fals borda, orlando, el problema de cómo investigar la realidad para transformarla por la praxis

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EL PROBLEMA DE COMO INVESTIGAR LA REALIDAD PARA TRANSFORMARLA POR LA PRAXIS por ORLANDO FALS BORDA 1

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  • EL PROBLEMA DE COMO INVESTIGAR LA REALIDAD

    PARA TRANSFORMARLA POR LA PRAXIS

    porORLANDO FALS BORDA

    1

  • 1E D I T O R E S

    'TERCER MUNDO SJK. SANTAF DE BOGOTA TRANSV 2a. A. No. 67-27. Tas. 25S0737 - 255! 539. A A 4817, FAX 2125976

    portada de felipe valencia

    sptima edicin: marzo de 1994 primera reimpresin: mayo de 1994 segunda reimpresin: junio de 1997

    tercer mundo editores

    ISBN 958-601-017-1

    preparacin litogrfica, impresin y encuademacin: tercer mundo editores

    im p r e s o y h e c h o e n C olom bia p r in te d a n d m a d e in C o lom b ia

  • Contenido

    Pgina

    Presentacin................................................................... 9Introduccin.................................................................. 11Ciencia y realidad

    1. Sobre la casualidad............................................... 152. Sobre la constatacin del conocimiento................ 183. Sobre el empirismo......................... .................... 204. Sobre la realidad objetiva.................................... 215. Sobre los concepts............................................... 236. Sobre la ciencia social crtica.. ............................. 25

    La praxis y el conocimiento............................................. 27Saber popular y accin poltica........................................ 32

    1. Sobre el sentido comn......................................... 34Sobre la ciencia del proletariado................................ 42Sobre el sujeto y el objeto del conocimiento...................... 46Bibliografa..................................................................... 56Comentario a la ponencia de Orlando Fals Borda (Heinz

    (Moser).................................................................... 58Comentario a la ponencia de Orlando Fals Borda (Anbal

    Quijano)................................................................... 71Los problemas en la definicin de una alternativa .......... 75Post scriptum (Orlando Fals Borda)............................... 83La ciencia y el pueblo: nuevas reflexiones sobre la inves

    tigacin-accin (participativa) ................................ 87

    I

    BASES GENERALES 88

    Concepto de ciencia......................................................... 89

  • Niveles de produccin del conocimiento: dominante yemergente................................ ........................... 89

    Concepto de ciencia popular.......................................... 91Ciencia e inters de clase................................................ 92Ciencia y poder poltico................................................. 93

    II

    ENSEANZAS DE LA INVESTIGACION-ACCIONPARTICIPATIVA (IAP) 94

    Aportes del saber popular.............................................. 94Metodologa (1): Autenticidad y compromiso............ . . . 96 !Metodologa (2): Antidogmatismo.................................. 97Metodologa (3): Devolucin sistemtica...................... 98Metodologa (4): Reflujo a intelectuales orgnicos........... 102Metodologa (5): Ritmo, reflexin-accin......................... 104Metodologa (6): Ciencia modesta y tcnicas dialgicas .. 104

    III

    ENSEANZAS DE COYUNTURASREVOLUCIONARIAS 105

    ElProletkult...................................................... ............ 106La inteligencia rural......................................................... 107La revolucin cultural.................................................... 109Excesos de la ortodoxia poltica...................................... 111

    IV

    EL RETO DEL CONTROL INSTRUMENTAL 112

    Impacto de la cultura masiva .......................................... 113La regin: valores sustanciales y marginales.................. 114Papel de minoras orgnicas especializadas...................... 116La universidad en dispora....... ...................................... 117

    Bibliografa..................................................................... 119

  • PRESENTACION

    La figura y las ideas de Orlando Fals Borda, el ms notable socilogo colombiano, ya son parte integral de nuestra historia contempornea. Sea por sus libros sobre problemas bsicos, o per sus experimentos de investiga- cin-accin como los descritos en este libro, Fals Borda ha dejado una marca importante en el desarrollo de las disciplinas sociales y en la poltica nacional

    Su teora de la subversin como proceso moral y poltico, que fue presentada primero en un libro de esta editorial en 1967, se ha incorporado a la sociologa universal. Esta teora pas a primer plano a raz de los dramticos acontecimientos de comienzos de este ao, cuando fue aprehendido, segn parece, en la presuncin de que era uno de los idelogos de la subversin armada en Colombia.

    Su integridad y entereza como intelectual crtico tuvieron que ser respetadas en esa dura prueba, que lo acrisol como pensador y como cientfico. As y todo, el diario Arbeiter-Zeitung de Viena, al dar cuenta de esos hechos, lo sealaba justamente, como uno de los socilogos latinoamericanos ms creadores e imaginativos.

    El estudio que hoy publicamos es una reflexin sobre esta teora aplicada en la prctica al contexto rural colombiano, entre 1970 y 1975. Trabajo polmico, lleno de altibajos, triunfos y fracasos, como es de esperarse, y como l mismo lo admite. Segn el comentario del conocido socilogo peruano Anbal Quijano, esta exposicin de Fals Bor-

    9

  • da en el Simposio Internacional de Cartagena sobre Inves- tigacin-Accin, constituye uno de los ms significativos momentos de la histrica ruptura actual, cuando se busca afirmar el camino encontrado en las ciencias sociales e histricas, para hacerlas ms tiles al cambio radical de las sociedades. Es, en efecto, un raro ejemplo de crtica y autocrtica bien hecha, en las izquierdas continentales.

    Tercer Mundo se complace en reproducir esta obra que, seguramente, ser muy til no slo en los medios universitarios, sino en los polticos, y para todos aquellos que quieren profundizar en el problema de cmo combinar la teora social con la prctica revolucionaria.

    Bogot, febrero de 1984

    10

  • INTRODUCCION

    Son relativamente pocas las ocasiones de confrontar directamente, en el curso de la vida, procesos fundamentales de transformacin social. Es nuestro privilegio, como generacin, la de vivir este proceso hoy da, y hacerlo con las ventajas y desventajas que ofrece el desarrollo contemporneo. Es tambin nuestra responsabilidad, como pertenecientes a una comunidad de cientficos, el saber interpretar esta transformacin y derivar datos adecuados a entenderla para ayudar a construir el futuro.

    Cmo combinar precisamente lo vivencial con lo racional en estos procesos de cambio radical, constituye la esencia del problema que tenemos entre manos. Y ste, en el fondo, es un problema ontolgico y de concepciones generales del que no pedemos excusamos. En especial, qu exigencias nos ha hecho y nos hace la realidad del cambio en cuanto a nuestro papel como cientficos y en cuanto a nuestra concepcin y utilizacin de la ciencia? Porque, al vivir, no lo hacemos slo como hombres, sino como seres preparados para el estudio y la crtica de la sociedad y el mundo.

    Nuestras herramientas especiales de trabajo han sido y son mayormente los marcos de referencia y las tcnicas con las que sucesivas generaciones de cientficos han intentado interpretar la realidad. Pero bien sabemos que es-

    11

  • tas herramientas de trabajo no tienen vida propia, sino que toman el sentido que les demos, con sus respectivos efectos en variados campos de la vida y del conocimiento. De all que no podamos desconocer el impacto social, poltico y econmico de nuestros trabajos, y que, en consecuencia, debamos saber escoger, para nuestros fines, aquello que sea armnico con nuestra visin de la responsabilidad social. Asimismo se satisface tambin nuestra vivencia.

    Estos problemas filosficos, de concepcin del trabajo y de articulacin terica, se han sentido de manera constante y, a veces, angustiosa, en la experiencia colombiana que un nmero de investigadores sociales hemos vivido y tratado de racionalizar en los ltimos aos (1970- 1976). El que slo ahora se pueda articularlos con alguna especificidad es, en s mismo, parte del proceso vivencial- racional que hemos recorrido. Ello no es demostracin alguna de que hayan quedado resueltos o superados los problemas descritos; pero, consecuentes con nuestras ideas, queremos compartir estas preliminares reflexiones que son tambin un balance de nuestra experiencia en aras de una discusin que se nos sigue haciendo necesaria e inevitable. Es ya una discusin a escala mundial, porque las preocupaciones aqu esbozadas sobre el caso colombiano se multiplican casi dondequiera que se ha intentado, desde hace varias dcadas, promoviendo conscientemente cambios revolucionarios, para verlos luego frustrados o tomando direcciones inesperadas o contrarias. Se trata, pues, de un problema terico-prctico de suma gravedad y urgencia.

    No es indispensable detallar la naturaleza de la experiencia colombiana de investigacin-accin ( estudio- accin ) que es tema de la parte especfica de este traba- jo, ya que ha sido motivo de varias publicaciones y amplia controversia nacional e internacional (1). Para fines del presente estudio, baste con sealar, a grandes rasgos, las siguientes caractersticas pertinentes:

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  • 1. El esfuerzo de investigacin-accin se dirigi a com- c prender la situacin histrica y social de grupos obreros, campesinos e indgenas colombianos, sujetos al impacto de la expansin capitalista, es decir, al sector ms explotado y atrasado de nuestra sociedad.

    2. Este trabajo implic adelantar experimentos muy preliminares, o sondeos, sobre cmo vincular la comprensin histrico-social y los estudios resultantes, a la prctica de organizaciones locales y nacionales conscientes (gremiales y /o polticas) dentro del contexto de la lucha de clases en el pas.

    3. Tales experimentos o sondeos se realizaron en Colombia en cinco regiones rurales y costaneras y en dos ciudades, con personas que incluan tanto profesionales o intelectuales comprometidos en esta lnea de estudio- accin como cuadros a nivel local, especialmente de gremios.

    4. Desde su iniciacin, el trabajo fue independiente de ningn partido o grupo poltico, aunque durante el curso del mismo se realizaron diversas formas de contacto e intercambio con aquellos organismos polticos que compartan el inters por la metodologa ensayada.

    Adems, con esta experiencia se trat de responder, en la prctica, a la inquietud que el autor haba hecho en aos anteriores (desde 1967) sobre el compromiso de los cientficos colombianos (y de los intelectuales en general) ante las exigencias de la realidad del cambio social.

