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® 18 de enero de 2015 Cultural Ayúdame a Los lectores buscan claves para dar sentido a un mundo desconcer- tante en la filosofía, la política o la ciencia. Páginas 8 a 11 entender

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®

18 de enero de 2015

Cultural

Ayúdame a los lectores buscan

claves para dar sentido a un mundo desconcer-

tante en la filosofía, la política o la ciencia.

Páginas 8 a 11

entender

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Domingo es un magazine semanal. Impreso en los talleres de Editora DEMAR, S.A. de C.V., ubicados en la calle Matías Canales No. 504, Código Postal No. 88620, Col. Ribereña, Apartado Postal No. 14, Cd. Reynosa, Tam. [email protected]

DIRECTOR GENERAL orlanDo tomás DeánDar martínez

[email protected] Adrián Altamirano Jaime

[email protected]

DISEÑo Mariela olvera

apartado postal 14

Nos interesa saber sus comentarios, por lo que lo invitamos a que nos envíe sus correos electrónicos con sus opiniones de lo ya publicado y sugerencias de temas que le interesen.

Cultural®

Esperamos sus comentarios en los correos electrónicos: [email protected]

2Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 PSICOlOGíA

Por Raimón Samsó

Todos ejercemos una influencia en nuestro entorno más cercano. Pero es una relación bidireccional, de doble influencia. Por lo común, las personas apelan a su fuerza de voluntad para rendir más. Pero el ambiente es como una palanca en la que podemos trabajar para con-seguir más resultados con menos esfuerzo.Los contextos en los que nos move-mos pueden ser unos grandes aliados o unos grandes enemigos. Veamos qué son, cómo afectan y cuáles son los mejores para reforzarnos en lo personal y en lo profesional. Se pue-den agrupar en tres categorías:Materiales. Los lugares donde se vive y se trabaja, el barrio y el vecindario, la tecnología, el automóvil o el ajuar doméstico.

La de los entornos- Las personas y las cosas que nos rodean provocan un efecto en nuestro bienestar- Saber modificar un contexto nocivo es una buena opción para vivir mejor

influencia

Personales. La familia, la pareja, los amigos, los compañeros de trabajo, los conocidos, el contacto en las redes sociales, los horarios y los hábitos.Mentales. Las creencias, los paradig-mas, la formación e información, la religión o los condicionamientos.Todas estas circunstancias pueden jugar a favor o en contra de uno, ser un motor que propulse nuestra vida o un ancla que la hunda. Un entorno colabora o compite. Inspira o deprime. Nutre o enve-nena. Obviamente también existen entornos neutros, pero por esa misma razón hay que evitarlos tanto como los que nos perjudican. No es posible prescindir de los ambientes, pero sí elegirlos cuidadosamente teniendo en cuenta sus efectos. Los entornos materiales y personales son visibles y evidentes, aunque tal vez no sus efectos. Otros son más sutiles, pero

tan influyentes. Todo influye en todo y nadie puede aislarse del con-texto inmediato sin recibir de él su influencia.Delegar en el entorno significa no tra-tar de hacerlo todo por uno mismo, sino aprovechar las influencias posi-tivas externas para reforzarse.El lugar donde una persona vive ejer-ce una influencia enorme en ella: le da energía o se la quita. Seguramente un pequeño piso ordenado, decora-do de manera minimalista y con luz abundante es suficiente para nutrir a quien vive en él. No es un tema de

dinero, de pro-piedad o de lujos.

Es cuestión de que cualquier cosa

que entre en casa sea muy apreciada y esté en

coherencia con el resto de objetos y con la persona que habita la vivienda. Tener menos cosas sig-nifica contar con más espacio y más claridad mental. La luz y el orden ejercen una influencia en la mente. Deshacerse de objetos que no se usan es una prioridad, y cambiar de vez en cuando la disposición de los muebles en casa es un divertimento muy motivador.La luz y las vistas desde las ventanas

“Hay esencialmente dos cosas que te harán sabio: los libros que lees y la

gente que conoces”. Jack canfield.

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318 de enero de 2015 / el mañana / DomingoPSICOlOGíA

Para conectarnoslIBROS

w‘Cómo ganar amigos e influir sobre las personas’Dale Carnegie

w‘Feng Shui para Occidente’Terah Collins

PElíCUlAS

w‘Malas compañías’Joel Schumacher‘El guerrero pacífico’Víctor Salva

“El gran peligro de estar alrede-dor de gente no excelente es que empiezas a vol-verte como ellos sin siquiera darte cuenta”. Robin ShaRma.

¿Quién le está influyendo?“¿Con quién pasa más tiempo? ¿Quiénes son las personas que más admi-ra? Jim Rohn me enseñó que nos convertimos en una combinación de las cinco personas con las que pasamos más tiempo. Rohn decía que podemos adivinar la calidad de nuestra salud, actitud e ingresos con tan solo mirar a las personas que nos rodean. Con el tiempo empezamos a comer lo que comen, hablar como hablan, leer lo que leen, pensar lo que piensan, ver lo que ven, tratar a la gente del mismo modo, incluso a vestir igual que ellos. La influencia es muy sutil, es como estar tumbado en una colchoneta infalible en el mar. Crees que flotas y permaneces en la misma posición, hasta que miras y te das cuenta de que una corriente moderada te ha desplazado 800 metros de la costa”. El efecto compuesto, de Darren Hardy.

son tanto o más importantes que la vivienda en sí o su superficie. Elegir el entorno donde uno va a pasar su vida cuenta mucho, pero, por desgra-cia, cuando las personas compran o alquilan un apartamento se fijan en los metros, el precio o los servicios antes que en la tranquilidad, la luz, las vistas o la ausencia de repetidores de telefonía móvil. Lo que hay fuera de la vivienda es tan importante como lo que hay dentro.El lugar donde se trabaja y en el que se pasan tantas horas al día también es importante. Influye en el rendimien-to del trabajo y en la felicidad de las personas. Muchas veces uno carece de la capacidad de cambiarlo, pues las oficinas o instalaciones son las que son. Pero a menudo podemos influir en mejorarlas de alguna manera; y si no es así, siempre está en nuestra mano dejar un trabajo cuyo entorno es insalubre, nocivo, molesto, desa-gradable, tóxico, incómodo o desmo-tivador. Es decir, si no podemos cambiar un entorno de trabajo gris, siempre podemos cambiar de empleo. Un sueldo no lo justifica todo. Como en el caso anterior del apartamento, muchas veces nos equivocamos al valorar más el sueldo, las vacacio-nes, los ascensos o la cercanía que el entorno de trabajo en sí.Las personas más beneficiosas en el entorno personal son aquellas que sonríen, no se quejan, no se sienten víctimas de nada, están automoti-vadas, son positivas, se esfuerzan, viven en la coherencia, inspiran paz y bondad, aprenden y se forman. En definitiva, las que tienen una mentali-dad ganadora. Relacionarse con gente positiva es una receta para la felicidad que no siempre se tiene en cuenta.Muchas veces, las personas que no hemos elegido, pero que forman parte de nuestros círcu los (familia políti-ca, compañeros de trabajo o vecinos), parecen una imposición imposible de eludir. Tal vez no podamos decidir si for-man parte de nuestra vida, pero sí tenemos la capacidad de minimizar su efecto, e incluso de evitar su trato si su influencia es muy negativa.La influencia de las personas es invi-sible y silenciosa, se acumula con el tiempo, pero sus efectos acaban

siendo muy visibles a la larga. Cada amigo o conocido deja una huella, una influencia mayor o menor. De hecho, acabamos pareciéndonos mucho a las personas que más tratamos. Deberíamos preguntarnos: “¿Quién me está influyendo más?”.A veces conservamos la amistad de algunas personas solo porque en el pasado fuimos amigos y nos sentimos empujados a seguir siéndolo. Pero la gente cambia con los años, y es lógico que las amistades también cambien, sin obligaciones morales o deudas de amistad autoimpuestas. No se trata de no quererlos, sino de no frecuen-tarlos tanto y a la vez hacer espacio para compañías diferentes. Cambiar de entorno personal siempre conlleva variaciones individuales y profesio-nales. Si buscamos modificar nues-tra vida, será necesario un cambio de amistades o, como mínimo, un ajuste de los círculos sociales.No tener esto en cuenta puede traer consecuencias desagradables a largo plazo. ¿No es extraño que descuide-mos con quién entramos en contacto y, sin embargo, para nuestros hijos e hijas exijamos colegios y amistades beneficiosos?Todos somos conscientes del gran valor que tiene el pensamiento en la vida. Es nuestro “cuadro de man-dos”, y siendo tan conscientes de esa importancia parece mentira que lo tengamos tan descuidado y tan poco “afilado”. Mucha gente vigi-la escrupulosamente lo que come cada día: calorías, nutrientes, calidad y cantidad. Cuidan su cuerpo, pero descuidan el alimento de su mente. ¿No es una incoherencia? El tiempo promedio que dedica una persona al cuidado del espíritu es exactamente cero segundos al día. Increíble.Deberíamos cuestionar el “mate-rial” que permitimos que entre en contacto con nuestra mente, como publicidad, noticias, ideas, creencias, informaciones… Todo eso puede ali-mentar o envenenar la mente. O la expande, o la contrae.Hay mucho que podemos hacer para nutrir el pensamiento: lecturas ins-piradoras, meditar unos minutos al día, relajar la mente en el silencio cada jornada, aprender cada día algo nuevo, cuestionar creencias inútiles o contraproducentes que nos limitan,

