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Conociendo a nuestros científicos

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Coordinación general

Secretaría de Ciencia y Técnica, ULP

Hernan Martens

Contenidos

Paula Bombara

Diseño

Secretaría General, ULP

Rocío Juárez

Míralo Eh! Diseño

Edición

Secretaría General, ULP

Miriam Márquez

Colaboradores

Secretaría de Ciencia y Técnica, ULP

Federico Abrile

1ª edición

ISBN: en trámite

© Universidad de La Punta, 2009

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723

Libro de edición argentina

No se permite la reproducción parcial o total, el

almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la

transformación de este libro, en cualquier forma o por

cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante

fotocopias, digitalización u otros métodos sin el permiso

previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las

leyes 11.723 y 25.446

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Agradecimientos: Al Dr. Carlos Miguel Ripoll, quien colaboró activamente para rescatar el legado del Dr. Mazza en la provincia de Jujuy.A la Lic. Patricia Boán y la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina por la bibliografía y el material provisto.Al médico veterinario Manuel Godoy, quien facilitó información sobre Fidel Roig Matons.

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Introducción

Capítulo 1: Señora, ¡este chico es un genio!

Capítulo 2: Si empezamos así...

Capítulo 3: Fortuna en el trabajo y también en el amor

Capítulo 4: Viajes y más viajes

Capítulo 5: De regreso en casa

Capítulo 6: Yo viajo en tren. ¿Y vos?

Capítulo 7: Viviendo con las vinchucas

Capítulo 8: Mejor es prevenir, pero también se puede curar

Capítulo 9: Un final abrupto

Epílogo

Notas

Referencias

Conociendo a nuestros científicos

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Introducción

Hablar del Dr. Mazza es, también, hablar

de una enfermedad mortal y silenciosa: la

trypanosomiasis americana o Mal de Chagas-Mazza.

Hablar sobre ella es comenzar a andar el camino

para erradicarla. Un camino abierto por el Dr. Chagas, que

el Dr. Mazza se empeñó en recorrer, muchas veces solo y sin

apoyo ni académico ni político. A pura fuerza y compromiso.

Salvador Mazza poseía un coraje y una persistencia difíciles de encontrar. Prefirió recorrer el país exponiéndose a riesgos médicos desconocidos, que investigar desde los laboratorios de la Universidad de Buenos Aires.

De una inteligencia deslumbrante y un carácter, al parecer, indomable, este hombre descendiente de italianos del Sur, no recibió en vida el reconocimiento que merecía. Con el tiempo, su manera de ejercer la profesión se convirtió en modelo para muchos estudiantes y médicos que siguieron sus pasos. Por ser uno de los científicos más valerosos de nuestra historia, hasta una localidad de la provincia de Salta lleva su nombre.

Capítulo 1: Señora, ¡este chico es un genio!

Los padres de Salvador, Francesco Mazza y Giuseppa Alfise, arribaron al puerto de Buenos Aires, procedentes de la ciudad de Palermo, Italia, durante la segunda mitad del siglo XIX. Como a tantos otros, el gobierno argentino los invitó a radicarse en pueblos del interior del país, y así fue como se instalaron en Rauch, una localidad que queda a unos 240 km al sur de la ciudad de Buenos Aires.

El 6 de junio de 1886, mientras se encontraban en Buenos Aires, Giuseppa comenzó a tener dolores de parto y llegó al mundo Salvador, el único hijo de la pareja. Pronto volvieron a su hogar en Rauch, donde creció el pequeño. Cuatro años más tarde falleció papá Francesco, pero Giuseppa salió adelante, priorizando siempre la educación de Salvador, que resultó muy inteligente. Los estudios primarios los realizó en el Colegio San Carlos de los Padres Salesianos y, con apenas 10 años, ingresó al Colegio Nacional de Buenos Aires.La religiosidad y los valores de la madre de Salvador Mazza fueron muy importantes en su crecimiento. Su curiosidad, su capacidad de trabajo y su dedicación eran destacadas por todos los profesores. Siempre fue un excelente alumno; malhumorado y hosco, es cierto, pero extremadamente capaz.

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Al recibirse de bachiller intentó ingresar en la Escuela de la Marina de Guerra Argentina, pero no pasó el examen médico. Fue entonces, en 1903, cuando decidió estudiar Medicina.

Su primer año de estudiante universitario estuvo marcado por una infección en el brazo, seguramente adquirida durante alguna práctica en el quirófano. Tan grave fue que estuvo a punto de perder el brazo. Obviamente ese año dejó los estudios para recuperar la salud. Más tarde reingresó en la Facultad de Ciencias Médicas y continuó la carrera hasta graduarse en 1910, como médico especialista en Microbiología Clínica y Anatomía Patológica.

Durante todo el tiempo que ocupó en cursar las materias y estudiar para avanzar en su carrera, Salvador también se destacó por sus actividades en el Centro de Estudiantes -por ejemplo, como director de la Revista del Círculo Médico Argentino y Centro de Estudiantes de Medicina, en la que publicó varios trabajos-. Pero eso no era todo: además, trabajaba fuera de la facultad.

¿Cómo hacía? Pues... dormía poco, administraba de manera extraordinaria su tiempo y ¡era brillante!

