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EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA por J. Roca Muncañola

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EN LOS CONFINES DE LA PARAPSICOLOGIA

por J. Roca Muncañola

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Portada: M. García

Depósito legal: B. 7.874 - 1975

ISBN 84-203-0319-4

Impreso en España Printed in Spain

Gráficas Zeus-Travesera de Las Corts, 273-Barcelona

Libro digitalizado por Pedro. Más información y libros en:www.survivalafterdeath.blogstop.com

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EN LOS CONFINES

PARAPSICOLOGIA

Las Psicofonías

El Aura

La Cámara de Kirlian

La Cirugía Psíquica

por J. ROCA MUNTAÑOLA

L1,11dJúnq4 4Fas

Valencia, 234 - Apartado 707 - Barcelona - 7

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PRÓLOGO

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Cuando mi buen amigo don Julio Roca Muntañola me pidió unas líneas de introducción para este libro me quedé un tanto sor-prendido. ¿Qué presentación puede necesitar quien es de sobra conocido en el campo de la parapsicología, a través de sus nume-rosas publicaciones, de su total dedicación durante años divulgando lo que en el transcurso de un siglo se ha venido investigando por primerísimas figuras de la ciencia positiva, entre las que se encuen-tran varios premios Nobel, e informando de trabajos realizados personalmente?

Son dos las razones que suelen mover a la solicitud de un pró-logo: el reconocimiento del texto en función de una autoridad, o el actuar como padrino en las primeras salidas al público. En ninguno de estos dos casos está justificada dicha solicitud. Queda, pues, por exclusión, el simple deseo del amigo que comparte con uno iguales anhelos, iguales esperanzas, igual vocación; el deseo del amigo de que el nombre de uno aparezca al lado de su nombre; y es esta una de las más profundas expresiones de amistad que yo agradezco en todo lo que vale al señor Roca Muntañola.

Él y yo tenemos en común, fundamentalmente, el reconocimien-to de la insuficiencia de los conceptos materialistas en orden a la interpretación de los fenómenos parapsicológicos. Si bien es cierto que nos movemos a nivel de hipótesis, no es menos patente que esta nueva y fascinante ciencia se aleja cada vez más de un meca-nismo ya superado; superado incluso en el ámbito específico de la investigación empírico-positiva.

Yo no puedo olvidar en él, la valiente toma de posición en las horas difíciles, hace unos dos años, cuando investigando en las

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teleplastias de Bélmez de la Moraleda me quedé prácticamente solo frente a una opinión pública desorientada por el sensacionalis-mo de ciertos medios informativos y por algunas motivaciones —resulta lamentable tener que decirlo— extracientíficas. El señor Roca Muntañola siguió paso a paso mis trabajos y desde su sólida preparación supo ver pronto la debilidad de los contrarios, su-mándose así a cuantas ilustres personalidades científicas del ex-tranjero afirmaron la autenticidad de las citadas formaciones.

También después de dar yo a conocer aquí el fenómeno psico-fónico, que desde hace años vengo investigando en colaboración con los principales parapsicólogos que lo estudian, el señor Roca Muntañola captó con clara intuición la importancia del mismo, reali-zando experiencias personales de indudable interés; experiencias que patentizaron una vez más la importancia de estas grabaciones paranormales en cintas magnetofónicas con las que se descartaban absurdas hipótesis —como la de que estas voces son producidas por emisiones inconscientes de la laringe— hipótesis que sólo pueden esgrimir quienes ni de lejos conocen el fenómeno, ignorando cuanto sobre él se ha venido investigando.

La psicocirugía también ha sido objeto de atención por su parte, siguiendo muy de cerca los estudios que sobre la misma se efec-túan, sin olvidar mi aportación después de un viaje que realicé a Filipinas para observar por mí mismo tales intervenciones paranor-males.

La Parapsicología española tiene una deuda de gratitud con don Julio Roca Muntañola. En esto puede resumirse la meritoria labor de muchos años de desvelos y dedicación tenaz y altruista.

GERMÁN DE ARGUMOSA

(Presidente de la Asociación Española de Investi-gaciones Parapsicológicas. Miembro de la Sociedad Internacional de Parapsicología Imago Mundi, de Austria. Miembro del Comité Consultivo de Ex- tranjeros de la Asociación Italiana Científica de Metapsíquica. Miembro del Instituto Internacional de Investigaciones Psicológicas y Religiosas de To- kio.)

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PREFACIO

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Al amigo, consejero y mente inquisitiva. Swii DAWA-SAMDUP (ex-Lama).

Ante todo, dentro de la temática parapsicológica, dedico estas historias y recopilación de hechos fenomenológicos históricos a los autodidactas, que es como decir a una gran mayoría de todos noso-tros, pero en particular a unos buenos amigos dedicados desde hace años a la investigación de lo que parece imposible, pero existe, a pesar de todo, aunque inexplicablemente. A veces me he pregun-tado si en alguna de estas historias traté de «algo» que todavía no estamos capacitados para definir, y menos juzgar, ya que descono-cemos más cosas de las que podríamos saber aunque el ser humano pudiera vivir quinientos años.

De todas formas creemos que la situación en que se encuentra la parapsicología es de las más incómodas. El objeto de sus inves-tigaciones se centra sobre dos campos a la vez: el de la materia y el del espíritu. Sus descubrimientos parecen ofensas a la razón, y a nuestro concepto del mundo, y el hecho de que en telepatía la dis-tancia y el tiempo «no cuenten» (un mensaje telepático, dada nues-tra concepción del tiempo, puede llegar «antes» de que haya sido enviado), para algunos científicos es realmente una verdadera burla al sentido común y a la lógica.

Realmente, la mayoría de los parapsicólogos parecen adaptar-se a tales incomodidades. Saben que su ciencia pertenece a un mundo completamente desconocido en su profundo mecanismo. Al igual que los ocultistas, se niegan a constituir un cuerpo doctrinal más avanzado, más puesto al día, y parece que prefieran progresar a tientas, con sus desfasados métodos, y una mentalidad que, en algunos, es cada vez más retrógrada, pues cuando realmente intu-yen algo incomprensible, les asusta y lo consideran ficción, o má-

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xime, fantasía metafísica. Bien decía Sócrates que «una existencia sin inquietudes no merecía vivirse»; pero no todos pueden com-prenderlo, lo que realmente es una lástima.

Pero la realidad es que la parapsicología ha cambiado en pocos años el status científico vigente, exigiendo en muchas ocasiones una revisión del enfoque de algunos aspectos del Universo. La pa-rapsicología no se ha atascado en callejones sin salida, como cre-yeron algunos científicos, porque fuera incapaz en algunas ocasio-nes de repetir una experiencia; al contrario; la parapsicología ha conseguido influir sobre la moral, la religión y, sobre todo, en la develación del enigma del Hombre, lo que por sí solo ya mere-cería el reconocimiento nuestro, pues realmente ha ensanchado los horizontes de nuestro Yo, revelándonos el verdadero alcance y las energías desconocidas de nuestro subconsciente, esta descono-cida «inteligencia» del hombre, «recordándonos» la relatividad de todo aquello que nosotros propendemos a considerar como verda-des inmutables desde la más remota Antigüedad.

Pero la parapsicología pertenece realmente a un mundo com-pletamente desconocido en su profundo mecanismo. En el fondo nos familiariza con algo prodigioso que no debe confundirse con lo sobrenatural, un estado maravilloso, a veces domesticado, domi-nado; nos une a nuestros semejantes gracias a unas hipótesis sobre un «todo» mental, del cual se «nutrirían las raíces del espíritu de todos los hombres, vivos o muertos», como decía Riverain.

En realidad, se quiera o no reconocer, el hombre tiene desarro-lladas extrañas facultades en las zonas más arcaicas de su cerebro, las cuales permanecen adormecidas. Pero su evolución desde hace algunos años ha sido en muchos conceptos radical; cada adquisi-ción personal desarrollaba más sus órganos, y cada órgano desa-rrollado creaba cada vez más facultades. Bien estudiada, y anali-zada en todas sus facetas y vertientes, la mutación es de vértigo en algunas personas, como en el fantástico caso del joven judío Uri Geller, que, con la mente, posee la extraña facultad de separar y fundir diversos metales. Ese rincón misterioso de la mente, esa deliciosa vaguedad tan rica en esperadas sorpresas que nuevamen-

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te ha surgido en Bolonia asombrando a los más expertos científi-cos europeos. Si las noticias de Prensa son exactas, es el caso más asombroso de la historia de la Parapsicología en todos los tiempos; veamos:

«Puso en marcha, tras mirarlos fijamente, varios relojes que llevaban muchos años parados; soldó varias llaves rotas de diversos tamaños, fundió los dientes de un tenedor, y paró el péndulo de un reloj monumental de la Alcaldía boloñesa.» Uri Geller, nacido en Tel-Aviv, de padre israelí y madre austríaca —pariente de Freud—, venía dedicándose al ilusionismo hasta que un parapsi-cólogo norteamericano que viajaba por Israel lo descubrió en 1969, después de asistir a una de sus sesiones teatrales.

Si no se halló hasta ahora la fuente productora de fenómenos como ése, y al mismo tiempo una explicación convincente, ¿no sería porque se buscaban estos poderes por caminos equivocados? Dicho de otro modo: poderes así, hace tan sólo cincuenta años, ¿cómo los hubiera considerado la Iglesia? Asusta la respuesta.

Cuarenta y cinco años de experimentos de Rhine y muchos otros parecían haber dado una prubea irrefutable —prueba de laboratorio, principalmente —sobre la existencia de un factor inmaterial en la mente del hombre. ¿Por qué se habría de recha-zar a priori esta premisa? Si los físicos admiten que la materia puede alcanzar grados increíbles de sutilidad, resulta al menos lógico suponer que la psiquis pueda alcanzarlos también, y aún en mayor grado.

J. B. Rhine, considerado el «padre» de la Parapsicología cien-tífica, afirmaba hace años al respecto: «Se han realizado experi-mentos de psicocinesis a distancia... Apenas puede quedar al-guna duda acerca de la naturaleza no física de la PK... No es meramente producto de fuerzas ciegas y sin una finalidad. Aunque débil e inconstante, la PK reacciona con el objeto físico de acuerdo con una dirección o intención totalmente inteligente.»

Juan Musso (1), interpretando los resultados del famoso labo-

(1) Juan R. Musso, profesor, Argentina. El grueso de la actividad de investi-gación se encuentra concentrada en el Instituto Argentino de Parapsicología (IAP)

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ratono de la Universidad de Duke, en Duham, Carolina del Norte, dice: «Rhine afirma, totalmente convencido ante las pruebas, la naturaleza no física de los procesos PSI, basándose en la imposi-bilidad de concebir en términos de procesos físicos —radiaciones, ondas, corpúsculos, etcétera— la peculiar interacción entre la mente y la materia que se revela en dichos procesos. Y como la interacción existe, y ella refuta el dualismo, sostiene la necesidad de admitir un modo de realidad no específicamente física, ni tam-poco psíquica; una especie de monismo neutro, a cuyo nivel ope-raría PSI.»

Planteado de este modo el problema, y cuando la corriente de opinión parece ser cada vez más favorable a este hecho, uno se pregunta: ¿cómo enjuiciar, definitivamente, los fenómenos para-normales? ¿Y el caso actual de Uri Geller, el ex sargento israelita?

Para muchos investigadores de la tendencia llamada idealista-espiritualista, el problema se centra en un dilema de conceptos: el «cerebro céntrico» —que atribuye toda la personalidad humana al funcionamiento del cerebro, considerando el psiquismo como un mero epifenómeno, un subproducto de aquel funcionamiento mecánico— y el «psicocéntrico», que estima que la personalidad se halla centrada en la mente humana. Para éstos, el concepto «ce-rebro-céntrico» es un total error que ha originado todos los demás. De cualquier modo, su posición es positivista, no implicando en el término «factor no-físico» ninguna idea sobrenatural, religiosa ni mística (2).

Para el padre Teilhard de Chardin (El Fenómeno Humano) la solución parecía ser ecléctica: <'Los espiritualistas tienen razón

desde 1956 hasta la fecha. Con anterioridad, en 1948, se había creado la Asociación Médica de Metapsíquica, que se amplió con otros grupos para dar origen al actual Instituto, presidido desde su fundación por el profesor Juan R. Musso. Musso tiene el mérito de haber logrado hacer obligatoria en Psicología una cátedra de su especialidad, la Parapsicología, y de haber aplicado a sus experiencias los mé-todos científicos de Rhine, lo que le ha conferido un lugar avanzado en la inves-tigación parapsicológica latinoamericana. La política universitaria argentina pri-vó, en 1969, al profesor Juan R. Musso de sus cátedras.

lin.) (2) Doctor Schrenk-Notzing. (De la Deutsche Okkulttistiche Geseflschafr, Ber-

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—dice--- cuando defienden tan ásperamente una cierta trascen-dencia del Hombre sobre el resto de la Naturaleza. Los materialis-tas no se equivocan cuando sostienen que el Hombre no es otra cosa que un término más en la serie de formas animales.»

Para los investigadores de la escuela mecanicista-materialista, encabezada por los científicos soviéticos (no todos, afortunada-mente), nos dicen: «Los seres vivientes, y en particular el hombre, han elaborado en el proceso de su evolución dispositivos orgánicos para percibir e influir a distancia, comparables a los modernos inventos de la radiotécnica y la electrónica. Así, la telepatía hace pensar en, la telegrafía sin hilos o la misma radio; la telestesia se asemeja a la comunicación televisada; la telecinesis es compa-rable con la telemecánica, o sea, el manejo a distancia de diferentes aparatos y procesos por dispositivos electrónicos modernos» (L. L. Vasiliev, en Los misteriosos fenómenos de la psiquis humana).

Está claro y hay que decirlo todo: desde que Vasiliev publicó el indicado trabajo, las cosas han variado muchísimo en el campo de la más rigurosa experimentación de laboratorio en la Unión So-viética. Los que realmente se encargaron de una total modifica-ción de principios, fueron precisamente los profesores Kirlian —matrimonio—, pues las investigaciones empezaron con un grupo de científicos ubicados cerca del centro espacial de Kazakastán, en Alma-Ata, hace de ello unos doce años, fabricando una cámara de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la materia densa, lograron mostrar la contraparte inmaterial de los seres vivos. Con equipos ópticos, combinados con la cámara de los Kirlian, los cien-tíficos tuvieron, un día, una visión maravillosa que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los videntes: «el cuerpo espi-ritual de un ser vivo'>.

Algunas veces —y perdonadme por el inciso— me he pregunta-do: ¿Cómo aquellos científicos podrían definir la realidad que de pronto tenían ante sí? El informe original dice así: «Una especie de constelación elemental, semejante al plasma, compuesta de electro-nes ionizados y excitados, de protones y, posiblemente, de otras varias partículas...'> Y proseguían de manera «muy significativa»:

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«Pero, al mismo tiempo, ese cuerpo de energía no es sólo partícu-las. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unifi-cado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético produce su propio campo electromagnético y constituye la base de los campos biológicos».

Para mí, que soy espiritualmente de la escuela, o postulado idea-lista, como Rhine, Pratt, Magré, Tocquet, Fonck, Tenhaeff, De Argu-mosa. Motoyama, Récart, etc., etc., tal texto fue sensacional, pues había que tener en cuenta que provenía de las rígidas murallas de un materialismo que se ha traducido en explicaciones prácticas en todos los campos de la actividad humana. ¿Estaban cambiando las mentalidades? Quizás. ¿Está la ciencia moderna interesada en el problema? Pues, sí. Francamente, sí. En algunos sectores, el cuerpo sútil es apenas sospechado, pero en otros hasta es una necesidad filosófica para explicar ciertos fenómenos.

«Toda mi vida —dice Eileen Garret, presidente de la "Parap-sychology Foundation", de Nueva York— he tenido conciencia del hecho de que todos poseemos un segundo cuerpo, un duplo. Ese duplo, es un hecho nítido en las enseñanzas orientales y teosóficas, y como tal es considerado como un cuerpo magnético, ligado al cuerpo físico humano, un campo en el cual las fuerzas inmateria-les del cosmos, del sistema solar, del planeta y del medio ambiente más inmediato, son normalmente convertidas en la vida y en la creencia del individuo.» Y según la señora Garret, ese cuerpo espi-ritual, es el instrumento de las proyecciones telepáticas y clarivi-dentes, que tanto han molestado —científicamente— a algunos parapsicólogos españoles, especialmente de la rama médica (neuro-psiquiátrica).

La señora Garret supone la existencia de un cuerpo espiritual. Otros necesitan de él para explicar lo que de otra manera no tendría sentido. El doctor Wilder Penfield, de la McGill University, de Montreal, Canadá, después de realizar numerosas operaciones, mediante las cuales removió porciones considerables del cerebro humano, verificó que la mente humana continuaba funcionando. Este fenómeno es conocido desde hace años. Numerosas autopsias

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han revelado cerebros prácticamente destruidos, que no podían servir de soporte al pensamiento, y que, no obstante, continuaban en su función como si todo fuese normal. Hay sobre esto una na-rración dramática y punzante, escrita con mucha emoción, por uno de los grandes escritores de nuestro tiempo, John Gunther; des-cribe la larga agonía de un hijo genial con el cerebro atacado por un cáncer. A cada avance de la terrible enfermedad, una porción de la masa encefálica era eliminada, y a despecho de quedar redu-cida a una fracción de lo que era, el pequeño continuaba razonando lúcidamente hasta que, al final, sobrevino la inevitable muerte. No extraña, pues, que el gran escritor e investigador metapsíquico haya buscado en Pablo el Apóstol la inspiración para el título de su libro, en la inmortal pregunta del hombre de Tarso: «Muerte, ¿dón-de está tu victoria?»

Y es que, en realidad, aunque no podamos demostrarlo científi-camente, la mente no opera directamente sobre el cerebro; hay un cuerpo etérico que liga la mente a las células del cerebro. Partícu-las mucho más diminutas de lo que los científicos puedan sospe-char se dislocan a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o duplo, en dirección a ciertas regiones del cuerpo, del cerebro. Podrían ser llamadas «unidades de vida». Ese cuerpo invisible —es una opinión tan sólo, por lo cual lo podríamos considerar como duplo o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual la mente y la vida se pueden comunicar con la forma física.

Así es cómo descubrió en el principio del proceso efluviográ-fico de Kirlian, que, efectivamente, había un cuerpo semimaterial en el hombre, que sirve como elemento de ligazón entre el espíritu inmaterial y su cuerpo físico.

Y por extraño que nos parezca, han sido los soviéticos precisa-mente los que científicamente han empezado a decir «algo». Sea cual sea su última palabra, debemos reconocer noblemente que durante los últimos diez años han profundizado con seriedad en la investigación sobre la fenomenología del espíritu humano. Claro que la terminología era otra, y llena de connotaciones materialistas, pero, ello no obstante, son sorprendentemente lúcidas las obser-

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vaciones, cuando consideramos el contexto ideológico en que se han venido moviendo estos investigadores.

Al margen de ésta y de otras polémicas sobre la naturaleza esencial de los principales fenómenos paranormales —hasta hoy re-lativamente infecunda—, centenares de científicos de todo el mundo investigan desde los laboratorios de muchas Universidades este escondido secreto de la psiquis. Nunca como hoy, mayor número de investigadores había rastreado tan apasionadamente la verdad re-lampagueante y efímera de los hechos parapsicológicos. Los resul-tados que se obtengan, quizá sean asombrosos. Una nueva e ines-perada imagen del hombre podría aguardar al final del camino y la polémica. (Las psicofonías, las operaciones de psicohigiene de Fili-pinas y Brasil, la...) Pero no es sólo la escuela filosófica, o la espi-ritualista, la que investiga y obtiene éxitos. La escuela mecanicista también investiga algunos misterios, especialmente determinados factores que, como los interoceptores y los exteroceptores, serían microscópicos «sentidos» de tipo totalmente desconocido, situados los primeros en algunos órganos y vísceras, y a flor de piel los se-gundos —doctor Murthy, de París (1970), en su tratado Nos pou-voirs occultes—, capaces de explicar por sí solos algunos fenóme-nos tan extraños como la autoscopia, la «visión» a través de la punta de los dedos (se han dado varios casos en Europa últimamente), y también la percepción de colores al contacto con la epidermis, y otros.

Pero nosotros los sustentadores de la doctrina idealista, por nuestra parte buscamos las pruebas de una eventual supervivencia totalmente científica, irrefutable. A la pregunta incómoda, de si algo de la personalidad humana puede sobrevivir después de la muerte, y si ello es susceptible de ser descubierto, respondemos que la posibilidad existe, y que el problema es tan importante que su investigación debe quedar abierta al método científico, sin cor-tapisas, sin tabús ni prohibiciones de clase alguna. Así, la posibili-dad de supervivencia es estudiada desde hace unos años bajo el

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nombre eufemístico de «memoria extracerebral». Han sido nota-bles al respecto, los trabajos de los doctores Jan Stevenson, de Estados Unidos, y H. N. Banerjee, de la Universidad de Jaipur, India.

Otra vertiente muy importante es el estudio científico de las psicofonías. Precisamente no hace mucho el Papa Pablo VI con-decoró a Jürgenson, el técnico que consiguió por vez primera gra-bar unas voces del Más Allá. Según una información publicada en la Prensa, el ingeniero brasileño Henrique Rodrigues, nos decía que el Vaticano ayuda financieramente esas investigaciones de Jür-genson.

Quizá, como afirma Gaither Pratt la parapsicología sea, si no la más nueva, la más revolucionaria de las ciencias. Y eso porque ha logrado trastocar muchos conceptos que parecían inamovibles, y ha obligado a los científicos a enfocar de una manera diferente ciertos aspectos del Universo.

Recapacitemos en lo dicho anteriormente. Como se sabe, en la naturaleza la energía no se destruye jamás, sólo se transforma. En la Unión Soviética y en los Estados Unidos se han llevado a cabo experimentos fantásticos que no han sido publicados, porque pri-mero hay que mentalizar a las gentes: en Rusia se ha podido «foto- grafiar vivo'> a un cadáver en las veinticuatro primeras horas des-pués de producirse el fallecimiento por muerte accidental, y pudo «comprobarse» cómo salía, pasado este tiempo, algo así como un fluido que abandonaba aquel vestido, aquella «cáscara», como diría un Lama, aquel despojo de cuerpo, como evaporándose...

El resultado ha sido —quizá por otros motivos— que los sovié-ticos han detenido actualmente todos estos estudios del cuerpo «bioplasmático» descubierto por los esposos Kirlian. Cabe pensar que posiblemente llegaron a sospechar que el hombre, al morir, no desaparecía del todo (la metapsíquica llegó mucho más lejos), y ello, como es natural, estaba y está en contraposición con las teorías marxistas. Tras cincuenta años de interpretación materia-lista del paso del hombre por la Tierra, el Estado Soviético no puede reconocer públicamente que se había equivocado, por lo

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cual dichos estudios, como saben todos los parapsicólogos, han quedado frenados absolutamente. Tienen una espina clavada en el cuello.

Pero también el Vaticano tiene otra espina clavada, y en su sentido muy parecido, como bien dice don Henrique Rodrigues en sus manifestaciones al periodista Ángel Gómez Escorial, y que reproduzco íntegramente, porque en realidad son una gran verdad: «El Papa Pablo VI, como hemos dicho, no solo condecoró a Jür-genson, sino que financió ciertos estudios psicofónicos, cosa loable, pues con ello contribuye a probar la permanencia del espíritu tras la muerte; pero es que resulta que durante mucho tiempo la Iglesia negó que se pudiera hablar con los muertos... » Quisiera saber ahora cómo opinan algunos jesuitas que al mismo tiempo sean parapsicólogos, y siguen paso a paso las investigaciones.

De todas formas debemos reconocer que el Vaticano ha sabido actuar de forma muy discreta, y acorde con la época; ésta es mi opinión.

Lo que falta es trabajar en todo momento científicamente, más comprobaciones serias, mentalizar poco a poco a muchas personas cargadas de fantasías o supersticiones, y de momento, hacer la mínima publicidad de esta clase de trabajos, y no permitir que personas sin escrúpulos se aprovechen de tan hermosas realidades, como son la psicofonías, con fantasiosas o neuróticas historias del Más Allá, para hacer su negocio personal, como ya está sucediendo a la Parapsicología misma.

De los resultados positivos que se obtengan, dependerá en gran parte un rechazo total, o una gran base científica para las grandes religiones. Y también, sobre todas las cosas, sobre todos los estu-dios que se hagan, tengamos presente en todo momento que la Parapsicología resultará revolucionaria como una gran ayuda para resolver de una vez el milenario enigma de «qué es, es realidad, el Hombre».

Resulta que encontrándonos en los mismos umbrales de la fantástica conquista del espacio, en vías de abrir la ruta hacia otros

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mundos, de abandonar por fin su isla y de tener el Universo como morada, el Hombre, sigue siendo «un Desconocido».

Y es que, en realidad, sabemos mucho más sobre cualquier cosa que hayamos descubierto, que sobre nuestra mente. Hasta el pensamiento mismo, ese «lenguaje» interior que un día empujó a la estirpe humana hacia la cumbre, sigue siendo un arcano. No hay siquiera una teoría que trate de explicarlo.

Pero, de todas formas, seamos optimistas. Hay fuerzas oscuras, para algunos extrañas, que precisamente desean ayudar por encima de todo al Hombre, a «ese Desconocido» de que hemos hablado muchas veces. Hasta la misma técnica moderna, que tan alejada parece de estas fuerzas oscuras, como las llamamos esotéricamente, empieza a aprovecharse de algunas de ellas. He aquí —por ejem-plo— que aquella «hipnosis» que l3abinski observara apenas hace sesenta años, como un estado de «simulación histérica», ahora se emplea frecuentemente en la odontología, en obstetricia, en la medicina psicosomática, etc. Tampoco hoy, nadie que esté al día, se atrevería a negar la radies tesia, considerada ya como ciencia, sobre la cual únicamente podrían discutir, unos y otros, si se clasi-fica definitivamente —como parece— como excelsa facultad psi-gamma, o sea, percepción extransensorial (PES).

En resumen: Parapsicología es únicamente «especial sensibili-dad a ciertas radiaciones por captación hiperestésica de ciertos efluvios dimanantes de la misma naturaleza»... etc., etc., como sostiene un renombrado radiestesista de la Asociación de Radieste-sia de Barcelona, según rollo que soltó por las antenas de Radio Barcelona.

A través de las páginas de este libro, sólo intento conducir al lector a un campo bastante árido, pero muy grande, a cuyo final, a lo lejos, donde no alcanza ya la vista, existen ahora caminos que al parecer de muchos científicos, conducen a nuevos estadios, quizás otros niveles, donde seriamente, pero con un gran amor, podrían si Dios lo permitiera, informarnos de ese Más Allá del cual sólo teníamos fantásticas hipótesis, hilvanadas generalmente con ex-

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trañas alucinaciones, motivadas principalmente por esa ignoran-cia de siglos . . .y por intereses creados.

Y aquí está precisamente el gran valor de la parapsicología. Es fruto del conjunto de muchas ciencias, pero fuente de una búsque-da única: el encuentro del Hombre consigo mismo, con su propio YO. El conocimiento del ser integral. El conocimiento de la gran Verdad, y el hallazgo de su naturaleza última.

Si los procesos evolutivos dotaron realmente al ser humano de dos mundos, tan solo la Verdad lo capacitará en el futuro para vivir con plenitud en ambos.

Yo pediría al lector, sea cual fuese su forma de pensar, que no tenga temor alguno y lea las páginas que empiezan ahora, una a una. Quizás al llegar a las psicofonías y a nuestros estudios, algo, alguna cosa, o lo que se explica, exalte por algún motivo su imagi-nación, suscitando —no es mi intención— lo maravilloso, pues des-cubrirá el lector que las mismas psicofonías conservan un morboso hechizo.

Pero piense el lector que las psicofonías, la cámara de Kirlian, el aura humana, son maravillosas realidades de nuestro tiempo. Y hay muchas más...

Pero tampoco deben preocuparle las mentes cerradas, pues ellos, desgraciadamente, ignoran todavía hoy que en el Hombre hay poderes maravillosos, inconscientes, que son una auténtica manifestación del Amor Divino.

Eso es lo que unos y otros debemos buscar en bien de todos.

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CAPITULO PRIMERO

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El mundo tangible, al que tanta im-portancia concedemos, no es más que una parte y el reflejo del verdadero mundo viviente.

RO8ERT TOCQUET.

El conocimiento de la existencia del «aura» humana, detectada por los sensitivos, o personas dotadas, se remonta posiblemente a miles de años. Concretamente, y así fue publicado, se habló por vez primera en Alemania por el médico escocés doctor W. Maxwell, en el año 1679 acerca de las «radiaciones humanas». Cien años después, el médico vienés F. Anton Mesmer continuó con los estu-dios de Maxwell y denominó al fenómeno «magnetismo animal». Mesmer explicó en varias ocasiones que este fluido magnético era luminoso para los sensitivos.

A lo largo de los milenios, los hombres han discutido apasiona-damente el problema del alma y especulando acerca de su natura-leza, de su independencia (partículas materiales, como creía Lu-crecio?), de si sigue o no existiendo después de la desaparición del cuerpo, o si realmente, como creían Platón y Descartes, el alma era totalmente inmaterial, por lo cual admitían su supervivencia, mientras aquellos que sustentaban la materialidad de la misma la negaban. No sin razón decía Aristóteles que el conocimiento preci-so acerca del alma era una de las cosas más difíciles del mundo. Y ni siquiera imaginaba el mar de palabras que los hombres usa-rían en los siglos siguientes en todas las lenguas conocidas, vivas o muertas, para exponer sus ideas sobre tan espinoso asunto.

Pero el alma y el aura van unidas. En 1930 escribió la notable dotada Gerardine Cummings, inglesa —fantástica sensitiva, estudia-da posteriormente por Rhine en la Universidad de Duke—, lo si-guiente: «La mente no opera directamente sobre el cerebro. Hay

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un cuerpo "etérico" que liga la mente de las células del cerebro. Partículas mucho más diminutas de lo que los científicos puedan sospechar, dislócanse a lo largo de las líneas del cuerpo etérico, o duplo, en dirección a ciertas regiones del cuerpo y del cerebro. Podrían ser llamadas "unidades de vida". Ese cuerpo invisible —duplo o cuerpo unificador— es el único medio a través del cual la mente y la vida se pueden comunicar con la forma física. Si una ligadura se deshace entre los dos, hay una falla inmediata en el control. Cada animal tiene un cuerpo invisible, unificador, hecho de éter imponderable. Debe ser posible crear, en el momento ade-cuado, un instrumento por el cual ese cuerpo pueda ser percibido, aceptado o detectado.»

Pocos años después lo conseguían los soviéticos. Hay, por lo tanto, un cuerpo semimaterial en el hombre que sirve de elemento, de ligazón entre el espíritu inmaterial y su cuerpo físico, corno se ha podido demostrar en el «efecto Kirlian», con el impacto que ha producido entre los científicos, especialmente aquellos que es-tudian fenómenos parapsicológicos, después del último Congreso de Moscú. Se oyeron allí las más extrañas comunicaciones de los grandes parapsicólogos actuales: Adamenko, de la Universidad de Moscú; Inijushin, de la Universidad de Kazakistán; Krippner y Davidson, del célebre «Maimonides Medical Center», de Nueva York, etc. Todos ellos coincidieron en afirmar que el fenómeno Kirlian era puramente de orden físico, pero que también podía actuar como revelador de estados particulares de la materia viva. Una de las conclusiones rusas fue la siguiente: «Durante ci fenómeno Kirlian hemos visto y comprobado que la materia viva vegetal o animal reacciona de un modo muy especial. El halo luminoso, observado en momentos y en estados diferentes, presenta innegables alteraciones. La verdadera razón no la sabemos todavía. Algunos científicos afir-man que en las plantas existe un sistema nervioso muy parecido al del hombre. ¿Podremos llegar a decir que también tienen me-moria? ¿Que también tienen inconsciente, ese otro "yo" que lleva-mos dentro, y que unas veces parece un huésped, otras un prisio-nero y Otras un enemigo? Hoy todavía no sabemos qué responder.»

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Y es que en la actualidad estamos efectuando una investigación efectiva a nivel mundial sobre la sensibilidad de las plantas, des-pués de los grandes descubrimientos de Kirlian. Backter y algunos otros no han empezado más que hace unos meses, y aún es dema-siado pronto para obtener resultados. El científico no trabaja con-tra reloj; afortunadamente. Por lo que se refiere a las reacciones del organismo humano, no estamos mucho más avanzados. Los «liedetectors» sugieren todavía algunas indicaciones. Pero no po-demos considerarlas suficientes.

La realidad es que las investigaciones comenzaron hace unos diez o doce años con un grupo de científicos ubicados cerca del centro espacial soviético de Kazakistán, en Alma-Aata.

Se reunieron biólogos, bioquímicos y biofísicos para estudiar el espectacular descubrimiento del matrimonio Kirlian. Se trataba de una cámara de alta frecuencia que sobrepasando la barrera de la materia densa, logró mostrar la contraparte inmaterial de los se-res vivos. Con equipos ópticos combinados con la misma cámara de los Kirlian, los científicos tuvieron un día la maravillosa visión que hasta entonces estaba reservada con exclusividad a los vi-dentes: «el cuerpo espiritual de un ser vivo...».

¿Cómo se podría definir la realidad tan fantástica que tenían ante sí? «Una especie de constelación elemental semejante al plas-ma —dijeron los científicos con una terminología llena de conno-taciones materialistas— compuesta de electrones ionizados y ex-citados, de protones y posiblemente de otras partículas.» Y prose-guían de manera muy significativa: «Pero, al mismo tiempo, ese cuerpo de energía, no es sólo partículas. No es un sistema caótico. Es un organismo totalmente unificado en sí mismo. Actúa como una unidad, y el cuerpo energético produce su propio cambio elec-tromagnético y constituye la base de los campos biológicos.»

Para el espiritualista tal texto es sensacional, teniendo en cuen-ta que proviene de las rígidas murallas de un materialismo que se ha traducido en expresiones prácticas en todos los campos de la actividad humana. En 1968 fue nombrada una comisión de «alto nivel» para estudiar el fenómeno y emitir una opinión concluyente.

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El grupo se componía de los doctores Inyshin, Grischchenko, Bo-robevv, Shouiski, Fedorova y Gibadulin. La conclusión (oficial) que presentaron no podía haber sido más abierta y objetiva y... tam-bién audaz: «Todos los seres vivos —plantas, animales y seres humanos—, no sólo tienen un cuerpo físico, formado de átomos y moléculas, sino también, como contraparte, un cuerpo de energía», al que dieron el nombre de «cuerpo de plasma biológico».

(Ahí está, de momento, el nuevo rótulo asignado al cuerpo espi-ritual del Apóstol Pablo...)

Con el auxilio de la cámara de Kirlian nos consta que se están realizando numerosas experiencias notables. Por ejemplo: fotogra-fías sucesivas del proceso de la muerte, que revelan progresiva dis-persión de puntos luminosos que se desprenden del llamado «cuer-po bioplasmático» y se pierden (?) en el aire, hasta que no queda ninguna luminiscencia en el hombre o en el animal muertos. Mien-tras tanto, detectores biológicos continúan indicando campos de fuerza, pulsando en presencia del cuerpo inanimado. ¿Provendrá esa energía del cuerpo «bioplásmico» en proceso de desintegración? Y nos dicen: «Tal vez con ayuda del proceso Kirlian de "fotografía" y nuevos aparatos ideados sobre la marcha, pueda ser desvelado un poco más el proceso de la muerte» (De la muerte, o del alma?).

La historia de todo el descubrimiento, o proceso Kirlian, resul-tó como tantos otros descubrimientos, de una llamada casualidad. Hay sobre ello dos versiones; pero lo que a nosotros nos interesa dar a conocer como anticipo, es que esa energía descubierta que anima esa bioluminiscencia, no es, según los científicos, ni eléctri-ca, ni magnética, ni electromagnética. Es una «forma» de energía totalmente desconocida que aún no ha sido debidamente clasificada, medida, analizada, etc. (?), pero que proyecta, sin la menor duda, amplias perspectivas hacia el futuro de la Humanidad, a lo que yo llamo «insospechados paisajes». Ejemplos: dolencias que aún no traspusieron la frontera hacia la materia, hacia el cuerpo físico, son identificadas como anomalías ya existentes en la contraparte biolu-miniscente del ser (planta o animal). Es fácil pensar en las tremen-

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das posibilidades que este descubrimiento ofrece al esclarecimiento del problema del cáncer y otras enfermedades.

También hay un campo de estudio sobre aquellas tan discutidas operaciones llamadas de psicohigiene (cirugía psíquica) realizadas en los tejidos delicadísimos del cuerpo sútil, eliminando males físicos, porque les extirpan el soporte patológico localizado allí. Pero procedamos ahora a explicar los verdaderos orígenes de ese maravilloso descubrimiento de los esposos Kirlian. Hemos de re-troceder a 1845, a Reichenbach, como punto de partida.

