de las afecciones sifilíticas en los huesos · atributos, sin que la diátesisrevele su existencia...

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TESISPARA

EL EXAMEN PROFESIONALDE

POS

PABLO CÓRDOVA Y YALOIS,a- ’

ALUMNO

LA ESCUELA DE MEDICINA DE MEXICO.

De las afecciones sifilíticascsi los huesosa

MEXICO; 1869.Tipografía del Comercio, de N. Chavez,

a cargo de J. Moreno.Calle de ConJob mes núm. §

A LA MEMORIA

DE

MIS PADRES

AL SEÑOR

H LaxMati cb la Ifasxma*

En la mayor parte de los enfermos, la sífilis se de-tiene en el periodo secundario, es decir, en su segundoacto. La sífilis se cura, óá lo menos el individuo con-tinúa viviendo en la mas perfecta salud con todos susatributos, sin que la diátesis revele su existencia pornuevas manifestaciones.

En algunos, al contrario, después de haber recorridotodos los fenómenos pertenecientes á los accidentes se-cundarios, pasa la sífilis á la última faz, en donde váá producir una sucesión de accidentes numerosos y va-riados, cuyo conjunto constituye la sífilis terciaria. Enel periodo secundario no atacaba mas que la piel, lasmucosas, el globo ocular, las uñas, los cabellos; en elterciario, vá á estenderse á todos los órganos, á todoslos tejidos subyacentes. Ningún punto de la economíaestará ya ai abrigo de sus ataques. El tejido celular,el tejido fibroso, el tejido huesoso, los músculos, el ce-rebro, el corazón, el pulmón, el hígado, el bazo, los ri-ñones, todas las víceras, en una palabra, estarán en pe-ligro de ser invadidas por la enfermedad.

6La sífilis debe ser invariablemente precedida de acci-

dentes secundarios, y ¿no podría en ningún caso produ-cirse repentinamente, sin tener por principio otro acci-dente que el chancro?

Esta cuestión ha sido resuelta de diversa manera porlos autores. Unos han pretendido que el periodo se-cundario puede faltar y las lesiones del tercer periodopueden suceder inmediatamente áun chancro infectan-te. Otros han sostenido con mas razón, que los acci-dentes terciarios son siempre y como fatalmente prece-didos de los secundarios. Esta opinión es la que sigueM. Cullerier y la mayor parte de los autores.

Antes, cuando se suponía al mercurio propiedadesprofilácticas que no tiene, cuando se le atribuía el qui-mérico poder de impedir el desarrollo de las manifesta-ciones secundarias, los adversarios de la opinión deCullerier que he espuesto antes, sacaban de esta falsamanera de ver un argumento de algún valor. Puestoque el mercurio, decían, detiene la evolución de la sífi-lis; puesto que previene los accidentes secundarios, estos últimos pueden faltar, y la sífilis terciaria aparecersin haber sido precedida por la secundaria.

Pero el mercurio no previene la sífilis secundaria. Ycomo se sabe, el mercurio es reconocido como un buenespecífico para curar las lesiones secundarias, pero deninguna utilidad para impedir el desarrollo de estos ac-

cidentes, y lo único que podrá hacer el mercurio comoagente profiláctico será moderar el curso y atenuar lagravedad de los accidentes secundarios, pero del todoimpotente para impedir su desarrollo.

7La opinión contrararia ha podido prevalecer, cuando

se administraba el mercurio contra todas las enfermeda-des venéreas sin escepcion, desde la blenorragia mas li-gera hasta el chancro infectante. Pero hoy que se ad-ministra con mas conocimiento y que solo se da cuandoes necesario, se sabe muy bien que la sífilis es invaria-ble en su marcha, y que nunca pasa por sus diferentesedades sin detenerse.

La ciencia ha registrado algunos casos relativamentemuy raros de sífilis terciaria apresurada. Estas escep-ciones se han producido tres <5 cuatro meses apenas des-pués del chancro infectante. Pero es ordinariamentemucho mas tarde que se manifiestan los accidentes deeste periodo. No aparecen en general sino al fin de unaño 6 año y medio después que ha principiado la infec-ción. Esta es la regla general; pero si los casos que seapresuran son raros, nada es mas común que los que sedesarrollan después de un tiempo mas ó menos largo.

