el bandolerismo : estudio social y memorias históricas/ julián de

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TERCERA EDICIO <' ......,..,.._ _,.,.

EL BAMKERISMO

ESTUDIO SOCIAL Y MEMORIAS HISTÓRICASPOR

EL EXCMO. É ILMO. SEÑOR

DON JULIAN DE ZUG-ASTIex-Diputado á Córtes y ex-Gobernador de Córdoba.

INTRODUCCION

MADRID

IMPRENTA DE T. FORTANET29 — CALLE DE LA LIBERTAD - 29

ormairm.

1876

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Esta obra es propiedad delautor, y nadie la podrá tra-ducir ni reimprimirla sinsu permiso.

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DEDICATORIA.

A LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES

ESPAÑA.

Ante todo, me complazco en declarar que los esfuerzosdel Gobierno y los míos , por laudables que fuesen, habríanfracasado por completo , sin el eficaz auxilio de la Diputa-cion Provincial de Córdoba en la difícil empresa, cuya im-portancia social es innegable, de perseguir y castigar albandolerismo ; y yo faltaria á un deber de gratitud y dejusticia, si no consignase aquí solemnemente que la expe-riencia me ha ensefiado no sólo la consideracion, que éstasCorporaciones Provinciales se merecen , sino tambien elalcance de su influencia y la eficacia de su concurso, paraque las disposiciones del Gobierno Central adquieran aquelgrado de respetabilidad y alteza, que llevan en sí mismasla obligacion, por todos aceptada y para todos indiscutible,de su obediencia y cumplimiento.

No se entienda por ésto que yo abogo por la absolutaindependencia de las Diputaciones Provinciales; pues si bienlas quiero dignas y libres, entiendo que tampoco deben estar

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VI EL bANDOLEI1IS10.

como desertadas y huidas del armonioso concierto de esefecundo y civilizador organismo, que se llama Estado. Libresen su peculiar esfera, mas no independientes de todo vínculoy rclacion con la Nacionalidad, pueden las DiputacionesProvinciales concurrir admirablemente , como actividad

intermediaria entre el Gobierno y el Municipio, á la más

recta y cumplida, gobernacion del Estado, el cual sólo asípuede mantener en todo el edificio social las debidas propor-ciones, desde la cúpula hasta los cimientos.

Aquellas Corporaciones, por la naturaleza de los interesesque representan y administran, son las primeras que sientenen toda su extension las violencias y estragos del bandole-rismo, citando éste desencadena sus farore► en las provin-cias; y por lo mismo, non tainbien las que tienen un interésmás directo é inmediato en la prsecucion y exterminio detal-) , nvign-,nte y des honrosa plaga.

Y supueqto que por mí mismo, 11(z tenido fácil coyunturade e( nocer y avalorar debidamente la grandísima importan-cia de las Diputaciones Provinciales, para coadyuvar conéxito infalible al mejor cumplimiento de las resolucionesgubernativas, no entiaria derecham ente en mi árdua empre-sa, si no comenzase por dedicar á éstas Corporaciones, nosiempre bien comprendidas y estimadas, el fruto de mis pe-nosos estudies y observadora enperiencil/.

A tanto empeño me aventuro, no ciertmnente fiado en micapacidad limitada, sino en la generosa y honrada inten-cien , que me anima, de publicar todo aquello que se mealcance , como enseñanza provcchosa y útil remedio á losprofundos males, que aquea-jan á la sociedad en que vivimos.Animoso y sereno, corno aparhdo del polvoriento palenque

de la política palpitante, acometo la dificilísima obra de re-ferir la historia del bandolerismo, señalando las múltiplesy complicadas causas de su origen, intercalando diversas

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DEDICATORIA . VII

narraciones eminentemente dramáticas ,- describiendo tiposy episodios por extremo interesantes, y proponiendo , enfin, las medidas oportunas y conducentes á la enmienda yal escarmiento, que pueden adoptar la legislacion y el poderpúblico para extinguir, precaver ó castigar esos actos van-dálicos, que llenan de horror á la humanidad, y que son men-gua de los Gobiernos y deshonra de las naciones, en quetan frecuentemente se perpetran.

Léjos hoy de la vida pública, que durante largo tiempoha ocupado mi actividad , he creido que todavía era posibleencontrar útil y honorífico empleo á mis facultades, escri-biendo el presente libro , en que se investigan las verdade-ras causas de nuestra decadencia se escogitan reformas sa-ludables y se atiende al fondo de las cosas, no con preocu-pacion parcial ó exclusiva de escuela ó de partido, sino conánimo desapasionado y libre , puesta siempre la mira en laverdad y en el bien, como cumple á un español, amante desu patria.

Yo espero, pues, confiadamente que las ilustres Corpora-ciones Provinciales, % quienes tengo la honra de dirigir mihumilde ofrenda , se dignarán aceptarla con la misma buenavoluntad, que se la dedica el más desinteresado y entusiasta

defensor de sus eminentes servicios y de sus bien entendidasatribuciones.

JULIAN DE ZUGASTI Y SAENZ

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PRÓLOGO."1.11•••■••■•■,....~..

El libro, que el lector tiene delante de si,está destinado á interesar poderosamente suatencion. Todo en él es extraordinario; elfondo , el estilo , los sucesos que refiere, lascuestiones que suscita, los misterios que re-vela, las consecuencias que deduce, los malesque denuncia, los remedios que propone.Cualquiera que sea el juicio definitivo que so-bre éi pronuncie la crítica, el libro será con-siderado como uno de los más extraños, de losmás nuevos, de los más sorprendentes, por suoriginalidad, que la literatura moderna haproducido.

El estado social que en él se describe , lasaventuras extraordinarias que en él se relatan,los singulares tipos que en él se pintan, lasinsinuaciones que en él se hacen , las reticen-cias que en él se advierten, todo contribuye

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1,1. 13.1NDOLERLS:\10.

;"1 excitar el interés en este libro , que obligareflexionar sériamente sobre la sociedad, el

homIre y su destino; y las reflexiones que sutectura alláinspira enetran mucho más all del, p texto escrito, que , merced á un arte maravi-lloso, sugiere en la mente otro libro escon-dido bajo la letra muerta, otro texto resul-tante del leido, y cuyas proporciones, en el(mimo del lector, crecen, se ajigantan, y sepierden en los horizontes sin límites de laimaginacion y del pensamiento.

Semejante t las antiguas catedrales góti-cas , bajo cuyas sagradas bóvedas podian con-templarse reunidos en sublime competenciatodos los tesoros y todas las maravillas de lasartes, que se ostentaban ante las miradas ató-nitas de la muchedumbre, mientras que sóloalgunos, más estudiosos é ilustrados, sabiany pensaban que bajo aquel exteriorpavimentopermanecian ocultos los arquitectónicos pro-digios de la cripta, es decir, de otra catedralsubterránea, más imponente y portentosa quela visible para todos, así este libro único en5

su género , interesa y conmueve , tanto por loque expresa como por lo que suscita, tantopor lo que plenamente ilumina comopor lo

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PRÓLOGO. )(Ique deja en la penumbra, no ménos por lo mu-cho que dice, que por lo muchísimo que calla.

Si alguna similitud pudiera encontrarse conel presente libro, no en su estructura orgá-nica , sino en una cierta analogía de senti-mientos, es en Las Memorias del padre Saenz,donde, al recuerdo de la España de mediadosdel siglo xv , se experimenta la misma espe-cie de temor y disgusto, que la miseria socialde aquellos tiempos excita, y que en ambasproducciones, lleva naturalmente el ánimodel lector á pensar eri la naturaleza de las cau-sas, que originan tan graves males, y en el so-berano influjo de ese ambiente general, quetodos respiran en una época determinada, enese conjunto de ideas y de hechos, de opinio-nes y leyes , de usos y costumbres, de senti-mientos y creencias , que se llama la condicio-nalidad social, ó modo de ser colectivo de lassociedades humanas.

El libro del Sr. de Zugasti , con ser tan ricoen detalles, y tan abundoso en datos históri-cos y perspicaces observaciones prácticas ,deja por eso de contener gran fondo de doc-trina y de ciencia política y social; de modo,que bajo ambos aspectos, teórico y práctico,

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X II ANDOLEHISMO.

-Ysu resultado no puede ménos de ser fecund e -en consecuencias de aplicacion, á la par quútilpara todos y especialmente provechoso, para nuestros hombres de Estado.

Con este motivo no dejaré de notar un he-cho extra-no sorprendente, poco ménos que.inconcebible, C olare todo en una época en que'todo el mundo se ocupa de política, observa-.clon importante, q [le me ha inspirado la atentalectura de este libro, y que consiste en quetodavía no ha aparecido en el torrente de lapublicidad , en el hervidero de tantas elucii-bracionos como diariamente lanza la imprentaun libro que metódicamente establezca y for-mule los principios de la ciencia política, que.-muchos sólo califican de arte.

Desde luégo supongo, que no se objetarácontra el precedente aserto la existencia detan infinito número de obras como tratan depolítica . desde Zaton y Aristóteles hasta Ma-quiavelo, Montesquieu, Quevedo y SaavedraFajardo, supuesto que ninguna de éllas satis-.face las exigencias de la demostracion enlace'y método científicos, inclusas tambien las in-.finitas, y algunas admirables, produccioneE:de la escuela moderna.

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PRÓLOGO. XIII

Tan es así, que Dromel, Courcelle-Seneuily otros eminentes publicistas llegan hasta elextremo de establecer únicamente la posibili-dad de la ciencia política, demostrando conargumentos incontestables que, así como fal-tan por descubrir muchas leyes en el mundode la naturaleza, así tambien no ha podidoaún descubrirse el conjunto de leyes naturales-que rigen á la sociedad, necesario para . fun-dar filosóficamente la ciencia.

Pues bien; el Sr. de Zugasti, despues de unanálisis minucioso del carácter de los españo-les y de las costumbres y tendencias del pue-blo.andaluz , al cual sigue en sus fiestas, bailesy cantares; despues de examinar con gran diligencia y sagacidad el influjo de las diversaspasiones y vicios en aquella gente meridiónal;y despues de inquirir con afanoso cuidado lossecretos móviles y las públicas manifestacionesde los tipos bandolerescos, trazando como depasada con diestro pincel los más interesantescuadros de costumbres , todavía sabe elevarsedesde la observacion, al parecer, empírica ysólo gráfica de los hechos, á las más altas re-giones de la especulacion científica, acertando

enlazar los sucesos y accidentes ménos esta

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XIV EL BANDOLERISMO.

liados en su realidad diaria, y por todos inad-vertida, con las más lúcidas é incontrovertiblesexplicaciones de las causas de aquellos mismoshechos, considerados como insignificantes, y

, sin embargo, concurren de la manera

más directa y eficaz á la produccion del ban-dolerismo.

El estudio social que hace el Sr. de Zugastirelativamente á los orígenes de aquella plaga,señalando las diversas concausas climatológi-cas, pasionales, etnológicas, históricas, polí-ticas económicas y sociales, que por tan di-versos modos y por tan variadas sendas con-ve•gen á, esa subversion espantosa de grannúmero de hombres contra el imperio de laley, rompiendo así todo género de vínculos,.desconociendo todos los derechos, olvidandotodos los deberes, cometiendo toda clase deatropellos, perpetrando todo linaje de críme-nes y proclam .ándose con arrogante fiereza enlas poblaciones y en los campos en abierta,encarnizada é implacable lucha contra la Sa-ciedad entera ; aquel estudio, repito, encierraconocimientos tan variados y profundos, res-pecto á lo que el autor llama la condiciona&dad social, que será, muy difícil encontrar un

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PRÓLOGO. XV

libro, antiguo ni moderno, en que se veanigualmente analizados, escalonados, coordi-nados y comprendidos todos los múltipleselementos religiosos, morales, fisiológicos,intelectuales, consuetudinarios, económicos éinstitucionales, que entran á constituir ese'complicado organismo, esa colectividad ma-ravillosa, , ese mundo de séres inteligentes ylibres, que se llama una Nacion, y cuya leygen.esiaca, segun ya he indicado , es tan di-fícil de comprender como el Génesis del Uni-verso.

A este propósito, cúmpleme declarar quesi los fundamentos de la ciencia política, quesi las leyes de la condicionalidad social sehan formulado en algun libro, al ménos de-los que yo conozco , metódica y sistemática-mente, uniendo _en felicísimo consorcio loparticular y lo general, lo real y lo ideal, eaen esta obra.

La solucion del problema del, bandolerismoes tanto más interesante, cuanto que el malparece reproducirse á intérvalos, périódica-mente , con una ley de sucesion análoga á laque rige á las generaciones, y que en deter-minadas circunstancias la epidemia se recru--

1)

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:<V1 El. YNDOLEPLISMO.

dece , extendiéndose en pocos momentos hasta

alcanzar pasmoso desarrollo.Tal persistencia en la aparicion del bando-

lerismo revela que su origen arranca del ca-rácter íntimo de los pueblos á quienes aflige,y escogitar los medios oportunos para extir-parlo, es una empresa á la vez tan difícilcomo patriótica.

Rtcilmente se comprenderá, que en estemomento hablo de los medios preventivos,porque siempre es preferible evitar que losmales sobrevengan , á curarlos en virtud dedolorosas represiones.

La empresa no es absolutamente imposible,sin que por ésto se nieguen las dificultades.El progreso de las luces y de la cultura, lareforma de, instituciones y leyes, la mejora delas condiciones económicas, el fomento de laindustria, la extension del comercio y elaumento del trabajo, son otros tantos me-dios eficaces, para amenguar al ménos , lafuerza perturbadora y feroz de semejanteplaga.

Existe por otra parte, en toda sociedad unconjunto de condiciones que resultan , no yadirectamente de los distintos elementos socia-

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PRÓLOGO.

les, sino que proceden de la legislacion, delas instituciones, de la policía contra los cri-minales, y de la fuerza, carácter y tenden.-cias de los Gobierno, constituyendo así unaesfera más 6 ménos ámplia , para la mayor 6menor posibilidad de ciertos crímenes, uncírculo de accion, cuyos límites, más ó mé-nos restringidos por las leyes ó por los en-cargados de vigilar su cumplimiento, y quees la 'verdadera obra nacional del Poderblico , es decir, las condiciones legales, en quetodos los ciudadanos viven.

Esta esfera de accion legal cambia y setrasforma constantemente en el exterior , enarmonía con los progresos interiores verifica-dos en la conciencia pública, de modo quecierta clase de atentados posibles, y aun fá-ciles y frecuentes en una época, vienen á serde todo punto impracticables en otras , mer-ced al aumento de fuerza, medios y agentesdel Poder coactivo; y en último caso, si porun exceso de audacia inconcebible, llegasená cometerse, nunca podrian, como en otrasocasiones, quedar ocultos ó impunes.

Pero desde luego se comprende que esta es-pecie de limitacion externa y meramente

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XVIII EL BAI\DOLEMSMO.

coactiva , por grandes que se supongan el ade-lanto de las instituciones y el celo de los agen-tes de la autoridad, no podrá nunca afectar alcarácter íntimo tradicional y nativo de losespañoles, porque todas las cualidades queprovienen de la naturaleza, son más difíciles,por no decir imposibles de modificar, á no ser,mediante la educacion y habitual ejercicio,que camb i a los temperamentos, y por consi-guiente , pueden corregirse por la voluntadilustrada , que hace al hombre dueño y dignode su albedrío , y por lo tanto , capaz de domi-nar todo género de tendencias instintivas, se-gun se cl ecia por los antiguos astrólogos judi-ciarios , cuando tratándose de malévolas in-fluencias, afirmaban: sed sapiens dominabi(w?-ast2iis.

En efecto. desde la más remota antigüe-dad , desde los tiempos del gran historiadorJustillo , ya se conocia y apreciaba nuestrocarácter nacional con la más sorprendenteexactitud, cuando decía: «el cuerpo del es --ñol es tau duro y sufridopara el hambre Yla fatigia, como su corazon está siempre dis-puesto á la muerte. Todos son rigurosamentesÓhrios, prefiriendo ántes laguerra que el re-

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PRÓLOGO. X1 X

poso , y si el enemigo les falta fuera, éllos lobuscan dentro.»

Resulta, pues, que la inquietud del ánimoy el carácter descontentadizo y belicoso de losespañoles, es tan ingénito y antiguo, comonuestra hermosa y fiera raza.

Es verdad que tales dotes no llevan consigoinevitablemente la necesidad del bandoleris-mo; pero fuerza es confesar que hay albo,,áun mucho , de arrogante , violento , indepen-diente, belicoso y hasta heróico , en esos ca-ractéres altivos é indomables, que rompiendotodos los lazos con la sociedad, se resuelven á,ser, con conciencia ó sin élla , dentro de laesfera de su accion , un poder aparte y repa.-radar de las deficiencias, que éllos se imagi-

. nan advertir en el poder público, segun consu conducta lo demuestran los famosos ban-didos Diego Corrientes y José María , que ro-baban á los ricos, y daban generosas y áunpródigas limosnas á los pobres y desvalidos.

¿Y quién se atreverá á decir, sin la nota detemerario , hasta qué punto la espontaneidadmisma de semejante conducta, obedecía ó noá sus sentimietos meramnente personales, ó álos que les inspiraba el espectáculo desgarra-

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XX EL BANDOLERISMO.

dor de los exclusivismos, privilegios y mise-rias sociales de su tiempo? De todos modos,consteque el espíritu belicoso de nuestra raza,sinque por sí propio constituya el bandole-rismo, es un auxiliar poderoso y una causa,poco ménos que eficiente, de aquella funes-tísima tendenciay de aquella dramática vida(le aventuras y peligros.

Ahora bien ; el remedio eficaz y seguro, nopara cambiar las cualidades nativas, sino paramodificarlas, dirigirlas y encauzarlas en la fe-cunda corriente del bien comun ó social, estanto más difícil, cuanto que es necesariocombatir las inclinaciones naturales, que porsu propia índole , son tenaces y persistentes;pues como dice Maquiavelo, los hombres deun mismo país conservan casi en todos lostiempos el mismo carácter, y por lo tanto, elindicado remedio no puede consistir en ani-quilar las fuerzas características de la natura-leza, lo cual sería de todo-unto imposible,sino en dirigir sábiamente aquellas mismasfuerzas hácia fines razonables, buenos en símismos, útiles y gloriosos.

Este remedioy esta modificacion sólo puedenencontrarse en la ilustradaperseverancia y

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PRÓLOGO. XXI

enérgica direccion de los Gobiernos; y excu-sado parece decir, que los medios concretos yprácticos, que el Sr. de Zugasti propone, sonlos más adecuados y eficaces para conseguir elobjeto apetecido.

Ejemplo insigne, y digno de imitacion y dealabanza, de los resultados sorprendentes, quepueden alcanzarse por medio de la autoridaddel poder público, cuando éste es lo que debeser , el representante del bien coman , delprogreso , y de las bien sentidas tendencias deun pueblo , nos le suministra el gloriosoreinado de Doña Isabel la Católica , inmedia-tamente después de los desórdenes, abusos,desastres y turbulencias de la época de Enri-que IV.

No es ciertamente mi propósito entrar enminuciosas explicaciones respecto á las infini-tas concausas del bandolerismo, ni ménos de-terminar los medios autoritarios y guberna-mentales para combatirlo y extirparlo; árduoy dificilísimo problema, cuya solucion glo-riosa pertenece de derecho al libro del señorde Zugasti; pero todavía diré que algo puedefacilitar aquella solu.cion el oportuno recuerdode épocas análogas y el concienzudo análisis

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XXII EL BANDOLERISMO.

de tiempos, que por lo alejados ya de nos-

otros ápueden estudiarse con ánimo sereno ,, la par que ser juzgados con imparcialidad ab-

soluta.En aquellos arios que mediaron al siglo xv,

viéronse las comarcas de Andalucía y Múr-cia , desde el uno al otro mar, divididas, re-vueltas y ensangrentadas. El desacuerdo per-turbaba las familias, la guerra asolaba á lospuebles, el bandolerismo imperaba en todaspartes, y la inseguridad de la vida y hacien-das labia llegado hasta un extremo-, que sólopuede concebirse en hordas salvajes, entre síenemigas. Los hombres más esclarecidos, lasnilPts ilustres familias y hasta los tipos más es-forzados y caballerescos, todos sufrian el con-Ingio, y todos ejercitaban sus cualidades enlos senderos del mal , compitiendo á una in-génios y caractéres, con emulacion odiosa y

rri, 1 )1e, para sobrepujarse recíprocamente encrueldades , venganzas, asolamientos, estu-pros, violencias, depredaciones y crímenes detoda especie.

Los cronistas de aquella época, Fernan Pe-rez de Guzman, Lucio Marine()y el PadreSaenz, sobre todo, han dejado de élla recaer-

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PRÓLOGO. man

dos, que conservan perfectamente los rasgosde aquella vida , semejante bajo muchos as-pectos al turbulento período que este librodescribe, porque si falta entera semejanza enlos sucesos, la hay completa en los lineamen-tos morales del carácter : el mismo despreciode la vida humana, la misma indiferenciaante el peligro, igual deseo de romper todaslas leyes sociales, igual. glorificacion en la lu-cha contra el órden y la sociedad, idénticaexageracion en la fantasía popular para enal-tecer los crímenes , y en: sus autores parapresentarlos como hazañas dignas de admira-don, igual espíritu aventurero en los caracté.res , la misma falta de reposo en los ánimos.la misma facilidad para el crimen, sustitu_yendo á todo espíritu sério y á toda perseve-rancia en la prosecucion del bien, y porúltimo, todas las clases mezcladas en ese fu-nesto y tortuoso camino.

Los grandes protegiendo á criminales oscu-ros , como instrumentos predilectos de sus ha-zañas: los_ plebeyos escalando las posiciones yasegurándose la proteccion de los grandes porla oscura complicidad en que sabían envol-verlos : y al fin y á la postre de todo , los que

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XXIV EL BANDOLERISMO.

representaban el &den , la justicia y la fuer-za, pactando con los criminales, y tolerándo-les por completo, cuando no yendo á la parteen los resultados de sus fechorías. Tiemposfatales y tristísimos , cuyo remedio no se veis.posible ; pero cuyos rigores despertaban en lamemoria del pueblo el recuerdo temido, perosimpi`ttico de D. Pedro I de Castilla , recuerdofijo y perenne en la historia de España paracosas y épocas de este género, en que se ne-cesitaba una justicia arbitraria, pero inteli-gente; brutal, pero terrible y ejecutiva, se-mejante quizás en sus procedimientos almismo crimen que persigue; pero diferen-ciándose de él en la esencia, moral de susactos para venir a ofrecer algun descanso álos oprimidos, algun reposo á los,que tercian,alguna esperanza á, los que desesperaban!

Tal vez pudiera decirse que la descomposicionsocial de aquella época fué tan violenta, que nose pueden alegar rasgos de aquellos tiempos pa-ra ponerlos al lado de los de nuestra época; perola invariable ley con que los actos humanosse repiten, la igualdad de las situaciones, queen la historia se suceden, y sobre todo en estahistoria de España, quitan á ese argumento

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PRÓLOGO. XXV

todo valor á los ojos del que está familiarizadocon la lectura de nuestra historia, ó acostum-brado á élla lo bastante para apreciar la, iden-tidad, con que á través de los siglos, conser-van sus rasgos fundamentales las diferentesrazas de la Península española.

Más lógico sería decir que esas épocas deturbulencia son casi el estado normal de Es-paña, y que las de represion y castigo son lasanómalas y extraordinarias. Más cerca de laverdad estará el que afirme que ese desquicia-miento general , esa falta de ley, órden , go-bierno , vínculos sociales y verdadera moralpública, es la atmósfera de todas las épocasde turbulencias , que no el que piense queentre nosotros la vida legal y tranquila es laordinaria, y las grandes perturbaciones la de-rogacion de toda ley.

Pero el ejemplo aquí aducido carecería deverdadera oportunidad , si no fuese prolongadomás allá de las líneas que quedan escritas; sino tuviese por objeto recordar que aquel pe-ríodo de disolucion social , admirablementeresumido por Prescott en su historia de losReyes Católicos ; que aquellos años que pare-cen traer en pos de sí el fin de la vida de Es-

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N XVI EL BANDOLERISMO.

paila y que para mayor vergüenza tantosdesastres ocurrían enfrente y á, la vista de losmusulmanes, que aún ocupaban el territorio,se desenlazaron felizmente en la época másbrillante, en el período más admirable yglorioso que la historia de nuestros tiemposha presentado, y que casi elevan al carác-ter de epopeya la simple narracion de lossucesos, que cerraron el siglo xv y abrieronel x's, 1.

La lectura, 1Wn superficial, de los sucesosocurridos en-los años que siguieron al adveni-miento de Doña Isabel I de Castilla, que sedesarrollaron durante la conquista de Grana(la , y coincidieron con el descubrimiento deAmérica y con el envío de los españoles áItalia, sorprende y encanta, cual si fuese unarevelacion , cual si esta tierra de España hu-biese sido cambiada súbitamente por la mágiade desconocido encantamiento, sobre todo enaquellas provincias de que venimos ocupán-donos, y que se trasforman en el territoriomás rico y más bien gobernado, á la par quesus moradores ostentan las más descollantesdotes de carácter, y realizan los hechos másheróicos, que principalmente constituyen la

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PRÓLOGO. XXVII

gloria y el orgullo de aquellos tiempos, únicosen nuestra historia.

En éllas es, no sólo donde el órden se res-tablece más pronto , sino tambien donde lasrelaciones sociales , las virtudes públicas ad-quieren mayor incremento, y muestran másvigor y noble brío. El criminal se convierte ensoldado, la ferocidad en energía, la fantasíapopular en atmósfera, que engendra las másaltas hazañas y á aquellos mismos hombres,.grandes y plebeyos , los unos conocidos • porsus ilustres nombres, los otros por sus apelli-

. dos ó motes, y todos por sus fechorías, se lesve subir, distinguirse , crecer hasta tocar lasnubes , capaces de escalar el firmamento comonuevos titanes, si tal empresa se les hubierademandado , y vivificando al mismo tiempo-en su marcha, así como ántes destruian ensus movimientos, las industrias y las artes, la.literatura y la poesía, los grandes descubri-mientos y las organizaciones sociales,

Como las trasformaciones del teatro, en quelas sombras se truecan en luz , y los negroscolores en brillantes tornasoles , las pesadaspiedras en ligeras flores y las sombrías nubes

en pedazos de azul firmamento, así en aque-

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\VIII EL BANDOLERISMO.

s tiempos y en aquellos territorios el mal seno ilueca en el bien , y los mismos objetos, las

tnismas personas , las mismas cualidades , y

:t'inpor decirlo así, los mismos defectos y los

iaismos vicios se cambian y convierten encausas deprosperidad y órden , en agentespoderosos de la civilizacion, en fuerzas vivasde inmensa energía para el bien, como ánteslo eran para el mai. Extraño y singular con-traste, que léjos de serlo para el que atento lomira, es, sin embargo, la explicacion y laclave del raro fenómeno, que á nuestra vistase presenta!

Pero la explicacion es sencilla.No se necesitan grandes esfuerzos intelec-

ivales, ni profundizar en la filosofía de la his-toria, Para reconocer inmediatamente la causade tan súbitas y maravillosas trasformaciones.

Basta leer los sencillos trabajos de Clemen-cin , ó seguir con Prescott la comparacion conque termina su obra, al poner enfrente de lostiempos que precedieron al reinado de los Re-yes Católicos, los que siguieron á la muertede Dona. IIsabel ,ara darse cuenta del fenó-meno. Todo se explica por una sola frase: «elrestablecimiento de la autoridad. »

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PRÓLOGO. XXIX

Las fuerzas vivas de una sociedad, faltas delazo de union , disciplina y direccion social,se agitan primero, luchan despues , perturbanmás tarde; pero unidas , encauzadas , sujetas,dominadas, si es necesario, y forzadas á en-trar en el camino del bien , producen los re-sultados más grandiosos.

Lo que importa para el progreso de un pue-blo, es que los elementos que lo componen seansuficientemente vigorosos, dotados de sáviabastante para engendrar con soberana energíauna aspiracion cualquiera, es decir, un idealcolectivo, una obra nacional, que viene á seren cada, época, el cumplimiento de la misionhistórica y humanitaria de las naciones ; lodemás pertenece á lo que se llama la , esferadel gobierno; y siempre que éste venga ácompletar en el órden práctico aquellos elementos, dándoles las condiciones propias desu naturaleza, producirá el mismo resultadofecundo y glorioso.

Por eso cuando Isabel la Católica enfrenó la,altanería de los grandes; cuando les obligó á•servir á su patria en vez de destrozarla; cuan-do reunió las fuerzas vitales del país bajo lasanta bandera de la unidad nacional, y con-

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XXX EL BA.NDOLErusmo.

virtió los ódios civiles en heróica indignacioncontra el sarraceno; cuando aquella fantasíarica, vivaz é idólatra del valor, pero perver-tida en elpueblo, en vez de seguir glorifi-cando la indomable bravura de una aristocra-cia turbulenta y feroz en sus desmanes, vióseoLli crada seguir las huellas de los guerrerosde la patria, y á inspirarse en las hazañas desus héroes; cuando el crimen, perseguido porla Santa Hermanda,d, hubo de abandonar susguaridas ó perecer miserablemente en éllas;cuando la seguridad dió al pueblo los mediosde comerciar , de asociarse, de prestarse mutuoauxilio, llevando al mas alto grado de fuerzaT prestigio la vida municipal ; y cuando todo

ésto coincidió con el gran sentimiento de ale-gría, que una idea superior (1, las pasiones vul-gares , la de la Unidad nacional esparcia por, todas partes , la trasformacion fué completa;y aquel periodo de prosperidad, creado ala--recer por un mágico conjuro, no fué másqueel producto de una mera combinacion de fuer-zas sociales hasta tal punto claro y lógico,que el lector atento puede descubrir los mis-mos caractéres y los mismos rasgos, que habianengendrado el mal, en las nuevasgrandes

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PRÓLOGO. XXXI

empresas llevadas á cabo por el valor mila-groso de invencibles campeones , destinadosquizás á ser oscuros malhechores, sin el sal-vador impulso, sin la soberana fuerza, que leshabía lanzado por desconocidos y mejores der-roteros, señalando á sus brios la oriental Gra-nada, y ofreciendo á su esfuerzo legendario laconquista de un nuevo mundo.

Mas fuera, no sólo incompleto, sino acasoocasionado á error, no añadir á estas conside-raciones alguna otra, que las complete; seríauna equivocacion profunda no ver en todosestos sucesos más que su lado negativo, y creerque la simple afirmacion de la autoridad, esdecir, el empleo de la fuerza, basta para pro-ducir estas maravillas. No sería ciertamenteestimar con exactitud aquellos tiempos, nihacer justicia al gran carácter, que los presi-dió , el pensar que sólo la represion , que sólola amenaza, que solos el miedo y el terror,que son para muchos el símbolo de la autori-dad , bastaron para curar los males sociales.

Si tan fácil fuera la empresa, numerosasejemplos podrían citarse demostrando que larepresion brutal, la amenaza, el terror y laarbitrariedad son los rasgos característicos da

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EL BANDOLERISMO.

la historia de España en las épocas que se co-nocen con el nombre de autoritarias, y quesin embargo no se consiguieron jamás por se-mejantes medios tan maravillos resultados.

El secreto, por decirlo así , de la trasforma-cion, la clave de aquel gran período, está en elcarácter mismo de aquel sistema de Gobierno,que supo venir á sumarse con las fuerzas na-cionales, como una fuerza viva tambien; peromás poderosa y más enérgica, porque era mo-ralmente más grande y más levantada , por-que sus aspiraciones, al oponerse á todas aque-llas aspiraciones individuales, era para armo-nizarlas con el bien comun sin destruirlas.Era, la autoridad que se imponia, si, pero quese imponia en nombre de la idea nacional; erala fuerza que dominaba, que sojuzgaba, quedestruía, si era necesario, pero que no pasabadel límite en que concluía con el mal, y quedejaba intactas las fuerzas que constituían lavida de aquella sociedad , y sin las cuales laaccion de todo Gobierno es impotente y nula.Era el Estado que se revelaba al fin , y apa-recia traído por el desórden de todos los demáselementos sociales , pero cuyo poder, como entodas las épocas gloriosas de todos los países,

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PRÓLOGO. XXXIII

se ejercía para el bien general, se inspirabaen las más grandes ideas , y como torrenteimpetuoso avasallaba todo lo que á su paso seoponía, y lo llevaba en majestuosa y triunfalcarrera á la magnífica realizacion de los des-tinos de la patria.

Los que otra cosa piensen , que comparenesta época con la ilimitada y brutal fuerzaejercida por los monarcas de la casa de Aus-tria, y despues de entusiasmarse con aquelideal de arbitrariedad y despotismo, que vuel-van la vista á la Esparta moribunda, destrui-da de cuerpo y alma, que aquella dinastíalegó á sus sucesores de la casa de Borbon. Noes precisamente la fuerza de la autoridad loque en la historia caracteriza á los Gobiernosgrandes y los separa y diferencia de los go-bernantes pequeños; es la obra gloriosa, el be-néfico resultado que tras de sí dejan: aquéllosengrandecen, levantan, vivifican, y éstos des-truyen, envilecen y aniquilan.

La memoria de la Reina Católica, que á,Uníos había hecho sentir su poder, y quetantas pasiones había dominado, fué cara alpueblo español, hastá el punto de que , á sumuerte, España sintió verdadero duelo nado-

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-,XXIV EL BANDOLERISMO.

nal, y que los Comuneros se levantaran al re-cuerdo de su gobierno, reclamando el cumpli-miento de sus promesas. Poderes que así seemplean , Gobiernos que así se ejercen , ins-piran siempre el amor mezclado con el respeto,dos sentimientos que vivifican el alma de lospueblos, que los llevan á las grandes empre-sas y los educan en pocos años más rápida-mente que siglos de tutela gubernamental.Por el contrario, los poderes y las fuerzas quese ejercitan en provecho del egoismo , quebuscan sólo la represion, que se inspiran en elódio y que confunden la paz pública, el órdeny el sosiego con la paz de los sepulcros, conel silencio de todo aquello que les desagrada,

con la pueril satisfaccion, no negada á nin-gun poder efímero, de las represiones violen-tas, no dejan tras de sí más que rencores im-placables , aviesas pasiones y ocultos vicios,que rápidamente vuelven á calentar los gér-menes de la corrupcion, invisibles, pero laten-tes; comprimidos, pero no extirpados.

En suma, la autoridad personal, autocráti-ca, vengativa, recelosa, cruel y sombría, no esmás ni ménos que el absolutismo, en cuyo casolos pueblos oprimidos reconocen que éllos son

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PRÓLOGO. XXXV

la presa destinada á satisfacer los caprichos yambiciones del supremo imperante.

Pero en cambio , la autoridad ilustrada,amante de la justicia, representante del biencomun, inspirada por el progreso, simbolizan-do las aspiraciones nacionales y colocada conrazon al frente de todas las fuerzas vivas deun pueblo, produce el período brillante, el rei-nado glorioso, la epopeya del mando, magní-ficamente realizada por los Reyes Católicos.

Tales son las reflexiones que, bajo este as-pecto, me ha sugerido el libro del Sr. de Zu-gasti, que contiene un verdadero programa,no de partido, sino de buen Gobierno, fundadoen las indestructibles bases del órden moral,en las leyes eternas que rigen á las sociedadeshumanas, en las fuerzas vivas y eficaces, enlos intereses permanentes y colectivos de lospueblos, cuya realizacioti y cumplimiento esel deber de los verdaderos hombres de Estado,la mision de los Gobiernos dignos de estenombre, la gloria imperecedera de los repú-blicos, que á esta obra se dedican , y la pros-peridad, el progreso y el merecido 'prestigiode las naciones.

No se extrañe, pues, que este esplendoroso

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XXXVI EL BANDOLERISMO.

ideal, inspirado por este notable libro, me hayaconducido al recuerdo histórico de aquel ma-ravilloso y feliz reinado, único período en queparecen haberse realizado las más altas aspi-raciones , por un Gobierno á la par fuerte,sabio y justo , colocado al frente de todas lasfuerzas sociales, de todos los intereses, de todaslas eminencias y de todos los heroísmos de lapatria.

Y de seguro que el espíritu del lector seráconducido Cambien á conclusiones análogas,y naturalmente , de este órden de ideas , ha-ciendo la racional distincion de tiempos éinstituciones , pasará á inquirir entre los re-medios en este libro propuestos cuál es aquél,ó mejor dicho, qué sistema de Gobierno podrá,hacer que la accion social, despues de obrarcon eficacia sobre esos elementos del mal, en-cauce las fuerzas que los engendran por me-jores derroteros. No bastará, en efecto, hablarde educacion y pedirla para toso el mundo,porque áun cuando esta palabra responde átodas las exigencias de la cuestion, y satis-face á muchas aspiraciones, y es para todo elmundo evidente que la educacion de las cla-ses pobres podrá corregir sus defectos, el reme-

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PRÓLOGO. XXXVII

dio, sin embargo, supone una série de condi-ciones sociales, que España no puede ofreceren los actuales momentos.

La educacion supone un Gobierno ilustrado,fijo y estable, una accion social duradera yconstante, un propósito que no cambie con losMinisterios, y una opinion pública que puedaimprimir direccion á todos esos esfuerzos, y connada de ésto podemos contar por largo tiempo.Remedios que sean ilusorios no deben propo-nerse, ni es de estadistas el ofrecer á los pueblossoluciones, que no podrán ser prácticas, sinodespues de un largo período de años.

La educacion moral é instruccion intelec-tual han de obrar como una de las concausasque modificarán más tarde el estado actual denuestra sociedad ; pero sin que ésta se formeuna idea justa, clara y precisa, de lo queaquéllas deben ser, todos los esfuerzos se per-derán en el vacío , como se han perdido lastentativas hechas en los últimos años, al cabode los cuales, el problema de la instruccionpública en España ha venido á empequeñe-

cerse hasta un punto, que asusta y aflige á losque con ansiedad consultan el porvenir de lapatria.

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EL BANDOLERISMO.

Una reaccion poderosa, una iniciativa comola que en el siglo xv puso al Estado al frentede las fuerzas sociales y las condujo á tan altosdestinos, no hay tampoco por qué prometér-sela ó esperarla, pues que ni los elementos deque está formado el Gobierno en España lopermiten , ni el mecanismo en la organiza-cion social de nuestros tiempos se prestan áestas combinaciones de gobiernos personales,en que los profundos males del sistema se en-cuentran compensados por el brillante período,en que la Providencia confin á un genio ladireccion de la sociedad.

El Estado en nuestros días, por más que laopinion pública esté léj os de comprenderlo,no es más que el resúmen de las fuerzas so-ciales, en algunos momentos dirigidas y sos-tenidas por el patriotismo y la ilustracion delos hombres de Gobierno, y en la mayoría delos casos confundidas, perturbadas ó mancha-das por su ineptitud ó sus faltas ; y por otraparte, y áun cuando fuese posible abrigar es-peranzas de este género , convendría disipar-las y exhortar á los pueblos á desprenderse deéllas, porque al fin y al cabo semejante direc-cion personal entrañaría necesariamente una

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PRÓLOGO. XXXIX

abdicacion vergonzosa por parte de la socie-dad, y en definitiva un retroceso lamentableep la marcha progresiva y moral de las na-ciones.

En mi sentir, es necesario determinar consujecion á la época presente, las condicionesy caractéres que deben concurrir en la accionsocial, y fijar los puntos precisos y definidosen que puede ejercerse con indudable resul-tado, y esos puntos son precisamente aquellos,que responden más al carácter anómalo y per-turbador de los males, que este libro revela.

La accion social, que puede ta,mbien. Ha-lagarse accion del Gobierno, puede y debe ejer-cerse para realizar en las provincias infesta-das del bandolerismo dos condiciones que, sillegan á obtener completo desarrollo práctico,harán imposible la repeticion de esos escan-dalosos crímenes. Estas dos condiciones son : lajusticia y la seguridad.

Una administracion de justicia honrada,eficaz, constante, inspirada no ya del deseode aplicar la ley de una manera formal, ri-tualista, externa, sino de hacerla efectiva y detrasmitirla á Ocio el cuerpo social, esa admi-nistracion de justicia, que ve algo más que la

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XL EL BANDOLERISMO.

simple comision del delito, que busca algomás que el mero y grosero instrumento, quees la esperanza de todos los hombres honradosy el orgullo de países como Inglaterra, es laprimera condicion para reaccionar sobre unasociedad corrompida, como la que el señorde Zugasti pinta.

El rasgo característico del bandolerismo,aquél en el cual se sintetiza todo lo que im-pone temor y causa alarma, es la complicidadde las clases elevadas y de las personas queocupan posicion ó gerarquía social; cuando lacorrupcion llega á este extremo , ningun re-sorte social es eficaz y positivo. No hay pri-sion para el criminal , no hay leyes para laseguridad personal, no hay garantías para lavida, no hay asilo para la fortuna, y poco ápoco todo el que quiere defenderse ó anhelaalguna garantía, va entrando de una manera<5 de otra en el inmundo consorcio del crimeny se va dejando arrastrar por esa general cor

que empieza por el silencio, sigue porlas complacencias y acaba por la complicidad.

Desde el momento en que la administracionde justicia caiga sobre esas personas, extiendasu accion á esos ocultos y siempré favorecidos

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PRÓLOGO XLI

protectores de los criminales, castigue con lamisma severidad á unos que á otros, descubrael crimen y su encubridor, desde ese momentotodos aquellos á quienes repugna, no ya sóloel tomar parte, sino hasta el contribuir por susilencio á la impunidad de hechos de esta clase,se pondrán del lado de ese poder social, y leayudarán enérgicamente, y con todos los me-dios que estén á su alcance.

Pero esta accion , segun ya he indicado,debe ir unida á otra condicion , la seguridad,esto es, á una policía vigilante y honrada, nopuesta al servicio de los intereses de un mo-mento, que se llaman de partido, sino al delos intereses permanentes de la propiedad yde la seguridad, á una policía, que se ejerciteno sólo descubriendo los autores de un hechoaislado, sino la ramificacion de todos los crí-menes, los antecedentes de todos los crimina-les, las relaciones que entre éllos existen, laspersonas á quienes van los provechos del de-lito, y procure por consecuencia, no sólo losmedios de prevenir los crímenes, sino los me-dios de impedir que nazcan, y sobre todo, queaprovechen á sus autores y cómplices; en unapalabra, es necesario, que no solamente las

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XLII EL BANDOLERISMO.

leves condenen todos los delitos, sino que lasmedidas empleadas por la autoridad públicasean tales, tantas, tan bien concebidas, y contal exactitud ejecutadas, que los delincuentesabriguen el convencimiento de que no lesaprovechará el crimen, ni tampoco ha de que-darse impune.

Esta modificacion especial en los medios depolicía que hoy están al alcance del poder pú-blico, es ya urgentísima en el estado generalde España, y más particularmente en el es-

tado de Andalucía y Valencia.Más de una vez, y en los momentos en que

estos hechos preocupaban más la atencionpública , se ha propuesto en el Parlamento lacreacion de fuerzas de policía organizadas poreste sistema; pero áun las personas más en-tusiastas de la idea, han retrocedido ante eltemor de que elementos tan poderosos vinie-ran á ser un arma más que sirva á, los intere-ses de partido, y de que el dinero y la inteli-gencia que la nacion dedique á crearlos, seemplée para aumentar sus males. Pero si laopinion pública se forma lo bastante para im-ponerse á los que gobiernan , y para ofreceruna sancion severa contra todos los que dis-

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PRÓLOGO. XLIII

traigan estos elementos de su verdadero fin,ciertamente se podría ensayar un sistema cu-yos resultados prácticos, y cuyos grandes be-neficios, no sólo deben ser considerados comoel primer deber de todo Gobierno, sino comola primera ventaja de todos los gobernados.

En paises mejor organizados que la Espa-53.a, las proezas de una policía honrada y va-lerosa llegan hasta dar alimento á la leyenday al romance, si bien con un sentido moral,no ya diverso, sino esencialmente contrario;porque así como entre nosotros el romancepopular hace un héroe del contrabandista ydel bandido, en países más felices que el nues-tro, el héroe de esas leyendas es el agente depolicía, cuyo valor, cuya abnegacion , cuyainteligencia detienen la accion del criminalen el momento de cometer un delito, ó salvanla vida y la honra de los ciudadanos de lasmás hábiles asechanzas.

Y no es que falten en España los elementospara la organizacion indicada.

La administracion de justicia se ha honradosiempre en España con magistrados dignos desu alta mision ; y en cuanto á la formacion depolicía , una mano inteligente pudiera sacar

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XLIV EL BANDOLERISMO.

excelentes elementos del cuerpo de la Guardiacivil, que ha realizado, y este libro lo atesti-gua, hechos dignos de todo encomio.

La habilidad, la abnegacion, la energía conque en muchas de las historias por el Sr. deZugasti referidas, se ve obrar á los individuosde ese Cuerpo , dan ya una medida de lo quepodría llegar á ser, si la policía de seguridadse organizase en España siquiera con arregloá la experiencia de otros países, y no más quecon sujecion al dictado del buen sentido.

No es necesario indicar que estos esfuerzosde la accion social han de adaptarse á las con-diciones de las provincias en que se ejerzan.

La ejemplaridad y la rapidez son más ne-cesarias en la provincia de Valencia, que enlas de Andalucía, donde una buena organiza-cion del Cuerpo de seguridad pública produ-ciria inmediatamente sus frutos, reaccionandosobre un pueblo inteligente, de carácter afa-ble, y en el cual el predominio de la fantasía,y no los malos instintos, entran por tan granparte en la comision de los delitos.

Cierto es que en uno y en otro punto hayque luchar con un obstáculo insuperable: elestado moral.

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PRÓLOGO. XLV

Desde el momento en que para ciertas gen-tes, la sancion de las acciones del hombre re-posa exclusivamente sobre el sentimiento reli-gioso, yéste se ha contagiado del fanatismo,es muy difícil, por no decir imposible, dar ála moral de un pueblo aquella solidez y aque-lla pureza, sin la cual todos los remedios gu-bernativos son más ó ménos artificiales y ex-ternos; pero como ésto cae fuera de la acciongubernamental, y por lo tanto, la represiontiene que ser meramente coactiva é impedien-te , basta sólo indicarlo para que quede en elánimo del lector como una dificultad más delproblema, como una circunstancia, que exigemayor atencion y mayor fuerza en la acciondel Gobierno, y más profundos estudios y másperseverantes meditaciones en el Sr. de Zu-gasti, cuyo libro, en mi sentir, resuelve sa-tisfactoriamente sobre este punto el dificilísi-mo problema de los límites de la accion delEstado.

Raro es el caso en el cual no se ven mez-clados en los bandidos esos dos elementos decrueldad y de fanatismo, que comunican tan.especial colorido á los tipos retratados en estolibro y sabido . es de cuántas maneras la

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XLVI EL BANDOLERISMO.

imaginacion fértil en recursos para justificarsus extravíos , ha encontrado la proteccion deun Santo ó la advocacion de la Virgen paracubrir sus fechorías, 6 para buscar interce-sion, que logre un dia el perdon , de sus crí-menes.

Si la educacion religiosa, se encaminase ácorregir este absurdo, los resultados serianrápidos y seguros; pero prometérselo en lasactuales circunstancias, que han de durarpor mucho tiempo, me parece harto aven-turado.

Lo que importa buscar no es el modo dellegar á la perfeccion social de nuestro pue-blo , sino que basta con sondear el mal y conver que la sociedad tiene medios bastantespara reducirlo y castigarlo, ya que no paraextirparlo por completo en los antros de lasconciencias entra`–fiadas; lo que importa es se-ñalar el punto débil de nuestro sistema degobierno , en el cual unas veces se engendra,otras veces se facilita esta série de males, quetanto afligen á nuestro país.

Por eso los dos medios ántes indicados, áuncuando no definitivos, serán suficientes paraatajar el mal ; y por lo tamo, son empresas y

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PRÓLOGO. XLVII

tareas dignas de que la opinion pública lashaga suyas y las proteja con su favor pode-roso y soberano , á fin de que los hombres degobierno las realicen.

Inútil sería añadir que esta accion combi-nada de la policía y de la administracion dejusticia , ha de extenderse al sistema carcela-rio y penitenciario , cuyo deplorable estado esharto conocido para exigir especial men.cion;pero áun cuando todo el mundo puede juzgarde sus defectos, todavía este libro enseñará,áun á los más versados en esta materia , algoacerca de los horrores que se engendran en lascárceles de España.

Si el libro del Sr. de Zugasti no encerraseotro mérito, si no tuviese otro valor, ni hu-biera de producir otro resultado que el de pre.ocupar la atencion de muchas gentes y diri-girla hácia los hechos que refiere, y si porconsecuencia de sus trabajos no hubiera detocarse otro beneficio que el de poner al des-cubierto una llaga social, sobre la cual prefe-rimos generalmente guardar silencio, á in-vestigar el modo de curarla , todavía no podránegarse con justicia que habrá hecho un granservicio á su país, y habrá ofrecido á los homo

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XLVIII EL BANDOLERISMO.

tres de gobierno ancho campo á sus medita-

ciones, y en el órden práctico, un caminoseguro, en el cual habrán de merecer la gra-titud pública y la consiguiente gloria.

Las provincias del Norte y del Centro deEspaña , por la diferencia de clima, por eldiverso carácter de sus habitantes , por susdistintos hábitos, por la mayor division de lapropiedad territorial, y por lo tanto, apegadasal trabajo infatigable y constante , podráncomprender difícilmente lo que es la guerrasocial, lo que es la organizacion de los crimi-nales de las provincias del .Mediodía, que eneste libro se describe. Y no es muy aventu-rado decir que para una gran parte de los lec-tores que en aquella atmósfera viven, el libro,en alguna de sus partes, podrá parecerles unanovela más ó ménos ingeniosa y más ó ménosinteresante.

Sólo aquellos que viven en el centro y enel corazon de Andalucía, víctimas ó testigosde los sucesos que aquí se relatan, quizás cóm-plices, más ó ménos espontáneos, en ese grandrama, enlazados con esos sucesos por el ter-ror, por el interés, tal vez por la fatalidad deuna sociedad que no se defiende, para esos

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PRÓLOGO. XLIX

tendrá este libro toda la verdad de los hechos,y más bien habrá de parecerles historia de-tallada y precisa , que relacion exagerada $5fantástica.

De todos modos , es lo cierto que este libro,con el tiempo , ha de ofrecer materia suficientepara otras obras, que aparecerán más tarde,sobre todo á los extranjeros que recorren laEspaña, sin comprender sus costumbres, quela visitan de parte á parte , y se retiran satis-fechos cuando se dan cuenta del carácter desus monumentos , ó se explican los extrañoscontrastes de sus ciudades, donde la corrieritede civilizaciones muy diversas ha ido dejandoseñaladas huellas, que parecen etapas de ci-vilizaciones distintas, pero que rara vez pene-tran en nuestra vida social ; y cuando de léjosperciben algunos de sus rasgos , no aciertaná darse de éllos explicacion satisfactoria. Masunos y otros, así los que ignoran, como losque pretenden conocer la vida pública de Es-paña, habrán de preguntarse con extrañezaacerca de las causas que producen ese estadosocial , que le vuelven á recriar apenas extin-,guido, que le alientan tan poderosamente, quereclaman despues severos castigos para mili--

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EL B YNDOLERIS510.

gar sus efectos, ya que no para exterminargérmenes, prontos á reproducirse á la men orocasion.

Afortunadamente el problema está ya plan-teado no sólo con toda claridad , sino tam-bien con toda la plenitud de datos, principios

aplicacion práctica que su misma cbmplica-cion exige , en el libro del Sr. de Zugasti , asícomo tambien podrán los extranjeros, con sulectura, explicarse cumplidamente el singu-lar fenómeno de que semejantes atentados seproduzcan y se desarrollen al lado de la vidasocial, sin paralizarla ni destruirla, cuandotoda, vida civilizada parecería incompatible,en cualquier otro país que no fuese la España,con las fechorías y atentados del bandolerismo.

Y es preciso añadir que todo ésto sucede yse desarrolla en uno de los escenarios más be-llos que la naturaleza, ha creado , en medio deuna alegría ruidosa, exuberante, contagiosa,teniendo por medios sociales las costumbresmás comunicativas, digámoslo así , más so-ciales de todos nuestros Pueblos; con una vidade familia, que se extiende como entre lospueblos orientales, más allá de los mismoslazos de la sangre ; con una riqueza y un bien-

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PRÓLOGO. LI

estar que alejan toda idea de atribuir el malá la miseria y á la pobreza; con gérmenestales de abundancia, que bastaría dirigirTia éllos un poco de la actividad desparramadaen el crimen, para convertirlos en poderososveneros; en medio de una poblacion inteli-gente hasta el asombro , con clases mediasilustradas y deseosas del bien, en constantetrato con familias extranjeras, cuya influen-cia se siente y se percibe hasta en los detallesde la vida; rodeado por una inmensa costa,bañada á un tiempo por el Océano y el Medi-terráneo , que al traerle el influjo civilizadorde otros' pueblos , han dado á Andalucía losmedios de marchar con frecuencia, al frente dela civilizacion espailola.

No se entienda, por ésto que absolutamenteno existen ni han existido jamás bandolerosen el resto de España. Ya he indicado en otrolugar, que si el fondo íntimo , que si la basepsicológica, por decirlo así, del bandolerismo,no es precisamente el natural instinto belicosode los españoles, es por lo ménos una condi-cion en extremo favorable, además de nece-saria, para su aparicion y desarrollo.

En efecto, hasta el territorio de la Penín-

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1,11 EL BANDOLERISMO.

sula, corno afirmaba César, es el más á pro-pósito para guerrear ,yes seguro que enningun país el hábito de la pelea se haconvertido en temperamento nativo de susmoradores, como en España, donde sin con-tar las antiguas y recientes luchas extranje-ras y civiles, una batalla ha durado ochoBias , y una sola guerra se ha prolongadoocho siglos.

Pelear con el enemigo, vencerle y despo-jarle de sus armas, caballos y efectos, cierta-mente no será bandolerismo en el sentido ri-goroso de la palabra ; pero fuerza es conveniren que no hay cosa más parecida, y por lotanto, aquellos hábitos de lidia, depredaciony merodeo, conducen muy derechamente alabuso de la fuerza , al robo de ganados detoda especie primero, de aves, granos y todaclase de provisiones y efectos despues, y porúltimo, al despojo de prendas y numerario,así como tambien al secuestro de personas,para exigir por éllas crecidísimos rescates.

Es verdad que semejantes desórdenes sehan verificado siempre despues de largas yporfiadas guerras, cuando gran número decombatientes quedaban sin sueldo por su mi-

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PRÓLOGO. LIII

Jitar oficio; y en pequeñas bandas, capita-neadas por los más valerosos y expertos, re-corrian campos y poblaciones , viviendo úni-camente de las rapiñas y despojos, que suinvencible osadía les proporcionaba.

Tales hábitos fueron comunes á las gentesde toda España desde la antigüedad más re-mota, de modo que con frecuencia un ilustrecaudillo era calificado por sus enemigos decapitan de bandoleros , como sucedió con elvaleroso Viriato , á quien despues de darlemuerte alevosa los romanos, todos sus histo-riadores le apellidan bandido.

Igualmente aquellos hombres feroces é in-vencibles , terror de turcos y griegos , cuyassorprendentes hazañas y peregrinas costum-bres con tan gallarda pluma describe el granhistoriador Moncada, los famosos almog croa-res nunca edificaron casas, ni fundaron pose-siones en los campos, sino que habitaban enlas fronteras, buscando su cosecha y el sus-tento de sus personas y familias en las presasy despojos de sus enemigos.

