cava mesa, begoña - vida cotidiana en manila durante la guerra de 1898

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    VIDA COTIDIANA Y SUCESOS HISTRICOS ENMANILA DURANTE LA GUERRAHISPANO-NORTEAMERICANA

    Begoa Cava Mesa

    Dentro de algunos siglos cuando la Humanidad estilustrada y redimida, cuando ya nohaya razas, cuando los pueblos sean libres, cuando no haya tiranos, ni esclavos, colo-

    nias ni Metrpolis, cuando rija una justicia y el hombre sea ciudadano del mundo, sloquedarel culto a la ciencia, la palabra patriotismo sonara fanatismo, y al que alardeeentonces de virtudes patriticas le encerrarn sin duda como a un enfermo peligroso, aun perturbador de la armona social.

    JosRizalEl Filibusterismo.Berln 1891

    Es verdad que desde el S. XVI... no hemos hecho cambio alguno en el rgimen delgobierno de las Islas Filipinas. Durante 300 aos sin interrupcin, hemos tratado degobernar esa colonia por medio de soldados y frailes, fundando una especie de feuda-

    lismo a la vez militar y teocrtico contra el cual se ha limitado la masonera, hasta elpunto que no cabe decir que existen en el Archipilago europeos o indgenas, sinologias y sus afiliados frente a rdenes y sus devotos...

    SoldevillaEl ao poltico

    La evolucin de los hechos y acontecimientos histricos en Filipinas durante eltranscurso de los aos cruciales de 1898 y 1899 cuenta desde la ptica de la presenciaefectiva de la Orden de la Compaa de Jess con unos testimonios de primera mano y desumo inters para la observacin de la vida cotidiana en los conflictivos das de la GuerraHispano-Norteamericana. El posicionamiento de la Orden a lo largo de todo la contienda

    es incuestionablemente a favor de la soberana espaola y en contra de los insurrectosfilipinos. Aunque bien es cierto, que la Orden Jesuita segn sealan diversas fuentes, tuvoun relevante papel en la educacin de aquella eliteque madurla identidad filipina y lasmetas del Independentismo desde 1892.

    La Guerra hispano-norteamericana, el bloqueo de Manila y la declaracin de laRepblica Filipina se dejan traslucir en el da a da que relatan fuentes documentales in-ditas compuestas por unDiarioy unaBreve Relacin,ambas escritas por un miembro dela Compaa de Jess del que ms tarde hablaremos y cuyo final estdatado el 31 de mayode 1899. No es de nuestro inters pormenorizar la sucesin de acontecimientos que sedesataron en Filipinas durante todo este tiempo, pero si conviene recordar aunque sea muy

    brevemente, los principales cambios desencadenados como precedentes a la Guerra y el

    Sitio de Manila.

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    Los precedentes del proceso histrico filipino del 98

    Los precedentes de todo el desarrollo histrico de la Independencia Filipina y elestallido de la Guerra contra Espaa (1898) remontan a los procesos de insurreccin gene-

    rados desde los aos 90.

    La inestabilidad socio-poltica, los aos de gobierno conservador espaol, ade-ms de la maduracin de la conciencia filipina independiente fueron gestndose hastadesembocar en un lgido estallido como fue laRevolucin Filipina de 1896. sta, sirvide detonante de la movilizacin popular, pues hasta entonces, ciertamente fue inmovilistaentre los sectores populares filipinos y slo canalizada por una minora ideolgicamentede elite en el plano poltico y cultural.

    El Gobernador Ramn Blanco y Erenas (mayo 1893 - diciembre 1896) reprimi

    con energa las protestas durante su gobierno y los principales inculpados, consideradosantipatriticos, si bien fueron conducidos a crceles, otros son deportados, o inclusofueron condenados a muerte.

    Asocurrira, injustamente, en 1896 con JosRizal y Mercado, idelogo, lder ymrtir de la Independencia Filipina1quien fue fusilado en Bagumbayan en tiempos delnuevo Gobernador Camilo Garca de Polavieja el 30-XII de 1896. Su muerte hace estallarabiertamente el sentimiento independentista, abriendo un nuevo tiempo que superaba las

    posturas reformistas conciliadoras que se encarnaban en La Liga Filipina creada por Rizal

    y los espritus ilustrados de la Reforma.

    A partir de 1896, se reconduce la revolucin en una lnea ideolgica radical,popular y armada que representel Movimiento delKatipunan, movimiento que de ahoraen adelante significaralgo ms que un grito de guerra armado con una clara inspiracinindependentista y un importante nmero de seguidores katipuneros. Junto a la espiral deviolencia revolucionaria de los insurrectos, ni que decir tiene, se desarrollen paralelo,una poltica represora de las autoridades espaolas en Filipinas.

    Esta segunda fase de la Independencia la liderarprimeroAndrs Bonifacio, enarmas contra Espaa, quien emiti el clebre Manifiesto de Balintawac contra losopresoresespaoles, pero el movimiento tendrluego en el manileoEmilio Aguinaldo

    un lder popular. Aguinaldo, capitn municipal del Cavite Viejo, Katipunero, y con unimportante nmero de seguidores es el que inicia la autntica campaa militar conactuaciones de estado de guerraen Manila, Bulacn, Pampanga, Tarlac, Nueva cija,La Laguna, Cavite y Batangas. Gracias a l se expedirn los decretos al pueblo filipinoanunciando la creacin de un ComitRevolucionario que ejercerel gobierno y la admi-nistracin de justicia. Esta nueva organizacin se completarcon una Asamblea de carc-ter consultivo que compondrn los delegados de cada comitmunicipal, junto a aquellosmiembros del ComitCentral (Presidente y seis vocales). Adems se constituiruna orga-nizacin militar con Aguinaldo como General en Jefe del Ejrcito Revolucionario com-puesto por ms de 30.000 hombres en su mayora guerrilleros armados precariamente.

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    Las iniciativas de Aguinaldo no hacen sino aumentar la tensin existente entreambos lderes filipinos (Bonifacio versus Aguinaldo) y sus facciones.

    Para no perjudicar la revolucin y a pesar de la reunin de ambos en Imus el 31-

    XII-1896, en la que no se halla solucin de continuidad a sus diferencias, llega la entrevis-ta de Tejeros (Malabn) el 22-III-1897 en la que saldrelegido un nuevo Gobierno Revo-lucionariopresidido porEmilio Aguinaldo, mientras Bonifacio es elegido, sin unanimi-

    dad, Ministro del Interior. La recusacin del nombramiento por Daniel Tironaseguidorde Aguinaldohace que Bonifacio invalide todo lo efectuado como jefe de la Asambleay Presidente del Supremo Consejo del Katipunan.

    Haciendo caso omiso de tal rebelda, Aguinaldo da un giro a los acontecimientos,pues preside el Gobierno con cierto sector de los ilustradosque toman ahora las riendasdel poder, con objetivos bien distintos a los preconizados por Andrs Bonifacio. El fin de

    todo este duro enfrentamiento ideolgico, personal y poltico y hasta de sectores filipinosimplicados, llegarcuando se ordena fusilar el 10 de mayo de 1897 a Bonifacio tras serapresado y herido tal y como haba sucedido tambin con sus hermanos.

    La accin revolucionaria llevada a cabo por los insurrectos, durante los aos1896-97, tuvo su centro en Cavite, principal foco rebelde, pero tambin arraigaban alnorte de la Isla de Luzn las insurrecciones separatistas. Las victorias sobre los filipinosinsurrectos de Garca de Polavieja (alias el hroe de Caamaque) dieron paso a la eufo-ria general de la toma de diferentes plazas con propsito de extinguir los ltimos focosinsurrectos y evitar la extensin de separatismo filipino. Cuando el 15 de abril de 1897 esrelevado Polavieja y deja Manila, embarcando para Espaa, quedabaa su entenderun Archipilago pacificadocon unos 24.000 hombres presentadosdesde el ltimobando de indulto proclamado por el Gobernador tras la victoria espaola en Imus. Sinembargo, las opiniones eran contradictorias. La inestabilidad era permanente para unos,

    frente a la visin optimista de otros, o de aquellos que aludan en los mismos comentarioshemerogrficos al muy reducido nmero de rebeldes que se mantenan sin acogerse alindultoen un pas de inestabilidad evidente.

    Efectivamente, la llegada de Fernando Primo de Rivera el 23 de abril de 1897 a

    Manila adems de las primeras noticias sobre sus actuaciones de pacificacin, dan cuentade que: El pas estaba hondamente perturbado; que la tranquilidad no exista, y que ni

    an dentro del mismo Manila nadie se consideraba seguro durante la noche.

    Ciertamente por este tiempo unos 25.000 hombres mal armados, con armas rudi-

    mentarias o con bolos2componan el nmero que se barajaba por fuentes oficiales comoel ejrcito insurrecto. Pero, incuestionablemente este ejrcito mantena apoyos en todoel Archipilago tanto en marco rural como en las principales ciudades.

    Primo de Rivera, domina Cavite, manda controlar Las Visayas, y tambin el nor-te de Luzn. Aparentemente normalizada la capital, l mismo comunica al Gobierno espa-ol el 30 de mayo: La tranquilidad en Filipinas es como la de hace 20 aossin embargo

    en susMemoriasposteriores rectificaresta frase, y en vez de Filipinas escribirManila.Pese al subjetivismo de sus actuaciones, que luego matizara en sus testimonios y memo-

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    rias, la accin militar desplegada, se concentra finalmente en cercar a los insurrectos enBulacn, Nueva cija y La Pampanga, cercanas a Biac-na-Bat. Alldonde estaba radica-da la sede del Gobierno Revolucionario de Emilio Aguinaldo. Primo de Rivera prosiguila poltica desplegada por algunos otros militares-gobernadores que ejercieron mando con

    anterioridad en Filipinas3. Su filosofa fue la de la severidad militar con la ductilidadpoltica, para lo cual junto a la actuacin armada avanzen las posibilidades de negocia-cin. Prometiun indulto a los rebeldes, a travs del til enlace intermediador del aboga-do y clebre poltico filipino D. Pedro Paterno. Junto a la necesidad de pacificacin, pro-metitambin la compensacin de salvoconductos para la salida del Pas, y unos jugosos500.000 pesos.

    La negociacin autorizada por el gobierno de Sagasta a la menor brevedad yseguridadhace que Paterno, con la libertad del salvoconducto obtenido y la mediacinasumida, entrara en contacto con Aguinaldo en este tiempo en La Pampanga, al N. de

    Manila. EnBiac-Na-Batse concretaron las propuestas: 300.000 pesos, expulsin de lasrdenes Religiosas salvo la Compaa de Jessrepresentacin de Filipinas en las Cor-tes espaolasaplicacin de verdadera justiciaigualdad de derechos del indgena conel peninsulararreglo del problema de los curatos y contribuciones indgenas - libertadde asociacin e imprenta y acceso a los cargos pblicos.

    Estas ideas-reinvidicacin, fueron rechazadas de plano por el Capitn General,llegndose a una nueva frmula de mediacin de Paterno, que dudaba de la frrea volun-tad de Primo de Rivera. Pese a todo, ste es autorizado a sellar un acuerdo sin ningn tipode concesiny el 12 de diciembre se presenta en Malacaang un Acta de sumisin a larepresentacin de los insurrectos, que haban llegado con facultades de firma. Aguinaldoantes de dar este paso, haba convocado al Consejo Supremopara la aprobacin de lasCondiciones de Paz. La Consulta tuvo una respuesta positiva, salvo la excepcin del her-mano de Rizal y una minora de capitanes disconformes, pero el pacto quedapuntilladoy ratificado por la Asamblea de Generales y Oficiales del Ejrcito Filipino Revolucionarioque presida el Capitn-General Artemio Ricarte.

