eucalipto

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Debajo de estos monocultivos forestales cambia la microflora y microfauna que integran el suelo y que son su vida. Estos seres vivos no tienen ni las condiciones de vida, ni los nutrientes que tenían en el campo natural y desaparecen, afectando la calidad del suelo para la producción de los alimentos, cuando termine el ciclo productivo. Recientes estudios indican que los suelos que se encuentran debajo de estos monocultivos se acidifican y en mayor grado debajo de los eucaliptos que de los pinos. También estos suelos aumentan su contenido en aluminio, que en tenores elevados es tóxico para las plantas. cualquier monocultivo forestal extensivo afecta a las napas freáticas por su consumo permanente de agua. Estas napas freáticas lentamente se retiran y agotan, sufriendo las consecuencias los productores agropecuarios y con mayor intensidad los pequeños productores. No hay limitaciones para la forestación en las cabeceras de las cuencas hídricas, a pesar de que afectan la recarga de los acuíferos y la alimentación de los arroyos. En las plantaciones de estos monocultivos se utilizaron y se utilizan numerosos herbicidas y pesticidas que contaminan tanto a las napas freáticas como a los cursos superficiales de agua. Los monocultivos forestales son cultivos extractivos, como ocurre con la minería, que si bien incrementan el PBI, por otro lado se pierden en cantidad y calidad valiosos recursos naturales como lo es entre otros, el agua.

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eucalipto y efectos en el suelo

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Debajo de estos monocultivos forestales cambia la microflora y microfauna que integran el suelo y que son su vida. Estos seres vivos no tienen ni las condiciones de vida, ni los nutrientes que tenían en el campo natural y desaparecen, afectando la calidad del suelo para la producción de los alimentos, cuando termine el ciclo productivo.

Recientes estudios indican que los suelos que se encuentran debajo de estos monocultivos se acidifican y en mayor grado debajo de los eucaliptos que de los pinos. También estos suelos aumentan su contenido en aluminio, que en tenores elevados es tóxico para las plantas.

cualquier monocultivo forestal extensivo afecta a las napas freáticas por su consumo permanente de agua.

Estas napas freáticas lentamente se retiran y agotan, sufriendo las consecuencias los productores agropecuarios y con mayor intensidad los pequeños productores.

No hay limitaciones para la forestación en las cabeceras de las cuencas hídricas, a pesar de que afectan la recarga de los acuíferos y la alimentación de los arroyos.

En las plantaciones de estos monocultivos se utilizaron y se utilizan numerosos herbicidas y pesticidas que contaminan tanto a las napas freáticas como a los cursos superficiales de agua.

Los monocultivos forestales son cultivos extractivos, como ocurre con la minería, que si bien incrementan el PBI, por otro lado se pierden en cantidad y calidad valiosos recursos naturales como lo es entre otros, el agua.

EL EUCALIPTO

En la actualidad se encuentra distribuido por gran parte del mundo y debido a su

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rápido crecimiento frecuentemente se emplea en plantaciones forestales para la industria papelera, maderera o para la obtención de productos químicos.

Los bosques de eucaliptos pueden crear problemas de incendios incontrolables debido a la gran altura que alcanzan estos árboles en poco tiempo de crecimiento y a la fácil combustión de su madera: en bosques densos de eucaliptos, las llamas de un incendio pueden alcanzar más de 300 metros de altura, como se ha podido comprobar en Australia durante la época de sequía.

En la época del franquismo el eucalipto fue empleado en los proyectos de desecación de numerosos humedales, debido a la gran cantidad de agua que requieren para su desarrollo. Un árbol adulto de esta especie consume hasta 30 litros de agua por día.

