cuento de terror

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Cuento De Terror: Edgar Allan Poe Nacio en Boston, Massachusetts, Estados Unido el 19 de enero de 1809, hijo de Elizabeth Arlold Poe y David Poe, actores ambulantes de teatro, quienes lo dejaron huérfano a los dos años. Fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación. Los Allan acogieron al niño, pero nunca lo adoptaron formalmente aunque le dieron el nombre de "Edgar Allan Poe". Después de regresar a los Estados Unidos, Edgar Allan Poe siguió estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas. Se enroló luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber. La miseria y el hambre lo acompañaron, por motivos económicos pronto dirigió sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crítica literaria para algunos periódicos de la época; llegó a adquirir cierta notoriedad por su estilo cáustico y elegante. Debido a su trabajo, vivió en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazón 13 años de edad. En enero de 1845, publicó un poema que le haría célebre: "El cuervo". Su mujer murió de tuberculosis dos años más tarde. Aún hundido en la desolación, el autor terminó, en 1849, el poema "Eureka". Con la muerte de Virginia, la vida de Poe se vino abajo. Falleció el 7 de octubre de 1849. Sus últimas palabras fueron "que dios ayude a mi pobre alma". Israel Guillen Yépez Página 1

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Cuento De Terror:

Edgar Allan Poe

Nacio en Boston, Massachusetts, Estados Unido el 19 de enero de 1809, hijo de Elizabeth Arlold Poe y David Poe, actores ambulantes de teatro, quienes lo dejaron hurfano a los dos aos. Fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivi con ste y su esposa en el Reino Unido, donde comenz su educacin.Los Allan acogieron al nio, pero nunca lo adoptaron formalmente aunque le dieron el nombre de "Edgar Allan Poe".Despus de regresar a los Estados Unidos, Edgar Allan Poe sigui estudiando en centros privados y asisti a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su aficin al juego y a la bebida le acarre la expulsin. Abandon poco despus el puesto de empleado que le haba asignado su padre adoptivo, y viaj a Boston, donde public annimamente su primer libro, Tamerln y otros poemas.Se enrol luego en el ejrcito, en el que permaneci dos aos. En 1829 apareci su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.La miseria y el hambre lo acompaaron, por motivos econmicos pronto dirigi sus esfuerzos a la prosa, escribiendo relatos y crtica literaria para algunos peridicos de la poca; lleg a adquirir cierta notoriedad por su estilo custico y elegante. Debido a su trabajo, vivi en varias ciudades: Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En Baltimore, en 1835, contrajo matrimonio con su prima Virginia Clemm, que contaba a la sazn 13 aos de edad. En enero de 1845, public un poema que le hara clebre: "El cuervo". Su mujer muri de tuberculosis dos aos ms tarde. An hundido en la desolacin, el autor termin, en 1849, el poema "Eureka". Con la muerte de Virginia, la vida de Poe se vino abajo.Falleci el 7 de octubre de 1849. Sus ltimas palabras fueron "que dios ayude a mi pobre alma".

Principales Obras.

El gato negro Eureka La cada de la casa de Usher Las campanas El retrato Oval La mscara de la muerte roja Historias extraordinarias El cuervo Cuentos de lo grotesco y de lo arabesco Los crmenes de la calle Morgue Ulalume Annabel Lee El corazn Delator

