danzine 21 de abril

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Vol 3 Hermosillo, Sonora, México 21 de abril de 2013 Publicación de Un Desierto para la Danza danzine T reinta años de bailar. Diecisiete de diri- gir La Cebra Danza Gay. A José Rivera le apasiona la música y esta desencadena en la creación de la danza. También ama las artes plásticas. Dice José que su actitud es de niño perenne. Que todos los días intenta descubrir el mundo, jugar. Y en todos esos días, la danza es una mirada pa- nóptica donde descubre el universo y su interior. En estos treinta años (casi treinta años, enfatiza José), la danza le ha construido un largo camino: “Un largo trayecto, una vida muy rica en expe- riencias. La danza me ha dado la oportunidad de conocer tantas cosas tan diversas y diferentes de este mundo. La danza me abrió la puerta para co- nocer la música, que es una de las fuentes de mi inspiración. Para crear una coreografía, primero que nada está la música de por medio, primero hay una pieza musical que me emociona, me lle- na de energía, de vibraciones, después viene la coreografía, pero este acercamiento a la música me lo dio la danza. “Tuve la fortuna de tener como maestros a Raúl Flores Canelo, Lila López, Anna Sokolow, Graciela Enríquez, todavía pertenecen a una vieja genera- ción y a una manera digamos antigua de hacer la danza; ellos usaban mucho la música sinfónica mexicana y esto me abrió las puertas a todo un mundo y una riqueza que tenemos en México: Sil- vestre Revueltas, Manuel M. Ponce, Carlos Chávez, Moncayo, en fin, esa es una de las cosas más im- portantes que ahora rescato. Sin música no vivo, y la música me la dio la danza. “Otra cosa es la plástica. Los primeros recuerdos que tengo de mi acercamiento a la danza escéni- ca, una de las primeras funciones que vi y lo que más me llamó la atención, fue el color, el vestua- rio, la iluminación. Desde pequeño me ha gustado el color, y la danza me abrió una puerta al univer- so de las artes plásticas, al universo del color, de lo estético. La danza me ha dado tantas cosas que podría seguir de largo, describiendo una a una de esas cosas”. --La danza, la música, las artes plásticas son con- tundentes para tu vida, pero, ¿de qué manera la ciudad incide en tu propuesta coreográfica? --Nací en San Luis Potosí, de niño, de adolescente, maldije la ciudad, porque era una ciudad y una sociedad en la que yo no tenía cabida, sentía que nadie me entendía, era excluido, y muchas veces satanizado por mis preferencias, por mis ideas, porque no me gustaba quedarme callado, pero gracias a esa adolescencia e infancia que tuve en esa ciudad tan cerrada, recalcitrante, todo fue a desembocar en La Cebra. Entré a Ballet Inde- pendiente, y aunque Raúl Flores Canelo era una persona permisiva, abierta, que gustaba de lo lú- dico, de todas maneras esa compañía tenía cier- tas reglas, cierta estética porque era una de las grandes compañías del Instituto Nacional de Be- llas Artes, también tenía ciertas limitantes, y ahí siguió creciendo esa inquietud en mí de poder gritarle al mundo lo que yo traía. Cuando hago La Cebra todo explota como una olla exprés, una bomba; explota todo aquello que viví en la infan- cia, adolescencia, y en la compañía de Raúl. Me sentí desde el inicio cobijado por esta gran ciudad que ya no la cambio por nada, yo digo siempre que mi alma está en San Luis Potosí, pero mi corazón está en la ciudad de México; al irme impregnando de esta atmósfera citadina, as- fáltica, de tantas cosas que se viven en esta ciu- dad, también fui creando el discurso de La Cebra. Al ir descubriendo cómo viven las minorías fue que encaucé mi discurso, porque cuando cree la compañía, para nada la ciudad era lo que es aho- ra, para nada la comunidad LGBT tenía los dere- chos, las oportunidades, los espacios que se han ganado ahora. Creo que desde niño fui curioso y para observar mi entorno, entonces (en DF), dije a la comunidad que pertenezco, que ha sido una comunidad tan violentada, tan excluida, “necesi- tan esto y esto, y mi voz va a poner su granito de arena para que esta comunidad salga de su aislamiento”. --Diecisiete años con La Cebra, se requiere mucha valentía para decir lo que se ama de la manera en que lo estás diciendo, ¿cómo lo asumes? --En realidad se requiere valentía y me ha ayuda- do mucho mi personalidad, pero por ejemplo al observar a otros coreógrafos que quieren abordar temáticas extremas, que te exponen, a veces los veo como a medias, se quedan cortos en lo que quieren decir. --¿Qué te significa bailar en Un Desierto para la Danza? --Me gusta mucho la opinión de la gente en provincia, tengo un muy buen recuerdo de Sono- ra; esta será la tercera vez que voy al Desierto y siempre ha sido una apoteosis en la Casa de la Cultura cuando nos hemos presentado. Es un gusto, un público conocedor, es una labor que ha hecho Miguel Mancillas desde hace muchos años, Martha Bracho; yo miré bailar al grupo Truzka en los ochenta, en San Luis Potosí, me ha tocado ver toda la carrera tan brillante de Miguel Mancillas, conozco lo que se hace en Hermosillo, he visto a todos los grupos de allá, sé que es un públi- co exigente, sé que es un público que espera a La Cebra; sé que no los voy a defraudar porque llevamos un programa de primer nivel. MÚSICA, TORRENTE QUE DESEMBOCA EN DANZA JOSÉ RIVERA La danza me abrió la puerta para conocer la música, que es una de las fuentes de mi inspiración. www.undesiertoparaladanza.gob.mx

