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Doce páginas de vida Para que el Año Internacional de la Biodiversidad no se quede en buenas intenciones, la edición completa de este periódico está dedicada a conocer, admirar y proteger esa variedad de especies y ecosistemas que nacen y crecen a lo largo y ancho de Antioquia, el territorio que en suerte compartimos y nos provee de sustento para alimentar la vida. Doce páginas, doce historias de biodiversidad. Pág. 1-12 N.° 33 Mayo de 2010 7 mil ejemplares, 12 páginas www.corantioquia.gov.co DISTRIBUCIÓN GRATUITA Foto: Catalina Luján Gallo

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Doce páginas de vidaPara que el Año Internacional de la Biodiversidad no se quede en buenas intenciones, la edición completa de este periódico está dedicada a conocer, admirar y proteger esa variedad de especies y ecosistemas que nacen y crecen a lo largo y ancho de Antioquia, el territorio que en suerte compartimos y nos provee de sustento para alimentar la vida. Doce páginas, doce historias de biodiversidad. Pág. 1-12

N.° 33 • Mayo de 2010 • 7 mil ejemplares, 12 páginas • www.corantioquia.gov.co • DISTRIBUCIÓN GRATUITA

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Barbosa, Amagá, Santa Bárbara, Betulia, Buriticá, Cisneros, Nechí e Ituango, son los municipios en donde hoy se desarrolla Parao en la Tierra.

CORANTIOQUIA Director GeneralLuis Alfonso Escobar Trujillo

Dirección Territorial Aburrá NorteDirector Carlos Alberto Molina Gómez

Dirección Territorial Aburrá SurDirector William Alberto Álvarez Pérez

Dirección Territorial CartamaDirector James Enrique Gallego Alzate

Dirección Territorial CitaráDirector Ignacio Castaños Vélez

Dirección Territorial HevéxicosDirector Omar Ramírez Ramírez

Dirección Territorial PanzenúDirector Guillermo León Diosa Pérez

Dirección Territorial TahamíesDirectora Liliana Andrea López Noreña

Dirección Territorial ZenufanáDirector Luis Carlos Ochoa Tobón

Coordinación GeneralOficina Asesora de Comunicaciones

Coordinación EditorialFacultad de ComunicacionesUniversidad de Antioquia

RedacciónMargarita Isaza VelásquezJuan Camilo Jaramillo AcevedoIsabel González RamírezDiego Agudelo GómezLina María Martínez MejíaVíctor Casas MendozaPerla Toro CastañoAna María Bedoya Builes

EditoraMargarita Isaza Velásquez

Diseño y DiagramaciónAlexander Rojas Moreno

FotografíaArchivo CORANTIOQUIAColaboración especialCatalina Luján Gallo

ImpresiónLa Patria

Directorio:Dirección Territorial Aburrá SurTel. 493 8888 Ext. 1801

Dirección Territorial Aburrá NorteTel. 493 8888 Ext. 1815

Dirección Territorial CartamaTel. 852 4716

Dirección Territorial CitaráTel. 843 2226

Dirección Territorial HevéxicosTel. 853 1245

Dirección Territorial PanzenúTel. 839 3258

Dirección Territorial TahamíesTel. 860 7489

Dirección Territorial ZenufanáTel. 832 6610

Sede MedellínCarrera 65 N° 44A 32Teléfono: 493 8888www.corantioquia.gov.co

Si tiene cualquier inquietud sobre los temas tratados en esta edición

de Ecodiversos, escríbanos al correo [email protected]

de las cifras

Por sus condiciones biogeográficas, el territorio colombiano es rico en biodiversidad; la jurisdicción de Corantioquia que integra 80 municipios del departamento de Antioquia, cuenta con una parte significativa de esta riqueza, gracias a la complejidad geográfica y climática que hacen posible la presencia en este territorio de una amplia gama de ecosistemas, en biomas que van desde la selvas húmedas tropicales hasta los bosques altoandinos y páramos.

Contamos con un territorio rico en suelos, aguas, bosques, paisajes, entre muchas de nuestras potencialidades. Podemos asegurar que estas cifras pueden ser de valores incalculables en términos de biodiversidad, y por eso cumplimos con responsabilidad nuestra tarea de preservar y conservar el patrimonio natural de nuestra región.

Los seres humanos hemos establecido una relación permanente con la biodiversidad, hasta el punto que algunas especies han desaparecido y otras tienen una fuerte presión, lo que amenaza también su existencia y la nuestra sobre el planeta.

El 2010 ha sido declarado el Año de la Biodiversidad, y se ha convertido en una plataforma mundial para la reflexión sobre la vida, pero, especialmente, sobre nuestro papel como seres humanos en la protección de la Tierra como el único espacio en el que podemos vivir.

En esta edición de ECODIVERSOS encontrarás las historias de personas vinculadas a Corantioquia, que cada día viven y trabajan por la biodiversidad. Te invitamos a hacer parte de este equipo y a proteger entre todos nuestro ambiente, por tu bien y por el de las generaciones que vienen.

Luis Alfonso Escobar TrujilloDirector General

mÁS aLLá

Parao en la Tierra es una apuesta institucional para promover la transformación de la cultura ambiental, cuyo objetivo es incentivar la participación ciudadana en la jurisdicción de CORANTIOQUIA.

En el proceso se trabajan conceptos como ambiente, territorio, red, responsabilidad social de los medios de comunicación, formatos y géneros periodísticos. La metodología del taller ha permitido a los asistentes realizar un mapeo sobre su entorno, identificar las fortalezas y amenazas ambientales de su municipio y canalizar esta inquietud a través de un trabajo periodístico, donde se realizan productos comunicativos como entrevistas, reportajes gráficos y crónicas que cada uno de los participantes publica en los blogs del proyecto.