Consecuencias ecológicas del monocultivo de eucaliptos

El eucalipto constituye un competidor esquilmante para la tierra y el resto de flora. Los problemas que acarrea esta especie son incluso mayores que los que ocasionan las plantaciones de pinos. La plantación de eucalipto, que es una especie exótica procedente de Australia, provoca la destrucción de la fauna y de la flora nativas (debido a sus compuestos terpérnicos que tienen un alto poder antigerminante anulando el desarrollo embrional de las semillas que puedan caer en el suelo y también la flora bacteriana y fúngica, convirtiéndolo en estéril). Se demanda una gran cantidad de agua tanto para plantar el eucalipto como para la producción de celulosa en las fábricas, lo que provoca el agotamiento de las fuentes de agua, sin hablar del uso extensivo de agrotóxicos que envenenan ríos, arroyos, capas freáticas, etc. Las empresas niegan todos los efectos negativos y dicen que plantar eucalipto es mucho mejor que tener pastaje. El impacto ambiental está garantizado. En algunos lugares del mundo la selvicultura de eucalipto está provocando incluso un éxodo rural.

Cada vez más personas se unen a la lucha contra el avance de estos árboles y es que este gigante de los bosques arrasa con todo a su paso. En Galicia la superficie de cultivo pasó de 39.000 hectáreas en 1987 a las 177.000 estimadas en 1998 por el Tercer Inventario Forestal Nacional. Siete años después de que se otorgaran las primeras subvenciones para repoblar con eucaliptos los montes y las tierras agrarias de Galicia, la Consellería de Medio Ambiente consideró que la producción forestal de esta especie «ya no necesitaba primas» porque es rentable por sí sola.

“Si se retiran las ayudas al eucalipto es porque esta especie es muy competitiva y porque la decisión no va a tener impactos negativos sobre el sector”, indicaron fuentes de Medio Ambiente. “La Industria maderera tiene de sobra para vivir justamente”.

Numerosos grupos ecologistas, diversas organizaciones sociales, algunos grupos políticos y varias asociaciones de vecinos de todo el mundo entre las que se encuentran Ecologistas en acción, Verdegaia, PCC-PCE, SEO/BirdLife, UGAM, COAG, ARCA, Cantabria Nuestra, CC.OO., Greenpeace, AEMS-Ríos con Vida, Acanto, ADEVAL, Amigos de la Tierra-España, ADIC (Asociación para la defensa de los

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intereses de Cantabria), Acciónatura, etc… llevan años luchando por parar este desierto verde.

2. EL EUCALIPTO EN ASTURIAS

José Manuel Lago Méndez, de la Coordinadora Ecoloxista d´Asturies ha publicado lo siguiente:

El empleo del eucalipto Globulus se ve restringido a la rasa costera, zona libre de heladas y de frío intenso, por lo general en altitudes inferiores a 500 metros. Por eso en las zonas del interior se está repoblando con eucalipto nitens, resistente al frío, que soporta hasta -12º C, más de 50 días de heladas al año e incluso nevadas. La introducción del nitens se está haciendo ante el desinterés y la incapacidad de la Administración por controlar racionalmente estas plantaciones. Incluso saben que contraviene el Plan Forestal de Asturias, el cual no contempla la plantación de dicha especie.

2.1. ALGUNAS PREGUNTAS SIN RESPUESTA.

Resulta curioso que ya en el año 1989, la Consejería de Agricultura y Pesca, reconociese la perniciosidad del eucalipto y la conveniencia de restringir su cultivo. En esa línea, en abril de dicho año, elabora un documento público titulado “Restricciones a que deben someterse las plantaciones de eucalipto en Asturias”, en el que se establecía un límite del 4% de la superficie regional para esta especie; esto es, Asturias tiene una superficie de un millón de hectáreas, por tanto el 4% serían 40.000 (en ese momento había plantadas 34.000 hectáreas).

Por otra parte, el Plan Forestal de Asturias (año 2001), que utiliza datos del segundo inventario forestal nacional en donde la superficie de eucalipto ya era de 50.000 hectáreas, dice que la nueva superficie a repoblar será de 9.000 hectáreas; es decir, “sólo” se permitirían 59.000 hectáreas de eucaliptal en Asturias.

En vistas de que ya tenemos 80.000, es decir 21.000 más de las previstas en el documento del Plan y 40.000 más de las que en su día se consideraban perniciosas por la Administración Forestal, nos hacemos las siguientes preguntas:

¿Se arrancarán esas miles de hectáreas sobrantes?