EL CORAZN DELATOR

Es cierto! Siempre he sido nervioso, muy nervioso, terriblemente nervioso. Pero por qu afirman ustedes que estoy loco? La enfermedad haba agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi odo era el ms agudo de todos. Oa todo lo que puede orse en la tierra y en el cielo. Muchas cosas o en el infierno. Cmo puedo estar loco, entonces? Escuchen... y observen con cunta cordura, con cunta tranquilidad les cuento mi historia.Me es imposible decir cmo aquella idea me entr en la cabeza por primera vez; pero, una vez concebida, me acos noche y da. Yo no persegua ningn propsito. Ni tampoco estaba colrico. Quera mucho al viejo. Jams me haba hecho nada malo. Jams me insult. Su dinero no me interesaba. Me parece que fue su ojo. S, eso fue! Tena un ojo semejante al de un buitre... Un ojo celeste, y velado por una tela. Cada vez que lo clavaba en m se me helaba la sangre. Y as, poco a poco, muy gradualmente, me fui decidiendo a matar al viejo y librarme de aquel ojo para siempre.Presten atencin ahora. Ustedes me toman por loco. Pero los locos no saben nada. En cambio... Si hubieran podido verme! Si hubieran podido ver con qu habilidad proced! Con qu cuidado... con qu previsin... con qu disimulo me puse a la obra! Jams fui ms amable con el viejo que la semana antes de matarlo. Todas las noches, hacia las doce, haca yo girar el picaporte de su puerta y la abra... oh, tan suavemente! Y entonces, cuando la abertura era lo bastante grande para pasar la cabeza, levantaba una linterna sorda, cerrada, completamente cerrada, de manera que no se viera ninguna luz, y tras ella pasaba la cabeza. Oh, ustedes se hubieran redo al ver cun astutamente pasaba la cabeza! La mova lentamente... muy, muy lentamente, a fin de no perturbar el sueo del viejo. Me llevaba una hora entera introducir completamente la cabeza por la abertura de la puerta, hasta verlo tendido en su cama. Eh? Es que un loco hubiera sido tan prudente como yo? Y entonces, cuando tena la cabeza completamente dentro del cuarto, abra la linterna cautelosamente... oh, tan cautelosamente! S, cautelosamente iba abriendo la linterna (pues crujan las bisagras), la iba abriendo lo suficiente para que un solo rayo de luz cayera sobre el ojo de buitre. Y esto lo hice durante siete largas noches... cada noche, a las doce... pero siempre encontr el ojo cerrado, y por eso me era imposible cumplir mi obra, porque no era el viejo quien me irritaba, sino el mal de ojo. Y por la maana, apenas iniciado el da, entraba sin miedo en su habitacin y le hablaba resueltamente, llamndolo por su nombre con voz cordial y preguntndole cmo haba pasado la noche. Ya ven ustedes que tendra que haber sido un viejo muy astuto para sospechar que todas las noches, justamente a las doce, iba yo a mirarlo mientras dorma.Al llegar la octava noche, proced con mayor cautela que de costumbre al abrir la puerta. El minutero de un reloj se mueve con ms rapidez de lo que se mova mi mano. Jams, antes de aquella noche, haba sentido el alcance de mis facultades, de mi sagacidad. Apenas lograba contener mi impresin de triunfo. Pensar que estaba ah, abriendo poco a poco la puerta, y que l ni siquiera soaba con mis secretas intenciones o pensamientos! Me re entre dientes ante esta idea, y quiz me oy, porque lo sent moverse repentinamente en la cama, como si se sobresaltara. Ustedes pensarn que me ech hacia atrs... pero no. Su cuarto estaba tan negro como la pez, ya que el viejo cerraba completamente las persianas por miedo a los ladrones; yo saba que le era imposible distinguir la abertura de la puerta, y segu empujando suavemente, suavemente.Haba ya pasado la cabeza y me dispona a abrir la linterna, cuando mi pulgar resbal en el cierre metlico y el viejo se enderez en el lecho, gritando:-Quin est ah?Permanec inmvil, sin decir palabra. Durante una hora entera no mov un solo msculo, y en todo ese tiempo no o que volviera a tenderse en la cama. Segua sentado, escuchando... tal como yo lo haba hecho, noche tras noche, mientras