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EL ANARQUISMO EUROPEO Y SUS PRIMERAS INFLUENCIAS EN MÉXICO DESPUÉS DE LA COMUNA DE PARÍS: 1871-1881* Clara E. LIDA El Colegio de México Carlos ILLADES Universidad Autónoma Metropolitana-htapalapa Poco SE SABE DE L A S V I N C U L A C I O N E S del internacionalismo anarquista con los movimientos sociales en México en las últimas décadas del siglo XIX. Hasta ahora, quienes han to- cado este tema han privilegiado, sobre todo, la formación y el desarrollo de los movimientos obreros organizados y su relación con las ideas anarquistas. En otras palabras, en el caso de México se han estudiado esas influencias ideoló- gicas y organizativas en un reducido universo de obreros urbanos en vísperas y a comienzos del periodo conocido como el porfiriato. En Europa, este momento coincidió con los cinco o seis años en los que la Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT), más tarde conocida como la Pri- mera Internacional, se expandió públicamente en diversos países y en su seno, a partir de 1868, surgió una tenden- cia socialista denominada anarco-colectivista, encabezada Fecha de recepción: 10 de enero de 2001 Fecha de aceptación: 29 de marzo de 2001 * Clara E. Lida investigó la AIT y sus relaciones con México; Carlos Illades estudió los movimientos socialistas y campesinos en este país. HMex,u: 1,2001 103

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  • EL ANARQUISMO EUROPEO Y SUS PRIMERAS INFLUENCIAS

    EN MÉXICO DESPUÉS DE LA COMUNA DE PARÍS:

    1871-1881*

    Clara E. L I D A El Colegio de México

    Carlos I L L A D E S Universidad Autónoma Metropolitana-htapalapa

    Poco SE S A B E D E L A S V I N C U L A C I O N E S d e l in te rnac iona l i smo anarquista con los movimientos sociales en México en las úl t imas décadas del siglo X I X . Hasta ahora, quienes han to-cado este tema han privi legiado, sobre todo, la formación y el desarrollo de los movimientos obreros organizados y su re lac ión con las ideas anarquistas. E n otras palabras, en el caso de México se han estudiado esas influencias ideoló-gicas y organizativas en u n reducido universo de obreros urbanos en vísperas y a comienzos del per iodo conocido como el porfiriato. En Europa, este momento coincidió con los cinco o seis años en los que la Asoc iac ión Internacional de los Trabajadores ( A I T ) , más tarde conocida como la Pri-mera Internacional , se e x p a n d i ó p ú b l i c a m e n t e en diversos p a í s e s y en su seno, a p a r t i r de 1868, s u r g i ó u n a tenden-cia socialista denominada anarco-colectivista, encabezada

    Fecha de r e c e p c i ó n : 10 de e n e r o de 2001

    Fecha de a c e p t a c i ó n : 29 de m a r z o de 2001

    * Clara E. L i d a inves t i gó la AIT y sus relaciones c o n M é x i c o ; Carlos I l lades e s t u d i ó los m o v i m i e n t o s socialistas y campesinos e n este pa í s .

    HMex,u: 1 ,2001 103

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    por M i g u e l Bakunin . En otras palabras, tanto en Europa como en M é x i c o — y en Amér ica Lat ina—, el examen ha enfocado ese p e r i o d o e s p e c í f i c o d e l desarrol lo p ú b l i c o de esa nueva ideo log í a revolucionaria entre los trabajado-res especializados en los centros urbanos de ambos con-tinentes.

    Nuestro p r o p ó s i t o en estas pág ina s no es abundar en el mismo asunto, sino estudiar una etapa poco visible, pero no menos significativa que la anterior: la de la clandestini-dad, a raíz de la repres ión de la Comuna de París, en 1871. Durante una d é c a d a , a pesar de su existencia secreta, el anarquismo en Europa c o n t i n u ó vivo y activo, y f o r m u l ó teorías y práct icas revolucionarias que inc luían la autono-m í a comunal , munic ipa l , y la central idad de los trabajado-res del campo, antes relegados por el anarco-colectivismo y ahora privilegiados como sujetos pol í t icos por una nueva corriente ideo lóg i ca conocida como anarco-comunista.

    El eje de este trabajo es el impacto de esos desarrollos en el contexto europeo, especialmente el m e d i t e r r á n e o , y sus nexos con algunos movimientos sociales y agrarios en México . Para esto, examinamos a d e m á s las redes y solidari-dades que incorporaron elementos aparentemente contra-dictorios: la experiencia de resistencias seculares aunadas a estrategias revolucionarias modernas; la v inculación de lo local, munic ipa l , con lo nacional e internacional , y la capa-cidad de convert ir en actores centrales a individuos y gru-pos sociales que hasta entonces h a b í a n sido ignorados. Así, esta historia mostrará el encuentro entre teorías y prác-ticas que otorgaban tanto a los trabajadores del campo como de las ciudades el derecho a disponer de los instru-mentos y del producto de su trabajo, a decidir sobre su organizac ión social y polít ica y a establecer comunas o mu-nicipios libres dentro de a u t o n o m í a s pactadas, federalis-tas. E n otras palabras, u n tema esencial en este trabajo es analizar c ó m o el anarquismo dio una nueva voz y u n pro-tagonismo antes inimaginado a quienes se atrevían a recla-mar que las tradiciones ancestrales y u n pensamiento nuevo caminaran de la mano para crear una sociedad justa e i n -clusiva, d e m o c r á t i c a y equitativa.

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    L A P R I M E R A I N T E R N A C I O N A L Y L A C O M U N A D E PARÍS

    Ya sabemos que la A I T se f u n d ó en Londres, en 1864. U n p r o p ó s i t o inic ia l era agrupar a las sociedades obreras de los distintos países europeos y de Estados Unidos cuyas inclinaciones doctrinarias corre spondían a diversas corrien-tes d e l socialismo de la é p o c a . O t r o era p r o m o v e r , p o r m e d i o de una organizac ión socialista, la lucha de clases, la eventual destrucción del capitalismo y de los gobiernos burgueses, la e m a n c i p a c i ó n de los trabajadores y la con-quista del Estado por el proletariado. Desde el comienzo, Kar l M a r x fue la figura central en esta asoc iac ión , pero en 1868 se integró a la A I T una nueva corr iente internacio-nalista encabezada por M i g u e l Bakunin , qu ien a part ir de entonces d i sputó la h e g e m o n í a de M a r x e influyó en u n sector d e l m o v i m i e n t o o b r e r o que luego fue conoc ido como anarquista, de cuya organ izac ión y metas se tratará m á s adelante.

    A par t i r de entonces, las diferencias y pugnas entre los partidarios de Marx y los de Bakunin se desarrollaron cada vez con mayor claridad, tanto en los congresos y conferen-cias internacionales que p r o m o v í a la A I T , cuanto en las or-ganizaciones que surg ían en los diversos pa í ses en los cuales ésta tenía influencia. Pero la r u p t u r a definitiva en-tre ambas corrientes socialistas tuvo lugar en septiembre de 1872, en el Congreso Internac ional r eun ido en La Ha-ya. A par t i r de entonces, la A I T q u e d ó predominantemen-te en manos de los anarquistas, en tanto que los marxistas se alejaron de ella al mediar la d é c a d a y disolvieron su Consejo General en 1876. E n adelante, hasta la d é c a d a de 1880 incluso, la in f luenc ia de B a k u n i n y de l socialismo anarquista fue mayor que la de M a r x y sus seguidores (quienes se r e a g r u p a r í a n en la Segunda Internacional a par t i r de 1889), y su presencia se sintió especialmente en la Europa lat ina y en Suiza (como veremos en las siguientes p á g i n a s ) , aunque también se e jerc ió en los Países Bajos, Alemania , Europa central e, incluso, en Estados Unidos y se e x t e n d i ó en el Río de la Plata y en Cuba. E n este estudio examinaremos u n aspecto casi desconocido de esta expan-

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    s ión: la inf luencia del internacional ismo anarquista en M é x i c o entre la Comuna de París , en 1871, y el Congreso internacionalista de Londres, en 1881.

    E n la pugna que se entabló entre los anarquistas y los marxistas, los primeros calificaban a éstos de autoritarios y estatistas, mientras que se caracterizaban a sí mismos como enemigos de todo estado y de toda autor idad. Los bakuni-nistas argumentaban que a los marxistas les interesaba, so-bre todo, la conquista del poder pol í t ico para crear u n estado fuerte en manos de u n par t ido y u n gobierno cen-tralizador. Por el contrario , los anarquistas se declaraban opuestos a todo gobierno y part ido estructurados política-mente , y pugnaban porque la o rgan izac ión social se reali-zara p o r medio de pactos federales y de la part ic ipación popular directa, democrá t i ca , por lo cual, t ambién se ma-nifestaban enemigos acérr imos de la polít ica parlamentaria representativa y de fend ían la o rgan izac ión secreta cuando la r epre s ión los forzara a ella. E n otras palabras, de esta r i -validad surg ían numerosos conceptos antagónicos : part ido o mov imiento obrero, c o n f e d e r a c i ó n asociativa o uniones de trabajadores, pactos federales o Estado centralizado, de-mocracia directa o representatividad delegada, procesos pol í t icos públ icos o acc ión organizativa púb l i ca o secreta, s e g ú n las circunstancias.

    A poco de comenzar este desarrollo internacionalista, en marzo de 1871, se produjo en Francia la explos ión de la Co-m u n a de París bajo la influencia de asociaciones socialistas que tenían ya una larga militancia, como el cooperativismo federalista de Pierrejoseph Proudhon, el jacobinismo revo-lucionario de Auguste Blanqui, la organización del trabajo de Louis Blanc, así como el republicanismo revolucionario he-redero de 1789 y 1848. Pero lo que nos importa subrayar aquí es que en la Comuna surgieron con gran fuerza revolucio-naria los grupos internacionalistas seguidores de Marx y de Bakunin . Só lo después de la cruenta repres ión contra la Co-muna , desde fines de mayo, y la consiguiente prohibic ión de las asociaciones obreras y socialistas, especialmente de la AIT, c o m e n z a r í a una nueva etapa en el revolucionarismo euro-peo. Si b ien las otras corrientes socialistas y radicales tempra-

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    ñas pervivieron, en adelante, quienes realmente se disputarían la organización del proletariado internacional serían, por u n lado, los socialistas de tendencia marxista y, por el otro, los anarquistas influidos por Bakunin.

    E n una pr imera instancia, la insurrecc ión de la Comuna de París fue una protesta contra las onerosas reparacio-nes de guerra exigidas por Prusia al gobierno provisional de la Repúb l i ca —a raíz de la derrota del e jército francés y del derrumbe del segundo i m p e r i o — cuyo costo reca ía duramente sobre las clases populares. Pero si éste fue el catalítico inmediato, lo cierto es que a raíz del levantamien-to de París (y de otras comunas hermanas) , el gobierno provisional se enfrentaba con u n "pueblo en armas", or-ganizado en la nueva Guardia Nacional para defender la a u t o n o m í a local y luchar contra toda intervención centralis-ta. Asimismo, la burgues ía capitalista hu ía de una sociedad que redef in ía el concepto de trabajo y de propiedad, su-p r i m í a las rentas y organizaba cooperativas de productores —tanto de hombres como de mujeres— en las fábricas y en los talleres abandonados, para mejorar los ingresos de los trabajadores y crear puestos para los desempleados. En síntesis, toda Francia enfrentaba p o r p r imera vez u n reto inéd i to a la tradición de la repúb l i ca centralista, "una e i n -divis ible" . 1

    Es evidente que este alzamiento parisino conjuntaba transformaciones sociales radicales y la fo rmulac ión explí-cita del federalismo y la defensa de la a u t o n o m í a municipal frente al Estado. Con la rebe ld ía de las comunas francesas, la descentra l izac ión, por medio de la comuna —o munic i -p i o — l ibre , se convirtió en u n p r i n c i p i o esencial de la cau-sa repub l i cano-democrá t i ca y fue la base del federalismo radical proclamado por los diversos participantes en la su-blevación. Frente a la Repúb l i ca indivisible emanada de la

    1 V é a n s e los d o c u m e n t o s compi l ados e n The Communards, EDWARDS, 1973, especia lmente la " D e c l a r a t i o n to the F r e n c h People" , p p . 81-83, y la " F o r m a t i o n o f a 'Revo lut ionary Socialist Party ' " , p p . 53-54, as í c o m o los interesantes textos obreristas y socialistas e n The París Commune, SCHULKIND, 1974.

