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PEDRO en el Laberinto de las Doce Leguas A NTONIO N ÚÑEZ J IMÉNEZ

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PEDRO

en el Laberintode lasDoce Leguas

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PEDRO

en el Laberintode las Doce Leguas

ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ

LA HABANA, CUBA, 2003

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Edición: Rosario Esteva MoralesCorrección computarizada: Roxana Villalba Rojas y JorgelinaMira RodríguezCubierta: Foto del autor

© Antonio Núñez Jiménez, 2003

Segunda edición, 2003Publicado e impreso en laOficina Regional de Cienciapara América Latina y el CaribeUNESCO-Montevideo

ISBN 959-230-058-5

Calle 5ta. B núm.6611 e/ 66 y 70Miramar, Playa, Ciudad de La HabanaCuba.Teléfonos: 2092885 /33/87Teléfono-fax (537) [email protected]

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AGRADECIMIENTO

El autor agradece la revisión de este libro a los

compañeros Pablo Armando Fernández, Rigoberto Núñez

Jiménez, Angel Graña González, Mercedes Sánchez Villoch,

Ketty Abuin Peña y Luisa Fernández Molina.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 7

Entre las azules olas del Caribe emerge la cayería del Laberintode los Doce Leguas, donde el verde manglar, cual selva tupida eimpenetrable, contrasta con la blanca arena o la roca costera desus isletas, erizadas por el ríspido diente de perro, parajes sólohabitados por cangrejos asustadizos, iguanas que remedanpequeños dinosaurios y pájaros de vistoso colorido.

Los 243 cayos e isletas del Laberinto, situados hacia el Sur de lacosta de las provincias de Camagüey, Ciego de Avila y SanctiSpiritus, forman parte del grupo insular bautizado con el nombrede Jardín de la Reina por el Almirante de la Mar Océana, CristóbalColón, en homenaje a su soberana Isabel de Castilla, la Católica.

Pobladas antaño por la apacible indiada, desaparecida ante el brutalempuje de los conquistadores hispanos, sus apartadas tierrasinsulares están ahora habitadas por poquísimos pescadores, entreéstos el viejo Pedro Guerra, quien tenía, cuando comenzamos aescribir su historia, setenta años de edad: hombre más bienpequeño, enérgico, cobrizo por el sol de toda una vida, barba ralay cabellos grises, siempre cubiertos por un sombrero de yarey,muy raído. Nuestro primer encuentro se produjo en 1976, en elCayuelo de Boca Rica, durante el bojeo que realizábamos alArchipiélago Cubano. Allí lo hallamos atareado en su criadero dequelonios.

-Soy de la raza de los indios de Cuba -me dijo, al iniciarse nuestraconversación.

PREAMBULO

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8 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Pedro Guerra, personaje central de este libro, es un analfabeto debrillante inteligencia y sabiduría de ancestral cultura popular.

En sus relatos sobre el Laberinto de las Doce Leguas, del cualapenas se tenían noticias, nos cuenta su vida de pescador, sudramática visión de los ciclones, las bellísimas lluvias de estrellasque de niño encendieron su imaginación, los secretos de su cayeríadeslumbrante y la historia de sus abuelos y padres, y describe elpaisaje marino y sus hombres, las artes de pesca de antes y deahora su cosmovisión acerca del origen del mundo y su amorosaespecialidad: la cría de careyes y tortugas verdes. Con singularestilo nos da a conocer sus pensamientos más íntimos sobre losvalores humanos y su interpretación de los cambios sociales traídospor la Revolución, testimonio precioso para la Historia y la Geografíade un rincón casi olvidado de nuestro Archipiélago.

ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 9

Mi padre se llamaba Pedro Guerra Vázquez y fue el que me enseñólas cosas del mar. Así fue como empezó la vida mía.

Yo nací el día 5 de mayo de 1911 en Santa Cruz del Sur, y a losocho días de nacido me llevaron para la cayería del Laberinto delas Doce Leguas porque mi papá era pescador en esa zona.

Como yo era el primer hijo varón, mi papá me llevaba siempre abordo de su goleta. La primera vez que me embarcó con él, preparóun cajoncito para meterme allí y también embarcó a mi hermanamayor para que me entretuviera. Tenía yo como dos o tres mesesde nacido nada más cuando viajé por mar.

Como salí de días de nacido de Santa Cruz, yo vine a conocer esapoblación cuando tenía ocho años. Primero fui al Embarcadero deJúcaro. Papá daba los viajes allí para vender el pescado, porqueen Santa Cruz, en aquella época, no había ferrocarriles nicarreteras.

El padre mío y dos o tres tíos nacieron en el cayo también. El y yonunca nos perdimos en el mar. El era de mucha precaución; de élaprendí y nunca he tenido tropiezos en el mar.

Le digo que nunca he jugado como lo hacen otros muchachos.Siempre estuve con papá en el trabajo, siempre, y ni con él juguénunca. Mi papá no me enseñó ningún juego; el trabajo fue lo queme enseñó, y a fumar también.

CAPITULO I

MI PADRE ME ENSEÑOLAS COSAS DEL MAR

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10 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

De mis abuelos sólo me acuerdo del padre de mi papá. Se llamabaChano. Era pescador también, porque toda mi familia siempre sededicó a la pesca y al mar.

El padre mío se crió con el abuelo de él. El padre de papá hizo apapá, pero no lo crió; a él lo crió su abuelo. Yo no, yo me crié conpapá, y estuve con él cuarenta y tres años. A esa edad fui a pescarcon un tío a otro lugar. Estábamos cerquita yo en Cachiboca ypapá en Boca Rica. A los diez días le dije al tío mío:

-José, présteme el bote para ir a ver a papá, porque estoydesesperado por verlo.

Cuando salí, resulta que papá venía también para verme, y en elmedio del camino nos topamos los dos, porque él estabadesesperado igual que yo. Fondeamos en un lugar que se llamaEl Alto, y allí estuvimos toda la tarde. Dormí con él y a la madrugadasalí de regreso para donde estaba mi tío José. Eso fue siendo youn hombre y estaba loco por verlo, y él igual. Tenía ya cuarenta ytres años cuando eso ocurrió.

Me acuerdo de muchas cosas de cuando era chiquitico. El encantomío era ir a la escuela en Santa Cruz, porque durante los pocosdías que nos pasábamos allí, yo me recostaba en la baranda delcolegio y miraba a los muchachos pero no podía entrar. Una vez,cuando regresábamos a la cayería, le dije al padre mío:

-Papá, yo quisiera que usted me dejara aquí en Santa Cruz delSur para aprender a leer.

Y su respuesta fue:

-¡Ay, mi hijo, ya aprenderá a leer en otro momento, porque yo nopuedo estar sin usted!

Por eso me quedé analfabeto. Nunca asistí a clases en ningunaescuela.

Los maestros que había en Santa Cruz eran buenos; todos eranviejos. Porque antes no era como ahora, que los maestros sonjovencitos. La única escuela que había en Santa Cruz era demadera, igual que los pupitres. Estaba bien organizada, muy bonitay con bastantes niños.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 11

Mi único pensamiento cuando yo era muchacho era estar siemprecon papá; ésa era la alegría mía, la ilusión mía; estar con papá,porque él me enseñaba a pescar, me explicaba las cosas que paramí no tenían explicación y me hacía barquitos de madera parajugar, y cuando venían mis amiguitos papá les regalaba uno deesos barquitos a cada muchacho, porque él era medio carpinteroy los hacía de cedro, como él tenía herramientas hacía los chalanes1

en los que pescábamos. Papá preparaba las tablas de los cedros,y con esa madera construía sus embarcaciones. Mayormente loque más trabajaba era el cedro y la caoba.

Mis padres tuvieron once hijos, y cuando la tonga de muchachosestaba jugando y daban las siete de la tarde, decía papá:

-¡Eh... la oración; llegó la hora de la oración! ¡A dormir!

Y se daba la oración. Se acostumbraba que los muchachos pidieranla bendición, y esa costumbre la heredaron mis hijos, que todavíame la piden.

Al muchacho que le gustaba el juego, cuando lo llamaban para laoración, se ponía guapo; pero como a mí no me gustaba, me iba adormir enseguida.

Yo siempre dormía con papá, que tenía una cama para él solo;pero a la hora de la oración nos reuníamos en la cama de mi madrey después nos íbamos para las nuestras. Los viejos siempre seacostaban temprano; pero a la hora que despertara papá, a esahora me despertaba yo con él.

Cuando las familias venían de visita al cayo, como no había camassuficientes, usábamos hamacas y catres.

El padre mío me contaba que mis abuelos conocieron a los piratas.

Según me contaban los viejos, los esclavos venían huyendo de laIsla de Cuba a las Doce Leguas con las monedas robadas y entodos esos cayos enterraban sus tesoros. Hubo unos cuantospescadores que sacaron sus botijuelas llenas de dinero.

Ahí al pie de Cabeza del Este hay un lugar que se llama El Gallinero,que es un cayito de casi igual tamaño al del cayo mío, y una vez

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12 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

mis padres me contaron que trajeron unos diecinueve negros enun barco y los dejaron en el cayo con dos hombres blancoscuidándolos. Los negros se reviraron, pero los mataron a todos ydespués los enterraron allí.

La esclavitud, a mi idea, era mala, porque obligaba a la gente ahacer las cosas en contra de su voluntad. Me imagino que consisteen que una persona domina a otra y tiene que hacer lo que le digaaquella persona. Esa es la idea mía de la esclavitud.

Me contaba el padre mío que la primera guerra por la Independenciade Cuba se llamó la Guerra de los Diez Años, y mi suegra mecontó también muchas cosas desde la primer guerra hasta la última.

En Santa Cruz nadie sabía que ese pueblo había desaparecidotres veces. Cuando la Guerra de los Diez Años, dice ella que losmambises le pegaron candela a Santa Cruz, y las familias quehabía allí se fueron para El Guayabal. Ella tenía trece años cuandoeso.

También mi suegro me contó que en 1903, cuando ya se habíahecho de nuevo a Santa Cruz, hubo un ciclón que se la llevó.Entonces la volvieron a hacer, y años después vino el ciclón de1932 y esa vez se la tragó el mar.

A las Doce Leguas vino un hombre de Santiago de Cuba con unlibro donde tenía la Historia de Cuba y se puso a leerlo. Decía queCuba estuvo debajo del mar y que volverá a estarlo. Entonces, ledije:

-¡Bueno, menos mal que aquí hay bastantes barcos, y los cubanosque se salven irán a otro país!

Aquel santiaguero se puso a leer la Historia de Santa Cruz, quevenía escrita en aquel libro. Me puse a oírlo, y cuando él terminó,dígole:

-Oigame, todo eso que usted ha leído ahí me lo ha contado lasuegra mía.

Y me dice:

-¡No me diga! ¿Y está viva?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 13

Le dije que sí, pero que ella tenía ciento treinta y seis años y hacíasiete que estaba postrada en una cama y ya no sabía nada, devieja que era.

El padre mío me contaba que cuando la primer Guerra deIndependencia él era muy jovencito y que su abuelo daba viajes aun lugar llamado El Junco para llevar en un barco el agua desde lacasimba2 de una playa del Cayo Rosario que tiene mucha aguadulce. El agua era para los mambises. En aquel entonces veníanlos cubanos embarcados desde las Islas Caimán, y el abuelo delpadre mío y él ayudaban a llevar las mercancías para los mambises.Ese abuelo fue veterano de la Guerra de los Diez Años. No peleó,pero lo fue porque estaba ayudando en aquellas tareas.

Los pescadores de la cayería de las Doce Leguas se visitabantodos los meses, porque la mayoría eran compadres. Allí sejuntaban los muchachos y los viejos para conversar de la pesca,pues casi no hablaban de otra cosa.

Había dos compadres: uno se llamaba Papá Guerra, tío mío, y elotro se llamaba Joaquín Montalbán. ¡Ese era mentiroso a más nopoder!

Montalbán vivía en Boca Grande, un lugar que no se ve de un ladoo otro, por lo grande que es. Un día Montalbán le dijo:

-¡Oiga, compadre, cogí una tortuga que eso fue el fenómeno! Fíjeseque cogí el carapacho, lo preparé y paseamos montados sobre él,y con catorce garrafones de agua.

Un día llega un hijo del alcalde Luis García -ése era el cuñadomío- y me invita a jugar un rato; pero a mí no me gustaba el juegoy nos pusimos a dar carreras. Un muchacho tropezó con una piedray se enterró una astilla de yana3 en un muslo, ¡y formó una gritería!Era una astilla bastante regular. Allí había un hombre que se llamabaPerico Santana y con los dientes agarró la astilla y se la sacó: eracomo de cuatro pulgadas. Les dije a los muchachos:

-¡Esos son los motivos por los que a mí no me gusta jugar!

También los muchachos jugaban al “espíritu santo”. En ese juegose escondía uno primero y después el otro.

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Cuando nos reuníamos los muchachos, hacíamos competenciasa ver quién tenía más resuello en el mar, a ver quién nadaba más;ahí sí estaba yo, pero eso no era juego. A mí casi nadie me ganabanadando.

Papá me enseñó a nadar cuando yo era muy chiquitico. Me preparóun tabloncito, hizo unos barrenos y me acostó en el tabloncito paraamarrarme, y por dondequiera que él iba con el chalán me llevabaa mí en el tabloncito amarrado. Entonces, como a los veinte díasde traerme así, me soltó para ver si había aprendido a nadar. Y mehice un nadador bueno, que no había muchacho que me ganara.Cada vez que llegaba un muchacho, yo decía:

-¡Vamos a bañarnos!

Lo que más me gustaba era estar metido en el agua.

También coleccionaba muchos caracoles bonitos. Pero ya se hanterminado los caracoles bonitos.

En 1970 perdí a mi padre después de su enfermedad del asma,que padeció durante dieciséis años, y en 1979 murió mi madre dela enfermedad mala del cáncer. Sufrí mucho con esas muertes.Porque un hijo es como la rama de un árbol, y cuando se muerenlas raíces, que son la madre y el padre, la rama se queda triste,seca y sin agarre a la tierra. Así me quedé yo cuando murieron lospadres míos.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 15

Mi madre se llamaba Petronila Cabrera Goya. Cuando ella teníaque dar a luz, y parió once hijos, un hermano del padre mío lallevaba en goleta hasta Santa Cruz.

Las madres, principalmente, se preocupan mucho por los hijos. Yoestoy siempre arriba de los hijos diciéndoles que la madre es lomás grande que hay en el mundo, que el que no quiere a la madreno quiere a nadie. Cuando veo a una mujer embarazada, piensoque está muy delicada, porque tiene un pie en la tierra y otro en elcementerio. Por eso yo siempre que veo a una mujer embarazadala trato como a mi hija.

En cada cayo de las Doce Leguas había familias, y el lugar en queyo me crié se llama La Caguama. Allí había un pueblecito deveinticinco familias. Como en aquella época no había motores nihabía nada, unos pocos comerciantes daban los viajes y recorríanlas Doce Leguas en unos barcos de vela, comprándonos el pescadosalado y la concha del carey.

Los comerciantes venían y traían víveres y ropa. El pescador notenía que ir a Santa Cruz a nada; iban nada más que algunasmujeres cuando se les enfermaba un hijo o para dar a luz, aunquela mayoría paría en los cayos.

Los comadrones de las Doce Leguas eran los maridos de lasmujeres; con un pedazo de cordel les amarraban la tripa del ombligoa los hijos y con el cuchillo la picaban. Así, los niños llegaban aviejo con el ombligo picao. Mi papá, con el ombligo picao, murió alos ochenta y nueve años, y todo el mundo en las Doce Leguas

CAPITULO II

LA MADRE ES LO MAS GRANDEQUE HAY EN EL MUNDO

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16 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

moría de ciento y pico de años con el ombligo picao por loscomadrones aquellos.

La vida en la cayería era como la de los salvajes: nadie sabía leer,no había colegios, no había nada. Allí todo el mundo era analfabeto.

Después vinieron los barcos de motor.

En el año 1923 empezó la civilización en las Doce Leguas. Algunosde los viejos pescadores empezaron a construir casas para vivirallá en Santa Cruz. Ese mismo año vino el ferrocarril a Santa Cruz.Por aquella época el dinero que se veía nada más que era el oro,no se conocía la plata; oro nada más y billetes americanos de unpeso y cinco pesos. Todavía cuando yo era hombrecito existía eloro como moneda.

Entre varones y hembras, nosotros fuimos once hermanos. Todosnos dedicamos a la pesca. Mi último hermano nació en 1933.Cuando la madre mía salió en estado, yo le dije:

-Ese que usted tiene en la barriga, que ya es el último, ése no seva a quedar analfabeto como nosotros, porque ése no va a empezara trabajar hasta que no aprenda a leer.

Hoy en día ese hermano mío es un muchacho que sabe bastante,y ahora da clases a los trabajadores para que alcancen el sextogrado.

Todas las hermanas mías aprendieron a leer. Somos tres varonesy ocho hembras. Los dos mayores nos quedamos analfabetos.

Mi hermana mayor se llama Antonia; la segunda, que también estáviva, Engracia; la tercera, que se ahogó, se llamaba Tomasita; lacuarta se llamaba Concha, que también se ahogó. Cuando semurió, papá le puso Concha a la hija que le siguió, y se muriótambién, y él dijo que no le ponía Concha a ninguna más. Habíaotra que de chiquita le decíamos Chichín.

De los varones, uno se llama Ramón y el otro Lázaro, vivos losdos, y yo, Pedro. Sólo las hembras se ahogaron.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 17

Una vez iba a probar la carne de ratón, pero la madre mía no medejó. Porque de todo lo que me dicen que se come, me gustaprobarlo.

Yo quiero saber qué cosa hay en el mundo que se coma y que nome guste.

Le dije a la madre mía:

-Yo voy a probar el ratón ese.

-¡Muchacho, el ratón no se come!

Aquél era un ratón grande.

Ella dejó que yo lo pelara.

Parecía un puerquito, porque lo pelé y le quité lo de adentro. Y ledigo:

-¡Vieja, póngame el caldero a la candela!

-¿Pero tú te vas a comer el ratón? -me preguntó.

-Sí, para probarlo; porque me han dicho que es sabroso.

Entonces ella cogió el caldero y le echó manteca, y cuando yo ibaa echar mi ratón en el caldero, me dice:

-¡No déme acá, usted no se va a comer el ratón ese! Eso no secome mi hijo, porque eso da peste bubónica y se enferman laspersonas.

Y no me dejó comer el ratón; si no, yo lo hubiera probado. Porqueyo, desde que tengo uso de razón, ando buscando algo que secoma que no me guste. Todo me gusta. Yo he oído decir que en laguerra comían hasta zapatos de vaqueta.

Cuando la madre mía tenía cerca de noventa años, se puso mala,y entonces los médicos le hicieron las placas y nos dijeron que lefaltaba un pulmón y que tenía un cáncer. Le pusieron un tratamientoy le prohibieron el fumao. Nosotros se lo dijimos a ella.

-¡No, no, qué cará, yo no dejo de fumar -nos dijo la vieja.

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18 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Entonces trajimos a una doctora y le dijimos:

-Bueno, doctora, dígale aquí a la madre mía qué es lo que puedehacer y lo que no puede.

Le dice:

-Vieja, usted puede comer de todo y tomar de todo lo que ustedquiera, lo único que usted no puede es fumar.

Dice ella:

-¡Ah, no! Si en ochenta y siete años que tengo no me he muertotodavía, ¿voy a dejar de fumar ahora que nada más me quedanunos días de vida? Porque yo sé que me voy a morir pronto. ¡No,yo sigo fumando!

Entonces la doctora dijo que siguiera fumando, pero muy poquito,y ella fumaba más. Y decía que fumaba más porque sabía que semoría pronto. También decía que allí en Santa Cruz se habíanmuerto algunas gentes de cáncer que jamás habían fumado.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 19

En Cabeza del Este empiezan los cayos de las Doce Leguas, escomo decir la Punta Maisí. Cuando el ciclón del 32; la Punta delEste del Cayo Cabeza del Este, tenía playa, pero el ciclón se lallevó. Hay un faro allí, dentro del mar, que antes del ciclón estabaen la playa. El ciclón se comió todo eso, lo desbarató. Un poquitomás alante, cuando termina Cabeza del Este, empieza unarranchadero4 que se llama El Gallinero, que es un mégano5

chiquitico. Ahí nada más había un solo rancho, una sola familia. ElGallinero tiene como kilómetro y medio nada más y no tiene aguadulce.

Después de El Gallinero viene otro arranchadero que, cuando lamarea llena, hay agua, y cuando la marea vacea, es seco y hayfango. Eso es como un cayo, y lo divide un canalizo6; es chiquitotambién. Se llama Puerto Escondido.

Le sigue La Playa Grande, la más extensa que hay en las DoceLeguas, esa que empieza en La Caguama que fue donde yo mecrié; y después de La Caguama viene Rancho Viejo. La playa deLa Caguama es grande. Tiene cinco leguas de largo y tiene muchosarranchaderos. También la dañó mucho el ciclón.

Cuando nosotros vivíamos allí, los ranchos los teníamos muy lejosdel mar, y hoy allí sólo queda un mégano estrecho, estrechito.Entonces para alante sigue la playa, que no llega a un kilómetrode ancho.

Los arranchaderos eran donde estaban los ranchitos. En LaCaguama, que hoy llaman Playa Rosales, había veinticinco familias.

CAPITULO III

COMO ES EL LABERINTODE LAS DOCE LEGUAS

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20 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

En los otros arranchaderos había dos o tres familias. Playa Rosaleses una playa que tiene cinco leguas de largo. En ella hay muchosarranchaderos: La Caguama situada en Cabeza del Este, ElGallinero, Puerto Escondido, El Macao, La Tronconera, El Recreo,El Paticojo, La Palma y La Mexicana, que es donde termina esaplaya. Todos ésos son arranchaderos de familias.

De La Caguama para allá tenemos el arranchadero llamado ElMacao, que está en la misma playa. Después tenemos LaTronconera. Después de La Tronconera viene El Recreo y le sigueRosales, que es donde está la casita en que yo vivo. Después, ElPaticojo; y La Palma, donde hay mayor anchura. El ancho quetiene no llega a dos kilómetros. Tiene mucho yuraguano7 muchasalvia marina.8 Es llano y lleno de matas, porque todas esas matasnacen en el agua salada.

Ese Cayo Caguama era grande. El ciclón del 32 lo desbarató yquedó convertido en una islita chiquita.

En aquella época del ciclón estaba el gobierno de Machado. Lospescadores, hicieron once casitas en la playa, y así empezó anacer el pueblo, y llegaron a construir treinta y pico o cuarentacasas. Los supervivientes que vivían en los cayos regresaron deCamagüey. Recogieron maderas para hacer casas, y así fue comoLa Caguama se empezó a formar de nuevo.

El padre mío hizo un ranchito allí y se puso o pescar careyes9. Yopescaba en un botecito con el otro hermano mío, y entoncesempezamos a agrandar el cayo. Cortábamos yuraguano yhacíamos estacales y cargábamos caracoles, basura y todo parausarlo como relleno. Después sacábamos arena de una playa yasí íbamos agrandando el cayo.

Cuando empecé con el criadero de careyes y tortugas,10 entre mihijo y yo hicimos aún más grande el cayo, que es como está hoyen día. Ahora vamos a seguir rellenándolo, porque los ciclones sellevaron mucha arena, por las corrientes tan grandes que originaron.

Es un trabajo duro, para el cual utilizamos una pala y un rastrillode hierro para coger la arena que buscamos en el chalán.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 21

El cayo puede tener ahora como tres cordeles11 de largo y comocuarenta o cincuenta metros de ancho. Antes tenía como unkilómetro de largo y una playa bárbara adonde iban los careyes ylas tortugas. Todo eso se volvió mar.

Nosotros íbamos rellenando y sembrando las matas que hoy endía están nacidas allí, más las de mangle prieto12 y patabán.13

Porque después que pasó el ciclón, el cayo estuvo cinco años queparecía una sabana; usted iba a un cayo de ésos y no encontrabauna hoja ni para remedio.

En un lugar que se llama Juan Grin hay un rincón que quedó verdedespués del ciclón y de ahí traíamos el padre mío y yo las semillasde mangle colorado14 e íbamos sembrando.

El mangle colorado tiene sus raíces igual que un tabaco; arribatiene una estrellita, que es un remedio divino para las diarreas.Uno coge tres estrellitas y las pone a hervir, y se toma eso y es untapón.

En el cayo hay unas cuantas yerbas que sirven para remedios.Tenemos la salvia marina, que es buena para el reumatismo; elbrezo15 sirve para los riñones: se hace un cocimiento y se tomacomo agua común; el romerillo también es medicinal.

Esos eran los remedios que usaban los viejos en el Laberinto delas Doce Leguas. Cuando la gente vivía allí, se sembraba albahacay muchas otras plantas. Eso bueno tiene la arena de esos cayos,que uno siembra cualquier cosa y se da.

Donde vivíamos nosotros, mi madre tenía una estancia. Allí no sedio nunca ni el arroz, ni la yuca; pero sí se daba el tomate, elmelón, la calabaza, el boniato -unos boniatos muy lindos-. Nosotrosusábamos el agua de las casimbas para regar las plantas. En PlayaRosales hay un tramo como de dos leguas que dondequiera quese escarbe se encuentra agua dulce. Ahí era donde tos viejoshacían casimbas y sacaban el agua con pipas.

En el cayo siempre siembro calabaza, tomate, ají, melones; perocuando hay mareas grandes, no cojo nada. Una vez fuimos a SantaCruz, y cuando regresamos, nos encontramos el boniatal quehabíamos sembrado sin una hoja. Los bichos se las habían comido.

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Entonces sacamos todos los boniatos buenos. Nos hemos cansadode volver a sembrar, pero no hay manera que se gocen.16

El agua de las casimbas es lo mejor que hay, y saludable. Por esolos médicos nos dicen a nosotros, tos pescadores, que estamostan sanos. También la manteca de carey que comemos tiene lamejor vitamina que hay.

El agua de tas casimbas desapareció cuando el ciclón de 1932, ycreíamos que no íbamos a tener más agua dulce. Todas estabancompletamente saladas. A los dos años de pasado el ciclón, seabrió una casimba y resultó ser un manantial tan bárbaro que nose puede achicar nunca, no se seca, y es un agua buena. Ahorano es necesario tomar el agua de las casimbas, porque nos latraen en los barcos. Las casimbas están abandonadas, ciegastodas; pero a la hora que haga falta, llega uno allí y abre una en laarena o en la roca y aparece el agua.

Antes en los cayos se recogía el agua de tomar con una lata o uncubo. Hay quien ha puesto tubos de barro estrechos en el brocalde los pozos, y hay quien ha puesto tubos de cemento más anchos.Anteriormente eran de cuarterolas de madera. Ahora esos pozoso casimbas están ciegos, pero hay tres o cuatro que tienen tubospuestos allí y todavía dan agua.

Hay un lugar, que le dicen La Mexicana, que tiene una arena queparece polvo, idéntica a la de Varadero. Más alante hay otra playade arena más gordita y después hay otra que tiene el grano aúnmás gordo.

Ahí en el cayito llamado Contrapunteo vino una gente a pescarguasas.17 Eso fue recién pasado el ciclón de 1932. Un viejito quese llamaba Nené Acuña, que era el cocinero, vino a pescar guasascon tres hombres. Cuando lo vio, el padre mío le dijo:

-Voy a hacer unas cairoas18 para producir sal del mar, porque delagua del mar, como es salada, se hace la sal.

-Yo le voy a ayudar -le dije.

Cogimos unas planchas de zinc e hicimos dos cairoas, yempezamos a cargar leña. Empezamos a echarle agua de mar y

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 23

llenamos las cairoas. Hicimos una fogata grande con la leña y lacalentamos, pero aquello no cuajaba. Yo decía:

-¡Qué extraño que esto no cuaja!

A los tres días vino a cuajar, y yo pensaba:

“¡Bendito sea Dios, qué dura es el agua del mar!”

Después, aquellos terrones de sal los convertimos en polvo; unasal finita, finita, que no sirve para la comida porque escompletamente amarga. Para salar el pescado sí sirve; pero parala comida, no.

No quisimos hacer más sal, porque hay que echar cantidad decubos de agua, y no se sabe la cantidad de leña que es necesarioemplear. ¡Oigame, para hacer sal así, se muere uno de tantotrabajar!

En los cayos de las Doce Leguas hay mucho mangle colorado,mangle prieto, yana, yuraguano. Esa es la madera que hay allá.También hay una matica que echa unas fruticas que nosotros ledecimos té.19

Tenemos también verdolaga20 y platanillo21 con el que sostenemosa los careyes cuando no tenemos comida suficiente para ellos.

En las Doce Leguas las cuadrillas de gallegos hacían mucho carbóncon los yanales. El mejor carbón es de yana, marabú22 y manglecolorado. Ahora no es necesario cortar leña de yana, porque,gracias a la Revolución, todo el mundo tiene fogón de gas.23

El mangle prieto echa una resina con la que los viejos de anteshacían un ungüento, como un mentol, para los dolores de cabeza.Por otra parte, no sirve para nada más, sólo para cortar palos decercas.

Allá en Santa Cruz hoy una cascarera dedicada a sacar la cáscarade mangle colorado, que se utiliza como colorante para mandar alas imprentas y para curtidos.

En la cayería todos los vecinos se llevaban bien. Cuando ocurríaalgo, se reunían a la voz de uno, el de más edad que hubiera.

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24 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Allí pasamos muchos temporales de agua y viento que durabanocho y nueve días, en los que no se podía trabajar. Yo me acuerdoque el abuelo mío decía que mientras estuviera el temporal andandono podía moverse ninguna embarcación de allí, porque el marestaba muy peligroso. Cuando algunos pescadores tenían las redescaladas para coger careyes y querían salir a la mar, él les decía:

-¡Pues no, señor, de aquí no se mueve nadie hasta que no setranquilice la mar!

Le hacían caso. A los más ancianos se les respetaba mucho.

La alcaldía del Laberinto surgió cuando vinieron las elecciones.Sí, señor, hasta la cayería tenía su alcalde. Elegimos como alcaldea un tal Luis García, que era un pescador viejo de allí.Primeramente, antes de surgir la alcaldía, vivíamos como lossalvajes: algunos se arrimaban y después se casaban. Otros sellevaban la novia y después, al año o dos se casaban. Se moría lagente y se enterraban allí mismo. Por eso en todos los cayos delLaberinto de las Doce Leguas hay personas enterradas.

Cuando vinieron los barcos de motor, fue cuando pusieron laAduana en Santa Cruz, y entonces comenzaron a exigir yanombramientos a los patrones de barcos de pesca y tenían quepagar las inspecciones en las embarcaciones. Pero anteriormente,ahí se vivía como se quería. Por aquel entonces no teníamos queir a buscar nada a Santa Cruz.

Allí no había correspondencia. Cuando venían los comerciantes -según me contaba mamá-, traían una revista que se llamaba La

Política Cómica, y después surgió el periódico El Heraldo. Entonceslos comerciantes, que venían cada quince o veinte días, llevabanlos periódicos a los que sabían leer.

Los comerciantes eran propietarios de barcos de madera, chiquitos.Eran de vela, igual que los que nosotros teníamos para pescar.Cuando llegaban, las mujeres les encargaban algo y en otro viajese lo traían.

Uno de los comerciantes se llamaba Antonio Reyes -ése era mediopariente mío-; había otro que se llamaba Julio Tiá, que una vez mesalvó cuando me caí al agua; había otro que se llamaba Juan Yero

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-por cierto que ése se ahogó en las Doce Leguas, y al cayo dondese ahogó le pusieron su nombre.

Cuando llegaban los comerciantes, ya el pescador tenía el pescadosalado para que se lo llevaran. Entonces lo que se pescaba erapara salar nada más, porque no había hielo. Se recogían lasconchas de carey. Eso era lo único que se vendía en aquella época.

En mis tiempos de muchacho me divertía en las Doce Leguaspescando tiburones, de los llamados tintoreras,24 con algunosamiguitos. Tirábamos los cordeles al agua bien lejos, a la puntadel cordel le amarrábamos una lata. Entonces nos poníamos a laorilla y la lata allá lejísimo. Cuando veíamos que la lata venía paraacá, era que había cogido una tintorera. Así, entre varios, puesnos costaba trabajo sacarlas del agua, cogíamos muchas tintoreras.Había noches que cogíamos hasta seis. Cuando llevábamos lastintoreras a tierra, venían los viejos con un hacha y las mataban.

En las Doce Leguas, durante los cumpleaños de los muchachoschiquitos, se compraban dulces. Los caramelos los hacían lasviejas, melcochas con azúcar y miel, pudines, flan de maíz...¡Hacían muchos dulces! Los viejos tenían garrafones de ron ycerveza. La cerveza también se usaba para mezclarla con lospurgantes que les daban a los niños. Por eso, ya de hombre, yo nopodía tomar cerveza, porque me sabía a aceite de ricino.

En aquella época la cerveza costaba nueve quilos. Se comprabangarrafones de vino, garrafones de ron Bacardí, y había unaguardiente de caña que tomaban los viejos cuando venían lasvisitas. Hacían unos cocteles muy sabrosos con ron, un licor quecreo le decían licor de rosa, anís, cerveza y mucha canela. Esoera para los cumpleaños, en que se reunían los pescadores en elarranchadero.

En aquel tiempo las mujeres usaban un vestido largo, de cualquiercolor. A las muchachitas de cinco o seis años ya les ponían túnicashasta la rodilla. No se usaba celebrar los quince años, como ahora.

Había pescadores que sabían tocar la guitarra, la filarmónica yhabía hasta quien sabía tocar bongoses.

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26 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Para esas fiestas se avisaban de un arranchadero al otro, y sejuntaban allí. Entonces los viejos eran los que se ponían a bailar.No dejaban bailar a los muchachos. Cuando los muchachos yatenían de quince años en adelante, entonces los viejos les dabanpermiso para que bailaran.

Cuando venía la Nochebuena, todos los arranchadores se reuníandonde estaba la alcaldía, en un lugar que se llama Juan Grin, y ahíacordaban ir a Santa Cruz. Iban algunos, todos no, a pasar laNochebuena en tierra.

Después formaban sus guateques. Cuando aquí no se usaba lamúsica moderna; se tocaban danzones, guarachas y son. Seponían a bailar y asaban lechones y todo eso.

En Santa Cruz, antes de la Revolución, los carnavales eran el díade San Pedro y San Juan, y mucha gente se disfrazaba. Demuchacho, yo me disfrazaba también, casi siempre deorangutango, y una vez me disfracé de mujer. Ese día iba con doscompadres, Ignacio Ponce y Juan Almenares. Salimos en unacomparsa. Como yo era una “señorita”, conmigo no se metía nadie.Mis dos compadres iban disfrazados de diablos. Se consiguieronunas vejigas de vaca infladas y con ellas le caían a fuetazos a lagente. Las vejigas eran como un látigo, pasaban por su lado y ledaban un fuetazo. Entonces llegamos allá a un hotel que se llamaHotel Sevilla. Esto que yo estoy contando es de antes de 1932,que fue el año en que ocurrió el ciclón. En el hotel había muchagente. Había un hombre llamado Luis Gosto -que se fue para elextranjero-, ¡óigame!, y el compadre Ponce le mandó un vejigazoque a él no le gustó mucho y le cayó a trompadas. Bueno, seformó una de trompadas; pero. yo, como era una “señorita” meaponché25 para un lado y así vi la pelea. Se quitaron las caretas, ya trompadas. Así eran las fiestas antes.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 27

Soy de raza india por parte de mi madre y de mi padre. Ellos mecontaban que sus abuelos eran indios.

En los papeles míos estoy puesto de raza blanca, pero mi piel esalgo oscura. Yo creí que en esos papeles me habían puesto deraza india; pero cuando me leyeron mi inscripción de nacimiento,me enteré que era blanco.

Para mí todos los hombres son iguales; para mí vale igualito unnegro que un blanco. Desde que yo era muchacho pensaba así.Yo no fui racista nunca, y me he alegrado mucho que ahora leshayan dado valor a los negros y la garantía esa que tienen. Porquepara mí vale igual un blanco que un negro.

