproceso queda paralizado, sintratamiento ni movimiento,hasta que prescribe. En el mismosentido puede decirse tambinque un expediente duerme.

    4. Sobre la situacin de lascomunidades mbyaguaran existenalgunos trabajos que ayudan aespecicar lo descrito, sobre todo

    por tratar la dimensin cosmo-lgica en la que el movimientoocupa un lugar privilegiado (Garlet,1997; Conradi, 2009; Pissolato,2004; Mendes da Silva, 2010).

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    Los nios juegan en general tomando sus cuerpos como objeto uno del otro, ren, seempujan, se ajetrean. Algunos habitantes del lugar dicen que para dormir deben hacergrandes travesas hasta sus aldeas, localizadas en la periferia de la ciudad. Otros afirmanque duermen en la calle, bajo cualquier alerito que los proteja. Podra hasta ser cierto,

    porque siempre estn con las caras y las ropas manchadas o sucias de hecho vistencamisetas y pantalones regalados en gestos solidarios que buscan, en cierto sentido,compensar con migajas los abusos de siglos. En Misiones la ropa blanca tiene buenapredisposicin a quedar anaranjada, porque el polvillo que emana la tierra terminatindolo todo. Estas familias estn compuestas de mujeres con hijos, pero rara vez seven hombres donde se venden las artesanas. Uno se pregunta dnde estn.

    De vez en cuando se los ve en pequeos grupos trasladndose a Paraguay en los colec-tivos internacionales que utilizan los turistas y aquellas personas que van a hacer comprasa Ciudad del Este. Dicen que van a visitar a sus parientes. Siempre llama la atencin queen los puestos migratorios todos desciendan de los micros menos ellos. Han ganado elderecho a circular libremente, como lo hacan cuando sus vidas no eran pautadas por

    los Estados que aparentemente moldean, a travs de polticas administrativas y de gobier-no, nuestras formas de circular e intercambiar objetos, servicios, afectos. La nacin gua-ran no responde a los lmites nacionales de ninguno de los pases de esta frontera5. Esaha sido una de sus luchas y se evidencia frgilmente en la conquista por este privilegiode no atenerse a las demandas migratorias. Ni aduaneras, porque es muy raro ver ind-genas con aquellas mercaderas tpicas de cualquier viajante o turista, a pesar de que enla crcel de Ciudad del Este hay indgenas presos por transporte de drogas.

    Ellos viajan con bolsas cargadas, pero raramente se deriva de sus formas algo quese parezca a cigarrillos, electrnicos o cosas similares. Mientras las personas hacensus trmites, ellos esperan sentados, con la mirada fija en un horizonte lejano, que elvehculo retome su trayecto. Parecen libres, ms libres que cualquiera de nosotros. Dehecho tan libres que ni se los ve, o se los ignora crudamente tras esa mirada piadosa yal mismo tiempo indiferente que caracteriza los ojos de los otros, no indgenas. Unose cuestiona si son apenas un emblema ms de la miseria del capitalismo, o si aquellaesttica representa a su vez un desprecio por todo lo que el hombre blanco valora.

    Es comn or decir a las personas de la ciudad que a los guarn no les gusta trabajar.Sin embargo, aquel estar pasivo y un poco a contra reloj, sentados con sus artesa-nas o deambulando en pequeos grupitos donde siempre hay nios, a cualquiera denosotros le dara ms trabajo que cumplir con las rutinas propias de un trabajo. Mepregunto al pasar si sabrn que muchos de los que los miran ven ociosidad, abandonoy desidia. Pero si a ellos les importa lo disimulan muy bien, inclusive parecen hacer de

    eso una herramienta poltica. Empec a pensarlo as una tarde que decid ir a Ciudaddel Este en colectivo y bajar en la terminal, donde ya haba percibido que alrededorde 30 indgenas se haban instalado en la vereda de la calle por la que ingresaban losmnibus. Me haba llamado la atencin el lugar escogido, un lugar de trnsito marcado,de enorme visibilidad.

