ejÉrcito revolucionario del afecto [e.r.a]
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EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL AFECTO [E.R.A]
Una propuesta de comunicación afectiva para la convivencia
DIANA ELIZABETH NUÑEZ GIRALDO
TRABAJO DE GRADO
Presentado para optar por el
título de profesional en comunicación social
Pontificia Universidad Javeriana
Facultad de Comunicación y Lenguaje
Carrera de Comunicación Social
Bogotá, mayo de 2012
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL CON ÉNFASIS EN MEDIOS
AUDIOVISUALES
RECTOR DE LA UNIVERSIDAD
Joaquín Emilio Sánchez García, S.J.
DECANO ACADÉMICO
Jose Vicente Arismendi
DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE
Antonio Roveda Hoyos
DIRECTORA DE LA CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL
Patricia Bernal
DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO
Jose Antonio López Salazar
Artículo 23 de la resolución No. 13 de julio de 1946:
“La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus
alumnos en sus trabajos de tesis, sólo velará porque no se publique nada
contrario al dogma y a la moral católica, y porque las tesis no contengan
ataques o polémicas puramente personales, antes bien se vea en ellas el anhelo
de buscar la verdad y la justicia”.
Agradecimientos
A Dios.
A mi Padre Jorge Núñez Hernandez, quien ha hecho de la No violencia y el
amor una actitud ante la vida, a él por ser ejemplo y cosechar en mí
herramientas para vivir, por las largas horas que dedicó para hacer realidad
este sueño, por su incondicionalidad y apoyo. A él a quien amo, por ser la
semilla, tronco y follaje del árbol que representa E.R.A.
A mi madre Luz Helena Giraldo al ser la demostración más natural y bella de
la comunicación afectiva que aquí se promulga. A mis hermanos Alejandro y
Laura, quienes son siempre el magneto vital para darle vida a lo cotidiano.
A los compañeros de viaje que me han acariciado y a los que me han atacado
haciéndome más fuerte.
A mi asesor, José López, por poner mis pies sobre tierra solida y creer en
E.R.A desde el comienzo.
Finalmente, a mi lugar de trabajo, Fundación Centro de Fe y Culturas por ser
un campo de paz y conocimiento. A mis compañeros de trabajo por su mano
cariñosa cada día. Al Padre Horacio Arango, S.J., Camila Posada, Gustavo
Ramírez y María Victoria Restrepo quienes han liderado mi proceso de
práctica desde la generosidad al obsequiarme tiempo libre cada vez que lo
necesité para estudiar.
Diana E. Núñez G.
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN 1
CAPÍTULO 1 5
Marco Teórico 5
Bases en la comunicación 6
Desarrollo moderno del lenguaje 5
La afectividad: una necesidad básica y primaria del ser humano 8
La afectividad en relación a la comunicación 10
CAPÍTULO 2
La afectividad: Base de las relaciones interpersonales 13
CAPITULO 3
El otro: Lo que motiva la afectividad 21
El cerebro afectivo 21
Etapas del desarrollo 24
Confianza vs. Desconfianza 24
Autonomía vs. Vergüenza y duda 25
Iniciativa vs. Culpa 26 Laboriosidad vs. Inferioridad 27 Identidad yoica vs. Confusión de roles 28
Intimidad vs. Aislamiento 29 Generatividad y Absorción 30
Integridad vs. Desesperación 31
La relación del yo y el Otro 32
CAPÍTULO 4 40
La territorialidad de la comunicación: sus cambios en el tiempo 40
CAPÍTULO 5
Afectividad y virtualización 46
CONCLUSIONES
Manual del guerrero del afecto 51
Las Armas del Guerrero del Afecto. 52
La Formación del Guerrero 55
La Caricia 55
La Prudencia 56
La Eficacia 56
El Grupo de Fuego 57
Sorpresa 58
Conocimiento del Terreno 59
Depósito de Armas 59
¿Para qué ser parte del ERA? 62
BIBLIOGRAFÍA 63
ANEXOS 66
Anexo1. La no violencia como respuesta a la violencia 66
Anexo2. Los actos Lingüísticos Básicos 72
INDICE DE TABLAS
Tabla I. El afecto 16
Tabla II. Etapas del Desarrollo 24
Tabla III. El yo y el Otro 37
1
INTRODUCCIÓN
Esta tesis trata sobre la relación existente entre la comunicación y la afectividad.
Dos hechos propios de la conducta humana que hasta el momento han sido examinados por
separado. La comunicación ha sido analizada en general desde sus elementos estructurales:
el emisor, el mensaje, el canal y el receptor. La afectividad, a su vez ha sido vista
especialmente desde la perspectiva psicológica. En los capítulos en los que se desarrolla el
cuerpo del presente trabajo se dará cuenta de los puntos de encuentro que existen entre
estos dos grandes componentes propios a la naturaleza del Ser humano.
Motivó realizar esta investigación el hecho de que aunque tenemos un techo
normativo constitucional que convoca a la tolerancia, nuestra vida cotidiana sigue estando
marcada por profundas raíces de dominio y desconocimiento del otro. Un esquema de
opresión corroe nuestras entrañas y desde los espacios más simples: el hogar, la cuadra, el
barrio, la escuela, la iglesia, el trabajo, el municipio, la región y la nación, ejercemos, sin
conciencia alguna, sutiles o abiertas formas de subyugación sobre los demás que se ponen
de presente en los circuitos o redes de relación interpersonal.
Nuestra gestualidad está marcada por la agresión o la defensa, nuestros esquemas
corporales llevan como sello la idea de la dureza y la rigidez. La flexibilidad está prohibida.
Nuestra tonalidad es preferencialmente imperativa, cortante. El grito está a flor de labio no
para animar sino para imponer. La mano está presta para golpear no para acariciar. Nuestro
lenguaje oral en su unidad está preñado de términos descalificadores, juzgadores,
clasificadores, hirientes, desestimulantes, provocantes, agresivos, y su textura está marcada
por las frases cortas, ambiguas, cerradas. Hijos de la economía verbal de los medios
audiovisuales, en donde todo es rápido y cada vez se arrincona más el discurso aclarante y
estimulante. Urge entonces un rediseño desde lo cotidiano. Urge una reconstrucción de
nuestras relaciones consigo mismo y con los otros. Urge una revolución amorosa que
derrote las expresiones de la guerra sin brazos armados y sí con abrazos desarmados.
2
Fue a mi padre, en sus conferencias, a quien empecé a oír hablar del lenguaje del
afecto. Un día tropecé en su biblioteca con el texto “La caricia esencial” de Robert
Shinyashiki, y luego de su lectura surgieron las conversaciones, los hallazgos, las
intuiciones, y las búsquedas bibliográficas que hoy llegan a este punto.
En un principio, mi intensión era difundir por medio de un taller para jóvenes,
técnicas de comunicación que contribuyeran a una manifestación eficaz del afecto.
Aplicándolas de manera experimental en espacios de construcción de valores y conductas
como los son, la escuela y los núcleos familiares. Sin embargo, en el proceso de
construcción de mi tesis acepté con entusiasmo que para llegar a ello era necesario,
primero, hacer una investigación exhaustiva sobre el tema.
Siendo así y para darle cuerpo conceptual a la búsqueda de una nueva forma de
comunicación que llamaría la comunicación afectiva, apareció ante mis ojos el libro
“Ontología del lenguaje”, de Rafael Echeverría, con su tesis del lenguaje generativo. Esto
sería el punto de partida de la posterior construcción y que se encuentra recogida en un
primer capítulo como marco teórico, en donde desfilan importantes autores como Baruc
Spinoza, y su definición de la afectividad como la capacidad de afectar y ser afectado, al
igual que otros no menos relevantes como Humberto Maturana y John B. Thompson para
tratar el concepto de comunicación.
En un segundo capítulo desarrollo la idea de que la afectividad es la base de las
relaciones interpersonales para demostrar cómo la interrelación del individuo con otros crea
especiales condiciones biológicas para la constitución de su sentido de comunidad y
sociabilidad.
En un tercer capítulo, siguiendo los iluminadores conceptos del profesor Miguel de
Zubiría Samper en su texto “La afectividad humana” se desarrolla la idea de que la
existencia del Otro es lo que motiva la afectividad. Adicionalmente, el autor toma como
punto de referencia a Karl Popper y clarifica la existencia de tres mundos a saber: la
naturaleza, los demás y el mundo cultural humano. Desde esta tríada se muestra que el
Otro, de quien se describe su devenir en el tiempo según las tesis del desarrollo psicosocial
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propuestas por Erik Erikson, cuenta con varias facetas y se comunica con los tres mundos
por medio de la comunicación multidimensional.
Así como el Otro se desenvuelve en el tiempo, también actúa en un espacio
determinado, lo cual será examinado en un cuarto capítulo, en el que se muestra cómo los
procesos de urbanización y la aparición y desarrollo de las Tecnologías de la Información y
las Comunicaciones (TICs) van generando nuevas formas de interrelación, nuevos estilos
de vida, nuevos escenarios llamados “no lugares” por algunos antropólogos.
Finalmente, en un quinto capítulo se da cuenta del impacto de la virtualización de la
afectividad y los peligros, tensiones y oportunidades que ello representa.
A manera de conclusión y en una estructura propositiva se da a conocer el Manual
del Ejército Revolucionario del Afecto [E.R.A] como una metáfora de guerra que recorre
toda la tesis, bajo los postulados del amor y la No-violencia.
Movida por la convicción de que en un mundo, y en un país como el nuestro, que
vive hace décadas, desde la intimidad del hogar en una guerra intensa de mordiscos a la
dignidad del ser humano se decide crear el Ejército Revolucionario del Afecto [E.R.A].
Su pertinencia brota como un imperativo ético de lucha e indignación al ver la dolorosa
realidad en que vivimos, reflejada en la violencia intrafamiliar, el manoteo escolar, la
opresión de niños en labores inhumanas, la agresión a las mujeres, el desprecio por el otro,
la intolerancia, la injuria, la calumnia, la exclusión, las desapariciones, el abandono de
niños y ancianos. Es entonces, en la búsqueda de mejorar el diario vivir, que se convoca a
una gran cruzada, desde la comunicación afectiva, y cada espacio tradicional posible
(hogar, escuela, barrio, oficina) hasta los medios de comunicación masivos para desde allí
crear un nuevo mundo de convivencia en un clima de humanismo profundo y extenso.
El aceptar esta convocatoria como una actitud de vida es al mismo tiempo aceptar
desde la comprensión y la emoción ser un participante del E.R.A, un militante dispuesto a
amar.
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CAPÍTULO 1
Marco teórico
El tema de la afectividad a pesar de su gran influencia en la vida cotidiana, presenta
una variedad de opiniones y tesis científicas no sólo distintas, sino muchas veces contrarias.
Tal vez esto sea deba a varios motivos:
a) El dominio de lo Racional como fundamento de explicación de la mayoría de los
fenómenos humanos y el carácter secundario y hasta peyorativo que se concede a la
emoción como parte esencial de la vida: “No le pongamos sentimentalismo al análisis”, es
un criterio común que se expresa en círculos académicos y empresariales.
b) La novedad que el tema representa en el universo de las investigaciones ¿Cuál es
su origen? ¿En qué consiste? ¿Qué función desempeña la afectividad en la vida humana, en
particular en el desarrollo de la racionalidad?
c) La pluralidad de enfoques con que se lo puede analizar al punto de considerar que
por tratarse de aspectos que tiene que ver con la subjetividad, se cree que el tema es sólo de
competencia de la sicología y no de otras áreas del saber.
Ya en la vida cotidiana, tanto en el ámbito familiar, como laboral y social
descubrimos el valor de la afectividad y, al mismo tiempo, el carácter problemático de los
fenómenos afectivos. (M.P. González et al., 1998). En el mundo de la filosofía el
tratamiento del tema de la afectividad se hace aún más complejo. A este respecto dice el
profesor Antonio Malo en La Enciclopedia filosófica online (“Teorías sobre las
emociones”, 2007)
Si en la vida ordinaria la experiencia de la afectividad aparece dotada de una complejidad tan grande,
esta aumenta todavía más en el ámbito de la reflexión filosófica. Allí, la elección de unos términos por
otros como la preferencia de la modernidad por los vocablos emoción y sentimiento, en lugar del
término clásico pasión, o las sutiles distinciones de la fenomenología en el campo semántico de la
afectividad, no obedece solo al intento de una mejor conceptualización y clasificación de una realidad
vaga y de perfiles tan difuminados, sino que depende, sobre todo, de la unión estrecha entre la
afectividad y una determinada concepción del hombre.
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Sin embargo, la importancia del tema no es sólo académica. En la actualidad a
través de los medios de comunicación masivos se informa, día a día, sobre situaciones de
violencia intrafamiliar, abuso a los niños, suicidios, asesinatos, aumento de los índices de
pobreza y desempleo. Dicha información noticiosa recurrente, termina por generar una
aceptación de tales prácticas como fenómenos naturales que se instalan sin cuestionamiento
alguno en nuestra cotidianidad y en nuestros imaginarios. Esta realidad, abordada por
distintos investigadores: economistas, antropólogos, sociólogos, psicólogos, tiene una
pluralidad de causas siendo entre ellas los déficits afectivos y comunicativos en los hogares
una importante variable explicativa al problema y su solución.
Bases en la comunicación
La comunicación humana es un fenómeno objeto de estudio desde disciplinas como
la anatomía, la neurología, la moderna psicolingüística generativa de Noam Chomsky, la
filosofía del lenguaje de Ludwing, Wittgenstein, por mencionar algunos. Sin que sus
planteamientos sean el foco teórico relevante en esta tesis, y más por considerar un
referente valioso en una ampliación posterior de este tema merece mencionarse las teorías
del ruso Lev Semiónovich Vygotsky, consignadas en su texto “Pensamiento y lenguaje”.
Para este autor la función primaria del lenguaje es la comunicación, el intercambio
social, constituyendo un instrumento regulador y controlador de los intercambios
comunicativos. Aunque este autor destaca la comunicación como la función principal del
lenguaje, también señala otra serie de funciones básicas del mismo. Así, a partir de la
interacción social y del lenguaje el ser humano desarrolla las funciones psicológicas
superiores; en una primera instancia de forma interpsicológica, para posteriormente,
después del correspondiente proceso de reflexión, de una forma intrapsicológica, asentando
y profundizando el desarrollo de dichas funciones. Todo esto lo explica a partir de su
conocida "Ley de la doble formación de los procesos psicológicos superiores".
Desarrollo moderno del lenguaje
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A mediados de la década de 1970 surgió una nueva perspectiva en el estudio del
lenguaje conocida como la Pragmática, la cual fue ganando aceptación posterior. Entendida
como el estudio en que el contexto influye en la interpretación del significado del mensaje,
esta teoría admite la existencia y la interdisciplinariedad del conocimiento (antropología,
psicología, filosofía) como una vía para comprender la función y eficacia de la
comunicación. Sobre ella, Coca Izaguirre en su Monografía “La Pragmática y sus
generalidades” dice:
A pesar de que algunos niegan la existencia de un campo propio y coherente de la Pragmática, sin
embargo, autores tan destacados como Herbert E. Brekle, János S. Petöfi o Teun A. Van Dijk, hablan
de ella como una disciplina que debe investigar las relaciones que se establecen entre las expresiones
de lengua y sus condiciones de uso para producir actos de habla. Por su parte, Eugenio Coseriu, en un
artículo publicado en el número VII de Romanistiches Jahrbuch se refería a la necesidad de inaugurar
una nueva teoría que contemplara la lengua como actividad, es decir, reivindicando así una
"Lingüística del hablar".
Según estudios realizados, la Pragmática, actualmente ya establecida y reconocida como una disciplina
crecientemente empírica, incluye en sus análisis los factores sociales, psicológicos, culturales,
literarios, que determina la estructura de la comunicación verbal y sus consecuencias. En esta se
relacionan la semántica y la sintaxis: la semántica hace abstracción de los usuarios y la sintaxis expresa
la relación entre los signos sin tener en cuenta a los usuarios; sintetizando todo el proceso en el estudio
del qué se dice y lo que literalmente se quiere decir.
Según este modelo explicativo, las descripciones lingüísticas no pueden limitarse a
analizar el sistema independientemente de los sujetos concretos que lo usan y del contexto
en el que lo hacen. De esta forma, la pragmática se incorporó a las investigaciones sobre el
lenguaje.
Aprender a comunicarse supone también aprender a anunciar la intención y
aprender a compartir un tema con un interlocutor y comentar sobre él. De la Pragmática, se
destacan los aspectos instrumentales del lenguaje, de tal manera que aunque se conozcan
bien las reglas de funcionamiento del mismo, si no se sabe cómo se utilizan, resulta
prácticamente imposible su uso.
En esta tesis se acoge lo planteado en materia de comunicación por John B.
Thompson en su libro “Los media y la modernidad” (1998), donde señala que la
comunicación es una actividad que implica la producción, transmisión y recepción de
formas simbólicas, y que compromete la materialización de recursos de varios tipos. Al
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tener como objeto de investigación la comunicación afectiva, nuestro concepto de
comunicación no es visto sólo desde lo simbólico, entendiéndose como el poder de
construir lo dado por la enunciación. Aclaramos que no negamos el poder generativo de las
palabras, como si estuvieran sobrecogidas por una especie de energía capaz de crear
múltiples acciones en el destinatario o en el emisor, pero ¿son en realidad los símbolos
elementos principales de “integración social”?.
Igualmente en esta tesis se toman consideraciones teóricas hechas por Humberto
Maturana en su texto “Emociones y lenguaje en educación y política” (1997, p. 20), quien
ve lo simbólico como algo secundario del lenguaje, ya que la fuerza que tiene la
comunicación está en la coordinación de acciones no necesariamente lingüísticas. En la
misma dirección de Maturana, Rafael Echeverría, en su texto “Ontología del lenguaje”
(2005) cuando le da al lenguaje un papel generativo, creativo o interpelativo de la realidad.
Es decir, es a partir del lenguaje que se crean mundos o nuevas realidades Desde este autor,
aceptamos sustituir la antigua interpretación descriptiva del lenguaje por lo que llamamos la
interpretación generativa
Debido a que el lenguaje no es pasivo; que el lenguaje es acción, éste genera permanentemente nuevas
realidades. Nosotros, los seres humanos, vivimos en mundos lingüísticos y nuestra realidad es una
realidad lingüística. Creamos el mundo con nuestras distinciones lingüísticas, con nuestras
interpretaciones y relatos y con la capacidad que nos proporciona el lenguaje para coordinar acciones
con otros (Echeverría, 2005, p. 60)
La comunicación humana se puede desarrollar a través de cualquiera de nuestros
sentidos. El habla y el lenguaje constituyen únicamente una parte de la comunicación.
Existen otros elementos en la comunicación que forma parte esencial de la misma: los
aspectos extralingüísticos, pueden provocar el cambio del significado de un mensaje;
además de implicar la intervención de elementos afectivos y/o emocionales que se expresan
de las formas más diversas. Sirvan como ejemplos los acentos en determinados lugares de
las palabras, determinadas entonaciones o pausas, los gestos corporales, las expresiones
faciales, la velocidad o intensidad de expresión, el contacto visual, la repetición de ciertos
gestos o expresiones, etc. No obstante, se puede afirmar que el principal medio de
comunicación humana es el extralingüístico.
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La cuestión está en que el uso de la comunicación y la expresión de las emociones a
través de ella es generalmente espontáneo e inconsciente. Esto explica un tanto el por qué
se ha dejado en segundo plano la importancia de la afectividad como una dimensión
humana definitiva para lograr mejores niveles de bienestar individual y colectivo, y más
cuando día a día el ruido de la cotidianidad y el frenesí las actividades diarias, propias de
una sociedad que le rinde culto a la velocidad, ocupan nuestra agenda dominantemente que
poco tiempo disponemos para dedicarnos a reflexionar y conocernos a nosotros mismos.
No es entonces común preguntarnos ¿cómo nos comunicamos? y ¿cómo afectamos
y somos afectados a través de la comunicación? El redescubrir esa concepción humanista
que vuelve a colocar a la persona en el centro de la atención de lo social y lo económico, en
contraposición a la tendencia, hoy por hoy, dominante que percibe al individuo como
consumidor, es redescubrir nuevas rutas educativas, pedagógicas y políticas en diferentes
partes del mundo Ya hay quienes piensan y escriben señalando el afecto es esencial para el
desarrollo integral del ser humano, (De Zubiría, 2007, p.20) y en segundo lugar, quienes
creemos que se puede direccionar el uso de la comunicación en función de la afectividad
como nuevo elemento generador de cambios conductuales de fondo para la vida personal y
social.
La afectividad: una necesidad básica y primaria del ser humano.
Los grupos de seres vivos se pueden dividir en sociales y asociales. Los asociales
son aquellos que desde su nacimiento no necesitan de los otros para poder sobrevivir, como
por ejemplo el mosquito. Por otro lado, dentro de los seres vivos que son sociales, hay un
gran grupo que depende de la protección de los padres hasta cierta edad, para luego salir a
explorar el mundo que los rodea de manera independiente, aprendiendo al seguir sus
instintos, ejemplo de ello es el oso. Ahora, dentro de los seres vivos sociales se encuentran
aquellas especies que durante toda su vida van a necesitar de otros individuos para poder
sobrevivir. Claro está, que dependiendo de la especie los tipos de independencia varían,
pero está claro que dentro de los mamíferos el ser humano presenta altos niveles de
sociabilidad.
