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Ilegibilidad y Cotidianeidad

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Manuel Contreras Seitz

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EDITORIAL UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS

Ilegibilidad y Cotidianeidad

Ilegibilidad y CotidianeidadPaleografa y coleccin diplomtica de documentos chilenos del perodo colonial (1548 1651). Manuel Contreras SeitzColeccin Fuentes Documentales Editorial Universidad de Los Lagos

Osorno, 2005Coleccin Monogrficos

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Manuel Contreras Seitz

Publicado por la Editorial de la Universidad de Los Lagos, a travs del Programa de Estudios y Documentacin en Ciencias Humanas. Av. Alcalde Fuchslocher N 1305, Casilla 933, Osorno, Chile. Editorial Universidad de Los Lagos Prohibida la reproduccin de este texto sin previa autorizacin de la Editorial de la Universidad de Los Lagos. Slo puede reproducirse parte de l con motivos acadmicos y citando la fuente bibliogrfica. Primera edicin, 2005-08-24 Filologa Fuentes Documentales Paleografa Contreras Seitz, Manuel Ilegibilidad y Cotidianeidad. Paleografa y coleccin diplomtica de documentos chilenos del perodo colonial (1548-1651), 476 pginas. (Coleccin Fuentes Documentales) ISBN: 9567533806 Impreso en Imprenta Amrica, Osorno, Chile. Diseo de portada y diagramacin: Jorge Zepeda Araya Este libro es uno de los productos del proyecto Fondecyt N 1040072, Pragmtica Histrica del Espaol de Chile.

Textualidades y contextos en el espaol de Chile del perodo colonial, financiado por Conicyt.

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INDICE

Introduccin 1. El Corpus Documental: Aspectos paleogrficos y ortogrficos 1.0 1.1 Descripcin de los textos Aspectos paleogrficos y de transcripcin 1.1.1 Metodologa paleogrfica 1.1.2 Normas para la transcripcin de documentos Usos ortogrficos 1.2.1 Uso de maysculas y minsculas 1.2.2 Representacin de vocales 1.2.3 Representacin de consonantes 1.2.4 Alternancias grafmicas 1.2.5 Puntuacin y acentuacin Tipologa textual Album paleogrfico 1.4.1 Abreviaturas 1.4.2 Frmulas de tratamiento 1.4.3 Signos de escribanos

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15 16 18 21 24 24 29 36 51 52 74 98 100 115 117 121 303

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1.3 1.4

2. Corpus documental Siglo XVI Siglo XVII

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Introduccin Cuando nos situamos en el campo de los estudios pragmticos, sobre todo en los de pragmtica histrica, un enorme abanico de posibilidades se abre ante la perpleja mirada del investigador, pues no slo ve con la ptica interna de la lingstica, sino que va entretejiendo la red contextual que circunda y envuelve el texto que est analizando. O como lo expresa Jacob y Jucker (1995: 11)1 respecto de la pragmafilologa:Traditionally, historical linguists have spent most of their efforts on sound changes and on the phonology and morphology of historical texts. Syntax and semantics have always been less popular among the language historians. Pragmaphilology goes one step further and describes the contextual aspects of historical texts, including the addressers and addressees, their social and personal relationship, the physical and social setting of text production and text reception, and the goal(s) of the text.

En el contexto en el que estn producidos nuestros documentos coloniales, cabe sealar que la sociedad colonial es, en esencia, el fruto de un conjunto de interacciones que presentaban una perspectiva de variada complejidad al inicio de la Conquista y poblamiento de Amrica, en general, y de Chile en particular. La diversidad cultural en el suelo americano, por ejemplo, no es slo producto de la variedad de pueblos indgenas, sino tambin de la estructuracin de las migraciones hispnicas. Por lo dems, el proceso de la dominacin del Nuevo Continente, que tiende a la reproduccin del modelo social de la

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Jucker, Andreas y Andreas Jacob (1995). The historical perspective in pragmatics, en Historical Pragmatics, Andreas Jucker (ed.), John Benjamins, Amsterdam; pp. 3-33. 7

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metrpolis, altera diversos aspectos de las normas y costumbres basadas en la comunidad peninsular de la poca. En la desigual pirmide social de la Colonia, dirigida inicialmente por los peninsulares y a posteriori por los criollos se va generando un paralelismo entre los hechos de las armas (propios de la accin conquistadora y sustentadora) y los actos de escritura que dan cuenta de la administracin colonial y de la vida cotidiana efectuada por medio de la palabra escrita en el accionar diario.2 Se origina, as, un vasto y heterogneo conjunto de textos documentos de escribana producidos por quienes ejercan la administracin y el gobierno del territorio, en calidad de funcionarios de la Corona (gobernadores, corregidores, oidores, tesoreros, factores, veedores, etc.) que coexiste con los textos de autoridades eclesisticas (sermones, prdicas, actas de bautismo, manuales de evangelizacin) y con aqullos, la vida de la sociedad letrada, en general, que por el hecho bsico de saber escribir se encuentra distante de los negocios del buen gobierno y que slo se atiene a sus propios negocios (saber de la esposa, de las heredades, de las deudas pactadas, adquisiciones, confesiones, etc.). En todo caso, no es slo la defensa y buen gobierno de las Indias lo que concita el inters de tales escritores, sino asuntos mucho ms cotidianos, pero que forman parte de las redes sociales que se van tejiendo en torno de los individuos y de los grupos que componen la sociedad colonial, como escritura deRecordemos, junto con Kyt y Rissanen (1997:9) que: A historical linguist must therefore rely on a corpus, either in the old sense of the word, that is a text or a collection of texts yielding linguistic evidence on the phenomenon studied, or in the new sense of the word, that is the computerized version of the same. And if (s)he wishes to avoid the study of first-hand textual evidence, (s)he has to rely on another scholars earlier corpus work, or on some more refined outcome of it, such as dictionaries or concordances. . Extractado de Kyt, Merja y Matti Rissanen (1997). Language analysis and diachronic corpora, en Tracing the trail of time. Proceedings from the Second Diachronic Corpora Workshop, Raymond Hickey, Merja Kyt, Ian Lancashire y Matti Rissanen (eds.), Rodopi, Amsterdam; pp. 9-22.2

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la estructura de dominacin, la que no slo alcanza al indgena, sino tambin al espaol, en la medida en que este tipo discursivo disea el sistema colonial, refrendando aspectos tales como lo permitido y lo prohibido, la cautela por los bienes, los compromisos econmicos establecidos por la causa, las solicitudes de mercedes en virtud de dichos compromisos, entre otros tpicos. Desde la perspectiva de la prctica escritural letrada, el saber escribir es una cualidad elemental. No slo se estructur la sociedad colonial producto del poder de las armas, sino que tambin la escritura se transform en otra forma de regulacin social. Las cartas de Pedro de Valdivia, por ejemplo, no slo son un acto de obediencia al Rey, dando cuenta de la conquista, sino que es tambin un acto de habla de compromiso, en lo cotidiano, de servicio a la Monarqua. No es casual, tampoco, que en las partidas armadas vayan incorporados hombres de letras que registrarn y darn fe de los acontecimientos y de las regulaciones que dicte la norma social. Segn Mignolo (1989)3, la escritura legitima la conquista y la colonizacin, ya que no slo justifica el paternalismo tnico y el carcter de intercambio comercial del proceso, sino tambin introduce la creencia de que se proceder a eliminar el barbarismo y, en consecuencia, a promover una cultura civilizada, lo que trae aparejado, en la poca, otro proceso: el de cristianizacin (cfr. 75 y ss.). En otra parte, el mismo autor seala que:Cuando emergen situaciones // en las cuales el acto de escribir la historia de una comunidad significa, al mismo tiempo, reprimir la voz de ella y la posibilidad de que sus miembros sean escuchados, presenciamos un ejemplo de colonizacin de gneros (o tipos) discursivos.Mignolo, Walter (1989). Literacy and colonization: The New World experience, en 1492-1992: Re/Discovering Colonial Writing, Chapter 1, Minneapolis, The Prisma Institute; pp. 51-97.Coleccin Monogrficos3

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Cuando se trata de los gneros destinados a conservar la memoria y transmitir el pasado, estamos frente a un buen ejemplo de la colonizacin de la memoria. (Mignolo 1992:197)4

No slo las culturas indgenas experimentaron, quizs con mayor violencia eso s, esta tirana de la escritura, sino tambin los ncleos sociales criollos y peninsulares que se vean marginados de las estructuras de poder al encontrarse formando parte del conjunto grafo de la sociedad. Con todo, el texto que se presenta a continuacin, se inscribe, tambin, dentro de los estudios ms propiamente filolgicos vinculados con la paleografa y la diplomtica. Como seala Riesco (2000:140)5:Mignolo, Walter (1992). La colonizacin del lenguaje y de la memoria: complicidades de la letra, el libro y la historia, en Discursos sobre la invencin de Amrica, Rodopi; pp. 183-220. 5 Riesco Terrero, Antonio (2000). La Paleografa y Diplomtica en el marco de los estudios de Documentacin, en Teora, historia metodologa de las Ciencias de la Documentacin (1975-2000). I Congreso Universitario de Ciencias de la Documentacin, Madrid, 14-17 de noviembre de 2000; Jos Lpez Yepes (ed.), Dpto. de Biblioteconoma y Documentacin, Facultad de Ciencias de la Informacin, Universidad Complutense de Madrid; pp. 129153. El mismo autor, en el texto aludido, seala que la paleografa se encamina: 1) A conocer el origen, evolucin e historia de la escritura y de los distintos sistemas escriturarios, ntimamente relacionados con la historia de la cultura, con la psicologa de los pueblos, la historia de la ciencia y de las mentalidades y el desarrollo de la sociedad y de los distintos pueblos. 2) A conseguir la correcta lectura, interpretacin y fijacin de los signos grficos y ortogrficos, del texto y de los asuntos, mensajes y noticias en l contenidos, en orden a determinar su origen, procedencia, naturaleza, poca, valoracin..., en calidad de datos transmitidos y legados a la posteridad como tesoro y riqueza cultural, social, administrativa... de inestimable valor, que slo mediante la informacin y difusin adecuadas y siempre con la posibilidad de nuevos estudios y consultas, seguirn siendo tiles y provechosos para la sociedad.4

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Desde el punto de vista conceptual, sobre todo a partir de la mitad del siglo XX, la Paleografa viene definindose como disciplina cientfico-tcnica autnoma y, a su vez, interdisciplinar, de carcter preferentemente historiogrfico y lingstico, con mtodos propios: grfico-analticos y crtico-textual, y tcnicas peculiares: grafomtricas y periciales de lectura, de anlisis y reavivacin, y nuevos sistemas tecnolgicos de laboratorio de tipo fsico-qumico, ptico, biolgico, electrnico e informtico, cuyo campo y objetivos perfectamente definidos y delimitados son: la escritura en s y el estudio de lo escrito en cuanto signo humano de cultura, reflejo del lenguaje hablado y smbolo y medio de comunicacin, interrelacin y transmisin, de la que se ha servido el hombre, desde el origen de la humanidad hasta nuestros das, para comunicarse, transmitir saberes, ideas, conocimientos, leyes, rdenes, costumbres, lenguas... y fijar, mediante smbolos y caracteres grficos, alfabticos, audiovisuales, etc., su historia, sus gustos artsticos y literarios, sus descubrimientos y hallazgos, sus epopeyas y sus propios negocios jurdicoadministrativos.