Los trabajos periodísticos de Parao en la Tierra, elaborados por los asistentes al taller, pueden conocerse en las siguientes direcciones:

http://www.paraoenlatierracisneros.blogspot.com/http://www.paraoenlatierrabarbosa.blogspot.com/http://www.paraoenlatierraamaga.blogspot.com/http://www.paraoenlatierrasantabarbara.blogspot.com/http://www.paraoenlatierrabetulia.blogspot.com/http://www.paraosenburitica.blogspot.com/http://www.paraoenlatierranechi.blogspot.com/http://www.paraoenlatierraituango.blogspot.com/

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Una voz de vida por la

BIODIVERSIDAD

¿Para qué decir las cifras de Colombia en el ránking de naturaleza del mundo? Que si somos

los primeros en aves, que si otro país ya nos ganó en mamíferos, en insectos o en fl ores… De nada sirve ya ese panorama de números que no alcanza a dibujar las reales dimensiones de lo que nuestro país es en biodiversidad. Dimensiones que no son sólo de grandeza, de vida maravillosa y hasta desconocida, sino también de la forma en que como habitantes de bosques y selvas hemos interactuado a lo largo de la historia con resultados hoy poco alentadores para todas esas especies que son nuestras compañeras en el planeta.

Pero, ¿qué signifi ca esa palabra que se oye y se lee tantas veces que hasta carece de sentido? La biodiversidad o diversidad biológica es la amplia variedad de plantas, animales y microorganismos existentes en un lugar determinado. De acuerdo con la Organización para las Naciones Unidas, que ha declarado el 2010 como el Año Internacional de la Biodiversidad, este concepto incluye las diferencias genéticas dentro de cada especie que hacen singulares a cada individuo, y a esto suma una amplia gama “de ecosistemas, por ejemplo, los que se dan en los desiertos, los bosques, los humedales, las montañas, los lagos, los ríos y los paisajes agrícolas”.

Por eso mismo, tal defi nición en la que cabe todo ser vivo y los lugares en los que cada uno habita, incluye a los seres humanos, que somos los primeros benefi ciados o perjudicados con la conservación o destrucción de la biodiversidad, la misma que, según la ONU, “forma la red vital de la cual somos parte integrante y de la cual tanto dependemos”.

En esta edición, ECODIVERSOS quiere unirse a esta proclama con una voz de aliento, con un grito para lo protección de la biodiversidad en Antioquia. Los técnicos al servicio de CORANTIOQUIA han recorrido durante meses y años, montañas, planicies y selvas que están llenas de vida, que guardan el tesoro de especies endémicas o que alguna vez fueron vistas en la faz de la Tierra. Aún somos biodiversos y lo que tenemos va mucho más allá de las páginas de este periódico, pero la oportunidad no la podíamos dejar pasar: presentamos algunos de los lugares mágicos y de las especies “especiales” que conforman esa gran variedad de animales, plantas y ecosistemas ubicados en la jurisdicción de la Corporación. Guardamos la convicción de que conocer lo que tenemos es el primer paso para querer conservarlo y legarlo al futuro.

Vida en AntioquiaLos ecosistemas de bosque, dentro de la jurisdicción de CORANTIOQUIA, se extienden a lo largo y ancho de 874 mil hectáreas. Asimismo, en los 80 municipios se han registrado 8 mil especies de plantas y 1.265 especies de animales vertebrados; de todos ellos, 354 especies de plantas y 106 de animales se encuentran amenazadas ya sea por su comercio ilegal o por la destrucción de sus hábitats, de ahí que todos los días se hagan esfuerzos normativos y de conciencia ambiental para protegerlos y salvarlos.

La intención de declarar el 2010 como Año Internacional de la Biodiversidad se relaciona con que en las últimas décadas la diversidad biológica en el planeta se ha ido

perdiendo a una velocidad preocupante. Lo urgente y necesario, entonces, es focalizar la atención en este tema

trascendental para la sobrevivencia de todas las especies; lo primero, sin duda, es que ciudadanos y campesinos den un giro en sus prácticas de consumo para minimizar el uso de

recursos, y lo segundo, tarea de gobernantes y gobernados, es fijar y hacer valer leyes y normas que protejan la vida

presente en cualquier ecosistema.

Por Margarita Isaza Velásquez

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La poesía del AGUA

Relación ambiental Otro valor ambiental relativo a la hidrodiversidad en la subregión del Bajo Cauca son las aguas subterráneas, importantes como reservas de agua y para el sostenimiento de los sistemas superfi ciales. Por ejemplo, en las épocas de veranos intensos, las aguas subterráneas se encargan de evitar que los ríos, quebradas y humedales se sequen completamente, ayudando a mantener el ecosistema alrededor de estos cuerpos de agua. Asimismo, en épocas de invierno las aguas subterráneas se nutren de las superfi ciales. Una relación en la que todos ganan.

La cuenca del río Cauca en la jurisdicción de CORANTIOQUIA es de aproximadamente 25.000 km2, y alberga una población cercana a los cuatro millones de habitantes.

Uno de los indicadores de la calidad del agua es la cantidad de especies existentes en la zona. La reducción del caudal del agua o su contaminación ocasiona la pérdida de la biodiversidad, no solamente acuática, sino de las otras especies que la utilizan.

Por Juan Camilo Jaramillo Óscar Mejía

La hidrodiversidad habla de muchas cosas. No sólo de la relación de las especies vivas con el agua, sino, incluso, de las formas de vida, los paisajes y los diferentes encantos que este líquido vital genera. El siguiente testimonio es una muestra de ello.

En Antioquia, uno podría decir que cualquier subregión es rica en diversidad y paisajes de

agua. En el Bajo Cauca por ejemplo, confl uyen varios elementos que hacen especial esta zona. Primero, porque está bañada por el Cauca, que es el principal río del departamento, que lo atraviesa por la mitad. Pero además porque la mayoría de las actividades de la subregión dependen de la dinámica de este río: la pesca, la navegación, la minería, e incluso el sostenimiento de otros sistemas como los complejos de humedales, que son el refugio de muchas especies de aves y reptiles, y de sistemas verdes.

