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EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD DESDE CÁRITAS Experiencias de trabajo en el territorio Autores: Fernando Luesia Blasco Jaime Minguijón Pablo Gabinete de Estudios e Investigación de Cáritas Diocesana de Zaragoza

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EL ANÁLISIS DE LA REALIDAD DESDE CÁRITAS Experiencias de trabajo en el territorio

Autores: Fernando Luesia Blasco Jaime Minguijón Pablo

Gabinete de Estudios e Investigación

de Cáritas Diocesana de Zaragoza

Índice Presentación Parte I: El análisis de la realidad en el territorio.

Introducción

¿Por qué es necesario analizar la realidad?

¿Qué es analizar la realidad?

¿Para qué analizar la realidad?

¿Desde dónde se realiza el análisis de la realidad? Los criterios del análisis de la realidda y los principios inspiradores de la acción de Cáritas.

Hacia una metodología

Un paréntesis: ¿cómo está organizada Cáritas Zaragoza?

Nace un proyecto de análisis, nos llega una demanda

Pasos comunes a todos los análisis de la realidad en el territorio

Ejemplos concretos de análisis de la realidad en procesos de animación en el territorio

Elementos que ayudan o dificultan el éxito en estos procesos

Parte II: Un análisis y un juicio de nuestra sociedad. Las alternativas.

Introducción

¿De dónde venimos?: la Modernidad

Procesos estructurales Nuestra sociedad condicionada por un modelo cultural Nuevo modelo de conocimiento dominante La ética social como elemento de discernimiento

El modelo de ser humano resultante

Nuestro modelo de sociedad. Las consecuencias

Los rostros de la pobreza

La cuestión de fondo: el diagnóstico

Por dónde van las alternativas

...Y a nivel local... en nuestra cotidianeidad

Algunas dificultades

Anexo I: El decálogo del investigador en Cáritas Anexo II: Algunos instrumentos para el análisis Bibliografía

Presentación

El trabajo que ahora publicamos es fruto de un esfuerzo de sistematización que intenta recoger las grandes líneas del método de investigación que se utiliza en Cáritas Diocesana de Zaragoza a través de su Gabinete de Estudios e Investigación. Seríamos injustos si atribuyésemos la autoría de los contenidos de este trabajo única y exclusivamente a los miembros del Gabinete. Es cierto que ellos fueron los responsables de las primeras herramientas teóricas que se pusieron en juego, pero también hay que reconocer que el método se ha ido perfeccionando paulatinamente conforme iba siendo utilizado por los distintos equipos que han estado investigando en diferentes momentos en Cáritas Zaragoza. Así, pues, en realidad podemos hablar de un método común y propio de Cáritas Zaragoza, que a través de la presente publicación queremos poner en común para que pueda ser trabajado, adaptado a su propia realidad y, finalmente, utilizado por el resto de Cáritas españolas. Y, como estamos convencidos de que la tarea de construcción de este método de investigación nunca se podrá dar por terminada, puesto que se va perfeccionando cuantas veces sea utilizado, esperamos que un día no muy lejano podamos reunirnos todas las Cáritas para confeccionar un método común fruto de nuestras experiencias particulares. Zaragoza, Marzo de 1998

Parte I

El análisis de la realidad en el territorio A) Introducción Ya hace tiempo que en Cáritas todos estamos convencidos de la importancia de llevar a cabo análisis de la realidad que nos permitan situarnos en el mundo y en el entorno que nos rodea con el fin de mejorar sustancialmente las acciones que emprendemos y, en consecuencia, el propio medio. Diversos documentos lo han puesto de manifiesto en multitud de ocasiones. Escogemos dos que por su influencia directa en la tarea y el trabajo cotidiano de Cáritas Diocesana de Zaragoza, son especialmente relevantes:

“Los cristianos debemos testimoniar que somos <<Iglesia de los pobres>> para hacer creíble el Evangelio. Ante los graves problemas de pobreza y marginación existentes en nuestra diócesis que con frecuencia se tratan de ocultar:

- Hemos de hacer un esfuerzo para conocer el grado de pobreza y marginación que padecen personas de nuestro entorno social, mediante un estudio coordinado por zonas, y descubrir a los pobres que no manifiestan su pobreza. - Hemos de adoptar una actitud de acogida, escucha y acompañamiento de dichas personas para poder encontrar con ellas las formas y modos que posibiliten una ayuda eficaz y adecuada en la solución de sus problemas”.

Punto 54 de las conclusiones del Sínodo Diocesano de Zaragoza, de 1987.

“Los equipos locales de Cáritas deben esforzarse por conocer y analizar, con la mayor precisión posible, la realidad social que les rodea y sobre la que pretender actuar. En este conocimiento de la realidad social la comunidad local ha de tener un protagonismo efectivo, lo que no debería menoscabar el rigor de los análisis realizados”

Marco para la acción de Cáritas durante los próximos años, de Cáritas Española (1996), página 24.

Estos dos documentos sirven para ponernos sobre la pista del tipo de análisis de la realidad que debe practicar una institución como Cáritas. Observamos que en ellos se apuntan algunas de las ideas-fuerza que van a ser la clave de los estudios emprendidos:

a) La comunidad: en los dos textos se hace especial referencia a que son las comunidades (a través de los equipos de Cáritas o coordinadas trabajando por zonas) las que deben protagonizar los proyectos de análisis de la realidad. b) El papel de los excluidos: que no debe reducirse a mero “objeto de estudio”, sino que se plantea la necesidad de darles voz y de que participen. c) El rigor: la situación de “no especialistas” de los miembros de la comunidad no debe incidir negativamente en el rigor de los estudios realizados. d) El conocimiento para mejorar la situación del mundo que nos rodea: el análisis de la realidad surge del compromiso con el medio en el que viven los miembros de la comunidad y de su afán de transformarlo.

Optar por un método de trabajo que otorgue una posición de privilegio a la propia comunidad implica entrar de lleno en uno de los campos de trabajo fundamentales de todas las Cáritas diocesanas: la animación de la comunidad. Por ello, esta acción concreta que es el análisis de la realidad, debe hacer el esfuerzo de ponerse en sintonía con estos procesos de animación de los diversos equipos de Cáritas en las parroquias. En este sentido, la experiencia de estos años de trabajo del Gabinete de Estudios e Investigación, nos ha llevado a la constatación de que esos dos temas forman los polos

fundamentales que dan sentido a los distintos análisis que se emprenden. Es más, en cada proceso de investigación que se ha iniciado se ha observado que uno de esos dos polos suele “dominar” el conjunto del proceso. Un proyecto concreto puede estar dominado por un fuerte componente de “animación” o por un fuerte componente de “investigación”, o predomina la propia dinámica del equipo o los requerimientos del proceso de investigación.

¿Qué ANIMACIÓN <---------------------------> INVESTIGACIÓN predomina?---> (Dinámica propia (Requerimientos del proceso del equipo) de investigación)

Gráfico 1: Los dos polos de los procesos de análisis de la realidad Tiene que quedar claro desde ahora que los dos polos hacen referencia a situaciones típico ideales que en su estado puro no se presentan en ningún caso. Más bien, cada uno de los procesos que se han iniciado tenían componentes de:

- animación: puesto que se trata de hacer protagonistas de los procesos de análisis de la realidad a los voluntarios de las parroquias. Estos tienen que asumir su papel preponderante en todos los ámbitos de la acción de Cáritas, ya sea ésta de sensibilización, de denuncia, de atención primaria... y, también, de investigación.

- investigación: puesto que son procesos de análisis de la realidad en los que el objetivo

es conocer el entorno en el que se va a desarrollar una acción futura en el territorio.

A partir de ahora deberemos tener en cuenta esta constatación y asumirla como premisa de la acción investigadora. Pero conviene que desde un principio ampliemos nuestro campo de visión a la hora de concebir la comunidad, y la relación de ésta con el equipo que analiza la realidad. Siendo de hecho la comunidad parroquial un espacio privilegiado, no debemos olvidar el resto de espacios donde lo comunitario es perceptible. Por comunidad, desde una óptica global, debemos entender todo aquel conjunto de relaciones que giren entorno al ser humano. Este término ya lo diferenciaba algún sociólogo (Tönnies) como contrapuesto a las relaciones marcadas por el mercado, para hacer entonces hincapié en que el ser humano estaba siendo instrumentalizado para otros intereses más pervertidos. Es ahí donde radica la posibilidad de que lo comunitario sea un motor para el cambio social, dado que es entonces posible generar relaciones entre hombres y mujeres basadas en la persona humana, como alternativa hacia

aquellas organizaciones sociales, instituciones y sistemas donde el centro es el dinero, la lógica del beneficio económico u otros intereses que hacen que seres humanos tengan que sufrir. Nos aparecen así asociaciones de barrio, movimientos, grupos... donde van surgiendo relaciones que generan comunidad y por tanto son alternativas a la sociedad excluyente de mercado, aunque sólo en apariencia tengan poca incidencia a nivel de la sociedad global Pero, además, la comunidad desde un profundo sentido eclesial debe hacer de esas relaciones humanas un lugar donde sea visible la misericordia de Dios. Por ello las personas desfavorecidas y los más débiles, deben tener un sitio en ese espacio. Y en este sentido, ya hablando en concreto de las comunidades parroquiales, éstas deben estar orientadas a ser acogedoras, hogareñas y con un compromiso vivo con los más desfavorecidos. Así, pues, la animación de la comunidad la estamos entendiendo desde un punto de vista no excluyente, sino incluyente, y con una vocación de globalidad que tienda a extenderse desde la parroquia al conjunto de la sociedad. Por todo ello, podríamos afirmar que en realidad estamos situándonos en la perspectiva del análisis como herramienta de animación global. Este será el punto de partida y la guía de orientación con la que abordaremos la explicación de nuestra metodología. B) ¿Por qué es necesario analizar la realidad? Como hemos dicho, el análisis de la realidad es una condición previa a la realización de nuestras tareas. Sin embargo, tenemos presente que en el trabajo cotidiano de algunos de nuestros equipos no está asumida esta necesidad. Es función del animador el ayudar a tomar conciencia a los equipos de la importancia del análisis. Para ello, deberá remarcar que la acción social, la animación comunitaria, la denuncia, los proyectos educativos, los de tiempo libre, entre otros, tendrán más posibilidades de estar atinados si previamente ha habido un esfuerzo interpretativo de la realidad. En nuestro caso, de la realidad del entorno del que formamos parte y en el que pretendemos trabajar. El análisis que se efectúe marcará las futuras orientaciones de nuestras tareas, de tal manera que podemos decir que: - según el análisis que se haga, así será la programación (objetivos y metodología). - según el análisis que se haga, así será el talante que debamos imprimir a lo que hacemos. - según el análisis que se haga, será adecuado o no lo que hagamos. - según el análisis que se haga, podremos evaluar y revisar lo que hagamos. Pero un análisis de la realidad tiene que responder a un método, a unas reglas de trabajo que vayan dirigiendo la actividad investigadora. Esto es así por varias razones: - En primer lugar porque la percepción que tenemos de la realidad a través de nuestra

experiencia cotidiana está deformada por nuestra posición social, por nuestros intereses (individuales y grupales), por la influencia de los medios de comunicación, etc.

Por eso mismo, es interesante que a la vez que analicemos la realidad con la finalidad de fundamentar la orientación de nuestras tareas, veamos el análisis como una excelente oportunidad para tomar conciencia de las vendas que llevamos puestas, es decir, para intentar romper todos aquellos velos que nos "ciegan" y nos hacen insensibles y pasivos.

- En segundo lugar, sería erróneo pensar que puede alcanzarse un conocimiento plenamente objetivo de la realidad. El análisis de la realidad consiste en una selección de información, en otorgar a unos elementos mayor poder explicativo que a otros, en partir de unas premisas de trabajo que nos dirigen hacia unos temas como objeto de nuestro interés y desdeñan otros, etc. Es decir, podemos afirmar que no existe la neutralidad.

En los manuales que hablan sobre la investigación social se dice que "los datos que se observan" no son sino un pequeña parte del proceso del análisis de la realidad. Uno de los riesgos actuales es esa especie de "cuantitofrenia" que aparece en los estudios sociales en los que existe una gran profusión de datos y muy poca justificación teórica y análisis de los mismos. Ander-Egg1, explica cómo el acercamiento del ser humano a la realidad se produce en un principio cuando éste observa simplemente "lo dado" o "lo existente". Pero ese ser humano siempre estará sujeto a una interpretación, puesto que lo que él ve puede no verlo otro y viceversa. Esto ocurre porque la relación con la realidad está sujeta a la "práctica social", esto es, a cómo el ser humano se enfrenta con el medio y a la "producción de conocimiento", es decir, a un condicionamiento de tipo cultural que previamente tiene el ser humano. Son estos factores los que hacen que se vean unas cosas y no otras.

Por todo ello, es interesante aplicarse a la tarea de construir un método de análisis que cumpla la doble función de dirigirnos acertadamente por la maraña de sobreinformación que existe en la realidad social y que nos ayude a saber preguntar correctamente a esa realidad en función de los objetivos de nuestra investigación. C) ¿Qué es analizar la realidad? En principio, ver la realidad lo sabemos hacer todos. Y no sólo eso, sino que en las múltiples acciones que empredemos en nuestras vidas, estamos acostumbrados a llevar a cabo pequeños análisis y juicios de la realidad que nos circunda. De esta forma, puede afirmarse que existen tantos tipos de análisis de la realidad como personas hay en el mundo; por ello, es difícil muchas veces el llegar a acuerdos entre varias personas en determinados temas. No existe una uniformidad objetiva o visión (interpretación) única sobre lo que todos hemos visto. Cada uno realizamos una interpretación de lo que ha ocurrido. La razón de que esto sea así es que la interpretación que se hace de lo que nos rodea se mueve en un binomio: "lo dado (lo que existe o sucede)" y "la acción de conocer (explicar y dar sentido)". Un hecho que acontece, siempre se procesa. Siempre existe una interpretación de ese hecho, por muy banal que nos pueda parecer el mismo. Y es que la relación realidad-conocimiento es básica y crucial en la existencia del hombre. Pues bien, el análisis metódico es un tipo de conocimiento. Por lo tanto no deja de ser un esfuerzo interpretativo, aunque pretenda alcanzar un grado mayor de objetividad y crítica que el llamado “conocimiento vulgar”. En este sentido, el conocimiento científico, se caracteriza por utilizar un método de trabajo que favorece acercarse a ese mayor grado de objetividad. Este método, en general, está compuesto por dos tipos de actividades: - Desmenuzar de forma sistemática la realidad.

- Globalizar y sintetizar su significado.

Pero, como hemos dicho, aunque se haga de forma sistemática y metódica, nunca dejará de tener ese carácter de lectura interpretativa de la realidad, ya que no existe la objetividad pura o la 1 -ANDER-EGG, Ezequiel. Técnicas de Investigación Social. El Cid Editor. Buenos Aires, 1980.

ciencia totalmente aséptica, al margen de toda ideología o cosmovisión. A esta ideología o cosmovisión puede llamársela “la perspectiva del análisis”, es decir, la atalaya desde la que vamos a ver y buscar una explicación a esa realidad. Esa perspectiva de análisis está determinada fundamentalmente por dos aspectos claves de la acción investigadora: - Desde dónde se haga el análisis de la realidad. - Para qué se hace el análisis de la realidad. Ambas cuestiones están relacionadas profundamente y a su estudio vamos a dedicar los siguientes apartados. D) ¿Para qué analizar la realidad? Quien lleva a cabo una acción de investigación, ya sea un equipo parroquial o un gabinete de estudios ha de tener claro para qué hace el análisis, ya que los métodos y resultados serán diferentes en función de cómo se responda a esa pregunta. Existen múltiples motivos (algunos de ellos “ocultos”), pero suelen señalarse tres "para qués" más comunes que influyen en los análisis y les dan forma: 1) Analizar para conocer lo que acontece. No se tiene por objetivo producir cambios estimables

en la realidad estudiada, sino simplemente conocer su funcionamiento. Por ejemplo, en el tema del desempleo, se pretendería únicamente saber cuántos parados hay, qué edades tienen, su formación, cualificación, sectores de trabajo a los que pertenecen...

2) Analizar para mejorar el funcionamiento del sistema. Manteniendo la lógica del mismo, se

intenta consolidarlo reformando sus "puntos oscuros". Siguiendo con el ejemplo, se trataría, además de lo dicho en el apartado anterior, de identificar los problemas más graves que les afectan, lo que ayudaría a buscar alternativas para ellos, ideando posibles intervenciones en cuanto a mejora de cualificación, creación de empresas sociales...