Un enfermo tiene un chancro, después una roséola,pópulas, alopecia ó cualesquiera otro accidente secunda-rio. Su chancro se cicatriza, su roséola se borra, sucabello vuelve á nacer. Ha tomado mercurio, yodurode potasio, yse encuentra en apariencia curado. Diezó veinte años, y aun treinta pasan, sin que su salud su-fra la menor alteración. Después un dia la sífilis quedormía en él despierta, y se manifiesta por una goma,una ecsóstosis, una caries, una necrosis ó cualesquierade los accidentes terciarios.

Estas exhumaciones tardías han hecho creer á algu*nos autores, al mayor número tal vez, que la sífilis es

8incurable Yes necesario convenir por contrario quesea á su opinión de uno, que este argumento por espe-cioso que sea, tiene un gran valor, y tanta mas fuerzaque no se le puede refutar.

Un hombre infectado á la edad de veinte anos, su-cumbe á los sesenta, después de haber vivido cuarentasin el menor accidente que recordase la enfermedad pri-mitiva. Se presenta este hecho, del que está uno au-torizado á concluir que la sífilis es curable; pero á estose objeta que si este individuo hubiese vivido un añomas, habría tal vez sido atacado de una lesión terciaria.

Y á esto que responder?Pero la mayor parte de los autores tienen opiniones

favorables á la curabilidad de la sífilis en la mayorparte de los casos. Esta opinión la fundan en que losaccidentes terciarios son muy raros comparados con res-pecto á los secundarios. Y casi todo el mundo estápersuadido que la diátesis venérea se agota y cede fre-cuentemente ai tratamiento bien dirigido contra ellos,sea á los esfuerzos del organismo para espulsar el prin-cipio deletéreo. Desgraciadamente esta extinción de laenfermedad, no solo no es atestiguada por ninguna prue-ba cierta, ni se revela por ningún indicio. El momento enque se efectúa es inaccesible, y cualesquiera que sea suconvicción de uno sobre la curabilidad de la sífilis, nun-ca podrá garantizar á tal enfermo su completa curación.

Los accidentes terciarios siguen en su evolución unamarcha, que sin ser tan regular como la de los acciden-tes secundarios, sin embargo, no es completamente des-ordenada. Entre ellos hay algunos precoces y otros

9tardíos. La intocsicacion sifilítica es la primera condi-ción de su desarrollo, pero esta condición es favorecidapor muchas causas adyuvantes. En primer lugar, pon-dremos la abstención ó la insuficiencia del tratamientoprofiláctico por escelencia, del yoduro de potasio- des-pués el temperamento linfático ó escrofuloso; por últi-mo, una mala higiene, en la cual se comprende el con-junto de causas debilitantes tan numerosas que concur-ren á gravar las enfermedades.

¿Las materias secretadas por las lesiones terciarias,son directamente contagiosas como las que producen laslesiones secundarias? Creo que sobre esto aun no sehan hecho esperiencias que lo hayan probado. Sin em-bargo, creo que su virulencia debe ser trasmisible, puesno veo razón por la que una pústula de ectima dé unpus contagioso, y el que dá la úlcera que sucede á unagoma no lo sea. Tal vez lo será á un grado menor, pues-to que da sífilis de que emana es mas antigua; perolo probable es que posea esta propiedad en ciertos li-mites.

Hay una opinión muy repartida entre todo el mundo,y es que la sífilis terciaria puede trasformarse en escré-'fula en su trasmicion por herencia. Esto es lo que al-gunos médicos creen también, pero esta teoría no repo-sa en realidad, sino en una cierta analogía de aspectoentre las diversas manifestaciones de la estruma y dela sífilis terciaria; porque ios hechos que se refieren sonraros y problemáticos. No hay nada concluyente quepermita admitir esta manifestación hyhrida.

