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Fundación H . A . Barceló Facultad de Medicina Carrera de Licenciatura en Nutrición - Gestionado con Modalidad a Distancia año

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Fundación H . A . Barceló Facultad de Medicina

Carrera de Licenciatura en

Nutrición - Gestionado con Modalidad a Distancia

3º año

INSTITUTO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS DE LA SALUD

FUNDACIÓN BARCELO CARRERA DE LICENCIATURA EN NUTRICION

N° DE MODULO: 7 UNIDAD TEMÁTICA: 3 TITULO: SIGNOS Y SÍNTOMAS CLINICOS POR CARENCIA / TOXICIDAD DE VITAMINAS Y MINERALES OBJETIVOS: - Conocer y comprender los signos y síntomas por carencia y toxicidad

de vitaminas y minerales.

- Identificar y analizar los signos y síntomas por carencia y toxicidad de

vitaminas y minerales.

EJES TEMÁTICOS:

- Signos y síntomas por deficiencia y toxicidad de vitaminas liposolubles.

- Signos y síntomas por deficiencia y toxicidad de vitaminas hidrosolubles.

- Signos y síntomas por deficiencia y toxicidad de elementos minerales y oligoelementos.

VITAMINAS

Las vitaminas son sustancias orgánicas presentes en cantidades muy pequeñas en los

alimentos, pero necesarias para el metabolismo. Se agrupan en forma conjunta no debido

a que se relacionen químicamente o porque tengan funciones fisiológicas semejantes,

sino debido, como lo implica su nombre, a que son factores vitales en la dieta y porque

todas se descubrieron en relación con las enfermedades que causan su carencia. Aún

más, no encajan en otras categorías de nutrientes (carbohidratos, grasas, proteínas y

minerales o metales traza).

Cuando se clasificó a las vitaminas por primera vez, a cada una se la denominó con una

letra del alfabeto. Después, ha habido la tendencia a cambiar las letras por nombres

químicos. El uso del nombre químico se justifica cuando la vitamina tiene una fórmula

química conocida, como con las principales vitaminas del grupo B. Sin embargo, es

conveniente incluir ciertas vitaminas en un mismo grupo, inclusive aunque no se

relacionen químicamente, pues tienden a aparecer en los mismos alimentos.

VITAMINAS LIPOSOLUBLES

Vitamina A

Deficiencia: la deficiencia de vitamina a es un problema nutricional que afecta a grandes

grupos de población en todo el mundo. Se estima que, a nivel mundial, más de 190

millones de niños preescolares presentan carencia de vitamina A, y que entre 250.000 y

500.000 niños sufren de ceguera parcial o total por déficit de la vitamina. Al participar en

el mantenimiento de las estructuras de las membranas celulares, la integridad de los

tejidos depende de esta vitamina, en los ojos la deficiencia produce queratinización,

proceso por el cual las células epiteliales expuestas al medio ambiente pierden su

humedad y son reemplazadas por tejido córneo, y xeroftalmia o sequedad de la córnea,

conductos lagrimales y conjuntiva. Un signo característico de la deficiencia de la vitamina

es la aparición en la conjuntiva del ojo de las denominadas machas de Bitot, que son

blancas, espumosas y representan células desprendidas y queratinizadas. Otro síntoma

es la hemeralopia o falta de adaptación de la visión a la luz de baja intensidad. Cuando la

deficiencia es severa se presenta queratomalacia, proceso caracterizado por la

sequedad y ulceración de la córnea que en estadios avanzados conduce a la ceguera.

La piel se seca y se torna escamosa, y aparece una erupción papilar alrededor de los

folículos pilosos, denominada hiperqueratosis folicular o piel de lija. En el tracto

respiratorio se pierden las cilias.

Sin embargo, los signos clínicos de hipovitaminosis A no se presentan en los primeros

estadios de la deficiencia, y se ha estimado que alrededor de 100 millones de niños

presentan insuficiencia subclínica o marginal de vitamina A; esta situación predispone a

un aumento en la mortalidad asociada a las infecciones graves. Por este motivo,

actualmente se consideran poblaciones con deficiencia de vitamina A aquellas en las que

son probables concentraciones titulares bajas, que pueden causar consecuencias

adversas para la salud, aunque no haya manifestaciones de xeroftalmia.

SÍNTOMAS Y SIGNOS CLÍNICOS DE LA DEFICIENCIA DE VITAMINA A

Anorexia.

Pérdida de peso.

Queratinización de los tejidos epiteliales.

Queratinización de la córnea (xeroftalmia).

Disminución de la adaptación a la luz de baja intensidad (hemeralopia).

Lesiones en la córnea (manchas de Bitot).

Lesiones en la conjuntiva que conducen a la ceguera (queratomalacia).

Disminución de las secreciones.

Disminución de la resistencia a las infecciones.

La insuficiencia de vitamina A se asocia a la malnutrición calórico-proteica, a las ingestas

pobres en lípidos, a los síndromes de malabsorción de grasas y en varios casos depende

de factores socioculturales, cuando no se consumen alimentos de origen animal y las

dietas son ricas en alimentos vegetales pero con escaso contenido lipídico, por lo que la

absorción de la provitamina es limitada.

Las infecciones agudas y crónicas comunes en los niños durante el destete constituyen

también un riesgo para la deficiencia de la vitamina. La hipovitaminosis en todos sus

grados puede ocurrir a cualquier edad, pero la forma más grave causante de ceguera es

más común en los niños pequeños, y las formas moderadas y leves son más frecuentes

en edades escolares, en las mujeres embarazadas y en período de lactancia.

Toxicidad: la hipervitaminosis se produce por ingestas altas de la vitamina en forma de

retinol. Los valores de retinol en plasma se mantienen estables hasta que el hígado

reserva 300 mcg/g ( microgramo por gramo) de tejido hepático; al superar este valor se

produce la saturación y la vitamina A que se ingiere no puede ser depositada en el

hígado, aumentan los valores plasmáticos y se produce intoxicación. Se pueden

diferenciar tres niveles de toxicidad: aguda, crónica y teratogénica. La intoxicación aguda

se produce en forma inmediata por la ingesta de una dosis 100 o más veces superior a la

recomendación en adultos. Los síntomas son náuseas, vómitos, cefaleas, vértigo, visión

borrosa, incoordinación muscular y en los lactantes, hipertensión craneana.

La toxicidad crónica es más frecuente y se debe a la ingesta repetida durante semanas y

años de dosis excesivas de vitamina A diez veces superiores a las necesidades diarias.

Los síntomas son cefalea, alopecia, labios agrietados, piel seca y pruriginosa. En los

adultos se producen dolores óseos y articulares que son consecuentes a una disminución

en la densidad mineral ósea y se asociarían a una mayor predisposición a fracturas de

cadera especialmente en mujeres posmenopáusicas. Debido a que el hígado es el

principal órgano de depósito de la vitamina, en la toxicidad se producen diversas

manifestaciones de disfunción hepática que van desde un reversible aumento de las

enzimas hepáticas hasta distintos grados de hepatomegalia, fibrosis, cirrosis, pudiendo

llegar en algunos casos a la mortalidad.

El consumo excesivo de alcohol potencia los efectos adversos de la vitamina A, por lo que

las personas alcohólicas constituyen un grupo de mayor susceptibilidad a la toxicidad.

Los efectos teratogénicos se presentan con la ingesta excesiva durante la gestación y se

asocian a alteraciones en el feto como: reabsorción fetal, abortos, malformaciones

congénitas (especialmente malformación craneofaciales y anormalidades del sistema

nervioso central) y dificultad para el aprendizaje. Por esta razón no se aconseja aumentar

la recomendación durante el embarazo y se mantiene la misma cantidad que en la mujer

no embarazada. Las mujeres en edad fértil deberían usar los suplementos de esta

vitamina con prudencia.

El nivel superior de ingesta tolerable para los adultos se ha fijado en 3.000 mcg de

retinol/día siendo las alteraciones hepáticas el efecto adverso tenido en cuenta para

determinar esta cantidad en los hombres y las mujeres posmenopáusicas. Los efectos

teratogénicos fueron los efectos adversos que pautaron la cifra para las mujeres en edad

reproductiva.

Por otro lado, cuando se ingieren suplementos diarios de β-carotenos superiores a los 30

mg, o bien cantidades abundantes de hortalizas y frutas ricas en la provitamina, se

produce un cuadro benigno que es la hipercarotenosis o carotenodermia, que se

manifiesta con una pigmentación amarillenta en la piel (especialmente en las palmas de

las manos) similar a la ictericia. El cuadro desaparece suprimiendo la ingesta de los

suplementos o disminuyendo el consumo de los alimentos ricos en carotenos.

Por otro lado, dos estudios recientes observaron que fumadores que habían sido

suplementados con 20 mg/día de β-carotenos por el término de 5 a 8 años, presentaron

una mayor morbimortalidad por cáncer de pulmón, en comparación con un grupo

control. Sin embargo, los datos no son aún contundentes como para establecer un límite

máximo en la cantidad diaria de la suplementación con la provitamina A.