    Recuerdo que le ped al conductor que disminuyera la velocidad para poder tomar unafoto del aglomerado de personas que se distribua en la vereda: algunas cocinando enbrasas, otras colgando ropas lavadas. Haba tambin mujeres amamantando, cantidadde nios jugando, jvenes y ancianos. Detrs de todos ellos un amontonado de pls-ticos negros y azules creaba las guaridas a travs de palos y alambres de no ms de unmetro y medio de altura, a lo largo de casi una cuadra. En el momento en que hice

    foco para traer el rostro de uno de los jvenes con el zoom me di cuenta que me estabamirando. Al notar que sera fotografiado irgui el cuerpo y en un gesto urgido la manoderecha cogi su cabello, duro y reseco, con la intencin de acomodarlo para que lacara se le viera en la fotografa. Si la poltica consiste en reconfigurar el reparto de lo

    5. Vase en el estudio de EvaldoMendes da Silva (2010) el modo en

    que las comunidades guara-nes se desplazan en la regin

    fronteriza, estableciendo vnculosentre ellas en diferentes grados

    de parentesco, a travs de lasvisitas y estadas de durabilidad

    incierta pero permanentes ocontinuas a lo largo de sus vidas.

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    sensible que define lo comn de la comunidad, en introducir sujetos y objetos nuevos,en volver visible aquello que no lo era y hacer que sean entendidos como hablantesaquellos que no eran percibidos ms que como animales ruidosos (Rancire, 2011:35),podra afirmar que estuve frente a un gesto poltico que me intimid con preguntas

    sobre mi propio lugar. En ese intersticio al que este cotidiano me haba empujado,seguiran ingresando imgenes, personas y realidades. Y, para mi sorpresa, lo que yomiraba como si fueran universos separados apenas coexistiendo en un mismo espacio,progresivamente se iba mostrando como una trama de relaciones no solo humanas,que terminaban por caracterizar esta frontera.

    El puente somos nosotros

    Durante el perodo de trabajo de campo haba podido establecerme en un departa-mento al lado de una posada en la ciudad de Puerto Iguaz. Por tratarse de un lugar

    econmicamente accesible solan pasar personas de diferentes lugares del pas, algu-nas por turismo, otras por comercio. Muchas eran de Paraguay, sobre todo mujeres omatrimonios que por motivos de salud terminaban pasando algunos das en la ciudadpara poder aprovechar los servicios hospitalarios. As conoc a dos gestantes, solterasambas, que decidieron tener sus hijos en la Argentina. Esta decisin, adems de latranquilidad de que la ciudadana garantizara para el nio los derechos fundamentales,tambin les daba cierto orgullo. Me conmova percibir que la vergenza poda estarmarcando la percepcin de s mismos de forma tan profunda, sobre todo porque esa

    vergenza habra sido adquirida en las sucesivas situaciones de humillacin y destratoque por lo menos desde Argentina han marcado la relacin con los paraguayos, prin-cipalmente en los grandes centros urbanos del lado argentino. Pero lo interesante eraesa combinacin de vergenza con orgullo. Se saben capaces de resolver las situacionesapremiantes de alguna forma. Y en la memoria recalcada en la muralla que separa elustedes del nosotros, descansa el orgullo de ser sobrevivientes.

    Graciela y Helena eran dos madres solteras. Helena no haba contado con el apoyodel padre del nio y decidi tenerlo sola. Su madre la acompa a Puerto Iguaz las

    veces que necesit realizar los controles prenatales y an la semana del parto y los dasposteriores, en que se quedaron en la posada con el apoyo de su duea, quien trabajabacomo enfermera del hospital, afianzando as un tipo de reciprocidad beneficiosa paraambas partes. Helena mejoraba sus ingresos llevando telfonos de Paraguay para ven-der en Iguaz. Como circulaba con asiduidad ya conoca a varios choferes que hacanel trayecto y cada dos por tres les peda que guardaran la mercadera en las guanteras

    del vehculo hasta pasar las inspecciones aduaneras. Por lo general no llevaba ms detres o cuatro telfonos, apenas si daba para compensar su viaje. al vez por el hecho deestar embarazada, su pedido fuera mejor atendido. Por su parte, Graciela ya tena unahija de 16 aos que viva en Asuncin con el padre, un hombre del que ella se habaseparado cuando la nia tena 4 aos. A sus 38 aos de edad haba quedado embaraza-da de un seor hind de quien se haba enamorado, a pesar de que l no tena intersen formalizar relaciones familiares por tenerlas ya constituidas en su residencia enCanad desde donde se desplazaba para concretar las operaciones comerciales entrediferentes ciudades de la China y de la India, con Ciudad del Este, lugar en que desdeaproximadamente 1990 tena su comercio de electrnicos.