    Aunque estos ensayos de investigacin-accin no fueron siempre coherentes y padecieron de inevitables errores, destacaron pautas que merecen recogerse y analizarse. Generaron fracasos y altibajos; incomprensiones y persecuciones; estmulos y polmicas. Por lo mismo conviene evaluar la experiencia resultante para medir lo que representa dentro del proceso de transformacin radical que es el sino de nuestra generacin y tambin de las que siguen. Porque el tratar de vincular el conocimiento y la accin la teora y la prctica , como en el castigo de S-

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  • Ca^>.s ifo^ s un esfuerzo permanente e inacabadojje compren,- V _ ^sin, revisin v superacin sobre una cuesta sin fin, difcil J y llena de troniez.ft.s Fls la rnpsta gnp el hombre ha venido t.rapgitanHn el mundo es mundo. ^

    Para evitar discusiones innecesarias, conviene esta- blecer desde el principio las bases gnoseolgicas del presente trabajo, que pueden resumirse de la siguiente ma- era:

    \

    Ciencia y realidad

    1. El problema de la relacin entre el pensar y el ser la sensacin y lo fsico se resuelve por la observacin de lo material que es externo a nosotros e independiente de nuestra conciencia; y lo material incluye no slo lo constatable de la naturaleza sino tambin las condiciones fundamentales, primarias, de la existencia humana.El problema de la formacin y reduccin del conocimiento no se resuelve diferenciando los fenmenos de las cosas-en-s, sino planteando la diferencia entre lo que es conocido y lo que todava no se conoce. Todo

    fe' ig-! i

    q u e c o Luiiut-iuu y iu q u t j i/uuavia n st? cu n u ce ;. u u u ^ p iu iuconocimiento es inacabado y variable y queda sujeto, tf t^*ptos d e _______por lo mismo, al razonamiento dialctico; nace de la \ .\_v*A^y que, en este momen

    er wW

    iAunque fue en 1970 cuando se concibieron formalmente los trabajos de campo entre obreros, campesinos e indgenas .colombianos en la modalidad de la investiga

    do cin-accin, ya desde antes se venan experimentando dificultades tericas y metodolgicas: no satisfacan ni los marcos de referencia ni las categoras vigentes en los pa- radigmas normales de la sociologa que se haban recibido

    ^ de Europa y los Estados IJnidos^Muchos los hallbamos $ en buena parte inaplicables a la realidad existente, vicia- dOs~I3e6gicamente por defender los intereses de la bur-

    r ~guesa dominante, v demasiado especializados o parcela-q j Idos para entender la globalidad de los fenmenos que se

    encontraban a diario (Falq Rorda. 1976) (2). ^Sin entrar a discutir las razones de 5ste rechazo

    que son motivo de otros ensayos y que, en general, seconocen ya bastante en la literatura cientfica recienteJSo- lari, Franco y Jutkwitz, 1976; Corts, 1970: Qumno

    rl73: 45-48 ; Graciarena, 1974; Bottomore, 1975) ^ la experiencia acumulada en los ltimos aos ndica que haba causas, profundas de este rechazo relacionadas con los:ue se estaban manejando no se alcanzaban a ver to-

    4.

    ignorancia, en un esfuerzo por reducirla y llegar a ser ms completo y exacto.El problema de la relacin entre el pensar y el actuar se resuelve reconociendo una actividad real de las cosas a la cual slo se adviene por la prctica que, en este sentido, es anterior a la reflexin; all se demuestra la verdad objetiva, que es la materia en movimiento.El problema de la relacin entre forma y contenido se resuelve planteando la posibilidad de superar su indiferencia por la prctica y no slo por el comportamiento intuitivo o contemplativo; toda cosa se da como un complejo inextricable de forma y contenido, de all que la teora no pueda separarse de la prctica, ni el sujeto del objeto.

    1. Sobre la causalidad

    in icial

    dava en toda su magnitud y trascendencia. Estudiaremos ahora algunas de estasHmplicaciones. ,

    xertp* Recordemos una vez ms cmo se haba insistido er

    los textos y en las aulas que la sociologa podra ser ciencia natural positiva, pautada al estilo de las ciencias exactas, en la que se deban cumplir las reglas generales de mtodo cientfico de investigacin Estagreglas son le que en su da le haba transferido(jDurkheim^e las ciei- cias experimentales haba ; _ _ _ _ms recientemente 'PoppenJ'cTntro de esquemas fijos acumulacin cientficaTvafaez, confiabilidad, induccin*

  • iv jp u rkdeduccin (JDurkheim, 1875; Pearson, 1892; Popper,1959) ^En esencia, se crea que el mismo concepto de causalidad podra aplicarse as en las ciencias naturales como en las sociales, es decir, que haba causas reales anlogas tanto en una como en otras y qu^stayDodian descubrirse de manera independiente pcr(observadores)idneos, aun de manera experimental o controlaaa^^^Tj}

    El trabajo de campo realizado en las ?egiones escogidas, especialmente en la primera etapa, reflej esta orientacin positivista, que se expres de manera consciente -^en cuanto a la aplicacin de algunas tcnicas formales y tambin inconscientemente, porgelos procedimientos salan desde su origen condicionados por eT~paradigma positivista, sin caer en cuenta de sus posibles~cnsecuen- cias deformantes^iaraelanlisis (3). ^

    as principales perplejidades que fueron rompiendo el paradigma normal conocido, surgieron del estudio de los movimientos sociales: stos, segn los cnones positivistas, pueden ser respuestas a impulsos aplicados en de- %

    ^.terminados sectores del sistema social; o son efecto de situaciones patolgicas susceptibles de mejoramiento en ^ sus fuentes, que pueden ser individuales o grupales. As

    se justificaban tericamente campaas de reforma social ^propiciadas por la burguesa dominante, como la accin N?comunal, la defensa civil, la beneficencia y el reparto de

    . / tierras en granjas familiares, todo dentro del Icontexto i ^ . polco-social existentej l qno5) 0x

  • en la realidad de las regiones. De all la incidencia de protagonistas concretos y los giros singulares que stos imponan en las campaas de los grupos regionales de base. As se entenda tambin la naturaleza ltima de la relacin entre lo tctico y lo estratgico la construccin consciente de la historia hacia el futuro, problema que surga en el trabajo de campo de manera cotidiana, pero sin poderlo entender bien, y mucho menos manejar, en todas sus implicaciones.

    Toda esta problemtica de la causalidad fue llevando a cuestionar la orientacin del trabajo regional y las herramientas analticas disponibles. Hasta all se haba procedido de manera rutinaria. La experiencia fue indicando que la validacin de los efectos del trabajo slo poda hacerse, de manera definitiva, mediante el criterio de la accin concreta, esto es, que la causa ltima tena una dimensin terico-prctica. Lo aleatorio de la accin social que se vea da a da, quedaba al fin y al cabo sujeto al marco de la praxis, como explicaremos ms adelante.

    2. Sobre la constatacin del conocimiento

    Otro resquebrajamiento del paradigma normal se produjo con la transferencia de la nocin sobre constatacin cientfica, de las ciencias naturales a las sociales.

    Un primer aspecto fue el de la observacin experimental. A diferencia del observador naturalista, se sabe que en las disciplinas sociales el observador forma parte del universo por observar. Esta condicin especial haba sido oscurecida por los cnones positivistas sobre la objetividad y la neutralidad en la ciencia, con la consecuencia de que algunas tcnicas de campo como la observacin participante y la observacin por experimentacin (muy conocida entre antroplogos) tendan a conservar las diferencias entre el observador y lo observado. Adems, tales tcnicas neutrales dejaban a las comuni

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  • dades estudiadas como vctimas de la explotacin cientfica (7).

    Como una posible alternativa, desde antes se haba propuesto la insercin en el proceso social . En este caso se exiga del investigador su plena identificacin con los grupos con los cuales entraba en contacto, no slo para obtener informacin fidedigna, sino para contribuir al logro de las metas de cambio de esos grupos. Se diferenciaba as esta tcnica de las anteriores en que se reconoca a las masas populares un papel protagonista, con la consiguiente disminucin del papel del intelectual-observador como monopolizador o contralor de la informacin cientfica (Mao, 1968: III, 119).

    En segundo lugar, aunque el propsito del trabajo in- vestigativo era obtener y entender mejor la ciencia y el conocimiento a travs del contacto primario con los grupos populares de base, como fuente promisoria, los resultados de esta variacin en el paradigma resultaron decepcionantes. La insercin del investigador en el proceso social implic la subordinacin de aqul a la prctica poltica condicionada por intereses inmediatos, y el conocimiento alcanzado fue ms de perfeccionamiento y confirmacin de ste, que de innovacin o descubrimiento. Aunque, como veremos ms adelante, el sentido comn o saber popular es valioso y necesario como fundamento de la accin social, no se vio cmo poda articularse ste al conocimiento cientfico verificable que se buscaba, para orientar las campaas de defensa de los propios intereses populares.

    Finalmente se advirti que el conocimiento cientfico verificable resultaba ms bien de las abstracciones que se hacan en seminarios cerrados y de las discusiones que se sostenan entre colegas del mismo nivel intelectual, as como del propio estudio de la literatura crtica. En esto no se descubri nada nuevo, aunque las expectativas iniciales sobre las posibilidades de derivar conocimiento cientfico directamente del contacto con las bases haban sido grandes. Volveremos a este tema cuando tratemos las categoras mediadoras especficas y el papel de los grupos populares de referencia.

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  • 3. Sobre el empirismo

    La prctica permiti constatar tambin que el investigador consecuente puede ser al mismo tiempo sujeto y objeto de su propia investigacin y experimentar directamente el efecto de sus trabajos (vase la piarte final de este estudio); pero tiene que enfatizar uno u otro papel dentro del proceso, en una secuencia de ritmos en el tiempo y el espacio que incluyen acercarse y distanciarse de las bases, accin y reflexin por turnos (8). Al buscar la realidad en el terreno, lo que le salva de quedar por fuera del proceso es su compromiso con las masas organizadas, es decir, su insercin personal. Las masas, como sujetos activos, son entonces las que justifican la presencia del investigador y su contribucin a las tareas concretas, as en la etapa activa como en la reflexiva.

    No poda, pues, haber lugar en este trabajo a la experimentacin social tradicional para hacer ciencia e interpretar la realidad, en tales condiciones, sino al envolvimiento personal y la insercin por ritmos. Las tcnicas quedaban subordinadas a las lealtades a los grupos actuantes y a las necesidades del proceso: result importante tener conciencia de para quin se trabajaba. As, no se rechazaron tcnicas empricas de investigacin usualmente cobijadas por la escuela clsica, como la encuesta, el cuestionario o la entrevista, por ser positivistas (slo los grupos extremistas confundieron errneamente el empirismo con el positivismo); sino que recibieron un nuevo sentido dentro del contexto de la insercin con los grupos actuantes. Por ejemplo, no poda haber lugar a la distincin tajante entre entrevistador y entrevistado que dictaminan los textos ortodoxos de metodologa: haba que transformar la entrevista en una experiencia de participacin y consenso entre el dador y el recibidor de la informacin, en la cual ambos se identificaron en cuanto a la necesidad y fines compartidos de esa experiencia. Por eso, en el texto mimeografiado que se prepar en 1974 ( Cuestio

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  • nes de metodologa ', ya citado), se dedica un captulo a las tcnicas empricas de medicin estadstica, conteo, anlisis y organizacin del material, que se juzgaron necesarias para comprender la realidad a nivel local y regional.