escuchaba en la pared los taladros cuyo sonido anuncia la muerte.O de pronto un leve quejido, y supe que era el quejido que nace del terror. No expresaba dolor o pena... oh, no! Era el ahogado sonido que brota del fondo del alma cuando el espanto la sobrecoge. Bien conoca yo ese sonido. Muchas noches, justamente a las doce, cuando el mundo entero dorma, surgi de mi pecho, ahondando con su espantoso eco los terrores que me enloquecan. Repito que lo conoca bien. Comprend lo que estaba sintiendo el viejo y le tuve lstima, aunque me rea en el fondo de mi corazn. Comprend que haba estado despierto desde el primer leve ruido, cuando se movi en la cama. Haba tratado de decirse que aquel ruido no era nada, pero sin conseguirlo. Pensaba: "No es ms que el viento en la chimenea... o un grillo que chirri una sola vez". S, haba tratado de darse nimo con esas suposiciones, pero todo era en vano. Todo era en vano, porque la Muerte se haba aproximado a l, deslizndose furtiva, y envolva a su vctima. Y la fnebre influencia de aquella sombra imperceptible era la que lo mova a sentir -aunque no poda verla ni orla-, a sentir la presencia de mi cabeza dentro de la habitacin.Despus de haber esperado largo tiempo, con toda paciencia, sin or que volviera a acostarse, resolv abrir una pequea, una pequesima ranura en la linterna.As lo hice -no pueden imaginarse ustedes con qu cuidado, con qu inmenso cuidado-, hasta que un fino rayo de luz, semejante al hilo de la araa, brot de la ranura y cay de lleno sobre el ojo de buitre.Estaba abierto, abierto de par en par... y yo empec a enfurecerme mientras lo miraba. Lo vi con toda claridad, de un azul apagado y con aquella horrible tela que me helaba hasta el tutano. Pero no poda ver nada de la cara o del cuerpo del viejo, pues, como movido por un instinto, haba orientado el haz de luz exactamente hacia el punto maldito.No les he dicho ya que lo que toman erradamente por locura es slo una excesiva agudeza de los sentidos? En aquel momento lleg a mis odos un resonar apagado y presuroso, como el que podra hacer un reloj envuelto en algodn. Aquel sonido tambin me era familiar. Era el latir del corazn del viejo. Aument an ms mi furia, tal como el redoblar de un tambor estimula el coraje de un soldado.Pero, incluso entonces, me contuve y segu callado. Apenas si respiraba. Sostena la linterna de modo que no se moviera, tratando de mantener con toda la firmeza posible el haz de luz sobre el ojo. Entretanto, el infernal latir del corazn iba en aumento. Se haca cada vez ms rpido, cada vez ms fuerte, momento a momento. El espanto del viejo tena que ser terrible. Cada vez ms fuerte, ms fuerte! Me siguen ustedes con atencin? Les he dicho que soy nervioso. S, lo soy. Y ahora, a medianoche, en el terrible silencio de aquella antigua casa, un resonar tan extrao como aqul me llen de un horror incontrolable. Sin embargo, me contuve todava algunos minutos y permanec inmvil. Pero el latido creca cada vez ms fuerte, ms fuerte! Me pareci que aquel corazn iba a estallar. Y una nueva ansiedad se apoder de m... Algn vecino poda escuchar aquel sonido! La hora del viejo haba sonado! Lanzando un alarido, abr del todo la linterna y me precipit en la habitacin. El viejo clam una vez... nada ms que una vez. Me bast un segundo para arrojarlo al suelo y echarle encima el pesado colchn. Sonre alegremente al ver lo fcil que me haba resultado todo. Pero, durante varios minutos, el corazn sigui latiendo con un sonido ahogado. Claro que no me preocupaba, pues nadie podra escucharlo a travs de las paredes. Ces, por fin, de latir. El viejo haba muerto. Levant el colchn y examin el cadver. S, estaba muerto, completamente muerto. Apoy la mano sobre el corazn y la mantuve as largo tiempo. No se senta el menor latido. El viejo estaba bien muerto. Su ojo no volvera a molestarme.Si ustedes continan tomndome por loco dejarn de hacerlo cuando les describa las astutas precauciones que adopt para esconder el cadver. La noche avanzaba, mientras yo cumpla