Cristóbal Colón fue el primero que vino aquí y descubrió a Cuba.Cuando eso aquí sólo había indios. Contaban los viejos que losindios iban a matar a Cristóbal Colón; pero él se puso un espejoen el pecho y les decía:

-No, si yo los traigo en el corazón.

Entonces los indios se veían reflejados en el espejo que estaba enel pecho de Colón y él era como un Dios para los indios.

También supe que los indios hacían candela frotando dos palitos.Eso es de lo poco que sé de los indios. A mí me han contado muypoco de los indios y muy poco de Cristóbal Colón. Porque, comofui criado ahí entre las verijas de papá, y como él no sabía leertampoco, pues aprendimos muy poca cosa, nada más lo quecontaban los abuelos. Además, los viejos de antes no permitían

CAPITULO IV

LOS INDIOS DE LAS DOCE LEGUAS

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28 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

que los muchachos estuvieran en sus conversaciones. Y por esopapá no sabía casi nada. El contaba lo que le decía su abuelo,que era un viejo de esos que no les hablaban muchas cosas a losmuchachos y se reservaban mucho para hablar delante de losmuchachos. Y ése es uno de los motivos por lo que yo no sé nadade Cristóbal Colón.

El primero de mis antepasados de quien supe algo es de uno quese dice usaba argolla en la nariz. ¡Y sabe Dios si ése estaba aquícuando llegó Cristóbal Colón!

La idea mía de cómo se acabaron los indios es que cuando vinieronlos españoles, mataron a todos los hombres para quedarse a “jugar”con las indias. Y ahí fue donde se acabó esa raza.

He oído hablar de los caneyes26 de los antiguos indios. Son comolometones que se levantan sobre la llanura cerca del mar. He oídohablar del Caney de Sabanalamar. Cuando se escarba en loscaneyes, se encuentran cosas de los indios, y hasta sus huesos.

Uno vez, siendo yo muchacho, le pregunté a papá por los caneyesy me dijo que él no sabía lo que era eso.

Algunas personas recogían en esos caneyes pedazos de loza delos indios. La madre mía tenía unos cuantos pedazos de ésos, dejarras, de platos, pero pedazos nada más; objetos enteros, ninguno.Pero aquellas piezas de los indios se perdieron cuando el ciclóndel 32.

Yo supe de unas gentes, que llaman arqueólogos, que sacaroncantidad de esqueletos y piezas de los caneyes.

Me contaba papá que para allá abajo, en el Laberinto de las DoceLeguas, en unos sitios que les dicen La Yana y La Sagua, seencontraban muchas cosas de indios.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 29

De muchacho, tres veces me sacaron del mar, ahogado. La primeravez que me caí al agua, tenía cinco años. Fue en el veril,27 dondela mar se hace muy profunda, en el mar afuera.

Cuando eso el padre mío pescaba chernas28 en unas nasas29 y metraía siempre a bordo; no en el chalán sino en un botecito. Ese díafui a pasar de proa a popa, y la botavara30 me tumbó al agua.Cuando él vio que yo me caí, intentó tirarse; pero pensó que, si setiraba, nos ahogábamos los dos. Cogió la botavara y la atravesó, yentonces la vela cogió viento y el barco fue para atrás. Cuenta élque yo estiré la manito y entonces me agarró por la punta del dedoy me llevó a bordo. La madre mía me hacía unas camisas debabucha, y cuando caí, cogió aire, y por eso me aguanté sobre elmar.

Otra vez, siendo aún bastante chiquito, un amigo del padre míofue a coger sardinas con la tarraya.31 Yo iba en la proa del chalán,y cuenta el padre mío que yo llevaba un pedazo de galleta en unamano y un pedazo de dulce de guayaba en la otra, y al pasar pordebajo del manglar, un gajo me tumbó al agua. No se dieron cuenta,y cuando salieron al otro lado, su compañero le preguntó:

-¿Dónde está el muchacho?

-¡Se cayó al agua! -gritó mi padre, y volvió para atrás. Me sacócasi ahogado del fondo. Pero ahí me dieron y me dieron hasta quevolví a vivir.

CAPITULO V

DE LOS TIEMPOS DE LA CHAMBELONA

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30 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

La última vez que me caí al mar, de ésa sí me acuerdo, pues teníadoce años y ya sabía nadar. Me tiraba del chalán y llegaba al fondodel mar, cogía un puñado de arena y salía. En una de esas quesalgo, el chalán me quedaba un poquito lejos. Nadé para tratar decogerlo, me acobardé y viré para atrás, para llegar a una estaca;pero me cansé antes de alcanzarla, ya aunque estaba bajito, nodaba pie. La estaca estaba cerquita y yo quería agarrarla, pero meiba para abajo y tragaba agua. Como no era profundo, me empujabacon los pies y salía de nuevo a la superficie. Cada vez que salía,yo veía a la gente y gritaba: “¡Papá!”, pero no me oían. Habíamucha gente, porque se trabajaba en hacerle un botalón32 a unbarco. Volvía a hundirme y volvía a salir. En una de ésas me oyerony miraron para donde yo estaba y vieron el chalán vacío. Uncomerciante chino que había llegado allí, Julio Tiá, fue quien mesalvó; se tiró al agua y atrás de él, otros; pero él, Julio Tiá, fue elque llegó primero a donde yo estaba y me sacó. La vieja y todosme lloraban porque creían que estaba muerto.

Del año 1917 recuerdo haber oído hablar de La Chambelona, dela cual papá me contó que fue una guerra entre liberales yconservadores.

La escuadra americana estaba en Santa Cruz preparada paradesembarcar en Cuba. Caridad Guerra, la madrina mía, que eraprima de papá, tenía a su esposo, Felipe Acosta, que cuando sedeclaró aquella guerrita civil, él se quería alzar contra el gobiernomalo que había aquí. Entonces se alzaron muchos pescadores deSanta Cruz. Echaron pa´llá y cuando llegaron a donde estabanalzados los cubanos de Santa Cruz, ya tenían planteado hasta ungobierno allí. Felipe cogió, y en lugar de llegar al pueblo, atracó asotavento,33 por donde estaba el cementerio, y por ahí se fue almonte. Porque él creía que si iba para el pueblo, lo cogían preso.Cuando llegamos, le dieron el alto a papá. Yo era chiquito cuandoeso y estaba con él en ese momento. Nosotros teníamos que virarenseguida para La Caguama, porque la familia estaba allá, yentonces lo patrulla militar le dijo a papá que no podía salir deSanta Cruz.

Dice papá:

-¿No puedo salir? ¡Si yo tengo mi familia allá!

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 31

A media noche, papá levó ancla, izó el foque34 del barquito y conun remo nos fuimos. Salimos escapados. Papá no volvió más aSanta Cruz hasta que no se terminó la guerra de La Chambelona.

La Caguama era un pueblecito de veinticinco familias. Muchas sealzaron cuando esa guerra. Nada más quedamos tres familias allí.Me acuerdo de un tal Gaspar Lorente y la mujer, que se llamabaMaría Salazar. El barquito de él era más grande, y entonces papále dijo:

-Mira, vamos a escondernos en el Cayo Contrapunteo.

En ese cayo había unos ranchos deshabitados, porque se habíanido todos. Hicieron un chapeo grande entre el manglar para meterlos barcos y esconderlos de los cañoneros que estaban derecorrido. Los barcos quedaron tapados con los árboles del cayo,y desde allí ellos veían las maniobras del cañonero y decían:

-¡Mira, llegó el cañonero para arriba, llegó el cañonero para abajo!

Una prima mía que se llamaba Carlina dio a luz allí en aquellosmomentos. Parió un varón llamado Victorino. El está vivo todavía,y ahora es careyero. Está viejo también. Pero ése nació en plenaChambelona, en 1917, cuando estábamos escondidos. Fue unode los que le picaron el ombligo con un cuchillo. Según me contaba,la vieja, le dieron un amarre aquí y otro amarre allá y entoncespicaron en el centro de la tripa, y así quedó amarrado el ombligo.

Un día íbamos para Santa Cruz en el barco. Por el Laberinto delas Doce Leguas hay un cayo que se llama Rosquete. Yo, quetenía entonces doce años, vi allí un barco extraño. Llamé a papá yle dije:

-Papá, mire, ¡ahí hay un barco extraño!

-Sepárate un poco, que es un barco inglés -me dice papá cuandonos acercamos, vimos mucha gente y dijimos:

-¡Concho! ¿Qué estará haciendo esa gente ahí?

Seguimos para Santa Cruz. A los dos días viramos para las DoceLeguas, y me dice el viejo:

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32 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Vamos a llegarnos al cayo a cortar unos palos para hacer remos.

Llegamos allá, y dígole a papá:

-Papá, ¿qué pasó aquí?

Todo aquello estaba tumbado en el suelo. Dice el viejo:

-¡Pero mire, Pedro, si aquí han sacado una caja de hierro!

Había un entierro, un tesoro. ¡Y tantas veces que hemos estadoaquí nosotros y no sabíamos nada!

Sobre el suelo quedaron los cascarones de la caja de hierro.Entonces me dice:

-Vamos a registrar por aquí, porque casi siempre cuando sacan unentierro dejan algunas monedas.

Pero,¡qué va!, esa gente no dejó nada.

Entonces le pregunté:

-Papá, ¿y en los otros cayos no habrá entierros?

Me dijo. que todos esos cayos tenían entierros; pero que si uno notenía el derrotero, no podía sacarlos, porque los piratas, que eranlos que hacían los entierros, se habían muerto todos.

Dicen que cuando a uno le sale un muerto, le da un derrotero;pero a mí todavía no me ha salido ninguno.

Papá también me contaba que en muchísimos cayos se habíansacado botijuelas de oro y de plata.

En Santa Cruz, según me contaba papá, sucedió un caso. Yo nosé si serían jaranas de él o no, pero lo contaba muy serio, y decíaque era verdad. Había un hombre llamado Matano, un cortador deleña, un hombre pobre, de esos bien pobres, y un día, cortandoleña, se encontró una botijuela. Dejó el hacha y salió con la botijuelade lo más contento para la casa, y le dijo a la mujer:

-¡Mira lo que me he encontrado, una botijuela! ¡Y seguramenteque está llena de oro!

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 33

Quién le dice a usted que la única sábana que tenía era la queestaba en la cama, y vira la botijuela sobre ella, pero estaba llenade alquitrán. ¡Se chivó ahí mismo el hombre, y la sábana!

A muchos de los que fueron a sacar entierros les salía el muerto, yles decía que tenían que llevar sangre de un hijo o de un pariente.Por eso no sacaban el tesoro.

Nos contaba papá que hoy muchos lugares en que hay entierros yestán ahí todavía.

Le oí contar a papá que en el Laberinto de las Doce Leguas hayun cayo, llamado Los Algodones, adonde llegaron dos americanosy hablaron allí con un hombre que tenía un barquito. Era unmuchacho joven, que entendía inglés, pero los americanos nosabían que él hablaba inglés. Alquilaron el barco para ir a LosAlgodones, pero no le dijeron al muchacho para lo que era. Elhombre vio que cargaron muchos tarecos y pensó que era unapesquería. La salvación de él fue que entendía el inglés. Al finsalieron, y él vio todo lo que llevaba esa gente: palas, picos... Y sepusieron los americanos a hablar y él a oír, y pensó:

“¡Ah, el problema es que van a sacar un entierro!”

Y oyó cuando un americano dijo que lo iban a matar cuando sacaranel tesoro, y pensó:

“¡Qué va, a mí no me van a matar!”

Llegaron, fueron a tierra y llevaron los tarecos. Entonces, ya en elcayo, los americanos le dijeron a lo que iban:

-¡Qué bueno, vamos a tener mucho dinero! Vinimos aquí a sacarun entierro!

Y se pusieron a escarbar. Cuenta la gente que cuando el muchachovio que habían encontrado la caja, le dijo a uno de los americanos:

-Voy a ir al barco a buscar un garrafón de agua porque ya no hay.

El americano le dijo:

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34 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-No se demore mucho, para que nos ayude a sacar la caja. Alllegar al barco, izó la vela y se fue. Dicen que no le dijo nada anadie del pueblo. Unos cuantos meses después, cuando calculóque ya los americanos estarían hechos unos esqueletos, fue allá yvio que habían sacado la caja y la habían abierto, pero se habíanmuerto. Echó los restos de los dos americanos en el hueco dedonde habían sacado la caja, cogió el dinero y desapareció deCuba.

Cuando yo tenía unos doce años, vi llegar un barco a El Macao,cerquita de La Caguama. Los muchachos decían:

-¡Eh, mira, un barco inglés!

El barco fondeó afuera. Era muy grande. Al poco rato vimos quebajaban dos botes llenos de gente. Eso fue temprano por lamañana. Y los botes daban viajes para allá y para acá, y los viejosdecían:

-¿Qué será?

Nosotros queríamos ir a ver, pero los viejos decían:

-¡No, no; no vayan, que a lo mejor los matan!

Nosotros pensábamos ir por detrás de las matas y ver lo queestaban haciendo, pero no nos dejaron. Ya por la tardecita se fue.Entonces fuimos como cuatro o cinco muchachos para allá, ycuando llegamos, vemos unas lomas de arena. Había uno quequería tocarlas, y le digo:

-¡No toque eso; vamos a avisar a los viejos!

Uno de los muchachos preguntó:

-¿Será que han matado a alguno aquí?

Entonces no pensábamos en tesoros ni nada de eso. Fuimos atierra y les contamos a los viejos. Fueron ellos para allá, se pusierona mirar y uno de los viejos dijo:

-¡Sabe Dios lo que habrá enterrado esa gente!

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 35

Aquel viejo decía que si se moría alguien en un barco, lo tiraban alagua y que a lo mejor vinieron a enterrar a alguien allí.

-¡Eso es una sepultura! -dijo.

Otros dijeron:

-¡Pero no le han puesto cruz!

Pasaron años, años y más años, y vino el ciclón y se comió bastanteaquella playa. Hace como quince años le dieron el derrotero de unentierro en El Macao a unas gentes. y escarbaron allí -ya casi todoestaba en el agua-, y sacaron unas cajitas con prendas y oro. Lospescadores que sacaron el entierro de El Macao me hicieron esahistoria. Entonces me acordé del barco y fui a ver, y me puse amirar y digo:

-¡Efectivamente! ¡Aquí mismo fue donde vi el barco cuando eramuchacho.

Le hice el cuento a la madre mía y a papá. Ellos hicieron memoriay se acordaron:

-¡Era un entierro, que lo sacó fulano, zutano, mengano yesperancejo!

-¡Caramba, y nosotros no lo desenterramos!

-¡Ah, papá, porque en aquella época nosotros estábamos muyatrasados!

Entonces le pregunté a uno de los pescadores que si tuvieron quematar a alguno, y me dijo que no, que ellos eran como sietepescadores y entre todos lo sacaron. Tuvieron que dar hacha parapicar las raíces; el tesoro estaba en el agua. Yo creo que de esegrupo nada más queda uno vivo, pues su patrón se murió y el queme lo dijo, un pariente mío que se casó con una tía mía, hermanade la vieja, también se murió.

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36 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Los cangrejos se cogen en la primavera. De noche es cuando salen.En las Doce Leguas hay un cangrejo que le dicen carito,35 que esrojo, chirriquitico. En la mar es como un peje nadando; estira tanbien las paticas que se ve como un pececito en el agua, y cuandocoge la tierra, ya es un cangrejo. Los cayos se llenan de esosbichos, y se suben hasta en las matas, y llenan el rancho, llenan elfogón; se llena todo cuando hay una invasión de esos cangrejitos.

Es una invasión de caritos, todos colorados. Eso ocurre cada treso cuatro años. Se ven las matas y las playas coloradas de tantoscangrejitos. El ranchito se llena, y hay que usar mosquiteros,porque, si no, no lo dejan dormir a uno. Esos cangrejitos lo cubrentodo. Después vuelven al mar otra vez, pero algunos se quedan.Eso es muy bonito. Las playas se vuelven coloradas de tantoscaritos y hacen un trillo por donde cruzan.

Una vez fui a La Coloma y me preguntaron si yo comía cangrejo.Yo nunca había comido cangrejo. En ese momento, un muchachoiba vendiendo cangrejos y le compraron una docena a treinta quilosy me los prepararon muy sabrosos, de varias maneras. Un día mehicieron un fricasé de masas; otro, un aporreado. ¡Qué sabroso!

Un día me llevaron pata coger cangrejos a un lugar que le dicenLos Guanos.

El cangrejo, de día, está escondido; pero usted levanta una pencade guano y ve las tongas de cangrejos. En La Coloma usan unosganchos para cogerlos, porque el cangrejo, según ve a uno, tiene

CAPITULO VI

LOS ANIMALES DE LA CAYERIA

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 37

la tendencia de defenderse con las dos muelas. Cuando empezarona coger cangrejos, digo:

-¡Ah, ustedes no son buenos cangrejeros! Yo nunca he cogidocangrejos, y voy a coger más que ustedes.

-¡No que te muerden! -me decían.

-¡A que no me muerde ninguno!

Yo llegaba y les agarraba las muelas con mis manos, y así cogímás cangrejos que ellos. ¡Pero qué barbaridad de haber cangrejosen ese lugar!

Allá en Boca Rica hay muchos cangrejos, pero distintos de losgrandes que se llaman de la tierra, porque no tienen masa y sonde muelas chiquitas y no sirven para comer. Esos cangrejos deBoca Rica se sienten enseguida por los ruidos que hacen y,además, porque se meten dentro del rancho.

Una vez yo estaba durmiendo sin camisa y siento una cosquillitaen la barriga: era un cangrejo. Lo cogí y lo tiré al suelo. Entoncesme levanté, encendí la luz y Cacaseno se despertó y me preguntó:

-Papá, ¿qué te pasó?

-Un cangrejo que me estaba haciendo cosquillas en la barriga -lecontesté.

-¿Pero no lo mordió?

-No, no me mordió.

-¿Lo mató?

-¡Míralo reventado ahí! -le respondí.

Cuando lo tiré en el suelo, se reventó. Ese era grandecito, era másgrande que la mano de un hombre.

Yo siempre cojo los cangrejos o bien por abajo o por atrás, igualque se coge la jaiba, o por las dos muelas. Porque si usted lo cogepor una pata o por una muela, seguro, seguro, que lo muerde conla otra.

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38 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Antes mataban a los caimanes36 por gusto, porque había muchos,por dondequiera. Allí mismo en Boca Rica, en el canalizo, los veíausted aboyados. Nosotros en el chalán íbamos a matarlos con elarpón. A un caimán aboyado no hay quien lo clave. Yo esperabaque el caimán se margullera37 paíbajo y entonces lo arponeaba.

Hubo uno época en que compraban el cuero de caimán, y por esovino la escasez de esos animales. Eso fue en el gobierno deMachado.

Antes los viejos decían que el caimán no se comía, pero añosdespués vi que algunos sacaban unos filetes de la cola.

Ahora del caimán se come todo, pero no es fácil que aparezca uncaimán; y por eso, cuando aparece uno, lo aprovechan todo, y esverdad que es bueno para comer. La manteca se usa para curar elasma.

Había muchas caimaneras en las Doce Leguas. Le decíancaimanera al lugar donde los caimanes tenían sus cuevas. Todoeso desapareció cuando el ciclón del 32. Ahora donde se ven loscaimanes es en la costa.

Hace unos cuantos años que yo no veo un caimán, años de años.¡Y mire que había caimanes aquí en las Doce Leguas! Nosotroslos matábamos por gusto, igual que las tintoreras.

En los ríos cerca de Santa Cruz pescan ranas toro.38 Una vez meconvidaron a cogerlas. Les pregunté qué equipo tenían, y me dijeronque una vara -nosotros le decimos pincharra- con dos puyitas yuna linterna. Alumbran y con la pincharra cogen las ranas toro.Casi siempre las ranas quedan muertas, porque las pinchan por lacabeza. Son muy sabrosas. Se parece al muslo del pollo.

Otro animal que se come, y es muy sabroso, es el manatí,39 que esovalado y tiene jocico igual que una vaca y mucho pelo salteado.Tiene una cola redonda, plana, prieta. Algunos manatises soncoloraúscos. Tienen dos paticas abajo cruzadas y ahí tiene dospitonguitos, que son las tetas. Con las paticas cargan al hijo y ledan a mamar con las tetas. La carne es maravillosa; es lo mássabroso que hay. Tienen tres clases de carne: de puerco, tieneotra parte que es igual que la carne de res, y se hacen bistés del

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 39

tamaño que usted quiera, y la tercera es la parte de la barriga, quesabe a pescado.

Una vez ayudé a coger dos manatises. Uno, con un amigo mío, yotro lo cogimos el padre mío y yo. Fue cerca de Santa Cruz, comotres leguas para abajo, en un lugar que le dicen El Ojo de Agua.Estuvimos tres días en esa operación, porque mi amigo sabía dondese escondían los manatises. Vimos dos, y entonces él se puso avoltear con el motorcito, y enseguida que salió el manatí a lasuperficie, le clavó el arpón y se lo llevó en la embarcación aremolque. Ese manatí pesaba más de mil y pico de libras.

El segundo lo cogimos en un lugar que le dicen Cayo Puta.

En el mapa se llama Cayo República, pero todo el mundo le diceCayo Puta. Ese nombre se lo pusieron porque ahí nació una mujerque “se metió a la vida” cuando ya era muchacha. Ella tenía unacasita en el cayo y ahí realizaba su negocio. Y después de laRevolución, cuando ya no existía nada en aquel cayo, pusieronahí un puesto de guardafronteras.

Ibamos papá y yo a buscar un manatí, porque la primera quehabíamos cogido era hembra, y entonces digo:

-Mire, papá, cada vez que cruzo por aquí, veo, arriba de ese bajo,una piedra que, cuando la marea vacea, siempre saca el lomo, ynunca me ha dado la idea de cruzar por allí.

Y fuimos y vimos que la piedra era un manatí que siempre vivíaahí aboyado, y cuando nos acercamos, le dije al padre mío:

-¡Mire, papá, es un manatí!

Nos abrimos fondeamos el botecito. Andábamos a la vela, porqueteníamos un motor chiquito pero no había gasolina. El manatí huyóy lo perseguimos hasta cansarlo. Nosotros estábamos tambiéncansados de andar detrás de él casi todo el día, hasta que papá letiró el arpón y yo me zumbé paíl agua, porque allí el mar era bajitico.

-Papá, yo creo que está muerto -le dije.

Entonces le di la puñalada en el agua y ni se movía.

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40 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¡Papá, creo que el manatí se ha muerto, porque no se mueve! -volví a decir.

Entonces cogimos y lo amarramos por la cola. Lo llevamos aremolque, y entonces, con muchísimo trabajo, entre los dos lovaramos un poco y empezamos a sacarle cantidad de carne.

¡Y a preparar el manatí!

Los manatises van a donde hay ojo de agua. Un ojo de agua es unremolino grande de agua dulce que sale dentro del mar. En la zonade Santa Cruz hay muchos ojos de agua, y dentro de los esterostambién. Y en Júcaro, debajo del muelle, había un ojo de agua.Entonces ahí pusieron una pipa de ésas, y hoy en día tiene unbrocal de cemento. Nosotros dábamos viajes allá para coger conuna bomba y sacábamos agua dulce dentro del agua del mar.

Al pie de Manopla hay un estero40 que se llama El Ojo de Agua.Nosotros margullíamos allá, porque es un remolino y tomábamosagua dulce de allí. Los muchachos que tenían más resuello que yose iban con una botella vacía, y mientras más para abajo, másdulce sacaban el agua con la botella.

Ya no quedan ojos de agua en el Laberinto de Las Doce Leguas;por eso no se ve allí un manatí.

Lo mejor que tiene el manatí es la manteca, que es igual a la delpuerco, igualita, igualita. Usted fríe un puerco y fríe un manatí y secambean las dos mantecas, y no se reconocen.

A mí me gusta la jutía, pero no cogerla ni desollarla. Cuando yoera muchacho, era un perro para coger jutías; y, sin embargo, ahorano hay quien me haga coger una. Pero me gusta mucho comerlacon ingredientes. Yo era un perro jutiero. A mi papá también legustaba la jutía, y me decía:

-Pedro, vamos a coger jutías.

Papá usaba un anzuelito con una varita para cazarlas. Me decía:

-No metas la mano en las cuevas donde se esconden las jutías,porque te van a desgraciar.

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Entonces con un anzuelito hacía ¡chan! y sacaba la jutía. Todo elmundo no sabe cocinar la jutía. A la jutía hay que quitarle elmarisco,41 la peste esa que tiene. A la jutía se le dan tres hervores

con agua de mar. Al romper el primer hervor, suelta un espumero,y después se cambia el agua; al segundo hervor ya suelta menosespuma, y hay que volver a botar el agua. Después que usted yale da el tercer hervor, la deja que hierva un ratico nada más, y yano suelta espuma. Entonces se lava bien y se aliña. Su carne nosabe entonces a jutía. A cualquier bicho que esté mariscoso hayque darle un hervor con agua salada.

La jutía se prepara con ajo, cebolla, comino -que es lo principal- yvinagre. Yo hago unos condimentos en Santa Cruz con cebollapicada, ají y puré de tomate natural. Entonces la aliño, le echovinagre, bijol, de todo lo que tenga, y la pongo a la candela hastaque hierva. Todo eso se le echa a la jutía y se revuelve. Entoncesse le da fuego bastante regular, porque es dura su carne. Cuandoya he sofreído todo eso un poco, le echo agua, no mucha; y cuandoesa agua se está secando, si la carne todavía está dura, le echootro poquito, hasta que se ponga blandita.

El majá lo conozco poco, porque el majá es de tierra adentro y yosoy de acá de la mar. Pero en las Doce Leguas hay un lugar quese llama La Yana -que yo no lo he visto, porque las Doce Leguases muy grande-, y dicen que allí hay majases igualiticos que los deSanta Cruz del Sur. Son mansos, no le fajan a la gente ni nada deeso. Los cortadores de yuraguana dicen que los majases salen deabajo.

Yo he oído decir que la manteca de majá es buena para hacermedicina, y que el hueso del majá es también bueno para el asmay el reumatismo.

Allá en mi cayos nunca se ha visto majá ni culebra, ni ciempiés,pero abunda el alacrán. Existe un alacrán que tiene dos muelitas.Nosotros le decimos piquijuye. Es larguito y da unos picotazosbárbaros, pero no abunda. Sólo se ve de vez en cuando. Es máschiquito que el alacrán común.

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42 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

lguanas42 hay en la cayería. Por dondequiera que hay arena, comoen la banda del Sur, en las playas y canalizos, se ven iguanas.Cada día hay menos, no así la jutía, que cada vez hay más.

También hay caguayos, iguales que la lagartija. Los hay de todoscolores: prietos, verdes. También les dicen chipojos.43

En el agua, lo único que hay son larvas de mosquitos. Yguajacones.44

Al carey también se le sacan muchas utilidades. Aquí vinieron unosingleses a pescar tortugas y careyes. Los pescaban con unos jamosy les sacaban la carne. Del carapacho de la tortuga se saca unacola muy buena, y de los huesos del pecho también. De las tripasse hacen morcillas. Con la sangre se hace dulce, que es muysabroso. Al carey se le saca mucha utilidad, y luego la conchaque, por su calidad es la divisa más grande que hay.

El carey y la tortuga se parecen mucho, pero el carey es más valiosopor su concha.

De la caguama45 nada más sirve la carne. Es de la que menosutilidad se saca, porque no da cola; ni el carey tampoco. La que dacola es la tortuga, una cola buena para pegar.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 43

Entre las aves que tenemos en el Laberinto de las Doce Leguasestán el alcatraz,46 que según me dicen se llama pelícano; elrabihorcado,47 que es prieto, de pecho blanco y el piquito cortico.Ese come pescado.

En la cayería tenemos muchos guinchos,48 gavilanes batistas49 -que se llaman así porque dicen clarito: “batista... batista...”-,garzones,50 corúas,51 muchas gaviotas,52 palomas torcazas53 yauras tiñosas.54 También se ven lechuzas55 de vez en cuando.

El nido del guincho siempre está limpiecito. Ese pájaro, cuando vaa ensuciar, se empina y bota un chorro para allá que no cae en elnido; los otros pájaros siempre tienen el nido sucio. El guinchoparece un águila; es igual que un gavilán. Se tira al agua y asícoge los peces. Una vez se tiró uno al pie del barco, y dijo papá:

-¡Mira, Pedro, el guincho ha cogido un peje y no lo puede levantar!

El guincho hacía por volar, pero el peje era muy grande, y ellosengrampan un pez con las uñas, ya no lo pueden soltar. Entoncesfuimos papá y yo a coger el guincho, que tenía en las patas unmacabí.56 Era un macabí como de cinco libras; por eso no podíavolar. Papá picó el macabí mientras yo tenía el guincho aguantado,le enganchó en las patas un pedazo ligero del macabí y despuéslo soltamos. Si nosotros no estamos ahí, el macabí lo hubieraahogado.

Los guinchos pescan mucho, principalmente un peje que se llamalija,57 que siempre está en la superficie.

CAPITULO VII

LAS MUCHAS AVES DEL LABERINTO

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44 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

El batista come careicitos. En el rancho había un batista que nosrobó muchos careicitos chiquitos de mi criadero.

Un día vi un batista que salía del corral con una cosa en las patas:

-¡Concho, es un careicito que se lleva el batista!

Cogí un tolete y se lo tiré. ¿Y puede creer que lo cogí por la cabeza?¡Caramba, yo había notado que me faltaban careyes, y eran esospájaros que me los llevaban!

Y los garzones y las corúas igual. Un día me meto en el corral ysiento algo entre los pies: era una corúa.

En el año 77 yo hice un corral más grande, para echar los careyeschiquitos para criarlos, pero no le puse techo. Cada vez que ibapor la tarde a echarles comida, yo notaba que me faltaban careyes.Yo tenía unos pichones de garzones para matarlos, y un día fui alcorral y vi un garzón. Lo espanté y después me escondí. Al poquitorato vinieron dos más.

“Estos garzones están manteniendo a sus pichones con miscareyes”, pensé.

Pero al poquito rato vienen tres alcatraces y se zumban también.

“¡Ay, mi madre, si estos bichos están acabando con todos miscareyes!”, me dije.

Y al poquito rato, tres rabihorcados también.

“¡Ah, no!”

Entonces fui al rancho y le dije al hijo mío:

-¡Vamos, mete los cajones en el chalán y vamos a sacar en ellos alos bichos que tenemos allá! Mira, ya descubrí que los garzones,los alcatraces y los rabihorcados son los que me llevan los pichonesde careyes. Por eso yo noto que me faltan. Mira, yo eché quinientos.Vamos a ver cuántos quedan.

Nos zumbamos y empezamos a contar, y quedaban noventa ypico careyes.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 45

Entonces dije:

-Vamos a mantenerlos por acá.

Y le hicimos un techo de tela metálica, y ahora ya los garzones yalcatraces no pueden llegar hasta mis careicitos.

Todos esos pájaros tienen su carne con gusto distinto, todossabrosos, cuando son pichones, porque los viejos son muymariscosos.

El pichón de alcatraz es muy sabroso, pero hay que quitarle elmarisco también. El agua salá es la materia prima para quitarles elmarisco a los pájaros.

Las gaviotas ponen sus huevos en el suelo, en los méganos.Cuando íbamos a cogerlos, veíamos muchos huevos y partíamosdos o tres, y cuando salían malos, los botábamos. Al otro día íbamosde nuevo y ya estaban todos los nidos otra vez. Con huevos frescos.Muy sabrosos que son. Hacíamos tortilla. Fritos son iguales quelos de gallina, aunque son chiquitos; los del rabihorcado y los delalcatraz son grandazos como los de gallina.

Las palomas torcazas venían en bandas a mi cayo y se juntabanallí en muchos lugares de las Doce Leguas. Hace unos cuantosaños que no vienen para acá. Sólo se ven algunas salteadas, nadamás.

Cuando la paloma torcaza nace, se va igual que el carey, que naceaquí en Cuba y va a criarse en algún otro lado. No sé quéexplicación tiene eso. Será el cambio de tiempo, o algo así.

A mí me parece que el aura es el animal que más hambre pasaporque tiene que esperar a que se pudra el animal que se va acomer.

Una vez vi unas auras, y me pregunté.

“¿Habrá algún peje podrío que hay tres auras ahí?”

Y era que estaban velando a unos pichones de corúa.

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46 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Las tiñosas atacan los nidos de corúa y a veces los pitirres58 lescaen atrás a picotazos y ellas huyen.

El aura es un animal que no sabe pescar ni nada de eso. Elrabihorcado pesca, la gaviota pesca, el alcatraz pesca, la corúapesca, pero el aura no puede pescar.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 47

Me contó papá que, en 1910, el presidente José Miguel Gómezvisitó La Caguama. Papá y su hermano estaban pescando pargos.59

Habían cogido como cien, y cuando llegó José Miguel, les preguntóqué iban a hacer con los pargos. Papá le dijo que salarlos.

-¿Me los quiere vender frescos? -le preguntó el Presidente.

Papá le contestó que sí, que se los vendía, y se los pagó a veintequilos cada uno.

Al otro día volvió el barco y José Miguel le preguntó a papá:

-¿Cuántos pargos ha cogido hoy?

Papá le contestó que ochenta y pico. Entonces José Miguel le dijoque deseaba doscientos, y entre papá y mi tío cogieron losdoscientos pargos. Después el Presidente les preguntó:

-¿Están conformes con el precio que les pagué ayer por los pargos?

Ellos contestaron que sí, y esos doscientos se los pagó a treintaquilos.

Entonces el Presidente les dijo que deseaba que les descamaranlos pescados y que estaba dispuesto a pagarles por ese trabajo.Enseguida se pusieron a descamar los pargos.

José Miguel se pasó como cuatro o cinco días por el Laberinto delas Doce Leguas, y en ese tiempo hizo amistad con papá. Queríapescar por los canalizos, y el padre mío le advirtió:

CAPITULO VIII

LOS PRESIDENTESQUE VISITARON MI CAYO

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48 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Mire, Presidente, allí hay muchos mosquitos.

-No importa, yo me preparo para los mosquitos -le contestó elPresidente.

Por la tarde vino forrado con un mosquitero y con unos guantes.No había mosquito que le entrara.

Decía papá que al Presidente había que engancharle la carnada,tirarle el cordel y entonces, cuando picaba el peje, si halaba mucho,también había que desengancharle los peces del anzuelo.

La cuestión de los capitalistas era el fenómeno; todo para ellos ymuy poco para los infelices. Yo conocí a un capitalista que se hizoamigo de papá siendo yo muchacho. Fue el general Mario Menocal.A ése lo conocí yo personalmente. EI me decía Peruchito y mehacía algunos regalos. Lo conocí cuando él fue a hacer su centralazucarero en Santa Cruz. El tenía un yate. Un día que Menocalestaba de pesquería, llegó al barquito donde estábamos papá yyo, para comprarnos el cajimao para pescar, es decir, las sardinas.

Me dice papá:

-¡Mira, ahí viene el yate de Menocal!

Atracó cerquitica, y Menocal le dijo a papá:

-Oiga, señor, ¿usted me puede coger un poquito de carnada parami pesquería? Yo se la compro.

Papá le contestó que sí, y cogió enseguida el chalán y la tarraya.Yo tiré unos tarrayazos y ayudé a coger la carnada necesaria.

-¡Vaya, Presidente, la carnada! -le dijo papá.

-No me diga Presidente, dígame Mario -le dijo él.

Entonces papá lo trató de Mario. Fue a pagarle, y papá no le quisocobrar.

Menocal estaba muy agradecido, y le preguntó:

-¿Usted fuma?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 49

Papá le dijo que sí, y le regaló una caja de tabacos.

“¡Cómo voy a fumar cabos!”, pensé.

Cuando papá encendía un tabaco y estaba por la mitad, me lodaba.

Menocal le volvió a decir a papá que para la otra semana necesitabamás carnada, y papá se la prometió.