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    revolución francesa, la p r o c l a m a c i ó n de la Comuna de 1871 aparec í a como la invocación de u n nuevo sistema ad-ministrativo, pol í t ico y e c o n ó m i c o , y como el fundamento de la Repúbl ica federal. Es cierto que la defensa de la comu-na como la unidad más p e q u e ñ a de gobierno y la organiza-ción de los distritos (arrondissements) en cuerpos polít icos populares tenía sus or ígenes en la p r imera Comuna parisi-na de 1789-1795; pero la segunda, la de 1871, no se procla-maba para mantener una R e p ú b l i c a unitar ia , sino para desarrollar las libertades municipales y los derechos ciuda-danos universales, así como las a u t o n o m í a s comunales y la a soc iac ión voluntaria de cada una de las partes dentro de u n federalismo republ icano de signo claramente revolu-cionario .

    E n s íntes i s , podemos precisar que la C o m u n a de 1871 innovó el imaginario polít ico con cuatro propuestas prác-ticas: a) la implantación de las libertades municipales — e l munic ip io l i b r e — con base en la democracia popular y ciu-dadana y la part ic ipación electoral directa; b) la defensa de la colectividad por el pueblo en armas; c) el establecimiento del pacto federalista entre comunas libres, y ¿/)la transforma-ción material de las clases populares por medio de la revo-lución social. Para muchos, todo esto no sólo era s inónimo de federalismo y jacobinismo radicales, sino que significaba socialismo e internacionalismo revolucionarios. De ahí que a part i r de entonces, en diversos lugares de Europa —pero también en México , como se verá m á s adelante— se habla-ra de los federalistas revolucionarios con calificativos nuevos que evocarían la revolución popular violenta y destructora de todo Estado, como "comuneros", "comunistas" y "socialistas revolucionarios", entre otros. 2

    2 El Comunero Federal ( l 2 mayo 1871); Pi y MARGALL, 1872, en " P r ó l o g o " (30 j u n . 1871) y The Times (29 mar . 1871) , c i tado en EDWARDS, 1973. T a m b i é n en M é x i c o , El Socialista, 9 sep. 1871 , se ref iere a los "comunis-tas". E n j u n i o j u l i o de 1874 el escr i tor l i b e r a l Rafael de Zayas E n r í q u e z e n t a b l ó desde La Revista Universal u n a p o l é m i c a c o n t r a el nuevo p e r i ó -d i c o La Comuna; en sus "Cartas sobre el c o m u n i s m o " , Zayas dice que pre f i e re el t é r m i n o " c o m u n e r o " p o r ser menos v i o l e n t o que "comunis-ta" , p e r o p r o p o n e que se p r o c l a m e u n a " c o n f e d e r a c i ó n de m u n i c i p i o s

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    L A G U E R R A C O N T R A L A I N T E R N A C I O N A L !

    L A C L A N D E S T I N I D A D E N E S P A Ñ A , I T A L I A Y F R A N C I A

    Estos breves antecedentes explican por qué , inmediatamen-te d e s p u é s de la derrota de la Comuna de París , el Gobier-no Nacional republ icano inició una ofensiva cont inenta l para p r o h i b i r la Asoc iac ión Internacional de los Trabaja-dores y las actividades de los diversos grupos socialistas que h a b í a n participado en esa insurrección. E n Rusia, Ale-mania y Austro-Hungr ía , la aceptac ión f o r m a l de la pro-puesta francesa no se hizo esperar. E n cambio, E s p a ñ a e Italia, aunque t ambién aceptaron la idea francesa, lo hicie-r o n con variantes propias, según se verá a cont inuación. En ambos países se emi t ie ron decretos contra las secciones de las Federaciones Regionales que subvirtieran el orden so-cial y pol í t ico, con lo cual, en p r inc ip io , las organizaciones e s p a ñ o l a e italiana p o d í a n seguir func ionando, pero siem-pre amenazadas bajo cualquier pretexto de fomentar la d i so luc ión social.

    En el ámbito europeo hubo dos excepciones notables: Sui-za y Gran Bretaña , que permit ieron la llegada de comunalis-tas exiliados y de alemanes, rusos y demás perseguidos por sus acciones políticas en otros países. La Confederac ión Helvé-tica —donde existían numerosas secciones de la A I T agrupa-das en la Federac ión del Jura— ratificó el derecho de asilo e, incluso, el de mantener actividades políticas, siempre y cuando no amenazaran la tranqui l idad n i las leyes suizas.3 Sobre estos refugiados volveremos m á s adelante. Por su par-te, G r a n B r e t a ñ a , opuesta a la nueva entente que p a r e c í a forjarse entre París, San Petersburgo, Berl ín y Viena —que cons ideró como una nueva Santa Alianza—, o torgó el dere-cho de asilo a los refugiados de todas las nacionalidades per-seguidos por actividades socialistas y revolucionarias, y los cons ideró como refugiados políticos.

    l ibres" ( 3 j u l . 1 8 7 4 ) . (Agradecemos a G u i l l e r m o A n t o n i o N á j e r a haber-nos p r o p o r c i o n a d o este dato. ) Sobre el uso de "comunis ta s " en 1 8 4 8 , v é a s e LIDA, e n prensa.

    3 ENCKELL, 1 9 8 1 .

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    España

    Este orden cont inuó hasta el verano de 1873, cuando en Es-paña , de spués de la proc lamac ión de la Primera República , se produjeron numerosos alzamientos federalistas con una clara participación de republicanos e internacionalistas espa-ñoles, así como de algunos comunalistas extranjeros. La pro-clamación de cantones en múltiples municipios españoles re-novó los temores entre muchos gobiernos europeos ante u n resurgimiento revolucionario de la Internacional y de la Co-muna. Aunque estas insurrecciones cantonalistas finalmen-te fueron aplastadas, esto m a r c ó el final de la Primera Repú-blica en enero de 1874, tras u n golpe mil i tar y el nuevo gobierno provisional dec laró fuera de la ley a las asociacio-nes obreras y socialistas e inició una repres ión sistemática de toda actividad considerada ilícita, particularmente contra la bakuninista Federac ión Regional E spaño la ( F R E ) . Desde en-tonces hasta 1881, cuando el Partido Liberal sustituyó a los conservadores, se produjo una larga prohibición que finalizó cuando el nuevo gobierno permit ió el regreso a la legalidad de aquellas asociaciones. Es decir, durante poco menos de ocho años , las sociedades internacionalistas españolas debie-r o n disolverse, actuar en la clandestinidad, o ambas cosas.

    La impos ib i l idad de reunirse en púb l i co obl igó a la FRE a reorganizarse en secreto en unidades más pequeñas y autó-nomas conocidas como Comarcas. Cada una deb ía mante-nerse en contacto con sus afiliados y reunirse anualmente en una conferencia secreta para promover la organización, la in formac ión y las labores de proselitismo. La pr imera C o n f e r e n c i a C o m a r c a l se r e u n i ó c l andes t inamente e n 1875, y a part i r de entonces hasta 1880; a pesar de la repre-s ión y el secreto, las Comarcas e spaño la s lograron desarro-llarse y mantener in formada a la F e d e r a c i ó n Regional de sus avances, estrategias y problemas.

    En estas reuniones se c o m e n z ó a elaborar u n discurso que preconizaba la "propaganda activa" o de "acc ión revo-luc ionar ia" directa que movilizara a los trabajadores. E n las ciudades, esto s ignif icaría estimular las huelgas, el paro de fábricas y talleres o la des t rucc ión de m á q u i n a s ; en el

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    campo, la acc ión directa significaba el incendio de las co-sechas y los graneros de terratenientes y especuladores. E n otras palabras, la violencia no se dirigía tanto contra los i n -dividuos, sino contra sus propiedades, y se c o n c e b í a como u n mecanismo de pres ión y de negoc iac ión colectiva, así como u n ins trumento para desarrollar una conciencia de lucha m á s intensa. A l mismo t iempo, las conferencias co-marcales t ambién insistieron en la publ i cac ión de hojas sueltas, folletos y per iód icos clandestinos, que empezaron a aparecer en diversas ciudades como medios de comuni-cación y discus ión. A u n q u e muchos fueron e f ímeros , es importante subrayar que algunos lograron una larga vida clandestina de dos a tres años antes de ser descubiertos por las autoridades. 4

    El reconocimiento del derecho de asoc iac ión en 1881 permit ió que las organizaciones políticas y sociales que ha-b ían permanecido en la clandestinidad resurgieran a la vida púb l i ca con renovada vitalidad. Dada esta coyuntura, los anarquistas españoles , convocaron a u n Congreso obre-r o en Barcelona, en septiembre, en el cual se reconst i tuyó la Federac ión Regional E spaño la , ahora con el n o m b r e de Federac ión de Trabajadores de la Reg ión E s p a ñ o l a ( F T R E ) .

    Italia

    E n el otro extremo del Medi te r ráneo lat ino, a par t i r del ve-rano de 1871 fue aumentando la per secuc ión contra diver-sas secciones y militantes internacionalistas de Italia. Esto n o impid ió que las actividades de los anarquistas continua-ran unas veces a la luz públ ica , cuando las circunstancias locales lo permi t í an , o en la clandestinidad, cuando la re-pres ión era efectiva. A pesar de las dificultades, las federa-ciones regionales y la F e d e r a c i ó n italiana alcanzaron una expans ión creciente a c o m p a ñ a d a de la apar ic ión de varios p e r i ó d i c o s anarquistas y de l s u r g i m i e n t o de tendencias

    4 Sobre la c l andes t in idad anarquista en E s p a ñ a v é a s e LIDA, 1 9 8 8 y 1 9 9 3 .

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    insurreccionales en favor de la revolución social. Este pro-ceso fue especialmente evidente en agosto de 1874, cuan-do los internacionalistas in tentaron tomar por asalto varias ciudades, como B o l o ñ a , Florencia y otras, y proclamar Co-munas revolucionarias. A raíz de esto, las autoridades ita-lianas in ic ia ron diversos procesos públ icos contra los anarquistas por promover la des t rucc ión del Estado y por "provocar la guerra entre las clases ciudadanas", s e g ú n pa-labras de u n fiscal de Roma. 5 Ta l vez lo m á s significativo de estos procesos es que se convir t ieron en una clamorosa propaganda socialista, pues los ju ic ios públ icos por j u r a d o resultaron una verdadera t r ibuna pol í t ica para los acusa-dos y sus defensores, que p u d i e r o n ventilar en ellos sus ideales revolucionarios y presentar el discurso de los mar-ginados contra la r epre s ión h e g e m ó n i c a del poder.