    Este esfuerzo de participacin en el estudio puede denominarse emprico en el buen sentido, esto es, busca ajustar herramientas analticas a las necesidades reales de las bases y no a las de los investigadores (9). As, obviamente las tcnicas desarrolladas por las ciencias sociales tradicionales no todas resultan de rechazar (como algunos pretendieron), sino que pueden utilizarse, perfeccionarse y convertirse en armas de politizacin y educacin de las masas. Que esto es posible, la experiencia colombiana en insercin (y en autoinvestigacin como veremos ms adelante) tambin tiende a demostrarlo. Pero hay que colocar en su contexto conformista, y reconocer sus limitaciones, a aquellas tcnicas empricas derivadas del paradigma normal que cosifican la relacin social, creando un perfecto divorcio entre sujeto y objeto de investigacin, es decir, manteniendo la asimetra en las relaciones entre entrevistador y entrevistado (como en las encuestas de opinin). Ms an: se admite ya que deben rechazarse tales tcnicas, cuando estos ejercicios se convierten en armas ideolgicas a favor de las clases dominantes, y en formas de represin y control de las clases pobres y explotadas, como sigue ocurriendo con frecuencia.

    4. Sobre la realidad objetiva

    Las pautas positivistas haban exigido cortes seccionales como aproximaciones a la realidad, de nuevo en ilgica imitacin de las tcnicas de muestreo muy desarrolladas en las ciencias exactas. As se derivaban hechos mensurables con los cuales se reconstrua mentalmente, cedazo a pedazo, el mosaico de la sociedad.

    Sin negar la importancia de la mensura en lo social

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  • cuando sta se justifica, en el terreno pudo verse cmo estos hechos quedaban amputados de su dimensin temporal y procesual. Pero esta dimensin temporal era parte fundamental de la propia realidad de los hechos observados. Era su porcin dinmica, viva, laque precisamente deba comandar el mayor inters: porque corra ante los ojos de los investigadores la realidad objetiva de materia y movimiento que buscan los cientficos como causa final de las cosas (10).

    La realidad objetiva apareca como cosas-en-s' que se movan en la dimensin espacio-tiempo y que venan de un pasado histrico condicionante. Se convertan en cosas para nosotros al llegar al nivel del entendimiento de los grupos concretos, tales como los de la base en las regiones. As ocurri con conceptos generales conocidos, como explotacin , organizacin e imperialismo , por ejemplo, que, entendidos empricamente o como sensaciones individuales por campesinos e indgenas, pasaban a ser reconocidos racionalmente y articulados ideolgica y cientficamente, por primera vez por ellos, en su contexto estructural real. Uno de los dirigentes campesinos que plasmaron formalmente su ideologa, logr explicar en trminos de lucha inconsciente de clase determinadas pautas tradicionales de la conducta de los terrajeros a cuya clase perteneca. Y el recuerdo de la organizacin campesina que se haba dado en una regin haca casi medio siglo, resurgi como cosa para nosotros , una vez que se tradujo al contexto de las confrontaciones actuales y los viejos luchadores fueron recolocados en el proceso histrico vivo.

    Esta transformacin de cosas en s en cosas para nosotros , segn Lenin, es precisamente el conocimiento (Lenin, 1974: 110, 111, 179) (11). El nivel de conocimiento de la realidad objetiva en las regiones donde se

    I trabaj subi algo, gracias a esta transformacin. No su- | bi ms porque este esfuerzo de bsqueda y creacin de

    5 4 1 conocimiento qued frustrado, en parte, por la utilizacin consciente o inconsciente del aparato conceptual del para- digma vigente. De all que todo el sentido de la implica-22

  • cin de aquella transformacin de cosas en s en cosas para nosotros para entender la realidad objetiva, slo vino a esclarecerse cuando se cuestionaron asimismo las ideas tradicionales que haba sobre la vigencia de leyes, la funcin de conceptos y el uso de definiciones en la ciencia. Aquel principio de aleatoriedad condicionada con el cual re-examinamos los procesos causales, no fue poco para transformar ideas fijas sobre lo heurstico y el armazn conceptual de la ciencia social, como veremos en seguida.

    5. Sobre los conceptos

    Con frecuencia tendemos a absolutizar las leyes y los conceptos y a convertir las definiciones en dogmas, esto es, a hacer de la teora un fetiche como objeto de culto supersticioso y excesivo. As ocurri en las experiencias descritas con el resultado de que se oscureca o deformaba la realidad. No fueron pocos los casos en los cuales los investigadores, por falta de claridad en los marcos de referencia y rigidez conceptual y de mtodos, queran ver en el terreno, como con vida propia, leyes tales como la de la reproduccin ampliada en la expansin capitalista y la de la correspondencia entre estructura y superestructura ; o aplicar fcilmente conceptos complejos como autogestin y colonialismo; o confirmar definiciones amplias como las de sector medio, latifundio y dependencia, para hallar que, naturalmente, salieron mediatizadas, incompletas, deformes y, a veces, contradichas en la prctica. En el caso de las definiciones, muchas resultaron tautolgicas, es decir, imposibles de concebir sin sus componentes reales dados, con lo cual poco se gan en poder de anlisis (12).

    Esta mala situacin terica se empeor por el efecto obsesivo de los slogans y las doctrinas prefabricadas, con su propio juego de leyes, conceptos y definiciones absolutas, que como fetiches saltaban tambin en los movimientos populares y polticos en las regiones estudiadas. Resultaba demasiado fcil adoptar interpretaciones de otras

    23

  • pocas, formaciones sociales y coyunturas polticas distintas a las que en realidad se encontraban. Y esto a la larga no poda ser positivo ni para ganar conocimiento ni para una accin poltica eficaz, lo cual es ampliamente aceptado (13).

    Pero no estamos constatando aqu nada nuevo: en efecto, los conceptos, las definiciones y las leyes, aunque necesarios para ligar la realidad observada a la articulacin intelectual, es decir, para fundamentar las representaciones de la realidad, tienen un valor limitado y circunscrito a contextos determinados para explicar eventos y procesos. Deca Rickert: De los conceptos no podemos recoger y sacar ms que lo que hemos puesto en ellos y, con ellos, nopodemos hacer otra cosa que echar puentes sobre el ro caudaloso de la realidad, por diminutos que sean los ojos de esos puentes (Rickert, 1943: 69, 200; Hegel: II, 516, 700) (14). Marx ya haba sugerido que cada periodo histrico puede tener sus propias leyes (15), y Le- nin haba escrito que la ley no es ms que una verdad aproximada constituida por verdades relativas (6). La dogmatizacin deba quedar as proscrita de sus obras y de las de sus seguidores ms consecuentes.

    As como no result conveniente esperar a trabajar con conceptos estables o permanentes que dieran siempre una descripcin correcta, completa y objetiva de los hechos, hubo de buscarse soluciones tericas alternas que permitiesen aproximarse mejor a la realidad para entenderla y transformarla. La respuesta ms adecuada la ofreci el mtodo dialctico aplicado en pasos altemos y complementarios, as: 1) propiciando un intercambio entre conceptos conocidos o pre-conceptos y los hechos (o sus percepciones) con observaciones adecuadas en el medio social; 2) siguiendo con la accin a nivel de base para constatar en la realidad del medio lo que se quera concep- tualizar; 3) retornando a reflexionar sobre este conjunto experimental para deducir conceptos ms adecuados u obtener mejores luces sobre viejos conceptos o teoras que as se adaptaron al contexto real; y 4) volviendo a comenzar el ciclo de Investigacin para culminarlo en la accin. Estos pasos y ritmos podan ejecutarse ad infinitum. como

    24

  • lo veremos otra vez en la seccin dedicada a la praxis y el conocimiento (Hegel: I, 50).

    Se sabe que esta forma de trabajar dialcticamente puede evitar que las categoras nuevas se vayan acomodando a formas viejas de pensamiento, lo cual es indispensable en la creacin de nuevos paradigmas (Feyera- bend, 1974: 38-40). Es lo que ocurre hasta en las ciencias naturales, pues all tambin los datos van surgiendo condicionados al medio social en que se forman. Se apela entonces a planteamientos ad hoc que tratan de explicar las reas no cubiertas por los paradigmas existentes o que dirigen la atencin a las porciones oscuras de las explicaciones tericas vigentes, que en muchos casos pueden ser extensas y significativas (Kuhn, 1970: 13, 83, 152, 153, 172; Bemal, 1976:1, 415, 417, 424, 427). En los casos colombianos muchos de estos planteamientos ad hoc se derivaron de un anlisis preliminar del materialismo histrico como veremos en seguida; pero tratando de no dejarse esclavizar por sus conceptos ms especficos o por sus definiciones ms corrientes, aunque hubo el peligro de que algunos vieran all un fatal revisionismo .

    6. S obre la ciencia social critica

    En este limitado esfuerzo por adquirir conocimiento vlido y til a la vez, surgi finalmente otro factor que no era nuevo, sino reiterativo: la dimensin del hecho como proceso histrico, que la realidad es un complejo de procesos . Reconfirmamos por ensima vez que, en lo social, no puede haber realidad sin historia: los hechos deben completarse con tendencias , aunque stas sean categoras distintas en la lgica (17).

    Como era de esperarse, las tendencias o procesos aparecan simplemente como actos sucesivos vlidos para contextos inmediatos, que podan eslabonarse unos a otros para dar direccin a un cambio y sentido a una transformacin social de mayor alcance. Haba tendencia en las tomas de tierras, por ejemplo, hacia un desafio a fondo de

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  • la estructura latifundista tradicional: y este desafo poda llevar, a su vez, a trastocar los basamentos del poder poltico local y regional. Siendo que estas tendencias venan del pasado (aunque, evidentemente, otras se iniciaron en estos aos de experiencia), su comprensin no era posible sin adentrarse en la historia, y mucho menos se senta nadie capacitado para proyectarlas al futuro sin entender lo que vena del ayer mediato e inmediato.