mi trabajo con rapidez, pero en silencio. Ante todo descuartic el cadver. Le cort la cabeza, brazos y piernas.Levant luego tres planchas del piso de la habitacin y escond los restos en el hueco. Volv a colocar los tablones con tanta habilidad que ningn ojo humano -ni siquiera el suyo- hubiera podido advertir la menor diferencia. No haba nada que lavar... ninguna mancha... ningn rastro de sangre. Yo era demasiado precavido para eso. Una cuba haba recogido todo... ja, ja!Cuando hube terminado mi tarea eran las cuatro de la madrugada, pero segua tan oscuro como a medianoche. En momentos en que se oan las campanadas de la hora, golpearon a la puerta de la calle. Acud a abrir con toda tranquilidad, pues qu poda temer ahora?Hall a tres caballeros, que se presentaron muy civilmente como oficiales de polica. Durante la noche, un vecino haba escuchado un alarido, por lo cual se sospechaba la posibilidad de algn atentado. Al recibir este informe en el puesto de polica, haban comisionado a los tres agentes para que registraran el lugar.Sonre, pues... qu tena que temer? Di la bienvenida a los oficiales y les expliqu que yo haba lanzado aquel grito durante una pesadilla. Les hice saber que el viejo se haba ausentado a la campaa. Llev a los visitantes a recorrer la casa y los invit a que revisaran, a que revisaran bien. Finalmente, acab conducindolos a la habitacin del muerto. Les mostr sus caudales intactos y cmo cada cosa se hallaba en su lugar. En el entusiasmo de mis confidencias traje sillas a la habitacin y ped a los tres caballeros que descansaran all de su fatiga, mientras yo mismo, con la audacia de mi perfecto triunfo, colocaba mi silla en el exacto punto bajo el cual reposaba el cadver de mi vctima.Los oficiales se sentan satisfechos. Mis modales los haban convencido. Por mi parte, me hallaba perfectamente cmodo. Sentronse y hablaron de cosas comunes, mientras yo les contestaba con animacin. Mas, al cabo de un rato, empec a notar que me pona plido y dese que se marcharan. Me dola la cabeza y crea percibir un zumbido en los odos; pero los policas continuaban sentados y charlando. El zumbido se hizo ms intenso; segua resonando y era cada vez ms intenso. Habl en voz muy alta para librarme de esa sensacin, pero continuaba lo mismo y se iba haciendo cada vez ms clara... hasta que, al fin, me di cuenta de que aquel sonido no se produca dentro de mis odos.Sin duda, deb de ponerme muy plido, pero segu hablando con creciente soltura y levantando mucho la voz. Empero, el sonido aumentaba... y que poda hacer yo? Era un resonar apagado y presuroso..., un sonido como el que podra hacer un reloj envuelto en algodn. Yo jadeaba, tratando de recobrar el aliento, y, sin embargo, los policas no haban odo nada. Habl con mayor rapidez, con vehemencia, pero el sonido creca continuamente. Me puse en pie y discut sobre insignificancias en voz muy alta y con violentas gesticulaciones; pero el sonido creca continuamente. Por qu no se iban? Anduve de un lado a otro, a grandes pasos, como si las observaciones de aquellos hombres me enfurecieran; pero el sonido creca continuamente. Oh, Dios! Qu poda hacer yo? Lanc espumarajos de rabia... maldije... jur... Balanceando la silla sobre la cual me haba sentado, rasp con ella las tablas del piso, pero el sonido sobrepujaba todos los otros y creca sin cesar. Ms alto... ms alto... ms alto! Y entretanto los hombres seguan charlando plcidamente y sonriendo. Era posible que no oyeran? Santo Dios! No, no! Claro que oan y que sospechaban! Saban... y se estaban burlando de mi horror! S, as lo pens y as lo pienso hoy! Pero cualquier cosa era preferible a aquella agona! Cualquier cosa sera ms tolerable que aquel escarnio! No poda soportar ms tiempo sus sonrisas hipcritas! Sent que tena que gritar o morir, y entonces... otra vez... escuchen... ms fuerte... ms fuerte... ms fuerte... ms fuerte!-Basta ya de fingir, malvados! -aull-. Confieso que lo mat! Levanten esos tablones! Ah... ah!Donde est latiendo su horrible corazn!