Cuando Menocal regresó, trajo un cartucho con dulces y una botellade anís, más bueno que el cará. Porque Menocal creía que papáera tomador. No lo tomamos, lo trajimos paro Santa Cruz, porquea la vieja sí le gustaba darse su trago de vez en cuando.

En ese viaje Menocal le preguntó a papá que cuántos hijos tenía.Papá le contestó que yo era el mayor y que desde chiquito metraía a bordo -ya yo era grandecito, como de doce a trece años. Lepreguntó dónde vivíamos y papá le dijo que en la playa del cayo.

-Bueno, cuando usted vaya a Santa Cruz y vea mi yate atracadoen el muelle, me manda a Peruchito al barco, que yo quieroenviarles un regalo a las hijas suyas -le dijo Menocal a papá.

Y un día me dice papá:

-Mira, Pedro, ya el yate de Menocal está ahí.

Cogí el chalán y fui. Cuando me vio, me dijo:

-¡Peruchito!

Y yo le dije:

-¡Mario! -aunque yo le decía más Menocal que Mario.

Entonces ordenó al marinero que cogiera las bozas60 y me subiera.Enseguida me dio un pedazo de dulce de guayaba y queso, que amí me gustaba mucho, y se puso a conversar conmigo. Despuésbajó, trajo una caja de cartón y me dijo:

-Llévele a Perucho, que ése es un regalo que yo les hago a sushermanitas.

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50 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Después cogió una barra de dulce de guayaba bien mechada y unquesito y me dijo:

-Esto es para usted.

Entonces cogió un paquete de tabacos y me dijo que era parapapá, que le diera muchos recuerdos y que para el sábado próximole guardara carnada.

En la cajita que les había regalado a las muchachitas iban muñecas,abaniquitos de esos de echarse fresco, y cadenitas, sortijitas...¡Estaban muy bonitas las muchachitas adornadas con aquellosregalos!

Menocal fue el presidente que se llevó el tesoro completo de laRepública. Fue como todos los gobernantes, puro ladrón.

Poco antes de la Revolución, Batista también vino a la cayería. Eltrataba a uno de ciudadano. Me dijo:

-¡Ciudadano! ¿Usted conoce la cayería?

-Yo nací aquí -le contesté.

-¡Ah, qué buena está la cayería de las Doce Leguas! -dijo.

Yo le enseñé las casimbas y todo lo que había por aquí. El traía sugente para hacer una playa turística.

-¿Aquí nunca ha estado un presidente de la República? -mepreguntó.

-Aquí el único presidente que estuvo en este cayo fue José MiguelGómez Eso fue en 1910, un año antes de yo nacer, y ahora usted,porque Menocal sólo estuvo pescando mar afuera, pero no en micayo -le contesté.

Entonces me dice Batista

-¡Caramba una playa tan bonita! Yo no sabía que esto existía.Vamos a hacer una playa turística, y a las casimbas esas les vamosa mandar a hacer brocales de cemento y ponerles bombas parasacar el agua.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 51

Los cachanchanes de Batista anotaron todo, y él mandó a sembrarunas matas de coco. Al poquito tiempo vinieron y sembraron setentamatas de coco.

A Batista le estuve enseñando la playa como tres horas. Variasveces comentó que mi cayo era muy lindo. Yo le dije, lo únicomalo, era que estaba muy lejos de Santa Cruz, y me respondió:

-Pero no hay problemas, porque se pondrían lanchas para traer ala gente.

Cuando me hablaba de todo eso, se me ocurre a mí decirle, sinidea de nada:

-Fíjese lo que son las casualidades, general. Usted va a empezarmuy tarde.

-¿Por qué dice usted eso? -me preguntó.

-Porque hace veinte años que usted debía haber venido, y todo loque usted ha indicado ahora ya estuviera hecho -le expliqué.

-¡Verdad, caramba! -me dice.

Y quién le dice a usted que a los veinticinco días de haber estadoaquí fue su caída: el primero de enero de 1959. Entonces yo medije:

“¿Qué pensará Batista de lo que yo le dije de que había empezadotarde a sembrar las matas de coco?”

Y de verdad, yo se lo dije sin intención. Fíjese lo que son lascasualidades. Ni por la mente me había pasado el asunto de quela Revolución estaba al triunfar.

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52 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cuando el barco “VaIvanera” se perdió en La Habana, yo era unmuchacho. Oí los comentarios que se habían perdido en él cientosde personas. Yo no he visto nunca hundirse un barco, pero heoído que muchos se han hundido.

Frente al cayito que yo tengo -me contó papá- un barco seembarrancó y se rompió. Y en un lugar que se llama Los Indios seembarrancó otro; ése era un vapor. Tuvo que venir un “caballoblanco” de Jamaica, para sacarlo. Los pescadores le dicen “caballoblanco” al remolcador. Dice papá que, cuando el remolcador le dioel primer jalón, sintieron un ruido muy grande desde donde ellosestaban en tierra. Como el barco estaba embarrancado por laspiedras, al pasar por arriba de ellas, se produjo el estruendo.

Una vez, en Cachiboca vi una pila de botecitos, y ahí me encontrécon unas diez personas. Estaban desesperadas de la sed. Cogíanagua del mar y me echaban unos lenguajes que no entendía.

“¡Lo que quieren es agua!”, pensé.

Lo único que decían era: “Cuba, agua, agua.”

-Sí, están en Cuba y van a tomar agua -les dije.

Les expliqué como pude que no se les podía dar mucha agua,unas goticas nada más, pues si se embutían, les podía hacer daño.

Todos aquellos náufragos eran blancos, y hablaban inglés. Supedespués que eran noruegos.

CAPITULO IX

NAUFRAGIOS

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 53

Otros naufragios ocurrieron cerca de mi cayo. Recuerdo un barcoque explotó, y aunque yo no oí la explosión, los náufragos recalaronaquí perdidos, todos pelados del sol. ¡Sabe Dios los días que habíaestado esa gente perdida! No hablaban castellano, sólo sabíandecir “Fidel”, “Cuba”, y “agua”, nada más. Después llamamos porla radio a Santa Cruz, y un barco vino a buscarlos.

Entre los que vinieron de Santa Cruz, uno sabía hablar inglés y sepuso a conversar con los náufragos, y ahí fue como nos enteramosque en el barco había habido una explosión y ellos se habíanseparado en dos grupos. Cada uno por un rumbo distinto. Uno delos grupos recaló aquí y se puso a salvo; pero no sabían de losotros compañeros. Como a los seis o siete días se supo de ellos.Los habían recogido por las costas de Cienfuegos.

Otra vez arribaron a mi cayo unos haitianos. Venían en un chalán.Los vi costeando la playa, y al verlos, me dije:

“Parece que viene mucha gente.”

No distinguía bien. Cuando ya se acercaban por la playa, eché aandar el motor y fui para allá. Al poquito rato pude ver que eranmuchos hombres.

En ese momento yo no distinguía si eran negros o blancos. Despuésvi el chalancito cargado de unos negrones y algunas mujeresembarazadas. No sabían hablar el castellano. Había uno que sabíaalgo de español chapurreao, y ése fue el que dijo que habían salidohuyendo del gobierno de Haití.

-El gobierno de Fidel sí es bueno -me dijo.

Les pregunté a dónde iban, y dijeron que para Miami.

-¡Ustedes no se quieren la vida! En ese chalán no llegan ni al veril,y mucho menos con él huracán que viene, el “Federico”.

Los pescadores cubanos que estaban por allí, en cinco barcos, ledieron un poquito de lo que podían a aquella pobre gente.

Los haitianos dijeron que en Santiago de Cuba también les habíandado algo, igual en Manzanillo y en Cabeza del Este. Eso buenotienen los hombres del mar, que siempre ayudan. Los haitianos se

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quedaron a dormir allí en un chalán y yo me fui para el cayo. A lasdoce de la noche los vi salir a remo. A los tres o cuatro días supeque todos aquellos negros perdieron el rumbo y después losrecogieron allá por Casilda.

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La mar tiene sus misterios, y uno de los más grandes es por quélos peces tienen sus corridas. Vienen desde muy lejos en bandadasy eso ocurre desde que el mundo es mundo, en fechas fijas, porlas lunas.

Así, la corrida del pargo es en mayo y dura hasta agosto; en esemes empieza la de la guasa, que dura tres meses, En noviembretenemos la corrida de la lisa.61 También tenemos la de la cherna. Yen febrero la de la langosta.62 En junio y julio la de la biajaiba63 y lacubera.64

Cuando hay corrida de cualquier peje por el veril, nadan de Este aOeste cuando la Luna va creciendo. Cuando la Luna vamenguando, la corrida es del Oeste al Este.

La langosta, en la corrida, viaja del veril a tierra para desovar.

La biajaiba y la cubera también vienen del veril al placer65 a desovar;vienen en manchas grandes, y ahí es cuando los pescadores lascogen en las corrientes. El pargo y la cherna no suben al placer adesovar; ellos desovan en el veril.

La corrida del pargo es en los llenos de luna y en los cuartosmenguantes, que es cuando pican. En la luna nueva no pican.ÁMira qué contrariedad hay ahí! Entonces los pescadores velanesos días, y cuando la Luna se aproxima para hacer el lleno, yaestán los pescadores en guardia, esperando para pescarlos, porqueen el lleno el pargo empieza a picar por unos cuatro días. Entonceshace una pausa y vuelve a picar cuando la Luna hace el cuarto

CAPITULO X

LA CORRIDA DE LOS PECES

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menguante. Nosotros, con los cristales, miramos el fondo para vercuándo vienen las manchas de pargos.

La morralla66 no tiene corrida. Se coge con los chinchorros67 dearrastre tirados por los barcos camaroneros, y toda la basura esacae en la malla.

La corrida de la sierra68 es por el veril, como el pargo, pero es enotro tiempo. Cuando se termina la corrida en el veril, se pescaadentro, allá por Santa Cruz y Manzanillo.

La langosta se pesca en las Doce Leguas; ahí es donde hacen lascorridas las langostas.

El camarón69 no. Ese no tiene corrida. Ese es de todos; mientrasmás se coge, más hay.

La temporada de los careyes empieza en noviembre y dura tresmeses. La temporada de los caguamos es en mayo, y la de latortuga en el mes de junio.

Las verdaderas corridas son las de la tortuga y la caguama. Elcarey sale en cualquier tiempo, en cualquier playa y en cualquiercayo, en la tierra, dondequiera.

El tiburón es una especie que casi se ha acabado de raíz en lasDoce Leguas. Antes había muchas tintoreras. Hace más de nueveaños que yo no veo una. Ahora los tiburones hay que irlos a pescaren el Golfo, adonde van unos barcos de La Habana con palangre,70

y allí cogen tiburones extraños que yo nunca había visto. No creíaque existieran tantas clases de tiburones.

EI pez que más me ha llamado a mí la atención es la cherna,porque es el que tiene más alimento para el hombre, sobre todopara el cerebro.

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Cuando yo era muchacho, me gustaba coger los careicitos a lazambullida, y cada vez que veía uno, le decía a papá:

-¡Vamos a cogerlo! Y él me preguntaba:

-¿Para qué lo vamos a coger?

-Para volver a soltarlo, y así practicar -le decía. Yo me tiraba y loscogía. Los tenía unos días en el tanque del barco y luego lossoltaba. Ese era mi único juego cuando muchacho: coger loscareyes. Eso me gustaba mucho, para cuando fuera hombre podercoger los más grandes, como después hice. Así se aprende, desdechiquito.

Mi papá, cada vez que cogía un carey, decía:

-Mire, fíjese bien que tiene trece conchas.

Yo tenía un carey frente al rancho que tenía dieciocho conchas.¡Era de lo más lindo! Me lo robaron. Un día que fui a Santa Cruzllegó un gracioso al cayo y se llevó mi careicito.

Yo le había puesto nombre a un carey que cogí con papá en elbarco. Empecé a criarlo y así lo tuve durante cinco años. Le puseen una concha una “P” y en la otra una “G”, las iniciales mías. Aese carey lo enseñamos nosotros. Cuando llegábamos a la bocadel tanque, le decía:

-Tomás, Tomás, Tomás -porque le pusimos Tomás. Y él sacaba lacabeza y le echábamos comida.

CAPITULO XI

CAREYES, TORTUGAS Y CAGUAMAS

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58 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Un día fuimos a llevar una marea71 de cherna y poco después seme escapó Tomás. Entonces papá me dijo:

-Llámelo, que por ahí debe estar. Me cansé de llamarlo:

-Tomás, Tomás, Tomás -y no lo vi más. Cuando eso ya yo eragrandecito, tenía quince o dieciséis años.

Al carey le decimos criollo cuando es chiquito, y cuando es grandele llamamos carey. A la tortuga cuando es chiquita le decimos jaco,y cuando es ya grande, tortuga.

Hace años vinieron a las Doce Leguas unos ingleses que eran delas Islas Caimán y enseñaron a los cubanos a pescar el carey conjamo. Cuando veían un carey a muchas brazas de profundidad locogían con un jamo. Nosotros aprendimos con ellos y así cogíamosuna barbaridad de careyes. Ya hace años que no vienen loscaimaneros.

La mayoría de aquellos caimaneros que frecuentaba el Laberintode las Doce Leguas no sabía hablar castellano. Pero de niño yoconocí uno, llamado míster Maclosky, que le faltaba una mano, yera el único que hablaba el castellano y conversaba con los viejosde por aquí de muchas cosas.

Aquellos caimaneros no vivían en estos cayos, sino en una goletaque tenían. Su casa era el barco. Ellos pescaban por un lado ynosotros por otro, y así, a raticos, conversábamos.

Después de la Revolución venían algunos pescadores al cayo yme pedían permiso para coger una caguama. Yo les daba permisosiempre que no cogieran los huevos, para así salvar las crías; perodespués que viraban al animal, se olvidaban de dejarla ponerprimero.

Una noche fui con un pescador, y cuando vimos la caguama, ledije:

-Hay que dejarla que ponga, porque yo estoy aquí para garantizarque las caguamas saquen los huevos. Esa la vamos a coger paraque tú comas carne, pero hay que dejarla poner primero. Ven,vamos a ver cómo pone.

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Entonces la caguama escarba, escarba, escarba. Camina y vaabriendo un hueco, y ya cuando usted la ve con la parte de atrásabriendo el hueco para poner los huevos, ahí se acoteja y los pone.Las caguamas nada más hacen un avadallao, y con lo misma yaestán abriendo el hueco con las patas de atrás, y nosotros lasayudábamos a abrirlo.

Cuando la caguama abrió el hueco, se acotejó y botó la matrizpara afuera como un pie. Entonces resolló, y al resollar soltó loshuevos. Yo fui el primero que puso la mano debajo de ella, y ¡meechó tres! Cada vez que la caguama resuella, echa tres, cinco,cuatro o dos; uno no pone nunca, cuando más pone es cinco, y asívimos a aquella caguama poner.

Las careyas y las tortugas, igual. Pero las tortugas hacen un huecomuy grande; y por eso, al que no conoce, le cuesta trabajo encontrarsus huevos, porque después que ella pone, ¡allá le va arena! hastahacer una loma. Por eso los muchachos se ponen a pinchar conuno varilla larga en la loma de arena, para buscar los huevos.

Yo veo una nidada, y si nadie la ha tocado, voy derechito a loshuevos. Eso es muy bonito.

Los viejos nos decían que no alumbráramos la playa cuandoestaban poniendo los huevos, porque se espantaban:

-¡No vayan a encender fósforos! ¡No vayan a fumar!

Cuando nos desengañamos que la luz no hacía nada fue cuando,durante el gobierno de Machado, pusieron un faro en Cabeza delEste, que era una playa grande adonde salían muchas caguamas,y también pusieron otro faro en Cachiboca, ahí al ladito de unacaleta72 que le dicen Churrosa. Ahí salían las Caguamas que erauna barbaridad

Yo decía:

-Ahí no sale un peje, con la luz esa del faro que han puesto.

Pero vi que salían igual, y entonces, al comprobar que la luz no lasespantaba, ya pudimos fumar.

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60 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cuando las caguamas vienen subiendo a la playa, les alumbramosel hocico con la linterna y ellas van paílante como si nada.

Cuando nosotros éramos muchachos, nos encaramábamos arribade ellas. A las tortugas no se les puede hacer esa gracia; a lascaguamas sí. Cuando la caguama subía a la playa, llegaba unmuchacho y se enjorquetaba y ella seguía con él arriba y asíescarbaba y ponía los huevos; pero la tortuga no, la tortuga seespanta y vira para atrás.

Una vez estábamos juntos cuatro muchachos que deseábamosver a las tortugas poniendo sus huevos; pero los viejos no queríanque fuéramos, porque las tortugas tienen mucha fuerza. Y por eso,para verlas, teníamos que ir escondidos.

Cuando los viejos nos dejaban ir, nos decían que lleváramos unasoga larga para que cuando viéramos una tortuga, antes de tocarla,le amarráramos una pata a un mangle o a otra mata. Porquenosotros no podíamos virar una tortuga, porque es un animal muygrande y tiene mucha fuerza. Es verdad que para virarla hay quetener práctica, porque es muy arisca y en cualquier momento seespanta.

Una noche nos salió una tortuga, y como llevábamos la soga, leamarramos una de las patas. Ibamos tres muchachos nada más, yyo dije:

-¡Amárrenla a una yuraguana!

Tocó la casualidad que, como era oscuro, la amarramos a unayuraguana seca. Empezamos a virarla y no podíamos hacerlo entrelos tres, y la tortuga paífuera y arrancó la yuraguana. Nos pegamosde la soga y, ¡qué va!, nos llevaba. Bueno, se llevó la soga con elpedazo de yuraguana. ¡Sabe Dios a dónde iría a dar aquella tortuga!

Yo era muy chiquito, como de diez años, cuando iba a ver a losviejos velar a las playas para capturar las tortugas.

Cuando me hice hombrecito, el padre mío me enseñó cómo seviraban las tortugas. Hoy en día no puedo, porque ahora tengo loshuesos zafados. Pero con las careyas sí puedo, porque son

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 61

chiquitas, de ochenta a cien libras. Usted les da una viradita y selas echa al hombro.

Las careyas caminan muy despacio en la arena; van con el pechoa rastras y lo dejan todo marcado. Por el agua sí van aprisa. Elcarey camina mucho en el cayo. La caguama y la tortuga no; ésassalen a la playa y ahí mismo ponen los huevos. La careya no; haycareyas de esas que, antes de poner los huevos, recorren casitodo el cayo. Escarban aquí, y si no les gusta ese lugar para poner,siguen para otro y escarban allá. Hay careyas que hacen tres ycuatro escarbadas de ésas, y cinco también. En el último escarbadoes donde ponen los huevos.

Una vez el hijo mío me dijo:

- ¡Papá, allá salió una careya que ha hecho siete escarbadas, y yono he podido encontrar los huevos!

-Tú verás, los huevos están ahí -le dije.

Al otro día atracamos por donde había subido la careya.

-Vamos a ver por dónde baja al mar.

Mi hijo cogió por un lado y yo por otro.

-¡Mire, papá, por aquí bajó! Fíjese lo que ha caminado ese bicho -me dijo.

-Y en el último escarbado es donde se va a zumbar al agua, y ahíes donde están los huevos. Mire, ése es el rastro por donde bajó.¿No ve? ¡Aquí están los huevos! ¿Usted puyó aquí?

-Sí, sí; yo he puyado todos los rastros esos.

-A ver, mete la puya por aquí.

Y al pinchar tres veces, dijo:

-¡Aquí están! Oye, pues yo había pinchado todo esto.

Y es que no había pinchado donde era; si no, los hubieraencontrado.

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Cuando uno pincha con la puya, siempre se rompen tres o cuatrohuevos. El que no conoce, pincha por el rastro y a veces no losencuentra.

Yo, para un rastro de carey que nadie haya tocado, no necesitopuya. Ahora, si ha andado alguien por ahí y me disfraza el rastro,entonces es un poco difícil encontrarlos. Igual que una nidada detortuga. Si nadie ha estado en esa nidada le encuentro los huevospronto; pero si empiezan a tumbar la loma de arena, también sehace difícil.

Siempre la gente ha dicho que en las caballeras -caballera escuando están la hembra y el macho- los careyes están montadossin bajarse de las careyas cuarenta días, y yo siempre dije queeso es cuento. En el corral donde yo los tengo, una vez se pegaronuna tortuga y un carey. Yo tengo una hija allí que es el demonio, ycorrió allá y me dijo:

-¡Papá, papá, hay un tortugo que cogió a una tortuga!

Fui para allá y le dije:

-¡Caramba, me voy a zumbar al agua para ver cómo es eso!

Y por poco me lisea, porque cuando se espantaron los careyes,uno me dio por la punta de una pata y por poco me lleva el tobillo.

Poco tiempo después, estábamos, mi yerno, un hombre quepescaba junto con él y yo, comiendo como a las siete de la tarde yme dicen:

-Se ha hecho una caballera de carey allí y vamos a comprobarcuántos días van a estar pegados.

Yo no dormí esa noche; a cada rato me levantaba para ir a verlos,y cuando venía saliendo el sol, se tiró el carey.

-Mira, no son los cuarenta días.

Entonces, a no mucho tiempo, se pegan un tortugo y una tortuga.Igual. Ese se pegó por la mañana y por la tardecita se bajó. Lacaguama hace igual. Entonces al rato se pegó un tortugo con una

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 63

caguama y después un caguamo con una tortuga... Bueno, y todosigual.

Anteriormente los pescadores veían la caballera y sólo cogían lahembra. El macho no se cogía, porque la hembra se servía para elasunto de los racimos de huevos y las crías que originan. Peroahora no; si se pueden coger los dos, se cogen los dos.

Un día cogí dos careyes, maté uno, y como a mí me gustaba darlecarne a todo el mundo, le di a un primo mío que estaba por aquípescando langostas y a otro barco le di carne también de otroscareyes que había cogido. En esos mismos días le mandé a unhermano mío que tengo en la recepción de Cachiboca dostortuguitas y un careicito para que los disecara. Pasaron meses ymeses y un día viene el administrador acá en un chalán y me dice

-Pedro, te mandan a buscar de la delegación del Combinado deCamagüey.

-¿Usted sabe para qué me mandan a buscar allá? -le pregunté.

-Yo no -me respondió.

Al llegar a Camagüey, Regueiro, el delegado, me echó el brazopor arriba y me dijo:

-Pedro, ¿usted viene preso?

-Yo no; si yo no he hecho nada.

-Bueno, vamos a sentarnos aquí. Lo hemos mandado a buscarpara ponerlo sobre aviso, porque a usted lo quieren chivar.

-¡Pues vamos a ver!

-Mire -coge una libreta y me lee-: tal día de tal mes, Pedro Guerracogió dos careyes. Pedro tiene por costumbre que, cada vez quemata un carey, se lo lleva a los compañeros de la recepción, y esedía cuando Pedro fue a lo recepción había dos barcos langosteros,y en uno de ellos había un primo de él que se llama Juan Guerra yque le dicen “Vago” y le llevó carne al primo y a otro más.

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64 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Así mismo fue. No le han dicho mentira. Fue verdad, ¿y quién leha dicho eso? -le pregunté.

-No, no; yo no le voy a decir quién fue. Usted lo sabrá con el tiempo.Son los mismos compañeros suyos, más nadie.

Pero ahí no paró la cosa. Regueiro siguió leyendo en una libretaque tal día de tal mes Pedro Guerra mandó con un fulano de taldos tortuguitas y un carey a un hermano que tiene en Cachiboca,para que los disecara.

-Pedro, eso lo han hecho con el propósito de chivarlo a usted.Mire, usted está allí en el cayo solo, pero cuanto hace usted allí enel cayo nosotros lo sabemos -me dijo Regueiro.

-¡Ya lo veo!

-Bueno, para eso se le mandó a buscar, para ponerlo sobre aviso.

Como al año de aquella conversación con Regueiro, vengo alInstituto de la Pesca y me pongo a hacer el cuento, y entonces medice un viceministro que allí había un libro grande donde estabaapuntado todo lo que yo hacía en el cayo, y me lo leyó. Entoncesme volvió a decir un capitán que había allí:

-Usted está solito, solito allí en el cayo, pero cualquier cosa queusted hace nosotros lo sabemos.

Por eso yo le digo a todo el mundo que el que no quiere que sesepa una cosa, que no la haga, porque todo se sabe. Porque yomismo, que estoy solo en el cayo, lo que hago se sabe.

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Antiguamente nada más se pescaba al anzuelo y a las nasas, ytodavía hoy se pesca de esa forma. También está el chinchorro, lared para pescar las lisas en las lagunas, y la tarraya, que se usapara coger la carnada. Esas son las distintas artes de pesca.

La pesca al anzuelo es la pesca al cordel. Para ello se coge elanzuelo y se le pone una alambrada de acero; a esa alambrada sele envuelven unos hilitos y se hace una gacita. Eso es para quecuando el cordel se amarre con el alambre, el peje no lo troce

cuando haga fuerza. También se le pone un plomito al anzuelopara que baje a lo profundidad. Según la profundidad, así tieneque ser el tamaño de la plomada. Cuando se tiene que pescar enun estero bajitico, el anzuelo se usa sin plomada.

La plomada y los cordeles se preparan para cada tipo de peje;pero con la pesca moderna se va eliminando todo eso.

El trasmallo73 es el chinchorro grande. Se usa con dos lanchas,una por cada esquina, que lo van calando o echando al mar, y conel chalán por los costados con unos ganchitos se va suspendiendopara que no se enganche en las piedras, porque el trasmallo setira desde el veril hasta el placer. Eso arrasa con todo; por eso esla escasez que se está viendo en el pescado.

En los palangres se ponen como cien o doscientos anzuelos a unadistancia como de tres o cuatro metros en un cordel grande, y seva calando. Entonces esperas un ratico, elevas el palangre y luegocoges lo pescado.

CAPITULO XII

LAS ARTES DE PESCADE ANTES Y DE AHORA

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66 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Otras artes de pesca son las nasas, y ahora ha surgido la pescasubmarina, que también va a acabar con María Santísima debajodel agua. Por eso hay tanta escasez de pescado, por los arrastres,los chinchorros y la pesca submarina. Eso mata mucha cría; todolo que eso coge, muere.

Tiran al mar unas redes, de mayor a menor, desde veinte brazashasta dos brazas.

La tortuga y el caguamo vienen de mar afuera. Los primeros quesiempre llegan a la playa son los machos, y cuando se encuentrancon las redes caladas, se enredan en ellas, y cuando la hembraviene, hay pocos machos, porque éstos han caído dentro de lasredes. Ese es el motivo de que los huevos estén sin miaja y sesaquen pocos pichones. ¡Hay que tomar una medida sobre eso!Eso lo vengo diciendo yo hace unos cuantos años.

La hembra trae el huevo, y si puede salir a la playa, sale; pero siestá la red de los pescadores, no puede llegar a la playa. Esos sonlos obstáculos que yo le pongo a esa gente cuando me dicen quecuántos huevos yo me comprometo a sacar en mi criadero. Yo nome puedo comprometer a sacar ninguno hasta que esto no seorganice y se respete la veda. No me puedo comprometer, porqueel Laberinto de las Doce Leguas es muy largo y, además, en todaslas playas los pejes están velando para comerse los pichones tanpronto como salgan de sus huevos.

Si no fuera porque los mismos pescadores sacan los huevos delos careyes de las playas, se pudieran coger en la temporada hastatres mil y cuatro mil huevos en un recorrido por las Doce Leguas.Ahora, en esta zona, lo más que se pueden sacar son dos mil odos mil y pico de careyes. Este año saqué dos mil ochocientos; sinembargo, el año pasado nada más pude sacar quinientos y elantepasado no pude sacar ninguno, porque habían puesto redesfrente a la playa; y por eso digo que pocos son los careyes quepueden poner ahora en las playas.

En el Combinado se les ha dicho que cuando encuentren nidadasen las playas, me avisen a mí para salvarlas. Hay dos o trescareyeros que trabajan en la zona de Boca Seca, y ésos son losque me avisan cuando ven nidadas en las playas.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 67

En esa zona hay una barbaridad de careyeros. Dicen que las DoceLeguas tiene treinta y una millas, y ahora todo eso está calado deredes de una punta hasta la otra, donde trabajan más de quincebarcos con dos tripulaciones cada uno con un total de cuatrohombres, es decir, con sesenta hombres en total.

¡Y si fueran sólo esos sesenta hombres! Pero están también loslangosteros, y están los otros barcos de Manzanillo; están lospescadores de escama... ¡Muchos pescadores! Y todos los quellegan a la playa y ven el nido, si no lo descubro, lo sacan.

En 1978 no salió ningún peje a la playa, porque estaban las redescaladas. Y luego hay otro motivo también. El asunto no es de ahora,sino desde antes, pues se lo vengo oyendo a los más viejos: unaño salen más y un año salen menos tortugas y careyes; peroahora todos los años salen menos, porque la cosa va mermando.Están cogiendo, cogiendo y cogiendo, y la cosa no produce. Anteshabía un año de muchos y otro de pocos; pero ahora todos losaños hay menos, porque se están cogiendo primero los machos.Ese es uno de los motivos de que haya tantos huevos que nosacan pichones, porque siempre vienen primero los machos ydespués las hembras, y las poquitas hembras que vienen seencuentran que no tienen machos y tienen que subir a la playa aponer el huevo sin haber sido fecundadas, y no sacan pichonespor ese motivo.

Por eso yo no puedo asegurar la cantidad de huevos que se puedensacar todos los años, porque un año salen más y otro año menos.Eso pasa porque no se ha respetado la veda de los careyes, y losque la violan son los mismos pescadores.

Ahora la pesca es moderna. Se hacen unos corrales de telametálica en la parte baja del mar donde están los canalizos, lospejes, cuando van saliendo del canalizo, se van metiendo en elcorral y ahí quedan atrapados. También han hecho unos tranquesgrandes para las corridas de los pargos, que son un fenómenopara coger toneladas y toneladas de esos peces.

También se pesca con nasas. Esa es la pesca moderna.

El pez sierra se sigue pescando al anzuelo.

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68 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Que yo recuerde, los primeros barcos que se dedicaban a cogertiburones en el Laberinto de las Doce Leguas fueron dos vapores.Ahora hay dos barcos ferrocementos, que son los que pescan enel Golfo. Cogen muchísimos tiburones extraños. Yo vi coger enese barco más de veinte clases distintas de tiburones; algunasparecidas a las tintoreras, pero distintas. Yo conozco el tiburóngata,74 la cornúa75 -que es el tiburón martillo76 que le dicen-; conozcola tintorera blanca, el aletinegro,77 el tiburón amarillo.78 Esos sonlos que yo conozco, pero otros que cogen allí no sé el nombre.

En Cabeza del Este, en Boca Rica y en Cachiboca existen centrosde acopio, que son los lugares preparados donde los pescadoresdepositan lo que pescan. Son los tres centros de acopio de pescaque tiene el Combinado de Santa Cruz.

En la caseta de Boca Rica hay cuatro trabajadores; en Cabeza delEste casi siempre hay seis, y en Cachiboca hay otros cuatro. Eltrabajo es rotativo. Cada veinte días se relevan; o sea, un individuo,después de trabajar allí veinte días, regresa al pueblo y se pasacinco días en su casa y entonces vuelve al centro de acopio.

En esos centros se recibe el pescado. La enviada es un barco queles trae el hielo para conservar bien el pescado. También trae elpetróleo.

Cabeza del Este está a veintiuna millas de Santa Cruz del Sur;Boca Rica a treinta y tres millas y Cachiboca a dieciocho leguas.

Como Manzanillo no queda lejos, los pescadores de allá andanpor aquí, al igual que la gente de Santiago de Cuba y de Niquero.Cada uno tiene su zona para pescar: los de Manzanillo en las DoceLeguas, los de Niquero en Niquero, los de Santa Cruz en SantaCruz. Muy bien organizado que está eso.

Antes de la Revolución los pescadores cubanos pescaban enchalanas y cayucos79 de ceiba, y ahora con la Revolución pescanen barcos de hierro.

Antes nada más podían estudiar los hijos de los ricos, y ahora conla Revolución estudian los hijos de los pobres.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 69

Yo tengo tres o cuatro familiares pescadores que se han embarcadoen los barcos mercantes y pesqueros, y hasta tengo dos primosque son capitanes de barcos de pesca, y otros dos primos que soncapitanes de barcos mercantes y han navegado ya casi el mundoentero.

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70 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

La primer novia mía se llamaba Francisca Bolívar. Fue mi primeraesposa, con la que me casé por el juzgado. Porque antes en SantaCruz se casaban por el juzgado. Fuimos con dos testigos, firmamosy así nos casamos.

Yo le decía a la madre mía:

-Vieja, creo que no he nacido para engañar mujeres. El día que yome enamore es para casarme.

Yo tenía los diecinueve cuando me casé. A los veinte tuve el primerhijo, Tomasito Guerra Bolívar, y a los veintiún años se me ahogómi mujer y mi hijo en el ciclón de Santa Cruz.

Con ella estuve casado dos años nada más. A los siete años dehaber pasado el ciclón, me volví a casar. Me casé con la esposaque tengo ahora.

Yo no fui hombre mujeriego. Nada más tuve dos novias y las dosfueron mujeres mías; con la mujer que tengo ahora he vividocuarenta y cuatro años.

Las dos veces que me casé tenía una situación económica mala.Si hubiera sido como ahora, con la Revolución, hubiera podidohacer fiesta en la boda.

Mi actual esposa se llama Olema Guerra Muñoz. Los hijos míosson Guerra Guerra, porque mi esposa y yo somos primos. El padrede ella y el padre mío eran primos hermanos; ella y yo somosprimos segundos. Olema y yo tenemos seis biznietos.

CAPITULO XIII

LAS DOS ESPOSAS QUE HE TENIDO

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 71

Cuando yo me ajunté con mi mujer, le dije que quería tener treshijos, para ponerles nombres distintos de los que ya existían en mifamilia. Porque nosotros todos nos llamábamos igual: Juan, Pedroy José. Entonces le dije a mi mujer que íbamos a tener tres hijosnada más: una hembra para ponerle Virginia, después uno varónpara ponerle Bernardo y decirle Farruco, y después otro varón paraponerle Belisario y decirle Cacaseno. A la hembra no le puse apodo.Todo eso se lo decía yo antes de empezar a vivir con ella.

Cuando ella salió en estado, le dije:

-¡Esa es Virginia!

Y ella me dice:

-¡Ah! ¡No me digas que tú vas a saberlo!

-¿Y cómo no voy a saberlo? -le dije jaraneando-. ¿No la hice yo?

Bueno, pues nació Virginia.

Después, a los dos años volvió a salir en estado mi mujer, y digo:

-¡Ya viene el varón! Ese es Bernardo, y le voy a decir Farruco.

Y cuando dio a luz, nació Bernardo;

A los dos años volvió a salir en estado, y le dije:

-¡Ahí viene Belisario! Y lo voy a apodar Cacaseno. ¡Y ahora ni unomás!

Tenía una entenada que, cuando yo me ajunté con mi mujer teníacinco años. A ella se le murió el marido cuando tenía dos mesesde estar en estado. Cuando dio a luz a Esther, su verdadero padrefui yo. Entonces le dije a mi mujer:

-Bueno, ya tienes dos hembras y dos varones; conmigo tienes tres.¡Ya ni uno más!

Los remedios que hacía para evitar tener muchachos eran los queme enseñaban los viejos, y hoy en día ninguna juventud puedehacer esos remedios. Por eso ahora las mujeres tienen que ir a las“joyerías” y ponerse los anillos esos, y picarse las trompas.

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72 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Los remedios caseros que daban los viejos para no tener hijoseran de mucho sacrificio. Uno de ellos era que se podía vivir con lamujer nada más que dos veces al mes. ¿Qué juventud aguantaeso ahora? ¡Un sacrificio del demonio! Igual que ése hay tres ocuatro remedios más.

Yo hice ese sacrificio, que me lo enseñó un viejo que se llamabaRamón.

Cuando Cacaseno ya tenía nueve años, empezaron a decirme:

-Ustedes deberían tener otro muchacho, porque una casa sinmuchacho chiquito no luce.