    La adicin definitiva de la historia en este esquema para comprender la realidad objetiva (una conviccin que, en verdad, vena de mucho antes, desde los primeros estudios de Sauco en 1955 y Boyac en 1957), termin por romper el paradigma normal y la vigencia de la sociologa positivista y acadmica. Ya no pareca posible transformar esta sociologa acadmica, desde su interior, en instrumento revolucionario. La conocida en Colombia se haba concebido en trminos de los intereses conservadores de clase y de poder social y poltico de la burguesa dominante: sta no poda suicidarse intelectualmente con su propio instrumento. En las regiones estudiadas se senta la necesidad de contar con una sociologa que fuese ante todo una ciencia social inspirada en los intereses de las clases trabajadoras y explotadas; se necesitaba de una ciencia popular como se defini al comienzo del trabajo, que fuera de mayor utilidad en el anlisis de las luchas de clases que se advertan en el terreno, as como en la accin poltica y proyeccin futura de las clases trabajadoras como actores en la historia (ms adelante volveremos a este punto fundamental).

    En esta nueva ciencia social del pueblo y para el pueblo trabajador haba necesidad de integrar diversas disciplinas: no era con la sociologa sola ni sta como fundamento general. Era el materialismo histrico, como filosofa de la historia, el que brindaba el punto culminante de la unificacin, como se haba demostrado en otras pocas y latitudes, por muchos estudiosos competentes (18). Con el materialismo histrico, como deca Lukacs, se estaba ya en capacidad de revelar la esencia del orden social capitalista y atravesar con los fros rayos de la ciencia los velos

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  • rpuestos por la burguesa para encubrir la situacin de la lucha de clases, la situacin real : poda ser al mismo tiempo gua cientfica e instrumento de lucha (Lukacs, 1975:91).

    Las otras disciplinas que en este plano podan integrarse a la sociologa y a la historia, eran la economa, la geografa, la psicologa, 3a antropologa, la ciencia poltica y el derecho, hasta llegar a redondear algo que se acerca a lo que se denominaba economa poltica en el siglo diecinueve; pero con los elementos de teora crtica que Marx y Engels, como figuras cumbres, le aadieron en sus obras y en su propia accin poltica, elementos que retomaron otros cientficos sociales, entre ellos algunos miembros de la Escuela de Frankfurt en las dcadas de 1950 y 1960, as como marxistas de diversas nacionalidades desde haca varias dcadas. Se esbozaba as una ciencia social crtica que no era nueva, pero cuya necesidad actual llevaba a aplicarla con mayor intensidad y dedicacin (Mandel, 1974: 61; Mansilla, 1970; Solari, et. al., 1976: 66, 67) (19).

    No se logr en un primer momento, por los limitados grupos comprometidos en estos experimentos, articular coherentemente el paradigma alterno de la ciencia social crtica; pero pudieron barruntar aproximadamente por dnde poda andar el nuevo esfuerzo investigativo regional, basndose en experiencias e informaciones anteriores pertinentes de Colombia y otros pises. A medida que se avanzaba, se vio que el reto para tales grupos era francamente epistemolgico, puesto que haba de entenderse a fondo las implicaciones terico-prcticas y filosficas de lo que se haba llamado, con cierto entusiasmo ingenuo, investigacin-accin . Estas implicaciones y sus consecuencias son objeto de anlisis en las secciones que siguen.

    La praxis y el conocimiento

    El rechazo del positivismo y de las tcnicas objeti

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  • vas'' de investigacin inspiradas en el modelo conocido de la integracin y el equilibrio social no poda dejar la orientacin de los nuevos trabajos regionales en el vaco; esto hubiera equivalido a rechazar la ciencia misma. Haba, pues, que sustituir la estructura cientfica inicial de los trabajos por otra ms adecuada a las necesidades reales y a la naturaleza de las tareas investigativas concretas en esas regiones.

    En la seccin anterior se dieron indicaciones de cmo se fue formando un paradigma cientfico alterno en el campo de la metodologa y en la concepcin de la realidad. La adopcin del materialismo histrico como gua cientfica e instrumento de lucha fue un paso en esta direccin. Pero la idea central alrededor de la cual cristaliz lo que pudiera considerarse como base del paradigma alterno, fue la posibilidad de crear y poseer conocimiento cientfico en la propia accin de las masas trabajadoras: que la investigacin social y la accin poltica con ella, pueden sintetizarse e influirse mutuamente para aumentar tanto el nivel de eficacia de la accin como el entendimiento de la realidad (Fals, 1976: 55, 58, 66, 67, 73, 74; Fundacin Rosca, 1972: 44-50; Stavenhagen, 1971: 339; Moser, 1976: 357-368) (21). Tomando en cuenta que el criterio de la correccin del pensamiento es, por supuesto, la realidad", el ltimo criterio de validez del conocimiento cientfico vena a ser, entonces, la praxis, entendida como una unidad dialctica formada por la teora y la prctica, en la cual la prctica es cclicamente determinante (22).

    El descubrimiento de la praxis como elemento defini- torio de la validez del trabajo regional no era, de ninguna manera, la base de un nuevo paradigma general en las ciencias sociales nacionales, puesto que ese descubrimiento, como ya se dijo, vena de muy atrs y, en efecto, se haba aplicado en diversos contextos, dentro y fuera del pas. El nuevo paradigma era viejo segn otros criterios; lo que faltaba en este caso era conocerlo mejor y abrirle posibilidades adicionales de aplicacin en medios y organizaciones sociales y polticas diversas, donde indudablemente se justificaba su adopcin (23).

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  • El punto de partida de esta discusin no fue la primigenia definicin aristotlica de praxis como accin o ejercicio para alcanzar la bondad y la justicia en la formacin del carcter, sino la que la define como accin poltica para cambiar estructuralmente la sociedad. Su fuente es el descubrimiento que hizo Hegel de que la actividad como trabajo es la forma original de la praxis humana que el hombre es resultado de su propio trabajo, descubrimiento que luego elabor Marx como accin instrumental , es decir, como la actividad productiva que regula el intercambio material de la especie humana con su medio ambiente natural (24). El principio de la praxis original, llevado al campo del conocimiento como relaciones entre teora y prctica, cristaliza en ocho de las once Tesis sobre Feuerbach(1888), especialmente en la segunda y la undcima. Estas Tesis de Marx pueden considerarse, a nivel filosfico, como la primera articulacin formal del paradigma de la ciencia social crtica: la comprometida con la accin para transformar el mundo, en contraposicin al paradigma positivista que interpreta la praxis como simple manipulacin tecnolgica y control racional de los procesos naturales y sociales (25).

    En el contexto concreto del trabajo regional aqu examinado, lo que se llam teora envolva pre-conceptos, ideas preliminares o informaciones externas (exgenas) relacionadas a cosas en s , procesos, hechos o tendencias que se observaban en la realidad, como viene explicado; y prctica quera decir la aplicacin de principios o de informacin derivada de la observacin, aplicacin realizada primordialmente por los grupos de base, como actores y controladores del proceso, con quienes los investigadores compartan la informacin y hacan el trabajo de campo. Estos pasos se podan dar en forma simultnea, o siguiendo el ritmo reflexin-accin con acercamientos y distanciamientos de la base, como qued explicado en la seccin anterior. La idea era propiciar un intercambio entre conceptos y hechos, observaciones adecuadas, accin concreta o prctica pertinente para determinar la validez de lo observado, vuelta a la reflexin segn los resultados

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  • de la prctica, y produccin de pre-conceptos o planteamientos ad hoc a un nuevo nivel, con lo cual poda reini- ciarse el ciclo rtmico de la investigacin-accin, indefinidamente.

    Aunque no pudieron aplicarse estos principios en toda su extensin por razones diversas (vase ms adelante), esta modalidad experimental de trabajo produjo buenos avances as en la acumulacin del conocimiento cientfico de la realidad regional como en la accin poltica y organizativa (coyuntural) de los grupos de base interesados. Se afianz as la certeza del principio de la praxis para determinar la validez de los trabajos locales, y las posibilidades de desarrollar all el paradigma alterno de la ciencia social crtica. Varios ejemplos podrn ilustrar este aserto.

    1. La hiptesis del arma cultural como elemento movilizador de masas haba sido expuesta y aplicada por las organizaciones revolucionarias vietnamitas (entre otras) (Burchett, 1969). En Colombia, esta hiptesis no haba sido ensayada en firme ni en grande, en parte por considerar errneamente en nuestra opinin que el frente cultural , con sus expresiones costumbristas, artsticas e intelectuales, deba tener una baja prioridad en la lucha contra el imperialismo y la burguesa. Con la informacin preliminar sobre la experiencia vietnamita, se decidi estimular el frente cultural en una regin donde la msica popular tiene grande arraigo. A raz de estos ensayos se obtuvo la formacin de conjuntos que cambiaron la msica romntica tradicional para darle un contenido de protesta revolucionaria, lo cual sirvi para la movilizacin y politizacin de masas campesinas en esa regin. Al mismo tiempo, en el campo del conocimiento, se logr un mayor entendimiento del origen, sentido e historia real de esa msica como la concibe el pueblo que la canta e interpreta, y no la burguesa que la baila; y se rompieron algunos esquemas clsicos de la historia cultural nacional sostenidos por intelectuales y artistas de la burguesa.

    2. La hiptesis de la recuperacin crtica de la historia , lleva a examinar el desarrollo de las luchas de clase del pasado para rescatar de ellas, con fines actuales,

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  • aquellos elementos que hubieran sido tiles para la clase trabajadora en sus confrontaciones con la clase dominante. El periodo crtico de 1918 a 1929, cuando surgieron los primeros sindicatos en Colombia, era casi un misterio para los historiadores colombianos, as como para las organizaciones polticas. Este misterio no empez a revelarse sino cuando uno de los principales dirigentes de esa poca, Juana Julia Guzmn, ya octogenaria, constat el resurgimiento de la lucha campesina en 1972 y se reincorpor a ella. Antes se haba resistido a dar ninguna informacin a los historiadores burgueses y liberales que se le haban aproximado con ese fin. Con la incorporacin de Juana Julia al movimiento campesino se obtuvieron los primeros datos fidedignos sobre el papel del anarcosindicalismo en los primeros sindicatos colombianos y el origen del Partido Socialista del pas, datos que fueron publicados en un folleto ilustrado que, por un tiempo, era la nica fuente ci- table sobre este importante desarrollo poltico en Colombia: Simultneamente, la recuperacin de ese perodo de luchas y de uno de sus viejos dirigentes dio continuidad histrica y mayor impulso ideolgico y organizativo al movimiento regional de usuarios campesinos entre 1972 y 1974, para llevarlo a una posicin de avanzada que le fue reconocida en todo el pas.