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Desde que su nacimiento el recién nacido necesita de Otro para suplir las
necesidades básicas que le permitirán sobrevivir como lo son: calor, alimento, atención,
entre otras. La dependencia en Otros, asegura su existencia. No es posible pensar en un
niño de dos días de nacido autoalimentándose o limpiándose el pañal. Sin ayuda de otros,
un individuo no logrará sobrevivir.
Cuando decimos habitualmente que el ser humano necesita afecto para su bienestar, nos estamos
refiriendo, en realidad, al hecho de que necesita la ayuda y la cooperación de otros seres humanos para
sobrevivir. Es decir, la necesidad de ayuda social la expresamos como necesidad de afecto o necesidad
afectiva. De ahí que el afecto sea considerado algo esencial en la vida de todo ser humano. Dar afecto
significa ayudar al otro, procurar su bienestar y su supervivencia. Efectivamente, el afecto, entendido
como ayuda o cooperación para la supervivencia (Barrull et al., 1998)
Damos afecto para asegurar nuestra supervivencia. Es el caso del padre que acaricia
la cabeza de su hijo, de manera sincera, pero a su vez en el fondo se están estableciendo
vínculos estrechos que asegurarán el amor del hijo hacía el padre, posiblemente para toda la
vida. Tanto así, que si el padre llega a la vejez, su hijo no lo abandonará.
Relacionado con la comunicación se puede notar que el afecto es “una interacción
social entre uno o más individuos” (Barrull et al., 1998) interacción que tiene movimiento y
se traslada.Proceso el cual requiere un esfuerzo, ya que al dar afecto estoy realizando un
trabajo en beneficio del otro sin esperar remuneración a cambio. Entonces, el afecto es una
energía que se comunica de diferentes formas y por diferentes medios.
Por otro lado, la palabra afecto viene de (pathema) lo cual dice que es una pasión
del ánimo, con la que el alma afirma una fuerza de existir de su cuerpo (Spinoza, 1980)
Dicha fuerza de existir se afirma con la relación que tenemos con los factores externos, a lo
cual Spinoza llamaría “potencia de acción”. Particularmente, Spinoza explica como
sabemos nombrar cada sentimiento y sus características. Ahora, en cuanto a la definición de
afecto, el determina que la base para ella son los sentimientos de felicidad y tristeza.
El ser humano tiene la opción de evadir, estresarse, ignorar o eliminar toda aquello
que le genere tristeza, para de esa forma asegurar su existencia. Por otro lado, el ser
humano intenta conservar y disfrutar todo aquello que le genere felicidad y aumente su
potencia de acción para asegurar así su existencia.
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Volviendo a Spinoza, la afectividad es algo que tiene que ver con la capacidad de
afectar y ser afectado. Lo cual se expresa a manera de sentimientos, que pueden ser
derivados de la felicidad o de la tristeza. Dicha capacidad viene de la interacción con el
mundo externo y con el mundo interno. Para ejemplificar, algo que es no necesariamente
una persona puede afectarme, digamos, un reloj, al ver que voy tarde puedo estresarme y
hasta ser agresivo con las personas que están a mi alrededor, por la situación de estrés en la
que me encuentro. Entonces, se necesita de condiciones externas armónicas que me
permitan potencializar mi capacidad de actuar. También diferentes cuerpos pueden generar
los mismos afectos. Claro ejemplo de ello es la persona que da mucha atención a su
mascota, tanto así que parece quererla tal como si fuera una persona. Algo, que más
adelante será entendible debido a que un perro, por ejemplo, puede a veces dar más afecto,
que ni una misma persona. Continuando con Spinoza, en su hipótesis de presentar la
afectividad como la capacidad de afectar y ser afectado, clarificamos los tres puntos que el
expone como:
• Un cuerpo no tiene porque ser un “cuerpo humano”. Se trata más bien de una esencia que
persevera en su ser. Pueden ser cosas, sentimientos, recuerdos, animales, entre otros.
• Distintos cuerpos son capaces de los mismos afectos.
• Los cuerpos no son conscientes de la totalidad de cuerpos de los que reciben afectos y a los
que ellos afectan; no obstante, si un cuerpo es afectado por otro tiene dos modos de
composición: o bien se componen: aumentando la potencia de ambos y sintiendo alegría; o
bien se descomponen: decreciendo la potencia de ambos y sintiendo tristeza (Spinoza, citado
en Alfama, Bona y Callén, 2005, p.4).
La afectividad en relación a la comunicación
Justo, cuando el ser humano sale de su cápsula, de su individualismo, y se conecta
con su entorno, es cuando se inaugura o surge el mundo que denominaremos, el mundo de
la afectividad. En ese contacto o enganche con el entorno (el Otro) están las bases, los
cimientos, los fundamentos de esa nueva realidad.
Pero antes de desarrollar este cambio cualitativo del sentir una emoción a
expresarla, que es la piedra angular de esta tesis, precisemos algo en relación con la
corporeidad, como uno de los dominios que constituyen el ser al lado de la emocionalidad y
el lenguaje. Se trae a colación lo dicho por uno de los autores que hemos seguido en esta
tesis como lo es el profesor Rafael Echevarría en su texto “Ontología del lenguaje”, porque
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apunta a describir la relación que existe entre el cuerpo, la emocionalidad y el lenguaje, que
es un aspecto que se estima valioso para poder la comunicación afectiva.
Dice el profesor Echeverría:
Observando los estados de ánimo desde el subdominio de la corporalidad Todos podemos admitir que
siempre estamos en una u otra postura física (de hecho, no podemos evitarlo). Esta postura física se
relaciona con el estado emocional en que nos encontramos. La conexión entre nuestras posturas
corporales y nuestra vida emocional es tan fuerte que podemos darnos cuenta del estado de ánimo de
una persona por el mero hecho de observar la postura de su cuerpo. También podemos predecir las
posturas físicas que adoptarán las personas si sabemos en qué estado emocional se encuentran.
Podemos decir que alguien se encuentra excitado o defraudado observando la forma en que cruza una
habitación, la forma en que está sentado o parado. Las artes visuales utilizan esta conexión
permitiéndonos observar los estados de ánimo de las personas a partir de sus posturas corporales. Al
mirar, por ejemplo, «El Pensador» de Rodin podemos descubrir su estado de ánimo. Asimismo,
cuando observamos «La Pietá» de Miguel Ángel podemos describir el estado de ánimo de María. Los
retratos de Goya son un excelente ejemplo de lo que señalamos pues nos revelan magistralmente
cuanto nos dice la corporalidad sobre los estados emocionales de los seres humanos. Los actores
también sacan provecho de la conexión entre posturas corporales y estados de ánimo. Pensemos en
Greta Garbo, Humphrey Bogart o James Dean. La forma en que cada uno se movía, o «sus posturas»,
daban vida a distintos estados de ánimo.
Cuando cambian nuestros estados de ánimo, comúnmente también lo hacen nuestras posturas
corporales. Lo interesante es que muchas veces, cambiando nuestra postura corporal podemos también
cambiar nuestro estado de ánimo. Un ejemplo claro de esto es el efecto del ejercicio físico (salir a
caminar, trotar, jugar tenis) u otras prácticas físicas, como el bailar o el yoga, sobre nuestro estado de
ánimo (2005, p. 165)
Sin entrar a detenerse en la idea de la interrelación que existe entre el cuerpo, la
emoción, y el lenguaje que es muy valiosa, enfaticemos que la expresión de ese pathos, de
ese instinto, de esa emoción es lo que definitivamente hace que la afectividad surja como
un nuevo estado de relación entre el yo y el Otro a través de lo que hemos llamado una
comunicación multidimensional.
En el punto de clarificar el alcance de la idea del Otro resultó inmensamente valioso el aporte hecho
por el profesor De Zubiría en su texto: “La afectividad humana”, donde dice “Pero, ¿es posible que
alguien sienta genuino afecto por las plantas, o los animales, o la lingüística, o la física? ¿Conviene
utilizar el término afecto, y por ende la palabra afectividad al referirse a esos campos no
interpersonales. Las dos preguntas son esenciales
Sin dudas que sí. La afectividad desborda el dominio interpersonal. Los seres humanos además de
amarse entre sí-que lo hacen- también proyectan sus afectos, intereses y pasiones a muchos otros
campos o dominios no humanos. Idea relevante que pongo a consideración es que la afectividad
humana supera las interacciones personales”. (De Zubiría, 2007, p.112)
El acoger el concepto del Otro nos condujo a examinar cómo se desenvuelve ese
Otro personalizado en el tiempo y el espacio, y de allí que hayamos examinado las etapas
del desarrollo psicosocial del individuo según las propuestas formuladas por Erik Erikson
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(“Etapas del desarrollo Erik Erikson”, 2010) así como los estudios hechos por otros
investigadores sobre el desarrollo de las ciudades en el mundo moderno, buscando así
comprender como operan las comunicaciones en los nuevos espacios de la llamada
sociedad posindustrial.
Para entender la estructura de las comunicaciones existentes hoy en las grandes
ciudades nos apropiamos de algunas lecturas, “Acerca de las comunicaciones en las
grandes ciudades” (Piccini, 1996, p. 27) con lo que se logra entender como los nuevos
equipamientos, (metros, transmilenios), y las Tecnologías de la Información (TV, Internet,
Blackberrys), propias del creciente urbanismo trae aparejado fenómenos como el
desmoronamiento de lo social y de la vida pública, el resurgimiento del individualismo y el
afianzamiento de la vida privada, entre otros.
Este urbanismo, al lado circuitos conversacionales cotidianos que se dan en la
familia, la escuela, el trabajo, entre otros, trae a su vez el surgimiento de otros espacios o
“no lugares” (Marc Augé, 1993), y las llamadas “autopistas audiovisuales” “No es
aventurado señalar que las nuevas culturas audiovisuales, como dispositivos múltiples de
redes, redefinen en buena medida los trazados modernos de conexión con el mundo desde
la intimidad surgen nuevos territorios” (Piccini, 1996, p. 33).
En esos singulares “no lugares” se da todo un nuevo estilo de vida, donde la
percepción del espacio y el tiempo cambia en escala y plantea todo un nuevo fenómeno
como es la relación entre virtualidad y afectividad (Alfama, Bona y Callen, 2005, p. 4) que
obliga a partir de ahí ver cómo se puede contribuir a un manejo humanístico de la
afectividad para superar la mercantilización de la misma
En este orden de ideas, la relación entre comunicación y afecto es un reto tanto del
punto de vista teórico como desde el punto de vista práctico que aspiramos tratar en los
siguientes capítulos de esta tesis. Con la esperanza de dar unos primeros pasos aspiramos a
contribuir desde una propuesta activa a sentar las bases de un movimiento social que bajo la
metáfora del Ejército Revolucionario del Afecto [E.R.A] pueda permitir impulsar de una
verdadera revolución en el campo de la afectividad para mejorar la convivencia.
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CAPÍTULO 2
La afectividad: Base de las relaciones interpersonales
Como bebés, antes de modular los primeros sonidos y construir las primeras
palabras, nos comunicamos con el mundo a través del lenguaje del cuerpo. Los gestos
faciales, en especial la sonrisa, se convierten en nuestro mejor medio para captar la atención
de quienes están cerca de nosotros. Sonrisas y pucheros que van y vienen de un lado a otro,
manitas y pies en constante movimiento hacen de nuestro cuerpo un emisor de mensajes.
La gestualidad aparece entonces como un lenguaje universal, capaz de ser interpretado por
adultos con distintos idiomas y culturas. Sin embargo, estos rituales primarios de
comunicación de nuestros más puros estados de emoción, no lograron ganar la atención de
los estudiosos de la conducta humana. Es como si esas formas de expresividad, cargadas de
la sensibilidad nítida del bebé, propia de nuestros primeros años de contacto con el mundo
extrauterino, fueran vistas como simples actos instintivos, reflejos carentes de valor en la
comprensión de la arquitectura y el funcionamiento del ser humano.
Ese espontáneo acto de establecer vínculos con los familiares cercanos y extraños,
es el arte de involucrarse con otras personas. No obstante, esta forma de comunicación
primaria con toda su naturalidad fue dejándose a un lado al sobrevalorarse el lenguaje como
la más importante forma de comunicación entre los seres humanos.
Esta sobrevaloración tiene sus raíces a partir del dualismo de Platón (427 a.C.) en
donde se dividió el Ser, en cuerpo y alma. Para este filósofo griego, el alma era el lugar
donde se producían y habitaban los pensamientos e ideas y donde se generaba el lenguaje.
En la misma línea, el filósofo francés, René Descartes (siglo XVI) contribuiría aún más a
esta concepción, haciendo énfasis en la Mente, entendida como el lugar donde habita la
razón, con su famosa expresión “Cogito ergo, sum” (Pienso, luego existo). Con este
dominio del racionalismo era explicable que no se reconociera con toda su intensidad la
14
dimensión corporal y todas sus formas de expresividad: los gestos, el tacto, las caricias, el
abrazo, las miradas, entre otros.
Sería entonces el racionalismo el pensamiento dominante en Occidente desde el
siglo XVI, hasta mediados del siglo XX. Sin embargo, surgieron inquietudes entre algunos
pensadores, incluso, el mismo Descartes admitiría la existencia de la dimensión corporal en
su libro “Tratado de las pasiones del alma” (1649).
Profundizaría más el tema a finales del siglo XIX el naturalista británico Charles
Darwin en su texto “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” (1872) En
su trabajo Darwin trataría sobre la manera en que los humanos y los animales
principalmente pájaros y mamíferos expresan sus emociones. Allí, Darwin diría: “Los
jóvenes y los adultos de razas muy distintas, tanto humanos como animales, expresan
similares estados mentales con los mismos movimientos”.
En otro fragmento del precitado texto, Darwin señalaría también:
Si admitimos que nuestros antecesores semihumanos adelantaban sus labios cuando estaban un poco
irritados o de mal humor, como lo hacen actualmente los monos antropoides, nada hay de inexplicable
en que nuestros hijos, bajo la influencia de análogas impresiones, nos presenten vestigios de la misma
expresión, al mismo tiempo que una tendencia a emitir ciertos sonidos. Esto no es más que un hecho
curioso. No es raro, en efecto, ver a los animales retener de un modo más o menos perfecto durante su
edad juvenil, para perderlos más tarde, ciertos caracteres que en su origen pertenecieron a sus
antecesores adultos y que todavía se encuentran en otras especies distintas (Wikipedia)
Aunque Darwin no contó de entrada con los aplausos de la comunidad científica
sino por el contrario, encontró la crítica y el desprecio, para esos mismos días en la
primavera de 1872, cuando apenas había terminado su tratado sobre la expresión de
emociones, otro libro titulado “Anatomía y fisiología de la expresión” describía los
músculos faciales como “obras de un creador divino, destinadas a expresar los exquisitos
sentimientos del hombre” (Wikipedia)
Estos antecedentes remotos de una nueva mirada para comprender la conducta
humana vulnerarían criterios como el de Coeficiente Intelectual (CI) como parámetro para
medir las competencias de las personas para lograr el éxito. En este punto, quien
encabezaría la rebelión sería el señor Howard Gardner quien en 1983, con su libro
“Estructura de la mente: las teorías de las inteligencias múltiples” al definir la inteligencia
15
como la capacidad de resolver problemas o elaborar productos que sean valiosos en una o
más culturas, de tal manera en Occidente llegaba a su fin la preferencia por la inteligencia
racional cognitiva, al decir de algunos.
Gardner propuso una nueva clasificación de la inteligencia en ocho categorías:
lingüística, musical, lógico-matemática, espacial, corporal-cenestésico, intrapersonal,
interpersonal y naturalista, las cuales permitieron de alguna manera ampliar el horizonte en
la comprensión de la conducta humana, como sería el reconocer que la inteligencia de las
personas se puede dar en tres niveles: analítico, creativo y práctico. Sin embargo, sería el
periodista y ensayista norteamericano Daniel Goleman, quien propondría en 1995, en su
libro “Inteligencia emocional” que la inteligencia se refleja y pude potenciarse alrededor de
cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos,
reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones.
Con estos avances se estaban sentando las bases para redescubrir el valor de la
afectividad como un componente esencial en la conducta humana que había sido relegado
al cajón del olvido en las investigaciones, pero que siempre había estado dándole sentido,
brillo y color al comportamiento individual y colectivo del ser humano.
En esta dirección de precisar el concepto de la afectividad como una dimensión
humana especial, y posterior a la propuesta de Goleman, en Europa, un grupo de
investigadores interdisciplinario, desde una perspectiva biopsicosocial, en el año 2000,
formuló propuestas orientadas a precisar la naturaleza del afecto. Su idea inédita se centró
en algo realmente novedoso al ver el afecto como una necesidad primaria e inherente al ser
humano.
Una necesidad primaria, o el recurso primario que la satisface, es aquella que es imprescindible para la
supervivencia de un ser vivo y que no puede ser sustituida o satisfecha por ningún otro recurso
disponible. Por ejemplo, para la inmensa mayoría de los seres vivos, el oxígeno es una necesidad
primaria, es decir, que sin una determinada cantidad de oxígeno disponible no podemos sobrevivir. El
oxígeno no puede ser sustituido por ningún otro gas o sustancia. Es único y esencial para la
supervivencia. Para saber si un recurso satisface una necesidad primaria debemos ser capaces de
observar que su ausencia, por debajo de un cierto límite, produce inevitablemente la enfermedad y la
muerte de un ser vivo. Además, debemos comprobar que no puede sustituirse de ninguna otra forma,
es decir, que es único (Barrull, González y Marteles, 2000)
16
Los autores luego de precisar el concepto de “necesidad primaria”, establecieron
diferencias entre la concepción tradicional y una nueva visión de la afectividad que, por su
utilidad didáctica, se transcribe:
Para clarificar la situación, expresamos las dos alternativas en el siguiente cuadro:
Tabla # 1
El afecto (amor, cariño, amistad, etc.) es ...
definición tradicional definición biológica
Un hecho espiritual (no material)
de difícil explicación que se
manifiesta en nuestras emociones.
Todo acto (comportamiento) de
ayuda, protección, cuidado, etc.,
que contribuya a la supervivencia
de otro ser vivo.
Una definición que no aclara (ni
define) nada.
Una definición precisa, de hechos
reconocibles, observables y
objetivos.
Nuestra tradición nos inclina a pensar de un modo poético acerca del afecto, pero, a pesar de que pueda
ser muy agradable (o “elevado”) pensar así, nos conduce a ninguna parte. No nos ayuda a comprender
su naturaleza y, sobretodo, nos sume en un mar de confusiones y problemas increíbles para manejar
correctamente nuestras relaciones afectivas.
Por el contrario, si somos capaces de “bajar de las nubes” y reconocer que lo que experimentamos
como afecto son todos los actos (hechos, comportamientos) por los cuales una persona ayuda a otra, de
la forma que sea, proporcionándole protección y conocimientos, resolviéndole problemas, apoyándole
en los momentos difíciles, etc., habremos dado un paso de gigante hacia la comprensión y el dominio
de los fenómenos afectivos.
Porque la clave está en reconocer que el afecto es un hecho físico, real, material y no espiritual. Si
somos capaces de ver esto, podemos empezar a analizar los hechos afectivos, a contabilizarlos,
medirlos y a establecer hipótesis acerca de sus manifestaciones. De lo contrario, seguiremos en la
oscuridad, en las “nubes”, y no haremos otra cosa que hacer poesía de dudosa calidad. (Barrull,
Gonzalez y Marteles, 2000)
Los autores darían otros pasos al indicar que la afectividad es la base de la vida
social. “Para ello, debemos plantearnos por qué vivimos en grupos, por qué formamos
familias, grupos de amigos, empresas, clubes, asociaciones, sociedades y organizaciones
estatales, ciudades, etc. Es decir, por qué siempre vivimos agrupados o por qué no vivimos
como los osos o los mosquitos, cada uno por su lado. Nos estamos preguntando, en
definitiva, por qué somos una especie social”. (Barrull, González y Marteles, 2000)
En la misma línea de reflexión, desde Colombia, el profesor Miguel De Zubiría
Samper, en su texto “La afectividad humana” (2007), iría más allá de la idea de la
17
Inteligencia Emocional como un importante logro al relevar el autoconocimiento de las
personas como un presupuesto esencial del logro de la felicidad y enfatizaría la importancia
de las relaciones interpersonales como otro de los fundamentos de la afectividad.
Para lograr esta nueva visión, De Zubiría propone una arquitectura conceptual
valiosa y novedosa que expone el valor de la afectividad humana, y trae como tesis
principal el hecho de que “Es más sustantivo aprehender a compartir con otros seres
humanos y consigo mismo que aprehender trigonometría, cálculo, biología, historia, etc.”
(p.19).