ejercitar la imaginación y la creativi-dad o incluso elegir un vocabulario y unas expresiones que nos sienten bien mientras rechazamos las que nos perjudican. La lectura es una de las mejores formas de alimentar la mente. Una hora al día es bastante para que esta se exponga a nuevas ideas y entre en contacto con autores de culturas y mentalidades diferen-tes. Leer es el gimnasio del espíritu. Resulta incomprensible que los índi-ces de lectura del país sean tan bajos cuando es el ingrediente que más necesitan las personas para su éxito personal y profesional. Todos somos el resultado de la media de los libros que hemos leído en nuestra vida. Por poner un metáfora, lo que distingue a una persona que lee de una que no lo hace es semejante a la diferencia de velocidad que hay entre un jet a reacción y una patineta.

Cuando una mente se expande y cambia de paradigmas, ya no vuelve a su tamaño anterior y sus posibili-dades aumentan en consecuencia.

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4Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 ECONOMíA

¿Qué estudiarán los que hoy son bebés?

gEstor dEl caos, sastrE dE nanotEjidos... trabajos quE aún no ExistEn pEro usan las matEmÁticas y la imaginación, los ElEmEntos quE construyEn los EmplEos dEl futuro

La faMiLiaridad con la tecnología es una baza a Favor de los más jóvenes.

Por Miguel Ángel García Vega

Todas las palabras de este reporta-je podrían estar equivocadas. O no. Porque nadie puede acertar el futuro. Pero sí imaginarlo. “El 70% de los bebés actuales trabajarán en profesiones que aún no se han inventado”. La frase de Abel Linares, exalto ejecutivo de Terra, ha resonado en la prensa durante las últimas semanas. Un eco profundo que encara algunas preguntas. ¿Qué ocupa-ciones darán trabajo en cinco, diez ó 15 años? Los niños de ahora, ¿qué serán en el mañana? ¿Qué imagen tendrán

esos puestos que estos días ni siquiera tienen nombre?La incierta lógica de la bola de cristal revela que esos nuevos desempeños girarán en torno a la robótica y la tecno-logía (miniaturización, mundo cuántico, nanotecnología), la demografía (enveje-cimiento), la salud (cirugía a distancia), la preservación del medio ambiente, las energías alternativas y todo este univer-so del big data y el análisis de la infor-mación (data mining). Pero este es un futuro previsible. Busquemos otro.En tiempos de emprendedores, uno de los más importantes, Rodolfo Carpintier,

observa más lejos e imagina un mundo de sastres de nanotejidos, analizadores de modelos de negocio para inversores (“tendrán poco que ver con los analistas actuales, ya que deberán ser científicos y pronosticar el futuro de esos negocios”, describe el business angel) y presenta-dores holográficos en 3D capaces de “estar” al mismo tiempo en varios sitios.Este planeta suena lejano, pero también lo parecieron en tiempos los pilotos de aviones no tripulados o los diseñadores de prótesis en 3D, y ya están ahí. Como si lo hubiera imaginado Isaac Asimov. “Las profesiones serán mutantes, la

evolución de la experiencia, más que hacer experto a quien las practique, lo transportarán a nuevas prácticas y desempeños”, aventura Antonio Flores, consejero delegado de la consultora Loop New Business Models. En este paisaje desconocido aparecerán los “productores de conceptos”. Personas especializadas en “hacer que las cosas pasen”, en estructurar las oportunida-des para ser explotadas. A la vez surgirá —según Flores— su reverso: profesio-nes basadas en la prevención. O sea, “evitar que los problemas sucedan”. Prevenir en la salud, la seguridad, el

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ESPERANZA PARA lAS hUMANIDADES

Y entre tanto número, ¿qué será de las palabras? Pues hay buenas noticias para el magullado periodismo. Nacerá una profesión que deberá saber discriminar y ordenar —en un espacio saturado de información— los contenidos de valor frente a los estériles. Al menos es el convencimiento de Francisco Puertas, quien habla, además, de “la terrible revolución” que propiciarán los especialistas en ambiente en el trabajo (work environment) o las “grandes posibili-dades” del experto encargado de analizar la información (people analytic) que una empresa posee de los empleados, con el fin de atender a sus problemas.Por otra parte, será imposible zafarse de la globalización, que seguirá creciendo durante las próximas décadas. A su sombra proliferarán los estudios que apoyan los lazos económicos (Negocios Internacionales, Dirección y Gestión Internacional de Empresas o Dirección Internacional de Marketing) y políticos entre las naciones. Un espacio de enseñanza donde, como ya ocurre en Estados Unidos, “el postgrado será más relevante que el grado”, como vaticina Enrique Verdeguer, director de Esade Madrid.

trabajo, la vida cotidiana o la educación.Es el advenimiento de un futuro que ya ha comenzado, aunque con cambios radicales. “Los ingenieros tendrán tan-tas dificultades para encontrar trabajo como ahora las tienen los estudiantes de historia”, adelanta Luis Puch, profesor de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad Complutense de Madrid. De la quema se salvarán quienes sepan programar. Pues tiene salida la mezcla de computación y tecnología de la infor-mación. Porque la especialización es una herramienta contra la desigualdad. “En Estados Unidos un cirujano cobra diez veces más que un radiólogo”, apunta Puch. La explicación hay que encon-trarla en la globalización y la obsesión por reducir costos. De las pruebas se encarga una máquina y el diagnóstico se efectúa en un país emergente.Como vemos, ni siquiera lo tecnológico resulta una garantía de tener trabajo y los puestos rutinarios, que puedan ser remplazados con tecnología, tendrán también una vida difícil. Por eso hay que mirar a las estrellas. “El conocimiento futuro vendrá del Espacio, sobre todo de los desarrollos derivados de su estu-dio”, prevé José María Cubillo, director del departamento de Dirección de Marketing de Esic. “Asistiremos a un carrera por captar nuevo conocimiento que proceda de entender cómo funciona el Universo y de qué forma aplicarlo a nuestra vida cotidiana”. Quienes sepan manejar esas nuevas habilidades ten-drán “salarios sensiblemente superiores a la media”.Junto al espacio, la tierra. Habrá un retor-no —según Cubillo— hacia todo lo rela-cionado con la persona y el disfrute de “la condición humana”, como escribió André Malraux. Este nuevo renacimien-to potenciará las carreras asociadas a la salud (medicina, genética, psicología, psiquiatría) y la educación de las genera-ciones futuras. Situado el ser humano en el centro continuará siendo importante la gestión de las organizaciones y de las personas. Por ejemplo, “dentro de la alta dirección cada vez se demandará más la capacidad para gestionar la información, el cambio, las emociones, la innovación o incluso el caos”, desgrana Pedro Lara, vicerrector de Innovación Académica de la Universidad Europea. De ahí surgi-rán figuras como el ingeniero de tiempo, el comisario personal de información, el consultor del cambio o incluso el chaos

manager. Mientras, en los arrabales tecnológicos, deberían llegar nuevas profesiones ligadas al mundo virtual, la farmacogenética, la seguridad de la información, el desarrollo de software, la medicina prenatal, la ingeniería ambiental o la realidad virtual.Pero desde la condición humana a la globalización existe una característi-ca que lo atraviesa todo: los números. La existencia se ha convertido en una sucesión de unos y ceros. Vivimos una vida numérica. El boom de lo digital, del que habla Martin Boehm, decano de programas del Instituto de Empresa, es una buena prueba. “Hoy todo tiene contenido tecnológico, por eso la tec-nología debe ser parte esencial de todas las carreras”, argumenta Francisco Puertas, managing director de Talento

de Accenture Strategy. Este es el terri-torio perfecto para los matemáticos, que valen tanto para ser científico de datos como analistas en una empresa de inteligencia empresarial.Utilizando a las matemáticas como argamasa fundamental, cambiarán los empleos alrededor de las finanzas. “Hacen falta personas muy creativas que se planten desde cero el negocio financiero y que sepan inyectarle inno-vación y tecnología”, reflexiona Pablo Cousteau, experto del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Profesionales que compitan con Google, PayPal o Twitter. Los grandes “enemigos” —presentes y futuros— del statu quo del dinero.Sometido a la fuerza de gravedad del presente, José Antonio Herce, socio de

Analistas Financieros Internacionales (AFI), mira con desconfianza a ese futu-ro. “Ni siquiera estudiamos lo que existe, como para estudiar lo que no”, ironiza. Recordando los dramáticos resultados del último informe de educación PISA. Un trabajo que advierte de que lo funda-mental no es cuánto se sabe, sino cómo se utiliza lo que se sabe, y ser capaz, ade-más, de aprender lo que se ignora. Por eso Herce se enfrenta a esos “máster de fantasía” que sirven para bien poco den-tro de una sociedad, que “ha tirado por la borda el impagable patrimonio de las maestrías profesionales y la Formación Profesional (FP)”. Quizá, en el fondo, este experto nos esté avisando de que antes de hallar trabajo en el futuro y las estrellas es necesario arreglar el des-aguisado laboral del presente y la Tierra.