3) A valorar -desde distintos puntos de vista: grfico, lingstico, histrico, sociocultural, cientfico...- la escritura en s, a travs de sus elementos estructurales y modificativos, los objetos escritos y, sobre todo, las fuentes grficas, de marcado carcter histrico: manuscritas, impresas, audiovisuales, electrnicas, etc., custodiadas y puestas a disposicin de la sociedad y de los estudiosos como bien cultural, social y cientfico, principalmente en archivos, bibliotecas, hemerotecas, museos y depsitos bibliogrficos y documentales..

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Como el mismo autor propone (2000:141),6 en la actualidad por cierto, se entendera por diplomtica ala disciplina cientfico-tcnica autnoma, de carcter preferentemente historiogrfico y jurdico-institucional, dotada de mtodos propios: gentico-comparativo y analtico-crtico documental y de campo bien delimitado: el documento, la documentacin y las fuentes documentales escritas de todos los tiempos en cuanto pruebas y testimonios fijados por escrito, de naturaleza y contenido vario y de carcter principalmente histrico y jurdico-administrativo, utilizados desde siempre por la autoridad, las instituciones y los individuos con categora de instrumentos testimoniales de interrelacin y garanta y, no menos, de informacin, perpetuacin, memoria y constatacin de actuaciones documentadas, por las que se regularon y siguen regulndose infinidad de actos, negocios, actividades, derechos y obligaciones..., revestidos siempre de mayor o menor nmero de requisitos formales y de determinados caracteres extrnsecos e intrnsecos exigidos por la ley o por los usos y costumbres con valor de norma, que afectan a su

Para la Diplomtica, Riesco propone como tareas, entre otras cosas, determinar: a) El origen, procedencia, carcter, poca, autora y destinatarios de la documentacin. b) Su contenido, tipologa y grado de tradicin o transmisin. c) El valor testimonial y grado de credibilidad y autenticidad que merecen y tienen los documentos en cuanto testimonios histricos de interrelacin, aunque su contenido pertenezca al campo de lo econmico, financiero, bancario, comercial, poltico, religioso, artstico... y, tambin, como instrumentos y escrituras jurdicoadministrativas de titularidad y de prueba y, finalmente, d) Descubrir -para mltiples fines cientficos, culturales y sociales- otros valores y aspectos, sin duda subsistentes en ellos, bien de tipo histrico, legal, jurdico y administrativo, bien de orden social, artstico, costumbrista, judicial, lingstico, institucional, etc. a que acabo de referirme, aspectos, en muchos casos, indispensables para la reconstruccin cientfica de la historia local y general y, particularmente importantes, para la valoracin objetiva de las distintas fuentes documentales escritas y para su difusin e informacin a nivel nacional e internacional.

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estructura, tenor, contenido, categora y tipologa...

solemnidad,

validez,

Entonces, pudiramos concluir, que la vinculacin de la filologa con disciplinas complementarias como las aqu mencionadas, est por sobre la mera auxiliaridad, sino que constituyen el ncleo fundamental de la misma, ya que la propia filologa se caracteriza por ser un rea multidisciplinaria. Ms an si coincidimos con la opinin de Snchez-Prieto (2003)7 de que el cambio paleogrfico antecede al grfico y, en este sentido, la transformacin de algrafos en grafas respondera, por cierto, a la utilidad que prestaren para reflejar adecuadamente oposiciones fonticas, cuya fijacin grfica trae, como consecuencia, esta evolucin alogrfica, a fin de hacer mas visible la distincin.

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Snchez-Prieto Borja, Pedro (2003). Paleografa e historia de la lengua, en Cuadernos Hispanoamericanos N 631, enero, AECI, Madrid. 13

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EL CORPUS DOCUMENTAL: 8 ASPECTOS PALEOGRFICOS Y ORTOGRFICOS 1.0. Descripcin de los Textos La mayor parte de la documentacin se encuentra tomada del Archivo Nacional de Santiago de Chile (A.N.S.), de la Seccin Fondos Histricos. Principalmente corresponden a textos de Escribanos de Santiago, coleccin que rene los originales expedidos por dichos personajes pblicos desde los inicios de la Conquista hasta finales de la Colonia y principios de la Independencia de Chile. Tambin se ha recurrido a los fondos de Capitana General, Contadura Mayor, Real Audiencia y Varios, de dicho Archivo. Los documentos de estas colecciones tambin poseen un carcter formal, aun cuando de aqu se extrae la poca correspondencia personal que nos ha sido dado hallar hasta ahora. Finalmente, se ha recurrido tambin a las transcripciones y manuscritos que han sido publicadas en los

Documentos para la historia lingstica de Hispanoamrica. Siglos XVI a XVIII, en el apartado correspondiente a Santiagode Chile9. Los documentos sern identificados por su nmero correlativo dentro de la ordenacin que de cada siglo se ha hecho para ello, citando en los casos que sea necesario la lnea delPresentamos aqu slo un siglo de la documentacin que hemos transcrito, debido a razones prcticas de impresin, pero dejando constancia que debiera salir luego a la luz otro texto que complementar el siglo XVI e incluir documentacin del XVIII. Con todo, la descripcin que se hace a continuacin corresponde a los textos del perodo completo, esto es, de los siglos XVI al XVIII. 9 En adelante DHLH, Asociacin de Lingstica y Filologa de Amrica Latina, Comisin de Estudio Histrico del Espaol de Amrica, M Beatriz Fontanella de Weinberg (comp.), Anejo LIII del Boletn de la Real Academia Espaola, Madrid, 1993, pgs. 163-260. Los textos extrados de all han sido revisados y nuevamente transcritos.Coleccin Monogrficos8

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mismo. En caso de sealarse ms de un documento, stos irn separados por un guin; la lnea, por coma. As, (1-3-15) se refiere, por ejemplo, a los documentos 1 (25/9/1548), 3 (12/4/1559) y 15 (9/1/1575) del siglo XVI, mientras que (1,20) se refiere a la lnea N 20 del documento 1. Si es necesario citar mas de un documento con sus lneas, esto se har de manera combinada, de la siguiente manera (1,14-3,12-15,32), vale decir, documento 1, lnea 14; documento 3, lnea 12 y documento 15, lnea 32. En caso de sealarse dos o ms lneas, stas sern separadas por una barra oblicua, por ejemplo, (1,15/16). 1.1. Aspectos Paleogrficos y de Transcripcin Desde sus comienzos, la ciencia paleogrfica ha sido un poderoso complemento de la historia y, aun cuando tenga sus objetivos propios y su metodologa, ha seguido estrechamente ligada a los derroteros de la misma, sobre todo si consideramos que es el primer paso que cualquier estudioso en la materia debe dar si quiere asomarse por sus propios medios a la historia cultural de un pueblo, pues como seala Millares (1983:6)10:...la paleografa es, de una parte, una ciencia autnoma, que cultivada por s misma, de acuerdo con mtodos propios y con fines especficos, se propone explicar las razones de las diferencias morfolgicas bajo las cuales se presentan en el transcurso de los siglos los signos convencionales de la escritura, y de otra, auxiliar principal en el examen de sta (y tan slo de sta), tal como se nos ofrece en inscripciones, papiros, diplomas y libros.

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Millares Carlo, Agustn (1983). Tratado de Paleografa Espaola, Tomo I: Texto, Tomos II y III: Lminas, Espasa-Calpe, Madrid

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En cuanto a su relacin con la lingstica, tal como lo indicara Nez (1994:26)11, procededel hecho de que la escritura es la fijacin del lenguaje por medio de unos signos establecidos y, por lo tanto, est ntimamente ligada a los fenmenos que lo rigen. El fillogo necesita de la Paleografa primordialmente para establecer las leyes del desarrollo y del funcionamiento de la lengua. Lo que la palabra es a la Lingstica es la escritura a la Paleografa. Cuando la escritura alcanz el alfabetismo se convirti en un sistema cuyos elementos mnimos indescomponibles letras o grafemas representan los sonidos simples articulados por la voz del hombre; es decir, los morfemas.

Es ms, en nuestro caso comporta una relacin con la conciencia lingstica y escrituraria del hablante, a quien las distinciones de este ltimo tipo le eran ms propicias en la medida en que el sistema fonolgico que posea resguardaba determinadas oposiciones del mismo. De este modo, el lingista que precise del expurgo de documentos de archivo para llevar a cabo su labor, encontrar que necesariamente deber recurrir cuando no pueda acudir directamente al trabajo conjunto con un especialista al mtodo de la paleografa de lectura, es decir, a la labor que tradicionalmente ha venido desarrollando esta disciplina, que consiste en asimilar con mayor o menor habilidad los mltiples juegos de signos que son las letras del alfabeto y los dems signos convencionales y en identificarlas, pesa a las diferentes formas con las cuales se presentan en determinadas pocas a fin de poder retransmitirlas en el lenguaje escrito utilizado hoy (Nez 1994:19), aunque en este ltimo sentido no deber entenderse, como se hace regularmente en el11

Nez Contreras, Luis (1994). Manual de Paleografa, Ctedra, Madrid. 17

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mbito de la historia, el emplear sin ms consideraciones las grafas modernas a la hora de dar a la luz el invaluable material con el que cuentan los distintos archivos, sino que, transcribiendo el texto para hacerlo grficamente legible a un lector actual, se ha de conservar la mayor fidelidad posible a ste, puesto que, como ya hemos advertido, esto nos permitir acercarnos a la documentacin de la caracterizacin lingstica de una poca determinada. 1.1.1. Metodologa paleogrficaLa edicin paleogrfica de un texto tiene sus propias peculiaridades: trata de hacer asequible con signos actuales lo que resultara de otro modo de penosa o imposible lectura para quien no tenga cierto tipo de conocimientos. Pero, por otra parte, trata de presentar ese material de la manera ms fiel con respecto al original que transcribe. No es como se ha dicho errneamente algo que pueda suplir a la fotografa, sino lo que la fotografa no puede dar: la sencillez, sin transgredir nada de lo que consta en el original.

De estas palabras de Alvar y Elena Alvar (1981:9)12 se desprende la norma bsica de lo que debe ser una transcripcin paleogrfica con fines filolgicos. En cuanto a los fines que aqu nos proponemos entregar una transcripcin lo ms fiel posible al original cabe hacer algunos alcances, sobre todo porque el desarrollo de los procesos que se han de tener en cuenta, en general y como en este caso, han de realizarse sin la supervisin constante de palegrafos profesionales, con quienes habitualmente sera deseable establecer colaboracin.

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Alvar, Manuel y Elena Alvar (1981). Cancionero de Estiga, edicin paleogrfica, Institucin Fernando el Catlico, Zaragoza.

