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EL ENIGMA DEL PADRE NUESTRO POR: WALTER G. CROSS III Traducido por: Marcelo Contreras (DERECHOS DE AUTOR PENDIENTES: #B18072) 1

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EL ENIGMA

DEL

PADRE NUESTRO

POR: WALTER G. CROSS III

Traducido por: Marcelo Contreras

(DERECHOS DE AUTOR PENDIENTES: #B18072)

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PREFACIO

INTRODUCCIÓN

RECONOCIMIENTOS

CAPÍTLO 1: LA ASOMBROSA ESTRUCTURA DE ESTA ORACIÓN1. Esta escalera nos define

2. Esta escalera define a Dios

3. Esta escalera produce resultados

4. La humildad de esta escalera

CAPÍTULO 2: DECIFRANDO EL PADRE NUESTRO1. Padre nuestro que estás en los cielos

2. Santificado sea Tu nombre

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TABLA DE CONTENIDOS

3. Venga Tu reino

4. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra

5. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy

6. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores

7. Líbranos del mal

CAPÍTULO 3: LA ESCALERA DE CABEZA

CAPÍTULO 4: LA ESCALERA COBRA VIDA

CAPÍTULO 5: RELACIONES QUE TRANSFORMAN LA VIDA1. Relación Padre-hijo: Nos da nuestra identidad

2. Dios exaltado-adoradores: Nos da nuestro propósito

3. Relación Rey-ciudadanos: Nos da una nueva comunidad

4. Revelador de Su voluntad-siervos: Nos da una nueva obediencia

5. Dios de gracia-mendigos: Nos da una nueva dependencia en Dios

6. Dios nuestro Salvador-pecadores: Produce un nuevo nacimiento y una nueva naturaleza

7. Libertador-esclavos: Nos da una nueva libertad en Cristo

CONCLUSIÓN

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E

l trasfondo de Walter es amplio y variado, habiendo vivido 20 años en Chile, 20 años en los Estados Unidos, 20 años en la Ciudad de México, y últimamente varios años en Brasil. A través de sus conferencias, él y su esposa Peggy han literalmente ayudado a miles de personas con buenas nuevas para su diario vivir, principalmente en Latinoamérica, pero también en Norteamérica y Europa. Este libro no sólo refleja un profundo análisis del Padre Nuestro sino también el profundo gozo de un peregrino que se regocija al encontrar una brújula para guiarlo en el difícil camino de la vida.

Si te pareces en algo a mí, probablemente aprendiste a recitar el Padre Nuestro de memoria a una edad temprana. Mi hermana mayor me enseño a repetir el Padre Nuestro cuando yo tenía tan sólo dos años y medio. Obviamente, a esa edad fueron mayormente palabras que no entendía. Desafortunadamente, muchos de nosotros hemos aprendido el Padre Nuestro de una manera similar, como un bello poema, o una oración a ser recitada en momentos importantes de la vida, pero al igual que yo, sin realmente entender lo que estábamos diciendo.

Para Debbie y yo ha sido un gran gozo y privilegio el poder llamar amigos al Dr. Cross y a su esposa Peggy. El Dr. Cross ha escrito este libro para ayudarnos a entender el valioso significado de la oración de Cristo y cómo se aplica a la vida en una manera muy práctica, especialmente en el área de las relaciones personales. En el transcurso de los últimos cinco años, pasando mucho tiempo sentados a la mesa de la cocina en

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PREFACIO

nuestro hogar en La Paz, Bolivia, y a través de la lectura de su primer libro disponible sólo en Español, él nos ha enseñado lecciones que han transformado nuestras vidas, lecciones acerca de lo que significa conocer a Jesús íntimamente, y cómo vivir en los recursos que Él provee. Él ha compartido estas lecciones transformadoras por medio de conferencias en casi todas las ciudades principales de Bolivia, con personas de todos los caminos de la vida, siempre buscando exaltar a su Padre Celestial, quién él dice que es la fuente de toda bendición, y que conocerlo es el gozo más grande que cualquiera puede experimentar en la vida.

Si pasas algo de tiempo con Walter vas a notar que su pasión por Cristo se transmite a la gente a su alrededor; su propia pasión para conocer a Cristo más plenamente, para experimentar a Cristo en las áreas más prácticas de la vida, y para compartir con otros las buenas nuevas, se hace abundantemente clara. Este compromiso sincero de experimentar a Cristo como la realidad central de su existencia, y como resultado el ver cómo esto impacta las áreas más importantes de la vida, como el matrimonio, y las relaciones personales, para él no es sólo cuestión de teoría sino una experiencia diaria. Creemos que el don de Walter de ser un maestro para contar historias, acompañado por una completa honestidad acerca de las luchas y fallas en su propia vida, va hacer que este libro impacte tu diario vivir en maneras prácticas al igual que lo ha hecho con nosotros.

Kep y Debbie James, La Paz, Bolivia

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E

l chiste que estoy a punto de contar ha tenido un profundo impacto en este libro.

Hubo un hombre que dio conferencias por 27 años. Un día cuando su esposa estaba visitando a sus familiares, él se topó con una caja en el ropero de ella. La abrió, y para su sorpresa encontró tres huevos. Él sacó los huevos de la caja porque pudo ver que bajo una hoja de papel había algo más oculto. ¡Para su asombro encontró aproximadamente $3,000 dólares! Al regreso de su esposa él le preguntó acerca de su hallazgo. Ella respondió, “¿Cuántos años has estado dando conferencias?” Él dijo, “Veintisiete”. “Bien” dijo ella, “Cada que diste una conferencia aburrida puse un huevo en la caja”. “Oh bien” pensó él, “Tan solo tres huevos en 27 años no está tan mal”. Luego él preguntó acerca de los $3,000 dólares. “Oh eso” meditó ella, “¡Cada que juntaba una docena de huevos los vendía!”

Obviamente lo que era interesante para él no lo era para su esposa. Para salvarte de coleccionar huevos por un libro aburrido, he eliminado páginas y páginas de detalles académicos, que pueden ser interesantes

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INTRODUCCIÓ

N

para algunos pero aburridos para otros. Estoy guardando esas páginas para un futuro libro y una audiencia diferente.

El Padre Nuestro es un enigma. Uno de los eventos más importantes en la Segunda Guerra Mundial fue el romper el código de comunicaciones de guerra alemán al capturar una de sus máquinas codificadoras llamada el “Enigma”. Fue llamada el enigma porque su código era un misterio para todos excepto los alemanes. Un enigma es un misterio que necesita ser descifrado. La habilidad para descifrar este código fue decisiva para ganar la guerra. De la misma forma en que los misterios del código alemán fueron develados, espero descifrar el significado oculto de esta asombrosa y muy práctica oración, para que cuando la repitamos en adoración, podamos hacerlo con un profundo entendimiento de los misterios que contiene.

El Padre Nuestro es sin duda el pasaje de la Biblia más conocido, pero ¡es también uno de los menos entendidos! Puede que sea considerado como una de las oraciones más simples y directas, pero es fascinantemente complejo tanto en contenido como en estructura. Como literatura, es una gema exquisitamente pulida, que al ser levantada hacía la luz, parece tener un caleidoscopio sin fin, ¡lleno de formas y colores intrigantes! He estudiado y meditado en el Padre Nuestro y en pasajes relacionados por más de veinte años y he sido inundado por su grandiosidad y belleza. Ningún otro pasaje de la Escritura me ha fascinado tanto, y ninguna otra pieza de literatura ha tenido tan grande impacto en entender mi propia identidad, mi relación con otros, el mundo y su Creador, la causa y la cura del sufrimiento, y otros misterios de la vida. Espero que para el final de este libro puedas quedar maravillado, al igual que yo, ante lo práctico y realista del Padre Nuestro, y ante su magnífica riqueza y belleza.

El Padre Nuestro es extremamente práctico en el área más importante de la vida, las relaciones personales. Aprendemos una riqueza de conocimiento acerca de las relaciones personales desde la perspectiva de Dios: nuestra relación con Él, Su relación con nosotros, y cómo esta relación especial impacta todas las demás relaciones que hemos de tener.

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Cada una de las siete peticiones del Padre Nuestro, define una de estas relaciones transformadoras que tenemos con Dios y que Él tiene con nosotros. En esta oración no pedimos para poder tener una relación, en lugar de esto, pedimos sobre la base de una relación que ya nos pertenece. En cada caso pedimos sobre la base de una relación en particular asociada con la petición, y si la relación no existe en nuestras vidas, entonces la petición queda invalidada. Por ejemplo, “Padre nuestro que estás en los cielos” es en sí misma una relación. No pedimos que Él se convierta en nuestro Padre Celestial, en lugar de esto, pedimos sobre la base de que Él ya es nuestro Padre que está en los cielos, y al pedir ejercemos uno de nuestros privilegios como Sus hijos. Si Él no es nuestro Padre Celestial entonces el privilegio que tendríamos si fuéramos Sus hijos no existe. Esto es cierto en cada petición. Cada una de estas relaciones es tan importante que puede decirse que, la más grande bendición del Padre Nuestro no es la respuesta que recibimos, sino ¡el conocer al Dador en formas maravillosas! Esto es cierto porque en el Padre Nuestro el Dador es mucho más grande que los regalos que concede como respuesta a nuestras oraciones. Las buenas nuevas del evangelio son el que podamos conocer al Dador, quien en sí mismo es el regalo perfecto, y que de este regalo perfecto fluyen todos Sus otros regalos, dados sólo por gracia. Esa es la razón por la que este libro no enfatiza los regalos que Dios da en respuesta a la oración tanto como en llegar a conocer al Dador, tal como una novia valora mucho más al dador de su anillo de bodas que al anillo mismo.

Si es que este libro es una bendición para ti, y te ayuda a enriquecer tus relaciones personales, considera entonces a tus amigos en necesidad de buenas nuevas atravesando tiempos difíciles, y dales un regalo que valga la pena regalar. Estoy seguro que te lo agradecerán.

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U

na de las oraciones más hermosas que he escuchado fue la oración de un hombre

ciego, George Matheson, de Escocia. En su oración él dijo estas asombrosas

palabras, “¡Señor, por favor muéstrame que mis lágrimas han formado mi arcoíris!”

Este libro es para mí un “arcoíris” y a pesar de que tengo mucha gente a la cual agradecer, agradezco al Señor por las lágrimas de la vida, por cada una de ellas, porque sin ellas no habría un arcoíris para mí.

El regalo más grande que Dios me ha dado es mi esposa Peggy. A ella le digo, “¡Gracias cariño por mostrarme el significado de la gracia y por seguirme, literalmente, a los confines de la tierra!”

Agradezco a mi yerno, Luis Villalba, por su arduo trabajo como diseñador gráfico.

Mis mentores, Paul Kooistra y Ron Shaw, han transformado mi conocimiento teórico de la gracia en una practicidad realista y viviente. De ellos aprendí que en el jardín de la humildad crece toda gracia dada

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RECONOCIMIENTOS

por Dios. Es un jardín regado por las lágrimas de Cristo en la cruz, lágrimas que forman sobre nosotros el más brillante y glorioso arcoíris de todos.

Estoy endeudado con Charles Spurgeon, sermón #1402 acerca de Mateo 6:13, por el concepto básico de la escalera de esta oración. He ampliado grandemente sobre este concepto y he añadido elementos totalmente nuevos. Por ejemplo, que esta escalera es dada “de cabeza”. He añadido el concepto de que esta escalera es similar a la de Jacob y que representa a Cristo. También he introducido los “elementos nuevos” que nos pertenecen como resultado de cada petición, tales como: #1 nuestra nueva identidad como hijos, #2 nuestro nuevo propósito en la vida, #3 nuestra nueva comunidad de creyentes, etc.

A mis editores, Tim Sweany y David White, muchas gracias por sus horas pacientes de trabajo diligente.

Finalmente, gracias a todos ustedes, mis colaboradores en oración, quienes no sólo han orado por mí al escribir este libro, sino que también me han acompañado en el camino de la vida. Gracias por regocijarse conmigo cuando por Su gracia, Dios ha convertido mis lágrimas en arcoíris. ¡Muchas gracias!

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as cosas no son siempre lo que parecen. Peggy y yo fuimos de visita a un pueblo en el interior de Brasil. Mientras estábamos en la casa de unos amigos, el esposo y yo fuimos a hacer un

mandado y Peggy se quedó en la casa con la esposa. Mientras ellas estaban sentadas en la sala charlando, una anciana indígena Guaraní tocó la puerta para pedir comida. Nuestra amiga conocía a esta mujer y le pidió que pase y las acompañe. Ella estaba con su nieto de cinco años de edad. Cuando su nieto vio a Peggy se puso muy molesto y jalando de las mangas de su abuela ¡le pedía que se vayan inmediatamente! Él nunca había visto a una persona tan blanca en su vida, especialmente a

L

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CAPÍTULO 1

LA SORPRENDENTE ESTRUCTURA DE ESTA

ORACIÓN

alguien con el cabello totalmente blanco, ¡él pensó que estaba viendo a un fantasma! Continuaba rogándole a su abuela “salgamos de aquí”. Él protestó tanto que tuvieron que irse.