Vitamina D

Deficiencia: la deficiencia de vitamina D se caracteriza por una inadecuada

mineralización o desmineralización del esqueleto. En los niños causa raquitismo, que

presenta los siguientes signos clínicos: craneotabes (engrosamiento del cráneo en las

eminencias frontales y parietales), deformidad torácica, arqueamiento de los huesos

largos, crecimiento de las epífisis de los huesos largos, dentición retrasada, debilidad

muscular, deterioro del crecimiento, tetania. En los adultos la deficiencia se denomina

osteomalacia, y se manifiesta por una desmineralización ósea que predispone a fracturas

espontáneas. La deficiencia puede presentarse cuando se altera: la síntesis cutánea de la

vitamina D, la absorción intestinal de la misma o el metabolismo de su forma activa.

Toxicidad: la hipervitaminosis D se caracteriza por un incremento en la concentración

plasmática de 25(OH)D y consecuentemente se presenta hipercalcemia como resultado

del incremento en la absorción intestinal de calcio. La hipercalcemia condiciona una

hipercalciuria, que se asocia con un depósito de calcio en los tejidos blandos y lesiones

irreversibles en el riñón y corazón. En pacientes con hipervitaminosis D también se

observan náuseas, anorexia, vómitos y alteraciones en el estado mental. El límite máximo

de ingesta sugerido para la vitamina D es de 50 mcg (2.000 UI)/día. Se encuentran en

riego de toxicidad aquellas personas que mantienen ingestas elevadas de lácteos

fortificados o pescados asociadas al consumo de suplementos que contienen la vitamina

en elevadas concentraciones.

Vitamina E

Deficiencia: la deficiencia de la vitamina E es muy rara en los humanos, ocurre sólo como

consecuencia de alteraciones genéticas con fallas en la absorción de los lípidos o bien

asociada a enfermedades intestinales con malabsorción de las grasas, como en la

enfermedad celíaca, pancreatitis, cirrosis biliar, enfermedad fibroquística. La principal

manifestación de la deficiencia es la neuropatía periférica, en la que se presentan

alteraciones diversas como: ataxia, arreflexia, alteraciones en la fotopercepción, debilidad

o hipertrofia muscular. En los adultos la sintomatología de la deficiencia puede

manifestarse al cabo de 5 a 10 años; en los niños las consecuencias son más graves y el

cuadro de la deficiencia aparece más rápido. Los síntomas de la deficiencia son

controlados con la suplementación de la vitamina E si ésta se indica antes de que ocurra

daño neurológico irreversible. Los lactantes prematuros son un grupo especial de riesgo,

ya que poseen valores circulantes de α-tocoferol inferiores a los de los nacidos a término,

por lo que se ha postulado que la suplementación con vitamina E en los prematuros sería

beneficiosa para el tratamiento y la prevención de la anemia hemolítica, la displasia

broncopulmonar y la retinopatía. Sin embargo, debido a la mayor susceptibilidad que

presentan los recién nacidos prematuros a la toxicidad de tales suplementos, la

administración rutinaria de los mismos está desaconsejada.

Toxicidad: no se han evidenciado efectos adversos asociados al consumo de la vitamina

E presente en los alimentos, por lo que la toxicidad se considera sólo para la ingesta de α-

tocoferol como suplemento o el adicionado a los alimentos fortificados. Las alteraciones

hemorrágicas constituyen el efecto tóxico asociado a ingestas elevadas de vitamina E,

siendo especialmente vulnerables los infantes prematuros que reciben suplementación

con α-tocoferol. El límite máximo de ingesta para los adultos se ha estimado en 1.000 mg

de α-tocoferol/día. Estas cifras se formulan para la población normal, sin patologías; los

individuos que se encuentran con terapia anticoagulante o presentan deficiencia de

vitamina K constituyen un grupo especial de riesgo para la toxicidad y en ellos debe

monitorizarse especialmente el consumo de suplementos de vitamina E.

Vitamina K

Deficiencia: la deficiencia de la vitamina produce fundamentalmente hemorragias; sin

embargo, su aparición en el hombre adulto es difícil ya que el aporte de los alimentos es

importante y además se cuenta en parte con la síntesis endógena a nivel intestinal. Puede

presentarse cuando se mantienen bajas ingestas de la vitamina asociadas al consumo

prolongado de antibióticos; en estos casos se producen alteraciones hemorrágicas, las

que podrían deberse a las modificaciones en la flora intestinal que disminuyen la síntesis

de menaquinonas, o directamente por la acción de los antibióticos que alterarían la

estructura de la vitamina K.

Las patologías que dificultan la absorción intestinal, las intervenciones quirúrgicas y los

tratamientos prolongados con nutrición parenteral total pueden también llegar a ocasionar

estadios de deficiencia.

En los neonatos, especialmente los prematuros, la deficiencia es mas frecuente, y

produce un síndrome hemorragico denominado síndrome hemorrágico del recién nacido,

que se presenta entre la tercera y sexta semana de vida y ocasiona hemorragias

intracraneales. Por este motivo, se suele administrar profilácticamente al nacimiento un

suplemento intramuscular de 0,5 a 1 mg de filoquinona.

Toxicidad: no se ha registrado toxicidad producida por la filoquinona, la forma natural de

la vitamina K, ni tampoco por la menaquinona de la dieta. Se ha observado que ingestas

hasta 100 veces superiores a las necesidades diarias no producen efectos adversos.

Sin embargo, la menadiona administrada a lactantes se acompaña de anemia hemolítica

y toxicidad hepática; por tal motivo, en la actualidad se prescribe filoquinona para prevenir

la enfermedad hemorrágica del recién nacido. Por otro lado, existen evidencias que

sugieren que la administración oral o parenteral de suplementos de vitamina K en el

recién nacido puede aumentar el riesgo de padecer cáncer en la infancia. Aunque esta

asociación aún no ha sido del todo demostrada se sugiere manejar con cautela tales

suplementos en los recién nacidos.

Es importante destacar que aquellos pacientes que sufren de tromboembolia y son

tratados con sustancias anticoagulantes, deben controlar sus ingestas de vitamina K, ya

que consumos aumentados de la vitamina actuarían como antagonistas en el efecto de la

medicación. Por esta razón es de utilidad para los especialistas en nutrición contar con

tablas de composición química que permitan conocer el contenido en vitamina K de los

alimentos.

VITAMINAS HIDROSOLUBLES

Tiamina (B1)

Deficiencia: en los estadios iniciales, la deficiencia de tiamina, denominada beriberi, se

manifiesta con síntomas inespecíficos, por lo que puede ser ignorada fácilmente. Estos

síntomas incluyen: anorexia, pérdida de peso, apatía, confusión e irritabilidad y debilidad

muscular. El beriberi seco o atrófico se caracteriza por una neuropatía periférica, con

alteraciones en la sensibilidad muscular, parestesias (disturbio de la sensibilidad en forma

de hormigeo o adormeciminteo), disestesias (trastorno en el sentido del tacto) y

formicación (sensación de pequeños insectos arrastrándose en la piel). Estos síntomas se

producen como consecuencia de la falta de glucosa en el sistema nervioso, lo que lleva a

una alteración en la actividad neuronal. Si el aporte de la vitamina sigue disminuyendo, se

progresa al beriberi subagudo o húmedo con alteraciones cardíacas, edema e

insuficiencia cardíaca que se añaden a la polineuropatía. El síndrome de Wernicke-

Korsakoff es otra de las manifestaciones de la deficiencia y se presenta principalmente en

alcohólicos. Se caracteriza por incoordinación, ataxia, alteraciones oculares,

desorientación temporoespacial y amnesia.

La deficiencia severa en los países industrializados se asocia al alcoholismo,

acompañado de ingestas deficientes y también se han registrado casos en pacientes

obesos que mantienen dietas hipocalóricas muy restrictivas y en pacientes con

alimentaciones parenterales sin aporte vitamínico. En Oriente, la deficiencia se presenta

en áreas donde la alimentación se basa en arroz blanco asociado al consumo de

pescados crudos que contienen antitiaminas.

Toxicidad: no se han observado efectos adversos con dosis elevadas de tiamina en

forma de suplementos, por lo que no se ha determinado un límite máximo para su ingesta.

Sin embargo, se han registrado en la literatura casos fatales de intolerancia a la

administración de tiamina por vía parenteral, con la sintomatología característica de un

shock anafiláctico: ansiedad, prurito, disfunción respiratoria y shock.

Riboflavina (B2)

Deficiencia: los signos de la deficiencia de riboflavina, que se denomina arriboflavinosis o síndrome orooculogenital son: ulceración y ardor en labios, boca y lengua, fotobofia,

prurito ocular y lagrimeo, queilosis (trastorno en los labios y boca caracterizado por la

formación de escamas y fisuras) y dermatitis seborreica (proceso inflamatorio crónico con

formación de escamas y costras) en el surco nasolabial, los párpados, el escroto y la

vulva. Puede presentarse también anemia microcítica. Los estadios carenciales de

riboflavina acompañan frecuentemente a otras deficiencias nutricionales en estados de

desnutrición severos. Patologías como el cáncer, la enfermedad cardiovascular y la

diabetes precipitan o exacerban la deficiencia de riboflavina.

Toxicidad: no se observaron efectos adversos asociados a ingestas elevadas de la

vitamina. La eficaz eliminación urinaria de la riboflavina constituye un mecanismo

protector para la toxicidad.