Si como han creído, la sífilis, al pasar del padre 6 de

10la madre al niño, sufriese esta degeneración estrumosa,la escrófula deberla ser muy común en los países en don-de la sífilis lo es. Mas según Langlebert, en los paísesmeridionales de Europa, en donde la sífilis abunda, endonde se seba con tanta intensidad como frecuencia, laescrófula es rara. Y esto no sucedería si la diátesis es-crofulosa no fuera en alguna manera mas que la meta-mórfosis de la sífilis.

Que la sífilis terciaria como cualesquiera otra causadebilitante, favorezca el desarrollo de la escrófula, elhecho es posible. Pero no obra entonces sino indirec-tamente, y no trasformándose ella misma en sus partes,por decirlo así, en otra enfermedad; lo que seria muycontrario á todas las leyes conocidas de la patología ge-neral. M. Bazin, dice: “Las enfermedades constitucio-nales pueden coexistir, pero jamas se sustituyen la unaá la otra.”

Los diversos accidentes por los cuales se hace cono-cer la sífilis te¡ ciarla, pueden dividirse como los secun-darios, en plásticos y húmedos, según su tendencia á laconcreción óá la ulceración. En el número de los pri-meros se cuentan las ecsóstosis, las periostitis, ciertostumores ñbroplásticos que se forman en el tejido fibro-so y muscular, en el hígado, el pulmón, el testículo, etc.;entre los segundos se cuentan las gomas ó tumores go-mosos subcutáneos, cuya supuración es tan fácil, lascaries y las necrosis.

Tan solo me ocuparé de los accidentes terciarios quese presentan en el tejido huesoso, para no hacer muyestenso este imperfecto trabajo.

El esqueleto huesoso es uno de los sitios de predilec-ción de la sífilis terciaria. Todos los huesos y su perios-tio pueden ser afectados; pero las partes del esqueletoque están protejidas por grandes masas carnosas, sonmenos espuestas que las que se encuentran situadas su-

perficialmente, tales como la cara anterior de la tibia, elesternón, la clavícula, el borde interno del cubito, elborde externo del rádio, los cóndilos ó cabezas articu-lares de los huesos largos, los macsilares, los huesos dela nariz, y en general todos los del cráneo y de la cara.

Las diversas afecciones sifilíticas del sistema hueso-so, comprenden: los dolores osteócopos, las periostitisó periostosis, la osteítis, la ecsóstosis, la caries y la ne-crósis.

Diré algo sobre cada una de estas afecciones; limi-tándome tan solo á lo mas notable, sin hablar tampocode su tratamiento, pues ademas de ser ya muy conoci-do, seria dar mucha estension á este trabajo.

Dolores osteócopos.—Toda lesión sifilítica de los hue-sos ó del periosteo, ordinariamente es acompañada dedolores especiales, que los autores describen con el nom-

12bre de dolores osteócopos. Estos dolores, algunos losconsideran como constituyendo una entidad morbosa, esdecir, una nevralgia particular. Ellos no son nunca, sino el síntoma de una alteración venérea del tejido hue-soso o perióstico, síntoma muy penoso para el enfermo,pero precioso para el médico, al que permite reconocerdesde su principio una lesión profunda que ningún sig-no esterior reveía aun, ni á la vista ni al tacto.

Los dolores osteócopos pueden tener por sitio todaslas partes del esqueleto que he enumerado antes: peroafectan de preferencia las regiones en donde el tejidohuesoso es mas compacto y mas denso. La parte me-dia de la tibia es laque atacan mas frecuentemente.