Fabula:

Esopo

Originario de Asia menor. Se dice que, como esclavo, su vida transcurri al servicio de un filsofo llamado Xanto, quien lo habra comprado en un mercado al apreciar su agudo ingenio en pugna con otros dos esclavos. Se cuenta que fue jorobado, tartamudo y de extrema fealdad y que fue acusado de haber robado un cliz de oro del templo de Delfos. En castigo, fue arrojado a un abismo por los habitantes de Delfos. Se le relaciona con fbulas de animales, transmitidas por tradicin oral. Sus relatos se caracterizan por ser narraciones cortas y tener siempre una conclusin moralizante o "moraleja". En ellas, Esopo "humaniza" las conversaciones de los animales y plasma todos los vicios y virtudes de los hombres, con un gran talento satrico. Muchas de sus fbulas fueron reescritas en verso por el poeta griego Babrio, se cree que en los siglos I y II a.C., y en latn por el poeta romano Fedro en el siglo I d.C. Considerado el padre de todos los fabulistas", precursor de un gnero que luego tendra grandes exponentes, como Jean La Fontaine, en Francia, en el siglo XVII, y Flix Mara Samaniego e Iriarte, en Espaa, en el siglo XVIII.

Principales Obras

La zorra y la cigea El pastor mentiroso De gansos y grullas El guila y el escarabajo El guila y la zorra El campesino y la serpiente El cuervo enfermo El cuervo y la zorra El granjero y la vbora El invierno y la primavera El len enamorado El len y el ratn El len y el delfn El lobo y el busto El nio que se ahogaba El parto de los montes El perro y la campanilla El ratn de campo y el ratn de ciudad El viejo y la muerte El viento del Norte y el Sol La cigarra y la hormiga La comadreja y las gallinas La gallina de los huevos de oro

LA ZORRA Y LA CIGEA

Sintindose un da muy generoso, invit doa zorra a cenar a doa cigea. La comida fue breve y sin mayores preparativos. La astuta raposa, por su mejor men, tena un caldo ralo, pues viva pobremente, y se lo present a la cigea servido en un plato poco profundo. Esta no pudo probar ni un slo sorbo, debido a su largo pico. La zorra en cambio, lo lami todo en un instante.

Para vengarse de esa burla, decidi la cigea invitar a doa zorra.

-- Encantada -- dijo --, yo no soy protocolaria con mis amistades.

Llegada la hora corri a casa de la cigea, encontrando la cena servida y con un apetito del que nunca estn escasas las seoras zorras. El olorcito de la carne, partida en finos pedazos, la entusiasm an ms. Pero para su desdicha, la encontr servida en una copa de cuello alto y de estrecha boca, por el cual pasaba perfectamente el pico de doa cigea, pero el hocico de doa zorra, como era de mayor medida, no alcanz a tocar nada, ni con la punta de la lengua. As, doa zorra tuvo que marcharse en ayunas, toda avergonzada y engaada, con las orejas gachas y apretando su cola.

Para vosotros escribo, embusteros: Esperad la misma suerte!

No engaes a otros, pues bien conocen tus debilidades y te harn pagar tu dao en la forma que ms te afectar.

Retahla:

LA CIUDAD DE PAMPLONA

En la ciudad de Pamplona hay una plaza,En la plaza hay una esquina,En la esquina una casa,En la casa hay una sala,En la sala hay una mesa,En la mesa hay una estaca,En la estaca hay una lora,En la lora hay una pata,En la pata una ua,En la ua una agujaEn la aguja un hilo,En el hilo la aguja,La aguja en la ua,La ua en la pata,La pata en la lora,La lora en la estaca,La estaca en la mesa,La mesa en la sala,La sala en la casa,La casa en la esquina,La esquina en la plazaY la plaza en la ciudad de Pamplona.

Cuento Infantil:

Hermanos Grimm

Nacieron en Hanau -Jacob el 4 de enero de 1785 y Wilhelm el 24 de febrero de 1786-.

Cursaron estudios en la Universidad de Marburgo. Jacob fue un fillogo muy interesado en la literatura medieval y la investigacin cientfica del lenguaje. Tras pasar varios aos en Kassel trabajando en cargos administrativos se trasladaron en 1830 a la Universidad de Gotinga, donde Wilhelm estuvo de bibliotecario y Jacob de profesor asistente. Fue autor de la Gramtica alemana (1819-1837), considerada como el origen de la filologa germnica. Entre sus otras obras estn Sobre los antiguos Meistergesang (menestrales) alemanes (1811), Mitologa alemana (1835) e Historia de la lengua alemana (1848). Algunas de las obras de Wilhelm son Antiguas canciones de gesta danesas (1811), Leyendas heroicas alemanas (1829), La cancin de Roldn (1838) y El antiguo idioma alemn (1851).