    Graciela deca que no le gustaba relacionarse con paraguayos porque no saban tratar

    a las mujeres, las engaaban y no eran respetuosos, por eso ella optaba por los extran-jeros. De hecho mantena un vnculo afectivo con un argentino de Buenos Aires que,a pesar de ser casado, la ayudaba siempre que ella necesitaba dinero y, eventualmente,poda ir a visitarla. ambin haba estado conviviendo varios meses con un brasileo

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    que resida sin documentos en Ciudad del Este luego de haber tenido un problema conla justicia, y que se haba encariado mucho con su hijo. Pero esta relacin concluycuando ella supo que l consuma drogas. De cualquier manera su decisin no impi-di que el muchacho visitase al nio, comprase regularmente la leche en polvo, y que

    inclusive lo llevase a pasear cuando tena tiempo. Graciela tena una red de relacionesque le permita subsistir. Era toda una estratega para no pasar necesidades. A travsde un amigo con conexiones en el mbito gubernamental haba conseguido tramitarla residencia de varios extranjeros cobrando por ello un dinero que comparta con suamigo. Ella deca que simplemente cobraba para facilitar el trmite, para que los aten-dieran con prioridad y que no haba nada ilegal en eso. Regularmente iba al obstetra yluego al pediatra de Puerto Iguaz, y se quedaba unos das en la posada de doa Marta.

    Doa Marta era una mujer fuerte de aproximadamente sesenta aos, hija de paraguayos,y resida en Puerto Iguaz. La mayora de sus familiares vivan en Ciudad del Este ymunicipios aledaos; otros en Posadas, capital de la provincia de Misiones; y algunosen Buenos Aires. Estos vnculos prximos en diferentes lugares le daban siempre la

    posibilidad de circular con menores costos, aunque su situacin de trabajar comoenfermera y tambin cuidando la posada (una casa que haba recibido como donacinpor los cuidados dedicados a una mujer sola que era mdica en el hospital) haca quemuchas veces no pudiese viajar tanto cuanto necesitaba, ya fuera para ver a su madreanciana residente en Paraguay, o a su hija que, recin casada y terminando sus estudiosen la universidad, viva en Posadas.

    Marta tambin era madre soltera y necesitaba de ayuda para llevar adelante la hoste-ra. Este hotelito familiar no estaba registrado formalmente y a pesar de que algunosconocidos le insistan mucho para que lo hiciera, ella prefera no pagar impuestos porel servicio, mantenindose en la informalidad. Por eso su servicio de hospedaje soloiba de boca en boca y no se anunciaba en los puntos tursticos ms que en el guardaequipaje de la terminal de colectivos, cuando se le preguntaba a la cuidadora si cono-ca algn lugar prximo y de precios accesibles. A pesar de ser una mujer sola se lasingeniaba bastante bien mientras poda, estableciendo acuerdos con personas queprecisaban un lugar para dormir, generalmente hombres, y que ella pudiera cambiarel hospedaje ms el pago de diarias en dinero, por alguna ayuda en el mantenimientode la posada, la recepcin de clientes, el pintado de alguna pared, el cuidado del jardn.Este tipo de arreglos no configuraban vnculos de trabajo formal, lo que dependiendode las personas que entraran en el trato poda traerle problemas legales.

    Una de las ltimas veces que Graciela visit a Marta con el propsito de consultar alpediatra, not que en la hostera se estaba necesitando de ayuda, que Marta no daba

    abasto. Al ver la situacin le recomend la ayuda de un joven paraguayo de 16 aosque estaba viviendo en su casa de Ciudad del Este, Omar. Enseguida le transmitia l la posibilidad de ir a Argentina y este, que trabajaba en un restaurante coreanocomo cocinero, consider que era una oportunidad para alcanzar algunos objetivospersonales, como ir a la escuela, hacer patinaje y ganar algo de dinero para luego irsea Buenos Aires, donde soaba con constituir su familia y poder ver a sus hijos yendoal colegio con sus mochilitas colgadas al hombro. Omar hablaba guaran muy bien,recurso fundamental en esta frontera en particular para ser admitido como del lugar ypoder transitar con menos dificultades. Dicen que es la lengua que abre los corazones.