    Un pacto polmico: Biac-Na-Bat

    El pacto de Biac-Na-Batsellado el 15 de diciembre de 1897 entre Primo deRivera y D. Pedro Paterno en representacin de Emilio Aguinaldo como Jefe Supremo de

    los alzados, fue la toma de decisin ms prctica para lograr la Paz con los insurrectos.

    El considerado por los gobiernos liberales y conservadores de Espaa como unPacto de gran error, a posteriori sin duda, para desvincularse de las responsabilidadesdel Desastre y la prdida de Manila, no hizo, sino sellar, la necesidad apremiante de llegara la Paz en las Islas. En el Pacto, se reconoce la Pacificacin, la sumisin a las autoridadesespaolas de los insurrectos, ascomo el reconocimiento de la soberana de Espaa y laautoridad de su Ejrcito.

    Frente a la entrega de armas y la libertad de prisioneros, se conceda un perdn

    general, ascomo la garanta del exilio de aquellos principales implicados, adems de lafacilidad de su viaje de traslado fuera del pas, y de su mantenimiento hasta el oportuno

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    regreso de los mismos a las Islas Filipinas. Asocurricon Aguinaldo. En documentoaparte, quedaron establecidos los tems que significaron las condiciones de entrega econ-mica a los exiliados y consiguiente mantenimiento econmico a los principales cabecillasdel Movimiento Katipunero e Independista Filipino.4

    Miguel Primo de Rivera, sobrino del Gobernador, acompaa Emilio Aguinaldoa Hong-Kong. El olvido de la lucha y el adis a las armas junto a la reconciliacin, pare-can estar asegurados, pero de hecho no fue un autntico pacto de paz ni para todos losfilipinos, ni para muchos espaoles enemigos de la paz anhelada mediante la frmulapactada. Aunque la acusacin de aceptacin de Paz vergonzosa en Filipinasfue comnentre polticos y la misma opinin pblica, sta se alzcontra el Gobierno y contra elmismo Primo de Rivera tras el desastre. Hoy la historiografa juzga el pacto como unanecesidad ante las circunstancias y un acierto como solucin negociada para salvar unasituacin irreversible.5

    Tras el Pacto, comienza una etapa confusa, con sucesin de movimientosinsurreccionales que el Gobernador calificaba como de ndole menorpero que signifi-caron con la perspectiva que da la visin histrica, los cimientos de los nuevos levanta-mientos ahora apoyados por el coloso Norteamericano.

    Los implicados en el Pacto, entre ellos, el mismo Paterno, se mostraron descon-

    tentos por no haber rentabilizado beneficio alguno por su mediacin y sincera actitudpacificadora. La consecuencia fue la recompensa econmica por el Capitn General y susrespetos. Tal actitud fue valorada, por contra, por Aguinaldo en su exilio de orocomouna postura de traicin. Ascrearen el exilio un nuevo Consejo Supremo que no repre-sentaba de hecho al pueblo filipino.

    Mientras, en las Islas, la sucesin de agresiones y asesinatos de espaoles y enespecial a religiosos continuaba, junto a actos de sabotaje. Todo hace cuestionar por parte

    del Gobierno espaol y las autoridades la actitud katipunera tras elPactoy los rebrotesindependentistas.

    Aunque Primo de Rivera quitara importancia a todo ello en sus informes a Ma-

    drid, los sucesos de La Pampanga, Tarlac, Nueva cija e incluso en Ilocos Sur, proseguancon gravedad. En Manila, las conspiraciones se sucedan y la Guardia Civil tuvo que

    intervenir regularmente ante sospechosas o reales actividades subversivas.

    El verdadero estado del Archipilago era ciertamente difcil, por lo que la infor-macin llegada del inminente regreso del exilio del lder Aguinaldo a Manila, junto a susestrechos contactos con agentes norteamericanos, preocupaban con mucho, a los pol ti-cos, sociedad filipina y a la misma opinin pblica.

    Toda esta complicada coyuntura que no salvel Pacto, va a ser traspasada alsucesor en el Gobierno filipino del Marqus de Estella: D. Basilio Augustn.

    Primo de Rivera y Sobremonte finalizada su misin en Filipinas es relevado delmando, tomando posesin de la misma el 10 de abril de 1898, el militar D. Basilio Augustn,antepenltimo gobernador espaol de la Capitana General de Filipinas.

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    A los cinco das de su presencia en Manila, el nuevo Gobernador comunicaba alMinistro de la Guerra en Madrid, el progresivo avance de la insurreccin no slo en Manila,sino en Ceb, Luzn, Las Visayas, etc., junto a la imposibilidad de atender tan extensosfrentes con las fuerzas militares que se disponan. Madrid, por su parte, comunicara

    Augustn una impactante noticia: La escuadra Norteamericana de Asia, al mando de Dewey,se diriga a Hong Kong. Todo vena a indicar que Manila era el siguiente destino de lasupremaca naval de los EEUU que llegaba en apoyo de los insurrectos filipinos.

    La guerra hispano norteamericana

    Hemos perdido Cuba y Puerto Rico; la merma nacional es inmensa, pero nos que-

    dan las Islas Filipinas: Bah! Tenemos allbastante y rica extensin colonial pararenacer y progresar

    Annimo.1898

    ESPAOLES: Entre Espaa y los Estados Unidos de la Amrica del Norte se hanroto las hostilidades.

    El pueblo Norteamericano formado por todas las excrecencias sociales, agotnuestrapaciencia y ha provocado la guerra con sus prfidas maquinaciones, con sus actosde deslealtad, con sus atentados al derecho de gentes y a las convenciones interna-

    cionales. La lucha serbreve y decisiva. El Dios de las victorias nos la concedertan brillante y compleja como demandan la razn y la justicia de nuestra causa.Espaa, con las simpatas de todas las Naciones saldrtriunfante de esta nuevaprueba humillando y haciendo enmudecer a los aventureros de aquellos Estados

    que, sin cohesin y sin historia slo ofrecen a la Humanidad tradicionesvergonzosas

    El General Augustn.Proclama del 23 abril en Manila.

    Desde enero de 1898 la escuadra al mando de Dewey haba recibido la orden deTheodore Roosevelt de dirigirse a Hong Kong. Dos meses antes del conflicto, las instruc-

    ciones yankees fueron reveladoras: En caso de Guerra con Espaa, su misin serevitarque la Escuadra Espaola abandone las costas asiticas, por lo que deber atacarFilipinas.

    En Hong Kong (marzo de 1898) Dewey iniciuna poltica de contactos con losexiliados filipinos y la colonia britnica, que sirvieron en bandeja tiles informacionessobre la defensa de Manila. El Cnsul estadounidense Wildman y los militares norteame-ricanos haban dialogado con Aguinaldo, a quien ya se haba solicitado que reanudara laRevolucin en Filipinas. Por otra parte, exista la firme promesa de ayuda de los EEUU allder en caso de declaracin de Guerra con Espaa.

    En las frecuentes entrevistas de los norteamericanos con Aguinaldo y la Junta

    Revolucionaria, tanto en Singapur y Hong Kong, se reiteraba la dotacin de armas y mu-

    niciones por cuenta de los EEUU. Por lo pronto, se recibe la promesa de envo de ms de25.000 rifles mauser a Filipinas, lo que implicarun pago fraccionado a los EEUU duran-

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    te 10 aos al cabo de los cuales se proclamara la Independencia de Filipinas. Aguinaldo,deba pues regresar a Filipinas para reanudar la lucha por la Independencia.

    El 25 de abril de 1898, el Congreso de los EEUU aprobla declaracin formal de

    Guerra contra Espaa. sta entraren efectivo el 21 de abril. En cierta forma, fue unamanera de legalizar la agresin efectuada al puerto de Matanzas en la Isla de Cuba, cuandoaun la declaracin de la Guerra no se haba producido formalmente entre los EEUU. yEspaa.

    Ese mismo da, Emilio Aguinaldo llegaba a Singapur entrevistndose con suamigoHoward Bray, quien tras residir quince aos en Filipinas, harde mediador eintrprete en los contactos de Aguinaldo con el Cnsul norteamericano Spencer Pratt.

    Aguinaldo decide contar definitivamente con los norteamericanos en su lucha

    contra Espaa en Filipinas y darseguridades sobre el levantamiento popular.

    Las diferentes entrevistas con Pratt, reiterarn el apoyo de los EEUU a la Inde-pendencia de Filipinas, pero, Aguinaldo receloso de las contrapartidas exige un reconoci-

    miento por escrito de los norteamericanos, que no llegara realizarse. Finalmente, con-vencido por Dewey, Aguinaldo zarparpara Hong Kong siendo conducido a la escuadranorteamericana y recibido con honores. Automticamente, Dewey recibe la orden de diri-girse urgentemente a Filipinas para iniciar el combate contra la Escuadra espaola, losobjetivos fueron claros: Debercapturar los buques o destruirlos. Emplee el mximoesfuerzo.6

    La Batalla de Manila y el Tratado de Pars

    Jams he sentido como ahora lo que simboliza una bandera. No pude ver comoera arriada la espaola en la fuerza de Santiago, porque lo confieso, no tuve valorpara ello. An me parece estar oyendo el hurra! entusiasta, compacto, solemne,ruidoso, con que las tropas americanas saludaron su bandera al ser izada donde

    antes ondeaba la nuestra.

    P. Miguel SaderraenCartas Edificantes. Noticias de Manila 1898

    El primero de mayo Dewey con su escuadra llega la Baha de Manila y elalmirante Patricio Montojo, tal y como luego veremos con el seguimiento del Diario,

    esperal amanecer para abrir el fuego desde las bateras de punta Sangley. Las mismasbateras de Manila iniciaron el fuego a la vez que entren accin la flota espaola. En slo2 horas, Montojo debe ordenar la rendicin.7Dewey recibe rdenes de ocupacin de Manila,pero tambin era necesariosegn se estimaba en Washingtonque Aguinaldo llegaraa Filipinas para obtener una total colaboracin popular. Por tales motivos llegarel lder aCavite el 19 de mayo de 1898 para reemprender la Independencia con el apoyo yankee.

    Como reflejaremos a travs de las fuentes escritas del Diario y la Relacin la

    situacin de Manila empeoraba da a da: ataques, daos materiales, miedo de la poblacincivil y militar, talisanes, incursiones de los soldados armados con fusiles y bolos...

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    La toma de Manila, por 2.700 soldados yankees al mando de Thomas M. Anderson,

    segn las instrucciones de McKinley, se argumentaba como garanta de paz y seguridad delas Islas y su poblacin.

    A comienzos de agosto se entrega al Gobernador General Judenes un comunica-do conjunto del almirante Dewey y del general Merrit, avisndole de un destructivo ata-que a Manila, con la intencin de poner a salvo a la poblacin manilea. La evacuacin eratarea imposible, pues el sitio de la capital filipina por las tropas insurrectas no lo permita.Ante esta gravedad de la situacin las autoridades espaolas favorecen la rendicin deManila.