Estos dolores se desarrollan espontáneamente. A.lprincipio vagos y difusos, no tardan á localizarse y á li-mitarse en un punto poco estenso y exactamente circuns-crito. Entonces se hacen agudos, desgarrantes y pare-ce á los enfermos, según una comparación imaginadapor Melchior Eobert, que sus huesos están sometidos áuna fuerte compresión, ó que son agujerados por unabarrena. El mas ligero contacto, la menor presión leses insoportable. Es raro felizmente que este dolor seacontinuo; mas comunmente cesa ó á lo menos se debili-ta en el dia, pero renace con toda su intensidad en lanoche, sobre todo, se presenta con mayor intensidad porlo general, de las once de la noche á las cinco de la ma-ñana. Esto no es que la presencia ó ausencia de la luz,ejerza influencia alguna sobre el dolor osteócopo. Sies mas violento en la noche en las horas del reposo, de-pende únicamente de la acción ecsitante quo produce

13sobre él el calor de la cama. Yla prueba de esto es,que los individuos cuya profesión les obliga á permane-cer en vela en las noches y dormir en el dia, en ellos iosdolores osteócopos son diurnos; asi como también suce-de lo mismo en aquellos individuos cuya profesión lesexige estén cerca de un foco de calor, los dolores son

continuos; esto demuestra claramente que no es la no-che la que los desarrolla, sino el calor.

Por violentos que sean los dolores osteócopos, es ra-ro que den logar desde su principio á una modificaciónapreciable de las partes blandas que cubren el huesoafectado. Lo mas común es que la piel conserve porlargo tiempo al nivel de los puntos dolorosos, su calor,su movilidad y su consistencia normales. Tarde ó tem-prano, sin embargo, estos puntos son el sitio de una le-sión material del hueso ó de su periosteo.

Pero si el estado local no se hace notar por ningunaalteración visible, no sucede lo mismo con el estado ge-neral de los enfermos. La vivacidad del dolor, su per-manencia en un mismo lugar, y sobre todo, las largasvigilias que ocasiona el mismo dolor, acaban siempre poralterar notablemente su constitución. Los enfermos pa-lidecen, pierden el apetito, sus digestiones se hacen di-fíciles y laboriosas, y no son suficientes para reparar susperdidas fuerzas: lo que poco á poco los conduce, si elmal se prolonga, á un estado de desfallecimiento y demarasmo, que viene á aumentar aun el desaliento deque se apodera su espíritu,

Es importante no confundir, como lo hacen algunos

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autores, los dolores osteócopos con los dolores reumáti-cos que sobrevienen al principio del periodo secundariode la sífilis. Con solo recordar que los dolores reuma-toides tienen por sitio la vecindad de las articulacionesó el espesor de los músculos, que son vagos, que noocupan el mismo lugar siempre, sino que son erráticosque se moderan por la presión en lugar de aumentar, ynunca tienen el grado de agudeza ó de violencia quepresentan los dolores osteócopos; esto es bastante parano confundir estos dolores secundarios con los terciarios.Con atención y el mas lijero exámen, es bastante paradistinguir estos dolores del reumatismo y de las nevral-gias ordinarias.

Periostitis. —La periostitis, como todas las lesionessifilíticas del sistema huesoso, se manifiesta de prefe-rencia en ios lugares del esqueleto mas cercanos de lasuperficie tegumentaria: la parte media de la tibia, lasclavículas, los maléolos, la cabeza del peroneo y lasotras partes que ya antes indiqué.

Los autores distinguen tres variedades: la periostitisílegmonosa, la periostitis gomosa y la periostitis plásti-ca ó periostosis.

La periostitis ílegmonosa se anuncia por dolores os-teócopos. Estos dolores se limitan en un punto fijo, alnivel del cual no tarda en desarrollarse un tumor cuyovolumen aumenta rápidamente. La piel que lo cubreal principio fria y móvil, pronto se enrojece, después seadelgasa y se agujera en uno ó varios puntos, porlos cuales sale un pus espeso y ílegmonoso, que después

15se hace claro, seroso, mal unido, corno sucede en todoslos abcesos que interesan el tejido huesoso. Si un trata-miento enérgico no modifica pronto esta afección, laspartes blandas se destruyen y resulta una ulceraciónprofunda, que tiene por base la superficie misma del hue-so, la cual es siempre mas ó menos afectada de caries.Esta forma de periostitis es bastante rara. No se leobserva mas que en los individuos linfáticos 6 escrofu-losos.