Análogo género de vida y no menor feroci-dad usaban los terribles y renombrados mon-fies moriscos salteadores, que habitaban fo-

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LI EL BANDOLERISMO.

ragidos en la escabrosidad de los montes,lanzándose desde sus guaridas como aves derapiña sobre los viajeros y pacíficos habitan-tes de las llanuras.

Esta, prolongada costumbre de pelear, bajotan diversas formas y con tan diferentes obje-tos, habría podido convertir en segunda na-turaleza de los españoles el carácter intrépido(rue les es propio, si ya de antemano, en cual-quiera estado y condicion , el espíritu belicosono fuese en éllos atributo ingénito de raza,porque hasta las mujeres participaban deaquel instinto guerrero , como numerososejemplos lo demuestran , y entre otros , lailustre 'Varona, celebrada por el gran Lope deVega, y la Mon :j'a alférez, no ménos famosapor su valor y heroísmo.

Es verdad, por otra parte, que sin estalarga preparacion secular del carácter, cons-tancia, temperamento y fuerza, no solamentemoral , sino física de los españoles, para su-frir fatigas, privaciones y trabajos, como ja-más hombres humanos, segun la enérgicaexpresion del historiador Herrera , habían pa-decido, no se habrían encontrado en disposi-cion y aptitud de emprender aquellas ternera-

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PRÓLOGO. L-V

rias é inconcebibles expediciones y hazañas delos llamados descubridores, á quienes ningu.npeligro podia descorazonar , y á quienes tam-poco ningun obstáculo podia infundir cansan-cio ó desaliento , como dice Prescott , aña-diendo, que la vida del aventurero español eraun capítulo más, y no de los ménos extraor-dinarios, en las crónicas de la caballería an-dante.

Y si este maravilloso conjunto de cualida-des había sido preparado por la Providenciapara tan altos fines como los del descubri-miento , conquista y civilizacion de América,fuerza es convenir también, que aquel espíritu-quisquilloso , pendenciero , arrogante y extre-madamente susceptible de los españoles ,una palabra, lo que hoy llamaríamos quijo-tismo, encontró á la postre el necesario correc-tivo , no en la legislacion , que habría sidoinsuficiente para éllo, sino en la sátira inmor-tal del gran Cervántes.

La obra sin modelo y sin rival del ilustremanco de Lepanto , enseña bien á las clarasque las cualidades caballerescas del carácterespañol, tampoco tenían semejanza con nin-gun otro país de Europa, y que sólo en nues-

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LVI EL BANDOLERISMO.

tra España la exageracion y áun estravío deaquellas dotes habían llegado á tal extremo,que sólo aquí fué necesario el desenfadadocorrectivo que se le impuso con soberano in-genio y discreta eficacia, si bien el númenpróvido de la historia de la humanidad no ins-piró el Quijote, sino precisamente cuando eranecesario, útil y oportuno, es decir, despuesdel gran descubrimiento de un Nuevo Mundo.

Pero al lado de aquel espíritu exclusiva-,mente belicoso y emprendedor, se presenta elconsiguiente abuso, que es tan fácil y áun na-tural en la mísera condicion humana.

En efecto, las enemistades y venganzas,hereditariamente trasmitidas de una á otrageneracion , los Montescos y Capuletos , asícomo los bandidos de los Abruzzos , no eranproducto exclusivo del suelo italiano, puesque tales ódios y luchas de linages enemigoseran tambien muy frecuentes en toda Es-paña, y especialmente en Cataluña, donde seconocían desde muy antiguo los bandos ybandoleros.

Allí era costumbre admitida, segun dicePellicer, que los caballeros más principales,cuando se hallaban enemistados con otros

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PRÓLOGO. LVII

personajes poderosos, saliesen al campo, co-locándose al frente de numerosas partidas debandidos, y haciéndose recíprocamente todoel mal que podían , no sólo en sus personas yen las vidas de sus respectivos partidarios,sino tambien en sus haciendas y ganados.

En algunas ocasiones llegaron estos bando-leros á desafiar ciudades enteras, bien asícomo Diego Ordoñez retó á Zamora, y segunafirma Vitrian en sus Memorias , AntonioRoca, el Miñon, el Cadell y Guinarte, seatrevieron á desafiar á ciudades tan principa-les como Barcelona, Gerona y Lérida, come-tiendo innumerables robos, insultos y mal-dades.

Entre estos famosos bandos se cuentan losde Niarros y Cadelles. El célebre Roque

ó Guinarte, que de ambos modos se ledenomina, citado por Cervántes, era partida-rio y favorecido de los Niarros, y contaba conla amistad y proteccion de un señor de va-sallos.

Tambien existia por aquel tiempo otro re-nombrado capitan de bandidos, que tenia bajosu mando doscientos hombres, y que llama-ban Testa de Ferro.

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LVIII EL BANDOLERISMO.

Por la misma época se descubrieron en An-dalucía otros salteadores de caminos , queafectaban ser tan equitativos como RoqueGuinart , y más escrupulosos todavía, puesúnicamente robaban á los caminantes la mi-rad de . su. dinero, sin hacerles otro daño al-guno.

Y así como he indicado que hasta las mu-jeres participaban del espíritu belicoso, igual-mente puede afirmarse que no eran ajenas álos feroces instintos de rapiña y de matanza,como lo demuestran, entre otras muchas quepudieran citarse, la célebre capitana de ban-didos en Andalucía, que habitaba en la Torrellamada de la Cabrilla, y cuyo valor y auda-cia imponía á los hombres más esforzados; asícomo tambien la famosa serrana de la Verade Plasencia, cuya extremada crueldad corríaparejas con su extremada hermosura, cualrara vez despojaba á los caminantes sin qui-tarles la vicia; y si alguno encontraba graciaante sus ojos por breve plazo, lo conducíaluégo por entre ásperas rocas y breñas á suescondida cueva. donde habitaba élla sola, ydespues de alegrarse á sus anchas con su cau-tivo, en cuyo obsequio disponía una especie

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PRÓLOGO. LIX

de' banquete, le daba la misma terrible re-compensa que Margarita de Borgoña á sus,galanes en la Torre de Nesle.

J'ero la ley de la oseil4cion, que no sólodomina en la naturaleza física, sino tambienen el órden moral, produciendo esa série in-cesante de transformaciones que se llama lavida universal, produjo en nuestra historia unfenómeno singularísimo á primera vista, pormás que aparezca muy natural y sencillo,ante la serena contemplacion de un espírituatento.

Al modo que el instinto guerrero puedetransformarse fácilmente en auxiliar poderosodel bandolerismo , así tambien los hábitos en-gendrados por la costumbre de vivir de rapi-ñas y despojos, en virtud de la fuerza bruta,puede convertirse, como se convirtió en efecto,en la manifestacion más inesperada y sor-prendente de aquel mismo instinto de violen-cia bajo la forma de la más refinada astucia.

La vejez, la enfermedad , la debilitacionpor cualquier accidente de las fuerzas físicas,así como las frecuentes y graves lesiones pro-ducidas por las constantes luchas que dejabanlisiados á gran número de hombres, fueron

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LX

EL BANDOLERISMO.

otras tantas causas importantísimas, y no bienestudiadas hasta ahora, de una multitud dehechos sociales que tuvieron en sí fuerza bas-tante para engendrar toda una forma nuevade vida, toda una extraña especie de indivi-duos que constituían una sociedad aparte, enuna palabra, el hábito del pillaje por la vio-lencia, prolongó en los débiles ó lisiados estemismo hábito por la bellaquería, la astucia,la travesura y el petardismo , produciendo loque se ha llamado la picaresca, la jacaran-dina, en fin, la ciudad y vida de la Hampa.

En los precedentes históricos del bandole-rismo debian entrar lógicamente éstas y otrasconsideraciones, y es preciso confesar que enel libro del Sr. de Zugasti aparecen expuestascon tal lucidez, perspicacia y elevacion demiras, que sorprenden por su contenido cu-rioso, por su enlace dialéctico y por su tras-cendencia política, social y hasta literaria.

En efecto , despues de señalar y definir lasque pudieran llamarse transformaciones his-tóricas del bandolerismo; despues de trazarcon segura mano la línea divisoria entre elvalor y la violencia; despues de explicar latransicion del bandido al pícaro, de las fe-

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PRÓLOGO. LX1

chorias en despoblado á las flores, habilida-des y bellaquerías del hampon, agrada yasombra ver en este libro singular, tratadasy resueltas con tanta originalidad como exac-titud, importantísimas cuestiones, que sóloparecen interesar al erudito y al literato; yno obstante, el encadenamiento lógico de lasideas y la série de sus manifestaciones his-tóricas conducen irresistiblemente al autor áeste sabroso género de investigaciones, profun-damente relacionadas con su principal asunto.

Las causas que convirtieron al bandolerismobelicoso en las marfuces gandulerías de lahampa, no sólo producen en la sociedad,como ya he indicado, un extraño modo devivir, sino tambien una forma nueva en laliteratura española, es decir, la novela pica-resca, que se inauguró con un libro sin mo-delo en su género, El Lazarillo de Toretes,el cual excitó vivamente la atencion de Eu-ropa, y abrió á los regocijados ingenios ame-nísima y nueva senda para la feliz pintura detipos maleantes, observados en las escenas dela vida real, pordiosera y vagabunda, pro-porcionando gratísima recreacion , emocionesdesconocidas y provechosas enseñanza s

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LXII EL BANDOLERISMO.

Sin duda uno de los goces más vivos y delos frutos más útiles, que producen las obrasde ingenio, consiste en el caudal de conoci-

mientos que nos suministran las variadas ycríticas situaciones de los personajes en éllasdescritos, de modo, que la conciencia se ilus-tra y enriquece, mediante la imaginacion,con todos los tesoros de la experiencia.

Y como en aquel género picaresco la pin-tura de los tipos de bribia procedia de la di-recta observacion de la naturaleza, pues quelos pícaros y jácaros abundaban por todaspartes, y su reproduccion literaria era reci-bida por el público con indecible agrado, re-sultó de aquí la renombrada genealogía delos Lazarillos, Guzmanes de Alfarache, Pí-caras Justinas y toda la caterva de sus imita-ciones más ó ménos felices, en las cuales do-minaban siempre el principio de la realidady la descripcion minuciosa de las leyes, cos-tumbres, bellaquerías, ritos y ceremonias delos famosos reinos de Tu.nía, Hampa y Ger-manía.

Esta reproduccion, por decirlo así, fotográ-fica de aquellos tipos y costumbres comunicóá tales obras un cierto valor histórico, en vir-

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PRÓLOGO. LXIII

bid del cual hoy puede formarse una ideacasi exacta de lo que fué en nuestro país lajacarandana ó picaresca.

Ninguno como Cervántes brilla en estaclase de descripciones, cuya exactitud y fide-lidad parecen incontrovertibles. Por él cono-cemos las almadrabas de Zahara, cifra y com-pendio de la picaresca; la vida errante y lascostumbres de los gitanos en aquel tiempo, yla organizacion de los hampones ó murcios enSevilla , bajo la jefatura de Monipodio, padre,maestro y amparo de Rinconetes y Corta-dillos.

Desgraciadamente las tradiciones picares-cas no se han perdido en nuestro país, si biense han transformado, como era inevitable,con el trascurso del tiempo y el cambio de le-yes é instituciones; pero es lo cierto que to-davía conservan su organizacion, su lenguajf3peregrino y sus hábitos crimin\ales.

El mal ha llegado en algunos períodos árecrudecerse de una manera extraordinaria,produciendo gran número de secuestros, asal-tos de casas, robos y asesinatos; y por consi-guiente, llamar la atencion sobre este cáncersocial y proponer el oportuno rem¿dio, me

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LXIV EL BANDOLERISMO.

parece tarea útil , patriótica y digna de todoaplauso.

Además de este laudable propósito, que sin'duda ha de ser muy fecundo en consecuen-cias prácticas y provechosas, el libro contienemultitud de alusiones á los poderosos y encu-biertos protectores del bandolerismo, así comoCambien muchas semblanzas de éllos, ejecutadas con gran valentía de pincel y viveza decolorido, cuya similitud, interesante para to-dos, será, sin embargo, mejor comprendida yapreciada en las respectivas localidades.

A veces se encuentran tejidos y velados enel mismo texto, mediante anagramáticas éingeniosas combinaciones, hasta los nombrespropios y motes de las personas y áun Terso-n.ajes aludidos , ya como valedores y ocultoscómplices de los bandoleros, ya como depre-dadores y concusionarios en las más altas es-feras, y que tanto pululan en esta sociedaddesventurada, porque el autor, con muy buenacuerdo, profesa la máxima, hoy más quenunca necesaria y saludable, de que allíadonde no alcanza el castigo de la ley social,debe llegar, supliéndola, la censura del hom-bre honrado; y hé aquí otra nueva intencion

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PRÓLOGO. LXV

moral , 6 por mejor decir, moralizadora, queeste notable libro en sus páginas encierra.

Tal vez esta conducta viril é inexorable delautor, poniendo á descubierto, sin contem-placion alguna, á tanto número de malvados,que ocupan altas posiciones y encubren sushorrendos crímenes bajo doradas aparienciasy condecorados con las más encumbradas ti-tulaciones, tal vez, repito, esta conducta enextremo decidida y resuelta, pueda ocasio-narle sinsabores ó asechanzas, si bien la posi-bilidad de tales riesgos no producirá grandeimpresion en el ánimo esforzado de quien yasupo arrostrar y vencer con gloria mayoresdificultades y peligros, cuando, por otra parte,en la ocasion presente, puede abrigar con fun-damento la segura esperanza de que la socie-dad ha de ponerse á su lado en cuestion tan-vital, honrosa é interesante.

Despues de las precedentes reflexiones sobrela índole del asunto, cuyas irradiaciones lle-gan á todas las esferas y organismos sociales,el lector comprenderá que no hay exagera-don en la suprema importancia que, á los ojosdel que esto escribe, merecen el asunto y ellibro.

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L XVI EL BANDOLERISMO.

Bajo el punto de vista de su concepcionintelectual, esta produccion me parece muydigna de más concienzudo y detenido exá-men ; no tanto por el estilo y el lenguaje, nitampoco precisamente por su estructura or-gánica con ser tan extraordinaria, sino porla profundidad interesante del fondo; por lanovedad de los fenómenos sorprendidos y es-tudiados en los más recónditos senos de lasociedad presente; por la fecundidad inagota-ble de las consecuencias deducidas ; por laamplitud y trascendencia de las miras delautor; por la riqueza asombrosa de sus obser-vaciones prácticas y sorprendentes pormeno-res; por la grata, erudita y feliz descripcionde las extrañas y no bien conocidas costum-bres de las gentes de la vida airada ; por launidad de criterio que produce la unidad ad-mirable de su ejecucion ; y finalmente, poraquel caudal abundantísimo de conocimien-tos políticos, económicos, morales, sociales yde buen gobierno, que aparecen con tantaoportunidad como profusion , esparcidos en laobra como otras tantas joyas de inestimableprecio.

En cuanto á su forma literaria, me limi-

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PRÓLOGO. LXVIT

taré á decir que es tan singular, que carecede antecedentes y ejemplos en nuestra biblio-grafía, y que en élla se refleja fielmente lamisma originalidad del fondo , armonía yconformidad que por sí sola demuestra la bon-dad de la forma, que consiste en ser adecuadaal asunto.

Respecto al estilo se observa la más ricavariedad de tonos , como cumple á una com-posicion tan vasta é importante y en dondese tratan las más variadas cuestiones. Así esque el autor se ostenta, segun la diversidadde la situacion , ya nervioso, ya natural, yasencillo, con frecuencia vehemente, y en al-gunas ocasiones florido y hasta poético; enotras profundo y sublime, y siempre enér-gico, vigoroso y elocuente.

Pero en donde lucen y resplandecen todoslos tesoros del bien decir castellano, es en suelocucion majestuosa, en su lenguaje siemprecastizo , puro , apropiado, sonoro y por demássignificativo, como si el autor poseyese el artedificilísimo de que las palabras de nuestralengua digan más, bajo su pluma, que en eluso comun y ordinario.

Bajo este aspecto filológico en lo que se

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LXVIII EL BANDOLERISMO.

refiere á la propiedad del lenguaje , debo de-cir que el autor demuestra una competenciaindiscutible, un raudal inagotable y un co-nocimiento tan grande y profundo de nuestralengua, que sin duda parecería exageracionafectuosa si sobre este punto manifestase, sinreserva, lo que siento; pero me remito al libro,y apelo despees al lector, cuando atentamentese fije , no sólo en los infinitos términos y vo-cablos de Germanía, que oportunamente usa,autorizados por el Diccionario de la Academia,sino tambien en las diversas fuentes y orígenesque señala, como otras tantas oficinas en dondeá cada momento se elaboran dichos, frases,comparaciones y modos figurados, vivos y fe-lices de expresar conceptos, que más tardevienen á enriquecer libros y vocabularios conel precioso tributo de las explicaderas po-pulares.

En suma, prescindiendo de otras infinitasconsideraciones, que ésta produccion me su-giere, y concretándome exclusivamente á estepunto de la elocucion. , terminaré este desali-ñado prólogo, afirmando que el libro del señorde Zugasti contiene , acaso más que ningunaotra produccion modernas, un número sorpren-.

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PROLOGO. laxa

dente de modos castizos del bien decir caste-llano , sin contar el curioso y abundantísimovocabulario picaresco y maleante; que en sussabrosas páginas encierra.

Madrid , Mayo ide 1876.

SEGISMUNDO MORET Y PRENDERGAST.

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INTRODUCCION.

CAPÍTULO PRIMERO.

RAZON DE LA OBRA.

Impulsado por vivas y multiplicadas excitacionesde infinito número de personas de todas clases yde todos los puntos de la Península , y muy espe-cialmente de muchos hacendados de Andalucía, heresuelto dar á la pública luz EL BANDOLERISMO, Es-tudio social y Memorias Históricas , libro que mesale á la par del corazon , de la mente y hasta delas situaciones, en que me he encontrado, y que asíá Gobiernos, como á particulares, puede proporcio-nar muy útil y provechosa enseñanza.

A la verdad que la presente obra carece de mo-delos y precedentes de su misma estofa y estructuraen nuestra historia literaria, con ser tan rica yabundosa en todo linaje de escritos. Nó ignoro queá muchos, más atentos á la ampulosidad sonóra delas frases, que á la útil seriedad del fondo , han de

TOMO I. 1

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2 EL BANDOLERISMO.

parecer ó prolijas ó livianas las cosas que escri-biere ; pero si atentamente lo consideran, tarde ótemprano han de hacer justicia á la rectitud de misintenciones, y á las saludables advertencias de buengobierno, que de los hechos relatados se desprenden .

Voy á recorrer un campo no explorado, en dondenos saldrán al paso trágicos sucesos, aventurassorprendentes caractéres indomables , siniestrasy extrañas figuras, y hombres funestamente ex-traordinarios que con otra educacion, y bien diri-gidas sus poderosas fuerzas de accion y de inteligencia, habrian podido honrar á su patria y admi-rar al mundo como guerreros insignes, ó ilustresgobernantes.

Estas MEMORIAS se refieren al bandolerismo enAndalucía , no sólo porque allí tomé una parte muyactiva para combatirlo y extirparlo , sino porquetambien allí adquirió proporciones gigantescas yorganizacion tan poderosa, que rayaba en incon-trastable , produciendo crímenes sin cuento, y sindejar siquiera rastro para que las autoridades pu-dieran proceder á su persecucion y castigo.

No es fácil describir , ni que el lector se figure,la magnitud de la empresa que, como delegado delGobierno , puse sobre mis hombros , ni tampoco elinconcebible estado de terror universal de todaaquella hermosa region, cuando llegué á Córdoba,á causa de los innumerables robos , incendios, ase-sinatos y secuestros, que por todas partes y á todashoras se cometían.

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INTRODUCCION. 3

La existencia de .tantos y tan espantosos críme--nes , y la complicacion en éllos de personas ricas,influyentes, y que pasaban por honradas é inta-

,chables á los ojos de todo el mundo, me impresionóde una manera indecible , y me demostró bien álas claras que aquella lepra moral, que surgia hastala superficie, no provenia exclusivamente de cau-sas exteriores, ni accidentales, que la cancerosallaga no estaba sólo en la epidérmis, sino en lasentrañas mismas de la sociedad , y que algun viciointerno y constitutivo producia, desde muy hondo,la mortal dolencia.

Así, pues , consagré toda mi actividad y todosmis esfuerzos á perseguir á los criminales con igualenergía y perseverancia, que á estudiar en su raízy origen las verdaderas causas del BANDOLERISMO,

que no puede ni debe existir en una sociedad bienorganizada; y el libro que hoy tengo el honor desometer al juicio de mis conciudadanos, es el frutode 'aquellos penosos estudios y profundas medita-ciones.

Con tales precedentes, el lector podrá compren-der ahora la estructura y division que he dado ámi trabajo , así como tambien las razones , que mehan movido á distribuirlo en la forma, que lo he ve-rificado.

La INTRODUCCION contiene todas aquellas noticiasindispensables para que el lector pueda apreciardebidamente las dificultades de la empresa y de misituacion , los riesgos que me rodeaban, las ase-

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4 EL BANDOLERISMO.

chanzas y calumnias de que era objeto, la falta derecursos , las medidas que adopté, las revelacionesinteresantes que se me hicieron , la lucha sin tre-gua declarada por los criminales á las autoridades,mis conferencias en Madrid con el Gobierno y conlos Gobernadores de las provincias limítrofes , yfinalmente , los manejos del bandolerismo, bajotodas sus formas, para entorpecer la persecucion yvengarse de sus incansables perseguidores.

En la PRIMERA PARTE y con el epígrafe de ORÍ-

GENES DEL BANDOLERISMO, me propongo estudiaren toda su extension, y bajo todos sus aspectos, lascausas de esta verdadera plaga social; y desde luegose comprenderá la importancia capitalisima de éstacuestion tan difícil, como complicada. Yo estoy fir-memente persuadido de que las concausas del BAN-

DOLERISMO son de tan diversa y profunda índole,que su existencia se relaciona, ya de cerca, ya deléjos , con la política , con la legislacion , con lasinstituciones , con el impuesto, con la administra-cio , y sobre todo, con la curia. Por otra parte , elejemplo funesto de grandes fortunas improvisadaspor medios reprobados, el descreimiento tan ab-soluto, como extendido entre las clases del pueblo,que más necesitan de creencias religiosas , por sufalta de educacion y de sentido moral, las conse-cuencias disolventes del refinado positivismo de laépoca, merced al cual son generalmente desesti-madas la virtud y la justicia, constituyen otras tan-tas causas de podredumbre moral, que bajo infini-

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INTRODUCCION. 5

tas formas y en todas direcciones , contribuyen po-derosamente á la espantosa y universal corrupcion,que infecta, desorganiza y corroe todos los resortesvitales de la sociedad presente.

A tan numerosas causas de desmoralizacion, de-ben añadirse la influencia del clima, el carácter ycostumbres de aquellos habitantes la magia yprestigio que sobre éllos ejerce el renombre de al-gunos bandoleros célebres, el dan de ver relatadassus fechorías en un 1691zance, el encanto del peli-gro en las aventuras del contrabando, y por último,los antecedentes históricos de la propiedad territo-rial en Andalucía, que desde los tiempos de la re-conquista ha venido acumulándose en pocas manos,sin que la Desamortizacion moderna, por la formadesacertada en que se hizo , haya logrado aún re-mediar aquellos inconvenientes sociales.

En resolucion , debo decir respecto h esta difici-lísima parte de mi trabajo , que mi propósito es ha-cer un estudio tan atento y sério sobre nuestro es-tado moral , social , político y económico , que, nosin fundamento, pudiera denominarse la vivisec-cion de nuestra sociedad; estudio tan penoso, comoútil, para conocer y señalar todos los males orgá-nicos, que nos aquejan, y que, tal vez, merezca fijarde un modo favorable la atencion de los lectores.

LA SEGUNDA. PARTE, que lleva por título NARRA-

CIONES, contiene el relato de muchos secuestros,asaltos de casas, robos y sesinatos, y vienen áconstituir las MEMORIAS HISTÓRICAS DEL BANDOLE-

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6 EL BANDOLERISMO.

TRISMO. En estas NARRACIONES se encuentran aven-turas tan interesantes situaciones tan dramáticas,sucesos tan. raros y notables , carácteres tan ex-traordinarios, y sufrimientos y martirios tan nue-vos y tan cruelmente ingeniosos , que no será te-merario afirmar que , con harta frecuencia , la ima-ginacion árabe de aquellos bandoleros deja muyatrás á las más trágicas y originales invencionesde nuestros más célebres y fecundos novelistas.

Excusado parece decir , porque desde luego secomprende, que en la narracion de tales sucesos hesuprimido todos aquellos nombres propios y hechosparticulares, que pudieran comprometer la buenafama de las familias, ó la reputacion de individuosinocentes , porque he creído que así lo aconsejande consuno la moral y las conveniencias sociales.

En la PARTE TERCERA , titulada TIPOS Y EPISO-

DIOS, me propongo referir la vida , carácter y cos-tumbres de los principales tipos, que han figuradoen las NARRACIONES precedentes, porque me ha pa-recido que agradará á los lectores el conocer por suretrato físico y moral á los mismos, á quienes ya deantemano conoce por la mencion, que de éllos seha hecho ; y por lo tanto, ésta parte de la obra sal-drá convenientemente ilustrada. Tambien aquí serelatan algunos episodios interesantes, y diversasaventuras personales, que me han ocurrido , po-niendo en gran riesgo mi vida.

En la PARTE CUARTA y baj o el epígrafe de CON-

CLUSION, con cuya palabra no quiero expresar sola-

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INTRODUCCION. 7

mente la idea del fin ó remate de mi obra, sinotambien la deduccion natural que se infiere de todolo antedicho, me propongo señalar el remedio con-veniente á cada uno de los males, ó vicios anterior-mente notados ; porque no deseo parecerme á cier-tos médicos , que conocen y describen perfecta-mente la enfermedad, sin que luégo acierten áproponer y practicar el oportuno plan curativo.

Yo tengo á gran fortuna el no pertenecer al nú-mero de los descreídos , vicio que en los demáscensuro , porque el escepticismo, parálisis delalma, lo esteriliza ó emponzoña todo, y porque en-tiendo que la fé y la esperanza, no solamente sonun consuelo inefable, sino tambien las madres ca-riñosas de los más nobles caractéres , y de las mi-lagrosas resurrecciones de los pueblos. Pueden losindividuos afligirse , desesperarse y morir de in-crédulo tédio; pero esos grandes organismos quese llaman naciones , no deben perder nunca la es-peranza de su regeneracion gloriosa; y cuando esanacion es España, que tantas veces se ha erguidode su postracion como la invencible Amazona deOccidente, y que inerme y abatida se levanta yderrota al Capitan del siglo, el dudar de su porve-nir , que es el porvenir de la raza latina, y el des-esperar de su génio , que es el génio de la constan-cia en las adversidades, es desconocer la historia yblasfemar de la Providencia.

Así me anticipo á responder á los que , llevadosde su atrabiliario pesimismo , se imaginen que la

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8 EL BANDOLERISMO.

sociedad actual se halla tan mortalmente corrom-pida, que no le resta más remedio que desaparecerde la haz de la tierra, y que por lo tanto, las refor-mas que propongo, han de ser de todo punto inefi-caces. Añadiré que la experiencia me ha demos-trado que las medidas por mí adoptadas , si biencon un carácter local , teniendo en cuenta circuns-tancias particulares , dentro de un círculo muy res-tringido , y sin el apoyo y auxilios necesarios, pro-dujeron los resultados más satisfactorios; y porconsiguiente, abrigo la más íntima conviccion deque las reformas, que hoy someto á la consideraciondel público , deducidas de los hechos , inspiradaspor nuestro estado social, nacidas de atento estu-dio, elevadas á sistema orgánico, y demostradas ensu generalidad científica , podrán oponerse conéxito seguro , como el preservativo más eficaz á lasverdaderas y numerosas causas del BANDOLERISMO,

en todas sus múltiples manifestaciones.En suma, debo decir que ésta parte de la obra

constituye un verdadero programa, no de partidopolítico, sino de buen gobierno , basado en los in-destructibles fundamentos del árden moral, á cuyasjustas exigencias debe siempre la sociedad confor-marse, y á las cuales tampoco pueden oponersenunca, sin provocar tremendos peligros , ni gober-nantes ni gobernados.

Ahora bien, distribuido y clasificado mi trabajoen los términos referidos, parecia necesario y con-veniente añadir al final de cada volúmen , y remi-

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INTRODUCCION. 9

tiéndose á los capítulos y lugares oportunos , losÁPÉNDICES que el texto reclamase, ya para ilus-trarlo , ya para comprobar la exactitud de las afir-maciones, ó asertos sostenidos en el cuerpo de laobra, con datos históricos , estadísticos , oficiales, ysiempre auténticos y dignos de la fé más cumplidaé incontrovertible.

Hechas las precedentes explicaciones respecto ála division del presente libro, cúmpleme advertirque durante largo tiempo, no me ha sido posibleconsagrar mi actividad á este trabajo , no porqueno estuviese siempre en mi ánimo la constante re-solucion de emprenderlo y concluirlo en ocasionpropicia, sino porque los asiduos deberes, que meimponian los diferentes cargos, que he desempe-ñado , no me dejaban suficiente espacio para éllo.Dichosamente para mi propósito, en la actualidadme encuentro libre y desembarazado para cumplircon éste deber, que habla impuesto á mi concien-cia, porque entiendo que todo buen ciudadano, encualquier sazon y tiempo, así en el servicio' activo,como en el retiro de su casa, puede encontrar hon-roso camino para ser útil á su patria, en la medidade sus fuerzas.

No . ocultaré tampoco que además del bien pú-blico, me incitaba poderosamente á llevar á cimaesta difícil tarea, el natural deseo de vindicar miconducta de los rudos é insensatos ataques, que taninjusta como impremeditadamente se dirigieron enla prensa y en el Congreso contra los perseguido-

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10 EL BANDOLERISMO.

res del BANDOLERISMO precisamente por los quemás presunaian, y siguen presumiendo de conserva-dores, ardiendo siempre en santa indignacion con-tra los que sostienen las doctrinas disolventes yanti-sociales , que en aquella sazon éllos tan apa-sionadamente sustentaron.

Pero á la verdad que no debo quejarme de la for-tuna, porque antes de haber adelantado en la pu-blicacion de mi libro , los hechos palpitantes deldia me proporcionan la ocasion de que, en este pró-logo, yo me lamente de verlos incurrir en la másabierta contradiccion , á la vez que en el más ver-gonzoso conato de plagio, procurando , sin conse-guirlo , imitar en las provincias de Valencia , Má-laga, Granada , Alicante , Ciudad-Real , Toledo,Múrcia y Orense, aquella misma conducta, que ca-lumniosamente se me atribuía, y que sólo por pa-sion política censuraron, exterminando ahora mal-hechores, no con estricta sujecion á las leyes,sino exactamente por medio de aquellos mismos ar-bitrarios y feroces procedimientos , que éllos supo-nian adoptados por el Gobierno en aquella ocasion,y que tanto alarmaban, y tan nerviosamente heríanla romántica fibra de su bandoleresco sentimenta-lismo.

Sólo me resta añadir , respecto al fondo históricode la obra, que yo respondo de la certeza de los su-cesos relatados. La verdad dicta, yo escribo; mio esel juicio y el comento, cuya doctrina, ó procede dela experiencia, ó á élla vuelve. , para ser por su au-

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INTRODUCCION. 11

toridad confirmada; ante las cosas y los hombres,medita el entendimiento, sin alterar las unas, ni des-figurar los otros; mias son las reflexiones; mias sontambien las palabras ; pero los hechos pertenecen,íntegros y exactos, á la respetable jurisdiccion de lahistoria.

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CAPÍTULO II.

MOTIVOS DEL NOMB1tA.MIENTO DE UN NUEVO

GOBERNADOR DE CÓRDOBA.

En Febrero de 1870 se difundieron por toda laPenínsula noticias tan alarmantes como exactas,relativamente al estado de perturbacion é insegu-ridad, en que se hallaba la provincia de Córdoba, endonde el bandolerismo parecía haber asentado sucuartel general , con ramificaciones é inteligenciasdentro y fuera de Andalucía.

Los hacendados no podian salir á visitar sus he-redades, sin correr el riesgo de ser robados ó se-cuestrados; las personas más ricas de las poblacio-nes, áun permaneciendo en el retiro de sus hogares,recibian diariamente anónimos amenazadores, exi-giéndoles crecidas sumas ; los ganados y las caba-llerías estaban en los cortijos á merced de los la-drones , y con éllos se veian obligados á entendersey transigir los propietarios para proveer por sucuenta á su propia seguridad , ya que la accion delGobierno en nuestro país siempre ha sido ineficaz

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INTRODUCCION, 13

para reprimir tan repetidos desmanes; pero conmás razon era insuficiente en aquella épocita, aten-didas las especiales y críticas circunstancias, en quela nacion se encontraba.

En tal situacion , llegaron hasta el Gobierno lasquejas , las alarmas y los inauditos atentados quese cometían, y deseoso de poner término á tananárquico y violento estado, resolvió cortar el malcon mano fuerte , enviando á Córdoba un Goberna-dor de tales condiciones, que acertase á correspon-der dignamente á la honrosa, cuanto difícil mision,que se le confiaba. Era por aquel tiempo Subsecre-tario del Ministerio de la Gobernacion mi siemprequerido amigo el Sr. D. Segismundo Moret, el cualme escribió á Toledo, anunciándome que el Go-bierno deseaba utilizar mis servicios para una em-presa muy árdua y peligrosa; pero sin concretarla.Añadía que habiendo seguido paso á paso mi con-ducta, y examinado atentamente todos mis actosasí en Teruel, donde restablecí el órden en circuns-tancias muy dificiles y afrontando graves peligros,como en Búrgos , donde con afortunada sagacidaddescubrí una formidable conspiracion, previniendosus desastrosos efectos , estaba firmemente persua-dido de que yo era el hombre, que reunía las con-diciones apetecibles para llenar cumplidamente losdeseos del Gobierno ; y por éste estilo seguia lacarta bablando de mi humilde persona en tales tér-minos ,que seria prolijo y áun parecerla jactanciael referirlos, porque en todas sus apreciaciones

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EL BANDOLERISMO.

campeaba, por lo ménos, la estirnacion amistestanto, cómo la severa justicia bajo otros aspectos;concluia, invitándome á que á la mayor brevedndposible, viniera á Madrid para conferenciar conmigo á solas.

Era yo á la sazon Gobernador de Toledo, y apr,vechando la proximidad de este punto y la facili-dad del viaje, me apresuré á cumplir las indicacio-nes del Subsecretario. Presentéme á él, en efectoy entónces me manifestó que el bandolerismo cre-cia de una manera tan alarmante como inaudita:que las noticias conocidas por cartas y periódicono eran sino un pálido reflejo de la espantosa rea-lidad; que en el Ministerio se recibian á cada instante avisos, cartas y confidencias, que demostra-ban que en Córdoba no se podía literalmente vivir:que la seguridad personal se habia convertido enla seguridad de ser secuestrada toda persona de al-gun arraigo, si salia sola al campo; que los propie-tarios se velan obligados á partir sus cosechas conlos bandoleros; que los robos se repetian con hor-rorosa frecuencia, lo mismo en las poblaciones queen los despoblados; que ya no bastaba la fuerz.,pública para reprimir tantos crímenes; queautoridades estaban acobardadas, ó que por lo mé-nos, una gran parte de su impotencia provenía deltemor; que el Gobierno se hallaba en el caso de ncconsentir ni un momento más aquel estado decosas tan anárquico, y á la par tan deshonroso paraun país civilizado, como para los hombres de la re-

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INTRODUCCION. 15

volucion, que reglan sus destinos; y finalmente,que él habla recibido el encargo de buscar unhombre de condiciones especiales para que fuerade Gobernador á Córdoba, á fin de extirpar el ban-dolerismo, y que creia que ese hombre era yo.

Al llegar aquí detúvose el Subsecretario, ydespues de algunos momentos de reflexion , con-

-No se me oculta, mi querido Julian, que loque te propongo, no es empresa apetecible ni para-tus intereses, ni para tu reposo, y áun añadiréque estabas designado para un Gobierno de pri-mera clase , porque éstos dias atrás se pensó enmandarte á Barcelona; pero considerando queactualmente la cuestion del bandolerismo es la queen primer término debe llamar la atencion del Go-bierno, yo mismo , áun á riesgo de perjudicarte en4ai carrera, he contribuido á que desistan de aquelintento y te envíen á Córdoba, en donde te con-sidero irreemplazable.

-Allí precisamente, le respondí, es donde tengo-un inconveniente personal, que de todo puntome prohibe aceptar aquel Gobierno.

—Te repito, continuó el Subsecretario , que nodesconozco que en la mision propuesta, te aguar-dan graves y numerosos riesgos , indignas calum-nias, y tal vez el descrédito, si por desdicha fraca-sas en la empresa, y yo seria el primero que no me,eonsolaria jamás, si te ocurriese una desgracia.Cuando pienso en ésto, te aseguro con toda la

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16 EL BANDOLERISMO.

franqueza de nuestra antigua y leal amistad, quecasi me arrepiento de haberme comprometido y decomprometerte en tan arduo negocio.

—No te arrepientas , le contesté; los peligros noson para mí un obstáculo ; ántes bien, me incitany me inflaman. Ciertamente yo no he vaciladonunca en ir á donde mis amigos políticos me hayancreído útil ; pero no te ocultaré que de alguntiempo á esta parte me lisonjea muy poco el con-tinuar siendo Gobernador, porque la escala se harebajado tanto, que ya cualquier advenedizo al-canza fácilmente aquel cargo , y yo entiendo queni los gobiernos civiles, ni ningun otro cargo pú-blico vale por sí mismo, sino por el carácter, con-diciones y merecimientos de los hombres ilustres,.que los obtienen. Sin embargo , yo aceptaria gus-toso ese cometido, no porque el ser Gobernadortenga ya atractivo para mí, sino porque en la mi-sion que me propones, si hay grandes dificultadesque superar , calumnias que desvanecer , peligrosque arrostrar, tambien la satisfaccion de prestar unservicio á mi patria y el natural deseo de gloria,que incita y alienta á todo corazon bien templado,serian para mí recompensa más que suficiente,cuando, por otra parte y á la vez, -complacerla á unamigo tan bueno y tan querido como tú lo eresdesde nuestros primeros años; pero te repito, quetodavía una consideracion personal, que mi delica-deza me impone, imposibilita queyo vaya de Go-bernador á Córdoba.

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INTRODUCCION. 17

Las precedentes razones parecieron impresionarvivamente al Subsecretario , que me respondió:

—No acierto á comprender cuál sea ése incon-veniente, cuando ya creia vencida y resuelta tuvoluntad para satisfacer en un todo los deseos delGobierno.

El Duque de Hornachuelos , repliqué , actualGobernador de Córdoba, es amigo mio.

¡Tienes razon! exclamó. No habla pensado eneso; pero puedo asegurarte que, vayas ó no vayas,..está resuelta su traslacion.

Eso no es cuenta mia, respondí; porque loque á mi decoro importa es que ni el interesado, ninadie, pueda creer que yo soy capaz de solicitar, niáun de admitir, el cargo que desempeñe un ami-go mio.

Entónces mi buen amigo Moret me tendió lamano con efusion, diciendo :

¡ Siempre el mismo! Pero yo aplaudo con todami alma tu noble conducta, y me encargo de alla-nar las dificultades, que tu delicadeza te hace creerinvencibles, manifestándole á quien correspondaen toda su extension la verdad de lo ocurrido, con-venciendo al Duque de Hornachuelos de que tú eresajeno á su reemplazo, y áun á tu propio nombra-miento, y libertándote, en fin, de ese inconvenientepersonal, que me agrada tanto, como te honra.

Pues siendo así, contesté, no tengo el más mí-nimo inconveniente en aceptar el Gobierno de Cór-doba ; y si mi decoro queda satisfecho y mis dudas

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EL BANDOLERISMO.

y escrúpulos desvanecidos, yo desde ahora te digoque léjos de considerarme contrariado al aceptarla difícil mision, que me propones, iré á desempe-ñarla con suma complacencia por las patrióticas ra-zones, que antes te he manifestado.

Muy difícil me sería pintar al lector la satisfaccioninmensa, que mi resolucion produjo en el ánimo delSubsecretario , que me respondió :

—No solamente en nombre de la sociedad pro-Indamente perturbada, no sólo en nombre de lapatria , á la que vas á prestar el más señalado ser-vicio , sino tambien por el compromiso particularque por tu personalidad había contraído , te agra-dezco con toda mi alma tu patriótica resolucion , yyo estoy segurísimo de que la Providencia, en vistade los elevados móviles, que te impulsan á aceptareste verdadero sacrificio, ha de proporcionarte entu empresa éxito glorioso , y la satisfaccion de ha-ber obrado como un hombre de bien y como uno deos pocos patricios desinteresados, que hoy se en-uentran.La conferencia terminó de la manera más cor-

dial por una y otra parte, invitándome el Sr. Moreta que volviese al dia siguiente, para hablar con elMinistro y recibir sus instrucciones.

Antes de continuar debo advertir que á la sazonno me unian con el Sr. Rivero vínculos de amistad,si bien más tarde profesé la debida estimacion á,pus cualidades.

Volví , en efecto, al dia siguiente, y el Ministro

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INTRODUCCIO N. 19

se limitó á decirme que había recibido noticias deque aquella provincia se hallaba muy perturbada;que le habian hablado muy favorablemente de midiferentes personas , además del Sr. Moret ; que élmismo habia tenido ocasion de apreciar mis cuali-dades de carácter, durante mi permanencia en To-ledo; y por último , que fuese á Córdoba, me enterase minuciosamente de lo que allí ocurría , propu-siese al Gobierno todas cuantas medidas me sugi-riese mi buen celo para combatir el mal, que setrataba de corregir , y que contase en todo y portodo, con los auxilios necesarios y con el apoyo másincondicional del Gobierno.

Terminada mi entrevista en los términos másamistosos, y aceptado mi encargo , volví á Toledopara disponer mi viaje , y muy luégo regresé áMadrid , en donde celebrada una última conferen-cia con el Ministro, éste me reiteró aún con mayorvehemencia las seguridades de auxiliarme en todo,cuanto fuese necesario para llevar á feliz cima midifícil y peligrosa empresa.

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CAPÍTULO III.

EL VIAJE.

Ante todas cosas debo manifestar sinceramente,que no son muy propias. de mi carácter las dudasy vacilaciones, una vez resuelta mi voluntad áobrar prácticamente en cualquier sentido que sea,y no negaré que en aquellos momentos, me pre-ocupaba con todas las fuerzas de mi sér, del árduonegocio, en que el patriotismo y la amistad me ha-bian empeñado.

Salí de Madrid el 8 de Marzo de 18`70, y no esposible describir los planes , las ideas y los proyec-tos, que hervian en mi mente, para llevar á cabo lafeliz realizacion de un propósito tan grave , y enque el amor de mi patria y mi propia honra meincitaban con extraordinario impulso.

Meditabundo y á veces triste , porque debo con-fesar que por la primera vez de mi vida dudé demis fuerzas y de mi resolucion, llegué á Mengíbar,en cuya estacion nos detuvimos algunos minutospara almorzar, y al volver al tren llamó notable-mente mi atencion un viajero , que en aquel mo-

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INTRODUCCION.

raento se presentaba acompañado de ocho hombresá caballo, y armados de retacos.

El viajero representaba tener como unos cin-cuenta años , era robusto y de simpático y agra-ciado rostro, y en su aspecto y porte demostrabaser un rico hacendado de aquellas inmediaciones, ájuzgar por las muestras de consideracion y res-peto, que le tributaban así sus acompañantes, comolos empleados de la estacion. Despidióse de unos yotros, y precisamente entró en el mismo departa-mento, en que yo venía desde Madrid con otras per-sonas , y entre éllas, un inglés, que no cesaba dehacer exclamaciones y aspavientos, admirando lasbellezas del país, desde el punto y hora, en que ha-bíamos penetrado en la hermosa region de Anda-lucía.

Yo hasta entónces, preocupado en mis pensa-mientos, me había manifestado no muy comunica-tivo, aparte las exigencias de la cortesía ; pero en.aquel momento creí que ya debia comenzar á in-formarme de todo cuanto me conviniese, teniendoen cuenta las circunstancias y acompañamiento,con que habia llegado el nuevo viajero.

No bien se hubo instalado en nuestro departa-mento , cuando con la expansion característica delos andaluces, exclamó :

Gracias á Dios, que ya no es tan fácil que nospesquen, ni nos roben !

Estas palabras, como desde luégo comprenderáel lector, despertaron vivamente mi curiosidad, y

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22 EL BANDOLERISMO.

recordando que precisamente en este trayecto hansido en algunas ocasiones detenidos los trenes, ysobre todo , por hacerle hablar de un asunto, quetan directamente me interesaba , le respondí :

No hay que cantar victoria todavía, porqueCambien suelen detener los trenes, y robar á losviajeros.

Al oír éstas palabras el inglés, dió un brinco so-bre su asiento , mientras que el recién llegado, conacento andaluz , contestó :

Tiene usted mucha razon, caballero. Las cosasestán de modo, que yo estoy ya deseando que aca-ben de inventar el viaje en globo , que seria elúnico medio de evitar los percances, que por tierranos amenazan.

Riéronse todos de la ocurrencia, y encendiendosu chicote, continuó :

¿Han reparado ustedes en esos mozos, que meacompañaban?

Sí, señor, repuso uno de los viajeros, que pare-cia sevillano. i Y qué mal encarados eran algunosde éllos

¡Toma! Como que el que más yi el que mé-nos de esos mocitos tiene desbalijado á más deun caminante, y gracias que la cosa quede enésto.

Pues vaya una honrada compañía que traíausted , replicó el sevillano.

Y qué quiere usted que haga? Cuando los Go-biernos no saben másque pedir contribuciones y

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INTRODUCCION. 23

más contribuciones, y no se ocupan de la seguri-dad de los hombres honrados, y que gracias á Diostienen un pedazo de pan, es menester ocuparse unopor si mismo de buscar quien guarde su persona,sus ganados y sus tierras , y para conseguirlo , sevé uno obligado á hacerse amigo de los mismos la-drones , porque bueno es tener amigos, aunque seaen el infierno.

—e, Pues qué hace la Guardia civil`?—La Guardia civil los perseguía en otro tiempo;

pero ahora con estos barullos de la política, y quedicen que todos somos iguales , la gente se ha des-mandado , y los jueces , la Guardia civil y todas lasautoridades han encogido el ala de manera, que nopuede usted asomar las narices fuera de su pueblo.sin que lo dejen como su madre lo parió, y todavía'puede uno darse por muy contento de que no le pe-guen una tunda, que lo pongan verde , ó que leagarren y se lo lleven á una cueva y hagan conuno mil herejías, pidiéndoles á las familias lo quetengan, y lo que no tengan, para librarlos de quepasen las de Cain.

Figúrese el lector el interés, con que yo seguirlaeste coloquio ; pero en ésto el inglés, boqui-abiertoy con ojos espantados, exclamó :

— ¡ Robadores de hombres , como en el Abruzzo!—Sí , señor , aquí roban hasta la custodia , y si

lo agarran á usted, lo atan como á un perro, levendan los ojos , como á los caballos de los toros , lometen en un barranco, y una vez allí, le ponen

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EL BANDOLERISMO.

unas trabas de hierro en los piés, y le sacan los di-neros; aunque los lleve usted guardados entrecuero y carne.

El inglés, llevándose las manos á los bolsillos,con cierto aire de dignidad y altivez , dijo :

—Yo estar bajo el pabellon británico, y el Go-bierno de España tendria que responder de mi for-tuna y de mi persona.

Bonita gente son los caballistas, respondió elhacendado , para entender de pabellones!

Y además, añadió el sevillano , vaya usted áreclamar despues que le corten la cabeza.

Ah! ¡ ah! ¿ Con que cortan cabezas? preguntóel inglés con un acento indescribible de espanto..¿Y andan por aquí cerca?

Sí, señor ; esa es fruta que se dá por esta tierraen todos tiempos , y sería menester para acabarcon tanto amigo de lo ajeno, poner una horca encada calle.

¿Y por qué las autoridades no la ponen? pre-guntó el hijo de Albion.

¡ Ahí está el busilis! ¿Quién le asegura á ustedque los ladrones no encuentren proteccion en dondeménos se piensa? Porque ha de tener usted enten-dido, señor inglés, que éllos roban para otros,porque muy pocos llegan á hacerse ricos, aunqueescapen de las garras del verdugo, y se mueran deviejos.

Que roban para otros! exclamó el inglés enel colmo de la admiracion. ¡Ladrones por cuenta

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INTRODUCCION. 25

ajena! ¡Vaya, señor, que eso me parece inconce-bible!

Pues es la pura verdad; pero se conoce que sumerced no entiende los intríngulis de esta gente.Mire usted: lo primerito que busca todo elque seecha á la vida airada, es un personaje de muchascampanillas, que esté agarrado á buenas aldabas,y tenga mucha influencia en los distritos para sacardiputados, nombrar jueces , y quitar y poner em-pleados á su gusto... ¿Estamos? ¿Comprende ustedlo que digo?

—Comprendo; aunque parece incomprensible.—Pues éste personaje es lo que llaman éllos su

padrino, el cual los saca de todas sus apreturas, yen cambio éllos le regalan, para que él á su vezcumpla con los que los han protegido, y hasta lesguardan sus vidas y haciendas, y están siempreobedientes á lo que él les manda , porque contra elpadrino, no se ha dado nunca el caso de que serebelen, ó le hagan traicion.

¡ Qué país tan hermoso ; pero qué desgoberna-miento !

En esto llegamos á unystacion , en donde pre-sentóse la Guardia civil, cuyo marcial aspecto pa-reció tranquilizar al inglés, el cual, ántes de partirde nuevo el tren , preguntó :

¿Son éstos los gendarmes, que matan ladrones?—Estos son losque ántes les ponían las peras á

cuarto ; pero ahora con esto del . sufragio universal,y esos derechos particulares , que ni la justicia

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EL BANDOLERISMO

puede entrar en casa de ningun malhechor denoche , la gente anda alicaída, y sabiendo en dóndeestán los criminales , muchas veces se echan porotro camino , y los dejan campar por sus res-petos.

¡ Eso dicen los reaccionarios! exclamó coléricoel sevillano. El sufragio universal es la expresionde la soberanía nacional, y los derechos, no, par-ticulares, sino individuales , son los que todo hombre trae consigo por su propia naturaleza al venirá este mundo; pero claro está que se trata de loshombres honrados , y que se someten á las leyes;y la prueba es, que cuando un bandido cometegrandes crímenes , se dice que está fuera de la ley,y por consiguiente, fuera del derecho. Para queusted lo entienda, señor mio , la ley comun son losderechos individuales, de los cuales se hacen in-dignos los que se salen de la ley comun. ¡Esta esla verdad!

No me parece mal esa explicacion, replicó elhacendado ; aunque lo cierto es , que yo no entiendode política , ni de reaccionarios, ni de accionarios:pero lo que digo es lo que veo, y lo que veo es,que antes no se cometían tantos robos, secuestrosé incendios, como ahora.

Tiene usted razon en eso, contestó el sevillano,porque los hechos son innegables; pero la verda-dera causa consiste en otra cosa.

—Consistirá en la consistidura.—La causa es la mala administracion de justicia,

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INTRODUCCION. 27

y . 1a Guardia civil ha perdido su antiguo arrojo,porque prende á los criminales, y los jueces lossueltan al dia siguiente, de modo que se burlan enlas mismas barbas de los civiles. Si hubiera bue-nos jueces, no sucedería lo que está pasando, lomismo en esta provincia de Jaen , que en las deCórdoba , Málaga y Sevilla.

—Tambien es verdad eso ; pero además hay otrarazon, y es, que la gente por temor, se niega á de-clarar, y los jueces no les pueden probar nada á loscriminales , sin que yo por esto niegue, que tam-bien en muchas ocasiones los jueces son mortales,como los demás hombres , y los escribanos son másmortales todavía, y en fin, vamos viviendo, y cadauno se las arregla como puede.

—Ahora sí que ha puesto usted el dedo en lallaga, paisanito, dijo el sevillano con aire zum-bou ; y por más señas, que lo ha puesto usted conmucho tiento; pero con mucha seguridad. ¡ Queviva la gente de mi tierra!

En esto abrió los ojos otro viajero , que hastaentónces habia permanecido silencioso , y al pare-cer dormido. Era éste un hwnbre de alta estatura ymuy obeso , de cabellos enirrecanos , rostro encen-dido como un tomate, y frisaba en los sesenta años.

Tomó parte en la conversacion entónces , y dijo:que era natural de Córdoba , que venía de Madridde sus negocios, que había conocido á los niños deÉcija, á José María, al Renegado, á Juan Caba--,

llero, á Zamarra, á Caparrota, á Cristóbal Navar--

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Z8 - EL BANDOLERISMO.

ro , á Castilleja , y, en fin , manifestó una tan bando-leresca erudicion, que no pude ménos de fijar misojos con interés en mi nuevo subordinado , ,que erahombre machucho y de seso.

Caballeros, dijo el nuevo interlocutor, he oidocon sumo gusto las diferentes apreciaciones, quehan hecho ustedes de esta plaga del bandolerismo,que hoy nos aqueja; pero ya he indicado que estaplaga no es nueva, si bien al presente ha cambiadode forma y adquirido más extension , que en lasépocas pasadas. Ineludible ‘ ley del progreso ! aña-dió con una entonacion de ironía imposible de des-cribir.

Mis compañeros de viaje permanecieron silen-ciosos, como aguardando que el cordobés conti-núase ; y yo tambien confieso que me interesaronsus palabras y su aspecto, hasta el punto de quepor segunda vez tomé parte en el coloquio, pre-guntándole

¿Quiere usted explicar esa ley del progreso,tratándose de los ladrones?

Si, señor , y la explicacion es muy sencilla.En otro tiempo los saltwdores de caminos andabancon su gente por brenas y vericuetos, cayendocomo una avalancha sobre los viajeros, y una vezque los hablan desbalijado , se retiraban á susguaridas. Aquella gente, tenia costumbres mi-litares, disciplina, estratégia y gran respeto á sucapitan ; y cuando daban un golpe, sabian inter-ceptar el camino , tomar las avenidas , adelantar

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INTRODTJCCION. 29°

avanzadas, en fin, parecian más bien, una bandade soldados merodeadores, que para conseguir elfruto de sus rapiñas exponían el pellejo y soste-nían combates á campo raso ; pero nunca se lesocurría andar con anónimos , ni secuestrar gente,como lo hacen ahora, sin dar la cara, y hastadentro de las mismas poblaciones. Los antiguosbandidos eran tan generosos y gastadores, comotemerarios y amigos de la pelea, de modo que suvida solia ser frecuentemente, más que un tejidode crímenes, una historia de aventuras peligrosasy de inauditas hazañas. Mataban en el combate, endefensa propia , mas nunca para robar , siempreque no se les resistiese ; pero en nuestra época,.causa verdaderamente horror la cobardía y lacrueldad de estos bandidos degenerados, que sólodesean robar sin riesgo , desde su casa , y por de-cirlo así, sin aquella grandeza de alma de JoséMaría y de Diego Corrientes, que robaban á losricos y socorrian á los pobres.

No dejó de producir cierta sensacion en el audi-torio, - esta manera inesperada de considerar lacuestion del bandolerismo.