    El joven era menor de edad y tuvo que ingresar por uno de los puertos alternativos dela ciudad, conocidos por las fuerzas de seguridad como puertos clandestinos, llamado

    res Fronteras. Es por donde llegan todos los das las cuperas, mujeres que realizan eltrabajo de llevar y traer mercadera por la frontera, segn el cupo o margen que legal-mente tienen para poder ingresar mercadera del extranjero. Utilizan ese cupo varias

    veces mientras no son registradas en el paso aduanero. Algunas llevan mercadera para

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    vender en la ciudad de Iguaz, generalmente verduras, frutas y legumbres, y vuelven ala ciudad de Presidente Franco, lindante con Ciudad del Este, por el acceso en lanchacontrolado por la Prefectura Naval Argentina llevando mercadera argentina comoaceite, harina y otros productos convenientes en precio. Es curioso ver estas lanchas

    trasladando vehculos generalmente cargados de mercadera.

    Tres Fronteras es un pequeo paso barranco abajo en el ro Paran, por donde llegamercadera que atraviesa el ro en canoas desde Paraguay. En la poca de mis obser-

    vaciones (2010 a 2012) se vean ingresar principalmente cigarrillos y pollos. Los pollosya haban hecho el recorrido desde Brasil, tambin bajo la modalidad calificada decontrabandoa travs de otros accesos conocidos, pero informales, del lado brasileo.Estos puertos de uso cotidiano sin control fiscal permiten tambin el paso de las per-sonas indocumentadas. No cualquiera llega a ellos, se accede a travs de conocidos.En el lado argentino pocas chances tiene de conocerlo quien no habla guaran o no esacompaado por un dominador de la lengua verncula.

    Fue por all que Omar lleg un da acompaado por Marta, quien lo haba ido a buscarpara garantizar su ingreso al pas. En su mochila llevaba dos remeritas, un pantaln yun desodorante. Llevaba adems una sonrisa enorme en su rostro. ena una cara delibertad que haba que verla. Lleg diciendo que los hombres de las canoas eran muyfuertes para poder remar en ese ro peligroso y que era necesario tener mucho corajepara hacer la travesa. Enseguida se entendi con Marta, quien lo recibi muy bien yde a poco le fue dando a entender cmo sera el arreglo. l cuidara de los servicios delhostel y se dedicara a mejorar de a poco la apariencia del lugar, mientras ella le darael hospedaje y la comida, adems de un dinero para sus gastos diarios. Rpidamente seencari con l y le hablaba siempre dndole consejos de cmo usar el dinero, cmohacer amigos, cmo superarse en la vida a travs del estudio y del trabajo. ambin lohaba invitado a la iglesia evanglica que haca tiempo ella frecuentaba, una iglesia querecientemente haba cambiado de pastor porque el anterior, un hombre brasileo casadocon una brasilea descendiente de alemanes, haba sido descubierto con un enormearchivo de pornografa en la computadora. odos comentaban este hecho en voz baja,pero rpidamente fue olvidado y todo volvi a la normalidad con el nuevo pastor.

    Marta tambin conoca una amplia red de pastores de los tres pases, que eventualmentepasaban unos das en la hostera, por lo general sin pagar estada, y con quienes se montabanrituales religiosos de oracin varias veces por da, en los que algunas veces yo participaba,agradecindole a dios por la comida, el trabajo, la familia, las amistades, y pidindole porla conservacin de todo ello. Marta tena, adems, un amigo albail argentino que viva enParaguay con su mujer y sus hijos desde haca ms de 15 aos, pero que cada tres meses

    tena que ingresar a Argentina porque no haba regularizado su situacin migratoria enParaguay. Aprovechaba cada vez que iba para quedarse en el hostel y hacer alguna obramayor, como baos, cuartos o reformas. Ella le pagaba por cada trabajo que haca, aunquesiempre se quejaba de que l no terminaba nunca las cosas y encima cobraba caro. Sinembargo, le daba tranquilidad que a pesar de todo eso trabajara bien.

    El albail era un hombre jovial y conocedor de la vida, haba vivido muchos aos en Espaay tena varios hijos en diferentes lugares, algunos que ni haba llegado a conocer. Era unhombre experto en los tratos comerciales, pero le gustaba hablar mal de otras personas, loque generaba siempre la impresin de que uno tena la suerte de ser justo de aquellas que lecaan bien y respetaba o admiraba, ya que sus actitudes eran a veces en extremo amigables.