La periostitis gomosa se acompaña de dolores osteé-copos, pero son menos vivos que en la variedad ante-rior. El tumor cuyo volumen puede variar desde el ta-maño de una avellana hasta el de un huevo de paloma,se desarrolla lentamente y no ofrece síntomas inflama-torios. Encierra derramado entre el hueso yel perios-teo un líquido semejante á goma disuelta que da al tac-to una fluctuación vaga. Este líquido es del todo aná-logo y tal vez idéntico con el líquido contenido en lostumores gomosos del tejido celular.

Esta periostitis por lo regular se termina por resolu-ción; el líquido contenido en el tumor se reabsorye, ypor lo mismo el tumor desaparece gradualmente, sin quequede rastro ninguno de su existencia, Pero algunasveces el tumor sufre la fusión purulenta, y da lugar ála formación de un abceso, y entonces sucede lo mismoque lo que he dicho pasa en la periostitis ílegmonosa ysus consecuencias son las mismas.

La periostistis plástica é periostosis que también sellama, es uno de los accidentes mas comunes de la sífi-lis terciaria. Esta lesión ála cual se dá especialrnen-

16te el nombre de periostosis, aunque algunos autores lodan indistintamente á todas las periostitis, comienzaigualmente por dolores osteócopos, que preceden de lé-jos la formación de un tumor difuso, duro, sin fluctua-ción y que es constituido por una especie de linfa plás-tica repartida, sea entre las láminas del periosteo ó entreel hueso y esta membrana. Puede suceder y algunasveces sucede, que esta materia se reabsorve y trae porconsecuencia la desaparición del tumor; pero lo mas co-mún es que se organiza. Se hace primero fibro-car-tiloginoso, después en el seno de esta masa concreta sedesarrollan uno ó muchos puntos de osificación que vanaumentando de volumen é invadiendo el tumor en todasu estension. Pero llega el momento en donde este tu-mor es aun distinto del hueso y está separado por unalámina de tejido cartilaginoso. Mas poco á poco estalámina se osifica á su vez: la periostosis se suelda á lasuperficie del hueso y hace cuerpo con él. A esta alte-ración se le ha dado el nombre de eesóstosis epificiaria,cuyo desarrollo orgánico imita perfectamente el modode formación de la epitroclea, el epicondílo y do todaslas epífisis del esqueleto.

La periostitis plástica ó periostosis tiene una marchaesencialmente crónica. La piel que cubre el tumor,siempre permanece fría y móvil en su superficie. Losdolores esteócopos que la acompañan van disminuyendoá medida que el mal se envejece y que la osificaciónhace progresos; ellos se estinguen completamente des-de que este trabajo morboso so termina.

Osteítis.--La inflamación sifilítica de ios huesos nopresenta ningún carácter particular que la distinga dela osteítis común ó escrofulosa; solo sin embargo, el do-lor osteocopo que le es común con todas las afeccionesdel sistema huesoso engendradas por la sífilis terciaria.Aquí aun encontramos las dos formas que hemos seña-lado ya en las diversas manifestaciones de la sífilis: laosteítis húmeda ó de tendencia supurativa y la osteítisplástica La plástica se desarrolla generalmente sobrelas partes duras y compactas de los huesos y se termi-na por ecsostosis; la humedad ocupa de preferencia laspartes espongiosas y areolares y se termina por caries ónecrosis.

Osteítisplástica, ecsostosis. —La osteítis plástica es siem-pre como la periostitis del mismo nombre, precedida dedolores estedcopos, largo tiempo antes que ningún sig-no estertor la descubra. Estos dolores, por su intensi-dad y resistencia, son el solo indicio del trabajo morbo-so que se opera en el espesor del hueso. La trama

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huesosa se hace lentamente el sitio de una hinchazón in-flamatoria; poco á poco sus fibras se separan y en losintersticios que dejan entre sí, se esparce una linfa plás-tica y organizable, que al fin de cierto tiempo se coagu-la, endurece y se trasforma ella misma en una masahuesosa. Resulta una verdadera hipertrofia del huesoque da lugar á un tumor sólido resistente, de consisten-cia ebúrnea y al que se le ha dado el nombre de ecsós-tosis parenquimotosa para distinguirla de la periostosisó ecsóstosis epificiaria.