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¿Se prohibirá la plantación de eucaliptos en Asturias?

2.2. EFECTOS SOBRE EL MEDIO

AMBIENTE. 

Las plantaciones de eucaliptos en Asturias presentan los mismos problemas que en otros lugares, aunque con algunas peculiaridades propias de nuestro clima, suelo, pendiente, flora y fauna específicas.

2.2.1. Efectos sobre el suelo.

Como es sabido el eucalipto acidifica el suelo sobre el que se sustenta. Y el suelo asturiano ya tiene de por sí un pH bajo como consecuencia del alto régimen de lluvias, lo cual se agrava aún más en el occidente de la región donde los suelos son siliceos. Lo que unido a la gran cantidad de nutrientes que necesita extraer por sus rápidos crecimientos, al tratamiento forestal que se aplica a las plantaciones (herbicidas, talas a matarrasa cada 12 años, etc.) y que ocasionan procesos graves de erosión por las fuertes pendientes de los montes asturianos, podemos decir sin temor a equivocarnos que los eucaliptos están prácticamente esquilmando los suelos de toda la franja costera.

2.2.2. Efectos sobre el agua.

El efecto del eucalipto sobre el ciclo del agua no merece mayor comentario, pues de todos son conocidos los grandes volúmenes de agua que necesita para producir en poco tiempo una importante cantidad de biomasa.

Pero este hecho, en estos momentos, cobra una especial relevancia en Asturias por el debate en que estamos inmersos sobre la necesidad o no de construir nuevos embalses y trasvases (Arbón y Caliao), pues según el Gobierno Regional corremos riesgo de desabastecimiento en nuestros pueblos y ciudades. Las alternativas que se ofrecen desde el movimiento ecologista y vecinal son el aprovechamiento de las aguas subterráneas, pero el Gobierno responde que no son garantía por su insuficiente caudal. Si esto fuera así, habría que preguntarse si no tendría algo que ver en ello la masiva plantación de eucaliptos, desecando riachuelos y fuentes, a lo largo y ancho de toda la costa, precisamente donde se quiere hacer el trasvase del Arbón para abastecer los pueblos costeros.

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2.2.3. Efectos sobre la biodiversidad.

Al ser un gran monocultivo de miles y miles de hectáreas a lo largo de la costa, sin fragmentación de ningún tipo, ha provocado que la rica fauna asturiana antaño allí existente se haya visto incapacitada para adaptarse al nuevo hábitat. Lo mismo se puede decir de las especies vegetales que han ido progresivamente desapareciendo ante la voracidad del eucaliptal.

2.2.4. Efectos sobre los incendios

forestales. 

No podemos olvidar que en Asturias tenemos muchísimos incendios forestales. De hecho somos la segunda Comunidad Autónoma del Estado Español con más número de incendios (2.000 incendios/año y 10.000 Has./año), únicamente superados por Galicia.Obviamente, el mayor porcentaje de montes arbolados que se queman son de pinos y eucaliptos. De hecho la superficie arbolada, pasto de las llamas a lo largo de toda la década de los 90, arroja un saldo de 30.000 hectáreas sobre estas dos especies (20.000 en pinos y 10.000 en eucaliptos), mientras que por el contrario el haya sufrió el efecto sobre tan sólo 500 hectáreas, el roble sobre 4.000 y el castaño 5.000. Evidentemente, esto no es ninguna casualidad sino que viene dado porque son montes de alta combustibilidad forestal.

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Los resultados a los que arribó la investigación fueron:

a) Acidificación del suelo

Se observó que los suelos bajo plantaciones se han vuelto notoriamente más

ácidos. Los suelos de praderas uruguayas, ligeramente ácidos, tienen un pH de

aproximadamente 6,5 – 6,8. Los suelos bajo plantaciones, mostraron

resultados muy por debajo de esos valores en el entorno de 3,8 – 4.

La acidez fue más alta en el primer horizonte del suelo (horizonte A) y

disminuyó en las capas más profundas (horizonte B). La causa principal de

dicha acidificación es que el eucalipto extrae grandes cantidades de calcio del

suelo, contribuyendo así a que el pH descienda. Este calcio es luego

almacenado en forma de cristales (oxalato de calcio) en las hojas y en el

tronco.