Piridoxina (B6)

Deficiencia: la deficiencia de la vitamina B6 generalmente se asocia a la carencia de otras

vitaminas del complejo B. Los síntomas clínicos de la deficiencia incluyen: dermatitis

seborreica, anemia microcítica, convulsiones, estadios de depresión y confusión,

anomalías en el electroencefalograma y alteraciones inmunológicas. La anemia

microcítica es consecuencia de una deficiente formación del grupo hemo, y las

alteraciones neurológicas se deberían a una acumulación de los metabolitos del triptófano

en el cerebro.

Debido a que el alcohol interfiere con el metabolismo de la B6, en alcohólicos crónicos

puede presentarse deficiencia de la vitamina. Se ha sugerido también que el uso

prolongado de anticonceptivos orales interfiere con el metabolismo del triptófano,

probablemente por una deficiencia en la utilización de la piridoxina.

En los últimos años se ha identificado al aumento en las concentraciones plasmáticas de

homocisteína como un posible factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades

cardiovasculares. Por otro lado, algunos trabajos muestran una correlación positiva entre

las bajas ingestas de vitamina B6 y elevados niveles de homocisteína plasmática; sin

embargo, son necesarios aún más datos para establecer una relación directa entre la

ingesta de esta vitamina y el riesgo de enfermedad cardiovascular.

Toxicidad: no se han registrado efectos adversos asociados a ingestas elevadas de

vitamina B6 proveniente de los alimentos; sin embargo el uso de suplementos de

piridoxina utilizados en el tratamiento del síndrome premestrual y el síndrome del túnel

carpiano se asoció con el desarrollo de neuropatía sensorial y lesiones dermatológicas. El

Comité de Expertos sobre Vitaminas del Complejo B de la Academia Nacional de Ciencias

en 1998 determinó un límite máximo de ingesta de 100 mg/día para la piridoxina. Esta

cifra surgió del análisis de datos provenientes de estudios que revelaron el desarrollo de

neuropatía sensorial (con presencia de parestesia en las extremidades, ataxia,

entumecimiento perioral, etc.) en mujeres premenopáusicas que recibían suplementos de

piridoxina para el tratamiento del síndrome premestrual.

Niacina

Deficiencia: la deficiencia severa de niacina se denomina pelagra (“piel rugosa”), y se la

conoce como la enfermedad de las tres “D”: dermatitis, diarrea y demencia. La dermatitis

afecta simétricamente las áreas expuestas al sol: dorso de las manos, codos, cuello

(collar de Casal) y parte anterior del tórax. Las lesiones tienen forma de fisuras o

escamas, simulando quemaduras y pueden infectarse cuando la carencia es grave. Las

alteraciones digestivas incluyen vómitos, diarrea o constipación, e inflamación de la

lengua, que presenta un color rojo intenso, con fisuras angulares. Entre los síntomas

neurológicos se encuentran la apatía, depresión, fatiga, cefalea y pérdida de la memoria.

La pelagra fue un enfermedad común en los Estados Unidos y Europa a comienzos del

siglo XX, debido a la introducción del maíz en reemplazo del trigo, sin adoptar la técnica

de cocción que aumenta su biodisponibilidad. En la actualidad la pelagra ha desaparecido

en los países industrializados, donde se presenta asociada al alcoholismo o alteraciones

genéticas en el metabolismo del triptófano; sin embargo, es aún frecuente en la India y

ciertas zonas de Asia o Africa.

Toxicidad: no se han registrado efectos adversos asociados al consumo excesivo de

niacina a través de los alimentos. La toxicidad puede presentarse cuando se ingieren

suplementos de niacina, con fines farmacológicos. Los síntomas asociados al exceso son:

rash cutáneo, con enrojecimiento del rostro, brazos y pecho, sensación de quemazón,

picazón y hormigueo; trastornos gastrointestinales no específicos pueden acompañar al

rash cutáneo. Se han registrado también casos de hepatotoxicidad con disfunción

hepática que progresa a hepatitis fulminante y encefalopatía en pacientes que recibieron

dosis de 3 a 9 g de niacina para el tratamiento de la hipercolesterolemia. Otros síntomas

menos frecuentes son las anormalidades en el metabolismo de la glucosa y alteraciones

oculares como visión borrosa, edema macular y ambliopía. Considerando al rash cutáneo

como el trastorno más probable del exceso de niacina se determinó un límite máximo para

su ingesta en adultos de 35 mg/día.

Acido Fólico

Deficiencia: una ingesta inadecuada en folatos lleva en primera instancia a una

disminución del folato sérico, luego disminuye el folato en el glóbulo rojo, aumenta la

concentración plasmática de homocisteína y finalmente aparecen alteraciones

megaloblásticas en las células de la médula ósea, y otras en tejidos de rápido crecimiento

como las células epiteliales del estómago, intestino delgado, vagina y cuello uterino. El

volumen corpuscular medio del eritrocito aumenta y se asocia a una hipersegmentación

de los neutrófilos. Se desarrolla entonces una anemia macrocítica o megaloblástica, que en estadios avanzados cursa con la sintomatología característica de un aporte

inadecuado de oxígeno a los tejidos: debilidad, fatiga, dificultad para la concentración,

irritabilidad, cefalea, palpitaciones.

Deficiencia de folatos y riesgo de patologías degenerativas: en los últimos años se ha

sugerido que cierto tipo de afecciones, como los defectos del tubo neutral, cardiopatías,

ciertos tipos de cáncer y alteraciones psiquiátricas pueden estar relacionados con un

estado nutricional deficiente del folato. Sin embargo, es necesario aún profundizar más los

conocimientos que vinculan la ingesta de la vitamina con el riesgo de padecer tales

patologías así como el efecto protector que puedan tener los folatos naturales.

• Defectos del tubo neural: los defectos del tubo neural (DTN) constituyen un

importante problema de salud pública por su mortalidad, morbilidad, costo social y

el sufrimiento que ocasionan. Representan la más común de las malformaciones

congénitas del sistema nervioso central, y se manifiestan como consecuencia de

alteraciones en el proceso de embriogénesis. Estas anomalías pueden estar

limitadas al sistema nervioso central o incluir los tejidos periféricos adyacentes

(hueso, músculo y tejido conectivo). Estas fallas en el desarrollo del patrón

embriológico se producen durante las primeras semanas de vida fetal y pueden

clasificarse de la siguiente manera:

Anancefalia: se caracteriza por la ausencia de tejido cerebral, probablemente

causada por una falla en el cierre del neuroporo anterior, que ocasiona ausencia

de la bóveda craneal, con el consiguiente crecimiento anárquico e involución del

cerebro. Los niños que la padecen suelen nacer muertos o morir poco después de

nacer.

Espina bífida con meningomielocele: es una anomalía que afecta los arcos

vertebrales en cualquier punto de la columna, siendo más frecuente en las

vértebras lumbares y sacras en donde se produce la protrusión de las meninges y

el desarrollo defectuoso de la médula espinal. Se acompaña con un déficit

neurológico marcado por debajo del saco de protrusión, con parálisis de los

miembros inferiores y de los esfínteres de la vejiga. Estos defectos pueden estar

cubiertos con piel o por una delgada membrana.

Espina bífida con meningocele: es una forma menos severa en la que se afecta el

arco vertebral con formación de un saco de protrusión que contiene meninges y

líquido cefalorraquídeo, estando la médula espinal en posición normal.

Craneorraquisquisis: es otra anomalía fatal en la que se produce una falla

completa del cierre del tubo neural a todo lo largo del raquis.

La prevalencia de los DTN es variable, y depende de factores geográficos, genéticos y

raciales. Pueden afectar de 1 a 9 de cada 1.000 nacidos vivos, las mayores

incidencias se registran en Gran Bretaña, Irlanda, norte de China y en los aborígenes

australianos.

A partir de 1964, se postuló una posible asociación entre el consumo de folatos y los

DTN; inicialmente se llevaron a cabo investigaciones observacionales, y en los últimos

años varios estudios experimentales que evaluaron el efecto de la suplemetanción con

folato en el período periconcepcional logran demostrar que el suplemento disminuye

en una 70% la aparición de los DTN.

No se conoce con exactitud el mecanismo por el cual el ácido fólico reduce el riesgo

de DTN; se supone que las ingestas elevadas de folatos se relacionan con las

concentraciones de folatos en los tejidos, lo que prevendría las deficiencias

metabólicas en la síntesis de proteínas y/o ADN durante el cierre del tubo neural. Por

otro lado, se ha postulado que quizás el folato no previene la deficiencia de DTN, sino

que selectivamente aumenta la tasa de abortos en fetos afectados.

• Enfermedad vascular: El folato, en la forma de metiltetrahidrofolato es el sustrato

necesario para la remetilación de la homocisteína a metionina, de manera que los

niveles de homocisteína se encuentran marcadamente aumentados en la

deficiencia de folatos. En 1976 por primera vez se encontró una diferencia

significativa en los valores de homocisteína plasmática entre sujetos con y sin

enfermedad cardiovascular. A partir de entonces, varios estudios observacionales

y experimentales publicados revelan que la hiperhomocisteinemia representa un

riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovascular. No está claro aún el

mecanismo por el cual esta relación se produce; entre las hipótesis propuestas, se

sugiere que la homocisteína puede ejercer un efecto tóxico directo sobre las

células endoteliales, promoviendo el desarrollo de lesiones ateroscleróticas; puede

también aumentar la adhesividad de las plaquetas y alterar factores relacionados

con la coagulación. Sin embargo, todavía no está demostrado que el aumento en

la ingesta de folatos pueda disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular,

siendo necesarios más estudios que analicen esta relación causal.