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Por Mario Vargas llosa

El restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos después de más de medio siglo y la posibilidad del levantamiento del embargo norteamericano ha sido recibido con beneplácito en Europa y América Latina. Y, en el propio Estados Unidos, las encuestas dicen que una mayoría de ciudadanos también lo aprueba, aunque los republicanos lo objeten. El exilio cubano está dividido; en tanto que entre las viejas generaciones pre-valece el rechazo, las nuevas ven en esta medida un apaciguamiento del que podría derivarse una mayor apertura del régimen y hasta su democratiza-ción. En todo caso, hay un consenso de que, en palabras del presidente Obama, “el embargo fue un fracaso”.La lectura optimista de este acuerdo presupone que se levante el embar-go, conjetura todavía incierta, pues esta decisión depende del Congreso que dominan los republicanos. Pero, si se levantara, sostiene esta tesis, el aumento de los intercambios turísticos y comerciales, la inversión de capitales estadounidenses en la isla y el desa-

libertadpiEdra dE toquE. ¿sErÁ la habana

la ExcEpción a la rEgla quE supondría rEnunciar al comunismo y ElEgir la dEmocracia y la mEjora dEl nivEl dE vida dE sus ciudadanos? ojalÁ, pEro

no EstÁ Escrito En las EstrEllas

rrollo económico consiguiente irían flexibilizando cada vez más al régimen castrista y llevándolo a hacer mayores concesiones a la libertad económica, de lo que, tarde o temprano, resultaría una apertura política y la democracia. Indicio de este futuro promisor sería el hecho de que, al mismo tiempo que Raúl Castro anunciaba la buena nueva, 53 pre-sos políticos cubanos salían en libertad. Como hemos vivido en las últimas déca-das toda clase de fenómenos sociales y políticos extraordinarios, nada parece ya imposible en nuestro tiempo y, acaso, todo aquello podría ocurrir. Sería el único caso en la historia de un régimen comunista que renuncia al comunismo y elige la democracia gra-cias al desarrollo económico y la mejora del nivel de vida de sus ciudadanos debi-do a la aplicación de políticas de merca-do. El fabuloso crecimiento de China no ha traído la delicuescencia del totalita-rismo político sino más bien, como aca-ban de experimentar los estudiantes de Hong Kong, su reforzamiento. Lo mismo se podría decir de Vietnam, donde la adopción de ese anómalo modelo —el capitalismo comunista— a la vez que ha impulsado una prosperidad indiscutible no ha mermado la dureza del régimen

Me alegra el acuerdo entre Obama y Castro; me entristece si eso aleja la recuperación de la libertad.

Cubay los espejismos

de la

6Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 EDITORIAl

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¿Hay razones para compartir este entusiasmo? A largo plazo, tal vez. A corto, no.

7EDITORIAl 18 de enero de 2015 / el mañana / Domingo

de partido único y la persecución de toda forma de disidencia. El desplome de la Unión Soviética y sus satélites centroeuropeos no fue obra del progreso económico sino de lo contrario: el fracaso del estatismo y el colectivismo que llevó esa sociedad a la ruina y al caos. ¿Podría ser Cuba la excepción a la regla, como espera la mayoría de los cubanos y entre ellos muchos críticos y resistentes del régi-men castrista? Hay que desearlo, desde luego, pero no creer ingenuamente que ello está ya escrito en las estrellas y será inevitable y automático.Las dictaduras no caen nunca gracias a la bonanza económica sino a su inepti-tud para satisfacer las más elementales necesidades de la población y a que ésta, en un momento dado, se moviliza en contra de la asfixia política y la pobreza, descree en las instituciones y pierde las ilusiones que han sostenido al régimen. Aunque el medio siglo y pico de dicta-dura que padece Cuba ha visto aparecer en su seno opositores heroicos, por el desamparo con que se enfrentaban a la cárcel, la tortura o la muerte, la verdad es que, porque la eficacia de la represión lo impedía o porque las reformas de la revolución en los campos de la educa-ción, la medicina y el trabajo habían traído mejoras reales en la condición de vida de los más pobres y adorme-cían su deseo de libertad, el régimen castrista no ha tenido una oposición masiva en este medio siglo; sólo una merma discreta del apoyo casi genera-lizado con que contó al principio y que, con el empobrecimiento progresivo y la cerrazón política, se ha convertido en resignación y el sueño de la fuga a las costas de la Florida. No es de extrañar que, para quienes habían perdido las esperanzas, la apertura de relaciones diplomáticas y comerciales con Estados Unidos y la perspectiva de millones de turistas dispuestos a gastar sus dólares y de empresarios y comerciantes decididos a invertir y a crear empleos por toda la isla, haya sido exaltante, la ilusión de un nuevo despertar. Raúl Castro, más prag-mático que su hermano, parece haber comprendido que Cuba no puede seguir

viviendo de las dádivas petroleras de Venezuela, muy amenazadas desde la caída brutal de los precios del oro negro y del desbarajuste en que se debate el Gobierno de Maduro. Y que la única posible supervivencia a largo plazo de su régimen es una cierta distensión y un acomodo con Estados Unidos. Esto está en marcha. El designio del Gobierno cubano es, sin duda —siguien-do el modelo chino o vietnamita—, abrir la economía, un sector de ella por lo menos, al mercado y a la empresa pri-vada, de modo que se eleven los niveles de vida, se cree empleo, se desarrolle el turismo, al mismo tiempo que en el campo político se mantiene el monoli-tismo y la mano dura para quien aliente aspiraciones democráticas. ¿Puede fun-cionar? A corto plazo, sin ninguna duda, y siempre que el embargo se levante.A mediano o largo plazo no es muy seguro. La apertura económica y los intercambios crecientes van a conta-minar a la isla de una información y unos modelos culturales e institucionales de las sociedades abiertas que contrastan de manera espectacular con los que el comunismo impone en la isla, algo que, más pronto o más tarde, alentará la oposición interna. Y, a diferencia de China o Vietnam, que están muy lejos, Cuba está en el corazón del Occidente y rodeada por países que, unos más y otros menos, participan de la cultura de la libertad. Es inevitable que ella termine por infiltrarse sobre todo en las capas más ilustradas de la sociedad. ¿Estará Cuba en condiciones de resistir esta presión democrática y libertaria, como lo hacen China y Vietnam?Mi esperanza es que no, que el castrismo haya perdido del todo la fuerza ideo-lógica que tuvo en un principio y que en todos estos años se ha convertido en mera retórica, una propaganda en la que es improbable que crean incluso los dirigentes de la Revolución. La desaparición de los hermanos Castro y de los veteranos de la Revolución, que ahora ejercitan todavía el control del país, y la asunción de los puestos de mando por las nuevas generaciones, menos ideológicas y más pragmáticas, podrían facilitar aquella transición pací-

fica que auguran quienes celebran con entusiasmo el fin del embargo.¿Hay razones para compartir este entusiasmo? A largo plazo, tal vez. A corto, no. Porque en lo inmediato quien saca más provecho del nuevo estado de cosas es el Gobierno cubano: Estados Unidos reconoce que se equivocó intentando rendir a Cuba mediante una cuarentena económica (el bloqueo criminal) y ahora va a contribuir con sus turistas, sus dólares y sus empre-sas a levantar la economía de la isla, a reducir la pobreza, a crear empleo; en otras palabras, a apuntalar al régi-men castrista. Si Obama visita Cuba será recibido con todos los honores, tanto por los opositores como por el Gobierno.No es para alegrarse desde el punto de vista de la democracia y de la libertad. Pero la verdad es que ésta no era, no es, una opción realista en este preciso momento de la historia de Cuba. La elección era entre que Cuba continua-ra empobreciéndose y los cubanos siguieran sumergidos en el oscuran-tismo, el aislamiento informativo y la incertidumbre; o que, gracias a este acuerdo con Estados Unidos, y siem-pre que termine el embargo, su futuro inmediato se aligere, gocen de mejo-res oportunidades económicas, se les abran mayores vías de comunicación con el resto del mundo, y, —si se por-tan bien y no incurren por ejemplo en las extravagancias de los estudiantes hongkoneses— puedan hasta gozar de una cierta apertura política. Aunque a regañadientes, yo también elegiría esta segunda opción.época confusa la nuestra en la que ocu-rren ciertas cosas que nos hacen añorar aquellos tensos años de la guerra fría, donde al menos era muy claro elegir, pues se trataba de optar “entre la liber-tad y el miedo” (para citar el libro de Germán Arciniegas). Ahora la elección es mucho más arries-gada porque hay que elegir entre lo menos malo y lo menos bueno, cuyas fronteras no son nada claras sino escu-rridizas y volubles. Resumiendo: me alegro de que el acuerdo entre Obama y Raúl Castro pueda hacer más res-pirable y esperanzada la vida de los cubanos, pero me entristece pensar que ello podría alejar todavía un buen número de años más la recuperación de su libertad.