Al disminuir el contenido de calcio del suelo, el bajo pH destruye parte de las

arcillas del horizonte A, con la consiguiente liberación de aluminio; elemento

que en altas concentraciones resulta tóxico para las plantas. Entonces ciertas

especies de plantas que habitaban esos suelos, ahora se encuentran con que

las condiciones del mismo se han vuelto inapropiadas para su supervivencia.

Sin embargo, hay especies que sí logran adaptarse a las nuevas

características del suelo, como es el caso de la “gramilla brava” (Cynodon

dactilon), una especie exótica. Para los microorganismos, estos cambios serían

incluso mas graves, debido a que son muy sensibles a los cambios

fisicoquímicos del suelo.

Según otros estudios, este ambiente más ácido es un factor que contribuye a la

proliferación de hongos, en particular, basidiomicetas. Estos hongos generan

un entramado de micelios sobre la tierra (que se puede visualizar en el campo

como filamentos blancos) que inducen a una verdadera impermeabilización del

suelo (fenómeno conocido como “water repellency”) que impide que el agua

penetre con facilidad hacia la profundidad del mismo. Ello produce un aumento

comparativo de la escorrentía superficial, estimulando la erosión laminar del

suelo.

b) Disminución de la Capacidad de Intercambio Catiónico

La capacidad de intercambio catiónico (CIC), expresa la capacidad de

retención de nutrientes minerales de un suelo; es decir, determina su fertilidad

potencial. La investigación mostró que la CIC disminuyó en el horizonte A por la

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influencia de los eucaliptos. Esta disminución de la CIC en el horizonte A es por

demás grave, ya que es sobre este horizonte del suelo donde se asienta la

producción agropecuaria.

c) El contenido de materia orgánica también disminuyó notoriamente

Si bien no fueron estudiadas las causas de tal disminución, cabe suponer que

ésta responde a dos factores, no excluyentes entre si. Por un lado, responde a

una menor incorporación de residuos orgánicos respecto a la pradera. Estos

residuos depositados en superficie por la plantación de eucaliptos, por su

naturaleza bioquímica, son más recalcitrantes y por ende más resistentes a la

biodegradación. Por otro lado, se origina en la “exportación” que realiza la

plantación de eucaliptos de la materia orgánica originalmente acumulada en el

suelo por la pradera. La drástica disminución de materia orgánica que afecta al

horizonte A redunda en una disminución de su CIC y concomitantemente de la

fertilidad del suelo, así como también genera importantes efectos en la

estructura del suelo, la aireación, y la actividad biológica, entre otros

fenómenos.

d) Cambios irreversibles en la textura y estructura de los suelos

Si bien el horizonte A no presentó una disminución significativa de arcilla, el

horizonte B, por el contrario, registró un aumento notorio de la misma. Este

aumento de arcilla en el horizonte B, sin que se registre una pérdida importante

en el horizonte A, no podría ser explicado únicamente por procesos de lavado

de arcilla (argiluviación). De modo, que deben también estar ocurriendo

procesos de neoformación de arcilla a partir de los elementos liberados durante

el proceso de acidificación del horizonte A. Estos elementos son arrastrados

(lixiviados) hacia el horizonte B, en donde, estimulado por procesos

estacionales de humectación-desecación, sintetizan nuevas arcillas. El

desarrollo de un horizonte B textural (Bt) muy arcilloso, conduce a una

disminución en su permeabilidad por la gradual obturación de poros. Este

cambio textural y estructural del suelo dificulta la recarga de acuíferos, pero sin

que se vea mayormente afectada la capacidad de succión radicular del árbol.

En resumen, puede decirse que la plantación de eucaliptos dificulta el ingreso

de agua al suelo por más de un mecanismo, pero no deja de consumir agua

debido a la capacidad de sus raíces.