• Cáncer: varios estudios sugieren que la deficiencia de folatos por sí sola no tiene

un efecto cancerígeno pero puede predisponer al desarrollo de ciertos tipos de

cáncer como el de cuello de útero, colon, pulmón, esófago y estómago. Los datos

no son aún suficientes como para atribuirle al folato un efecto protector para el

desarrollo de esta patología. Los mecanismos potenciales propuestos se

relacionan con alteraciones en la integridad del ADN.

• Desórdenes psiquiátricos: la relación entre la deficiencia de folatos y los

desórdenes psiquiátricos fue postulada hace 30 años. Desde entonces varios

estudios llevados a cabo en pacientes psiquiátricos sugieren que la deficiencia de

folato o los bajos niveles en plasma aumentarían la prevalencia de estados de

depresión, así como deficiencias en la capacidad de aprendizaje y memoria,

especialmente en los ancianos. El mecanismo por el cual el folato afecta la función

cerebral se relacionaría con la propiedad de esta vitamina para mantener el pool

de metionina, sustrato para la biosíntesis de S-adenosilmetionina, cofactor en las

reacciones de mutilación para la síntesis de catecolaminas. Por otro lado, se

relaciona al folato con la normal integridad de las membranas neuronales y con la

síntesis de serotonina.

Toxicidad: los efectos adversos atribuidos al folato no se presentan con la ingesta del

mismo a partir de los alimentos sino con el consumo de ácido fólico sintético a través

de suplementos. En individuos con deficiencia de B12, el uso de suplementos de ácido

fólico puede precipitar o exacerbar las alteraciones neurológicas. Dosis elevadas de

folatos se asociaron también con alteraciones gastrointestinales, cambios de conducta

y reacciones de hipersensibilidad. El límite máximo de ingesta propuesto en la

actualidad se determinó teniendo en cuenta la cantidad de ácido fólico que

predisponía a la neuropatía en personas con deficiencia de B12, y se fijó en 1.000

mcg/día para los adultos a partir de los 19 años.

Vitamina B12

Deficiencia: la carencia de B12 ocasiona alteraciones hematológicas que desencadenan

en una anemia megaloblástica. Existen dos diferentes situaciones que pueden conducir

a la deficiencia: la malabsorción de la vitamina presente en los alimentos, debido a la

dificultad para liberarla de las proteínas con las que se encuentra asociada, circunstancia

que se presenta en pacientes con patologías en la secreción gástrica o con el uso de

medicamentos que disminuyan tal secreción; en estos casos sí puede absorberse la

vitamina B12 sintética. Por otro lado, la deficiencia se manifiesta en situaciones en las que

las células parietales no secretan el factor intrínseco, por lo que no puede absorberse ni la

vitamina contenida en los alimentos ni la sintética. Esta situación se conoce como anemia perniciosa. Las alteraciones hematológicas que se presentan en la deficiencia de la B12

son indistinguibles de las que se producen por deficiencia de folatos, e incluyen los

síntomas comunes de la anemia: palidez de las mucosas, fatiga, palpitaciones y

respuesta disminuida al ejercicio. El mecanismo causal de la anemia es la interferencia

con la síntesis de DNA, lo que ocasiona alteraciones megaloblásticas en los hematíes,

que presentan un mayor tamaño (macrocitosis). El proceso megaloblástico afecta también

a otras células de rápido crecimiento, pudiendo encontrarse neutropenia y

trombocitopenia. Estas complicaciones hematológicas son totalmente reversibles luego

del tratamiento con B12. En el 75 al 90% de los pacientes pueden presentarse además

complicaciones neurológicas y aun aproximadamente en el 25% de los casos estas

alteraciones pueden ser la única manifestación de la deficiencia de B12. Las

manifestaciones neurológicas incluyen neuropatía con desmielinización discontinua que

ocasiona: alteraciones sensoriales en las extremidades, disturbios en la motricidad y

alteraciones cognitivas que varían desde pérdida de concentración y memoria,

desorientación hasta una demencia franca. Pueden agregarse alteraciones en la visión,

insomnio, impotencia e incontinencia urinaria. La aparición de estas alteraciones es

gradual y ocurren en un estadio tardío de la deficiencia de B12, y dependiendo de la

duración pueden ser o no totalmente reversibles con el tratamiento de B12. Las lesiones

neurológicas de la deficiencia podrían ser consecuencia de la toxicidad para el encéfalo,

atribuida a la homocisteína, que se encuentra elevada en la carencia de B12.

Frecuentemente, en la deficiencia pueden presentarse alteraciones gastrointestinales,

como anorexia, flatulencia o constipación. En poblaciones de adultos mayores a los 60

años en EE.UU., se estimó que el 2% presentaba anemia perniciosa no diagnosticada,

esto se debe que con la edad, en la mayoría de las personas se presenta atrofia gástrica,

la que condiciona una capacidad disminuida para absorber la vitamina. El alcoholismo es

otra situación de riesgo para adquirir la deficiencia, debido a una ineficiente absorción de

la B12. En los vegetarianos estrictos la deficiencia se presenta recién a partir de los 20

años de haberse suspendido el consumo de alimentos fuente de la vitamina. Esto se debe

a que en la circulación enterohepática la B12 contenida en la bilis se reabsorbe

eficientemente.

Toxicidad: el consumo de vitamina B12 ya sea mediante los alimentos o los suplementos

no presenta toxicidad en adultos sanos, probablemente debido al bajo porcentaje de

absorción que posee. Algunos estudios sugieren una posible asociación entre la

administración de dosis elevada por vía parenteral de B12 y el desarrollo de acné. Sin

embargo, los datos no son suficientes como para fijar un límite máximo de ingesta.

Colina

Deficiencia: sólo una publicación hace referencia a la deficiencia experimental de colina

en voluntarios que fueron alimentados durantes tres semanas con una alimentación

carente de colina y desarrollaron alteraciones hepáticas, como hígado graso, trastorno

que se manifiesta con la acumulación de ácidos grasos en el parénquima hepático. Estos

datos sugieren que la síntesis endógena no es suficiente para cubrir los requerimientos.

Toxicidad: aportes elevados de colina en pacientes con enfermedades neurológicas se

han asociado a alteraciones como olor corporal a pescado, vómitos, aumento de la

salivación y alteraciones gastrointestinales. Estos síntomas se observaron en pacientes

con ataxia cerebral que habían sido tratados con colina en dosis de 10 a 16 g/día. El olor

a pescado se relaciona con la elevada producción de trimetilamina, un metabolito de la

colina. Otras observaciones asociadas a la toxicidad son hipotensión y hepatotoxicidad

leve.

Biotina

Deficiencia: la deficiencia de biotina se ha documentado en dos situaciones: durante

alimentaciones parenterales prolongadas sin suplementación con biotina y asociada al

consumo prolongado de clara de huevo cruda, que contiene avidina, una sustancia que

liga a la biotina impidiendo su absorción. Los síntomas de la deficiencia son: dermatitis,

conjuntivitis, alopecia y alteraciones del sistema nervioso central como letargia, depresión,

alucinaciones y parestesia.

Toxicidad: no se han reportado hasta la fecha efectos adversos asociados a

administraciones elevadas de biotina ya sea por vía oral o parenteral.

Acido pantoténico

Deficiencia: históricamente la deficiencia de ácido pantoténico se relacionaba con el

síndrome del “pie ardiente” que afectaba a los prisioneros de guerra en Asia durante la

Segunda Guerra Mundial. Este trastorno mejoraba sólo con la suplementación de ácido

pantoténico. En la actualidad la deficiencia se presenta en individuos privados

experimentalmente de la vitamina o cuando se administran antagonistas del ácido

pantoténico. Los síntomas son muy variados e incluyen: irritabilidad, fatiga, apatía,

alteraciones en el sueño, náuseas, vómitos, dolores abdominales, entumecimiento,

parestesia e hipoglucemia.

Toxicidad: no se han registrado en la literatura reportes acerca de toxicidad asociada a

elevados aportes de ácido pantoténico.

Vitamina C

Deficiencia: el ecorbuto es el resultado de una inadecuada formación del colágeno en

las membranas basales capilares, que se refleja con fragilidad capilar y varias

alteraciones hemorrágicas. Se manifiesta por varios síntomas entre los que se

encuentran: fatiga, debilidad, letargia, irritabilidad, hemorragias gingivales, dolor muscular

y articular. La fatiga leve puede en algunos casos ser el primer síntoma de la deficiencia.