-Bueno, y cayeron con la lucha y con la lucha, y tanto me chivaronque dije:

- Bueno, vamos a echar a andar la maquinaria para buscar unanegrita, para ponerle Victoria -porque en la familia mía hubo unaVictoria que se ahogó con el ciclón.

Yo dije una negrita porque mi mujer es blanca, pero mis cuatrohijos han salido a mí. Que si la mujer me hubiera parido blanco, yohubiera estado desconfiado, porque la primera mujer que yo tuveera blanca también, y los hijos salieron como yo. Así es que concualquier mujer que yo tuviera hijos tenían que salir trigueños.

Bueno, pues mi mujer salió en estado y a la niñita le pusimos Victoriay hoy ya tiene cuatro hijos. Sus hijos tienen nombres tan extrañosque yo no los sé decir. A mí me preguntan los nombres de losnietos y yo no los sé decir. Yo estoy arriba de mis hijos para que noles pongan el nombre mío a ninguno. En la familia de nosotrosantes todos se llamaban igual, como le dije. Nacían y decían: “elnombre del padre, el de la madre” y los mismos nombres siempre.

Bueno, ahora se casan las hijas mías ¿y puede creer que cuandosalen embarazadas yo les acierto siempre si son hembras ovarones? Y a las hermanas igual. ¡Yo tenía un acierto! Yo no sépor qué. Muchas mujeres que están en estado quieren les diga loque van a tener.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 73

Cuando me casé, seguí trabajando con mi padre. Por aquelentonces yo siempre estaba empeñado. En la empresa dondetrabajaba nos facilitaban adelantos; pero como a mí siempre megustaba quedar bien, nunca tenía un kilo. Yo, como pescador eraun poco fatal; siempre era el que menos pejes cogía y por esoganaba poco, y cada vez que iba a hacer liquidación apenas llevabaunos reales para la casa, y siempre tenía la casa sin dinero. Yopensaba y pensaba al pasar los años y los años, decía:

-Caramba, no debería existir el fiao, porque la gente se empeña.

Entonces un día me di cuenta de que era en la tienda, en losmandados, donde nos estaban estafando.

Y a los cuarenta y un años de estar trabajando, me desempeñé.

Un día pesqué y me dieron veinte pesos por el pescado. Entoncesle dije a mi mujer:

-Vamos a hacer una copia del recibo de los mandados de la semanapasada.

Nosotros hacíamos las notas por semana, y la nota que habíamoshecho había costado $12,40. Fui al pueblo, a otra tienda dondenunca había comprado, y llegué allá y dígole al bodeguero:

-Lee esta nota de los víveres que necesitamos.

-Sí, aquí hay de todo ñme dice.

-¿Y ese milagro que tú vienes del cayo a comprar aquí? -mepreguntó.

-Una prueba que quiero hacer ñle respondí.

Me despachó y dígole:

-Suma, hazme el favor.

Eran $7,50. Entonces yo le enseñé la nota de la otra tienda en quese demostraba que me cobraba mucho más, y me dice:

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74 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Caramba, Pedro, a ti te pasa eso porque quieres, porque tú puedesvenir aquí a comprar los mandados lo mismo con dinero que sindinero. Te están explotando en la otra tienda.

-Ya me he dado cuenta que me estaban explotando con losmandados; pero de ahora paílante te vengo a comprar losmandados.

Después surgieron los gróceris en Camagüey, y todos los mesesiba allí y hacíamos una compra por cincuenta pesos y traíamos detodo. Porque allí usted cogía una carretilla e iba cogiendo lo quequisiera y todo tenía su precio marcado. Entonces a la hora desalir, iba a la contadora y ahí le cobraban.

Una vez mi mujer se antojó de un reloj despertador. Yo le dije:

-¡Si tú quieres, cómpralo; pero yo no necesito reloj!

De noche, a la hora que yo quiera despertar, despierto. Y por eldía yo me equivoco muy poco en la hora también.

Bueno, pues compró el despertador y lo ponía, y entonces yodespertaba antes que sonara el timbre y le decía:

-¡Enciende un fósforo, que está al tocar el despertador!

Y nunca tuvo que esperar a que el despertador le tocara el timbre.

A mi mujer, la pobre, la tengo enferma ahora. Yo la llevé aCamagüey a ver si la curaban; pero, ¡qué va!, la tuvimos ingresadaen el hospital. Padece de la presión, y las piernas se le hinchanque parece que se le revientan. Fíjese que yo creí que era undaño que alguien le había hecho, y le dije a una hija:

-¡Llévenla allá, a un espiritista de ésos, a ver si es daño!

Y la llevaron con un hombre que dicen que sabe mucho, y esehombre vino a la casa y me dijo:

-Pedro, su señora no tiene daño. Lo que tiene es cuestión demédicos.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 75

Por eso la tratan ahora los médicos en Santa Cruz y le mandanreposo. Pero ella en la casa no puede hacer reposo, porque tieneque estar parada, fajada con la batea todo el día. Entonces yo lallevé a La Habana, porque, como ha surgido una amistad grandeen los hospitales con los pobres, la traje para el Calixto García y latuvieron allí ocho días ingresada. Le hicieron un reconocimiento yme enteré que el asunto de la presión no tiene cura. Le pusieronun plan. Además tiene otra maleza que no me acuerdo cómo sellama. Me dijo el médico que le diera la medicina para la pierna yque cuando ella llegara a Santa Cruz, siguiera haciendo reposo yque no le faltara la pomada esa. Pero para mí que cuando un viejose descontrola, ya nunca se pone bien.

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76 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Antes que el ciclón destruyera a Santa Cruz en 1932, se murierontres de mis hermanas, y en el ciclón se ahogaron otras tres más,mi mujer y mi hijito. Mis otras tres hermanas murieron porenfermedad. A pesar de que se les dio asistencia médica semurieron. En aquella época había que pagar al médico y tambiénnos cobraban las medicinas.

Cuando el ciclón, yo vivía en la misma casa con mis hermanos ymis padres. Yo ya estaba casado y tenía una hijita. A la vuelta deun viaje que dimos papá y yo, me iba a mudar para otra casa; peroen eso vino el ciclón, que nos agarró al padre mío y a mí en el mar.

Eso fue cuando el ras de mar.

¡Eso fue el fenómeno! Mi padre y yo habíamos salido el día 2 denoviembre para nuestras labores en el mar por el Laberinto de lasDoce Leguas y soplaba mucho el viento. Como en Santa Cruz nohabía radio, no sabíamos nada del ciclón, los viejos que sabíanalgo decían:

-¡Esto es un ciclón!

Y cada vez soplaba el viento más y más.

Tres días antes de pasar el ciclón, se vio para el Sur una negruray se sintió un ruido bárbaro.

Un poco más allá de donde nosotros estábamos en Boca Rica,hay otro cayito que se llama Contrapunteo. Allí había dos viejitosque pescaban careyes. Uno se llamaba Cándido Gallegos. Tres

CAPITULO XIV

ESE ES EL CICLON QUE YA VIENE

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 77

días antes del ciclón, ya pasaba la mar por arriba de ese cayito.Dentro del rancho, el viejo Cándido nos dijo al padre mío y a mí:

-Con éste son tres ciclones los que yo he pasado aquí y primeravez que veo que sube tanto el mar.

Dígole:

-Sí, Cándido, pero el ciclón no ha entrado todavía, porque yo leshe oído decir a ustedes que, cuando los ciclones entran, soplandespués con viento contrario, y aquí el viento ha estado sólo delNordeste.

Pero Cándido nos dijo que la negrura que se veía y el ruido eseque se sentía para allá, era el ciclón.

Así mismo fue:

El día antes del ciclón, fuimos al Cayo Contrapunteo y les hicimosuna barbacoa a los viejitos en un mégano más alto, donde habíaun rancho, para que pasaran la noche. Entonces nos fuimos parael barco, y cuando llegamos, el padre mío me dijo:

-Pedro, vamos a cambiarle las bozas al chalán.

Gracias a eso estoy vivo.

Le pusimos las bozas nuevas y nos acostamos a dormir, y el viento¡bárbaro!, aunque todavía no había entrado el ciclón, pues el vientoestaba del Nordeste. A la una de la madrugada, el padre mío medijo:

-¡Pedro, levántate!

Me levanté, y cuando vi que el barco llevaba una carga de agua,dígole:

-¡Ave María, papá! ¡Qué corrientaje hay! ¡Ahora sí tenemos el ciclónarriba!

La popa del chalán parecía una cuchareta, dando vueltas; nosguindábamos así los dos por las bozas y no podíamos enderezarel chalán. En el chalán nosotros teníamos un palo, que le

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78 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

llamábamos garabato, para coger las boyas de las nasas. Lo cogíy me dejé ir por la botavara de la vela del barco, enganché el chalány lo pude enderezar. Lo halamos para el costado y lo achicamos,pero se perdieron los remos. Después de achicar el chalán, papáse quedó en él agarrado del manglar y yo me agarré de popa.Entonces yo a cada rato miraba el reloj. Eran las seis de la mañanay estaba todo oscuro, no se veía nada, y entonces le dije a mipapá que el viento se estaba jalando al Sureste. Al poquito ratosentimos un murmullo, y me preguntó papá:

-¿Qué es eso?

-Papá, ése es el ciclón, que ya viene, y cuando vengan lasmarejadas, el barco se nos va -le contesté.

Entonces me dijo que si el barco se nos iba, nosotros nosquedaríamos agarrados del manglar.

Al poquito rato me dice papá:

-Y eso que va por allí, ¿qué es?

Le digo que era un cayuelo que había allí, un cayuelo bastantegrande, que lo había arrancado la corriente. Y eso que todavía nohabía entrado ciclón. El cayuelo aquel iba dando vueltas. Aquelloparecía increíble. Un cayo por el aire, dando vueltas sobre la mar.Mi papá me decía que nos íbamos a perder allí, y yo le decía queno, que no había que acobardarse.

A las siete de la mañana -yo seguí mirando a cada rato el reloj- sesentía un traqueteo y una bulla, y era la marejada que venía.Cuando llegaron las primeras marejadas, yo estaba recostado alpalo del barco, que margulló, y el agua me llegó hasta el pecho.Entonces corrí atrás y le dije a mi papá que en la siguiente marejadaque entrara se iba el barco a pique, porque ya estaba llegando elagua al magneto del motor. Me respondió que no podíamos esperarla otra marejada.

Se había reventado un cabo y lo agarré de nuevo y dejé el barcobien afincado al manglar.

Cuando sentimos la bulla de las marejadas, me dice mi padre:

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 79

-¡Embárquese aquí en el chalán!

Cuando vino aquello, talmente parecía que le habían picado conun cuchillo todas las sogas al barco, y en un bandazo, nosquedamos allí agarrados de los mangles. El mar iba bajando ysubiendo mucho. Yo era joven y me hinqué de rodillas sacandoagua con un cubo para que no se nos llenara el chalán, y ahí, ahí,ahí.

-¡Bendito sea Dios! ¿No pasará esto? -decía papá.

Entonces nos aguantamos de los mangles y papá se hincó derodillas en el chalán, y con una varita que teníamos -porque noteníamos remos- pudimos avanzar algo para dentro del manglar.Cada vez que venían las marejadas grandes, los gajos aquellosse movían que parecía que el mundo se estaba acabando. Comoallí hay mucha jutía y corúa, usted veía a los animalitos aquellosagarrados y nosotros por dentro del manglar con el chalancito paraalante y para alante, hasta que pasamos a la banda del Norte, yallí pudimos achicar bien el chalán, pues cuando la mar llegabaallí, ya llegaba muerta. Mi papá hasta pudo dormir un rato. Despuéscayó un chaparroncito de agua, y en el cubo cogí un poquito ytomamos. Había una oscuridad que no se veía nada.

Cuando volvió la claridad, pensarnos que había pasado el ciclón.Vimos el Sol que estaba poniéndose. El ciclón duró todo el día;por eso Santa Cruz se desbarató. Yo le dije a mi papá que nocontara con ver más nunca a Santa Cruz ni a la gente de allá.

Nos habíamos quedado él y yo solitos.

Por la noche navegamos como pudimos hasta Cabeza del Este,donde, antes del ciclón, había cuatro barcos que eran de familiaresnuestros. Allí estaban bien. Ahora, de los cuatro barcos, tres sehabían ido a pique, nada más quedaba uno y en ése nos fuimos aSanta Cruz, adonde llegamos en la madrugada del día 11 denoviembre de 1932. Vimos que había gente y fuimos a tierraenseguida. Cuando atracamos, digo:

-¡Miren, el primer cristiano que vemos aquí, ahogado! ¡Y es fulanode tal!

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80 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Y vimos como estaba la gente muerta. Hasta que llegamos a dondeestaban unos guardias y unos amigos de nosotros. A todo el mundoque veíamos le preguntábamos por los familiares y amigos, y nosdecían:

-¡Bueno, yo vi a fulano ahogado; mengano se ahogó; vi zutanomuerto!

A papá le dijeron:

-Perucho, yo vi al Negro -un hermano mío- y me dijo que se habíaquedado él solo, que todo el mundo se le había muerto, ahogados.

-¡Bendito sea Dios -dije yo-, hemos quedado vivos los tres varonesnada más!

Pero no, la madre mía se había salvado. Entonces, por la tarde,llegó un tren allí para recoger los heridos y llevarlos para Camagüey.Como yo no estaba herido ni nada, me puse a ayudar a recogerheridos.

Yo no pude encontrar a ninguno de los míos, porque allí, al otrodía, cuando amaneció, todos los muertos eran iguales, negros ychinos. Entonces los que podían reconocer a los muertos decían:

-Este es fulano.

Yo los veía y decía:

-¡Qué va!

Nadie podía reconocer a sus muertos porque estaban deformadospor la hinchazón y los golpes.

Había un hombre llamado Manuel Benítez que tenía un diente deoro, y cuando un amigo mío me dijo que era él cogí un palito y lelevanté el labio y, efectivamente, tenía el diente de oro, pero no separecía. Todo el mundo era como negro y chino.

La señora mía murió, mi hijo también y mis tres hermanas. Yo nopude encontrar sus cuerpos. Entonces, a los cinco días, vino unacomisión de Camagüey para recoger cadáveres y enterrarlos ysacar los barcos de la tierra. Se encontraron muchos cadáveres

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 81

más y se identificaron solamente por las prendas. Pero yo no pudeencontrar a ninguno de los míos. Allí se perdió mucha gente quejamás se supo de ellos. Eso es parte de la historia del ciclón.

Cuando el ciclón arreciaba entre el manglar, yo le dije al padre míoque seguramente la primera persona ahogada sería la madre mía,y me parecía que la estaba mirando. El primer pensamiento mío,lo primero que me vino a la mente, era que la madre mía se habíaahogado, porque ella no sabía nadar. Pero la madre mía se salvó.Cuando el ciclón estaba andando, yo le decía a papá que en SantaCruz no quedaba nada, que todo estaba debajo del agua.

Después mi madre me contó que ella se salvó porque, como eramuy gorda, nadaba igual que una botella.

Lo que se cuente de ese ciclón es poco. Ninguna persona de lasque se salvó sabe decir cómo se salvó. Allí se salvó el que se ibaa salvar, y se ahogó el que se iba a ahogar. La mayoría no murióahogada, sino matada por las tejas, que volaban como pájaros.

La madre mía recuerda que a ella la encontraron más muerta queviva después que pasó el ciclón. Cuando se secó la marea, losque la vieron creyeron que estaba muerta. Quien diga que se salvóporque hizo esto y lo otro, dígale que es mentira. Se salvaron niñosde meses, y se ahogaron personas que eran pejes nadando. Losniños se salvaron en cajones. Y en La Habana hay muchísimosniños de ésos, que se han hecho hombres y mujeres, que losrecogieron y los llevaron primero para Camagüey. Familiaspudientes los adoptaron. Ellos no supieron nunca quiénes fueronsus padres. También ancianos bien viejitos se salvaron. En SantaCruz se ahogó más de la mitad de los que allí vivían. Ese pueblecitotenía 4000 habitantes y no se hizo un censo de los que allí murieron;así que nunca se supo la cantidad de personas que se ahogócuando el ciclón.

Cuando los pescadores empezamos a trabajar después del ciclón,encontrábamos esqueletos dentro del agua y también de los quehabían llegado vivos a tierra y se habían muerto de hambre y desed. Si los cañoneros hubieran dado un recorrido buscandosobrevivientes, como dijo Machado que habían hecho, se hubierasalvado mucha gente.

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82 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

En Santa Cruz pusieron la ley marcial, y nadie podía saltar a tierra.No sabía usted cuál era el marinero, ni cuál el guarda jurado, porel churre que tenían de estar cargando bicicletas y todo lo queencontraban allí para robárselo. Los cañoneros estabansaqueando. Todas las cajas de caudales de los comercios lasabrieron también. Cargaba un cañonero, se iba y venía otro, y asídieron unos cuantos viajes para saquearlo todo.

Los primeros que vinimos a Santa Cruz éramos trece, que no noshabíamos dado un golpe ni nada. Estando en Camagüey, a loscinco días de haber pasado el ciclón, nos dieron unos mandaditosy fuimos a Santa Cruz para ayudar a recoger los botes y loscadáveres. Tuvimos que hacer el campamento lejos del pueblo,porque allí donde estaba el pueblo desbaratado no se podía hacer,por la ley marcial. Del cañonero, todos los días nos daban unaración de leche condensada y harina. Eso fue lo que estuvimoscomiendo durante cuatro meses. Yo era casi siempre el que ibabuscar la ración en el chaloncito a remo. Por tierra no podía saltarnadie, pues la ley era tirar al que vieran.

Se colaban allí muchas personas a robar. Si alguien veía a los queestaban robando, les pegaban y luego los mataban.

Durante unos cuantos días nos dedicamos a recoger cadáverespara enterrarlos. Después vino una orden que no se podían enterrar,sino darles candela, para evitar las epidemias.

Ya habían pasado como quince días del ciclón, y un día yo iba abuscar la ración. Veo un bulto grande al pie de un cayito y voy paraallá; era una mujer grande, gruesa, hinchada, pues estaba yapodrida. Con la soguita del chalán la amarré y me la llevé. Despuésatraqué en una playa, en un lugar cerca de un varadero, dondehabía una plazoleta de cemento. Miré y vi un marinero y un guardajurado. Como yo tenía mi dentadura buena, di un chiflido y ellosvinieron y me ayudaron a subir el cadáver de la mujer ya podrida.¡Era un fenómeno, hinchada!... Cogimos la mujer y la pusimos allíen la plazoleta de cemento. La dejamos ahí y pasaron días y másdías. Todavía estaban pegando candela a las palizadas que estabanallí. Vengo un día a buscar la ración al cañonero, y cuando pasopor allí, veo a un hombre arriba de la mujer muerta. Tuve la idea

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 83

de darle un remazo. El no me vio. Atraqué y chiflé al guarda juradoy le dije:

-¡Mira para ahí! ¡Ustedes velando tanto y mira ese hombre arribade esa mujer!

Entonces le dijo al marinero:

-¡Prepárate! ¡A la una, a las dos...! ¡Que no se vaya de ahí estecompañero para que nos ayude!

Bueno, y el hombre arriba de la mujer. Lo cogieron y lo mataron.Me dijeron:

-¡Vamos a recoger basura para quemar a ese hombre!

Le echamos bastante basura arriba al cadáver para pegarlecandela.

Por eso le digo que todo lo que le cuenten del ciclón es poco.

Después que pasó el ciclón, fue cuando se vieron muchossinvergüenzas y cosas mal hechas. Los hombres iban robandopor ahí. Corno los cadáveres estaban hinchados y no les podíansacar los anillos, pues les picaban los dedos y se los echaban enlos bolsillos. Agarraron a dos o tres con dedos en el bolsillo, y atodos esos se los llevaron para el cementerio de la playa y allí losmataron. En el cementerio había una tonga de cadáveres, pero nolos enterraban. Yo fui un día y habían cogido a un isleñito, quemira que luchó gente ahí para que no mataran al muchacho, perolo mataron. A ése le cogieron en el bolsillo dos dedos con anillos.

La idea mía es que los ciclones se forman porque se juntan todoslos vientos y los chubascos. Porque ése es el fenómeno que yoveo cada vez que viene uno. Entonces ya con la experiencia quetengo, cuando anuncian un ciclón, pues tengo el mapa en la cabezay entonces me prendo a las noticias. Los ciclones que nos afectana nosotros en Camagüey son los que vienen del Este para el Oeste.Cuando anuncian ciclones para La Habana sé que no tenemospeligro. Cuando anuncian peligro para Santiago de Cuba o paraCamagüey, ya hace rato que yo estoy en Santa Cruz.

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84 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Hoy no se pierde nadie cuando vienen los ciclones, porque elGobierno Revolucionario, enseguida que hay peligro, manda arecoger a todos los pescadores. Y a mí no me tienen que mandara buscar, porque, tan pronto como veo que los vientos y loschubascos se juntan para formar un ciclón, me voy del cayo.

El ciclón que llamaron “Federico” nos amenazó mucho; perotuvimos suerte que cuando pasó ahí cerquita de nosotros se hizochiquito. Con todo y eso, ya estábamos en Camagüey, adonde sellevan a toda la gente para salvarla. Por Santa Cruz no ha cruzadomás nunca otro ciclón. El único ciclón que conozco que pasó porallí fue el de 1932.

Cada vez que se anuncia un ciclón, cada vez que hay peligro, aquíavisan enseguida. Allí en el Laberinto no se queda nadie. Huboalgunos casos de gente que se escondían, pero se buscaban, ycuando se encontraban, se las llevaban para Camagüey.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 85

Por ahí dicen que la Tierra es redonda y que da vueltas, y cuandoyo me acuesto, digo:

“Deja ver si amanecemos con la cabeza para abajo.”

Pero nada. El cayo donde vivo amanece siempre en el mismo lugar,y yo jamás he amanecido con la cabeza para abajo.

Yo pienso que si la Tierra fuese redonda, el desbarajuste que aquíse formaría fuera del carajo pa’lante: el agua de la mar se iríaabajo, los peces se saldrían con el agua, la gente y los animalesse caerían. ¡Eso sería el disloque!

A mí me gusta preguntar mucho, y gozo cuando a la gente quesabe la cojo en un fallo. Yo conocí a un hombre de Manzanillo,como de cuarenta años, que leía mucho y de todo lo que uno lepreguntaba él le daba detalle. El era uno de los que recibía nuestropescado. Un día llegó al Laberinto, se sentó, y los pescadoresempezaron a preguntarle cómo era la Tierra, y entonces él se poníaa explicar. Yo le pregunté que cómo se había hecho el mundo, yme respondió que de la nada. Entonces le pregunté que a la nadaquién la había hecho y ahí lo sorprendí. Aquel hombre que decíanque sabía tanto no me pudo contestar.

Cuando yo era muchacho y veía el Sol que se ponía detrás delmar, le preguntaba a papá:

-Papá, ¿el Sol se zumba abajo del agua y sale al otro día, cruzapor debajo del mar?80

CAPITULO XV

LA COSMOGONIA DE UN PESCADOR

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86 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Sí -me decía papá-, el Sol se pone por allá y va por abajo delagua. Allá para las doce de la noche, si usted se despierta,levántese para que vea cómo el Sol cruza por aquí por abajo delbarco.

Entonces le dije:

-Papá, levánteme mañana a las doce de la noche. El me llamó ynos pusimos a mirar para ver si veíamos el Sol pasar por debajodel barco, y él me decía:

-Yo creo que esta noche no va a cruzar el Sol por aquí; porque,mire, ya ahorita son las 12 y no pasa. Vamos a acostarnos, porqueyo no sé lo que le ha pasado al Sol esta noche. Más luego loveremos.

Y yo creyendo que era verdad que el Sol se zumbaba dentro delmar.

El padre mío no creía eso. Me dijo que cruzaba por abajo del marpara hacerme la maldad. Yo pienso que el Sol da vueltas por debajode la Tierra.

Cuando los americanos fueron a la Luna, yo oí clarito todo lo quepasaba y escuché por radio las primeras declaraciones de ellos.Cuando regresaron a la Tierra, dijeron que desde la Luna se veíantodos los planetas, y que el planeta más grande que se ve allí es laTierra. La vieron redonda, y eso me ha hecho dudar si de verdades plana o no.

A mi entender, las mareas81 se deben al asunto de la Luna. Cuandola Luna va creciendo, la marea empieza a crecer también. La mareatiene un cuarto de hora de diferencia cada día, en el vaciado y enel llenado, y en los llenos de Luna ocurren las mareas más grandes.En octubre y noviembre son bárbaras. Figúrese que mi cayito seme llena de agua sin haber mal tiempo. La marea en la zona enque yo vivo cambia cada seis horas.

Cuando hay una persona grave, siempre se muere en unmovimiento de Luna, bien en la Luna nueva, en la llena o en lamenguante. Eso es positivo; yo me he fijado. Ya se sabe que todoslos días mueren personas; pero nosotros nos hemos puesto a mirar

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 87

eso, y ha sucedido. La persona que padece de asma, siempre laafecta el movimiento de Luna. A nosotros, que no padecemos denada, no nos afecta.

No así la Estrella Polar, ni unas en forma de cruz que salen aquí alSur que les dicen la Cruz de Mayo. Esas salen en el mismo lugary se ponen en el mismo lugar, al Sur. Tenemos entonces la EstrellaPolar, que es la estrella del Norte, y la Cruz de Mayo, que es la delSur.

Yo de nombre conozco el planeta Marte, y otro grande que esVenus. Nosotros los pescadores, cuando no tenemos brújulas, nosguiamos por las estrellas y por los luceros. En una oscuridad enque no se ven los cayos, se ven los estrellas, y entonces nosguiamos por la Cruz del Sur y por la estrella del Norte

Yo he visto unos aguaceros de estrellas82 de ésos. ¡Qué cosa másbonita!... Van para aquí para allá. En la edad que tengo he vistotres aguaceros de estrellas. La primera vez que lo vi estaba elcielo clarito, y el padre mío me dijo:

-Pedro, levántate para que veas un aguacero de estrellas.

Aquello daba gusto verlo: unas para acá, otras para allá.¡Barbaridad de estrellas cayendo como la lluvia!

Cuando vi caer las estrellas, no me asusté, y le dije a mi papá:

-¡Qué cosa más linda!

Yo le pregunté a él que si eso era malo, y me contestó que lehabían dicho que no, que no era malo. Por eso no me asusté nicogí miedo. Cuando eso yo tendría unos ocho años.

Esa fue la primera vez.

A la edad que tengo he visto tres eclís83 de Sol y cuatro de Luna.Casi todos los he visto en el mar. Cuando éramos muchachos, lavieja tenía siempre un calendario, y por él sabíamos que en talmes de tal año habría un eclís de Sol o de Luna, parcial o total.Ahora sé de los eclís cuando los anuncian por radio, tanto el quese ve como el que no se ve. El eclís de Luna empieza por uncantico de la parte de afuera y se va poniendo colorada y llega el

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88 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

momento en que no se ve la Luna. En ese momento todo se veamarillo.

Pero la vieja mía me contaba que una vez hubo un eclís que sepuso tan oscuro que parecía de noche. Decía que hasta las gallinasse acostaron de día. Ese fue un eclís de Sol. Como ese que vio mimamá yo no he visto ninguno. Para ver los eclís cogía un cristaloscuro, ahumado.

Al entender mío, donde único hay seres vivientes es aquí en laTierra, porque lo que han descubierto en los planetas es polvo ymontaña, nada más. Y yo digo:

-Se cansarán de buscar gente por ahí.

Nosotros conocemos la tromba marina84 por manguera.

Cuando se forma el chubasco, la manguera se desprende de unanube y después se convierte en un remolino de viento que vasubiendo, y entonces nosotros, corno ya sabemos, decimos:

-¡Mira, se descolgó una manguera y viene para arriba de nosotros!

Entonces nos apartamos y la manguera cruza cerquitica.

Como las mangueras caminan a favor del viento, no nos cogeninguna, y así podemos apartarnos de ella. Esa de la que le hablono la pudimos ver y se desguindó arriba del botecito. Cuando yosentí que el bote se tambaleaba, le dije al compañero:

-¡Esto es una manguera!

Otra vez vi cómo venía el agua y cómo la manguera iba derechitaa un barco “Rompeolas”, así se llamaba ese barco. Aferraron lavela -porque ellos estaban pescando anclados en el veril-, ynosotros seguimos detrás de la manguera, y la manguera ibacreciendo. Ellos se mojaron cuando pasó la manguera.

Yo le dije al compañero:

-Vamos a acercarnos más al barco por si acaso esa gente necesitaayuda.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 89

Pero, ¡qué va! Entonces nos preguntaron:

-¿Pero ustedes venían dentro de la manguera?

Les dijimos:

-No, nosotros veníamos detrás.

Cuando usted ve que una manguera lo va a coger por arriba, siusted no se agarra, se lo lleva.

Un día -por el mes de mayo que es cuando se forman muchoschubasquitos- yo venía de ver la red en el chalán, y se formó unamanguera. Yo le venía zafando el cuerpo, y cuando iba llegando aun cayito que hay antes de llegar al mío, oí un ruido... y era otramanguera. Pero como estaba tan cerquita, sólo me dio tiempo paracoger la boza del chalán y tirarme para la playa. Le di una vuelta ala boza en un troncón y me acosté boca abajo y me agarré. Lamanguera cruzó por arriba y me llenó todo de arena; el chalán melo subió para arriba.

Cuando cruzó la manguera por la arena, era una polvacera, ycuando cruzó por un manglar, hizo como un trillo, y todo se hizocomo un trillo para arriba.

A veces, cuando hay un chubasco grande, caen granizos, pedacitosde hielo. En Santa Cruz he visto dos o tres granizos y en mi cayocomo tres o cuatro. Los granizos se forman en la primavera nadamás, pero de Pascuas a San Juan

Cómo se forman los rayos, no sé, pero cada vez que viene unchubasco con relámpagos, es cuando vienen los truenos.

Los ciclones cambian los cayos, los desbaratan. Donde antes habíaun cayo hoy no hay nada. Los ciclones son malos; por donde pasaun ciclón hace una avería grande, por chiquito que sea.

A gran parte de las Doce Leguas se la llevó el ciclón del 32, ydespués se volvió a formar otra vez el Laberinto y han nacido cayosen lugares donde antes no los había.

Una vez, ya en la Revolución, vinieron los maperos de Rusia conlos cubanos al Laberinto de las Doce Leguas a hacer una carta de

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90 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

ésas para la navegación. Fueron a ver al capitán del puerto deSanta Cruz y le pidieron un viejo conocedor del Laberinto. El capitánles contestó que les iba a dar a un amigo suyo, un viejo que habíanacido en las Doce Leguas y que les podía dar detalles de todoslos cayos.

Luego el capitán se me apareció en casa y me dijo:

-Mira, Pedro, aquí te traigo esta gente que van a hacer unos mapaspara ver qué es lo que falta aquí para que tú se lo digas.

Cuando me enseñan en el mapa un cayo llamado Mujeres, lesdigo:

-No, aquí no hay ningún Cayo Mujeres -y como yo no sé leer lesdije-: A ver, pongan el plano de la cayería desde la entrada deCayo Guasa hasta aquí, hasta Boca Rica, que yo voy a señalarlesnombre por nombre todos los cayos.

Entonces empiezo a señalar los cayuelos de Cayo Guasa. Pasamosal otro cayo, que se llama República. Como al Oeste de Repúblicaha nacido un cayo -yo de lejos no veo, y creía que era del otrolado-, el ruso me dice:

-Y este cayo que se ve al Oeste de República, ¿cómo se llama?

-No, al Oeste de República no hay ningún cayo -les dije.

-¡Cómo no, mire! -me dice el ruso.

Como habían hecho el plano desde un avión, yo vi que estabaindependiente del cayo anterior, y le dije:

-¡Ah, caramba, yo creí que ése era un monte alto del otro lado!Ese es un cayuelo que ha nacido ahí.

El ruso dijo que después le pondrían nombre a ese cayuelo; peroque quería acabar de llegar a Cayo Mujeres. Yo le iba diciendonombre por nombre, y cuando llegamos al que él quería, me dice:

-Mire, éste es Cayo Mujeres.

Y le digo:

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 91

-Ese cayo se llama La Yerba de Vidrio.

El padre mío decía que sus abuelos le contaron que ese cayo sellamaba así: La Yerba de Vidrio.

Entonces me dice el ruso:

-Bueno, y ¿cómo le vamos a poner al cayo nuevo?

Dígole:

-Bueno, vamos a ir al cayo para verlo.

Cogimos el botecito, y como está cerquita, pues fuimos allá. Cuandollegamos, no se podía entrar al cayo, del mosquito que había.Entonces dijimos:

-A este cayo hay que ponerle Cayo Mosquito.

Y como en las Doce Leguas, lejos allá, hay otro cayo que se llamatambién Cayo Mosquito, resulta que ahora hay dos cayos llamadosMosquito. Pero éste es nuevo, nació después del ciclón.

Cuando el terremoto de Santiago de Cuba, en mi cayo se sintiótemblar la tierra; pero no mucho, un poquito. La madre mía dijoque era un temblor de tierra, y a los poquitos días oímos las noticiasde Santiago de Cuba y que había habido muertos, y todas esascosas.

Yo he oído decir que los temblores de tierra son porque debajo dela tierra hay volcanes. No sé si es verdad. Cada vez que sale unvolcán de esos que explotan en la superficie, tiembla la tierra. Esoes una idea mía.

Yo no sé si el mundo tendrá fin o no, y me pregunto si algunapersona lo habrá encontrado. Porque la opinión mía es que el findel mundo es cuando uno se muere. Se acabó el mundo para esapersona.

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92 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Los sueños son muy ocurrentes. Porque a veces uno se acuesta adormir y sueña cosas extrañas. Yo no me explico qué es el sueño.Yo he tenido sueños extraños, que no se los quiero contar a nadieporque creería que son inventos míos.

Puedo contar un sueño que tuve, y que lo soñé muchas veces:cuando yo era muchacho, el delirio mío era montar en avión, ynunca podía montar. La primera vez que vinieron aviones a SantaCruz fue poco antes de que la escuadra americana viniera a hacerprácticas en estas costas. Ellos tenían unos avioncitos de tresmotores. Entonces yo soñaba que cada vez que montaba en unavión, me quemaba. Por eso mi madre no me dejaba montar enaviones.

Tocó la casualidad que fui a La Habana para verme con el médico,y cuando regresé a Santa Cruz, el médico pasó un telegrama enque se decía que tenía que volver. El transporte para La Habanaen ferrocarril o en guagua estaba malo, y un amigo mío quetrabajaba en el campo de aviación me dijo:

-Mire, Pedro, vamos a hacer una cosa. Mañana vaya tempranopara Camagüey en la guagua, que cuando llegue allí, yo le voy atener un pasaje preparado para que vaya en avión.

Entonces le conté mi sueño. Me preguntó si creía en los sueños, yle dije que no. Me dijo que no le dijera nada a mi mamá.

Mi amigo hasta me regaló el pasaje. Yo quería pagar, pero él medijo:

CAPITULO XVI

SUEÑOS Y CAVILACIONES

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-No, si usted dice que se va a quemar, prefiero regalarle el pasaje.¡Usted verá que no se quema nada!

Cuando nos despedimos, le dije:

-Bueno, si acaso usted ve que el avión se incendia en el aire, avisea mi casa.

Cogí el avión. Me senté en la parte del avión que tiene tres asientos.Una mujer joven me puso la faja. Vi que el avión subía, y yo mirandopara la mujer. Le dije:

-¡Aquí no hace falta faja...!

Me recosté mirando por la ventanilla. ¡Se veía un paisaje tan lindo!Al poquito rato vino la mujer con caramelos, refrescos y café.Después avisaron que nos quitáramos los cinturones, y pregunté:

-Pero, ¿ya llegamos?

El viaje duró cincuenta y cinco minutos. ¡No les pude coger el gustoa los asientos! Porque esos cincuenta y cinco minutos meparecieron quince nada más. ¡Emocionado, contento!

Ahora puedo decir que en el mundo hay muchas cosas bonitas;pero montar en avión, eso es una cosa de las más bonitas. ¡Elpaisaje se ve tan lindo desde el aire!