    El 9 de agosto, los norteamericanos atacan el fuerte de San Antonio Abad, que se

    rinde, y los 8.500 hombres de Merrit, junto a los 12.000 filipinos de Aguinaldo, rodean la

    ciudad en un ataque combinado.8

    El 13 de agosto el general Merrit tras haber presenciado las luchas desde un

    buque en la Baha, entraren Manila para la rendicin formal a travs de la firma de unaserie de clusulas que se acuerdan con el general espaol Judenes.

    As, se llega a la firma del tratado preliminarpara la capitulacin del ejrcitoespaol en Filipinas. Luego vendra la firma de un Convenio de capitulacin por unaComisin Hispano-Norteamericana, e ilustrativamente en el fuerte de Santiago se produ-ca el izado de la bandera de los EEUU. que tanto lamentarel P. Saderra en la cita queilustra este epgrafe.

    Tras todos estos acontecimientos, la poltica expansionista de los EEUU comen-zaba a estar presente tambin en Filipinas de forma real, frente a un pueblo filipino queencaraba la proclamacin de una Repblica soberana regida por una Constitucin. Pero, eldestino de la Isla y su propia Independencia tuteladatambin se fraguaba en Pars.Eltratado de Parscon sus 17 artculos y sellado el 10 de diciembre de 1898 no hace sinoestipular las entregas a Espaa de 20 millones de dlares a cambio de la cesin de todo elArchipilago filipino y la isla de Guam.9

    El Presidente de la Comisin espaola en el proceso negociador de Pars, Sr.Montero Ros rubricaba en las declaraciones finales, no slo el agotamiento del recurso

    diplomtico para la defensa de lo que se consideraba un derecho para Espaa, sino el finde las negociaciones de paz entre ambas partes (Estados Unidos-Espaa), la asimilacinde que La ley del vencedor por dura que sta seatendra que traer la resignacin, y quefinalmente la responsabilidad de no desatar los horrores de la Guerrapor parte delGobierno Espaol aconsejaba la firma de un tratado de paz. Frases rotundas y clebres,extradas de la declaracin de Montero Ros del 29 de noviembre de 1898, que patentizanla realidad amarga que a muchos espaoles coetneos les resultaba difcil admitir. Endefinitiva las Islas Filipinas pasaban al dominio de los EEUU mediante el pago de 20

    millones de dlares que se endosaba Espaa. La prdida de la soberana espaola en Fili-pinas era un hecho consumado por imperativo legal y de facto. En adelante, la autoridad

    militar de los EEUU se extendera por todo el Archipilago, y el nuevo rgimen basara sugobierno en la aplicacin de la Proclama de Asimilacin Benvola, a pesar de la protestade varios independentistas y representantes filipinos (Aguinaldo, Mabini y otros).

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    La cesin inauguraba un nuevo tiempo histrico para Filipinas que como Rep-blica soberana e independiente, tuteladapor los norteamericanos ira a verse compro-metida en el futuro, entre otra serie de asuntos, con la guerra filipino-norteamericana. Una

    guerra nada soterrada cuyos sntomas son evidentes ya desde el 4 de febrero de 1899 y que

    no resuelve la lucha por el honor nacional hasta el 4 de julio de 1902. Pero incluso esteltimo conflicto y sus secuelas, tampoco significaran el final del arbitraje de EEUU en elcontrol de las Islas.

    La nueva configuracin poltica tratarde conducirse a travs de la llegada dediferentes gobernadores norteamericanos a Filipinas, quienes pusieron de manifiesto la

    voluntad de la Administracin americana de promover la americanizacinde las Islas,su dominio econmico y la supeditacin de su independencia poltica. sta tendrqueesperar definitivamente a la dcada de los 40 (4 de julio de 1946), tiempo en el que losEstados Unidos renunciaron a la soberana sobre Filipinas y reconocieron su Independen-

    cia, tras el trgico proceso abierto durante la Segunda Guerra Mundial.

    El autor del diario y la breve relacin

    La reconstruccin de todo este interesante captulo de la Historia comn de Fili-pinas y Espaa en torno a 1898, ha podido ser observada, mediante la ptica defuentesinditasde carcter religiosoque escribiun annimo(?)P. Jesuita. Observador sagaz ybien informado. Sus relatos y opiniones -ciertamente subjetivas pero certeras de informa-

    cin- nos permiten acercarnos al planteamiento de nuestro anlisis: reflejar la vidacotidiana en torno al ao 1898 en Manila.

    Comentaremos primeramente algo sobre la identificacin del annimo informante.El anonimato delDiarioy laBreve Relacinha planteado no pocas dudas y averiguacio-nes sobre quin fue el autor. Este signo de humildad del religioso informante y escritorannimo, contrasta con la expresividad de sus noticias de variados asuntos yacontecimientos narrados, da a da desde la ruptura de relaciones diplomticas el 22 deabril de 1898 entre Espaa y los EEUU y sobre el desarrollo de la Guerra Hispano-Norteamericana.

    La precisin por desvelar quin fue el autor de ambos escritos, finalmente, noslleva con casi plena seguridad a asignar su autora hasta el Padre JesuitaMiguel Saderra y

    Mata. Religioso de la Compaa de Jess perteneciente a la Provincia Jesutica deAragn Filipinas, a quien debemos atribuir la escritura del Diario, misiva que seinicia el 21 de abril de 1898 y finaliza el 31 de mayo de 1899. As mismo y debido a lasemejanza caligrfica, es tambin atribuible al P. Saderra, laBreve Relacin, comenzada aescribir el 20 de abril de 1898 y que quedaba cerrada el 10 de septiembre de 1898 con esta

    expresiva frase: Cmo queda la causa de Jesucristo en este desventurado pas!. Textoque finaliza como la mayora de los testimonios escritos, relatos y cartas de los P.P.Jesuitas consultados, con A.M.D.G. (AD MAJOREN DEI GLORIAM)(sic).

    Resolver esta incgnita ha sido tarea compleja, pues hasta el momento cualquier

    averiguacin sobre quin fue el autor del Diario ha planteado errores de atribucin, dadala existencia dentro de la Orden Jesuita de varios Padres de idntico apellido Saderra, y

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    que incluso coincidan en el mismo nombre: Miguel. Esta confusin se ha repetido enbibliografas de Padres Jesuitas, e incluso se perpeta en varias fuentes biogrficas ycurriculares relativas a miembros de la Compaa de Jess de origen y ascendenciacatalana.10

    Con el inters de clarificar dicho asunto, debo aadir algo ms sobre la escuetamencin del P. JosS. Arcilla, S.I., quien estima en nota n 17de su interesanteartculo, la paternalidad de este Diario, remitindolo y atribuyndolo al P. Miguel Saderray Mas, miembro tambin de la Compaa de Jess y del que segn parece, existe copiabelografiada en el Archivo Romano de la Orden Jesuita (A.R.S.I.).11

    Siendo sta la nica referencia que hemos hallado con respecto al autor y con laintencin de despejar tal confusin sobre los Padres Jesuitas Saderra de la poca y de laMisin en Filipinas, hemos procedido a una bsqueda sistemtica sobre diversas fuentes y

    bibliografa de la Orden. De resultas de la cual hemos comprobado que el Padre MiguelSaderra y Masnopudo ser el autor de ambos escritos Diario y Breve Relacinpuesto que entre 1896 y 1900, dicho padre jesuita se hallaba en Tortosa (Tarragona)

    estudiando teologa en la Facultad, con la intencin de obtener luego su licenciatura yacceder finalmente a su ordenacin sacerdotal, realizada el 30 de julio de 1899.

    Entre 1898 y 1899 el Padre Saderra y Masno se hallaba en Filipinas, si bienanteriormente(1891-1896)sque haba residido en Manila ejerciendo su labor comoayudante del Director del Observatorio. Es cierto as mismo que con posterioridad(1901-1939), el P. Saderra y Mastambin desempeara la Direccin del Museo de His-toria Natural, de la Escuela Normal en Manila, llegando a ocupar el cargo de Vice-Direc-

    tor del Observatorio. Siendo luego el Director del mismo hasta 1935. El P. Saderra y Masmurien Manila el 21 de marzo de 1939.

    Adems de esta sntesis de la trayectoria vital del P. Miguel Saderra y Mas, esnecesario precisar que sus escritos son sin duda de un gran nivel cientfico. Especialmentelos concernientes a vulcanismos y seismos.12De inters asmismo su correspondenciareligioso-familiar. Pero permtanse indicar que la paternidad del Diario y la Relacin comoantes avanzamos, no le corresponde a l. Conclusin a la que llegamos adems tras reali-zar comparativamente valoracin de letra y estilo.

    Por todo lo anteriormente argumentado, podemos confirmar que el autor de losescritos delDiario y Relacines otro P. Saderra, el P. Jesuita Miguel Saderra y Mata.

    Consiguientemente resulta obligado precisar algunas secuencias de su interesan-

    te y prolongada vida, pues murien Barcelona el 8 de julio de 1938. Estas breves notasbiogrficas que sin duda guardan gran inters nos sirven para acercarnos al autor de tanexhaustivo Diario y a la personalidad de este estrecho colaborador del Padre Superior de

    la Misin, Rvdo. Padre Po P.

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    El P. Miguel Saderra y Mata nace en 1852 en Olot Gerona de familiareconocida, un hermano Jos, abogado por la Universidad de Barcelona, escritor e his-toriador, llega ser tambin alcalde de Olot entre 189913-1901. En 1869, Miguel Saderray Mata ingresen la Compaa de Jess, realizando el noviciado hasta 1871 en Tolouse,

    trasladndose luego a Veruela (Zaragoza), donde realizestudios humansticos. Fue en-viado luego a Tortosa (Tarragona), a la Facultad de Filosofa, en donde se licencienFilosofa Eclesistica en 1880.

    A partir de 1886 fue destinado a Filipinas, perteneciente a la Provincia Jesuticade Aragn, como otros muchos jesuitas catalanes, aragoneses y levantinos. Formpartede las filas docentes de la interesante institucin que fue el Ateneo de Manila. Allejercicomo profesor de Lgica, Metafsica y Psicologa y desde 1889 compatibilizla direccinespiritual de los alumnos de la Escuela Normal de Manila, con su labor tambin comoVice-Director del Observatorio (1890-1894). Como podemos observar, participestre-

    chamente en tres instituciones claves de la accin cultural de la Orden en Manila. Susobras editadas fueron: Cartas de China y Japn (1891-92) Manila 1892, de 107 pginas.Doctrina antimasnica publicada por la Estrella del Antipolo y comentada editada por laimprenta del Colegio de Santo Toms (1899) de 24 pginas,Noticia biogrfica del P. Juan

    Bautista Heras de la Compaa de Jess (1836-1915), Manila 1918, con 265 pginasadems de un repertorio cartaspublicadas conjuntamente por la Orden, recopiladas de losPP. misioneros en Filipinas.

    En 1894 es nombrado Rector del Ateneo de Manila, institucin con carisma y degran trascendencia, como ya se ha sealado, en la historia cultural y religiosa de Filipi-nas.14Desde 1894 y hasta 1901 desempeuna gran labor en el Ateneo de Manila, a pesarde todos los cambios y acontecimientos que se desarrollaron desde 1896 en la historia de

    Filipinas, en la vida de la Orden y en paralelo a todos los sucesos y consecuencias de la

    Guerra Hispano-Norteamericana.