Puerto de Buenos Aires y de la estación de Retiro en el año 1910

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Salvador Mazza tomaba empleos de toda índole. Al comienzo de sus estudios daba clases de francés y latín en una escuela secundaria cercana a la Universidad. También, tomó el puesto de auxiliar de vacunación en el Instituto Jenner, un sitio dedicado a la salud pública donde los estudiantes de primer año de Medicina realizaban sus primeras experiencias como vacunadores voluntarios.

A medida que avanzaba en sus trabajos y en sus

estudios se interesaba cada vez más en el mundo de las bacterias,

los virus, los parásitos y los hongos. La manera en que este mundo invisible a simple vista se

relacionaba con el nuestro, el de los animales mamíferos,

lo fascinaba a tal punto que decidió dedicarse a ellos.

Durante unas vacaciones, en 1906, al volver a Rauch, Salvador notó que en su pueblo se

Capítulo 2: Si empezamos así...

sucedían brotes1 de distintas enfermedades como viruela2 y escarlatina3 . Ni lerdo ni perezoso fue a la gobernación a pedir permiso para organizar una Oficina de Desinfección. Pronto, puso en práctica todo lo aprendido durante el año en el Instituto Jenner y vacunó personalmente a ¡6000 personas! Sólo tenía 20 años.

Otras vacaciones trabajó como médico del navío de guerra argentino “1° de Mayo”, que trasladaba presos al asentamiento de Ushuaia, en Tierra del Fuego, desempeñándose como “cirujano de segunda clase (personal civil)”.

Por otro lado, a medida que progresaba en su carrera, fue tomando cargos como

ayudante; primero en la farmacia del Hospital Muñiz de la Ciudad de Buenos Aires, luego en la cátedra de Fisiología de la Facultad de Ciencias Médicas; más tarde, en la cátedra de Clínica Epidemiológica que el Profesor José A. Penna dictaba en el Hospital Muñiz.

Apenas graduado, Salvador Mazza dedicó un año a escribir la tesis para obtener el título de Doctor. Su tesis se llama “Formas nerviosas y cutáneas del aracnoidismo4” y es fruto de las investigaciones realizadas cuando aún cursaba sus estudios universitarios.

Pronto empezó a trabajar en el Departamento Nacional de Higiene, que dirigía el Dr. Carlos G. Malbrán5 . ¡Un comienzo de alto vuelo!

2El Dr. Mazza con compañeros.

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Rodeado de científicos de renombre mundial, Salvador Mazza comenzó a formarse como médico investigador. Su primer desafío fue la reorganización de un establecimiento sanitario destinado al aislamiento de los pasajeros infectados o sospechados de haber tenido alguna infección contagiosa que provenían del puerto de Buenos Aires. El lugar funcionaba desde 1874 en la isla Martín García y recibía el nombre de “lazareto”. La misión era que ningún caso de cólera6 , fiebre amarilla7 o cualquier otra enfermedad infectocontagiosa ingresara al país.

Salvador Mazza aceptó gustoso y se instaló en la isla en 1911. Lo primero que hizo fue cambiar las metodologías de trabajo y aplicar los métodos de estudio de epidemias que recomendaban los organismos internacionales de la época. Mientras dirigió el lazareto se examinaron alrededor de 1500 personas y se analizaron más de 7000 muestras. A pesar de que este puesto sanitario era el segundo control del viajero (el primero se realizaba en el momento del embarque, antes de partir), Mazza y sus colaboradores encontraron dos personas sanas que portaban el Vibrio cholerae.

Su desempeño fue tan bueno que dos años más tarde, el director del Instituto Nacional de Bacteriología, profesor Rudolf Krauss8 , pidió que

Capítulo 3: Fortuna en el trabajo y también en el amor 3

1) - Facsímil de la revista del Círculo Médico Argentino del Centro de Estudiantes de Medicina, donde Salvador Mazza publicó numerosos artículos.

2) - El Dr. Mazza interroga a asistentes al servicio de rabia.

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En 1915 el Dr. Mazza decidió renunciar al Instituto de

Bacteriología y pedir el puesto de Jefe de Bacteriología en el Hospital Militar Central de las Fuerzas Armadas de Argentina, al tiempo que era profesor suplente de la cátedra de Bacteriología de la Facultad de Medicina. Ya lo habían rechazado en la Marina de Guerra cuando era un adolescente pero, esta vez, las Fuerzas Armadas lo recibieron con grandes expectativas.

Al año siguiente, el Ministerio de Guerra envió al Dr. Mazza y a su esposa a Europa, con el objetivo oficial de estudiar las prácticas de prevención de enfermedades infectocontagiosas que aplicaban los ejércitos alemán y austríaco. Pero ellos fueron mucho más allá: estuvieron en Viena y en Berlín como habían acordado y luego prolongaron su estadía un año más visitando distintos países para investigar otras enfermedades.

Al regresar, a los 32 años, Mazza fue nombrado Jefe del Laboratorio Central del Hospital Militar y de todos los laboratorios regionales afiliados. Ese año asistió, como delegado de Argentina, a la “Segunda Conferencia de la Sociedad Sudamericana de Higiene, Microbiología y Parasitología”, que se realizaba en el Instituto “Oswaldo Cruz” de Río de Janeiro, Brasil. Allí conoció al Dr. Carlos Chagas9 y se enteró de sus estudios sobre la trypanosomiasis americana,

estuviera bajo sus órdenes. En un par de años colaboraron en más de una docena de proyectos.