    3. La teora de la lucha y violencia de clases como una constante histrica, ampliamente conocida, se confront en una regin colombiana con similares resultados pedaggicos y polticos. Con ella en mente se descubri que, a principios de este siglo, una dicesis haba usurpado las tierras de un resguardo indgena para hacer all un seminario. La investigacin histrica de archivo y notara sobre este tema como la local en el terreno llev, no slo a confirmar la teora y enriquecer el conocimiento de la regin y su historia desde el punto de vista de la lucha de clases, sino a proveer al movimiento indgena de las Humas formales y del conocimiento ideolgico y poltico necesarios para enfrentarse al obispo y recuperar a la fuerza la tierra, en una gran victoria popular.

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  • de la prctica, y produccin de pre-conceptos o planteamientos ad hoc a un nuevo nivel, con lo cual poda reini- ciarse el ciclo rtmico de la investigacin-accin, indefinidamente.

    Aunque no pudieron aplicarse estos principios en toda su extensin por razones diversas (vase ms adelante), esta modalidad experimental de trabajo produjo buenos avances as en la acumulacin del conocimiento cientfico de la realidad regional como en la accin poltica y organizativa (coyuntural) de los grupos de base interesados. Se afianz as la certeza del principio de la praxis para determinar la validez de los trabajos locales, y las posibilidades de desarrollar all el paradigma alterno de la ciencia social crtica. Varios ejemplos podrn ilustrar este aserto.

    1. La hiptesis del arma cultural como elemento movilizador de masas haba sido expuesta y aplicada por las organizaciones revolucionarias vietnamitas (entre otras) (Burchett, 1969). En Colombia, esta hiptesis no haba sido ensayada en firme ni en grande, en parte por considerar errneamente en nuestra opinin que el frente cultural ', con sus expresiones costumbristas, artsticas e intelectuales, deba tener una baja prioridad en la lucha contra el imperialismo y la burguesa. Con la informacin preliminar sobre la experiencia vietnamita, se decidi estimular el frente cultural en una regin donde la msica popular tiene grande arraigo. A raz de estos ensayos se obtuvo la formacin de conjuntos que cambiaron la msica romntica tradicional para darle un contenido de protesta revolucionaria, lo cual sirvi para la movilizacin y politizacin de masas campesinas en esa regin. Al mismo tiempo, en el campo del conocimiento, se logr un mayor entendimiento del origen, sentido e historia real de esa msica como la concibe el pueblo que la canta e interpreta, y no la burguesa que la baila; y se rompieron algunos esquemas clsicos de la historia cultural nacional sostenidos por intelectuales y artistas de la burguesa.

    2. La hiptesis de la recuperacin crtica de la historia , lleva a examinar el desarrollo de las luchas de clase del pasado para rescatar de ellas, con fines actuales,

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  • aquellos elementos que hubieran sido tiles para la clase trabajadora en sus confrontaciones con la clase dominante. El perodo crtico de 1918 a 1929, cuando surgieron los primeros sindicatos en Colombia, era casi un misterio para los historiadores colombianos, as como para las organizaciones polticas. Este misterio no empez a revelarse sino cuando uno de los principales dirigentes de esa poca, Juana Julia Guzmn, ya octogenaria, constat el resurgimiento de la lucha campesina en 1972 y se reincorpor a ella. Antes se haba resistido a dar ninguna informacin a los historiadores burgueses y liberales que se le haban aproximado con ese fin. Con la incorporacin de Juana Julia al movimiento campesino se obtuvieron los primeros datos fidedignos sobre el papel del anarcosindicalismo en los primeros sindicatos colombianos y el origen del Partido Socialista del pas, datos que fueron publicados en un folleto ilustrado que, por un tiempo, era la nica fuente ci- table sobre este importante desarrollo poltico en Colombia. Simultneamente, la recuperacin de ese perodo de luchas y de uno de sus viejos dirigentes dio continuidad histrica y mayor impulso ideolgico y organizativo al movimiento regional de usuarios campesinos 1 entre 1972 y 1974, para llevarlo a una posicin de avanzada que le fue reconocida en todo el pas.

    3. La teora de la lucha y violencia de clases como una constante histrica, ampliamente conocida, se confront en una regin colombiana con similares resultados pedaggicos y polticos. Con ella en mente se descubri que, a principios de este siglo, una dicesis haba usurpado las tierras de un resguardo indgena para hacer all un seminario. La investigacin histrica de archivo y notara sobre este tema como la local en el terreno llev, no slo a confirmar la teora y enriquecer el conocimiento de la regin y su historia desde el punto de vista de la lucha de clases, sino a proveer al movimiento indgena de las armas formales y del conocimiento ideolgico y poltico necesarios para enfrentarse al obispo y recuperar a la fuerza la tierra, en una gran victoria popular.

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  • En cada uno de estos casos se determin la validez del conocimiento por los resultados objetivos de la prctica social y poltica, y no mediante apreciaciones subjetivas (Mao, 1968: 319). As lo aleatorio qued circunscrito por la accin concreta y el conocimiento pertinente, es decir, hubo cierto control de desemboque de coyunturas que no hubiera sido posible en otra forma. Estos casos tenan referentes tericos anteriores o exgenos, algunos de ellos basados en experiencias y reflexiones especficas de otras partes; lo cual no invalida la posibilidad de crear conocimiento absolutamente original, en esta misma forma. De todos modos, es demostrable que en estos casos se obtuvo, y se cre, conocimiento cientfico en la propia accin de masas, pasando ste a ser patrimonio general de los grupos de base y particular de la ciencia social crtica. Al mismo tiempo, se aliment la lucha popular con ese mismo conocimiento, recibiendo un impulso importante dentro de las opciones ofrecidas por las coyunturas. De all que pueda sostenerse otra vez que la praxis tiene fuerza definitoria, y que vincular la teora a la prctica en el mbito del cambio radical o revolucionario no es ni tan difcil ni tan complejo como parece, en nuestro medio (26).

    Queda, sin embargo, un interrogante por resolver a este respecto: el del papel de la organizacin de base en la obtencin y utilizacin del conocimiento y en la ejecucin de la praxis. Sin esa organizacin no se habra ido tan lejos, ni se habran obtenido los datos con la profundizacin necesaria, ni stos habran tenido la trascendencia y utilidad poltica que alcanzaron. Pero esto tambin dependa del tipo de organizacin y de la naturaleza de las relaciones establecidas entre los investigadores y las bases, lo cual es el tema de la seccin que sigue.

    Saber popular y accin poltica

    Si se admite que la praxis de validacin, como la concebimos aqu, es ante todo poltica, la problemtica de la investigacin-accin lleva necesariamente a calificar las32

  • relaciones entre los investigadores y las bases populares o sus organismos con los cuales se desarrolla la labor poltica. Este es un aspecto fundamental del mtodo de investigacin, porque, como queda dicho, el propsito de ste es

    ^producir conocimiento que tenga relevancia para la prctica social y poltica: no se estudia nada porque s. Siendo que la accin concreta se realiza a nivel de base, es necesario entender las formas como aqulla se nutre de la investigacin, y los mecanismos mediante los cuales el estudio a su vez se perfecciona y profundiza por el contacto con la base.

    En la investigacin-accin es fundamental conocer y apreciar el papel que juega la sabidura popular, el sentido comn y la cultura del pueblo, para obtener y crear conocimientos cientficos, por una parte; y reconocer el papel de los partidos y otros organismos polticos o gremiales, como contralores y receptores del trabajo investigati- vo y como protagonistas histricos, por otra. A estos aspectos fundamentales se dedica, necesariamente, el resto del trabajo, ms an tomando en cuenta que son tpicos relativamente poco tratados en la literatura crtica. Pueden analizarse ordenadamente de la siguiente manera:

    1. Estudiando las relaciones recprocas entre sentido comn, ciencia, comunicacin y accin poltica.

    2. Examinando la interpretacin de la realidad desde el punto de vista proletario, segn categoras mediadoras especficas .

    3. Estudiando cmo se combinan sujeto y objeto en la prctica de la investigacin, reconociendo las consecuencias polticas de esta combinacin.

    Analizaremos cada uno de estos tres problemas, en lo que toca a la experiencia colombiana objeto del presente estudio.

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  • 1. Sobre el sentido comn

    Algunas de las investigaciones regionales emprendidas se inspiraron inicialmente en una concepcin casi romntica de pueblo , hasta el punto de inclinarse a ver en las opiniones y actitudes de ste toda la verdad revolucionaria. Esta tendencia obviamente errnea, de creer que las masas nunca se equivocan , provena de escuelas polticas en que se haba enfatizado la identificacin personal del estudiantado y de los intelectuales con lasmasas, demandando demostraciones palpables del compromiso, tales como callos en las manos, y una forma de vida franciscana a tono con la pobreza de los tugurios y caseros rurales en que se haca el trabajo. En la prctica este masoquismo populista no llev a ninguna parte: no era esta la mejor forma de vincularse con las masas trabajadoras, por no ser ni intelectual ni humanamente honesta, y por pecar de un objetivismo extremo que, en el fondo, corresponde a la intelectualidad pequeo-burguesa (Mandel, 1972: 51-61).

    Pero, evidentemente, como reaccin al intelectualis- mo acadmico del que venan muchos investigadores, se quiso probar la potencialidad cientfica de la vinculacin con las bases, creando grupos de referencia constituidos por campesinos, obreros e indgenas (Fals, 1976: 58-61; Gramsci, s.f.: 81). La meta era reducir la distancia entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, para que los obreros, campesinos e indgenas no siguieran subyugados espiritualmente a los intelectuales. Se quera estimular sus cuadros ms avanzados para que a s u m ie ra n por lo menos algunas tareas investigativas y analticas que se consideraban monopolio de los tcnicos y de los burcratas.

    Como no haba plena claridad en cuanto a la orientacin ideolgica de los trabajos excepto una idea muy general y algo ingenua de compartir la bsqueda de la conciencia proletaria con las bases , pronto surgi el celo partidista para hacer ver que este tipo de trabajo de inte-

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  • lecuales independientes era voluntarista , por relegar a segundo plano a los activistas y a los cuadros polticos organizados (investigadores-militantes). Estas dificultades polticas impidieron la realizacin plena de aquellos principios metodolgicos, en estos casos.

