conversaciones familiares del más allá (revista espirita de 1858)
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CONVERSACIONES FAMILIARES DEL MÁS ALLÁ
EL ASESINO LEMAIRE
Condenado a la pena de muerte por el Supremo Tribunal de Justicia en lo
Criminal del Aisne y ejecutado el 31 de diciembre de 1857. Evocado el 29 de
enero de 1858.
1. Ruego a Dios Todopoderoso que permita al asesino Lemaire, ejecutado el 31
de diciembre de 1857, venir hacia nosotros. –Resp. Estoy aquí.
2. ¿Cómo se explica que hayas atendido tan rápidamente a nuestro llamado? –
Resp. Raquel lo ha dicho.VII
3. ¿Qué sentimiento tienes al vernos? –Resp. Vergüenza.
4. ¿Cómo una joven, mansa como un cordero, puede servir de intermediario a
un ser sanguinario como tú? –Resp. Dios lo ha permitido.
5. ¿Has conservado todo tu conocimiento hasta el último momento? –Resp. Sí.
6. E inmediatamente después de tu ejecución, ¿has tenido conciencia de tu
nueva existencia? –Resp. Estaba sumergido en una inmensa turbación, de la
que aún no he salido. Sentí un inmenso dolor; me pareció que mi corazón lo
sufría. He visto rodar algo al pie del patíbulo; he visto correr sangre, y mi dolor
se ha vuelto más punzante.
7. ¿Era éste un dolor puramente físico, análogo al que sería causado por una
herida grave, como la amputación de un miembro, por ejemplo? –Resp. No;
imagínate un remordimiento, un gran dolor moral.
8. ¿Cuándo has comenzado a sentir este dolor? –Resp. Desde que he quedado
libre.
9. El dolor físico causado por el suplicio, ¿era sentido por el cuerpo o por el
Espíritu? –Resp. El dolor moral estaba en mí
VII Al haber sido evocada algunos días antes por intermedio de la misma
médium, la señorita Raquel se presentó instantáneamente. Al respecto, se le
han hecho las siguientes preguntas:
– ¿Cómo explicáis el haber llegado tan rápidamente, en el mismo instante en
que os hemos evocado? Se diría que estabais preparada. – Resp. Cuando
Ermance (la médium) nos llama, venimos de prisa.
– ¿Tenéis, pues, mucha simpatía por la señorita Ermance? – Resp. Hay un lazo
entre ella y nosotros. Ella viene a nosotros; nosotros venimos a ella.
– Sin embargo, no hay ninguna similitud entre su carácter y el vuestro; ¿cómo
explicáis, entonces, que haya esa simpatía? – Resp. Ella nunca ha dejado
enteramente el mundo de los Espíritus. [Nota de Allan Kardec.]
Espíritu; el cuerpo sintió el dolor físico, pero el Espíritu, desligado, lo sentía
también.
10. ¿Has visto tu cuerpo mutilado? –Resp. He visto algo deforme que me parecía
no haber dejado; sin embargo, todavía me sentía entero: era yo mismo.
11. ¿Qué impresión te produjo esa visión? –Resp. Sentía demasiado dolor;
estaba absorbido por él.
12. ¿Es verdad que el cuerpo vive aún algunos instantes después de la
decapitación, y que el ajusticiado tiene conciencia de sus ideas? –Resp. El
Espíritu se retira poco a poco; cuanto más lo atan los lazos de la materia,
menos rápida es la separación.
13. ¿Cuánto tiempo ha durado eso? –Resp. Más o menos. (Ver la respuesta
anterior.)
14. Se dice haber notado en la cara de ciertos ajusticiados la expresión de
cólera y de movimientos como si quisiesen hablar; ¿esto es efecto de una
contracción nerviosa o de un acto de la voluntad? –Resp. De la voluntad, porque
el Espíritu no se había aún retirado.
15. ¿Cuál es el primer sentimiento que tuviste al entrar en tu nueva existencia?
–Resp. Un sufrimiento intolerable; una especie de remordimiento punzante,
cuya causa ignoraba.