Esta tesis zubiriana resulta pertinente y oportuna, hoy por hoy, al descubrir que en
nuestro país, considerado como uno de los más violentos del mundo, urge construir
caminos fundados en los principios del respeto a la vida, la tolerancia y el cuidado del
medio ambiente. De ahí que en esta tesis se asuma con sentido de militancia no sólo la
comprensión del problema, reflejado en familias que se extinguen y apagan; padres y
madres que renuncian a ser tutores afectivos y delegan sus responsabilidades a instituciones
educativas; niños y ancianos abandonados y desprotegidos por sus familias o el Estado;
jóvenes solos, quienes no encuentran sentido a su vida y son afectados por las
enfermedades de la modernidad (depresión, estrés, esquizofrenia, etc.); predominio de una
cultura de consumidores hedonista y superficial que sobrevalora el poder de adquisición
sobre el poder de realización personal. Frente a esos cuadros de crisis, se proponen
alternativas transformadoras a partir de la militancia.
Esta militancia que adquiere la forma metafórica de un “Ejército Revolucionario
del Afecto” que desde la disciplina, la perseverancia y el trabajo en equipo, apunta a
responder de manera no violenta a situaciones de violencia (ver anexo #1 “La No violencia
como respuesta a la violencia) en espacios de cercanía (familia, colegio, barrio, trabajo)
con la herramienta de la comunicación afectiva en tanto se asume que el lenguaje verbal y
no verbal tiene un poder transformador.
Así las cosas y retomando lo propuesto por el profesor De Zubiría, podemos afirmar
que la existencia del Otro surge como un elemento necesario en la comprensión del
fenómeno de la afectividad.
18
Las reflexiones hechas por estos autores nos llevan a preguntarnos ¿cómo se
establece el contacto del yo y las otras personas?, ¿cómo se genera esa relación que hace
posible que podamos vivir agrupados? y la respuesta se encuentra en el ejercicio y la
aplicación de la comunicación, o dicho de otra manera: sólo la comunicación facilita el
intercambio de ideas, pensamientos, y sentimientos. Pero sólo cuando esa comunicación se
hace atendiendo al respeto del otro, surge un nivel de interacción más cálido que es la
comunicación afectiva.
Atendiendo a John B. Thompson en su libro “Los media y la modernidad” (1998),
la comunicación es una actividad que implica la producción, transmisión y recepción de
formas simbólicas, y que compromete la materialización de recursos de varios tipos. Al
tener como objeto de investigación la comunicación afectiva, nuestro concepto de
comunicación no es visto sólo desde lo simbólico, entendiéndose como el poder de
construir lo dado por la enunciación. No negamos el poder generativo de las palabras, como
si estuvieran sobrecogidas por una especie de energía capaz de crear múltiples acciones en
el destinatario o en el emisor, pero ¿son en realidad los símbolos elementos principales de
“integración social”? A lo anterior, nos apoyamos en parte de Humberto Maturana (1998,
p.20), quien ve lo simbólico como algo secundario del lenguaje, ya que la fuerza que tiene
la comunicación está en la coordinación de acciones no necesariamente lingüísticas.
En este orden de ideas, se entiende la comunicación no sólo desde la concepción
estructural que formula que ésta se da a partir de la existencia de los conceptos emisor,
receptor, canal y mensaje. En lo que compete a este trabajo, la comunicación va más allá de
ser un fenómeno estructural para entenderse como un fenómeno multidimensional al
permitir la interactuación con el entorno, consigo mismo y la cultura. Valga aclarar que
llamaremos a estos tres dominios externos al ser humano como “el Otro”, al considerar que
tanto los objetos, como la cultura y las voces interiores comunican. Este concepto de
multidimensionalidad es el nuevo punto de referencia obligado de la comunicación para
este trabajo y lo desarrollaremos en los capítulos posteriores.
En cuanto al concepto de comunicación afectiva, avancemos un tanto para
considerar parcialmente el aporte hecho por Rafael Echeverría cuando le da al lenguaje un
19
papel generativo, creativo o interpelativo de la realidad. Es decir, es a partir del lenguaje
que se crean mundos o nuevas realidades (2005, p.29):
Sustituimos la antigua interpretación descriptiva del lenguaje por lo que llamamos la interpretación
generativa. Debido a que el lenguaje no es pasivo; debido a que el lenguaje es acción, éste genera
permanentemente nuevas realidades. Nosotros, los seres humanos, vivimos en mundos lingüísticos y
nuestra realidad es una realidad lingüística. Creamos el mundo con nuestras distinciones lingüísticas,
con nuestras interpretaciones y relatos y con la capacidad que nos proporciona el lenguaje para
coordinar acciones con otros.
Desde esta última línea de reflexión, aunque el hecho de nombrar al sujeto o todo
aquello que nos rodea, lo haga existir, es la afectividad la que viene a determinar desde las
fibras más internas del sujeto su existencia, y en el mejor de los casos, desde el amor. No es
un secreto que una mano cariñosa de la madre acariciando la cabeza de su hijo, es más
efectiva que el acto de decir “mejórate, porque te quiero” (ver anexo # 2 “Los actos
lingüísticos básicos”).
“El abrazo de sus papás le devolvió a la vida”: titulares similares a este aparecieron
alrededor del mundo para contar la historia de un bebé recién nacido, quien murió al nacer
a pesar de los intentos de los médicos por revivirlo. Fue entregado a sus padres envuelto en
una manta para que se despidieran. La madre le quitó la manta y se quitó su bata, puso al
bebé sobre su pecho para sentir su piel. Por largo tiempo, el padre y la madre abrazaron
fuertemente al niño muerto y le hablaron al odio palabras de amor. De un momento a otro,
el bebé suspiró y revivió (Ramos).
Dichas acciones afectivas se remontan a nuestra época primitiva. Antes del
surgimiento del lenguaje, nuestros ancestros trabajaban y vivían en grupos comunicándose
por medio del lenguaje no verbal. Poder conservarse y constituirse como especie dominante
fue posible gracias a la capacidad de interactuar recurrentemente. Fue la emoción primaria
de sentirse en compañía, trabajando conjuntamente, lo que dio origen a la máxima y más
significativa expresión de la afectividad. Desde este momento histórico en la línea del
tiempo del desarrollo de la especie humana, nos fundamos como seres sociales.
En otras palabras, los seres humanos nos originamos en el amor y somos
dependientes de él (Maturana, 1998, p. 23), y es desde la comprensión de la relación de los
unos con los otros, de la aceptación de la existencia de ese Otro como un ser que merece ser
20
respetado y es legítimo en la convivencia, como se funda, sostiene y desarrolla la
afectividad a través de la comunicación.
21
CAPÍTULO 3
El Otro: lo que motiva la afectividad
“El que conoce a los demás es inteligente
El que se conoce a sí mismo es iluminado,
El que vence a los demás es fuerte,
El que se vence a sí mismo es la fuerza” Lao Tse
El cerebro afectivo
Desde distintas vertientes de pensamiento cada vez adquiere más fuerza la tesis
formulada por Charles Darwin en su libro “El origen del hombre y la selección en relación
al sexo” (1871) de que la empatía ha sido una poderosa herramienta para el desarrollo y la
supervivencia de la especie humana. La empatía, entendida como ese estado emocional
primitivo a cada persona que se dispara o se contrae sin que para ello participe nuestra
racionalidad, ese “caerse bien o mal”, ese tener química con alguien o por algo, y que fuese
tenido en la gaveta del olvido de los investigadores de la conducta humana, por fortuna ha
sido abierta y reconocida como importante en las relaciones con los otros, es justamente el
escenario para desplegar la afectividad.
La presencia de sentimientos empáticos de ternura, bondad, altruismo, entusiasmo,
complacencia, admiración, veneración, alegría, amor, piedad, agradecimiento, esperanza,
cuidado y solidaridad, contribuyen positivamente al desarrollo de estados de convivencia
entre las personas. En el otro polo, la existencia de una afectividad negativa reflejada en el
mal humor, el odio, el desprecio, el desdén, los celos, la envidia, la desesperanza, la
melancolía, la tristeza, el horror1, son caldo de cultivo no solo para estados patológicos de
enfermedades físicas y emocionales sino combustible para los desencuentros, las
incomodidades, los alejamientos, los incidentes y, finalmente, las guerras.
Por otra parte, Daniel Goleman en su libro “Inteligencia social” (2006, p. 87) da
cuenta de investigaciones hechas entre primates en estado libre que indican que cuanto más
1 La enumeración hecha ha sido tomada libremente del enunciado hecho por René Descartes en su texto “Tratado de las
pasiones del alma” ( 1649)
22
sociables son, tienen menos niveles de hormonas de estrés, una función inmune más fuerte
y lo más importante mejor capacidad para acercarse. Esta cercanía conductual entre
nuestros antepasados remotos y los homínidos que somos, llevó a muchos investigadores a
estimar que existían elementos biológicos comunes entre las dos especies. Esta concepción
de unidad de procesos fisiológicos entre los animales superiores y los seres humanos ha
dominado durante mucho tiempo la psicología y la fisiología en lo concerniente a definir
qué es y cómo se producen las emociones, los afectos, las pasiones.
De igual manera, el descubrimiento de los dos hemisferios cerebrales permitió
reconocer la parcial división entre el comportamiento racional y emocional. Por un lado, se
encuentra en el hemisferio derecho la creatividad, las emociones, la música, el color, las
imágenes desempeñando un determinante rol en la capacidad para construir relaciones
sociales y redes afectivas. Adicional a lo anterior, el descubrimiento de la amígdala
cerebral, clarificó el lugar en donde se encuentran los centros de la afectividad.
El papel de la amígdala como centro de procesamiento de las emociones es hoy incuestionable.
Pacientes con la amígdala lesionada ya no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una
persona está contenta o triste. Los monos a las que fue extirpada la amígdala manifestaron un
comportamiento social en extremo alterado: perdieron la sensibilidad para las complejas reglas de
comportamiento social en su manada. El comportamiento maternal y las reacciones afectivas frente a
los otros animales se vieron claramente perjudicados.
Hoy la psicofisiología ha hecho mayores aportes para ubicar el lugar en donde se
encuentra el sistema neurológico de la afectividad. Así lo reseña el ensayo “Hacia una
psicofisiología de la afectividad humana y la motivación” de Pedro Ortiz C (1997, p. 45-
56), profesor de la Universidad de Lima, al cual se remite.
En la misma búsqueda y aceptando los avances de la neuropsicofisiología acogemos
el valor de la afectividad en las relaciones con los otros como un estado de máximo
desarrollo alcanzado por el ser humano, y de ahí se recoge la concepción humanista del
sistema nervioso, y en particular del cerebro de las personas, que como ya se ha anunciado
toma en cuenta básicamente la naturaleza social de la conciencia, y cómo la información
que se obtiene del intercambio de gestos, contactos, signos y palabras, constituye todo un
complejo social informativo que al codificarse en las redes neuronales del neocórtex,
determina una reestructuración sociocinética no sólo del sistema nervioso sino de todo el
individuo en el proceso de la formación de la personalidad.
23
En esa misma dirección también escribió Daniel Goleman en su texto de la
“Inteligencia social” ya citado, y el que enriquece su anterior concepción de la Inteligencia
Emocional, al agregar a la conciencia de uno mismo, la conciencia social, la empatía
primaria, la precisión empática, la escucha, la sincronía y el manejo de las relaciones, entre
otras.
Igualmente Goleman aporta en su texto la referencia al concepto de
Protoconversaciones”, tomado de los ensayos del profesor inglés Colwyn Trevarthen,
profesor emérito de Psicología infantil en la Universidad de Edimburgo (2006, p. 55). A
comienzos de los años noventa, este catedrático inglés reforzó la importancia de la
intersubjetividad humana (relación del yo con el otro), la comunicación de experiencias y
emociones desde la infancia, no sólo como una terapia para un desarrollo integral del
infante al potenciar su capacidad de expresarse sino también de la madre, el padre y quienes
participan del arte musical de dicho tipo de conversación (gestos, sonidos, toques, guiños,
señales no lingüísticas), lo que a su vez se convierte en un aporte importante para una
propuesta pedagógica sobre el valor de la comunicación afectiva desde los primeros años
Existen, pues, diferentes aportes que fundamentan la importancia de este diálogo
silencioso de los sentimientos y las emociones en la base de todos los encuentros
interpersonales que se desarrollan en el ciclo vital. Sin embargo, el valor de esta
comunicación no se reduce a la fase de la infancia. El desarrollo creciente del infante a
otras etapas como la adolescencia, la juventud, la madurez, la adultez y la ancianidad va
planteando requerimientos nuevos en la medida en que en cada fase hay expectativas,
tensiones y responsabilidades individuales y colectivas diferentes.
El Otro en las etapas de la vida
Para ampliar lo anterior, tomamos como referente la teoría del desarrollo psicosocial
de Erik Erikson (1902-1994) que está interesada en ver el desarrollo afectivo del yo en las
diferentes etapas del ser humano y cómo esto influye en el sentido de su identidad personal,
a partir de la cual surge el interrogante ¿qué afectividad requiere el ser humano en las
diferentes etapas de su vida?
24
La importancia de esto equivale a saber cómo la afectividad es esencial en las ocho
etapas distintas que desarrolla Erik Erikson. Además, dependiendo de la terminación
triunfante de cada etapa, se puede llegar a una personalidad e interacción con los demás
sana y si, por el contrario, se fracasa al completar cada etapa, las siguientes vendrían a tener
inconvenientes, pues generarían una personalidad e identidad menos sana. Ahora, los
desatinos que se pueden presentar, pueden remediarse para asegurar el éxito a futuro.
Tomamos de referencia la siguiente tabla (“Etapas de desarrollo (Erik Erikson)”, 2010)
Tabla # 2
Etapas del desarrollo
1. Confianza vs. Desconfianza
Sebastián ha nacido. Sus necesidades básicas son alimentarse de su madre, hacer
sus necesidades, dormir. Desde su nacimiento hasta la edad de los dos años, Sebastián
depende de sus cuidadores (especialmente de su madre), quienes aseguran su
supervivencia. Con ella establece progresivamente una comunicación primaria que se da
desde los gestos. Si sus necesidades son suplidas a tiempo y expresadas con actos de
contacto directo que perciben sus sentidos cada instante, o con comportamientos de
protección bien sencillos como guiñarle el ojo, atarle los zapatos, acariciarle su cabeza, él
ganará confianza y seguridad frente al mundo que lo rodea. Pero si los cuidadores lo
abandonan o se encargan de él a medias, morirá o crecerá débil. No llevar a cabo con éxito
25
esta etapa da lugar a múltiples actitudes negativas, que expondrán al niño a una sensación
constante de inseguridad hacia el mundo.
La ELDS (Encuesta Nacional de Demografía y Salud), da cifras preocupantes “250
mil niños en Colombia son producto de embarazos no deseados. Solo el 48 por ciento de
los nacimientos de los últimos cinco años han sido deseados, el 30 por ciento lo quería,
pero más tarde, y el 23 por ciento reportó como “francamente no deseado” (El Heraldo.co,
2011).
Dada la responsabilidad que un hijo implica especialmente para la madre, desear el
bebé juega un papel determinante a la hora de dar afecto. Depende de ello si se desarrolla
positiva o negativamente la identidad del bebé. Una madre guerrera del afecto comprenderá
el valor del cuidado y el cariño para asegurar su propia supervivencia. Sí la madre obra
negando su rol en la vida del bebé, probablemente en el futuro su hijo será una carga que
hará de sus días un tormento.
2. Autonomía vs. Vergüenza y duda
Sebastián ya tiene dos años. Su entorno se ha empezado a poblar de otros rostros, de
otras voces. Ya su madre no es la única figura representativa. La de su padre, sus tíos, tías,
sus hermanos mayores, según el caso aparecen en su escena cotidiana. Empieza a sentir que
no está solo y que comparte el mundo con otros. La comunicación se amplia y desde su
individualidad y autonomía empieza a participar desde su gestualidad creciente en la
construcción de un universo de expresiones. Algunas veces con su dedo selecciona la ropa
que quiere usar después de ser bañado por su madre, igualmente sabe decidir qué quiere
comer y qué no quiere. Su madre lo ve quizás como una pataleta y ante aquella situación
tiene dos posibles respuestas en donde los gestos y el tono expresivo aparecen como
importantes herramientas de comunicación para facilitar el vínculo afectivo.
Primera respuesta: el niño no quiere comer las verduras. Ella en vez de explicarle
cariñosamente que son nutritivas, lo regaña, le mete a la fuerza las verduras en la boca y en
un caso de mayor histeria, le pega. Esto implanta en Sebastián actitudes de inseguridad
frente a sus cualidades y desconfianza o dependencia frente a su mamá.
26
Segunda respuesta: le explica cariñosamente que son nutritivas y su sabor es bueno,
ella las come mientras se saborea y motiva al niño a hacerlo. Repite esta actitud con la
paciencia necesaria durante días hasta que Sebastián accede a hacerlo. Esto siembra
herramientas en el niño para sentirse más seguro frente a su capacidad de supervivencia y
decisión frente al mundo.
3. Iniciativa vs. Culpa
Alrededor de los tres años y hasta los seis, el microuniverso del infante se consolida
en sus imágenes, ya tiene un círculo de interacciones y expresividades que identifica y con
las que se expresa espontáneamente. Podríamos decir, en condiciones de un desarrollo
normal, no disfuncional, que tiene una familia. En ese escenario los niños expresan sus
decisiones con más frecuencia (piden que los carguen, que los mimen, que les den
alimentos, objetos). Si se les atiende y facilita la oportunidad, pueden desarrollar iniciativa,
actitudes de liderazgo y confianza. Pero, si se les frustra su relación negándoles una
respuesta positiva a su comunicación primaria con los demás, y a cambio se les pega, se les
hacen gestos toscos, se les grita, se les mira y no se les atiende, se construye en el infante
un sentimiento inicial de culpabilidad, que con el tiempo se convertirá en creencias y reglas
de conductas: “eso no es bueno”, “es malo”, “eso fastidia”. Desde allí, desde una
comunicación cargada de afectividad negativa, se verá truncado el desarrollo de una
personalidad sana y se construirá a un ser tímido e inseguro.
Una vivencia personal en mis años de infancia al comenzar mis estudios escolares
me permite comprender lo significativo que resulta poder superar situaciones
complejas en esta fase.
“Diana se roba las monedas, Diana se roba las monedas” cantaban en coro los tres
niños más malos del salón de clases, acusándome de robarle las monedas a la
profesora para comprar el mecato del descanso. Yo rara vez llevaba lonchera como
los demás niños. Mi madre estaba muy ocupada, entonces me daba las moneditas,
que yo ni siquiera sabía contar, para comprar el mecato. Fue tanta la presión de los
niños, que decidí no comer de nuevo en el recreo. Un día, mi prima mayor, Gina,
vio que yo tenía la alcancía llena de monedas y me preguntó por qué guardaba las
27
monedas que me daban para el colegio. Le dije mientras lloraba “En el colegio
dicen que me robo las moneditas de la profesora para comprar la comida en el
descanso, entonces yo ya no compro mecato”. Gina, cariñosamente, me explicó la
situación y me dio fuerzas para enfrentar a los tres niños y contarle a la profesora.
La conversación sostenida, en momentos críticos, con tonos de afecto, contribuyen a
crear estados de ánimo y conductas de seguridad que permiten que surja el coraje como una
virtud.
4. Laboriosidad vs. Inferioridad
Los niños desde los seis años a la pubertad entran en un mundo de relaciones nuevas
pues salen del espacio de su casa, a pisar la calle, la esquina, la escuela, a relacionarse con
un mundo de cosas nuevas, de voces nuevas, de rostros nuevos. En este punto, como
ejemplo, resulta ilustrador lo dicho por Gabriel García Márquez en su texto autobiográfico
“El abuelo era para mí la seguridad completa. Sólo con él desaparecía la zozobra y me
sentía con los pies sobre la tierra y bien establecido en la vida real”, “A cualquier hora del
día el abuelo me llevaba de compras al comisariato suculento de la compañía bananera. Allí
conocí los pargos y por primera vez puse la mano sobre el hielo y me estremeció el
descubrimiento de que era frío” (“Vivir para contarla”, 2002, p. 108)
En esta fase de contacto con el mundo exterior es importante una expresión de la
afectividad que genere seguridad, búsqueda, autoconfianza, deseo de alcanzar logros, tener
metas, proyectos y tareas que animen el diario vivir. Recibir el reconocimiento de los
padres y la aceptación de los amiguitos es motivo para seguir adelante. Es en este momento
de la vida en donde los cuidadores y los profesores desempeñan un papel fundamental en la
conformación de la identidad.
En un pueblo petrolero, llamado Barrancabermeja, era medio día, hacía 40 grados
centígrados en un salón de clase con 35 estudiantes. Allí, cursando el primer año de
bachillerato estaba Hugo, un adolescente. Hugo, era el más preguntón de todos: ¡no
paraba de preguntar! “¿Para qué aprendemos algebra?” “¿Por qué Dios es malo y
bueno al mismo tiempo?” “¿Cómo se hacen los abortos?” Un día la profesora
impaciente e incapaz de responder, resolvió pegarle con una regla cada vez que
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preguntaba y sus amigos lo apodaron “Juanito preguntón”. Hugo no encontró la
manera de decirle a su madre. Entonces durante todo el año, se preparó para ir a
clase, pero antes de llegar al colegio, se detenía en la cancha de arena que quedaba
cerca y se quedaba allí, esperando que se acabara la hora de clase. Cada vez faltaba
a más clases que dictaba la profesora que lo castigó, y en las demás clases se volvió
tímido y dejó de preguntar.