En resumen, la investigación demuestra la gravedad de los cambios que están

ocurriendo en los suelos ocupados por monocultivos de eucaliptos. Frente a

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ello, los promotores del modelo forestal minimizan la importancia de esos

impactos enfatizando que las plantaciones se realizan en suelos de “prioridad

forestal” que definen como de baja productividad agrícola-ganadera. Sin

embargo, hay que tener en cuenta que esa calificación se basó en un índice

(llamado CONEAT) que mide la producción en términos de la actividad

ganadera (producción de carne y lana por hectárea) y bajo esta perspectiva se

les asignó una muy baja productividad (aunque sin referirse a la actividad

agrícola, que no fue tomada en cuenta).

Pero más allá de la mayor o menor capacidad productiva de esos suelos, es

importante resaltar que los mismos cumplen con otras funciones fundamentales

del ecosistema. En efecto, estos suelos de estructura arenosa, muy

permeables, juegan un rol muy importante en la recarga de agua de los

acuíferos y en el ciclo hídrico. Como se vio, los cambios constatados están

afectando esa capacidad y por ende impactando sobre los recursos hídricos del

país.

A ello se suma, la irreversibilidad de los cambios provocados por los eucaliptos

en el ecosistema de suelos de pradera, y la eventual afectación hacia el futuro

de otros usos alternativos para la tierra y el agua. Cientos de miles de

hectáreas de suelos están siendo profundamente modificados por los

monocultivos forestales y con ellos la flora, la fauna, el agua y la capacidad

productiva a largo plazo de los mismos. Instamos entonces a los organismos

competentes del Estado a analizar detenidamente este estudio y, en caso que

se considere necesario, a llevar a cabo sus propios estudios sobre el tema

antes de que sea demasiado tarde.

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A todos nos es familiar las acusaciones de ecologistas y campesinos que inculpan al eucalipto de degradar de forma irreversible los suelos. Los problemas a los que se alude más frecuentemente son: 

* Una acidificación extrema, con todo lo que ello implica para la estructura del suelo y para la microfauna y la flora. * Un descenso del nivel freático,que afecta a cauces de agua, pozos, fuentes y provoca la desecación de cultivos en las inmediaciones de las plantaciones. * Una pérdida sustancial de nutrientes, que deja empobrecidos a los suelos para un aprovechamiento posterior. * Un descenso en la biodiversidad de los ecosistemas, que “esteriliza” a las plantaciones de flora y fauna autóctona y de microorganismos en el suelo. * Una pérdida de suelo por erosión, que hace aflorar la roca en aquellas plantaciones que se realizan sobre terrenos inclinados. 

Otras especies forestales de crecimiento rápido, como los pinos, presentan también grandes consumos de agua. No obstante, las tasas de evapotranspiración suelen ser siempre algo menores y el eucalipto es, comparativamente, el árbol de repoblación con mayor consumo de agua. De hecho, una de las razones por las que se empezó a utilizar el eucalipto en España, fue para desecar terrenos encharcados donde criaban larvas de mosquitos transmisores de la malaria.Esta característica es necesario considerarla siempre antes de acometer una plantación, pues puede suponer un fuerte impacto en aquellas zonas donde al agua no es especialmente abundante.

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Uruguay: plantaciones de eucalipto degradan suelos y emiten carbono

A pesar de toda la evidencia científica existente sobre el impacto de los monocultivos de árboles a gran escala, la Convención de Cambio Climático insiste en promoverlos bajo el falso argumento de que las plantaciones pueden aliviar los efectos del cambio climático actuando como “sumideros de carbono”.

Los impactos negativos de los monocultivos de árboles en áreas boscosas han sido bien estudiados y documentados en casi todos los países donde esto ocurre. Sin embargo, se tiende a minimizar el impacto que estos monocultivos causan en las praderas, el principal ecosistema en países como Sudáfrica, Swazilandia, Uruguay, sur de Brasil y amplias zonas de la Argentina, donde el área de tales monocultivos continúa expandiéndose.

Esa realidad, explica Carlos Céspedes, un investigador de la Facultad de Ciencias en el Uruguay, es la que lo estimuló a emprender en su tesis de doctorado un estudio con el propósito de evaluar los efectos de la conversión de praderas a cultivo forestal.