3) Analizar para transformar la realidad de fondo. Se buscan las contradicciones del sistema y

se apuesta por la participación de los que las sufren. El objetivo es el cambio de ese sistema injusto hacia postulados de mayor justicia, igualdad real y libertad. En nuestro caso, tendríamos que analizar las estructuras sociales que crean desempleo, las causas económicas globales y locales que llevan a expulsar a un contigente de personas fuera del mercado laboral, el principio ultracompetitivo (basado en la razón económica del máximo beneficio, dejando en último lugar siempre las razones más humanistas) que está detrás de esas causas... con la intención de iniciar procesos de transformación social que incidan en esas causas profundas.

Todo esto quiere decir que la meta última del análisis debe clarificarse previamente al inicio del mismo, ya que fijará el lugar desde donde nos situemos y los diferentes objetivos y finalidades que nos planteemos. El haber entrado en el debate de justificaciones y objetivos del análisis nos lleva directamente a conocer los fundamentos filosóficos, teológicos o políticos del grupo que analiza. Estos, normalmente, están detrás de la motivación del análisis. Por ello, deben desarrollarse y hacerse explícitos antes de comenzar la investigación, ya que nos conducirán a diferentes modelos de lectura de la realidad.

E) ¿Desde dónde se realiza el análisis de la realidad?. Los criterios del análisis de la realidad y los principios inspiradores de la acción de Cáritas. Nuestra primera tarea debe consistir, pues, en delimitar claramente la atalaya desde la que nos proponemos realizar el análisis. Una ciencia social ingenua propondría que "desde fuera del objeto estudiado", pero nosotros ya hemos acordado que es imposible lograr esa pretendida objetividad, ya que somos miembros de una sociedad dada y participamos de unos intereses y experiencias concretas. En realidad, en la mayoría de las ocasiones, esta pretendida neutralidad es un discurso ideológico que busca legitimar el status quo imperante. Pero esta negación del cienticismo no significa que optemos por un relativismo metodológico ("todo vale"), sin ningún tipo de criterio. No; nos situamos en una determinada cosmovisión que es preciso identificar y explicar. Y, bajando ya a lo concreto, exactamente, ¿desde dónde de nos situamos a la hora de hacer un análisis de la realidad en una institución eclesial como es Cáritas?: a) desde dentro, pero con un pie fuera: una implicación en la realidad que debe tender a una

postura crítica respecto de esa misma realidad. El entorno más inmediato que queremos analizar, con sus luces y sombras, sus personas, sus penurias, nuestras vivencias, debe suponer una referencia fundamental en el análisis que emprendamos.

b) desde nuestro ver, lo que implica que nos acercamos a lo que queremos estudiar con una

determinada concepción de las cosas, con una forma de entender y ver el mundo. Es lo que se conoce como cosmovisión y lo que los investigadores llaman teoría. Estamos hablando de nuestras utopías y de nuestra identidad. Este punto debemos de cuidarlo si queremos que nuestro análisis sea lúcido y honesto. Esto nos va a colocar a nosotros no como espectadores de esa realidad sino como actores. Se trata de establecer una relación adecuada entre Utopía y Cultura. Un ir y venir que hace que lo que vemos tenga un sentido y que lo que pensamos adquiera vida y se transforme en hechos. Sólo si nos situamos a este nivel seremos capaces de creernos de verdad la importancia que tiene la reflexión crítica y profunda. El agente social que se mueve en estos parámetros hace de sus teorías y de la realidad en la que vive una continua relación de simbiosis.

Podemos ir descubriendo esa identidad de acuerdo a una especie de gradación en donde se irían colocando las cosmovisiones de cada uno de nosotros. - Los hay que sienten lo que en este mundo no termina de funcionar como algo doloroso

porque no responde a una existencia humanizada y desde ahí se comprometen. - También los hay aquellos que además parten de la creencia de que es posible construir una

sociedad distinta, esto es, existen grandes dosis de utopía y se intuye que es preciso luchar contra una serie de problemas sociales y estructurales.

- Y otras personas creen en la idea de que es posible mediante proyectos, aunque sean

pequeños y locales, ir trabajando en el sentido de lograr un cambio social hacia una sociedad más humanizada, para lo cual es preciso un tipo muy concreto de agente social inmerso en lo comunitario que trabaje hacia estos grandes objetivos que surgen de la utopía.

- Desde Cáritas, en este sentido, se debe hacer un esfuerzo por presentar cuáles son esas claves esenciales de su ser que van a impregnar el modelo de acercamiento a la realidad.

Y desde esa identidad, se vienen planteando una serie de líneas-fuerza que están presentes en distintos espacios. Documentos, asambleas, programaciones... están recorridos por una serie de principios que emanan del compromiso con la solidaridad y que son congruentes con los que practican muchos hombres y mujeres de buena voluntad que aspiran a construir un mundo más justo y fraterno. Dichos principios son válidos para cualquier actividad que emprendamos, por lo que tenemos que ser creativos a la hora de hacerlos operativos en cualquier campo de acción de nuestras Cáritas: dinamización de la comunidad, un proyecto de acción social, una denuncia, un acto de sensibilización, etc. En esa misma línea, también es posible encontrar en ellos las claves necesarias para el análisis de la realidad. Siguiendo estos criterios, desde el momento de la fundación del Gabinete de Estudios e Investigación de Cáritas Diocesana de Zaragoza, se creyó que su acción no debía apartarse de la filosofía que enmarca toda acción desarrollada por Cáritas. No debía ser algo aparte, un grupo de prohombres, alejados del bien y del mal, que emitiesen dictámenes y orientaciones "científicas" para instruir al resto de los miembros de Cáritas. Por el contrario, huyendo de una "neutralidad" mal entendida, se pensó que era conveniente inocular el GEI desde su origen, con los principios que orientaban el conjunto de la vida de Cáritas. Se identificaron tres principios orientadores fundamentales que debían introducirse en los proyectos que liderase o coordinase el Gabinete: los pobres, la comunidad y la búsqueda de una sociedad mejor. Esos principios, a su vez, proporcionaban unos criterios de actuación (la óptica de los más débiles, la participación de los excluidos y el protagonismo de la comunidad), como se explica en el siguiente cuadro. La forma de introducir estos elementos en el trabajo cotidiano del GEI consiste en ponerlos sobre la mesa cuando se recibe cualquier petición de análisis de la realidad. Se provoca la reflexión acerca del aspecto fundamental ya comentado: la necesidad de que la acción investigadora también contemple desde el principio un talante transformador y participativo. Esta forma de actuar puede llegar a provocar sorpresa al principio: “Si simplemente queremos conocer la realidad, lo que está ahí fuera, lo dado. Tenemos que ser <<objetivos>>, no dejarnos llevar por análisis mediatizados o, incluso, <<políticos>>”. Gráfico 2: Principios de Cáritas y Criterios de actuación del GEI

Pero lo normal es que las ricas conversaciones que se entablan fruto de este inicial desconcierto acaben en cuestiones epistemológicas o de pura sociología del conocimiento. Lo importante es hacer ver que en las formas, en la metodología, en la propia acción investigadora ya estamos anticipando el modelo de sociedad que deseamos. En la mayoría de los casos, las personas (voluntarios o profesionales) terminan viendo el sentido de lo propuesto. Todo esto es muy importante, ya que desde el principio, los voluntarios y voluntarias de las parroquias aprenden a participar, dando su opinión, ya en ese momento, sobre el propio enfoque del análisis, sobre su sentido, sobre su papel como miembros de Cáritas. Dando una vuelta de tuerca más a este esfuerzo interpretativo realizado para encontrar las claves, es conveniente que en las discusiones se introduzca la óptica de la fe.

En este esquema se han presentado algunas claves del análisis desde una perspectiva sociológica crítica. Como meta para el futuro planteamos la necesidad de seguir profundizando en el reto de la síntesis entre fe y vida, en este caso, entre fe y análisis de la realidad. Para esta síntesis es preciso seguir en la línea emprendida hace tiempo: un diálogo continuo entre las esferas de las ciencias sociales y la teológica que haga posible que sigan confluyendo en nuestra praxis cotidiana. No se trata de buscar un discurso único, sino de una confluencia basada en los múltiples nexos de unión complementarios que las acercan. Por eso, y a modo de apunte, creemos que los principios comentados que daban lugar a las claves para el análisis, han de estar embuídos necesariamente del discernimiento a la luz de la fe. A modo de ejemplo, en la búsqueda de esa confluencia, presentamos las siguientes líneas de reflexión que terminan por encuadrar los principios que se encuentran detrás de los procesos de análisis de la realidad:

- El pobre como lugar teológico. - El camino hacia la construcción del Reino. - El Pueblo de Dios en marcha. - La sabiduría de los crucificados.

F) Hacia una metodología... El siguiente paso es lógico y consiste en decir que, puesto que se asumen esos postulados, tendrán que reflejarse, desde el principio, en nuestro trabajo. Por lo tanto, es conveniente que dentro de la metodología se tengan en cuenta esos principios, que deberán traducirse en criterios de actuación:

- la óptica de los más débiles: cualquier situación puede verse desde multitud de ángulos, pero si lo que se desea es conocer el porqué de la situación de exclusión de algunas personas, es fundamental que intentemos adoptar su punto de vista como prioritario, aunque, evidentemente, se tenga cuidado de complementarlo con la visión del conjunto de actores intervinientes. Por ejemplo, si estamos analizando la situación de los parados en una determinada zona, es conveniente que intentemos introducir en el análisis cómo viven ellos su situación de parados, qué significa para sus vidas, para su familia, para sus proyectos... Las macrocifras y los procesos estructurales, que explican el porqué de la existencia de desempleo, no alcanzan a comprenderse en toda su extensión si no se complementan con la visión de los que la están sufriendo. La experiencia nos demuestra, además, que este criterio de adoptar el punto de vista de los más débiles es el que verdaderamente ha permitido llegar a entender un fenómeno (en este caso el desempleo) en su globalidad.

- la comunidad es la protagonista: se debe partir de que la transformación de la sociedad empieza por la propia transformación. Debemos ser capaces de asumir el protagonismo: nosotros (la comunidad) llevaremos adelante la investigación. Tratar de convencer a los voluntarios de que son capaces de hacerlo es una de las primeras dificultades que hay que vencer. Normalmente “se pide” una investigación al experto y convertir a los voluntarios en investigadores, “confiar en ellos” y que ellos confíen en sí mismos, es un paso complicado, al que casi se ven forzados y que sólo admiten totalmente al final del proceso, cuando empiezan a ver resultados. La tónica general de este tipo de análisis es que nos topemos con varios momentos en los que nos abandonan las fuerzas y la confianza en que somos capaces. En estos casos, el refuerzo de los “apoyos técnicos- animadores” que acompañen el proceso es fundamental.

- la participación de los excluidos: hay que romper con la nefasta oposición entre “nosotros” (que ayudamos) y “ellos” (a los que ayudamos). De la misma manera que desde el status de experto se intenta devolver a la comunidad el protagonismo que le corresponde, se trata de convencer y hacer comprender que los excluidos tienen que dar los pasos por ellos mismos; nadie puede darlos por ellos, ni siquiera la gente de buena voluntad. De no hacerlo, estaríamos robándoles su derecho a ser protagonistas y a participar que es, precisamente, lo que actualmente mejor define a los colectivos excluidos. Cuando sea posible, y midiendo muy bien los pasos, es conveniente intentar invitar a los excluidos a participar en el análisis de la realidad. Normalmente se tienen contactos con ellos en las acogidas y en el trabajo cotidiano de seguimiento. También es frecuente pedirles colaboración para obtener una información que precisamos. Hay que aprovechar estos lazos para comentarles cuál es nuestro proyecto, lo que pretendemos, e intentar hacerles ver la importancia de que se unan a nosotros. Si esto sucede, el proceso habrá alcanzado su máxima plenitud y habremos empezado a romper las barreras de la exclusión. En este sentido, es especialmente interesante cuando la petición del análisis es hecha por un equipo que pretende colocarse asímismo en el centro del análisis. Es el caso, por ejemplo, de las mujeres del medio rural que quieren analizar la situación de las mujeres rurales, o el equipo formado por jóvenes que desean conocer la situación de la juventud en una determinada zona.

- búsqueda de una sociedad más justa: ese es el motivo, pero también el fin. Y una sociedad más justa, de entrada, es aquella en la que se posibilita que todos participemos de igual a igual. Se debe abandonar la idea de que desde nuestra posición ilustrada o integrada tenemos el derecho a decidir por todos cuál es el futuro deseable. Nuestro fin, más bien, es posibilitar que todos participen en la deliberación y la decisión de cómo tiene que ser esa sociedad. Se ha de estar dispuesto a manejarse en la incertidumbre, el no saber qué será. En alguno de los trabajos que se han coordinado desde el Gabinete, este criterio se ha convertido en el fundamental del proceso. La búsqueda de una sociedad mejor, la solución a algunos problemas que afectaban a una determinada zona o territorio, era el punto de encuentro entre los diversos grupos de iglesia y otros del tejido social que estaban trabajando en el medio. Esta confluencia de intereses ha permitido que esos grupos con orientaciones diferentes pudiesen trabajar juntos, codo con codo, por un proyecto común, lo que ha hecho posible abrir las parroquias al barrio (o pueblo), con los efectos beneficiosos que ese hecho ha provocado.

Nuestra función como técnicos o especialistas desde el Gabinete de Estudios e Investigación consiste en poner los medios para que todo esto sea posible. En este sentido, el papel que desempeñamos en muchos grupos es muy parecido al del “animador” o, incluso, al de educadores. Se trata de “despertar la vida y las posibilidades que los demás tienen dentro, levantar de la pasividad”, propiciar que las personas reconozcan cuáles son los problemas y necesidades propias y las de los que les rodean y se responsabilicen en su solución, poniendo en marcha acciones con ese fin. Recomendamos que quienes coordinen este tipo de análisis de la realidad, revisen el proceso que están llevando adelante cada cierto tiempo (dos o tres meses) para comprobar si se están siguiendo los criterios comentados. Son actividades pseudoevaluativas, que podrían dirigirse a los siguientes aspectos:

- analizar en qué medida se está ayudando a que el grupo y sus miembros estén alcanzando conciencia de la situación y de las necesidades ya desde el principio de la actividad (la primera reunión). Poner sobre la mesa lo comentado anteriormente facilita este paso: las deliveraciones acerca de la metodología propuesta, de los criterios, etc. hacen

posible que el grupo empiece ha adquirir conciencia de la importancia del objetivo que se ha planteado.

- contrastar si se está favoreciendo que la gente se haga protagonista, debatiendo desde el diseño y la orientación del análisis hasta, en los momentos posteriores, cuáles son los pasos que se tienen que dar. En un primer momento es posible que el peso del análisis recaiga más en los animadores y técnicos, pero poco a poco es conveniente ir encontrado vías para que todos los que participan vayan asumiendo responsabilidades.

Gráfico 3: Caminos de la animación

Asumir Responsabilidades <---------> Ser actor <--------> Tomar decisiones

- tener siempre la actitud de favorecer la implicación de los excluidos en el proceso. Eso asusta y hay que tener mucho cuidado en determinadas situaciones, pero con pasos más pequeños o más grandes, según los casos, siempre se va consiguiendo. Lo que no puede hacerse es abandonar este criterio sin intentarlo. Cuando el proceso esté consolidándose, es decir, cuando el grupo o grupos estén suficientemente cohesionados, es conveniente plantear en qué medida se puede avanzar en este criterio. Aunque se vea difícil, es tarea de los coordinadores-animadores sacarlo a relucir periódicamente.

- de esa forma, ya se está transformando el medio, porque lo que uno crece en un determinado ámbito o parcela de su vida, lo exporta (quiera o no) al resto de su existencia.

sformación del Transformación de Transformación de

Equipo de Cáritas -------> la comunidad -------> de la sociedad

Gráfico 4: Esquema lógico del proceso de transformación del medio

Para ello, partiendo de ese esquema, la estrategia ha de ser en todo momento la de tener la “mente abierta” a la participación del resto de la comunidad parroquial y del resto de la sociedad (a través de las formas propias en las que está organizada, normalmente de asociaciones, ONG’s...). Los procesos más ricos en los que hemos tomado parte, han sido aquellos en los que no ha habido fronteras y todos nos hemos tratado como iguales, con un mismo interés: mejorar nuestra sociedad. Como hemos dicho, ese era el punto que nos unía, el que posibilitaría el encuentro entre diferentes sensibilidades. Marcarse como tarea al principio del análisis conocer los diferentes grupos, entidades, instituciones, etc. que están presentes en el medio y las actividades a las que se dedican, es un buen preámbulo para posteriomente favorecer el contacto y el trabajo en común.

