corrupcion cultural basave

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Agustin BASAVE BEN~~Ez* L a corrupción es un fenómeno humaiio. y por humano universal. Existe en mayor o menor inedida en todos los paises, en todas las actividades de la vida pública y privada y a todos los nive- les de la escala social. Su origen histórico no está muy claro: algunos analistas lo atribuyen a los privilegios de autoridad de los gobernantes primitivos y otros lo sitúan en los primeros trueques entre coinerciari- tes. Lo cierto es que hoy se da lo mismo con la iniciativa o la parti- cipación de la burocracia que en relaciones entre particulares que no pasan por las esferas gubernamentales. Y se da aqui y en China, en el primer mundo o en cualquier otra parte de la tierra. i,Cuál es entonces la diferencia entre la corrupción de las naciones del primer mundo y la nuestra? No es que la de aqui sea "más" que la de allá. puesto que la magnitud de los negocio!; sucios en Estados llnidos o en Europa hace ver pequeños a los conuptos autóctonos. sino la facili- dad, la Gecuencia, la cotidianeidad con que se viola la ley y la diversidad de gente que lo hace en estas latitudes. Todos los dias hay politicos, em- prcsarios o líderes sindicales que abusan de su poder para enriquecerse ilicitarnente. jueces que ofrecen su fallo al niejor postor, burócratas y po- licías que piden mordida y ciudadanos que la ofrecen o la pagan, maes- tros que venden exámenes a sus alumnos. abarroteros que dan kilos de 900 gramos o gasoiineros que dan litros de Y00 mililitros. Sí. es verdad, también hay todos los dias muchos mexicanos que actúan con honestidad. El problema es precisamente que a ellos les cuesta más trabajo apegarse a la legalidad que a los otros despegarse de la legalidad. He aquí el dilema: no existen en México las condicio- nes objetivas que hagan más fácil y conveniente ser honesto que ser deshonesto. ¿Cuáles son esas condiciones? Las leyes, desde luego, pero también la mentalidad de los hombres y las m~ijcrcs que las apli- can y las viven. Vamos por partes. ' Dirccior del depanamento de Ciencias ) Derecho del Iniiltuto Tecnal6gico de Llstudius Superiores dc Mantcrrey. canipiis Crudad dc Mhxico www.derecho.unam.mx

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  • Agustin BASAVE B E N ~ ~ E z *

    L a corrupcin es un fenmeno humaiio. y por humano universal. Existe en mayor o menor inedida en todos los paises, en todas las actividades de la vida pblica y privada y a todos los nive- les de la escala social. Su origen histrico no est muy claro: algunos analistas lo atribuyen a los privilegios de autoridad de los gobernantes primitivos y otros lo sitan en los primeros trueques entre coinerciari- tes. Lo cierto es que hoy se da lo mismo con la iniciativa o la parti- cipacin de la burocracia que en relaciones entre particulares que no pasan por las esferas gubernamentales. Y se da aqui y en China, en el primer mundo o en cualquier otra parte de la tierra.

    i,Cul es entonces la diferencia entre la corrupcin de las naciones del primer mundo y la nuestra? No es que la de aqui sea "ms" que la de all. puesto que la magnitud de los negocio!; sucios en Estados llnidos o en Europa hace ver pequeos a los conuptos autctonos. sino la facili- dad, la Gecuencia, la cotidianeidad con que se viola la ley y la diversidad de gente que lo hace en estas latitudes. Todos los dias hay politicos, em- prcsarios o lderes sindicales que abusan de su poder para enriquecerse ilicitarnente. jueces que ofrecen su fallo al niejor postor, burcratas y po- licas que piden mordida y ciudadanos que la ofrecen o la pagan, maes- tros que venden exmenes a sus alumnos. abarroteros que dan kilos de 900 gramos o gasoiineros que dan litros de Y00 mililitros.

    S. es verdad, tambin hay todos los dias muchos mexicanos que actan con honestidad. El problema es precisamente que a ellos les cuesta ms trabajo apegarse a la legalidad que a los otros despegarse de la legalidad. He aqu el dilema: no existen en Mxico las condicio- nes objetivas que hagan ms fcil y conveniente ser honesto que ser deshonesto. Cules son esas condiciones? Las leyes, desde luego, pero tambin la mentalidad de los hombres y las m~ijcrcs que las apli- can y las viven. Vamos por partes.

    ' Dirccior del depanamento de Ciencias ) Derecho del Iniiltuto Tecnal6gico de Llstudius Superiores dc Mantcrrey. canipiis Crudad dc Mhxico

    www.derecho.unam.mx

  • 42 AGUSTM BASAVE BANITEZ

    Algunas de nuestras leyes son tericamente impecables pero aleja- das de la realidad, complejas y demasiado rgidas, por lo que no sue- len ser muy tiles para regular el comportamiento cotidiano de los miembros de la sociedad. En su defensa podra decirse que no fueron hechas para eso: hay la idea en nuestro pas y en otros que comparten la misma tradicin jurdica de que una ley se hace pensando ms en un proyecto de nacin que en una nacin. Ciertamente, siempre hay una distancia entre la norma y la realidad porque nunca falta quien no cumple la norma, pero si los legisladores no toman en cuenta la reali- dad (circunstancias del medio natural y socioeconmico, costumbres, creencias y un largo etctera) la norma se va muy amba y provoca que haya cada vez menos personas que puedan cumplirla. Y si a esa idea le sumamos que mientras ms complicada e infiexible sea una ley ms ne- cesarias sern las interpretaciones de los especialistas y los sobornos a quienes la aplican, el resultado se vuelve ms comprensible.

