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  • 8/2/2019 Comunicacin y emancipacin. Reflexiones sobre el giro linguistico de la Teora Crtica. (Wellmer)

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    Comunicacin y emancipacinReflexiones sobre el giro lingstico de la Teora Crtica"

    ALBRECHT WELLMERUniversidad de Constanza, RFA

    Partiendo de la s races hegelianas delpensamiento marxista, el autor intenta demostrar el reduccionismo implcito en el conceptomarxiano de praxiscon respecto a la dimensin simblicade la accin humana, as como sus con-

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    secuencias epistemolgicas y polticas.Como alternativa, defiende una reformulacin de los supuestos bsicos delmaterialismo histrico en trminos terico-comunicativos.

    En el ltimo captulo de los Manuscritos econmko-filosficos, titulado Crtica de la dialctica hegeliana y de la filosofa de Hegel en general, Karl Marx formula el principio para una crtica yreinterpretacinmaterialista de la fenomenologa hegeliana: Lo grandioso de la Fenomenologa hegeliana y de su resultado final-la dialctica de la negatividad como principiomotor y generador- es, pues, en primer lugar, queHegel concibe la autogeneracin del ser humano como un proceso, la objetivacin como desobjetivacin, como enajenacin y como superacinde esa enajenacin; que capta la esencia del trabajo y concibe al hombreobjetivo, verdadero porque real, como resultado de su propio trabajo. 1SegnMarx, pues, la desmitificacin de la filosofa hegeliana del espritu abre el camino para una interpretacin materialista de la historia universal como un proceso de autoproduccin del gnero humano mediante el trabajo. Marx le otorga a esa filosofa del trabajo la denominacinde naturalismo o humanismo, y la diferencia tanto del idealismocomo de las ms antiguas concepciones del materialismo - en particular del materialismo fisicista del siglo XVIII. Vemos aqu -sealaMarx- cmo el naturalismo realizado o humanismo se distingue tantodel idealismo como del materialismo y es, al mismo tiempo, la verdad

    * En U.Jaeggi IA.Honneth (eds.): Theorien des Historischen Materialismus. Francfort, Suhrkarnp,1917, pp. 465.500.El presente texto es una traduccin, realizada por FranciscoColom Gonzlez, de la versin alemana del original, redactado en ingls po r el autor. No obstante, ste ha concedido su beneplcito ala versin alemana y asume plenamente el contenido de la misma. El postscriptum de 1989 ha sidoescrito especialmente para la edicin espaola. [N. del T.J

    ISEGORA!l {1990l pp. 15-48 15

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    unificadora de ambos. Vemos, tambin, cmo slo el naturalismo es capaz de comprender la accin de la historia universals.? En la primerade sus tesis sobre Feuerbach, Marx resume lo que ha de entenderse porsemejante superacin simultnea del idealismo y del materialismo: Elprincipal defecto de todos los materialismos hasta la fecha (incluido elde Feuerbach) es el haber concebido la objetividad, la realidad sensible,nicamente bajo la forma del objeto o de la contemplacin, nunca comoactividad sensorial, como praxis, no de forma subjetiva. De ah que elaspecto activo de esta realidad fuese desarrollado por el idealismo enoposicin al materialismo, pero exclusivamente de forma abstracta, yaque el idealismo ignora de por s la actividad real y material como tal,"

    Ese aspecto activo de la realidad fue desarrollado por el idealismo, pues, comoMarx ha sealado, abstractamente, en el marco de unacrtica epistemolgica del empirismo. Por ello, cuando Marx opone la actividad real, sensorial a la actividad de una subjetividad creadora delmundo, como es la mantenida por la filosofa idealista, le concede al concepto de act ividad sensorial , como se ve, el status particular de unacategora bsica de carcter a la vez antropolgico y epistemolgico. Enla segunda tesis sobre Feuerbach, Marx acenta ms claramente la dmensin epistemolgica de esa categora: La cuestin de si al pensamiento humano le corresponde una verdad objetiva no es una cuestinde la teora, sino una cuestin prctica. Es en la praxis donde el ser humano debe demostrar la verdad, esto es, la realidad, el poder y la trascendencia de su pensamiento. La discusin sobre la realidad o irrealidaddel pensamiento -aislado de la praxis- es una mera cuestin escolstica," Con semejante formulacin, Marx estaba ya anticipando posiciones que tan slo seran posteriormente desarrolladas por la filosofa delpragmatismo.

    Lo interesante es, sin embargo, que Marx, en las tesis sobre Feuerbach, cuando describe ms precisamente la categora de actividad sensorial o praxis, no habla de trabajo, como haca en los Manuscritoseconmico-filosficos. Ms bien habla de actividad prctico-crtica ode praxis revolucionaria. Una lectura ms detenida de los Manuscritos revela que no se trata en realidad tanto de una diferencia objetiva cuanto de una diferencia de acentuacin, puesto que el concepto de trabajoque desarrolla Marx en los Manuscritos econmico-filosficos no coincide con el concepto de trabajo material ni econmico presente en el anlisis del capital. Ese primer concepto incluye todava todas las objetivaciones y alienaciones de las potencias esenciales del hombre en lasdiversas formas de actividad cognoscitiva y material. La filosofa del trabajo es una filosofa de la praxis en un sentido amplio, entendiendo praxis aqu en el sentido de una actividad vital por la que la humanidadcrea el mundo a la vez que se autoconstituye genricamente.16 ISEGORiA/l (19901

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    En todo caso, no es ninguna casualidad que Marx haya desarrolladoesa f ilosofa de la praxis en sus Manuscritos econmico-filosficos comouna filosofa del trabajo. Ello se corresponde plenamente con la lgicainterna de su reinterpretacinmaterialista de Hegel, donde aplica comoparadigma fundamental de la praxis en el sentido de produccin mate-rial el concepto de trabajo, entendiendo consiguientemente aqulla comoun proceso de alienacin de las potencias esenciales humanas.Me veoobligado aqu a renunciar al intento de demostrar la supuesta relacininterna entre la crtica marxiana de Hegel, por una parte, y el papel cen-tral desempeado por el trabajo productivo en su filosofa de la pra-xis." Quisiera por ello limitarme a esclarecer la tendencia reduccionis-ta implcita en el concepto marxiano de praxis en lo que se refiere a susconsecuencias epistemolgicas y polticas. Esta tendencia reduccionis-ta se contradice, en mi opinin, con el propio programa de un natura-lismo que pretende configurarse como verdad unificadora de mate-rialismo e idealismo.

    Tanto en su teora del materialismo histrico como en sus anlisishistricos y polticos concretos, Marx distingue analticamenteentre dosdimensiones del proceso de reproduccin social distintas entre s, aun-que dialcticamentevinculadas: la dimensin tecnolgica por una parte(

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    ofrecen, as, el paradigma del saber terico en general, de la misma for-ma que la relacin entre ciencia e industria sirve como modelo normativo para la relacin entre teora y praxis, as como para su posibleunidad."Como es evidente, la propia teora de Marx sobre el modo de pro-duccin capitalista, es decir, su crtica de la economa poltica, no se co-rresponde con el citado patrn epistemolgico. Esta teora es fundamentalmente una crtica: en cuanto anlisis de los mecanismos de crisisde las sociedades capitalistas asume la forma de crtica de la ideologa;en cuanto teora que investiga las condiciones y la gnesis de la explota-cin de una clase por otra, se configura como conciencia crt ica de unproceso revolucionario que ha de conducir a la supresin de esa explota-cin y de la alienacin. El programa marxiano de un naturalismo o humanismo distinto tanto del materialismo como del idealismo y constitutivo, a"su vez, de la verdad unificadora de ambos se encuentra realizadoen la crtica de la economa poltica, una teora, por lo dems, que noes cientfica ni filosfica en el sentido usual de esos trminos. Al igualque las teoras cientficas, la crtica de la economa poltica se ocupa dela investigacin y explicacin de fenmenos empricos comprobando losmismos con respecto a la experiencia y la prctica. Por otra parte, comocorresponde a las teoras filosficas, dicha teora se emplea en la cr ticade la falsa conciencia, es decir, en la crt ica de los autoengaos institucionalizados de la sociedad y del empleo ideolgico del lenguaje. Por todoello, la crtica de la economa poltica tan slo puede devenir una teoraprctica en calidad de agente inductor de un proceso de autorreflexin,es decir, como configuradora de una conciencia de clase. Consiguiente-mente, la praxis a la que esa teora aspira como objetivo y en la cual hade hacerse valer no consiste en la aplicacin tcnica de un saber nomo-lgico, sino en la praxis emancipatoria de una clase revolucionaria.En este punto se pone abiertamente de manifiesto la irresuelta ten-sin existente en l seno de la teora marxiana entre el carcter dialcti-co de la teora del materialismo histrico y de la crt ica de la economapoltica, por una parte, y sus supuestos antropolgicos y epistemolgi-cos fundamentales por otra. El descubrimiento de esa tensin internaentre los distintos niveles de la teora marxiana abre el camino, en miopinin, para una mejor comprensin de sus ambigedades." Esa reve-lacin abre igualmente el camino para una mejor comprensin -aunqueno para una explicacin histrica- de las deformaciones del marxismooficial desde los tiempos de la II Internacional, as como para una re-construccin de las intenciones bsicas de las distintas corrientes delneomarxismo ta l y como se desarroll, en contra del anterior, durantelos primeros aos veinte. En las siguientes pginas quisiera mostrar cmoafloran los problemas contenidos en el concepto marxiano de trabajo en18 SEGORA/1 (19901

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    algunos puntos crt icos de la historiade la teora marxista. A continuacin, es mi intencin mantener que la reformulacin habermasiana delos supuestos bsicos del materialismo histrico en trminos tericocomunicativos ofrece un punto de apoyo para la resolucin de los citados problemas.

    2Quisiera comenzar con algunas reflexiones sobre la concepcin engel-siana del materialismo dialctico. Es precisamente en la teora de Engels donde aparece de forma explcita la tendencia aorientar el materialismo histrico y l a c r ti ca de la economa poltica segn el modelometodolgico de las ciencias naturales. La revolucin industrial, y no larevolucin francesa - como para Marx- , constitua para Engels el pa-radigma fundamental de la revolucin." Por esta razn interpret de for-ma literal el trnsito al socialismo como una evolucin desde la utopahasta el nivel cientfico. Defendi as, decididamente, el socialismo cientfico como un sabe r versado en las regularidades subyacentes a todoslos procesos histricos y sociales, una ciencia que iba a posibilitar el con-trol cientfico de los procesos sociales de l a misma manera que el saberadquirido en las ciencias naturales posibilitaba el control y la manipulacin de los procesos de la naturaleza.