    En este sentido cabe sealar, entre otras mltiples actuaciones del jesuita, cmoel P. Saderra y Mata fue uno de los primeros jesuitas junto al P. Viza, en acudir a lallamada del Doctor Rizal, tras conocer su sentencia de muerte. Precisamente a instancias

    del P. SaderraRector del Ateneo, entoncesse procedia realizar el relato pormenori-zado de las 24 horas de capilla del doctor Rizal antes de su ejecucin.Relacinque el P.Pastell utilizy conociincorporando algunos detalles en su propia obra. Tras su anli-

    sis,15este escrito nos parece un relato de valor notable para conocer las dudas, la conver-sin y el proceso de retractacin de la Masonera de Rizal, ascomo sus ltimas horasantes de su muerte por ejecucin por la espalda el 30 de diciembre de 1896 en el campo deBagumbayan en Luneta.

    Entre otro tipo de actuaciones, tambin el P. Miguel Saderra y Mata demostrenla prctica su responsabilidad y prudencia, representando al P. Superior Po P16(estandoste en Dapitn, de visita a los jesuitas misioneros de Mindanao). Saderra, al producirse laurgente llamada el 28 de marzo del Gobernador Agustn acudia la reunin que, conpreocupacin, se haba convocado en el palacio de Malacaang y en la que estuvieron

    presentes laJunta de Autoridades, el Arzobispo fray Bernardo Nozaleda, los Padres Supe-riores de todas las rdenes Religiosas, autoridades y generales de todas las Armas, etc.,

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    con el propsito de tomar algunas medidas y soluciones ante la ruptura de relaciones conlos EEUU y la casi inminente e inevitable guerra de Espaa con los EEUU.

    Es precisamente el P. Saderra y Mata quien firma, tras asistir a esta reunin, el

    clebre telegrama conjunto enviado a Madrid por todas las rdenes Religiosas en Filipi-nas, recalcando su adhesin al trono, a las instituciones espaolas y manifestando su pa-triotismo, a la vez que expresando el dolor por abandonar tales Islas: cristianizadas en lafe por Espaa, y recalcando por otra parte, un sentimiento de respeto de espaoles pac-ficoscon el apoyo indiscutible a la causa espaola, ante lo que en breve iba a representareste conflicto.

    El P. Saderra es durante la guerra, eficaz relator cotidiano de diversos

    acontecimentos sociales y sucesos de inters poltico desde la ptica de un religioso y deun patriota.17En l aflora un evidente sentimiento anti-yankee, que toma partido y opina

    con agudeza. Sus diversos comentarios hacen que valoremos la precisin de la informa-cin de la que dispuso directa e indirectamente.

    A partir de 1902 contabilizun sinfn de labores docentes y espirituales en Manila,regresando a Sarri(Barcelona), en parntesis de descanso, por su actividad en Filipinas.En 1903 nuevamente lo hallamos en Manila, en la Escuela Normal y siendo ayudante del

    Director del Observatorio; luego se le enva al Seminario Menor-Superior de Vign comoPrefecto de Estudios y como profesor en Tetun (Mindanao), ejerciendo a la vez la Direc-cin de la Congregacin Mariana.

    Hacia 1912 el P. Miguel Saderra y Mata permanece en la Residencia de Zamboanga

    (Mindanao), es ya Vice-Superior de la Regin Meridional de la isla de Mindanao, pero en1915 regresa a Manila, a su querido Ateneo, en donde ejerce como Secretario de la Misinde la Compaa de Jess en Filipinas.

    Durante 1921-22 reside en Manila, ejerciendo de Archivero de la Misin y Secre-tario de la misma. Su actividad y su trabajo le hace regresar a Espaa el 13 de noviembrede 1922. Desde este ao vive y reside en Manresa, en la Casa de Estudios y Terceronado,siendo nombrado Rector y Director de la misma.

    A lo largo de 1927-28 lo hallamos en la residencia de los PP. Jesuitas en Llria

    (Barcelona), en donde escribe y desempea tareas de P. Espiritual de la Comunidad. En elao 1932 por la dispersin obligada por la II Repblica Espaola, se vio obligado a vivirya anciano, en diferentes pisos de la ciudad de Barcelona, hasta el fin de la Guerra Civil.

    Muere el 8 de julio de 1938, en Barcelona, tras una vida consagrada a la ensean-za, las responsabilidades de sus importantes cargos, y a su evidente espiritualidad religio-

    sa que se traduce en su fervor mariano y al Sagrado Corazn de Jess.

    El diario y la breve relacin

    Estos inditos documentales pertenecen al importante legado documentalBarcelonaque sobre la Historia de Filipinas reunieron los Padres de la Compaa de

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    Jess en su Misin Filipina. El inters demostrado por conocer historia, costumbres, len-guas, etc. por parte de los misioneros jesuitas y el esmero recopilador de muchos de ellos,

    se tradujo en la importante reunin de materiales (Atlas, catecismos en lenguas indgenasy tagalo; relatos; cartas; escritos varios; diarios, etc.). Documenta que los diferentes Pa-

    dres Superiores y Archiveros de la Misin recopilaron y conservaron. Es digna de recono-cer, la labor y el esfuerzo representado por el eminente P. Pablo Pastells, Superior a la

    Orden entre 1887-1893, ascomo su condicin de historiador de la Orden en su actuacinno slo en Filipinas, sino con referencia a Amrica.18

    El Diario y laBreve Relacin son en ambos casos, manuscritos en tamao folio.Consta el Diario, de 179 pginas y la Breve Relacin, de 47 pginas. Ambos muestranigualmente una caligrafa clara y precisa, a tinta, no exenta de ciertas faltas ortogrficas ypequeos errores de nomenclatura. En ambos casos los escritos tienen un orden y unaclaridad expositiva evidente.

    El encabezamiento delDiarioes:Misin de la Compaa de Jess en Filipinas.Diario de los sucesos ocurridos durante la guerra de Espaa con los Estados Unidos en elao de 1898 . La Relacin titula: Breve relacin de los hechos ocurridos en Filipinasdurante la Guerra de Espaa con los Estados Unidos. Destruccin de la Escuadra

    Espaola.19

    El Diario se inicia propiamente con los hechos del jueves 21 de abril y finaliza el

    mircoles 31 de mayo de 1899. De igual mano y caligrafa, laBreve Relacin observamayor esquematizacin y estescrita en septiembre de 1898, aunque el relato comprendedesde mediados de abril hasta el 10 de septiembre.

    Difiere delDiarioen que estdividida en XV apartados o epgrafes, en los que sesintetiza de forma puntual y atenta la informacin. A pesar de titularla breve, sta esprecisa y narra desde las primeras insurrecciones y combates del mes de abril de 1898,

    hasta la prdida de la soberana espaola y la capitulacin.

    El Diario recoge el transcurrir de los acontecimientos y las noticias, bajo un

    punto de vista religioso, y a la vez, desde un nacionalismo espaol que no slo se atiene alo que ve y estviviendo a la hora de describirlo, sino que lanza su opinin pero tambinse permite contrastar la informacin que le llega de forma directa o indirecta.

    La utilizacin de otras fuentes, ha servido como frmula de contraste o ratifica-cin a la bsica del P. Miguel Saderra.

    Fuentes documentales impresas sobre el Sitio de Manilay el desarrollo de la

    Guerra en Filipinasrealizadas fundamentalmente por militares. Pero la intencin de nuestracomunicacin es un seguimiento de los sucesos y vida cotidiana en Manila 1898atravs de la utilizacin de las referidas fuentes de la mano de P. Saderra.

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    La declaracin de la guerra

    Dcese que en caso de rompimiento con los EEUU, la escuadra americana ataca-ra Manila. Prepare V.E. la defensa, utilizando cuantos medios tenga.

    Cable telegrfico del Gobierno al General Primo de Rivera

    En Cavite nos espera un desastre en la primera ocasin y ciertamente que no sepodrhacer cargo a la Armada.

    Vctor Concas. Capitn de navo. 1882.

    A mediados de abril de 1898 ya se presenta inminente la Guerra Hispano-Norte-americana en Manila,20sin embargo segn el Diario del jesuita Los Residentes en la

    capital parecan no temerla. Las noticias de que los yankeeshaban apostado en Hong-Kong una potente escuadra formada por cuatro cruceros muy protegidos (Olimpia,Baltimore, Boston y Raleigh) y dos caoneros (Concord y Petrel) se conocan, pero, nopor reales se confiaba llegaran a realizar un verdadero ataque. Pese a conocerse la supe-rioridad de esta escuadra yankee frente a la escuadra espaola, compuesta por barcos casitodos viejos, sin proteccin, ni en condiciones para un gran combate,21los nimos pa-triticos se dividan en optimistas de oficio y pesimistas de tertulia en el cafla Alhambra. Las Filipinas como pastambin en apariencia, parecan estar tran-quilas. Pero el alzamiento de Zambales fue ahogado en un charco de sangrey las par-tidas insurrectas andaban siempre por los montes. Por otra parte, en Cavite, algunos delos insurrectos fueron capturados por la Guardia Civil cuando salan de sus refugios en laselva con estrategia de guerrilla. Y eran reales tambin los asesinatos y capturas de algu-nos frailes que quedaron impunes, por lo que comenza experimentarse inquietud en losambientes rurales.

    Los insurrectos expatriados, como bien representaba Emilio Aguinaldo y sus se-

    guidores residan en Singapur, se lamentaban de la falta de respeto por los espaoles de lascondiciones del Pacto de Biac-na-Batdel 15 de diciembre de 1897. Pero stos, a su vez,mantuvieron contactos con el comodoro Jorge Dewey, quien como representante del Go-

    bierno Norteamericano se haba comprometido a reconocer la Independencia de Filipinascon el protectorado de los EEUU. l mismo dio su palabra de proporcionarles armas y

    todo lo indispensable a los insurrectos para su lucha contra Espaa y para el logro de laIndependencia Filipina.

    Hacia el viernes 22 de abril, la noticia de la ruptura de las relaciones diplomti-cas entre Espaa y los Estados Unidosllega Manila. Tras la rotunda noticia, el GeneralD. Basilio Augustn exhorta todo el pueblo filipino a la defensa patritica de la soberanaespaola, a la vez que dictrdenes para que se comenzaran a improvisaraprestosmilitares en el mar y en tierra.22De hecho, se montaron bateras en la Isla del Corregidordel Fraile y en la escollera del Puerto, pero, segn se detalla algo crticamente: En unsantiamn se llende torpedos, por lo menos imaginarios, la Baha. Todas las embarca-

    ciones que venan a Manila, tenan que entrar por Boca Chicallegando hasta el ro porRodeos Grandes.

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    La opinin pblica ayudada por los peridicos de la capital23apenas daba crditoa que la escuadra yankee(sic) pudiera entrar en la Baha de Cavite. En un exceso deoptimismo se opinaba por parte de algunos: Pero si entra, no sale. A pesar de esta euf-rica visin, tan poco acertada, la sociedad civil comenzaba a dar muestras de preocupa-

    cin. Bastantes espaoles se retiraron a los pueblos circunvecinos a Manila siguiendo lasindicaciones que haba manifestado la circular de laJunta Civil de Defensa.

    La Escuadra espaola, cuyos Jefes conocan mejor que nadie la gravedad de lasituacin, se refugiprimero en el puerto de Subic. Como las defensas de tierra con lasque se contaban all, no estaban preparadas, se regresluego a la Baha, fondeando en larada de Cavite al amparo de dos caones montados en Punta Sangley.