Peggy no tenía idea de lo que estaba sucediendo, entonces su amiga le explicó que ¡el niño pensó que ella era un fantasma! Sin embargo, la abuela continuaba diciéndole al niño que Peggy no era un fantasma. Ella le aseguró que los ángeles tenían el pelo blanco y que ¡no quedaba duda de que Peggy no era un fantasma sino un ángel! Cuando compartí este incidente con mi jefe, él se rio y me dijo, “Yo siempre supe que tu esposa era un ángel. ¡Cualquiera que te aguante por casi cuarenta y cinco años debe ser un ángel!”

El Padre Nuestro definitivamente no es lo que esperamos. Por ejemplo, no esperamos que sea una oración concerniente a la humildad, o que sea una escalera, mucho menos una escalera de cabeza. No esperamos que tenga una receta para sanar nuestras relaciones personales, aun así es todas estas cosas y mucho más.

El Padre Nuestro, (Mateo 6:9-15), puede ser visto como una escalera y cada persona se encuentra sobre uno de sus siete peldaños. Como verás, abarca desde la miseria absoluta de la esclavitud humana hasta la libertad encontrada en una relación singular, sin ser igualada incluso por los gloriosos ángeles en el cielo. Esta escalera es imponente ya que pinta un cuadro de las condiciones constantemente cambiantes que enfrentamos en la vida y al mismo tiempo nos llena de esperanza. Es una escalera que siempre nos lleva hacia la verdadera humildad con el propósito de levantarnos, y en el proceso nos presenta al poder liberador que se encuentra en la humildad. Sorpresivamente, el Padre Nuestro comienza en la cima de la escalera, en lugar de hacerlo en la parte de abajo. Describe el lugar donde muchos han estado, y para otros el lugar a donde deben ir si desean experimentar la vida como se debe. Por favor acompáñame en este sendero que el Señor ha trazado para nosotros en Su oración, y sígueme mientras avanzamos en una dirección totalmente inesperada, ¡yendo de “hijos” a “esclavos”!

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1. ESTA ESCALERA NOS DEFINE

CIMA DE LA ESCALERA

"Padre Nuestro que estás en los cielos...." Somos Sus HIJOS.

"Santificado sea Tu nombre...." Somos ADORADORES.

"Venga Tu reino...." Somos CIUDADANOS.

"Hágase Tu voluntad...." Somos SIERVOS.

"Danos hoy...." Somos MENDIGOS.

"Perdónanos...." Somos PECADORES.

"Líbranos...." Somos ESCLAVOS.

BASE DE LA ESCALERA

Acabamos de ver tan sólo cómo esta escalera indica quiénes somos, y quién es Dios en relación a nosotros. Démosle otro vistazo a la escalera y veamos el lugar de Dios en cada una de estas peticiones.

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2. ESTA ESCALERA DEFINE A DIOS

CIMA DE LA ESCALERA

Dios es nuestro Padre; somos Sus hijos.

Dios es exaltado sobre todo; somos adoradores.

Dios es Rey de Su reino; somos ciudadanos.

Dios es el revelador de Su voluntad; somos siervos.

Dios es el Dios de toda gracia; somos mendigos.

Dios es nuestro amoroso Salvador; somos pecadores.

Dios es nuestro Libertador; somos esclavos.

BASE DE LA ESCALERA

¡Queremos ver resultados, no sólo palabras! Cada una de las relaciones en estas peticiones produce en nuestras vidas algo totalmente nuevo y de gran valor. De hecho, lo que Dios produce en nosotros a través de estas relaciones ¡es a veces de mayor valor que las respuestas a nuestras

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oraciones! En el último capítulo, “Relaciones Transformadoras”, vamos a ver detalles acerca de resultados muy prácticos.

3. ESTA ESCALERA PRODUCE RESULTADOS

CIMA DE LA ESCALERA

Dios nuestro Padre - hijos:Produce nuestra nueva identidad.

Dios exaltado - adoradores:Produce nuestro propósito, Su gloria.

Dios nuestro Rey - ciudadanos del reino:Produce nuestra nueva comunidad.

Dios, revelador de su voluntad - siervos:Produce obediencia por medio de la fe.

Dios de toda gracia - mendigos:Produce completa dependencia en Él.

Dios nuestro Salvador - pecadores:Produce un nuevo nacimiento y una nueva naturaleza.

Dios nuestro Libertador - esclavos:Produce libertad en el Espíritu Santo.

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BASE DE LA ESCALERA

4. LA HUMILDAD DE ESTA ESCALERA

Ninguna escalera humana puede lograr lo que nuestro Señor logra para la humanidad en esta oración con tanta elegancia y gracia. Esta escalera produce aquello por lo que la gente tiene más hambre, amar y ser amado. Logra esto a través del medio más inesperado, a través del camino de la humildad. Al llevarnos de “hijos” a “esclavos” descubrimos el sendero de Dios hacia el amor.

Mucho antes de que autores como Jim Collins hayan hecho estudios, mostrando que el ingrediente clave en las vidas de Gerentes exitosos de empresas grandes, es la “humildad”, nuestro Señor ya había diseñado un camino hacia el mismo fin, con un propósito similar en mente. Cristo nunca nos humilla para menospreciarnos. Por el contrario, quiere que nos veamos a nosotros mismos como Él nos ve, porque cuando eso ocurre descubrimos el único camino a una vida más plena y rica que satisface los más profundos deseos del corazón humano.

La humildad es tan pobremente entendida como el Padre Nuestro mismo. Si tal vez entendiéramos el valor verdadero de la humildad en nuestras vidas, veríamos al Padre Nuestro bajo una luz diferente. Sin embargo primero debemos entender qué hay de especial en la humildad, por qué nos hace tan atractivos a otros, y qué es lo que produce en nuestras vidas que nos hace experimentar relaciones más gratificantes y ricas.

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A veces tengo el privilegio de realizar consejería prematrimonial. Una pregunta que siempre le hago a la novia es: “¿Cuál es la capacidad que este joven tiene para amarte?” Generalmente ella responde diciendo, “Bueno, ¡él dice que me ama mucho!” Pero yo le aclaro que no le pregunté lo que él dice, sino cuál es su capacidad para hacer lo que dice. En este punto ella casi siempre responde, “No sabía que era posible medir la capacidad de una persona para amar”.

¿Es verdaderamente posible medir la capacidad de una persona para amar? La respuesta es, “Claro que es posible”, y se mide haciendo otra pregunta más fácil que la primera, simplemente se pregunta, “¿Es esta persona orgullosa, enfocada en sí misma, o tiene una dosis saludable de humildad?”

Para poder entender cómo la humildad revela la capacidad de una persona para amar primero debemos definir a la humildad desde la perspectiva de Dios. No debemos olvidarnos que el contexto de esta maravillosa oración es la Biblia, la Palabra inspirada de Dios, y que la verdadera humildad comienza a formarse en nuestras vidas el momento en que nos colocamos bajo la autoridad de la Palabra de Dios. La humildad en la Biblia no tiene nada que ver con que una persona se degrade a sí misma, o que actúe como si no tuviera valor, o como si no

pudiera hacer nada de valor. Eso, mi amigo, no es nada más que un profundo sentido de inferioridad, y la humildad Bíblica no es afín a tal complejo. Entonces, ¿Cuál es esta humildad dada por Dios descrita en el Padre Nuestro, que nos da nuestra maravillosa capacidad de amar?

Jesucristo, el autor del Padre Nuestro, es la persona más humilde que jamás haya caminado y vivido sobre el planeta tierra, y como tal, Él es la más grande autoridad en el tema de la humildad. Él fue verdaderamente humilde y al mismo tiempo vivió con perfecta dignidad y auto-respeto, tal como quiere que vivamos nosotros. Para Jesús la humildad no consistía en degradarse a sí mismo, sino en levantar a otros. Al final,

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MIDIENDO NUESTRA PROPIA

CAPACIDAD DE AMAR

LA VERDADERA HUMILDAD PONE A LOS

OTROS PRIMERO

esto le costó el más grande sacrificio que alguien puede hacer por aquel que ama; dio Su propia vida para salvar las nuestras. Cuando las cosas se pusieron difíciles y tuvo que decidir salvar nuestras vidas y perder la suya, demostró el acto supremo de humildad

al considerar nuestras vidas como más importantes que la suya.

Entonces, si la verdadera humildad es poner a otros primero, ¿qué es el amor? Cuando nuestro Señor se sacrificó a sí mismo en la cruz, ¿fue un acto de suprema humildad o un acto de amor sin límites? En realidad, desde la perspectiva de Dios, al igual que la humildad, el amor es también el poner a otros primero. Es igualmente correcto decir que Su muerte fue un acto de humildad, y que fue un acto de amor. ¡Fue su perfecta humildad la que le dio la capacidad de amar tan plenamente! Lo que fue cierto para Él es también cierto para nosotros hoy. I Corintios 13:4, 5 claramente nos muestra que la persona orgullosa, engreída, con una actitud de superioridad, es incapaz de amar, porque esa clase de persona siempre va ponerse a sí misma primero antes que nadie. Su bienestar, sus deseos, metas y sueños son tan importantes que los de los demás son tan sólo sombras. Es por eso que en la consejería prematrimonial, les explicó al novio y a la novia que sólo las personas con humildad tienen la capacidad de amar a otros como deben. Por lo tanto, el Padre Nuestro nos muestra el camino de la verdadera humildad con el propósito de hacernos capaces de amarnos los unos a los otros de la misma forma en la que Dios nos ha amado.

Una canción popular de la década de 1960 dice, “Lo que el mundo necesita ahora es amor, dulce amor”. Eso fue cierto entonces, es cierto ahora, y siempre será el clamor de nuestros corazones. Lo que nuestro maravilloso Señor y Salvador nos recuerda en el Padre Nuestro es que el camino al amor no es la “libertad sexual”, o las riquezas, o gran éxito en nuestros emprendimientos, sino que el camino al amor y a la verdadera libertad es sorprendentemente, aquel que nos guía hacia la humildad.

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EL AMOR FLUYE DE LA HUMILDAD

En la estructura del Padre Nuestro hemos visto una escalera que nos lleva de “HIJOS” a “ESCLAVOS”, con el propósito de llevarnos por el sendero de la humildad y una nueva capacidad de amar. Ahora es el momento para examinar brevemente cada peldaño de la escalera, limitándonos a ver una de las muchas características de cada petición de esta oración tan especial.

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CAPÍTULO 2

DESCIFRANDO EL PADRE

NUESTRO

1. PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

"Padre Nuestro que estás en los cielos" no significaba mucho para mi hasta que leí (Hebreos 1:5), “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy?” ¡Los ángeles no

tienen el privilegio de llamar a Dios su Padre! Esa fue la primera vez que entendí cuán especial era llamar a Dios “Padre” y nunca más subestimé mi relación con Él como Su “hijo”. Si hubiera seres dignos de llamar a Dios “Padre” serían los ángeles, quienes en el día de la tentación cuando Lucifer lideró una rebelión en el cielo, (Apocalipsis 12:7-10), resistieron tanto a la tentación como a la

rebelión misma, siguiendo a Dios fielmente en lugar de seguir al engañador. ¡A pesar de eso no les es permitido llamar a Dios “Padre” o referirse a ellos mismos como “hijos de Dios”! Si nuestra relación con Dios estuviera basada en méritos, claramente los ángeles se hubieran ganado el derecho a este gran privilegio. Entonces, ¿Por qué nosotros, siendo claramente pecadores indignos, y que somos instruidos en el Padre Nuestro a confesar nuestros pecados a nuestro Padre celestial, tenemos una relación con Dios que supera a la de los ángeles celestiales sin pecado?

La respuesta se encuentra en la palabra “gracia”, como Efesios 2:8, 9 explica claramente, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. La palabra “gracia” significa “inmerecido”, entonces esta relación de “hijo” con Dios es un regalo inmerecido, que nos pertenece por medio de la fe, no por ninguno de nuestros propios méritos. Ya hemos visto que el Padre Nuestro nos guía en el camino de la humildad en lugar del camino de la jactancia y el orgullo. Si la base de nuestra relación con Dios fuera el mérito personal nos guiaría en la dirección opuesta, no hacia la humildad, sino hacia el orgullo. Si nos gloriamos de algo, debería ser de lo que Dios ha hecho por nosotros, en lugar de jactarnos de las grandes cosas que nosotros, pecadores, hemos hecho por Dios. Claro que las buenas obras son importantes. Vemos esto en el

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¡EL SER UN HIJO ES UN REGALO DE LA GRACIA

DE DIOS!

cuarto peldaño donde somos “siervos”, pero el ser siervos no es la base de la relación con nuestro Padre celestial. Incluso siendo siervos, es por

gracia por medio de la sola fe, ¡Porque ni siquiera nos merecemos el ser siervos!

2. SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

"Santificado sea Tu nombre" significa que Dios mismo, no solo Su nombre, sino que todo Su ser debe ser exaltado sobre todo lo demás. La expresión más completa para exaltar a Dios es la adoración. Esta es la razón por la que esta petición nos identifica como “adoradores”. Mientras que el más grande honor (el de ser hijos de Dios) está reservado sólo para nosotros, la adoración es el más grande honor otorgado a los ángeles. Ellos también son adoradores, pero hay una gran diferencia en lo que hace que su adoración sea aceptable ante Dios y lo que hace que la nuestra lo sea.