    Fue en ese orden de tratos que el joven Omar y el albail, reunidos en un mismo lugarpor acuerdos separados con Marta, emprendieron la tarea de construir una pequeahabitacin y trabajaron varios das. En medio de la obra el albail retorn a Paraguayy demor en volver a la ciudad, y Marta, adems de que ya le estaba pareciendo muy

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    costoso su servicio, necesitaba terminar el trabajo para poder alquilar el cuarto. Llamentonces a otra persona y cuando el albail regres de Paraguay se encontr con que yano tendra ms aquel recurso que le permita hacer los viajes regularmente saldando elcosto de la movilidad y ganando inclusive un dinero. En este contexto el albail y Omar

    decidieron de comn acuerdo iniciar una demanda judicial por trabajo. El joven menorde edad, influenciado por el seor de 55 aos, consider que sus derechos no habansido respetado en el acuerdo con Marta, quien segn l le pagaba muy poco por muchashoras de trabajo. Dej el hostel cuando consigui que otra seora, que tambin alquilabacuartos, lo recibiera en un esquema algo similar, mientras avanz con la demanda judicial.

    Para Marta fue un golpe duro, aunque ella siempre aceptaba los desafos de dios conla frente en alto. La iglesia la contuvo en esa situacin de desasosiego y luego buscasesoramiento para llegar a acuerdos. Finalmente con Omar resolvi el problemapagndole un valor equivalente a cuatro salarios mnimos, alrededor de 1700 dlares.Sin embargo el albail, que al ser Argentino domiciliado en la ciudad poda aducirvnculo de empleo, a pesar de no vivir all prcticamente, ya le haba enviado varias

    cartas documento intimndola a responder legalmente por la demanda.

    El trabajo informal es algo muy comn en la ciudad, y lo que le ocurri a ella es algo bas-tante excepcional. Como se trata de un lugar pequeo una demanda de este tipo tiene elpotencial de romper las relaciones sociales cotidianas y crear distancias hostiles en mbitosreducidos. Por lo general conflictos de esa naturaleza no llegan a esas instancias. Pero aquhaba en juego un espritu de venganza por parte del albail. En ese impulso vengativoarrastr tambin al joven paraguayo, quien al sumarse a la iniciativa le confirmara a Martael concepto que dominaba en la regin sobre los paraguayos: que eran traicioneros.

    Muchas personas en la frontera argentina describen, como si se tratara de cosas, laforma de ser de los paraguayos. Les atribuyen habilidades para cautivar a las personas,seducirlas y engaarlas. Los consideran en general muy alegres, bien predispuestospara ayudar, pero tambin poco confiables o traicioneros. Nunca te confes del todode lo que te dice un paraguayo, me deca Marta, hija de paraguayos, como si fueraportavoz de tantas elocuciones: ellos te lo dicen en serio pero si aparece algo en elmedio pueden deshacer todo lo que se comprometieron a hacer con vos.Con eso medaba a entender que la incertidumbre era un componente habitual en la vida de losparaguayos: todo poda cambiar mucho en poco tiempo. Ella haba cuidado a su padreen la posada durante algunos meses, un anciano de 85 aos que quedaba a cargo dellugar cuando ella sala para hacer su trabajo en el hospital. Al regresar, varias vecesMarta haba encontrado algn cuarto con las camas revueltas, hasta que supo que supadre los alquilaba en esos horarios para parejas por hora. Me pidieron para alquilar

    un rato noms, para dormir la siesta deca l para justificarse. Ganaba sus moneditascon esas estrategias porque necesitaba tambin tener su dinero, ya que pasaba un tiempoen Iguaz, y otro tiempo en Ciudad del Este, con otros de sus hijos.

    El tema de la imprevisibilidad fue algo que comenc a ver en varias de las personasque conoc. Acompaarlas en sus recorridos puso en evidencia el movimiento quecaracteriza a esta frontera en particular. Es un movimiento que une y separa, acercay distancia, crea semejanzas y acenta diferencias y contrastes. Son las relaciones quehacen a la movilidad al mismo tiempo que la movilidad es propiciada por las relaciones.Ambas estn atravesadas por las fronteras como componentes que pueden potenciaraspectos o inhibirlos. En todos los casos las relaciones a travs de las fronteras estrechanlas distancias, generan paradas, escalas, proyectan vnculos laborales, muchas veces

    informales, crean oportunidades, generan parentesco.