La ciénaga Colombia, entre Caucasia y Cáceres, por ejemplo, es un cuerpo hídrico supremamente bonito. Para darnos una idea de ella, vale decir que tiene aproximadamente ochocientas hectáreas en espejo de agua para la época de invierno y sesenta en la época de verano; allí, en medio de todo eso, la calma es absoluta. Las ciénagas o humedales son muy importantes para los peces, porque además de ser aguas de muy buena calidad son muy tranquilas, y por eso son hábitats ideales para la reproducción.

Para llegar allí, a la ciénaga Colombia, hay que subir por el río Man, atravesando un bosquecito en galería. Los árboles a lado y lado son inmensos, centenarios, y llega a parecer que el río no se mueve. Tanto así que a veces, cuando el Cauca está crecido, este se mete al Man y sube, sube a contracorriente camino hacia la ciénaga.

Viajando por el Man, que es el río del que se toma el agua para el acueducto de Caucasia, uno puede ver babillas, tortugas, caimanes y especies de aves como las garzas blancas y morenas. Se las ve volando de árbol en árbol, a veces en manadas, a veces solitarias. Se oye el canto de muchos pájaros. Se ve también a los pescadores en su ofi cio y gente en el río bañándose o lavando la ropa.

Todo eso es un poco como lo que uno encuentra en la literatura oriental, donde se habla de lagos calmos,

espacios para la refl exión: una suerte de espejos donde se puede observar el alma; si no el alma propia, por lo menos el alma de la naturaleza.

Contrario a esto, habría que pensar en sistemas montañosos, como en la subregión Norte, donde se forman rápidos, cascadas, saltos y turbulencias; donde los ríos están asociados a cauces llenos de piedras y el agua es alegre y juguetona, es energía; donde la vida se manifi esta de otro modo: en lo indomable que puede llegar a ser el agua, en el sonido de la cascada, sintiendo la brisa que produce cuando se revienta en los vórtices antes de caer de nuevo a la quebrada o sobre los árboles.

Sin embargo, es en esta diferencia que comenzamos a entender lo que es la hidrodiversidad, un concepto que va más allá de las formas y los paisajes, y que tiene implicaciones sobre las especies y formas de vida relacionadas con esos sistemas hídricos. Por ejemplo, hay formas de vida que prefi eren las aguas calientes y hay formas de vida que prefi eren las aguas frías. Hay las que prefi eren las aguas turbias, poco claras, y hay las que prefi eren las cristalinas. Hay las que sólo pueden vivir en aguas rápidas, y hay las que son aptas para aguas lentas.

Incluso, culturalmente, el paso del agua marca diferencias. Volviendo al Bajo Cauca, uno tiene que entender, por ejemplo, que los habitantes de esta zona dependen del agua. Uno podría decir, en muy buena medida, que son comunidades anfi bias, que muchos habitantes pasan más tiempo del día y de la noche en el agua que fuera de ella, que dependen de ella como transporte, como sustento. Un pescador difícilmente puede sentirse bien en otra labor; ellos encuentran su hábitat en el río y en esas ciénagas, entonces llega a ser más importante el agua que la tierra. Es algo que no pasa con otras comunidades.

Lugares como la ciénaga Colombia son paraísos, no sólo por su belleza poco comparable, sino por su aporte para la bio e hidrodividersidad.

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que cuida los bosquesUn gavilán

Para él no hay otro lugar mejor que aquel donde los árboles buscan llegar al cielo, el viento sopla y el agua pasa cantando sobre las piedras. Los bosques son su refugio y por eso dedica su vida a protegerlos desde hace doce años, cuando comenzó a trabajar en CORANTIOQUIA.

Aunque se llama John Geyver Herrán, muchos se olvidaron de que ese es su nombre y, desde

hace un tiempo, comenzaron a llamarlo de un modo diferente.

Todo comenzó cuando un grupo de niños en Vegachí, ubicado en el Nordeste del departamento, entregaron sus caucheras y dejaron atrás sus nombres de pila para ponerse el de los pájaros. Así, Andrés siguió siendo Azulejo, Sebastián fue Sinsonte, y Camilo, Cardenal Guajiro. Al ingeniero forestal lo rebautizaron con el nombre de una de las aves rapaces que más conocen los campesinos: el Gavilán. Surgió entonces El club de los Pichones: Amigos de la naturaleza, un grupo de pequeños vigías de los bosques que con el paso de los días fue creciendo y transformando la vida del Gavilán, hasta el punto de no sólo llamarse distinto, sino de empezar a ver el mundo con nuevos ojos.

El club de los Pichones hizo caminatas, liberaciones de fauna, y, por supuesto, creó una gran conciencia ecológica que generó también una transformación evidente entre los habitantes del pueblo. Hoy, diez años después, John Geyver sigue siendo el Gavilán y los integrantes del club, que ya no son tan niños, lo recuerdan como el mejor de los amigos.

Todo esto lo motiva para continuar trabajando con empeño por los bosques de Antioquia. Su labor la ha desarrollado en distintas áreas de CORANTIOQUIA. En Caucasia, coordina la ejecución del proyecto Ordenación forestal sostenible para la zona productora de los bosques del Norte y el Nordeste del departamento de Antioquia, cuyo objetivo es “contribuir al desarrollo socio-económico integral y a la protección del medio ambiente en el Norte y Nordeste de Antioquia”, para que sean aprovechados de forma sostenible y puedan perpetuarse en el tiempo.

A John Geyver le fascina la tarea, pese a las difi cultades que trae consigo, pues si bien los bosques de esas zonas son hermosos, poseen grandes amenazas como el confl icto armado, el aprovechamiento ilegal e irracional, los cultivos de usos ilícitos y la minería desenfrenada. Muy temprano, él emprende las caminatas de días enteros para llegar a los bosques de El Bagre, Zaragoza, Caucasia, Nechí, Cáceres y Valdivia, pero su jornada cada vez es más larga, pues los bosques están cada vez más alejados de las cabeceras municipales.