Bajo ese aspecto , dijo el sevillano , no debeextrañarse la gran popularidad, que han alcanzadociertos tipos, porque en efecto, es verdad lo queusted dice , 'relativamente á la gran diferencia mo-ral de los ladrones antiguos y de los modernos , sies que en el robar caben muchas diferencias mo-rales.

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Sí, señor, caben gradaciones morales muyatendibles para el legislador y para la autoridadpública, porque en la época á que yo me refiero,la mayor parte de los bandoleros famosos, no loeran tanto por perversidad, como por la desdichade haber dado muerte á uno en riña, por celos , ópor otras pasiones, de cuyas resultas, y por evitarla persecucion de la justicia, ó la venganza de losparientes de la -dctima , se amontaban , y se vejanobligados á robar para satisfacer sus precisas ne-cesidades, si voluntariamente no les daban. Estaes la verdad , y yo he conocido á uno , que fué sar-gento en la guerra de los siete años, que despuesfué guarda de campo , y vivió siempre como unhombre de bien , hasta que tuvo la desgracia deverse obligado á saltarle la tapa de los sesos á uncompadre suyo , que medio embriagado, se obstinóen matarle. Pues bien ; la diversa sensacion moral,y hasta la compasion y simpatía, que me inspirabaá mí este sargento , y que inspiraban casi todos losantiguos bandoleros , consiste , á mi parecer , en laconsideracion de que á cualquiera de nosotros, sinser perversos, por un conjunto fatal de circuns-tancias , pudiera ocurrirle una desgracia semejante.

Tiene usted muchísima razon ; porque mien-tras vivimos en el mundo , nadie puede decir deeste agua no beberé, contestó el sevillano.

Sin embargo, dije yo terciando en la conver-sacion, no creo que ha explicado usted todavía lode la ley del progreso.

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INTRODUCCION. 31

Ignoro si lo habré explicado bien; pero yo hequerido decir, que hay tambien una ley del pro-greso en el mal; y que si ántes , los bandidos ro-baban con arrojo , y no mataban sin necesidad ex-trema, aceptando valientemente la responsabilidad y la infamia de su triste oficio, ahora, en vezdel valor, tan simpático á los españoles, dominala repugnante astucia del crimen cobarde, quequiere gozar de lo ajeno, sin exponerse y concapa de honradez ; porque más de cuatro asesina-tos, se cometen en la actualidad por el temor deser descubiertos ; pues quieren ser ladrones y noser conocidos por tales. Además, añadió sonrién-dose y dirigiénjose á mí; en otro tiempo, los la-drones robaban porsu cuenta y riesgo, y sin másauxiliares que su trabuco y su valentía; pero alpresente, como se ha predicado tanto el principiode asociacion, parece que intentan aplicarlo á laorganizacion del bandolerismo, y así es , que yano se roba tanto en campo libre y á fuerza depuños ,- sino que en las ciudades, en los caseríos,en las ventas, y en todas partes, tiene usted hom-bres jóvenes, ancianos , mujeres y hasta niños,que forman el cuerpo de su espionaje, con señales

.convenidas, que les sirven de telégrafo, con dife-rentes jerarquías y funciones, es decir, con la di,-vision del trabajo, de que hablan los economistasmodernos, erigida en sistema; en una palabra,.constituyendo una asociacion particular, contra la

sociedad entera, y con una organizacion tan com-

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EL BANDOLERISMO.

pacta y poderosa, en la que unos obran por interés,y otros por miedo, que ya. es imposible resistir ásu empuje, si no se adoptan enérgicas medidas yheróicos remedios. Creo, caballero, que he expli-cado , si bien con suma rapidez , la ley del progresoen el bandolerismo, que ha llegado á asimilarseperfectamente los principios modernos de la divi-sion del trabajo, de la asociacion, de la organiza-cion , y de la concurrencia al fin comun de todoslos individuos, en la medida de sus fuerzas.

Yo no pude ménos de darme por satisfecho deaquella explicacion tan peregrina , en la cual pudeadvertir un no sé qué de irónico y burlon contradeterminadas aspiraciones political, por más que,en el fondo , la opinion del cordobés no carecieseabsolutamente de fundamento.

Sin duda, el sevillano hubo de hacer la mismaobservacion, que acabo de indicar, porque con voztrémula de ira, y con aire de neófito contrariado,exclamó:

¡Qué profanacion ha hecho usted, al atribuirá los bandidos la práctica de los principales dogmasde la democracia! Por fuerza , caballero , usted debeser carlista.

— Soy partidario de las ideas absolutas, ó lo quees lo mismo, de las ideas absolutamente ciertas; yusted que es demócrata, segun parece , será tam-bien partidario de la libertad absoluta.

Sí, señor, que lo soy.Pues entónces, celebro mucho nuestra con-

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INTRODUCCION. 33

-iformiclad de opiniones, contestó el cordobés, conindecible socarronería.

'Es que yo habla creido , que usted tal vez,pretendia atacar ,ciertas doctrinas...

Nada de eso, amiguito; porque léjos de resultar.de mis palabras un ataque á la democracia, éllas,por el contrario, prueban de la manera más evi-dente, que suS principios son tan necesarios entoda sociedad humana, que hasta los mismos ban--cliclos no pueden prescindir de éllos.

Yo tuve que hacer un esfuerzo para no soltar la, carcajada, al ver la redomada pachorra del cordo-bés , y el aire escamado é inquieto del sevillano.

El cordobés, con voz insinuante, continuó :No crea usted, como acaso lo está, creyendo,

.que yo no soy síncero al decir lo que he manifes-tado. Todavía es usted muy jóven , y comprendo*y aplaudo su entusiasmo político, cualesquiera quesean mis opiniones; pero vuelvo á repetirle, quemis afirmaciones son tan sérias corno leales, yaun me atrevo á asegurar, que el mismo Cervan-tes en persona, si aquí estuviera presente, seríade la misma opinion que yo.

— ¡Cervantes! ¡ El gran Cervantes! exclamó elinglés con un entusiasmo tan vivo y tan espora-trineo, que conmovió profundamente hasta mi úl-tima fibra de español, al ve' r al extranjero, quedurante largo rato habla permanecido atento, perocallado, sin dudapor no comprender bien los por-menores dela conversacion, que rompió brusca-

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E L BANDOLERISMO.

mente su prolongado silencio, al oir el nombre deilustre manco de Lepanto, reconociendo en él, sinvacilar, una de nuestras más esplendentes glo-rias.

—¿Recuerda usted aquel pasaje en que Cervan-tes elogia la legalidad y prudencia, con que el fa-moso bandolero Roque Guinart practicaba con lossuyos la justicia distributiva? preguntó el cordobés,

—SI lo recuerdo , y tiene usted mil razones, por-que además, el autor lie hace decir á Sancho, «que:es tan buena la justicia, que es necesario que se-use áun entre los mesmos ladrones. »

Celebro ',infinito que tenga usted tan feliz me--moria, porque precisamente aludía yo á esas mis-mas palabras que usted ha citado ; de modo, señor.demócrata, que no hay motivo para amostazarse,pues que , en resúmen , yo he venido á decir de lademocracia, exactamente lo mismo que Cervantesdijo de la justicia.

Y como la democracia es la justicia uni-versal...

Pues es claro , clarísimo , como la luz del me-dio dia; pero volviendo á la cuestion de los ladro-nes, diré , que su astucia , su cobardía y su actualorganizaci g rt , imposibilitan de todo punto su per--secucion y exterminio. Contra los antiguos bandi-dos , cuyos nombres eran conocidos de todo elmundo , tenia la sociedad más defensa, porque ásu valor y constancia , se oponia siempre de unamanera ventajosa , constancia y valor de nues-

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INTRODUGGION. 35

-cros soldados, que salian á perseguirlos. Hoy loscrímenes son muy visibles, caen sobre la cabezade muchos individuos y familias , pueden sentirse'sus lamentables efectos ; pero los criminales sonfantasmas que nadie puede ver , perseguir , ni al-canzar , porque éllos permanecen ocultos en lasombra. Contra éste sistema , no vale ni la Guardiacivil, ni los Jueces, ni los Gobernadores, ni los me-jores deseos del Gobierno.

Pues entónces contestó el hacendado , veni-mos á parar á lo que entes yo decía , respecto á,que cada uno se las componga como pueda parasu seguridad personal , atento que los particularespara nada pueden contar con la proteccion de lasautoridades.

—Tampoco digo yo lo contrario , repuso el cor-dobés, y en mi concepto, no queda más recurso,que conformarse buenamente con esta plaga, comonos resignamos en el verano con el calor y en elinvierno con el frio. En Córdoba estamos ya tanhabituados á vivir con estos percances , que cadaquis que toma sus precauciones por su cuenta , ydespues cada uno dice como el almanaque : « Dios

sobre todo. »¿Y qué hace ese Gobernador de Córdoba? pre-

guntó el sevillano.— ¿Qué quiere usted que haga ? No es posible

tampoco exigir á los hombres más de lo que per-

miten los tiempos. Hoy los Gobernadores tienen tanmermadas sus antiguas atribuciones, que casi es-

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EL BANDOLERISMO.

tán reducidos á ser unos meros delegados de Órdenpúblico. Si por añadidura, el Gobernador es naturalde la misma provincia, ó tiene en élla cortijos,vares ó ganados , todavía suben de punto los moti-vos generales de su inaccion, ó de su impotencia.Por otra parte, ¿se premia en España á los fun-cionarios, que en cualquiera línea, descuellan por

su aptitud y por su celo '? Los mejores sólo puedenaguardar en este país desdichado el ser víctimasde la envidia , de la calumnia , y sobre todo, de laingratitud sistemática del Gobierno.

Y además de todo eso que acaba usted de decirtan acertadamente, repuso el hacendado, todavíaes demasiado pedir á los hombres, el que expongansu pellejo á la venganza de los criminales, cuandoestím muy seguros de que no han de alcanzar nin-gun premio. Y en prueba de lo que digo, contarébrevemente lo que hace algun tiempo le ocurrió almejor Alcalde, que ha habido en mi pueblo. Babiaallí un moceton , que se había criado sin padre nimadre, sin oficio, ni beneficio , unas veces pidien-do y otras hurtando; el caso es, que comia, , bebiay crecía como la espuma, sin que jamás se le hu-biese visto coger un azadon, ni trabajar en ningunotro oficio-, á no ser unos cuantos meses que estuvode yegüero , sin duda porque es oficio de flojos , ypor otras razones. Muy pronto lo despidieron, por-que raro era el dia que no le faltaba alguny luégo se averiguó que las bestias se vendieron enPortugal, y que Gandaya, que así se llamaba el

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INTRODUCCION. 37

yegüerizo, habia sido 'cómplice en el robo. El Al-calde, teniendo noticias, no solamente de aquelhecho, sino de otros muchos hurtos, que se hahiancometido en el pueblo-, lo llamó, lo aconsejó, loreprendió, y por último , llevado de sus súplicas,lo dejó libre , con la condicion de que se dedicaseal trabajo. Prometiólo así Gandaya , que léjos decumplirlo, se reunía con todos los rateros y alga-rines del pueblo y de la comarca. Sucedia, que nilas bellotas, ni las aceitunas, ni las uvas , ni lasfrutas de las huertas, ni los gana os , especial-mente de cerda, nada estaba seguro de sus manos.El posadero debia ser cómplice tambien , porquetodos los tunos de alrededor concurrian á la posadamás que nunca, desde que Gandaya se habla hechoel capitan de toda aquella mala gente. Ya nadiepodia tener cerdos en el ejido, porque los malditosrateros los quitaban lo mismo en el campo, que enlas porquevizi as, sin que les valiese el gruñir; puesles metían por el intestino un-tubo de caña, y lospobres animales se quedaban mudos.

Tambien es industria! exclamó el sevillano.Cada dia se aprende algo, dijo el cordobés;

pero continúe usted su cuento.No es cuento, sino sucedido, replicó el hacen-

dado. Pues como iba diciendo, el Alcalde, celosopor el bien de sus convecinos, tomó sus precaucio-nes, y por fin logró coger á Gandaya y á dos desus compañeros con las manos en la masa, y loscondujo á la cárcel, instruyendo las primeras dili-

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38 EL BANDOLERISMO.

gencias y dando parte al Juzgado. El vecindario sehacía lenguas alabando la conducta y celo del Al-calde, porque desde aquel dia había desaparecidodel pueblo toda la gente de mal vivir, y habíancesado los robos y hurtos de marras. Es de ad-vertir, que áun sin éste y otros importantes serviciosque habia prestado el Alcalde, era muy querido detoda la poblacion por su hombría de bien y por sulaboriosidad, así en las obligaciones de su cargo,como en sus tierras , en donde trabajaba como unpeon todas las horas, que le quedaban libres ; por-que el Alcalde, si bien tenia con que pasar , erapobre y con siete hijos. Poseía un haza de tierracalma, y contiguo tenia un pequeño olivar , peromuy bien cultivado. Pues bien, caballeros; á lóspocos dias de sentenciar á presidio á Gandaya ysus cómplices, amaneció el olivar cortado por elpié. ¿,Se reuniria gente para hacer esta obra infameen una sola noche?

Vean ustedes cómo tengo yo mis razones paradecir que hoy se aplica al mal el principio de aso-ciacion , que tan excelentes resultados podría pro-ducir para el bien, dijo el cordobés.

Qué atrocidad! exclamó el sevillano.—Gracias que la cosa hubiera parado en esta

obra de cafres. El Alcalde sufrió este contratiemporesignado y tranquilo , rehusando con gran digni-dad todos los ofrecimientos, que á porfía le hicie-ron los vecinos más acaudalados entre los cualespuedo contarme yo mismo, qne le brindé con todo

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INTRODUCCION. .39

mi corazon mi dinero y mis haciendas, porqueverdaderamente lo merecía.

Y al llegar aquí el narrador, se conmovió tan vi-siblemente, que sacó el pañuelo y enjugó una lá-grima.

Luégo continuó:Pocos dias despues, regresando una noche á

su casa desde el Ayuntamiento, al volver una es-quina, le dispararon un trabucazo á boca de jarroque le atravesó el pecho de parte á parte, y ésta esla hora, en que todavía no se ha podido averiguarquién, ó quiénes fueron los asesinos.

¡Qué horror! exclamaron todos.¿Y qué hizo el Gobierno? continuó el hacen-

dado. Todavía no sabemos si áun en el Gobiernocivil se ocuparon de esta desgracia. El Ayunta-)miento de mi pueblo recurrió á la Diputacion pro-vincial para ver el medio más hábil de socorrer álos huérfanos, y han contestado lo mismo que elGobernadolit es decir, la callada por respuesta.En fin , les digo á ustedes, que ésta infeliz -familiahubiera ya perecido en la mayor miseria, si nofuese porque varios amigos del pobre Alcalde, yyo entre éllos , e suministramos lo indispensablepara que vivan.

—Ahí verán ustedes, dijo el cordobés , la exacti-tud de mis observaciones. El premio y el castigoson las bases del órden moral y del buen gobierno.

—Tan es así, que desde aquella fecha hemosvuelto á las andadas con los algarines, rateros, y

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40 EL BANDOLERISMO.

caballistas, porque desde entónces, todos los Alcal-des, que se han sucedido, hacen la vista gorda, ymás bien prefieren contemporizar con los tunos,que echarla de redentores, para que los crucifi-quen, sin esperanza de premio.

En ésto llegamos á la estacion de Villa del Rio,primer pueblo de la provincia de mi mando.

Conviene advertir que yo viajaba completamentede incógnito, no solamente porque no me agradaque se molesten las Corporaciones é individuos delos pueblos del tránsito , sino tambien para poderobservar de improviso , y juzgar con el posibleacierto.

Así es que nadie supo mi llegada á la provincia,á excepcion del Vicepresidente de la Diputacion,que á la sa.zon desempeñaba interinamente el cargode Gobernador, á quien por el Ministro se le avisótelegráficamente mi llegada, momentos ántes deverificarse.

Allí nos detuvimos al un tiempo mát de lo acos-tumbrado , consecuencia del cruce de un tren as-cendente.

Ya .en el territorio de la provincia de mi cargo,me pareció conveniente inspeccionar, si bien deuna manera indirecta y sin darme á conocer , el ser-vicio de la Empresa, el espíritu de la Guardia, civil,y hacer , por último, cuantas observaciones útilesme brindase la ocasion , cumpliendo mis deberes.

De pronto advertí qtfe las curiosas miradas detodos los que se hallaban en la estacion, se fijaron

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1NTROD UCCION. 41

en una pareja de la Guardia, que conducía sujetocon esposas á un hombre de siniestra catadura, yque á tiro de cañon demostraba ser un criminal en-callecido.

Inmediatamente me dirigí á los guardias y lespregunté:

¿Qué delito ha cometido ese mozo?Ninguno por ahora, que sepamos; me respon-

dió en el acto uno de éllos, que era cabo.—En ese caso, ¿cómo se han atrevido ustedes á

prenderlo?Porque sabemos que es un criminal de tomo y

orno, por más que en este momento no haya come-tido más delito, que el de venir documentado endemasía.

No entiendo bien que ése sea motivo para pren-der á un hombre.

—Pues es muy fácil de comprender; porque hade saber usted, caballero, que frecuentemente loshombres dé bien caminan sin la documentacionnecesaria, en tanto que los malhechores van pro-vistos de élla hasta el exceso.

¿Y qué significa exceso de documentacion?—Significa, que es muy sospechoso encontrar

á un hombre con tres ó cuatro cédulas de vecindad,con diferentes nombres, como nos ha sucedido coneste mozo , que llevaba documentacion para él ypara una pequeña partida de cinco más; y por lotanto , hemos creido que era motivo suficiente paraponerlo á buen recaudo.

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EL BANDOLERISMO.

—Además , añadió el otro guardia , sabemos per-fectamente quién ;es, y conocemos su verdaderonombre y sus muchas fechorías , por las cuales haestado más de una vez, no solamente en la cárcel,sino en presidio.

Con esos antecedentes, les repliqué, me pare-ce que han prestado ustedes un buen servicio.

Servicio inútil! exclamó el cabo con aire deindiferencia y desaliento.

No lo creo yo así.- Pues yo sí lo creo, porque hoy lo conducirémos

á Montoro, y mañana lo volverémos á encontrar porahí, si es que escondido tras de unas matas, no nosdispara á traicion un escopetazo, como ya ha suce-dido muchas veces. No hace mucho que han heridoasí á dos compañeros , de los cuales uno ha ido ácontarlo al otro barrio.

- Pero ¿, qué hacen esos Jueces ? preguntó el se-villano, que movido de la curiosidad, se habla acer-cado á nuestro grupo con los demás compañeros deviaje. e.

Yo les diré á ustedes. Nosotros prendemos, yluégo En fin, caballeros, que ustedes lo pasenbien , que ya no podemos detenernos.

Sin duda el cabo, á pesar de su desaliento, noquiso hablar demasiado por temor de comprome-terse, y trató de alejarse cuanto ántes , evitandomás preguntas y respuestas.

Nosotros nos quedamos comentando el suceso ylas palabras de los guardias, que tan cumplidamen-

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INTRODUCCION. 43

te venían á confirmar las afirmaciones, que ántesse habian emitido por mis compañeros de viaje.

Pues la verdad .es, que hacen muy mal josguardias en prender á un ciudadano por ir en de-masía documentado. Esto es un atropello! dijo unhombre, que estaba á nuestro lado, entre los curio-sos, y que llevaba un maletin en la mano, comopara tomar el tren descendente.

Al oir semejantes palabras, yo me indigné demanera, que me dirigí hacia mi departamento,aunque sin manifestar mi disgusto.

Entre tanto advertí , que mis compañeros de viajehabian trabado fuerte polémica con el del maletin,y pocos instantes despees, vinieron todos á ocuparsus puestos, siguiéndoles tambien el desconocido.

Era éste un hombre de buenas carnes, de esta-tura ménos que regular, moreno , cuelli-gordo,cari-ancho , nari-corto , peli-negro, boqui-flojo,ceceoso, bisojo y con lentes.

Hablaba como una taravilla, presumia de sabi-dor y erudito, decidla en todo y por todo con airemagistral; y como ninguno de los circunstantes seoponia á sus tajos, mandobles y argumentos , re-sultó que se hizo , por decirlo así , el tirano de nues-tra conversacion, más que por su verdadero domi-nio, por la universal indiferencia.

A las primeras de cambio y sin que nadie le pre-guntase, dijo ser conservador; echó pestes y ve-nablos contra la revolucion de Setiembre; vomitósapos y culebras contra el Gobierno provisional,

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EL BANDOLERISMO.

y de la Regencia; trató de ignorantes, záfios ó mal-vados á los repúblicos más distinguidos; jactábasede aventajar á todos en la oratoria , y lo que es enla hablatoria no mentía; y finalmente, manifestéque la sociedad no tenia más remedio que el cau-terio del fuego, ó una buena sangría suelta, que yase encargarían de aplicar sus amigos , cuando vi-niesen al poder, tomando la revancha.

Añadió que había sido periodista y algunas cosasmás, y que era natural de Málaga, adonde ahoraregresaba, despees de algunos años.

--Pues repito, decía el cordobés, que se avienemuy mal el que defienda usted á ese tunante y con-dene á la Guardia civil, con las ideas conservadoras,que nos ha dicho que profesa.

—Yo defiendo la legalidad para todos, replicóel malagueño.

—Pero si los guardias saben que es un criminal,terció el sevillano , qué tiene de extraño que lehayan preso?

—No han debido prenderle, porque iba documen-tado. ¡La ley es la ley ! exclamó sentenciosamenteel conservador de Málaga.

Pero la realidad de las cosas, es la realidad delas cosas , con la cual han de conformarse necesaria-mente las leyes, si no han de ser un sofisma, ó unamentira , replicó el ladino cordobés. ¡Vaya unaconservaduria de nuevo cuño, la que usted defien-de , poniéndose al lado de los bandidos, y en contrade los intereses de la gente pacífica y honrada!

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INTRODUCCION. 45

Este argumento pareció causar grande impresion-en el ánimo del malagueño ; pero éste sin embargo,se rehizo muy pronto, y contestó con aire triun-fante:

---Señor mio, las leyes, buenas ó malas, se hanhecho para cumplirse y obedecerse por todo elmundo. Su argumento de usted es de derechoconstituyente; mi punto de vista es de derechoconstituido. Esas razones pudieran servir en sudia al poder legislativo; pero en la actualidad, laGuardia civil no tiene la mision de hacer leyes,sino de cumplirlas con el debido respeto. Una ob-servacion y concluyo, en la seguridad de que nosabrán ustedes replicar á la fuerza de mi argu-mento. Se dice, que aunque ese criminal vaya biendocumentado, los guardias civiles saben que esculpable: esa calificacion no les incumbe á éllos;esa calificacion corresponde de hecho y de derechoal poder judicial. ¿,Se quiere una prueba conclu-yente del absurdo, que ustedes sostienen? Pues canla misma razon que lo prenden, sabiendo que esculpable, pudieran tambien juzgarlo , sentenciarloá muerte, y ejecutar la sentencia. ¿Dirian ustedesen este caso, que ese hombre estaba bien muerto?Véase ahora , cómo mi conservaduría es lo que debeser, el respeto más inviolable á las leyes vigentes.

El sevillano, se disponia á contestar; pero el cor-idobés le contuvo con un gesto, y respondió:

—Señor mío, ya que tan metafísico y filosóficose quiere usted manifestar, añadiendo en su mo-

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E L BANDOLERISMO.

destia que no sabríamos contestarle, debo llamarla atencion de su sapiencia de usted, sobre las si-guientes consideraciones : Hay una cosa por encimade todas las leyes positivas y vigentes, cual es elderecho y la justicia. El fin de las leyes es satis-facer las exigencias constantes de la justicia y elderecho. Las leyes en sí mismas, no son la justicia,sino los medios para realizarla. ¿Faltan las leyes ásu fin propio'? Pues no son en su esencia eficaz talesleyes, porque la naturaleza y la realidad de lascosas subsistirán siendo ésta misma realidad y éstamisma naturaleza, á despecho de todas las discu-siones , de todas las votaciones y de todas las san-ciones legales.

No comprendo bien... Porque eso es muy me-tafísico...

Qué pronto se le ha acabado á usted la meta-física! exclamó el cordobés con inimitable gracia,Pero al buen pagador no le duelen prendas, y su --puesto que ya la metafísica le abruma , yo con-siento en acomodarme á la capacidad, ó al gustode usted, y mediante un ejemplo vulgarísimo , hede probar mi aserto, relativamente á la naturalezay realidad de las cosas. En efecto, supongamosque la Asamblea Nacional vota una ley prescri-biendo, que desde esta fecha, sea usted narigudo....

Al llegar aquí, es imposible pintar la explosion dehilaridad en todo el auditorio, menos en el aludido.

El preopinante continuó :Ahora bien ; la naturaleza y la realidad de la •

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INTRODUCCION. 47

,cosa, que en este caso es la nariz de usted, hahecho que no se pueda cumplir la precitada ley,porque segun la realidad y la naturaleza , su narizde usted es algo roma. Supongamos tambien queuna Asamblea vota, mandando suspender , contrala naturaleza del universo , las leyes de la gra-vedad. ¿Qué sucederia en este caso ? Que la ley es-tará bien hecha en Córtes; pero que existiendo otrasi_eyes superiores , cuales son las leyes de la grave-dad , éstas seguirán funcionando , á despecho detodas las Asambleas habidas y por haber, y de todaslas votaciones y promulgaciones, que usted quiera.Quede, pues, asentado que las leyes, en su sigái.fl.-cacion más lata, no son ni pueden ser más que las re-[aciones necesarias , que derivan de la naturaleza yde la realidad de las cosas. Existe una razon primi-tiva, constante , eterna, difundida en todos y con-gruente con la naturaleza, y las leyes son, y no pue-den ménos de ser , las relaciones verdaderas entreMía y los diferentes séres, así como Cambien lasrelaciones de los diversos séres entre si mismos.Véase, pues, cómo existen. anteriormente á las leyespositivas, razones de equidad, derecho y justicia,que están muy por encima de lo que usted llamaleyes vigentes; porque decir , que no hay Lnada dejusto, ni de injusto, sino aquello que ordenan ,prohiben las leyes positivas , sería tanto como afir-mar que ántes de trazar el círculo, todos los rádiosno serian iguales.

—Es que la legalidad... tartamudeó el malagueño

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48 EL BANDOLERISMO.

La más estricta legalidad, interrumpió bru.s-camente el cordobés, puede ser la más insigne in--

justi(ia.Cómo ¡Cuándo! ¿En dónde?

El cómo, está en la falta de conformidad entre

la ley y sus relaciones necesarias con la justicia;.el cuándo, siempre que existe la antedicha discor-dancia; y el dónde, en todos los siglos, en todoslos países, en las leyes de raza, en las de mayo-razgos, en las del tormento en las de la inquisi.-

cion , y en tantas otras, que pudieran citarse. Ya

está usted respondido bajo este punto de vista; perorestan aún importantísimos aspectos, bajo los cua-les puede y debe considerarse esta cuestion ; ydesde luég.), me ocuparé de uno, que pe'csonal-mente le zitafle. En efecto, se ha servido usted decirnos, que es conservador, y ha añadido además,que para usted la conservaduría, consiste en el res-peto inviolable á la legalidad; mas despues de ha-ber defendido la causa de los bandoleros y de con-denar á la Guardia civil, en nombre de la legalidadvigente, no ha vacilado en asegurarnos, á, reuglonseguido, que cuando sus amigos vengan al poder,aplicarán el cauterio del fuego, ó una buena sangríasuelta á esta sociedad. corrompida; de modo, queusted se opone á que los actuales gobernantes cas-tiguen , y sostiene la conveniencia de la impunidadahora, si bien á reserva de que sus amigos sean lué-go los rnás severos y áun crueles castigadores. ¡Quécontradiccion tan monstruosa y tan indefendible,

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INTRODUCCION. 49

Yo defiendo los principios conservadores...—Sí; pero muy mal defendidos, porque en pri

mer lugar, quiere usted que 'solamente los realicendeterminadas personas; y en segundo, entiendeusted de una manera errónea esos mismos prin-cipios, de los cuales se proclama tan jactanciosopartidario. Los principios eternos de la conserva-clon de las sociedades consisten precisamente entodo lo contrario de lo que usted afirma, es decir,que son anteriores y superiores á toda legalidadpositiva. «Salus populi, suprema lex» ha sido ellema de todos los conservadores, dignos de estenombre , que conserva la historia. Esto significabala dictadura entre los antiguos romanos; esto sig-nifica, tambien, corno hoy decirnos, la suspensionde las garantías constitucionales , cuando en cir-cunstancias gravísimas, como ahora acontece conel bandolerismo, el orden político y social se encuentran mortalmente amenaz I dos. Esto sería serconservadores en el buen sentido de la palabra, esdecir, defensores de los principios eternos de so-ciedad y justicia.

¡Bravísimo! exclamó batiendo palmas el inglés.Muy bien , compadre! exclamó el sevillano.

Este hombre, dijo el hacendado, sabe másque quiere. ¿Qué dice usted , señor malagueño?

¿Qué quiere usted que diga'? Tengo un dolorde cabeza, que parece me están repicando un al-

mirez. ¡ Qué humo! exclamó abriendo los cristales

para aspirar el aire puro.TOMO 1. 4

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EL BANDOLERISMO.

Pero el cordobés , que era tan socarron , comoimplacable , continuó :

Y una prueba irrebatible de que el criteriode la conservaduría, es el qul - 1, y() digo, y no el queusted dice, es que, si mañana viniesen al podersus amigos de usted , de seguro que no dejariansubsistir , ni por un momento , las actuales leyesvigentes; pues que de hecho, sin aguardar Córtes yhasta sin decretos, las abolirian.

Esa sí que es la verdad fija! exclamó , rién-dose, el malagueño. Pero ahora estamos en la opo-sicion y... ¿Qué hemos de decir? Cada uno arrimael áscua á su sardina, y lo que yo he dicho aquí,lo he dicho tambien en los periódicos, y tal vez lorepita algun dia en el Congreso.

Pues liarla usted muy mal, caballero, si esque lealmente es usted conservador; porque deesos discursos, resultaria un efecto completamentecontradictorio de sus principios, alentando á los cri-minales , acobardando á las clases conservadoras,coartando la accion de las autoridades , y fomen-tando, en fin , bajo diferentes aspectos, la anarquíay la demagogia.

—Fuerza es convenir que tiene usted muchoentendimiento , dijo el de Málaga ; pero esa justiciaprimitiva, que usted tanto invoca , debla ser igualpara todos. El criminal, no por serlo, deja de ser unhombre desgraciado , que merece compasion., se-gun el antiguo refran. de «Odia el delito y compa-dece al delincuente. » Es muy cómodo poner el

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INTRODUCCION. 51

grito en el cielo, porque estos pobres diablos robenquinientos duros, arriesgándose á que les den gar.rote, mientras que tiene usted en Madrid á millaresen los Ministerios, en los Centros directivos , y entodas las dependencias del Estado en las provincias,hombres que roban millones, parapetados detrásde un expediente, y arruinando infinidad de fa-milias de una manera tan ruin, como cobarde éinicua, sin que jamás se pida para éllos más queascensos, condecoraciones, mercedes y gracias, ámanos llenas. ¿, Es ésto justo ?

—Vea usted una cosa en que tiene usted ¡mu-chísima razon. Es verdad lo que usted acaba de de-cir , replicó el cordobés; ¿pero me opongo yo á quelos ahorquen á todos, desde el primero hasta el úl-timo?

--Pues si en España hubieran de ahorcar á todoslos ladrones, repuso el malagueño , considere us-ted á la Nacion, poco ménos que desierta.

No conviene exagerar tanto , caballero , le in-terrumpí; no todos los que le oigan á usted, sabenlo que son las ponderaciones andaluzas. Este señoringlés, por ejemplo se llevarla gran chasco, si to-mase al pié de la letra todo lo que usted dice , sinque yo niegue la existencia de los males, que usteddenuncia , ni la dificultad de su remedio.

--Hay males que no se pueden curar. Ahora an-dan metiendo mucho ruido sobre el bandolerismode Andalucía, y con este motivo, todo el mundohace pinturas horripilantes de lo que es4á, sucedí

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52 EL BANDOLERISMO.

diendo en Málaga , como si allí sucediera algonuevo. Desde niño recuerdo , que con más ó ménosvehemencia, se han lamentado siempre estos ma-les, de suerte que no queda más recurso, que ahor-car la provincia entera, ó dejar vivir á esos po-bretes.

Qué ideas tan disolventes en quien se llamaconservador! exclamó el cordobés.

Tiene usted razon , dijo el hacendado ; y ahora-si que comprendo bien aquel antiguo refran quedice : « Mata al Rey y véte á Málaga. »

En esto llegamos á la estacion de Villafranca , yallí , prévio nuestro permiso , entró en el coche unsargento de la Guardia civil.

Todos nos miramos, recordando los anterioresataques del malagueño á la Guardia.

Durante algunos minutos, reinó profundo si-len c io .

Al fin se me ocurrió preguntarle :¿Presta usted servicio en esta provincia?Sí , señor, respondió tan atenta, corno lacóni-

camente el sargento, que era un veterano de lar-gos bigotes , curtida tez, robusto y alto como unroble.

—¿Y cómo andamos de malhechores ?Cada dia peor. ¡Qué vergüenza !¿Qué quiere ust l:d decir ?Digo que hoy basta me dá, vergüenza de per-

tenecer á este instituto, tan respetable y tan respe-tado en otro tiempo. Cómo ha de ser ! Ahora les

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INTRODUCCION. 53

ha llegado la suya á los criminales,que andan pordonde quieren, sin que nadie les vaya á la mano.

Pues ustedes , dijo el malagueño , bien los per-siguen.

Y de qué sirve que nosotros los persigamos?replicó el sargento. Muchas veces los sueltan porinflujo de sus protectores ; y si los echan á presidio,en vez de venir enmendados, vuelven peores quefueron , maestrós en el crimen ; pero lo que verda-deramente angustia y desespera á tolo el que, comoyo , ha vestido hace años este honroso uniforme, esver que hoy en dia nos encontramos con que los Al-caldes, los secretarios y las personas, que pasanpor influyentes en muchos pueblos , son precisa-mente aquellos mismos, que nosotros teníamos an-tes apuntados, como sospechosos.

Ahora se han vuelto las tornas, dijo el mala-gueño.

Es verdad, contestó el sargento con voz recon-centrada por la ira y lanzándole una mirada fulmi-nante.

¿Hay mucha fuerza en esta provincia? le pre-gunté.

No , señor ; además de que es muy corta la do-tacion , tampono está completa; pues los veteranos,conforme van cumpliendo , toman sus licencias,porque aburridos con estas cosas, ninguno quierereengancharse.

—Verdaderamente, dijo el cordobés, es una ig-.nomia para la Guardia civil lo que está pasando.

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—Es cierto, y yo mismo estoy pensando en to-mar la licencia en el punto y hora, que cumpla eltiempo de mi empeño. Ni tenemos autoridades, niestimulo, ni apoyo, y por no tener, ni 'aun Jefe enpropiedad tenemos, porque lo han trasladado á otraprovincia.

— ¿ Y el Gobernador? preguntó el cordobés.—Tambien es interino.- ¡Cómo! ¿Está ausente el Duque de Horna-

chuelo s?—No, señor, respondió el sargento. Parece que

han nombrado á otro.¿Cómo se llama ? preguntaron á la par el cor-

dobés y el sevillano.No puedo recordar en este momento el ape-

llido ; pero el nombre me parece que es D. Ju-lian...

— De Zugasti , añadí yo, como si se tratase delmás desconocido para mi.

Justamente, respondió el sargento.—Ese creo que ha sido . Gobernador de Búrgos,.

dijo el malagueño.— Pues verémos qué tal pinta en mi provincia.—¿Quién sabe si acabará de una vez con el ban-

dolerismo? dije yo con aire indiferente.Qué disparate! exclamó el hacendado.

Trabajo le mando , dijo el cordobés.—Más fácil es que se caiga una estrella del cielo,

añadió el sevillano.—Lo que sí puede ser muy fácil , dijo el mala-

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INTRODTJCCION. 55

guefio , es que lo maten de un trabucazo, si se em-peña en meterse á Redentor.

Allá verémos , repuso el sargento.Guadalquivir! exclamó súbitamente el inglés,

asomándose á la ventanilla del coche.En efecto, en aquel instante acabábamos de dar

vista al hermoso y memorable puente de Alcolea, yá las risueñas y fecundas vegas del rey de los ríos,como Góngora le llama.

— ¡Qué país tan delicioso! Con razon fingian losantiguos en la Bética los Campos Elíseos... ¡Quélástima ! exclamaba el inglés. Qué lástima!

Y por qué nos tiene usted compasion , señoringlés? preguntó el malagueño con tono de zumba®

Porque la merecen ustedes , respondió el hijode Albion. , irguiendo la frente y con una actitud.de dignidad suprema. He entendido, por lo ménos,lo más sustancial de lo que han venido ustedes ha-blando , y de éllo he deducido la sentencia, queahora mismo voy á escribir , como recuerdo y sin-tésis de mi viaje por España.

Y así diciendo , sacó su cartera y trazó con lápizalgunas palabras.% Mis compañeros de viaje, se miraron todos unos

á otros, con una expresion que parecia decir:« 2-, Nos venderá, ó nos comprará el inglés ?»

Por mi parte, confieso que yo tambien experi-menté la curiosidad de saber lo que habia escrito;pero afortunadamente el inglés vino á satisfacernuestros deseos, diciendo :

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EL BANDOLERISMO.

Caballeros , hé aquí la traduccion de lo queacabo de anotar : «La España es el país del mundomás privilegiado por la naturaleza, que viene deDios ; pero es á la par el país más desventurado delglobo, por sus Gobiernos, que vienen de la volun-tad de los hombres.»

Por nuestra desdicha, no 'pudimos mén.os de re-conocer la profunda, cuanto dolorosa exactitud dela sentencia precedente.

En este momento se detuvo el tren , y se oyeronalgunas voces, que repetidamente preguntaban:

¿En dónde viene el Gobernador ?Abrióse, en fin , la portezuela del coche , y se

me presentó el Gobernador interino , acompañadode comisiones de la Diputacion provincial y delAyuntamiento, y tambien del Jefe de la Guardia ci-vil, y despues de cambiadas las frases de costum-bre en tales casos, me invitaron á que tomaseasiento en un carruaje, que me tenían dispuesto.

Entónces me despedí afectuosa y cortésmente detodos mis compañeros de viaje, en cuyas miradas,y gesto se advertia la expresion de la más extraor-dinaria sorpresa.

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CAPITULO IV.

LA SITUACION.

Inmediatamente, en el carruaje mismo, interpe-lé al Gobernador interino y al Presidente del Ayun-tamiento , que me acompañaban , respecto á la'cuestion capital del bandolerismo, que tanto finte-resaba: al Gobierno, y que era la causa directa demi: nombramiento.

Contestáronme ambos con algunas generalida-des , lamentando el mal, si bien reconociendo laimposibilidad del remedio.

Ciertamente me agradó muy poco aquella espe-cie de resignacion, que casi podia confundirse conla indiferencia.

Llegados que fuimos al Gobierno civil , mandéponer sin dilacion el acostumbrado telégrama,dando cuenta de mi llegada y de haber tornado po-sesion de mi cargo ; y pocos momentos despues, elVice-presidente de la Diputacion provincial, el Al-calde , Comisiones y muchas personas de distincion.que habian acudido á felicitarme , se despidieron,dejándome á solas con el Jefe de la Guardia

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58 EL BANDOLERISMO.

vil, al cual yo le habla indicado que se quedase.Interrogado por mí , respecto al estado de pro-

funda perturbacion, en que se hallaba la provincia,me contestó , que efectivamente el bandolerismo,desde algun tiempo atrás, habla tomado colosalesproporciones, y que la Guardia civil estaba muydesalentada por la conducta de los Jueces y autori-dades, que léjos de secundar sus esfuerzos , pareeclan complacerse en esterilizarlos, poniendo en libertad en seguida á cuantos criminales se prendian.«Yo salvo las intenciones, señor Gobernador, añadióel Jefe de la Guardia civil; pero conste el hecho,.que es tal y conforme acabo de manifestarlo.»

Entónces naturalmente recordé la conversacionhabida en el tren , durante mi viaje , y que tancompletamente venia á confirmar sobre este puntolas palabras del Jefe. Confieso que esta coincidencia,y el hecho en sí mismo, me impresionaron de unamanera dolorosa, porque no acertaba á comprenderla causa de que las autoridades no concurriesen, conarreglo á sus medios , al mismo fin y propósito, quela accion leal y perseverante de la Guardia civil; ycon este motivo le manifesté al Jefe mi extrañezay hasta indignacion , por aquella divergencia taninexplicable, porque yo debía suponer y áun estabafirmemente persuadido de éllo, que todas las auto-ridades, de cualquier clase y condicion que fuesen,cumplían con sus deberes.

El Jefe me contestó entónces , que abundaba enla misma opinion que yo, y que precisamente ha-

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INTRODUCCION. 59

bia aludido á este punto, al decirme con todo cui-dado , que él salvaba las intenciones; y añadió, queen su concepto, él podria explicarme la verdaderacausa de aquella aparente divergencia , que contanta razon me impresionaba. Díjome , pues , quela Guardia conocia los antecedentes de no pocoscriminales, de muchos sospechosos y de algunosde sus encubiertos protectores; pero que este cono-cimiento, tan detallado y tan seguro, no hacía fé enjuicio; de modo, que mientras éllos sabian , y mu-chas veces el público tambien quiénes rabian sidolos que en tal, ó cual día, habían cometido tal, ó cualcrimen , los Jueces, que no se atienen , ni acaso de-ben atenerse á estos informes ó antecedentes, sino

las formas prescritas del juicio , no encontrándo-los culpables , segun éllas , porque todo el mundose niega á declarar, atestiguar ó justificar los he-chos , ponían en libertad á los delincuentes , pro-duciendo un cierto escándalo en la opinión pública,y un disgusto muy cierto en la Guardia civil, pormás que las autoridades cumpliesen con sus de-beres.

La explicacion precedente me dejó de todo puntosatisfecho , pues que efectivamente no era muy fácilarmonizar aquellos dos procedimientos de tan di-versa índole.

En resolucion , el Jefe me manifestó, que á estasrazones, se unían otras de carácter político ; queademás , laprocacidad y osadía de los criminales seaumentabapor *el terror que inspiraban general

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60 EL BANDOLERISMO.

mente , no atreviéndose nadie á denunciarlos, ó de-clarar contra éllos ; que las noticias de la Guardiadebidas á sus cartillas , apuntes , informes y confi-dencias venian á ser poco ménos que inútiles,porque el reglamento les prohibía revelar los se-cretos, que muchas personas les confiaban , en laseguridad de no ser comprometidas por revelacio-nes indiscretas; y finalmente , que lo que más ha-bía herido la fibra y la dignidad del Instituto, halY4,sido la inconcebible desvergüenza de haber usadoel honroso uniforme de la Guardia civil para perpe-trar un horrendo crimen , como el que acababa decometerse con un hacendado de Palenciana, a quienhahian secuestrado en la madrugada del 2 de Fe-brero último, habiendo llegado hasta el extremode fingir antes de prision y comunicaciones oficia-les, que el Alcálde mismo, creyéndolas auténticas,habla cumplimentado en seguida, viniendo á serasí dócil instrumento, y hasta cómplice inocentede aquel atentado.

Este relato me impresionó vivamente, no sóloporque nada sabía del reciente secuestro de Orella-na, que así se llamaba el hacendado referido , sinoporque hallándose á la sazon en poder de aquellosmalvados, esta circunstancia dolorosa venia á coar-tar en gran manera mi libertad de accion , supuestoque debla tener muy particular cuidado de que lasseveras medidas, que pensaba adoptar inmediata-mente, no viniesen de rechazo á agravar la situa-cion del cautivo, que por decirlo así, la Providen-

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INTRODUCCION. el

cia' habia encomendado á mi proteccion , bajo eldoble aspecto de los deberes, que me prescribian ála vez la humanidad y mi cargo.

El Jefe no pudo suministrarme todos los informes,que consideré necesarios para conducirme de talmodo, que, sin perjudicar á Orellana , la severidadde mis medidas no se amenguase. Desgraciada-mente, el Jefe no sabía más ni ménos, que el hechodel secuestro ; ignoraba importantísimos detalles,ni tampoco sabía el paradero de la víctima, ni quié-nes fuesen los que, vestidos de guardias civiles>perpetraban crímenes tan inauditos.

Entónces le manifesté al Jefe, que era necesarioreanimar enérgicamente el espíritu de la Guardiacivil ; que él mismo se dedicase á adquirir cuantasnoticias pudiese ; que se me presentase diariamentepara recibir mis órdenes, y que además no tuvieseinconveniente en verme cuantas veces el buen ser-vicio lo reclamase, porque para mi no habia díani noche ; que yo quería conocer personalmente átodos los Jefes de los puestos de la provincia; queles mandase venir, y les ordenase que sin dilacionalguna se me presentasen para recibir mis instruc-ciones, porque desde luégo habíamos de empren-der una campaña tan dura y récia contra los cri-

minales, que no hablan de volver á repetirse tanpunibles escándalos, al ménos, mientras yo estu-

viese al frente de la provincia.Tambien le reconvine por no haber adoptado las

medidas rápidas y eficaces, que el secuestro de Ore-

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62 EL BANDOLERISMO.

llana requería ; pues el abandono habia llegadohasta el punto, de que ni siquiera se habia man-dado venir á los Jefes de los puestos más cercanosal pueblo , en que el crimen se habia cometido.

Díj ele tambien , que comprendía que tuviesen ál-gun fundamento muchas de las razones, que se ale-gaban para explicar cierto género de morosidadesen la persecucion. de malhechores; pero que habiatambien falta de resolucion , de energía y de vo-luntad inquebrantable en este propósito , que desdeaquel momento se habia de realizar muy en brevey sin contemplacion alguna, porque me proponíaser tan inexorable con la Guardia civil , como conlos empleados y funcionarios de cualquier condi-cion y jerarquía que fuesen ; y que si algunos con-flictos surgían , si algunas dificultades se presen-taban , y si algun vacío había 'que llenar para quetodos cumpliesen con su deber, yo darla vado átodo, para que en el buen servicio no faltase nada.

El Jefe se retiró, comprendiendo muy bien, quedesde aquel dia comenzaba vida nueva; pero se-guramente muy satisfecho de que así sucediese,convencido, como sin duda lo estaba , de que bajomi autoridad la Guardia civil habia de recobrarmuy pronto su antiguo prestigio.

Terminada la conferencia , dicté inmediatamentela minuta de una circular reservada para todos-losAlcaldes , pidiéndoles una reiacion de todos los crí-menes, que se hubiesen cometido en sus respectivostérminos jurisdiccionales , así como tambien, cuan-

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INTRODUCCION.

tas noticias pudiesen adquirir; y estimasen condu.-centes al objeto de exterminar la odiosa plaga delbandolerismo.

En seguida recibí á muchas personas, que meaguardaban, y segun los caractéres y manifesta-ciones de éllas, procuré discretamente averiguartodo cuanto pudiera tener relacion con mi prin-cipal y preferente objeto, sin descuidar las demásatenciones de gobierno, á que mi cargo me obli-gaba.

Desde luégo advertí, que mi conversacion fa-vorita era escuchada con suma satisfaccion portodos; pero cuando llegaba la ocasion de responderde un modo concreto á mis directas interpelacio-nes, es lo cierto, que entonces, unos cambiabande tono, otros mudaban de color, algunos perma-necian silenciosos, y todos hubieran preferido nohaber entrado en conversacion conmigo sobre maferia tan escabrosa para éllos , particularmente , sihabia otras personas delante, porque el temor, noinfundado, a los bandidos por una parto, y por otra,la íntima conviccion que abrigaban de que sería detodo punto insuficiente, ó inútd cuanta se hiciesepara concluir con el bandolerismo, les impedíaresponderme con la franqueza y copia de datos,que yo necesitaba.

A estas causas, que tanto contrariaban mis de-

seos, y que tan funestaménte podian paralizar miaccion, debe,wñadirse la idea de la inestabilidad delos Ministerios y de los Gobernadores en España,,:

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EL BANDOLERISMO.

y es seguro, que muchas personas se detuvieronpor entónces en hacerme revelaciones de cierta ín-dole, por la natural consideracion, de que acasoyo permanecería allí brevísimo tiempo.

De todos modos , vine á sacar en limpio, que el.estado de la provincia era muy grave y alarmante;pero que sería empresa, poco ménos que imposi-ble, el allegar recursos, organizar policía útil parael propósito, difundir la conviccion de que, conbuena voluntad y perseverancia, era posible acabarcon el bandolerismo, y restituir la provincia al es-tado normal, en que la seguridad de las personasestuviese garantizada por el Gobierno, como debeestarlo en toda nacion

Figúrese el lector, cuán extraordinaria sería misorpresa, y cuz'Ji grande mi disgusto, al reconocerá primera vista , que me sería muy difícil el . con-seguir de mis administr:)clos, no ya los recursosindispensables, sino el adquirir siquiera noticiasútiles, que era lo menos que porfia pedirles.

Creo que un solo rasgo bastará para que sejuzgue acertadamente de la naturaleza y carácterde mis primeras impresiones.

En la misma tarde de mi llegada, se suscitó laconversacion respecto Irt los dos famosos bandidos,los hermanos P3checos, y en mi presencia , hubopersonas distinguidas de la poldacion , que lamen-taron su muerte, como si hubieran sido unos hé-roes, sin más razon ni motivo, segur afirmaron,que el considerarse seguros de toda agresion todos

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INTRODUCCION. 65

aquellos, á quienes los Pachecos respetaban , sinadvertir-que la seguridad de aquellos pocos, era de-bida á la muerte, ó despojo de muchos. ¡k tal extre-mo puede llegar la perversion moral del egoismo

No me desanimé, sin embargo, por estos pri-meros inconvenientes ; ántes bien, la especie deresistencia moral, que en la opinion pervertida en-contraba , me sirvió para concentrar mis fuerzas,proceder con reserva, obrar con tino , y para esti-mular con mayor impulso mi natural firmeza.

Tambien aproveché algunas indicaciones, queaunque hechas con vaguedad, podían serme útilespara dirigirme á otras personas , que por sus cir-cunstancias, se hallaban en posicion de comuni-carme datos y noticias, respecto á criminales, yapor vivir en el campo, ya por la necesidad de visi-tar sus cortijos , y haberse visto obligados más deuna vez á transigir con éllos.

Procuré á la mayor brevedad posible , y por dife-rentes medios , avisar á estas personas , y avistarmecon éllas. Sucedió que al principio , desconfiabande mi reserva , lo cual en aquellas circunstanciasno debla extrañarse , y así es , que se limitaban ádecirme generalidades inútiles, ó que yo sabía deantemano ; pero á fuerza de tacto , paciencia y tra-vesura, y garantizándoles, en los términos más ex-presivos, el secreto de sus revelaciones, logré ins-pirarles confianza, y que me refiriesen diversolances , que de cerca ó de léjos , se relacionaban.con el bandolerismo.

TOMO I. 5

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66 EL BANDOLERISMO.

Pero muy luégo noté que todas las noticias queme daban, se referia-n á sus vecinos , es decir, ásucesos ocurridos en los cortijos colindantes. Porentónces, recuerdo, que nunca me hablabrn de'ningun hecho acaecido en sus fincas. De aquí,deduje, que cada uno referia aquello, que se ima-ginaba que no podía comprometerle, echando laresponsabilidad, si por acaso la hubiese, á puertaajena; y como tenia fundadas razones para creer,.que todos hacían lo mismo, determiné oir congrande atencion á unos y á otros, llevando notas desus relatos respectivos, y así conseguí, en más deuna ocasion, el completar y suplir las omisiones deunos, con las referencias de otros.

Hice tambien otra observacion , y es que todoslos hacendados que venian á visitarme, y á ofre-cérseme , con tanto lujo de palabras, como avariciade obras , acababan todos al despedirse , que es elmomento obligado para hacer sus exigencias , porentregarme una larga lista de recomendados paraque yo les concediese el uso de todas armas, po-niendo siempre por delante el terrible bando-lerismo, y encareciendo, por diversos modos, lanecesidad imperiosa, en que se velan de proveer ásu defensa.

Unos me decían que las licencias de uso de armaseran para sus criados; otros me aseguraban queeran para sus guardas; algunos me manifestabanque eran para sus. correligionarios, es decir, paraamigos del Gobierno; y todos se amostazaban,

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INTRODUCCION. 67

cuando yo les respondía muy cortésmente, que migusto era complacerlos , siempre que de los infor-mes, que yo pidiese , con arreglo á la ley , resultaseque los recomendados eran personas honradas ydignas de la concesion, que solicitaban.

Consideraba yo que era asunto de suma gravedadel conceder indiscretamente y á manos llenas li-cencias para uso de armas , no sólo porque se fal-taba con aquellas listas recomendatorias á las pres-cripciones de la ley , sino tambien porque , atendidoel estado de profunda perturbacion , en que se en-contraba la provincia , era muy posible que elmismo gobernador, sin quererlo, contribuyese deana manera indirecta á armar contrabandistas ybandidos.

Mi situacion era tanto más comprometida y eno-josa , cuanto que tradicionalmente , por decirlo así,existia la costumbre de conceder las licencias de ar-mas en la forma, que ya dejo referida. Así es que,en vista de mi resistencia á prescindir de las pres-cripciones legales, se levantó tal clamoreo, y fuerontantas las quejas, que mi conducta produjo entre losmismos amigos de aquella situacion política, quellegaron los ecos hasta Madrid, asegurando que yono servia lealmente los intereses del Gobierno,cuando extremabarmis escrúpulos y mi rigor hastael punto de no conceder á sus amigos más decidi-dos lo único que le pedian , es decir , licencias de.armas.

Afortunadamente mi prevision fué tan segura,

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68 EL BANDOLERISMO.

que muy pronto, y muy satisfactoriamente parami, fué confirmada por la experiencia, segun. ten-drémos ocasion de ver más adelante, en su lugaroportuno.

A consecuencia de la comúnicacion reservada,que ya he indicado se les dirigió á todos los Alcal-des de la provincia, pidiéndoles una relacion decuantos crímenes se hubiesen cometido recientemente en sus respectivas jurisdicciones, llegabancada dia á mis manos relatos y noticias tan extraor-dinariamente alarmantes, que me dieron á conocerque el desórden , la perturbacion y la anarquía deaquel desdichado país superaban con mucho, en larealidad, á cuanto la imaginacion más lúgubre ypesimista hubiera podido fingirse.

El lector se convencerá de la exactitud de miaserto, consultando las noticias recibidas relativa-mente á la increible cifra de robos de toda especie,escalamientos, lesiones , homicidios, incendios , se-cuestros y asesinatos.

Tambien me participaban la existencia de socie-dades de rateros y bandidos (1).

No es fácil describir el efecto, que semejantes no-ticias me producían, viniendo á agravar en todosconceptos la critica situacion en que me encon-

(1) V. el apéndice num. /.° Las noticias en él contenidas, son tanInteresantes y necesarias para formar juicio exacto del estado de laprovincia , que sin su atenta lectura, no será posible apreciar debida-niente las dificultades y peligros de mi espinosa situacion.

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INIRODUCCION. 69

traba ; pero lo que me causaba más penosas angus-tias era la dificultad de comunicar con nadie misinquietudes, supuesto que aquellas noticias erande carácter absolutamente reservado , de modo, queyo sólo concentraba en mi pecho los secretos y lasamarguras, y entregado á mí mismo tambien , mevela obligado á pensar, discurrir y resolver, conmedios insuficientes y ordinarios, las cuestionesmás singulares y extraordinarias , respecto á la se-guridad de las personas y de las propiedades.

