el sostén - la revueltalarevuelta.com.ar/sinsosten/9_mayo_07.pdf · 2009. 8. 1. · hasta la...

3

Upload: others

Post on 24-Jan-2021

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El sostén - La Revueltalarevuelta.com.ar/Sinsosten/9_MAYO_07.pdf · 2009. 8. 1. · Hasta la irrupción de la revuelta del 19y20dedi-ciembre de 2001, la práctica de escrachar es-taba
Page 2: El sostén - La Revueltalarevuelta.com.ar/Sinsosten/9_MAYO_07.pdf · 2009. 8. 1. · Hasta la irrupción de la revuelta del 19y20dedi-ciembre de 2001, la práctica de escrachar es-taba
Page 3: El sostén - La Revueltalarevuelta.com.ar/Sinsosten/9_MAYO_07.pdf · 2009. 8. 1. · Hasta la irrupción de la revuelta del 19y20dedi-ciembre de 2001, la práctica de escrachar es-taba

Año 2 - Nº 13 - Mayo de 2007

Colectiva Editorial: Belén Lorenzi, Virginia Cismondi, María Tprin, Ruth Zurbriggen.Asesoramiento periodístico: Laura Heredia.Diseño y diagramación: Sandra Aberastain

Finanzas: Gabriela HerczegColaboradora: Mabel Carballo, Gabriela Herczeg,Graciela Alonso,

Lorena Meirelles, Liliana PapaIdea y Producción ´07: “La Revuelta”

Sin Sostén integra la edición de (8300)Opiniones y contenidos de S/S no comprometen a la publicación anfitriona

(Las hacedoras de Sin Sostén agradecemos a quienes con su aporte y suscripciónsolidaria hacen posible que sigamos en la calle)

sin sosténPublicación menstrual sostenida por mujeres

El sostén

sin sostén

yo maestra, pienso en la miseria de esta provincia que contrasta con los millones de dólares de la renta petrolera… (Valeria Flores)

Año 2-Nº 12 - Mayo de 2007

Con el convencimiento de que el aprendizaje y la enseñanza son las relaciones intersubje-tivas fundamentales de la vida, las “pedagogías de la vida cotidiana” suceden fuera de au-las y salones de clase - en movilizaciones, resistencias y proyectos en los que se juega nosolamente una posición respecto del saber, sino fundamentalmente una confrontación conel saber instituido. Así, estos otros regímenes pedagógicos de formación de sujetas/os pa-recen transitar más por los desaprendizajes vueltos reflexión y experiencia, que por los ru-dimentos de disciplinamiento y domesticación de las pedagogías escolares, sustentadasen el control y la norma.Des-instalación de saberes que, en el hacer colectivo, desaprenden el miedo, la'corrección', la 'mesura' y la autocensura, y que son más públicos en tanto se prueban yconfrontan en espacios abiertos y son “evaluados” -por así decirlo - por la propia luchacotidiana. Aquí las articulaciones entre pedagogía, política y cultura pueden explicarse demodo diferente desde las experiencias, representaciones y códigos en acto que se jueganen las luchas y confrontaciones cotidianas

manuscritoslibrosGalería Hipocampus: Villegas 120 • local 13 • CipollettiTel. 0299/4774104 • Email:[email protected]

de Alejandro Gamero

Del charivari al escrache

Perdonen nuestros placeresSandra RussoV&R Editoras. 2006. Buenos Aires-México

Este no es un libro para hombres. Ni siquiera parahombres curiosos. Este libro se parece a unaconversación entre amigas. Buenas amigas que sereúnen a hablar de lo que les interesa a todas, cadauna con una copa en la mano, relajadas y confiadasen la intimidad que comparten. Tema: el placer. ¿Quéplaceres disfrutamos las mujeres? ¿Placeresmisteriosos, caros, quizás inconfesables? SandraRusso ensaya algunas respuestas. Intuitiva yprofundamente observadora, ella recorre con unaprosa magnífica esos momentos preciosos, casimágicos, de los que toda mujer es cómplice. Y noshace el mejor de los regalos. No, no pediremos perdónpor nuestros placeres.

Conseguilo en:manuscritos libros de Alejandro Gamero.Galería Hipocampus. Villegas 120, local 13, Cipolletti.Tel. 4774104 - E-mail: [email protected]

Pedagogías de lavida cotidiana

Recomendados

Por Mabel Bellucci (*)

Periodista y cronista de movimientos sociales (*)

Hacia fines de los ´90 HIJOS instala-ba una forma novedosa de protestacolectiva e intervención callejera: elescrache. El mismo representa algomás que una provocación imaginati-va; se aproxima a una puesta per-formática de la acción directa, en lacual converge una multiplicidad detradiciones culturales y, a la vez, re-nueva viejas modalidades de la de-nuncia pública. Hasta la irrupción dela revuelta del19 y 20 de di-ciembre de2001, lapráctica deescrachar es-taba direccio-nada hacia unobjetivo úni-co: la conde-na social con-tra losgenocidas ysus cómplicesque no fueronen ju ic iadospor violacio-nes a los de-rechos humanos llevadas a cabo du-rante la última dictadura militar. Enpoco tiempo, los escraches amplíansus fronteras y comienzan a instalar-se como una modalidad más por par-te de otros colectivos y organizacio-nes sociales para quienes la c llerepresenta un escenario de significa-tiva visibilidad. En esta dirección, mu-jeres arman escraches contra viola-dores y abusadores; vecinos,pobladores y usuarios contra funcio-narios corruptos e instituciones gu-bernamentales; asambleístas contraempresas multinacionales; travestiscontra la represión y el control poli-cial...Una mirada hacia el pasado nospermite descubrir que en el Río de laPlata el concepto escrache hacía re-ferencia al mundillo de delincuentescon abundante prontuario policial ytambién al hecho de ser fotografiadoy retratado. Escrachar hablaba de la

necesidad de evidenciar a alguien enpúblico, su origen provenía del mun-do carcelario, de los bordes lunfardosy orilleros. También se supone fami-liaridad con el término inglés"scratch" y con el verbo portuguésdesenmascarar.No cabe duda que HIJOS contribuyóa que la noción de "escrache" aban-done el fango y se incorpore al len-guaje y a la acción política de los or-

ganismos dederechos hu-manos.Además, el es-crache se em-parenta, en lalejanía de lostiempos, conotro modo detransgresiónde las normassociales y obli-gaciones eco-nómicas lla-m a d o"charivari". Ori-ginado en laInglaterra del

siglo XVIII, representaba una apuestade los grupos subalternos sometidosa la esfera de dominación de los sec-tores feudales y del clero, al que elhistoriador inglés E. Thompson deno-minó "economía moral de los pobres".Básicamente, significaba una rebe-lión contra personalidades y oficialesimpopulares: recaudadores de im-puestos, policías, predicadores, y erautilizado para defender los derechoscomunitarios. Tanto es así, que elcharivari se prolongó entrado el sigloXIX para adaptarse a los conflictosindustriales.Se podría decir que tanto el escrachecomo el charivari simbolizan, pese acontextualizarse en procesos históri-cos diferentes, con fines diversos ymodos diferenciales, lógicas de ac-ción colectiva que alertan a la con-ciencia comunal sobre el estado delorden de las cosas.