Mientras tanto, Salvador también trabajaba en el turno noche en la clínica privada del doctor José Arce. Allí fue donde conoció a quien sería su compañera toda la vida, Clorinda Brígida Razori, una joven rosarina que estaba acompañando a su tía durante una intervención quirúrgica. Al parecer, una noche de 1914, los pasos del Dr. Mazza mantuvieron despierta a la tía de Clorinda. La joven presentó una queja en la oficina del Dr. Arce y, a la mañana siguiente, cuando Salvador fue a disculparse, Cupido hizo lo suyo: fue tal el flechazo que, cuando Clorinda tuvo que regresar a Rosario con su tía, pocas semanas después, ¡ya estaban comprometidos!, y el 7 de diciembre de 1914, se casaron.

Clorinda era una mujer muy culta e inteligente, igual de emprendedora que su marido. Probablemente haya sido la única persona que sabía tratar el indómito carácter de Mazza. Hay quienes dicen que él no hubiera podido llevar a cabo su inmensa obra sin el apoyo incondicional y la colaboración permanente de su esposa; ella lo acompañó en todos los viajes y en todas las tareas y responsabilidades que él asumió. Cuentan, incluso, que ella fue la que decidió vender su casa en Buenos Aires, además de otros bienes personales, para financiar las investigaciones de su marido en el norte del país. Estuvieron juntos 32 años, hasta que la muerte de Mazza los separó. Ella lo sobrevivió sólo 6 años.

Capítulo 4: Viajes y más viajes3

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4 Capítulo 5: De regreso en casa

Cuando Salvador y Clorinda Mazza volvieron a Buenos Aires, en 1924, se encontraron con que el Dr. José Arce era el nuevo Rector de la Universidad de Buenos Aires, al tiempo que dirigía el Instituto de Cirugía Clínica asociado a la Facultad de Medicina. Él mismo le ofreció el cargo de Director del laboratorio de dicho instituto, que estaba un poco descuidado.

Mientras Mazza se ocupaba de este laboratorio recibió una carta de Nicolle contándole que quería viajar a Argentina para buscar un microorganismo llamado Leishmania braziliensis, causante de una enfermedad conocida como leishmaniasis (Nicolle había pasado muchos años estudiándola y era un experto en ese tema).

Fue entonces cuando Mazza le contó al Dr Arce de su amistad con Charles Nicolle y del viaje que quería realizar. El Dr. Arce y el Dr. Aráoz Alfaro, presidente

una enfermedad producida por un parásito llamado Trypanosoma cruzi. La actitud y la investigación de Chagas impresionaron muy bien al Doctor Mazza.

Dos años más tarde, pasó a ser el Director del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires. Aún no había cumplido los 34 años y ya era un reconocido bacteriólogo con conocimientos en anatomía patológica, serología, inmunología, epidemiología y trabajo clínico en enfermedades infecciosas10. Estaba en la cumbre de su carrera: debía otear los horizontes y decidir hacia dónde dirigirse.

Con ese espíritu, el matrimonio Mazza emprendió otro viaje a Europa; esta vez, a París. Trabajar en el Instituto Pasteur de París era formarse en uno de los mejores lugares del mundo. Visitó también centros de bacteriología en Londres,

en Berlín y las filiales del Instituto Pasteur de Argelia y de Túnez. En este último sitio conoció al Dr. Charles Nicolle, un microbiólogo francés que años más tarde ganaría el Premio Nobel.

Mazza y Nicolle pronto descubrieron que tenían muchas cosas en común: el perfeccionismo, la dedicación, el deseo insaciable por saber más y más, la necesidad de ocuparse de varias cosas al mismo tiempo, entre otras. Se hicieron grandes amigos, además de estrechos colaboradores. El propio Mazza dijo “conocerlo y encontrar al maestro que siempre había deseado, fueron una misma cosa” (Sierra Iglesias, Storino, Rigou, 1994, p.44)

El Dr. Charles Jules Henri Nicolle, galardonado con el Premio Nobel de Medicina en 1928.

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del Departamento Nacional de Higiene, hicieron posible la visita.

Apenas estuvo en Buenos Aires, Nicolle pidió que Mazza lo acompañara en todo su recorrido, alegando el dominio del francés y la relación profesional y personal que sostenían. Aráoz Alfaro accedió y pronto partieron rumbo a Jujuy.

El viaje fue un éxito rotundo: Nicolle encontró el microorganismo que necesitaba y, además, tuvieron oportunidad de recorrer varios poblados de la provincia, donde vieron la pobreza y el desamparo médico de sus habitantes.

Allí mismo surgió el proyecto de montar en San Salvador de Jujuy un instituto similar al que Nicolle dirigía en Túnez. El gobernador de Jujuy, Benjamín Villafañe, se entusiasmó con la idea y se comprometió a darles una casa y dinero para montarlo, si lograban los permisos necesarios.

Con tan buenos augurios, al regresar a Buenos Aires, los dos médicos

hablaron con el Dr. Arce pues era importante contar con el apoyo

de la Universidad para concretar la instalación del instituto. El

rector puso en marcha lo que llamó “Misión de Estudios

de Patología Regional

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Uno de los microscopios de origen italiano utilizado por Salvador Mazza en la MEPRA y reconstruido por el Dr. Ripoll.