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    Itinerarios, estaciones y destinos

    El movimiento de personas en y a travs de las fronteras tal vez sea una de las caracte-rsticas ms frecuentes. En el caso de los tres pases que confluyen en esta regin podra-

    mos observar que Ciudad del Este, as como Encarnacin, en tanto grandes centroscomerciales paraguayos, han sido constituidas por la migracin de personas de diferen-tes lugares del pas, algunas de Asuncin y otras de ciudades ms pequeas de los alre-dedores. Pero tambin inmigrantes, muchos de origen rabe, chino, indios, dedicados alcomercio, han diversificado su composicin poblacional, sorprendindonos con la mane-ra como han sabido organizarse en tal diversidad tnica6. Por ejemplo, hay hindes quemigraron de zonas rurales empobrecidas de la India, a travs de conocidos o amigos queya se haban instalado en Ciudad del Este en el comercio. Llegaron hablando ingls,adems de sus lenguas nativas, y poco a poco fueron aprendiendo el espaol y el guara-n, como instrumentos necesarios para el mejor desempeo en el rea comercial.

    al conjugacin es sorprendente, ya que algunos de estos comerciantes no tienen estu-dios bsicos. Sin embargo, sus habilidades para el comercio han llevado a algunos asituaciones econmicas favorables, a pesar de las crisis comerciales por las que vieneatravesando Paraguay, sobre todo en esta frontera, a partir de las medidas tomadas porparte de Brasil para controlar el comercio. Estos inmigrantes son varones en general,y si bien tienden a mantener los casamientos con personas del mismo origen, es fre-cuente tambin el casamiento con mujeres paraguayas o brasileas, creando de estamanera interesantes tramas de parentesco cruzadas con la nacionalidad que comienzana evidenciarse en perodos recientes. Bolivianos y argentinos tambin suelen residir ycircular, ms como empleados que como emprendedores comerciales.

    Graciela me present algunos conocidos hindes que ella frecuentaba an despusde haber suspendido la relacin amorosa con el padre de su hijo. Dos de ellos erandueos de uno de los comercios que visitamos juntas. Realizaban importaciones dediferentes tipos de productos, pero con mayor frecuencia de juguetes y accesorios decocina que compraban en China. Conoc as a tres simpticos extranjeros, que tenanentre 25 y 50 aos de edad, siendo que ninguno de ellos hablaba muy bien el castellano:se defendan con un ingls bastante fluente que mezclaban con palabras en espaolcon acento cargado.

    Me result algo curioso que como encargado del comercio hubiera un hombre muydelgado, de aproximadamente 60 aos, de nacionalidad argentina, nacido en la pro-vincia de Rosario, donde haba trabajado hasta los aos 80 en el manejo y reparacinde barcos. Este seor, llamado Ral, acompa a un general argentino que haba sido

    embajador en Paraguay, una vez que, al terminar su mandato, fuera invitado por el expresidente paraguayo Alfredo Stroessner para administrar una empresa de exporta-cin de caf que ingresaba de Brasil (en la poca, gran parte de contrabando) y salapor barco hasta los grandes transportes martimos que se dirigan a Europa. l estaraencargado como tcnico de esos barcos. Cuando el negocio dej de ser rentable sedesplaz hacia Ciudad del Este incentivado por unos conocidos en el rea del comercio,dejando a su familia en Asuncin. En todos esos aos que Ral vivi en Paraguay jamsvolvi a Argentina. Sin embargo, su habla era impecable, conservaba la terminologay el acento de una manera que nadie esperara de quien haba pasado ms de 30 aosviviendo en otro pas. Este caso no era una rareza, a pesar de ser muy original. En misdiferentes estadas en los tres pases conoc personas con experiencias variadas. odasconfluyen en algn punto para entender de qu est hecha la movilidad en esta frontera.

    De la forma en que las personas hacen sus trayectorias y trazan sus itinerarios desafansin cansancio las separaciones nacionales, los lmites impuestos por el Estado y las expec-tativas de estabilidad que podran suponerse como bases fundamentales para una vida

    6. Si bien no contamos con censosque especiquen la cantidad yorigen de los inmigrantes, menosan de aquellos indocumentados,segn Silvia Montenegro y VernicaGimnez Bliveau en 1994 Ciudaddel Este registraba como residentesextranjeros documentados elnmero de 3160 libaneses, 420sirios, 104 jordanos, 16 egipcios,adems de marroques, sudaneses,libios, kuwaites, tunecinos yargelinos. Podra estimarse untotal de 18 mil personas, la mayoralibanesas, que habitan el rea decomprendida tanto por Ciudaddel Este como por Foz do Iguau,incluyendo en la estimativa alos residentes indocumentados(2006:24). En esta cifra no secuentan otros inmigrantes visible-mente presentes en la regin comocoreanos e hindes por ejemplo.