Su mamá no se enteró de su inasistencia sino hasta finales de año. Su reacción
fueron los golpes y el castigo, en vez de la escucha y la comprensión. Hugo,
después de haber sido el niño más brillante, se volvió tímido, callado y tonto para
expresarse. La falta de expresividad ante los suyos y en el colegio bloqueó sus
facultades y lo condujo a construir un mundo de soledades y silencios. No encontró
espacio para la libertad de sus inquietudes y sí un ambiente de miedos que
obstaculizaron el desarrollo de su personalidad social. Se sembró en él un ambiente
hostil, un sentido de incompetencia, entonces quedó viviendo dentro de su trauma
para siempre.
5. Identidad yoica vs. Confusión de roles
El comienzo de la adolescencia, comprendida entre los 12 y los 19 años, es una
etapa crucial. Es la fase de la integración social en grupos, barras, “galladas”, “patotas”,
“combos”, “equipos”. Se profundiza en la personalidad social y es en el grupo en donde
ésta encuentra su desarrollo. Allí, el individuo empieza a construir fronteras entre su yo, el
ellos y el nosotros. Guarda su distancia o se disuelve en el colectivo. Se define como líder o
miembro de la manada. Determina sus roles de género y de ubicación en los grupos. Surgen
metas a término futuro. Partiendo desde el terreno de posibilidades que se han concebido
desde sus exploraciones, la mirada se fija en la familia, las relaciones, el estudio, los
grupos. Si esta búsqueda de sentido se ve obstaculizada, se genera una sensación de
angustia y confusión frente al rol en el mundo.
Lucía, Leonor y Rosario eran tres hermanitas, las más lindas del pueblo. Su madre y
padre fueron educados en hogares ortodoxos, nunca les hablaron de sexo, de la
menstruación o de cómo tener cuidado con los acosos de los niños. Nunca les
29
compraron polvo facial, labiales de distintos colores, vestidos elegantes, aretes
diferentes a los mismos que siempre usaban (los primeros dientes de leche que se
les cayeron enchapados en oro). Su madre no les enseñó cómo ser mujeres
vanidosas.
Entonces, enfrentadas a estas carencias, actuaron robando la plata de su madre para
comprar los aretes de moda y usaban sus cremas para el cuerpo y cosméticos a
escondidas. En el colegio recibían, de niñas más grandes, labiales, cremas para el
cuerpo y algunas veces una de esas niñas más grandes tenían intensiones
homosexuales y tocaban sus partes íntimas a cambio de regalarles el maquillaje.
Lastimosamente, por su inocencia, las tres fueron violadas en diferentes
circunstancias por hombres abusivos. Nadie supo en su casa, su madre nunca se
enteró, guardaron el secreto hasta la adultez, lo cual les costaría una personalidad
insegura para el resto de sus vidas.
6. Intimidad vs. Aislamiento
Entre los 20 a los 25 años, el círculo de relaciones sociales está expandiéndose
constantemente y los amigos y colegas asumen un rol importante. A esta altura del
desarrollo de la personalidad ya se han adquirido destrezas para interpretar señales
provenientes de la interacción con los otros, ordenar esos datos percibidos y actuar. Para
algunos investigadores el desarrollo psicológico está impregnado por las relaciones sociales
(Hinde y Stevenson, citado en De Zubiría, 2007, p. 130).
Es en esta etapa cuando se buscan vínculos afectivos fuertes con personas diferentes
a un miembro de la familia. La habilidad para notar y establecer distinciones entre otras
personas, y en particular la capacidad de sus estados de ánimo, motivaciones e intenciones
resulta definitiva en la determinación de una personalidad social o individualista. Las
conversaciones resultan una excelente herramienta para lograr una u otra forma de relación.
El desarrollo de habilidades comunicacionales como la competencia en saber
escuchar, saber preguntar, entre otras, aparecen como técnicas de comunicación afectiva
que un guerrero del Ejército Revolucionario del Afecto [E.R.A] ha de promocionar en
30
espacios de afectividad que se quieran transformar. El saber abordar y resolver
conversaciones es una tarea pedagógica valiosa en la operatividad comunicacional afectiva.
En contraparte, algunas personas evitan los contactos sociales, el participar en
grupos, el abrirse a los diálogos, y más en las grandes ciudades en donde el síndrome del
extraño aparece como una constante que bloquea la comunicación espontánea y en la que se
abren preferiblemente formas de comunicación que no comprometen la presencia física a
través de la internet o los celulares, por ejemplo. Esta distorsión de una real comunicación
afectiva trae consigo enfermedades modernas como la exclusividad, el aislamiento o la
depresión.
Silvia se siente una mujer libre, se dedica a cuidar de su cuerpo excesivamente, es
muy atractiva, tiene varios pretendientes y usa el sexo como una herramienta para
lograr que le compren ropa y paguen sus cuentas. Aparentemente es feliz, pero
constantemente se queja “los hombres son todos iguales”, “solo quieren
comerme”, “en ellos no se puede confiar”. Una sensación de sin sentido agobia su
diario vivir. Ella en su inconsciente espera un hombre que la valore y se
comprometa.
7. Generatividad vs. Autoabsorción
Entre los 25 y los 50 años, el ser humano busca constantemente establecer su vida,
equilibrarse y ser feliz. No podríamos decir que en esta fase se llega al climax de los logros
personales, pero sí que es definitivamente la fase de la consolidación o rechazo de
creencias, afectos y roles. Se conforma la familia, se ejerce la profesión o se escoge en qué
trabajar. Además, nos identificamos con actividades en comunidad, hacemos parte de
grupos, clubes, equipos, tenemos proyectos y objetivos.
La comunicación afectiva con los otros aparece como una excelente vía al tender
puentes con otras generaciones, compartiendo saberes, experiencias. Su ausencia se refleja
en la corporeidad y en la falta de bríos y sentido por la existencia. No llevar a cabo
satisfactoriamente la etapa de generatividad puede causar una constante angustia
existencial, sentimiento de monotonía, fracaso, cansancio. Las habilidades personales se
potencializan en dicha etapa.
31
“No seas amigos de vagos, dedícate a estudiar y serás exitoso”. Nicolás le hizo caso
a su madre, nunca se divirtió, se encerró en los libros, se volvió el “sabelotodo”.
Dedicó sus años al desarrollo de la cognición. Por ello, era torpe para relacionarse y
reconocer sentimientos y emociones en los demás y más torpe aún, para tener
conciencia de su propia vida emocional y manejarla. Su meta desde joven era ser el
director de una importante empresa. A consecuencia de eso, sólo estudió. Un día, se
dio cuenta de que no tenía amigos verdaderos, que todas sus relaciones amorosas
habían sido un fracaso y a sus 50 años, siendo el director de una multinacional y con
varias propiedades y buenos ingresos en el banco, se vio a sí mismo aislado, débil,
aburrido, no le encontró sentido a su vida, entonces, se suicidó.
8. Integridad vs. Desesperación
Envejecer generalmente implica reducir la productividad, pero no la utilidad social.
El contacto con los niños y los nietos, le da sabor diario a la vida. También en esta fase se
contempla la vida en retrospectiva, es allí cuando se desarrolla un sentimiento de
tranquilidad y placer por lo vivido. Pero, si el adulto viejo ve su vida como improductiva,
dramática o monótona, aparece la desesperanza que generalmente se transforma en
depresión, enfermedad y amargura.
“Ancianato la Misericordia” es el nombre del lugar donde los 11 hijos de Don Tulio
lo dejaron hace un mes. A sus 80 años repite diariamente “partida de
malagradecidos, para qué los críe”. Él quien sudó sangre para llevarles el pan a la
boca y darles estudios, ha sido abandonado en una casa para abuelos. Don Tulio, no
entiende por qué. En el recuerdo de sus hijos está un padre rígido, frío, dictador,
violento, un padre que nunca los besó, acarició o aconsejó. Lo que sus hijos no
comprenden al tener encadenado su espíritu al resentimiento, es que Don Tulio los
educó como a él lo educaron. Ese es el Karma que carga y no conoce, el de haber
sido un padre proveedor de bienes y no de cariño. Por eso, hoy muere solo y
decepcionado de sus 11 hijos.
La relación del yo y el Otro
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La cuestión de la presencia del Otro (entendido como todo aquello que está por fuera de mí)
en las diferentes etapas del desarrollo psicosocial del ser humano, reafirma que todo ser
humano desde que nace está expuesto a vivir rodeado, hasta el día de su muerte y esto no es
una afirmación simple, por el contrario, de aceptar este postulado se derivan muchas
consecuencias prácticas. Se deriva, por ejemplo, el reconocer que se tienen, consciente o
inconscientemente, unas opiniones o ideas frente a tres dominios: el entorno (naturaleza,
carros, edificios); los semejantes y la cultural (música, arte, religión, política, religión). A
su vez, tenemos una especie de dispositivos mentales o ideologías, desde las cuales
enfrentamos y comprendemos nuestro mundo exterior. Prescindir de la presencia de aquello
externo a sí mismo, es negar la propia existencia y la posibilidad de transitar mientras se
termina nuestro ciclo vital con algún sentido de la existencia y del logro de mejores niveles
de bienestar y felicidad.
Justo cuando el ser humano sale de su cápsula de individualismo y se conecta con su
entorno, los semejantes y la cultura, se inaugura o surge el mundo que hemos denominado
desde el comienzo de esta tesis, el mundo de la afectividad. En ese contacto o enganche con
el entorno (el Otro) están las bases, los cimientos, los fundamentos de esa nueva realidad.
Es ese impulso íntimo que se siente desde lo más profundo es el que marca las
pautas para empezar una relación afectiva. Esa instintividad es la fuente primaria del nuevo
mundo de relaciones. Una fuente primaria que en principio se manifiesta en la corporeidad
con palpitaciones, cambio de temperatura, movimientos involuntarios, rigideces, tensiones
nerviosas, secreciones, cambio del ritmo normal del cuerpo como la ausencia de sueño,
hambre, excitación sexual, por mencionar algunas, y que dejará de ser simple patología
cuando se expresa y se convierte en comunicación.
Pero antes de desarrollar este cambio cualitativo del sentir una emoción a
expresarla, que es la piedra angular de esta tesis, precisemos algo en relación con la
corporeidad, como uno de los dominios que constituyen el ser al lado de la emocionalidad y
el lenguaje. Se trae a colación lo dicho por uno de los autores que hemos seguido en esta
tesis como lo es el profesor Rafael Echeverría en su texto “Ontología del lenguaje” (p.
165), porque apunta a describir la relación que existe entre el cuerpo y la emocionalidad,
33
que es un aspecto que se estima valioso para poder comprender aún más la importancia del
lenguaje no verbal en la comunicación afectiva.
Dice el profesor Echeverría:
Observando los estados de ánimo desde el subdominio de la corporalidad.
Todos podemos admitir que siempre estamos en una u otra postura física (de hecho, no podemos
evitarlo). Esta postura física se relaciona con el estado emocional en que nos encontramos. La
conexión entre nuestras posturas corporales y nuestra vida emocional es tan fuerte que podemos darnos
cuenta del estado de ánimo de una persona por el mero hecho de observar la postura de su cuerpo.
También podemos predecir las posturas físicas que adoptarán las personas si sabemos en qué estado
emocional se encuentran.
Podemos decir que alguien se encuentra excitado o defraudado observando la forma en que cruza una
habitación, la forma en que está sentado o parado. Las artes visuales utilizan esta conexión
permitiéndonos observar los estados de ánimo de las personas a partir de sus posturas corporales. Al
mirar, por ejemplo, «El Pensador» de Rodin podemos descubrir su estado de ánimo. Asimismo,
cuando observamos «La Pietá» de Miguel Ángel podemos describir el estado de ánimo de María. Los
retratos de Goya son un excelente ejemplo de lo que señalamos pues nos revelan magistralmente
cuanto nos dice la corporalidad sobre los estados emocionales de los seres humanos. Los actores
también sacan provecho de la conexión entre posturas corporales y estados de ánimo. Pensemos en
Greta Garbo, Humphrey Bogart o James Dean. La forma en que cada uno se movía, o «sus posturas»,
daban vida a distintos estados de ánimo.
Cuando cambian nuestros estados de ánimo, comúnmente también lo hacen nuestras posturas
corporales. Lo interesante es que muchas veces, cambiando nuestra postura corporal podemos también
cambiar nuestro estado de ánimo. Un ejemplo claro de esto es el efecto del ejercicio físico (salir a
caminar, trotar, jugar tenis) u otras prácticas físicas, como el bailar o el yoga, sobre nuestro estado de
ánimo.
Echeverría hace un valioso aporte acerca de la interrelación que existe entre el
cuerpo, la emoción y el lenguaje. Especialmente para tratar el concepto que nos compete de
afecto o pathema expuesto por Spinoza quien define pathema como una pasión del ánimo,
con la que el alma afirma una fuerza de existir de su cuerpo (Spinoza, 1980). Dicha fuerza
de existir se afirma con la relación que tenemos con los factores externos, a lo cual Spinoza
llamaría “potencia de acción”. Esa pathema hacia el Otro a través de la “potencia de
acción” es lo que definitivamente hace que la afectividad surja a través de lo que hemos
llamado una comunicación multidimensional
Dicho de manera más contundente: Solo cuando manifiesto, al Otro, mis estados
de ánimo, emociones y sentimientos a través de formas verbales y no verbales, por
medio de cualquier medio, estoy en presencia de una comunicación afectiva.
34
Recordemos que ese Otro no siempre es un ser humano, puede ser un ser
impersonal, pero con expresión de vida y existencia propia, por ejemplo: un árbol, una flor,
el bosque, una quebrada, un río, un pájaro, un perro, una piedra preciosa, el viento, la luz, la
tierra, en suma, el conjunto de elementos que conforman la naturaleza física, también
conforman ese Otro que puede ser tanto emisor al transmitir al ser humano mensajes,
impresiones o emociones como receptor al ser objeto de la expresión de mis sentimientos a
través de acciones que reflejen mi sentido de cuidado por lo que hoy se denomina el medio
ambiente. Cuando expreso ese sentimiento de cuidado frente a la naturaleza se ejerce la
comunicación afectiva.
Esta expresión de sentimiento a ese Otro que es la naturaleza, ha dado nacimiento
en América Latina a toda una propuesta ecológica que consideramos resumida en las tesis
del sacerdote brasilero Leonardo Boff “El cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión
por la tierra” que para uno de los temas que nos compete promulga la amenaza que
implican las TICs (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) a la verdadera
afectividad humana “el pie ya no siente la suavidad. La mano ya no coge un puñado de
tierra oscura. El mundo virtual a creado un nuevo hábitat para el ser humano, caracterizado
por el encapsulamiento en uno mismo y por la falta de toque, de tacto y de “con-tanto”
humano”. (2002, p. 13) Partiendo de ese punto, podemos argumentar que el ser humano por
su indiferencia esta comunicando al entorno sentimientos en una dirección negativa, desde
la destrucción, la violencia e imagénes de aniquilamiento de especies, deforestación,
urbanización descontrolada, entre otras dejándose a un lado el cuidado propuesto por Boff.
Entonces, soñamos con un mundo futuro, pero nuestra afectividad hacia el entorno esta
contaminada.
Cabe anotar que esa actitud de cuidado no sólo se da frente a la naturaleza física,
también se presenta con mayor regularidad por parte del ser humano con los animales. Un
ejemplo ilustrador lo da el reconocido escritor colombiano Fernando Vallejo quien dice:
“Los animales, como nosotros, tienen un sistema nervioso por el que sienten el hambre, el
miedo, la angustia, el terror, el pánico, como nosotros y, sin embargo, los estamos
masacrando en los mataderos sin que nos importe un comino” (“los animales son mis
prójimos”, 2008)
35
La comunicación de mi sentir íntimo que es lo que entendemos como comunicación
afectiva también se circunscribe y también se puede dar frente a ese mundo impersonal,
pero real, como lo es el de la cultura. Mis sentimientos de afecto frente a las elaboraciones
del ser humano como extensión de su vida, los llamados bienes culturales: la música, la
literatura, el arte, la religión, la política, el folclore, también son plausibles. De ahí que el
aprecio frente a tales formas de la realidad se refleje en reconocimientos como premios y
celebraciones, que se hacen como rituales para expresar la admiración de las comunidades a
la producción de otros seres en su tránsito por la vida.
De igual manera hay bienes de consumo. Cultura del consumo con sus códigos y
símbolos (casas, carros, ropa, zapatos, artículos electrodomésticos, joyas, cosas en general),
que en la actualidad han creado todo un estilo de vida de consumo. Este universo, en la
actualidad, marca las pautas de la relación entre el hombre y su entorno dando nacimiento a
la idea del bienestar: “Eres lo que tienes. Vales por lo que posees.” De allí ha surgido
consecuencialmente toda una cultura del apego por las cosas y con ello todo un sistema de
valores y afectos.
Conocemos por experiencias propias u observadas el caso de relaciones entre padres
e hijos donde los tutores solo proveen a sus hijos de alimento, vestidos, dinero, bienes y
comodidades en general pero donde no hay caricias, ni expresividades físicas de ningún
tipo, ni declaraciones verbales o escritas de un sentimiento a los hijos.
Podríamos decir que dentro de una visión materialista de la expresividad, se cree
que hay que dar algo material para expresar el afecto, con lo que termina surgiendo la típica
figura de la madre que en vez de decir “te amo” dice “ahí le dejé almuercito, hijo” a lo cual
llamamos metafóricamente “cariño de harina” y es claro que el ser humano no sólo tiene
hambre de calorías, sino también tiene hambre de reconocimiento, afecto, sentido, Fe, sexo,
ocupación.
Es desde uno de los dominios, el lenguaje, que se puede hacer uso de la
expresividad positiva hacia los otros y hacia sí mismo. Por ejemplo, cuando le digo al
semejante: “te quiero”, “te aprecio”, “eres valioso”, “lo haces bien”, “tu esfuerzo es
importante”, estoy descubriendo que la existencia de mi prójimo es importante no sólo para
36
él, sino también para mí. Estoy construyendo comunidad, convivencia. Pero si me instalo
en la destrucción puedo empezar a morder y herir al otro, construyendo desasosiego,
desesperanza, inconformidad, rabia, violencia y guerra.
La expresividad de mis sentimientos también puede tener por destinatario mi propio
yo, cuando me animo a mí mismo, cuando me perdono, me aliento, me reconozco en mis
limitaciones, dificultades o precariedades y busco superarme, estoy entonces diciéndome a
mí mismo que me quiero, y en ese sentido mi subjetividad también es sujeto de mi
comunicación afectiva.
Expresar el sentimiento de afecto que está saliendo de mí en función del Otro,
entendiéndose como persona en este caso, supone la espera de una respuesta afirmando la
interacción. Pero, un guerrero del afecto, sabe que no debe esperar respuesta, al ser uno de
sus principios básicos “dar, sin esperar algo a cambio”. El guerrero sabe cómo manejar sus
municiones afectivas sin recelo, dando a quien lo necesite y a quien no lo necesite, ya que
tiene en su morral de municiones armas de ataque afectivo que nunca acaban. Para poder
ejecutar sus acciones de ataque, el guerrero debe entender tres cosas de su relación con el
otro: (1) Saber que la emocionalidad del ser humano es un “algo” que se encuentra ubicado
en un lugar específico del cerebro y que hay que potenciar desde el lenguaje, la
emocionalidad y la corporalidad (2) Entender cómo el otro se comporta en el tiempo
(etapas del desarrollo psicosocial en Erickson) (3) Comprehender (ver tabla # 3) la relación
y composición del yo y su relación con el otro y sus dominios tomando como referente los
aportes hechos por el profesor De Zubiría en su texto “La afectividad humana” tomando de
referente a Popper (2007, p. 61)
Partiendo de estos elementos y con la intencionalidad de explicar la relación del yo
con el Otro a través de la comunicación multidimensional desarrollamos el punto 3
anteriormente descrito con la siguiente tabla:
37
Tabla # 3
EL YO
Estructuras de la
personalidad
comunicación
multidimensional
Permite la
relación entre el
yo y el Otro por
medio de tres
dominios:
lenguaje,
emocionalidad y
corporalidad
EL OTRO
Reflejado en tres niveles de
realidad
Afectos “lo que aprecia”
Ejemplo: la familia, un
carro, la literatura.
Mundo 1 “los objetos y los eventos
materiales” Ejemplo: los árboles,
los carros, el viento.
Afectividad Práxica.:
Creencias “lo que conoce
o cree conocer”
Ejemplo: “Dios existe”, “la
democracia es el mejor
sistema de gobierno” “los
costeños son perezosos y
los paisas trabajadores”
Mundo 2 “la subjetividad”
Ejemplo: las palabras,
pensamientos, ilusiones, deseos, las
personas
Afectividad Psicológica
Roles “lo que hace”
Ejemplo: Hijo, estudiante,
trabajador, deportista,
miembro de un club,
bailarín, amigo, esposo,
amante.
Mundo 3 “el cultural humano”
Ejemplo: música, la danza, la
ciencia, la ética, la religión”
Afectividad Cultural
Como personas tenemos un mundo de subjetividades en construcción desde el cual
abordamos nuestra relación con el mundo exterior. Ese mundo intrapersonal lo constituyen
38
nuestros afectos, nuestras creencias y nuestros roles, pero ¿cómo comunico estas
estructuras de mi personalidad? Y ¿Para qué? Entender que la comunicación del ser
humano se da por estos tres dominios para poder establecer su relación con el Otro.