Logotipo de la MEPRA (cerámico incaico)

firma de Salvador Mazza sobre un tratado de cardiología a él obsequiado por su autor Paul White.

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Argentina” (MEPRA), un instituto dependiente de la Universidad de Buenos Aires.

Al poco tiempo obtuvo la aprobación del Consejo Universitario para ejecutar el proyecto. Se fundó el 26 de febrero de 1926 y pronto comenzaron las obras edilicias en San Salvador de Jujuy para que allí se instalase la sede central de la MEPRA.

Durante ese año Mazza realizó viajes al noroeste organizando diferentes grupos de médicos en Jujuy,

Salta, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. Llamó a esta organización “Sociedad Argentina de Patología Regional del Norte” (SAPRN). En cada capital provincial fundó una filial y realizó más de 4000 de análisis a los pobladores a lo largo de todo el año. Al año siguiente continuó viajando por todo el norte del país, sumando filiales a la SAPRN y haciendo miles de análisis.

Cuando este inmenso proyecto estuvo bien encaminado, en 1928, Salvador Mazza viajó nuevamente al exterior

con su esposa, esta vez a El Cairo, Egipto, al Congreso Internacional de Medicina e Higiene Tropicales, donde fue condecorado con la Orden del Nilo por sus valiosas investigaciones. Como solían hacer, el matrimonio aprovechó para visitar otros centros de estudios en Europa y en el norte de África y regresó al país a mediados de 1929.

Al llegar, la Universidad de Buenos Aires lo nombró Jefe de la MEPRA y le comunicó que el edificio, en San Salvador de Jujuy, estaba listo para recibirlo.

Laboratorio de la Universidad de Buenos Aires. (Izq.)

El Dr. Salvador Mazza (al microscopio) y el médico francés, premio Nóbel de medicina, Dr. Charles Nicolle (de pie), revisando la sangre de niños en la escuela de Arroyo Colorado, provincia de Jujuy (1925). (Der.)

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Capítulo 6: Yo viajo en tren. ¿Y vos?

Eran muchos los médicos que querían trabajar con Mazza, a pesar de ser un hombre de mal carácter, trato seco y pocas palabras de aliento. Entre los colaboradores más directos se encuentran M. Jörg, V. Bernasconi, N. Alvarez Soto, A. Fiora, G. Paterson y C. Undiano en Jujuy; A. Cornejo, J. Lovagho y R. Villagrán en Salta; H. Reyes Oribe en Formosa; E. Corsi, A. Señorans, R. S. Freire y J. Braverman en Chaco, A. Ruchelli en Catamarca; R. Cossio y C. Romaña en Tucumán; E. Canal Feijóo y C. Argañaraz en Santiago del Estero; C. Benítez en Corrientes; S. Días Malaver y R.Catalán en La Rioja; B. Parma, E. Zambra y J. Romero Cereijo en Santa Fe; G. y R. Basso, C.

Giménez, J. Kiel y S. Wyara en Mendoza; F. Niño y S. Parodi en Buenos Aires11.

Una de las cuestiones que Mazza había aprendido respecto a las enfermedades infectocontagiosas era que conocer el entorno donde esas infecciones se daban, resultaba tan importante como el microorganismo que las

provocaba. Entonces, con el objetivo de trasladarse de norte a sur del país sin separarse del material necesario para atender a los pacientes y realizar los análisis, el Dr. Mazza consiguió que le construyeran un vagón de tren especial: el E600.

En ese vagón había un sector de laboratorio totalmente equipado, otro sector que era un consultorio médico, un tercer lugar destinado a la cocina y el living, un baño y dos pequeñas habitaciones. Todo a lo largo, sobre el techo, estaba el tanque de agua que, además de abastecerlos, los resguardaba del calor. Con el E600 y un permiso nacional de libre circulación por toda la red ferroviaria del país, el Doctor Mazza, su esposa y sus colaboradores realizaban los estudios clínicos en el lugar

Parte del material de investigación utilizado en el Vagón Sanitario.

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donde las enfermedades se radicaban, pudiendo observar la fauna, la flora, el clima y las condiciones sociales de los pacientes a la vez que le tomaban la muestra de sangre y la analizaban.Resulta imposible contar los kilómetros recorridos por el Dr. Mazza a lo largo de los años. Paraba en todo pueblo donde viera gente con síntomas de alguna enfermedad, los analizaba y les indicaba tratamiento.

Cuando el dinero que la Universidad de Buenos Aires le mandaba no alcanzaba, lo ponía de su propio bolsillo; así gastó prácticamente todos sus

ahorros. Con su esposa y sus colaboradores entrevistaba a los pacientes, les sacaba sangre, analizaba las muestras, las clasificaba, registraba todos los casos, anotaba nombres, fechas y observaciones del lugar, juntaba insectos, extraía sangre de los animales domésticos de los enfermos, compraba los materiales que se acababan, respondía y enviaba cartas, sacaba fotografías, dibujaba, se mantenía actualizado en su especialidad, escribía trabajos científicos... ¡uff! ¡Cuánta energía tenían los que trabajaban allí!