    Estos movimientos de la Escuadra, fueron criticados y censurado por muchos

    espaoles de Manila. Segn se seala las habladurasdeterminaron que los jefes espa-

    oles aun conociendo la falta de defensas de Subic no ignoraron la batalla que era lomejor que podan hacer, segn se opina en laRelacin.

    Hacia el 24 de abril una gran manifestacin popular24recorrilas calles de Manila,reunindose gentes variopintas en Plaza del Palacio, Puente de Espaa, Casino y SantaCruz, dirigindose finalmente hasta Malacaang.

    Los manifestantes se unieron enardecidos -segn se precisa- como apoyo a laautoridad espaola y con gritos en contra de los norteamericanos, vitoreando a los Reyesy al Ejrcito.

    El general Basilio Augustn y Dvila agradecicon el alcalde Saz de Orozco elgesto patritico de la manifestacin, lamentando en su emotiva arenga la situacin deguerra y la vulneracin del honor Nacional.25

    A los pocos das el Arzobispo Fray Bernardino Nozaleda, perteneciente a la Or-den Dominica, organizunas rogativas en la Iglesia Catedral, con asistencia de los supe-riores de las Comunidades de las rdenes Religiosas, que segn se indica en la Breve

    Relacin:fueron menos concurridas que la manifestacin.

    Este mismo da 27 de abril, la Escuadra Norteamericana sala de las costas de

    China con direccin a Manila. La perspectiva realista de un bombardeo en breve, hizo quese instalaran en los bajos de la Casa de los PP. Jesuitas los soldados enfermos del Hospital

    de Malate y que en la iglesia de S. Ignacio se iniciaran las oraciones y la mentalizaci npopular en favor de la causa y victoria espaola.

    Segn comenta el informante jesuita, el maltrato a los frailes por parte de losinsurrectos era incuestionable, al igual que la adopcin del tringulo en su escarapelo yen su bandera, influencia que imprime a la Revolucin filipinasegn se critica por elreligiosoun carcter masnico que horripila. Indiscutiblemente la organizacin y me-todologa ritual del Katipunan estaba impregnada de rasgos evidentemente masnicos desde

    su formulacin que no pasan desapercibidos para el religioso y le repugnan.

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    Los yankees llegan: La Batalla de Cavite

    Aqunadie cree que la escuadra Norteamericana llegue a tomar Cavite.

    La Publicidad.Barcelona.

    Las bateras estn defendidas por 199 caones de gran alcance, 35 de los cualesson de nuevo sistema y de alcance para rechazar la agresin de los Norteamerica-nos. Adems cuenta el General Augustn dentro de la ciudad con vveres para 3meses.

    El Imparcial. 14 julio

    La entrada de los norteamericanos y su Escuadra, y el comienzo del combate,

    tuvo su desarrollo fundamental en Cavite. El mismo domingo 1de mayo a las 5 de lamaana, algunos fuertes caonazos anunciaron su presencia. Los Manileos se desperta-ron sobresaltados y con asombro vieron a la Escuadra yankee en la Baha, lo que produjouna confusin atroz. Las gentes, abandonaron precipitadamente la ciudad murada, ante eltemor de un nuevo gran bombardeo. Recordemos que Manila con ms de 300.000 habi-tantes, resultaba ser una de las ciudades y puertos ms cosmopolitas de Asia. Se hababeneficiado de la apertura de la ruta del Canal de Suez. (El viaje Manila-Barcelona se

    cubra en 30 das. Tambin exista un enlace semanal a vapor con Hong Kong).26Manilahaba dejado de ser la ciudad amurallada de Intramuros. Estaba conformada por la histri-ca Intramuros y los arrabales de Binondo, Tondo, Sta. Cruz, Quiapo, Paco, Ermita y Malate.

    Hacia 1896, los nativos componan el 68% de la poblacin manilea (la mayoratnica), los mestizos chinos el 16,65%; los chinos eran un 12,65%; espaoles y criollos enun 11,05%; y finalmente mestizos espaoles 1,39% y otros con el 0,15%.

    Los Norteamericanos entraron por Boca Chica a las 2 y media de la madrugada,

    y con decisin, sus grandes barcos,27se colocaron en lnea de combate entre Manila yCavite comenzando un caoneo verdaderamente infernal. Los 4 caones de 24 cts.entraron en fuego e hicieron algn disparo desde Manila (bateras de Manila), pero prontose silenciaron y la batalla se redujo al fuego de las dos Escuadras y los dos caones dePunta Sangley.28Entre las 6 y 7 de la maana, el enemigo haba cesado el combatepara

    volver con ms furia, cesando a eso de las 8 de la maana. Una gruesa columna de humose levantaba sobre el crucero Castillay entre las 10 h-11 h., de nuevo continuel combate,ardiendo elReina Cristina, buque insignia, ya sin gobierno, lleno de impactos y con su

    tripulacin fuera de combate Montojo abandon el Cristina con su Estado mayor,llevndose la insignia que enarbolen elIsla de Cuba.29

    Por la tarde, ardieron otros barcos pues el incendio parece que por la descripcinpormenorizada que se hace, fue voraz. Los navos espaoles que se salvaron, fueron echa-dos a pique por los marinos espaoles. En tales circunstancias dramticas, se comentabacomo cosa indudable, que a todos los barcos espaoles les pegaron fuego las bombas

    incendiarias de los yankees, pero hubo alguien tambin que llega decir que a algunosbarcos los haban incendiado nuestros propios marinos. Lo cierto es, que los relatos

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    coinciden en sealar como las municiones reventadas, ardan en los buques espaoles.Tambin de hecho, se informa el 30 de mayo y aslo transmite el Diario, que la batera deCavite no se destruy, sino que se haban fundido los caones por el mucho tiroteo, porlo que se ordenla retirada de sus defensores afortunadamente sin ninguna baja.

    Al medioda, los yankees volvieron al puesto en el que haban batallado como siquisieran contemplar de cercalos incendios y aquellos restos humeantes de la EscuadraEspaola.

    Parece ser, que un barco enemigo, se haba dirigido a caonear al vapor correoIsla de Mindanao, recin llegado de Espaa das antes, y que por la maana, haba huidode Cavite, embarrancando luego en la playa de las Pias. Al cuarto caonazo ardielvapor y sus 140 tripulantes trataron de ganar la playa en varios botes, semidestruidos,

    pero, a pesar de las granadas, no recibieron los marinos dao personal.

    LasBajasde la marinera espaola en el combate son cifradas en el Diarioen400 y cerca de 200 en laRelacin, pero a pesar de que en aquel terrible da, se aumentmucho el nmero de muertos, podemos precisar las bajas habidas en la Escuadra y elArsenal, que como se cifra llega unos 100 muertos.

    Bajashabidas en laEscuadra y elArsenal de Cavite- Combate del 1 de mayo de

    1898

    BUQUES MUERTOS HERIDOS TOTAL

    Plana Mayor - 2 2

    Reina Cristina 41 102 143

    Castilla 28 97 125

    D. Juan de Austria 4 14 18

    D. Antonio de Ulloa 3 12 15

    Isla de Luzn - 5 5

    Isla de Cuba - 2 2

    Marqus del Duero 2 1 3

    Arsenal 23 45 68

    101 280 381

    POR CLASES MUERTOS HERIDOS TOTAL

    Generales - 1 1

    Jefes 1 2 3

    Oficiales 1 14 15

    Oficiales graduados 2 1 3

    Clases 3 14 17

    Marineros y tropa 94 248 343

    Totales 382

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    Precisamente dos de las primeras bajas fueron el Comandante del Cristina:Sr. Cadarso y el Capelln Sr. Nov; ambos muertos heroicamente, y el ltimo asistiendo aheridos segn destaca elDiario.El Comandante delUlloa, Sr. Iturralde quedmuy heridocomo la mitad de su tripulacin, fuera de combate o contusionados. Sin embargo

    las bajas del enemigono se pudieron evaluar con exactitud.

    El crucero Baltimoreparece que haba resultado, segn las noticias, muyaveradoy pese a testimonios de ciertas personas que siguieron el combate desde Manila,y juran lo vieron hundirsepaulatinamente, sus averas -si las tuvo- parece que fueron demuy poca consideracin. Como podemos apreciar por las noticias de las fuentes, el desa-rrollo del Desastre alcanz con creces al capital humano junto al descalabro de laEscuadra Naval Espaola.

    En la Iglesia de los Jesuitas no parece que los efectos de la situacin blica impi-

    dieran la celebracin de las misas y comuniones. La Comunidad de la Orden Jesuita,reunida, desde las 8 h a las 14 h, asistien el templo a la exposicin del Santsimo Sacra-mento. La ceremonia fue celebrada por el Rvdo. P. Superior P. Po P. A la vez, se leyuna devota oracin al Sagrado Corazn de Jess haciendo voto de ayunar la vspera de sufestividad y de celebrar una nueva y esplndida fiesta de accin de gracias si el DivinoCorazn se dignase conceder la victoria a las armas espaolas(sic). Pero el Santsimo,se deciditrasladarlo luego, a un lugar ms seguro, ante el temor de un nuevo bombardeoincendiarioque se crea iba a producirse en breve en la capital.

    LosP.P. Jesuitasese mismo da del bombardeo fueron trasladndose del Ateneoa la Casa de Santa Ana y a la Escuela Normal con los objetos que ms urga salvar delincendio. Pero el 4 de mayo, se llevaran el Astronmico, el Archivo, objetos preciososy dinero. De madrugada llegaron junto al P. Rector P. Po P, los restantes religiosos con elSantsimo. Salvo los PP. Simy Martnez quienes fueron a laFuerza de Santiagode laque eran capellanes por nombramiento del Sr. Arzobispo Nozaleda. El Ateneo quedaba al

    cuidado de personas de confianza de los PP. Jesuitas, con la orden de abandonarlo si co-

    menzaba el bombardeo. Sin embargo, la poblacin de Manilaante el riesgo, huya ladesbandada a la provincia de Manila, tanto es as, que por la noche -segn se narra- no sevean en la capital ms que soldados y tropa con sus armas.

    Al da siguiente los yankees tomaron Cavite con sus potentes barcos, procedie-

    ron fcilmente sobre una plaza indefensa, pues los dos caones de Punta Sangley estabanfuera de combate. El Gobernador militar, General Leopoldo GPea y el Jefe delArse-nal, General Sostoa, tras haberse reunido con laJunta de Defensay consultar por telgra-fo al General Augustn, rindieron la plaza y el Arsenal a medioda. Las tropas espaolascompuestas por 650 espaoles de un total de fuerzas de 1.500. se retiraron ms alldel istmo de Noveleta y prcticamente quedtoda la pennsula de Cavite y el puerto enmanos yankees.

    El disgusto de tales noticias de rendicin y los desagradables sucesos comienzana provocar una agitacin pblica. Inmediatamente las casas de la ciudad y los almacenes

    del Arsenalfueron saqueados por una multitud de tulisanesy soldados. Mientras, el

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    Gobierno poltico y militar espaol de Cavite se haba constituido en San Francisco deMalabn. El desorden de saqueos de los indios se deja notar en Cavite y en la plaza militar.

    Por ello esa misma tarde, se celebruna reunin de laJunta de Autoridadesbajo

    la Presidencia del Capitn General, con la asistencia de los Superiores de las 5 rdenesReligiosas presentes en Filipinas, en la que se trataba la realidad de la situacin con lavictoria yankee. En la Junta, se proponan medios prcticos y se dictaban Decretos:

    1. Creacin de milicias de voluntariosindgenas sin que sean incompatiblescon sus empleos civiles en sus pueblos, pudiendo llegar al cargo de coronel.

