concierto sinfónico 8

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La música nórdica de Sibelius y Rautavaara se contrapone en el Concierto sinfónico 8 a la música francesa (pero con raíces también centroeuropeas) de Honegger. Este programa que abarca todo el siglo XX contrasta con el del Concierto sinfónico 9, que representa un regreso al Clasicismo dieciochesco

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viernes 17 febrero 2012 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 horas

CONCIERTO SINFÓNICO 8

MICHAŁ NESTEROWICZ director

Con la colaboración de la

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I

Einojuhani RAUTAVAARA (1928)

Lintukoto (La isla de la dicha)(Fantasía orquestal) (11’)

Allegro

Jean SIBELIUS (1865–1957)

Pelleas y Melisande, suite orquestal a partir de la música de escena para el drama de Maurice Maeterlink, op. 46 (29’)

1. En las puertas del castillo (Grave e largamente)

2. Melisande (Andantino con moto)

3. A la orilla del mar (Adagio)

4. Cerca de la fuente en el parque (Comodo)

5. Tres hermanas ciegas (Tranquillo)

6. Pastoral (Andantino)

7. Melisande en la rueca (Con moto)

8. Entreacto (Allegro)

9. Muerte de Melisande (Andante)

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II

Arthur HONEGGER (1892–1955)

Sinfonía núm. 4, “Deliciae Basilienses”, H 191 (28’)

Lento e misterioso LarghettoAllegro

MICHAŁ NESTEROWICZ director

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Ha sido una grata sorpresa, para quien esto escribe, recibir el encargo de las notas a un concierto como el presente. Pues conforme pasan los años de mi vida (que ya no son pocos) aumentan en cantidad y en intensidad mis “amores”: a personas, obras de arte, instituciones, lugares... En el bien entendido (estoy convencido absolutamente) de que, al contrario de las pertenencias materiales, el amor, mientras más se da, más se tiene.Y tengo que decir que amo profundamente a Finlandia, su dulce lengua —“el italiano del Norte”—, su cultura, su arte, su paisaje, su instrumento popular por excelencia (el “kantele”), sus gentes; y siento como mío el desgarro de Karelia (Karjala), alma y corazón del país, arrebatada brutalmente, quizás para siempre, por Rusia... Y, como también amo a la buena música contemporánea (sin que ello reste ni un ápice mi amor hacia la música de todos los tiempos y geografías), el hecho de que a Rautavaara y a Sibelius los acompañe “el francés que siempre fue suizo” (o viceversa) Arthur Honegger, hace que la emoción sea completa.

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Einojuhani Rautavaara nació en Helsinki en 1928 y, aunque tuvo serios problemas de salud en 2004, los superó felizmente. A sus 83 años es el más estimado compositor finés de su generación. Con un lenguaje personalísimo, ha escrito numerosas obras, con una gran variedad de formas y estilos (desde la música serial a la neorromántica, ha usado el más amplio abanico de recursos expresivos, sin someterse nunca a las modas del momento): óperas, sinfonías y otras obras para orquesta completa y de cuerdas, conciertos, música de cámara, coral, para metales, piano y otros instrumentos solos, voz única... Si buscamos influencias, tendremos que remitirnos, cómo no, al siempre admirado Sibelius, pero también a su maestro Aaron Copland, y a Sostakovic, Prokofieff, Bartók, Debussy, Messiaen... E incluso a ciertos estilos rockeros de vanguardia, como los soundscapes de Robert Fripp, guitarrista del grupo británico King Crimson (que desarrolló un sonido mezcla de hard rock, música clásica y jazz) o la música electrónica y experimental de Brian Eno. Y, con toda esa variedad de aproximaciones, no se puede negar que existe un cierto “sonido Rautavaara”.La obra que escucharemos hoy, Lintukoto (en finlandés, “hogar, casa o refugio de los pájaros”), llamada también por su autor, en inglés, Isle of Bliss (“isla de la felicidad”) es una fantasía orquestal de casi 11 minutos y medio de duración, que se inspira en un largo poema (127 versos) así llamado, Lintukoto (“lintu” significa, en la lengua finesa, “pájaro”; y “koto”, “casa”), de Aleksis Kivi, nacido Aleksis Stenvall (1834–1872) que cambió su apellido a Kivi (“piedra”, “roca”), al escribir su manuscrito Kullervo (nombre del personaje trágico del mítico poema épico Kalevala) en 1860, y que es considerado el escritor nacional de Finlandia. De origen humilde, Kivi, vivió pobremente toda su corta vida. En 1870 escribió su novela más famosa, Seitsemän veljestä (“Los siete hermanos”: hay dos traducciones diferentes en español, si bien no fáciles de encontrar; pero tampoco es imposible), obra fundacional de la literatura en finlandés. Pero los críticos literarios, en especial el influyente August Ahlqvist, que contribuyó a aislarlo, provocaron el desequilibrio mental que, junto con la pobreza, lo llevaron a la muerte a la temprana edad de 38 años. Precisamente, Rautavaara escribió, entre sus óperas, Aleksis Kivi (1995–1996), que trata de la vida y desventuras del padre de la literatura finlandesa.