    La primera inspiracin de este tipo de trabajo quizs no muy bien interpretada iba en otra direccin que no era la de hacer competencia a los partidos o a sus cuadros: era la de la experiencia pedaggico-poltica directa con las clases trabajadoras. Su origen era Gramsci y su tesis de que es necesario destruir el prejuicio de que la filosofa es algo sumamente difcil por tratarse de una actividad propia de determinada categora especializada de letrados (27). Por el contrario, se crea, con l, que existe una filosofa espontnea contenida en el lenguaje (como conjunto de conocimientos y conceptos), en el sentido comn y en el sistema de creencias o folklore que, aunque incoherente y dispersa, tiene valor para articular la praxis a nivel popular. Gramsci sealaba como una debilidad mayor de las izquierdas el no haber sabido crear la unidad ideolgica entre los de arriba y los de abajo (como se haba hecho en la Iglesia Catlica), entre los sencillos y los intelectuales , punto de vista de gran importancia para romper con la tradicin acadmica e implementar el compromiso de los intelectuales. Adems, pra el mismo autor, toda filosofa tiende a convertirse en el sentido comn de un ambiente asimismo restringido (el de todos los intelectuales) , lo cual vino a relativizar el problema y a reforzar la decisin de aquellos grupos de investigadores de vincularse a las bases en las regiones (Gramsci, s.f.: 69-70)(28).

    Por supuesto, ni Gramsci ni los investigadores aludidos trataban de introducir una ciencia nueva en la vida individual de las masas. Queran dar utilidad crtica a la actividad ya existente, haciendo que la filosofa de los intelectuales tomara en cuenta con mayor fidelidad las realidades encontradas y fuera como la culminacin del progreso del sentido comn; porque como lo sostiene el mis

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  • mo Gramsci, el sentido comn implica un principio de causalidad serio, que se desarrolla quizs de una manera ms exacta e inmediata que la ofrecida por juicios filosficos profundos o por observaciones tcnicas sofisticadas. En esto se registran casos anteriores importantes, basados en la transformacin de experiencias cotidianas en conocimiento filosfico o cientfico: el de Kant, por ejemplo, cuyas interpretaciones newtonianas en su Crtica de la razn pura van selladas por una racionalidad que no era otra cosa que el sentido comn de su poca (Wright Mills, 1969: 111); o el de Galileo, cuya teora del mpetu expresada en sus primeros escritos sobre la mecnica (De motu) era la expresin de la opinin comn sobre el movimiento, a partir del siglo quince (Feyerabend, 1974: 63, 189) (29).

    Veamos cmo se tradujo el principio del sentido comn a la realidad del trabajo de campo regional en Colombia, recordando nuevamente la naturaleza experimental y preliminar de esas labores.

    Primeramente haba que tomar en cuenta el saber y la opinin experimentada de los cuadros y de otras personas informadas de las regiones y localidades. Esto se refera ante todo a los problemas socio-econmicos regionales y sus prioridades, en lo cual la confianza de los investigadores fue retribuida con creces. La riqueza factual de la experiencia campesina se reflej en la organizacin de acciones concretas, como las tomas de tierras; en la interpretacin de la agricultura como tcnica y como forma de vida; sobre la adopcin de costumbres y prcticas nuevas en el medio tradicional; y sobre la utilizacin de la botnica, la herbologa, la msica y el drama en el contexto regional especfico. En estas actividades, como en otras, se registraron muchos ms xitos que fracasos, lo cual confirm la secular conviccin sobre las posibilidades intelectuales y creadoras del pueblo.

    Luego, haba que llegar con ideas e informaciones a las bases e ilustrar o modificar el sentido comn para convertirlo en buen sentido (Gramsci). Este problema enfocaba la tesis ms general del destino del conocimiento.36

  • Por lo que viene explicado, la investigacin activa no se contenta con acumular datos como ejercicio epistemolgico, que lleve como tal a descubrir leyes o principios de una ciencia pura, ni hacer tesis o disertaciones doctorales, porque s. Ni tampoco investiga para propiciar reformas, por ms necesarias que parezcan, o para el mantenimiento del statu quo. En la investigacin activa se trabaja para armar ideolgica e intelectualmente a las clases explotadas de la sociedad, para que asuman conscientemente su papel como actores de la historia. Este es el destino final del conocimiento, el que valida la praxis y cumple el compromiso revolucionario.

    Como mucha de la informacin se originaba en el terreno, con las bases, el asunto planteaba la devolucin de ese conocimiento a las bases. Esta devolucin no poda darse de cualquier manera: deba ser sistemtica y ordenada, aunque sin arrogancia. En esto se trat de seguir el conocido principio maosta, de las masas, a las masas

    ^ (ver nota 11). Tambin se prest atencin a la experiencia vietnamita sobre la utilizacin de la cultura popular para fines revolucionarios (Mao, 1968,'HI: 119; Chinh y Giap, 1974:5, 25, 102; Chinh y Giap, 1972: 55-58).

    El principio de la devolucin sistemtica fue uno de los que ms energas desat y ms polmicas suscit, quizs por tocar con elementos obvios que muchas organizaciones gremiales y polticas haban relegado a segundo plano, no obstante su importancia. Porque asegurar la comprensin de lo que uno hace, dice o escribe, puede marcar la diferencia entre el xito y el fracaso en un movimiento poltico o social. Hasta un filsofo ilustrado como Fichte se preocup por la comunicacin de sus ideas, y no tuvo reparos en traducir algunos de sus complicados tratados, para obligar a comprender al lector , como l mismo dijo, con una exposicin clara como la luz del sol, al alcance del gran pblico (1801).

    El esfuerzo de comunicarse implica, por lo menos, reconocer las posibilidades de comprensin de nuevas ideas por las bases. Si no todos los hombres son filsofos formales, por lo menos los espontneos abundan, deca

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  • Gramsci. En los casos colombianos, el problema radicaba en cmo llegar a las bases, no con simple informacin periodstica o educacional (con lo que podan ya estar suficientemente bombardeadas) sino con conocimiento cientfico de la realidad que les creara conciencia de clase revolucionaria y disolviera la alienacin que les impeda entender la realidad y articular su lucha y defensa colectiva (Mandel, 1974: 61-69) (30).

    Se ensayaron, en consecuencia, actividades diseadas a romper, aunque fuera parcialmente, la barrera cultural, con las bases campesinas, obreras e indgenas. Se trat de ajustar aquellos principios y tcnicas de comunicacin a la situacin colombiana, reconociendo que el nivel de desarrollo poltico y educativo de los grupos de base era bastante deficiente. Se aplic, pues, la regla ya sealada, de comenzar trabajos al nivel de conciencia poltica de las bases, para llevarlas sucesivamente al buen sentido y a la conciencia revolucionaria de clase. Esta ingente tarea hubo de quedar inconclusa a nivel nacional y regional por diferentes causas, algunas de las cuales se especifican ms adelante, la ms importante de las cuales fue el hecho de que los investigadores activos, como tales, no podan asumir ningn papel como vanguardia poltica, aunque hubiese, en efecto, un vaco en este campo.

    No obstante, la expriencia pedaggico-poltica pudo desarrollarse en algunos aspectos:

    En primer lugar, ante el creciente reconocimiento de la importancia de hacer estudios para racionalizar y hacer ms eficaz la accin de los organismos gremiales y polticos, se impulsaron estudios histricos y socio-econmicos regionales (Costa Atlntica, Litoral Pacfico, Cauca, An- tioquia, Valle del Cauca). As se cubrieron temas como el origen del latifundio, la formacin de las clases campesinas, historias de comunidades, historias de movimientos populares, la situacin actual de la educacin primaria, factores de represin y violencia estatal, etc.

    Estos estudios se plantearon en consulta con las bases (sus cuadros ms avanzados ante todo), tomando en cuenta lo ya dicho sobre la experiencia popular, la deter38

  • minacin de prioridades y metas de los grupos de base, y el control de la informacin. As se publicaron, con el acuerdo de las bases y buscando simplicidad de expresin, libros como la Historia de la cuestin agraria en Colombia (1975). Modos de produccin y formaciones sociales en la Costa Atlntica (1974), La cuestin indgena en Colombia, por Ignacio Torres Giraldo (1975), Mara Cano, mujer rebelde, por Ignacio Torres Giraldo (1973), En defensa de mi raza, por Manuel Quintn Lame (1972). Por ah es la cosa (1972) y otros similares.

    En segundo lugar, con ayuda de los cuadros ms avanzados al nivel local, se prepararon y publicaron textos ilustrados, tambin de fcil comprensin y lectura, derivados del mismo trabajo de campo (Lomagrande, Tinajones, Felicita Campos, El Boche, etc.). As, las bases eran prcticamente las primeras en conocer los resultados de las investigaciones emprendidas. Para mantener este impulso, se fueron transmitiendo al personal de cuadros, mediante manuales y cursillos, las tcnicas y el conocimiento necesarios. A los impresos se aadieron luego materiales audiovisuales, pelculas de corto metraje ( Mar y pueblo , La hora del hachero , etc.), filminas, transparencias y, por ltimo, grabaciones educativas y el empleo de conjuntos musicales y dramticos de las propias localidades.

    En tercer lugar, se cre en 1974 una revista nacional de crtica poltica y oposicin, Alternativa, para ampliar el contacto con las bases e incluir en stas a porciones de la pequea burguesa y clase media colombiana. El fenomenal xito de esta revista, que lleg a ser, en cinco meses, la segunda en circulacin del pas con 52.000 ejemplares, indic que se iba por buen camino, por lo menos en la tarea de politizar los sectores medios. En este intento colaboraron importantes agrupaciones de izquierda. Pero el afn de enfatizar el contacto con los grupos de base campesinos, obreros e indgenas a expensas de los medios, llev a una sonada crisis pblica nacional que no fue nada positiva para las causas que los diversos grupos participantes apoyaban, con la divisin sucesiva de la revista y

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  • su temporal suspensin (31). As, la comunicacin con las bases en el campo periodstico, ayud poco a superar la alienacin y la ignorancia de nadie para llegar al buen sentido" y la conciencia revolucionaria de clase, debido al canibalismo" desatado y a la confusin sobre los fines de la revista en relacin con los intereses de los grupos responsables.

    En cuarto lugar, mediante cursillos especiales y el texto vulgarizado Cuestiones de Metodologa (1974) se fueron dando a los cuadros ms aptos tcnicas simples de investigacin social y econmica, puestas a su alcance, para permitirles realizar y continuar indefinidamente sus propios estudios con un mnimo de sistematizacin y anlisis, sin tener que acudir a asesora o ayuda externa: esto es, se quiso estimular la autoinvestigacin de la comunidad y resolver, en parte, el problema del control de los trabajos y el para quin de la investigacin.

    Finalmente, como ya se sugiri, para todos los proyectos y niveles se trat de adoptar un lenguaje directo, claro y sencillo para la comunicacin de resultados. Esto oblig a revisar conceptos y definiciones, como qued tambin explicado, y a combatir el estiramiento cientfico- acadmico y la verborragia especializada, lo cual llev a disear formas nuevas de publicacin y produccin intelectual ms abiertas y menos esotricas y descrestadoras.