G) Un paréntesis: ¿cómo está organizada Cáritas Zaragoza? Para que se comprenda con exactitud cuál es la metodología empleada y los pasos dados en los procesos de análisis que se llevan a cabo en la diócesis de Zaragoza, es conveniente conocer, aunque sólo sea mínimamente, cuál es la estructura organizativa de nuestra Cáritas. Existen, entre otras, dos áreas de trabajo:

- El área de acción social (AAS): estructurada en programas de actuación (infancia, empleo, minorías, juventud, mujer, ancianos, transeúntes, cárcel y salud mental), cada uno de los cuales pone en marcha diferentes proyectos, ya sean de intervención directa, de análisis, de reflexión, de denuncia, de sensibilización, de promoción, etc.

- El área de animación de Cáritas de base (ACB): con una doble función:

- acompañar a los equipos de las parroquias en la atención primaria a las personas y colectivos desfavorecidos y llevar a cabo el seguimiento de los casos conjuntamente con ellos.

- animar los equipos de Cáritas de las parroquias y, desde ellos, al

conjunto de la comunidad eclesial y local (barrio o pueblo). Dentro de estas funciones se encuentran las de desarrollar las tareas de sensibilización, acometer proyectos en zona (en el territorio), denuncias, formación, reflexión... Todas las zonas en las que está dividida territorialmente Cáritas, y que se corresponden con los arciprestazgos, tienen asignado un técnico (“animador”) de referencia.

Cada una de estas dos áreas y programas posee un contingente amplio de voluntarios y de técnicos que les acompañan. Los voluntarios tienen encomendadas, además, las tareas de ser responsables de cada una de las áreas, programas o proyectos. El sentido de todo este paréntesis es advertir, ya en este momento, que el apoyo que se aporta desde Cáritas Diocesana en cada proceso de análisis de la realidad consiste en:

- un miembro del programa del AAS implicado en el análisis, por ejemplo, si el análisis se hace sobre mujer, interviene el técnico u otro voluntario del programa de mujer. - el técnico del ACB que acompaña la zona en la que se realiza el análisis de la realidad.

- un miembro (técnico o voluntario) del GEI.

Esto es muy importante, puesto que uno de los elementos fundamentales que luego analizaremos para que un proceso de análisis de la realidad tenga éxito o fracaso es, precisamente, el acompañamiento que se dé desde los distintos programas diocesanos. Y esto sin suplantar la clave prioritaria del método adoptado: el protagonismo de la comunidad. H) Nace un proyecto de análisis, nos llega una demanda Normalmente, las demandas para iniciar un nuevo proyecto de análisis llegan al GEI transmitidas por el técnico de la zona a la que pertenece la parroquia. En ese momento, de manera todavía poco elaborada, se pide una colaboración o “apoyo técnico” para sacar adelante un proyecto de análisis. A partir de ahí, la forma normal de actuar es indagar, junto con el técnico de zona y animadores propios del territorio, qué hay detrás de esa demanda. Las situaciones más normales que suelen darse son las siguientes:

- El equipo quiere poner en marcha un proyecto de intervención con algún colectivo. Por ejemplo, es muy habitual que se quiera sacar adelante una residencia de ancianos. Suele haber sucedido que, previamente, el técnico de zona les ha hecho ver que el deseo que se encuentra detrás de esa iniciativa es ayudar a la población anciana del barrio o del pueblo y que lo que hay que hacer, en primer lugar, es conocer las necesidades que tienen para, posteriormente, ver si la residencia es o no es el servicio adecuado a esas necesidades.

- Que después de un proceso de formación sobre un tema concreto, en el que suele haber pequeñas dosis de análisis de la realidad, se vea la necesidad de profundizar más en ese conocimiento de la realidad para poder poner en marcha con mayor seguridad posteriores actuaciones. La motivación nace totalmente del grupo, que suele tener muy claro que antes de actuar hay que conocer.

- Que el equipo se encuentre en una situación de crisis de orientación. Por circunstancias varias (haber “solucionado” el problema que hasta ese momento les movía, por ser un equipo nuevo o muy joven...), hay equipos que no saben hacia dónde dirigir sus actuaciones más allá de la atención primaria y piensan que el análisis puede ser un buen instrumento para proporcionarles pistas. Hay una motivación laxa, derivada, casi una huida hacia adelante.

- Que el coordinador, técnico, sacerdote o institución vean la necesidad de iniciar un proyecto que aglutine y que sirva de excusa para poner a trabajar en común y animar una determinada parroquia o zona. Esto suele convertirse en propuesta de programación y lo normal es que haya llevado un trabajo previo de motivación muy fuerte en el territorio antes de que llegue la demanda al GEI. Es una motivación generada pero que suele ser asumida de buen grado por los equipos.

Lo habitual es que varias de estas motivaciones se encuentren mezcladas, pero no es menos cierto que una de ellas es la que va a marcar el proceso a seguir en el futuro. Es imprescindible saber definir con exactitud cuál de esas situaciones va a dominar, puesto que cuando haya que tomar determinadas decisiones, más que los propios requerimientos técnicos del análisis, van a influir en ellas las características del tipo de proceso del que se trate. I) Pasos comunes a todos los análisis de la realidad en el territorio

La intención fundamental de esta publicación es poner en común unos criterios y unas orientaciones acerca de cómo se plantean los análisis de la realidad desde el Gabinete de Estudios e Investigación de Cáritas Zaragoza. Se vería cumplido el objetivo si quien la lea los comprendiese e interiorizase. Lo que se va hacer a continuación es una descripción de los pasos que suelen ser más comunes en los diferentes proyectos que hemos coordinado. Pero hay que advertir y remarcar suficientemente que no son literalmente transportables a cualquier proceso que se emprenda en cualquier diócesis. Lo importante, lo básico, son los criterios y las estrategias. Posteriormente, cada diocesana tiene que hacer el esfuerzo de hacerlos operativos adaptándolos a su propia realidad y circustancias. Ni las situaciones sociales son iguales en todo el territorio nacional, ni las posibilidades humanas y económicas de las diocesanas son equiparables. Por otra parte, y abundando en esta idea, somos conscientes de que en este tipo de procesos no existen las recetas mágicas. No se puede crear “una forma de hacer” y aplicarla a las situaciones que se presenten, haciendo caso omiso de las particularidades que se den. Las herramientas de trabajo son los criterios y luego cada cual debe aplicarlas a cada situación y debe hacer las correcciones oportunas, en función de lo que se vaya encontrando en el camino. Dejando esto bien sentado, sí que puede ser interesante describir cuáles son los pasos que se han ido repitiendo en los proyectos en los que hemos participado. Estas fases se han ido consolidando conforme iba pasando el tiempo y se acrecentaba la experiencia de los miembros del Gabinete y de los diferentes programas diocesanos implicados. A continuación detallamos las más importantes: i.1) El análisis previo de la situación del grupo (o de los grupos) con el que se va a trabajar. Saber cuáles son sus motivaciones, por qué quieren realizar un análisis de la realidad, cuántos son, cuánto tiempo llevan trabajando juntos, quiénes son los animadores, qué han estado trabajando hasta ahora, sus posibilidades, sus fuerzas... Esta es la primera acción que se lleva a cabo, en el mismo momento en el que llega la demanda al Gabinete. Lógicamente, este paso debe darse entre todos los que tienen alguna función de animación en ese territorio, es decir, el técnico de la zona, el o los sacerdotes, los directores... En un momento posterior, cuando se tiene la primera reunión con el grupo (o los grupos), también es conveniente que él tome parte en estas deliberaciones. Se le debe dar voz para que exprese sus opiniones acerca de todos esos aspectos. Con toda esta información, debe hacerse un buen diagnóstico acerca de cuál es el polo que domina y en qué medida: la animación o la investigación. Más adelante, cuando haya momentos de confusión, de estancamiento y demás dificultades, este diagnóstico previo servirá para decidir cuáles pueden ser las medidas más apropiadas. i.2) Explicar claramente desde el principio, cuáles son los criterios con los que se va a trabajar y que han sido ampliamente explicados ya en esta exposición. El grupo debe saber cómo se va a realizar el proceso y los esfuerzos que les va a suponer el ponerlos en práctica. Recordemos que muchas veces se va con la idea de que “los expertos nos harán el trabajo”. Es conveniente traer ejemplos de otras experiencias parecidas que les ayuden a ver y a creer que lo que se plantea es posible. Un argumento de bastante fuerza suele consistir en presentar las conclusiones (si son publicadas mejor) de estudios anteriores realizados en la diócesis.

Para facilitar estas tomas de postura, solemos presentar a los miembros de los equipos una reflexión que elaboró el Gabinete de Estudios e Investigación en el año 1995 y que titulamos “El decálogo del investigador en Cáritas” (Ver Anexo II). i.3) Llegar a un acuerdo acerca de en qué va a consistir el proyecto de análisis de la realidad. El acuerdo constará de, al menos, los siguientes elementos: objetivo general, fases del proceso, forma de organización, fecha de finalización, tiempo de dedicación de cada uno de los participantes, papel del GEI. Hay que tener en cuenta que suelen ser procesos largos (entre uno y dos años), en los que nos encontraremos algunos momentos de baja motivación y de pérdida (u olvido) de expectativas. Recordar en esos momentos el acuerdo (fases, objetivos, fechas, etc.) ayudará a centrar otra vez al equipo. i.4) El Equipo coordinador. En los casos en los que se trabaje con un conjunto amplio de grupos (ya sea pertenecientes a la misma parroquia o de diferentes parroquias), es conveniente formar un equipo coordinador, que tendría la función de pensar en las actividades, valorar los pasos dados, estar atentos al cumplimiento de los criterios e intentar encontrar vías para acercarse a ellos, pensar en los materiales más apropiados para trabajar los equipos, plantear actividades que pueden realizarse, evaluar periódicamente... Del equipo coordinador, que puede llegar a estar compuesto por entre cinco o diez personas, es conveniente que formen parte las personas de los programas diocesanos implicados, uno o dos sacerdotes que acompañen el proceso, el coordinador de la zona o equipos que llevan a cabo el análisis (si existe esa figura) y dos o tres seglares/voluntarios del territorio. Es también función prioritaria de este equipo coordinador encontrar la fórmula a través de la cual lograr que el resto de equipos trabajen, se sientan acompañados, tengan sensación de continuidad. Nuestra experiencia nos demuestra que cada proceso requiere una forma de organización diferente. En unos casos hemos funcionado en base a grandes sesiones generales (cada mes y medio o dos meses) en las que participaban todos los miembros de los equipos implicados en el análisis; allí se reflexionaba, se distribuía el trabajo, se exponían las conclusiones más interesantes... En otros casos, cada miembro del equipo coordinador se desplazaba por el resto de equipos dando información, proponiendo trabajo, animando el debate, la reflexión, recogiendo propuestas... En cada proyecto de análisis de la realidad que se inicie, los animadores y el equipo coordinador deben decidir cuál puede ser el camino más adecuado (que no canse, pero que sea operativo) para conseguir la verdadera implicación y participación de todos los grupos que quieren investigar. i.5) El análisis de la realidad propiamente dicho Cuando se plantea el procedimiento a seguir, es muy importante encontrar una dinámica y una evolución que englobe todo el proceso. Desde el Gabinete hemos valorado siempre muy positivamente seguir un esquema que, desde la primera a la última sesión, recorriese el camino que va del VER al ACTUAR, pasando por el JUZGAR. Ya se podrá comprobar posteriormente en los ejemplos que exponemos, pero es interesante que los grupos pasen escalonada y lentamente por cada una de esas fases.

A continuación se va a explicar con más detalle cuáles son los pasos más comunes es estas fases:

- En primer lugar, lo normal es dedicar unas sesiones (es decir, unas reuniones de los equipos, los materiales de trabajo y la búsqueda de información) al ver, otras al juzgar y, finalmente, cuando el proceso esté concluyendo, tomar decisiones acerca de qué acciones (individuales, grupales y comunitarias) pueden emprenderse para intentar cambiar la realidad que hemos analizado.

- En segundo lugar, en cada una de las sesiones, independientemente de en qué momento nos encontremos y qué fase domine (ver, juzgar y actuar), se intentan dar pequeños pasos en el resto de fases que no dominan.

Por aclarar conceptos a través de un ejemplo, en el medio rural es habitual analizar el problema del envejecimiento y del despoblamiento. Pues bien, en las primeras sesiones, lo normal es analizar a través información censal en qué ha consistido númericamente ese problema, es decir, la parte fundamental de las actividades irán encaminadas a VER lo que está pasando. Pero, además, aunque se encuentren en la primera fase, se suele pedir a los habitantes de esas zonas que expliquen cuál ha sido su experiencia, cómo ven y explican que eso haya sucedido, qué razones dan; es decir, se realizan pequeñas incursiones en el juzgar (dando razones de lo sucedido) y en el actuar (movilizando a las gentes del lugar, aunque no participen en el proceso, para que den su opinión, a través de debates, cafés-tertulias, etc.). Algo parecido se hace en las dos siguientes fases. Es decir, esquemáticamente el proceso podría expresarse en el siguiente gráfico: Gráfico 5: Esquema de las fases del análisis:

Ver Ver

Juzgar -------> JUZGAR -------> Juzgar Actuar Actuar ACTUAR

(En mayúsculas, la fase del proceso que domina) En este momento, es importante recordar también la otra gran dinámica que es conveniente que esté presente a lo largo de todo el proceso: se trata de establecer un contínuo diálogo entre lo global y lo concreto. Es conveniente que los equipos vean que su problema, su situación concreta, está íntimamente relacionada con procesos sociales que están actuando a nivel nacional y mundial. A su vez, también es interesante que comprendan que la posible acción en su entorno más cercano, aunque parezca poco importante y sin relevancia, incidirá de alguna manera en esos procesos sociales más globales.

Para nosotros, hay dos momentos cruciales en los que esta relación entre lo global y lo concreto tiene que ponerse de manifiesto:

- Al inicio del proceso es normal una gran sesión general (es decir, con la participación de todos los miembros de todos los equipos implicados) en la que se presenta un marco global de la situación general. Por ejemplo, si hablamos de mujer rural en una zona determinada de nuestra geografía, una posibilidad es que alguna mujer hable de la situación del medio rural en occidente dentro de la economía mundial, de los procesos europeos que le afectan, de cómo se ve modificada la tradición y la cultura rural por esa evolución, de cómo incide todo esto en la mujer y en su papel en la sociedad rural que se avecina, etc.

- Cuando llega la fase del juzgar. Normalmente, los equipos ya tienen una idea general, compuesta por grandes trazos, acerca de lo que está sucediendo en su entorno. También se han armado con unas explicaciones más o menos difusas y coherentes de cuáles son las razones de que eso haya sucedido. Es el momento de dar un salto cualitativo en el proceso que personal y grupalmente están llevando los participantes. Y es un papel fundamental del GEI (o acompañantes técnicos del proyecto) dar las herramientas adecuadas para que el juicio pueda ser hecho con la mínima seguridad. En este juicio deben aparecer aproximaciones a la realidad estructural (económica, política, social...), y cuestiones culturales y éticas. Además, se deben dar pistas acerca de cuáles son las posibles vías de acción que permitan cambios en esos ámbitos que han sido juzgados. El Gabinete ha trabajado en profundidad estos aspectos, sirviéndose de trabajos y reflexiones de teóricos que desde distintos ámbitos (sociológico, económico, cultural, ético y religioso, principalmente) han analizado nuestra sociedad. En la segunda parte de esta publicación exponemos los rasgos fundamentales de nuestra sociedad que pueden ayudar a enfocar las sesiones dedicadas al juicio en los procesos de análisis de la realidad. Pensamos que es una aportación interesante que puede ser utilizada por los lectores del presente trabajo.

i.6.) Elaboración de las conclusiones y presentación de las mismas. La última fase consiste en recoger en un informe las conclusiones más interesantes que se hayan obtenido, las valoraciones realizadas y las posibles vías de acción que se ven. En los diferentes análisis de la realidad que hemos coordinado, la elaboración de estas conclusiones y su presentación al resto de la sociedad en un acto público, se ha revelado como uno de los puntos más álgidos del proceso. Suelen convertirse en el gran acto sensibilizador y, a su vez, en punto y seguido que da lugar a la puesta en práctica de la fase del actuar. En este sentido, ofrecer los resultados a los medios de comunicación tiene un efecto multiplicador que nunca debe desaprovecharse. i.7.) ¿Y, después, qué? En el momento en el que se finaliza el análisis y se produce la presentación, el papel del Gabinete se va diluyendo poco a poco y va alcanzando más relevancia el protagonismo de los propios animadores del medio (recordamos: programas de animación y de acción de la diocesana, sacerdotes, coordinadores y directores). Ellos son los que van a continuar acompañando a los equipos en el futuro y son los que tienen que coger las riendas. Independientemente de que siga actuando o no, el equipo coordinador que se creó para el análisis, tiene que asegurar en un primer momento que se establezcan proyectos de acción en el territorio. Estos proyectos pueden ser de muy diversa índole, pero normalmente se reunen en torno a tres ámbitos:

- denuncia, sensibilización, formación: campañas, publicaciones, cursos, seguimiento de una determanda política o situación, etc. - acción social, de intervención directa en alguna problemática concreta. - de coordinación en la acción futura, creando asociaciones, coordinadoras, asambleas, grupos de trabajo, etc.