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    asentada. Existe una idea algo generalizada que asocia la movilidad de las personas a lainestabilidad y a la vulnerabilidad. Fui viendo paulatinamente que poda ser tambin locontrario, que la oportunidad o posibilidad de moverse de un lado para otro les garan-tizase la ampliacin de los recursos que, en lugar de agotarse, se reproducan. Algo de

    esto not en ati, quien me llam inicialmente la atencin por su acento argentino en elexcelente portugus que hablaba. Era una seora de casi 60 aos, parecida fsicamente aMarta, bajita, de espalda ancha y piernas finas, cuello corto y grueso, una boca grande,muy expresiva, y rasgos marcados que denotaban alguna ascendencia guaran. Sus padreseran paraguayos y ella haba nacido y vivido muchos aos de su vida en Puerto Iguaz,donde conoci a su marido paraguayo, por quien se fue a vivir a Foz do Iguau dondel resida. All comenz a trabajar como empleada domstica y tuvo tres hijos. La hijamayor decidi migrar a Buenos Aires a los 23 aos, donde se especializ en peluquera,se cas y tuvo un hijo. Cuando ella tena alrededor de 30 aos y su hijo dos se separ delmarido porque l no admita que ella trabajara. Esta situacin la llev a pensar en volver aBrasil, pero como el exmarido no autorizara la salida del nio opt por pensar en residiren Puerto Iguaz, ciudad a la que su madre tambin podra volver, una vez que decidiera

    jubilarse como argentina (pues segua siendo ciudadana con todos sus derechos) y dejarael servicio domstico que informalmente desempeaba en Brasil desde haca aos, paraacompaar a su hija en la crianza de su nieto.

    Se trata de recorridos hechos a travs de experiencias vividas en lugares distantes,experiencias que se reeditan por ciclos en una vida o en una familia, y son frecuentesen estas ciudades de frontera. Lo que nos muestran los relatos es que la frontera sepresenta al mismo tiempo como recurso y como limitacin, ampliando el universo deposibilidades en una trayectoria de vida y reformulando o reduciendo las distanciasculturales en el mismo proceso de marcar las diferencias en toda la trama de relacionesque se establecen da a da.

    Conclusin

    Que las personas traspongan las fronteras, las burlen o las omitan en su vida cotidia-na, no quiere decir que las disuelvan o que carezcan de sentido para ellas. A su vez, elhecho de que las fronteras geopolticas sean construcciones sociales e histricas nosignifica que sean menos reales que un ro. Tampoco que exista un ro nos habla deuna frontera natural, pues a rigor un ro puede unir en lugar de separar, o ser apenasconsiderado una dote o un accidente. Lo cierto es que las fronteras estn all comoresultado de procesos polticos de aos que por momentos han escapado incluso a la

    historia propia del lugar, retro-proyectndose a los esbozos del paradigma del Estadonacional, que prevalece hoy de forma generalizada.

    Las fronteras son un lugar privilegiado para la escenificacin de la ley. All los lmites dela soberana de un Estado nacional se materializan y simbolizan en diferentes cosas yacciones. En la triple frontera, aunque en diferentes ritmos o intensidades, la ley se hacevisible en los pasos de aduana, en carteles que anuncian el fin y el inicio de un rea, oque alertan sobre la persecucin de determinado tipo de crmenes; hay barreras, filas,documentos, uniformes, escaners, oficinas, computadoras, banderas, perros, patrulleros,

    ventanillas, autoridades, idiomas, personas en movimiento, valijas, cajas, paquetes, veh-culos, patentes provenientes de los pases lindantes, tonos de voz y formas de expresinadecuadas para la interaccin en estos contextos. La autoridad se hace sentir en el cuerpo

    de quien transita. Se trata de una realidad vivida de forma central y marginal al mismotiempo, sobre todo por quienes habitan en algn lugar de estas fronteras ya que, si bienlas personas conviven con la ley, esta es frecuentemente vista como una amenaza, y sobreella se asumen mrgenes de riesgo. Y, como hemos visto, la ley puede llegar a ser utilizada

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    como un arma cuando se ve comprometida la base de los acuerdos que sostienen lasrelaciones personales o cuando hay en juego intereses concretos.