Sin duda uno de los mayores martirios, que puedesufrir un hombre investido de autoridad en mo-mentos difíciles, y ante una empresa erizada deobstáculos , consiste en oir hablar en torno suyo deuna manera extraviada, á propósito del remedio,que el mal requiere , viéndose obligado á desechartorpes consejos , y á no responder siquiera á lasmil inepcias, que á su alrededor se repiten.

Y no se entienda por eso, que los que en tales cir-cunstancias discurren desacertadamente , lo verifi-quen así por su ineptitud y torpeza , sino porquecareciendo de las noticias é informes, que pudieranilustrar su entendimiento , se obstinan en resolverun problema sin los datos necesarios, imaginán-dose, no obstante, que saben sobre la materia todocuanto se necesita.

No insistiré más sobre este género de inquietu-des, que no pueden nunca desvanecerse discutiendocon otros, porque su contenido es tan íntimo y re-servado , que sólo uno mismo puede resolver las

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70 EL BANDOLERISMO.

dificultades, mediante la propia discusion interna.Los auxiliares, tau necesarios á la autoridad, eran

para mí, en aquella ocasion , poco ménos que in-útiles , supuesto que no siempre podia valerme deéllos , teniendo yo que ser á la vez Gobernador,oficial de la Guardia civil, y hasta escribiente , ges-tionándolo todo de la manera unipersonal , que lagravedad y el secreto de tales casos requerían.

Hechas estas explicaciones respecto á la situacionde espíritu, en que me encontraba, á causa delaterrador relato de los Alcaldes, de las noticias queya comenzaba á comunicarme la Guardia civil , yde las confidencias de mis secretos emisarios, cum-ple á, mi propósito trazar brevemente el cuadro delas dificultades, que me rodeaban.

En efecto, la situacion exterior podia resumirseen los términos siguientes : Gran número de crí-menes impunes ; muchos malhechores, desconoci-dos para los tribunales ; muchos protectores encu-biertos y pertenecientes á toda las clases de la so-ciedad; muchos encubridores indirectos y ménosculpables, porque obraban á impulsos del miedo,que tenian á declarar y á comunicar noticias , te-merosos de la venganza de los bandoleros; protec-cion funesta que les prestaban los habitantes de loscaseríos; indecible terror de los hacendados ; peli-gro inminente de salir al campo sin escolta, comohabla indicado uno de mis compañeros de viaje;decaimiento de la fuerza moral en la Guardia civil;conducta poco satisfactoria de algunos funcionarios

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INTRODUCCION. 71

del poder judicial ; inutilidad completa de la poli-cía, por su viciosa organizacion y tradicional des-prestigio; inconvenientes sin número, que proce-dian del estado excepcional del país , despues deuna gran revolucion ; espíritu subversivo de lasmasas; obstáculos nacidos de la legislacion misma,como la inviolabilidad del domicilio, y el términotan perentorio para dictar los autos de prision; que-brantamiento del principio de autoridad hasta unextremo jamás visto ; y finalmente , insuficienciaabsoluta de los medios ordinarios para combatiraquel desenfrenado bandolerismo, que con la inso-lencia de la impunidad habia crecido, como un co-loso, y tomaba múltiples y diversas formas , comoProtéo, bajo la levita, bajo la chaqueta, en los cam-pos y en las ciudades.

Ahora bien ; para superar tantas, tan arduas ytan diversas dificultades, originadas de concausastan diferentes, tan graves y tan poderosas , yo ne-cesitaba Jueces valerosos, activos, astutos y, sobretodo, llenos de fé y entusiasmo por el principio deseguridad pública , y que, por decirlo así , experi-mentasen hasta rubor de que se cometiesen talesatentados; necesitaba tambien una policía nume-rosa, inteligente , bien organizada , y que, léjos deser , como en España sucede , objeto de generalanimadversion , fuese , por el contrario , terror delos malhechores y salvaguardia simpática y bende-cida por los hombres de bien; necesitaba ademástriplicadas fuerzas de la Guardia civil , que á más

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72 EL BANDOLERISMO.

de su desaliento, era escasísima en número , y porañadidura, me distraía una gran parte de élla elservicio de las numerosas estaciones de la vía fér-rea; necesitaba, por consiguiente , la organizacionde un cuerpo auxiliar , que á la vez que supliese elnúmero insuficiente de la Guardia, pudiera prestarotros importantísimos servicios en la persecucionde criminales , para la cual muchas veces es hastaindiscreto y perjudicial el uso del uniforme, delque, en ningun. caso , la Guardia civil puede, se-gun su reglamento , despojarse ; necesitaba, á ma-yor abundamiento , confidencias y espionaje den-tro y fuera de la provincia ; y por último , necesi-taba escogitar medios y adoptar resoluciones , quediesen por resultado el que la personalidad del Go-bernador viniese á contrapesar el espíritu domi-nante de aquel estado anormal, bajo todos los as-pectos morales , políticos y sociales , y que mercedal prestigio de mi autoridad , inspirase confianza álos tímidos, que contemporizaban por miedo con losmalvados, y garantizase á todos la seguridad in-violable de sus personas y de sus haciendas de talmodo , que allí donde se cometiese un crimen , seviese inmediatamente caer, como el rayo , la cuchi-lla de la ley.

Pero todas estas medidas, que yo consideraba tannecesarias como eficaces , encontraban inconve-nientes tan insuperables en la práctica, que raya-ban en los límites de la imposibilidad, porque surapidísima ejecucion venia á estrellarse lastimosa-

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INTRODUCCION. • 73

mente contra esa gigantesca muralla de diamante,que se llama el presupuesto , terror pánico de loscontribuyentes, y causa de impotencia para los go-bernantes. Se necesitaban , pues, cuantiosos recur-sos, y el Gobernador no los tenia.

Por otra parte , mi práctica en otras provinciasme habla enseñado, mediante una dolorosa expe-riencia., que los Gobiernos suelen prometer á susdelegados montes y mares , y luégo se ven forzadosá contentarse con el eco sonóro de pomposas pro-mesas.

En vista de las dificultades de mi situacion , lacual era muchísimo más grave de lo que el Go-bierno habla creído , y yo misnlo podía figurarmeal salir de Madrid , adopté la resolucion de comu-nicar al Ministro todos los antecedentes necesarios,para que pudiese formar cabal juicio del estado enque se encontraba la provincia , y de las alarman-tes proporciones, que á más andar, adquiría el ban-dolerismo.

Trazada la fiel pintura de mi crítica situacion,manifesté al Gobierno, que aguardaba sus resolu-

ciones.

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CAPITULO V.

DISPOSICIONES ADOPTADAS.

No se hizo esperar mucho la contestacion delGobierno, que ciertamente , fué la misma que yoaguardaba, es decir, que convenia llevar adelantela patriótica é importantísima empresa de acabarcon el bandolerismo, y que no me detuviese anteningun obstáculo, añadiendo toda especie de se-guridades, para que yo contase con su más deci-dido apoyo , á la vez que con todo género de au-xilios.

A la verdad, que otro ménos experimentado queyo , se habría dado por muy satisfecho con aquellacomunicacion , tan lisonjera , como expresiva.

Desgraciadamente, mi experiencia me hizo com-prender que por parte del Gobierno existian, sinduda, los más plausibles deseos , que yo me complazco en consignar aquí con la estimacion que semerecen; pero es lo cierto , que aparte las frasesmás afectuosas y agradables para mí, la citadacontestacion no encerraba ni un átomo siquiera deauxilio concreto , eficaz y positivo. En suma , des-

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INTRODUCCION. 75

pues de recibida la contestacion del Gobierno, yome quedé reducido exactamente á los mismos me-dios, que tenia ántes , es decir, á los medios ordi-narios, de que podian disponer todos los Gober-nadores.

Nadie puede dudar que la magnitud de aquelpropósito, no era proporcionada á los elementos,que generalmente están al alcance de un Gober-nador, sino que aquel empeño y aquella obra, re-querian todas las fuerzas y actividad colectiva deun Gobierno, y un Gobierno fuerte , poderoso , in -vestido de autoridad irresistible y facultades dic-tatoriales.

Pero léjos de ésto , ya he indicado , que la sana-don general del país y el relajamiento del prin-cipio de autoridad , se' oponian invenciblemente áque, no ya un Gobernador , sino el Gobierno mismoen su totalidad , obtuviese aquella prepotencia,ante la cual todas las dificultades se allanan, todoslos recursos surgen, todos los medios se facilitan,todos los preceptos se obedecen, y todas las resis-tencias se humillan.

Debo confesar, que nunca me he visto más com-prometido en una empresa , con ménos recursos,que en aquella ocasion, y renunciar al empeño por

imposible, por más desprovisto de elementos queme encontrase, confieso tambien que me repug-naba extraordinariamente, y que de ninguna ma-

nera lo consentian mi carácter, mi compromiso

con el Gobierno, mi decoro y mi patriotismo.

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76 EL BANDOLERISMO.

Vime , pues , obligado á hacer frente á mi difícilsituacion con los escasos medios , que estaban ámi alcance , y me propuse que la inventiva suplieseá la rutina de los funcionarios; que la energíacompletase la escasez de la fuerza; que la astuciapreviniese á la violencia bruta, ó á la habilidadculpable; que el valor de la autoridad fuese mástemido, que la venganza de los bandoleros ; que laasiduidad laboriosa multiplicase los hombres; quela rapidez atinada se anticipase á malignos cál-culos, ó criminales combinaciones ; y por último,que la constancia inquebrantable hiciese compren-der á todos, que con medios , ó sin éllos , no que-daba más esperanza, ni más recurso , que veiisTr,ó morir en la demanda.

En tal disposicion de ánimo , adopté inmediata-mente las medidas, que creí más perentorias y ne-cesarias, para prevenir los males y abusos, queya conocia, merced á mis recientes indagaciones.

Comencé, pues, por organizar una seccion deÓrden público, de tal modo y forma, que sin dila-cion pudiese yo tener conocimiento de cuanto en elramo ocurriese, y á la vez se cumplimentasen to-das mis disposiciones, encargándole, entre otrosservicios , uno muy importante cual era, la dis-tribucion de cédulas de vecindad, que yo centralicéeá el Gobierno civil, prévios los informes de losAlcaldes de barrio y de los Inspectores de policía.

Las noticias fehacientes, que habla recibido , res-pecto á que muchos criminales , contrabandistas, y

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INTRODUCCION. 77

sospechosos, estaban provistos de armas y de suscorrespondientes licencias, me sugirió la medidade revisarlas y rehabilitarlas todas en un breveplazo, para lo cual dispuse que las licencias seentregasen en el Gobierno , á la par . que ordené álos Alcaldes y á la Guardia civil , que fuesen muyexactos y verídicos en los informes de licencias dearmas; pues que de lo contrario , habia de exigirlesla responsabilidad más estrecha é inexorable.

Los Alcaldes de los pueblos , siguiendo la cor-riente del espíritu general del país , é intimidadospor las amenazas de los criminales, como les su-cedia á los propietarios, eran muy poco escrupu-losos en el nombramiento de guardas municipales,que frecuentemente recala en gentes de mal vivir,

dudosos antecedentes, defraudando de estos em-pleos á los hombres honrados, ya por el temor deuna venganza, ya por el egoísmo repugnante detener matones, que los guardasen.

En vista de estos hechos, verdaderamente escan-dalosos y reprensibles, dirigí una comunicacionlos Alcaldes, excitándoles á que destituyesen in-mediatamente á todos los guardas municipales,cuya conducta no ofreciese garantías de moralidady celo en el servicio , y á que nombrasen , en sulugar, licenciados de la Guardia civil, ó del ejér-cito, y siempre vecinos honrados.

Igual excitacion dirigí á muchos propietarios,que tenian en sus heredades como guardas, á per-sonas de malos antecedentes, ó conocidas por su

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EL BANDOLERISMO.

complicidad en actos punibles, á fin de que á lamayor brevedad nombrasen hombres honrados , yque si tal vez , por la violencia, pudieran verseobligados á dar albergue á los malhechores, norehuyesen más tarde el dar á la Guardia civil, y álas autoridades ., conocimiento de lo acaecido , ycuantos informes - fuesen necesarios para la perse-cucion más acertada.

Pero como todas las medidas, referentes á laidentificacion de las personas, pudieran quedar detodo punto ineficaces, porque muy fácilmente sonburladas , atendido el vicioso sistema de selas ge-werales del portador, resolví poner coto á estosfraudes , aprovechando las ventajas , que el pro-greso de la civilizacion proporciona en la épocapresente.

Enhorabuena, que en los pasados tiempos, losagentes de la autoridad se limitasen á consignar enlos pasaportes las señas generales, que tienen elgravísimo inconveniente de ser aplicables á infi-nito número de personas, de modo, que con lasmismas señas puede variarse el nombre, sin queel más lince llegue á caer en sospecha. Es ver-dad, que tambien solian consignarse las señas par-ticulares; pero éstas solo convenian á un escasonúmero de lisiados.

Resultaba, pues , que aun supuesta la más es-tricta escrupulosidad y obediencia por parte de losAlcaldes, cabia siempre la proverbial, cuanto pri-morosa faisificacion de los pendolistas de presidio,

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INTRODUCCION 79

y á mayor abundamiento , los criminales y sospe-chosos podían proveerse de cédulas de vecindad enpueblos limítrofes de otras provincias.

El remedio , sin embargo , era tan óbvio , que nopuedo ménos de extrañar el que todavía no se hayaadoptado generalmente por el Gobierno , el cualconsistiría en fijar , en el lugar destinado en el pa-

. saporte ó cédula á las señas generales, la foto-grafía del portador , al modo que se hace con lossellos de legalizacion de los colegios de escribanos,fuera de que el procedimiento pudiera perfeccio-narse hasta el punto , de que en el mismo papel deldocumento se estampase el retrato del interesado.

Concretándome , pues, á mi limitada esfera deaccion, y adoptando el único procedimiento, queme era posible, concebí la idea de fotografiar átodos los criminales y sospechosos , á fin de formarpara cada pareja de Guardia civil su Album cor-respondiente , además de las reproducciones nece-sarias para el Gobierno , para sus delegados, y paratodas las dependencias de Úrden público.

A cada retrato debia acompañar la hoja, ó his-toria penal del individuo , con todas aquellas ob-servaciones , que pareciesen oportunas, para quela seccion de Órden público y la Guardia civilpudieran seguirle la pista, con más seguridad yacierto.

Yo estaba firmemente persuadido de que mi pro-yecto era muy eficaz para el fin, que me proponía;pero como para su realizacion, se necesitaban re-

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SO EL BANDOLERISMO.

cursos , de que no podía disponer, en los limbosde tal proyecto se hubiera quedado , si no me hu-biese ocurrido tambien la idea de acudir á la Dipu--tacion provincial , para que de su presupuesto seabonasen aquellos gastos; y justo es consignaraquí, que mi proyecto le mereció la más favorableacogida, y que inmediatamente , y con laudablepatriotismo, acordó la partida necesaria.

Todavía esta medida, por útil que se la considerey por felices resultados que produjese , como enefecto los produjo , necesitaba un complemento,indispensable. No dejaba de ofrecer dificultades elfotografiar tan gran número de criminales, como elque existia en la provincia; y si bien desde luégoera muy fácil retratar á todos los que actualmente'se encontraban presos y á mi disposicion , tambienes evidente que se sustraian, ó se escapaban de este'procedimiento muchos, que no habian sido aprehen-didos , y cuyos pasos era necesario seguir hastaponerlos enfrente de la máquina fotográfica.

Para conseguirlo, dicté un bando , por el cual seprohibia el uso de puñales , navajones y facas, queasí llaman á ciertos enormes cuchillos , de cuyasarmas, que no pueden usarse , sino contra el pró-jimo, siempre va provista aquella gente , que ántesconsentirá andar desnuda y sin el preciso sustento,que carecer de tan feroces adminículos, y con loscuales, por un quítame allá esas pajas, despanzur-ran á un cristiano.

En el mismo bando se prevenia, en los términos

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INTRODUCCION. Si

más severos, que se castigase á los contraventorescon el wiximun, de la multa , que á mi autoridadcompetia imponer. Yo me proponia con esta medidael poner á mi disposicion á toda la gente de la cás-cara amarga, como suele decirse , porque no eradifícil preveer que todos pagarian la multa con losdías correspondientes de prision , y si para éllos eramás cómoda esta moneda, tambien convenia muymucho á mi propósito , porque de esta suerte lestomaba las oportunas declaraciones, y los mandabafotografiar, mientras duraba su arresto.

Las medidas anteriores reclamaban para su cabalcumplimiento numerosos agentes de la autoridad;y como precisamente la escasez de fuerza, era unode los principales obstáculos , con que yo siempreluchaba, convenia arbitrar medios supletorios quela multiplicasen, y con este objeto discurrí la crea-cion de somatenes para que, e l todos los casos, enque ocurriese algun atentado contra la seguridadde las personas , ó de las propiedades , ó cuando sepresentase en ala len punto gente sospechosa, acu-diesen de todos los lugares de la demarcacion áuna señal convenida de campana, bocina ó caracol,todos los vecinos honrados con los Alcaldes á la ca-beza , los guardas municipales, los de propietariosparticulares , y los habitantes y trabajadores de loscaserfos , á fin de perseguir sin tregua ni descansoá los malhechores.

No diré los inconvenientes, que tuve que allanar

para conseguir la organizacion indicada, á la cual,

TOMO I. 6

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EL BANDOLERISMO.

se oponian de una manera invencible el carácter ycostumbres de aquellos habitantes, y sólo me limi-taré á consignar, que al fin y al cabo, logré cum-plidamente mi propósito, estimulándolos de variosmodos, segun los casos é intereses respectivos,alistando préviamente á los vecinos, que se compro-metian á salir al somaten, y concediéndoles gratisy por tiempo indefinido , el uso de armas.

Además de la multiplicacion de mis agentes, meproponia otro intento de más alcance y trascen-dencia, que el primero , con ser :tan importante,cual era el apartar á los vecinos honrados, propie-tarios y habitantes de los campos , de aquella es-pecie de tácita y peligrosa alianza con los crimi-nales, á quienes por miedo protegian, y compro-meterlos y traerlos, por decirlo así, á la banda demi autoridad , con cuya operacion éllos y yo ve-níamos á ser completamente solidarios, sin que yales quedase más recurso, que apoyarme, una vezrotas, por su parte, las hostilidades contra el bando-lerismo.

Tambien hubiera sido muy conveniente dar nuevaorganizacion á la policía, segun lo reclamaban lascircunstancias especiales de aquella provincia, asícomo tambien el nombramiento de un personalútil, experimentado y de mi confianza; pero com-prendiendo las dificultades presupuestales, que ámi proyecto se oponían , me limité 4, hacer al Go-bierno las oportunas indicaciones de reforma, para,cuando se hiciese una buena ley de policía, ya que

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INTRODUCCION. 13S

por el momento, me anticipaba yo mismo á califi-carlas de impracticables por el Gobierno que me, respondió exactamente lo mismo, que yo me ima--ginaba.

Por entónces, yo no podia tomar otro género deItedidas, que más tarde adopté, motivadas por losnuevos obstáculos, que se presentaron , porque á lasazon, me preocupaba de dia y de noche la idea desalvar al secuestrado Orellana, cuyos martirios ytormentos me representaba á todas horas mi vivaimaginacion, y ya que no me fuese posible liber-tarlo de las garras de sus verdugos , por lo ménos,cuidaba en gran manera de no agravar con impre-meditadas medidas su situacion angustiosa, y laconsiguiente inquietud de su acongojada familia,que no dejaba de suplicarme, con indecible encare-cimiento , que no tomase resolucion alguna , yhasta las medidas precedentes, que tedian un ca-rácter general respectivo ála provincia, y que nose rozaban directamente con aquel secuestro, traíanafligidos y desasosegados á los deudos de la víc-tima.

Yo accedia, en lo posible, á los ruegos de la fa-milia Orellana; pero bien mirado , tampoco miautoridad podia consentir de un modo absoluto encruzarse de brazos ante el peligro, permitiendoimpunemente que aquella familia anduviese entransacciones y conferencias con los criminales,para conseguir el rescate del prisionero.

Ni áun siquiera pude averiguar, por aquel tiempo;

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EL BANDOLERISMO.

los misteriosos tratos, que aquella familia traia conlos bandidos, porque segun despues supe, éllosamenazaban dar muerte sin remision al cautivo,si por acaso aquellas conferencias llegaban á minoticia.

Estas amenazas impedían que la familia me co-municase los términos y condiciones de su inteli-genda y trato con los intermediarios de los ban-didos ; pero áun cuando yo ignorase á la sazon lasestipulaciones concretas, que mediaban, de todosmodos , conocía en general su existencia por otrosconductos, y siempre me opuse á este género devergonzosas transacciones con los criminales, porconsiderarlas atentatorias á la dignidad del Go-bierno.

Ahora bien ; íntimamente convencido de queaquellos tratos hablan de seguir con mi anuen-cia, ó sin élla, porque el interés de la familia sesobreponia á todo linaje de consideraciones , cuan-do además una experiencia lamentable venía de-mostrando la absoluta impotencia de la autoridadpública para salvar en estos casos la vida de loscautivos (1), me pareció prudente advertirles, quesi por acaso cometian la debilidad de entregar al-gun dinero, no por vía de rescate, que esto loprohibí siempre de un modo terminante sino por

(1) Hacía muy poco tiempo que acababan de dar muerte, en situa-clon análoga, al secuestrado D. Manuel Revuelto, vecino de Villa daiRio, provincia de Córdoba.

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INTRODUCCION.

vía de gratificacion á las personas, que les servianen estos manejos , tuviesen la precaucion de marcarlas monedas de una manera tan ingeniosa, comoreservada, que les indiqué yo mismo, con lo cual,por este lado, dejaba un rastro seguro para perse-guir y castigar el crimen, ocasion oportuna.

Yo, entre tanto , desconfiaba de que aquellostratos, seguidos á mi pesar por la familia, llegasenit tener el resultado para élla apetecible , y por lomismo, creí que mi deber , de consuno con el de-coro de mi autoridad, me obligaban á no perma-necer impasible en esta cuetion tan grave, yprocuré, por todos los medios, venir en auxilio deaquella desgraciada familia, si bien procediendocon tanta eficacia, como inviolable reserva.

Resultó, pues, de mis afortunadas averignacio-nes, que una persona muy rica, influyente y muyrespetada, de cierto pueblo de la provincia , habíamediado en otras ocasiones para gestionar con losbandidos el rescate de otros secuestrados; y consi-derando, no sin fundamento, como la experienciavino á comprobarlo , que aquel acaudalado sujetopudiera ser útil en el caso presente para conseguirla libertad de Orellana, determiné celebrar con éluna conferencia reservadísima, con intento de queme sirviese , no interesadamente como solía , sinopor el temor á mi autoridad, para buscar el rastrode los criminales, y conseguir la libertad del pri-sionero.

Ya he indicado que los raptores de Orellana se

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habian presentado en el pueblo con el uniforme dela Guardia civil, y exhibiendo una órden de deten-clon al Alcalde, que fué inocente cómplice de aquelatentado. El Alcalde era pariente muy cercano del-cautivo; pero en vista de aquella reclamacion paraque se procediese á la captura de un criminal, quese suponia estar oculto en casa de Orellana, no va-ciló en prestar auxilio á la supuesta Guardia civil„para registrar el domicilio de éste, á quien verdawderamente buscaban, y en efecto cautivaron.

Ahora bien ; en virtud de mis seguras confiden-cias, yo tenia motivos para creer que el sujeto,ántes aludido , tenia parte , ó por lo ménos, conociaá los perpetradores de aquel ruidoso secuestro.

La persona á que me refiero , como acabo de in-dicar, era uno de los propietarios que pasaba pormás rico en su pueblo, en donde todos le tercian,no sólo por su carácter , sino tambien por el influjoque ejercia sobre la gente más desalmada , y áuntenia sus puntas y ribetes de importancia polí-tica , porque además de ser compadre del Alcalde,su hechura , era el árbitro de las elecciones, y con-taba , por consiguiente , con el apoyo de muy ele-vados personajes políticos , quienes sin duda no leconocian á fondo, porque de lo contrario, no es decreer que con tan decidido empeño le protegiesen.

Entre los más elocuentes indicios, que al princi-pio me sugirieron la idea de espiar todos sus pasosy conducta, debo contar la notable circunstanciade que mientras todos los propietarios del contorno

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INTRODUCCION. 87

estaban aterrados por el bandolerismo , este sujetosalia diariamente al campo sin temor alguno , y secomunicaba con los más famosos bandidos , que lemanifestaban estimacion y respeto.

Supe tambien que labraba un cortijo , en el cualse albergaban los hombres más facinerosos, los es-capados de las cárceles y presidios , y toda clase, demalhechores , algarines , caballistas y cuatreros,por cuya razon era generalmente conocido aquelcortijo con el nombre de CEUTA y nadie se atreviaá penetrar en aquel terreno, ni en sus inmediacio-nes , por la seguridad de ser robado, ó secuestrado.

El tal cortijo venía á ser como el cuartel generalde todos los bandoleros de la comarca, á la par queel emporio y depósito de todos los ladrones y robosde muchas leguas á la redonda , conduciendo allímanadas enteras de cabras y ovejas , y piaras decerdos y yeguas , y de toda clase de ganados.

Con éstos y otros antecedentes , por más que noera imposible dar el golpe en vago , yo me resolvíá provocar la conferencia anunciada, con tal segu-ridad y decision, como si de antemano yo tuviesela evidencia incontrovertible de que aquel sujetoera cómplice en el secuestro de Orellana.

Pero la dificultad más grave, que yo encontrabapara atraer á este hacendado á celebrar una confe-rencia conmigo , consistia en que mi reputacion y

mis propósitos, tan hostiles á los bandoleros , sehablan difundido ya por toda la provincia, y eramuy de temer, que un hombre tan suspicaz , si

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88 EL BANDOLERISMO.

no tenia limpia su conciencia, se retrajese, receloso de mis invitaciones, ó que inmediatamente seocultase.

No dejó de ser objeto de madura consideracion,ni de producirme algun cuidado el preparar el mo-do y forma de promover la citada conferencia; perosabiendo yo sus amistades, sus relaciones y quié-nes eran los personajes políticos que le protegian,y que ya en otras ocasiones le habian suministradocartas de recomendacion para los Gobernadores deCórdoba ; y comprendiendo , por otra parte, que nosiempre, en asuntos de esta naturaleza , la línearecta es la más corta , busqué rodeadamente lacurva, y me dirigí á su compadre el Alcalde , ma-nifestándole en los términos más cortéses y expre-sivos , que deseaba á la mayor brevedad avistarmecon él para asuntos del servicio ; y luégo , como porincidencia, y de un modo secundario para que nose descubriese la realidad de mis intenciones, ledecía mi objeto principal, que era que se viniesecon el sujeto referido, de cuyo carácter é influen-cia tenía las más favorables noticias, por personasmuy elevadas, que con grandísimo interés me lohabían recomendado, y que por lo tanto, y con estagarantía, yo anhelaba conocerlo personalmente , yser su verdadero amigo.

Concebida mi carta en los términos indicados , yremitida á su destino, se me presentó muy en bre-ve el Alcalde solo, y desde luégo me apercibí deque venía como echadizo , para tomar el pulso á la

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INTRODUCCION. 89

situacion y rastrear por mis palabras y conducta loque debia esperar, ó temer su compadre. Yo entendíel juego á las voladas , y me propuse atraerle congran dulzura y candor, á fin de inspirarle com-pleta confianza, y por lo visto despues, lo conse-guí á mi gusto y contentamiento, porque habién-dole preguntado , con estudiada sencillez , por elsujeto consabido , y la causa de no haberle acom-pañado , me respondió , que habian venido juntos;pero que habia ido á evacuar ciertos quehaceres , yque luégo , más tarde, sin duda alguna vendria.

Debo advertir, que ya sabía yo que el Alcalde ysu compadre habian venido juntos, y por más se-ñas, que en el mismo tren llegaron y les hablaronen la estacion algunos pajarracos de mala traza; detoda lo Qual me dieron inmediatamente cuenta missecretos agentes.

Mi conferencia con el Alcalde fué verdaderamenteoficial, es decir , no muy larga , si bien cordial yamistosa, y terminó recomendándole yo de nuevomanifestase á su compadre , que no dejase de vermey que viniese á cualquiera hora, cuando mejor leacomodase, ó sus ocupaciones se lo permitiesen.

Es seguro que el Alcalde salió muy satisfecho demi entrevista, y que así hubo de comunicárselo ásu compadre, el cual le estaba esperando en lacalle, en donde estuvier©n hablando largo rato , yde sus actitudes y de algunas palabras sueltas,pudo muy bien deducirse el sentido de su coloquio;y de todo éllo, fui avisado con extraordinaria ra-

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90 EL BANDOLERISMO.

pidez por mis agentes , á quienes yo habla dado elencargo de que ni por un momento , si bien congran disimulo, perdieran de vista al Alcalde , á sucompadre y á la gente de mala traza, que con élloshablan llegado.

Pocos momentos despues de haber recibido losprecedentes informes, me anunciaron que el con-sabido sujeto deseaba permiso para verme, y ex-cusado es decir , que inmediatamente lo recibí,despues de haber dado la orden de que cerrasen lapuerta de mi despacho, y de que nadie nos ínter-rumpiese.

Era el recién llegado un joven de treinta y cuatroaños, de estatura regular, de rostro aguileño,barba poblada, tez pálida , boca expresiva , ojosgrandes, hermosos y relucientes , como los delbuho, y que giraban con extraordinaria vivacidad,reflejándose el desasosiego de su ánimo en la in-quietud de su penetrante mirada.

En su porte se advertia notable desembarazo, yera huesudo , si bien enjuto de carnes. Aquella or-ganizacion , revelaba inteligencia , travesura ymalignidad , y un observador experimentado ha-bria podido notar la profunda huella de viciososexcesos. Vestía á estilo de los hacendados del país,con botonadura de brillantes en la pechera, som-brero de anchas alas, y llevando la capa con lasoltura y garbo , que acostumbran los andaluces.

Yo le recibí con muy señaladas muestras de es-timacion y afecto, invitándole á que se sentase y

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INTRODUCCION. 91

á que me hablase con la mayor franqueza , comosi fuésemos antiguos camaradas.

Porque muchas personas amigas de usted ymias , añadí, me han hablado de su carácter y con-diciones, en términos, que no he podido resistir alnatural deseo de conocerle.

Muchas gracias , señor Gobernador.Yo estoy recien venido ; deseo conocer á fondo

los elementos , de que puedo disponer en la pro-vincia; me han asegurado que usted es un mozode pelo en pecho, y además una potencia en laselecciones, y yo quiero saber quiénes son misamigos y mis enemigos , los que valen y los queno valen. Por lo demás, á mí me encanta la gentede brio; y como yo no ignoro lo que usted ha hechoen otras ocasiones , y lo que puede hacer, no ex-trañará usted que lo haya mandado llamar, paraque nos conozcamos , nos estimemos , y nos en-tendamos.

Puede usted mandar cuanto guste , señor Go-bernador. Usted es el cuchillo y yo soy la carne.Lo que usted me diga que haga, eso haré por en-cima del sol nacido, porque yo tambien he oídohablar de usted, y me han dicho que usted es unmeloncito de cata, y á mí tambien me gusta lagente de empuje.

Pues me alegro mucho de que piense ustedasí, porque así pienso yo, y presiento que nosvamos á entender los dos á las mil maravillas.

Lo dicho, dicho. ¿En qué puedo servirle

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92 EL BANDOLERISMO.

Mire usted, aquí es necesario que hablemosen plata. Usted con su influencia, me puede servir-de mucho, y á mi vez, puedo tambien serle á ustedútil, porque en este mundo los hombres se com-pletan unos á otros , y todos pueden servirse, yquedar contentos.

Habla usted como un libro.Aquí tenemos que hablar como dos camaradas,

y hoy por ti y mañana por mí.Tiene usted mucha razon.; pero... repito...

¿En qué puedo yo complacer á su merced? pre-guntó el compadre, mirándome de piés á cabeza,con expresion escrutadora y marcadas muestras dedesconfianza.

Una persona como usted, con su influjo en elpueblo , en donde yo sé que usted es el Alcalde , elAyuntamiento y todo, puede complacerme en mu-chas cosas.

Eso es verdad; porque mire usted, yo no soycorbato, íy cuando es menester me gasto los moni-ses, y todos van por donde va el Niño, que así mellaman en mi:pueblo, y en todo aquel territorio; demanera, que por allí no eligen para nada, ni paralo grande, ni para lo chico, á nadie más que áquien el Niño diga; y como que usted es el amo,allí no se ha de hacer más ni ménos, que lo queusted mande. ¿Estamos?

— Perfectamente; ya va usted comprendiendo loque yo quiero. ,Y cómo anda ahora aquel Ayunta-miento? Aquí ha estado hoy su compadre de usted,

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INTRODUCCION. 93

que me parece una excelente persona; pero me haindicado que hay allí algunas rencillas, ó riva-lidades.

Mi compadre es un bendito , y se le antojanlos dedos huéspedes. Todo eso lo dice por un ciertoseñor que hay allí, acostumbrado á mandar siem-pre, y á hacer mangas y capirotes de todo el pue-blo, valido de sus pesetas y de que en muchosaños no ha salido la vara de manos de sus ahijados,y quiere todavía seguir buscándole tres piés algato, y avasallar á la gente , y campar por susrespetos; pero como ahora se ha vuelto la tortilla,todo el ruido que pueda darnos allí ese señor, noes más que flato y bambolla.

Pues yo creí que la cosa era más formal.Nada de eso, sino que mi compadre se espanta

de su sombra , y no tiene pecho, y se ahoga en pocaagua.

Vea usted lo que me gusta á mi, que los hom-bres no se aturdan , por quítame allá esas pajas.

Lo que me pasa á mí; yo np he querido serAlcalde, ni áun concejal siquiera, porque á mi nome gustan las apariencias tontas, sino el mandarde veras. Yo tengo allí algunos enemigos , quevalen manos que un cigarro , pero no pueden lle-var con paciencia el que yo, lo mismo en el pueblo,que en el campo, me lleve la gente por donde medá la gana. ¿Y por qué mando yo allí en jefe? Por-

que éllos no tienen estómago para hacer lo que

hace el Nilo.

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EL BANDOLERISMO.

— ¿,Y qué hace usted para tener una influenciatan indisputable?

—Mire usted, allí hay muchos pobretes, queentes andaban al camino para ganarse una pesetacon el contrabando ; pero hoy eso está perdido, ylos pobres no tienen qué comer, y yo les digo: puesá la olla de mi cortijo, y los amparo en todo cuantopuedo. Esto es lo que hago , y así , en dando elNiño una voz, lo siguen hasta la fin del mundo.

- De modo es , que á usted le temerán allí, másque al Gobierno.

—Me temen más que al Capitan. general , y queá la ira de Dios. ¿Ve usted este silbato? Pues lomismo en la campiña, que en el pueblo, en dando.yo un pitido, acude un tropel de gente , que sonlo mismo que leones, y entónces se hace lo que yomande, y se acabó.

Cuántas desazones y disgustos se ahorrarianen esta provincia muchos hombres, si tuviesenpecho y sentido como usted! Ya estoy cansado detantas quejas, y tanto chinchorreo , y tanto abultarde que no se puede salir al campo, como no seacon escolta. Si todos fueran como usted... ¡Quécobardes !

Sí, señor, todos esós que tanto chillan son unoscollones, y no morirán de cornada de burro. Pues sihay hombre que va de noche por un camino y oyegraznar un cárabo, y se imagina que ya le estánapuntando con un retaco para robarle. No hay quehacer caso de esos aspavientos , señor Gobernador,

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INTRODUCCION. 95•

porque aquí hay gente muy cobardona , y que deljopo de una zorra hacen una piara.

Y á propósito: ¿cómo andan ustedes por supueblo respecto á ladrones? pregunté yo con airede indiferencia.

Al dirigirle esta pregunta con la mayor sencillezposible, y perfectamente deducida del giro, que élmismo había dado á la conversacion , lanzóme unamirada tan súbita, como penetrante.

Sin duda volvió á su primitiva desconfianza, yen su semblante pudo leerse una expresion de dis-gusto, como reconviniéndose á sí mismo , y que hu-biera podido traducirse por estas palabras : « Im-bécil! ¿Quién te manda mentar la soga en casa delahorcado? »

—Si le he de decir á usted la verdad , respondiótomando una actitud circunspecta, lo que es pormi pueblo no se dice nada de esas cosas.

Pues entónces yo me felicito de que así sea,porque le digo á usted que ya estoy aburrido delas quejas, que sobre este punto recibo de los demáspueblos de la provincia ; y puedo asegurarle queacaso sea usted el único , hasta ahora, que no hayavenido á calentarme los cascos con la mojiganga derobos y secuestros.

Sí , señor, aquí se habla mucho de eso ; peroes más el ruido que las nueces.

Yo creo que en este país todo el mundo secomplace en hablar de bandidos, incluso aquellosmismos , que más se lamentan de sus fechorías,

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96 EL BANDOLERISMO.

porque yo entiendo que está en la masa de la san-gre de los andaluces el hablar á todas horas de loscaballistas , aunque nada suceda ; y ésto debe con-sistir en que aquí todos se complacen en recordar,con motivo ó sin él , las interesantes aventuras deDiego Corrientes, José María, los Pachecos y otros;porque lo cierto es que si le he de decir á usted loque siento , á mí tambien me encanta la narracionde las fazafras y valentías de esas gentes , que mon-tan á caballo y se les antoja el mundo chico , y ledan un trabucazo al lucero del alba, si alguienpretende hostigarlos.

—Esa si que es la fija ; y en cuanto á eso deaventuras de peligro , en donde se conocen los hom-bres de hígados, pudiera yo contarle á usted cosas,que se quedarla con la boca abierta.

Segun eso, ¿ ha sido usted tambien víctima deesos tunantes, que andan por ahí ? •

Lo que es por ahora, con mi compadre y yo,y toda la gente buena que mandarnos allí, está mipueblo corno una balsa de aceite; pero en otrotiempo, se armaba la de San Quintin' en un instante,_y yo he tenido que sufrir mucho con algunos tunan-tes de muy malas entrañas , que mil judia-das, y por cierto, que á un tio mio le mataron ma-lamente y le quemaron un cortijo , dejando á lafamilia por puertas ; de modo que yo pienso co-mo usted, es decir , que me encantan los caballis-tas que son generosos, que se gastan una onzaen convidar á un desconocido, que salen al cam-

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INTRODUCCION. 97

po y afrontan los peligros, y á cuerpo descubiertose buscan la vida como pueden; mas cuando setrata de esos infames, que no dan la cara , quevan siempre escondidos como las culebras entre layerba , que incendian una hoja de trigo y matan ánavajazos los animales en el tinahon sin sacar uti-lidad ninguna, y sin más interés ni gusto que elde hacer daño , le digo á usted que no hay nadiemás enemigo que yo de esta mala ralea, que tantoabunda , y que por mi parte, haria con éllos un Iparva y le pegaría fuego.

¿Y no llegó usted á saber ti uit' I nes eran esosmalvados?

¡ Vaya si lo supe ! Ningun hombre, que me hayaofendido á mí , ha escapado á mi venganza ; aun-que se haya ocultado bajo el manto de la VirgenSantísima. Cuando pienso en ésto una, ven; la desangre se me pone delante de los ojos , y mil vecesque me sucediera lo mismo, mil veces me vengarla,aunque se refugiasen en los profundos infiernos.

Y así diciendo, se inyectaron las venas de sucuello y frente , que parecian próximas á reventar,sus ojos lanzaban relámpagos de ira , y sus puñosse crisparon tan convulsivamente , que en aquelmomento pareciatrágica y siniestramente hermoso,como un arcángel de exterminio.

Trascurridos algunos momentos, en que aquelparoxismo de cólera pasó veloz por su frente, comoel rayo por el espacio , aproximó su silla á la mia,

y con aire sombrío y ronco acento , me dijo :1.4

TOMO I.

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EL BANDOLERISMO.

—Voy á referirle á usted, señor Gobernador, 10que á nadie en el mundo he dicho , ni al pié deconfesonario, porque en su semblante de usted, ensus palabras y en su porte, he conocido que es us-ted un hombre , y me ha inspirado tanta confianza,como si fuera mi padre. Ahora va usted á sabei-quién soy yo , cuando se trata de vengarme de mi.12.enemigos.

Yo me alegré infinito de que el estudiado giro denuestra conversacion hubiese producido en el Naoaquella excitacion inmensa, no sólo por haber des-cubierto el flaco de aquel hombre, que parecia ci-frar su vanidad en su astucia para vengarse , sinetambien porque un vago presentimiento me anuncia-ba, que yo habia de sacar gran partido de su relato.

Y entónces me refirió un cúmulo tal de hechos,tan extraordinarios tan horrorosos y tan inconce-bibles, que á cada palabra, mi asombro subía depunto , al ver de lo que es capaz la inteligencia hu-mana , extraviada por la perversidad moral, y sostenida por el infernal estímulo de la venganza im-placable , que sabe poner á su servicio todas lasmalas y ruines pasiones, que como un racimo devíboras se albergan en el corazon del hombre, dequien se aparta la buena voluntad, de que habla elEvangelio.

1\--o es de este lugar, ni de este momento, el comu-nicar al lector los espantosos sucesos, que me refirióel Aria. Baste decir que aquel hombre , funesta-mente extraordinario , habia conseguido satisfacer

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INTRODUCCIoN.

-u hidrópica sed de venganza en sus enemigos,azuzándolos unos contra otros de un modo tan sagaz , con tan indecible astucia y con tan satánicosprimores de prevision, por decirlo así, que de tan-tos y tan terribles atentados habla conseguido sa-lir completamente irresponsable ante los hombres,burlando hasta la más remota posibilidad de quepor éllos ningun tribunal le persiguiese, ni nadiecontra él atestiguase.

Terminado su relato, en que me reveló que bas-taba que se opusiesen(.1, sus más insigl picantes ca-prichos , para que él se vengase con inauditacrueldad, aunque fuesen parientes suyos muy cer-canos, confieso que me quedé mudo de estupor du-rante algunos minutos; pero volviendo nuevamen-te á mi propósito con la natural tenacidad de micarácter, y comprendiendo que la vanidad de aquelhombre podia servirme, fingí que en aquel mo-mento me asaltaba una idea súbita , y de repenteexclamé :

¡Eso si que es saber nadar y guardar la ropa!Precisamente usted es el hombre, que yo necesito.El que ha sabido hacer las maravillas, que ustedme ha contado, seguramente que puede sacarmedel apuro, en que me encuentro.

¡ Que se ve usted en un apuro ! exclamó elNiño con jactancioso aire de suficiencia. Pues yaera fácil que yo me encontrase apurado, teniendo elbaston de Gobernador. Ya sabe usted lo que yo soy;cuénteme usted su apuro , y yo le prometo que he-

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100

EL BANDOLERTSMO.

mos de encontrar vado al rio, aunque esté mas-hondo que la mar salada.

Al oirle proferir estas palabras , le puse afectuo-samente la mano sobre el hombro , y lleno, de jú-bilo , respondí:

Estoy seguro de éllo , y voy á pagarle su con-fianza con otra.

El Nir11,0 se aproximó á mí con interés creciente,y era fácil leer en su semblante el gozo, que lecausaba el merecer mi confianza, hasta el puntode yo invocar su apoyo y sus consejos.

—Yo he venido aquí ., amigo mio , continué, con.una mision especial , cual es la de acabar en estaprovincia con el bandolerismo. El Gobierno me hadado este encargo , juzgando que yo era el hom-bre á propósito para conseguir el intento ; pero lasdificultades , que me rodean , y los incidentes quesobrevienen son de tal naturaleza, que yo decorosamente no puedo continuar áquí, si no acierto áencontrar vado al rio, corno usted dice. Sin duda , á,primera vista , se piensa que un Gobernador nopuede verse en apuro; y aunque esto parezca difí-cil , yo le digo á usted francamente, y de amigo áamigo , que me veo en una situacion tan crítica,que si no logro salir airoso de élla , dejaré el bas-ton y me volveré á Madrid.

—Pero acabemos de una vez; v de qué se trata?Se trata de ese maldito secuestro, que ha ocur-

rido cerca de supueblo de usted, y por el cual elGobierno, los periódicos y todo el mundo cae sobre

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1NTRODUCCION. 1&t

mí para que á la mayor brevedad se averigiie quié-nes son sus autores , ó que por lo ménos, se salve elcautivo.

Al llegar aqui me detuve, y fijé mis ojos en el297o.

Me pareció advertir que se habia turbado; peromuy pronto logró dominar su emocion, si bienpermanecia silencioso y meditabundo.

Yo continué :Ahora bien ; yo no puedo hacer nada en este

asunto, ni sé qué responderle siquiera al Gobierno,que no me deja un instante y me abruma con telé-gramas y comunicaciones; y ya ve usted que des-pues de haberme comprometido á esta empresa,verme ahora reducido á decir que encuentro en éllaobstáculos insuperables , es una mortificacion queno puedo sufrir , y que me trae tan inquieto y triste,que estoy resuelto , como ya le he indicado, á dejarel mando de la provincia , y que venga otro másafortunado , porque yo no quiero llevar el haston,sino con dignidad y decoro.

¿Y por eso quiere usted dejarnos, señor Go--bernador?

¿Y le parece á usted poco?Cuánto siento que tome usted esa cuestion por

donde quema! Despues de haber tenido el gusto deconocerle , y cuando yo me imaginaba que aquínos entenderíamos los dos á pedir de boca... ¡Vaya,

eso no puede ser, ni merece la pena!

No me queda otro remedio, si usted no me saca

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102

EL BANDOLERISMO.

del apuro ; porque repito que sólo un hombre tanastuto , tan conocedor del país, y que ha sido capazde hacer los prodigios, que usted me ha contado,es elque puede ayudarme con éxito en mi empre-sa , y sacarme de mi compromiso.

Pues bien , repuso resueltamente ; ¿qué quiereusted que yo haga? ¿Qué puedo yo hacer en su ob-sequio? Diga y mande, que aquí estoy yo para ser-virle.

La cuestion es muy sencilla. ¿No pudiera us-ted darme alguna luz , ó indicarme algun mediopara ponerme en la pista de ese endemoniado se-cuestro, que me trae sin sombra?

Verdaderamente, señor Gobernador, que sien-to en el alma no poder complacerlo en el primerfavor, que me pide. Yo no sé una palabra de esascosas, ni tengo medios , ni posibilidad de hacernada de provecho.

¿Pues no decia usted que siendo Gobernador,no se vería jamás en apuro?

— Sí , señor, que lo he dicho; pero sobrevienenlances en que un hombre , por listo que sea , nosabe qué rumbo tomar, y así me sucede á mí ahora,que no sé qué decirle, ni qué aconsejarle.

— Pues éllo es -necesario que encontremos vadoal rio, aunque esté más hondo que la mar , repli-qué, devolviéndole sus propias frases, y levantán-dome bruscamente.

Es imposible describir la impresion, que mis pa-labras y mi actitud le produjeron.

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INTRODUCCION. 103

Levantóse tambien inmediatamente, y miró consus ojos de águila hácia la puerta.

Comienzo á creer , añadí con burlona sonrisa,que nada de lo que usted me ha referido es cierto,porque la astucia no ha de estar en la imaginacion,ni en la lengua, sino en las obras.

Todo lo que yo he dicho es verdad, y á mí mellaman el Rey de los hombres, y sirvo para másde lo que le he dicho ; pero tenga usted entendidode una vez , que yo noquiero meterme en esa cues-tion, de que me habla.

— Pues hablemos claro , y dígame usted de unavez que no quiere servirme.

- Yo quiero servirle á usted, pero no en eso.Entónces, es decir que yo valgo ménos que

otros , supuesto que en otras ocasiones , bien pú-blico y notorio es que ha gestionado usted pararescatar algunos secuestrados.

Eso es una infame calumnia; yo no he inter-venido jamás ten esos asuntos.

Yo sé á qué atenerme ; pero usted mismo meha dicho que conoce á toda la gente de la cáscaraamarga; que los ha socorrido ; que hacen lo que us-ted les manda, y que por eso va y viene soto y se-guro al campo.

- Eso es verdad, respecto á la gente de mi pueblo.Muy bien; pero como el secuestro se ha veri-

ficado en un pueblo inmediato al suyo, y hasta porgente de su mismo pueblo de usted, como así meconsta, ¿ qué tendría de extraño que usted los co-

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101

EL BANDOLERISMO.

nociese , que hubiese oído algo sobre el asunto , yquisiera servirme para salvar á ese desgraciado?

— Pues repito que ni sé nada , ni conozco á nadie.- Concluyamos de una vez ; si usted quiere,

puede salvar al secuestrado , y de todos modos, us-ted me responde con su vida de la del cautivo.

— ¡Señor Gobernador!.- No admito réplicas. Estamos á 26 de Marzo; si

al finar el mes, el secuestrado Orellana no está yalibre en el seno de su familia , yo le prometo quemuy pronto ha de conocer que su sagacidad ha sidouna torpeza , y su valentía se ha de convertir enmiedo. Sólo me resta añadirle que yo no dejo decumplir jamás lo que prometo. Retírese usted, y lodicho , dicho.

Y le señalé imperiosamente la puerta.El Niño insistió en proferir algunas palabras,

probablemente con el intento de disculparse ó des-enojarme; pero yo le volví la espalda.

Tal vez se calificará este golpe de atrevido, ó te-merario ; pero el lector conocerá más tarde , y ensu lugar oportuno , que mis instintivas previsioneseran tan seguras, como fué satisfactorio su resul-tado.

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CAPÍTULO VI.

RESULTADO DE LAS PRECEDENTES MEDIDAS.

Las resoluciones gubernamentales son comolos instrumentos necesarios en las demás artespara conseguir sus propios fines ; y dicho se estáque si los medios no son congruentes con losfines propuestos , resultará forzosamente la inefi-cacia de las medidas y el descrédito de los gober-nantes.

Por esta razon conviene mucho que los que man-dan fijen muy cuidadosamente su atencion en lasdisposiciones, que hayan de adoptar , porque si noestán dictadas con todas las condiciones requeridaspara conseguir el resultado preconcebido, en vistade las exigencias de gobierno , vienen á ser comolos proyectiles de un arma no bien apuntada, queyerra el blanco.

Tres cosas se necesitan fundamentalmente paraque las resoluciones correspondan en la práctica álos motivos, que las inspiran , á saber : prudenciapara elegirlas y deliberarlas, destreza y tino paradisponer el modo y forma de su ejecucion , y por

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106 EL BANDOLERISMO.

último , constancia inquebrantable para llevarlas ádichoso término.

En suma, diré que á cada disposicion se le debepedir su resultado correspondiente, así como el la-brador se propone recolectar de cada planta su pe-culiar fruto , y cuando ésto no sucede, sin duda lasimiente no fué buena , ó fué la labor muy descui-dada ; quiero decir, que cuando una resolucion noproduce el efecto apetecido, seguramente que fu¿mal concebida, ó mal ejecutada, ó ambas cosas ála vez.

Y siendo tal mi criterio no dejaré de aplicarlo álas disposiciones por mí adoptadas, exponiendoante la consideracion del lector , despues de lascausas que las motivaron , como ya lo hice, los re-sultados que produjeron, como ahora intento veri-ficarlo.

En efecto la seccion de ()Men público, organi-zada en los términos ya referidos , me produjo lainapreciable ventaja de saber á cualquiera hora elnúmero de cédulas y licencias de uso de armas, quese habian distribuido, así como tambien los nom-bres y circunstancias de los interesados.

Y como ahora los informes eran más minuciososy verídicos que ántes, la recogida y rehabilitacionde todas las licencias gratis y de pago , dió por re-sultado el que no se devolviesen más de tres mil,que anteriormente se habian expedido á guardasno juramentados, á criminales conocidos , y á mu-chos sospechosos, y por lo tanto , quedó desarmada

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INTRODUCC_ION. 107

toda esta gente peligrosa, y con na énos medios deatentar contra las personas y las propiedades.

En cuanto á la fotografía de los criminales, debodecir que produjo grandísimas ventajas, supuestoque, áun los mismos que s'e hallaban en las cárce-les, resultó que despues de circulados sus retratos,estaban reclamados por diversos tribunales conotros nombres distintos, y por otras causas, de queno se tenia noticia. Por otra parte , en virtud de mibando, prohibiendo el uso de navajones, puñalesy facas, fueron detenidos muchos , que á Primeravista sólo aparecían corno contraventores de aque-lla disposicion ; pero una vez fotografiados, y des-pues de tomarles la inquisitiva, se mandaban losretratos á las autoridades de los puntos, en que ha-bian declarado residir , y resultó que gran númerode los detenidos se hallaba reclamado por los Juz-gados con otros nombres, y hubo muchos casos, enque un solo individuo figuraba con cuatro ó cincodenominaciones, y era perseguido por igual número de crímenes de modo qué , la medida de fo-tografiar á los criminales, complementada por mibando , fué utilísima , y puedo asegurar que me pro-dujo resultados superiores á mis esperanzas.

Respecto á mi excitacion á los Alcaldes, para quenombrasen guardas municipales de conocida hon-radez , no dejó de encontrar tenaces resistencias,nacidas de esa costumbre inveterada en el caci-quismo político, que gusta de remunerar los ser-vicios particulares que recibe , á costa del presu-

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108 EL BA.NDOLERISMO.

puesto, dando á sus paniaguados empleos de todaespecie, desde las altas esferas del Gobierno, hastalos estrechos limites del más apartado municipio.A mayor abundamiento , existían otras razones quese pudieran calificar de circunstanciales, como era,entre otras, el terror que los bandidos inspirabanen general, y en particular, rehusaban indispo-nerse con los guardas municipales de peores ante-cedentes y de relaciones más sospechosas , de modoque resultaba el hecho más subversivo , escanda-loso é injusto, que puede realizarse en una sociedadbien organizada ; pues que despedían sin reparoalguno al hombre de bien, y le guardaban infini-tas consideraciones al malvado.

Sin embargo, me complazco en consignar aquí,que á fuerza de perseverancia y severidad, mu-chos Alcaldes, con laudable celo, reunieron loscabildos y juntas de asociados , excitándoles áallegar fondos y aumentar el número de los guar-das rurales, que en oportuna combipacion con laGuardia civil, prestaron desde entónces excelentesservicios.

Además , desde aquella fecha , se evitaron losrobos de caballerías, tan comunes anteriormente,que ni siquiera daban cuenta de ellos á las autori-dades ; se acabaron completamente las rapiñas delos algarines , que no dejaban ni áun sazonar losfrutos; y por último, se disminuyeron los temoresy las alarmas hasta el punto , de que ya se atrevíaná salir al campo los hacendados , quienes durante

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INTRODUCCION. 109

largo tiempo, habian permanecido incomunicadoscon los trabajadores de sus heredades.

La excitacion que dirigí á los propietarios paraque en plazo breve despidiesen todos los guardasde moralidad dudosa, ó conocidamente criminales.encontró su principal obstáculo en el repugnanteegoismo , que veia impasible los robos y perjuicios,de que eran víctimas sus conciudadanos, con talde que ellos tuviesen bien guardadas sus hacien-das, siquiera fuese por temidos y afamados crimi-nales ; pero al fin y al cabo , la medida produjo susresultados apetecidos, porque lleg(') el caso de queen la provincia nadie tenia armas , sino con suje-cion á las leyes , y en virtud de buenos informes;(le suerte que, los propietarios, por una conse-cuencia forzosa de mis disposiCiones, tuvieron querecibir á su servicio hombres honrados , porque losmalhechores, que Irtntes albergaban, (r) quedarondesarmados, sin poder desempeñar la guardería, ófueron entregados á los tribunales.