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Einojuhani Rautavaara

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El mismo autor nos relata la escritura de esta singular obra: “Compuse la fantasía orquestal Isle of Bliss (Refugio de los pájaros; 1995) en principio para la orquesta de la Escuela de Música de Espoo (ciudad situada en la costa sur del país, con cerca de 250.000 habitantes). El punto de partida de esta pieza fue el poema de Aleksis Kivi, que retoma uno de los grandes temas tradicionales de la poesía, la “isla paraíso”, o, como la llama el poeta, el “refugio de los pájaros”. Sin ser una obra “programática”, la figura de la composición es sin embargo paralela al poema de Kivi; la animada actividad del comienzo, alegre y despreocupada, conduce a que el tiempo se detenga misteriosamente, en un momento donde ‘no se busca respuesta, ni se encuentra...’. Pero, igual que el poema, la composición volverá a ‘una salida de sol purpúrea’, hasta que desaparece dulcemente tras el horizonte. Este mundo del poema, misterioso, distante, pero optimista y casi dulce, me parece ser la descripción de otra realidad, de otra forma de consciencia, que, de hecho, solo puede ser alcanzado por la música, con su lenguaje preciso, aunque sin palabras. El nombre finés de la composición se asocia, al mismo tiempo, a un recuerdo personal de una isla del archipiélago exterior del Mar Báltico, donde yo pasaba el verano. Por la tarde avanzada, pude ver un gran pájaro volar majestuosamente sobre las rocas de la orilla del mar; y por la mañana estaba allí, yacente, muerto. Los pescadores me contaron que las viejas gaviotas, cuando sentían acercarse la muerte, dirigían su vuelo hacia esa costa desierta, hacia el último lugar de reposo de los pájaros”.

Si Aleksis Kivi fue el padre del nacionalismo literario finlandés, Jean Sibelius, lo fue del musical. Considerado un excepcional artista en Finlandia, desempeñó una función determinante entre finales del siglo XIX y principios del XX en la creación de un estilo musical propio dentro del género. Sobre el valor de su obra, hay posiciones muy encontradas: mientras el crítico y teórico alemán Theodor Adorno (siempre tan dogmático en sus juicios musicales) lo considera un compositor amateur y anticuado, el compositor húngaro Béla Bartók lo sitúa