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8Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 REPORTAJE

Por Francesc Arroyo

Al principio el hombre tenía miedo del rayo y del trueno. Luego llegó el cono-cimiento y supo que eran fenómenos naturales, y no la ira de dioses ocultos. Y el miedo, sin desaparecer del todo, pudo ser mitigado. Hoy ya no hay dioses ignotos tras el discurrir de la naturale-za, pero sí fenómenos sociales que se resisten a la comprensión. Conscientes de que la marcha de la economía, los avatares de la historia, las transforma-ciones políticas no son caprichos de extrañas divinidades, los hombres se esfuerzan por averiguar las causas de esos fenómenos que arrojan zozobra

los lEctorEs sE vuElvEn hacia la filosofía, la historia, la divulgación ciEntífica, la Economía, la sociología

sobre el futuro. Esa voluntad de saber que permita someter el presente y el futuro a la voluntad humana está detrás de un hecho por lo menos infrecuen-te: cuando la industria editorial cede a la crisis y las tiradas medias de los libros bajan, el ensayo se mantiene o cae menos que las de los libros de ficción e incluso algunos títulos se convierten en relativos best sellers y compiten con las novelas más leídas. Los lectores se vuelven hacia la filosofía, la historia, la

divulgación científica, la economía, la sociología. Y, por supuesto, la autoayu-da, que no sólo no decae sino que, según varios editores, sube. Pero dejando este subgénero al margen, lo cierto es que incluso los propios profesionales del libro se sorprenden de que las ventas de filósofos de raíz heideggeriana como Byung-Chul Han o Giorgio Agamben se cuenten por decenas de millares o de que un ensayo sobre la meditación de Pablo d’Ors se convierta en uno de

los títulos más vendidos del último año.Francisco Martínez Soria, director de la editorial Ariel, explica que la caída del ensayo ha sido menor que la de la narrativa, pero no toda la no ficción se está comportando del mismo modo. “Han caído mucho las traducciones de otras lenguas. En parte, probablemente, por el coste de traducir. Y tal vez eso haya estimulado la edición de obras de autores locales que puedan explicar la crisis”. En su opinión, la crisis no es sólo económica y política, afecta también al sistema de valores, a la representación de la realidad que los ciudadanos se hacen. Y en ese contexto, “hay gente que busca instrumentos de análisis,

El ensayo vuelve al primer plano

Un fenómeno que ha sorprendido tanto a libreros como a editores es el de Byun-Chul Han, filósofo coreano.

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918 de enero de 2015 / el mañana / DomingoREPORTAJE

byung-chuL han

Hay una coincidencia general de que en algunos países de América Latina el ensayo tiene más demanda.

herramientas que le ayuden a la com-prensión”. Esto explica, en su opinión, el éxito de obras como El capital en el Siglo XXI, de Thomas Piketty (Fondo de Cultura Económica) o, hace algo más de tiempo, ¡Indignaos!, de Stéphane Hessel (Destino). El caso es que, dice, “se editan más libros de reflexión que hace años. Hay un cierto predominio de la filosofía y de la política, en la medida en que pueden suministrar claves para entender lo que está pasando”.En esa línea, entre los autores españo-les que él edita, Martínez Soria desta-ca el interés por las obras de Fernando Savater y su compromiso con la con-ciencia ciudadana, así como de los análisis sobre la educación que firma José Antonio Marina. Pero el interés del público no se acaba ahí, señala, y se extiende a cuestiones relacionadas con la salud o la nueva ciencia. “No estamos vendiendo mal la colección de divulgación científica Popular Science u obras como ¿Somos todos enfermos mentales?, del psiquiatra estadouni-dense Allen Frances”. O un texto como Hombres fuera de serie, de Martin Brett, dedicado a estudiar el éxito de las series televisivas, cuya sintonía con el público probablemente se explica tanto por dar cuenta de la sociedad contemporánea como por hacerlo con nuevas formas narrativas. Ahí están, por ejemplo, los libros colectivos dedicados por la edito-rial Errata Naturae a Los Soprano, The Wire o True Detective.El ensayo tiene dos sectores muy dis-tintos, apunta Alfredo Landman, de la editorial Gedisa, “el académico y el general. El primero está dirigido a un público esencialmente universitario; el segundo, a un público interesado por la cultura en general”. En ambos casos la crisis se ha notado menos que en la fic-ción porque, “no nos vamos a engañar, en el ensayo apenas hay best sellers y esto hace que se mantengan las tiradas medias”. Las caídas de las ediciones del segundo bloque llegaron a rondar el 15%, pero empezaron a recuperarse en 2013 y ahora se mantiene la tenden-cia, cuenta. “Hemos tratado de ajustar la distribu-ción y reducir las devoluciones, y con ello hemos logrado cierto equilibrio y necesitado menos inversión”. Y es que, en el mundo editorial, lo normal es suministrar copias que el librero puede devolver si no se venden. Una tirada alta

hace que el volumen esté en más puntos de venta y, por lo tanto, que aumenten también los ejemplares vendidos, pero incrementa la devolución, con lo que multiplica los costes.La evolución del ensayo universitario, sostiene Landman, pasa por la edición electrónica y la colaboración con las ins-tituciones. “El libro universitario ya no se lee como una unidad. Los estudiantes se conforman con leer determinados capítulos, en parte por la influencia de la red y, en parte, porque no siempre necesitan todo el manual. El resultado es la multiplicación de las fotocopias y la caída de las ventas. Además, la compra institucional casi ha desaparecido con

los recortes. El futuro del ensayo acadé-mico será digital y tendrá que hacerse a través de la cooperación con las institu-ciones”. Editor de autores como Mario Bunge, Charles Taylor o Marc Augé, Landman cree que el libro de ensayo generalista, en cambio, sí tiene futuro en papel porque ayuda a comprender el presente. “Trata de temas que se plan-tean el sentido y las causas de la crisis que vivimos. La gente quiere compren-der lo que ha pasado”.Una opinión muy similar es la de Joan Tarrida, editor de Galaxia Gutenberg, que acaba de lanzar una monumen-tal edición bilingüe de los pioneros Ensayos de Montaigne a cargo de Javier

Yagüe. “Las ventas de ensayo”, cuen-ta, “no han bajado tanto como las de narrativa porque el lector es menos circunstancial, más fiel, mientras que el consumidor de ficción se mueve más por el deseo de pasar el rato y fluctúa al vaivén de las modas”. La lectura del ensayo, en cambio, no es escapista. “El presente genera muchas incertidum-bres y nos invita a pensar y repensar, a buscar referencias. Esto hace que haya un gran interés por la historia contem-poránea que da claves para entender el presente”. Un interés que se ve poten-ciado por la reciente desclasificación de archivos, sobre todo en los países del Este europeo. “El acceso a estos documentos permite una revisión de la historia tal como había sido contada y superar, en parte, el relato del vence-dor”. Pero hay más: “Hoy todo está en cuestión, todo está siendo visto desde miradas llenas de desconfianza”, lo que impulsa a la reflexión sobre las ver-dades heredadas. Como ya escribió Descartes, son tiempos para descon-fiar de lo que sólo enseñaban las cos-tumbres. Una desconfianza que puede abocar al escepticismo y a la búsqueda de puntos cardinales que se parezcan lo más posible a las antiguas verdades. De ahí que proliferen los encuentros entre filósofos, casi siempre con públi-co abundante.De los autores de Galaxia Gutenberg, Tarrida resalta el interés por las obras de Tzvetan Todorov, entre los extran-jeros, y Javier Gomá y José Luis Pardo, entre los españoles, pero también la buena acogida de La Maleta de Portbou, revista de pensamiento dirigida por el periodista y filósofo Josep Ramoneda. De sus títulos dice que han funcionado muy bien Continente salvaje, de Keith Lowe, un estudio sobre los años inme-diatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y Tierras de sangre, de Timothy Snyder, que describe el horror de las persecuciones a la población por motivos raciales o ideológicos en los años bélicos.Un fenómeno que ha sorprendido tanto a libreros como a editores es el de Byung-Chul Han, filósofo corea-no afincado en Berlín, cuya obra está publicando la editorial Herder. Sus tex-tos son siempre breves: difícilmente alcanzan el centenar de páginas en un formato más bien pequeño, lo que bien pudiera ser