    A par t i r de la segunda m i t a d de la d é c a d a de 1870 los anarquistas emplearon la táctica de ampliar la propaganda más allá de los obreros y artesanos, para alcanzar a quienes hab ían quedado al margen de estas movilizaciones: muje-res y j ó v e n e s , maestros, soldados y, muy especialmente, a los campesinos. E n 1876 se c o m e n z ó a discutir c ó m o desa-rro l lar la propaganda por medio del acto revolucionario —"la propaganda por el hecho"— y, sobre todo, c ó m o lle-varla a las zonas rurales. 6 Poco d e s p u é s , los anarquistas Cario C a ñ e r o y Err ico Malatesta, delegados al Congreso Internacional en Berna, expusieron los planteamientos de la F e d e r a c i ó n italiana y se p r o n u n c i a r o n por el anarco-co-munismo, que se p lanteó allí por vez primera, y por la insu-rrecc ión revolucionaria, ilfatto insurrezionale, que a par t i r de entonces ser ían conceptos decisivos en la A I T .

    En el invierno de 1876-1877 m a d u r ó entre los anarquis-tas i ta l i anos e l p r o y e c t o de organ izar u n a s u b l e v a c i ó n armada en la r e g i ó n agraria mer id iona l del Mátese , en la provincia de Benevento. Ese alzamiento, conocido como el de la "Banda del Mátese " , recibió el apoyo de u n ampl io grupo de hombres y mujeres de la r eg ión dedicados a me-

    5 C i t ado en M A S I N I , 1969, p . 92, n o t a 2 y ss. 6 M A S I N I , 1958.

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    nesteres diversos: desde estudiantes hasta campesinos, des-de albañiles hasta t ipógrafos y otros artesanos. En la p r i -mavera de 1877 el levantamiento no sólo fue sofocado, sino que d io pie a una amplia repres ión que, a raíz de éste y otros actos de violencia, incluyendo u n atentado contra el rey H u m b e r t o I en 1878, l levaron al gobierno a arreciar las medidas contra los anarquistas, quienes se v ieron forza-dos a replegarse en la clandestinidad hasta entrada la si-guiente d é c a d a . 7

    Francia

    Mientras las federaciones anarquistas en E s p a ñ a e Italia buscaban modos de mantener la actividad revolucionaria, incluso ante la p e r s e c u c i ó n y la ilegalidad, en Francia es evidente que d e s p u é s de la Comuna, las actividades socia-listas se debieron frenar mientras se mantuvo el estado de sitio, hasta 1876. Los militantes se redujeron a minúscu los grupos dispersos por el país , mientras los principales líde-res se encontraban deportados en los presidios de ultramar o en el destierro. Sin embargo, las actividades organizati-vas clandestinas no quedaron anuladas, y a par t i r de 1876, después de las elecciones legislativas de ese a ñ o , que abrie-r o n nuevos espacios pol í t icos , éstas se h ic ie ron cada vez m á s frecuentes y públ icas , en creciente desaf ío al gobierno de la Tercera Repúbl i ca .

    La nueva actividad parlamentaria permit ió que en octu-bre se reuniera legalmente en París u n p r i m e r Congreso obrero, con representantes de diversos oficios especializa-dos, que se p r o n u n c i a r o n contra la huelga y en favor de la asociación obrera (syndicat). A pesar de su carácter y tonos moderados, no dejaba de ser sorprendente que el movi-miento obrero en Francia osara levantar la cabeza al cabo solamente de cinco a ñ o s de la gran repres ión ant icomu-nalista. Como resultado, este p r i m e r paso d e s e m b o c ó , en

    7 Sobre el a n a r q u i s m o i t a l i a n o en estos a ñ o s v é a n s e ROMANO, 1 9 6 6 ; MASINI, 1969 ,yPERNicoNE, 1 9 9 3 .

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    enero de 1878, en la r e u n i ó n de u n Segundo Congreso Obrero , en Lyon.

    Entre u n Congreso y el otro , el movimiento obrero fran-cés logró recuperar una fuerza semejante a la que hab ía po-seído hacia finales del segundo imperio , cuando sus activida-des se fueron intensificando después de varios lustros de persecuciones bonapartistas. 8 Por otra parte, los s íntomas de una creciente actividad socialista fueron claros a pesar de que la Internacional seguía proscrita, y en 1877 este auge sig-nificó, incluso, la fundación de dos per iódicos destinados a la propaganda clandestina. En j u n i o , Paul Brousse hab ía es-tablecido u n per iódico quincenal destinado a propagar las ideas anarquistas, L'Avant-Garde, en tanto quejules Guesde, quien se acercaba más a los marxistas, en noviembre hab ía fundado el semanario L 'Egalité.

    A par t i r de entonces, las secciones francesas de la Inter-nacional in ic iaron su reorganizac ión y, como los e spaño le s en las conferencias comarcales y los italianos u n par de años antes, en 1878 preconizaron t ambién la "propaganda por el hecho", para promover la acc ión revolucionaria. Aunque el desarrollo fue m á s b ien modesto, los grupos franceses se mostraban optimistas y seña laban , no sin cier-ta razón, que los logros obtenidos no se p o d í a n m e d i r de la misma manera que si hubieran tenido lugar en u n paí s sin repre s ión y con libertades plenas. 9 Sin embargo, la vo-luntad de r o m p e r las trabas era evidente. A raíz de la Ex-pos ic ión Universal que tendr ía lugar en París ese a ñ o , se convocó s i m u l t á n e a m e n t e a u n Congreso Obrero como u n acto de "propaganda por el hecho contra el Estado". El resultado era previsible: el gobierno desautor izó la reu-n ión y arres tó a los internacionalistas que desafiaron la p r o h i b i c i ó n . 1 0

    A pesar de estos altibajos, u n a ñ o de spués , en octubre de 1879, se p u d o r e u n i r en Marsella el Tercer Congreso Socialista Obrero , con la par t ic ipac ión activa de grupos

    8 M o s s , 1976, p p . 65-66. 9 L'Avant-Garde (20 y 23 feb. 1878).

    1 0 M A I T R O N , 1983, p p . 101-102 y n o t a 52.

  • A N A R Q U I S M O E U R O P E O Y SUS PRIMERAS I N F L U E N C I A S E N M É X I C O 115

    anarquistas. Allí se dec id ió la f o r m a c i ó n de u n Partido de los trabajadores socialistas de Francia {Partí des travailleurs socialistes de France) que c o m p r e n d e r í a seis regiones autó-nomas que, a part ir de entonces, se reunirían en Congresos locales, en tanto que anualmente se real izarían Congre-sos nacionales que rotar ían de reg ión en reg ión — l o cual evocaba directamente el modelo e spañol .

    En j u l i o de 1880, el gobierno francés p r o c l a m ó la am-nist ía total para los condenados de la Comuna y abrió m á s posibilidades de organizac ión púb l i ca para las asociacio-nes obreras francesas. Así, en el Congreso Socialista Obre-r o Independiente de Le Havre, en noviembre de ese a ñ o , u n grupo de comunalistas liberados del presidio de Nueva Caledonia part ic ipó en él activamente. Allí surgió una sig-nificativa reso luc ión sobre la propiedad, en la cual el co-lectivismo se def inía como una fase transitoria hacia el comunismo l ibertar io y se reafirmaba la confianza en la práct ica revolucionaria conocida como "propaganda por el hecho" . 1 1 Esto lo rat i f icaron al a ñ o siguiente los grupos anarquistas que se r e u n i e r o n en París , en u n Congreso denominado "Socialista Revolucionario Independiente" en el que, a d e m á s , propus ieron formar una organizac ión {partí) anarquista que se pronunciara contra la pol í t ica y el sufragio. 1 2

    En síntesis, de todo lo anterior resulta evidente que si al comenzar la d é c a d a de 1870, en los pa í ses latinos los anar-quistas se vieron obligados a refugiarse en la clandestinidad o el exi l io para sobrevivir, al despuntar la d é c a d a siguiente volvieron a la vida públ ica con nuevas organizaciones y prác-ticas revolucionarias gestadas desde los m á r g e n e s de la legalidad. Como veremos en seguida, este logro se d e b i ó , a d e m á s , a que durante esos a ñ o s t ambién en otros países

    1 1 APP B a /38 y La Révolution Sociale (12 y 28 nov. y 13 y 5 dic . 1880). 1 2 U n detal lado i n f o r m e sobre estos congresos en APP B a/32. En este

    contex to , hay que r ecordar que para los anarquistas, p a r t i d o significaba e l c o n j u n t o l i b r e m e n t e c o n s t i t u i d o p o r quienes c o m p a r t í a n ideales y objetivos en c o m ú n , y n o u n a o r g a n i z a c i ó n p a r l a m e n t a r i a es tructurada y reg lamentada .

  • 1 1 6 CLARA E. LIDA Y CARLOS ILLADES

    europeos se desarrollaron nuevas preocupaciones teóricas y m é t o d o s de l u c h a que i n f l u y e r o n s igni f icat ivamente en cambios de orientación no sólo internacional, sino tam-bién local. N o cabe duda de que estas transformaciones marcaron diferencias, a veces irresolubles, entre quienes se abr ían a las nuevas ideas y aquellos que se m a n t e n í a n dentro de la tradición doctr inar ia or ig inal . Si b ien esto le restó homogeneidad y capacidad de cohes ión un i fo rme al anarquismo, la renovada b ú s q u e d a de planteamientos doc-trinales y p r á c t i c o s a la larga f o r j a r o n u n m o v i m i e n t o socialista poco d o g m á t i c o y sorprendentemente abierto a una vasta p lura l idad de corrientes teóricas y de práct icas sociales que le d i e ron una excepcional vital idad.

    HACIA EL ANARCO-COMUNISMO

    Durante la clandestinidad, a los esfuerzos del anarquismo por sobrevivir localmente a las persecuciones, se sumaron los apoyos de la amplia red internacional desarrollada por los revolucionarios de cada país con sus camaradas en el exi l io , especialmente en Suiza, así como a su v inculac ión con las organizaciones secretas de otros países . De hecho, en la d é c a d a de 1870 el panorama anarquista internacio-nal se h a b í a transformado desde los inicios de la A I T en Londres, en 1864, hasta los años posteriores a la r epre s ión de la Comuna. Ya di j imos que en el Congreso de La Haya, en 1872, se había producido la escisión definitiva entre mar-xistas y anarquistas y que a par t i r de entonces cada movi-miento s iguió su p r o p i o camino . 1 3 En el caso especí f ico de los anarquistas, los l íderes que durante la p r imera é p o c a de la Internac ional se h a b í a n dist inguido por su actividad mi l i tante y organizativa, estaban ya desapareciendo de la vida públ ica ; el m á s significativo, Migue l Bakunin , h a b í a muer to en 1876. E n su lugar surg ían l íderes m á s j ó v e n e s formados en su mayor ía en la vida clandestina y el exi l io . Entre éstos cabe mencionar los nombres de quienes comen-

    1 3 G E R T H , 1 9 5 8 .

  • A N A R Q U I S M O E U R O P E O Y SUS PRIMERAS I N F L U E N C I A S E N M É X I C O 1 1 7

    zarían a destacar en la organización del anarquismo interna-cionalista, especialmente desde Suiza, como Piotr Kropotkin (ruso), Elisée Reclus ( f rancés ) , James Gui l laume (suizo) y Errico Malatesta (italiano), por mencionar sólo unos pocos.

    Por otra parte, t ambién a finales de la d é c a d a de 1870 se empezaron a conocer en Europa las actividades revolu-cionarias de los grupos populistas y nihilistas rusos, con sus tácticas de movil ización urbana y rura l y su defensa del magnic id io como m é t o d o de lucha revolucionaria contra la autocracia —actividad en la que las mujeres tuvieron u n lugar especialmente destacado. 1 4 En 1881, el asesinato del Zar Ale jandro I I fue recibido por los anarquistas en occi-dente como una verdadera h a z a ñ a revolucionaria. Tam-bién los dos atentados alemanes en 1878 contra el Kaiser Gui l l e rmo I I 1 5 y los e spaño le s contra el rey Alfonso X I I en 1878 y 1879, así como los actos violentos de los grupos ur-banos y agrarios irlandeses desde 1879 contra la presencia inglesa en la isla, 1 6 creaban en el á n i m o internacionalista una respuesta favorable a la acc ión directa.