Tal vez no te diste cuenta que al orar diciendo “Santificado sea Tu nombre”, ¡estabas pidiendo que el primero de los Diez Mandamientos se haga realidad en tu vida! Éxodo 20:3, “No tendrás dioses ajenos delante de Mí”, prohíbe que cosa alguna tenga preminencia en nuestras vidas antes que solamente Dios. De ese modo, cualquier cosa que tome el legítimo lugar de Dios se convierte en un ídolo.

“Santificado sea Tu nombre” también está pidiendo que esta preeminencia de Dios sea una realidad en nuestras vidas. Si queremos obedecer el primer mandamiento de una manera aceptable, debemos primero acudir a Dios a través de esta petición. Nosotros no podemos hacer lo que hacen los ángeles, simplemente acercarse a Su presencia y adorarle. Ellos pueden hacerlo porque ya son puros y santos. En nuestro caso nuestra obediencia al primer mandamiento no es aceptable ante Dios porque estamos llenos de pecado, no somos puros y santos como los ángeles. Por eso Cristo nos enseña a acudir primero a Él por medio de la fe a través de esta petición, porque a pesar de que diga lo mismo que el primer mandamiento, la “obediencia” no viene primero en nuestra relación con Dios. La fe que nos guía a la cruz y la purificación vienen primero, y sólo después de esto viene la obediencia.

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EL PRIMER MANDAMIENTO Y

LA PRIMERA PETICIÓN SON LO

MISMO

Es importante entender que esta petición, junto con las demás, dependen del sexto peldaño, “Perdona nuestras ofensas”, porque sólo al confesar nuestros pecados a nuestro Padre celestial, y al ser perdonados, basados en la muerte de Cristo en la cruz, sólo entonces nos volvemos “puros y santos”, y nuestra adoración se vuelve aceptable ante Dios. Esa es la razón por la que una vida de fe (lo que Dios hace por nosotros) es la buena nueva del Evangelio, mientras que una vida de obediencia (lo que nosotros hacemos por Dios) es la mala noticia enseñada por los Fariseos de la Biblia.

3. VENGA TU REINO

"Venga Tu Reino" asume la ausencia de Su reino en cierto grado. Sabemos que Cristo es el Rey de Su reino y donde quiera que Él reine Su

reino está presente. Entonces, ¿cómo responde Dios a esta petición de tal manera que Él reine más y más en nuestras vidas, haciendo que seamos la comunidad de ciudadanos que Él desea en Su reino?

La vida del reino, se trata completamente de relaciones, comenzando con el Rey y extendiéndose hacia las relaciones entre

los ciudadanos. Al marchar las relaciones de manera incorrectamente necesitamos los cuatro recursos del reino, que nos pertenecen para poder “guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efesios 4:3). Cuando esta “unidad” y “paz” se pierden podemos acudir a estos cuatro recursos, (Efesios 4:2), que se encuentran en las “riquezas de la gracia de Dios” mencionadas varias veces en Efesios 1 - 3, y que nos pertenecen, por medio de la fe, cuando los necesitamos.

El primero de estos recursos mencionado en Efesios 4:2 es “Con toda humildad”. Esto no es algo con lo que nacemos, sino que es un regalo de

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LA VIDA DEL REINO DEPENDE

DE LOS RECURSOS DEL REINO

la gracia de Dios. La palabra “toda” no significa que debemos tener “toda humildad” (un suministro ilimitado de humildad) para resolver el conflicto, sino que en las “riquezas de la gracia de Dios” los ciudadanos de Su reino tienen disponible un suministro ilimitado de humildad para suplir sus necesidades. Se requiere mucha humildad para confesar nuestros errores a otros, o para perdonar a otros que nos ofendieron. La humildad nos da la habilidad de hacer eso por amor. Entonces, no es una coincidencia que el Padre Nuestro esté diseñado para mostrarnos el camino a la humildad, ¡que produce una capacidad de amar bajo las circunstancias más difíciles!

El segundo recurso es en realidad una combinación de dos atributos, “Docilidad/mansedumbre” que es una habilidad inusual para responder a la agresión con suavidad. Digo “inusual” porque por naturaleza, debido a nuestro orgullo, naturalmente respondemos a la agresión con nuestra propia actitud agresiva, ya que así es como nos sentimos hacia nuestro agresor. La gracia, sin embargo, no actúa sobre la base del mérito (lo que nos merecemos). La gracia nos lleva a responder a otros de la misma forma en que Dios nos ha respondido, con mansedumbre y amabilidad, a pesar de que no lo merecemos.

Mientras vivía en Brasil, no me volví a registrar con la policía federal en la ciudad donde vivía, pensando que esto era algo que tenía que hacer tan sólo una vez, mientras que la realidad del caso era que debía hacerlo cada año por tres años mientras obtenía mi visa de residente permanente. El no hacer esto traía la posible sanción de ser permanentemente expulsado del país. Después de defender mi caso ante la embajadora de Brasil en la Ciudad de México, ella nos informó que nunca podíamos regresar a Brasil, donde habíamos comprado una casa y un auto, y donde teníamos todas nuestras posesiones terrenales. Esto significaba que habíamos perdido todas nuestras posesionas brasileras, ¡excepto nuestra deuda!

Peggy y yo habíamos estado orando a diario para que el Señor nos dé, “de las riquezas de Su gracia”, no sólo las palabras sino que también la actitud de un ciudadano del reino de Dios. Basados en este recurso, “docilidad/mansedumbre”, estábamos dependiendo del Señor en cuanto al resultado. Después de escuchar su decisión yo dije, “Señora Embajadora, tiene todo el derecho de negarnos la entrada a Brasil porque no hemos guardado las leyes de su país”. Ella se quedó en

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silencio por un largo tiempo mientras mis palabras y actitud del reino penetraban. Finalmente ella dijo, totalmente revirtiendo su decisión, “Voy a hacer todo lo que esté en mi poder para que usted y su esposa puedan volver a Brasil”, ¡y por la infinita gracia y misericordia de Dios lo hicimos!

El siguiente recurso es “paciencia”. Una falta de paciencia siempre es resultado de nuestro orgullo. La impaciencia es una forma de decir que no nos merecemos las circunstancias, o acciones de otros que nos causan una inconveniencia. ¡Somos demasiado importantes para esperar! La paciencia, por otro lado, dice que consideremos a otros como más importantes que nuestro tiempo, trabajo, e incluso que nosotros mismos. La paciencia pone a los otros primero, una cualidad poseída por la gente humilde. Es asombroso cómo la paciencia ablanda a las personas, mientras que la impaciencia las endurece hacia nosotros. El ser paciente en tiempos difíciles requiere de mucha humildad, pero tanto la humildad como la paciencia son recursos del reino, disponibles para nosotros en las “riquezas de la gracia de Dios”, y nos pertenecen por medio del arrepentimiento de nuestra falta de paciencia, y por creer en la promesa de que Dios los proveerá.

“Soportándoos los unos a los otros en amor” es el cuarto recurso mencionado para alcanzar la “unidad… en el vínculo de la paz”. Este no es un amor ordinario. Algunas personas son verdaderamente “insoportables” pero Dios promete, de Su almacén de riquezas en gracia, un amor que es capaz de ¡soportar y verdaderamente amar a la “gente insoportable”! Él hace esto a partir de las riquezas de Su gracia que dispone para nosotros.

Como puedes ver, estos cuatro recursos del reino, disponibles para nosotros por medio de la fe, no son recursos ordinarios. ¡Cristo los compró con Su propia sangre! Sólo pueden ser nuestros por medio del arrepentimiento y la fe en Él y Sus promesas. Entonces, ¿cómo actúa un ciudadano del reino de Dios? Si puedes imaginarte a alguien aplicando estos recursos diariamente en sus relaciones personales, entonces ¡has descubierto la respuesta a esta pregunta y adicionalmente el valor y significado de la petición, “Venga Tu reino”!

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4. HÁGASE TU VOLUNTAD, COMO EN EL CIELO, ASÍ TAMBIÉN EN LA TIERRA

"Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra", es muy diferente de decir, “Hágase Tu voluntad en la tierra y en el cielo”. Cristo presenta la voluntad de Dios en la tierra, íntimamente conectada con Su voluntad en el cielo. No son dos voluntades, (la nuestra en la tierra y la Suya en el cielo), sino que son una sola, Su voluntad en la tierra inseparable de que Su voluntad en el cielo sea cumplida.

¿Quién hace la voluntad de otro? La respuesta por supuesto, como vimos en el cuarto peldaño, es el “siervo”. Dios, por otro lado, revela Su voluntad para nuestro diario vivir y se presenta a sí mismo en esta petición como el Señor soberano que determina lo que ocurre tanto en el cielo como en la tierra.

Todas las religiones enseñan que sus seguidores existen para servir a su dios, y ellos simplemente leerían esta petición de la siguiente manera,

“hágase tu voluntad en la tierra”, porque sus miembros existen para llevar a cabo “la voluntad de sus dioses” en la tierra; existen para servir a su dios. Sólo en el cristianismo encontramos la conexión entre la voluntad de Dios en la tierra en dependencia de que Su voluntad sea hecha en el cielo. Esto ocurre porque Sus acciones en soberanía en el cielo

determinan lo que acontece aquí en la tierra. Lo que es asombroso es que al unir estas dos “voluntades” en una, ya no somos los únicos siervos en esta petición. Nos hace “siervos” en la tierra, pero también hace de Dios un siervo al hacer Su propia voluntad en el cielo. Como vamos a ver, en esta petición ¡Dios es tanto Señor como siervo al mismo tiempo! ¡Eso para mí es un descubrimiento absolutamente extraordinario, que voy a explicar más claramente en los siguientes párrafos!

El entender que nuestro servicio en la tierra está directamente relacionado con Su servicio en el cielo es emocionante y en realidad representa un cambio de paradigma de las demás religiones en el

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NUESTRO SERVICIO A DIOS

FLUYE DEL SERVICIO DE DIOS

A NOSOTROS

mundo. La diferencia es, “servicio basado en la religión” y “servicio basando en una relación". El servicio en la religión depende de lo que nosotros hacemos por Dios, a lo que debo añadir, fácilmente nos lleva al orgullo en nuestros propios logros y hazañas. Servicio en una relación depende de lo que Dios ha hecho por nosotros en esa relación. Nos lleva por el camino de la humildad, porque nuestro servicio depende de los logros de Dios y no de los nuestros. ¿Quién se imaginaría jamás que existimos para servir a Dios porque Él primero vino para servirnos; que nuestro servicio para Él en la tierra fluye de Su servicio para nosotros en el cielo?

Esta realidad nos ayuda a entender las acciones de Cristo la noche en la que fue entregado. Aquella noche de Pascua, Juan nos dice (Juan 13:4-9) que Jesús no sólo se vistió como esclavo al poner una toalla alrededor de Su cintura, sino que realizó las tareas de un esclavo al lavar los pies de sus discípulos. La reacción de Pedro fue predecible, ¡porque no podemos concebir a un Dios que venga a servirnos! Cuando Pedro objetó, Jesús le dijo que si no dejaba que Cristo le sirva entonces estaría excluido de aquellos que sirvan a Cristo.

Es particularmente significativo, el hecho de que esto ocurrió a tan sólo horas antes de que Cristo cargara por nosotros la cruz que merecíamos cargar, muriera la muerte a la que estábamos condenados, lleve nuestro castigo y cargue con nuestra vergüenza, purificándonos, no sólo del polvo en nuestros pies, sino del pecado en nuestras almas. Esta petición implica que sólo aquellos que experimentaron el servicio de Cristo en la cruz (la voluntad de Dios en el cielo) personalmente son capaces de ser verdaderos siervos de Dios en la tierra. Esta fue la lección que Cristo le enseñó a Pedro la noche que fue traicionado, y que también nos enseña a nosotros a través de Su oración.

5. EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY

"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy", es la expresión de un corazón verdaderamente humilde que depende de Dios para todas sus necesidades. Este peldaño de la escalera nos identifica como “mendigos”, no en un sentido despectivo como si hubiéramos perdido

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nuestra dignidad, sino que en el sentido de la humilde actitud con la que le pedimos a Dios que supla para todas nuestras necesidades. Dios nunca nos trata como mendigos, pero quiere que tengamos la actitud humilde de un mendigo y que reconozcamos que incluso el

siguiente latido de nuestro corazón depende de Su voluntad. Los creyentes nunca dejan de ser hijos pero aun como hijos, Él quiere que reconozcamos que todo lo que tenemos y somos no es un resultado de nuestro mérito sino de Su gracia. No hemos hecho nada para merecer lo que tenemos, así como un mendigo no ha hecho nada para merecer lo que recibe. Sólo aquellos con una actitud de mendigo experimentan una profunda gratitud, porque una consciencia constante de cuán indignos somos de lo que recibimos produce una profunda gratitud en nuestros corazones.