En un trabajo anterior, este investigador ya había demostrado que el cultivo de eucalipto tiene efectos negativos sobre el suelo de pradera. En dicho estudio, Céspedes había constatado que los monocultivos de eucaliptos producen en la pradera una importante pérdida de materia orgánica y un aumento de acidez, asociados a su vez a la alteración de los valores normales de otras propiedades fisicoquímicas.

Los suelos de praderas uruguayas tienen un nivel de acidez (pH) de aproximadamente 6,5 - 6,8 (es decir, catalogados como “ligeramente ácidos”), si bien en el caso de praderas arenosas, éstos valores puede estar en el entorno de 5,5. En el caso de plantaciones de eucalipto en esos mismos tipos de suelos, los análisis mostraron resultados muy por debajo de esos valores, ubicándose en el entorno de 4,5 (valores que los definen como “fuertemente ácidos”). Para comprender la importancia de esa cifra, cabe decir que el pH se expresa en escala logarítmica, por lo que un punto de diferencia de pH (5.5 versus 4.5) es mucho. Pero sobre todo, es necesario saber que un pH de 5 representa un umbral; es decir, que por encima o por debajo de ese valor ocurren cambios significativos en el suelo (que no ocurrirían si el cambio fuera de 7 a 8 o de 3 a 4), tales como cambios en su Capacidad de Intercambio Catiónico o CIC, propiedad muy ligada a la fertilidad del suelo como se detalla más abajo.

La acidez fue más alta en la primera capa del suelo (lo que se denomina horizonte A) y si bien disminuyó algo en las capas más profundas (horizonte B), fue igualmente el pH fue igualmente más bajo que en las praderas. La explicación de este notorio aumento de acidez, dada por distintos autores, es la extracción de calcio del suelo en cantidades significativas, el cual es acumulado en la biomasa forestal en forma de cristales (oxalato de calcio). Como era de esperar, el bajo pH alcanzado condujo a un notorio aumento de aluminio en el suelo, en una concentración que puede resultar tóxica para una mayoría de especies vegetales nativas. Como resultado, ciertas

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especies de plantas que habitaban esos suelos, ahora –luego de años bajo eucaliptos- se encuentran con que las condiciones del mismo se han vuelto inapropiadas para su supervivencia. Sin embargo, hay especies que sí logran adaptarse a las nuevas características del suelo, como es el caso de la “gramilla brava” (Cynodon dactilon), una especie exótica invasora. Para los microorganismos, estos cambios serían incluso mas graves, debido a que son muy sensibles a los cambios fisicoquímicos del suelo.

Este ambiente más ácido es un factor que además contribuye a la proliferación de hongos, en particular, basidiomicetes. Estos hongos generan un entramado de micelios sobre la tierra (el “cuerpo” de los hongos, que se puede visualizar en el campo como filamentos blancos) que inducen a una verdadera impermeabilización del suelo (fenómeno conocido como “water repellency”), que impide que el agua penetre con facilidad hacia la profundidad del mismo. Ello produce una menor infiltración hacia la napa subterránea de agua y un aumento comparativo de la escorrentía superficial, estimulando la erosión del suelo.

La disminución de la materia orgánica del suelo responde a varios factores que se interrelacionan entre sí. Entre ellos, es importante destacar que existe una menor incorporación de residuos orgánicos al suelo en una plantación de eucaliptos respecto a la pradera. Los residuos de los eucaliptos permanecen depositados en la superficie y por su naturaleza bioquímica, son más resistentes a la biodegradación. Por otro lado, la disminución se origina también en la “exportación” que realiza la plantación de eucaliptos de la materia orgánica originalmente acumulada en el suelo por la pradera.

La drástica disminución de materia orgánica en el suelo redunda en una disminución en la Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC). La CIC expresa la capacidad de retención de nutrientes minerales de un suelo; es decir, determina su fertilidad potencial. La investigación mostró que la CIC disminuyó en el horizonte A por la influencia de los eucaliptos. Esta disminución de la CIC en el horizonte A es por demás grave, ya que es sobre este horizonte del suelo donde se asienta la producción agropecuaria. Al disminuir la materia orgánica y la CIC, no sólo disminuye la fertilidad del suelo, sino que se generan importantes efectos negativos en su estructura, en la aireación y en la actividad biológica, entre otros fenómenos.