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10Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 REPORTAJE

fernando savater

“El lector es más fiel que el de narrativa, que se mueve más por modas”. Joan Tarrida.

un valor añadido, reflexiona Manuel Cruz, director de la colección donde aparecen los libros de Han. “Hay una diferencia entre leer una novela y leer un ensayo. La novela puede ser todo lo larga que se quiera, pero requiere una atención menos mantenida que el ensa-yo, seguramente por eso ha funcionado tan bien la obra de Han”.Se trata, cree Cruz, de una nueva ten-dencia en el campo del ensayo: la bre-vedad. “Se están haciendo libros a la medida del módulo de atención del lector actual. Hay que medir el tiempo que el lector está dispuesto a dedicar a un tema que los suplementos de diarios ya le han presentado, en lo sustancial, en reportajes de entre 5 y 15 páginas que satisfacen una curiosidad legíti-ma”. Pero decir que Han tiene éxito por la brevedad de sus textos sería quedarse corto. Cruz cree que debe valorarse también el contenido de sus obras: “Han describe el presente, no es arqueológico, ni erudito, sino que habla de lo que pasa y lo expresa en términos intuitivos como cansancio o transparencia, que lo hacen asequible. Al mismo tiempo, reinterpreta lo que está ocurriendo. Cuando no pocos denuncian el control del ciudadano por el Gran Hermano que sería el Estado, Han señala el problema que representa el autocontrol; frente a quienes denun-cian el problema que significa el poder, Han resalta el poder que tiene cada uno. Al dar cuenta del presente desde una perspectiva innovadora, Han hace que sus textos sean eficaces para com-prender nuestra propia situación”. De hecho, sostiene Cruz, el mundo del ensayo está viviendo algunas trans-formaciones importantes. Antes, las colecciones de libros se hacían casi siguiendo los hábitos adquiridos por los editores, ahora se tiene en cuenta la necesidad del lector y esto “afecta al formato. De ahí que haya libros volu-minosos y otros mucho más breves”.Una opinión muy similar mantiene Fabián Lebenglik, editor en Buenos Aires del sello Adriana Hidalgo, que cuenta entre sus autores de éxito con otro filósofo muy influido por Heidegger, el italiano Giorgio Agamben, publicado en España por Pre-Textos. “Hay una cierta coincidencia entre Han y Agamben”, dice Lebenglik, “ambos son herederos, a la vez, de Heidegger y de Walter Benjamin, y ambos se ocu-

pan de una metafísica que no habla de lo que está más allá, sino más bien de lo de aquí. Son textos destinados a cubrir la necesidad que tenemos de saber qué nos pasa, cómo estamos, por qué hay una crisis como ésta”.Han y Agamben comparten otra carac-terística: la mayor parte de sus textos son breves. “Antes, el ensayo era más denso y extenso, pero hoy el lector está dispuesto a dedicar a un libro entre una y tres horas, y se le puede dar un pro-ducto que cubra esa apetencia, un texto a mitad de camino entre el artículo y el libro tradicional”. Por eso la editorial ha creado una colección denominada Fundamentales en la que se editan volúmenes breves (poco más de cien páginas) dedicados a dar las claves que permitan entender el presente. “No se trata de rebajar los conceptos, sino de

ofrecer un camino introductorio a cues-tiones básicas del pensamiento y de la ciencia que permitan luego al lector ampliar si quiere”. Coincide Lebenglik con sus colegas españoles en que la demanda de ensayo se sostiene mejor que la de narrativa. “El ensayo permite comprender el presente mejor que la novela, pero es también material de trabajo, por eso en parte predomina el libro de papel, que permite subrayar, anotar. En la novela esto no es muchas veces necesario”.El gusto por la brevedad es general. Ofelia Grande, responsable editorial de Siruela, tiene en su catálogo dos éxi-tos notables al respecto: El elogio de la sombra, del japonés Janichiro Tanizaki (1886-1965), y Biografía del silencio, del español Pablo d’Ors. Del primero se han vendido, explica Grande, más de

100.000 ejemplares, eso sí, a lo largo de una decena de años; el segundo, cuya primera edición data de 2012, supera ya los 25.000 ejemplares vendidos. Aunque ambos autores son básicamente narra-dores de ficción, en estas obras cultivan un ensayo de índole muy personal. El primero es una reflexión sobre la belleza y el papel de la luz, la sombra, la per-cepción y la autopercepción; el de Pablo d’Ors, sacerdote y novelista, es un viaje a través de la práctica de la meditación, teñido de ribetes teologizantes.“En ambos casos son libros que expre-san el pensamiento de un autor de modo muy asequible, breve y concreto”, expli-ca Grande, “pero añaden el tratamiento de una temática que posiblemente atrae al lector al margen del autor”. Pablo d’Ors explica que el libro le salió con esa extensión, sin que supiera cuál iba a ser cuando se puso a redactarlo. “Nunca determino la extensión de los libros que escribo de antemano, sino que escri-bo y me viene una idea. En el caso de Biografía del silencio, se trataba de un diario que llevaba sobre mi experiencia con la meditación. De pronto, vi que aquello era un libro. Pero es un ensayo muy particular, pues no es ideológico, sino experiencial. Su tono es narrativo, casi testimonial, no en vano soy funda-mentalmente un novelista”.En las antípodas figura el filósofo valen-ciano Miguel Catalán, autor a la vez de obras muy breves y de otras muy exten-sas como el Tratado de pseudología (un análisis del papel de la mentira en la sociedad, el conocimiento, la moral, la política, los medios, etcétera), del que aparecerán en breve los volúmenes quinto y sexto. “Para escribir un trata-do de 20 volúmenes a lo largo de toda tu vida adulta es preciso acertar con el tema, o, mejor, esperar que el tema te elija a ti. Ha de ser amplio, denso (rico en significados y ramificaciones) pero, sobre todo, que te apasione de forma duradera. En mi caso ese tema vita ha sido el de la mentira”.Una voz disidente en el mundo editorial es la de Gonzalo Pontón, actualmente director de Pasado y Presente, después de haber estado en Ariel o Crítica. En su opinión, “el ensayo no crece ni decrece, desde hace años tiene el mismo público. Cuando empezamos en Ariel, la tirada media era de entre 2.500 y 3.000 ejem-plares. Hoy es igual”. Y eso es así porque “el público es limitado, pero estable. No

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adeLa cortina.

“Antes el ensayo era más extenso. Hoy el público está dispuesto a dedicar a un libro entre una y tres horas”.

Lebenglik

he notado cambios en 50 años. El ensa-yo está tan mal como antes”. Pontón estudia desde hace tiempo la historia del siglo XVIII español y se refiere a la situación de la edición sobre 1750: “Entonces los principales libreros, que eran también editores, Sancha e Iborra, editaban entre 1.000 y 3.000 ejempla-res de los libros de ensayo. Había en aquellos años en España 10 millones de habitantes de los que el 90% eran analfabetos. Hoy somos 46 millones y el analfabetismo está casi erradicado, pero las tiradas medias siguen siendo las mismas”. Cierto que entonces había menos editoriales, pero lo que quiere resaltar Pontón es la constancia del público interesado en la reflexión. “La cifra de compradores no baja porque los lectores de ensayo son enfermos que no pueden vivir sin el alimento cul-tural, pero es un público minoritario. Seguramente ha habido una mutación genética, un salto puntual, y así están las cosas”.No niega Pontón que haya picos de ven-tas que superen esas cifras, pero insiste en que él se refiere a tiradas medias. “Yo mismo he editado obras como Un universo de la nada, de Lawrence Krauss, y vamos por la tercera edición, lo que supone unos 8.000 ejemplares. Una cantidad estratosférica. Y lo mismo puedo decir de las obras del historiador Josep Fontana. Pero la excepción no es la norma”. En su opinión, “todo conspira contra el ensayo para que se convierta en un producto sin demanda. Para los distri-buidores es más rentable transportar grandes éxitos que 2.500 ejemplares; los libreros prefieren los best sellers que un título del que, a lo sumo, venderán dos unidades; y la falta de público hace que los suplementos literarios, que res-ponden a la demanda del lector, le den menos cabida. No hay nada que empuje al ensayo. En fin, el país no da para más y, en cualquier caso, cuesta más pensar que peinarse, de modo que se compren-de la voluntad de escapismo. Y una cosa más: se dice que la generación actual es la más preparada de la historia de España. Algún día habrá que reflexionar sobre eso. Yo estoy dispuesto a aceptar que es la más titulada”.La última invectiva de Pontón viene a enlazar con un hecho al que apuntan varios de los editores consultados: no siempre ha sido así, ni es así en todas