En Santa Cruz había una valla, y yo iba a ver las peleas de gallos;pero nunca aposté, como sí hacía mucha gente. También habíabillares, que ya se acabaron.

Una vez tuve un sueño con el padre mío y con otro hombre quevivía allá en Santa Cruz. Era un hombre grande, mi padre no. Ysoñé que los dos se fajaban a los machetazos.

El hombre del sueño era un pescador llamado Pedro Cordero. Enel sueño me iban a buscar para decirme que el padre mío y esehombre estaban macheteándose. Y cuando llegué, estaban losdos muertos. Se habían matado los dos. De ese sueño me acordépor el asunto de las peleas de gallos.

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94 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

El parecido que tiene un hijo con su padre es de esas cosas queyo quisiera explicarme. No lo sé, pero supongo que sea por lasangre, porque padre e hijo son de la misma sangre; por eso seráque salen parecidos. Uno ve nacer a una persona, después ve unhijo de aquella persona y sí, se parece al padre, pero cuando elpadre tenía esa edad también, no después de grande.

En el Laberinto sucedió el caso de un hombre que se mató. Dejóla mujer embarazada, y cuando ella dio a luz, todo el mundo decía:

-¡Caramba, es el mismo padre!

Y yo decía:

-Bueno, es el mismo padre cuando el padre tenía la misma edad;pero no cuando el padre se mató.

Hay personas que cuando nace un niño, sin haber conocido alpadre cuando era chiquito, la tonada es: “Es el mismo padre”, sinparecerse.

Yo creo que la vida y la muerte son como un hoyo. Es un pocoocurrente eso, pero es así. Porque cuando uno viene al mundo,¿por dónde nace uno?: por un hoyo. ¿Por dónde oye?: por unhoyo. ¿Por dónde respiro?: por un hoyo. ¿Por dónde come?: porun hoyo... Cuando uno se muere, ¿a dónde va a parar?: a un hoyo.Por eso digo yo que la vida y la muerte son un hoyo.

Yo creo que nadie debe tenerle miedo a lo muerte, porque desdeque uno nace sabe que tiene que suceder.

Equivocado es el hombre que se crea que no se está poniendoviejo. Yo desde que cumplí los cuarenta años vengo notando ciertocambio. Porque los años se notan. Lo noto en la fuerza. Yo era unhombre de mucha fuerza, y ahora un muchacho tiene más fuerzaque yo. Antes nunca me cansaba, y ahora de cualquier cosita mecanso y me sofoco. Todo eso es consecuencia de los años que levan cayendo a uno.

Ahora estoy fumando bien poco. Yo estuve años pescando yhaciendo mis tabacos. Un chino fue el que me enseñó a hacerlos.En Camagüey, todos los meses compraba yo once pesos de

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 95

material de tabaco y me alcanzaba para el mes; todos los días mefumaba veintipico de tabacos.

Como yo no aspiro el humo, no me hace daño. Casualmente, ahorame han hecho una placa de los pulmones, y están sanitos. Ladoctora me preguntó que cómo era que si desde que nací estabafumando, tenía los pulmones limpios. Le dije que a mí no meencontraban nicotina porque yo no aspiro el humo. Lo mío essaborear el tabaco. Me hicieron placa de los pulmones y riñones ytodo está sanito. Lo único malo son mis huesos; por eso mepusieron un tratamiento para los dolores de los huesos. Ya a míme lo había dicho un médico hace como ocho años: que yo teníaun reuma que dentro de un tiempo me iba a descoyuntar. ¡Despuésde viejo yo descoyuntado! El médico me dice que si sigo trabajando,puedo tener problemas por un lastimón o una fuerza que haga.Pero ya estoy descoyuntado. Según el chequeo que me hicieron,por dentro estoy joven. Así me dijeron los médicos:

-Usted tiene setenta años por fuera, pero por dentro el organismosuyo representa cuarenta y pico de años.

Por eso cuando me preguntan: “¿cómo estás?”, yo digo: “Bien pordentro”.

Yo soy muy friolento. Fíjese que a La Habana no voy en invierno,porque una vez me agarró allá el frío más grande que yo he sentido.

-¡No me esperes más nunca en La Habana en tiempo de frío! -ledije a mi hija.

Fíjese si soy friolento, que cuando hay un frío grande, no me valefrazada ni nada de eso. La candela es lo único que me lo quita.Aquí mismo en el ranchito, cuando hay frío, estoy sentado siempreal pie del fogón.

Un día, hace como seis o siete años, sentí un frío que me despertó,y llamé al hijito mío:

-¡Cacaseno, Cacaseno!

-¿Qué es lo que es? -me dijo.

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96 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¡Levántate! Y si no quieres amanecer huérfano, enciéndeme elfogón, porque estoy que no me puedo mover por el frío.

Congelado estaba.

A mí me gusta almorzar y comer temprano. Yo no desayuno nunca,porque no estoy acostumbrado. A eso de las nueve de la mañaname como uno galleta, tomo café, y ése es el desayuno mío; pero alas doce ya estoy haciendo el almuerzo. La hora de comer allí enlos cayos es a la cinco de la tarde, y no hay trabajo que me impidahacer un bocado de comida. Yo, trabajando, cocino. Yo crié a todosmis muchachos pescando solo en el botecito, y nunca dejé de hacermi almuerzo, ni de pescar tampoco.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 97

El miedo lo hace uno mismo. Yo he perdido el miedo. Le digo laverdad: que ahora yo no le tengo miedo o nada, ni a mí me asustanada.

Pero fíjese si yo era miedoso, que cuando me casé la primera vez,un día me dice mi mujer cuando íbamos a acostarnos:

-Caramba, Pedro, se me ha quedado el orinal afuera. Anda ybúscalo.

-Si no vamos los dos, no -le dije.

-¿Pero tú tienes miedo? -me preguntó ella.

Le dije que sí.

Entonces fuimos los dos a lo cocina, abrí la puerta y salí a buscarel orinal. Yo no salía al patio ni a tirones. Eso fue con la primeramujer. Ella no tenía miedo.

La primera vez que yo fui solo a la playa del cayo, ya no era unmuchacho, pero le tenía miedo a la noche. Yo oía decir a los viejosque el miedo lo hacía uno mismo. Pero cada vez que veía por ahícosas que me asustaban, no podía correr, pues me quedabaparalizado. Cuando nos separamos papá y yo a los cuarenta ytres años, me fui con el tío mío.

Yo me dije:

CAPITULO XVII

EL MIEDO LO HACE UNO MISMO

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98 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

“Ahí al pie del faro, en la Caleta Churrosa, la gente dejó de velarporque salían luces. Y también allí se privó un pescador que sellamaba Ramón Izquierdo, que lo tuvieron que llevar privado paraSanta Cruz porque veía allí cosas raras.”

Velar la playa es ir de noche y vigilar cuando salen los bichos delmar. Como hay varias playas y no hay vigilancia, allí nadie respetala veda de los careyes, tortugas y caguamas, y por eso se robanlas nidadas.

Yo ya tenía hijos, y me daba pena tener miedo. Sólo de noche yotenía miedo. Se lo dije al tío mío, a papá y a la vieja mía:

-Este año ahí en la Caleta Churrosa voy a perder el miedo o mevoy a morir. Porque yo les he oído decir a ustedes que el miedo lohace uno mismo, y yo no quisiera tenerlo. A mí me da pena tenermiedo. Este año ¡o me muero, o pierdo el miedo!

Y le dije a José, el tío mío:

-Cuando lleguemos allá, usted me enseña la Caleta Churrosa, queahí yo voy a perder el miedo.

Cuando llegamos a la playa, me dice:

-Mira, ésa es la caleta.

Por la tardecita preparé las condiciones. Allí hay que dejar el chalána una legua de distancia, porque todo eso es seboruco, piedraviva nada más, y allí el mar siempre está reventando. Cogí undespertador, una botella con agua, una soguita y un mocho demachete. Antes de irme todo el mundo me estaba bonchando:

-Pedro, no vayas. Dicen que a esa playa ya no va nadie; que allíse privó fulano de tal; que mengano vio esto y lo otro.

-Bueno, pues ahí es donde yo quiero perder el miedo. ¿Ustedesno me dicen a mí que el miedo lo hace uno mismo? Pues yo noquiero tener miedo.

Dije que iba a llevar el reloj y que estaría allí hasta las doce de lanoche y que si a las cinco de la mañana no había regresado, quefueran a la playa a buscarme, porque segurito iba a estar muerto.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 99

Me fui para allá ¡sabroso! Cuando veo la yana seca en la caleta,hago una horqueta y digo:

“¡Ah, éste es el apostadero mío!”

Entonces en un gajito guindé el reloj; en otro, la botella. Vi que eltronco de la yana tenía unos hachazos, y me di cuenta que lahabían estado tumbando.

“A esta yana la voy a hacer carbón”, me dije, y di un paseíto hastael faro que estaba cerquita, y al rato se puso el Sol. Enseguidaempezaron a caminar los cangrejos y a sonar los chipojitos. Yoestaba asustado y decía para dentro de mi:

“¡Yo me aguanto!”

Miraba a ver si veía las luces de los muertos que la gente decíaque veían, ¡y nada! Miré el reloj, y eran las diez. Y me entró unacosa en el cuerpo; pero ya no sentía ese miedo tan bárbaro, y medediqué a esperar las doce. Dieron las doce y no vi nada. Entoncesdejé la botella y la soguita en la yana y cogí el reloj en una mano.Pero cuando empecé a caminar por un trillo, veo a uno parado enel medio del camino, y digo:

“¡Ay, mi madre! ¿Será un muerto?” Pues enseguida pensé que aesa hora y de allá de la caseta no irían a meterme miedo sabiendolo miedoso que yo era.

Y yo sin poder caminar, tieso. Y tenía que pasar por ahí, porque sime zumbaba al agua, las marejadas me desbarataban y si memetía en el monte, me comían todos los muertos ésos. Así quetenía que pasar de todas maneras por donde estaba aquello.Caminaba un poquito, y, ¡qué va sentía que el sombrero se me ibaa levantar. Y mientras más me acercaba más lo veía: era un hombregrande, y con unas manonas así de grandes. Ya yo le veía unosojos que le brillaban, unos colmillos que le salían afuera y yo decía:

“¡Ay, mi madre! ¿Quién me mandaría a mí a venir aquí? Mañaname encuentran muerto, porque yo tengo que cruzar de todasmaneras. Y si no cruzo, me va a caer atrás, ¡y tan grande que esese muerto me mata!”

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100 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Ese era yo solo hablando. Y caminaba poquito a poquito, y poquitoa poquito. Y mientras más me acercaba, más clarito lo veía. Hastael bigote le veía. Cuando estaba cerquita, dije:

“¡Qué sea lo que Dios quiera!”

Cogí mi pedazo de machete, y dije:

“Si nada me hace, no le hago nada; pero si yo veo que me va paraarriba, ¡le tiro un machetazo!”

Y yo temblando. ¡Por poco me ahogo, porque si dura un segundomás, me asfixio! Aguanté el resuello y cerré los ojos, porque teníaque cruzar raspándolo, y ahí, ahí...

Al pasar, veo que era sólo una palma de guano, y ahí resollé, aecharme fresco.

-¡Caramba, éstos son los muertos que ve la gente! -dije. Al poquitorato cogí el cuchillo y el machete y le corté los brazos al supuestohombre.

Si en aquel momento a mí me da por correr, hubiera llegado allásin vida, porque eso es un pedreguero.

Cuando llegué a la caseta, me dijeron:

-Pedro, ¡qué tarde has venido! ¿Viste algo?

-No, no vi nada.

-¿Y por qué te has demorado?

-Porque me salió un muerto allá que no me dejaba pasar para acá.

-¿Y cómo fue lo del muerto ese? ¿Y cómo pudiste pasar?

-Bueno, el muerto me quería agarrar, pero yo le corté los brazos yno pudo.

Después les dije:

-Sí, ¡era una yuraguana! Entonces me dice el tío:

-Así son los muertos que ve la gente.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 101

Al otro día cogí el hacha y cuanto palito y cuanta yuraguana habíalos tumbaba. Así limpié el camino.

Otro susto grande que me di fue con un cartucho vacío. Yo veníadel pueblo para la playa. Entonces no había guaguas. En la playahabía un parquecito, y al pasar yo por allí, entró el terral85 -que escomo le decimos nosotros al viento de la tierra- y todos los papelesvolaban. Yo iba pasando y sentí detrás de mi un ruido tan grandeque me quedé parado temblando. Cuando miro, era un cartuchoque iba dando vueltas. Yo creía que era algo que venía a matarme,pero no podía correr.

Yo le digo que si a mí me hubiera dado por correr cada vez que measustaba, no tendría dedos en los pies, ni uñas.

El miedo hace ver cosas que no existen.

En el Laberinto de las Doce Leguas hay luces que caminan. Esassí las he visto yo como dos o tres veces. Esas luces salen de unlugar al pie de Rosales que le dicen La Mexicana, y usted las vecomo van caminando lentamente y se pierden por el otro lado. Yolas he visto de allá para acá, y hay pescadores que dicen que lashan visto de acá para allá también.

Hay otra luz que le dicen la luz de San Telmo,86 que es verde.Desde muchacho oía hablar de esa luz, y yo decía:

-Papá, yo quisiera conocer la luz de San Telmo.

-Ya la conocerás cualquier día. Esas luces se pegan en las jarcias87

de los barcos cuando hay chubascos.

Un día que íbamos para Júcaro -yo tendría casi quince años cuandoeso- llegamos a un cayo que se llama Orihuela a esperar quepasara un chubasco. Cuando el chubasco vino, papá se metió apopa y yo abajo de la proa. Después empezó a llover. Era de díatodavía, pero estaba oscuro por la tormenta. Yo sentía cada vezque venía un relámpago una cosa que hacía “¡iiii!” Papá lo sintiótambién, se asomó y me dijo:

-Pedro, ¿tú no sientes una cosa que cada vez que viene unrelámpago suena como una chicharro?

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102 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Sí, hace rato que la estoy sintiendo.

-Esa es la luz de San Telmo -me dijo papá-. Abre con cuidado elescotillón de proa para que no te mojes, y mira para la jarcia, queallí verás lucecitas verdes. ¡No le vayas a tener miedo que no hacenada!

-¡Verdad, papá; en la jarcia de la banda de babor está la luz deSan Telmo! ¡Voy a salir a cogerla!

-¡No, no, no! ¡Espérate a que escampe!

Cuando escampó, digo:

-¡Concho, qué bonita es la lucecita verde, la voy a coger! Le fuipara arriba, y cuando llegué la luz cogió para la otra jarcia. Entoncespor la misma jarcia yo me bajaba paíbajo y ella cogía por la otrajarcia y subía paírriba, y nunca la alcanzaba. Y en una de ésascogió para el estay,88 y digo:

-¡Ah, se chivó! Aquí sí la voy a coger ahora, porque no tiene pordonde virar para atrás.

Me dejé caer, la cogí con la mano y vi entonces como se formó unregajero de luces.

-¿Qué has hecho? -preguntó papá.

-Nada, muchas luces -no me dio miedo cuando me vi las manosencendidas-. Mire, papá, esto es como fósforo.

La ponía en la oscuridad y entonces la veía. Los viejos le teníanmiedo, y me decían:

-Lo que nadie ha hecho con la luz de San Telmo lo has hecho túaquí.

Las otras luces a mí no me han dado miedo, porque esas luces yolas vi cuando muchacho y después de hombre no me meten miedo.

Parece que son luceros que van caminando. Es una luz que andapor el aire.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 103

Allí en Cabeza del Este yo vi una luz de cerquitica. Ya yo no teníamiedo cuando eso. Habíamos ido a velar una caguama ahí dondeestá el faro de Cabeza del Este, donde había una playa muy grandeque el ciclón desbarató. Yo iba con un amigo mío que le dicenGüico. El sí es miedoso. Cuando eso ya yo no conocía el miedo.

-Bueno, esta noche sale una caguama -le dije.

Detrás del faro hay un yanal, y la caguama salía al otro lado comola playita era chiquita, nos acostamos boca abajo a mirar. Paraacá había otras playitas, donde habíamos dejado el chalán.

-¡Mira, está casi al salir la caguama! Quédate aquí, y yo voy a darun recorrido.

-No te demores mucho, que yo tengo miedo -me dijo Güico.

-No, no me demoro.

Voy para allá y veo una luz dentro del yanal que caminaba de unapunta a la otra, y pensé:

“No le voy a decir nada a Güico, porque si le digo lo de la luz, novamos a poder coger la caguama.”

Bueno, fui para allá y no le dije nada. Entonces, al poquito rato ledije:

-Oye, voy a dar otra vuelta.

-No te demores mucho.

-No, vengo enseguida. Entonces me dije:

“Voy a ir allí a ver lo que es la luz ésa.”

Yo siempre la veía en el mismo lugar. Me fui a donde estaba la luzy me puse a mirarla. Era como un bombillo de cien bujías yalumbraba. Me dije:

“A esto no le veo cable eléctrico. No tocaré la luz, pero voy a ver siestá prendida.”

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104 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Miré en redondo. Esa luz estaba en el aire. Era como una bola decandela, como un bombillo de cien bujías. Lo alumbraba todo.

“Bueno, vamos para allá”, dije.

Era como la una de la noche, y pensé:

“Ya no sale la caguama! ¡Vamos! Para que Güico vea la luz.”

Y toca la casualidad que cuando llegamos al chalán, la luz no estabaahí. Yo no dije na, y llegamos al barco. Lo dejé a él en su barco yyo me fui con el mío, y cuando llegué, me dijo papá:

-Pedro, los estábamos mirando desde los barcos. ¿Ustedesllevaron alguna bombilla?

-No

-¡Eh! Y ¿cómo nosotros veíamos una luz que caminaba por la puntade la playa?

Dígole:

-Papá, yo fui a donde estaba esa luz.

-¿Tú hiciste eso?

-Sí lo que no hice fue tocar la luz, aunque estaba cerquitica. Erauna luz en el aire. Yo le pasaba la mano cerca y no daba calor enla cara. Eso fue lo que me llamó la atención, que no me daba caloren la cara, y sin embargo, alumbraba todo aquello.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 105

Papá me enseñó que cuando fuera hombre, tratara de no engañara ninguna mujer, porque había muchos hombres malos que sí lohacían. Me decía que nosotros éramos una familia honrada y nodebíamos hacer esas cosas. Yo todo eso lo recogí en mi corazón.

Mi padre me enseñó hasta cómo se enamoraba a una muchacha.

-Mi hijo, cuando usted vea a una muchacha y la vaya a enamorar,usted me avisa a mí y a su madre, porque usted se tiene que casarcon una familia buena igual que nosotros.

Y naturalmente, cuando me enamoré de la primera, se lo dije:

-Esa no le conviene a usted -me dijo.

Y así fue.

Cuando me enamoré de la otra, enseguida fui con la vieja. Porqueyo primero iba con la madre mía, y entonces ella llamaba a papá.Me dijo que estaba bien, pero que estaba muy jovencito. La viejano quería que me casara tan joven.

Mi padre me decía que había “mujeres de la vida”, conenfermedades, y entonces convencí a la madre con ese argumento.

-¡Bueno, vieja! ¿Qué usted prefiere, verme a mí enfermo de unamujer de ésas, o verme casado?

Y enseguida me casé.

CAPITULO XVIII

MI MORAL Y MIS PRINCIPIOS

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106 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cuando cualquiera se echaba novia y la pedía, no se oponían;pero siempre los viejos hablaban primero. Si un joven se echabauna novia, tenía que tener más de dieciocho años. Entonces lospadres del hombre iban a ver a los de la novia, para ver si estabande acuerdo. Los padres de la novia pedían referencias, y ahí seconcertaba el matrimonio.

Había quien tenía hasta un año de relaciones. Pero yo me casé alos tres meses, y en ese tiempo fui a visitar a la novia cinco veces.La hora de la visita de los novios era desde las seis de la tardehasta las ocho de la noche.

Siempre se ponía la vieja a un lado de la pareja, y no había chanceni de tocar a la novia, por el respeto que había. Sentaban a uno ya la novia bastante separados, y no se atrevía uno o cogerle lamano a lo novia, ni la novia a uno.

Lo de los besos era tabú entre los novios. Muy pocas veces sepodía besar uno con la novia. ¡Había una vigilancia bárbara! En lacasa de mi novia me hacían un coro, porque allí había muchasmuchachas Nos sentaban a mí y a ella en el medio, el viejo a unlado y la vieja al otro. ¡No había chance de nada!

La novia mía y yo no podíamos conversar nunca. A veces, por eldía, como la vieja y el viejo iban al trabajo, pues nos íbamos conlas otras muchachas para la cocina de su casa y era la hora dedespacharnos a hablar.

Para mí el honor es tener vergüenza y ser formal y quedar biencon todo el mundo, no engañar a nadie. Eso creo yo que es elhonor de una persona.

La vergüenza debe ser eso mismo, el honor. La vergüenza es serun hombre honrado, serio, de vergüenza, como la palabra lo dice.Ser cumplidor con todo el mundo y no engañar o nadie.

El patriotismo es amor la patria, y no irse del país como toda esagente que se ha ido.

Ser un hombre valiente es no tener miedo, tener valor paraenfrentarse a cualquier problema.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 107

La fe es algo muy serio. Tener fe en una cosa, por ejemplo, escreer en los funcionarios esos que dicen que me van a arreglar micriadero de careyes.

El hombre debe ser también serio, no andar con mentiras, conengaños.

Yo digo que soy revolucionario, pero yo no sé bien que es serrevolucionario. Pero yo sí que le tengo un amor bárbaro a laRevolución.

En mi imaginación creo que un verdadero revolucionario es quientenga el mismo comportamiento que tengo yo, el bien que yo hagoa mis semejantes. Ese es el verdadero revolucionario. Ese es elpensamiento mío. Hacerle bien a todo el mundo, llevarse bien contodo el mundo, no engañar a nadie y trabajar mucho.

La mujer debe ser honrada, querer a sus hijos, a su marido yllevarse bien con los vecinos. Esa es la opinión que yo tengo deuna mujer buena.

Del trabajo de la mujer fuera de la casa yo lo pronostiqué hacemuchos años, y me criticaban: que cómo la mujer iba a trabajarigual que un hombre, que la mujer tenía que ser de la casa.Entonces yo decía: los viejos están equivocados, la mujer debetrabajar igual que el hombre, y algún día ha de llegar en que lamujer trabajará igual que el hombre, que hemos de ver mujeres enlos barcos, mujeres en los aviones. Y mire, llegó eso. Eso lopronostiqué yo antes que sucediera.

Lo mejor que puede tener un hombre es fundamento, llevarse biencon todo el mundo y portarse bien. Eso es lo que creo yo. Y creoque la mujer debe ser igual.

Yo nunca he tenido disgustos con nadie. Me llevo bien con todo elmundo, y a todo el que le pueda hacer bien, se lo hago. A mí todoel mundo me quiere por eso.

A mí lo que más me gusta en la vida a decir verdad, es fumar ytrabajar.

No creo en Dios. Yo le voy a hacer la historia del porqué.

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108 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Para mí el honor es tener vergüenza y ser formal y quedar bien con todo

el mundo, no engañar a nadie. Eso creo yo que es el honor de una per-

sona.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 109

La madre mía era muy católica. Entonces yo vi morir al padre de lamadre mía y a un tío, viejitos, que daba compasión verlos, y yo ledecía a la vieja:

-¡Ay, vieja, yo no quisiera llegar a ponerme tan viejo!

Y el día que cumplí quince años, le dije a mamá:

-Vieja, si es verdad que hay Dios en el mundo como usted dice, yole pido a Dios, de todo corazón, que nada más me deje durarcincuenta años; que cuando cumpla cincuenta años, me muera,para no llegar a viejo.

Ella me dijo:

-¡Ah, hijo, no diga eso!

Bueno, yo estaba creyendo que iba a morir de verdad a loscincuenta años, contento, y a todo el mundo se lo decía.

En el año 61, que fue cuando cumplí los cincuenta años, yo eramiliciano. Entonces cuadró que ese día se habían llevado a todoslos milicianos jóvenes y nos habían dejado a los viejos nada más.Las guardias que teníamos que hacer allá en Santa Cruz eranpermanentes, día y noche. Eso fue al principio de Girón.

Todos mis familiares estaban preocupados, porque yo siempredecía que la fiesta más grande que se iba a dar era cuando yomuriera a los cincuenta años.

A todo el mundo le decía:

-Si me muero, crean en Dios. Ahora, si no me muero nadie mehable más nunca de Dios.

El día antes de mi medio siglo de vida visité a toda la familia y a lasamistades. Yo estaba contento, porque lo que quería era morirmea los cincuenta años, se lo digo de verdad.

Yo tengo una prima que me dijo en esos días:

-Sí, si te pegas un tiro con el rifle, te vas a morir en esa fecha.

Y le dije:

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110 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-No, no me voy a matar, pero sí te digo a ti y se lo digo a todo elmundo: si yo amanezco vivo al día siguiente, no me hablen deDios más nunca. Ahora, si amanezco muerto, pueden hablar.

Yo nunca en la vida había usado prendas. Entonces, un hijo míotenía un reloj, y le dije a la mujer.

-¡Dame acá el reloj!

Yo miraba para el reloj, y cuando ya faltaban cinco minutos paralas doce, dije hablando solo:

“¡Me voy a sentar, para por si acaso muero y me caigo, no me déun golpe!”

Faltaba un minuto, y yo decía:

“Creo que al Dios ese se le ha olvidado mi deseo.”

A las doce en punto me toqué con una mano. Cuando vi quepasaron las doce, dije:

“Al Dios ese o se le olvidó, o no hay tal Dios. Ahora, mañana, ¡noquieras ver la chotería que me van a formar!”

Por la mañana les dije:

-Bueno, ya saben que no hay Dios en el mundo, así es que no mehablen más de él.

Ahora le digo a la gente:

-Bueno, no me morí cuando yo quería, y ahora no hay quien mehaga morir hasta que no vea el año 2000.

Yo no dudo que lo vea. Mire, si llego al 2000 muero de la mismaedad que murió mi padre, de ochenta y nueve años.

Ahí queda la historia de por qué yo no creo en Dios ni nada de eso.Si me hubiera muerto, sí hubiera creído; pero como no me morí,no creo.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 111

Los viejos de antes siempre tenían ungüentos preparados paralas enfermedades. A los comerciantes que venían al pueblo se lesencargaba carabaña89 y aceite de ricino. Siempre teníamos, entodos los ranchos, algunas medicinas. También teníamossembradas muchas yerbas en las Doce Leguas para curarnos lasenfermedades.

Los habitantes de los cayos se curaban unos a los otros, y cuandoveían que la enfermedad era seria, entonces los llevaban al pueblo.A los que morían, los enterraban en los cayos.

Siendo yo muchacho, vino una enfermedad que le decían lainfluenza, que mató a mucha gente en toda Cuba. ¡Eso fue elfenómeno! Eso era como un catarro, terrible. En las Doce Leguasse murieron muchas personas de esa enfermedad.

En Santa Cruz murió también mucha gente de tifus. Cuando habíaun caso de tifus, ponían una soga en la calle para que no pasara lagente. Entonces no podía entrar nadie en la casa esa, y vacunabana uno solo para que ése pudiera hacer los mandados.

De cuando yo era muchacho recuerdo que un hijo de una primahermana de la madre mía se puso a jugar con un maíz y se lotragó. Ahí empezó la lucha, y a los tres días, cuando el médico selo sacó, ya el maíz tenía raíces.

Allá en Santa Cruz hay un hombre que padece de asma, y un díase metió en la boca el aparato ese que usan los asmáticos y se lotragó, tuvieron que operarlo.

CAPITULO XIX

CUANDO UNO VA DE CINCUENTA AÑOSPARA ALANTE, VA PARA ATRASCOMO EL CANGREJO

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112 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

En eso de tragarse cosas, recuerdo que una nieta mía una vez setragó una puntilla y la tuvimos que llevar al hospital de Camagüey.Allí la abrieron y se la sacaron. Ahora enseguida los médicos tehacen la placa y ven en qué posición ha quedado lo que hastragado.

A mí no me ha dado ninguna enfermedad ni he estado ingresadojamás. La primera vez que he estado en un hospital fue por lareuma mala esta que me aqueja. Ahora, a mis años, por primeravez me han hecho una placa y me han tomado la presión. Nuncame había hecho análisis ni tampoco me había vacunado. Me hedado en la vida muchos golpes, heridas y pinchazos en el Laberintode las Doce Leguas Y por eso digo que a mí no me entran ya ni lostiros de la ametralladora.

Yo tengo problemas con enfermedades en la familia. Mi mujer estáenferma y no tiene cura, y yo, como ya dije antes, con todos loshuesos zafados, que dicen los médicos que no tienen cura tampoco.Es una calamidad. Cuando me preguntan que cómo estoy, digoque regular, y entonces la gente enseguida dice

-¡Pero usted está bien!

Y yo les digo:

No, ningún viejo, cuando se descontrola, se pone bien. Así es quees una bobería decir que se está bien. De ahora para alante nuncame van a oír decir que estoy bien: Regular.

Cuando uno va de cincuenta años para alante, va para atrás comoel cangrejo, y le empiezan a salir todas las animaladas que hizouno cuando joven. Eso me ha pasado a mí. Porque mi padre mepeleaba muchísimo porque siempre estaba dentro del agua ymojado, y él me decía:

-Pedro, no hagas eso, que cuando seas viejo eso te va a salir.

Uno de los dramas de nosotros los pescadores es cuando se nosatraganta una espina de pescado. A veces pienso cuántos sehabrán muerto con una espina trabada, enganchada por ahí poruna tripa.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 113

Yo pasé un susto algo serio hace tres años con una espina. Estabacomiendo y sentí cuando se me fue uno espina de cubera. Al otrodía -me acuerdo que era por la madrugada- fui a dar del cuerpo ysentí una cosa que me hincó, y entonces me acordé de un amigomío allá en el cayo, que una vez se le fue una espina de pargo ypasarnos gran apuro él y yo para sacar la espina. Diga usted queél tenía los dedos grandes y con el índice se la tocó, y entonces ledije:

-¡Jale!

Pero nada. Y era sangre y más sangre, y entonces le dije:

-Déjeme probar.

Y alcancé la espina, la viré y la pude sacar.

Pues, bueno, como le contaba, cuando estaba dando del cuerpo,llame a la mujer mía. Ya era al aclarar, y la llamaba y la llamaba, y,¡qué va! Entonces voceé a Cacaseno, me oyó, se levantó y llamóa la madre.

-¡Mamá, papá está llamando allá en el excusado, algo le ha pasado!

Entonces Lepo, una tía mía, que vino y llegó primero, me preguntó:

-Pedro, ¿qué es lo que te pasa?

-Que me voy en sangre. Me he sacado una espina de los intestinos.

Entonces me tiró unos trapos, porque era mucha la sangre queestaba echando. Al poco rato llegó Cacaseno y la mujer mía conmás trapos.

-Fíjese bien, papá, si sigue echando sangre, tendré que ir a buscaruna lancha para llevarlo al hospital -me dijo el hijo mío.

-Vamos a esperar un rato.

Por fin, se me trancó la sangre de tanto trapo que me puse ahí.¡Oigame, pasé un susto... ! Y aquello se me hinchó de una maneraque Cacaseno me decía:

-Papá, vaya al médico.

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114 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¡Qué médico! Esto me lo curo yo aquí.

Efectivamente, me curé; pero estuve cinco o seis días que no podíacaminar.

Entonces yo he pensado que cuántos no se habrán muerto conuna espina atravesada.

Después de viejo me han salido cataratas en los ojos y me estoyquedando ciego. Los oculistas me dicen que hasta que no pierdala vista no me pueden operar, porque la catarata hay que operarlamadura. ¡Esa es la esperanza que tengo de volver a ver bien!

Resulta que yo tengo otro defecto. Hace tres años que no entiendocasi lo que me dicen, porque estoy un poco sordo. Voy al médico yme dicen que es una enfermedad fácil de curar. Fui a La Habana yme metieron unos aparatos y me empezaron a reconocer. Y yo séque no estoy sordo; un poco sordo sí. Lo primero que mepreguntaron es que si en la familia mía había sordos. Les dije queyo no estaba sordo, que oía bien, y entonces me hicieron la pruebay me dijeron que, efectivamente, yo no estaba sordo, que sólotenía el defecto ese. Entonces me metieron en otro lugar y mehicieron el reconocimiento, y el especialista me dijo que no tengocura, porque eso es de nacimiento. Así que me aquejan dosmalezas que no tienen cura: los huesos esos zafados y ahora esode que no oigo bien.

Yo a la señora mía no le he dicho nada. Ella siempre fue una mujerque ha hablado fañoso, y por eso nada más la entienden la hija yla mujer del hijo mío. Si yo me pongo a conversar con ella, metengo que buscar un intérprete, pues no le entiendo nada. Ella sepone brava por eso. El día que yo venía para acá ella estaba en elhospital y le daban de alta ese día. Me le acerqué y le dije

-¡Mi hija! Ahora cuando yo vuelva te voy a entender bien, porqueme voy a curar la maleza esa de que no entiendo bien.

Porque yo la quiero bastante y ella me quiere a mí, pero el genioque ella tiene, de la enfermedad, es lo que produce lasincomprensiones entre nosotros.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 115

En el cayo gozo de salud, pero cuando voy al pueblo, a los poquitosdías me da catarro y me duele todo. En el cayo a mí no me danada y estoy de lo más sabroso. Ese es el motivo por lo que megusta estar en mi cayo.

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116 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

La Revolución es la que ha traído el cambio que ha dado el mundo.La revolución es la que ha hecho posible todas estas mejoras quetiene hoy el pueblo.

Yo opino que esos cubanos que han ido a combatir a Angola yEtiopía han actuado bien. Porque es bueno eso de ayudar a todoslos hermanos. Son cubanos valientes los que han ido a combatiral Africa.

Considero que la ayuda internacionalista es un deber de nosotroslos cubanos. Yo siento estar tan viejo, porque si estuviera joven,no digo yo, ¡ya estuviera por algún lugar de ésos ayudando!

Yo he oído que Lenin y toda esa gente de Rusia fueron los queorganizaron la Unión Soviética. Valga la idea de ellos de echarpaílante ese país. Porque es lo mismo que lo que ahora nos estápasando aquí con Fidel.

La opinión mía es que si nosotros estamos vivos aquí, es graciasa la ayuda de los soviéticos y de los otros países socialistas. Cadavez que Fidel habla yo no me pierdo sus discursos, y siempre Fidello dice “¡Válganos los soviéticos, que fueron los primeritos quenos ayudaron!

A Santa Cruz han ido muchos soviéticos y a mi cayo también. Enel mismo Combinado Pesquero los ingenieros soviéticos enseñarona los cubanos. Abrieron un colegio de mecánica y venían dossoviéticos a enseñar a los mecánicos cubanos en el asunto de losmotores.

CAPITULO XX

CONSIDERO QUE LA AYUDAINTERNACIONALISTA ES UN DEBER

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Aquí algunos blancos les tenían un odio tremendo a los negros;pero el Gobierno Revolucionario le dio garantía al negro y eso yase acabó. Menos mal que esa injusticia se acabó.

Donde primero se acabó la discriminación fue con el frijol negro.Porque el frijol negro aquí antes no valía nada y entonces empezóa coger precio. Y valga que ahora nosotros los mulatos y los negrosestamos cogiendo valor.

Antes de la Revolución, en Santa Cruz nada más había trescomunistas. Ahora hay muchos comunistas; pero antes nada máshabía tres que nos daban charlas a nosotros. Uno era el cuñadomío, que murió, Fernando García, el otro era Mongo Montero y eltercero era Diego Naranjo. Diego vino de Manzanillo de muchachito,y desde entonces él siempre hablaba del comunismo, de ayudaral trabajador. Hoy es un empleado del Combinado Pesquero ysiempre sigue igual, a favor del obrero.