El resultado de los somatenes fué tambien muysatisfactorio , y alentó de tal modo á los habitantesde los caseríos, que ántes se hallaban aislados, ysin fuerzas que viniesen á su socorro , que se dióalgunas veces el caso de que los somatenes, refor-zados por los campesinos, persiguiesen y captu-

rasen á los bandoleros, lo cual era tanto más deestimar en aquel país, cuanto que no existía la

costumbre de armarse y defenderse en esta forma.

En cuanto á la conferencia con el llamado Nilo,

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1 0 EL BANDOLERISMO.

debo manifestar que cuando él salió de mi despa-choyo abrigaba la íntima conviccion de que en el, plazo, que le habia señalado, se verificaria la entrega del secuestrado Orellana.

Es verdad que yo tenia algunos datos, segun }(:):.cuales, podía conjeturar que el Ni/Ti° se baen posicion, ó posibilidad de contribuir á la salva-clon del cautivo , porque presurnia que conociese álos perpetradores de aquel crimen; pero consteque, al fin y al cabo , éstas no eran más ni ménos,que conjeturas, y por lo tanto , me seria muy di-fícil explicar la seguridad instintiva, que rayabaen evidencia, con que yo le exigia aquel servicio,plenamente convencido de que estaba en su manoy en su voluntad el realizarlo.

Tan es así, que apenas el 1\7797,o se retiró de mipresencia, yo envié un emisario á la familia Ore-llana, previniéndole que hasta fin de mes suspen-diese absolutamente toda gestion , relativa al res-cate del secuestrado.

Entre tanto , los hechos vinieron á confirmar , nosólo que yo no me habia engañado , sino que elNiño, léjos de perder el tiempo, aprovechaba hastalos minutos con extraordinaria diligencia.

En efecto, en la noche del veintiocho , los ban-didos se presentaron algo más temprano, que decostumbre , en la estrecha y rústica vivienda, enque penaba largos Bias el infeliz prisionero , dicién-dole-que se preparase para marchar á su casa.

El cortijo , en una de cuyas estancias le habian

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INTRODUCCION. 111

tenido, está situado en una hondonada , cerca deun arroyo, y en el término del pueblo de PinosPuente, provincia de Granada. El referido cor-tijo se denominaba de la Media luna, y perteneciaal Infante D. Sebastian.

Los bandidos, para ocultar el sitio del cautiverio,necesitaban aprovechar toda la noche , ya fingiendovueltas y revueltas para desorientar al secuestrado,ya porque tambien la distancia exigiese que sucaminata se prolongase hasta poco ántes de ama-necer; pero sobrevino un incidente que les hizoperder bastante tiempo.

Fué la causa, que al intentar quitarle los grillos,q tue siempre llevó ()rellana durante su cautiverio,no parecia la llave (le aquéllos, de modo que hubonecesidad de limárselos para que pudiese montar ácaballo , y gracias que los secuestradores se ha-llaron provistos en aquel momento de la liberta-dora lima.

Al fin colocaron á Orellana sobre un caballo,encollerado con otro, sin permitirle que se desven-dase los ojos, que tambien tuvo siempre cubiertosdurante su prision. Así caminaron, unas veces altrote, y otras al galope; mas como el Orellana ha-bla permanecido cincuenta días en cama, entume-cido por la inmovilidad, que los grillos le produ-clan y que además pasaba de sesenta años, el des-dichado creyó morir aquella noche, llegando hastael punto de rogar á los bandidos que caminasenmás despacio, ó que de una 707, lo matnsen.

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1_12 EL BANDOLERISMO.

No me detendré á referir ciertos pormenores tan,horrorosos, como interesantes, porque en el lugardestinado en esta obra á las Narraciones de los se-cuestros , se insertará íntegra esta curiosa y lamen-table historia. Por el momento , basta y cumpleá mi propósito , el consignar aquí el dichoso resul-tado de mi conferencia con el Nilo.

Los secuestradores, sordos á los ruegos de lavíctima , siguieron adelante , hasta que en la ma-drugada del dia 29 , se detuvieron en un sitio , cercade Loja, y allí bajaron á Orellana del caballo, pocaménos que exánime y le ordenaron que á todo elmundo dijese que se habla escapado ; pero quellegaba á saberse la verdad del caso, ó á traslucirseel lugar , en que lo habian tenido , que le cortaríanla cabeza sin remision , aunque se guareciese bajalos harapos de la Vírg (1).

El infeliz Orellana, al oir aquellas amenazas tanterribles, cayó desmayado juntamente de temor yde cansancio, mientras que los bandidos se pusie-ron á conferenciar con dos hombres á caballo, queacababan de presentarse en aquel momento.

Cuando D. José Orellana volvió en su acuerdo,.ya los secuestradores habian desaparecido , y seencontró en poder de los dos jinetes recien llegados.

Aquellos dos hombres eran enviados por la fa-milia del cautivo , para que lo condujesen á su casa.

(1) Textual.

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INTRODUCCION. 113

En efecto , á las dos de la madrugada del 30 deMarzo, el secuestrado se encontraba ya libre y se-.guro en el seno de su familia.

Recapitulemos ahora, brevemente , lo ocurrido.El dia 26 intimé severamente al Niño en Córdo-

ba, que él me respondia con su vida, de la libertady la vida de Orellana.

El dia 27 , reunidos los secuestradores en el pa-rador de San Rafael en Málaga, se acordó el darlibertad al preso.

El dia 28 lo sacaron del cortijo de la Media lunaen la provincia de Granada.

El dia 29 lo entregaron en las inmediaciones deLoja, en donde se detuvieron más de medio dia, ácausa del estado de cansancio y debilidad de lavíctima.

Y finalmente, en las primeras horas del dia 30,llegó Orellana á su domicilio.

¡ Qué prodigio de actividad!Verdaderamente que causa espanto, y pena inde-

cible, ver tanta diligencia y tanta disciplina, apli-cadas á fines tan perversos.

¿Qué no pudieran hacer aquellos hombres deacero, aplicando al bien sus portentosas fuerzasfísicas y morales?

TOMO 1.

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CAPITULO VII.

/EFECTOS DE UN FALSO ANUNCIO DE DIMISION Y CONSE-

CUENCIAS DE UNA MODIFICACION MINISTERIAL.

Por este tiempo, comenzaba yo á tener completa,confianza en mi actividad é iniciativa, supuesto quetodos los efectos, que de antemano me proponía, lo-graba realizarlos,poco ménos que con exactitud'matemática , mediante mis resoluciones.

El espíritu de la Guardia civil se había levantado,en términos, que su fuerza moral suplia la escasezdel número ; la confianza de los propietarios hablarenacido de tal modo, que más tercian desagradará la autoridad, que contemporizar inmoral y co-bardemente con los bandidos ; y por último , éstosse hallaban tan desalentados por la tenaz persecu-'clon que los abrumaba de dia y de noche, sin tre-gua ni descanso , que huían despavoridos del terri-torio de mi mando para refugiarse en las provinciaslimítrofes , pensando tal vez encontrar én éllas,si no la impunidad, al ménos una persecucion no.tan ejecutiva é implacable.

Tambien debo indicar que el dichoso término del

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INTRODUCCION. 115,

secuestro de Orellana , me prometía las más venta-josas consecuencias para producir absoluta con-fianza en la autoridad, y el mayor abatimiento enlos criminales, que veían fracasar todas sus tra-mas, y que, ante mis incansables esfuerzos, sen-tíanse heridos de impotencia, exhalando su ponzo-ñosa rabia en la multitud (le amenazadores yterroríficos anónimos, que diariamente me diri-gian.

Aquella mala gente, acostumbrada, como sueledecirse , á campar por sus respetos y á comer porel espanto , sin que la autoridad le inspirase gravestemores , ántes de perpetrar sus crímenes, porquenunca se habia perseguido la preparacion secretade éllos, me odiaba de muerte, y sin cesar me ame-nazaba, supuesto que ahora, merced á mi bien or-ganizado espionaje, y á la eficacia ineludible de mismedidas preventivas, no sólo manifetaba yo estarenterado de sus planes, sino que además desbara-taba sus combinaciones, ahogando sus proyectadoscrímenes, por decirlo así, en su cuna.

Con este motivo pudiera citar diferentes hechos,que demostrarian bien á las claras que yo me habiaadelantado con mis previsiones, en muchos casos,á los malos propósitos de los criminales, en cuyosanónimos ellos mismos confesaban paladinamentesu despecho, su ira y su ódio , por haberlos burladoen sus culpables intentos.

En suma, cuando mi difícil y peligrosa empresa

se comenzaba y seguia bajo los más favorables

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U6 EL BANDOLERISMO.

auspicios , hé aqui que de pronto sobrevino un fu--pesto incidente, que paralizó de una manera mortaltodos los elementos que yo , con tanto trabajo y ven-ciendo tantas dificultades, habia vivificado y robus-tecido , lanzándolos contra el bandolerismo.

Sucedió , pues, que un periódico ministerial pu-blicó la noticia de que los Gobernadores Villalba,de Cádiz ; Zugasti, de Córdoba , y Somoza , de Má-laga , habían presentado la dimision , y que á losdos primeros les habia sido admitida.

Es. imposible describir el desastroso efecto, quesemejante noticia produjo en la Guardia civil, enlos propietarios, en el país en general, y en sentidoinverso, en los criminales y en sus encubiertos pro-tectores.

Antes de proseguir , debo declarar sinceramenteque no me conoce bien , quien se imagine siquiera,que cite este hecho por la importancia personalque yo mismo me atribuya; pues que siempre hiceprofesion de severidad y modestia ; sino porque,además de la exactitud histórica del hecho , las con-secuencias pudieron ser muy graves , y la sensacionfué tan viva, dada mi situacion especial, que laalarma cundió , la inquietud se difundió por todaspartes , y cuando ménos lo esperaba , se presenta-ron en mi despacho Comisiones de la Diputacionprovincial y del Ayuntamiento , el Jefe d.e la Guar-dia civil y gran número de propietarios y de per-sonas distinguidas, manifestándome su disgusto y-sorpresa por haber yo presentado la dimision , y

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INTRODUCCION. 117

reconviniéndome todos amistosamente por la inex-plicable reserva que con éllos habia guardado.

Figúrese el lector, si puede, la embarazosa si-tuacion, en que yo me encontraba en aquel mo-mento, cuando precisamente no sabia una palabrarespecto de aquella noticia, ni habia presentado ladimision, ni tampoco 'labia recibido C01111111iCaCi011alguna del .Gobierno, que ni de cerca ni de léjos,se relacionase con este asunto ; de suerte, que yono sabia qué decir, ni qué pensar . ni tinte respon-der á las reiteradas pregunta s , que con este motivo

• se me dirigian, ni h los extraños comentarios, quese hacían en mi presencia, y á que la inesperadanoticia se prestaba.

Mis amigos más íntimos me acusaban de falta defranqueza , y todos presumian que yo me callabamuy buenas cosas, respecto a los motivos recónditosde una dimision, que yo no habia hecho; pero den-tro de mí mismo pesaba los inconvenientes y lasventajas de mis manifestaciones , que ya fuesenafirmativas ó negativas del hecho, debian ser siem-pre muy circunspectas y mesuradas.

En efecto, si yo afirmaba haber presentado midimision, además de no ser cierto , todos los cir-cunstantes tenian derecho para reconvenirme porabandonarlos, despues de haberlos comprometido,superando todas las dificultades y todas las consi-deraciones de temor , peligros y venganza posible

de los bandidos, y yo, por lo ménos, debla haberlesanunciado anticipadamente mi resolucion; si, por

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-118

EL BANDOLERISMO.

el contrario, negaba que la hubiese presentado, meexponia á que al día siguiente apareciese en la Ga-ceta, pasando yo por el desaire y la fatiga de quese dijese que el Gobierno habla tomado el pretextode la dimision consabida para destituirme de unamanera enojosa y mortificante.

En ambos casos, ya afirmase á ya negase, miposicion era difícil y falsa; así es que me limité ásalir del apuro con reticentes sonrisas , expresivagesticulacion , y vagas y diplomáticas generali-dades.

Entre tanto , los encubiertos protectores de losbandidos propalaban las especies más absurdas,sosteniendo que mi supuesta destitucion era debidaá sus poderosas gestiones, y á las quejas que élloshabian tenido arte para hacer llegar al Ministerio,relativamente á las cdntrariedades y disgustos, queles causaban mis disposiciones respecto á las licen-cias de armas, y á la persecucion obstinada de losguardas de campo , si no reunían las condicionesrequeridas de honradez y buena conducta.

Y como siempre hay gente inexperta, que debuena fé repite los asertos interesados de los quese llaman astutos y hábiles, resultó que por entón-ces se creyó generalmente que en la guerra á cu-chillo emprendida por mí contra los bandoleros,llevaba yo la peor parte , y que por lo tanto, ya seme porfia considerar en élla vencidoy áun muerto.

Corroboraba más y más aquella universal creen-cia la circunstancia importante de que por aquellos

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INTRODUCCION. 119

mismos dias precisamente dejó el Sr. Moret la Sub-secretaría de Gobernacion, y fué nombrado Ministrode Ultramar; y como de público se sabía de antema-no que no me unían, en aquella época, vínculos deamistad personal con el Sr. Rivero, segun va déjoindicado, y nadie ignoraba el fraternal afecto, queme ligaba á Moret , todos se imaginaron que ya mefaltaba en. Gobernacion mi principal y Cínico apoyo.

En honor (le la verdad, debo (1‘cir (itl( no en vanose repite que voz del pueblo es voz del Cielo, estoes, que aquellas hablillas no earecian absoluta-mente de funilamento , porque desde mi llegada áCórdoba habia, sostenido con mi amigo íntimo elSubsecretario una correspondeniJil diaria respectoal bandolerismo, dándole cuenta de t(4Io cuantoocurria y de cuantas medidas yo adoptaba para ex-terminarlo; y así corno el Sr. Moret tuvo una partetan directa, como ya he manifestado , en mi nom-bramiento , deber mio es tambien consignar aquique constantemente siguió en el camino que meinició en nuestra primera conferencia, y que siem-

pre, con decision tan imponderable corno indeci-ble, me proporcionó todo linaje de auxilios en lamedida, que sus fuerzas y su puesto lo consentían.

Así, pues, debo confesar ing Fn que la

salida de Moret para. el Ministerio de Ultramarquebrantó no poco mi autoridad en la provincia, y

yo me hubiera desanimado hasta el punto de re-

nunciar mi cargo, si en mi carácter estuviera elceder con facilidad al desaliento.

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120 EL BANDOLERISMO.

La consecuencia natural de este falso anuncio demi dimision , de la modificacion ministerial y de lashablillas, comentarios y calumnias, que se asesta-ron contra mi autoridad, fué el más absoluto re-traimiento de las personas más distinguidas, queántes me visitaban asiduamente, y que ahora jamásse me presentaban, temerosas de ser más tardevíctimas del bandolerismo triunfante ; á la par quemis encubiertos enemigos, que eran los protecto-res de los criminales, se reanimaron de tal modo ycreyeron con tales veras ganada por éllos la par-tida, que su insolencia se manifestó muy en breve,y de la manera más dolorosa para la gente pacíficay honrada.

En efecto , á los pocos dias se repitieron los robosde ganado de toda especie; escalaron una casa enEspejo , verificando un robo de consideracion endinero , alhajas y papel del Estado ; se atrevieron áescaparse diez presos de la cárcel de la misma ca-pital; en el camino de Posadas á Villaviciosa, sietehombres armados detuvieron á diez y nueve cami-nantes, despojándolos é hiriendo gravemente á dos,y entre éstos á uno llamado Clemente Barrios; ypor último, tuvieron la osadía de secuestrar á unnifio de nueve años, cuando una semana ántes sehabrian estremecido sólo al pensarlo.

Por la narracion de este secuestro, que haré másadelante , comprenderá fácilmente el lector, hastaqué punto son funestas en nuestro país la instabi-lidad de los Gobiernos y las impremeditadas no-

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INTRODUCCION. 121

ticias de la prensa para la seguridad de las per-sonas y de las propiedades.

Los hacendados se retrajeron ; los somatenes per-dieron mucho de su brio ; los Alcaldes se alarma-ron de nuevo; la Guardia civil, que tan admira-blemente habia respondido á mis excitaciones , cap-turando en el brevísimo trascurso de un mes cientosiete criminales , manifestaba sin rebozo su dis-gusto; la policía, que animada del mejor espíritu,habia preso en el mismo plazo más de cuarentacriminales, sintió desfallecer A u aliento ; y final-mente, el público en general, volvió á su antiguaconsternacion , y al natural desasosiego, que le pro-ducia la frecuente repeticion de crímenes , que porun momento , habian encontrado en mi autori-dad un dique insuperable.

Parece increible , que tan largas meditaciones ytan multiplicados esfuerzos para corregir el mal,se desvaneciesen como el humo, con tanta facilidad,y á consecuencia de haberse publicado algunas li-neas en un periódico ; pero es lo cierto, que misituacion era muy crítica y enojosa , porque yomismo comprenclia , con toda evidencia, que yamis resortes no correspondian á mi impulso, conla celeridad y exactitud que antes, y pudiera decir,en vista de la glacial atmósfera que me rodeaba,que se habia reflejado el mismo espíritu de des-aliento en la Diputacion, en el Municipio , en todaslas Corporaciones, y en todas las clases de la so-

ciedad.

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t22 EL BANDOLERISMO.

Pero léjos de ceder al impetuoso torrente, queparecia arrollar todas mis disposiciones contra elbandolerismo , diríase que mi voluntad cobró ener-gía en aquel mismo ímpetu contrario, y me resolví,sin contemplacion alguna , á continuar con másempeño que nunca la persecucion comenzada.

Cúmpleme ahora advertir, que no habia pen-sado el Gobierno en separarme de la provincia,porque habiendo escrito á Moret , diciéndole quesi el anuncio de mi dimision tenia algun funda-mento , yo la presentaria auténtica é inmediata-mente, que me contestase sin rodeos, la verdadde lo que hubiese en el asunto, y que de todosmodos , yo tenia siempre hecho mi equipaje ,entenderia, á media palabra, éste me respondióen los términos más satisfactorios, manifestándo-me que todo era una pura invéncion, y anuncián-dome que el Ministro y el Gobierno estaban muysatisfechos de mi conducta , que no sólo apro-baban sin reserva, sino que aplaudian con entu-siasmo.

Sin embargo , ya estaba dado el impulso , y pormás lisonjeras explicaciones que recibiese , el falsoanuncio de mi dimision, y la modificacion minis-terial produjeron obstáculos, poco ménos que in-superables , á mi patriótica empresa, porque noera posible fortificar mi autoridad con la mismarapidez que se la habia quebrantado , y se nece-sitaba que el tiempo y mis actos viniesen á des-mentir, de la manera más terminante, las intere-

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INTRODUCC1ON. 123

radas y calumniosas versiones, que contra mi pres-tigio se propalaban.

¡Tan cierto es, que la unidad indivisible del Go-bierno se refleja en todos sus delegados, y que estan fácil de romperse , como difícil de soldarse

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CAPITULO VIII.

OBSTÁCULOS QUE SURGIERON* Y NUEVAS RESOLUCIONES

QUE :QUE NECESARIO ADOPTAR.

Uno de los inconvenientes más graves y dignosde atencion , que ofrece la politica española parala recta gobernación del Estado , consiste segura-mente en la falta de plan y sistema nacional, queesté por encima de todas las aspiraciones de par-tido, y en cuya realizacion se interesen igualmentelos progresos de la civilizacion , la cultura moral,y bajo todos conceptos, el concertado y armónicodesarrollo de todos los principios fundamentalesde las sociedades humanas.

No me detendré á discutir siquiera, porque loconsidero indiscutible , que entre aquellos prin-cipios, ocupaun lugar preferente el principio dela seguridad de las personas y dl las propiedades,que no puede sensatamente rechaz Ir ninguna par-cialidad política, que, merezca este nombre , y quesinceramente aspire á regir los destinos de la so-ciedad, con sujecion á la eternas bases del derechoy de la justicia.

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iNTRODUCCION.

Tampoco me detendré á comparar, bajo este as-pecto , á los demás Gobiernos de Europa con elnuestro. Basta y sobra á mi propósito el consignar,que el Gobierno de Prusia , () el de Inglaterra, porejemplo, profesan y practican principios funda-mentales, y ít la par bien definidos y concre tos, re-lativamente á, las cuestiones interiores, interna-cionales, que vienen á constituir un sistema fijogobierno, sistema permanente, que no se cambianunca en lo esencial, por mzís que cambien 1(-).,Ministerios y turnen 1(),; partidos.

Insigne prueba (le esta lastimosa leticitincia (It'principios generales de gobierno , y comunestodas las parcialidades, como anteriores y ,Lipe-riores á éllas, me la suministra la increible alarma

de la provincia de Córdoba en aquello.-; azaroso.-;Bias, en que el bandolerismo triunfante parecíahaber arrollado por completo 105 re3ortk,s im'ts efi-caces de la autoridad y del Gobierno.

Y me apresuro á anticiparme A, desvanecer unaobjecion, que tal vez se me dirija, y que consi s te;

en que acaso se extrañe el que yo pretenda com-parar el Gobierno de dilatadas y poderosas nacio-

nes, con la modesta esfera de un Gobierno civil enAndalucía; pero aceptando la objecion, yo respon-deré que los principios fundamentales de gobiernoson en todas partes los mismos, y que cuando las

personas y las propiedades se ven amenazadas, en

cualquier país, por reducido que sea, sin que laautoridad pública tenga poder bastante para ga-

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126 EL BANDOLERISMO.

rantírlas de todo atentado surgen los mismos sen-timientos, se experimentan idénticas inquietudes,se levantan semejantes quejas , y aparecen lasmismas necesidades de represion para los delitos.

De otro modo, no podria explicarse la extraor-dinaria y viva sensacion, que produjo en Córdobala noticia de mi separacion en aquellas circuns-tancias, siendo tan seguro, como evidente, que laalarma no hubiera cundido en los términos que severificó , si hubiera preexistido la conviccion deque cualquiera de mis sucesores, habria seguidoidéntico sistema; de donde fácilmente se deduceque , con razon ó sin élla , se creía por todos, queen mi actitud contra el bandolerisblo, habia másde carácter personal y de propósito peculiar mío,que de conducta general y sistemática por partedel Gobierno.

Todos, en efecto , se imaginaban que, separadoyo de allí , volverian las cosas al mismo ser y es-tado que tenian , ántes de mi nombramiento, ytodos , por consiguiente, se recelaban y rehuían.tambien el comprometerse en la dificil y peligrosaempresa, á que yo los habia asociado, si no ad-quirian la seguridad completa de que el Gobiernode la nacion habia de secundar poderosamente sucooperacion y esfuerzos , en los mismos términos,que durante los primeros dias de mi mando.

Resultó de aquí, para mi autoridad, .una pérdidapoco ménos que irreparable de fuerza y de pres-tigio, no ya sólo en lá opinion pública , resfriando

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1NTRODUCCION. 42;

el celo é interés de los hacendados, sino tambienla actividad y decision de los funcionarios de todaespecie, que se hallaban, por su cargo, bajo misórdenes y dependencia.

En vista de tales obstáculos, y convencido delapoyo moral, que el Gobierno seguia prestt'indome.así como tambien de que carecian de fundamentolas hablillas , que intencionadamente se propalabanpor los que podrian calificarse de bando,' eristas{resolví proceder con tal alarde y eficacia en lacontinuacion de mi G I}ra, que nadie , por prevenidoque estuviese en contra de mi dificil mi iota pu-diese dudar. ni rem f )tamente , (le que era llegadala hora de vencer (r) morir en la per secucion deaquella plaga, tan deshonrosa, como antisocial,del bandolerismo.

Al efecto , no vacilé en adoptar nuevas medidas.unas de carácter público, otras de carácter reser-vado , que me garantizasen con indiscutible segu-ridad el éxito apetecido.

Entónces establecí, ya por telégrafo, en los puntos en que existia , ó utilizando todo el trayectoaprovechable, ya por el correo , una corresponden-cia diaria con los Jueces , Alcaldes y Jefes de puestode la Guardia civil , á fin de que sin dilacion algu-na yo supiese cuanto ocurria, y á mi vez comuni-car las órdenes necesarias , para que , sin contem-placion alguna, no se dejase vivir, ni km respirará los criminales. Igualmente, y con el mismo pro-

pósito, mandé claves á todos los Gobernadores de

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128 EL BANDOLERISMO,

«lasprovincias limítrofes , para que combinadosnuestros esfuerzos, la persecucion de los bandidosfuese tan activa é inevitable , como fecunda en re-sultados, supuesto que ántes, con harta frecuencia,los bandoleros lograban burlar las más acertadasdisposiciones, refugiándose á las provincias colin-dantes, en cuyo territorio , ni á la Guardia civil, niá mis emisarios, les era permitido desplegar la ple-nitud de sus medios para cumplir mis instruccio-nes con la rapidez y eficacia debidas.

Tambien establecí , segun las necesidades delservicio, nuevos puestos de Guardia civil , á la parque varié el personal de algunos de los ya estable-' cidos , utilizando á los sargentos , cabos y áun guar-dias , que por su aptitud especial podían contribuircon más éxito á la tenaz persecucion emprendida;de suerte , que sin aumentar el escaso número dela Guardia , y merced á la más acertada distribucionde la fuerza , se consiguió mejorar el servicio deuna manera notable.

Bien hubiera yo querido , por entónces, cambiarel armamento de la Guardia civil, porque la expe-riencia habia demostrado en algunos críticos lan-ces, que no eran de grán provecho las carabinasMinié , que aquélla usaba , cuando ya gran partedel ejército se hallaba provisto del armamento Re-

ing ton habiendo llegado el caso de escaparsealgunos criminales por esta falta, y porque ademáslos bandidos estaban siempre mejor armados, quesus perseguidores.

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INTRODUCCION. 19

Todas estas consideraciones y otras mas prolijas,que omito, las hice presentes al Gobierno en aque-lla fecha; pero desdichadamente ni áun contesta-cion recibí sobre este asunto, tan importante.

Triste suerte la de un país, cuyos delegados,por parte del Gobierno, se encuentran frecuente-mente á merced de los caprichos, ineptitud Ú ma-lignidad de un secretario particular, c de un encar-gado de abrir la correspondencia de los Ministros!

No fui más afortunado en otra pretension „ tanatendible como la precedente, cual era la autoriza-cion para que los vigilantes desempeñasen el ser-vicio de trenes, encomendado por su instituto á laGuardia civil, servicio que me invertia en las es-taciones una gran parte de la Guardia , que dejabade concurrir á la persecucion de los criminales: ycomo dentro de mis atribuciones , yo no podía va-riar el personal para este servicio , sin la autoriza-cion debida, de aquí fué el reclamarla por mi parte,y el no contestar tampoco satisfactoriamente, porparte del Gobierno.

La facilidad con que eran conducidos los ganadospor caminos y poblaciones, supuesto que para éllono se exigian documentos de ninguna especie,alentaba á los cuatreros, produciendo el funesto re-sultado de aumentarse considerablemente el númerode caballerías robadas, que presentaban it la venta,ya en los mercados extraordinarios ferias, ya enpoblaciones distantes de las que procedian, vién-dose multitud de personas dedicadas al tráfico de

TOMO I.

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'130 EL BANDOLERISMO.

bestias, cuando no se les conocia capital algunoque les permitiese emprender esta clase de co-mercio.

Ahora bien; para remediar estos inconvenientesé impedir aquella clase de robos , dicté una circu-lar , disponiendo que en la Seccion central de Se-guridad pública del Gobierno civil, así como tam-bien en las Secretarias de todos los Ayuntamientosde la provincia, se abriesen registros, en que seanotasen , numeradas y con sus fechas respectivas,todas las ventas de ganados, expresando los nom-bres del vendedor y comprador , que deberian pre-sentarse identificando sus personas, y las corres-pondientes reseñas de las cabezas, que constituye-sen el contrato, expidiéndose á la vez una guía, quese entregase al comprador, autorizada con el sello,del Gobierno civil, ó del Ayuntamiento, á que corres-pondiese , y firmada por el Jefe de la Seccion , ó por.el Secretario del Municipio , segun los casos.

Las caballerías, cuyos dueños no presentasenaquel documento, serian detenidas hasta que sejustificase su legítima procedencia.

Los corredores ó chalanes , deberian ir provistos,además de la cédula de vecindad , y guía mencio-nada , de los documentos que justificasen estar ma-triculados como tales, y que tenian satisfecha sucuota , segun tarifa , por la contribucion indus-trial.

Por último , despees de imponer la correspon-diente multa á los contraventores, encaraba á losg

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INTRODUCCIO. 131

klealdes , Guardia civil, Cuerpo de Seguridad pú-blica y demás dependientes de mi autoridad, el másestricto cumplimiento de la circular citada, exi-iéndoles, en caso contrario, la responsabilidad

que procediese.A medida que la persecucion se extremaba por

parte de la Guardia civil , los bandidos tornabantodo género de precauciones, aguzando maravillo-samente su ingenio para sustraerse á la accion ypesquisas de aquel instituto , y por consiguiente,era necesario que al huir ó prK,h avers de la Guar-dia, siempre uniformada y visible en caminos ypoblaciones, viniesen á caer , como fieras acosadas

ojeo , en manos de otros agentes sin uniforme,de aspecto inofensivo , y cuya presencia y porte noLlamasen visiblemente la atencion , pues que podíanparecer muy bien cazadores, o guardas de campo.

Para satisfacer esta exigencia ineludible de lapersecucion, concebí la idea de organizar un cuer-po secreto de Seguridad pública, que poniéndosede acuerdo con la Guardia civil, completase en todasu extension el servicio iniciado, y no siempre rea-lizable por aquélla.

No me detendré á encarecer la conveniencia dela creacion de un cuerpo, bajo las bases indicadas,porque fácilmente podrá comprenderlo el lector;pero las dificultades, que se me ofrecian para surealizacion, fueron tantas y de tan diversa índole,que sin perseverancia incansable , es muy seguroque habría fracasado mi proyecto.

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132 EL BANDOLERISMO.

En primer lugar, carecía de fondos , y era pre-ciso arbitrarios á todo trance; en segundo lugar,necesitaba la correspondiente autorizacion. del Go-bierno , y era preciso obtenerla sin remedio y sindilacion alguna; y en tercer lugar, se presentabanmuy graves obstáculos para encontrar y elegir per-sonal con las condiciones á propósito para su mision,tan difícil como peligrosa, y era indispensable bus-carlo y hallarlo útil, discreto , activo , esforzado,incansable , y á la mayor brevedad posible.

Acudí , pues, á la Diputacion provincial, cuyocelo y patriotismo jamás elogiaré bastante , y asícomo aquella dignísima Corporacion no vaciló enproporcionar fondos para fotografiar á los crimina-les, también en esta ocasion , llena de generosidady laudable civismo , se apresuró á acceder á la rea-lizacion de mi proyecto , siempre que el Gobiernola autorizase para señalar en su presupuesto la par-tida correspondiente.

En seguida y previas las seguridades de aquellailustrada Corporacion , cuyo patriótico ejemplo , ensemejantes casos, deberian imitar todas las Diputa-ciones provinciales de España , solicité del Ministe-rio la doble autorizacion , gubernamental y econ.ó-mica, que necesitaba para la creacion de aquellafuerza, y su indispensable sostenimiento.

Dichosamente el Gobierno, á quien yo sometí larealizacion de mi proyecto , é hice presente en lostérminos más expresivos 1¿patriótica y generosaconducta de la Diputacion provincial , se dignó

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INTRODUCCION. 133

autorizar esta vez la ejecucion de ambas proposi-ciones.

Por último, respecto al personal, cuyas condi-ciones tanto me preocupaban, debo decir que co-mencé por el principio, esto es , por buscar el Jefeque habia de mandar aquella fuerza , y que porcierto reunia las circunstancias más apetecibles yrecomendables para el fin propuesto.

Era este sujeto, natural de Montilla , de valorincontrastable, de genio estratégico y á propósitopara el mando , vigoroso, inteligente , activo y fielá toda prueba. Rabia sido militar, llamitbase clonMariano de Dique , y á la sazon lo tenia empleadoel Sr. Marqués de Casa Loring, como Jefe de esta-cion en el Ferro-carril de Córdoba á Málaga.

Yo habia adquirido noticias tan exactas como fa-vorables del señor Luque , el cual se distinguia poruna aversion tan instintiva como implacable á losmalhechores , y este rasgo característico fué la pri-mera calidad suya, que me sugirió la idea denombrNie Jefe del Cuerpo de Seguridad pública,porque ahora aprovecho la ocasion de manifestarque para esta clase de servicios se deben elegirhombres muy honrados, á la par que de instintosbelicosos , y que al perseguir á los criminales , com-plazcan, por decirlo así , á su propia naturaleza.

Además, Luque tenia probado su valor de unamanera incontestable , y me hablan referido de élciertos hechos, que así cumplidamente lo demos-traban, supuesto que siendo militar, y despues de

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131 EL BANDOLERISMO.

haber dejado el servicio , le hablan ocurrido en lapersecucion de ladrones muy críticos lances, en loscuales habla manifestado, no solamente bravura ex-traordinaria, sino tambien la prevision y astucia es-peciales, que se necesitan para esta clase de luchas.

Añadíase á estas cualidades sobresalientes , lacircunstancia, sobre todas atendible, de su mora-lidad intachable , como lo demostraba el hecho deestar empleado por una Empresa particular, desem-peñando el destino de Jefe de Estacion , á quientantos intereses se le confian.

Con tales y tan estimables antecedentes , yo com-prendí que nadie mejor que Luque podía mandarla partida de Seguridad pública, y determiné uti-lizar sus inmejorables aptitudes para mi propósito,porque mi experiencia gubernamental me ha ense-ñado que todos los hombres sirven admirablemente,si se saben aprovechar sus nativas disposiciones,y que tal hombre inútil , ó perjudicial en un puntodeterminado , sería irreemplazable en otro , confor-me á su vocacion y naturaleza , la cual no Iroducenunca hombres absolutamente ineptos , sino que lollegan á ser, porque están colocados fuera de sulugar propio.

Pero la primera dificultad, que se me presentabapara conseguir que Luque aceptase el mando, queme proponia ofrecerle , consistia en la consecuenciay miramiento que él debía guardar con la Empresaque le tenia empleado, muy á satisfaccion de él yde élla. Así me lo manifestó lealmente Luque en

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INTRODUCCION. 133

una conferencia, en la cual yo le participé mi pro-pósito y mis deseos.

Para obviar estos inconvenientes , escribí á mibuen amigo el marqués de Casa-Loring, pintándolemi situacion, manifestándole mi proyecto, y refi-riéndole exactamente todo lo que habia ocurridocon el Sr. Luque, cuya honradez y delicadeza elo-giaba como se merecia, y concluyendo por rogarleque me cediese á su dependiente , conservándole elpuesto que ocupaba entre los empleados de la Em-presa, para cuando terminase la difícil mision, queyo pensaba confiarle.

El señor marqués de Casa-Loring contestó, ac-cediendo á mis deseos, por más cine se privase (lelos servicios de un funcionario tan probo é inteli-gente, añadiendo que además de las consideracio-nes personales que yo le merecia, complací esemucho en contribuir, en la forma que le era posible,á la realizacion de un proyecto, que calificaba desalvador, honrado y patriótico ; y yo por mi parte,cumplo aquí con el grato deber de darle un públicotestimonio de mi agradecimiento por aquella defe-rencia.

En resolucion , diré, que vencidas todas las difi-cultades, que se oponian á que Luque aceptase elpuesto que yo le brindaba , éste fué nombrado Jefede la partida de seguridad pública, y entre él y yoescogimos el personal que juzgamos más idóneo,sin atender á otras consideraciones, que á la aptitudy mérito de los individuos; conducta que inspiró á

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136 EL BANDOLERISMO.

muchos quejas y resentimientos, por no atenderrecomendaciones de ninguna especie, porque ennuestro desdichado país, el favoritismo impera detal modo, en los diversos círculos de la política, queapenas se anuncia una reforma, ó la creacion dealgun cuerpo sostenido por el erario público,cuando todas las personas más distinguidas y no-tables caen, como una avalancha, sobre el Gobiernoy sus delegados para colocar egoistamente á susprotegidos, reunan ó no las condiciones necesariaspara el objeto , y sin retroceder ante el riesgo decorromper, ó desvirtuar los más acertados planes,si como sucede frecu-entemente en las autoridadesencargadas de realizarlos, no se encuentra aquellaintegridad y noble entereza, que sabe arrostrar va-lerosa y patrióticamente las displicencias y mur-muraciones de aquellos, para quienes la patria, óel bien comun , no es otra cosa, que su propio inte-rés ó conveniencia.

No insistiré sobre este importante unto ; perono dejaré de manifestar que no fué tarea de pocamonta el encontrar y elegir hombres valerosos,decididos, honrados, incansables , y expertos tira-dores, que pudieran desempeñar con éxito el di-ficil, constante y peligroso servicio, que se les enco-mendaba.

Reunidos cien hombres , de entre los cuales seeligió una seccion de caballería , resolví organi-zarlos, segun la sábia costumbre de los Romanos,en una centuria, con las c°nsiguientes subdivisio-

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INTRODUCCION. 137

nes de decúrias, porque la experiencia tiene acre-ditado que una fuerza de diez hombres , en cual-quiera ocasion , por difícil y peligrosa que sea,puede prestar los más arduos servicios, ante loscuales se ve obligada á retroceder frecuentementeuna fuerza inferior, dada la organizacion, número yarrojo de los bandidos.

Se les señaló el haber de nueve reales diarios álos de infantería, y el de trece reales á los de caba-llería. A los decuriones se les daba tres reales más;y para todos establecí premios pecuniarios, segunlos casos y entidad del servicio; pero siempre porhechos muy notables. Por lo demás, respecto á,las generalidades orgánicas de obediencia, disci-plina y comportamiento, los sujeté en un todo álas discretas y bien meditadas prescripciones delreglamento de la Guardia civil.

Una vez organizada la fuerza, bajo las antedichasbases, pedí al Gobierno que me enviase para éllaarmamento de precision, como aquel importanteservicio lo requería.

El Gobierno accedió inmediatamente á mi peti-cion ; pero accedió en principio, es decir, que sinoponerse á la medida, ántes bien aplaudiéndola sinreserva, me remitió , despues de algunos meses,cien carabinas viejas de desecho, y completamenteinútiles para el objeto.

Afortunadamente , yo me habla curado en salud,como suele decirse, proveyendo á la partida demuy buenas armas, ya de las recogidas á los contra-

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138 EL BANDOLERISMO.

ventores :de los bandos, ya de las que usaban loscriminales; , que fueron aprehendidos.

Por este tiempo, la persecucion contra el bando-.lerismo habiáltégado á su apogéo , por parte de laGuardia civil, y para completarla y asegurar susresultados , se necesitaba gran rapidez en los movi-mientos de la partida, cuya ubicuidad, dentro yfuera de la provincia, yo deseaba á todo trance,procurando proporcionársela por todos los mediosposibles.

Al efecto, recurrí á los Directores de las Compa-ñías de ferro-carriles, pidiéndoles para los indi-viduos del Cuerpo de seguridad pública libre pase,á fin de que pudiesen recorrer económicamentelargos trayectos , prévia la presentacion de la cre-dencial, de que cada uno iba provisto , y cuyo tenory condiciones eran semejantes al contenido de lascredenciales expedidas por los Gobernadores 1, losguardias civiles.

Sin este arbitrio , la constante movilidad de losindividuos del Cuerpo de Seguridad pública, habríarequerido enormes gastos, si bien es cierto, que supresencia en las vías férreas, impedía robos y desór-denes de toda especie, porqtie cuando ménos seesperaba aparecian los agentes de mi autoridad.Es de advertir, que aquellos individuos no llevabandistintivo alguno exterior, y por consiguiente, seconfundían con la generalidad de los viajeros , ysólo en la ocasion oportuna se presentaban de re-pente, como llovidos del. cielo, de modo, que en

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INTRODUCCION. 130

breve tiempo, y á los pocos lances, adquirió lapartida tal crédito para con la gente honrada, ylogró inspirar tan maravilloso terror á los crimi-nales, que vino á ser , como su pesadilla y susombra.

Los Directores de las Compañías de ferro-carrilesde Córdoba á Málaga, y de Córdoba á Sevilla, conlaudable celo y tacto exquisito, comprendieron in-mediatamente que si las Compañías preAaban esteauxilio á la partida, ésta en cambio las remunerabacon creces, vigilando cuidadosamente la vía y lostrenes, y evitando los escándalos , robos, fracturasy extravíos, que antes con lastimosa frecuencia serepetian, y que no volvieron á verificarse desde elpunto y hora, en que éllos accedieron á mi peti-cion , no solamente movidos por las expresadasconsideraciones de interés propio, bien entendido,sino tambien por el plausible deseo de contribuir,por su parte, á sostener el órden público, y á prestarun importante servicio á la sociedad y á la patria.

No sucedió así con el Director de la Compañía delferro-carril del Mediodía , el cual , hasta ahora, nose ha dignado contestar siquiera á mi peticion, queyo sigo considerando muy patriótica y muy justifi-

cada. A cada uno lo suyo , el ruat ccelum.Entre tanto la estacion avanzaba, y el encono, el

despecho y la rabia de los bandidos, burlados ensus esperanzas, y perseguidos hasta en sus más re-cónditas madrigueras , se revelaban en la multitudde feroces anónimos, que recibian las personas más

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140 EL BANDOLERISMO.

pudientes de la capital y de los pueblos de la pro-vincia, anunciándoles que incendiarian sus mieses,arbolados y cortijos , y matarían sus ganados, sino les remitian enormes cantidades. Terminabancasi todos estos anónimos, de que yo poseo una co-leccion tan espeluznadora, como abundante , con laobligada advertencia de que nada se le dijese á laautoridad , sopena de ser degollados, si algo lle-gaba á saber eze maldezio Gobernetor (1).

Excusado parece decir que, con este motivo, llo-vian sobre mí cartas y más cartas de los hacenda-dos, incluyéndome los anónimos y poniendo el gritoen el cielo; pero sin que ninguno de éllos se atrevie-se á presentarse en el Gobierno civil, temerosos deque los viesen y se vengasen.

El terror habla llegado á tal punto , que hastalos mismos hacendados de Córdoba me manifesta-ban lo que les ocurria, en cartas sin firma, cuandotan fácil les era verme y hablarme. En cuanto á losresidentes en pueblos de la provincia , no recuerdoque ninguno de éllos me escribiese por entóncescon su firma, tratando de esta cuestion, por más quetales precauciones fuesen más excusables en per-sonas, que habitaban léjos de la capital.

En vista de la general alarma, que estas anóni-mas amenazas produjeron , y del lastimoso re-cuerdo de años anteriores, en que las tales amena-

(1) Auténtico .

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INTRODUCCION. 1.41

zas se habían cumplido, me desvelé cuanto pudepor escogitar un medio práctico y seguro de preve-nir la realizacion de tantos incendios anunciados,y de tantas venganzas prometidas.

Yo necesitaba encontrar una solucion , mediantela cual, desapareciese el efecto, que los bandidos seproponían , cual era hacer daño por venganza , ydicho se está, que si yo encontraba un medio deanular el efecto, ipso &facto, quedaba tamliien anu-lada la causa generadora (le aquellos proyectadoscrímenes.

Discurrí , pues el crear una Asociacion de la-bradores y hacendados, que formasen como unaCompañía de seguros nuituos , de manera que to-dos se comprometiesen á abonar, en la proporcionkle sus haberes, el importe de los daños, que cadauno recibiese , por la iniciativa y venganza de losmalhechores.

El obstáculo principal, que se ofrecía para larealizacion de este beneficioso proyecto , consistiaen el carácter de aquellos habitantes , cuyo espíritues el más refractario al principio de asociacion,s. obre todo, en las clases acomodadas.

Esta dificultad capitalisima, hubiera retraidootro cualquiera de realizar mi proyecto, que care-cía absolutamente de base ; pero yo encontré modoy forma de prescindir por completo de la sociabili-dad de los andaluces, llevando á cabo , sin embargo,mi propósito de Asociacion ; y muy pronto verá ellector que ésta, que parece una paradoja, fué una

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142 EL BANDOLERISMO.

realidad histórica , á la vez que la salvaguardia decuantiosos intereses.

Comuniqué mi proyecto á algunos hacendados, ytodos lo consideraron impracticable, porque de se-guro , la Asociacion no llegaría á constituirse, envirtud de lo rehácia que es allí la gente acaudaladapara suscribirse, ó asociarse á nada, que pueda oca-sionarles algun gasto, en que directamente su va-nidad, ó sus sentidos no disfruten.

Mi propósito , sin embargo , no era tanto el quese verificase el hecho de la Asociacion , como el deque se le diese la publicidad más extraordinaria;y por consiguiente , despees de las citadas confe-rencias con algunos particulares, manifesté á laDiputacion provincial la conveniencia de que seabonase de fondos provinciales cualquier daño, queocurriese , supuesto que aquella corporacion admi-nistraba y representaba mancomunadamente losintereses de toda la provincia:

Añadí que yo estaba firmemente persuadido deque no llegarla el caso de abonar perjuicio algunoper este concepto , si bien quería precaverme consu asentimiento y apoyo , por si el daño sobrevenia,corroborando mi opinion con tales razones, y expli-cando la realidad íntima de mi proyecto de talmodo, que la Diputacion provincial quedó muysatisfecha , ofreciendo toda clase de auxilios, sillegaban á ser necesarios.

En resúmen , diré que se publicó en los periódi-cos de la localidad y en los de Madrid, el formal y

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INTRODUCCION. 143

solemne acuerdo de haberse constituido en Córdobauna Asociacion de labradores y propietarios, quemútuamente se aseguraban la completa indemniza-cion de los daños y perjuicios, que pudieran oca-sionarles los malhechores , los cuales, por medio deanónimos , amenazaban constantemente con incen-dios y muertes.

La publicidad de esta Asociacion llevó la tran-quilidad al público en general , y con esta noticia,lile se difundió por todas partes aumt I ntada y favo-rablemente acogida, ios maliwchores perdieron ab-solutamente el estímulo, que les impulsaba á hacerdaño, supuesto que desde entónces se convencie-ron de que por m •ts que incendiasen mieses, arbo-lados y cortijos , ó matasen ganados para satisfacer;us venganzas personales, éstas quedaban comple-

tamente sin efecto, en atencioa que los sujetosdesignados para sus vejaciones, no recibirian

perjuicio. •Sólo me resta añadir que de esta Asociacion tan

eficaz , tan beneficiosa, tan patri rStica y tan aplau-dida por la prensa nacional , únicamente existió lai . oncepcion, el nombre, la noticia y los resultados,,Lue fueron tan satisfactorios , que precisamente{quel año no hubo ni un incendio, ni se dió tam-poco el caso de que matasen ganados por vengan-zas; y esta fué la realidad íntima de mi proyecto,de la cual hablé á los señores Diputados provincia-

les, y que éllos acogieron con tanto gozo como en-

t usiasmo.

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EL BANDOLERISMO.

Igualmente comuniqué al Gobierno con todossus pormenores la oculta y verdadera tendencia demi proyecto, así como tambien su rápida y eficazejecucion; y convencido aquél de sus felices resul-tados, se dignó dirigirme el telégrama siguiente:

« Ministro de la Gobernacion al Gobernador de» Córdoba :

« Enterado del despacho de V. S. de ayer , mani-» fiesto á V. S. mi satisfaccion por medidas tan acer-» talas y por tanta eficacia.

» Asi es como se gobierna digna y acertadamente/» Dé V. S. las gracias en mi nombre (í la Diputa-

» cion provincial , y á cuantos entren en el proyecto»de Asociacion para extinguir juntos las partidas» de malhechores. »

Tal es, á veces, el efecto maravilloso de una fic-don oportuna, en el arte difícil y complicado delgobierno!

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CAPITULO IX.

MEDIDAS RESERVADAS.

Cuenta la historia , que así el romano Metélo,como tambien el Rey D. Pedro de Aragon , afirma-ban frecuentemente que quemarian su camisa, siésta supiese sus secretos.

Efectivamente , nadie puede calcular con aciertola eficacia y prestigio, que á todas las resolucionescomunica el impenetrable secreto. En las medidasreservadas se suponen siempre consideraciones ycausas, que tal vez no existen, y á veces les atri-buimos muchas, que ni remotamente pasaron porlas mientes de quien las dicta; y aun cuando nosiempre aquellas medidas reunan todas las condi-ciones apetecibles de prevision y eficacia, suelebastar el secreto para que, sin otro requisito , seacrediten de inmejorables.

No pretendo , en esta parte de la obra, dictar má-ximas generales de buen gobierno: me propongoúnicamente referir al lector el sistema de conducta,que seguí en esta ocasion , y los principios, á queen élla me sujetaba, porque á todo hecho precede

TOMO I. 10

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16 EL BANDOLERISMO.

una idea, bien así como á todo edificio construidocon arreglo al arte, precede el plano, que le diseña.

Así , pues , para dar la última mano al restable-cimiento de mi autoridad quebrantada por el falsoanuncio de mi dimision , y por la modificacion mi-nisterial , segun ya queda referido , no me contentécon dictar las resoluciones de carácter público, queen el precedente capítulo dejo relacionadas , sinoque tambien estimé necesario el adoptar otras me-didas de carácter reservado, que de una manera in-visible é insospechada viniesen á producir ruidosoefecto, como suele suceder con esas causas ignotaspara la Medicina, que en el hombre aparentementesano producen el cataclismo fulminante de la apo-plegía , ó de cualquiera otro género de súbitamuerte.

Yo me proponia que los criminales estuviesenconstantemente vigilados , seguidos y rodeados detal manera , y con tan inviolable sigilo , que ape-nas intentasen moverse para turbar el órden socialcon sus actos punibles, se encontrasen infalible-mente, y como por encanto , sorprendidos en sussecretas combinaciones , ya para ahogarlas en suorigen , ya para dejarlas correr intervenidas hastael punto y coyuntura conveniente para mi propó-ito y su castigo.Pero no bastaban las medidas en si mismas , con

su carácter genérico y como letra muerta: necesi-tábase además gente valerosa , experta , y sobretodo, muy astuta, que para cada caso concreto su-

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INTRODUCCION. 147

piese usar del arte y medios oportunos para conse-guir el particular intento , ya mezclándose comoamigos y áun cómplices con los criminales yaconvidándoles generosamente, como záfios ó ino-centes encontradizos ; ya siguiéndoles de lujos,afectando no conocer sus personas, ni su modo devivir ; ó ya , por último , espiando, halagando, re-quiriendo de amores , y áun sobornando á sus que-ridas, ó á mozas del partido , que se las echaban degancho , supuesto que de éstos y otros ardides eraindispensable valerse para prevenir sus malvadosproyectos.

Con este motivo , la primera medida que adoptéfué establecer la más secreta y vigilante policía entodas las fondas, casinos, cafés , posadas , taber-nas, casas de prostitucion , casas de huéspedes ygaritos, á cuyos lugares concurren siempre gentesde la vida airada , y algunas veces tambien sus pa-drinos ó protectores.

Igual disposicion tomé para que vigilasen , sinque nadie se apercibiese , los mercados, resguar-dos de consumos, ventas y ventorros, destinandoemisarios secretos, que por todas partes siguiesenlos pasos de todos los sospechosos , con el encargode comunicarme inmediatamente cuanto mereciesela pena de saberse.

Tambien di órden reservada á los peones cami-neros para que me trasmitiesen cuantas observa-ciones y noticias pudiesen adquirir, relacionadascon robos ó criminales.

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EL BANDOLERISMO.

Otras veces mandaba directamente mis emisarios,y para que nadie sospechase que eran agentes in-mediatos de mi autoridad , los proveia de creden-ciales de comisionados de apremio , á fin de quecon este carácter y pretexto recorriesen las co-marcas y pueblos que convenia , para adquirir losinformes necesarios , relativamente á casos particu-lares y personas determinadas.

En otras ocasiones, mandaba á mis agentes quepusiesen una cantina ó ventorrillo en lugar °por-

'. tuno , aconsejándoles que fiasen generosamente álos bebedores, los cuales , agradecidos ó perturba-dos , cantaban lo suyo y lo ajeno , como el ave delparaíso.

Del mismo modo establecí policía secreta en lostrenes, que recorrían la provincia en todas direc-ciones , tanto para vigilar los sospechosos , las per-sonas con quienes trataban, y averiguar adóndese dirigian , cuanto para evitar los escandalosos ro-bos, que con harta frecuencia, yendo los trenes enmovimiento, se cometian por los mismos encar-gados de su conduccion y custodia, valiéndose dellaves ó ganzúas para abrir los baules y maletas,extrayendo cuanto encontraban de valor , y vol-viendo á dejarlos de modo, que la falta no se adver-tia por los dueños, sino á gran distancia , ó al lle-gar al punto de su destino.

Establecí además policía secreta en los matade-ros, en las cárceles y presidios , dentro y fuera dela provincia, en donde recluté una especie de cuerpo

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INTRODUCGION. 119

de confidentes , conocidos y amigos íntimos de loscriminales, que me daban frecuente y oportunacuenta de cuanto hacian ó proyectaban , relativa-mente á entierros (1), espantos por anónimos, fal-sificaciones , robos, asesinatos y secuestros ; y coneste motivo debo añadir que tuve confidentes queme fueron utilísimos , no sólo en Sevilla y Ceuta,sino tambien en Orán , Tánger y Gibraltar.

Finalmente, yo mismo hacía pesquisas de inc( i►-nito en los lugares convenientes, ( ti bien en la mismacárcel, en donde pasaba noches y dias enteros,preguntando , observando , y ít veces departiendocon los criminales , quienes , con una palabra im-prudente , ó por un gesto impremeditado , me re-velaron en muchas ocasiones la verdad de sus crí-menes , ó me pusieron en la pista para descubrirlos,y averiguar tambien las fechorías de otros.

Yo me valía de la dulzura, ya disponiendo quese les asistiese cuidadosamente en sus enfermeda-des , ya que se les diese bueno y variado el rancho,ya, por último, despojándome á veces de mi pro-pia ropa para vestir su desnudez , ó limpiarlos dela miseria, que los devoraba.

No es de este lugar el referir los diversos y cu-

(1) Llaman así en las cárceles y presidios á un robo irTenlosa-mente preparado, y que generalmente consiste en la falsa noticia deuna gran cantidad de dinero enterrado de alhajas , que aparentanceder al incauto , á quien se dirigen , por una cantidad menor en elacto, es decir, ántes de que el engaño se descubra.

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EL BANDOLERISMO.

riosos incidentes, que me ocurrieron :con los másfamosos y temibles criminales ; pero abrigo la con-viccion íntima de que su relato impresionará viva-mente al lector en la parte de esta obra, destinadaá describir Tipos y narrar Episodios.

Pero entre todos mis agentes de la capital, nin-guno me dió tan buen resultado como un idiota, co-nocido allí de toda clase de gentes, y cuyo carác-ter distintivo y peculiar aficion. cousistia en entro-meterse en todas las casas, cafés y círculos , y sibien á todos les servia de hazme-reir, tambien ásus solas podía él reírse de todos , supuesto que lellenaban el pancho de comida , vino y licores, dán-dole por añadidura excelentes Icigarros, que agra-decia infinito, porque su aficion á fumar era ex-tremada.