Se presentan inicialmente petequias (pequeñas manchas hemorrágicas del tamaño de la

cabeza de un alfiler que aparecen en la piel) y equimosis (manchas violáceas causadas

por extravasación de sangre a la piel de mayor tamaño que las petequias) que se

extienden de los miembros inferiores al resto del cuerpo, las mismas progresan a

hiperqueratosis folicular (hipertrofia de la capa córnea de la epidermis) con hemorragias

perifoliculares. Las manifestaciones psicológicas características de la deficiencia son la

depresión, histeria e hipocondriasis (delirio de estar padeciendo alguna enfermedad). En

algunos casos cursa con anemia leve. La deficiencia en la resistencia a las infecciones es

secundaria a la pérdida de secreciones y alteraciones en las membranas mucosas. Se

producen hemorragias interarticulares y puede haber muerte súbita por hemorragia

cerebral o cardíaca. Debido a que cantidades tan bajas como 10 mg/día de vitamina C

previenen la aparición de los síntomas, el escorbuto no es hoy en día una enfermedad

frecuente; sin embargo, puede presentarse en individuos con ingestas muy deficientes

como los alcohólicos crónicos o en ancianos que no consuman frutas y verduras frescas.

Toxicidad: la baja toxicidad atribuida tradicionalmente a la vitamina C se debe a la menor

biodisponibilidad que se presenta con el consumo de cantidades elevadas; cuando se

ingieren dosis de 1.250 mg, sólo se absorbe el 50% y la casi totalidad de la cantidad

absorbida es excretada en la orina. Sin embargo, actualmente se reconocen varios

efectos adversos asociados a ingestas que superan la capacidad de almacenamiento

tisular:

• Los trastornos gastrointestinales como náuseas, diarrea, flatulencia y distensión

abdominal que se presentan con ingestas de 3 a 4 g/día, se deben al efecto

osmótico del ácido ascórbico no absorbido.

• Aunque la información es controvertida, algunos autores proponen una asociación

entre el exceso de vitamina C y el desarrollo de litiasis renal. Consumos elevados

de ácido ascórbico aumentan la excreción urinaria de oxalato, y por lo tanto el

riegos de formación de cálculos de oxalato de calcio, aunque esta susceptibilidad

se presentaría en individuos con patología renal. De igual manera, la

suplementación con elevadas dosis de ácido ascórbico aumentaría la excreción de

ácido úrico y el riesgo de desarrollar litiasis renal.

• Otro posible efecto adverso es el desarrollo de sobrecarga de hierro debido al

efecto estimulante del ácido ascórbico en la absorción del hierro. Este mecanismo

no afectaría a personas sanas, pero sí resultaría perjudicial en individuos con

hemocromatosis hereditaria.

• Se han registrado casos de “escorbuto rebote” cuando luego de un período

prolongado de suplementación la dosis es interrumpida abruptamente; sin

embargo, estos hallazgos no son reportados en todos los estudios.

• Con dosis menores, de aproximadamente 250 mg/día pueden alterarse los

resultados de las determinaciones de glucosuria y sangre oculta en materia fecal.

Teniendo en cuenta estos posibles efectos adversos y considerando la cantidad de

ingesta a partir de la que se ha registrado diarrea osmótica y alteraciones

gastrointestinales, el límite máximo de ingesta se acordó en 2.000 mg/día para los adultos

a partir de los 19 años. Esta cantidad límite de ingesta se aplica a la vitamina C

proveniente tanto de los alimentos como de los suplementos. Se consideran

especialmente susceptibles a la toxicidad por megadosis de vitamina C a quienes

padezcan de hemocromatosis o enfermedades renales.

MINERALES

Los minerales tienen numerosas funciones en el organismo humano. El sodio, el potasio y

el cloro están presentes como sales en los líquidos corporales, donde tienen la función

fisiológica de mantener la presión osmótica. Los minerales forman parte de la estructura

de muchos tejidos. Por ejemplo, el calcio y el fósforo en los huesos se combinan para dar

soporte firme a la totalidad del cuerpo. Los minerales se encuentran en los ácidos y álcalis

corporales; por ejemplo, el cloro está en el ácido clorhídrico del estómago. Son también

constituyentes esenciales de ciertas hormonas, por ejemplo el yodo en la tiroxina que

produce la glándula tiroides.

Los principales minerales en el cuerpo humano son: calcio, fósforo, potasio, sodio, cloro,

azufre, magnesio, manganeso, hierro, yodo, flúor, zinc, cobalto y selenio. El potasio, el

sodio y el cloro se absorben con facilidad y fisiológicamente son más importantes que el

fósforo. Los seres humanos consumen azufre sobre todo en forma de aminoácidos que

contienen azufre; por lo tanto, cuando hay carencia de azufre, se relaciona con carencia

de proteína. No se considera común la carencia de cobre, manganeso y magnesio. Los

minerales de mayor importancia en la nutrición humana son: calcio, hierro, yodo, flúor y

zinc. Algunos elementos minerales son necesarios en cantidades muy pequeñas en las

dietas humanas pero son vitales para fines metabólicos; se denominan «elementos traza

esenciales».

Elementos minerales

Calcio

Deficiencia: la deficiencia crónica de calcio ocasiona en el hombre adulto osteoporosis,

patología en la cual disminuye el contenido mineral del hueso, con lo que aumenta la

susceptibilidad a las fracturas, especialmente en las muñecas, la columna vertebral y las

caderas. De acuerdo al criterio actual de la Organización Mundial de la Salud, se

consideran osteoporóticas a las personas cuya densidad mineral ósea (DMO) se

encuentre por debajo de 2,5 desviaciones estándar del valor medio de referencia para los

adultos jóvenes. Se considerara con diagnóstico de osteopenia a quienes presenten

valores de DMO de 1 a 2,5 desviaciones estándar por debajo del valor medio de

referencia. Se ha estimado que la tasa de mortalidad asociada a complicaciones de la

osteoporosis puede llegar al 20%. Varios son los factores de riesgo para el desarrollo de

osteoporosis.

Factores de riesgo para el desarrollo de osteoporosis

- Raza blanca o amarilla - Sexo femenino - Herencia - Menopausia temprana - Actividad física reducida - Ingesta de calcio reducida

Existen dos tipos de osteoporosis, la posmenopáusica, que se presenta en mujeres a

partir de los 45 a 55 años, que afecta mayoritariamente a los huesos trabeculares, y los

principales sitios de fracturas son las vértebras y el radio distal. La osteoporosis senil se

manifiesta a partir de los 70 años, afecta tanto a los huesos trabeculares como corticales,

y las fracturas se dan a nivel de las vértebras y la cadera.

Una ingesta adecuada de calcio entre la edad de la menarca y el final de la adolescencia

condiciona una mayor densidad mineral ósea, y por lo tanto disminuye el riesgo de

incidencia de esta patología.

La disminución en los valores plasmáticos de calcio ocasiona tetania, trastorno en el cual

se producen espasmos y dolores musculares con calambres, debidos a un aumento en la

transmisión neuromuscular. Se afectan en primer lugar las manos y luego la cara, tronco y

a veces el músculo laríngeo y las extremidades. La tetania puede presentarse asociada a

trastornos gástricos en los que hay alcalosis debida a vómitos prolongados, o junto con la

deficiencia de vitamina D y de la función paratiroidea.

Toxicidad: de los posibles efectos adversos asociados a la ingesta excesiva de calcio, los

tres más estudiados y de mayor importancia son la nefrolitiasis (formación de cálculos

renales), el síndrome de hipercalcemia e insuficiencia renal con o sin alcalosis y la

interacción del calcio con la absorción de otros minerales esenciales, como el hierro, zinc,

magnesio y fósforo. El límite máximo de ingesta propuesto es de 2.500 mg, incluyendo

tanto el calcio de los suplementos como el proveniente de los alimentos.

Fósforo

Deficiencia: debido a que el fósforo se encuentra ampliamente distribuido en los

alimentos no es frecuente observar casos de deficiencia relacionados con la alimentación.

Se ha observado deficiencia de fósforo en lactantes prematuros que reciben

exclusivamente leche materna, en pacientes con tratamientos prolongados con antiácidos,

que impiden la absorción del fósforo y durante la alimentación parenteral con aporte

inadecuado de fósforo. Las patologías que se asocian a una deficiencia de fósforo son: la

desnutrición, el alcoholismo crónico, el cáncer, síndromes de malabsorción intestinal y

estados de recuperación de quemaduras graves. La deficiencia, en la que se presenta

hipofosfatemia, se caracteriza por debilidad, anorexia, malestar general, parestesia, ataxia

(dificultades en la marcha) y pérdida ósea.

Toxicidad: la hiperfosfatemia es la respuesta a las ingestas elevadas de fósforo; los

valores elevados en plasma producen alteraciones en el metabolismo del calcio, con

hiperparatiroidismo secundario y pérdida de la densidad ósea. Esta situación se presenta

en la insuficiencia renal cuando existe disminución en la tasa de filtración glomerular. La

hiperfosfatemia crónica condiciona también calcificación de los tejidos blandos,

especialmente el riñón. Otro efecto perjudicial de la ingesta elevada de fósforo es la

interferencia con la absorción del calcio, aunque sólo cuando el aporte de este último es

bajo. El límite máximo de ingesta de fósforo es de 4.000 mg/día para los adultos hasta los

70 años, y de 3.000 mg/día en el grupo de mayores de 70 años, debido a que los mismos

presentan una mayor prevalencia de alteraciones renales.