Con el paso del tiempo, el Dr. Mazza fue encontrando más y más muestras de sangre

infectadas con el parásito Trypanosoma cruzi. En algunos casos se trataba de pacientes que presentaban síntomas o signos físicos como el signo de Romaña12: uno o ambos ojos hinchados y amoratados como si hubieran recibido un golpe; pero otras muestras eran de personas “sanas” a simple vista. Esta situación hizo que todo el equipo se pusiera a investigar sobre el tema: nada mejor que las investigaciones del Dr. Chagas, minuciosas y amplias, aunque poco valoradas.

No era sencillo documentar los casos de cada paciente: la fotografía en colores recién llegaba al país pero, para revelarla, los rollos debían enviarse por correo a Estados Unidos (si eran marca Kodak) o a Alemania (si eran marca Agfa), y lo que se obtenían eran diapositivas de colores exagerados e irreales. A un colaborador mendocino del Dr. Mazza, el doctor Germinal Basso, se le ocurrió entonces recurrir a la pintura.En Mendoza vivía un reconocido pintor catalán llamado Fidel Roig Matons que había llegado al país a

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comienzos de 1900, con la idea de dedicarse a la música y a la pintura. Con el tiempo, se decidió por la pintura.

Tal vez el Dr. Basso lo eligió por ser un artista que se especializó en captar fielmente los detalles

de los rostros o, quizás, por su gusto personal; como sea, en 1940 este artista llegó a un acuerdo con el Dr. Mazza para retratar a los pacientes mendocinos.

Su hijo, el Ing. Virgilio Roig (2004), lo recuerda así:

Después de otras conversaciones mantenidas, Germinal Basso sugirió a mi padre la posibilidad de plasmar a través de la pintura casos de Chagas que habían en Mendoza y que eran internados o tratados en el desaparecido Hospital San Antonio, el cual quedaba a pocas cuadras de mi hogar y el atelier. Salvador Mazza dijo contundentemente “ésta puede ser la única

manera de reproducir los diversos matices de

coloraciones de la enfermedad.”

En razón de lo que conversaron, Mazza encargó en nombre de la Misión de Estudios de Patología Regional la elaboración de un número no determinado de pinturas muy precisas que permitieran dejar asentadas las diversas etapas, especialmente primarias, de la enfermedad.

Este hombre, pasionalmente, recuerdo que dijo algo así: “don Fidel, si usted no logra

plasmar los síntomas de esta enfermedad a

través de la plástica y las técnicas que usted

domina, no podremos hacer conocer

el Chagas a nuestros colegas y

discípulos”. La reunión terminó cerca del medio día y Mazza y

Basso se retiraron.Mi mente de niño quedó impresionada y nunca se borraron de mi memoria aquellos momentos.

Durante principios de 1941, Mazza volvió a Mendoza y visitó a nuestro hogar en compañía de su esposa, la que fuera atendida por mi madre en forma especial. Estuvo muchas horas observando los primeros cuadros hechos por mi padre en enfermos del Hospital San Antonio y que había enviado a Germinal y Redento Basso13 y que a veces teníamos que ir a buscar al viejo Hospital o eran acompañados por personal del mismo.

Mi padre colocaba al enfermo a la luz natural del corredor y en una sola sesión concretaba su cuadro. Yo calculo que se realizaron más de 25 cuadros de diversos chagásicos en distintas etapas de la enfermedad. Mi padre entregó a Mazza unos 10 ó 12 cuadros terminados.Posteriormente Germinal Basso se llevó otros 15 o más cuadros, supuestamente todos destinados a concretar un atlas a publicar por la MEPRA14.”

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El Trypanosoma cruzi necesita del cuerpo de un ser humano u otro animal mamífero, como los perros, las gallinas o los gatos, para poder desarrollarse y reproducirse (por eso es un parásito).

En un 80% de los casos entra a nuestro cuerpo gracias a la participación de otro animal que se comporta como intermediario o “vector”: un insecto llamado comúnmente vinchuca o chinche gaucha que se alimenta de sangre.

Este parásito puede tomar tres formas diferentes: una para reproducirse en mamíferos (ovalada), otra para reproducirse en insectos (alargada) y una tercera que es la forma infectante (también alargada). Los científicos llaman a estas formas Amastigota, Epimastigota y Tripomastigota, respectivamente.

Los envíos de cuadros continuaron, el Dr. Mazza volvió varias veces a Mendoza; la última vez fue en 1945, apenas un año antes de su muerte. Nada se supo, luego, de todos los cuadros adquiridos por la MEPRA. Probablemente hayan sido destruidos.

Por suerte, muchos quedaron en el taller del artista y no se perdieron. Desde 2004, pueden encontrarse en el Área de Infectología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cuyo, que se encuentra en el Hospital Lencinas, de Godoy Cruz, Mendoza, gracias a la donación de uno de los hijos del artista, el ingeniero agrónomo y profesor Virgilio Roig.

Capítulo 7: Viviendo con las vinchucas

En una época en que no existían las fotos a color, el Pintor Fidel Roig Matons fue el autor de los cuadros a color que representaban las condiciones de los pacientes con la enfermedad de Chagas.

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En los humanosEn la vinchuca1 2

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Ciclo de vida del Tripanosoma cruzi15

Los parásitos pueden infectar

otras células del cuerpo y permanecer

en su forma amastigota mucho tiempo, dando lugar a otros ciclos infecciosos. En algunos casos, estas manifestaciones

ayudan a diagnosticar la enfermedad.

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= Inicio de la infección

= Diagnóstico posible

La vinchuca pica a un humano y deja su caca infectada sobre la piel.