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Vol 3 Hermosillo, Sonora, México 21 de abril de 2013Publicación de Un Desierto para la Danza

danzine

Treinta años de bailar. Diecisiete de diri-gir La Cebra Danza Gay. A José Rivera le apasiona la música y esta desencadena en la creación de la danza. También ama

las artes plásticas.

Dice José que su actitud es de niño perenne. Que todos los días intenta descubrir el mundo, jugar. Y en todos esos días, la danza es una mirada pa-nóptica donde descubre el universo y su interior.

En estos treinta años (casi treinta años, enfatiza José), la danza le ha construido un largo camino:“Un largo trayecto, una vida muy rica en expe-riencias. La danza me ha dado la oportunidad de conocer tantas cosas tan diversas y diferentes de este mundo. La danza me abrió la puerta para co-nocer la música, que es una de las fuentes de mi inspiración. Para crear una coreografía, primero que nada está la música de por medio, primero hay una pieza musical que me emociona, me lle-na de energía, de vibraciones, después viene la coreografía, pero este acercamiento a la música me lo dio la danza.

“Tuve la fortuna de tener como maestros a Raúl Flores Canelo, Lila López, Anna Sokolow, Graciela

Enríquez, todavía pertenecen a una vieja genera-ción y a una manera digamos antigua de hacer la danza; ellos usaban mucho la música sinfónica mexicana y esto me abrió las puertas a todo un mundo y una riqueza que tenemos en México: Sil-vestre Revueltas, Manuel M. Ponce, Carlos Chávez, Moncayo, en fin, esa es una de las cosas más im-portantes que ahora rescato. Sin música no vivo, y la música me la dio la danza.

“Otra cosa es la plástica. Los primeros recuerdos que tengo de mi acercamiento a la danza escéni-ca, una de las primeras funciones que vi y lo que más me llamó la atención, fue el color, el vestua-rio, la iluminación. Desde pequeño me ha gustado el color, y la danza me abrió una puerta al univer-so de las artes plásticas, al universo del color, de lo estético. La danza me ha dado tantas cosas que podría seguir de largo, describiendo una a una de esas cosas”.

--La danza, la música, las artes plásticas son con-tundentes para tu vida, pero, ¿de qué manera la ciudad incide en tu propuesta coreográfica?--Nací en San Luis Potosí, de niño, de adolescente, maldije la ciudad, porque era una ciudad y una sociedad en la que yo no tenía cabida, sentía que nadie me entendía, era excluido, y muchas veces satanizado por mis preferencias, por mis ideas, porque no me gustaba quedarme callado, pero gracias a esa adolescencia e infancia que tuve en esa ciudad tan cerrada, recalcitrante, todo fue a desembocar en La Cebra. Entré a Ballet Inde-pendiente, y aunque Raúl Flores Canelo era una persona permisiva, abierta, que gustaba de lo lú-dico, de todas maneras esa compañía tenía cier-tas reglas, cierta estética porque era una de las grandes compañías del Instituto Nacional de Be-llas Artes, también tenía ciertas limitantes, y ahí siguió creciendo esa inquietud en mí de poder gritarle al mundo lo que yo traía. Cuando hago La Cebra todo explota como una olla exprés, una bomba; explota todo aquello que viví en la infan-cia, adolescencia, y en la compañía de Raúl.

Me sentí desde el inicio cobijado por esta gran ciudad que ya no la cambio por nada, yo digo siempre que mi alma está en San Luis Potosí, pero mi corazón está en la ciudad de México; al irme impregnando de esta atmósfera citadina, as-fáltica, de tantas cosas que se viven en esta ciu-dad, también fui creando el discurso de La Cebra. Al ir descubriendo cómo viven las minorías fue que encaucé mi discurso, porque cuando cree la compañía, para nada la ciudad era lo que es aho-ra, para nada la comunidad LGBT tenía los dere-chos, las oportunidades, los espacios que se han ganado ahora. Creo que desde niño fui curioso y para observar mi entorno, entonces (en DF), dije a la comunidad que pertenezco, que ha sido una comunidad tan violentada, tan excluida, “necesi-tan esto y esto, y mi voz va a poner su granito de arena para que esta comunidad salga de su aislamiento”.

--Diecisiete años con La Cebra, se requiere mucha valentía para decir lo que se ama de la manera en que lo estás diciendo, ¿cómo lo asumes?

--En realidad se requiere valentía y me ha ayuda-do mucho mi personalidad, pero por ejemplo al observar a otros coreógrafos que quieren abordar temáticas extremas, que te exponen, a veces los veo como a medias, se quedan cortos en lo que quieren decir.