Los trabajos de Reichenbach

Después de Maxwell, que en aquella época no fue ni podía ser comprendido, tenían que pasar años hasta que el ya nombrado Reichenbach, de cuyos trabajos se vuelve a hablar, realizara las primeras investigaciones científicas. E. R. Dalmor explica, en su célebre diccionario Quién fue y quién es en ocultismo, lo siguiente sobre el conocido científico:

«Reichenbach, barón Karl Louis von (1788-1869), fue un célebre químico alemán. En 1845 publicó en Brunswick una serie de Me-morias reunidas y traducidas luego bajo el título de Les Phéno-mnes Odiques (E. Flammarion, París, 1907), en la cual sustentaba la tesis de que el cuerpo emite una emanación, denominada por él y su círculo de estudios "Rayos Od", o sea, la misma que los sovié-ticos llaman, 125 años más tarde, "radiación bioplasmática" o cuer-po bioplásmico, que es lo mismo que los alemanes y casi toda la es-cuela europea llamaban "Od", "luz ódica", o bien "fluido ódico", que muchos encontrarán en libros de metapsíquica y en ciertos trata-dos de aquella época, llamados de "filosofía metafísica", especial-mente franceses. En la actualidad consta en algunos buenos trata-dos de parapsicología moderna.»

Estos rayos Od, o bioplasmáticos, es la misma aura que para las personas sensitivas es visible, pero al mismo tiempo se ha com-probado, ya que se trata de una energía que ciertas personas pue-

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den transferir a otras personas (caso de los curanderos o sanado-res). Esta energía (fuerza) es muy posible se extienda por todo el Universo y se pueda manifestar por contacto y a distancia. «Reichen-bach realizó experiencias en hospitales de Viena, y al restaurar indi-rectamente el magnetismo, nutrió el pensamiento metapsiquista de aquella época» (sic) (De Les Phénomnes Odiques, indicado ante-riormente.)

Reichenbach estudió en Tubingen y se doctoró en Ciencias Na-turales. En su célebre castillo de Cobenzi, en la periferia de Viena, realizó durante 20 años gran cantidad de experimentos con qui-nientos sensitivos. Los resultados constan en varios libros, pero especialmente en su obra Der Sensitive Mensch (El Hombre Sen-sitivo), publicado en 1854, de 1.580 páginas, auténtico diccionario de consulta.

Reichenbach encontró en toda la materia, especialmente en los organismos vivientes, tanto en el ser humano como en los animales que también estudió, así como en las plantas y los mismos metales, en los polos de los imanes, en los cristales, etc., un fluido suave-mente luminoso que también se encuentra en la luz del sol y de la luna, y que solamente pueden ver los sensitivos. (Od, Fluido ódico o Luz ódica, o sea, el aura de todos los cuerpos, aunque se debe tener presente una cosa: el aura o halo luminoso de un cristal u otro objeto no es lo mismo. El aura está en el cuerpo vivo, o que todavía mantiene esta energía, pero no así en un cuerpo inerte, en el que solamente encontramos un halo plasmado, fijo, como sucede con una medalla, una hoja muerta, una madera, cristal, piedra, etc. La madera viva tiene una actividad de irradiación cons-tante y propia; un materialista diría muy bien un «electricismo».)

En su libro Die Aura des Menschen (El Aura del Hombre), Karl Spiessebeberger describe algunos de los experimentos de Reichen-bach:

«Una de las salas en la cual el barón Von Reichenbach realizó la mayoría de sus experimentos, carecía de ventanas, de manera que no podía entrar luz alguna. En la oscuridad absoluta, los sen-sitivos observaban, después de una hora o más, fenómenos lumino-

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sos, que no podían explicar. Al comienzo se formaba alrededor de las manos de los presentes una especie de humo gris. Luego, las manos parecían "una silueta sobre un fondo de suave luminosidad". Después, cada dedo presentaba una prolongación luminosa, a ve-ces tan larga como el propio cuerpo, desde la cabeza hasta los pies de la siguiente manera: "El lado derecho del cuerpo, incluido brazo y mano, en una luminosidad celeste-azul, y el lado izquierdo del cuerpo, rojizo o amarillo-rojo. Las radiaciones de los ojos eran más brillantes que las de los dedos. De los orificios nasales sur-gían rayos luminosos; hasta el aliento tenía luminosidad" (sic).»

Cuando Reichenbach levantaba el brazo, sus sensitivos veían que la luminosidad de ese brazo disminuía, y cuando lo bajaba, el aura aumentaba en su luminosidad. De esto el científico consta-taba lo siguiente: «La luz ódica (el aura) cambia en relación a la cantidad de sangre contenida en las venas del cuerpo físico.»

Además, constataba que el estado de salud dependía del grado de actividad, de viveza, de la misma aura. (Esto precisamente es lo que la ciencia médica soviética está estudiando en la actualidad.)

Reichenbach observó también, con su grupo de sensitivos, infi-nidad de animales como gatos, pájaros, mariposas, etc. También, como se ha dicho antes, con ocres y minerales —cristales de turma-lina, diamantes y cristales de roca, etc.—, sus experiencias fueron continuas. Por cierto, y consta en todos sus estudios, que los ór-ganos de reproducción de las flores son extremadamente lumiso-sos. Asimismo lo inorgánico mostraba la típica coloración polar, especialmente los imanes y los cristales. Cómo, por ejemplo, se desprendía de una varilla metálica fuertemente imantada «una llama chisporroteante», azul en el polo norte de la varilla, y amarillo-rojiza en su polo sur. Levantada ésta verticalmente, la llama «Od» se elevaba y formaba en el techo de la sala un fino círculo luminoso de hasta 75 cm. de diámetro.

«Los cristales producen sobre los sensitivos el mismo efecto que la radiación ódica del hombre, siendo en los cristales la "fuerza modeladora". El "Od", que para él es portador de la fuerza vital, da forma y vida a los cuerpos» (Doctor Reichenbach).

3. - EN LOS CONFINES

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Todos estos estudios, ya lejanos, es curioso que hayan sido considerados actualmente como algo digno de atención y respeto. Pocos serán los que discutan la realidad del aura humana y sus to-nalidades, pues se conoce la gran importancia que puede tener para infinidad de estudios, tanto en medicina como en otras va-rias ramas de la ciencia, hasta en criminología, donde algún día podrá tener gran importancia.

Hoy sabemos, mejor dicho, conocemos por el estudio que se ha realizado con los sensitivos, sujetos, metagnomos, mediums, etcétera, que generalmente sólo se distinguen tres colores fun-damentales en el aura humana, que representan: el cuerpo físico, el psíquico y el espiritual, pero con infinidad de tonalidades cam-biantes en los dos primeros, donde «lee» el sensitivo...

Las oscilaciones emocionales, como la avidez, los sentimientos, el deseo sexual, los afectos, las contrariedades (de este orden, no espirituales), se expresan en el aura astral tanto en la forma, como en el color (y sus variantes), cosa que ve perfectamente el sen-sitivo. Por lo tanto —y es muy importante tenerlo en cuenta—, los colores del aura no son fijos, sino simplemente cambiantes según sea la salud, las emociones, los deseos o pasiones, hasta el estado de nuestra «consciencia». Fijos, son únicamente aquellos fundamen-tales que demuestran al sensitivo la verdadera espiritualidad, las condiciones constantes de carácter (lo invariable en el ser humano), el talento, como también lo son a veces los vicios funestos muy arraigados, que son parte ya de la persona.

Ahora bien; algunos «privilegiados» sensitivos dicen que dis-tinguen hasta «cinco» auras en el cuerpo humano, lo que realmente no es así. Entre la mayoría de los sensitivos tratados, lo ha sido una famosa vidente de la provincia de Tarragona (1), de gran estimación por algunos, que igualmente incursiona en el pa-sado que en el futuro con la mayor facilidad; se trata de persona de inmejorable condición económica y que jamás aceptó remune-

(1) En realidad sólo es una, pero con tres colores básicos, correspondientes a los estados o cuerpos: físico, psíquico y espiritual de la persona, aunque los colo-res son cambiantes algunas veces y por diversas circunstancias. (Experiencias y estudio personal con la sensitiva doña C. S. de M., 1973 y 1974.)

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ración alguna por el bien que hace. Nos consta asimismo que cons-tantemente medita sobre la ética de todo lo que estima, y de ello extrae su propia moral.

Pues bien; dicha señora distingue tres auras, por decirlo de for-ma gráfica, para que el lector lo entienda; lo que sucede, es que son tres colores básicos del aura: el espiritual, el psíquico y el fí- sico, pudiendo saber en todo momento el estado físico actual de la persona que tiene delante, así como la enfermedad que algunas veces sólo está en el estado astral; o sea, que puede prever, adelan- tarse y atajar la enfermedad, antes de que la misma penetre en el soma. Por otra parte, afirma esta sensitiva, que efectúa diariamente el viaje astral, lo que le facilita su trabajo, el cual realiza única-mente por amor a sus semejantes, pues realmente en ocasiones parece que tenga un radar en el cerebro, aparte de que posee otros poderes, que parapsicológicamente, a decir verdad, no hemos teni-do oportunidad de estudiar.

Para finalizar el «retrato» de esta sensitiva, muy conocida en Barcelona y Gerona, a la que por cierto me une buena amistad, me resta decir únicamente que tiene cincuenta y siete años, es viuda, y nos consta que podría vivir recreada dadas sus rentas, pero pre-fiere dedicarse por entero a sus amistades y sus enfermos, y a todo aquel que de verdad precisa de esta gracia, de este don que tienen algunas personas, y que ella posee desde los seis años de edad, aunque estoy convencido que realmente es un don que ella no com-prende y que algunas veces le perjudica físicamente.

Volviendo a lo indicado sobre las auras, creo interesante ha-cer un paréntesis y exponer unos conceptos de acuerdo con las hipótesis que ocultistas y teósofos formulan, y que en realidad son bastante complejas, pero aclaran algunos puntos oscuros para el lector.

Según teósofos y ocultistas, en el Universo existen verdadera-mente siete zonas o planos que se penetran mutuamente. En dicho caso, por orden de densidad decreciente, tendríamos:

Primero: El plano físico, que es nuestro mundo habitual. Segundo: El plano astral (o emocional), ques es aquel al que nos

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trasladamos cada noche durante el sueño y también al que nos trasladaremos después de lo que llamamos «la muerte» (aunque la muerte sea el nacimiento en otra realidad).

Tercero: El plano mental, que es el del pensamiento, o sea, de la mente.

Cuarto: Hay otros cuatro planos (o estadios, zonas, etc.), en-tre ellos el que llaman búdico y el nirvánico, pero que a nosotros, ahora, no nos interesan, ya que hablaríamos de planos muy supe-riores.

Según esta hipótesis, pues, el hombre posee diversos cuerpos o vehículos correspondientes a esos diferentes planos. Veamos:

Primero: El cuerpo físico, denso y visible, pero dotado de un doble etérico llamado también «doble etéreo», que absorbe la vita-lidad solar y una infinidad de radiaciones cósmicas protectoras, pero necesarias para la vida en nuestro planeta.

Segundo: El cuerpo astral o emocional, que es el instrumento de las emociones, deseos y pasiones de toda clase; del odio y del amor, y también el que elabora la sensación que el cuerpo físico siente a continuación.

Tercero: El cuerpo mental que produce el pensamiento expre-sado a través del cerebro (para nosotros el cerebro sólo codifica, o mejor diríamos que el cerebro es una perfectísima computadora. Nota del autor).

Cuarto: El cuerpo causal (o individualidad), llamado también alma, o ego.

«Siempre según esta hipótesis, mientras que el cuerpo físico es mortal, y los astral y mental igualmente perecederos y no duran más que una encarnación, el cuerpo causal (individualidad) es in- mortal y persiste a través de todas las encarnaciones, transmitien-do a las personalidades sucesivas todas las capacidades y cualida- des adquiridas en las encarnaciones precedentes. Por lo que respecta a los demás atributos del hombre en nuestra fase evolutiva actual, sólo existen en estado de gérmenes» (sic). (De Inventario de lo so-brenatural, de Robert Tocquet, Enciclopedia Horizonte, Plaza & Ja-nés, S. A., página 179.)

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El aura del cuerpo etéreo (doble etéreo o doble etérico), como muy bien se expresaba el obispo C. W. Leadbeater, «es verdadera-mente el molde a que ha de ajustarse el cuerpo físico denso del in-dividuo». En el hombre sano, los rayos que forman el aura (valga el símil) están agrupados en forma paralela, porque el «Od» o aura sobrante, irradia del cuerpo con gran potencia.

Es verdaderamente fantástico que estas irradiaciones también rechazan los gérmenes de enfermedades. En la persona enferma las irradiaciones de vida son doblegadas hacia abajo, desorganizadas, y se cruzan especialmente sobre las partes del cuerpo donde radica la enfermedad. Con la cámara de Kirlian, en la actualidad está to-talmente comprobado.

Es por ello que científicamente tienen mucha importancia las efluviografías obtenidas en campos eléctricos de alta frecuencia producidos por un aparato generador de tipo a centella, o tipo os-cilante a válvula, o transistor. Además, el matrimonio Kirlian adap-tó y patentó sistemas ópticos capaces de convertir la efluviografía directa, como la que se obtiene de cámaras convencionales.

Últimamente también se emplea el microscopio electrónico.

Un inciso que creo interesante intercalar aquí sobre el efecto Kirlian o «límite luminoso» que tenemos todas las personas, como bien dice y analiza el ingeniero Henrique Rodrigues, de Brasil. Dice: «Al fotografiar con ayuda de emisiones radioeléctricas de alta fre-cuencia cualquier ser vivo, aparece alrededor de él una aureola, naturalmente luminosa, como ya saben, y que marca el contorno de sus formas. Pero lo más interesante de este fenómeno es que la coloración de dicha aureola cambia según el momento, o el esta-do de ánimo. Es muy significativo ver cómo varían los colores de la aureola al fotografiar una mano al despuntar el día, cuando el individuo acaba de levantarse, y también al final de una agotadora jornada de trabajo. También en otros casos dichas tonalidades

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pueden indicarnos la existencia del miedo, de la alegría, del cansan-cio) e incluso, pueden servir para detectar enfermedades menta-les'> (sic).

Cómo se opera con la llamada «cámara de Kirlian»

Según el doctor Inyushin, de los Laboratorios de Alma-Aata, de Kazakistán, su método de trabajo es el siguiente: en esta clase de fotografías no se utiliza cámara ni lente alguna. En lugar de ello se coloca el objeto que se desea fotografiar sobre un trozo de pelícu-la sensible de 21 DIN, y ésta, pasando por la llamada cámara, reci-be una descarga eléctrica vibratoria entre 75.000 y 200.000 perío-dos de segundo que pasa a través del objeto en cuestión.

Se han efectuado también profundos estudios experimentales en su laboratorio sobre biocomunicación, habiendo conseguido ob-tener fotografías del cuerpo humano con dicho sistema. Dicho doc-tor comunicaba en uno de los últimos Congresos de Parapsicología, que existe realmente «un sistema de partículas ionizadas que circu-lan y se entremeten por el cuerpo humano»; este cuerpo bioplasmá-tico explicaría así la posibilidad de descubrir la existencia de en-fermedades que aún no están en el acto, y sería al mismo tiempo la. base de ciertos fenómenos bien conocidos por las personas que pueden ver el aura.

Actualmente dicho doctor está al frente de un modernísimo laboratorio en la Universidad soviética de Kazán, en cuyo centro recibió hace ya algún tiempo a los célebres doctores Thelma Moss, psicólogo, y Marshall Barshay, especialista del riñón, ambos radi-cados en Los Ángeles, los cuales estaban muy interesados en dicho adelanto científico. Fueron acompañados de una nutrida represen-tación de especialistas del Instituto de neuropsiquiatría de la Uni-versidad de California, de Los Ángeles también.

Pero lo que realmente interesaba a los representantes de dicho instituto era una serie de fotografías que habían tomado los ayudan-tes del doctor V. i. Inyushin, de unas coronas (o halos) que pare-cían fluir, y refluir, alrededor de las yemas de los dedos de los

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curanderos. Se trataba de un nuevo tipo de energía que hasta en-tonces no había sido posible detectar, y menos fotografiar, tanto en las curas como en las operaciones llamadas de «psicohigiene». Precisamente, interesaba a organismos oficiales, que ciertos cien-tíficos pudieran comprobar cómo actúa la misma en las operaciones psíquicas, un tipo de cirugía que no necesita del escalpelo ni de anestesia, y no deja cicatrices, preguntándose dichos doctores, si tal vez no sería simple charlatanería, y lo mejor fuera investigarlo personalmente, ya que está sucediendo en todo el mundo que gran número de personas, algunas de ellas científicas, empiezan a creer en esta clase de operaciones, especialmente en Inglaterra, y a pu-blicar sus impresiones de lo visto y fotografíado —entre éstos ha-gamos mención del doctor Motoyama, científico y renombrado pa-rapsicólogo— en Filipinas, Brasil, Venezuela e Inglaterra, en donde se han filmado docenas de operaciones «psíquicas», que científica-mente son totalmente imposibles.

Según la opinión de la doctora Moss, que al mismo tiempo es una autoridad en el campo de los fenómenos parapsicológicos, el método de estos curanderos es «devolver la salud cuando el equilibrio de las fuerzas que actúan en el paciente es restaurado mediante el concurso de la reserva de energía eléctrica existente en el organismo del curandero (o sanador), según un proceso muy similar al de cargar una batería». Pero en lo referente a las opera-ciones psíquicas de envergadura, dijo que no podía opinar de momento, ya que lo que había visto, aunque poco, era realmente increíble, pero deseaba seguir investigándolo y que en su día emitiría un informe.

En cuanto a las otras fotografías, y en las que estaban muy in-teresados ambos doctores (doctora Moss y doctor Barshay), dijo que las fotografías así obtenidas resultaban realmentes sorpren-dentes.

Con nuestro pequeño grupo de estudio hemos efectuado recien-temente infinidad de pruebas con una cámara Kirlian adquirida en Génova, aunque posiblemente, al publicarse estas líneas, se ven-dan ya en España y Andorra. Sintetizando las muchas horas de

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trabajo, puedo informar que efectuamos una serie de tres fotogra-fías cada vez, que mostraban una hoja de geranio recién cortada; esa misma hoja, después de haberle practicado un agujero, o bien una herida; y por último, la misma unos minutos después de que un curandero, o sólo un sensitivo que practicaba el psicomagnetis-mo, pasara su mano por el agujero (hoja perforada); o bien sobre la hoja con heridas, restaurando prácticamente las heridas que ha-bíamos efectuado nosotros expresamente (1).

Asimismo, en la segunda foto de la serie nos mostraba clara-mente un agujero negro de contornos precisos, pero, en la foto, esta hoja parecía haber experimentado ciertos cambios muy impor-tantes a raíz de la fugaz intervención del curandero.

También hemos intentado comprobar algunas de las experi-mentaciones efectuadas en la Unión Soviética: fotografiar los de-dos de los curanderos o sensitivos. Y es muy cierto que las fotos de las yemas de los dedos de la mayoría de personas tomadas me-diante el método Kirlian, revelan la existencia de una corona alre-dedor de la del dedo fotografiado. Pues bien, hemos comprobado que después de una intervención como curandero, o sensitivo que había dado parte de su propio psicomagnetismo, las coronas corres-pondientes a los dedos de algunos de ellos eran notablemente más estrechas, más pequeñas, en tanto que las correspondientes a las yemas de los dedos del paciente aumentaban considerablemente de diámetro, lo que confirma lo publicado en revistas especiali-zadas.

Las demostraciones más espectaculares giran en torno a los experimentos efectuados posteriormente por los esposos Kirlian y su grupo de estudio. Han constatado que el halo luminoso varía en intensidad, en forma y en color, según el estado de salud y la

(1) Restauración natural bioplásniica (bioplasmática), pero muy sensible. Pos-teriormente la comprobación se ha efectuado con muchas hojas heridas, pero no cortadas, y la intervención del sanador o curandero ha sido eficaz en un 75%. Como es lógico, no bastan unas intervenciones esporádicas; conviene proseguir por dicho camino con otros geranios, en otras épocas, con otras temperaturas, y también con otras plantas, así como cambiando de curanderos. Esta clase de experiencias, según me consta, se están efectuando ya en Madrid y Valencia, por el cuerpo médico, y desde luego nos felicitamos de ello. (Nota del autor.)

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vitalidad de los sujetos «fotografiados». En una crisis de nerviosis-mo o de angustia, parece que el halo alrededor de la mano cambia de color, hasta desvanecerse. También dicen que al fotografiar una hoja recientemente cortada en dos partes, se consiguió el halo de la hoja entera, como si existiera un modelado energético, o por dé-cirio a mi manera, un auténtico modelo espiritual de la hoja.

Según publicaba la Prensa, en junio de 1970, los parapsicólo-gos soviéticos sometieron al «efecto Kirlian» a un célebre curan-dero de Tbilissi, Alexei Krivotorof, militar retirado. En el instante que el indicado curandero imponía sus manos a un paciente, la grabación fotográfica mostró una oleada de energía que, con pre-ferencia, brotaba de su pulgar. Dicha energía tenía forma y color totalmente diferentes a los del resto de las manos de otras perso-nas no sensitivas o curanderas.

Se han hecho también experimentaciones con personas sensiti-vas después de una fuerte absorción de alcohol, lo que provoca una descarga de la corona, y el color pasa de azul lavanda a rosa pá-lido. Los médiums en trance profundo también producen cambios muy notables, y precisamente se está estudiando con cámaras espe-ciales ciertas luminosidades que científicamente no tienen expli-cación.

Y por último, se afirma que en 1972/73 los científicos soviéticos han dado un nuevo salto hacia delante. Se ha conseguido filmar en color el campo magnético (?) que rodea a todo el cuerpo humano, aparte del aura, que se les mostró en tres fases de color, precisa-mente sobre la cabeza y hombros de las personas experimentadas. La medicina, según dicen, se interesa muchísimo en estos estudios, pues podría utilizar esta clase de películas para diagnosticar ciertas enfermedades, especialmente los tumores antes de su aparición fisio-lógica, o sea, cuando la enfermedad —y especialmente el cáncer---está todavía en el doble elérico (doble etéreo) y no ha llegado al físico.

Hoy tenemos ya hipótesis de trabajo muy convincentes y se ha dado un gran paso hacia delante. Una de estas hipótesis es la «transferencia de una energía todavía desconocida» que nos per-

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mitirá explicar algún día, no muy lejano, el porqué de la curación espiritual, así como tener evidencia de ciertos fenómenos de autén-ticas curaciones milagrosas que con tanta frecuencia se producen en lugares como Lourdes o Fátima, para nombrar los más cono-cidos...

Muchos grandes hombres de la ciencia internacional, como an-tes lo hiciera Einstein, ponen en tela de juicio los orgullosos dog-mas del materialismo mundial.

Materia, energía, luz, calor.., y pensamiento... ¿No son, aca-so, formas diversas de una misma fuerza, que unos llaman el Espí-ritu Universal, y otros Dios?

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CAPITULO SEGUNDO

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Varios de los más importantes resul-tados de la experimentación a veces lla-mada equivocadamente psíquica, el día que sean confirmados (caso de que lo sean) y se llamen oficialmente verdades, vendrán a atacar la ciencia positiva en sus mismas fronteras.

JULES R0MAINs.

En busca de la fácil visión del aura

Las investigaciones proxémicas —vocablo formado por una raíz latina que significa «cercano», y una raíz griega, que viene a significar «huésped», extraño, extranjero, alienígena, etc.— nos muestran en síntesis que los límites de una persona o de un animal no comienzan ni terminan en su piel. Los seres humanos y también los animales estamos rodeados por un ambiente inmaterial, aná-logo al espacio o límite territorial perfectamente delimitado que establecen entre sí ciertos mamíferos y también algunas aves. Este modo de actuar de las aves fue establecido hace ya algunos años por dos famosos ornitólogos, uno de ellos norteamericano, E. Tho-mas Gilliard, y el otro, inglés, H. E. Howard, famoso en toda Ingla-terra, pues es autor y editor al mismo tiempo de sus obras y tra-bajos exhaustivos de investigación de ciertas aves. Como fácil detalle de identificación diremos que en 1920 publicó una estupenda obra titulada Territorio de las aves (título original: Territory in bird uf e), que ha sido traducida en muchos países, y muy estimada de los ornitólogos de todo el mundo, pues se trata de una verdadera obra maestra.

También el famoso especialista en fisiología animal, doctor U. Hediger, de Zurich (Suiza), muy conocido en España por sus trabajos y periódicas visitas a los medios científicos, defendió la tesis siguiente: estableció que los animales y los seres humanos podían considerarse como rodeados por varias burbujas inmate-

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riales, protectoras, de forma irregular, pero superpuestas y concén-tricas (de vuelo, crítica, personal y social), y fue muy interesante que el doctor Eduardo T. Hall, profesor de Antropología de Illinois, aceptara recientemente este criterio en su famoso libro The Hilden Dimension (La dimensión recóndita), estableciendo para el ser hu-mano, después de infinidad de estudios, una gradación de cuatro distintas zonas, a saber: zona íntima, que comprende hasta unos 45 cm. del cuerpo; zona personal (que es la del espacio reservado en la conversación privada), que abarca hasta un metro y veinte centímetros como máximo; zona social (espacio de las reuniones sociales, o de trabajo diario), la cual llega hasta una distancia de 3,5 metros; y por último, lo que llaman zona pública, la que se extiende a más de 3,5 metros.

Para Kilner, físico y médico británico (1912), el aura es una realidad. Después de haber exaltado por medio de la dycianina la sensibilidad retiniana de sus sujetos, escogidos al azar, les permi-tía que vieran el aura de una persona colocada en la penumbra, sobre un fondo negro. Se trataba de una luminosidad de forma ovalada, compuesta de tres zonas distintas: un borde sombrío, el doble erérico; el aura interior, estriada perpendicularmente al cuer-po; y el aura exterior, sin contornos definidos. Bajo la influencia de la voluntad, pueden aparecer unas manchas o unos «rayos tempo-rales'> en las tres zonas. Sin embargo, contrariamente a Rochas y a Reichenbach (y otros), Kilner no distinguió ninguna polaridad.

Sin embargo, entrando ya en terrenos totalmente científicos y desde luego muy áridos para el lector medio, tendríamos que de-cir que Haschek, cuyas experiencias fueron reanudadas y confirma-das totalmente por Hofman, niega la existencia del «Od», luz ódica, emanación psicofísica, el «cuerpo bioplasmático» de los científicos rusos, atribuyendo dicha fosforescencia observada '<a la lenta oxida-ción de los productos de excreción corporal», e intolerante afirma-ba: «Basta un lavado con jabón para que desaparezca». Al final, convencido, tuvo que rectificar a regañadientes, pues téngase pre-sente que llegó a afirmar que había hecho ver un aura alrededor de Un busto de yeso, y que todo era cuestión de... imaginación.

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Haschek no quería reconocer que hindúes, chinos y japoneses ya conocían el aura humana desde milenios, y la literatura esoté-rica habla desde hace siglos de ella. Y ¿qué tenemos que decir, y cuánto se puede probar, si nos remontamos a épocas pretéritas, rebuscando pacientemente en pergaminos tibetanos o egipcios? ¿O bien, mayas?

Reconozcamos que el deseo de todas las épocas, como ya vere-mos en el estudio del alma, ha sido siempre hacer visible el aura humana, aura que sabían existía, y que sólo podían ver unos seres privilegiados conocidos por sacerdotes, magos, y en época más moderna, médiums y sensitivos, como se les llama hoy.

Es curioso que el célebre físico francés, natural de Nancy, doc-tor Bondiot, que desconocía totalmente las publicaciones y traba-jos de Reichenbach, redescubrió el «Od» al que llamó «Rayos N» (N. por Nancy), e inventó la «pantalla de Bondiot», llamada tam-bién, según los apuntes que estoy consultando, pantalla fosfores-cente de Bondiot, o mejor diríamos, «pantalla de sulfuro de calcio». Efectivamente, la pantalla de sulfuro de calcio fue presentada a la Academia de Ciencias de París en julio de 1904 (no se indica el día).

Su construcción realmente era muy sencilla: confeccionada en cartón negro, e impregnada con sulfuro de calcio, colocada en una habitación totalmente oscura, y acercando a la misma las manos, especialmente las puntas de los dedos, se hacía aparecer sobre dicha pantalla unos puntos luminosos tan fuertes que era posible leer en su luz las cifras sobre la esfera de un reloj de aquella época, o sea un grueso reloj —un «Roscoff»— de bolsillo.

También otro dispositivo posible de confeccionarse para po-der hacer visible el aura, podría muy bien ser la antigua pantalla de Kilner, que fue inventada en 1911 por el médico londinense doctor W. Kilner, célebre por su carácter violento, pero al mismo tiempo Por sus reconocidas aficiones al estudio de cierta fenomenología metapsíquica «objetiva». Dicha pantalla consistía en dos placas de vidrio (o cristal) unidas entre sí a una distancia de pocos milíme-tros. El espacio vacío entre ambos vidrios era rellenado con una mezcla de Dieyanin y Karmin, a partes iguales. Mirando a través

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de este dispositivo, personas con poca sensitividad podían ver el aura de las personas. Según ensayos realizados por el médico vie-nés doctor Feerhow, algo más del 50 % de personas normales no dotadas, podían ver el aura a través de la pantalla de Kilner (1).

Cuando estoy escribiendo estas cuartillas, un lector amigo me remite un recorte de un periódico francés, en el cual se comenta el último Congreso Internacional de Parapsicología, celebrado en Moscú, y en el que se indica que los soviéticos poseen una panta-lla en la que proyectaaon unas fotografías especiales en las que se ven luces «misteriosas» que se encienden y apagan a nuestro alre-dedor cuando estamos atectados por una gran emoción, y con la particularidad de que estas luces son cambiantes, con modificación casi continua de tonalidad, según sea el estado psíquico de la per-sona. Para los soviéticos hay que reconocer que la mítica aura ya no es una vulgar leyenda, y se convierte ahora en auténtica experien-cia de laboratorio.

Es curioso recordar ahora que hace sólo diecisiete años, los rusos negaban todo el valor al estudio de los fenómenos paranor-males. En 1955 la Enciclopedia Soviética definía a la Parapsicología como idealismo contrario a la ciencia. En 1970, la misma Enciclo-pedia —estatal— ante el mismo vocablo, afirma: La Parapsicolo-gía es un conjunto de investigaciones psíquicas y biopsíquicas sobre las posibilidades de percepción y sobre las fuentes de energía toda-vía ocultas en la materia viva. La Parapsicología se interesa por las formas más nuevas de sensibilidad, por sus resultados y por las po-sibilidades límite del organismo humano (sic) (Giuseppe Grazzini, Blanco y Negro, 11-XI-72, noticias sobre la cumbre ruso-norteame-ricana de Parapsicología en Moscú).

Realmente semejante cambio de actitud causó asombro en la mayoría de medios científicos; en los americanos, sobre todo. Stanley Krippner, director del «Maimonides Medical Center», de

(1) El Dieyanin y el Karmin se han buscado en el mercado y por dichos nombres no se encuentran. Sin embargo nos consta que algunas personas los han buscado en Inglaterra. De todas formas tengamos presente que se trata de produc-tos de 1911, y actualmente pueden fabricarse o conocerse con otra denominación comercial, y ser el mismo producto que usó Kilner.

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Nueva York, dijo al respecto: «No pierden el tiempo en discutir, como se hace en Occidente, acerca de la existencia y de la viabili-dad de los fenómenos paranormales, o de cosas y hechos que desde el primer instante no encajan con nuestra forma de ser. Los sovié-ticos tratan únicamente de descubrir todas las posible "formas de aprovechamiento" de estos fenómenos en el terreno práctico. Ade-más, por otra parte, creo que saben más cosas que nosotros... »

Ya he dicho anteriormente el gran impacto que ha producido entre la mayoría de científicos el «efecto Kirlian», dadas las noti-cias que se reciben y a través de todos los medios informativos, y también entre los científicos que estudian fenómenos parapsicoló-gicos, pues ya da una idea la cantidad de libros y artículos apare-cidos en revistas científicas, tanto europeas como americanas. Lo que las fotografías de los científicos soviéticos Simeon Davidovich y Valentina Kirlian registraron, ha sido ubicado como manifesta-ciones de ESP (percepción extrasensorial), pero aquí el sujeto que las registra es un «objeto», o sea, una cámara (1).

Pero el fenómeno, para mi forma de ver, no es ni paranormal ni metafísico: es totalmente normal. La máquina, científica, ha revalidado al sensitivo. Eso es lo realmente importante. La virtud de la cámara consiste en la obtención únicamente del espectro de determinada estructura no eléctrica de un objeto, mediante la exci-tación provocada por un campo eléctrico de alta frecuencia. El cam-po eléctrico desplazará iones o cargas eléctricas a través de aquella estructura, proyectándolos sobre una placa, o película sensible, donde se formará la imagen espectral típica del objeto a investigar, como puede ser una hoja, una flor, un pequeño animal, un mineral, un metal, etc.

(2) En el año 1939 en la ciudad de Krasnodar, capital de Kuban, próxima al mar Negro, fueron obtenidas las primeras fotografías por el matrimonio de cien-tíficos soviéticos Semyon Davidovich y Valentina Kirlian, usándose como se ha dicho un procedimiento efluviográfico sobre una película fotosensible en campo eléctrico de alta frecuencia, producidas por un generador de tipo centella; las frecuencias oscilaron entre las 75 y 200 o más (posteriormente) Kiloherts. Los cien-tíficos que más han estudiado en América el «efecto Kirlian» son el ingeniero Her-nani Guimaraes Andrade, director del Departamento de Investigaciones del Instituto Brasileño de Pesquisas Psicobiofísicas de Sáo Paulo (Brasil), y también el ingeniero Sigurd von Wurmb, del mismo Instituto.

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La distribución de las cargas sobre dicha placa fotográfica dependerá en parte de las características fisioquímicas de los obje-tos. En circunstancias particulares, el espectro podrá indicar en forma muy eficiente las alteraciones sufridas por el objeto en vir-tud de factores endógenos o exógenos.

Las emisiones resultantes de los «campos bioplásmicos» de que tenemos referencia tienen por lo visto particularidades que hacen suponer la existencia de un modelo energético de naturaleza aún mal definida, cuyas propiedades parecen diferir de aquellas exclusivamente fisioquímicas que podrían originar tal espectro de autoemisión. Por eso, el referido modelo energético recibe el nom-bre de «cuerpo bioplásmico».

El proceso de investigación a través del efecto Kirlian —nos indican los principales Institutos de Investigación— no consiste sólo en obtener la fotografía de los efluvios de autoemisión provocados por el campo eléctrico de alta frecuencia; su ausencia reside preci-samente en la interpretación de las variaciones observables en la imagen efluviográfica o efluvioscópica. Tales variaciones pueden ocurrir de una manera muy peculiar, en razón de varios factores. Así, por ejemplo, se notarán modificaciones importantes en el as-pecto bioplásmico provocado por alteraciones psicológicas de un determinado paciente. Y en el caso de los vegetales, es posible de-tectar con gran anticipación estados iniciales mórbidos en las plan-tas mediante análisis de las efluviografías Kirlian obtenidas de hojas recién cosechadas de las especies observadas.

Para el verdadero estudio de las ciencias ocultas, el descubri-miento de los esposos Kirlian ha sido un paso de singular impor-tancia. Mas para quienes sólo les interesa el auténtico avance cien-tífico dentro del campo de estudio de la parapsicología, el efecto Kirlian es de gran importancia, mucho más de lo que nos figura-mos. Lo que se conoce hasta hoy —y hay más— es un auténtico registro de hechos, una acumulación de pruebas que dicen: esto ocurre..., no es producto de la imaginación de personas paranoi-

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cas..., no es mera superchería..., son hechos que ocurren fuera de los límites de lo que la ciencia académica acepta... Este archivar datos es un registro de efectos; aún no se ha iniciado el estudio de las causas que los producen. La prudencia se ha detenido ante ellas. El «efecto Kirlian» está mostrando algo que existe dentro, fuera, alrededor, y en un todo de los organismos vivos, animales y vegetales, como radiaciones vivas —aura---- (y sus colores) que el sensitivo nos diría por los mismos, que son: aura del cuerpo espiri-tual, astral y físico (como mínimo), pero la fotografía sólo nos muestra colores, y potencia de radiaciones, así como posibles «ro-turas» a veces, cuando existe enfermedad, bien psíquica como somá-tica, o en formación, como ya indicaba anteriormente.