Contaba él, con cierta especie de orgullo deidiota, que se sentaba á la mesa con los principa-les señores de la capital, con los cuales alternabaen cafés y casinos, como uno de tantos sin que poreso dejase de asistir luégo á los bailes de candil yá las tabernas, á donde concurria la gente delbronce con su guitarra para que el tonto bailase,porque es de advertir que el tal idiota se despepi-taba por oir cantar, y bailar él mismo el zapateadoy el bolero.

Como desde luégo se comprende, el tal bobotenia acceso en todas partes, y nadie sospecha-ha que fuese, ó pudiera ser el mejor espía, que yohe encontrado. Era gastrónomo, y le agradaba

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INTRODUCCION. t51

tanto ó más que fumar , el atracarse de un alimentogrosero sin duda, pero que él preferia á perdices vfaisanes, cual era el tocino magro frito, que él lla'-maba torreznos.

En resolucion , para él, un cigarro puro y unbuen plato de torreznos, eran el más exquisito re-galo y la principal condicion de la felicidad su-prema.

Tenia este tonto cualidades preciosas para eloficio, á que yo le destinaba , y entre otras, la dequedarse dormido, al parecer, en las sillas y poyosde los paseos , así corno tambien en las casas, ó es-tablecimientos, á que concurria. Frecuentemente elidiota era el objeto de todas las puyas , bromas yAun malignidades de los circunstantes , siendo, porlo tanto , el protagonista de la conversacion ; porocuando ya ésta desmayaba, ó ítun siguiendo ani-mada, no se le dirigia la palabra, (1 discreto idiota,si me es permitido expresarme así, viendo quenadie le hacía caso , se resignaba buenamenteá su desairado papel, y entónces inclinaba lacabeza sobre el pecho y echaba ala un suenecillo,ó afectaba echarlo, resultando de aquí que todo elmundo seguía departiendo sin reserva delante delbobo, mientras que él no perdia una sola palabra.

Otra de sus inapreciables cualidades consistia ensu prodigiosa memoria, que le permitia relatartodo cuanto escuchaba, sin que faltase un tilde, éimitando la modulacion de la voz , los movimientosy gestos con tal perfeccion , que conociendo de an-

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152 EL BANDOLERISMO.

tem.ano á las personas, se reconocía exactamente ála que él remedaba.

Y no sólo servia para traer fidelísimamente cuan-tas noticias llegaban á su oído, sino para repetir ycircular las especies, cuya divulgacion convenid.

Sería tan difícil como prolijo el referir aquí cir-cunstanciadamente las infinitas noticias útiles, queme comunicó el idiota, referentes á toda clase deasuntos. Por él sabía yo la opinion que en ciertoscírculos se tenia de mi carácter, la impresion queproducían mis actos, los comentarios que se hacían,ya benévolos„ ya en son de censura, y no pocasveces, conseguí aciertos, prestando atento oido álas críticas de la gente airada, que al principio pa-recia burlarse de mi propósito de acabar con losbandidos, y frecuentemente se les ocurrian indica-ciones oportunísimas, que yo en seguida aprove-chaba. Entónces comprendí por experiencia, y entoda su extension , la incalculable importancia de laprensa y de la crítica, así para los autores comopara los gobernantes discretos que, léjos de eno-jarse por sus censuras, saben utilizar sus adver-tencias.

Todas las noches, á una hora fija, se me presen-taba el idiota , que me referia corno un papagayotodo cuanto habia oído desde el dia anterior, sincuidarse en lo mas mínimo de si su relato era paramí agradable ó enojoso. Sólo parecía preocuparsede decirlo todo, bueno y malo, con exactitud es-crupulosa. Yo entónces le mandaba traer la cena,

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INTRODUCCION. 153

cuyo plato principal habian de ser torreznos , des-pues le daba un cigarro, teniendo muy particularcuidado de no proferir delante de él más palabrasni conceptos, que los que yo deseaba que circula-sen, pues así como yo había tenido la ocurrenciade utilizar aquel eco viviente de palabras, pudierasuceder que á otro se le hubiese ocurrido lo mismo,y era necesario precaverse contra ésta no imposi-ble contingencia.

Devorada su habitual pitanza el idiota se despe-dia, prometiendo volver al dia siguiente la mismahora , sin que jamás faltase.

Cierta noche llego cuando me hallaba muy pre-ocupado con el deseo de hacer algunas averigua-ciones en la cárcel , de donde yo acababa (le venir,y de pronto me ocurrió valerme del idiota paraconseguir mi dificultoso intento.

Por las recientes revelaciones, que se me habían'hecho en la cárcel , tenia yo motivos muy fundados,y áun vehementes indicios, de que dos famososcriminales que estaban á mi disposicion para serconducidos ante el Juez, que los habia reclamado,eran cómplices en un crimen distinto de aquel quehabia motivado la reclamacion; crimen que , porsus circunstancias y ramificaciones en la provincia,tenia yo el más vivo interés en aclarar y perseguir.Se me habia asegurado que ambos criminales de-seaban con grande ahinco el verse, y como no habiaórden de que estuviesen incomunicados, y ademásen la conduccion se pondrian infaliblemente de

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EL BANDOLERISMO.

acuerdo, sin que nadie pudiera intervenir la com-binacion de su plan, ni utilizar sus recíprocas ma-nifestaciones, resolví que se comunicasen , si biendel modo y forma, que á mis fines convenía.

Al efecto, mandé encerrar al idiota con el crimi-nal que llevaba más tiempo de prision ; y al dia si-guiente se condujo al mismo calabozo al cómplice,últimamente aprehendido.

No me detendré á referir molestos pormenores;pero cúmpleme afirmar que el idiota me sirvió álas mil maravillas para la realizacion de mi pro-pósito, supuesto que los criminales , conociendo sinduda la imbecilidad de su compañero , ó tal vez juz-gándole dormido , es lo cierto que manifestaron ensu presencia todo cuanto yo sospechaba, contribu-yendo así poderosamente al descubrimiento y cas-tigo del crimen. Por este rasgo, y otros semejantesque pudiera citar, se vendrá en conocimiento de loútil que puede ser un idiota, si de él se sabe sacarpartido.

Excusado es decir que siempre que el bobo se dis-tinguia más de lo ordinario en mi servicio , yo lemandaba añadir más torreznos y le daba más ci-garros , sin que jamás yo le explicase el motivo deaquellas dádivas extraordinarias, ni él tampoco semetió nunca en averiguarlo.

Yo tengo para mí que siempre me sirvió de unamanera inconsciente, inculpable é irresponsable, yque sólo el instinto de sugastronomía torreznil yfumífero regodeo era la causa, motivo y estímulo

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INTRODUCCION. 155

que le impulsaba á cumplir tan exactamente misindicaciones. De todos modos, me sería muy difícilresolver de una manera terminante este problemapsicológico-moral, trazando la verdadera línea di-visoria, entre lo que habia de espiritual y sensualen la conducta del idiota, es decir, entre la volun-tad y el deseo, la conciencia y el instinto, lo ino-cente y lo imputable.

Ahora bien ; tanto las medidas de carácter reser-vado, corno las de carácter público que adopté,aparte y además del efecto particular y concretoque me proponia, dieran un resultado gvneral quepuede resumirse fielmente en esta forma, á saber:el restablnimiento más completo de mi autoridad,quebrantada pasajeramente por el falso anuncio demi dimision, á la vez que la más perfecta tranqui-lidad en la provincia de Córdoba, respecto á, la se-guridad de las personas y de las propiedades.

En cambio , y acaso en virtud de las enérgicasresoluciones adoptadas por ml mismo, pudo adver-tirse por este tiempo un hecho tan grave, comodoloroso.

En efecto; mientras que en la provincia de Cór-

doba no se oia hablar siquiera de un atentado con-tra la seguridad personal, fué tal y tan grande el

cúmulo de crímenes de esta especie, que se come-tieron en las provincias limítrofes, que el Gobierno,la prensa y el público no se ocupaban casi de otracosa que de la general alarma, que tan escandalo-sos sucesos con razon producían.

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156 EL BANDOLERISMO.

Por entónces se verificó el deplorable secuestrode D. Francisco Agapito Delgado, natural y ve-cino de la Alameda, provincia de Málaga, y cuyotrágico y horroroso fin referiré más tarde.

'cambien por entónces, fueron secuestrados donManuel y D. José Reina, padre é hijo, respectiva-mente, vecinos del Arahal , provincia de Sevilla, ysi bien soltaron en seguida al padre, fué para quebuscase y reuniese la cantidad, que le exigieronpor el rescate del hijo, que despues de interesantesaventuras, logró salvarse milagrosamente , ha-biéndole tenido en la terriblemente famosa huertadel no Mar , término de Casariche , en dondepasó por las angustias , que se dejan comprender,oyendo las reyertas de los bandidos, y los lamen-tos del infeliz D. Francisco Agapito Delgado, y deotro niño tambien cautivo , en la noche en que secometieron allí diversos asesinatos , como más ade-lante sabrán los lectores.

Igualmente por aquellos mismos días , ocurrióen el término de Antequera el lamentable caso delintentado secuestro y horrorosa muerte del ancianoD. Juan Gonzalez, rico propietario, que se defendiócon valor heróico, contra el crecido número de susagresores, hiriendo á dos bandidos.

La viva impresion que causó generalmente tantrágico suceso , por las patéticas circunstanciasque en él concurrieron , como en su lugar oportunotendrá ocasion de apreciar el lector, me impulsó ádirigirme á su estimable y desconsolada familia,

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INTRODTJCCION. 157

manifestándole, que áun cuando el hecho no hablaocurrido en la provincia de mi mando, yo me are-da á prestarle cuantos auxilios estuviesen en mimano, y á coadyuvar. por todos los medios posi-bles, á la persecucion y castigo (le tan espantosoatentado.

Por aquel tiempo, además, se verifico en SanRoque, provincia (le Cádiz, el ruidoso secuestro de

los señores Bonelt, tio y sobrino , cuyo secuestro,

por la circunstancia de recaer en súl)(litns in Tests,

llamó notablemente la atencion (lel pñblico, y enespecial del Gobierno, no sí do por el dep(on) y buennombre de la nacion española, sino tambien porlas complicaciones internacionales, que podia acar-

rear el hecho.

En vista (le tantos y tan escandalosos crímenes,

alguno (le los cuales podía, producir c(►ntlictos dela mayor trascendencia, fijase naturalmente la

atencion del Gobierno en mi persona, y en la pro-

vincia de mi mando. Se me preguntó') ent('►nces,cuál era la causa (le la completa tranquilidad que

se disfrutaba en Córdoba, mientras que en el restode Andalucía se verificaban tales desmanes.

La contestacion era tan óbvia, que yo cierta-mente hasta extrañé la pregunta. La causa consis-tia en que mi persecucion había sido tan eficaz yactiva, que los criminales que no halan sido en-carcelados por los agentes de mi autoridad, y envirtud de mis disposiciones, habian emigrado, pordecirlo así, de la provincia, en donde éntes tenían

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EL BANDOLERISMO.

sus madrigueras más seguras, su residencia permanente, su organizacion más compacta, y muypoderosos protectores.

Así se lo manifesté al Gobierno , añadiendo quelas críticas circunstancias en que habla encon-trado la provincia, el atento estudio que habiahecho de la cuestion del bandolerismo , las inapre-ciables noticias y confidencias que á la sazon po-seia, y el cabal conocimiento que habia adquiridode ciertas personas resortes, y manejos, me colo-caban en situacion , no sólo de hacer indicacionesmuy atendibles, respecto á la persecucion de loscrímenes cometidos, sino tambien relativamente álos medios más seguros y eficaces para corregir deuna vez el mal en su origen ; pero que este linagede advertencias y consideraciones , no era para es-crito , sino para larga y detenidamente hablado,como ya desde tiempo atrás, y con diversos moti-vos, había tenido ocasion de manifestarle.

Recibida por el Ministro mi carta confidencial,en los términos expresados , se me comunicó in-mediatamente , por telégrafo , la órden de presen-tarme en Madrid para conferenciar con el Gobiernosobre este asunto , tan importante y tan vital parala sociedad española.

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CAPÍTULO X.

CONFERENCIA EN MADRID.

1da extraordinaria excitacion producida enopinion pública y en el Gobierno, segun ya hfindicado, á consecuencia del secuestro de los se-ñores Bonelt, motivó órdenes superiores del Mi-nistro de la Gobernacion, recomendando la conve-niencia de que yo me pusiese (le acuerdo con losGobernadores de Sevilla, Cádiz y Málaga , á fin decombinar los medios más perentorios y eficacespara conseguir la libertad, ó rescate dh aquellossúbditos ingleses.

Es de advertir , que las órdenes precedentes sehabian comunicado, en virtud de los informes quese me pidieron por Gobernacion, y que yo remitíhasta precisando las señas de los criminales , quesospechaba hubiesen tenido parte en aquel ruidososecuestro, cuyos informes tambien envié á los Go-bernadores de las expresadas provincias, hallán-dome firmemente persuadido de que los autores deaquel crimen, no podian ménos de ser gente ahu-

yentada del territorio de mi mando, como en efec-

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EL BANDOLERISMO.

to, vino á confirmarlo plenamente la experiencia.El resultado de esta combinacion de esfuerzos,

fué tan satisfactorio , que antes de presentarme enMadrid se habla conseguido la libertad de los se-ñores Bonelt, cuyos secuestradores', perseg4iidosdesde Cádiz, llegaron en la madrugada del dia 8de Junio á la Venta de Guadaira, no léjos de Se-villa, y en cuyo punto , merced á las acertadi-simas disposiciones del Gobernador Machado, fue-ron muertos por la Guardia civil tres, de los cuatrobandidos , despues de una sangrienta lucha, de lacual resultó herido tambien gravemente el guardiaJuan Dorado Gil, que falleció á los pocos dias.

Los secuestradores, segun mis indicaciones ysospechas, resultaron ser la misma gente que yoanunciaba, antes, acuartelada en el citado Cortijode Ceuta, ahora, fugitiva de la provincia de Cór-doba, y siempre, organizada y'Papadrinada en Be-namejí , de donde eran vecinos dos de los muertos.

El dia designado para presentarme yo en Madrid,era el 13 de Junio , como así lo verifiqué, cum-pliendo puntualmente las órdenes del Ministro dela Gobernacion, quien me manifestó la satisfaccionmás cumplida por mi conducta en Córdoba, quehabla producido resultados superiores á sus espe-ranzas, llenando colmadamente la medida de susdeseos.

Yo le agradecí muy sinceramente sus afectuosasfrases y benévola acogida, y despues le manifestélealmente que consideraba haber hecho grandes

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INTRODUCCION. 1+11

esfuerzos, con los cuales habia conseguido todo loque sabia en la posibilidad de los medios y de lascircunstancias; pero que todo lo hecho quedaríasin resultado alguno permanente y positivo , si enlas di más provincias no se adoptaba con decisioninquebrantable el mismo sistema, que yo tan te-nazmente había seguido.

Añadí , que los bandoleros se ejercitaban cons-tantemente en idear y cometer crímenes, como losmenestrales honrados se ocupan tambien cons-tantemente en ejercitar su oficio, y que por lo tanto,á cualquier parte que fuesen , llevarian la pertur-bacion y alarma consiguientes , porque ellos nohablan de renunciar á su malvado modo de vivir,mientras que, en to.do lugar y á toda hora , no seles persiguiese y castigase, sin contemplarion al-guna, por las autoridades, como en G;rdoba sehabia hecho.

Contestóme el Ministro asintiendo á mis razones,

y que teniendo en cuenta mis cartas, y las noticias

y apreciaciones, que le habia comunicado , abun-daba en mi misma opinion, y que precisamentecon este motivo me habia mandado llamar, así comotambien á los Gobernadores de Sevilla, Cádiz. MII-laga, Jaen, Toledo y Ciudad-Real , para que todosjuntos conferenciásemos, y nos pusiésemos deacuerdo en la manera y forma de extender en todaslas provincias infestadas por el bandolerismo, lapersecucion más eficaz y más incansable..

Agradóme sobremanera la tendencia general queTOMO 1. 11

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EL BANDOLERISMO.

revelaban las palabras del Ministro, el cual no se'detenía ante ningun género de obstáculos paramantener el orden , garantir la seguridad de laspersonas y de las propiedades, y acabar de una vezcon la terrible plaga del bandolerismo ; en suma,el Ministro comprendia perfectamente las exigen-cias de la situacion política y social del país, se la-mentaba de los conflictos que dentro y fuera podiaproducir la continuacion del mal, discurria con admirable lucidez sobre los imperiosos deberes, querespecto á esta cuestion , profundamente social,tenia que cumplir el Gobierno, de que él formabaparte ; y por último, venía á declarar que en cir-cunstancias tan críticas y ante la magnitud de lasdificultades, no calla otro remedio, que la repre-sion, y la represion más severa.

Yo le manifesté la singular complacencia, con queoia sus autorizadas apreciaciones ; pero que mepermitia llamar su atencion para que se fijase enla capital diferencia, que existe entre las generali-dades de un plan de gobierno , que tan fácilmentese exponen, y su realizacion práctica, que tandifícilmente se consigue.

Al oir esta observacion , el Ministro me mani-festó con laudable franqueza, que efectivamenteno era lo mismo trazar planes, que llevarlos á cabo,y que para el objeto debíamos excogitar y prevenirlos medios oportunos, hasta en sus más minuciososdetalles, porque era necesario demostrar á los de-tractores de la revolucion de Setiembre, que con

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INTRODUCCION. 163

nuestros principios se podía gobernar, garanti-zando más y mejor que nunca , la seguridad de laspersonas y de las propiedades; que si ahora el ban-dolerismo se habla recrudecido, era más bien culpade nuestro carácter y costumbres, que no de lasnuevas instituciones; que ya en otras épocas y conotro régimen, se habla podido apreciar la profun-didad y extension de este cáncer, que devoraba ánuestra sociedad, como se vió en tiempo de Fer-nando VII , en que famosos bandoleros dominarondilatadas zonas de territorio , sin que el castigocayese sobre éllos , sino tarde ó mal, pues que casitodos hablan sido indultados, de tal manera, quesu indulto semejaba en muchas ocasiones á unacapitulacion con las autoridades ; y que , final-mente , era necesario desplegar una energía á todaprueba, no sólo para convencer á todo el mundo deque los derechos individuales no eran la impuni-dad , sino tamblen para que las naciones extran-jeras no dijesen que éramos un país de cafres , ytuviésemos que taparnos la cara de vergüenza.

Añadió que la cuestion del secuestro de los se--ñores Bonelt le había tenido largas noches sinsueño, y que cuando el Embajador de Inglaterrase re presentaba :asidua y constantemente , con lainsistencia propia de su raza, se avergonzaba deno saber qué responderle uno y otro dia; pero queahora ya respiraba , por habérsele quitado de en-cima aquel enorme peso, y que despues de lo ocur-rido , estaba más resuelto que nunca á tomar cuan-

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El BANDOLERISMO.

tas medidas fuesen necesarias , para extirpar deuna vez al ignominioso bandolerismo.

Entaces le manifesté que los Gobernadores, ála sazon tenían muy mermadas sus atribuciones;que carecian de medios, y que si bien el Gobierno,como á mi me habia sucedido, daba siempre muybuenas palabras, era lo cierto, que rara vez, ó nun«

ca recibian auxilios positivos, concretos y eficaces.El Ministro se sonrió, y estrechándome afectuosa-

mente la mano , me dijo que tenia muchísima ra-zon que el gran mérito mio consistía en haber.hecho grandes cosas con pequeños recursos; queno creyera que tenia olvidadas mis cartas y recla-maciones ; y que en la próxima conferencia , se ar-reglarla satisfactoriamente la cuestion de mediospara los Gobernadores , y que á cada cual se lesuministrarían los que necesitase.

Insistiendo en aplaudir, como se merecía, latendencia verdaderamente gubernamental y deArden, que el Ministro expuso con gran copia derazones y argumentos, yo volví á manifestarle losinconvenientes prácticos , que se tocaban en larealidad de la gobernacion , como quien acababade conocerlos y por decirlo así , experimentarlosde un modo directo y como tocándolos con mi propiamano ; y con este motivo , le di cuenta detallada dela compacta y temible organizacion de los ban-didos, de sus ramificaciones inconcebibles, á nose que se apreciasen sobre el mismo terreno; desu astucia incontrastable; de sus encubiertos pro-

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1NTRODUCCION. 165

tectores , que solian ser personajes políticos de im-portancia; y por último, de la concurrencia inevi-table de muchas concausas políticas y sociales, quevenian á dar fuerza en los comicios y en los mu-nicipios á las tendencias disolventes del bandole-rismo que , por un conjunto de infelices circuns-tancias , resultaba directa ó indirectamente , decerca ó de léjos, con conciencia ó sin élla, apadri-nado y sostenido por muchos elementos , que pre-sumiendo , tal vez , de honrados y morales , eran,sin embargo , en la realidad , coeficientes tan pode-rosos , como eficaces de la perturbacion profunda,que aquel cáncer social producía.

Tambien manifesté los gravísimos inconvenien-tes de la actual organizacion del poder judicial , noporque yo no la considerase excelente y áun per-fecta en si misma , con sujecion á los más elevadosy trascendentales principios j uridicos , sino porqueestos mismos principios , en su realizacion práctica,reclaman el hábito , la costumbre y general acep-tacion de las gentes ; pues que de otro modo, losintereses contradictorios suelen üducir las conse-cuencias más estravagantes , ilógicas y opuestas ála mente sana y recta del legislador, como sucedía,por ejemplo, con el derecho individual de la invio-labilidad del domicilio, que si es , y debe ser, underecho sagrado para el ciudadano virtuoso , eratambien un absurdo y una estupidez inj ustificadaelque el poder judicial se detuviese ante los um-

brales de la casa del malvado.

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166 EL BANDOLERISMO.

Añadí , con este motivo , que no bastaba el vulgarargumento , que á este propósito se aducia , dicien-do que no era lícito violar el domicilio de un ciuda-dano, ántes de saber si habia delinquido, como si.esta razon fuese atendible , cuando se trataba dehombres conocidamente criminales , con anteriori-dad á su ingreso en la casa suya , ó ajena, supues-to que el domicilio no libraba , ni debia librar , aldelincuente perseguido, ni de dia ni de noche, dela accion inmediata, y benéfica para todos , de lajusticia social, y que yo ignoraba si eran ó noexclusivamente los funcionarios del poder judicial,los que dedujeron esta consecuencia tan absurdade los principios proclamados por la revolucion deSetiembre; pero que cualesquiera que fuesen susdetractores en este sentido, se olvidaban lastimosa-mente del fin principal y predominantemente po-lítico , que habia guiado á los legisladores de 1869,al consignar el precioso derecho de la inviolabilidaddel domicilio, cual era el precaver las arbitrarie-dades draconianas de los poderes públicos, que enotras ocasiones y durante el régimen derrocado,hablan violado de la manera más inicua y con eldescaro más insigne, el domicilio de los ciudadanosmás honrados , sacándoles á deshora de su lecho, yacongojando , y tal vez insultando á sus respetablesfamilias, no por crímenes comunespor éllos come-tidos , sino por disentir en apreciaciones políticas.

No dejé tampoco , en sentido inverso, de defenderá aquellos mismos funcionarios, que ántes habia

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INTRODUCCION. 167

atacado bajo distinto aspecto , indicando al Ministroque otro de los graves inconvenientes, que se ()po-nla á la recta y pronta administracion de justicia,era la rigorosa penalidad , impuesta á los Jueces,si se excedían en el término marcado para justificarel auto de prision , y que muchas veces, como porexperiencia habia tenido ocasion de conocerlo yomismo , la diferencia de algunos minutos habia in-fluido para que se pusiesen en libertad criminales,que más tarde se sustrajeron completamente á laaccion judicial, supuesto que momentos despuesde haber decretado su excarcelacion absoluta, sehabían tenido noticias, informes ó reclamaciones,que justificaban plenamente , no ya su detencion,sino el que se les hubiera seguido causa por enor-mes delitos , ó que se les hubiese puesto á disposi-clon de los Tribunales, que con anterioridad los re-clamaban , y cuya accion habían burlado; de modo,que en virtud de las torcidas, intencionadas y mar-liciosas interpretaciones, que se daban á la ley,los funcionarios celosos y concienzudos podían in-currir fácilmente en responsabilidad, mientrasque los desidiosos , ó poco solícitos , estaban siem-pre seguros de no incurrir en élla , por no ha-cer nada, resultando de aquí, el funesto y pertur-bador contrasentido de ser castigado el celo, y pre-miada la holgazanería ó la insuficiencia.

El Ministro prestó la más viva atencion á mispalabras , y despues de haberme manifestado suagradecimiento, y tambien su rpresa por las im-

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168 EL BANDOLERISMO.

portantes y curiosas revelaciones , que yo le habiahecho , relativamente á la organizacion del ban-dolerismo y á los medios más eficaces de extir-parlo, me reiteró las seguridades de su estimacion,diciéndome que yo habla logrado colocarme en estacuestion á una grande altura, y que en un todo se-guirla mis indicaciones y consejos , que conside-raba tan atinados como atendibles , porque se ins-piraban en la práctica y en el exacto conocimiento,que yo habia adquirido en todo lo referente á esteasunto.

Concluyó, pues, diciéndome que en vista de misinformes, necesitaba ponerse de acuerdo con suscompañeros de Gabinete , y que me avisarla tanluégo como supiese la llegada de los Gobernadorescitados, á fin de celebrar inmediatamente la confe-rencia convenida.

En efecto, el día 15 por la mañana recibí avisode que por la tarde nos reuniríamos en el Ministe-rio de la Guerra.

Asistí puntualmente , y además de los Goberna-dores citados y del Ministro de la Gobernacion, meencontré allí con el Presidente del Consejo de Mi-nistros y el Director de la Guardia civil.

El Ministro de la Gobernacion expuso las razonesque habla tenido, para que celebrásemos aquellaconferencia , presidida por el señor General Prim,razones poderosas, que consistian en el profundoestado de alarma y perturbacion , en que se halla-ban muchas provincias, á consecuencia de los mul-

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INTRODUCCION. 10

tiplicados y crecientes desmanes del bandolerismo;que el objeto de aquella reunion debia ser, en sujuicio, el que los Gobernadores diesen cuenta deta-llada del estado de sus respectivas provincias, asícomo tambien el que cada uno propusiese los me-.dios, que estimase más oportunos, para la extirpa-clon completa de aquel mal tan grave, que ya ha-bría podido promover, y tal vez produciria másadelante , hasta conflictos internacionales ; que eldeber y el decoro del Gobierno exigian de consunoel consagrar á esta cuestion sus esfuerzos y aten-clon más preferentes ; y por último, que cada Go-bernador manifestase los auxilios y recursos, con-cretos y determinados, que necesitase para llenarcumplidamente su mision, y los deseos del Go-bierno.

Y el lector me permitirá, que al llegar aqui, ma-nifieste al Sr. Ministro de la Gobernacion el sincerotestimonio de la expresion más viva de mi agrade-cimiento por las frases , tan lisonjeras para mi hu-milde persona, que profirió el Sr. Rivero en su dis-curso, encaminadas á demostrar á los Gobernadorespresentes, que por mi conducto, iniciativa y resul-tados obtenidos en Córdoba, merecia yo que se meaplaudiese.

Por lo que entónces pude ver, comprendí perfec-tamente que la mayoría de los Gobernadores con-vocados, apenas se habian apercibido del verdaderoobjeto de aquella conferencia.

Los de Toledo y Jaen manifestaron, que en sus

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170 EL BANDOLERISMO,

resectivas provincias, aquel mal no era tan grave,p que mereciera esfuerzos extraordinarios , y quecreian que con algunos recursos y el aumento dela Guardia civil, podrían hacer frente con éxitosatisfactorio , á todas las dificultades , que con estemotivo se les presentasen.

El de Ciudad-Real , hombre activo y dotado deenergía de carácter y cualidades de mando, dijoque efectivamente , en su provincia habia crimina-les; que él habia perseguido y preso á algunos; peroque todavía aquel territorio no estaba libre de ban-didos , y que á la sazon se ocupaba de perseguirloshasta exterminalos, y que estaba seguro de conse-guirlo así en breve tiempo, si se le concedian algu-nos recursos y se le aumentaba la Guardia civil.

El de Málaga, Gobernador antiguo y reputadopor muy suficiente para este cargo , pero gran co-nocedor de los peligros, á que se exponen los fun-cionarios excesivamente celosos , y que despuesquedan abandonados por los mismos, que los im-pulsaron, manifestó que en su provincia el mal eratan inveterado, que yá la gente parecia connatura-lizada con aquella plaga, y que el bandolerismotenia allí tan profundas raíces, que era indispen-sable proceder con la circunspeccion más extraor-dinaria; que la cuestion estaba impregnada tam-bien de complicacionespolíticas; que las masasde Málaga se habian desbordado despues y á con-secuencia de la revolucion, y que todavía conti-nuaban mal contenidas ;que los Gobernadores, al

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INTRODUCCION. 171.

presente, carecian de aquella fuerza y atribuciones,que en otro tiempo les daban un poder incontras-table; que el principio de autoridad estaba notable-mente relajado , y que para una empresa tan árduay tan ocasionada á riesgos , calumnias y dificulta-des de toda especie, consideraba él que seria máseficaz y más discreto el llevar las cosas por el ca-mino de la maña y de las habilidades (1), que por laescabrosa senda del rigor enexorable, sobre todo,en su provincia, y por añadidura, concluyó tam-bien , como todos los preopinantes , pidiendo recur-sos y aumento de Guardia civil.

El Gobernador de Sevilla , hombre instruido, li-beral probado, de ánimo sencillo y noble , dotadode actividad incansable , convencido íntimamentede la necesidad, de que todo Gobierno civilizadoreprima con mano fuerte atentados tan escandalo-sos, como los que entónces se repetian y se lamen-taban, y adicto además al Ministro de la Goberna-cion , á quien profesaba la amistad más leal, mani-festó que el bandolerismo en su provincia habíaadquirido últimamente proporciones de gigante, yque él estaba resuelto á contribuir con toda su vo-luntad al exterminio de los malhechores , que él

(1) Para que se pueda apreciar debidamente la crítica situacion deMálaga, y los eficaces medios , que el Gobernador consideraba mano-

zos y hábiles, para extirpar el bandolerismo, llámo la atencion de loslectores sobre el notabilísimo documento, suscrito por el Sr. Somoza,é inserto en el Apéndice núm. 2.

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EL BANDOLERISMO.

sólo veia la enormidad del mal , y la urgencia delremedio; que si el Gobierno podia prestarle auxiliosy recursos, los aceptaria gustoso ; pero si ésto nofuese posible, que él procuraria imitar la conductadel digno Gobernador de Córdoba, apelando á laDiputacion provincial y á los Ayuntamientos, á, finde arbitrar medios, formar partidas y allegar cuan-tos elementos fueren necesarios para acabar de unavez con aquella mancilla de nuestra sociedad, des-crédito de nuestro país, y de nuestro Gobierno.

El Gobernador de Cádiz, manifestó que en suprovincia existía el bandolerismo , pero que afec-taba otras formas ; que consideraba el mal grave,y creía que la autoridad del Gobernador era insufi-ciente para remediarlo, porque la legislacion mismaofrecía inconvenientes insuperables; que los dere-chos individuales eran hábilmente explotados porlos bandidos, mientras que resultaban inútiles parala gente honrada; que hasta la fuerza moral de laGuardia civil habia decaído de tal modo, que ya norespondía, como antiguamente, al cumplimiento desu mision ; y que por último , la situacion política,sin fuerza ni prestigio, y la instabilidad de los Go-biernos , ó cambios frecuentes de Ministerios, eranotras tantas causas de quebrantamiento del prin-cipio de autoridad y de la insuficiencia de medios,con que en todos sentidos tenian que luchar losGobernadores. Sin embargo, añadió , que creia,que con algunos recursos para confidencias , y elaumento de Guardia civil , podria reforzar su

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INTRODUCCION. 173

autoridad y mejorar la situacion de la provincia.Entre tanto, el Ministro de la Gobernacion lle-

vaba apuntes, ó notas de lo que cada uno de losGobernadores decía, y habiendo yo permanecidosilencioso, el Sr. Rivero se dirigió al Director de laGuardia civil, manifestándole que ya habia podidooir que todos pedian aumento de la fuerza de aquelinstituto, y que por consiguiente, á él le tocabacontestar á las precedentes reclamaciones.

Entonces el Director General, Serrano Bedoya.tomó la palabra, haciéndose cargo , ante todo , delas expresiones que allí se habian proferido, relati-vamente al decaimiento de la fuerza moral de laGuardia civil , y á las calificaciones que se habianhecho , respecto á que ahora ésta no cumplia sumision como antiguamente ; y con este motivo elDirector indicó que la verdadera causa de que laGuardia civil no estuviese, á la sazon, rodeada de suantiguo y merecido prestigio , no consistia en queexistiese el menor síntoma de corrupcion internaen tan respetable cuerpo , sino en las perturbacio-nes políticas, que á cada instante motivaban lasreconcentraciones en las capitales, apartando asíá tan benemérita fuerza de las obligaciones máspeculiares de su sábio y benéfico instituto, aña-diendo que muchas veces aquellas reconcentracio-nes no resultaban suficientemente justificadas porlos sucesos , sino que las producia la impremedita-cion ó aturdimiento de inexperimentados Goberna-dores, que se obstinaban en exigir á éste cuerpo

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174 EL BANDOLERISMO.

servicios de todo punto incompatibles con los sal-vadores y eternos principios de sociedad y buen,gobierno, que presidieron á su creacion , y queestán muy por encima de todo exclusivismo de par-cialidad ó bandería.

Entónces el Presidente del Consejo de Ministros,terció en la cuestion , concretándola atinadamenteel objeto , que se discutia , és decir, á si habla ó noposibilidad de conceder á los Gobernadores presen-tes, el aumento de la Guardia civil, que para susrespectivas provincias habian pedido.

A ésto repuso el Director, diciendo que la fuerzaestaba distribuida con arreglo á su número; que enaquellas circunstancias se licenciaban muchos éingresaban pocos , y que en último caso, si habiande atenderse las exigencias de los Gobernadores,no quedaba más remedió que aumentar, por mediode la correspondiente ley, la fuerza y el presupuestodel instituto, y que desde luego él no se molestabaen demostrar que ésto no estaba en su mano, ni ensus atribuciones.

En resúmen diré , que se llegó al mejor arregloposible sobre este punto, que consistió en sacar al-gunas fuerzas de otras provincias , en donde noeran tan necesarias , y trasladarlas provisional-mente á donde la conveniencia del servicio las re-clamase.

Terminado este incidente á satisfaccion de todos,el señor General Prim, que no habia dejado de no-tar mi silencio, me dijo que supuesto que ya todos

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habían hablado, y cada uno pedido los auxilios quenecesitaba, que yo manifestase los elementos queme hacian falta para terminar en mi provincia, tantrabajada por el bandolerismo, la obra tan dichosa-mente comenzada por mí , segun repetidas veces lehabla indicado el Sr. Rivero.

Yo entónces le contesté diciéndole, que por miparte, nada necesitaba , sino el ver al Gobierno,como en efecto, con gusto le vela , tan favorable ydecididamente dispuesto, á seguir adelante y sincontemplacion alguna, en tan patriótica y salva-dora empresa; que con éste apoyo moral del Go-bierno me creia bastante fuerte para garantizar enmi provincia el principio de la seguridad de laspersonas y de las propiedades ; que respecto á laGuardia civil no pedía ningun aumento, porquedemasiado bien se me alcanzaba , que no se podiaimprovisar esta clase de fuerza ; que yo había lo-grado reanimar poderosamente el espíritu de laGuardia en el territorio de mi mando, y que si enúltimo extremo, necesitase alguna más fuerza parasostener mi autoridad y llevar á cabo mi compro-miso, yo me ingeniarla para arbitrar los mediosoportunos y necesarios.

Sonrióse el Presidente del Consejo de Ministros,y cambiando una mirada de inteligencia con elSr. Rivero, me dijo, que si todos se contentasen tanfácilmente como yo, la cuestion estaba tan com-pleta como satisfactoriamente concluida , y que res-pecto al apoyo moral del Gobierno, estuviese trán-

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EL BANDOLERISMO.

quilo porque podia contar con él sin ningun gé-

nero de duda, así como tambien todos los señoresGobernadores presentes.

En seguida se levantó , le imitaron todos, y yadepié , dirigiéndose á los circunstantes, añadió:

—No en vano, el Sr. Rivero se ha preocupadoestos días con esta cuestion del bandolerismo , quenos deshonra ante las Naciones extrañas , y quepuede ser tambien una mancilla indeleble y unoprobio para la Revolacion de Setiembre: yo me fe-licito de que á su instancia y por su iniciativa sehaya celebrado esta conferencia, que consideromuy fecunda en resultados. El bandolerismo, se-ñores , ha tomado en algunas provincias las pro-porciones de una verdadera guerra social, y yo noentiendo que á la guerra, se pueda responder deotro modo, que con la guerra. Vamos á acabar conesa ignominia : decision y energía, y esto basta ysobra para raer esa lepra en breve plazo. Nada decontemplaciones: á salvar el principio de sociedady de gobierno, que eso será salvar la honra delpaís y de la revolucion de Setiembre ; que cada unode ustedes se considere como la personificacion dela unidad colectiva del Gobierno, del cual son dig-nísimos delegados; en una palabra, á concluir bieny pronto con ésta plaga, sin vacilaciones, escrúpu-los , ni debilidades. El Gobierno entero está detrásde cada Gobernador, y ya lo saben ustedes, la faltade energía , será para mí la única falta imperdo-

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Así terminó aquella importantísima conferencia,y yo por mi parte, puedo asegurar que- salí de éllaen extremo satisfecho, porque las prevenciones delPresidente del Consejo de Ministros fueron tan concretas y decisivas, que no sólo se hallaban muyen armonía con mi carácter y temperamento, sinoque, además, yo las consideraba como de todo puntoindispensables, para obtener el más completo triunfocontra el bandolerismo.

No se engañaba el General Prim al manifestarque consideraba aquella conferencia muy fecundaen resultados: lo fué tanto, que á élla, sin duda, sedebió el restablecimiento de la paz social en Anda-lucía.

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CAPÍTULO XI.

EFECTOS QUE PRODUJO LA ANTERIOR CONFERENCIA.

Antes de separarnos en Madrid, entregué á algu-nos de mis compañeros las notas, que yo habia po-dido adquirir, correspondientes á sus respectivasprovincias, en las cuales, se indicaban los nom-bres, señas, relaciones ó amistades de los bandidosmás temibles, designando tambien los lugares quefrecuentaban, y donde más fácilmente podrian serhabidos, en los diversos territorios de su mando.

La asiduidad y perseverancia, con que yo me ha-bla dedicado á esta cuestion , las inestimables con-fidencias y numerosos datos que habla adquirido,me permitieron ilustrar sobre este punto á algunosde mis dignos compañeros, haciéndoles indicacio-nes interesantes , que podian aprovechar desdeluego en sus respectivas jurisdicciones.

Tambien comprendí la necesidad de ponerme deacuerdo con el Gobernador de Granada , que nohabia sido citado á la conferencia de Madrid, sinduda porque no se creyó que en aquella provinciael bandolerismo tuviese grande importancia; pero

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INTRODUCCION. 179

mi opinion era diferente , no sólo porque la pro-vincia de Granada confina con la de Córdoba , Má-laga y otras de Andalucía, en donde abundabanlos criminales , sino tambien porque yo sabía quemuchos bandidos de la provincia de mi mandomantenian inteligencias con otros de la de Granada,y que allí encontraban poderosos protectores y re-cónditas guaridas.

Así, pues, tan luego como llegué á Córdoba, es-cribí al Gobernador de Granada, manifestándolela conveniencia de que ambos nos pusiésemos deacuerdo, para la persecucion y captura de crimi-nales , á la vez que tambien le remitia algunos an-tecedentes , que podia utilizar para el fin propuesto.

En seguida comencé á reanudar mis trabajos conactividad incansable , y merced á las disposiciones,ya públicas , ya reservadas , que precedentementehabia adoptado , encontré facilidad suma para con-tinuar mi obra, porque ya todas mis medidas ha-blan producido el esperado efecto , y en particular,la de entenderme directamente con los Jueces entodas las cuestiones, que se relacionaban con lapersecucion de bandidos.

La rápida inteligencia, establecida sin interme-diario alguno , entre los Jueces y mi autoridad,

produjo los más favorables resultados, sobre todo,en aquellas comarcas , en que los Jueces estabandotados de aquel espíritu y celo, propios de estaclase de funcionarios , y que tenían la plena con-ciencia de su valer personal , fiando todas sus es-

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EL BANDOLERISMO.

peranzas de progreso en su carrera , ó de satisfac-clon plausible de sus legítimas ambiciones , al es-tricto cumplimiento de sus deberes, y á sus mere-cimientos ; pero nunca á bastardas influencias, ó álos caprichos del cacique presuntuoso, á quien ledebian su colocacion , ó de quien aguardaban másalto y lucrativo empleo.

Y justo es , que yo consigne aquí los méritos,servicios y actividad inteligente y perseverante deaquellos Jueces, que se hicieron acreedores á estamencion y alabanza, que yo quisiera fuesen tanhonoríficas y provechosas para éllos , como insigneha sido la ingratitud, por no decir la injusticia, delos Gobiernos para con algunos de aquellos digní-simos funcionarios. Sírvales, al ménos, de lenitivoen su desgracia este recuerdo, que aquí solemne-mente les consagro, no como un favor amistoso,sino como un acto reparador de severa justicia.

Distinguiéronse entre todos los Jueces de la pro-vincia , el Sr. D. Adeodato Altamirano y Gamez,Juez de Hate, y D. Domingo Caracuel, Juez deCabra, actualmente los dos cesantes.

Tambien se condujeron muy dignamente losJueces de Montara, Castro del Rio La Rambla yMantilla! , los Sres. D. Jesús Ferreira y Tiermida,D. Julian Bustillo Alvarez, D. José Rodriguez Del-gado, D. Valentin de Santiago y Fuentes, respec-tivamente , y me complazco en consignarlo así,porque lo merecen.

No dejaré tampoco de mencionar aquí, si bien

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INTRODUCCION.

no pertenecían á, la provincia, á otros dos funcio-narios del órden judicial , y con los cuales yo di-rectamente me entendia. El uno de éllos es el señorD. Enrique Ruiz Crespo, Juez de Estepa, hoy cesan-te, que prestó muy señalados servicios; y el otro esel Sr. D. Rafael Alcaraz y Ramos, Juez de Anteque-ra , que secundó mis indicaciones , siempre que fuénecesario, con solicitud laudable.

Y para que la justicia sea cabal y completa, cúm-pleme indicar, que hubo algunos Jueces, que porcausas que yo no descenderé á calificar, se condu-jeron de una manera poco satisfactoria , y en alguncaso , llegó la tibieza á tal extremo , que hubo ne-cesidad de quejas y remociones ; pero repito que noquiero profundizar más este doloroso asunto, y porlo tanto, me limitaré á hacer una reflexion más do-lorosa todavía , cual es , que todos los tibios , porno usar otra denominacion , han ascendido en sucarrera, en tanto que , los más activos , intachablesy valerosos se encuentran hoy cesantes, ó poster-gados.

El caciquismo, de que tantas veces habré de ocu-parme en esta obra , produce tan multiplicados,distintos y desastrosos efectos en nuestro mal-hadado país, que en todas partes , y en todos losramos de la administracion pública, se encuentransu huella destructora y pernicioso influjo.

En efecto , hasta para el nombramiento de Al--caides , llueven las recomendaciones y se agotanlas influencias , de modo que todos los empleos se

e )

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EL BANDOLERISMO.

proveen por el favoritismo, en personas, si no siem-pre de dudosa moralidad, al ménos de ineptitudreconocida , y sólo así , puede explicarse la fre-cuencia, con: los reos logran evadirse de lascárceles , llenando de terror las comarcas, en donderepiten sus acostumbradas fechorías , y burlandomuy á menudo la accion de la justicia.

Por entónces ocurrió en la cárcel de Belalcázarla fuga de tres presos, uno de los cuales estabacondenado á diez y ocho años de reclusion , y quepor cierto no logró su propósito.

A la sazon , todos los individuos del puesto deGuardia civil de la mencionada villa se hallabanausentes y de servicio, á excepcion del guardia deprimera clase Isidoro Naranjo y Guerra, por encon-trarse enfermo.

Este digno individuo, tan luego como se le comunicó la noticia de la fuga de los presos, y ántes deque regresasen sus compañeros, tuvo confidenciade hallarse gente sospechosa en las inmediaciones,y comprendiendo la premura del caso y la necesi-dad de aprovechar el tiempo, no vaciló en marcharsolo, á pesar de su estado, en persecucion de losanunciados malhechores.

Llegado á la huerta titulada 'Filas Viejas, tér-mino de Hinojosa, supo que gente de mala trazase habia ocultado en un gran cañaveral de dichahuerta.

El guardia , cumpliendo heróicamente con sudeber, encaminóse allí con tanta decision como can-

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INTRODUCCION. 183

tela, habiendo calado ántes bayoneta y abriéndosepaso por entre la espesura, cuando de pronto, sintióque una mano invisible le asió la bayoneta , y vióaparecer á un hombre con una enorme navaja enla otra mano.

La lucha fué en extremo porfiada, porque el cri-minal le apartaba el cañon de la carabina paraevitar el tiro , si disparaba su adversario ; pero éste,con muy buen acuerdo, rehusaba el disparar, parano quedarse desarmado , limitándose á defendercon ambas manos su arma.

El bandido , con increíble presteza , descargábalefuriosas puñaladas , que si bien no lograron en-carnarle , destrozaron su ropa, y de seguro , que eltrance fué muy apurado para el guardia, que ade-más de estar solo y enfermo, esperaba á cada ins-tante verse bruscamente acometido por los otrosdos malhechores.

El peligro pudo subir de punto , cuando el cri-minal consiguió arrancarle la bayoneta, de modoque vino á quedarse armado con ésta y su enormenavaja; pero precisamente, esta misma circunstan-cia, que parecía tan crítica , salvó al guardia, elcual, forcejeando con su enemigo , habla procu-rado combinar sus movimientos de modo , que sesaliese la bayoneta, á fin de evitar que con élla sucontrario le sujetase la carabina.

Ya libre el guardia, retrocedió algunos pasos, y leintimó que se rindiese; pero léjos de verificarlo así,el criminal le acometió de nuevo con más furia ; y

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EL BANDOLERISMO.

entónces Naranjo Guerra , temeroso de que acu-diesen los otros en su auxilio de repente y en unterreno , en que la espesura le impedía el divisarde léjos, y rehusando el disparar , volvió á inti-marle una y otra vez, que se entregase.

El bandido , por último , comenzó á huir por entreel cañaveral , y ya el guardia no vaciló en dispa-rarle , dejando muerto en el acto á su enemigo.

El guardia continuó sus pesquisas , bien queinútilmente; porque los otros compañeros del cri-minal hablan desaparecido, no acertando á expli-carse la tenaz y reciente resistencia del que acababade sucumbir , toda vez , que se hallaba solo , mien-tras que Naranjo Guerra se imaginaba que los otrosmalhechores acudirian en defensa de su compañero.

La explicacion sin embargo , fué muy sencilla,cuando más tarde , identificada la persona delmuerto, resultó ser Manuel Calderon Ramírez , elcual había sido encausado tres veces por lesiones,una por hurto , y últimamente por homicidio á sucuñado Felipe Villarin , por cuyo delito fué conde-nado á diez y ocho años de reclusion temporal yaccesorias, pena que le habia sido notificada ochodias ántes , y desde luégo se comprende que aquélhombre, que de un momento á otro debía ser con-ducido al presidio, jugase el todo por el todo entan porfiada lucha , esperando , tal vez , evadirse desu larga condena y desdichada suerte.

Excuso encomiar , porque no lo necesita, la con-ducta del guardia Naranjo Guerra, que tan genu

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INTRODUCCION. 185

namente representó en este caso el verdadero espí-ritu de abnegacion y heroismo, que caracteriza alinstituto de la Guardia civil. Solo y enfermo, novaciló este dignisimo guardia en arriesgar su vida,yendo espontáneamente áun más allá de lo que leprescribían sus deberes ; y tanto porque lo mere-cia , cuanto porque su heróico proceder sirviese álos demás de estímulo y ejemplo , yo propuse alGobierno que se le premiase , y en efecto se leconcedió la cruz del Mérito militar , en virtud demis gestiones.

Tambien contribuyeron poderosamente á realizarlos acuerdos adoptados en la conferencia de Madridla singular eficacia , la notable actividad y la enér-gica resolucion del digno Gobernador de Sevilla,admirablemente secundado por el Jefe de la Guar-dia civil de aquella provincia y la fuerza de sumando. •

No bien hubo regresado de su viaje mi distin-guido compañero y estimado amigo D. AntonioMachado, me telegrafió dándome cuenta de haber-se ocupado con éxito en la averiguacion de ciertosencargos é indicaciones, que contenía mi nota, re-ferente á Sevilla, donde muy pronto advertí lossaludables efectos de la incansable persecucion, queallí de nuevo se había emprendido contra los cri-minales.

Por indicacion mia y gestion suya, se consiguió,ya la captura, ya el averiguar el paradero de cier-tos pájaros de cuenta y personas muy acaudaladas,

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1 136 EL BANDOLERISMO.

que hablan tenido parte, intervencion ó complicidaden algunos secuestros, verificados en la provinciade Córdota, y en otras de Andalucía.

A mi vez tuve ocasion de corresponder al señorMachado con la misma eficacia y actividad, de queél me Italia dado plausible ejemplo, aprehendiendoá varios criminales de consideracion , reclamadospor diferentes Juzgados de aquella provincia , yque se habían refugiado á la de Córdoba , huyendode la tenaz persecucion que allí se les hacía, entrelos cuales , recuerdo que fueron presos y conduci-dos á Sevilla, los famosos criminales Antonio Es-cudero Labran , que usaba de otros nombres, y fuéreclamado por el de José María Benitez , si bienera generalmente conocido por el Padre Veritas;José Peña Morales , conocido por Fajta; José Tor-ralvo , el asturiano , conocido por el mote de Patastuertas; Antonio Vazquez; y Antonio Perez Rojano,conocido por el Manco de Castro del Rio, y recla-mado con el nombre de Manuel García Rodriguez,como uno de los autores del secuestro de D. JoséReina.

Es de advertir que á todos los anteriormente refe-ridos los apresé yo mismo en Córdoba, no sin gra-ve riesgo personal. Igualmente mi compañero elSr. Machado me reclamó otros criminales de cuenta,que fueron presos en la provincia de mi mando, ytambien tuve la satisfaccion de enviárselos prontoy á buen recaudo.

Seria muy prolijo enumerar todos los resultados

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INTRODUCCION. 187

satisfactorios, que produjo la buena inteligencia ycordial afecto entre los Gobernadores de Sevilla yCórdoba, cuya reciprocidad de servicios contribuyómuy directamente á los saludables efectos, que elGobierno se propuso en la conferencia de Madrid.

Entre tanto , el Gobernador de Málaga habia te-nido la desgracia de caer enfermo , viéndome obli-gado á ente.nderme, mediante correspondencia, conel Secretario de aquel Gobierno civil, respecto á loque allí se habia hecho, en virtud de mis consabi-das notas.

hé aquí la ocasion oportuna de fijar la atencionde los lectores sobre un hecho importante , y queinfluye más de lo que generalmente se piensa, enla impunidad y aumento del bandolerismo , áunsupuestas las más apetecibles condiciones de carác-ter, aptitud y honradez en las autoridades.

El hecho lamentable , á que me refiero, consisteen los manejos inmorales , arterías diabólicas , no-ticias intencionadas, astucias inconcebibles y ca-lumnias tan hábilmente insinuadas , y con tantainsistencia difundidas, que todo ésto junto , repe-tido en todos los tonos , divulgado en todas las for-mas, y condensado en todas las esferas, viene áproducir, como un ambiente moral, que falsificala opinion, que desnaturaliza los sucesos, y pre-senta á los ojos del público los hombres y las cosasbajo un aspecto dislocado , y como al través de unespeso velo de errores y preocupaciones.

Así sucede, que los hombres más probos son te-

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EL BANDOLERISMO.

nidos por inmorales; que las autoridades más se-veras , á fuerza de viles calumnias , son considera-das como ineptas ó venales ; que los rigores másjustificados se estiman feroces crueldades; que lasmedidas más salvadoras y eficaces para la seguri-dad de todos , se juzgan tiranía insoportable ; y vice-versa, acontece que son reputados como impeca-bles , hombres de gran posicion y espantosamentemalvados ; que los funcionarios más indolentes,nulos y acomodaticios , pasan por virtuosas emi-nencias , ó ilustraciones gubernamentales ; que lainepcia , el abandono y las interesadas compla-cencias , se estiman dulzura y bondad evangélicas;y por último , que las disposiciones más [insignifi-cantes, ó contraproducentes para conseguir el biende todos, se aplauden como liberalismo, franqui-cias y filantrópicos sentimientos.

Y toda esta dislocacion , todo este trastorno, todaesta sofisticacion de la verdad , de la realidad y dela naturaleza y esencia de los hombres y de lascosas , se debe únicamente á los manejos, arterías,invenciones, astucias , ardides , engaños , seduccio-nes , influjos, sobornos y calumnias , que secreta-mente el bandolerismo y sus viles y enmascaradosprotectores , por todas partes vierten é infiltran,como la ponzoña mortal, que va minando lenta-mente la salud y la vida de esta sociedad, tan des-concertada, como susceptible de más dichosa suerte.

Así es que Gobernadores, Alcaldes, Guardia civily Jueces , eran constantemente víctimas de estos

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INTRODUCCION. 189

descréditos y calumnias , siempre que cumpliau•inexorablemente con sus deberes. Tan es así , quelas hablillas, murmuraciones é injuriosas falseda-des, respecto á muchos Jueces , llegaron á misoídos por varios é inesperados conductos , y hastade diferentes provincias, como sucedió , entre otros,relativamente al Sr. Altamirano, contra quien re-cibí avisos y pérfidas insinuaciones desde Málaga,de cuya provincia es natural este dignísimo fun-cionario, del cual ya he hablado, haciéndole lajusticia que se merece.

Si yo hubiera sido ménos circunspecto , y no hu-biese además conocido la brillante historia del se-ñor Altamirano, que fué el azote de los criminales,cuando estuvo de Juez en Alhama, de seguro queaquellas malévolas indicaciones habrian logradoprevenirme contra uno de los más probos, discre-tos, valerosos y activos Jueces, que he conocido, yque más directa y eficazmente me secundó en midifícil y peligrosa empresa.

El mismo Sr. Altamirano, en virtud de su dili-gencia y por resultado de su conducta inexorable,contribuyó por este tiempo, sin pensarlo ni saberlo,á que en Velez-Málaga se consiguiese la capturade uno de los más temibles y famosos criminales,que figuraban en la nota que yo le habia entre-gado al Gobernador de aquella provincia.

El caso fué que el Sr. Altamirano, siendo Juez deRute, habia tenido necesidad de ir á Velez-Málagapor breves días; y hallándose sentado en un poyo,

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EL BANDOLERISMO.

junto á la puerta de la fábrica de jabon, situada enla calle de la Matanza, en compañía de su amigoD. Serafin Jaime, dueño de la citada fábrica , se lesacercó un hombre de malísima catadura , el cualmanifestó deseos de hablar con el susodicho señorAltamirano. Accedió éste, levantándose en seguiday acercándose al desconocido, que le preguntó :

—¿Es usted el Juez de Rute?—Sí, señor.--Es verdad que tiene usted preso al abogado

D. Juan de Rueda?—¿Y por qué me lo pregunta usted?El Sr. Altamirano respondió á una pregunta con

otra para ganar tiempo, porque gran conocedor delos instintos y fisonomía de los criminales, se aper-cibió desde luego de que aquel hombre abrigabacontra él intenciones siniestras , y no le respondiócategóricamente , tratando de entretenerlo paraevitar un brusco ataque ó su fuga , porque habiadivisado algo distante á un guardia civil, que seacercaba á espaldas del bandido.