    Los relatos compartidos aqu son diferentes entre s en cuanto a los movimientos

    especficos que cada persona hizo, a las maneras en que se ha relacionado, a la medidaen que esas relaciones se han proyectado o interrumpido, al alcance que es capaz deadquirir la red que tejieron en los trnsitos, a la manera en que los trnsitos crearonesas redes. Las experiencias relatadas evidencian tambin cmo los movimientos, lasrelaciones y las redes emergen con la frontera geopoltica. Sin embargo, al mismotiempo que emergen de la frontera la reinventan en todos los usos y recorridos que sedesprenden de all. Cada uno vive las fronteras como una experiencia de relacionescapaz de ir mucho ms all de los controles aduaneros o migratorios que pasan a serapenas un aspecto de todo lo que habita estos espacios. No obstante, en las diferenciasdescriptas, referidas a movimientos grandes y pequeos, a todos los une la movilidad.Si bien el concepto de movilidad permite englobar la diversidad de movimientos,considero que poder describir en qu consisten estos y cunto de imprevisible puede

    constituirlos, nos da elementos para pensar su encarnadura.

    Las rutinas de vida de las personas muestran que las relaciones que establecen entreellas reformulan las grandes categoras que sustentan la legitimidad de la frontera comoreferencia universal. En todo ir y venir, en cada repeticin creadora de sus trayectos,vemos la densidad de la trama que tejen las personas y las cosas, y que se sobreponea las cuatro ciudades, a los tres pases, a las tres aduanas, a los tres estados, a travs dela amistad, la vecindad, el compadrazgo y el parentesco. En estas formas sociolgicastambin vemos prevalecer los sentimientos y actitudes que motivan tantas veces unaeleccin y no otra: la vergenza, la necesidad, el odio, el amor, el resentimiento, elcuidado o la venganza.

    Al escribir sobre experiencias compartidas y lugares recorridos en la frontera de Argen-tina, Brasil y Paraguay, pretendo contribuir etnogrficamente con los estudios sobrelas fronteras desde una mirada situada en quienes la viven da a da, observando elmodo en que los trnsitos crean territorios a travs de las relaciones entre personas ycon cosas, de las relaciones de cosas entre s, y de sus consecuencias para las personas.Antes que espacios fijos en lugares descriptibles, hemos visto aqu el fluir de personasy cosas por el espacio, as como el sentido de todo eso, en trminos de subsistencia,inters, casualidad, condicin, proyecto. odas las historias contadas aqu nos invitana ver que la frontera puede estar ms all o ms ac de los controles estatales en unaregin de lmites internacionales, e incluso discutir con ellos al tornarse un recursodiversificado y caminar, tambin, a travs de cuerpos, historias e intenciones, como

    si pretendiese huir de la clasificacin que la pone siempre del lado del Estado.

    Agradecimientos

    La investigacin de la cual se desprende este artculo fue apoyada entre 2012 y 2013 poruna beca del Programa Drogas, Seguridad y Democracia, administrado por el SocialScience Research Councily la Universidad de Los Andes en cooperacin con, y conlos fondos provistos por, la Open Society Fundationsy el International DevelopmentResearch Centre, Ottawa, Canad. Los resultados vertidos aqu contribuyen tambin conlos objetivos del proyecto Violencia, democracia y seguridad ciudadana del Instituto

    Nacional de Ciencia y ecnologa (Brasil). Agradezco a Miguel Carid Naveira por sulectura y comentarios enriquecedores, y a Carolina Christoph Grillo por su oportunacolaboracin.

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    Brgida Renoldi/ [email protected]

    Antroploga. Investigadora del CONICE en la Universidad Nacional de Misiones, einvestigadora asociada al Ncleo de Estudos em Cidadania, Conflito e Violncia Urbana

    de la Universidade Federal do Rio de Janeiro. Miembro del Grupo de Estudios sobrePolicas y Fuerzas de Seguridad en el Instituto de Desarrollo Econmico y Social (IDES).Autora del libro Narcotrfico y Justicia en Argentina: la autoridad de lo escrito en eljuicio oral(2008).