Al sentir picazón, el humano se rasca y los parásitos entran en las células de la piel en su forma infectante tripomastigota. Allí cambian: pasan a la forma amastigota.

En su forma amastigota, los parásitos se reproducen.

Antes de salir de las células, los parásitos nuevamente cambian a la forma infectante tripomastigota. Luego, entran en el torrente sanguíneo.

La vinchuca pica y absorbe sangre infectada por el parásito.

En el estómago del insecto, el parásito pasa a su forma reproductiva epimastigota.

El parásito se reproduce en el estómago.

Al llegar al intestino, pasan nuevamente a la forma infectante tripomastigota.

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Una vinchuca infectada puede transmitirle el parásito a mucha gente sana; por eso, la mejor manera de prevención es ¡eliminar las vinchucas!

Dicho así parece fácil pero en realidad no resulta sencillo pues la vinchuca vive escondida en los huequitos de las paredes y de los techos de las casas hechas de barro y paja o de las casas que están en malas condiciones, sobre todo en las zonas de campo.

La enfermedad tiene dos fases: la aguda y la crónica. La primera sucede apenas se ha producido la picadura y puede presentar síntomas (fiebre, hinchazón de un ojo, decaimiento general, problemas para tragar) o no. Luego, la enfermedad entra en un período de “latencia” sin manifestaciones. Cuando el parásito “despierta”, en la fase crónica, se observan problemas digestivos, cardíacos, inflamación de los ganglios linfáticos, entre otros signos. Muchísimas personas mueren “súbitamente”, sin saber que la causa fue el Tripanosoma cruzi16.

8Capítulo 8: Mejor es prevenir, pero también se puede curar

Además de documentar cada caso, el Dr. Mazza fue enseñando a los médicos, a los enfermeros, incluso a los pacientes de cada pueblo que visitaba, a prevenir la enfermedad atacando a la vinchuca. Muchos no le creían: ¿ese bichito, con el que vivían hacía tanto tiempo, contenía tanto mal?

Su carácter áspero y su mal genio no le impedían una buena relación con los niños y los pobladores, a quienes convencía de múltiples maneras para obtener las gotas de sangre que necesitaba; pero cuando empezó a sugerir cambios sociopolíticos a los gobernantes y a los poderosos, ya no consiguió más apoyo en su misión.

Hay una anécdota que cuenta que, en un momento de desesperación, insinuó que había que quemar todos los ranchos con su contenido para eliminar las vinchucas. Y si bien es una drástica solución, eso no se puede hacer sin antes entregarles nuevas viviendas a los pobladores.

Los trabajos que la MEPRA publicó entre 1930 y 1940 sobre la Trypanosomiasis hicieron que la comunidad científica nacional e internacional que había descreído del trabajo de Carlos Chagas volviera a revisarlo.

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9 Y también que vieran la labor del equipo de Mazza con más respeto.

Los premios nacionales e internacionales no tardaron en llegar, pero no eran premios lo que el Dr. Mazza y el Dr. Chagas esperaban de la comunidad científica y de sus gobiernos: era compromiso y decisión política para seguir investigando hasta hallar una cura.

En la actualidad, las medidas generales de prevención tienen que ver con el mejoramiento y la fumigación de las viviendas rurales para evitar que aniden las vinchucas en su interior; la educación de todos los ciudadanos para que sepan qué hacer en caso de encontrar vinchucas y/o ser picados; la destrucción de las vinchucas en todos sus estadios de desarrollo y la eliminación de todos los lugares aledaños donde estos insectos puedan refugiarse cuando se fumigan las viviendas.

Además, los científicos médicos han desarrollado tratamientos que curan el Mal de Chagas-Mazza con bastante efectividad en recién nacidos y en niños en la etapa aguda de la enfermedad; todos ellos están basados en la acción de dos medicamentos llamados Benznidazol y Nifurtimox17, que matan al parásito. Pero, como estas sustancias tienen efectos adversos y secundarios importantes, las investigaciones continúan en los laboratorios de todo el mundo y las esperanzas crecen: es probable que en los próximos años surjan otros medicamentos más potentes y precisos para atacar al Trypanosoma cruzi.

8 Capítulo 9: Un final abrupto

En 1937 el Dr. Mazza se enteró de que padecía una afección cardíaca. Nada pudieron hacer para evitar que perdiera la vista de un ojo en 1944. Su capacidad de trabajo se fue desmoronando lentamente, un poco por los problemas de salud y otro poco por la desilusión que le producía la falta de apoyo político a su misión sanitaria.

En 1945 pidió el traslado de la MEPRA a Buenos Aires y, junto a Clorinda, se instaló nuevamente en la ciudad en 1946. Ese año viajó, para dar conferencias sobre trypanosomiasis y otras enfermedades, a Río de Janeiro, Brasil, primero; y a México luego.

Allí visitó tres ciudades: México D.F., Nuevo León y, finalmente, Monterrey. En este último sitio, luego de estar trabajando todo el día, acompañado por su esposa, como siempre, a las 9 de la noche del 7 de noviembre de 1946, el Dr. Mazza falleció de insuficiencia cardíaca.

¿Su mal se debía a que él mismo padecía Trypanosomiasis? Hay quienes dicen que sí, otros lo desmienten. Lo cierto es que la muerte lo sorprendió trabajando, en medio de muchos proyectos. Como él lo hubiera deseado.