    Las redes internacionalistas

    N o es aventurado af irmar que este interés por los actos re-volucionarios dirigidos contra blancos determinados era el resultado de la creciente p r e o c u p a c i ó n por aunar el dis-curso teórico con el práct ico , es decir, por llevar a cabo lo que, como ya vimos, se comenzaba a denominar "propa-ganda por el hecho". El interés de estos nuevos grupos por d i f u n d i r activamente la ideo log í a anarquista y por desarro-l lar la conciencia de clase a través de la lucha y de los actos revolucionarios conformaba una tendencia anarquista que se llamaba también "socialismo revolucionario" , denomi-n a c i ó n que evocaba a los grupos m á s radicales surgidos de

    14 Five Sisters, 1 9 7 5 ; BROWER, 1 9 7 5 ; BROIDO, 1 9 7 7 ; PERRIE, 1 9 8 2 , y BERG-

    MAN, 1 9 8 3 . 1 5 CARLSON, 1 9 7 2 y 1 9 8 2 . 1 6 ALTER, 1 9 8 2 y BORCKE, 1 9 8 2 .

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    la Comuna de París y de Rusia. Esta postura estaba destina-da a difundirse no só lo entre las secciones anarquistas ur-banas, sino t ambién entre los grupos de simpatizantes en la Europa agraria.

    Como ya lo anticipamos antes, gracias a la excepcional l ibertad de asoc iac ión que reinaba en Suiza, t ambién fue posible que durante los años de per secuc ión posteriores a la Comuna los exiliados europeos y los internacionalistas helvéticos pudieran convocar allí conferencias y congresos obreros públ icos y t ambién secretos. A pesar de las di f icul-tades reinantes, a ellos a c u d í a n delegados de diversos paí-ses para revisar o re formular los principios teóricos y los mecanismos de propaganda activa. Así podemos verificar que a través de esta red internacional , el discurso que se elaboraba en los centros de organizac ión anarquista, co-m o Suiza, se d i fundía a los d e m á s países por medio de sus asociados; a la inversa, estos congresos internacionales a su vez se nutr ían de la experiencia local, regional o nacional que aportaban los delegados de distintos puntos de Europa.

    Lo anter ior nos permite comprender c ó m o d e s p u é s de la Comuna de París el internacionalismo anarquista sobre-vivió gracias al permanente intercambio entre los discur-sos que brotaban de las preocupaciones y realidades de los diversos grupos locales y los que emanaban de los centros in-ternacionales, y viceversa. La integración de los anarquistas con la comunidad , la imbr icac ión de los grupos locales y regionales entre sí y la vinculación de todos éstos con el movimiento internacional d i e ron al anarquismo de estos años una especial vital idad en el manejo de la organiza-ción, la lucha y la fo rmulac ión de la ideo log ía , incluso en los amplios terrenos de la clandestinidad nacional e inter-nacional . L o que era producto de la solidaridad comunal se t raduc ía así en la hermandad de la clase y, a la inversa, la conciencia de una clase trabajadora un ida por intereses comunes que t ra scendían las fronteras nacionales llegaba de esta manera a las comunidades m á s remotas . 1 7

    1 7 E l es tudio de los mecanismos de este i n t e r c a m b i o y su discurso, en L I D A , 1 9 9 3 .

  • A N A R Q U I S M O E U R O P E O Y SUS PRIMERAS I N F L U E N C I A S E N M É X I C O 119

    El problema agrario: del colectivismo al anarco-comunismo

    A l mismo t iempo que la Internacional pasaba de la vida públ ica a la clandestina y se alejaba de las grandes insurrec-ciones y huelgas urbanas que hab ían tenido lugar hasta co-mienzos de la d é c a d a de 1870, en la Europa medi te r ránea y del este, el problema agrario empezaba a reconocerse tam-bién como explosivo. Con excepc ión de Rusia, este ámbito h a b í a sido muy poco atendido p o r el revolucionarismo ci-tadino de los años anteriores, pero al mediar la d é c a d a se fue convirt iendo en una p r e o c u p a c i ó n cada vez mayor del internacional ismo, que comenzaba a extender su base so-cial al m u n d o rura l .

    Los anarquistas r e c o n o c í a n que la gran mayor ía de las clases trabajadoras era rura l y no urbana, y que había que dirigirse más activamente a esta pob lac ión tradicionalmen-te marginada. Por eso co inc id ían en que para movilizar a los trabajadores del campo ser ía m u c h o m á s eficaz el más simple de los actos revolucionarios que cualquier disquisi-c ión teórica. Sin embargo, la A T T t ambién insistía en que la propaganda verbal y escrita y la o rgan izac ión de asociacio-nes campesinas se d e b í a n sumar a la " acc ión revoluciona-r i a directa" o "propaganda por el hecho". Para que esto sucediera urg í a a que, siguiendo el e jemplo de Italia y Es-p a ñ a , se organizaran agrupaciones de trabajadores del campo y s i m u l t á n e a m e n t e se elaborara una propaganda impresa —clara, sencilla y directa—, que se tradujera en per iód i co s , hojas sueltas, folletos y otras publicaciones revolucionarias. Con esto el anarquismo p r e t e n d í a mante-ner y expandir su presencia entre los trabajadores urba-nos, pero a la vez, acercarse m á s activamente a los sectores rurales que no hab ían sido suficientemente atendidos en sus intereses y demandas particulares.

    Por u n lado, era evidente que, a pesar de la repres ión, en las zonas manufactureras los obreros p o d í a n continuar asociados p ú b l i c a m e n t e en sociedades que disimularan todo carácter revolucionario (cooperativas, mutualidades, etc.) , y mantener formas de sociabilidad (ateneos, clubes, c írculos culturales, asociaciones corales) mientras no fuera

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    con fines pol í t icos explícitos . De este m o d o , los producto-res urbanos p o d í a n defender posiciones e c o n ó m i c a s (jor-nales, condiciones de trabajo, etc.), tolerados por el juego mismo del capital y del trabajo, así como mantener la co-hes ión y movil ización colectivas (paros, trabajo a desgano, negociaciones salariales), aunque no se pudieran p r o n u n -ciar abiertamente en materia polít ica.

    En cambio, en lugares poco o nada urbanizados, de eco-n o m í a menos desarrollada y sin u n espacio asociacionista def inido, los trabajadores del campo y de p e q u e ñ a s áreas agrourbanas chocaban directamente con los intereses eco-n ó m i c o s de las o l igarquías agrarias locales y nacionales dado el carácter de sus aspiraciones por colectivizar la tie-rra, el trabajo y su producto , por abol ir la propiedad y sus privilegios y por defender el trabajo y el salario. En estos universos desiguales, los obreros urbanos y los trabajado-res de la t ierra di fer ían en sus formas práct icas de organi-zación y de lucha, así como en sus metas. E n España , por ejemplo, si b ien en 1872-1873 se d io u n p r i m e r paso hacia la c reac ión de una federac ión de sociedades de oficio ru-rales: la U n i ó n de los Trabajadores del Campo ( U T C ) , no fue hasta 1881, cuando el anarquismo e m e r g i ó de la clan-destinidad, que la U T C se mostró como una posibilidad aso-ciativa viable —-pero excepcional y de breve d u r a c i ó n — , que asemejaba a las uniones de oficio que se desarrollaban en las ciudades y adoptaban la huelga como instrumento de pres ión , lucha y n e g o c i a c i ó n . 1 8

    Esta p r e o c u p a c i ó n por la o rgan izac ión y movilización campesina se mani fes tó dentro de la Internac ional al me-diar la d é c a d a de 1870 en una paulat ina re formulac ión doctr inar ia , ya que u n sector de la A I T consideraba necesa-ria una revisión del bakuninismo que hasta entonces había sentado la base doctr inar ia conocida como "colectivismo anarquista". B a k u n i n y sus seguidores sos tenían que para organizar la sociedad de u n m o d o justo , se d e b í a recurr i r a

    1 8 Sobre la f o r m a c i ó n de la UTC, v é a s e MAURICE, 1 9 9 0 ; sobre su a c c i ó n re iv indica t iva p o r m e d i o de la hue lga agrar ia y su pos ter ior r e p r e s i ó n , v é a s e L I D A , 1 9 8 8 .

  • A N A R Q U I S M O E U R O P E O Y SUS PRIMERAS I N F L U E N C I A S E N M É X I C O 121

    la colectivización de los instrumentos de trabajo y a la dis-tr ibución del producto entre los trabajadores, de tal modo que el bienestar resultante fuera disfrutado directamente por aquellos que contr ibuían a crearlo con su trabajo y su esfuerzo. En síntesis, se trataba de la def inic ión teórica del lema bakuninista: "de cada u n o s e g ú n su capacidad, a ca-da cual s e g ú n su trabajo", que h a b í a servido de bandera a los p e q u e ñ o s productores urbanos —artesanos, obreros, empleados— cuyo trabajo se hab ía devaluado e c o n ó m i c a y cualitativamente dentro del liberalismo capitalista.

    Frente a los colectivistas surgieron sus críticos, los anar-co-comunistas, que proponían una alternativa teórica según la cual los instrumentos y el producto del trabajo no fue-ran privi legio exclusivo de los grupos productores, sino pa-t r i m o n i o de toda la comunidad para el bienestar de todos sus miembros . Es decir, el anarco-comunismo formulaba la c reac ión de u n nuevo sistema de relaciones e c o n ó m i c a s y sociales en el que la riqueza acumulada perteneciera a la c o m u n i d a d entera, ya que todos sus miembros , cada cual en la medida de sus fuerzas y de sus capacidades, habían con t r ibu ido a producir la , por lo cual todos, sin excepc ión , debían tener derecho a usufructuarla según sus necesidades. Los partidarios del anarco-comunismo insistían que en aquellos lugares donde los modos de p r o d u c c i ó n ya alcan-zaban u n alto grado de comple j idad industr ia l y técnica, era imposible determinar la p r o p o r c i ó n exacta de l trabajo realizada p o r cada uno en la c reac ión del producto final n i cuál era el pago jus to que c o r r e s p o n d e r í a a cada cual. Esto mismo era aplicable a la p r o d u c c i ó n agr íco la , ya que e n ella en muchas ocasiones tampoco se p o d í a deslindar con prec i s ión el trabajo de cada u n o , puesto que en los cultivos intervenían distintos trabajadores con tareas diver-sas s e g ú n la cosecha y la es tac ión. A n t e estas situaciones que abarcaban desde la industr ia m á s m o d e r n a hasta el m á s elemental trabajo agr íco la era evidente que la riqueza acumulada d e b í a pertenecer a todos p o r igual , ya que to-dos cont r ibu ían a produc i r la en la medida de sus fuerzas y de sus capacidades; pretender cuantificar q u é parte había p roduc ido cada u n o sería lo mismo que caer en injustas

  • 1 2 2 CLARA E. LIDA Y CARLOS ILLADES

    práct ica s capitalistas que a c a b a r í a n p o r beneficiar a unos sobre otros, promoviendo la desigualdad e c o n ó m i c a y so-cial. Así, los anarco-comunistas sintetizaban su pensamiento propugnando la noc ión de que el reparto de la riqueza se d e b í a realizar "de cada uno s e g ú n sus fuerzas, a cada uno s e g ú n sus necesidades". 1 9

    Estas ideas se empezaron a d i fundi r en Suiza a comienzos de 1876, gracias a las elaboraciones teóricas del comunalista francés Elisée Reclus y del suizo Frangois Dumartheray, y los primeros en adoptarlas en otros países fueron, como ya vi-mos, los anarquistas de la Federac ión italiana. A la llegada de P. K r o p o t k i n a Ginebra, en febrero de 1877, el terreno ya es-taba abonado para que él se pudiera convertir eventualmen-te en u n o de los principales propagadores de la doctrina. De hecho, la prueba inicial tuvo lugar durante el Congreso I n -ternacional de Verviers, en septiembre de 1877, donde el anarco-comunismo se debat ió púb l i camente por pr imera vez. 2 0 Los siguientes congresos y conferencias internaciona-les contribuyeron a di fundir las nuevas tendencias; a esto ayu-d ó la prensa anarquista suiza que, como el Bulletin de laFédé-ration Jurassienne y Le Révolté, dio a conocer el comunismo anarquista a sus lectores de diversos países . A su vez, los pe-riódicos locales y las hojas sueltas reprodujeron mucha de esta discusión, y muchos de los representantes anarquistas que participaban clandestinamente en esos congresos con-tr ibuyeron a llevar las nuevas teorías a sus diversas federacio-nes, comarcas o secciones.