    En esa naturalizacin de la historia reside, como los crticos deEngels repetidamente han sealado, el punto central de su dialectizacin de la naturaleza, es decir, de su historizacin de la misma. Con-trariamente al materialismo histrico marxiano, el materialismo dialc-tico de Engels lleva a cabo una inversin literal de la dialcticahegeliana. Al igual que para Hegel, la dialctica es, para Engels, un principo motor, el principio motor de una substancia que garantiza la unidaddel mundo en general y la unidad de naturaleza e historia en particular.Sin embargo, esta substancia es, para Engels - e n cuanto principiounifcador-, la materia y no el espritu." Como resultado, el materialismo dialctico se transforma con Engels en una ciencia que t ienepor objeto las leyes generales de movimiento y desarrollo de la naturaleza, de la historia y del pensamiento. 10 Semejante interpretacin ontolgica de la dialctica tan slo puede conducir, bajo presupuestos ma-terialistas, a una naturalizacin de la historia y no a una historizacinde la naturaleza: el materialismo dialctico se transforma, as, en unametafsica naturalista. Esta dialctica materialista presupone, adems, una teora del conocimiento ingenuamente realista, esto es, predialctica, tal y como sera posteriormente desarrollada por Lenin consu teora del reflejo en el ensayo Materialismo y empiriooriticismo.La concepcin acrtica y ontolgica de la dialctica realizada por En-ISEGORA/1 11990) 19

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    gels ya no permite ninguna crtica de la ideologa: la ideologa se con-vierte ahora en una categora que designa los contenidos de conciencia engeneral. En palabras de Habermas: La dependencia de la conciencia res-pecto del ser social se transforma en un caso especial de la ley ontolgi-ca general segn la cual lo superior depende de lo inferior y, en ltimainstancia, todo depende del "substrato material?." Consecuentemente,el concepto de ideologa pierde el sentido estratgico de que gozaba enla teora de Marx: como categora denotadora de una falsa concienciaque reproduce correctamente, en su falsedad, la falsa realidad social,es decir, una categora que no debe reflejar un vnculo de carcter gene-ral entre materia y espritu, sino la relacin especfica entre crtica y re-volucin.'!El materialismo dialctico de Engels, aunque procede de una in-versin del idealismo hegeliano, no puede servir, obviamente, como ejem-plo de una apropiacin crtica de la dialctica hegeliana. Su concepcinde la teora materialista representa ms bien un retroceso a formas prekantianas de ontologa. Para Marx, por el contrario, la dialctica constituye esencialmente un concepto histrico: materialismo dialctico equi-vale a materialismo histrico. El concepto de dialctica, pues, no serapara l aplicable a la naturaleza en s, sino exclusivamente a la relacin(al intercambio de mater'ia) entre hombre y naturaleza, es decir, a lahistoria. Mientras que el materialismo histrico marxiano representa unadesmistificacin de la dialctica, el materialismo dialctico de Engelssignifica una remistificacin del materialismo: el materialismo se con-vierte con l, de nuevo, en metafsica.La metafsica materialista engelsiana se asienta sobre el hiposta-siamiento de mtodos cientfico-naturales. Su t eor a expresa en formade una ontologa materialista las consecuencias que se derivan de laasuncin l iteral del primado antropolgico-epistemolgico del concepto de trabajo en la teora de Marx. Expresado con otras palabras: exis-te una relacin latente entre el reduccionismo epistemolgico contenido en el concepto marxiano de trabajo y la ontologa materialista deEngels. No obstante, el correlato evidente de semejante ontologa materialista lo constituyen las interpretaciones objetivistas y deterministas del materialismo histrico y de la cr tica de la economa pol-tica que se impusieron entre los socialistas durante el periodo de laII Internacional.All donde las falsas interpretaciones objetivistas de la teora marxiana alcanzan un papel dominante, aparecen normalmente asociadascon una degeneracin de la praxis socialista. Ese t ipo de interpretaciones muestran una disolucin del vnculo existente entre teora y praxisy denotan, con ello, la ideologizacin de la teora marxista: la teora asume entonces una funcin legitimante de la poltica errnea mantenida

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    por un par tido o por su directiva. Irnicamente, las interpretaciones ob-jetivistas del marxismo pueden apoyar legitimatoriamente a dos formasopuestas y no obstante igualmente errneas de poltica socialista. Eltipo de interpretac iones que ident if ica a l marxismo como una teoracientfica versada sobre las leyes de bronce del desarrollo histricoen general y del capitalismo en particular posee un carcter intrnsecamente ambiguo. A partir de estas interpretaciones, puede deducirse tanto la innecesariedad de la poltica revolucionaria -puesto que el derrumbe del capitalismo es inevitable- como la posib ilidad de una gestinrevolucionaria de tipo tecnocrtico por par te de una vanguardia pol-tica, ya que el reino de la libertad se impondr automticamente cuandola forma de propiedad capital is ta sea superada y las fuerzas productivas se encuentren lo suficientemente desarrolladas. Las interpretaciones cientifistas del marxismo pueden legitimar, consiguientemente, tanto el oportunismo y el terrorismo como el activsmo tecnocrtic.o yel estalinismo. Obviamente, no puede hacerse responsable de los errores de la poltica socialista a malentendidos fruto de versiones sesgadamente objetivistas, Sin embargo, la cr tica de esas falsas interpretaciones constituye una par te importante de la cr tica poltica de la praxissocialista, por cuanto que los errores de sta se cimentaron con ayudade la interpretacin objetivista e ideolgica de la teora marxiana. Slopor esta razn sera ya importante una aclaracin de los fundamentosepistemolgicos del materialismo histrico. En los prximos apartados slo me ocupar, no obstante, de algunos argumentos de mayorpeso, amplitud y carcter sistemtico que confieren una cierta razonabilidad a la elaboracin de una teora epistemolgica del materialismo histrico.

    3Marx no supuso nicamente que el desarrollo del capitalismo generaralos presupuestos objetivos de una sociedad sin clases -desde la perspectiva del desarrollo de las fuerzas productivas y del inmenso crecimiento de la productividad del trabajo, elementos que posibilitaran la eliminacin de la escasez, Marx consider al capitalismo como un impulsoprogresista. Supuso, igualmente, que el capitalismo generara su propialgica de acuerdo con los presupuestos subjetivos de la autoemancipacin del proletariado. Marx esperaba que el asalariado libre y pauperizado se convirtiese en el sujeto consciente de una revolucin proletaria envirtud, por una parte, de la lgica interna de los procesos de mecanizacin y racionalizacin del trabajo y, por otra, de la necesidad de organizarse en contra de la explotacin capitalista. Sin embargo, la autoorganizacin del proletariado ha llevado ms bien, en los pases occidentales,ISEGORIA!1 (19901 21

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    a una estabilizacin del sistema econmico capitalista,mientras que lesrevoluciones han triunfado tan slo en pases ms o menos subdesarrollados, en donde el campesinado empobrecido ha constituido la basepopular del partido revolucionario en mucha mayor medida que un pro-letariado industrial altamente desarrollado. As como el proceso de in-dustrializacin capitalista no ha conducido de momento al socialismo,el socialismo s ha irrumpido como una va alternativa de industrializacin. Al igual que las formas establecidas de democracia capitalista sehan resistido con xito al triunfo de la democracia socialista, las formasestablecidas de socialismo burocrtico se han resistido con el 'mismo xitoa la irrupcin de un socialismo democrtico.No creo que esta constelacin histrico-universal de fuerzas refu-te el anlisis marxiano del capital. Tampoco creo que signifique laderrota definitiva del socialismo democrtico. S creo, sin embargo, queesta constelacin poltico-universal hace en cierta manera visible unlmite interno de la propia teora marxista: el materialismo histrico,en la forma desarrollada por Marx, no nos ofrece categoras suficien-temente selectivas para poder comprender la particular rigidez con quelas sociedades altamente industrializadas se resisten al desarrollo deuna alternativa histrica de sentido democrtico. En lo que respectaal engarce categorial de las distintas formas de racionalidad que, se-gn Marx, deben caracterizar respectivamente a los modos de pro-duccin socialista y capitalista, su teora da muestras de una ambigedad sistemtica. En mi opinin, la resolucin de esa ambigedaddebe conducir necesariamente, bien a una revisin del marco catego-rial del materialismo histrico - una revisin que revalidara la dis-tincin conceptual entre razn tcnica y razn prctica- o bien a unainterpretacin que sugiera algo muy distinto - una interpretacin que,atendiendo al amplio contexto terico de la obra de Marx, no seraautntica. Segn esa interpretacin inautnticas, la construccin deuna sociedad sin clases podra considerarse como la prosecucin delproceso racionalizador ya existente bajo las condiciones capitalistasde produccin. En unas condiciones que mantienen la propiedad pri-vada de los medios de produccin, ese proceso de racionalizacin de-bera chocar contra un lmite interno. La expropiacin de los expro-piadores y la dictadura del proletariado eran, consiguientemente, lospresupuestos para una prosecucin de ese proceso de racionalizacin-centralizacin de la produccin, incremento de la productividad deltrabajo y administracin de cosas en lugar del gobierno sobre perso-nas. Dicho con otras palabras: de acuerdo con esta versin latente dela teor a marxiana, el trnsito del capitalismo al socialismo equival-dra a la ampliacin del proceso de racionalizacin y de burocratizacin a todos los mbitos parciales de la sociedad, una versin que se22 ISEGORAI1 {19901

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    corresponde con la visin engelsiana de un control cientfico sobre todos los procesos vitales.