--¿Qué te significa bailar en Un Desierto para la Danza?--Me gusta mucho la opinión de la gente en provincia, tengo un muy buen recuerdo de Sono-ra; esta será la tercera vez que voy al Desierto y siempre ha sido una apoteosis en la Casa de la Cultura cuando nos hemos presentado. Es un gusto, un público conocedor, es una labor que ha hecho Miguel Mancillas desde hace muchos años, Martha Bracho; yo miré bailar al grupo Truzka en los ochenta, en San Luis Potosí, me ha tocado ver toda la carrera tan brillante de Miguel Mancillas, conozco lo que se hace en Hermosillo, he visto a todos los grupos de allá, sé que es un públi-co exigente, sé que es un público que espera a La Cebra; sé que no los voy a defraudar porque llevamos un programa de primer nivel.

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La danza me abrió la puerta para conocer la música, que es una de las fuentes de mi inspiración.

www.undesiertoparaladanza.gob.mx

danzineVol 1. Hermosillo, Sonora, MéxicoCoordinación: Doris Arenas / Edición: Carlos Sánchez Diseño: Argelia Juárez / Corrección: Rosy Orozco

21 de abril de 2013

UN DESIERTO PARA LA DANZA 2013

Mañana en el Desierto

DesiertoRETRO

20:00 horas, Teatro de la CiudadEn vida hermana… en vidaLa Manga Video y Danza / MÉXICO, D.F.Coreógrafa: Gabriela Medina

19:00 horas, Plaza Central, Casa de la Cultura de SonoraLadoaladoAntares Danza Contemporánea / SONORA / Grupo anfitriónCoreógrafo: Miguel Mancillas

LUNES 22 DE ABRIL

No hay telón. Ni tercera llamada. Rom-per las normas. Los rumores que son cuchicheos, siempre puntuales. Un es-pectador hace que suene el final de su

celular. Lo apaga.

En el Teatro de la Ciudad de Casa de la Cultura, el mar se vuelca sobre los oídos. De pronto y sin anunciar, la función inicia.

Dos cuerpos se convierten en olas, en mar se-reno, una embarcación que lucha por llegar a su destino. La violencia desde la resistencia. La calma en los movimientos de los cuerpos, insis-to, reitero, convertidos en la mar.

En el escenario caben todas las posibilidades. Y llegan. Otros dos cuerpos para tocar la vanidad, generación del contraste. Dos damas para lle-narse la vida de zapatillas y abrigos de marca, la preocupación por la imagen, el sentirse más que los demás.

Es un juego, la revancha, los silencios que con-mueven y cuentan una historia en cada uno de los que miramos.

La tecnología puesta en esta coreografía que por nombre lleva Husk, el significado de desdo-blar la semilla, la mutación, quitar la camisa del mismo cuerpo. La cáscara. Husk.

Con habilidad, destreza, los bailarines, se despo-jan de a poco de sí mismos. En el escenario las máscaras como utilería, la inexorable metamor-fosis, sumergirse en los fantasmas que les ron-dan la vida. Paliarlos con valentía, tenerlos para

después, no fácilmente, arduamente, dejarlos ir.Montréal Danse en Un Desierto para la Danza, la búsqueda constante en su decir. De pronto la ruptura, dejar el baile y tomar la voz. La conver-sación, una pausa. El canto como un elemento al desgajarse la belleza de los cuerpos, los rit-mos.

Lúdico e intenso, desgarrador y febril. Los miste-rios que rondan Husk de pronto despiertan risas, carcajadas en los espectadores, son los nervios que les llenan de reacción el vientre.

Husk las sensaciones, la sugerencia de un cuen-to color rojo dicho desde la voz de Raquel, y ese mismo cuento que jamás vendrá a contárnoslo porque quizá se lo llevó el fuego, como también se ha llevado la vanidad en las zapatillas, los tacones de muchos colores.

Algo debe agradecerse, mucho debe aplaudirse, y es aquí donde las palmas me hacen su pre-sa, porque el requinto en vivo, las percusiones, la tecnología allí, como un concierto de rock, como un volver a la plaza de la adolescencia y sentir el rasgueo en la guitarra, recordar y vi-vir esos años que me marcaron la pupila de un concierto estridente y para siempre.

Husk es la cáscara, quitarnos la piel para seguir sintiendo y saber lo que somos. Ahora y siempre una máscara como reto para despojarnos de las consignas, sociales, familiares, que nos arropan.

Husk la poesía en los cuerpos. La estridencia como un factor de realidad.

inexorable mutación

Hus

kCarlos Sánchez

Foto

: Mig

uel G

alaz

Carlos Sánchez

1994:Quiatora Monorriel (Evoé Sotelo y Benito González)Coreografía: MonoVi a estudiantes de danza sorprenderse con los movimientos y la música en español de los años 70 que acompañaba esta pieza. Hoy, quizá los que vi desconcertados, son integrantes de grupos de danza que posi-blemente con sus creaciones hagan reír a nuevas generaciones.

Foto: Miguel Galaz