    A u n q u e el colectivismo se mantuvo como la ideo log ía dominante dentro de la A I T , las ideas anarco-comunistas p r e n d i e r o n con cierta fuerza entre quienes el énfasis co-lectivista en el trabajo era una fo rma de cont inuar con una vida de sacrificios y fatigas, en la que la ú n i c a recompensa eran unos míseros jornales. E n cambio, la n o c i ó n anarco-comunista del usufructo del trabajo y de la t ierra y sus pro-

    1 9 Sobre colect ivismo y anarco-comuni smo v é a n s e STAFFORD, 1 9 7 1 , p p . 6 4 - 6 6 ; M I L L E R , 1 9 7 6 , p p . 1 8 1 - 1 9 8 ; FLEMING, 1 9 7 9 , p p . 1 3 7 - 1 3 9 , y C A H M ,

    1 9 8 9 , p p . 3 6 - 4 3 . 2 0 G U I L L A U M E (1907-1910), t . iv, p . 2 6 0 .

  • ANARQUISMO EUROPEO Y SUS PRIMERAS INFLUENCIAS EN MÉXICO 123

    ductos según la necesidad de cada u n o era fác i lmente comprensible para poblaciones fuertemente arraigadas en tradiciones comunitarias, como algunos sectores artesanos y, muy especialmente, entre los jornaleros del campo.

    Este creciente interés de los internacionalistas por los trabajadores agr ícolas t ambién era estimulado por los de-bates sobre el campesinado y la comuna r u r a l que hab ían surgido del popul i smo y del n ihi l i smo rusos, así como de la movil ización y violencia agraria irlandesas contra los te-rratenientes ingleses. Pero también se p o t e n c i ó a raíz de la intensa crisis agr íco la que se desa tó en los pa í ses meridio-nales europeos en los últ imos años de la d é c a d a de 1870 y primeros de 1880 a causa de f e n ó m e n o s cl imáticos y eco-lógicos , y que condu jeron a la protesta agraria frente a las crisis de subsistencias que tenían lugar a lo largo del Medi-te r ráneo .

    LOS SOCIALISMOS EN MÉXICO Y LA INTERNACIONAL

    Estos contextos y desarrollos durante los años posteriores a la Comuna de París tuvieron u n impacto decisivo en las trans-formaciones que sufriría el anarquismo en la d é c a d a siguien-te. En efecto, hacia 1880, a medida que la repres ión contra el internacionalismo amainaba, los anarquistas comenzaron a recomponer las organizaciones y vínculos que en la déca-da anterior se hab ían debilitado o fragmentado, pero que empezaban a resurgir con sorprendente vitalidad en algunos países . A d e m á s , para muchos también era necesario evaluar y sistematizar los nuevos planteamientos teóricos e ideológi-cos que se hab ían desarrollado durante esos años . Así, al aproximarse el d é c i m o aniversario de la insurrección de la Comuna de París, la fecha parec ía una ocas ión propicia pa-ra convocar a una reunión para reconstruir la A T T . Desde la clandestinidad no fue fácil organizar este encuentro, pero fi-nalmente se concretó en u n congreso secreto denominado "socialista revolucionario", que se reunir ía en Londres el 14 de j u l i o de 1881, fecha s imból ica que permit ir ía también ce-lebrar la toma de la Bastilla.

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    México en el congreso anarquista de 1881

    A esta convocatoria acudieron, con representantes pro-pios o a través de mandatos, m á s de sesenta agrupaciones revolucionarias de cuatro continentes — n o sólo de Europa, sino t ambién de Amér ica , de Asia ( T u r q u í a ) y de África (Eg ip to )— para discutir las nuevas estrategias organizativas y los cambios doctrinales del anarquismo revolucionario con el propós i to de darle nuevo br ío a la A I T . Es significati-vo seña lar que por pr imera vez desde su fundac ión en 1864 estuvo presente u n delegado de Hispanoamér ica en u n congreso de la Asociac ión Internac ional de los Trabajado-res. Este se p re sentó como portador del mandato de la " C o n f e d e r a c i ó n Mexicana Socialista" y de los 1800 miem-bros que, se aseguraba, cotizaban en sus 18 secciones.2 1 Se trataba del doctor Edward Nathan-Ganz, residente en Bos-ton , qu ien allí publicaba The An-archist cuya divisa era el le-ma anarco-comunista "From every one according to his ability; to every one according to his needs". 2 2

    Este personaje, de cuya vida sabemos poco por ahora, de-s e m p e ñ ó u n papel muy activo en Londres j u n t o a revolucio-narios más conocidos como K r o p o t k i n , Malatesta y otros, y su in forme sobre México desper tó gran interés entre los de-m á s delegados. En este Rapport, cuyo or ig inal manuscrito en francés aún permanece inédito, Nathan-Ganz manifestaba su sorpresa por el desconocimiento que existía en Europa en general y en la A I T , en particular sobre Lat inoamérica . En es-ta reseña , Nathan-Ganz se centró especialmente en México e hizo u n resumen sobre la p e q u e ñ a p roducc ión industrial y las malas condiciones de vida de los trabajadores en ese país y observaba que la gran mayoría de la pob lac ión vivía en el

    2 1 "Rappor t d u Delegué de la C o n f é d é r a t i o n mexicaine sur la Situation dans r A m é r i q u e c é n t r a l e et d u Sud" , en R o n d AIT, Congress 1881, Col-l e c t i o n N e t t l a u , I n t e r n a t i o n a a l I n s t i t u u t v o o r Sociale Geschiedenis, A m s t e r d a m , 4 p p . manuscritas , numeradas 111-114 [ e n adelante: I ISG, " R a p p o r t " ] . Los d o c u m e n t o s consultados n o d a n m á s pistas para saber a q u é C o n f e d e r a c i ó n p o d í a referirse .

    2 2 N ú m e r o 1, enero de 1881. Agradezco a H e i n e r Becker, d e l I ISG, la f o t o c o p i a que m e fac i l i tó de este n ú m e r o .

  • ANARQUISMO EUROPEO Y SUS PRIMERAS INFLUENCIAS EN MÉXICO 125

    campo. Esto lo llevaría a señalar que la cuestión social en Mé-xico era, sobre todo, agraria y que era tan importante como en Rusia e Irlanda. En el informe también destacaba que a pesar del pretorianismo político, México era u n país profun-damente revolucionario en el que existía una Confederac ión Socialista dividida en cinco provincias con su centro en la capital. Allí se publicaban ya cuatro per iódicos socialistas, de los cuales dos — L a Revolución Social, que existía desde hacía dos años , d ir ig ido por J e s ú s A. Laguna, de quien nos volve-remos a ocupar más adelante, y La Reforma Social, que tenía cuatro meses y estaba dir ig ido por Juan O. Orellana—, eran según él, "francamente anarquistas". 2 3 Sobre esta últ ima pu-blicación seña laba que en uno de sus últ imos n ú m e r o s dio a conocer "el manifiesto de la R S. [La Révolution Sociale] de París y la convocatoria al congreso de Londres" . 2 4 Como ve-remos detalladamente más adelante, Nathan-Ganz informa-ba, a d e m á s , sobre una sublevación que se produ jo en 1879 en la ciudad de Querétaro, dir igida por el prop io Orellana, a la que califica de anarco-comunista. Es cierto, señala el de-legado por México , que finalmente el ejército derrotó a los insurrectos, pero — a ñ a d í a — , el que una acción fracasara no era criterio suficiente para ridiculizarla, como se hab ía hecho en Europa, n i para emit i r u n j u i c i o histórico negativo. 2 5

    2 3 Los otros dos p e r i ó d i c o s que se m e n c i o n a n en este I n f o r m e son el Express y El Socialista, de los cuales aclara que n o se o c u p a r á .

    2 4 E l 18 de marzo , en el d é c i m o aniversario de la C o m u n a , se p u b l i -c ó la convocator ia d e l e n c u e n t r o en n o m b r e de diversos grupos anar-quistas y socialistas revo luc ionar ios , y la r e p r o d u j o La Révolution Sociale, a c o m p a ñ a d a de u n desafiante e d i t o r i a l d i r i g i d o " A los revo luc ionar ios de ambos m u n d o s " , firmado p o r la r e d a c c i ó n . L a convoca tor i a l l ama a u n "Congreso I n t e r n a c i o n a l Socialista R e v o l u c i o n a r i o " para reagrupar-se c o n t r a " la c o a l i c i ó n de todas las fuerzas burguesas" y l og ra r " la re-c o n s t r u c c i ó n de la A s o c i a c i ó n I n t e r n a c i o n a l de los Traba jadores" . M á s tarde se supo que este p e r i ó d i c o f r ancé s estaba pagado p o r la p o l i c í a de Par í s para i n f i l t r a r y radical izar el m o v i m i e n t o anarquis ta y p o d e r l o re-p r i m i r m á s f á c i l m e n t e ; su d i r e c t o r , Serraux (alias de Egide Spi l leux) era u n s o p l ó n a sueldo d e l pre fecto de p o l i c í a . Sobre estas táct icas p o l i -ciales, v é a s e ANDRIEUX, 1885.

    2 5 U n a p r i m e r a a p r o x i m a c i ó n a este t ema en LTDA, 1979.

  • 1 2 6 CLARA E. LIDA Y CARLOS ILLADES

    ¿Qué había de cierto en lo que informaba E. Nathan-Ganz sobre México y cuan significativo hab ía sido el desarrollo anarquista en este país? Para intentar responder debemos empezar por revisar cuál fue la historia de la recepción y el desarrollo de las ideas socialistas en el ámbi to mexicano y có-m o se manifestaron en la práctica revolucionaria.

    De los primeros socialismos a la Internacional

    Ya sabemos que los or ígenes de las ideas socialistas en Mé-xico se remontan a la tercera d é c a d a del siglo XIX , con la presencia de seguidores de R o b e r t O w e n y de Charles Fourier y los primeros intentos de fundar comunidades so-cialistas. A partir de entonces, aunque de modo esporádico, la d i scus ión de los principios inspirados en las doctrinas de las diversas corrientes societarias, se d i fundió en las dé-cadas siguientes, pero n u n c a de manera ampl ia . Incluso las ideas emanadas de las revoluciones europeas de 1848 t u v i e r o n u n eco tenue en e l m u n d o social e i d e o l ó g i c o mexicano, aunque p o n í a n en el tapete las diversas teorías socialistas más en boga en Europa, como el comunismo icariano de Etienne Cabet, la organ izac ión del trabajo de Louis Blanc y el mutual ismo de Pierre-Joseph P r o u d h o n . 2 6

    C o n la intervención tr ipart i ta y el imper io de Maximil ia-no , algunas doctrinas francesas, como las de Saint-Simon y de Vic tor Cons idérant , se d i f u n d i e r o n más , pero incluso entonces encontramos pocos espacios de discusión de es-tos socialismos y poca m e n c i ó n de otros nombres famosos como, por ejemplo, el de Rarl Marx , pese a que se hab ía ocupado de este país en diversas ocasiones. 2 7 A d e m á s , aho-ra sabemos que durante el i m p e r i o de Maximi l i ano y en los inicios de la R e p ú b l i c a restaurada (1865-1871) surgie-r o n los primeros contactos del Consejo General de la AIT

    2 6 GARCÍA CANTÚ, 1 9 7 4 ; ILLADES, 1 9 9 0 , r e p r o d u c i d o en 1 9 9 7 , y L I D A , en

    prensa. 2 7 Sobre el in te ré s de M a r x p o r M é x i c o , especia lmente entre 1 8 4 7 y

    1 8 6 6 , v é a s e MONJARÁS-RUIZ, 1 9 8 3 .