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Epílogo

La realidad científica y la realidad social nunca van separadas, aunque a veces así parezca. Las investigaciones médicas, más que otras, muchísimas veces quedan detenidas por la falta de la voluntad política para llevarlas a cabo. La MEPRA, sin ir más lejos, se desmanteló totalmente en 1959. El vagón E600 fue subastado en 1950. Incluso se le negó la pensión a la esposa del Dr. Mazza, que vivió 6 años más gracias al apoyo de sus amigos y a la venta de los documentos, los libros y los instrumentos médicos de su marido. Fue un final muy injusto para un grupo de personas tan valioso. Lamentablemente, no fue el final de la enfermedad que tan bien investigaron.

Por suerte, hay muchos médicos y médicas que piensan, sienten y ejercen su profesión con una calidad y un compromiso como los que tuvo el Dr. Mazza. Gracias a estas personas, las investigaciones sobre este mal continúan y existen programas sanitarios a lo largo y a lo ancho de Latinoamérica para combatirlo.

En Argentina, cuando el Dr. Ramón Carrillo fue Ministro de Salud, en la década del ‘50,

se lanzó un plan sanitario muy eficiente que

casi logra erradicar la enfermedad, pero luego el problema pasó a un segundo plano.

En 1962 se creó el Laboratorio de Diagnóstico de Chagas que, desde 1973 se denomina Instituto Nacional de Diagnóstico e Investigación de la Enfermedad de Chagas “Dr. Mario Fatala Chabén”.En 1972 se realizó un Programa de Control a nivel nacional que podría haber sido sumamente efectivo de haber continuado a lo largo del tiempo, con un trabajo coordinado entre las provincias, pero no fue así: grandes zonas que se lograron librar de las vinchucas luego se vieron reinfestadas.

En la década del ‘90 se implementó con bastante éxito el “Programa Ramón Carrillo” que se extendió hasta los primeros años del siglo XXI.Desde 2006 se encuentra en marcha el Programa Nacional Concertado de Prevención y Asistencia Integral a la enfermedad de Chagas “Argentina justa, Argentina sin Chagas”. Además, en el año 2007 se promulgó una ley (que modifica otra sancionada durante la última dictadura) que protege a los enfermos del Mal de Chagas-Mazza, la 26.28118. Sin embargo, no parece ser suficiente: existen 4 millones de chagásicos en nuestro país y aproximadamente 10 personas mueren por día a causa de este mal19.

La vinchuca (Triatoma infestans) es un insecto hematófago (se alimenta de sangre) considerado uno de los vectores responsables

de la transmisión de la enfermedad de Chagas.

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Notas

1 - Se llama “brote” de una enfermedad al momento en que empieza a mostrarse en el conjunto de una población. Por ejemplo, si en una escuela varios alumnos al mismo tiempo se enferman de sarampión, se dice que en esa escuela hubo un brote de sarampión.

2 - La viruela es causada por un virus llamado Variola virus. Gracias a un fuerte plan de vacunación mundial, se logró combatir esta enfermedad hasta hacerla desaparecer. Según la OMS la viruela es la única enfermedad que está completamente erradicada del planeta.

3 - La escarlatina es causada por un grupo de bacterias, los Streptococcus grupo A. Se caracteriza por la aparición de manchitas pequeñas, similares a las que nos aparecen los días de mucho calor, primero en la cara y el cuello, luego en la panza y la espalda y finalmente, en brazos y piernas. Además, suele presentarse con fiebre y dolor de garganta. Debe ser diagnosticada por un médico. Se trata con antibióticos.

4 - Se llama aracnoidismo a la enfermedad que surge como consecuencia de una picadura de araña venenosa.

5 - El Dr. Carlos Malbrán (1862-1940) nació en la provincia de Catamarca y fue un importante profesor e investigador de enfermedades infectocontagiosas. En homenaje a su importante labor como médico impulsor de políticas de Salud Pública, en 1941 se le puso su nombre a la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (ANLIS).

6 - La enfermedad del cólera es causada por una bacteria, el Vibrio cholerae. El síntoma más común es la diarrea líquida leve (que puede llegar a severa), a veces acompañada por vómitos. En casos severos sin tratamiento, la muerte puede ocurrir a las pocas horas debido a la pérdida rápida y excesiva de líquidos. Existe una vacuna contra esta enfermedad pero aún no se encuentra ampliamente difundida. La principal manera de combatir el cólera es la prevención.

7 - La fiebre amarilla es producida por un virus llamado Flavivirus. La transmite la misma especie de mosquito que transmite el virus del dengue. Esta enfermedad se caracteriza por fiebre muy alta, escalofríos, dolores intensos en todo el cuerpo, mareos y la aparición de un tono amari-llento en la parte blanca de los ojos y en la piel. Por suerte, los científicos han desarrollado una vacuna muy efectiva para prevenir la infección.

8 - El Dr. Rudolf Krauss (1868 – 1932) era un famoso profesor de Bacteriología de la Universidad de Viena. Fue contratado en 1912 por el embajador argentino ante el Imperio Austro-Hungaro, Dr. José Enrique Pérez, como primer director del Instituto Bacteriológico del Departamento Nacional de Higiene, por recomendación del Dr. Carlos G. Malbrán. Ejerció ese cargo hasta 1922.