    Con anterioridad he sealado la falta de autenticidad de esta inter-pretacin de la teora marxista. Parece, sin embargo, como si el marcocategorial subyacente a la teora del materialismo histrico no permitie-se fundamentar los criterios necesarios para diferenciar la concepcinemancipatoria del trnsito del capitalismo al socialismo de una concepcin meramente tecnocrca."Me refiero a cuestiones como la diferencia entre saber reflexivo y saber productivo, o entre racionali-dad tecnolgica y racionalizacin en el sentido de democratizacin yemancipacin. Una teora en la que el concepto de trabajo productivo-desempea el papel de una categora antropolgica y epistemolgica central parece, adems, insuficiente para comprender los problemas generados en nuestro siglo por el engaoso triunfo del socialismo y por losefectos destructivos del capitalismo. Semejante teora es particularmenteincapaz de analizar las funciones ideolgicas asumidas en la actualidadpor la tcnica y por la ciencia en el proceso reproductivo de las socieda-des industriales.Como es sabido, MaxWeber haba predicho ya que el triunfo de unarevolucin socialista conducira ineludiblemente al triunfo de la buro-cracia y, con ello, a una mayor consolidacin de ese estuche de servidumbre tGehause der Horigkeits en el que, segn su opinin, est condenada a vivir la humanidad moderna. La prediccinweberiana no slomerece atencin porque formule adecuadamente la fuerza irresistible deuna necesidad histrica, sino porque expresa en igual medida una ant-tesis de la interpretacin histrica del socialismo realizada por Marx.Pero hay que preguntarse en primer lugar si se puede interpretar inequvocamente semejante anttesis como tal. En sus anlisis sobre los modernos procesos de racionalizacin y burocratizacin, sobre su lgica interna de progreso y su entrelazamiento dialctico con los procesos dedemocratizacin, Weber tematiza un problema que no fue reconociblepara Marx, un problema, sin embargo, que de una forma u otra se const ituy como punto central de referencia para las construcciones teri-cas neomarxistas desde los primeros aos veinte. ko que en un primermomento pareci representar un mero retorno al verdadero Marx, alMarx hegeliano, condujo finalmente a nuevas interpretaciones de larelacin entre la cr tica del idealismo y del materialismo. La crtica dela razn instrumental iba a desempear un papel central en esas nuevasconcepciones sobre lo que deba ser una teora materialista de la historia y de la sociedad.

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    4La emancipacin de la filosofa constitua para Marx el presupuesto detoda elaboracin de una teora crtica de la sociedad. Las ciencias naturales, por oposicin a la fi losofa, configuraban para l el paradigma deun saber terico capaz de demostrar permanentemente su verdad, esdecir, su realidad, poder y trascendencia en la praxis. Numerosos re-presentantes del neomarxismo desarrollado en los aos veinte partieronen cierta medida de premisas opuestas: con el retorno a la filosofa he-geliana o con la recepcin posterior de las filosofas de Husserl o Hei-degger, estos autores se estaban adhiriendo a la pretensin de elaboraruna crtica del cientifismo. Para ellos, la emancipacin de un cientifis-mo transformado en ideologa constitua la premisa fundamental parala reconstruccin de la teora marxista como crtica. Karl Korsch lo for-mul expresamente de esta manera. Con arreglo a esto, el peso de la cr-tica del idealismo pas a concentrarse sobre el materialismo positivista.Esta transformacin temticamostr que con el desarrollo del capitalismo y el avance del movimiento socialista, el centro de atencin teri-ca se haba desplazado hacia un aspecto de la alienacin que para Marxhaba carecido de significacin prctica. El anlisis de Lukcs de los ~ ( p r o -cesos de reificacin en la sociedad capitalista no es importante porquese trate de un ingenioso redescubrimiento del jovenMarx de los Manus-critos en los escritos econmicos del Marx maduro, sino porque repre-senta el primer intento por integrar crticamente la tesis weberiana dela racionalizacin en el seno del corpus marxiano. Lukcs interpret lateora deWeber con categoras propias de la-crtica de la economa pol-tica, pero semejante reinterpretacin acab transformando ambas teo-ras, la webcriana y la marxista. Con Lukcs, pues, la crtica de la tcni-ca y de la ciencia como ideologa (Habermas) comienza a sustituir encierto sentido a la crt ica de la ideologa del intercambio de equivalentes, una ideologa sta que haba perdido gradualmente su funcin Iegi-timatoria del capitalismo. De acuerdo con esto, la crtica de la economapoltica se iba a entender a partir de ah como una crtica de la razninstrumental.

    Quisiera aadir algunas consideraciones sobre el intento de Lukcspor reinterpretar el concepto weberiano de racionalizacin desde el marco categorial de la crtica de la economa poltica. Racionalizacin equi-vale ah a reificacin, y aparece como el aspecto ideolgico de la mis-tificacin analizada por Marx en el primer tomo de El Capital bajo elepgrafe del fetichismo de la mercanca. La dinmica interna de la re-lacin entre trabajo asalariado y capital, cuyo origen reside en el carcter mercantil del trabajo y que con el tiempo convierte todas las relacio-nes sociales en relaciones mercantiles, se transforma tambin as ea la

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    autntica portadora del proceso de racionalizacin. Cuando una socie-dad llega a organizar la satisfaccin global de sus necesidades [...] enla forma del trfico de mercancas, entonces, sentencia Lukcs, el prin-cipio de la mecanizacin y de la calculabilidad racional debe abarcar elconjunto de las manifestaciones vitales." De igual forma, la reificacinde la conciencia debe transformarse en un momento constitutivo del pro-ceso de reproduccin capitalista. Lukcs analiza, en primer lugar, la im-posicin universal de la racionalidad formal, no como una tendenciaque se corresponde con la irracionalidad del sistema tomado en su con-junto, s ino como expresin de una ideologa que oculta y legitima a lavez la relacin de poder subyacente a la relacin entre trabajo asalaria-do y capital.

    El bri l lante intento de Lukcs por integrar el anlisis weberiano delos modernos procesos de racionalizacin y burocratizacin en la crfti-ca de la economa poltica concluye de forma ciertamente ambivalente.Por una parte, al igual que posteriormente har Marcuse, critica las res-tricciones especficas del concepto weberiano de racionalidad, en dondelos problemas valorativos quedan excluidos de posibles procesos deracionalizacin, es decir, del mbito del discurso racionaL Desde estaperspectiva, el concepto weberiano de racionalizacin tan slo puedevincularse al de reificacin de una forma un tanto irnica: el conceptoweberiano expresa la ideologa que se corresponde con el proceso de rei-ficacin. Por otra parte, Lukcs presupone que la desvalorizacin de esaracionalidad particular que abarca sucesivamente a todas las mani-festaciones vitales del proceso de racionalizacin debe chocar de algnmodo con un lmite in terno que se hace visible y palpable en forma dedesintegraciones sociales y en la f racasada integracin de los subsiste-mas racionalizados en el conjunto del sistema sociaL Sin embargo, esosignifica, tambin, que Lukcs supone todava que las crisis econmicasmanifiestan con toda su obviedad la irracionalidad ltima del sistemacapitalista de acuerdo con los criterios de su propia racionalidad. Supo-ne, adems, que de esas crisi s se derivan necesariamente las condicio-nes objetivas de las que surgir la superacin tanto de la conciencia rei-f icada como de la forma capitalista de dominacin. Al igual que Marx,sin embargo, Lukcs es poco claro en la respuesta a cmo podra escin-dirse estructuralmente la racionalizacin substancial de los procesossociales de vida respecto de esa ampliacin de la racionalidad formal.La mera insercin de la tesis weberiana en el seno de la crtica de la eco-noma poltica no le proporciona los contraargumentos necesarios parapoder desvirtuar las conclusiones pesimistas que Weber extrajo del an-lisis de la relacin dialctica entre democratizacin y {( burocratza-cin: que la democracia socialista poda suponer el triunfo final de laburocracia.

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    El intento de Lukcs por hacer visible el contenido poltico-econmico especfico del proceso capitalista de industrializacin, un contenidooculto tras el abstracto conceptoweberiano de racionalizacin, formabaparte de una empresa ms amplia mediante la cual esperaba revalidarla dimensin filosfica de la teora marxiana. El hecho de que semejante intento fracasara se debe, irnicamente, a que la reconstruccin filosfica delmarxismo l levada a cabo por Lukcs supone, en algunos puntos, un retroceso hacia el idealismo objetivo. Precisamente en la medidaen que el materialismo histricoequivale a un idealismo objetivo puesto en pie, los problemas que entraa el reduccionismo latente de susfundamentos antropolgicos y epistemolgicos impiden su solucin mediante una recreacin de la dimensin hegeliana de la teora marxista. Parece ms bien corno si, en este aspecto, el materialismo histricoreflejase de nuevo los dficit tericos del idealismo objetivo. Eso significara que determinados momentos objetivistas de la tradicin tericamarxista se retrotraeran indirectamente hasta una herencia idealista queel marxismo nunca ha podido apartar completamente de s.

    Quisiera hacer referencia brevemente a otro de los motivos del fracaso del anlisis de Lukcs. Segn ste, la progresiva reificacin de laconciencia refleja la universalizacin de la forma mercanca en la sociedad capitalista. Esta universalizacin, sin embargo, procede supuestamente de la lgica interna de movimiento del capital. Pero, precisamente, en el momento en que Lukcs escribi Historia y conciencia de clase,la concepcin de una base econmica autnoma y en desarrollo pareca ya tericamente inadecuada. La creciente implicacin entre polticay economa, as como la progresiva interdependencia de investigacin ytecnologa, haba transformado en cierto grado la constelacin especfica configurada por la economa y la poltica en el capitalismo liberal.En semejantes condiciones, la relacin entre los subsistemas econmicoy poltico no poda determinarse ya sin ms como equivalente a la relacin existente entre una base y su superestructura. Los anlisis deWeber hacan referencia a una situacin en la que la penetracin recproca de los subsistemas econmico, poltico y cientfico se haba hecho ya claramente observable. Frente a esa nueva constelacin de base-ysuperestructura, las premisas de la cr t ica de la economa poltica ensentido estricto perdieron su validez. La nueva ampliacin de la racionalidad formal que se desprenda de esa transformacin, as como la amenaza que a partir de entonces desarroll el movimiento socialista, difcilmente podan ser analizadas desde las citadas premisas. Por eso, lapretensin de vincular directamente el proceso de reificacin con la universalizacin de la forma mercanca le impidi a Lukcs comprender plenamente la novedosa y particular especificidad de la ideologa tecnolgica analizada por l, as como sus especiales funciones en la fase