Magnesio

Deficiencia: la deficiencia de magnesio no constituye un problema de salud pública; sin

embargo, se encuentra frecuentemente asociada a enfermedades en donde está

disminuida su absorción (enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celíaca,

síndrome de intestino corto, etc.) o en aquellas en las que se altera la reabsorción tubular

renal (neuropatías o ingesta de medicamentos nefrotóxicos). El aporte de magnesio

puede ser deficiente en situaciones como el alcoholismo crónico, la malnutrición proteico-

calórica, la lactancia excesiva, estados hipercatabólicos (quemaduras, traumatismos). En

la diabetes mal controlada las pérdidas urinarias de magnesio se hallan aumentadas, y es

frecuente que los valores plasmáticos del mineral estén disminuidos. Los síntomas que se

hallaron asociados a una deficiencia experimental de magnesio fueron: náuseas, debilidad

muscular, irritabilidad, alteración mental y cambios miográficos. Los pacientes presentaron

también hipopotasemia e hipocalcemia, por lo que se relaciona al magnesio con la

homeostasis de estos dos cationes.

Toxicidad: no se ha demostrado que el magnesio posea efectos tóxicos cuando es

consumido a través de los alimentos; sin embargo, la utilización de magnesio en forma de

sales de magnesio o en dosis farmacológicas se ha asociado a efectos adversos. La

primera manifestación del aporte excesivo es la diarrea, debido al efecto osmótico que

poseen varias sales de magnesio.

En personas con una función renal adecuada no existe riesgo de que la ingesta elevada

de magnesio resulte nociva. En la insuficiencia renal, sin embargo, la retención de

magnesio ocasiona hipermagnesemia y, como consecuencia, náuseas, vómitos,

hipotensión, pudiendo llegar a presentarse alteraciones electrocardiográficas y depresión

del sistema nervioso central. El límite máximo de ingesta sugerido, teniendo en cuenta las

cantidades a partir de las que se puede producir diarrea osmótica, se ha fijado en 350

mg/día, considerando solamente el aporte a través de los suplementos.

OLIGOELEMENTOS

Flúor

Deficiencia: varios estudios confirmaron que la prevalencia de caries en niños y adultos

en zonas donde el agua posee una concentración óptima de flúor, es decir entre 0,7 a 1,2

mg/litro, es del 40 al 60 % menor que en áreas con menores concentraciones.

Toxicidad: la ingesta elevada de flúor durante el periodo preeruptivo de los dientes causa

fluorosis, alteración que se caracteriza por el manchado horizontal de la superficie de los

dientes. En los adultos, los efectos adversos se asocian a ingestas superiores a los 10

mg/día por períodos de 10 a más años y se han reportado casos de alteraciones

esqueléticas como osteoporosis en los huesos largos, calcificación de los ligamentos y

alteraciones neurológicas por la hipercalcificación de las vértebras.

Hierro

Deficiencia de hierro y anemia: la deficiencia de hierro constituye una de las carencias

nutricionales más comunes, que afecta especialmente a grupos vulnerables como los

lactantes y los niños, quienes presentan un riesgo especial debido a los mayores

requerimientos relacionados con el rápido crecimiento. Durante el embarazo y la edad

reproductiva las mujeres poseen también demandas mayores del mineral y constituyen

otro grupo vulnerable.

La deficiencia de hierro comprende varios estadios que pueden evaluarse mediante

indicadores bioquímicos. En el primer estadio las reservas del mineral comienzan a

deplecionarse, lo que se traduce en una disminución en la cantidad circulante de ferritina.

Se puede inferir que un microgramo de ferritina por litro equivale a 10 mg de hierro

almacenado. En una segunda instancia, hay una disminución en la cantidad de hierro

disponible para la eritropoyesis, los indicadores bioquímicos afectados son el porcentaje

de saturación de la transferrina, y la cantidad circulante de hierro sérico, que se

encuentran disminuidos. En este estadio la protoporfirina eritrocitaria, un precursor en la

síntesis del hemo, aumenta debido a la falta de hierro para conformar el hemo. Los

receptores de transferrina, un indicador de reciente utilización, también se encuentran

aumentandos en este momento de la deficiencia, como respuesta celular al incremento de

las demandas de hierro. El tercer estadio constituye la anemia ferropénica, que se

manifiesta con una disminución en las cifras de hemoglobina; pueden presentarse

también alteraciones en el eritrocito como hipocromía y microcitosis. En este momento de

la depleción comienza la aparición de la sintomatología clínica de la deficiencia.

Causas: varios son los factores causales que participan en el desarrollo de la anemia y

podrían agruparse en tres principales grupos:

• Factores relacionados con la alimentación: el consumo prolongado de alimentos

con bajo contenido total en hierro, que generalmente se asocia a deficiencias en el

aporte energético diario, constituye una causa para el desarrollo de anemia. Por

otro lado, las dietas con una cantidad total adecuada de hierro pero con baja

biodisponibilidad del mismo debido a la presencia de factores inhibidores también

constituyen un factor de riesgo en el desarrollo de la deficiencia de hierro.

• Factores relacionados con el aumento de las demandas: en los momentos

biológicos como la niñez, pubertad, el embarazo y la lactancia, las necesidades de

hierro están aumentadas, siendo la prevalencia de anemia mayor en estos grupos

de población.

• Factores relacionados con el aumento de las pérdidas: varios son los cuadros

patológicos que pueden alterar las pérdidas basales de sangre: hemorragias

ocasionadas en el parto o en cirugías, enfermedades crónicas como úlceras,

afecciones gastrointestinales como hemorroides, o de origen genitourinario como

fibromas uterinos. El uso prolongado de aspirina, que incrementa la pérdida

sanguínea de origen gastrointestinal, por aumentar la exfoliación de la mucosa

gástrica. Las donaciones frecuentes de sangre, especialmente en las mujeres,

pueden conducir a la deficiencia de hierro. Las parasitosis constituyen otra

patología que incrementa la pérdida de sangre, y en algunas regiones su elevada

incidencia constituye un factor de riesgo para el desarrollo de la deficiencia de

hierro. El Necator americanus y el Ancylostoma duodenale son dos de los

parásitos que ocasionan pérdidas sanguíneas por materia fecal; el grado de

afección, medido por el número de parásitos en heces, es proporcional a la

cantidad diaria de pérdida sanguínea. Por otro lado, alrededor de un 10% de las

mujeres pueden presentar un sangrado menstrual periódico superior al promedio

estimado.

Debido a que varias son las causas que predisponen al desarrollo de la deficiencia de

hierro, y debido a que es posible que varias de ellas se encuentren presentes

simultáneamente en la persona anémica, su identificación es necesaria para poder

corregir la deficiencia. La administración de hierro por ejemplo no logrará revertir la

deficiencia en un niño con parasitosis, siendo necesario corregir simultáneamente el

agente causal de la anemia.

Sintomatología y efectos de la depleción: los siguientes síntomas clínicos pueden

presentarse durante la anemia: anorexia, palidez de las conjuntivas, estomatitis angular

(inflamación de la comisura de los labios), glositis (lengua inflamada), atrofia de las

papilas linguales, piel seca, disfagia, coiloniquia (uñas en cuchara), pica (alteración del

apetito que se manifiesta por el consumo de sustancias no nutritivas como tierra, arcilla o

hielo), disnea del esfuerzo, fatiga.

La anemia ocasiona efectos adversos durante el embarazo: como una mayor

mortalidad materna asociada a anemias severas, un aumento en la tasa de prematurez,

mortalidad neonatal y nacimientos de bajo peso.

La capacidad máxima de trabajo disminuye en la anemia, afectando la resistencia para

realizar esfuerzos. Investigaciones realizadas en trabajadores manuales con carencia de

hierro demuestran que el rendimiento mejora al recibir suplementación con hierro.

En la deficiencia de hierro disminuye la resistencia a las infecciones, afectándose tanto

la función linfocítica como la granulocítica. Los niños con deficiencia de hierro presentan

menores porcentajes de linfocitos T y menor incidencia de reacciones cutáneas positivas

a los antígenos comunes. Por otro lado, el agente infeccioso también necesita hierro para

su replicación, por lo que varios autores sugieren que una leve deficiencia protegería al

huésped, disminuyendo el desarrollo de infecciones; sin embargo, estas interacciones no

están aún del todo dilucidadas.

El rendimiento intelectual y la función cognitiva se afectan en niños con deficiencia de

hierro. Cuando la anemia ocurre durante los dos primeros años de vida se ha visto

asociada con retraso en el desarrollo psicomotor y cambios en la conducta. Estos efectos

persisten aún después de la recuperación hematológica. Aún no esta determinado hasta

qué grado son reversibles estos cambios. Estudios llevados a cabo en niños menores de

24 meses con anemia mostraron que en lo referente a la escala mental era el lenguaje,

tanto expresivo como comprensivo, el que se afectaba por la carencia de hierro. En la

escala motora, la coordinación y el balance corporal que precede a la marcha fueron los

parámetros más afectados.

En animales, la anemia se asocia a alteraciones en la regulación de la temperatura

corporal, que se presenta con alteraciones para regular la termogénesis en climas fríos.

La disminución en la secreción de hormona estimulante de la tiroides y la hormona

tiroidea se relacionarían con estas manifestaciones.