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9 - El Dr. Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas (1879 – 1934), nacido en Minas Gerais, Brasil, es el único investigador hasta ahora en describir completamente una nueva enfermedad infecciosa: él solo descubrió la causa, el modo de transmisión, las manifestaciones clínicas del enfermo y la epidemiología de la trypanosomiasis americana, hoy conocida, en su honor y en el del Dr. Mazza, como Mal de Chagas-Mazza. Lamentablemente, en su época los resultados de las investigaciones de Chagas fueron desestimados y, para cuando quedaron mundialmente convalidados, el Dr. Chagas ya había fallecido.

10 - La serología se ocupa de estudiar los componentes que existen en la parte siempre líquida de la sangre, llamada suero. La inmunología, de los procesos del cuerpo destinados a defender el organismo de los ataques que pueda sufrir. La epidemiología, de examinar las enfermedades que se instalan en un lugar determinado en un gran número de personas al mismo tiempo. La anatomía patológica es una especialidad médica que se ocupa del estudio de las lesiones celu-lares, de tejidos y/u órganos del cuerpo y de cómo repercuten esas lesiones en los organismos.

11 - Castagnino, Hugo. Mazza y la lucha contra el mal de Chagas. Todo es historia, n°225, (Enero 1986).

12 - El signo Romaña toma ese nombre del Dr. Cecilio Romaña, colaborador de Mazza oriundo de Santa Fe.

13 - Redento Basso era el hermano de Germinal y también colaboró con la MEPRA.

14 - Roig Virgilio. “Dr. Salvador Mazza” [en línea]. Boletines de la Universidad de Cuyo. Vol. 71, n°2, 16 de noviembre de 2004. http://www.fcm.uncu.edu.ar/boletin/boletin%20vol_71%20num_2.htm

15 - Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Trypanosoma_cruzi_ciclo_de_vida.png

16 - Para saber más sobre el Mal de Chagas-Mazza, consultar en http://www.msal.gov.ar/chagas/, http://www.alcha.org.ar y/o http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/chagasdisease.html

17 - Estos medicamentos fueron desarrollados hace muchos años (el Nifurtimox, en 1960 y el Benz-nidazol, en 1974) en investigaciones veterinarias. Su eficacia es mucho mayor en la etapa inicial aguda de la enfermedad. Se continúan investigando sus efectos en la etapa crónica.

18 - Los contenidos tanto del programa como de la ley pueden consultarse en internet en http://www.msal.gov.ar/chagas/

19 - http://www.plagasonline.com.ar/prensa/detalle.php?id=972

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Jörg, M. y Storino, R. (2002). La enfermedad de Chagas en el siglo XXI: consenso para una asignatura pendiente. Revista Argentina de Cardiología, 70(1).

Leonard, J. (1992). Investigaciones en el interior de la Argentina: la búsqueda de la salud emprendida por Salvador Mazza. Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana, 113 (4).

Lorenzano, C. (2003). La enfermedad de Chagas-Mazza, un mal latinoamericano. Historias de la Ciencia Argentina I. EDUNTREF.

Roig, V. (2004). Salvador Mazza. Boletín de la Facultad de Ciencias Médicas de la U.N. Cuyo. 71(2).

Sierra Iglesias, J., Storino, R. y Rigou, D. (1994). Antecedentes históricos. En R. Storino y J. Milei (Eds.). Enfermedad de Chagas. Buenos Aires: Doyma Argentina.

Sosa, F. J. (1997). Enfermedad de Chagas en Tucumán. Consideraciones sobre algunos aspectos epidemiológicos. Influencia de la modificación del ecosistema. Tesis doctoral no publicada, Universidad Nacional de Tucumán.

Zaidenberg, M., Spillmann, C., Carrizo Páez, R. (2004). Control de Chagas en Argentina. Su evolución. Revista Argentina de Cardiología, 72(5).

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Artículo de prensa sobre chagas. Disponible en:http://www.plagasonline.com.ar/prensa/detalle.php?id=972

Artículo en Wikipedia sobre Salvador Mazza. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Salvador_Mazza

Artículo sobre Clorinda Brígida Razori de Mazza. Disponible en:http://www.patrimoniosf.gov.ar/ver/0-4812/

Discurso del Ing. Ing. Virgilio G. Roig sobre el Dr. Salvador Mazza. Disponible en: http://fcm.uncu.edu.ar/boletin/boletin%20vol_71%20num_2.htm

Medline plus, sitio web de los Institutos Nacionales de la Salud, Producida por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos:

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/chagasdisease.html

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Página web de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud:

http://www.anlis.gov.ar/institucional/historia-y-memoria/la-inauguracion

Página web de la Asociación de Lucha contra el Mal de Chagas: http://www.alcha.org.ar

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Página web de la Fundación Cardiológica Argentina: http://www.fundacioncardiologica.org/chagas.htm

Página web de la Fundación para la Enfermedad del Chagas: http://www.chagasfound.org/

Página web del Instituto Nacional de Parasitología, Dr. Mario Fatala Chabén. Disponible en http://www.fac.org.ar/fec/chagas/fatala/

Tortolo, M. (2007, Junio). Dr. Salvador Mazza. Medicina y Cultura. Disponible en: http://www.medicinaycultura.org.ar/05/Perfiles_01.htm

Referenciasr

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