    2. Crear una Asamblea Consultiva de Filipinassin poderes administrativos enla que se admitan a individuos de patriotismo nada sospechosoy a quien convengaatraer. Esta Junta se ocupara de suplir las deficiencias de la Administracin despertan-

    do las fuerzas vivas del Pas, legislando y amoldndose a las necesidades de las Islas.

    3. Fundacin de ttulos nobiliariosa los que puedan acceder indgenas por ac-tos de patriotismo, adems de abrirles puestos y empleos pblicos de confianza, inclusoel de gobernador de provincia, cuando su talento y probidad lo merezca.

    En una valoracin rpida de lo dispuesto se observa la concesin de todo lo queya pidieron los reformistasdesde 1892. Ahora llegaban por va de Decreto, reformas,algo desfasadas, en una angustiosa situacin. Un punto que fue rechazadocomo indignoy contraproducentefue la ampliacin de ciertas reformasinspiradas en el liberalismomodernoque se proponan por parte de un vocal de la Junta. Y entre otro tipo de actuacio-nes y reflexiones, tambin el P. Po P, aadi, que las rdenes Religiosas, junto con elclero indgena, debera colaborar: levantando el espritu del Pas. Medida que se pon-dra en prctica, muy diligentemente, por decretos de los Provinciales de las rdenes, delArzobispo y la autoridad civil y militar tanto para el clero regular y secular en las diferen-

    tes provincias de Manila.

    Al da siguiente tambin el Arzobispo reunia laJuntapara determinar con pre-cisin las actuaciones de los acuerdos pactados. La mxima atencin se centren la orga-nizacin de lasMiliciasFilipinas (que facultaba acceder a los voluntarios entre los 18 a 50aos), tanto es as, que ya se public en La Gaceta de Manila, la divisin de algunas

    provincias en zonas, con los nombres de los comandantes y oficiales. Pero, por parteespaola hubo censurasa la creacin de tales milicias. Como sabemos, a los 2 meses decampear la insurreccin por las Islas, el General Augustn fue muy criticado, por su res-ponsabilidad en todo el proceso. Segn la Breve Relacin es necesario juzgarequilibradamente su conducta sobre el acuerdo de armar las milicias de los voluntarios

    indgenas.

    Unas Milicias, creadas por el General Primo de Rivera, que tuvieron su papel en

    la represin de la insurreccin filipina. Augustn las volvia llamar contra un enemigoextranjerocuya crueldad con los indios es tan famosa en la Historia. Si ste tambin

    conoca los pactos entre Dewey y Aguinaldo, y a otras Autoridades representadas en laJunta (de la Pea, etc.) a todos les pareca acertado la creacin de las nuevas milicias;

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    ms peligrosas que la creacin de tales milicias, eran las faltas que podan cometerse congente de prestigio al organizarlas. Pues, era evidente que los cargos superiores de losmismos, las ocuparan personas muy influyentes en el Pas. Y stos, eran de dos clases.Los que siendo de la filas de los insurrectos se haban retirado a sus casas con mucho

    dinero, y otros, que tras sacrificarse por Espaa, se regresaron con muchos gastos. Laprecipitacin de las circunstancias, hizo que fueran los voluntariostodos armados. Tan-to en nmero, como sin seleccin alguna, todos en su misma tierra, sin batallones deVisayas, Zamboangueos e Ilocanos, que luchando en tierra ajena estos ltimos, fueron,por ejemplo enemigos irreconciliables de los tagalos insurrectos.

    El otro hecho, era el aire triunfal y de heroicidad de los que cargados de dineroembarcan a Hong Kong (Aguinaldo y los suyos) mientras los jefes de los voluntariosse

    retiraban a sus pueblos desarmados y olvidadoshabiendo mantenido a su costa 2.000soldados: Por aquellos das parecims lucrativo y ms popular y ms glorias haberse

    rebelado contra Espaa, que haber dado su sangre por ella.

    De igual forma que los espaoles buscaban salidas y alternativas de la crisis, losyankees, dueos de Cavite procedieron a romper el clebre cable telegrfico que enlazabaManila con Hong-Kong desde los aos 80, dejando al Archipilago sin comunicacintelegrfica con el resto del mundo(3 mayo).

    El Comodoro Dewey, artfice americano de todo el combate, orgulloso de susrpidos triunfos llega amenazar al General Augustn con arrasar Manila si no sesujetaba a las siguientes condiciones: 1. Entrega de todos los barcos de Guerra existentes

    en el Archipilago. 2. Entrega de los marinos como prisioneros de guerra. 3. Reconoci-miento oficial del bloqueo de Manila, y las Islas.

    Tales condiciones fueron conocidas por los PP. Jesuitas a travs del P. Rossell,quien a su vez, fue informado por el Auditor de Guerra Sr. de la Pea. Ni que decir tieneque Augustn rechaz con indignacin tan insolentes pretensiones y Manila no fuearrasada.

    Pero el bloqueo de Manilasi quedestablecido desde el primer da. Todos losbarquichuelosque hallaron los norteamericanos en Cavite quedaron como botn de vic-toriay de los barcos de guerra espaoles, slo cayeron durante la guerra en poder yankee

    dos caoneros. stos fueron El Callaoque el 12 de mayo viniendo de la Pampanga, semetientre los enemigos candorosamentey el Leyteque se entregel 29 de juniosaliendo del Ro de la Pampanga donde se hallaba refugiado.

    El mircoles 4 de mayo, llega entrar un vapor de guerra ingls y el prcticoespaol le faculta colocarlo en el fondeadero, pero el Comodoro yankee no dudendestruirlo: Ha tenido a bien pegar fuego al vaporcito del prctico, afortunadamente, sal-vando la vida al prctico y la tripulacin(sic).

    Las graves noticias de Cavite hacen deManilauna ciudad expectante. Pero, des-

    de la ptica del religioso P. Saderra, lgicamente son de su inters aludir a noticias de lasprcticas y sentimiento religioso. Por ejemplo en estos primeros das del mes de mayo,

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    conocemos que se haba decidido la consagracin de las Islas al Sagrado Corazn deJesspor parte del Arzobispo; que la Orden Jesuita desenrollaba algunos actos litrgicosen la Iglesia de S. Ignacio, adems de sus continuos trabajos en la cpula del Observato-rio, apenas interrumpidos salvo en los momentos de mayor turbacin del bombardeo.

    De igual modo se nos indica que el 6 y 7 de mayo, haban llegado vapores; uno deguerra ingls, y otro alemn: ste ha entrado izando la bandera espaola y tocando lamarcha real. Con posterioridad llegarn otros vapores franceses, e incluso fondea en laBaha un vapor de guerra japons, mientras la Escuadra yankeesegua fondeada y sepasea...por la Baha, cerca de Cavite. Pese a todo, aumentaba la esperanza de ver aManila libre de un gran bombardeo, por lo que la poblacin civil y los mismos PP. Jesui-tas regresaron alAteneodesde la Casa de Santa Ana y los pueblos circunvecinos a Manila.

    Hacia el 12 de mayo, el caonero espaol Callaoque haba llegado de la Paragua

    en busca de noticias, fue apresado por los norteamericano pues se ha metidocandorosamente entre los barcos norteamericanos. Sin embargo la salida del vaporEsmeraldahacia la Pennsula, fue aprovechada por los Padres de la Orden y la pobla-cin civil espaola, para el envo de noticias y correspondencia a Espaa.

    Desde otra ptica, llegaban informaciones de las averiguaciones realizadas porlos PP. Rosell y Algudesde San Francisco de Malabn y Cavite Viejo, desplegando suscontactos con gente amiga de Espaa. Su labor de confianza impulsada por el Arzobis-po y el General era la de atraer a los insurrectosy sin duda de informarse de sus movi-mientos. Parece ser, que el 14 de mayo, ambos dan cuenta de su comisinal CapitnGeneral, exponen las principales reclamaciones y quejas de los descontentos recogidas en

    Cavite; y tambin dan cuenta pormenorizada de la anarqua reinante en la pennsula deCavite el Puerto, de la que eran dueos y seores los tulisanes tras haberla abandonado lastropas espaolas.

    Sin embargo, las noticias que llegaban a Manila eran muy favorables para los

    norteamericanos, pues ya se precisabael 14 de mayoque llegaban de San Franciscode California ms de 5.000 hombres como tropa de desembarco y ayuda. Frente a estainformacin tan precisa, un telegrama del Gobierno espaol, recibido por la lnea de lasVisayas, anunciaba que sern enviados a estas Islas socorros de mar y tierrasin msprecisin sobre el tema; lo que vuelve a ratificar la falta de ayuda, puntual informacin y

    previsin por parte espaola.

    No todo eran noticias favorables para los yankees, pues se encontraban por ahora

    con la poca simpata del pueblo filipino. Tambin se indica, que los que participaban en elbloqueo de Manila, daban muestras de sufrir ciertas enfermedades, adems de experimen-tar la escasez de agua potable, por lo que no tenan ms remedio que irla a buscar a Mariveleslo que implicaba recibirles a tirospor parte de los espaoles.

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    El regreso de Emilio Aguinaldo y Famy alias Magdalo

    Le ruego haga llegar a nuestra amada Reina, a S.M.D. Alfonso XIII, al Gobierno

    del Sr. Sagasta, a Espaa, al mundo entero, nuestros sentimientos de adhesin

    incondicional a las Leyes.

    Emilio Aguinaldo. Declaraciones antes del Pacto de Biac-Na-Bat

    La doblez y rebelda de Aguinaldo bien clara se vea llegar.

    S. Gmez Nez. Ex-Director del Diario del Ejrcito de La Habana.

    Pese a la rumorologa en Manila que indicaba lo contrario el aviso Mc Culloctrajo a Manila aEmilio Aguinaldocon sus principales capitanes y seguidores. Aguinaldo

    tuvo en sus actividades una trayectoria totalmente conocida e incluso anunciada por losmedios de comunicacin periodstica. Se haba dirigido primeramente, a Saign, y el 21de abril estaba en Singapur, contactando con el periodista ingls Howard W. Bray (en elrelato Oward (sic), quien tras residir 15 aos en Filipinas, observaba para el jesuita comopara muchos espaoles de Manila: una fama que no puede ser ms detestable. Aguinal-do, tuvo entoncescomo ya sabemosun objetivo esencial el de la Indepencia Filipina,levantndose contra Espaa, si los EEUU se comprometan a reconocer tal independen-cia. Una cuestin que ya haba quedado ampliamente recogida y anunciada en el DaylyPress de Hong Kong.