Liviano de equipaje y acompañado por algunos campesinos, este ingeniero se desplaza por bosques en los que hoy en día los pájaros escasean o se esconden, debido, entre otros asuntos, a las continuas fumigaciones para acabar con los cultivos de usos ilícitos; el agua está llena de sedimentos y contaminada por el mercurio que produce la minería; bosques en los que sólo se aprovecha entre el 25 y el 30% de las maderas que se extraen y se desperdicia el resto.

En estas condiciones, es claro que hay mucho trabajo por hacer, y como la idea es ejercer la autoridad ambiental para que los bosques se aprovechen racionalmente, hay que comenzar por conocer quiénes viven de ellos y para ellos. “Si la gente no necesitara comida y sustento, los bosques serían intocables y solitarios, como algunos los imaginan, pero la realidad es que hay que buscar un equilibrio para cuidarlos y poder usarlos”, explica el Gavilán.

Por eso, desde temprano calza sus botas y empieza a recorrer el monte. Pero su tarea no se limita a revisar de lado a lado el inventario de cada bosque, pues más importante que eso, es ganarse la confi anza de los habitantes de cada lugar e iniciar con ellos un proceso de concienciación para que las próximas generaciones alcancen a conocer y a disfrutar los bosques y sus bondades.

El compromiso de este hombre-pájaro es permanente. Cuando no está en trabajo de campo, está pensando estrategias para que la gente no tenga que acudir a prácticas dañinas. Se le ocurre, por ejemplo, crear agremiaciones de madereros para que vendan sin intermediarios, proponer la explotación de otros productos secundarios o no maderables del bosque como las semillas, moldear artesanías con resinas y conformar un mercado de productos hechos con los remanentes de la madera.

Porque cada uno de esos sueños puede hacer parte de su trabajo diario, John Geyver, el Gavilán, se siente orgulloso de madrugar a andar para proteger lo que más quiere: “Lo que hago lo hago con gusto, porque amo los bosques, que para mí no son rastrojo ni monte, sino mi vida”.

Club Los Pichones: A John Geyver le dicen Gavilán porque hace diez años lo bautizaron así en el Club de los Pichones: Amigos de la Naturaleza.

Los bosques son imprescindibles para la vida porque disminuyen la erosión de las montañas al reducir la velocidad con que el agua baja por sus laderas, y como sujetan la tierra, limitan el riesgo de inundaciones.

Los bosques mantienen la humedad y limpian el aire. Además, ofrecen múltiples hábitats y son las principales reservas de biodiversidad.

Por Isabel González Ramírez John Geyver Herrán

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Catalina Luján Gallo vive desde hace cinco años en Caucasia, y desde hace ocho meses trabaja con CORANTIOQUIA en la Territorial Panzenú. La Biología, la ciencia de la vida, es su profesión y también su pasión, porque gracias a ella ha podido estar cerca, muy cerca, de la naturaleza, y desarrollar una habilidad que la llena de alegría: tomar fotografías.

tiene quien la mire

La pasión que cada persona tiene muy dentro de sí, que la mueve a hacer cosas extraordinarias, la tenemos, quienes fotografi amos la naturaleza, por la porción de divinidad que hay en el todo y en nosotros mismos. Esta pasión nos permite extasiarnos con la belleza inherente e ilimitada que existe en todo lo creado: los colores, las texturas, los aromas, los sonidos. En ese contexto, gracias a la fotografía podemos congelar los momentos mágicos en imágenes dibujadas con luz radiante que bien pueden iluminar los corazones de otros seres, sensibilizándolos ante tanta grandeza, que por ser tan abundante en países como el nuestro, para algunos pasa desapercibida. El ojo del fotógrafo de naturaleza es sensible a los cambios y puede ver una gran oportunidad en aquello que otras personas ven como problemático; él puede destacar la esencia de lo particular en el todo y mostrar así la gran diversidad que se oculta a los ojos poco atrevidos. El Bajo Cauca me ha abierto las puertas como un escenario propio para mostrar a través de las imágenes, sus paisajes, sus atardeceres, sus aguas, la fauna y la fl ora con todos sus encantos, los mismos que me han cautivado tanto como su gente alegre, cálida y abierta. El contacto permanente y cercano con la naturaleza hace que nuestra mente se aquiete y el corazón se llene de fuerzas y energía transformadora; a la vez, el contacto con la gente nos permite reencontrarnos en el otro, entregar amor y poder contribuir al cambio a través del servicio y la entrega.

Catalina Luján Gallo vive desde hace cinco años en Caucasia, y desde hace ocho meses trabaja con CORANTIOQUIA en la Territorial Panzenú. La Biología, la ciencia de la vida, es su profesión y también su pasión, porque gracias a ella ha podido estar cerca, muy cerca, porque gracias a ella ha podido estar cerca, muy cerca,

En cada trabajo de campo que realiza, Catalina llena la memoria de su cámara

con imágenes de todo aquello que la vida le enseñó a querer. Estas imágenes completan un gran álbum digital que bien puede ser un muestrario de la diversidad natural del Bajo Cauca antioqueño.

ECODIVERSOS presenta una selección de sus fotografías y su testimonio de amor por la vida.

Fotógrafa: Catalina Luján Gallo

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tiene quien la mire

La fl or del carambolo, el árbol de cañafístula, los pisingos, la guacamaya, el mariapalitos, el pájaro Juan Bobo, los bosquecitos de hongos, las mariposas, la garza morena y, en fi n, todo un mundo de naturaleza es el que Catalina Luján Gallo retrata con su cámara para dar testimonio de biodiversidad. Así son la fl ora, la fauna y los ecosistemas del Bajo Cauca antioqueño.