Por siglos muchos cristianos han dado “gracias” al estar sentados a la mesa antes de comer. En Estados Unidos esta oración se llama “gracia”, ¿por qué tiene esta oración ese nombre? ¿No es acaso porque los cristianos siempre han reconocido que la “gracia” y la “gratitud” están inseparablemente conectadas? Al reconocer que Dios es la fuente de todas nuestras bendiciones, estamos reconociendo que estas bendiciones son regalos, no que hayamos ganado, sino inmerecidos. El acto mismo de pedir pan, como Cristo nos enseña a hacerlo, es un acto de humildad y gratitud. De hecho, una falta de gratitud es característica del materialismo, que cree que nuestro valor es medido por lo que tenemos, y se enorgullece tanto de nuestras posesiones como de nuestra habilidad (fuera de Dios) para obtenerlas. Dios no está en contra de que obtengamos riqueza o grandeza mientras esté acompañada de una profunda humildad que, por cierto, es más deseable en una persona que cualquier cosa que el dinero pueda comprar.

Cuando Satanás tentó a Cristo después de que éste ayuno por cuarenta días (Mateo 4:1-4), el pecado que Satanás quería que Cristo cometa no era el de convertir las piedras en pan. La tentación de Satanás era que Jesús deje de depender de Su Padre celestial para obtener Su pan diario y que se vuelva auto-suficiente. La respuesta de Cristo indicó que aunque Él podía convertir las piedras en pan para satisfacer Su hambre física, Él no lo haría al costo de no depender de cada palabra (promesa) de la boca de Dios. A pesar de que Cristo no era un mendigo, Él

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LA GRATITUD FLUYE DE LA

GRACIA

claramente ejemplificó la actitud humilde de un mendigo. Esta actitud es nuestra declaración de fe en la fidelidad de Dios, en Su veracidad en cuanto a Sus promesas, y en Su constante amor y cuidado por nosotros.

6. PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS

A NUESTROS DEUDORES"Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores", es el clímax del Padre Nuestro. Así como una puerta cuelga de sus bisagras, ¡así cada petición del Padre Nuestro cuelga

de esta petición! Cristo se esmeró en subrayar la importancia de esta petición (Mateo 6:14, 15), al repetirla para darle énfasis, algo que no hace con las otras peticiones. Al comentar exclusivamente en esta petición en especial, Él subraya la inmutable naturaleza de su estructura de “causa y efecto” con las terribles consecuencias de la muerte eterna para aquellos que no han experimentado el perdón de Dios, y la vida eterna para aquellos que se arrepienten y son perdonados.

Desafortunadamente, muchos de nosotros no tomamos muy enserio esta petición porque no nos consideramos grandes pecadores. Desde luego, si sólo nos enfocamos en nuestros pecados superficiales podríamos concluir que nuestra deuda ante Dios no es nada de qué preocuparse. Sin embargo cuando damos una mirada más profunda y nos vemos de la misma manera que Dios nos ve, ¡encontramos que

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¿QUÉ ES EL PECADO?

somos pecadores más grandes de lo que nos habíamos dado cuenta! Entonces, desde la perspectiva de Dios, ¿qué es el pecado?

1) Primero que nada, pecamos con nuestras acciones, aquellas que van en contra de las leyes de Dios, tales como robar, mentir, asesinar, adulterar, etc. A este nivel muchos de nosotros simplemente nos comparamos con otros y concluimos que ¡no somos tan malos después de todo! Sin embargo, en las Escrituras, la comparación para nuestro pecado no son las acciones de otros; sino que la comparación para nuestro pecado es la santidad perfecta de Dios. Esa es la razón por la que la ley de Dios tiene un tan alto estándar, porque no somos juzgados basados en nuestro estándar relativo, sino en Su absolutamente perfecto estándar.

2) Si es que miramos más allá de nuestras acciones encontramos que también pecamos con nuestros pensamientos. En el Sermón del Monte (Mateo 5:28), Cristo dice que aquellos que miran a una mujer con lujuria ya han cometido adulterio en sus corazones. Lo mismo es cierto para la codicia: codiciar algo que no es nuestro, aun si no lo hemos robado realmente, ya es un pecado ante los ojos de Dios.

3) También pecamos con nuestras palabras. Por ejemplo, Santiago 4:13-16 nos dice que jactarse es un pecado, ¡aun si lo que decimos es verdad! “Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala”. El chisme es tan sólo un ejemplo más de pecar con nuestras palabras.

4) A veces el no hacer nada es un pecado. Santiago 4:17 nos dice que todas las cosas que deberíamos haber hecho pero hemos dejado incompletas son pecado.

5) Además, todo aquello que deberíamos ser y no estamos siendo es también pecado. Gálatas 5:22, 23 nos da una lista parcial de aquello que deberíamos ser. ¡Todo menos la perfección en cada una de estas cosas es pecado: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza”!

6) Aun cuando no pecamos nosotros mismos sino que llevamos a otro a pecar, nos deja culpables (I Corintios 8:9-13). Provocar a ira a nuestros hijos es un ejemplo (Efesios 6:4).

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7) Si nos auto-justificamos diciendo que hemos hecho más “cosas buenas” que “cosas malas”, ¡incluso las mejores cosas que hacemos nos condenan! Como dice Isaías 64:6, incluso nuestras mejores acciones están tan contaminadas por nuestras motivaciones imperfectas, actitudes, orgullo, e interés en nosotros mismos, que ¡son como trapos sucios y putrefactos ante Dios!

¡Sólo el veneno de nuestro orgullo puede cegarnos en cuanto a la profundidad de nuestra propia depravación ante Dios! Si nos humillamos ante Dios y confesamos aquello que Él ya sabe, que somos grandes pecadores en necesidad de mucho perdón, no sólo nos dará un pleno perdón basado en la muerte de Cristo en la cruz, sino que también nos dará un corazón capaz de perdonar, así como Cristo perdonó a sus atormentadores mientras todavía estaba en la cruz. Esta es la noticia más grande sobre la tierra, que cuando experimentamos el perdón gratuito y abundante de Dios, también se nos da una nueva naturaleza como resultado de ser nacidos de nuevo. Esta nueva naturaleza nos permite perdonar a otros, así como Él nos ha perdonado.

7. LÍBRANOS DEL MAL"No nos metas en tentación, mas líbranos del mal." Literalmente dice, “¡líbranos del maligno!” Yo dicto conferencias en diferentes partes del mundo. Imagínate al boxeador de peso pesado Mike Tyson llegando a una de mis conferencias para retarme a una pelea de boxeo de doce asaltos. ¡No hay manera de que yo sobreviva ni doce segundos siendo dejado a mis propios recursos! Sólo tendría un chance si tuviera a un campeón digno que peleara por mí.

Pero no sólo es Mike Tyson quien nos reta. El que nos tienta no es otro más que Lucifer, mejor conocido como Satanás, aquél que un día retó a Dios mismo, amenazándolo con expulsarlo del cielo y tomar Su lugar. Lo que es más asombroso es que ¡un tercio de los ángeles creyeron que

Lucifer podía verdaderamente lograrlo y tomar el lugar de Dios! Al hacer esto, lo siguieron a su destrucción final y fueron ellos los expulsados del cielo. A pesar de que Satanás falló en derrocar a Dios, él hace todo

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EL VENENO DE NUESTRO ORGULLO

lo que esté en su poder para vengarse de Dios al atacarnos a nosotros, los hijos de Dios, a quienes considera el eslabón débil en el reino de Dios. A pesar de que nuestra situación es extremadamente desesperada porque no tenemos posibilidad alguna de resistir por nosotros mismos, tenemos un campeón digno. Dios proveyó un Libertador, no sólo para derrotar a Satanás en la cruz, sino también para protegernos de sus intentos de arrastrarnos nuevamente bajo el poder del pecado y la esclavitud que una vez nos controló. Él también nos ha dado Su inclinación natural en contra del pecado.

Ya hemos visto que el Padre Nuestro es una escalera que nos guía por el camino hacia la humildad, pero también es una escalera que comienza en la cima y desciende, a diferencia de la forma convencional, comenzar en la base y ascender. De hecho, el orden cronológico (el orden normal en el que experimentamos la gracia de Dios en nuestras vidas) es exactamente el opuesto al orden dado a nosotros por Cristo en esta

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CAPÍTULO 3

LA ESCALER

A DE CABEZA

oración. El orden normal comienza con la confesión de nuestros pecados porque comenzamos reconociendo que somos “pecadores” en necesidad de perdón, y

finalmente terminamos como “hijos”. Sin embargo, en el Padre Nuestro comenzamos como “hijos” y terminamos como “pecadores”.

¿Cuál es el propósito de Cristo al invertir el orden natural en tal forma que lo primero es dado al final y lo que experimentamos al final es dado primero? La respuesta es que, al darnos el Padre Nuestro al revés (como una escalera de cabeza), Él nos está dando la verdadera orientación para la vida cristiana. Es tan importante tener la orientación correcta en nuestras vidas que Cristo hace todo lo posible para dárnosla, ¡incluso el darnos esta oración al revés, para lograr este objetivo!

Entonces, ¿cuál es nuestra orientación, la brújula que nos mantiene en buen camino a lo largo de nuestras vidas? La brújula del cristiano está compuesta por Cristo y la cruz. A pesar de ser sumamente importante, Cristo no está solo, siempre debe estar acompañado de la cruz. El apóstol Pablo lo expresó de esta manera, “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado” (1 Corintios 2:2). Prácticamente, nos dice que toda la vida cristiana fluye

de Cristo y de la cruz. Si cristo nos hubiera dado Su oración en el orden lógico y cronológico, hubiéramos comenzado con nuestros pecados y la cruz y luego hubiéramos pasado a otras cosas, dejando la cruz atrás. Al invertir el orden, comenzamos con todo lo que fluye

de Cristo y de la cruz, y cada peldaño sucesivo de la escalera nos acerca más y más a la cruz hasta que Cristo y la cruz pinten nuestro horizonte entero y llenen nuestra visión. Al invertir el orden, Cristo se convierte en el punto focal de Su oración, en lugar de serlo nosotros. El clímax de esta oración es lo que Él ha hecho para hacernos aceptables ante Dios, en contraste con lo que nosotros hacemos como resultado de ser aceptables ante Él. El que la vida cristiana esté basada en Él y no en nosotros es esencial para entender por qué es una vida sobrenatural,

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EL PRIMERO ES EL ÚLTIMO Y EL ÚLTIMO EL PRIMERO

LA CRUZ ES NUESTRA BRÚJULA

fluyendo de un Dios sobrenatural, cuyo amor sobrenatural por nosotros lo llevó a emprender una operación de rescate sobrenatural en la cruz. Examinemos ahora siete razones por las que la cruz es nuestra brújula

en la vida.

Primero, Cristo y la cruz son nuestra orientación para que Dios mismo reciba todo el honor y la gloria. Él recibe la

gloria al enfocar la oración en lo que Dios hace, en lugar de enfocarla en lo que nosotros hacemos. Efesios 1:3-14 nos da una lista de las cosas que Dios ha hecho por nosotros y nos dice por qué lo ha hecho “para alabanza de la gloria de Su gracia” (versículo 6). Nuestra vida espiritual entera depende de lo que Él ha hecho por nosotros, para que Él reciba la gloria, “a fin de que seamos para alabanza de Su gloria” (versículo 12). Dios cumple Sus promesas con nosotros, “para alabanza de Su gloria” (versículo 14). El clímax de Su oración es Su obra en la cruz por la misma razón, la gloria de Dios.

En segundo lugar, Cristo y la cruz son la fuente de toda bendición espiritual, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3). Toda bendición del Padre Nuestro fluye de Cristo y la cruz.

En tercer lugar, es al pie de la cruz que nuestro pecado es disuelto en el “Aqua Regia” del alma. Como el apóstol Pablo nos dice, “en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de Su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros” (Efesios 1:7, 8).

Entonces, ¿Qué es “Aqua Regia”? El oro tiene una propiedad muy inusual que no se encuentra en otros metales, es impermeable al ácido. Deja cualquier metal en ácido y será derrotado por éste, al ser disuelto. El ácido es más fuerte que el metal pero no más fuerte que el oro. Sin embargo, hay una excepción, y es el ácido nitro-muriático, que puede dominar al oro a través de su poder de disolverlo, y por esta razón es llamado “Aqua Regia” que significa Agua Real.

El Padre Nuestro está orientado hacia Cristo y la cruz porque nada más que la sangre de Cristo puede ablandar la dureza de nuestros corazones causada por el pecado. Ninguna cantidad de sufrimiento o pruebas,

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EL AQUA REGIADEL ALMA

trabajo o logros, fama o gloria, educación o cultura, ni ninguna otra cosa puede disolver la dureza de nuestros corazones, excepto la sangre de Cristo para el

pecador arrepentido. Dios sacrificó lo que era más preciado para Él, la vida de Su muy amado Hijo, quien en la cruz derramó Su sangre por nosotros. Su sangre es la única Aqua Regia del alma, que por sí sola disuelve nuestros pecados y transforma nuestros corazones para reflejar el maravilloso amor de Dios y Su gracia.

En cuarto lugar, al orientarnos a Cristo y a la cruz, Jesús armoniza Su oración con el resto de la Escritura. La Biblia es la historia de la redención y no hay ninguna redención sin la cruz. Este evento singular es la culminación de siglos de profecías que marcan el calendario cristiano en A.C. y D.C. La cruz es la pieza central de la historia redentora así como la joya suprema de la oración de Cristo.