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Para superar los escollos que esto implica, lo primero que debe tenerse en cuenta es el conocimiento que se tiene sobre las formas alfabticas de la poca en que el texto estudiado se ha escrito, esenciales y variantes, as como el sistema lingstico al que corresponde. Adems, el detenerse particularmente en las caracterstcas de la escritura que debe leerse sirve para identificar sus rasgos internos, junto con refrendar o no el carcter autgrafo del texto. En este sentido cabe hacerse eco de las palabras de Morales (1994:30)13, quien seala:Averiguar hasta qu punto la letra corresponde a los principios distintivos de su tiempo, estudindola, en lo posible, con independencia de su valor textual, es una faena del mayor inters histrico, incluible en el orden de las investigaciones morfolgicas de la cultura. Espritu de la letra, podra nombrarse semejante trabajo, gnero de grafologa de las pocas en la que se evidenciara, una vez ms, que el estilo no es el hombre, sino el tiempo. Los textos, apreciados con ese criterio, adquiriran nuevo sentido, convirtindose en expresin viva y directa de su momento, actualizndose as aquello que, por su dibujo, pareca letra muerta.

Nunca ser bastante el insistir en que la lectura de un texto que hay que transcribir paleogrficamente debe realizarse pausadamente y sin recurrir excesivamente a la memorizacin de las caractersticas de los grafemas ni al parecido que se pudiese observar entre los de diversos textos, pues el trazado, aun cuando responda a idnticas matrices de puntos, tambin conlleva una variacin morfolgica que es propia de la concrecin de dicha estructura. Cuando nos adentramos en el reino de la palabra, ya no slo es necesario haber reconocido el sistema ortogrfico y13

Morales, Jos Ricardo (1994). Estilo y paleografa de los documentos chilenos, DIBAM y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Santiago. 19

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alfabtico del texto que hemos de analizar de cada uno de ellos, pues cada documento, muchas veces siendo de un mismo autor, vara escriturariamente dependiendo de las circunstancias que estn involucradas en el proceso de su construccin sino que ahora se hace imprescindible el dominar el tipo de reduccin lingstica que opera en en el sistema de abreviaturas empleado, pues generalemente nos encontramos ante formas pluriliterales, en las cuales se escriben no slo la primera y ltima letra de la palabra, sino que tambin involucran a otras letras, lo cual aun cuando con el tiempo lleg a ser un sistema estandarizado daba los indicios necesarios para identificar el morfema al cual se haca referencia. Con todo ello, y aun cuando se pudiera recurrir a alguna transcripcin realizada con anterioridad a la propia, la labor de lectura e interpretacin ha de realizarse de manera individualizada, sin mediatizaciones que entorpezcan el libre acceso al documento, sino que, por el contrario, nuestra lectura podr compararse con otras pero siempre partiendo de una base asentada sobre los criterios sealados de observacin, estructuracin y anlisis comparativo del desarrollo interno del texto en cuestin. Finalmente, tal como se lee en Nez (1994:36):Resultan muy operativas la observacin y la fijacin en la memoria de las formas ocasionales de cada letra considerada aisladamente, con independencia una de otras. Lo mismo con los nexos de letras que se dan en cualquier escritura y que, por su reiteracin, contribuyen a deformar las formas paradigmticas de aqullas. Otro tanto puede decirse de los dems signos grficos que no sean letras ni nexos, pero que se usan para completar el sentido de la escritura: signos de puntuacin, numerales, de interrogacin, etc.

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1.1.2. Normas para la transcripcin de los documentos Habida consideracin de lo dicho anteriormente se ha seguido, en la transliteracin documental mencionada la cual forma parte de nuestra coleccin diplomtica el siguiente conjunto de normas: Esencialmente, se respetan las grafas originales del texto. Por razones de inteligibilidad, se realiza la separacin gramatical de las palabras que fueren unidas debido al encadenamiento de la letra. Por otra parte, tambin se unen aquellos vocablos que se encuentran separados dentro de la lnea. En caso de haber contracciones, slo se separan aquellas en que una letra es utilizada para indicar dos trminos, sin que el final de una sea el inicio de la otra, v.gr., l en el, Doron Doctor Don, etc. Las abreviaturas se despliegan para facilitar la lectura del texto. Dicho despliegue se realiza, cuando es posible verificarlo, conforme a las pautas internas del texto o del autor; de no ser as, segn la forma actualmente aceptada. El desarrollo se indica con letra cursiva, mientras que el texto original se mantiene con la letra comn. En cuanto a las abreviaturas xpo y xpianos u otras variantes, stas se transcriben como Christo y christianos, segn la tradicin escrituraria de la poca. Los casos de R mayscula en posicin interna y en posicin inicial, siempre que no correspondan a nombre propio, se transcriben como rr. Se mantienen las letras dobles del texto, tanto en posicin inicial como interna, por ejemplo, er, mill, cappitn. La slo aparece cuando la nasal lleva dicho tilde o en el despliegue de la abreviatura que lo requiera. Se conserva la ese alta () y la sigmtica (). El uso de maysculas se observa conforme a la ortografa de los documentos.

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El signo copulativo tironiano se representa por e en los pocos casos que se verifican en los documentos, como se hace por lo dems dentro de la tradicin filolgica hispnica. En el caso que nos ocupa, slo encontramos dicha representacin en el documento del escribano vizcano Nicols de Garnica (16|2) y en los del castellano nuevo Pedro de Salcedo (16|3-4-5-6). En un ejemplo del primero se lee: Juan despinosa montas E pedro de salzedo E (fig.1), mientras que en el segundo se lee: e me obligo de dar e pagar e que dar e pagar a vos antonio (fig.2).

fig.1

fig.2

Sin embargo, como puede apreciarse en las anteriores figuras, y a pesar de que algunos manuales de paleografa las sealan como representaciones del signo tironiano, me cabe la duda de que, en estos documentos en particular, tengan este mismo valor, por cuanto su trazado no se corresponde ya no digo que sea idntico, sino slo equivalente con el tradicional. Esto, unido tambin a la continua aparicin de e como conjuncin copulativa en dichos textos me lleva a realizar la transcripcin tal como la he descrito. Cabe sealar que este uso es de clara reminiscencia medieval, donde el smbolo tironiano representaba el et latino y, por tendencia cultista, se utiliz e en la escritura; sin embargo, en nuestros textos la grafa predominante es y, an en los textos ms formales, lo que coincidir con la tendencia finalmente triunfante.

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Se utilizan, adems, algunos signos especiales que indican caractersticas de texto, como: Los puntos suspensivos [...] indican algn tipo de omisin en el documento original. El parntesis angular < > contiene una rectificacin o adicin al texto realizada por sobre la caja de escritura. El parntesis de corchetes [ ] seala que se ha efectuado una restitucin en la transcripcin del texto, ya sea porque ste presentaba algn dao fsico (rotura, mancha) o debido a un final de lnea que ha quedado inconcluso. La barra oblicua sencilla ( / ) marca la separacin de lneas en el documento, llevando como superndice su nmero correlativo. La barra doble ( // ) indica cambio de foja, ya sea el reverso de una o el paso a otra. La indicacin [ilegible] seala pasajes que no han podido ser transcritos debido a su dificultad de lectura; al contrario, los legibles, pero incorrectos o de dudosa comprensin, van acompaados de un [sic]. Por otra parte, al inicio de la transliteracin de cada documento, se halla una referencia que, en trminos generales, indica lo siguiente: Archivo y fondo del cual procede el manuscrito original, donde la sigla A.G.I. corresponde a Archivo General de Indias y la sigla A.N.S. a la de Archivo Nacional de Santiago de Chile. Localizacin de las fojas dentro del volumen respectivo, fecha, tema del texto y autor. Al final de la transcipcin se entrega otra clase de informacin: Reproduccin de palabras o frases tarjadas dentro del documento, con indicacin de la lnea donde se hallan, y referencia a una posible dificultad de lectura o interpretacin de algn pasaje del texto, as como los lugares donde se halla roto el manuscrito.

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1.2. Usos Ortogrficos A caballo entre diversas pocas y tendencias, la ortografa de los siglos que nos ocupan parte desprendindose de algunos de los viejos cnones medievales, en los escritores ms imbuidos de la antigua escuela, a manifestarse en algunas concreciones grficas. Sin embargo, no hay que engaarse, la etimologa y el uso como posturas filosfico-lingsticas o como simple actuacin cotidiana de la prctica escrituraria, continan apareciendo en una continua interaccin hasta la definitiva reforma ortogrfica propiciada por la Real Academia, la que es aceptada con el tiempo; pero antes, cada siglo tendr sus propias preocupaciones. 1.2.1. Uso de maysculas y minsculas Antonio de Torquemada en su Manual de Escribientes (1574:115)14 en el apartado dedicado a las Rreglas generales de orthographa, seala respecto de la forma de utilizar las maysculas lo siguiente:Asmesmo aueis de tener por regla general para guardar la buena ortographa que en principio de qualquiera captulo, razonamiento o carta, se ha de vsar de vna letra de las grandes, lo que antiguamente se vsaua, que era poner esta seal: . Tanbin los nonbres propios quando se escreuieren ha de ser con la primera letra grande, y los apelatibos quando sealaren alguna dignidad o calidad, como dezimos: Rey, Papa, Enperador, o otros semejantes.

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Torquemada, Antonio de (1574). Manual de escribientes, edicin de M Josefa C. de Zamora y A. Zamora Vicente, Anejo XXI del Boletn de la Real Academia Espaola, Madrid, 1970.

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De opinin parecida es el Licenciado Villaln, quien en su Gramtica Castellana (1558:83-84)15, en la cuarta parte de ella, dedicada a la ortografa, escribe:Deue tanbien el buen Ortographo para bien e creuir en la lengua Ca tellana tener aui o: que nunca ponga en medio de la parte letra Gotica, ni mayu cula, ni ver al. Porque es gran inconueniente y incongruidad: y arguye poca cordura. Pero deue la poner iempre al prinipio de la clau ula: y no en otro lugar, ino fuere nombre proprio de varon, o iudad: porque cuiene que todos los nombres proprios de varones y iudades e criuan c letra Gotica, mayu cula o e ver al.