Pero ¿puede un ser humano vivir sin afectividad? Pongamos el caso, alguien vive en
una isla desierta, pero tiene afectos frente a la naturaleza, algún espacio que le brinda
refugio, puede tener un loro de mascota. Inclusive, un prisionero o secuestrado encerrado
en un área de 2 metros por 2 metros, tiene afectividad al recordar su pasado. Entonces, la
afectividad esta tan presente como la comunicación y cuando las dos se unen, a lo cual
hemos llamado comunicación afectiva, se deja de sobrevivir para vivir.
Los afectos constituyen el campo de nuestros sentires más íntimos frente al llamado
mundo de las cosas o en el lenguaje zubiriano, el mundo de la Afectividad Práxica (Mundo
1). En este dominio surgen los apegos por los bienes materiales, los juguetes, las ropas, los
libros, la cama, el carro, el reloj. Este sentimiento de apego a la materialidad es justamente
el que explotan, hoy por hoy, las empresas productoras de bienes y que han hecho del
consumismo una cultura. Conocer ese microuniverso personal de apegos por los bienes es
importante para un militante del Ejército Revolucionario del Afecto [E.R.A] para
entender qué significa y cómo se relaciona el Otro y en cuánta estima los tiene.
También nuestra afectividad se puede dar frente a las personas, es la llamada por
Zubiría “Afectividad Psicológica” (Mundo 2). Este tipo de afectividad es la que explica el
apego por los niños, la madre, el padre, los amigos, el novio, el amante, el profesor, el jefe,
en suma por ese otro llamado prójimo o semejante.
Igualmente existe la Afectividad Cultural (Mundo 3) según Popper. Allí la
afectividad se da frente a los bienes culturales: la música, el arte, la iconografía religiosa,
los sistemas de ideas políticas o económicas, las insignias o camisetas de los equipos. Esta
muchas veces desplaza la relación con los otros y con la realidad material, con los otros dos
mundos.
Solo cuando manifiesto mis sentimientos, emociones y pensamientos desde la
comunicación, podré entender cómo actúan los otros y cómo yo actúo. Entendiéndose esa
comunicación como un proceso no sólo simbólico, sino de acciones y es desde su carácter
39
multidimensional que el ser humano puede relacionarse con el Otro, a partir de los tres
dominios expuestos por Echeverría. Para entender entonces la forma en que vemos e
interactuamos con el mundo, se puede formular preguntas como: ¿Qué creo de la realidad
material (Mundo 1)? ¿Qué creo de la condición humana (Mundo 2) ¿Qué creo de la
cultura (Mundo3)?
40
CAPÍTULO 4
La territorialidad de la comunicación: sus cambios en el tiempo
Así como el ser humano se desarrolla en una línea de tiempo, también existe una
dimensión de espacialidad en la que él interactúa con otros. Desde su primer espacio, la
casa, para luego ir ampliando su horizonte a la cuadra, el barrio, la comuna, el municipio, la
región, el departamento, el país, el subcontinente, los continentes, la persona acompaña ese
incremento de su visión del mundo a partir de los intercambios dialógicos y
comunicacionales con otros seres y ello le posibilita, al mismo tiempo, ampliar sus tres
mundos: el mundo material, el mundo interpersonal y el mundo cultural (Popper, citado en
De Zubiría, 2007, p. 61)
Sin embargo, este intercambio no está exento de tensiones. Paralelo a su desarrollo corre
también el desarrollo del mundo material, social y cultural. Dentro de ese desarrollo
material, en particular se vuelve cada vez más complejo el mundo físico del hábitat
humano. Se va de la caverna, a la choza, la maloka, la casa, los barrios con sus parques y
plazas, los conjuntos residenciales con sus zonas sociales, las urbanizaciones con sus
centros comerciales y los suburbios con sus zonas exclusivas. Este creciente y complejo
cambio en las formas del hábitat ha traído a finales del siglo XX un fenómeno conocido con
el nombre genérico de urbanización, el cual llevaría a una entidad, como las Naciones
Unidas, a definir programas para atender y enfrentar esos nuevos aspectos de la vida en
sociedad como “Las ciencias sociales y humanas en un mundo que se transforma
(1994/1995)”, “El futuro de las ciudades frente a los desafíos sociales y culturales”. Al
decir de la investigación realizada por la profesora Ana María Miralles Castellanos (2001)
Para la UNESCO el proceso de urbanización es una de las principales preocupaciones de las
autoridades de numerosos países y, en particular, de los países en desarrollo. “Se trata de un fenómeno
universal e irreversible que a finales de siglo afectará a casi la mitad de la población del planeta y
cuyos efectos económicos, sociales y culturales serán difíciles de controlar en muchos casos”. La
Organización estima que el crecimiento desmesurado de las zonas urbanas se nutre no solo de su
propia población sino también de los excedentes procedentes de las zonas rurales. De las 20
megaciudades (con más de 8 millones de habitantes cada una) que existen en el mundo, 14 de ellas se
encuentran en países en vías de desarrollo, los cuales en 1950 no contaban con ninguna. Ahora bien,
junto a estas situaciones y de lo mucho que ellas afectan a la calidad de vida en la ciudad y la presencia
armónica y con sentido humano de las personas que la habitan, la siente o la sufren, están los procesos
41
de comunicación que en tales espacios se dan con diversas implicaciones y efectos para el
desenvolvimiento de la ciudad, la cual, como acertadamente expresa Fabio Giraldo Isaza, “se
manifiesta siempre semioculta, sumergida, sólo sale a la superficie a través de la fragmentación de su
existencia: casas, calles, redes de servicios, infraestructuras y todo aquello que desde siempre le ha
dado significado al hecho constructivo, la construcción de espacios materiales y espirituales”
Como bien lo señala la profesora Miralles, la “crisis de la urbe de hoy está signado
por el derrumbe de las relaciones humanas y de comunicación”. Esto explica a su vez por
qué la UNESCO puso en marcha su programa: La comunicación al servicio de la
humanidad (1995/1996). Desde ese entonces empezaron a abrirse investigaciones sobre el
tema que daban cuenta de la existencia de ciudades cada vez más fragmentadas y dispersas
en su interior, donde se empezaron a privilegiar la circulación y el flujo de las personas
antes que las políticas públicas de intercambio y socialización entre los ciudadanos y
ciudadanas, como dice Daniel Prieto citado por Miralles “quien se integra al medio urbano
tiene una enorme necesidad de información para poder conocer un espacio que no es suyo y
para lograr formas de supervivencia” (2001)
Desde México se iniciaron estudios sobre las culturas contemporáneas que
empezaron a publicarse en la red de Revistas Científicas de América latina y el Caribe,
España y Portugal (Redalyc) y que permitieron conocer las tesis del antropólogo francés
Marc Augé, sobre los “No lugares. Espacios de anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad”, (1993, p. 81). Según esta tesis los no lugares son:
Lugares de transitoriedad que no tienen suficiente importancia para ser considerados como “lugares”.
Son lugares antropológicos los históricos o los vitales, así como aquellos otros espacios en los que nos
relacionamos. Un no-lugar es una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto o un
supermercado…Carece de la configuración de los espacios, es en cambio circunstancial, casi
exclusivamente definido por el pasar de individuos. No personaliza ni aporta a la identidad porque no
es fácil interiorizar sus aspectos o componentes. Y en ellos la relación o comunicación es más
artificial. Nos identifica el ticket de paso, un D.N.I, la tarjeta de crédito.
La tesis de los “no lugares” es contrapuesta a la tesis de los “lugares antropológicos”,
“entendidos como:
Espacios concretos, geográficamente bien definidos y que poseen fundamentalmente tres
características comunes: son identitarios, relacionales e históricos. Identitarios, porque tienen sentido
de unidad para aquellos/as que los habitan, definen un grupo, cultura, región, etc. como propio y
diferenciado del resto, compartiendo unas características y unos rasgos comunes con los que se
identifican y de los que forman parte. Relacionales porque ser miembro de un lugar antropológico
implica un desarrollo grupal que no es estático, que se sostiene con base en un discurso y un lenguaje
peculiar que dinamiza formas de hacer, de actuar y de reunirse. Y, por último, históricos, ya que por
ellos transcurre el tiempo, sus pobladores viven en la historia y conciben la duración de su estancia en
42
dichos lugares, que suelen ser antiguos y tener la capacidad de añorar tiempos pasados como mejores
como un hecho continuado”
Efectivamente, los denominados “lugares antropológicos” encuentran su anclaje en
la figura del pueblo, del barrio, de la región, pero se disuelven en la medida en que el
espacio se agiganta por el volumen de personas que lo integran y que provienen de distintas
coordenadas geográficas.
El avance de la mancha urbana hacia arriba, con los grandes edificios de propiedad
horizontal, conocidos como rascacielos y del cual las desaparecidas Torres Gemelas en
Nueva York, fueron el mejor ejemplo en occidente y hoy, el Burj Khalifa, ubicado en
Dubai con sus 829.84 metros, dan una medida de esa expansión del urbanismo. Sin
embargo, las ciudades de pisos altos no son el futuro exclusivo del urbanismo. Como
anticipándose a la novela de ficción “Bóvedas de Acero”, del genial Isaac Asimov en la que
se describe un futuro con enormes ciudades construidas bajo tierra, mientras que la
superficie del planeta se conserva como un gran parque, hoy por hoy, hacia abajo, con los
crecientes espacios subterráneos que surgen al lado de los metros, como sucede en Londres
y Tokio, empiezan a aparecer lugares donde se dan no sólo intercambios de productos y
mercancías, sino encuentros interpersonales a los que sería mejor denominar simulacros de
encuentro, pues son fugaces, pasajeros, de corta duración y que dan origen a un modo de
vida donde el tiempo es supraveloz y la comunicación predominante es la de los símbolos
viales, mapas o comerciales y la comunicación interpersonal es superficial, carente de
honduras y significaciones.
Esta experiencia de disolución, de desafiliación, que trae consigo la proliferación de
lo urbano, va generando hondas tensiones y cambios en los estilos de vida, en los
intercambios comunicacionales. El urbanismo, con todas sus complejidades físicas, y en
especial con su tendencia a darle más importancia a la circulación y a la movilidad que a la
idea de crear espacios públicos de encuentro y reconocimiento, va disolviendo el sentido de
la proximidad y cercanía que son básicos para garantizar una comunicación efectiva y sobre
todo una comunicación afectiva. La profesora Mabel Piccini de la Universidad Autónoma
de México, estudiosa de temas urbanos, en su ensayo “Territorio, comunicación e
identidad. Apuntes sobre la vida urbana”, señala cómo este proceso complejo, que es la
43
urbanización implica, desarraigo, pérdida de la mirada del otro y destrucción de los lazos
vecinales.
No sólo eso, en un ensayo revelador para nuestra investigación y al cual se remite
en su integridad, titulado “Acerca de la comunicación en las grandes ciudades”, esta
investigadora presenta un cuadro sintético de los grandes problemas que ha traído consigo
el urbanismo y que resulta valioso para nuestra tesis transcribirlo (1996, p. 26):
Entre otro de los señalamientos, se suele mencionar, con metáforas de alta intensidad “el
desmoronamiento de lo social y de la vida pública”, el florecimiento del individualismo y el retorno a
la vida privada, el predominio de las lógicas de supresión del espacio y de “aceleración” de los tiempos
históricos, la proliferación de espacios de anonimato, y finalmente el triunfo de la comunicación a
distancia como un nuevo vínculo con el mundo.
A este respecto resulta significativo señalar cómo saludos cálidos y espontáneos
como el “hola paisano” u “hola vecino” tan propio de espacios pequeños como las ciudades
intermedias y los pequeños municipios, desaparecen de manera absoluta en las grandes
ciudades que se construyen con formas de vivienda como las urbanizaciones de propiedad
horizontal. Sin embargo, los peligros de la urbanización han obligado, en algunos casos, a
comunidades vecinales a comunicarse entre sí, superar el aislacionismo y la individualidad
para defenderse de situaciones como la violencia en el barrio, el ruido por causa de la
construcción de edificios cercanos, etc. Paradójicamente en las grandes ciudades lo que une
es el peligro. No un sentido humano de amistad, de solidaridad. Allí la cercanía física no va
acompañada de un intercambio de comunicación franca y fluida sino que se estrella con los
muros de la prevención. El Otro no se convierte en un motivador de afectividades sino en
un personaje provocador y generador de miedos, de incertidumbres, al que se ve como un
extraño, un ser peligroso y misterioso al que hay que bloquear.
Una experiencia personal de tránsito en las ciudades recorridas pueden ilustrar aún
más cómo se ven distintas formas de comunicación en distintos espacios:
“Vuelta de reconocimiento”. Así llamábamos la acción de dar una vuelta alrededor de la
avenida principal en donde se realizaba “El Fandango” cada primero de enero a la 1
a.m. Al son de los porros y usando sombreros vueltiaos, íbamos a hacer la “vueltica de
reconocimiento” para ver la gente pasar, encontrar conocidos, amores, saludar gente,
dar el feliz año, recibir traguitos gratis, palmaditas en la espalda, piropos, besitos en la
44
mejilla, bailar una canción como “maría varilla” “la arranca teta” o “la vaca vieja”
(porros típicos de la región en dicha fecha) y hacíamos ese “paseito” varias veces hasta
saciar el hambre de reconocimiento. Vivir en un municipio permitía reconocer caras,
tener lugares de encuentro comunes que a su vez propiciaban la consolidación de
nuevas relaciones interpersonales.
Viví en una casa de dos pisos en una urbanización de casas. Conocía a mis vecinos, sus
caras me eran familiares. Al verlos siempre los saludaba diciendo “hola vecino”
“buenos días, Doña Miriam, ¿cómo amaneció?” ellos me respondían llamándome por
mi nombre y casi siempre usando diminutivos “¡Buenas Dianita!” Nos conocíamos los
unos a los otros. Sabía sus historias públicas y conocía por rumores sus historias
privadas.
Interactuar con otros era fácil, compartíamos espacios comunes como la iglesia, el
parque, el barrio, la zona de bares, los clubes. Salía a la calle y siempre conocía a
alguien.
Terminé el bachillerato y me fui a estudiar en Bogotá. La concepción de lugar cambió
abruptamente. Empecé a vivir en un edificio de apartamentos. Alguna vez vi mis
vecinos en el ascensor o escuché los molestos tacones de la señora de arriba, pero nunca
los conocí. El fenómeno de la urbanización ha creado un desconocimiento profundo de
aquellos que comparten mi territorio.
En Bogotá, pase de ser la chica popular del pueblo a una estudiante más de mi
universidad. Me encontré en una lucha constante por ser reconocida en círculos sociales
cada vez más grandes, más diversos pero menos profundos. Conocer al otro debía ser
inmediato, ya no podía dedicar días enteros al descubrimiento de su vida. Motivos
como las distancias y trancones de una zona a otra eran suficiente argumento para
citarnos por teléfono o internet. Por ello, me volví amiga de aquellos que compartían
conmigo lugares antropológicos comunes.
Me sentí como la historia que dice: el tigre que se escapó del zoológico y encontró que
la ciudad andaba suelta.
45
Cerca al final de mis estudios, empaqué maleta y me fui a Londres. Encontré un lugar
sobresaturado de no lugares como parques, conciertos, museos, sistemas de transporte,
centros comerciales, restaurantes, estaciones, aeropuertos. Explícitamente estos
espacios de sobre-modernidad están llenos de textos, bombardeando, invitando a
comprar, adquirir, a necesitar. Vi tantos lugares de paso y anonimato, que encaré la
problemática contemporánea. Cada vez nos importa menos el otro, pues estamos tan
enredados tratando de resolver nuestra propia vida que pensar en ser militante del afecto
es disparatado, pero no podemos existir sin la presencia de los otros.
Por primera vez, dudé del propósito del Ejército Revolucionario del Afecto. Pero dicha
crisis me permitió ver cuán necesario es crear espacios de encuentro de comunicación
afectiva para propiciar la comunicación y reducir esa sensación contemporánea de “me
siento solo, aunque esté rodeado de millones”.
Recuerdo en Londres que cada vez que tocaba alguien con mi brazo de manera
accidental en un no lugar como el Metro, de manera automática y casi inconsciente
todos me decían “sorry”, al cabo de los días, lo incorporé a mi lenguaje “sorry” para
todo, sin motivo, un “perdóname, porque sí”, pensé: “ridículo, por qué piden perdón por
el contacto de pieles o miradas, basados en el concepto de que es educación”.
Londres fue el ejemplo de la metrópoli, como espacio en la que el individuo se
pierde en medio de la multitud y diariamente tiene que luchar para hacer de su propio yo lo
suficientemente significativo para sí mismo, como para poder considerarse importante. Si
no, el mundo, la urbanización, el consumismo, se lo traga, entero y vivo. El desarrollo de la
sociedad ha ocasionado cambios profundos, al punto de que hoy no se habla de sociedad
industrial, sino de sociedad de servicios. De esos servicios, el surgimiento de las
Tecnologías de las Comunicaciones y la Información (TICs) ha generado cambios de vida
significativos al alterar la percepción del tiempo, el espacio, la vida en el hogar y en la
sociedad. Este fenómeno nos resulta interesante y pertinente, para ver su impacto en la vida
cotidiana y de ahí, merece un tratamiento aparte, el cual abordaremos en el capítulo
siguiente.
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CAPÍTULO 5
Afectividad y virtualización
Hoy el mundo vive los últimos momentos de la llamada sociedad industrial,
caracterizada por la división entre una esfera pública (asociada con el trabajo productivo y
remunerado, a la racionalidad tecnocientífica, a las dinámicas de la movilidad urbana y los
encuentros colectivos) y una esfera privada (unida a la idea de que el hogar es el lugar
preferencial de los afectos, el cuidado y la reproducción de la vida). De esa división se ha
preferenciado la esfera pública y en particular su componente productivo, al punto de que el
tiempo que se dedica al trabajo se estima como el más importante, y de allí que hayan
surgido enfermedades como el “trabajolismo”, que consiste en llevar tareas para la casa,
realizar las actividades sociales casi que exclusivamente con los compañeros de trabajo y,
por supuesto, trabajar casi todo el tiempo.
Sin embargo, esta fase industrial hoy es superada en un buen porcentaje con la
llamada sociedad posindustrial cuyos rasgos son “Un rápido aumento del sector servicios,
en comparación con el sector industrial. Un considerable aumento de las tecnologías de la
información, que lleva a la constitución del concepto de la “era de la información”. La
información, el conocimiento y la creatividad son las nuevas materias primas de la
economía, pudiéndose hablar de la revolución de la información” (Wikipedia) De estas
características nos detenemos en la que da cuenta del aumento de las tecnologías de la
información (TICs) y señalamos cómo en el flujo de la vida cotidiana surgen situaciones y
hechos nuevos como el “zapeo televisivo”, la difusión del PC, la televisión digital, la
Internet, las transacciones electrónicas, la difusión de las redes globales, los celulares, entre
otros.
Todos estos componentes, hijos de la sociedad “posindustrial”, han creado una
nueva idea de lugar, llamada por ahora los “no lugares” (término acuñado por el
investigador francés Marc Augé, ya referenciado en el capítulo anterior), pues no tienen
dimensiones tangibles, en áreas específicas, (metros, centímetros, altura) .Son lugares
virtuales donde la sensación de anonimato, de silencio, individualismo y soledad
47
acompañan el acto íntimo de la búsqueda y transmisión de información, ideas y
sentimientos. Los “no lugares” están interconectados por las llamadas “autopistas de la
comunicación” o redes virtuales al crear un engaño, introduciendo en nuestra vida una
nueva forma de percepción del espacio, al cambiar el sentido de la magnitud, nos
desenraiza de los espacios inmediatos (el hogar, por ejemplo) y nos da una idea de
ciudadanía y participación universal, pero en el que nuestro cuerpo no participa ni tenemos
real proximidad.
Sobre esto nos dice en su libro Marc Augé (p.20):
Pero el mundo, al mismo tiempo, se nos abre. Estamos en la era de los cambios en escala, en lo que se
refiere a la conquista espacial, sin duda, pero también sobre la Tierra: los veloces medios de transporte
llegan en unas horas a lo sumo de cualquier capital del mundo a cualquier otra. En la intimidad de
nuestras viviendas, por último, imágenes de todas clases, recogidas por los satélites y captadas por las
antenas erigidas sobre los techos del más recóndito de los pueblos, pueden darnos una visión
instantánea y a veces simultánea de un acontecimiento que está produciéndose en el otro extremo del
planeta. Presentimos seguramente los efectos perversos o las distorsiones posibles de una información
con imágenes así seleccionadas: no solamente puede ser, como se ha dicho, manipulada, sino que la
imagen (que no es más que una entre millares de otras posibles) ejerce una influencia y posee un poder
que excede en mucho la información objetiva de que es portadora. Por otra parte, es necesario
comprobar que se mezclan cotidianamente en las pantallas del planeta las imágenes de la información,
las de la publicidad y las de la ficción, cuyo tratamiento y finalidad no son idénticos, por lo menos en
principio, pero que componen bajo nuestros ojos un universo relativamente homogéneo en su
diversidad.