En quinto lugar, ya hemos hablado del hecho de que la transformación comienza aquí, en este peldaño de la escalera donde confesamos nuestros pecados. La transformación se hace evidente cuanto aquellos que han sido perdonados son capaces de perdonar a otros. Es aquí, al pie de la cruz donde recibimos una nueva naturaleza que busca la gloria de Dios en lugar de la nuestra.

En sexto lugar, el lugar donde encontramos el poder para vivir la vida cristiana es al pie de la cruz. “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Corintios 1:18). El apóstol Pablo dio testimonio de este poder en su propia vida cuando dijo, “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es el poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16).

En séptimo y último lugar, la cruz es el único lugar donde estamos a salvo de la ira de Dios. Como revela Efesios 2:2-5, en nuestra vida pasada éramos “hijos de ira”. Pero hay una zona donde nuestra alma puede estar a salvo de la ira de Dios, como es revelado en este importante pasaje en Efesios.

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TODO COMIENZA AQUÍ

Los indios de la pradera estaban familiarizados con la importancia de una “zona de seguridad”, porque en el verano los incendios en las praderas ponían en peligro sus hogares. Ellos quemaban toda la hierba alrededor de su pueblo porque tenían un dicho, “El fuego no puede venir al lugar que el fuego ya ha quemado”. En la cruz el fuego de la ira de Dios ya fue quemado, y allí al pie de la cruz, Dios ha creado una zona de seguridad para nuestras almas. En la cruz la ira de Dios por los pecados ya fue satisfecha. Su ira cayó sobre Cristo como nuestro sustituto, y donde Su ira ya ha sido quemada ya no se volverá a quemar. Entonces, el Padre Nuestro culmina en la zona de seguridad que Dios ofrece para nuestras almas.

En resumen, el Padre Nuestro es una brújula para nuestra alma, que nos dirige hacia Cristo y la cruz. Hace esto al presentarnos una “Escalera de Cabeza”. Si Él nos la hubiera dado en su orden natural y cronológico, la cruz sería tan sólo el punto de partida. Al invertir el orden, la cruz se vuelve el clímax de la oración, la fuente de toda bendición, nuestro lugar de purificación diaria, el lugar de poder y transformación, nuestra Aqua Regia del corazón, y la zona de seguridad diaria para nuestra alma.

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LA ZONA DE SEGURIDAD DEL

ALMA

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CAPÍTULO 4

LA ESCALERA COBRA

VIDA

l Jacob de la Biblia no fue el personaje más agradable. Se nos cuenta cómo engañó a su hermano Esaú y robó su primogenitura. Su madre le advirtió que huyera cuando ella descubrió que Esaú

planeaba matarlo, (Génesis 27:42, 43). Él huyó sintiendo que Dios lo había abandonado, pero en su camino tuvo un sueño, “Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella” (Génesis 28:12, 13). No sólo Dios no lo había abandonado, sino que ¡le proveyó una escalera que alcanzaba a su Padre celestial!

E

El título de este capítulo fue escogido porque Jesús se identifica a sí mismo como la escalera que vio Jacob, haciendo de sí una escalera viviente. Natanael era un escéptico, así que cuando Felipe lo invitó a conocer a Jesús de Nazaret, la respuesta sarcástica de Natanael fue, “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Cuando finalmente fue, quedó tan impresionado que exclamó, “Rabí, Tú eres el Hijo de Dios; Tú eres el Rey de Israel” Pero Jesús prácticamente dijo, todavía no has visto nada, “veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:51). Jesús se presentó a este escéptico como la escalera de Jacob conectando la tierra con el cielo. Él quería que Natanael lo conozca personalmente, no solamente aceptar el testimonio de Felipe.

Muchos escépticos han aparecido y desaparecido desde Natanael, pero las declaraciones de Jesús permanecen, y cualquiera que lo desee puede examinarlas personalmente, no sólo como ideas, sino en la vida real. La Escritura no presenta a Cristo sólo como otro mediador. Al contrario, presenta a

Cristo como nuestro único mediador entre Dios y el hombre. Como I Timoteo 2:5, 6 lo establece claramente, “Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos”.

¿Qué es tan especial acerca de la persona de Cristo que le da el derecho exclusivo de mediar entre Dios y nosotros? ¿No es mejor tener más opciones? ¿Por qué no tener tantos mediadores como sea posible para asegurarnos de que Dios nos ha escuchado y va actuar a nuestro favor? ¿No es acaso una manera de pensar angosta el decir que sólo Cristo

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JESÚS, LA ESCALERA VIVIENTE

puede ser nuestro mediador e interceder por nosotros ante Dios? Consideremos diez elementos presentados en la Escritura que explican el rol de Cristo como Mediador entre Dios y el hombre.

Los primeros dos elementos son las dos naturalezas de nuestro Mediador. Un requisito para un mediador efectivo es que tenga la misma naturaleza de las partes a las que representa. Normalmente no pensamos en esto porque en nuestra experiencia ambas partes son humanas. Un ejemplo imaginativo para la necesitad de dos naturalezas sería el supuesto caso de que necesitáramos un mediador entre las hormigas y los humanos. Este mediador tendría que ser una hormiga para comunicarse con ellas y representarlas, y también tendría que ser humano para comunicarse con ellos y representarlos. En el caso de nuestro Mediador con Dios, una de las partes es Dios, y la otra somos los humanos. Por lo tanto, nuestro Mediador necesita ser tanto Dios como hombre.

Acabamos de ver I Timoteo 2:5, 6, donde Cristo es presentado como Divino y humano al mismo tiempo. Entonces vayamos a examinar otro pasaje que apoya la doble naturaleza de Cristo como nuestro Mediador. Hebreos 4:14

trata con Su naturaleza divina y Hebreos 4:15 con Su naturaleza humana. El versículo 14 dice, “Por tanto, teniendo un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión”. Nos dice que no sólo Su origen es el cielo, sino que Su naturaleza como “Hijo de Dios” le da el derecho de representar a Dios. Fíjate también que el sumo sacerdote del Antiguo Testamento era un mediador temporal, (Levítico 16:20-28), hasta Cristo, nuestro permanente y perfecto Mediador, quien vino a realizar Su obra perfecta.

El siguiente versículo nos da la importancia de Su naturaleza humana como Mediador. “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15). Él puede representarnos plenamente porque como hombre experimentó todas las realidades de ser humano, sin embargo Él nunca pecó.

Sólo existe una persona que cumple ambos requisitos para ser nuestro Mediador e interceder por nosotros, y esa persona es Cristo, la “Escalera Viviente”. Como resultado de tenerlo como nuestro Mediador tenemos

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EL MEDIADOR DIOS/HOMBRE

una gran confianza al venir ante Dios a través de Cristo. De hecho, el siguiente versículo (Hebreos 4:16) habla de esa confianza que tenemos como resultado de tener a Cristo como nuestro Mediador. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”.

En realidad, al dividir estos tres versículos perdemos algo de su impacto. El versículo 14 dice que Cristo es un Mediador efectivo porque es Dios. El siguiente versículo (15) dice que Él es un Mediador efectivo porque es un hombre, pero sin pecado. Luego el versículo 16 habla de la

confianza que nos pertenece al saber que Cristo, nuestro Mediador Dios/hombre, vela para que recibamos misericordia y gracia para ayudarnos en el tiempo de necesidad. ¿Tienes tú esta confianza mencionada en el

versículo 16, porque estás dependiendo de Él como tu único Mediador? ¿Existe algún otro mediador que por lo menos se acerque un poco cumplir con los criterios presentados en la Escritura?

¡Es edificante pesar que Cristo pago un altísimo precio para ser nuestro Mediador! Como ya hemos visto (I Timoteo 2:5, 6), “Porque hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos”. Un

“rescate” es un precio pagado en representación nuestra. Si a nuestro Mediador le costó la vida, ¿podrías imaginar que luego de hacer eso Él haga un trabajo tímido? Como la Escritura dice, “El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Las cualidades de Cristo como nuestro Mediador no terminan aquí, pero si lo hicieran, ¡sin duda serían suficientes! ¿Quién más puede decir, “Yo puedo cumplir con todos los requisitos como Mediador de parte de Dios porque soy Dios; y también cumplir con todos los requisitos como Mediador del hombre porque soy hombre; (Dios perfecto y hombre perfecto) sellé esto con Mi vida, así que ¡confía en Mi completamente porque, como tu Mediador, soy tu perfecta seguridad!

Sólo una persona perfecta puede hacer un trabajo perfecto. Tenemos confianza porque nuestra seguridad está completa en conocer que

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ORANDO CON CONFIANZA

NUESTRO PERFECTO MEDIADOR

nuestro perfecto Abogado nunca comete errores. Así como el apóstol Juan, siendo ya un anciano respetado e influyente, dijo tan amorosamente, “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo” (I Juan 2:1). Hebreos 7:26 desarrolla más acerca de la naturaleza perfecta de nuestro Sumo Sacerdote al decir, “Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía: Santo, Inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos”.

D.J. Burrell cuenta acerca de dos hombres, los cuales un día se sentaron en una estación de trenes, hablando de la vida de Jesús. Uno de ellos dijo, “Pienso que podría escribirse una novela interesante acerca de Él”. El otro hombre respondió, “Y tú serías el indicado para hacerlo. Derriba el sentimiento dominante que muchos tienen acerca de Su supuesta divinidad y píntalo como es, tan sólo un hombre entre hombres”. El hombre que dio esta sugerencia fue el Coronel Ingersoll, y el autor fue el General Lew Wallace, ¡y el libro que éste eventualmente escribió fue Ben Hur! En el proceso de escribir acerca de la vida de Cristo, él quedó más convencido de que Jesús fue mucho más que tan sólo “un hombre entre hombres”. Finalmente, él también cayó de rodillas, al igual que el centurión romano que observó a Cristo, a quien recién él mismo había crucificado, y al igual que el centurión endurecido hizo, el General Wallace clamó, “Ciertamente este es el Hijo de Dios”. Él creyó que Cristo, el Dios/hombre, era quien aseguraba ser, nuestro perfecto Mediador. Su novela se convirtió en la novela más grande del siglo, ¡y eventualmente se convirtió en cuatro largometrajes!

Además de cualidades impresionantes nuestro Mediador debe estar activamente involucrado en interceder por nosotros, y Él lo está. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).

Su obra de intercesión debe ser constante y continua, ¡de otra forma necesitaría que alguien lo reemplace mientras está “fuera de servicio”! Pero Él siempre está “en servicio” y Su obra de intercesión nunca cesa, ni siquiera por un momento. “Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:24, 25).

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Ningún otro mediador es necesario si Su obra es perfecta, suficiente, y completa, lo cual Hebreos 7:25 dice, “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. ¿Por qué buscar otro mediador si aquel que Dios ha provisto intercede por nosotros?

¿Cuál sería tu respuesta si alguien te pregunta, “Sabes con absoluta certidumbre que vas a ir al cielo cuando mueras”? Esta certidumbre pertenece sólo a aquellos que tienen la absoluta seguridad que se encuentra al tener a Cristo como Mediador. “Pero estando ya presente Cristo, Sumo Sacerdote… no por sangre de machos cabríos ni de becerros (como en el Antiguo Testamento), sino por Su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención… Por eso es Mediador de un nuevo pacto (promesa), para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna” (Hebreos 9:11, 12, 15). Si tú no tienes esta certidumbre, pregúntate, “¿Por qué no?” Tal certidumbre pertenece

exclusivamente a aquellos cuya seguridad se encuentra en la obra perfecta de Cristo como Mediador, tal como la Escritura lo promete.

Cuando oramos, lo hacemos exclusivamente “En el nombre de Jesús”. El que Dios oiga

nuestras oraciones cuando oramos en el nombre de Cristo, no ocurre porque seamos perfectos, sino porque nuestro Mediador es perfecto. Como dice Juan 15:16, “Para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, Él os lo dé”. Cuando Cristo quería enfatizar algo, Él muy a menudo comenzaba diciendo “De cierto, de cierto te digo”. Juan 16:23 es uno de aquellos pasajes que dicen “de cierto, de cierto”. “De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en Mi Nombre, os lo dará”. Nuestra seguridad eterna está basada en tener a Cristo como Mediador, (Hechos 4:12), “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Ningún otro Mediador ha hecho tal afirmación o dado tal

promesa, porque ¡no hay ningún otro mediador capaz de hacer tal declaración!

Finalmente, Cristo afirmó ser nuestro único Mediador cuando dijo, (Juan 14:6)

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NUESTRA SEGURIDAD

ETERNA

EL NOMBRE SOBRE TODO NOMBRE

“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí”.

¿Qué viene a tu mente cuando piensas acerca de Cristo? La más grande pepita de oro encontrada al este del río Mississippi fue encontrada expuesta a plena vista en un arroyo poco profundo en Carolina del Norte. A muchos les pareció tan sólo una roca cubierta de barro. Un granjero la recogió y le pareció tan pesada que la usó como tope de puerta. Cuando un geólogo la vio, ¡vio un pedazo grande de oro! Entonces, ¿qué es lo que tú ves cuando piensas acerca de Cristo? ¿Ves a un buen hombre, a un buen maestro, a un ejemplo a ser imitado, o tan sólo a un camino más a Dios? Pido a Dios para puedas descubrir el oro y ver a Cristo como Él realmente es. Él es el Nombre que es sobre todo nombre, el Nombre en el cual oramos al Padre; la escalera viviente que nos une al Padre; aquel que garantiza todo esto con Su propia sangre. Él es el camino, la verdad, y la vida, y nadie viene al Padre si no es por Él.