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entre los grandes autores de su época. Para sus compatriotas (y para muchos melófilos del mundo entero) es un autor “de culto”, prototipo del músico nórdico. Su biógrafo, Erik Tawastjerna, dice de él: “Incluso para los estándares nórdicos, Sibelius respondió con intensidad excepcional a los modos de la naturaleza y al cambio de las estaciones: recorría el cielo con sus binoculares observando los gansos volando sobre el lago helado, escuchaba el canto de la grulla, y el eco de los gritos del chorlito sobre el suelo pantanoso bajo Ainola. Saboreaba cada detalle del florecer primaveral, tanto como los perfumes y colores del otoño”. Y esta cariñosa anécdota, recordando su muerte: “Retornaba de su acostumbrada caminata matutina [tenía ya 92 años]. Exaltado, contó a su esposa Aino que había visto una bandada de grullas acercándose. ‘Aquí vienen, las aves de mi juventud’, exclamó. De repente, uno de los pájaros abandonó la formación y voló en círculos sobre Ainola. Luego volvió a la bandada para continuar su camino. Dos días después Sibelius murió de una hemorragia cerebral”.Sibelius compuso principalmente obras orquestales: sus famosas siete Sinfonías, Concierto para violín, Vals triste, la Suite Karelia, la Suite Lemminkäinen, especialmente uno de sus cuatro movimientos, El Cisne de Tuonela. Pero su obra más popular es quizás el Poema sinfónico Finlandia, especie de “superhimno nacional” (no es el oficial), del mismo modo que Má vlast (“Mi patria”) de Smetana lo es para la República Checa. Es emocionante la visita a su monumento en el Sibelius Parken de Helsinki: por un lado su rostro, más allá una serie de tubos, todo de acero inoxidable.La obra programada hoy, Pelleas ja Melisande (Peleas y Melisande) fue primitivamente compuesta para una representación de la pieza del mismo nombre de Maesterlinck, estrenada el 17 de marzo de 1905 en el Teatro Sueco de Helsinki. Inmediatamente, Sibelius escribió, a partir de ella, una Suite orquestal (28–31 minutos), que comprende nueve números: 1. En las puertas del castillo, especie de preludio grave y noble, sobre un soberbio tema de las cuerdas; 2. Melisande: un oboe discreto, casi dubitativo, encarna a la enigmática heroína; 3. A la orilla del mar: destacable pieza de carácter “atmosférico”; en pocos compases, el estruendo orquestal evoca el enorme oleaje; 4. Cerca de la fuente en

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el parque: un ritmo de vals, al que sucede, en crescendo, la expresión repentina, incontrolable, de la pasión; 5. Tres hermanas ciegas: el lamento cantado por Melisande en la pieza escénica es aquí confiado a dos clarinetes que tocan en sextas, encuadradas por el oboe, que representa a la protagonista; 6. Pastoral: las maderas, sobre puntuaciones de las cuerdas, con la flauta desencadenada vivamente; exquisito momento de relajación, de una conmovedora ingenuidad. 7. Melisande en la rueca: pieza de evocación (el movimiento de la rueca) y de instrospección (tumultuosos pensamientos de Melisande), sobre fragmentos fortissimo de la orquesta, recordándonos, en un registro completamente semejante, a la Margarita en la rueca de Schubert; 8. Entreacto: el único pasaje rápido y animado de la suite, que concluye en algunos acordes, más moderadamente; 9. Muerte de Melisande: admirable epílogo, trágicamente descarnado, que concluye apaciguado en pianissimo.Si comparamos estas páginas de Sibelius con otras del mismo tema (Debussy, Fauré, Schönberg...), percibimos aquí una concentración de estilo, una voluntad de no expresar sino la esencia de instantes sucesivos (de naturaleza descriptiva o emocional), que confieren a la partitura un carácter más alusivo, al mismo tiempo que “distanciado”. Su seducción particular, frente a las obras de los autores citados, proviene sin duda del sentimiento de lo indecible, en una lejanía incierta, que se comprueba en la escucha.

Arthur Honegger nació en Le Havre, de padres suizos. Y aunque vivió la mayor parte de su vida en Francia, murió en París y está sepultado en el cementerio Saint–Vincent (uno de los tres de Montmartre) conservó siempre la nacionalidad helvética. Estudió armonía y violín en París y, tras una breve estancia en Zúrich, regresó a la capital francesa para estudiar con Widor y D’Indy. Fue miembro del “Groupe des Six” (“Los Seis” franceses), junto con Auric, Durey, Milhaud, Poulenc y la única mujer del grupo, Germaine Tailleferre (la posteridad ha guardado un lugar preferente para él, Milhaud y Poulenc). Sus obras más interpretadas son su composición para orquesta:

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Arthur Honegger

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Movimiento Sinfónico número 1, Pacific 231 (1923), que imita el sonido de una locomotora de vapor (que existió realmente: una espléndida máquina que, precisamente, hacía el recorrido entre Le Havre y París); su Movimiento Sinfónico número 2, Rugby (1928), que imita el sonido de un partido de rugby (zigzagueos en la música y los enfados entre los equipos); y también son famosas sus sinfonías, en especial el primer movimiento de la Tercera “Litúrgica” (‘Dies Irae’). A raíz de la composición de Pacific 231 una vez declaró: “Siempre he amado a las locomotoras de un modo pasional. Para mí, son seres vivos a los que amo, igual que otros aman a las mujeres o a los caballos”.Entre las dos grandes guerras, Honegger fue un compositor prolífico. En total, compuso unas 250 obras de todos los tipos: óperas, oratorios, ballet, música orquestal, de cámara, coral, para voz, piano, para numerosos filmes cinematográficos...Honegger estuvo siempre en contacto con Suiza, pero con el estallido de la guerra y la invasión nazi, se encontró atrapado en París. Se unió a la Resistencia francesa aunque nunca tuvo excesivos problemas con los nazis, que le permitieron seguir trabajando sin demasiadas interferencias. Sin embargo, la guerra fue un duro golpe para el compositor. A pesar de eso, desde el estallido de la guerra hasta el momento de su muerte escribió sus últimas cuatro sinfonías (de la dos a la quinta), las más interpretadas.La Cuarta Sinfonía honeggeriana, subtitulada Deliciae basilienses (“Delicias de Basilea”) contrasta fuertemente con la intensa Tercera, Liturgique (“Litúrgica”), la más famosa de todas las suyas. El clima de la Cuarta es más ligero: se declara, según el autor, en “la filiación de Haydn y Mozart, en su espíritu y en su forma”. Se trata, en efecto, de una obra, que, compuesta en 1946, rinde homenaje amigable a Suiza, tierra de asilo y de calma bienhechora (sobre todo, en la recién terminada y terrible Segunda Guerra Mundial). Domina en ella la atmósfera de las serenatas mozartianas. Fue estrenada el 21 de febrero de 1947 por la Orquesta de Cámara de Basilea, dirigida por Paul Sacher, director de orquesta y mecenas basiliense, sus dedicatarios, “por su vigésimo aniversario”.Consta de tres movimientos, con una duración total aproximada de 26–28 minutos. El primero, Lento e misterioso – Allegro – Lento – Allegro molto tranquillo es

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casi tan extenso como el segundo y tercero juntos. Comienza por un tema tranquilo, pastoral, asignado al primer violín. Un segundo motivo juguetón aparece en las maderas, mientras que el Allegro desarrollará contrastes rítmicos cada vez más acentuados. Hay que destacar un ligero “carillón” (piano y glockenspiel); sin duda, la única “cita” basiliense de esta primera parte concluye dulcemente, con un retorno a la introducción lenta. En resumen: en medio de pasajes más meditativos, Honegger propone la esperanza de una evasión... como pasar el verano en Suiza, por ejemplo.El segundo movimiento, Larghetto, en forma de pasacalle, o de chacona, tiene un tema de base aparentemente severo, contrapunteado por los dibujos risueños de las maderas, y después por un segundo tema, impregnado de ternura. Se oye un canto de pájaro: los temas se superponen polifónicamente, antes de que intervenga una segunda “cita” basiliense, la de un viejo canto popular, “Z’ Basel a Mi’m Rhy” (“Basilea en el río Rin”), que aparece como contratema del pasacalle. Planteado este toque folclórico, un corto recordatorio del comienzo del Larghetto proporciona la transición hacia el finale.El movimiento conclusivo, Allegro, es más complejo: un rondó de estructura inhabitual, porque no tiene la tradicional alternancia de estrofas/estribillo, para tomar en préstamo las formas del pasacalle y la fuga. Cinco temas entran sucesivamente en una brillante construcción polifónica, frecuentemente rota por secuencias de climas contrastados, turbulentos o pacíficos. Un Adagio idealmente poético precede a la introducción —tercera “cita”— del alegre motivo del “Basler Morgenstreich” (Mañana de Carnaval en Basilea), canto habitual de los Carnavales de la ciudad. Retorna brevemente el Adagio, antes de que se disipe progresivamente la atmósfera de fiesta (Allegro pianissimo). Final rápido, evanescente, semejante —decía Honegger— a “una pequeña nube de polvo que se va volando”...Obra llena de gracia, tan “deliciosa” como sugiere su nombre; menos ambiciosa que las anteriores del compositor, pero más “fresca”, más naturalmente distendida y relajante.