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    post-liberal del capitalismo. Como Habermas.ha mostrado, esta ideologase diferencia de las viejas formas de legitimacin, inc lu ida la ideologa burguesa del justo intercambio, porque en trminos generales ~ ~ e s -cinde, y en ese sentido despolitiza, los criterios organizativos de la convivencia de la propia regulacin normativa de la interaccin." La conciencia tecnocrtica no se vincula ya a la redencin de un contextomoral en categoras de ese mismo contexto moral. Ms bien expresa laeliminacin de la "moralidad" en general como categora propia de lasrelaciones humanas."El ncleo ideolgico de esta conciencia tecnocrtica consiste, paraHabermas, en la eliminacin de la diferencia entre tcnica y praxis.Por ello tampoco puede entendrsela por ms tiempo exclusivamentecomo una forma legitimatoria de la dominacin de clases. Esta conciencia cuestiona ms bien la dimensin de la racionaldad prctica en laque an se desenvolvieron todas las anteriores formas legitimatorias. Lacrtica de la ideologa tecnocrtica ya no puede, pues, pretender descubrir sencillamente en ella un contenido de clase. En primer lugar, debereproducir la dimensin de practicidad presupuesta por todas las anteriores ideologas. La nueva ideologa corre en detrimento de un intersque atae a una de las dos condiciones fundamentales de nuestra existencia cultural: el lenguaje y, ms concretamente, las formas de socializacin e individuacin mediadas por la comunicacin lingstica. Esteinters incluye la preservacin de un entendimiento intersubjetivo ascomo la creacin l ibre de una comunicacin de dominio. La concienciatecnocrtica diluye ese inters prctico en el proceso de ampliacin denuestra capacidad tcnica. La reflexin que exige esta nueva ideologadebe remontarse, pues, ms all de un inters de clase determinado histricamente y descubrir el nexo de intereses propio de un gnero, el humano, que se autoconsti tuye como tal.I?

    sLa nueva ideologa tecnocrtica se distingue de todas las anteriores formas de ideologa por el hecho de no slo reprimir el inters emancipatorio de una determinada clase; amenaza , adems, e l inters emancipatorio del gnero humano como tal. Esta es la tesis diversamente desar ro ll ada en su da por Th.W. Adorno, M. Horkheimer y H. Marcuse. A diferencia de Lukcs, estos filsofos fueron conscientes de que la transformacin de la crtica de la economa polt ica en crtica de la razninstrumental reflejaba en ltima instancia la transformacin histricadel capitalismo liberal en capitalismo organizado. Fue comn a todos ellosla idea de que con la gnesis del capitalismo organizado se haba creadoun universo cerrado de razn instrumental o racionalidad undimen-ISEGORIA}1 (19901 27

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    sional que amenazaba los impulsos emancipatorios de las masas opri-midas. Pero la diferencia entre los franefortianos y Lukcs puede hacer-se an ms clara. Si la reificacin universal de la conciencia (la progresiva instrumentalizacin de la razn) no es una mera expresin delmecanismo econmico de crisis que en el curso de la tendencia al derrumbe del capital ismo somete todas las dimensiones de la vida sociala la forma mercanca. Si esa cosificacin es, adems, expresin de unareorganizacin poltica del capitalismo que contrarresta con xito las tendencias autodestructivas del sistema, entonces la amenaza que el proceso de reificacin representa para los movimientos emancipatorios y parala conciencia revolucionaria de clase es mucho mayor de lo que Lukcs estaba dispuesto a admitir. Segn esta conclusin, la emancipacinpoltica de las masas no sera la consecuencia lgica de las progresi-vas contradicciones del capitalismo. Por el contrario, esa emancipacintan slo podra alcanzarse contrariando la lgica interna del desarrollocapitalista.

    Personalmente, no creo en la verdad de esta alternativa que acabaconfrontando al joven Lukcs con los tericos de la Escuela de Franc-fort. Esta interpretacin refleja enparte las diferentes situaciones histricas desde las que Lukcs, por una parte, y Adorno, Horkheimer y Marcuse por otra, reflexionaron sobre la reificacin de la conciencia. Almismo tiempo, esta contraposicin parece aludir a un problema irresueltoque las teoras de la Escuela de Francfort comparten con Lukcs y Marx.Tan slo puedo fundamentar aqu esa suposicin de forma esquemtica:resulta ciertamente desconcertante comparar los argumentos de Marxsobre la razn instrumental (es decir, sobre las ciencias naturales) conlas reflexiones correspondientes de la Escuela de Francfort. Mientras quepara Marx la razn instrumental constituye el paradigma de la raznautntica, de la razn no pervertida, para la Escuela de Francfort esa instrumentalidad representa el paradigma de la perversin de la razn. Mientras que para Marx la lgica interna del proceso de industrializacinapunta hacia la emancipacin social, ese mismo proceso conduce, paralos tericos de la Escuela de Francfort, hacia una nueva forma de servidumbre: la barbarie tecnocrtica. Creo que semejante discrepancia entre Marx y sus seguidores tericos no refleja tan slo la transformacinhistrica desde el liberalismo al capitalismo organizado. Ms bien pienso que esa discrepancia expresa, aunque con sntomas inversos, la repeticin del latente reduccionismo de la filosofa marxiana de la historiaen la filosofa de la Escuela de Franefort. En mi opinin, esto es algo evidente en la Dialctica de la Ilustracin de Adorno y Horkhemcr." Enella, la razn instrumental se convierte en la categora mediante la cualdebe comprenderse equilibradamente la doble dimensin del proceso histrico civilizatorio: la transformacin de la naturaleza externa (tecnolo-28 ISEGORIA!1 11990}

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    ga, industria, dominio de la naturaleza) y la transformacin de la natu-raleza interna (individuacin, represin, formas de dominio social). Deacuerdo con las premisas de este monismo antropolgico y epistemo-lgico, los tericos de la Escuela de Franefort parecen pensar de formams consecuente y radical que Marx: as como la transformacin de lanaturaleza externa genera la posibilidad objetiva para una sociedad liberada, la transformacin simultnea de la naturaleza interna destruyelas posibilidades subjetivas de la praxis emancipatoria, La reificacinde la conciencia, el precio por el sometimiento de la naturaleza externa, amenaza finalmente con destruir la subjetividad de los sujetos queempearon su propia emancipacin en el sometimiento de la naturale-za." Irnicamente, es aqu donde se desarrolla hasta sus ltimas consecuencias el reduccionismo latente de la filosofa marxiana de la historia.La emancipacin tan slo puede ser concebida ahora como descerraja-miento del cerrado universo de la razn instrumental. En cuanto negacin radical de esa razn, la emancipacin consistira tanto en la resurreccin de la naturaleza externa e interna como en el inicio de una nuevahistoria de la humanidad. Mientras que en la teora marxiana se da unatendencia a regatear la discontinuidad histrica existente entre una sociedad emancipada y el universo de la razn instrumental, la filosofade la Escuela de Francfort cae, por su parte, en el peligro de perder devista esa continuidad histrica que puede hacer exclusivamente del so-cialismo un proyecto histrico: la libertad se transforma ah en una categora escatolgica.

    6La reconstruccin habermasiana de los fundamentos del materialismohistrico ofrece, en mi opinin, una va de salida para las ambigedadesy antinomias del pensamiento marxista aqu sealadas.Habermas introduce explcitamente en la teora del materialismo histrico una distincin categorial que siempre haba estado implcita enlos anlisis concretos de Marx. ste discierne entre dos dimensiones distintas en cuyo seno discurre la reproduccin del gnero humano comotal: un proceso acumulativo de desarrollo tecnolgico (fuerzas producti-vas, procesos de trabajo) y un mbito en el que se despliegan formas dedominio, luchas de clases y procesos emancipatorios (relaciones de produccin). Habermas ha demostrado que esta distincin categorial tan slopuede desarrollar consistentemente todas sus implicaciones epistemo-lgicas si se reformula en un nivel ms abstracto como distincin entreuna accin instrumental o intencional-racional, por una parte, y unaaccin comunicativa. La introduccin de esta distincin supone dividir el concepto marxiano de actividad sensorial en dos componentesSEGORrA/1 11990} 29

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    irreductibles entre s: el hombre en cuanto animal productor de herra-mientas y en cuanto animal lingstico. Como se ha visto, esta distincinresulta necesaria si se desea poder reconstruir los procesos histricose interdependientes del desarrollo tecnolgico e institucional sin que sedifumine la diferencia entre progreso tcnico y emancipacin poltica oentre ciencia y crtica. Tan slo entonces podremos comprender adecua-damente esa particular dialctica de la Ilustracin (HorkheimerlAdor-no) por la que la racionalidad cientfica, concebida en un principio comocrtica y emancipacin de estructuras de dominacin atrofiadas dogm-ticamente, acab convirtindose finalmente en una amenaza para la ra-zn prctica. Dicho con otras palabras: la distincinmarxiana entre fuer-zas productivas y relaciones de produccin debe ser reconstruida de ta lmanera que haga valer plenamente el significado epistemolgico del con-cepto de actividad sensorial. Eso significa que el reduccionismo latenteen el concepto marxano de trabajo productivo ha de ser superado conayuda de la distincin analtica anteriormente mencionada. Slo enton-ces ser posible determinar ms exactamente el contenido ideolgico delconcepto weberiano de racionalizacin, Con respecto a la distincinentre accin instrumental y accin comunicativa, deberamos ade-ms discernir entre dos procesos de racionalizacin histricamente vincu-lados entre s pero categorialmente distintos. La racionalizacin sig-nifica, en la dimensin de la accin instrumental, una extensin delmbito de la accin tcnica y un incremento de las capacidades de direc-cin y clculo de los procesos sociales. En la dimensin de la accin co-municativa, por su parte, la racionalizacin se identificara con los pro-cesos de emancipacin e individuacin, as como con la correspondienteampliacin de las esferas comunicativas libres de dominio: As comola accin instrumental se corresponde con la coercin de la naturalezaexterna y el nivel de las fuerzas productivas determina el volumen deldominio tcnico sobre las fuerzas de la naturaleza, la accin comunicativa responde al sometimiento de la naturaleza propia: en este caso esel marco institucional quien determina el nivel de represin ejercido porlos poderes sociales y pol ticos . La emancipacin de una sociedad res-pecto de las fuerzas de la naturaleza se debe a los procesos de trabajo,es decir, a la produccin de un saber tcnicamente evaluable (incluidala transformacin del saber tcnico en maquinaria). Por otra parte, laemancipacin frente a la coercin ejercida por la naturaleza interna de-pende del grado en que las instituciones detentadoras del poder sean sus-tituidas por una organizacin del trfico social vinculada exclusivamen-te a una comunicacin libre de dominio. Esto no es posible en virtud dela accin inmediata de las fuerzas productivas, sino de la accin revolu-cionaria dc las clases en lucha (incluyendo ah la actividad crtica delas ciencias). Ambas categoras tomadas en conjunto posibilitan 10 que30 ISEGORIAI1 (1990)