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CAPÍTULO 5

1. RELACIÓN PADRE-HIJO: NOS DA NUESTRA IDENTIDAD

"Padre nuestro que estás en los cielos", es la primera relación, una relación amorosa de padre a hijo (o hija), que nos da nuestra identidad de por vida. En la sociedad de Estados Unidos nuestro apellido nos identifica en relación a nuestro padre, porque para muchos de nosotros, somos quienes somos en gran parte debido a nuestra relación con nuestros padres. La frase, “Espejo, espejo, de mi madre soy el reflejo”, a pesar de ser usada como un chiste, ¡tiene una pizca de verdad!

Muchos de nos otros nos hemos rebelado contra nuestros padres, y también en nuestra rebelión reflejamos nuestra relación con Dios. Todavía no he conocido un hijo o una hija que, mientras está en rebelión con sus padres cristianos, tenga una buena relación con Su Padre celestial. Nos convencemos a nosotros mismos de que nos estamos rebelando en contra de sus errores y fallas, cuando en realidad ¡nuestra rebelión es el resultado de nuestros propios errores y fallas en relación a nuestro Padre celestial que es amoroso y perfecto!

Nuestra rebelión contra nuestros padres terrenales es un resultado de quiénes somos y no de quiénes son ellos. Nuestra actitud hacia nuestros padres terrenales tiende a reflejar nuestra actitud hacia nuestro perfecto y amoroso Padre celestial. El rebelarnos contra nuestro Padre celestial es prueba de que incluso si nuestros padres fueran perfectos, ¡todavía nos rebelaríamos contra ellos! Nos engañamos a nosotros mismos al pensar que se trata de ellos, cuando en realidad se trata de nosotros y de nuestra relación quebrantada con nuestro Padre celestial. Considera lo siguiente: si no apreciamos a los padres que nuestro Padre celestial nos dio, esto muestra que no apreciamos al Sabio Dador que nos los dio. La forma en la que tratamos a nuestros padres refleja lo que pensamos de Aquel que nos los dio. Si no podemos apreciar el gran amor que nuestros padres tienen por nosotros, entonces es muy posible

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RELACIONES QUE TRANSFORMAN LA VIDA

que no apreciamos el amor más grande del Dador. Si no apreciamos todo lo que nuestros padres han sacrificado por nosotros, entonces probablemente no apreciamos el más grande sacrificio que nuestro Padre celestial ha hecho a través de la muerte de Su Hijo por nosotros. Sólo al pedir el perdón de nuestro Padre y al pedirle que cambie nuestros corazones de piedra en corazones como el Suyo, sólo entonces experimentaremos las buenas nuevas del evangelio que transforman nuestra vida y en el proceso transforman también nuestras relaciones personales.

¿Por qué amo a mi esposa? No es porque tenga una esposa perfecta. ¿Por qué ella me ama? Puedo asegurarte que no es porque ella tenga un esposo perfecto. Amo a mi esposa porque mi Padre celestial me la ha dado como Su regalo de amor para mí. La manera en la que trato a mi esposa es una indicación clara de lo que pienso de mi Padre celestial quien me la dio. Busco amar a mi querida esposa con todo mi corazón porque mi amor por ella no está basado en que ella sea perfecta, sino en mi perfecto Padre celestial quien me la dio; y busco mostrarle mi amor y gratitud al amar a Su precioso regalo en una forma que honre tanto al Dador como al regalo. En otras palabras, no amo a mi esposa sólo por sus muchas maravillosas cualidades; la amo tal y como ella es porque amo a mi perfecto Padre celestial quien me la dio. ¡Qué seguridad da esto a nuestro amor! ¡Nuestro amor el uno por el otro está tan seguro como nuestra relación con nuestro Padre celestial! Puede ser dicho con seguridad que nuestra relación con nuestro Padre celestial determina la calidad de cada relación que tenemos, sea con amigos o con enemigos.

2. DIOS EXALTADO-ADORADORES: NOS DA NUESTRO PROPÓSITO

"Santificado sea Tu Nombre", es la segunda de siete relaciones entre Dios y el hombre, encontradas en el Padre Nuestro. Esta es la relación del sumamente exaltado y supremo Creador del universo con aquellos quienes lo adoran. El “santificar Su Nombre” es exaltar su nombre sobre todo, pero especialmente en adoración. Esta relación en realidad define nuestro propósito en la vida, que es glorificar a Dios. Como Isaías 43:7 dice, “Todos los llamados de Mi Nombre; para gloria

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Mía los he creado, los formé y los hice…” ¡Y cuán glorioso es vivir de acuerdo al propósito para el cual hemos sido creados!

Todos hemos experimentado el gozo y la satisfacción de un trabajo bien hecho. El artista se place grandemente en una pintura magnífica, el carpintero en un gabinete finamente acabado, y así sucesivamente. Dios nos ha dado diferentes dones y habilidades, que desarrollamos y perfeccionamos, y experimentamos gran gozo al usarlas bien. Este gozo se multiplica cuando usamos estos dones, no orgullosamente, sino en humildad, para Su honor y gloria. Por esa razón Dios dice, “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (I Corintios 10:31).

No solamente los ángeles fueron creados para adorar a Dios. Nosotros también experimentamos gran gozo cuando “Él reina” en nuestras vidas al vivir humildemente en armonía con Sus propósitos para nosotros. Como dice el Salmo 97:1, “Jehová reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas”. Experimentamos un tremendo gozo en la adoración. “Te alaben los pueblos, oh Dios; todos los pueblos Te alaben. Alégrense y gócense las naciones, porque juzgarás los pueblos con equidad, y pastorearás las naciones en la tierra” (Salmo 67:3, 4). Experimentamos esta alegría y gozo sólo cuando nuestra adoración está basada en una relación personal con Dios y no sólo en un ritual religioso. La adoración es la más grande expresión del propósito de Dios para nuestras vidas mientras “Santificamos Su Nombre”.

La adoración también tiene un profundo impacto en nuestras relaciones personales. Al adorar a Dios, nuestro amor por Él crece porque la adoración y el amor no pueden estar separados el uno del otra. A quien sea que adoremos, amamos, y a quien sea que amamos adoramos. Cuando nuestro amor y adoración a Dios crecen, nuestro amor los unos por los otros es fortalecido, por consiguiente mejorando nuestras relaciones.

En este mundo de tanto pecado y sufrimiento, Dios les ha dado a los cristianos un antídoto para la maldición puesta sobre la humanidad después de que Adán y Eva se rebelaron. Antes de la maldición el trabajo del hombre era agradable, pero la maldición lo hizo un esclavo de su trabajo. “Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida… Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:17, 19). Esta maldición es levantada en el día de reposo de la

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semana, el Shabat, Éxodo 20:1-11, donde Dios nos libera de todo trabajo. Por esta maldición, muchos sienten que su propósito en la vida es trabajar. Pero el propósito del cristiano es adorar a Dios, una de las razones por las que el trabajo queda suspendido ese día.

El deterioro en cada aspecto de la vida es otro legado de la maldición. En su viaje por el desierto Israel recogía su pan diario que al día siguiente se echaba a perder, (Éxodo 16:24). En el día de la adoración, no sólo se suspendía el desecho, sino que Dios los bendecía con una sobreabundancia de pan. Dios dijo, “Maldita será la tierra por tu causa”. La “mezquindad” de la tierra luego de la maldición quedaba también detenida para el día de adoración y tenían plenitud. La “tierra” (nuestra fuente de ingresos) es también bendecida para que podamos adorar con libertad sin preocupación o temor. Esto no es para decir que la maldición está totalmente levantada y que los cristianos que adoran nunca experimentan necesidad. Pero la adoración, el cese del trabajo, y el alivio del deterioro cuando adoramos están presentes para mostrarnos un cuadro del cielo ¡donde el deterioro y el trabajo van a ser terminados para siempre!

En Israel, el levantamiento de la maldición tanto de los hombres como de la tierra era magnificado cada séptimo año, que era para reflejar lo que ocurría en el séptimo día, (Deuteronomio 15:1-16). En una sociedad agraria, el no plantar y cosechar por todo un año era ciertamente para experimentar hambruna. Pero Dios suspendía la maldición, en este caso, no sólo por un día, ¡sino por todo un año! No trabajar por todo un año es un cuadro extraordinario de vivir por fe en las promesas de Dios en lugar de confiar en su trabajo. Por un año entero Dios liberaba a sus adoradores de la maldición y de la esclavitud del trabajo, y proveía abundantemente para ellos. Además, había grandes implicaciones sociales ¡porque los pobres comían de la provisión copiosa de Dios y sus deudas eran perdonadas!

Y como si eso no fuera suficiente para probar el punto de Dios, cada siete años sabáticos se añadía un año adicional, el año de Jubileo. Por dos años seguidos Dios levantaba la maldición para que no quede duda de que Él y solamente Él, no nuestras obras, es la fuente de nuestro sustento, ¡el Dios de toda gracia es digno de nuestra humilde adoración! El año de Jubileo era un cuadro del cielo: Dios derramaba Su gracia en la tierra, los pobres eran alimentados, las deudas eran perdonadas, los

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esclavos eran libertados, y la tierra que había sido perdida era devuelta a sus dueños originales. Mientras esperamos ir al cielo, ¡la adoración trae el cielo a nosotros! ¡Es por eso que los ángeles están presentes, aunque invisibles, en nuestros servicios de adoración aquí en la tierra! Este es un misterio del cual se da una pista en pasajes tales como I Corintios 11:10; I Timoteo 5:21; y I Corintios 4:9.

La adoración es la más alta expresión de verdadera humildad y de nuestro eterno propósito en la vida: glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre en perfecta armonía los unos con los otros. Es una gracia que nos transforma individualmente y socialmente, sanando el deterioro moral y social que es tan dañino para todas las relaciones personales.

3. RELACIÓN REY-CIUDADANOS: NOS DA UNA NUEVA COMUNIDAD

"Venga tu reino”, era el tema de Juan el Bautista. Al preparar el camino para Jesús y Su reino, su mensaje era, “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). El reino de los cielos se había acercado porque el Rey de Su reino estaba cerca. Juan dejó claro, sin embargo, que fue el arrepentimiento lo que traía el reino a los corazones y a las vidas de las personas.

Las relaciones personales en el reino de Dios giran en torno a esta tercera relación entre Dios y los hombres mostrada en el Padre Nuestro, la relación del Rey con los ciudadanos de Su reino. Al mirar al Rey con corazones arrepentidos y al pedirle que gobierne en nuestras vidas a través de la fe, nosotros y nuestras relaciones tensas, comenzamos a sanar (II Corintios 3:18). En el Sermón del Monte, Mateo 5-7, Cristo nos explica cómo son los ciudadanos de Su reino. Una de sus características es “Bienaventurados los pacificadores” (Mateo 5:9). Al arrepentirnos de fallar en ser los “pacificadores” que deberíamos ser, y al ver a Cristo y a Su obra transformadora en la cruz, en fe, “pacificar” se vuelve la más grande virtud en nuestras vidas. Esto ocurre porque el Espíritu Santo nos da el poder convertirnos más y más en ciudadanos del reino.

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Un amigo me dijo un día, “¡Alabo a Dios por tu vida porque salvaste mi matrimonio!” Fui totalmente tomado por sorpresa, porque mi amigo era un consejero matrimonial y yo no tenía idea de que él tenía serios problemas en su propio matrimonio. Además, yo soy totalmente incapaz de salvar matrimonios, porque sólo Dios puede cambiar los corazones de las personas, los cuales son la raíz de nuestros problemas. Él me recordó de un retiro de parejas que yo había dirigido y donde había compartido acerca de mis propias experiencias fallidas, pero cómo la “transformación del reino” salvó mi matrimonio. En ese tiempo, yo hablé de las buenas nuevas encontradas en Filipenses 1:6 que dice, “El [Cristo] que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.

Yo compartí con ellos acerca de cómo por los primeros cinco años de mi matrimonio yo trataba de “perfeccionar” a mi esposa y hacía de las cosas un desastre. Mi amigo me confió que ¡él trataba de hacer lo mismo! En el retiro, yo expliqué que estábamos para amar a nuestras esposas (y a otros) tal y como eran, con todos sus defectos e imperfecciones, lo cual es la misma forma en la que Dios nos ama a nosotros. Estamos para amar a nuestras esposas tal y como ellas son, en lugar de hacerlo tal y como nosotros deseáramos que ellas sean. Lo mismo es cierto para todas las relaciones personales: estamos para amar a las personas tal y como son, y no tal y como deseáramos que sean, perdonándoles sus ofensas contra nosotros de la misma forma en que Cristo nos perdona a nosotros, (Efesios 4:32). A pesar de que Dios nos ama tal y como somos, ¡Él sacrificó todo para no dejarnos tal y como somos! Por Su gracia nos transforma, realizando un cambio que no podemos realizar por nosotros mismos y que tampoco nadie puede hacer por nosotros. Además, Él ha prometido transformar a otros, algo que ninguna cantidad de criticismo puede lograr. En lugar de nuestro criticismo orgulloso, como si fuéramos mejores que los demás y como si podríamos cambiarlos, necesitamos guiarlos al único que puede transformarlos mientras ellos se humillan a sí mismos ante Él.