    Las razones de su actitud para su nueva campaa independentista estaban basa-das en el nulo cumplimientode lo pactado (4 y 15 de diciembre) en el Tratado de Paz de

    Biac-Na-Bat. Condiciones que resumidas por el informador fueron:1. Junto al Pacto dePaz, la expulsin y secularizacin de las rdenes Religiosas, con la terminante prohibi-cin de inmiscuirse en asuntos de administracin civil. 2. Amnista General para losinsurrectos y garantas de seguridad personal. 3. Reformas radicales contra el abuso en laAdministracin. 4. Libertad de imprenta para ejercer denuncias contra la corrupcin. 5.Representacin en Cortes. 6. Abolicin del inicuo sistema de secretos deportamientospor sospechas polticas, etc.

    stas eran las bases fundamentales del Tratado de Paz entre otras, que fueron

    conocidas por el sagaz informante, pero segn critica el religioso sobre el tratado, lo quese hizo pblico slo mostruna pequea nota: El Gobierno atendera las justas reclama-ciones de los indgenas cuando no se opongan a la prosperidad del Pas. Pero en elProto-colo reservadopactado por el entonces Gobernador General (Primo de Rivera) y Aguinal-

    do, denunciaba el filipino, que estas condiciones no se han cumplidoen el plazo quequedestablecido hasta el 15 de mayo. Por tanto, aquel Pacto fue papel mojado y cierta-mente su interpretacin por la Historia muy polmico. Mister Bray y Mr. Spencer Pratt,este ltimo cnsul norteamericano en Singapur acogieron con entusiasmo la propuestade Aguinaldoy quedando los tres reunidos a finales de abril junto con Leyva, Secretariode Aguinaldo, Gregorio Hilario del Pilar y Marcelino Santos, todos reconocidos

    independistas, deciden consultar al Comodoro Dewey que estaba en Hong Kong con suEscuadra. El Gobierno de Washington aceptarlos planes y expectativas de Aguinaldo,

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    que como primera intencin es enviado hacia Hong Kong el 26 de abril como punto bsicode su paso definitivo a las Filipinas.

    Cuando ste, el denominado por el jesuita: el Judas filipino, llega Hong Kong

    ya estaba la Escuadra Norteamericana en aguas de Manila; Aguinaldo segn los planesmadurados, reuna a sus seguidores y en el Mc Cullochdesembarcen Cavite el jueves19 de mayo de 1898.

    Como caldo de cultivo de las aspiraciones de los Independientes varios peridi-cos de Hong Kong del da 13 de mayo haban publicado la proclama de Aguinaldocuyospuntos fundamentales constituan una declaracin de intenciones tutelada con el apoyoexterior.

    El P. Saderra sin duda era un hombre perfectamente informado pues nos trasmite

    tal informacin puntualizada:

    1. Los asuntos internos del Gobierno de Filipinas independiente seran tratadospor consejeros europeos y norteamericanos.

    2. Esta ingerencia de extranjerosen el Gobierno de Filipinas no debera deinterpretarse con el Protectorado de los EEUU el cual se debera ejercerinterinamente sobre las mismas bases que el que se pretende introducir en Cuba.

    3. El cuerpo jurdico lo constituiran algunos europeos.

    4. Proclamacin de una completa libertad de cultos en las Islas Filipinas.

    La llegada de Aguinaldo y los suyos codendose con los yankeesironiza elescrito les hace aparecer a los Norteamericanos ante el pueblo filipino comolibertadores, pero desde otra lectura, alarmmucho a las autoridades espaolas de Manilapues su Ejrcito se estaba fortaleciendo y todos quienes se alistaban bajo su bandera,reciban un fusil y 4 pesos. A la vez, los norteamericanos repartan armas y municiones ylo ms grave era que la fidelidadde las compaas de miliciascorra an mayor peligro,por las deserciones.

    Se trabajen la estrategia defensiva con gran actividad con el atrincheramientode la ciudad30y a la vez, se decidifiscalizarlos planes subversivosde Aguinaldocerca de Cavite, indagando a travs de enviados especiales en torno a los ex-cabecillas delas insurrecciones pasadas para conocer su actitud de lealtad a Espaa.31De igual manera,los emisarios de Aguinaldo desplegaron una actividad asombrosa en las diferentes provin-

    cias, haciendo especial nfasis en que los yankees segn cita textual que recoge elDiario: Nos ayudan por puro espritu de humanidad pues haban venido a darles la Inde-pendencia. Un espritu, pensamos, que queda totalmente esclarecido para sus propsitos,pues el 20 de mayo rompen el cable telegrfico que enlazaba Manila con Las Visayas.Medida que entorpeca ms an las cada vez peores comunicaciones de la capital con el

    resto de las Islas, con Europa y Hong Kong y en especial a los espaoles en sus necesida-des de informacin y ayuda ante el bloqueo.

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    Jefes de LneaJefes

    SubordinadosFUERZAS

    Nde

    hombr-

    es

    Total-

    esObservaciones

    CIUDAD MURADA Y LINEA DE SAN ANTONIO ABAD AL MALECN DEL SUR

    General

    Arizmendi

    T.C. Golobardas 3 Compaas de Cazadores n4 300

    1.000 Para la lnea y frenteartillado de la Plaza.T.C. BonetRemonta, Artillera de Plaza yMarina

    600

    Comte. del 41 Compaa del Regimento n73 100

    1 Compaa de Cazadores n10 100

    500Para el resto de la ciudad

    murada.

    1 Compaa del Regimiento n70 100

    1 .Compaa de Regiminto n69 100

    2 Compaas de Leales

    Voluntarios200

    LNEA DE FORTINES Y BLOCKAUS

    General Palacios T.C. San Martn

    I Compaa de Carabineros

    1 Compaa de Marinera

    Artilleria de Plaza

    100

    500Para el resto de la ciudad

    murada.1 Compaa de Voluntariospampangos.

    200

    1 Compaa de Marinera 200

    Artilleria de Plaza 200 500Para el servicio de dos

    bateras.

    LNEA DE FORTINES Y BLOCKAUS

    General RizzoCor. Rosales

    T.C.5 Compaas de Cazadores n3 500

    Caldern T.C. 2 Compaas de Cazadores n11 500 900Para el servicio de dos

    bateras.

    Manzanares 2 Compaas del Regimiento n70 200

    LNEA DE MUNTINLUPA ALAS PIAS

    Cor. D.

    Victoriano PintosT.C. Martinez

    3 Compaas de Voluntarios Anda

    Salzar650

    Alcobendas.T.C.

    2 Compaas de Cazadores n2 200

    Buencamino 2 Compaas de Cazadores n10 80 930Para el servicio de dos

    bateras.

    Guardia Civil

    LNEA DE MUNTINLUPA A TAGUIG

    Cor. Lasala

    T.C. Prez

    RoseteTercio Bayamban 400

    Batalln Cazadores n 10 100 500Para el servicio de dos

    bateras.

    Guardia Civil

    LNEA DE TAMBOBONG, MONTALBN Y MARIQUINA

    Cor. Carb Comte . Prieto Batal ln de Guas 300

    Comte. Garca Batalln de Cazadores 150 480 Para el servicio de dosbateras.

    Comte. Caicedo Guardia Civil 30

    LNEA DE ENLACE ENTRE SANTA MESA Y SAN JUAN DEL MONTE

    Teniente Coronel

    AlberdiBatalln de Ingenieros 100 100

    Para el servicio de dos

    bateras.

    ZONA DE SAN JUAN DEL MONTE

    Teniente Coronel

    ColoradoBatalln Cazadores n 10 200 200

    Para el servicio de dos

    bateras.

    COLUMNAS VOLANTES

    Teniente Coronel

    Hernndez

    3 Compaas de Cazadores n4

    2 Compaas de Regimiento n73

    300

    200500

    Se alojaren el Cuartel de la

    Luneta.

    Teniente Coronel

    Soro

    4 Compaas de Cazadores n11

    1 Compaa del Regimiento n70

    400

    100500 Idem id. en el de Malat.

    Teniente CoronelIglesias Batalln Cazadores n 5 600 600 Idem id en el de Meisic

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    Aguinaldo publica el 24 de mayo una proclama,autntico grito de guerray dosnuevos decretos en los que vuelve a justificar la ayuda norteamericana para el progreso

    del Pas. Aguinaldo no hace, sino establecer un rgimen dictatorial que se traducirendecretos dictados bajo su sola responsabilidad, hasta que dominadas las Islas se forme una

    Asamblea Constituyente Republicanay se nombre un Presidente en cuyas manos desig-narl el mando.32

    En uno de los decretos, se plasmarla prohibicin bajo pena de muertedelrobo, pillaje y atropello contra cualquiera que no haya contribuido directa o indirectamen-

    te a la toma de armas en la insurreccin. En el otro emitido de Aguinaldo, se amenazabacon el fusilamiento al militar o al enemigo, que se presentara a dialogar sin bandera, como

    trmite obligado, segn estos casos tal y como dispona el Derecho Internacional, o sincredencial y documentos justificativos de su status o carcter civil o militar. En el caso deque quien desempeara esta misin fuera indio: Sera colgado por el cuello en la plazapor espacio de dos horas, con un letrero que dijera: por traidor a la patria. Como obser-vamos la crueldad no distingua ni raza ni color en las penas de traicin.

    Mientras tanto, los temores de un nuevo bombardeo volvan a Manila, y ante talexpectativa, el teniente de Artillera Sr. Bonet, Jefe de las Bateras de la Muralla, haba

    pedido permiso al P. Rector Jesuta P. P, para dirigir desde el Observatorio del Ateneoladefensa de la plaza. Es por ello que se instala en dicha torre un telfono y un tapanco.33

    Hacia el 29 de mayo se preparaba la defensa de Manila. Esta capital se habadividido en tres sectores guarnecidos de la siguiente forma en previsin de ataques portierra y mar.

    Las armas espirituales

    En atencin a la llegada de la Escuadra de Cmara todas las misas que durante lasemana se celebren sern aplicadas para alcanzar el favor del cielo en las presen-tes circunstancias.

    Diario.10 julio 1898

    Jefes de LneaJefes

    subordinadosFUERZAS

    Ndehombres

    Totales Observaciones

    ARRABALES DE MANILA

    Cor. D.Francisco Pintos

    T.C. Ripoll.Capitn defragata Concha.

    T.C. Vitoria

    1 Compaa de Cazadores n3 100 100 En el Puente de Paco.

    1 Compaa del Regimiento n70 100 100En el Puente de Espaa yPaseo de Magallanes.

    2 Compaas de Cazadores n6 200 200En el Puente colgante, Estado

    Mayor y Hospital Central.

    Voluntarios San Miguel 250 250 En el Puente de Ayala.

    Guerrilla del Casino 150 150 En la Escolta y Casa Correos.

    5 Compaas de Voluntarios 500 500Calle del Rosario y Plaza delCaldern. Santa Cruz Quiapo

    Sampaloc Tondo.

    3 Compaas del Batallnprovisional

    500 500Retn en el Teatro deZorrilla. Prisioneros militares.

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    Publicase la alocucin de Su Ilustrsima Al pueblo fiel, y el Acto de Consagracindel Archipilago al Sagrado Corazn

    Diario.8 mayo 1898

    Las crticas circunstancias que se vivan en Filipinas y en especial en Manilahicieron que se acudiera tambin como soporte popular, al sentimiento y la prctica reli-giosa.

    Hemos de indicar la permanente atencin de la Iglesia Catlica en todo este pro-ceso histrico de las Islas. La Iglesia en Filipinas fue reacia a abandonar su gran influenciaen el plano poltico como en el cultural y econmico. Una estructura misional de la IglesiaCatlica que presida el Arzobispo Nozaleda en 1898, al frente de las Cinco rdenes

    Religiosasal cuidado de la accin pastoral y misional de las Islas: Agustinos, Recoletos,

    Dominicos, Franciscanos y Jesuitas.

    Su mentalidad de bastin y baluarte de la soberana espaola en las Islas, contras-taba con la realidad del clero indgena, impregnado desde 1872 -Cavite- con un sentimien-to nacional casi siempre obstaculizado en su incorporacin a parroquias y curatos por losregulares peninsulares, y provocando desde los aos 80, una segregacin entre clero nati-vo ypeninsular. Esto provocarla filipinizacinprogresiva de un clero nacionalista quea la larga conducira la formacin de la identidad nacional filipina.