Aquí sí que podría detenerme en hacer comprender que los colores del aura no son fijos, lo que hay que tener presente siem-pre. Fijos son solamente los fundamentales, que demuestran al sen-sitivo, y mañana al científico, la espiritualidad de la persona que tenemos ante nosotros, las condiciones psíquicas en general, y el aura del doble etérico «molde al que se ajusta el cuerpo físico den-so del individuo», como decía C. W. Leadbeater. En el hombre sano, los rayos que forman el aura están agrupados en forma paralela, porque el «Od» o aura sobrante, irradia del cuerpo con gran po-tencia, al contrario de la persona enferma, efectiva ya, o en gesta-ción tan sólo. Y no se olviden que estas irradiaciones, esos rayos sobrantes que ve el sensitivo rechazan siempre los gérmenes de enfermedades. En las personas enfermas las irradiaciones de vida son dobladas hacia abajo, desorganizadas, y se cruzan especialmen-te sobre las partes enfermas del cuerpo. Esto y todo el estudio es lo que interesa a la medicina soviética. Lo que realmente significan los colores del aura en general, así como la clara explicación de los diferentes «cuerpos» es muy extenso y requiere tratar de ello muy extensamente, porque hay hipótesis muy complejas formuladas por célebres científicos de ayer que tendremos que reconsiderar en estos estudios de hoy.

He tratado anteriormente, pero de forma muy ligera, sobre unas pantallas. Pero empecemos por la de Bondiot. Por si alguno quisiera

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confeccionarse una, veamos lo que se sabe sobre ella. La pantalla llamada «de Bondiot» es una vulgar pantalla fosforescente. Copia-ré lo que publicó en junio de 1908 el médico moscovita, Naum Kotik lo que él llamaba «sus grandes experimentos con la panta-lla de sulfuro de calcio» en su libro Emanation der Psychophysische Ene rgie (Emanaciones de la energía psicofísica) y que en aquel entonces prácticamente no llegaron a interesar, o quizá no intere-saba su conocimiento, pues el libro «desapareció» de las librerías misteriosamente. Decía (casi textualmente): «Para mis experimen-tos me había confeccionado una pantalla redonda de cartón fuerte, con un diámetro de unos 22 cm. Mezclé sulfuro de calcio en par-tes iguales con laca de Damara y lo apliqué en una capa fina (1/2 mm. de espesor) sobre el disco. Al secar la laca, fija firmemente el sulfuro de calcio sobre el cartón (pantalla). Exponiendo la pan-talla así preparada durante uno o dos segundos al sol, se ve lumi-nosa en la oscuridad, durante unos 8 ó 10 minutos. Guardé la pan-talla así preparada en un lugar oscuro y seco. Luego la puse en la cabeza de una persona con la que experimento a menudo (no indica si se trataba de una sensitiva, metágnoma, médium, etc.). Le pido que repita en su pensamiento una frase dada, o que haga cálculos matemáticos, etc. Inmediatamente el borde del disco va tomando cierta luminosidad (cuarto oscuro). Repetí el ensayo con otras per-sonas y obtuve siempre el mismo resultado: aparición de lumino-sidad, que desaparece al terminar el pensamiento. Al aplicar la plantalla sobre las manos de la persona con la que experimentaba, la luminosidad era aún más fuerte que cuando se la colocaba sobre la cabeza, durante el acto de pensamiento.»

En estos libros pienso tratar someramente, como ahora con el efecto Kirlian, algunos temas de vanguardia en el mundo, como son las operaciones psíquicas, la fotografía paranormal, la foto-grafía del pensamiento, y el viaje astral o proyección astral autén-tica (no solamente el desdoblamiento), o la conocida «clarividen-cia viajera», ya conocidas. Mas pido a los que sean parapsicólogos, sean de la escuela o postulado que sean, y sean cuales sean sus creencias religiosas, no se olviden que en el mundo, la ciencia, en

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plena crisis explosiva, comunica a la ciencia paranormal una nue-va audacia, siempre en aumento, situando poco a poco muchas de las realidades desconocidas en la perspectiva de una nueva hiper-biología o de una hiper física, que de momento es muy difícil com-prender...

La ciencia del espíritu, motor de nuestro cuerpo

El aura que fotografía la auténtica cámara de Kirlian qui-zá sea la energía electromagnética que nos rodea y envuelve, y que forma parte de la poderosa energía cósmica que todavía descono-cemos. Lo que para nosotros es invisible, como el cuerpo etérico —el doble etérico en el astral— existe lo mismo que el cuerpo físi-co en el cual habitamos. Antes de caer enfermos somáticamente, es seguro que existía ya la enfermedad de forma inevitable —para nosotros—, pues la enfermedad estaba ya en el cuerpo energético, por lo cual debemos empezar a pensar en curar primero el cuerpo energético, el doble etérico, el cuerpo astral y el mental, si quere-mos sanar rápidamente, como muy bien dice el doctor alemán Alfred Stelter en un famoso libro (1).

Mirándolo desde otra vertiente, quizá más comprobada, pode-mos y debemos hacer hincapié en la bondad efectiva de la medici-na psicosomática, y el gran valor que puede llegar a alcanzar en un próximo futuro. Las dos medicinas, la occidental y la oriental, como la acupuntura, y la de los curanderos, médiums, o medicina psíquica de Filipinas, Brasil, Venezuela, y también en gran parte de Europa, principalmente Inglaterra, donde más de 4.000 curan-deros están autorizados a visitar a los enfermos en 1.500 hospitales nacionales, sabemos y nos consta que actúan, directa y exclusiva-mente, sobre el cuerpo astral. De la eficacia de lo astral sobre lo somático, es evidencia totalmente comprobada hoy, quiera o no aceptarlo la ciencia clásica «oficial»; pero hoy conocemos ya su

(1) Doctor Alfred Stelter, Psi-Heilung (Curaciones Psi), Berna, 1973.

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fenomenología, estudiada precisamente por auténticos científicos, de la ciencia clásica.

Sería también muy conveniente que los parapsicólogos de la escuela materialista-mecanicista leyeran a Alexis Carrel, que dedicó todo un grueso libro a las fantásticas curaciones espirituales de Lourdes.

Con la fuerza mental, con la fuerza del espíritu, se puede cor-tar como si fuera un láser; con la fuerza mental y con la fuerza del espíritu se puede curar y pueden hacerse grandes cosas. Por conocimiento casi directo, pero sobre todo por la gran cantidad de material y hasta comunicaciones sobre maravillosas operaciones psíquicas en diferentes partes, será ésta la única temática de mi próximo libro. Hay hechos verdaderamente impresionantes, algu-nos con la certificación de los mismos doctores, entre ellos Naegeli y también Motoyama, así como estudios y análisis por las mismas Universidades, inglesas y americanas. Es, pues, natural que estos hechos se den a conocer en todas partes.

Pero todavía hay mentes cerradas. Personas que no aceptan los hechos y en parte se repite la historia: a finales del siglo XIX los materialistas proclamaban orgullosos que faltaba muy poco para que se conocieran los últimos secretos del Universo, y se jactaban al mismo tiempo de no haber encontrado el alma con el escalpelo.

Y fue entonces cuando floreció el espiritismo, auténtica pseudo-religión que se desgastó y desacreditó, dadas las supercherías de los muchos vividores e «iluminados», aparte de embaucadores pro-fesionales. También peligraban los grandes intereses...

Y nos decían: Fe, sí. Conocimiento, ¡ no! Ahora, cincuenta años después, los fenómenos del Más Allá, la

creencia en un mundo extraño —el antiuniverso, los antimundos-al otro lado de la muerte, está cobrando nuevo impulso en una generación que carece precisamente de la verdadera fe. Pero afor-tunadamente hay otra mentalidad, otro conocimiento. Lo que qui-zás entonces fue pura extravagancia, y muchas veces puro fraude, hoy debe situarse en otra realidad de una ciencia que mañana asombrará por sus conocimientos. El hombre de hoy está ya infor-

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mado, y se pregunta ante ciertos hechos bien comprobados, si la energía universal que nos rodea por todas partes es más concen-trada o tiene en relación con el tiempo y el espacio, otro tipo de «contacto'> cuando opera, sea en Filipinas o en Inglaterra...

Se me dice, y lo afirman convencidos —o quieren estarlo— que únicamente se trata de autosugestión provocada por verdadero fa-natismo religioso. Bien, ¿por qué no? Pero, ¿cómo se explican en-tonces los científicos fanatizados por «su'> ciencia clásica, las ver-daderas curaciones de los mismos ateos o personas indiferentes, hasta curiosas, sea en Filipinas, Brasil, o en Lourdes, o aquí, en Barcelona?

Nosotros a todo queremos colgarle una etiqueta, y medirlo, clasificarlo, analizarlo, pesarlo y, i al archivo! Pero hay cosas, hay hechos, como la misma eficacia de lo astral sobre lo somático, que son evidentes, y lo hemos comprobado, pero no hay todavía una explicación convincente para los escépticos.

Muchas de las incipientes investigaciones científicas de fenó-menos parapsicológicos carecen todavía de una explicación racio-nal, pero no por ello deben rechazarse los hechos.

Publicaba Vintila Horia en «Tribuna Médica» del 11 de octu-bre de 1974, en la página 18, en Fenómeno PSI, lo siguiente:

«El mismo doctor Motoyama sometió un día al curandero Agpaoa a una serie de experimentos de «laboratorio». Uno de ellos consistía, y así se lo pidió, que concentrara toda su fuerza, toda su energía, sobre unos aparatos, los cuales, todos quedaron fuera de uso, ya que dicha fuerza los desarregló en el mismo momento que Agpaoa empezaba a concentrarse. Y dijo entonces al doctor Moto-yama, sonriéndole: "Lo siento mucho, doctor, pues compruebo que todos sus aparatos han quedado destrozados. En cambio, los míos siguen funcionando..." Y enseñó, sonriendo, sus manos.»

Esto sucedió en Tokio, en enero de 1966.

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BIBLIOGRAFIAS MÁS INTERESANTES DE LOS CAPITULOS ¡ y 11

Ostrander, Sheila, Schordeder, Lynn: Psychic Discoveries behind the ¡ron Curtein, Englewood Cliffs.

N. J. Prentices. Hall, Inc., 1970 Naum Kotik. Emanation der Psychophysische Energie. París, 1908. Edic. especial Reichenbach, Karl L. von: Les phénomnes odiques, E. Flammarion. Alcan., Pa-

rís, 1907. Karl Spiessberger: Die Aura des Menschen, Berlín, 1916. Leonidov, 1.: Señales, ¿de qué? Unión Soviética, n.° 145, 1962, págs. 44-45. Ostrainder, Sheila, Schoroeder: Psychic Dicoveries behind the ¡ron Curtain, II, 1972. Psychic: Special Issue, julio, 1972, 50-54. Psychic: Special Issue, mayo-junio, 1971. «Conocimiento de la Nueva Era» (Argentina), 1972 y 1973 (varias). Revista editada

en Buenos Aires. Textos de Hernani Guimaraes Andrade y S. von Wurmb.

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CAPÍTULO TERCERO

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Solamente una vez abre el hombre los ojos: en el momento de morir, y aun en-tonces, se apresuran a cerrárselos.

H. BORDEAUX.

Psicofonías: ¿Nos llama alguien desde el Más Allá?

«Desde algún lugar, en el Espacio y en el Tiempo, entes miste-riosos transmiten mensajes a los terrestres, y los entes se expresan en las lenguas habladas en la Tierra.» Así rezaban textualmente los principios de un fenomenal reportaje de Giuseppte Grazzini (1).

Efectivamente, día y noche misteriosos mensajes de origen des-conocido vienen siendo grabados en cintas magnéticas. Los técnicos de comunicaciones que estudian el fenómeno excluyen el hecho de que se trate de emisiones terrestres.

Resulta curioso y llama la atención que las actuales experi-mentaciones psicofónicas ya las predijeran los premios Nobel, Oh-ver Lodge, Marconi y anteriormente el mismo Edison cuando in-ventó el fonógrafo. Fue precisamente Edison en aquel entonces quien tuvo una gran decepción, pues lo que realmente había esta-do buscando —como Marconi en otro campo de experimentación—era la consecución de un dispositivo que pudiera captar y retener al mismo tiempo las voces y los mismos pensamientos de los seres queridos que nos habían precedido en la vida. También Marconi —premio Nobel en 1909— estaba convencido, y así lo publicó, de haber estado en contacto telepático con seres que no eran precisa-mente de nuestro planeta, creyendo convencido haber encontrado al fin el aparato idóneo para conseguir dicho propósito (aparato del cual no se volvió a hablar), pues tenía la seguridad que entes de otra dimensión radiaban periódicamente mensajes a la Tierra

(1) Alguien nos llama desde el Más Allá, por Giuseppe Grazzini.

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que los humanos no podíamos interpretar, y menos retener para un posterior estudio.

En un documentadísimo trabajo publicado en la revista Futu-ro-Presente, número 13, noviembre de 1972, decía don Germán de Argumosa, uno de los investigadores que más han trabajado en ello, que el catedrático de Física de St. Gellen (Suiza), Alex Schnei-der, señalaba que el doctor New, que había estudiado electrónica, le informó sobre unas voces «que incluso le contestaban mientras experimentaba con sus aparatos amplificadores al aire libre estan-do trabajando con toda clase de insectos, pero muy especialmente con abejas». En 1956-57, dos años antes que Jürgenson, los investi-gadores Bayless y Sealay daban cuenta de casos parecidos experi-mentados por ellos, y en 1964, Hyntzmann, tuvo experiencias pare-cidas, pero al no poderlas comprender o como mínimo tratar con alguien que estuviera realmente interesado en ello, se apartó del asunto hasta que, en 1969, movido por la lectura del célebre libro Lo inaudito se hace oír (Unkóbares Wira Hórbar), del doctor Kons-tantin Raudive, se interesó nuevamente por ello.

Desde luego las psicofonías han planteado y plantean todavía grandes incógnitas, pero si pasamos el fenómeno de las mismas por la criba más severa, su realidad no parece dudosa. Nada per-mite decir que no sea una realidad en un mundo que escapa a nues-tros alcances, por lo cual no es científico negar a priori las psico-fonías porque todavía sean inexplicables para las ciencias, ya que estamos ante un hecho trascendental importantísimo para el ser humano. Así debieron entenderlo en la Universidad de Cambridge cuando concedieron al físico David Ellis una fuerte subvención para que investigara científicamente el ángulo de ataque electrónico de las grabaciones psicofónicas, pero hasta la fecha, sus investiga-ciones han resultado totalmente negativas.

En función de los hechos observados, estudiados y analizados hasta la saciedad por grupos de trabajo estoicos, imperturbables, fríos, y con el criterio subconsciente de que realmente estábamos haciendo ciencia-ficción, no auténtica investigación científica, con-seguimos en muchas ocasiones lo inverosímil y aparentemente impo-

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sible, hasta lo insólito angustiante, lo que nos determinó a prose-guir con las voces de origen desconocido. Pero estarnos todavía, a pesar de cuanto sabemos, en el comienzo del estudio de estos fenó-menos inexplicables. Es como si hubiéramos logrado descorrer un poco la espesa cortina que nos separa de un mundo maravilloso, de una dimensión distinta, o de un plano que nuestros sentidos no captan, pero nos llega a través de nuestro inconsciente.

El fenómeno de las voces de origen desconocido nos lleva de la imagen del mundo tridimensional a una imagen de cuatro o más dimensiones. La conclusión a que nos ha llevado el trabajo perso-nal de experimentación es que sabemos que estas dimensiones exis-ten, y que en todo momento estamos ante presencias invisibles, pues hemos efectuado grabaciones a cualquier hora, de día o de noche; y lugar, alta o baja montaña, en el llano o en el fondo de una sima profunda, y la realidad ha sido siempre positiva. Pero, ¿hemos co-municado con el antiuniverso?

Y es que, si quisiéramos reconocerlo, el mundo visible y tan-gible al que tanta importancia concedemos, no es más que un re-flejo muy debilitado del verdadero mundo viviente, en el que una energía todopoderosa, unida a una inteligencia inmensa, reside pre-cisamente en lo invisible, fuente primordial de la Vida y el Pensa-miento.

¿De dónde vienen las voces que todos hemos oído grabadas en centenares de cintas magnéticas? Pero ¿cómo pueden quedar gra-badas en las cintas, si tanto las palabras como la música, o las cam-panadas, no han sido oídas? Al principio, nadie se lo creía, y ex-plicaciones o estudios eran acogidos con una burla general. Pero la noticia procedía de científicos extranjeros, no aficionados; había al mismo tiempo certificaciones científicas, y la noticia se aceptó como «posible», aunque seguramente se trataría de un fenómeno físico, posiblemente vulgar, sin la menor importancia. Quizá tam-bién un truco más... Pero el científico desconfiaba.

«La Parapsicología —dijeron algunos científicos— está haciendo

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un esfuerzo gigantesco para llevar a un plano científico algunos fenómenos que una ignorancia secular ha visto únicamente a la luz de la brujería; pero tienen que ser fenómenos serios, y éstos no lo son aun cuando, verdaderamente, reconocemos que no se trata de un truco vulgar.»

Al principio el asunto parecía cerrado, hasta que intervino un buen psicólogo y filósofo, que había estudiado en París y Madrid, y que ya se le reconocía en toda Europa como un buen parapsicólogo, el doctor Konstantin Raudive, persona que entonces (hablamos ya de doce o trece años atrás) había pertenecido a las mejores Uni-versidades de París, Uppsala y Edimburgo; tenía escasamente cua-renta años, hombre muy estudioso, no dogmático en ningún con-cepto, afincado desde su más tierna edad en Suecia, con ciudadanía sueca, pero natural de Riga, e hijo de un alto oficial del zar, resul-taba que desde el principio no compartía el escepticismo de los otros parapsicólogos.

Y fue entonces cuando este auténtico científico hizo algo muy natural al mismo tiempo: tomar conocimiento personalmente de los hechos a través de la más rígida experimentación.

Fue realmente entonces cuando se abrió por vez primera en la historia del hombre la posibilidad de una comprobación práctica, pues se encontraban todos los científicos ante una manifestación de energía, energía que él no pretendía definir de momento, sino comprobar, con estudio, su existencia. Había constancia de esta energía, pues estaba en situación de grabar en un momento dado una cinta magnetofónica. Pero dicha energía, ¿de dónde procedía? ¿De qué tipo era? Aquéllas ya eran otras preguntas a las que de momento, científicamente, era imposible responder, y a decir ver-dad, poco es lo que se sabe hoy, pero con la gran diferencia que se trabaja actualmente con modernísimos aparatos en los grandes la-boratorios de experimentación montados a tal fin, estando experi-mentando de firme muchos técnicos. La labor es enorme, fasci-nante, y en parte muy comprometida, una vez se ha comprobado que no hay posibilidad de errores «técnicos», o sea, que no pue-den ser emisiones de radio o televisión, no siendo posible con los

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magnetófonos modernos actuar en un momento dado como vul-gares estaciones receptoras de radio.

Es muy posible que también influyera en la mente de los estu-diosos desde el momento que científicamente se pudo establecer un contacto comprensible, haciendo determinadas preguntas, y reci-biendo respuestas concretas, y a veces muy científicas, y de otro orden superior sobre las mismas preguntas, y que negaban la po-sibilidad de una telergia de las mismas personas que actuara incons-cientemente.

Y aquello hizo pensar a otros muchos, como también a Raudive y Jürgenson, que «había una mente» independiente de la materia, y del Tiempo, presente, actual, que podía ser el quid de la cuestión, pero en otra dimensión. La suposición, desde luego, era audaz.

Pero antes de entrar de lleno en el estudio de las psicofonías, hagamos un pequeño inciso.

Decía José L. Recart, parapsicólogo chileno, vicepresidente del Instituto Chileno de Parapsicología, que la Parapsicología está cambiando el status científico vigente, exigiendo una revisión del enfoque de algunos aspectos del Universo, influyendo sobre la mo-ral, la religión y, sobre todo, en la develación del enigma del hom-bre.

A muchos les cuesta aceptar esto, especialmente en nuestra patria. Ignoran también que en la fenomenología que investigamos, hay hechos, hay relatos, que si los publicáramos, los presuntuosos que orgullosamente afirman convencidos conocer todo lo que es y no es posible en la Tierra, probablemente dirían entonces que, o bien hemos perdido la razón, o hemos sido víctimas de una alu-cinación, si no de un engaño refinado. Personalmente creo que merecen respeto los escépticos honrados, como la de un famoso doctor psiquiatra barcelonés que formuló un día, totalmente con-vencido, la hipótesis de que las palabras grabadas en las cintas procedían siempre del mismo experimentador que las pronunciaba involuntariamente, subconscientemente. Pero lo único que demostró es que realmente ignoraba lo que era una psicofonía, ya que jamás

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había experimentado en este campo, como tuvo que reconocer pos-teriormente.

Pero existe otra clase de escépticos, maliciosamente empeder-nidos, tercos, que no quieren convencerse —dicen— hasta que no efectúen un día su propia grabación; entonces creerán lo que vean. Bueno!, quiero decir, según lo que vean. Pero lo curiosísimo del

caso, y lo hemos vivido, es que a esas personas no les gusta en ab-soluto ver, comprobar, lo que subconscientemente no quieren creer, por lo cual es perder lastimosamente el tiempo con ellos.

Lo que realmente sucede es que la capacidad de comprensión del ser humano se detiene algunas veces, como asustada, frente a ciertos fenómenos objetivos. Saben que algunos no pueden ser explicados todavía por medio de la razón y de la más pura lógica, y por ello en la mayoría de los casos prefieren negarlos, lo que sin duda resulta mucho más cómodo.

Un proceder así no ha sido ni será nunca científico; la negación a la posible verdad, es como querer seguir estancados en la igno-rancia y también, indirectamente, en la desfachatada superstición, bagaje y lastre todavía de gran parte de la Humanidad.

Téngase presente que cuando el investigador, en el aspecto científico, va penetrando poco a poco, pero profundamente, en las facultades subconscientes del ser humano, aparece en seguida la duda y los prejuicios de algunos, y la misma palabra ¡imposible! es la que, a veces, se empieza a oír por doquier. Pero digámoslo de una vez: ¿cuántas cosas se han tenido ya por ((imposibles» en el transcurso del tiempo? Veamos sólo algunas: Se dijo que la Tierra gira alrededor del Sol... ¡Imposible! Que fotografiaríamos, con ayuda de los rayos X, el esqueleto de una persona en vida... ¡ Im-posible! ¿Fotografiar de noche y sin luz...? ¡Tonterías! ¿Fijar en una superficie la voz y el mismo movimiento humano...? ¡ Imposi-ble también! ¿El viaje a la Luna...? Vamos, hombre; hasta aquí podíamos llegar! Y así una serie de etcéteras y etcéteras, lo cual nos viene a decir que en cada época, según la mentalidad rei-nante, la ciencia se ve obligada a aceptar nuevas realidades. Lo

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inverosímil es, con frecuencia, lo verdadero. Lo imposible de hoy es la verdad y hasta la misma ciencia de mañana.

No nos extraña, pues, que en un futuro más o menos lejano el teléfono devenga en algo anticuado, y el ser humano no requiera de máquina alguna para ir de un punto a otro, merced a un adecua-do entrenamiento y utilización de poderes hasta ahora ignorados, ¡ pero... existentes! Ahora bien: la mayoría de estos fenómenos no significa que entren en el terreno de lo sobrenatural, sino que científicamente aún no se ha encontrado una respuesta adecuada, como sucede con las psicofonías, que sólo pueden ser descritas, pero no explicadas; como en ciertos casos de metafonismo (hilo-clastia), consistente, entre otros aspectos, en el movimiento de per-sonas u objetos presuntamente a través de otros planos de la reali-dad, espacio normal = cuarta dimensión, espacio-tiempo, etc. (En-tre éstos destacan con preferencia los fenómenos de desmateriali-zación de objetos que luego vuelven a reintegrarse al lugar de ori-gen; el transporte de objetos a través del espacio hasta grandes distancias; los célebres «aportes» tan discutidos, sea dicho de paso, etc., etc.)

En este orden de estudio tenemos también, y no lo pueden negar los escépticos, pues hay pruebas materiales, una infinidad de fenómenos que entran dentro de la clasificación de Metafisiología. A veces se registran acciones de la psiquis sobre estados o funcio-nes vitales del organismo, como tenemos, por ejemplo, y así lo veremos en otros capítulos, las fantásticas operaciones psíquicas, sin instrumental, en Filipinas, y también, aunque no se hable tan-to de ellas, en Brasil, muchas son avaladas por el mismo doctor Motoyama. (Dr. Hiroshi Motoyama, del «Institute of Religious Psy-chology» de Tokio; también por el doctor Ramos, de Manila, indi-cando solamente estas dos celebridades, aunque en Europa son pocos los parapsicólogos que no han visitado personalmente Fili-pinas para estudiar in situ [como se verá] esta clase de fenomeno-logía, que no me atrevo a llamar «paranormal»...)

También los casos de ideoplastias y teleplastias, cuando por un fenómeno paranormal de la mente logran plasmarse determinadas

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sustancias siguiendo una idea inconsciente del sujeto, generalmente en trance, (psicobulia); las experiencias extracorporales del doctor Charles T. Tart, de la Universidad Davis, de California; los estu-dios de los variados casos de reencarnación, que desde hace doce años viene estudiando, entre otras personalidades, el doctor lan Stevenson, que fue rector del Departamento de Neurología y Psi-quiatría —y actual director— de la Universidad de Virginia, etc., en colaboración con la Universidad de Jaipur.

La Parapsicología es, pues, una ciencia en las mismas fronteras de la mente que trata precisamente de fenómenos no explicables por principios físicos, lo que algunos parapsicólogos llaman «fenóme-nos aberrantes», título, a veces, muy bien aplicado.

«Cuanto más se investiga en la fenomenología de los hechos paranormales menos base tienen las interpretaciones de la ciencia físico-natural —decía el profesor don Germán de Argumosa en un extenso trabajo a raíz del Primer Congreso Nacional de Parapsico-logía de Barcelona—. La ciencia empírica termina su tarea allí donde la empezó, es decir, en la verificación de la realidad de los fenómenos.»

Lo que realmente sucede es que a veces algunos científicos «inconscientemente» se ponen frente a la creencia, o al revés, y ello no debería suceder así, porque de sobra saben todos que hay fe-nómenos de una naturaleza desconocida, que van más allá de nues-tros conocimientos; hasta son hechos ilógicos, «aberrantes»... (Hay a veces unas concomitancias muy significativas.) Pero ante hechos insólitos son convenientes hipótesis de trabajo más atrevidas, de-cía Carlos Richet en su célebre tratado de Metapsíquica. Pero lo primordial para poder penetrar de verdad en el campo de la autén-tica investigación fenomenológica es hacerlo, ante todo, con amor y mucha humildad, olvidándonos de términos y métodos arcaicos y, desde luego, trasnochados.

El parapsicólogo ha de actuar con una nueva mentalidad, y hasta diría que con cierta barbarie, o sea, despojándonos por com-pleto de las actitudes mentales adquiridas dentro del conflicto en-tre materialismo y espiritualismo. Sólo nos deben interesar los

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análisis críticos, despojándonos por completo de falsas actitudes mentales, de ciertos tabús, que nos reprimen, nos cohiben, pues con los años los fuimos condicionando subconscientemente por culpa del conflicto de siempre, entre ese materialismo y espiritua-lismo constantemente en pugna, freno para el auténtico progreso. Y es que la verdad, sea la que sea, guste o no, tiene que estar por encima de todas las conveniencias.

Sin miedos y sin temores, lo único que nos debería interesar es conocer la causa de muchos hechos aberrantes, dadas algunas muy significativas concomitancias, que desvelarían muchos enig-mas, aunque hoy en día a muchos de estos fenómenos les colga-mos una etiqueta «científica» y archivamos el fenómeno, sin saber de verdad nada de él. Es decir, parece que asuste saber la autén-tica verdad, aunque al principio nos pueda ser hasta incomprensi-ble. Por otra parte, el científico evita comprometerse; sabe y calla porque tiene miedo. Así resulta que mucha fenomenología ha sido totalmente ignorada por el público, y sólo conocida por los ocul-tistas.

Pero el ser humano evoluciona a pesar de todo. El intento de tratar sistemáticamente estos hechos aberrantes y estudiarlos de verdad, nos conduce a una segunda y prometedora concepción del hombre, que empezó con la mayoría de los prohombres de la me-tapsíquica, algunos de ellos premios Nobel: Richet, Crookes, Lodge, Wallace, Myers, Lombroso, Flammarión, Ochorowicz, Jung, Char-cot, Flournoy, Schiaparell, Gurney..., etc., que entonces ya se dieron cuenta que el hombre debía ser considerado como una especie evo-lutiva constante, prometedora, como seguramente lo había sido anteriormente en otra Humanidad que desapareció misteriosamen-te de la faz de la Tierra, pero quedaron como plasmados en otra dimensión, deseos de mostrarnos caminos nuevos, en un futuro, lleno de amor y de una luz maravillosa.

Y se vino abajo la doctrina de Leibniz, que tenía al hombre por una mónada sin ventanas, como un ser sin alma, o ente mecá- nico que se arrastraba por la superficie de la Tierra como máquina que era. ¿No es lo que defienden algunos, con más o menos disfraz,

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quizá porque lo creen, o quizá porque así conviene que lo creamos a los grandes intereses? Pero por razones no muy claras, hasta diría extrañas, esta concepción del hombre no conserva hoy aque-lla amplia vigencia a pesar de nuestra era, tan científica y magní-ficamente tecnológica, pero que sigue siendo agnóstica y materia-lista. Y sucede que cuanto más avanzamos, mayor es la legión de los que instintivamente se dan cuenta que se está gestando un gran anhelo, especialmente entre parte de la juventud, sana de cuerpo y espíritu. Saben que el hombre es considerado una espe-cie evolutiva, y que existe una vaga promesa en esta concepción, que presenta al hombre elevándose finalmente sobre el entramado material de su existencia, y alcanzando una espiritualidad de acuer-do con un destino apenas vislumbrado, mas del que no cabe du-dar. En el ser humano consciente, hoy más que nunca, se despier-ta en su espíritu algo desconocido hasta hace muy poco. Y este espíritu nuevo no va a ciegas, ya que busca nuevas dimensiones, que poco a poco se van poniendo a su alcance, para que un día pueda hacer uso de ellas.

Las capacidades insólitas descubiertas en el hombre son juz-gadas, no como parte integrante de su funcionamiento en la vida cotidiana —desde el punto de vista de la adaptación, ni más ni menos vitales que otras dimensiones, de sus funciones y de su com-portamiento—, sino como destellos aislados de alguna potencia misteriosa, maravillosa, precursores virtuales, y sin propósito fijo, de un estado de existencia venidero. Todo ello asociado, aunque vagamente, al triunfo final del bien sobre el mal, de la parte espi-ritual del hombre, sobre su parte material, oscura, siniestra, se-xual y agresiva.

«Es una vergüenza científica —decíaDu Prel— que exista toda-vía un desconocimiento tan profundo de la cuestión más impor-tante para la Humanidad: la inmortalidad.»

En realidad, el hombre debe evolucionar hacia una auténtica espiritualidad, y no quedar estancado en mera investigación psíqui-ca o fisiológica de laboratorio. Afortunadamente en algunas Uni-versidades extranjeras empieza a considerarse al hombre como una

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criatura de capacidades y potencias aún inexploradas, inmerso en un mundo que no es del todo igual al mundo que le revelan sus sentidos e inventos. Se están convenciendo que la mente humana, que pertenece al alma, no es el cerebro, es mucho más vasta y poderosa de lo que se cree y se sabe, y que posee poderes y facul-tades que rebasan el marco de las capacidades orgánicas y senso-riales habituales, y, por consiguiente, presenta cierta independen-cia respecto a la materia, y quizá también a la vida. ¿Será porque se han dado cuenta que el alma es libre y no está sujeta a la muer-te, porque realmente no tiene nacimiento?

También hay que decirlo claramente: Si la ciencia no conti-nuara negándose a admitir ciertos hechos sólo porque le parezcan desacostumbrados, o porque no tengan interpretación a base de las concepciones existentes, acaso hubiera avanzado nuestro conoci-miento sobre algunos fenómenos ultrasensoriales todavía incom-prensibles: fenómenos de una naturaleza desconocida, pero exis-tentes.

La fantástica realidad de las psicofonías ha planteado, y está planteando a muchos hombres de ciencia, grandes incógnitas, es-pecialmente a los materialistas, a la hora de avanzar en sus inda-gaciones por el sinuoso camino de la causalidad de dichos fen& menos.

Al exponer en estos capítulos qué son, cómo son, qué demues-tran, y a qué -conducen las investigaciones conseguidas, expondré sin un ápice de fantasía toda la verdad de cuanto se sabe, especial-mente por experimentación propia, después de veinte meses de estudio, aunque sin modificar convicciones y esquemas; debo aña-dir que las psicofonías todavía hoy, sólo pueden ser descritas, pero no explicadas. Toda proposición que mantenga un razonamiento científico, o precientífico tan sólo, es aventurado. ¡Desgraciada-mente!

La génesis de las psicofonfas, la auténtica verdad, empezó en realidad en la pequeña localidad de Milnbo, población cercana a

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la ciudad de Estocolmo, el día 12 de junio de 1959, a primeras ho-ras de la tarde de un espléndido y caluroso día primaveral, impro-pio en aquellas latitudes. El pintor y productor de cine, estonio de nacionalidad, pero residente en Suecia desde hacía años, Friedrich Jürgenson, había adquirido en aquellas fechas un buen magnetó-fono que por su trabajo, hacía tiempo que venía necesitando, en aquella tarde inolvidable, fue a probarlo a un campo cercano a su residencia habitual, con el exclusivo objeto de grabar el canto de los pájaros, pero especialmente el gorjeo del pinzón, para incluirlo en la banda de una película que estaba rodando en aquellas fechas, y con la que, por cierto, obtuvo un premio.

En el transcurso de aquella grabación, al rebobinar la cinta, aparecieron misteriosamente murmullos humanos, algunas palabras sueltas sin sentido aparente, pero en ellas le pareció que escuchaba una voz que en la distancia se daba a conocer. Era apenas un cu-chicheo, en el que se nombraba a una persona muy querida en su juventud, lo que le impresionó grandemente. Se dice que repitió la grabación otras veces aquella misma tarde, y siempre sucedía algo nuevo; en una de ellas, oyó nítidamente, sin la menor posibi-lidad de error, como un acorde de instrumentos de cuerda de inefable belleza y que su oído no había percibido tampoco. Picado por la curiosidad, molesto en parte, pero muy interesado y, como dice él mismo, muy intrigado, durante el curso de los meses de verano, y en diferentes lugares, Jürgenson grabó kilómetros de cinta, consiguiendo poco a poco descifrar algunas palabras graba-das en diferentes idiomas.

Afirmaba que, en cierta ocasión, creyó oír la voz inconfundible de su madre, fallecida hacía pocos años, que repetía su nombre con insistencia, y que contestó a unas preguntas mentales que Jürger-son le había efectuado.

Aquellas voces de origen desconocido, bastante claras y con-cisas, era realmente un hecho insólito, angustiante de verdad, pues comprendía que posiblemente se encontraba ante presencias invi-sibles. Aquel hecho le costó una grave enfermedad psicosomática, la cual se ha silenciado por infinitas razones. Gracias que su fuerte

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naturaleza pudo vencerla, y poco tiempo después informó detalla-damer1te a la misma Sociedad de Parapsicología de Estocolmo, aun-que en aquellas fechas, como ya se ha dicho, nadie dio crédito a su relato, pues lo primero que creyeron todos es que realmente se podía tratar de un vulgar truco, o bien de cintas grabadas anterior-mente, y que por alguna razón, no habían sido borradas por com-pleto. (Ello es factible, por lo cual sólo se deben usar cintas o cassetes nuevos, y conviene sean de la mejor calidad y precinta-dos.)

Pero también podía tratarse —en aquel entonces era posible—de palabras radiofónicas que el magnetófono había captado. La experiencia psicofónica, según explica el mismo Jürgenson, quedó cerrada de momento, hasta que el doctor Konstantin Raudive, que como hemos dicho no compartía el escepticismo de los Otros cien-tíficos mecanicistas, tomó conocimiento de los hechos personal-mente, como asunto particular de investigación, en compañía pre-cisamente de Jürgenson.

Así nació el 19 de octubre de 1959, la auténtica experimentación sin ideas preconcebidas, del estudio totalmente científico de las psicofonías. Unos años más tarde el mismo Pablo VI condecoraba a Jürgenson por su estudio y constancia. Según se ha publicado pos-teriormente, el mismo Vaticano ayuda financieramente estas in-vestigaciones.

Y es que, en realidad, de un experto, pero solo aficionado al sonido, se ha pasado a un tecnicismo total, utilizándose cada vez técnicas más perfectas, por lo cual resulta evidente el hecho. En la actualidad un departamento de una importante compañía electró-nica internacional trabaja para perfeccionar aún más esos equipos instalados en Holanda, Alemania, Suecia, etc. Dicen que se ha lo-grado incluso dialogar con personajes históricos...