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    Marx, interpretando a Hegel, denomina el acto de autoproduccin delgnero."7

    Hasta aqu he expuesto la distincin habermasiana entre accin instrumental y accin comunicativa como parte de un intento que pretendeaclarar las pretensiones tericas y los fundamentos epistemolgicos delmaterialismo histrico. Este intento se ha hecho necesario como respuesta a una nueva constelacin histrica en la que la ciencia no slo ha irrumpido en la produccin y con ello se ha convertido, por as decirlo, en lafuerza productiva de las fuerzas productivas. En esta fase histrica,la ciencia y la tcnica han asumido adicionalmente el opaco carcter deuna ideologa que penetra todos los mbitos. La diferenciacin categorial entre accin instrumental y accin comunicativa debe revalidar la distincin existente en el seno del materialismo histrico entre razn tcnica y razn prctica, entre saber productivo y saber reflexivo y.por ltimo, entre racionalizacin y emancipacin. Las consideraciones realizadas hasta el momento indican que una adecuadareconstruccin del materialismo histrico presupone el desarrollo de unateora lingstica adecuada."Me gustara aclarar brevemente cmo afecta semejante intento reconstructivo al programa marxiano de crtica del idealismo y del materialismo. Hasta el momento, tan slo he acentuado la cr tica que esa reformulacin analtico-lingstica del materialismo histrico implicafrente al materialismo positivista, es decir, su crtica del cientfismo, Todava restara demostrar en qu medida semejante reformulacin del materialismo histrico incluye una crtica deLidalismo.

    Ms exactamente, esa crtica del idealismo' se articula en dos pasos:el primer paso est ya dado al traducirla problemtica de una filosofade la conciencia en una filosofa del lenguaj" Esa t raduccin, sin embargo, no es un logro atribuible al materialismo histrico, sino a la filosofa de este siglo -quiz su logro terico ms significativo. El segundopaso debe darse en el mbito de una filosofa del lenguaje, en concretocomo crtica de l as d is tintas formas de ideal ismo lingstico y hermenutico. Con estas indicaciones no pretendo esbozar nicamente el marcoreferencial para mis prximas consideraciones. Deseo aludir tambin auna segunda tradicin terica frente a l a cual el intento reconstructivohabermasiano se comporta crticamente: la crtica post-hegeliana de la razn histrica. Esta tradicin, que se retrotrae en particular hasta Diltheyy los neokantianos de Marburgo, se vio renovada durante el presente siglo por las filosofas hermenutica, fenomenolgca y analtico-lingstica. Estas filosofas coinciden en suponerles a las ciencias naturales y cul-ISEGORAI1 (1990) 31

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    turales unos fundamentos metodolgicos y epistemolgicos distintos.La interpretacin dualista hecha por Habermas del concepto marxiano de actividad sensorial recoge ese dualismo metodolgico, si bienlo trasciende en un aspecto importante, como a continuacin demostrar.

    8Segn Habermas, la distincin entre accin instrumental y accin co-municativa remite a un marco de referencia de carcter cuasi-trascendental, en cuyo seno se construye la realidad social y se adquiere co-nocimiento." La accin instrumental-como categora epistemolgicarepresenta el inters cognoscitivo por un saber nomolgico. En el sistemareferencial de esa accin instrumental se objetiva - s e construye-larealidad como naturaleza en el sentido kantiano, es decir, como existencia (Dasein) de la s cosas mediante leyes generales. La accin comunicativa, por el contrario, representa el inters cognoscitivo por una comprens in rec proca y el inters prct ico por la preservacin de unaintersubjetividad permanentemente amenazada. As, en el sistema refe-rencial de la accin comunicativa, la realidad se constituye como un con-texto intersubjetivo de sujetos que actan y hablan. Mientras que la ac-cin instrumental responde a la polaridad de sujeto y objeto, la accincomunicativa atiende a la reciprocidad de un yo y un alter ego; Lascategoras epistemolgicas de la accin instrumental y comunicativarepresentan, pues, la diferencia entre el saber nomolgico y el saber inst rumental por una parte, y el saber reflexivo y hermenutico por otra.Esas categoras reflejan, adems, la distincin metodolgica entre cien-cias naturales y ciencias del espritu. Quisiera mostrar l a maneraen que esa diferenciacion metodolgica entre ciencias naturales y cien-cias de l espritu, una distincin que ha perdurado hasta el da de hoycomo objeto de amargas controversias, sobre todo en la filosofa de lasciencias sociales, ha s ido asumida, modificada y criticada por Habermas.r'

    Dilthey y los neokantianos de Marburgo intentaron de distinto modoprestar a las ciencias histricas el mismo servicio que Kant prestara ensu da a las ciencias naturales, es decir, aportar las condiciones de posibilidad para una ciencia de la historia en el marco de una crtica de larazn histrica. Estos intentos condujeron en primer lugar a un importante resultado: hicieron ver que una crtica de la razn histrica no puedetener lugar en el marco de una filosofa de la conciencia. De acuerdo conello, Dilthey, el ms importante de'estos filsofos, evolucion en sus lti-mos escritos desde una teora psicolgica de las ciencias naturales hasta una teora hermenutica de las mismas. Los neokantianos, sobre todoH. Rickert, intentaron conservar de manera distinta a Dilthey el punto

    32 15EGORA/l (1990;

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    de vista de la filosofa trascendental y ampliar al mismo tiempo al mbito del conocimiento histrico la crtica epistemolgica de Kant. Pero esteintento demostr claramente que el traslado del procedimiento kantiano a ese mbito resultaba imposible aun cuando se partiese del supuesto de que el problema kantiano de la constitucin haba sido resueltosatisfactoriamente por este autor en el caso de las ciencias naturales. Elobjeto de las ciencias histricas no puede concebirse, pues, como si estuviese constituido por un sujeto trascendental, tal y como Kant supusopara el objeto de las ciencias naturales: como ya Hegel saba, el sujetotrascendental se enfrenta en la historia a su propia gnesis. La dimensin en que se constituyen los acontecimientos y objetos histricos necesitados de explicacin es precisamente la misma dimensin en que seconstituye empricamente el sujeto trascendentaL El hecho de que estodeba aparecer como una paradoja desde la perspectiva de una crtica epistemolgica trascendental no supone ninguna objecin seria: en la paradoja se muestran ms bien los limites de la filosofa trascendentaL Elintento de Rickert por i r ms a ll de Kant, manteniendo a la vez la perspectiva de una filosofa trascendental, estaba condenado al fracaso pormotivos similares a los de l posterior intento de Husserl por reconstruirla constitucin del alter ego y del mundo de la vida humano de formatrascendental-fenomenolgica. Ambos intentos dieron por supuesto lo queya Hegel haba rechazado como una presuncin insuficiente y acrticaen Kant: que una conciencia solipsista trascendental y sus rendimientospodran aportar la fundamentacin de la crtica del conocimiento. Unacrtica de la razn histrica no puede fundamentarse desde el marco dela distincin kantiana entre lo trascendental y lo emprico; puestoque; en la dimensin de los hechos histricos, lo emprico asume unasignificacin trascendental, y viceversa. El sujeto trascendental esun momento y no el fundamento ltimo de la intersubjetividad emprca. Desde la perspectiva de una crtica trascendental del conocimiento,nos encontramos aqu con un dilema irresoluble. Por el contrario, la relacin especfica entre subjetividad e intersubjetividad, entre lo trascendental y lo emprico, se torna comprensible si escogemos comopunto de referencia del anlisis crtico del conocimiento la estructurasingular de la comunicacin coloquial y no los rendimientos de una conciencia trascendentaL La evolucin de la filosofa de Dilthey -desde unateora psicolgica de las ciencias del espritu a una de carcter hermenutico- muestra de forma tan clara como el desarrollo del neokantismo (Cassirer) o de la fenomenologa (Heidegger), el necesario trnsitodesde el mbito de la conciencia al del lenguaje con que se enfrenta unafilosofa post-hegeliana cuando el problema de la historia, ya sea comoproblema del conocimiento histrico o como historicidad del conocer,se desliza hasta el centro de atencin. Por otra parte, resulta igual de sigISEGORAI1 09901 33

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    nificativo el hecho de que en el seno de la tradicin filosfica analticatan slo pudiese desarrollarse una ecrtica de la razn histrica (comomuestra el ejemplo de P. Winch)24 tras haberse completado, en particular por la influencia de Wittgenstein, el trnsito desde la filosofa del len-guaje empirista y constructivista al anlisis filosfico del lenguaje co-loquial.