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El trabajo de los estudiosos de las aves es extraordinario. Recorren montañas, valles o costas con binoculares colgando del cuello y ante cualquier asomo de movimiento entre la maraña del bosque apuntan su mirada multiplicada hasta por diez veces por sus binoculares para identifi car con mayor acierto la especie de ave que lo genera y si es posible observar detalles de su comportamiento. Con el tiempo, el oído del ornitólogo se vuelve virtuoso y es capaz de identifi car con gran acierto el sonido específi co de una especie y será capaz también de identifi car hasta los colores y las variaciones más mínimas de su plumaje. Sin embargo, cuando se trata de aves que viajan en grupos no es necesario tener un ojo ni un oído experto para encontrarlas: su bullicio y revoloteo las delatan. En un paraje comparativamente cercano a la cabecera de Jericó habita la cotorra frentirroja (Aratinga wagleri). Todos los días, al caer la tarde, en numerosas bandadas vuela hacia las tierras altas de la región para buscar lugares donde pasar la noche. Se posan en la bóveda de los más altos árboles y copas de guaduales, para, de un momento a otro, hacerlos fl orecer con los más de mil quinientos ojos rojos, picos corvos e intensos plumajes.

Con el fi n de conocer más sobre estas enigmáticas y notorias aves, CORANTIOQUIA propuso al ingeniero forestal y ornitólogo Pablo Flórez un trabajo de investigación. Pablo indagó sobre los hábitos de esta especie, les contó a los pobladores de la zona, principalmente a los niños de las escuelas la importancia de cuidar estas cotorras, transmitió con el mismo objetivo programas de radio en las emisoras

locales y hasta tuvo tiempo de hacerse amigo de los habitantes de la región que le daban posada cuando estaba en sus largas jornadas de campo, tiempo que el aprovechaba para enriquecer el cúmulo de datos de esta investigación, pues para ellos la presencia de las cotorras no es nueva; al contrario, las conocen y han convivido con ellas desde hace años.

El trabajo de observación tenía dos momentos claves: el amanecer y el ocaso. Las pinceladas rojizas que abundan en el cielo de Jericó entre las 5:30 y 6:30 de la tarde no son a causa de la puesta del sol, sino por los grupos de cotorras que se aproximan desde el Este y el Norte, y que, al sumarse unos con otros conforman bandadas multitudinarias cuyo bullicio puede sentirse a varios kilómetros del lugar en donde religiosamente van a dormir. Pablo buscaba por lo general un lugar alto para observar el espectáculo que ofrece la mezcla del bullicio, las peleas y los galanteos, que se ve aumentado por el aparente hacinamiento de este lugar.

Por las mañanas la historia se repite pero a la inversa. Una vez se desperezan, las cotorras levantan el vuelo hacia tierras más bajas donde van a buscar sus lugares de anidación y alimento. En un solo día, estas aves visitan lugares de diferentes climas. Esta versatilidad, sumada a su capacidad

de movimiento, es una de las razones que ha permitido la prosperidad de la especie. Si bien no está categorizada aún en peligro de extinción, una investigación como la que se adelantó sirve para realizar acciones de conservación y crear conciencia en los habitantes de la zona sobre la importancia de proteger no solo estas aves, sino la fauna silvestre con la que comparten estos ecosistemas.

Pablo relata que en los talleres del proyecto las cotorras eran el centro de atención, pero otras especies de fauna silvestre siempre aparecían en las historias que los campesinos relataban. “Todos los días podían encontrarse con toda clase de animales, desde la cotorra hasta el oso de anteojos o el puma. Por eso yo hacía talleres enfocados en todo tipo de fauna”, dice. Así, no solo valoraban la importancia que tiene un ave como la cotorra frentirroja para mantener la biodiversidad de la región, sino que entendían que muchas especies contribuyen al control de plagas, la dispersión de semillas, la eliminación de carroña y en general a la sostenibilidad de los cada vez más escasos bosques.

Como fiel enamorado de las aves, Pablo Flórez no deja de pensar en las acciones de conservación que garantizarían la supervivencia de esta y muchas otras especies.

Por Pablo Flórez

Una numerosa población de cotorras frentirrojas gobiernan los cielos del suroeste lejano antioqueño. En el municipio de Jericó, un proyecto de investigación contribuyó a conocer más sobre esta importante especie de loro y a enamorar más a los pobladores de tal belleza.

Esa mancha

en el cieloROJA y BULLiciosa

gobiernan los cielos del suroeste lejano antioqueño. En el municipio de Jericó, un proyecto de investigación contribuyó a conocer más sobre esta importante especie de loro y a enamorar más esta importante especie de loro y a enamorar más a los pobladores de tal belleza.

La cotorra frentirroja, Aratinga wagleri, es un ave que habita en la zona norte de la cordillera de Los Andes y fue descubierta para la biología en 1845.

Por su color vistoso y habitual bullicio, la cotorra frentirroja es una de las especies amenazadas por el comercio ilegal de fauna silvestre y por el arrasamiento de los

bosques en donde habita.

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Cruzada por la Cruzada por la Cruzada por la

VIDA

La fauna silvestre encontró un aliado. John Jairo Restrepo Salazar recorre montañas, valles y ciénagas en busca de animales en peligro y lidera campañas para frenar el comercio ilegal de estas especies. Su propósito es preservar la biodiversidad y el equilibrio del ecosistema.

La biodiversidad en palabras de John Jairo• En un contexto simple, biodiversidad

signifi ca diversidad de vida, pero esa defi nición no es para leerla, es para vivirla, pues hacemos parte de su esencia.

• Biodiversidad es una bella mariposa saltando de fl or en fl or o un atrayente charco de las múltiples quebradas y ríos que bañan nuestros paisajes.

• Biodiversidad es el sueño de tener espacios armoniosos en donde el ser humano conviva con el viento, los ríos, las plantas y otros seres que habitan este pedazo de universo que nos correspondió como sustrato de existencia.

Por Lina Martínez Mejía John Jairo Restrepo

9Nº 33 · Mayo de 2010

La iguana verde es una de las especies amenazadas por el tráfico ilegal debido a la textura y el vistoso color de su piel. Protegerla es una de las tareas de John Jairo Restrepo.

La tarea de preservar la biodiversidad de un lugar comienza con el reconocimiento de las especies que allí habitan. Las ranas, por ejemplo, cumplen una función

fundamental en el control de plagas.