partes. Y no se refieren sólo a la crisis económica. Por ejemplo, hay una coin-cidencia general de que en algunos paí-ses de América Latina el ensayo tiene mucha más demanda que en España. Incluso hay quien, como Joan Tarrida, sostiene que en los países americanos de habla española “el ensayo se vende más que la novela”. Alfredo Landman,

que acaba de inaugurar hace unos días una sucursal de Gedisa en Ecuador, afir-ma que allí el ensayo no sólo es domi-nante, sino que incluso gana peso en las librerías, donde no es infrecuente que los lugares más destacados se dediquen a la no ficción. Lo mismo dice Martínez Soria: “En América Latina el ensayo tiene una vitalidad brutal. Se diría que

son sociedades menos conformistas, con unas minorías cultas muy acti-vas. En Argentina, Colombia, México se vive una efervescencia similar a los años españoles de la Transición”.Pontón está de acuerdo en el diagnós-tico, con tal de que no se generalice. “Cada país es diferente. No son los más europeos los que van mejor: Argentina va muy mal. En cambio, Colombia, Perú, Ecuador se hallan en una fase que recuerda la efervescencia de la España de los ochenta. Bolivia y Uruguay viven un incremento de la lectura del ensa-yo, mientras que México crece, pero no en proporción al incremento de población”. Y coincide también en que en España, en algún momento, las cosas fueron distintas. “Cuando fundamos, con Manuel Sacristán, la colección Ariel Quincenal, a principios de los setenta, tirábamos entre 15.000 y 20.000 ejemplares. Eso ya no existe, salvo, insisto, en las excepciones”.Y, sin embargo, los editores de ensa-yo perviven. Extraña profesión la de editor, que parece nadar contra las leyes del capitalismo que imponen el mayor beneficio posible en el menor tiempo posible. Ahí siguen ellos, a los que cabría añadir Taurus, Acantilado (Quaderns Crema, cuando edita en cata-lán), Akal, Anagrama, Crítica, Debate, Katz, Sexto Piso, La Catarata, Alpha Decay, Turner, RBA, Atalanta, Tecnos, Casimiro, Icaria, Amorrortu, Sequitur o un clásico como Paidós, que cuenta en su catálogo con pensadores como Zygmunt Bauman, Martha Nussbaum —Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2012— o Adela Cortina —último Premio Nacional de Ensayo—. Sellos que raras veces consiguen tiradas millonarias y que sobreviven con ese público de 3.000 mutantes, en palabras de Pontón. Un público que sigue queriendo saber y que se identifica con esas extrañas palabras que pronuncia Espartaco en el libro de Kirk Douglas (Yo soy Espartaco) recientemente editado por otro de esos sellos heroicos, Capitán Swing: “Yo no sé nada, nada. Quiero saber. Todo. Por qué una estrella cae y un pájaro no. Dónde está el sol por la noche. Por qué la luna cambia de forma. Quiero saber dónde nace el viento”. Espartaco, uno de esos héroes que supo que el camino hacia la libertad pasa por el conocimiento.

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‘la trama oculta’ Es un compEndio dE todos los rEgistros dE josé maría mErino En la

narrativa brEvE

Por Fernando Valls

Este libro podría leerse como un com-pendio de los diversos registros que ha utilizado el autor en el terreno del cuento y del microrrelato, desde el realismo y lo fantástico a las modali-dades del relato policiaco, futurista o de vampiros, sin que falte la exaltación del relato oral o del humor jubiloso, ni la presencia de Souto, personaje fetiche en su obra, o motivos como el doble y el espejo. Los comentarios que intercala al comienzo de cada cuento resultan útiles, junto con la reflexión más breve y general que encabeza el conjunto de microrrelatos. En ellos se nos explica el origen de los textos o la vinculación de los sucesos narrados con las distintas edades de su existencia, ya se trate de la infancia, la adolescencia, ya del mero presente. Sin embargo, su mayor atractivo estriba en que nos permite entender mejor cómo trabaja José María Merino (A Coruña, 1941), al barajar realidad e imaginación para construir sus fabulaciones. Los componentes autobiográficos (“todos estos cuentos están cargados de som-bras de recuerdos personales”) quizá sean más reconocibles aquí que en otras narraciones suyas, a pesar de que el microrrelato ‘Autoficción’ suponga una burla de los excesos a los que ha llegado dicho procedimiento, me parece que en alusión a uno de sus más célebres y pertinaces cultivadores.Dividido en tres partes, en la primera, titulada ‘De este lado’, recoge 10 cuentos en los que predomina el realismo; en la segunda, ‘De aquel lado’, incluye otros tantos relatos en donde prevalece la estética de lo fantástico, y en la última parte, ‘Silva mínima’, reúne 15 microrre-latos. Merino no utiliza en estas páginas la forma del ciclo de narrativa breve en el que las distintas piezas, aun siendo independientes, pueden relacionarse

EL ARCA DE NOé del cuento

eL escritor y académico josé maría merino.

entre sí, aún cuando ‘El día menos pen-sado’ fuera en su origen una secuela de ‘La mirada de Flora’ disimulada por el escritor, sino que organiza los textos por estéticas y géneros. El título del libro remite a aquello que existe más allá de la mera apariencia de los hechos, a los sentimientos que van arraigando en nosotros, permaneciendo latentes al margen de nuestra conscien-cia, pero que pueden llegar a aflorar en uno u otro momento, trastocándonos la vida.Buena muestra de ello es el menciona-do ‘El día menos pensado’, un cuento de Navidad que rompe con los moldes de este motivo, para lo cual se vale de algunos procedimientos recurrentes en su literatura: así, por ejemplo, la costum-bre de casa, la sorpresa, la presencia del intruso, la memoria confusa y perpleja, el rechazo de recuerdos poco gratos, la extrañeza, la recuperación de un pasa-do perdido, la impostura o la desazón. Pedro, el protagonista, regresa a casa para celebrar las fiestas con su familia, pero se siente extraño entre sus mismos allegados, incluida la propia madre, hasta comprender que todos ellos habrían pre-ferido que Carlos, el hermano fallecido en un accidente, hubiera sobrevivido en su lugar.Además de los textos citados, destaca-ría ‘El último viaje’, ‘La vieja pálida’ y el microrrelato ‘Horóscopo’, en donde trata con humor los caprichos del des-tino, pues la tardía revelación de que la fecha de nacimiento y el signo del zodiaco del protagonista son otros, lo lleva a abandonar la poesía para disfru-tar del bienestar del negocio familiar. A quienes no conozcan la narrativa breve de Merino este libro puede resultarles una oportunidad inmejorable para aden-trarse en su peculiar mundo de ficción. Sus lectores habituales encontrarán en estos relatos, asimismo, nuevas tramas, formas y motivos de gozo.

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Por José luis de Juan

Madame Solario (1956) apareció como novela anónima y llegó a encabezar las listas de más vendidas en Nueva York. Su autora, Gladys Huntington (1887-1959), había decidido mantenerse al margen por temor al fracaso. Cuando empezó a ser traducida y a recibir elogios, ya era demasiado tarde: lo anónimo vendía. Poco después, Gladys, que había publi-cado relatos en The New Yorker, puso fin a su vida como reacción al hundimiento de su entorno personal. La obra intere-só a Hollywood y al final se llevaría a la pantalla. Yourcenar elogió la novela, se comparó a la ligera con Olivia y La historia d’O, pero ¿qué había de la vida de su autora en ella? Algunas cosas, pues Gladys pertenecía a una familia rica de Filadelfia. Ciertos personajes pueden ser rastreados en su biografía, así como los “escenarios” —el lago de Como, Florencia— y el tema ruso. Que

no apareciese una versión castellana en esos años tiene sin duda que ver con el aura de su escabroso contenido. Es una suerte que todavía se descubran clásicos postergados y que podamos leerlos hoy como si fuesen inéditos, en este caso en la rítmica, brillante traducción de un original inglés nada fácil.Ya la primera frase nos sitúa en el escenario de “belleza casi excesiva” de Cadenabbia, marco del elegante vera-neo de los privilegiados. Es el año 1906 y nada hace presagiar el turbulento siglo que comienza. Se describen los vestidos de las mujeres y la autora señala que el ambiente de la época estaba “car-gado de feminidad”. En esta primera parte de la novela el punto de vista es el de un joven inglés que ha salido de Oxford para conocer mundo antes de ponerse a trabajar. A través de los ojos de Bernard descubrimos los huéspedes del hotel Bellevue: Ilona, de la que se enamora, el inefable coronel Ross, los

nobles italianos, un rudo conde ruso y, por supuesto, Madame Solario, la enig-mática mujer que está sola, esperando no se sabe qué. Bernard resulta víctima del encantamiento mundano. Primero es el apego a Ilona y luego a Madame Solario, y entre él y ellas se alza el ame-nazador Kovanski. Esta primera parte de la historia es un prodigio de sutileza. Huntigton aprendió de Henry James el arte de mostrar de manera indirecta, de crear atmósfera alrededor de un personaje, de sugerir sin llegar a decir. El lector se encuentra atrapado en una red de inquietudes aunque no sucederá nada hasta muchas páginas más tarde.Lo que “sucede” en la segunda parte, en lo que respecta al tono y al punto de vista, desconcierta al lector. Un desmañado narrador se hace cargo de presentarnos al recién llegado Eugene, hermano de Nelly Solario. Sin mirada oblicua ni com-plicidad con el lector, la autora despliega el “secreto” entre ellos, insinuado en la

fotograMa de la película ‘madame solario’.