Es claro que hoy los medios audiovisuales forman parte de los equipamientos
colectivos de los espacios urbanos, así como también lo son: transmilenios, metros,
universidades, parques recreacionales, centros comerciales. Estos medios diagraman el
modo de vida en tanto unen la vida pública y la vida privada en una particular forma de
encuentro que no le genera a los seres humanos tensiones ni incertidumbres por estar con
otros.
Conceptos referenciados por Thompson, nos ayudan aún más a entender esta
tensión o dicotomía público-privado, que surge en la sociedad postindustrial, donde lo
público significa abierto o disponible al público; lo que es público, en este sentido es lo que
resulta visible u observable, por oposición lo privado es lo restringido e invisible: Así la
dicotomía público-privado tiene que ver con lo público versus lo privado, con la apertura
versus el secretismo, con la visibilidad versus la invisibilidad (Thompson, 1998, p. 166).
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Además de diagramar espacios, los medios audiovisuales reestructuran los ritmos de
temporalidad en tanto carga de propuestas e información, a través de su programación, el
uso del tiempo libre y el del núcleo cercano. Esa invasión de la temporalidad privada y
familiar crea unos espacios televisivos, en donde según encuestas, la gente pasa la mayor
parte del tiempo, lo que justifica la afirmación de los investigadores de los nuevos estilos de
la vida urbana, de que se está en presencia del desmoronamiento de lo social, de la vida
pública, el florecimiento del individualismo y el retorno a la vida privada.
Esta tendencia forzada a los espacios de cercanía y proximidad resultan importantes
para la construcción de la afectividad, pues si bien es cierto que las autopistas de la
comunicación contraen los espacios reales, tangibles y los convierten en espacios virtuales,
además, generan una sensación de movilidad sin desplazamiento, es igualmente cierto que
surge el predominio del tiempo personal sobre el espacio.
De igual forma, estas “autopistas comunicacionales” han diseminado los individuos
en el espacio y el tiempo, cambiando las condiciones de recepción y reproducción de la
información. En fracciones de segundo un mensaje puede transmitirse en todo el mundo y
generar emociones en receptores totalmente diferentes.
En este momento, vale preguntarse entonces, acerca del uso y efecto que pueden
tener los productos audiovisuales en la formación de la afectividad. Preguntarse también si
desde los medios audiovisuales se pueden crear condiciones para la construcción de nuevas
formas de comunicación afectiva, tanto para la recuperación del territorio natural y privado,
el hogar, como para el uso que se le puede dar a las mismas herramientas de comunicación
para hacer una comunicación más humana, defender la vida, denunciar lo inadecuado,
construir acciones revolucionarias, contar historias fundamentadas en la transmisión de
valores y no productos de consumo para la “comunicación de masas”, descrita por
Thompson como “un amplio fenómeno que emerge históricamente a través del desarrollo
de instituciones que tratan de explotar nuevas oportunidades aglutinando y registrando
información, para producir y reproducir formas-simbólicas, y para transmitir información y
contenido simbólico a una pluralidad de receptores a cambio de algún tipo de remuneración
financiera” (1998, p. 46)
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Con el surgimiento de las video-llamadas y por medio de internet, las familias están
lejos, pero se sienten cerca, sus afectos están virtualizados y generan el espejismo de
cercanía y conocimiento. Tomemos como ejemplo, el caso de una pareja a distancia: dicen
amarse y no tienen ningún tipo de contacto físico. ¿En qué medida el contacto es real e
importante? Cuando en este caso existe un contacto virtual y simbólico, que afecta el
corazón, el cual tiene la capacidad de producir la sensación imaginada de cercanía que
produciría de igual forma el contacto físico. Desde ahí, cada vez determinamos más el
poder y alcance que tiene la afectividad globalizada por los medios de comunicación.
Lamentablemente, y toca denunciarlo, los estudiosos del tema de la productividad
empresarial y las comunicaciones han descubierto que la afectividad puede ser de gran
ayuda para obtener más ganancias y más consumo. Por esto han diseñado estilos nuevos de
vida empresarial así como en la actualidad diseñan la publicidad buscando atrapar desde las
emociones y los sentimientos a las personas para convertirlos en consumidores no solo
potenciales sino reales.
En un ensayo publicado en la revista Athenea Digital, titulado “La virtualización de
la afectividad” (Alfama, Bona y Callén, 2005, p.6) sobre este punto de la afectividad como
objeto de mercantilización se dice:
En el mismo proceso de producción las empresas utilizan la fuerza de los afectos. Las nuevas
estrategias de dirección y gestión de personal se basan en crear la confianza y motivación de los
trabajadores y en utilizar su creatividad en beneficio de la empresa; en lugar de negarla y someterla a
un rígido control jerárquico como se hacía anteriormente. La empresa cada vez más exige a sus
trabajadoras la puesta en marcha de toda una serie de recursos y habilidades afectivas con el fin de
producir valor de forma más intensiva: el jugar al juego del trabajo en equipo y colaborativo, las
habilidades comunicativas, la sonrisa telefónica, los círculos de calidad como nueva forma de
organización de la producción o la posibilidad de personalización del lugar de trabajo van en esta línea.
Son actos de captura y canalización de esa cooperación y zonas afectivas para dirigirlas al terreno de la
competencia lucrativa
Esta contundente anotación se complementa con esta otra para dar un cuadro
sencillo y concreto de lo que significa hoy una manipulación de la afectividad más
orientada a generar ganancias, que a ubicar al ser humano como punto de referencia en su
desarrollo cualitativo, mental y espiritual. Así, hemos transitado de una economía de
producción de bienes a una economía mercantilizadora de servicios y experiencias; en la
que la vida entera, en forma de lenguaje, capacidades simbólicas y comunicativas y afectos
ha sido movilizada para una mayor rentabilidad.
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La creación de riqueza ya no se basa tanto en la explotación de recursos naturales ni en la producción
de bienes industriales de consumo, como pensaba Marx, sino en la producción de bienes simbólicos
llevados al mercado en forma de imágenes y "conocimientos". La globalización ha cambiado el lugar
de la economía política, desplazándola hacia el reino de la imagen y los símbolos. En la actualidad la
“cultura”, el mercado de bienes simbólicos, se ha convertido en la columna fundamental para la
reproducción del capital: la producción, transformación y circulación de información son el objeto de
la mayor parte de las tecnologías importantes que se introducen en la economía (Castro y Gómez,
citado en Alfama, Bona y Callén, 2005, p. 7)
Como se deduce de la anterior reflexión, la utilización de las tecnologías de la
comunicación se orientan en el marco de esta sociedad de consumo a manipular las
emociones y sentimientos queriendo fortalecer una cultura que cree simbologías o
fidelidades del consumidor en torno a un producto o marca determinada. Se trata de crear
confianzas y adhesiones afectivas frente al producto en tanto se hace creer que esto es
expresión de exclusividad, o signo de identidad social “El mundo Marlboro”, “El Club Mac
Donald”, son ejemplos de esta fidelización. Para ello, han surgido técnicas de inducción
que bajo el concepto de “marketing” tiene como propósito direccionar la voluntad del
comprador a la adquisición de productos o servicios.
Uno de los grandes retos para los productores y vendedores de mercancías y
servicios es resolver el misterio de cómo hacer que el apego a un producto se mantenga por
largo tiempo en el campo del deseo del consumidor ¿cómo lograr que el impacto se
prolongue en el tiempo, y no sea instantáneo, fugaz? La clave está en mover sentimientos,
creando sensaciones de cercanía y proximidad, y esto se logra, por ejemplo, en Facebook,
facilitando el contacto de imagen, historias, comentarios, actividades, en tiempo real,
creando la falsa sensación de cercanía y participación. Es ahí, mientras se está navegando
en los afectos cuando el “marketing” nos bombardea abierta o subliminalmente con una
batería de productos básicos o accesorios para consumir, creando la sensación de
pertenencia a través de las redes sociales.
Queda de esta manera señalado uno de los puntos complejos y tensionantes del uso
de la comunicación afectiva con fines materiales y de lucro que no son el referente por el
cual optamos. La instrumentalización descrita, es una ruta del uso de la comunicación con
fines materiales que responden a una visión económica de la función de la misma, distinta a
la función humanista y realizadora que se propone como actitud de vida y que proponemos
en las conclusiones.
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CONCLUSIONES
Manual del guerrero del afecto
Nuestra vida diaria es un intercambio de afectos. Comparativamente hablando, son
la mercancía que producimos y ofrecemos a los demás. Si nos viésemos como una empresa
podríamos decir que desde nuestro interior procesamos sentimientos y pensamientos que
luego ofrecemos en el mercado de la relación con los otros “El hombre bueno dice cosas
buenas porque el bien está es su corazón y el hombre malo dice cosas malas porque el mal
está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca” Lucas 6:45
Nuestro producto personal por excelencia es la comunicación afectiva.
Investigaciones hechas por psicólogos sociales demuestran que en el diálogo el 7% es
impacto verbal, es decir, las palabras que salen de nuestras bocas; el 38% es impacto
paralingüistico, referido al uso de la voz (tonos, inflexión, pausas, ritmos, entonación, etc.)
y el 55% es impacto visual y proxémico, vinculado al uso de la gesticulación y la distancia
(proximidad) de los interlocutores (Wikipedia)
La dimensión intíma de la comunicación, la que aflora en la interacción humana
diaria, es la que representa nuestros sentires frente al mundo y frente a los otros. Cada uno
de nosotros tiene un territorio ideológico interior desde donde hacemos lecturas de la
realidad, habitan mitos y utopías, en donde existen laberintos solo transitables por nosotros
mismos y nadie más, un territorio aparentemente racional fundamentado en lo emocional.
Con el Manual del Guerrero del Afecto, no queremos invitar a un manejo correcto
de la comunicación y la afectividad como los manuales que enseñan “Mil formas de decir
lo que usted quiere y lograr éxito”. ¡No!. De lo que se trata es de reconocer e interiorizar
como un buen hábito el uso de la comuncación afectiva como vehículo para alcanzar la
Felicidad y como herramienta para construir armonía y potenciar encuentros basados en el
amor hacia el otro.
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El formular una propuesta que haga de la comunicación afectiva una herramienta
pedagógica, es al mismo tiempo optar por una visión de vida que reconoce al ser humano,
la persona, como el centro de la atención no sólo del Estado, sino de la sociedad. Esta
visión humanista, distinta a la visión mercantilista que hoy domina el mundo postindustrial,
inspira cada uno de las metáforas que aquí se proponen.
Las Armas del Guerrero del Afecto.
Las armas del guerrero del afecto son armas livianas, fácilmente intercambiadas.
Las armas livianas tienen la ventaja de que son de manejo rápido y de fácil transportación.
En general, las armas livianas son caracterizadas por ser de expresión fulminante. Esto
incluye muchas armas automáticas (sonrisa, saludo, atención, mirar a los ojos)
Las armas automáticas y semi-automáticas (cartas, correos electrónicos, chats)
aumentan considerablemente el poder de fuego del guerrero del afecto. La desventaja de
este último tipo de arma para un hombre o mujer de limitados recursos económicos es la
dificultad en tener acceso a ellas. Hombres que están pobremente entrenados (uso
inadecuado de las TICs) convierten las armas automáticas en un desperdicio de municiones.
La experiencia ha demostrado que las armas básicas del guerrero del afecto son la
sonrisa y el abrazo sincero. Estas armas, generalmente son eficientes y fáciles de disparar
en cualquier lugar y tienen la ventaja de ser muy respetadas por el Otro. El guerrero tiene
que conocer completamente cómo manejarlas, pues su popularidad ha conducido a no
distinguir entre las fingidas y las sinceras. El abrazo y la sonrisa ideal para el guerrero del
afecto es la de calibre familiar, otros tipos de sonrisas y abrazos de diferentes calibres
pueden ser usados en el trabajo, la escuela, el barrio. Es preferible que el potencial del
guerrero del afecto permita la producción de un solo tipo de armas, para que la munición
utilizada pueda ser producida a escala industrial por medio de los medios de comunicación,
como sucede hoy en la sociedad del espectáculo.
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Las granadas de mano (los aplausos) y las bombas convencionales de humo (las
risas) pueden ser consideradas como armamento liviano, con poder defensivo para el
encubrimiento y retiro cuando las conversaciones se tornan pesadas.
Las escopetas (chistes o toques de buen humor) pueden ser útiles si son usadas a
cortas distancias. Son útiles hasta para personas con puntería muy pobre, especialmente por
la noche cuando la tensión es muy alta y la precisión en el diálogo no es de mucha ayuda.
Bazucas y morteros (chanzas, bromas) pueden ser usados en la acción social pero las
condiciones para utilizarlos tienen que ser preparadas y las personas que las van a utilizar
tienen que ser entrenadas para evitar herir la dignidad del otro. El guerrero del afecto no
debe de tratar de basar sus acciones en el uso de bromas pesadas, pues tienen serias
desventajas sobre todo cuando se está en grupo pues pueden ser herir a otros sin querer.
Las armas caseras (diminutivos y apelativos) son muchas veces tan eficientes como
las mejores armas producidas en fabricas convencionales (jefe, doctor, su señoría,
Presidente), y hasta una escopeta recortada (gesto de complicidad) es un arma buena para
un guerrero del afecto.
El papel del guerrero del afecto como productor de armas es de importancia
fundamental. Siempre se tiene más habilidad en el uso por ejemplo de la sonrisa, o el buen
humor que en la capacidad de abrazar. El activista del afecto cuida de sus armas, conoce
cómo repararlas, y en muchos casos puede establecer una pequeña pausa (una cafetería, un
bar, un jardín) para improvisar la producción de armas pequeñas y eficientes.
El trabajo de flexibilidad corporal y buen uso de los gestos es importante para no
trasmitir sensación de rigidez y bloqueo en las áreas de acción. Son destrezas básicas que
el guerrero del afecto debe de incorporar en su estilo y sello personal.
Los cocteles incendiarios (una rumbita), gasolina (una vinito) y artefactos caseros
tales como asados, sancochos, tertulias ó explosivos convencionales tales como celebración
de cumpleaños, celebración de aniversarios,(logros laborales o académicos), y municiones
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de todo tipo son necesarios para el logro de la misión del guerrero del afecto: La no
violencia.
El método de obtener los materiales necesarios y municiones será el de obtenerlos
en redes de amigos de igual sentimiento. Llevar al Otro con la fuerza de la convicción y los
signos de motivación a seminarios de crecimiento personal, grupos de meditación y
oración, clases de baile, teatro son operativos de afecto de alto valor transformador.
El guerrero del afecto tendrá cuidado de no guardar explosivos y materiales por
mucho tiempo en la caleta de la incomunicación ya que pueden causar accidentes, como
explosiones de soledad o engreimiento al tener tantas armas. El guerrero tratará de
utilizarlos inmediatamente en objetivos pre-seleccionados (la familia, los amigos, los
colegas, la pareja, los vecinos)
Las armas del guerrero del afecto y su habilidad de mantenerlas constituyen su
poder de fuego. Es decir la perseverancia, la constancia en la comunicación afectiva son la
clave de la victoria. Tomando ventaja del uso de armas y municiones modernas (mensajes
en facebook, emails, chats, blogs, medios audiovisuales), e introduciendo innovaciones en
su poder de fuego el guerrero puede cambiar muchas de sus tácticas de guerra cotidiana y
llegar más lejos.
La Formación del Guerrero
Al parecer la educación ha dejado gran parte de la enseñanza al terreno de la
cognición, al enfocar sus estudios en la memorización de conceptos, fórmulas, nombres,
teorías, fechas o al manejo de las tecnologías y herramientas de sistemas computacionales.
Pero, al fin al cabo las letras son 27 y los números solamente 10, al contrario de los
sentimientos, emociones y pensamientos que son demasiados y de difícil compresión. Las
instituciones educativas deberían apropiarse del tema de la comunicación afectiva, desde la
educación temprana hasta la profesional, especialmente en las carreras profesionales de las
humanidades, con el objetivo de construir más guerreros del afecto que profesionales. Es
55
entonces, para hacer más efectiva la acción del guerrero del afecto, que resulta necesario
incentivar una pedagogía afectiva que de cuenta de los siguientes aspectos:
a. Hacer énfasis en materias que formen de manera integral y que propicien los
encuentros con el otro, ejemplo: coaching, tecinas de las conversaciones,
comunicación asertiva, neurolingüística, poesía, inteligencia emocional y social,
etc.
b. Educación para el cuerpo: Si el poder de la comunicación está en las
protoconversaciones y el lenguaje de la corporalidad, es indispensable tener
lecciones de teatro, danza, expresión oral, locución, canto como elementos para
profundizar en el conocimiento del propio yo desde la dimensión corporal. De
hecho, dichas materias deberían ser más frecuentes que las teóricas.
c. El Trabajo Social debería ser no una opción voluntaria sino un requisito, para
sensibilizar poniendo de frente una de las dimensiones de la realidad,
incentivando la humildad, la empatía y ayuda para dejar a un lado la
indiferencia.
d. Medios audiovisuales para la vida: Replantear la estructura básica (inicio-nudo-
desenlace y sus extensiones conceptuales) para crear guiones experimentales
que le apuesten a la comunicación afectiva y transmitan y motiven a la acción.
Más que incentivar la realización de historias bien hechas audiovisualmente, es
necesario repensar los contenidos de los medios audiovisuales, buscando apelar
a la enseñanza de valores y la transmisión de mensajes trascendentales a partir
de buenos contenidos, más que aquellos superfluos y lights que siguen la
dinámica del consumismo.
e. Profesionales para la vida: Al educar profesionales formados en comunicación
afectiva y quienes a futuro posiblemente generarán los contenidos en los medios
de comunicación masivos estaremos a algunos pasos en pro de la creación de
redes de acción revolucionarias que mejoren el diario vivir.
La Caricia
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El amor como divisa y consigna son la razón para la existencia del guerrero del
afecto: ellos son la razón básica por la cual actúa y sobrevive. Acariciar con la voz y el
tacto es lo primero, pero el guerrero tiene que conocer cómo acariciar bien para poder
participar efectivamente en cualquier combate.
En la guerra de la sociedad posindustrial, caracterizada por la lejanía y las
dificultades en lo movilidad física el combate es generalmente a distancia, con armas de
largo alcance. En la guerra no-convencional, como lo es el trato social, en el cual la guerra
de caricias es incluida, el combate es a corta distancia, la proximidad es definitiva. Para
evitar su propia extinción, el guerrero tiene que disparar primero y no puede equivocarse en
su disparo. No puede malgastar sus municiones siendo una persona que utiliza los TICS
solo para conversaciones insustanciales, o que en los espacios de afecto se convierte en una
persona hablantinosa, socarrona, que genere desconfianza con sus actitudes. El guerrero
aunque tiene grandes cantidades de municiones, las tiene que administrar, porque no puede
remplazarlas rápidamente y le implica un esfuerzo usarlas.
La Prudencia
Una regla fundamental para el combate armado, es que el guerrero del afecto no
debe de disparar continuamente, utilizando todas sus municiones, llevando a dudar de su
eficacia y sinceridad. Puede ser que el Otro no esté disparando precisamente, quizás está
provocando y esperando hasta que las municiones de él se acaben. En tal momento, sin
tener tiempo para reemplazar sus municiones, el guerrero enfrentará una lluvia de fuego
enemigo (burlas, chismes, señalamientos,) y puede ser tomado prisionero del desánimo.
A pesar del valor del factor sorpresa que muchas veces hace innecesario que el
guerrero del afecto tenga que utilizar sus armas, no puede ser permitido el lujo de entrar al
combate sin saber cómo disparar. Cara a cara con el Otro, tiene que estar en movimiento
constante de una posición a otra, porque quedarse en una sola posición lo convierte en un
blanco fijo y, como tal, vulnerable.
La Eficacia
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La vida del guerrero del afecto depende de su habilidad de manejar bien las armas
para disparar y también de evitar ser blanco de ataque. Al disparar, debe tener puntería, y
para aprender cómo disparar y tener buena puntería, el guerrero tiene que entrenarse,
utilizando cada método de aprendizaje, disparando a múltiples blancos. Esto sólo lo logra
conociendo, interrelacionándose, aumentando su inteligencia social y comprendiendo cada
vez más las historias personales de los otros.
El Grupo de Fuego
Una revolución afectiva no se puede lograr con la suma de individualidades, se
necesita un mínimo de coordinación en equipo, donde todos conozcan la filosofía de la
comunicación afectiva y se pueda actuar sin presiones, de común acuerdo, aceptando las
directrices de los líderes. Considerándose entonces como parte de un grupo de fuego, los
combatientes se tienen plena confianza y esto le permite actuar en territorios como el
barrio, la comuna, la escuela, la universidad, el trabajo.
El que mejor conoce cómo manejar la ametralladora del positivismo es la persona
encargada de las operaciones. Cuando hay tareas planificadas por el comando estratégico,
(visitar un hogar donde hay violencia intrafamiliar, denunciar la violación de derechos
humanos, etc.) estas tareas toman preferencia. Pero no hay tal cosa como un grupo de fuego
sin su propia iniciativa. Por esta razón es esencial el evitar cualquier rigidez en la
organización para permitir la mayor cantidad de iniciativa posible por parte del grupo de
fuego. El viejo tipo de organización jerárquica ó el estilo del dictador tradicional no existe
en este tipo de organización.