La iguana verde es una de las especies amenazadas por el tráfico ilegal debido a la textura y el vistoso color de su piel. Protegerla es una de las tareas de John Jairo Restrepo.

Todas las mañanas, después de salir de su ofi cina, ubicada en el casco urbano de Caucasia, John Jairo dispone sus cinco sentidos para disfrutar del espectáculo natural que ofrece el complejo de humedales que bañan la zona. La frescura del río lo pone en sintonía con la tranquilidad que se respira en el ambiente. Después de que la lancha se interna en los caños y en las ciénagas, se encuentra de frente con los animales que protege el equipo de fauna silvestre de la Corporación.

Las babillas, los caimanes aguja, las iguanas y las tortugas icoteas reposan en las orillas, mientras que las garzas se posan en los árboles y esperan pacientes la oportunidad de atrapar un pez. “Es una maravilla estar cerca de estas especies, pues muchas veces solo se ven en fotos o en televisión. El manatí, una especie muy importante en el complejo cenagoso, es muy difícil de ver; las chalupas y los trasmallos que se lanzan al agua tienen a este animal en riesgo de extinción. Este escenario se hace más diverso entre los meses de septiembre y marzo, temporada en la que nos visitan aves migratorias como los patos pisingos”, dice.

La imponencia del paisaje y la armonía de las especies que lo habitan son el aliciente que John Jairo necesita para emprender la batalla contra la deforestación, la contaminación de las fuentes hídricas y el tráfi co ilegal de la fauna silvestre. “Para los que trabajamos en el área ambiental, es un placer estar en contacto con la naturaleza. Ver a un animal libre en su medio natural, cazando y cumpliendo su papel en el ecosistema, me da la tranquilidad de saber que todavía hay oportunidad de rescatar este mundo para todos”, relata.

John Jairo seguirá comprometido con su causa, pues espera

que muchas especies en riesgo recuperen esa libertad que hoy disfruta Roberto.

Los ojos de Manuel se llenaron de lágrimas el día que Roberto, el loro que parloteó dieciocho años

en los corredores de su casa, levantó vuelo junto a cinco aves que retornaron a su hábitat natural. Era triste ver cómo se perdía entre las copas de los árboles, pero sabía que era lo mejor para su amigo parlanchín. En esta despedida contó con el apoyo de John Jairo Restrepo, integrante del equipo de fauna silvestre de CORANTIOQUIA; él le dio el impulso que necesitaba para desprenderse de su mascota.

Antes de tomar esta decisión, Manuel le explicó a su mamá, tal y como lo escuchó en el colegio, que el tráfi co y el comercio de fauna silvestre es ilegal. Después de una charla sobre la protección a las especies en riesgo de extinción, la familia concluyó que el hogar de Roberto estaba en los bosques de Támesis. “Cuando el loro salió de la jaula las lágrimas del niño eran de alegría. Es muy gratifi cante saber que en muchos casos las campañas de sensibilización sí funcionan, pues la gente entiende que debe convivir en armonía con la fauna silvestre”, dice John Jairo.

Al rescateEste zootecnista de la Universidad Nacional ha acompañado procesos similares en el Magdalena Medio, en el Bajo Cauca y en municipios del Occidente y Suroeste antioqueño. En el 2009 llegó a la dirección territorial Panzenú, esa zona del Bajo Cauca donde confl uyen los ríos Nechí, Cauca, Man y Cacerí entre otros.

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escondida en laciénaga

La magia

Navegando río arriba por las aguas del Nechí se puede encontrar un lugar maravilloso: El Sapo. Han pasado más de cinco años desde que Saulo Hoyos conoció ese paraje escondido en un rincón del Bajo Cauca, y aún hoy continúa admirado por el paisaje que brinda el complejo cenagoso.

Saulo Hoyos, biólogo de profesión, empezó a trabajar con CORANTIOQUIA en 1998, y desde

hace casi seis años las casualidades de la vida lo pusieron al frente del proyecto de humedales, dándole la oportunidad de recorrer mágicos lugares de nuestro departamento. Él, cuando de humedales se trata, no titubea en afi rmar cuál es su favorito:

—El Sapo es el complejo cenagoso mejor conservado, y paisajísticamente es maravilloso. Tiene un espejo de agua abundante, y a diferencia de otros humedales en los que el ganado de los potreros aledaños se mete en el agua, está protegido, casi por completo, por un denso bosque a su alrededor.

El Sapo cuenta con cuatro espejos de agua principales: El Carmen, Cuatro Bocas, La Palma y La Taponera. Alrededor no viven muchas personas, pero sus pocos habitantes cuidan del lugar. El Sapo es el nicho de una amplia variedad de fauna y fl ora. Allí cohabitan pumas, tigrillos, guaguas, nutrias; asimismo, peces como el bagre, el bocachico, y anfi bios como babillas y caimanes.

—Además de los animales, existen muchas especies arbóreas interesantes, entre ellas el laurel y el comino. También hay fl ora acuática, una clase de mangle de agua dulce. Los humedales son muy importantes, pues son el hogar de muchas especies de plantas y animales endémicos o que están en peligro de extinción; por ejemplo, hay peces como la doncella o el capaz, que no son muy conocidas pero que tienen algún tipo de vulnerabilidad.

El sofocante calor y los mosquitos, sobre todo en épocas de lluvias, no son impedimento para que los lugareños se sumerjan en las aguas de El Sapo con el fi n de extraer la tarrulla que allí fl ota, facilitando así el acceso al lugar y un mejor desarrollo para las especies que lo habitan.

—Se está trabajando con los moradores de la zona, entre otras cosas, en el repoblamiento de las aguas, vertiendo en ellas pequeños peces, los cuales reciben un nombre según su desarrollo; por ejemplo, a los que llamamos dedinos es por su tamaño similar al dedo de una mano. Estos peces en ocho o nueve meses logran su edad adulta y serán cazados por otros animales y por los pescadores, y los que tengan mejor suerte lograrán nadar hasta el río y se reproducirán.