16. ¿Te has encontrado con tus cómplices, los cuales fueron ejecutados al
mismo tiempo que tú? –Resp. Para nuestra desgracia; el hecho de vernos es un
continuo suplicio: cada uno de nosotros reprocha al otro su crimen.
17. ¿Has reencontrado a tus víctimas? –Resp. Las veo... Son felices... Sus miradas
me persiguen... Siento, que penetran hasta lo más profundo de mi ser... Y en
vano intento evitarlas.
18. ¿Qué sentimiento has tenido al verlas? –Resp. Vergüenza y remordimiento.
Las he arrebatado con mis propias manos, y aún las odio.
19. ¿Qué sienten ellas al verte? –Resp. ¡Piedad!
20. ¿Tienen ellas odio y deseo de venganza? –Resp. No; sus ruegos solicitan para
mí la expiación. No sabrías comprender cuán horrible es el suplicio de deberlo
todo a quien se odia.
21. ¿Lamentas la vida terrestre? –Resp. Lamento mis crímenes; si la situación
estuviese aún en mis manos, yo no volvería a sucumbir.
22. ¿Cómo has sido conducido a la vida criminal que has llevado? –Resp.
¡Escucha! Me he creído fuerte; he elegido una ruda prueba y he cedido a las
tentaciones del mal.
23. ¿La tendencia al crimen estaba en tu naturaleza o has sido arrastrado por
el medio en el que has vivido? –Resp. La tendencia al crimen estaba en mi
naturaleza, porque no era más que un Espíritu inferior. Quise elevarme
rápidamente, pero pedí más de lo que mis fuerzas podían dar.
24. Si hubieses recibido buenos principios de educación, ¿habrías podido
desviarte de la vida criminal? –Resp. Sí; pero elegí la posición en que nací.
25. ¿Te habrías podido transformar en un hombre de bien? –Resp. Un hombre
débil, incapaz del bien como del mal. Podría haber paralizado el mal de mi
naturaleza durante mi existencia, pero no podía elevarme hasta hacer el bien.
26. ¿Creías en Dios cuando estabas encarnado? –Resp. No.
27. Se dice que en el momento de morir te has arrepentido; ¿es verdad? –Resp.
He creído en un Dios vengador... He tenido miedo de su justicia.
28. En este momento, ¿tu arrepentimiento es más sincero? –Resp. ¡Ay de mí! Veo
lo que he hecho.92
29. ¿Qué piensas de Dios ahora? –Resp. Lo siento y no lo comprendo.
30. ¿Te parece justo el castigo que te ha sido infligido en la Tierra? –Resp. Sí.
31. ¿Esperas obtener el perdón de tus crímenes? –Resp. No sé.
32. ¿Cómo piensas reparar tus crímenes? –Resp. Por medio de nuevas pruebas;
pero es como si la Eternidad estuviese entre ellas y yo.
33. ¿Estas pruebas tendrán lugar en la Tierra o en otro mundo? –Resp. No lo sé.
34. ¿Cómo podrás expiar tus faltas pasadas en una nueva existencia, si no las
recuerdas? –Resp. Tendré la intuición de las mismas.
35. ¿Dónde estás ahora? –Resp. Me encuentro en mi sufrimiento.
36. Pregunto en qué lugar estás. –Resp. Cerca de Ermance.93
37. ¿Estás reencarnado o errante? –Resp. Errante; si estuviera reencarnado,
tendría esperanza. Ya te he dicho: es como si la Eternidad estuviese entre la
expiación y yo.
38. Ya que estás aquí, si pudiéramos verte, ¿con qué forma nos aparecerías? –
Resp. Con mi forma corporal y mi cabeza separada del tronco.
39. ¿Podrías aparecernos? –Res. No; déjenme.
40. ¿Quisieras decirnos cómo te has escapado de la prisión de Montdidier? –Res.
No sé más... Mi sufrimiento es tan grande que sólo tengo el recuerdo del
crimen... Déjenme.
41. ¿Podríamos dar algún alivio a tus sufrimientos? –Res. Hagan votos para que
la expiación llegue.
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Extraído de la Revista Espirita de 1858