JOSÉ LUIS LÓPEZ LÓPEZ

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Michał NesterowiczDirector polaco, nacido en Wroclaw, Michał Nesterowicz es licenciado por la Academia de Música de su ciudad natal, habiendo cursado la especialidad de Dirección bajo la tutela del profesor Marek Pijarowski, acabando la misma con mención especial en 1997. Dos años después fue el finalista de la sexta edición del Concurso Internacional de Dirección de Grzegorz Fitelberg en Katowice, Polonia. En 2004 fue nombrado Director Artístico de la Orquesta Filarmónica Báltica de Gdansk.En 2008 ganó la novena edición del Concurso Internacional de Dirección de Orquesta de Cadaqués (España). Inmediatamente después fue nombrado Director Titular de la Orquesta Sinfónica de Chile, donde trabajó hasta finales de 2011.Michał Nesterowicz ha colaborado con solistas de prestigio internacional como Ewa Podles, Angela Marambio, Gwendolyn Bradley, Shlomo Mintz, Rachel Barton Pine, Ivan Monighetti, Javier Perianes y Patricia Kopatchinskaja, entre otros.En Polonia trabaja junto a las mejores orquestas: Orquesta Filarmónica Nacional, Sinfonia Varsovia, Orquesta Sinfónica Nacional de la Radio Polaca de Katowice, Orquesta de la Academia de Beethoven y Orquesta Sinfonietta de Cracovia.Muy valorado en el ámbito internacional, Nesterowicz ha conducido la Wiener Kammerorchester, Real Orquesta Filarmónica de Flandes, Orquesta Sinfónica de Tenerife, Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña, Orquesta Sinfónica de Galicia, Camerata Israel de Jerusalém, Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, Orquestra Sinfônica do Estado de São Paulo, Spokane Symphony, etc.Entre sus próximos proyectos se incluyen conciertos con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, Royal Liverpool Philharmonic, Orquesta Sinfónica Nueva Rusia, Orquesta Filarmónica Nacional de Polonia, Sinfonieorchester Basel, Virtuosi Italiani, Orchestra Sinfónica Siciliana, Kammerorchester Ingolstadt, Orquesta de Euskadi, Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Brussels Philharmonic y Orquesta Nacional de España.

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Concertino Friedemann Breuninger

Violines primeros Peter BielyAndreas TheinertAtsuko NeriishiAnnika BerscheidIsabel MelladoJulijana PejcicSei MorishimaPiotr WegnerJavier Gregori

Violines segundos Alexis AguadoMarc Paquin Joachim KopytoBerj Papazian Milos RadojicicIsrael de FrançaEdmon LevonWendy Waggoner

Violas Giovanni BrascioluKrasimir DechevJosias CaetanoMónica López Andrzej SkrobiszewskyAlejandra PoggioDonald Lyons

Violoncellos Arnaud DupontKathleen BalfeJ. Ignacio PerbechRuth EngelbrechtMatthias SternMarko L. de Vicuña

Contrabajos Frano KakarigiGunter VoglXavier AstorStephan Buck

Flautas Juan C. ChornetBérengère Michot

Oboes Eduardo MartínezJosé A. Masmano

Clarinetes José L. Estellés Carlos Gil

Fagotes Santiago RíosJoaquín Osca

Trompas Carlos CaseroEugenio Pérez

Trompeta Manuel Moreno

Trombón Celestino Luna

Timbal / Percusión Jaume EsteveNoelia Arco

Piano Ángel Jábega

Arpa Ceterni Fernández

Gerencia José Luis Jiménez

Mª Ángeles Casasbuenas(secretaria de dirección)

Programación Pilar García

Comunicación Pedro ConsuegraBeatriz González

Administración Maite CarrascoMª Angustias OrantesArantxa Moles

Producción Juan C. CantudoJesús HernándezMichel AyotteJuande MarfilAntonio MateosGabriel Pozo

Educación María A. Jiménez

SALVADOR MASDirector titular y artístico

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La Orquesta Ciudad de Granada es miembro de la Asociación Española de Orquestas Sinfónicas (AEOS) y miembro fundador de ROCE (Red de Organizadores de Conciertos Educativos)

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viernes 24 febrero 2012 Auditorio Manuel de Falla, 20.30 horas

CONCIERTO SINFÓNICO 9Franz Joseph HAYDNDivertimento en Re mayor, tema y variaciones

Wolfgang Amadé MOZART Sinfonía núm. 21 en La mayor, KV 134

Gaetano PUGNANISinfonía en Si bemol mayor

Wolfgang Amadé MOZART Sinfonía núm. 31 en Re mayor, “París”, KV 297

FABIO BIONDI violín y director

Con el patrocinio de

PRÓxImO CONCIERTO

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