El diagnóstico diferencial de la osteítis plástica y de laperiostosis, ó por mejor decir, de la ecsóstosis plásticayde la ecsóstosis epificiaria, es muy difícil. Algunasveces es imposible establecerlo en el vivo. Felizmen-te, el tratamiento de estas dos enfermedades es el mis-mo. Poco importa, pues, bajo el punto de vista tera-péutico una determinación exacta de su especie. Existen,sin embargo, algunos signos que en ciertos casos puedenservir para distinguirlas.

La ecsóstosis epificiaria tiene una marcha mas rápi-da; su evolución es muy fácil, menos dolorosa que la dela ecsóstosis parenquitomosa, lo que se comprende fácil-mente, puesto que el tumor desarrollándose en la super-ficie del hueso no es impedido por ningún obstáculo.Este tumor es mejor circunscrito, menos difuso, se li-mita mas exactamente de las partes del hueso que hanquedado sanas; su superficie es también menos regu-lar y presenta aboyaduras mas numerosas y mas mar-cadas que en la otra variedad. Pero estos son mas biensimples matices que verdaderos caracteres distintivos.

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Y ademas, que estos matices no se pueden notar y apre-ciar mas que en ciertos lugares particulares.

El pronóstico de estas lesiones tiene una gravedadabsoluta y otra relativa Por si mismas no son temi-bles, pero pueden hacerse peligrosas según el sitio queocupan. Hay ecsóstosis que por la compresión queejercen sobre ciertos órganos, y por las turbacionesfuncionales que resultan, comprometen al mas alto gra-do la salud del enfermo y pueden aun traer la muerte.

Una ecsóstosis de la tibia, del cubito, puede impidien-do la circulación del miembro, determinar una hinchazónedematosa de su estremidad libre; puede también traeruna parálisis yla atrofia de ciertos músculos. Se hanvisto luxaciones de la clavicula producidas por estostumores, Pero estos accidentes no son nada compara-dos con los desórdenes incalculables que pueden traerlas ecsóstosis del cráneo y de la cara.

La hemiplegia, la paraplegia, la demencia, la epilep-sia y multitud de otras alteraciones de la sensibilidad yde la motilidad no tienen otro origen muy frecuentementesino el desarrollo de una ecsóstosis intracraniana. Unaecsóstosis intra-orbitaria espulsa el ojo de su cavidadnatural. El tumor ocupa el fondo de la órbita, ella pue-de comprimiendo el nervio óptico ó uno de los nerviosmotores del ojo. traer por consecuencia la ceguera ó elestravismo. Si se desarrolla en el interior de la roca,la sordera y la parálisis del nervio facial pueden ser elresultado. Se vé algunas veces ecsóstosis del macsi-lar superior, producir por su estension hácia el canalnasal un derrame de lágrimas en el saco lacrimal, y por

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consecuencia, la fistola de este nombre. Señalemos porultimo, la paraplegia como consecuencia posiMe de com-presiones ejercidas sobre la médula por ecséstosis intra-vertevrales. Se puede imaginar la multitud de accidentesque ocasionan las ecséstosis según el lugar que ocupan,y por lo mismo, su gravedad mayor é menor dependedel érgano comprimido y de la importancia de este parael desempeño completo de las funciones vitales que leestán enconmendadas.

Osteítis húmeda; caries y necrosis. —La osteítis húmeda6 supurativa, se termina lo mas frecuentemente por lacaries ó la necrosis del hueso afectado. Pero nótese depaso que la caries y la necrosis no son en el fondo sino una misma cosa, las dos son la gangrena del hueso.La caries es una gangrena molecular; se efectúa partícula por partícula, de una manera lenta y progresiva.La necrosis al contrario, ataca á la vez una porción delhueso, la cual se separa de la parte viva y se hace en-tonces como un cuerpo estraño, al cual los cirujanos lehan dado el nombre de secuestro, y que la naturalezabusca á eliminar exitando al rededor de él una supu-ración abundante.