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    en Londres con Méx ico , y los primeros intentos por crear una sección de la Internacional en este país por iniciativa de u n núc leo en San Francisco, California, y la propagan-da de otro en M a d r i d . 2 8

    En este contexto hay que recordar que en 1861 l legó a México proveniente de Barcelona, d e s p u é s de una larga estancia en París y otras capitales europeas, el griego Ploti-no C. Rhodakanaty, qu ien p r o n t o c o m e n z ó a atraer a jóve-nes disc ípulos a las ideas socialistas, especialmente las de Fourier, pero t ambién las de P r o u d h o n y otros. A d e m á s , c o m e n z ó a promover la t rans formación de la propiedad rura l y la p r o m u l g a c i ó n de una "ley agraria" en Méx ico . Es cierto que los principios en los que se apoyaban estos cues-tionamientos eran muy generales; a grandes rasgos, se trataba de condenar "el feudalismo", que s e g ú n Rhodaka-naty representaban las haciendas, de promover el reparto justo de la t ierra y de favorecer la r e g e n e r a c i ó n social ar-m ó n i c a m e n t e y no por medio de la lucha de clases n i de la violencia revolucionar ia . 2 9

    Dentro de la e x p a n s i ó n de los socialismos en este país , el mayor cambio se e m p e z ó a sentir cuando en 1871, en la ciudad de M é x i c o , se f o r m ó u n núc leo l lamado La Social, inspirado t a m b i é n por Rhodakanaty y sus seguidores, es-pecialmente por Francisco Zalacosta. U n lustro d e s p u é s , en 1876, La Social se reorganizaba e incorporaba t ambién a las mujeres como militantes activas, y se pronunciaba con cierta mayor claridad respecto del problema agrario y de la "propiedad mal distr ibuida" . Así, en 1876 reiteraba lo dicho p o r Rhodakanaty unos años antes, que la ún ica manera de abol ir el m o n o p o l i o de la t ierra era disolviendo las haciendas, pues eran "verdaderas instituciones feudales" y "focos de esclavitud e ignorancia para la raza i n d í g e n a

    2 8 A l respecto se e n c u e n t r a n datos dispersos en The General Council of the First International. Minutes, s.f., vols. 1-5.

    2 9 V é a n s e los escritos compi l ados p o r Carlos Il lades en RHODAKANATY, 1998. Este a u t o r p repara en la ac tua l idad u n estudio a m p l i o sobre la i n -fluencia de este personaje e n M é x i c o .

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    del p a í s " ; 3 0 pero ahora el p r o p i o Rhodakanaty se manifes-taba porque los derechos del socialismo fueran: " A cada u n o s e g ú n sus necesidades. De cada u n o según sus fuer-zas". Y agregaba: "digamos que nuestra aceptac ión es com-pleta de esta últ ima fó rmula ant iautor i tar ia" , 3 1 para lo cual si b ien invocaba exp l íc i t amente a P r o u d h o n y a Saint-Si-m o n , t ambién evocaba tác i tamente la fó rmula anarco-co-munista de los internacionalistas europeos. Lo anterior ilustra el carácter ecléct ico del socialismo que surgía en México , en el que convivían influencias doctrinales de los socialismos tempranos y los avances teóricos más recien-tes, e incluso de ciertas tendencias agrarias, comunalistas y municipalistas de u n l iberalismo d e c i m o n ó n i c o que algu-nos han llamado popular . 3 2 Sin embargo, debemos señalar que el eclecticismo no era exclusivo de México , sino que en su m o m e n t o hab ía sido inherente al desarrollo del so-cialismo en general y era u n proceso que otros países ha-b ían recorr ido en distintos momentos .

    T a m b i é n en 1876, La Social par t ic ipó al lado de varias decenas de asociaciones laborales (aunque sus dos delega-das mujeres fueron rechazadas) en la instalación del Con-greso O b r e r o , 3 3 que se convocó con el objeto de crear una Gran Confederac ión de las Asociaciones de Trabajadores de los Estados Unidos Mexicanos. Algunos participantes en este Congreso manifestaron sus afanes internacionalistas al proclamar "la u n i ó n universal" y al pedir que se notifica-

    3 0 " L o que queremos" , e n El Hijo del Trabajo ( 2 8 abr. 1 8 7 8 ) . V é a s e t a m b i é n " R e i n s t a l a c i ó n de L a Social" , El Hijo del Trabajo ( 9 mayo 1 8 7 6 ) , recogidos en RHODAKANATY, 1 9 9 8 , p p . 5 0 - 5 7 y 1 1 0 - 1 1 2 , respectivamente.

    3 1 C i t ado en VALADÉS, 1 9 2 7 , p . 8 1 . 3 2 K N I G H T , 1 9 8 5 , p . 6 6 y T H O M S O N , 1 9 9 1 , p p . 2 7 3 - 2 7 9 . 3 3 E n el acto de L a Social, Rhodakanaty h a b í a de fend ido que la dele-

    g a c i ó n estuviera in tegrada p o r mujeres , l o cual se a p r o b ó p o r u n a n i m i -d a d a pesar de que Zalacosta protestara . Ya en el Congreso, se h a b í a n e m i t i d o 2 9 votos a favor y 4 9 e n c o n t r a , c o n la fuerte o p o s i c i ó n de J u a n de M a t a Rivera, redactor de El Socialista. " O t r a vez e l Congreso", El Hijo del Trabajo ( 1 5 mayo 1 8 7 6 ) ; " E l Mani f ie s to" , El Socialista ( 2 1 mayo 1 8 7 6 ) ; "Lis ta de los c iudadanos al Congreso O b r e r o Const i tuyente cuyas cre-denciales h a n sido aprobadas" , El Socialista ( 2 6 mar . 1 8 7 6 ) y VALADÉS, 1 9 2 7 , p . 8 2

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    ra a las organizaciones obreras de otros países la c reac ión de esta Gran C o n f e d e r a c i ó n . 3 4

    A l año siguiente, en febrero de 1877, la F e d e r a c i ó n Re-gional de Montevideo asociada a la A I T escribía al "Com-p a ñ e r o Presidente de La Social (Secc ión mejicana de la Asociación Internacional de Trabajadores)" en respuesta a una c o m u n i c a c i ó n de agosto del a ñ o anterior, en la cual los mexicanos in formaban a los uruguayos que se h a b í a n adherido a la " F e d e r a c i ó n del Jura" —sede de la A I T en Suiza— por medio de la Federac ión Regional E s p a ñ o l a . 3 5 E n 1878 surg ían ya señales inequívocas de que La Social hab í a establecido contacto con la Internacional , pues en su Asamblea extraordinar ia realizada del 7 al 9 de febrero de 1878 no sólo se aceptaron las tesis y el lema de la Aso-ciación Internacional : "la e m a n c i p a c i ó n de los trabajado-res debe ser obra de los trabajadores mismos", sino que sus miembros se def in ían como "socialistas revolucionarios" — s e g ú n el t é rmino que estaba en uso en Europa desde la Comuna, pero sobre todo durante los años de la clandesti-n idad anarquista—, y se pronunciaban, entre otras cosas, en favor de la " revoluc ión socialista y la a n a r q u í a social". A d e m á s , la Asamblea es tablec ía la defensa de la j o r n a d a semanal de 50 horas, el derecho a las huelgas, la c reac ión de sociedades obreras por oficio con fines de resistencia, as í como el n o m b r a m i e n t o de u n delegado para el "próxi-m o Congreso I n t e r n a c i o n a l " . 3 6

    L A CUESTIÓN AGRARIA Y EL MUNICIPIO LIBRE

    Como podemos observar por estos temas, México no queda-ba al margen de los desarrollos socialistas que hab ían tenido

    3 4 "Acta const i tut iva de las Asociaciones de Trabajadores de los Esta-dos Un idos Mex icanos " , El Socialista ( 1 8 ago. 1 8 7 6 ) .

    3 5 VALADÉS, 1 9 2 7 , p p . 8 7 - 8 8 . Hasta a h o r a n o sabemos q u é h a sido de los documentos or ig ina les que c i tó este autor , que n o hemos p o d i d o lo-calizar en n i n g ú n a rch ivo p ú b l i c o .

    3 6 VALADÉS, 1 9 8 4 , p p . 1 1 8 - 1 2 1 y 1 3 7 , es el ú n i c o en referirse a este n o m b r a m i e n t o .

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    lugar en Europa n i de los problemas que se debat ían en la A I T , incluyendo la p r e o c u p a c i ó n evidente por los problemas agrarios. Sin embargo, esto encontraba u n campo ya fértil gracias al evidente y extendido malestar rura l que domina-ba la realidad social de México desde hacía décadas , especial-mente después de las desamortizaciones y privatizaciones de las tierras comunales promovidas por los gobiernos liberales, y a la intensa lucha de los ayuntamientos por las au tonomías municipales y el federalismo a lo largo del siglo. En este con-texto, la Asamblea de La Social en febrero de 1878 también resolvió formar "ligas de resistencia campesina", promulgar "el socialismo" como s inónimo de "la idea de bienestar para todos", con la consiguiente necesidad de la "expropiac ión de [la tierra a] los usurpadores", y proclamar, ahora sí, una "ley agraria" radical. Entre sus objetivos se incluía la autono-mía municipal , la revisión y deslinde de los terrenos amorti-zados, la nivelación de la propiedad; el alza de los jornales agrícolas e industriales por medio de la huelga, y el asegu-ramiento de la venta de los productos por los productores agr íco las . 3 7

    El programa agrario de La Social no sólo o b e d e c i ó a consideraciones ideo lóg icas , sino también a la experiencia práct ica de la d é c a d a anterior . A l respecto, conviene re-cordar que en 1868 Ju l io L ó p e z e n c a b e z ó una rebel ión en el valle de Chalco cuya inf luencia i r rad ió hacia los valles a l edaños . L ó p e z , qu ien fuera d i sc ípulo de Rhodakanaty cuando éste es tablec ió una escuela l ibre en aquel lugar, posiblemente hacia finales de marzo de 1868 3 8 en su "Ma-

    3 7 "Programa internacional is ta" , La Internacional (14 j u l . 1878). H a y que s e ñ a l a r que este "Programa" , a u n q u e m á s cercano a la AIT, especial-m e n t e al hablar de la " n i v e l a c i ó n " social de la p r o p i e d a d y de la hue lga c o m o i n s t r u m e n t o de n e g o c i a c i ó n salarial, t o d a v í a t iene for t í s imos ecos de los socialismos m á s t e m p r a n o s de Four i e r , Blanc y P r o u d h o n . Esto es p a r t i c u l a r m e n t e c i e r to e n los p u n t o s 6, 11 y 12, en los cuales se habla de la o r g a n i z a c i ó n de u n "Falansterio societar io" y de "falanges indus-triales" que r e m p l a z a r í a n al e j é rc i to , a s í c o m o de la c r e a c i ó n de "bancos te r r i tor i a l e s " y de " la a p e r t u r a d e l m e r c a d o a todos los p a í s e s d e l glo-b o " .

    3 8 ANAYA PÉREZ, 1997, v o l . i , p . 117.