Poco ms tarde Correas mantendr una opinin muy similar al decir en su Arte (1675:116)16 que: Las letras maiores sirven para prinzipios de nonbres propios y de klausulas, y epitafios, y versos; las menores para toda la otra letura. Sin embargo, la alusin a este canon tampoco es frecuente, sin contar con que no encontramos referencias a este aspecto en autores tan destacados como Nebrija, Valds o Alemn, quienes tratan amplia y lcidamente otros puntos relativos al buen escribir. En nuestro caso, la documentacin analizada es sumamente irregular en el uso de este tipo de grafas, puesto que no hay un orden sistemtico para su empleo. Tanto en escribanos como en autores particulares es casi generalizado el uso de la minscula, as en nombres propios de persona como en topnimos. La nica excepcin la constituyen, en determinadas ocasiones, las mayestticas siglas S.C.M. (Sacra Catlica15

Licenciado Villaln (1558), Gramtica castellana por el..., edicin facsimilar y estudio de Constantino Garca, CSIC, Clsicos Hispnicos, Madrid, 1971. 16 Correas, Gonzalo (1675). Arte de la lengua espaola castellana, edicin y prlogo de Emilio Alarcos Garca, Anejo LVI de la Revista de Filologa Espaola, CSIC, Madrid, 1954.Coleccin Monogrficos

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Magestad), S.C.R.M. (Sacra Catlica Real Magestad), C.R.M. (Catlica Real Magestad), Illmo y Excmo Sor (Illustrsimo y Excelentsimo Seor) o Muy Sor Mo (Muy Seor Mo), o las frmulas de tratamiento regio como V.M. o V.Magd. (Vuestra Magestad) cuya abreviatura se escribe regularmente con mayscula, al contrario de la que seala el tratamiento de cortesa a cualquier otra persona, vuestra merced, que suele indicarse como V.m. o Vm. hasta finales del XVIII, V.Ex. (Vuestra Excelencia) o V.A. (Vuestra Alteza). Slo se empieza a observar un uso ms sistemtico en la regularizacin de los nombres a finales del XVII y principios del XVIII, donde ya es muchsimo ms frecuente que stos se hallen escritos con mayscula, as como la referencia a su cargo o el ya tan familiar Don (D.); adems, en algunos autores del XVI, tambin se encuentra en mayscula la E, tanto si se trata de la conjuncin copulativa como si es la inicial de palabra. De esta manera podemos leer: para poder rregir E gouernar los caiques E yndios, otorgo E conosco por eta presente carta que devo E me obligo de dar E pagar / que dare E pagare..., el seor Juan de Sirezeda enbiara a Vuestra. merced dineros..., Sacra. y Catolica. Magestad., otras personas escribiran a Vuestra. Magestad., y con atrebimyento humylde. A Vuestra. Excelenia suplico..., a su rruego lo. firmo El dicho. gabriel de la cruz+. a El qual otorgante yo El presente scrivano publico. doy ffee. que conozco. , se bendan Eeto la espada. Mientras, en otros casos encontramos ejemplos tales como: En la iudad. de la serena. Reyno de chile..., e seruido a Vuestra magestad de su oydor en el reyno de npoles y las indias (16|17, 34/35), Los que benden Por junto y Plata Por oro ganan beinte por iento, nos. El padre ffray diego. de aguilar, siendo testigos franisco belez de lara, Yo El dicho Juan BaPtista de camPo. En el siglo XVII hallamos ejemplos similares en no El padre prior fraj cristobal de baldespino. y el padre soprior fraj alonso adame y el padre fraj franisco sedeno. fraj pedro beltran

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fraj pedro de salbatierra fraj alonso de salamanca fraj baltasar berdugo. fraj bartolome morales. fraj Juan bisenio. frai Enrriques de mendoa., En El altar de seor san joan de letrn, para El desengao de Vuestra Magestad, y a pedimiento de nicolas perez di el pressente En santiago de chille En diez y seis dia..., SEPan quanto eta carta bieren como yo el capitan andres de erain, y con Ellos Enteren y agan pago, Muy Poderoso Seor, a Vuestra Alteza pido y suplico assi lo probea, el padre Predicador fray cristobal gaete y Geronimo Jimenes, Por u Poder otorgado Ante Joan rrodriguez, aPele y suplique y siga El apelaion, al seruiio de Vuestra. Magestad. Cuya catolica y Real persona guarde Nuestro seor., a la firmea Paga y Cumplimiento de lo que dicho es, El caudal de Redensiones de dichos sensos ochosentos pesos Por tiempo de vn ao Pagando los Rditos, Ilustrisimo y Reverendisimo padre Maestro Don fray Bernardo carrasco de saabedra, Senor mo y m Amgo Deuen de ser los embarasos de Vuestra mered mu grandes, Primo y seor mio. llege A esta su casa con salud de buelta de Arriba y boi disendo a Vuestra mered desde el dia que me aParte de su conPaia, al dicho General Don Juan de esparza del zituado del Ao pasado de seisentos y Nouenta y dos que fue a su cargo Pertenesiente al Real exerto de este Reino y Poner en buen cobro lo que Hazta entonzes hubiese recaudado. Finalmente, en este aspecto, el siglo XVIII tambin comparte las mismas caractersticas, y quizs an ms, por cuanto la conciencia ortogrfica era mucho ms irregular en esa poca, ya que se distaba mucho de la medieval, y la acadmica an tardara bastante ms tiempo en consolidarse como oficial. As, algunos ejemplos de lo que sealamos se puede observar en Nos El Doctor Don Pedro Pizarro Caxal Dean de esta ssanta Iglesia Cathedral, tenendo a la bsta Una yja buda con Vn esPital de desdichas, snquenta y snco pesos de a ocho Reales Los quales Comfess hauer Rezeuido el dicho Captan Lucas de noguera, Tengo Seor en la Ciudad de Mendoza distante - de Esta deColeccin Monogrficos

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Sanctiago Cinquenta Leguas, Vna Encomienda de mas de treinta Yndios la qual Viue Sin atenzion, mia, a las reales Juticas y Juese de su Magestad, me mostro Vna Papelada contra Vuestra merced. cobrando. los Ventaveros, el dicho contraMaestre Cua Prison encargo a Vno de los Alcaldes ordnaros, este es el govierno de los Indios en lo presente, que he expuesto a Vuestra Magestad., Muy. Poderoso. Seor. Con duplicados motibos supone mi obligacion con rrendida obediensia a los pies de Vuestra; Magestad. motivada de la Vrgensia de nesesidad en que me allo constituida, a todos los santos. y santas. de la Corte Celestal para que. ntercedan con dios nuestro. seor. perdone mis Graves Culpas y pecadoz y Vaxo de esta dvna Protextazion. e Ymbocacion hordeno mi testamento, y porque su rresivo y entrego no es de Presente rrenunciaron las Leyes de la no numerata Pequnia Prueva y paga, Testamento. otorgado ante Don. Josef Antonio Gomez de Silua Escriuano Publico. , Doa Maria Dolores Larrein Mujer Lejitima en lo presente de Don. Andres Fonsalida Maestro de Platera, es Hija Natural del referido General Don Martin de laren, Y a la firmesa y cumplimiento. desta venta ambos otorgantes se obligaron con sus Bienes. havidos. y por haver con poderio y sumicion en forma a las Justicias. de Su. Magestad.. Como bien se ha visto, las indicaciones de autores como Torquemada o Villaln no pasaron de ser meras sugerencias para la mayora de quienes escriben no slo en aquella poca, sino tambin en siglos posteriores. En cuanto a la Ortografa acadmica de 1741, tampoco tendr mejor fortuna al sealar respecto de las maysculas que:Estas letras se usan en lo escrito para distinguir las voces que son notables por su significacin o se indican como tales. De esta clase son aqullas con que empieza prrafo o captulo (de donde tomaron estas letras el nombre de capitales) y donde comienza alguna oracin o perodo despus de punto final, cuyos casos se han hecho notables por

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el uso constante. Pero este fin, para que sirven cuando se ponen en las ocasiones que no lo requieren, como lo vemos en muchas obras escritas, donde se hallan multiplicadas indebidamente las maysculas por ignorancia, descuido o capricho. Para arreglar pues la escritura de esta parte, como en las dems, a su legtimo y conveniente uso, se establecen las reglas.17

El uso asistemtico de este tipo de grafas afecta, tambin, a aquellas situadas en interior de palabra como hemos podido constatar, ya que stas pueden, igualmente, aparecer como maysculas, con una mayor probabilidad en los casos de P, R y V (esPital, aRoba, oVligado serVidor). Slo un nmero muy reducido de autores, en los tres siglos, hace un uso relativamente constante de la mayscula tras un punto que cumpla funcin de separacin de contenidos y no slo de palabras, o de sufijos de ellas, como en el adverbial -mente, en vez de la coma; por ejemplo, en el caso de la carta de Fray Juan de Torralba al Rey (13/7/1569) se encuentra sistemticamente utilizada la mayscula despus del punto seguido. 1.2.2. Representacin de vocales Aun cuando ya se ha apreciado el uso irregular en la ortografa, no podemos dejar de lado el proporcionar algunas aclaraciones respecto de los grafemas que constituyen nuestro corpus. Del uso de la i leemos en la edicin del Manual de Torquemada (1574:103) que:(...) quiero que sepais que esta letra i en el latin tiene diferentes nonbres, porque se dize i jota, o y psilon, y como esto no haze a n[uest]ro propsito, ni por ello ayamos de venir a entender lo17

Cit. en Bravo Garca, Eva M. (1987). El espaol del siglo XVII en documentos americanistas, Alfar, Sevilla; p. 55. 29

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que pretendemos de la lengua castellana, no ay para qu referirlo, pues ser perder tienpo. Y veniendo a lo q[ue] haze el caso, digo que esta letra i en n[uest]ro romane castellano se escriue en vna de tres maneras: la primera es i pequea, y sta siempre ha de ser herida de alguna letra consonante, como dezimos vi o di. La segunda es quando siendo conjunin que se pone en lugar de la e, se pronuncia por s sola, y tanbin quando puesta en alguna parte no la hiere ninguna letra consonante, y estones sienpre se ha de escreuir con esta forma: y, en la qual tanbin sirue el ofiio de consonante quando est con otra vocal, a la qual puede herir, as como dezimos: ya voy, mayor [...].

Opinin similar manifiesta Nebrija, de quien se lee en la

Gramtica castellana (1492:117) :18

La y griega tan poco io no veo de qu sirve, pues que no tiene otra fuera ni sonido que la i latina, salvo si queremos usar della en los lugares donde podra venir en duda, si la i es vocal o consonante; como escriviendo raya, ayo, yunta, si pusissemos i latina, dira otra cosa mui diversa: raia, aio, iunta.

Sin embargo, los testimonios del siglo XVI nos indican que sta era slo una norma para tener en cuenta, probablemente, slo en las cancilleras donde la documentacin oficial deba expresar su formalidad en todos los aspectos. Es as que Pedro de Salcedo escribe en el encabezamiento de su texto: en xvij de abril pedro de salzedo poder a rrueda para rreibir e cobrar por sy peso escritura / b e pleytos E causas e pagar devda en forma, donde el primer caso es una reminiscencia medieval en el cual la i se alargaba para cerrar una numeracin18

Nebrija, Elio Antonio de (1492). Gramtica castellana, edicin de Antonio Quilis, Editora Nacional, Madrid, 1981.