    Segn indican las fuentes manejadas, en los momentos iniciales de la Guerra,Nozaleda recorda la sociedad de Manila su obligacin de orar. Publicuna CartaPastoral exhortando a inscribirse en la Guerra tanto con armas materiales como espiritua-les. El ofrecimiento y consagracin del Archipilago al Sagrado Corazn de Jessfuerealizado de forma privada por el Arzobispo y las rdenes Religiosas, hasta que las cir-cunstancias, permitieran una solemne ceremonia. Nuevamente se invitaba a los manileosa velar rezando.

    Por ello mismo, los Cofradesdel Sto. Rosario celebraron procesin y rogativaspor Manila. Losfranciscanosun triduo a San Francisco, preparando antes al pueblo con

    fervorosa circular. LosPP. Recoletosconvocaron a una novena a la Virgen del Carmen. Y

    finalmente losPP. Agustnosinvitaron a una novena a Santa Rita.

    LosJesuitas, a travs del P. Superior de la Orden, exhortaban al pueblo a orar. Enla Iglesia de San Ignaciose rezla novena al Sagrado Corazn para la feliz arribada de laEscuadra espaola de socorro prxima a llegar, adems se celebraban en aquel tiempo, 5-6 misas diarias.

    Antes de la llegada de los yankees, El P. Superior P. Po Pprocurel rezo deoraciones pro tempore belliy el Salmo Deus refugium. De igual modo, salvo en cir-cunstancias puntuales, misas y comuniones, letanas y rosarios no faltaron en las Iglesiasde Manila, y en especial -se dice- en las de la Orden de la Compaa de Jess.

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    Incluso en el mes de julio se incluyel clebre salmo: Deus venerunt gentesque es el sealado por el ritual para pedir auxilio de Dios contra los herejes, en sustitucinde Deus refugium. Como podemos comprobar la actitud de las rdenes Religiosas des-de el plano espiritual, se mantuvo firme a pesar de las circunstancias y en apoyo decidido

    a la causa espaola.

    El reforzamiento de la autoridad espaola

    Desde el momento que el Teniente General Basilio Augustn tomposesin de laCapitana General de Filipinas(10 de abril de 1898), la situacin filipina era mucho msgrave que la que Primo de Rivera haba soportado en sus ltimos das de ejercicio depoder. Luzn, Ceb, y Las Visayas, tenan extendida la insurrecin, la escuadra de Deweyestaba en Hong Kong, y del Ministro de la Guerra conoce, al poco de su llegada a Manila,

    que en esa situacin poco se poda atender con la escasez de fuerzas de las que se dispona.

    Las dificultades se cebaban enManila, poco preparada para un asedio; pese a los

    15 fortines distanciados kilmetro a kilmetro, mandados construir por Primo de Rivera.34

    Ante toda la complejidad del momento, Augustn quiso asegurarse la lealtad de losfilipinoscon nimo de buscar la defensa comprometida con los Manileos. Se crean portanto las milicias filipinas -de las que ya hemos dado cuenta en la introduccin- y ensegundo lugar, dispuso la constitucin de la Asamblea Consultiva, que el Gobierno deSagasta le haba encomendado como adaptacin imperiosa a las necesidades reales.

    Para que talAsamblea Consultivacumpliera su transcendental misin, se de-cretaba35el establecimiento en Manila de un cuerpo consultivo que informara tras la deli-

    beracin con el Gobernador General sobre asuntos polticos y administrativos, siempreque la autoridad superior lo estimara oportuno.La Asambleapoda exponer la convenien-cia de resoluciones que afectaban a intereses de los pueblos, siempre que no invadiera

    funciones de otro Organismo o infringiera Leyes. La Asambleaestaba presidida por el

    Gobernador General, los miembros de la misma se apelaban Consejeros(natos y de libre

    eleccin). LosNatosfueron: La Junta de Autoridades, el general en Jefe de Estado Mayor,el Auditor de Guerra, el Gobernador civil de Manila, el alcalde de Manila, un Caballero

    Gran Cruz en representacin de la clase noble, el Presidente de la Sociedad Econmica deAmigos del Pas, y el Presidente de la Cmara de Comercio de Manila. Los de libreeleccinfueron 20 personas de significacin en el Pas Filipino. Precisamente Augustn

    designara los jefes de las Milicias: Artemio Ricarte, Baldomero Aguinaldo, MarianoTras, Licerio Gernimo, Enrique Flores, Felipe Buencamino, Po del Pilar entre otros y aD. Pedro Alejandro Paterno entre otras personalidades filipinas pertenecientes al grupo de

    los ilustradosque segua la lnea ideolgica y reformista de Rizal.

    El Diario y la Breve Relacinnos precisan que el 28 de mayo se reuni porprimera vez laAsamblea Consultiva de Filipinaspresidida por Augustn. ste, comentalos reunidos que promovera amplias y liberales reformas provechosas al Pas. BasilioAugustn y Davila agradecia Paterno su actitud positiva y por la asistencia de los miem-bros del pueblo filipino representados de libre designacin; la Asamblea tambin fijlos

    3 ideales bsicos para Espaa: Soberana de Espaa; representacin local y el principio

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    del Gobierno colonial. El Auditor de Guerra Sr. de la Pea les exhorten la misma convo-catoria a utilizar suinfluenciacon el Pas que representan para el bien de la patria.

    Pero el domingo 29 de mayo, las noticias eran extremas. Primeramente se cono-

    cique haba salido de Cdiz unaEscuadra Espaolade ayuda a Filipinas compuesta porun acorazado, 7 cruceros y 3 torpederos, y de otra parte que Aguinaldo haba recibido deDewey 500 rifles Mauser y 200.000 cartuchos de municin. Adems se saba sobre lageneralizacin de la insurreccin armada en Bulacn, Bacoor y La Laguna.

    La combinacin de todas estas noticias se mezclaba con un fuerte baguio conmucha aguaque impeda las operaciones militares en Cavite y sembraban de inquie-tud. La misma, que los espaoles experimentaban hasta con un radical disgusto contra lacolonia inglesa y sobre todo contra el cnsul ingls:

    Acsales la voz pblica de adictos a los yanquees, el mismo cnsul parece que nose recata de profetizar a todas horas un pronto desenlace de los actuales sucesosa favor de los yanquees y de mostrarse amigo de ellos.

    La Insurreccin en auge

    Las operaciones militares del ejrcito insurrecto desde finales de mayo fueronuna campaa victoriosa. La va frrea de Manila a Dagupan (ms de 14 kms.) y el telgra-fo de Cavite y Bulacn quedaron interrumpidos desde el 1 de junio. Y aunque las noticiasllegaban confusas siempre eran muy desagradablespara los espaoles, pues se conocael alzamiento de Bulacn, La Laguna y La Pampanga, con detalles o la desercin de tal ocual comandante de las Milicias filipinas. Las informaciones desagradables tenan siem-pre confirmacin.

    Los rumoresoriginaban contiendas, porque nadie se resignaba a creerlos sinms y el resultado era dejar a los espaoles muy abatidos.36

    Afortunadamente segn cifra Saderra, la artillera espaola compuesta por 372soldados no haba tenido ninguna baja en la tarde del 1de junio, y las bajas de los insurrectosy de las tropas del interior eran por el momento desconocidas. Pero, de hecho, los caona-zos en Cavite y la insurreccin generalizada en las provincias tagalas, daban muestras de

    noticias alarmantes, lo que originde nuevo la reunin de laAsamblea Consultiva.

    Lo que nadie puso en duda, fue que el da 5 de junio, tras tres das de combatesruidosos en el ro Zapote y otros puntos, se replegaron las tropas de Manila. Aquellos queguarnecan las lneas de defensa apartadas de la capital. Este mismo da tropas indepen-dientes atacaban las trincheras de Manila. Como ya hemos comentado, se haba cons-truido para la defensa, una lnea semicircular de trincheras cuyos extremos daban al mar.Un extremo, en el polvorn de San Antonio Abad y el otro, en Caloocan. Estasemicircunferencia cortada en partes iguales por 15 blok-houses (sic) eran a modo de

    fortalezas para la fusilera(sic). Comprendan con su recinto, sin contar con la ciudad

    murada y todos sus arrabales, el pueblo de Santa Ana y los depsitos de aguas de San Juandel Monte.

  • 7/25/2019 CAVA MESA, Begoa - Vida Cotidiana en Manila Durante La Guerra de 1898

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    El ro Pasig fue obstruido en la barra de La Laguna y los insurrectos atrinchera-dos en sus orillas, defendieron que no lo pudieran recorrer ningn vapor espaol.

    La poblacin alarmadsima y con pnico adems de soportar una intensa lluvia,

    se refugiaron en los bajos de la Escuela Normal. Unas 1.200 personas pernoctaban por lasnoches. Pero, por entonces comenzaron las murmuraciones contra las principales autori-

    dades y militares: Hay bastante descontento tambin entre los jefes y oficiales del Ejrci-to, de parte de los voluntarios y los no voluntarios, (ya que a todos los espaoles se haobligado a tomar las armas). Murmrase de muchos militares, de infantera sobre todo,que tienen mucha falta de patriotismo y que pocos estn dispuestos a perder la vida por laPatria.

    Tambin las malas noticias de las Provincias seguan llegando a Manila, pues elGobernador de Cavite, Sr. Garca, cayen manos del enemigo con 900 soldados de

    infantera y cazadores, junto a 80 artilleros. Los destacamentos de las provincias tagalasiban tambin cayendo en manos de los insurrectos y muchos comandantes siguiendo elejemplo del Teniente-coronel Felipe Buencamino, abrazaban ahora la causa indepen-diente.

    Por estos das, no era de extraar la falta de fidelidad del ejrcito regular indgenay mestizo, pero para ser justos, no fue un comportamiento generalizado, pues hasta finales

    del mes de junio solamente se conoca una desercin colectiva y numerosa, la de las dosCompaas del Regimiento n74 que el 28 de mayo se pasaron en Cavite a los insurrectos.En cambio unos 2.000 hombres quedaron en las trincheras de Manila. Compartiendo con

    los cazadoresespaoles el servicio de trincheras hasta el ltimo momento. Un serviciotan incmodo y penoso por los barrizales formados con las lluvias e inundaciones. Todoslos espaoles de Manila, fueron declarados soldados voluntarios, y debidamente organi-zados en Compaas hicieron su mejor o peor servicio en diferentes puntos, compartiendocon la tropa regular el servicio de trincheras.

    El lunes 13 de junio, convocados en el propio domicilio de D. Alejandro Pater-

    no.37Se haban reunido unas 40 personas, espaoles, indios, mestizos, todos personas debuena posicin social y ajenas a la poltica(sic), para ofrecerse al Gobierno en el logrode la pacificacin del Pas.

    Parece ser, que Paterno tena fundadas esperanzas de que ciertos cabecillas ofre-cieran someterse, si se les conceda la Autonoma. Estos buenos deseos con posterioridad,fueron tambin presentados al Capitn General, a quien nuevamente se propona que Es-paa concediera laAutonoma de Filipinas. El poltico espaol parece que estaba dispues-to a hacer ciertas concesiones. Pero antes que nada, era preciso que dejen las armas losinsurrectos. Unas armas que provoca