Muy interesados en los antiguos cuentos folclricos alemanes, los publicaron como Cuentos para la infancia y el hogar (2 volmenes, 1812-1815). La coleccin, aumentada en 1857, es conocida como Cuentos de hadas de los hermanos Grimm. En 1854 publicaron el primer volumen del monumental Deutsches Wrterbuch, el diccionario alemn de referencia, de 32 volmenes concluido en 1954, trabajaron en l desde 1852 a 1861.

Regresaron a Kassel en 1837 y en 1841, invitados por Federico Guillemo IV de Prusia, se radican en Berln, donde fueron profesores de la universidad hasta el final de sus vidas. Wilhelm falleci el 16 de diciembre de 1859 y el 20 de septiembre de 1863 Jacob.

Principales Obras:

Los seis cisnes Rapunzel La lmpara azul La hija de la Virgen Mara Las tres hilanderas El lobo y las siete cabritillas La serpiente blanca El gato y el ratn hacen vida en comn El fiel Juan Los tres enanitos del bosque Los dos hermanitos El acertijo La LunaLA LUNA

En tiempos muy lejanos hubo un pas en que por la noche estaba siempre oscuro y el cielo se extenda como una sbana negra, pues jams sala la luna ni brillaban estrellas en el firmamento.

De aquel pas salieron un da cuatro mozos a correr mundo, y llegaron a unas tierras en que al anochecer, en cuanto el sol se ocultaba detrs de las montaas, apareca sobre un roble una esfera luminosa que esparca a gran distancia una luz clara y suave; aun cuando no era brillante como la del sol, permita ver y distinguir muy bien los objetos. Los forasteros se detuvieron a contemplarla y preguntaron a un campesino, que acertaba a pasar por all en su carro, qu clase de luz era aquella.

- Es la luna -, respondi el hombre -. Nuestro alcalde la compr por tres escudos y la sujet en la copa del roble. Hay que ponerle aceite todos los das y mantenerla limpia para que arda claramente. Para ello le pagamos un escudo a la semana.

Cuando el campesino se hubo marchado, dijo uno de los mozos:

- Esta lmpara nos prestara un gran servicio; en nuestra tierra tenemos un roble tan alto como ste; podramos colgarla de l. Qu ventaja, no tener que andar a tientas por la noche!

- Sabis qu? - dijo el segundo -. Iremos a buscar un carro y un caballo, y nos llevaremos la luna. Aqu podrn comprar otra.

- Yo s subirme a los rboles - intervino el tercero -. Subir a descolgarla.

El cuarto fue a buscar el carro y el caballo, y el tercero trep a la copa del roble, abri un agujero en la luna, pas una cuerda a su travs y la baj. Cuando ya tuvieron en el carro la brillante bola, la cubrieron con una manta para que nadie se diese cuenta del robo, y de este modo la transportaron, sin contratiempo, a su tierra, donde la colgaron de un alto roble. Viejos y jvenes sintieron gran contento cuando vieron la nueva luminaria esparcir su luz por los campos y llenar sus habitaciones y aposentos. Los enanos salieron de sus cuevas, y los duendecillos, en su rojas chaquetitas, bailaron en corro por los prados.

Los cuatro se encargaron de poner aceite en la luna y de mantener limpio el pabilo, y por ello les pagaban un escudo semanal. Pero envejecieron, y cuando uno de ellos enferm y previ la proximidad de la muerte, dispuso que depositasen en su tumba, al enterrarlo, la cuarta parte de la luna, de la que era propietario. Cuando hubo muerto, subi el alcalde al roble y, con las tijeras de jardinero, cort un cuadrante, que fue colocado en el fretro. La luz del astro qued debilitada, aunque poco. Pero a la muerte del segundo hubo de cortar otro cuarto, con la consiguiente mengua de la luz. Ms tenue qued an despus del fallecimiento del tercero, que se llev tambin su parte; y cuando lleg la ltima hora del cuarto, las tinieblas volvieron a reinar en el pas. La gente que sala por la noche sin linterna, se daba de cabezadas, y todo eran choques y trompazos.