Mucha gente ahora se ha ido dando cuenta que la vida no eracomo decían los anticomunistas y los explotadores. Cuando Fidelestaba en la Sierra Maestra todavía no había dicho que eracomunista. Cuando bajó, tampoco lo dijo, y después sacaron elcantico aquel que “si Fidel es comunista, que me pongan en lalista, que estoy de acuerdo con el”.

Ahora voy a contar lo poco que yo hice cuando Fidel estabapeleando en la Sierra.

La primera vez que fui al Junco, que es donde estaban los alzadosde la Revolución, lo hice con un amigo mío. A mí me gustó aquello.Yo me quería quedar con los rebeldes; pero entonces elcomandante que había allí me dijo:

-Mire, si usted no tiene necesidad de venir para acá, no venga;porque usted hace más falta trabajando por la Revolución afueracon Moya, el amigo suyo.

Nosotros íbamos allá a llevar minas, armas y muchísimas cosas.

A este hijito que yo tengo, Cacaseno, lo teníamos escondido enCamagüey, porque en Santa Cruz el capitán del puerto la habíacogido con los jovencitos. El segundo de la capitanía era amigo

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mío y fue el que me avisó. Me dijo que si yo tenía donde esconderal muchacho que lo hiciera, porque el capitán la había cogido conlos jóvenes. En aquel tiempo Cacaseno estaba trabajando en unbar. Hablé con el dueño y me dijo que él tenía un hermano enCamagüey, dueño de una tienda. Y me llevé a Cacaseno paro allá,donde estuvo dos años.

Cuando fui la primera vez al Junco con Moya, le hice el cuento alcomandante que había allí del caso del muchacho y me dijo:

-Bueno, si no lo dejan tranquilo y la Policía se pone conimpertinencias, me trae el muchacho aquí que yo se lo envío aFidel para la Sierra. Y usted, quédese trabajando con Luis Moya,porque hace más falta afuera que aquí adentro.

Moya y yo expusimos la vida varias veces; pero nunca nos topamoscon un casquito.90 Un día, en Arroyo Blanco, nos dieron unascananas y unas minas para que las trasladáramos, y nos dijeron:

-Ahora tienen que ir a casa de un amigo a recoger más armas.

Fuimos a una finca, y me presentaron a un hombre, que mepreguntó:

-¿Usted sabe manejar este rifle?

-¡Qué va, si yo nunca he andado con eso! -le contesté.

Entonces me enseñó. Eran unos rifles Springfield. Me dijo:

-Mire, esto es así y así.

Metimos los diez rifles debajo del yipi y los acotejamos allí. Dejamosdos fuera, y me dijeron:

-Este es el suyo y éste es el de Luis. Si acaso salen los guardias,ya saben que deben morir peleando.

Les dije que no se preocuparan por eso. Entonces sale uno porallá y dice:

-¿Qué, tienes miedo?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 119

-Yo no tengo miedo alguno -le contesté-. Lo que pasa es que nuncahe andado con esto, y lo malo es que salga el tiro para atrás envez de salir para alante.

Entonces me dijo:

-No, no te vayas a acobardar, que yo estoy cansado de dar viajespor aquí, y por esta zona no andan los guardias rurales.

Y de verdad, nunca nos tropezamos con ninguno.

Un día ese hombre vino al pueblo y compró dos cajas de cartuchosde municiones.

-Esto tienes que llevármelo para Arroyo Blanco -me dijo.

Por ese entonces ya empezaban las patrullas a registrar. No hallabacómo llevar eso allá. Porque yo veía que la Guardia Rural, vestidade paisano, registraba a todo el mundo, y digo: “¡Uff!”

Bueno, un día me aparezco donde estaban los revolucionarios.

-¿Y las cajas de cartuchos? -me preguntaron.

-Bueno, chico, yo no sé cómo traerlos -les contesté

-¡Caramba, tú te crees -porque él jaraneaba mucho- que la cabezano es más que para el sombrero y para los tarros! ¡La cabeza espara pensar también!

Pero, ¡qué va!, la cabeza mía no me daba.

Entonces me dice:

-Ya lo tengo pensado. Coge esta jaba, estos dos cartuchitos denailon y estos cinco pesos. Ahora vas a Santa Cruz y con los cincopesos llenas la jaba de camarones. Esa es la única forma de traerlos cartuchos para acá. Tú llenas la jaba y le zumbas todo elcamarón arriba.

Nos pusimos en combinación para que nos esperaran en el lugarconvenido. Cuando llegué con la jaba y los cartuchos, ya lacamioneta estaba esperándome. Según me desmonté, el guardiaque estaba registrando me dijo:

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120 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¿Qué es lo que lleva ahí?

-Camarones.

-¿Los vende?

-Sí.

Entonces quiso que le vendiera una libra. Le dije que cómo no,que fuéramos a la tienda para pesarlos. El de la tienda estaba encombinación con nosotros. En la tienda una mujer me dijo:

-A mí también me da una libra, Pedro.

Ya el de la camioneta me había hecho señas y yo le había hechoseñas también. Después de darle los camarones al guardia, vinootro guardia:

-¡Véndeme una libra más!

-No, yo no puedo vender más camarones -le contesté.

Entonces me dijo el guardia al que yo le había vendido loscamarones:

-Ven, para que cobres.

-A la vuelta cobro -le dije, y cogí y me monté en el camión. Así fuecomo pasamos las cajas de cartuchos paro los rebeldes.

También recuerdo que en Santa Cruz se estaban haciendo unasbombitas, unas minas, para volar el puente de Najasa; pero allívivía una familia. El jefe pensaba que si se volaba el puente, iba amorir la familia que vivía allí. Entonces determinaron picar el puentey me avisaron. Creíamos que íbamos a tener moña con la Guardia,pero nos pusimos dichosos.

Del lado de allá del puente nos pusimos cuarenta hombresarmados, y del otro lado otros cuarenta, mientras los mecánicoscon las antorchas de acetileno picaban el puente. No lo dejamoscaer, era picarlo nada más; pero si cruzaba un carro, por el peso,el puente se caía.

En ese entonces Luis me lleva para Santa Cruz, y me dice:

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 121

-Esto nada más lo pueden saber los revolucionarios como nosotros,más nadie.

-Oye, hay una rastra de pescado que sale de madrugada -le dijeyo.

-¡Avísale al chofer! Porque si la rastra cruza por el puente se cae yse mata el chofer, que es revolucionario

Por la tardecita me voy allá donde estaba la rastra, ya cargada depescado, y le hago el cuento al chofer

-¡Oigame! ¿A qué hora usted se va? -le pregunto.

-A las cuatro.

-No salga a las cuatro, salga detrás de la guagua que va a salir alas cinco, que yo voy en la guagua esa. Porque el puente de Najasava a caerse.

-¡No me diga!

-Sí, señor. Anoche se picó el puente de Najasa.

Al otro día yo cogí la guagua de las cinco, y cuando llegamos alprimer puente que se alza en Santa Cecilia, dígole al chofer:

-Vamos a bajarnos aquí, no vaya o ser que este picado el puenteese, pues se corren rumores de que van a picar los puentes.

Me dice el chofer:

-Si usted supiera, que ayer oí decir eso, que van a picar el puentede Najasa.

Nos metimos por debajo del puente y vimos que no estaba picado,y ¡a viaje!

-Con el otro puente es con el que tenemos que tener cuidado -ledije.

Ya el chofer de la rastra sabía, porque yo le había dicho que estabapicado. Cuando llegamos al Río Najasa estaban las guaguasatravesadas de aquel lado, igual que los camiones.

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122 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Mire, están haciendo señas para que nadie vaya a pasar por esepuente -dije.

Paramos y la rastra viró para atrás. Entonces todos los que iban yvenían viajaban por un trillito y se trasbordaban de guagua enguagua.

Eso fue todo lo que luché en la insurrección. Después no seguíyendo a los campamentos. Ya en ese medio tiempo bajó Fidel dela Sierra y todo se fue organizando y entonces me dediqué a mitrabajo.

Mi mujer me peleaba muchísimo:

-¡Pedro, que te van a matar!

Yo le decía que nada más me iba a morir una sola vez, que siestaba destinado, moría, pero que a la Revolución había queayudarla, porque esa gente se estaba chivando allá en la Sierra yera justo que nosotros la ayudáramos.

Yo tengo un tío que se llama Lilo Suárez, y a ése Fidel lo quieremuchísimo. El arriesgó su vida bárbaramente. Venía para SantaCruz y llevaba para Belic y Media Luna, y otros lugares, medicinasy ropas, y estuvo con Fidel unas cuantas veces.

En esa época los periódicos siempre decían que Fidel estabamuerto, pero la gente no lo creía. Todo era en contra del comunismo.Y había quien decía:

-¡Pero si Fidel no es comunista!

Y había quién decía:

-Sí, señor Fidel está trabajando por el comunismo; si no, ya loverán cuando baje de la Sierra.

¡Gente inteligente que conocía la verdad!

Todos los años vienen aquí muchos de paseo. Vienen de Cuba ydel extranjero. En el año 1978, vino una delegación angolana; unapila de negritos muy buenos. Venían con un comandante angolanoy llevaban unos intérpretes para poder conversar.

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A mí me gusta tratar bien a todo el mundo y a mí todo el mundo mequiere por eso. Igual a la Revolución. Yo le tengo un gran amor ala Revolución. Fíjese que todo lo mío se lo he dado a la Revolución:todo, todo, todo; no tengo nada mío. Lo único que siento es que amí la Revolución me ha cogido muy viejo; si no, yo hubiera podidoayudar algo más.

Los viejos míos se adelantaron mucho. Si hubieran aguantado unpoquito, yo hubiera nacido quince o veinte años después.

Hay una diferencia de casi un mil por ciento de cómo se vivía antesy cómo se vive ahora. Yo he vivido unas cuantas etapas. Yorecuerdo la Danza de los Millones, la Moratoria, la Chambelona...Todo eso lo recuerdo. Había bajas y subes. Hubo una época -norecuerdo cuándo fue- que aquí escaseaba todo: el arroz, el café,la manteca. Me acuerdo que una vez no había azúcar yendulzábamos el café con miel de abejas, que traía el padre mío.Otra vez se acabó el pan, las galletas y todo eso. Después volvióuna época en que había de todo, barato. En esa época al pescadorle pagaban el peje a tres o cuatro quilos la libra. El pescado saladoy el carey lo pagaban los comerciantes a ocho pesos el quintal y aseis pesos la libra de concha. Después subió la concha y el pescadosalado y llegaron a pagarlos hasta a veinte pesos.

Antes del ciclón del 32, cuando el gobierno de Machado, el pescadono valía nada. Bueno, nada valía nada; todo estaba baratísimo. Lalibra de arroz era a tres quilos, arroz bueno a tres quilos; el máscaro era a siete quilos, que era el Siete Estrellas. La libra de cafécostaba quince quilos y la manteca igual.

CAPITULO XXI

LA REVOLUCION ME HA COGIDOMUY VIEJO

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124 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Todo estaba baratísimo, pero para ganar un peso costabamuchísimo trabajo. Con una peseta yo entraba en una bodega yllevaba muchos víveres para la casa, y hasta daban contra -queen Oriente dicen ñapa-. Y yo decía:

-¡Dame un quilo de café y la ñapa de azúcar!

Y usted con cinco quilos compraba diez cosas.

En los cuatro primeros años del gobierno de Machado no queríamosun gobierno mejor, y decíamos: “¡Qué gobierno más bueno!” Perodespués, los otros cuatro años, ¡compay!, estuvimos comiendosólo harina de maíz, y se pasó hambre hasta decir está bueno.Aunque nosotros siempre tuvimos que comer; pero mucha gentesí pasó hambre.

Entonces, cuando la Segunda Guerra Mundial, me acuerdo quehabía un empresario, llamado Miguel Martín, que me dijo:

-¡Ahora empieza la Segunda Guerra Mundial! Fíjense, todo estábarato. Ahora empezará a subir todo, y ¡tarde volveremos a ver losartículos baratos!

Y así mismo sucedió.

Santa Cruz del Sur ha cambiado mucho después de la Revolución.Esto no se parece al Santa Cruz de antes. Hoy en día es unaciudad, ¡sí, señor! Santa Cruz nada más era una playa, y ahorahan hecho un pueblo de 20 000 habitantes. Han hecho tambiénedificios de varios pisos.

La corriente eléctrica antes era por una planta propia y ahora vienedirecta de Nuevitas. Igual el acueducto. Han hecho uno muy buenoy hay mucha agua. Y ahora arreglaron la carretera. ¡Santa Cruzestá que es una maravilla!

Hay hasta un barco que todos los meses pasa películas. ElCombinado tiene ese barco preparado para eso, y todos los mesesva caseta por caseta para pasarles las películas a los pescadores.

En Manzanillo tienen otro barco-cine muy bien preparado.

Hasta en el cayito mío han dado cine.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 125

Esas películas eran para reíse uno; películas cómicas. Esas sonlas películas que a mí me gustan. Porque como yo no sé leer, nocomprendo las películas serias; pero si es de risa, la comprendo.Y me río también.

Cuando veo los caballos y las gentes moviéndose en las películas,pienso que se mueven por la corriente eléctrica. Eso lo supongoyo, pues si no hubiera corriente eléctrica no se movería nada. Esaes la opinión mía.

Si yo fuera más joven, me gustaría viajar a la Unión Soviética;pero a la edad que tengo, no hay quien me saque de aquí de Cuba.Como soy tan friolento, no voy a ningún lado donde haya frío, ymucho menos nieve.

Al principio de la Revolución, de Santa Cruz fueron dos muchachosa la Unión Soviética; entre ellos, uno sobrino mío que estudió alláy está trabajando ahora en Nuevitas. Ellos me contaron que ibanaconvoyados y que alante iban los rompehielos cortando el hielodel mar.

Cuando llegaron a Rusia, atracaron al muelle y me cuentan quetodo aquello estaba blanco de nieve y que caminaron arriba delhielo. Dice mi sobrino que a ellos los habían preparado de talmanera, con ropa y abrigos, que nada más sacaban la nariz poraquellos ropajes; pero que no se sentían ni la nariz de tanto frío. Aldesembarcar, los metieron en una máquina y se los llevaron parael colegio donde fueron a estudiar. Allí estuvieron dos años. Elsobrino mío se hizo pailero, soldador.

Mi hijo Bernardo estudiaba en la Escuela de Pesca “Playa Girón”,y estando allí, un día fue a Playa Larga. Allí hay un bar y él teníapermiso para divertirse, aunque en la Escuela les habían advertidoque no volvieran ajumaos;91 pero entonces se aparecieron cuarentaalumnos ajumaos. Bernardo se ajumó también.

Yo estaba contentísimo porque tenía a mi hijo estudiando, y ya túves, por comportarse mal lo botaron de allí. Bernardo fue para LaHabana y estuvo dos o tres días en casa de mi hija. Después seme apareció en el cayo. El estaba acostumbrado, como todos mis

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126 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

hijos, a pedirme la bendición. Porque son hombres y todavía me lapiden. Al verlo, le pregunté:

-¿Qué, vienes de pase?

-No, vengo para acá con usted.

-¡Caramba, tú has hecho alguna trastada allá! Cuéntamelo, porquetú sabes que a mí todo me lo cuentan.

Entonces se sentó y se puso a contarme lo que ya le dije.

Bueno, tocó la casualidad que fuimos a Santa Cruz, y cuandollegamos allá, le dice la madre:

-Mira, Farruco, ahí tienes una carta que te mandan de allá delcolegio.

Lo mandaban a buscar.

-¡Pero, muchacho, ve! ñle digo.

-No, no voy porque me botaron.

-Sí, te botaron por no hacer caso a que no te ajumaras ñle respondí.

Entonces a los poquitos días le llegó otra carta para que fuera,porque hacía falta en la escuela; pero no quiso ir. Y se quedó elmuchacho sin estudiar por ese motivo.

Antes en Santa Cruz casi no teníamos transporte, porque noteníamos carretera. La carretera se hizo después que pasó el ciclóndel 32. El ferrocarril tampoco tuvimos hasta el año 23. El transporteera por mar, unos barcos de vapor de la Naviera que daban losviajes de Cienfuegos hasta Santiago de Cuba. Antes el transportepor tierra sólo era a caballo.

Hoy tenemos una ruta de guagua de Santa Cruz a Camagüey poruna carretera que está divina, divina. La arreglaron; era la mismacarretera de antes, pero ahora es más ancha. Le quitaron dos otres curvas; pero son ciento y pico de curvas las que tiene esacarretera.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 127

La guagua que va ahora a La Habana es un “Colmillo Blanco” conaire acondicionado. Muy sabroso que va uno. Cuando voy a LaHabana, desde la puerta de mi casa la guagua me lleva hastaCamagüey, y de ahí en avión a La Habana.

El Combinado Pesquero es el centro de trabajo de todos lospescadores y varios mecánicos y electricistas del Laberinto de LasDoces Leguas. Es el centro de trabajo más grande que hay enSanta Cruz.

No sé la cantidad de compañeros que trabajan en el Combinado;pero entre ellos hay muchas mujeres. La mayoría de las mujerestrabajan en el camarón, la langosta y el pescado.

También se ha construido un policlínico, un laboratorio.

Tenemos un cine y hasta un cabaret, que se llama “Veril Azul”.Cuando regrese a Santa Cruz, voy a conocerlo.

Cuando quisieron elegirme para presidente del CDR, yo les dije alos vecinos:

-¿Cómo me van a poner a mí de presidente, siendo yo analfabeto?

Entonces un cuñado mío ñque ya se murió, el año pasado- medijo:

-Pedro, te ponemos por la seriedad tuya, y porque tú eres el quetiene que ser.

Me pusieron de presidente.

Al Comité le pusimos el nombre del mártir de la revolución SergioGonzález, El Curita.

Como yo siempre estaba pescando, iba a renunciar para quepusieran a otro de presidente del CDR; pero no me quisieronaceptar la renuncia. Y una vez, cuando ya yo estaba preparadopara salir a la corrida de mi pesquería, les dije:

-Bueno, mire, yo me voy para las Doce Leguas y hasta dentro decinco o seis meses no vuelvo; así es que, si ustedes quieren,pongan a otro presidente.

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128 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Y no les quedó más remedio que aceptar. Cuando regresé, habíauna prima mía de presidente. Y hoy, de todos los comiteses de laplaya, el que mejor está trabajando es ése.

La Milicia la organizamos nosotros. Eso fue en el año 61. Hicimosuna comisión de cuatro hombres para ir invitando a los pescadoresa enrolarse. El que quisiera, porque eso era voluntario.

En la comisión estaba un muchacho, que es pescador, llamadoLalo. El y el teniente de la capitanía fueron los que hicieron lacomisión de pescadores para las Milicias. Nada más nos fallaroncuatro o cinco, que, por cierto, a los poquitos días se fueron paraallá para el Norte.

Lalo Guerra, mi primo, fue un muchacho pescador criado, igualque yo, en el mar. Fue jefe en el Cuartel de la Milicia. De ahí pasópara la Delegación de Camagüey, y hoy no sé el puesto que tiene;sé que está de grande en Camagüey.

El era revolucionario cien por cien cuando todavía no se soñabacon la Revolución. Cuando él vino a las Doce Leguas, todavíaFidel no había salido de México. Entonces se puso a organizar elasunto del comunismo. El nos habló del comunismo, y se dabanasambleas escondidas, porque la Guardia Rural perseguía todoeso.

Una noche yo estaba de guardia, velando, porque tenían unareunión los comunistas, escondidos allá al pie del cementerio viejo.Cuando vi la jara92 que venía, avisé y atravesé por ahí mismo paraarriba. Salí del cementerio y me zumbé al agua, y por el agua fuihasta cerca de mi casa. Al otro día la madre mía y un hermano míoempezaron a sacarme espinasÉ¡Más nunca fui a las reunionesesas! Después fui y se lo dije a Lalo:

-Oye, yo no vengo más. Si así hay que organizar el comunismo,no seré comunista.

Yo no sé leer ni escribir, pues cuando la Campaña de Alfabetizaciónen 1961 fui a una escuela y ahí sólo pude aprender un poquito.Unas cuantas muchachas que eran de Santa Cruz, que hoy en díason maestras, fueron las que me enseñaron.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 129

A los alfabetizadores los trajeron a los cayos y a los barcos. Encada camaronero montaron un alfabetizador, y por las tardes o almediodía, en las horas de descanso, daban clases a lospescadores.

A los que no sabían se les enseñaban el primer grado, y a los quesabían ya, pues les enseñaban otro grado.

Habían alfabetizadores jovencitos, y los había viejos también. Entreellos, el hermano mío, que ya sabía, también enseñó a muchagente. Allí hubo muchos que aprendieron; pero yo, que estaba viejo,fui uno que no pudo aprender, como ya dije.

Lo único que he sentido es que la Revolución me haya cogido tanviejo; si no, yo hubiera aprendido también y hubiera conocidomucho. Pero ya a la edad que tengo es imposible.

Antes de la Revolución se pescaba por la libre. Después surgió laCooperativa, y se les fueron abriendo los ojos a los pescadores.

Un primo mío que se crió en La Habana, cuando vino a Santa Cruznos enseñó mucho a muchos pescadores. El se llamaba GustavoCabrera. Y se murió. Era revolucionario.

Nos decía:

-Miren, todo eso que les hablan a ustedes de que la plaza estáabarrotada de pescado, ¡es mentira! Es para pagarles el peje másbarato.

Entonces surgió entre los pescadores un grupito y se formó unaCooperativa; yo fui su director. Cuando la Revolución triunfó, yanosotros estábamos mandando el pescado por nuestra cuenta, yentonces ese muchacho que está en el periódico Granma, JorgeEnrique Mendoza, se hizo cargo de la Cooperativa, porque era eljefe del INRA en Camagüey. Hizo una Tienda del Pueblo para lospescadores y ahora se ha construido el Combinado. Una cosalindísima lo que hay allí. Se ha hecho una flota bárbara y se handado muchas comodidades a los pescadores.

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130 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cuando triunfó la Revolución, que les partieron la siquitrilla a todoslos ricos, el jefe del INRA venía a cada rato y hablaba con lospescadores para organizar la cooperativa.

Después, cuando sacaron a Hubert Matos de Camagüey, Mendozavolvió dos o tres veces y no lo he vuelto a ver más nunca.

Después que la Cooperativa cambió para Combinado, han hechoun pueblecito allí y tenemos de todo en el Combinado. El pescadorque se queje es porque quiere, porque hay de todo, y han dadomucha comodidad para trabajar: embarcaciones grandes,cómodas.

Ahora el trabajador está vinculado y trabaja mejor. Primero, cuandoestaban a sueldo, había muchos que trabajan todo el día, desdelas ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde; pero habíaotros que se recostaban y nada más trabajaban cuatro o cincohoras al día. Ahora, como están vinculados, pues se apuran. Elque más trabaje, el que más haga ahora, más gana. Loscamaroneros tienen una norma, y ésos son los que más dineroganan. Los langosteros también. Todo el que está vinculado, seapura. Ahora tienen un sueldo, como por ejemplo, los que andanen los barcos. Si salen a pescar y no pescan, no ganan nada; perocuando viene una avería en el barco y no pueden salir, entoncesles dan un tanto por ciento. Cuando viene la veda, y también cuandotienen que subir el barco al varadero, ganan un sueldo. Mientrasmás hacen, más ganan; y así da más resultado. Yo siempre lodecía: “El hombre que trabaje, que gane”, pero estoscachanchanes, que no hacen más que dormir, si no trabajan, vana pasar las mil y una noches. La gente está muy contenta con eso.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 131

El criadero de careyes que yo sostengo en el cayo surgió de estamanera: en el año 1967 la Cooperativa de Santa Cruz hizo uncriadero de careyes en el Laberinto de los Doce Leguas, en unlugar que se llama La Yana. Yo pescaba como particular, pero elpadre mío estaba pescando careyes para el criadero. Entoncesme dije:

“¡Caramba, voy a sacar dos nidadas de tortugas para ponerlas acriar aquí y hacerle un obsequio a la Revolución cuando esténgrandecitas!”

Y me puse a criarlas.

En una visita al cayo los compañeros del Partido y el administradorde la Cooperativa vieron el criadero, y como yo tenía aquello tanbonito, tan limpiecito, el compañero del Partido, que me conocía,dijo:

-¡Qué cosa más linda ha hecho Pedro aquí!

Me preguntaron con qué objetivo tenía mi cría, y les dije que parahacerle un obsequio al Gobierno; porque, como la Revolución megustaba tanto y no tenía nada que regalarle, pues me ponía a criarcon ese objetivo. Entonces el compañero del Partido le dijo aladministrador:

-Tú ves, un hombre como Pedro es el que nos hace falta a nosotrosen el criadero; pues la gente que tenemos no sabe cuál es el careyni cuál es la tortuga. Pedro tiene esto aquí lindísimo.

CAPITULO XXII

MI VIDA ES CRIAR CAREYES

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132 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

A los pocos días se aparecen los compañeros de La Habana y mepreguntan que si yo me comprometía a criar careyes, y les dijeque sí. Entonces el delegado del Instituto Nacional de la Pesca medijo que me iban a pagar un sueldo por eso. Y seguí sacandocareyes. Y así fue como surgió el criadero.

El primer corral que se hizo aquí se llevó nueve mil novecientasestacas grandes. Después hicimos otro más chiquito que se llevócinco mil y pico de estacas. Pero con esas estacas, los corralesduran nada más que tres o cuatro años. Ya para el año que viene,si no se repara el corral, se rompe todo y perdemos toda la cría. Yalo he puesto en conocimiento del Combinado de Santa Cruz.

La madera que nosotros usamos para esos corrales es la palmayuraguano. La clavamos con un mazo que le llamamos maceta ocachimba. A las estacas se les hace punta, y como el fondo esblandito, con la misma mano llevamos el yuraguano hasta cuatroo cinco pies para abajo y después le damos un toquecito con lamaceta que tenemos. Por arriba del agua las estacas quedanbastante sobresalientes, por si sube el mar. Las dejamos comouna cerca.

Las tortuguitas y los careyes cuando se forman en el huevo, sólose ven como una manchita, a los veinticinco días ya se les ven losojitos y un hilito, y a los treinta días tienen su forma. Cuando tienencincuenta días, ya están plenamente formados, principalmente elcarey, a los sesenta días pica el huevo y a los sesenta y tres salea la superficie para zumbarse al mar

Junto con los careyes se cría el tiburón gata. Allí tenemos unoscuantos. Cuando yo fui a Santa Cruz el mes pasado, el hijo míome dijo:

-Papá, ¡qué trabajo me dio sacar las gatas grandes del corral! Hastame di un golpe.

Los tiburones gatas crecen bárbaramente.

También echamos en los tanques picúas93 chiquitas, y cuandocrecen, sirven para la comida de los careyes. También por lasrendijas de los corrales se meten muchas cuberas.

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La madera que nosotros usamos para esos corrales es la palma

yuraguano. La clavamos con un mazo que le llamamos maceta o

cachimba.

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Al cuidado de los careyes nos dedicamos un hijo y yo nada más.Cerca de nosotros están los pescadores que llevan su marea auna recepción, que es donde reciben el pescado y la langosta,pero mi criadero es independiente de eso.

El criadero lo hemos hecho dentro de la cayería, lejos de donderevientan las marejadas. Allí hemos hecho un corral, para si vieneun mal tiempo que se nos salven los careyes.

Cuando me visitó en Boca Rica, estábamos haciendo ese corral, yme dijo:

-Bueno, ahora cuando terminen el corral, debe hacerse una veredapor dentro del manglar para poner una cerca de alambre, por siviene un ciclón no se te vaya ningún carey.

Yo le dije a Fidel que si volvía otro ciclón fuerte, desaparecería elcorral, el cayo y todo el mundo.

Cuando por primera vez noté la enfermedad de los careyes,enseguida avisé y vinieron unos técnicos que llevaron medicinas.

Nuevamente cayó otra epidemia, y ésa sí me mató muchospichones que ya estaban grandecitos. Esa epidemia era igual quela sanguijuela de río. Avisé y fueron enseguida y llevaron creolina.El único remedio que curó a los bichos fue la creolina. Antes habíanido unos veterinarios de Santa Cruz que trajeron muchos remedios,pero no servían para curar aquella enfermedad.

Lo primero que hay que hacer es descubrir la medicina para curarla enfermedad que mata a los careyes. Desde hace seis años unoscientíficos mexicanos están buscando el remedio, y no lo hanencontrado.

Esa enfermedad de los careyes es un hongo. Comienza por unaburbujita en la nariz, lo mismo que en los ojos o en cualquier otraparte del cuerpo. Para mí que eso es un cáncer. De la burbujitapasa a una llaguita, y ya a los cuatro días se come al animalito.Esa enfermedad la cogen después de los dos meses de nacidos.

Yo curé una vez dieciséis careyes con sulfa y yodo. Eso fue en elaño 77. Ese tratamiento se lo hice como a ciento cincuenta

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pichones. A todos les hacía la cura, y nada más se me sanarondieciséis. Todos los días los sacaba del agua por la tarde y lesuntaba yodo y sulfa y los dejaba ahí dos o tres horas. Entonces losvolvía a zumbar al agua, y así todos los días. Igualito pasó con elcaguamito que gocé. De cinco caguamitos, se gozó uno nada más.Y de ahí para acá no he podido salvar más ninguno, ni con sulfa nicon nada.

Yo he hecho pruebas con todo. He puesto a los careyes en aguamuerta, los he puesto en agua dulce, he experimentado, he hechocorrales aquí y me he llevado las cajas para otro lado, hasta a dosleguas de aquí. En el tanque de un barco metí una cajita con docecareyas y así pude ver que todos también cogían la enfermedad.

Esa enfermedad parece que vino después del ciclón del 32, porqueanteriormente no la había. Nosotros criábamos los careyes en lostanques y no se veían enfermos. La madre mía crió un caguamitohasta un año en una tina, y la suegra mía, la madre de la mujerque tengo, crió otro carey en agua dulce en una batea grande y elciclón del 32 se lo llevó. Entonces yo digo que esa enfermedad havenido después del ciclón.

A mí me decían:

-Esa enfermedad es porque están juntos -y yo los ponía separados,de dos, tres, y hasta uno solo, y aun así se enferman.

Yo los sigo estudiando a ver si algún día comen antes de los cincodías. Cuando tienen dos días les echo una masita a ver, y no hayquien le entre, y a los tres días les echo también. Y a los cinco díases cuando veo que alguno empieza a comer. A las cajitas no lesecho más de veinticinco o treinta careyes, para que no estén muyapilados, y cuando les echo la comida y veo que alguno deja decomer, ya ése empieza con los síntomas de la enfermedad.Entonces lo cojo y lo suelto para ver si soltándolo se logra. Y así,haciendo experimentos de todas clases, estoy allí con los bichosesos.

Ahora los investigadores traen medicinas al cayo y están haciendopruebas. Los científicos que vinieron al criadero me decían quepodía ser la comida. Y todo lo que los científicos y los técnicos me

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han dicho que hago yo lo he hecho. Después me he puesto a hacermuchas prácticas yo solo; por eso no me pueden estar haciendocuentos.

Hay careyes que ponen doscientos huevos y a veces doscientos ypico. La postura del carey es igual que la de la gallina: si el machono le echa la miaja, los huevos no sacan pichones. Nos hemosencontrado con el fenómeno de que este año se han sacadomuchas nidadas de doscientos y pico de huevos con sólo treshuevos con pichones; es decir, la mayoría de los huevos estabansin miaja. Eso se debe a que están cogiendo los careyes machos,y entonces las hembras no pueden ser fecundadas.

Ahora en el criadero tenemos trescientos y pico de careyes. Delos chiquitos que yo había sacado, se me habían logrado sólo treintao cuarenta.

Cuando voy a la playa, por las huellas veo si la careya subió a lacosta y puso los huevos. Cuando veo la nidada, la marco y la dejoahí. Le clavo un palito para señalar el lugar. Cuando le falta seis osiete días para salir, ya el pichón está formado. Entonces con lamisma arena del nido, echo los huevos en un cajón; cojo nadamás los que van a salir pichones. Los huevos que no sacanpichones, como yo los conozco, los dejo ahí. Por la práctica, yo séel día que van a salir y también el día que rompen el huevo; losecho en el cajón y los llevo para el rancho.

Yo tengo unas cajas boca abajo con fondo de tela metálica y laspongo al sol, agua y sereno. En cada una de esas cajas abro unoshuecos para nidos, los trasplanto y después salen. Siempre salende noche, pero como están trancados, no se me van. En la playa,si usted les hace un corral, siempre se escapan por abajo, y por mimétodo no se me escapa ninguno.

Después que salen todos, los echo en unas cajitas que tengo dentrodel corral, con poquita agua, y hasta los cinco días ellos noempiezan a comer. Cuando ya comen, hay que prepararles lacomida sacándoles la masa de los pejes, bien picadito. Así losmantengo dos meses o dos meses y pico. De ahí los que se van agozar, se gozan.

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Cuando tienen más de tres meses, los paso para un corralito demás profundidad, y según van creciendo, los voy pasando paraotro. Cuando son grandes, los paso para el corral más grandeigual que si fuera una mar; ahí es donde se desarrollan. Despuésse recogen para venderlos, porque valen mucho. Una vez sacaronuna cuenta y, pagando todos los gastos, quedó una barbaridad demiles de pesos de utilidad.

El carey es el único hijo que no conoce a la madre, ni la madre alos hijos, porque ella pone los huevos y luego emigra para el mar.Ellos se mantienen dentro del huevo, y cuando salen, están tresdías debajo de la arena; después salen a la superficie y se zumban

al mar.

Ya nacen con inteligencia. Usted los pone con el frente para dondeno está el mar, dan la vuelta y van derechitos al mar. Como al cayovan periodistas, uno de ellos hizo un reportaje sobre mis careyes.Hubo un muchacho que lo leyó. Yo había dicho que cuando murierao me retirara, se chivaba el criadero, porque no habría quien locuidara. Ese muchacho se llama Felipe Esquivel, y escribió unacarta al periódico Juventud Rebelde brindándose a sustituirme, yentonces le hicieron una entrevista. Me acuerdo que fue el 16 demayo de 1979. A mí me leyeron ese periódico. El muchacho decíaque cuando pasara el Servicio Militar vendría a conocermepersonalmente. Felipe era de Oriente. Yo le pregunté a la hija míasi habría la oportunidad de conocerlo en La Habana y dónde estabaJuventud Rebelde, pues quería aparecerme allá.

Entonces la hija mía me lo dijo. Cogí el periódico con el retrato deFelipe y me mandé para allá. Allí en Juventud Rebelde, una mujerme preguntó qué quería y le dije que hablar con el director parover si podía localizar a ese muchacho por mediación del periódico.

-¡Ah, sí!, yo conozco a Luis, el periodista que entrevistó a Felipe.Vamos a llamarlo ahora.

Luis no estaba allí. El director lo mandó a buscar.

Al otro día por la mañanita fue el periodista a hacerme otraentrevista. Ese día la hija mía cumplía cuarenta años, y hasta eso

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salió en el periódico. Yo le pedí localizar al muchacho por mediacióndel periódico. Entonces el fotógrafo dice:

-¡Ah, yo lo conozco! Me voy a ocupar de eso. Lo que no sé es enqué unidad se encuentra, pero yo averiguo.

Y quedamos en eso. Me hicieron la entrevista y me dijeron que nola iban a mandar al periódico hasta que no localizaran al muchacho.A los pocos días, el periodista me dijo:

-Pedro, no hemos podido localizar al muchacho de ninguna manera;pero traigo aquí la dirección de los abuelos, que viven en Mantilla.Dicen que él, cada vez que sale de pase, va para casa de losabuelos. Yo no puedo ir allá por la mañana, ¿usted se atreve a irallá solo?

Dígole:

-Déme acá la dirección ¿Qué es lo que tengo que hacer?

-Bueno, usted se llega allí y les pregunta a los abuelos qué es loque tenemos que hacer nosotros paro poder conversar con esemuchacho y en qué unidad militar se encuentra.

-No se ocupe. ¡Yo voy a Mantilla! -le dije.

Entonces pregunté a mi hija:

-¿Dónde estará la Mantilla esa, y qué es lo que hay que hacerpara ir allá? ¿Tú puedes ir conmigo?