¿De dónde vienen las voces registradas en las cintas? ¿Cómo estas voces pueden quedar grabadas sobre la cinta magnética, mu-chas veces sin micrófono? Era natural que entonces, quince años atrás, las cintas-documento como los muy «documentados» traba-jos sobre la posibilidad de unas energías inteligentes condensadas

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en alguna parte, fueran acogidas con una burla general: nadie llegó a creerlo. Pero Jürgenson y Raudive permanecieron cerca de tres semanas juntos. Al principio sin conseguir nada —decía Rau-dive—; cada día, a determinadas horas, conectaban los micró-fonos y permanecían a la espera. Cuando volvían a rebobinar la cinta oían solamente, y de vez en cuando, leves rumores y lejanos cuchicheos, lo cual era muy poco convincente.

Pero al comienzo de la tercera semana, Jürgenson quiso hacer una prueba que pensó podía ser decisiva. Su madre hacía poco había muerto, y aunque «aquello» le desagradaba recordándole las famosas «séances» de antaño, cuando estaba de moda el espiritis-mo, la invocó en voz alta. Pero he ahí que Raudive, en aquellos ins-tantes, se decidió también a concentrarse, y pensar en Margharete, una dulce muchacha que durante muchos años había sido la secre-taria de su esposa, también fallecida recientemente.

Y aquello fue como un doble ruego; necesitaban una con-firmación, pues no podían seguir por más tiempo en aquel mar de dudas. Y aquella tarde, después de seis horas de espera, oyeron níti-damente la voz de Margharete que les dijo, especialmente dirigida a Raudive:

—Kemmt Ihr Margharete, Konstantin? (¿Reconoces a Mar-gharete, Konstantin?)

Y después una voz en alemán, potente y clarísima, dijo: —Nosotros estamos muy lejos... Y aquellos fueron los principios de un ejercitarse continuamen-

te; también fue el camino de la paciencia y de las desilusiones, llegándose a conclusiones absolutas de que realmente no se trata de una transmisión humana... que es lo que hoy afirmamos noso-tros.

Y es que la duda ha calado muy adentro y ha dejado una huella indeleble, con maravillosas pruebas...

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CAPITULO CUARTO

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La terminación del conocimiento es el comienzo de la sabiduría.

KRISHNAMURTI

Sé filósofo para librarte de ser científi-co. Un tonel de ciencia no vale lo que una gota de sabiduría.

PITÁGORAS

¡Nada muere! Una rosa que ha flore-cido una vez, florece para siempre.

J. W. DUNNE

Me atrevería afirmar que a partir de entonces fue cuando las psicofonías tratadas por Raudive empezaron a plantear a los cien-tíficos europeos grandes incógnitas. Raudive era un científico. Como se verá en el transcurso de este capítulo, y a pesar de lo que digan los detractores, sean o no científicos, si hoy, con los medios esta-blecidos, pasamos el fenómeno de las mismas por la criba más severa, veremos que su realidad no parece dudosa. Nada permite decir que no sea una realidad en un mundo que escapa a nuestros alcances, por lo cual no sería científico negar a priori las psicofo-nías, después de doce años de constantes estudios electrónicos, sólo porque todavía sean inexplicables, pues estamos ante un hecho trascendental, quizás el más importante de todos los sucesos, y de toda la fenomenología que estudia y analiza la parapsicología del mundo entero.

Todo aquel que trabaja en este campo de experimentación, está investigando verdaderamente en los mismos límites de la fron-tera más comprometida y avanzada de la Parapsicología. Se sigue en la brecha después de catorce años de estudios con todos los medios más poderosos de la electrónica, porque se debe estudiar el hecho que es auténticamente real, sin la menor duda, y porque se trata de un hecho físico al mismo tiempo, el más importante; pero igualmente debemos reconocer que todavía son infinitas las posi-

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bilidades de error y que desgraciadamente todavía en algunas per-sonas inducen a la superstición.

Por cierto, que es curioso que exista una variada y muy ex-presiva reacción en ciertas personas al tratar este tema. Desde la negación más absoluta de «no querer creer» en ellas, hasta aquellos otros que ingenuamente dicen que si no consiguen ellos «su gra-bación» no les interesan las psicofonías.

Es por ello que resulta interesante, por su misma lógica, la opinión de De Argumosa cuando nos advierte que «la opinión par-ticular no nos debe interesar, aunque ésta sea muy respetable. Lo que verdaderamente importa es el juicio de aquellos científicos, de los profesionales, que pueden aportar luz a la amplia proble-mática de estas grabaciones. Todo lo demás entorpece la investiga-ción auténticamente científica con actitudes histéricas y creencias supersticiosas».

En parte estamos de acuerdo con el profesor De Argumosa. Pero sigue la gran incógnita para todos, pues realmente se

ignora la procedencia de los mensajes. Según unos, éstos proceden de algún lugar en el Espacio y en el Tiempo, designándoles fami-liarmente como «entes misteriosos» o «seres autónomos en el éter», o bien, y parece sensato, la de «seres-voces» en contacto con nuestro mundo; los técnicos de comunicaciones, los mismos científicos que continúan estudiando el fenómeno, excluyen el hecho de que sé trate de posibles emisiones terrestres. Hace unos años, no mu-chos, por diferentes causas técnicas podía haber sido así, según manifestaron tanto en Suiza, como en Holanda y Alemania, al consultar esta posibilidad. Hoy es totalmente imposible.

Estas seres-voces se expresan en toda clase de idiomas o dia-lectos conocidos, pero hay voces que ciertos investigadores creen tienen cierta semejanza con algún dialecto primitivo, en cuyos con-textos hay modismos muy extraños, que realmente no figuran en ningún diccionario, lo cual ya descarta la muy remota posibilidad de «ondas de radio)); ni se trata de ondas de baja energía, ni de neutrinos modulados, como afirmó un día Pierre Duval (parapsicó-logo), y menos todavía, si cabe, de «ondas hiperfrecuentes y fuerzas

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néuricas radiantes», o bien de una «fuerza» óiiico magnética (teoría rusa), o bien las nuevas teorías de «reflejo fonético inconsciente» de un célebre psiquíatra barcelonés..., etc.

Como hipótesis de trabajo, el grupo que formábamos el equi-po de investigación —cuatro personas permanentes en dicho estu-dio: un ingeniero electrónico, un médico (neuropsiquíatra argen-tino), un religioso y el que escribe, dirigidos por un investigador parapsicólogo del centro «Tercer Milenio», de Córdoba (Argentina), que patrocinó todos los estudios—, sacamos una sola consecuencia: nos encontrábamos ante una energía totalmente espiritual, pero que necesitaba de nosotros, seres vivos; y como la telepatía, clari-videncia, y la misma precognición, tiene la facultad de atravesar cualquier cuerpo opaco habiendo grabado dentro de la misma jaula de Faraday, demostrando prescindir de lo que conocemos por es-pacio-tiempo, tan humano.

Está sobradamente demostrado que es en todo momento un fenómeno espontáneo, eminentemente incontrolable, excepto —a veces— si se está espiritualmente elevado, pues entonces se consi-guen muy buenas comunicaciones, hasta precogniciones o avisos para terceras personas desconocidas nuestras, y algunas comuni-caciones son muy difíciles de asimilar, de comprender incluso —quizá nuestra inteligencia no puede asimilarlo—, pues son au-ténticas manifestaciones de una mente cósmica que todavía no po-demos comprender. Y al hablar así me refiero a ciertas comunica-ciones que hemos conseguido en dos años de estudio.

Pero ante todo, y por encima de todo, me atrevería a decir que no nos olvidemos que la persona humana tiene una fantástica fa-cultad extrasensorial de conocimiento, unas veces subjetivo, y otras objetivo. Tiene asimismo una facultad espiritual de conocimiento en muchos períodos de su vida, a los cuales desgraciadamente no damos importancia, unas veces por ignorancia y otras por temor supersticioso. Decir esto no creo sea apriorismo, pues es auténtica experiencia conseguida al tratar durante años con sensitivos, me-tágnomos, médiums... Apriorista es aquel que, sin querer investi-gar, lo niega todo sea por lo que sea. La ciencia es la ciencia, pero la

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verdad es siempre la verdad en todas partes; a veces no gusta, a veces molesta o bien duele a ciertas personas. Creo que ya es hora de hablar claro y de empezar a poner los puntos sobre las íes.

Quedan también descartadas totalmente las televisiones y los mismos aparatos «secretos» de los satélites rusos y americanos. De todas formas nosotros operamos siempre a partir de la hora en que las televisiones han dejado de funcionar, y repetimos las graba-ciones durante horas, o sea, durante el curso de gran parte de la noche y madrugada. Trabajamos simultáneamente con varios apa-ratos, y generalmente hemos conseguido grabaciones totalmente diferentes unas de otras, estando los aparatos funcionando al mis-mo tiempo.

Pero me consta que muchos neófitos captan palabras, frases o modismos que, al parecer, carecen de sentido en aquellos momen-tos, o bien se ha dado el caso de quedar grabadas palabras que parecen tener un aspecto de nueva creación. Al neófito recomen-damos que no desmaye, pues a veces le quedará plasmado, en el «cassette» o en la cinta, todo un pasado más o menos reciente, como gritos, blasfemias, palabras malsonantes, hasta soeces, pe-leas, tiros, luchas cuerpo a cuerpo, gritos de dolor... Más tarde averiguamos que «allí» en aquella montaña, precisamente en aque-llos lugares, fue auténtico campo de batalla, o cota tomada al asalto por la que se luchó denodadamente por ambas partes —y me estoy refiriendo a nuestra bárbara guerra civil—, como sucedió en cierto lugar del Ebro, en la Sierra de Pándois; después, en otra cinta, nos salió algo atroz en un lugar de la Sierra de Prades, lugar de mando de un batallón republicano.

También hemos conseguido grabaciones sin sentido; grabacio-nes en una lengua que es la antítesis de la humana, que parece no ser terrestre. ¿Bromas...? Tal vez induzca a pensar en ello por lo que nos sucedió en cierto lugar de los Monegros (cerca de Mone-grillo, donde hay un convento de monjes...), y lo mismo, al princi-pio, nos sucedió en la «Conca» de Tivissa, de la provincia de Tarra-gona. Ahora bien, por lo general, a través de los miles de graba-ciones existentes en todo el mundo, se ha llegado a una conclusión

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interesante: contestan casi siempre en el idioma del experimenta-dor. Pero también hay una novedad: a veces se burlan de nosotros.

Algunos investigadores están convencidos, y así se ha publi-cado en varias revistas españolas, que han encontrado la entrada a otro mundo, al mundo de los muertos, a una dimensión que de-beríamos llamar extra tridimensional. Pero nadie, absolutamente nadie, está debidamente capacitado para afirmar o negar. Todavía, que sepamos, no hay una evidencia.

Extractaremos ahora, después de dos años de experimentación, los conceptos más significativos y dados a conocer al público:

Primero. Algunos científicos afirman que el fenómeno de las voces desconocidas nos abren una brecha hacia lo sobrenatural.

Segundo. Es posible que la Humanidad esté en el umbral de una nueva era del pensamiento.

Tercero. Se afirma que las voces «aparecieron» algunas veces en magnetófonos conectados a la red eléctrica y puestos en marcha por control remoto, cuando no había nadie en la casa. (No está comprobado.)

Cuarto. Todas las voces, en todas partes, y en todos los idio-mas, muestran un tono inconfundible y un peculiar ritmo rápido.

Quinto. Se ha comprobado muchas veces que hay voces que intentan impedir una grabación, o bien se contradicen; a veces, hasta amenazan a otras voces. (Se suponen restos anímicos.)

Sexto. Lo más sorprendente es que las voces, la música, las campanadas, todos los ruidos, se oigan sólo después de la graba-ción, en la cinta, y no en el momento de la grabación, pues como se sabe el micrófono de cualquier aparato magnetofónico normal no puede captar ningún ruido que no sea escuchado también por el oído humano. En fin, que físicamente el fenómeno no está aclarado, y se le sigue considerando totalmente paranormal.

Veamos ahora, hasta por curiosidad, unas frases muy signifi-cativas y publicadas en diferentes revistas españolas. Dice el reve-rendo padre Leo Schmid, párroco de Oeschgen, del cantón suizo

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de Argau: «Muchas cosas hablan en favor de que seres autónomos se nos anuncian por el éter. Pero sucede que se presentan a veces con voces tan parecidas que podrían engañarnos, hasta diríamos convencidos que son miembros de nuestra familia, o bien íntimos amigos los que nos citan y dan sus nombres, como información de su vida anterior en la Tierra. En algunas ocasiones debemos reco-nocer que las frases que quedan grabadas son alucinantes.» ¡ Cuán-ta razón tiene el párroco! La realidad, y lo estoy comprobando cada día, es que cada investigador ha abierto, según su manera o forma de ser, un campo propio del fenómeno que tenemos en estudio.

Pero, hoy por hoy, las psicofonías sólo tenemos derecho a describirlas, a informar, pero no podemos explicarlas. Sólo tene-mos unos y otros, hipótesis de trabajo. Sabemos el efecto, pero des-conocemos la causa y cómo se motiva el fenómeno. Sabemos poco, creemos intuir mucho, pero reconocemos noblemente que segui-mos ignorando lo principal, y que no tenemos derecho alguno a formular alegremente, sin la menor base científica, auténticas tesis,, sea quien sea quien las haga. Y a buen entendedor...

En las cintas magnetofónicas tened presente, aunque al pri-mer momento no lo parezca, suelen haber más voces, a veces muchas más, de las que el oído humano puede captar. Una cinta debe oírse muchísimas veces, y sobre todo sin la menor distracción, aprovechando un amplificador y cascos auriculares, de venta en cualquier comercio del ramo. Su escucha, como dice un científico, es un verdadero arte. Dicen los técnicos extranjeros que vienen tra-bajando en ellas que, dadas las dificultades inherentes a su escu-cha, sería muy conveniente escuchar las cintas grabadas con un espectrógrafo de sonido, o impresor de voces, para poder captar todo el contenido de la cinta.

Los principales investigadores europeos que han estado (y al-gunos están todavía) trabajando en las mismas son los siguientes:

Doctor Konstantin Raudive, Suecia, actualmente en Alemania; es un científico muy tenaz, que logró fijar la atención del mundo científico a través de una constante, rigurosa e inteligente investi-

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gación durante estos últimos diez años; así mismo es autor de va-rios libros sobre el tema. (Véase nota al final de este capítulo.) Doctor Alex Schneider, catedrático de Física de Saint Gallen (Suiza). Ingeniero Theodor Rudolph, especialista alemán en «altas frecuen-cias», de la Compañía Telefunken, de Ulm; construye instrumentos especiales. Franz Seidi, vienés, ingeniero electrónico muy espe-cializado en la construcción de aparatos especiales, todavía secre-tos. Reverendo párroco de Oeschgen, en el cantón suizo de Ar-gau, Leo Schmid. Doctor Giuseppe Grazzini, de Roma, doctor en Física Nuclear, Bernard Anderson, de Kiping (Suecia). Doctor Theo Locher, de la Asociación de Parapsicología de Biel (Suiza); Friedich Jürgenson, ingeniero (Suecia). W. A. H. Rushton, director de estudios médicos en el Trinity College, de Cambridge; profesor de Fisiología, en Cambridge, etc. F. J. M. Stratton, D. S. O., presi-dente de la Royal Astronomical Association y profesor de Astrofísica de la Universidad de Cambridge etc. La lista se haría interminable.

La mayoría de los parapsicólogos que han intervenido, o que intervienen todavía, en el estudio de las psicofonías, creen que es necesario seguir estudiando y trabajar con tesón en el perfeccio-namiento de aparatos de registro y control. «Algún día, ciertamen-te, conseguiremos hablar con este Otro inundo con la misma faci-lidad con la que hoy podemos telefonear de una ciudad a otra», decía G. Grazzini.

El otro mundo... La perspectiva del vértigo. Al principio de la investigación se tenía como un súbito deseo de levantarse, salir, y abandonarlo todo. Al principio se aceptaba como la cosa más nor-mal que muchas personas se hubieran negado a continuar, y desde luego conscientemente les dábamos la razón. Y, sin embargo, para nosotros, proceder así no era posible. Teníamos que continuar una y mil veces. La duda, las muchas dudas, se habían colado muy adentro y habían dejado su huella. Pero a veces la conciencia, do-blegada e inquieta, se vuelve hacia esa huella, porque queremos saber, queremos ir hacia delante, y comprender. Ir más allá del miedo...

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En realidad, han sido, y son muy muchas todavía, las cuestio-nes importantes a debatir científicamente, entre ellas la discusión entablada con la hipótesis animista. Pero en la actualidad las dificultades parecen insuperables si no adoptamos de una vez por siempre una nueva dimensión de estudio unos nuevos parámetros de conocimiento, que no nos encierren de nuevo en un callejón sin salida. Es necesario encontrar la razón de una hipótesis de trabajo operante y objetivable en todo momento y lugar. «Quizás ahora estemos en el momento más significativo —como se expre-saba el doctor Alfred Stelter— de conocer una gran verdad, que tanto teme la escuela o postulado materialista, por lo visto.»

Veamos ahora las hipótesis: 1.0 Hay quienes opinan que se está manipulando con una

energía «viva» inteligente, que ignorábamos de su existencia por falta de un medio físico para que pudiera manifestarse fehaciente-mente, y que ahora permite un auténtico estudio.

10 La realidad que nos hace pensar en una energía inteligente, es que realmente hay «voces» que intentan a veces impedir una grabación, o bien que contradicen a otras voces, demostrando en todo momento ser autónomas e inteligentes.

30 Que las voces usan una tonalidad inconfundible, como metálica, pues son otra clase de voz, y que, por lo general su ritmo es de una rapidez muy peculiar. Por último, estas voces masculinas o femeninas a veces se muestran broncas y desagradables, pero en otras se comprueban tonalidades un tanto musicales, difíciles de olvidar, evidenciando en todo instante que no puede tratarse nunca de ondas parasitarias, ni captadas de emisiones radiofónicas.

Mas a pesar del tiempo transcurrido, realmente estamos en los comienzos del estudio de un fenómeno de momento inexplica-ble. Algunos científicos afirman que lo sorprendente de él, es que nos abre una brecha hacia lo sobrenatural que ningún parapsicólogo se atreve a negar —incluso entre quienes más les molesta lo sobre-natural—, y que posiblemente estemos en el umbral de una nueva era del pensamiento.

Parece existir realmente una voluntad ajena, sumamente inte-

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ligente, que toma parte activa en estas grabaciones. Es tal el nú-mero de fenómenos inexplicables, que induce a creer que nos ha-llamos ante alguna forma de voluntad desconocida que, por medio del magnetófono, se pone en contacto con algunas personas que tienen la facultad de recibir auténticas comunicaciones inteligentes, no palabras o frases sueltas, sin más valor que el hecho puramente anecdótico y fenomenológico.

Todo esto les podrá parecer a algunas personas que son úni-camente lucubraciones metafísicas, y realmente, silo meditamos de-sapasionadamente, se verá que no lo son. La realidad es que se está empezando a resolver una de las varias incógnitas del hombre, del fenómeno humano, como decía Teilhard de Chardin, que realmente le separan de un mundo, o de una dimensión totalmente distintos, hasta de un plano que nuestros sentidos no captan pero que nos llega a través de nuestra intuición de siempre, por meditación, y nuestra eterna e inconmovible fe de un Más Allá. En resumen: el fenómeno de las voces, lo sorprendente de todo ello, es que, sin bus-carlo, nos lleva de la imagen del mundo tridimensional a una ima-gen de otras varias dimensiones por lo cual ese prodigio todavía no puede ser explicado por la ciencia, y esto precisamente es lo que más enfada, y molesta, a ciertas personas en una era tan científica y tecnológica como la actual.

Para las personas que ignoraban qué son realmente las psico-fonías es conveniente conozcan ahora algunas cosas que suceden, o que han sucedido, fuera de nuestras fronteras con relación a las mismas. En el Aula Magna de la Universidad de Berna, la Asociación Suiza de Parapsicología distribuyó, el 24 de febrero de 1973, los cuatro primeros premios correspondientes al año 1972. Pues bien, el segundo premio le correspondió al padre Leo Schmid, católico, del cantón de Argau, párroco de Oeschgen, en reconocimiento a sus investigaciones, de fundamental importancia, acerca del fenómeno de «las voces» registradas en cintas magnetofónicas. Precisamente por la seriedad y completo control con que dicha sociedad ha lle-vado a cabo las investigaciones, la «Parapsychology Foudation», de Nueva York, ha querido financiar generosamente los trabajos de

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investigación del año 1973 efectuados por dicha Asociación Suiza de Parapsicología.

En el IV Congreso Internacional de Parapsicología de Cam-pione (Italia), en marzo de 1972, fueron presentadas sendas ponen-cias que merecieron especial atención de la Asamblea sobre «comu-nicaciones de origen desconocido registradas en cintas magnetofó-nicas».

El doctor G. Crosa (1), vicepresidente de la A.I.S.M., presentó a la consideración de los más renombrados científicos europeos, reunidos en el Instituto de Metapsíquica de París, un voluminoso trabajo acerca de sus experiencias personales sobre psicofonías que llamaron poderosamente la atención, algunas de cuyas hipóte-sis presentadas entonces están actualmente en estudio.

El 28 de agosto de 1972, el Papa Pablo VI confirió la Gran Cruz de «Comendador de San Gregorio Magno» a Friedich Jürgenson, como ya se ha indicado anteriormente, por sus trabajos y estudios efectuados en la captación de voces y músicas de origen descono-cido.

Asimismo en el 1 Congreso Nacional de Parapsicología, cele-brado en Barcelona, en junio de 1973, fue presentada, entre otras varias, una ponencia de trabajo la cual trataba de una hipótesis que mereció el beneplácito de la sala y de la Comisión de Estudios, sobre «Posible emisión de energía del mismo operador en las gra-baciones psicofónicas, según experimentación», que presenté a la consideración de todos como verá el lector cuando paso a tratar cómo se debe trabajar con el magnetófono al efectuar grabaciones psicofónicas.

Podríamos seguir enumerando noticias y más noticias que ha-rían interminable este capítulo, pero creo que es de suma impor-tancia publicar nuevamente cuanto se ha dicho anteriormente, es-

(1) Doctor Giuseppe Crosa, psiquíatra y parapsicólogo famoso en toda Europa, traductor al italiano del método de Schultz, autor de varios e importantes libros técnicos sobre Parapsicología Científica; después de una breve intervención en el ultimo Congreso de Parapsicología, en Génova (Italia), celebrado en el mes de junio de 1974 (VI Congreso Internacional de Parapsicología), fallecía el doctor Crosa víctima de un infarto. Toda intervención facultativa, desgraciadamente, fue inútil.

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pecialmente lo que se dijo en la revista Telepatía, de Madrid, en su número 1. Copio íntegramente (1):

«No es posible dejar de considerar la hipótesis espiritista en relación con este fenómeno. En síntesis comparativa, tenemos:

»Primero. Cabe señalar, como diferencia fundamental, que el «médium» deja de ser exclusivamente una persona interviniendo en un proceso técnico, por lo que por vez primera la suposición de una comunicación del Más Allá, una vez descartada la hipótesis animis-ta, se presenta como un hecho físico que permite científicamente su estudio.

»Segundo. Las voces psicofónicas no están encuadradas en religión alguna.

Tercero. El contenido teológico de las mismas, con distintos investigadores y el propio de mis, experiencias, no puede adscri-birse a la dogmática espiritista.

»Cuarto. Que se está en relación con el Más Allá no es algo que por principio sea patrimonio de la religión espiritista. Tam-bién la Iglesia católica patentiza esa presencia en múltiples hagio-grafías.

»Qunto. La tipología de los médiums difiere de la de los in-vestigadores. Aquéllos se caracterizan, generalmente, por inestabili-dad nerviosa y muy mediocre inteligencia, salvo algunas excep-ciones.

»Sexto. El operador psicofónico nunca se encuentra en estado de trance.

»Séptimo. En principio, toda persona puede hacer experien-cias. En el espiritismo, el médium no puede ser uno cualquiera.

En esta breve exposición comparativa no he hecho sino señalar ciertas diferencias, sin que ello implique juicio explícito alguno sobre el espiritismo (sic).»

(1) Tesis del profesor don Germán de Argumosa.

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Doctor Konstantin Raudive

Falleció el dos de septiembre de 1974 en su casa de Roemmer-weg (camino de los romanos), en Bad-Krotzingen (Alemania). Fue uno de los pioneros en el estudio de las voces del Más Allá. Según Raudive, la antimateria o antiuniverso de los físicos no sería más que este Más allá, en el que ninguna de las leyes físicas conocidas tendría vigencia. Fue el que afirmó, después de 80.000 grabaciones, que siempre hay una voz «guía» intermediaria, que permite o re-chaza según qué grabaciones. Esta afirmación, que al principio pare-cía dudosa, se ha podido constatar en muchos investigadores cons-picuos.

El rival positivista de Raudive fue el profesor Hans Bender, de la Universidad de Friburgo, que afirmaba en sus libros y artícu-los que los fenómenos de las voces y algunos otros, como el de las piedras u objetos que atraviesan un tejado y no dejan huellas (los célebres «aportes», tan discutidos desde la metapsíquica de Richet, Crookes, etc.), no son más que manifestaciones del inconsciente personal. En realidad, así lo manifestó Bender al principio de estu-diar las psicofonías. Según dicha hipótesis, quien contestaba a Raudive, era el mismo Raudive, inconscientemente, desde luego. Pero hasta la fecha, nadie ha podido explicar cómo «sucede» el fenómeno, y menos todavía aportar «pruebas». ¿Cómo se explica, en efecto, desde el punto de vista físico, el hecho de que mi propio inconsciente pueda tener voz y ésta grabarse en una cinta, sin que uno mismo lo sepa, sin que otros asistentes la oigan, y todo esto por encima, o en contra, de la propia voluntad de uno, burlando todas las leyes conocidas? Desde luego, bastante ilógico.

La pasada primavera hicimos en la «Asociación Española de Investigaciones Parapsicológicas» de nuestra ciudad, unas psico-fonías. Dirigió la grabación un reconocido y famoso doctor, conven-cido totalmente de la tesis anterior. En una de las pruebas, el indicado doctor hace la siguiente pregunta: «Indicadme: ¿qué debo

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hacer?... » La prueba duró escasamente ocho minutos. Pues bien, a los pocos minutos de funcionamiento quedaba ya el siguiente mensaje: «Sé franco...», y unos segundos más tarde: « Vete...! »

Jamás podré creer que su propio «inconsciente» le contestara «i vete! »; lo normal hubiera sido, «i vámonos! », ¿no creen? Por otra parte, la voz grabada era de mujer... (Confrontación del hecho: ocho personas.)

Resulta, pues, mucho más lógico pensar, y más fácil de creer, que estas voces proceden de seres que en vida fueron personas como nosotros, y que ahora pertenecen a otro estadio, y son como restos anímicos constituyendo un paso más en la evolución del ser huma-no hacia el conocimiento de lo que solemos llamar el Más Allá, que deformar la estructura misma de la materia en un extraño afán de explicar lo que, humanamente, es inexplicable.

Sí, como decía Raudive: hay que seguir a la escucha del an-tiuniverso y comprobaremos que realmente existen antimundos sin tiempo, la «antimateria y antiuniverso» de los físicos, donde la ciencia de mañana nos dará, quizá, la justa respuesta a este gran misterio.

A Konstantin Raudive, uno de los primeros, por no decir el primero, de los investigadores de esta fantástica verdad, deseamos fervientemente haya encontrado ya su bien ganada parcela de eter- nidad, como muy bien decía Vintila Horia, para que pueda seguir ayudándonos desde la otra orilla a descubrir un día la realidad de unos conocimientos que ahora sólo intuimos..., inmenso continente sin explorar, donde habremos de llegar y cuyas fronteras y conte-nido nos están prohibidos, por lo cual todavía nos son descono-cidos.

«Konstantin Raudive ha muerto.'> Artículo escrito por don Germán de Argumosa, de Madrid, y publicado en la revista Ecos de Parapsicología, n.° 3, correspondiente a noviembre de 1974, que reproducimos íntegramente por creerlo de interés para el lector:

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«El 2 de septiembre fallecía en Bad-Krozingen (Alemania Fe-deral) el doctor Konstantin Raudive. La noticia de su muerte me llegaba cuando aún vibraba dolorosamente en mí la imagen de otro amigo muerto: el doctor Giuseppe Crosa.

»Konstantin Raudive (Constantino, como a él le gustaba que yo le llamase castellanizando su nombre), fue un enamorado de nuestra patria. Emocionaba oírle hablar de España, cuya cultura y costumbres conocía profundamente. Había traducido al letón las obras completas de Cervantes. También vertió a su lengua natal a Valle Inclán y a García Lorca, entre otros.

«Cuando en 1936 recibió de Ortega y Gasset su doctorado en Filosofía, éste le dijo: "Por su tesis, Raudive, yo le concedería dos doctorados." Siempre que contaba esto, sonreía después con un gesto de vergüenza por lo que pudiera tener de vanidad. Yo creo que esa estimación de nuestro filósofo fue lo que más le había halagado en su vida. Era además, doctor en Filosofía y Psicología por las Universidades de París, Uppsala y Edimburgo. Hablaba, aparte de letón y castellano, ruso, alemán, inglés, francés, sueco e italiano. Habían publicado varios libros sobre Parapsicología, Filo-sofía e Historia.

»En el campo de -la Parapsicología, sus investigaciones psico-fónicas, iniciadas en 1960, le dieron merecido renombre universal. Con Raudive se ha abierto un nuevo capítulo en la fenomenología paranormal. A él se debe la atención que en el mundo entero se está prestando a estas inquietantes voces de origen desconocido que se graban en cinta magnética y que llegan incluso a responder a nuestras preguntas.

«Conocí personalmente al doctor Raudive con motivo de estas investigaciones, y periódicamente le visitaba en su casa de Bad-Kro- zingen, colaborando con él tan estrechamente que quiso incluir un trabajo mío en su último libro, Überleben wir den Tod?, en el que también se hace referencia a otras investigaciones realizadas con-juntamente sobre voces paranormales registradas en un periquito, en Hamburgo. Desgraciadamente, por encontrarme en América, no pude asistir a la última sesión de estudio, con otros parapsicólogos

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invitados, en agosto último. Había estado con él no hacía mucho y su salud se encontraba muy quebrantada. Nos hicieron varias fotografías en su estudio y paseando por el campo. Cuando quiso salir en una de ellas dándome un abrazo, tuve la impresión de que no volvería a verle más. Entonces, como si hubiera percibido mi intuición, dijo algo que me afectó vivamente: "Nos volveremos a encontrar." Yo, como si no hubiese captado el sentido, le respondí: "Claro que sí, Constantino. Tú aún has de vivir muchos años." Sonrió agradecido, pero escéptico.

»Tengo cerca de mí, en mi despacho, un cuchillo de monte. Me lo regaló hace unos dos años. Todos los muchachos letones reciben uno igual al llegar a determinada edad, y este cuchillo sólo se inter-cambia con el del mejor amigo, con el amigo que ha demostrado verdadera fidelidad. Se trata de una costumbre muy antigua.

»Cuando Raudive me hizo entrega del mismo afirmó, visible-mente emocionado: "Hace veinte años que lo tengo conmigo. Fue de mi último amigo. Ahora quiero que sea tuyo." Al rememorar aquellos momentos me llega la imagen de su bondadosa sonrisa, de su mirada aguda, inteligente, de su andar ya cansado, de su abrazo en la última fotografía..., y pienso en su esposa, la ilustre escritora Zenta Maurina, mujer también excepcional.

»Yo espero que, algún día, Constantino, algún día, ya sin horas ni minutos, te pueda devolver tu cuchillo de monte, el que te diera tu último amigo. Porque como tú me dijiste ayer, "nos volveremos a encontrar".. . »

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CAPITULO QUINTO

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Todo es pensamiento, y nada hay fuera del pensamiento; las cosas son lo que son los pensamientos; las cosas subjetivas del conocimiento son también formas ob-jetivas de la realidad.

HEGEL

Cómo se efectúan las psicofonías

La forma de trabajar viene a realizarse en todas partes de la misma manera. Se efectúan las grabaciones a altas horas de la no-che, cuando no funciona la televisión y el silencio es prácticamente total. Los sitios ideales para grabar son pueblos de alta montaña, casas de campo o chalets, mansiones todas ellas más o menos apar-tadas de núcleos habitados.

La persona que realiza, o dirige el experimento, se concentra —generalmente se trata de grupos de cuatro o cinco personas—ante el magnetófono, que se pone en marcha como si se tratara de grabar una conferencia. No hay técnicas especiales ni misteriosas. El micrófono, apartado al máximo del magnetófono (motor) y colocado sobre un pequeño almohadón, ropa, etc., a fin de evitar posibles vibraciones, abierto, a toda su potencia de grabación, y dejando que gire la cinta normalmente. Si hay más de uno, que estén apartados los magnetófonos, y téngase bien presente: gra-bar al máximo de potencialidad de cada aparato.

Antes de empezar una grabación se recomienda desconectar cualquier aparato eléctrico de la casa, parar los relojes de pared, sobremesa, frigorífico, teléfono, timbres, etc., en un radio de vein-ticinco metros como mínimo. Mientras dure la grabación nadie debe hablar evitando asimismo el menor ruido, por ligero que sea. El silencio debe ser total. Después de un tiempo, que puede fijarse entre cinco y ocho minutos como máximo, el investigador que din-

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ge la grabación debe dar por terminada la prueba —en voz alta— y la grabación. Al empezar debe indicarse también en voz alta la prueba que se va a efectuar, fecha, hora, lugar y nombre de las personas asistentes. También recomiendo tomar nota de la tempe-ratura, al empezar y al terminar, estado del tiempo (seco, húmedo), y cuántos detalles se crea pueden ser, en cualquier otro orden de estudio, de alguna utilidad, o como mínimo curiosidad (1).

Siempre es conveniente —particularmente lo creo indispensa-ble— tener un programa bien definido antes de empezar la graba-ción, o grabaciones. Al finalizar la, o las, pruebas, indicarlo tam-bién, así como tiempo invertido en cada una de ellas.

Efectuada la primera prueba, supongamos de cinco minutos, se procede a rebobinar la cinta y se pasa a la escucha (la escucha es un verdadero arte), lo que al mismo tiempo debe efectuarse desde diferentes ángulos de la habitación o lugar donde se ha estado grabando, cosa que la práctica les demostrará en más de una ocasión que es muy conveniente, pues así se pueden escuchar, desde diferentes ángulos, las palabras o ruidosos dudosos, y cada cual debe anotar en un papel lo que oye, sin decir nada en voz alta, a fin y efecto de no influir en las otras mentes.

Como se ha dicho, se trabaja al máximo de potencialidad del aparato, tanto en la grabación como en la escucha de la cinta.

(1) Instálense dos o tres buenos termómetros. A veces, en fracción de minutos, la temperatura sufre un descenso notable, como en experimentación espiritista en las célebres séances, que tuvieron la virtud de reunir en un mismo plano de in-vestigación científica al astrónomo Comas y Solá, a los doctores Sánchez Herrero, Otero Acevedo y Melchor Farré. (Todos ellos, hay que decirlo, terminaron por rechazar el espiritismo como dogma y como práctica, pero sí realizaron fantásticos experimentos sobre las causas que, a su entender, provocaban los fenómenos, y entre ellos, los descensos de temperatura.)

Parte del equipo utilizado por los investigadores modernos de los fenómenos psíquicos son los siguientes objetos: un convertidor de imágenes a rayos infrarro-jos, que el investigador utiliza para observar cualquier «objeto» que esté empla-zado más allá del alcance visible de la luz. Un termómetro especial para detectar cualquier descenso de la temperatura. Ello sucede con cierta frecuencia cuando se presentan ciertas «apariciones». Un transformador, a fin de poder utilizar cualquier voltaje de energía eléctrica, y una serie de aparatos como un oscilador de frecuencia, auriculares, trompeta, antena con capacidad de detección de cambio, etc. (Para detectar cualquier agitación en la atmósfera, al ser enfocada por la «trompeta», es recogida por las antenas. El investigador, con auriculares, oye una alteración en el latido regular que emite el oscilador de frecuencia.) Etc., etc.

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Cualquier aparato es bueno, pero en algunas marcas su motor es más silencioso que en otras, y esta clase de aparatos precisamente deben ser los preferidos para estas experiencias. A pilas o a corrien-te, es lo mismo; pero si se trata de a pilas, es conveniente que sean nuevas, y las cintas de la mejor calidad, comprobadas y precintadas.

Una vez rebobinada la cinta se pasa a la escucha, como se ha indicado; pero la práctica de los años aconseja el uso de cascos auriculares que por una parte amplifican lo grabado, y por otra aislan de posibles ruidos exteriores. También son convenientes ciertos filtros y otros aparatos anexos que no indico, para no hacer propaganda de los mismos, pero que encontrarán en cualquier co-mercio, especialmente si graban con magnetófonos de cuatro o más pistas, que son los indicados en plan de auténtico estudio (1).