Ejemplos de cada una de esas posibilidades se han dado en los distintos proyectos en los que hemos participado y algunos de ellos serán descritos a continuación. J) Ejemplos concretos de análisis de la realidad en un procesos de animación en el territorio La forma más sencilla y didáctica de aprender a realizar análisis de la realidad en parroquias es, precisamente, llevándolos a cabo. Así aprendimos en el GEI. Vamos a exponer a continuación dos ejemplos que tienen características diferenciadas y que pueden ayudar a comprender la dinámica de nuestra actuación. Desde el más sencillo... Un proyecto de investigación, realizado en 1995 y centrado en las mujeres en situación de marginación en el barrio zaragozano de Las Delicias, fue el primer análisis de la realidad en las parroquias que acompañó el GEI. Era un proyecto de zona en el que participaron diferentes voluntarias de las parroquias de ese arciprestazgo. En total estaríamos 10 voluntarias y tres técnicos de la diocesana (no nos acompañaba, en este caso, ningún sacerdote). No existía equipo coordinador, trabajamos en ese grupo directamente. El objetivo del análisis era analizar la situación de las mujeres que acudían a la acogida de las parroquias, con la finalidad de orientar mejor la acción de los equipos e iniciar procesos de colaboración con otras entidades interesadas en el tema. Es decir, investigar para reorientar la intervención. La forma de organización era directa, es decir, que todos los implicados en el proceso nos reuníamos, abordábamos las diferentes fases, tomábamos decisiones y nos repartíamos el trabajo. Nos veíamos cada 15 días en una de las parroquias de la zona. En las reuniones tratábamos de ser fieles al método empleado, poniendo sobre la mesa todas y cada una de las decisiones que había que tomar y las posibles alternativas que se veían. El resultado fue, quizás, un estudio generalista sobre la situación de las mujeres, pero era precisamente lo que el grupo requería y lo que estaba dispuesto a asumir como trabajo propio. Tirar más, que se podría haber hecho desde los postulados de los técnicos, era posible, pero se hubiesen conseguido unos resultados más alejados de los requerimientos de las voluntarias. Las fases más importantes del proceso fueron las siguientes:

- Fijación de los términos del acuerdo (que antes ya ha sido comentado). - Determinación de las fases del análisis de la realidad: Ver la situación de la mujer, Juzgar cuáles eran las razones de su situación y plantear Actuaciones. - Decisión acerca de los aspectos más interesantes que nos interesaban estudiar sobre estas mujeres. Son lo que solemos denominar “objetivos específicos”.

- Selección de la técnica utilizada, que fue la elaboración de un cuestionario confeccionado a partir de los aspectos que deseaban estudiarse y que se pasó a todas y cada una de las mujeres que habían pasado por la acogida. - Trabajo de campo.

- El análisis de los resultados fue realizado también en común, utilizándolo como herramienta adecuada para introducir el Juzgar. Se realizó una presentación a las comunidades parroquiales (llevada a cabo por las mujeres voluntarias) y se pasó comunicación a los medios. El resultado de este proceso fue doble, además de la propia concienciación de las implicadas en el proceso:

- por una parte, de conversaciones reuniones con otros grupos del barrio surgió la necesidad de relanzar la sección de mujer de la asociación de vecinos. - por otra, se puso en marcha un proyecto diocesano de trabajo con estas mujeres, liderado y coordinado por algunas de las voluntarias del equipo de análisis.

...hasta el más complejo Más complicada fue la puesta en marcha y acompañamiento de un proyecto de investigación, realizado en el curso 1996-1997, cuyo objetivo era el estudio de la situación de la mujer en el medio rural, en concreto, en las comarcas de Campo de Cariñena y Ribera del Huerva. Era un proyecto comarcal en el que participaron una serie de pueblos de la zona y que tenía los siguientes objetivos:

- encontrar un elemento común en todos los pueblos del arciprestazgo que permitiese iniciar procesos de trabajo conjuntos. - intentar implicar al resto de pueblos del arciprestazgo que no tenían equipo de Cáritas o éste era muy incipiente. - conocer la realidad de la mujer rural, con el fin de iniciar procesos de mejora de su situación.

En el proceso participaban, al principio, diferentes voluntarias de los equipos de Cáritas de las parroquias rurales de ese arciprestazgo de los pueblos más desarrollados como Cáritas. A la hora de organizarnos, como eran bastantes poblaciones y dispersas, se pensó en crear un “equipo coordinador”, compuesto por cuatro voluntarias de esos pueblos, dos sacerdotes y los tres técnicos de la diocesana. Ese equipo coordinador se encargaba de diseñar la investigación, decidir qué se hacía en cada momento, elaborar los materiales que sirviesen para el trabajo posterior de los grupos en cada pueblo (a propuesta, normalmente, de los técnicos de la diocesana). La metodología para conseguir la implicación y participación del conjunto de mujeres de los pueblos era la siguiente: todas las mujeres interesadas en trabajar y profundizar acerca de un tema concreto que se había escogido para esa reunión por el equipo coordinador, se reunían en unas "sesiones generales". Estas tenía lugar una vez al mes, y en ellas se explicaban dichos temas a través de charlas, mesas redondas, etc... En ese mismo lugar se les entregaba una "ficha de trabajo" (elaborada por el equipo coordinador), específica para cada uno de los temas, en la que se detallaba cuál era el proceso a seguir en el resto de mes para indagar y profundizar en el tema objeto de estudio. Cada pueblo se organizaba la forma en la que trabajar la ficha y elegían un portavoz que se encargaba de presentar en la siguiente sesión general los resultados y avances realizados en su pueblo.

Las fichas que se trabajaron fueron las siguientes: * Sobre el VER: 1.- Situación general de la mujer rural. 2.- Mujer rural y trabajo (la reproducimos en un anexo). 3.- Mujer rural y educación. 4.- Mujer rural y salud. * Sobre el JUZGAR: 5.- Mujer rural y familia. 6.- Mujer rural y participación (la reproducimos en un anexo). Como puede observarse, no se trabajaron todos los temas que pudieran estar relacionados con la mujer, pero sí que se hizo un esfuerzo por recoger los que más pudieran incidir en la mujer rural y en concreto en la mujer de la comarca de Cariñena-Ribera del Huerva. Lo importante de este proceso, es que con la ayuda de los miembros del equipo coordinador, el proyecto fue ilusionando cada vez a más gente. Primero a otros equipos parroquiales de los pueblos del arciprestazgo que al principio no habían querido intervenir, luego a otras asociaciones y grupos que no pertenecían a la Iglesia local (asociaciones de mujeres, asociaciones culturales, etc.), introduciéndonos, poco a poco, en una tarea que excedía los marcos de la Iglesia para convertirse en un proyecto de encuentro entre diferentes sensibilidades. En un momento dado, el equipo coordinador perdió el control de la situación más allá de las reuniones propias y de las sesiones generales de cada mes. Entre una y otra reunión, los procesos de trabajo se extendían por todo el territorio, con una amplia participación de mujeres y hombres, aportando cada uno lo que consideraba sustancial. En este caso, Cáritas, hizo una verdadera labor de motivación, animación, movilización y convergencia de sensibilidades en torno a la búsqueda de una sociedad mejor. Cuando el proceso terminó, había un buen número de grupos dispuestos a seguir trabajando por mejorar las condiciones de vida y el futuro de las mujeres en el medio rural, entre los cuales, evidentemente, seguían encontrándose los equipos de Cáritas. Las técnicas utilizadas, como hemos dicho, eran unas fichas de trabajo divididas en tres partes:

- información, descripción del tema escogido. - preguntas y contenidos a trabajar durante el mes siguiente. - metodología que proporcionase directrices acerca de cómo había de hacerse ese trabajo que se demandaba.

Se realizó una presentación al conjunto de la sociedad de los pueblos (llevada a cabo por las mujeres voluntarias) y se pasó comunicación a los medios. Actualmente, cuando han transcurrido pocos meses desde la finalización del proceso de análisis, se ha decidido en uno de los pueblos la creación de una revista local promovida por una asociación surgida al efecto, el iniciar procesos de formación en distintas técnicas para conseguir llegar mejor a la población en las tareas de denuncia y sensibilización, tratándose todavía de cerrar otros proyectos. Quizás lo que más merezca la pena resaltar es que partiendo de Cáritas se haya extendido al resto del tejido social y que partiendo de la situación de la mujer se haya conseguido tomar conciencia de problemas globales y se propongan acciones conjuntas para todo el mundo que ataquen esos problemas globales.

K) Elementos que ayudan o dificultan el éxito en estos procesos De entrada hay que hacer un comentario. Es cierto que tanto el éxito como el fracaso están ligados a la “pericia” y “eficacia” de los animadores (de todos los animadores: de la diocesana y del propio territorio), pero no lo es menos que hay procesos que fracasan aunque se haya puesto todo el empeño y todos los recursos disponibles en ellos. Y eso es así porque en este tipo de actuaciones intervienen multitud de personas, cada una de ellas con sus motivaciones, limitaciones, posibilidades... Además, cambiar la realidad, transformarla, supone superar muchos inconvenientes: entrar en prácticas de trabajo no habituales, chocar con períodos de insatisfacción, momentos de bajo rendimiento, personas que en determinadas épocas no pueden, no quieren o no les dejan. Nunca debemos olvidar que nosotros somos unos catalizadores, unos animadores, unos despertadores de algo que ya debe estar presente en las personas con las que llevamos adelante los procesos. Y trabajar con personas significa poner en circulación muchas posibilidades, pero también muchas limitaciones... Pero, una vez sentado esto, hay que reconocer que pueden identificarse algunos elementos que facilitan o dificultan el éxito de este tipo de análisis de la realidad. A continuación van a ser enumerados los que consideramos más importantes: a) Elementos que facilitan el éxito:

* El aspecto más importante es la motivación previa, factor del que ya hemos hablado.Cuando el análisis es algo impuesto (o, incluso, inducido) los momentos de flaqueza suelen convertirse en infranqueables. Y téngase en cuenta que llevar a cabo un análisis requiere necesariamente realizar un esfuerzo intelectual (lecturas, reflexiones, entrevistas...) al que muchas personas no están acostumbradas.

* La continuidad del acompañamiento: si a lo largo de todo el proceso es necesaria la presencia del animador (en su doble vertiente de despertar y dar aliento) y del apoyo técnico, en algunos momentos es imprescindible, sobre todo cuando se producen determinadas situaciones: encrucijadas en el proceso, fases de desaliento, abandonos, algunos pasos técnicos (hallar una muestra, construir un cuestionario, utilizar un programa informático especial...), etc. * Un elemento muy importante es encontrar la fórmula con la que conseguir la implicación de los voluntarios. Es lo que antes hemos denominado “forma de organización” del trabajo. Sobre todo cuando los equipos son muy grandes, este aspecto es fundamental. Experiencias tenemos de aciertos y fracasos en los que el factor decisivo ha sido la forma de organizarnos. Ya hemos comentado que en este punto el conocimiento de la zona y de los equipos con los que se trabaja y la creatividad de los coordinadores es fundamental.

* Casi puede decirse que el contenido de los procesos de análisis, es decir, el qué se analiza, es lo de menos. Son las vías que posibilitan que el tren corra, pero lo importante es el tren, no las vías. Sin contradecirse con lo anterior, es cierto que es muy importante que existan nexos de unión con la realidad, es decir que en los análisis, la praxis, la experiencia, las vivencias y preocupaciones de los grupos estén presentes, y eso habrá que tenerlo en cuenta a lo largo de todo el proceso. Es lo que nosotros denominamos “unir la praxis con la teoría” en los análisis de la realidad. Ni una teoría sin pies, ni una praxis sin cabeza.

b) Elementos que dificultan el éxito:

De entrada, es evidente que los elementos opuestos a los comentados en el apartado anterior, o su ausencia, según los casos, son los aspectos que más inciden negativamente en el desarrollo de los procesos de investigación.

Así pues, la falta o escasa motivación (que muchas veces se traduce en llevar un proceso adelante por empecinamiento de “la programación”), la dificultad en llevar a cabo un adecuado acompañamiento por parte del animador y una estructura de funcionamiento (una metodología) inadecuada, son situaciones que dificultan el normal desarrollo de estas experiencias.

Pero aún podemos profundizar en esos y otros elementos:

* Es interesante llamar la atención sobre la metodología empleada. Los grandes montajes suelen dificultar los procesos. Algunos proyectos de análisis de la realidad han fracasado porque hemos introducido demasiadas instancias intermedias y el seguimiento y apoyo ha sido difícil. Sin embargo, también es justo recordar que en otros casos ha sido el propio grupo el que ha ido agrandándose, creando espacios descentralizados de participación, debate y trabajo. Pero, es cierto que siempre había un acompañante animando esos espacios.

* La hechura del grupo (o de los grupos) es otro elemento que conviene tener en cuenta. Un grupo consolidado, cohesionado... necesita menor labor de acompañamiento y más apoyo técnico; en este caso la tendencia sería la de primar el análisis sobre la animación. Sin embargo, en un grupo poco hecho, inestable y sin un líder propio, la necesidad mayor tiende a residir en el acompañamiento, es decir, primaría la animación y el estar cerca sobre lo técnico.

* La compenetración y apuesta conjunta por parte de los técnicos de la diocesana (y sus programas) en el proceso de animación de que se trate. Un proceso apoyado y alentado en la diocesana es mucho más fácil que salga adelante que uno que no lo es o en el que no se cree, por las razones que sea. Y no hablo sólo de que un determinado proyecto de animación-análisis esté programado...; ya sabemos que del dicho al hecho hay mucho trecho y suelen estar programados tanto los procesos que tienen éxito como los que fracasan.

Parte II

Un análisis y un juicio de nuestra sociedad. Las alternativas A) Introducción Es preciso ampliar nuestra visión si queremos encontrar una explicación correcta a lo que ocurre en nuestro entorno más inmediato, que normalmente es aquel ámbito local en el que pretendemos movernos con nuestros proyectos. Las mismas claves que hemos descrito en el texto deben servirnos para analizar todo tipo de situaciones. En cada una de ellas hemos de ser capaces de hacer esa lectura que nos descubra la lógica que la mantiene nuestra sociedad y eso desde la óptica de los más débiles. Con ello, queremos decir que estos planteamientos tanto nos valen para comprender la situación global del mundo en el que nos encontramos como para analizar la realidad de una problemática concreta en nuestro territorio más cercano. De esta forma, los comentarios que a continuación realizamos sobre el modelo de sociedad en el que estamos inmersos debemos verlo desde una doble perspectiva:

- por una parte, es un ejemplo claro de cómo puede llevarse a cabo un análisis de lo global desde nuestra perspectiva. - por otra parte, pensamos que forma parte de la reflexión previa imprescindible para llevar a cabo cualquier análisis local. Saber la lógica del mundo en el que nos hallamos es un paso necesario para comprender lo que pasa en nuestro entorno más cercano.

B) ¿De dónde venimos?: la Modernidad Para comprender el mundo en el que nos encontramos, vamos a remontarnos a la Ilustración, al llamado Siglo de las luces. Nuestro objetivo consiste en discutir acerca de la forma que el proceso de modernidad ha dado a lo social a lo largo de los años. Para ello, hemos seleccionado las distintas máximas o principios de comportamiento que, basadas en la fe ciega en la razón, han nacido y se han desarrollado en el ámbito económico y que posteriormente han invadido de alguna u otra forma toda la vida en sociedad: - la lógica del beneficio económico: que únicamente justifica aquellas actividades que poseen una potencialidad de producir una plusvalía adecuada.