    Y aqu entra la segunda cuestin. Tal vez el punto de partida de la deficiente aplicacin de las leyes en Mxico sean esas tres caracters- ticas que he mencionado, pero como con ellas que ha operado duran- te siglos, se ha formado tambin una cultura de ilegalidad que es imperativo revertir. Ante la lejana, complejidad y rigidez de la norma escrita se fueron creando cdigos de reglas no esxitas generalmente ms realistas, sencillas y flexibles que en la prctica acabaron rigiendo desde la sucesin presidencial hasta el trnsito de cualquier ciudad: no importa el letrero de no estacionarse sino la tina que el cuida carros pone o quita segn acepte el automovilista sus cuotas; no importan la cantidad y la forma de pago de la multa sino las que fija el agente para "morder" y acepta el infractor para ser "mordido". La ley se volvi as subterfugio, referente lmite, algo que hay que conocer para saber darle la vuelta o, en situaciones extremas, para legalizar la ilegalidad. "En ningn lugar del mundo he escuchado hablar tanto del Derecho", exclam un viajero eu- ropeo en la Amrica Latina del siglo XK, "como en estos pases donde la ley se viola tanto y tan sistemticamente".

    Y es que la corrupcin es una suerte de esquizofienia moral o, me- jor dicho, una especie de hipocresa tica. Se sustenta en una disocia- cin entre norma y realidad, en una contraposicin entre lo declarativo y lo funcional. No parte, como algunos creen, de un vaco axiolgico, sino del desapego del orden socialmente aceptado y de la adopcin de una normatividad de bolsillo, tan heterodoxo como in- confesable. El corrupto rechaza la legalidad, pero no le interesa cam- biarla; pretende evadirla, no adecuarla a sus propsitos. Por el contrario, su intencin es que sus reglas no se escriban, porque en la medida en

  • que su particularidad se generalice d i s m i n d sus beneficios. Desde- a la ley, la evade, pero la necesita como anti referente. La existencia de una esbuctura legal ordinaria le permite sacar un provecho extraor- dinario: sin la aprobacin de los dems su negacin seria inocua.

    Por todo ello sostengo que para reducir la brecha entre la norma y la realidad el combate debe darse en los dos frentes. Por un lado te- nemos que bajar la norma replanteando nuestros criterios legislativos con el fin de hacer nuestras leyes ms realistas, ms simples y ms flexibles (esto es, introduciendo en ellas el margen de maniobra que se juzgue pmdente para sustituir el que hoy se obtiene de la discre- cionalidad de las reglas no escritas). Por otro, tenemos que subir la rea- lidad forjando en la gente una mentalidad de legalidad mediante la educacin formal e informal (es decir, fortaleciendo los valores perti- nentes no slo en la escuela sino tambin a travs de los medios ma- sivos de comunicacin). En el primer caso la lucha es contra la concepcin de la ley como meta y no como camino y contra lo que Jess Reyes Heroles llamaba el determinismo constitucional: la creen- cia de que un buen deseo se cumple con el solo hecho de elevarlo a rango constitucional. En el segundo la lucha es contra la impunidad y contra la existencia de una dualidad de conciencia: la idea de guardar la "teora" que dice que la honradez es buena y sacar la "praxis" que dice que el que no transa no avanza.

    El asunto no es cualquier cosa. En 1995, como director general de Desarrollo Poltico, tuve oportunidad de conducir en la Secretara de Gobernacin un estudio sobre el tema que incluy una encuesta na- cional sobre la escala axiolgica de los mexicanos. Los resultados fueron a un tiempo aterradores y aleccionadores. Aunque por momen- tos nos acercamos a un verdadero culto a la corrupcin, est claro que no hay una distorsin valorativa sino una inercia de funcionali- dad. La corrupcin se ha convertido en muchas cosas: en el aceite que evita que se desviele la maquinaria social, en un medio de redis- tribucin de la riqueza, en un antdoto contra la burocratizacin. En todos estos sentidos funciona, da resultados deseables para quien la practica. Lo que necesitamos es, en efecto, sentar las bases para que sea ms viable alcanzar los mismos fines por otros medios lcitos; que ser corrupto sea cada vez ms costoso y que ser honesto sea cada vez ms benfico. Y si bien en esta tarea es del gobierno la responsabili- dad principal, puesto que no slo es parte sino tambin es juez, la so- ciedad no puede permanecer al margen. Sin su autocritica, sin el reconocimiento de la epidemia, sin su voluntad de redencin, la gue- rra estar perdida.

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