    En cuanto a los grupos de referencia populares que al principio se haban postulado como alternativas de los acadmicos e intelectuales, stos se conformaron por cuadros dirigentes experimentados y de cierta capacidad analtica. Pero su influencia result ser ms prctica que terica, ms poltica que cientfica. Aunque fueron bastante tiles, la discusin estrictamente cientfica hubo de seguirse realizando entre profesionales identificados con el trabajo investigativo que se estaba adelantando, a quienes se llevaban las impresiones el sentido comn de las bases.

    A pesar de las grandes dificultades encontradas, estas actividades tuvieron a veces desarrollos que, en algunos aspectos, fueron asombrosos. Las dificultades e in40

  • comprensiones en su realizacin fueron ante todo de naturaleza poltica, y podan haberse previsto al recordar los cargos hechos antes sobre voluntarismo . Pero la principal dificultad en el manejo e interpretacin de estos elementos de educacin, comunicacin y politizacin parece que estrib en olvidar parcialmente el proceso dialctico que la praxis implica, para llevar a las bases populares principios ideolgicos y conocimientos ordenadores de su propia experiencia que les permitieran avanzar en la transformacin de su mundo (32). En otras palabras, las bases envueltas en estos trabajos avanzaron ideolgicamente, pero no suficientemente, porque la filosofa y el conocimiento resultantes de la investigacin activa no se tradujeron, a ese nivel, en un sentido comn ms ilustrado, ordenado y coherente, en un buen sentido , que llevara a un nivel de accin poltica superior al existente. Se logr informacin para las bases, se obtuvieron datos cientficos, se hicieron publicaciones y se impulsaron movimientos; pero el trabajo no cristaliz en organismos superiores o en tareas ms ambiciosas de transformacin social.

    Esta tarea superior fue imposible hacerla a los grupos que ejecutaron la investigacin-accin, porque implicaba recursos de organizacin poltica y permanencia institucional que no tenan: desde el principio haban quedado sueltos, como cuadros espontneos. Ni tampoco fue posible articular firmemente esta tarea con partidos revolucionarios existentes, aunque hubo varios intentos positivos, a causa de desconfianzas mutuas que luego se demostraron irracionales.

    Aun as lo poco que se hizo en este campo pedaggi- co-poltico destac la importancia de entrar al aparato de convicciones de las bases y de sus dirigentes para disponerlos a actuar, y actuar con eficacia: pareca ser una manera pertinente de convertir la psicologa de clase que se encontraba, en conciencia de clase; el ayudar a transmutar la clase en s en clase para s (Lukacs, 1975: 55, 83, 223, 225; Feyerabend, 1974: 82). Que sepamos, no

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  • se ha advertido an otra forma nejor de convertir el sentido comn en conocimiento cientfico, ni darle los elementos dinmicos necesarios para sipropia superacin poltica. En este campo, el reto contima; pero este reto es, mucho ms, para los paridos revlucionarios de izquierda como tales, que para los intctuales comprometidos (33).

    Sobre la ciencia del proletariado

    Cuando se iniciaron los ejprimentos de investigacin-accin en 1970 (como di jiras en la primera seccin de este estudio), al reclazar la bdicin sociolgica positivista y acadmica se empez alistinguir entreciencia burguesa y ciencia del proletriado a la manera crtica acostumbrada por bs inteleraales de izquierda. Era evidente que la interpretacin dcninante de la realidad y del mundo en Colombia con apropia ciencia e ideologa era y sigue sindola de laurguesa, dominio que, desde finales del siglo cieciochc.iene combinando con el triunfo de los movimientos polti>s liberales que la revolucin industrial hizo posible. Eaobservacin elemental haba enseado objetivamente qe tales interpretaciones de la realidad y del muido viera condicionadas por procesos impulsados por irtereses dc.ase, esto es, por fuerzas histricas motoras que impiuan los acontecimientos en la realidad. As como la bur^sa hizo su revolucin incluyendo su ciencia como emento coadyuvante poda deducirse que es posible srgurar una contrasociedad en la cual la clase social terminante sea aquella opuesta a la dominante, en esteiso, y por definicin, el proletariado. Es, entontes, fcilmcluir que el proletariado como clase tambii puede csarrollar e imponer su propio sistema de inteipretacine la realidad, es decir, su propia ciencia.

    Por las experiencias revolwmarias exitosas (la cubana, la china, la sovitica, la vieamitay otras), se saba

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  • ciedad capitalista. Hasta los cuadros considerados avanzados muchas veces demostraron no tener conciencia clara de su accin en la historia, mucho menos capacidad para articular una interpretacin cientfica de su propia realidad ni proyectarla hacia el futuro.

    As, con caracterstica impaciencia, fueron los investigadores activos y sus aliados intelectuales quienes hubieron de definir lo que queran como ciencia popular en contraposicin a la burguesa, e inyectar su propia definicin intelectual en el contexto de la realidad. Era como buscar un fantasma: a falta de uno, sintieron la necesidad de crearlo. Y el resultado fue una aplicacin especial del concepto de insercin en el proceso social, para colocar el conocimiento al servicio de los intereses populares , como se dijo, y no ante todo derivarlo de las condiciones objetivas del proletariado, como hubiera sido tericamente ms correcto (Marx, 1971: 109, 191) (35). No obstante, se lleg a proponer y aplicar pautas cooperativas de investigacin con los grupos proletarios del campo, en que s- s tos tomaron un papel activo, en la solucin de este problema.

    En todo caso, ante la dureza de este problema real, los fundamentos de la orientacin y validacin del trabajo de campo y de la bsqueda cientfica siguieron siendo los del materialismo histrico y la praxis que ste implica. Como el materialismo histrico era patrimonio casi exclusivo de los investigadores activos e intelectuales comprometidos, stos no tuvieron otro camino que compartirlo y difundirlo en la base como ideologa, lo cual llev a adoptar como categoras mediadoras especficas las que de manera clsica se exponen como postulados generales del marxismo. En esta forma, lo que se llam ciencia popular ' tuvo que ser un calco ideolgico de algunas tesis generales del materialismo histrico como se han desarrollado en diversos contextos y en diferentes formaciones sociales, es decir, se cay en la ms grande forma histrica del dogmatismo, que es la mimesis (36).

    Esta transferencia de conceptos y categoras dadas

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  • result acertada en algunos aspectos y desacertada en otros. En la prctica no se sinti que se hubiera enriquecido ninguna ciencia del proletariado , porque lo que se anticip como ciencia popular no alcanz, por aquel dogmatismo, a reflejar fielmente las realidades objetivas encontradas y, a veces, las distorsion u oscureci, como ocurri en las discusiones sostenidas entre los investigadores y con otros, sobre el papel y funciones de la vanguardia revolucionaria, el dogma de los cinco modos de produccin, la supervivencia del feudalismo en Colombia y su relacin con la formacin social, el determinismo econmico y la caracterizacin de la sociedad, que ms que todo parecieron ser dilogos de sordos.

    Un resultado ambiguo como ste poda haberse previsto: la condicin histrica y social de las masas colombianas parece que no da an para formar y enriquecer el complejo cientfico y cultural propio de los intereses de las clases trabajadoras (frente a los de la burguesa) como acto de un sujeto histrico capaz de producir el futuro anticipando el resultado, es decir, capaz de ver y entender la realidad concreta del presente y construir as, conscientemente, su propia historia. No haba que hacerse ilusiones sobre el material humano real con el que se contaba (aunque se tenda a idealizarlo), y las opciones de lo aleatorio quedaban demasiado condicionadas por el sistema tradicional: la revolucin, en efecto, no es cosa de un da, y las fallas humanas de las bases y sus cuadros no dejaron de hacer su costosa irrupcin (37).

    As, la experiencia de bsqueda de una ciencia del proletariado qued inconclusa y sin respuesta, en espera de que sucesivos intercambios, contactos y esfuerzos educativos disminuyeran el efecto de la ignorancia y la alienacin tanto en el proletariado como en los intelectuales, para permitirles dar el salto cualitativo que les capacitara a todos para construir ese futuro y esa ciencia, y para liberarlos polticamente (38). De all la renovada responsabilidad de aclaracin y crtica que les compete a los cuadros revolucionarios contemporneos en la praxis porque, co

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  • mo lo seala Hobsbawm, si los intelectuales no son necesariamente decisivos, tampoco sin ellos podrn las clases trabajadoras hacer la revolucin, mucho menos hacerla contra ellos (Hobsbawm, 1973: 264, 266) (39).

    Sobre el sujeto y objeto del conocimiento

    Como hemos visto, el paradigma de la ciencia social crtica estipula que la diferencia entre sujeto y objeto puede reducirse en la prctica de la investigacin. La experiencia colombiana de investigacin-accin tiende a comprobar esta tesis que, en verdad, no es nueva: ya Hegel haba explicado cmo, en la idea de la vida, el dualismo de sujeto y objeto queda superado por el conocimiento, en una sntesis que se logra al reducir el segundo al primero (Hegel H: 671-674).

    En consecuencia, el trabajo de campo en las regiones colombianas estudiadas n se concibi como mera observacin experimental, o como simple observacin con empleo de las herramientas usuales (cuestionarios, etc.), sino tambin como dilogo entre personas intervenientes que participaran conjuntamente de la experiencia investi- gativa vista como experiencia vital, utilizaran de manera compartida la informacin obtenida, y prepararan y autorizaran la publicacin de los resultados en forma tctica y til para las metas de los movimientos involucrados (40).

    Este entendimiento entre personas de distinto origen, entrenamiento y, muchas veces, clase social, tuvo lugar cuando aquella que se consideraba mejor preparada modific la concepcin de su papel sea como cuadro o como investigador y adopt una actitud de aprendizaje y de respeto por la experiencia, el saber y la necesidad de la otra, alistndose al mismo tiempo para dejarse expropiar'' su tcnica y conocimiento. Esta actitud comprensiva tuvo consecuencias polticas positivas, como se constat en el terreno. En efecto, cuando quiera que se tom en cuenta el nivel real de conciencia de la situacin encontra

  • da (que tenan los miembros de las comunidades de base) como punto de partida para la accin, y no el nivel del cuadro mismo, cuya conciencia poda estar mucho ms adelantada que la de las bases, se evitaron errores polticos por exceso de activismo o por ignorancia (41). Adems se trat de evitar tambin (no siempre con xito) decisiones unilaterales o verticales que podan oler a patemalismo y que, de pronto, habran podido ser formas nuevas de explotacin intelectual y poltica de las masas, formas que se queran combatir a todo trance.