- la competitividad: partiendo de una visión egoísta del ser humano, se extiende la idea de que el hombre/mujer sólo es capaz de superarse a sí mismo si se introduce en una espiral de lucha y competencia con el ser que tiene al lado. - la ética del tener: la ética calvinista consiguió establecer un paralelismo entre una máxima de la vida económica (la lógica del beneficio económico) y una norma de conducta. Cada persona es y se identifica con lo que tiene.

- el hedonismo: el goce inmediato, la búsqueda del placer y la negación del esfuerzo. La vida sacrificada que estuvo presente en los primeros tiempos del modernismo, pronto dio paso al culto al goce y al consumo, el disfrute de lo inmediato por necesidades del mercado.

- la racionalidad instrumental: la mentalidad puramente racionalista instaura un tipo de discurrir intelectual que hace de todos los elementos del universo (incluso de las personas) un medio (un instrumento) adecuado para la consecución de los fines perseguidos.

- el individualismo: la fe ciega en la razón y en la competitividad provocan que el hombre, independientemente de los demás, tenga la osadía de poder afrontar su vida y su futuro.

Las relaciones de vecindad van perdiendo fuerza, a caballo entre una libertad entendida como privacidad y una satisfacción de las necesidades a través de la familia, el trabajo y el consumo. - la cultura de masas: sin contradecir lo apuntado en el apartado anterior, los medios de comunicación ofrecen a los consumidores miles de productos intercambiables que son seleccionables por multitud de familias, iguales, cortadas por el mismo patrón, pero aisladas.

Los individuos, en sus relaciones cotidianas, han ido introduciendo paulatinamente estos valores y formas de afrontar su existencia. Lo esencial en este punto es decir que todos los que componemos la sociedad hemos aceptado (en todo o en parte) la mayoría de las máximas analizadas en el punto anterior. Con el transcurrir de los años, lo social (el mundo de la vida, como es denominado también) en el que venimos desarrollando nuestras relaciones cotidianas, ha ido abandonando las formas de actuar que se correspondían con las misiones que tenía encomendadas (sentido de pertenencia, diferenciación y calor humano) y ha sido colonizado por formas de entender las relaciones que son ajenas y perniciosas para la existencia del ser humano, del grupo y de la sociedad en general. Se puede resumir diciendo que lo sistémico, en lo que priva la organización y el instrumentalizar al otro, ha ido abriéndose camino por entre las relaciones simples que se dan entre las personas "próximas". Nuestro siguiente paso será el estudiar y describir las consecuencias que estas pautas de comportamiento han originado en el conjunto de la sociedad, empleando tres ejes de explicación: - El desgaste de la comunidad. - La ruptura del tejido social. - La dualización de la sociedad. Desgaste de la comunidad Desde los intereses que ahora nos ocupan, la Modernidad ha sido un período caracterizado por dos hechos fundamentales: - La atomización de la comunidad, perdiendo relevancia lo común y cobrando importancia

lo individual. Es la expresión del individualismo. Así, por ejemplo, la tecnificación permite que el individuo aislado pueda llevar a cabo prácticamente todas las actividades de la vida cotidiana. De la misma forma, la cultura de masas, a través de los medios de comunicación contribuye a reforzar estas tendencias.

- Delegación de responsabilidades de la comunidad hacia ámbitos externos a ella.

Estamos haciendo referencia a, por ejemplo, la asunción por parte del Estado de tareas fundamentales de la existencia colectiva, como la educación, la vivienda, la atención a los excluidos, etc. También al hecho de que el debate y la crítica ("el foro") sobre asuntos de común interés quedan relegados a los medios de comunicación y a las mediaciones políticas. El egoísmo que penetra subterráneamente en todos nosotros al hacer vida de esos principios, facilita que poco a poco vayamos desentendiéndonos de los asuntos que afectan a la comunidad. Este es un elemento que debe unirse al auge y apoyo que se dio al Estado como

instancia que debía hacerse cargo de todo lo relativo a la "colectividad" a lo largo de todo el proceso de la modernidad, lo que ahuyentó las malas conciencias. El fallo, seguramente, estuvo en no saber delimitar qué era lo propio de la colectividad (seguramente, por ejemplo, una carretera) y qué era lo propio de la comunidad (por ejemplo, la atención a sus ancianos, niños, convecinos en paro ...).

Ruptura del tejido social Los diversos factores de los que hemos hablado, a través de un lento proceso de años y de siglos, consiguen que poco a poco hayamos entrado en una dinámica de cronificación del desgaste de la comunidad, lo que se puede llamar "Ruptura del tejido social". En este apartado queremos centrar la atención sobre la palabra clave del epígrafe: tejido, es decir, la malla de relaciones sociales (de contactos, de conversaciones, de ayudas mutuas desinteresadas...) que forman los miembros de la comunidad. La ruptura de esta red social significa en realidad dejar en indefensión a las personas que dentro de la misma comunidad se ven aquejadas por algún tipo de carencia (económica, afectiva, personal, física, desgracias fortuitas, ...). Desde esta perspectiva, todos los miembros de la comunidad (pues todos, en un momento u otro, sufren algún tipo de carencia, ya sea económica, afectiva, ...) se ven afectados por este hecho. Dualización de la sociedad Todo lo estudiado hasta ahora tiene un triste final. Analizar nuestra sociedad civil y comunitaria nos introduce ante una cruda realidad. Lo que debería ser confraternización, amor, convivencia y gozo, se convierte en desigualdad, injusticia, marginación y exclusión. Anteriormente hemos hablado de que lo social o comunitario era el ámbito de las relaciones horizontales, del reconocimiento de la dignidad del otro. Pues bien, las diferencias provocadas por los ámbitos económico y técnico están consiguiendo expulsar a un elevado número de personas del proceso productivo. Las carencias (sólo en un primer momento) económicas suelen terminar en exclusión y marginación. La comunidad no es capaz de acoger en su seno a quien se ve expulsado de unos ámbitos (el económico y el cultural) en los que domina la competitividad y el triunfo del más fuerte y, todo lo contrario, reproduce la exclusión en su seno, destruyendo la malla que debiera recoger a quien cae. C) Procesos Estructurales De alguna manera, toda esta serie de principios que han ido configurando nuestra era explican nuestro modelo de sociedad actual. Y esos principios dan forma al marco de orientación y sentido dominante, muy enraizado culturalmente entre nosotros. Es aquel que está relacionado con la génesis e implantación de un tipo de sociedad basada en el mercado que vendría definida por la llamada sociedad técnica2. Esto es, la técnica ha ido mucho más lejos que la aplicación de unos conocimientos empleados para transformar la naturaleza. La razón tecnológica forma parte de la médula espinal del marco de orientación y sentido dominante. Y el problema se encuentra en que ha ido conolizando las distintas esferas del ser humano, también la esfera de lo social, de tal manera que es perceptible en muchas ocasiones que dicha razón tecnológica supone un nuevo "ethos" muy penetrante en la cultura de los individuos y en la organización social. 2 MARDONES, J.M. Análisis de la Sociedad y fe cristiana. PPC. Madrid. 1.995.

Todos somos conscientes de los grandes beneficios que nos depara la técnica y también de sus altos costes. Se ha esfumado el sueño ilusorio de los que creyeron encontrar en la ciencia y sus aplicaciones la realización ilustrada de la sociedad humana, lo que no debe de significar el dejar de reconocer las muchas aportaciones que la ciencia y la técnica han dado para una existencia humana más digna. La racionalización aplicada a todas las esferas, con un predominio de la razón técnica, ha ido configurando nuestro ser colectivo e individual. Bien podríamos enjuiciar el proceso desde otra perspectiva, como por ejemplo, el progreso, el desarrollo económico, el aumento de las clases medias, pero nuestra perspectiva nos obliga a tomar como referencia a los últimos de la sociedad, a aquellos que peor lo pasan Sin embargo, desde la posición de los que más sufren es desde donde tenemos que partir para analizar la lógica de ese modelo de sociedad tan marcada por la razón técnica. Se trata de reconocer cómo funciona este modelo social y cuál es su lógica interna a fin de diagnosticar el fondo de la cuestión. Este paso es muy importante para aquellos que viven la utopía de un orden social más justo y fraterno. La identidad más expresiva de nuestro modelo de sociedad en el momento actual la encontramos en el ámbito político-económico. España, aunque por caminos tortuosos y con retraso, ha ido siguiendo el modelo de sociedad europeo. Después de la II Guerra Mundial, en un pacto entre la socialdemocracia y la democracia-cristiana, se opta por un tipo de sociedad en la que desarrollo económico y reparto social iban a ir parejos. Surge el deseo de lograr un Estado del Bienestar que por fin logre la pacificación social. Tomando como referente a Keynes con sus ideas sobre políticas monetaria y fiscal, se opta por un Estado intervencionista que garantice distintos derechos sociales que se consideran mínimos para los ciudadanos: sanidad, educación, servicios sociales... los desajustes y los círculos enquistados de la pobreza se consideran transitorios al mismo tiempo que se apuesta también por el modelo de hombre del bienestar. Esta política, basada en el mantenimiento del orden social, parece dar resultado durante varios años. El crecimiento económico y el pleno empleo van siendo compatibles con una intervención estatal que corrige al capitalismo duro que tiene que convivir con un alto nivel impositivo. A nivel internacional se están viviendo los años de la "guerra fría" que permite que Occidente pueda vivir distraído respecto a la situación de los países pobres. Son los años en los que la izquierda europea se va desmarcando de las teorías marxistas y opta definitivamente por la construcción del Estado del Bienestar dentro de una economía de mercado corregida por el gran agente que va a ser el Estado. En España este proceso ha sido más tardío y de distinta forma. Es en la década de los 80 cuando con la era socialista se ve más clara esta pauta. Pero desde mediados de los 70 se venía gestando en Europa una crisis de dicho Estado del Bienestar. En nuestro país, en los mismos años 80 conocimos a la vez la opción total por el Estado del Bienestar y su falta de consistencia. Uno de los aspectos de esta crisis venía determinado por el mantenimiento del modelo: los ciudadanos exigían más servicios del Estado al tiempo que querían ver reducidos sus impuestos y paralelamente se iba imponiendo entre los ciudadanos integrados en la sociedad la cultura de la satisfacción: vivir lo mejor posible. Paralelamente, la construcción de la Unión Europea y los compromisos derivados de ello para nuestra sociedad están suponiendo para nuestro entorno más inmediato procesos sociales importantes con serias repercusiones para los más débiles, como por ejemplo la transformación del medio rural o la redefinición del modelo de estado social a fin de reducir el déficit público. La tecnologías, las repercusiones del nuevo mercado laboral, o el sistema educativo -que por un lado no puede solucionar el llamado fracaso escolar y por otro prepara para la carrera de la competencia a los más aptos en esa especie de "neodarwinismo"-, están entre esos procesos

estructurales que modelan una sociedad injusta, pero mencionaremos de una forma específica la forma que están adquiriendo las economías y las nuevas pautas de información y comunicación. Uno de los procesos más novedosos en estos últimos años que condiciona y va a repercutir directamente en nuestra sociedad es la globalización de las economías nacionales, integradas cada vez más en la economía internacional, de modo que la evolución de las mismas depende cada vez más de los mercados internacionales y cada vez menos de las políticas económicas de los gobiernos. Esto hace que los núcleos de decisión económica más importantes se encuentren fuera de nuestras fronteras y, bajo el concepto de mercados, con pocas posibilidades de que exista un control eficaz sobre ellos al estilo de las democracias parlamentarias clásicas. Ningún grupo representativo universal controla estas actividades financieras y mucho menos, por tanto, los más débiles. En los elementos estructurales que configuran hoy nuestro modelo de sociedad empiezan a adquirir gran relevancia los relativos a la información y a las comunicaciones. Es el denominado poder mediático. Se trata de un sector desregulado que actúa a nivel mundial donde se intercambia comunicación, actividades financieras y se produce una revolución del "conocimiento". Han aparecido lo que se ha dado en llamar "las autopistas de la información" con unas alianzas sospechosas de grandes grupos en una asociacion de intereses dispares, desde donde se van constituyendo núcleos duros de decisión. Estos movimientos son visibles tanto en el área de las multimedias como en los medios de comunicación social. Todo parece indicar que su funcionamiento y expansión van a obedecer a fuertes intereses de los poderosos y poco o nada al beneficio de los más desfavorecidos. D.- Nuestra sociedad condicionada por un modelo cultural Pero estos procesos que configuran nuestra sociedad no son producto de la casualidad, sino que existen una serie de factores de tipo cultural que generan un modelo de ser humano que margina. Hay excluidos porque hay excluidores, y los excluidores participan -o participamos en mayor o menor medida- de un sistema cultural , de valores, de creencias y de costumbres, que nos hace situarnos y en el fondo sostener un modelo concreto de sociedad. No podemos mirar a la sociedad y afirmar que existe un modelo social injusto, sin fijarnos en el modelo de ser humano que está sosteniendo esa situación. Es cierto que el papel del Estado, sobre todo en lo relativo a su vertiente social, es imprescindible para los más débiles. Hemos de reconocer los avances y no renunciar a ellos. Se habla incluso de tres tipos de derechos que a trancas y barrancas van viendo la luz: los políticos y civiles por un lado; los económicos, sociales y culturales por otro, y los relacionados con la paz y el medio ambiente. Pero no podemos confundir las cosas. El Estado del Bienestar surgió como una fórmula para garantizar el orden social. Por fin el capitalismo iba a ser más humano, más corregido por la vía de los impuestos que redistribuirían las rentas. Es más, en una visión optimista, un avanzado Estado del Bienestar podría mitigar la pobreza o, en el peor de los casos, la soportaría. Sin embargo un esquema de análisis sólo economicista o político no nos permitirá reparar en lo que nos queda por recorrer. Ante preguntas como ¿A qué modelo de ser humano aspiramos?, y en consecuencia, ¿Qué modelo de sociedad estamos construyendo?, hemos de rastrear los elementos y condicionantes que nos determinan como seres humanos en el más pleno sentido del término, más aun si queremos que en ello estén los más pobres como pauta de reflexión. Vamos a indagar en varios elementos culturales claves, concretamente la impronta de la cultura del "bien vivir", en la renuncia a la utopía y en el espejismo que produce la aparente ausencia de conflicto social. Nuestro actual modelo de sociedad hunde sus raíces allá por el siglo XIX cuando a clase obrera se vio así misma como sujeto portador de un nuevo orden social. A decir verdad, dicha clase obrera fue sujeto histórico y era pobre, pero no estaban en ella los más pobres de la sociedad. Podemos recordar los comentarios peyorativos que Marx hacía del "lumpemproletariado", al que