En algunos casos, especialmente al principio, la cinta queda en blanco (técnicamente llamado rumor blanco). Repetir la operación, pero no debe aprovecharse jamás el pedazo de cinta anterior, aun-que nada haya quedado grabado. Si otra vez la experiencia es ne-gativa, dejarlo: otro día será. Hay que tener mucha paciencia. Cuando Raudive tuvo las primeras experiencias con Jürgenson, había transcurrido diecisiete días de pruebas sin ningún resultado convincente, excepto murmullos y algún que otro disílabo. Pero según contaba Giuseppe Grazzini en Blanco y Negro (diciembre de 1970), un día se le ocurrió invocar mentalmente a la que había sido la secretaria de su mujer y que había muerto recientemente. «Aquello fue un auténtico ruego, pues tenía necesidad —dice Rau-dive —de una confirmación o total fracaso, pues no podía seguir por más tiempo en aquel mar de dudas.»

Por vez primera aquello no era fruto de una casualidad, y por otra se trataba de un fenómeno objetivo, pues habían quedado unas voces grabadas que nadie había oído pronunciar allí. Si pudo o no influir la invocación de Raudive después de dos semanas de cons-

(1) En plan de auténtico estudio, los aparatos deben ser de óptima calidad, de cuatro o más pistas, y cinta magnética especial (Chromdioxid —cr02--14iFi), de Badjsche Anilin & Soda Fabrik AG. Convienen también amplificadores, filtros espe-ciales, altavoces, auriculares de casco especiales, etc. A ser posible, es conveniente la asistencia de un técnico electrónico.

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tante trabajo y fracasos, ésta era una cuestión de vital importancia en el futuro de la experimentación.

Es fácil comprender la reacción y la forma de pensar en aque-llas personas, científicas la mayoría de ellas, y en tales circunstan-cias, porque lo que se estaba debatiendo era muy serio. Y se pre-guntó Raudive: ¿Era todo aquello motivado por el suconsciente de ellos mismos en tales circunstancias? ¿Se trataría de una energía totalmente ignorada hasta entonces, pero humana, somática —o psicosomática más bien— la que realmente, por un procedimiento electromagnético ignorado había grabado?

¡ Pero había quedado grabado lo imprevisible! «Nosotros esta-mos muy lejos»..., dando a entender que entes de otra dimensión habían querido demostrar en aquella ocasión que eran realmente una fuerza viva e independiente que podía grabar a su antojo, y en cualquier ocasión, demostrando «físicamente» lo que tanto ha ve-nido preocupando desde tiempo inmemorial a gran parte de la Humanidad.

La fría realidad es que el aparato graba palabras, y posterior-mente hay quien ha conseguido auténticos mensajes, que ninguno de los presentes ha pronunciado ni oído. ste es el hecho alucinante para algunas personas. A veces estas palabras grabadas contestan a pensamientos de personas que asisten a la reunión como vulgares curiosos, hasta incrédulos, como sucedió en una grabación que efectuamos esta primavera en Montserrat, y a una persona de nues-tro grupo le indicaron la conveniencia de una inmediata confesión. Casos así emocionan, y verdaderamente inducen a pensar en la importancia de estos fenómenos.

Pero en otras ocasiones lo que queda grabado es totalmente incoherente, o máximo la plasmación de unos hechos pasados, como se ha indicado anteriormente; también en otras quedan gra-bados conciertos musicales desconocidos, o bien repique de cam-panas de variada tonalidad que no existen en el lugar, y que nadie ha oído antes. Por cierto que fui testigo de un hecho muy curioso, junto con otras personas que formaban nuestro grupo de trabajo.

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Cierta noche, mientras estábamos grabando, nos llamó la atención una campanilla de sobremesa, antiquísima, que estaba encerrada en una vitrina cercana, junto con otros muchos objetos de gran valor, la mayoría de factura oriental.

Particularmente me llamaba la atención lo primoroso de su trabajo de cincelado, su antigüedad, así como la procedencia, que al parecer era ignorada. Dicha vitrina estaba bien cerrada con llave, llave que no estaba en la estancia, sino muy bien guardada en la caja fuerte.

Pues bien, al rebobinar la cinta, en una parte de la misma, casi al final, dos minutos antes de finalizar, quedó grabada la siguiente frase: «Siglo XIV, Japón», y al mismo tiempo, durante siete segundos, de forma clarísima, se oyó un dulce campanillear que fue en aumento durante algunos segundos, tintineo que más tarde, cuando al fin se pudo abrir la vitrina, comprobamos que era el mismo de la campanilla que entonces teníamos en las manos, examinándola y admirándola.

Hechos parecidos, pero en otro orden de experimentación, se han repetido muchísimas veces cuando la metapsíquica, y en la época de los grandes médiums. Hay hechos parecidos descritos en obras de Richet, Flammarión, Ehrenwalld, Crookes, Aksakof, Boz-zano, etc., y especialmente los muchos casos que se cuenta provoca-ba el médium Daniel Douglas Home (1833-1886) en sus variados experimentos personales, que fueron descritos y avalados por ver-daderos científicos, algunos de los cuales constan con toda clase de detalles en el célebre Manifiesto de los Treinta y Cuatro cientí-ficos, efectuado en el Instituto Metapsiquico Internacional de París, reseñados por Guzik (de noviembre de 1922 a mayo de 1923), pues se hicieron demostraciones con instrumentos de música, hasta pia-nos, encerrados bajo llave, y a cuyas demostraciones asistieron pro-fesores de Medicina y Derecho, miembros de las Academias de Ciencias y de la Academia Francesa, psiquíatras, psicólogos y escri-tores, algunos de gran fama, ingenieros y técnicos de la Policía, etc., los cuales expresaron su opinión en nombre de todos los asis-tentes, en un informe prudente y mesurado, pero muy positivo,

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que fue llamado, y así es conocido en el mundo entero, como el Manifiesto de los Treinta y Cuatro Científicos (1).

Hay un acto que se repite muchas veces y llama la atención de los técnicos. Hay declaraciones cortas, que a veces se interrum-pen en medio de una frase como si se acabara la energía antes de tiempo... Hay también partes oscuras y consejos incomprensibles,

(1) El manifiesto de los Treinta y Cuatro Científicos. - He aquí los términos esenciales del mismo:

1.0 Control del médium. «El médium era desnudado en presencia por lo menos de dos de nosotros, antes de entrar en la sala de sesiones, y revestido de un pijama sin bolsillos. Durante las sesiones estaba cogido por las dos manos, con el meñique de cada una de éstas enlazado al meñique de la mano ccrrespondiente de cada uno de los dos controles. Además, una cinta muy corta (longitud: justa, la indispensa-ble), doblemente precintada (marchamo de plomo aplastado por una tenaza con las iniciales del I.M.I.), unía la muñeca derecha y la muñeca izquierda del médium a las muñecas izquierda y derecha de los controles. Esta ligadura era inviolable (no había más remedio que cortar la cinta para liberar las manos del médium) y hacía imposible el uso de sus manos, aunque no hubiesen éstas estado sujetas. Los controles aseguraban el contacto perfecto y permanente de su cuerpo, espe-cialmente del pie y la pierna, con el cuerpo, las piernas y los pies del médium.

»Comprobamos todos que durante todo el tiempo que duraban las sesiones, el médium permanecía absolutamente pasivo. Cuando se producía un fenómeno im-portante, su cuerpo y sus manos tiritaban; pero jamás iniciaba el más mínimo mo-vimiento. Por excepción, se le ocurría de vez en cuando llevar hacia atrás, todo lo más lejos de sí que podía, la mano de uno u otro de los controles para permitir a éste comprobar ciertos fenómenos descritos más adelante.

»2.1 Control de los experimentadores. Todos los experimentadores estaban cogidos de las manos y unidos, muñeca con muñeca, por cadenas o por candados, tan cortos como fuese posible.

»3.» Control de sala. Las puertas de las salas donde tenían lugar las sesiones eran cerradas con llave desde dentro y precintadas por medio de tiras pegadas y firmadas por alguno de nosotros. La placa metálica protectora de la chimenena es-taba igualmente, etc., etc.»

He querido dar una somera idea de cómo empieza El Manifiesto de los Treinta y Cuatro Científicos. Dicho manifiesto, firmado por treinta y cuatro científicos, entre ellos, y como botón de muestra, el doctor Stéphen Chauvet, laureado con la medalla de oro de los hospitales de París; doctor Cunéo, profesor de la Facultad de Medicina; doctor Gustave Geley, ex interno de los Hospitales de Lyon, laureado por la Facultad de Medicina; A. de Gramont, doctor en Ciencias, miembro del Instituto de Francia; comandante Kelier, del Estado Mayor del mariscal Fayolle; Sir Oliver Lodge, miembro de la Sociedad Real de Inglaterra; doctor Osty; doctor Richet; Marcel Prévost, miembro de la Academia Francesa y del Instituto de Fran-cia, conjuntamente con Richet; profesor Santoliquido, representante de las Ligas de la Cruz Roja ante la Sociedad de Naciones, etc., etc.

Se recomienda su lectura, que íntegra la encontrarán en Inventario de lo sobre-natural, de Robert Tocquet. (Enciclopedia Horizonte, Plaza & Janés.) Comproba-rán que ya entonces se tomaban «toda clase de precauciones», existiendo y com-probando fenómenos que no tenían explicación científica alguna, como sucede actualmente a pesar del tiempo transcurrido y de los medios científico-tecnológicos actuales.

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así como promesas de ayuda que dirigen a una persona determina-da, y que generalmente no es la autora o dirigente de la experimen- tación: «Fulano, cuídate.» «No fumes tanto»; o bien: «No puedo contestar, no me autorizan.» Se hacían ciertas preguntas muy con-cisas y determinantes, o bien contestaban tajantes: «No preguntes, ten humildad...» También frases como «En Dios está nuestra forta-leza», etc. A veces, las contestaciones eran en idiomas que nadie de los allí presentes conocía; como es el caso de una cinta en vasco, otra en árabe... También existen grabaciones en que se pre-dicen acontecimientos que sucederán, y que posteriormente, total-mente maravillados, hemos podido comprobar. En otras dicen co-sas que en aquellos instantes están sucediendo a muchos kilóme-tros de distancia (1). Por último, hay casos, no frecuentes, que lo que dicen dichas voces no tiene la menor lógica lo que realmente desconcierta, y también hemos podido comprobar que en algunas ocasiones tienen cierto humor...

Que estos hechos ocurren sin el menor truco, o mala fe, es

(1) Existe una grabación en la que se oyen gritos de socorro, el ulular de las sirenas de los coches de ambulancias, bomberos y de la Policía. Se trataba de un serio accidente que horas más tarde nos informaron hacia sucedido en Benicarló (Castellón). Fue el 23 de febrero de 1973, entre las 11,30 y las 12 de la noche. Al parecer por explosión de la caldera de una fábrica, que costó la vida a cuatro personas.

La grabación se había efectuado aproximadamente en aquel mismo tiempo, pero en Vendreli, en casa de doña Candelaria Simón, viuda de Marqués. En la psico-fonfa, que existe y no se ha borrado, lo que sucede a veces a los pocos meses de una grabación paranormal, se oyen perfectamente gritos de dolor y órdenes de mando, o sea voz humana. Desde cualquier ángulo en que se enfoque su estudio, es un caso que físicamente es totalmente imposible; desde Vendreli no se puede grabar lo que está sucediendo en una población tan distante como Benicarló.

Físicamente, pues, imposible; pero ¿entonces...? Una vez más tenemos una prueba fehaciente de una grabación paranormal indiscutible, y la finalidad de la misma no es cuestión de tratarla ahora. Para nosotros ya estaba totalmente descar-tada, por nuestra propia experimentación, aquella remota posibilidad del «incons-ciente excitado» por hechos telepáticos indirectos (hipotéticos) que formuló un día, muy alegremente, cierto neuropsiquíatra de nuestra ciudad, pero que no había efectuado jamás una psicofonía, como tuvo que reconocer más tarde.

El aspecto total del problema de las psicofonías —hay varios aspectos—, como se comprenderá, es mucho más complejo y difícil de lo que algunos se imaginan.

Ante todo, hay que aceptar el hecho. El hecho sucede así, lo comprendamos o no, y sean o no falsas nuestras perspectivas de enfoque del problema, pues la casi totalidad de estos fenómenos paranormales no se hallan en el plano ontológico de los efectos, ya que su causación es desconocida, pues trasciende nuestro espacio tridimensional.

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cosa fácil de comprobar siempre. Desde hace cerca de tres años vengo asistiendo a muchísimas experiencias de colegas en las con-diciones de trabajo más diversas en todos conceptos, hasta con personas de muy diversa condición social. También creencias reli-giosas varias, edad, estado, e incluso motivaciones de trabajo dife-rentes: desde la vulgar curiosidad, al propósito científico o místico más severo. Los resultados casi siempre fueron positivos. Pero el mayor porcentaje de éxito fue en reuniones donde asistían perso-nas de auténtica espiritualidad, deseosas de que dichas experiencias fueran positivas, detalle éste que tiene mucha importancia.

Las voces masculinas o femeninas varían desde la emisión agu-da, casi silbante, hasta la sumamente bronca. Antes de toda graba-ción se advierte previamente que se va a producir la misma, pues hay un preaviso, como un crip! y otros ruidos característicos re-gistrados en casi todas las cintas. Estos i crips! son observados por los más experimentados investigadores de toda Europa, cosa que hemos podido constatar centenares de veces. Entonces el aparato da la sensación de que vibra, como si en aquellos momentos entrara una energía desacostumbrada y que es la que seguramente graba por un procedimiento que todavía ignoramos.

Y puede suceder entonces que las palabras grabadas parecen muy antiguas; otras veces a lenguas desconocidas; la construcción de las frases transmitidas en las lenguas corrientes presenta a ve-ces singulares alteraciones gramaticales; el ritmo de estas voces es completamente diferente del ritmo de la normal comunicación humana, y se puede decir también que casi siempre es muy rápido, pero no es sólo esta velocidad lo que más impresiona a quien escu-cha los mensajes.

En las psicofonías hay una realidad de la que uno debe conven-cerse, por más escéptico que sea; el oído humano nunca ha podido percibir las voces en el momento de su grabación, por más atento que se esté, y sin embargo, las recoge el micrófono para que puedan quedar grabadas en la cinta, aunque posiblemente el micrófono no sea indispensable, pues sin él también se han conseguido.

Hemos dicho que hay una gran rapidez en la emisión de los

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fonemas, especialmente al principio, pero con el tiempo las cosas mejoran muchísimo. Hay también como un ritmo ondulante, anor-mal, a veces melódico en algunas grabaciones. También hay un hecho a tener en cuenta: cuando hay varios aparatos grabando, no siempre quedan las mismas voces y los mismos mensajes grabados, pues se han dado casos de una gran variedad de ellos en un mismo grupo de personas. No tienen tampoco prejuicios en la sintáxis usual, y los mismos disílabos suelen aparecer partidos, pronuncia-dos en dos tiempos.

En una de las primeras psicofonías que hicimos en el pueblo de Santa Oliva (Tarragona), dentro de una cueva particular, la pa-labra «tumba» nos quedó grabada así: «Tum-ba», y así otras varias que nos desconcertaban. Se observan también distorsiones inexpli-cables al principio, y algunas veces hay rectificaciones posteriores, efectuadas por otra voz más potente, y las deficiencias del principio son rectificadas consiguiendo una modulación casi perfecta.

Hay investigadores que al tratar estos casos y matizando sobre estos estudios han llegado a la conclusión, después de infinidad de pruebas, que si bien al principio sólo se trataba de frases sin senti-do, llega un momento en que aparecen auténticos mensajes, con-testando a preguntas, y llamándonos por nuestro nombre con mani-fiesta simpatía. Es entonces cuando realmente se obtienen respues-tas a preguntas que sólo fueron pensadas antes de efectuar la grabación.

El especialista alemán Theodor Rudolph, que ha alcanzado gran renombre en el campo de la alta frecuencia, decía al respecto: «La verdad es que cuando se ha empezado a trabajar en estos casos, cuando se han escuchado miles de grabaciones, ya no es posible detenerse.» (Rudolph tenía, en 1972, cerca de 90.000 grabaciones.)

Ahora bien; en algunos casos nos consta que se han podido constatar extrañas reacciones de las voces amigas en contestar a ciertas preguntas, quizá por la índole de las mismas, o bien por-que está presente alguna persona a la que demuestran marcada antipatía, llegando hasta negarse a contestar. Si a requerimientos nuestros nos lo decían, e insistíamos nuevamente en grabar, la

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mayoría de las veces sucedía que toda la cinta quedaba en blanco, y nos costaba muchos días el conseguir una nueva grabación.

Jamás pudimos saber el «porqué» de aquella antipatía, pero sí recuerdo que una vez, ante mi insistencia, quedó grabado lo siguiente: «No preguntes.» Fue una buena lección.

En las pruebas psicofónicas recomendamos que no asistan niños ni personas muy sugestionables, y menos enfermas. «Es fácil advertir la peligrosidad del fenómeno en casos parecidos. Apar-te de otros riesgos presumibles, tengamos en cuenta los efectos psicológicos que pueden producir en algunos cierta obsesión poste-rior, y también el temor es posible que alcance niveles patológicos, incluso en hombres que hayan demostrado valor en muchas cir-cunstancias de la vida», decía don Germán de Argumosa. Como sea que personalmente he sido testigo últimamente de dos casos pa-recidos, creo que el consejo dado no debe ser olvidado en ninguna circunstancia.

Las psicofonías, ni son un pasatiempo ni un vulgar juego.

El profesor Schneider, catedrático de Física de St. Gallen (Sui-za), expuso la teoría de que en la grabación el micrófono había experimentado estar accionado directamente, desde una gran pro-ximidad. La señal parecía inducida de manera directa, electromag-néticamente, en la conducción del micrófono. «De todas formas —terminaba el citado profesor—, no considero en la actualidad que estos estudios sean un problema operativo importante, sino una cuestión básica de comunidad de ideas con el otro mundo.»

Asimismo se ha comprobado ya infinidad de veces, tanto en España como en el extranjero, que las cintas quedan impresionadas igualmente estando el aparato encerrado dentro de una caja O

jaula de Faraday, excluyendo así el proceso electromagnético que tanto ha preocupado a los científicos. Asimismo se han conseguido grabaciones sin micrófono en presencia de destacados técnicos en electrónica, y fueron confirmados nuevamente los resultados obte-nidos con anterioridad en Alemania y Suiza.

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Hay una teoría muy curiosa que deseo hacer constar aquí, emitida por el doctor en Física Nuclear, Bernard Anderson, de Kó-ping (Suecia), y que es la siguiente: «Creo que hay un mundo para-lelo que se cruza de contiguo con nuestro mundo vital más íntimo. Esta posibilidad ha sido considerada hace décadas por la ciencia. Sin embargo, no se pensaba entonces de modo directo, como ahora, en el Más Allá, y que atraviesa nuestra esfera íntima, sin que duran-te mucho tiempo estuviéramos en condiciones de comprenderlo. Ahora, casi parece un hecho cierto.»

Por cierto que uno de sus métodos de trabajo ha dado muy buenos resultados, y lo recomiendo a los estudiosos que hayan logrado buenas grabaciones. El sistema es el siguiente: se efectúa primeramente una pregunta concisa en voz alta y se deja durante unos tres minutos, o sea un buen espacio de cinta, para que «las voces desconocidas)> puedan efectuar la contestación. Esto se puede repetir tantas veces como preguntas se quieran hacer. Al reproducir la cinta grabada, en las pausas, entre pregunta y pregunta, se es-cuchan generalmente las respuestas, o la negación a contestarlas, y algunas veces hasta los motivos que tienen.

Según sea la rapidez conseguida en contestar, se podrá aprove-char más la cinta, o sea, que en lugar de un espacio de tres minutos en algunas personas les bastará escasamente un minuto. Todo depende de la ley de afinidades, que también existe con las voces... y nosotros mismos. Un inciso: no hagan nunca preguntas sobre el futuro. Generalmente no las contestan, y es muy natural. Pero...

Se puede afirmar sin la más mínima exageración que la ciencia ha comparado la existencia real del fenómeno de las psicofonías tratadas científicamente en cuanto a importancia real, con la misma física atómica. El hecho es hoy aceptado totalmente por la mayo-ría de investigadores que han trabajado en ello sin recelos, pues hasta el mismo ingeniero electrónico vienés, Franz Seidl, después de haber examinado muy detenidamente los principales sistemas de recepción, presentó su invento, el «Psychofon», aparato desti-nado a eliminar las interferencias que estorban la escucha, por un lado, y a dar más «fuerza» a la «energía» desconocida que graba

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los mensajes. Y desde luego, con dicho aparato parece que se nota, según me informan, una gran mejoría en la recepción de mensajes. (Uno de estos aparatos está aquí, en Barcelona.)

Por primera vez en la historia del hombre, se está buscando la posibilidad de comprobación práctica y totalmente científica de algo maravilloso que siempre se había buscado, pero muchas veces por caminos equivocados y poco científicos.

Nos encontramos ante una manifestación de energía, energía que no pretendo definir, pues no soy científico, pero que evidente-mente existe y está en situación de grabar. De dónde viene, y de qué tipo es, son preguntas todavía imposibles de contestar, aunque se está trabajando incansablemente en todo el mundo, pero silen-ciosamente, sin publicidad. También es grato saber que estos estu-dios científicamente tratados —para la ciencia no hay fronteras—son gratos a la misma Santa Sede como dijo el padre Leo Schmid. Es obvio que la Iglesia católica tiene motivos para ser mucho más cautelosa que nadie, pero el problema es demasiado candente para que pueda ignorarlo, pues son incalculables las grabaciones exis-tentes en todo el mundo.

Ahora al terminar este capítulo, permitidme que me dirija preferentemente a los parapsicólogos científicos, especialmente a los físicos. Reconozcamos, unos y otros, y creo que estaremos de acuerdo, que en la mayoría de los casos, los fenómenos parapsicólo-gicos se mueven dentro del terreno de las hipótesis. Dentro, pues, de este enorme campo, hay aun entre los científicos ortodoxos, varias tendencias. No obstante, la mayor parte opinan, cada vez con ma-yor firmeza, que la causación de los fenómenos paranormales, o considerados como tales, no se halla en el plano ontológico de los efectos; es decir, trasciende realmente nuestro espacio tridimen-sional. Por lo tanto, toda afirmación, sea la que sea, es gratuita. La respuesta a este misterio nos la dará la misma evolución hu-mana, o sea, la ciencia del mañana, pues la mente humana com-prenderá lo que hoy inconscientemente niega.

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CAPITULO SEXTO

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La credulidad es el atributo de los ig-norantes; la decidida incredulidad, el de los sabios a medias; pero la duda metódi-ca es de los hombres instruidos.

CAMUS.

Síntesis de todo un conjunto de experiencias personales.

Las voces muestran siempre un tono que se hace inconfundible y al mismo tiempo su rápido ritmo lo hace peculiar. A veces hay voces que intentan impedir una grabación y contradicen a otras voces irresponsables. A veces estas voces se muestran broncas y desagradables; en otras rezuman una fina ironía, pero también se muestran desenfadadas y gastan bromas. Las voces llegan desde el espacio, contestan nuestras preguntas, nos dan consejos, pero con las que no podemos tener contacto sino a través de la cinta de un magnetófono. Son voces como llegadas de otro mundo, poco cla-ras, de resonancia extraña, expresándose en pocas palabras, y en muchos idiomas a la vez, y que dan cuenta a veces, del mundo del Más Allá. Pero realmente ello sucede pocas veces. Hay frecuentes alteraciones gramaticales y sintácticas que llaman la atención, y muchas de ellas tienen su propia construcción, y su especial lógica, que parece indicar un estado de cosas totalmente desconocido. Mu-chas veces quedan grabadas palabras caídas en desuso; palabras antiguas, de formas arcaicas Su ritmo, por lo general, es diferente del ritmo de la normal comunicación humana. El timbre de voz que queda grabado, es senzimetálico siempre.

Se han notado algunas veces acordes de instrumentos que pare-cen de cuerda, y que pasan sólo en pocos segundos. En otras quedan grabadas músicas de una composición y belleza únicas. Aquí sí que podría preguntar al mundillo de la ciencia oficial que no admite lo de las voces, y si lo admite hoy, lo considera como un fenómeno directamente relacionado con nuestro inconsciente: ¿Qué explica-

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ción, «científica», podrían darme, cuando en la cinta nos queda grabada una música de composición y belleza incomparables se-gún los entendidos? Y añado: con la particularidad de que ninguno de nosotros sabía música; y para agravar más el caso: en cuatro generaciones nadie de nosotros había tenido un músico en su fami-lia. ¿Descartados los genes...?

Por otra parte llaman mucho la atención los casos sucedidos en cintas grabadas a dos mil metros de altitud: oír el ruido de las olas del mar en un día de temporal; pero es que cuando se efectuó la grabación era un día primaveral, a pleno sol, sin el menor viento y, desde luego, con un tiempo seco (36 %). También en otra cinta, grabada en Tivissa (Tarragona), en una montaña cercana al pueblo, a 450 metros de altitud, nos quedó grabado el ruido de una cata-rata. También en otra efectuada en la montaña de Montserrat que-dó grabado el canto de un ruiseñor, que era una verdadera delicia oírlo; pero lo extraño e inaudito, sucedía a las 11 de la noche. Por último, a veces nombres famosos de personajes, como Napoleón o Hitler, pongamos por caso, los mezclan con nombres de santos o de místicos famosos, haciendo comparaciones que desde luego mor-tifican. Pero también hay cintas dignas de tener en cuenta, en las que nos dicen que tenemos un concepto equivocado de la vida, y más equivocado todavía sobre el alma humana.

Lo suficiente como para desorientar a cualquiera. Suerte que este estado de cosas sucede pocas veces. Parece como si en ellas «nos quisieran poner a prueba». Desde luego, el investigador que empieza a trabajar de firme en las psicoforiías, tiene que tener ner-vios de acero.

Antes de entrar a tratar de una hipótesis de trabajo que ha merecido la atención de algunos científicos, quiero hacer constar algo curioso, y es un hecho constatado por todos quienes se han ocupado del asunto. Al poco tiempo de trabajar en ello aparece un personaje-guía, una voz intermediaria. Raudive tuvo desde sus prin-cipios a una «voz-guía» que se dio a conocer bajo el nombre de Spidora, de fonética letona, que según consta en sus artículos y li-bros, le dio muchas respuestas, y ayudó siempre al investigador en

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su trabajo. Lo que creyó sacar en limpio, después de muchísimas noches a la escucha del antiuniverso, es que realmente existen los antimundos y que en ellos no existe el tiempo. (Lo contrario sería ilógico.)

Algunos científicos, como Oppenheimer, afirmaban que la anti-materia o antiuniverso de los físicos, de la física quántica, no sería más que este Más Allá, en el que no tienen vigencia alguna las leyes físicas conocidas. Y parece, aunque ello resulte extraño, que también allí existen fronteras (aduana» las llamaba Raudive), donde las almas pasan de un sistema —estadio— a otro, y en don-de existen controles y también jerarquías.

Alex Schneider, catedrático de Física de St. Gallen (Suiza), persona profundamente reflexiva, ya que sus juicios responden siempre a conclusiones de un proceso mental rigurosamente elabo-rado, según afirmó en cierta ocasión el profesor don Germán de Argumosa, expuso hace seis años la siguiente teoría, que hemos te-nido especial interés en poderla comprobar infinidad de veces: «Se ha observado que en la grabación psicofónica, el micrófono pa-rece de pronto accionado directamente o desde una gran proximi-dad.» Pues bien, en ciertas grabaciones «parece que la voz amiga en ocasiones tenga que consultar a otras jerarquías, o a sus supe-riores, y según qué mensajes pasan antes por un severo control».

Esto parece un hecho real y nos consta que también lo han observado otras muchas personas. Es desde luego un hecho aluci-nante si lo meditamos fríamente. ¿Controles? ¿Ordenes?

Según algunos modernos esotéricos —teósofos y antropósofos, siguiendo el pensamiento filosófico de las escuelas de los célebres Blavatski y Besant, y posteriormente a C. W. Leadbeater, Krishna-murti, el sabio Steiner, Nietzsche, Spengler, Powell, y podríamos añadir, entre otros al gran Schopenhauer—, las voces registradas en los magnetófonos son, según ellos, falsos mensajes, comunica-ciones incompletas, que no nos vienen de los espíritus, sino de restos anímicos que vagabundean cerca de nosotros en nuestro pla-no, invisibles, pero a veces incluso para algunas personas sensitivas,

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visibles bajo forma más o menos fantasmal, pero que nada tienen que ver con la verdadera vida en el Más Allá.

Según la teosofía, las comunicaciones son de entidades que no tienen ninguna relación con la Verdad, con los espíritus, porque no representan más que retazos de una memoria muerta, fragmen- tos de lo que pudo ser un ser viviente, con su energía que es muy natural que tarde en desintegrarse, y al decir desintegrarse, más bien quiere decir que pasa a reintegrarse en el Todo, y que lleva como un último aliento de vida algo de la personalidad que ha formado junto con el espíritu, el cual, sin embargo ya no está ahí para dar testimonio de nada. Este aspecto del problema, los mis-mos teósofos consultados nos vienen a decir, es mucho más com-plejo y difícil de exponer, explicar y hasta comprender.

Según otros, los magnetófonos están brindando un nuevo ar-gumento a la tesis espiritista; las voces, nos dicen, vienen del mun-do en que han emigrado, como una materia más sutil, el alma y el periespíritu, inmortales de nuestra personalidad, han encontra-do gracias a nuestra telergia, nuestra energía vital, el medio de comunicarse con los vivos.

Aquí sí que podríamos recordar al célebre físico Jeans, cuan-do afirmaba convencido, que el Universo se le parecía cada vez más a un gran pensamiento y no a una gran máquina. Efectivamen- te: más bien a un fantástico pensamiento. Tanto en el cosmos einsteniano como en el microcosmos subatómico dominan los as- pectos no-sustanciales. Y la materia del Universo es únicamente materia mental, como decía Eddington. Las apariencias, ¿son to-das falsas...? ¿Todas nuestras formas, hasta nuestros moldes de pensamiento, son realmente falsos...? La apariencia sólida y tan-gible de las cosas, sólo existe en nuestro mundo de medianía, al que están sintonizados nuestros sentidos. Tanto en la escala cós-mica, como en la subatómica, esta relación íntima y tangible se convierte en pura ilusión.

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Hipótesis de trabajo presentada en junio de 1973 a la consideración del Congreso de Parapsicología de Barcelona.

Nos consta, y se ha aceptado científicamente, la existencia de vibraciones de energía, de sonido y de luz que se encuentran más allá de nuestros sentidos. El caso que se está debatiendo con el estudio científico de las psicofonías en todo el mundo; podríamos decir con conocimiento de causa que hasta hoy, la auténtica fuente de la radiaciones es todavía un misterio, y nos preguntamos qué clase de fenómeno electromagnético, o energía Psi —u otra— pro-duce entonces estas verídicas y bien controladas grabaciones para-normales.

Por experimentación exhaustiva, particularmente he llegado al convencimiento, equivocado o no, que es muy posible que voces de entes de otra dimensión, seres autónomos, son grabadas en las cintas de los magnetófonos, gracias a nosotros mismos, en parte gracias a nuestro inconsciente, pues ellos precisan de nuestra ener-gía psicosomática, seguramente telérgica, cuya auténtica potencia-lidad nos es todavía desconocida.

Infinidad de veces y en el transcurso de estos últimos tres años, he podido constatar que no estando presentes, o sea, en casos de efectuar grabaciones por control remoto (cosa que no se hacía antes), ellos, los seres voces, las voces amigas como decimos generalmente, no pueden grabar sin nuestra tele rgia. Las pruebas efectuadas durante meses, y en las formas y condiciones que indi-caré, me han convencido de ello totalmente, aunque reconozco que no bastan unos meses de experimentación únicamente; quizá ten-gan que pasar todavía muchos años de trabajo. Sin la menor duda sabemos por estudio y conocemos por experimentación práctica, que existen extrañas fuerzas en el ser humano. En el estudio de muchísimos fenómenos catalogados como de fenomenología psikap-pa (PK) nos causan a veces preocupaciones metafísicas, incluso espiritualistas, porque se presentan hechos concomitantes de tal importancia, que por pura lógica parecen dispares, pero que una

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vez bien aislados, y analizados, sin prejuicios preestablecidos, no lo son.

Pues bien, en el caso concreto de las psicofonías, podría existir una maravillosa concomitancia, entre energía psíquica —digamos telergia— y otra, desconocida, pero totalmente espiritual, refun-diéndose, por decirlo de alguna manera, en una sola, por lo cual nos encontraríamos una vez más ante una clase de hechos paranorma-les en los que hay que sospechar realmente del poder del incons-ciente, de su obra, como en los infinitos casos de poltergeist de los que hay extensa literatura y que ha sido siempre el centro de las investigaciones metapsíquicas y parapsicológicas, a lo que lla-maría dualidad de energías a tener en cuenta. (Energía psíquica y otra aún desconocida que llamamos espiritual.)

Para que pudiera ser comprendida en parte la idea, debería detenerme y hacer antes un detenido estudio, partiendo de aquellos célebres 10 Artículos firmados por personas que no tenían nada de ingenuas, como fueron Henri Bengson, Pierre y Marie Curie, Arse-ne D'Arsonval, Edouard Branly y Charles Richet, y las ampliaciones a los mismos, efectuadas en la actualidad sobre experiencias re-cientes, por los doctores Assailly y Martiny, del Instituto Metapsí-quico Internacional de París, que las expusieron en un coloquio de Parapsicología que, en 1956, tuvo efecto ante una docta asamblea de científicos, en la abadía de Royaumont, centrando principalmente la charla sobre la extraordinaria potencialidad todavía desconocida del inconsciente, debido a los variados fenómenos sucedidos hasta aquella fecha, del extraño poltergeist, especialmente cuando en di-chos casos intervenían «personas maduras en convivencia con per-sonas jóvenes», más o menos sensitivas, y en ciertos estados de tensión afectiva, en la pubertad y los posibles cambios fisiológicos.

Es muy posible que ello, dicho estudio, nos haría comprender que hasta la fecha, a pesar de los años transcurridos desde 1956, el campo de acción de la misma telergia es todavía ignorado, y mu-chas veces, incomprendido; pero ello haría que estos capítulos so-bre psicofonías, serían infinitamente largos, cosa totalmente impo-sible.

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Efectuado este inciso, prosigo con la exposición de la idea-base sobre la potencialidad de las psicofonías.

Ante todo tengamos presente que la misma telergia es una energía biótica, que partiendo del cuerpo del dotado forma a su alrededor como un campo electromagnético de una potencialidad hasta la fecha totalmente desconocida, como también sucede con las operaciones psíquicas (psicohigiene) que están maravillando a la misma ciencia ortodoxa. Nosotros llamamos telergia a una autén-tica fuerza física (o psicofísica, puesto que es dirigida por la «men-te inconsciente» del metágnomo o sensitivo, médium, etc.). Real-mente esta telergia, cuando es visible, o sea, cuando se hace visible y tangible, puede llegar a constituir lo que científicamente denomi-namos ectoplasma, de muy variada clase y formación, que no es más que una materialización de dicha energía, pues es una materia más o menos densa, amorfa o polimorfa, pero siempre material. El ectoplasma, pues, debe ser tenido como un fenómeno de conden-sación de la telergia en el más amplio sentido en que lo considere-mos, y que siempre se acomoda a los deseos del inconsciente (psico-bulia).

Recordemos asimismo que el propio doctor Vassiliev, enton-ces director de la Universidad de Leningrado, definió esta energía desconocida como auténtica energía psíquica humana, pues la llegó a detectar físicamente cuando estaba en su cenit la experimentación telepática a corta distancia, por sugestión hipnótica, llamada en-tonces por Vassiliev «radio-mental».

Pero el resumen de sus variadas experiencias personales fue-ron que dicha energía tenía tal potencia de penetración y alcance que era capaz de atravesar capas de plomo opacas a las más poten-tes radiaciones cósmicas... Entonces, cabía preguntarse, y lo hace-mos todavía hoy: ¿no podría ser que la misma energía psíquica sea la misma telergia, u otra que todavía desconocemos, pero que puede en un momento dado convertirse y refundirse con la misma energía espiritual, tan discutida por la escuela mecanicista-materia-lista imperante científicamente?

Quedaría entonces explicado, quizá, el porqué puede grabarse

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en aparatos colocados dentro de una caja de Faraday. A esta clase de energía no la afectaría ningún campo; a su poder, ilimitado, quizá lo único que pudiera afectarle fuese la distancia del ser hu-mano, telérgico, con el mismo magnetófono.

Cualquiera que haya profundizado en este campo, sabrá que está sobradamente comprobado que existe una clase de energía que «provoca» el ser humano en ciertas circunstancias (1), capaz de las más variadas modalidades de acción, y que puede efectuar has-ta fantásticas acrobacias, como la misma desmaterialización de ob-jetos, y viceversa.