    9El trnsito desde la filosofa de la conciencia a la filosofa del lenguajeha transformado el problema kantiano de la constitucin. A'fin de acla-rar este aspecto, quisiera mantener la tesis de que las categoras de laaccin instrumental- y comunicativa denotan dos mbitos de refe-rencia cuasi-trascendentales en los cuales se constituye la realidad y seadquiere el conocimiento. En lo que se refiere a la categora de la ac-cin instrumental. su interpretacin trascendental parece cobrar unaclara significacin. El propio Marx parece insinuar algo semejante enalgunas consideraciones dispersas, particularmente en las tesis sobreFeuerbach, pero esta interpretacin tan slo fue desarrollada sistemticamente en el seno de la reconstruccin pragmatista de la crtica trascendental del conocimiento realizada por Charles S. Pierce. Cuando sele asigna al crculo funcional de la accin instrumental un rol constitutivoen el conocimiento de la naturaleza, se ve tambin claramente que la re-lacin entre accin instrumental y accin comunicativa -entendidasambas como categoras crtico-epistemolgicas- debe ser asimtrica,puesto que mientras la primera goza de una significacin trascendentalen el sentido kantiano, no sucede lo mismo con la categora de la ac-cin comunicativa. Aunque la construccin de un mundo en el mbito de la accin instrumental se encuentra mediada por un proceso deproduccin material, la constitucin (trascendental) de la naturaleza-noequivale a la produccin de la misma. Por el contrario, la accin comunicativa, es decir, la interaccin mediada simblicamente, no designa tanslo un marco trascendental de referencia en el cual se constituye la rea-l idad histrica como objeto de conocimiento. Designa ms bien un pro-ceso emprico por el que se engendra la realidad histrica, es decir, porel que se constituye la realidad en el sentido literal de la palabra. Ac-cin instrumental y accin comunicativa designan dos dimensionesdiferentes del proceso de autoproduccin del gnero humano. La constitucin de la sociedad y de la naturaleza como objetos de conocimientoimplica a su vez la produccin de un autntico mundo: el mundo de larealidad histrica. Eso significa, frente a Kant, que la constitucin -entendida terico-cognoscitivamente- de un mundo de experiencia no esslo un aspecto emprico, sino un elemento estructural bsico de todas34 ISEGORAI1 (1990)

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    las sociedades humanas. La representacin del mundo, de s misma y dela propia praxis forma parte de la propia estructura de la sociedad comocontexto de interaccin mediado simblicamente.

    10Debe quedar claro que esta interpretacin cuasi-trascendental de lossistemas referenciales relacionados entre s de la accin comunicativa-yde la accin instrumental ha de distinguirse del trascendentalismo propio de una filosofa neokantiana o fenomenolgica de la conciencia. Sinembargo, no he demostrado hasta el momento en qu medida el giroactivo-comunicacioual del problema de la constitucin de la realidad puede aportar una fundamentacin epistemolgica para el materialismo histrico. Tras haber sealado cmo una crtica de la razn histrica exige el trnsito desde una filosofa de la conciencia hasta una filosofa dellenguaje, resta todava por acometer un segundo paso en la crtica delidealismo. Este paso ha de asumir la forma de una crtica del idealismohermenutico y lingstico-analtico.

    Esta forma de idealismo se caracteriza por creer imposible la elaboracin de teoras que puedan cuestionar crticamente el anlisis cientfico-social de los grupos o de los individuos actuantes mediante explicaciones funcionales o causales de la falsa conciencia. La principal objecin hermenutica frente a una crtica de la ideologa podra exponerse de la siguiente forma: puesto que la realidad social e histrica es unarealidad esencialmente mediatizada por smbolos, es decir, se encuentra organizada lingsticamente, los objetos y datos de los anlisis sociolgicos e histricos gozan de una significacin extrema. Por lo tanto,stos nicamente pueden convertirse en objetos y datos del anlisis social en la medida en que se considere su sentido tomndolos por s mismos. El sentido propio de los objetos y datos cientfico-sociales se encuentra determinado, sin embargo, por el contexto simblico de una formade vida cuyos momentos estn constituidos por esos mismos elementos.Ese sentido est determinado, en definitiva, por la relacin interna deun (juego lingstico con respecto a una totalidad, y por eso el mtodoexclusivo para su investigacin es el de la comprensin hermenuticao el anlisis lingstico. El nico marco referencial posible para semejante investigacin es, pues, el propio juego lingstico a investigar. Paraun anlisis emprico que pretende la comprensin de la realidad socialno existe, segn esto, ninguna instancia explicativa ms all de las relaciones internas de sentido accesibles, en principio, a todos los sujetosactuantes y con las cuales se vinculan entre s los participantes en unjuego lingstico.

    Esta concepcin discute la posibilidad de reconstruir tericamenteISEGORA/1 (1990) 35

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    un sentido objetivo impuesto por los procesos histricos a los sujetosactuantes y de cuestionar, as, crtico-ideolgicamente las propias interpretaciones de los actores. Para Habermas, el idealismo de la posturahermenutica expuesta aqu de forma simplificada, de la cual los trabajos de P.Winch constituyen un ejemplo, consiste en la inadecuada idea-l izacin de la organizacin lingstica de las relaciones sociales. Estaidealizacin se refiere a tres aspectos distintos, aunque relacionados en-tre s, de la interaccin mediada lingsticamente. Se trata 1. de una idea-lizacin de la consistencia y comprensibilidad de la comunicacin ordi-naria; 2. de una idealizacin del mbito de accin de esa comunicaciny 3. de la idealizacin del carcter de los acuerdos normativos operantes en la interaccin. Me gustara aclarar brevemente el significado deestas tres idealizaciones:

    1. Por consistencia de la comunicacin ordinaria entiendo una co-nexin consistente entre expresiones lingsticas, expresiones no verbales y acciones. La idea de que la interaccin social pertenece, como me-dio, a la estructura del lenguaje, de que las expresiones lingsticas, lasexpresiones corporales y las acciones se interpretan recprocamente, es-taba ya contenida en los ltimos escritos de Dilthey, pero fue desarrollada fundamentalmente por el ltimo Wittgenstein. Sin embargo, la asuncin de que el vnculo interpretativo y la relacin sustitutoria entre estostres elementos de la accin comunicat iva son consistentes en todos losniveles de la interaccin social supone una idealizacin inadmisible delas mismas. Debemos tener en cuenta, por ello, que las inconsistenciasy contradicciones fcticas del sistema ordinario de comunicacin agrietan el continuum de un contexto de interaccin por lo dems coherentey comprensible. All donde esas contradicciones e incoherencias se hacen habituales, una parte del contexto social se torna incomprensible paralos propios actores y hablantes.2. Esa incomprensibilidad de parte del contexto lingstico de interaccin para los propios actores da fe de que la interaccin est distorsionada. Semejante incomprensibilidad seala las limitaciones sistemticas a que se ve sometida tanto la articulacin lingstica demotivos, in-tereses y necesidades como el tratamiento de determinadas cuestionescrticas. A causa de esas limitaciones existen determinados significa-dos que -como dira Habermas- se ven sistemticamente excluidosde la comunicacin pblica, significados que, por ello, tan slo puedenaparecer en la comunicacin como fragmentos de un texto mutilado. Lainconsistencia e incomprensibilidad de los significados comunicados esindicio de una limitacin sistemtica de la comunicacin.3. Esta l imitacin de la comunicacin es, a su vez, tan slo el indi-cio de un consenso aparente sobre las convicciones y normas que set ienen generalmente por verdaderas y justas en una sociedad. El36 ISEGORA/1 (1990)

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    hecho de que determinadas sentencias sean reconocidas generalmentecomo verdaderas y determinadas normas como justas parece indicar, enprincipio, la existencia de un consenso no forzado. No obstante, nadanos da derecho a suponer que en una sociedad las convicciones domi-nantes sean el resultado de un proceso irrestricto de aprendizaje y, portanto, la expresin de un consenso libre de coercin. Ms bien debemossuponer que bajo las condiciones de una comunicacin sistemticamen-te distorsionada, las convicciones y normas fundamentales de una so-ciedad, la s reglas bsicas de su juego lingstico, por as decirlo, tie-nen al menos la funcin parcial de enmascarar y legitimar la restriccinde la comunicacin.

    Las tres idealizaciones hermenuticas anteriormente menciona-das seran correctas nicamente si los contextos vitales investigados poruna ciencia social comprensiva se correspondiesen con la norma de unacomprensin intersubjetiva libre. Esa norma, sin embargo, en la medidaen que es externa a la estructura de la comunicacin ordinaria, sealaen realidad un punto de referencia que se encuentra situado ms all dela totalidad concreta de determinados juegos lingsticos, un punto conrespecto a l cua l podran cuestionarse crticamente las relaciones de sen-tido encarnadas en el lenguaje y las interpretaciones que los actores ha-cen de s mismos.

    Es precisamente la relacin interna que cada sociedad mantiene conrespecto a esa norma de la l ibre intersubjet iv idad lo que permite a lasciencias sociales cuestionar las autointerpretaciones de los grupos e in-dividuos, as como poner al descubierto tanto sus autoengaos como lafuncin racional de la falsa conciencia. La integracin de una filoso-fa hermenetica bien entendida en el seno del materialismo histricono significa en absoluto un retorno al idealismo. Significa ms b ien unesclarecimiento del sentido y de las condiciones de posibil idad de unateora materialista de la soc iedad y de la historia. Mediante el giro lin-gstico de la teora crtica, las relaciones polticas y econmicas de po-der, es decir , las relaciones de opresin y explotacin, no quedan dilui-das en meras vinculaciones gramaticales. Precisamente, por cuanto quese las analiza como relaciones mediadas lingsticamente, se tornan com-prensibles como relaciones que expresan un juicio sobre s mismas: comorelaciones, pues, que merecen sucumbir.

    11Tanto el materialismo empirista como el idealismo hermenutico des-cansan en unos supuestos sobre la estructura social de l a rea lidad queson opuestos entre s y, en igual medida, falsos. Mientras que los empi-ristas asumen que la historia humana sigue desenvolvindose todava enSEGORIA/l f1990l 37

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    el cerrado crculo funcional del comportamiento animal, los idealistashermenuticos mantienen la idea de que el conjunto de la historia se corresponde con la imagen de la humanidad que se refleja en cada palabrahablada. Ambos, materialismo empirista e idealismo hermenutico, sonincapaces, por razones complementarias, de lograr un concepto adecuado de la historia: ambos dan por sentadas de una vez y para siempre unasestructuras bsicas de la realidad social, como si nicamente al comienzo de la historia -e n el caso de los empiristas- o al final de su prehistoria -en el caso de los hermeneutas- pudiera concebirse coherentementeuna humanidad emancipada. Por esta razn, ambas concepciones de lasciencias sociales poseen tan slo una parte de la verdad. El procedimientohermenutico de anlisis de sentido es necesario, puesto que cada realidad histrica es significativa de por s y mantiene su propia relacin conla idea de una intersubjetividad libre de coercin. Los mtodos objetivistas de anlisis funcional o causal son tambin necesarios porque el sentido de la his toria siempre cristaliza tras las espaldas de los sujetos quela forjan con voluntad y conciencia. Elmaterialismo histrico bien entendido consiste meramente en la elaboracin prct ica de esa verdad.No puedo entrar a discutir en este ensayo las consecuencias metodolgicas que se derivan de una reconstruccin de los fundamentos epistemolgicos del materialismo histrico en el sentido aqu citado. Pesea todo, s me gustara sealar una consecuencia particularmente relevante que afecta a la relacin entre teora y praxis. Anteriormente, he indicado que la objetivacin cientfica (o psicolgica) de la realidad nopuede emanciparse plenamente de los procedimientos interpretativos propios de un anlisis hermenutico. Puesto que los datos elementales delos anlisis cientfico-sociales se constituyen como fenmenos significativos por s mismos, esos datos tan slo son accesibles como tales en elseno de una totalidad cuyo sentido explcito se determina en el juego lingstico correspondiente. Cuando ese juego lingstico nos es ajeno - t a ly como suele suceder en el caso de la antropologa cultural-, el anlisishermenutico representa un paso primero y necesario para la identificacin y explicacin de los datos.