  • ANARQUISMO EUROPEO Y SUS PRIMERAS INFLUENCIAS EN MÉXICO 1 3 1

    nifiesto a todos los opr imidos y pobres del universo" plan-teó fundar la Repúb l i ca Universal de la A r m o n í a , resarcir a las comunidades de las tierras arrebatadas por las hacien-das y nivelar la s i tuación material de las clases sociales.3 9

    Ya hemos visto que la idea de la "ley agraria" estaba en el aire desde las primeras prédicas socialistas de Rhodakanaty, pero a fines de la d é c a d a de 1870 su actualidad posiblemen-te aumentara no sólo por la actividad proselitista de La Social y de los periódicos de tendencia socialista que se publicaban en México, sino también debido a las incansables actividades que en las comunidades agrarias desarrollaba, entre otros, Francisco Zalacosta. Sabemos también que en j u n i o de 1877, Zalacosta, después de visitar los estados de México, Puebla, Tlaxcala e Hidalgo, convocó a una Asamblea campesina en la ciudad de México para el 15 de agosto, a la que asistieron representantes de varias comunidades rurales con el objeto de fundar u n Gran Comité Central Comunero.

    Para presidir esta nueva organizac ión se recurr ió a A l -berto Santa Fe, qu ien ya desde 1861, cuando se dice que c o n o c i ó a Vic tor C o n s i d é r a n t en Texas, se hab í a comenza-do a preocupar por resolver el problema agrario en Méxi-co . 4 0 Ta l vez fue gracias a su co l aborac ión con el grupo de La Social y con el C o m i t é Comunero , que en j u l i o de 1878 Santa Fe fundó en Puebla el Partido Socialista Mexicano, y desde mediados de 1878 t ambién c o m e n z ó a publicar allí el per iód ico La Revolución Social, u n par de años más tarde éste r eaparecer í a en la c iudad de Méx ico con el expl íc i to subtí tulo de " Ó r g a n o del Partido Socialista y defensor de la Ley del Pueblo", a cargo de J e s ú s A . Laguna. 4 1 Precisa-

    3 9 VALADÉS, 1 9 8 4 , p p . 3 7 - 4 3 ; HART, 1 9 8 0 , p p . 4 5 - 5 7 ; REINA. 1 9 8 0 , p p . 6 4 -8 2 , inc luye u n a interesante d o c u m e n t a c i ó n tomada de l A r c h i v o His tór i -co de la S e c r e t a r í a de la Defensa N a c i o n a l .

    4 0 Sobre la posible i n f l u e n c i a d e l pensamiento socialista f r a n c é s en Santa Fe, véa se OBREGÓN, 1 9 8 0 , p p . 1 4 - 1 5 . GARCÍA CANTÚ, 1 9 7 4 , p p . 2 2 0 -2 2 1 , parece o p i n a r lo c o n t r a r i o .

    4 1 OBREGÓN, 1 9 8 0 , p . 2 4 ; "La R e v o l u c i ó n Social" , en El Socialista ( 4 d ic . 1 8 7 9 ) ; "La Sociedad U n i ó n T i p o g r á f i c a " , en El Socialista ( 8 j u n . 1 8 8 2 ) . U n a r e p r o d u c c i ó n facs imilar de esta 2~ é p o c a se p u b l i c ó en His-toria Obrera, vo l . i, n ú m . 1 , M é x i c o : C E H S M O , j u n i o de 1 9 7 4 , p p . 2 - 1 7 .

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    mente en septiembre de 1879, Santa Fe, j u n t o con Manue l Serdán , hab ían dado a conocer la "Ley del Pueblo" en la que, al igual que La Social, p r o p o n í a que se expropiaran las haciendas. Pero Santa Fe iba más lejos, ya que entre otras cosas, exhortaba a designar el m u n i c i p i o como la un idad pol í t ica fundamenta l encargada de llevar a cabo la t rans formación agraria y que el pueblo en armas fuera el ún ico garante de la seguridad general . 4 2 Si en la pr ime-ra propuesta estaban muy presentes las realidades agrarias mexicanas y las influencias socialistas de Rhodakanaty y sus seguidores, mezcladas con u n liberalismo radical, en los úl t imos dos puntos p a r e c í a n resonar los objetivos revo-lucionarios de la Comuna de París, con su defensa del m u -nic ip io l ibre y de las milicias populares examinados al comienzo de estas p á g i n a s . 4 3

    Por su parte, en 1878 Francisco Zalacosta h a b í a funda-do el semanario La Internacional como ó r g a n o de La So-cial; en su largo subtí tulo se s eña l aba que estaba

    consagrado exclusivamente a la propaganda teórico-práctica del socialismo para la defensa de los pueblos, redención de la clase obrera y proletaria, emancipación de la mujer y organi-zación agrícola industrial de la República, cuyo lema es igual-dad, progreso y solidaridad. 4 4

    Estas publicaciones, con otras que surgieron al comenzar la d é c a d a de los setenta, como El Socialistay El Hijo del Traba-jo, posiblemente fueron los per iódicos obreros más impor-tantes de esos a ñ o s . 4 5 Incluso El Socialista c o m e n z ó a publ i -

    4 2 OBREGÓN, 1980, r e p r o d u c e é s t e y otros d o c u m e n t o s ; El Socialista (9 nov. 1879) y El Hijo del Trabajo (23 nov. 1879).

    4 3 Sin embargo , estas propuestas t a m p o c o eran ajenas a los l iberales m á s progresistas; ta l fue el caso de R de Zayas E n r í q u e z , q u i e n ya e n 1874 d e f e n d í a la " c o n f e d e r a c i ó n de m u n i c i p i o s l ibres" , aunque cuestio-naba la C o m u n a c o m o equivalente de v io lenc ia social y p i l l a je (véase la n o t a 2 ) . Sobre la t r a d i c i ó n federal ista y munic ipa l i s t a e n M é x i c o , en el siglo xix , y su p u g n a c o n e l centra l i smo, v é a s e T H O M S O N , 1995.

    44 La Internacional ( 1 4 j u l . 1878) . 4 5 VALADÉS, 1927, p . 72, a f i r m a que de todas estas publ icac iones , La

    Internacional era " f r ancamente anarquista" .

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    car en agosto de 1881 una hoja suelta titulada Express, para ser pegada en las paredes como cartel con el objeto de lle-gar más ampliamente a distintas localidades. Este título evo-caba al per iódico h o m ó n i m o , Express Mercantil de México, que entre septiembre y diciembre de 1880 había publicado 23 nú-meros y que con u n evidente inf lu jo proudhoniano se hab ía declarado defensor del asociacionismo y de "la justicia dis-tributiva", y en favor de "la redenc ión de la miseria". 4 6 En la misma l ínea de la prensa más radical, en abri l de 1881 se anunc ió la creación de una nueva publ icación, La Reforma Social, "periódico consagrado a propagar las doctrinas socialis-tas y a defender a los indígenas reclamantes de terrenos", que a d e m á s , señalaba que el r ég imen munic ipa l era la columna vertebral de la Repúb l i ca . 4 7 Es evidente que México, como otros países de Europa y América , en los años de 1870 expe-r imentó u n notable auge de la prensa socialista destinada a dar a conocer las teorías revolucionarias y a defender a los proletarios y despose ídos de la ciudad y del campo, incluyen-do a los indígenas . Aunque muchos de estos periódicos fue-r o n ef ímeros , su apar ic ión en el escenario político revela las preocupaciones sociales de los sectores menos privilegiados y la a tención que les prestaban los grupos m á s radicales.

    En este contexto, la efervescencia socialista p lura l se su-m ó al proceso que se vivía en el campo mexicano contra el despojo de las haciendas y en favor de la defensa de las tie-rras comunitarias campesinas e ind ígenas ; en algunos ca-sos, a esto se a g r e g ó una propuesta federalista radical que

    46 'Express de El Socialista', El Socialista (16 ago. 1881). E l Express Mer-cantil Mexicano, " p e r i ó d i c o consagrado a los intereses mercanti les e i n -dustriales, a la p u b l i c a c i ó n de anuncios y l i t e ra tura " , estaba d i r i g i d o p o r Fel ipe B u e n r o s t r o e hi jos y se edi taba a unos cuantos pasos de la i m -p r e n t a de El Socialista. P r o p o n í a " fundadas iniciativas que l leven en sí e l sello c o m p l e t o de la j u s t i c i a d i s t r ibu t iva en t re los que , a f a n á n d o s e p o r c u m p l i r sus sagradas obl igaciones , buscan en los talleres y e n las t r an-sacciones mercant i les la r e d e n c i ó n de la miser ia" , en "La clase obrera" , Express Mercantil Mexicano (3 oct . 1880) .

    47 "La Reforma Social", en El Socialista (30 abr. 1881) . C o m o ya lo i n d i -camos, Nathan-Ganz se ref iere e x p l í c i t a m e n t e a esta p u b l i c a c i ó n en su Rapport al Congreso de L o n d r e s .

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    preconizaba la a u t o n o m í a munic ipa l o el m u n i c i p i o l ibre como forma general de gobierno. La movil ización l legó al p u n t o de convocar a u n Congreso agrario, con la repre-sentac ión de los pueblos, ante lo cual, el 24 de marzo, El Socialista reprodujo u n ataque del per iód ico l iberal El Mo-nitor Republicano, que prevenía contra este Congreso por-que p o d í a tener el p ropós i to de "promover la guerra de castas y de proclamar principios disolventes" pues, añad ía , propugnaba la c reac ión de una liga de pueblos ind ígenas para formar la C o m u n a . 4 8

    El l 2 de j u n i o de 1879, en el art ículo t i tulado "La cues-tión ind ígena" , El Hijo del Trabajo informaba por su parte del discurso pronunc iado por u n l íder i n d í g e n a cuyos te-mas combinaban añe jas tradiciones mexicanas con ecos de las revoluciones europeas m á s recientes. En él, no sólo se señalaban las virtudes del gobierno municipal , sino que se justif icaban los m é t o d o s y las acciones empleados en la Co-m u n a de París , y se exaltaban también los pr incipios de justicia, igualdad y propiedad implícitos en las propuestas socialistas. A d e m á s , el art ículo subrayaba el carácter cientí-fico y benéf ico del socialismo y alababa la inf luencia que p o d r í a tener en Méx ico u n sistema que lograra la transfor-m a c i ó n del r é g i m e n de propiedad de la t ierra:

    [. . . ] tan grandiosa doc t r ina está fundada en la ciencia y no en el empi r i smo , es esencialmente científ ica y esencialmente buena. E n M é x i c o , sobre todo , tiene p o r objeto devolver a los ind ígenas los terrenos que les han usurpado e i m p a r t i r a éstos, así como a las masas, la ins t rucc ión necesaria para que en to-do t i e m p o sepan reclamar los derechos de que ahora se h a n despojado.