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romana y que no se interpretara como otro grafema, el segundo corresponde, precisamente, a una i herida por una consonante, mientras que en el ltimo s se pronunciara por s sola, sin la anterior condicionante19. De hecho, esta situacin no slo se encontrar en los documentos del citado autor castellano nuevo, sino en todos los de ste y siguientes siglos, como por ejemplo: y por donde solia yr sacan oro los yndios, E rremedio de que fuj aujssada, + yten seys candeleros de aofar biejos / + bejnte bazinicas biejas Echas pedaos [...] + vna payla bieja, pues que e traydo su abyto de la tersera orden aunque sin oblygasin de botos, = yten. ueyntte. aRobas mas de uno tocado. de uinagre. en una de las tnajes. ymventaradas, mi Seora Doa Bartolina cuias manos Veso, lo tir a matar tirndole tajos y el dicho Indo retrandose y Vendo (huyendo) el Cuerpo, Yttem: cinco libras, y media de ylo de petaquilla en bruto con seis onsas ma[s], Yntervine por ocupazion. del contador. Ynterino. En todo caso, como sealamos ms adelante, el uso de y como vocal

Respecto de i-y, u-v, en la edicin paleogrfica de la Ortografa de M. Alemn (1609:44-45), se lee: Cada una de ellas tiene su sola2 conocido, i como si as no fuese, las hazen dejene2a2, llamando i, la y; i u, la v, siendo yerro evidentsimo, po2que si sus nomb2es fuesen unos, tambin lo se2an sus vozes, lo cual es falso, i sabemos con evidencia, que la v, i la y consonantes, hie2en siemp2e las vocales, i la u i la i vocales fo2ozamente son he2idas dellas; eeto, en p2incipio de dicin slaba, p2ecediendo las consonantes, como di2emos en el captulo nono, t2atando de las vocales, luego la voz, el nomb2e i el efeto son dife2entes, como tambin la hechu2a. I siendo as, que no se duda, tampoco se repa2a, en t2ae2las de aqu pa2a all, rebueltas i enredadas, no advi2tiendo en lo mal que hazen; antes vemos, los que se p2ecian de mejo2es i ms obse2vantes o2tgrafos, haze2 como el diest2o albai, que tan p2esto asienta un lad2illo, con la mano isquie2da, como con la de2echa, tambin se si2ven de la v, como de la u, de la i como de la y. Aquesta confusin, estos abusos, pudie2an (como tales) los buenos maest2os, escusa2los los p2incipios, enseando como deven, lo ve2dade2o i cie2to: mas cmo da2n lo que no tienen ? ino2ando ellos, de nececidad se sigue, saca2 dicpulos ino2antes. (Alemn, Mateo (1609). Ortografa castellana, edicin de Jos Rojas Garcidueas, estudio preliminar de Toms Navarro, El Colegio de Mxico, 1950).Coleccin Monogrficos

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en final de palabra y en hiatos se debe al apego tradicional a la grafa pitagrica. En todo caso, la i es la grafa ms corriente en todos los documentos, aun cuando en ellos no lleva el punto sobrescrito. En tanto, la j (i jota) se halla en muchas de las abreviaturas que an tienen reminiscencia medieval, como en seruj (serujcio) y prouj (proujncia), en la escritura de los numerales (mjll qujnjentos e nouenta e ocho aos) o en trminos de apego a dicha tradicin como en fuj. Similar problema al anterior plantean las grafas de u y v en la tradicin escrituaria romance, ya que desde la latinidad ambas grafas solan intercambiarse en la prctica grfica. Tambin de esto nos advierte Nebrija (1492:118) cuando seala que: La u, como diximos de la i, tiene dos oficios, uno propio, cuando suena por s como vocal, ass como en las primeras letras destas diciones: uno, uso; otro prestado, cuando hiere la vocal, cual pronunciacin suena en las primeras letras destas diciones: valle, vengo. En nuestros documentos, aun cuando el uso vaya regularizndose con el tiempo, como en los dems casos, todava se halla un nmero considerable de ejemplos en los cuales la indistincin entre una grafa y otra es an significativa, como en nunca a sido devdo ninguno de todos quantos allastays, Me dio Vna carta, aVnque En diferente manera, tanto desea el bien VniVersal, E vn muchacho para que. ande el molino., avnque yo tengo ynstituyda vna capellana, del prinsipal. de vn senso que paga don. Antonio chacn, con las demasas que vbiere debajo de sus lnderos y no auindolas en este paraje se le haga mered donde las vbiere, en Vna escriptura de zenso, Vna se[al de la] Crus, enbie a Vuestra merced. Vn tejn de oro, sepan quantos esta carta de mi testamento. vltima, y postrimera voluntad, vieren. Slo falta agregar que, respecto de la conjuncin copulativa, sta se ve en algunos casos representada por una y ms una tilde sobrescrita, , como en los siguientes ejemplos de

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los textos en los cuales se encuentra dicha grafa, la que se ha representado por en la transcripcin: con el valle de coqujnbo chile mapocho provinias de poromaocaes, los. dichos. la dicha declarain, por sus Hijos legtimos damiana de morales, antonia gernimo. nouenta joan, sebastin, pagado quinientos. quatro mill pesos teressa, felissiana,

mos, a luis del pesso.

entregado. a toda. m boluntad, mill dos. anos., la mu noble hijo de Joan ybaes de Xausoro

el dicho yndio no firmo porque no supo, de mara ortiz de olarri., en para su en nombre. de mis avmento de el leal iudad de santjago,

cumplimiento doy poder, por mj

subesores, al serbiio de dios nuestro seor

cobrar este dicho dicho conbento, se a de poder pedir enso. De hecho, esta grafa pertenece a una tradicin medieval a la cual ya aluda Valds20 y que llegar, ocasionalmente hasta finales del siglo XVIII, como sealara Frago (1996 :21-22) respecto del eminente pintor aragons :De ninguna manera le resulta indiferente a Goya la cuestin ortogrfica, pues, adems de lo ya observado, aunque no se sirva normativamente de la h, le preocupa su empleo, segn demuestran los20

Podemos leer en Valds (1535 :145-146) lo siguiente : MARCIO : Dejad estar essas vuestras cerimonias espaolas para los que se comen las manos tras ellas ; y dezidnos de qu sirve la tilde sobre como y sobre muy. VALDS : Solamente se pone por ornamento de la escritura. MARCIO: Y un rasguillo que ponis delante de la o ?. VALDS : De lo mesmo. MARCIO : De manera que quien los dexasse de poner no gastara la sentencia. VALDS : No, de ninguna manera. (Valds, Juan de (1535). Dilogo de la Lengua, edicin de Antonio Quilis, Plaza & Jans, Barcelona, 1984). 33

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usos expletivos que de ella hace (hembi, hiba, hbamos, himaginar, hun), as como el de la pitagrica y (cuydado, ynfantes, ynglesa), hasta el punto de que en una ocasin despus de haber escrito ui, transforma la i latina en griega para que quedara uyda. [A esto agrega en nota] El caso de uyda en el Cuaderno italiano, pg. 51a : se aprecia claramente la i con su punto superpuesto, y cmo Goya aprovech el trazo de esta letra para escribir y. En tanto, la representacin que sta poda tener, fuera de los casos comunes de y o e, corresponde en nuestra documentacin a algunos de stos:

Sin embargo, en el texto de Mara de Araya, con fecha 7 de agosto de 1739, existe un predominio de i como conjuncin copulativa, en vez de la y griega o ypsilon, tal como vemos a continuacin:Seor Presidente Governador y Capitn General Doa Mara de Araya biuda del Capitn Juan de la Uega Castro como mejor proseda de derecho Pa resco ante Vuestra seora i digo que como costa de la escr tura que presento. con el Juramento. Y solemnidad nese sara durante nuestro matrimonio conpr el dicho mi marido al monastero de monjas de la ln pia Concepcin Vna Estanca de tierras nonbra das Rutal alias Riagu deuaxo de los linderos que en ella se expresan i estndola Poseiendo desde 22 de julio del ao pasado de 722 hasta lo presente. hauindola arrendado a Christbal Can pos en el aciento i Poblacn antigua de ru

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tal que llaman los Perales por los muchos r boles que deste nonbre a en el a tiempo de Vn ao con tinuamente lo a per[se]guido Xauier Montenegro con in properos i amenasas reuenqueandole a un hijo suio i partiendo a pualadas contra el dicho christbal Canpos que por ser de miserable naturalesa Vo i euit el dao que el dicho Xauier Montenegro le hubera echo de que ase notable jactancia para Prouocarle a pendenca Y pretendiendo la mism[a] con Pasqual de la Vega Castro mi hijo con r[e] [roto] cados de amenasas a que le contene mi re [roto] i nbarasandome con sus Ganados las tie[rras] [roto] de mi Domino desde el Zerrito [redondo] [roto] // hasta la majada que llaman de Barrera pro[ce] diendo en todo de echo contra derecho en graue perjuico mo de mis hjos y para euita[r] estos Daos Y los demas que de su Yntrepi[dez] se deuen reselar se ha de seruir Vuestra seoria de man[dar] se le notifique al dicho xauer Montenegro [re] tire sus ganados a sus lnderos dejndome libres Y Desenbaraadas las dichas mis tierr[as] i que no tenga atrauiesa de obra n de Palabra conmigo i ms hijos arrendataros i de mi[s] Siruientes Y familares mos Y de los dicho[s] ms hijos deuaxo de las penas i aperseuir que fueren del superor arbitrio y respecto no hauer all escruano se cometa su uo cacin al alcalde de minas de Tiltil que el ms inmediato i por su falta a otra qual quier persona i por tanto = A Vuestra Seora pido Y suplico que hauiendo por Presentada. la esc[ri] tura de Uenta se cirua de mandar hacer lo [que] lleuo pedido que Es de justica y juro a Dios [y] la Crus no ser de malicia = Doa mara de araya [firmado]

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1.2.3. Representacin de consonantes En este sistema es donde es posible hallar la mayor variedad tipolgica existente, eso s, dentro de unas determinadas pautas de trazado que nos permiten identificar las respectivas grafas. Los siglos XVI y XVII son, con mucho, los que mayor aporte nos entregan en cuanto a este diversidad aunque siempre con mayor abundancia en el primero, mientras en el XVIII ya se observa una relativa nivelacin grfica. Dentro de los casos de los que nos ocuparemos en este apartado, podemos decir que la b, producto de la confusin existente en muchas ocasiones de sta con v, asimila tambin los algrafos de sta, pasando a tener como variantes escriturarias a v y u, las que ya se intercambiaban en funcin voclica, como ya dijimos. Al respecto, en la Gramtica Castellana del Licenciado Villaln (1558:66) se puede leer lo siguiente:Viniendo pues a la letra B, que es la primera en el orden del a, b, c, depues de la A, que es vocal. Digo que en eta nuetra le)gua los Catellanos muy poco la diuiden y diferenian de la V. Porque ninguna differenia han hecho en el ecreuir la palabra con b, mas que con v. Porque entre ellos ani ecriuen, bibir, y beuer. Y ecriuen, vien, con v. Y otras qualequiera palabrasemejantes: porque en la pronuniacion ningun puro Catellanoabe hazer differenia. Verdad es q) los Latinos antiguos avn no hiziero) detas dos letras mucha differenia: porq) Raphael Volaterrano enu Ortographia dize a ete propoito: q) el vio en Roma vn Epitaphio antiguoobre vnepulcro que dezia ani co) etas letras Bixitannis. xxxv.