Fenomenológicamente se conoce desde la metapsíquica que su poder puede ser incalculable, aunque algunos científicos, de gran relieve muchos de ellos, sigan considerando que el hablar de estos temas (cámara Kirlian y aura humana; operaciones psíquicas de Filipinas, Brasil, etc.; las psicofonías, las experiencias extracorpo-rales, y no digamos del célebre proyecto Theta de los Estados Uni-dos sobre memoria extracerebral, reencarnación), son temáticas aberrantes, propias de historietas de ciencia-ficción. Pero la culpa muchas veces la tiene la Prensa, pues el periodista escribe y opina sobre temas que muchas veces ignora —no todos, por suerte—, pero también resulta, y lo he comprobado en más de una ocasión, que los científicos leyeron lo que escribió un vividor sin escrúpulos, uno de los muchos que ya tiene la Parapsicología (como ayer la me-tapsíquica), y que publicó en un célebre libro lo que transcribo a continuación, el cual se convirtió casi en un best seller, y de cuyo título (en alemán) prefiero no acordarme; pero el título para más señas consta en catálogos y revistas argentinas. Esto es lo que

(1) Telergia. Desde la metapsíquica, ya decía Myers que la telergia se trata-ba de una fuerza material puesta en juego en muchos actos de diferentes clases. Término que también fue propuesto por René Sudre para designar «la objetiva-ción de fuerzas»; los fenómenos por los cuales el «fluido psíquico» —fuerza— rea-liza más o menos visiblemente un trabajo exterior sobre la materia común (sea la que sea, y en cualquier circunstancia).

Es un fenómeno real, posible, aunque poco frecuente, pero espontáneo y gene-ralmente incontrolable. En momentos de gran misticismo algunas personas han conseguido levantarse en el aire (levitación) porque desprenden una potente ener-gía orgánica detectable únicamente por infrarrojos.

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verdaderamente hace daño a la auténtica investigación parapsico-lógica. El texto (parte) es el siguiente, y ustedes juzguen:

«._ y un día notó con gran sorpresa que se oían también voces humanas que habían quedado grabadas en el magnetófono. Para completar su complejidad, los "dueños" de tales voces se identifi-caron: "Somos entes espirituales que ya vivimos en la Tierra y estamos desprovistos ahora de la envoltura carnal. Estamos intere-sados en entrar en contacto con los encarnados. Hasta tenemos una organización que se llama Central Investigation Station" (sic en inglés). La onda que estamos investigando, y utilizando, aunque también investigamos otras, es hertziana, y el proceso es la "meta-morfosis" del sonido (?)...», etc., etc.

Como muestra, basta un botón. De todo «esto» surgió en Ale-mania un bes t-seller, uno más, sobre un tema tan serio como son las psicofonías. Por mi parte, sin más comentarios. ¿Para qué?

En el capítulo anterior, y parte de éste, comento como de pa-sada que las grabaciones paranormales generalmente son débiles, hasta el punto de borrarse a los pocos meses de efectuadas. Toda grabación «psi» es débil, y en algunas, o en alguna parte de las mismas, se nota a veces como una pérdida o falta de energía a mitad de una frase. Encontramos como distancia ideal para que las grabaciones se efectúen en buenas condiciones estar situados a unos dos metros aproximadamente de los aparatos, y hasta una distancia de 6-7 metros la grabación ha sido siempre normal. Pa-sando a mayor distancia, nos ha parecido en algunas ocasiones que «algo» empezaba a faltar, ya que las grabaciones fueron, o muy débiles, o nulas la mayoría de las veces.

Esto nos ha sucedido en experimentación propia, de grupo, pero hasta cabe fuera diferente con otras personas. Más tarde com-probamos que en otros grupos les sucedía lo mismo, por lo cual nos preguntamos todavía hoy si lo que falla realmente es nuestra energía psíquica, bien sea la telergia, bien otra desconocida, aunque creemos que lo que falla, y de esto estamos de acuerdo con los cien-

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tíficos extranjeros, es nuestra telergia —ini lucncia-fuerza-psicoci-nética—, pues ignoramos cual es su alcaúcc real, variable según las personas (más o menos sensitivas), pues en realidad siempre hemos estado trabajando con un número determinado de personas, siempre las mismas, aunque en otra seiie de experimentaciones es muy posible lo hagamos de otra forma.

Se ha observado en muchas grabaciones que el micrófono pare-ce de pronto accionado directamente, o desde una gran proximidad. Este hecho también lo han observado otrs personas que han efectuado psicofonías en plan de curiosidad. Acostumbra ser enton-ces cuando realmente se produce ese extraño anuncio que casi siempre precede a la grabación: se trata de un ¡ críp! metálico, indiscernible y generalmente fuerte, que viene a representar —es un símil— como la señal de entrada de una energía anexa, vibrante, viva, produciéndose entonces la grabación paranormal. (Ese ¡ crip! sólo queda grabado en la cinta, y jamás ha sido oído directamente). Pero cuando nosotros faltábamos, esto fallaba, o sea, que no se notaba nada absolutamente, pues la cinta quedaba en blanco y nada anormal aparecía en la misma al pasarla. También se ha recomen-dado siempre que mientras se esté grabando, se vigile constante-mente la aguja indicadora que lleva la mayoría de magnet5fonos, pues indica visiblemente las oscilaciones en la grabación. La aguja es una permanente constatación de la intensidad de sonido que re-cibe el magnetófono a través del micrófono.

Hemos comprobado en muchas ocasiones que cualquier ruido, por muy tenue que sea, la aguja lo ucusa, con mayor o menor intensidad según sea el aparato, pero nunca lo manifestará en una grabación de tipo paranormal, o sea, una psicofonía. Esta compro-bación viene efectuándose desde hace años en todas partes.

En lo que atañe a la entrada, auténticamente misteriosa, de una energía que, con o sin micrófono graba, liemos comprobado en que hay momentos en que parece que el magnetófono está vi-brando, tal es la potencia de entrada de esta misteriosa energía. Aunque se trate de una posible sugestión, subjetiva, es curioso que ha sido observado muchas veces por personas que eran total-

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mente escépticas a las mismas psicofonías, hasta «negativas» a la investigación.

En todas nuestras experimentaciones hemos intervenido casi siempre las misrras personas, en un total de doce, por turnos de cuatro cada vez. Se han efectuado asimismo toda clase de pruebas y anotaciones físicas, como temperatura ambiente, interior y ex-terior, humedad, presión atmosférica, etc. Tampoco se produjo nunca ninguna otra clase de fenómeno paranormal durante las grabaciones. Hemos usado también inmejorables brújulas de dife-rentes tipos y usos, así corno infinidac de aparatos electrónicos que, a decir verdad, no nos sirvieron para gran cosa. Asimismo efectua-mos incalculables fotografías con cámaras de muy buena calidad y películas sensible apropiadas, infrarrojos inclusive, y jamás que-dó nada verdaderamente paranormal en ellas, escepto en Santa Oliva, lo cual, a decir verdad, científicamente todavía está en es-tudio.

Por otra parte, las brújulas colocadas —idea de unos metapsí-quicos argentiros— tampoco acusaron la más pequeña variación magnética, a pesar de las barbaridades que se han escrito en revis-tas y Prensa sensacionalista, aunque sabernos y estans de acuerdo con lo manifestado por el profesor alemán Hans Bender, de la Universidad de Friburgo, cuando su visita a Belinez de la Moraleda en compañía de don Germán de Argumosa, el cual manifestó que: «Muchos casos llamados paranormales, deberíamos tener en cuen-ta que realmente pertenecen a una naturaleza ampliada a otra rea-lidad que posiblemente sobrepase la misma realidad tridimensio-nal que nos comunican nuestros sentidos» (sic).

Primeras experimentaciones en plan científico.

Cuando por vez primera colocamos un magnetófono en una pequeña cueva, en parte cegada, y restos de un pasadizo subterrá-neo en una antigua pero magnífica casa solariega en Santa Oliva, con anterioridad, o sea cuando conocí la finca, me había preguntado más de una vez, perc realmente sin saber el porqué, si allí podía

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existir verdaderamente alguna clase de enterramiento antiguo, dada su cercanía con el castillo, una de cuyas torres está perfectamente conservada, y que según una antigua leyenda, aquella finca había pertenecido precisamente a los auténticos propietarios del mismo.

La realidad del «por qué» de aquel pensamiento, lo ignoro to-davía, pues creo ser persona reflexiva, a veces con exceso, lo cual hasta me perjudica, pues cuando trabajo en plan científico mis juicios suelen responder siempre a un proceso mental elaborado ri-gurosamente, a veces en contra de mis propias convicciones de siempre. Pues bien, reconozco que jamás tuve el menor motivo para pensar así, y lo afirmo honradamente; nada, pues, inducía a una suposición tan gratuita y fantástica.

Mi pensamiento en aquellas fechas fue de lo más ilógico, quizás hasta anormal; incluso llegué a soñar varias veces en ello, lo que achaqué a una perturbación emocional que me hacía sentir o ac-tuar en forma que no estaba relacionada con las verdaderas cir-cunstancias de un hecho real, lo que podía ser hasta un principio neurótico. Y aquello me preocupó.

Pues bien; lo realmente pasmoso fue la primera grabación, a la cual asistió la misma propietaria de la casa, conjuntamente con algunos familiares. (Uno de los cuales fallecía a los pocos meses.) Al rebobinar la cinta escuchamos asombrados el siguiente mensaje grabado:

«Cavar tumba... tumba... tumba... ¡ gracis! » Posteriormente cuantas veces hemos grabado, y han sido bas-

tantes, una de ellas en compañía de Germán de Argumosa —introduc-tor de las psicofonías en España, e íntimo amigo de Raudive y otros científicos, que están todavía estudiando el problema desde hace muchos años—, y las efectuadas por personas ajenas a noso-tros, como las hechas con el cuerpo de redacción de la «Revista Karma-7», en abril de 1973, ha venido a suceder lo mismo y siem-pre con cierta insistencia, pero lo más destacado en psicofonías en aquella gran casa fue siempre: Tumba! cavar.., cavar.., abrir...

Por muy particulares circunstancias —y fue una desgracia—han quedado incontestadas muchas preguntas. En aquellas fechas

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hicimos experiencias hasta por telerradiestesia, y por conducto de persona muy sensitiva que ignoraba lo de las psicofonías en la fin- ca. Estas pruebas las efectuamos de forma muy discreta en el mismo local de la «Asociación de Radiestesistas de Barcelona» (la única oficial que hay en España).

Por telerradiestesia, sin mi presencia, e ignorando día y hora, un radiestesista localizó la cueva y el lugar intuido por nosotros como un posible enterramiento. Posteriormente lo efectuamos in situ con radiestesistas directamente en la misma finca, sobre el terreno, y el resultado fue el mismo, pero indicando uno de los ra-diestesistas que posiblemente allí estaba bajo tierra «algo más» que un cadáver...

Realmente fue muy curioso que tuviéramos unos y otros des-de el primer momento clara idea de lo que veían, con o sin péndu- lo; de todo aquello, «allí», precisamente en aquella casa y en finca tan enorme y hermosa como aquella. Jamás tuve el más pequeño motivo, ni existían historias extrañas, leyendas de guerra o críme- nes, como sucede a veces, por lo cual creí, y desde luego es una hipótesis más, que seguramente el propio pensamiento influyó en las primeras psicofonías efectuadas, hasta el punto de plasmar en el lugar ideas fijas, creando inconscientemente lo que llamaríamos «un hecho fantasmal» de nuestra mente (es un símil) que personas sensitivas, como son los radiestesistas, captaron directamente al visitar el lugar.

Pero realmente había algo que no encajaba con mis métodos de trabajo. A distancia, por telerradiestesia, y sin mi presencia física: ¿era posible captar lo mismo? Difícil de aceptar. Pero de todas formas, a partir de entonces y precisamente desde aquella experimentación, fui más cauto, más desconfiado, pues hasta lle- gué a creer que mi propio pensamiento, inconscientemente, era el verdadero culpable de las grabaciones psi, y culpable que por tele-rradiestesia pasara lo mismo, pues se llegó a detectar el mismo lu-gar, con escasa variación.

Fue entonces cuando otra pregunta empezó a mortificarme. Si realmente queríamos trabajar en plan totalmente «científico», ¿en

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motivos «de qué y por qué» sabía inconscientemente que en aque-lla cueva, o en aquel pasadizo, existía un, o unos, enterramientos, quizá de siglos? Y sucedió lo más ilógico: se obtuvieron fotografías paranormales. ¿Era lógico pensar también que mi «inconsciente» sabía el lugar, las palabras, así corno la fecha de dichos enterramien-tos? Muy hipotético. Y lo agravaba más el hecho fotográfico de unos rostros horripilantes. Quisimos fotografiar la cueva, y salieron los rostros. Fueros sólo tres las fotografías, pero convincentes y también asombrosas; y grabadas en la cinta las fechas...

¿Casualidad? ¡No, y mil veces no! ¿El «inconsciente»...? Utó-pico.

Haré un inciso para aclarar lo que realmente es una fotografía llamada paranormal y que son las famosas y discutidas «psicofoto-grafías» de siempre, de ayer y de hoy, cuando las analizó en su día la estudiosa metapsíquica. Generalmente las llamamos así, pues se trata únicamente de fotografía «mental». Al fotografiar el rostro de una persona desde una distancia de 50 centímetros, lo normal es que esa persona quede retratada en un primer plano (close up), pero en el caso de un célebre sensitivo, o médium, norteamericano, Ted Serios, al tomarle una fotografía, caben otras cuatro posibili-dades: que aparezca en forma borrosa su rostro preocupado; que se obtenga una fotografía totalmente negra, como si el obturador y el flash no hubiesen funcionado; que se logre una foto totalmente blanca, como si por fracciones de segundo la escena hubiera es-tado iluminada por miles de voltios, o, finalmente, que la película registre algo increíble: «el pensamiento de ese extraño individuo».

Desde luego, todos sabemos que la historia de la efluviografía está llena de fraudes, pero hemos de partir del caso que Ted Serios ha sido estudiado por una Universidad, y de ello se encargó muy seriamente el doctor Jule Eisenbud, de la Universidad de Den-ver. En el caso tratado, y sobre el cual se han publicado varios libros, quedó totalmente excluida la posibilidad de truco.

No es, pues, necesario ahora hablar de un caso que empezó a

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estudiarse en diciembre de 1962. Fue realmente un caso asom-broso para los científicos de todo el mundo. El examen sistemático y el posterior reconocimiento del mundo «interior» de Serios, lle-varon al profesor Eisenbud a conclusiones tajantes: se encontraba por, vez primera en presencia de un «ejemplar tipo)> de comporta-miento totalmente anómalo e imprevisible, debido a su especial capacidad de producir fenómenos paranormales. Posteriormente la ciencia ha descubierto otros varios, y el último —no en fotogra-fía paranormal, pero sí en algo todavía más difícil— es el ex sar-gento de las fuerzas israelíes, Uri Geller, de 25 años de edad, que dobla objetos metálicos —entre otras cosas— por la fuerza de la voluntad, de lo cual ha hablado muchísimo la Prensa y la misma Televisión de todo el mundo.

Y Uri Geller, con la fuerza del pensamiento «funde» cualquier película y hace cosas todavía más asombrosas. Los experimentos parecen fruto de la magia, pero se han estado cumpliendo desde hace dos años, respetando una rigurosa metodología y en presencia de testigos por una parte libres de toda sospecii.., y por otra autén-ticos científicos, que han avalado las experiencias realizadas hasta la fecha.

Hace unas décadas un ingeniero inglés apellidado MacCarthy realizó unas sorprendentes experiencias de fotografía supranormal, o paranormal, bajo la dirección y severo control de una comisión que incluía a algunos parapsicólogos, un fotógrafo profesional y un diplomado de la Universidad de Cambridge. MacCarthy aceptó sin objeción alguna las condiciones que le fueron impuestas: la comisión escogió el local en que tendría efecto la experiencia, ad-quirió la cámara fotográfica y las películas, se le prohibió en forma terminante tocar la cámara y el material sensible antes, durante, y después de la prueba.

El ingeniero fue minuciosamente registrado y se le situó en un rincón de la habitación, con las muñecas atadas. La cámara fue operada por los miembros de la comisión, pero a pesar de todo, MacCarthy impresionó las películas, y en ellas aparecieron dos «extras» tal como antes había dicho, y que fueron reconocidos

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como la madre y un pariente ya fallecidos de dos de los asisten-tes... Como si fuera poco, la comisión todavía le pidió que inscri-biera en una placa un versículo de la Biblia escrito en chino, y así ocurrió.

El caso, como se comprenderá, rompía muchos moldes, y pos-teriormente se quiso revelar que aquellos prodigios no tenían nada de paranormal, y que había usado de algún truco especial, no pre-visto, o sea una auténtica prestidigitación. Hace unas décadas, no interesaba que hechos así transcendieran; era preferible insinuar extrañas manipulaciones y trucos... porque la efluviografía nunca ha podido ser aceptada por la ciencia clásica, ya que, como las operaciones psíquicas, y las mismas psicofonías, no se pueden ex-plicar: no hay explicación técnica ni científica que valga; o se acep-ta, o se rechaza. Y las discrepancias seguirán entre los mismos parapsicólogos, según sea su postulado o escuela.

Las fotografías que nosotros habíamos hecho en aquella casa, eran fotografías totalmente paranormales. ¿Explicación? Confirmar, apoyar las mismas grabaciones. Aquellos rostros, posiblemente, eran de los seres que en otra época fueron enterrados allí. Esta es la única explicación, por asombrosa e ilógica que parezca a simple vista, fenómeno complejo, y que reconozco noblemente, está en contradicción con todas las leyes científicas, y creo que por ello aumenta cada día más la curiosidad por estos estudios.

La duda ha seguido mortificándonos desde entonces por cuanto una cosa no la pudimos hacer nunca: el cavar. Si bien entonces, al principio, encontramos muchas pegas —las razones son obvias y fáciles de comprender—, posteriormente, para agravar el hecho, inopinadamente, sin aviso casi, la mansión fue vendida, ya que en aquel entonces había fallecido el esposo de la propietaria de la finca.

Estoy de acuerdo totalmente con el célebre profesor, investiga-dor y estudioso de las psicofonías, Giuseppe Crosa cuando dice: «Lo que me interesa no es saber lo que "es" esto; lo que me inte-resa es saber que esto "es", que se trata de un fenómeno real, autén-

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tico e independiente de mi personalidad consciente, de mi patrimo-nio individual, cognoscitivo... » (1).

En el futuro quizá logremos unos y otros comprender el fenó-meno. De momento se trata de conocerlo bien y clasificarlo; de presentarlo al mundo en clave científica, de identificarlo correcta-mente. La verdadera respuesta vendrá algún día, si es que llega... Yo estoy totalmente convencido; no sé lo que es, pero existe.

(1) Conversaciones con Constantino Raudive, por Vintila Horia, «Tribuna Mé-dica», página 19, 7 de junio de 1974.

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CAPITULO SÉPTIMO

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La facultad de descubrir lo paranormal, hasta lo que vulgarmente diríamos «so-brenatural» es especialmente fuerte en los perros. Gracias a ellos «sé» cuando una cinta magnetofónica va a quedar gra-bada por las voces de los entes de «otra» dimensión, o no. Siempre he sabido, gra-cias a mi buen perro, cuándo las psico-fonías eran positivas, o cuándo perdía el tiempo en ello. Efectivamente, hoy sabe-mos que la facultad de descubrir lo so-brenatural es casi una realidad en los pe-rros, entre otros animales...

CHA1uis McCREERY.

(Director de la Unidad Psicofísica de Es-tudios de la Universidad de Oxford.

Experimentaciones en grupo (Primera Serie)

Hemos notado que sin nuestra presencia física los seres-voces, o como quiera llamárseles, no graban. Hemos efectuado muchas pruebas muy rigurosas. Durante quince días alternos, en diferentes épocas, o sea en verano e invierno (parte) de 1972 y primavera de 1973, hemos colocado varios magnetófonos de diferentes marcas y calidades, nacionales y extranjeros, en casas semiabandonadas y en parajes solitarios, cerca de los pueblos de Ginestá (en una casa de labradores), en Pratdip y Tivissa.

Los aparatos fueron por primera vez puestos en marcha por control remoto, abandonando antes las casas o lugares, y apartán-donos unos 300 metros aproximadamente de los magnetófonos. En todos los casos la grabación, siempre nocturna, fue nula en todos

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los aparatos (sólo rumor blanco), excepto algún crujido de los mismos muebles, o de las vigas —casas muy viejas—, el rumor del viento, el grito de algún ave nocturna, chillido de ratas u otros animales, etc. Lo normal.

Ahora bien; esta misma operación la efectuamos por tres veces consecutivas en una cueva bastante grande cerca del pueblo de Tivissa y otras dos en una sima en sus cercanías. Las experimen-taciones resultaron también nulas. Volvimos a repetirlas en Santa Oliva, en la anteriormente citada cueva, meses después (una de ellas fue precisamente con los componentes del cuerpo de redac-ción de la revista «Karma-7», pues algunos, entre ellos el antiguo propietario, eran escépticos a las mismas). Pues bien, y como decía en el capítulo anterior: en los dos magnetófonos colocados en la indicada cueva tampoco quedó nada grabado, como nos había sucedido anteriormente, porque en la cueva no había nadie mien-tras se efectuaba la psicofonía, aunque la distancia en metros entre los aparatos y nosotros eran inferior a la usada en los pueblos indicados anteriormente, o sea escasamente veinte o treinta metros.

El total de pruebas efectuadas, solamente en el pueblo de Tivissa, sobrepasaron las 80 grabaciones con un total de treinta y cinco horas. Entre los pueblos, maravillosos, de Pratdip y Ginestá, especialmente en el primero, fueron más de dieciséis horas de tra-bajo en total, en esta primera serie, y siempre en la forma que se ha indicado al principio, o sea, sin nuestra presencia física.

Segunda experimentación en grupo

Se efectuaron doce experiencias más en cada uno de los pue-blos indicados, en los mismos parajes, en los mismos días y en la misma época del año. Se hicieron dos experiencias diarias de unos quince a veinte minutos cada una y las condiciones ambientales fueron casi siempre las mismas, o sea: igual temperatura, grado de humedad ambiente, presión atmosférica, etcétera, estando pre-sentes durante la grabación las mismas personas del grupo de tra-bajo, cuatro en total cada vez.

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Las grabaciones fueron todas positivas, siendo las mismas de tipo mixto, o sea: unas veces contestaron con más o menos clari-dad a preguntas efectuadas en voz alta; otras mitad por mitad, a preguntas mentales únicamente, pero escritas en un cuaderno co-lectivo, y con la firma de todos, a fin y efecto de tener constancia de las preguntas, turnos, y evitar posibles errores de interpretación posterior al rebobinar la cinta, corno les sucede a muchos.

En todas las grabaciones las contestaciones fueron bastante positivas, algunas muy convincentes, pero el nivel intelectual de las mismas no fue a veces muy edificante, pues según las preguntas hasta gastaban bromas... Debo hacer constar al mismo tiempo que tuvimos dos preciosas precogniciones que se cumplieron, y queda todavía una, que guardamos celosamente, relacionada con la situación de constante tirantez entre Israel y sus vecinos geográ-ficos. (Psicofonía efectuada el 12 de agosto de 1972.)

Por cierto que nos sucedió un caso muy curioso. Efectuába-mos una psicofonía con una pregunta base; algunas fueron con-testadas, otras no, pero al final de la cinta oímos perfectamente un grito y la palabra: «Kippur... kippur... kippur!» repetida tres veces. Confundiendo dicha palabra por muerte, roto, destruido, etc. (creo que en alemán se pronuncia «kaput»), al hacer una nueva grabación, casi al empezar, quedó grabada una voz de mujer que nos dijo: «Expiación! Yom Kippur... ¡muerte, no...! Mehdal Mehdal... »

Entre nosotros no había ningún israelita, y desde luego, aquel verano no nos preocupaba la política internacional.

Tercera serie de experimentaciones

Antes de empezar debo decir que la palabra «Mehdal», según pudimos averiguar casi un año más tarde, se trata de una palabra hebrea, y significa «fallo en el cumplimiento de un acto que debía haberse realizado», y por lo visto guardaba para los israelitas un significado muy especial, casi inolvidable; verdadero recordatorio de la falta de preparación y descuido, ante el ataque desencadenado

9. - EX' LOS CONFINES

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por los árabes en el «Yom Kippur» del 6 de octubre de 1973. Pero lo realmente fantástico es que dicha psicofonía la hicimos el 26 de agosto de 1972, casi catorce meses antes... ¿Entonces?

Estos apuntes han tenido la oportunidad de leerlos unos eso-téricos amigos nuestros. Según ellos, lo que estamos haciendo con las psicofonías es brindar un nuevo argumento a los espiritistas, y acusan a la Parapsicología de fraude bajo el aspecto metafísico y metapsíquico. Según ellos —y también lo he consultado con her-metistas, teósofos, rosacruces, y antropósofos argentinos (segui-dores del filósofo Rudolf Steiner)—, según ellos, repito, recibimos falsos mensajes siempre, o bien quedan grabadas comunicaciones incompletas que no nos vienen de los espíritus, sino de restos aní-micos que todavía están cerca de nosotros, o que precisamente vagabundean en nuestro plano, y nada tienen que ver con los espí-ritus, o sea, con la verdadera vida en el Más Allá.

Según los teósofos, concretamente, las comunicaciones son de entidades que no tienen ninguna relación con la Verdad, con los espíritus, porque realmente no representan más que partes parcia-les, retazos de una memoria muerta, fragmentos de lo que pudo ser un ser viviente, con su energía que tarda en desintegrarse, y que lleva, como un último aliento de vida, algo de la personalidad que ha formado junto con el espíritu, el cual, sin embargo, ya no está en nuestro plano para dar testimonio de lo que sucede. Este aspecto del problema, bien estudiado, tiene su miga, y desde luego es muy complejo, difícil de exponer, explicar, y más todavía com-prenderlo, pues afirman convencidos que estos «restos anímicos» que están ahí, pueden ser captados, e incluso utilizados, para el bien de nuestros hermanos, como saben hacerlo los rosacruces, según los centros iniciáticos de San José de California, y otros de Europa central.

Según la teosofía, el espíritu se va hacia una dimensión o espacio, estadio (cielo), con el que los vivientes no podemos tener ningún contacto así como así —no es imposible de todas formas—, integrándose a un universo esencialmente distinto del nuestro, algo así como el antiuniverso (o co-Universo). El doble etérico

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(cuerpo etéreo), el astral y mental, terminan por desintegrarse, y el Ego (causal), con su inteligencia, se reintegra al espíritu (Alma-Es-píritu).

Así, estos restos parciales, ese aliento de vida, sólo son cons-cientes y activos en los subplanos inferiores del astral. La Con-ciencia de un hombre en este nivel está concentrada en la parte inferior de su cuerpo astral y su vida será gobernada sobre todo por las sensaciones relacionadas únicamente con el plano físico.

Para la teosofía, el alma del hombre no tiene sólo un cuerpo, sino muchos. Y cuando aquél se halla suficientemente evoluciona-do puede manifestarse en los diversos planos de la naturaleza. Es que el hombre posee apropiados vehículos, compuestos de materia de cada uno de aquellos planos, y a través de estos variados vehícu-los es capaz de recibir las impresiones procedentes de los mundos a los cuales pertenece...

Desde luego, la enseñanza «esotérica» es muy antigua; agnósti-cos, neoplatónicos, hermetistas, alquimistas, astrólogos, etcétera; y por otra, los mismos templarios y posteriormente los rosacruces afirmaron siempre, a veces con asombrosa documentación gráfica, que todas las religiones del mundo poseen una base común, y todas enseñan la misma verdad, pero bajo distintos aspectos, lenguajes y ciertos rituales; pero su fondo, su verdad, su auténtica esencia, son idénticos.

El estudio y la comparación filosófica de todas las religiones es una labor apasionante. Veamos algunos pensamientos...

Hay una verdad —una gran verdad— que no cambia a lo largo de milenios y la encontramos en todas las religiones: es la voz, la palabra, o los escritos, y también lo han afirmado los profetas, principalmente Jesucristo, Hijo de Dios. Son dos verdades funda-mentales: Dios, como creador del mundo, y la eternidad del Alma (o Espíritu); y ambas verdades son el gran consuelo de los morta-les, ya que pueden crearse desde el pedestal efímero de la vida mate-rial, la propia eternidad con sólo cumplir los mandamientos esta-blecidos, purificando el alma, puliendo sus aristas, amando y honrando siempre a su Creador. La comunicación también entre el

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alma y su origen y hogar eternos, etc. Todos los libros sagrados, desde el principio nos plantean las mismas verdades, pero teniendo en cuenta el ser histórico, racial y también geográfico de cada pue-blo.

Sin embargo, dichas verdades no están realmente al alcance de todos, Por otra parte existe hoy una auténtica falta de fe, pero el hombre busca, necesita creer, y sigue inconscientemente buscando a Dios, hoy más que nunca; y la necesidad de las psicofonías, lo demuestra. Es curioso que en una época tan materialista como la actual, este tema sea precisamente el predominante. La misma «BBC» de Londres efectuó recientemente una pregunta a diez per-sonalidades religiosas, o agnósticas, de diversos continentes. Entre los interrogados estaba el cardenal Suenens, cuya respuesta ha aparecido también en la revista «Pastoralia» de su diócesis. La pregunta era la siguiente:

—Qué espera usted personalmente después de la muerte? El cardenal Suenens, después de narrar brevemente la historia de su propia vocación, consagrando su vida a enseñar el Evangelio a los demás, como secreto y camino para conseguir la eternidad, afirmaba que la vida perdería para él todo su sentido si no esperase algo después de la,muerte.

—Morir —continuó diciendo— es ver con ojos nuevos la glo-ria de Dios y descubrir con admiración y sorpresa cómo Dios estaba siempre presente en mi vida diaria, tanto en la alegría como en el sufrimiento. Nuestra vida nueva será una acción de gracias de inmensa amplitud.

»La muerte —concluye el cardenal Suenens— es un comienzo y no un fin. Pasamos del Tiempo a la Eternidad, de la muerte a la vida. Nos desprendemos de los sufrimientos pasajeros para entrar en una alegría sin fin. Bendito sea este mundo venidero, y bendito sea el nombre del Señor».

Hace tan sólo unas semanas le hice la misma pregunta a un ex lama que habita en nuestra ciudad, y a quien yo he dedicado este libro; su contestación fue la siguiente:

—Ante todo, amigo mío, piense y mentalice que la muerte no

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es tal muerte. La muerte en la Tierra significa nacimiento a la Vida Superior, la verdadera vida. No hay muerte, porque éste es el mundo de la ilusión y la vida auténtica es la venidera, cuando un día abandonemos este escenario de pesadilla en que nos movemos, mundo que es como una gran escuela adonde hemos venido a aprender nuestras lecciones. ¿La muerte...? No existe: es sólo un traspaso. Dejaremos la cáscara, el vestido viejo que es nuestra materia: nada más. Aquí venimos a cumplir una tarea, pues somos como alumnos de una gran escuela, y tenemos que esforzarnos para lograr que un día nos aprueben en los exámenes finales.

»La muerte? ¡ Por Dios, no temas! Nada hay en ella que pueda causarnos espanto. No temas el paso de esta vida a la verda-dera Vida Superior. Pero sí debes temer tu propio juicio, porque la realidad que el hombre no quiere comprender es que será él mismo quien se juzgará; y debes saber, que no habrá juez más duro que él mismo. El hombre reconoce, y condena con toda severidad, sus propias debilidades cuando pasa de este mundo al Más Allá. Enton-ces las escamas de los falsos valores se le caerán de los ojos, y podrá ver cara a cara la Verdad... Pero todavía, en un espacio de tiempo sin medida, se le dará una última oportunidad para arre-pentirse, ya que nadie es destruido, porque Dios es un Dios de bondad y no de castigo. No, no hay Muerte. Lo que hoy no com-prendes por ceguera, mañana será auténtico renacimiento a la verdadera Vida en el Más Allá».

Podría seguir por este terreno, pero creo que el lector mismo reconocerá que no hay necesidad. Este largo inciso ha sido preciso para que el mismo lector comprenda si debe seguir o no por este terreno de la investigación psicofónica, entre otras, pero sin falsos misticismos ni extremados «cientificismos» que a nada conducen! ¡ Y nada de curiosidad! A través de los años, a través de la metpsí-quica y posteriormente de la Parapsicología, he comprendido mu-chas de las Reglas de la Vida, como dicen los lamas. No hay necesi-dad alguna de cultos místicos, ni pseudoreligiones. «No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti», y creo que saldrás ga-

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nando si de verdad, como dice nuestra religión, hay un Juicio Final. Si no lo hay, también saldrás ganando, qué duda cabe.

Algunos dicen que la auténtica Inteligencia, y la verdadera Iniciación, las podemos conseguir si nos unimos a tal o cual culto, y también rezando y cumpliendo como buenos cristianos. Sigue con las eternas Leyes de la Vida, que sólo nos dicen: «Busca y encontrarás.» «Bondad y Amor...»

El verdadero conocimiento de los antepasados está escrito en lo más profundo de tu propio inconsciente: ¡Busca y lo encontra- rás!

Existen muchas publicaciones que tratan el tema del verdadero ocultismo y del Más Allá; algunos poseen cierta profundidad, pero otros son aterradores, con sugerencias inagotables. El problema del Más Allá ha preocupado siempre a los hombres que han tratado de penetrar en los arcanos de la muerte. Pero hay como un miste-rioso pensamiento registrado en el inconsciente colectivo de la Humanidad desde el principio de los siglos. El Kha o Ja de los egipcios, el aliento de las osamentas en la cábala hebrera, el regreso a la animalidad de Pitágoras y Platón, el cuerpo esférico de Oríge-nes, las religiones brahmánicas, el cristianismo y la redención, las ciencias llamadas ocultas, etc., han originado suficiente material para escribir infinidad de libros; algunos como el inolvidable Libro de los Muertos, del Tibet, son fantásticos, escritos por mano maes-tra, auténticos «conductores'> de la Humanidad.

Me gusta la investigación, y no temo al misterio. Pero si el lector investiga en el campo de la psicofonía, sea cual sea su posi-ción ante lo tratado hasta aquí respecto al misterio, le confesaré que rechazo con horror el vértigo de atracción que sienten algunos por sumergirse en ciertos arcanos. Cuidado! Pero si el lector se atreve a seguir por este camino, percibirá poco a poco un profundo amor a la vida tácita, a través precisamente de ese amor por la muerte, y experimentará además hondo entendimiento por la natu-raleza que le develará parte de sus misterios, si de verdad no teme

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mirar cara a cara la Verdad. Pero antes debe meditar muy profun-damente: hay verdades incomprensibles...

Continuando con lo dicho anteriormente, sea cual sea nuestra religión, encontraremos que la psique, el alma, el ego o como se le quiera llamar, no desaparece después de la muerte física, y ello constituye el verdadero interés, estudio y busca de comunicación, por parte de todos, inclusive de los mismos teósofos o aquella mi-noría de adeptos a la antroposofía, secta de religiosos privilegiados, fecundados por el cristianismo y la idea del Cristo Cósmico, del célebre filósofo Rudolf Steiner. El alma, nos vienen a decir todos, realmente emigra a otro sitio, quizás al antiuniverso, a otro plano, estadio, etcétera. ¡Bien! Pero a través de un médium, o a través de un magnetófono, se puede poner en contacto con nosotros, si Dios lo permite. Quizá las psicofonías sean realmente un «espiri-tismo tecniflcado» a tenor con nuestra actual civilización materia-lista, agnóstica y pragmática, pero sobre todo, tecnificada y suma-mente científica.

Pero hay unas sorprendentes revelaciones de hombres cientí-ficos, bien considerados, que desde hace unos años han estado estudiando muy detenidamente el problema, y nos consta que jamás fueron unos grandes creyentes, y menos místicos: entre ellos Konstantin Raudive, y el doctor Giuseppe Crosa (por cierto ambos fallecidos; en septiembre y junio de 1974, por este orden); sus revelaciones estaban basadas en la conclusión de que las «vo-ces» llamadas «del espacio», no son más que algo así como verda-deras masas-medios del Más Allá, que tratan desesperadamente de decirnos algo, de darnos cuenta —quizá— de su verdadera existencia, y de ayudarnos dentro de lo permitido, comunicándonos cuanto pueden decir o explicar sobre un mundo —su mundo—donde van a parar, o viven, una vez desprendidos de su envoltura carnal.