La caries y la necrosis sifilíticas, afectan de preferen-cia los huesos del cráneo yde la cara. El frontal, losparietales, los huesos propios de la nariz, los cornetes,el vomer, los huesos palatinos y el macsilar superiorson su sitio mas común. Se les ha observado también,pero mas rara vez en la clavícula, en las costillas, el es-ternón, y las estremidades de los huesos largos. Los

21huesos y los cartílagos de la laringe pueden tambiénser afectados.

La formación de hinchazones huesosas en la vecin-dad de las articulaciones, en ios individuos sifilíticos,ha hecho admitir á algunos autores, tumores blancosde naturaleza venerea, ó á lo menos una influencia ejer-cida por la sífilis sobre su producción y sobre su marchaLa semejanza que existe entre los accidentes tercia-rios y las manifestaciones de la escrófula, ha hecho creerá algunos autores, que estas dos diátesis, la sifilítica y laescrofulosa podían combinarse y producir alteracionesmixtas, procedentes á la vez de una y otra. No sé hasta que punto estas diversas combinaciones sean verda-deras. Ignoro si la sífilis y la escrófula cuando seencuentran en un mismo lugar, conservan su indepen-dencia óse modifican recíprocamente. La observacióndemuestra sin embargo, que los individuos estrumosos óde temperamento linfático exagerado, son casi los solosen los que se encuentran estos tumores blancos supues-tos sifilíticos. Pero según M. Bazin, el papel que haceen esto la sífilis es tan solo dispertar las manifestacionesde la escrófula y tal vez aumente la intensidad; perosin alterar en nada su fisonomía y sus caracteres pa-tognomónicos.

No insistiré sobre los diversos síntomas ó lesiones masó menos graves, según el sitio que ocupan, que puedenproducir la caries yla necrosis sifilíticas. Este estudiopertenece ála patología externa. Me conformaré conseñalar, entre las consecuencias mas frecuentes y mastemibles de este género de alteración, la deformación ó

22la pérdida total de la nariz, la perforación de la bóvedapalatina la destrucción de los huesitos de la oreja, lacaida del borde alveolar y de los dientes incisivos delmacsilar superior, el tumor y la fistola lacrimales, latisis laringea en fin, la inflamación del cerebro ó de susmembranas de cubierta, por la que se termina casi siem-pre y de una manera funesta la caries y la necrosis dela cara interna de los huesos del cráneo.

Entraré sin embargo en algunos detalles sobre lasosteítis nasal y palatina, que son las que se observanmas comunmente en la práctica.

La caries y la necrosis de los huesos de la nariz co-mienzan de una manera lenta é incidiosa. El enfermose cree al principio afectado de un simple catarro: su ol-fato se debilita: siente hacia la raiz de la nariz un dolorsordo, una sensasion de pesantez acompañada de un li-gero lagrimeo y una molestia mas ó menos grande en larespiración nazal. A estos sintomas que pueden durarlargo tiempo sin que ninguna lesión aparente revele lagravedad del trabajo morboso que se prepara, sucedeuna secreción muco-purulenta espesa yde un olor exce-

sivamente fétido. Una parte de este liquido se solidificasobre la superficie que la secreta, yde tiempo en tiem-po costras verdiosas representando algunas veces lafigura de los cornetes, son espulsadas en los esfuerzosque hace el enfermo para sonarse. Mas tarde fragmen-tos huesosos, mortificados y eliminados por la supura-ción, son igualmente expulsados. Si los sola-mente son el sitio de la necrosis, el enfermo podrácurar sin deformidad ninguna visible; pero si el vómer

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y los huesos propios son destruidos al mismo tiempo, labóveda de la nariz se aplasta mientras que las ventanasy la estremidad libre de estos órganos se levantan, loque da á la nariz un aspecto enteramente característico.