De esto recojemos las muestras de por aver mas de inquenta E seys ve[z]inos, e mas deve valer, han sido muy36

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agrauiados, El crivano y testigos yuso escrito, mis trauajos y lo mucho que e seruido, en las iudades ymperial villarrica osorno y valdiuia, En nombre de su parte, nombraua y nombr,, cabea deta gouernain, poder al dicho capitn tom de olauerra; yo lo otorgo aPruevo E Rattifico , + yten sse obliga. de Poner seis. esclauo que sean. de trauaxo. E vn muchacho para que. ande el molino. y ms dos carretas. Para el seruiio de la cortidura, Yo myguel gernimo benegas. crivano pblico E del nmero desta ivdad de santiago, de la dilacin Reciue el dicho convento, por que me temo tengo de vastar estando como estoy pobre con muchos hijos, cunplido pago de los dichos uente mill peso, cauallero del bito de santiago, por aver muerto el capitan diego de morales, en la causa ejecutiba, que puedan bender qualesquera mis benes, todas las gallinas y pabos que tubiere, las meredes que Vuestra. Magestad. se siruiere de haerles de uitos y ofiios, que vengan los Vajeles, que el cauo y gouernador. de dicha prouinia. le aga pagar cumplidamente, mll y seiscientos y nobentta y ses aos, Lizenciado francisco Perez de tudela presutero , para efecto de haser imbentaro de los bienes, antiguo y nuebo, Don francisco. Nauarro Ayudantte de Gouerno en horden a s se le aur de sentar plaza a francisco, Morales, a fabor del dicho sarxento, del dicho Comissario. Don Miguel. en Vna, del seruso de su Magestad. y uer poblado y havesndado sn haurseme sgnado tierras, Yttem: zetenta, y dos varas de sintas de zeuilla en varios retasos, vltima y postrmera boluntad, con sus vienes hauidos, y por hauer, el precio de los setecientos pesos en que se han bendido las dos piesas aunque resa en la escritura de arrib[a] haverse entregado de contado; por el notorio avono, y conocido caudal. Adems, no deja de ser significativo el hecho que, a continuacin de las antes citadas indicaciones del Licenciado Villaln, este mismo se muestre partidario de la distincin fontica entre b y v, entregndonos las descripciones,

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precisamente, de los alfonos de /b/ primero la oclusiva y luego la relajada cuando escribe:Pero no obtante todo eto digo, que en la pronuniaion detas dos letrase vera la differenia que entre ellase deue hazer en el ecreuir. La B,e pronunia al abrir la boca teniendo la antes errada y llena de viento. Y la V,e pronunia teniendo la boca abierta los labrios redondos, echando el ayre de la gargta afuera amoroamente yin pasion. Y ani con el memoonido y fuera, oabor pronuniamos las coas con etas letras aca en quee conoera la differenciai bien miramos. Que ani dezimos, bueno, bienes,aber,abor. Y dezimos, venid, vays, viuid: y otrosemejantes vocablos en los cuales c auioe deue auer cuerdamente en la pronuniaion el que en Catellano quiiere hablar y ecreuir bien.

Igualmente insistentes se muestran los ortgrafos y gramticos al hacer referencia a los diversos usos de las grafas que representaban los fonemas sibilantes, procurando realizar aun cuando slo sea en la escritura las distinciones pertinentes, sobre todo si consideramos que el reajuste fonolgico del castellano incidi fuertemente en este grupo. Esta era la pretensin de muchos que buscaban escribir como se habla, pero aqu con predominio de tradicionalismo etimologizante sobre el realismo lingstico. Representativo de este primer grupo encontramos a un autor tan ilustre como Antonio de Torquemada, quien en su Manual de Escribientes efecta las siguientes indicaciones (1574:98-99): ni escreuirlas, en esto , como adelante diremos, , pues que, mirando en ello, no pueden errarlo si no es pasndolo con el descuido que suelen pasarse todos los otros yerros de la ortographa, a lo qual se puede dar con raznColeccin Monogrficos

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mayor culpa que no a la ynorania, pues que los vnos yerran porque quieren, y los otros porque no alcanan ni saben ms [...] La c tiene dos pronuniaiones diferente: la vna es la suya propia de la qual aueis de entender todo lo que hasta aqu se ha d[ic]ho tratando della y de la z, y esta pronuniai[n] guarda sienpre con la e y con la y, y as mo es necesario ponerle zedilla enbaxo, la q[ua]l es as vna seal como sta: , o sta: z, desta manera: e y i, como muchos lo hazen, esto se ver en estos nonbres Cecilia y cecina, y si por ventura se posiere en ellos o en los semejantes la zedilla es demasiada, pues nunca se pronunia con la e y con la y si no es como si sienpre la tuuiese, pero con la a, y con la o, y con la v sienpre la he de poner para pronunciarla como hemos dicho; y as dezimos ara, mao, umo, y quando no se le pusiere, suena su pronunciacin como quando se sola escreuir alguna cosa con esta letra: k, y as se pronuncian estas palabra: canto, coco, cuchillo, y todos los dems vocablos escritos con estas tres letras despus de la c, donde la zedilla o seal no se posiere enbaxo de la mesma.

Parece fcil la distincin para nuestro autor leons y sin duda lo sera, puesto que la practica y la recomienda encarecidamente, sin embargo, como ya numerosos testimonios documentales tanto de pocas anteriores como de la misma centuria demostraban, las confusiones de orden grfico y fontico eran ms que frecuentes, aun cuando en este primer aspecto ser el siglo XVIII el que presente un menor apego a la normatividad. De todas maneras, los textos analizados coinciden en mostrar que, ya se tratase de una carta dirigida a la S.C.R.P. de S.M. el Rey, ya fuera amorosa y requiriente misiva del marido a su mujer en las lejanas tierras peninsulares, el funcionamiento del aparato escriturario, salvando las diferencias estilsticas propias de destinatarios tan diversos, funcionaba similarmente. Y he aqu

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que podemos sealar, entre los mltiples casos, los siguientes ejemplos: comiena desdel valle de la posision [...] las pieas que tubiere por edula mja , sin iusticia y sin raon [...] el poco zelo que tenia de socorrer y fauorecer a los naturales, de la division y Esursion, + ms de medio pan de acar [...] + mas quatro aadones, vna bara de caamao, declaro que perteneze a mi hija, dalle de calar quando tenga nesessidad [...] la iudad de antiago, un pedao de tierra, hijos de don franisco de balenuela, monxa proffessa de la limpia conzepin, El Riezgo que corre de no alcanar a pagarla, con su lizenia asistenzia y consentimiento, Pedro, diaz de uaola, perteneseren por escripturas zdulas, Con tanta breuedad es foroso se trate, por ellos consta pertenezer la chacara, el fomento para La reaudasion, de esto tengo dada Ynformazin. autntica, Hermana Mara Francsca de Mendoa, en Tersero lugar Doa. Mara Merzedes Czeres. Nuestros casos coinciden, entre otros, con los comprobados por Bravo (1987:63) respecto de los documentos analizados para el siglo XVII y, sobre todo, con lo que seala para la Historia de los descubrimientos de Nueva Espaa, de Baltasar de Obregn:Las grafas c, y z se usan, por tanto, de manera absolutamente indistinta en el manuscrito, sin que puedan observarse ms que ciertas tendencias que a cada lnea pueden ser desmentidas por formas contrarias. Esta situacin refleja un estado cronolgico en el que ya los escribanos no pueden remitirse a la pronunciacin para acertar en la eleccin de las grafas, como recomendaba Valds, porque sta no es ya segura y, sobre todo, porque la confusin no se ha producido slo en el mismo par de sibilantes, sino que hay interferencias con otras parejas, como veremos en las formas que delatan una posible pronunciacin ceceosa.Coleccin Monogrficos

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De otra parte, los testimonios documentales apuntan hacia el intercambio grfico de x, g y j inclusive, en una primera etapa, con independencia de su valor fonolgico. En el Arte de la lengua espaola castellana de Gonzalo Correas podemos leer, respecto de la g (1954:52-53), cmo el maestro cacereo da noticia del uso de la velar, mientras pretende hacer distinciones ortogrficas que ya no se corresponden con l:La causa de aversele pegado este sonido de

xe, fu porque se mud la pronunziazion, como se dixo en la c, en los vocablos en que era ga en xe, i se estendi otros, i diziendose antes guente, ghente, ghigante, guigante, guenero, ghenero, Loghica, Loguica, escrito sin u, ni h, se pronunzia ia xente, xigante, xenero, Loxica, i ansi lo deviamosescrivir en Rromanze, como lo pronunziamos, pues era mas fazil que rrestituir la pronunziazion. Deste otro sonido de xe, que la dan, se sighe otra gran confusion de las letras que le tienen g, j, x, i suenan de una manera, sin diferenzia ninguna. I no tenemos distinzion, ni sabemos quando escriviremos una otra en muchos vocablos, i ansi escrivimos lo que primero cae, i se nos ofreze. En unos pocos est rrezebida la g, en otros la j, en otros la x como gente, Gil, muger; hijo, paje, ojo; Ximnez, Xerez, xarra, xerga, dixo. Mas ni en estos ni otros ai rrazon, sino antoxo, i caso, ni en la otra infinicada, que se quedan xuizio de buen varon, i se escriven como caen. I es cosa dina de rremedio i correzion, i seria fazil si en este sonido de xe, usasemos solamente la equis: xa, xe, xi, xo, xu, dexando la g para ga, desechando la j. En tanto que esto se asiente, es mexor como digo escrivir ghe, ghi, con h, que con u.

Por otro lado, si ya desde los siglos XVI y XVII contamos con testimonios como el de Covarrubias aqu citado que da

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cuenta de la implantacin definitiva de la pronunciacin velar de las palatales, as como los que proporcionan los propios autores de los documentos, en los casos que a continuacin citamos se puede apreciar la total equiparacin de estos usos de x, g y j. En primer lugar, los autores peninsulares del XVIII, consecuentes con la tendencia secular, escriben tanto una grafa por otra, como puede apreciarse: Andaluces: executiua, lextima, lexttima; Cajal Caxal (2v.) - dexar, execuzin; executtar; foja - executen, foxa. Vascos: executte, Xauier; debaxo, dexe, execusiones, execute, rexistro; Rojas Roxas, Xabier; dijo (2v.) - dixere, dixeron, dixese, dixo, executen, foxas, lextima, lextimo, lextimos. Navarros: Xavier. Gallegos: dixeron, dixo (2v.), execusin, executado, executen, executiva, foxas, lextima, relaxacin, Roxas (5v.), vaxo; executar. Castellano viejo: dixo, executten, Marmolexo, rexistro; dejado, monjas - dexar, executen; dejo, Jorge - colexio, debaxo, deuaxo (2v.), dexamos (3v.), dixeron, executar, executtar, Faxardo, Jorxe, lextimamente, sufraxios. Castellano nuevo: execusin, executibamente, sarxento (2v.). No menos significativa es la aportacin de los autores criollos. De esta manera, en nuestra muestra documental, tenemos los siguientes ejemplos: factorajes factoraxes; legtima - arroxarme (2v.), correxidor (5v.), coxi, lextima (2v.); dejo - dexa, trauaxo, Truxillo; coxines (2v.), executen, lextima; cajas, cajn (2v.) caxas, exerciio; fixo; exequten; Fajardo - execucin (2v.), faxas, floxa, foxas, lextimo, xneros (2v.); dexados; sarjento (5v.), sarjentto - foxa (2v.), sarxento (2v.); executen, execuzin, factoraxes, lextima, lextimo, rexistro; relijiosos - recoxamos, relixin, relixioso, relixiosos; executen; desaproigen de un noColeccin Monogrficos