-No, papá. Yo no puedo ir con usted, pero ¿puede usted ir solo?

-Sí, yo sé andar por dondequiera -le contesté.

-Pues, mire, coja la ruta 4, que lo lleva hasta la misma Mantilla, ycuando la guagua se vacíe, que es en el paradero, usted le preguntala dirección a alguien por allí.

Fui para la parada, me monté en la ruta 4 y me senté al lado de unhombre y le saqué conversación:

-¿Por casualidad usted sabe dónde está esta dirección en Mantilla?

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Y dice:

-¡Ah, yo le voy a enseñar! Eso está entre Alegría y Sanguily. En lamisma calle de Alegría hay una parada.

Cuando íbamos llegando, me dice:

-¿Usted ve el letrero ese que está ahí, que dice Alegría? Esta otraes Sanguily. Después viene la calle Yaro, pase una cuadra y a lasegunda cuadra ahí tiene la casa.

Yo me bajé de la guagua, y en la primera calle había dos mujeres,y les pregunté:

-Oiganme, ¿cuál es la calle Yara?

Entonces me dijeron que pasara una cuadra y que la otra era lacalle que yo buscaba. Cuando llego, había tres mujeres allí; lespregunté y me dijeron:

-Esta es la calle Yara. ¿Qué número busca usted?

-Bueno, el número 12.

Y me dijeron:

-Esa es la casa.

Fui para allá y toqué a la puerta, y salió un viejo. Yo llevaba elperiódico con el retrato del muchacho. Le pregunté:

-¿Aquí es donde vive Felipe Esquivel?

En la sala había un joven sentado. Entonces se paró y le dije:

-¿Será éste el retrato suyo?

Dice:

-Pase, pase para acá. Acabo de llegar ahora mismo, no hace nicinco minutos.

Felipe había llegado de Oriente, porque había ido a ver a su familia,y por eso no lo habían localizado antes.

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140 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Volví a decirle:

-Fíjese bien: ¿será ése el retrato suyo?

Lo miró y el abuelo me dijo:

-¿Y usted quién es?

Entonces fue Felipe Esquivel el que contestó:

-¡No me diga que usted es Pedro Guerra!

-Yo mismo soy Pedro Guerra -le dije.

Felipe es un muchachito de veinte años. Me abrazó y entoncesme presentó al abuelo y a la abuela, y estaba de lo más contento.Enseguida los abuelos me brindaron un rico café.

-Bueno, ahora cuando tomemos el café, nos vamos para elperiódico, porque ya los periodistas nos están esperando para haceruna nueva entrevista.

Después me fui para el cayo. En otro viaje que di a Santa Cruz medijeron:

-Oye, surgió otro que también quiere sustituirte a ti en el criadero.Dice que te había escrito tres veces y tú no le habías contestado.

Digo:

-¡Pero si yo no he recibido ninguna carta de ese hombre! El mandóla dirección al periódico y a mí me leyeron la carta. Decía quepadecía de asma y quería venir a ver si con los careyes de PedroGuerra se le quitaba.

Bueno, pasó el tiempo y se aparecieron dos muchachones y unamuchacha con unos aparatos y unas cosas, y me dicen que veníana trabajar conmigo. Eran técnicos.

No me dijeron que el muchacho con asma venía ahí también. Ycuando llegamos al cayo, él se dio a conocer.

Se pasó dieciocho días aquí. El es técnico veterinario, muyinteligente. En 1980 se graduó. Entonces se pasó todo el tiempo

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haciendo análisis de los careyes, haciendo pruebas y contándonosmuchas cosas. Después fue para La Habana y casi todos lassemanas me escribe.

A mí me gusta mucho cuando me visita la gente que viene de LaHabana, de Manzanillo y de otras ciudades, porque así aprendo loque ocurre en el mundo.

Yo he oído hablar de unos cuantos países. Porque, como oigo elradio, he aprendido algo. Oigo hablar de la Unión Soviética, oigohablar de Alemania, de los Estados Unidos, de muchos países.Antes no; como no había radio y uno no sabía leer, pues yo creíaque éramos nosotros solos los que vivíamos en el mundo.

Cada vez que llega gente al cayo recibimos noticias, y también porla fonía, que dan algunas noticias.

Yo siempre oigo Radio Reloj. Por ahí me entero de todo.

Antes se recibían las noticias sólo cuando llegaba un pescador.

Hoy en día me alumbro con luz eléctrica por medio de unacumulador que tengo en mi ranchito. Antes de la Revolución nosalumbrábamos con luz brillante y con chismosas.94

En Santa Cruz, antes de la guerra, había muchos alemanes, y amí me daba mucha soberbia uno que era nazi. Cuando la guerra,él me decía:

-Ya estamos ganando. Mira, ya cogimos tal país.

Y era verdad que iban ligeros los soldados nazis cogiéndoselotodo. Pero después se encontraron con los rusos bien preparadosy fue cuando fracasaron. Los alemanes dijeron que perdieron porel frío. Dicen que había un frío grande, y parece que a los alemanesno les gustó mucho el frío ese. Yo me he puesto a pensar muchoen eso, y, al parecer, lo que sucedió es que los alemanes secalentaron de tanta leña que les dieron los rusos y tuvieron quechaquetear. Eso mismo es lo que les está pasando a losamericanos, que dondequiera que meten las narices, fracasan.

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142 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Adolfo Hitler fue uno de los asesinos más grandes que hubo en elmundo, y el Mussolini aquel también. Mire, me acuerdo cuandoempezó la Segunda Guerra Mundial.

Yo he hecho algunas preguntas a muchas personas, porque, porejemplo, no volví a oír mentar más a Abisinia, Y eso me extraña,porque yo recuerdo que la guerra empezó con los italianos y losabisinios. Y ahora yo le hago esta pregunta a usted:

-¿Qué se hizo Abisinia, que no se oye mentar para nada? (Leexplico a Pedro Guerra que Abisinia se conoce ahora más porEtiopía).

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 143

Un día a mi criadero vinieron unos investigadores y unos técnicosveterinarios. Ellos dicen que el criadero no debe desaparecer yque van a ayudar para que mejore.

Como yo estoy viejo y enfermo, necesito que me ayuden. A mí mepreguntaron que cuántos hombres yo necesitaba para ese trabajo.Les dije que, cuando menos, cuatro, porque allí nada más somosahora el hijo mío y yo, y sólo uno de los dos permanece en el cayo.Y por eso me he chivado el brazo, de tanto trabajar. Ellos me dicenque yo no tengo que trabajar más, que estoy sólo para dirigir; pero,en realidad, hay que reparar los corrales. Esos corrales de troncosde yuraguana, como se están haciendo, cuestan muchos miles depesos y sólo duran unos cuantos años. Pero si desde un principiose hubieran hecho como yo dije, de cemento, postecitos iguales alos que se usan en las cercas de las granjas, hubiera corral parasiempre. Cuestan también, pero amparan mucho más si viene untiempo malo, y no se rompen tan fácil, ni con un ciclón.

El asunto de la comida de los careyes es el problema más graveque tengo en el criadero, porque se me han muerto muchosanimales por falta de comida. Ellos comen ahora todos los días,pero no pescado fresco, que es lo que necesitan para su mejordesarrollo.

Fidel, cuando visitó la cayería, me dijo:

-Cuando ya se termine la comida que usted tiene, plantee allí en elCombinado de Santa Cruz que le pongan una embarcación paraque traiga todos los días la comida fresca a los careyes.

CAPITULO XXIII

¡MIRE LO QUE HE APRENDIDOCON PEDRO AQUI!

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144 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Ahora han inventado un aparato que señala los días que tiene elhuevo.

Aquí vinieron otros científicos de La Habana en una temporada enque no salían casi los pichones, y les dije:

-Vamos a la playa a ver si hay buenas nidadas. Pues hace tiempoque no voy por allá.

Fuimos y digo:

-¡Qué casualidad, aquí donde se termina la playa hay uno detortuga!

Entonces me dice uno de ellos:

-Pedro, según su teoría. ¿Cuántos días tiene?

-No. En teoría no. No me hablen de teoría, porque yo soyanalfabeto. Yo no conozco sobre teoría -le respondí:

-Bueno, ¿y ese rastro?

-Ese rastro sí; tiene de diez a doce días -le dije.

-¿Usted cree que estén los huevos ahí? -me preguntó el técnico.

-Sí, ahí están los huevos.

-¿Usted cree que los va a encontrar?

-¿Usted quiere que los saque? -le pregunté.

-Bueno -me contesta-, vamos a ver dónde están los huevos.

-Mire, ahí dentro del cisco están los huevos.

-¿Cómo usted lo sabe?

-Porque los he cogido otras veces.

Cuando saqué el huevo, me asombré; ¡un huevo de diez o docedías y parecía acabado de poner! Empecé a sacar huevos, y digo:

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 145

-Estos huevos no marcan; parecen frescos, pero no son frescos.¡Mire, aquí hay uno que marca! -es decir, que tiene dentro el pichón.

Entonces dice el científico:

-¡Todos, Pedro!

Había doscientos veinte y nada más había uno que marcaba.

-Pedro, ¿y eso por qué? -me preguntó.

Dígole:

-¡Eso es lo que yo quisiera saber! Mire, éstos no tienen miaja; poreso es que no marcan, y parecen huevos acabados de poner.

-Será por la sombra.

-¡No, por la sombra no! ¿Usted ve la matica aquella? De ahí saquéyo ochenta pichones el año pasado.

Entonces me habló de llevar la nidada al laboratorio de La Habana.

-¡Eso es lo que hay que hacer! -le dije, y así lo hicieron. El problemaes que las caguamas. son iguales que las gallinas, que ponen devicio.

Después seguimos hablando. Uno de los científicos cogió el huevoy me dijo:

-Pedro, ¿cuántos días tiene el huevo?

Ese huevo tiene diez días.

-¿Está seguro?

-Tan seguro como que sale el Sol por aquí y se pone por alta.

-Ahora lo vamos a comprobar -dijo.

Entonces fue cuando sacaron el aparatico, lo hicieron funcionar yme dijeron que marcaba los días que tenía el huevo.

-¡Oiga, qué bueno está eso! -les dije.

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146 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Ese aparato tiene como un termómetro.

-¡Qué bueno está el invento ese! Pero vamos a hacer una cosa.Antes de empezar a trabajar, déjeme decirle una cosa: si eseaparato marcó nueve días o marca once días, es un mentirosoigual que todos los técnicos que han venido aquí.

Me dice el técnico:

-¡Pedro Guerra, con usted no se puede jugar! ¡Está bueno elaparato!

En otra oportunidad, hace como cuatro o cinco años, como yo dije,unos técnicos de La Habana trajeron a unos científicos de uncriadero que hay en México para que vieran Boca Rica, y cuandollegamos al criadero, uno de ellos dijo:

-Pedro, usted tiene una maravilla aquí ¿No tiene ningún nido en laplaya?

-Tengo uno de tortuga, y, por cierto, lo tengo un poco atrasado.

-¿Por qué lo tiene atrasado?

-Por la lluvia.

Y me preguntó qué efecto le hacía la lluvia al nido de tortuga, y lecontesté que cuando llovía mucho, el huevo se atrasaba y nomarcaba por fuera, pero marcaba por dentro.

Entonces fuimos allí, y cuando llegamos, dejé como cuarentahuevos en la superficie y le di uno. El lo cogió, lo partió y se pusoa enseñarlo a los compañeros:

-Miren, esta sombra: así es la forma del pichón a los veinticincodías.

Entonces le dije:

-Mire, compañero, en esta nidada se van o lograr muy pocospichones.

-¿Por qué, Pedro?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 147

-Porque la mayoría de estos huevos no tiene miaja -le respondí.

Dice el mexicano:

-Pedro sabe más que nosotros. Porque nosotros lo que sabemoses la teoría, y Pedro lo sabe prácticamente.

Entonces seguimos conversando, y me dice:

-Pedro, ¿usted no se ha fijado que en los nidos hay unos huevoscon la cáscara más gorda y otros con la cáscara más fina?

-Sí -dije yo.

-¿Y usted sabe por qué?

-Yo sí.

-Entonces dice:

-Yo no. Porque, mire, aquí en la teoría lo dice -tenía la teoría (unlibro) en la mano-: huevos de cáscara fina y huevos de cáscaragorda, pero no dice el porqué. ¿Usted lo sabe, Pedro?

-Le repito que sí.

-¿Y cómo me lo comprueba? -me preguntó.

-Al momento. ¿Usted conoce los huevos de cáscara fina?

Me dijo que sí.

-¡Cuénteme ahí los que usted ve de cáscara gorda! -le dije.

Se puso a contar.

-Hay como cuarenta huevos -me dice.

-Coja uno y pártalo. ¿Tiene miaja?

-Sí.

-Parta el otro. ¿Tiene miaja?

-No

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148 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Digo:

-Ese es el de cáscara fina. Ese que no tiene miaja es el de cáscarafina, y es el que no saca pichones.

Entonces dijo:

-¡Vea usted! ¡Mire lo que he aprendido con Pedro aquí, y en ellibro no viene!

Entonces me preguntó qué estaba haciendo yo con las crías. Ledije que las estaba soltando en el veril, de noche.

-¡Eso mismo estamos haciendo nosotros en México, porque alláno se goza ninguno!

El mexicano dijo que a ellos no se les logra ninguno, que a todosles cae la enfermedad del hongo, y que lo único que se les lograes la tortuga. Dicen que el carey no hay manera de lograrlo. Laprobabilidad de que se salven es soltándolos de noche en el Golfo,igual que lo que yo he hecho siempre acá.

Me dijo el mexicano que la gente de México no tiene el conocimientoque tengo yo. Que yo tenía un conocimiento bárbaro. Dice que elcriadero de tortugas más grande del mundo está en México dondetienen miles y miles de pichones.

A la tortuga también le cae la enfermedad; pero se salva en un 70u 80%. Dicen que el carey no se le salva ninguno. A mí aquí se mesalva un 3%.

Del Ministerio de la Pesca me envían nasas de alambre ya hechas.Nos dan los mandados que necesitarnos, el agua y cualquier cosaque yo necesite.

También del Ministerio todos los años vienen técnicos al cayo ytraen unos aparaticos que parecen arcabuces para marcar loscareyes, y que años después que se capturaran pueden saber elviaje que han realizado, la edad y otros datos. Hay otras marcastambién, que son unas chapitas inoxidables a las que les abrendos hoyitos atrás y se les colocan en las dos uñas con un hilo denailon. Marcamos así barbaridad de careyes.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 149

Yo, al ver que no se me sanaban los recién nacidos, consulté conel administrador del Combinado Pesquero y le dije que los iba asoltar de noche en el veril; ya que si los soltaba de día, no llegabanal veril, pues les caían encima las gaviotas, los rabihorcados, laspicúas, las cuberas y todos esos bichos.

Por eso hay que echarlos de noche.

-Y yo voy a coger ahora el sistema de soltarlos por la tardecita.Llevarme tres o cuatro cajones: trescientos, cuatrocientos,quinientos bichos de é.sos y soltarlos de noche en el Golfo.

-¡Concho, qué buena idea, chico, pues va y hay probabilidades deque se salven! -me dijo.

Yo lo estaba haciendo así, y sé que en México lo estaban haciendoigual. Cuando el técnico mexicano vino, ya yo lo estaba haciendoacá. Y el mexicano me dijo:

-Siga haciendo así hasta que nosotros encontremos la medicina,que cuando la encontremos se la mandamos a Fidel para que sela haga llegar a usted.

Ahora en el criadero hay careyes de ocho años y pico. Por ciertoque la mayoría se me escapó cuando se rompieron los corrales elaño antepasado. Esa es la pérdida que hemos tenido. Casi todosse fueron.

Cuando se empezaron a romper los corrales de mi criadero, fui aSanta Cruz y le avisé al administrador para que ordenara cortaryuraguana antes que se acabaran de romper los corrales. Mepreguntó que con cuántas alcanzaba, y le dije que con cinco mil.Entonces empezaron a cortar. Pero después cambió laadministración de la Cooperativa en Santa Cruz, y pararon el cortede las yuraguanas. Y los careyes y los peces empezaron a huirsede mis corrales. Entonces fui a La Habana a ver a Núñez Jiménezy después a Aníbal, el ministro de la Pesca. Núñez habló con Fidel,y Fidel mandó a cortar las yuraguanas a la Isla de Pinos.

Una vez yo estaba por la tardecita comiendo solo en el cayo, ysiento que tocan; “¡pip!”, una corneta, y digo:

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150 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¡Caramba, ése es el barquito de la administración!

Cogí el motorcito y eché a andar por el mar. Cuando me ibaacercando, veo que el barco estaba varado allí, en otro cayito cercade Boca Rica, que se llama Contrapunteo. Digo:

-¡Ah, caramba, ése no es el barco de Santa Cruz, ése es deManzanillo!

Entonces llegué al costado de la nave, vi a varios hombres y unamujer, y pregunté:

-¿Qué les pasa?

-Nos hemos “ponchado” aquí. Vamos al canalizo de Pedro Guerra.¿Es éste el canalizo de Pedro Guerra?

-No. Ese no es el canalizo de Pedro Guerra. El canalizo de PedroGuerra está más para allá. Al canalizo no entra este barco ahora,porque están haciendo unas mareas muy secas. Fondeen aquí ydespués yo los llevo para allá.

Me dicen:

-Nosotros venimos a ver a Pedro Guerra. Yo pensé:

“Voy a gozar un poquito a esta gente.” -Y di la vuelta y atraqué.

-Nosotros somos del Instituto de Investigación de la Pesca de LaHabana -me dicen.

-¿Vinieron por Manzanillo? -les pregunté.

-Sí, vinimos por Manzanillo.

Les pregunté qué querían, y me dijeron que habían venido aconocerme, porque querían hacer unos trabajos. Indagué que quiénlos había mandado, y me dicen que del Ministerio de la Pesca.Dígoles:

-Yo los puedo llevar sólo un rato ahora, porque, miren, el Sol seestá poniendo, y como estoy medio cegato, de noche con el botecitono puedo ir. Yo los llevo ahora allí para que vean el ranchito, quetiene Pedro Guerra y para que lo conozcan. Mañana los vengo a

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 151

buscar otra vez y pasan el día con Pedro Guerra y hacen el trabajoque van a hacer.

-¡Está bien, de acuerdo! -me dicen.

Pero quién le dice a usted que al poquito rato sale uno que meconoce, porque es de Santa Cruz, y estaba trabajando con ellos, yme dice:

-¡Pedro Guerra, caramba, qué tiempo hacía que no te veía! Dice lamujer:

-¡Caramba yo no estaba equivocada! Yo lo miraba a usted y medecía: “Este es Pedro Guerra; es igualito al que vi en un reportaje.”

-Yo mismo soy Pedro Guerra -le digo.

Ellos venían a hacer un trabajo y querían hacerlo temprano pararegresar a Manzanillo. Venían expresamente mandados por elMinisterio. Eran cuatro hombres y una mujer. Entonces me diceuno que había hablado con Joel Boullon, el técnico veterinario;que él les había contado de todo lo que había en mi criadero.

Bueno, me fui para el rancho y acabé de comer; ya oscuro, sentíun bote que se acercaba Eran el muchacho que me conocía a míde Santa Cruz y el patrón de la lancha, que venían a buscarmeporque el jefe de investigación tenia pena conmigo, porque él teníaque haberme convidado a comer y no lo había hecho.

-Ni dormir ni comer. Voy allá para conversar -dije.

Cogí el chalán mío y fuimos para allá. Por la noche se hizo todo eltrabajo que querían hacer y comí con ellos. Ya yo había comido,pero se demoraron tanto en hacer la comida que volví a tenerhambre. Comimos a las once de la noche.

Por la mañana los fui a buscar, tempranito, porque quería hacerlesel desayuno.

Como a las nueve ya habíamos acabado el recorrido por el criadero.Entonces desayuné con ellos y me regalaron muchísimas cosas:frijoles, chícharos, boniato, un pedazo de jamón, que me durócuatro días y queso.

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152 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Eso fue a principios de abril. Y a últimos días del mes se aparecióJoel Boullón, que vino por Manzanillo. Me dijo que lo mandabanaquí hasta el mes de julio. Le dije que estaba en su casa. Llevómuchísimos aparatos y se pasó dos meses allá con el hijo mío,cogiendo datos de los careyes.

Un día vino un barco blanco. Venían de pesca submarina. Cuandoestuvieron cerca, les pregunté:

-¿No viene ningún peje gordo ahí?

Entonces me preguntaron:

-¿Quiénes son los pejes gordos?

-Los que tienen más grados que ustedes.

Y me contestaron:

-Sí, aquí viene el ministro Armando Hart.

-¿No sabe si viene para la tierra?

-Yo no sé. Está pescando en una lanchita por ahí.

Después regresaron por la tardecita cuando el Sol estaba bienbajito, y con ellos venía Armando Hart en la lancha.

Entonces se zumbaron al agua y al llegar, Hart me pregunta:

-¿Es el compañero Pedro Guerra?

-Servidor -le respondo.

Me abrazó todo mojado.

Dígole:

-Oiga. ¿Por qué usted no vino más temprano?

-Yo estaba pescando tan emocionado debajo del agua, que sólodespués de un rato hice un lugarcito para venir acá -me responde.

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Entonces le enseñé la cría de mis careyes y estuvo un rato conmigo.Le di café. Porque lo mío es darle café a la gente cuando vieneaquí.

Después supe que Hart habló allá en La Habana con NúñezJiménez de mi criadero, y a los quince días Núñez Jiménez recalóaquí.

A las Doce Leguas viene mucha gente a pescar y yo los ayudo.Los nombres de los que me han visitado los recuerdo muy poco,por el motivo que son muchos. Mire, ahora usted viene y lo veo alos dos o tres años, y lo recuerdo, pero esos que vienen dos días,se van y no regresan, a mí se me olvidan sus nombres. A mí todoel mundo me conoce y yo no conozco o nadie. Y es por eso: porqueyo soy uno solo y los demás son muchos.

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154 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

En el año 1951 fui por primera vez a La Habana. En aquella ocasiónno conocí nada de la capital, porque caminé muy poco. Siempreme llevaban en máquina o en tranvía -porque cuando eso todavíahabía tranvías- y no pude aprender nada. Pero vi muchas cosasbonitas.

Ahora sí he aprendido bastante, porque ahora lo mío es a pie. EnLa Habana yo no cojo guagua para nada, porque me gusta caminarpara poder conocer.

En Camagüey, igual. Cuando fui, caminé por las calles paraaprender. Porque en las máquinas y en tas guaguas no se aprendenada.

A mí todo lo de La Habana me gusta: pero lo más bonito que yo heencontrado es el túnel debajo del mar.

Yo nunca había salido de Santa Cruz, que es un cascaroncito, ycuando fui para La Habana dije: “¡Qué es esto!” Fui con un tío míoa una diligencia. El me llevó para que yo conociera la capital. Nadamás estuve tres días. Eso fue en el año 1951.

Volví otra vez en 1961. También tuve que ir a La Coloma, en Pinardel Río, por una novedad de una hermana del padre mío. Al regresoestuve tres días en La Habana. Me enseñaron un poquito; conocíel Prado y el Vedado.

Después se mudó una hija para La Habana, y todos los años voyy me paso dos o tres meses. El marido de la hija mía es un español

CAPITULO XXIV

ME GUSTA MUCHO LA HABANA

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que pesca camarones. El tenía buenas amistades en La Habana yquiso ir a trabajar para allá, pues antes pescaba aquí en las DoceLeguas.

Cuando me monto en la guagua, voy atorao; y cuando me voy adesmontar, si no estoy en la puerta, me llevan más lejos. Por esoprefiero andar a pie. A mí me gusta caminar, y mientras puedacaminar, estoy caminando.

En La Habana sólo cojo guagua para ir a Marianao, porque esdemasiado lejos desde donde vive la hija mía. Pero de ahí en fuera,para dondequiera voy a pie. Yo he llegado caminando hasta labanda del Oeste del Acuario, y de ahí un guardia me dijo que nopodía seguir porque era mar, y viré para atrás, que si el guardia nome dice nada, ¡sabe Dios a dónde hubiera ido por toda lo orilla dela mar!

Yo a cualquier pueblo que voy, en lo primero que me fijo es cómocorren las calles; hago igual que en el mar, como marino. Laorientación mía es por el Sol; y cuando estoy en cualquier parte deLa Habana, miro el Sol y ya sé, cojo una calle para el Oeste, cojouna calle para el Este, para el Norte, y ya. Cómo he aprendidoalgo, ahora no necesito el Sol. Con ver las letras o los números delas calles sé para donde voy.

Al ver el Malecón no me perdía, porque cogía por todo el Malecóny llegaba a la casa de mi hija.

En La Habana todo el mundo anda sin sombrero, y las nietas míasquieren que yo ande sin sombrero; pero, ¡qué va!, yo no puedoestar sin sombrero. Desde chiquito uso sombrero. Toda la vida heusado sombrero de paño.

La hija mía y yo -estamos cansados de buscar un sombrero depaño en toda La Habana y no lo hemos encontrado en ningúnlado; nada más que hay de guano, y para salir el de guano nosirve.

Yo a cada rato me pongo a aprender adivinanzas.

Yo saqué una adivinanza en La Habana:

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156 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-¿En qué se parecen las guaguas de La Habana a un naranjo?

-En que lo exprimen a uno.

Y esta otra:

-¿Cuál es la moda de La Habana?

-Una blanca con un negro.

¡Qué manera de haber parejitas de ésas! La hija mía y yo nosponíamos a ver los matrimonios cuando ella vivía en Prado, ¡yveíamos cada matrimonio! Por dondequiera ve usted una blancacon un negro... ¡Esa es la moda de La Habana! Eso está bien, quela gente se case con quien le plazca.

Una vez fui a La Habana y quise ver a Núñez Jiménez. Lo llamépor teléfono con ayuda de mi hija. Me salió una mujer que no erani la mujer ni la hija. Le pregunté si Núñez estaba y me dijo que no,que no estaba en La Habana, que andaba por el interior. Dejamospasar unos días y volvimos a llamar, y me contestó una hija de élque se llama Patricia y me dijo que Núñez estaba en Isla de Pinos.Bueno, lo único que dejé dicho fue que cuando él viniera le dijeraque Pedro Guerra estaba en La Habana. A él le mandaron el avisoa Isla de Pinos, diciéndole que yo quería hablar con él.

Como yo sabía que él trabajaba en el Ministerio de Cultura, preguntédónde estaba el Ministerio y un amigo me dijo que cogiera la Calle23 hasta la Calle 2 y que el lugar quedaba entre 13 y 11. Yo le dije:

-¡No me digas más nada; yo voy allá! Voy a ver si encuentro elMinisterio de Cultura ese.

Y cuando cogí por la Calle 2 iba viendo los números, y cuando vi el13, al poquito rato caminé y vi a la gente allí, que estaban abriendouna portada, y dije:

“¿Será aquí?”

Cogí las escaleras para arriba y le pregunté a una mujer:

-¿Aquí es donde trabaja Núñez Jiménez?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 157

Y me contestó:

-Mire, esa mujer que va subiendo es su secretaria.

Dígole:

-Oigame, ¿usted es la secretaria de Núñez?

Me dijo que sí. Le dije que quería darle un recado a Núñez y medijo que fuera con ella, que ya Núñez me esperaba allí. Apenasme vio, enseguida me conoció. Me abrazó y me levantó en peso.

Me dijo:

-¿Va a estar mucho tiempo aquí?

Le dije “que el tiempo que fuera necesario; que lo que no quería yoirme a Santa Cruz sin llevarme una respuesta de Fidel sobre micriadero”. Núñez me dijo que todo se resolvería. Y así fue.

Un día Núñez me llevó a ver a Fernández Cuervo, el nuevo ministrode la Pesca.

Nos sentamos, nos conocimos y nos pusimos o conversar.

Nos tomamos unos jaiboles y la cosa fue hasta las tres de la tarde.Esa fue la hora en que almorzamos.

Yo le dije al Ministro lo del alambre para las nasas y de los postesde cemento que necesitaba para mi criadero de Boca Rica. El medijo que el día 17 iba a visitar a Santa Cruz y que allí nos veríamospara resolver los problemas del criadero.

El Ministro en esa reunión me preguntó si era verdad que loscareyes lloraban, y yo le dije que no, que eso era por la enfermedadque padecen, parecida a una burbujita, que no solamente les saleen los ojos, sino dondequiera, en el carapacho, en las patas, perono por llorar. Los que lloran son -según dicen los viejos- los grandes,que cuando los amarran, se les sale por los ojos una baba así, ylos viejos dicen que están llorando. Los viejos, cada vez queamarran a un carey, dicen:

-Mira cómo está llorando. Esas son sus lágrimas.

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158 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Quedé encantado con Fernández Cuervo. Conversamosmuchísimo.

Estoy muy contento. Conocí a la familia de Núñez, a su hermanoRigoberto. Conocí unas cuantas secretarias y pude volver a saludaral Ministro de Cultura, Armando Hart. Así le pude devolver la visitaque me hizo en mi cayo, cuando fue a la pesca submarina.

Lo que yo nunca pensaba haber visto lo he visto ahora aquí en LaHabana. Estoy muy lleno de alegría por los cuatro costados, muycontento, muy agradecido; ésa es una de las bases principales demi felicidad. Estoy muy contento y muy agradecido de losgobernantes de Cuba.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 159

Yo le voy a decir la verdad -no sé si estará bien dicha lo palabra-;pero, para mí, lo más grande que hay en el mundo es Fidel Castro.Esa es la verdad, para mí.

No me acuerdo en qué año fue cuando oí hablar de Fidel porprimera vez. Sí sé que lo primero que oí hablar de él fue que lohabían matado. Porque a Fidel lo han matado varias veces.Después, cuando volví a oír hablar de él, fue cuando el asunto del“Granma”. Como siempre anunciaron que a Fidel lo habían matado,pues para mí que estaba muerto. ¡Mira que publicaron veces quehabían matado a Fidel!

Yo conocí a Fidel en el año 1971, el día 20 de agosto. El habíavenido a mi cayo el año anterior; pero yo estaba ingresado en unhospital en La Habana, por el asunto de la enfermedad de mi brazo.Estando en el hospital, un día fue a verme un compañero delInstituto de la Pesca y me dijo que Fidel estaba en el cayo.

A los pocos días volvió y me dijo:

-Oye, ya Fidel te mandó un motor para el bote y unos radios paralos muchachos.

En aquella ocasión, cuando Fidel llegó al cayo, el hijo mío y elhermano mío le contaron de todos los engaños que me habíanhecho con promesas de mandarme las cosas que necesitaba parael criadero.

-¿Así es que a Pedro Guerra le ofrecieron un motor y no se lodieron, haciéndole falta? Pues ahora sí va a tenerlo -les dijo Fidel.

CAPITULO XXV

PARA MI EL HOMBRE MAS GRANDE QUEHAY EN EL MUNDO ES FIDEL

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160 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cuando llegué, efectivamente, allí estaba el motor. También habíamandado unos radios al hijo mío, al hermano mío, al yerno mío y aun amigo; y a todos los muchachitos les mandó un montón dejuguetes. Me contaron que se pasó dos días allá con los muchachosy les cogió cariño al yerno mío y al hijo mío. El yerno mío es unviejito igual que yo: le dicen Goyito.

El 18 de agosto de 1971 yo estaba en Santa Cruz y me mandarona buscar de la Capitanía. Me dijeron:

-Fidel va para Oriente y probablemente va a ir al cayo.

Me fui para Boca Rica enseguida.

El día 20 por la mañana estaba lavando las nasas y vi un helicópteroque bajó en una playa que se llama La Mexicana, que está a unalegua de aquí.

“¡Seguro que es Fidel!”, me dije yo.

Dejé de lavar las nasas, fui para el rancho y después al bote a versi era él. Vi unos cuantos barcos que venían, y me dije:

“¡Efectivamente, ahí viene Fidel!”

Esperé los barcos. Venía una fragata grande alante. Cuandollegaron cerca del cayito, moderaron la velocidad y me preguntaronque si ese cayito que tenía la casita era Boca Rica. Les dije que sí.Me preguntaron de nuevo si el barco podía entrar más para tierra,y les contesté, que siguieran el botecito, que los iba a llevar, y lesseñalé hasta dónde podía llegar el barco. Les dije que fondearanallí en el blanquizal.95

Yo sé desde que nací que a un barco de guerra no se puede subirsin permiso, y cuando un jefe viene, más; pero era tanta la emocióny la alegría, que no me acordé de nada, y cogí y subí. Dije losbuenos días y me contestaron bien.

Entonces uno me preguntó:

-Viejito, ¿y usted qué viene a buscar aquí?

-¿Yo?.. Vengo a buscar a Fidel. ¿No está Fidel aquí?

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 161

Nadie me contestó. Reiteré:

-¡Díganme dónde está Fidel!

Nadie contestaba. Y entonces entre la gente oí una voz que decía:

-Subuso.96

-¡Qué subuso ni supuso! -dije yo-. Fidel viene aquí expresamentea verme a mí, y yo vine en el botecito a buscar a Fidel. Así queustedes me dicen en qué barco está Fidel.

Entonces el comandante de ese barco me dijo:

-Viejito, mire, en esa lancha viene Fidel.

Amarraron la lancha por la popa y Fidel subió al barco donde yoestaba. Cuando Fidel llegó, me preguntó si yo era Pedro Guerra,el que tenía los careyes. Le dije que sí. Entonces se quitó la gorray me saludó:

-Mucho gusto en conocerlo -me dijo.

Lo primero que me preguntó fue si mi hijo Cacaseno y Goyo estabanallí conmigo. Le contesté que estaba solo, y me dijo:

-Caramba, yo los hubiera querido ver, especialmente a Goyo.

Aproveché para decirle que Goyo tenía un problema serio, y mepreguntó qué le pasaba.

-Usted el año pasado dijo que le arreglaran el motor, y no le hanarreglado nada, y el hombre tiene que pescar en la corrida delpargo en un chalán.

-¡Caramba! -dice Fidel- ¿Y por qué no le pusieron el motor?

-A él le dijeron que no había motor -le contesté.

-¿Que no hay motor?-me dice- ¡Deje que yo llegue a La Habana!Bueno, y Cacaseno, ¿qué está haciendo?

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162 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Cacaseno está haciendo lo que usted le dijo -le respondí-. Ustedle dijo que se casara, y se casó. Hizo una casita de lo más bonita;pero no ha podido conseguir el cemento paro él piso.

-¿Qué cantidad de cemento? -me pregunta.

-Treinta sacos -le respondí.

Eso fue lo primero que hablamos.

Entonces le pregunté a Fidel si no iba a ir a tierra. ¡Con las ganasque yo tenía que él fuera por allá! Me preguntó que para qué yo loestaba esperando, y le respondí que para que viera mi criadero.

Entonces me dijo que ya lo había visto el año pasado; que habíaido expresamente a conocerme a mí y a pasar un rato con nosotros.

Me preguntó si yo tenía algo que hacer en tierra y le dije que sí,que tenía unas nasas tiradas y tenía que prepararlas. Me señalóun helicóptero y dijo:

-¿Usted ve ese helicóptero que sale de allí? Va para Camagüey abuscar la correspondencia. Cuando me la traigan voy para allá.Mientras tanto, vaya usted a preparar las nasas.

Entonces fui, arreglé las nasas y con las redes saqué unos careyestan grandes que hacía tiempo no cogía, como de ciento ochentalibras. Dio la casualidad que el día que vino Fidel cogí uno grande.Yo había pensado darle la mitad a Fidel y dejar la otra para lafamilia.

Cuando Fidel llegó a tierra, vio que yo tenía allí tres perros muycariñosos. Uno de ellos se llamaba Caguarí, que se me murió deviejo, a los catorce años. Le grité:

-¡Vaya, Caguarí, para su puesto!

Cuando Fidel vio que el perro se fue, me dijo:

-¡Oiganme, a mí me cuentan esto y no lo creo!

-Llámelos a ver si vienen -le dije yo.

-¡Toma, Caguarí, toma! -lo llama Fidel.