    En esa misma fecha, el 1~ de j u n i o de 1879, "Los pue-blos unidos de la C o n f e d e r a c i ó n Mexicana" — u n a coali-c ión de comunidades campesinas del centro del país presumiblemente vinculadas con el C o m i t é C o m u n e r o — se ag lut inaron en to rno al "Plan de la Barranca", en cuya redacc ión tal vez h a b í a i n f l u i d o el p rop io Zalacosta. E n su

    48 Agradecemos a G. A . N á j e r a estos datos.

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    art ículo pr imero , el documento declaraba el desconoci-m i e n t o de "la autor idad de todo gobierno constituido en las formas conocidas hasta hoy, y las que de él emanen, re-conociendo sólo el munic ipa l o socialista". Más adelante, en el art ículo X I , se s eña laba que la autor idad m á x i m a del mov imiento sería u n "Director io Socialista" y que el ejérci-to revolucionario adquir i r ía el nombre de "Falanges Popu-lares" ( X I I I ) , lo cual no sólo eran claros ecos fourieristas y blanquistas, sino que evocaba el "Programa Intemaciona-lista" de La Social. 4 9 En los puntos V I I y V I I I se seña laba que c o n f o r m e la l u c h a avanzara, en las capitales de los esta-dos se convocar ía a u n Congreso Agrar io para devolver "a los ind ígenas los terrenos que les hayan usurpado" y que u n mes d e s p u é s de ocupada la capital de la Repúbl ica , el Di rec tor io Socialista l lamaría a elecciones para elegir go-biernos municipales y para convocar a u n Congreso Agra-r i o general que promulgara una "Const i tuc ión Socialista" (art ículo X I I ) . Finalmente, al calce de este extenso docu-mento a p a r e c í a n los nombres de los representantes de las comunidades que lo h a b í a n apoyado. 5 0

    La rebe l ión de los pueblos unidos fue secundada am-pl iamente en la reg ión y l legó a abarcar diversos pueblos de los estados de Querétaro y Guanajuato que, s egún La Voz de México, hab ían reunido u n ejército cuyo n ú m e r o "as-ciende ya a m á s de dos m i l hombres" . 5 1 Por otra parte, al poco t iempo los insurgentes encontraron como aliado a u n mi l i t a r ya conocido por su historial rebelde, Migue l Ne-grete, qu ien el 1~ de j u n i o de 1879, h a b í a emi t ido u n ma-nifiesto a la nac ión , desde M o n t e A l t o , Estado de México , contra Porf ir io Díaz debido a las promesas incumplidas del

    49 "Programa internacional i s ta " , La Internacional ( 1 4 j u l . 1878). V é a s e la n o t a 37.

    3 0 "La c u e s t i ó n i n d í g e n a " , El Hijo del Trabajo (lq j u n . 1879); "Telegra-m a de B e n i t o C h á v e z al g o b e r n a d o r de Q u e r é t a r o " (25 abr. 1879), A H E Q Poder Ejecutivo, Guerra, exp . 22; " T e l e g r a m a de B e n i t o C h á v e z al g o b e r n a d o r de Q u e r é t a r o " ( l 2 mayo 1879), A H E Q , Poder Ejecutivo, Gue-rra, exp. 22, y El Monitor Republicano (5 j u n . 1879) .

    ü l "Los socialistas", La Voz de México ( 2 4 j u n . 1879) .

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    Plan de Tuxtepec? 2 Si b ien Negrete no cons igu ió sumar muchos adeptos, al amalgamar su movimiento con el de los alzados de la Sierra Gorda dio u n giro estratégico que reforzó la rebe l ión de la Barranca. Ambas partes ganaron: como veremos, el general se hizo de una propuesta social de la cual carecía , mientras los rebeldes y sus "dirigentes socialistas" contaron con u n profesional de la guerra . 5 3

    En efecto, el 15 de j u l i o de 1879, los insurrectos procla-maron en la Sierra Gorda el Plan Socialista, que retomaba algunos de los puntos tratados por otros programas revo-lucionarios previos, pero daba u n paso adelante en cuanto a proclamar los derechos de los pueblos a la propiedad co-muna l , aunque no abo l í a la propiedad privada; designar al m u n i c i p i o como la un idad fundamenta l de gobierno con p leno goce de a u t o n o m í a ; estipular la práct ica electo-ral públ ica , directa y secreta, y plantear la s implif icación del aparato administrativo e, incluso, la abol ic ión de algu-nas de sus instancias. El Plan Socialista se dividía en tres partes principales, cada una conformada por varios artícu-los: u n proyecto de ley agraria, o tro de re forma polít ica y uno m á s de ley electoral.

    Entre sus puntos principales el proyecto de ley agraria p r o h i b í a las exacciones realizadas por las haciendas y can-celaba las deudas que jornaleros y sirvientes tuvieran con ellas ( I V y V I I ) . Cada campesino de las haciendas recibiría "en prop iedad part icular el solar que habita y el terreno que cultiva" ( V I I I ) , la cual no se p o d r í a enajenar sin el con-sentimiento de la famil ia ( x ) . T a m b i é n se c o n c e d í a a los pueblos las obras de infraestructura de uso c o m ú n realiza-

    5 2 L a i n f o r m a c i ó n m á s d o c u m e n t a d a sobre Negre te e s t á en H A R T , 1 9 7 4 , p p . 9 4 - 9 6 y 1 0 9 - 1 1 1 .

    5 3 " E l genera l Negre te " , El Hijo del Trabajo ( 2 3 mayo 1 8 8 0 ) ; Carta de A g u s t í n P r a d i l l o a P o r f i r i o D í a z , l O j u l . 1 8 8 0 , e n C P D , leg. 5 , c. 5 , doc. 2 2 7 4 ; Carta de P o r f i r i o D í a z al genera l J u a n de la L u z Enr iquez , 8 j u l . 1 8 8 0 , e n CPD, leg. 5 , c. 5 , docs. 2 6 1 4 y 2 6 4 4 ; Carta de J u a n Fuentes a P o r f i r i o D í a z , l f i ago. 1 8 8 0 , CPD, leg. 5 , c. 4 , doc . 1 5 6 9 ; "Notic ias suel-tas", El Hijo del Trabajo, M é x i c o , 1 0 oct. 1 8 8 0 . V é a n s e t a m b i é n , REINA, 1 9 8 0 , p . 3 1 0 y SALINAS SANDOVAL, 1 9 9 6 , p . 1 6 8 .

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    das por las haciendas, conservando los antiguos propieta-rios sus casas de campo, fábricas, minas, ganado y todas sus fincas urbanas ( V - V I ) . Los pueblos tendr ían derecho a po-seer en propiedad comunal "el terreno que les baste para cubr i r sus necesidades sociales" ( X I I I ) , el cual sería inalie-nable ( X V I I ) . Todos los productos naturales resultarían gratuitos para los habitantes locales ( X X I I ) . E l proyecto de ley agraria conc lu ía con una significativa frase que rescata-ba la n o c i ó n de que las comunidades conformaban una ent idad mayor compart ida por todos: "la n a c i ó n declara ante la faz del m u n d o que por esta ley se restablece la pa-t r i a " ( X X I I I ) .

    La propuesta de reforma pol í t ica era esencialmente fe-deralista, tenía al m u n i c i p i o como base y abo l í a las jefatu-ras pol í t icas ( I I ) . En varios art ículos se estipulaba que el consejo del m u n i c i p i o realizaría las funciones políticas, so-ciales, educativas y también las judiciales, para tal efecto se er ig ir ía en "Supremo T r i b u n a l " . Los munic ip ios deb ían r e u n i r entre 1000 y 5000 almas, en tanto que los estados de 100000 a 200000 ( I y V i l ) . En las capitales, el presidente m u n i c i p a l t ambién lo sería del estado y, en la de la nación, h a b r í a u n presidente ( V I I I y X ) , y en ambos casos, la estruc-tura del gobierno munic ipa l sería su fundamento . Por otra parte, los consejos municipales o c u p a r í a n el lugar del con-greso legislativo ( I X ) . A d e m á s , todos los pueblos deb ían es-tar armados y organizarse mi l i t a rmente ( X ) .

    F inalmente, el proyecto de ley electoral otorgaba a cada pueblo la a t r ibución de elegir a sus autoridades "con abso-luta independencia" de las superiores ( I ) . L o mismo val-dr í a para las fracciones, munic ip ios , estados y para toda la R e p ú b l i c a ( I I - I V ) . Cada e lecc ión se real izaría "en asamblea p ú b l i c a y p o r escrutinio directo y secreto" ( X V I I ) . Las auto-ridades tenían la obl igac ión de reconocerse rec íprocamen-te y, por su parte, las poblaciones e leg ir ían a los consejos municipales , éstos a sus presidentes que, a su vez, elegir ían a regidores y pol ic ías ( V I - V I I ) — l o cual no dejaba de resul-tar p a r a d ó j i c o , pues implicaba que la e lecc ión a los cargos superiores acababa por ser indirecta y que el voto directo só lo se d a r í a dentro del á m b i t o comunal . El mismo proce-

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    d imiento valía tanto para los gobiernos de los estados co-m o para la presidencia de la Repúb l i ca ( X I I ) . 5 4

    El fuerte carácter municipalista del Plan Socialista, así como su claro llamado a la propiedad comunal , sin por ello declararse contra una propiedad privada, aunque a ésta le otorgara u n carácter l imitado, y su propuesta de participa-ción democrá t ica en la vida de los municipios y de la nac ión pueden explicar la magnitud y durac ión del movimiento. En efecto, las fuerzas armadas tardarían dos años en aniquilar esta rebel ión de los pueblos unidos de la Sierra Gorda a pe-sar del interés personal de Porfirio Díaz por lograrlo.

    Los informes oficiales y de la prensa t a m b i é n hablan de levantamientos de indígenas en los estados de México , Puebla e Hida lgo inspirados por el "comunismo" . Más de una vez se acusó a Alber to Santa Fe de haber instigado con sus préd ica s "comunistas" a algunos indios que se hab ían convencido de que ellos eran los d u e ñ o s genuinos de las haciendas, como en el caso de la insurrecc ión campesina en el distr i to de Huejotz ingo (Puebla) y otras, 5 ¿ ) de las que se d i jo que eran alentadas por el Partido Socialista que en-cabezaba el coronel Santa Fe y al que apoyaba, entre otros, J e s ú s A . Laguna. Las rebeliones fueron eventualmente controladas por el ejército; aunque Laguna logró hu i r , Santa Fe, en cambio, fue apresado y condenado a dos años de cárcel —aunque n e g ó los cargos y só lo se def inió como socialista y no comunista . 5 6 Mientras la prensa l iberal con-

    5 4 GARCÍA C A N T Ú , 1974, p p . 67-71 y REINA, 1980, p p . 317-321. 5 5 Sobre varios de estos levantamientos v é a n s e las siguientes fuentes:

    A G N , Gobernación, Seguridad Pública, sec. 2", 8 7 9 ( 1 3 ) , c. 101, exps. 18, 6 1 , 64, 75 y 183, 16 ago., 2 y 15 j u l , 6 y 12-15 sep. 1879; A G N , Goberna-ción, Seguridad Pública, sec. 2~, 881 (8 ) , c. 130, i n v e n t a r i o de expedientes, ene. 1881; Poder Ejecutivo, Guerra, exp. 39, 3 sep. 1879; "Quejas que h a n elevado los representantes i n d í g e n a s de los pueblos de la R e p ú b l i c a al Congreso de la U n i ó n " , El Socialista (9 feb. 1879) ; " H o y " , El Socialista (11 j u l . 1880) ; "Not ic ias sueltas", El Hijo del Trabajo (10 oct. 1880). Hay otras referencias h e m e r o g r á f i c a s en GARCÍA C A N T Ú , 1974 y REINA, 1980.

    5 6 A l b e r t o Santa Fe, " C o m u n i s m o y socialismo", El Hijo del Trabajo (11 mayo 1879). Este texto es r e p r o d u c c i ó n d e l que p u b l i c ó el Diario Oficial de la Federación, el mes anter ior . "Carta abierta de l socialista A l b e r t o Santa Fe", El Hijo del Trabajo (15 j u n . 1879) y OBREGÓN, 1980, p p . 20-23.

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    denaba de manera casi u n á n i m e los movimientos de las comunidades, El Socialista fue de los pocos que des tacó una veta anarquista en esa lucha: "hartos los pueblos de pés imos gobiernos optan por no tener n i n g u n o " . 5 7

    Si b ien este malestar agrario no nos permite precisar la inf luencia de una ideo log ía determinada m á s allá de la fe-deralista y municipalista, en cambio las actividades de mu-chos de los organizadores y simpatizantes socialistas nos hacen pensar que los ecos de las teorías anarco-comunis-tas y de la propaganda por el hech