veía como una rémora para la revolución, ya que en realidad los más pobres no formaban parte del sistema y poco o nada se podía contar con ellos. Fue entonces cuando vieron la luz ideas y prácticas que definían un nuevo modelo de ser humano que culminaría en un nuevo orden social. Se iban fraguando las ideologías más importantes que condicionarían todo el siglo XX. Los herederos de los movimientos obreros lucharon desde el principio por un cambio de la estructura social, y ya organizados en partidos políticos (el caso alemán es paradigmático), encontraron en el Estado del Bienestar la fórmula que les posibilitaría la convivencia con el capitalismo. Esto además iba ocurriendo en un contexto en que la racionalización y la fe en el progreso iba ocupando todas las esferas de la vida social y el proceso de secularización aparecía imparable. Los grandes partidos europeos se apuntaron a este carro. Socialdemócratas, democrata-cristianos y liberales, optarían rápidamente por el Estado del Bienestar al ver por fin el modo y manera de garantizar la convivencia social. Pero el proceso iba a tener un precio importante ya que esa estrategia iba a remover los pilares más profundos de las ideologías al aparecer en definitiva la opción por un modelo concreto de ser humano. Es así como ha surgido el hombre de la cultura de la satisfacción: El hombre será más feliz, cuanto más tenga. En la medida en que las clases medias se han ido haciendo más numerosas, ese hombre reclama cada vez más bienestar y se va olvidando de las ideas primitivas que sustentaban el modelo social. De esta manera la izquierda, portadora durante más de un siglo de una nueva concepción social ha sido también víctima de una especie de secularización "sui generis": Se sustituyó el principio de igualdad social por una especie de capitalismo popular (millones de personas participan ahora de las estructuras que eran objeto de lucha en el socialismo primitivo). Tampoco el pensamiento liberal que con tanto entusiasmo Stuart Mill preconizaba ha podido reconciliar crecimiento y desarrollo económico con bienestar y existencia humanizada para todos. Este resultado cultural se ha ido volviendo dominante y va a influir en nuestras vidas con gran eficacia. Pero es perceptible que esta cultura del bien vivir provoca en los integrados graves problemas sobre todo en lo relativo a la cuestión del sentido de la vida y que sigue produciendo marginación. Este proceso ha afectado enormemente al terreno de las ideas, ya que se ciega cualquier posibilidad de construcción social que no esté basada en razones técnicas y en el pragmatismo, y esto a su vez arrastra como consecuencia la cuestión de nuestros referentes. Los tiempos no son ahora muy propicios para la utopía. Así lo reconocen distintos pensadores de la sociedad cuando afirman que las ideologías están en la unidad de cuidados intensivos (A. Cortina); o cuando dicen que esto determina nuestros sueños y nuestra esperanza colectiva (V. Viñuales); o cuando reconocen que las socialdemocracias han abandonado los proyectos ideales y se ha entregado a la idea de que los problemas se afrontan sobre todo con resoluciones técnicas vía financiación (A. Santesmases), ya que se extiende la idea de que los problemas sociales -y en ellos se incluye a la pobreza-, se arreglan si hay dinero, o cuando ven que existe un gran divorcio entre el vitalismo del tejido social y los grandes partidos políticos (A. Touraine). En estas afirmaciones se encuentra la explicación a esa mezcla de realismo y fatalismo ante cualquier otra alternativa que nos lleva a creer que la única posibilidad es nuestro modelo capitalista, que por muy corregido que esté, es incapaz de controlar la pobreza y la exclusión. El panorama se complica además por la ceguera social que hace que la aparente ausencia de conflicto social nos haga concluir que estamos ante la mejor de las sociedades. Se dice que hoy ya no hay conflictos sociales de envergadura y que el bienestar material ha alcanzado a gran parte de nuestra población apareciendo lo que conocemos como clases medias, numerosas, que dan estabilidad a la sociedad. De una sociedad basada en la lógica de la jerarquía y la sumisión, hemos pasado a otra en la que emerge la autonomía del individuo, su capacidad de autodeterminación y de negociación. Antes estaba claro dónde se producía la dominación y la explotación -se hablaba de la lucha de clases-. Este enfrentamiento se ha hecho mucho más difuso y aparece una relación más de

desenganche, de "estar al lado unos de otros". Antes los explotados, con salvedades, formaban parte del sistema; hoy los excluidos están fuera, el sistema no los necesita, por lo que el nuevo conflicto social es mucho más desdibujado y rara vez afecta al orden social. De la dominación clara, a la falacia de los "hombres libres", libres para relacionarse con los demás pero partiendo de desigualdades profundas. En este contexto se produce el auge de los neocorporativismos (grupos sociales que defienden sus intereses, y que consiguen prebendas en la medida en que tienen fuerza como colectivos). Lógicamente quien no tiene fuerza dentro del sistema tiene muy mermadas sus posibilidades de salir a flote. E.- Nuevo modelo de conocimiento dominante Ocurre que todos esos condicionamientos culturales terminan configurando el marco de interpretación con el que nos acercamos a todo lo que nos rodea. Esto condiciona también las respuestas, y quizá sea esta la razón por la que abundan formas de encarar la pobreza de manera bastante limitada y reduccionista. Los clásicos de la sociología del conocimiento (Scheler, Mannheim) van a remarcar la relación existente entre condiciones sociales y el nacimiento y difusión de determinadas cosmovisiones y teorías que a su vez determinan las prácticas y comportamientos sociales. Hoy asistimos a una auténtica revolución cognitiva, a un giro mental e intelectual cuyo símbolo más expresivo se encuentra en el mundo digital y en las tecnologías de la información. Ese conocimiento se caracteriza por: - La base técnica. No importa tanto el saber como su uso eficaz. - La intensificación. Ya que no existen límites el techo de ese tipo de saber.

- La especialización. Es un saber segmentado donde existen más sapientes que sabios (estos últimos son los que vislumbran las ocultas conexiones entre especialidades). - La priorización de los expertos. Se apela a ellos para buscar solución de los problemas. - La mediatización. No se obtiene sólo por medios, sino que en último extremo es también de medios.

- La globalización. Es cada vez menos local y más universal. En consecuencia, ese conocimiento dominante termina provocando reducionismo y fragmentación a la hora de enfrentarse a la pobreza. Dicho pensamiento termina en el mejor de los casos lanzando la pobreza como un reto más y no como algo consustancial a nuestro ser personas y nuestro vivir en sociedad, lo cual determina en buena medida las respuestas. La forma más expresiva de ese marco de interpretación dominante la encontramos en el denominado "pensamiento único", que ha aparecido con fuerza tras la caída del muro de Berlin y que arranca en los años 80, según el cual existe una mezcla de liberalismo y nuevo conservadurismo, que habla de que no existe otra alternativa real y con capacidad de progreso para todos que no este basada en la economía de mercado y en el actual modelo social. Pero lejos de ser sólo una alternativa económica se termina convirtiendo en un "corpus teórico" que determina una cosmovisión que afecta a todas las esferas de nuestras vidas. En consecuencia la pobreza aparecerá como un problema más donde su solución corresponderá a agencias especializadas, siendo imposible, según los propios presupuestos de ese tipo de pensamiento, ubicar la responsabilidad de la marginación en toda la sociedad y en todos los hombres y las mujeres que la componemos. F. La ética social como elemento de discernimiento Quizá lo más duro sea que esta situación, por acción o por omisión, tendamos a legitimarla éticamente. De hecho, nuestra sociedad tiende a ser aparentemente igualitaria y libre. Tiene su democracia formal, sus declaraciones universales y carta constitucional, su administración, sus cauces de participación y sus agencias mediáticas -aparatos de comunicación-. Pero estas mediaciones todavía distan de ser estructuras de auténtica transformación social que sepan conjugar

ciudadanía y solidaridad. En el fondo la clave explicativa se encuentra en el reparto de poder en la sociedad. Mientras democracia, técnica o medios, no estén al servicio de todos sino que se escoren por el lado de los que más poder de influencia tienen, habrá que reconducir la construcción de una sociedad más accesible con otro prisma y otra ubicación social. En este sentido tienen razón quienes afirman que nuestra moral colectiva está bajo mínimos porque no somos capaces de cumplir ni aquello que nos hemos planteado -véase por ejemplo los distintos derechos proclamados en nuestra Constitución-. Toda esta serie de determinantes nos hablan de que la pobreza en nuestra sociedad no se explica ni se puede afrontar sólo desde el punto de vista económico -redistribución de bienes y servicios- o desde las reformas políticas -distribución del poder-. El asunto va más lejos y nos aparecen elementos que nos llevan a mimbres de tipo cultural primero y ético después. En ese proyecto ético es donde podremos incluir todo el potencial de solidaridad que ya tenemos en muchas esferas de nuestras sociedad. Afirmar que el fenómeno de la pobreza es un problema moral significa que se ha de evitar el caer en una especie de fatalismo, pues al reconocerla como problema moral se subraya la responsabilidad humana y, por tanto, se puede resolver. El Papa Juan Pablo II habla de estructuras de pecado , ya que estas estructuras no nacen por sí mismas, tampoco son el simple resultado de un destino ciego, sino que han sido creadas por muchos seres humanos y de muchas maneras (SRS. 35-36). Si existen o se mantienen, es gracias al apoyo que la sociedad presta activa o pasivamente. Detrás y debajo de esas estructuras se esconde una ideología. Y como raíz de dicha ideología una perversión del corazón. Los excluidos, los marginados son fruto y signo del pecado del mundo, esto es, de un pecado personal, social y estructural. Ese ser y estar en la sociedad y generar una determinada cultura está condicionado por vectores que hacen las veces de dioses y que conforman una especie de nueva religión. Es decir, aparecen una serie de ídolos que van dotando de orientación y sentido a nuestras vidas. ¿Qué hay detrás de todo esto?. ¿Qué quiere decir el escritor José Luis Sampedro recordando a Machado cuando reclama un cambio de dioses?. Existen determinadas formas de entender las cosas que las elevamos a principios rectores de nuestra convivencia y van enhebrando una especie de "ethos" social que nos condicionan fuertemente y que están en el origen de la pobreza. Ahí se encuentra la causa del modelo de ser humano y de estructura social dominantes que son el resultado de la fe ciega puesta en ciertas creencias, y de la postración, consciente o inconsciente, ante determinados postulados que hacen las veces de dioses. Pero como antropológicamente, por definición, precisamos de un equilibrio y de cierta coherencia, aunque sea aparente, entre lo que pensamos y hacemos, esta especie de mentira que sostenemos de no ver la pobreza como una consecuencia directa de nuestro comportamiento y actitudes, la suplimos por nuevas formas de legitimarnos éticamente. En otras palabras, no hacemos sino marear la perdiz. Surgen formas y manipulaciones que tratan de oscurecer o convivir con la pobreza buscando de alguna manera cierta aprobación ética. He aquí algunos ejemplos: - Los que ven que, efectivamente, esta sociedad no soluciona el problema del sentido en el ser humano al tiempo que creen que acarrea distintos males, entre ellos la exclusión social, y sienten en su interior importantes lagunas que hay que cubrir optando por el llamado egoísmo ilustrado. Creen así que puede superarse ese vacío de una forma individual apelando al crecimiento interior. Pero dicho enriquecimiento termina también generando insolidaridad en la medida que no se proyecta sobre los demás. En cualquier caso sigue siendo egoísmo, que por muy ilustrado que sea, seguirá volviéndose esclavizante y alienante. En esta línea surgen personajes que reclaman al individuo como centro de toda vida y demandan la ciudadanía del mundo o incluso la ausencia de Estado. Curiosamente cuando se oye este tipo de discursos siempre están detrás personajes que

pueden asumir su existencia de forma muy holgada prescindiendo de los demás. En el fondo proclaman una falta total de compromiso y de implicación social que llega incluso a los mínimos deberes de ciudadanía. - Otra salida consiste en el refugio en grupos privados -que terminan practicando también egoísmo de grupo y por tanto son muy ajenos al concepto de comunidad -. Consiste esta forma en buscar alternativas a ciertas consecuencias negativas de la modernidad (el grupo de identificación y pertenencia, las esferas afectivas, incluso también las cuestiones del sentido) en un micromundo construido a medida. Es en el fondo una huida hacia delante profundamente insolidaria, ya que es muy sectaria y selectiva con los demás -el grupo está cerrado a unas personas concretas-, y nada universalista y comunitaria por lo que los pobres seguirán siendo sobrantes para ellos. - La última que podríamos comentar es la relacionada con el uso de la propia palabra solidaridad. Hoy llamamos solidaridad a cualquier cosa. Quizá también hayamos sido benévolos al hacerla sinónimo de fraternidad, ya que esta última llama mucho menos a engaño. Fijémosnos en la moda de ir incorporando la pobreza a distintas parcelas de nuestra vida, como el que va y viene y nunca como un hecho nuclear en nuestra existencia. En los medios de comunicación aparecen situaciones de este tipo por doquier. De repente, en un programa, en una situación, surgen gentes que destinan alguno de sus bienes a los pobres. A eso se le puede llamar generosidad, pero está muy lejos de ser solidaridad o fraternidad. Es más, muchas veces esconde narcisismo, autoafirmación y vanidad, porque en el fondo no se trata tanto de compartir como de la necesidad imperiosa de que nos vean y que digan de nosotros que somos buenos ciudadanos. Subyace una concepción inmadura de la ética: "que vean los demás que soy bueno". No son sino formas de beneficencia con bombo y platillo porque para nada incluyen la idea de ponerse en la piel del otro o de ser hermano y legitiman y justifican la situación. Todos podemos caer en esto; es bueno que reflexionemos sobre ello. No se le puede llamar solidaridad o fraternidad a cualquier cosa, y mucho menos intentar legitimar éticamente desde ahí determinado orden social que genera pobreza y exclusión. Todas estas salidas están enhebradas por la idea posmoderna de una ética social indolora, producto de la ausencia de una auténtica reflexión a nivel colectivo sobre como vivir como seres humanos en plenitud. Muchas veces funciona, en nuestra joven democracia, la ética de la estadística, que hace que el bien o el mal lo valoremos en función de mayorías y minorías: si la ley de extranjería o la eutanasia tienen acuerdo social y parlamentario, no es necesaria más profundización moral. Necesitamos sentirnos bien pero con el menor esfuerzo posible y esto pone de relieve la ausencia de un marco macroético donde converger y desde el que afrontar la pobreza y la exclusión social como sociedad. G) El modelo de ser humano resultante Debemos fijarnos hasta qué punto lo que se ha dado en llamar “valores neoliberales” penetran en los individuos a través de un diabólico binomio que se refuerza: los aparatos de ideologización de la sociedad refuerzan lo que los ciudadanos quieren oír y sentir, dado que un discurso distinto compromete e interpela. Hemos de reconocer que nuestras instituciones son en muchas de sus actuaciones fiel reflejo de los intereses de muchas personas. Las críticas porque el Gobierno de créditos a países pobres o por el compromiso del 0,7% del P.I.B., que no cumple, son frecuentes y son a menudo defendidas por colectivos sociales muy amplios que tienen profundamente enraizados valores neoliberales. Idéntico comentario cabe de muchas personas que son propietarias de un empleo estable o de una pensión digna que suelen ver en el gasto social un problema para el crecimiento económico. Hemos de buscar las últimas causas de esta sociedad enferma en el modelo de hombre en el que se proyectan millones de personas. Todos llevamos dentro un ángel y un demonio, afortunadamente. Pero en estas líneas vamos a estereotipar el modelo de ser humano que surge en su forma más perversa.

El hombre que emerge de este modelo de sociedad se mueve en una tetralogía nihilista compuesta por hedonismo, consumismo, permisividad y relatividad. Todas ellas enhebradas por el materialismo. Es lo que Enrique Rojas denomina como "hombre light"3 (sin sustancia y sin contenido). Se trata de un hombre que carece de referentes. Tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo materialmente casi todo. Vive la cultura del instante frente al pensamiento humanista. No tiene compromiso de los ideales sino que vive con ausencia de vínculos. Se trata de un hombre en el que observamos pensamiento débil, convicciones sin firmeza, indiferencia sui generis. Su ideología es el pragmatismo. Su ética se fundamenta en la estadística (si hay consenso social en un tema, éste es bueno éticamente). Su moral está repleta de neutralidad, falta de compromiso y subjetividad, muy ligada a la intimidad. Es un hombre que se ha quedado huérfano -del Mayo del 68 no queda ni rastro- . Practica una nueva utopía: el ideal aséptico. Es un ser humano rebajado a la categoría de objeto, repleto de consumo y bienestar. Va totalmente a la deriva, sin referente, y de ahí que busque la seguridad en lo inmediato. H) Nuestro modelo de sociedad. Las consecuencias Ahora reflexionaremos sobre los aspectos más distintivos que caracterizan nuestro modelo de sociedad en el momento actual. No es, como hemos visto, un modelo aislado sino más bien la resultante de una serie de factores enherbados por la modernidad, que hemos ido apuntando, habiéndonos apartando para ello más de dos siglos atrás. Si concebimos nuestra sociedad como una serie de grupos y fuerzas que ejercen su influencia en mayor o menor medida, podemos concluir, que existe un marco de orientación y sentido dominante muy enraizado culturalmente en nuestra sociedad. Es aquel que está relacionado con la génesis e implantación de un tipo de sociedad basada en el mercado. De la posición de los que más sufren es desde donde tenemos que partir para analizar la lógica de ese modelo de sociedad. Este modelo social, que proyecta un modelo de ser humano concreto, que no es producto de la casualidad, sino de distintos factores concatenados en el tiempo, tiene unas consecuencias que podríamos resumir de la siguiente manera:

- El problema de la Injusticia o de la Desigualdad Social, que es perceptible en varios ejes: - Integrados / excluidos - Países pobres / países ricos - Hombres / mujeres - Inmigrantes / ciudadanos europeos - Mundo rural / mundo urbano

- El enfrentamiento entre lo vivo y lo muerto: - Daño al medio ambiente - Resolución de conflictos por vía militar - El desarrollo sostenible: economía y ecología - El poder destructivo del hombre - Ausencia de un marco macroético que trae consigo: - Una vida sin referentes humanizantes - Un mundo sin hogar - Orientación existencia no resuelta 3 - ROJAS, Enrique. El hombre ligth. Una vida sin valores. Ed. Temas de hoy. Madrid, 1992.