Pero al unirse, en el mundo subterrneo, los cuatro cuadrantes de la luna e iluminar el reino de las eternas tinieblas, los muertos comenzaron a agitarse y a despertar del ltimo sueo. Extraronse al sentir que vean de nuevo: la luz de la luna les bastaba, pues sus ojos se haban debilitado tanto que no habran podido resistir el resplandor del sol. Levantronse de sus tumbas y, alegres, reanudaron su antiguo modo de vida: los unos se fueron al juego o al baile; los otros corrieron a las tabernas, donde se emborracharon, alborotaron y rieron, acabando por sacar las estacas y zurrarse de lo lindo mutuamente. El ruido era cada vez ms estruendoso, y acab dejndose or en el cielo.

San Pedro, celador de la puerta del Paraso, crey que el mundo de abajo se haba sublevado, y corri a concentrar a las celestiales huestes para rechazar al enemigo, caso de que el demonio, al frente de los suyos, intentara invadir la mansin de los justos. Pero viendo que no llegaban, mont en su caballo y se dirigi al mundo subterrneo. All aquiet a los muertos y los hizo volver a sus sepulturas: luego se llev la luna y la colg en lo alto del firmamento.

Poema De La Escuela Simbolista:

Conde Lautramont

(Isidore-Lucien Ducasse, Conde de Lautramont; Montevideo, 1846-Pars, 1870) Poeta francs. Pas su infancia en Uruguay, donde su padre era canciller en el consulado francs. Enviado a estudiar a Francia, fue alumno interno del Liceo de Tarbes, y en 1867 se traslad a Pars con la intencin de ingresar en la cole Polytechnique, pero desde ese momento su vida ha quedado casi en la oscuridad, lo cual ha generado toda una leyenda que lo presenta como un personaje enigmtico y extravagante. En 1869 public, ya bajo el seudnimo de Conde de Lautramont, Los cantos de Maldoror, que no se llegaron a distribuir a causa del miedo del editor a posibles represalias. El contenido de la obra, un canto a la violencia y la destruccin como encarnacin del mal, presentado a travs de imgenes apocalpticas, la releg al olvido hasta 1920, cuando los surrealistas la reivindicaron como un antecedente suyo. Tambin public, con su verdadero apellido, un volumen de Poesas (1870).

Obras:

Los cantos de Maldoror (1869). Poesas (1870).

TU AMIGO VAMPIRO

S, os supero a todos en mi innata crueldad, que no estuvo en mi mano reprimir. Es esta la razn por la que estis todos postrados frente a m? O bien el estupor de verme, fenmeno inaudito, recorrer como horrible cometa el espacio ensangrentado?.

Una lluvia de sangre brota de mi cuerpo inmenso, semejante a una nube negra que empuje ante s el huracn. No temis nada, hijos mos. No quiero maldeciros. El mal que me habis ocasionado es demasiado grande; demasiado grande el mal que yo os he ocasionado, para que sea intencional. Vosotros habis recorrido vuestro camino y yo el mo, ambos semejantes, ambos perversos. Era natural encontrarnos, dada nuestra afinidad. El choque que ha seguido al encuentro nos ha resultado recprocamente fatal.

Al llegar a este punto, los hombres empezarn a levantar las cabezas, adquiriendo de nuevo valor, y, para ver quin esta hablando, alargarn el cuello igual que caracoles. De repente, su rostro alterado, descompuesto, se deformar en una mueca tan monstruoso que incluso los lobos quedarn aterrorizados. Todos a la vez, los hombres se enderezarn de golpe, como un muelle gigantesco. Cuntas imprecaciones!Qu clamor de voces! Me han reconocido. Y he ah que los animales terrestres se unen a los hombres y hacen or sus extraos alborotos. Ningn odio divide ya a ambas razas. El odio de cada uno est dirigido contra el enemigo comn: yo. El consentimiento universal les une. Vientos que me estis transportando, levantadme todava ms alto: temo la perfidia. S, desaparezcamos, poco a poco de su vista... Adis, viejo, y piensa en m, si me has ledo...; y t, joven, no desesperes. En efecto, tienes en el vampiro a un amigo, aunque seas de otra opinin. Si adems, tienes en cuenta el caro sarcopto que te pega la roa, tendrs dos amigos!

Israel Guillen YpezPgina 1