    Esa particular dependencia de los mtodos objetivantes de las ciencias sociales respecto de los procedimientos hermenuticos o del acuerdo previo de los cientficos sociales no determina unvocamente el sen-tido de la objetivacin de la realidad social. Por una parte, esa objetivacin puede entenderse en analoga con los mtodos objet ivantes de lasciencias naturales - e n el sentido de las teoras y explicaciones causales, funcionales o sistemticas: las ciencias sociales producen entoncesun saber que puede ser utilizado tecnolgicamente para el gobiernode la sociedad. Esa posible funcin de la objetivacin cientfica de la realidad social se corresponde con la visin engelsiana de una ciencia so-38 JSEGORA/1 (1990)

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    cial capaz de controlar y regir los procesos sociales de forma similar alos procesos naturales. Por otra parte, sin embargo, esa objetivacin puedeasumir un sentido hermenutico). Sirve entonces para cuestionar lasautointerpretaciones de los individuos obje tivados a f in de descifraras el sentido oculto, la gramtica profunda, de sus interacciones. Semejante gramtica profunda de las relaciones sociales, ta l y como Marxdemostr en la relacin entre trabajo asalariado y capital o Freud en losdeseos inconscientes del neurtico, puede ejercer una presin cuasicausal sobre los procesos vitales de las sociedades o de los individuos,El anlisis de esa gramtica profunda hace que se transparenten lasdistorsiones comunicativas que se ocultan t ras la gramtica superficialdel lenguaje como expresin de relaciones de poder institucionalizadaso interiorizadas. Este descifrado de los mecanismos cuasi-causales quedeterminan el comportamiento de los individuos a sus espaldas no sirvepara ampliar el campo de accin de los controles y del gobierno sociaLMs bien sirve para derribar semejantes mecanismos, es decir, para unadesnaturalizacin de la historia - s i la naturaleza se entiende aquen su sentido kantiano, como existencia de objetos determinada por leyes generales. La objetivacin de la realidad social acta en este caso,podramos decir, en favor de un inters emancipatorio. Las objetivaciones cientficas de este t ipo detentan, as, una funcin crtica. Atraviesanla gramtica superficial de un juego lingstico para hacer visible laviolencia social incorporada en sus relaciones gramaticales profundas.Estn en favor del inters por la ampliacin de la autonoma individualy por la disolucin de las relaciones sociales de poder. Sin embargo, unaciencia social crtica en este sentido nicamente puede ser genuinamente prctica) en la medida en que desencadene procesos de reflexin- una reflexin que constituira el primer paso hacia la emancipacinprctica. Ese tipo de ciencia no engendra un saber evaluable en trminos tcnicos, sino tan slo prcticamente, La pretensin de veracidadde una ciencia social crtica en este sentido nicamente podr ser redimida en la medida en que los individuos emancipados puedan reconocer los problemas de su vida pasada en las explicaciones objetivantesaportadas por dicha ciencia.

    12Con los objet ivos fijados aqu como meta de una ciencia social crticano se ha agotado en absoluto el programa terico del materialismo histrico. Este programa aspira a una reconstruccin de la historia del gnero humano, es decir, a configurarse como una teora de la evolucinsocial. He mostrado aqu (ver sobre todo las secciones 6-9) que la reformulacin habermasiana de ese programa constituye un intento por ha-ISEGORA/1 (1990) 39

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    cer valer sin restricciones la dimensin de la crtica epistemolgica enel seno de una concepcin materialista de la historia. Desde este puntode vista, la reformulacin lingstico-analtica de una ciencia social crtica significa un intento por presentar la crtica de la ideologa como rplica a la crtica gnoseolgica idealista. La crtica del conocimiento enel sentido kantiano o hegeliano aspira a ser algo ms que la mera destruccin de la falsa conciencia. Pretende ser, ante todo, una reconstruccin reflexiva de las estructuras cognitivas que determinan la posibilidaddel conocimiento verdadero.f Marx crey haber superado definitivamente esta problemtica de la crtica idealista del conocimiento transformndola en una crtica materialista de la ideologa. Sin embargo, sufundamentacin del materialismo histrico fue particularmente poco incisiva en el preciso momento en que, junto con los supuestos idealistasde la crtica del conocimiento, abandon la idea de una reconstruccinreflexiva del conocimiento en generaL Esta carencia se encuentra directamente relacionada con la reduccin del saber reflexivo y prctico a unsaber productivo, reduccin sta implcita en las premisas fundamentales del materialismo histrico. En semejantes circunstancias, Marx tanslo poda concebir una historia interna del espri tu en la esfera delas fuerzas productivas, es decir, en el mbito del correspondiente sabertcnico. Pero si las reflexiones hasta aqu desarrolladas son ciertas, esosignificara que con la reconstruccin materialista de la historia se estara recortando una importante dimensin de la historia interna del espritu: la de los procesos de aprendizaje genrico que discurren segn unalgica propia. Se trata , en definitiva, de la dimensin del propio saberprctico, es decir, de los procesos de aprendizaje que se expresan anivel institucional y en forma de conciencia moral y religiosa en los individuos. Sin embargo, si esos procesos de aprendizaje no pueden retrotraerse hasta los procesos equivalentes que discurren en el marco de laaccin instrumental, entonces la teora evolucionista del materialismohistrico sufre en cierta manera una modificacin y acaba adoptandolos rasgos de una Fenomenologa del Espritu de carcter materialista.Esto significa, ms concretamente, que con una teora materialista dela historia se puede recuperar un elemento de la reconstruccin racional de las estructuras cognitivas y de su gnesis en la cr tica idealistadel conocimiento. La revisin de los fundamentos epistemolgicos delmaterialismo histrico lleva, consiguientemente, a una nueva comprensin de su significado. Si la crtica idealista del conocimiento ha de verse superada por una teora materialista de la historia, entonces la destruccin crtico-ideolgica de la falsa conciencia ha de vincularse en esembito a otros elementos referenciales. Tal es el sentido de la reconstruccin lgico-gentica de las estructuras cognitivas y gramaticales. Esasestructuras sirven de referencia externa a las normas de la crtica ideo-40 ISEGORiA/1 (1990)

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    lgica as como a las interpretaciones evolutivas: la teora de la historiase transforma, consiguientemente, en t eo ra de l conocimiento.Una Fenomenologa del Espritu histrico-materialista de esta ndole no ser a una teora cientfica en el sentido emprico ni una teora filo

    sfica en el sentido idealista. Su justificacin ni siquiera podra recubrirse con el revestimiento de una teora crtica en el sentido de lacrtica marxiana de la economa poltica. Sin embargo, un constructo terico de tal naturaleza contendra momentos de todos es tos d is tintos tipos de teoras. Sera, por una parte, una teora materialista, por cuantoque toma en cuenta toda una ser ie de contingencias no suscept ib les deresolucin terica (es decir, necesitadas de investigacin emprica) quedeterminan la situacin de partida, la s condiciones marginales y los mecanismos de la evolucin social. Por otra parte, sera tambin una Feno-menologa del Espritu porque concibe la reproduccin del gnero porreferencia a su mediacin lingstica, a su vinculacin con la verdad. Estosignifica, pues, acoplar la evolucin socio-cultural a un progreso en laconciencia de la libertad.

    Una teora semejante, a la vez emprica, reconstructiva y crtica, noexiste hasta la fecha ms que fraccionalmente." Pero, incluso as, la discusin de los nuevos problemas metodolgicos vinculados a esos retazostericos sobrepasara los lmites de este ensayo. Las reflexiones anteriores pretendan mostrar algunos de los motivos operantes en la reformulacin habermasiana del materialismo histrico. A la luz de esa reformulacin, el proyecto terico del materialismo histrico aparece comoun intento por reconstruir la historia - e s decir, el proceso de la evolucin social- desde una perspectiva prctica. Ese proyecto prctico arraiga profundamente - s i los supuestos aqu mencionados son ciertos- enlas condiciones objetivas de la evolucin social, y se expresa cognoscitivamente en un inters emancipatorio, en una fuerza inserta en los procesos de reproduccin social de forma tan inadvertida como explosiva.Este inters emancipatorio se constituye a partir de la verbalizacin delimpulso vital humano y de la construccin de relaciones sociales mediadas lingsticamente. En este sentido, dicho inters se decide con la primera palabra pronunciada. Podemos hablar, pues, de un inters emancipatoro porque gracias a la verbalizacin de los procesos vitales , losproblemas mediados simblicamente que afectan a la identidad personal y colectiva se transforman en problemas (super-)vivenciales. Pero podemos hablar tambin de un inters en la emancipacin porque esasnecesidades materiales e intereses, tan pronto como adquieren una expresin verbal, se refieren necesariamente a las ideas de verdad y justicia. Para el materialismo histrico, ese impulso emancipatorio se convierte en el inters gua del conocimiento, pero, adems, por su propiaestructura lgica, se encuentra vinculado como teora a un proyecto prc-ISEGORA!1 (1990) 41

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    tico: la emancipacin de toda forma de violencia social y de represin.Empleando una formulacin habermasiana, esto podra expresarse comosigue: el materialismo histrico constituye la expresin terica de unamisin de carcter histrico que pretende hacer de la comunicacinlibre de dominio el principio de la organizacin social.