En tan crítica situacion, aquel hombre podia dis-pararle un tiro al Sr. Altamirano y escapar ántesque llegase el guardia , y sólo podia salvar al in-terpelado su serenidad imperturbable.

Volviendo ahora al interrumpido diálogo , elhombre de la mala catadura respondió :

Yo se lo pregunto á usted, porque el Sr. Ruedaes un amigo mio y un gran abogado, que defiendecon toda su alma á los pobretes, que tienen la des-

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INTRODUCCION. 191

le

r-

ó

ca

Alá

gracia de caer en manos de usted, y me interesomucho por su suerte.

¿Y quién es usted, que tanto se interesa por él?—Un amigo suyo. ¡ Tiene mucho pesquis aquel

hombre!—Sí, lo tiene.

¿Verdad que sí?—Muchísimo, demasiado.—Y entón.ces , ¿por qué le tiene usted mala vo-

luntad?¡Yo ¿Quién le ha dicho á usted semejante dis-

parate?Es que á mí me han dicho que usted es un

Juez muy malo ; porque , mire usted , hablandoaquí en plata....

En ésto, el bandido se interrumpió, advirtiendoque el rayo visual de la mirada del Sr. Altamiranose dirigia tenazmente hacia el guardia, que ya es-taba muy poco distante.

El bandido volvió la cabeza para ver á dónde mi-raba su interlocutor , y quedóse completamentesorprendido y turbado.

Entónces el Sr. Altamirano se lanzó sobre el des-conocido, asiéndole fuertemente, y dijo al guardiaque detuviese aquel hombre , manifestándole queera el Juez de Rute y lo que le habia ocurrido, todolo cual atestiguó el Sr. Jaime , que en aquel mo-mento se acercó, inquieto y curioso de averiguar lacausa de aquella escena.

—No se molesten ustedes, señores, en demos-

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192 EL BANDOLERISMO.

ararme quiénes son y quién es esta buena pieza,pues que yo le conozco y él tambien me conoce, dijoel guardia.

Mentira ! exclamó iracundo el desconocido,y forcejeando por desasirse del Juez , el cual,echándole mano al bolsillo , le arrancó una pistolade dos cañones , que ya tenia montada.

— ¿No te acuerdas de lo que sucedió en Cómpeta?Ya era hora de que te echase la vista encima!—Ni usted me conoce á mí, ni yo lo he visto

en mi vida.---1Que no te conozco ! exclamó el guardia Tú

eres el Bando !

Es imposible describir la impresion , á la par deterror y de ira, que estas palabras produjeron enel desconocido.

En efecto , el guardia le conocía por haberlo vistoen Cómpeta, donde en cierta ocasion , unido conotros de su jaez , habla tratado de atropellarle.

A esta sazon llegó casualmente otro guardia, quecomo el anterior pertenecia al puesto de Velez , yhabiéndose apoderado del criminal le registraron,segun costumbre, y le encontraron una buena sumade dinero en oro y billetes del Banco de Málaga,resultando ser el famoso José Palma, conocido porel Bando, y uno de los más temibles é incansablessecuestradores de Andalucía.

En seguida se averiguó su posada, que era lallamada Nueva de Lanzas , en donde se recogieronsu caballo y sus armas , entre las que había un

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INTRODUCCION. 193

precioso retaco de dos cañones, y que más tardesirvió de hilo conductor y clara prueba para inda-gar y demostrar su complicidad en crímenes hor-rorosos.

Segun más tarde se averiguó , el abogado Rueda-estaba íntimamente unido con el célebre Niiio , dequien ya he tenido ocasion de ocuparme , con mo-tivo del secuestro de Orellana. El Niño era el pa-drino de los más famosos bandoleros , á, quienestomaba á su servicio, concediéndoles albergue enel ya citado Cortijo de Ceuta ; otras veces los pro-tegía en la cárcel dándoles dinero , é influyendopara su mejor defensa ; y era tal su aficion á estaclase de padrinazgos, que en diversas ocasionesfué á ofrecer su proteccion á muchos bandidos, hquienes sólo conocía por su funesto renombre , ápesar de hallarse éstos encarcelados en pueblosmuy distantes del suyo. En tales casos , el obligadodefensor de aquellos criminales era el abogado donJuan de Rueda , vecino de Rute.

Sucedió, pues , que en este último pueblo se co-metió un horrible asesinato en la persona de Fran-cisco Tirado Gordon , y concurrieron en aquel abo-minable crimen circunstancias tales, que produje-ron en el vecindario tanta indignacion como escán-dalo. El agresor habla afilado la víspera su enormefaca, y al día siguiente sacrificó á su víctima des-cargándole dos formidables puñaladas, y ambas lehirieron el corazon. El asesino , llamado AntonioCalvez, era el municipal predilecto del alcalde,

TOMO I. 13

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amigo íntimo de D. Juan de Rueda. Éste posenuna casa de campo cerca de Rute, , y mandó al ase-sino que se ocultase en élla, y allí precisamentefué apresado. En resúmen , omitiendo prolijos por-menores, me limitaré á decir que el Sr. Altami-rano vióse obligado, en cumplimiento de sus debe-res, á detener y encausar tambien al susodichaRueda.

Ahora bien ; la prision de este abogado produjogrande alarma , y áun enojo, entre todos sus de-fendidos, y muy particularmente se inquietó porélla el famoso Niño , ya fuese por la amistad que leprofesaba, ya por otros motivos más interesados,que pudieran acarrearle funestas consecuencias,.De todos modos , es lo cierto que se conjuraron con-tra el Juez, y habiendo sabido que éste debia ha-cer un viaje á Velez-Málaga por breves dias , se lepresentó, como ya hemos visto, José Palma ( a ) elBando , amigo y cómplice del Niño , con el intentode ablandar al Juez, ó asesinarle, en el caso deque se manifestara inflexible contra Rueda.

Tal es la explicacion de aquel frustrado delitocontra el Sr. Altamirano , quien vino á ser causa,tan inconsciente como eficaz, de la detencion deuno de los más famosos y empedernidos crimina-les, como lo era el Bando.

Mientras que Pepe Palma, segun vulgarmente lellamaban, era conducido á Málaga, habian sidopresos allí sus cómplices en varios crímenes Mi-guel Leiva Aguilera (a) Larrambla ; Juan Palma,

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INTRODUCCION. 195

hermano del Bando; Salvador Moya y Alcaide; JuanMontoya y Montoya (a) Z afarraya, y José Bonal ySalazar, el cual llevaba cédula de vecindad con el.nombre de José Marfa Espé)sito , natural de Manila,y era además conocido por el Capitan Mena, ó elGaribaldino, por haber servido en Italia á las ór-denes de Garibaldi.

Cumple ahora á mi propósito recordar al lectorla carta que escribí á los hijos de D. Juan Gonza-lez, á quien intentaron secuestrar y dieron muerteen el término de Antequera , ofreciéndoles mi apoyopara conseguir, por todos los medios que estuvie-sen en mi mano, la captura de los infames asesi-nos de su desgraciado padre.

Los hijos del Sr. Gonzalez correspondieron muyafectuosamente á mis ofrecimientos, prometiendopasar á verme en Córdoba tan luégo como elhondo pesar, que á la sazon les abrumaba , selo permitiese , habiendo dilatado la anunciada vi-sita hasta el 12 de Junio , cuando precisamente mehallaba en la estacion de la via férrea para concur-rir á la conferencia á que habia sido citado en Ma-drid por el Gobierno , y cuyo contenido y acciden-tes ya quedan relatados.

Esta circunstancia hizo que no fuese nuestra en-trevista tan larga, como todos hubiéramos deseado;pero duró lo bastante para que nos pudiésemos co-municar recíprocamente importantes datos, relati-vos al trágico fin del Sr. Gonzalez , y ponernosde acuerdo para perseguir, sin tregua ni desean-

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196 EL BANDOLERISMO.

so, á los perpetradores de aquel crimen horroroso..Ahora bien ; tan luégo corno llegó á mi noticia la

prision de José Palma y consortes , en cumpli-miento de mi palabra y. de mi deber, escribí nue-vamente á los desconsolados hijos del Sr. Gon-zalez para que fuesen á Málaga y se presentasen áreconocer en rueda de presos á dichos criminales,así como sus armas , caballos y efectos, por siacaso coincidian con alguno de aquéllos las noti-cias y señas que éllos tenían de antemano', y lasque despues hablan podido adquirir, respecto á losautores y cómplices del crimen, que tan directa-mente les afectaba.

Tambien , con igual fin y motivo, le escribí á elya libertado D. José Orellana.

En efecto , concurrieron todos á Málaga , y resultóque el Sr. Orellana , su hermano Juan y su cu-ñado Bartolomé Gimenez, cuyos dos "últimos se ha-bian entendido con los bandoleros para rescatar alsecuestrado, reconocieron á José Palma y al lla-mado Capitan Mena , con quienes habian conferen-ciado para tratar de la libertad del cautivo.

Además, los tres reconocieron al Capitan Mena,afirmando ser el fingido sargento de la Guardia ci-vil, que se habia presentado en Palenciana.

En cuanto á los hijos de D. Juan Gonzalez, diréque la escena del reconocimiento fué mucho máspatética, y merece referirse con todos sus intere-santes pormenores.

Pero ántes de proseguir convieneque el lector

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conozca algunos antecedentes, relativos al hechoque tanto, y con tanta razon, habia afligido á estadesventurada familia.

En el momento en que los bandidos acometieronal Sr. Gonzalez , se hallaban en el inmediato cor-tijo , denominado del Conde, su hijo Salvador y suhijo político Juan Muñoz Cano. El acometido , bienque de avanzada edad , era hombre de gran valor,y se defendió heróicamente, segun ya he indicado.Los hijos oyeron los disparos, montaron á caballo ysalieron á reconocer la causa de aquel tiroteo. Losbandidos tenían vigilantes por todos los cerros delcontorno, y por consiguiente, les avisaron la ve-nida de gente armada , y salieron huyendo , lleván-dose al anciano, ya mal herido, terciado sobre uncaballo.

Los hijos supieron esta circunstancia por unasescardadoras que presenciaron el hecho, y á riendasuelta persiguieron á los bandidos, quienes , vién-dose tan acosados , dejaron caer de golpe , y yacasi exánime , al infeliz anciano.

No es de este lugar el referir el doloroso espec-táculo que se ofreció á los desgraciados hijos , quesólo tuvieron tiempo para recoger las últimas pa-labras y el último suspiro de su idolatrado padre.

A mi propósito sólo cumple ahora, el fijar la cir-cunstancia importante de que los hijos de la vícti-ma habian visto á sus verdugos, bien que de léj os, ypor consiguiente, el reconocimiento de los presos enMálaga era tan justificado como indispensable.

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198 EL BANDOLERISMO.

Así, pues, los hijos del Sr. Gonzalez se apre-suraron solícitos á llenar mis indicaciones, pre-sentándose inmediatamente, segun ya he manifes-tado , á las autoridades de Málaga , y desde luégoreconocieron el retaco que le habian cogido alPalma, afirmando que era el de su padre , é igualafirmacion hizo otro amigo suyo , que los acompa-ñaba, y que tenia muy visto el retaco.

En seguida pasaron á la cárcel, en union de unJuez y un escribano, y habiendo sacado de sus en-cierros á unos veinte presos, que se hallaban inco-municados , formáronse en círculo , y el hijo-Salva-dor, en quien el grito de la naturaleza le servia ála vez de inspiracion y de recuerdo , con seguridadinfalible , dirigióse al Bando , y exclamó : « ¡ Este esuno de éllos! »

El escribano le dijo entónces que lo tocara , se-gun la fórmula prescrita, y al tocarlo, sobrecogióal Palma un temblor convulsivo é inexplicable,barbotando algunas horrorosas blasfemias.

Salvador Gonzalez se indignó profundamente, ycon acento indescriptible y con voz que retumbócomo un trueno , le dijo : « Tú infame , has muertoal mejor de los hombres! »

En aquel momento Gonzalez era para el crimi-nal como la voz y la figura audible y visible de suimplacable remordimiento.

El criminal , con los ojos desencajados , rechi-nando los dientes, apretando los puños , inyecta-das las venas de su cuello, lanzó una mirada de

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indecible ferocidad sobre su acusador, y en se-guida giró sobre sus piés, como un hombre beodo,extendió las convulsas manos , y se desplomó acci-dentado en tierra , como herido de un rayo.

Verificados tan importantes reconocimientos, cu-yas consecuencias dejo ligeramente apuntadas, losreferidos criminales , en virtud de mis anterioresreclamaciones , fueron inmediatamente trasladadosá Córdoba.

Allí, con algunos de estos criminales , me ocur-rieron lances tan dramáticos y sorprendentes, quede seguro su relato , en la parte de esta obra desti-nada á Episodios , ha de impresionar muy viva-mente á los lectores.

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CAPÍTULO XII.

LA. PERSECUCION AUMENTA. Y LA. LUCHA CRECE.

El despecho y la rabia de los bandoleros llegó alúltimo paroxismo, al verse tan tenazmente perse-guidos y acosados en todas las provincias de An-dalucía.

Ahora reconocieron, bien que tarde , que habiasido ilusoria su esperanza de salvarse , mediante suemigracion, por decirlo así , de la provincia deCórdoba.

Pero entónces, pudo advertirse tal recrudeci-miento en la lucha, que los crímenes se repetiancon espantosa frecuencia, á la par que los bandi-dos, en su desesperacion, se batian como fierascontra la Guardia civil, á la cual aborrecian demuerte.

Los criminales no sólo se defendian, sino que yaresueltamente atacaban á sus perseguidores, aun-que fuesen tantos á tantos; pero cuando los ban-didos eran inferiores en número, buscaban la ven-taja en los accidentes del terreno, en la oscuridadde la noche, en la precision de sus armas, en los

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INTRODUCCION, 201

informes de su espionaje, en la facilidad de la fuga,y en la traidora sorpresa de la embestida.

Y entónces tambien se vió de una manera evi-dente é incontestable , hasta qué extremo llegabala asociacion orgánica de los criminales, que des-caradamente salian á caballo por los caminos árescatar á sus compañeros, conducidos por la Guar-dia civil, sosteniendo contra élla diarios y rudoscombates.

Así sucedió, que en éstos encuentros, fueron he-ridos y muertos algunos individuos de la benemé-rita Guardia civil, corno tambien bagajes y baga-jeros, corriendo además , en diversas ocasiones,inminente peligro las familias de los desgraciadospresos , á los cuales acompañaban en sus tránsitosá los Juzgados, que los reclamaban , ó á los presi-dios, donde iban destinados.

Tambien ocurria frecuentemente , que los mis-mos bandoleros, aturdidos ó turbados , solían heriró dar muerte á los presos á quienes trataban de

; y otras veces, la insolente osadía de los ca-ballistas obligaba á los guardias civiles á cumplirlos más penosos deberes, para atender desemba-razadamente á su propia defensa, cubrir su res-ponsabilidad, y llenar su obligacion reglamenta-ria de perseguir siempre y en todo caso á losagresores.

Y no pocas veces, lograron escaparse, á favor deéstas refriegas, famosos criminales , así como tam-bien , en otras ocasiones, sucumbieron algunos de

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202 EL BANDOLERISMO.

los bandoleros que, atropellando las leyes , se atre-vian en su loca audacia á salir á los caminos, conel reprobado fin de arrancar á viva fuerza de ma-nos de sus conductores , á sus cómplices y amigos,que se hallaban bajo la accion de la justicia.

Indudablemente , por entónces , hubo de darseentre los bandidos la consigna de resistirse , solosó acompañados, frente á frente , ó á traicion, decualquiera manera , contra la Guardia civil, quecon tanto celo y abnegacion, con tanta inteligenciay constancia, los perseguia y los acosaba, impi-diendo sus robos y tropelías, y cumpliendo la ele-vada y protectora mision social, que les está en-comendada, y que tan dignamente ha sabido des-empeñar siempre que ha encontrado en las autori-dades el necesario apoyo.

Y no solamente la resistencia era general, porparte de los bandidos, que se hallaban sueltos porlos campos y en las p gblaciones, sino que tambien,hasta en los mismos presos, pudo advertirse, du-rante las conducciones, una osadía , un ódio y -.nadisposicion tan perseverante á la provocacior, yá la lucha , que no podía ménos de ser órdeny precepto, ocultamente circulado por sus supe-riores.

Sólo así puede explicarse el atrevimiento inau-dito, de que á la sazon daban frecuentes muestras,supuesto que un solo criminal, preso y conducidopor una pareja de la Guardia civil, no vacilaba enaprovechar cualquiera distraccion de sus condue-

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INTRODUCCION. 203

tones para acometerlos, ó salir súbitamente hu-yendo por barrancos, despeñaderos, ó matorrales,á fin de conseguir su fuga , cuando ántes, jamás seresolvían á intentar tales actos: prueba evidentede que obedecian á una consigna general, y de queentre éllos se habia dado el grito de guerra sin tre-gua á sus perseguidores, de cualquiera clase ycondicion que fuesen.

Por este tiempo, y en corroboracion de mis aser-tos precedentes, ocurrieron muchos hechos, quevinieron á confirmarlo así , de una manera indubi-table.

Con este motivo, referiré algunos lances , entrelos infinitos que pudiera citar, en los cuales , ellector advertirá las inteligencias, que tenían esta-blecidas los bandidos, y los socorros que esperabande sus secretos asociados, supuesto que desde en-tónces en adelante, apenas se verificaba conduc-clon alguna, en que no intentasen arrebatar á lospresos , acometiendo á balazos á la Guardia civil,y ésto dió lugar á que más tarde se adoptasen lasmás exquisitas precauciones , respecto al dia , horay ruta, en que debían ser conducidos los presos.

Recordará el lector, que á los pocos dias de millegada á Córdoba, se escaparon de aquella cárceldiez presos, los cuales fueron todos nuevamentecapturados. Entre éllos se encontraban dos famososcriminales, de terrorífica historia, llamados Joséde la Fuente Visuet y José Navas Morales.

El primero de éstos contaba cuarenta ahos, si

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204 EL BANDOLERISMO.

bien no los representaba, atendido su aspecto ju-venil. Era pequeño de estatura, muy fornido, y sucabeza, poblada de una hermosa cabellera negra,habría podido servir de estudio á un artista, quese hubiera propuesto pintar el génio de la astuciamás refinada, de la inteligencia más penetrante, yde la perversidad más terca. La expresíon de losojos de aquel hombre , ni áun por el retrato, puedeatinadamente apreciarse; era necesario conocerpersonalmente á Visuet, para poder observar elextraordinario y singularísimo efecto, que en surostro moreno, guarnecido de negra barba, produ-clan aquellos ojos azules y límpidos como el cielo,y dotados de una mirada de tan increible fuerza,que parecía herir y hablar con éllos.

No pocas veces , conversando con él en la cárcel,lamentaba yo dentro de mí mismo, el extravío deaquel sér poderoso é inteligente , que había gastadomás fuerza y más capacidad en hacer daño y la-brar su deshonra y su ruina, que gastan otroshombres eminentes para labrarse gran fortuna yreputacion gloriosa.

Visuet tenia el instinto de aprovecharse oportu-namente de todo cuanto le rodeaba, utilizándolopara sus fines, que por desgracia eran siempre si-niestros.

Este hombre se enamoró de una hermosísima jó-ven de un modo , que en mi concepto , merece lapena de referirse.

La joven estaba tambien presa en el mismo edi-

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INTRODUCCION. ' 205

ficio, aunque -en el departamento destinado á lasmujeres.

Todos los dias festivos concurrian los presos t.oir misa en la capilla, en donde una balaustradaimpedia la comunicacion de los encarcelados dedistinto sexo , si bien no era un obstáculo paraverse, y dicho se está que Visuet llegaba con todasu alma, como si todo él estuviera presente, á dondellegaban sus ojos fascinadores.

La jóven, cuya belleza, repito, era extraordina-ria, no pudo dejar de advertir la mirada del ban-dido ; y fijarse en élla, y sentirse atraída , impre-sionada , magnetizada y apasionada del preso, fuétodo obra de un solo instante.

Los dos amantes, pues , se entendieron durantealgun tiempo por señas y miradas , y ésto única-mente en los dias festivos. Al fin la jóven , fuépuesta en libertad , y acudió presurosa á visitar áVisuet, llevándole cuanto presumía que su amadonecesitaba, y élla podía proporcionarle.

Sin duda, por parte de la jóven, aquella pasionera sincera y vehemente , y áun cuando es de su-poner, que el bandido le correspondiese del mismomodo , es lo cierto , que obedeciendo á su instinto deutilizarlo todo para sus fines, valióse de su amada,para que le llevase una palanqueta, una cuerda yotros utensilios, necesarios para su fuga.

Visuet, por esa inexorable ley del mundo espiri-tual, en donde la superioridad es de la inteligencia,

se hizo naturalmente el jefe y director de los más

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206 EL BANDOLERISMO.

fuertes y robustos, que pudo utilizar para el rudotrabajo que se ip roponia, comunicándoles secreta-mente su plan y su intento.

El plan estaba tan bien combinado , y las medi-das tan exactamente tomadas, como b ubiera podidohacerlo el ingeniero mas inteligente, supuesto queen el muro de la Torre , llamada de la Iriquisicion,practicaron una boca tan bien calculada, que porla parte de adentro, ó sea la cárcel, podian trabajará puerta cerrada en un sitio muy excusado y á cu-bierto de las requisas ordinarias ; y por la parte deafuera, la perforacion venía á caer exactamente alnivel de un poyo de piedra, que guarnece por aquelpunto el perímetro de la mencionada torre , cuyopoyo está situado en la huerta del Alcázar, propiadel Marqués de la Córte, y en cuyo sitio la señoraMarquesa tenia la costumbre de sentarse y pasarlas primeras horas de la mañana, ya ocupada ensus labores, ya leyendo.

Es seguro que aquel dia, habría sido víctima laMarquesa, si al salir los bandidos, la encuentranen el sitio, en que acostumbraba sentarse.

Por fortuna, aquella mañana, entretenida en con-templar sus flores, retardó el ir al sitio de costum-bre, y evidentemente éste retardo le salvó la vida,retardo que aquella señora, tan piadosa como dis-creta, calificó entónces , y no sin fundamanto, de-inspiracion, providencial.

Los bandidos, pues , llevaron á cabo su intentode fuga, atravesando rápidamente en toda su ex-

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INTRODUCCION. 9Y7

tension la huerta del Alcázar , atando la cuerda áun árbol, junto al muro , y descolgándose por éllahasta diez presos , segun ya queda referido. _

La Marquesa y su familia pudieron diviar á losbandidos, que en tropel huian , y esta señora fuéprecisamente quien avisó á la guardia de lo quehabia ocurrido. No es de éste lugar referir lo que3ntónces hice , las disposiciones que adopté, ni lasresponsabilidades que exigí á los que por indolen-cia ó ineptitud, ó por ambas cosas juntas, hrbiandejado espacio y ocasion á que tan gran núniero depresos , y en el mismo dia de la quinta , se escap

, alarmando á la poblacion , en circunstanciastan críticas, y cuando hasta los dos Jueces de lacapital, sin tener en cuenta los trastornos anun-ciados con antelacion para aquel dia, se hablanatrevido á ausentarse , abandonando su puesto.

Los fugitivos desaparecieron en distintas direc-ciones, y Visuet, seguido de su amada , que leacompañaba por todas partes á las ancas de sucaballo, despues de diversas aventuras y fechorías,vino á ser capturado en Puente Genil.

En cuanto á José Navas Morales, yá citado,camarada suyo, ladron , asesino , incendiario , comoVisuet, vino á juntarse con éste otra vez en la cár-cel de Córdoba ; y reclamados por el Juez de Ante-quera , á consecuencia de otros delitos nuevos y di-ferentes de aquellos, por que ya estaban sentencia-dos á presidio , se dispuso la conduccion de ambosdesde Córdoba al sobredicho punto de Antequera.

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208 EL BANDOLERISMO.

Entre tanto , la jóven enamorada de Visuet, provista de gran suma de dinero, recorria ansiosa ydesolada todas las cárceles del tránsito , procurando.sobornar á los Alcaides , bien que inútilmente. Ade-más , es muy posible que ésta jóven estuviese eninteligencia con los malhechores , que salkr á loscaminos á arrebatar los presos.

En la madrugada del dia 2 de Julio salieron dela cárcel de Benamejí el sargento Comandante deaquel puesto, y tres guardias , conduciendo á Vi-suet y Navas, para lo cual ciertamente bastaban dosindividuos; pero se destinaron cuatro á este ser-vicio , teniendo en cuenta la circunstancia de queNavas Morales habia capitaneado una asociacionsecreta, dedicada al robo , y era fácil presumir quesus consócios intentasen algun golpe de mano parasalvar los presos, especialmente á su capitan, in-tento que por otra parte , favorecian • admirable-mente las escabrosidades y accidentes de aquelterreno, donde se habian verificado recientementeespantosos crímenes.

Sucedió , pues, que al llegar al sitio denominadode la Cabrillana , entre los pueblos de la Alameday Benamejí, fueron acometidos por ocho hombresarmados y á caballo, y con inusitada osadía dieronla voz de «alto» á la Guardia civil, reclamándolelos presos, ó que de lo contrario, dejarian unguardia vivo.

Como era natural, los guardias se parapetarondetrás de los presos , al verse encañonados por los

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INTRODUCCION. 209

caballistas , los cuales dispararon tan desatinada-.mente, que éllos mismos causaron la muerte de unode los conducidos, viniendo á trabarse una desiguallucha, durante algunos minutos.

El otro preso, aprovechando la confusion , salióhuyendo entre los dos fuegos hácia sus libertado-res, y á los pocos pasos cayó tambien muerto.

Viéndose ya la Guardia desembarazada de lacustodia de los presos, acometió resueltamente á losagresores , los cuales no se atrevieron á prolongarel combate, ya porque temiesen el ímpetu y bravu-ra con que los guardias les embistieron, ya porquereconocieron que la lucha podia ser muy peligrosapara éllos, y de todo punto inútil para su propósito.

La insolencia de los bandidos creció tanto, quedos dias despues del hecho que acabamos de refe-rir, fué secuestrado al anochecer D. José RamirezCárdenas en las inmediaciones de Arcos de la Fron-tera, provincia de Cádiz , por una partida de sietemalhechores, armados y á caballo.

El desgraciado Ramirez Cárdenas tenia sesentay dos años de edad.

Tres dias despues de este secuestro, se verificó elde un jóven de diez y ocho años, llamado EnriqueRubio; en un cortijo, término de Arahal, provinciade Sevilla.

En aquellos mismos dias fué muerto por la Guar-

dia civil el famoso criminal Ramon Caro, conocidopor el asesino, capitán de bandoleros y de-

sertor del presidio de la Carraca.

TOMO 1. 14

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210

EL BANDOLERISMO.

Este malhechor, entre otros muchos crímenes,habla cometido recientemente el de hacer armascontra la Guardia civil , lo cual ocurrió del modosiguiente: ya bien anochecido, una pareja recorriael término de Herrera , provincia de Sevilla, y seencontró con un arriero, á quien preguntaron sihabia visto gente sospechosa, á lo cual aquél res-pondió , que no habia visto á nadie. El arriero, se-gun despues se supo, ignoraba que ya le venianpersiguiendo largo trecho, tres bandidos, los cualesse hubieran tropezado con los guardias y el arrie-ro, que se hablan parado en el camino, á no haber-les servido de aviso un accidente, al parecer, insig-nificante ; pero que fué la causa de que los bandi-dos se salvasen aquella noche, y pudiesen cometerá mansalva, un infame atentado.

Es el caso, que la cabalgadura del arriero llevabapendiente del pescuezo una esquila , que se oia demuy léjos , y tras cuyo sonido venian los malhe-chores , con el intento de aprovechar favorable co-yuntura para robarle; pero habiendo advertido, queel arriero , sin duda , se habla parado , supuestoque la campanilla no sonaba , se acercaron sigi-losamente , flanqueando el camino , para obser-var la causa de aquella detencion, y entónces pu-dieron ver que el arriero estaba hablando con lapared a.

En seguida volvió á sonar la esquila, es decir, queel arriero siguió su camino, mientasque los guar-dias quedáronse echando un cigarro; todo lo cual,

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INTRODUCCION. 211

muy á su sabor, observaban ocultos los bandidos, ácorta distancia.

Ya dije en el primer capítulo de esta obra, que ámuchos parecerian livianas , ó prolijas las cosas,que escribiere ; pero el caso presente me brinda conejemplo insigne y demostracion palpable, de que nosiempre deben mirarse las minuciosidades Con des-precio, porque en muchas ocasiones , de pequeñascausas suelen nacer efectos grandes; y es tanto másprovechosa la advertencia , cuanto es ménos espe-rada, ó ménos fácil de entenderse , y deducirse deligeros accidentes.

Así sucedió, que los infelices guardias cometie-ron una imprudencia, tan perdonable , como cos-tosa para éllos, al querer fumar y encender un fós-foro, á cuya funesta luz , pudieron los criminaleshacer á su gusto la puntería, y disparar dos certerostiros, matando cobardemente al guardia Juan San-chez Moreno , é hiriendo al otro.

Tal fué , la última fechoría , que cometió RamonCaro (a) el Pulli, que fué uno de los dos que dispa-raron contra los desgraciados guardias. Los otrosdos compañeros del Pulli, Gavino Moyano, y el co-

nocido por el Piloño, fueron tan tenazmente perse-guidos, que á los pocos días el Moyano, cansado deaquella vida errante y azarosa, y desesperado ade-más de salvarse, presentóse á la autoridad; al mis-mo tiempo que el Pitoño, fugitivo y temeroso de tanincansable persecucion, se ocultó en Estepa, dondefué apresado.

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'212 EL BANDOLERISMO.

Por estos mismos días fué tambien preso el ha-bilidoso criminal José Aquilino Leon, conocido con

, e1 mote de Correilla, y por cuya astucia y cornbi-nacion se preparaban y cometían infinitos robos,incendios y crímenes de toda especie, porque man-tenia inteligencias y comunicacion constante contodos Ios malhechores de la provincia, y era famosoinventor de ardides é inteligentísimo probador decoartadas.

Ahora bien ; siendo conducido al Juzgado deMontoro , intentó fugarse en el sitio denominadoArroyo del Salobrar , precipitándose á carrera ten-dida por una hondonada, y estuvo á punto de con-seguir escaparse , pues que los guardias dispara-ron contra él , sin efecto , varias veces, hasta quele acertaron por último , dejándole muerto en elacto.

A consecuencia del pernicioso influjo del caci-quismo en el nombramiento de personas ineptaspara el difícil cargo de Alcaides, sucedió en Alfar-nate , provincia de Málaga , un caso muy seme-jante al ocurrido, casi con igual fecha, en la cár-cel de Hinojosa , es decir , que se escaparon tresrenombrados criminales , llamados Antonio Bar-roso , Pedro Gavilan Villaron y José Romero , loscuales, sorprendidos por la Guardia civil , en eltérmino de Olvera, provincia de Cádiz , sostuvieronuna lucha tan porfiada, - que duró toda una noche,hasta que por último , despues de un tiroteo quealborotó la comarca, resultaron muertos los tres

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INTRODUCCION. '213

terribles bandidos, que con sañuda rabia prefirie-ron la muerte, á entregarse á sus perseguidores.

Por entonces tambien murió el bandido Venan-cio García Romero , azote y terror de los propieta-rios de la Carlota , Posadas y demás pueblos de lasinmediaciones , el cual sucumbió resistiéndose te-merariamente contra la Guardia civil.

El recrudecimiento era tan notable que adqui-ria el carácter de una verdadera guerra social. Losbandidos , áun solos y aislados , se defendían contenacidad increíble ; los caballistas acometían conarrogancia inexplicable; los crímenes se multipli-caban con rapidez asombrosa ; los secuestros y losatentados de toda especie se repetian con inauditafrecuencia en las provincias limítrofes á la deCórdoba.

La insolencia , el descaro y el atrevimiento delos malhechores llegó hasta el extremo de asaltarsin rebozo , á mano armada , las casas de muchoshacendados , como , entre otros casos que pudieracitar, sucedió en Utrera con el Marqués de Ulloa,cuyo domicilio asaltaron siete ladrones ; y comosucedió tambien en el Coronil con el Sr. D. Fran-

cisco de Paula Candau , cuyo domicilio frió tambienasaltado por los bandoleros , con circunstancias yaccidentes tan interesantes , uno y otro asalto, que

los referiré con todos sus pormenores en la partede esta obra, destinada á describrir TIPOS y relatar

EPISODIOS.Por el mismo tiempo sucedió que llegando á Vi-

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214 EL BANDOLERISMO.

lia del Río , provincia de Córdoba, un licenciadodel ejército, llamado Pedro Mesa Urellana, se pre-sentó al Alcalde pidiendo boleta para su aloja-miento , la cual le dieron en el acto.

Llegó el soldado á casa de sus patronas , y seencontró con que éstas eran gente maleante , ale-gre, guitarrista , sonsacadora de dinero y dadivo-sa de caricias , no siempre libres de mortal pon-zoña.

Al punto el soldado conoció el juego , porque erahombre de mundo ; pero tambien de aspecto grave,muy pundonoroso y con el pecho lleno de cruces,ganadas en la guerra de Africa ; y despues de diezy seis años de servicio , lo que más apetecia el buen,licenciado era regresar cuanto ántes á su pueblo yal seno de su familia. Su ánimo, pues, no estabapara bureos y refocilaciones con mozas del partido,y por lo tanto , determinó volver al Ayuntamiento,á fin de que el Alcalde le diese boleta para otra casamás honrada, y en donde la bulla constante , y elcontinuo reir y el perpétuo bailoteo no le impidie-sen dormir en paz y gracia de Dios.

Contestóle el Alcaide , que por cierto era muyjóven y de buen humor , que el turno de los aloja-mientos se llevaba muy rigorosamente , y que enjusticia le tocaba sufrir aquella carga á las veci-nas, á cuya casa lo habia enviado, chanceándose,por último, sobre la buena compañía que allí leera fácil disfrutar , añadiendo , que á pesar de susflaquezas, aquellas vecinas eran buenas gentes , y

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INTRODUCCION. 215

que un licenciado del ejército no debía reparar enrepulgos de empanada, ni escrúpulos de monja.

o'Bíen hubiera querido el licenciado que le muda-

ran el alojamiento ; pero el infeliz cedió á la razonprincipal del Alcalde , que consistía en la justiciadel turno, y así se volvió á la casa de mala volun-tad; aunque resuelto á descansar algunas horas , yapresurar su jornada.

Llegó de nuevo el licenciado, y preguntó á laspatronas en dónde podria aposentarse, y le contes-

,1 taron que se arreglase por allí como mejor supiera;es, y entónces , el licenciado sent&se en un rincon del

zaguan , mientras que en él tenían la mesa puesta,y estaban comiendo unos pollos con tomate tresdaifas con sus tres correspondientes rufianes , be-

aa hiendo de lo lindo, bromeando como locos, j ugue-a r teando de manos, y alborotando la casa y la vecin-

o, dad con la bulla y algazára.El soldado , á quien ni siquiera por cumplimiento

le hablan brindado de comer , sacó de su mochilaun pedazo de pan, y comenzó á devorarlo con tantoapetito como silencio.

Terminado el festin , uno de los rufianes , llamadoCecilio Puro Corazo , recien licenciado de presidiopor asesino , que la echaba de majeton y perdona-

vidas, tomó una guitarra, y despues de cencer-rearla un poco, dirigióse al militar, y con voz man-

dona y aire maton, le dijo :Ahora va usted á divertirnos un rato.

Y el presidiario le alargaba con insistencia la

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216 EL BANDOLERISMO.

guitarra al soldado, el cual, saboreando su men-drugo, respondió:

No sé tocar.Vaya un soldado de ñoña! Militar, y no ta-

ñer la vihuela, cuénteselo usted á su abuela , diceel refran , y es la fija.

Yo he sido buen soldado, peleando contra losmoros , respondió gravemente Pedro Mesa.

- Me parece á mí que los moros que usted mate,se morirán de gordos.

Los negros ojos del soldado lanzaron un relám-pago de ira, levantó la cabeza, miró atentamenteá su provocador , despues se encogió de hombros,y siguió cortando con su navajilla pequeños peda-zos de pan, y comiendo tranquilamente.

Oye usted, mozo? Le he dicho á usted que vausted á tocar para divertirnos un rato , y para quebailen estas mozas, insistió el ex-presidiario.

—Pues ya le he dicho á usted que no sé tocar.—¿ Sabe usted una cosa?- ¿, El qué, buen amigo ?— Que es usted un militar muy pánfilo.

- Muchas gracias.Pero usted es tonto, ó lo parece ?

Lo que usted quiera.A. todo ésto, las ninfas y los galanes invitaban

todos, segun su carácter, y en tonos diferentes, almilitar, para que tocase.

El apuro del soldado era grande , porque, enefecto, no sabía tocar la guitarra, y es seguro que,

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INTRODUCCION. 217

por bien de paz y atendida la mesura de su porte,no hubiera dejado de complacer á aquella locagente, si hubiera sabido tocar la vihuela.

Vamos, militar , eche usted una playerita á logitano, porque sepa usted que yo me muero por lascoplitas flamencas , dijo una moza morena con vozde almíbar , entornando graciosamente sus hermo-sos ojos negros , dando palmadas , y zapateándosecon descocado contoneo.

i Qué playeras, ni qué niño muerto ! exclamóel ex-presidiario , con grandes muestras de enojo,y esgrimiendo la guitarra sobre la cabeza del sol-dado. He dicho que va usted á tocar, aunque nosepa , y si nó va usted á hacer con la mollera másguitarras, que estrellitas tiene el cielo.

Entónces el soldado, viéndose amenazar con tantainsolencia, levantóse bruscamente, diciendo :

Diviértanse ustedes cuanto quieran, y no semetan conmigo , porque yo no insulto ni ofendo ánadie.

Y el soldado encaminóse á la puerta del zaguan.A dónde va usted , tio mándria?

Déjenme ustedes en paz , que no quiero ca-morras. Los mándrias no llevan estas cruces, dijoel soldado , llevándose la mano al pecho , con unademan indescribible de dignidad, y mirando á suprovocador con soberano desprecio.

El ex-presidiario, furioso por aquella sangre fria,y ofendido por tanto desdén, intentó descargarle ungolpe al soldado con la guitarra; pero los rufianes,

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218

EL BANDOLERISMO.

y sobre todo las mozas, se interpusieron , evitandoque los contendientes viniesen á las manos, echandoal soldado á la calle y cerrando la puerta del zaguan,mientras que el bravonel, sujetado por las mujeres,quería tragarse al mundo, con fanfarrona pala-brería.

El soldado, si bien ofendido y hasta iracundo porno haber castigado á su ofensor, se detuvo algunosmomentos ; pero al fin pudieron más en él la pru-dencia y el deseo de llegar sin tropiezos y cuantoántes al seno de su familia , y dirigióse reposada-mente hácia el Ayuntamiento.

Es de advertir que ya habia acudido mucha gente,atraida por la curiosidad , al oir tan escandalosagritería , y habiéndole preguntado al militar lacausa del alboroto, éste explicó en breves palabraslo acaecido , con lo cual subió de punto la indigna-cion del bullicio, que á cada instante crecia.

Pedro Mesa , pues , continuó tranquilamente sucamino ; pero al poco rato echó de manos su mo-chila , que habia olvidado recoger á causa de laconfusion y gresca , y como en élla tenia todo suajuar, peculio y documentos, vióse obligado á vol-ver á la casa para que se la entregasen.

En efecto , Pedro Mesa volvió cuando ya el tu-multo de la gente se habia desvanecido , y llamó ála puerta , diciendo que le entregasen su mochila.

Sin duda el pobre militar se hallaba muy can-sado, porque mientras que le respondian y aguar-daba que le sacasen su morral, se reclinó contra la

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1 NTRO DUCC1ON. 219

puerta, como para reposar algun tanto de su fatiga.A esta sazon , algunos curiosos que ya sabian el

hecho, al ver que el soldado volvia, se detuvieron ácontemplarlo , imaginándose que de nuevo rena-cería la sosegada pendencia.

Algunos llegaron hasta el punto de decirle áMesa, que no se metiese con gente de aquella laya,y que baria bien en alejarse ; pero él les contestóque no quería reñir con nadie, y que la causa desu vuelta era el olvido de la mochila , en la cual te-nia todos sus efectos, algunos ahorros, y sobre todosu licencia y demás papeles , que absolutamentenecesitaba.

Entre tanto la puerta permanecia cerrada y élcontinuaba reclinado contra élla.

En ésto, se acercó silenciosamente un hombre,que parecia uno- de tantos transeuntes ; pero depronto clavó una y otra vez un enorme puñal en laespalda del infeliz soldado , que cayó bañado ensangre, y como herido súbitamente de un rayo.

El infame asesino le habia atravesado el corazonde parte á parte.

Los circunstantes lanzaron un grito de horror, elasesino se abrió paso con su puñal ensangrentado,y la indignacion de todo el pueblo llegó á su colmo.

Excusado parece decir que el asesino era el ex-presidiario Cecilio Puro Corazo , el cual , habiendoreconocido al militar , que pedia su mochila , habiasaltado la barda del corral, situado en la parte tra-sera de la casa, y dando la vuelta con gran di-

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X20

EL BANDOLERISMO.

simulo , llegó cautelosamente , como ya he dicho,hasta tener al alcance de su alevoso puñal al des-venturado Pedro Mesa , que ileso y libre de tantoscombates , halló tan cruel y desastrosa muerte,ántes de regresar al seno de su familia. Oh fata-lidad !

No obstante el horror y general indignacion quehabla causado este crimen en medio del dia, elasesimo logró sustraerse á las iras del pueblo, yescapar á carrera tendida por el campo.

Pocos minutos despues , y en virtud de mis pre-cedentes y terminantes prevenciones , para que seme avisase sin dilacion todo cuanto ocurriese, llegóá mi noticia tan cruel asesinato, é inmediatamentecomuniqué por telégrafo á todos los puestos inme-diatos de la Guardia civil, las órdenes más ejecu-tivas para que á todo trance , sin tregua ni des-canso, persiguiesen y capturasen al infame ase-sino.

La Guardia civil se puso en movimiento con ex-traordinaria diligencia, y el resultado de sus es-fuerzos y de su buena voluntad fué capturar al ex-presidiario , ántes de las cuarenta y ocho horas,habiendo necesitado penetrar hasta la provincia deJaen la pareja, que logró prenderlo, en el pueblode la Higuera de Martos, de donde era natural elsusodicho Corazo.

Tres dias despues de la desdichada muerte delsoldado, era conducido el asesino al Juzgado deMontoro , debiendo pasar necesariamente por Villa

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INTRODUCCION. 12-21

del Río, á donde ya había llegado la noticia de quelo traian preso ; y con este motivo, áun antes deentrar en la poblacion , aglomeróse mucha genteque , indignada y con actitud amenazadora , incre-paba al criminal, y pedia á voces que lo matasen.

El preso, descocado y orgulloso, parecia hacercínico alarde de su crimen, y léjos de temer ó deturbarse, intentó aprovechar el momento, en que losguardias se esforzaban por contener el tumulto, yechó á correr de pronto , procurando asegurar sufuga, culebreando por entre la gente y parapetán-dose con élla, para ponerse al abrigo del fuego desus conductores ; pero éstos entónces le hicieronvarios disparos , persiguiéndole un buen trecho , yal fin vino á ser herido en la misma calle, en dondehabían alojado á Pedro Mesa.

El asesino, ya herido mortalmente, corrió aúnalgunos pasos hasta que cayó muerto , precisa-mente sobre la misma sangre de su víctima, y con-tra la misma puerta, en que había caído el infelizlicenciado. Oh Providencia!

Sólo me resta añadir, que en vista de los sucesosrelatados, y otros muchos que omito, la persecu-cion aumentaba y la lucha crecía, hasta el puntode confirmar plenamente la juiciosa apreciaciondel General Prim , respecto á que el bandolerismohabía tomado las proporciones de una verdaderaguerra social.

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CAPÍTULO XIII.

EL PRECIO DE UNA MUERTE.

Mientras permanecí en Córdoba no pasó un solodia, en que no recibiese anónimos , anunciándomeunos que trataban de asesinarme, y aconseján-dome otros, que no fuese tan confiado, y que meguardase.

Yo jamás he dado importancia á los anónimos,porque entiendo que así en lo que tengan de favo-rable , como en lo que tengan de adverso, quienlos escribe no merece consideracion alguna, porcarecer de valor para descubrir su nombre y per-sona.

Sin embargo, la experiencia me ha demostradoque no es prudente despreciar de un modo abso-luto los avisos que se reciben, por más que seananónimos, supuesto que no recuerdo haber reci-bido ninguno, que no tuviese algun fundamento; yen algunas ocasiones, los anónimos me han ser-vido admirablemente, no sólo para descubrir crí-menes , sino tambien para perseguir y capturar ás us autores.

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INTRODUCCION. 223

Ya he indicado en otro lugar, que meproponíaque los propietarios y hacendados temiesen más ámi autoridad, que á las intimidaciones de los ban-didos , á los cuales obedecian ciegamente, ántes demi llegada á Córdoba; y no sólo me proponia obte-ner este resultado por medio de mis disposiciones.gubernativas y oficiales , sino además con mi con-ducta personal. Así es que , llevado de este intento,procuraba demostrar en lo posible, sin temeridady sin timidez, en mi concepto , por más que . mu-chas personas calificasen de temerarios algunosactos mios, que yo no necesitaba alardear de fuerzay comitiva, que me acompañase, para llevar á cabociertos importantes servicios.

Esta conducta particular , por decirlo así, me ro-deó de cierto prestigio, atribuyéndome cualidadesde valentía y arrojo , en que ciertamente jamás hepensado, porque considero que el más esforzado delos hombres es aquel, que más estrictamente sabecumplir las leyes del honor y los deberes de sucargo ; y si en este sentido, se me quiere concederalgun esfuerzo , declararé sin arrogante jactanciani falsa modestia, que no lo rechazo.

De cualquier modo , es lo cierto que conseguí miro pósito de que mi autoridad fuese más respetadaP

y más temida que las amenazas , bajo cuya presion,antes cedían los propietarios con una timidez taninconcebible, como peligrosa para el órden social.

Y debo añadir, que logré mi deseo, áun más alláde loque yo mismo pude imaginarme, pues que el

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<224 EL BANDOLERISMO.

público juzgaba como una especie de hazañas mu-chos actos mios, que yo consideraba completamenteinsignificantes, como era, entre otros, el salir solode noche , ir á la Cárcel , departir á solas con loscriminales, ó vigilar posadas, establecimientos,casas ó sitios, en que pudiera encontrarse gentesospechosa.

Tambien se notaba, sin que yo pudiera imagi-narlo el que yo recibiera á todas las horas del diay de la noche á toda clase de personas, y entreélias , algunas que solían inspirar terror y espanto.

La explicacion es muy sencilla , es decir, querecibía á. todo el mundo para cumplir mi obliga-clon, y además no negaré que tenia muchos confi-dentes secretos, que no porfia ménos de recibir tan.luego como se presentaban.

Por lo demás , nunca tomé ningun género deprecauciones para recibir en mi despacho á todo elque lo solicitaba, ni tampoco para acudir á las ci-tas, á que frecuentemente era invitado por perso-nas, que tenian el más vivo interés en que se igno-rase de todo punto que me veian y hablaban.

Por otra parte , abrigo la conviccion íntima deque las precauciones son casi siempre completa-mente inútiles para la seguridad del individuo , ysólo sirven con frecuencia para amenguar el pres-tigio de las autoridades, ó ponerlas en ridículo. Enefecto ; dadas las armas de precision que hoy seusan ; teniendo en cuenta la facilidad de acceso ála autoridad que llevan consigo nuestras costum-

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INTRODUCCION. 225

bres políticas; considerando la necesidad, y áunconveniencia, de que las personas constituidas enautoridad se presenten en público, ya en paseos yteatros, ya en los edificios dependientes de la Di-putacion y Ayuntamiento , ya satisfaciendo las exi-gencias del trato social, que tanto se relaciona conla mision política de los Gobernadores; y recor-dando, por fin, el antiguo y verídico adagio deque «no vive el leal más que lo que quiere el trai-dor, » es lo cierto que para un hombre de mi carác-ter, lo más cómodo , sencillo y áuu seguro , escumplir valerosamente con su deber, suceda lo quequiera, y en la firme persuasion de que no haymedio más hábil de salvarse de criminales ase-chanzas, que arrostrarlas con brin, resolucion y en-tereza.

Hallábame, pues, solo en mi despacho una nochedel mes de Agosto, cuando á eso de las once, se meanunció que una persona quería verme ; y ocupado,como estaba , en mi trabajo, sin dejar de escribir,pronuncié la sacramental palabra de «adelante.»

Inmediatamente presentóse un jóven, á quien conun ademan invité á que esperase algunos minutos,ínterin concluía una comunicacion importante yreservada.

Durante algunos minutos, yo continué escri-biendo rápidamente, hasta que por un secreto éinexplicable impulso, me dió gana de mirar al re-cien llegado para indicarle que tomase asiento;pero á la verdad , nada le dije, al notar la inquie-

TOMO 1. 15

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226

EL BANDOLERISMO.

tud y turbacion extraordinarias , que se trasluciarien su rostro pálido y descompuesto.

Entónces me levanté inmediatamente, y adelante-téme hácia él, preguntándole :

¿Qué le sucede á usted?Es de advertir, que al adelantarme yo hácia el

recien venido, éste verificó exactamente igual mo-vimiento hácia mí, bien que con más precipitacion,y con aire desatentado.

A. todo ésto, el desconocido permaneció silencioso,trémulo, y girando al rededor miradas vagarosas yterribles.

Yo me habla colocado delante de él á medio pasode distancia, y en términos, que le habría sido detodo punto imposible hacer el menor movimiento,sin que yo no pudiera sujetarle los brazos, que te-nia cruzados sobre el pecho y con las manos cubier.tas por un gran chaqueton, que llevaba.

Y viendo que su turbacion crecía, y que un tem-blor convulsivo recorría todo su cuerpo, volvídecirle

—¿Pero qué le pasa á usted?Y al mismo tiempo, asiéndole fuertemente de

ambos brazos, se los separé , y descubrió un enor-me puñal , que llevaba en la mano derecha.

El lector puede figurarse fácilmente la impresionque me produciria semejante descubrimiento.

Además advertí que aquel hombre llevaba unrevolver, cuya culata velase asomar por encima dela faja.

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INTRODUCCION. 2'27

En seguida , por un movimiento más rápido quela imaginacion, me apoderé del rewolver, que porcierto ya estaba montado, me dirigí á la puerta,ganándole la accion, y el terreno de la salida , ydesde allí le dije, apuntándole :

Si no me dices la verdad, mueres ahora mismo.Máteme usted ! exclamó dejando caer el puñal

en el suelo. Yo no soy asesino, porque yo he sidosiempre valiente !

—Es verdad, le dije; los valientes no matan átraicion, sino cara á cara.

Perdon, y lo diré todo!Y así diciendo, cayó de rodillas con las manos

cruzadas, en ademan suplicante.—Perdonado, le respondí, levantándole yo mismo

é invitándole á que tomase asiento.El jóven obedeció sin replicar, yo cerré la puerta,

echando el pasador, y sentándome frente de él, ledije :

Conozco en su semblante, y en toda su per-sona, que no es usted un criminal empedernido,ni está dotado de mala índole, y que alguna pa-sion, ó ceguedad pasajera, es la causa de su funestoextravío.

Una pasion, sí, señor, una pasion es la que memata.

--¿Qué quiere usted decir ?--Que una mujer es la causa de mi perdicion, y

la que me ha originado este compromiso. i Quévergüenza !

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228

EL BANDOLERISMO.

— No se aflija usted, tenga confianza en mí, yoharé en su obsequio todo cuanto pueda; pero cuén-,teme usted la verdad de lo que sucede , porque delo contrario, no saldrá usted de aquí, sino muerto.Una prevencion me resta que hacerle, y és queseré tan exacto y fiel para servirle, si me dice us-ted la verdad, como fiel y exacto para castigarle,si me engaña.

Todo se lo contaré á usted como si estuviera álos piés del confesor; pero déjeme recapacitar al-gunos momentos.

Tranquilícese usted, aqui estamos solos, na-die nos oye, y yo le prometo que jamás revelaré sunombre para perjudicarle, si dice verdad y se arre-piente.

Y dichas estas palabras, recogí el puñal que'guardé con el revolver en el cajon de mi mesa, yen seguida abrí de nuevo la puerta, y mandé quetrajeran agua.

Muchas gracias, señor Gobernador; un vasode agua me tranquilizará lo bastante para poderreferirle esta maldita historia.

En ésto sonaron pisadas, Medie seña de que ca-llase, y yo comencé á pasearme.

El portero dejó la bandeja con los vasos sobre lamesa, y al salir le ordené que absolutamente nadieentrase á interrumpirnos.

Y de nuevo corrí el pasador de la puerta.Leon., que así llamarémos al desconocido, be-

bió un vaso de agua, y despues de algunos mo-

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INTRODUCCION. 229

mentos, comenzó su relato de la manera siguiente:Tengo veintisiete años, soy natural de Má-

laga , y he sido soldado seis años. Despues de tomarla licencia, volví á mi tierra en busca de la mujermás hermosa, que ha hecho penar á un hombre, yá quien yo quería desde antes de caer quinto ; notengo padre ni madre, y bien sabe Dios que misintenciones eran buenas, porque yo sólo deseabacasarme con mi Rosalia, trabajar en mi oficio decarpintero , dejarme de locuras y vivir honrada-mente ; pero mi suerte maldecida lo dispuso de otramanera.

Y al llegar aquí Leon , que era un hermoso jó-ven , alto y robusto, se enterneció en tales térmi-nos , que dos gruesas lágrimas se desprendieronde sus negros ojos y rodaron por sus mejillas.

Desahóguese usted, y llore cuanto le plazca,porque el llorar no es deshonra; pero un hombrede valor nunca debe abatirse.

Yo no me abato, repuso con viveza, yo no meabato, porque yo soy valiente y nunca le he negadola cara á ningun hombre.

Este arranque tan marcado, y éste prurito poraparecer valeroso, que ya dos veces, en el brevecurso de nuestra entrevista, habia manifestadoaquel hombre , me dió la clave de su carácter, ydesde luego comprendí que no era un malvado, sibien el amor propio en la valentía, pudiera exci-tarle, y conducirle á cualquier lastimoso extremo.

En mi regimiento, continuó, ni para tirar á la

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230 EL BANDOLERISMO.

barra, ni para saltar , ni para reñir, hubo ningunhombre que se atreviese é ponerse á mi lado. A.donde llegaba Leon, no llegó ningun nacido.

—No lo dudo, pero continúe usted su historia.Pues como iba diciendo, no pude casarme con

Rosalía , aunque tampoco pude dejar de quererla;ni creo que podré , mientras me dure la vida. Lainfeliz criatura sola, huérfana y desamparada detodo el mundo, mientras yo estuve en el serviciomilitar , hasta pidió limosna... ¡Pobrecita!... Ojaláque al volver la hubiera encontrado mendigandopor las calles de Málaga! Entónces sí que no mehubiera yo cambiado por todos los Reyes de latierra, y hubiera vivido feliz , y mi capa valdriamás , y otro gallo me cantára; pero una condenadavieja, que Dios confunda, fué la causa de que misuerte se ladease de tal modo, que ya no encuentrosalida para tanto laberinto.