- La búsqueda de una ética de mínimos: hacia la moral colectiva Consecuencias cuya lógica se encuentra enclavada en que las relaciones giran alrededor del mercado (expresión de la fe ciega en la razón y de la instrumentalización de ésta) y no alrededor del ser humano y del principio de una existencia liberadora para todos. I) Los rostros de la pobreza Las distintas situaciones de pobreza no son por tanto hechos aislados sino que responden a una lógica concreta. Y dentro de ese discurrir hemos de comtemplar las situaciones de hombres y mujeres que sufren como consecuencia de un modelo social injusto sostenido por ciudadanos satisfechos. El 20,16% de los españoles siguen siendo pobres4. Alrededor de 8.000.000 de los más de 40.000.000 que formamos la población total. De éstos, unos 6.500.000, viven en situación de pobreza relativa, la más llevadera y extendida sobre todo en el medio rural aunque también aparece en las ciudades, y unos 1.500.000 sufren de pobreza severa, con problemáticas sociales graves y concentrada sobre todos en las grandes ciudades. Pasemos ahora a describir las situaciones de pobreza más relevantes en la actualidad. La familia es un lugar fundamental dentro de los estudios sobre sociedad y pobreza, al tiempo que un espacio comunitario privilegiado desde la perspectiva eclesial. Entorno social por excelencia dentro de los grupos primarios, en ella se manifiestan las primeras carencias de cualquier tipo de marginación y sirve de nido en el que se reproducen las deficiencias en materia de salud, alimentación, educación y hábitos de comportamiento. La tasa media de pobreza del conjunto de hogares españoles es del 16,44%5. Cabe mencionar por su situación de mayor indefensión a los hogares cuyo sustentador principal es una persona mayor de 65 años y los hogares cuya cabeza de familia es una mujer menor de 30 años. La pobreza del mundo rural adquiere especial relevancia en nuestro país. Con la industrialización, seguido del impacto de las tecnologías y los compromisos con la Unión Europea se han producido cambios de hondo calado en nuestros pueblos. Hasta hoy, sin agricultura e industria, la situación era crítica, el día de mañana, sin jóvenes, será casi irreversible. De ahí el fenómeno del envejecimiento de la población. La desigualdad sigue patente con la implantación de los servicios del Estado, como ocurre por ejemplo con la educación o la sanidad. La pobreza está ligada en gran medida al desempleo y a las distintas formas de precarización laboral y economía sumergida. El avance tecnológico y la consiguiente expulsión de los menos adaptados a las necesidades del mercado provoca que actualmente podamos hablar de una crisis estructural, que mantiene una tasa de desempleo constante del 16% en España, aunque en época de decrecimiento económico llega al 24%. De las contrataciones realizadas en ese año más del 57% han sido temporales. La situación es especialmente difícil para los jóvenes, ya que les impide independizarse de sus padres e iniciar una nueva vida familiar, así como para la mujer, muy afectada por el paro y la economía sumergida . Por sectores poblacionales pueden destacarse los cuatro en los que más siguen incidiendo las situaciones de pobreza. En las situaciones de mujer marginada pueden reseñarse aquellas mayores de 65 años que viven solas y la aparición de las nuevas familias monoparentales mantenidas por un único miembro, así como el riesgo o la permanencia en el mundo de la prostitución y el problema de los malos tratos. Los ancianos representan otro grupo vulnerable dado su condición de clases

4 JUAREZ, Miguel y RENES, Victor. Capítulo sobre "Población, Estructura y Desigualdad Social" en el V Informe Sociológico sobre la situación social en España. Fundación FOESSA. Madrid, 1994. Los datos comentados se encuentran en las páginas 291 y 296.

5 Idem.

pasivas. La infancia marginada es un reflejo claro y evidente de una situación de gran deterioro familiar y; por último, la juventud marginada es otro grupo altamente sensible a las situaciones de pobreza ya que une a sus carencias familiares vividas, sus escasas posibilidades de escape: la frustración es la puerta que se abre hacia la droga, la delincuencia y la cárcel. Por situaciones de exclusión, vemos que las toxicomanías siguen aumentando en Aragón, como lo demuestra el consumo de opiáceos, cocaína y el de las nuevas drogas sintéticas. Relacionado con este tema, nos encontramos con el problema del SIDA, ya que el 59,4% de los casos tienen que ver con la adición a drogas por vía intravenosa. En el colectivo de transeúntes, sobresale el hecho del aumento de inmigrantes y el ascenso de la problemática de toxicomanía, así como se debe destacar la presencia de muchos casos nuevos. Los datos referentes a inmigrantes son de escaso valor, aunque se calcula que representan alrededor del 1% de la población total; muchos de ellos trabajan en la agricultura como temporeros. Un colectivo olvidado, precisamente porque suele escapar del concepto económico de pobreza, es el de los enfermos mentales que, a pesar de las sucesivas reformas sanitarias y de servicios sociales, sufren en muchas ocasiones la imcomprensión y la consiguiente marginación. Finalmente, no podemos resistirnos a tratar el tema de la cárcel que afecta a muchos de los jóvenes de nuestra sociedad, y que constituye el lugar de encuentro más común en la cronificación de las diferentes marginaciones y supone la estigmatización definitiva como "inservible". También son dignas de mención las nuevas pobrezas, muy de nuestro tiempo y consecuencia de los últimos procesos ocurridos, como son parados de larga duración (el 19% del total de los parados están en esta situación) o las ludopatías que han emergido con fuerza desde mediados de los 80, años en los que la imagen ilusoria del dinero era potenciada por los aparatos de ideologización de la sociedad. No se trata aquí de que hagamos un repaso exahustivo de todas las situaciones de exclusión si no de que seamos capaces de introducir en un discurso único el sufrimiento y las carencias de millones de seres humanos cuyas situaciones no son producto de la casualidad. J) La cuestión de fondo: el diagnóstico Las "estructuras de pecado" que dan forman al modelo social no son el fruto espontáneo de un ciego destino, sino el resultado del modo de actuar de muchos seres humanos y del apoyo activo o pasivo de la sociedad Y el problema de fondo es la idolatría, que hace que toda la organización social gire en torno al dios-dinero y no en torno al ser humano, que se manifiesta en el todo vale y en el agobio por la obsesión por el tener. Esa idolatría genera su propia escala de valores estimulando la fiebre del consumo, presenta el tener como modelo de realización humana y hace que las relaciones de mercado sustituyan a las relaciones humanas. Pero el problema es acostumbrarse, no ser crítico y profundo en el análisis de lo social y terminar por ver normal aquello que no lo es. Por eso la ceguera suele acompañar y confundir esta situación. Se trata de una ceguera basada en el "tener" y en el “poder” que descredita todo intento de transformación del orden social vigente, que provoca el miedo a la solidaridad, que hace que no se entienda lo que no tiene valor económico como por ejemplo la gratuidad y el servicio, que conduce al particularismo o a la solidaridad de los de la propia clase y que no ve la indignidad que supone el que los seres humanos nos tratemos más como cosas que como sujetos. Es necesario, por tanto, para identificar nítidamente a los responsables de la situación, concretar y visualizar los rostros de los que mantienen y generan esta situación en nuestro entorno local. Las instituciones políticas, .al igual que las instituciones de tipo financiero, y en general aquellas que más poder tienen -medios de comunicación, sistema educativo, sindicatos,

organizaciones empresariales...- , son las que más influencia tienen en este modelo de sociedad. Pero estas instituciones no son el reflejo de un simple determinismo sino que están sostenidas por cientos de miles de voluntades. Estas voluntades tienen nombre y son las emitidas por cientos de miles de ciudadanos integrados, que se sienten seguros y a los que el mantenimiento del orden social vigente les beneficia, aunque ello suponga que queden en el camino personas que sufren y que no se integran en el mismo y ellos mismos anden angustiados y obsesionados para participar de ese modelo social. Saber que los valores neoliberales se instalan en definitiva en hombres y mujeres concretos, nos proporciona las claves para dirigir acciones encaminadas al cambio social. Pensemos en una enfermedad. El diagnóstico es la causa-identificación del problema, los síntomas serían todos los procesos estructurales y personales que surgen de esa causa última. Los problemas aquí apuntados son algo más que estructurales. Las estructuras están mantenidas y refuerzan un tipo de hombre muy concreto basado en la ética del tener. Ello nos lleva a la certeza de que cualquier transformación de la realidad debe de surgir de una nueva ética basada en el ser lo que nos hará fijarnos especialmente en las mediaciones donde es posible trabajar hacia una nueva conciencia social, y ésta nos dará pistas sobre el modelo de hombre/mujer que deseamos y el orden social al que aspiramos. Es ahora el momento de ir viendo dónde se va fraguando esa nueva conciencia social: - Si la sociedad consiste en un conjunto de fuerzas sociales, es preciso descubrir en el servicio y la gratuidad las nuevas formas de generar relaciones y estructuras humanizadas. - Hay en la sociedad muchos lugares donde se genera esta nueva conciencia social: individuos, movimientos y grupos practican esa nueva ética social. K) Por dónde van las alternativas Hemos visto cómo nuestra sociedad se ha ido configurando en gran medida por un gran marco de orientación y sentido dominante. La racionalidad incorporada a todas las esferas de la vida a dado lugar a un modelo de sociedad y un modelo de ser humano. Pero también decíamos que para los que creen en un mundo más justo y fraterno, afortunadamente, la reproducción de este gran marco de orientación y sentido nunca es total. Existen pautas en la sociedad -algunos hablan de movimientos contraculturales- donde es posible visualizar otra alternativa que se basa en proyectar otros valores sociales y otro modelo de ser humano. Conviene, antes de descender a comentar estos caminos de cambio social, que nos detengamos en unas consideraciones muy pertinentes en el momento actual. Estas nos iluminarán en la reflexión sobre la búsqueda de alternativas:

- Lo comunitario se encuentra duramente dañado. Asistimos a un tejido social muy atomizado. - Estamos ante grandes lagunas de crítica reflexiva. El pragmatismo se ha ido abriendo camino y cada vez va teniendo menos peso el pensamiento (bien ideologizado, bien analítico y profundo). - Esto ha afectado enormemente a las instituciones formales de nuestra sociedad. Los clásicos agentes del cambio - Partidos Políticos- han abandonado las viejas utopías y las han sustituido por el discurso del hombre del bienestar, la mayor parte de las veces con base economicista. - Y se ha producido vacío y falta de consistencia entre los problemas existenciales del ser humano y la organización social. Como dice Alain Touraine, existe una gran distancia entre el pulso de la sociedad y el sistema social. El autor habla de divorcio entre las instituciones sociales y los movimientos sociales -los grupos formales no logran aglutinar a los

movimientos sociales. Pero es en ese punto donde encontramos dosis de alternativas sociales. El hecho de reconocer que existen movimientos sociales, habla de que la sociedad sigue viva. Otra cosa es que eso nuevo que se está gestando surja al margen del sistema institucional.

Las alternativas6 a viejos ordenes siempre han existido y de hecho las sociedades han ido desarrollando cambios sociales, algunos de ellos de tamaña importancia. A la hora de enjuiciar los cambios sociales es pertinente utilizar dos claves: - El modelo de hombre nuevo que se proyecta. - El cambio estructural resultante. A modo de ejemplo, recordemos tres grandes cambios sociales:

- La revolución burguesa, al amparo de los ideales de la revolución francesa. Nacía el ideal de hombre libre e igual. Se propició así el cambio de poder de la nobleza a la burguesía. - Los movimientos obreros de finales del XIX y XX. Con la ideología marxista como telón de fondo se propiciaron cambios sociales que fueron desde el socialismo real a las socialdemocracias europeas. - El mayo del 68. Bajo la idea de protagonismo en lo social y la modernidad, una generación entera se fue haciendo con el poder en Europa.

Los tres cambios fueron muy importantes, y sería injusto no reconocer los avances sociales, pero en los tres cabe hacerse la misma reflexión: ¿hubo realmente el ideal de un hombre nuevo en los cambios sociales, o más bien hubo un gran cambio estructural con un modelo de hombre viejo? Dicho de otra manera: ¿pudo más una ética social diferente o el cambio de estructuras? Y en esta clave, una duda más: ¿dónde estaba el protagonismo de los más débiles? Estos grandes acontecimientos, junto con las novedades del momento actual, nos han de servir de pistas para indagar dónde se encuentran hoy los caminos de utopía hacia un orden más justo y fraterno. Y estas pistas nos pueden proporcionar algún criterio a la hora de discernir sobre los grupos sociales que trabajan en ese sentido. Habría que indagar en los siguientes criterios: - Las relaciones humanas han de ser cruciales y el dinero un mero instrumento.

- El cambio estructural tiene poco sentido si no se trabaja por un tipo de hombre/mujer nuevo.

- Por ello, la ética, debe primar sobre el resto de los principios. - Con los medios hay que ser escrupulosos. No cabe poner precio al fin. - La disciplina debe, por tanto, sustituirse por la responsabilidad. - La vivencia no debe sacrificarse en pos de la eficacia. - El protagonismo compartido debe sustituir al liderazgo carismático. - Incluyendo éste a los más débiles. - La participación real debe abrirse camino en detrimento del excesivo protagonismo de las élites.

6 - Nos centramos ahora en aquellas tesis que apuestan por el tejido social como posibilidad de que se produzcan alternativas de cambio. No estamos hablando, de esta forma, de Política Social, de Servicios Sociales, Sindicatos, Partidos... es decir, de los cauces formales presentes en nuestra sociedad. Indagamos más bien en ese camino, siempre abierto, de búsqueda de una nueva conciencia y que surge espontáneamente (de forma no mediatizada) de la propia vida en sociedad.

Se trata ahora de ver cómo se reproducen estas pautas en la sociedad, dónde se puede ver que es posible propiciar nuevos cambios que vayan de abajo-arriba, del individuo al tejido social y a la estructura. Suele existir cierta confusión a la hora de diferenciar en la participación social a los grupos de voluntariado social, al asociacionismo y a los nuevos movimientos sociales. La razón está en que la participación social supone una gran variedad de formas debido a su heterogeneidad. Nos fijaremos para ello en lo que genéricamente se conoce como movimientos sociales. Para lo que aquí nos interesa emplearemos ese concepto para todos aquellos grupos y colectivos que se mueven al margen de lo institucional (exceptuando la financiación) y que trabajan de una forma o de otra en lo social. Esta serie de grupos, asociaciones, proyectos, voluntariado, han crecido sobre todo en nuestra sociedad en los últimos 10-15 años. Se caracterizan por el abandono definitivo de la disciplina, por valorar la vivencia cotidiana como grupo y por un compromiso social de mayor o menor medida. En los años de la transición democrática existía en nuestra sociedad cierto tejido social entramado en alguna medida en redes sociales. Los partidos institucionales fueron instrumentalizando dicha red. Las consecuencias posteriores se tradujeron en la atonía de esas redes sociales acompañado de un fuerte desencanto por parte de los que esperaban el cambio hacia una sociedad más humanizada. Como respuesta, en los últimos años han surgido así una serie de estructuras de participación social bastante alejadas del ámbito institucional. Al no adquirir las pautas de comportamiento de una estructura formal -líderes, objetivos claros, propaganda... -, suele inferirse erróneamente que no constituyen alternativa social. Su manera de funcionar dista bastante de la de los viejos partidos. Como se ha dicho, valoran mucho la vivencia cotidiana, el protagonismo y en muchas ocasiones el compromiso social desde el punto de vista de los más débiles. La relación humana, lejos del planteamiento economicista, suele primar en los grupos. No tienen una gran estructura organizativa. Existen coordinadoras, pero éstas son totalmente diferentes de los aparatos burocráticos de las instituciones formales. Es cierto que estas estructuras desde un punto de vista jurídico o político no pueden convertirse en alternativa. Pero esta consideración desde un punto de vista sociológico sería una barbaridad. Posteriormente hablaremos de cuál puede ser la identidad de su alternativa. A nivel macrosocial tan sólo encontramos momentos en los que aparecen con un fuerte protagonismo respecto al sistema. Como hemos dicho, tienen poca estructura organizativa, pero ante determinados problemas, surgen como grupo de presión. Véanse los casos del debate nacional sobre la OTAN o de la reciente movilización de denuncia del compromiso del 0,7% del PIB que el Estado Español debe donar a los países pobres. Nos encontramos así con grupos, movimientos, ONG's, proyectos de instituciones, de barrios..., muchos de ellos dentro del ámbito eclesial, con una participación muy a tener en cuenta. Mucho mayor de la que tienen los partidos formales, aunque éstos sigan llevándose todo el protagonismo social. Dicha participación es muy importante entre los jóvenes, más que por su número respecto a la población total, por su calidad. Nos fijaremos ahora en qué momento se encuentran estos movimientos respecto a su relación con el Estado.