COSAS QUE TERMINANmedio sigLo después de su pubLicación, se traduce La mítica ‘madame soLario’, briLLante historia de amor y decadencia

primera parte. Si habíamos visto a la protagonista bajo una luz misteriosa, ahora se nos presenta insustancial, juguete absurdo de su hermano mayor. Las frases antes cargadas de sentido se hacen ahora ambiguas y los diálogos entre Eugene y Nelly a veces suenan superfluos. Aun así la intriga sigue viva y la novela avanza.Tras la última escena, en que por fin se ve lo oculto entre los hermanos, en la tercera parte vuelve Bernard, el observador “invisible”, y respiramos de nuevo la potencia evocadora de esta novela sobre la brutal entrada en la madurez, o lo que es lo mismo, el final del juego de salón decimonónico. Todo se impregna de “la melancolía de las cosas que terminan”. El brío hipnó-tico, magistral, de los últimos capítulos resarce de la mejorable parte central, confirmando el prestigio de una novela maldita que el azar o la ignorancia nos había escamoteado.

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Por Francisco Calvo Serraller

Hiperbólicamente loado por su con-temporáneo Vasari como “vencedor de los antiguos, los modernos y de la propia naturaleza”, es difícil hallar otro artista que, habiendo alcanzado la alta edad de 89 años, fuera agasajado a lo largo de toda su vida tanto y desde todos los puntos de vista posibles. Aún antes de morir Miguel Ángel Buonarroti (1475-1564) había sido objeto de otras dos biografías, una segunda versión de su

El hADO MAlSANO DE UN GENIOun aura mítica ha rodEado al polifacético y tEmpEramEntal miguEl ÁngEl, y En Ella sE adEntra martin gayford con rigor, para construir un rElato

dramatizado y llEno dE datos

vida por parte de Vasari y la de Ascanio Condivi, uno de cuyos ejemplares conte-nía correcciones autógrafas de Tiberio Calcagni, seguramente dictadas por el propio artista, pero, junto a ellas, hubo un ingente y variado material documen-tal complementario escrito por quienes trataron al artista y aportan testimonios sobre sus opiniones, como, entre otros, los libros de Francisco de Holanda y Benedetto Varchi. Sirva lo dicho como simple botón de muestra del formidable impacto causado por Miguel Ángel entre

sus contemporáneos.Por otra parte, el propio artista fue un escritor impenitente, que nos legó una ingente correspondencia y, sobre todo, una maravillosa obra literaria con sus Sonetos y Epitafios,que lo acreditaron como uno de los mejores poetas en len-gua italiana. En este sentido, aunque la fortuna crítica de un creador jamás está exenta de los vaivenes de la posteridad, la intimidante sombra miguelangelesca ha sobrevivido hasta nosotros a través de todas las formas posibles, estudios, ensa-yos, biografías, exposiciones monográ-ficas, novelas, obras dramáticas y pelí-culas, como corresponde a una figura legendaria. En el estricto terreno de lo biográfico, se han publicado en nuestra época un abrumador montón de libros, de carácter divulgativo y científico, lo que convierte en una hazaña afrontar esta tarea, sobre todo, si se emprende con rigor, que es justo lo que ha pretendi-do el crítico de arte Martin Gayford, sin ser además un especialista académico; esto es: pretendiendo que su lectura sea asequible, en principio, a todo el mundo.Por otra parte, Miguel Ángel no solo fue un grandísimo artista polifacético, sino también estuvo marcado por el estigma del genio, dotado con un temperamen-to mercurial, de naturaleza paradójica, inestable y decididamente imprevisible. Tampoco se puede olvidar al respecto que Miguel Ángel fue el único (entre tres los heráldicos representantes del llama-do momento clásico del Renacimiento, al filo del 1500, formado por él mismo, Leonardo y Rafael, sus más directos riva-les), que sobrevivió a la serie de pro-fundas crisis históricas del momento, agravándose su ansiedad y melancolía.Visto el conflictivo panorama y el talante de nuestro artista, al que se le añadía el nudo emocional de su encubierta o reprimida homosexualidad, se entiende que Gayford describa su periplo vital como “épico”, pues estuvo envuelto en mil batallas, reales y psicológicas, con lo que su discurrir, entre abruptos alti-bajos, fue del todo novelesco. Gayford trata de desentrañar esta tupida trama mediante un relato, que compendia el

aluvión de datos de todo tipo, junto con una dramatización didáctica que haga comprensible los muchos puntos oscuros y aristas de este formidable personaje.En un momento, Gayford, para expli-car la compleja enjundia psíquica del artista, usa la inveterada expresión de una personalidad “malsana”, utilizada por el mismo Miguel Ángel en una carta para describir su sufrimiento moral aún estando en un estado de buena salud. ¿Era lo que hoy llamamos depresión o un frustrante parón creativo ocasional? En cualquier caso, un estado de ansie-dad e insatisfacción crecientes. De todas formas, nada de esto le impidió trabajar con el denuedo de un fanático, aunque su propensión a lo quimérico frustra-ra una buena parte de sus grandiosos proyectos.Sea como sea, el desmenuzamiento pro-lijo de Gayford de los avatares que se sucedieron en la larga vida de Miguel Ángel, siempre arropado por esa buena intención didáctica de hacer accesible al lector actual no especialista el sentido de cuanto acontecía, incluso arriesgándo-se a actualizar la terminología técnica y existencial de esa época, rinde su fruto. La empresa no es baladí, porque, a tra-vés de la crónica biográfica de Miguel Ángel, subyace la rica urdimbre de la historia del Renacimiento italiano, pues este artista inició su trayectoria bajo la protección de Lorenzo de Medici, apo-dado el Magnífico, residió en Florencia y Roma, los dos centros artísticos capi-tales, tuvo que vérselas con media doce-na de sumos pontífices y se implicó de lleno en los debates artísticos, estéticos y morales de esa agitada edad.Por último, adentrarse en el drama ínti-mo de su torturada personalidad exige una perspicacia psicológica de primer orden, porque este artista genial, que alcanzó una inmensa riqueza y una fama legendaria, en medio de una vida de una austeridad casi miserable, le gustaba calificar con truculencia que “sus garabatos de artista solo sirven de envoltorios y paquetes y para uso de las letrinas” y, aún más, a rematar el exa-brupto describiéndose como “pobre, viejo y esclavo en manos de otros, estoy deshecho, si no muero pronto”. Falleció una tarde del 18 de febrero de 1564, con 89 de edad, y, desde entonces hasta ahora mismo, ni su obra, ni su leyenda se han desvanecido.

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1518 de enero de 2015 / el mañana / DomingoSOCIEDAD

Por Javier Salas

De pronto, todo el mundo pareció escan-dalizarse por algo que nunca había sido un secreto: Facebook, como Google y ahora también Twitter, manipula lo que vemos para hacer más eficiente su pla-taforma. La red social dirigida por Mark Zuckerberg realiza innumerables inter-venciones para administrar lo que se muestra en nuestros muros y, a veces, publica los resultados en revistas cien-tíficas para compartir el conocimiento adquirido. En este caso, un experimento sobre cómo se contagian las emociones que se convirtió en una pequeña tor-menta de indignación, y es el artículo científico que más ruido ha hecho a lo largo de 2014.Facebook intervino deliberadamente en la plataforma de 700.000 personas para que vieran menos publicaciones tristes (con palabras negativas) o felices (con palabras positivas) de sus amigos, y así comprobar si al cabo del tiempo esto provocaba que los usuarios mos-

Mark Zuckerberg, creador de Facebook, en un comparecencia el mes pasado.