—Vamos á lo que importa.Tiene usted razon, señor Gobernador ; pero el

caso es que importa mucho esta maldita vieja, por-que élla fué la causa de que Rosalía se pervirtiese,y de que yo sea el más desgraciado de los hombres.Durante dos años , Rosalía fué buena, aunque an-daba vestida de andrajos; pero la bruja la metió enfregados y barridos de tal calaña, que no sola-mente la pobre perdió su honra , sino que estuvotambien presa por llevar alhajas, que no eran su-yas, y que le habian regalado algunos caballistas,con quienes habla trabado conocimiento , por me-

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INTRODUCCION. 231

diacion de la vieja, y en la cárcel acabó de corrom-perse. Con todo, la infeliz no tiene mal alma; peroademás de los malos consejos de la bruja, laper-dieron dos cosas, por las cuales se muere Rosalia,que son , el gastar lujo y el tener amistad con lagente de rumbo ,que anda al contrabando, y á loque sale.

—Pero, no pudiendo usted casarse con élla, ledije, ¿por qué no se apartó de su trato?

Porque no puedo, y porque además ,o co-nozco que élla me quiere de verdad, y que si atiendeá otros, no és por cariño, sino por llevar galas, yno ser ménos que sus amigotas, que todas son derompe y rasga. Pues bien; la vida que élla trae, hasido la causa de que yo haya conocido á muchoscaballistas y criminales de todas castas, que tienengran interés en acabar con la vida de usted, señorGobernador.

- Todo eso ya me lo figuro, porque demasiadobien he visto que la intencion de usted era ase-sinarme.

—Yo no diré que esa fuera la intencion ; pero leaseguro que ese era mi compromiso.

Y así diciendo , deslióse la faja , y sacó un cintobien repleto, que arrojó sobre la mesa, exclamando:

Ahí tiene usted, el precio de su muerte!— ¿ Y cuánto le pagan?

Este cinto contiene sesenta onzas.— Enpoco estiman mi vida esos miserables.

— No lo crea usted , señor Gobernador ; al con-i

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232 EL BANDOLERISMO.

trario, son capaces de robar tesoros para entregár-selos al que haga lo que éllos están esperando, yyo he prometido.

— ¿,CISmo, pues, le han dado á usted tan pocodinero?

Esta és la cantidad, que yo he recibido para sinecesitaba salir huyendo; y en verdad sea dicho,no he querido traer más, porque me hubiera estor-bado el peso. Por lo demás , créame usted, que elRey de Andalucía será para éllos el que cumpla loque yo no he cumplido.

—Pero bien , ¿quiénes son éllos ?—Gente muy temible y que tarde ó temprano

acabarán con usted, si la Providencia no le salva.—¿Dice usted que le están esperando ?—Sí, señor.—¿En dónde?— Muy cerca de aquí.— ¿Cuántos ?

Tres.Están juntos ?

No deben estar, pues convinieron conmigo enaguardarme dos en la calle de San Salvador y unoen la de Carreteras.

— ¿Sus nombres?Carifancho, el Aperador y Artacho.Carifancho y tambien Caritronco es Álvaro

Alguacil, conocido en Málaga por Antonio Gor-dillo, y es natural de Doña Mencía. ¿Estamos con-formes?

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INTRODUCCION. 233

Bien dicen, que lloró usted en el vientre de sumadre por echarle la garra á un ladron , y hayquien cree, que conseja usted de noche con el mismoSatanás en persona.

- ¿Por qué dice usted eso?—Porque conoce usted mejor que yo la historia

de Carifancho, á quien efectivamente todos conocenen Málaga por Gordillo; pero por mi parte, confiesoque ignoraba que se llamase Álvaro Alguacil, yque fuese natural de Doña Menda.

Yo sé todo cuanto necesito, y por lo tanto, noignoro que el verdadero nombre del Aperador esRodrigo Torralvo, natural de Nueva Carteya.

Justamente.Tambien sé que los Artachos son varios ; pero

aseguro sin temor de equivocarme, que quien leestá esperando á usted es Luis , natural de Marmo-lejo y vecino últimamente de Cuevas-bajas, en dondetenia una taberna.

Siempre me pone usted la ceniza en la frente,porque tampoco sabía ninguna de esas circunstan-cias, respecto á Luis Artacho , á quien he conocidoen Málaga.

—¿Qué traje visten?— Pantalones oscuros, chaqueton de lanilla, como

éste mio, sombreros hongos negros , y todos llevanfaja.

¿Está usted seguro, de que se encontrarán enlos sitios , que usted designa?

—Segurísimo, porque me han jurado aguardar-

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234 EL BANDOLERISMO.

me hasta que salga; y á estas horas éllos suponenque está usted muy cerca de su muerte, y que yoestoy esperando que usted me dé audiencia. Detodos modos , muerto ha de haber, porque si no loha sido usted, lo seré yo de fijo.

Desde ahora le aseguro que usted no debe te-mer la muerte, por lo que ha hecho esta noche.

- Yo no he hecho nada en mi vida, que merezcaesa pena; pero de fijo que me matarán éllos por nohaber cumplido mi juramento.

— Yo le libertaré á usted de ese peligro.Esta indicaciQn pareció llenar de júbilo al amante

de Rosalia.En seguida abrí la puerta, di órdenes á los por-

teros, que se retiraron inmediatamente para cum-plirlas, y me volví al despacho.

Leon me dirigió una mirada entre gozosa é in-quieta.

Yo procuré manifestarme impasible.Usted se queda aqui , le dije, hasta que yo

vuelva.- Señor Gobernador, yo le ruego que tenga us-

ted compasion de mí, porque soy muy desgraciado,como ya tendrá usted ocasion de saber, cuando lerefiera todo... lo que tengo que referirle.

—Esté usted tranquilo, nada tema, y ya cono-cerá por experiencia que si soy inexorable con loscriminales, tambien soy generoso con los que lomerecen.

Muchas gracias, y bendita la hora en que Dios

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INTRODUCCION. 235

me ha tocado el corazon para obrar de modo , quepueda oirle á usted esas palabras , respondió Leonenternecido.

— Hasta la vuelta:Y en seguida salí , dejando á Leon encerrado.

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APÉNDICE NÚM. 1.0...••■•■■•••••110■11

Nota de los secuestros, robos, asesinatos, incendios, escala-mientos y crímenes de toda especie , cometidos últimamenteen la provincia de Córdoba, y de los cuales me dieron-cuenta los A lcaldes, en virtud de mi circular, exigiendoeste servicio. Por esta sucinta relacion comprenderán fácil-mente los lectores el estado de profunda perturbacion enque se hallaba la provincia á mi llegada , advirtiendo queen la presente nota no se incluyen muchísimos crímenes, yaporque ni áun se daba cuenta de éllos á las autoridades,ya por el temor de los Alcaldes á dirigir sobre este puntocomunicaciones, que consideraban peligrosas

Almodóvar del Río.

En este pueblo se habian cometido muchos robos defrutos, caballerías y ganados, y entre éllos uno de 42 cer-dos, otro de 26 y varios de caballerías mayores y meno-res; sin que de muchos de estos robos se instruyese si-quiera la correspondiente causa para su averiguacion ycastigo.

Baena.

En este pueblo existía una asociacion secreta , que te-nia por objeto el robo. Este solo hecho demuestra la per-

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238 EL BANDOLERISMO.

version de ideas que allí dominaba , cuando se habla lle-gado hasta el extremo inconcebible de que se asociasenlos hombres para fines tan reprobados. Por los indivi-duos de esta punible asociacion se cometieron repetidoscrímenes y robos de todas clases , algunos de éllos conescalamientos y fractura de puertas, y entre otros, en las.casas del Marqués de Cabeza de Vaca, dando muerte ale-vosa á la criada, que salió á abrir la puerta; en la de Mer-cedes Arriero; en la de D. Mariano del Valle, presbítero.y de su hermano D. Rafael, y en la de José García Cano.A consecuencia de estos crímenes fueron encausadosJosé Mestros Salto, José Navas Morales, Francisco Jime-nez Jurado, José Rivera Ayala, Antonio de la Rosa Jime-nez , Antonio y Manuel Mármol Cádiz, Antonio JoséAriza, Cecilio y Mariano Burrueco , Manuel Marzo Grana-dos y Juan Herrerías Martinez, siendo muy de notar lacircunstancia de que durante la reclusion de los susodi-chos sujetos, no se verificó en Baena ningun robo ni cri-men , como volvió á suceder tan luego como los pusieronen libertad.

Belalcázar.

En este pueblo, además de otros robos de escasa con-sideracion , se habia cometido uno de importancia en lacasa de D. Dionisio de Trucios, Administrador del Exce-lentísimo Sr. Duque de Osuna. El lad ron ó ladrones se lle-varon 600.000 rs., propios de dicho Sr. Trucios, sin quepor entónces se notase el robo, hasta que, trascurridosalgunos dias y teniendo que hacer diversos pagos, se en-contró el baul descerrajado, y los talegos que contenianel dinero, llenos de piedras. Entónces, dicho Adminis-trador dió parte á la autoridad, sin que ésta consiguies

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APÉNDICE. 239

averiguar quién 6 quiénes fueron los autores del citadorobo.

Belméz.

En este pueblo se habian cometido varios robos de ca-ballerías y otros de dinero y frutos, si bien de escasaimportancia.

Benameji.

En este tristemente célebre pueblo, cuyos vecinos, engran número se dedicaban ántes al contrabando , se ha-bian cometido tantos y tan repetidos crímenes de todaespecie, que nadie se atrevia á salir al campo, no sólopor el temor de ser robado, sino por el inminente riesgode que le secuestrasen, como había sucedido á D. JoséCabello y Sanchez y á D. José Carreira y Dominguez.Tambien hubieran sido secuestrados los principales pro-pietarios de aquella poblacion, y entre éllos D. José deAriza y Medina, si no hubiesen tomado las oportunas pre-cauciones, llegando algunos de éllos, por la presion dolo-rosa de las circunstancias, á transigir con los criminales.

Además de los referidos secuestros se habian cometidomuchos robos , asesinatos , incendios, asaltos de casas, yno pocos hurtos , valiéndose de ganzúas y otros instru-mentos.

Muy prolija sería la enumeracion de tantos robos, ex-presando el nombre de los despojados y los objetos queles fueron sustraídos; pero entre los numerosos casosque pudieran citarse, mencionaré á D. Casto Aragon, ca-pitan retirado, á quien le robaron una gran suma de di-nero; á D. José de Búrgos Parra, á quien le sustrajeron

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240 EL BANDOLERISMO.

más de 6.009 rs.; á D. Salvador Gonzalez, á quien le hur-taron 43 caballerías mayores; á Dolores Leiva Marchante,.de cuya casa se llevaron varios efectos y dinero; á JuanAntonio Gomez Villalba, á quien le robaron dos caballe-rías mulares ; á Antonio Martin Galindo, á quien le sus-trajeron cierta cantidad en metálico, y finalmente á An-tonio García Parra, á quien le llevaron un mulo y dos-aparejos.

Debo advertir que todos estos robos habian quedadoimpunes, así como tambien otros crímenes, no expresa-dos en la nota que me remitieron.

Blazquez.

En este pueblo se habian cometido bastantes hurtos decaballerías y de frutos, siendo muy de notar, no ya eldescuido de las autoridades, sino la resignacion , ó si sequiere el abandono de los mismos interesados, que ni si-quiera se cuidaban de averiguar quiénes fuesen los auto-res de tales hurtos, ni el paradero de los objetos ro-bados.

Bujalance.

En este pueblo Babia tenido lugar el secuestro de donAntonio Diaz García, y además diversos hurtos de caba-llerías, ganados y frutos, y algunos robos de importanciaen metálico y efectos, cometidos por José Aquilino Leo»(a) Correilla y otros camaradas suyos.

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.APÉNDICE. 241

Cabra.

En esta ciudad se habian cometido muchísimos robos.de frutos y caballerías, algunos de dinero y otros de ga-nados.

Además se habian cometido algunos homicidios, y se.habla expendido gran cantidad de moneda falsa y papelsellado.

Tambien habían recibido anónimos amenazadores va-rias personas pudientes, de modo que allí los hacenda-dos no se atrevian á salir al campo sin escolta; y esta pre-caucion impidió que se llevasen á cabo várias tentativasde secuestros.

Carcabuey.

En este pueblo se habían cometido los tan ordinarios,y frecuentes hurtos de caballerías, ganados y frutos, enaquel país, de cuyos hechos apenas se ocupan los Al-caldes, ni tampoco les atribuyen grande importancia.los vecinos; pero sólo mencionaré por su gravedad elrobo verificado en el sitio de los Husillos, por cuatrohombres armados, los cuales detuvieron á los arrieros,Santiago García , Bernardo Roman Verdugo y FranciscoBallesteros García, á quienes les quitaron 14 caballeríasmulares cargadas de géneros, comprados en Málaga, y

además unos 4 .600 rs. en metálico, sin que se lograseaveriguar quiénes fuesen los autores, ni tampoco el pa-

radero de las caballerías y efectos robados.

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242

L BANDOLERISMO.

La Carlota.

En este pueblo se habian cometido muchos robos , yentre éllos el de varias reses vacunas , propias de Fran-cisco Wirto; otro de gran cantidad de arrobas de aceite,que extrajeron de un molino que poseia á media legua dela Carlota D. Fernando Cabello , vecino de Córdoba; yotro de una piara de 55 cerdos, pertenecientes á D. Ma-nuel Guerrero.

Excuso decir que, como de costumbre, ni parecieronlas vacas, ni el aceite, ni los cerdos, ni los ladrones.

Carpio.

En este pueblo se habian cometido muchos robos decaballerías, y los acostumbrados de aceituna y otros fru-tos; pero además escalaron el molino de aceite del Exce-lentísimo Sr. Duque de Alba, llevándose una gran canti-dad de aceite, sin que se lograse averiguar quiénes fue-ron los escaladores. TambieLi se verificó un robo seme-jante en el molino de Doña Rafaela Junquito, situado enla calle de la Carroza de dicho pueblo.

Y por último, tres hombres desconocidos, emboza-dos en mantas de jerga y con el rostro casi cubiertocon sombreros de anchas alas, entraron en la casa-habitacion de Francisco Millan Gavilán, preguntando sivendian cebada , y aprovechando el descuido de los quehabia en la casa , los sorprendieron y maniataron, lle-vándose algunas alhajas y ropa, por valor de algunosmiles de reales. Este hecho fué ignorado durante alguntiempo, sin duda por el temor á los criminales, cu-

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APÉNDICE. 243

yos nombres no se averiguaron, como de ordinariosucedia.

Castro del Río.

En este pueblo se habian cometido toda clase de robos-de frutos, caballerías , ganado , dinero y efectos.

Tambien se Babia intentado secuestrar al hijo de unapersona acaudalada.

Además habian recibido anónimos varias personas pu-dientes, amenazándoles con incendiar sus propiedades,si no ponian las cantidades pedidas en los puntos de-signados.

Doña Menda.

En este pueblo habitaban algunos encubiertos protec-tores de ladrones, y por consiguiente, en sus cercaníasencontraban seguro asilo , á cuya circunstancia se debesin duda el cautiverio que allí sufrió D. Simon Chavarri,así corno tambien el gran número de robos de toda especieque allí se habian cometido , y entre éllos uno de cuatromuletos y una yegua , pertenecientes á D. Francisco Mo-reno Priego y D. Cristóbal Vergara y Cubero , los cualestenian estas bestias con otros ganados en el cortijo deButaguillos, término de Baena. A estos mismos señores les.habian robado pocos meses ántes dos yeguas, en el sitiode Camareno, término de Doña Menda, sin que se con-siguiese averiguar los autores de ambos robos, ni tam-poco pareciesen las caballerías.

Tambien robaron á D. Miguel Benitez tres mulos, al

sitio de la «Junta)) de este ruedo y término, sin que tam-

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EL BANDOLERISMO.

=poco se averiguase el autor ó autores del hurto, ni el pa-,radero de las bestias.

Igualmente le robaron á Juan Pedro Urbano Vargas uncaballo y una mula, en el sitio del «Llano Santo,» en elruedo y término de la citada villa.

Y por último, en el sitio llamado del «Jardin, » ácorta distancia de dicha poblacion, robaron dos caballe-rías mulares á un criado de D. Francisco Navas Morales,cuyo señor tambien habia sido robado ya dos veces en eltermino de Bujalance , habiendo sido cruelmente tratado,así como tambien los criados que le acompañaban.

Encinas-Reales.

En este pueblo se habian cometido varios hurtos de ca-ballerías y de frutos, y una tentativa de robo en casa deD. Manuel Lopez Búrgos; pero habiendo acudido los ve-cinos, huyeron los ladrones sin que nadie consiguieseconocerlos.

Tambien se cometió un- robo de importancia en casade D. José María Mendoza y Mata, Cura párroco de dichopueblo. Hallábase éste durmiendo en su habitacion,cuando á la una de la noche sintió que lo sacudian vio-lentamente para despertarle, y entónces vió un hombreenmascarado, que agitaba un puñal sobre su pecho, elcual le causó una herida al tratar de sujetarle; pero eneste momento observó que entraron otros dos hombrescon caretas, los que le ataron de piés y manos , mientrasque el primero seguia esgrimiendo el cuchillo sobre él,amenazándole para que no resistiese, y declarase endónde tenia el dinero. El buen cura , como era natural,rehusaba el confesar el sitio donde guardaba sus ahorros,

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APÉNDICE. 245

y con este motivo lo derribaron en el suelo, dándole va-rios golpes, causándole algunas heridas y punzándole enla corona y entre las uñas para que dijese dónde estabael escondite. Entónces el cura entregó las llaves de lasarcas, que abrieron los ladrones, llevándose ropas, al-hajas y cuanto dinero tenia.

Por lo demás, el robo quedó impune , supuesto que yasabe el lector que los ladrones iban enmascarados, y porconsiguiente no fueron conocidos.

Espejo.

En este pueblo se habian cometido muchos robos defrutos, caballerías y ganados, algunos de sal en Duernas,y otros de aceite en los molinos.

Tambien habian recibido anónimos algunos hacenda-dos, exigiéndoles dinero con terribles amenazas.

Además hubo una tentativa de secuestro.

Espiel.

En este pueblo se habian cometido innumerables ro-bos de caballerías , ganados y frutos ; y entre otros demás importancia, debo citar, uno á Antonio Jimenez;

otro á José Perez Nuñez , y otro á Tomasa García. Eneste último robo debe notarse la horrible circunstanciadeque los ladrones, despues de robar á la infeliz víc-tima la degollaron, habiéndose descubierto tan horrorosocrímen al dia siguiente.

Inútilparece repetir que no se descubrieron los auto-res de los referidos robos, ni del cruel atentado cometido

contra Tomasa García.

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2443

EL BANDOLERISMO.

Fernan-Nuñez.

Además de los que pudieran llamarse robos consuetu-dinarios en aquel país , de caballerías, ganados y frutos,se habia cometido el secuestro de D. Pedro Gomez Osuna.

Fuente Abejuna. (l)

En este pueblo se hablan cometido los ordinarios ro-bos de caballerías , ganados y frutos; y además D. Ga-briel Hernandez y D. Juan Manuel Dominguez recibieronanónimos exigiéndoles importantes sumas de dinero.

Fuente la Lancha.

En este pueblo se habian cometido varios robos defrutos y caballerías, y entre éllos, el de una mula alregidor D. Santos Romero, sin que se consiguiese averi-guar quién fuese el autor á autores, ni tampoco el paradero de la mula.

(1) Parece increible que hasta en el Nornenclator oficial se tergi-verse el nombre de esta villa, denominándola siempre Fuente Ove-juna, cuando nadie ignora que es la Pons Mellaria de los romanos, ypor lo tanto su verdadero nombre debe ser Fuente Abejuna, pues sa-bido es que las abejas produjeron la miel en la grietada peña del ma-nantial 6 fuente, lo cual no podia decirse con propiedad de lasovejas.

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APÉNDICE. 247

Fuente Palmera.

Sería muy prolijo enumerar los robos de caballeríascometidos en este pueblo ; pero entre otros citaré uno áD. José Reyes de los Reyes , de un caballo y una yegua;ótro de dos yeguas, una con rastra, pertenecientes á An-tonio Perez Reyes; otro de un caballo y una burra, pro-pios de D. Antonio Heus Guisado; otro de dos jumentas,propiedad de D. José Machado , y otro de una borrica áJuan Carrasco Ortos.

Por supuesto, que nada se averiguó ni de los ladrones,ni de las caballerías.

Fuente Tojar.

En este pueblo se habian cometido los acostumbradosrobos de frutos y caballerías, y además algunos de otrasclases de ganado, y entre éstos el de seis reses vacunas,de la pertenencia de D. Francisco de Paula Calvo, vecinode Priego.

No hay para qué decir que ni las reses parecieron, nitampoco los robadores.

Guadalcázar.

Además de los ordinarios robos de caballerías, gana-dos y frutos, se habia verificado en este pueblo el secues-tro del jóven D. Francisco Cadenas; y un robo de efectosy metálico á Francisco García , y otro de vasos sagradosy alhajas en la iglesia de la citada villa.

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248 EL BANDOLERISMO.

Hornachuelos.

En este pueblo se habian cometido robos de ganados yfrutos; y entre otros de más importancia , debo citar elde la parroquia de dicha villa , de donde se llevaron al-hajas, cálices y cuanto de valor encontraron , sin que sehubiese podido averiguar quiénes fuesen los ladrones.

Iznajar.

Además de los muchos robos de caballerías, ganados yfrutos, que se habian cometido en dicho pueblo, y algu-nos asesinatos, verificóse tambien el secuestro del jóvenBernardo Matas Luque.

Segun la inveterada costumbre de aquel país, todosestos crímenes habian quedado impunes.

Lucena.

En esta ciudad, además de los frecuentes homicidios,se habian cometido numerosos robos de todas clases, ymuchos de• éllos de gran importancia, de modo que allílos propietarios apenas se atrevian á salir al campo; y sibien algunos se decidieron á seguir la costumbre de ha-bitar con sus familias durante la primavera en sus case-serios, pagaron muy cara su temeridad.

Además se intentaron varios secuestros contra perso-nas distinguidas, cuyos nombres no cito por no perjudi-car ó alarmar á sus familias, pues aunque yo no crea que

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APÉNDICE. 249

hubiese en éllo el más mínimo inconveniente , es seguroque los interesados y sus deudos opinarán todo lo con-trario.

En cuanto á los robos, sería tarea tan enojosa comoprolija el enumerarlos todos, y por lo tanto, me limitaréá relatar sucintamente aquellos de más importancia.

Hallándose D. Mariano Narvaez con su familia en unahacienda de su propiedad , denominada Capilla de Va-lenzuela , asaltaron la casa seis hombres armados, yatando á todos los que allí se encontraban, amenazaron

al Narvaez con la muerte ó el cautiverio, si no les dabaen el acto 50.000 rs., cuya cantidad les fué entregada.

Además se llevaron un par de mulas, que se estimabanen más de 8.000 rs., cargando en éllas gran cantidad de

ropas y alhajas de mucho valor.Tambien en la calle de las Torres de dicha ciudad, fué

asaltada la casa del virtuoso y anciano sacerdote D. Ra-

fael Lopez, á quien trataron con la mayor inhumanidad,robándole todo cuanto encontraron; y de resultas de losmalos tratamientos, falleció á los pocos días.

En la calle de San Marcos, de la misma poblacion, ro-baron á una mujer, llamada Antonia, conocida por la

Tollina , la cantidad de 50.000 rs , y no contentos con

ésto, le dieron muerte por estrangulacion.Por último , en la calle de Gonzalo Baena, robaron á

Antonia de la Cruz y Arcos unos 2.500 rs., que se suponetenia escondidos en una pared, y despues de haberla ro-

bado, sufrió la misma suerte que la anterior, es decir,

que tambien murió estrangulada.

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250 EL BANDOLERISMO.

Luque.

En dicho pueblo se habian cometido muchos robos decaballerías y ganados, entre los cuales citaré, uno á donJosé Calvo Leon, de dos yeguas, en el cortijo del Valle;otro á D. Cristóbal Cañete Carrillo, de tres caballeríasmulares, otro á D. Andrés Lopez Brabo , de una yegua,un muleto y una muleta, y otro á D. Agustin Brabo Ca-ñete, de un mulo.

Además habían robado ocho reses vacunas y seis cer-dos, pertenecientes á D. Francisco de Paula Mellado.Tambien le robaron siete cerdos á D. Isidro Carrillo.

Últimamente, pocos dial ántes de mi llegada á la pro-vincia, habían robado la iglesia parroquial de dicha villa,llevándose los vasos sagrados y costosas alhajas de platay oro.

De los precedentes robos y de otros muchos que seomiten, no se descubrió ni rastro de sus autores.

Montalban.

En este pueblo se habian cometido innumerables ro-bos de ganados, caballerías y frutos de aceituna y cerea-les, por grupos de ocho y diez algarines armados y dis-puestos á arrollar á los guardas.

Y no solamente se habian atrevido á merodear así porlos campos, sino que de noche asaltaban los molinos yrobaban el aceite por centenares de arrobas.

En efecto , á D. Fernando de Yuste le robaron de sumol:no 240 arrobas de aceite.

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APÉNDICE. 251

Del molino, propiedad de Doña Isabel Villalba, habianrobado 200 arrobas.

Del molino de D. Juan N. Villalba, habian sustraido 50arrobas.

A D. Fernando de Yuste le habian robado un caballo.A D. Antonio Muñoz Estepa le habian robado una yunta

de mulos que tenia en su cuadra.A Manuel del Rio Cabello , despues de maltratarlo , le

habian robado cuantos efectos tenia en su casa de la ha-cienda del Cerro del Monte.

A D. Antonio Villalba Dominguez le habian robado unayunta de vacas, dos muletos de tres años y una yegua.Tambien intentaron robarle el cortijo que labraba, lla-mado «Pozo del Villar, » y habiendo prevenido el propó-sito de los criminales , armando á sus criados, resultóque no pudiendo los ladrones realizar su deseo, le pren-dieron fuego á un almiar grande, propagándose el incen-dio á varias dependencias del citado cortijo.

A José Perez Rus le robaron una mula de la cuadra desu misma casa.

Además, en dos distintas ocasiones, intentaron robarla casa de D. Pedro Sillero, logrando en ambas que sefrustrase el intento, capturando en las habitaciones inte-riores á Francisco Nieto la primera vez, y la segunda áun desconocido, que resultó ser farolero de Córdoba.

Finalmente, en esta villa se habian verificado los se-

cuestros de D. José y D. Juan N. Villalba.

Montemayor.

En estepueblo se habian cometido muchos robos, ase-sinatos, escalamientos y crímenes de toda especie.

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252 EL BANDOLERISMO.

La casa del presbítero D. Antonio Lopez Zafra hablasido escalada de noche por una partida de ladrones. Elanciano sacerdote, que contaba más de setenta años, fuésorprendido en el patio, y como diese algunas voces pi-diendo socorro á los vecinos, le punzaron la lengua, ydespues lo cosieron á puñaladas , mientras que su afli-gida hermana Doña Rafaela Lopez , tambien muy ancia-na , suplicaba á los asesinos que no matasen á su herma-no. Aquellos caníbales , léjos de escuchar las súplicas deaquella señora inofensiva , la hirieron mortalmente en elpecho , llevándose cuanto encontraron; y quedando im-pune tan horrendo crimen, supuesto que no se descu-brió quiénes fuesen los delincuentes.

Tambien se había intentado robar el Palacio-Castillo deesta poblacion , perteneciente al Excmo. Sr. Duque deFrias. Los criminales , no obstante la seguridad y eleva-cion del edificio , habían conseguido escalarlo, y pe-netrar hasta el segundo patio y galerías altas , que comu-nican con las habitaciones interiores ; y como en estepunto fuesen sentidos por los moradores, cuando trata-ron de violentar las puertas de dichas galerías , los ladro-nes se pusieron en precipitada fuga ; y si bien se frustrósu proyectado crimen , tampoco se descubrió quiénesfuesen los autores.

En medio del dia penetraron varios criminales en casade Leonor Ruiz y Ortiz, anciana de setenta años , y es-posa de Juan de Requena, en ocasion que estaba sola, yle robaron todo el dinero que tenia y otros efectos, y des-pues la asesinaron.

Los molinos aceiteros de D. José de Luque Sanchez,Doña Purificacion Perez, D. Juan Francisco de Torres, laExcma. Sra. Marquesa de Villa-Castell, D. Fernando Mo-reno, presbítero, y Doña Mariana de Jesús Carmona y Lo-

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APÉNDICE. 253:

pez, situados en esta poblaciony su término , habian,sido robados y escalados todos por los tejados y otrossitios , hasta penetrar en las bodegas de donde extraianel aceite.

Todos estos robos habian quedado impunes.Al presbítero D. Francisco Moreno Barona le habian

escrito un anónimo, exigiéndole que pusiese en sitio . de-terminado del campo, al pié de una higuera , cierta can-tidad de dinero, amenazándole de muerte y con incendiarsus propiedades, si así no lo verificaba ; pero tomadaslas oportunas precauciones, fué sorprendido in fragantiel autor del anónimo, al ir á recoger el dinero en el puntadesignado.

Tambien habian asaltado de noche el corral del cortijode D. Antonio de Córdoba , y mataron á puñaladas 13 no-villos é hirieron hasta 49. A este mismo señor y á susaparceros, labradores del cortijo de Mingo-Hijo, les ha-bian incendiado las sementeras en dos veranos consecu-tivos. Todos estos atentados habian quedado impunes , ydemuestran hasta qué punto se lleva en aquel país la fe-rocidad de las venganzas.

Además recibieron varios anónimos D. Antonio MorenoBarona y D. José María Moreno Gomez Alférez, exigién-doles con graves amenazas cantidades de dinero ; se co-metieron innumerables robos de caballerías y frutos, yotros de metálico y efectos , como sucedió á Miguel RuizBerral, que , sorprendido de noche en su casa , le robarontodo el dinero que tenia ; é igualmente aconteció al capa-taz de la casilla del ferro-carril del paso-nivel del cortijode Mingo-Hijo, á quien le robaron más de 4.000 rs.

A Sebastian Recio Ortiz le robaron de su misma casa,calle del Horno Nuevo, dos caballerías millares.

Y por último, al presbítero D. Francisco Miguel Lopez,.

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EL BANDOLERISMO.

vecino de Madrid , que habia venido á esta poblacion árestablecer su salud, le sorprendieron en su misma casay le robaron gran cantidad de dinero y otros efectos,maltratándole tan cruelmente los criminales, que le infi-rieron en la cabeza una herida muy grave, de cuyas re-sultas falleció á los pocos dias, sin que se pudiese averi-viar quiénes fueran los autores de tan feroz atentado.

Montilla.

En esta ciudad se habían cometido innumerables robosde caballerías y frutos, y además 'habian recibido mu-chas personas anónimos amenazadores, exigiéndoles di-ferentes cantidades. En suma, los robos y crímenes detoda especie rabian sido tales y tantos, como pueden co-legirse, cuando el lector sepa que allí existía una socie-dad de ladrones, la cual tenia alarmado al vecindario, nosólo por sus rapiñas y delitos, sino porque siempre con-seguian sus individuos salir absueltos de las causas quese les formaban. Dicha sociedad habia sido dirigida y ca-pitaneada por el célebre bandido llamado el Ánimero, na-tural de Lucena , quien con otros de Montilla verificó in-finitos robos, valiéndose de ganzúas, y uno de éllos tuvolugar en la casa de D. Juan Antonio Requena.

A D. Faustino de Zafra lo asesinaron, despues de ha-berlo robado.

Tambien fueron robados los señores José Muñoz,Eduardo Baena, Francisco Molina , Juan Galin y JoséSanchez.

Con escalamiento fueron robados D. Mateo Lucena, ensu casa, y D. Joaquin Madrid, en su molino aceitero.

Igualmente fueron robados los molinos de aceite que

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APÉNDICE. 255,

están fuera de la poblacion, y se denominan del Carril yde las Monjas.

A D. Francisco S. Riobóo le robaron varias caballerías.A D. Francisco Lopez Campos le sorprendieron y roba-

ron en su lagar.

A Francisco Sanchez le habian robado algunas caba-llerías.

A D. Nicolás Tejada , presbítero, le habian robadacuanto dinero tenia, y lo mismo le sucedió á D. José Ro-driguez Gonzalez.

A D. Juan Antonio Requena , y á su esposa Doña AnaLaguna, los sorprendieron en su casa, los maltrataroncruelmente, y les robaron cuanto dinero y alhajas po-seian.

A D. Francisco Cid Lucena y á D. Francisco Sanchezles asaltaron sus respectivas casas y los robaron.

A D. Manuel Hidalgo le escalaron su molino y le roba-ron gran cantidad de aceite.

A D. José Galvez, Doña Juana Trapero, D. José Gavio yMira, D. Antonio Alcántara Figueroa, les habian robadodiferentes cantidades de dinero.

A D. Agustin Ramírez y á D. Francisco Palomo les ha-bian robado dinero , pieles y otros efectos.

A D. Ildefonso Pulido , vecino de Aguilar , le robaronen despoblado , y término de Montilla, cuanto llevaba.

En la huerta llamada del Postigo habian hecho un robo,dando muerte al guarda.

A D. José Pulido y otros vecinos de Aguilar les robaronen despoblado y término de Montilla.

A D. Vicente Rey, y á los arrendadores del lagar nom-brado de Nepomuceno, les robaron en despoblado.

El molino aceitero denominado Silos gustes habia sido

escalado, extrayendo gran cantidad de aceite, y lo mis-

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256 EL BANDOLERISMO.

ano habia ocurrido en el molino de D. Antonio de Toro.

El lagar llamado de Sanchez habia sido robado con es-calamiento , é igualmente las casas de D. Juan Bejarano

y de Doña Angustias Málaga.Tambien habian sido robados, con escalamiento de mo-

rada, violencia é intimidacion, D. Francisco Sanchez, Don

Manuel Gallegos, D. José Ruadero y una tienda de bar-

bería.A D. Pedro Granados le robaron tambien su tienda.A Mateo García , con fuerza é intimidacion , le robaron

en despoblado una yunta de mulos.Y finalmente , habia sido asaltada y robada con esca-

lamiento y fractura la casa-administracion subalterna de

Rentas estancadas.No hay para qué decir que todos estos delitos queda-

ron impunes, así como otros muchísimos que por evitarprolijidad se omiten.

Montoro.

En esta ciudad se habian cometido infinidad de robosde caballerías , frutos y aceite de los molinos; y sus mo-radores se hallan tan habituados á éstos percances, queni siquiera dan cuenta de éllos. Por mi parte , puedo ase-gurar que llegaron á mi noticia muchos robos de estaespecie, cuyos pormenores pude adquirir de algunosparticulares, si bien luégo , preguntadas las autoridades,nada supieron decirme , porque ni áun se los habian co-municado.

Tam bien habia habido tentativas de secuestros.

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APÉNDTCF:. 257

MoreAte.

En este pueblo se babian cometido los ordinarios robosde frutos y caballerías , y entre éstos citaré á Pedro Mo-reno Serrano, á quien le quitaron una caballería mayor,sin que se consiguiese averiguar quién ó quiénes fueronlos ladrones.

Además hablan sido robadas todas las alhajas y vasossagrados, que existian en la iglesia parroquial de dichavilla, fracturando un fuerte candado que tenia la puerta.

Nueva Carteya.

En este pueblo se habian cometido los acostumbradosrobos de caballerías y frutos, y especialmente de ,ganado -cerdoso, que parece merecer allí la preferencia de los

cacos.A D. Lúcas Balbuena le robaron ocho cerdos carnosos

y cebados, de su cortijo.A D. Pablo Villalobos , vecino como el anterior, de

Baena , le robaron de su cortijo , término de Nueva Car-teya, trece cerdos de más de diez arrobas cada uno.

Y por último, á Vicente Ortega Ruiz le habian robado

unos 3.000 rs. en metálico, ropas y jamones.Además le robaron varias prendas y 900 rs. en metá-

lico á una sobrina que vivia con él , y estaba á su cuidado..

To-_kro Y.

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258 EL BANDOLERISMO.

Palenciana.

En este pueblo se habian cometido robos de frutos,ganados y caballerías en grande escala y además crímenesde toda especie, y varios secuestros , y entre éllos citaré

los de D. Bartolomé Jimenez y el de D. José Orellana.

Palma del dio.

En este pueblo se habian cometido los acostumbradosrobos de ganados, caballerías y frutos , y entre los des-pojados citaré á D. Juan José Nieto, á quien le hablanrobado un potro, una potra , una mula , una yegua y unaborrica.

A D. Pedro Almenara le habian robado una burra yuna yegua de cinco años.

A D. Manuel Gamero Civico le habian robado dosburros.

A D. José Moreno le habian robado cuatro yeguas, dosmuletas y un muleto.

A D. Francisco Aguilar le habian robado una yeguacon rastra, un caballo de cinco años, un mulo rojo, nuevecarneros, quince ovejas y tres puercos.

A D. José María R. Almodóvar le ha bian robado tresvacas, una con rastra.

A D. Pedro Ardanuy le hablan robado un caballo, dosmulos, dos mulas, un burro y dos burras.

A Gregorio Mateo , ganadero de Soria , y á Juan Gon-zalez Crespo , su compañero, les habian robado del cortijo de Malpica, dos yeguas y un potro.

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APÉNDICE. 259

A Juan García Romero, hortelano en el pago de huer-tas llamado del «Carrascal,» le hablan robado unayegua.

A Manuel Sanchez Cabrera le habian robado un mulo.Y á D. Juan B. Ruiz, Presbítero, le habian robado tam-

bien un mulo.

No llegó á averiguarse quiénes fuesen los ladrones, nitampoco el paradero de las caballerías robadas.

Pedro-Abad.

En éste pueblo se habian cometido robos de frutos, ga-nados y caballerías.

Tambien hablan sido asaltados y robados algunos mo-linos de aceite.

Además hubo una tentativa de secuestro, de la que nisiquiera tuvieron conocimiento las autoridades locales.

Pedroche.

En dicho pueblo se habian cometido varios robos de

caballerías y frutos, y entre éllos uno de ocho mulas, ve-

rificado por cinco hombres desconocidos, armados y á

caballo.Tambien fracturaron la puerta del santuario de Nuestra

Señora de Piedra Santa , extramuros de dicha villa , conintento de robar las alhajas de aquel templo.

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260 EL BANDOLERISMO.

Posadas.

Además de las ordinarias rapiñas de frutos , ganados ycaballerías, le habian robado á D. Juan Paez en su mismacasa, 20.000 rs., quedando impune este delito.

Tambien habian secuestrado á un hijo de D. Barto-

lomé Paez.

Pozoblanco.

En este pueblo se habian cometido varios robos de fru-tos, algunos de caballerías, y otros de aceite, asaltandolos molinos.

Tambien algunas personas acaudaladas habian recibidoanónimos amenazadores, exigiéndoles dinero.

Priego de Córdoba.

En este pueblo se habian cometido secuestros de per-sonas distinguidas en la localidad, entre los que citaré áD. Simon Chavarri, que estuvo cautivo en dos ocasionesgran número de dias , y merced á su gran valor y destrezapudo escapar milagrosamente de las garras de sus verdu-gos. Además podrian citarse muchos robos de caballerías,ganados y frutos, y diversos homicidios y otros crímenes;si bien las autoridades y personas más influyentes de losdistintos bandos políticos en aquella villa, propendian conindecible tenacidad á ocultar ó falsear las noticias de taleshechos, á fin de favorecer á sus respectivos paniaguados;afirmando siempre los que mandaban que en este pueblo

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AP1NDICE. 261

se disfrutaba de completa tranquilidad ; y así sucedia , enefecto, relativamente á los vencedores, que habian cuantoles placia y acomodaba, sin tener para nada en cuentalas inquietudes , atropellos, vejaciones y quejas de losvencidos.

Puente Genil.

En este pueblo se habian cometido todo género de crí-menes y toda especie de robos.

A D. Fernando Perez Muñoz le habían robado un ca-bailo y tres mulas.

A D. Joaquin Ariza Morales le habian robado seiscerdos.

A D. Francisco Delgado le robaron tres mulos y dosyeguas.

A D. José Padilla le habian robado varias yeguas.A D. Antonio Rodriguez le robaron una piara de cer-

dos y un hato de ovejas.A D. Manuel Lopez Martinez le habian robado tres ca-

ballerías mayores.A D. Antonio Jimenez , dentro de la poblacion, en su

misma casa, le habian robado el dinero que tenia.A D. Antonio Morales Ruiz le habian robado dos yun-

tas de mulas.A Rafael Benitez y Soledad Montilla les robaron, en su

casa, cuanto dinero, alhajas y efectos tenían.A Doña Dolores Morales, en su casa, dentro de la po-

blacion, le habian robado joyas, metálico y otros efectos.A José Monteroy Cristóbal Quintero les habian robado

seis bueyes.A Francisco Infantes le robaron 17 cerdos y dos ju-

mentos.

Page 329: El Bandolerismo : Estudio social y memorias históricas/ Julián de

EL BANDOLERISMO.

A Doña Cármen Morales le habían robado más de 100

arrobas de aceite del molino de las Anguilas.A Francisco Fernandez Galvez le habian robado 21.)

cerdos.A Manuel Gonzalez le habian robado cuatro mulos.A José Sanchez (a) «El Manchego , » le habian robad o

dinero, ropa , carnes, trigo y otros efectos , que tenia enel molino harinero de los Castellares.

A Francisco Javier Garrido le habian robado todocuanto tenia en el caserío de Medinaceli.

A D. Rafael Vergara le habian robado una carretadade trigo.

A Francisco de Arcos le sorprendieron varios hombresarmados en la casería de Castill-Seco, robándole cuar totenia en metálico, trigo, ropas, y tres mulos con aparesy costales.

A Justo Benjumea lo asesinaron en la dehesa del Char-con , despues de haberlo robado.

A Diego Gallardo lo asesinaron en el campo, con objetode robarle.

A Francisco Solano Aguilar, hallándose dentro de sucasa , en la ribera de Sotogordo, le sorprendieron variosbandidos en las primeras horas de la noche, y despuesde haberlo robado lo asesinaron.

A D. Mariano Castuera lo asesinaron tambien, al reti-rarse á su casa , á las nueve de la noche.

A D. José Sanchez lo asesinaron en el caserío denomi-nado de las « Torrecillas. »

Además habian sido secuestrados D. Bartolomé Cam-pos y Galvez, D. Márcos Bajo, D. José Ariza y el niño An-tonio Fernandez Merino.

A tan espantosa lista de crímenes y atentados de todaespecie, pudiera aún añadirse un gran número de robos

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APÉNDICE. 26,3

de caballerías y frutos de menor importancia, y cuya enu-meracion sería interminable.

La Rambla.

En este pueblo se habían cometido los desgraciada-mente indispensables robos de caballerías, ganados yfrutos , y además otros más importantes de dinero , comoel de Doña Mariana Fernandez, á quien en su misma casale robaron más de 7.000 rs.

Igualmente á D. José Alcande Cadenas le robaron 2.000reales en metálico y otros efectos.

Tambien á Doña Leonor del Rosal y hermanas les ha-bian robado 4.000 rs.

Además se habian cometido los secuestros de D. Ma-nuel Pedro Moreno y de D. Miguel Osuna; y se habia in-tentado secuestrar á D. Pedro Ramon Paz, así como tam-bien á D. José Cabello y Luque , con resistencia y lesio-nes graves.

• Mute.

Además de los acostumbrados robos de caballerías,ganados y frutos, se habian cometido en este pueblo crí-menes de toda especie.

A 11 Mariano Cordon y Robles le habian robado cuatroyeguas y dos mulos.

A D. Bernabé Jimenez Trujillo le habian robado di-nero, alhajas y tres mulos.

A D. Juan José Tirado Cordon le habian robado dos

nulos.

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264 EL BANDOLERISMO.

A D. Antonio Roldan y Sanchez le habian robado una

yunta de mulas.A Antonio, conocido por el del Ponton , le habian ro-

bado dinero y efectos.A Andrés y Joaquin Trujillo Marin , habitantes en el

pago de la Burbunera , les habian robado 60 cabras.A un vecino de Zamorano le rabian robado unos 800 rs.

A Antonio Arrebola Trujillo trataron de robarle en des-

poblado; pero los ladrones no consiguieron su intento,porque se resistió valientemente á tiros.

Tambien intentaron robar á D. Juan CrisóstornoMangas,

D. Sebastian Padilla y otros vecinos, pidiéndoles dineropor medio de amenazadores anónimos ; lo cual tenia inti-

midadas á las personas pudientes, de tal modo, que ni seatrevían á pasearse por los alrededores de la poblacion,.áun cuando fuese en medio del dia.

Además habian secuestrado á D. José Cristobal Fernan-dez de Cañete.

San Sebastian de los Ballesteros.

En este pueblo se habían cometido varios robos deru-tos y algunos de ganados.

Santaella.

En este pueblo se habian cometido los ordinarios ro-bos de ganados y frutos , y uno de dinero de escasa in)"portancia.

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APÉNDICE. 265

Torrecampo.

En este pueblo se habian robado frutos y algunos ga-nados, especialmente cerdos.

Valenzuela.

En este pueblo se habian cometido los acostumbrados.robos de frutos, ganados y caballerías, y algunos de di-nero y efectos.

Valsequill o.

En este pueblo se habian cometido robos de frutos, al«-gunos de ganados, y uno de 50 rs. y una escopeta que lerobaron á un pastor.

La Victoria.

En este pueblo se habían cometido robos de frutos,.algunos de caballerías y uno de siete ovejas.

Villa del Rio.

Además de los acostumbrados robos de caballerías, ga-nados y frutos, se habia cometido el secuestro de D. Ma-nuel Revuelto, al cual asesinaren más tarde.

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266 E L BANDOLERISMO.

Villafranca de Córdoba.

En este pueblo se habian cometido robos de caballe-rías, ganados y frutos, y además otros de dinero.

A D. José de los Santos Alvarez, en ocasion que éste sehallaba en el teatro con su familia, le robaron 10.000 rs.,habiendo fracturado los ladrones la puerta principal desu casa y otras varias puertas interiores.

Tambien habia sido robada la ermita de Jesús Naza-reno, llevándose los ladrones una magnífica cruz deplata, una lámpara y una corona.

Además varios vecinos acaudalados habian recibidoanónimos , pidiéndoles dinero con terribles amenazas.

Villaharta.

En esta villa se habian cometido los ordinarios robosde frutos, ganados y caballerías , y entre otros uno áFrancisco Galan Fernandez, de una mula.

Otro á José Lorenzo Delgado, de un mulo.Otro á D. José Brígido Galan, de una mula.Otro á Rafael Fuentes, de una mula y un caballo.Y otro á José Rayo, de cinco cerdos.

Villaralto.

En este pueblo se habian cometido robos de frutosganados. 41I

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APÉNDICE. 267

Villanueva del Rey.

En este pueblo se habian cometido muchos robos defrutos , caballerías y ganados ; y además algunos de im -portancia en metálico y alhajas, y entre otros los verifi-cados en las casas de D. Pedro Benito Moreno , y de donJuan de Mata Moreno y Sanchez.

Tambien habian robado la iglesia parroquial de SanMiguel , llevándose los vasos sagrados.

Villanueva del Duque.

En este pueblo se habian cometido robos de frutos,ganados y caballerías.

Tambien albergaban los cuatreros por aquellos contor-nos las caballerías robadas en otras partes, para pasarlasá la provincia de Badajoz y de allí á Portugal.

Viso (El).

En este pueblo, además de los ordinarios robos de fru-tos, se habian cometido muchos de caballerías.

A Ildefonso 011ero Jurado le habian robado dos mulosde seis años.

A tres arrieros les habian robado cuatro mulos, que te--nian en la posada de Pedro Cañudo.

A Manuel Sepúlveda le habian robado un mulo y unamula, que tenia pastando en la dehesa de Valle-hermoso.

A José Fernandez Raton le habian robado una mula yun mulo, que tenia en el Quinto de Atalayas.

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268 EL BANDOLERISMO.

A Toribio Gonzalez le habian robado un mulo y unamula, que tenia pastando en la dehesa de Valle-hermoso,

Zuheros.

En este pueblo se hablan robado frutos, ganados ymultitud de caballerías, y entre otros despojados citaré:

A Luis Arroyo Mancilla , á quien le habian robadouna mula y una yegua, del patio de su misma casa.

A Bonifacio Poyato, á quien le habian robado tres mu-los del sitio llamado «Los Barrancos. »

A Victorino y Vicente Poyato les habian robado dosmulos del sitio denominado de «Los Llanos. »

Córdoba.

En esta ciudad se habian cometido los tradicionalesrobos de frutos por los algarines que formaban allí unaespecie de caravana , organizada para espigar los rastro-jos y rebuscar las aceitunas y bellotas; y con este pre-texto robaban toda clase de frutos y frutas, y no dejabaná vida en los caseríos pavos, gallinas, palomas, corderos,cabritos y lechones.

Tambien se habian verificado numerosos robos de ca-ballerías y de toda clase de ganados, pues que en dichapoblacion habia muchos de los que llaman sacadores, esdecir, conductores de bestias á las provincias limítrofes.

Además se habian cometido robos de dinero, homici-dios y crímenes tan horrorosos, como el perpetrado en ellagar de Alto Paso, en donde fué secuestrado y bárba-ramente asesinado el jóven D. Federico Ferrando.

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APÉNDICE. 269

Igualmente habian sido secuestrados D. Ildefonso J. deAriza y D. Antonio Melendo, los cuales, con más ventu-rosa suerte que el anterior, pudieron salvarse de su cau-tiverio al cabo de algunos dial.

Por último, gran número de personas acaudaladas ha-bian recibido anónimos exigiéndoles dinero y amenazán-doles con incendiar sus cortijos, degollar sus ganados, yáun á éllos mismos darles muerte, si no accedían á sus.deseos en la forma y términos, que los criminales indi-

caban.

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APÉNDICE NÚNI. 2.

GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE MÁLAGA.

MALAGUEÑOS :

Se han repetido con tal frecuencia en esta capital, du-rante muy corto espacio de tiempo, los actos alevososcontra la vida de las personas que , habiendo llegado áreelar si esto no sería efecto solamente de desgraciadascoincidencias, me propuse inquirir su origen, impe-trando de los señores Jueces de primera instancia la esta-dística criminal del año anterior; y es tan terrorífico elcuadro sangriento que arrojan tales datos, que voy á pre-sentarlos á la conciencia pública, para arrancar un gritode indignacion contra los asesinos , procedentes de lospresidios, que aquí se albergan , denigrando la noblezade vuestro carácter y manteniendo la ciudad en perpétuosobresalto.En un año solamente, malagueños, se han formado 28

causas por homicidio; 4.064 por lesiones ocasionadas casi en

totalidad con la navaja, el puñal y la faca; de modo que

corresponden, á dos muertos por mes !... á tres heridospor dia!... sin contar que son muchos los procesos que

comprenden más de uno, é infinitos los que pasan des-

apercibidos eludiendo la justicia.

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APÉNDICE. 2r71

Comparad estas cifras con las que figuran en los esta-dos de los ejércitos en campaña., y vereis demostradoque se derrama más sangre, respectivamente, en las re-yertas livianas de la venganza, que en los combates detodas nuestras discordias políticas...

Urge, pues, averiguar la causa del gérmen que pro-paga la delincuencia en tan sorprendentes proporciones,y al efecto invito á cuantos se interesan en el bienestarde Málaga , para que me ayuden con su cooperacion yconsejo.

Es opinion de muchos que cuando reinan determina-dos vientos se multiplican las contiendas; pero es pro-bado que para la propension de la acometividad, no hayestaciones atmosféricas. Algo más se debe sospechar delos vinos compuestos ; de esas bebidas alcohólicas queenardecen la 'sangre é inflaman el espíritu. De notar esque tales efectos sólo se producen en los que teniendoembotados los sentidos por la embriaguez ó por la igno-rancia, siguen fatídicamente el impulso de los malos ins-tintos que se desarrollan en las orgías. En su consecuen-

cia , admitido como más probable el supuesto de que la

causa eficiente del mal está en el abuso de licores adul-terados y en el uso de armas ilícitas, es de recomendar ála autoridad local una inspeccion constante, inteligentesobre los establecimientos de bebidas , y la más activapersecucion contra los que llevan dichas armas; todoslos que, tanto en esta capital como en los demás pue-

blos de la provincia, quedan incursos en la multa de 250

pesetas, ó 30 días de cárcel por insolvencia, si quebran-

tan esta prescripcion.Pero toda la vigilancia de las autoridades y todo el ri–

gorismo de la ley no bastan para extirpar de raíz un malinveterado. Se recogerán muchas armas; la insolvencia

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272 EL BANDOLERISMO.

llenará las cárceles; pero mientras tanto faltarán los jor-

nales á la desdichada familia del bracero, que sufre las

consecuencias del extravío... sin embargo, todo es pre-

ferible á la inquietud, al riesgo perenne de la mano ho-

micida.Un medio supremo, superior á todas las medidas guberna-

tivas, principal recurso de mi esperanza , hay, y consiste en

el poderío de la mujer, irresistible aquí, á donde la Provi-

dencia derramó todos los encantos de la hermosura , todo el

imperio de la fascinacion. Si llegara á penetrarse de la rea-

lidad de los conceptos reseñados y sabe emplear discretamentesu in fluencia imperativa, avasalladora, la mujer será, como

debe ser, el iris del hogar, la regeneradora de las buenas

costumbres, el bello ideal del hombre , cuando no está per-

turbado por el vino ó envilecido por el crimen.

El Gobernador,

MANUEL SOMOZA.

Málaga 16 de Abril de 18'70.

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ÍNDICE.1•■■■■•■••■■■••11/0.1....■

INTIIODUCCION.Págs.

DEDICATORIA. A las Diputaciones provinciales de Es-pa .a „ . . • . . . . e . . e • . e Va .oeseseeetc ****** *se.*

PRÓLOGO. — Del Excmo. Sr. D. Segismundo Moret yPrendero-ast IXb .seze*sueeodbf, * * e -I e

CAPÍTULO PRIMERO. — Razon de la obra... 4CAPÍTULO II. — Motivos del nombramiento de un

nuevo Gobernador de Córdobo.,...12CAPÍTULO III.— El viaje 20• e o

49 • • O fe

CAPÍTULO IV.— La situacion 57CAPÍTULO V. — Disposiciones adoptadas. 71CAPÍTULO VI.— Resultado de las precedentes medidas 105CAPÍTULO VII.— Efectos de un falso anuncio de di-

mision , y consecuencias de una modificacion mi-nisterial • sleee.es *** 114• ,5 . 0 e ***** • • •

CAPÍTULO VIII. Obstáculos que surgieron, y nuevasresoluciones que fué necesario adoptar.. .. /I 24• e e • *

4 4CAPÍTULO IX.—Medidas reservadas... . . .. • ..

••:::

5CAPÍTULO X.— Conferencia en Madrid. . .4. . .. 159CAPÍTULO XI. — Efectos que produjo la anterior con-

ferencia 178CAPÍTULO XII.— La persecucion aumenta y la lucha

crece.. • 200CAPÍTULO XIII.— El precio de una muerte.. 222Apéndice núm. 1.°. ....„............... • .

• • • •

237Apéndice núm. 2•°.. • . . 270

TOMO 18

Page 341: El Bandolerismo : Estudio social y memorias históricas/ Julián de

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Universidad de Sevilla. Biblioteca de la Facultad de Derecho. Javier Villanueva Gonzalo. [email protected]