Esa es la razón por la que les dije a aquellas parejas que si estaban tratando hacer aquello que sólo Dios podía hacer, necesitaban arrepentirse, ir donde sus conyugues, y después de pedirles perdón, decirles, “¡Te amo tal y como eres!” En el reino de Dios, sólo Él hace el perfeccionamiento. A través del poder de Su Espíritu Santo en nuestras vidas, nosotros tenemos el poder para amar a la gente tal y como son, y

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al hacer eso demostramos cómo Dios nos ama a nosotros. El creer que Dios está trabajando en las vidas de otros es un acto de fe, y el aceptarlos y amarlos tal y como son es un acto de humildad.

4. REVELADOR DE SU VOLUNTAD-SIERVOS: NOS DA UNA NUEVA OBEDIENCIA

"Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. No sé si en tu caso sea así, pero puede ser abrumador el escuchar constantemente lo que la voluntad de Dios es para nuestras vidas. La relación entre Dios y los hombres revelada en esta petición es la de un Revelador de Su voluntad, plenamente sabio y omnisciente, con Sus siervos. No obstante, en lugar de enfocarme en lo que Dios demanda de nosotros, deseo explorar lo Dios demanda de sí mismo cuando dice, “Como en el cielo”. Sí, Dios cumple Su divina voluntad en el cielo incluso al pedirnos que cumplamos con Su voluntad en la tierra. Entonces, ¿cuál es la voluntad de Dios para sí mismo “en el cielo”, que nos permite cumplir con Su voluntad en la tierra entre las relaciones humanas?

Le doy pleno crédito a uno de mis mentores, Ron Shaw, por el siguiente entendimiento de Juan 17, la oración de Cristo por nosotros. En esta oración Cristo se refiere a nosotros, los creyentes, como el regalo de amor especial del Padre para Él. Nota cómo Cristo ora, “para que dé vida eterna a todos los que le diste” (versículo 2). Él continúa orando, “He manifestado Tu Nombre a los hombres que del mundo Me diste; Tuyos eran, y Me los diste” (versículo 6). El siguiente versículo muestra cuan especiales somos, ¡distinguiéndonos de todos los demás en el mundo! “No ruego por el mundo, sino por los que Me diste” (versículo 9). Finalmente Él habla de la seguridad que nos pertenece: “Padre, aquellos que Me has dado, quiero que donde Yo estoy, también ellos estén conmigo” (versículo 24).

Doce años atrás, cuando yo tenía 56 años, recibí una carta de mi madre. Cuando abrí el sobre, junto con su carta estaba un viejo y amarillento pedazo de papel que tenía “rasguños” de colores. En realidad parecía un viejo pedazo de basura y me pregunté ¡por qué mi madre me está

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mandando basura! Sin embargo, al leer la carta todo se aclaró. En ella mi madre me decía, “Hijo, cincuenta años atrás, cuando tú tenías seis años y estabas en primero de primaria, tu maestra le dio a toda la clase algo de papel y lápices para colorear, y te pidió que dibujes lo que quisieras. Tú estabas tan orgulloso de tu ‘obra de arte’ que volviste a casa para presumirme de ella. Después dijiste, ‘Mami, dibujé esto como un regalo para ti’” Ella añadió después, “Hijo, he guardado tu regalo como una prueba, ahora te lo estoy devolviendo en buen estado”.

Sí, para mi ese viejo pedazo de papel se veía como basura pero sabía que no era “basura” para mi madre. Su valor no se encontraba en su perfección artística, sino en el amor de mi madre hacia el dador del regalo. ¿Puedes ver la conexión? Tú y yo somos un “regalo de amor” de Dios el Padre para Su querido Hijo. Cristo nos valora no porque somos una “gran obra de arte”, sino que nos valora por Su gran amor al Padre quien nos regaló a Él. Su amor por nosotros está basado en Su perfecto e inquebrantable amor por Su Padre celestial. ¡Él tendría que dejar de amar a Su Padre celestial para dejar de amarnos a nosotros!

¿Te das cuenta de la seguridad que esto nos da en relación con Él? El hecho que Su amor por nosotros esté basado en algo inmutable - Su perfecta relación con Su Padre celestial - asegura Su relación con nosotros. El mismo tipo de seguridad nos pertenece en el matrimonio, cuando nuestro amor por nuestro conyugue está basado en el amor por el Dador. Nuestro amor por nuestro conyugue incluye todas las maravillosas cualidades de éste, pero es reforzado por algo mucho más sólido, nuestra relación con nuestro perfecto Padre celestial quien nos dio a nuestros conyugues como Su “regalo de amor” especial para nosotros. Tan segura esta nuestra relación con nuestro conyugue, que para que sea rota, nuestra relación con Dios debe ser rota primero. Eso significa que ¡nuestra relación con nuestro conyugue está asegurada así como nuestra relación con Dios mismo!

Sin embargo, el glaseado de la torta es el que de la misma forma que mi madre me devolvió su regalo, así también Cristo nos va devolver a Su Padre celestial, habiéndonos guardado y perfeccionado de acuerdo con la voluntad de Su Padre. Con dice Judas 24 y 25, “Y a Aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de Su gloria con gran alegría, al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos.

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Amén”. Un día, con gran pompa y ceremonia, Él va presentarnos de vuelta a Dios. ¡Qué día de júbilo será ese! ¡Qué celebración en honor a la perfecta fidelidad de Cristo a Su Padre celestial! amándonos a partir de Su amor por Su Padre, preservándonos y perfeccionándonos, y luego devolviéndonos a Su Padre para su honor y gloria eternos. ¡Qué cuadro de seguridad al encontrarse en un matrimonio que está construido sobre este ejemplo!

5. DIOS DE GRACIA-MENDIGOS: NOS DA UNA NUEVA DEPENDENCIA EN DIOS

"El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy". Pocas cosas en la vida nos preocupan más que nuestra situación financiera, y las finanzas a menudo se convierten en un punto de conflicto en nuestras relaciones personales, especialmente en el matrimonio. Ya que muchos de nosotros luchamos en un momento u otro en esta área, la Escritura tiene mucho que decir para animarnos y aliviar el estrés en nuestras vidas. Esta petición en particular nos recuerda de nuestra dependencia en el Señor para todas nuestras necesidades materiales y espirituales.

El Sermón del Monte de Cristo explica que el cuidar de nosotros es parte de la naturaleza de Dios como nuestro Padre celestial. Él dice, “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir... Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:25, 26).

La dependencia en el Señor es tan sólo un ejemplo más de humildad. Es por eso que Dios trae a nuestras vidas algunos eventos muy difíciles, para humillarnos y hacer que dependamos de Él. Como dice I Pedro 5:5-7, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros”.

La oración es el sustituto de Dios para la preocupación. ¿Cómo serían nuestras vidas si en tiempos de dificultad orásemos y enfrentásemos los

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problemas con perfecta paz en nuestros corazones y mentes? ¡Sorprendentemente eso es exactamente lo que nuestro Padre celestial promete a aquellos que dependen de Él! Él dice, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).

A pesar de ser un creyente por muchos años, el veneno de mi orgullo se revela a través de la mucha preocupación. Es sólo cuando Dios trae situaciones imposibles a mi vida, y cuando me falla el gancho de la auto-confianza que me esclaviza, que acudo a Dios con fe temblorosa. Dios trajo un evento muy traumático a mi vida en Mayo del 2008 cuando las circunstancias fueron tan imposibles que me sentí tan indefenso como un bebé recién nacido y ¡toda mi auto-confianza fue hecha añicos!

Mi esposa Peggy y yo vivíamos en Londrina, Brasil, donde compramos una casa y un auto con dinero prestado. Como el auto era un modelo antiguo que funcionaba con gasolina, decidí comprar un auto nuevo que funcionaba 100% con etanol. En ese tiempo el etanol era mucho más barato que la gasolina, disminuyendo considerablemente nuestro costo de combustible en mis viajes largos. Así que cuando encontré un auto con un reembolso de $2,000 dólares si era comprado antes de fin de mes, lo compré.

Hice un trato con un vendedor y le di mi auto viejo, el dinero que tenía a la mano, y el saldo en dos cheques fechados: $3,000 con vencimiento en quince días y $3,000 con vencimiento en treinta días. Él iba a retener el auto nuevo hasta cobrar los cheques. Después de firmar los papeles le di instrucciones a mi banco en los Estados Unidos para que depositara el dinero en mi cuenta brasilera para cubrir los dos cheques. ¡Todo parecía sencillo!

Mi pesadilla comenzó cuando recibí una llamada de mi banco brasilero diciendo que ¡el Servicio de Impuestos Internos de Brasil había bloqueado mi cuenta! Cuando vivía en Chile, donde trabajé por 14 años, no pagué impuestos porque ya los pagaba en los Estados Unidos. Lo mismo ocurrió en México donde trabajé por 20 años. Sin embargo, en Brasil era diferente, y estaba enfrentando una cuenta de banco “congelada” hasta que pague mis impuestos de la gestión 2006; además los dos cheques con los que había pagado al vendedor iban a “rebotar” si

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no encontraba una solución. Posteriormente el Servicio de Impuestos Internos me informó que ¡debía $25,000 en impuestos, multas e intereses!

¡Esta parecía una situación completamente imposible! Incluso si por algún milagro lograba prestarme el dinero en los Estados Unidos, no había forma de que reciba esos fondos mientras mi cuenta estaba congelada, pero el bloqueo de mi cuenta no sería levantado hasta que le pague al Servicio de Impuestos Internos. ¡Estaba atrapado en un “dilema sin salida” y me sentí como si el cielo se hubiera derrumbado sobre mí! Le dije a Peggy que la única solución en la que podía pensar era esfumarse de la ciudad y huir de Brasil mientras todavía podíamos, ¡antes de que los cheques reboten y la Policía Federal comience a buscarnos en los aeropuertos por evasión de impuestos! ¡Esto significaría que cerca de la edad de jubilación perderíamos todo menos nuestras deudas!

Cuando le conté mi plan a Peggy ella sugirió una idea novedosa, “¡Confiar en el Señor!” ¡Confiar en el Señor, santo cielo! ¡Nuestra cuenta estaba bloqueada hasta que paguemos nuestros impuestos pero no podíamos pagar los impuestos mientras nuestra cuenta estaba bloqueada! “¡Confiar en el Señor!” ¡Francamente yo me estaba preguntando si incluso Dios podía sacarnos de este problema! A pesar de pensar que no teníamos esperanza, en lo profundo de mi ser, sabía que Peggy tenía razón. ¿Pero qué hacíamos mientras “confiábamos en el Señor”?

Primero, contratamos a un abogado brasilero especialista en impuestos que un amigo nos había recomendado. Segundo, fui al cajero automático con mi tarjeta de débito estadounidense. Nos daba $500 dólares al día por tres días antes de llegar a su máximo de retiros, y eso cubría tan sólo la mitad de lo que necesitaba para cubrir el primer cheque. ¿Qué hacer después de eso? No tenía idea excepto continuar confiando en el Señor y esperar.

Después de ir al cajero automático tres veces, yo esperaba que diga, “Solicitud denegada”, de la misma forma en la que me había ocurrido en el pasado cuando alcancé mi máximo de retiros. Pero, para mi absoluta sorpresa, la máquina me dio otros $500. Lo mismo me ocurrió los siguientes dos días con lo que ¡gracias a Dios pude cubrir los $3000 del primer cheque! Le dije a Peggy que pensaba que el cajero estaba

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descompuesto y que ¡iba a continuar retirando dinero! Sin embargo, ¡al día siguiente el cajero automático me dio la notificación atrasada, “Solicitud denegada”! ¡La máquina no estaba descompuesta después de todo! El por qué me permitió retirar el doble del máximo de retiros para mí es un misterio, a menos que los milagros ocurran en verdad.

¡Grandioso! cubrimos el primer cheque, pero ¿ahora qué? ¡De vuelta a confiar en el Señor y hacer un examen de conciencia! En ese momento, si la preocupación fuera hielo, ¡yo hubiera estado congelado en un bloque de hielo de una milla de grosor! El gran milagro en todo esto no fue cómo Dios resolvió la crisis financiera; sino que fue cómo, al confiar en Dios, la cubierta de hielo de mi corazón comenzó a ceder y dar lugar a la paz, una paz totalmente inexplicable. Y después, mientras continuamos esperando en el Señor ¡el milagro ocurrió!

Mientras el día de vencimiento del segundo cheque se acercaba sonó el teléfono. Era nuestro abogado que nos dio una noticia absolutamente asombrosa, que ya no le debíamos ni un centavo al Servicio de Impuestos Internos. ¡Él nos aseguró que nuestra cuenta sería desbloqueada al día siguiente! Él nos explicó que el 2006, el año que el Servicio de Impuestos Internos estaba recolectando impuestos, se nos había sido dada nuestra “visa de residencia permanente” y habíamos comprado una casa, lo que nos clasificaba como inmigrantes a Brasil. Inmigrantes a Brasil no pagaban impuestos su primer año. ¡No debíamos nada!