Ese mismo trabajo, de hacer de los humedales una “casa cuna” para especies, se adelanta en otros lugares, entre ellos el complejo Barbacoas en el Magdalena Medio, al sur del municipio de Yondó, uno de los pocos hogares que le queda al manatí, un mamífero acuático seriamente amenazado.

Respecto a El Sapo, sus principales amenazas en este momento son paradójicamente los cambios en la naturaleza, como el cambio climático con su escasez de lluvias que ha reducido considerablemente la cantidad de agua almacenada en las ciénagas y en los caños, incluso algunos espejos de agua se han reducido hasta en dos metros. Por otra parte, la mano del hombre pone en peligro el normal desarrollo de la vida en el ecosistema.

—En un punto de la ciénaga se ve un frente de contaminación, una línea roja en la playa, producto de los sedimentos de la actividad minera. Los químicos que utilizan para benefi ciar el oro, casi siempre mercurio o cianuro, contaminan el agua. La minería es importante por la economía, pero debe hacerse bien, yendo de la mano con la conservación, pues el impacto que sufre la naturaleza con la desaparición de la capa vegetal es enorme.

Y es que los complejos de humedales como El Sapo, Barbacoas, Totumos - Caño Negro, solo por mencionar algunos, son importantes por las especies que allí habitan y por servir como esponjas en zonas planas, pues en las épocas de lluvias disipan la fuerza de los ríos. Asimismo, estos hábitats son fuente de ingresos y alimentos para las personas que están asentadas en sus alrededores.

—Vale la pena hacer inversiones en ellos con programas de repoblamiento, de recuperación, para que mejoren, se estabilicen o se enriquezcan más, tanto en biodiversidad como en el arraigo de la gente.

Para Saulo Hoyos, el éxito en la conservación de los humedales y de cualquier ecosistema está en la educación:

—Los seres humanos no son destructores por naturaleza, esta es una conducta cultural; un hombre hace lo que su papá le enseñó y lo que el abuelo le enseñó a su papá. Si a usted le enseñan que puede aprovechar mucho más el pescado o los animales que caza haciéndolos rendir el doble, entonces usted cazaría sólo la mitad.

Animales en vía de extinción tienen en los humedales un refugio para poder crecer y reproducirse. En humedales como El Sapo, el trabajo con la comunidad

consiste en repoblar las aguas con diferentes especies de peces y limpiar los caños para despejar los espejos de agua.

Los humedales son ecosistemas que albergan variadas especies de fauna y flora, lo que los hace biodiversos. Cuando el espejo de agua se reduce, muchas especies mueren o emigran hacia otros humedales.

Por Víctor Casas Mendoza Saulo Hoyos

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11Nº 33 · Mayo de 2010

Desde hace un par de años, en las territoriales de Citará

y Cartama se promueven estrategias de conservación

de las áreas protegidas. El objetivo fundamental es

preservar estos lugares del presente como garantías

naturales del futuro.

Los Farallones del Citará son una de las riquezas naturales más imponentes con que cuenta el Suroeste. Situados sobre la Cordillera Occidental se extienden hasta el departamento del Chocó.

La Passiflora jardinensis es el emblema de Jardín, porque es una especie endémica de las montañas del municipio. Se ubica en áreas protegidas comoCuchilla - Jardín - Támesis.

Por Perla Toro Fabio Jairo Herrera

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ConserVar

11Nº 33 · Mayo de 2010

Dicen que el Suroeste es la región más hermosa del departamento de Antioquia. Puede

que estén en lo cierto. No solo son sus pueblos construidos con la fi ligrana del pasado y las calles que respiran los secretos de la historia, sino también sus montañas, miradores y paraderos turísticos naturales, los que dejan en el aire una esperanza de porvenir.

El color de la región es el verde, por eso las banderas de municipios como Jardín y Ciudad Bolívar lo llevan orgullosas. Desde Hispania (sede de la territorial Citará) y Jericó (sede de la territorial Cartama), se gestan actos de responsabilidad y compromiso con el futuro, para la conservación ambiental y de las áreas protegidas que allí se encuentran y son zonas de diversidad biológica, como San Juan - Río Barroso; Cuchilla - Jardín - Támesis; Altos de San José - Cerro Plateado, y Farallones del Citará. Como quien dice, no se trata de una simple fachada de múltiples tonalidades, sino de todo un entramado de árboles, aves, animales silvestres, fl ores, ríos, quebradas y cuanta cosa suene a vida de la más pura, mejor dicho, a biodiversidad.

Aunque la riqueza de esta zona es indiscutible, muchos de sus habitantes no son conscientes de lo que tienen. Allí, por ejemplo, suele practicarse la caza del oso de anteojos, una especie protegida por estar en peligro de extinción. Así mismo, la siembra totalizadora de café y los cultivos extensivos de frutas o plátano han determinado un alto deterioro en las fuentes de agua.

Para disminuir estos efectos negativos y conservar esta subregión, el diálogo entre pobladores y expertos se convirtió en la herramienta de trabajo. El proyecto Gestión integral de áreas estratégicas da cuenta de estos objetivos, pues las actividades están basadas en foros, reuniones, mesas ambientales, capacitaciones y conversaciones de a pie entre unos y otros, para que quienes viven en la zona de infl uencia de las áreas protegidas puedan conocer, comprender y cuidar el tesoro verde que tienen bajo sus pies.

Fabio Herrera Pareja, economista agrícola de CORANTIOQUIA, es uno de los enlaces con la comunidad. Vive en Hispania y se considera un

enamorado del Suroeste, por eso hace su trabajo con todo el empeño de quien quiere conservar para siempre cada lugar mágico. Pero el trabajo no ha sido fácil. Según él, “entrar a intervenir zonas de riqueza fl uvial, forestal y de fauna en las que no ha habido ninguna clase de restricción para la explotación de todo tipo es complicado, por eso se hace necesario un trabajo muy fuerte de sensibilización”.