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atestiguado desaprohijar, dexo, execucin; rexistro; lextimo; Gaspar Castro escribe rexistro; lextima, lexitimaron; dije, ejecutado - dixo, executo, traxes; exerse; produgeron - executoria, exercicio, rexistro; execute, laxa; egecuto (2v.) - prolixamente; rebaxando; sugetos - floxa, foxas, paxa; contraje, dijo, - contraxo, debaxo, dixeron, elixo (2v.), executar (2v.), executarlo, lextima (3v.), lextimo (3v.), rebaxar, vaxo; mexor, rexistro, Xquel (2v.) Gquel; lextima; execucin, executiuos, rexistros; executado, executen, lextima, lextimos; devaxo (2v.), exequten, exequtiva, lextimos; executen, lextima; dejndolos, deje - dexarles; angueles - executar, lextimo, lextimos; executen, lextima; lextimo; executar, lextima, lextimo; executado; carruages, viageros viajeros; legtimos - baxo (3v.), dexarlo, execucin, executado, executar, executen, executiva, relaxacin; cogines, coginillos, encage, puge, relogito - alaxas, coxn, fixados, foxas, lextima, mexicana (2v.); legtima - Roxas; foja (2v.) - execucin, foxa. Finalmente, aun cuando no sean casos enteramente fiables debido a las tendencias ortogrficas que han regido su uso, existe una serie de intercambios g - j, x ante vocal palatal que en cierta medida vendran a confirmar lo anterior, como legtima lextima (2v.) (1704), desaproigen21 (1726), produgeron (1748), egecuto (2v.) (1755), sugetos (1758), Xquel (2v.) Gquel (1762), carruages, viageros viajeros (1795), legtimos (1796), cogines, coginillos, encage, puge puje, relogito coxn, lextima (1797) y legtima (1797a). En cuanto a las tendencias ortogrficas que regan el uso de h, las cosas no estaban mejor, ya que slo el prurito cultistaEn este texto del siglo XVIII, lneas 88-97, se lee: cumplase el testamento. en lo favora / 89 ble a mi derecho Y de los mios, que es el que no nos / 90 desamparen que handamos de mendigos todos / 91 mis Yndios Y yo ni nos saquen de nuestro Pueblo / 92 de chacabuco. Pues seor. si el mesmo testador / 93 a quien. dicen heredaron encarecidamente. ordena, y man / 94 da no los saquen, ni desaproigen de su Pueblo / 95 de chacabuco, de Dios abajo quien. nos puede qui / 96 tar lo que el seor. nos dio, Y en que Vuestra. Magestad. / 97 manda seamos amparados.21

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poda hacer alguna distincin en este sentido, como ya lo adverta en el siglo XVI Juan de Valds en su Dilogo, al responder a Marcio sobre su empleo (1535:130-131):En esso tanto tenis razn, porque es ass que unos la ponen adonde no es menester, y otros la quitan de donde st bien. Pnenla algunos en hera, hava y han, y en otros desta calidad, pero esto hzenlo los que se precian de latinos; yo, que querra ms serlo que preciarme dello, no pongo la h, porque leyendo no la pronuncio; hallaris tambin una h entre dos ees, comoen leher, veher, pero desto no curis, porque es vicio de los aragoneses, lo qual no permite de ninguna manera la lengua castellana; y otros la quitan, digo la h, de donde st bien, diziendo ostigar, inojos, urfano, usped, ueste, etc., por hostigar, hinojos, hurfano, husped, hueste; y haziendo esto caen en dos inconvenientes: el uno es que defraudan los vocablos de las letras que les pertenecen, y el otro que apenas se pueden pronunciar los vocablos de la manera que ellos los escriven. Ay otra cosa ms, que, hazindose enemigos de la h, ninguna diferencia hazen entre e quando es conjuncin, y he quando es verbo, porque siempre la escriven sin h, en lo qual, como os he dicho de la h, yerran grandemente. Aun juegan ms con la pobre h poniendo algunas vezes, como ya os he dicho, la g en su lugar, y ass dizen gerta, gessa, gevo, por huerta, huessa, huevo, etc., en los quales todos yo siempre dexo estar la h, porque me ofende toda pronunciacin adonde se junta la g con la u, por el feo sonido que tiene.

Esto se ve confirmado ampliamente en nuestra documentacin, a travs de todos los siglos, especialmente en los casos en que la h cumpla slo una funcin etimologizante

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como en aber, onor u ospital o en las mltiple ultracorrecciones que se aprecian del tipo hordinario, henero o hir. Respecto de este fenmeno, y en relacin con los respectivos textos de los DHLH, Matus et. al (1992)22 sealan:En el siglo XVI, slo 2 autores peninsulares (1583, 1599), distinguen consistentemente la /h/ procedente de /f/ inicial latina, sin ultracorrecciones; en el XVII, tambin 2 autores (1607, 1671) y en el XVIII, 3 (1707, 1762, 1782) y se observa tendencia a regularizar el uso de h grfica para estas palabras. Todos los dems documentos permiten postular que la mayor parte de los hablantes de Reino de Chile haba perdido la aspiracin, por: a) la presencia de cero en lugar de h (1569, 1576, 1579, 1580, 1589, 1650, 1664, 1703, 1714, 1735, 1748, 1756) y b) la abundancia de h ultracorrectas (1573, 1575, 1576, 1579, 1580, 1583, 1584, 1585, 1589, 1614, 1650, 1680, 1703, 1714, 1726, 1755, 1765). Esta observacin es vlida, independientemente del origen de los autores. Fray Juan de Torralba (1569) escribe tanto olgara como hespaoles. [...] En cuanto al arraigo de la h grfica, independientemente del correlato fonolgico, el siglo XVIII aparece claramente marcado por la tendencia a estabilizar su uso, en un indudable proceso de normalizacin de la lengua escrita.

Respecto de la h grfica nos cabe sealar que desde el siglo XVI ya se comienza a observar la inestabilidad en su sistema ortogrfico, tanto en autores peninsulares, que constituyen la mayora, como criollos, incrementndose esta situacin a medida que transcurre el tiempo y la lejana con los cnones medievales. As, en una primera etapa, es posible encontrar ejemplos como: hefeto, ovistes, abiades, yncapi, grfanas, obiera, abella, ouiere, obiesen, espital, hagora.22

Matus, Alfredo; Jos Luis Samaniego, Soledad Dargham, Manuel Contreras, Ximena Lavn y Sonia Pinto (1992). Santiago de Chile, en Documentos para la historia lingstica de Hispanoamrica. Siglos XVI a XVIII, Anejo LIII del Boletn de la Real Academia Espaola, Comisin de Estudio Histrico del Espaol de Amrica (ALFAL), M Beatriz Fontanella de Weinberg (comp.), Espasa-Calpe, Madrid.

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Ni que decir tiene que, si en la centuria anterior ya observbamos este tipo de casos, en el XVII es mucho ms abundante, con especial atencin a que esta grafa no posea correlato fonolgico alguno, como en: aberla , obiere, hordinarias, aber, hagua, enbras, jstoria, urtaron, erejes, onbro, aberle, emos, hodio, henero, huse, la abana, olandeses, eredad, osptal, bito, hanbos, jpoteca, harmas, ubieren, hacredores, hal al, an, hedad, horden, honse, haciento, hauisar, ypoteca, asta, hanathema, ermano. An ms, las mltiples ultracorrecciones apreciadas dan cuenta perfectamente de la validez que para el comn de la gente tienen las normas establecidas por gramticos y ortgrafos, las cuales podan perfectamente llevarse a efecto en la expedicin de documentacin regia o de la documentacin oficial de un organismo real, como el Consejo de Indias, la Casa de Contratacin o alguna corte virreinal, mas para el resto de quienes escriben, aun siendo escribanos pblicos, reales y de cabildo, el uso de tales reglas prcticamente no llega a observarse. hazecta, higlessia, ypotteca, ay, hactiones, aberle, ermana, abiendo, aueres, hedad, handamos, aia, omenaje, avilidad, uittada, havesndado, hocho, husar, ebilla, echiso, habonar, hayuda, bito, hirse, haseptada, hovligaron, abilitacion, henero, embra, herror, abil, norario. En el siglo XVIII, adems, la h- procedente de f- latina no retiene vestigio alguno de aspiracin, en aquellas zonas donde ello era posible para los anteriores siglos remito a los apartados respectivos, con lo cual su papel se ve reducido tambin a una manifestacin grfica debida a la formacin escolar de cada uno de los individuos que producan el texto, lo cual puede comprobarse tanto en los casos de peninsulares como de criollos que a continuacin ofrecemos: Andaluces: echa. Vascos: allo, aser; ablan (2v.), allare (2v.), echa, echo; agan, alle, allo; ablan.Coleccin Monogrficos

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Gallegos: asta . Castellano viejo: aga, allado, allar, asta (4v.); aga, allarse, asta (2v.); - aga (2v.), agan, allaren, ar . Castellano nuevo: arn, asindose. Criollos: achas (2v.), asienda (4v.), asuelas, erramienta (2v.), ilados, ylar, ylo; ablado, allaba, allo (2v.), asienda, asiendo, echo (2v.), ija, iso, yja (7v.), yjas, yso; oja; Jos de Lepe escribe aga, Francisco de Argomedo, gase y Juan de Carvajal, aser; allo, echo; aser (2v.), asta, azienda (2v.), echo (2v.); allarse, echo (4v.) -; allarsse; ablado (2v.), ablara, ablase, ablo, aga, allan, aser, yso ; allare; aga, agan, arn; aga; allaua, allauan, alle, aser; aser; ase, asienda, astta, echo; allan, allaron; ijuelas (4v.); aser; achuela, allan, asta, contraecha, contraechas, oja, yladillo, yllo hilo (2v.), ylo (5v.); agan, ago (2v.), allndome, allaren, allo; aga, alle, allo, ar, ase, aserme, asta (2v.); echo, yjuela; allados, echa, echo, iciere, yse, yzo; yjuela, yjuelas (2v.); ase; Ydalgo; allase, echo (2v.) - alajas; echo; almoada, echura, ylo. En tanto, aunque en la poca medieval exista un sistema regulador del uso de la i larga (j), ya en la documentacin del siglo XVI se nota una decadencia del mismo, aun cuando llega a mantenerse hasta finales del XVIII la costumbre de no tildar o puntuar las es cortas, con lo cual la ijota todava pudo ser grficamente significativa en un comienzo, en tanto, paulatinamente, su incidencia en la documentacin decrece, como puede apreciarse a travs de la ejemplificacin que se presenta: apoqujndo, coqujnbo, destruycin, tenjades, mjnion, yo, ansy, parescajs, vinya, asimjsmo, munyiones, sinyficar, chyle, coquynbo, golys Goliat, pilmayqun, rreebyr, asy, diffinjtiua, dimjnujan, benyeron, huyr, mysmo, qujsjeredes, huyrse, domjsilio, ssanctjago, ymba, ascoytia, ynterssessora, alongamjento, ansj, difinjdor. Si en el siglo anterior tenemos algunos casos de intercambio grfico entre y-j e i, en funcin voclica, ya en el XVII empezamos a encontrar casos en que la i reemplaza a la y,48EDITORIAL UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS

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pero esta vez en funcin consonntica, como en aia y baieta, segn se puede observar en estos casos: ynrrebocable, asimjsmo, seycientos, tyniente, complimjento, jstoria, mysas, serenysima, hieronimo, ansy, nayde, ynumanidad, ystrumentos, abyto, auja, Beatrjs, esprjto, mjll, santysima, syudad, consynado, freyres, disjrnida, ygoal, ylo, perjuysio, juysios, nasida, aia, rrayses, parayso, destruyziones, coytio, yglecia, aga, ypoteca, yncintiuado, ympuso, baieta, ydalgo. Finalmente, como lo muestran los documentos del siglo XVIII, la tendencia a presentar este intercambio disminuye sensiblemente, encontrndose slo en algunos pocos autores que an la usan, donde tambin encontramos el caso de huiendo, con cambio y > i. playto, ynterez, proueycion, oyor, ynformasion, juysio, beleyano veliano, acaysio, yladillo, yglecia, Ygnasia, hoi, Zylva, huiendo, payzes. En la representacin grfica del fonema velar oclusivo sordo /k/, descontando la grafa predominante de c en toda la documentacin, tambin hallamos que ste se muestra en la forma de q ante u, donde usualmente ira c, como en quenta, quatrosientos o exequtiva; adems, en algunos casos, ante la vocal a, se utiliza tambin la grafa ch con aqul valor, como los de chancelar o chancillera, en una muestra de latinismo ortogrfico, de antigua tradicin en la prctica escrituraria. De este modo, nuestros autores escriben en los documentos: qoales, quatren, quand, Quraquylla, chanselada, chansele, quenta; quassi, quralle, quatrosientos, chanselar, chansiller, chanselasin, chansilleras, chanselaiones, chanselacin, quasi, quasi, chanzelasin, chanzelassin, quatrosienttos; quatrosentas, quatrosientas, quatrosentos, exequten, chansela, chanselar, quatrosentos, quatrosientos, chanselasones, chanselados, exequten, exequtiva, quotidiano. Finalmente, nos queda por sealar la existencia, o mejor dicho, la pervivencia, de algunas tendencias cultistas que se manifiestan an en los escribanos y autores de nuestraColeccin Monogrficos

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documentacin, como por ejemplo el doblar algunas grafas: esto ocurre con ff y tt en nuestra casustica, aun cuando no existe un criterio fijo para hacerlo, ya que dentro de la misma documentacin se podr hallar una misma palabra con y sin dicho doblaje, predominando claramente, eso s, la grafa simple. De esto hallamos muestra en: eletto, diffinjtiua, ffecha, ffecho, ffenesseremos, ffernandez, ffize, diffinidor, effeto, ffator, perffeta, ffecha, ffernandes, espaiffica, ffize, ffize, diffinjdor, ffecha, ffecho, diffinitiba, diffinitiva, ffecha, effeto, ffecha, ffecho; ffecho, ffelis, fforossas, perffeta, diffinion, diffinitiuas, effeto, ffecho, ffernandes, ffreada, ffecho, ffecho, djffinjtiba, dyffinytiua, effeto, perffeta, ffize, proffeso, proffessa, sattisfaion, ffecho, hediffiios, conffesso, deffensa, effeto, ffecho, ffernandez, ffanegas, ffecho, ottubre, thessorero, deffenssa, diffinitiua, efetto, panttoja, quittazol, zempitterna, artteza, bapttista,, assientto, conserttado, ffernandez, parttson, parttision, perttenese, pertteneso, sepolttura, yntteligenssia, sertffcasion, quatrosienttos, sentto, ynttenson, caxetta, executten, premattica, executtar, escrptturas, conffirmason, lexttma, volumttad, rettifico, sittado, sittason, sarjentto, autto, tranctto, esttansa, perttenesenttes, pertteneseren, reconosmentto, settesenttos, perttenesiente, uittada, setesenttos, executtar, remanientte, asumptto, sujettos, tasitta. Las nicas grafas dobles que escapan a esta generalizacin son collexio y maccimo; la primera, bastante poco frecuente, en posicin intervoclica es de tipo cultista y, la segunda, como probable pronunciacin seseo-ceceosa de /ks/. Como vemos, dependiendo de la condicin o de la costumbre escrituraria del escribano en cuestin, las grafas dobles seran ms o menos frecuentes; en tanto, el vuelco cultista se har notar todava en los siglos XVII y XVIII, cuando aparezcan las grafas th y ph en clara reminiscencia de antecedentes grecolatinos. En todo caso, esta tendencia no llegara a cuajar de manera sensible, como podemos apreciar en: Balthasar, thessorero, thesorero, Theresa, fhecho, alpheres, hanathema, thessorero; thenensia, respheto, Phlix.50EDITORIAL UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS

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An ms, el caso de fhecho nos da la seal de una vacilacin del escribano al redactar un documento formal de inventario de bienes. Por ltimo, y aun cuando ya hemos visto que en la h slo grfica, esto es, sin equivalencia fontica, lo normal es su desaparicin del texto, encontramos otra que es utilizada, como remanente culto, en los hiatos formados por la conjuncin de dos e, como en: acrehedores, acrehedores; aprehender, contehenidas, acrehedores, acrehedor, acrehedores, aprehenssin, possehedor, possehedores, acrehedores, posehedor, aprehenda, posehedor, posehedores, aprehencn, comprehencin, comprehensible, aprehensin, Cortehes. 1.2.4. Alternancias grafmicas Es en el siglo XVI donde an es posible encontrar algunos dobletes, producto de la conservacin de lxico ms tradicional en algunas variedades dialectales o profesionales. As, durante la primera mitad de ste alterna y e, no non de manera cuasi equitativa, mas en otros mbitos la situacin es diferente, por ejemplo, predomina claramente la forma tradicional en las alternancias ans (17 docs.) as (7 docs.) y agora (16 docs.) aora (7 docs.), la primera casi exclusiva de centro-norteos y la segunda preferida por meridionales; se da con relativo equilibrio la alternancia escreu, escreuir, escreujr, escrevir escribirn, escriviendo, scriu, scriuiera, mientras que la innovacin es sustancialmente preferida en las alternancias mesma, mesmo, mesmos misma, mismo, mismas, mismos; muncha, muncho, munchos mucha, mucho, muchas, muchos; trespaso, trespassamos, trespasso traspasa, traspassar, traspasase, traspaso, traspassar, traspasso, traspassos, ttraspasos; mercaduras mercaderas; ibdad iudad, preferida la primera, fundamentalmente, por escribanos castellanonuevos. Queremos resaltar que, dentro de estos usos tradicionales, el queColeccin Monogrficos

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parece estar vinculado con variabilidad regional es el uso de muncho - muncha, puesto que slo lo utilizan el andaluz Luis de Cartagena, el canario Luis Lpez de Aoca y los criollos Miguel Jernimo Venegas y Hernando Garca Parras. Mientras que, en el caso de escrevir tanto hallamos autores castellanos como andaluces, extremeos y criollos. En todo caso, en la medida que avanzamos en la cronologa se aprecia una notable decadencia en el uso de este tipo de formas. 1.2.5. Puntuacin y acentuacin La puntuacin, si bien es cierto es preocupacin de gramticos y ortgrafos a travs de las pocas, tampoco parece ser de una sealada importancia en ellos, dada la escasez de noticias que dedican al respecto en sus obras. Por ejemplo, el Licenciado Villaln nos dice sobre este aspecto (1558:84-86):[Los ortgrafos] Deuen por el emejante mirar que los re)glones vayan derechos, q# las partes vaya) cada vna por i: no maraadas, nim rebueltas que ea todo co)fuion. Apartadas las clauulas y oraiones co) u eales. Para lo qual epa y te)ga notiia de parrapho, punto, coma, colum, virgula, parentheis, ceura, interrigante. Porque tambien conuiene tanga auio de todas etas eales en la ecriptura do)de las ha de poner. Y ta)bien co)uiene entenderlas, para aber bien leer: porque los que le oyen leer le entiendan, y no le tengan por neio. [...] Eto preupueto digo, que el parrapho es ete el qual e deue poner al prinipio de materia, o propoito, de que de nueuo se quiere hablar y proponer. Punto es ete . el qual e pone al fin de cada clauula y ententia final.

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Coma es eta : la qual e pone en la clauula entre vna oraion y otra. Colum es ete , el qual e pone en la clauula junto a cada verbo que acaba oraion. Virgula es ete / y ponee en lugar de conjunion quando e acumulan muchas cosas juntas. Como y dixe emos: Yo quiero que tomeis todos mis libros, Augutinos, Hieronymos, Criotomos, Theophilato, Cyrilo, Cypriano y Euebio. Veis como e pone entre cada parte detas en lugar de vna conjunion, que auiamos de dezir, Augutinos y Hieronymos y Criotomos, &c. Parentheis e dize vna interpoiion de palabras que al hombre e le ofreen habla)do en algun propoito: los quales conuiene que e pongan alli para mejor entendimie)to de aquella materia. Y eta interpoiion, o parentheis e eala con dos virgulas coruas deta manera ( ) dentro de las quales e deue meter y enerrar aquella tal interpoiion de palabras. Interrogante es eta ? la qual e pone al fin de la oraion, o clauula en que algo e pregunta, por auio que el que lo lee eale co) el tono alli interrogaion. Ceura es eta que on dos virgulas pequeas // juntas. La qual eal e pone al fin del renglon cada quando acontee que no cupo alli la diion toda. Y que e acaba en el renglon iguiente. Ceura es eta que on dos virgulas pequeas // juntas. La cual e pone a la contina al fin del renglon: y denota que no acab alli la diion o palabra, pero que e acaba en el renglon que e igue.

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A pesar de todas estas recomendaciones son escasos los autores que utilizan las reglas que aqu se acaban de anotar. En todo caso, el uso del punto nos llega de manera asistemtica, pues no ser hasta finales del XVIII y principios del XIX en que las normas que rigen el actual sistema ortogrfico vayan adquiriendo un carcter generalizado, a merced de la labor estandarizadora de la escuela. Un texto que demuestra sistematicidad en este sentido, sobre todo en la regularidad con que utiliza el punto seguido, es el de Fray Juan de Torralba a S.M. el Rey, en el cual se puede observar lo siguiente:

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En cambio, el texto de 28 de noviembre de 1571, escrito por Johan de Cspedes, aun cuando mucho ms abundante en el uso de la puntuacin es, con todo, irregular en el mismo, ya que se utiliza tanto para finales de abreviaturas, separar palabras, en el sufijo -mente o en cualquier otra posicin que sea de inters del autor. De otra manera trata Nicols de Garnica (23 de agosto de 1558) los signos de puntuacin o pausa, por cuanto no es el punto, precisamente, lo que utiliza, sino que, en algunos casos aprovechando algunas grafas, en otros, de manera independiente, realiza un trazado a manera de 7, pero con su extremo superior prolongado. Dicho signo suele colocarse al final de la palabra, aun cuando en algunas ocasiones tambin lo hallemos separando slabas al interior de las mismas, como es el caso de testigos en la lnea 8, escrito tes tigo . Por otra parte, podemos observar que en el documento de Gins de Toro, la forma virgulada de final de lnea cumple una doble funcin: la de servir de reemplazo del punto y la de impedir que se siga escribiendo por los mrgenes del texto; algo similar se aprecia en el texto de Garnica, cuando rellena los mrgenes de su signo con lneas llanas cerradas en su extremo derecho costumbre que, por lo dems, sigue vigente entre los notarios del mundo hispnico. Adems, el texto de Gins de Toro muestra una caracterstica tipolgico-escrituaria, como es el signo en inicio de lnea de inventario de bienes o de prrafo de testamento los llamados ytemes, con el fin de separar cada uno de los registros apuntados. En este sentido cumplira con la funcin de la marca de prrafo definida por Villaln.

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Nicols de Garnica23 de agosto de 1558

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