¡Qué alegría llenó nuestras almas, qué gozo tan abundante! ¡Éramos libres, absolutamente libres! ¡No teníamos que huir, alabado sea el Señor, éramos libres!

6. DIOS NUESTRO SALVADOR-PECADORES: PRODUCE EN NOSOTROS UN

NUEVO NACIMIENTO Y UNA NUEVA NATURALEZA

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"Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores". Las religiones buscan sacar a los hombres de las pocilgas y cloacas de la vida, algo totalmente noble y bueno, pero Cristo da un paso más allá al sacar las pocilgas y las cloacas de dentro del hombre, haciéndolo una nueva persona de adentro para afuera. Es una cosa sacar a un hombre de las cloacas y una cosa totalmente diferente es sacar las cloacas de dentro del hombre. En esta petición nos arrepentimos y acudimos a Cristo para que nos dé un nuevo corazón y una nueva naturaleza, que estén dispuestos y sean capaces de perdonar a otros.

Admiro la parábola de Cristo del “Hijo Pródigo” por lo que dice acerca del hermano mayor (Lucas 15:11-32). El hermano mayor era un hijo bueno, obediente a su padre. Él trabajaba duro, era moral y respetable, y en muchas formas digno de alabanza. De acuerdo a todos los estándares humanos él no vivía en una cloaca, pero de acuerdo a Cristo ¡la cloaca vivía dentro de él! Cuando su hermano depravado finalmente volvió a su casa pidiendo perdón, su padre preparó un gran banquete para darle la bienvenida. Incluso después de ser perdonado y restaurado por su padre, el “buen hermano” no ayudaría o perdonaría a su hermano caído. En esta parábola, un hermano se va de casa para vivir en la cloaca, pero se arrepiente y es restaurado. El hermano mayor se quedó en casa, pero su actitud y acciones amargas mostraron que a pesar de su bondad externa, la cloaca estaba viva y bien dentro de él.

Esta petición está diciendo claramente que nuestra transformación interna es evidenciada por nuestra habilidad de perdonar. Una persona puede sufrir el infierno en la tierra, tal como aquellos que fueron llevados a los campos de concentración Nazi, o como cristianos hoy en día que sufren terrible persecución en algunas partes del mundo. Pero al mismo tiempo, pueden experimentar la libertad del cielo en sus almas a través del arrepentimiento y la fe en Cristo.

El hombre es capaz de grandes logros, transformando lo ordinario en cosas de gran valor y belleza. Esta habilidad refleja el milagro de Dios de la gracia transformadora en nuestras vidas. Por ejemplo, vemos esto cuando un poeta toma una hoja ordinaria de papel, escribe sus pensamientos con excepcional elegancia y gracia, y produce algo de gran valor. A eso le llamamos genio.

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Un artista también refleja el trabajo interno de transformación que hace Dios cuando selecciona un lienzo ordinario y aparentemente de la nada transfiere en él la belleza que ve en su mente u observa con sus ojos. A eso le llamamos arte.

Un artesano refleja el milagro de Dios cuando toma material en bruto que vale diez dólares y lo convierte en una herramienta que vale cientos o incluso miles de dólares. A eso le llamamos habilidad.

La obra de gracia de Cristo es mucho más superior tanto en calidad como en valor. Él llega a la cloaca de la existencia humana y la hace suya en la cruz. Nos da sanidad a partir de Su cuerpo quebrantado; nos da descanso a partir de Su obra en la cruz; y nos da la habilidad de perdonar a partir de Su perdón. En el proceso llena nuestras vidas con la belleza indescriptible de Su santidad, de la dulzura de Su amor, de lo sufrido de Su paciencia, y de la novedad encontrada en el nuevo nacimiento. ¡A eso le llamamos salvación!

¿Has experimentado esta transformación interna? Sólo puede ser tuya a través del arrepentimiento y la fe, simplemente acudiendo humildemente a tu Padre celestial y pidiéndole que “perdone tus deudas como también tú perdonas a tus deudores”. Cristo está a la puerta de tu corazón y está llamando. Si escuchas Su voz, confiésale tus pecados, y pídele que gobierne en tu vida como Salvador y Señor. Él lo hará, y en el proceso ¡promete hacer todas las cosas nuevas!

7. LIBERTADOR-ESCLAVOS: NOS DA UNA NUEVA LIBERTAD EN CRISTO

"No nos metas en tentación, mas líbranos del mal". De esta relación de Libertador-esclavos fluye la libertad, tanto de la condenación como del poder del pecado que esclaviza nuestras vidas. En este punto me gustaría enfocarme en un aspecto de la miseria que encontramos como esclavos, la del dolor y el sufrimiento. ¿Cómo tratamos con este problema como cristianos?

Todos sabemos que hay sufrimiento en la tierra, pero si yo te pregunto si “hay sufrimiento en el cielo”, ¿qué responderías? Si respondes, “No,

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claro que no, no hay sufrimiento en el cielo”, estarías en parte en lo correcto. Es cierto que ningún creyente (pasado, presente o futuro) sufrirá en el cielo. Pero hay otra respuesta que también es correcta, “Sí, hay mucho sufrimiento en el cielo. De hecho, ¡hay tanto sufrimiento y dolor, como los creyentes experimentan en todo lugar de la tierra!” ¡Tal vez este concepto te parece tan impactante como me pareció a mí!

Un lugar donde encontramos esta verdad es en Colosenses 1:24. El apóstol Pablo está genuinamente sufriendo dolor físico en una cárcel romana por predicar el evangelio. Al mismo tiempo está experimentando gran gozo porque sabe que no está sufriendo solo. Cristo está sufriendo todo lo que él está sufriendo. Su dolor es el dolor de Cristo, y en su sufrimiento está íntimamente unido a Cristo. ¿Cómo puede ser esto? Este versículo dice, “Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por Su cuerpo, que es la iglesia” Cuando Pablo dice que está cumpliendo “lo que falta de las aflicciones de Cristo” por Su cuerpo, la iglesia, está explicando que ¡Cristo continúa sufriendo!

En los versículos previos, 20 y 22, Pablo ya se refirió a la muerte sufrimiento de Cristo en la cruz, entonces ¿por qué este pasaje habla de los sufrimientos de Cristo que todavía “faltan” o “restan”? Este sufrimiento de Cristo que “todavía falta” no tiene nada que ver con Su sufrimiento en la cruz y ¡tiene mucho que ver con que nosotros seamos “Su cuerpo”! Uno de los más grandes misterios de la Escritura es cómo Cristo puede tener dos cuerpos, ¡Su cuerpo humano físico que se levantó de los muertos y Su “cuerpo espiritual” que es la iglesia!

En la eternidad pasada, en el consejo de la Santa Trinidad - Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo - en perfecta armonía, se tomaron decisiones soberanas. Una de las cuales respondió a la pregunta, “¿Cuál sería la relación de Cristo con todos los creyentes por los cuales Él iba a morir?” ¿Sería nuestro amigo? ¿Sería nuestro “Hermano Mayor” como “hijos de Dios”? ¿O seríamos la novia y Él el novio?

Ellos decidieron que nuestra relación con Cristo sería la relación más íntima posible. La segunda relación más íntima que conocemos los seres humanos es la intimidad entre un esposo y una esposa en la unión física del matrimonio. Sin embargo, la relación más íntima posible es la relación entre una persona y su propio cuerpo. El hecho de que a partir

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de Su gran amor por nosotros Él escogió tener la relación más íntima posible con nosotros significa que ¡Él decidió que nosotros nos convertiríamos en Su cuerpo!

¡Las consecuencias para Cristo de esta decisión son sorprendentes! El hecho de que Él también sufre todo lo que nosotros sufrimos como Su cuerpo, significa que no hay nada de lo que suframos que Él no sufra en toda su magnitud. Pero Su sufrimiento va incluso más allá porque Él también sufre lo que cada individuo cristiano, como Su cuerpo, sufre alrededor del mundo.

Permíteme ilustrar esto. Si tomamos una lupa en un día soleado podemos concentrar los rayos del sol en un punto pequeño. El punto de concentración se vuelve sumamente caliente y puede encenderse un fuego. Así es con Cristo, los sufrimientos de todo el pueblo de Dios están concentrados en un punto, la Persona de Cristo. ¡Él lleva en sí mismo la magnitud completa de todos los sufrimientos de cada creyente, cada minuto del día! Cristo, a partir de Su perfecto amor por nosotros decidió tener la relación más íntima posible con nosotros. Esto significa que Él continúa sufriendo con nosotros aun estando en el cielo.

Una vez conocí a un hombre que tuvo una novia por 35 años. Le pregunté por qué no se casó con ella. Él me respondió que ¡no lo hizo porque no quería sufrir! Él estaba feliz siendo tan sólo su “amigo” pero parecía tener miedo de una intimidad y compromiso más grandes porque “no quería sufrir”. Cristo podía haber tomado la misma decisión. Él podía haber escogido “ser tan sólo nuestro mejor amigo” y salvarse a sí mismo de mucho sufrimiento, pero Su amor fue más grande.

La última parte del resumen de la Ley de Moisés es “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Cristo no nos ama menos que eso. Al amarnos como a “Su cuerpo” Él verdaderamente nos ama de la misma forma que se ama a sí mismo.

Nunca vamos a ser capaces de entender las profundidades del amor de Cristo. ¿Cuánto nos ama? Nos ama como un amigo, como nuestro mejor amigo, pero Su amar va más profundo. ¿Cuánto nos ama? Nos ama como un padre ama a sus hijos, pero Su amor va más profundo. ¿Cuánto nos ama? Nos ama como un novio ama a su bella novia, pero Su amor va más profundo que eso. ¿Cuánto nos ama? Nos ama tan intensa y profundamente como se ama a sí mismo, a Su propio cuerpo. Habiendo

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ya dado Su vida por nosotros, ¿podemos dudar de tal amor como este? Con razón, a pesar de los sufrimientos de Pablo, él también estaba lleno de gozo en gran intimidad con Cristo. A pesar de que su cuerpo estaba en cadenas, su alma estaba alegremente libre.

Entonces, ¿cómo es que el ser “el cuerpo de Cristo” mejora nuestras relaciones personales? Cristo nos enseña que todo lo que nos hacemos el uno al otro, como Su cuerpo, también se lo hacemos a Él (Mateo 25:31-46). Cada cosa buena que hacemos el uno por el otro lo hacemos a Cristo mismo. Cada cosa hiriente que hacemos el uno al otro (Su cuerpo) también la hacemos a Cristo. Como dije anteriormente, la forma en la que nos tratamos los unos a los otros es el más grande indicio de lo que pensamos de Cristo. Si Él no significa nada para nosotros, entonces maltratar a Su cuerpo no importa. Pero para aquellos que lo amamos es algo totalmente diferente. Entonces, ¿cuánto amamos a Cristo verdaderamente? La respuesta se encuentra en cómo tratamos a otros. Las buenas nuevas del evangelio dicen que si nos quedamos cortos, (como siempre lo hacemos) podemos humildemente acudir a Cristo en arrepentimiento y fe, porque Él y sólo Él es nuestra única esperanza para restaurar nuestro amor por Él y por los miembros de Su cuerpo.

Oración de confesión:

Padre celestial y misericordioso, por favor perdóname por mis muchos pecados. Mis pecados me han hecho insensible a la gravedad de no

amarte, confiar en Ti y obedecerte como debería. Por favor perdóname por negar la magnitud de mis ofensas y trivializar el gran sacrificio que

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CONCLUSIÓN

me proveyó una salvación tan grande y gratuita. Por mucho tiempo mi corazón ha estado endurecido y mi voluntad apagada. Purifícame por medio de la sangre de Tu querido Hijo y hazme una persona nueva y

amorosa, a través del poder de Tu Espíritu Santo, en el precioso nombre de Jesucristo, mi Señor y Salvador, Amén.

Este poema, escrito por Horatius Bonar en 1861, todavía habla a nuestros corazones porque todavía somos tentados a confiar en nosotros mismos en lugar de confiar en aquel que nos amó se entregó por nosotros.

Bonar descubrió por sí mismo el tesoro más grande de todos: “Mi Dios, mi gozo, mi luz”.

“No es aquello que han hecho mis manos,lo que puede salvar a mi alma culpable;

No es aquello que mi esforzada carne ha cargado, lo que hace a mi espíritu completo.

No es lo que siento o lo que puedo hacer, lo que me puede dar paz con Dios;

No son todas mis oraciones, suspiros y lágrimas, las que pueden resistir mi espantosa carga.”

“Es sólo Tu obra Oh Cristo, lo que puede aliviar el peso de mi pecado;Sólo Tu sangre, Oh Cordero de Dios, puede darme paz interior.

Tu amor por mi Oh Dios, no el mío por ti Oh Señor,Puede librarme de esta oscura inquietud, y liberar a mi espíritu.”

Habiendo confesado su propia incapacidad de salvarse a sí mismo, y la infalibilidad de Cristo para amarlo y salvarlo dice:

“Él me llama Suyo, yo Lo llamo mío, mi Dios, mi gozo, mi luz.”

¡AMEN!

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