Esto significa que, a excepción de la prioridad de objetivos designados por el
comando estratégico, cualquier grupo de fuego puede decidir en asaltar un hogar en crisis,
un colegio con rasgos dictatoriales, secuestrar un amigo o amiga deprimida o ejecutar con
risas planeadas un amigo ahogado en la negatividad, una figura rencorosa, identificada con
la destrucción del tejido social, o un espía envidioso , y puede llevar acabo cualquier tipo de
guerra psicológica en contra de un enemigo de la convivencia sin la necesidad de consultar
con el comando general.
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Ningún grupo de fuego puede permanecer inactivo esperando órdenes de la
comandancia. Su obligación es de actuar. Cualquier guerrero que quiere establecer un
grupo de fuego y empezar la acción puede hacerlo y de esta forma hacerse parte de la
organización.
Este método de acción elimina la necesidad de conocer quién está llevando a cabo
qué acciones ya que hay libre acción y el único punto de importancia es aumentar
significativamente el volumen de la actividad guerrera para desgastar el pesimismo, la
depresión, la tristeza y la falta de sentido.
El grupo de fuego es el instrumento de acción organizada. Con él, las operaciones
del comando del afecto y las tácticas son planificadas, lanzadas, y llevadas acabo con éxito.
El comando general cuenta con el grupo de fuego para llevar acabo sus objetivos de
naturaleza estratégica, para hacerlo en cualquier parte del país. Por su parte, ayuda a los
grupos de fuego con sus dificultades y necesidades.
La organización es una red indestructible de grupos de fuego, y de coordinaciones
entre ellos, que funciona simple y prácticamente con el comando general y que también
participan en los ataques; y organización que existiiopom e con el único propósito, simple y
puro, de realizar una acción humanamente revolucionaria.
Sorpresa
Para compensar por su debilidad general y falta de armas comparado con el Otro,
cargado de toxicidad emocional, el guerrero del cariño utiliza la sorpresa. El enemigo no
tiene ninguna forma de pelear en contra de esta y se torna confundido o es destruido.
La técnica de sorpresa es basada en cuatro requisitos:
a. Conocemos la situación del Otro (persona deprimida, derrotada
emocionalmente, etc.) que vamos a atacar usualmente por medio de información
precisa y observación meticulosa, mientras que el Otro no conoce si vienen en
su ayuda o quién viene en su ayuda.
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b. Investigamos la fuerza del Otro que va a ser atacado y nos aseguramos de que
no conoce nada acerca de la nuestra, al punto de creer que somos débiles.
c. Atacando por sorpresa, nos ahorramos y conservamos nuestras fuerzas, mientras
que el enemigo no es capaz de hacer lo mismo y reaccionar para atacarnos.
d. Determinamos la hora y el lugar del ataque, arreglamos su duración, y
establecemos su objetivo. El enemigo permanece ignorante de todo esto.
Conocimiento del Terreno
El mejor aliado del guerrero es el terreno, porque lo conoce como la palma de su
mano. Al tener el terreno como un aliado sabe cómo utilizar sus atajos y escondites con
inteligencia, sus puntos más altos y bajos, sus curvas, sus áreas abandonadas, etc., (los
lugares y no lugares de habla Marc Augé) tomando la ventana máxima de todo esto para el
éxito de las acciones armadas (escapes, retiradas, cubrimiento, y escondites).
El guerrero del afecto al descubrir los territorios en donde se refugia o transita la
persona a la que se quiere ayudar, puede diseñar el tipo de acciones comunicativas que
apunten a crear un cambio positivo en la persona a quien se dirige la acción. También, tiene
que tener la capacidad de comprender los cambios de escenarios afectivos en los que se
puede mover el objetivo y adaptarse con seguridad a esos cambios.
Actuando en grupos pequeños, los guerreros se pueden reunir en una hora y lugar
anticipado de antemano, planeando el ataque, con nuevas operaciones de afectividad, y
evadiendo el círculo de personas que hace difícil llevar a cabo la situación. El guerrero del
afecto ideal, es alguien que opera en su propia ciudad y que conoce completamente el
terreno y su depósito de armas.
Depósito de Armas
Piedra: Deja caer sobre el techo de la casa de tus amigos, adversarios grandes rocas
de buenos comentarios lanzados en reuniones públicas o desde algún medio de
60
comunicación, Hay que hacerlo con la fuerza de tus entrañas para que el golpe produzca
una fuerte y positiva conmoción en la credibilidad del otro.
Honda: Como pequeño David hay que convertir las manos en viento de buenas
señales desde el cual salgan gestos de afecto para vencer la inmensa rigidez de quien asume
frente al militante del afecto posturas de gladiador.
Arco y flecha: Hacer que la tensa faz, que anuncia miedos y rencores, empiece a
dilatarse al ritmo de una inesperada conversación y con puntería enviar, desde la
tranquilidad del espíritu, una saeta de delicadezas adjetivas que atraviesen la dermis del
hasta ayer, distante prójimo.
Lanza: Dirigirla mirada sin vacilaciones al blanco de la existencia del interlocutor
para que, en medio de la selva de los desprevenidos, la herida que se produzca con la punta
de las palabras atraviese sin piedad la prevención del otro y lo haga sangrar en fe, a
borbotones, hasta que nazca un arroyo de nuevas comunicaciones.
Espada: Desenvainar rápido el florete de tolerancia ante la tempestad de necedades
y, en el vestido de aire de las palabras ofensivas, hundir sin piedad la fuerza de la
comprensión al agravio pasajero.
Puñal: Ocultar bajo la capa del silencio atento, la acerada hoja del nombre del Otro
y hendirlo en el vientre de la sorpresa de quien no espera de ti habilidad en el
entendimiento de su historia personal.
Bayoneta: Sin piedad hay que salir de la trinchera de comodidades y, en silencio,
llegar hasta el campamento de tristezas de la gente que se quieres y ensártalos sin
contemplación con un ánimo de colores.
61
Pistola: Convertir el viento en cómplice de la fuerza y raudo desenfundar desde el
corazón una sonrisa luminosa que con su expansión de honda desgarre las carnes de quien
viene con espíritu pendenciero.
Fusil: Portar siempre en el morral de la palabra un chorro de humor para dispararlo
en medio de la guerra de la tristeza diaria.
Metralleta: Perseverar ante el deprimido con la frecuencia de consejos de ánimo.
Cañón: Todos deben oír la resonancia del afecto frente al ser querido. El mejor día
para hacerlo tronar es su cumpleaños.
Granada: No lo dudes: Alabar en público y criticar en privado. Las esquirlas serán
tan efectivas que la gratitud aniquilará el dolor.
Dinamita: Ponerla en el camino de las expectativas del otro con una buena
recomendación. Hazla explotar justo despertando el interés de los demás por esta víctima
de tus querencias.
Mina quiebrapatas: Un buen disco que alborote la sangre y haga de la danza un
ritual de alegrías es suficiente para mutilar la pereza y el sinsentido.
Gas: El cariño es el mejor disolvente ante la espontaneidad de la violencia.
Bomba atómica: No vacilar nunca en lanzar sobre el territorio de los que no te
quieren miles de perdones.
Bomba de neutrones: Llena el mundo de los tercos, envidiosos, rencorosos,
endemoniados y perversos con la mejor de tus oraciones. Destrúyelos desde tu luz de amor.
62
¿Para qué ser parte del ERA? Para trabajar en equipo encargándose del malestar
afectivo de la actualidad y por medio la atracción al otro, visto como hermano, ayudar. El
guerrero no puede ser indiferente y actúa utilizando sus armas, él actúa de alguna manera,
para cambiar así sea sutilmente la crudeza del entorno que lo rodea. ¡Sabe que tiene para
dar!
Entonces,
¿Quiere usted hacer parte del Ejército Revolucionario del Afecto?
63
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66
ANEXOS
Anexo # 1
La no violencia como respuesta a la violencia
El Guerrero del Afecto tiene como cualidades la iniciativa y persistencia. Su deber
es el de actuar y encontrar soluciones adecuadas para cada problema que se le presenta y no
retirarse. Todas las soluciones que toma se basan en el principio fundamental de responder
a la violencia con la no violencia. Siendo la forma adecuada y eficaz para ganar una batalla.
El Guerrero no debe entrar al juego de las provocaciones del contendiente, su reacción
serena y audaz marcará la estocada final. Debe saber cómo identificar sus estados de ánimo
y la forma en el que los mismos influyen en sus actos. El buen guerreo es ilimitadamente
paciente y siempre actúa, inclusive, bajo el miedo de cometer errores.
Permanentemente las personas que se han formado en ambientes de violencia
tienden a repetir comportamientos violentos al punto de creer que no existe otra respuesta
posible al entorno que los rodea. Traeré tres casos como referencia: el primero, el de
nuestro comandante afectivo, en quien me he inspirado al escribir este texto; el segundo, al
General del mundo y el tercero, el de una mujer viuda, desplazada por la violencia a quien
no conozco, para mostrar que la no violencia como respuesta a la violencia, genera
revoluciones y propicia cambios.
Historia de nuestro Comandante del Afecto
Pasó su infancia en un pueblo rodeado de agua, en donde las canoas y el sonido del
viento hacían música para llamar a los peces en tiempos de creciente. Su padre, un hombre
de ojos grandes y azules, dio vida a las achacadas tardes de un pueblo de las sabanas del
norte del país con sus historias de vida como telegrafista en varios pueblos del Gran
Bolívar, mientras en su casa, el olor a ñame y guandú cubría la casa de sus padres al ser
revuelto en la sopa para el almuerzo. Su hijo, nuestro comandante, se embarco en un ritmo
de vida lejos de las preocupaciones materiales. Llegó a la edad adulta sin tener casa propia,
carro o cuenta bancaria, pero él era libre y su corazón inmenso.
67
Él no sabría que su cruz y a la vez su gloria sería ser el Comandante del Afecto. Un
día después de varias incursiones exitosas en el mundo de la política, sus enemigos, verdes
de la envidia, se unieron para acusarlo de un crimen que no cometió. Nuestro Comandante
decidió huir al no aceptar los cargos que le imputaba la policía. Sabía que lo matarían.
Pasados 5 años, lo encontraron; fue llevado a un calabozo mientras se resolvía su situación
judicial. Durante 21 días que estuvo preso junto a asesinos, prostitutas, indigentes y
ladrones. Descubriría el poder de la afectividad para calmar entornos violentos, suavizar
corazones rígidos y sembrar esperanza en almas de oscuridad.
Al entrar al calabozo y escuchar detrás de sí el pesado sonido de los barrotes
cerrarse, sintió que todo acababa. Pensó “¿Cómo voy a sobrevivir?” Dos palabras llegaron
a su mente: “Abrazos” “Biblia”. Entonces diseñó cautelosamente su plan de ataque.
Doce personas debían ingeniárselas para dormir en un espacio de 9 metros
cuadrados, apiñados, estresados, resignados a la perdida de la libertad. Allí la desesperanza
y agresividad eran las musas del momento. Nuestro Comandante se levantó decidido a
pelear afectivamente y dijo “Mi nombre es Jorge Núñez, soy abogado, por si alguien
necesita” Sintió las miradas expectantes, puso su colchoneta en una plancha de cemento,
vio el televisor encendido y dijo: “Yo les cuento que me acuesto siempre a las 9 de la
noche, entonces, a las 8:30 los invito a orar, los que quieran me acompañan y al menos les
pido el favor de que apaguen el televisor cuando estemos orando” Todos desde sus lugares
rieron al unísono. Un hombre con una cicatriz que le atravesaba la cara y estaba en el
calabozo, acusado de matar a puñaladas en el rostro a una mujer, le dijo días después al
comandante de guardia “Allí hay un hijueputica maricón que los pone a rezar y luego los
abraza”. Después, el hombre de la cicatriz dijo: “Aquí nadie ora. Nadie se abraza.”
Haciendo caso omiso a sus provocaciones nuestro Comandante tomó sus armas, agarró de
la mano a algunos y comenzó a orar, como lo hizo desde la primera noche.
Minutos después al terminar la oración dijo “Los invito a compartir esa costumbre
que tenemos antes de ir a dormir: desearnos las buenas noches con un abrazo y un beso en
la mejilla” Tomó uno a uno con un cálido y sincero abrazo, diciéndoles al oído palabras de
aliento y oración. Uno a uno tiraron las armas de la prevención a la cercanía, y poco a poco
el ambiente hostil se convirtió en tranquilidad y nuestro Comandante cerró la noche
68
diciendo “La paz y la tranquilidad reine sobre nosotros” Nadie prendió de nuevo el
televisor. Todos decidieron entregarse al sueño, a excepción del hombre con la cicatriz en
la cara, quien solo atinaba a mirar extrañado al Comandante del afecto en el calabozo. La
rigidez de su cuerpo pronto empezó a darle paso a una relajación total que le daría paso a
un largo descanso. Para ser un buen guerrero nunca se puede revelar que las acciones son
conscientes y tienen propósitos fijos. Si lo hiciese crearía desconfianza en las personas que
lo rodean, al creer que todo lo que hace, es por su militancia en E.R.A. Un Guerrero no
puede decir súbitamente, sin ser parte del terreno “vamos a empezar a abrazarnos en la
mañana al despertar, para mejorar nuestra afectividad”. ¡No! el buen Guerrero simplemente
actúa en silencio, invita a sus contrincantes a participar y contagia a los demás en su acción.
Si le preguntan por qué lo hace, él dirá que es porque le nace, lo cual debe ser siempre
verdadero. Él actuará con sus armas: abrazos inesperados, declaraciones de gratitud,
reconocimientos públicos, bombas de sonrisas, metralletas de cosquillas, actos de escucha,
momentos de oración. Dichos ataques sorpresa socavan la violencia.
Orar, abrazarse e ir a dormir a las 9 pm fue rutina diaria en el calabozo. Los nuevos
que llegaban eran adentrados en la práctica. Los que llevaban varios días eran cada vez
más diestros en la expresión de sus sentimientos. Un día, el jefe de policía llamó a nuestro
Comandante del Afecto y le preguntó “¿Usted qué hizo hermano, que nadie se queja, nadie
pelea, todos están tranquilos?” Él respondió “Abrazarnos y orar”.
Cuando el Guerrero comprende que la afectividad potencia su capacidad de acción,
debe estrenarse y practicar varios tipos de pelea, así encontrará cual es la respuesta más
efectiva ante un hecho violento determinado y asegurará su supervivencia en momentos de
inseguridad.
Historia de nuestro General del Afecto.
Nuestro general nació en un pueblo sombrío, hijo de una mujer campesina y un
padre carpintero. Creció en otro pueblo sombrío. Trabajo desde niño y luego se fue desde
joven a andar por las montañas, a conocerse y conocer hasta que cumplió los treinta años.
Durante tres años, se convirtió en predicador errante, un especie de motivador moderno.
Nunca escribió un libro. Nunca ocupó cargos. Nunca fue propietario de una casa. Nunca
69
pisó una gran ciudad. Nunca viajó a más de trescientos kilómetros del lugar donde había
nacido. Nunca hizo las cosas que generalmente acompañan la grandeza. No tenía
credenciales ni diplomas. Se tenía únicamente a sí mismo. No tenía nada que ver con este
mundo, excepto el poder desnudo de su cariño por la humanidad.
Cuando aún era joven, la marea de opinión popular se volvió contra él. Sus amigos
huyeron. Uno de ellos lo negó. Fue entregado a sus enemigos. Fue sometido a la farsa de un
juicio. Fue clavado a una cruz entre dos ladrones. Sus verdugos se jugaron la única
posesión que tenía en la tierra, mientras moría: su túnica. Cuando hubo muerto fue bajado y
puesto en una tumba prestada, gracias a la misericordia de un amigo.
Veinte largos siglos han venido y han ido, y hoy Él es el centro de la raza humana y
el caudillo de la columna del progreso. Ni todos los ejércitos que han marchado, ni todas las
armadas que han sido construidas, ni todos los parlamentos que han deliberado, ni todos los
monarcas que han reinado, puestos todos juntos, han influenciado la vida del hombre en la
tierra tan poderosamente como lo hizo nuestro general usando el amor y el perdón, hace
más de 2000 años.
Historia de una mujer cabeza de familia desplazada por la violencia
Generalmente, cuando alguien nace y se construye en un ambiente de violencia
tiende a responder de manera violenta. Como acción repetitiva, el virus de las acciones de
violencia corroe en el alma de los hogares. Una madre cabeza de familia, quien es
desplazada y perdió su esposo al ser asesinado por terroristas, debe responder por 4 hijos.
Su entorno siempre ha sido conflictivo, por eso inconscientemente reacciona de manera
agresiva y sus hijos repiten el mismo comportamiento en defensa, ella no cree que exista la
posibilidad de responder de manera diferente.
Cotidianamente su ambiente familiar es tensionante, entre ellos se gritan fácilmente
y las demostraciones de afecto se reducen a la simplicidad de acciones como dejar la
comida lista, la ropa lavada, despedirse de beso, ver televisión juntos, dando por sentado
que decir “te amo” , “estoy orgullosa de ti”, “discúlpame” no es necesario, porque el otro
ya lo sabe.
70
Generalmente este tipo de grupo familiar no cree que exista otro tipo de
comportamiento. En E.R.A queremos demostrar que hay elementos distintos para resolver
conflictos, no necesariamente la realidad debe ser siempre la violencia, hay otros caminos.
Volviendo al caso de la mujer desplazada, un día empezó a cansarse de responder al
ambiente agresivo y le dijo a mi colega quien me contó el caso “¿Hasta cuándo vamos a
tener que seguir viviendo esto?” Entonces, buscó ayuda en una ONG, en donde le
enseñaron a tener confianza en sí misma y a creer en su capacidad de cambio.
Tomando provecho de la ayuda profesional, empezó a cambiar su actitud en casa,
redujo los regaños, se volvió más tranquila, comenzó a dar declaraciones de afecto a sus
hijo “Sabes hijo, me siento orgullosa de ti”, “Hijo, ¿cómo te fue? Te extrañé”, “Gracias
por ayudarme limpiando la casa” y se convirtió poco a poco en una guerrera del afecto
pues siempre que se encontraba en medio de una acción de violencia a la cual debía
responder, mantuvo la calma, pensó estratégicamente y no acumuló odio. No se dejó
seducir por la violencia, entonces cambió el ambiente familiar y sus hijos empezaron a
reaccionar amablemente mejorando las relaciones entre ellos.
Razón de la lucha
Un o una militante del Ejército Revolucionario del Afecto mantiene el brillo en los
ojos a pesar de que en la lid el destino aparentemente lo o la derribe. Él y la militante no
renuncian aunque el camino sea cuesta arriba y la faena excesiva. No se dan tregua aunque
surjan diques. No les da miedo equivocarse. Saben que esta vida es un ensayo constante en
la idea de ser mejor. Comprenden que si esta hubiera sido una vida verdadera habríamos
recibido más instrucciones acerca de dónde ir y qué hacer. Los militantes saben que lo
importante no es ser el sol sino una simple luz que alumbre ahí donde los pongan.
¿Qué estrategias afectivas podemos crear para responder a la violencia?
“Hay que comprender que la violencia da la espalda a la esperanza. Hay que dotar a
la esperanza de confianza en la no violencia. Es el camino que debemos aprender a seguir.
Tanto del lado de los opresores como de los oprimidos, hay que llegar a una negociación
71
que haga desaparecer la opresión; eso es lo que permitirá que no haya violencia terrorista”
(Hessel, 2011, p.42)
a. Creer: en sí mismo, en nuestra capacidad de cambio y de generar
revoluciones afectivas en la cotidianidad.
b. Recordar: por qué quiero a la persona con la que existe el conflicto, qué ha
hecho ella por mí, cuál es nuestro vinculo (hermanos, vecinos, madre, amigo, esposo,
novio, etc.) cuáles son los buenos recuerdos que tenemos juntos.
c. Comprender: plantear diferentes hipótesis para entender por qué se
comporta de esa manera que me molesta, qué busca con eso, es incluso consciente de que
daña nuestro ambiente.
d. Comprometerse: apersonarse de que como guerrero se tiene un papel en la
construcción de redes afectivas ya sea como integrante de la familia, compañero de clase,
vecino el barrio, colega en el trabajo, pareja, etc.
e. Interiorizar: ¿qué he hecho yo para causar en el otro X actitud, estado de
ánimo o sentimiento? el guerrero debe ser humilde para ver sus propios errores.
f. Atacar: Crear pactos de convivencia con los otros y usar las armas de la
afectividad hasta ganar la batalla, pero siempre desde la sinceridad. Pues aquel guerrero que
use las armas afectivas desde la simulación dejará de ser autentico y será detectado
instantáneamente por sus objetivos de guerra y compañeros de campaña, perdiendo la
credibilidad y poder de acción.