La llamada "Crisis del Estado del Bienestar" encierra un discurso diferente según la posición que se adopte. La frase de Ramón García Cotarelo "El Estado invade la sociedad"7 encubre ideologías y estrategias distintas. Para unos, un aparato del Estado pequeño devolvería el protagonismo a la Sociedad Civil y los individuos y sus iniciativas serían los protagonistas de la sociedad. Un Estado pequeño y fuerte -este calificativo suele referirse al funcionamiento eficaz de los sistemas judiciales y policiales-, en el que los desequilibrios correrían a cargo de la mano invisible que Smitch concibió. Desde esta perspectiva los movimientos sociales, y en concreto, los grupos de Voluntariado Social que colaboran en prestar servicios reciben toda la clase de halagos. La razón de fondo de este apoyo es que se puede sustraer así la responsabilidad del Estado con los más débiles y transferirla a estas asociaciones que además operan en el ámbito de la sociedad civil. Éste es también el mismo motivo ideológico que aparece tras las subvenciones. Para otros, la óptica cambia radicalmente. Es la profundización del Estado de Bienestar lo que está en crisis, pues no consigue la igualdad social, desvertebra la Sociedad Civil, se burocratiza y ha proyectado un modelo de hombre burgués e insolidario. No se trata de volver atrás en el intervencionismo estatal, más cuando una crisis económica agudizada necesita en mayor medida la actuación de un Estado que estimule el desarrollo y corrija desigualdades. A la vez se pretende desenmascarar el discurso neoliberal sobre el desmontaje del Estado del Bienestar y recordar que los éxitos del Estado Benefactor son intocables si no se quiere contribuir a la desigualdad. El protagonismo de la Sociedad Civil no consiste en fomentar individuos aislados con poder de decisión, sino en buscar canales de participación en donde los agentes sociales puedan ejercer una profundización en la democracia formal. Se trata ahora de caminar hacia la Sociedad de la Dignidad para todos donde han de ir corrigiéndose las irregularidades del Estado del Bienestar (el pensar que la solidaridad se puede legislar, el eliminar el concepto inmaduro de "papá Estado"). Se trata de sustituir la sociedad y el hombre del bienestar por la sociedad y el hombre de la dignidad. Se pide desde esta posición, no un Estado fuerte frente a uno débil, sino un Estado modesto frente a otro prepotente, en el que los movimientos sociales vayan teniendo su protagonismo en la construcción social. L) ...Y a nivel local... en nuestra cotidianeidad Si es cierto lo expuesto, debemos ver el gran sentido de los grupos, movimientos, asociaciones... que están dentro del ámbito parroquial, de ONG'S, de instituciones... dedicados por vocación a la educación, al tiempo libre, a la marginación... en nuestro entorno más cercano. La mayoría de ellos creen no tener proyección social, pero esto no es cierto exactamente. Lo que ocurre es que siempre existe la tentación de compararlos con el esquema que nos sirve para estudiar las instituciones formales. Pero según lo dicho, el protagonismo y la vivencia frente a la eficacia de fines y organización de élites y la responsabilidad frente a la disciplina, da lugar a otro tipo de análisis. ¿ Y dónde está el cambio social a este nivel? La apuesta por una ética del ser que genere una nueva conciencia social, se manifiesta en:

- El generar relaciones comunitarias, frente al simple cambio estructural, es la posibilidad real de alcanzar un tejido social distinto.

7 GARCÍA COTARELO, Ramón. Del Estado del Bienestar al Estado del Malestar. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1986.

- Esto hace, que frente a la concepción de la sociedad como conjunto de fuerzas sociales, el servicio a los demás constituya un buen antídoto frente a una sociedad enferma. - El cambio estructural está siempre vacío si no ha habido cambio personal. De ahí que la virtualidad de estos movimientos sociales se encuentren en que contribuyan al desarrollo personal de sus miembros. De nada sirve un nuevo tipo de sociedad si no existe un nuevo tipo de ser humano.

Hechas estas consideraciones, debe advertirse que no todos los movimientos sociales son iguales. Se trata de que sepamos reconocer analíticamente aquellos que pueden ser cauce de un deseo de una sociedad más humanizada. El referente es sencillo, aunque a veces ande muy enmarañado: aquellos que coloquen por encima de otros intereses a los seres humanos, sobre todo a los más desfavorecidos, serán el tipo del movimiento social al que aquí nos estamos refiriendo. Lo simbólico Pero suponiendo que fragüen esa nueva conciencia social y nuevos valores, ¿cómo pueden ser alternativa? Es cierto que la maniobrabilidad de los movimientos sociales en cuanto a su actividad social es muy pequeña comparada con la que ejercen las instituciones formales, pero hemos de introducir una reflexión sobre los símbolos para darnos cuenta que son precisamente los signos simbólicos su arma más eficaz en orden a ir construyendo una alternativa que transforme la realidad. La capacidad de simbolizar es exclusiva del ser humano. Es una cualidad antropológica íntimamente ligada al concepto de cultura. En general, podemos entender por símbolo la representación de una ausencia. Existen varias clases de símbolos y a su vez toda práctica humana contiene símbolos. Esto quiere decir que todas las fuerzas sociales emiten símbolos, que contienen entre otras cosas mensajes relativos a los valores. Estos representarán unas veces una existencia humanizada y otras no. No es el momento de hacer una explicación profunda sobre los símbolos y su importancia en las relaciones humanas. Sólo nos fijaremos, para lo que aquí nos interesa, en dos aspectos: su capacidad de condensación y su capacidad transformadora. Existen actos simbólicos que en un determinado momento condensan una serie de ideas y sensaciones humanas y a su vez emiten una serie de mensajes que no podrían hacerse de otra forma. Los símbolos que emita un determinado grupo social que quiera una sociedad más humanizada deben ir cargados de valores. Dichos valores son la expresión de esa nueva conciencia social. A su vez, dicho movimiento social no debe emitir valores que respondan a algo vacío, sino que esos valores deben estar encarnados en sus prácticas y en los agentes sociales que forman dicho grupo. M) Algunas dificultades Pero tampoco son los movimientos sociales ningún camino de rosas. Hoy el trabajo en grupos debe salvar algunos problemas: - La proyección del hombre débil, con voluntad débil y pensamiento débil. Con un individualismo que parece que no sea capaz de salir de sí. - El hombre infantil, que declina su responsabilidad al Estado protector. - El hombre irresponsable, que exige igualdad, pero no se moja en la solidaridad.

- El hombre timorato, que piensa que cambiar el mundo es ingenuo. - La falta de cultura que impide autonomía. - Los poderes públicos que distraen con la participación "light" y consideran molesto aquello que no controlan. - Los poderes económicos que reducen a las personas a un instrumento de producción y consumo. - El burocratismo que no es creativo y se aleja de las situaciones. - El centralismo. - Las instituciones planteadas como correa de transmisión. - Las instituciones "señuelo" que hacen de puerta para controlar la sociedad civil. - La injusticia, marginación y pobreza que perpetúan la exclusión. - La democracia aparente, formal o de urna. - La participación por motivos pragmáticos: para reducir la crisis del Estado del Bienestar. No conviene mitificar nada, y son estas cuestiones muy a tener en cuenta en los movimientos sociales hoy, pero en cualquier caso, la tesis de que constituyen un camino de esperanza perece coger cada día más fuerza. Sin embargo, es necesario ser honestos con la realidad y pensar que sigue quedando mucha tarea en el generación de una nueva conciencia social.

Anexo I Decálogo del investigador... ...en Cáritas ...Hay otras formas de conocer la realidad a las que no debemos renunciar. Este decálogo pretende promover la investigación en una determinada dirección y sentido. ... Si quieres... analizar la realidad... desentrañar una ceguera... replantear unos objetivos... ...y para ello crees que es preciso diseñar una investigación.... 1. Piensa si esa idea surge de la realidad y de la necesidad. Renuncia a investigar porque sí. Ten en cuenta que el referente para ello son los más débiles. Un problema, una noche oscura, dudas en un proyecto que incidan en personas que sufren... unido a la utopía, en clave de esperanza, de que la realidad se puede cambiar y que en esa transformación tú y tu grupo sois imprescindibles, han de ser el punto de partida. Olvídate por el momento de lo demás; ya vendrá el diseño, el equipo y el qué hacer con la investigación. Por ahora tan sólo debes discernir si esa idea, esa intuición o ese reto que te anda rondando está unido a los intereses de los más débiles y a tus sueños. 2. Comunica la idea a tu equipo de trabajo. A partir de ahora ya no será sólo tuya. Eso te hará madurarla. Utiliza los canales de tu equipo, proyecto, programa o área. Seguramente esa idea se pulirá y ya no será exactamente igual a como tú la concebiste, pero habrás logrado hacerla más comunitaria y más institucionalizada. 3. Ya en singular o en plural, acude o acudid entonces al Gabinete de Estudios e Investigación (GEI). Vuestra futura investigación está contemplada en su proyecto. Quizás observáis que se ralentice, pues hay que coordinarla en el tiempo con otras cosas; pero no os preocupáis, no habrá caído en saco roto. 4. Ya entonces, con el GEI, podréis ir estableciendo el diseño de la investigación. 5. El GEI tiene un marcado carácter sociológico. A él dedican su tiempo dos sociólogos: Jaime y Fernando. Pero a partir de ahora vosotros sois también investigadores sociales. 6. Habrá surgido entonces el equipo de investigación. Y seguramente ese equipo será rico en individualidades, siendo todas ellas fundamentales. 7. Será también el momento de incorporar el talante de fondo. La comunidad, los pobres y la búsqueda de una sociedad mejor deberán estar presentes en el diseño y la metodología a seguir por el equipo. La lucha contra la pobreza es nuestro objetivo, pero también de ella surge el criterio de actuación. La pobreza se puede cuantificar, analizar, pero también se encuentra en ella la pedagogía para la transformación individual y social.

8. Las investigaciones serán así vivas. La misma significación tiene la teoría sociológica sobre la exclusión que las vivencias en la cultura del silencio. La teoría, los conceptos, la planificación, el reparto de funciones, la redacción del informe, han de recorrer y empaparse de la sencillez, de las vivencias cotidianas, de esa sabiduría escondida en el sufrimiento y en los voluntarios anónimos que día a día reparten gratuidad y amor. 9. Los propios pobres son nuestros principales evaluadores. Deben estar presentes en nuestras investigaciones siempre que sea posible, aún cuando sólo pueda ser de forma indirecta, pero es importante ir dando pasos en este sentido. Imaginad fórmulas cuando no puedan incorporarse al equipo de investigación de manera formal. 10. Tú y tu equipo no estáis solos. En vuestra investigación está también la institución. Esto obliga a Cáritas como organización a alentaros, animaros y apoyaros y a vosotros a asumir la responsabilidad de que investigáis representando a la institución. Zaragoza, Adviento de 1995

Anexo II Algunos instrumentos de análisis En las hojas anteriores hemos expuesto algunos ejemplos de qué formas adoptaban algunas de las investigaciones que hemos emprendido desde Cáritas Zaragoza con el fin de facilitar la comprensión de lo que se exponía. A continuación presentamos algunos ejemplos concretos de los instrumentos de trabajo y de recogida de información que hemos utilizado en el análisis de la realidad de la mujer rural en la Ribera del Huerva-Campo Cariñena Queremos trasmitir la idea de que no debemos limitarnos únicamente a las técnicas "tradicionales" que se han empleado en la ciencias sociales, y mucho menos a la encuesta. Nuestra forma de obrar, fuertemente emparentada con los procesos de formación y reflexión, requiere frecuentemente que empleemos nuestra imaginación en la tarea de elaborar instrumentos novedosos adecuados al interés concreto que nos mueva en cada momento. En concreto, para cada sesión general elaborábamos una ficha que contenía tres partados:

a) un resumen de la ponencia, charla, mesa redonda, etc. que se iba a celebrar en esa sesión. b) una actividades para desarrollar en el mes siguiente por parte de los grupos que participaban en el proceso de análisis de la realidad. c) unas indicaciones generales acerca de cómo se podían realizar esas actividades. En este apartado se intentaba que el grupo iniciase experiencias de movilización del conjunto del entorno social en el que se encontraba y, a su vez, que se acercasen más directamente a quienes sufrían en sus carnes la problemática objeto de estudio.

A continuación reproducimos íntegramente dos de las fichas empleadas en este proceso: una referente al “ver” (mujer rural y trabajo”) y otra referente al “juzgar” (mujer rural y participación). El formato original era de DIN A3, aunque por razones obvias aquí se reproduzcan en DIN A3.

BIBLIOGRAFÍA - Sobre el análisis de la realidad como herramienta de animación: Hemos bebido fundamentalmente de textos referentes a la IAP (Investigación Acción-Participativa) y de obras que profundizaban en la animación. Por otra parte, presentamos también los informes que se han publicado con las conclusiones de los procesos de análisis de la realidad que ha coordinado el GEI. * ANDER-EGG, Ezequiel.

- Técnicas de Investigación Social. El Cid Editor. Buenos Aires. 1980. - Repensando la investigación-acción-participativa. Servicio cultural de publicaciones del Gobierno Vasco. Vitoria. 1990.

* Animadores en la comunidad. CORINTIOS XXIII, , nº 76. Cáritas Española. Madrid. 1995. * CÁRITAS REGIONAL ARAGÓN-LA RIOJA (PROGRAMA RURAL). Animación Comunitaria Rural. La Acción Social. Cuadernos de Formación, nº 38. Cáritas Española. 1995. * CÁRITAS DIOCESANA DE ZARAGOZA. La prostitución en la calle. Cáritas Diocesana de Zaragoza. Zaragoza. 1996. * CÁRITAS DIOCESANA DE ZARAGOZA. ARCIPRESTAZGO DE CARIÑENA-MUEL. La mujer en las comarcas Campo Cariñena y Ribera del Huerva. Cáritas Diocesana de Zaragoza. Santurario de la Virgen de Lagunas. 1997. * CÁRITAS DIOCESANA DE ZARAGOZA. Necesidades y demandas de los ancianos de la Comarca de Used. Cáritas Diocesana de Zaragoza. Used (Zaragoza). 1997. * CEMBRANOS, Fernando y otros. La animación sociocultural: una propuesta metodológica. Madrid. 1993. * COMISIÓN DE MUJERES DE LOS ARCIPRESTAZGOS DE SANTO DOMINGUITO Y SAN VALERO. Mujer y pobreza. Cáritas Zaragoza. 1995. * Investigación-Acción-Participativa. Documentación Social, nº 92. Cáritas Española. Madrid. 1993. * PÉREZ SERRANO, Mª Gloria. Investigación-acción. Aplicaciones al campo social y educativo. Ed. Dykinson. Madrid. 1990. * VILLASANTE, Tomás R. Las democracias participativas. De la participación ciudadana a las alternativas de sociedad. HOAC. Madrid. 1995. * VV.AA. La investigación-Acción Participactiva. Inicios y Desarrollos. Editorial Popular. Madrid. 1992. - Sobre el análisis de nuestra sociedad: Existe multitud de bibliografía a este respecto, por ello hemos querido destacar solamente la que más nos ha servido a nosotros, con el fin de orientar a un posible lector interesado.

* CORTINA, Adela. El quehacer ético. Guía para la educación moral. Editorial Santillana. Madrid. 1996. * V Informe Sociológico sobre la situación social en España. Sociedad para todos en el año 2000. Síntesis. JUAREZ, Miguel (director). Revista Documentación Social, nº 101. Edita Cáritas Española. Madrid. 1995. * KÜNG, Hans. Proyecto de una ética mundial. Editorial Trotta. Madrid. 1991. * MARDONES, J.M. Análisis de la sociedad y fe cristiana. PPC. Madrid. 1995. * PNUD. Informe sobre desarrollo humano 1997. Ediciones Mundi-Prensa. Madrid. 1997. * SAEZ, Julián (ed.). El Compromiso de los Cristianos en la Vida Pública. Escuela de Formación Sociopolítica y Fe Cristiana. Ediciones HOAC. Madrid. 1994. * ZUBERO, Imanol. Movimientos sociales y alternativas de sociedad. Ediciones HOAC. Madrid. 1996.