cap 2 - par 1

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Capítulo 2. Parágrafo 1: “Psicoanálisis y Familiarismo: La sagrada Familia” Retomando los desarrollos del capítulo anterior, pero adentrándose en el edificio edípico-edipizante, se produce un cuestionamiento de la operación de “forcing” que produce la utilización de Edipo, en sus dos modos: estructural-simbólico-generalizado, y en su versión imaginaria- nuclear... A propósito de lo cual se plantea que la diferencia no radica en oponer edipos (simbólicos o imaginarios, estructuras o personitas) sino en resaltar que la oposición se halla entre la producción deseante y el Edipo. “¿La verdadera diferencia no estará entre Edipo, estructural tanto como imaginario, y algo distinto que todos los Edipos aplastan y reprimen: es decir, la producción deseante-las máquinas del deseo que ya no se dejan reducir ni a la estructura ni a las personas, y que constituyen lo Real en sí mismo, más allá o más acá tanto de lo simbólico como de lo imaginario?” 1 Recordemos que la producción deseante es producción de producción, generación de realidades. Y que las máquinas deseantes se caracterizaban por su carácter de síntesis conectivas, una máquina conecta con otra, que a su vez conectará con otra... Encuentro que es una composición. La producción deseante es una característica que aquí se le atribuye al inconsciente, pero ojo! al Inconciente productivo, aquel que en un comienzo descubren Freud y los primeros analistas y que se caracteriza por constituir “el campo de las síntesis libres en las que todo es posible, las conexiones sin fin, los objetos parciales y los flujos” 2 . El inconsciente no representa nada, no simboliza ni imagina, maquina, es maquínico. Sin embargo, pasamos del inconciente productivo que se descubre en los primeros tiempos al inconsciente expresivo . El viraje idealista es un terreno poblado de fantasmas. El inconsciente se carga de contenidos que deben ser expresados y, por supuesto, interpretados! Resuena la idea inicial del pasaje de la fábrica (o taller) al escenario del teatro clásico. De este modo la producción ya no es más que producción de expresión. Mediante esta colonización-imperialista del inconsciente se subsume refiriendo como para-edípica, pre-edípica, exo-edípica a la producción deseante (lo que en la teoría psicoanalítica misma podía rastrearse como catexis, trabajo, economía del deseo) “ estos impulsos se hallan coordinados entre sí y coexisten sin influir unos sobre otros ni tampoco contradecirse. Cuando dos impulsos de deseos cuyos fines nos parecen inconciliables 1 A.E.Cap.2 pag. 58 2 ibidem

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Cap 2 - Par 1

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Page 1: Cap 2 - Par 1

Capítulo 2. Parágrafo 1: “Psicoanálisis y Familiarismo: La sagrada Familia”

Retomando los desarrollos del capítulo anterior, pero adentrándose en el edificio edípico-edipizante, se produce un cuestionamiento de la operación de “forcing” que produce la utilización de Edipo, en sus dos modos: estructural-simbólico-generalizado, y en su versión imaginaria-nuclear...

A propósito de lo cual se plantea que la diferencia no radica en oponer edipos (simbólicos o imaginarios, estructuras o personitas) sino en resaltar que la oposición se halla entre la producción deseante y el Edipo.

“¿La verdadera diferencia no estará entre Edipo, estructural tanto como imaginario, y algo distinto que todos los Edipos aplastan y reprimen: es decir, la producción deseante-las máquinas del deseo que ya no se dejan reducir ni a la estructura ni a las personas, y que constituyen lo Real en sí mismo, más allá o más acá tanto de lo simbólico como de lo imaginario?”1

Recordemos que la producción deseante es producción de producción, generación de realidades. Y que las máquinas deseantes se caracterizaban por su carácter de síntesis conectivas, una máquina conecta con otra, que a su vez conectará con otra... Encuentro que es una composición. La producción deseante es una característica que aquí se le atribuye al inconsciente, pero ojo! al Inconciente productivo, aquel que en un comienzo descubren Freud y los primeros analistas y que se caracteriza por constituir “el campo de las síntesis libres en las que todo es posible, las conexiones sin fin, los objetos parciales y los flujos”2.

El inconsciente no representa nada, no simboliza ni imagina, maquina, es maquínico.

Sin embargo, pasamos del inconciente productivo que se descubre en los primeros tiempos al inconsciente expresivo. El viraje idealista es un terreno poblado de fantasmas. El inconsciente se carga de contenidos que deben ser expresados y, por supuesto, interpretados!Resuena la idea inicial del pasaje de la fábrica (o taller) al escenario del teatro clásico. De este modo la producción ya no es más que producción de expresión. Mediante esta colonización-imperialista del inconsciente se subsume refiriendo como para-edípica, pre-edípica, exo-edípica a la producción deseante (lo que en la teoría psicoanalítica misma podía rastrearse como catexis, trabajo, economía del deseo)

“ estos impulsos se hallan coordinados entre sí y coexisten sin influir unos sobre otros ni tampoco contradecirse. Cuando dos impulsos de deseos cuyos fines nos parecen inconciliables son activados al mismo tiempo, no se anulan recíprocamente, sino que se unen para formar un intermedio, una transacción” “ en este sistema (icc) no hay negación ni duda alguna, ni tampoco grado alguno de seguridad. Todo esto es aportado luego por la labor de la censura…”3

Señalan Dlz y Gtri que el analista debería estar al tanto de que más allá, al costado, o a través de Edipo, deberá enfrentarse con las máquinas deseantes. Más allá de la represión, el aplastamiento, la censura, las máquinas siguen funcionando, produciendo incluso su propia represión.

El psicoanalista será el agente de la antiproducción en el deseo.“Edipo se apropió de las producción deseante como si todas las fuerzas productivas emanaran de él”. 4

Rechina la máquina milagrosa-capitalística nuevamente.1 A.E.Cap.2 pag. 582 ibidem3 Freud S., Lo inconciente, cap. 54 AE pag 62