Dentro de esa riqueza que él menciona, puede contarse que el Suroeste es la casa de la pasifl ora, la palma de cera y la palma macana, el oso de anteojos y el loro orejiamarillo, la iguana, la guagua y la nutria, y hasta el roble y el frailejón; todas especies disímiles que se ubican entre el clima templado y el páramo, en donde la vegetación cubre las montañas, y el agua, con sus corrientes y caídas, se deja oír como un lento respirar de la Tierra.

Eso, el saber qué hay en donde viven y por qué tiene importancia, es lo que poco a poco las comunidades han ido aprendiendo, en un correo de voz a voz que va ganando adeptos para proteger en vez de destruir. Ahora, el cuidado ambiental es un compromiso que están asumiendo los habitantes de los 24 municipios que conforman esa verde subregión del departamento. El caso de la limitación en el uso de la palma de cera ha sido una ganancia; “El loro orejiamarillo vive en esta palma, por eso si preservamos la vida de la palma, también protegemos la del loro”, explica Fabio. De igual manera, se ha disminuido la caza de especies amenazadas, y, como parte de un logro de toda la comunidad, hace poco se inauguró en Hispania un parque temático ambiental que busca continuar la tarea de difundir el conocimiento sobre la biodiversidad de la región y, por lo tanto, la manera en que es urgente conservarla.

En suma, el trabajo ha sido lento pero va con paso seguro… Por ahora las más de mil personas benefi ciadas con el proyecto de Gestión integral de áreas estratégicas tienen una tarea por delante: ser multiplicadores del conocimiento que han adquirido para que muchos más vecinos de las zonas protegidas puedan entender y cuidar el valor que se esconde en las altas montañas.

Allí está la biodiversidadLas áreas protegidas son lugares que por sus condiciones de riqueza natural están amenazados por la acción del hombre, y por tanto deben ser tenidos en cuenta por entidades gubernamentales para tomar medidas especiales que permitan la conservación de su diversidad biológica.

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Los colores del

Juan Lázaro Toro, ingeniero forestal, titubea, piensa y repite que especifi car un lugar especial en fl ora no es una tarea fácil. Insiste que son muchos sus lugares favoritos. Finalmente se decide: el páramo de Belmira.

En la espesura de la cordillera Central se asienta este páramo. Su extensión abarca varios

municipios: Belmira, Entrerríos, San José de la Montaña, San Pedro de los Milagros, San Andrés de Cuerquia, Sabanalarga, Liborina, Olaya, San Jerónimo y Sopetrán. “Está ubicado entre los 3.000 y 3.400 metros sobre el nivel del mar, que no es lo usual, pues normalmente los páramos del país están por encima de los 3.300 metros. En Belmira el páramo empieza a menor altura, porque las condiciones de lluvia de la zona hacen que la temperatura sea más baja”, cuenta Juan Lázaro, quien ha experimentado en algunos de sus viajes un frío intenso producto de las bajas temperaturas.

En estas condiciones extremas y especiales del páramo, viven muchas especies de fl ora que CORANTIOQUIA ha estudiado rigurosamente. Son especies únicas, muchas de ellas endémicas, que han evolucionado para vivir en condiciones de “temperaturas muy bajas, poca fertilidad en los suelos, bastante humedad y vientos”.

Por Anamaría Bedoya Builes Juan Lázaro Toro

De las especies más típicas y bellas del páramo está el frailejón. Se abre con sus hojas alargadas y puntiagudas, verdes claras, llenas de minúsculos pelitos dorados y suaves que lo protegen del viento. Una vez al año aparece su flor pequeña y amarilla. Cuando le nacen hojas nuevas son de colores muy claros, que le permite cuidarse de la radiación solar. El crecimiento de los frailejones es muy lento. “Se puede decir que los frailejones de tres o cuatro metros tienen más de un siglo”, explica Juan Lázaro.

El sietecueros rojo es un árbol que abunda en el páramo y puede llegar hasta los tres metros de altura. Sus ramas largas y delgadas están repletas de pequeñas hojas en las que se incuban flores rojas de cinco pétalos y pubescentes; desprende un olor cercano al de la cebolla y el ajo. Este arbusto crece en las partes abiertas de páramo. Las personas suelen usarlo como ornamento.

Las numerosas flores que se estiran al final de un ramaje como una espiga, pequeñas, delicadas, alargadas, blanquecinas, grises, amarillas, distinguen al encenillo, una especie de árboles que varían su altura desde los cinco hasta los veinte metros. La madera de estos árboles es muy utilizada como leña y para la construcción.

Los colores vistosos y brillantes de las bromelias contrastan los grises húmedos del páramo. Son muy abundantes y existe diversidad de especies en el páramo. Sus plantas son pequeñas y de tallo corto; se distingue por almacenar agua gracias a su espesor y formas abanicadas. Una de las especies de bromelias que más se ven en el páramo es el cardo, al cual también se le ha dado uso ornamental.

El tabaquillo empieza a verse en las partes más altas; no es una especie tan común y es vital para conservar microcuencas y recuperar áreas degradadas. Este arbusto, que puede alcanzar hasta siete metros de altura, se diferencia por la forma puntiaguda de sus flores. Sus hojas se tornan amarillas antes de caer.

En el páramo abundan muchas especies de orquídeas que tienen tantas formas y tamaños como colores exóticos. Son plantas pequeñas difíciles de cultivar fuera de su hábitat, ya que necesitan unas condiciones de luz y humedad específicas.

Para Juan Lázaro, la fl ora que hay en el páramo es tanta, diversa y bella que se vuelve inagotable. A él le gustan los fi toazules, guardacaminos, romeros, pajonales, musgos, mortiños; y la lista es larga. Por eso le emociona escalar por ese ecosistema especial en busca de las fantasiosas formas de la naturaleza, vitales para la conservación del páramo que a su vez regula el ciclo hidrológico y es la casa de muchas especies de fauna.