La deficiencia de hierro predispone a la intoxicación con plomo, debido a un aumento

en la absorción de este oligoelemento. Esta situación constituye un mayor riesgo en niños

con deficiencia de hierro que habitan en zonas con mayores índices de contaminación con

plomo.

Toxicidad: el exceso de hierro en el organismo no se atribuye a causas dietéticas, sino

que depende de una regulación anormal de la absorción por la mucosa o de condiciones

en que se saltea el mecanismo normal de absorción intestinal por la administración

parenteral de hierro, situación que puede provocar toxicidad después de transfusiones

terapéuticas masivas en pacientes anémicos. En contraste con la alta prevalencia de

deficiencia de hierro, la sobrecarga es un fenómeno poco común. La hemocromatosis hereditaria es una enfermedad genética, que afecta mayoritariamente a los hombres, en

la que se presenta un defecto en la absorción del hierro, la que está notablemente

aumentada; no se conoce con exactitud la prevalencia de este trastorno en la población y

probablemente su prevalencia se encuentre subdiagnosticada. Las manifestaciones

clínicas aparecen cuando el contenido de hierro en el organismo es 10 veces superior a lo

normal, e incluyen disfunción hepática, pancreática y cardíaca, pigmentación de la piel y

artritis. El diagnóstico se realiza por medio de valores elevados en la saturación de la

transferrina y ferritina plasmática. La hemocromatosis juvenil es otro trastorno de origen

genético con sobrecarga de hierro que presenta una edad de aparición más temprana y

afecta indistintamente a hombres y mujeres. Los síntomas incluyen hipogonadismo, dolor

abdominal y disfunción cardíaca. No se han descripto casos de toxicidad asociada al

consumo excesivo de hierro por medio de alimentos, con la excepción de la ingesta

crónica elevada que presentan los bantúes y otras tribus africanas que utilizan vasijas de

hierro para la cocción. No obstante, recientemente se ha sugerido que podrían existir

también alteraciones genéticas en estas poblaciones africanas que se relacionarían con la

patogénesis de la sobrecarga. Otros desórdenes genéticos en los que se presenta

sobrecarga con hierro son la atransferrinemia, la aceruloplasminemia y la ataxia de Friedreich. La prevalencia de los mismos es muy baja y los órganos que se ven

afectados por la sobrecarga son el corazón, hígado, páncreas y sistema nervioso.

Sin embargo, sí es frecuente la toxicidad aguda en niños que ingieren los suplementos

de hierro destinados a los adultos, la dosis que puede resultar letal es de alrededor de 3 g

para niños de 2 años, y entre 200 a 250 mg/kg peso en los adultos. La intoxicación aguda

produce necrosis hemorrágica del aparato gastrointestinal y acidosis metabólica.

Por otro lado, la ingesta simultánea de suplementos de hierro y zinc inhibiría la absorción

de este último; esta interacción no se ha podido comprobar cuando ambos nutrientes se

incorporan con los alimentos.

Estudios epidemiológicos recientes sugieren que los niveles elevados de hierro en los

hombres y no en las mujeres, se asociarían a una mayor mortalidad por cáncer y a un

aumento en la prevalencia de infarto agudo de miocardio; sin embargo, aún no existe

consenso en la comunidad científica con respecto al riesgo que representan los niveles

elevados de ferritina para el desarrollo de estas patologías.

El efecto adverso más común y que fue tenido en cuenta para determinar el nivel superior

de ingesta fueron los trastornos gastrointestinales, la suplementación con hierro

frecuentemente se asocia a alteraciones gastrointestinales como constipación, náuseas,

vómitos y diarrea. Las ingestas mínimas de hierro elemental en forma de suplemento a

partir de las cuales se presentan estas alteraciones gastrointestinales oscilan entre los 60

a 70 mg/día, de manera que teniendo en cuenta un margen de incertidumbre, se

determina un límite máximo de ingesta de hierro de 45 mg/día.

Zinc

Deficiencia: la deficiencia de zinc fue inicialmente descripta en 1963 por Prasad y

colaboradores, quienes observaron falta de crecimiento e hipogonadismo con inmadurez

sexual en adolescentes varones del delta del Nilo en Egipto. En Irán se documentó el

síndrome en mujeres y niños en edad escolar. En estos países la deficiencia se atribuyó

al consumo elevado de cereales integrales. Los fitatos y la fibra de estas dietas

disminuyen la biodisponibilidad del zinc por la formación de quelatos insolubles. El

diagnóstico de la deficiencia es difícil, ya que se producen varios síntomas clínicos

inespecíficos, los que aparecería cuando las diversas reservas orgánicas no son

suficientes para mantener las funciones bioquímicas en las que este oligoelemento

participa. Entre estas manifestaciones clínicas de la deficiencia se encuentran la anorexia

con disminución en la ingesta de alimentos, que se interpreta como un mecanismo

adaptativo para conservar los niveles titulares de zinc necesarios para las funciones

específicas, delegando la tasa de crecimiento. Esta disminución del crecimiento puede

llegar hasta el enanismo. Se ha observado también disminución en la agudeza del gusto y

alteraciones en el comportamiento en estados de deficiencia.

Recientemente varios estudios de suplementación con zinc en niños han demostrado un

efecto positivo en el crecimiento estatural, así como en la disminución y prevención de

diarreas e infecciones respiratorias.

Durante la gestación, la deficiencia de zinc predispondría al nacimiento de neonatos de

bajo peso. Se ha observado también un retardo en la tasa de cicatrización de las heridas

en pacientes con bajos niveles plasmáticos de zinc. En la deficiencia congénita,

denominada acrodermatitis enteropática, en la que se presenta malabsorción del

oligoelemento, se producen lesiones cutáneas, alteración de la inmunidad con un

aumento en la susceptibilidad a las infecciones, diarrea y alopecia.

No se ha establecido aún el mecanismo celular que relaciona a la deficiencia de zinc con

las alteraciones en la inmunidad. En la carencia grave del oligoelemento se observa

atrofia del timo, linfopenia, disminución en la respuesta a la hipersensibilidad cutánea, y

disminución en la actividad fagocítica.

Toxicidad: dosis elevadas de zinc administradas por vía parenteral pueden provocar la

muerte. En la toxicidad aguda, observada a partir de ingestas de 150 mg de zinc por día,

se presenta malestar gastrointestinal, vómitos, náuseas y mareos. Preocupan más los

efectos adversos asociados a ingestas moderadamente aumentadas por períodos

prolongados, tales como la disminución del cobre (hipocupremia), que puede llegar a

ocasionar anemia por deficiencia del mismo. En el cerebro se encuentran cantidades

relativamente importantes de zinc, de manera que se sugiere que concentraciones

elevadas del oligoelemento en los sitios de sinapsis (axones) podrían constituir un riesgo

para el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, por lo que debe evaluarse

cuidadosamente la administración de suplementos que contengan zinc en los ancianos.

En adultos que recibieron suplementos de zinc en dosis 20 veces superiores a las

recomendadas, se observaron alteraciones en la respuesta inmunológica y disminución

en la cantidad circulante de lipoproteínas de alta densidad.

El nivel superior de ingesta fue establecido por la Academia Nacional de Ciencias de

EE.UU., considerando como más crítico el efecto adverso por el que el exceso de zinc

interfiere con el metabolismo del cobre. Se tuvieron en cuenta las cantidades de zinc a

partir de las cuales se pueden observar anomalías en el estado nutricional del cobre,

medido a través de la disminución en la actividad de una enzima cobredependiente: la

superóxido dismutasa eritrocitaria. Se estima que el límite máximo de ingesta tolerable de

zinc para los adultos es de 40 mg/día provenientes de alimentos, agua y/o suplementos.

Yodo

Deficiencia: la deficiencia de yodo constituye uno de los trastornos endémicos de origen

nutricional más prevalentes en el mundo, que afecta especialmente a poblaciones de

países en desarrollo en África, Asia y América latina. Se localiza generalmente en áreas

con escaso contenido en yodo en los suelos cerca de cadenas montañosas; no obstante,

zonas de llanura en China y Asia presentan también elevadas tasas de deficiencia, debido

a la erosión que sufrieron los suelos por las inundaciones. En los últimos años, se ha

detectado un incremento de la población afectada en países que habían erradicado la

deficiencia como los Estados Unidos.

Cuando el aporte diario de yodo es insuficiente, el organismo se adapta aumentando el

tamaño de la tiroides, y su avidez por el yodo. Este aumento anormal en el tamaño de la

tiroides se denomina bocio y según la Organización Mundial de la Salud se define como:

“aquella glándula tiroides cuyos lóbulos laterales tienen un volumen mayor que la falange

terminal del pulgar de la persona examinada. El bocio puede acompañarse de

hipotiroidismo, que se presenta con síntomas como: retraso del crecimiento en niños,

apatía, somnolencia, lentitud en los procesos mentales, voz gruesa y áspera,

hiporreflexia, piel seca y fría, aumento de peso y bradicardia.