La red sociaL encabeza La Lista de Los estudios más popuLares de 2014

El año en que Facebook nos manipuló

traran influencia negativa o positiva en sus escritos. En efecto, a lo largo de la semana siguiente se cumplía lo espera-do: las publicaciones eran más positivas si se habían leído menos frases negati-vas, y viceversa. Escándalo. “Facebook manipula las emociones”, titularon los medios semanas después de publicarse el estudio.Este trabajo, titulado Evidencia experi-mental de contagio emocional a escala masiva a través de redes sociales y publi-cado en la revista científica PNAS, fue el artículo científico más difundido del año 2014. Más de 300 noticias enlazaron el estudio y más de 3.600 internautas lo compartieron en Twitter, entre otras variables que recoge Altimetric para valorar el impacto social de un artículo.El de Facebook lidera su listado de estudios con mayor difusión de 2014, seguido de forma involuntaria por un trabajo mexicano mucho más árido y menos polémico. Y todo por culpa de una cadena de errores que permi-tieron que se publicara una frase que nunca debió quedar negro sobre blanco:

“¿Deberíamos citar aquí el estudio de mierda de Gabor?”, ponían entre parén-tesis los autores en medio de un párrafo. Una nota interna de un borrador que, convenientemente tuiteada, se convir-tió en uno de los errores del año en el ámbito académico. No fueron sus hallaz-gos sobre la pigmentación de los peces poécilos lo que hizo de este estudio el segundo más difundido del año.En tercer lugar de esta lista se coloca un polémico trabajo que relacionaba los edulcorantes artificiales con la diabe-tes y la obesidad, seguido por un estu-dio publicado en Nature sobre células pluripotentes y uno de los hits del año: el decisivo descubrimiento de que los perros defecan orientados por el magne-tismo de la Tierra. Este hallazgo le valió al equipo de científicos el prestigioso premio Nobel de este año, los galardones de la ciencia más gamberra.En el puesto 9º de los estudios que más ruido han provocado se encuentra el primer trabajo con firma española. Es el experimento realizado por investiga-dores de la Universidad de Barcelona y

la empresa Starlab en el que lograron transmitir telepáticamente el pensa-miento, un simple “hola” pensado por un sujeto situado en India que llegó hasta uno situado en Francia. Aunque el meca-nismo de tecnología cerebral es todavía rudimentario, se trata de un paso que mereció la atención de todo el mundo.Otro de los trabajos que más difusión logró este año fue un macroestudio sobre cómo afectaba (negativamen-te) la carga laboral de las enfermeras de nueve países europeos. También lograron mucha repercusión mediática un artículo realizado por el equipo de Atapuerca que ponía “patas arriba” la evolución de los humanos tras el análisis del ADN más antiguo, y otro trabajo que aportó el retrato de un europeo de hace 7.000 años.De los cien estudios que más repercusión lograron en 2014 según Altimetric, la ins-titución más reconocida es Harvard, con 15 artículos, y las disciplinas que mayor interés despertaron fueron la medicina y las ciencias de la salud, seguidas por la biología y la física.

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16Domingo \ el mañana \ 18 de enero de 2015 ENTREVISTA

Por Anatxu Zabalbescoa

Entre todos sus proyectos —del Museo de la Aduana que completa en Málaga o el Sefardí de Toledo (de 1995)—, el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade (Madrid, 1957) cree que la rehabilitación del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, culminada hace unos meses, es el más importante de su carrera: “Somos responsables hasta del último torni-llo”. Sin embargo, fue la remodelación del palacio de Carlos V como Museo de la Alhambra, Premio Nacional de Restauración hace 19 años, la que deci-dió su futuro: “Fue una apuesta por un arquitecto joven que cambió mi vida”.Hoy recuerda ese cambio en el propio Arqueológico, que a los cinco meses de su reapertura ya había doblado el núme-ro de visitantes que tuvo el año pasado. Merece la pena ir a ver cómo los patios se han convertido en el corazón de las galerías dando nueva vida al edificio del Siglo XIX. Paseando por las salas, Frade recuerda que hubo un tiempo en que los arquitectos podían encontrar trabajo haciendo cola ante las oficinas del INEM. Allí consiguió él su primer encargo para el Ministerio de Cultura. Tras empalmar contratos temporales, le encargaron un pabellón sobre los Museos Estatales en París. De eso hace tres décadas. Pero él todavía considera que su carrera ha sido azarosa: “Si no hubiera encontrado ese trabajo podría estar haciendo centros de salud”.Con todo, ese primer contrato lo llevó a tratar la arquitectura por dentro, una parte torpemente resuelta con frecuen-cia por algunos de los grandes proyec-tistas. La museografía era entonces una disciplina muy nueva: “Ahora ya no, pero en los años ochenta los museos los mon-taba el director”. Frade califica su tra-yectoria: “Lujosa: he estado en contacto con la gente que más sabe sobre arte y con las propias obras”. Naturalmente, ese contacto lo ha cambiado. “Aprendes a mirar y a valorar lo que han hecho los antepasados”, dice. Así, hoy es un arqui-tecto refinado, concienzudo, preciso. “Estás trabajando para gente que verá lo que hagas a medio metro de distancia. No te puedes permitir ser bruto”.¿Cree que buena parte de la arquitectura está pensada de puertas para afuera? Frade responde afirmativamente. En parte por el ego de los arquitectos y en parte por la irresponsabilidad social: “Es la sociedad

‘Algunos edificios envejecen como juguetes rotos’

el inmediatismo. Por eso argumenta que conceder premios a los edificios pasado un tiempo (como hacía el desaparecido Premio Década que ideó el arquitecto Oscar Tusquets para galardonar obras que hubieran cumplido 10 años) cam-biaría la historia de la arquitectura. ¿Por qué? Porque responsabilizaría al arquitecto: “Antes íbamos todos a ver la ampliación de la Tate de Liverpool, de James Stirling, que no ha sabido enveje-cer. Algunos edificios envejecen como juguetes rotos”.A pesar de estar en contra de las modas arquitectónicas, o precisamente por eso, Frade discrepa de una idea que hoy se cuestiona poco: no cree que el arte con-temporáneo necesite un entorno neutro. “La museografía tiene que tener inten-ción. Los espacios que recordamos con emoción la tienen”, sostiene.Tradicionalmente, la rehabilitación, la restauración y el interiorismo eran con-siderados géneros menores de la arqui-tectura. Sin embargo, los últimos pre-mios (el Mies van der Rohe, concedido al Neues Museum de David Chipperfield, o el Pritzker para el chino Wang Shu, que defiende el reciclaje de materiales) están dando la vuelta a esa idea. Frade

tiene claro que lo mayor es lo que logra emocionar. “Hay sitios pomposos que te emocionan y también lugares sobrios que consiguen ese efecto. No importa el tamaño ni el estilo”. Y desmiente tam-bién que quien trabaja un interior deba ser perfeccionista. “No me gusta la per-fección en nada. Ni en las relaciones per-sonales, ni en la música ni en el arte. Me gustan más las acuarelas de Delacroix que los óleos. Me gusta hacer las cosas bien, pero sin obsesión. La obsesión no deja respirar”.Frade advierte además contra la falsa modestia. “Yo no soy modesto. Pero mi obra sí tiene claro que algunos edi-ficios han llegado a nuestros días por algo. Si viniera Jareño aquí (Francisco Jareño y Alarcón, el autor del edificio que comparten la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico en Madrid) me gustaría que pensara que el edificio sigue siendo suyo”. ¿Cómo actualizar sin traicionar? “Actuando con naturalidad. Eso es lo más difícil en arquitectura. Y en casi todo. Lo tienen algunos actores, algunas músicas y algunos paisajes. Lo pueden tener también algunos edificios. Tiene que ver con que no se note mucho el esfuerzo”.

El autor dE la rEmodElación dEl musEo arquEológico nacional, dEfiEndE la rEsponsabilidad dEl arquitEcto y la dignidad artística dEl intEriorismo

CUESTIÓN DE GUSTOS1. ¿En qué edificio se quedaría a vivir? Me encanta mi casa, pero no me importaría pasar una temporada en Villa Mairea, de Alvar Aalto.2. ¿A qué arquitecto de todos los tiempos invitaría a cenar? Juntaría a Palladio con Gehry en una misma cena.3. ¿Cuál ha sido su mejor momento? El tiempo difumina la realidad, y aunque eso me hace tender a la nostalgia, constantemente sueño con aventuras futuras.4. ¿Qué encargo no aceptaría jamás? El que hiciera necesario destruir un entorno natural cautivador.5. ¿Qué libro no ha podido terminar? Ninguno de Tolkien.6. ¿Qué está socialmente sobrevalorado? La inmediatez y la frivolidad, que no debería estar ni valorada.7. ¿A qué arquitecto le daría el próximo Premio Pritzker? A David Chipperfield.

la que decide quiénes son sus ídolos y, en los últimos años, algunos arquitectos han tenido trato de estrella del pop”.Considera que cuidar más el exterior de un edificio que el interior es descuidar al usuario y pensar más en el aplauso, en