Pero también es verdad que otros, como Hans Bender, de la Universidad de Friburgo, y en nuestra patria, los doctores Ricardo

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Puncernau —neurólogo y psiquíatra, presidente al mismo tiempo de la «Asociación Española de Investigaciones Parapsicológicas»—, doctor Linares de Muja, etc., etc. (un largo etcétera), sostienen un punto de vista totalmente mecanicista materialista, indicando que dichas voces son la expresión incontrolada de nuestro propio in-consciente. Y así, más o menos, toda la escuela o postulado meca-nicista, lo que demuestra que el aspecto del problema sigue en pie, complejo y difícil. Veamos el «Addendum» demostrativo que acabo de recibir (1):

1.0 No se dan nunca psicofonías si no hay un ser humano vivo cerca del magnetófono. No confundir con otro fenómeno dife-rente que lo simule y con explicación física poco conocida.

2.° Las palabras o frases que se oyen en las psicofonías se corresponden con la categoría intelectual de algunos de los presen-tes.

3.0 ¿Por qué contestar siempre con monosílabos o frases muy cortas? ¿Por qué? ¿Qué ley lo rige? ¿Lo ordena algún «espíritu»?

4.0 ¿Cómo es que si se abandona el magnetófono en marcha no se graba ninguna voz, ni ruido significativo? Me he pasado noche tras noche invocando y llamando inútilmente, lo que demuestra que no son un fenómeno del Más Allá, sino subconsciente, de modo que la misma persona es la que actúa como agente inductor.

5.0 La tensión emotiva favorece la producción de psicofonías. Asimismo los estados de relax.

6.0 Con frecuencia la voz no se parece, puede simular incluso voces de niño, ruidos diversos, músicas, etc., pero si se estudian los trenes de ondas, no del timbre o del tono, sino de la modulación de la voz, se puede encontrar la persona inductora subconsciente.

(1) Al terminar de escribir este libro, el doctor Ricardo Puncernau, por en-fermedad, no es Presidente de la Asociación Española de Investigaciones Parapsi-cológicas, por lo cual se podría considerar su célebre «Addendum» como una opi-nión muy particular, pues realmente el doctor Puncernau no ha efectuado psico-fonías hasta hace muy poco. De todas formas deseamos fervorosamente un pron-to restablecimiento del célebre neuropsiquíatra, ex director de Neurología de la Clínica Universitaria de Patología General, y vicepresidente —entre otros cargos—de la Sociedad Española de Sofrología y Medicina Psicosomática.

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Para su estudio comparativo es necesario que sea voz grabada conscientemente con el mismo magnetófono de la psicofonía, mis-ma velocidad, igual intensidad, etc.

7.0 A ser posible, se deben usar auriculares amplificadores. 8.0 Se debe evitar toda interpretación sugestiva sobre lo que

dice la voz. Se tiene tendencia, en casos que la voz es confusa, a oír aquello que le han dicho «que decía'>, y luego hay una fijación que lo hace oír siempre así.

9.° En algún caso, se pueden captar voces lejanas, actuando entonces el subconsciente del inductor como estación repetidora o de enlace, semejante a las de la Televisión.

10.0 Alguna rara vez se pueden grabar psicofonías en lenguas desconocidas por el consciente de los asistentes, pero memorizadas por su subconsciente.

11.0 Las psicofonías pueden, raras veces, fundamentarse en captaciones telegnósicas del inductor, que afloran y se emiten en aquel momento.

12.0 Algunos de estos hechos han hecho pensar a algunos en la existencia de espíritus del aire o en seres del Más Allá.

13.0 Las psicofonías son fenómenos de aquí, no del Más Allá. No sirve forzar la concentración consciente, más que como prepa-ración al estado hipnoidal o de relax, y fluidificación de las imáge-nes emotivas del subconsciente (sic).

Por mi parte, sin comentarios. Cada uno es libre de opinar como mejor le parezca.

Pero reconozcamos, unos y otros, que la mayoría de casos y de fenómenos parapsicológicos se mueven dentro del terreno de las hipótesis. Dentro, pues, de este enorme campo, lógicamente tienen que existir varias tendencias. No obstante, la mayor parte de los parapsicólogos opinan, cada vez con mayor firmeza, que la causa-ción de los fenómenos paranormales no se halla en el plano ontoló-gico de los efectos; es decir, trasciende nuestro espacio tridimen-cional.

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Última serie de experimentaciones

Puestos los magnetófonos a una distancia de diez-doce metros de los investigadores, cuatro en total, de doce grabaciones psico- fónicas sólo cuatro fueron realmente positivas, aunque bastante débiles, pudiéndolas entender gracias a usar auriculares amplifica-dores.

Las restantes psicofonías prácticamente fueron negativas; al-guna voz solitaria, rumores lejanos, música extraña, algo todo ello anormal.

De toda esta tercera serie, una vez bien estudiadas hasta por personas ajenas a nuestra organización, sacamos una consecuencia que expongo siempre como una hipótesis de trabajo a tener en cuenta, nada más. Parece realmente que sin nuestra presencia física, no queda nada grabado; cuanto más cerca estamos —y entonces lo confirmó la experiencia de meses— de los aparatos, mejor es la grabación. Otros grupos de nuestra ciudad han obser-vado idéntica circunstancia.

Ahora bien; a finales de enero próximo, efectuaremos nueva-mente una serie de ochenta horas de grabación, repitiendo todo el ciclo, y una vez conseguido realizaremos una nueva experimen-tación con un grupo de parapsicólogos catalanes, que en síntesis consistirá en lo siguiente:

Se colocarán magnetófonos en cierto lugar solitario, a 450 metros de altitud, apartado de todo núcleo habitado. Por control remoto, a una hora determinada, se pondrán en marcha los apara- tos, y el grupo de trabajo deseará telepáticamente, con toda inten-sidad, que la grabación paranormal se efectúe. Cuatro de las per- sonas de nuestro grupo son personas muy sensitivas, habiendo establecido con anterioridad que dichas personas poseen cierto gra-do perenne de percepción extrasensorial comprobado. Se ha ofre-cido para dicha experimentación un famoso clarividente argentino, que tiene la facultad de incursionar en el pasado y el futuro con la mayor facilidad. Fantástico «paragnosta» al que se le reconocen

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en el extranjero otros varios poderes; los experimentos que desea-mos efectuar son totalmente secretos de momento, ya que son pocas las oportunidades de encontrar en el estudio de la parapsico-logía a dotados que se presten a colaborar ampliamente con la ciencia y gratuitamente.

Es que, con cierta verdad, esos dotados auténticos, temen per-der sus poderes si se someten a procedimientos que en algo les perturben. También ocurre que, en la mayoría de los casos, esos poderes se dan en sujetos con mentalidad «mágica» o con creencias religiosas muy acusadas, que no son lo más apto para una labor de tipo científico. Es para nosotros una gran suerte tener a estas perso-nas en nuestro grupo de estudio.

Las preguntas se harán desde una distancia de un kilómetro y medio, o sea, desde una casa del pueblo (afueras), controlando el tiempo y la clase de preguntas que quedarán grabadas al mismo tiempo en magnetófonos colocados en el laboratorio provisional de experimentación.

Se efectuarán asimismo pruebas de sugestión telepática por hipnosis, y de clarividencia viajera por una sensitiva muy conocida en toda la provincia de Barcelona.

A nosotros, que nos consta, pues estamos totalmente conven-cidos, que la telepatía, así como la sugestión telepática (telebulia) es un hecho científicamente comprobado desde Rhine (Joseph B. Rhine, de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, consignó millares de casos registrados por él y su esposa Louise), nos hacemos hoy la siguiente pregunta: ¿se puede conse-guir, por el poder de nuestra voluntad, por el poder de la mente conscientemente, enviar nuestra energía «psi» a los aparatos? La experimentación afianzará o destruirá una hipótesis.

Posiblemente las opiniones estén divididas, hasta entre noso-tros mismos, pero las experimentaciones, aunque parezcan ilógicas, creo que siempre son convenientes, ya que el campo de estudio que se nos presenta es enorme, y afirmo convencido que es muy prometedor, de resultados verdaderamente insospechados. ¿No

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hizo Mitxell experimentos telepáticos desde el espacio exterior y desde la misma Luna, nuestro querido satélite?

Para algunos científicos, la experimentación suponía una ver-dadera tontería, un juego tonto; pero no opinó así Von Braun, ni tampoco los cerebros de la NASA

Cualquier parapsicólogo recordará que el mismo profesor Vasi-liev declaró, después de duros años de trabajo y experimentaciones de toda clase, que la sugestión a distancia podría adquirir una enorme importancia, totalmente insospechada hasta el presente para la misma ciencia y la vida, si el enlace telepático se realizara, como lo creemos algunos, gracias precisamente a la experimenta-ción constante, y también a una forma, de energía, o un factor desconocido, inherente únicamente a la forma superior de la mate-ria. La comprobación de la existencia de este factor —como muy bien decía Vasiliev— o de otra forma de energía (el caso de la cámara de los esposos Kirlian), podría tener una importancia igual al descubrimiento más fantástico que haya soñado el hombre.

Y desde luego, no se equivocó Vasiliev.

Experimentación a efectuar con animales

El motivo de querer efectuar la ya indicada experimentación tiene sus antecedentes en el campo de estudio parapsicológico. En el Congreso Internacional de Friburgo, Alemania (septiembre de 1968), con asistencia de celebridades mundiales, se dieron a conocer sorprendentes investigaciones con animales. En otros con-gresos posteriores se ha tratado la misma temática, pero como en Friburgo, en 1968, ninguno.

Los doctores André Rechsteiner y Jean Arcady Meyer, colabo-radores del famoso profesor Rén-iy Chauvin, informaron en este congreso sobre trabajos realizados con ingeniosos y complicados dispositivos electrónicos, merced a los cuales comprobaron la existencia de precognición —conocimiento del futuro— en ratas de laboratorio. Estas experiencias se hicieron en el Laboratorio de Psicofisiología Experimental de la Universidad de Estrasburgo,

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Francia, bajo la dirección de Chauvin, experto en psicología animal, considerado la mayor autoridad mundial en este campo. Karl Osis, experimentador e investigador nato, perteneciente a la Universi- dad de Duke, se ha especializado a su vez en la observación de fenó-menos paranormales en animales (perros, gatos, ratas y aves), logrando demostrar que las facultades parapsicológicas no SOfl

privativas del hombre, lo cual ya se demostró con anterioridad en el estudio de los delfines, por la escuela norteamericana.

En el mismo congreso, y en el terreno de la antropología cul-tural, el célebre doctor Erhart Brockhaus demostró infinidad de casos de auténtica percepción extrasensorial con los animales de la Costa de Marfil (África) que asombraron a los científicos dedicados a esta clase de experimentación (animal y vegetal). Como nota curiosa, también informó a la sala de un fenómeno extraño que había podido comprobar muchas veces, y que científicamente no tenía explicación: cuando un sacerdote-hechicero pronunciaba cier-tas palabras misteriosas sobre algunas gallinas, aquellas morían súbitamente, sin causa física aparente alguna.

Hay infinidad de hipótesis, pero desde luego, ninguna es con-vincente, como muy bien dijo el doctor Brockhaus.

En lo que se refiere a la experimentación que tenemos proyec- tada para esta próxima primavera, será efectuar la grabación, sin personas, pero con perros y gatos. Si está ya demostrado que el animal tiene una energía «X», parecida a la «telergia» humana, de potencialidad todavía desconocida, pero capaz de interesar a científicos como Rechsteiner, Meyer, Chauvin y Brockhaus, entre otros muchos, creemos puede ser interesante operar con ellos.

Como decía anteriormente, en el Primer Congreso de Parapsi-cología, celebrado en Barcelona los días 17 y 18 de junio de 1973, presenté una hipótesis de trabajo que en síntesis era la siguiente: Los «seres-voces», las «voces desconocidas», los «entes de otra dimensión», «el espíritu de los muertos'> (o como decía Germán de Argumosa: lo que realmente sea), opinaba y sigo opinando, mientras los científicos no me demuestren lo contrario —o nuestra propia experimentación no me lo demuestre fehacientemente— que

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hasta la fecha, sin nuestra presencia física no hemos podido obte-ner una grabación «paranormal». Según nuestra opinión, parece que no pueden grabar sin nuestra energía « ¿ telergia?» humana, o debemos pensar, que sin nuestra presencia, quizá no les interese grabar, lo cual también podría ser factible, si se acepta la tesis de seres de otra dimensión, sean sólo restos anímicos, sean realmente espíritus, como afirman algunos científicos extranjeros.

Ahora bien; después de ochenta horas de experimentaciones en lo que no estamos conformes, y no aceptamos así como así, es la hipótesis —que algunos presentan como tesis— de la escuela mecanicista-materialista, de que sea únicamente nuestro propio inconsciente. Hasta la fecha no hay una comprobación fehaciente en ninguna parte.

Es totalmente ilógico, y hay que decir las cosas como son, gusten o no, y no puedo creer que mi propio inconsciente sea el autor de una grabación efectuada en Tivissa, el pasado verano de 1973, en un lugar totalmente solitario, sin un ser viviente en un radio de varios kilómetros, quedando grabada una cinta en idioma alemán, cuando realmente jamás he estudiado este idioma, no tengo parientes ni ascendientes alemanes, y tampoco amistades alemanas. Entonces, ¿dónde y por qué del inconsciente...? En la cinta quedaron unas frases de aliento, y un precioso pensamiento de un célebre filósofo vienés que siempre admiré: Rudolf Steiner, fallecido en 1923.

De todas formas seguiremos investigando, seguiremos estu-diando sin prisas, y con toda humildad, pues creemos, respetando todas las opiniones, que posiblemente estemos en los albores de algo muy importante, pues el fenómeno de las voces podría llevar-nos de la imagen del mundo tridimensional a otra de cuatro di-mensiones, o quizá mejor diríamos, multidimensional, que no pue-de explicarse por los procedimientos técnicos de hoy.

Pero si las psicofonías fueran sólo un fenómeno más, reconoz-camos que el mismo es magnífico en sí, y lo viene demostrando el

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interés despertado en el mundo entero desde 1959. Pero creemos que hay algo más profundo, algo que debemos y tenemos que intentar comprender, sin falsos prejuicios que por su culpa entor-pezcan las investigaciones.

¿Acaso no se reconoce científicamente que con nosotros, a nuestro alrededor, y en todas partes, hay auténticas vibraciones de energía, de sonido y de luz que todavía no aceptamos, porque real- mente entre otras razones están más allá de nuestra comprensión?

Al llegar aquí me consta que he dejado algunas lagunas, pe-queñas o grandes cosas por matizar, y otras muchas olvidadas expresamente, como son ciertos pensamientos grabados, ciertas cintas, o sea, ciertas psicofonías <(que no debo comunicar todavía», y sigo creyendo que «por algo» que se me comunicó, pero que si lo publicara armaría mucho revuelo, lo cual no me interesa en absoluto.

Como habrá visto el lector, muchas grabaciones tienen su propia construcción, y su lógica especial, que parecen indicar un estado de cosas desconocido que no podemos comprender, dicho sea de paso. Que las voces siempre muestran un tono inconfundi-ble y un ritmo rápido peculiar en todas las cintas. (Será, acaso, «un incosciente colectivo»?...) Desde luego hay un hecho a tener en cuenta; los investigadores que desde hace años vienen estudiando el fenómeno, cada uno ha abierto a su manera un campo propio de estudio. Lo interesante, el día de mañana, será poder intercam-biar nuestras propias experiencias en busca de un auténtico conoci-miento, sin afán de notoriedad, como ha sucedido casi siempre, por desgracia.

Físicamente el fenómeno no está aclarado: lo podemos des-cribir pero no puede ser explicado. El problema básico estriba en poder explicar cuál es la fuente de la radiación. Se trata de una radiación electromagnética de la que conocemos aún muy poco, parte de un fantástico complejo que nos es totalmente desconocido, pero que el hombre intuye, y del cual a veces la misma física quántica nos habla apasionadamente.

Cuando los materialistas proclamaban a finales del siglo xix

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que verdaderamente faltaba muy poco para que se conocieran los últimos secretos del Universo, y se jactaban de no haber encontrado al alma con el escalpelo, florecía en toda su pujanza el espiritismo, auténtica pseudorreligión sin sacerdocio, que lamentablemente se desgastó al paso de los años por culpa de las supercherías y los shows de los vividores.

Ahora, cuando el mundo es todavía más materialista, más agnóstico y pragmático que nunca lo fuera, los fenómenos del Más Allá, la creencia en un mundo extraño al otro lado de la muerte —el antiuniverso de la física quántica— cobra un nuevo impulso en una generación que carece de fe, y se caracteriza por una morbo-sa credibilidad en la ciencia pura, y a veces, en una extraña contra-partida o pirueta, en ciertas ciencias ocultas, mitos terribles, mun-do irreal de hechicería con profundas raíces en extraños ritos primitivos como son las misas negras, el vudú candomble, la ma-cumba... Pero frente a estos hechos, y otros muchos que no quiero mencionar, pero que están en la mente de todos, se sitúan real-mente como una verdadera esperanza las incipientes investiga-ciones científicas de fenómenos para los que todavía se carece de una explicación verdaderamente racional.

En este marco cabe situar a las psicofonías, corno también a las operaciones psíquicas, a los hechos comprobados de reen-carnación. (Proyecto Theta, de USA, Universidad de Virginia, y del Indian Institute of Parapsychology, de Jaipur, India); temas de hoy, que si bien a veces se mueven entre el fraude y la extravagancia, por otro lado podemos situarlos ante la realidad de una ciencia psicofísica que promete para un futuro no muy lejano asombrosos descubrimientos.

Lo que verdaderamente me interesa recalcar al llegar al final del estudio de las psicofonías, es que la antigua división entre materia y espíritu, valedera desde Descartes, en parte se está esfu-mando, predominando cada vez más la progresión espiritualista.

Para mí, sólo había una manera de enfocar el problema que nos

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plantea la realidad psicofónica: la dimensión espiritual; pero debo reconocer que también hay otra, sustancial y rotundamente opues-ta: la materialista. Son dos técnicas distintas, por decirlo de al-guna forma, dos formas de situarse en una realidad que merece un análisis desprovisto ante todo de ideas preconcebidas. Para mí, como lo fue para Raudive y Crosa, y como lo sigue siendo para el reverendo Leo Schmid, Theodor Rudolph, Gertrud Flum, Giusep-pe Grazzini, Friedrich Jürgerson, etc., etc., las voces que recoge-mos en los magnetófonos son comunicaciones con el antimundo, con el mundo de los muertos, ese Más Allá donde nuestros seres queridos viven la verdadera vida en su estado perfecto: el espiritual.

Los materialistas opinan que las voces grabadas, no son más que una manifestación energética de nuestro fantástico inconsciente, una manifestación del poder que cada uno de nosotros lleva en su interior.

Y así, toda la inmensa pléyade de investigadores que se dedican al estudio objetivo de la fenomenología parapsicológica, en plan científico, se dan cuenta que es una ciencia que interesa cada vez más a los mismos hombres de ciencia. La Parapsicología está invadiendo de una u otra forma nuestras íntimas relaciones con la vida, y tal vez con el misterio del Más Allá, pero también porque entre sus enigmas están los misteriosos medios de curación psíquica y espiritual, la «otra medicina», de la que hablaremos en el próximo capítulo.

Me consta que algunos me tachan de total desprecio por todo lo dogmáticamente científico, pues afirman que aliento el esote-rismo, el cual vive un nuevo ciclo de austero renacimiento. Pero, ¿es posible que no se den cuenta que el hombre de nuestra genera-ción está cansado, y desea situarse en una órbita lo menos material posible, y empezar a conocer algo de esa inquietante promesa de vida en el Más Allá de todas las religiones del Universo...? ¿Acaso b sociedad de consumo en la cual estamos inmersos puede ver-daderamente satisfacer...?

Dcía Raudive, poco antes de fallecer, que de todo su trabajo de investigación creyó sacar en limpio, después de muchas noches

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a la escucha del antiuniverso, que realmente los «antimundos» existen, estadios sin tiempo donde conviven las almas...

La antimateria, o co-Universo de los físicos, quizá sea aquel Más Allá en donde sabemos que las leyes físicas carecen de vigencia.

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CAPITULO OCTAVO

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En la escala de lo cósmico, sólo lo fantástico tiene probabilidades de ser ver-dadero.

TEILHARD DE CHARDIN

La «Otra Medicina» (la cirugía del es-píritu).

Pocas oportunidades existen para encontrar explicaciones cien-tíficas a hechos que la propia ciencia tradicionalmente negó. Un ejemplo de las escasas oportunidades en que un científico se aboca a explicar fenómenos que están más allá de los poderes normales del hombre, lo tiene nuestra patria, en que gran parte del cuerpo médico todavía ignora que la Parapsicología acredita científi-camente la existencia de personas que tienen poderes extraordina-rios, a veces sin saberlo ellas mismas, y casos que, reconocidos por la población inculta, han sido muchas veces mirados con des-precio por quienes cuentan con una formación a nivel universitario.

Pero en nuestra patria hemos de reconocer que hasta la fecha pocas oportunidades ha encontrado la Parapsicología para poder estudiar sistemáticamente estos fenómenos en personas dotadas, pues generalmente no quieren colaborar ampliamente con la misma ciencia. (Casos que hamos estudiado han sido las experiencias extracorporales de laboratorio, pues les disgusta, y perturba en gran manera, el electroencefalógrafo y el electrocardiograma, in-dispensables; también, y es comprensible, la frialdad, la parte científica de las pruebas.)

También ocurre que en la mayoría de los casos, esos poderes se dan en sujetos con mentalidad mágica, o con creencias religio-sas acentuadas al máximo. Una gran parte de culpa la tienen las mismas Iglesias, pues son demasiado doctrinarias y dogmáticas —la religión, en las Universidades, se ha transformado en una ciencia más, enseñada por los teólogos, con sus dogmas, imposibles

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ya de cambiar— que realmente no son lo más apto para algunas tareas de experimentación de tipo científico.

Dentro mismo de la Iglesia católica, existen dos casos de per-sonas vivas que tienen manifestaciones de excepción, y que hoy, gracias a la misma Parapsicología científica, comienzan a ser des-cartadas como verdaderos milagros. Uno de estos ejemplos es el de la célebre monja alemana Teresa Newman, que reproduce en su cuerpo las heridas y los mismos sufrimientos que Jesucristo tuvo en su crucifixión. (Aquí me permito recordar que el padre Oscar González Quevedo, S. J., dijo en uno de los cursillos dados en Bar-celona sobre Parapsicología, que el indicado fenómeno debía ser considerado parapsicológico únicamente, aun cuando la hermana Teresa —según se dice— vive sin otra alimentación que la comu-nión diaria—. «Ni siquiera es una señal de virtud —expresó el sacerdote— porque las señales que Dios envía suelen ser menos espectaculares. »

El segundo caso, muy difundido, es el del padre Pío de Pie-tralcina, un fraile capuchino italiano que tiene en sus manos y en sus pies la reproducción de los estigmas —heridas— que Cristo había tenido como consecuencia de los clavos que lo fijaron a la cruz. Tampoco es considerado un milagro y, en el mejor de los casos, se tiene como una manifestación providencial querida por Dios.

Ésta es la opinión que sostienen también parapsicólogos teóri-cos y eclesiásticos de hoy. Subjetivamente tienen razón, aunque particularmente en los dos casos citados anteriormente ni puedo, ni debo opinar, pues carezco de documentación fehaciente sobre el particular.

Realmente fuera de la misma Iglesia católica los fenómenos paranormales están más generalizados aún, y el destacado religioso-parapsicólogo que he citado anteriormente, señaló casos asombrosos que tuvo oportunidad de observar y estudiar personalmente. Su país de adopción, Brasil, es precisamente el lugar de la Tierra donde más casos de dotados son reconocidos por la población, y según algunos testimonios que posteriormente han sido comprobados,

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donde más hombres con facultades paranormales ejercen sus ex-traordinarios poderes.

Entre muchas de las experiencias citadas por el padre González Quevedo se cuenta el caso de un hombre a quien cortaron las dos piernas sin causarle dolor alguno, sin efusión de sangre, sin usar anestesia, ni tampoco sofrología u otra clase de técnica hipnótica, como dijo cierta Prensa, que incluso afirmó que había sido tratado antes con acupuntura. Todo fue comprobado, y no se había usado anestesia alguna.

Y es que un dotado brasileño, como un dotado filipino, pon-gamos por caso, es capaz de hacer extracciones de apéndice a dis-tancia, y sin tocar el enfermo para nada. Y hay uno que incluso toma estricnina, y como única reacción fisiológica le produce un aumento del nivel de azúcar en la sangre.

¿Explicación científica? Ninguna! En otro orden de fenomenología, tenemos que aquí mismo, en

nuestra patria y en la provincia de Soria, en el pueblo de San Pedro Manrique, sucede un hecho que ha sido comprobado cientí-ficamente por el doctor Miguel V. B., de Barcelona, según certifica-ción que obra en mi poder, de fecha agosto de 1974. Dice la carta, textualmente: «... en la noche víspera de San Juan, he presenciado un fenómeno, debidamente comprobado, que a mi entender se pue-de clasificar, junto con otros ya descritos por la misma Parapsico-logía, como de incombustibilidad. Presencié lo siguiente.: Frente a la ermita de dicho pueblo los mozos encienden una gran hoguera con madera de roble, que mantienen encendida durante unas dos horas, pasadas las cuales se extiende, convirtiendo la hoguera en una alfombra de fuego al rojo vivo de 4 metros de longitud y un grosor de 30 a 40 centímetros, por encima de la cual, y sin mostrar dolor físico alguno, se pasean completamente descalzas varias personas, de diversas edades. Comprobadas las plantas de los pies antes y después del paseo, puedo certificar conjuntamente con mis asistentes, que el hecho no tiene explicación científica, pues termi-nado el paseo las plantas de los pies no tienen la menor señal. Un detalle a destacar es que se pasean por el fuego personas de todas

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las edades, desde niños de 14 ó 15 años hasta personas mayores de 60, incluso hubo una de ellas, ya mayor, que se paseó llevando en hombros a otra persona mayor, y recreándose en el paseo. Adjunto le mando la ubicación exacta del pueblo..., etc., etc.».

Desde luego, en todo ello son muchos los interrogantes que nos planteamos, la mayoría sin respuesta. En los casos de operaciones psíquicas, bien sean en el mismo terreno donde reside el sanador, curandero o «logurgo», o bien por mediación de los «médicos invi-sibles» que operan a distancia, se ha comprobado que, efectiva-mente, a pesar de la «magia» (que es indispensable), hay fantásticas operaciones psíquicas totalmente comprobadas, como lo expuso claramente el doctor Lauro Neiva, psiquíatra brasileño muy reacio a las entrevistas (bien por convicción íntima, o por sugerencia de las entidades espirituales), durante las jornadas del 28 de mayo al 3 de junio de 1973, en la ciudad de San Remo, Italia, en el 1 Con-greso de la Otra Medicina, y posteriormente los días 9 y 10 de Junio del mismo año en Génova, en el «y Congreso Internacional de Parapsicología», donde uno de nuestros enviados pudo hablar detenidamente con dicho científico.

Posiblemente haya una respuesta oculta, que sólo laboriosa-mente podrá ser desvelada. Las respuestas, hoy insospechadas, quizás abran grandes compuertas hasta ahora desconocidas a las capacidades humanas.

Sobre este tema me decían los doctores Antonio Brualla, Ciru-jano, y José Pedragosa, dermatólogo, que acompañaron a don Germán de Argumosa a Filipinas, que realmente no tienen explica-ción el fenómeno de las operaciones psíquicas. Nuestro grupo ha visto dos de las películas en color, rodadas por el doctor Naegeli, o bien hechas bajo su control y dirección, que son impresionantes, y tampoco encuentran explicación. Desde el punto de vista cientí-fico, lo visto no tiene justificación, y desde el punto de vista de formación racionalista de un médico, tampoco, aunque se com-prendan y acepten ciertas teorías ocultistas, espiritistas, cristianas,

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teosóficas, o rosacrucianas, pero que a un científico, la verdad le cuesta creer lo que está viendo y tocando...

En las islas Filipinas existen más de 40 curanderos en dife-rentes regiones o municipios, algunos en el interior del Pangasinán, casi en plena selva; otros en la misma Manila o poblaciones rela-tivamente cercanas, a veces a 200 kilómetros, como Baraugobauh, en el célebre valle del Camiling.

El procedimiento que vienen usando generalmente es el si-guiente: el paciente se desnuda, se echa sobre una mesa o cama, según la casa, que tiene, o no, habitaciones destinadas a «consul-torio» de los mismos curanderos, y por lo regular bastante senci-has y humildes.

Una vez sobre la mesa, i,' después de un estudio previo por el mismo curandero, o sus ayudantes, el paciente indica la parte que será intervenida, y después de unos breves rezos, y en espe-ciales circunstancias el mismo curandero, en un estado de semi-trance, coloca la Biblia en el mismo cabezal de la cama. Entonces el curandero pasa los dedos extendidos por encima de la parte afec-tada como si realmente tuviera en ellos un bisturí, aunque a veces sus dedos están a una distancia de 15 6 más centímetros; la piel y luego la misma carne se abren bajo la acción de un bisturí astral en unas manos también astrales... (Hay una fantástica experiencia filmada que obtuvieron en septiembre ce 1974 unos médicos ar-gentinós.)

Cuando uno ha estado allí, y ha visto actuar a Virgilio o Jose-fina, dos de los varios curanderos; cuando uno ha visto varias películas filmadas en privado, sin afán de lucro, cabe decir que realmente no hay truco, aunque aquello no tenga explicación cien-tífica. Aquí sí que cabría decir que si todo aquello es un gran truco (como afirmaron unos psiquíatras que no se habían movido de España), nuestros ojos y nuestras fumadoras vieron lo que no existía, pues entre estas máquinas estaban las de la CBS italiana, y las de la BBC de Londres, hay que reconocer que tanto operado-res corno otros técnicos y periodistas estaban bien condicionados para ser escépticos, pragmáticos, y totalmente agnósticos.

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Algunas de las películas que durante estos años se han mos-trado en la Televisión europea han demostrado bien a las claras que el truco era perfecto, pero el caso es que las películas fueron filmadas por el mismo doctor Naegeli y en presencia de otros médi-cos. Uno de ellos, el alemán Alfred Stelter, que según decía Vintila Horia en un artículo, ha publicado un libro muy detallado sobre dichas operaciones.

No hay explicación al fenómeno según los datos de la ciencia ortodoxa. Pero como dice Naegeli, hay que tener en cuenta los datos que brinda la Parapsicología, como son, por ejemplo: las materializaciones y las desmaterializaciones, los aportes, la acción directa del espíritu sobre la materia, a distancia incluso, por tele-cinesia (1), y otras extraordinarias manifestaciones de poderes superiores. Y dice Naegeli (copio textualmente): «No se trata, pues, de cirugía, ni mucho menos, sino de "logurgia", es decir, de una intervención del logos, o del espíritu, que provoca este fenómeno.»

Igual opinión era la del doctor Hiram P. Ramos cuando fue entrevistado por los doctores Brualla y Pedragosa conjuntamente con el profesor Argumosa en enero de 1974, en Manila, y que gracias al apoyo personal del doctor Ramos les fue posible investi-gar en óptimas condiciones a dos de los varios «psicociruj anos '>: Virgilio y Josefina. El informe detallado, con las observaciones e investigaciones realizadas personalmente, queda reservado única-mente a dichos investigadores profesionales. No obstante, se pueden adelantar algunas de las conclusiones publicadas ya por don Ger-mán de Argumosa, y que son las siguientes:

Primero. El fenómeno de la incisión paranormal e inmediata posterior regeneración es netamente parapsicológico, siendo mé-dico sólo y exclusivamente en cuanto a los efectos terapéuticos.

Segundo. Las incisiones que se practican difieren de las efec-tuadas con bisturí, en las que ésta la herida forma labios sangran-tes y aristas en la epidermis, en tanto que las paranormales se

(1) Manifestaciones publicadas en «Tribuna Médica», de fecha 4 de octubre de 1974, página 17, por don Vintila Horia. (Fenómeno PSI, sobre el alma y la ciru-gía del espíritu. Conversaciones con el doctor Naegeli, de Zurich.

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asemejan a la forma que adoptaría una masa de pan profundizando en ella con los dedos extendidos. Habría, pues, que hablar, más que de un corte en vertical del tejido, de una distensión del mismo, aunque a veces se produzcan pequeñas hemorragias.

Tercero. En torno al fenómeno principal hay otros elementos netamente paranormales, como aportes, materializaciones... (1).

En el pasado IT Congreso Nacional de Parapsicología, cele-brado en Barcelona los días 12 y 13 de octubre de 1974, ya expuso el indicado profesor durante el curso de su interesante ponencia, que los únicos investigadores que se habían acercado al fenómeno desde hacía tiempo, y dispuestos a conocer toda la verdad, habían sido los doctores Hans Naegeli-Osjord, de Zurich; Motoyama, de Tokio; Hiram P. Ramos, de Manila; Stelter y Werner Schiebeler, de Alemania, y Nager, de Suiza, entre algunos otros de renombre internacional, que siguen estudiando con dedicación y valentía la psicocirugía de Filipinas. Gracias también al doctor Antonio Brua-ha, de Barcelona, que ha venido estudiando toda la fenomenología paranormal en lo que atañe a la psicocirugía, debemos felicitarnos que científicamente nuestra patria se interese por las asombrosas maravillas de la (<Otra Medicina».

Pero hace más de diez mil años que el hombre filipino, y otros en otras partes del mundo, sanan a sus semejantes con la misma técnica aprendida de los conductores en el interior de las selvas vírgenes. (¿Acaso no sucede igual en el Brasil, Perú y Venezuela?)

Del hombre de la Edad de Piedra, a Tony Agpaoa, pongamos por ejemplo (Agpaoa es el príncipe de los curanderos modernos de Filipinas), no parece existir relación de continuidad, aun cuando Agpaoa ha transformado la clásica cabaña de bambú y piedra que tenía en sus principios, por una moderna casa-torre, lujosa, con salas de operar, enfermeras, asistentes —hasta alumnos llegados de una Universidad americana— con capilla donde se retira a meditar dos veces al día, y unas salas especiales para la iniciación. (Y todavía hoy, a pesar de que dicen que ha perdido facultades, sus

(1) Publicado en la revista «Ecos de Parapsicología», n.» 3, cuarto trimestre de 1974, por el profesor Germán de Argumosa.

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pacientes siguen llegando en modernos «jets», en viajes organizados por compañías que ofrecen en tarifa «todo comprendido» viaje, comida, alojamiento, meditación y operación, todo ello —si no han aumentado ya las tarifas— por unas 500.000 liras. (El viaje está programado desde Roma.)

Pero antes de proseguir creo que seria hasta curioso conocer la historia de un libro que posiblemente, según dicen en Filipinas, fue la causa del nacimiento de los curanderos.

Sucedió en el año 1895, va terminada la estación de los mon-zones; un padre jesuita de Barcelona. monseñor Alfonso González, se embarcó con nimbo a Manila. En su eouipaie llevaba, auizás entre otros, pero éste parecía su preferido durante las largas sin-gladuras, un libro entonces muy conocido: El Libro de los Espíri-tus, de Allán Kardec.

Durante el trayecto Manila-Isla de Cebú, al misionero le roba-ron todo su equipaje. Según la historia obtenida, el libro pasó de mano en mano, suscitando interés entre los filipinos, reimprimiendo dicho libro y traduciéndolo al tagalo. Así nacieron los primeros centros secretos de espiritismo de Filipinas, registrados oficial-mente en el año 1905 en la oficina del Tribunal de Manila.

El auténtico libro del misionero monseñor González todavía existe, y es venerado. La cubierta está firrada por el sacerdote, y hay infinidad de anotaciones de su puño y letra en los márgenes de las páginas. También el sello en seco de los jesuitas en el co-mienzo de cada capítulo. Cuentan que cierta persona encontró un día, encima del alféizar de la ventana de su cuarto el indicado libro. Un ser inmaterial, un «espíritu», se lo había depositado, hecho má-gico de los «aportes». A partir de entonces nació la Sociedad Espi-ritista Cristiana de Filipinas. Ésta es la historia. Pero procedamos ahora a una explicación clara de algunos hechos. El colonialismo español en Filipinas no fue siempre acertado y humanitario, y las quejas de los naturales contra el régimen fiscal español, y contra su administración, no siempre acertada, provocaron la gran rebe-lión de 1896, y aunque el orden se restableció a los pocos meses, los separatistas filipinos, aconsejados por los Estados Unidos, reanu-

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daron las hostilidades, obligando al fin a capitular y a ceder el archipiélago filipino a los americanos quienes, a pesar de la resis-tencia que en un principio les opuso el cabecilla Aguinaldo, logra-ron dominar completamente al país.

Esta situación duró más o menos hasta 1898, o sea la fecha que España pierde la guerra con los Estados Unidos, y las 7.000 islas del archipiélago pasaron al gobierno de USA, que inició, teó-ricamente, una reforma del país en sentido democrático, prometien-do la independencia, la que fue concedida posiblemente a cambio de contribuir el pueblo filipino con su sangre en la guerra contra el Japón.