    Postscriptum (1989)La versin original del presente ensayo sobre Comunicacin y emancipacin, traducido ahora al espaol, fue publicada por primera vez enel ao 1974 en ingls. Con la distancia que ofrecen ahora estos quinceaos, considero conveniente aadir un eplogo en el que poder explicarmis consideraciones actuales sobre el tema de este artculo.Inmanentemente consideradas, es decir, medidas con respecto a aquella constelacin de problemas ta l y como entonces los asum , las tesismantenidas por el ensayo me parecen todava hoy notablemente fundadas. Sin embargo, existen tres razones por las que debo contemplar actualmente el presente artculo con un cierto distanciamiento. En primerlugar, desde la publicacin de la Teora de la accin comunicativa, la teora de Habermas, en cuyo favor el artculo tomaba partido, ha alcanzadoun nuevo nivel de desarrollo y de articulacin con respecto al cual miescrito - que pretenda reconstruir las ideas habermasianas- parece untanto anticuado. En segundo lugar, el ensayo procede del clima polticointelectual de los primeros aos setenta, un clima todava condicionadopor las experiencias y por el impulso del movimiento estudiantil. El movimiento de estudiantes condujo en la Repblica Federal de Alemaniayen otros pases europeos, bien a un renacimiento de la teora marxista,bien a una repolitizacin de la teora crtica. Surgi as por ltima vezen Europa una constelacin poltica en la que un pathos emancipatorioradical asumi para su articulacin los conceptos de una teora marxista de la sociedad. Pese a todas las crticas a Marx contenidas en mi ensayo y pese a su distanciamiento frente a las versiones ms ortodoxas dela teora marxista o de la teora crtica, tan en boga por aquel entonces,el escrito se sigue aferrando a una perspectiva bsica de corte marxistaque, con la distancia proporcionada por el tiempo, me parece cuestionable en algunos aspectos. Por ltimo -y ste es tan slo el lado filosficodel mismo fenmeno-, la autoevidencia con que emple en su da el tpico de un posible final de la prehistoria me parece hoy comparativamente ingenua. Este tpico pertenece a un sistema de conceptos histricofilosficos que quiz pudiera calificarse de marxista en el ms ampliosentido del trmino y que en los lt imos quince aos ha envejecido rpidamente - t an rpidamente como a veces envejecen los hombres de unda para otro. El resultado es que no puede existir final alguno de la pre-42 ISEGORfAI1 (1990)

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    historia como no sea en cuanto f inal de la propia historia. Pero s no puededarse un final de la historia, eso significa que tampoco hay prehistoriaalguna (en sentido marxista): existe tan slo historia. Este es un descubrimiento con graves consecuencias para la izquierda, un descubrimiento que incide demoledoramenteen su autoconcepcin y en su comprensin histrica del tiempo y que, adicionalmente, ha transtornado todoel sistema categorial en torno al cual se articul la izquierda radical desde los primeros tiempos del socialismo.Los tres motivos mencionados por los que actualmente contemplocon un cierto distanciamiento el ensayo ahora publicado en espaol seencuentran, naturalmente, relacionados entre s. Las siguientes reflexiones pretenden explicar en la medida de lo posible la vinculacin internade esos tres puntos.En la Teora de la accin comunicativa de Habermas, la sociologade Max Weber o el funcionalismo cientfico-social de la teora de sistemas ya no aparecen meramente superados o asumidos en los trminos de una cr tica de la ideologa. Podra decirse que, ms bien, aparecen integrados, con un sentido afirmativo, en el marco categorial de unateora crtica de la sociedad. El aspecto que ms me interesa de semejante integracin de elementos tericos burgueses en el contexto categorial de una teora crtica de la sociedad es el tardo reconocimientopor parte de una teora social surgida de la tradicin marxista de un fenmeno ya formulado por Hegel: me refiero a la vinculacin interna entre los procesos culturales y sistmicos de diferenciacin (le la modernidad, por una parte, y las tradiciones emancipatorias -universalistas ydemocrticas- de la misma por otra. El hecho de que t anto la diferenciacin cultural de las esferas valoratvas- de la ciencia, del arte, delderecho y la moral, por una parte, cuanto la diferenciacin sistmica dembitos como la economa de mercado y la burocracia sean registradascomo logros emancipatorios -o como su presupuesto- y no slo comomecanismos de una posible alienacin o reificacin, denota ya unpensamiento nada marxista. Si se acepta eso, la relacin entre escisin-yreconciliacin se modifica de manera dramtica. En cierta medida, serehabilita con ello, en contra de Marx, un motivo hegeliano segn el cualel momento de la escisin (o alienacn) constituye una condicinde posibilidad para la libertad -individual y social- en el mundo moderno. Pero si se admite la correccin de ese motivo en su ncleo, entonoces pierde su base la perspectiva utpica de la tradicin terica marxista, as como su variante conciliadora expresada en la vieja teora crtica:ya no existen motivos racionales para esperar (o siquiera para desear)que vuelva a lograrse un estado de unidad inmediata entre los procesos sistmicos y culturales de diferenciacin de la modernidad en un nivel superior del desarrollo social. Este hecho, por s solo, acarrea gravesISEGORA!l (1990) 43

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    consecuencias para toda posible concepcin de una poltica de izquierdas en los finales del siglo xx. El aspecto ms externo de este problemase manifiesta drsticamente en la actualidad con el derrumbe del socialismo real (o del que un da lo fue). De su aspecto esotrico se ocupa, comoes usual , la filosofa: como crtica de la metafsica, como crtica del pensamiento utpico y como cr ti ca de los proyectos que ambicionan unasignificacin totalizadora. La izquierda ha cobrado casi de un da paraotro un desilusionado distanciamiento frente a la teora marxista, unaperspectiva desde la cual esa teora aparece como un resto del siglo XIX.Eso no significa, obviamente, que los problemas sociales estudiados porMarx se hayan disuelto tambin de un da para otro. Por el contrario, esosproblemas son hoy en da ms graves que nunca, aunque trasladados ala dimensin internacional de las relaciones entre pases ricos y pobres.Sucede, sencillamente, que en ese transcurso la frmula resolutoria delmarxismo se ha extraviado: el concepto de socialismo democrtico (yanadie habla de comunismo) no designa hoy en da una evidencia histricofilosfica, sino ms bien un conjunto de problemas para cuya solucinno existe una estrategia terica previamente definida -garant a de losderechos humanos, control democrtico de los procesos econmicos, laposibilidad de una vida digna y de autorrealizarse en el seno de las sociedades altamente complejas, recomposicin de un equilibrio armnico entre naturaleza y sociedad, etc. Si acaso cupiese anticipar algunassoluciones a dichos problemas, su procedencia no puede esperarse delos esquemas socialistas sobre una sociedad postcapitalista, sino ms biende una reflexin paciente y experimental que enlace radicalmente conlas tradiciones democrticas de la modernidad (entre las que tambinse cuenta, como es natura l, l a t radicin del socialismo democrtico).

    La necesidad de una {retro-)traslacin del peso terico desde la s conceptualizaciones y la tradicin socialista hacia la tradicin democrticaha quedado claramente expresada en mi artculo, y no es algo distinto10 que mantiene Habermas con su idea de una comunicacin libre de dominio. Sin embargo, pienso que me atuve en ese ensayo con demasiadabuena fe a la idea de que se trataba en realidad de la reconst ruccin yde la ampliacin del autntico ncleo de la tradicin terica marxista.Eso es algo de lo que hoy en da ya no estoy tan convencido. Si se prestaatencin a las consecuencias tericas y polticas que se desprenden desemejante traslado del punto de referencia terica, nicamente puede ext raerse la conclusin de que la poca del marxismo ha llegado a su fin.Esta afirmacin es quiz ya hoy en da una perogrullada, pero en estaperogrullada - s i en verdad lo e s - se refleja una profunda modificacinde modos de pensamiento, de puntos de vista, de constelaciones de problemas y de expectativas. Esta batera de fenmenos ha ido surgiendodesde hace tiempo en el tejido social y poltico de las sociedades indus-44 ISEGORA/1 (1990)

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    triales avanzadas hasta explotar recientementeen su superficie, es decir,hasta irrumpir en su conciencia pblica bajo el lema de la postmodernidad. Este concepto de postmodernidad es ciertamente, prescindiendode su ambigedad, un concepto (o inconcepto) sumamente paradjico.Tomndolo en serio, aludira tan slo a una despedida de la modernidaden cuanto sal ida de la historia. El concepto se ofrece, a su vez -o proporciona ellema-, para designar provisionalmente el rechazo con el quela poca del marxismo se ha agostado en la conciencia de las sociedadesindustriales. La expresin terico-filosfica de esa reprobacin es el pensamiento postista -filosofa postanalitica, postestructuralsmo, postmodernismo, etc.-, cuyo comn denominador lo constituye tanto el rechazo de la creencia ilustrada en la unidad de la razn como la cr ticaa la idea de un posible progreso de la humanidad hacia la razn, la verdad o la l ibertad (en singular). En el pensamiento postista se ocultanambos aspectos: un retazo de Ilustracin y una nueva forma de irracionalismo. Si deseo explicar las razones ms profundas de mi distanciamiento actual con respecto al antiguo ensayo, debo adentrarme entoncesen las ambigedades de este nuevo campo conciencia! terico-filosfico,o mejor dicho, debera responder al desafo filosfico que se oculta -i-tambin- en el pensamiento postista. De momento, ste es un tema demasiado amplio y complicado para ser tratado aqu (puedo tan slo remitirme a otras obras, en particular al volumen Zur Dialektik von Moderne und Postmoderne, Francfort, 1985, donde he tratado este tema conmayor detenimiento). Tan slo quisiera apuntar algo de ello aqu: hoy separara el concepto de la comunicacin libre de dominacin del esquema terico-revolucionario implcito en mi ensayo. Ese concepto ocupaahora el lugar, por as decirlo, del concepto de una sociedad sin clases.Ms explcitamente, ya no creo que la cuestin consista en rehabil itar(o mejorar) prctico-filosficamente el teleologismo histrico marxianocon ayuda de ese concepto normativo - e l cual uti lic toscamente en miart culo en un sentido analtico-lingstico, filosfico-moral y tericodemocrtico. Con la comunicacin libre de dominio no puede aludirsea l punto histrico-filosfico