Los defensores de la forestación argumentan que la plantación de árboles hasta puede mejorar los suelos, aunque a veces aclaran que esto no sucede en suelos tan bien cuidados, bien manejados, de altísima productividad y tan poco degradados como los excelentes suelos de pradera uruguaya. Pero sostienen que esta mejora del suelo podría verificarse en suelos que no tengan esa excelencia.

Sin embargo, otro de los hallazgos importantes en esta investigación es que se demuestra que los monocultivos de árboles también tienen efectos negativos en suelos con historia de uso en otras producciones agropecuarias. Ni siquiera en los suelos arenosos -que según los defensores de la forestación lo único que podría acontecer sería que mejoraran- se ha podido comprobar esto como cierto. De acuerdo con los resultados obtenidos por Céspedes, la forestación sería la peor opción también en este tipo de suelos, ya que en caso de que tales suelos, degradados por

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actividades agrícolas, fueran abandonados, serían recolonizados por plantas herbáceas –muchas de éstas nativas–, que en un plazo determinado harían que el suelo mejorara sustancialmente, lo cual no ocurriría si fuesen plantados con eucaliptos.

Pero quizás lo más importante de esta investigación, es que demuestra que el cultivo de eucaliptos en suelo de pradera, afecta de forma negativa –y significativa– el balance de carbono existente en el suelo.

Uno de los argumentos más utilizados últimamente para justificar los monocultivos de árboles en gran escala es que éstos pueden ser utilizados para mejorar el clima y contrarrestar el efecto invernadero. Se argumenta que a medida que los árboles van creciendo, van tomando carbono del aire en cantidades mayores a las que emiten. De acuerdo con esa óptica, las plantaciones son definidas como “sumideros de carbono”.

Sin embargo, esta investigación ha comprobado que esto es falso en el caso de la pradera, ya que ésta es una gran acumuladora de carbono, pero de un carbono totalmente diferente al que pueda acumularse en la biomasa de los árboles. El carbono que acumula la pradera es lo que se denomina carbono estable (sustancias húmicas); se trata de una reserva de carbono que puede mantenerse allí durante cientos o miles de años y que bajo ciertas condiciones, puede continuar en aumento. Este carbono orgánico, que inicialmente se acumulada en la masa viva –sobretodo de las raíces– progresa gradualmente a través de la actividad de los organismos del suelo, hacia complejos orgánicos cada vez más estables. Sin embargo, el laboreo del suelo, el uso de agrotóxicos y la implantación de especies arbóreas exóticas y de rápido crecimiento, destruyen gran parte de esta reserva. Como consecuencia de ello, las praderas invierten su rol de “sumidero” para transformarse en fuente o emisores de CO2.

Además, la captura de carbono que realizan las plantaciones durará relativamente poco tiempo en la medida que los árboles sean cortados, utilizados o incluso –como ocurre con frecuencia- que se incendien y liberen todo el carbono a la atmósfera. Al respecto, los promotores del denominado “Mecanismo de Desarrollo Limpio” argumentan que si bien este carbono acumulado por los árboles tiene un tiempo medio de residencia (TMR) bajo, de cualquier modo se trataba de un carbono que ya estaba en el atmósfera (como dióxido) contribuyendo al “efecto invernadero”. Por lo tanto su contribución es igualmente válida dado que no utiliza un carbono nuevo, sino que recicla uno ya existente. Esta opinión podría tener alguna validez si la producción de árboles no tuviera como contraparte una emisión de carbono desde el suelo. Cosa que ha sido demostrada.

La tesis de doctorado de Céspedes demuestra entonces no solo que los monocultivos de eucaliptos degradan los suelos de manera irreversible, sino que además destruyen suelos que actúan como enormes reservorios de carbono. Los promotores de tales plantaciones deberán por tanto inventar nuevas mentiras para promoverlos. ¡Y cada vez les van quedando menos!