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 163

Y yo le hacía así, que no, por detrás de Fidel.

Entonces cogí y lo llamé y le dije que el Comandante queríasaludarlo... ¡Los tres perros se le encaramaron arriba!

Le dije a Fidel:

-Cuando usted quiera que los perros se vayan, me avisa.

-Bueno, ya, Pedro -me dijo Fidel.

-Cada uno para su puesto, que ya el Comandante los acarició -lesdije a los perros, y enseguida se fueron para su rincón.

Yo quisiera que usted viera esos tres perros comiendo. Cuando yovoy a echarles la comida ellos se paran, y hasta que yo no lesdigo: “¡Manos a la obra!”, no meten el hocico. A Caguarí lo únicoque le faltaba era hablar, porque lo entendía todo. Yo le decía:“¡Búscame esto!”, y lo buscaba.

Cuanta jutía aparecía en el cayo, amanecía en la puerta del rancho.Ese era Caguarí. Los otros me han salido como Caguarí, pero notanto. Ahora tengo otro que está aprendiendo a coger jutías.

A Fidel lo veo bueno, igual que me veo yo a mí. Es más bueno dela cuenta. Cuando él vino, nos pusimos a conversar, y yo le dije:

-Fidel, si los americanos se hubieran dado cuenta de lo que iba apasar con usted ¿dónde usted estuviera?

-En el fondo del mar -me respondió.

Como Fidel yo creo que más nunca surge un hombre. Fidel dijo undía algo que me hizo reír muchísimo -fue cuando embarcó a lasescorias por el Mariel-: que “los americanos mandaban en LaFlorida pero que en el Mariel mandaba Cuba”. Y yo dije: “¡Vaya,coge!”

Hay otra cosa que yo me creía. Yo me creía que Cuba era el paísmás chiquito, el país más pobre, el más infeliz de todos, y resultaque Cuba es riquísima. Entonces yo le digo a mucha gente:

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164 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

-Mira, por eso es que estamos algo apretados aquí, porque es queestamos ayudando a otros países.

Hay mucha gente ignorante a la que le he oído decir:

-¡Aquí no tenemos de na! Y yo les respondo:

-Nosotros tenemos de todo aquí.

Porque cuando Fidel vino al cayo, hablamos de eso, y yo le dije elasunto del percápita, y entonces él me dijo que “nosotros teníamosbastante en Cuba; pero que teníamos que tener una reserva,porque tenemos el bloqueo, y si se forma una guerra de momento,con esa reserva el pueblo no se nos muere de hombre”.

Fidel me dijo:

-Cuando usted oiga decir que se terminó el bloqueo total, entoncestodo estará por la libre. Desaparecerá la libreta y los precios bajarán;pero mientras tengamos el bloqueo, hay que vivir con algunaestrechez.

Y es verdad.

Dice Fidel:

-Mire, aquí en Cuba no se ha acostado todavía nadie sin comer.

Fidel me preguntó si yo sabía algo del ciclón del 32 y le contestéque yo era superviviente. Me dijo:

-¡Caramba, las ganas que tenía yo de encontrarme con unsuperviviente del ciclón para que me contara algo! ¿Usted lorecuerda bien, Pedro?

-¡Que si me acuerdo! Fíjese que yo cierro los ojos y veo a SantaCruz inundado. Yo le puedo dar detalles a usted del ciclón. Pero levoy a decir una cosa: lo que le cuenten a usted del ciclón es poco,porque no se publicó todo.

Entonces me preguntó cómo vivían los pescadores antes. Me hacíamuchas preguntas, y de pronto me dijo:

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PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS 165

-¡Caramba, Pedro, con sus relatos se puede hacer una historia desu vida!

Hablamos sobre lo que dura la vida de los careyes. Porque la teoríadice que un carey y una tortuga duran cuatrocientos años y que noson adultos hasta los cien. Entonces Fidel y yo nos preguntamosque quién ha criado un bicho de ésos para saber si eso es verdad.Entonces Fidel dijo:

-Con este criadero suyo nos vamos a desengañar.

Después me dijo:

-¡Pedro vamos a ser rivales!

-¿Por qué, Fidel? -le pregunté, y me respondió:

-Porque usted vive enamorado de la cría y yo medio que me estoyenamorando de ese trabajo suyo.

Yo cogí en la red un carey que traía pegada una chapa de la Florida.Después un amigo mío cogió una tortuga, y la chapa decía queera de las Bahamas. Y tres o cuatro pescadores han cogido careyesmarcados con una chapita, y casi todos han sido de la Florida.

Fidel me contó que en Varadero marcaron una tortuga que pesabacreo que noventa libras, y no sé a los cuántos meses después lacogieron en Venezuela y ya pesaba ciento veinte libras.

Déjeme hacerle un cuento de las Bahamas. Resulta que antes,cuando los pescadores de allá nada más pescaban tortugas, habíaun barco inglés que venía de Nassau, y recorría las Doce Leguasy les compraba las tortugas a los pescadores. Entonces todos lospescadores en los arranchaderos tenían corrales y echaban ahílas tortugas, y cuando venía el barco se las vendían a diez pesos.Según compraban una tortuga, le ponían el cuño de la compañíaen el pecho.

En Playa Rosales vivía un tío mío, Lalo Guerra. Cuando vino elbarco, le vendió las tortugas y se fue, y al mucho tiempo, como alos dos meses y pico, fue Lalo Guerra a la red y agarró una tortuga,y cuando la viró boca arriba en el chalán para amarrarla, vio quetenía un cuño, y dijo:

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-¡Esta es una tortuga de las que yo le vendí a ese hombre! ¿Cómose le fue al agua la tortuga?

Enseguida avisó a los otros arranchaderos y se regó eso y vinieronlos que no lo creían, para desengañarse. Entonces, como a loscinco meses se apareció el barco y le hicieron el cuento. El inglésdijo que esa tortuga se les había caído al agua cuando estabanhaciendo el trasbordo del barco al muelle. Se cayó al agua enNassau y no la pudieron coger. Y mira para eso, vino a dar al mismolugar donde la habían cogido, y al mismo corral. Y se la volvieron acomprar. Así es que, fíjese, ésas son casualidades increíbles. Lastortugas andan mucho, le dan la vuelta al mundo entero así,nadando.

Si no se toman medidas para el asunto de la veladera en la playa,es decir, los que vigilan cuando sale un carey para cogerse loshuevos, va a resultar difícil poder sacar nidadas.

Fidel, cuando fue allá, dijo que si se llegaba a poner la veda, seiban a poner guardias en la playa para cuidar que nadie se llevelos huevos o mate a los careyes que allí ponen.

Fidel me preguntó:

-¿No cree que se puedan poner guardias en la playa?

Y le contesté que sí.

A Fidel yo le dije un día.

-¡Caramba!, Fidel, usted me perdona porque yo soy un bruto, puesno sé leer.

Y me dijo:

-No, Pedro, no diga esa palabra; porque usted es tan inteligentecomo cualquier otro. Usted no se valora. Usted tuvo la desgraciade criarse aquí y no pudo aprender a leer, y ahora, a la edad quetiene, es difícil que aprenda. Pero no diga más nunca que es bruto,porque, mire, usted tiene de científico, de técnico y de ingeniero.

Yo le dije que me explicara eso.

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-Mire, ese trabajo que usted está haciendo de la cerca tan derechita,eso es de ingenieros. Científicamente usted sabe los días que tieneel huevo, los días en que sale el pichón, y técnico es el que sabehacer la red, las nasas y todo eso. No diga más que usted esbruto. Usted dice que no sabe hablar, y se expresa bien. Ustedpuede hablar con cualquier persona.

Yo le dije:

-Pero, mire...

-No, no. no. Usted hable como sepa, que yo sé entenderlo.

Después llevé a Fidel a enseñarle los corrales. Ibamos por la cercamirando, y me preguntó:

-Pedro ¿qué es aquello que hay allí?

-Una jutía -le contesté.

-¿Se fijó bien dónde se metió la jutía? ¡Vamos allá atrás a decirleal compañero que está allí que vaya al barco a buscar un rifle! -dijoFidel.

Esperamos a que viniera el hombre y fuimos a buscar la jutía. Ydice Fidel:

-A ver, Pedro, ¿dónde se metió la jutía?

-Debe de estar por ahí -y le señalo el lugar.

-Bueno, ¿y qué es lo que tengo que hacer ahora para coger lajutía?

-¡Meterse en el manglar!

Pero entonces le trajeron un recado, y me dijo:

-Yo venía con idea de pasarme cuatro días aquí; pero tengo unallamada y tengo que regresar, porque viene el presidente de Chile.97

Pero yo voy a regresar.

Después me puse a hacer café, y Fidel mirando. Yo estaba velandonada más una oportunidad, y la tuve cuando le hablé de lo de

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Cacaseno. Cuando acabó de tomar el café, saco él una libreta delbolsillo y dice:

-Bueno, Pedro, yo estoy mirando aquí que usted necesita muchascosas. ¿Qué necesita para hacer una casita?

-Materiales -le contesté.

- ¿Y carpinteros?

-Carpinteros, ninguno; yo mismo con mi hijo la hago.

-Bueno, vamos a apuntar aquí en esta libreta lo más necesario.Usted va a tener de todo.

Cuando él me dijo esas palabras, me cortó, y me dije:

“A éste no le pido yo ni el quinqué. Así es que para pedirle a Fidelalgo, tiene que ser que él me lo solicite...”

Me sentí muy triste cuando Fidel se fue de mi cayo. Pasó el tiempo,y para mí uno de las noticias más tristes fue la muerte de Celia.

Yo estaba pescando en el cayo por la mañana tempranito.

Estaba elevando las nasas para coger carnada. Ese día terminé ala una, y según terminé, llegué y puse el radio y oí la noticia de sumuerte. Aquello fue como si hubiera sido un familiar querido.

Entonces me puse a hacer el almuerzo dentro del rancho. Teníaque ir a colar las nasas y picotearles la comida a los careyes, perono hice nada. Al poquito rato llegó un tío mío, y le dije:

-¡Hemos perdido una madre! ¡Qué maldad, Celia Sánchez muerta!

Hice el almuerzo, le dije al tío que comiera, pero yo como poquito,porque hasta el hambre se me quitó. No hice más nada ese día.Estuve todo ese tiempo ahí sentado. Y después me pasé la nocheentera oyendo las noticias por radio, y no salí del rancho a trabajarhasta las tres de la tarde del otro día, hasta que la enterraron.

Yo velé a Celia allí solito en el cayo. Si yo hubiera estado en SantaCruz, hubiera viajado hasta La Habana para ir al velorio de Celia.¡Seguro, seguro! Yo no la conocía personalmente, nada más por

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lo que me decía la gente y por lo que me contó Fidel cuando estuvoconmigo en el cayo.

Fidel es lo más grande que hay en el mundo. Después de la madrede uno -porque lo más grande que hay en el mundo es la madrede uno-, me quedo con Fidel, ¡Cómo luchó él desde muchacho,caramba! ¡A Fidel lo entiende todo el mundo! El sintió mucho lamuerte de Celia Sánchez. Bueno la muerte de Celia Sánchez lasintió todo el mundo, pero a él le afectó más que a nadie. Fue sucompañera de muchos años. Yo la sentí igual que si hubiera sidola madre mía.

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1 Chalán. Chalana. Embarcación menor de fondo muy plano, proaaguda y popa cuadrada, que sirve como transporte en parajes depoco fondo.

2 Casimba. Cacimba. Hoyo que se hace en la playa en busca deagua potable. También se da este nombre a algunas formas delrelieve cársico que por lo general contienen agua.

3 Yana. (Conocarpus erecta). Arbol silvestre de la familia de lasCombretáceas muy abundante en las costas pantanosas,principalmente, donde el agua dulce se mezcla con la del mar.Alcanza hasta 20 m de altura. Su madera es dura y de color pardooscuro. Se utiliza mayormente para hacer carbón.

4 Arranchadero. Rancheadero. Ranchería, grupo de ranchos.

5 Mégano. Médano. Duna, montón de arena en las costas. Bancode arena a flor de agua.

6 Canalizo. Canal estrecho entre cayos o bajos.

7 Yuraguana. (Coccothrinax miraguana). Palma que florece enprimavera, cuyo fruto sirve de alimento para los cerdos. El troncose aprovecha para postes de cerca y de sus hojas se hacen sogasy cestas.

NOTAS

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8 Salvia marina. (Tournefortia gnaphalodes). Arbusto de costaperteneciente a la familia de las Borragináceas. Se usa para curarel catarro y los dolores de espaldas.

9 Carey. (Eretmochelys imbricata). Tortuga que vive en alta marpero pone los huevos en tierra, lo cual facilita su captura. Sushuevos son comestibles y su concha se emplea para hacer objetosde adorno, de gran demanda en el mercado mundial. Es vozindígena.

10 Tortuga verde. (Chelonia viridis). Tortuga marina de gran tamaño.Su carne es comestible, lo mismo que sus huevos.

11 Cordel. Medida de superficie equivalente a 20.35 m.

12 Mangle prieto. (Avicennia nitida). Arbol silvestre de la familia delas Verbenáceas. Crece en lagunas y pantanos costeros. Abundamás que el mangle colorado. Presenta escamas en la corteza. Sumadera, muy dura y de color pardo oscuro, se emplea para construirdiques, muelles, etcétera. Es voz indígena.

13 Patabán. (Laguncularia racemosa). Arbol silvestre de la familiade las Combretáceas conocido también como mangle bobo. Abundaen las ciénagas cercanas a las costas. Su madera es dura ycompacta, de color canela claro. No produce buen carbón.

14 Mangle colorado. (Rhizophora mangle). Arbol silvestre de lafamilia de las Rizoforáceas muy abundante en los litorales bajos ypantanosos. Su corteza, de color rojo, se usa como curtiente y sumadera en la construcción de botes, pero, sobre todo, para hacercarbón. Su jugo, rojizo, es astringente, y en un tiempo se exportabacon el nombre de quino de América.

15 Brezo. (Cassia lineata). Hierba silvestre de la familia de lasCesalpináceas propia de terrenos bajos. Da flores amarillas.

16 Gocen. Logren.

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17 Guasa. [Epinephelus (Promicrops) itojara]. Pez de la familiaSerranidae de color aceitunado con manchas pardas rojizas. Gustade vivir en las cavidades submarinas. Puede llegar a pesar másde 135 kg. Es voz indígena.

18 Cairoa. Paila.

19 Té. (Lantana involucrata). Arbusto silvestre de la familia de lasVerbenáceas de hojas pequeñas, muy aromáticas.

20 Verdolaga. (Portulaca oleracea). Hierba silvestre de la familiade las Portulacáceas, muy común, de hojas grandes y tallo carnoso.Durante la cruel reconcentración ordenada por el general españolValeriano Weyler, se comió en nuestro país.

21 Platanillo. (Piper aduncum). Planta silvestre de la familia de lasPiperáceas, común, de hojas de más de 13 cm de largo. Produceuna especie de platanito de 10 ó 12 cm de largo que tiene variasaplicaciones medicinales, principalmente, la de curar las úlceras.

22 Marabú. (Cailliea glomerata). Planta de la familia de lasMimosáceas de ramas espinosas. Es originaria de Africa del Sur.Se ha propagado en Cuba de manera alarmante. Su madera seusa para hacer carbón.

23 Gas. Nombre que se da en algunos lugares al keroseno (luzbrillante).

24 Tintorera. (Prionace glauca). Tiburón azul. Se da tambiéncomúnmente este nombre a la hembra del tiburón.

25 Aponché. Eché.

26 Caneyes. Lometones. Túmulos hechos por los indios en laszonas costeras y pantanosas. Contienen restos humanos. Es vozindígena.

27 Veril. Curva de nivel submarino que delimita la plataforma insular.

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28 Cherna. (Epinephelus striatus). Pez de la familia Serranidae decolor aceitunado rojizo que alterna con franjas más claras. Escomún en los mares de Cuba. Su carne es muy apetecida. Puedealcanzar los 11 kg de peso.

29 Nasas. Artes de pesca consistentes en jaulas de juncos finosentretejidos de modo que los peces que entren en ellas no puedansalir. También se hacen de tela metálica.

30 Botavara. Palo redondo de una pieza, que se engancha en elpalo de mesana (mástil colocado a popa) en barco de tres velas, oen el palo mayor.

31 Tarraya. Atarraya. Red circular que se arroja y se retira a manopara capturar peces chicos.

32 Botalón. Palo redondo, de dimensiones proporcionales, herradoy aparejado, que se pone hacia afuera y sirve para marear lasvelas, o sea, para que reciban aire.

33 Sotavento. Costado de la embarcación opuesto a aquel de dondeviene el viento, es decir, el barlovento.

34 Foque. Denominación común de todas las velas triangularesque se orientan y amarran sobre el bauprés (palo grueso que salede la proa en las embarcaciones).

35 Carito. (Gecarcinus ruricola). Especie de cangrejo de tierra muycomún en algunas regiones costeras de Cuba. Los adultos,manchados irregularmente en negro, rojo y crema, migran en abrilhacia la costa y se internan en el mar para desovar. Unas semanasmás tarde se produce una invasión en sentido inverso de juveniles,cuyo tamaño no excede de unos pocos milímetros.

36 Caimán. Reptil del orden de los Lorigados, propio de los ríos deAmérica muy parecido al cocodrilo pero algo más pequeño, dehocico obtuso y membranas de los pies muy poco extensas. Elverdadero caimán fue introducido en Cuba después del triunfo de

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la Revolución. Aquí se hace referencia a la especie Crocodylus

acutus, impropiamente llamado caimán americano. Es vozindígena.

37 Margullera. Zambullera, hundiera.

38 Rana toro. (Rana catesbeiana). Anfibio anuro introducido enCuba para aprovechar sus ancas, comestibles, y su piel. El cantose perece al mugido de un toro, de ahí su nombre vulgar.

39 Manatí. (Manatus manatus). Mamífero sirenio vegetariano queen ocasiones alcanza más de 3 m de longitud. Tiene la cabezaredonda, el cuello corto y el cuerpo grueso. Es un animal pacíficoque posee carne y piel excelentes, por lo que en el pasado secazó indiscriminadamente hasta el punto de encontrarse en laactualidad en vías de extinción. Es voz indígena.

40 Estero. Estuario o desembocadura de un río. También canalentre cayos o entre éstos y la costa.

41 Marisco. Olor y sabor característicos del crustáceo o el molusco.

42 Iguana. (Cyclura nubila). Reptil perteneciente a la familiaIguanidae, de lomo robusto y erizado de espinas. Puede alcanzarmás de 1 m de longitud. Es voz indígena.

43 Chipojo. (Anolis equestris). Reptil perteneciente a la familialguanidae, de cresta espinosa poco desarrollada que le corre a lolargo del dorso hasta la cola. Es voz indígena.

44 Guajacón. (Gambusia punctata). Pequeño pez de la familiaPoecilidae muy adaptable a los cambios bruscos de salinidad, porlo que es abundante en ríos, lagunas y estuarios.

45 Caguama. (Caretta caretta). Tortuga marina de gran tamaño,cuya carne y huevos son muy estimados. Es voz indígena.

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46 Alcatraz. (Pelecanus occidentalis occidentalis). Ave marinaperteneciente al orden Pelecaniformes, familia Pelecanidae, muycomún en las islas y cayos de Cuba donde cría. Es conocidotambién por pelícano.

47 Rabihorcado. (Fragata magnificens). Ave marina pertenecienteal orden Pelecaniformes, familia Fregatidae, muy común en maresy costas de las islas de Cuba y de la Juventud. Cría en Cuba. Se leda también el nombre de fragata.

48 Guincho. (Pandion halia‘tus ridgwayi). Ave marina pertenecienteal orden Falconiformes, familia Pandionidae. Vive en la Isla de Cubay en algunos cayos. Cría en Cuba.

49 Gavilán batista. (Buteogallus anthracinus gundlachi). Aveperteneciente al orden Falconiformes, familia Accipitridae, exclusivade Cuba, que habita en todas las costas cubanas. “Batista” es vozonomatopéyica.

50 Garzón. (Egretta alba egreta). Ave zancuda, común en nuestrascostas, que se alimenta fundamentalmente de mariscos.

51 Corúa. (Phalacrocorax olivaceus mexicanus). Ave pertenecienteal orden Pelecaniformes, familia Phalacrocoricidae, que vive enlagunas y ríos, donde se alimenta de peces. Cría en Cuba. Es vozcubana.

52 Gaviota. (Sterna hirundo hirundo). Ave marina común que sealimenta de pequeños peces, crustáceos e, inclusive, desperdiciosarrojados desde las embarcaciones.

53 Torcaza. (Columba leucocephala). Se refiere a le palomacabeciblanca, ave perteneciente al orden Columbiformes, familiaColumbidae, muy común en montes, bosques costeros ymanglares. Cría en Cuba.

54 Aura. (Cathartes aura aura). Ave perteneciente al ordenFalconiformes muy común en todo el país. Se alimenta de carroña.

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Cría en Cuba. Se han reportado restos fósiles de esta ave quedatan del Pleistoceno.

55 Lechuza. (Tyto alba furcata). Ave de rapiña de hábitos nocturnos,común en todo el Archipiélago Cubano.

56 Macabí. (Albula vulpes). Pez perteneciente a la familia Albulidaeque gusta de estar en grupo en lugares poco profundos, cercanosa la costa. Se alimenta hociqueando en el fondo en busca decrustáceos pequeños y moluscos.

57 Lija. Pez perteneciente a la familia Balistidae que tiene el cuerpooblongo u ovalado y habita en fondos pedregosos, fangosos oarenosos. En Cuba hay nueve especies. Su piel, secada al sol, hasido tradicionalmente un eficaz sustituto del papel de lija entre lospescadores.

58 Pitirre. (Tyrannus dominicensis). Se refiere al pitirre abejero,ave de hábitos crepusculares que se alimenta fundamentalmente.de insectos. Anida en Cuba. Es voz onomatopéyica.

59 Pargo. (Lutjanus analis). Pez perteneciente a la familia Lutjanidaede color verdoso dorsalmente y rosado ventralmente. Es muycomún todo el año. En mayo, junio y julio produce grandesarribazones al venir a desovar.

60 Bozas. Pedazos de cuerda hechos firmes por un extremo quesirven para sujetar una embarcación.

61 Lisa. (Mugil liza). Pez perteneciente a la familia Mugilidae,frecuente en las aguas salobres de los ríos, de carne buena yexquisitas huevas, que puede llegar a medir 0,50 m de largo.

62 Langosta. (Panulirus argus). Crustáceo marino de carne muydelicada. Habita tanto en fondos fangosos como rocosos ycoralinos.

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63 Biajaiba. (Lutjanus synagris). Pez perteneciente a la familiaLutjanidae de color rojo carmín con el vientre rosado que gusta denadar en grupo. Abunda todo el año.

64 Cubera. (Lutjanus cyanopterus). Pez perteneciente a la familiaLutjanidae muy parecido al caballerote, del cual se diferencia porla forma del hocico y el tamaño de la boca. Es de color pardo-morado, con el vientre rosado.

65 Placer. Banco de arena o piedra en el fondo del mar, llano y debastante extensión.

66 Moralla. Conjunto de peces pequeños de poco valor comercial,empleados como carnada.

67 Chinchorro. Red a modo de barredera halada por dosembarcaciones menores.

68 Sierra. (Scomberomorus cavalla). Pez perteneciente a la familiaScombridae, de color gris claro muy uniforme en la región dorsal,que alcanza más de 2 m de largo.

69 Camarón. Crustáceo del género Penaeus que por su deliciosacarne tiene gran demanda en el mercado mundial. En Cuba existenvarias especies de valor comercial.

70 Palangres. Cuerdas de cáñamo de bastante largo, de las cualespenden a trechos cordeles con anzuelos.

71 Marea. El producto de un ciclo de pesca.

72 Caleta. Ensenada pequeña.

73 Trasmallo. Arte de pesca de tres redes del mismo ancho y largo,aunque de mallas diferentes, que se calan verticalmente.

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74 Tiburón gata. (Ginglymostoma cirratum). Escualo pertenecienteal orden Lamniforme, familia Orectolobidae de color carmelita claro,vientre casi blanco y numerosos puntos negros muy pequeñosdiseminados por todo el cuerpo.

75 Cornúa. Cornuda (Sphyrna lewini). Escualo perteneciente a lafamilia Sphyrnidae de cuerpo robusto, cabeza muy deprimida yensanchada lateralmente y ojos situados en el borde externo.

76 Tiburón martillo. Cabeza de martillo (Sphyrna zygaena). Escualoperteneciente a la familia Sphyrnidae cuya cabeza semeja unmartillo.

77 Tiburón aletinegro. Nombre local. Probablemente se trata deun tiburón del género Carcharhinus.

78 Tiburón amarillo. (Carcharhinus obscurus) Escualoperteneciente a le familia Carcharhinidae de cuerpo largo, cabezagrande y muy ancha. Es de color gris con tinte amarillento.Sobrepasa los 3,5 m de longitud.

79 Cayuco. Embarcación de una sola pieza más pequeña que lacanoa con el fondo plano y sin quilla que se gobierna y mueve conremos cortos de pala ancha y ovalada.

80 “¿Cómo puede el sol deslizarse por el firmamento?

“He aquí una pregunta que desde los más remotos tiempos hadado que cavilar a los humanos. Hay pueblos que se imaginanque un gigante transporta el sol hasta su culminación en elmediodía, mientras otro se encarga de llevarlo hacia el Oeste. Entrelos egipcios surgió desde muy temprano la idea de que el solnavegaba por el cielo en una barca, o que con ésta se deslizaba alo largo del cuerpo de la diosa del firmamento Nut, tras lo cual sesumergía en el reino de los muertos pera renacer a la mañanasiguiente. No son raras las representaciones plásticas de semejanteviaje por el cielo; al lado de las pirámides más antiguas era corrientetambién representar la barca del sol. El papel que la barca

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desempeña en las concepciones egipcias es representado por uncarro o un tiro de caballos entre los griegos y romanos: montadoen su cuadriga el sol recorre diariamente el firmamento, idea queencontramos también entre los germanos.” Ernt Zinder. El mundo

de las estrellas. Barcelona: Herder; 1958.

81 Mareas. Variaciones regulares del mar producidas por la atracciónde la Luna y el Sol. Entre una subida (pleamar) y una bajada(bajamar) transcurren doce horas y veinticinco minutos.

82 “Las estrellas errantes caen ya desparramadas y aisladas, esdecir, esporádicas, ya como enjambres y a millares. Estas últimasapariciones, que han comparado los escritores árabes a nubes delangostas, son periódicas y siguen direcciones generalmenteparalelas. Las más célebres son las del 12 al 14 de noviembre ylas del l0 de agosto, día de San Lorenzo, cuyas candentes lágrimasparece que fueron antiguamente en Inglaterra el símbolo tradicionalde la vuelta periódica de estos meteoros. Ya Kloeden habíaseñalado en Potsdam, en la noche del 12 al 13 de noviembre de1823, la aparición de una multitud de estrellas errantes y bólidosde todas magnitudes. En 1832 viose el mismo fenómeno en todaEuropa, desde Portsmouth hasta Orenburgo en los bordes del Ural,y hasta en la isla de Francia en el hemisferio austral. Sin embargo,la idea de que ciertos días del año están predestinados a estosgrandes fenómenos no tomó vida hasta 1833, con ocasión delenorme haz de estrellas errantes que cayó como copos de nieve,y que Olmsted y Palmar observaron en América la noche del 12 al13 de noviembre: durante nueve horas de observación contaronmás de 240 000. Palmer se remontó a la aparición de los meteorosen 1799 descrita por Ellicot y por mí, de la cual resultaba, en virtudde la comparación que había yo hecho de todas las observacionesde aquel tiempo, que la aparición había sido simultánea para loslugares situados en el Nuevo Continente, desde el Ecuador hastaNew-Herrnhut en la Groenlandia (lat. 64º 14’) entre 46º y 82’ delongitud, reconociéndose con sorpresa la identidad de las dosépocas. Este flujo de meteoros que surcaron todo el firmamentoen la noche del 12 al 13 de noviembre de 1833, y fue visible desdeJamaica hasta Boston (lat. 40º 21’), se reprodujo en la noche del13 al 14 de noviembre de 1834 en los Estados Unidos de América,

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aunque con intensidad menor. Desde esta época la periodicidaddel fenómeno se confirma en Europa de la manera más exacta.

“La aparición de San Lorenzo (del 9 al 14 de agosto), según lalluvia de estrellas errantes, se verifica con igual regularidad que laprimavera. Ya hacia mediados del último siglo, Musschenbroekhabía notado la frecuencia de los meteoros que aparecen en elmes de agosto, pero Quételet, Olbers y Benzenberg han sido losprimeros que probaron la periodicidad de estas apariciones, fijandosu época en el día de San Lorenzo. Indudablemente nos reservael porvenir el descubrimiento de otras épocas análogas, destinadasigualmente a la reproducción periódica de estos fenómenos, talessean quizás la del 23 al 25 de abril, la del 6 al 12 de diciembre, ycomo consecuencia de las investigaciones de Capocci, la del 27 al29 de noviembre o la del 17 de julio.” Alejandro de Humboldt.Cosmos. Barcelona: Glem; 1944.

“La presencia sistemática de cráteres de impacto en las superficiesplanetarias y lunares demuestra que la región interior del sistemasolar estaba poblada por numerosos cuerpos menores, meteoritosy cometas. En la actualidad, la abundancia de estos cuerpos ennuestra vecindad planetaria ha decaído prácticamente a cero; sinembargo, se calcula que de distancias considerables del Sol, entre50 000 y 100 000 unidades astronómicas, alrededor de cien milmillones de núcleos de cometas estén atrapados gravitatoriamenteen torno del Sol. Las perturbaciones producidas por las estrellasvecinas envían ocasionalmente uno de esos cometas a la vecindadsolar, y entonces aparece un cometa nuevo.

“Con frecuencia estos cometas son perturbados fuertemente porJúpiter, convirtiéndose así en cometas de pequeña órbita (condimensiones de unas cuantas unidades astronómicas) y cortoperíodo. En estas condiciones, por la cercanía del Sol, el cometapierde paulatinamente una parte de su material volátil, al punto deque en un tiempo astronómicamente corto -algunas docenas demiles de años- agota toda su capacidad de liberar gases y por lotanto deja de ser visible como cometa. El núcleo pétreo pasa aformar parte del inventario de asteroides cuando no se desintegraen fragmentos menores; en este caso, si hacen contacto con la

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atmósfera terrestre, se observan como lluvias de estrellas.” Sistema

Solare Nostrum. Revista de Información Científica y Tecnológica,Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México, 1980 julio 31;vol. II (26).

83 Eclís. Eclipse.

84 Tromba marina. Rabo de nube. Columna de agua o vapor quese eleva desde el mar con movimiento giratorio por efecto defenómenos atmosféricos.

85 Terral. Viento que sopla de la tierra al mar.

86 Luz de San Telmo. Fuego de Santelmo. Luz que se observa, aveces, durante las tormentas en las vergas y mástiles de lasembarcaciones. No es otra cosa que una forma de descargaeléctrica llamada efluvio, semejante a la luz producida por unmechero de gas. En la Antigüedad se consideraba como presagiode grandes acontecimientos.

87 Jarcias. Aparejos y cuerdas de una embarcación.

88 Estay. Cabo que sujeta la cabeza del mastelero (palo menorque se coloca sobre cada uno de los palos mayores de lasembarcaciones).

89 Carabaña. Aguas minerales laxantes muy renombradas de lavilla de igual nombre en la provincia de Madrid, España.

90 Casquito. Nombre que les dio el pueblo a los soldados de latiranía de Batista por estar equipados con casco.

91 Ajumao. Ajumado, ahumado. Ebrio, borracho, embriagado.

92 Jara. En jerga: la policía.

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93 Picúa. Picuda (Sphyraena barracuda). Pez perteneciente a lafamilia Sphyraenidae de color pardo grisáceo. Puede alcanzar cercade 2 m de largo. Resulta peligrosa para el hombre sobre todocuando se la ataca.

94 Chismosa. Lámpara rústica que funciona con keroseno (luzbrillante), usada por nuestros campesinos.

95 Blanquizal. Fondo de arena.

96 Subuso. Voz abacuá que significa “silencio”.

97 Se refiere al Dr. Salvador Allende, destacado político chilenocaído heroícamente luchando contra el golpe fascista, alentado ycosteado por el imperialismo yanqui en 1973.

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Preámbulo ................................................................................. 7

Cap. I Mi padre me enseñó las cosas del mar ................. 9

Cap. II La madre es lo más grande que hay en el mundo15

Cap. III Cómo es el Laberinto de las Doce Leguas .......... 19

Cap. IV Los indios de las Doce Leguas ............................ 27

Cap. V De los tiempos de La Chambelona ...................... 29

Cap. VI Los animales de la cayería................................... 36

Cap. VII Las muchas aves del Laberinto ........................... 43

Cap. VIII Los presidentes que visitaron mi cayo ................. 47

Cap. IX Naufragios ............................................................ 52

Cap. X La corrida de los peces ........................................ 55

Cap. XI Careyes, tortugas y caguamas ............................ 57

Cap. XII Las artes de pesca de antes y de ahora .............. 65

INDICE

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186 PEDRO EN EL LABERINTO DE LAS DOCE LEGUAS

Cap. XII Las dos esposas que he tenido ........................... 70

Cap. XIV Ese es el ciclón que ya viene ............................... 76

Cap. XV La cosmogonía de un pescador ........................... 85

Cap. XVI Sueños y cavilaciones .......................................... 92

Cap. XVII El miedo lo hace uno mismo ................................ 97

Cap. XVIII Mi moral y mis principios .................................... 105

Cap. XIX Cuando uno va de cincuenta años para alante,va para atrás como el cangrejo ........................... 111

Cap. XX Considero que la ayuda internacionalistaes un deber ......................................................... 116

Cap. XXI La Revolución me ha cogido muy viejo.............. 123

Cap. XXII Mi vida es criar careyes...................................... 131

Cap. XXIII ¡Mire lo que he aprendido con Pedro aquí! ........ 143

Cap. XXIV Me gusta mucho La Habana .............................. 154

Cap. XXV Para mí el hombre más grande que hayen el mundo es Fidel .......................................... 159

Notas ............................................................................ 170

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ANTONIO NÚÑEZ JIMÉNEZ

Nació el 20 de abril de 1923 en Alquízar, provincia de La Habana.Fundador de la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940.Graduado de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad deLa Habana, 1951. Doctor en Ciencias Geográficas de laUniversidad Lomonosov de Moscú, 1960. Participó enexpediciones al Polo Norte, 1972 y a la Antártida, 1982. Realizóexploraciones en la Cordillera de los Andes desde Perú hastaVenezuela. Llevó a cabo investigaciones geográficas en China,Africa, Islas Galápagos, Isla de Pascua y otras partes del mundo.Dirigió la expedición “En Canoa del Amazonas al Caribe”, 1987-1988, en la que se recorrieron veinte países de las cuencas delAmazonas, del Orinoco y del Mar de las Antillas.

Capitán del Ejército Rebelde a las órdenes del ComandanteErnesto Che Guevara durante la Campaña de Liberación delCentro de Cuba, 1958. En el Gobierno Revolucionario de Cubaocupó los cargos de Director del Instituto Nacional de ReformaAgraria, 1959-1962; Jefe de Artillería, 1960-1962; Presidente-fundador de la Academia de Ciencias de Cuba, 1962-1972;Embajador de Cuba en Perú, 1972-1978; Viceministro de Cultura,1978-1989; Diputado a la Asamblea Nacional, 1976-1993.Presidente de la Sociedad Espeleológica de Cuba, de la ComisiónNacional de Monumentos, del Centro de Estudio del Arte Rupestrede América Latina y del Caribe (“Vigirima”, Venezuela), de laSociedad Cubana de Geografía y de la Fundación de laNaturaleza y el Hombre, hasta su muerte, acaecida en 1998. En

1995, recibió el diploma de “CuartoDescubridor de Cuba” y le fueotorgada la categoría de Miembro deMérito de la Academia de Cienciasde Cuba.