    La investigacin as concebida que era, en parte, autoinvestigacin , llev a una divisin del trabajo intelectual y poltico que tom en cuenta los niveles de preparacin, tratando de evitar discriminacin o arrogancia en los cuadros. Por ejemplo, el anlisis cuantitativo lo ejecutaba un cuadro avanzado, mientras que la entrevista directa, la grabacin con ancianos, la bsqueda de documentos y retratos antiguos en los bales familiares, o la fotografa, podan realizarlas otros menos entrenados. Lo principal en estos casos fue la plena participacin de los interesados en el trabajo, y el conocimiento y control de la investigacin y sus fines por parte de todos, especialmente por la organizacin gremial, en estos casos. As se procedi en el terreno, con resultados que sobrepasaron toda expectativa. En muchas situaciones motivadas por la naturaleza de las luchas que se vivan, no habra sido posible adelantar estudios ni ganar conocimiento sino en esta forma dialgica en la que se disminuan las diferencias entre el sujeto y el objeto de la investigacin.

    Como los estudios que se realizaron en esta forma no eran simples ejercicios intelectuales sino que iban condicionados a la prctica poltica mediata o inmediata, no podan verse slo como producto de una sntesis entre sujeto y objeto. Haba que verlos como un entendimiento entre sujetos y objetos activos que compartan la experiencia dentro de un mismo proceso histrico, en el fondo, actuando como un solo sujeto. Por lo tanto, haba que plantearse el problema del sentido de la insercin que se reali

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  • zaba en el proceso histrico, como efecto poltico sobre las masas y sobre sus propios organismos.

    En general, la experiencia colombiana dej entrever que es posible realizar este tipo de estudio-accin por investigadores aislados cuando vanen-funcin de intereses objetivos de las bases o de sus gremios; pero que, obviamente, su efecto poltico cae en el vaco cuando el trabajo no es convergente con los de partidos u organizaciones polticas, o cuando no est directamente auspiciado e impulsado por stas con sus investigadores militantes. En vista del peligro que esta indefinicin poda representar, cuando quiera que los investigadores activos se apartaron de esta regla hubo acusaciones de espontanesmo , y el celo partidista con frecuencia agudiz situaciones o autoriz la persecucin, la macartizacin y el canibalismo a los cuadros e investigadores que se consideraban responsables.

    Este choque producido por el sectarismo partidista, por una parte, y por el afn espontneo e individual de participar en el proceso revolucionario, por otra, cre presiones para responder al impasse polticamente, es decir, para que los investigadores se constituyeran a su vez en grupo poltico. Pero, aunque se dieron algunos pasos en este sentido, a la larga no fue posible hacerlo por diversas razones: 1) las diferencias sobre el enfoque de aparatos de comunicacin (especialmente la revista Alternativa), llevaron a una dramtica escisin en tales grupos, con efectos pblicos adversos; 2) las bases campesinas y obreras se afectaron tambin por una divisin interna que agudiz contradicciones relacionadas con interpretaciones tendenciosas y personalistas sobre el trabajo regional y el origen econmico de los aportes (ver Nota 37); 3) en el momento de la decisin, algunos optamos por inclinar la balanza y guardar la distancia enfatizando el papel del cientfico comprometido dentro del proceso y no el papel del poltico pragmtico y calculador que podan exigir las circunstancias. De cualquier manera, tales dilemas y tentaciones simplemente confirmaron la importancia bsica, tambin

  • ya aceptada, que en estas actividades terico-prcticas tiene la organizacin, para desarrollar toda la potencialidad revolucionaria.

    Sabido es que, desde el punto de vista de los principios ortodoxos del marxismo-leninismo, la organizacin es la forma de mediacin entre la teora y la prctica (Lukacs, 1975: 312;Gramsci, s.f.: 76; Mandel, 1974: 61). Por lo tanto, la organizacin es la que debera disponer, en ltimas, cmo ejecutar la investigacin, cundo y con quines: pues es la que controla opciones en lo tctico y juega con lo aleatorio del cambio en las coyunturas. Tal tesis es vlida paira aquellas organizaciones no fetichistas que conceden importancia a la investigacin, porque aplican correctamente el principio leninista de que sin teora revolucionaria no puede haber accin revolucionaria , y el maosta de que quien no ha investigado no tiene derecho a opinar (Mao, 1968b: 9; Colletti, 1976, Parte II). Sin embargo, en el caso colombiano, se senta muchas veces que no haba mucho ms que un reconocimiento ritual a tales principios, y que casi todas las energas y los recursos organizativos se dedicaban a la accin directa. Semejante solucin, aunque respetable desde muchos puntos de vista, no pareca conveniente para el proceso revolucionario en general, especialmente en sus aspectos estratgicos de formacin de una contra-sociedad fuerte y convencida. Pero el proceso fue enseando: los sucesivos golpes de un enemigo de clase mejor informado por el estudio y la investigacin cientfica llevaron a algunos de aquellos grupos activistas y partidos a reconsiderar su posicin. En estos casos, la experiencia en el proceso condujo en Colombia a formas ms maduras de mediacin entre la teora y la prctica, que ya no pueden ignorar los principios metodolgicos de la investigacin-accin y la ciencia social crtica, como aqu se han esbozado.

    El adentrarse en el saber popular y el intercambio con la experiencia de base sobresalen as como necesidades tcticas. El sentido comn y la formacin de una opinin pblica basada en la conciencia de clase y consciente

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  • de su verdadera historia, son elementos a considerar seriamente, por las posibilidades que ofrecen de crear y enriquecer una eventual ciencia del proletariado. La comprensin dialctica de sujeto-objeto en la praxis va al corazn de este problema, por cuanto toma en cuenta el desarrollo social y poltico de las masas.

    Como ya se sabe, sin las bases organizadas no es posible el cambio revolucionario y la construccin del futuro; ni tampoco sin ellas es posible la adquisicin del conocimiento cientfico necesario para tareas tan vitales. Pero este conocimiento sigue siendo, mal que bien, la responsabilidad de los cientficos. Evidentemente, sern cientficos ms consecuentes, eficaces y productivos, si mantienen el equilibrio, el ritmo y la dialctica de esta oposicin, y si la organizacin poltica les estimula, acoge y respeta como tales.

    NOTAS

    1. Varias instituciones colombianas realizaron experiencias de investigacin- accin desde 1970, pero la ms conocida, por diversas razones, fue la Fundacin Rosca de Investigacin y Accin Social (1970-1976), a la cual perteneci el presente autor. Entre publicaciones mAa influyentes o difundidas: Fundacin Rosca 1972,1974a, 1974b y 1975. Debe distinguirse la investi- gacin-accin de la investigacin militante , que es aquella realizada por cuadros cientficos dentro de marcos partidistas y sujetos a las pautas y necesidades de su respectiva organizacin.

    2. Sobre I03 paradigmas de la ciencia hemos seguido las teoras de Kuhn 1970: 23, 187-281, especialmente en cuanto tienen que ver con la formacin del conocimiento y la instauracin de nuevos paradigmas ( ciencia extraordinaria ).

    3. En efecto como seala Lukacs, haba desde la fuente un cierto acondicionamiento producido por el ideal cognoscitivo de las ciencias naturales que, al aplicarse l desarrollo social, se converta en un arma ideolgica de la burguesa (Lukacs 1975:12).

    4. Un principio tan obvio cun fcil de olvidar, a pesar de las razones claras y elementales expuestas por epistemlogos como Rickert, cuando habla de una oposicin material (real) entre naturaleza y cultura, para explicar la vieja distincin entre ciencia de la naturaleza y ciencia del espritu , lo cual le llev a reconocer una "oposicin formal entre el mtodo

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  • naturalista y el mtodo histrico que l consideraba propio de la ciencia cultural (Rickert 1943: 46-47). Ver las reservas que hace al respecto Colle- tti 1976: 37-38.

    5. Esta tesis se habla venido enfatizando ya en algunas escuelas, y desde Man, para el estudio de la sociedad humana y de la cultura; recurdese cmo Karl Marx, en el Prefacio a la primera edicin de El capital, al compararse con los fsicos, subraya que la sociedad no es un cristal fijo sino una entidad que hay que ir entendiendo continuamente en el proceso de transformacin . Cf. tambin su Ctrta a Mikhailovsky sobre el mtodo histrico de investigacin (1877).

    6. Tal es el principio del impulso A-B adaptado por Lenin al discutir las tesis de J. Petzoldt, para explicar las diferentes opciones D.C.F. que pueden tomarse en la realidad, lo que se explicara distinguiendo entre lo fortuito y lo necesario en la accin social: Lenin 1974: 152-154. (Agradezco a Ren Zavaleta el haber llamado mi atencin a este aspecto del planteamiento leninista).

    7. En esta misma categora colocamos los intentos de la antropologa de la accin propuesta en la dcada de 1950 por Sol Tax; y, en parte, los ensayos de etnometodologia realizados por H. Garfinkel, aunque de ste son dignas de recogerse las premisas prcticas que retan o condicionan la ciencia normal" de su poca. Vase el interesante artculo de Freund y Abrams 1976: 377-393.

    8. Practicar, conocer, practicar otra vez y conocer de nuevo. Esta forma se repite en infinitos ciclos y, con cada ciclo, el contenido de la prctica y del conocimiento se eleva a un nivel ms alto. Esta es la teora materialista dialctica del conocimiento... y de la unidad sobre el saber y el hacer (Mao 1968, Tomo I: 331).

    9. No hay que dejarse confundir en cuanto al empirismo ciego. Este problema fue aclarado por el mismo Marx en 1880, con su Encuesta obrera . Por ejemplo, los cuestionarios adecuados pueden ser, al mismo tiempo, elementos de politizacin y de creacin de conciencia de clase, como pudo hacerlo Marx en el fraseo de sus preguntas (Bottomore y Rubel 1963: 210-218).

    10. Este es un postulado tan antiguo como el mismo conocimiento humano, primero articulado por la filosofa griega y revivido por Descartes. Hoy lo confirman muchos pensadores y cientficos naturales. La misma tesis fue replanteada por Engels como la ley del movimiento , cuya ciencia es la dialctica en el desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento (Engels 1935: 144-145; Lenin 1974:165-166,251). Estos principios derivan ms de Aristteles que de Newton, pero no son por ello menos vigentes o actuales.

    11. Lukacs recuerda que estas categoras kantianas, al ser tomadas por Hegel, no se contraponen sino que son correlatos necesarios ; en lo que coloca en su propio contexto lo que, basado en Engels, sostiene Lenin (Lukacs 1975:179; Hegel, II: 464, 479, sobre la realidad).

    12. Es posible que este sea un defecto intrnseco de toda definicin, que la hace incorregible cuando cambian los marcos de referencia: en este caso todo debe caer junto con las definiciones.