En los últimos años de la dominación española, durante los cuales proliferaron las agitaciones y revueltas, salió favorecida una sociedad secreta llamada Karipunárn, que reunió en torno a ella a gran número de indígenas tagalos y mestizos, sociedad que al mis-mo tiempo estaba favorecida por los agentes secretos de los Estados Unidos.

El jefe del movimiento independiente y héroe nacional filipino era el médico José P. Rizal, que pertenecía desde el primer momento a la «Katipunám» —y vean ahí la relación—, uno de los primeros espiritistas y partidarios de la «Christian Science», el movimiento espiritista que nació en América, precisamente, con Mary Baker Eddy.

Desde el principio, una parte de los filipinos habían rechazado el catolicismo, por ser una religión impuesta por los conquistadores españoles. Para combatir a los opresores nacieron, pues, infinidad de sociedades secretas, en la base de las cuales se mezclaban nacio-nalismos de buena fe, y revolucionarios de dudosa filiación, pero infiltrándose con unos y otros las doctrinas espiritistas de la «Chris-tian Science», de inspiración protestante. Estos elementos político-religiosos eran más eficaces que las creencias animistas de los abo-rígenes, celosos custodios todavía hoy de los ritos y tabús descono-cidos para los blancos, o la mayoría de los blancos, pero que toda-vía existen.

Hay, pues, en todo ello un tejido de ritos animísticos, doctrina

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espiritista, un rechazo total del catolicismo, y una reposición de los más arcaicos mitos bíblicos, todo ello, y algo más que existe, pero se ignora qué es, necesitó reunirse o fundarse en una sociedad de socorro mutuo para hacer frente a la violencia de los conquista-dores y también de los Gobiernos de tipo autoritario (la Asociación de Espiritistas Cristianos, Inc.).

Los curanderos-médiums eran entonces la expresión de la más profunda rebelión de un pueblo que no había encontrado la ver-dadera conciencia nacional, y una defensa contra la misma violen-cia y el mal gobierno. Actualmente en la región Pangasinán viven y operan la mayor parte de los curanderos. Se habla de 40 ó 50 faith-healers indígenes.

En las montañas que dominan el Pangasinán ciertas personas muy escogidas pudieron hablar con algunos jefes de una extraña tribu del interior. El viaje tuvo que hac'rse forzosamente en heli-cóptero; y gracias a que el piloto era buen conocedor del terreno. Allí se encontraron trazas del pasado de éstos y otros curanderos, al lado de los primitivos de las tribus donde tuvieron que convivir largas temporadas. El hecho estaba totalmente confirmado, pero, ¿qué «otros» contactos tuvieron allí... y con quiénes? Misterio. En realidad, algo hay, pues les molesta terriblemente la pregunta, pero nadie habla, ni nadie hablará, de lo cual estaban convencidas las dos personas que pudieron llegar hasta allí, como personas «escogidas»...

Sobre esta excepcional información, algunos han hilvanado una hipótesis que puede ser verosímil. Los curanderos del Pangasinán han pasado un período de iniciación y de prácticas al principio de sus conocimientos entre las tribus del interior, profundizando en la «magia» terapéutica y desarrollando unas técnicas —digamos más bien, poderes— que sólo los primitivos (?) conocen y guardan celo-samente, desde Agpaoa a Sarmiento. Y si uno les pregunta, sólo se conseguirá saber que realmente han tenido un reencuentro entre las enseñanzas de la Sagrada Biblia, y lo más fantástico de los poderes que están más allá de nuestra normal comprensión, mas para su adquisición entre otros factores, se ha tenido que pasar

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por un adiestramiento físico, y espiritual muy severo, con pruebas duras y de mucho valor, pero también de gran obediencia y humil-dad.

Cuando uno ha estado en contacto con ellos y su forma de ac-tuar, se pregunta muchas veces qué son realmente estos sujetos. ¿Místicos dotados de excepcionales poderes que trascienden el orden natural, y que nosotros no podemos explicar, si no es recu-rriendo a la intervención divina, o a la misma magia blanca? Cabe también que estén en manos de fantásticas sociedades secretas (será acaso la sociedad secreta el sistema perfecto de gobierno de la Humanidad futura?). Pensar en ello ya nos hace sentir un estúpido desprecio por el progreso, por la técnica, y por la misma ciencia..., pero cabe también que ellos sean los últimos depositarios de fantásticos poderes paranormales de los cuales estaban dotados comúnmente los componentes de algunas tribus primitivas del Perú.

Pero también es posible algo más simple, pero más fantástico, y tendríamos que dar entonces la razón a Jacques Bergier cuando afirma que existen puertas abiertas sobre «universos paralelos». Y, ¿por qué no...?

Fuera lo que fuese, como decía un periodista de la revista ita-liana Tempo, en las declaraciones que hizo a la Prensa cierto alto funcionario de una embajada extranjera, en conversación privada con científicos y periodistas, ya especificó claramente que estos ejercicios de los llamados faith-healers, que afirman son poderes que han adquirido en las selvas filipinas, son, en pleno siglo xx, exactamente lo mismo que se ha descubierto existía hace ya qui-nientos años.

Quizás el descubrimiento de una nueva dimensión del fenómeno de los curanderos, sea mañana interesante para efectuar al mismo tiempo un detenido estudio por expertos etnólogos, antropólogos y teólogos, pero sin prejuicios de ninguna clase.

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Manuel Elizalde, Jr., funcionario del «Instituto Nacional Fili-pino», creado para ayudar a las minorías étnicas, organizó recien-temente, con el «National Geographic Magazine» y la '<Columbia Broadcasting System», una expedición al interior de la isla de Mindanao, donde recientemente se habían descubierto las últimas tribus que todavía viven en la Edad de Piedra y que nunca habían tenido contacto con el mundo civilizado. Decía Manuel Elizalde:

«De los estudios efectuados resulta al parecer que se ha en-contrado entre las selvas del Hagaonon curanderos no muy diferen-tes de los actuales de Manila o pueblos limítrofes, o los mismos del Pangasinán. Es muy natural que en sus «operaciones» no usen algodón, ni posean luz eléctrica, radio, etc., porque todo esto no lo conocen, pero con hojas maceradas en un extraño líquido de raíces y plantas, desinfectan el cuerpo del paciente y practican la misma forma de operar que nuestros "magos" de Luzón.»

Y añadía en su informe y posterior explicación en una rueda dé Prensa: «Extraen "cosas" de las heridas sangrantes; hacen salir del cuerpo humano grumos de sangre mala y trozos de hueso; extirpan amígdalas, pólipos, tumores, hemorroides..., pero todo con las manos solamente, sin utensilios de ninguna clase, ya que por otra parte, no conocen el uso del metal o el hierro. Y cierran la herida con perfecta simplicidad.

«Y nos volvemos a encontrar con el mismo problema: apa-rentemente todo es verdad, la sangre parece sangre, los órganos ex-traídos parecen órganos, así como captábamos en una operación el mal olor del pus, que el curandero sacaba con una especie de cuchara de madera, elemental y primitiva; pero se trataba de pus, sin la menor duda. Si todo era truco, nuestros ojos y nuestras máquinas de filmar, o fotografiar, no han logrado recogerlo.»

Hace miles de años que en las selvas se cura con la misma téc-nica. La sangre, al operar, en y después de la operación, es sangre; la recogemos para analizar, y mañana, aquella sangre, es algo amorfo, inorgánico; o sea, que la sangre no es sangre, y las «pie-zas» anatómicas frecuentemente no resultan humanas, ni animales. ¿Entonces...? Podemos afirmar: Es magia, y no tiene explicación,

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por lo menos desde el punto de vista de nuestra formación racio-nalista. Los médicos han comprobado infinidad de veces que lo extraído por el «sanador» o curandero, no es ni siquiera materia orgánica, sino una mezcla caótica de materia sin núcleos, o sea, según dice la medicina, células desprovistas de núcleos, lo que no se puede definir, y menos todavía comprender.

Pero hay una cosa que he podido experimentar aquí, y que es real, y también es magia si bien en otro sentido. Igual las plantas que los seres humanos, después de los estudios y experimentos efectuados, sabemos, nos consta, que podemos curarnos con el pen-samiento, con el amor, con la voluntad, con la intención, directa-mente con la palabra. De ello se deduce —y está totalmente com-probado— que el ser humano posee una cantidad de energía vital que se puede transmitir a otro ser viviente que esté necesitado de ella. Entonces hombres primitivos como los médiums filipinos, que intuyen lo que hoy los aparatos registran, han creado proba-blemente todo un ritual mágico para abrir la psique del paciente, y poder darle así parte de su propia energía vital.

En algunas ocasiones —y más unos que otros— los médiums-curanderos, después de varias «intervenciones» extraordinarias, han perdido el sentido (1) o han tenido que retirarse durante una hora o más para reponer fuerzas. Esto también les sucede a las sensitivas o médiums espiritistas, y en menor escala a los mismos radiestesistas, que al fin y al cabo no dejan de ser unas personas muy sensitivas.

Hemos dicho anteriormente cómo se efectúan estas interven-ciones en Filipinas, entre otros lugares. Hoy sabemos, aunque no podamos explicarlo, que la fuerza mental, unida a la fuerza del espíritu, puede cortar como si fuera un láser, ya que la fuerza de

(1) ',En algunas ocasiones he visto a Virgilio descargarse como una pila —me decía el doctor Atchuteguy, S. J., de la Universidad de Loyola, que ha estudiado como religioso a dichos curanderos—, pues a medida que pasaban los enfermos y transcurría la mañana iba perdiendo sus fuerzas. Pero es que a veces, en una sola mañana, recibe hasta ciento cincuenta personas de toda condición social, credo religioso y nacionalidad. Ahora bien; cuando percibe que su poder merma, no repara en decir a los enfermos: "Señores, vuelvan ustedes mañana".'> (De Memo-rías de Filipinas. Los Curanderos. Periódico «La Razón'>, Buenos Aires, 1972.)

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lo que diríamos «astral» sobre lo somático es evidente, se quiera o no aceptar por la ciencia «oficial». La ciencia del espíritu es verda-deramente el motor de nuestro cuerpo (1).

Los curanderos más famosos hasta la fecha son Agpaoa (2), Virgilio y Josefina. No cobran, sólo aceptan lo que se les quiera dar de buena voluntad, rasgo que no es uno de los más pequeños atrac-tivos de estas operaciones espectaculares. Virgilio, por ejemplo, trabaja en familia. Su padre, antiguo funcionario de Hacienda, carece de poderes particulares, pero su madre es una médium que ayuda a su hijo mentalmente, o quizá diríamos mejor, espiritual-mente. Entre dos vistazos al arroz cotidiano, que se hace en la cocina vecina, trata a sus propios enfermos. Sus dos hermanas menores, Joby y Mary, se encargan de dirigir las veladas espiri-tistas.

Las veladas se componen de auténticos ejercicios de concen-tración y exaltaciones de fe, que normalmente preceden a las ope-raciones.

Y resulta curioso y conmovedor al mismo tiempo, asistir a uno

(1) Véase el libro Psi-Heilung (Curaciones Psi), publicado en Berna, 1973, por el doctor Alfred Stelter. Libro muy polémico.

(2) Agpaoa-Tony. Es realmente el más célebre de los sanadores o curanderos de las islas, cuya fortuna —dicen-- la ha conseguido rápida y ostentosamente, por lo cual parece que ha sido excluido de la Asociación de Curanderos.

Pero por otra parte también dicen que la doctora Sentemann se ocupa de visitar los pacientes europeos que quieren ir a ver a Tony Agpaoa, y tener así una ficha médica de cada caso. Pero es que la doctora Sentemann reside en Alemania... También que Tony Agpaoa había perdido sus facultades... (?)

La verdad es que no hay que tomar muy en serio las habladurías, que son para todos los gustos, allí, aquí y en todas partes.

Nota adicional aclaratoria (Manejo del fuego). También por medio de «esen-cia elemental etérea'> es posible manejar indemnemente el fuego, aunque también hay otros medios de producir este fenómeno. «Una sensihilí-sima capa de materia etérea puede manipularse de suerte que no le afecte el calor y cuando la mano del médium o de la persona en trance, o de un circunstante, esté recubierta de dicha película como por un guante, puede agarrar un ascua de carbón o un hierro al rojo blanco con toda seguridad de no abrasarse.» (C. W. Leadbeater.) Algunas per-sonas comprenderán por qué he aclarado algo el manejo del fuego. (Igual son las manos que los pies.)

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de estos rezos en colectividad, efectuados en toda clase de idiomas, pero con un auditorio cuyo recogimiento y cuya fe me atrevo afir-mar que haría las delicias de muchos párrocos de pueblo, en época como la actual.

Ahora bien; si la curación por la fe no es más que una vulgar socarronería, a lo que Ja reducen los más escépticos, o hasta los más fanáticos adversarios, ¿por qué hace tanto ruido en el mundo, y desplaza cada vez más a médicos y parapsicólogos? Reducirla a simple fraude y a ilusión, es hacer caso omiso de las operaciones curativas comprobadas, o en todo caso, de las mejoras sensibles conseguidas por los curanderos.

En 1972 visitaron el Estado de Sao Paulo, Brasil, cinco hom-bres de ciencia norteamericanos, miembros de la «Life Energies Research» (Sociedad para la Investigación de las Energías de la Vida). Esta sociedad está investigando las técnicas usadas en las curaciones paranormales en cualquier parte del mundo que ocu-rran, pues sus integrantes creen que la Humanidad se enfrenta con muchos problemas que la ciencia, la educación y lo que llamamos las «religiones organizadas» no están en condiciones de resolver.

Durante quince años, un largo período, la función de la «Life Energies Research» fue reuniendo personas de alta ubicación en el Gobierno, la industria y el sector de la educación para discutir, en conferencias y reuniones, los problemas que afligen a los hombres, especialmente en el campo de la Medicina. En estas reuniones se llegó a la firme conclusión de que el campo conocido como de «fenómenos psíquicos» contiene un potencial impar en cualquier otra área conocida por el hombre, para beneficio de la Humanidad.

Ahora bien; siendo el Brasil, como Filipinas, un verdadero se-millero de lo expuesto, fueron al Brasil con la finalidad mencionada, como antes ya habían estado en Filipinas.

Entre los varios lugares que visitaron se destacó la Federación Espiritista del Estado de Sao Paulo, y su Casa Transitoria, donde presenciaron, no sólo el trabajo de asistencia material brindado a los menos favorecidos, sino, sobre todo, la asistencia espiritual dada a todos cuantos la necesitaban.

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En el campo de la investigación, el psicólogo doctor Larry Le Shan está analizando las técnicas empleadas en las curaciones para-normales, tanto las usadas por la «Christian Science» como por el Budismo Zen, o el espiritismo, habiendo publicado al respecto una monografía titulada Estudio para una mejor comprensión de lo paranormal (hasta ahora no traducida al castellano). Mediante el estudio y la observación consiguió desarrollar un sistema propio, donde emplea sus facultades espirituales para efectuar curaciones.

Nos consta que la «Life Energies Research» consiguió intere-sar a tres hospitales de Nueva York y emplear este método en ca-sos considerados como perdidos. Cierto número de médicos de estos hospitales conservan registros de lo que acontecerá durante un año, a fin de que quede científicamente comprobado si la técnica es válida o no.

Sería muy conveniente, ahora, conocer los resultados del pri-mer registro precisamente en nuestra patria.

Los curanderos-médiums, y las curaciones.

A propósito de curas por vía mediúmnica, o en estado de semi-trance, aún caben muchas observaciones. Es natural que el ser humano, necesitando curación, recurra a todos los medios. Lo de-bemos intentar siempre.

Pero existe una ley que regula el mérito. Es un problema ínti-mo, vinculado, muchas veces, a otras existencias. Ni todos merecen, ni están en el momento exacto de recibir el beneficio, pero la lla-mada a los medios espirituales es justa y casi instintiva.

Muchas personas, por ejemplo, van en búsqueda de ciertos cu-randeros o ciertos médiums, súbitamente famosos, esperando lle-gar y salir curadas inmediatamente. De hecho, existen personas que van y vuelven satisfechas, realmente «maravilladas», y otras no... Y ¿por qué? ¿Será un fallo del médium o curandero?

Deben considerarse diversos aspectos. Los mismos profesiona-les de la Medicina están también sujetos a tales situaciones: acier-

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tan con determinados enfermos, y no aciertan con otros. Los cu-randeros y médiums son instrumentos de las entidades espiritua-les, pero tienen sus fallos porque son seres humanos, pudiendo ser influenciados por el ambiente y las circunstancias del momento. Es difícil explicar estas cosas a quien está desesperado, apelando a todos los recursos, pero el principio moral del mérito es una rea-lidad, confirmada en los propios Evangelios.

Los médiums-curanderos, los psicocirujanos, sean de la Unión Cristiana Espiritista de Filipinas, del Brasil, Venezuela o de Ingla-terra, no pueden alterar la ley de justicia. Sabemos que existen fa-llos, exageraciones, tropiezos decepcionantes, pero sabemos también que, en muchos casos, la dificultad no está precisamente en el mé-dium-curandero, sino en la propia persona, que ignora este hecho. (Doctora Kristina Nolfi, Humlebaek, Dinamarca.)

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CAPITULO NOVENO

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Si de verdad hay médicos tramposos, también es justo que existan curanderos tramposos.

JOAQUÍN CUNANAN. (Presidente de la Asociación de Curande-ros de Filipinas.)

«Una de las cosas que he visto hacer limpiamente, y que para mí es lo más espectacular y fascinante de cómo trabaja Josefina, es que toma un pedazo de algodón, lo humedece con aceite de coco, lo enrolla, y lo hace desaparecer lentamente, como enhebrándolo, dentro de las mismas carnes del paciente; o bien lo introduce en una oreja, y lo saca por la otra oreja..., y todos nosotros estábamos observando fascinados cómo trabajaba, y en todo momento nos mostró las manos limpias; hasta yo mismo la ayudé en una ocasión a extraer un algodón de la misma carne.., apartando sus dedos. Mire: no sé cómo explicar todo esto, pero lo cierto es que los ojos ven, y no perciben truco alguno, ésta es la verdad.»

Así se expresaban los dos médicos barceloneses (uno de ellos cirujano) que fueron a Filipinas acompañando a don Germán de Argumosa, a su regreso del periplo.

Sobre la psicocirugía, hablando de trampas y de posible pres-tidigitación, no hace mucho tuve la oportunidad de hablar con don Antonio R. A. L., argentino, doctor en ingeniería electrónica, de paso por nuestra ciudad, que me dijo: «Asistí el pasado octubre a una serie de difíciles operaciones que efectuó Josefina, a la que asistió un famoso cirujano norteamericano de gran fama, cuyo nom-bre debo silenciar. Terminadas las mismas, todos nosotros, hasta los mismos operadores y cámaras de la TV americana, fuimos a la planta que hay encima de la capilla para poder hablar con Josefina. Nuestro intento era poder comprender y entender algo de todo aquello que habíamos visto y que la razón se negaba aceptar, y

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teníamos la esperanza de conseguir una explicación clara. Enfras-cados en la conversación, queríamos hacerle admitir a Josefina que hasta psicológicamente, los médiums como ella recurrían a la magia y a la prestidigitación, pero Josefina adivinando posiblemente mi pensamiento me atajó rápida: —No me hace falta para nada la ma-gia ni la prestidigitación, que por otra parte desconozco. En algu-nos casos habrán visto ustedes que sacaba pedazos de cordel, gru-mos, hojas, hasta trocitos de metal, y tantas otras cosas extrañas de dentro del cuerpo de un enfermo. Pues bien, sepa usted que proce-den directamente del exterior y que en un momento dado están en el interior del cuerpo enfermo, y esto sí que es "magia", pero no nuestra... También en algunos casos me basta pensar en algo, e instantáneamente me lo encuentro entre los dedos al operar. Noso-tros a eso le llamamos "Vudú", o sea, mal provocado, maldad hu-mana. Pero todas estas cosas, aunque pudiera explicárselas de al-guna forma, tengo la seguridad de que no me creerían, pues no pue-den comprenderlo. ¿Verdad que no me equivoco...?

»Más tarde tuve ocasión de hablar a solas con su marido, el cual era policía, cristiano, pero no espiritista. Hablando con él re-sultó que en algunas cosas no estaba de acuerdo con su mujer. De todas maneras, y después de una larga y muy provechosa conver-sación, resultó estar totalmente convencido —y no mentía— de que su esposa era incapaz de hacer la menor trampa. Pero, curioso!, él tampoco comprendía todo aquello...

»La comisión que estuvimos estudiando estos hechos, y obser-vando detenidamente este matrimonio, entre otros curanderos, vi. rnos qué en la misma casa comen, duermen y operan a los enfer-mos. Muchos de ellos viven de esta sola actividad (por término me-dio hay curandero que opera de 90 a 120 personas en una mañana) y éstos aceptan únicamente la voluntad del paciente; a veces sólo cobran unas pocas pesetas, y los nativos suelen pagar en especies.

»Por otra parte, de la "Asociación" sólo percibe el curandero el dinero suficiente para su manutención y para la compra de aceite de coco, alcohol, algodón, etc., y quizás algo más, pero no mucho. Por cierto que en dos ocasiones vimos a Josefina no querer cobrar

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nada de un paciente que era muy pobre. Encima ella le dio cierta cantidad de dinero que no pudimos calcular, pero era muy supe-rior a lo que voluntariamente venían pagando algunos extranjeros.»

Algunos, o mejor digamos todos los faith healers filipinos, cu-ran, o como mínimo alivian ciertas enfermedades que a veces ellos saben que no podrán curar, 'v lo saben desde el primer momento que ven al enfermo. Estos curanderos o sanadores como yo les llamo, tienen un concepto de la muerte y de la vida futura que des-graciadamente no es la nuestra. Cuando a un enfermo le ha llegado «su hora», sólo pueden evitarle el dolor, y psicológicamente enga-ñarlo. También hay casos en que ellos, para sí mismos, no pueden hacer nada.

Se afirma que lo que curan generalmente son casos de artri-tis, hipertensión, diabetes, dolores de cabeza persistentes, ciertas formas de parálisis, algunos tumores, y muchas de las enfermeda-des cuyo origen es casi siempre psicosomático. Gracias a los dones que poseen —y algunos son psicólogos innatos—, he visto curacio-nes «instantáneas'> fantásticas, gracias a una gran dosis de suges-tión que, unido a una gran fe y deseo de curarse, han hecho mara-villas. También algunas curaciones son causadas por un tratamien-to psicoterapéutico que algunos curanderos practican de manera instintiva, o bien poseen facultades que adquirieron en alguna parte.

Los curanderos allí y en cualquier parte, si son honrados, de-bemos reconocer que cumplen una función menospreciada por él cuerpó médico dada la actual forma de «mal» vivir de nuestra sociedad de consumo, y creo que esta realidad, hoy, no es ignorada por nadie, sea cual sea su estamento social. Que entre los curande-ros los hay tramposos, falsos y que engañan, lo sabemos todos, pero reconozcamos que los hay honrados, con facultades que no comprendemos, pero son, y no las podemos discutir así como así, excepto comprobar realidades, nos guste o no, ya que saben apor-tar casi siempre una atención especial al enfermo, digamos un con-suelo, y una gran esperanza que, aparte de no desdeñar su impor-

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tancia psicológica, crean una gran fe y deseos de curación que también hemos visto en Lourdes o en Fátima.

Por otra parte reconozcamos que es innegable que existe como una corriente anticientífica que va acentuándose cada vez más. El público, la masa, está como cansada de tanto materialismo, de tanta frialdad, y muchas veces —creo que sucede en todas partes—del inútil papeleo, burocracia, pérdida de tiempo e indiferencia to-tal al enfermo, que empieza a ser sólo un número desde el primer momento.

Y en muchas ocasiones la pérdida de tiempo origina la de di-nero.

También esta «masa-media» empieza a hartarse de tanta «cien-cia'> que no entiende, ni comprende su finalidad, como sucede con la exploración del espacio exterior, cuando en nuestro planeta, cada tres segundos, muere un niño por falta de lo más indispensable. Y el hombre no entiende, ni está en condiciones de comprender tampoco una medicina cada vez más deshumanizada, y que falta poco para que convierta al médico en un robot, en una especie de cerebro electrónico, pero sin corazón ni sentimientos. ¡ Y el médi-co no tiene ninguna culpa! Es... la sociedad, es la vida actual; es nuestra forma de «mal» vivir, que entre otras cosas produce una angustia vital que a la larga puede ser muy peligrosa.

Ante todo tengamos presente que hay como un cansancio de la vida. Hay un agotamiento físico de la gente muy esclavizada por la necesidad de «vivir», y este otro cansancio generado por la sen-sación de vacío, la falta de ilusión para vivir, ya que la vida para algunos hombres jóvenes parece que no tiene sentido. Y como de-cía el doctor Rof Carballo: «Unas veces porque piensan que no se lo han sabido dar los mayores; otras, porque los mayores no les permiten desplegar la vida que ellos quisieran vivir, es decir, no les dejan hacerse a sí mismos como ellos quisieran...»

Pero en todo ello, ¿no les parece que en el fondo de todas estas cuestiones hay como necesidad de un resurgimiento del autén-tico espíritu cristiano primitivo? La clave de muchas cosas no está

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precisamente en la ciencia, pues posiblemente estemos en los um-brales de una nueva época.

Los que ya tenernos cierta edad recordarnos que hace unos años, no muchos por cierto, el médico era al mismo tiempo el ami-go más estimado de la familia en muchísimos casos el confidente, y todos confiaban en él ciegamente. Había amor, había entrega a una ciencia maravillosa como es la medicina. Dicen algunos que el público de hoy es exigente, y que sólo quiere lo maravilloso, que desea lo desconocido, o el milagro de la droga; que sueña con fan-tásticos injertos y pide operaciones mágicas, de las que ha oído hablar o ha visto en películas, o por la Televisión.

Por poco que lo meditemos veremos que ello no es verdad, y no debemos hacer caso de periodistas con imaginación desbordada. Lo que sí quiere el público, lo que queremos todos, es más com-prensión, más entrega y que se escuche al enfermo. El enfermo necesita tener fe en su médico —no en la medicina—, y por poco que sea posible prestarle un poco de atención, un poco de amor, que muchas veces es el mejor tratamiento.

No nos extrañe, pues, que un vulgar curandero (en cualquier parte), con amor y comprensión, pueda hacer a veces mucho más que el más afamado doctor en muchas de las enfermedades que tiene una base psicosomática.

Pese a los progresos de las ciencias médicas quedan aún mu-chos enigmas; el cáncer, por supuesto la jaqueca, la parálisis, las enfermedades degenerativas... No me negarán que la misma cien-cia médica reconoce objetivamente su impotencia en algunos do-minios. Entonces es cuando empieza ti reinado de los que científi-camente diremos «charlatanes, magos, curanderos»; pero a pesar de los pesares, ellos también curan.

Y para algunos hasta hacen milagros... Esta opinión, o dicho en plural; estas opiniones, no son única-

mente mías. De forma muy parecida escribía también el doctor Rentchnik, en la introducción de un largo relato que tiene por títu-lo: Mi visita a un charlatán. El doctor Rentchnik, suizo, compro-baba lo indicado por lo que vio, y quería demostrar su disgusto.

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Aunque quizás equivocado en algunas cosas, afirmaba muy conven-cido, de la misma Parapsicología, «que sólo había pertenecido al dominio de artistas y soñadores» y que nunca la había considerado una ciencia, reconocía en cambio que países como Rusia y Nortea-mérica, y casi en el mundo entero, estaban considerándola en la ac-tualidad como una ciencia rigurosa, y que posiblemente gracias a la Parapsicología —directa o indirectamente— se conseguiría que la medicina experimentara un cambio muy notable en los próximos veinte años que podría hasta ser asombroso, pues unos y otros nos estarnos dando cuenta que muchas enfermedades tienen su origen

únicamente en causas anímicas.

Y desde luego ya se está empezando a cambiar, pese a la fan-tástica tecnología, pese a la gran prisa por vivir contra natura, y la consecuencia de todo ello: la angustia o fatiga, cansancio de la mis-ma vida, especialmente en personas que han dedicado una gran par-te de ella a una ideología política o religiosa, y de pronto las nor-mas se rompen; también aquellas otras personas que desarro-llan un trabajo monótono y mecánico, fallando, «aquellas» metas inalcanzables.., de una manera de vivir fatigosa e irritante que su-cede a la gran mayoría. Pues bien, estoy convencido, y hay mu-chos médicos que piensan como yo, que debemos encauzar toda nuestra atención en las fuerzas curativas de la misma vida, y en las fuerzas insospechadas como curativas dé nuestro propio espí-ritu, ya que son muy superiores a la tecnología, la ciencia y la mis-ma química.

Para saberlas encauzar, sólo falta más relación comunitaria, o dicho llanamente: más amor entre unos y otros, más humildad, más serenidad y mucho coraje para poder luchar contra el mate-rialismo imperante.

Llegamos al final. Quisiera recordar ahora lo que decía el doc-tor Naegeli, de Zurich, al distinguido escritor y reconocido parap-sicólogo Vintila Horia, publicado en «Tribuna Médica» el pasado 4 de octubre, después de su última visita a la Fraumünsterstrasse,

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de Zurich. Copio textualmente: «En cuanto a lo de Filipinas, no hay explicación del fenómeno según los datos de la ciencia natural. Ante todo hay que reconocer, hay que tener en cuenta, todos los datos que nos brinda la Parapsicología, por ejemplo, la materiali-zación, los aportes, la acción directa del espíritu sobre la materia, a distancia incluso, por telecinesia.

»No se trata, pues, de cirugía, ni mucho menos, sino de "logur-gia", es decir, de una intervención del logos o del espíritu que pro-voca este fenómeno. Tomemos un ejemplo concreto para compren-derlo mejor: he visto a un curandero operando de riñón a un pa-ciente con unos dedos completamente deformados por la artritis. Segundos después nos enseñaba una pequeña piedra, una chinita que, según él, había extraído del riñón del operado, o sea un cálcu-lo renal.

»Pero al examinarla me di cuenta de que se trataba de un pedrusco cualquiera, venido directamente de la misma calle. ¿Qué es lo que había pasado? Esta piedrecita era realmente venida des-de fuera, y no desde el interior del cuerpo, lo que constituía un "aporte", como se llama a esta clase de fenómenos en la Parapsico-logía.

»Entonces, la conclusión no es la de ciertos periodistas que claman en seguida al cielo, proclamando el engaño más burdo. No. Se trata, en efecto, de un "aporte", pero el fenómeno en sí es to-davía mucho más complicado.

»El "logurgo" no opera, a pesar de todas las apariencias, en el cuerpo físico y visible del paciente, sino en su cuerpo astral, y en el momento en que éste queda limpio y sano, el cuerpo físico no tie-ne más remedio que curar también.» (Sic.)

Ésta, en parte, también es nuestra opinión. No es fácil com-prender y poder explicar de una forma clara lo que es realmente la psicocirugía, o la «logurgia», de la que tanto se viene hablando en todas partes, más en el extranjero que aquí, y que, en determinadas circunstancias, es la única esperanza. A Filipinas llegan desde Es-tados Unidos, Alemania, Canadá, Suiza, Australia, o de nuestra mis-ma patria, enfermos graves, enfermos desahuciados y también en-

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fermos imaginarios —que también los hay y cada día abundan más, en busca de una esperanza: en busca de los «curanderos de la fe». Y resulta que operados en Manila, o en las provincias, en el Pan-gasinán, en Quezón, o en Baguio, y en sus mismas casas, un por-centaje bastante elevado cura.

Ésta es la única verdad. Y si ésta es la verdad, todo lo demás, sobra.

Saber esto, llegar a esto, ha sido pesado y a veces deprimente. Preguntar, averiguar cómo seguían las personas «operadas» allí, in-dagar pormenores, que la mayoría de ellas quieren guardar celo-samente..., averiguar si había engaño en alguna de estas historias, historias que por otra parte no se pueden contar. Y al final llegué a una conclusión egoísta, y añado lo mismo que dijo el doctor Cro-sa cuando hablaba de las psicofonías: «Lo que me interesa no es saber lo que es esto; lo que me interesa es saber que esto es, que se trata de algo real, auténtico...», aunque a veces, unos y otros, hagan trampas y mientan.

El cómo, el cuándo y el porqué quizá lo sepamos algún día. Lo recorrido son sólo algunos escalones en el camino. Algún día...

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INDICE

PRÓLOGO . 7

CAPITULO PRIMERO .............. 25 Conocimiento del aura. - El alma. - El efecto Kirlian. - Los trabajos de Reichenbach. - Los 7 planos (estadios). - Los cuer- pos, astral, mental, causal, etc. - El bioplasma.

CAPITULO SEGUNDO .............. 43 Las investigaciones proxémicas. - La pantalla de Kilner. - La luz Ódica, Od, etc. - El cuerpo bioplasmático según los soviéticos. - La pantalla fosforescente de Bondiot. - Los sensitivos y la cámara de Kirlian. - Los colores del aura no son fijos. - La ciencia del Espíritu, motor.

CAPITULO TERCERO .............. 57 Psicofonías: ¿Nos llama alguien desde el Más Allá? - Antece- dentes históricos. - La importancia de conocer toda la fenome- nología parapsicológica. - Las concomitancias significativas. - ¿El «inconsciente únicamente» o posible comunicación con el an- tiuniverso?

CAPITULO CUARTO .............. 73 Las grandes incógnitas. - Cómo se expresan los «seres-voces». - Mensajes-procedencias. - ¿Reflejo fonético inconsciente? - Expe- riencias. - Las técnicas y las grandes dudas. - Fallecimiento de los doctores Raudive y Crosa.

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CAPITULO QUINTO . 91 Cómo se efectúan las grabaciones y su difícil escucha. - Lo impre-visible. - Nuestras experiencias. - Lo ilógico. - Las experiencias de Santa Oliva. - La opinión de los grandes científicos. - Schnei-der, catedrático de Física. - El «psichofón» del ingeniero Seidi, de Viena. - Una recomendación.

CAPITULO SEXTO ...............105 Síntesis de todo un conjunto de experiencias. -. Cintas grabadas en alta montaña y bajo tierra. ¿Una voz guía? - Los controles, las órdenes, etc. - ¿Restos anímicos? - Hipótesis de trabajo presentada al 1 Congreso Nacional de Parapsicología, en junio de 1973, por el autor. - Primeras experimentaciones en plan cien-tífico. -- Fotografías paranormales.

CAPITULO SÉPTIMO ..............125 Experimentaciones en grupo. - Experiencias por control remoto. - Experiencias en Tivissa, Pratdip, etc. - Segunda experiencia en grupo. - 35 horas de grabación. - Tercera serie de experiencias e infinidad de grabaciones positivas. - Los esotéricos. - Lo que opinan los teósofos. - Las verdades son amargas. - El «Ad-dendum» de los mecanicistas. - Última serie de experimentaciones en 1973. -- Experimentos a efectuar con animales y plantas. - La antimateria o co-Universo de los físicos.

CAPITULO OCTAVO . . . . . . . . . . . . . . 147 La otra cirugía (La cirugía del espíritu). - Los célebres curanderos de Filipinas y Brasil. - Quiénes son los curanderos y quiénes los médiums que operan a distancia. - Explicación vivida de una visita a Filipinas. - Operaciones en lo astral, pero también en lo somático, pues se complementan. - Las opiniones de dos médicos españoles que estuvieron con don Germán de Argumosa en Fili-pinas. - Qué es la Unión Cristiana Espiritista de Filipinas. - Historia de un libro.

CAPÍTULO NOVENO ..............i67 La materialización y desmaterialización de los algodones, etc. -

Consideraciones finales

BIBLIOGRAFÍA . ...............177

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BIBLIOGRAFIA

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MAGRÉ, MAURICIO: La muerte y la vida futura. Edit. Dédalo, Buenos Aires. GROSSMANN, R.: La Estructura de la Mente. Edit. Labor, S. A., Barcelona. ROCA MUNTAÑOLA, 1.: Viaje al antiuniverso (Viaje Astral). Edit. Alas» Barcelona. -: Introducción a la Parapsicología. Edit. Alas, Barcelona. -: Fenomenología Parapsicológica. Revista «Algo», Barcelona. HANS HERLIN: El Mundo de lo Ultrasensorial. Edit. Plaza y Janés, Barcelona, OSTRANDER, SHEILA, SCHORDEDER, LYnr'L: Psychic Discoveries behind the ¡ron

Curtein. Englewood Cliffs. N. J. Prentice, Hall, Inc., 1970. NAUM Korix: Emanations der Psychophysische Energie. Ed. Especial, Pa-

rís, 1908 REICHENSACH, KARL L. von ALCAN: Les Phenomenes Odiques. E. Flammarion,

París, 1907. SPIESSBERGER, KARL: Die Aura des Mensclzen. Berlín, 1916. LE0NIDOV, 1.: Señales, ¿de qué? «Unión Soviética», a.° 145, 1962. Psychic: «Especial Issue», 50/54, julio, 1972. Psychic: «Especial Issue», mayo-junio, 1971. Etc., etc.