Cuando la caries y la necrosis no atacan mas que loscornetes y el vómer, la piel queda en general intacta;pero no es lo mismo cuando el mal invade también loshuesos propios de la nariz. La piel que los cubre seenrojece y se hace dolorosa; el dorso de la nariz se hin-cha, se ensancha; sus salidas desaparecen y se sientebajo el dedo una especie de fluctuación crepitante, de-bido á la presencia del aire en el tegido celular subya-cente. Algunas veces uno ó muchos pequeños absesosse forman y dan lugar á trayectos fistulosos que duranmas ó menos tiempo y por los cuales escurre una supu-ración saniosa y fétida, cargada de restos huesosos. Enotras circunstancias, la eliminación de los sequestros seefectúa del lado de la mucosa nasal, lo que generalmen-te es menos grave. Por último, puede suceder que loscartílagos de la nariz sean ellos mismos atacados y des-truidos; que tubérculos cutáneos, tumores gomososdestruyan enteramente las partes blandas, y dejen des-cubierta completamente el interior de las fosas nasales,no dejando al enfermo otro recurso para reparar tan re-pugnante deformidad que la rinoplastia ó usar una na-riz artificial. Estos accidentes, antes muy comunes, sonahoramuy raros, gracias á una terapéutica mas racionaly sobre todo al empleo del yoduro de potasio.La osteitis de la bóveda palatina es siempre precedida

de un dolor fijo; pero generalmente poco vivo, situado

en la unión de los dos huesos palatinos ó de los apófisispalatinos de los macsilares superiores. Algunas vecesesta osteítis se termina por una ecsóstosis llamada me-dio palatina que M. Chassaignac ha señalado el prime-ro. Pero comunmente trae la destrucción de una partede la bóveda palatina, de donde resulta una comunica-ción directa entre la boca y las fosas nasales. Un hechomuy singular es que el trabajo de mortificación no daordinariamente lugar mas que á sensasiones tan pocomarcadas, que la mayor parte de los enfermos no lonotan sino cuando los alimentos y las bebidas, siguien-do un falso camino, llegan á la nariz, y que las secre-sionss de la pituitaria se esparcen en la cavidad bucal.A este inconveniente ya muy grave se une una notableperturbación de la voz, que se hace indistinta y nasal áconsecuencia del paso de una columna de aire á travésdel medio perforado.

Cuando la pérdida de sustancia no es muy conside-rable, puede repararse espontáneamente. Pequeñosbotones carnosos se desarrollan sobre los bordes de laabertura, y acercándose se sueldan entre si de maneraá llenar el espacio que existe en el hueso Pero si laperforación es muy estensa, la cicatrización es impotentepara operar la oclusión, y queda una abertura arredon-dada ú ovalar, que solo un obturador artificial podráhacer desaparecer sus funestos efectos.

El diagnóstico de la caries y de la necrosis sifilíticase establece, en general, con facilidad según el lugarque ocupe la afección, el estado constitucional del en-

fermo, sus antecedentes, los síntomas que presente, y

25sobre todo por los resultados del tratamiento específico.No olvidemos sin embargo, que un individuo que pre-senta antecedentes sifilíticos puede ser afectado de ca-ries debida á la escrófula. El diagnóstico se haceentonces muy obscuro, en vista de la naturaleza de laafección. Pero como el tratamiento es casi el mismotanto en uno como en el otro caso, la incertidumbre enque se puede uno encontrar no podría traer consecuen-cias fatales para el enfermo.

M Follín, últimamente ha indicado un carácter pro-pio á la caries sifilítica, que M Picord había señaladoya: “Si se pudiese, dice, examinar el rededor de la ca-ries ó de las necrosis superficiales de los huesos delcráneo, se encontraría una disposición que esclareceríael diagnóstico, porque recuerda los semicírculos de cier-tas sífilis anulares ó semi-anulares.” Este carácter,que solo se puede descubrir después de la muerte, nopuede servir sino solo para la anatomía patalógica, perono para el diagnóstico.

No creo de ninguna manera haber llenado el objetode esta tesis, por no presentar interes ninguno, pues no

tiene nada nuevo que pueda llamar la atención; pero eslo único á que so prestan mis conocimientos y mi nin-guna práctica, en un punto tan importante de patología;pero solo servirá de que alguna persona de capacidad éinstrucción, tome por estudio este punto tan importante.

P. O. y V.