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Anexo # 2
Los actos Lingüísticos básicos
El lenguaje es junto con el cuerpo y las emociones uno de los tres dominios en que
se desarrolla la vida cotidiana del ser humano. La interpretación antigua del lenguaje
heredada de los griegos se sustentaba en la idea de que la realidad precede al lenguaje. El
lenguaje tiene una función pasiva que sólo describe la realidad. Al observar declaraciones
como “Está haciendo sol”, “Tengo una mascota”, ”Estoy estudiando”, los estudiosos veían
estructuras formales, sujeto y predicado, así como componentes estructurales; sustantivo,
verbos, adjetivos, artículos, pronombres, preposiciones, conjunciones, interjecciones. Sin
embargo, el avance del estudio del lenguaje ha cuestionado y superado esa interpretación
especialmente con los desarrollos de la filosofía del lenguaje, cuyos postulados se resumen
al decir de Echeverría (2005, p. 20) siguiendo las huellas de Jhon R Searle, en estas tres
afirmaciones:
1. Interpretamos a los seres humanos como seres lingüísticos.
2. Interpretamos al lenguaje como generativo.
3. Interpretamos que los seres humanos se crean a sí mismos en el lenguaje y a través
de él.
De lo anterior se destaca el punto 2, que indica que el lenguaje no sólo describe una
realidad, sino que también desde él actuamos. A partir del lenguaje creamos realidades,
abrimos posibilidades, formulamos promesas, juicios, entre otros. Desde el lenguaje se
puede transformar el mundo, se deja, entonces, una huella definitiva sobre nuestra realidad.
Este hallazgo o propuesta de Searle y Echeverría será definitiva a nivel de la comprensión y
valoración de la comunicación y por ello es asumida como criterio nuclear en esta tesis,
haciendo énfasis en la idea de la interpretación generativa del lenguaje, reconociendo su
capacidad de creación y potenciación de realidades.
Para comprender mejor la propuesta resulta pertinente valerse de la clasificación
propuesta por Echeverría de los Actos Lingüísticos Fundamentales:
1. Afirmación
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2. Declaración
4. Oferta + Declaración de aceptación
3. Promesa
5. Petición + Declaración de aceptación
Echeverría empezó por la descripción de las afirmaciones cuando se puede sostener
que la palabra debe adecuarse al mundo y que, el mundo es el que conduce a la palabra. Los
seres humanos hacemos descripciones del mundo partiendo de nuestras observaciones,
acerca de eso hay que aclarar que se afirma dependiendo de las tradición de distinciones
que se tenga, y estas son diferentes de una persona en otra.
Al compartir lo que se observa, no se puede suponer que lo que una persona ve, es
la realidad para todas las demás. Las descripciones dependen de factores biológicos,
ejemplo: hay personas que no pueden comer cosas frías, pues son hipersensibles. Si alguien
preguntara “¿Está frío el helado?” la respuesta es “no”, y ¡vaya sorpresa! al comer el helado
se le destemplaron los dientes al que lo comió. También, depende de la tradición de
distinciones: un paracaidista sentirá diferentes corrientes de viento en comparación a una
persona que no es paracaidista. Las afirmaciones son las observaciones que se hacen del
entorno.
Ahora, dichas afirmaciones pueden ser verdaderas o falsas. Son verdaderas en
cuanto a que se puede proporcionar un testigo, una prueba o simplemente la confianza. Al
decir: “Está haciendo calor” si otra persona no lo piensa así dirá: “no, yo siento frío”,
entonces la afirmación no es verdadera, pero tampoco es falsa, ya que depende de las
observaciones acerca del entorno. Lo anterior viene al hecho de corroborar la subjetividad
hasta en actos básicos como lo son las afirmaciones.
Por otro lado, una afirmación es falsa, cuando las pruebas, testigos, confianza,
hechos o comunicación no verbal demuestran lo contrario. Un esposo le dice a su mujer:
“estuve ayer todo el día en el trabajo” pero la mujer llamó a la empresa y le dijeron que su
esposo nunca fue. La prueba y el testigo muestra que es una afirmación falsa. En cuanto a
los hechos, si el esposo dijo eso y la mujer fue a su trabajo y no lo encontró, los hechos
muestran que es falso de nuevo. Por último, si la esposa lo conoce lo suficientemente bien y
el hombre es malo para decir mentiras, ella lo notará, por un sistema de códigos no verbales
74
interpretables, como la mirada perdida, el tono de voz nervioso, evasión del tema, manos
sudorosas, en fin. Después de todo lo anterior, puede resultar que él no estuvo en el trabajo,
porque se fue a comprar un gran regalo para su mujer debido a su aniversario. Cómico
¿no?, pero aunque la intención es buena la afirmación no deja de ser falsa y para la próxima
vez, cuando él vaya a afirmar, su esposa tendrá algo de desconfianza.
La calidad de la afirmación también se da por la influencia de los estados de ánimo
en ella. El ser humano hace observaciones dependiendo de su filtro perceptivo y su estado
de ánimo. Un sujeto X puede estar viendo una casa hermosa enfrente de sus ojos, pero lo
que nota es que el césped no ha sido cortado hace días, ya que su filtro perceptivo puede ser
negativo, él es ese tipo de persona que ve siempre lo negativo o quizás, es la casa de su
enemigo ó él se siente mal en ese momento y al ver la casa, ve el césped sin cortar en vez
de la arquitectura, los colores. Puede que la afirmación sea verdadera pero estuvo mediada
por su estado de ánimo.
Diferente a las afirmaciones, es el acto lingüístico de las declaraciones, en donde
no se habla acerca del mundo sino que se crea un nuevo mundo. A partir de estas se ve la
capacidad generativa del lenguaje, en tanto que transforma la realidad.
La acción de hacer una declaración genera una nueva realidad, algo conocido como
el poder de la palabra. Un sacerdote o juez dice a la pareja: “los declaro marido y mujer”
después de esto, crea una nueva realidad, están casados. El juez dice: “lo declaro culpable”
Significa que la persona debe pagar una pena, sea ella inocente o no. Un amigo pretende a
su mejor amiga y le dice: “Estoy enamorado de ti, ¿quieres ser mi novia?” La realidad
cambia para los dos, ella debe responder y decidir que comportamiento tener de ahora en
adelante, pues la realidad se transformó.
Las declaraciones dependen en gran medida del poder o autoridad; radica en la
capacidad de hacerla cumplir, como ejemplo, el juez, tiene el poder de enviar al acusado a
la cárcel, pues la sociedad lo ha delegado como representante de la ley y tiene autoridad
para hacerlo.
A diferencia de las afirmaciones, las declaraciones pueden ser válidas o inválidas,
dependiendo de la autoridad que tiene la persona que la hace y esta misma persona se
75
compromete al hacer la declaración, al tener que sostener el poder que tiene para hacerla
cumplir.
Las anteriores declaraciones se fundamentan desde la autoridad formal aceptada por
un conjunto de leyes y normas sociales. Más allá de estas declaraciones, están las que
Echeverría llamaría declaraciones fundamentales en la vida, basadas en la dignidad humana
o más claro aún, en el ámbito de la autoridad personal, ellas son:
1. La declaración del “no”
2. La declaración del “sí”
3. La declaración de ignorancia
4. La declaración de gratitud
5. La declaración de perdón
6. La declaración de amor
La declaración del “no”
Es aquella en donde el individuo hace valer su derecho a no aceptar el estado de
las cosas que le rodean y las demandas que otros pueden hacerle. Es entonces, el derecho a
escoger. Sin embargo, hay varios tipos de “no”. Aquel “no” que re-dignifica, creando
confianza en sí mismo al oponerse a algo que perturba, oprime o no va con los principios
personales y genera que el estado de ánimo positivo se renueve constantemente, ese es el
“no liberador”. Opuesto a éste el “no esclavizador” para aquellas personas que ven el
mundo con lentes oscuros y tiene un una actitud negativa frente a todo.
En el ambiente de E.R.A (Ejército Revolucionario del Afecto) la importancia de
decir “no” en la vida cotidiana, desde el ángulo liberador, es de alto valor. Basándose en el
principio y defensa de la dignidad humana, cada vez que se quiera decir no y no se haga,
se verá comprometida la dignidad. Aunque, en el terreno de dar afecto, muchas veces el
Guerrero debe estar en disposición de sacrificar sus predisposiciones en pro de una misión,
no significando esto que va comprometer su dignidad.
Formas sutiles de violencia como apodos agresivos entre estudiantes de los
colegios, chismes o exclusión entre colegas, que sean aceptados en el entorno que frecuenta
el Guerreo, debe ser atacados con un “no” ya que el que está en desacuerdo y se queda de
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brazos cruzados está siendo cómplice del pisoteo de la dignidad. La acción del guerrero
debe ser contagiosa, para conseguir más aliados. Un ejemplo claro: en la actualidad, los
problemas de violencia intrafamiliar son frecuentes y algunas veces atemorizantes. Pero,
aquellos problemas invisibles y aparentemente irrelevantes, como aquel profesor que se
refiere todos los días despectivamente hacia el estudiante más desordenado o menos hábil.
Son formas sutiles de violencia, que traen consigo traumas para el afectado y porque no, en
un futuro, más violencia. Es a ese tipo de acciones a las que el Guerrero de Afecto debe
decir:¡no! Indignándose desde lo más sutil hasta lo más grande.
Especialmente en los espacios como la escuela, la casa, el barrio, se puede construir
espacios afectivos que se conviertan en entornos protectores. Si se tiene respeto y amor a sí
mismo, se tendrá de igual forma respeto hacia los demás. Se comprenderá que algunas
veces hay débiles o desfavorecidos, quizás puede ser el vecino, pero dependiendo de cómo
se viva la declaración de “no”, se establece una forma de vida. Es claro, que para ser
Guerrero, debe empezar por las guerras más severas, las interiores para luego así, decidir
ayudar a los demás.
Una de las estrategias para ejercer la declaración del “no” es conocer el terreno,
ganar la confianza de la víctima o el victimario y de manera afectiva y elocuente motivarlo
a primero, aceptar su error, el cual puede ser por desconocimiento de que se está haciendo
algo malo o de manera inconsciente. Muchas veces una madre está atacando a su hijo
frecuentemente, diciéndole “mire, es que usted no aprende, es muy bruto, tiene que
estudiar” sin saber las consecuencias que trae consigo aquello. Ella posiblemente lo hace
porque esta preocupada por las malas notas de su hijo y así lo hicieron con ella sus papás,
entonces está repitiendo algo. Si el Guerrero, es la victima, puede decirle cuantas veces sea
necesario y de manera no violenta, ojalá cariñosa ya que su valor es la persistencia y su
estrategia el cariño “Basta mamá, me estas agrediendo”. Para por último hacer un acuerdo
de muto respeto con el atacante (su madre) “si me das más tiempo y dejas de juzgarme,
mejoraré académicamente” Es creando pactos mínimos de convivencia en los entornos
cotidianos, como se puede asegurar el respeto a la dignidad de todos.
La declaración del “sí”
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Actuar de acuerdo a la declaración del Sí, determina la personalidad. El “sí” es un
acto derivado que surge de una interacción ya sea con la naturaleza, con otros ó consigo
mismo. Al reducir la declaración del “sí” al dominio de la interacción con lo otros, se
provocan nuevas búsquedas, nuevas posibilidades, estados de ánimo, entre otros. Es de
alguna manera generar quiebres que dinamizan las relaciones, entendiéndosela idea de
Quiebre, según Echeverría, como “una interrupción en el fluir transparente de la vida”….
“Aquello que antes nos era transparente emerge ahora en nuestro campo de atención,
tomamos conciencia de ello y concita nuestro pensamiento”
(p.110)
Por otro lado, decir “sí” es de sumo cuidado, ya que compromete la confianza de los
otros hacia nosotros mismos. Claramente, no se puede considerar como principio, al pensar
que a todo se le debe decir sí, por miedo a ser rechazado socialmente
En una sociedad de bloqueos, negaciones, exclusión, desigualdad e indiferencia el
atreverse a decir sí, sin temor a ser juzgado, se puede convertir en una oxigenación para el
intercambio de opiniones y sentires. Luchando contra esas actitudes mentales generalizadas
que cree que a todo se dice “No” y por ello no arriesgan la búsqueda. Lograr que digan “sí”
es un elemento revolucionador. De ahí que el Guerreo debe lograr esas declaraciones
positivas para sus objetivos y de igual forma patrocinar el “sí” en su entorno para generar
nuevos estados de convivencia.
La declaración de ignorancia
Aceptar que no sé sabe es considerado como una afirmación, sin embargo, al
decirlo, se abre un mundo de posibilidades, es por ello que es vista como declaración.
Siendo crucial para posibilitar el aprendizaje, decir “no sé” demuestra que se es humilde,
humano y se está dispuesto a aprender y recibir ayuda de los demás.
Una persona que considera que todo lo sabe, se cree que es autosuficiente y estima
que no puede aprender de nadie más y su posición es de egolatría, se bloquea en la
comunicación con los demás. Se plasma en la famosa frase que dicen los Padres a sus hijos
“usted le va a enseñar a hacer hijos a su Papá” o los jefes a sus subalternos “Los pájaros
tirándole a las escopetas” creyendo que la autoridad es sinónimo de sabiduría. Es aceptando
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la humildad como punto de partida para el dialogo y sintiéndose como una persona en
construcción, dejando a un lado el estado de ánimo de egocentrismo y soberbia se puede ser
Guerrero del Afecto. Igualmente, interpretando al querer atacar con afectividad a alguien,
su estado de ánimo, se facilitará la comprensión de la actitud de la persona y haciendo un
buen análisis del terreno y siendo insistente, se quebrantarán las altas barreras del
egocentrismo, para poder generar revoluciones desde lo simple que cambien el día a día.
La declaración de gratitud
Decir “gracias” según Echeverría consiste en una posibilidad de celebración de todo
lo que la vida ha proveído y de reconocer a los demás por lo que hacen y significan en la
vida de cada uno. Su poder es generativo en gran medida, al aceptar y reconocer en el otro
el bien hecho. No hacerlo, traerá consigo que las relaciones se debiliten.
El acto declarativo de agradecimiento no es sólo hacia las otras personas, es hacia el
ser mismo, ayuda a engrandecer el alma y ratificar la satisfacción que produjo cierta acción
realizada. Al hacerse, se potencializa la capacidad de acción y la construcción de la vida.
Muchas veces, especialmente en la familia, se olvida decir gracias, al considerar
ciertas acciones como obligaciones, por ejemplo, el hijo olvida decir “gracias” a su padre
por la plata que le dan para la semana. La esposa olvida decirle al esposo “gracias” por irla
a recoger al trabajo o él esposo olvida decir “gracias” a su mujer por el almuerzo que le ha
preparado. El acto declarativo de gratitud constante y sincera reconoce la actitud del otro y
se convierte en una cuota de retorno que se acumula para el momento en que se vaya a
requerir la ayuda de los demás.
Decir “gracias” asegura la supervivencia y el estar ahí de los demás para nuestras
necesidades. Una de las armas del Guerreo del Afecto, es decir “gracias” y reproducir esta
actitud en los demás como virus a manera de campaña en sus espacios cotidianos. Un
persuasor de la actitud de gratitud, ya que la palabra GRACIAS es el mantra de la amistad,
mueve frecuencias y revoluciona la cotidianidad.
La declaración del perdón:
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Al contario del agradecimiento esta el perdón, el cual se realiza cuando no se
cumple con aquello que se prometido o cuando las acciones realizadas, hicieron daño o
decepcionaron a otros. Pedir perdón es hacerse responsable de las propias acciones.
Perdonar es aceptar y en el otro, la posibilidad de equivocarse, liberándose del eslabón del
rencor y liberando al otro, del eslabón de la vergüenza.
Existen tres tipos de perdón: “perdóname” “te perdono” y “me perdono” sin
importar la respuesta del otro o la capacidad de auto-perdón. El hecho de hacerlo es una
revolución interior, una liberación del alma que facilita la convivencia con los demás y
especialmente, activa el poder generativo al crearse un mundo lleno de posibilidades para el
cambio.
Otra de las destacadas banderas del Guerrero del Afecto es el perdón. Declarándole
la guerra a aquellos estados de ánimo que no facilitan la interacción con los demás,
atacando con sus armas el resentimiento propio, sepultando el rencor, dejándolo en el
olvido. Puesto que para generar actos revolucionarios, es necesario que su corazón este
limpio.
Para ejemplificar, es el caso del Guerrero que ha sido constantemente agredido
verbalmente por su hermano. Primero, debe entender el por qué lo hace, cuál es la
verdadera intención, perdonarlo y detener la reacción violenta o de sumisión que había
venido teniendo, para atacar con armas de amor, aquel que durante mucho tiempo le ha
hecho daño. Pero, esta guerra tomará tiempo y no se sabe si se ganará, aunque queda la
certeza de que se intentó, se luchó, sólo con eso se es ganador y se acribillará la memoria
esclava de pensamientos negativos que indisponen el estado de ánimo y disminuyen la
potencia de acción.
La declaración de Amor:
Todos los seres humanos pertenecemos a diferentes tipos de asociaciones, desde allí
se construyen redes simples o complejas, pequeñas, grandes, sólidas o precarias propio de
esa condición de sociabilidad del ser humano y que surgen desde el momento mismo del
nacimiento al entrar en interacción con los demás. No obstante la variedad de esos
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escenarios de ejercicio de la comunicación hay unas interacciones personales más próximas
para expresar los sentires íntimos del ser frente a los objetos, las personas y el mundo que
constituye la cultura en todas sus dimensiones. Esos escenarios más próximos son los del
núcleo familiar directo: padres e hijos, abuelos hermanos, tíos, primos. Allí por la
existencia de lazos de sanguinidad, proximidad física, frecuencia en el trato, temporalidad,
surgen lazos que facilitan el intercambio comunicacional que dan paso al nacimiento de la
afectividad.
En estos espacios, el flujo de la comunicación diaria se enriquece si la misma se tiñe
de trasparencia, esto es, si la sinceridad, la apertura, la ausencia de miedos, la franqueza
dominan el intercambio de quienes danzan con las conversaciones. Este estado de ánimo de
confianza mutua permite expresar sin cortapisas los sentimientos. Aquí en este espacio
básico es donde se privilegia la declaración de Amor, del decir “te quiero”, “te amo”, por
cuanto con ella se compromete toda nuestra intimidad y nuestra capacidad de respeto y
compromiso con el otro.
Lamentablemente no es así. Esta declaración no opera espontáneamente. Por el
contrario se oculta. Hay hijos que dicen. “No. A mi mamá no le digo que la quiero porque
ella lo sabe” “Eso se supone” y también los padres presuponen que los hijos saben que se
les quiere porque a ellos se les da alimentos, los que algunos llaman “cariño de harina” o
porque les dan ropa, techo y educación. Se termina confundiendo la función de proveer
bienes físicos con la expresividad del afecto, cuando este tiene otra naturaleza como es la
de ser un acto donde se involucran tanto la emoción con toda su carga de intimidad y el
lenguaje verbal o no verbal.
La Oferta
Declarar el Amor, es comprometer toda la individualidad al servicio de una relación
con la persona que escucha la misma. Nos saca de nuestras fronteras y tiende puentes con
otra persona para caminar juntos en la construcción de nuevos mundos. Para un miembro
de Era decir te quiero es desnudar el alma. Es un reto para construir mundos de
entendimiento y convivencia mayores. En la declaración del Te amo, el ser humano se
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entrega conscientemente a otro con quien quiere construir la mayor expresión de la
afectividad que es la convivencia espontánea.
Otro de los actos lingüísticos básicos
La promesa (Ofertas y peticiones)
Entendida como el Acto lingüístico que permite coordinar acciones con otros y esto
crea un lazo preciso entre quien hace la promesa y quien la recibe. No es posible que exista
una promesa sin el vínculo del otro como contraparte que acepta. Echavarría precisa así la
estructura de la promesa (Echeverría, p. 93):
El acto de hacer una promesa comprende cuatro elementos fundamentales:
- un orador
- un oyente
- una acción a llevarse a cabo (esto es, algunas condiciones de satisfacción),
- un factor tiempo.
De lo anterior se deduce que no es un acto comunicacional simple sino complejo.
De varios momentos. Uno el que tiene que ver con la declaración de quien promete. El otro
el que la escucha y acepta. Otro, cuando se cumple la misma en los términos y en el tiempo
indicado. De darse solo el primero sería una declaración. Por eso la complejidad de la
promesa supone niveles de mucha responsabilidad pues quien la hace hipoteca o condiciona
la confianza ante quien la escucha.
Este condicionamiento puede operar en dos direcciones al cerrase el ciclo de la
promesa. El primero positivo. Se aumenta la fe de quien recibe en la autenticidad de quien
ofreció algo. Aumenta la confianza de quien pidió (petición) y se le cumplió. El segundo
negativo. Se escuchó la promesa, se aceptó pero no se dio cumplimiento a ello. Así las
cosas se resquebraja la confianza, la fe y en consecuencia se afecta la calidad de la
comunicación entre las partes involucradas a futuro.
La doble cara de las promesas Pedir y Ofrecer encierra actos voluntad muy
importantes. Quien pide no se humilla. Sale de si hacia otro en quien de alguna manera
confía y puede provocar una respuesta de ayuda. Es sano pedir ayuda en tanto se expresa
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una carencia ante otro a objeto de crear nuevos mundos de convivencia. Si la ayuda no es
atendida, ni admitida, sin válidas razones esta situación traza un horizonte en la relación
que permite a quien la solicita saber su campo de posibilidades de interacción. Si se logra
ello compromete al solicitante en una relación de gratitudes y afectos mayores. De ahí el
carácter iluminante o esclarecedor de Pedir ayuda y de ofrecerla.
Para un guerrero del afecto instaurar la petición de ayuda y de ofrecerla implica
haber alcanzado grados de apertura y realización personal