Existen además otras alteraciones provocadas por la deficiencia, que en conjunto reciben

la denominación de trastornos por deficiencia de yodo (TDI). Durante el embarazo la

deficiencia de yodo produce un aumento en la mortalidad neonatal, aborto,

complicaciones perinatales y cuando la deficiencia es crónica se compromete la fertilidad

de la mujer. Durante los primeros años de vida, la deficiencia afecta el desarrollo del

encéfalo, debido a que la hormona tiroidea es necesaria para su crecimiento. El

cretinismo representa la forma más grave de los TDI, afecta a los recién nacidos de

madres con deficiencia y constituye la causa más prevalente de retraso mental, prevenible

en el mundo. Sin embargo, en las zonas afectadas por la deficiencia, el cretinismo

constituye el último estadio dentro de una amplia gama de posibles alteraciones, que se

manifiestan con disfunciones auditivas, en el aprendizaje y en la capacidad de iniciativa y

de decisión, las que a su vez conllevan a un menor desarrollo socioeconomico. Las

comunidades con deficiencia endémica se caracterizan por un menor desarrollo

intelectual, en la capacidad de trabajo, y en consecuencia, en los ingresos per cápita.

Características de los trastornos por deficiencia de yodo

TDI Características

Bocio grado 0 Hipertrofia de la tiroides palpable con la cabeza en

hiperxtensión.

Bocio grado 1 Hipertrofia visible con la cabeza en posición normal.

Palpable.

Bocio grado 2 Hipertrofia que deforma el cuello, visible desde una

distancia de 10 metros. En algunos casos puede

asociarse a dificultades mecánicas para la respiración.

Cretinismo endémico Es la forma más frecuente de cretinismo, se produce por

la deficiencia de yodo durante la vida fetal o neonatal, se

caracteriza por retraso mental irreversible, sordomudez

y diaplejía espástica que respeta los extremos distales

de las extremidades.

Cretinismo mixedematoso Forma menos frecuente, que se presenta con retraso

mental, enanismo, y las manifestaciones clínicas

características del hipotiroidismo severo.

El Consejo Internacional para la Lucha Contra los Trastornos por la Deficiencia de Yodo

(ICCIDD) estima que en el mundo 1.600 millones de personas se encuentran en riesgo de

presentar deficiencia, 50 millones de niños sufren diferentes grados de TDI, y anualmente

nacen alrededor de 100.000 niños cretinos. La magnitud de la deficiencia podría

graficarse en un pirámide, en donde solamente es visible un 10% de la problemática: el

cretinismo, cerca del 90% de las consecuencias de la deficiencia de yodo puede estar

oculto y no ser diagnosticado.

La pirámide de los TDI.

Medidas para la prevención de los TDI

• El enriquecimiento de la sal con yodo constituye la medida más efectiva para la

prevención de la deficiencia de yodo; sin embargo, en las zonas rurales, donde la

sal destinada al consumo proviene directamente de las salinas y no del comercio,

1-10% Cretinismo

5-30% Algún grado de daño cerebral

30-70% Pérdida de energía debido al hipotiroidismo

la medida no resulta efectiva. Por otro lado, cuando la legislación no es estricta es

frecuente que el contenido en yodo en la sal fortificada no sea uniforme, con un

elevado porcentaje de niveles de subfortificación. Para la yodación de la sal se

usan generalmente dos formas químicas de yodo: el yoduro de potasio (KI) o el

yodato de potasio (KIO3). El primero tiene un menor costo pero es también menos

estable, por lo que su utilización es adecuada cuando la sal está altamente

purificada y se utilizará para el consumo a los pocos meses de su producción en

climas secos con temperaturas medias. El KIO3 es un compuesto más estable y

resistente a la evaporación, por lo que puede utilizarse en sales sin purificar y que

serán expuestas a elevadas temperaturas ambientales o que serán almacenadas

por períodos prolongados antes de su consumo.

• Otro tipo de intervenciones propuestas para corregir o prevenir los TDI son la

administración oral o parenteral de aceites yodados. El más utilizado es el

Lipiodol (Laboratorios Guerbet, Francia), que contiene aproximadamente 380 mg

de yodo por mililitro. Una inyección intramuscular de 1 ml de aceite yodado

protege de la deficiencia por el término de 3 a 5 años, y su utilización está

aconsejada en las zonas donde la necesidad de corrección de la deficiencia es

urgente y no se dispone de sal yodada. El aceite yodado puede administrarse en

cápsulas por vía oral; aunque el período de cobertura es menor, se estima que

una dosis protege por el término de 1 a 2 años.

• El agregado de yodo a los suministros de agua y a otros alimentos como la

harina o los refrigerios utilizados en las escuelas constituyen otras medidas de

prevención factibles. Recientemente se ha observado que no sería necesario un

aporte diario constante de yodo para conservar una adecuada función tiroidea, por

lo que podrían utilizarse suplementos administrados de dos a tres veces por

semana.

Toxicidad: en personas sin deficiencia de yodo, la toxicidad es rara y son bien toleradas

cantidades de hasta 2 mg diarios. Los efectos adversos son, sin embargo, más frecuentes

en zonas con deficiencia endémica cuando se aumenta la cantidad de yodo adicionada a

los alimentos o administrada mediante los programas de prevención. La toxicidad afecta a

personas de edad avanzada y puede manifestarse con una forma de hipertiroidismo

conocido como tirotoxicosis de Jod-Basedow, que se manifiesta con nerviosismo,

irritabilidad, hiperreflexia, intolerancia al calor, piel caliente y húmeda, adelgazamiento y

taquicardia. La disfunción tiroidea puede también ocasionar hipotiroidismo; esta acción

inhibidora del exceso de yodo en la génesis de las hormonas tiroideas se conoce con el

nombre de efecto Wolff-Chaikoff.

El efecto adverso que fue tenido en cuenta por la Academia Nacional de Ciencias de

EE.UU. para establecer el nivel superior de ingesta tolerable para el yodo han sido los

cambios en el funcionamiento de la hormona tiroidea que constituyen la primera respuesta

al aporte excesivo del oligoelemento. Esta disfunción se manifiesta con una elevación por

encima de los valores basales en las cantidades circulantes de TSH, lo que constituye un

factor de riesgo para el desarrollo de hipotiroidismo. El límite máximo de ingesta se ha

fijado para los adultos en 1.100 mcg (microgramo) de yodo/día.

Selenio

Deficiencia: la deficiencia de selenio descripta por primera vez en 1979 en China en

zonas donde los suelos tienen un contenido muy bajo en selenio, se conoce como

enfermedad de Keshan y es una cardiomiopatía que afecta principalmente a niños y

mujeres en edad fértil. Actualmente, se le atribuye también un componente infeccioso a

esta dolencia; por otro lado, existen variaciones estacionales en su prevalencia, y no

todos los síntomas pueden explicarse por la deficiencia de selenio; no obstante, esa

deficiencia predispondría la aparición de la enfermedad.

Otra patología relacionada con la deficiencia de selenio es la enfermedad de Kashin-Beck,

que se presenta en adolescentes y se manifiesta como una osteoartrosis endémica. Sus

síntomas son tumefacción y rigidez en las articulaciones de las manos y generalizada.

También es cuestionada su etiología y se sugiere que podría relacionarse con otros

agentes causales como micotoxinas o contaminantes orgánicos del agua potable.

La deficiencia de selenio puede también presentarse en pacientes hospitalizados que

reciben por tiempo prolongado alimentaciones parenterales sin el oligoelemento. En estos

pacientes se han observado niveles bajos de selenio en el plasma y en los eritrocitos con

la presencia de debilidad en los músculos esqueléticos y cardiomiopatía, sintomatología

que responde a los suplementos de selenio.

Toxicidad: la toxicidad aguda con selenio es fatal y se ha documentado como

consecuencia de la ingesta accidental de selenio contenido en aceites lubricantes de

armas o en soluciones utilizadas para la esquila del ganado ovino. Las dosis letales

probablemente aportarían cantidades de selenio en el orden del gramo. Los síntomas que

se presentan son: severas alteraciones gastrointestinales y neurológicas, falla renal y

respiratoria seguida de infarto del miocardio. La autopsia revela necrosis de hígado e

intestino con severo edema pulmonar.

En zonas seleníferas, donde la concentración de selenio en los suelos es elevada,

pueden observarse manifestaciones por el exceso; sin embargo, no se conoce con

exactitud la cifra a partir de la cual se produciría una intoxicación crónica. En China,

ingestas de alrededor de 5mg/día ocasionaron lesiones cutáneas, pérdida del cabello y

uñas y anomalías en el sistema nervioso. Otros síntomas de la toxicidad crónica son la

fatiga, olor gárlico en el aliento y el sudor y engrosamiento y fragilidad de las uñas. La

intoxicación aguda, que se registró en personas que consumieron alrededor de 35 mg de

selenio en el día, produce la pérdida del cabello en 3 a 4 días. En Estados Unidos se

registró toxicidad en un grupo de personas que ingirieron un suplemento que contenía

alrededor de 180 veces más selenio del que indicaba el etiquetado, los síntomas fueron:

náuseas, fatiga y neuropatía periférica. La cifra límite de ingesta, actualmente propuesta

teniendo en cuenta los consumos máximos registrados de selenio para los que no se

observan efectos secundarios, es de 400 mcg diarios.

BIBLIOGRAFIA

- www.fao.org/docrep

- Laura Beatriz Lopez, Marta Maria Suarez, Fundamentos de Nutrición Normal. 1° Edición.

Buenos Aires: El Ateneo, 2002.